Desarrollo social en los adolescentes

EL DESARROLLO SOCIAL EN LOS ADOLESCENTES La adolescencia es un periodo de transición entre la infancia y la adultez. Po

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EL DESARROLLO SOCIAL EN LOS ADOLESCENTES

La adolescencia es un periodo de transición entre la infancia y la adultez. Por tanto es una etapa de grandes cambios en los jóvenes. No solo se producen cambios a nivel fisiológico (pubertad), sino también a nivel cognitivo (paso de la inteligencia concreta a la inteligencia formal) y de desarrollo de la personalidad. Hemos de señalar que todos estos cambios, que se producen en la especie humana entre los 10 y los 21 años aproximadamente, van a tener una especial relevancia en el tema que vamos a tratar, el desarrollo social en la adolescencia.

El desarrollo social es una parte muy importante del desarrollo humano, ya que ningún individuo se desarrollará plenamente sin su interrelación con su entorno. El individuo influye en el entorno y el entorno influye en él (proceso bidireccional). Durante la adolescencia cobra especial importancia este proceso de sociabilización en el que el individuo tomará elementos sociales y culturales de su entorno y los incorporará a su personalidad para integrarse y adaptarse a la sociedad.

Como podemos ver en la figura, son cuatro grandes entornos con los que el adolescente va a interactuar y va fomentar su desarrollo social. Por supuesto y dado que gran parte de la adolescencia transcurre en la escuela (educación secundaria obligatoria y bachillerato)

vemos

que

es

de

gran

importancia

para

los

docentes

el

conocimiento de las particularidades del desarrollo

1

social.

Asimismo

la

escuela

también tiene importantes nexos de unión con los dos principales protagonistas en el desarrollo social de los adolescentes; la familia y los iguales.

Luego describiremos con más profundidad la influencia de la familia, los iguales y el papel de la escuela en todo este entramado del desarrollo social.

Con respecto a los que hemos identificado con la etiqueta otros (cine, tv, modelos sociales, religión…) no los describiremos, nos centraremos en el análisis de los otros tres debido a su peso específico en el desarrollo social.

Desarrollo social en la familia El primer entorno social con el que se encuentra el ser humano es la familia. Durante la infancia este va a ser el principal referente y entorno social que conoceremos. Conforme el niño empiece a entrar en la adolescencia las relaciones con la familia empezarán a modificarse. Esto es un proceso normal dentro de los múltiples cambios que acompañan a la adolescencia por lo que hay que ver la familia como un sistema dinámico en el que se desarrolla un proceso de transformación en los roles. Un punto importante en este sentido es intentar desterrar la idea clásica de la pubertad como un periodo enormemente conflictivo y problemático (concepción Storm and Stress). Si bien se producirán modificaciones como hemos señalado y algún conflicto eso no implica que sean de gran calado ni conlleven llegar a extremos de consecuencias irremediables. De hecho la mayor parte de los datos (tal y como hemos podido ver en la bibliografía) indican que aunque aparecen algunas turbulencias, normal ya que estamos en una etapa de desequilibrio por parte de los jóvenes y de reestructuración en la familia (sistema dinámico), las relaciones en las familias siguen siendo buenas y afectuosas durante la adolescencia y tras el paso de la misma.

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Dentro de las modificaciones que se producen en dichas relaciones el adolescente sufre un proceso de “desatelización”. Esto es debido a que los jóvenes empiezan a demandar una cierta autonomía e independencia ya que el proceso de adolescencia es una etapa preparatoria para la adultez y en este punto es importante poseer ambas características. También estos aspectos de autonomía e independencia persiguen el desarrollo de áreas de la personalidad del adolescente. El desarrollo de la inteligencia formal provoca que el adolescente pueda abstraerse y por tanto poner en tela de juicio todo lo aprendido durante su niñez en el seno familiar, como por ejemplo el esquema de valores adquirido. Por tanto ha de salir fuera de este entorno para poner en crisis dichos conocimientos para posteriormente reafirmarlos y hacerlos suyos o modificarlos en función de lo aprendido en nuevos entornos sociales (con los iguales por ejemplo) y formar su propios esquemas vitales (ético-moral, identidad sexual, ideológicos,…ect.).

Esta búsqueda de autonomía e independencia chocará con los padres que pueden ver al hijo aún inexperto y que además tienen que asimilar este cambio de rol en sus hijos, lo cual les genera preocupaciones, entre otras cuestiones por el riesgo de que el hijo caiga en lo se conocen como conductas de riesgo. Ambas posturas enfrentadas provocarán la aparición de conflictos, no obstante la bibliografía señala que dichos conflictos suelen darse en aspectos cotidianos de la convivencia, hora de vuelta a casa, estudios, forma de vestir, drogas, alcohol…y que respecto a temas de política, ideología y religión los padres suelen respetar las opiniones de los hijos. En relación a la sexualidad, este suele ser un tema en el cual aunque los padres sienten preocupación suele llevar asociado una falta de comunicación entre padres e hijos. Señalar que también varían las preocupaciones de los padres en función de que el adolescente sea chico y chica, siendo quizás más severos los padres en diversas cuestiones con las chicas.

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Dentro de los múltiples estilos educativos de los padres; autoritario, democrático, permisivo indulgente y permisivo negligente, el desarrollo de un estilo democrático es la mejor forma de de mantener la cohesión familiar. Además permite una mejor comunicación con el adolescente. Hay que trasmitirle una idea de confianza al adolescente ya que la comunicación fluida entre padre e hijos es la mejor forma de estar informados de las actividades del adolescente y poder actuar en el caso de que se desarrollen conductas de riesgo (alcohol o drogas). El adolescente ha de saber que puede contar con sus padres. Hay que llegar a un equilibrio entre el control y la cesión de libertad a los adolescentes,

todo

ello

en

un

entorno

afectuoso.

Estilos demasiado

controladores pueden provocar que el adolescente no desarrolle correctamente las habilidades sociales necesarias para futuras relaciones interpersonales. Además los estilos autoritarios pueden provocar el aumento del número de conflictos así como la intensidad de los mismos. Asimismo estilos demasiado permisivos quizás no conlleven tantos conflictos pero pueden favorecer el desarrollo de conductas de riesgo por parte de los adolescentes.

Relaciones con los iguales La “desatelización” que ocurre entre los jóvenes y la familia durante la adolescencia conlleva a su vez una “satelización” de los jóvenes con sus iguales. Disminuye el tiempo familiar a la vez que aumenta el tiempo que los jóvenes pasan con sus iguales.

En la adolescencia, etapa en la que los jóvenes han de reafirmar su identidad, buscan contacto con pares que tengan el mismo nivel de madurez social, emocional y cognitivo, no necesariamente la misma edad, y donde se favorezcan las relaciones horizontales frente a las relaciones verticales de la familia.

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El papel de los iguales es muy importante en el desarrollo personal y social del adolescente, ya que potenciará el avance en las áreas de identidad, seguridad y valores del sujeto. Destacar el desarrollo y la evolución de la asertividad, característica de gran importancia en el desarrollo y básica para que el sujeto pueda decir “no” a los efectos de la “presión del grupo” y que el sujeto pueda desarrollar dicha característica.

Aunque el contacto con los iguales es muy importante en el desarrollo adolescente como hemos señalado también hay que indicar que debe haber un equilibrio, ya que una excesiva relación del adolescente con sus iguales sin apenas contar con una correcta relación familiar puede provocar desarrollos negativos del sujeto (auto-concepto negativo, bajo grado de bienestar). De igual forma puede no darse un correcto desarrollo de la asertividad y que el joven sucumba a las presiones del grupo desarrollando problemas de conducta o actividades de riesgo (como por ejemplo contacto con las drogas). Es por ello importante el papel de la familia, que dentro de un estilo democrático, apoye a los chicos y muestre su predisposición a ayudarles, tanto para enseñarles a decir no como para prevenir posibles actividades negativas para los jóvenes.

Hay autores que señalan que “iguales” y “familia” tienen funciones diferentes en el desarrollo social del adolescente (Teoría Impersonal de Sullivan) y otros autores indican que dichas funciones son complementarias o convergentes (Teoría del Apego de Bowley).

Teoría

Iguales (amistades)

Desarrollo

Familia (padres)

Desarrollo

 Intimidad  Compañerismo

Interpersonal Sullivan Teoría Apego

Un apego positivo

Bowlby

con la familia

Implicará

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 Cuidado  Compromiso Relaciones positivas con los iguales

También hay una evolución de las relaciones con el grupo de iguales. Durante la primera adolescencia (11 a 13 años) los jóvenes sueles apoyarse en sujetos del mismo sexo. En la adolescencia media (14 a 16 años) empieza el acercamiento hacia los jóvenes del otro sexo. En esta etapa aparece la búsqueda dentro de los iguales del amigo fiel. Conforme avanza la adolescencia aumentan las relaciones de intimidad con el sexo opuesto y aparecen las primeras parejas, produciéndose un alejamiento del grupo.

El papel de la Escuela La escuela es uno de los lugares donde los jóvenes pasan un gran número de horas al día durante que transcurre su adolescencia. Junto a este primer punto de relevancia hay que señalar que en la actualidad también tiene un papel muy destacado como lugar donde se desarrollen las relaciones de grupo (iguales). Es por ello que la escuela posee un importante papel en el desarrollo social de los adolescentes. La escuela es el primer entorno fuera de la familia donde los adolescentes van a tener que empezar a desarrollar los principios de regulación social.

Un punto interesante de las escuelas es que es el lugar donde los adolescentes se van a encontrar a una figura de autoridad diferente a la de los padres. Es importante este papel del profesor como primera expresión de autoridad institucional. En la adolescencia, una correcta configuración de esta figura de autoridad formal determinará la orientación hacia el resto de sistemas institucionales y autoridades. Por tanto aquellos adolescentes que tienen una actitud positiva hacia la escuela y los profesores será más probable que no se van envueltos en conductas problemáticas ni de riesgo. Los docentes, asumiendo esta idea del papel que juegan como figura de autoridad, pueden tomar como guía de que estilo educativo aplicar en clase los estilos que ejercen

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los padres en la familia. Nuevamente es recomendable un estilo democrático, buscando un equilibrio entre la libertad concedida a los adolescentes y las normas impuestas. Estilos demasiado autoritarios o permisivos no serán recomendables y probablemente conlleven más problemas que beneficios durante el desarrollo de la práctica docente. Un ejemplo en este punto puede ser que algunas de las “normas de clase” sean elaboradas mediante un consenso del profesor y los alumnos, buscando la participación de los alumnos en las mismas y por tanto que las identifiquen como “suyas” y no como una “imposición”.

Con respecto al papel de los iguales y la escuela hay que prestar atención a los diferentes roles que pueden desempeñar los alumnos. Siendo especialmente crítico los alumnos aislados y los rechazados o impopulares. Dentro de estos podemos encontrar los agresivos y los sumisos. Estos alumnos suelen ser los que presentan mayores problemas de desajuste escolar como disrupción en las aulas, absentismo, violencia, problemas psicológicos…Aparece el fenómeno del “bullying” y no solo la violencia entre alumnos sino también la violencia contra el mobiliario y los profesores. Las dos principales variables que suelen catalizar que los alumnos desemboquen en estas aptitudes suelen ser la insatisfacción escolar y el fracaso escolar. Además suele ser común que dichos alumnos provengan de entornos familiares problemáticos, desestructurados o con estilos paténtales no aconsejables (por ejemplo estilos tremendamente permisivos o padres agresivos). También puede darse el caso que varios alumnos se agrupen dando lugar a grupos “antisociales” por lo que no hay que caer en el análisis simple de pensar que un adolescente esta bien por que tiene “amigos”. En el caso de los grupos “antisociales” aparece la figura de la popularidad-liderazgo, facilitando la aparición de conductas bullies y víctimas. Señalar que una de las características de los acosadores suele ser la falta completa de empatía.

En uno de los textos, Díaz-Aguado propone las siguientes actuaciones para prevenir o detener la violencia en los centros educativos:

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o Adoptar un estilo no violento para expresar las tensiones y resolver los conflictos que puedan surgir. o Desarrollar una cultura de la no violencia, rechazando explícitamente cualquier

comportamiento

que

provoque

la

intimidación

y

la

victimización. o Romper la “conspiración del silencio” que suele establecerse en torno a la violencia, en la que tanto víctimas como los observadores pasivos parecen aliarse con los agresores al no denunciar situaciones de naturaleza destructiva, que si no se interrumpen activamente desde un principio, tienden a ser cada vez más graves.

El docente tiene la posibilidad de detectar mediante la observación de los alumnos en diferentes ámbitos (académicos, interpersonales, recreativos) signos que le pongan alerta ante el posible inicio de conductas de riesgo y/o violentas. Por tanto hay que cultivar una tolerancia cero ante la violencia y lo que es más importarte implicarse en la resolución de conflictos. La implicación no solo ha de darse a nivel de centro sino que también ha de involucrar a las familias. Lo cual nos lleva a otro punto, las relaciones de la familia y la escuela.

Tanto la escuela como la familia tienen una enorme responsabilidad en el correcto desarrollo social de los adolescentes. Por tanto al tener esta responsabilidad compartida es importante que ambas instituciones colaboren estrechamente en el desarrollo de los jóvenes. No obstante en la actualidad, aunque dicha relación estrecha sería muy favorable además de deseable, las relaciones son prácticamente inexistentes y cuando se suelen producir suelen tener un carácter formal-burocrático o sancionador-defensivo.

Una relación fluida y bidireccional entre la familia y la escuela tendrá muchos efectos positivos para los adolescentes. Para empezar ayudará a que los jóvenes no se vean presionados en el caso de existir grandes diferencias entre la familia

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y la escuela. Además la correcta comunicación entre ambos contextos favorecerá mejores resultados académicos en el alumnado, menor número de problemas de conducta, incremento en el desarrollo social y muy importante favorecerá la prevención de conductas de riesgo y no deseadas como la aparición de la violencia en las aulas que antes mencionábamos.

Por tanto el docente deberá tener en cuenta el papel de la familia y favorecer la comunicación con la misma en pro de un correcto trabajo conjunto encaminado a favorecer a los jóvenes. Además es bueno que el profesorado conozca el marco de referencia del aprendizaje familiar para plantear el aprendizaje escolar.

Para finalizar estas reflexiones sobre el desarrollo escolar me gustaría explicar que he realizado un análisis por los principales entornos de relevancia en el desarrollo social de los jóvenes ya que me parece importante que un docente conozca las características del “universo social” que rodea a los chicos y chicas. Asimismo en la descripción del último entorno social, la escuela, he querido señalar actuaciones deseables a desarrollar por el docente para lograr un desarrollo favorable de los adolescentes.

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