DIMENSIONES SUPERIORES

ALGUNOS PENSAMIENTOS SOBRE LAS DIMENSIONES SUPERIORES Resumen y análisis de este artículo de Robert P. Burton y Bruce E.

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ALGUNOS PENSAMIENTOS SOBRE LAS DIMENSIONES SUPERIORES Resumen y análisis de este artículo de Robert P. Burton y Bruce E. Webster publicado en BYU Studies Nº 20, 1980. Según sus autores, la idea de escribir sobre este tema tuvo que ver con el Grupo de Investigación Hiperespacial, fundado por la BYU en 1975. Su propósito es la generación de diversos modelos representativos de más de tres dimensiones espaciales usando sofisticados programas computacionales. Fue precisamente la creación de los modelos teóricos de cuatro dimensiones los que llevó a estos dos expertos a darse cuenta de las asombrosas similitudes entre un ambiente de esa naturaleza y algunos sucesos descritos en las escrituras. El punto es que esta teoría que proponen, podría explicar algunos de estos fenómenos que encontramos en los libros canónicos así como en otra literatura religiosa. Una introducción breve al concepto del Hiperespacio Podremos recordar que en el colegio se nos enseñó que existen 3 dimensiones: el largo, el ancho y el alto, lo cual nos da un volumen tridimensional. Como vivimos en un mundo telestial tridimensional no poseemos una consciencia de lo que sería un mundo con cuatro dimensiones. La manera más fácil de transmitir esa idea es por medio de un ejemplo comparativo. Los hermanos Burton y Webster nos invitan a imaginarnos no un mundo cuadrimensional ni tridimensional sino simplemente uno bidimensional, es decir uno donde existe sólo el largo y el ancho. En un mundo así todo sería plano. Veríamos que sus habitantes serían planos y veríamos que sus casas son estructuras planas de líneas con algunas partes vacías para que puedan entrar y salir. Ellos jamás tendrían idea de que es un mundo tridimensional como el nuestro a menos que una fuerza extradimensional los sacara de su mundo, probablemente con alguna protección para que soportara la increíble experiencia. Si sacáramos a un ser de dos dimensiones de su ambiente hacia nuestro mundo tridimensional y luego lo volvemos a su dimensión original, éste se quedaría sin palabras para poder expresar algo tan fuera de todo lo conocido para él. Y cuando quisiera explicarlos a sus amigos 2D, ellos se asombrarían o se burlarían, y hasta lo creerían loco. En este mundo bidimensional que penetramos, veríamos que, como nosotros somos seres tridimensionales, tendríamos el poder para verlo y escudriñarlo todo. Sería imposible para un ser 2D ocultarse en una bodega subterránea sin que lo detectáramos. Seríamos capaces de percibir cada objeto y cada partícula de cada rincón en cualquier parte de su mundo y cuando lo deseáramos. Y además podríamos ir físicamente donde quisiéramos con sólo pensarlo. Probablemente sólo tendríamos un problema: sólo una parte bidimensional de nuestro cuerpo podría ser visible para los seres 2D. El “resto” de nuestro cuerpo pertenecería a una dimensión superior a la de ellos. Finalmente, nos daríamos cuenta de que, debido a lo infinitamente delgado que sería su mundo de 2D, se podría “apilar” un infinito numero de mundos 2D sin que jamás se puedan conectar entre ellos. Estos mundos estarían tan cerca el uno del otro como las páginas de un libro y jamás ocurriría ninguna conexión entre ellos a menos que interviniera una fuerza extradimensional. Según Burton y Webster, los habitantes de tales mundos jamás tendrían conciencia ni idea de que

existen otros mundos habitados a menos que alguien que estuviera fuera de su plano de existencia se los revelara. Algo similar ocurriría si hacemos la comparación entre nuestro mundo tridimensional y uno cuadrimensional. Si un ser extradimensional nos llevara a su mundo y luego nos devolviera al nuestro, quedaríamos sin palabras para describir lo que vimos tal como le pasaría al ser 2D al describir nuestro mundo. Y si intentáramos contárselo a otros nos encontraríamos con incredulidad, burla y hasta nos creerían locos. Los seres hiperdimensionales pronto descubrirían que no hay ningún rincón ni ninguna partícula de nuestra tierra que no podrían escudriñar ni aparecerse. Un ser de tal naturaleza podría entrar a un cuarto, explorarlo e irse sin tener que pasar por ninguna puerta ni ventana aunque estuviesen selladas. Tampoco necesitaría hacer una abertura para pasar por medio de ella. Simplemente pondría un pie en su ámbito cuadrimensional y ya está. Desaparecería de nuestro mundo tridimensional en un segundo. Finalmente, estos seres hiperdimensionales se darían cuenta que existe un número infinito de universos tridimensionales “apilados” uno encima del otro pero sin jamás tocarse, tal como nos pasaría a nosotros a visitar el mundo 2D. Estos universos estarían separados por un espacio infinitesimal y aún así les sería imposible contactarse. Estos habitantes sólo podrían saber de la existencia de sus “vecinos” por medio de la intervención de un poder extra dimensional. Ejemplos de las escrituras Las implicaciones del modelo cuadrimensional, según los hermanos Burton y Webster, podrían explicar incidentes milagrosos de las escrituras relacionados con las apariciones de mensajeros celestiales, incluidos al Salvador mismo. Por ejemplo, veamos en Juan 20:19 donde la Biblia nos cuenta que: “Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los Judíos, vino Jesús, y puesto en medio de ellos les dijo: Paz a vosotros.” La clave de este pasaje está en la frase “estando las puertas cerradas”, aún más confirmado porque el hecho de que los discípulos habían buscando un lugar seguro para reunirse “por miedo de los Judíos”. Entonces el lugar estaba a propósito protegido, cerrado y aún más, los discípulos se sorprendieron de ver a Jesús después de su muerte ya que en un primer momento pensaron que era un fantasma. Sin embargo, se dieron cuenta de que tenía un cuerpo “de carne y huesos” (Lucas 24:13-32) y que incluso comió con ellos. Esto demostraría que la súbdita aparición de un ser corpóreo en un recinto cerrado podría deberse a que entró desde otra dimensión, probablemente adyacente. Otro incidente similar con el Salvador registrado en la Biblia es cuando viajaba con los dos discípulos hacia Emaus. Ellos no lo reconocieron sino hasta el final, cuando partió el pan y entonces desapareció del cuarto cerrado donde se encontraban (Lucas 24:13-32). Otros apariciones similares de mensajeros celestiales podemos encontrar en las escrituras tales como la aparición del ángel Gabriel a Zacarías en el templo para anunciarle el nacimiento de Juan el bautista (Lucas 1:11,19), la aparición del ángel

Moroni al profeta José Smith 3 veces en una misma noche en su cuarto, la aparición del ángel a Alma hijo (Mosíah 27:11). ¿Qué más podemos decir sobre las visitas del Salvador a los Nefitas y a las diez tribus perdidas de Israel y las demás visitas de otros seres celestiales registradas en los libros canónicos? Lo que proponen los hermanos Burton y Webster es que dichos seres celestiales no viajaron años luz desde otro sistema a través del espacio sino que llegaron directamente desde otra dimensión probablemente adyacente. La misma tesis puede aplicarse al proceso de translación como por ejemplo, cuando los justos habitantes de la ciudad de Enoc fueron trasladados (Moisés 7:21,27) o cuando los tres Nefitas fueron trasladados y luego retornados a la tierra (3º Nefi 28:13-16). Para los hermanos Burton y Webster, los inconvenientes de un viaje interestelar aún a la velocidad de la luz, hace mucho más plausible la teoría de que dichos viajes en realidad consistieron en un cambio hiperdimensional adyacente. Un ejemplo muy claro de lo que significaría para un ser mortal el ser cambiado a una dimensión superior y contemplar la tierra y a sus habitantes desde esa perspectiva es la visión de Moisés: “…Moisés fijó los ojos y vio la tierra, sí, la vio toda; y no hubo partícula de ella que no viese, discerniéndola por el Espíritu de Dios…Y también vio a sus habitantes; y no hubo una sola alma que no viese; y pudo discernirlos por el Espíritu de Dios; y grande era su número, sí, incontables como las arenas sobre la playa del mar.” Tal como se señaló anteriormente, sólo desde una perspectiva hiperdimensional se podría percibir cada partícula de un mundo tridimensional como el nuestro; nada ni nadie estarían ocultos y la capacidad de moverse no tendría límites. También, los hermanos Burton y Webster sugieren que el mundo espiritual podría corresponder a un mundo de universos tridimensionales adyacentes, tan juntos como una hoja de papel de la otra pero sin jamás conectarse ni contactarse a menos que hubiera una intervención de una fuerza hiperdimensional. Brigham Young dijo una vez: “Cuando os despojáis de este tabernáculo mortal, ¿hacia dónde vais? Al mundo espiritual… ¿Dónde está ese mundo espiritual? Está aquí mismo.” (Journal of Discourses 3:369). Esta cita de Brigham Young junto a las de José Smith y otros líderes de la Iglesia nos revelan que hay un mundo espiritual muy cerca de nosotros pero rara vez percibido. Aunque dichos espíritus pueden vernos y hasta cierto grado afectarnos, no podemos verlos sin la ayuda de Dios. En el Libro de 2º Reyes, por ejemplo, encontramos la extraordinaria revelación por la cual el profeta Elías rogó a Dios para que su criado pudiera ver con sus propios ojos: “Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”. (2º Reyes 6:17).

El criado pudo percibir una realidad superior de un plano que podríamos considerar hiperdimensional. Sólo Dios pudo hacerle ver esta realidad invisible para un mundo terrestre y tridimensional como el nuestro. Según los hermanos Burton y Webster, otra indicación de la existencia de universos tridimensionales adyacentes se encuentra en el Libro de Moisés y Abraham. En la visión mencionada con anterioridad, leemos que: “Y [Moisés] vio muchas regiones; y cada una se llamaba tierra, y había habitantes sobre la faz de ellas.” (Moisés 1:29). Esta es la explicación que dan los autores de este análisis: “Este pasaje se puede interpretarse a lo menos en tres formas diferentes. Primero Moisés pudo haber visto otros planetas dentro de nuestro propio universo; Segundo, el podría haber visto diferentes planetas adyacentes a la tierra en universos tridimensionales diferentes; ó Tercero, pudo haber contemplado a nuestra tierra en diferentes períodos de tiempo.” Otras dimensiones más elevadas Los hermanos Burton y Webster plantean que ya que hemos analizado la proyección hipotética de una cuarta dimensión, cabe preguntarse si existirá una quinta, una sexta u otras dimensiones superiores y si habrá un límite en su número. Ellos sugieren que si son dimensiones infinitas en número, todo ello podría explicar el hecho de por qué cada grado de gloria no puede ascender al inmediatamente superior pero si al inferior (véase Doctrina y Convenios sección 76). Por ejemplo, los del grado telestial jamás podrían ascender al terrestre ni los del terrestre al celestial, de la misma manera que con nuestro poder no podríamos salir de nuestra prisión tridimensional y movernos libremente en una superior de cuatro dimensiones. Sin embargo, los habitantes del grado celestial sí pueden visitar a los grados inferiores así como los de la gloria terrestre pueden descender a una dimensión inferior como la celestial si lo desearan así como nosotros podríamos desde nuestra dimensión tridimensional descender a una bidimensional. Este mismo punto anterior nos llevaría a hipotetizar que lo que se conocemos como la exaltación no es sino otra cosa que un avance a una dimensión superior. Esto tendría a su vez dos implicaciones. Primero, le daría a una persona exaltada dominio sobre una infinidad de reinos dimensionalmente inferiores similares a la esfera de su dominio anterior. Segundo, le permitiría a cada uno de aquellos “bajo su poder” avanzarlos a una posición previamente ocupada por él mismo. Visto de esta manera, los siguientes pasajes de Doctrina y Convenios adquieren un nuevo significado. “A todos los reinos se ha dado una ley; y hay muchos reinos; pues no hay espacio en el cual no haya reino; ni hay reino en el cual no haya espacio, bien sea un reino mayor o menor. Y a cada reino se le ha dado una ley; y para ley también hay ciertos límites y condiciones.” (D y C 88: 36-38). Y en la sección 130 leemos que:

“Esta tierra, en su estado santificado e inmortal, llegará a ser semejante al cristal, y será un Urim y Tumim para los habitantes que moren en ella, mediante el cual todas las cosas pertenecientes a un reino inferior, o sea, a todos los reinos de un orden menor, serán manifestadas a los que la habiten; y esta tierra será de Cristo. Entonces la piedrecita blanca mencionada en el Apocalipsis, capítulo 2, versículo 17, se convertirá en un Urim y Tumim para toda persona que reciba una, y por ese medio se darán a conocer cosas pertenecientes a un orden superior de reinos.” (DyC 130: 9-10). El tiempo: un elemento crucial y su naturaleza El tiempo y la percepción de éste, constituye un elemento clave al considerarse una proyección de un modelo hiperdimensional. Los hermanos Burton y Webster sugieren que la percepción del tiempo dependerá de la dimensión desde la cual se esté observando (una implicación sugerida por la teoría de la relatividad de Albert Einstein). Por ejemplo, tenemos la siguiente cita del profeta José Smith: “El Gran Jehová contempló la plenitud de los acontecimientos relacionados con esta tierra, en lo que al plan de Salvación concierne, antes que ésta alcanzara una existencia o aún antes que “las estrellas todas del alba” cantaran de gozo; lo pasado, lo presente y lo futuro fueron y son, para EL, un eterno “hoy”. (Enseñanzas del Profeta José Smith, Edición 1982, pág. 267). Esta escritura sugiere que en la dimensión superior donde Dios mora, el tiempo es percibido como un eterno presente (véase Alma 40:8) y no particionado como en nuestra dimensión tridimensional en un pasado, presente y futuro. Ello explicaría también el por qué las escrituras contienen visiones y advertencias proféticas de acontecimientos que se han cumplido con total certeza y detalle así de cómo otros que se están cumpliendo y que se cumplirán en el futuro. Al terminar el análisis de este artículo de los hermanos Burton y Webster, llama la atención su positiva insistencia en dejar muy en claro que sus planteamientos son sólo explicaciones tentativas exploratorias de ciertos fenómenos de las escrituras y que estos modelos hiperdimensionales no resuelven ni lo explican todo. Sin embargo, dichas especulaciones ofrecen una explicación mucho más clara de ciertos conceptos y fenómenos que hasta ahora habían sido muy difíciles de explicar y no presentan contradicciones vitales con las escrituras. Incluso ellos sugieren otras áreas interesantes de exploración dentro del tema de este artículo. Por ejemplo, ¿cómo podría la idea de estas dimensiones superiores afectar nuestro entendimiento de quienes somos, de nuestra relación con Dios y de nuestra comprensión del universo? Los hermanos Burton y Webster señalan que: “Esperamos que tal comprensión nos haga sentir humildes al poder echar un pequeño vistazo a la gloria de Dios y que nos ayude a acercarnos más a nuestro Padre Celestial y seguir en sus pasos para siempre.” Y para concluir su artículo, esta escritura resume muy bien el espíritu de su análisis:

“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tu formaste, digo ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Lo has hecho poco menor que los ángeles.” (Salmos 8:3-5). Robert P. Burton, Profesor asociado de Ciencia Computacional, es jefe del Grupo de Investigación Hiperespacial. Bruce F. Webster, cuando colaboró con este artículo como parte de un Proyecto de Expertos Universitarios, era miembro del Grupo de Investigación Hiperespacial. Resumen y análisis de este artículo de Robert P. Burton y Bruce E. Webster publicado en BYU Studies Nº 20, 1980.