Dimensión histórica de la vida humana

Cristian Leonardo Caballero Patiño Stiven Leal Mesa Jeison Javier García Espinosa Introducción a la filosofía - Fray Áng

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Cristian Leonardo Caballero Patiño Stiven Leal Mesa Jeison Javier García Espinosa Introducción a la filosofía - Fray Ángel María Beltrán, O.P.

Dimensión histórica de la vida humana El hombre de hoy tiene cada vez más una profunda sensibilidad histórica, lo que le permite que se forme una conciencia de universalidad, de impacto y de recepción frente a los fenómenos de la historia actual de acuerdo al proceso de socialización el cual está pasando la humanidad, y es allí dentro de esa conciencia donde se debe dar la unidad del mundo y de la historia en un destino común que nos va hacer responsables de nuestros éxitos o fracasos, de nuestro buen obrar o mal obrar, que es lo que está pidiendo el mundo. Esta sensibilidad histórica se ha venido formando por una serie de elementos históricos; aunque no solamente se da por la toma de una conciencia mayor respecto a la dimensión histórica y social del hombre, sino, que a medida que el tiempo corre esa marcha va empujando al hombre a su reconocimiento filosófico y practico, lo que le permite al sujeto en palabras de Teilhard de Chardin encaminarse a la planetización. Así mismo, la historia durante sus últimos siglos ha visto un aceleramiento de su dinámica debido a las grandes innovaciones científicas y tecnológicas, la cantidad de inventos y nuevos usos tecnológicos, las revoluciones liberales-Burguesas y a esto se agregan las revoluciones socialistas de cuño marxista lo cual fueron en síntesis aspectos que revolucionan y revolucionaron al cambio. Por tal motivo lo fundamental de estas aportaciones consiste en subrayar la estructura temporaria del hombre mismo, es decir, que lo decisivo no es la ubicación del hombre dentro de la historia sino la comprensión y ubicación de esta desde la temporalidad del hombre. De ahí que el hombre no debe comprenderse como una cosa que es, sino, como alguien que deviene y existe realizándose, como u proceso de temporalización en una dialéctica unitaria de pasado, presente y futuro.

La historicidad.

La estructura histórica esencial del ser hombre es la resultante de tres factores mutuamente implicados, a saber: el ser en el mundo, como lo señaló Martín Heidegger; el ser con nosotros, que refiere al carácter intersubjetivo del ser hombre; y la temporalidad del ser, en tanto en éste confluyen pasado, presente y futuro. Cada uno de estos elementos que constituyen la esencia misma del ser,

se entienden sólo si se relacionan entre sí,

entendiendo que, en el momento en que se toma conciencia de ellos, el ser se abre a una existencia auténtica, en la cual comprende su estar en el mundo, su trascendencia dentro de la inmanencia de su existencia y la historicidad que acaece en él mismo; desligándose de una inauténtica existencia. Ahora bien, para una comprensión más detallada de lo anteriormente señalado es necesario retomar cada uno de los tres elementos de la estructura histórica esencial del ser hombre. En primera instancia, está el ser en el mundo, mediante el cual se señala la relación que alberga el hombre con el entorno que le rodea. En el momento en el cual inicia la existencia del ser humano, éste se encuentra con el mundo y las cosas, de las cuales está compuesto, como un dato previo. En este sentido, se puede mencionar que el hombre se encuentra con un pasado que, si bien no traza un destino para éste, le condiciona su actuar en el presente como proyección a un ser en el futuro. Asimismo, la existencia del ser, como constructor de su propio destino, encierra una compleja unidad de temporalidad, es decir, que en éste confluyen pasado, presente y futuro, en tanto que es mediante estos que el hombre puede forjarse a sí mismo. De este modo, la historicidad define la manera propia como el hombre existe en el mundo, o bien, como lo determina Heidegger, la historicidad es la misma estructura del ser ahí, presentándose como anterior a toda historia. No obstante, la existencia del ser no sólo se limita al desarrollo de éste a sí, sino que se abre a un ser con nosotros, siendo éste el segundo elemento de la estructura histórica esencial del hombre. El ser con nosotros, guarda conexión con la comprensión existencialista de Jean Paul Sartre, en tanto en el filósofo francés relaciona la libertad del individuo con las demás libertades. “Cuando yo elijo, elijo por todo el mundo, soy responsable de algún

modo del pasado y futuro del mundo”. Así pues, el ser humano tiene de propio este carácter de intersubjetividad, puesto que el ser es una conciencia abierta hacia las cosas y se construye a partir de éstas mismas. La responsabilidad, consecuentemente, es un elemento inherente a este estar con nosotros,

dado que las acciones repercuten no sólo en el

individuo mismo, sino que se abren a una comunidad en la cual se encuentra inserto. Si bien, el pasado nos unifica y fraterniza, es siempre un pasado histórico que recibimos como legado y no como destino. En este sentido, “sólo el sello de un trabajo y de una praxis creadora permitirá contribuir modestísimamente en aquella odisea penosa que es la historia” (Rodriguez, 1987, pág. 352). El compromiso en el aquí y en el ahora, se hace una necesidad para el hombre mismo. Por último, y no menos importante, se encuentra el elemento de la temporalidad del ser. Éste componente ya se vislumbra en los dos señalados anteriormente, a saber: el ser en el mundo y el ser con nosotros, entendiendo que estos sólo se realizan en una determinada temporalidad. El ser es un ser histórico, es tiempo y es historia, en otras palabras, el ser se constituye en la fundamentación de una pasado (de una tradición), en la acción de un presente (que no es auténtico) y en la perspectiva de un futuro. Se da en una verdadera relación dialéctica, como lo menciona Hegel. Ciencias históricas y filosóficas La filosofía de la historia es una reflexión acerca del sentido o sin sentido del tiempo, del devenir, a fin de buscar una coherencia explicativa que de unidad a la infinita multiplicidad de acciones de los hombres. Tal intento fue elaborado en primer momento por San Agustín en su obra la Ciudad de Dios, luego más tarde se retoma y podemos verlo en Bossuet (discurso sobre la historia universal) y en el marco del idealismo alemán por Hegel, para quien la historia es la realización del espíritu. Además otras reflexiones de alcance universal se encuentran en otros filósofos como Voltaire (quien acuño el término de filosofía de la historia), Marx, Jaspers Comte… que pertenecen a la filosofía especulativa de la historia. Así mismo Ferrater Mora, divide las visiones de la historia en dos grandes tendencias; la filosofía especulativa de la historia, que se ha ocupado de bosquejar alguna interpretación

global e la historia, entendida como historia universal y la filosofía analítica de la historia que estudia las cuestiones como la naturaleza de los hechos históricos con el fin de contrastarlos y con frecuencia equipararlos a hechos naturales o físicos. PROBLEMAS DE LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA 1. El problema de las interpretaciones de la historia. 







Se pretende unificar la historia desde una perspectiva filosófica para llegar a una visión global. Sin embargo no se debe negar el pluralismo de interpretaciones que suscita la misma. Este intento totalizante supone o implica el problema del sentido que frecuentemente termina en una tipología teológica donde el hombre es solo un momento episódico de una trama que acaece en el fondo sin el concurso del hombre mismo. - La visión cristiana está dada por presupuestos de fe, por lo tanto su hermenéutica, basándose en sus ejes centrales (creación, pecado, redenciónCristo, parusía), ha marcado otras visiones de la historia así sea de forma secularizada como la interpretaron Hegel y Marx. La visión de la historia está en relación estrecha con el concepto del hombre (base antropológica). - La visión del hombre griego (de carácter esencialista y estático) concibe e interpreta la historia de una manera cíclica. - La visión cristiana aborda la historia desde los presupuestos soteriológicos interpretándola desde Cristo como eje y centro de la misma. - La visión cristiana se seculariza como progreso histórico-económico social y nacen los enciclopedistas del pensamiento liberal. Las visiones totalizantes de la historia descansan en supuestos metafísicos cuya verdad difícilmente se puede contrastar pero que a su vez son necesarios para hablar y pensar en el problema del sentido de la historia.

2. El problema epistemológico de la historia. 



Esta problemática fue puesta en evidencia por Dilthey cuando clasificó he hizo la distinción entre las ciencias naturales (Explican la legalidad de los fenómenos) y las culturales (Se dan en la función de comprender, interpretar y analizar los singular de lo específico). De esta distinción cabe resaltar dos aspectos del conocimiento y que toda ciencia tiende a conciliarlos de diversas maneras: - El sujeto humano.

-

La coordinación entre los datos experimentales provenientes del objeto y los instrumentos deductivos suministrados por el sujeto.

3. El problema de los métodos de la historia. 

 

Esta problemática se halla marcada por presupuestos filosóficos, según se encuadren dentro del contexto del historicismo, del neopositivismo (la nueva historia) o impliquen una metafísica particular. - Cabe aclarar que las orientaciones más recientes de corte positivista rechazan todo principio de metafísica y se oponen a toda filosofía de la historia considerándola un “laboratorio de la sociología”. El historiógrafo solo le interesa la explicación descriptiva, funcional y pragmática de la historia por lo que lo conlleva a ser parcial y nunca totalizante. Queda claro y más como marco crítico que la historia como contexto libre y abierto de la acción humana no puede obedecer al esquema de la ciencia natural sin antes haberse interpelado por medio de la cultural.

4. Problemática del sujeto, el sentido y las “leyes” de la historia. 







Desde los presupuestos del materialismo histórico, la historia es fundamentalmente la dinámica de los diversos modos de producción y por tanto las leyes económicas son la explicación racional de los procesos históricos. De este modo la interpretación de la biblia sería algo iluso. La diferencia con el marxismo y el cristianismo estriba en que para el primero el sentido de la historia se reduce a las dimensiones de la temporalidad (Sociedad sin clases), mientras que para el segundo el sentido es superación de la misma historia (Resurrección, trascendencia). La perspectiva de una historia regulada solo por relaciones objetivas no puede menos que degenerar en un comportamiento de docilidad a la racionalidad científica que llegaría a ser una nueva fuerza de orden constitutivo. Un determinismo absoluto en el plano de la historia sería entonces una negación misma del concepto del hombre como ser histórico y por tanto de la misma posibilidad de libertad. Pero en últimas instancias, al hablar de un sentido de la historia ya supone un rechazo de dichas concepciones (marxista y cristiana)