Dependencia Emocional

Escuela Preparatoria Número 2 Del Estado Materia: Psicología Docente: Lic. María Araceli González Álvarez Tema: DEPEND

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Escuela Preparatoria Número 2 Del Estado

Materia: Psicología Docente: Lic. María Araceli González Álvarez

Tema: DEPENDENCIA EMOCIONAL

Sociales y Humanidades “A"

EQUIPO: Cruz Sarmiento Juan Abed González Corzo Alejandra Gurria Albores Mary Jose Hernández Lara Monica Faridhy Herrera Morales Julissa Pérez Aguilar Milton Julián

Tuxtla Gutiérrez Chiapas / 09 de Junio de 2014

PROPOSITO En el siguiente proyecto comprenderemos que es la dependencia emocional, porque las causas de los cambios emocionales La dependencia emocional se da dentro de los hogares y el los noviazgos, como el maltrato, la prohibición de ir a lugares determinados, la forma de vestirse, son causas que con el tiempo se forma un trauma en la persona y esto no permite que él o ella tenga un vinculo social con los demás Caracterizamos como dependencia emocional aquello que no pueden cortar un vínculo que los desquicia pero tampoco pueden soportarlo. Llegan a sus expectativas y tiene como afán de obtener un cambio en su vida Las personas que suelen tener estos cambios emocionales pueden ser como causa de una enfermedad o por falta de atención en sus hogares, amigos y/o pareja, ya que hacen todo lo que está en sus manos para obtener su atención. La dependencia emocional es un patrón de necesidades emocionales insatisfechas desde la niñez, ahora de mayores buscan satisfacer, mediante la búsqueda de relaciones interpersonales muy estrecha. Los adolecentes suelen tener estos cambios, ya que están en una edad de experimentar muchas cosas, sin tener precaución alguna.

Antecedentes La dependencia emocional es un estado psicológico que se manifiesta en las relaciones de pareja. Estas relaciones se caracterizan por ser inestables, destructivas y marcadas por un fuerte desequilibrio, donde el dependiente se somete, idealiza y magnifica al otro. Para el dependiente esta situación afecta de forma negativa a su autoestima, y a su salud física y/o mental. Pese al malestar y al sufrimiento que la relación les cause se sienten incapaces de dejarla, siendo los intentos nulos o fútiles. Tienen intenso miedo a la soledad y pánico a la ruptura, la cual en caso de producirse conduce a la vivencia del síndrome de abstinencia: con intensos deseos de retomar la relación pese a lo dolorosa que esta haya sido, pensamientos obsesivos, y síntomas de ansiedad y depresión, los cuales desaparecen de forma inmediata en caso de reanudarse la relación o comenzar una nueva que sustituya la anterior. Los dependientes emocionales tienen una necesidad excesiva de afecto y de ser queridos y tratarán de conseguir este afecto a lo largo de sus diferentes relaciones de pareja. Muestran una clara resistencia a perder la fuente de seguridad y afecto que constituye su pareja. Son frecuentes las distorsiones cognitivas como el autoengaño y la negación de información que le proporciona su entorno. Poco a poco estas relaciones tan destructivas se van fortaleciendo, de modo que al sujeto le resulta cada vez más difícil salir de ellas. Siguiendo la línea de la teoría del apego, el vínculo afectivo que el dependiente reproduce en sus relaciones de pareja es el de tipo ansioso-ambivalente, caracterizado por una marcada inseguridad y ansiedad ante la separación. En las relaciones se evidencia en lo siguiente: continua necesidad de saber que es amado por su pareja, búsqueda incesante del candidato a pareja y selección precipitada del mismo, miedo a no ser querido, miedo a la pérdida de su pareja e ideas contradictorias sobre el amor. A su vez, podemos hablar de tres grados de vinculación:   

Vinculación afectiva adecuada: Amor sano, consistente en dar y recibir. Desvinculación afectiva exagerada (por defecto): La persona es incapaz de establecer lazos con otras personas. Mostrándose fría, distante y hostil. Vinculación afectiva exagerada (por exceso): Característico de la dependencia emocional. El vínculo que se establece con la pareja estaría desvirtuado por una excesiva necesidad de afecto, con el fin de compensar sus carencias afectivas.

Constituye el polo opuesto de la desvinculación, siendo ambas formas de vinculaciones patológicas y no adaptables en las relaciones interpersonales. Terminología La dependencia emocional, recibe diferentes denominaciones en la literatura, artículos académicos y en los libros de autoayuda. Pese a las discrepancias en cuanto a la terminología empleada, la mayoría de los autores coinciden en los supuestos básicos y en las características definitorias de esta problemática. + El autor más representativo en la materia es Jorge Castelló. Este autor habla explícitamente de dependencia emocional, y su manual es uno de los más citados a la hora de referirse a la dependencia emocional. +Walter Riso emplea el término apego afectivo, haciendo hincapié con este término, en los problemas de vinculación que manifiesta la persona apegada. + Otro término empleado, sobre todo, en los manuales de autoayuda es el de adicción al amor , considerada como una de las nuevas "adicciones sin sustancias". Los paralelismos que guarda con la dependencia emocional son indudables, no obstante, algunos autores matizan la siguiente diferenciación: - Adicción como rasgo: Se repite una y otra vez el mismo esquema en todas las relaciones de pareja. Se es adicto a las relaciones de pareja en general. - Dependencia emocional como estado: Esto es, no sucede de manera sistemática en todas las relaciones. La dependencia se produce en el contexto de una pareja en concreto, no teniendo por qué ser así con el resto. En cuanto al tipo de pareja que estas personas buscan, también hay diferencias en cuanto a la denominación: - En la adicción al amor: los denominan "evitadores del compromiso". Personas inaccesibles afectivamente. - En la dependencia emocional: se emplea el término objeto, que proviene del psicoanálisis. Definidos como narcisistas y dominadores. + Otras terminologías utilizadas son las de dependencia sentimental o afectiva: términos que al igual que el de dependencia emocional ponen de relieve que se trata de una problemática relacionada con el mundo de los afectos. Todos ellos con un denominador común: necesidad excesiva de afecto. Dejando a un lado la confusión terminológica, cabe destacar que la mayoría de las teorías elaboradas, han surgido de la práctica terapéutica, pero carecen de rigor

científico. Los estudios son prácticamente nulos, esto puede ser debido a la dificultad de abordar un fenómeno tan complejo y resbaladizo como es el tema de los sentimientos y los afectos. A su vez, vivimos en una sociedad que mitifica el amor, y hace que veamos como normales comportamientos que distan de la normalidad, debido al malestar que generar en las personas que los realizan. Además, la falta de consenso entre los profesionales de la Psicología, en cuanto a su definición, etiología, o similitud con otros constructos, dificulta aún más su investigación. Por último, es frecuente encontrar textos en los que se refieren a la dependencia emocional como un trastorno de personalidad, pero esto es erróneo, ya que no se encuentra recogido como tal en ningún manual diagnóstico como el DSM-IV o el CIE-10. Siguiendo la consideración de que no es un trastorno, etiquetar la dependencia emocional como crónica y estable sería bastante débil, ya que no hay ninguna prueba ni estudio al respecto. Pudiendo perpetuarse el problema no por su cronicidad, sino porque en muchos casos la persona no es consciente del problema, y por tanto, no puede poner en marcha los medios necesarios para atajarlo. Como en otros problemas de índole psicológica, el primer paso para solucionarlo es pues, ser consciente de ello. La consideración de crónico puede ser peligrosa porque de ser entendido de esa manera, la persona que lo padezca puede pensar que su problema se puede paliar, pero no superar. Conformándose con relaciones inestables y destructivas, ya que siempre va a ser así. La palabra crónico cierra la puerta al cambio, y en este caso de manera injustificada ya que no hay evidencia científica de que sea así. Conceptos Diferentes Debido a ciertas similitudes que comparten con la dependencia emocional, los conceptos que se definen a continuación son confundidos y empleados de forma incorrecta, incluso entre los propios profesionales que atienden en su consulta a los pacientes. No obstante, son diferentes y hay que saber discriminarlos para poder tratarlos de forma correcta: 



Sociotropía: La dependencia emocional y el intenso temor al rechazo, se dan en el ámbito de las relaciones interpersonales, no exclusivamente en la relación de pareja. Son personas con gran predisposición a padecer trastornos depresivos. Bidependencia o doble dependencia: la persona presenta dos dependencias simultáneas. Por ejemplo, a la pareja y a las sustancias tóxicas.



 

Codependencia emocional: personas con gran necesidad de agradar. Suelen buscar por pareja, personas con problemas (como adicciones a sustancias, alcohol, ludopatía, etc.) o débiles en algún sentido. Tienen una excesiva necesidad de garantizar el bienestar de su pareja, asumiendo la pesada carga de sus problemas como suyos y tratando de resolverlos. Priorizan tanto el cuidado del otro, que lo anteponen a sus propias necesidades. Con lo cual, a lo largo de la relación la falta de equidad produce en el codependiente malestar y resentimiento. El rol que adopta el codependiente es el de cuidador/salvador de su pareja. Dependencia instrumental: La dependencia se produce en el ámbito económico o material, no en el de los afectos. Trastorno por dependencia emocional: Necesidad excesiva de cuidado y protección en varios contextos. Su necesidad no se circunscribe exclusivamente al ámbito de las relaciones de pareja, pudiendo depender de varias personas significativas. Presentan características comunes con la dependencia emocional tales como: comportamientos de sumisión y subordinación, miedo a la soledad y al abandono, adopción de una posición inferior en las relaciones, y pueden soportar maltrato físico o verbal, con tal de seguir dependiendo de las personas. Pero en su caso, esto se debe a que son personas poco autónomas, que se sienten incapaces de valerse por sí mismas en la vida cotidiana.

Necesitan estar sobreprotegidos y con una ayuda constante de los demás para tomar decisiones y asumir sus responsabilidades. Carecen de iniciativa y son dóciles. La diferencia fundamental radica en lo siguiente: - En el trastorno por dependencia emocional: se tiene una personalidad dependiente, y falta de funcionalidad de manera independiente. - En la dependencia emocional: se depende de la pareja para cubrir carencias afectivas. Características del dependiente emocional 1. Baja autoestima: La cual se ve deteriorada en la relación de pareja. 2. Miedo a la soledad: Les produce incomodidad, malestar e incluso ansiedad. No conciben la vida sin alguien a su lado. No les gusta la idea de estar a solas consigo mismos. 3. Estado de ánimo disfórico: Sujeto al transcurso de la relación de pareja. Los trastornos más prevalecientes, son la ansiedad y la depresión. Sentimientos

negativos como culpa, preocupaciones y sensación de vacío que solo pueden llenar con la presencia de su pareja. 4. Lugar prioritario de la relación: Anteponen su pareja al resto de familiares, amigos, obligaciones,etc. Dedican su tiempo, esfuerzo e incluso pensamientos a la pareja, la cual es el centro de importancia, descuidando otros aspectos de su vida. 5. Necesidad de acceso continuo al compañero: Que se puede traducir en urgencia por ver a la pareja o deseos de saber de ella, a través de llamadas telefónicas, correos, etc. Para el dependiente lo ideal sería pasar el mayor tiempo posible con su pareja. Esta necesidad de acceso tan voraz del dependiente puede resultar agobiante e incómoda para su pareja. 6. Autoanuluación: Renuncian a ser ellos mismos, con el fin de agradar a su pareja. Pueden llegar incluso a aceptar realizar determinados actos que les parezcan denigrantes, o no les reporten ninguna satisfacción. 7. Deseos de exclusividad: El dependiente deseará una exclusividad recíproca, donde el centro de la vida del otro sea él. No dudan en aislarse del resto del mundo para pasar más tiempo con su pareja. 8. Necesidad de agradar: No solo a su entorno cercano, sino también a los desconocidos. Les preocupan las críticas y el rechazo del resto. Llevan a cabo comprobaciones para asegurarse que los demás les acepten. 9. Déficit de habilidades sociales: No tienen un adecuado desarrollo de la asertividad. Sus conversaciones giran en torno al monotema que constituye su relación de pareja. 10. Ocupar un papel inferior en la relación de pareja: Esto no excluye que pueda suceder lo contrario, ya que también existe la "dependencia emocional dominante". Características de la pareja El perfil de la pareja a la que se vincula el dependiente emocional, y con la cual forma estas relaciones marcadas por el desequilibrio, son las siguientes: 1. Autoestima elevada: Son personas con un autoconcepto positivo, en ocasiones por encima de lo normal. Se sobrevaloran a sí mismos, y menosprecian al dependiente. Son egocéntricos, soberbios y arrogantes. 2. Rol dominante: Adoptan en la relación de pareja una posición superior, reforzándola a través de comportamientos explotadores, hostiles y

despectivos hacia el dependiente. Se muestran fríos, distantes, y con escaso interés hacia la pareja. Aprovechan su estatus superior para descargar sus frustraciones sobre el dependiente, pudiendo incluso recurrir a la violencia física o verbal como humillaciones, menosprecios y otros comportamientos denigrantes. 3. Muestran poco afecto por su pareja pudiendo ser manipuladores, mentirosos y posesivos. Exigen exclusividad y fidelidad por parte de su pareja, pero para ellos mismos desde su posición dominante no se aplican las mismas normas, siendo frecuentes los devaneos amorosos con terceros. Son conocedores del intenso miedo a la ruptura de su pareja, lo cual pueden utilizarlo como una baza a su favor. 4. Es frecuente que padezcan el trastorno narcisista de la personalidad: caracterizado por una exageración patológica de la autoestima e infravaloración de los demás. En el que se utiliza a las personas para alimentar su propio ego. 5. Habilidades sociales: Tienen un cierto encanto interpersonal, son ingeniosas y tienen sentido del humor. Este tipo de personas son consideradas interesantes e idealizables por el dependiente emocional. Mientras que las que no son así pueden resultarles aburridas, con las cuales suelen mantener relaciones de transición, hasta que encuentran a alguien interesante. No obstante, no siempre tienen porque darse estas características en la pareja. Puede ocurrir que el dependiente emocional con su forma de relacionarse, sus comportamientos y actitudes, evoque y facilite en el otro la aparición de comportamientos dominantes, hostilidad y pocas muestras de afecto, entre otras características. Pudiendo comportarse esa persona de modo completamente diferente con otras parejas sin dependencia emocional, ya que estas no suscitarían en él dichas respuestas. Fases de la relación 1-. Inicio de la relación : Cuando conocen a alguien que les interesa sienten una alegría, ilusión y entusiasmo desmedido. Fantasean y se crean expectativas de un futuro al lado del otro. Esto ocurre pudiendo haber tenido incluso sólo un par de citas. Aun así, rápidamente muestran su interés por el otro y sus deseos de conocerle. 2-. Fase de sumisión : Idealizan a la pareja y se someten a ella, como forma de preservar la relación y evitar así la temida ruptura. El marcado desequilibrio

comienza aquí a hacerse patente, adoptando la pareja una posición superior y el dependiente una posición inferior. 3-. Deterioro de la relación : El desequilibrio se acentúa enormemente entre ambos miembros de la pareja. El maltrato psíquico y/o físico produce en el dependiente un gran malestar y sufrimiento. Como consecuencia de esto, sus sentimientos de inferioridad e infravaloración se ven reforzados, por lo que al mismo tiempo que baja su autoestima aumenta su necesidad extrema de afecto hacia el otro. Situación que acompañada de un terrible miedo a la soledad, hace que su relación se convierta en un círculo vicioso del cual les resulta muy difícil salir. 4-. Ruptura : En caso de producirse la ruptura, lo más frecuente es que la iniciativa la tome la pareja del dependiente. El dependiente tratará de reanudar la relación, a pesar de lo tormentosa y destructiva que le resultase. Producida la ruptura el dependiente emocional padece el síndrome de abstinencia, siendo este el momento en el cual suelen acudir a terapia. 5-. Concatenación de relaciones : Son relaciones intrascendentes, sin mucha importancia para el dependiente, que sirven para paliar sus soledad. Pueden concatenar este tipo de relaciones hasta encontrar a alguien que se ajuste a su perfil de pareja (fría, hostil, distante). A su vez, pueden ser fruto de un intento del dependiente por suplir la pérdida de su anterior pareja, de la cual no se acordaran en cuanto tengan a otra persona en mente. 6-. Reinicio del ciclo : En cuanto el dependiente encuentre a una persona que se ajuste al perfil que busca, el ciclo se iniciará de nuevo. Y con ello, los comportamientos de sumisión e idealización que no se observan en las relaciones de transición. Síndrome de Abstinencia Este término se emplea por las similitudes entre lo que experimenta el dependiente emocional tras romperse su relación de pareja, y lo que se vivencia en las adicciones tras cesar el consumo del tóxico (drogas, tabaco, alcohol, etc.). Lo normal sería que el fin de una relación perjudicial fuese como una bendición, pero para el dependiente emocional se convierte en un auténtico suplicio. Siendo los siguientes síntomas algunos de los más frecuentes: - Pensamientos obsesivos en torno al antiguo compañero. Recordando los momentos buenos de la relación y relegando al olvido los momentos tormentosos.

- Pese al dolor, sufrimiento y humillaciones que soportasen en la relación, sienten una fuerte y compulsiva necesidad de tener contacto con la ex-pareja. - Angustia, desesperación, ansiedad. - Constantes ganas de llorar, tristeza e incluso depresión. - Múltiples intentos de retomar la relación, aunque estos supongan atentar contra su propia dignidad. Siendo lo más importante llenar el vacío y apaciguar la soledad que la ruptura les ha producido. - Dificultad para conciliar el sueño. Si la ex-pareja se pone en contacto con el dependiente emocional, y le genera expectativas de reconciliación, aunque sean mínimas, todos estos síntomas desaparecerán automáticamente. El dependiente emocional experimenta el síndrome de abstinencia, independientemente del miembro de la pareja que propiciase la ruptura, lo que variará, eso sí, será la intensidad. Si este periodo se gestiona de forma adecuada, los síntomas remite con el paso del tiempo. En cuanto a la duración, puede ser de meses o incluso años depende de la persona y de la relación. En este sentido, cabe señalar que tanto como para superar el síndrome de abstinencia, como para que no se produzcan recaídas, es fundamental la presencia de algún tipo de contacto con la ex-pareja. Esto implica, que se ha de intentar quedar personalmente, así como las llamadas telefónicas, correos, mensajes, etc. Lo cual le resulta bastante difícil debido a sus deseos irresistibles de volver al lado de la ex-pareja. A causa del malestar que conlleva el síndrome de abstinencia, la persona puede optar por:  

Querer retomar la relación: se puede observar como en estas relaciones son frecuentes las constantes rupturas y posteriores reconciliaciones. Encontrar una nueva persona: que llene el vacío que ha dejado la expareja, la cual pasará al más absoluto olvido.

A corto plazo, el intenso malestar desaparece, pero de estas dos formas el problema no se supera, con lo que ello conlleva: vivir el amor no como algo placentero, sino desde el sufrimiento.

Causas y Consecuencias De La Dependencia Emocional Prioridad de la pareja sobre cualquier otra cosa El dependiente emocional pone a su relación por encima de todo, incluyéndose a sí mismo, a su trabajo o a sus hijos en muchos casos. No tiene que haber nada que se interponga entre el individuo y su pareja, que dificulte el contacto deseado con ella. Obviamente, dentro de una normalidad, pero siempre observando esa dinámica; por ejemplo, una persona va dejando poco a poco sus aficiones como el gimnasio o las clases de pintura para estar más tiempo con su compañero, hasta que prácticamente se convierte en su sombra; igualmente, una madre separada inicia una nueva relación y deja continuamente a sus hijos con sus abuelos para quedar todas las veces que pueda con el otro. Voracidad afectiva: deseo de acceso constante Para entender este rasgo, es muy importante que nos imaginemos que el dependiente puede decidir por sí mismo cómo, cuándo y de qué forma contacta con su pareja: luego explicaremos por qué. Suponiendo esto, si por el dependiente fuera, tendría el mayor roce posible con su pareja mediante todas las formas posibles. Por ejemplo, cuando ambos miembros de la relación están en casa, procurando estar juntos el máximo tiempo (nada de cada uno en su habitación, o uno viendo el ordenador y el otro trabajando). Asimismo, si la pareja sale con un grupo de amigos, estando todo el rato junto al otro y teniendo principalmente interacción y contacto físico con él. ¿Y qué sucede cuando, por las obligaciones que todos tenemos, los dos miembros de la pareja están separados? Muy sencillo: el teléfono móvil e internet se han convertido en dos ayudas inestimables para satisfacer la voracidad afectiva de los dependientes emocionales, sea mediante llamadas telefónicas, mensajes de texto, correos electrónicos o programas de mensajería con los que el dependiente puede estar online con su pareja. El contacto puede ser muy frecuente y excesivo, hasta el punto de que llame la atención al entorno o de que ocasione algún problema en el trabajo. Ni que decir tiene que la persona con dependencia también presionará lo que pueda para que su pareja, inmediatamente que termine con sus obligaciones, marche presta a reunirse con ella. Insisto en que, si por el dependiente fuera, estaría el máximo tiempo disponible con la otra persona, y cuando esto no se consigue se compensa esta situación con otros medios de comunicación con los que hay también contacto. Cabe añadir

también que este rasgo está muy acentuado en algunos dependientes emocionales, pero no en todos (como la mayoría de los que exponemos en esta sección). Pero antes hemos dicho que nos debíamos imaginar en un supuesto: que la otra persona no pusiera pega ninguna al comportamiento voraz y “agobiante” del dependiente. Como es lógico, esto sucede a veces, pero en la mayoría de las ocasiones no es así y la pareja reclama espacio y recrimina este tipo de comportamientos. Si añadimos que también es frecuente que las personas que los dependientes escogen como pareja no siempre se comportan de una manera sensible y afectuosa, nos resulta que lo más normal sea que el otro ponga límites y condiciones al comportamiento voraz de su compañero, mediante los clásicos “no me llames tanto”, “necesito mi espacio”, “no me agobies”, “no creo que me dé tiempo a verte en toda la semana”, “quiero hacer esto solo”, etc. Y, claro, al dependiente no le queda otra que aceptar estas condiciones porque, de lo contrario, se puede producir lo que más teme: el rechazo e incluso la ruptura. Por lo tanto, no esperemos encontrarnos relaciones de “fusión” entre el dependiente y el otro porque esto sólo sucede algunas veces, ya que es precisamente la otra persona la que en muchos casos pone límites a la voracidad afectiva; además, lo normal es que dichos límites sean incluso abusivos porque el otro considera que tiene privilegios en la relación, ya que el dependiente le pone un cheque en blanco con sus nada disimulados deseos de contacto continuo y con su nada disimulada fascinación hacia él. Tendencia a la exclusividad en las relaciones Como en todas las características que estoy exponiendo, en esta en concreto sucede que no es más que una exageración de la normalidad. Es decir, en toda relación hay un deseo de exclusividad en el sentido de que no queremos compartir a nuestra pareja con una tercera persona. Pero no es sólo esto lo que sucede en la dependencia emocional. Aquí, además, el dependiente quiere literalmente a su pareja para él solo: todo lo demás molesta, desde amigos hasta compañeros de trabajo, pasando por los hijos. De igual forma que sucede con la voracidad afectiva, la exclusividad es un aspecto que no se da en todos los dependientes emocionales con la misma fuerza; incluso en algunos no se produce más allá de lo normal. Idealización del compañero

El otro se convierte con el tiempo en alguien sobrevalorado, eso si no lo ha sido desde el principio por tener un perfil determinado de endiosamiento o de lejanía hacia los demás. Será muy difícil que un dependiente emocional se enamore de alguien al que no admire o vea bastante por encima suyo, no desde un punto de vista racional u objetivo (por ejemplo, que sea mejor profesional o más inteligente), sino en general, como una sensación que él experimenta de estar con alguien más importante o más elevado y que transmite deseos de estar junto a él. No obstante, no sólo se producirá una sobrevaloración general de la pareja sino que también se podrán distorsionar sus méritos y capacidades. Por ejemplo, si es artista o empresario, será de los mejores en su trabajo; si es más o menos atractivo, será el más guapo; si es prepotente en su forma de hablar, será muy inteligente; etc. Al final, uno de los elementos que más influyen en esta idealización es cómo trata la persona al dependiente emocional. Cuántas veces he escuchado en mi consulta la afirmación de que los flirteos o pretensiones amorosas de alguien se consideran signo de debilidad o de comportamiento “baboso” (provenga de quien provenga, incluso de personas que pueden despuntar por su trabajo o por otras facetas), mientras que el desprecio, el escaso interés o la prepotencia se interpretan como signos de poder, fuerza o elevación. Realmente, no son aspectos concretos de otro individuo los que lo convierten en idealizable, sino su perfil general y, especialmente, el trato de dicho individuo hacia el dependiente emocional. Sumisión hacia la pareja La consecuencia lógica de ser muy voraz afectivamente, de priorizar a la relación sobre cualquier otra cosa o de idealizar a la pareja, es que el trato hacia ella va a ser de subordinación, es decir, “de abajo a arriba”, como si alguien muy bajito se dirigiera a un gigante al cual necesita. Da la sensación en ocasiones de que los dependientes se comportan con sus parejas como sacerdotes que realizan ofrendas a algún dios al que le permiten absolutamente todo, al que le justifican todos sus actos y al que, a pesar de los pesares, le intentan satisfacer con lo que pida. Antes he puesto el ejemplo de esa persona que le hacía la cena a su marido y a su amante en su propia casa, pero podría poner otras situaciones de sumisión como las de aceptar todo tipo de descalificaciones por parte del otro, permitir infidelidades, hacer siempre lo que quiere la pareja, soportar las descargas de sus

frustraciones –que pueden llegar incluso al plano físico- o también ser y actuar como pretende o desea el compañero. Pánico ante el abandono o el rechazo de la pareja El dependiente emocional idealiza tanto a su compañero y se somete tanto a él, considerando la relación de pareja como lo más importante de su vida, que le tiene verdadero terror a una ruptura. Hay personas que, literalmente, se encuentran incapaces de romper una relación, y no por quedarse descolgadas en el plano económico o de cualquier otra forma, sino porque afectivamente lo encuentran devastador. En estos casos no vale la frase de “más vale solo que mal acompañado”; es más, una de las manifestaciones más usuales tras una ruptura es “con él estaba fatal, pero es que ahora estoy mucho peor”. Como veremos en la siguiente característica, en muchas ocasiones es el terrorífico síndrome de abstinencia el que acongoja de tal manera al dependiente que le hace pensar y sentir con absoluta realidad que es totalmente imposible romper la relación, y que si no lo hace el otro no habrá forma humana de que se produzca esa situación. Pero lo más normal es que las rupturas no solo se consideren inalcanzables, sino que además no se deseen en absoluto. El dependiente emocional, en casos graves, puede aguantar prácticamente todo con tal de que no se rompa la relación porque prefiere estar fatal dentro de ella que sin sentido de la vida o de la existencia fuera. Esto produce un gran terror a los rechazos en el seno de la pareja, a los comportamientos de escasa aprobación o a los signos que se den por parte del otro que indiquen una falta de interés o una falta de cariño. Trastornos mentales tras la ruptura: el “síndrome de abstinencia” Ya he expuesto que los dependientes tienen un miedo cerval a lo que acontece tras una ruptura, que es el “síndrome de abstinencia”, llamado así por analogía a las adicciones a las drogas. Este bien llamado síndrome supone realmente el padecimiento de un trastorno mental que variará según la persona y según la intensidad, pero que de manera habitual es un trastorno depresivo mayor con ideas obsesivas, o, dicho en otras palabras, una depresión muy fuerte con pensamientos repetidos y angustiosos en torno a un tema que, en este caso y como no podía ser de otra forma, es la relación perdida y todo lo que ello conlleva: recuerdos, planes para reanudar la pareja, remordimientos por supuestos errores cometidos, etc.

El golpe psicológico es tan brutal que no sólo hay una inmensa tristeza, sino que además habitualmente se sufren síntomas de ansiedad intensos que impiden la concentración y que se traducen en molestias físicas o sensaciones muy desagradables, y también en pensamientos sobre el poco sentido que tiene la vida que pueden derivar en ideas suicidas. En este sentido, recuerdo perfectamente a una persona que nada más entrar por primera vez en mi consulta me dijo que ya tenía fecha para morirse. Esto llama la atención porque se suelen asociar las ideas suicidas con otros problemas, pero en la dependencia emocional y muy especialmente dentro del síndrome de abstinencia se dan, aunque hay que decir que lo más usual es que sólo se dé, que no es poco, una pérdida muy sustancial de apego por la vida. En el síndrome de abstinencia lo que domina es el deseo de retomar la relación, las ideas continuas de, con cualquier excusa, contactar con la otra persona para no tener la sensación de pérdida o de desaparición definitiva. A veces, estas excusas se las da el individuo a sí mismo en forma de autoengaño, por el que uno se autoconvence de que no pasa nada por llamar a la ex pareja ya que se puede tener una simple amistad, o de que sólo se está contactando con el otro para “cantarle las cuarenta”. Todo el padecimiento descomunal de este síndrome desaparece de un plumazo con una simple llamada de la otra persona. Donde había lágrimas, ansiedad y auténtica desesperación, se pasa a la tranquilidad y a la sonrisa. Búsqueda de parejas con un perfil determinado El tipo de persona que suele preferir el dependiente emocional, al que llamaré “objeto” , es normalmente alguien engreído, distante afectivamente, egocéntrico, y a veces hostil, posesivo o conflictivo. También hay un perfil habitual y es de la persona con problemas, con un fondo importante de vulnerabilidad o fragilidad emocional con el que el dependiente se identifica, produciéndose igualmente una relación desequilibrada con ella por la que se intenta cuidar y controlar a dicha persona, mientras que ella, en muchas ocasiones, se aprovecha de ese comportamiento sumiso y atiende sólo a intereses egoístas o también afectivamente enfermizos.

Amplio historial de relaciones de pareja, normalmente ininterrumpidas Puedo decir, en tono jocoso, que las primeras visitas con un dependiente emocional son un listado inagotable de relaciones de pareja que se producen desde la adolescencia. Estas personas viven su vida alrededor del amor y no la conciben sin él: necesitan, o eso creen ellas, a alguien permanentemente a su lado. Por este motivo, nada más terminan una relación, y aunque sea en pleno síndrome de abstinencia, buscan otra persona para reemplazar a la anterior, incluso al mismo tiempo que se intenta reanudar dicha relación rota. Normalmente, el tiempo que transcurre entre una relación de pareja y otra es muy escaso, y cuando es largo puede deberse a que todavía se arrastre la que se ha roto (por ejemplo, siendo amante de la ex pareja y estando siempre pendiente de cualquier contacto por su parte) o a que se mantenga una actitud de constante flirteo por la que el dependiente no se siente realmente solo, ya que tanto por internet como por el teléfono móvil hay correos electrónicos, mensajes de texto y demás que producen sensación de inmediatez y de proximidad; esto sin contar las citas puntuales que se den con estas personas con las que existe dicho flirteo. Baja autoestima Por obra general, los dependientes emocionales son personas que no se quieren a sí mismas. ¿Qué significa quererse a sí mismo? Porque esto realmente es algo muy abstracto, por más que tenga manifestaciones concretas y de lo más palpables. Quererse a uno mismo no significa necesariamente que tenga que considerarse con virtudes o cualidades; por ejemplo, considerarse guapo, buen profesional, inteligente, etc. Existen dependientes emocionales y otras personas que saben racionalmente que presentan algunas de estas cualidades, y sin embargo no se quieren de una forma adecuada. Lo que acabamos de describir es el autoconcepto, es decir, la idea racional que todos tenemos sobre nosotros mismos. Digamos que sería un listado de cualidades, carencias, virtudes y defectos que todos tenemos sobre nosotros. No obstante, la autoestima es algo diferente al autoconcepto, aunque en muchas ocasiones van por caminos similares. De igual forma que podemos considerar a alguien guapo o inteligente pero al mismo tiempo detestarle; podemos pensar sobre otra persona que no es muy atractiva pero que estamos con ella a muerte. Los sentimientos no tienen por qué ir necesariamente por el mismo camino que nuestra idea racional. Querernos a nosotros mismos es exactamente lo mismo que querer a uno de

nuestros seres queridos, pero siendo uno mismo el destinatario de esos sentimientos. Podemos protegernos cuando nos atacan, consolarnos si estamos sufriendo, ayudarnos cuando tenemos problemas haciendo lo posible por resolverlos, valorarnos cuando hacemos las cosas bien, alegrarnos si nos ocurren cosas positivas, y sobre todo no poner condiciones para querernos. Demos ahora la vuelta a la situación y pongámonos en cómo se trata una persona sin autoestima, sea como sea su autoconcepto: no se protege cuando recibe ataques e incluso se los inflige ella misma, no se consuela si está sufriendo sino que aprovecha su vulnerabilidad para atacarse más duramente, se hunde ante las adversidades sin intentar resolver sus problemas, no se valora cuando hace las cosas bien sino que se busca el error o el defecto, y se pone condiciones para quererse como despuntar en el físico, tener muchos estudios, posición social, etc., ya que cualquier pretexto es bueno con tal de escatimarse el cariño. Miedo a la soledad Verdaderamente, no es de extrañar que si alguien tiene esos sentimientos hacia sí mismo no soporte estar solo, porque es como estar continuamente junto a alguien al que detestamos. Por ejemplo, los dependientes no aguantan mucho tiempo estar solos en casa o con la perspectiva de no salir en todo el domingo: enseguida se buscan planes o llaman por teléfono a alguien con cualquier excusa. La soledad les provoca incomodidad, malestar e incluso ansiedad, y la idea más o menos intensa de que no son importantes para nadie, de que nadie les quiere y están abandonados. Aparte del temor a esta soledad en un sentido extenso, también temen a la soledad entendida como “estar sin pareja”. No cabe duda de que aquí es un temor cercano al terror: les da auténtico pavor no tener a alguien ahí sea como pareja o como sucedáneo (una aventura, un flirteo continuado…) La consecuencia, como ya he dicho, es el encadenamiento sucesivo de relaciones para evitar esas sensaciones tan desagradables. Necesidad de agradar: búsqueda de la validación externa Este rasgo no aparece en todos los dependientes, pero sí es bastante común. Cuando aparece, el individuo intenta satisfacer a la mayoría de las personas con las que trata, de manera que se les quede a dichas personas una idea inmaculada del dependiente. Necesita tanto de la aprobación externa que lo pasa francamente mal cuando no la tiene o cuando interpreta que ha sido rechazado; en estas situaciones, es habitual que haga “comprobaciones” de la relación como llamar por teléfono para ver si todo sigue igual con esa persona o para detectar

anormalidades

en

el

tono

de

voz,

por

ejemplo.

Los dependientes que se comportan así suelen ser modélicos para los demás. No crean conflictos con sus familiares más próximos, no ponen problemas para planificar las citas con los amigos, se prestan a cualquier cambio de turno imprevisto que haya en el trabajo, no se adhieren a ningún grupo sino que intentan llevarse bien con todas las personas, etc. Son descritos por los otros como buenas personas que intentan favorecer siempre y que se desviven por ayudar. Los dependientes que necesitan agradar presentan una tendencia muy marcada a la validación externa. Esto significa que su valor no se lo dan a sí mismos, sino que lo cogen prestado del que reciben de los demás. Por ejemplo, un dependiente puede haber quedado inicialmente satisfecho de un informe que ha hecho en el trabajo, pero si no le ha gustado al jefe dudará de su desempeño. Una persona con tendencia a la validación interna criticaría la postura de su jefe y continuaría manteniendo su criterio. En los dependientes con buen autoconcepto y en situaciones similares, podrían disponer de esta tendencia a la validación interna, pero en situaciones distintas de tipo afectivo que impliquen aceptación o rechazo nos aparecerá de nuevo la tendencia contraria, es decir, la que proporciona el valor por parte de los otros: por ejemplo, si un compañero de trabajo no invita a una celebración de cumpleaños a un dependiente, este se considerará poco querible, poco válido por sentirse rechazado. Otra persona con una tendencia a la validación interna se mostraría dolida o disgustada, pero respetaría la decisión o la criticaría sin por ello alterar su idea sobre sí mismo porque su valía como individuo no depende de la valoración o del rechazo ajeno. Dependencia emocional: el temor a vivir sin pareja Vivir sin pareja no es nada sencillo para las personas que padecen dependencia emocional, un trastorno de la personalidad que se caracteriza por la necesidad excesiva de afecto y el temor a la soledad. Son precisamente estos rasgos los que impiden que los dependientes emocionales mantengan relaciones positivas y duraderas, por lo que repiten constantemente el mismo patrón en su historial amoroso. Lo que caracteriza a los dependientes emocionales es el temor a la soledad, ya que solos se encuentran vacíos e incompletos. “Esa intolerancia a la soledad es una constante en este tipo de trastorno. Los afectados son muy susceptibles al aislamiento y a la sensación de abandono debido a la falta de autoestima y a la carencia afectiva”, explica el psicólogo y psicoterapeuta Jorge Castelló, que ha impartido un curso sobre dependencia emocional en el ‘IV Congreso Virtual de

Psiquiatría’. La necesidad excesiva de amor sobre la que se cimenta este trastorno hace que los dependientes se las ingenien para evitar la soledad. Por ello siempre tienen una pareja y, cuando ésta falla, establecen una relación inmediatamente después de otra. “En una relación normal, tras la ruptura suele darse un periodo de duelo en el que rara vez se desea establecer una nueva relación”, apunta Castelló. Los dependientes emocionales suelen ser personas con muy baja autoestima, tendencia al nerviosismo y a la depresión. Además, cuentan con una historia de carencias afectivas desde la infancia, crónicas y sostenidas en el tiempo, aunque no es necesario que se den situaciones de maltrato infantil o negligencias graves. No obstante, a pesar de estos rasgos los dependientes emocionales son autónomos e independientes. “Están acostumbrados a apañárselas solos, ya que la sensación de abandono y desprotección les ha hecho ser muy independientes y capaces a la hora de desenvolverse en la vida cotidiana”. Aun así, tienden a mantener relaciones muy desequilibradas, ya que adoptan actitudes de sumisión, idealizan a sus compañeros y se subordinan a las necesidades del otro. Generalmente la pareja suele verse agobiada por el excesivo control y celo del dependiente, que por temor a un abandono suele buscar un acceso constante a la otra persona. Este trastorno hace que la pareja sea el centro de la existencia del dependiente, de manera que sus problemas, gustos e inquietudes pasan a un segundo plano. “Por ello descuidan desde su apariencia hasta a sus propios hijos. Las amistades y la familia dejan de existir, lo que lleva al deterioro de las relaciones sociales e incluso a problemas laborales. Siempre están temiendo el abandono y se obsesionan con la idea de ruptura”. Complemento

ideal

Sin embargo, los dependientes a veces encuentran su complemento ideal. “Son muy hábiles a la hora de encontrar pareja y buscan personas inaccesibles, a las que idealizan fácilmente, con una gran seguridad en sí mismas y un ego muy fuerte que es alimentado por el dependiente emocional. También son individuos a los que les gusta tener al dependiente como un satélite a su alrededor y no suelen proporcionar mucho cariño, algo a lo que los dependientes ya están muy acostumbrados, por lo que es un terreno en el que se mueven con facilidad". Buscan este tipo de pareja casi sin poder evitarlo, repitiendo siempre el mismo

patrón en sus relaciones a sabiendas de que están abocadas al desequilibrio o al fracaso”. Otra característica de este trastorno es que el dependiente emocional persiste en su intención de encontrar una pareja e intenta solucionar el problema. En vez de desistir o desarrollar otro tipo de conductas, como hostilidad hacia el entorno, “continúa en la búsqueda del otro y mantiene el deseo de terminar con esa carencia afectiva”. Normalmente los afectados llegan a la consulta del especialista tras una ruptura no deseada y presentan cuadros de ansiedad y depresión. El tratamiento de la dependencia emocional pasa por explorar y mejorar las áreas más relevantes del sujeto: la psicodinámica, la interpersonal y la afectiva. “El trabajo psicodinámico se centra en conocer e intentar encontrar una lógica en el comportamiento del dependiente, para que éste comprenda lo que motiva sus actos. La dimensión interpersonal debe mejorarse mediante la reestructuración de las formas patológicas de relacionarse en pareja, y en el aspecto afectivo hay que trabajar la autoestima. El paciente debe sentirse a gusto consigo mismo, ha de aprender a respetarse, valorarse y protegerse. Esto supone un importante cambio en su pensamiento y su comportamiento”, concluye Blasco.

Alternativas de Solución En el presente proyecto se ha planteado dos alternativas de solución, teniendo en cuenta el problema central identificado en la parte del diagnóstico, en relación a las causas que generan el problema y con el propósito de alcanzar. Dichas alternativas tienen tres componentes con sus respectivas acciones. Descripción de las Alternativas de Solución Como parte del proceso de resolución de problemas llegamos al momento en que tenemos que generar alternativas de solución, las cuales luego de un proceso de evaluación nos llevarán a tomar una decisión sobre la solución a implementar. Para que las alternativas de solución sean válidas deben ser operativas y concretas, es decir que puedan ejecutarse de manera efectiva, que nos permitan conseguir los resultados esperados. Es un error frecuente en muchos responsables de una operación o de un proyecto que ante un problema lo intentan resolver con planteamientos u opciones que resultan imprecisas o utópicas, por citar algunos ejemplo: “que alguien haga algo” No estamos indicando a la persona responsable de ocuparse del problema, ni tampoco indicando con precisión qué es lo que se tiene que hacer. Es increíble ver incluso actas de reunión en la que frases como estas quedan reflejadas en los acuerdos sin dejar con claridad y explícito lo que se tiene que hacer y quien lo tiene que hacer, con lo cual en la siguiente reunión o encuentro vemos que ese alguien no quedó claro y por lo tanto no se tomó ninguna acción específica. “hay que mejorar la comunicación” Podemos mejorar muchas cosas, una de ellas puede ser la comunicación, pero tenemos que indicar que es lo que hay que mejorar dentro del amplio frente que puede resultar la comunicación. ¿Tenemos que cambiar o mejorar el medio?, ¿el mensaje?, ¿los interlocutores?, ¿qué es lo que queremos transmitir?, etc.

“debemos motivar mejor a la gente”

Eso puede resultar un buen o simple deseo pues siempre podemos estar pensando en cómo mejorar la motivación de la gente, por lo tanto no estamos indicando nada en especial, empezando por precisar cuáles son los problemas en la motivación y que es lo que se espera hacer para mejorar la motivación. “poner los medios idóneos para afrontar la situación” Una frase que no dice nada en concreto, pues se entiende que todas las personas responsables de la organización de por sí están dando lo mejor de sí para solucionar los distintos problemas de la empresa, por lo tanto tener cuidado con frases que parecen bonitas pero que en el fondo no dicen nada en concreto. “hay que constituir una comisión que se ocupe del tema” Algunas reuniones de trabajo cuando no llegan a una resolución concreta de un problema tienen la tendencia de sacarse de encima del problema encargando el tema a un ente indefinido que puede resultar una comisión que se va a constituir para ocuparse del tema; una vez más algo no operativo ni concreto. Otro error típico de este proceso de generación de alternativas de solución es plantear alternativas que resultan ser criterios de decisión como por ejemplo:   

cuidar la rentabilidad atender a las necesidades de los clientes reducir los costos, etc.

A nadie le puede quedar duda que hagamos lo que hagamos lo tenemos que hacer cuidando la rentabilidad, mejorando los indicadores, atendiendo las necesidades de los clientes, reduciendo los costos, mejorando el clima laboral, etc., por lo tanto no estamos planteando alternativas que nos lleven a una solución. Si bien están claro y evidentes estos ejemplos no nos sorprenda que podemos encontrar este tipo de alternativas como resultado de un diagnóstico o de un plan de acción para la solución de un problema, por lo tanto tenga mucho cuidado y aprenda a detectar y corregir este tipo de errores en este proceso.

Métodos de Solución de parejas.

Ya se han mencionado algunas actitudes y métodos que de primera instancia ayudan al manejo positivo de los conflictos. Otros métodos usualmente útiles son: 

Decidirse aceptar en forma adulta y madura que se tiene un conflicto o que "algo" no anda bien en la relación, y que es necesario enfrentar ese hecho para buscar las soluciones.



Decidirse a comenzar un diálogo sobre el "asunto".



Aclarar cada miembro de la pareja por separado, previo a sentarse a conversar en pleno los asuntos, que es lo que a su juicio le parece que es el/los problema(s).



Escoger

el

momento

y

lugar

propicios

para

el

diálogo.

Malos momentos: a. Durante las comidas b. Mientras se va de paseo con los niños c. Al acostarse Malos lugares: d. Sitios que no provean privacidad e. Sitios que no provean confidencialidad f. Sitios donde comúnmente se discute o pelea



Establecer el punto de vista de cada uno sobre el/los problema(s).



Llegar a un problema(s).



Evitar los insultos y focalizar No-en-la-persona, sino en la búsqueda de solución del dilema (respetarse).



Cada miembro de la pareja proponer sus alternativas de solución y lo que esperan se debe dar como resultado de las mismas.

punto

de

convergencia

sobre

cual(es)

es(son)el/los



Escoger la combinación de alternativas de solución más realista, razonable y práctica (evadiendo la búsqueda perfeccionista de soluciones).



Implementar las alternativas de solución.



Dar un tiempo razonable para que funcionen las soluciones.



Evaluar de tiempo en tiempo los resultados.



Hacer ajustes necesarios a las soluciones conforme se progresa (esperanzadamente en forma positiva).



Respetar y cumplir los acuerdos

Bibliografía 

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Riso, W. Los límites del amor: cómo amar sin renunciar a ser tu mismo (3ªed).



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