Economia en La Epoca Prehispanica

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Economia En La Epoca Prehispanica En la época prehispánica existía una intensa actividad comercial entre los pueblos mesoamericanos; tenían, además del trueque, sistemas de valor y medida que se empleaban para el intercambio de mercancías. Tal y como ahora utilizamos billetes, monedas y cheques, entonces se usaban pequeños carrizos rellenos de polvo de oro, plumas de aves preciosas y semillas de una cierta especie de cacao, los cuales eran reconocidos y aceptados en toda Mesoamérica. Los tianguis o plazas de mercadeo estaban sujetos a reglamentos estrictos, cuyo cumplimiento era vigilado por inspectores especiales. Las culturas dominantes, como la mexica, exigían a los pueblos sojuzgados el pago de tributos e imponían una organización del comercio a grandes distancias, organización que resultó vital para la sociedad precortesana. El comerciante que recorría largas distancias era llamado entre los mexicas "Pochteca", él era quien intercambiaba los productos de la región con los de otros pueblos situados más allá de las fronteras del Estado mexica. Así, en México Tenochtitlán podían adquirirse pescados y mariscos frescos de la zona del Golfo o textiles y plumajes del área del Petén. El esplendor del mercado de Tlatelolco, por ejemplo, fue registrado en las crónicas de los conquistadores hispanos, como Bernal Díaz del Castillo. Los pochtecas quienes estaban dedicados al comercio exterior. Aunque ellos existieron desde tiempos muy remotos; su importancia se acrecentó a partir del extraordinario crecimiento económico de México (Tenochtitlán), a la metrópoli azteca fluía toda clase de productos procedentes de regiones a veces distantes, obtenidos gracias a las negociaciones de los pochtecas o conceptos de tributos que se imponían a los pueblos sojuzgados. La importancia de estos mercaderes llego a equipararse con la de los pipiltin o nobles aparte de que gozaban de protección real en ocasiones eran tan poderosos que a veces hacían la guerra por su propia cuenta. Los pochtecas, la importancia de estos llego a igualarse con la de los nobles y eran privilegiados algunos de ellos por contar con la protección del tlatoani. Había diferentes clasificaciones de pochtecas como por ejemplo: los teucnenenque que eran embajadores estos viajeros del señor realizaban intercambios de presentes con soberanos extranjeros. Estaban también los regatones o tlanecuito (en náhuatl) aunque no se tenía muy claro si era el representante de un grupo que deseaban vender sus cosas en el mercado y enviaban a uno como el encargado de vender su producto (ejemplo: artesanos) o si eran pochtecas, pero es claro que estos tenían que seguir las mismas reglas y respetar los precios tasados.

Los pochtecas oztomecas encargados del tráfico distante contaban para el tráfico tanto de objetos preciosos como de mercancía para gente común e inclusive esclavos. También los había más pobres que comerciaban con artículos más sencillos como fríjol, sal, Chile, etc. México contaba con una estructura económica muy avanzada en la que el comercio desempeñaba un papel importante. Como es natural, se había desarrollado un sistema de medios de cambio que, aunque no existía la moneda propiamente dicha, satisfacía las necesidades de tráfico mercantil. El cacao Para las transacciones normales, el medio de cambio más general era el cacao, y su uso se extendió a los países que hoy forman la América central y hasta el Brasil. El cacao que servía de moneda no era el de tamaño pequeño utilizado para hacer la bebida, sino el de una especie más ordinaria. No es posible asignarle un valor a este signo cambiario, pues naturalmente dependía de su escasez y de la región en que se producía. Sin embargo, se han hallado documentos que señalan que un real (doce centavos y medio) equivalía a 200 cacaos; por orden virreinal del 17 de junio de 1555 se fijó en 140 granos el valor de un real español; en 1575 el precio del cacao se había elevado a 100 granos por un real y a fines del siglo XVI la cotización era de 80 a 100 cacaos por un real. Una idea aproximada de los precios que regían en aquel entonces nos la da el hecho de que un conejo se podía cambiar por 10 granos de cacao, dos zapotes costaban un grano y un esclavo se podía adquirir por 100 granos. Sorprende que en la avanzada civilización del México antiguo no existiera otra moneda mejor que el cacao; pero si se compara con todos los demás extraños y variados medios de cambio primitivos, se verá que este grano aventajaba a todos. El cacao moneda fue tan importante que su valor se reglamentó oficialmente durante el virreinato y su uso persistió hasta principios del siglo XIX; hay testimonios que todavía en 1840 se recibía en las tiendas y su empleo como moneda en Tuxtla Gutiérrez, en 1911, se ha comprobado documentalmente. No es difícil que aun se

utilice en algunas regiones remotas y productoras del grano, al igual que sobrevive el uso del maíz como medio de cambio en algunos pueblecillos apartados. El polvo de oro Otro artículo muy favorecido para las transacciones comerciales de mayor valor fue el polvo de oro, que se encerraba en cañones transparentes de pluma de ánade o carrizos.