Duverger: Jaque Al Rey

Duverger: Jaque al Rey Siete países de Occidente (Francia, Austria, Islandia, Irlanda, Finlandia, Portugal y el único ca

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Duverger: Jaque al Rey Siete países de Occidente (Francia, Austria, Islandia, Irlanda, Finlandia, Portugal y el único caso en el que fracasó Weimar) tienen la experiencia de una constitución que establece un presidente elegido mediante el sufragio universal y dotado de poderes propios de l presidencialismo y un primer ministro (PM) que dirige un gobierno al que pueden derribar los diputados como en el parlamentarismo. El águila de dos cabezas El sistema semi-presidencialista ha nacido de las debilidades del parlamentarismo, donde la investidura popular del primer magistrado de la República, ha tenido por objetivo lograr un gobierno inamovible y poderoso y para que actúe. Sin embargo, al erigir al presidente como jefe de gobierno equivale a crear un rival para el PM que se simboliza en el águila de dos cabezas. Dos cabezas y una lógica Los poderes del jefe de Estado deben ser interpretados considerando el número de prerrogativas presidenciales y no la importancia de ellas y las que toma son: • Designación del PM • Revocación del PM • Disolución de la Asamblea Nacional • Iniciativa de leyes • Veto a las leyes • Recurso ad-referendum • Recurso por inconstitucionalidad • Ordenanzas y leyes provisionales • Poder reglamentario • Veto a las decisiones gubernamentales • Designación de funcionarios • Control de las administración • Poder diplomático • Designación de la Corte Suprema (CS) A partir de esto se establece la clasificación de los presidentes en torno al a cantidad de funciones que les otorgan sus respectivas constituciones: 1º Finlandia 2º Islandia 3º Weimar 4º Portugal 5º Austria 6º Francia 7º Irlanda Con esto Duverger distingue que constitucionalmente: • En Francia el jefe de Estado es un regulador más que un gobernante. Puede remitir las leyes del Parlamento para reexaminarlas, disolver la Asamblea Nacional, e incluso proceder a un referendum. Puede elegir al PM que le parezca capaz de ser sostenido por una mayoría parlamentaria. Pero por si mismo no participa en la

legislación y en el gobierno salvo: para la designación de altos funcionarios y por sus poderes casi dictatoriales en circunstancias excepcionales. • En Irlanda, se duda de calificar al presidente como regulador. No puede decidir sin el acuerdo del PM, salvo para pedir a la CS que verifique la constitucionalidad de una ley vetada por el Parlamento, para convocar a sesiones extraordinarias o para dirigir un mensaje a los diputados y senadores. A pesar de que sus prerrogativas no le otorgan una gran influencia política, superan el estatuto de jefe de Estado puramente simbólico. • En Weimar, Austria y Portugal, el presidente tiene una función que supera a la reguladora, permitiéndole influir y es que el jefe de Estado puede remover al PM al margen de todo voto de censura o desconfianza o de renuncia. El gobierno no puede mantenerse en el poder a menos que se beneficie con una doble confianza: la del Parlamento y la del presidente (Austria carece de esta última). Además las constituciones de Weimar y la portuguesa confieren al jefe de Estado la capacidad e bloquear leyes mediante el veto. • En los casos de Islandia y de Finlandia, sus constituciones le otorgan directamente las capacidades más como gobernantes que como reguladores. En Islandia puede tanto bloquear al gobierno como neutralizarlo; y para impedir la parálisis es necesario que las dos cabezas se pongan de acuerdo o que una acepte la validez de la decisión de la otra. En el caso de Finlandia tanto el presidente como el PM tienen su campo de acción en donde pueden desempeñarse sin depender del otro; y las cuestiones esenciales son examinadas en reuniones conjuntas. El régimen semi-presidencialista parece contener dos lógicas contradictorias, sin embargo para el autor esto es aparente. En el régimen presidencialista, el poder legislativo y el gubernamental, están netamente separados y jamás ha logrado funcionar como no sea en USA. El Congreso vota leyes y el presupuesto, y el presidente conduce la política del país en el marco jurídico y financiero, no puede disolver las cámaras (que a su vez no pueden censurar a los ministros ni al presidente). El sistema permite afrontar las crisis mediante la intervención enérgica del presidente, y en épocas de tranquilidad se tiende a la inmovilidad. Si las oposiciones políticas son profundas, los riesgos de distorsión del sistema son grandes. En el régimen parlamentario, las asambleas y el gobierno se encuentran estrechamente unidos. Los primeros votan las leyes y el presupuesto, pero los diputados tienen al gobierno en sus manos puesto que pueden obligarlo a dimitir (voto de censura). Sin embargo, el PM presiona sobre los parlamentarios planteando con la disolución. El jefe de Estado es un monumento histórico. Su eficacia depende de la relación de las fuerzas políticas más que las reglamentaciones jurídicas. En ausencia de la mayoría, ningún gobierno parlamentario puede durar ni actuar, y el parlamento también resulta inoperante ya que se encuentra paralizada por sus divisiones y no puede votar reformas ni mantener a los ministros. El líder del partido mayoritario se convierte en PM, y la autoridad sobre el partido le permite tener bajo su poder al gobierno y al parlamento. El régimen semi-presidencialista combina dos principios fundamentales que permiten repartir los poderes entre cada una de las cabezas del águila: el PM responsable ante los diputados y el jefe de Estado elegido mediante el sufragio universal. En términos jurídicos el gobierno tiene una competencia de derecho

común y el jefe de Estado una competencia de atribución (los dados por los textos). El presidente no posee la totalidad del poder gubernamental quedando lo principal en manos del PM y de su equipo, quienes dirigen normalmente la política de la nación de acuerdo con un parlamento que puede derribarlos. El presidente dispone de poderes de regulación, presión e inclusive de sustitución. Pero no puede mantener al gobierno y a su jefe si la Asamblea no lo desea, Tras un voto de censura debe formar un nuevo ministerio a menos que decrete la disolución del parlamento. En ese caso deberá de cualquier forma inclinarse ante la voluntad de la nueva cámara. Reglas y prácticas La práctica del poder no coincide jamás en forma total con las normas constitucionales. Esto se lo advierte confrontando los poderes constitucionales del presidente con las prerrogativas que realmente ejerce, donde el derecho y la práctica política se hallan en puntos opuestos. Un nuevo ordenamiento de los poderes del presidente pero esta vez conforme a la práctica nos dice lo siguiente: 1º Francia 2º Finlandia 3º Weimar 4º Portugal 5º Austria 6º Islandia 7º Irlanda Con esto Duverger distingue que en la realidad sucede que: • Francia ha conocido un régimen de presidente omnipotente y un PM débil. • En Finlandia solamente se conoce una presidencia equilibrada, es una verdadera diarquía donde el jefe de Estado y el PM comparten casi siempre el poder gubernamental, sin que uno domine al otro, salvo en momentos excepcionales y transitorios. • En los casos de Irlanda e Islandia cuentan con presidentes débiles y gobiernos poderosos, que componen un régimen casi parlamentario, donde un partido dominante concentra a las mayorías que se forman a su alrededor o en su contra. • En Austria coexisten un presidente débil y un PM omnipotente, jefe de la mayoría parlamentaria constituida con un solo partido, coherente y disciplinado. El autor separa este caso del anterior, debido a las condiciones pasadas por este sistema en donde en los orígenes del mismo los jefes de Estado utilizaron sus prerrogativas constitucionales. • El caso portugués no es desarrollado muy a fondo, debido a la corta vida que este sistema llevaba cuando Duverger realizo este estudio, sin embargo advierte la existencia de una necesidad mutua ya que el PM no podría mantener a su gobierno minoritario. • En la República de Weimar, el primer presidente disolvió 2 veces el Reichstag (Parlamento), usó sus poderes conferidos por la constitución y designó cancilleres no parlamentarios. El segundo presidente utilizó mucho menos las prerrogativas presidenciales, pero la crisis del capitalismo cambió todo, ya que obliga a tomar decisiones más enérgicas que la ausencia de una mayoría imposibilita, y llevan al adormecimiento del parlamento restringiendo voluntariamente su control sobre el

gobierno y su actividad legislativa. Es por eso que el entorno del presidente permitirá el ingreso progresivo de los nazis y la destrucción del sistema.