El Cancer Como Negocio

El cáncer como negocio. Ángel Eduardo García Montero* "Fui una vez gran amante de la profesión médica. Ya no sostengo e

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El cáncer como negocio. Ángel Eduardo García Montero*

"Fui una vez gran amante de la profesión médica. Ya no sostengo esa opinión. Los médicos nos han desquiciado. Considero el actual sistema como magia negra- Los hombres cuidan menos sus cuerpos y ha aumentado la inmoralidad, ignorando el alma. La profesión médica pone a los hombres a su merced y contribuye a disminuir la dignidad humana y el control de sí mismos. Yo me he esforzado por demostrar que no hay en la Medicina servicio real alguno para la humanidad y que es una injuria para la misma. Y creo que una multiplicidad de hospitales no es prueba de civilización sino más bien un síntoma de decadencia". Mahatma Gandhi.

Estar frente a una persona que recién le han informado el resultado de un estudio en donde se le diagnostica una enfermedad potencialmente mortal como el Cáncer, es estar frente al miedo, la incertidumbre y, en muchos casos, la desesperanza. Algunos me han dicho que es una sensación como si fueran cayendo al vacio sin saber cómo, dónde y cuándo van a caer. Pienso que en ninguna otra enfermedad se refleja tan bien el inmenso divorcio que mantiene la medicina convencional con la verdadera esencia del ser humano, como en el cáncer. Los tratamientos que ofrece la medicina oficial a los pacientes con cáncer son un callejón sin salida que responde más a 1

intereses comerciales que al deseo de dar una verdadera respuesta para proporcionar alivio al paciente y a su familia. Es perfectamente demostrable que estos tratamientos no han dado ni más calidad de vida ni mayor supervivencia que otros tratamientos anteriores, como se le quiere hacer ver a los pacientes y a sus familiares, a los cuales no se les da otra opción que un tratamiento que, en la mayoría de los casos, les quita más vitalidad que la misma enfermedad y que, en buena parte terminan muriendo más por los efectos de estos tratamientos que por la enfermedad en sí, no obstante, el enfermo acepta aplicárselos por la necesidad de aferrarse a lo que pueda salvarlo y ven a la medicina institucionalizada como lo más seguro en ese momento tan crítico, que además es magnificado por el sombrío pronostico de un especialista, que ha sido formado para tratar al ser humano como una maquina, por eso la mayoría de los oncólogos (afortunadamente, cada vez menos) saben mucho de tejidos, células y moléculas (y del precio de los medicamentos) pero muy poco de la estructura mental, emocional y espiritual del ser humano. Quizás donde mayor se evidencia el gran descaro de la estructura comercial de la medicina convencional es en los tratamientos médicos oncológicos, los cuales han sido cuestionados por un significativo numero de voces especializadas y de una importante estatura científica y que, sin embargo, han sido silenciados por el status quo, con la anuencia de los medios de comunicación y de los gobiernos complacientes. Una de estas voces es la del Doctor Ulrich Abel de la Clínica del Tumor de la Universidad de Heidelberg, quien dirigió la investigación más extensa que se ha realizado en estudios clínicos con quimioterapia. Reunió información publicada sobre quimioterapia de 350 centros médicos. Abel dedicó varios años a estudiar la mayoría de las publicaciones realizadas hasta ese momento, así como a evaluar la información de los 350 centros contactados. Los resultados de este estudio fueron publicados el 10 agosto de 1990 en la revista The Lancet, una de las más prestigiosas revistas científicas en el campo de la medicina convencional. 2

En esta publicación El doctor Abel habla de la quimioterapia como un “desierto científico”, según la investigación realizada por este especialista, ningún estudio demuestra pruebas científicas de que la quimioterapia pueda alargar de un modo apreciable la vida de los pacientes que sufren los canceres más comunes y que el porcentaje de éxito del que hablan los oncólogos es algo “vergonzoso”. Además afirma el doctor Abel que la quimioterapia “casi nunca mejora la calidad de vida”. Lo más impresionante es que este trabajo nunca más fue mencionado en ninguna publicación científica ni debatido en ningún congreso médico, fue lanzado al olvido con la complacencia de los medios de comunicación que viven de la publicidad de las trasnacionales de los quimioterápicos. El doctor Abel continuó sus investigaciones hasta el año 1995 año en que extrañamente abandonó la investigación. Cuando se le preguntó al Dr. James Watson codescubridor del ADN y premio nobel, que perteneció durante dos años al Comité Asesor Nacional de los Estados Unidos sobre Cáncer, cuál era su opinión sobre el Programa Nacional contra el Cáncer, contestó rápidamente: "Es una mierda". Linus Pauling, cuyas investigaciones relacionadas con la estructura atómica de las proteínas le hicieron merecedor en 1954 del Premio Nobel de Química y también

Premio Nobel de la Paz en 1962, por su campaña contra las

pruebas nucleares terrestres, llegó a afirmar: "Todo el mundo debería saber que la mayoría de las investigaciones sobre el cáncer son en gran parte un fraude y que la mayoría de las organizaciones que investigan la enfermedad están en manos de las mismas personas que las apoyan". John Bailer, quien trabajó durante 20 años al Instituto Estadounidense Nacional del Cáncer, asevera por su parte: "Mi evaluación final es que el Programa Nacional de Cáncer debe juzgarse como un error". Por su parte Alan C. Nixon, ex presidente de la American Chemical Society, escribió al respecto: "Como químico entrenado para interpretar datos me 3

parece incomprensible que los médicos ignoren la clara evidencia de que la Quimioterapia

hace

mucho,

pero

mucho

más

daño

que

bien".

Por falta de espacio en este artículo no hacemos mención de muchas otras autoridades científicas que han levantado su voz de protesta contra este adefesio médico llamado quimioterapia. Reconozco que no es nada fácil escribir contra procedimientos médicos que están plenamente aceptados por las autoridades sanitarias, sin embargo, creo que estas autoridades pecan de buena fe y continúan siendo piezas, sin saberlo,

del

poderosísimo

engranaje

industrial-comercial

de

los

medicamentos, cuya sobrevivencia depende de la no curación. Imagínense que harían los fabricantes de repuestos de cartuchos de impresoras si descubren un cartucho que no se desgasta y que además, la impresora no se daña, a no ser que se destruya a propósito, por supuesto que ese producto no se comercializaría jamás. Algo parecido sucede con la quimioterapia y la radioterapia. En este sentido existen autores que hablan del cartel farmacéutico-químico, así lo expresa Edward Griffin en su obra The Politics of Cancer “Es obvio pues que no ocultan conscientemente un posible control de la enfermedad. Lo que significa es que el monopolio médico del cartel (farmacéutico-químico) ha creado tal clima de influencias en nuestro sistema educativo que la verdad científica se sacrifica a menudo a los intereses creados". Los médicos tenemos la necesidad ética de ponernos a la altura de los requerimientos de nuestros pacientes, para lo cual debemos abandonar definitivamente el parcelamiento mecanicista al que nos ha conducido la cultura médico-industrial. Para poder ayudar a un paciente desesperado a vencer el miedo y la desesperanza debemos asumir una visión abierta de los fenómenos humanos y en especial de la enfermedad, liberarnos de la cárcel

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mental que nos impuso el determinismo biológico y el reduccionismo cartesiano y profundizado por la élite de dominación económica mundial. Lo que más necesita una persona con diagnóstico de cáncer es de esperanza de curación y eso, no se consigue sin profundizar en las infinitas posibilidades del potencial humano y apelar a los recursos autocurativos, que se fortalecen cuando vivimos de cara a la vida. En mi experiencia profesional he visto como personas que fueron presas del miedo

cuando

apareció

una

enfermedad

que

amenazaba

la

vida;

Posteriormente entendieron que esta era el reflejo de su historia vital y que sus pensamientos eran importantes, de tal manera que decidieron cambiar sus patrones mentales y emocionales, se liberaron del miedo y optaron por la esperanza, buscaron tiempo para si mismos, comprometidos con un estilo de vida que les diera sentido a su existencia y, si bien es cierto que la mayoría siguió tratamientos convencionales, están convencidos que la diferencia que hizo la diferencia fue la transformación de la conciencia, que los llevo a sanar viejos conflictos y antiguas memorias que los arrastraban hacia el manejo de emociones dañinas, lo cual limitaba de manera considerable las capacidad de los sistemas profundos que preservan la vida, a tal punto de que apareciera una enfermedad potencialmente mortal. Siendo que todos los seres humanos contamos con un sistema de defensa competente para impedir el desarrollo de tales enfermedades, pero que es exquisitamente sensible a los mensajes destructivos que portan los neurotransmisores liberados a partir de emociones y pensamiento reñidos con la armonía y la plenitud de la vida. Pero al cambiar la calidad de los pensamientos y de las emociones cambian también, lógicamente, la calidad de estos mensajeros (neurotransmisores) y, por supuesto, el mecanismo celular que se activa ante la presencia de estos nuevos mensajeros es de preservación de la vida. Luego al convertir esto en un estilo de vida, el mensaje de la enfermedad pierde sentido y desaparece, puesto que 5

desaparece la debilidad energética provocada por los pensamientos y las emociones destructivas. El Dr. Andreas Morritz en su revelador libro “El cáncer no es una enfermedad sino un mecanismo de supervivencia”, dice algo con lo que estoy plenamente de acuerdo: “Un cambio de actitud, de –tener que- atacar y matar a las células cancerosas a dejarlas en paz y eliminar los factores consumidores de energía vital, puede suponer un estímulo suficientemente fuerte para que el sistema inmunológico acabe con el síntoma (el tumor canceroso). Una vez eliminadas sus causas profundas, el cáncer es tan inofensivo como un simple refriado”. El Radio-Oncólogo Carl Simonton uno de los pioneros en el enfoque holístico en el abordaje al paciente con cáncer dice un su libro “Sanar es un viaje”: He tratado a miles de personas, y mis pacientes tienen un índice de recuperación relativamente alto, incluso en los casos que suelen considerarse “terminales”. Sé que cada paciente tiene sus propias dificultades en la vida, pero también sé que afrontarlas es muy importante para recuperarse”. Y que: “La manera más eficaz de abordar el cáncer es aquella que implica los procesos físicos, mentales y espirituales que identifican sistemáticamente los problemas relacionados con la enfermedad y producen metódicamente los cambios que conducen a la salud”. Por su parte el Neuro-Endocrinologo y afamado escritor, Deepack Chopra autor de importantes libros en la materia como: Curación Cuántica, Vida sin Condiciones y Sincro-Destino plantea que un cambio de percepción en torno a la enfermedad y al cuerpo, puede abrir la posibilidad de la curación. El Doctor Bernie Siegel llama pacientes excepcionales a aquellos que se recuperan de una enfermedad que amenaza la vida “cuando toman en sus manos su propia vida, incluso no siendo antes capaces de ello, y trabajan con decisión para lograr salud y paz en la mente”. Bernie Siegel es autor de libros de reconocimiento mundial como: “Amor Medicina Milagrosa” y “Paz, Amor y Autocuración” 6

Lamentablemente la medicina oficial sique sin entender la visión holística del paradigma emergente, el cual ve al ser humano en todas las dimensiones de sus diferentes ámbitos de existencia. Desde esta perspectiva se plantea que para recuperarse de una enfermedad que amenaza la vida en necesario implementar medidas curativas en todos los ámbitos (físico, menta, emocional y espiritual) de lo contrario el abordaje siempre será incompleto. La medicina oficial continúa de espaldas a los verdaderos adelantos científicos. Así como el tribunal del santo oficio se negaba a reconocer que la tierra era redonda y se movía, ante las evidencias de Copérnico y Galileo y aunque este último fue obligado a desmentir sus descubrimientos ante el tribunal inquisitorio, so pena de perder la vida en la hoguera, la tierra se siguió moviendo y con ella la verdad, que a decir de José Martí, una vez despierta no vuelve a dormirse. * Doctor en Medicina Presidente de la Fundación Creando Esperanza

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