Educacion en Mexico

La educación básica en México ha tenido diversas transformaciones en su momento se fue adaptando en distintas épocas y e

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La educación básica en México ha tenido diversas transformaciones en su momento se fue adaptando en distintas épocas y en cada una de ellas a sus necesidades. Una de las más importantes (antes de 1992) tuvo como objetivo lograr la universalización de la educación primaria, caracterizada por una política educativa centrada en su cobertura, tomando como base los principios establecidos en la Constitución Política Mexicana, tales como el carácter laico, gratuito y democrático de la educación básica y el derecho de todos los individuos a recibir educación. En mayo de 1992 se firmó el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB), con éste se lleva a cabo una redistribución de las funciones de la administración federal y las administraciones estatales en relación a la operación de los servicios de preescolar, primaria y secundaria, que en su mayoría pasan a ser administrados por los gobiernos de los Estados, obteniendo atribuciones para atender la construcción, rehabilitación y equipamiento de los centros escolares. La Federación por su parte, se comprometió a transferir recursos suficientes para la administración de las escuelas de educación básica a cargo de los gobiernos estatales. En 1993, además del proceso de descentralización detonado con la firma del ANMEB, se establece la obligatoriedad para el Estado de impartir la educación secundaria a través de la reforma al artículo 3er. Constitucional (Perfil de la Educación en México, 2000), y en el 2002 se hacen la reforma que vuelve obligatoria la educación preescolar. Con estas reformas, la política educativa en México se centró en la cobertura, lo que a la fecha presenta avances significativos, así como en indicadores de eficiencia, reprobación, y deserción de la educación básica. La globalización de la educación y la economía del conocimiento, pusieron de manifiesto un nuevo criterio para evaluar el avance de la educación, de la calidad educativa, medida a través del aprendizaje de los estudiantes, indicador que centra la atención de la política educativa en la actualidad.

-Los intentos de mejora en México con respecto a la educación en México es un fracaso -los nuevos educadores son la esperanza para elevar el nivel educativo en México -el problema de la educación básica en México se desprende de la ineptitud de los profesores.

El objetivo es conocer cuál ha sido el comportamiento de los principales indicadores de la educación básica a partir del nuevo milenio (2000-2011), centrando su atención en los grandes logros. Se analiza la educación básica, como uno de los componentes primordiales que dan avances en la sociedad. Los años tomados en el análisis de esta variable son del ciclo escolar 2000-2001 al ciclo 2010-2011 en nivel preescolar, primaria y secundaria. Se analizan tres niveles de educación básica durante el periodo de los ciclos mencionados. Se tratan variables referentes al número de escuelas en cada uno de los niveles de educación básica a nivel nacional y el número de escuelas públicas durante los años de 2000 al 2011, así como la relación alumnos/escuela en éste mismo periodo. El número de maestros se analiza en el cuarto capítulo, del periodo 2000-2011. El quinto capítulo hace referencia a los indicadores de eficiencia, deserción y reprobación en primaria y secundaria de los años 2000 a 2011. se analiza la distribución y producción total de libros de texto de 2005 a 2009, así como su producción y distribución por nivel educativo: preescolar, primaria y secundaria. se centra en la educación indígena, en donde se toman en cuenta elementos como matrícula en preescolar y primaria (2000-2011).

Maestros y escuelas (2000-2011), así como deserción, reprobación y eficiencia terminal en primaria indígena. Se hace referencia al analfabetismo, presentando la proporción de analfabetas del año 2000 a 2011 y analizándolo según género de 2000 a 2011. Se estudia al sistema extraescolar del año 1990 al 2007, y se hace alusión al sistema de becas por nivel educativo a partir del año 2000 hasta 2011, como un elemento que permite visualizar los avances que ha habido en la materia en lo que a educación básica se refiere. Las variables mencionadas, son componentes elementales que dan cuenta de la situación del sistema educativo en el país, y son un referente fundamental que permite analizar la evolución de la educación básica en México a lo largo del nuevo milenio XXI. Además de la oferta excedente de trabajo en el mercado laboral del magisterio mexicano, las condiciones generales de los profesores para desempeñar su actividad se ven amenazadas por la extrema verticalidad del sistema educativo en su conjunto. Esto se traduce en el control burocrático de los aparatos de gobierno, y del propio sistema sindical, sobre las escuelas, y consecuentemente la escasa capacidad que tienen éstas para influir sobre todo tipo de decisiones que las afectan de manera directa: la infraestructura escolar, la distribución de materiales y equipo, el uso del tiempo, la normativa, entre otros. En estas condiciones, no es de extrañar que los docentes mexicanos destinen una parte importante de su jornada laboral a atender cuestiones ajenas a la actividad propiamente educativa. Cifras de TALIS señalan que, en opinión de los profesores de secundaria del país, sólo 70 por ciento del tiempo asignado a la enseñanza se dedica efectivamente a estas labores, en tanto que el 30 por ciento restante se divide entre las funciones administrativas y el control disciplinario de los alumnos. Cabe destacar que la primera cifra es la más baja de los 24 países que participaron en el estudio . Todo nuevo programa o política que se genera en el ámbito federal se traduce en una serie de trámites y controles que con frecuencia se van agregando en cada instancia de decisión—direcciones generales de la Federación, secretarías de educación estatales, áreas administrativas responsables de la operación de los servicios, jefaturas de sección, supervisión— hasta llegar a la escuela. La buena intención que en su momento tuvo la iniciativa de cambio se presenta a la docencia diluida en un mar de trámites y obligaciones. La desarticulación entre las unidades administrativas federales, la permanente escasez de recursos, y el control vertical que caracteriza a la estructura del sistema educativo en su conjunto contribuyen a las malas condiciones que enfrentan los trabajadores de la educación, particularmente en los primeros peldaños de la pirámide, es decir, la escuela y el aula, en especial aquellos estados y regiones del país que presentan elevados índices de marginación y pobreza—Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca, la región del Mezquital en Hidalgo, la Sierra Gorda de Querétaro y la

zona henequenera de Yucatán—por mencionar algunos. La adversidades que enfrenta la educación indígena y la comunitaria son de sobre conocidas: al desafío de la marginación y la pobreza se agrega la dificultad de que la lengua de enseñanza no coincide con el idioma en el que se desarrolla la vida de estas comunidades. En los planteles escolares es usual encontrar señales de deterioro físico, falta de mantenimiento, equipamiento deficiente, retrasos en la entrega o insuficiencia de materiales educativos de primera importancia—como los libros de texto gratuitos—, carga excedente de actividades administrativas o de otra índole (como la organización de festivales del niño, del maestro y de la madre) que distraen a los profesores de su función educativa, grupos de gran tamaño, fiscalización y control excesivos por parte de la autoridad superior, contrataciones por honorarios y sin las prestaciones de ley, cargos por interinatos que se prolongan indefinidamente, etc. En 2007, se realizó un censo de infraestructura educativa, con base en el cual se determinó que 27 000 planteles de educación básica de las más de 220 mil que existían en el país en ese momento, es decir, poco más de 12 por ciento—estaban en malas, muy malas o pésimas condiciones (la calificación se refiere al estado de sus muros, techos, sanitarios y aulas). Por otra parte, cifras del INEE indican que 49.1 por ciento de las escuelas de educación básica del país en 2008 cuentan con al menos una computadora para uso educativo (INEE, 2008). 52 El hecho de que el sindicato magisterial se haya asegurar condiciones dignas de trabajo. La lucha sindical debería reorientarse hacia la democratización del sector y concentrarse en dar respuesta a los legítimos reclamos de sus agremiados. 56 El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación funcionó durante muchos años como un mecanismo de control del gremio y de contención de las demandas laborales del magisterio, apoyado por los sucesivos gobiernos. El Estado logró garantizar así la “tranquilidad” del gremio y previno contra posibles estallidos sociales. A cambio de su “disciplina”, los maestros alcanzaron indiscutibles logros económicos y laborales, al tiempo que el Sindicato obtuvo beneficios cuantiosos, en términos tanto de poder político como económicos. Sin embargo, en la última década, se ha observado un crecimiento desmesurado del poder de la dirigencia sindical; resulta evidente su intervención en ámbitos que van mucho más allá de la defensa de los legítimos intereses de los agremiados. Esta situación se traduce en el deterioro de la calidad de la educación, la corrupción de sus integrantes, además de la pérdida de poder de negociación y de margen de operación del gobierno frente al sindicato. Al mismo tiempo, vulnera al trabajador, en la medida en la que la cúpula sindical se va deslindando de sus bases y se convierte en una suerte de poder de facto. El origen de este poder, por desgracia para la educación, descansa en el potencial para la movilización y la fuerza política que representa el gremio, la cual puede llegar a ser un factor decisivo, por ejemplo, en época de elecciones. Para avanzar

no solamente en materia de educación, sino de democracia, es indispensable deslindar al sistema educativo, y al gremio magisterial en particular, de esa tremenda carga histórica que compromete su destino y el de la nación. Para ello, el camino pareciera ser la democratización del sector en el sentido amplio de la palabra—entendida como participación y corresponsabilidad, para lo cual es necesario que los trabajadores estén debidamente informados y se resistan a ser manipulados políticamente. Por otra parte, el poder político de la cúpula sindical deberá acotarse con decisión, al costo político que sea. También es importante, enfrentar los desafíos que presenta la estructura y funcionamiento del sector educativo en su conjunto, incluyendo la relación entre federación y estados, de manera que aseguremos la existencia de mecanismos claros, transparentes y modernos de rendición de cuentas por parte de los diferentes niveles de gobierno y agentes responsables del hecho educativo. Debemos insistir en la necesidad de brindar oportunidades para que los docentes recuperen la estatura moral que como formadores de los seres humanos les debe corresponder. Este documento recoge tan sólo una parte de los esfuerzos, iniciativas, acciones y programas que están en funcionamiento para mejorar la calidad de la enseñanza. Para empezar, todos los desarrollos que se dan en las entidades federativas, por motivos de espacio y tiempo, quedan fuera del análisis. Sin duda un estudio cuyo propósito fuera investigar cómo se traducen las iniciativas federales al interior en los estados y municipios, cómo se reflejan en las escuelas, sería sumamente útil; lo mismo que algún esfuerzo por identificar procesos autogestivos exitosos, para valorar su eficacia y posibilidades de aplicación en otros contextos. Los logros de la educación de los mexicanos se deben al trabajo de numerosos maestros, directivos, asesores técnicos, supervisores, jefes de sección y funcionarios que de manera persistente y anónima se han entregado a la tarea de educar. Es a partir de la revaloración de su buena práctica, de reconocer que es de ellos de quien debemos aprender, que podrán remontarse los grandes desafíos de la educación.

Se observaron los avances de la actividad educativa, se dio la oportunidad de ver el comportamiento real que ha tenido la matrícula escolar, el aumento o la disminución en la contratación de maestros, la creación de nuevas escuelas, la situación de la educación indígena, los niveles de analfabetismo, entre otras variables fundamentales que dan soporte al sistema educativo mexicano. A través del documento pudimos observar las fluctuaciones de la matrícula, también notamos avances importantes, por ejemplo, la cobertura en nivel educativo de primaria alcanzó en el 2011 un 106%, en cambio, en preescolar y secundaria, la cobertura no estaba asegurada para toda la población.

En estos años, el sistema educativo logró objetivos y metas: la eficiencia terminal en primaria se ubicó en más del 95%, resultado significativo cuando se contrasta con los inicios del milenio de 86.3%; mientras la deserción en el nivel de primaria ya no se le puede considerar un problema de política educativa, ni tampoco a los niveles de reprobación, aunque es importante seguir trabajando en ellos. En este periodo de 2000 a 2011 se llegó a tener una infraestructura escolar más solida, la creación de nuevas escuelas en preescolar fue de 1,757 planteles en promedio por año, generados por el incremento en la demanda de la matrícula de preescolar. En estos 11 años, absorber en primaria una demanda total de alumnos de 14,887,845, implicó nuevas contrataciones de maestros, al finalizar 2011 se alcanzó 571,389 plaza en servicio, número equivalente a una incorporación por año de 1,010 profesores. Situación similar se generó en preescolar y secundaria pues la plantilla de maestros creció considerablemente.

Del ciclo escolar 2000-2001 al ciclo 2010-2011, la matrícula de preescolar total pasó de 3,432,326 a 4,641,060 niños en ese nivel, un crecimiento acumulado de 35%, mientras la matrícula pública creció 29.64%. En el ciclo 2000-2001, el 90% de la matrícula de preescolar fue atendida por el sector público, mientras que en el ciclo 2010-2011 únicamente el 86%. Dicha reducción, permite observar una disminución de la atención de este servicio por el sector público y un incremento por el sector privado. La matrícula pública de primaria en el ciclo 2000-2001 ascendía a 13,647,438 alumnos, 11 años después la matrícula fue de 13,655,890 alumnos, lo que prácticamente no presenta cambios. En otras palabras, el relativo cambio en la matrícula en el análisis de punta a punta podría responder, entre otros factores, a la dinámica poblacional en las edades de 6 a 12 años. La universalización de la educación primaria originó un crecimiento importante en la matrícula de secundaria pública, en el ciclo escolar 2010-2011 se atendían a más de 5,663,261 estudiantes, resultado favorable comparado con los 4,927,611 del ciclo 2000-2001, un crecimiento del 14.9%. Este resultado está ligado al año de 1993, cuando el Congreso de la Unión declaró la obligatoriedad en la educación secundaria como último tramo de la educación básica. Resta decir, que es a partir de la entrada en vigor de la reforma de 1993, cuando la secundaria se empieza a masificar y si tomamos el intervalo de 1993 al 2011