Darwin Se Equivoco

PROLOGO Había una vez una visión del mundo científicamente demostrada que tenía 200 años. Quedaban muy pocas cosas para

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PROLOGO

Había una vez una visión del mundo científicamente demostrada que tenía 200 años. Quedaban muy pocas cosas para investigar y los conocimientos acumulados lo abarcaban casi todo. Este cuento moderno es el resultado de las teorías de la mecánica celeste de Isaac Newton y la teoría de la evolución de Charles Darwin, así como de la presuposición de que siempre ha reinado una armonía total. Conforme a estos principios se desarrolló el espacio, y con él la Tierra, de manera gradual y uniforme. Por casualidad, a partir de un aminoácido se desarrolló un organismo unicelular. Según la teoría de la evolución, a continuación no surgió un organismo bicelular sino directamente una forma compleja. Si esto fuera cierto, cabría preguntarse de dónde vino la segunda célula después de que se hubo formado la primera por una increíble casualidad. ¿Se produjeron varias casualidades increíbles simultáneamente o en principio sólo dos? En este último caso, en algún momento tuvo que haber un organismo bicelular. ¿Por qué no existe este organismo ni un organismo de tres o cuatro células en la naturaleza? Una de las grandes incógnitas sigue siendo de dónde y cómo llegó a la célula el código genético. Fuera como fuera, es seguro que la vida se desarrolló primero en el agua y después en tierra; fue un proceso muy largo pero sistemático. Nuestra visión del mundo está determinada por la teoría de Charles Lyell, que es uno de los pilares de la geología. Según dicha teoría, la superficie de la Tierra se ha ido modificando exclusivamente por la acción de pequeñísimas fuerzas que aún siguen activas. Esto significa que el aspecto de la Tierra ha cambiado muy poco con el transcurso del tiempo. En este dogma se basa incondicionalmente la teoría de la evolución de Darwin, ya que únicamente puede haberse producido una evolución paulatina si no ocurrieron grandes catástrofes globales en la Tierra. El darvinismo parte de la supervivencia de las especies mejor adaptadas según el

principio de selección. Las mutaciones, la selección natural y el aislamiento son los principales factores de la evolución. Estas teorías se consideran leyes inviolables de la ciencia. En este libro se exponen las contradicciones que los hallazgos fósiles y el estudio de las antiguas fuentes han revelado en dichas teorías: la situación primigenia era de caos, no de uniformidad. El Antiguo Testamento será una de las fuentes más citadas. Hasta hace 200 años todo el mundo estaba convencido de que la creación había sido un acto divino. Durante mucho tiempo no se aceptó la teoría de la evolución de Darwin, porque se oponía de manera radical a la versión bíblica de la creación en la que el ser humano ocupa un lugar especial. Darwin relegó dicha versión a la categoría de leyenda. En este libro se demuestra de manera fehaciente que la teoría de la evolución está equivocada. Las últimas investigaciones han rebatido la ley biogenética fundamental de Ernst Haeckel, que hasta ahora era el apoyo más sólido del darvinismo. Todas estas teorías fueron formuladas en el siglo XIX y deben ser revisadas a fondo. La iniciativa debe provenir de otros campos de investigación, aunque la resistencia será muy dura, tal como ocurrió con los libros de Immanuel Velikovsky cuando se publicaron. Las teorías de uniformidad ya mencionadas niegan categóricamente cualquier catástrofe global en la Tierra, puesto que un hecho de este tipo hubiera acabado con la evolución gradual de las especies. Así pues, todas las observaciones que se hacen ahora se proyectan hacia el pasado de la Tierra. Desde luego esto es muy cómodo, porque si se presupone que las condiciones marginales son inmutables se puede calcular e interpretar todo. Pero, si se produjo al menos un fin del mundo, todas las teorías de uniformidad estarían equivocadas y necesariamente darían resultados falsos. Si se demuestra que determinadas especies no se desarrollaron consecutivamente sino que existieron simultáneamente, no pudo haber evolución, ya que en este caso el darvinismo sería por propia definición una quimera sin fundamento real.

1. ¿RESTO ARQUEOLOGICO O FALSIFICACION? En las vacaciones estivales de 1988 leí un libro muy interesante de Johannes von Buttlar sobre insólitos descubrimientos y hallazgos. En un capítulo se mencionaba que en la zona del río Paluxy, cerca de Glen Rose (Texas) se han descubierto desde hace décadas huellas de pies humanos y también de calzado junto a las huellas petrificadas de dinosaurios. Asimismo se describía un viejo martillo con mango de madera, muy estropeado por los elementos, descubierto por la familia Hahn en 1934 cerca de la pequeña ciudad de London (Texas). El lugar del hallazgo pertenece a la misma parte de la loma Llano Uplift por donde transcurre el río Paluxy a su paso por Glen Rose. De la roca sólo sobresalía el extremo roto del martillo. Tanto la cabeza como el mango de madera estaban completamente rodeados por sólida piedra arenisca, de manera que no se pudo observar y analizar el hallazgo hasta que se lo liberó de la roca. Naturalmente estos hallazgos chocan frontalmente con la teoría de la evolución de Darwin, ya que se supone que los dinosaurios se extinguieron hace unos 64 millones de años y, según los antropólogos, el primer hombre que andaba erecto, el Horno erectus, empezó a desarrollarse hace dos o como mucho tres millones de años. Todas las teorías científicas, en especial la teoría de la evolución, afirman que 60 millones de años separan al dinosaurio del ser humano. El hallazgo de huellas de homínidos y de dinosaurios en el mismo estrato de roca no concuerda con la teoría de la evolución, así como tampoco el descubrimiento de un martillo de fabricación humana encerrado en una roca que, con métodos de datación geológicos, se ha calculado que tiene 140 millones de años. Pero la teoría de la evolución se ha convertido en un dogma, es decir en una ley inviolable. Automáticamente se plantea la pregunta de la edad real de la roca, ya que cuando los dinosaurios y los seres humanos dejaron sus huellas aún debía de tener una consistencia blanda, comparable a la del yeso de endurecimiento rápido. Lo mismo se aplica al martillo rodeado por piedra caliza, que es la base de los actuales cementos de endurecimiento rápido.

Suponiendo que el martillo y las huellas no sean falsificaciones sino pruebas reales, de ellas se desprenden algunas consecuencias muy interesantes: los dinosaurios y los seres humanos vivieron simultáneamente y entonces había ya piedra caliza. Dicho de otro modo: se crearon sedimentos en una época en la que coexistían seres que, según nuestra visión del mundo, nunca podrían haberse encontrado. Aún queda por responder la pregunta de cuándo ocurrió eso. Parece claro que los seres humanos y los dinosaurios vivían juntos en nuestro mundo hace al menos 64 millones de años, ya que fue entonces cuando esos reptiles antediluvianos se extinguieron súbitamente. Según los principios geológicos, la roca también es antiquísima. Suponiendo que las teorías científicas sean ciertas, resultaría que la humanidad no es relativamente joven sino que tendría un larguísimo pasado hasta ahora desconocido. ¿Es cierto esto? ¿Sería posible lo contrario, que los dinosaurios hubieran sobrevivido y no se hubieran extinguido hasta hace unos pocos miles de años? En este caso la humanidad sería relativamente joven según nuestro concepto del universo, aunque esto significaría que el estrato de roca del río Paluxy con las huellas petrificadas también se formó en un pasado muy próximo. Esta posibilidad causaría auténtica sensación pero no es defendible, ya que si fuera así la corteza terrestre también se habría formado hace poco tiempo. No obstante, geólogos y paleontólogos coinciden en afirmar que los estratos de roca en cuestión tienen una antigüedad aproximada de 140 millones de años y que datan del comienzo de la era cretácea. Por consecuencia, los seres humanos y los dinosaurios también tendrían la misma antigüedad. ¿Pero podemos fiarnos de la cronología geológica? Si ponemos en cuestión las dataciones de los geólogos, resultan interesantes posibilidades que cuestionan nuestra visión del mundo: • La piedra caliza así como los dinosaurios y los seres humanos tienen al menos 64 millones de años. • Dinosaurios, seres humanos y las correspondientes capas de roca son relativamente jóvenes, quizás apenas de unos miles de años. • La edad común, que debe determinarse, estará entre estos valores extremos. Tanto los descubrimientos descritos como lo que se infiere de ellos son del todo increíbles. Si se demostrara la autenticidad de los hallazgos, la imagen del mundo que creíamos inamovible resultaría ser un gran engaño. Tras encontrar descripciones de otros hallazgos igualmente insólitos en diversos libros y revistas, decidí poner manos a la obra y comprobar sobre el terreno la veracidad de las descripciones.

02. EL MARTILLO FOSILIZADO

Un minucioso análisis del martillo fosilizado demuestra que no se trata de una falsificación. Esto exige una profunda revisión de nuestra visión del mundo, ya que no puede haberse producido un desarrollo lento y, por tanto, tampoco una evolución

La visita a Glen Rose Con ocasión de un viaje por el medio oeste de EE.UU. en 1993 aproveché la oportunidad para visitar la capital del condado de Somervell, Glen Rose, en Texas. Los lugares dignos de visitarse son el Museo del Condado de Somervell y el parque nacional Dinosaur Valley.1 El museo alberga testimonios de tiempos prehistóricos, mientras que en el parque nacional pueden contemplarse huellas muy bien conservadas de dinosaurios en el río Paluxy y en sus orillas. El Museo del Condado de Somervell se encuentra en pleno centro histórico de la pequeña ciudad. Los fósiles estaban expuestos de manera bastante caótica; pude ver madera petrificada de diversos tipos y formas, trozos de coral fosilizado, antiguos dientes de tiburón, fragmentos de roca con huellas de dinosaurios, trilobites (cangrejos primitivos) fosilizados, fragmentos de cráneo de grandes mamíferos, huesos de diversos animales prehistóricos así como otros objetos hallados en las cercanías de Glen Rose en las últimas décadas. Una observación más atenta de los objetos me dio mucho que pensar, ya que todos ellos se habían encontrado en los mismos estratos geológicos. Esto demostraría que diversos animales prehistóricos, que se cree que vivieron en épocas muy distintas, en realidad coexistieron. Pero si fuera así la teoría de la evolución de Charles Darwin perdería toda base real, puesto que si dinosaurios y mamíferos vivieron en la misma época no pudo haber evolución y tampoco origen de las especies.

En realidad, yo había ido al museo para ver el martillo rodeado por roca. Para identificarlo llevaba conmigo una fotocopia de la foto que se había publicado. Cuando pregunté por él a la directora del museo, Jeannie Mack, me confirmó que hacía mucho tiempo el martillo había estado en un estante de su museo sin que nadie le prestara atención. Al mostrarle la foto lo identificó sin lugar a dudas, lo que me indicó que no se trataba de un montaje. La señora Mack no pudo decirme dónde estaba el martillo, pero me envió a otro museo del que yo no tenía noticia, situado a sólo seis o siete kilómetros en dirección al parque nacional Dinosaur Valley. Tras un corto trayecto en coche llegué al Museo de Pruebas de la Creación cerca del parque nacional. El museo consistía en dos grandes estructuras prefabricadas adyacentes en las que se exponían diversos objetos y fotografías, la mayoría de ellas de huellas fosilizadas de seres humanos y dinosaurios. Algunas de las huellas humanas eran más grandes de lo normal. El director del museo es el doctor Carl Baugh, un arqueólogo que dirige las excavaciones que se realizan en los alrededores. Tras hablar con él me dirigí al parque nacional Dinosaur Valley junto con mi familia. En el lecho del río Paluxy y en la meseta rocosa de la orilla encontramos innumerables huellas petrificadas. Lo más sorprendente era que las huellas se encontraban en capas geológicas muy superiores. En principio el agua del río debería haber erosionado rápidamente las huellas dejadas por los animales prehistóricos hasta hacerlas desaparecer, pero en realidad veíamos perfectamente unas huellas que tenían como mínimo 64 millones de años. También encontré dos pisadas que me recordaban la forma de un pie humano, aunque no se distinguían detalles como el dedo gordo.

Descripción del martillo Regresamos al Museo de Pruebas de la Creación, y el doctor Baugh me proporcionó los resultados de los análisis realizados al martillo fosilizado. Esta antigua herramienta posee una forma sencilla, semejante a la de un martillo de albañil. El mango está petrificado de manera cristalina, es muy duro y conserva su estructura. Se ha determinado que la parte interior porosa se ha transformado parcialmente en carbón. La combinación de carbonización y petrificación no tiene ninguna explicación científica. No tengo noticia de un hallazgo similar en ningún otro lugar del mundo. Debieron de producirse dos procesos distintos de marea simultánea o uno poco tiempo después del otro. La fosilización cristalina exige que el objeto esté depositado en un curso de agua, pero la formación de carbón

poroso requiere el fuego. Sin embargo, el agua y el fuego son dos elementos que se excluyen entre sí. Más adelante, en el análisis de la secuencia del diluvio universal se resuelve este misterio. Las capas externas del mango del martillo me recuerdan los troncos y tocones fosilizados que tuve ocasión de observar en 1988 en el parque nacional Petrified Forest de Arizona. Los troncos de árbol desmenuzados están totalmente petrificados y presentan una estructura cristalina homogénea. Que yo sepa, en el parque de Arizona no se ha encontrado ninguna pieza con carbón en el interior. Se ha calculado que la edad de los troncos petrificados es de 100-200 millones de años. La madera se petrifica cuando queda enterrada en la tierra como sedimento de ríos o lagos que se desbordan. Los silicatos disueltos en el agua, como por ejemplo los que contienen las cenizas volcánicas, la impregnan. Estas sustancias reemplazan el oxígeno y el aire que contiene la madera y ésta se petrifica por silificación. Así puede formarse ópalo o cuarzo muy duro, y el producto final es unas cinco veces más pesado que la madera normal. Después de esta breve descripción del mango del martillo no es preciso decir que el martillo fosilizado es auténtico y que debe de ser antiquísimo. Por mucho que la técnica haya avanzado, aún no somos capaces de fabricar ni por medios modernos ni tradicionales un mango de madera petrificado con carbón poroso transformado en el interior. Insisto en ello porque todos los objetos que según nuestra concepción del universo no deberían existir se consideran normalmente falsificaciones. La ciencia es incapaz de explicar la existencia del martillo, ya que al tratarse de madera fosilizada esta herramienta debe de tener al menos 140 millones de años. Pero la ciencia académica también dice que los primeros hombres capaces de fabricar herramientas complejas no aparecieron hasta hace algunos miles de años. Así pues, hay algo que no cuadra en la datación del tiempo y en la larga historia de la Tierra dividida en eras. ¿Tiene acaso la humanidad millones de años de antigüedad, o es joven y los procesos de formación de las rocas se produjeron en un pasado no muy lejano? Estudio del martillo Antes de contestar a estas preguntas me gustaría describir con más detalle la cabeza del martillo, ya que acaba de completar el enigma. Esta parte del martillo ha sido analizada independientemente por diversos institutos. John Mackay, director de la Creation Science Foundation de Australia, sometió el martillo a análisis muy minuciosos2 durante su estancia en EE.UU. Participaron también diversos metalúrgicos australianos así como el prestigioso

Instituto Metalúrgico del Batelle Memorial Laboratory de Columbus (Ohio). Con la ayuda de los microscopios electrónicos más modernos se analizó la estructura y la composición del acero con el que se fabricó la cabeza del martillo.

Los resultados de los análisis fueron misteriosos y enigmáticos, ya que determinaron que está formada en un 96,6 % por hierro, 2,6 % de cloro y 0,74 % de azufre. ¡Increíble! ¡Es un martillo de hierro casi puro! No se hallaron otras mezclas ni impurezas.3

Los métodos de estudio no destructores del acero que se utilizaron son rayos X, estudios magnéticos y estudios con ultrasonidos. Con las radiografías se comprobó que el acero de la cabeza del martillo no presenta ni mezclas ni irregularidades, es decir, que de algún modo fue purificado y endurecido. De hecho, un acero químicamente puro que no ha sido tratado posteriormente debería ser relativamente blando. Sin embargo, por su estructura homogénea parece tratarse de acero duro obtenido con una tecnología muy desarrollada. Los resultados del estudio son más que sensacionales, casi utópicos, ya que cualquiera que conozca algo sobre la fabricación del acero de alta calidad sabrá que en todos los modernos procesos de fabricación que se conocen se producen inevitablemente impurezas por silicio o

carbono. Insisto en la palabra inevitablemente. Hoy por hoy es imposible fabricar acero totalmente puro. En el martillo tampoco se ha encontrado ninguna de las sustancias que suelen añadirse para purificar el acero, como cobre, titanio, manganesio, cobalto, molibdeno, vanadio, wolframio o níquel. Estos y otros elementos se añaden al acero para dotarlo de determinadas propiedades en función del uso que se le quiera dar. También resulta insólita la elevada proporción de cloro en la cabeza de martillo fosilizado, ya que en la actualidad este elemento no interviene para nada en la fabricación de acero. En nuestros días no podríamos fabricar acero de alta calidad con esta composición con los métodos de transformación que se conocen. La pregunta que se plantea automáticamente es: ¿quién fabricó el martillo y cuándo? En el nivel en el que se encuentra actualmente la ciencia y la investigación, ese martillo no podría existir ni haber sido fabricado. Por tanto, es del todo imposible que se trate de una «falsificación». Esto mismo ya ha quedado demostrado en el caso del mango, por lo que tenemos en una sola herramienta dos materiales imposibles de falsificar y que la ciencia no puede explicar. Se trata de una prueba extraordinaria de una historia de la Tierra o de la humanidad totalmente distintas. Si la historia de la Tierra que propugna la ciencia académica es correcta, sólo hay una solución al misterio del martillo: que se lo olvidó un extraterrestre que visitaba nuestro planeta. No obstante, hay otra explicación lógica que expondré más adelante, aunque es una solución que no encaja dentro de las teorías científicas tradicionales. El martillo fósil presenta más singularidades. Cuando en 1934 se abrió el fragmento de roca que contenía la cabeza de metal, se hizo una pequeña muesca en el canto superior. La superficie de la muesca era brillante como la plata. Hoy, más de sesenta años después, la muesca sigue igual de brillante y no se observan trazas de oxidación. Esto puede explicarse por la proporción relativamente alta de cloro y una falta total de carbono, ya que de lo contrario éste reaccionaría con el aire y produciría corrosión. El resto del martillo presenta una superficie oscurecida, como resultaría por ejemplo de un incendio, de lo que también da cuenta la parte interior carbonizada del mango de madera. El análisis de este recubrimiento dio 82,9 % de hierro, 8,9 % de silicio, 3,6 % de azufre, 2,5 % de calcio, 1,3 % de cloro y 0,78 % de potasio. Esta composición podría ser resultado de la reacción química entre los elementos del metal y los de la roca que envuelve al martillo, así como con las sustancias disueltas en las aguas subterráneas. En una parte de la cabeza del martillo que se dejó al descubierto, un resto de la roca parece pegado y fundido con el metal. John Mackay y expertos estadounidenses suponen que esto podría haberse producido en condiciones de dos atmósferas de presión como mínimo y eliminando al mismo tiempo los rayos ultravioleta, es decir, en unas condiciones muy distintas de nuestra atmósfera. Hasta el momento no se ha encontrado otra explicación probable a este fenómeno. En resumen, éstos son los hechos:

• El martillo fue fabricado por seres humanos. • El mango está constituido por madera fosilizada, carbonizada en su interior. • La cabeza del martillo está formada por un metal muy puro, que nosotros no podríamos fabricar, y que no se corroe ni se oxida. • El martillo estaba completamente incrustado en roca. • Sobre el martillo actuaron casi al mismo tiempo fuego y agua en movimiento. • Probablemente cuando se fabricó el metal en la Tierra había al menos dos atmósferas de presión.

¿Es un acero de origen natural? Si con los métodos modernos no podríamos fabricar este tipo de metal, la pregunta es: ¿es posible que el metal de la cabeza del martillo sea natural? Hay varias posibilidades. La primera y más sencilla sería que el acero del martillo proviniera del núcleo de un meteorito metálico. En este caso el acero hallado sólo se habría cortado y después trabajado. Pero desde el punto de vista técnico, con un procedimiento así sin ninguna mejora posterior, la cual supondría la aparición de impurezas, nunca se conseguiría un martillo lo suficientemente duro. Además, la mayoría de los meteoritos de hierro también contienen níquel y pequeñas impurezas en forma de cobalto, aluminio, azufre, fósforo, cromo y carbono. Pero, aparte de azufre, no se encontró ningún otro elemento en el metal del martillo. Así pues, la teoría del meteorito parece descartada. También es posible que el material básico se hubiera encontrado en algún yacimiento terrestre, pero no se tiene ninguna prueba de ello. El mineral de hierro sólo se encuentra en combinación con otros elementos, por lo general carbono. Puesto que no es posible que el origen del acero sea natural, sólo nos queda suponer que fue fabricado mediante un procedimiento técnico desconocido en condiciones atmosféricas muy distintas de las actuales.

¿Cuándo fue fabricado? Como puede comprobarse, en algún momento el martillo estuvo completo, y parte de él aún está encerrado en piedra arenisca sólida. Una parte del metal se combinó químicamente con el material que lo envolvía, lo que permite inferir que el martillo fósil fue fabricado antes de que se formara la roca. Los geólogos datan la edad de la roca al menos en 140 millones de años, pero podría llegarse hasta 400. Por tanto, la humanidad no existiría desde hace sólo unos cuatro millones de años, sino desde hace al menos 140 millones de años o incluso 400, desde el punto de vista geológico. Si la datación no fuera correcta y se probara que su base teórica está equivocada, el martillo, así como la roca y la extinción de los dinosaurios, podrían tener sólo 10.000 años. En este libro demostraré justamente esto, la discrepancia y el error de fondo en los métodos de datación. Las consecuencias que esto conllevaría modificarían de manera radical las teorías sobre el desarrollo de la Tierra. Puesto que, como ya he demostrado, por sus características técnicas, ópticas, químicas y físicas es imposible que el martillo sea una falsificación, la ciencia académica atribuye a la humanidad una edad totalmente equivocada. ¿Por qué? Porque entonces la teoría de la evolución que conocemos sería pura invención, ya que el ser humano sería anterior al mono, el cual según la opinión científica predominante, no empezó a desarrollarse hasta la súbita extinción de los dinosaurios, hace unos 64 millones de años, que es cuando empezó la lenta evolución de los grandes mamíferos. Esto choca con las afirmaciones de la ciencia tradicional. La pregunta lógica que se plantea desde el punto de vista de la evolución es: ¿desciende el mono del hombre?4 Desde este punto de vista, la evolución del ser humano y su lento desarrollo a través de casualidades y mutaciones a lo largo del tiempo parece un cuento chino. Los defensores de la teoría de la evolución sólo pueden optar por hacer caso omiso de las pruebas de la coexistencia de los seres humanos y dinosaurios o calificarlas de fraude, e incluso llegar hasta el extremo de difamar personalmente a quienes osan presentar tales pruebas. Todo aquello que contradice la opinión oficial simplemente no se tiene en cuenta y se intenta ridiculizar con la polémica. Pensemos que, si se reconociera la autenticidad de un solo hallazgo, habría que escribir de nuevo casi la totalidad de los libros especializados y revisar los planes de estudio de las correspondientes facultades. Algo así lo pondría todo patas arriba. ¿Quién no intentaría evitarse este ingente trabajo o quién es capaz de admitir errores de bulto, aunque sean atribuibles a los modelos de pensamiento de científicos del siglo XIX?

Es como si hubiéramos vuelto a la oscura Edad Media, cuando la ciencia y la Iglesia afirmaban sin lugar a dudas que la Tierra era plana. Aquellos que se atrevían a formular nuevas ideas, como el monje dominico Giordano Bruno (1548- 1600), perdían incluso la vida. No obstante, el historiador Plutarco (46-120 d.c.) ya había proclamado que el universo era infinito y que en él había innumerables mundos, y se había dado cuenta de que la Tierra no es el centro del universo ni de nuestro sistema solar.

Otra teoría Tal como expondré con más detalle en este libro, hace 10.000 años como máximo se produjo una gigantesca inundación de ámbito mundial (diluvio universal), que anegó enormes zonas de la superficie terrestre e incluso montañas. Es posible que el martillo fosilizado y otros objetos que describiré más adelante se depositaran junto con otros sedimentos y quedaran aprisionados por éstos. La madera petrificada del mango y la costra fundida con el acero de la cabeza del martillo, que debió de formarse por la acción de un calor y una presión intensos, hablan a favor de esta hipótesis. En este caso debería aceptarse que la roca que rodea el martillo es relativamente joven. Naturalmente, esto invalidaría por completo la datación de todas las formaciones montañosas. Asimismo deberían eliminarse al menos 140 millones, o incluso 400 millones, de la historia de la Tierra que corresponden justamente a las fases decisivas en el desarrollo de los animales y el ser humano. Según la teoría de la evolución, sin estas eras no existirían ni seres humanos ni mamíferos, ya que dicha teoría postula que, excepto los pequeños mamíferos del tamaño de una rata, todos los demás empezaron a evolucionar lentamente a partir de la muerte de los dinosaurios. La pregunta crucial que surge es: ¿cuál es la edad real de la Tierra? ¿Quizá sólo 400 millones de años menos de lo que se cree, o al menos relativamente joven?

3. TODOS VIVIERON AL MISMO TIEMPO La condición previa para la evolución, tal como la postula la ley de Darwin, es un desarrollo lento de las especies y la supervivencia de los individuos mejor adaptados al entorno mediante selección y eliminación de las especies menos adaptadas. Si se hallan pruebas de la coexistencia en un momento dado, de todos los seres vivos, incluyendo el hombre, la teoría de la evolución sería falsa, ya que fallaría el que, por definición, es el requisito previo.Justamente esto es lo que demuestran los hallazgos de fósiles y restos petrificados.

Roca semejante al hormigón En la zona del río Paluxy se localiza un tipo de roca apenas compacta de varios metros de espesor formada por muchas capas distintas superpuestas. Estas capas poseen diferente grosor y la solidez varía mucho de unas a otras, alternándose estratos de roca viva extremadamente dura con rocalla más o menos compactada. En conjunto recuerda las capas de una cebolla. Todos los estratos están claramente diferenciados, por lo que no pudieron formarse simultáneamente ni lentamente unos después de otros. Las capas más sólidas presentan grietas de tensión como las que surgen cuando materiales de consistencia blanda — por ejemplo, el hormigón fresco— se enfrían y se solidifican. La comparación con el hormigón en proceso de fraguado es inevitable, ya que la roca caliza se forma por sedimentación y se endurece al mezclarse con carbonato cálcico, que es cal carbonatada. La solidez del sedimento que se forma depende de varios factores, entre ellos la cantidad de cal, aunque científicamente no se ha podido determinar el origen de la gran cantidad de este endurecedor. En este libro expondré una teoría que he desarrollado y que explica este fenómeno así como la rápida formación de sedimentos que lleva consigo. Como ingeniero de construcción que soy, me da mucho que pensar que el mortero así como el hormigón se consigan mezclando gravilla u otros agregados más agua y cemento, que a su vez se fabrica a partir de piedra caliza sometida al efecto del calor. Pero la piedra caliza sólida está constituida por los mismos materiales básicos. Por esta razón, no es aventurado suponer que las montañas, cuyo componente principal es la piedra caliza, se hayan formado rápidamente.

Las diferentes capas de roca se formaron una a una rápidamente con las inundaciones que siguieron poco después. Esto nos da una imagen concluyente. Un animal o un ser humano camina sobre lodo blando u otro tipo de material cenagoso y deja profundas huellas. Pocas horas después llega una inundación que arrastra nuevo material blando, que se deposita sobre el fondo marino, en el que ya había sedimentos, y sobre las huellas. Esta nueva capa finamente granulada no es demasiado espesa y conserva en la última capa las huellas. La roca así formada por endurecimiento hidráulico (cal, yeso, cemento) puede eliminarse de nuevo cuando se solidifica y dejar al descubierto las huellas grabadas en una capa inferior. Así es como se procedería para abrir un molde de yeso y ver qué hay dentro. Las piezas expuestas en ambos museos de Glen Rose confirman que se hallaron huellas de dinosaurios, mamíferos y seres humanos en los mismos estratos. En las diferentes capas de roca analizadas hasta el momento se han encontrado ocho o mas huellas dejadas por especies que, según la teoría formulada por Darwin, en principio nunca podrían haber vivido en la misma época ni siquiera en épocas próximas en el tiempo. Esto demuestra que la teoría de la evolución no es válida en lo referente a la macroevolución (transición de una especie animal a otra).

Descubrimientos de los últimos cien años Una marea viva en el año 1908 se llevó parte de la piedra caliza del río Paluxy y dejó al descubierto huellas de dinosaurios. Las huellas eran enormes y pertenecían a diferentes tipos de saurios. También se descubrieron secuencias completas de huellas humanas con todas las características de un pie humano. En algunas de ellas podían reconocerse incluso los cinco dedos del pie. Por el tamaño de las pisadas —unos 35,5 cm de largo— se deduce que esas personas medían más de dos metros de estatura. En las décadas siguientes se hallaron cientos de huellas de dinosaurios en un radio de pocos kilómetros. Al lado de muchas de esas huellas, o dentro de ellas, se encontraron huellas de homínidos y de mamíferos de gran tamaño. No se trata de marcas aisladas de pies humanos, sino de secuencias de huellas dejadas alternativamente por el pie derecho e izquierdo con una distancia adecuada entre ellas. Dichas secuencias representan un desplazamiento hacia adelante comparable al andar o correr de un ser humano moderno.

Algunas personas picaron la roca para llevarse alguna huella. Uno de los ejemplares más hermosos y claros se conoce con el nombre de «huella de pie Burdick». Fue descubierta hacia 1940 en la zona de Glen Rose y durante mucho tiempo estuvo guardada en una tienda de minerales de Arizona. Después de estudiarlo muy detenidamente, el geólogo Don Patton demostró con la colaboración del arqueólogo Carl Baugh que esa huella procede de una zona del río Paluxy que posee una roca caliza muy especial, y que presenta todas las características de un pie humano ejecutando un movimiento lateral peculiar. En ese fragmento de roca con una huella de pie se hicieron cuatro cortes en la zona de los dedos y el talón. En la sección anterior se distingue claramente, entre los dedos y bajo ellos, una distribución en capas curvadas como la que se produce al ejercer una presión concreta sobre una superficie blanda. El material flexible que recibe la presión se curva en función de la tensión a la que es sometido. Asimismo bajo la zona de los dedos se observa que la roca —o, mejor dicho, el lodo de ese tiempo— fue presionada. Así lo demuestra la coloración oscura de la estructura compactada, a diferencia del color más claro en las partes de la roca que no sufrieron presión. Esto es especialmente evidente en la sección posterior de la zona del talón. El lodo blando, que en la actualidad es sólida piedra caliza, brotó entre los dedos. La estructura curva de la roca, que ahora es dura, se distingue claramente y refleja la imagen cualitativa que sería de esperar en ambos cortes de la zona de los dedos. Antes de realizar los cortes por secciones, en círculos científicos esa huella humana se consideraba una falsificación, ya que presentaba de manera demasiado evidente todas las características de un pie humano. Pero las investigaciones de los doctores Patton y Baugh demostraron que los típicos efectos sobre piedra caliza antes descritos no podían haberse falsificado. Por las razones expuestas es imposible lograr resultados iguales picando la roca dura. Por tanto, su autenticidad está demostrada. Años después, en 1970, el doctor Cecil Dougherty llevó a cabo minuciosas investigaciones en los alrededores de Glen Rose utilizando métodos científicos. Los resultados se dieron a conocer en su libro Valley of the Giants (El valle de los gigantes) El 11 de julio de 1971 el río Paluxy estaba totalmente seco, cosa que naturalmente facilitaba considerablemente las investigaciones. Lo más asombroso es que el doctor Dougherty halló huellas en los estratos superiores de la roca o directamente en la superficie. A primera vista

encontrar huellas fosilizadas de dinosaurios no parece algo insólito, pero debemos recordar que esos animales se extinguieron hace supuestamente 64 millones de años como mínimo. Según los científicos la roca se fue formando muy lentamente capa a capa durante un período muy largo, por lo que cualquier tipo de huella de animales prehistóricos debería encontrarse en estratos muy inferiores. Desde luego, no deberían hallarse huellas tan antiguas en estratos geológicos superiores. Este hecho contradice la imagen del mundo de la geología, que se basa en la teoría de Lyell sobre el efecto exclusivo, en la modificación de la superficie terrestre, de pequeñísimas fuerzas aún vigentes. Sobre este dogma se asienta la teoría de la evolución de Darwin. ¿No es extraño que algunos restos de la llamada edad de piedra, que como mucho tienen unos pocos miles de años, o incluso de la época romana se localicen a más profundidad bajo tierra que los restos de dinosaurios, que al parecer tienen entre 64 y 25O millones de años? ¿Acaso no leemos con bastante frecuencia que se han encontrado huesos de dinosaurio en cualquier parte del mundo, por ejemplo en el desierto del Gobi (Mongolia)? Y si además se localizan vestigios humanos, resulta especialmente inquietante. Además de las huellas de pies de homínidos y dinosaurios, en 1980 el doctor Dougherty halló en los terrenos de la granja Jeannie Mack la huella petrificada da una cola de dinosaurio y de una pata de perro a tan sólo un metro de distancia de la huella del pie de un dinosaurio con sus correspondientes tres dedos. Pero se supone que en la época de los dinosaurios aún no existían ni los perros ni ningún otro mamífero grande. Durante diez años el doctor Dougherty realizó investigaciones en la zona de Glen Rose y alrededores, y llegó a registrar más de cien huellas de dinosaurios y cincuenta de homínidos con calzado y sin él, así como otros curiosos hallazgos. Muchas de las huellas humanas son muy grandes y corresponden a seres humanos gigantes. Dougherty encontró una huella de 54,61 cm de largo y 20,32 cm de ancho en la zona anterior de los dedos. En el mismo estrato localizó huellas de dinosaurios con tres dedos. Si fueran falsificaciones deberíamos preguntarnos: ¿por qué imitar huellas tan grandes y, por tanto, fuera de lo normal, cuando es inevitable que por su tamaño despierten sospechas? ¿Acaso no solemos copiar lo que conocemos? Sin embargo, los seres humanos gigantescos no son tan insólitos. En Italia se halló el esqueleto de un hombre de casi tres metros de estatura.2 Se cree que el hombre más alto de nuestra época fue un estadounidense llamado Robert Pershing Wadlow, fallecido en 1940, que medía 2,72 m. También en la Biblia y en la epopeya sumeria-babilónica de Gilgamesh — quizás el escrito más antiguo que se conoce— se habla de gigantes que vivieron antes del diluvio universal.

Investigaciones de los últimos años En 1982 el doctor Baugh, juntamente con el doctor Patton, el arqueólogo australiano Clifford Wilson y otros científicos, iniciaron unos minuciosos estudios que aún prosiguen. Resulta asombroso que se sigan descubriendo nuevas pruebas y fósiles que todavía no se habían documentado. Por desgracia, se han dado a conocer casos de falsificaciones en la zona del río Paluxy. ¿Quién y por qué lo ha hecho? No se sabe. Sea como sea, en investigaciones realizadas en otras partes del mundo también se descubren falsificaciones. Los críticos suelen referirse a menudo a estos casos en el río Paluxy, sobre todo en los medios de comunicación, y los utilizan como excusa para no ocuparse de los hallazgos auténticos. La revista científica Nature informó en 1986 de las huellas humanas encontradas en la zona de Glen Rose calificándolas de engaño.4 No obstante, en el número siguiente el geólogo John Morris del Instituto de Investigación de la Creación en El Cajun (California) confirmó la autenticidad de los hallazgos.5 La controversia sigue abierta. Por esta razón el doctor Baugh es especialmente escrupuloso en sus investigaciones. Las excavaciones se realizan sólo una o dos veces por año en las cercanías del Museo de Pruebas de la Creación. Para la ocasión se invita a expertos de diferentes disciplinas y los trabajos se registran en vídeo y en fotografías. En toda la zona es posible localizar y observar sin ninguna dificultad huellas de dinosaurios y otros animales. Asimismo se observa que las huellas se encuentran sobre un estrato y que algunos metros más allá desaparecen bajo un estrato superior. ¿No sería lógico levantar ese estrato superior y dejar al descubierto nuevas huellas? Con un poco de suerte podrían encontrarse huellas humanas. En estas circunstancias sólo hay una manera de convencer a la opinión pública y a los medios de comunicación de la originalidad y, por tanto, autenticidad de las huellas: levantar ante las cámaras y en presencia de científicos y representantes de los medios de comunicación una capa de roca intacta. Si hay suerte se descubrirían huellas originales que nadie ha tocado desde que se dejaron. Según la ciencia tradicional, esas huellas tendrían una antigüedad de entre 140 y 400 millones de años. Justamente esto es lo que hizo el doctor Baugh. Naturalmente el riesgo radicaba en que en esas excavaciones concretas no se hallara ninguna huella, y no sería nada fácil conseguir que las personas invitadas procedentes de todo el mundo acudieran para presenciar un segundo intento. En uno de sus libros Baugh describe una excavación en enero de 1987. Además de varios profesores universitarios y científicos también estaban presentes periodistas del Ft. Worth Star

Telegramm. El reportero Mark Schumacher del canal de televisión Dallas Channel 5 KXAS-TV voló desde Dallas en helicóptero. En esa ocasión se descubrieron cinco huellas en las que se distinguían claramente los cinco dedos de un pie humano. Con este método se puede estar seguro de que las huellas son auténticas aun antes de someterlas a un minucioso estudio. Al mismo tiempo se desmorona la idea comúnmente aceptada de la evolución, ya que, según esta teoría y las leyes biogenéticas en vigor, dinosaurios y seres humanos no pudieron vivir en el mismo tiempo. Pero en el curso de las investigaciones se descubrieron incluso huellas humanas en estratos inferiores a las huellas de dinosaurios. Si se aplica la teoría de Darwin, el ser humano sería mas antiguo que determinadas especies de dinosaurio, ya que a mayor profundidad geológica de los estratos menos evolucionados y más primitivos son los fósiles que guardan. En la capa superior se encontró incluso un rastro completo con numerosas huellas de dinosaurios. Si estos animales se extinguieron hace 64 millones de años, es imposible que sus huellas se encuentren en la superficie terrestre ya que la erosión debería haberlas borrado. ¿Vivieron juntos seres humanos y dinosaurios en un pasado no muy lejano? ¿Acaso las huellas encontradas son muy claras porque son relativamente recientes? Por lo general, en el lecho del río Paluxy no se han descubierto huellas aisladas sino secuencias formadas por impresiones alternas del pie derecho e izquierdo. Estos rastros se han bautizado con el nombre de su descubridor. Fuera de los límites del parque nacional Dinosaur Valley están el «rastro Clark» y el «rastro Taylor». Ambos se hallan a pocos cientos de metros de distancia uno de otro y presentan huellas muy similares de homínidos y dinosaurios. El rastro Taylor fue descubierto por Stan Taylor y se encuentra en el actual lecho del río, o sea en estratos de roca considerablemente más profundos que el rastro Clark, que se localiza en el lomo de la montaña, en la capa superior de piedra caliza. Desde el punto de vista geológico ambos rastros están separados por una distancia de millones de años. El rastro Taylor se conoce desde finales de los años sesenta. En un principio se hallaron nueve huellas, pero después se retiró la piedra caliza y los cantos rodados del río que lo cubrían. Ahora las huellas pueden verse directamente en el lecho del río y cuando el Paluxy crece las cubre de agua y cantos rodados. Las primeras huellas aún se ven claramente, aunque la erosión las ha dañado un poco. Por suerte en esa zona la roca caliza posee una estructura muy sólida y, a diferencia de la roca del rastro Clark, se presta más a un estudio minucioso.

Nuevas investigaciones Después de despejar varias veces las huellas del rastro Taylor descubiertas en primer lugar, en 1988 el doctor Baugh y el doctor Patton dejaron al descubierto una nueva serie de huellas que continuaban y completaban las anteriores. Las investigaciones que se llevan realizando desde entonces han puesto de manifiesto que el rastro Taylor está formado al menos por cuatro rastros de dinosaurios que se entrecruzan. El rastro más interesante consta de quince pisadas consecutivas que discurren más o menos paralelas al actual curso del río. Las huellas se numeraron de -7 a +6. Un estudio más minucioso reveló que en las huellas fosilizadas de dinosaurio así como al borde de éstas podían verse huellas humanas.

En algunas se distinguen varios dedos —pocas veces los cinco— mientras que en otras huellas sólo se distingue el dedo gordo. Esto es normal teniendo en cuenta las condiciones especiales de la marcha sobre una superficie lodosa, ya que la velocidad y la dirección difieren en cada pisada al cambiar las características del terreno. Sea como sea, parece que un humano anduvo sobre las huellas de un dinosaurio. No es tan extraño si pensamos que para atravesar una superficie lodosa es más sencillo seguir un rastro ya existente, puesto que en las pisadas hay menos lodo. Naturalmente, las grandes huellas de un dinosaurio eran ideales para avanzar más fácilmente. Para reproducir las huellas dejadas sobre un terreno blando se han realizado diversas pruebas prácticas. Los resultados son comparables a las huellas fosilizadas y presentan las mismas características.

Debido a las circunstancias y a lo blando del barro, el ser humano y el dinosaurio debieron de pisar esa superficie en un corto intervalo de tiempo entre ellos. Poco después las huellas quedaron cubiertas por una masa blanda que las conservó. Si hay que creer a los científicos, el proceso de petrificación no pudo haber durado días, meses ni años, ya que las inclemencias del tiempo u otras influencias hubieran erosionado las huellas. De esto no hay duda. Nueva visita a Glen Rose Desde 1994 el rastro Taylor estaba de nuevo inundado, y en agosto de 1996 estaba previsto dejarlo al descubierto para proseguir las investigaciones. Yo aproveché la oportunidad para visitar otra vez Glen Rose, al doctor Baugh y su Museo de Pruebas de la Creación. Tenía que ver con mis propios ojos las pruebas de la coexistencia de dinosaurios y hombres. El 6 de agosto de 1996 llegué junto con mi familia a Ft. Worth y desde allí nos dirigimos directamente a la pequeña ciudad de Glen Rose. Lo primero que hice fue visitar a un corredor de fincas llamado Grover Gibbs, cuyas oficinas están en pleno centro de la ciudad. A principios de los años setenta hacía de guía a personas procedentes de Dallas interesadas en visitar las excavaciones del doctor Dougherty. Era, pues, testigo ocular de pruebas extraordinarias, y me confirmó la autenticidad de las fotografías que le mostré de huellas que por desgracia ya han desaparecido por acción de la erosión. A continuación nos dirigimos al Museo de Pruebas de la Creación situado fuera de la ciudad. Lamentablemente el doctor Baugh estaba ausente, porque había emprendido su tercera expedición a las selvas de Nueva Guinea con el objetivo de encontrar dinosaurios vivos o pruebas de su existencia. Los nativos de la zona hablan de dragones y tienen un miedo atroz a monstruos que al parecer devoran incluso a seres humanos y que saquean las tumbas de los miembros de las tribus. A quien sí encontré fue al geólogo Don Patton, que dirigía la excavación para despejar de nuevo el rastro Taylor. El doctor Patton se había convertido en el máximo especialista de ese rastro y el año anterior lo había estudiado con especial detenimiento. Con una temperatura tropical, mi hija Larissa y yo nos unimos a los voluntarios llegados de todas partes de EE.UU. para ayudar. Las condiciones de trabajo en el río eran muy duras, especialmente porque nos enfrentábamos con repugnantes sanguijuelas, plantas venenosas y serpientes. Era necesario retirar del lecho del río y de las huellas 30 cm de cantos rodados y subirlos por el talud de la orilla. A continuación se llenaban sacos con arena y se colocaban alrededor del rastro para poder quitar toda el agua.

Después de una semana de trabajo, el último día de la excavación apareció un equipo de la televisión japonesa que tomó imágenes de nuestro trabajo y del rastro Taylor. Por desgracia ese mismo día tuve que regresar a Alemania por motivos profesionales. Mi hija estaba tan entusiasmada por lo que estaba haciendo que decidió quedarse en Glen Rose una semana más antes de reiniciar sus clases en Alemania. Me temo que le resultará difícil conciliar las pruebas de lo que vio con lo que le enseñan en la escuela sobre la teoría de la evolución y la inviolable ley de Darwin. Durante mi estancia en Glen Rose tuve la ocasión de estudiar una formación en estratos de más de un metro de espesor en los taludes del río Paluxy. Mi hija y yo hicimos descubrimientos que no se corresponden con la idea de que los restos de seres vivos se fueron depositando allí lentamente. En condiciones normales los caracoles, los moluscos y otros animales mueren dentro del agua y se depositan en el fondo. Cuando esto sucede con frecuencia y durante el tiempo suficiente se forma una capa con fósiles semejante a la que nosotros encontramos. Cuando los moluscos mueren y se depositan en el fondo, los músculos se relajan y las conchas se abren. Tan sólo los moluscos vivos suelen tener la concha cerrada. Sin embargo, nosotros sólo encontramos impresiones de moluscos cerrados de diferentes tipos y tamaños. Esto demuestra que los moluscos no murieron de muerte natural sino que la muerte los sorprendió y no tuvieron tiempo de relajar los músculos y abrir las conchas. Las valvas cerradas son prueba evidente de una muerte repentina, y la presencia masiva de moluscos fosilizados en muchos lugares distintos indica que se produjo una catástrofe muy rápida. La ciencia tradicional afirma que los fósiles se van formando muy lentamente, ¿pero cómo se explican entonces los animales que parecen haberse fosilizado instantáneamente? Un fósil célebre es el de un pez que tiene en la boca a un pez más pequeño y que se petrificó cuando iba a comerlo. ¿Se asfixió el pez porque su presa era demasiado grande, que es la interpretación científica, o se produjo algo totalmente imprevisto que lo mató y lo conservó? Cuando el proceso de fosilización es muy rápido no sólo se petrifica el esqueleto del animal sino también sus partes blanda. En 1998 se encontró en el sur de Italia un pequeño saurio de 24 cm en el que se distinguen claramente su «intestino perfectamente fosilizado». Los investigadores italianos Dal Sasso y Signore también destacaron que las fibras musculares se habían conservado y que se observaban unos sedimentos rojizos que probablemente procedían del hígado.

Ese animal se conservó y se fosilizó rápidamente; de otro modo sus entrañas se habrían corrompido o habrían servido de alimento a otros animales. En Holzmaden (Alemania) se encontró la escena fosilizada de un nacimiento. Se trata de un ictiosaurio de unos 55 cm de largo que tiene la cabeza aun entre los huesos pélvicos de su madre. Esta fosilización no fue un caso aislado, ya que cantidades verdaderamente ingentes de esqueletos de estos saurios marinos se fosilizaron unos sobre otros, como sardinas en una lata. La enorme acumulación de cuerpos en un espacio reducido y su rápida conservación nos lleva a pensar en una auténtica hecatombe. En otros fósiles de animales se distingue aún la carne donde la piedra muestra una coloración distinta. Para que un animal se fosilice entero «con piel y pelos», debe verse rodeado rápidamente de material blando. Si este proceso se alargara demasiado, cuando la petrificación concluyera ya no quedaría ningún resto de piel y probablemente tampoco de hueso. ¿Es casualidad que descubrimientos de este tipo sean más bien la regla que la excepción? También encontramos sin dificultad gusanos fosilizados en la sección transversal de la roca caliza y en su superficie. Cuando se ve un gusano en el borde de la roca en una sección transversal es señal de que la roca caliza lo aprisionó. Puesto que también hallamos gusanos fosilizados dentro de la roca y en la superficie, podemos deducir que murieron subitamente, quedaron encerrados en la roca y se petrificaron. Por la distribución de los gusanos sabemos que son más antiguos que la roca que los rodea. Esta los rodeó rápidamente cuando aún estaba en estado blando, ya que los gusanos no podrían haber penetrado en la piedra caliza ya sólida. Cada vez nos encontramos con la misma situación: una fuerza muy poderosa debió de endurecer rápidamente el lodo original. En el lecho del río también hallamos madera fosilizada de varios tamaños con una fina estructura superficial cristalina. En su mayoría tiene muchos millones de años de antigüedad. Si los científicos tienen razón, esta madera sólo podría encontrarse en un río poco profundo en casos muy excepcionales, ya que en principio debería estar en estratos de mayor edad geológica. Teniendo en cuenta todas las circunstancias, es evidente que las teorías científicas están equivocadas. Puesto que ya se ha demostrado la autenticidad de los hechos aquí descritos y de mis propias experiencias, se deduce que es la ciencia la que ha incurrido en un grave error. En realidad hay una explicación muy sencilla para todos los hallazgos. Las huellas y los restos de diferente seres vivos en una superficie lodosa así como los fósiles deben de haberse conservado muy rápidamente, ya que de otro modo se habrían corrompido, borrado o erosionado.

El inusitado aspecto de los caracoles, gusanos y moluscos que sufrieron una muerte repentina indica que se produjo un suceso súbito, y yo apuesto por el diluvio universal que se describe en el Antiguo Testamento. Mientras que durante siglos la Biblia se interpretó de manera literal, en tiempos recientes se impuso la opinión de que el diluvio universal debía entenderse como una inundación que afectó sólo a Mesopotamia. Pero cada vez que surgen más pruebas que remiten a la anterior interpretación, la de una inundación de ámbito mundial. En este libro expondré las pruebas y los argumentos que respaldan esta hipótesis. Intentaré demostrar que hace 10.000 años como mucho se produjo un devastador diluvio que afectó a toda la Tierra y que destruyó casi por completo toda forma de vida. ¿Existió acaso Noé y su arca? Quién sabe, pero lo cierto es que hombres y dinosaurios coexistieron.

4. UN ENIGMA DEL TIEMPO Los hallazgos de huellas humanas fosilizadas son sólo una pieza del rompecabezas de una nueva visión del mundo. Si seres humanos y dinosaurios vivieron en una misma época, en los correspondientes estratos geológicos deberían encontrarse más fósiles que, según la teoría de Darwin, no deberían estar juntos. Esto también rebatiría la teoría geológica de que las capas terrestres, vistas globalmente, se fueron formando de manera continua y lenta una después de otra, milímetro a milímetro, durante mucho tiempo. Dinosaurios en la superficie terrestre El doctor Baugh informa que, además de hallazgos aislados, también se encontraron dos esqueletos de dinosaurio con cien huesos en capas cercanas a la superficie. Esto mismo se observa en casi todos los hallazgos similares en todo el mundo. En Australia se descubrió en el territorio Kimberley, cerca de Winton, un rastro de dinosaurio de más de 80 km de longitud con varios miles de pisadas de diferentes tipos de saurio. Así pues, hallar huellas fosilizadas no es casualidad ni algo excepcional, sino más bien la norma. En gran parte del planeta debieron de darse condiciones climáticas y geológicas muy similares que permitieron que las huellas se conservaran. ¿Por qué en la actualidad no se observan procesos de fosilización ni global ni localmente? Después de 64 millones de años cualquier tipo de resto —ya sean esqueletos o huellas de pies— de la época de los dinosaurios deberían estar enterrados en capas muy profundas de la tierra. El hecho de que muchos fósiles se encuentren al descubierto se justifica con explicaciones del tipo corrimientos de laderas, influencia de terremotos, dislocaciones de las capas terrestres o redisposición de los estratos en la corteza terrestre. No obstante, estas explicaciones sólo satisfacen a un observador desinteresado y sólo pueden justificar casos muy aislados.

En abril de 1998 la revista científica Illustrierte Wissenschaft informó de un hallazgo insólito. Alan Dawn, un geólogo aficionado británico, descubrió el esqueleto casi completo de un saurio acuático carnívoro de unos tres metros de largo. Este esqueleto de una especie que se cree extinta desde hace 150 millones de años no se encontró a muchos metros de profundidad, como podría suponerse por razones geológicas y biológicas, sino que los huesos incluso sobresalían de la tierra. En el interior de Mongolia, concretamente en la estepa Xilin-Gol, los arqueólogos hallaron la osamenta de un gran saurio, el mayor encontrado nunca en Asia. Se calcula que ese dinosaurio de 21 metros de largo y seis metros de alto debió de pesar 100 toneladas. La zona en la que se hizo el descubrimiento se denomina «cementerio de dinosaurios» por los múltiples esqueletos y huevos de dinosaurio fosilizados que se han encontrado.3 ¿Es normal hallar como si nada un esqueleto en la estepa después de más de 70 millones de años? Incluso suponiendo que se produjeran fuertes tormentas con sus correspondientes remolinos de nieve, esta contingencia debería considerarse un extraordinario caso de buena suerte. No obstante, en la prensa siguen apareciendo casos de hallazgos similares. En Brasil una mujer sacó a su perro a pasear y descubrió un esqueleto de dinosaurio. Unos pescadores que pescaban ante las costas de Sumatra atraparon en sus redes un esqueleto que tomaron por los restos de un dragón. Los científicos que viajaron hasta allí lo identificaron como los restos de un dinosaurio acuático. ¿No es sorprendente que después de al menos 64 millones de años se pesque sin más un esqueleto? ¿Después de tanto tiempo esos huesos no deberían haberse descompuesto, estar cubiertos por corales o haber sido borrados de un modo u otro de la faz de la Tierra? En todas partes del mundo se encuentran huevos fosilizados de dinosaurio, incluso nidos intactos. En el pasado yo también acepté de manera tácita algo que no está demostrado: que los nidos con grandes huevos también pertenecen a dinosaurios, aunque a este respecto siempre pienso en aves. En realidad, no está probado que todos los huevos sean de dinosaurio. Sea como sea, en la provincia china de Henan se hizo un descubrimiento de este tipo, y en el Hospital Metodista de Arcadia (California) se estudió un huevo con rayos láser especiales y rayos X. De este modo pudo verse el embrión que contenía el huevo. Los hallazgos fósiles de materiales perecederos que contenían algo muy delicado, pero que durante el proceso de fosilización no se han corrompido ni destruido, son la prueba de un proceso de conservación muy rápido. A los dinosaurios no se los enterraba como a las personas. La mayoría de los restos de nuestros antepasados se hallan en tumbas, donde estaban protegidos de una rápida descomposición. No obstante, incluso los huesos se desintegran en relativamente poco tiempo. ¿Cómo se explica entonces que después de tantos millones de años aún se encuentren tantos restos de dinosaurios, a los que nadie enterraba?

Se han hallado huesos de estos animales prehistóricos en América del Norte y del Sur, Africa, Europa, Australia, Mongolia e incluso en la Antártida. En todas partes se descubren esqueletos y restos fosilizados muy cerca de la superficie o incluso directamente en la capa superior. Si lo pensamos con detenimiento advertiremos que es verdaderamente insólito. En principio, un animal que moría en tiempos prehistóricos debía descomponerse. Los esqueletos de varios metros de longitud y, sobre todo, varios metros de altura no se conservan así como así, ¡y menus aún en arena suelta!. Y desde luego no completos y como un armazón óseo tridimensional. Si nuestras hipótesis sobre los tiempos prehistóricos fueran acertadas, en Africa el suelo debería estar repleto de fósiles y huesos a medio petrificar de multitud de animales muertos años antes. Desde luego no es así. Por tanto, sólo hay una explicación: en poco tiempo el material de aluvión, arena, loes o ceniza volátil que se endureció rápidamente cubrió y conservó los cuerpos. Además de estos descubrimientos de la época de los dinosaurios, que únicamente documentan la presencia corporal en una época que no conocemos, debemos referirnos de nuevo al martillo fosilizado fabricado por seres humanos que he descrito minuciosamente en el capítulo anterior hallado en un estrato de roca datado de una época similar. Este hallazgo no es un hecho aislado: en todo el mundo se han encontrado otros objetos rodeados por roca. En 1844 David Brewster informó del descubrimiento de clavos en una cantera del norte de Inglaterra en bloques macizos de piedra arenisca en un escrito titulado «Queries and Statements Concerning a Nail Found Imbedded in a Block of Sandstone Obtained from Kongoodie (Mylnfield) Quarry, North Britain» en la British Association for the Advancement of Science. En 1887 Frederick Wright describió un hallazgo similar de una figura de barro en Man and the Glacial Period (El hombre y el período glacial). El 22 de junio de 1884 se encontró en Rutherford-Mills (Inglaterra) un hilo de oro manufacturado en el interior de roca pura a 2,5 m de profundidad. Otro enigma son las esferas metálicas de Sudáfrica que se descubrieron en una mina de pirofilita cerca de Ottosdal. Se trata de esferas metálicas con estrías grabadas alrededor, que forzosamente han de ser más antiguas que la pirofilita que las rodea, la cual tiene la friolera de 2.800 millones de años. ¿Debemos creer que los orígenes de la humanidad se remontan tan atrás en el tiempo? Según esto, el ser humano habría existido en la Tierra antes que los dinosaurios, los trilobites y otros animales que la evolución considera anteriores a nosotros. Visto así, habrían existido seres humanos desde que la vida empezó a desarrollarse y cuando las demás formas de vida eran tan sólo organismos unicelulares. Esto es lo que se desprende de la datación geológica, siempre y cuando los hallazgos no sean falsificaciones o la datación

científica de las rocas no esté equivocada.

Siempre surge el mismo problema: hay algo que no cuadra en la cronología, las eras de la Tierra y la evolución. En el libro Mondblitze, Luc Bürgin expone el problema de las esferas grabadas. Bürgin se puso en contacto con el doctor Roelf Marx, del Museo Klerkdorp, que posee algunas de las muchas esferas encontradas. Marx le contó un curioso incidente: una de las esferas de forma oval estaba expuesta en el museo. Un día se dieron cuenta de que la bola había girado. En principio se creyó que el personal de limpieza o los visitantes del museo la habrían movido, pero después de fijar perfectamente la cubierta de vidrio con el soporte, la esfera empezó a rotar de nuevo. Se observó que el huevo de metal daba una vuelta alrededor de su eje cada 128 días. Con las demás esferas se observaron fenómenos similares. Bürgin da cuenta asimismo del descubrimiento de esferas construidas artificialmente en una mina de carbón cerca de la ciudad de Most (República Checa). Esos objetos también tenían estrías, aunque en su composición había roca volcánica además del acero. Estas esferas presentaban la peculiaridad de que siempre apuntaban al Polo Norte. En febrero de 1961 se encontró cerca de Olancha (California) una geoda de piedra (cuerpo rocoso mineral de forma esférica) con moluscos fosilizados en su superficie y con una edad calculada de al menos medio millón de años. Las radiografías mostraron en ambas mitades de la geoda partida un instrumento metálico brillante que no ha podido ser identificado. En un principio ambas mitades de la geoda estaban unidas con un perno o eje metálico. Otros objetos, como un tornillo o una extraña moneda, se han encontrado en piedras o en estratos rocosos muy profundos, donde en principio no deberían estar. La razón es evidente: todos estos objetos tienen que ser más antiguos que la roca que los envuelve y a la que los geólogos atribuyen unánimemente una antigüedad de muchos millones de años. Un hallazgo especialmente interesante es el que realizó el profesor Joseph Davidovits del Institut Geopolymer de Francia, quien halló un cabello mientras analizaba con el microscopio muestras de roca tomadas de un bloque de piedra de la pirámide de Kéops de Gizeh. O bien el cabello es más antiguo que la piedra o el bloque de piedra fue fabricado artificialmente. Las investigaciones y mediciones de los bloques utilizados para construir la pirámide habían determinado un grado de humedad demasiado elevado para tratarse de piedra natural, aunque es el grado normal del hormigón. Esto indicaría que los bloques de la pirámide de Kéops se fabricaron artificialmente, al menos en parte, ya que otra parte es indudablemente piedra natural. Si esta sensacional hipótesis no fuera correcta, entonces el cabello encontrado tendría una antigüedad increíble, puesto que sería anterior a la piedra. No obstante, ambas soluciones chocan frontalmente con nuestra visión convencional del mundo.

A pocos kilómetros de Glen Rose, cerca del monte Chalk, se hizo otro sensacional descubrimiento en una capa con diversos fósiles. Se trata de un dedo humano completamente petrificado formado por la misma piedra caliza que los estratos de roca de la zona de Glen Rose. Ópticamente no se distingue ninguna diferencia con el dedo de una persona viva. Por estudios comparativos se deduce que es el dedo de una mujer, cuyo tamaño es un 20 % mayor que la media actual. Incluso la uña se ha conservado completa. Tras efectuar un corte y examinar con rayos X la estructura interna del dedo fosilizado, se ha identificado no sólo el hueso original sino también la médula ósea. Mientras estaba enterrado en material blando fue sustituido por minerales naturales.10 Este hallazgo es desde luego poco corriente, casi podría decirse que único porque no sólo los huesos sino también la carne se petrificó por completo. Esto sólo pudo ocurrir si el dedo quedó rápidamente enterrado en material blando y sin oxígeno, y tanto el suelo como el dedo se endurecieron muy rápidamente, ya que de otro modo los tejidos se habrían descompuesto. Figura 3: Radiografía del dedo. En la radiografía del dedo fosilizado no se aprecia ninguna diferencia en comparación con el dedo de una persona viva. El 16 de junio de 1987, en una de las excavaciones del Museo de Pruebas de la Creación organizadas por el doctor Baugh, se descubrió un diente con una coloración oscura. Se encontraba a menos de 10 cm sobre la segunda capa de piedra caliza en suelo virgen. Por su tamaño y su forma cabía pensar que había pertenecido a un niño. Un dentista de Dallas confirmó esta hipótesis después del primer examen externo y determinó que su forma externa y sus medidas coincidían con las de un incisivo superior humano. En esta excavación se hallaron asimismo huesos de una tortuga, las raíces fosilizadas de un helecho y dos dientes más muy cerca de allí el 18 de agosto de 1992 y el 11 de agosto de 1993 respectivamente.

En conjunto aún no se ha demostrado de manera definitiva el origen de estos descubrimientos. Mientras que el examen externo de las piezas dentales realizado por varios dentistas confirma su similitud con los dientes de un ser humano moderno, los múltiples análisis de la estructura y la composición superficial efectuados por diversos institutos no dan un resultado claro. La conclusión es que no puede determinarse el origen del diente: en su aspecto posee características típicamente humanas, pero la estructura del esmalte de su superficie remite a las características de los dientes de los peces. Hasta ahora no se tiene noticia de descubrimientos similares. Así pues, no hay una conclusión definitiva. Por lo que se sabe hasta el momento hay dos posibilidades: o bien se trata de una especie de pez desconocida hasta ahora con dientes de aspecto parecido a los dientes humanos, o se trata de los dientes de un ser humano que quizá vivió antes del diluvio universal y cuyo esmalte posee una estructura similar a la de los peces. Sea como sea, estas dos posibilidades no son compatibles con lo que hasta ahora conocemos. Un habitante de Glen Rose llamado George Adams descubrió dos cráneos humanos fosilizados y un esqueleto de una mujer que medía 2,10 m de estatura en estratos geológicos muy antiguos, mejor dicho demasiado antiguos. Estos huesos se encontraron a algunos kilómetros de distancia de Glen Rose, aunque todavía en la zona del río Paluxy. Los fósiles no se han podido datar con precisión. En 1987, el doctor Dougherty halló en el parque nacional Dinosaur Valley la huella de la mano izquierda de un niño junto a las huellas de pisadas de un dinosaurio.12 El doctor Baugh hizo un descubrimiento similar de huellas humanas y de dinosaurios en un estrato geológico muy parecido, aunque en este caso se trataba de la huella de una mano derecha en la que se distinguen los cinco dedos. En su conjunto da la impresión de que la persona estaba medio agachada y se apoyaba sobre la mano derecha. La única conclusión posible del hecho de hallar juntas huellas de seres humanos y de dinosaurios así como la clara impresión de una mano humana es que los dinosaurios y los seres humanos vivieron en la misma época. Como ya he mencionado, en 1980 el doctor Dougherty encontró la marca de una pata de perro junto a la pisada de un dinosaurio con tres dedos. Asimismo localizó una serie de siete huellas fosilizadas de las patas de un gran felino —presumiblemente un tigre de colmillos de sable—, que por su tamaño debió de tener una altura de lomo de unos 2 m. También se encontró parte del cráneo de un tigre de colmillos de sable, que vivió en la misma época que los dinosaurios y el hombre.

En los mismos estratos se halló un casco de caballo con parte de los huesos. Si debemos creer a la ciencia académica, en la época de los dinosaurios sólo existían pequeños mamíferos primitivos como máximo del tamaño de una rata. En estos estratos geológicos estos hallazgos están fuera de lugar y, por tanto, todos deberían ser falsificaciones. Si se demostrara la autenticidad de tan sólo uno de los descubrimientos que se exponen en este libro, sería preciso reescribir la historia del origen de todas las formas de vida así como los fundamentos de la geología.

Trilobites Hasta el momento me he limitado a exponer hallazgos de seres humanos o animales que se supone que no vivieron hasta millones de años después de los dinosaurios, pero cuyos restos se localizan en las mismas capas geológicas que éstos. Pero también hay fósiles que se supone que provienen de una época anterior a la de los dinosaurios y que se han hallado en las mismas capas que los restos de seres humanos, mamíferos y dinosaurios. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a los trilobites de diferentes especies y tamaños, que supuestamente se extinguieron súbitamente como muy tarde hace 400 millones de años, o sea, 150 millones de años antes de que los dinosaurios empezaran a dominar la Tierra. Los trilobites son cangrejos primitivos (artrópodos) con multitud de pequeños pies y un duro caparazón quitinoso dividido en tres partes que vivieron preferentemente cerca de la costa de mares poco profundos, valles fluviales o pantanos. Estos trilobites están considerados en la ciencia académica como fósiles indicadores y desempeñan un importante papel en los métodos geológicos de datación indirecta, ya que se cree saber con seguridad cuándo surgió y se extinguió toda la especie. Según la teoría de Darwin las formaciones más antiguas sólo contienen los organismos simples. Por tanto, si se localiza un estrato únicamente con formas de vida primitivas, según el darvinismo ese estrato será también muy antiguo. Por la misma regla de tres los organismos complejos, como huesos humanos, sólo pueden aparecer en formaciones recientes y, por tanto, en capas superiores. De modo que tenemos un sistema simple pero rígidamente estructurado que no permite excepciones y que, por tanto, no tiene una base sólida, ya que justamente la excepción parece ser la regla. Sea como sea, la geología data la historia de la Tierra basándose en los fósiles indicadores que se encuentran en los estratos rocosos. Oficialmente no hay lugar a dudas. Asimismo este método demuestra la evolución, ya que el darvinismo puede apoyarse en la datación geológica de los estratos y determinar así la antigüedad de los organismos según la edad del estrato en el que se halló. Así surge una cadena de conclusiones inductivas que es como un pez que se

muerde la cola. Puesto que la teoría del origen de las especies ya no se considera únicamente una teoría sino una ley inviolable, o sea un dogma, uno puede utilizar el darvinismo para demostrar otra teoría y así demostrar la evolución. La conclusión inductiva tiene fuerza de prueba y ya no se puede poner en duda. Dicho de otro modo: es una prueba que se demuestra a sí misma, lo que se conoce como perpetuum mobile. No conozco ningún punto de la Tierra en el que se haya documentado de manera completa o aproximada el orden de la evolución mediante la clasificación y excavación de las capas terrestres con los fósiles que contienen. Cuando se habla de esto con geólogos admiten que quizás es preciso excavar en 50 lugares distintos de la Tierra para poder seguir todos los pasos de la supuesta evolución. Pero, siendo tantos los yacimientos, ¿cómo puede saberse cuál es el orden correcto? Para saberlo se aplica la ley de Darwin, según la cual cuanto más primitivos sean los organismos hallados, más antiguos son. Conforme al darvinismo, las especies más simples no deben aparecer en los estratos más jóvenes, o sea más superficiales, junto con formas de vida más desarrolladas. Así de sencillo. Por tanto, según la ley de Darwin los trilobites no deberían hallarse junto a dinosaurios, mamíferos ni seres humanos. Según la teoría de la evolución —o quizá debería decir «ley» de la evolución—, estos hallazgos no deberían producirse. Sería tan imposible como encontrar un dinosaurio vivo en la actualidad. Paro en las capas de piedra caliza del río Paluxy se han encontrado multitud de trilobites junto a pisadas de dinosaurios, mamíferos y homínidos. El Museo del Condado de Somervell de Glen Rose alberga una gran cantidad de estos y otros fósiles representantes de organismos primitivos así como animales más desarrollados en estado petrificado que se han descubierto en las últimas décadas en la zona de río Paluxy. También en el Museo de Pruebas de la Creación pueden verse otras piezas similares e igualmente extraordinarias. En 1968 William Meister se dedicaba a su afición de buscar fósiles junto con su familia. A 69 km al noroeste de Delta, en el estado de Utah (EE. UU.), hizo un importante descubrimiento. Mientras picaba en la roca se desprendió una capa y observó asombrado que en la placa de roca podían verse dos huellas humanas, naturalmente fosilizadas. Eran las pisadas de un pie derecho y otro izquierdo sin detalles perceptibles como las marcas de los dedos o el talón. No era difícil deducir que ese ser humano iba calzado, ya que el borde de las suelas había dejado unas marcas claramente visibles en una superficie blanda. A causa del peso del cuerpo los tacones habían dejado una impresión más profunda que las puntas de los pies, que es justo lo que cabría esperar. El hallazgo de una huella de calzado fosilizada es algo casi impensable, ya que se supone que los seres humanos no empezaron a llevar calzado hasta hace unos pocos miles de años.

Pero la gran sorpresa y la bomba científica está en el borde interno del tacón. El pie izquierdo había pisado un trilobite, que alguien como Meister pudo identificar rápidamente. Este descubrimiento, del que los científicos académicos han hecho caso omiso, demuestra que el darvinismo y la evolución son pura invención. Según la opinión científica comúnmente aceptada, ese ser humano debería haber vivido hace cientos de millones de años, ya que los trilobites se extinguieron mucho antes de la época de los dinosaurios. Los geólogos determinaron asimismo que la roca que contenía las huellas pertenecía al tiempo de los trilobites. Según esto, el ser humano sería más antiguo que los dinosaurios, ya que, conforme a la historia de la evolución, en la época de los trilobites aún no existían los dinosaurios.

¿Debemos creer entonces que el ser humano está en la Tierra desde el principio de la evolución? Si las huellas son verdaderas, ésta sería la conclusión, a no ser que se considere la posibilidad de que un extraterrestre visitara la Tierra y dejara sus pisadas. Cabe mencionar asimismo que cerca de estas huellas se hallaron otras pisadas fosilizadas, aunque no presentaban las mismas características. ¿Es más joven la Tierra de lo que se cree? El trilobite vivió con todos los demás animales y seres humanos en la misma época. Así lo demuestran los fósiles descubiertos en los estratos geológicos del rio Paluxy. Las capas terrestres se formaron más rápidamente de lo que sostienen los geólogos y los defensores del darvinismo. Las reliquias de muy diversos seres vivos —incluyendo los fósiles guía, los trilobites— que vivieron de manera sincrónica confirma que los dinosaurios, los seres humanos y los mamíferos no pudieron vivir hace 400 millones de años, época en que los trilobites se extinguieron, sino que convivieron hasta hace relativamente poco tiempo, cuando una inundación global estuvo a punto de destruir nuestro planeta. En los capítulos anteriores ya he expuesto muchas pruebas que apoyan la tesis de que las capas de la superficie terrestre se formaron bastante más rápidamente de lo que suponen los geólogos. Si no fuera así, no se habrían podido encontrar las huellas petrificadas y el martillo fosilizado recubierto de piedra caliza. El hallazgo de helechos y árboles prehistóricos es una prueba más de esta afirmación. En la época anterior al diluvio tanto unos como otros crecían bastante más que ahora; en diferentes partes del mundo se conocen reliquias fosilizadas de estas plantas gigantescas. Los helechos de unos 20-30 m de altura poseían unas raíces muy gruesas. En los estratos del río Paluxy no sólo se han hallado huellas de pies sino también raíces fosilizadas, algunas de las cuales atraviesan varias capas de roca sólida. Esos helechos quedaron recubiertos y se conservaron

en muy poco tiempo, ya que de otro modo se habrían descompuesto rápidamente. El hecho de que atraviesen verticalmente varias capas es una prueba más de que los estratos de roca se formaron muy rápidamente de manera consecutiva. Por las razones mencionadas, es imposible que esos estratos se formaran lentamente. La única conclusión que se puede sacar del conjunto de hallazgos descritos es que la Tierra es más joven, probablemente mucho más joven de lo que afirman la geología y el darvinismo. Al menos hay que restar a la historia de la Tierra 400-500 millones de años, ya que no hubo una evolución desde los trilobites al ser humano, sino que todo coexistía.

En el número especial que la revista PM dedicó a los dinosaurios puede leerse: «En muchas zonas de la Tierra no existe ninguna roca del triásico, el jurásico y el cretáceo. O bien nunca existieron o con el transcurso de millones de años la erosión las ha reducido a arena que ha arrastrado al mar. Por esta razón el mapa de la era de los dinosaurios tiene grandes lagunas».18 Si lo he entendido bien, ¿estratos que se supone que se formaron durante un período de la historia de la Tierra que duró más de 200 millones de años desaparecen sin dejar rastro, pulverizados, en amplias zonas del planeta? ¿Dónde está toda esa arena? Las perforaciones realizadas en los fondos marinos demuestran que todos los desiertos del mundo y todos los sedimentos del mar son insuficientes. La primera hipótesis es la correcta: los períodos triásico, jurásico y cretáceo no existieron nunca. Las zonas que presentan estratos de estos supuestos períodos fueron el escenario de una gran catástrofe. Las rocas se licuaron, después se solidificaron de nuevo rápidamente y formaron una nueva corteza terrestre, que en un abrir y cerrar de ojos se tragó todo tipo de restos de origen orgánico y animal. Las zonas menos afectadas por las repercusiones del diluvio universal y la actividad volcánica —causados por los impactos de cometas— presentan menos formaciones rocosas de este tipo o ninguna. Dicho de otro modo, debido a los impactos de cuerpos cósmicos la corteza terrestre se abrió y se generaron temperaturas de hasta 100.000 °C, que disminuían a medida que aumentaba la distancia respecto al lugar del impacto. Puesto que las temperaturas eran distintas, también la roca se fundió en mayor o menor grado. Los animales y las plantas que estaban muy cerca de los focos de la catástrofe simplemente se calcinaron sin dejar ningún rastro. Las sustancias de la Tierra ablandadas que las aguas arrastraron a las zonas interiores cubrieron súbitamente los animales muertos o aún con vida, que después se petrificarían y se convertirían en los fósiles que conocemos. Esto explica por qué algunos animales se encuentran rodeados por la roca «con piel y pelo» mientras que otros son sólo esqueletos: el tipo de hallazgo depende de la temperatura que reinaba. Cuanto más lejos del punto del impacto, más completos se conservaban los objetos y seres vivos. Teniendo en cuenta esto no es de extrañar que el mapa de los dinosaurios

presente grandes lagunas, ya que para que esos y otros animales y plantas quedaran aprisionados en roca y se conservaran debían darse determinadas condiciones de temperatura y de presión. En las zonas menos afectadas por la catástrofe así como en las regiones situadas alrededor del punto de impacto se encuentran menos fósiles, o incluso ninguno. A lo largo del libro expondré otras pruebas que respaldan estas afirmaciones.

Figura 4. Hallazgos en estratos geológicos. Representación cualitativa de las capas terrestres de las diferentes eras geológicas, que según la teoría de la evolución pueden ordenarse de manera clara y contienen fósiles muy concretos. Los animales que figuran a la derecha únicamente pueden aparecer en estas capas. Es decir, un trilobite no puede aparecer junto a huellas humanas ni huesos de dinosaurios. A la izquierda los hallazgos están más o menos ordenados según el modelo científico y la supuesta antigüedad de los estratos. En principio puede hallarse todo junto en casi todas las capas. Por esta razón no es posible ordenarlos directamente. Merecen especial atención las raíces o los troncos de árboles prehistóricos que atraviesan varios estratos. ¿Hay que borrar bastante más que esos 400 millones de años de la historia de la Tierra? Si las capas terrestres se formaron y se solidificaron rápidamente en la superficie del planeta cabe preguntarse: ¿por qué no pudo desarrollarse la Tierra de modo igualmente rápido antes del diluvio universal? ¿Hubo un segundo siniestro de grandes proporciones, quizás el súbito nacimiento de la Tierra? Un examen atento de los múltiples estratos geológicos superpuestos permite distinguir dos grandes tipos. El estrato inferior —o sea, el más antiguo— presenta con frecuencia importantes inclinaciones, está formado por depósitos de rocas eruptivas y tiene la superficie erosionada. Sobre ésta se superponen múltiples capas horizontales de aspecto diverso, que en general se han formado con rocas sedimentarias. Pero los estratos horizontales —es decir, paralelos y con una superficie no erosionada— dan testimonio de que durante una inundación se produjeron fases consecutivas de sedimentación muy rápidas. La roca base se formó con capas a menudo muy erosionadas e inclinadas durante una catástrofe, mientras que las capas superiores paralelas a ésta surgieron a raíz de una enorme inundación. Esta disposición de las capas presenta variaciones en algunos casos debidas a la influencia de catástrofes locales de mayor o menor alcance.

Figura 5. Diversos descubrimientos de fósiles. ¿Por qué hay fósiles cualitativamente distintos? En la zona A, cerca de los impactos cósmicos o las erupciones, todos los seres vivos quedaron calcinados: ningún fósil. Un poco más lejos (zona B) el calor era tan intenso que los tejidos del cuerpo se calcinaron pero los huesos no. El lodo arrastrado por las masas de agua los cubrió y se endureció rápidamente, de modo que los huesos se conservaron (a veces oscurecidos, como quemados). En esta zona se hallan esqueletos en la roca sólida. Aun más lejos del epicentro (zona C) los animales se conservaron con carne, piel y pelo por el mismo procedimiento que en la zona B. Aquí se encuentran animales completos en la roca. La zona D no sufrió elevadas temperaturas ni olas gigantes. Las capas de lodo tampoco son muy pronunciadas, por lo que las masas de agua de la inundación arrastraron los cuerpos de los animales y algunos de ellos acabaron en fosas comunes. Prueba: numerosas fosas comunes de diferentes especies animales en todo el mundo. Puesto que no pudo haber una evolución, tampoco se necesita un largo espacio de tiempo para la formación de aminoácidos y el nacimiento por causalidad de un organismo unicelular que supuestamente fue el punto de partida de la evolución. En este caso podría prescindirse de varios cientos de millones de años. ¿Quizá la Tierra primitiva se enfrió mucho más rápidamente de lo que se supone? ¿Y si nuestro planeta fuera en realidad relativamente joven? El estudio intensivo de bibliografía muy vanada me convenció de que los descubrimientos probaban que la humanidad tenía al menos 60 millones de años de antigüedad y que por lo tanto la Tierra también era muy antigua. Pero una objeción me inquietaba: si la humanidad es tan antigua, ¿por qué la reserva mineral no se ha agotado hace mucho tiempo? Calculando la cantidad de materias básicas insustituibles que hemos explotado y agotado en los últimos 100 años, después de al menos 60 millones de años la humanidad tendría que haber acabado con todo. Pero, si se acepta la hipótesis de que todas las formas de vida coexistieron hasta el diluvio universal —acaecido como mucho hace 10.000 años—, mi objeción es una prueba más de que la Tierra es un planeta joven.

Hallazgos en todo el mundo Hasta el momento me he limitado a exponer los descubrimientos en la zona de Glen Rose. Debido a que los estratos de roca están dispuestos horizontalmente las excavaciones en esa zona son muy provechosas, aunque en otras partes del mundo se han hecho descubrimientos similares. El arqueólogo Rex Gilroy, director del Museo Mount York de Australia, encontró en Australia huellas petrificadas de gigantescos homínidos y un cráneo cerca de las huellas de pisadas de un brontosaurio. En Hughenden, a unos 200 km al nordeste de Winton, en Queensland, aún se hallan numerosos fósiles marinos. En tiempos prehistóricos se cree que la zona era un mar interior. La máxima atracción de la ciudad es un esqueleto de dinosaurio de 14 m de altura hallado en la garganta Porcupine George. Al sudoeste de Winton, en Australia oriental, se localizaron muchas huellas de pisadas que pueden visitarse. De este modo uno puede convencerse con sus propios ojos de que animales de diferentes épocas en realidad coexistieron. No se trata únicamente de huellas de dinosaurios, sino de todo tipo de animales de diferente tamaño, como emúes y otros. Si se acepta la teoría de la evolución, no es posible encontrar juntos restos de estos animales en un mismo estrato, pero las pruebas en piedra sólida están ahí. Se calcula que la edad geológica de esos estratos es de 100 millones de años. En Australia también se han encontrado huesos y esqueletos completos de dinosaurios de las mismas especies que en el resto del mundo. Por tanto, cuando esos animales vivían debían existir al menos puentes entre los continentes, aunque lo más probable es que hubiera sólo un gran continente más o menos cohesionado. En 1996 pude contemplar en el Museo de Queensland, de Brisbane, el esqueleto montado de un dinosaurio y un trozo de la roca original con las huellas de estos y otros animales. En Turkmenistán, junto a las numerosas huellas de dinosaurios y esqueletos de animales prehistóricos, hay también huellas fosilizadas de seres humanos.

Estos descubrimientos son comparables a los de la zona de Glen Rose, lo que demuestra que el caso de Texas no es algo aislado y fruto de la casualidad. En todo el mundo se hallan paralelismos biológicos y geológicos. También se han encontrado huellas petrificadas de dinosaurios en África, Georgia, Uzbekistán o Alemania. En Münchehagen (Baja Sajonia) pueden contemplarse huellas fosilizadas de saurios parcialmente cubiertas para protegerlas. En Barkhausen, cerca de Bad Essen, se hallaron rastros petrificados de saurópodos y de un terópodo en lo que hoy en día es una meseta rocosa bastante inclinada. La imagen global es similar a la de Glen Rose, aunque no hay huellas humanas. Por tanto, las huellas fosilizadas no son un fenómeno local, sino que en todo el mundo debió de producirse un proceso de idéntica naturaleza que en la actualidad ya no se puede observar. En el valle Gadafaova de Níger (África) existe una especie de fosa común de dinosaurios. En un valle fluvial de 175 Km de longitud murieron cientos de ejemplares distintos y en la actualidad están enterrados a una profundidad máxima de 10 m; algunas de las columnas vertebrales sobresalen de la arena del desierto como una cadera de pequeñas colinas. En todo el mundo se encuentran hallazgos semejantes cerca de la superficie después de 64 millones de años, aunque esto no encaja en modo alguno en la visión geológica que tenemos del mundo. En el desierto del Gobi (Mongolia) abundan los cementerios de saurios, y muchos de los esqueletos se encuentran al descubierto en la superficie. El Museo de Mongolia Interior de Hohhot, capital de Mongolia interior, alberga además de esqueletos de saurios hallados en las cercanías un mamut petrificado que se localizó en una mina de carbón. Hallar un mamut petrificado es algo excepcional, pero aún es más interesante que este hallazgo esté en relación con el carbón. No he podido averiguar si el mamut se encontró en carbón de piedra o lignito, que es más joven. El lignito de la cuenca del Rin y de algunas zonas de Asia (Siberia, Mongolia) se formó hace unos 60 millones de años, pero también se han hallado yacimientos de tan sólo 5 millones de años. En el primer caso habría un desfase temporal, ya que los diferentes tipos de mamuts —que podían alcanzar hasta cuatro metros de alto— vivieron hace 24 millones de años por lo que, a diferencia de los dinosaurios, no pueden encontrarse en antiguos estratos de carbón. Los antepasados del mamut tenían aproximadamente el tamaño de un cerdo y vivieron hace 55 millones de años, o sea después de la extinción de los dinosaurios. Cerca de Grand Junction (EE. UU.) se encuentra el parque Dinosaur National Monument. La atracción del parque es una pared de roca en la que pueden admirarse esqueletos de dinosaurios. En una sala que resguarda las rocas, visitantes de todo el mundo pueden observar cómo los paleontólogos dejan al descubierto huesos fósiles.

Lo más destacable es que los esqueletos están dispuestos casi perpendicularmente, como si se hubieran petrificado de pie. Esto significa que los dinosaurios se conservaron muy rápidamente, ya que de otro modo los huesos estarían en posición horizontal, es decir bidimensional, por el proceso de putrefacción y descomposición. Por tanto, esos dinosaurios quedaron completamente enterrados en muy poco tiempo y se conservaron. La roca de varios metros de espesor que envuelve a los esqueletos debió de formarse rápidamente, y no lentamente a lo largo del mucho tiempo. Pero los geólogos justifican de manera muy distinta la posición casi erecta de los saurios. Después de la extinción de esos animales prehistóricos se habrían formado las montañas — hasta aquí de acuerdo— y la roca compacta se habría desplazado de una posición horizontal a otra vertical. Es decir, los geólogos creen que las montañas se formaron lentamente plegándose cuando los estratos de roca originales estaban fríos. Pero si esta hipótesis fuera correcta, la mayoría de las montañas y las rocas presentarían muchas más grietas, ya que la roca fría posee una estructura sólida que no es ni flexible ni elástica. Si se ejerce una gran presión sobre una capa de roca sólida que está en posición horizontal, la roca se agrietará en muchos puntos porque tan sólo puede soportar fuerzas de tracción muy débiles. Justamente para evitar que se formen grietas, el hormigón se refuerza con una armadura de acero. De este modo es capaz de tolerar la tracción generada por el doblamiento. Cuando estas fuerzas no pueden compensarse, en los lugares en que el esfuerzo es mayor se forman fisuras. El hecho de que los huesos fosilizados quedaran rápidamente envueltos en roca y que los estratos rocosos curvos no presenten grietas demuestra que la roca estaba en un estado flexible-elástico antes de deformarse. ¿Cómo si no podrían haberse metido los huesos dentro de roca sólida? La única respuesta es que los huesos quedaron rápidamente rodeados por la roca cuando ésta aún estaba blanda. No hay otra explicación. Las huellas de pies humanos de entre 150 y 600 millones de años de antigüedad se fosilizaron de la misma manera. En 1938 la Science News Letter informó del hallazgo de huellas humanas fosilizadas en Kentucky. Henry Schoolcraft y Thomas Benton escribieron en 1822 acerca de descubrimientos similares en The American Journal of Science and Arts. Por su tamaño, esas huellas de pies también pertenecen a seres humanos muy grandes. La revista Science News Letter del 29 de octubre de 1938 informa de más huellas humanas fosilizadas halladas en Pensilvania. En un estrato carbonífero en Fisher Canyon, en el condado de Pershing (Nevada), se descubrió en el año 1927 la impresión de un zapato. La suela es tan clara que incluso se distinguen marcas de una especie de hilo retorcido. Se le atribuye una antigüedad de 160-195 millones de años.

Si esta huella se ha conservado es porque el estrato carbonífero debía de ser blando y moldeable cuando se dejó. Los paralelismos con las huellas dejadas en la piedra caliza son evidentes. Por tanto, el carbón no pudo formarse —al menos no exclusivamente— a través de un proceso de carbonización de elementos orgánicos. Este carbón, como roca sedimentaria, en un momento dado era blando y debió de endurecerse rápidamente, ya que de otro modo la marca habría desaparecido por el efecto de la erosión. El fenómeno del endurecimiento rápido de las rocas sedimentarias no se limita a casos aislados o a determinados tipos de roca. Extraordinarios descubrimientos en capas de carbón Por lo que sabemos, el carbón se formó también hace millones de años. No obstante, es un hecho que en diversas épocas y lugares del mundo se han hecho extraordinarios descubrimientos en fragmentos de carbón o en capas carboníferas. Así, por ejemplo, en 1883, en un artículo titulado «Eve’s Thimble» (El dedal de Eva) publicado en la revista American Antiquarian, J. Q. Adams informó del hallazgo de un dedal aprisionado en carbón. En junio de 1976 Harry Wiant comunicó en el periódico Creation Research Society Quarterly el hallazgo de una cuchara también dentro de carbón. En el mismo periódico Wilbert Rusch escribió un artículo titulado «Human Footprints in Rocks» (Huellas humanas en rocas) en el que describía el sorprendente hallazgo de un caldero de hierro en un pedazo de carbón. John Buchanan describe en 1853 un instrumento de hierro fabricado artificialmente que se encontró en una capa de carbón en las cercanías de Glasgow, Escocia. En un bloque de carbón del período terciario se halló en 1855 un cubo casi perfecto de 785 g de peso y que estuvo expuesto en un museo de Salzburgo hasta 1910. Estaba compuesto por una aleación muy dura de carbón, níquel y acero con una pequeña cantidad de azufre. Otro insólito descubrimiento en carbón fue el de una cadena de oro de ocho quilates.

En este caso se hizo eco de la noticia el Morrisonville Times de la ciudad de Morrison, Illinois, el 11 de junio de 1891. Según publicó la revista ScientificAmerican el 5 de junio de 1852 se halló en estratos carboníferos un recipiente de metal con revestimiento de plata. Esta lista podría ampliarse aun más, ya que se han descubierto objetos muy diversos, como una campana de bronce o plantas del pasado más remoto de la Tierra en lugares en los que no deberían hallarse. Además, todos estos objetos fabricados artificialmente son más antiguos que el carbón, ya que estaban empotrados dentro. Naturalmente también se han localizado restos de dinosaurios y de otros animales prehistóricos en estratos carboníferos. En una mina de carbón en Bernissart (Bélgica) se halló un verdadero cementerio natural con fósiles de una especie de dinosaurio (iguanodonte), tortugas, cocodrilos y muchos peces. Puesto que tanto al carbón como a los dinosaurios se les atribuye una gran antigüedad, se plantea una contradicción más que evidente: el hallazgo conjunto de carbón, animales prehistóricos, dinosaurios y objetos fabricados artificialmente demuestra que esos animales y el ser humano vivieron antes de que se formara el carbón, ya que esos artefactos se hallaron dentro de él. Si todos los restos pertenecen a la misma época, se plantea una pregunta decisiva: ¿vivieron juntos mamíferos, dinosaurios y seres humanos hace al menos 64 millones de años o poblaron la Tierra hace relativamente poco tiempo? El diluvio universal que he mencionado anteriormente podría proporcionar una explicación lógica, puesto que podría haber sido el responsable de la formación de carbón y petróleo. Una violenta inundación pudo enterrar árboles y otras plantas. Después, la alta presión —generada, por ejemplo, por las masas superpuestas o las ondas de choque así como por un efecto colateral del diluvio que sumaba calor y la falta de aire— habría desencadenado el proceso de carbonización de los árboles. Sin embargo, en función del tipo de carbón, el factor más importante es una temperatura elevada. Cuando este proceso se ha puesto en marcha, automáticamente produce calor y presión, por lo que ya no es preciso un calor y una presión exteriores. Recordemos que el carbón se presenta en formas muy variadas: carbón de piedra, lignito, antracita o turba. Todos estos tipos de carbón se diferencian fundamentalmente por su proporción de compuestos de carbono: la turba posee un 40-60 %, de compuestos de carbono, el lignito 6070 %, el carbón de piedra 70-90 % y la antracita 90-99 %. ¿Se formó el carbón tan rápidamente como los estratos de piedra caliza descritos? Las investigaciones más recientes así parecen confirmarlo. Esto daría una explicación concluyente a los variados objetos hallados en yacimientos de carbón.

Para que el proceso de carbonización sea rápido se precisa un catalizador que acelere estas reacciones químicas. Se ha observado que muchos yacimientos de carbón se encuentran sobre viejos estratos de arcilla o barro, y que se presentan en combinación con materiales procedentes de erupciones volcánicas. Éstas habrían sido las circunstancias que se dieron con el diluvio universal. Teniendo en cuenta que las reservas mundiales de carbón ascienden a unos 5 billones de toneladas, es evidente que debemos buscar causas globales, es decir que hayan afectado a todo el planeta. Naturalmente, algunos yacimientos de carbón pueden tener su origen en catástrofes de alcance local. El monte Saint Helens El 18 de mayo de 1980 entró en erupción el volcán Saint Helens, situado en la costa occidental de EE. UU., en el estado de Washington. Esto llevó a la creación en 1982 del parque nacional Mount St. Helens Volcanic Monument, que comprende la zona afectada directamente por la violenta erupción. La catástrofe destruyó unos 390 km2 de bosques. El volcán vertió grandes cantidades de lava a los valles. El cono del volcán se redujo en 400 m y quedó un cráter de 1,5 km de ancho situado más al norte. En la actualidad este parque nacional es una de las maravillas naturales más impresionantes de América. Cientos de miles de tocones y troncos de árbol fueron arrastrados al Spirit Lake junto con un enorme volumen de material biológico y cenizas volcánicas. En pocos años se depositó en el fondo del lago una enorme cantidad de material orgánico y, sobre todo, restos de madera mezclada con ceniza volcánica. Mucha de la turba así generada posee una estructura y un aspecto similares al carbón. La corteza de los árboles se desprendió, se hundió y se depositó en forma de gruesas capas en el fondo. Parte de los tocones, que conservaban algunas ramas, se clavaron verticalmente en el lodo, ya que lo primero que se hundía eran las pesadas raíces. Si se produjera una nueva erupción, estos árboles y las capas de turba ya existentes quedarían completamente enterrados bajo cenizas volcánicas calientes y otros sedimentos del lago con exclusión de aire. Entonces se darían todas las condiciones para que se transformaran definitivamente en carbón bituminoso. En 1986, el doctor Steve Austin realizó unas intensivas investigaciones, y en la actualidad aun se siguen controlando los procesos geológicos.35 A partir de esto es posible inferir que el proceso de formación del carbón no tuvo que durar millones de anos, sino que si se dan las condiciones adecuadas, puede completarse con relativa rapidez en muy poco tiempo.

En 1924 se halló en la mina de carbón Castle Gate (Utah) la primera huella de un dinosaurio tridáctilo.36 En la actualidad ya se han localizado cientos de huellas similares en Utah y Colorado, que a veces forman rastros completos. Todas estas huellas tienen en común que se encuentran en la superficie de las capas. Además, muchas de ellas están mezcladas con piedra arenisca o calcárea. Figura 6. Huella en carbón. En la mina Castle Gate (Utah) se halló en 1924 esta huella que dejó un dinosaurio tridáctilo en la superficie de una capa de carbón con restos del lodo de las aguas que en otro tiempo debieron cubrirla. ¿Cómo se explica que haya huellas de dinosaurios en la superficie de las capas de carbón? Estos animales debieron de caminar sobre terreno ligeramente lodoso, los pies se hundieron hasta la capa de carbón que había por debajo del barro y dejaron sus huellas en la superficie de aquélla. Se sobreentiende que en ese momento el carbón aún estaba blando, pero que poco después se endureció, ya que si no la erosión habría eliminado las huellas, O sea, es la misma situación que permitió la formación de huellas fosilizadas en piedra calcárea o arenisca. Según la ciencia académica, el carbón se forma a partir del lignito en un proceso de carbonización en el que predominan los procesos geoquímicos (presión, temperatura). ¿De dónde procede la necesaria presión y temperatura para que el carbón situado cerca de la superficie en un fondo acuático se solidifique? El carbón sólo pudo formarse si se produjo un cataclismo, y, puesto que los yacimientos de carbón se distribuyen por todo el mundo, debió de tratarse de un cataclismo de carácter global. La explicación científica es que la vegetación muerta formó una capa orgánica en el suelo y quedó cubierta de tal modo que no le llegaba el oxígeno que habría desencadenado el proceso de descomposición. La temperatura necesaria habría procedido del calor geotérmico generado simplemente desde el interior de la Tierra. Con el tiempo esa capa se habría convertido en un estrato carbonífero. ¿Y se supone que los dinosaurios caminaron sobre esta capa calentada a la que no llegaba oxígeno? ¿En circunstancias normales basta con el calor procedente del interior de la Tierra para iniciar el proceso de carbonización? Más adelante presentaré una alternativa a esta explicación de cómo se formaron el carbón y el petróleo cuando describa con más detalle el diluvio universal.

La paradoja temporal y la evolución El problema que se plantea con los descubrimientos que he descrito y muchos otros similares es determinar a qué época pertenecen, ya que se encuentran en un lugar que supuestamente no les corresponde y en capas geológicamente demasiado antiguas. Por esta razón, se habla siempre de falsificaciones. ¿Pero quién se supone que se dedica a esconder por todo el mundo objetos manufacturados en profundas capas bajo el suelo? Si creemos las afirmaciones de los geólogos sobre la antigüedad de los estratos, los hallazgos de origen artificial u orgánico en esos estratos dan resultados imposibles. ¿O acaso se supone que el ser humano pudo vivir en un tiempo en el que sólo existían organismos unicelulares sin ningún otro animal ni planta? O bien todos esos descubrimientos son falsificaciones, cosa que la ciencia académica afirma sin estudiar cada caso por separado para mantener su modelo de pensamiento, o el reconocimiento de la autenticidad de un solo hallazgo haría estallar como una pompa de jabón la teoría de que la Tierra es muy antigua así como la teoría de la evolución. Por tanto, si presuponemos que al menos un hallazgo es auténtico, es preciso formular una teoría completamente distinta. Puesto que los objetos encerrados en la roca o en carbón son más antiguos que el material que los rodea, sólo hay una conclusión posible: la roca es mucho más joven de lo que se supone, y en el momento en que esos objetos quedaron aprisionados debía tener una consistencia blanda. Debido a algún tipo de cataclismo, como el diluvio universal que he descrito. Esto debió de pasar hace relativamente poco tiempo. Con esta hipótesis desaparece la paradoja temporal y la autenticidad de los descubrimientos descritos ya no es un enigma, sino un fenómeno que responde a las leyes naturales. Naturalmente, la incómoda consecuencia sería que debería atribuirse a las rocas una edad mucho menor. Por consiguiente, la corteza terrestre sería más joven e lo que se supone, partiendo de un carácter y un desarrollo global de los acontecimientos. En este caso, y dado el corto lapso de tiempo tampoco pudo haber evolucion. ¡No a había tiempo para que as especies evolucionaran! Esta es la única consecuencia lógica. Pero, si no hubo evolución, debemos preguntarnos: ¿de dónde provienen todos los seres vivos complejos? Sólo hay una respuesta: fueron creados por alguien.

Hasta hace 200 años el hombre y la mujer occidentales creían en la Biblia. ¿Y acaso en ella no se dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza? Puesto que Dios es un ente espiritual y, en caso de que exista, probablemente no puede verse ni tocarse, la fe fue sustituida por una solución que a primera vista parecía lógica —la evolución—, ya que desde el punto de vista material y sólido era la única alternativa. Ya no era preciso creer que Dios creó el mundo a cámara rápida. Darwin ofreció a la humanidad la explicación que necesitaba, pero todos los hechos expuestos en este libro revelan que la noción de evolución no es más que un callejón intelectual sin salida.

5. MONSTRUOS DEVORADORES DE TIEMPO Los métodos geológicos de datación directa sólo dan resultados mínimamente aceptables si se presuponen ciertas las teorías de uniformidad de Lyell y Darwin durante las largas eras geológicas. Pero si hubo un fin del mundo, las condiciones marginales y los requisitos simplemente no pueden ser correctos. Por esta razón los métodos de datación directa no pueden sino dar valores ilógicos e ilusorios. Si la datación directa es un error de la teoría, los métodos indirectos basados en la contrastación se han manipulado conscientemente para respaldar el darvinismo. Estos métodos no demuestran de manera definitiva la edad de las rocas. Fosas comunes La supuesta antigüedad de la Tierra, que la geología considera un hecho probado, tan sólo se sustenta en la datación científica a través de métodos directos e indirectos. La historia de nuestro planeta se ha dividido en eras a las que se ha puesto nombres como neozoico, mesozoico, paleozoico o criptozoico, e incluso se ha determinado cuánto duraron exactamente. Pero si realmente hubo un diluvio universal, los métodos científicos de datación que permiten averiguar la edad de un objeto de más de 5.000 años hasta un máximo de 10.000, no sirven. En este capítulo analizaré de manera crítica las dataciones geológicas y demostraré que se basan en fundamentos erróneos. Esto supone que todo lo que nos han enseñado sobre la historia de la Tierra es básicamente una teoría falsa, podría decirse incluso que pura invención. Se calcula que el 95 % de todos los fósiles hallados son animales vertebrados de origen marino; el 4,75 % son plantas y algas, y la mayor parte del 0,25 % restante son animales invertebrados, por ejemplo insectos. La parte más pequeña de este 0,25 % restante corresponde a los animales terrestres, incluyendo mamíferos y seres humanos. En todo el mundo se han hallado unos 1.300 esqueletos de dinosaurio —aunque la tendencia es al alza— y el número de cráneos y otros huesos fosilizados de seres humanos aún es mucho menor. Para que un hueso se fosilice debe quedar enterrado bajo sedimentos y agua, a ser posible en movimiento, para que los poros de aire se llenen con cristales duros de calcita o pirita. Por esta razón, los fósiles son casos excepcionales.

Por el tipo de la mayoría de los hallazgos, se deduce que se produjo una catástrofe marina. Resulta muy interesante que los fósiles marinos se encuentren también a altitudes de varios miles de metros. Es evidente que con una inundación de tales proporciones quedaron muy pocos restos de animales terrestres y de homínidos. Es lógico que las aguas arrastraran juntos los restos de los animales terrestres. También en cuevas muy altas y en grietas en las rocas deberían encontrarse grandes cantidades de huesos de los animales que buscaron protección allí. Lo cierto es que en todo el mundo se conocen auténticos almacenes de huesos. En las fosas de asfalto y las cuevas de La Brea, cerca de Los Ángeles (California) se encontraron los restos de cientos de animales de muy diversas especies y géneros, como caballos, perezosos, camellos, mamuts, bisontes, pavos reales y búfalos. Los huesos estaban amontonados y revueltos, como en un vertedero. En su libro En busca del Arca perdida de Noé, Charles Berlitz escribe sobre descubrimientos similares en todo el mundo: «En Gales y Devonshire, así como en algunas zonas del sur de Inglaterra, se han hallado en colinas fosas llenas de huesos destrozados de hienas, hipopótamos, elefantes, osos polares y otros animales conocidos. También en el oeste del continente europeo se conocen yacimientos similares. En las grietas de las rocas del monte Genay de Francia hay huesos de rinocerontes, elefantes, leones y uros; en los Alpes suizos se han encontrado restos óseos de cocodrilos, enormes avestruces y osos polares. En Dakota una elevada presión comprimió en bloques los huesos de camellos y caballos con los huesos de animales de difícil identificación. En Nebraska se encuentran restos de rinocerontes y de cerdos enormes.» Al norte del lago Ontario y en Vermont, situados respectivamente a 132 y 150 m por encima del nivel del mar, se han encontrado los huesos de una ballena. En colinas y hendiduras entre las rocas en el centro de Francia se hallaron acumulaciones de huesos rotos de mamuts, rinocerontes lanudos y otros animales. En la Borgoña francesa hay una capa sedimentaria a más de 400 m de altitud con restos destrozados de renos, caballos, mamuts y otros animales. En Plymouth (Inglaterra) se encontraron restos de especies animales muy dispares —leones, hipopótamos, bisontes, lobos, mamuts, rinocerontes, osos y caballos— revueltos y hechos mil pedazos mezclados con lascas de cantos vivos. Las rocas de Gibraltar están llenas de hendiduras con multitud de huesos rotos y astillados de conejos, bueyes, rinocerontes, linces, lobos, osos, hienas, panteras y otros animales. Los restos óseos están rotos en mil pedazos pero no aparecen desgastados ni mordidos.

En el pasado las islas Liajov, en el norte de Siberia, se llamaban islas de los huesos, justamente porque tanto en tierra firme como en el mar abundaban los yacimientos de huesos.4 Otro lugar conocido por el mismo motivo son las cuevas Cumberland en Maryland (EE. UU.). En 1912, durante una excavación, salió a la luz una cueva con una curiosa acumulación de animales. Los restos pertenecían a animales de zonas climáticas muy dispares: fría-templada (lemings, conejos, puercos espinos), o también cálida (cocodrilos). También se hallaron restos de animales extintos y de otros aún vivos (ardillas, visones) así como huesos de habitantes tanto de zonas secas (coyotes, tejones) como húmedas (castores, ratas almizcleras) y boscosas (ardillas) y animales típicos de campo abierto (caballos) en un confuso revoltillo. Todas estas criaturas murieron al mismo tiempo. La acumulación en un único lugar de restos de animales procedentes de zonas climáticas muy distintas no puede explicarse simplemente con una sucesión de largos períodos glaciares, como hace la ciencia académica. Los huesos hallados en las cuevas Cumberland demuestran lo contrario: un cataclismo en un momento concreto. Pero los huesos presentan otra característica que es más importante si cabe para los objetivos que nos hemos propuesto alcanzar en este libro: los huesos rotos de la cueva no muestran ningún rastro de haber estado sometidos a la acción del agua durante largo tiempo. Por lo tanto, esos huesos no pudieron haber estado en un río mucho tiempo. Esto excluye que violentas olas gigantes lanzaran los cuerpos de los animales contra las rocas, de modo que se rompieran huesos y esqueletos, y se mezclaran todas las especies animales con cantos rodados y fragmentos de roca.5 Nadie parece dispuesto a hablar de que las fosas comunes con restos de animales se han encontrado en estratos geológicos de origen muy distinto (jurásico, cretáceo, terciario), así como en capas carboníferas. El hecho de que estas fosas comunes con animales de tan distintas especies se encuentren en todo el mundo sólo es posible si se produjo una repentina y catastrófica inundación. Al mismo tiempo, los procesos de fosilización son un indicativo de que se dieron condiciones fuera de lo común. El cuerpo de un animal muerto está sometido a procesos de destrucción mecánica (temperaturas), química (ácidos) o biológica (descomposición). Por esta razón en la actualidad ya nada se petrifica, aunque cada día muere una infinidad de seres vivos. Para que el cuerpo de un animal se conserve y se fosilice el material orgánico debe estar rodeado de un envoltorio protector. Dado que los fósiles normalmente se hallan dentro de formaciones rocosas, en el momento oportuno la roca tuvo que estar en estado líquido o, al menos, tener una consistencia blanda. La petrificación sólo puede durar mucho tiempo en casos muy excepcionales. Pero los fósiles no son una excepción, sino que se encuentran distribuidos con abundancia por todo el mundo. En un banco calcáreo en Inglaterra se hallaron multitud de trilobites en una posición poco usual, ya que estaban enrollados sobre sí mismos. En esa especie de trilobites, los anillos del

tronco estaban compuestos de quitina, como ocurre con las cochinillas que tienen la capacidad

50 de enrollarse en caso de peligro. Y justamente en esta posición se encontró una gran masa de trilobites muertos por una repentina catástrofe.6 Otro ejemplo de muerte en masa son los amonites, cuya súbita y completa extinción sigue siendo un misterio para la ciencia. Estos animales que en otro tiempo poblaban casi todos los mares poseían una especie de concha y eran buenos nadadores. ¿Por qué se extinguieron tan de repente en todo el mundo? Sus primos hermanos, los nautilos, sobrevivieron y algunas especies han llegado incluso hasta nuestros días. Esta aparente contradicción se consideraba hasta ahora una prueba en contra del carácter global de una catástrofe en la prehistoria de la Tierra, ya que de otro modo los nautilos no hubieran podido sobrevivir. La solución a este enigma radica en la diferente estructura de las conchas de ambos animales. Mientras que las paredes intermedias del amonites estaban curvadas hacia adelante, las del nautilus se curvaban hacia atrás, lo que les permitía sumergirse a mayor profundidad que los amonites, que vivían exclusivamente en aguas poco profundas.7 Esta diferencia fue la clave de la supervivencia de los nautilos. Los amonites tuvieron que sufrir con toda su violencia una enorme crecida y una reducción de la temperatura, mientras que los nautilos pudieron refugiarse en los fondos marinos donde reina una temperatura constante gracias a la capacidad de almacenamiento del agua. Las diferentes especies de amonites poblaron los mares desde hace unos 400 millones de años y se extinguieron junto con los dinosaurios presumiblemente hace unos 64 millones de años. Así pues, un enigma científico y un argumento contra una muerte en masa de carácter global es justamente un argumento lógico y contundente a favor del diluvio universal. Las fosas comunes de muy diversas especies animales no son conciliables con nuestro concepto de una Tierra que cambia sólo muy lentamente. Las causas de esta muerte en masa de ámbito mundial y la extinción de muchas especies animales se han convertido en una de las cuestiones más controvertidas. La teoría de una catástrofe global, que durante mucho tiempo estuvo mal vista, va tomando cada vez más cuerpo.

51 Figura 7: Sección longitudinal de un nautilo. Obsérvense las paredes intermedias curvadas hacia atrás. Por esta razón sobrevivieron en los fondos marinos, a diferencia de los amonites. ¿Son fiables los métodos de datación? Con el método de determinación de la edad con el radiocarbono o carbono 148 a menudo se obtienen resultados distintos para el mismo objeto. Por otra parte, los resultados inverosímiles no son un caso excepcional. La revista Science ha dado a conocer el caso de una concha de molusco a la que el método del carbono 14 atribuyó una edad de 2.300 años. En realidad, se trataba de un ejemplar vivo.9 En otro caso la edad de la concha de un caracol asimismo vivo se fijó en 27.000 años.10 El controvertido método del carbono 14, descubierto en 1947 por Willard Libby, se basa en el principio de la desintegración del carbono radiactivo. Todos los seres vivos absorben en su sistema metabólico pequeñas cantidades del isótopo radiactivo del carbono, de símbolo químico C. Estos isótopos 14C se producen en zonas altas de la atmósfera bajo la acción de la intensa radiación cósmica, al reaccionar con los isótopos del nitrógeno del aire. Cuando un ser vivo muere, deja de absorber estos isótopos. Los átomos radiactivos que se han ido acumulando en su cuerpo empiezan a desintegrarse a un ritmo determinado, que se conoce como período de semidesintegración, y que para el 14C es de sólo 5.730 años. Transcurrido el doble de este tiempo, es decir 11.460 años, la proporción ha descendido hasta el 25 % del valor inicial, y después de 23.000 años en el cuerpo sólo queda el 6,25 % de los isótopos acumulados en él en un principio. Este 6,25 % es un valor muy bajo, ya que la concentración de átomos 14C en el cuerpo nunca es muy elevada.

52 Figura 8. Disminución de la concentración de carbono. A partir de 20.000 años las dataciones con el método del carbono 14 no son nada fiables, ni siquiera cuando las condiciones son ideales. Por esta razón las dataciones de edades superiores a 20.000 años no pueden hacerse con la necesaria precisión, puesto que la proporción de los isótopos aún presentes desciende drásticamente. Con este método incluso diferencias mínimas pueden conducir a grandes errores de medición. El método del carbono 14 tan sólo ofrece resultados fiables para los últimos 5.000 años con un índice de error del 10 %, ya que con una edad mayor el número de los isótopos que se miden se reduce radicalmente y tiende a cero. A la incertidumbre técnica de la medición se le añaden factores de incertidumbre que ponen en tela de juicio las mediciones con este método. Hasta ahora se ha trabajado con el supuesto de que la cantidad de carbono en la atmósfera se ha mantenido más o menos constante durante la historia de la Tierra. ¿Pero podemos estar seguros? En el pasado múltiples factores pudieron haber tenido una influencia más o menos grande en las capas superiores de la atmósfera en las que se genera el isótopo 14C: • Contaminaciones atmosféricas por erupciones volcánicas. • Gases de escape y emisiones de todo tipo. • Una modificación de la intensidad de la radiación cósmica (actividad de las manchas solares). • Pruebas atómicas o accidentes de reactores nucleares. • Meteoros que penetran en la atmósfera u otros cuerpos macizos. Los cambios climáticos producidos por catástrofes globales o cataclismos han ejercido una influencia muy significativa. Si antes del diluvio había otra atmósfera con menos cantidad de

53 carbono, los resultados de las mediciones dan una edad demasiado alta. Un conocido ejemplo es la determinación de la edad de las plantas que crecen justo al lado de una autopista. Debido al contenido anormalmente elevado de carbono, las mediciones dan resultados erróneos. Por tanto, hay muchos factores que perjudican en mayor o menor grado la capa de ozono o que pueden cambiar la radiación cósmica. El resultado es que la formación de radiocarbono se acelera, puesto que la radiación cósmica aumenta drásticamente. Esta es la razón por la cual cada vez se duda más de las mediciones con el método del carbono 14 para grandes espacios de tiempo. El siguiente símil ejemplifica de manera muy clara esta problemática. Si encontramos una vela encendida en un cuarto cerrado con una ventana también cerrada, basándonos en la proporción de oxígeno y dióxido de carbono en la sala así como en el tamaño y la cera que aún le queda a la vela respecto a su tamaño original, podemos calcular cuánto tiempo lleva encendida. Para ello se presuponen unas condiciones constantes, como el cuarto cerrado y la cantidad de oxígeno. Hasta aquí la situación se corresponde con los métodos convencionales de datación que utiliza la ciencia. ¿Pero quién nos dice que la ventana, que equivaldría al cielo, no se ha abierto en algún momento y después se ha vuelto a cenar? ¿Cuánto tiempo estuvo abierta? ¿Se dieron en el pasado condiciones especiales que aceleraron la combustión? ¿Acaso el viento u otros incidentes apagaron la vela y otro hecho volvió a encenderla? Son preguntas sencillas pero sin respuesta.11 La duración de la vela sólo puede calcularse según ciertas presuposiciones y condiciones previas. La datación de las sustancias orgánicas e inorgánicas también se realiza sin conocer las condiciones básicas. Por lo general, la antigüedad de los restos fosilizados de nuestros antepasados se calcula con métodos indirectos, ya que de otro modo en los análisis se destruirían parte de los escasos fragmentos óseos. Dichos métodos son la datación del estrato en el que se hallaron los huesos, que es un tema sobre el que ya he expuesto mis dudas fundadas. La ciencia es consciente de la incertidumbre de las dataciones, pero hace caso omiso, por lo que se han desarrollado métodos científicos de medición para hacer creíbles y demostrables los resultados de las dataciones efectuadas con los métodos que he descrito. Cronologías manipuladas Un conocido procedimiento es el de la dendrocronología, que consiste en comparar el grosor de los anillos de crecimiento de los troncos y yuxtaponer los anillos de árboles de diferente edad, con lo que se obtiene un supuesto calendario completo de los grosores de los anillos de crecimiento durante un período de 10.000 años.

54 Este método, que los defensores de la teoría de las glaciaciones consideran infalible, en realidad es uno de los más imprecisos. ¿Cómo podemos estar seguros de que en el pasado sólo se formaba un anillo cada año? El grosor de un anillo depende de las condiciones climáticas de cada lugar, que son las que determinan el ritmo de crecimiento del árbol. No es necesario ser un experto en la materia para darse cuenta de que el clima varía mucho de una zona a otra. En las laderas de las montañas suele llover mucho más que en los valles situados más abajo. También influye el punto cardinal: las laderas orientadas al norte son más umbrías y las condiciones de crecimiento son peores que en las soleadas laderas meridionales.* En casos extremos, árboles que crecen a pocos kilómetros de distancia presentan anillos de grosor muy distinto y no pueden compararse. Además, normalmente no se conoce dónde crecían los árboles más antiguos. Desde este punto de vista, las superposiciones de los anillos de crecimiento de los árboles primitivos parecen arbitrarias, especialmente si se tiene en cuenta la corta vida de las coníferas. En este caso las superposiciones se multiplican y aumenta la posibilidad de error. La cronología elaborada para las coníferas abarca los últimos 12.000 años. El profesor HansUlrich Niemitz y Christian Bloss cuestionaron la fiabilidad de los métodos de datación en un artículo titulado «El engaño del método del carbono l4 y de la dendrocronología»: «Los expertos saben que, sin la ayuda protectora de la dendrocronología, el método del carbono 14 ya hace tiempo que estaría acabado: una medición efectuada con este método únicamente tiene valor con la amplia fuente de calibrado que proporciona la dendrocronología».12 Y añaden: «Por el contrario, muy pocos saben que la dendrocronología sin el C14 nunca habría logrado establecer una secuencia completa con los anillos de crecimiento», O sea, que dos métodos poco seguros se respaldan y se demuestran uno a otro. De este modo, para datar las eras geológicas se llega a un sistema análogo al de la geología y el darvinismo, en el que una prueba se demuestra a sí misma. Pero en este tipo de procedimientos comparativos el método de medición debe ser incuestionable, lo que en estos casos no se da. A partir de dos métodos dudosos nunca puede extraerse una prueba; a lo sumo una hipótesis. El método de datación del pasado más reciente de la Tierra por varvas aún es menos fiable. Se afirma que las varvas (depósitos de arcilla) y las coloraciones calcáreas anuales permiten determinar sin ninguna duda una antigüedad de hasta 10.000 años. Se parte del principio de que cada año se forma una capa de lodo en las depresiones lacustres o marinas. Pero si realmente se produjo el diluvio universal que describo en este libro, con cada avenida se fueron depositando multitud de capas de barro. De este modo, lo que se supone que se formó con el transcurso de miles de años en realidad corresponde quizá sólo a un día. El método de las varvas esta abierto a la arbitrariedad y la casualidad.13

* Esta afirmación sólo es válida para el hemisferio norte. En el hemisferio sur es exactamente a la inversa (N. de la rev.).

55 Las mismas objeciones se aplican a la «magnetoestratigrafía, que se basa en el paleomagnetismo de las rocas sedimentarias magnéticas».14 Se afirma que este método permite determinar edades de hasta 50.000 años, pero tampoco se conocen los ritmos de crecimiento por período de tiempo ni la intensidad del magnetismo en la Tierra que reinaba mientras la roca se solidificaba. Todos los métodos de datación descritos son imprecisos, ya que no se conocen las condiciones primitivas, que además son distintas de un lugar a otro. No obstante, aún se sigue intentando proyectar al pasado las condiciones actuales constantes con ayuda de las teorías de uniformidad de Darwin y Lyell. La incorrecta datación de hallazgos inorgánicos Con el método del carbono 14 únicamente se puede determinar la edad de materiales orgánicos, pero no de los materiales inorgánicos (roca). Para ello se han desarrollado otros métodos, algunos de los cuales analizaré con espíritu crítico. En la mayoría de ellos -análisis de la termoluminiscencia, procedimiento de la resonancia de espín de electrón o resonancia magnética- toman como valor orientativo el período de semidesintegración o la cantidad de radiación liberada. Su base son los mecanismos de las cadenas de desintegración de la radiactividad natural, especialmente del uranio 238, que es el más común en la naturaleza. Mi intención es cuestionar la base de estos métodos de datación y demostrar que sólo son efectivos en casos especiales teóricos que en la realidad no existen, porque no se dan las necesarias condiciones. Se presupone que los únicos isótopos que había en la atmósfera primitiva son los que en la actualidad aún están presentes. ¿Contienen acaso las rocas restos de una radiación desconocida que ya no podemos detectar en la atmósfera? Debido al diferente tiempo de desintegración de este isótopo, que se incluye linealmente en la datación, obtendríamos una edad muy distinta. Asimismo se da por supuesto que la intensidad de la radiación apenas ha variado en los 4.500 millones de años de la historia de la Tierra. Siguiendo la línea de los argumentos expuestos en el apartado anterior, es evidente que este método de datación no tiene un fundamento teórico válido, por lo que debe descartarse de plano. Quizá cuando los geólogos reconozcan esta discrepancia, cuando se admita que el darvinismo está equivocado y se tomen en consideración las consecuencias de las catástrofes en la historia de la Tierra, será posible efectuar dataciones precisas y seguras.

56 La rápida solidificación de las rocas sedimentarias Algunos científicos tienen desde hace tiempo una actitud crítica respecto a las cuestiones de la datación. Los estudios de Robert Gentry, que expondré con más detalle en el próximo capítulo, confirman las dudas respecto al fundamento teórico de la datación del granito, que es una roca primitiva que se formó antes que las rocas sedimentarias como el esquisto, la piedra caliza o la piedra arenisca.15 Hasta ahora nadie ha podido observar cómo se forma una roca, exceptuando el enfriamiento de la lava incandescente. Por tanto, todas las explicaciones acerca del origen, o mejor dicho, del proceso de solidificación de los componentes minerales originales son únicamente una hipótesis. Normalmente, para que cualquier material rocoso suelto se compacte se precisa una temperatura elevada o una enorme presión. Por esta razón, la única explicación geológica para la existencia de rocas metamórficas en la superficie -o sea, de rocas transformadas a partir de sedimentos o magma (por ejemplo, bajo presión la piedra caliza se cristaliza en mármol)- es una profunda convulsión. Se supone que las rocas se formaron por la presión y el calor a muchísimos kilómetros de profundidad de la corteza terrestre, donde llegaron a raíz de reordenaciones de la corteza terrestre. Después, nuevas convulsiones las habrían hecho aflorar. En definitiva, toda una aventura muy improbable suponiendo que a lo largo de la historia de la Tierra se mantuvieran unas condiciones uniformes. Sin embargo, éste es el único modelo que según la geología puede dar cuenta de la necesaria presión que debió ejercerse sobre los sedimentos para que se produjera la aparentemente imprescindible compresión y, con ella, la compactación de los sedimentos. En condiciones atmosféricas normales es imposible que, en la superficie de la Tierra, los materiales sueltos se conviertan en roca, ya que para ello se precisa calor o presión o un endurecedor hidráulico (carbonato de calcio). No obstante, teniendo en cuenta la teoría de que los cambios en la Tierra son siempre paulatinos, no puede hablarse de una convulsión global de los estratos geológicos. Esta es la razón por la cual este proceso se conoce con el nombre científico de metamorfosis regional. Siendo supuestamente un proceso regional resulta ciertamente curioso que se encuentren rocas formadas por metamorfosis en todo el mundo: la excepción es la regla. ¿No sería más adecuado hablar de metamorfosis global, es decir, de un proceso de ámbito mundial? Naturalmente esto implicaría que se produjeron catástrofes de un tipo y un alcance que supuestamente no se dieron. Ni siquiera los geólogos se ponen de acuerdo sobre si el granito, como roca primitiva, surgió por transformación -o sea, si es metamórfica- o si por el contrario es una auténtica roca eruptiva. Mediante una teoría completamente distinta intentaré demostrar el endurecimiento rápido que sufrieron estas rocas y también los sedimentos de la superficie. El granito se formó a partir de la sustancia, entonces líquida, de la Tierra primitiva y parece que se fue endureciendo lentamente con el paso del tiempo dando lugar a diferentes formas

57 cristalinas. Esta roca plutónica y granulada está compuesta principalmente por cuarzo, mica y feldespato o un conglomerado similar. Aproximadamente el 60 % de la corteza es feldespato en forma de feldespatos alcalinos sódicos. El producto de erosión del feldespato es el caolín, la materia prima para la fabricación de porcelana. La arcilla también está formada principalmente por caolín, que junto con la arena y otros elementos se comprimen a alta presión y se someten a un proceso de combustión a más de 900 °C para fabricar azulejos. ¿Pudo ocurrir este proceso en la naturaleza durante un cataclismo? Sí, siempre y cuando, pese a la visión del mundo que defiende la ciencia académica, se haya producido una gran catástrofe unida a elevadas temperaturas. En estas condiciones las rocas se habrían endurecido tan rápidamente como el hormigón o la cerámica cocida. Como expondré con más extensión, el impacto del diluvio universal (es decir, el impacto de meteoritos) generó temperaturas muy superiores a 1.000ºC, que cerca del lugar del impacto llegaron hasta más de 100.000°C. Así lo demuestran las simulaciones por ordenador. Por tanto, sí se dieron las condiciones para una rápida combustión de la mezcla del interior de la Tierra. Con la combustión a alta temperatura de piedra caliza y arcilla (marga) se obtiene cemento, responsable del rápido endurecimiento del hormigón. La clase de cemento más importante se denomina Portland y contiene hasta un 5 % de yeso o anhidrita. El calcio (carbonato de calcio) -esencial en el proceso de petrogénesis de la piedra caliza, el mármol, la dolomita y la piedra de yeso- es el endurecedor hidráulico que actúa en el proceso de consolidación del magma. En la actualidad el agua marina aún contiene iones de calcio en baja concentración que actúan como endurecedores. Probablemente la proporción de calcio en los mares primitivos era considerablemente mayor, ya que: • El fondo marino está formado por basalto y había un intercambio de los correspondientes iones. • También fueron arrastrados de los fondos marinos sales y minerales. • Los ríos transportaban al mar material de erosión con sustancias disueltas. • La efusión de magma líquido a las aguas marinas desencadenó un intercambio de electrones. Por otra parte, la acumulación de los sedimentos en el período cámbrico (según la geología, hace 590 a 500 millones de años) es una indicación más de la formación de piedra caliza, y hasta el momento es un misterio sin resolver. En sentido estricto, la Tierra únicamente proporciona los materiales para la formación de las rocas eruptivas (es decir, procedentes del enfriamiento de los magmas: granito y basalto), pero apenas es importante en la formación del calcio. Por tanto, este elemento tan sólo puede proceder del espacio o de la atmósfera primitiva de la Tierra. ¿Acaso las lluvias torrenciales lo transportaron de la atmósfera a la superficie de la Tierra? Más adelante me extenderé más sobre este aspecto.

58 Análogamente, el calcio pudo consolidar rápidamente los magmas que emergieron a la superficie por las violentas explosiones del interior de la Tierra y la intensa actividad volcánica. Así surgieron suelos con caolín, mientras que las mezclas en las que predominaba el calcio dieron piedra caliza o una especie de hormigón (piedra arenisca). Desde luego, había todo tipo de combinaciones posibles. Aunque esta teoría parezca utópica, la confirman los hechos y los fenómenos naturales. Por esta razón quisiera exponer los procesos químicos y geológicos con más detalle, ya que, si mis reflexiones son acertadas, podría cambiar nuestra visión del mundo. La arcilla se formó por la erosión de los minerales de las rocas primitivas, especialmente el feldespato. Bajo la acción de aguas carbonatadas -que son un producto derivado de la actividad volcánica durante el diluvio- se formó: feldespato + ácido carbónico = hidrato de silicato de aluminio (arcilla / caolín) + K2C03. El hidrato de silicato de aluminio no es más que la arcilla sólida normal que se vuelve plástica cuando se le añade agua. Cuando la arcilla aparece en forma pura y presenta una coloración blanquecina, se trata de caolín. Para que la arcilla se vuelva resistente al agua y se convierta en roca arcillosa debe someterse a un proceso de combustión. En el curso del diluvio, en amplias zonas de la Tierra se alcanzaron temperaturas de al menos 1.000°C, con lo que la arcilla normal se convirtió en arcilla cocida (silicato de aluminio) liberando agua. ¡Y el silicato de aluminio es resistente al agua! Un cataclismo hizo que el lodo que en un principio era blando se endureciera rápidamente convirtiéndose en roca sólida. Por su parte, el silicato de aluminio y el hidróxido de calcio (cal apagada) forman hidrato de silicato de aluminio y calcio e hidrato de tricalcio disilicato. Pero estos procesos químicos no representan otra cosa que el esquema de endurecimiento de los aglomerantes anhidros (anhidrita = yeso deshidratado), por ejemplo la puzolana de origen volcánico: tierra de puzolana, tierra de Santorin y trass. El mortero de cal y trass, que se sigue empleando hoy en día para técnicas de construcción especiales, era muy apreciado por los romanos, ya que fragua muy bien incluso bajo el agua, lo que lo hace idóneo en las obras hidráulicas (muros de embalses, pilares de puentes). Insisto una vez más en que, teniendo en cuenta el aumento de la temperatura, en la naturaleza se formaron por vía natural todo tipo de conglomerados de endurecimiento rápido, responsables justamente de que los sedimentos se endurecieran rápidamente y se convirtieran en roca sólida. La capacidad de reacción de la arcilla cocida de grano fino con la base cálcica surge con el estallido de la molécula de caolín por acción del calor a más de 650 oc con pérdida de agua. Estos procesos químicos, que precisan temperaturas bajas en comparación con las generadas en el diluvio, hicieron posibles nuevas combinaciones, y la liberación de agua desempeña un papel muy importante.

59 Puesto que las elevadas temperaturas necesarias para el desarrollo de estos procesos químicos fueron un fenómeno secundario del diluvio universal -cosa que la ciencia académica ha desdeñado hasta el momento-, hace unos miles de años surgió en muy poco tiempo: • Una especie de arcilla cocida o «porcelana». • Una roca semejante al hormigón formada por mezclas de arena y agua con trass u otros agregados hidráulicos. • Piedra caliza, y también mármol cuando se daban las condiciones de presión necesarias, en diferentes clases y grados de dureza según la cantidad y la calidad de los agregados. • Mezclas de las formas mencionadas anteriormente. • Agua sobrante. Sólo queda aclarar el origen del hidróxido de calcio, cuando la piedra caliza (carbonato de calcio) se quema a más de 1.000°C, se genera cal viva (CaO) y dióxido de carbono. Por su parte, cuando la cal viva se combina con agua, que naturalmente abundaba durante el diluvio, da hidrato de cal (cal apagada) liberando calor. Esta cal apagada se combinó de manera duradera con el ácido carbónico liberado en las erupciones volcánicas (dióxido de calcio más agua): así se formó la piedra caliza liberando calor y dos partes de agua por molécula. Hidrato de cal + ácido carbónico = piedra caliza + agua de hidratación + calor. Cabe destacar la consistencia del hidróxido de calcio distribuido en el agua: está en el límite entre una dispersión y una solución coloide, y por esta razón se comporta como un gel plástico. Esto explica el rápido endurecimiento de la piedra caliza y que las huellas de pisadas se conservaran después de quedar cubiertas por una masa gelatinosa que se endureció muy poco después. Los dinosaurios y otros animales caminaron sobre el lodo de zonas acabadas de inundar. Después, seres humanos caminaron sobre estas pisadas porque así resultaba más fácil avanzar. El lodo se endureció muy rápidamente, análogamente a los procesos químicos descritos. Una nueva inundación cubrió las huellas con la masa gelatinosa mencionada (lodo), que las conservó. Esta capa también se solidificó muy rápidamente como una especie de mezcla de hormigón (piedra caliza, piedra arenisca). Las sucesivas avenidas fueron depositando una capa de sedimentos tras otra en muy poco tiempo, lo que explica que se hayan encontrado huellas de seres humanos y de dinosaurios en varios estratos de roca superpuestos que, desde el punto de vista geológico, se formaron con millones de años de diferencia. Según las circunstancias locales especiales los procesos químicos responsables de la creación de los estratos de roca pueden ser bastante más complicados: por el desplazamiento hidráulico y los enriquecimientos con aluminio, silicio, sulfato, hierro, ácido silícico, gel de óxido de

60 aluminio y oxígeno en combinación con cal viva (generada, como ya se ha descrito, por la combustión de la piedra caliza o por el calcio libre). A través de estos procesos pudieron surgir los componentes principales del cemento. A modo de ejemplo mencionemos: silicato tricálcico, silicato dicálcico, aluminato tricálcico y ferrita aluminato cálcico. Como su propio nombre indica, el principal componente de todos estos tipos de cemento es la cal viva (CaO). El cemento se crea por la combustión de una mezcla de cal y arcilla hasta su sinterización (aglomeración por el efecto de la presión o temperatura con temperaturas por debajo del punto de fusión), aproximadamente 1.450°C. En este proceso la cal se combina de manera casi total con ácidos de la arcilla. La pasta de cemento (mezcla de cemento y agua) se endurece por hidratación como cualquier aglomerante normal, pero a nivel mineral establece una combinación resistente al agua. Químicamente, en la hidratación el agua se combina y se produce una transformación química en hidratos liberando hidrato de cal en los silicatos de calcio. De aquí procede y así se formó el hidrato de cal. En resumen, se constata que, dadas las elevadas temperaturas y la fuerte presión, durante el diluvio universal se formaron nuevos sedimentos (piedra caliza, piedra arenisca, esquisto) que se solidificaron rápidamente. Debido a las altas temperaturas que reinaban localmente el endurecimiento fue muy rápido; en casos extremos, como el yeso o los llamados aglomerantes rápidos con base de cemento, se produjo en un lapso muy corto. ¿Pasaron millones de años hasta que partes importantes de la corteza terrestre se formaron, o quizá las rocas surgieron por una repentina solidificación como una especie de hormigón o sustancia parecida a la arcilla cocida o a la porcelana en combinación con diversos minerales? Las huellas de dinosaurios halladas en roca en todo el mundo dan fe del rápido endurecimiento de la capa en cuestión, así como de las capas que la cubren, y que en la actualidad son rocas de mayor o menor resistencia según su proporción de calcio. ¿Qué dice la geología sobre cómo se formaron las capas rocosas? Por ejemplo, Brown escribe: «Cada roca sedimentaria tiene su propia velocidad de sedimentación [...] el esquisto […] necesita unos 3.000-3.500 años para acumular un metro; la piedra caliza aproximadamente 20.000 años. La piedra caliza necesita más tiempo porque en gran parte está formada por las conchas y los esqueletos de seres vivos, que se acumulan más lentamente que los sedimentos fluviales».16 ¿Pero es posible que un rastro se conserve 200 años hasta que, finalmente, se acumula encima un centímetro de piedra caliza? Y aún hay otra pregunta: ¿de dónde proviene la presión para que esa roca suelta se compacte en forma fría? En los procesos que he descrito anteriormente destaca la liberación de agua que antes estaba químicamente unida a la roca. Durante el diluvio el nivel del mar aumentó quizá 150 m. Hasta ahora esto se explicaba por el deshielo de los glaciares hacia el final de la era glaciar. Está

61 claro que, cuando el hielo se deshace, se convierte en agua; pero, si en realidad no hubo tal era glaciar, ese incremento del agua libre debió de obedecer a otra causa. Hasta el momento no se había hallado ninguna alternativa lo suficientemente convincente; pero, teniendo en cuenta los procesos químicos que se produjeron durante el diluvio, el incremento del agua fue algo inevitable: en la formación de piedra caliza y en procesos químicos similares que dieron lugar a la formación de otros tipos de roca, por cada molécula de hidróxido de calcio se libera una molécula de agua que estaba ligada químicamente antes del endurecimiento. Esta agua es la que provoca la humedad de las obras nuevas que tan bien conocen aquellos que adquieren una vivienda de nueva construcción, ya que el agua se libera incluso meses después de acabarse la obra. El agua extra que apareció de pronto en la Tierra surgió de manera análoga. De este modo ya no es preciso recurrir al deshielo de los glaciares durante un período más cálido y, al mismo tiempo, la teoría de las glaciaciones pierde su pilar más sólido. Otros estudios demuestran que la roca no pudo haber ido creciendo poco a poco. Pequeños monstruos y series radiactivas Las reflexiones teóricas que he expuesto hasta el momento están respaldadas por pruebas científicas a las que no se ha dado la importancia que poseen. En el granito aparece el uranio natural (U) 238 (99,3 %) y el U 235 (0,7 %). El uranio natural es radiactivo y se desintegra en nueve isótopos distintos, que son tipos de átomo de un elemento cuyos núcleos contienen el mismo número de protones pero distinto número de neutrones. En cada desintegración se libera radiación, que puede leerse en la roca ya que cada isótopo de la serie radiactiva deja una huella de diferente tamaño en forma de esfera de rayos (halo) según la respectiva intensidad de radiación y que se mide en centímetros. Cuando se corta granito a través de un átomo de uranio primitivo contenido en su interior y que en principio era radiactivo, pueden distinguirse los diferentes escalones de la radiación desintegradora como si fueran capas de una cebolla. A cada escalón de la desintegración radiactiva le corresponde una capa característica. Puesto que los períodos de semidesintegración se conocen, es posible deducir en qué momento se formó el granito. La relación entre la cantidad de productos finales (en caso de que entonces no existieran) y la cantidad del producto inicial permite calcular la edad de la inclusión. Si se trata de granito formado en los orígenes de la Tierra, se obtiene la edad de nuestro planeta. El período de semidesintegración del uranio es de 4.500 millones de años, que es aproximadamente la antigüedad que tiene la Tierra. Los últimos eslabones que liberan radiación de la serie radiactiva del U 238 son el polonio 218, 214 y 210, antes de que se formen

62 isótopos de plomo estables. Los períodos de semidesintegración de estos isótopos de polonio son de tan sólo 3,10 minutos, 164 microsegundos y 138,4 días respectivamente, por lo que el polonio (símbolo químico Po) incluido en la roca y que hoy puede detectarse es necesariamente el elemento hijo del uranio original. El polonio es sólo un eslabón en la cadena que empieza con el uranio, por lo que no puede existir solo e independientemente. Si el polonio hubiera estado libre en la naturaleza, en lugar de ser un elemento integrado en las series radiactivas, durante la lenta formación del mundo y del proceso de endurecimiento de la roca primitiva se hubiera volatilizado rápidamente y en la actualidad sería indetectable. Hasta la fecha no se ha encontrado ningún indicio científico de polonio libre en la naturaleza y desligado del proceso de desintegración del uranio, ¿o quizá no se ha dado a conocer ningún descubrimiento de este tipo porque no encaja dentro del concepto de la evolución? En el curso de sus investigaciones, Gentry halló granito en el que este efímero elemento estaba fijado sin sus elementos padre. Si en una atmósfera primitiva el polonio 210 aparecía como elemento independiente y al mismo tiempo como producto de desintegración, las condiciones físicas de ese mundo debían ser muy distintas a las actuales. Además, una roca con inclusiones de átomos de polonio aislados no puede haberse enfriado lentamente, tal como sostienen los geólogos, ya que por su corta duración y su posición aislada los isótopos de polonio se habrían desintegrado rápidamente. Gentry demostró que el polonio aparece simultáneamente con los tres isótopos también en combinación con Po 214 y Po 210 así como solo como Po 210. ¿El elemento hijo Po 210 se presenta solo y sin sus elementos padre Po 218y Po 214 como penúltimo eslabón en la cadena de desintegración antes de que se forme plomo estable? ¿Qué otras condiciones debieron de reinar en el pasado remoto?17 Se cree que el enfriamiento de nuestro manto terrestre duró muchos millones de años. Dado que el período de semidesintegración del polonio es como máximo de 140 días y este elemento se ha conservado en la roca sin sus elementos padre, se deduce que el granito tuvo que solidificarse muy rápidamente. En el anterior apartado ya he expuesto las condiciones químicas que permiten un rápido endurecimiento del fluido primigenio para formar roca. La presencia en la roca de isótopos de polonio aislados demuestran que ésta se endureció rápidamente. De este modo mis reflexiones, que podrían ser calificadas de fantásticas, adquieren una nueva dimensión, ya que las avalan pruebas científicas. Las consideraciones fundamentales que se extraen de los nuevos conocimientos y de diversos planteamientos dan siempre un resultado similar. ¿Qué opina la ciencia? Naturalmente, que todo es un disparate, ya que todo el mundo sabe que la Tierra es muy antigua.

63 Sea como sea, para los defensores de la teoría de la evolución la prueba de los isótopos de polonio aislados es absolutamente inquietante, ya que supone que la Tierra es más joven de lo que se cree, quizá mucho más. Una tercera serie radiactiva natural junto a las del U 238 y U 235 es la del torio (Th 232), que produce Po 212 y Po 208. Aproximadamente uno de cada 5.500 átomos de Po 212 se desintegra con un índice de energía de alrededor de un 20 % más elevado, lo que la ciencia académica justifica con el argumento de que en un principio poseían estructuras nucleares distintas. No obstante, también podría inferirse la existencia en la atmósfera primitiva de un elemento radiactivo de larga duración que nosotros no conocemos. Si realmente existió un elemento radiactivo desconocido que ya no podemos detectar, es de suponer que en la Tierra primitiva se daban condiciones físicas muy distintas. Esta afirmación no es pura especulación, sino que por las observaciones realizadas hasta la fecha es muy probable que sea cierta. Lo que sí es pura especulación es la posibilidad de una fisión adicional de los núcleos del uranio 235, que es muy poco común en la naturaleza, mediante neutrones térmicos, o del abundante uranio 238 mediante neutrones rápidos con una energía cinética superior a un determinado valor límite. En un cuerpo grande -como la esfera terrestre- no se alcanza esta situación crítica, pero durante el diluvio se dieron condiciones físicas muy distintas. La energía cinética liberada por el impacto de los cuerpos cósmicos contra la corteza terrestre y las temperaturas increíblemente elevadas pudieron propiciar que se rebasaran los límites críticos y desencadenar una fisión en la Tierra. Por tanto, el proceso de la desintegración de los átomos radiactivos no duró miles de millones de años, sino que se produjo muy rápidamente en una reacción en cadena. Esto significa que las determinaciones de la edad están equivocadas, ya que se basan en una desintegración lenta del uranio o el torio en condiciones ideales e uniformes a lo largo de la historia de nuestro planeta.

64 Figura 9. Serie reactiva del uranio 238. Cada isótopo de la serie posee una radiación distinta, cuyo alcance puede detectarse óptimamente en centímetros de la roca. De la serie radiactiva completa (U1) en la roca sólo se detectan algunos escalones de la desintegración radiactiva (U2) a través de la radiación emitida. Según la teoría de Lyell, las series radiactivas parciales P1 (Po 218 a Po 210), P2 (Po 214 a 219) y P3 con el isótopo aislado Po 210 no pueden aparecen en la naturaleza sin un elemento padre previo (U 238 a Rn 226), ya que sólo son estables muy poco tiempo. No obstante, en el granito existen. Sea como sea, los pequeños isótopos de polonio aislados nos ponen tras la pista de una radiactividad natural desconocida. El hecho de que las series radiactivas de estos átomos sean tan cortas demuestra que la corteza terrestre se endureció rápidamente, o sea: el tiempo que transcurrió entre la formación de estos isótopos y la cristalización de la roca en la que estos pequeños átomos están integrados fue muy corto y equivaldría a una instantánea en el tiempo. Sin embargo, debido a su propio período de semidesintegración, los isótopos de polonio aislados existían tan sólo desde hacía minutos o fracciones de segundo. Pero, dado que a veces ni siquiera hay átomos padre, poco antes pudo producirse una fisión nuclear, o bien en ese remoto pasado reinaban una condiciones físicas muy distintas de las actuales que ya no podemos reproducir. Ésta es la única explicación posible. Si no se encuentra ninguna otra explicación a la presencia de isótopos de polonio aislados en las rocas eruptivas, con los métodos de datación que se emplean actualmente se obtendrían valores considerablemente inferiores, directamente proporcionales a unos valores de partida asimismo inferiores. De cualquier modo este descubrimiento contradice de manera fundamental el concepto de evolución. Las hipótesis de todas las ramas de la ciencia que se ocupan de la historia de la Tierra estarían equivocadas y, por tanto, también sus conclusiones: la imagen del mundo que nos es familiar sería un modelo sin ningún valor. Ante esto surgen diversas preguntas: ¿cómo era nuestra atmósfera antes del diluvio universal? ¿Cuáles eran las condiciones físicas en ese mundo primitivo? ¿Qué elementos existían

65 además de los que ya conocemos? Asimismo se pone en tela de juicio la exactitud del cálculo de la edad de la Tierra y de todos los objetos inorgánicos. La respuesta es que es del todo imposible calcular la edad de la Tierra. Las fórmulas de datación que se emplean se basan en el uranio 238, que posee un período de semidesintegración muy largo y es el producto de partida fisible más abundante en la naturaleza. Pero, si la atmósfera primitiva contenía elementos efímeros, no es posible llegar a una determinación exacta. Si en los cálculos de la edad se incluyen los breves períodos de semidesintegración del polonio o también valores mixtos, las fórmulas de la datación tradicional dan un mundo muy joven. Lo mismo se aplica al proceso del análisis de termoluminiscencia y la resonancia magnética, ya que la pérdida de energía o la disminución de la radiación electromagnética no se prolongó largo tiempo -como en el caso del uranio- sino que fue muy rápida -como en el caso del polonio- y debe tenerse en cuenta otro nivel de energía. Figura 10. Halos de radiactividad. Cada isótopo de la serie radiactiva posee una radiación distinta, cuyo alcance puede detectarse óptimamente en la roca. De este modo es posible identificar rápidamente el halo de radiactividad de las series radiactivas P1, P2, P3 (véase figura 9) con los elementos padre Po 218, Po 214, Po 210.

66 Los sedimentos -incluyendo el mármol como piedra caliza metamórfica- se formaron a partir de una masa originalmente blanda o fluida que se endureció rápidamente. Esta podría ser la solución a uno de los misterios hasta ahora más importantes. En 1831 la revista American Journal of Science informó sobre un bloque de mármol hallado a 18 m de profundidad bajo tierra. Después de ser cortado en placas, una de ellas reveló una concavidad de 4 x 1,5 cm en la que resaltaban dos formas regulares semejantes a las letras I y U.18,19 Esto indica que fueron realizadas por una mano humana. Según los geólogos, el mármol tiene una edad mínima de varios millones de años, pero entonces no existía ninguna civilización que conociera la escritura, de hecho ni siquiera había seres humanos ni monos. El enigma está servido: ¿cómo llegaron esas letras al interior de un bloque de mármol? La única respuesta es que el material original del mármol debía de ser blando y cubrió las letras. Además, la roca no pudo formarse muy lentamente. Por lógica está claro que los objetos fabricados artificialmente, que en este caso son letras, son más antiguas que las rocas que los rodean y a las que se atribuye millones de años de edad. Un reactor nuclear en la naturaleza En una mina de uranio en Oklo (Gabón) se descubrió plutonio natural altamente radiactivo, aunque es un elemento que sólo puede fabricarse artificialmente en centrales nucleares por bombardeo de neutrones. Por lo que sabemos, en la naturaleza no puede producirse una reacción en cadena espontánea, ya que no se alcanza la cantidad crítica necesaria para ello. Pero la ciencia justifica este asombroso hallazgo con el argumento de un reactor nuclear natural generado por casualidad. No obstante, para que se produjera la reacción necesaria la presión tuvo que ser verdaderamente enorme y equivalente a la que sólo se alcanza a más de 10.000 m de profundidad. Al igual que ocurre en las centrales nucleares, también sería necesario un refrigerante, por lo que la hipótesis de una reacción natural partiendo de la visión del mundo habitual de una Tierra que se desarrolla uniformemente, pierde toda validez. Pero si se considera desde el punto de vista de la concepción del mundo que yo defiendo, en el sentido de que se produjo un gran cataclismo, el hallazgo de plutonio en la naturaleza ya no es tan extraordinario. Pensemos que durante el diluvio universal se generaron altas presiones y elevadas temperaturas, y que incluso había un refrigerante natural: el agua de la inundación. Bajo estas condiciones también se explican los hallazgos de los diferentes isótopos de polonio aislado. Al enfriarse, la roca se magnetiza y se orienta según el campo magnético de la Tierra. Por el contrario, la roca fluida a más de 580ºC (punto Curie) es antimagnética. Dado que los estudios

67 paleomagnéticos en amplias zonas determinan una polaridad a menudo invertida, se infiere que el campo magnético terrestre también debió de invertirse: el polo norte se convirtió en polo sur y al revés. Las rocas con polarización invertida suelen estar mucho más magnetizadas de lo que habría podido provocar el magnetismo terrestre normal. Este hecho inexplicable no es compatible con la teoría de Lyell del desarrollo uniforme de la Tierra, ni tampoco con los efectos electromagnéticos que conocemos. Si algo exterior influyó en el campo magnético de la Tierra -la aproximación de otro planeta, nubes que contuvieran hierro-, tuvieron que desencadenarse reacciones eléctricas en las capas superficiales de nuestro planeta. Por este efecto térmico las rocas debieron licuarse a la vez que aumentaba la actividad volcánica. Las polarizaciones alternativas en los estratos de roca enfriados podrían indicar que estos efectos desencadenaron un fin del mundo en varias fases. Además, los fenómenos electromagnéticos tienen un efecto añadido: acelerar el rápido endurecimiento hidráulico de las rocas en estado líquido ya descrito, de modo que quizá las rocas se endurecieron en cuestión de segundos. Notas 1. Berlitz, Ch., Die Suche nach der Arche Noah, Viena/Hamburgo, 1987. 2. Hancock, G., Die Spur der Gótter, Bergisch Gladbach, 1995. 3. Velikovsky, 1., Erde im Aufruhr, Francfort del Meno, 1994. 4. Ibídem. 5. Ibídem. 6. Ibídem 7. Vollmer, A., Sintflut und Eiszeit, Obernburg, 1989. 8. Para una descripción más detallada véase el glosario. 9. Science, 141, 1963, pp. 634-637. 10. Science, 224, 1984, pp. 58-61. 11. Petersen, D. R., The Mysteries of Creation, El Dorado, 1986. 12. Zeitensprünge, 3, 1996. 13. Blóss, C. y Niemitz, H. U., C14-Crash, GrfeIfing, 1997. 14. Friedrich, H., Jahrhundertirrtum Eiszeit?, HohenpeiBenberg, 1997. 15. Gentry, R. V., Creations Tiny Mistery, Knoxville, 1992. 16. Brown, W., In The Beginning, Phoenix, 1980. 17. Gentry, op. cit.

68 18. Riitselhafte Vergangenheit, 1993, p. 118. 19. Dougherty, C. N., Valley of the Giants, Cleburn, 1971, nueva edición 1984.

69 6. La Tierra baila Las investigaciones y los modelos de pensamiento que expongo en este libro demuestran que el diluvio universal modificó de manera básica y radical todas las condiciones medioambientales, la composición de la atmósfera y el clima. La hipótesis de que se produjo un cataclismo contradice las teorías fundamentales de Lyell (geología) y la teoría de la evolución de Darwin (biología). La hecatombe desplazó el eje terrestre, lo que tuvo consecuencias devastadoras para nuestro mundo y provocó la extinción de los mamuts. Mapas antiguos En la actualidad es un hecho conocido por la mayoría que el desierto del Sahara era un mar y que en el polo sur no había hielo. En todo el mundo se produjo un drástico cambio climático que no fue lento, tal como afirma la ciencia, sino relativamente rápido como consecuencia del impacto-diluvio. Restos fósiles de palmeras en Canadá, árboles con sus frutos intactos y bosques completos congelados bajo la sólida capa de hielo del polo sur son ejemplos de un grave cambio en la historia de la Tierra. Pasara lo que pasara, la radical transformación del clima debió de suceder de manera bastante rápida, porque de otro modo las hojas o los frutos —que son fácilmente perecederos— no se habrían conservado. También muchos animales se congelaron o se petrificaron mientras comían, mientras se estaban moviendo normalmente o incluso en pleno sueño. Muchos de estos animales se han conservado completos, o sea con su pelaje, su carne y sus órganos. Esto da fe de que tuvieron una muerte instantánea y que fue debida a un suceso que permitió que su cuerpo se conservara. El hecho esencial es que todo ocurrió muy rápidamente, por lo que debemos imaginar un escenario muy distinto de los que conocemos. En numerosos mapas antiguos que datan de principios del siglo XVI la Antártida aparece como un territorio no cubierto por el hielo, pero el polo sur no fue descubierto oficialmente hasta 1818. ¿Cómo se explica entonces que la Antártida ya fuera dibujada en mapas 300 años antes? En los mapas habitualmente usados antes del descubrimiento oficial del polo sur, en vez de la Antártida se veía sólo agua, o sea ni una gran extensión de hielo ni mucho menos

70 tierra. Fue preciso esperar hasta 1957 para conocer la topografía de ese continente oculto bajo el hielo, con sus montañas, sus ríos y sus costas. ¿Cómo es posible que mapas antiguos representen el polo sur con bastante precisión y sin hielo? En la obra ya clásica de Charles Hapgood publicada en 1966 Maps of the Ancient Sea Kings (Mapas de los antiguos reyes del mar) se exponen los sorprendentes resultados del estudio de mapas antiguos.1 El mapamundi de Oranteus Finaeus de 1531 fue elaborado a partir de diversos mapas aun más antiguos con diferentes proyecciones. En este mapamundi aparecen las auténticas regiones costeras de la Antártida, el mar de Ross y otras particularidades de un continente sin hielo. En el año 1569 los mapas del geógrafo holandés Gerhard Mercator (llamado Kremer) (15121594) se recopilaron en forma de atlas. En varios mapas aparece la Antártida y se incluye asimismo el mapa de Finaeus. En el siglo XVIII el geógrafo Philippe Buache publicó un mapa de la Antártida que se representa completamente libre de hielo. También se reproduce la topografía de este continente en la actualidad oculto bajo una masa de hielo, incluyendo una vía fluvial que se sabe que lo divide en dos. Insisto una vez más en que cuando se publicó este mapa, en 1737, la Antártida aún no se había descubierto oficialmente, y que aún no se conocían masas de tierra bajo el hielo. A diferencia del polo sur, en el polo norte no hay tierra firme sino únicamente montañas de hielo, exceptuando quizá Groenlandia y algunas islas. Los mapas de Finaeus y Mercator parecen basarse en cartas aun más antiguas.2,3 Los mapas más antiguos que se conocen fueron confeccionados por el general y cartógrafo turco Piri Reis en 1513, pero no fueron descubiertos hasta 1929, cuando se hallaron dos fragmentos en el palacio Topkapi de Estambul. Cuando se descubrieron, los detalles del mapa debieron de considerarse fantasías, ya que entonces aún no se disponía de los conocimientos que tenemos ahora. Dado que el mapa documenta un conocimiento que por aquel entonces no podía haberse alcanzado, es evidente que tiene que ser auténtico, eso o presuponer que había videntes. La autenticidad de los mapas está fuera de toda duda y nadie lo pone en cuestión. Piri Reis dibujó las costas de América del Sur y del Norte y otros detalles de esos continentes, como la situación de los Andes con la fuente del Amazonas. Las islas Malvinas no se descubrieron oficialmente hasta 1592, pero en las cartas de 1513 ya aparecen en la latitud correcta. Pero lo más sorprendente es que los mapas de Piri Reis incluyen con una exactitud increíble las masas de tierra, las montañas, las bahías, las islas y las líneas costeras de la Antártida, que en la actualidad están bajo el hielo. ¡Nosotros no lo descubrimos hasta 1957 gracias a la tecnología de los satélites! ¿Cómo es posible que hace casi 500 años se supiera de la existencia de un continenente en el polo sur y además se conocieran las líneas costeras

71 ocultas bajo el hielo? ¿Acaso esos mapas son obra de extraterrestres o es que en el pasado los seres humanos poseyeron una técnica muy desarrollada con instrumentos de medida de precisión y quizá también aviones? No obstante, según nuestra visión científica del mundo hace unos miles de años sólo existía el hombre de las cavernas. En los mapas de Reis al sur de la Tierra de Fuego, donde en la actualidad únicamente hay mar. se observa una unión por tierra entre el continente americano y la Antártida. Por medio de sondeos acústicos se ha podido determinar que hace sólo 11.000 años Sudamérica y la Antártida estaban unidas por una lengua de tierra que ahora está bajo agua, suponiendo que antes de la era glaciar/diluvio el nivel del agua era inferior. Las preguntas que surgen son: • ¿Cuándo se elaboraron realmente esos mapas, ya que los que conocemos son sólo copias de mapas más antiguos? • ¿Antes del diluvio universal había hielo en el polo sur y en el polo norte, o sólo la Antártida estaba libre de él? • ¿Apareció el hielo o al menos la mayor parte del casquete de hielo que cubre la Tierra de manera repentina como consecuencia del diluvio? • ¿Esos mapas antiguos se realizaron basándose en observaciones desde el aire o existían otros métodos de medición más precisos? • ¿Existieron durante la supuesta edad de piedra o antes de ella culturas muy desarrolladas? ¿De qué técnica disponían? En mapas más antiguos, como el llamado mapa Dulcert Portolano de 1139 y el mapa Zeno de 1380 d.C. ya figuran muchos lugares de Africa, Europa y más al norte hasta Groenlandia con las latitudes y las longitudes correctas.4,5 En los mapas de Piri Reis, Africa y también Sudamérica están en la latitud correcta. ¿Acaso es tan sencillo determinar las posiciones? La latitud puede calcularse fácilmente midiendo angularmente la posición del Sol y de las estrellas con aparatos primitivos, pero el cálculo de la longitud es bastante más complicado, por lo que no pudo realizarse de manera aproximada hasta el siglo XVIII, y no fue precisó hasta 1761. El factor más complicado es la forma elipsoidal de la Tierra. Para marcar correctamente las posiciones en un planisferio es preciso tener en cuenta la curvatura de la Tierra, y en distancias muy grandes hay que poseer al menos conocimientos de trigonometría esférica u otros métodos de proyección. Sin conocimientos de matemáticas avanzados, de técnica y del empleo de los necesarios instrumentos de precisión es imposible confeccionar un mapa preciso.

72 Un antiguo instrumento de navegación América no fue descubierta por Colón, tal como demuestran los mapas antiguos ya mencionados. A mediados del siglo II a.C. los fenicios llegaron a América y en el siglo I a.C. circunnavegaron África. No obstante, es muy posible que América fuera descubierta mucho antes. En su libro Sorry, Kolumbus (Lo siento, Colón), Heinke Sudhoff aporta numerosas pruebas de un intercambio cultural y de la presencia de antiguos navegantes en América.6 Se han hallado todo tipo de reliquias que demuestran la presencia de chinos, fenicios y otros pueblos del Próximo Oriente en América. También se han localizado restos de pueblos negroides, por ejemplo las cabezas colosales de los olmeca. Por toda América se han encontrado asimismo todo tipo de inscripciones: en Paraguay una inscripción íbera-púnica; en Tennessee (EE. UU.) letras hebreas; en Oklahoma una inscripción bilingüe en celta y púnico; en Vermont (EE. UU.) una inscripción céltica; en Rhode Island (EE. UU.) una inscripción íbera en roca, y en Iowa la estela Davenport en tres lenguas. Aparte, existen muchas inscripciones de origen aún desconocido. El doctor Dougherty habla de unos signos semejantes a nuestra escritura hallados en 1891 cerca de Cleveland (Tennessee). Cabe destacar asimismo el descubrimiento en 1970 en Lawn Figura 11. Moneda. En Illinois se descubrió una moneda de cobre (A) a 34 m de profundidad en roca de más de 100.000 años de antigüedad. En el borde de la moneda hay signos, y en el anverso y el reverso se observan efigies jeroglíficas. ¿Qué cultura era capaz de trabajar el metal y fabricar monedas modernas en la época del hombre de las cavernas? B = detalle del reverso, C = detalle del anverso, D = signos en el borde del reverso, E = signos en el borde del anverso.

73 Ridge (Illinois) de una moneda de cobre a 34 m de profundidad bajo tierra en un estrato de una edad aproximada de 100.000-150.000 años. En el borde de la moneda se observan unos caracteres de apariencia moderna semejantes a los signos taquigráficos. En el reverso se distingue algo que parece un animal y en el anverso un ser humano con un niño o una muñeca.7 Se cree que los primeros indios emigraron a América hace unos pocos miles de años, y 100.000 años atrás los seres humanos que vivían en cuevas en Europa aún no conocían la escritura. Si los pueblos antiguos emprendían normalmente viajes transoceánicos y eran capaces de confeccionar los mapas de proyección descritos, necesitaban instrumentos de navegación precisos. En 1990 unos submarinistas que recogían esponjas marinas hicieron un extraordinario descubrimiento en el Mediterráneo oriental, ante la isla Antikythera en el mar Egeo. En el fondo del mar, a más de 60 m de profundidad, hallaron un barco que se hundió en el siglo I a.C. Además de estatuas de mármol y de bronce, el buque también transportaba ánforas con vino, aceite de oliva y otros víveres. Los objetos recuperados, entre ellos un trozo Figura 12. La máquina de Antikythera. Este instrumento de precisión de 2.000 años de antigüedad fue hallado en un barco hundido en el mar Egeo.

74 de bronce y piezas rotas, fueron transportados a Atenas para ser estudiados. Después de limpiar las piezas, se reconstruyó el objeto y se obtuvo un mecanismo de precisión con numerosas ruedas dentadas fijadas a diferentes niveles en un soporte anular dentro de una carcasa cuadrada. Las ruedas dentadas estaban unidas entre sí por varios diferenciales de modo que permitían determinar el ciclo de la Luna y el Sol. Sobre las piezas redondas y angulares figuraban en griego las constelaciones del horóscopo. Resultó ser un instrumento de precisión que, debido al tipo y al número de las ruedas dentadas —en total 40—, debía de ser tolerablemente preciso. Este instrumento se expone en el Museo Nacional Arqueológico de Atenas como instrumento para calcular los calendarios solar y lunar del año 80 a.C.8,9 Los primeros instrumentos primitivos fabricados en la Edad Media no pueden compararse con este aparato de precisión de bronce fabricado mucho antes, ya que eran mucho más simples y toscos y se construían de latón. A diferencia del latón, el bronce fundido es adecuado para una producción en masa, aunque la fabricación de un aparato de este material es mucho más complicada. Esto plantea la cuestión de si se han efectuado hallazgos similares o de modelos más primitivos, ya que sería de suponer que un instrumento de tal precisión fue la culminación de una larga evolución técnica. Pero hasta el momento no se han encontrado objetos similares ¿o quizá sí pero están en algún museo del mundo sin que se conozca? Un polo sur sin hielo La ciencia no puede explicar la existencia del mapa del general Piri Reis, cuya autenticidad es innegable aunque se trate de una copia y recopilación de cartas más antiguas, ni las consecuencias que se derivan de éste. Este mapa demuestra que en algún momento en el polo sur no había hielo. Puesto que la edad del dibujo original del mapa debe ser limitada, se le supone un máximo de 10.000 años, que es la época del gran diluvio. En la actualidad la capa de hielo de la Antártida tiene un grosor de aproximadamente 1,5 km y parece que se formó muy rápidamente y no lentamente a lo largo del tiempo. ¿Cómo si no se habrían confeccionado los antiguos mapas? La Antártida no sólo no estaba cubierta por el hielo sino que tenía un clima cálido o subtropical. A 3.000 m por encima del nivel del mar, en el monte Weaver, se han encontrado numerosos yacimientos de fósiles, impresiones de hojas y madera petrificada. A 400 km de distancia del polo sur se ha descubierto un bosque de fronda petrificado. Las pruebas de sondeo tomadas

75 del fondo del mar de Ross contienen sedimentos finamente granulados, que permiten deducir que antes de quedar cubierta en la Antártida había ríos que desembocaban en el mar.10 El periódico Südwest Presse informó el 11 de abril de 1994 del descubrimiento de restos fosilizados de un dinosaurio a tan sólo 650 km del polo sur geográfico, a 4.000 m de altitud. En total se han hallado en la Antártida cuatro tipos diferentes de saurio. ¿Dinosaurios en medio de la nieve y el hielo?, es lo primero que se me ocurre preguntar. En 1961 Richard Lewis escribió un artículo titulado «A Continent for Science» (Un continente para la ciencia) acerca de hallazgos en el polo sur de carbón y árboles fosilizados de un diámetro de unos 60 cm.11 Asimismo se descubrieron treinta capas de antracita (carbón fósil con un alto contenido de carbono) de 90-100 cm de espesor cada capa. Esto indica que en la Antártida también hubo una gran inundación que sepultó los árboles bajo sedimentos, permitiendo así que se produjera el proceso de cristalización que los petrificó. Parece que el diluvio universal destruyó y sepultó los bosques. Si realmente fue así, antes de quedar enterrada bajo el hielo la Antártida debía de encontrarse en otra situación geográfica, ya que en el actual clima ártico no pudieron haberse producido estos fenómenos. ¿Qué sucedió para precipitar a la Antártida a la época glaciar? ¿O qué desplazó las zonas climáticas de modo que la Antártida pasó de tener un clima templado o subtropical a un clima ártico? Si en el pasado el eje terrestre se desplazó, en el hemisferio norte debieron de producirse procesos similares. Y así fue. La súbita extinción de los mamuts La extinción de los mamuts es otro de los grandes enigmas del presente sobre el que los científicos prefieren no hablar. La mayor parte del marfil que se talla en Asia oriental procede aún de las grandes reservas de marfil de Siberia. Se trata de colmillos de un mamífero extinto hace mucho tiempo. Pero para la talla de marfil tradicional del arte del Extremo Oriente se precisa material bastante fresco. ¿Y justamente se obtiene de mamuts extintos hace miles de años? En principio parece una contradicción. Lo cierto es que desde el siglo XIX están muy bien documentados hallazgos de mamuts congelados. Las primeras noticias se remontan incluso al año 1693 o como muy tarde a 1723. Desde entonces se han descrito con todo detalle más de 50 descubrimientos en Siberia y al menos seis en Alaska. Los mamuts se han encontrado en una franja relativamente estrecha de más de 5.000 km de longitud en el borde del océano Glacial Ártico.

76 Las expediciones científicas han sido muy numerosas. En 1977 se descubrieron dos crías de mamut a apenas dos metros bajo el hielo. El hielo en el que las hallaron era transparente, aunque presentaba una ligera coloración amarilla marronosa con impurezas de minerales, barro, arcilla y partículas orgánicas. También se encontraron otros ejemplares conservados enteros, algunos de ellos adultos. Estos animales se han conservado tan bien que sirvieron de reserva nutritiva a los tunguses que habitan Siberia desde hace mucho tiempo, al menos 1.600 años. Se han hallado mamuts en muy buen estado con los que se alimentó a los perros que tiraban de los trineos. La carne está congelada y no se ha corrompido. Pese a que existen rumores al respecto, hasta el momento no se ha probado que sea comestible para los humanos. Sea como sea, son muchos los descubrimientos de carne de mamut bien conservada. En muchos casos también se ha preservado el pelaje rojizo e hirsuto de estos animales. En el estómago de los mamuts se ha encontrado hierba a medio digerir que sólo crece en zonas de clima templado. Esto significa que en el pasado el clima tuvo que ser considerablemente más cálido. Los mamuts en mejor estado habían comido incluso dientes de león, hierba, judías silvestres así como hojas de alerce y de pino, que no sólo se han encontrado en sus estómagos sino en algunos casos también en la boca. Los ojos se han conservado tan bien que parecía que miraban a sus descubridores. Durante los trabajos topográficos del explorador ártico barón Eduard von Toll en el archipiélago Nueva Siberia se descubrieron restos de un tigre de colmillos de sable y de un árbol frutal de 27 m de altura. El árbol con sus frutos maduros y sus hojas verdes quedó de pronto cubierto por el hielo, como en una congelación ultrarrápida.12 En la actualidad en la zona sólo crecen plantas bajas. En otras partes del Ártico también debió de reinar un clima templado o tropical. En cimas de montañas se han encontrado palmas fosilizadas y corales así como moluscos que viven más al sur. Los insólitos descubrimientos indican que el clima sufrió un cambio radical. ¿Pero qué lo hizo cambiar? En 1926 William Hornaday informó sobre una conferencia traducida del ruso pronunciada en el Museo Norteamericano de Historia Natural.13 En 1846 el topógrafo Benkendorf montó un campamento junto con su equipo a orillas del río Indiguirka. Los fuertes aguaceros provocaron una crecida del río y erosionaron las orillas. El grupo descubrió un objeto de gran tamaño en el río, aunque no pudieron arrastrarlo a la orilla porque estaba congelado y fijado al lecho del río. Al día siguiente el río se desheló un poco más y el grupo de 50 personas arrastró hasta la orilla un mamut conservado entero. El animal medía aproximadamente 4,5 m de largo, 4 m de alto y se hallaba tan bien preservado que al mirar sus ojos abiertos parecía que estaba vivo. Al abrir el estómago de ese mamut en apariencia muy bien alimentado se vio que estaba lleno de hojas masticadas y otros restos vegetales. Unas horas más tarde la orilla se hundió por completo y las aguas se llevaron al mamut hacia el océano. Lo notable de este hallazgo es la conservación

del animal y, en segundo lugar, su postura, ya que se lo encontró de pie y congelado en el fondo del río. Esto demuestra que el proceso de congelación fue repentino, puesto que de otro

77 modo se lo habría hallado de lado, que es la posición normal en que mueren los animales. Otro ejemplar muy interesante fue descubierto en 1900 en el río Berezkova también de pie, aunque muchos de sus huesos estaban rotos por varios lugares, lo que indica que algo comprimió con violencia al mamut contra el duro suelo. En la boca del animal se encontraron alimentos medio masticados. Probablemente el mamut fue sometido a una gran fuerza desde arriba, y todo ocurrió tan rápidamente que no tuvo tiempo de tragar la comida ni de escupirla. Por el estado de los alimentos y su posición erecta, el proceso de congelación debió de consumarse en muy poco tiempo. El mamut, con su largo y áspero pelaje, fue transportado a San Petersburgo para ser estudiado. Tomando como base los numerosos hallazgos de huesos y de marfil —que es aprovechable— se calcula que en Siberia y Alaska vivían varios cientos de miles de mamuts, quizás incluso millones. En dibujos artísticos y científicos los mamuts casi siempre aparecen en un escenario invernal y poseen un largo pelaje hirsuto. ¿Es correcta esta representación? ¿Era el clima tan frío y ártico como ahora? Un mamut, que tiene un tamaño medio entre un elefante indio y otro africano, necesita mucho alimento. La vegetación que existe actualmente en la zona y las reservas de agua serían insuficientes para mantener el número de mamuts encontrados. Los restos de plantas frescas descubiertas en los estómagos de estos animales son un indicio de que el clima era más cálido. A diferencia de las ovejas, los mamuts tenían una lana muy corta con algunos pelos que les llegaban hasta los pies, y que al cruzar superficies nevadas se habrían congelado. Por el contrario, los animales que viven en regiones polares tienen un pelaje muy tupido, pero no pelos largos y sin grasa. Todos los mamuts encontrados estaban muy bien alimentados y poseían importantes reservas de grasa. Los animales árticos, como el alce o el caribú, tienen capas de grasa bastante más delgadas. Los mamuts se suelen representar en un entorno invernal porque se hallan sepultados en el hielo, pero ése no era el entorno en el que vivían. Junto con los mamuts también se extinguieron los rinocerontes lanudos, que asimismo se han descubierto congelados en muy buen estado. Estos animales también se localizan sólo en paisajes más cálidos. Se han hallado además partes todavía con carne adherida de diferentes animales, como caballos, conejos, ardillas, glotones y un campañol. En 1976 la revista Science informó que Michael Zimmermann y Richard Tedford habían hallado un zorro.14 Veintisiete años antes Harold Anthony documentó en Natural History el hallazgo de un bisonte.15 En esta lista incompleta de animales descubiertos congelados en el Ártico llama la atención el hecho de que sean habitantes de latitudes más meridionales y, por tanto, con un clima más cálido.

78 Dado que los mamuts se han encontrado con piel y pelo en posición de pie, los cuales conservaban incluso los corruptibles contenidos del estómago, así como otros animales que normalmente viven en zonas más cálidas y que se han descubierto aún con su carne, la única explicación es que todos ellos murieron repentinamente. En vista de lo anterior es completamente imposible que se congelaran lentamente debido al empeoramiento de las condiciones medioambientales (períodos glaciares). Por los hallazgos efectuados, la catástrofe afectó a una franja de mucho más de 5.000 km de Siberia a Alaska, por lo que la causa no pudo ser de orden local. Tuvo que tratarse de un suceso de gran alcance y que se hizo sentir en la mayor parte de la Tierra. Los paralelismos con la extinción de los dinosaurios son evidentes: las fosas comunes halladas en ambos casos dan fe de las repercusiones globales de una o varias catástrofes. También da mucho que pensar que los dinosaurios y los mamuts se hayan encontrado juntamente con mamíferos, ya que en principio no debería ser así por razones climáticas y temporales. La ciencia académica sostiene que los mamuts se extinguieron hace como máximo 13.000 años, pero la geología no ha encontrado pruebas de ningún cataclismo que pueda explicar la súbita muerte de los mamuts y de otros mamíferos, prescindiendo del supuesto fin de la última era glaciar. No obstante, globalmente se obtiene una imagen concluyente. La Antártida estaba libre de hielo, al menos en gran parte, y de repente quedó cubierta bajo una gran masa helada. Justamente la otra punta de la esfera terrestre —Siberia—, que gozaba de un clima templado, se transforma en cuestión de horas en un congelador ártico, O sea, en dos lugares geométricamente opuestos se produjo un fenómeno cualitativamente idéntico, aunque no simultáneamente. En la tradición de los vogules que habitan el noroeste de Siberia se habla de una nube de nieve que se abatió sobre el territorio tras el diluvio universal. También existen mitos sobre el diluvio en Norteamérica.16 «En una ocasión, durante el invierno sucedió algo singular: cayó tal cantidad de nieve que sepultó la tierra y sólo sobresalían las puntas de los abetos más altos. Era insoportable... La tierra se convirtió en un pedazo de hielo y la gente moría de frío y de hambre.»17 La leyenda sigue explicando que llegó una larga noche, a continuación calor y finalmente la inundación de las montañas hasta las cimas más elevadas. Justamente ésta sería la secuencia del impacto de un gran asteroide. Las leyendas esquimales sobre el diluvio dicen que el agua lo cubrió todo y que a continuación

79 se formaron los glaciares. También en Sudamérica se habla de súbitas nevadas y de una importante cantidad de hielo. Estas leyendas completan el escenario de la repentina muerte por congelación de los mamuts. Pero hay otros aspectos interesantes en los hallazgos de animales congelados en Siberia. Muchas colinas, denominadas «yedoma», con cuevas de quince a sesenta metros, contienen a menudo grandes concentraciones de animales, troncos de árbol rotos y tierra extraordinariamente fina (loes). También presentan una elevada cantidad de sal y de carbono así como capas de hielo, tal como Adolph Erman informó en 1848.18 Depósitos de loes La existencia de estos depósitos de loes es un enigma en sí mismo. Su manifestación más conocida son los ríos amarillos de China que transportan este material hasta el mar Amarillo. Desde la costa atlántica francesa hasta el mar Amarillo, pasando por Alemania central, Hungría, el sur de Rusia, Asia central y del este así como el norte de China, se extiende una formación ligeramente elevada y continua, un cinturón de loes. El loes es un depósito de limo de grano fino de una coloración que va del ocre al gris claro, rico en cuarzo, mica y cal. Se distingue entre el loes estratificado y el no estratificado. El loes estratificado es una típica formación flotante y suele concentrarse en los valles fluviales primitivos en forma de estructuras montañosas. Por el contrario, el loes no estratificado es el fruto de la erosión del cuarzo y el óxido de calcio (cal viva), que se formó por el efecto de las elevadas temperaturas durante el impacto-diluvio. No obstante, a nivel local no hay suficientes masas susceptibles de disgregarse (montañas) y dar lugar así al material de erosión necesario. El hecho de que el cinturón de loes que va de Europa a Asia no esté flanqueado por elevaciones topográficas excluye la posibilidad de que el loes se haya acumulado debido a las ráfagas naturales de viento descendente. Por tanto, no es de extrañar que abunden las especulaciones sobre el origen de tales masas de loes. En 1931 John Penniston lanzó la hipótesis de que el loes era de origen extraterrestre.19 Esta suposición se basa en que las partículas del loes no estratificado son angulosas en lugar de estar redondeadas por el viento y el agua. Además, los depósitos de loes están en todo el mundo y todas las altitudes hasta muy por encima de los 2.000 m. ¿Cómo llegó el loes no estratificado hasta Siberia? La respuesta debe buscarse en el diluvio universal. El fragmento o los fragmentos de asteroide atravesaron la corteza terrestre e

80 impactaron contra la envoltura de magma fluido, lo cual generó grandes cantidades de ceniza, que fue la materia prima del actual loes. El viento arrastró esta ceniza volcánica a las capas altas de la atmósfera, la transportó hasta Europa y Asia, y allí fue affastrada por las olas de la inundación. En su libro sobre la Atlántida, Otto Muck escribe: «Por tanto, según esto el loes no es el producto de la erosión formado a partir de las montañas de cal y cuarzo próximas, sino un objeto extraño procedente de un lugar muy lejano: magma descompuesto en gotas que se convirtió en ceniza volcánica y se mezcló en la estratosfera con los sedimentos marinos ricos en cal levantados del fondo del Atlántico y transportados por los tornados y las mangas de aire. Ésta sería la receta empleada en la historia de la Tierra para fabricar loes. Debe su contenido en cal a los sedimentos marinos, y su riqueza en cuarzo al magma superficial silíceo. Es magma disgregado mezclado con lodo marino. La disgregación se ha producido hasta el nivel microscópico, por lo que sólo su composición química y no su estructura revela su origen volcánico.»20 Si el diluvio tuvo alcance global, también en otras partes del mundo debería haber enormes depósitos de loes. Y así es, también en la mitad meridional del hemisferio terrestre. El naturalista francés Alcide d’ Orbigny (1802-1857) comprobó que los grandes depósitos de loes en la pampa sudamericana se formaron a raíz de una violenta inundación, que también destruyó la fauna. En opinión de Muck el mismo cataclismo provocó el nacimiento de los Andes. Estas constataciones demuestran de manera evidente el carácter global de lo sucedido. No está de más insistir en que el diluvio universal tuvo consecuencias desastrosas a gran escala, y que no debe confundirse con una inundación local en Mesopotamia.

81 Figura 13. El cinturón de loes. Abarca desde la costa atlántica francesa hasta el mar amarillo en China. En el mapa, la situación del cinturón de loes se ha representado únicamente de manera cualitativa, esto es, no a escala y sin tener en cuenta la concentración, que es máxima en el Mar Negro y en China. El cinturón de loes se formó a partir de la ceniza volcánica que durante el diluvio fue transportada por el viento y arrastrada hasta el borde de las olas de la inundación. Al ahondar en esta hipótesis se esclarecen otros fenómenos que, considerados aisladamente, son un enigma. Hasta el momento la ciencia no ha podido explicar el hecho de que muchos de los mamuts estudiados parecían haber muerto asfixiados. Al estudiar los cuerpos de estos animales primitivos se observó que en muchos de ellos los pulmones y el estómago presentaban pequeñas partículas de origen arcilloso o arenoso. Efectivamente, la ceniza volátil generada durante el impacto junto con las sustancias venenosas liberadas, como gases y ácido nítrico, provocaron la muerte por asfixia de los mamuts. Esto resolvería un enigma que no se ha querido debatir públicamente. El hielo hallado cerca de los mamuts presenta estas mismas impurezas y está constituido en parte por pequeñas partículas de agua que se desplazaron a través de capas de aire frías o por

82 el espacio. La estructura de este hielo es poco estable y recuerda al granizo helado o aguanieve. En el año 1881 W. H. DalI publicó en la revista American Journal of Science resultados similares de una investigación.21 Por esta razón las burbujas de aire de este hielo contienen más dióxido de carbono y menos oxígeno que un bloque de hielo normal. Los mamuts se han encontrado tanto por debajo como por encima de estas capas de hielo y junto a ellas. Otro aspecto desconcertante era la gran proporción de lodo. Muchos mamuts se descubrieron en lodo congelado, que a veces se encontraba encima de las capas de hielo descritas y que podía llegar a tener varios metros de espesor. En las capas de lodo congelado se han hallado hojas e incluso árboles enteros, algunos con frutas maduras. Estas plantas no están fosilizadas ni petrificadas, sino que simplemente se congelaron muy rápidamente, lo cual impidió que se petrificaran. Muchas veces el hielo está atravesado por delgadas capas de origen arcilloso y arenoso. Esto no se corresponde con la formación normal de hielo, ya que debido a la elevada temperatura propia y del entorno el lodo habría derretido el hielo y habría sido arrastrado con el agua de deshielo generada. Las impurezas que contiene este hielo —tanto inorgánicas como orgánicas en forma de plantas— tuvieron que congelarse repentinamente con éste y no eran parte integrante de ningún lago o río. O. E Herz y E. W. Pfitzenmayer estudiaron asimismo las capas más profundas de este hielo, que a medida que aumentaba la profundidad se hacían más blancas y quebradizas.22 Advirtieron que, cuando se lo sometía al aire normal, adquiría una coloración marrón amarillenta. De esto se deduce que las capas más profundas del hielo se congelaron súbitamente con las impurezas orgánicas e inorgánicas. El hielo de las regiones siberianas no fue aumentando lentamente invierno tras invierno hasta las capas profundas, sino que surgió rápidamente. Por esta razón, la datación basada en núcleos de perforación de hielo tampoco es correcta, ya que se presupone un índice de incremento lento con una capa por año como el que se observa en la actualidad. El impacto tuvo unas consecuencias que se describen con más detalle en el capítulo sobre el diluvio universal: invierno «nuclear», aguaceros e intensas nevadas junto con un cambio climático, la formación de loes y cuerpos de animales congelados súbitamente que se han conservado. Son como las piezas de un rompecabezas que encajan. También en otras partes del mundo dinosaurios, seres humanos y animales fueron víctimas de una catástrofe repentina que provocó la desaparición de algunas especies. En algunos lugares fue una inundación y en otras la llegada del hielo; ambas son consecuencia de un impacto, y que ocurriera una cosa u otra dependió de las condiciones climáticas locales y de la altitud. El diluvio universal no puede definirse en modo alguno de inundación de alcance local. Al contrario, el impacto de uno o

83 varios asteroides, quizás acompañado de otro acontecimiento cósmico, causó un cataclismo planetario que explicaría la súbita desaparición de los mamuts. Un invierno repentino Una de las consecuencias del impacto fue un invierno «nuclear» causado por un oscurecimiento del cielo debido a las partículas de polvo que había en la atmósfera, lo que llevó a una drástica reducción de las temperaturas. En la época de los mamuts, Siberia era una zona de clima templado, pero a raíz del impacto pasó de ser una zona templada a la zona de clima continental extremo que conocemos hoy en día. Este cambio debió de producirse con relativa rapidez ya que los agentes putrefactores no tuvieron tiempo de actuar. Los cuerpos de los mamuts bajo el hielo están en perfecto estado de conservación. Si el clima hubiera cambiado lentamente, después de relativamente poco tiempo sólo se habrían podido encontrar esqueletos. Por tanto, el cambio climático tuvo que producirse muy repentinamente en cuestión de horas. ¿Basta la hipótesis de un invierno «nuclear» como consecuencia del impacto de un asteroide para explicar la rápida congelación de los animales? Resulta difícil imaginárselo. Muck constató que la zona climática de Siberia se desplazó en poco tiempo unos 3.500km hacia el sur.23 ¿Existen otras regiones de la Tierra en las que se dieron fenómenos similares? Después de estudiar detenidamente los mapas antiguos ya mencionados, Hapgood pudo afirmar que en el pasado la Antártida no estaba cubierta de hielo. En el polo sur se han hallado restos de una flora que no corresponde a una zona de clima ártico. Originalmente las masas de tierra de la Antártida debían de encontrarse unos 3.200 km más al norte, es decir, en una zona de clima templado.24 Ni siquiera los geólogos más conservadores rechazan la posibilidad de una Antártida sin hielo, aunque fijan este hecho muchos millones de años atrás. ¿Pero entonces quién elaboró los antiguos mapas que representan una Antártida sin hielo? La solución al enigma: el eje terrestre se desplazó al menos 20 grados, lo que provocó fenómenos muy similares justamente en zonas opuestas del globo terráqueo. A esto se añadió una influencia creciente en las altitudes frías de las montañas y quizás un invierno «nuclear» en relación con el diluvio. Por el contrario, basándose en la teoría del desplazamiento de la corteza terrestre elaborada por Hapgood, Graham Hancock deduce que toda la Antártida se desplazó sobre el lecho de magma de la Tierra.25 Debido a las enormes fuerzas de fricción es imposible que un continente entero avance 3.000 o 3.500 km en cuestión de horas o de días, a no ser que suceda algo

84 excepcional, ya que está anclado en un lecho de magma. Al contrario: la resistencia a la fricción provoca grietas grietas y agujeros en la corteza terrestre por los que el magma fluido afora. Este material duro se conserva a lo largo del tiempo, mientras que la roca que lo rodea, Figura 14. Ayers Rock ¿Es un inmenso bloque de arena (=hormigón) formado lentamente? Las elevadas presiones durante el diluvio comprimieron hacia arriba una mezcla de arena y agua, que afloró a través de grietas en la corteza terrestre. Después, el calcio (carbonato de calcio), que por aquel entonces estaba libre, endureció la mezcla muy rápidamente. que es más blanda, se va erosionando. Así se han formado maravillas naturales como Ayers Rock en Australia, sólo que en este caso la sobrepresión hizo emerger una capa de arena y agua a través de las grietas de la tierra, y el rápido endurecimiento descrito se produjo por la aportación de calcio. Por esta razón, este monolito posee una superficie lisa como el hormigón, ya que a todos los efectos la piedra arenisca no es otra cosa. Durante mi visita a Ayers Rock en 1996 me di cuenta de que por toda la superficie pulida se observan burbujas más o menos grandes. Originalmente estos poros estaban llenos de agua (agua de hidratación), que se evaporó después de que el hormigón fraguara. En mi trabajo como ingeniero de obras es algo que veo todos los días. Pero analicemos ahora los cambios climáticos en la Tierra. La teoría de la deriva continental de Wegener no explica el desplazamiento de las zonas climáticas, ya que un movimiento de pocos centímetros o milímetros cada año es insuficiente. Además hay que preguntarse si las tolerancias de medida permiten efectuar mediciones tan precisas o si éstas son correctas. Asimismo las zonas climáticas de Siberia y la Antártida no se habrían desplazado una distancia similar, aunque el mayor número de impactos en el hemisferio norte naturalmente habría tenido consecuencias directas más graves. No hay que perder de vista en ningún momento que las zonas climáticas sufrieron un desplazamiento similar y que se produjo un suceso igualmente fuera de lo normal en ambos hemisferios. En este punto todas las demás teorías fracasan o se recurre al factor azar. Muck sostiene la tesis de que el desplazamiento del polo y, por tanto, del eje de rotación de la Tierra en aproximadamente 20 grados fue la consecuencia del violento impacto de un asteroide.26 Esta es una explicación lógica y sencilla que está en consonancia con los

85 fenómenos descritos. No obstante, es cuestionable que ésa fuera la única causa. Probablemente otras influencias cósmicas desempeñaron un papel decisivo. Figura 15. Precesión del eje terrestre. A diferencia de la época anterior al diluvio universal, en la actualidad el eje terrestre (E) presenta una inclinación de 23,5 grados (E1) y gira en círculo (sin tener en cuenta la nutación) alrededor del eje perpendicular (E) en el plano de la órbita de la Tierra (L = plano de la eclíptica), que pasa por el centro del Sol. En 12.890 años (180 grados del círculo de precesión) el eje terrestre se desplaza de E1 a E2 en un sentido contrario a su propio sentido de giro. Este fenómeno explica que las estrellas parezcan cambiar de posición continuamente y que sólo después de un ciclo completo de precesión de 360 grados —que dura unos 25.780 años— se observen de nuevo en la misma posición. También hay que tener en cuenta la oscilación del eje terrestre (nutación), que se superpone a la precesión y que dura aproximadamente 40.000 años. Li = línea del ecuador de E1 en el momento X; 12= línea del ecuador de E2 en el momento (X + 12.890 años).

86 Basándose en la interpretación de los mitos de diferentes pueblos, Immanuel Velikovsky llegó a la conclusión de que hace tan sólo algunos miles de años diversos planetas se aproximaron, por ejemplo la Tierra y Venus. Fuera como fuera, el suceso que provocó el diluvio universal inclinó el eje terrestre o intensificó considerablemente una muy ligera inclinación. A causa de los acontecimientos cósmicos, la Tierra empezó a tambalearse (precesión), cosa que confirman los descubrimientos de los cuerpos de mamut conservados. Debido a la inclinación del eje de rotación al menos 20 grados —es probable que transitoriamente fuera bastante más a causa del movimiento pendular generado— las zonas climáticas se desplazaron con una velocidad similar. En consecuencia, la congelación desencadenada por este proceso no fue algo único, sino que se repitió varias veces consecutivas. Este apocalipsis supuso el fin de la era de los mamuts por la súbita congelación de Siberia y las zonas occidentales de Alaska en el hemisferio norte, así como de la Antártida en el hemisferio sur. En la actualidad el eje terrestre está inclinado 23,5 grados respecto a la perpendicular en la órbita que la Tierra describe alrededor del Sol. Esta inclinación es la responsable de que tengamos estaciones. Por tanto, la Tierra está un poco ladeada y se comporta como una peonza cuyo eje de giro durante la rotación se hubiera desviado de la perpendicular por la acción de una fuerza. En el caso de una peonza, se puede ejercer esta fuerza dándole golpecitos con un dedo, y la peonza —como en el pasado la Tierra— empezaría a tambalearse. Este movimiento se denomina precesión. La prolongación del eje terrestre describe en el cielo un círculo que se denomina círculo de precesión y que pasa consecutivamente por las doce constelaciones. Hoy este ciclo de precesión dura aproximadamente 25.780 años, y sólo una vez que se ha completado se vuelven a observar las estrellas exactamente en el mismo punto del firmamento. Naturalmente, se presupone un movimiento uniforme de rotación de la Tierra. Pero el ángulo del eje terrestre de 23,5 grados, llamado asimismo inclinación de la eclíptica, no es siempre el mismo sino que en pequeños intervalos oscila de 24 a 22 grados. Este ciclo (nutación) dura algo más de 40.000 años. Retomando el símil de la peonza, la Tierra baila. Si el eje terrestre se inclinó una sola vez en un momento concreto a causa del impacto de un asteroide u otro suceso, esto significaría que antes de eso no existían las estaciones. ¿Vivían quizá mejor los seres humanos antes del diluvio universal, ya que el invierno o bien no existía o era muy moderado? Si las condiciones climáticas eran invariables, la naturaleza debía de ofrecer siempre abundantes frutos y otros productos. ¿Era ese mundo una especie de paraíso? ¿Quizás el paraíso de la Biblia? Puesto que el impacto del asteroide probablemente también modificó la composición de la atmósfera y, si existía una capa de ozono, la dañó, las condiciones medioambientales antes del diluvio pudieron ser muy distintas. La Biblia, la epopeya de Gilgamesh y otros escritos antiguos

87 nos hablan de personas que vivían cientos de años. Adán llegó a los 930 años de edad (Génesis 5, 5), Set 912 años (Génesis 5, 8) y Noé 950 años (Génesis 9, 29); es decir, todos en Figura 16. El origen de las estaciones. No se deben a la diferente distancia respecto al Sol porque la órbita de la Tierra sea elíptica, sino por la inclinación de 23,5 grados del eje terrestre respecto a la perpendicular en la órbita terrestre. En la primera mitad del año los rayos del Sol bañan de manera más intensa el hemisferio norte, y en la segunda mitad el hemisferio sur porque el ángulo de incidencia de los rayos es distinto, lo cual provoca diferencias en el calentamiento de diferentes regiones de la superficie de la Tierra. (P) es un punto cualquiera en la superficie terrestre en los seis meses de invierno y de verano. E1 = eje terrestre inclinado y L1 = su correspondiente línea del ecuador torno a los 900 años. Pero después del diluvio la esperanza de vida fue disminuyendo de manera lenta pero continua. De Arfaad (438 años; Génesis 11, 12-13) a Abraham (175 años; Génesis 25,7) e Isaac (180 años; Génesis 35, 28), mientras que Jacob sólo cumplió 147 años (Génesis 47, 28). Los linajes posteriores tenían una esperanza de vida igual a la actual. ¿Debemos considerar sólo una fantasía los datos sobre la edad y el momento en el que tuvieron descendencia así como la datación exacta del diluvio universal según este registro de linajes, o se trata de datos cualitativamente correctos, aunque quizás entonces un día duraba sólo 20 horas? ¿Se redujo acaso la esperanza de vida porque disminuyó la protección contra las radiaciones al resultar afectadas las capas protectoras de la atmósfera terrestre? ¿Degeneró la humanidad tras el diluvio por el aumento de la dosis de radiaciones que

88 recibían? ¿Es ésta la razón de los monstruos espantosos que aparecen en las leyendas y los mitos de todos los pueblos? En estas narraciones se describen con detalle gigantes con un solo ojo y otros seres monstruosos. Recordemos casos igualmente espantosos a raíz de la explosión de las bombas atómicas en Japón en la segunda guerra mundial. Figura 17. Eje terrestre recto. Antes del diluvio universal el eje de la Tierra era más o menos recto, es decir, perpendicular a la órbita de nuestro planeta. Esto impedía que hubiera estaciones, ya que el ángulo de incidencia y, por tanto, la intensidad de los rayos del Sol en un punto cualquiera de la superficie de la Tierra era siempre el mismo todo el año. La consecuencia era que en toda la Tierra reinaba un clima tropical o templado sin variaciones, tal como demuestran los yacimientos de carbón en el polo sur y los bancos de corales fosilizados cerca del polo norte. Debido a que siempre recibían una menor insolación, en los polos había casquetes de hielo semejantes a los de Marte, pero no épocas de glaciación. (P) es un punto cualquiera en la superficie terrestre que todo el año recibe la misma cantidad de rayos solares. L= línea del ecuador; E = eje terrestre recto. ¿Se modificó quizá también la velocidad de rotación de la Tierra? Un impulso en contra del sentido de giro de la peonza, en este caso la Tierra, podría causar una ligera disminución de la velocidad de rotación. En cualquier caso, el desplazamiento del eje terrestre anteriormente descrito (precesión) es contrario al giro de la Tierra. Como cualquier peonza, las fuerzas internas de fricción de la Tierra en rotación hacen que el planeta intente enderezarse de nuevo lentamente, por lo cual el ángulo del eje terrestre va disminuyendo paulatinamente a la vez que

89 aumenta lentamente la duración del ciclo de precesión. Por esta razón en la actualidad la Tierra, y con ella la corteza terrestre, se tambalea lentamente. Después del impacto del asteroide el ciclo de precesión debió de ser más corto, o dicho de otro modo: el tiempo necesario para completar un círculo de precesión no era de 26.000 años, como en la actualidad, sino —análogamente a la teoría de la peonza— quizá menos de 1.000 años. Esto provocó una perturbación de las capas protectoras de la atmósfera tras la catástrofe. Mucho tiempo después del diluvio la intensidad de radiación debió de ser muy alta, lo que dañó el patrimonio genético de los pocos animales y seres humanos que sobrevivieron al fin del mundo. Duración de los años solares ¿Se daban en la Tierra condiciones físicas totalmente distintas antes del impacto del asteroide? ¿Existían realmente antes del diluvio los gigantes que se describen en la Biblia? ¿Era distinta la duración de un día, quizá casi 25 horas como en los sistemas biológicos? ¿Por qué el biorritmo no coincide con el día de 24 horas, tal como señala Gernot Geise?27 Si nuestro mundo no ha sufrido cambios radicales o ha cambiado muy lentamente, el ser humano debería haberse adaptado de manera ideal durante la larga historia de la evolución. Esto, desde luego, si Darwin estaba en lo cierto. ¿Por qué entonces nuestro ritmo interno no coincide con el ritmo diario de nuestro planeta? ¿Antes del diluvio universal duraba el año solar también 365,2422 días como en la actualidad? Los mayas eran unos excelentes matemáticos y calcularon que un año duraba 365,2420 días, así como cuánto tardaban exactamente otros planetas en completar su órbita. También calcularon la lunación así como la trayectoria de Venus alrededor de la Tierra con una extraordinaria precisión. Los sacerdotes mayas eran capaces de predecir eclipses solares y lunares basándose en unas tablas muy exactas. Para los mayas y otras culturas muy desarrolladas el año solar constaba de doce meses de 30 días cada uno; los cinco días que faltaban simplemente se sumaban. Puesto que los mayas eran muy buenos matemáticos surge la pregunta de por qué no introdujeron meses de diferente duración como hemos hecho nosotros. ¿O quizás originalmente el año solar sólo tenía 360 días y los otros cinco días empezaron a añadirse después de un determinado suceso? ¿Qué causó la prolongación del año solar? No se sabe cuándo los egipcios inventaron o elaboraron un calendario, pero lo cierto es que en el sistema que ellos empleaban el año constaba de doce meses, que comprendían tres grupos de diez días cada uno. Al igual que los mayas, a estos 360 días les añadían cinco más al final.

90 Estos días complementarios estaban íntimamente ligados a los dioses, por lo que la prolongación del calendario obedecía a motivos religiosos. No obstante, la opinión general es que los dioses egipcios eran equiparables a las estrellas. Naturalmente los 360 días estaban directamente relacionados con el círculo y con la imagen de la Tierra como esfera perfecta de 360 grados. A diferencia de nuestros antepasados de la Edad Media, los mayas y otros pueblos muy desarrollados sabían que la Tierra tiene forma esférica. Sin embargo, se sabe que los egipcios no sólo dividieron el calendario en 36 decanos de diez días cada uno (es decir, en 360 días), sino también el cielo. Los cinco días de más son debidos a la inclinación del eje terrestre y a la ampliación de la órbita terrestre. ¿En la época anterior al diluvio reinaba acaso una armonía entre espacio y tiempo en este respecto? Es de suponer que el aparente movimiento del Sol en torno a la Tierra se dividía en 360 grados. En el caso de que el año natural sin la inclinación del eje terrestre durara 360 días, la perspectiva cambia. Originalmente, los antiguos sistemas de calendario concordaban a la perfección con la mecánica celeste, pero todo cambió cuando el eje terrestre se inclinó y la órbita terrestre se amplió. Los cinco días de más creados por la catástrofe se compensaron añadiendo días complementarios, que los egipcios justificaron con el nacimiento de los cuatro hijos de la diosa cielo Nut: Osiris, Isis, Seth, Neftis y el hijo de Osiris e Isis, Horus. O sea, estos cinco días complementarios están ligados a nacimientos, que significa algo nuevo o, mejor dicho, añadido. Por tanto, cabe suponer que hubo un tiempo antes de estos «nacimientos» en que esos cinco días no existían. Esto indica que los calendarios son más antiguos que el diluvio universal provocado por impactos de cometas y eventualmente otros sucesos cósmicos. Después del cataclismo no se cambió de raíz el antiguo sistema, sino que se amplió añadiendo cinco días más. De este modo era sencillo referirse a fechas y cálculos anteriores sin tener que modificar el sistema. Desde luego parece lo más lógico. Cambiar el calendario para adaptarse a las nuevas circunstancias, como nuestro moderno año natural, habría sido mucho más complicado. Los babilonios también dividían el año en tres grupos de 120 días; los cinco días que faltan se consideraban una unidad especial. Probablemente los babilonios copiaron este sistema de los asirios y éstos de los sumerios, que se consideran los descubridores del círculo de 360 grados. Es de especial mención que los sumerios ya conocían todos los planetas y algunas de sus lunas, que Galileo no descubrió hasta 1609 con un telescopio. Hace unos 6.000 años los sumerios ya conocían los planetas Urano y Neptuno, que nosotros no descubrimos hasta 1781 y 1846 respectivamente. Según la propia teoría de la evolución, en estas circunstancias no es posible hablar de una evolución uniforme de la humanidad. Oficialmente no hay explicación para los conocimientos de las primeras civilizaciones que conocemos, a no ser que se acepten explicaciones tan poco satisfactorias como las de falsificación o azar.

91 Tal como Heinke Sudhoff hace patente en su libro, mucho antes del nacimiento de Cristo ya existía un intercambio cultural entre uno y otro lado del Atlántico.28 No es de descartar que existiera una conexión o la adopción del calendario por parte de otro pueblo. Los paralelismos entre los calendarios de los mayas, egipcios, babilonio y sumerios son evidentes. Cada uno de estos pueblos descubrió por su cuenta los doce signos de zodíaco. Si a uno y a otro lado del Atlántico el número de las constelaciones era la misma con denominación idéntica o similar, no es lógico pensar en un caso de duplicidad debida al azar. El eje terrestre se tambalee Si el eje terrestre de pronto sufriera una importante desviación, un observador en la Tierra tendría la impresión de que las estrellas se mueven de manera brusca o incluso que desaparecen en el horizonte. También el Sol podría esfumarse de nuestro campo de visión o antes de ponerse regresaría de nuevo al cenit. Resumiendo, una parte del mundo quedaría sumida en una larga noche mientras que en otra parte el Sol brillaría más tiempo del normal. El caso es especialmente interesante si la desviación es tan grande que en la parte orientada hacia el Sol éste desaparece de repente y en la parte de la esfera terrestre de espaldas al Sol la noche se convierte en día. En este caso al observador le parecería que el Sol se mueve al revés. Insisto en las palabras al revés. Quizás es más fácil imaginárselo con un modelo sencillo. En estas circunstancias, para un observador en la Tierra el Sol no saldría por el este sino por el oeste. Este proceso puede repetirse en un segundo o tercer tambaleo del eje terrestre hasta que las fuerzas de fricción, la influencia de la gravitación o la inercia del espacio redujeran la desviación. En la época posterior ya no sería posible efectuar cálculos de calendario, ya que debido a la desviación cada vez menor del eje terrestre, las estrellas y los planetas de nuestro sistema solar dibujarían órbitas indeterminables y continuamente cambiantes. En la época anterior a la era actual, las revisiones del calendario estaban a la orden del día. Esto no era debido a una falta de observación o un cálculo deficiente de las órbitas de los astros por parte de nuestros antepasados, sino al movimiento propio especial y continuamente cambiante de la Tierra. El rey babilonio Nabonasar introdujo un nuevo calendario en el año 747 a.C. con ocasión de un suceso astronómico que las fuentes antiguas no especifican. Se sabe que en ese tiempo no se produjo ningún eclipse solar, siempre y cuando la Tierra desde entonces haya girado de manera uniforme.29

92 Los astrónomos caldeos debían adaptar el calendario vigente en cada momento a las variaciones. En su libro The Reports of the Magicans and Astrologers of Ninive and Babylon, R. C. Thompson afirma: «Diversos pasajes de las tablas astronómicas revelan que el cálculo de los días y de las estaciones era uno de los principales cometidos de los astrónomos de Mesopotamia. Los expertos se preguntan: ¿cómo es posible que gente especialmente dedicada a esa tarea cometiera errores tan importantes?»30,31 En la Biblia se lee (Isaías 24, 18-20): «[...] y se conmoverán los cimientos de la tierra. Se raja y resquebraja la tierra, la tierra se resquiebra, se quiebra, se mueve, se conmueve la tierra. Vacilará la tierra como un ebrio, oscilará como una cabaña, [...]». No se me ocurre una descripción más acertada de las consecuencias del diluvio y del tambaleo de la Tierra. El cambio de los puntos cardinales El escritor latino Solinus escribió sobre los mitos de los pueblos que habitaban en la frontera meridional de Egipto. En esas viejas leyendas el curso del Sol era distinto del actual: se ponía justamente por donde antes salía. Los chinos también escribieron sobre un nuevo orden; las estrellas habían empezado a moverse del este al oeste. Velikovsky señala que los signos del horóscopo chino se suceden en orden inverso, o sea, al contrario del actual movimiento del Sol.32 También se conocen escritos griegos en los que se mencionan órbitas de las estrellas y del Sol contrarias a las actuales. El poeta trágico griego Eurípides (aprox. 485-406 a.C.) hace mención en Electra de que las estrellas se mueven hacia atrás y de que también el Sol ha cambiado su órbita. En Orestes puede leerse: «[...] hizo al carro del sol girar desviando la occidental marcha del cielo hacia Aurora, la que a caballo avanza.» Otro griego, el filósofo Platón (427-347 a.C.) se refiere en el diálogo El político al cambio en la salida y el ocaso del Sol y de otros cuerpos celestes. También se dice que el espacio se mueve en dirección contraria. Efectivamente, desde la Tierra no se percibe el movimiento propio de nuestro planeta sino que se cree en un movimiento de las estrellas y, por tanto, del espacio. Los pueblos de América central distinguían cuatro soles anteriores a nuestro mundo con cuatro

93 movimientos, y a cada sol le dieron un nombre que designaba asimismo los diferentes períodos celestiales. También en el Corán se habla de los dos estes y dos oestes. El Talmud y otras fuentes antiguas se refieren a perturbaciones en el movimiento del Sol en la época del Éxodo, la salida de los judíos de Egipto.33 El historiador griego Herodoto (490-425 a.C) refiere en el segundo libro de su Historia conversaciones que mantuvo con sacerdotes egipcios durante su visita a Egipto. Los sacerdotes le informaron sobre 341 generaciones de reyes y le contaron que en ese tiempo el Sol había salido cuatro veces por el lado equivocado. Dos veces el Sol describió en el cielo la trayectoria que nos es habitual y otras dos veces se puso por donde ahora sale. En los siglos precedentes este escrito de Herodoto ha sido objeto de gran controversia. Si se presupone una rotación y una órbita invariable de la Tierra a lo largo de toda su historia, algunos escritos antiguos no pueden interpretarse. Los textos egipcios afirman de manera repetida y contudente que «el sur se convierte en el norte y que la Tierra se inclina hacia adelante» o que las estrellas ya no vivían en el oeste sino que aparecían en el este. Asimismo los egipcios conocían varios nombres para el sol oriental y el sol occidental. ¿Son estas descripciones sólo indicios de un intenso movimiento rotatorio a modo de peonza o describen incluso las múltiples inclinaciones que sufrió la Tierra? En el techo de la tumba de Senmut —el maestro de obras de la reina egipcia Hatseput— se ha hallado un antiguo mapa astronómico con la representación de los signos del zodíaco y otras constelaciones. El campo visual hacia el sur está representado en dirección contraria y la constelación de Orión parece moverse hacia el este, en la dirección equivocada. En general se observa un intercambio del este por el oeste así como del norte por el sur. Es evidente que esa pintura representa un mapa del cielo antes de la inversión de los polos. En esa tumba hay otro mapa en el que los objetos celestes ocupan las posiciones que nos son familiares, aunque todas las constelaciones están desplazadas. Esta importante desviación no es explicable con la medida de precesión que conocemos en la actualidad. Mientras que la ciencia académica es incapaz de explicar uno de los mapas, en la otra representación del cielo no hay que tomar en cuenta la desviación de la posición de las estrellas, o bien hay que considerarla un mapa confeccionado en tiempos muy antiguos, ya que en algún momento de los últimos 26.000 años —un ciclo de precesión completo— esa representación coincidía con la realidad del cielo. ¿Pero cuándo? ¿Hace 20.000 o 10.000 años? Según nuestra concepción del

94 mundo, por aquel entonces no existía ninguna cultura desarrollada que pudiera registrar el curso de las estrellas. Si se interpretan ambas representaciones como instantáneas del cielo antes y después de la catástrofe cósmica con la inversión de los polos celestes, nos ofrecen una imagen muy exacta de un momento concreto de nuestro pasado del 2 que sólo nos separan algunos miles de años. El hecho de que la posición de las b constelaciones esté desplazada da fe del movimiento de tambaleo del eje terrestre, que presentaba un ángulo distinto del que hoy podemos medir. Ya he explicado que la desviación de una peonza al principio es mayor y que va disminuyendo lentamente. Si nuestra visión del mundo a lo largo de las diferentes épocas se basa en que el eje terrestre ha tenido siempre la misma inclinación, no pueden explicarse cambios pasados o futuros. Basándose en las leyes de Lyell y Darwin, se parte del estado actual de la Tierra y esta imagen se proyecta hacia el pasado con las oscilaciones que se observan hoy en día, y que también se suponen constantes. Según las tesis actuales de la ciencia académica, la Tierra evoluciona sin que se produzcan cambios bruscos, aunque las múltiples pruebas de la existencia de perturbaciones geológicas fundamentales han conducido a admitir que a lo largo de su historia la Tierra ha sufrido catástrofes de carácter local. Desde el punto de vista académico, para elaborar una teoría resulta mucho más sencillo partir de condiciones generales siempre idénticas y constantes. Asimismo es más fácil establecer normas generales dando validez universal a las teorías de Lyell y Darwin. Las variaciones en los puntos cardinales descritas en este capítulo, según constan en antiguas tradiciones y escritos, son sólo un ejemplo y podrían ampliarse mucho más. Las antiguas tablas astronómicas de indios, sumerios o babilonios presentan diferencias inexplicables, como si hubieran sido dibujadas desde un punto de vista distante muchos miles de kilómetros. Los cálculos demuestran que en un pasado no excesivamente lejano se produjo un cataclismo global a raíz del cual cambió la situación geográfica respecto a la bóveda celeste. La alternativa es que la ciencia tenga razón al afirmar que nuestros antepasados eran demasiado estúpidos para realizar cálculos exactos. Las repercusiones de una catástrofe como el diluvio universal son duraderas. Varios siglos después los fragmentos de roca o los numerosos asteroides o planetoides obligados a orbitar alrededor de la Tierra pudieron impactar contra ésta. Mi intención al considerar la historia del joven planeta Tierra después del diluvio no es ofrecer la secuencia exacta de los acontecimientos. En las diferentes tradiciones se documentan sucesos extraordinarios y catástrofes hasta el milenio anterior a la era cristiana.

95 La detención del Sol El libro de Josué (10, 12-14) contiene descripciones de sucesos cósmicos que han dado pie a todo tipo de especulaciones: «Sol, deténte sobre Gabaón; y tú, luna, sobre el valle de Ayalón!» Y se detuvo el sol, y se paró la luna, hasta que el pueblo se hubo vengado de sus enemigos [...j Y paróse el sol en medio del cielo, sin darse prisa en ponerse casi un día entero. Ni antes ni después hubo un día como aquél.» No faltan las interpretaciones de este pasaje de la Biblia, aunque no vale la pena discutirlas porque ninguna de ellas es mínimamente creíble desde el punto de vista de nuestra concepción científica del universo. Si lo que explica la Biblia realmente sucedió, entonces la Tierra detuvo su rotación casi todo un día, ya que no es probable que el Sol realizara extraños movimientos propios. Esas palabras carecen de sentido si suponemos que la historia de la Tierra ha sido uniforme. En realidad sólo hay dos puntos de vista, o tres, si me apuran. Si el relato de cómo el Sol se detuvo se interpreta como que el Sol permaneció casi todo un día en el cielo pero que durante este tiempo se movió un poco, concuerda con lo ocurrido durante el diluvio que he descrito. En el caso de que algo hiciera que el eje terrestre se desviara intensamente en dirección al curso del Sol y que éste no desapareciera del horizonte, entonces un día habría durado más de 24 horas. Para el observador humano el Sol se desplazaría en otra dirección, para después retomar su habitual trayectoria en el firmamento. En el punto de inflexión del movimiento pendular parecería que el movimiento se detenía; es un efecto óptico perfectamente conocido. Si interpretamos literalmente el pasaje de la Biblia y admitimos que el Sol realmente no se movió —o sea, que se detuvo por completo—, tenemos algo muy distinto. En este caso la rotación de la Tierra se habría detenido casi todo un día. Después, cuando debido a las fuerzas físicas la Tierra hubiera empezado a girar en sentido contrario, un observador hubiera creído fácilmente que el Sol dibujaba una trayectoria inversa. Las consecuencias de un paro de la rotación terrestre probablemente serían devastadoras, por lo que la primera versión es la más creíble, especialmente porque también puede explicar todos los demás fenómenos. Esto no excluye un cambio en el sentido de rotación de la Tierra. Pero quién sabe si la segunda versión también es correcta. Como ya he dicho, la Tierra gira como una peonza. Teóricamente el eje terrestre puede ladearse tanto como se quiera en la órbita, como es el caso del planeta Urano en la actualidad.

96 En esta situación se crea la impresión óptica de que el Sol se detiene o que se desplaza en sentido contrario, como se dice en la Biblia. En un lado de la esfera terrestre se habría producido una larga fase de oscuridad, mientras en el otro lado el día habría durado más de lo normal. A partir de cierto grado de inclinación (más de 90 grados) el Sol desaparece en el horizonte y sale antes de hora para los que viven en el otro lado del globo. En este caso, para el observador el Sol se mueve en sentido contrario al habitual, es decir, el este y el oeste se intercambian. Por ejemplo, para un observador en el planeta Venus en la actualidad el Sol sigue saliendo por el oeste, ya que gira retrógradamente, o sea en sentido de giro contrario al de nuestro sistema solar y, por tanto, al de la Tierra. Si damos crédito a muchas fuentes antiquísimas, el fenómeno de que el Sol parecía cambiar de trayectoria sucedió al menos en dos ocasiones. ¿Por qué razón la Tierra no podría haber experimentado varias intensas desviaciones consecutivas de su eje? Lo cierto es que, después de una primera desviación importante, lo lógico es que se produjera un movimiento de péndulo. Visto desde un lado —es decir, de manera bidimiensional—, el eje terrestre se balanceó de un lado a otro y, naturalmente, con él todo el planeta. El segundo movimiento pendular ya no fue tan intenso como el primero, pero aún fue suficiente para que el Sol pareciera moverse en dirección contraria a la habitual: el Sol seguía saliendo por el oeste. En la tercera oscilación es posible que el Sol ya no desapareciera en el horizonte, sino que errara por el cielo en trayectorias insólitas. No obstante, salió por el este y se puso por el oeste. El momento de torsión de la Tierra no experimentó una perturbación fundamental. Es probable que la órbita de la Tierra alrededor del Sol se desplazara hacia afuera, lo que hizo que durara 365 días en vez de 360. Así lo demuestran los antiguos calendarios. La velocidad de rotación de la Tierra también disminuyó, lo que provocó cambios en las condiciones físicas de la Tierra, aunque nuestro planeta sobrevivió a este cataclismo. Si la Biblia está en lo cierto y mis deducciones son correctas, en el lado opuesto de la Tierra tuvo que ser de noche durante casi un día entero. Zecharia Sitchin descubrió que así se cuenta en la tradición de los pueblos de los Andes. Según parece, durante el reinado de «Titu Yupanqui Pachacuti II», el decimoquinto monarca de los tiempo antiguos, el Sol desapareció durante veinte horas, o sea casi un día entero. Zecharia Sitchin cree que esto sucedió hacia el año 1400 a.C.34 Por tanto, tenemos dos descripciones independientes de un fenómeno opuesto que aparentemente son increíbles pero que resultan ciertas.

97 Más catástrofes Antes del inicio de la era cristiana parece que se produjeron grandes cambios. No está muy claro que todos esos sucesos puedan enmarcarse en un período de tiempo de unos pocos cientos de años. El diluvio universal aconteció hace 10.000 años como máximo, aunque es perfectamente posible que sucediera 4.000 años después. En este caso, el vacío hasta el nacimiento de la primera civilización desarrollada que conocemos (aproximadamente en el 3500-3000 a.C.) sería de menos de 1.000 años. Desde este punto vista no tendría nada de extraño que casi todas las civilizaciones que conocemos surgieran de manera casi simultánea. Llegados a este punto quisiera insistir en que después del diluvio universal la Tierra sufrió numerosas catástrofes. Después de la inundación aún se notaron las consecuencias de la oscilación del eje terrestre y de un suceso cósmico que probablemente no había concluido o que se repetía. Se tiene noticia de numerosas catástrofes, especialmente en los siglos VIII y xv a.C. Velikosvy señala: «A mediados del segundo milenio a.C. la esfera terrestre se desplazó dos veces, y en el siglo VIII o VII tres o cuatro veces más. En el ínterin también variaron las órbitas de Marte, Venus y la Luna».35 Un estudio de la secuencia de los hechos en la catástrofe iría más allá de las pretensiones de este libro. Lo importante es subrayar que antes de esos hechos se produjo un auténtico fin del mundo (diluvio universal). No obstante, está claro que los cataclismos se fueron sucediendo. Los procesos que describo en este libro se repitieron de forma más o menos intensa en marcos globales. Por tanto, los estratos de la corteza terrestre y el hielo de los casquetes polares se formaron en pocos años y no de manera gradual a lo largo de millones de años. Esta constatación y la afirmación de que hubo un auténtico fin del mundo en forma de diluvio universal hace relativamente poco tiempo contradice de manera evidente las teorías de uniformidad de Lyell y Darwin y, por tanto, también nuestra visión del mundo. El mito de los hopis En la tradición de los indios hopis llama especialmente la atención el recuerdo de cuando el eje terrestre se inclinó. Según los mitos hopis, en la actualidad vivimos en el cuarto mundo. El primero fue destruido por el fuego; el segundo por la desviación del eje de la Tierra, a raíz de lo cual todo quedó cubierto por el hielo; el tercero fue destruido por una inundación. ¿Tienen razón los hopis? Los hechos así parecen confirmarlo.

98 La desviación del eje terrestre acompañada por un invierno nuclear y la correspondiente formación de hielo coincide con la secuencia del diluvio en el orden correcto. Esta fue la causa de la extinción de los mamuts. Los mitos supuestamente tan fantasiosos y los últimos conocimientos de la ciencia parecen coincidir. ¿Es sólo casualidad? Notas 1. Hapgood, C. H., Maps of the Ancient Sea Kings, Nueva York, 1996 y Londres, 1979. 2. Ibídem. 3. Hancock, G., Die Spur der Gótter, Bergisch Gladbach, 1995. 4. Hapgood, C. H., op. cit. 5. Hancock, G., op. cit. 6. Sudhoff, H., Sorry, Kolumbus, Bergisch-Gladbach, 1990. 7. Dougherty, C. N., Valley of the Giants, Cleburn, 1971, nueva edición 1984. 8. Sitchin, Z., Das erste Zeitalter, Munich, 1994. 9. Diiniken, E. von, Meine Web’ in Bildern, DüsseldorfNiena, 1973. 10. Hancock, G., op. cit. 11. Lewis, R. S., «A Continent for Science», en TheAntarticAdventure, Nueva York, 1961. 12. Brown, W., In The Beginning, Phoenix, 1980. 13. Anthony, H. E., «Nature’s Deep Freeze», en Natural History, septiembre de 1949. 14. Zimmermann, M. R. y Tedford, R. H., «Histologic Structures Preserved for 21.300 Years», en Science, 8 de octubre de 1976. 15. Anthony, op. cit. 16. Anderson, W., Die nordasiatischen Flutsagen, Dorpat, 1923. 17. Tollmann, A. y E., Und die Sintflut gab es doch, Munich, 1993. 18. Erman, A., Traveis in Siberia, Londres, 1848. 19. Penniston, J. B., «Note of the Origin of Loes», en Popular Astronomy, 39.° año, 1931, pp. 429-430 y «Additional Note on the Origin of Loes», en PopularAstronomy, 51,/1943, pp.1 70172. 20. Muck, O. H., Alles überAtlantis, Düsseldorf/Viena, 1976. 21. Dall, W. H., en American Journal of Science, 1881, p. 107. 22. Brown, W., op. cit. 23. Muck, op. cit. 24. Hapgood, C. H., The Path of the Pole, Nueva York, 1970. 25. Hancock, op. cit.

99 26. Muck, op. cit. 27. Geise, G., Woher stammt der Mensch wirklich?, HohenpeiBenberg, 1997. 28. Sudhoff, H., op. cit. 29. Velikovsky, 1., Welten im ZusammenstoJi, Francfort del Meno, 1994. 30. Ibídem. 31. Thompson, R. C., The Reports of the Magicans and Astrologers of Ninive and Babylon II, XVIII. 32. Velikovsky, 1., op. cit. 33. Ibídem. 34. Sitchin, Z., Versunkene Reiche, Munich, 1992. 35. Velikovsky, 1., op. cit. 101

100 7. Un intercambio de papeles El geólogo Horst Friedrich afirma: «Es muy posible que los legos se pregunten por qué la ciencia cree haber descubierto que hubo una gran época glaciar que duró aproximadamente un millón de años (y finalizó hacia el 8000 a.C.). La respuesta a esta pregunta es muy sencilla: así lo exigía la doctrina de la uniformidad de Lyell, a la que la geología académica rinde y ha rendido pleitesía, así como el darvinismo (que asimismo se basa en la citada doctrina de la uniformidad)».1 Teorías sin validez Nuestros abuelos y quizá también nuestros padres aprendieron en la escuela que hubo un diluvio universal con el que Dios castigó a los hombres por sus pecados. Las aguas anegaron el mundo y lo destruyeron. Los bloques erráticos y descubrimientos similares se consideraban pruebas palpables de ello. Pero después de que la geología lograra imponer la teoría de Lyell y la ley de Darwin, el diluvio universal ya no servía para explicar fenómenos de muy diversa naturaleza, ya que la evolución no dejaba lugar a una inundación global. Expresado con claridad esto significa: o diluvio universal o evolución; ambos se excluyen mutuamente como el agua y el fuego. Pero los bloques erráticos y los guijarros seguían estando allí. ¿Cómo podrían explicarse estos fenómenos? La teoría de una evolución uniforme de la Tierra no explicaba que se hallaran restos fosilizados a varios miles de metros de altitud, ni grandes bloques de piedra perfectamente redondeados en las llanuras ni la existencia de las capas inferiores de piedra caliza del Jura suizo con multitud de fragmentos de granito diseminados. ¡Por esta razón fue necesario inventar las glaciaciones! No había otra opción; era la única posibilidad para explicar todos los fenómenos que hasta entonces se habían atribuido al diluvio. Desde luego, para los defensores de la teoría de las glaciaciones resulta muy embarazoso «el hecho de que se encuentren bloques erráticos completamente idénticos también en zonas que definitivamente nunca quedaron cubiertas por el hielo, incluso en gran número» como en las

101 cercanías de San Diego (California). «Según la teoría de las glaciaciones, el Peloponeso nunca vivió [...] una época glaciar, pero el paisaje es muy similar al de las estribaciones de los Alpes —que se supone que se formaron en las glaciaciones— en lo que se refiere a la conformación de la superficie.»2 En 1787, el abogado suizo Bernard Friedrich Kuhn publicó una teoría según la cual los bloques de granito del Jura suizo llegaron a su actual emplazamiento a través de los glaciares. Otro suizo, Lois Agassiz, dibujó en el año 1837 la imagen de una glaciación universal.3 En un principio esta hipótesis fue rechazada, pero en la actualidad se considera una verdad irrefutable. Sin embargo, pese a los muchos libros que se han escrito sobre este tema, aún no se han encontrado pruebas concluyentes. Se cree que en los últimos cientos de miles de años se han producido de manera periódica al menos tres glaciaciones y numerosos períodos interglaciares. Agassiz estaba convencido de que un gran manto de hielo cubrió la tierra desde el polo norte hasta el mar Mediterráneo y el mar Caspio. Pero la teoría de las glaciaciones naufraga en lo referente a la extensión del manto de hielo: ¿por qué en Europa había glaciares hasta los 50 grados de latitud y en América del Norte hasta los 40 grados, mientras que simultáneamente en el noreste de Siberia al norte de los 75 grados de latitud, el lugar más frío de la Tierra, no había hielo? Tal como he expuesto en el capítulo anterior, los descubrimientos en Siberia de mamuts demuestran que en el pasado reinaba un clima templado. La paradoja está servida con el hallazgo de fósiles marinos en Escandinavia, Norteamérica y Escocia a más de 300 m de altitud sobre el actual nivel del mar, o sea, 400-500 m por encima del nivel que tenía antes de las glaciaciones: las glaciaciones no pudieron causar oscilaciones tan grandes del nivel del mar. Thomas Jamieson formuló en 1865 una explicación a primera vista muy brillante, que dio un apoyo decisivo a la teoría de las glaciaciones: la presión ejercida por el peso de los glaciares deformó la corteza terrestre y aplastó las capas viscosas inferiores.4 Después, cuando los glaciares se derritieron, la tierra afloró de nuevo, y con ella los fósiles marinos. Pero hay muchas razones que contradicen esta hipótesis. Puesto que la altitud a la que se han hallado los fósiles es exactamente la misma en Europa y en América, la corteza terrestre debió de alzarse varios cientos de metros de manera uniforme a ambos lados del Atlántico, aunque las circunstancias geológicas y, por tanto, las condiciones de asiento son distintas. Además, los más recientes estudios efectuados con radar indican que el interior de la Tierra no es homogéneo. Por otra parte, es muy dudoso que las grandes plataformas continentales supuestamente hundidas en el blando manto terrestre afloraran de nuevo al desembarazarse del peso de los glaciares. En un ámbito limitado este proceso es teóricamente posible, pero el hundimiento de un cuerpo sólido en una masa viscosa no es completamente reversible; siempre queda sumergido en parte. ¿Por qué las altas líneas de la

102 costa no pudieron estar siempre a la misma altura desde el diluvio? La respuesta es evidente: fueron creadas por el diluvio. Más adelante trataré la actual posición inclinada del continente americano, que por lo que parece no ha sufrido una involución. Sea como sea, lo más importante es aclarar por qué no pudo haber una época glaciar. Nadie es capaz de decir con seguridad por qué hubo una glaciación o incluso varias consecutivas. En la actualidad, las razones del inicio y el fin de las glaciaciones son aún muy confusas. Desde luego suposiciones no faltan, aunque la mayoría de ellas son poco verosímiles y están traídas por los pelos. Una de las razones más universalmente aceptadas y que se aduce en muchos de los libros especializados es la órbita elíptica de la Tierra, ya que los rayos del Sol llegan a la Tierra con mayor o menor intensidad según sus distancias relativas. El eje terrestre inclinado y oscilante es el responsable de la mayor o menor intensidad de la radiación que recibimos. Esto quizá puede explicar la formación de pequeñas cantidades de hielo en los polos, pero no verdaderos períodos glaciares en los que se supone que una capa de hielo continua cubrió el hemisferio norte. El astrónomo británico Fred Hoyle no fue el único en señalar que el calentamiento generado por este proceso sería un 4 % demasiado reducido para desencadenar una glaciación. En la actualidad, en el hemisferio sur se registra un calentamiento de aproximadamente el 3 %, sin que se observen consecuencias de importancia en los glaciares de la Antártida. La mayoría de las teorías sobre el origen de las épocas glaciares han sido formuladas por geofísicos y astrónomos, pero no por geólogos. Todos los modelos de pensamiento se basan en un empeoramiento natural del clima, es decir, que por las razones que fuera el clima en toda la Tierra se hizo más frío. En este planteamiento radica el principal error. A diferencia de la Antártida, bajo el Ártico no hay tierra. Esto significa que, cuando se produce una extensa glaciación, el agua del océano se congela, pero este proceso de enfriamiento no conduce por sí solo a la formación de montañas de hielo. Lo que se forma es una superficie de hielo lisa como cuando un lago se congela. Independientemente de la temperatura, en una superficie congelada no surgen montañas de hielo. Para que se formaran los enormes glaciares del Ártico sin montañas debajo, tuvieron que caer precipitaciones de una intensidad sin igual, que se fueron acumulando en forma de nieve o lluvia helada. Sólo así pudieron surgir montañas de hielo. Pero, para que se produzcan precipitaciones (nieve, hielo, lluvia), en la atmósfera debe acumularse una gran cantidad de vapor de agua (nubes). Las nubes se forman únicamente por una intensa evaporación de líquido (agua). Para que esto se produzca se precisa imperiosamente calor (como ocurre, por ejemplo, cerca del ecuador). No obstante, el hecho de

103 que amplias regiones de la Tierra disfrutaran de un clima cálido contradice el empeoramiento global del clima, que es la base de todas las teorías sobre las glaciaciones. Consecuencia: sin calentamiento no hay precipitaciones y, por tanto, tampoco montañas de hielo. Justamente esta condición se dio durante la secuencia del diluvio hace algunas miles de años. Las erupciones volcánicas generaban vapor de agua que después se precipitaba en zonas más frías y, en las altitudes más elevadas de las montañas, en forma de nieve. Fue así como se formaron las montañas de hielo que podemos observar en la actualidad, al tiempo que los mamuts y otros mamíferos así como plantas o árboles enteros con sus frutos se congelaron repentinamente. Me gustaría resaltar una vez más la contradicción interna de la teoría de las glaciaciones, porque es un punto muy importante: para que surja una montaña de hielo se necesitan precipitaciones en forma de nieve o hielo que se vayan acumulando. Pero para que esto suceda, debe haber una evaporación de agua en las zonas de clima templado, lo que sólo ocurre si las temperaturas son bastante cálidas. Por tanto, si existe un empeoramiento global del clima no puede haber una glaciación ni formarse icebergs. En cualquier libro sobre geología se incluyen como prueba evidente de las glaciaciones impresionantes fotografías de capas de roca en todo el mundo, incluso en el actual desierto del Sahara, que están completamente lisas por la abrasión. Se cree que en el pasado el Sahara se encontraba en el lugar que ahora ocupa el polo sur. Tal como demuestran los mapas antiguos —de Piri Reis— hubo un tiempo en el que en la Antártida no había glaciares. Incluso un defensor tan consecuente de la teoría del diluvio como el inglés William Buckland se equivocó al interpretar en 1824 los estratos de roca pulida en las llanuras, por ejemplo en Escocia.5 Pero en el siglo XIX aún no se sabía lo suficiente sobre cómo fue realmente el diluvio, ya que antes de que se produjera la inundación la Tierra fue arrasada por un incendio global y una tormenta de fuego. Más adelante expondré con más detalle los últimos conocimientos científicos sobre la secuencia de la catástrofe. Las erupciones volcánicas y las fracturas de la corteza terrestre generaron temperaturas de hasta varios miles de grados, que fundieron los minerales en las montañas así como la roca. La antigua religión persa recoge un fin del mundo por el fuego en el que «todos los metales en las montañas se fundieron».6 Por tanto, las aguas del diluvio lo tuvieron muy fácil para dejar completamente lisas las capas de roca blanda, que era como masa plástica. Después, el fluido se endureció otra vez rápidamente y se convirtió en el tipo roca sólida que ya he descrito. En el pasado el diluvio se asociaba únicamente con grandes masas de agua pero no con elevadas temperaturas, por lo que determinados fenómenos no podían explicarse de manera satisfactoria. Las antiguas fuentes, que tan fantasiosas parecían, en realidad describen procesos reales del pasado de la Tierra. Naturalmente en las montañas hay rocas pulimentadas por la acción de los glaciares, aunque

104 en este caso las escarpadas laderas de las montañas actúan como un plano de deslizamiento inclinado natural. Por tanto, es natural que se produzca un deslizamiento. Sin embargo, las rocas pulidas de las llanuras y en parte también de las montañas fueron obra del diluvio. En la década de los años sesenta la teoría de las glaciaciones ya no se sostenía por ningún lado. En capas de guijarros de las estribaciones de los Alpes a las que se atribuyen 20.000 años de antigüedad, y que deberían haberse formado antes de la última época glacial, se descubrieron ladrillos romanos y troncos de árbol posteriores a la época glaciar. En otra capa de guijarros hasta entonces intacta, supuestamente formada en la época glaciar, se encontró una bicicleta oxidada, tal como explica Windsor Chorlton.7 Este descubrimiento tendría que haber liquidado definitivamente la teoría de las glaciaciones, ya que en ese tiempo sólo existía el hombre de la edad de piedra, ¿o es que debemos imaginarlos montados en bicis? No obstante, la teoría se salvó porque desde el punto de vista de la evolución no había alternativa, hasta ahora. ¿Glaciación o diluvio? Si antes del diluvio el eje de la Tierra estaba recto, las estaciones no existían. En vez de eso, en todo el mundo la atmósfera estaba enriquecida con moléculas de agua que creaban un efecto invernadero al tiempo que protegían la Tierra de las radiaciones cósmicas. No había pues condición alguna para una glaciación. En el caso de que sea cierta la hipótesis de que antes del diluvio el eje terrestre no estaba inclinado, todas las razones que se han dado para explicar el inicio de una época glaciar pierden su validez. Si esta conjetura es cierta, es imposible que hubiera una glaciación en esas condiciones. Me gustaría insistir en que si el eje de la Tierra estaba recto no existían las estaciones, y por tanto no había motivo para una glaciación. Este escenario arroja nueva luz sobre las glaciaciones que según los geólogos se produjeron en diferentes épocas de la historia de la Tierra. Pese a que antes del diluvio las condiciones climáticas y físicas fueran ideales, es posible que en los polos hubiera hielo, externamente de aspecto semejante al que en la actualidad existe en Marte o en la Luna. Pero esto no puede entenderse como glaciación. Este punto de vista, absolutamente lógico, socava los cimientos de la geología y la paleontología. A raíz de un gran cataclismo, el eje de la Tierra se inclinó al menos 20 grados, lo que creó una situación en la que sí era posible una glaciación. La prueba son los mamuts congelados súbitamente en Siberia y Alaska.

105 El ya fallecido Velikovsky, que en los años cincuenta armó un gran revuelo con su teoría de las catástrofes recurrentes en la Tierra a lo largo de su historia, escribe en el libro Welten im ZusammenstoB: «Los polos no han estado siempre en la posición actual, y los cambios no fueron en modo alguno graduales. La capa de hielo glacial no era otra cosa que hielo polar. Las glaciaciones acabaron con una brusquedad catastrófica, y en pocas horas regiones de clima templado se encontraron en el círculo polar. Las capas de hielo de América y Europa empezaron a fundirse; cantidades ingentes de vapor de agua generado por la superficie del mar aumentaron las precipitaciones y favorecieron la formación de una nueva capa de hielo. No fue tanto el avance del hielo como las olas gigantes que se abatieron sobre los continentes las que transportaron los escombros glaciares y los bloques erráticos a grandes distancias y los depositaron sobre otras capas de roca. Al observar las fronteras de la glaciación en el hemisferio norte distinguimos un círculo cuyo centro está en la costa oriental de Groenlandia o en el brazo de mar entre Groenlandia y la Tierra de Baffin cerca del actual polo norte. Este círculo tiene un diámetro de unos 3.600 km y circunscribe la zona de la capa de hielo durante la última glaciación. El noreste de Siberia queda fuera del círculo; mientras que el valle del Misuri hasta 39 grados de latitud norte queda dentro. La parte meridional de Alaska está incluida, pero no la occidental. También queda dentro el noroeste de Europa; un poco más allá del Ural la línea que marca el límite dobla hacia el norte y se cruza con el actual círculo polar. Esto nos lleva a la pregunta de si en un tiempo pasado el polo norte estuvo quizás en América a 20 grados o más de distancia de donde está hoy, mientras que el polo sur también estaba desplazado 20 grados de su posición actual, más o menos en la zona de la Tierra de Queen Mary en la Antártida.»8 Coincido con Velikovsky en que este escenario realmente se dio y que el hielo que actualmente cubre las regiones polares se formó a raíz de una catástrofe global. No obstante, cabe destacar que la frontera del hielo ha avanzado varias veces, en consonancia con las sucesivas oscilaciones del eje de la Tierra. Como ya he expuesto, determinados procesos se repitieron con diferente intensidad y originaron la formación de capas de hielo no en millones de años, sino durante un período de tiempo relativamente corto.

106 Las morrenas Los fenómenos que acompañaron el drástico desplazamiento del eje de la Tierra resuelven muchos enigmas de nuestro tiempo. Hasta ahora las morrenas —que son depósitos finales de arcilla y roca, bloques erráticos o grava transportados y depositados por un glaciar— se han visto como la frontera del hielo que primero avanzaba y después ha retrocedido. Esta prueba evidente de los restos de la última glaciación ha convencido a casi todo el mundo. Pero, desde un punto de vista lógico, la hipótesis de un diluvio que causó la repetida inundación de zonas de tierra firme explica mejor la existencia de estas morrenas. Además, el movimiento de las olas también explica mejor la forma redondeada de los bloques erráticos que si se supone que una frontera de hielo o el agua de deshielo los fueron empujando lentamente. La pregunta es: ¿pueden masas de hielo o los torrentes de agua de su deshielo arrastrar un número considerable de grandes bloques a grandes distancias sobre una superficie plana o incluso ligeramente empinada? Si la respuesta es positiva, cosa que yo no creo, la siguiente pregunta sería: ¿es posible que ese movimiento hiciera rodar las piedras con tanta frecuencia que la fricción acabara por darles un aspecto esmerilado? ¿Puede un glaciar transportar algo una larga distancia? Sólo en las montañas, donde la naturaleza ha creado una superficie de deslizamiento inclinada, puede darse el efecto del movimiento de piedras en un principio congeladas, pero no en las llanuras, ya que, debido al peso de la montaña de hielo, el suelo se hundiría más en el centro y menos en los bordes. En la mecánica del suelo este efecto se denomina «depresión de asiento», y se produce en toda nueva construcción. El mayor hundimiento de los estratos del suelo en el centro impediría un movimiento horizontal e incluso pondría en marcha un proceso inverso, es decir un movimiento hacia el centro del glaciar. El agua generada por las masas de hielo que se derriten podría mover piedras, pero nunca alisar como con papel de lija bloques erráticos de un tamaño que puede ser considerable y redondearlos como si fueran canicas. Como mucho, los torrentes de agua de deshielo pueden causar efectos similares en zonas restringidas, pero no en un ámbito de cientos de kilómetros. Por el contrario, un tremendo diluvio con olas gigantes que quizás alcanzaban kilómetros de altura podría perfectamente transportar grandes bloques de roca hasta una gran distancia. Este efecto se ha observado en mareas vivas muy intensas en los océanos. En las líneas costeras casi todas las piedras están redondeadas. Fue la fuerza del agua en forma de mareas de un mar la que formó los bloques erráticos, la grava y la arena, y no una capa de hielo. También el tipo y la forma de los sedimentos —líneas cerradas de los yacimientos, como en la costa— dan fe de la acción de las avenidas de una gran inundación originada por el diluvio. Por estas razones Velikovsky señala: «... nos inclinamos a creer que los bloques erráticos y la arcilla glaciar no fueron transportados por el hielo, sino por la acción de violentas avenidas causadas por un

cambio en la rotación de la Tierra. Esto explica la existencia de morrenas que se

107 desplazaron desde el ecuador hasta latitudes y altitudes superiores (Himalaya) o desde el ecuador hasta el polo sur pasando por África.»8 Así se explica también el cinturón de loes que se extiende de Francia hasta China, y que representa los sedimentos laterales del diluvio. La morrenas y el cinturón de loes son atribuibles al mismo suceso, y el resultado de una devastadora inundación. Si el fenómeno de las morrenas y del cinturón de loes se consideran aisladamente se obtiene una imagen falsa. Por tanto, la representación de una Antártida sin hielo en los mapas de Piri Reis corresponde al estado de ese continente antes del diluvio. Hace como máximo 10.000 años en el polo sur no había hielo. El diluvio provocó el deshielo de los pequeños casquetes polares que existían entonces, y debido al desplazamiento del eje terrestre esta región ártica se movió en dirección a Siberia y Alaska. La gran helada en conjunción con la secuencia del diluvio generó un clima ártico y un período glacial que aún dura. Esto significa que en la actualidad estamos viviendo una glaciación. El diluvio universal, el período glacial, el desplazamiento del eje terrestre y la súbita desaparición de casi todos los seres vivos de la Tierra están conectados entre sí. Bajo el mar hay ciudades antiguas, y las plataformas epicontinentales, asimismo bajo el agua, dan fe de que en el pasado el mar estaba a un nivel inferior. Incluso los científicos más conservadores admiten que antes de la época glaciar (diluvio) el nivel del mar estaba entre 100 y 200 m más abajo. Se supone que el deshielo de las capas de hielo durante la última glaciación elevó el mar hasta el nivel actual. Pero si no hubo tal época glaciar sino simplemente un incremento de la formación del hielo en un pasado próximo debido al desplazamiento del eje terrestre, la pregunta es: ¿de dónde procede toda el agua extra de los océanos? Los primeros defensores de la teoría del diluvio no fueron capaces de encontrar una respuesta convincente. La ciencia convencional sostiene que el aumento de las temperaturas llevó al deshielo de los glaciares con la consiguiente liberación de agua. Pero si la glaciación no existió, el agua tuvo que proceder de otra parte. La Biblia habla de las aguas profundas, que fueron liberadas por el impacto de cometas. El agua forma parte importante de las rocas. Además, probablemente bajo la corteza de la Tierra existía una capa de agua combinada semejante a las actuales aguas subterráneas. Se sabe que en las erupciones volcánicas se liberan grandes cantidades de agua. También es posible que los cometas llevaran agua, y hay que contar con que los casquetes polares se estaban deshaciendo. En la Biblia se describen aguas que se encuentran debajo y también encima de la bóveda celeste; el agua encima de la bóveda puede referirse a una atmósfera con vapor de agua o a una envoltura de agua que rodeaba toda la Tierra. Tampoco puede excluirse que

108 ambos fenómenos se dieran simultáneamente. En un apartado posterior trataré esta cuestión. La principal razón para el incremento del nivel del mar se explica con mi teoría sobre la liberación del agua combinada con las rocas. Determinados procesos hidráulicos y químicos liberaron agua de hidratación que se fue acumulando lentamente en los mares. Esto resuelve el enigma del aumento de nivel del agua en los océanos sin recurrir al deshielo de los glaciares. La teoría alternativa que expongo en este libro explica de manera lógica toda la secuencia del diluvio universal, y ya no es preciso hablar de una época glaciar. Una atmósfera distinta En la Biblia se describen aguas que se encuentran debajo de la bóveda celeste, diferenciándolas de las que se encuentran encima. ¿Son quizá las aguas sobre la bóveda celeste los líquidos presentes en otros planetas así como en los cometas que viajan por el espacio? ¿O acaso se formó en la atmósfera terrestre una cubierta de agua? Algunos pasajes de la Biblia relacionados con el diluvio universal parecen sostener la tesis más ligada a la Tierra. En el Apocalipsis (6,14) se dice: «Y el cielo fue retirado como libro que se enrolla; y todo monte e isla fueron removidos de su lugar». Y en el Génesis (7, 11): «[...] se rajaron todas las fuentes del gran abismo y se abrieron las compuertas de los cielos; y llovió a torrentes sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches». Las palabras «fuentes del gran abismo» se refieren a las aguas subterráneas que afloraron a la superficie o la liberación del agua combinada con la roca. Por su parte, «las compuertas de los cielos» se refiere duda a un intenso aguacero, ¿o quizás al colapso de una envoltura de agua? En otros planetas se observa una atmósfera enriquecida con moléculas de agua, y se cree que en otro tiempo las aguas cubrían el planeta Venus. Las elevadas temperaturas de la atmósfera venusiana causaron la evaporación de este fluido, y en la actualidad probablemente está combinada con la roca. Carl Sagan atribuye las elevadas temperaturas en Venus a un efecto invernadero del dióxido de carbono y el vapor de agua. En Titán —una de las lunas de Saturno, con un diámetro de 5.000 km que es más o menos la mitad del de la Tierra— las fotografías a corta distancia tomadas por la sonda espacial Voyager permiten observar un velo de bruma azul por encima de una espesa capa vaporosa que rodea por completo al satélite e impide ver la superficie. Hasta el momento no se conoce la composición exacta de las partículas que forman dicha bruma, aunque se sabe que sus componentes están combinados con agua.9 Los geólogos constatan:

109 «[...] el diluvio universal [...] un caos en el que el agua del cielo y de la tierra ya no podían distinguirse, porque el hombre vio cómo las mareas y los aguaceros se confundían. Y de China a Babilonia y más allá todos creían saber de dónde procedían esas aguas: evidentemente una parte provenía de encima de la bóveda celeste, desde donde se precipitaron a raíz de los terremotos tras la “rotura de una columna de la bóveda celeste”. Sin embargo, también se sabía que estaban almacenadas en una segunda cubierta de agua bajo la corteza terrestre, porque en esos terremotos asimismo “se abrieron todas las fuentes del abismo”10 En el Génesis (1, 6-8) puede leerse: Dijo Dios: «Haya firmamento en medio de las aguas, que separe unas aguas de otras. E hizo Dios el firmamento, y separó las aguas que están debajo del firmamento. [...] Al firmamento llamó Dios cielo.» Una interpretación conservadora identifica el agua encima del firmamento con hidrógeno, hielo o agua en estado líquido presente en otros planetas o cuerpos celestes. Pero una interpretación literal de la Biblia coincide exactamente con lo que he descrito que sucedió con una envoltura de agua que rodeaba la Tierra antes del diluvio. Este es asimismo el origen de una parte del agua complementaria que apareció después del diluvio y que causó la subida del nivel del mar, ya que el agua de encima de la bóveda celeste se precipitó sobre la Tierra en forma de lluvia. Presuponiendo la existencia de una atmósfera enriquecida con vapor de agua, las condiciones físicas eran otras, tal como ya había señalado anteriormente. Y, como hecho a propósito, el 12 de agosto de 1997 el periódico Bild publicó un artículo en el que se anunciaba un descubrimiento sensacional: el satélite alemán de investigación ChristaSpas había descubierto en las capas más altas de la atmósfera terrestre indicios de vapor de agua. Esto podría respaldar la controvertida teoría de que pequeños cometas bombardearon la Tierra con agua. Aunque aún no se ha aclarado el origen de esa agua, lo que sí es cierto es que en la actualidad hay aún una envoltura de agua muy delgada. Esto demuestra que, además de estar avalada por antiguas fuentes, mi hipótesis tiene una base científica. La prueba real de que antes del diluvio había una atmósfera muy distinta es la composición del acero de la cabeza del martillo fosilizado que he descrito con detalle en el primer capítulo. Ese acero sólo pudo fabricarse en unas condiciones atmosféricas totalmente distintas de las actuales. La presión debió de ser de al menos dos atmósferas, en vez de una como ahora. También el aire de las burbujas que se han hallado dentro de bloques de hielo presenta una

110 composición distinta de la atmósfera actual. Antes del diluvio la proporción de oxígeno era considerablemente mayor y, gracias a la pantalla protectora formada por la cobertura de agua, la Tierra estaba a salvo de cualquier tipo de radiación proveniente del espacio. En todo el planeta reinaba un clima templado que propiciaba un crecimiento contante de las plantas a lo largo de todo el año. Dado que antes del diluvio el eje de la Tierra estaba más o menos enderezado, tampoco había estaciones. El planeta estaba bañado por una luz algo difusa pero lo suficientemente clara. ¿Se rompió la envoltura de agua con el diluvio «como libro que se enrolla», y desde entonces nuestro mundo recibe una radiación peligrosa? En esas circunstancias, antes del diluvio todo debió de crecer con más vigor. No sólo los dinosaurios eran enormes sino que también los seres humanos alcanzaban una estatura de entre 2,5 y 4 metros. Así lo demuestran las huellas fosilizadas de hasta 50 cm de largo que se han hallado en todo el mundo. También se han encontrado helechos, colas de caballo y otras plantas petrificadas de tamaño gigantesco. Parece que entonces todo era mucho mayor que ahora. Hasta el momento no hay ninguna explicación científica del crecimiento gigante que se dio en la Tierra en tiempos supuestamente muy remotos. Se considera un fenómeno natural sin explicación científica. Puesto que ya he dejado demostrada la coexistencia de dinosaurios y seres humanos, no tiene nada de extraño que nuestros antepasados de antes del diluvio fueran mayores que nosotros. La cubierta de agua o una atmósfera enriquecida con vapor de agua protegería la Tierra, y con ella a todas las criaturas, de las radiaciones cósmicas perjudiciales y crearía un efecto invernadero que se reflejaría en temperaturas más altas. En esas condiciones no habría grandes variaciones climáticas. Resumiendo, se daban las condiciones ideales para un intenso crecimiento con pocas radiaciones perjudiciales. En las regiones subtropicales, cerca del ecuador, aún podemos observar qué es capaz de hacer la naturaleza con calor y humedad: las condiciones de crecimiento son mejores que en las demás regiones. A diferencia de hoy en día, antes del diluvio reinaba un clima similar a ése en todo el mundo. ¿Tiene entonces razón la Biblia cuando asigna por regla general a los patriarcas de antes del diluvio una edad de unos 900 años (quizá con días de menos de 20 horas de duración11) mientras que después del diluvio la esperanza de vida fue disminuyendo continuamente hasta aproximarse a los valores actuales? Después del cataclismo la humanidad quedó a merced de las intensas radiaciones procedentes del espacio, y fue degenerando. Esta afirmación se opone a la teoría de la evolución, que proclama que los seres vivos han ido progresando durante las épocas pasadas. Así era el paraíso de antes del diluvio universal: • No había tormentas.

111 • No había desiertos ni hielo, únicamente un poco en los polos. • Excepto en los polos, en el resto de la Tierra reinaba un clima templado sin grandes variaciones. • No había ni lluvia ni nubes. • Las plantas crecían todo el año. • Probablemente las plantas y los animales vivían mucho más que ahora. • El vapor de agua, solo o junto con dióxido de carbono, protegía la Tierra de ciertas radiaciones del espacio. • En la superficie de la Tierra la luz era difusa, es decir, no recibía la radiación solar directa, que puede ser perjudicial. En la Biblia encontramos más referencias al tiempo anterior al diluvio. En el Génesis (2,5) se dice sobre el paraíso: «[...] porque Yahveh-Dios no había hecho llover todavía sobre la tierra, y no existía hombre que cultivara el suelo [...]». Así eran las cosas después de que Dios hubo creado la Tierra. Es decir, el cielo, los océanos y la tierra firme ya existían, pero no llovía. Pero, si no llovía, ¿de dónde salieron los océanos? ¿Existían las masas de agua ya en el nacimiento de la Tierra? Sí, así lo confirma la Biblia. En el segundo día de la creación —o sea, después de que Dios creara los cielos, la tierra y el océano primigenio—, pero cuando aún no existían ni el Sol ni la Luna, Dios separó el agua ya existente (masa de agua primigenia): una parte encima y otra parte debajo del firmamento. No obstante, aún no había llovido y no lo haría hasta el diluvio. La Biblia confirma expresamente este extremo. ¿Parece algo imposible? Más adelante discutiré una explicación insólita pero que coincide con las antiguas fuentes sumerias y con los datos que ofrece el Génesis. Pero pasemos ahora a las nuevas condiciones climáticas y meteorológicas generadas por el diluvio. En el Génesis (9, 13-15) se lee: «Pondré mi arco en las nubes para señal de la alianza entre mí y la tierra. Y cuando yo acumule nubes sobre la tierra y aparezca entonces el arco en las nubes, recordaré la alianza [...] entre mí y vosotros [...]; y las aguas no se convertirán ya más en un diluvio que destruya toda la carne.» El arco (iris) se vio por primera vez tras el diluvio, y se habla de nubes de tormenta que antes del diluvio no existían. ¡La descripción de la Biblia es muy exacta! Para hacer la cosa clara y evidente Dios prometió a su siervo Noé: «Todos los días que dure la tierra, sementera y siega, frío y calor, verano e invierno, noche y día nunca cesarán» (Génesis 8, 22). Por tanto, todo empezó con el diluvio universal. Antes de eso no era necesario sembrar nada, ya que al no existir las estaciones había de todo en abundancia y todo el año. Tampoco se conocía el frío ni el calor, y la luz difusa iluminaba también la noche. Nunca reinaba una total oscuridad, por lo que no había un marcado contraste entre noche y día. Esto es un indicio de

112 una atmósfera con vapor de agua como la que conjeturo o de la existencia de una envoltura de agua. La Biblia confirma asimismo la existencia de una luz difusa. Génesis (1, 14-16): Creación según el antiguo testamento Desarrollo según la concepción científica Del mundo: evolución Día 1 Cielos, tierra, océano Día 2 Firmamento, sin lluvia, agua arriba y abajo Día 3 Las aguas se reúnen, tierra, plantas Día 4 Luz, se ven el Sol, la Luna y las estrellas Día 5 Animales en las aguas y aire Día 6 Animales terrestres y ser humano Diluvio Primeras nubes, lluvia y estaciones Día 4 Luz, estrellas, planetas Días 1 y 2 Tierra, firmamento, después lluvia intensa Días 1 y 3 Las aguas se reúnen, océano primigenio Día 5 Vida en el agua Día 6 Animales terrestres Día 5 Aves Día 6 Ser humano Ningún diluvio Figura 18. Comparación entre la creación y la evolución. La descripción del desarrollo de la

Tierra en elAntiguo Testamento es completamente distinta de la teoría científica de la evolución. Para ofrecer una visión de conjunto más clara, hemos ordenado en una tabla los días de la creación del Génesis y los supuestos niveles de desarrollo de la evolución. Y dijo Dios: «Haya lumbreras en el firmamento de los cielos que separen el día de la noche [...] Sirvan también de lumbreras en el firmamento de los cielos que den luz sobre la tierra […] Hizo Dios las dos grandes lumbreras [...] y también las estrellas.» Lo más asombroso es que esto ocurrió en el cuarto día de la creación, es decir después de crear las plantas y los árboles. Según lo entendemos nosotros, el espacio y la bóveda celeste, incluyendo el Sol, son más antiguos que la Tierra. Generaciones enteras de estudiosos de la Biblia han intentado interpretar este orden de la creación del espacio, que parece equivocado.

113 Pero, si tenemos en cuenta que antes del diluvio las condiciones físicas de la atmósfera terrestre eran muy distintas, este pasaje de la Biblia de pronto está claro: la envoltura de agua que cubría la atmósfera o la atmósfera enriquecida con vapor de agua creaba una luz difusa y no podían verse claramente las estrellas. Fue sólo después de que la atmósfera primitiva se Figura 19. Envoltura de vapor de agua alrededor de la Tierra. En el Génesis se mencionan las aguas por encima de la Tierra y se dice que las estrellas no pudieron verse hasta después del diluvio. Antes de la catástrofe la atmósfera muy distinta de la actual y tenía al menos dos atmósferas depresión en vez de una. Además, es muy probable que la Tierra estuviera protegida de las radiaciones cósmicas perjudiciales mediante una delgada envoltura de agua o de vapor de agua. Gracias a esto, en todo el planeta reinaba el mismo clima templado. Con el diluvio universal esta envoltura de agua se desplomó y por vez primera pudieron verse las estrellas. colapsara en el curso del diluvio y que el agua cayera sobre la superficie de la Tierra en forma de aguaceros que el Sol, la Luna y las estrellas fueron visibles para un observador de la Tierra. ¿Tiene entonces razón la Biblia? Sea como sea, hay una diferencia evidente en la secuencia

114 de la creación de la Tierra, ya que en la Biblia se ofrece una cronología muy distinta de la de nuestra visión científica del mundo basada en las teorías de Lyell y Darwin. Entre la formación de la Tierra y el diluvio hubo un período en que aquélla fue muy distinta de como la conocemos ahora, ya que «la abundancia de hallazgos fósiles demuestra sin lugar a dudas que, en la fase primaria de la Tierra, entre un polo y otro reinaba un clima tropical. Esto explica que en las regiones polares se hayan encontrado formaciones de coral y bosques tropicales de coral», tal como muy acertadamente afirma el doctor Albert Vollmer.12 Notas 1. Friedrich, H, Jahrhundertirrtum Eiszeit?, HohenpreiBenberg, 1997. 2. Ibídem. 3. Agassiz, L., Études sur les Glaciers, Neuchatel, 1840. 4. Chorlton, W., «Eiszeiten», en la serie Time-Life, Gütersloh, 1983. 5. Buckland, W., Reliquiae Diluvianae; or observations on the Organic Remains Contained in Caves, Fissures and Diluvial Gravel and Other Geological Phenomena Attesting the Action of an Universal Deluge, Londres, 1824. 6. Ziegler, K. y Oppenheim, S., «Weltuntergang in Sage und Wissenschaft», en Natur und Geisteswelt, Leipzig, 1921. 7. Chorlton, op. cit. 8. Velikovsky, 1., Welten im Zusammenstofi, FrancfortíBerlín, 1994. 9. Sagan, Carl, BlauerPunkt imAlI, Munich, 1996. 10. Tollmann, A. y E., Und die Sintflut gab es doch, Munich, 1993. 11. Véase en el glosario la entrada Leap second. 12. Voilmer, A., Sintflut und Eiszeit, Obernburg, 1989.

115 8. Un nacimiento accidentado Probablemente la Tierra nació a raíz de una catástrofe interplanetaria. Los asteroides del cinturón de asteroides situado más allá de Marte, los cometas y los meteoritos son los restos de esa catástrofe cósmica. La Tierra vagó por el sistema solar aproximándose en numerosas ocasiones a otros planetas (Marte, Venus), hasta que finalmente las condiciones se estabilizaron de nuevo (órbitas estables). Después de eso, un gran número de fragmentos cósmicos de diferentes tamaños, algo así como los «dolores de sobreparto» de la colisión cósmica, se estrellaron contra la corteza de la Tierra. Impactos cósmicos por todo el mundo La atmósfera no es capaz de frenar un gran meteoro. El impacto de un asteroide de diez kilómetros de diámetro, como sucedió al norte de la península del Yucatán hace unos 64 millones de años y que se cree que causó la extinción de los dinosaurios, libera una inmensa energía. Equivale a 5.000 millones de bombas de Hiroshima o a millones de veces la violenta explosión de la isla Kraka-toa (Indonesia) en 1883. Un impacto tal generaría temperaturas de más de 100.000 °C en la zona central, que podrían evaporar el proyectil y las rocas de la zona del impacto. En los mitos sumerios-babilónicos se dice que, a causa de un impacto en el océano, pudo verse incluso el fondo del mar desnudo. Si la velocidad de choque es lo suficientemente elevada, se produce evaporación. Además, podría originarse una onda de choque y de calor que causarían ceguera y sordera a cientos de kilómetros de distancia. Todo ello iría acompañado de una lluvia radiactiva incandescente. En pocas horas una gigantesca onda de explosión afectaría a todo el mundo, y el choque de la presión del aire podría resultar letal incluso a varios miles de kilómetros de la zona de impacto. En simulaciones por ordenador se ha comprobado que el impacto del asteroide arrojaría a la atmósfera como mínimo cien veces su propia masa. En la atmósfera se concentrarían enormes

116 cantidades de polvo y vapor que oscurecerían el cielo. El ordenador más rápido del mundo calculó qué consecuencias tendría el impacto contra el mar de un cometa de tan sólo un kilómetro de tamaño. Primero surgiría una columna de agua de 20 km de ancho y 50 km de alto y olas de 100 m de altura se estrellarían contra las costas. En la simulación, violentos huracanes con vientos de 800 km/h de velocidad asolarían el globo. ¿Qué sucedería si se estrellaran contra la Tierra varios fragmentos, probablemente de mayor tamaño? Sin duda el fin del mundo.1 El impacto de un cuerpo celeste macizo que se desplazara a gran velocidad liberaría grandes cantidades de iridio. En las capas de materiales de expulsión se han encontrado grandes concentraciones de este metal. Mediante las correspondientes mediciones y observaciones es posible demostrar fehacientemente que se produjo un impacto. Enoc —uno de los patriarcas del Antiguo Testamento— habla de siete estrellas como grandes montañas incandescentes, y en la tradición babilónica se habla de siete cabezas de la gran serpiente del monstruo del abismo. La comparación con una serpiente o un dragón es muy acertada, ya que un cometa o un meteoro arrastra una cola de humo y vapor espeso como si fuera una antorcha encendida. La doctora Edtith Tollmann y el doctor Alexander Tollmann —dos geólogos de prestigio internacional y miembros de la junta directiva del renombrado Instituto Universitario de Viena— se han dedicado muy especialmente a la cuestión del diluvio y los impactos cósmicos que se supone que lo desencadenaron. Además del impacto de un asteroide en el borde septentrional de la península del Yucatán (México), en su libro Und die Sintflut gab es doch localizan siete zonas de grandes impactos basándose en todo tipo de indicios geológicos y mitológicos. Dichas zonas están situadas en el Pacífico oriental al oeste de México, en el Pacífico sur al oeste de Tierra de Fuego, al sur de Tasmania en Australia, al sur de la India en el océano Indico, en el Mar de China meridional, en el Atlántico central cerca de las Azores y en el Atlántico norte. En Köfels (Austria) se localiza un gran impacto terrestre.2 Por todo el mundo hay cráteres causados por impactos, aunque, según la teoría del origen de la Tierra y del espacio hasta ahora aceptada, son insuficientes. Si la Tierra tiene realmente casi 5.000 millones de años, su superficie tendría que estar repleta de cráteres, incluso si la erosión hubiera sido muy intensa. Pero, a diferencia de otros planetas, la Tierra posee muy pocos cráteres de impactos. Es un factor más que lleva a pensar que nuestro planeta es más joven de lo que se cree. Los cráteres de la Luna y Marte se concentran en una zona determinada, por lo que deben de haber sido provocados por un especial suceso cósmico semejante a una explosión.

117 Además del impacto de grandes fragmentos, también se estrellaron contra la Tierra fragmentos muy pequeños. Los fragmentos de tamaño más bien grande originaron cráteres de un diámetro de entre cien metros y varios miles. Estos impactos iban acompañados de una lluvia de estrellas fugaces. En las leyendas nórdicas se habla de soles incandescentes que seguían a los cometas, llamados surtur. Los fragmentos más pequeños caían asimismo en forma de lluvia, creando impresionantes fuegos de artificio. En el Apocalipsis (6, 13) se dice: «y los astros del cielo cayeron sobre la tierra, como una higuera, sacudida por fuerte viento, deja caer las brevas». Los planetoides Entre el planeta rojo, Marte, y el gigantesco Júpiter hay una distancia extraordinariamente grande. El astrónomo alemán Johannes Kepler (1571-1630) y otros estudiosos creyeron que había otro planeta entre ellos. También el simple cálculo de las distancias al Sol de los planetas según la regla de Johann Titio (1729-1796) y Johann Elert Bode (1747-1826) postula la existencia de un planeta ficticio situado a 2,8 UA (UA = unidad astronómica = la distancia de la Tierra al Sol, o sea 149.598 millones de kilómetros) del Sol en una órbita alrededor de éste. En 1801 Giuseppe Piazzi descubrió un pequeño planeta más allá de Marte que pasó a ser conocido como Ceres. En las décadas siguientes se descubrieron más de 50.000 planetoides de distinto tamaño. Se calcula que en total existen más de 50.000 planetoides o asteroides de un diámetro superior a un kilómetro. Ceres, que es el mayor, posee un diámetro de 930 km. La mayoría de estos asteroides son cuerpos de forma irregular que forman un cinturón llamado cinturón de asteroides. El matemático alemán Cari Friedrich Gauß (1777-1855) calculó que la órbita circular de Ceres es de 2,78 UA, un valor que se aproxima mucho a las 2,8 UA según la ley de Titio-Bode.

118 Planeta Distancia (UA) al Sol Distancia según la Ley de Titio-Bode sin Neptuno Distancia según la Ley de Titio-Bode con Neptuno Mercurio Venus (Tierra) Marte Faetón/Tiamat Júpiter Saturno Urano (Neptuno) Plutón 0,39 0,72 (1,00) 1,54 2,78 5,20 9,54 19,27 30,21 39,84 0,40 0,70 1,00 1,60 2,80 5,20 10,00 19,60

-38,80 0,40 0,70 1,00 1,60 2,80 5,20 10,00 19,60 38,80 77,20 Figura 20. Ley de Titio-Bode. Según los cálculos, a la altura del cinturón de asteroides debería haber un planeta. En este cálculo sólo Neptuno (Plutón) no cuadra. UA - distancia media Sol-Tierra. Por tanto, parece que entre Marte y Júpiter falta un planeta que está representado por el cinturón de asteroides (Ceres) o, según la mitología griega, el planeta ficticio Faetón. ¿Está resuelto sólo matemáticamente el vacío entre Marte y Júpiter o acaso en el pasado ese cinturón de fragmentos informes de roca era un planeta? Muchos astrónomos objetarán que la masa total de todos los asteroides del cinturón no basta para formar un planeta, pero quizás hay más de los que se cree. En caso de que en el lugar que ocupa el actual cinturón de asteroides antes hubiera realmente un planeta, debió de fragmentarse en pedazos, y esto nos lleva a pensar en una catástrofe. Y está claro que la Tierra también sufrió las consecuencias. Sería necesario estudiar el sistema solar teniendo en cuenta esta posibilidad. Además del cinturón de asteroides, ¿son también restos del desaparecido planeta Faetón o quizá de su luna los anillos de Júpiter y Saturno, los muchos e insólitos satélites de los diferentes planetas de nuestro sistema solar, las extrañas lunas de Marte Fobos y Deimos (Miedo y Terror), los cometas, los meteoritos y quizás incluso nuestra propia Luna? Así figura en la historia de la creación de los sumerios escrita hace 6.000 años. ¿Explotó el planeta o acaso partes de él chocaron con la Tierra? ¿Es cierta la historia sobre el origen de la Tierra perpetuada en las placas de arcilla sumerias-babilónicas? En un sello cilíndrico acadio de unos 4.500 años de antigüedad está representado todo el sistema solar, con la relación correcta entre los tamaños de los planetas. Extrañamente hay

119 once en vez de los diez planetas que conocemos: entre Marte y Júpiter hay un planeta grande en la posición que ahora ocupa el cinturón de asteroides. Por su parte, Plutón está entre Saturno y Urano, es decir, en una posición incorrecta. Curiosamente la ley de Titio-Bode da valores erróneos para los dos planetas exteriores Neptuno y Plutón. ¿De dónde obtuvieron los acadios esos conocimientos hace 4.500 años? Desde luego no podían ver los planetas Urano, Neptuno y Plutón a simple vista. Y si por razones inexplicables realmente poseían esos conocimientos, ¿debemos creer que se equivocaron al colocar a Faetón a la altura del actual cinturón de asteroides? Si tenían razón, ese cuerpo estelar debió de existir hasta hace relativamente poco tiempo. Este sello cilíndrico puede admirarse en el Museo del Próximo Oriente de Berlín. ¿Tuvo la Tierra un nacimiento violento? En las placas de arcilla sumerias-babilónicas se dice que el planeta Faetón —que los sumerios llamaban Tiamat—, situado a la altura del actual cinturón de asteroides, chocó con otro cuerpo celeste y se fragmentó. Juntamente con su satélite natural Kingu, el fragmento más grande de Tiamat/Faetón salió despedido hacia la actual órbita de la Tierra. Según esto, la Tierra sería un resto del antiguo planeta Faetón y la Luna su satélite Kingu. Curiosamente, en la Tierra hay un cráter de enorme diámetro y hasta once kilómetros de profundidad, que hoy llenan las aguas del océano Pacífico. Es muy posible que se trate de la herida de esa colisión. Esta suposición se ve respaldada por el hecho de que se ha determinado que la edad del fondo marino es bastante inferior a la edad de la plataforma continental; en concreto 200 millones de años frente a miles de millones de años. Por tanto, la ciencia también admite que los fondos marinos son mucho más jóvenes que la roca de los continentes. Las últimas fotografías tomadas con satélite, que muestran un mapa digital del fondo marino (foto 88), así lo confirman. Así pues, es natural que las zonas más jóvenes del Atlántico se encuentren sólo en los bordes de las placas tectónicas, ya que es allí donde el magma caliente aflora desde el interior de la Tierra. Por otra parte, parece que todo el fondo del Pacífico —que alcanza hasta 11 km de profundidad— se formó simultáneamente desde la costa americana a la asiática, y no sólo es más joven en los bordes de las plataformas continentales como en el Atlántico. Puesto que también desde el punto de vista geológico el fondo del Pacífico es más joven, podría tratarse de la herida de la colisión del planeta que se describe en los textos de escritura cuneiforme. En realidad, nuestra visión del mundo descansa sobre la forma esférica de la Tierra con sus polos aplanados. Esta visión contradice mis suposiciones, ya que una colisión planetaria tiene

120 que dejar cicatrices. En abril de 1995 la ESA (Administración Europea del Espacio) lanzó varios satélites en una órbita alrededor de la Tierra a 760 km de altura. El Satélite Radar Europeo (ERS-1) es capaz de ver incluso de noche a través de las nubes más densas. La interpretación de las fotografías en marzo de 1996 causó un pequeño revuelo, porque mostraban una Tierra de forma reniforme o de patata, y no redondeada. En la zona del océano Pacífico se encuentra ciertamente el gigantesco agujero sobre el que se había especulado, aunque la erosión y los procesos geológicos ya han cerrado en parte la herida. Una vez más nuestra visión del mundo resulta ser incorrecta, y las fuentes antiguas parecen estar en posesión de una inquietante verdad. ¿Es todo causalidad? Así pues, parece evidente que el material del fondo oceánico es geológicamente muy diferente del de las plataformas continentales, y que ambos poseen un pasado completamente distinto. Teniendo en cuenta que los sumerios escribieron su versión del origen de la Tierra hace 6.000 años, cabe preguntarse cómo obtuvieron esos conocimientos. Desde luego su insólita historia de la creación hoy por hoy no puede refutarse. En realidad, resuelve muchos misterios de nuestro sistema solar. Una concepción del mundo de varios miles de años de antigüedad parece más lógica que nuestra concepción moderna. Los nuevos conocimientos confirman cada vez más las contradicciones en la historia de la creación que aún no podemos explicar. La pregunta es: ¿cuándo se produjo el avance? ¿Hoy o mucho antes del supuesto inicio de nuestra civilización? Según el Génesis, el agua de los océanos (masa de agua primigenia) existía desde la creación del mundo, cuando aún no había lluvias. Si la Tierra es lo que queda del planeta Faetón/Tiamat, entonces ya existía agua. Los escritos sumerios confirman que Tiamat/Faetón en un principio estaba cubierto por agua. Si equiparamos la creación del mundo según figura en el Génesis con la fragmentación de Faetón/Tiamat, los datos que antes parecían contradictorios de pronto son lógicos: la Tierra nació a raíz de una catástrofe cósmica, pero ya poseía el agua que originalmente cubría el planeta Tiamat/Faetón y que se reunió en la profunda herida que ocupaba el lugar del actual océano Pacífico. Esto dejó al descubierto la tierra firme, ya que dijo Dios: «Reúnanse en un lugar las aguas de debajo de los cielos y aparezca lo seco» (Génesis 1,9).

121 Planeta Distancia (UA) al Sol Relación del incremento sin Tierra, con Faetón Relación del incremento con Tierra, sin Faetón Relación del incremento con Tierra, con Faetón Mercurio Venus (Tierra) Marte Faetón/Tiamat Júpiter Saturno Urano (Neptuno) Plutón (con Neptuno) Plutón (sin Neptuno) 0,39 0,72 (1,00) 1,54 2,78 8,20 9,54 19,27 30,21

39,84 39,84 1,84 2,13 1,80 1,87 1,83 2,01 (1,56) (1,31) 2,06 1,84 1,38 1,54 3,37 1,83 2,01 (1,56) (1,31) 2,06 1,84 1,38 1,54 1,80 1,87 1,83 2,01 (1,56) (1,31) 2,06 Figura 21. Relación de la distancia entre los planetas. Si se calcula la relación entre las respectivas distancias de dos planetas al Sol, partiendo de que la

distancia Sol-Tierra es de 1,00 (= UA), se obtiene un factor relativo constante. Requisito: se deja a la Tierra fuera de este cálculo y en vez del cinturón de asteroides se presupone la existencia de un planeta imaginario. Sólo si no se incluye la Tierra —con Faetón/Tiamat o sin él— se obtiene un conjunto ordenado con factores de incremento de la distancia de los planetas de magnitud similar. Una parte del agua se evaporó y formó la envoltura de vapor de agua de la Tierra que después se rompería con el diluvio universal. Existen profundas discrepancias entre las versiones del origen de nuestro mundo del Antiguo Testamento y de la teoría de la evolución. Los hechos que he expuesto anteriormente confirman que la secuencia de los hechos que se describe en la Biblia no es ilógica. Como ya he señalado (Génesis 1, 2-3) ya había agua en la Tierra antes de que hubiera luz: «[...] y el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: Haya luz [...]». Esto se contradice de plano con las teorías científicas, porque la corteza terrestre y las aguas ya existían antes de que el Sol empezara a brillar y que se formaran las primeras nubes de lluvia. Antes del diluvio probablemente la Tierra estaba rodeada por una envoltura de agua, o bien nuestra atmósfera estaba tan saturada de vapor de agua y nubes oscuras, debido al cataclismo

122 de la fragmentación de Faetón/Tiamat, que la luz no llegaba a la superficie terrestre: el Sol, la Luna y las estrellas no pudieron verse hasta que se disolvió el denso manto de nubes. Sin embargo, antes de eso ya había agua. Desde este punto de vista, la Biblia tiene razón. En estas circunstancias la Tierra poseía ya un cuerpo básico más antiguo, pero el cataclismo lo rehízo y los procesos químicos y geológicos descritos en el capítulo anterior lo conformaron rápidamente. En ese tiempo la atmósfera era distinta. En muchas de las diversas versiones de la Biblia que se han publicado en los últimos siglos los textos originales han sido mal interpretados, ya que la traducción literal parecía absurda. El comienzo de la Biblia (Génesis 1,1) no se ha traducido con exactitud, y el texto original revela un inquietante conocimiento secreto. «Al principio» debería traducirse por «De lo que había en un principio».3 La diferencia es clara. El creador bíblico no lo creó todo desde la nada, sino que previamente ya había algo: el cuerpo terrestre y la masa de agua primigenia. A partir de aquí se creó de nuevo la vida. Pero, sobre todo, queda claro que antes de la creación divina el cuerpo de la Tierra ya existía, y esto coincide exactamente con mi hipótesis de que la Tierra no surgió hasta hace unos pocos miles de años. Si la Luna era el satélite de Faetón/Tiamat y se encontraba a la altura del actual cinturón de asteroides y si Faetón/Tiamat explotó, queda explicado el origen de los cráteres que se concentran en un lado de la Luna y también de Marte, que entonces era el vecino cósmico más cercano del planeta desaparecido. Después de esta catástrofe en el sistema solar, la nueva Tierra no seguía la órbita actual. Primero tuvo que salir de la órbita propia del planeta Faetón/Tiamat (cinturón de asteroides) pasando junto a Marte, y quizás en este camino también se aproximó a Venus. Velikovsky describe con todo detalle estos acercamientos interplanetarios basándose en la interpretación de mitos de todo el mundo.4 En este libro no tiene cabida una exposición precisa de estos procesos cósmicos. Lo importante es constatar que se daban las condiciones para un fin del mundo tal como confirman las antiguas fuentes y tradiciones, a diferencia de lo que defiende nuestra visión uniformista del mundo. Concretamente se produjeron dos cataclismos y probablemente dos o tres catástrofes de menor envergadura. La explosión de Faetón y el simultáneo nacimiento de la Tierra fue el primer cataclismo, y el diluvio universal, unos pocos cientos o incluso de miles de años más tarde, el segundo. Probablemente la esfera terrestre fue dando tumbos por el sistema solar sin rumbo durante mucho tiempo. El día y la noche no tenían una duración fija. Este período de inestabilidad se prolongó hasta el inicio de la era cristiana hace 2.000 años, tal como parecen confirmar los caóticos cálculos de casi todas las civilizaciones antiguas para elaborar un calendario.

123 En el siglo VII el arzobispo James Ussher de Armagh calculó, basándose en el Génesis, que la Tierra fue creada en el año 4004 a.C. En la actualidad este cálculo está considerado un ejemplo paradigmático de la ignorancia de nuestros antepasados. La Biblia registra la genealogía de todos los primogénitos empezando por el primer hombre, Adán, durante 2.369 años. Según los datos de la Biblia, el diluvio universal se produjo 1.656 años después de que Dios creara al mundo y a Adán. El último hombre de la lista, José, se cree que murió entre el 1600 y el 1700 a.C. Así pues, según la Biblia el mundo fue creado hacia el 4000 a.C. Por tanto, nuestro mundo, o mejor dicho la corteza terrestre —no la esfera terrestre— tendría 6.000-7.000 años. El diluvio se produjo apenas 2.000 años más tarde. Naturalmente, el auténtico cuerpo básico de la Tierra —Faetón— es más viejo. Pero, si no se tiene en cuenta esto, salen unos cálculos muy similares a los de Armagh, que han sido objeto de burla, y por tanto a la cronología bíblica referente a la nueva formación de la corteza terrestre. ¿Es todo pura especulación? Quizá no, ya que casi la totalidad de los datos que he expuesto demuestran que la Tierra es más joven de lo que se cree, aunque todo pudo ocurrir miles de años antes, puesto que no se conoce con exactitud cuándo murió José. Si el diluvio universal se produjo hace unos 5.500 años en vez de 4.500 años encajaría mejor en la historia de las civilizaciones que conocemos. Hago esta salvedad porque existen serios indicios de que en la Edad Media, más o menos en la época de Carlomagno, se inventaron varios milenios. Aunque lo que yo creo que ocurrió pasara 10.000, 100.000 o un millón de años antes, en el fondo no cambiaría nada: sólo tendrían que modificarse las fechas, pero la evolución que defiende nuestra visión del mundo no pudo haberse producido porque no hubo suficiente tiempo. Figura 22. Plataforma continental. Las plataformas continentales caen a plomo hasta 10 km de profundidad en los océanos. La delgada corteza marina está formada por basalto pesado, mientras que la corteza terrestre —que es mucho más gruesa— está formada por granito ligero. Ambas cortezas se diferencian por el peso, el espesor y la edad. Según las mediciones, el fondo marino es mucho más joven que la corteza terrestre.

124 Sea como sea, hubo un tiempo antes del diluvio en que todo era distinto. La presión atmosférica era más elevada y en esas circunstancias también podían existir animales mucho más grandes que ahora, por ejemplo dinosaurios. No obstante, esa época finalizó bruscamente con el diluvio, causado probablemente por impactos cósmicos de fragmentos del planeta Faetón, que se estrellaron contra la Tierra con cierto retraso. La corteza terrestre volvió a formarse de nuevo en amplias zonas, y después de ese fin del mundo todo empezó de nuevo en condiciones muy distintas. Lo que da mucho que pensar es que por falta de tiempo no pudo haber una evolución. ¿Tiene también razón la Biblia al afirmar que los seres humanos y los animales fueron creados? Antes de tratar más ampliamente la desacreditada teoría de que los seres vivos fueron creados, me gustaría indagar en otro aspecto interesante desde este punto de vista. En su libro Der zwölfte Planet (El duodécimo planeta), el orientalista Zecharia Sitchin interpreta la historia de la creación sumeria en el sentido de que el cuerpo celeste que colisionó con Tiamat/Faetón representa un planeta de nuestro sistema solar que desconocemos.5 ¿Imposible puesto que todo está ya explorado? Quizá no, porque diversos astrónomos no descartan la existencia de un gran planeta desconocido en nuestro sistema solar. El mapa estelar de Tebas En 1857 Heinrich Karl Brugsch descubrió un mapa estelar en una tumba de Tebas (Egipto). Sobre la tapa del sarcófago estaba representada la diosa Nut rodeada de los doce signos del zodíaco. Asimismo pueden distinguirse las doce horas del día y de la noche. Los planetas están representados como dioses celestiales, y las barcazas celestiales simbolizan sus órbitas. Arriba se pueden ver los planetas Mercurio y Venus junto al Sol. A la izquierda están la Tierra, la Luna, Marte y Júpiter en sus barcazas celestiales, mientras que a la derecha se distinguen Saturno, Urano, Neptuno y Plutón en el orden correcto, pero sin barcaza, ya que por aquel entonces aún no se conocían con precisión sus órbitas. Durante mucho tiempo se creyó que nuestros antepasados sólo podían conocer los planetas visibles a simple vista, y el mapa astronómico de Tebas se consideró falso o desconcertante, al igual que otras representaciones del sistema solar distintas de la científica. No tiene nada de extraño, teniendo en cuenta que Plutón no se descubrió oficialmente hasta marzo de 1930, pero que 73 años antes ya se había encontrado representado en el sarcófago. Ese insólito mapa astronómico fue interpretado por arqueólogos del siglo XIX, es decir, en un momento en el que aún no se conocía el planeta Plutón. ¿Pero a quién le gusta revisar los juicios de los expertos? La

125 pregunta que se plantea es: ¿cómo conocían los egipcios hace miles de años la existencia de un planeta que sólo es visible con telescopio? Y aquí no acaba la cosa. Sobre la cabeza de Nut hay dibujado un planeta que hasta ahora no conocemos. Su enorme barcaza indica una órbita muy amplia y que, por tanto, tarda mucho tiempo en completar. ¿Conocían los egipcios esta órbita con tanta precisión como las de Marte o Venus? Este planeta suele denominarse el duodécimo planeta que falta. El número doce se remonta a los sumerios y a los signos del zodíaco que inventaron, que equivaldrían a doce planetas: los nueve que conocemos, un cuerpo celeste desconocido —el planeta X o Faetón— y la Luna y el Sol, que son los dos cuerpos celestes visibles más grandes. Los sumerios representaban al Sol como el centro del sistema solar. Galileo fue considerado hereje por afirmar esto mismo en la Edad Media. ¿Cómo es posible que hace 6.000 años se tuvieran muchos más conocimientos sobre el sistema solar que en la Edad Media, o incluso más que nosotros mismos? Muchos de los datos que figuran en las placas de arcilla de Nínive aún se consideran ridículos, pero poco a poco la ciencia va confirmando lo que parecía una mera historia de ciencia ficción. El duodécimo planeta La busca de un planeta más en el sistema solar preocupa a los astrónomos desde hace mucho tiempo. En realidad, el descubrimiento de Plutón en 1930 no fue casual. Debido a las perturbaciones que se observaban en las órbitas de Urano y Neptuno se dedujo que debía existir un planeta más. Por tanto, el descubrimiento de Plutón era sólo cuestión de tiempo y de dedicación. En 1978 se constató que Plutón era mucho más pequeño que el valor que se obtenía al interpretar las leyes físicas. Además, el planeta poseía un satélite: Caronte. Los nuevos datos permiten suponer la existencia de otro planeta en nuestro sistema solar, ya que Plutón, por su tamaño y su masa, no puede causar las perturbaciones observadas en las órbitas de otros planetas. Muchos astrónomos aceptan la necesidad de la existencia de un planeta adicional en el sistema solar, pero creen que la busca de este duodécimo planeta es superflua, porque probablemente se trata de una masa de piedra helada que gira en torno al Sol en los confines del sistema. Si

126 Figura 23. Genealogía bíblica. La Biblia registra una línea genealógica completa de los primogénitos durante 2.369 años. El linaje empieza con Adán, que, como todos sus descendientes antes del diluvio universal, vivió más de 900 años. La excepción es Enoc, el cual

127 no murió en la Tierra sino que desapareció porque se lo llevó Dios. Desde el diluvio la esperanza de vida fue descendiendo sin parar hasta llegar a los 100 años más o menos. ¿Acaso las radiaciones cósmicas que por primera vez podían llegar a la superficie de la Tierra dañaron a la humanidad y disminuyeron la esperanza de vida? Figura 24. Mapa astronómico. Este mapa fue descubierto en 1857 en la tapa de un sarcófago. La diosa Nut aparece rodeada de los doce signos del zodíaco, y también pueden verse las doce horas del día y de la noche. Los planetas están representados como dioses celestiales y las barcazas simbolizan las órbitas. Arriba están los planetas Mercurio y Venus junto al Sol. A la izquierda vemos la Tierra, la Luna, Marte y Júpiter en sus barcazas. A la derecha aparecen Saturno, Urano, Neptuno y Plutón en el orden

128 correcto, aunque sin barcazas ya que entonces no se conocían sus órbitas exactas. Destaca especialmente que aparezca Plutón, aunque nosotros no lo descubrimos hasta 1930. Sobre la cabeza de la diosa se observa la enorme barcaza de un planeta adicional en nuestro sistema solar que no conocemos. ¿Se trata del planeta X/Nibiru? ejerce una influencia considerable sobre otros planetas, este cuerpo celeste debe de poseer un tamaño nada despreciable, que depende de la distancia de su órbita respecto al Sol. Lo cierto es que el descubrimiento de un duodécimo planeta no es ningún hecho sensacional. No obstante, deberíamos preguntarnos cómo obtuvieron los sumerios sus conocimientos. Según ellos, este planeta Nibiru (planeta X) desconocido para nosotros estaba habitado por una raza que había desarrollado una técnica muy avanzada: los anunnaki. El planeta tendría una órbita similar a un cometa y cada 3.600 años se internaría en nuestro sistema solar hasta la altura del cinturón de asteroides.6 En este caso, a intervalos periódicos deberían verse en el cielo dos objetos muy brillantes: el duodécimo planeta y el Sol. Si un planeta era tan brillante que en el pasado se representaba como un luminoso sol, deberían existir pruebas gráficas de ello. Justamente en Mesopotamia hay muchas representaciones con dos soles (véase por ejemplo, la foto 92). Como desde el punto de vista religioso o científico una representación como ésta no tiene sentido, debe de tratarse de una escena real de nuestro pasado, especialmente porque junto a los dos soles siempre aparece también la Luna. Tampoco puede excluirse que se representara una aproximación entre la Tierra y Venus o Marte en sus vagabundeos por el espacio, según la interpretación que hace Velikovsky de las fuentes antiguas. Desde esta perspectiva, existe una razón realista para las aproximaciones planetarias, análogamente a la teoría expuesta en este libro. Sea como sea, debían representarse acontecimientos cósmicos realmente insólitos. Diversos satélites, como por ejemplo las sondas Pioneer, han investigado los efectos de un planeta adicional en el sistema solar. En 1983 se lanzó el satélite por infrarrojos IRAS, una de cuyas misiones era buscar este planeta desconocido. Sitchin reproduce una entrevista con el colaborador científico de este proyecto, O'Toole, publicada en el Washington Post y otros periódicos bajo el título de «Un objeto gigantesco en el límite del sistema solar plantea un enigma»: «Un telescopio llamado IRAS ha descubierto en dirección de la constelación de Orion un cuerpo celeste que podría ser tan grande como el gigantesco Júpiter, y encontrarse tan cerca de la Tierra que podría pertenecer a nuestro sistema solar. El objeto es tan misterioso que los astrónomos no saben si es un planeta, un enorme cometa, una

129 protoestrella que nunca alcanzó la temperatura suficiente para convertirse en estrella, una lejana galaxia tan joven que las primeras estrellas están en proceso de formación o una galaxia rodeada por tal cantidad de nubes de polvo que la luz de sus estrellas no puede atravesarlas.»7 Se ha informado que el cuerpo celeste fue visto dos veces en el plazo de seis meses, y que en ese tiempo apenas se había movido. Por esta razón no puede tratarse de un cometa. ¿Tenían razón los astrónomos sumerios? En caso afirmativo, un planeta de tales dimensiones que periódicamente se interna hasta la altura del cinturón de asteroides tendría consecuencias catastróficas no sólo para la Tierra, sino para todo el sistema solar. Por ejemplo, podría chocar con otros planetas, tal como pudo haber ocurrido con Faetón, cuya órbita pasaba por el actual cinturón de asteroides. Los datos astronómicos que figuran en las placas de arcilla de la Biblioteca Real de Nínive representan con todo detalle «tres sistemas planetarios». «Se indican todos los movimientos de cada uno de los planetas según los tres sistemas distintos [...]. Cada sistema está representado hasta el más mínimo detalle, pero sólo el último de ellos y el último sistema lunar coinciden con el orden universal actual.»8 El efecto de un fuerte campo magnético producido por la aproximación de un planeta podría volver más lenta o incluso detener por completo la rotación de la Tierra. Hay planetas que giran en torno a su eje muy lentamente o casi nada o, como la Luna, que giran sin poseer un movimiento propio de rotación. Por tanto, la Tierra no tiene por qué haber girado siempre a la velocidad que lo hace ahora. En los últimos años la rotación de la Tierra ha disminuido una media de un segundo cada 500 días (leap second), por lo que, si este ritmo se mantiene constante, dentro de menos de 12.000 años la Tierra ya no girará en torno a su eje. En este caso mostraría siempre la misma cara al Sol, como hace la Luna respecto a la Tierra. Si se supone que la velocidad de rotación de la Tierra no ha sido siempre la misma, podrían explicarse muchas de las irregularidades que aparecen en los calendarios de las antiguas civilizaciones.

130 Figura 25. Colisión planetaria. El planeta duodécimo desconocido para nosotros (planeta X ) surgió de las profundidades del espacio y se aproximó al planeta Faetón. Faetón se rompió en dos mitades: una se fragmentó y una parte de estos fragmentos forma en la actualidad el cinturón de asteroides y los cometas de nuestro sistema solar; la otra mitad salió despedida de la órbita original de Faetón y se convirtió en la Tierra. En la figura puede verse una copia hecha por Hans-Joachim Zillmer de la imagen generada a partir de los datos del satélite ERS-1 de Michael Anzenhofer para el Centro de Geoinvestigación de Potsdam. Se distingue perfectamente el gran agujero localizado en la actual zona del Pacífico (véase foto 89). La Tierra no tiene forma esférica, sino que más bien es una especie de patata. ¿Resultado quizá de la colisión planetaria?

131 Figura 26. Órbita del planeta X. La historia de la creación sumeria-babilónica habla de la existencia de un planeta adicional en nuestro sistema solar con una órbita semejante a la de un cometa que tarda 3.600 años en completar. Si un cuerpo celeste del tamaño de un planeta irrumpe en el sistema solar, puede originar catástrofes cósmicas y una colisión planetaria. A raíz de una colisión, el planeta Faetón se fragmentó y así surgieron el cinturón de asteroides y la Tierra. Notas 1. PM, 2 1998, p. 48. 2. Tollmann, A. y E., Und die Sintflut gab es doch, Munich, 1993. 3. Langbein, W.-J., Das Sphinx-Syndrom, Munich, 1995. 4. Velikovsky, L, Welten im Zusammenstoß, Francfort/Berlin, 1994. 5. Sitchin, Z., Der zwölfte Planet, Munich, 1995. 6. Ibidem. 7. Ibidem. 8. Velikovsky, op. cit.

132 9. Geología y mitos Las fuentes antiguas dan cuenta de diluvios y de otros cataclismos. Uno de los mitos más conocidos trata de la desaparición de la civilización de la Atlántida previa al diluvio: en un solo día una gran isla se hundió en el Atlántico. La geología en el espejo del tiempo Hasta hace veinte años se conocían muy pocos cráteres causados por el impacto de meteoritos o asteroides contra la Tierra. Los defensores del darvinismo y de la evolución negaban vehementemente que fueran indicios de un cataclismo, y sostenían que se trataba de catástrofes locales sin repercusiones globales, ya que hipótesis de un gran cataclismo tendría unas consecuencias que se opondrían radicalmente a una evolución uniforme. El ganador del premio Nobel de Física en 1986, Luis Walter Álvarez (1911-1988), impulsó un cambio de mentalidad y en el año 1980 abrió a la geología un nuevo campo de actividad: la busca de impactos de meteoritos, cometas, asteroides así como los planetoides de mayor tamaño, y el estudio de las repercusiones de dichos impactos en la Tierra. Álvarez investigó y documentó el impacto de un asteroide de diez kilómetros de diámetro. Dicho impacto debió de producirse hace unos 64 millones de años y se cree que tuvo unas devastadoras consecuencias que llevaron a la extinción de los dinosaurios. En conjunto debemos aplaudir estas investigaciones, puesto que pusieron en marcha un proceso de reorientación de ideas que aún no ha acabado. La única crítica hacia estas investigaciones, que aún continúan, radica en la datación del impacto. Dicha datación se efectuó con una creencia ciega en el darvinismo y la teoría de Lyell. Pero, dado que seres humanos y dinosaurios vivieron en la misma época, es preciso situar el impacto muchos millones de años después o atribuir a la humanidad una antigüedad mucho mayor.

133 Diversas investigaciones y publicaciones de los últimos años respaldan las pruebas y las teorías que se exponen en este libro. Concretamente sobre la cuestión y el mito del diluvio universal han aparecido miles de publicaciones en más de 70 idiomas. La descripción más conocida podemos leerla en la Biblia. No obstante, la mayoría de esos trabajos se han realizado presuponiendo que la teoría de la evolución de Darwin es del todo válida. En la actualidad, la geología y el darvinismo están indisolublemente unidos, por lo que las conclusiones sobre épocas muy lejanas en el tiempo necesariamente tienen que ser falsas. Puesto que las grandes capas sedimentarias de toda la Tierra se formaron con relativa rapidez y que los más de 60 millones de años de diferencia que supuestamente separan la época de los dinosaurios y los inicios del desarrollo del ser humano no son más que una pura invención de la teoría de la evolución, la geología parte de supuestos falsos. Tan pronto como se intenta dar una nueva interpretación a los conocimientos de los que disponemos sin considerar los criterios de Darwin como una ley incontestable, se obtienen conocimientos nuevos que conforman una visión del mundo revolucionaria en el sentido de los principios que se discuten en este libro. La frase esencial es: dinosaurios y seres humanos vivieron simultáneamente, y esta coexistencia demuestra que la teoría de la evolución está equivocada. Ciertamente la geología es, juntamente con la astronomía, una de las ciencias más antiguas del mundo, pero con el transcurso de los milenios sus afirmaciones y, por tanto, la concepción universal que propugna han cambiado continuamente. Por esta razón la geología, pese a su dilatado pasado, no es una ciencia exacta. Durante mucho tiempo los fósiles se consideraron caprichos de la naturaleza. Para la Iglesia el hecho de que se encontraran moluscos petrificados también en altas zonas de montaña en todo el mundo era una prueba segura del diluvio bíblico. En el siglo XVIII el escritor francés Voltaire (1694-1778) interpretó estos hallazgos a la luz de la incipiente Ilustración; según él se trataba de objetos que habían perdido los peregrinos. Hasta ese momento el criterio predominante era que el diluvio realmente había existido y que era la causa de la formación de todos los fósiles. Dos mil años antes Herodoto había visto en los fósiles las conchas petrificadas de criaturas marinas y dedujo que el mar había inundado amplias zonas de tierra, pero desde el siglo ni d.C, como muy tarde, la Biblia se interpretaba de manera literal. La interpretación de la Biblia sólo permite inferir que se produjo una o varias catástrofes de grandes proporciones. También el reformador alemán Martín Lutero (1483-1546) defendía la creencia cristiana de un diluvio universal que lo arrasó todo, que era asimismo la opinión científica de aquella época. William Buckland fue uno de los últimos defensores de esta opinión y en su libro Beobachtungen über die geologischen Erscheinungen, die eine universelle Flut erzeugen (1823) expuso la tesis tradicional.

134 En 1812 Georges Cuvier (1769-1832) presentó la teoría de las catástrofes, según la cual durante la historia de la Tierra se habrían producido varios diluvios universales que trastornaron profundamente la flora y la fauna. Leonardo da Vinci (1452-1519) fue el primero en definir los principios fundamentales de la geología moderna. Él estaba convencido de que los fósiles eran restos de animales marinos que se habían ido formando lentamente a lo largo del tiempo. Esta explicación excluye que el diluvio fuera el responsable de la formación de las capas de fósiles. Poco a poco se fue imponiendo la idea de que el diluvio fue un fenómeno de ámbito únicamente local y no global. Por desgracia, la Iglesia se adhirió a este cambio de opinión. Hasta el día de hoy prevalece la doctrina formulada por sir Charles Lyell en 1830 de que el mundo apenas ha sufrido cambios a lo largo del tiempo. Esta hipótesis se impuso sobre la teoría de las catástrofes que había sido aceptada universalmente hasta entonces, hasta el punto de desbancarla por completo. La teoría de Lyell propugna que los cambios en la superficie de la Tierra han sido causados únicamente por la acción de las mismas fuerzas minúsculas que actúan en el presente. Esto excluye que se produjeran cataclismos. A partir de aquí se infiere que la Tierra y todos los seres vivos evolucionaron lenta y uniformemente de manera apenas perceptible, lo que coincide con el darvinismo, y que también se refleja en la teoría de la deriva de los continentes de Alfred Wegener. Un ejemplo de esta teoría sería la lenta erosión de los valles por la acción de los ríos y la elevación del terreno unos pocos milímetros cada año, que finalmente lleva a la formación de las montañas. Pero hoy no se excluye la posibilidad de que la evolución uniforme de la Tierra, que sería el curso geológico normal, podría haber sido interrumpida por una catástrofe verdaderamente insólita. No obstante, fue el premio Nobel Álvarez quien hizo posible que en círculos geológicos empezara a tenerse en cuenta la influencia global de un acontecimiento de este tipo. Las extensas investigaciones de Álvarez han conseguido revivir después de casi doscientos años la teoría de las catástrofes de Cuvier, cosa por la que nadie apostaba. Este nuevo punto de vista de la geología es debido asimismo a la investigación de los fenómenos concomitantes y las consecuencias de un impacto. Al menos los nuevos estudios han limitado el uniformismo de Lyell, aunque el darvinismo se mantiene. Se cree que una catástrofe no habría interrumpido la evolución de las especies, sino que ésta habría continuado mediante mutaciones. Más adelante trataré el tema, pero me gustaría señalar que la hipótesis de catástrofes globales es incompatible con una evolución brusca o constante de las especies, ya que justamente la evolución supone un desarrollo uniforme.

135 Los mitos del diluvio Durante mucho tiempo los mitos se incluyeron en la misma categoría que las leyendas y los cuentos, pero últimamente se ha descubierto que los hechos descritos en las narraciones tradicionales se interpretaron erróneamente en el pasado, porque no existían los conocimientos necesarios ni se llevaban a cabo investigaciones científicas en este campo. La falsa interpretación de los mitos fue debida a las contradicciones palmarias en las que supuestamente incurrían. Por esta razón, muchos de los sucesos pretéritos se separaban en el tiempo de modo que surgieron historias independientes. Invierno, calor e inundación eran simplemente fenómenos que no parecían tener nada en común. Pero la investigación de los últimos años ha ido por nuevos derroteros y se han obtenido resultados muy distintos, tal como señalan los geólogos Tollmann: «Pero a nosotros, los geólogos, justamente la combinación de terremotos, incendios, inundaciones, oscurecimientos y heladas de ámbito global que aparecen en íntima conexión en la mayoría de los relatos sobre el diluvio universal nos proporciona una base lógica para su explicación natural. Las investigaciones geológicas de los años ochenta —por ejemplo, del impacto que mató a los dinosaurios— explican de manera muy precisa esta extraña conexión de fenómenos naturales que parecen contradictorios [...].»1 Dependiendo de la situación geográfica de los pueblos antiguos, los mitos deben ser necesariamente distintos. Para los habitantes de las regiones septentrionales —esquimales, indios del norte, germanos del norte— y meridionales —en Tierra del Fuego así como en las zonas montañosas— los aguaceros debieron de convertirse muy pronto en intensas nevadas. Mientras que en hemisferio norte se instalaba un invierno nuclear a principios de otoño, el hemisferio sur debió de sufrir un invierno igualmente riguroso a principios de primavera. Basándonos en el curso de los acontecimientos descritos en los mitos y en otros mecanismos, como por ejemplo los estudios geológicos y etnológicos, es posible comprobar hasta qué punto son fieles a la verdad las antiguas fuentes. También así se pueden neutralizar las descripciones de catástrofes locales basándose en la ausencia de señales de impactos, así como descartar las partes de las narraciones falsificadas o añadidas por misioneros —muchas de ellas relacionadas con el arca de Noé. La interpretación de los mitos también ayudó a determinar el tipo de impacto del diluvio universal así como la secuencia de los hechos y sus consecuencias. La versión más conocida del diluvio se encuentra en el Apocalipsis (6,12-15), probablemente redactado en el año 96 d.C:

136 «Y vi, cuando abrió el sexto sello, sobrevenir un gran terremoto, y el sol se volvió negro como un tejido de crin; la luna toda ella se volvió de sangre; y los astros del cielo cayeron sobre la tierra [....]. Y el cielo fue retirado como rollo que se enrolla; y todos los montes e islas fueron removidos de su lugar. [...] Todos, esclavos y libres, se ocultaron en las cavernas y en los riscos de los montes.» Esta es una descripción clara de lo que sucedió después del impacto: terremotos durante el impacto y después de él, oscurecimiento del Sol y de la Luna por el polvo arrojado a la atmósfera, enrojecimiento parcial o inicial del cielo debido al polvo concentrado en las partículas de agua y cristales, así como la caída de fragmentos de cometas o de planetoides. La caída de los astros, frecuentemente descrita, pudo ser un efecto del desplazamiento del eje de la Tierra. En este caso, a un observador le parecería que no es la Tierra la que se mueve, sino las estrellas. El hallazgo de fosas comunes confirma el hecho de que las personas se ocultaran en cavernas y hendiduras para intentar protegerse de la catástrofe. Más adelante en el Apocalipsis (8,5-13) se describen siete ángeles (cometas o asteroides) que consecutivamente causan estragos en la Tierra: «... Y hubo truenos y voces y relámpagos y terremoto (...]. Y hubo granizada y fuego mezclado con sangre; y fueron arrojados sobre la tierra. Y quedó abrasada una tercera parte de la tierra; abrasada la tercera parte de toda la hierba verde [...]. Y algo así como una gran montaña, ardiendo en llamas, fue arrojado al mar. Y la tercera parte del mar se convirtió en sangre; y murió la tercera parte de los seres creados que viven en el mar; y la tercera parte de las naves fue destruida [...]. Y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha; y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es el de Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron por las aguas, porque se habían vuelto amargas [...]. Y fue azotada la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, de modo que se oscureció la tercera parte de ellos; y el día no brilló en su tercera parte y otro tanto la noche.» Y más adelante (9, 1-15): «Y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra, y le había sido dada la llave del pozo del abismo. Abrió el pozo del abismo; y subió del pozo una humareda como la humareda de un gran horno. Y se oscureció el sol y el aire [...]. Del humo salieron langostas sobre la tierra... Les fue dado el poder no para que los matasen (a los hombres), sino para que los atormentasen por cinco meses. Y su tormento era como tormento de escorpión cuando pica al hombre [...]. Fueron soltados los cuatro ángeles

137 que estaban preparados para aquella hora y día y mes y año, para que mataran a una tercera parte de los hombres.» Esta descripción es distinta de la versión anterior y corresponde a otro impacto. En total se describen cuatro impactos parciales distintos, quizá no seguidos. El aspecto más sobresaliente es la coloración rojiza que adquiere la tierra y el mar, que en el pasado fue interpretada erróneamente ya que dentro de los procesos físicos y químicos de un impacto no parecía tener sentido. Desde luego el tono rojizo no es debido a la sangre, sino al ácido nítrico que debido al impacto cayó sobre la tierra en forma de lluvia acida, tiñéndolo todo de rojo y envenenando el agua, que por esta razón tenía el sabor amargo del ajenjo. Los seres humanos también padecieron los efectos del ácido y sufrían como si los hubieran picado escorpiones. El Apocalipsis (16, 1-21) sigue narrando siete hechos apocalípticos causados por siete ángeles: «Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.» Fue el primero y derramó su copa sobre la tierra. Y sobrevino una úlcera maligna y dolorosa a los hombres (...]. El segundo derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto, y todo ser vivo que había en el mar murió [...]. El tercero derramó su copa sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre [...]. El cuarto derramó su copa sobre el sol, y le fue concedido abrasar a los hombres con fuego [...]. El quinto derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino se cubrió de tinieblas, y las gentes se mordían las lenguas de dolor [...]. El sexto derramó su copa sobre el gran río Eufrates, y su agua se secó [...]. El séptimo derramó su copa en el aire [...]. Y hubo relámpagos, voces y truenos, y sobrevino un gran terremoto, cual no lo hubo desde que existe el hombre sobre la tierra [...]. Huyeron todas las islas; los montes desaparecieron; y una enorme granizada, como de talentos, cayó del cielo sobre los hombres.» Esta descripción aun es más clara y contiene más detalles. Se describe exactamente la tonalidad del mar, causada por la lluvia de óxido nitroso y ácido nítrico. La sangre de los muertos es marrón rojiza, no rojo brillante como la sangre fresca, y este color coincide con el del ácido nítrico saturado de óxido nitroso.2 Asimismo se describen las úlceras en la piel de las personas causadas por la lluvia acida. Debido al enorme calor en la zona cercana al impacto, incluso se evaporaron grandes ríos. Descripciones similares aparecen en las leyendas de muchos pueblos. El violento diluvio se llevó por delante islas y montañas altas. De este hecho se deduce que se trató realmente de un diluvio global y no de muchas catástrofes locales. Esto no excluye que un impacto pudiera estar compuesto de muchos impactos parciales no simultáneos, ya que antes del choque el cuerpo celeste se fragmentó o estaba formado por un enjambre de planetoides (fragmentos del planeta Faetón). También es posible que pasaran años entre los impactos, ya

138 que algunos fragmentos que seguían una órbita en algún momento podían precipitarse sobre la Tierra. En todo el mundo hay cientos de leyendas del diluvio, que se diferencian por la distancia respecto al lugar del impacto y la manera de percibir los fenómenos que generó. Gracias a la investigación realizada en los últimos veinte años, ha sido posible interpretar correctamente los Figura 27. La Atlántida. En el manto terrestre, en la posición de la plataforma de las Azores en el Atlántico central, se localiza un hot spot, un punto en el que aflora magma caliente. En esta zona de las Azores apenas se registran dibujos de bandas magnéticas. De esto se infiere que se formó de manera distinta de la zona adyacente cerca de la cresta del Atlántico central, ya que aquí el magma que aflora deja dibujos de bandas magnéticas cuando se endurece. Las actuales Azores son las cimas de antiguas montañas de la Atlántida. La descripción que hace de la isla Platón —en el norte montañas y en el sur una llanura— coincide cualitativamente con las características topográficas de la zona.

139 relatos originales recogidos por los etnólogos. En su conjunto, los mitos constituyen un documento de valor incalculable sobre el desarrollo del diluvio y documentan varios puntos de impacto en el globo. Los intensivos estudios geológicos iniciados en 1980 confirman que la Tierra recibió numerosos impactos cósmicos. Parece que el diluvio afectó de manera especial al continente americano, ya que casi todas las tribus indias explican impresionantes historias sobre esto. Los navajos hablan de una inundación tan alta como una montaña, que estaba por todas partes excepto en el oeste. Los indios choctaw recuerdan una larga oscuridad que fue seguida por una inmensa ola que llegó del norte y que era tan alta como una gran montaña.3 Antiguos relatos tibetanos dan cuenta de una inundación de las zonas montañosas del Tíbet, y, según las viejas crónicas chinas Shu-King, fue preciso determinar de nuevo la posición de los puntos cardinales, así como los movimientos y la salida del Sol y la Luna, y hubo que calcular y representar de nuevo los signos del zodíaco, y calcular también la duración de las estaciones. Asimismo se confeccionó un nuevo calendario. Velikovsky resume la razón por la cual fue necesario realizar todos estos cambios: [...] «da la impresión de que, durante la catástrofe, la órbita de la Tierra cambió y con ella la duración de un año, la inclinación del eje terrestre y por tanto las estaciones. Parece que también cambió la órbita de la Luna y con ella la duración de un mes. No sabemos qué consecuencias tuvo este trastorno global, pero en los viejos anales está escrito que durante el reinado de los Yahou apareció una brillante estrella en la constelación Yin.»4 La narración de Platón Durante más de 2.500 años muchas personas han creído que en algún lugar entre España, África y América hubo una gran isla. Hay especulaciones de todo tipo. Lo que sabemos de esta isla es lo que está escrito en los diálogos de Platón (427-347 a.C.) Timeo, o de la naturaleza y Critias, o la Atlántida. Critias, tío de Platón, subraya expresamente que se trata de una historia extraña pero cierta que el sabio Solón trajo de Egipto a Grecia. Esa isla es la legendaria Atlántida. Platón menciona expresamente que no se encontraba en el Mediterráneo sino más allá de las columnas de Hércules (Gibraltar y la cordillera del Atlas). Critias dice:

140 «Esta isla era mayor que la Libia y el Asia unidas. Y los viajeros de aquellos tiempos podían pasar de esta isla a las demás islas y desde estas islas podían ganar todo el continente, en la costa opuesta de este mar que merecía realmente su nombre. Pues, en uno de los lados, dentro de este estrecho de que hablamos, parece que no había más que un puerto de boca muy cerrada y que, del otro lado, hacia afuera, existe este verdadero mar y la tierra que lo rodea, a la que se puede llamar realmente un continente en el sentido propio del término.» Es una descripción de una exactitud increíble teniendo en cuenta que, si bien Platón escribió la historia, bebe de fuentes egipcias más antiguas. No sólo se describe el mar Mediterráneo con el estrecho de Gibraltar, sino también otro continente —América— que está al otro lado del océano, refiriéndose al Atlántico. Parece que en medio existía en el pasado una isla tan grande como un continente. No hay que olvidar que entonces sólo se conocía una pequeña parte de Asia, y no todo su enorme territorio. ¿Quién sabía unos dos mil años antes del descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón que al otro lado del océano Atlántico había un continente y no islas? En rigor, Colón ni siquiera llegó a pisar el continente. Si esta descripción resultó ser cierta muchos años después, ¿por qué no puede ser asimismo cierta la descripción de la isla? No obstante, en los últimos 2.500 años la existencia de una gran isla en el Atlántico se ha considerado una broma o una invención. Desde luego la historia parece poco creíble, ya que exceptuando pequeños archipiélagos como las islas Canarias, Madeira, las Azores e incluso las Bahamas o Bermudas, no se ha encontrado ningún resto de esa isla sobre el nivel del mar. Aristóteles, discípulo de Platón, criticó la historia sobre la Atlántida calificándola de invención. No obstante, confirmó que los fenicios conocían una gran isla en el Atlántico a la que denominaban Antilla. La similitud entre los nombres —Antilla y Atlántida— es evidente. A un lado y al otro del Atlántico hay nombres que nos recuerdan la Atlántida. En los viejos escritos, los pueblos que vivían en la costa atlántica del noroeste de África eran denominados atalantes o atarantes. Las tribus beréberes guardan recuerdo del reino de Attala. Los vikingos bautizaron con el nombre de Atli a un país fabuloso situado en el oeste. En los antiguos escritos de la India se menciona una isla llamada Attala que se encontraba a medio mundo de distancia de la India en el océano occidental. Los aztecas creían que procedían de la isla Aztlan situada en el océano oriental, que visto desde América central es el Atlántico.5 ¿Es sólo casualidad que todos estos nombres se parezcan tanto? El Atlántico y la cordillera de Atlas recuerdan por su nombre a la Atlántida. Groenlandia está situada junto al mar de Groenlandia; México en el golfo de México; India junto al océano Indico; Persia en el golfo Pérsico. ¿Por qué no puede estar la Atlántida en el océano Atlántico?

141 Figura 28. Ondas de choque. El impacto de un cuerpo celeste contra la Tierra desencadena una onda de choque, que se propaga hacia todos lados por el manto terrestre. Esto genera rupturas de la corteza, volcanes y terremotos incluso en zonas muy alejadas de donde se ha producido el choque, incluso en las antípodas del impacto. Platón describe la Atlántida con todos los detalles de su topografía con ríos, canales y montañas así como su forma de gobierno, número de habitantes, número de guerreros y su fauna. En Timeo, un sacerdote egipcio de Sais —una gran ciudad en el delta del Nilo— relata: «Los hombres han sido destruidos y lo serán aún de muchas maneras [...]. Pues eso que también se cuenta entre vosotros de que, cierta vez, Faetón, hijo de Helios, habiendo uncido el carro de su padre, pero incapaz de dirigirlo por el camino que seguía su padre, incendió cuanto había sobre la tierra y pereció él mismo, herido por un rayo [...]. La verdad es ésta: a veces en los cuerpos que dan vueltas al cielo, en torno a la Tierra, se produce una desviación o "paralaje". Y, con intervalos de tiempo muy espaciados, todo lo que hay sobre la tierra muere por la superabundancia del fuego.» Estas palabras confirman el efecto apocalíptico de un cuerpo celeste que se apartó de su órbita, aunque no se dice expresamente que se produjera un impacto. No obstante, se confirma el casi total exterminio de todas las criaturas de la Tierra. No parece que se trate de una catástrofe de alcance local. Asimismo se describe el fin de la isla Atlántida: «Pero, en el tiempo subsiguiente, hubo terribles temblores de tierra y cataclismos. Durante un día y una noche horribles, todo vuestro ejército fue tragado de golpe por la tierra, y asimismo la isla Atlántida se abismó en el mar y desapareció. He aquí por qué todavía hoy ese mar de allí es difícil e inexplorable, debido a sus fondos limosos y muy bajos que la isla, al hundirse, ha dejado.» Justamente este pasaje se ha considerado siempre inverosímil. ¿Cómo puede desaparecer una isla de gran tamaño o un continente pequeño en un solo día? La idea fundamental de las teorías

142 de Lyell y Darwin de que la superficie de la Tierra y la fauna cambian sólo muy lentamente descartan la posibilidad de un cataclismo de tales proporciones. Basándose en las teorías de uniformidad se niega con vehemencia que pudieran producirse violentos trastornos geológicos de proporciones tan devastadoras y que una gran isla de quizá 200.000 km-se hundiera sin dejar rastro. Por esta razón hasta el día de hoy la teoría de la Atlántida se ha rechazado de plano. Los resultados de las últimas investigaciones geológicas muestran que al menos siete fragmentos grandes de cometa o de diversos cuerpos celestes se estrellaron en diversos océanos de la Tierra a mucha distancia unos de otros. No se ha podido identificar un impacto parcial justo en la zona descrita por Platón ni en sus proximidades. No obstante, la Atlántida se encontraba en una de las zonas de fractura más inestables y al mismo tiempo más grandes de la Tierra: la gran depresión del rift centro-atlántico. «Aquí la corteza terrestre extremadamente delgada, la más delgada de todo el globo, está sometida a una tracción permanente y está atravesada asimismo por una densa red de enormes fracturas longitudinales y transversales. Y esta insólita corteza descansa además sobre una cámara de lava que en muchos puntos llega a los 12 km de espesor y que representa un cojín de lava basáltica muy fluida que está a unos 1.200 °C de temperatura. En el caso de un terremoto muy violento, es inevitable que un bloque de corteza en posición tan inestable, frío y, por tanto, denso, y que descansa sobre lava mucho más ligera se rompa [...]. Hoy sabemos que justamente en esta decisiva región del Atlántico medio, en la zona de las Azores, se localiza uno de los pocos hot spots (puntos calientes) de la Tierra, en el que corrientes de magma caliente ascienden desde la profundidad del manto terrestre y asimismo proporcionan movilidad a la lava.»6 En simulaciones por ordenador realizadas en 1996 en el renombrado Sandia National Laboratory en Nuevo México (EE. UU.) se comprobó que el impacto de un asteroide de diez kilómetros de diámetro generaría un cráter de 30 km de profundidad en nueve segundos. Las ondas de choque desencadenadas por el impacto se propagarían por todo el globo. En el interior de la Tierra se concentrarían como en una lente óptica que las enfocaría hacia el otro lado del planeta, donde quizá se había producido otro impacto muy cerca. Estas sacudidas quebrarían la corteza terrestre y se producirían violentas erupciones volcánicas. Naturalmente, la corteza terrestre se rompería primero donde fuera más delgada, es decir, a lo largo de las líneas de fractura ya existentes, y esto fue lo que ocurrió en la catástrofe de la Atlántida. En un maremoto al sur de Tokio el 1 de septiembre de 1923, unas partes del fondo marino se hundieron más de 450 m, mientras que otras se elevaron 250 m.7 Imaginemos por un momento qué consecuencias tendría el diluvio-impacto.

143 Si se produjo un proceso similar, la isla de la Atlántida debió de hundirse varios miles de metros con relativa rapidez. El océano Atlántico forma una gran artesa y está dividido en dos partes por una cordillera submarina con alturas de más de 2.500 m que recibe el nombre de dorsal centro-atlántica o dorsal delfín. La cuenca occidental pose una profundidad media de 6.500 m, o sea unos 2.000 m más que la parte situada al este de la dorsal centro-atlántica, que representa la línea de fractura de los continentes y por la que en la actualidad aún aflora magma. Muck demostró que, debido a las peculiaridades geológicas anteriormente descritas de la zona, era correcto lo que tanto se había criticado, que la catástrofe se produjera en tan sólo 24 horas, y calculó que la isla se habría hundido a una velocidad de 4-5 cm/seg.8 La secuencia del diluvio universal coincide con la descripción de Platón: terremotos, inundaciones, grandes grietas en la tierra, fallas del terreno y hundimiento del fondo marino. Aún queda por comprobar la afirmación de que en el mar había tanto limo que los buques no podían navegar por allí. Los materiales expulsados en las erupciones volcánicas históricas son materiales gruesos, cenizas y polvo fino. En las erupciones volcánicas submarinas, el material grueso no es compacto como la lava fluida, sino muy poroso debido a la acción del vapor de agua y el magma líquido. En este proceso se forma una cantidad de pumita (piedra pómez) considerable con relación a la masa total y, gracias a los pequeños poros de aire presentes en su interior, flota mucho tiempo en la superficie del mar. Si la erupción es muy violenta puede llegar a formarse un manto continuo, que podría dificultar la navegación incluso a los buques modernos. El movimiento de las olas va triturando lentamente la pumita hasta convertirla en arena. Además, debido a la enorme cantidad de ceniza arrojada se forma una capa de lodo sobre el agua. En 1883, cuando la isla volcánica de Krakatoa en Indonesia —una isla relativamente pequeña— entró en erupción, la pumita que flotaba en la superficie de las aguas ponía en peligro la navegación hasta el punto de impedirla, y eso que la capa de pumita tenía un grosor de menos de 25 cm. A partir de aquí Muck calculó que la capa de pumita que debió de formarse en el océano después del hundimiento de la Atlántida debió de ser de 100 m. Platón afirmó que «[...] ese mar de allí es difícil e inexplorable, debido a sus fondos limosos y muy bajos, que la isla [...] ha dejado»9. Platón describió algo insólito, pero justamente estos pequeños detalles revelan que su historia posee un importante trasfondo de realidad. Es demasiado buena para ser inventada, y además los últimos descubrimientos la confirman. El fondo marino en la zona de las Azores debió de hundirse con bastante rapidez al menos 2.000 m. El paisaje submarino se caracteriza por aristas afiladas, dientes y profundas grietas. Si la zona fuera muy antigua, las influencias químicas y mecánicas habrían redondeado esos perfiles.

144 Charles Berlitz y Otto Muck dan cuenta de descubrimientos muy característicos en el fondo marino de las Azores que en realidad deberían hallarse en la superficie de la Tierra.10,11 Johannes von Buttlar describe en el libro Adams Planet hallazgos similares en la zona de las Azores: «En el marco de un proyecto de investigación realizado por la Universidad de Halifax en 1973/74 se tomaron pruebas de sondeo de la dorsal centro-atlántica. Al analizarlas se descubrió que la formación rocosa que ahora se encuentra a 800 m de profundidad debió formarse por encima del nivel del mar. Los investigadores suecos R. Mailaise y P. Kolbe habían hecho un descubrimiento especialmente interesante en 1956: en la dorsal atlántica, a 3.700 m de profundidad, identificaron restos de algas diatomeas que vivieron hace 10.000-12.000 años en agua dulce. En 1898 se procedió a reparar el cable transatlántico a 750 km al norte de las Azores. Mientras se buscaba el desperfecto se comprobó que el suelo marino en esa zona está formado por valles, montañas y rocas hendidas. Las pruebas de rocas tomadas a 3.100 m de profundidad resultaron ser taquilita (basalto vitreo). Puesto que la taquilita únicamente se forma bajo presión atmosférica, necesariamente tuvo que formarse sobre el nivel del mar. Además, la lava no se disgrega hasta después de transcurridos 15.000 años, por lo que antes de ese momento la dorsal centro-atlántica aún era una masa blanda. Esta teoría fue confirmada en 1977 por una expedición soviética al norte de las Azores que sacó a la superficie fragmentos de roca que estaban a más de 2.000 m de profundidad y que también provenían de la superficie de la Tierra.12 Numerosos estudios de tapones sedimentarios han demostrado que toda la zona de las Azores se hundió 2.500-3.000 m. Por ejemplo, se ha encontrado cal de globigerinas a 7.300 m de profundidad, pese a que lo normal es encontrarla a 2.000-4.500 m de profundidad. Así pues, el territorio estudiado debió de hundirse al menos 2.800 m. Las actuales islas Azores son las cimas de las antiguas montañas de la Atlántida. Platón no escribió esta historia sobre la Atlántida en primera persona, pero acusaba de mentiroso a cualquiera que la considerara un mito. Sócrates, el maestro de Platón, afirma en Timeo: «[...] sobre todo, que no se trata de una leyenda creada por capricho, sino de una historia verdadera». Los actuales conocimientos científicos confirman por completo los datos geográficos y geológicos que menciona Platón en su historia de la Atlántida. ¿Es también cierto entonces el resto de la historia sobre el pueblo de los atlantes? ¿Existía acaso también una civilización altamente desarrollada en la época anterior al diluvio? Si era así y ese pueblo dominaba el mundo, tal como se especula, la Atlántida se encuentra en todo el mundo en forma de colonias, y quizá todas estas ciudades se construían de manera muy similar. Esta idea se me ocurrió mientras estudiaba las diferentes opiniones sobre la polémica situación de la Atlántida.

Quizá merece la pena dedicarle unos minutos de reflexión.

145 Puesto que, debido a la deriva de los continentes y a que el nivel del mar estaba 100-200 m más bajo, antes del diluvio el Atlántico era más estrecho que ahora y existía una gran isla —la Atlántida— de aproximadamente 1.100 km de largo, existía una unión fácilmente franqueable entre Europa, Africa y América. De este modo, las similitudes entre diferentes culturas a ambos lados del Atlántico así como el hallazgo de restos arqueológicos y signos de escritura del Viejo Mundo en América ya no son un enigma, sino el reflejo de relaciones comerciales normalizadas. ¿Contradicciones en la deriva de los continentes? Pero, si la descripción del hundimiento de una gran isla en el Atlántico es correcta, ¿no se contradice con la teoría universalmente aceptada de Wegener? La teoría de la deriva continental formulada a principios del siglo XX sostiene que en el origen de los tiempos sólo existía un único y enorme continente, que más adelante se fraccionó. En algún momento y por alguna razón los continentes empezaron a alejarse. Esta teoría no se equivoca al afirmar que América del Sur debió de lindar directamente con África; echando un simple vistazo al mapa se comprueba que es así. Además, en ambos continentes se han encontrado los mismos estratos de roca. No obstante, contrariamente a la teoría de Wegener, las plataformas continentales en el Atlántico norte no encajan, pero sí lo hacen los bordes de la dorsal atlántica bajo el océano. Entre África y Europa en un lado, y Canadá en el otro lado, existe un agujero al noroeste de la cuenca en forma de U de México. La formación de este pliegue sinclinal debió de tener consecuencias devastadoras para la Tierra. Un único impacto ya hubiera sido catastrófico, porque las ondas de choque se propagaron. Las consecuencias fueron un oscurecimiento del Sol y un radical cambio climático. ¿Qué ocurrió si se produjeron consecutivamente siete, ocho o más impactos mayores así como numerosos impactos menores? Las erupciones volcánicas, los terremotos y otros fenómenos debieron de destruir casi por completo la corteza terrestre, la cual luego tuvo que rea-gruparse en una nueva disposición. En muy poco tiempo algunas partes de la corteza se abrieron y otras se hundieron. Se formaron montañas y valles, y se depositaron gruesas capas de sedimentos. Algunas llanuras se hundieron o se formaron de nuevo por el magma que emergía del interior de la Tierra. En estas circunstancias, en las que un diluvio aparece bajo un aspecto muy distinto, es preciso contemplar la teoría de la deriva continental con otros ojos. Las teorías de Lyell y Darwin no son compatibles con la posibilidad de que unos cambios violentos convulsionaran toda la Tierra. Los

146 Figura 29. Plataformas continentales. Los bordes de las plataformas continentales de Africa y América del Sur coinciden exactamente. En el Atlántico norte las plataformas de Africa-Europa y América del Norte sólo concuerdan en la dorsal centro-atlántica. La falta de una masa de tierra crea un pliegue sinclinal tan grande que podría haber estado ocupado por la Atlántida en la zona de las Azores. sucesos descritos durante el diluvio-impacto exigen un modelo de pensamiento completamente distinto de aquel al que estamos acostumbrados. La deriva de los continentes ocurrió en el marco de esos procesos cataclísmicos con relativa rapidez y no lentamente a lo largo de muchos millones de años, aunque quizás en dos o tres veces. El gran continente primigenio —denominado Pangea— se rompió en el violento nacimiento de la Tierra, que ya he expuesto, tal vez inmediatamente después de la explosión de Faetón/Tiamat. Unos pocos miles de años después los continentes se distanciaron aun más unos de los otros a causa del diluvio. Esto significa que antes del diluvio es muy posible que existiera un intercambio cultural entre los pueblos de los diferentes continentes. Quizás esto explica que en todos los continentes las raíces de las palabras de idiomas muy distintos sean iguales. Esto parece indicar que en algún momento en nuestro mundo había una sola lengua. Mi teoría podría resolver este enigma: un primer puebla creado por Dios sólo posee una lengua. Después de colonizar todos los espacios vitales las lenguas fueron evolucionando. Además, existía una mutua influencia a través del intercambio comercial entre los continentes, que estaban más cerca unos de otros que ahora. Es en este escenario en el que se enmarca la historia bíblica de la Torre de Babel y la confusión de las lenguas. Dicha historia da fe de que en algún momento pretérito toda la humanidad tenía la misma lengua, y que ese momento no puede estar tan lejano en el pasado.

147 Después del diluvio universal, los animales ya no pudieron utilizar los puentes de tierra que unían entre sí los continentes y se convirtieron en polizones en unas plataformas continentales que se alejaban unas de otras rápidamente. Esto explica que en Australia y América se hayan encontrado los mismos tipos de dinosaurio. Lawrence Witmer, de la Universidad de Ohio en Athen (EE. UU.), descubrió en Madagascar el cráneo de un tiranosaurio muerto hace 65-70 millones de años. El hallazgo de este saurio en una isla y en otras partes del mundo demuestra que había una unión por tierra entre África, Asia y América del Sur. «En otro tiempo Madagascar formaba parte de un enorme continente austral llamado Gondwana, que durante la época de mayor esplendor de los dinosaurios empezó a partirse en fragmentos de diferente tamaño.»13 La Antártida formaba parte de esta primitiva masa de tierra, por lo que en los albores de la historia de la Tierra no estaba cubierta de hielo o al menos no por completo. Por otra parte, la presencia de los mismos animales antideluvianos —saurios y otros mamíferos hallados fosilizados— en casi todos los continentes demuestra que no hace mucho tiempo y aún en la época de los saurios debieron existir puentes de tierra. Esto confirma que los continentes «estuvieron unidos entre sí mucho más tiempo del que se ha creído hasta ahora». Pero, si los continentes no empezaron a alejarse hasta mucho tiempo después, la velocidad de desplazamiento tenía que ser mayor en el pasado de lo que se supone. ¿Es posible conciliar estos procesos de naturaleza tan distinta con las teorías de uniformidad de una Tierra que ha cambiado sólo lentamente? Si en el pasado los continentes se desplazaron más rápidamente, debió ser por alguna razón. En este libro demuestro que los dinosaurios vivieron hasta hace algunos miles de años. Puesto que los geólogos creen en la existencia de un único continente primitivo y que en la época de los saurios existían puentes de tierra, la única conclusión lógica es que las plataformas continentales estaban unidas en un solo continente hace unos pocos miles de años. La teoría de la deriva continental de Wegener es correcta, pero el proceso de alejamiento de los continentes fue rápido y no duró millones de años. Notas 1. Tollmann, A. y E., Und die Sintflut gab es doch, Munich, 1993. 2. Ibídem. 3. Riem, J., Die Sintflut in Sage und Wissenschaft, Hamburgo, 1925. 4. Velikovsky, I., Welten im Zusammenstoß, Francfort/Berlín, 1994.

148 5. Berlitz, Ch., Der 8. Kontinent, Munich, 1986. 6. Tollmann, op. cit. 7. Ibídem. 8. Muck, O. H., Alles über Atlantis, Düsseldorf/Viena, 1976. 9. Ibídem. 10. Ibídem. 11. Berlitz, op. cit. 12. Buttlar, J.T von., Adams Planet, Munich, 1991. 13. «Bild der Wissenschaft», en News-Ticker del 18/5/1998 (véase también «Bild», 15/5/98, p. 12).

149 10. El diluvio universal El diluvio universal inundó e incendió la Tierra hace tan sólo algunos miles de años. A raíz de esta catástrofe se formó petróleo, carbón y ámbar, y surgieron muchas montañas y cordilleras. La secuencia del diluvio La dispersión de los impactos cósmicos por todo el globo fue debida a la rotación de la Tierra. Esto supone asimismo que hubo diversas catástrofes parciales no simultáneas. Además del cráter de un impacto en Yucatán identificado por Alvarez, en el fondo del Atlántico hay otros agujeros grandes producidos por grandes cuerpos celestes. Cerca de Puerto Rico aún hay dos agujeros de más de 7.000 m de profundidad en el fondo marino que aparecen en casi todos los mapas. Muck sospecha que fueron causados por dos fragmentos de enormes planetoides que pesaban más de un billón de toneladas y que se estrellaron procedentes del noroeste. Estos enormes fragmentos habrían provocado una ola gigante de diez kilómetros de alto, de modo que incluso el monte Everest, que en tiempos pretéritos quizás era más bajo, habría quedado cubierto por las aguas. En la Biblia y en otros mitos se confirma expresamente que hubo una ola gigante, y los restos fósiles hallados en cotas altas de las montañas lo demuestran. En algunos mitos se menciona más de un impacto. Según da cuenta Tollman, en las leyendas sobre el diluvio provenientes de Tierra de Fuego se habla de dos impactos no simultáneos. Después de una primera catástrofe se describe otra, ocurrida algún tiempo después y que inundó las montañas.1 Los aztecas hablan en sus mitos de los años del mundo, que describen explícitamente la secuencia de un diluvio-impacto. Se habla de cuatro catástrofes mundiales que destruyeron la

150 humanidad. En la actualidad viviría la quinta estirpe humana. La primera estirpe fue aniquilada por el demonio de la oscuridad que devoraba seres humanos. El viento puso punto y final a la segunda era. La tercera estirpe humana fue destruida por el fuego de los cielos. Después se habla del «sol del agua», que acabó cuando el cielo se precipitó sobre la Tierra, lo que hace referencia a una inundación causada por los aguaceros. La quinta era está bajo el signo del sol de los terremotos. Esta caracterización también es correcta, ya que debido a los impactos la corteza de la Tierra se sacudió violentamente, se quebró y fue perforada. Los terremotos y las erupciones volcánicas que aún se producen en algunas regiones pueden considerarse consecuencias tardías de la catástrofe del diluvio. Los geólogos Edith y Alexander Tollmann han resumido lo que se ha averiguado en los últimos años sobre el diluvio-impacto: • Impacto de un cometa (asteroides/planetoides). • Terremoto producto del impacto. • Actividad volcánica que se desencadenó. • Tormenta de fuego e incendio global. • Ola gigante (diluvio). • Noche súbita. • Invierno nuclear. • Aguaceros, tormentas de nieve y aguas de los océanos en ebullición. • Producción de sustancias venenosas para el medio ambiente. • Destrucción del ozono y radiación. • Efecto invernadero. • Muerte en masa por consecuencia del impacto. • Explosión de la vida.2 Puesto que antes de las investigaciones de Álvarez todos estos hechos se consideraban aisladamente y restringidos a un ámbito local, faltaba la conexión global. Por esta razón no se conseguía explicar fenómenos aislados como el invierno nuclear y la rápida congelación de los mamuts. La Tierra en llamas Las simulaciones por ordenador realizadas en el Sandia National Laboratory en Albuquerque (Nuevo México), a las que ya me he referido en el capítulo precedente, muestran que el impacto de un asteroide en Yucatán causó un oscurecimiento del Sol por las enormes cantidades de

151 polvo generado. El subsiguiente descenso de la temperatura llevó consigo un radical cambio climático que muchos seres vivos (dinosaurios, mamuts) no pudieron soportar. Asimismo se ha calculado que en el centro del impacto se alcanzó una temperatura de varios miles de grados como mínimo, de modo que de golpe se volatilizaron 100.000 millones de toneladas de roca. Debido a su contenido en azufre se formó sobre la atmósfera una nube de azufre muy densa y estable. Por el gigantesco boquete en la corteza terrestre debieron de aflorar a la superficie cantidades ingentes de magma, que cubrió grandes superficies sepultándolo todo. Parece que es así como surgió en el subcontinente indio la meseta Decán de más de 500.000 km2. El impulso calorífico que se irradió a gran velocidad desde el foco de la explosión pudo ser el inicio de un devastador incendio global. El huracán desencadenado y la tormenta de calor abrasador pudieron avanzar a una velocidad de 1.200 km/h arrasándolo todo, derribando como si fueran cerillas bosques situados a muchos miles de kilómetros. Los pequeños fragmentos de cometas y la precipitación radiactiva incandescente que siguió originaron desastrosos incendios que se propagaron en todas las direcciones desde varios focos. El tremendo calor reventó rocas, secó ríos y puso en ebullición el agua de los lagos y los mares. Después de establecer la comparación con grandes incendios en ciudades y otros incendios habituales, se deduce que las temperaturas rebasaban con mucho los 1.500 °C. Por tanto, los mitos no exageran al afirmar que los metales de las montañas se licuaron. Esto confirma mi teoría de que las rocas se endurecieron rápidamente. Por consiguiente, la antigua religión persa informa de manera verídica sobre metales que se tornaban líquidos en las montañas y que se vertían sobre la Tierra formando corrientes incandescentes. El punto de fusión del cobre es de 1.083 °C; el de la plata es de 961 °C; el del oro 1.063 °C; y el del hierro puro 1.535 °C, temperaturas que se superarían en un incendio de alcance mundial. Con estos datos en la mano, los antiguos mitos ya no parecen productos de la fantasía, como se creía hasta ahora. La capa de hollín de la atmósfera reflejaba el calor y secaba aun más la superficie de la Tierra. También es posible que algunos materiales se sinterizaran. En un radio de hasta 1.000 km los elementos expulsados que se habían depositado sobre la tierra y ya se habían enfriado volvieron a fundirse. El cielo se tornó incandescente y pareció precipitarse sobre la Tierra en una destructora nube ardiente. En las capas de lodo delimitadoras se ha encontrado hollín que procede principalmente de bosques de coníferas quemados y de su resina. En las leyendas indias se cuenta que del cielo llovía carbón vegetal. Los quichés de Guatemala afirman que del cielo cayó una masa resinosa y sobre sus cabezas oían como el crepitar de un gran fuego.3

152 Velikosvy hace referencia al libro budista Visuddih-Magga, que contiene un capítulo sobre los ciclos del mundo: «Hay tres destrucciones: la destrucción por agua, la destrucción por fuego y la destrucción por el viento [...] después de que hubo transcurrido mucho tiempo desde que cesó de llover apareció un segundo Sol [...] no hay ninguna diferencia entre noche y día [...] un calor ininterrumpido arde en el mundo [...]*. En los Libros Sibilinos se explica: «Los nueve soles son nueve épocas. En la actualidad estamos en el séptimo sol». Velikovsky se pregunta si se usa la palabra «sol» en vez de «época» porque «en cada época del mundo variaba el aspecto del Sol y de su trayectoria en el cielo».5 Olas gigantes Después del temblor de la corteza terrestre con un aumento simultáneo de la actividad volcánica, a la que siguieron las tormentas de fuego y un incendio global, se produjo lo que normalmente se entiende por diluvio: una enorme inundación. Un muro de agua de la altura de una montaña se abatió sobre la tierra firme hasta donde alcanzaba el horizonte a la luz amortiguada por la ceniza volátil. La llegada de la gigantesca ola iba precedida por un tremendo fragor. El vulcanismo y las masas incandescentes arrojadas desde el interior de la tierra elevaron la temperatura del agua de los mares. Las olas de agua hirviendo cubrieron muchos montes e incluso altas montañas. Todo lo que aún existía quedó escaldado o chamuscado. No obstante, al mismo tiempo se apagaron los incendios que seguían ardiendo, por lo que algunos objetos artificiales y hojas se conservaron en grandes acumulaciones orgánicas convertidas en carbón. Según la visión convencional del mundo, estos insólitos descubrimientos tienen que ser falsificaciones, ya que están en el lugar «equivocado» y en un estrato geológico demasiado antiguo. Sin embargo, la hipótesis del diluvio proporciona la explicación lógica que le falta a la ciencia académica en sus planteamientos. Las gigantescas olas de agua dejaron restos fósiles marinos en las cotas superiores de los Alpes, del Himalaya y de otras montañas, como muy bien saben todos los excursionistas. En Anatolia oriental (Turquía), concretamente en el monte Arat, donde se cree que pudo posarse el arca de Noé, se han encontrado restos de grandes barcos y anclas de piedra a 4.000-5.000 m de altitud. El Génesis (7, 19-21) habla de las enormes proporciones de las olas: «Fueron aumentando cada vez más las aguas sobre la tierra, y cubrieron los montes más altos que hay debajo de todos los cielos. Las aguas subieron quince codos por encima de

153 los montes, y quedaron éstos totalmente cubiertos. Toda carne que se movía sobre la tierra pereció [...]». Las masas de agua debieron de ser enormes para llegar a cubrir todos los montes más altos. Los hallazgos geológicos, las antiguas fuentes y otros indicios que expongo en este libro así lo confirman, si bien cuando se produjo la inundación es posible que los montes fueran más bajos, ya que el diluvio universal contribuyó a que las montañas se acabaran de plegar. Los mitos de muchos pueblos corroboran esta inundación. En la epopeya de Gilgamesh se habla de montañas sumergidas bajo el agua; en el Libro de los Muertos egipcio el dios Ra da cuenta de la gran inundación causada por él, y el dios Atum amenaza con destruir la Tierra: «Esta Tierra será agua, un océano mediante una inundación, como era en un principio».6 Las leyendas de los cheyenes y de otras tribus indias incluyen una inundación repetida cuatro veces que afectó el territorio que habitaban originariamente, más al sur. ¡La última inundación no llegó hasta muchos cientos de años después de la primera! La catástrofe principal incluyó terremotos, erupciones volcánicas, grandes inundaciones y un largo invierno. En el Libro de los Signos chino del siglo vi a.C. se da cuenta de una ola gigantesca que inundó todo el mundo y cubrió las montañas más altas. Una leyenda del pueblo montañés jau-dze del cantón meridional cuenta que las aguas subieron tanto que los montes más altos parecían el mar.7 Los esquimales describen así la inundación: «El agua se derramó sobre la cima de las montañas y el hielo se movía sobre ellas. Cuando las aguas se retiraron, el hielo se quedó varado y formó en las cimas conos helados».8 Cabe destacar la mención de cómo se formaron los glaciares, ya que muy probablemente lo hicieron durante el diluvio y no antes debido a supuestos cambios climáticos. En las tradiciones del norte de Siberia, India, Mongolia, Vietnam, Sumatra, Australia y América del Sur se habla también de enormes olas que cubrieron incluso los montes. En América abundan muy especialmente las leyendas sobre el diluvio. Los indios navajos dan noticia en sus mitos de un sólido muro de agua y de una inundación como una montaña que ocupaba todo el horizonte. En las leyendas de los indios choctaw, en la zona de Oklahoma-Mississippi, así como en Perú y en textos aztecas se describen hechos similares.9 El diluvio no se limitó a una única ola gigantesca, sino que en total hubo varios impactos en diferentes partes del mundo. Además, la corteza se resquebrajaba por todas partes y causaba terremotos, que a su vez originaban en el mar las temidas olas gigantes o tsunamis. Los

154 diferentes impactos y las rupturas de la corteza terrestre generaron varias olas de proporciones descomunales, seguidas de otras de menor tamaño, que se entrecruzaron y se solaparon en diferentes partes del mundo. A partir de las narraciones tradicionales de los indios de América del Norte es posible identificar hasta cuatro olas gigantescas independientes y no simultáneas. Estas diferentes olas dejaron en la zona del río Paluxy, cerca de Glen Rose, capas de roca superpuestas de un grosor de entre 30 cm y 3 m. Las capas tienen distintos grados de solidez y pueden separarse como las capas de una cebolla. Aquí se distingue de manera especialmente clara que estos estratos no se formaron lentamente, tal como sostienen los geólogos, sino que se trata de depósitos dejados por inundaciones consecutivas y rápidamente solidificados. La oscuridad En casi la totalidad de los mitos citados o mencionados también se da cuenta del oscurecimiento del Sol. Por lo general se habla de la inusitada duración de la noche, y en el Gilgamesh se menciona que las estrellas, el Sol y la Luna se apagaron y la oscuridad se impuso. En la pequeña isla volcánica de Krakatoa, situada en el estrecho Sunda, en Indonesia, y que hizo erupción en 1883, se registró una cantidad de material expulsado relativamente pequeño: menos de 100 km3. Las partículas de polvo fueron transportadas a 30 km de altura en la estratosfera, se distribuyeron sobre todo el globo y permanecieron allí flotando dos años. Esto produjo el conocido efecto del resplandor rojo en el cielo, que también se observa en otras erupciones volcánicas. Teniendo en cuenta que la línea de fractura activa en el Atlántico es mayor, el volumen de masa expulsada debió de ser 40.000 veces mayor que en la explosión de Krakatoa. Dado que simultáneamente se arrojaron a la atmósfera desde varios lugares enormes cantidades de polvo, humo y ceniza volátil, se creó una nube de neblina de muchos kilómetros de grosor que se extendió rápidamente sobre todos los continentes.10 Los mitos de muchos lugares dicen que la inundación llegó cuando reinaba aún la oscuridad, cuya duración dependió de las regiones. Debido a la dirección de los vientos y a que los impactos se concentraron en el hemisferio norte, las investigaciones permiten concluir que las nubes también se concentraron en la parte septentrional del globo. Esto significa que la fase de oscuridad y de formación de hielo así como de intensas nevadas fue más larga en el norte de

155 Europa que en la Antártida. En la zona mediterránea hasta Mesopotamia la noche súbita tampoco duró tanto tiempo. Por esta razón, los pueblos del norte necesitaron más tiempo para reorganizarse, ya que la oscuridad y la posterior luz crepuscular también duraron más tiempo.11 En las leyendas nórdicas se encuentran indicios en este sentido. La glaciación y las intensas nevadas ocasionadas por el invierno nuclear y el desplazamiento del eje terrestre fueron remitiendo sólo muy lentamente bajo la nube oscura, y esto obstaculizó el desarrollo de las razas del norte. Los arqueólogos denominan edad de piedra a la época anterior al desarrollo de las civilizaciones altamente desarrolladas. Debido a la destrucción casi total del mundo por el diluvio universal, los seres humanos tuvieron que empezar de nuevo desde cero, aunque les quedaban recuerdos y unos pocos restos técnicos de la época anterior al diluvio. Esta es la razón por la que existen tantas reliquias supuestamente demasiado antiguas y que no encajan en el habitual concepto de la evolución, que se basa en un desarrollo continuo y lento de la humanidad. La edad de piedra no fue una fase en la evolución de toda la humanidad, aunque los seres humanos vivieran en condiciones muy primitivas. Por esta razón, la edad de piedra es una invención de los arqueólogos y los antropólogos. Se conoce perfectamente qué efecto tiene sobre las plantas una prolongada falta de luz: debido a la disminución en la producción de clorofila, las hojas y los tallos pierden su color verde. Bajo la nube oscura las plantas sobrevivían en condiciones muy difíciles, al igual que los animales y los seres humanos en la época de oscuridad de varios años posterior al diluvio. El número de glóbulos rojos en la sangre disminuyó, las personas estaban anémicas y pálidas. Muck se pregunta: ¿surgió así un color de la piel claro con menos pigmentos, es decir la raza blanca?12 Desde luego es una pregunta muy sugestiva que resulta fascinante. La influencia de la nube oscura sobre la flora y la fauna fue por sí misma decisiva. Dinosaurios, mamuts y otros animales se extinguieron. Las exuberantes plantas que conocemos a partir de los restos petrificados se atrofiaron y sólo se regeneraron en un tamaño mucho menor. Así pues, el diluvio universal puso fin al crecimiento gigante de tiempos pasados de la historia de la Tierra, y de eso no hace tantos millones de años. Descenso drástico de las temperaturas, nieve y aguaceros Las leyendas nórdicas hablan de un mar elevado hasta el cielo, de violentas tormentas, de masas de nieve, de fuertes heladas y de tres inviernos consecutivos sin verano entre ellos. Los vogules del noroeste de Siberia aún recuerdan un nube de nieve que se abatió sobre ellos y que

156 estaba relacionada con el diluvio universal13. También los chukchos, que viven junto al estrecho de Bering en el noroeste de Asia, guardan memoria de una terrible tormenta de nieve que mató a casi todo el mundo. Por su parte, los indios de las regiones septentrionales de América hablan de una larga noche, de calor, de montes sumergidos bajo las aguas y de precipitaciones de nieve que sepultaron casi todos los abetos.14 Análogamente, en el cono sur de América, en Tierra de Fuego, se explican leyendas similares acerca de tormentas de nieve de varios meses de duración.15 El descenso de las temperaturas tuvo importantes repercusiones en todo el mundo. Debido a la baja temperatura en la atmósfera durante el largo período de oscuridad, las masas de agua arrojadas hacia lo alto por las erupciones en altitudes de más de 1.000 m cayeron sobre toda la Tierra en forma de densa nevada. Por las razones que ya he expuesto detalladamente, sólo así pudieron formarse las montañas de hielo. En otras zonas no nevó en las cotas más bajas, sino que se produjeron fuertes lluvias que arrastraron todo lo que encontraron a su paso. En las leyendas se habla de masas de agua en ebullición que cayeron del cielo y que lo achicharraron todo. A primera vista, las diferentes referencias parecen contradictorias, pero vistas en conjunto dan idea del cataclismo que se abatió sobre la Tierra. Tal como señalan los geólogos Edith y Alexander Tollmann, los glaciares del norte de América se formaron a partir de la nieve endurecida así como de los témpanos de hielo que dejaron las aguas de los mares al retirarse, y que según los esquimales flotaron en la ola de pleamar desde el océano Ártico.16 Repercusiones del diluvio Las erupciones arrojaron a la atmósfera ingentes cantidades de sustancias tóxicas para el medio ambiente, como ácido carbónico, dióxido de azufre yotros gases. Asimismo se produjeron ácido nítrico y otros ácidos. El calor generado por el gran incendio global y la licuación de los minerales en las montañas activó los metales pesados, lo que a su vez liberó sustancias tóxicas y gases peligrosos. La consecuencia de todo ello es que sobre la Tierra cayó una lluvia acida que acabó casi con toda forma de vida.

157 Figura 30. Temperaturas después del impacto. Se ha calculado que la temperatura superficial de la Tierra se fue enfriando durante un determinado período, dependiendo de la magnitud del impacto. En los polos y en Siberia se registraron las temperaturas más bajas. Además de las emanaciones mefíticas, que en la erupción relativamente pequeña del monte Pelee en la isla de la Martinica mataron a más de 30.000 personas en 1902, y de una gran cantidad de ácido carbónico, en las erupciones volcánicas también se arrojan a la atmósfera importantes cantidades de agua. En cuanto al fenómeno de la coloración rojiza que ya he mencionado de pasada, es una reacción química del ácido nítrico saturado con óxidos nitrosos. La excesiva riqueza en

158 nitrógeno del ácido nítrico neutralizado en suelo calizo en combinación con el lodo hace que más adelante este suelo sea muy fértil. La capa de ozono, si es que existía, desapareció por completo porque se consumieron grandes cantidades de oxígeno. Cuando la nube oscura se retiró ya no había ninguna envoltura de agua protectora, y los intensos rayos ultravioletas podían llegar casi hasta la superficie de la Tierra. Esta radiación, junto con las sustancias tóxicas liberadas, produjeron importantes daños a las células germinativas y al patrimonio genético, que se tradujeron en deformaciones e infertilidad. Quizás éste es el origen de las criaturas monstruosas de nuestro mundo imaginario, como el cíclope de un solo ojo de los griegos. Antes del diluvio se daban unas condiciones medioambientales que probablemente permitían que los seres humanos y los animales vivieran más que ahora. Pero las sustancias tóxicas y las radiaciones redujeron considerablemente la esperanza de vida. Los biólogos están convencidos de que, desde el punto de vista puramente biológico, es posible alargar considerablemente la esperanza de vida de los seres humanos si se dan las condiciones ideales, lo que ya se ha logrado con ratones manipulados genéticamente. También en el caso del hombre la duración de la vida está programada biológicamente: al nacer poseemos un número limitado de determinadas moléculas (telómeros) que después de un máximo de 100 divisiones celulares simplemente se agotan, como si nos quedáramos con el depósito vacío. Con la renovación y el control de estas moléculas se puede aumentar considerablemente la duración de la vida; esto nos permitiría vivir varios cientos de años. En la actualidad ya no es una utopía, aunque hace sólo algunos años se habría calificado de pura fantasía. El Génesis (6,3) confirma que: «Dijo entonces Yahveh: "No permanecerá mi espíritu en el hombre para siempre, puesto que él es pura carne. Ciento veinte años serán sus días"». Es decir, se pone un límite arbitrario a la esperanza de vida del ser humano. Esto coincide con los conocimientos actuales de la ciencia en el sentido de que la edad media actual no nos viene impuesta por la naturaleza sino que fue introducida artificialmente en nuestro ADN. Resulta muy interesante que en la Biblia se diga «pura carne». ¿Significa esto que Dios o que los hijos de Dios que se mencionan poco antes eran carne y algo más? ¿Acaso un Dios verdadero necesita hijos o ayudantes de carne y hueso?

159 Proceso de formación el carbón y el petróleo La hulla se formó a partir de elementos vegetales, mientras que la opinión científica más aceptada es que los componentes del petróleo son orgánicos, sobre todo cuerpos de animales y otros restos biológicos. En todo el mundo hay yacimientos de petróleo y carbón, incluso en regiones árticas como Alaska y en las cimas de montañas. Según esto, los depósitos de petróleo serían fosas comunes de animales muy diversos. Teniendo en cuenta el enorme consumo de estas materias primas y el hecho de que las reservas superan con mucho los 100.000 millones de toneladas, es evidente que su formación se debió a una causa global y que el número de organismos muertos tuvo que ser formidable. Puesto que el mismo proceso ocurrió en todo el mundo, la única causa que pudo desencadenarlo fue el diluvio universal, ya que lo habitual no es que los organismos se conserven después de muertos sino que se corrompan y se descompongan por influencias de tipo mecánico (oscilaciones de la temperatura, heladas, calor), biológico (animales carroñeros y descomposición) y químico (ácidos). Todo esto compone un escenario que ya nos es familiar: todo debió de ocurrir rápidamente para que pudiera formarse petróleo o hulla, y no sólo en una zona restringida sino en todo el mundo, tal como demuestra la dispersión de los yacimientos carboníferos y petrolíferos por toda la Tierra. La simple existencia de estas reservas da fe de un cataclismo y se opone frontalmente a la idea de un evolución lenta y uniforme de la Tierra, especialmente de la flora y la fauna. También es muy interesante su distribución global, ya que se han hallado grandes yacimientos de petróleo en zonas cercanas a los impactos del diluvio, por ejemplo en Texas, el golfo Pérsico o en el mar del Norte. Así pues, los hallazgos de petróleo y carbón en todo el mundo son una prueba de un diluvio de alcance global. Por otra parte, tengo mis dudas de que en el pasado hubiera tal cantidad de masa biológica para poder generar los gigantescos yacimientos petrolíferos, por no hablar de los grandes filones de lignito. ¿Hay otra posible explicación para la formación del petróleo que no implique sustancias orgánicas? Claro que sí: cuando el hidrógeno y el carbono de las capas de roca se someten a gran presión y calor se forma petróleo, y ambas sustancias abundaban. La teoría de una formación inorgánica del petróleo sin necesidad de una masa biológica coincide con el modelo de un diluvio universal, ya que durante la catástrofe en todo el mundo se daban las condiciones geoquímicas necesarias para este proceso —presión y calor— con diferente intensidad.17 El petróleo es el fruto de una reacción química, mientras que algunos tipos de carbón se formaron a partir de sustancias orgánicas. La ciencia académica no puede aceptar esta hipótesis, ya que según las teorías de Lyell y Darwin no podían darse en todo el mundo unas condiciones tan extremas de presión y temperatura. No es muy probable que la evolución, entendida como desarrollo uniforme de las especies, hubiera seguido adelante en un escenario tan extremo y hostil a la vida.

160 Figura 31. Impactos y petróleo. A juzgar por los campos de tectitas y la interpretación de los mitos, se han localizado siete grandes impactos de cuerpos celestes en la Tierra, aunque uno de ellos —el del Pacífico Sur cerca de Tierra del Fuego— no es seguro. El impacto de Yucatán (México) —el que se cree que terminó con los dinosaurios— parece que sucedió hace 65 millones de años y los geólogos lo separan en el tiempo de los demás. No obstante, los hallazgos de Texas (EE. UU.) y la datación errónea de la geología lleva a pensar en que hay un nexo temporal entre los impactos. Los yacimientos petrolíferos se encuentran cerca de estos puntos de impacto, donde la presión y la temperatura eran extremas, o en el borde de las olas del diluvio. Del mar del Norte al mar Amarillo pasando por Alemania, los yacimientos de petróleo están dispuestos paralelamente al cinturón de loes, que representa el borde del diluvio. En la erupción del volcán monte Saint Helens (EE. UU.) en el año 1980 se crearon condiciones similares en el cercano Spirit Lake a las que debieron de darse durante el diluvio. En un capítulo anterior ya he explicado que pocos años después empezó el proceso de formación de carbón, que sigue siendo objeto de estudio. El diluvio desencadenó el mismo proceso: el carbón y el petróleo se formaron hace unos pocos miles de años. Ya he descrito los asombrosos descubrimientos en grandes bloques de carbón de objetos fabricados artificialmente. Una cadena de oro de ocho quilates, figuras de arcilla y otros objetos demuestran la existencia del ser humano antes de la época en que se formó el carbón.

161 Asimismo se siguen encontrando hojas y otras materias orgánicas dentro del carbón. El proceso de carbonización debió de ser rápido. Todos estos objetos naturales o artificiales se salvaron por la razón que sea del fuego. El huracán que acompañó el incendio global arrastró hacia determinados lugares las hojas secas, ramas, árboles y arbustos. El calor del suelo hizo que la madera carbonizada se transformara en carbón, aunque no por completo, y ésta es la razón por la cual en el interior del carbón se han conservado objetos no carbonizados, ya que las subsiguientes olas gigantes apagaron el fuego. Puede observarse un efecto similar cuando se quema un listín de teléfonos: las páginas interiores se queman sólo por los bordes, pero en el interior del listín quedan fragmentos legibles. Cómo se formó el ámbar El ámbar es el producto de la desecación de los árboles. La resina se fundió con el calor, y la subsiguiente inundación la conservó e impidió que se quemara. Por esta razón, los animales hallados dentro del ámbar se corresponden con los ejemplares actuales, cosa que conduce a un callejón sin salida si pretende explicarse con la teoría de la evolución. Se calcula que el ámbar tiene una antigüedad superior a 60 millones de años y que se formó en la época de los dinosaurios. Durante la secuencia del diluvio, que ya he expuesto, la resina fosilizada se trasformó en ámbar, y este proceso se produjo simultáneamente a la extinción de los dinosaurios. Pero existe una importante diferencia: este proceso no tuvo lugar hace 60 millones de años, sino hace relativamente poco tiempo, durante el diluvio universal, ¿Basculó América del Sur? En América del Sur se extinguieron el cuvieronius —un animal con trompa—, supuestamente hace unos 12.000 años, y el toxodonte —un animal semejante al hipopótamo— en el undécimo milenio.18 Ambas especies se extinguieron con muy poco tiempo de diferencia, por lo que es de suponer que fue por las mismas causas. Automáticamente viene a la memoria la coincidencia en el tiempo con la súbita muerte de los mamuts hace algunos miles de años, aunque en ese tiempo se extinguieron también otras especies, como el tigre de colmillos de sable, el perezoso gigante, el armadillo gigante y el caballo en América. El mismo Darwin se asombró al encontrar en el suelo de América del Sur moluscos de la misma época que las especies animales extintas.

162 En Europa se extinguieron en ese momento el gran alce irlandés y el uro, y en América del Sur muchas especies de elefantes y rinocerontes. Lo más sorprendente de los descubrimientos de cuvieronius y toxodontes en América del Sur es el lugar donde se los encontró: en Tiahuanaco, en la orilla meridional del lago Titicaca. Las ruinas de esta ciudad están a 4.000 m de altitud. ¿Pero qué elefantes o animales semejantes a hipopótamos podrían vivir a 2.000-3.000 m de altura por encima de su habitat normal? Desde luego, ninguna especie que nosotros conozcamos. ¿Huyeron esos animales del diluvio hacia las alturas? Es muy improbable, porque las aguas llegaron demasiado repentinamente. ¿Arrastró la corriente los cuerpos de esos animales? No parece indicarlo el tipo de hallazgos. También es insólito encontrar restos de animales marinos en esa altitud. ¿Es posible que la costa sudamericana del Pacífico se elevara? Sea como sea, una franja blanca se extiende por las rocas costeras de las cordilleras. El geógrafo y naturalista Alexander von Humboldt observó esta antiquísima franja costera a 2.500-3.000 de altitud y la describió (1799-1804). ¿Qué causó la enorme elevación de la costa occidental de América del Sur? ¿Crecieron los Andes paulatinamente debido al efecto compresor de las plataformas continentales que chocan en el Pacífico, o acaso toda la plataforma continental volcó sobre un eje de gravedad? Muck cree que América del Sur basculó sobre un eje que va de Panamá a Bahía.19 Si este eje de vuelco realmente existe, la costa septentrional debería haberse hundido. Al mirar un mapa marino de profundidad se observa delante de la costa oriental una plataforma que se inclina suavemente hasta el mar. Cuando se ha adentrado mucho en el Atlántico cae bruscamente, casi a pico, varios miles de metros. En el pasado las zonas de la desembocadura del Amazonas y del río Paraná estaban mucho más alejadas de la actual costa y hoy se encuentran por debajo del nivel del mar. Es posible que América del Sur basculara sobre un eje, de modo que el sudoeste se elevó mucho y el noreste se hundió. ¿Qué desencadenó este fenómeno? ¿El o los asteroides que se estrellaron contra la Tierra en el diluvio universal? En el fondo del Atlántico norte hay muchas líneas de fractura que se formaron durante el impacto del diluvio. La isla de la Atlántida, que ocupaba el lugar de las Azores, se hundió varios miles de metros. De las líneas de derrumbe en el fondo del mar emergió magma líquido, que fue arrojado al aire por el agua del mar que se evaporaba y las erupciones. Los restos de estas masas lanzadas a lo alto formaron el cinturón de loes que recorre toda Europa y Asia, pero que también se observa en América del Sur. El nivel de magma en el Atlántico norte se hundió y arrastró con él la Atlántida. Al mismo tiempo se hundieron los bordes de la plataforma continental colindante por razones isostáticas, ya que flota en un lecho de magma viscoso. Pero, si la costa noreste de América del Sur se hunde, por razones estáticas la costa sudoeste debe elevarse sobre un eje de vuelco. Ésta es la razón por la que los cuerpos de los animales de

163 tierras bajas, los moluscos y también la ciudad de Tiahuanaco así como toda la antigua línea costera de pronto se encontraron a una altitud de hasta 4.000 m. Figura 32. Pliegue sinclinal atlántico. El hundimiento del fondo marino en el Atlántico norte y la consiguiente explosión de magma emergente creó un espacio vacío. Esto condujo al hundimiento del continente-isla Atlántida así como la caída de las costas en este borde y elevaciones en el borde opuesto. De este modo la parte meridional de América del Sur se alzó. Antes del diluvio el Atlántico era más estrecho, pero se ensanchó debido al magma que emergía por las grietas del fondo marino, cada vez más grandes, y que alejó los continentes. Si la plataforma continental de América del Sur basculó debido al hundimiento del fondo del Atlántico norte, también deberían encontrarse indicios en las demás plataformas colindantes. Y

164 las pruebas están en los largos canales submarinos de desembocadura de los ríos. Muck expone diversos ejemplos muy claros: la desembocadura del río Congo en Africa occidental que se asemeja a un fiordo y continúa 100 km más por debajo de la superficie del mar hasta una profundidad de 800 m. Esto indica que la costa occidental debió de hundirse hasta 800 m. La costa norteamericana también parece haberse hundido. El Hudson presenta un canal de 800 m de alto bajo el agua y acaba a 2.000 m de profundidad. En la plataforma americana también se ha descubierto un hundimiento submarino de 2.500 m en Cap Bretón.20 El hecho de que las plataformas continentales estén tan hundidas en el Atlántico norte demuestra el impacto de al menos un cuerpo celeste de gran tamaño en esta zona y las devastadoras consecuencias que tuvo el diluvio. Además, las plataformas continentales de Europa y África por un lado así como la de América por el otro se alejaron repentinamente por los fenómenos ya descritos. Este proceso no duró millones de años, tal como sostiene la teoría de la deriva continental de Alfred Wegener, sino que en su mayor parte se desarrolló poco antes del diluvio, o bien durante éste o poco después. No obstante, esto no excluye ligeros movimientos continuos de las plataformas continentales. El plegamiento de las montañas Probablemente antes del diluvio universal ya había montañas, pero no tan altas. En las montañas más altas, incluyendo el Himalaya, se han encontrado fósiles marinos, moluscos y esqueletos de animales marinos. ¿Cómo han llegado allí? ¿Por qué las montañas se alzaron del fondo del mar al tiempo que otras masas de tierra se sumergían? ¿Qué fuerzas comprimieron unas y elevaron las otras? ¿Por qué se encuentran cráneos humanos en las minas o huesos en el corazón de las montañas o bajo una espesa capa de basalto o granito primitivo? Las influencias y los impactos cósmicos, la aproximación de otro planeta con un poderoso campo magnético o el paso de una nube interestelar que contenía hierro frenaron el movimiento de rotación de la Tierra. Entre la corteza terrestre y el manto terrestre viscoso se crearon fuerzas colosales. Todos los estratos del globo poseen siempre la misma velocidad angular, pero la velocidad absoluta aumenta a medida que nos alejamos del centro de la Tierra. Debido a la diferencia de velocidad entre los diversos estratos durante el frenado, especialmente entre la corteza terrestre y el lecho adyacente de magma viscoso, se generaron tensiones en la corteza terrestre por la fricción y se desarrolló calor.

165 Las consecuencias fueron la formación de grietas, resquebrajaduras y hendiduras en la superficie de la Tierra, por las cuales emergían las rocas ígneas desde el interior de la Tierra hacia la superficie, que luego se depositaban sobre los sedimentos. Esto aclararía otro enigma, ya que únicamente en casos excepcionales, en la cercanía de volcanes, las rocas sedimentarias deberían estar bajo rocas ígneas. Pero lo cierto es que esto no es la excepción sino que se da en toda la Tierra: estratos supuestamente más jóvenes bajo estratos más antiguos. Esto explica que se encuentren restos humanos bajo capas de basalto. A causa de las fuerzas descritas, regiones enteras se hundieron, como la Atlántida, o se elevaron rápidamente por la compresión lateral, como el Himalaya. Este proceso no duró millones de años sino que fue bastante rápido. Debido al calor de fricción y al incendio global generado en la secuencia del diluvio, la roca era blanda y no frágil como en su estado normal frío. En condiciones físicas normales no se hubiera podido producir el plegamiento de las montañas y las estratificaciones, ya que si las capas de la Tierra se hubieran deformado en estado frío, se habrían hecho pedazos pues, al igual que el hormigón, la roca frágil soporta muy poca tensión de tracción sin que se formen grietas. La formación de las montañas requiere que la materia prima fuera al menos plástica, como el chocolate que se ablanda, se deforma y después se endurece de nuevo y sólo se le puede dar forma cuando está blando, porque si se intenta hacer sin calentarlo previamente se agrieta y se rompe. En estado elástico o plástico el chocolate acepta cualquier tipo de deformación. Lo mismo ocurre con las rocas, sólo que el punto de fusión es mucho más alto que el del chocolate, por lo que se requieren temperaturas extremas. Cerca del río Sullivan, en las Montañas Rocosas de Canadá, se alza una montaña formada por bonitos sedimentos superpuestos que forman ondas (foto 81). La descripción oficial de esta foto dice así: «Esta impresionante imagen da fe de las temibles fuerzas de la Tierra que actúan constantemente cambiando la forma de sus accidentes». Al mirar con atención la fotografía se observan múltiples ondas muy estrechas e inclinadas. Las fuerzas del interior de la Tierra no pueden haberlas creado, ya que se nota que han tenido que actuar muchas fuerzas aisladas. Además, la presión necesaria y la correspondiente tracción ejercida sobre las rocas habría creado grietas, y no se observa ninguna. La imagen recuerda a un pastel de capas alternas de nata, chocolate, mermelada, etc.: el pastel se monta mientras la pasta aún está blanda, pero cuando se endurece (como una capa de roca) ya no se le puede dar forma. Del mismo modo, la montaña tuvo que formarse a partir de masa blanda que se endureció rápidamente.

166 Notas 1. Tollmann, A. y E., Und die Sintflut gab es doch, Munich, 1993. 2. Ibídem. 3. Velikovsky, I., Welten im Zusammenstoß, Francfort/Berlín, 1994. 4. Ibídem. 5. Ibídem. 6. Tollmann, op. cit. 1. Riem, J., Die Sintflut in Sage und Wissenschaft, Hamburgo, 1925 (véase también Tollmann). 8. Ibídem. 9. Ibídem. 10. Muck, O. H., Alies über Atlantis, Diisseldorf/Viena, 1976. 11. Ibídem. 12. Ibídem. 13. Velikovsky, op. cit. 14. Ibídem. 15. Tollmann, op. cit. 16. Ibídem. 17. Velikovsky, op. cit. 18. Hancock, G., Die Spurder Götter, Bergisch Gladbach, 1995. 19. Muck, op. cit. 20. Ibídem.

167 11. Testimonios del paso del tiempo Después del diluvio universal surgió un mundo nuevo. La corteza terrestre quedó totalmente destrozada, envenenada e inundada, y se volvió a reagrupar. Casi ninguno de los conocimientos actuales pueden aplicarse al tiempo anterior al diluvio. Podría decirse que la Tierra fue creada de nuevo y que sus condiciones cambiaron radicalmente. Nuestro mundo, o mejor dicho la corteza de la Tierra, hace poco tiempo que existe en su forma actual: la Tierra es joven. Cuándo ocurrió el diluvio Si no existieron las épocas glaciales, podemos estudiar la edad de la última glaciación para determinar cuándo ocurrió el diluvio. Los geólogos creen que los grandes lagos de América del Norte se formaron al final de la última glaciación. Hace sólo 50 años aún se suponía que la última glaciación ocurrió hace 30.000-35.000 años. En los últimos 200 años las populares cataratas del Niágara (Norteamérica) han retrocedido aproximadamente 1,50 m cada año desde el lago Ontario en dirección al lago Erie. De aquí, realizando una sencilla división resulta que las cataratas del Niágara debieron formarse hace unos 7.000 años, naturalmente presuponiendo un índice de erosión uniforme. No obstante, si se supone que en un principio existía una masa de agua mayor, y por tanto mayor erosión, las cataratas del Niágara serían más jóvenes. Por lo general se les atribuye una edad de 5.000 años. En ese tiempo el diluvio ya debería haber acabado. Más o menos fue entonces cuando nacieron las antiguas culturas del mundo.¿Es sólo casualidad? Los depósitos de lodo en el fondo de los lagos de los Alpes dan pie a reflexiones, mediciones y cálculos con resultados similares a los obtenidos en las cataratas del Niágara. Por esta y otras

168 razones los geólogos han ido aproximando cada vez más en el tiempo el supuesto fin de la última glaciación, que en la actualidad se calcula que acabó hace 10.000-13.000 años. Platón se remitió a Solón y a las afirmaciones de un sacerdote egipcio para datar la catástrofe de la Atlántida hacia el 8560 a.C. En muchas fuentes se considera que en realidad debe situarse 1.000 años después, ya que, según los datos del sacerdote, el transcurso de 9.000 años desde el diluvio tiene que ver con la diferente duración de las culturas griega y egipcia.1 Sin embargo, poseemos los suficientes conocimientos científicos para datar el impacto-diluvio. La gruesa capa de hielo de Groenlandia presenta una estratificación muy clara. Muy probablemente el núcleo de perforación de hielo de Camp Century, en el noroeste de Groenlandia, que oficialmente se remonta .10.000 años en el pasado, ha demostrado la importante producción de ácidos durante el diluvio-impacto. Según la visión científica de una Tierra que apenas ha experimentado cambios, se obtuvo la fecha aproximada de 7640 años a.C. Pero este cálculo no puede ser correcto, ya que las precipitaciones de nieve no fueron regulares año tras año sino que se produjeron en su mayor parte en un corto período durante el diluvio y se depositaron en capas. Por esta razón, con las teorías de Lyell y Darwin se obtiene un período de tiempo demasiado largo para la formación del hielo. Sea como sea, la edad que ha calculado la ciencia representa la valoración de un valor límite: el diluvio no pudo haber sucedido antes. El actual estado de conocimientos no nos permite determinar exactamente cuándo se produjo el diluvio universal, ya que es preciso ajustar las pruebas científicas con los conocimientos más recientes. Por esta razón, lo único que podemos hacer es determinar un tiempo muy cercano al presente: hace como mínimo 4.500 años y como máximo 10.000 años se produjo el diluvio universal en una época de grandes cambios para la Tierra. Teniendo en cuenta los hechos y las teorías que he expuesto, la fecha más probable es hace 6.000 años. Puede decirse que la Tierra fue creada de nuevo y lo que ya existía fue destruido casi por completo. Los recuerdos de los pocos supervivientes se han perpetuado en los mitos y leyendas de muchos pueblos. Aunque el diluvio coincidiera con el hecho principal —el impacto—, no se trata de una catástrofe concreta en el tiempo sino que probablemente en su conjunto duró varios cientos de años. La evolución uniforme de la Tierra que propugnan las teorías de Darwin y Lyell nunca existió. Por tanto, las dataciones que se basan en que los estratos —y las eras geológicas— evolucionaron lenta y uniformemente están necesariamente equivocadas.

169 El consumo de las materias primas El consumo de materias primas a lo largo de los últimos 6.000 años, y especialmente en los últimos 100, ha dado pie a reflexiones críticas. En la actualidad las reservas de petróleo y de otras materias primas están casi agotadas. Aunque se conocen minas antiguas, en el pasado la explotación de los recursos naturales debía de ser escasa, ya que los yacimientos de materias primas nos han llegado casi intactos. Si la humanidad fuera tan antigua como la piedra caliza, en la actualidad todas las reservas estarían agotadas. Insisto en la conclusión. Si sobre la base de mis reflexiones se determinara que la humanidad es joven, las huellas fosilizadas en una supuesta capa antediluviana de roca demostrarían que la historia de la Tierra universalmente aceptada está equivocada: en este caso la piedra caliza es tan joven como la humanidad. Peculiaridades geológicas Si los geólogos tuvieran razón y los estratos terrestres se hubieran formado con materiales muy antiguos que se iban consolidando lentamente, los eventuales movimientos de la corteza terrestre deberían haber provocado fracturas en este material frágil, y justamente allí donde se crearan tensiones de tracción por la flexión impuesta. Pero lo contrario es el caso habitual. Da la impresión de que muchas capas de roca se formaron —o, mejor dicho, se depositaron— cuando estaban líquidas o tenían una consistencia plástica. Con frecuencia las capas están dispuestas en forma de onda o incluso de semicírculo sin que se observen alteraciones en la estructura ni grietas. De aquí se deduce que se formaron rápidamente y no lentamente. Otras observaciones avalan asimismo esta afirmación. Las raíces de árboles o los troncos fosilizados que atraviesan varios estratos de roca son un enigma más para los defensores de la evolución, ya que cuando se formaron los estratos esos troncos o raíces ya debían estar allí. Es una prueba de la formación rápida no sólo de un estrato de roca sino de varios estratos geológicos consecutivamente pero de manera independiente en un corto espacio de tiempo. Las diferentes olas gigantes debieron de inundar varias veces la zona en cuestión. Al retirarse, las aguas dejaban sobre la tierra firme capas de lodo de diferente altura que se endurecían rápidamente y en las que se conservaban los distintos hallazgos efectuados, como las huellas fosilizadas de seres humanos y dinosaurios o las raíces de árbol petrificadas. En el Spirit Lake (monte Saint Helens) muchos de los tocones arrastrados por la erupción volcánica flotaron verticalmente con las raíces hacia abajo en posición vertical y se han quedado

170 clavados en esa misma posición en el reciente fondo del lago. Los sedimentos arrastrados poco a poco hacia el Spirit Lake fueron depositando capa tras capa y formando un nuevo fondo sobre el anterior. Si en el futuro se excava el fondo del lago que quizá se haya secado, se encontrarán varias capas de sedimentos superpuestas con troncos de árboles que las atraviesan perpendicularmente. Se han realizado descubrimientos similares en Texas y en otras partes del mundo. Los geólogos más conservadores, que permanecen fieles al principio de datación de cada estrato geológico, son incapaces de interpretar satisfactoriamente tales descubrimientos. En el parque nacional Dinosaur National Monument, en la frontera entre Utah y Coloredao (EE.UU), se encontró un esqueleto de dinosaurio fosilizado en posición casi erecta rodeado por roca arenisca sólida. Los procesos geológicos que permitieron su conservación fueron los mismos que los que llevaron a la formación de Ayers Rock y también de las capas de roca de Glen Rose. La mezcla de arena y agua se endureció rápidamente gracias a un agente endurecedor. ¿Qué dice sobre ello la ciencia? En el número especial sobre los dinosaurios de la revista PM puede leerse: «Las aguas primitivas que en algún momento fluyeron por este lugar transportando miles y miles de cadáveres que se depositaron en algún recodo y que se petrificaron con el transcurso de millones de años. El hecho de que en muchos yacimientos se acumulen docenas de fósiles muy próximos entre sí […] confirma esta hipótesis».2 ¿Así pues el proceso de petrificación duró millones de años y los huesos se mantuvieron tanto tiempo casualmente protegidos de la influencia del aire? ¿Cómo llega a petrificarse algo? ¿Basta con que esté tirado por ahí el tiempo necesario? ¿Qué se necesita para una petrificación lenta y un endurecimiento igualmente lento de la piedra arenisca, grano a grano? La única respuesta correcta es que la roca sólida que rodea los huesos fósiles se endureciera rápidamente mediante un agente endurecedor que fragüe rápidamente (carbonato cálcico). Así lo indican todos los hechos que he expuesto. La geología tampoco puede explicar los hallazgos por todo el mundo de gotas de lluvia petrificadas, de superficies cercanas a la playa onduladas como en el fondo marino o de huellas de pies de seres humanos y animales. Todas estas cosas debieron conservarse rápidamente, ya que de otro modo estarían erosionadas. Asimismo la capa de roca que las cubre debía tener una consistencia blanda, ya que si no las huellas en la capa subyacente no se habrían conservado. El proceso que lo hizo posible no duró millones de años, sino que incluso un período de días es demasiado largo. Teniendo en cuenta la violencia y el ímpetu de las olas gigantes durante el diluvio, en realidad todas las montañas y montes situados justo en las regiones inundadas debieron de formarse en esa época con los sedimentos que se iban depositando. Por tanto, para encontrar roca primitiva es necesario excavar hasta mucha profundidad en la corteza terrestre.

171 Figura 33. Troncos de árbol en el Spirit Lake. La erupción volcánica del monte Saint Helens hizo pedazos los árboles y los arrastró al Spirit Lake. Algunos troncos flotaron verticalmente con las raíces hacia abajo. En esta posición se hundieron hasta el fondo y quedaron enterrados en las capas de sedimentos que se fueron depositando unas sobre otras. Si estos sedimentos se solidifican, en el futuro se encontrarán troncos que atraviesan varias capas geológicas distintas. Algo similar ocurrió globalmente en la Tierra durante el diluvio. ¿Se formó el Gran Cañón también rápidamente durante el diluvio? Al mirar atentamente se observan cuatro zonas de capas que se distinguen claramente por el color (rojo, amarillo, gris-negro), por la granulación y por el tipo de material (piedra caliza, esquisto, piedra arenisca). Lo más interesante es una densa capa de piedra arenisca roja situada entre dos capas paralelas más oscuras. La particularidad radica en el ángulo de sedimentación de esta piedra arenisca, ya que es mayor que el ángulo de fricción interior (ángulo de talud), mientras que las capas inmediatamente superior e inferior están dispuestas horizontalmente. Pero si, tal como sostienen los geólogos, los estratos de roca inclinados se han formado necesariamente a causa de movimientos lentos en la corteza terrestre, las capas superior e inferior también deberían mostrar fracturas. Una capa que está encerrada entre otras dos como si fuera un bocadillo no puede deformarse sustancialmente en estado sólido sin afectar también a las demás capas. La única explicación es la hipótesis que yo defiendo: cuando estas capas se depositaron eran blandas; se deformaron por la acción del agua o el viento y después se solidificaron

172 rápidamente en una forma insólita o en ángulo inclinado. Esta es la principal diferencia respecto al parecer de los geólogos y a nuestra visión del mundo. Las consecuencias que se derivan de ello son fundamentales, mucho más de lo que pueda creerse.3 El río Colorado no es suficientemente caudaloso para realizar una tarea de erosión tan colosal como el Gran Cañón, ni siquiera algo que se le parezca. Para ello se necesitarían grandes masas de agua en movimiento, tal como ocurrió durante el diluvio. Cuando, después de cada ola gigante, el agua se retiraba creaba grandes surcos de erosión en un material sedimentario que acababa de deFigura 34. El Gran Cañón. Había una vez un pequeño río que hace 90 millones de años empezó a excavar la meseta de Kaibab, de 200 millones de años, y poco a poco se formó el Gran Cañón... En realidad el cañón se formó con bastante rapidez en cuatro fases durante el diluvio. La ciencia se enfrenta con enigmas sin solución; por ejemplo, un salto de 1.500 millones de años, ya que la arenisca de Tapeats es mucho más joven que los esquistos de Vichnu subyacentes. La piedra arenisca Cococino presenta una estratificación más oblicua que el ángulo de talud normal de una arenisca que se supone que se endureció lentamente. La habitual explicación geológica no sirve, ya que el estrato no pudo desplazarse posteriormente, porque los sedimentos inmediatamente superiores e inferiores están dispuestos horizontalmente. Además, después de 90 millones de años ya no debería haber cantos de erosión en los bordes de la meseta Kaibab.

173 que acababa de depositarse y que aún no estaba del todo sólido. ¿Imposible? No según mi teoría; teóricamente pudo pasar y es evidente si se aplica la lógica. Probablemente así fue como se formaron el Zion Canyon, el Gran Cañón y otras maravillas naturales. El magma incandescente que emergía a la superficie por las grietas abiertas en la corteza terrestre se enfriaba y, después de que las aguas arrastraran las capas sedimentarias frescas, quedó solidificado en forma de torres o almenas. Así surgieron el Bryce Canyon y el Monument Valley. ¿Acaso el Gran Cañón no posee en el lado meridional un verdadero canto de erosión bajo el cual se extiende una zona relativamente llana? Al sobrevolar la zona en helicóptero me di cuenta de que este canto y los cantos de erosión inferiores no pueden ser muy antiguos. Puesto que se cree que el río Colorado empezó muy pronto su labor de desgaste de la superficie y que hasta la fecha ha excavado hasta 1.600 m en las formaciones de roca, los bordes deberían ser muy antiguos porque se ha calculado que el Colorado excava unos 15 cm cada 1.000 años. Pero, si fuera así, la meseta no sería plana sino que el viento y el agua la habrían atacado más. La opinión generalizada es que hace 65 millones de años la vieja meseta de Kaibab empezó a empujar hacia arriba al mismo tiempo que el río Colorado socavaba la roca. Parece que la erosión fue ampliando cada vez más la garganta. Pero esta explicación oficial es en sí contradictoria, ya que, después de un espacio de tiempo tan largo, los bordes deberían presentar una erosión mucho mayor. Sin embargo, cuanto más se desmoronan las empinadas laderas por rupturas de taludes, más lisas se vuelven hasta que se forma el ángulo de talud del suelo. Después de millones de años ya no debería haber cantos de erosión junto a zonas tan espaciosas, sobre todo si simultáneamente la meseta se ha ido elevando y en la actualidad es relativamente lisa y llana. Por lo que yo mismo he observado y conforme a las pruebas y las teorías que expongo en este libro, sólo hay una solución: el Gran Cañón y otras maravillas naturales se formaron hace relativamente poco tiempo. Imaginémonos una pendiente con una gruesa capa de tierra o de arcilla. El material aún no está completamente consolidado, por lo que, cuando llueve copiosamente, se forman profundos surcos. En estas circunstancias se forma un Gran Cañón o varios en formato reducido en muy poco tiempo. Algo similar se observa en los rompientes del mar: cuando una tormenta arroja a la playa arena nueva, en la fase de reposo posterior se forman profundos surcos de desagüe en el material depositado. Imaginémonos este mismo proceso a escala gigante, añadiendo además la acción de un endurecedor, que en nuestro ejemplo permitiría que la arena de la línea costera se consolidara como si fuera una especie de hormigón con diferentes grados de dureza. El resultado son grandes cañones en miniatura. ¿Es posible que el Gran Cañón no se formara lentamente en 70 millones de años sino en diferentes fases hace como mucho 10.000 años? Y otra pregunta: ¿por qué en la actualidad la naturaleza aún es tan hermosa? Después de estar expuestas a la acción de las más diversas condiciones medioambientales durante millones de

174 años —incluyendo glaciaciones— las montañas y las formaciones rocosas ya deberían estar totalmente erosionadas. Si así fuera sólo veríamos escombros y montañas desgastadas. Las maravillas naturales sólo se habrían conservado en casos muy excepcionales, pero no como norma general. Fenómenos como rocas que forman arcos o que están en equilibrio no son casos geológicos excepcionales fruto de un golpe de suerte, sino que pueden observarse con relativa frecuencia. ¿No leemos en todo tipo de publicaciones que en los Alpes existe peligro de importantes deslizamientos de tierra porque, debido a la lluvia acida y a los cambios en las condiciones medioambientales, los bosques están amenazados? ¿En épocas pretéritas reinó siempre un clima ideal para el crecimiento de los árboles? ¿Hubo siempre vegetación en las montañas? ¿Cuál era la situación cuando los dinosaurios se extinguieron, se supone que hace 64 millones de años, cuando el cielo se oscurecio y reinaban condiciones totalmente hostiles para la vida y el crecimiento? ¿Y además de eso hubo períodos glaciales con un clima inhóspito? Después de los diferentes períodos fríos las montañas deberían haberse erosionado muy rápidamente y haberse convertido en montones de escombros. Menor protección contra las radiaciones Otra prueba de que la Tierra es joven es la intensidad de su campo magnético. No se sabe por qué la Tierra y otros planetas poseen un campo magnético y otros no, o poseen uno muy débil como es el caso de la Luna. En cualquier caso, parece que el magnetismo es debido a las corrientes eléctricas que se generan en las partes externas del núcleo terrestre, casi como una dínamo.4 Lo más interesante es que la intensidad del campo magnético de la Tierra se reduce 0,07 % cada año. Según esto, dentro de 4.000 años habrá desaparecido casi por completo. Puesto que el magnetismo nos protege de radiaciones cósmicas letales, una importante disminución de su intensidad tendría consecuencias catastróficas para la vida en nuestro planeta. Los científicos creen que cada 250.000 años se invierte la polaridad del campo magnético terrestre y que el ciclo actual está próximo a su fin. ¿Significa esto que dentro de poco tiempo tendremos un nuevo campo magnético de polaridad invertida que se cargará por sí solo? La verdad, cuesta imaginar cómo sería posible. Supongamos por un momento que se produce una inversión de polaridad del campo magnético, pero que no se puede cargar de nuevo. Esto indicaría que la Tierra es joven, ya que, si esta pérdida de intensidad del 0,07 % por año existió en el pasado, se alcanza muy rápidamente un valor límite absoluto. Los cálculos realizados a partir de observaciones científicas y mediciones efectuadas desde 1829 han dado un valor máximo de un período de unos 22.000 años.5 Por tanto, la edad de la Tierra no podría rebasar este valor límite, a no ser que en el pasado hubiera ocurrido algún tipo de cataclismo. Pero los geólogos y los defensores de la idea de la evolución propagan una visión del mundo basada justamente en un desarrollo uniforme de nuestro

175 planeta. Esta teoría de la uniformidad se aplica asimismo a la formación del universo y de las galaxias con sus estrellas y sus nebulosas. La sal de los mares El agua de los mares contiene sal común (cloruro sódico). Este sodio podría proceder de las rocas y haber sido arrastrada por el agua de lluvia. Sin embargo, dado que el contenido de cloro de las rocas es cincuenta veces más bajo de lo necesario, surge la pregunta del origen de este elemento. Curiosamente, el acero del martillo fosilizado que he descrito en el capítulo 2 contiene, además de hierro, cloro. Los océanos poseen una cantidad de sal media del 3,5 %. Los ríos se llevan la sal y los minerales de las rocas, y los transportan hasta los océanos. El contenido natural en sal de los océanos, las influencias atmosféricas (actividad volcánica), la evaporación, las aguas subterráneas y la erosión de las costas son otros factores que hay que tener en cuenta. El resultado de todos estos procesos es el aumento gradual de la concentración de sal en los océanos. Suponiendo que las condiciones ambientales no hayan cambiado, se deduce un valor límite en función del actual y resulta que los mares tienen como máximo 62 millones de años. Por tanto, en la época de los dinosaurios el agua de los océanos era agua dulce. Según estos cálculos, el incremento medio de la concentración salina es de sólo 0,06 % cada millón de años. Si la Tierra tuviera realmente más de 4.000 millones de años, se obtendría un índice 50 veces demasiado grande que tendería a alejarse del cero. Si se tiene en cuenta la enorme influencia del diluvio o de otros sucesos que comportan una importante erosión, la posible edad de los océanos disminuye drásticamente. Además, el índice de crecimiento de la concentración de sal más bien disminuye con el tiempo, puesto que, con el transcurso del tiempo, los ríos cada vez transportan menos sedimentos hasta el mar. Por tanto, la Tierra es bastante más joven que el valor máximo calculado de 62 millones años, que tan sólo sería un valor límite absoluto teórico. No obstante, según la teoría de la evolución el océano primitivo tiene una edad 50 veces mayor. Pero entonces ¿qué se ha hecho de toda esa sal? La mayoría de las montañas empezaron a elevarse hace algunos miles de años, por lo que los procesos que en la actualidad pueden medirse actúan desde no hace tanto tiempo y los ríos tuvieron mucho menos tiempo para arrastrar sales y material de erosión hasta los mares.

176 La erosión de los continentes Las reflexiones acerca de la concentración de sal en los océanos se aplican asimismo a la cantidad de sedimentos en los fondos marinos. Los ríos transportan material de erosión en forma de lodo, grava y guijarros que se va depositando en el fondo de los mares, y así poco a poco se va erosionando el paisaje. Los continentes pierden masa y los fondos marinos se elevan lentamente. Puesto que se supone que la edad de las montañas oscila entre 70 millones y 3.000 millones de años, los ríos habrían tenido tiempo suficiente para transportar materiales erosivos. Comparando la cantidad de material arrastrado hasta los océanos con el volumen de todos los continentes que está por encima del mar, se ve claramente que en menos de 15 millones de años ya no existiría ninguna montaña en la Tierra. Naturalmente este cálculo se basa en que el índice de erosión se haya mantenido constante. Si en el pasado hubo algún proceso acelerador, la supuesta edad de las montañas se reduciría proporcionalmente. El material depositado en el fondo de los océanos puede medirse mediante perforaciones. Tomando como escala nuevamente el índice de erosión actual, resulta que se necesitan 15 millones de años para que los sedimentos se hayan depositado en el fondo de los océanos.6 Por tanto, la Tierra no podría tener más de 15 millones de años, lo que es más de 50 veces menos que la edad que se atribuye a los continentes. Si los continentes existieran desde hace 3.000 millones de años ya no quedarían montañas y los océanos estarían rellenos de material sedimentario. Puesto que en dos aspectos distintos —la concentración de sal y la cantidad de sedimentos— se obtienen valores extremos similares al calcular la edad de la Tierra, dichos cálculos deberían considerarse concluyentes. Ahora la pregunta es: ¿hasta qué punto son jóvenes las montañas y las cordilleras? Cuando se contemplan las desembocaduras de los grandes ríos llaman la atención los deltas que sobresalen del mar formados por los materiales erosivos que el río ha transportado. Si los geólogos están en lo cierto y las montañas más jóvenes tienen al menos 70 millones de años, muchos ríos deberían tener una edad similar. Pero todos los deltas del mundo son demasiado pequeños para que sea así. ¿Son entonces los ríos mucho más jóvenes que las montañas? ¿Acaso antes del diluvio no había ríos o es que las montañas son mucho más jóvenes de lo que se cree? Esta reflexión se aplica asimismo a los antiguos mares interiores y lagos, que ya hace mucho tiempo que deberían haberse colmado.

177 Figura 35. Manto de erosión. Los ríos transportan el material erosivo —guijarros, arena, grava y lodo— hasta los lagos y los océanos. Esto indica que la Tierra no puede tener más de 15 millones de años, ya que, con un índice de erosión constante, todos los montes y montañas ya estarían desmoronados o los mares estarían colmados. Este período de tiempo representa un valor máximo que probablemente es mucho menor, porque al principio la erosión fue bastante más intensa. No obstante, al parecer las montañas y cordilleras actuales tienen una edad de cientos de millones de años. Además, la capa de sedimentos acumulados en los lagos y mares debería ser mucho más gruesa. En la época del diluvio el nivel del agua de los océanos subió más de 100 m, quizás incluso 200 m. Por tanto, los antiguos deltas de los ríos se encuentran por debajo de la actual superficie de las aguas. No obstante, ni siquiera así son lo suficientemente grandes para haberse ido formando desde hace millones de años. Pero, si la superficie de la Tierra fuera joven y se hubiera formado hace relativamente poco tiempo, el enigma estaría resuelto.

178 Grutas con estalactitas y estalagmitas Un ejemplo que suele citarse para demostrar la edad de la Tierra son las grutas con estalactitas y estalagmitas. Se cree que estas concreciones calcáreas son extremadamente antiguas, ya que para que las gotas —que caen lentamente a largos intervalos de tiempo— lleguen a formar esa especie de torrecillas o conos tiene que pasar mucho tiempo. Las estalactitas y estalagmitas se forman a partir de la cal disuelta en las gotas, después de que el agua rica en ácido carbónico la haya disuelto de la piedra caliza. La edad de estalactitas y estalagmitas se calcula a partir del actual ritmo de crecimiento y del tamaño de las concreciones, pero este valor sólo es correcto si en el pasado no hubo ninguna variación. Tanto el hormigón como el mortero normal contienen un aglomerante hidráulico. Cuando las junturas —por ejemplo, de los puentes o las placas de balcones— no son estancas, el agua se filtra en los elementos de construcción a través de las fisuras que casi siempre se forman en el hormigón. En la cara inferior de los elementos de hormigón el agua se derrama por las fisuras junto con el bicarbonato de calcio disuelto y forma conos: estalactitas modernas. También en aparcamientos subterráneos y en otras partes subterráneas de edificios que se encuentran directamente debajo de superficies de patios y están insuficientemente protegidas de la humedad que se filtra, se encuentran estos conos amorfos de travertino. Lo más destacable es la rapidez con la que crecen estas estalactitas modernas si no se pone remedio a la filtración de agua. Si surgen nuevas grietas, las reservas de cal se agotan y el proceso de formación de una nueva estalactita se lentifica con el tiempo. En la naturaleza el proceso fue el mismo: con el tiempo las grietas quedaron obturadas por el barro, y la concentración de cal de las rocas fue disminuyendo. Por esta razón en el pasado fluía más agua a través de las grietas y podía diluir más componentes calcáreos. En el suelo de las grutas se observan a menudo grandes y gruesas capas de cal muy resbaladizas. Estas capas son la prueba de una mayor cantidad de agua que parece que fluía. Por las razones mencionadas, con el paso del tiempo la formación de las estalactitas y estalagmitas disminuye, por lo que no demuestran que la Tierra sea muy antigua. Corales tropicales Otro testimonio de la avanzada edad de la Tierra son los corales que habitan los mares tropicales. Cuando la temperatura del agua desciende de los 20 °C estas criaturas mueren. De

179 aquí Hans Queiser deduce que: «Si se hubiera producido un "invierno nuclear" en toda la Tierra debido al impacto de un asteroide, no sólo se habrían extinguido los amonites sino también los corales».7 Figura 36. Temperaturas en los mares. El descenso de las temperaturas debido a un gran impacto cósmico —como el que terminó con los dinosaurios— se notó poco en los océanos gracias a su capacidad de acumular calor. Por el contrario, cerca de la superficie la atmósfera se enfrió hasta -20 "C en cuatro o cinco meses. Esta afirmación relegó la idea de un diluvio universal a la categoría de fruto de la fantasía. Los defensores de la teoría de la evolución aplaudieron un argumento científicamente incontestable, pero no se tuvieron en cuenta las investigaciones más recientes. Ya he expuesto la solución al enigma de la extinción de los amonites, ¿pero por qué no se extinguieron también los corales? Un estudio de O. B. Toon en 1984 demostró que, debido a su gran capacidad para acumular calor, los océanos se enfriaron muy poco mientras que cuatro o cinco meses después del impacto la temperatura de las capas inferiores de la atmósfera había descendido hasta -20 °C.8,9 La concentración de diferentes gases en la atmósfera (monóxido de carbono, dióxido de carbono, óxido nitroso, metano), generados por el impacto, creó un efecto invernadero. Núcleos de perforación en el Atlántico sur han demostrado que en el fondo del mar se produjo un rápido aumento de 5 °C.10

180 Con el aumento de la temperatura las condiciones eran muy distintas. Después del impacto es probable que los corales tropicales acusaran este aumento e incluso produjeran más cal. Puesto que el ritmo de crecimiento en esa época sería más rápido que el actual, tampoco es correcta la determinación de la edad de los bancos de coral si se parte de las condiciones actuales. ¿Quedan dinosaurios acuáticos vivos? Algunos biólogos e investigadores marinos, como el doctor A. Jabolow, están convencidos de que en las profundidades del océano índico y en el sudoeste del océano Pacífico entre los 25 y los 35 grados de latitud sur viven dinosaurios acuáticos, plesiosaurios o mosasaurios. Hay muchos informes de avistamientos de criaturas marinas semejantes a saurios." En 1977 un barco japonés de pesca realizó una insólita captura frente a las costas de Nueva Zelanda. Al recoger una red arrojada a 250 m de profundidad se encontraron con algo maloliente de unos diez metros de largo que se hallaba en estado de descomposición y que quizá llevaba un mes muerto. El cuerpo pesaba unas dos toneladas y poseía cuatro aletas casi del mismo tamaño, dos en la parte anterior del tronco y dos atrás. El monstruo tenía asimismo columna vertebral, una cola sin aletas y un cuello muy largo. Un miembro de la tripulación tomó cinco fotografías y también se cortó un trozo de una aleta. A continuación arrojaron el cadáver de nuevo al mar, ya que si no hubiera estropeado la pesca. Basándose en las fotos no ha sido posible clasificar a este animal en una de las especies animales que conocemos. El análisis químico del fragmento de aleta dio semejanzas con un pez o un reptil, pero no se han hallado coincidencias con ningún mamífero, como por ejemplo una ballena. Su tamaño, el largo cuello y la columna vertebral son características propias de un mamífero, lo que se contradice con la suposición de que se trate de un pez o de un tipo de tiburón. Además, poseía cuatro grandes aletas, que ningún animal acuático conocido posee en esta disposición y tamaño. En animal se parecía a un plesiosaurio, que se cree que se extinguió hace 64 millones de años. Con motivo de este hecho en Japón se lanzaron sellos con la imagen de un plesiosaurio. Bernhard Heuvelmans informa acerca de un insólito avistamiento cuando el vapor británico Iberian fue hundido por un submarino alemán U-28 en el Atlántico norte.12 Después de que el buque fue torpedeado y hundido parece que se produjo una explosión bajo el agua. El comandante y algunos de sus oficiales vieron poco después un enorme monstruo que se elevó varios metros en el aire, giró y se arqueó. Pocos segundos más tarde se sumergió de nuevo.

181 Los testigos afirmaron que el monstruo medía unos veinte metros de largo y que parecía un gigantesco cocodrilo con membranas natatorias entre los dedos.13 En los años setenta se avistaron en Falmouth (Cornualles) varios monstruos marinos que se dieron en llamar morgawr. En 1976 se tomaron incluso dos fotos (supuestamente falsificaciones) de un animal con varias jorobas en la espalda, un cuello muy largo y una cabeza pequeña.14 En las últimas décadas se han producido muchos avistamientos de todo tipo de monstruos marinos, pero durante mucho tiempo se consideró que eran únicamente criaturas de leyenda. Las representaciones de estas gigantescas criaturas en antiguas cartas de navegación se interpretaban como el miedo a lo desconocido, pero lo cierto es que eran reales. El día 30 de noviembre de 1861 se descubrió ante las costas de Tenerife un calamar gigante que medía casi ocho metros. En los últimos años se han producido avistamientos y descubrimientos similares. Estos animales viven a gran profundidad, por lo que raramente hay oportunidad de verlos. Sin embargo, en estómagos de ballenas se han encontrado restos que parecen corresponder a gigantescos calamares de 20 m de largo o incluso 30 m. En 1976 se pescó delante de Hawai un tipo de tiburón hasta entonces desconocido al que se impuso el nombre de megamouth. Esta criatura medía 4,5 m de largo y tenía una enorme boca que le permitía tragar gran cantidad de plancton. En 1984 se pescó otro ejemplar de megamouth («boca grande») ante California15 Por tanto, en los mares habitan grandes animales que no conocemos. Si los numerosos testigos no se equivocan, los lagos de América del Norte y de Escocia hierven de monstruos. No existe casi ningún estado en EE. UU. y Canadá que no tenga al menos un curso de agua o un lago con su monstruo, que parecen ser especialmente abundantes en los estados de Nueva York y Wisconsin. Las leyendas indias hablan de un temible monstruo que habita el lago Champlain en el estado de Nueva York. Samuel Champlain, que dio nombre al lago, lo vio en 1609, y desde entonces se lo llama cariñosamente Champ.16 Hasta el día de hoy sigue habiendo personas que afirman haberlo visto. En el lago Okanagan en la Columbia británica (Canadá) se ha visto más de 200 veces una enorme serpiente de mar que podría ser un dinosaurio del tipo basilosaurio. Los indios que viven a orillas de este lago desde hace siglos y la llaman Naiaka, aunque oficialmente se conoce como Ogopogo)17

182 También en el lago Pohengamook en Quebec, en la bahía Chesapeak cerca de Vancouver, en el lago Flathead de Montana y en lagos de Escocia se han visto y descrito monstruos en numerosas ocasiones. En el año 1964 el periódico ruso Komsomolskaya Pravda publicó un artículo sobre un terrorífico monstruo que el biólogo Gladkikh afirmaba haber visto en el lago Labynkyr de Yakutia. El monstruo se parecía a un ictiosaurio con forma de pez y avanzaba arrastrándose. La criatura apareció, nadó hasta la orilla y se internó en tierra firme.18 Pero el monstruo más popular es sin duda Nessie. Según las crónicas, en el año 565 d.C. el monje y constructor de monasterios San Columbano presenció por casualidad el entierro de una de las víctimas del monstruo del lago Ness. A continuación el santo exorcizó al monstruo con la fuerza de la oración. Este hecho logró la conversión al cristianismo de los escoceses. El escritor escocés sir Walter Scott (1771 -1832) consignó en 1827 en su diario que se había intentado atrapar al legendario ser. En 1880 un buceador vio un monstruo bajo el agua, y en 1933 el matrimonio Spicer vio cómo Nessie cruzaba la carretera A 82. Tenía la cabeza pequeña, el cuello largo, el cuerpo grueso, cuatro aletas y medía 8 o 9 m de largo. En la boca llevaba un animal. Andaba contoneándose y poco después se sumergió en el agua. Esta es una descripción bastante exacta de un plesiosaurio, similar al cadáver que recuperó el barco japonés de pesca. ¿Coincidencia? En 1933 nadie podía imaginar que en 1977 se pescaría una criatura similar. En total Nessie ha sido visto varios cientos de veces. El 28 de agosto de 1968 un sonar instalado en el extremo sudeste del lago —de al menos 325 m de profundidad— mostró en la pantalla un gran objeto que se movía a gran velocidad. En octubre de 1987 toda una flota de veinte barcas equipadas con sonares atravesaron el lago en línea y regresaron; se localizaron tres misteriosos objetos que en la segunda medición ya habían desaparecido. Las localizaciones se realizaron en profundidades mayores al habitat normal de los peces del lago. También existen algunas fotos de Nessie, muy borrosas, que se suelen calificar de montajes. Parece muy poco probable que una especie de saurio consiga sobrevivir 64 millones de años en un habitat cerrado, aunque parece que Nessie también puede moverse por tierra firme. El hecho de que en lagos vecinos también se hayan avistado seres monstruosos es un indicio de que también se mueven por tierra. No obstante, para que la especie se conservara debería haber muchos ejemplares, cosa que los estudios con sonar y los avistamientos no excluyen. Si los dinosaurios no se hubieran extinguido hasta hace pocos miles de años, hasta el diluvio, la existencia de monstruos como el plesiosaurio en el mar o en diferentes lagos del mundo sería más probable. Se trata de un espacio de tiempo relativamente corto que algunos —pocos— animales muy longevos podrían haber salvado.

183 En la Edad Media se contaban historias sobre dragones que eran muertos por valientes caballeros. La escena de un caballero que hunde su lanza en el cuerpo de un dragón nos es familiar a todos. ¿Es una escena real? ¿Había aún en la Edad Media grandes reptiles, quizá pequeños dinosaurios del tamaño de un dragón de Komodo que sobrevivieron al diluvio? Figura 37. El sello del saurio. En 1977 se emitió este sello en Japón que representa un plesiosaurio semejante al que se pescó muerto ante las costas de Nueva Zelanda. Los barcos vikingos estaban decorados con cabezas de dragones, y se cuenta que san Jorge liberó la ciudad de Beirut de un dragón. En todo el mundo se encuentran representaciones de dragones y también se conocen pinturas prehistóricas de dinosaurios (véanse fotos 102 y 103), que muchos consideran falsas. ¿Vivieron los dinosaurios hasta hace poco tiempo o acaso tiene razón Michael Buhl cuando escribe en la revista PM: «Los primeros hallazgos de huesos podrían explicar que ya en la edad de piedra surgieran los mitos sobre temibles monstruos».19 ¿Debemos creer que nuestros lejanos antepasados se rompían la cabeza pensando en los huesos que encontraban? ¿De dónde sacaron los esqueletos? ¿Excavaban para buscarlos? Después de tantos millones de años es imposible que los restos de dinosaurios se encontraran a la vista y bien conservados. Fósiles vivos El ejemplo más conocido de fósil vivo es el celacanto, un pez del que se han encontrado numerosos fósiles y que durante mucho tiempo se consideró extinto desde hacía 64 millones de años como mínimo. Aún recuerdo que en la escuela me enseñaron que el hecho de que tuviera aletas pedunculadas indicaba que se trataba de un pez capaz de avanzar por tierra y que, por tanto, representaba el eslabón de unión entre los animales marinos y los terrestres.

184 No obstante, esta teoría resultó estar muy equivocada, porque esas aletas son demasiado débiles y serian incapaces de soportar el peso de un animal de varios kilogramos, ni en tierra ni en el agua. Aún no se ha encontrado el escalón perdido en la cadena infinita de la evolución, es decir un animal que pasara del agua a la tierra y se convirtiera en mamífero o reptil, y nunca se encontrará porque nunca se produjo esta evolución. En 1938 se pescó ante las Comores, cerca de Madagascar, un celacanto vivo, y el biólogo marino alemán Hans Fricke lo filmó en su entorno natural a 200 m de profundidad. ¿Es un capricho de la naturaleza que esta especie haya sobrevivido en su forma original durante millones de años, o acaso los fósiles son testimonios del diluvio? De cualquier modo, la existencia de un animal prehistórico no encaja en el pensamiento de la evolución, aunque los defensores de dicha teoría probablemente argumentarían que la naturaleza hace milagros por casualidades increíbles. Desde el punto de vista científico no es válido justificar una tesis que no ha sido demostrada con el argumento de que es un milagro. ¿Pero a quién le inquieta que se produjera una cadena infinita de casualidades en el orden correcto si, por lo visto, hubo tiempo más que suficiente? Lo que está claro es que un fósil viviente socava las bases de la teoría de la evolución y lo que ésta supone: una adaptación y un desarrollo continuos. Si en tiempos primitivos los fósiles indicadores hubieran evolucionado lentamente hasta convertirse en otro tipo de animal, según los fundamentos teóricos de la evolución, la pregunta que surge es: ¿cómo es posible que en la actualidad existan ejemplares vivos que no han cambiado desde el principio de los tiempos? ¿Por qué no se ha encontrado un celacanto que haya cambiado siquiera un poco o que haya evolucionado ligeramente? Si estos animales viven desde hace 64 millones de años, deberían existir en la Tierra en muy diversos estadios de evolución y no sólo en el modelo de partida, ¿o acaso la casualidad es de nuevo el factor decisivo en contra de toda lógica y de la probabilidad estadística? Tan sólo pueden surgir nuevos animales mediante variaciones paulatinas del patrimonio genético, y ésta es la premisa fundamental de la evolución. Si el celacanto hubiera evolucionado lentamente y después de 64 millones de años el animal original aún no estuviera extinto, deberían haber existido muchas evoluciones intermedias en forma de especies animales que no conocemos. Pero, en vista de que en la actualidad sólo existen animales perfectos, no puede haber habido una evolución, ya que los modelos anteriores deberían haber sobrevivido en nichos biológicos hasta el día de hoy, al menos en casos excepcionales.

185 Los científicos buscan desesperadamente el eslabón perdido, pero el verdadero problema no se discute: cualquier forma de transición entre dos especies animales no sería una única especie, sino multitud de eslabones perdidos más o menos evolucionados. Cualquier forma de transición representaría toda una serie evolutiva compuesta por numerosos eslabones, ya que la teoría de la evolución se basa en una modificación paulatina a lo largo de la historia de la Tierra, según las teorías de Darwin y Lyell. Figura 38. El árbol de la evolución. Esta representación simplificada de la macroevolución muestra el desarrollo de los seres vivos. Aún no se sabe cómo una célula biológica pudo recibir el código genético. ¿Hubo alguna influencia exterior? ¿Estamos a punto de iniciar un experimento biogenético similar en Marte? El celacanto, que es la supuesta forma de transición de animal marino a terrestre, sigue viviendo después de muchos millones de años sin haber evolucionado. Este fósil vivo contradice el postulado fundamental de la evolución, que dice que las especies peor adaptadas no sobreviven. ¿Por qué no sobrevivieron los muchos estadios evolutivos del celacanto y de otros animales? Según la teoría de la evolución los seres vivos desarrollados existen consecutivamente, pero según la creación conviven.

186 Fundamentalmente se plantea la pregunta de si un animal semidesarrollado o desarrollado sólo en parte podría sobrevivir, ya que los cambios —por ejemplo, la conversión de una aleta en pie— son siempre muy lentos. Pero algo a medio camino entre aleta y pie no representaría un desarrollo para el animal sino un auténtico obstáculo. En el caso de que pudieran sobrevivir, ¿estarían esos animales mejor adaptados que sus antecesores? Desde luego que no. Pero, para no enfrentarse con esta falta de pruebas, los defensores de la teoría de la evolución simplemente afirman que la evolución de una especie animal a otra se produjo muy rápidamente, casi en un estado totalmente desarrollado, es decir como hipermacroevolución. Esto explicaría todas las contradicciones que he expuesto, ya que no sería necesario explicar nada. Estoy convencido de que la mayoría de nosotros creeríamos ciegamente en cualquier tesis que se nos presentara de manera tan seriamente científica. Pero la pregunta sigue siendo: ¿cómo transmite este animal sus capacidades? Sea como sea, tenemos otro ejemplo de fósil vivo: el dragón de Komodo. Durante mucho tiempo se creyó que las historias de los nativos sobre dragones vivos eran cuentos chinos, pero en 1912 se descubrió en la isla Komodo (Indonesia) un reptil de tres metros de largo perteneciente a la familia de los varánidos. Se cree que este animal es un superviviente de la época de los dinosaurios, pero aparentemente no ha evolucionado. En 1986 se descubrió en el océano Atlántico, cerca de manantiales de agua caliente, un animal de forma hexagonal del tamaño de una moneda de 25 pesetas antigua con líneas de puntos negros. Hasta ese momento se había creído que se había extinguido hace 70 millones de años.20 El mokele-mbembe Tal como ya he explicado, en mi último viaje a Glen Rose no vi al doctor Baugh porque estaba participando en una expedición a Nueva Guinea. Los nativos de la zona hablan de grandes monstruos que profanan las tumbas de los muertos y se supone que puede tratarse de una especie de dinosaurio que ha sobrevivido. Hasta el momento aún no se ha podido demostrar que haya dinosaurios vivos, pero con aparatos de visión nocturna se han podido ver animales de gran tamaño. Se dice que en los pantanos del río Congo en África habita un monstruo que los nativos llaman mokele-mbembe. Se tiene noticia de esta criatura desde hace 200 años y se han encontrado huellas que no se han podido identificar. En 1913 un capitán de caballería, el barón von Stein zu

187 Lausnitz, regresó de una expedición con noticias de un animal del tamaño de un elefante, o al menos de un hipopótamo, con un cuello extremadamente móvil.21 En 1932 el sueco J. C. Johanson afirmó haberse topado con un saurio durante un safari. El animal medía 16 m de alto. Existe una fotografía del encuentro, pero por desgracia es muy borrosa.22 Los nativos cuentan que en 1959 mataron un mokele-mbembe y que todos aquellos que comieron de su carne murieron. El zoólogo congoleño Marcellin Agnagna dirigió en 1983 una expedición a la región de Likouala y afirma que vio un mokele-mbembe con sus propios ojos. Normalmente se describe como un animal de 5-10 m de largo incluyendo la cola, con cuatro patas cortas y con garras. Es herbívoro y deja huellas de 30 cm de largo.23 Quizás aún quedan dinosaurios vivos. Si vivieron hace menos tiempo del que se cree, y ya he expuesto los indicios que así lo indican, sería posible e incluso probable que determinadas especies de dinosaurio hayan sobrevivido hasta el día de hoy. Si así fuera, los dragones que aparecen en las leyendas de todo el mundo no serían productos de la fantasía, sino descripciones realistas de dinosaurios vivos o de otros monstruos, o al menos recuerdos de la época anterior o inmediatamente posterior al diluvio. Antiguas representaciones de dinosaurios Si los dinosaurios realmente se extinguieron hace 64 millones de años y la humanidad existe hace como máximo 3 millones de años, es imposible que haya representaciones gráficas de esos animales prehistóricos. Si la idea de la evolución fuera correcta, ningún hombre podría haber visto nunca un dinosaurio y, por tanto, tampoco podría haberlo dibujado. Uno de los descubrimientos más polémicos y sensacionales se hizo en lea, Perú. En 1966 el doctor Javier Cabrera recibió de manos de un campesino al que había atendido gratuitamente una pequeña piedra que podía servir como pisapapeles. La piedra tenía grabado un pájaro mitológico semejante a la reconstrucción de un pterosaurio, un reptil volador con una envergadura de hasta ocho metros que supuestamente se extinguió hace unos 100 millones de años. Partiendo del supuesto de que la piedra es antigua, ¿cómo es posible que alguien representara un animal que ningún ser humano pudo haber visto? ¿De dónde procede la piedra grabada? En 1961 el pequeño río lea inundó el desierto Ocucaje. El riachuelo se convirtió en una impetuosa corriente que dejó al descubierto piedras de estratos

188 muy profundos, algunas con misteriosos grabados. El doctor Cabrera recogió más de 12.000 piedras grabadas, algunas de las cuales pesan hasta 200 kg.24 Los motivos grabados son muy diversos y muestran dinosaurios y otros animales prehistóricos, mapas de territorios desconocidos, una flora y una fauna que en la actualidad no se ve en América del Sur, operaciones quirúrgicas, instrumentos ópticos —como telescopios y lupas—, instrumentos musicales, un cielo lleno de estrellas con cometas y otras cosas desconocidas o misteriosas representaciones. Las imágenes de las piedras son absolutamente sensacionales y documentan la coexistencia de dinosaurios y seres humanos. Al mismo tiempo dan testimonio de unos conocimientos técnicos que nosotros poseemos desde hace sólo pocos siglos. A partir de los mapas grabados y de las representaciones de plantas no oriundas de América del Sur se infiere que, después de que se grabaran esas piedras, se produjo un cataclismo. ¿Pudo tratarse del diluvio universal? Las piedras grabadas han sido analizadas geológicamente y se ha llegado a la conclusión de que fueron redondeadas mecánicamente mediante un transporte mecánico, como si hubieran sido arrastradas por un río o por olas gigantes, y al mismo tiempo sufrieran presión. Las piedras son andesitas carbonatadas procedentes de estratos formados por material volcánico vertido. Los análisis efectuados en laboratorios muestran un fina capa de oxidación (véanse fotos 100 y 101) en la superficie de las piedras que también cubre los grabados. Esto es la prueba de que los dibujos no se hicieron más tarde. Basándose en esta capa de oxidación se ha calculado que las piedras de lea tienen al menos 12.000 años, lo que se corresponde a la época del diluvio. Nunca hubo una edad de piedra, pero después del diluvio hubo una fase en la que la humanidad experimentó un catastrófico retroceso. La situación había cambiado, reinaban nuevas condiciones físicas y había una flora y una fauna completamente nuevas. Los grabados de las piedras de lea así lo confirman; son una representación de la realidad. Por desgracia también hay falsificaciones. Muchos artistas de la zona hacen imitaciones para los turistas, y esto ha desacreditado las piedras de lea. No obstante, es algo que ocurre en todo el mundo. ¿Qué no se falsifica hoy en día? Sea como sea, muchas personas utilizan el argumento de las falsificaciones para desautorizar los hallazgos, lo que evita tener que estudiar cada caso. Asimismo las informaciones sobre falsificaciones que aparecen en la prensa contribuyen a crear una opinión negativa en el público. Efectivamente, después de leer en el periódico que algo es falso, necesitamos pruebas muy sólidas para convencernos de lo contrario. En el caso que nos ocupa, la capa de oxidación que cubre toda la piedra (véase foto 100) permite distinguir fácilmente las piedras verdaderas de las falsas.

189 También se han encontrado representaciones de dinosaurios en América del Norte. En mi visita a Glen Rose, el doctor Patton me proporcionó dos fotografías que representan seres prehistóricos. En el Gran Cañón y en el 9 Mile Canyon en Utah (EE. UU.), se han hallado antiguos dibujos realizados por los indios que podrían representar un brontosaurio. Notas 1. Muck, O. H., Alies über Atlantis, Düsseldorf/Viena, 1976. 2. PM, número especial «Dinosaurier», Munich, 1997, p. 20. 3. Brown, W., In The Beginning, Phoenix, 1980. 4. PM, 11,1996, p. 12. 5. Morris, J. D., The Young Earth, Colorado Springs, 1994. 6. Ibídem. 7. Queiser, H. R., Nachrichten aus der Eiszeit, Hamburgo, 1988. 8. Toon, O. B., «Sudden Changes in Atmospheric Composition and Climate», en Patterns in Change of Earth Evolution, editado por H. D. Holland y A. F. Trendall, Berlín, 1984, pp. 41-61 (véase también Tollmann). 9. Tollmann, A. y E., Unddie Sintflut gab es doch, Munich, 1993. 10. Ibídem. 11. Langbein, W. J., Bevor die Sintflut kam, Munich, 1996. 12. Heuvelmans, B., In the Wake ofthe Sea-Serpents, Londres, 1968. 13. Bord, J. y C, Unheimliche Phanomene des 20. Jahrhunderts, Munich, 1989. 14. Ibídem. 15. Ibídem. 16. Ibídem. 17. Fiebag, J., Die Anderen, Munich, 1993. 18. Ibídem. 19. PM, número especial «Dinosaurier», Munich, 1997, p. 37. 20. Bord, op. cit. 21. Ibídem. 22. Fiebag, op. cit. 23. Bord, op. cit. 24. Petratu, C. y Roidinger, B., Die Steine von lea, Essen, 1994.

190 12. ¿Evolución o creación? Un diluvio universal así como la coexistencia de animales prehistóricos, dinosaurios, seres humanos y mamíferos por una parte, y la teoría de la evolución por la otra, se excluyen mutuamente. No puede haber una solución intermedia ni ningún pero. Si no hubo evolución sólo hay una posibilidad: todos los seres vivos fueron creados. El principio de la entropía La idea de la evolución no es compatible con las leyes naturales. Según la entropía —que es el segundo principio de la termodinámica—, si no hay un aporte de energía exterior, no se produce intercambio de calor entre dos cuerpos que están a diferente temperatura. Inversamente esto significa que todas las cosas envejecen y se descomponen: las estrellas se consumen, los seres vivos envejecen, las cosas nuevas se arruinan y la energía se transforma constantemente en estados cada vez menos aprovechables. La evolución iría en contra de esta ley natural, ya que propugna el desarrollo de los seres vivos hacia formas cada vez mejores y más complicadas. ¿De dónde y en qué forma viene la energía adicional necesaria para alcanzar un nivel superior de desarrollo y además seguir avanzando? Esta energía adicional debería haber estado disponible a lo largo de toda la historia de la Tierra. Un argumento que se aduce para explicar la creación de esta energía adicional, que es el motor de la vida, es la clorofila. Esta sustancia, que supuestamente surgió después de una cantidad increíble de casualidades, permite a la célula transformar la luz solar en energía química. ¿Es ésta la energía adicional necesaria para vencer el principio de la entropía? Si por un momento cerramos los ojos ante todas las demás casualidades y portentos que se requieren para que se forme una célula y para que después empiece a producir clorofila, la evolución sigue un camino que acaba en un callejón sin salida. Una de las consecuencias de la transformación de luz solar en energía es que por primera vez se produjo y se liberó oxígeno en

191 la Tierra. Pero la atmósfera primitiva no contenía oxígeno. Además, en contra de toda probabilidad estadística, suponemos que las primeras células se desarrollaron en un entorno de metano, amoníaco y nitrógeno. Para unas células surgidas en este entorno el oxígeno liberado en el proceso de transformación sería un veneno letal. Por tanto, la evolución debería haberse matado ella misma, pero aún nos queda una salida: la casualidad. La ciencia convencional supone que la naturaleza fue probando y probando hasta que por un feliz encadenamiento de infinitas casualidades surgieron formas de vida complejas. Pero, desde la perspectiva de la probabilidad, esta lotería sería equiparable a dar a un chimpancé una máquina de escribir y esperar que escriba sin faltas una obra en varios volúmenes, y además sin darle un modelo.1 Desde luego a nadie se le ocurriría que un chimpancé sea capaz de tal proeza ¿y debemos creer a pies juntillas que realmente se dio la igualmente improbable evolución desde un organismo unicelular a un ser humano? La microevolución La microevolución que ocurre en la naturaleza se considera erróneamente una prueba de la macroevolución, es decir, de la transición de una especie animal a otra. No hay duda de que las plantas y los animales han sufrido y sufren cambios: esto es la microevolución, que no debe confundirse con la evolución propugnada por Darwin. Nadie niega que en la naturaleza se produce diariamente un desarrollo —o, mejor dicho, una selección— de las características ya existentes. Los factores hereditarios de un ser vivo permiten hacer innumerables combinaciones. En principio el color del pelo y de la piel, la forma de los ojos y todas las demás peculiaridades de un ser humano o un animal pueden combinarse libremente y transmitirse. Los seres humanos actuamos también como creadores, porque cada día' impulsamos la microevolución: cultivando nuevas variedades de flores o animales. La mano del hombre es responsable de parte de la microevolución, que también es creación. Flores silvestres insignificantes pueden transformarse en exuberantes flores, como la begonia roja que se ha cultivado este siglo. Del mismo modo casi cada día se modifican o se crean nuevas variedades de perros, aves de corral o pájaros aplicando la teoría de la herencia definida por Gregor Mendel (1822-1884). A partir de un grupo de personas pueden desarrollarse diferentes razas mediante variaciones del patrimonio genético así como por la adaptación a las respectivas condiciones de vida, sin necesidad de mutaciones bruscas. No obstante, los ejemplos de la microevolución no deben considerarse en modo alguno pruebas de la teoría de la evolución en su conjunto, ya que todos

192 los caracteres ya están almacenados en el patrimonio genético y únicamente pueden combinarse de maneras distintas, incluyendo ligeras mutaciones. Figura 39. Tendencia natural. La entropía (segundo principio de la termodinámica) contradice la evolución. Según dicho principio, si no hay un aporte externo de energía, un cuerpo que esté a menos temperatura no puede transformarse en otro que esté a más temperatura. Sin dicha energía extra todas las cosas envejecen y decaen. Por tanto, no es posible la evolución de un sistema simple a otro complejo. Con el tiempo la energía disponible adopta estados cada vez menos aprovechables. Otro ejemplo muy revelador de la evolución es el desarrollo del perro. ¿Qué tienen en común externamente un terrier y un afgano o un perro pastor? Existen muchas razas de perros y diferentes tipos, pero las investigaciones más recientes confirman que todos los perros descienden de un mismo animal original. Así lo demuestran los estudios de ADN, y es evidente que no se necesita mucho tiempo para crear nuevas razas caninas. Independientemente de la duración real de la evolución, justamente por los perros sabemos que mediante cruces naturales surgen muy rápidamente nuevas variedades que pueden multiplicarse. Después del diluvio universal las razas caninas se desarrollaron a partir de los escasos ejemplares supervivientes, quizá sólo una pareja. Dado que según la ciencia todos los perros descienden de una única hembra, involuntariamente nos viene a la mente el arca de Noé y las parejas de animales que se salvaron a bordo de ella. Es un paralelismo que da mucho que pensar. Sea como sea, la base genética de todos los perros es casi la misma, y las únicas variaciones son debidas a las adaptaciones al entorno o a la cría selectiva. De ningún modo se ha producido una evolución en el sentido de la macroevolución, aunque las razas caninas son completamente distintas entre sí y suelen presentarse habitualmente como prueba del darvinismo, lo cual es totalmente absurdo. A partir de un caballo primitivo pueden desarrollarse diferentes especies, como las cebras, los ponis, los caballos enanos y otras formas de vida. Todos ellos pueden sufrir una microevolución, es decir, una adaptación a través de la selección de determinados caracteres genéticos ya existentes, pero un caballo no puede convertirse en otro tipo de animal, y un mono no puede

193 convertirse en un hombre, tal como sostiene la teoría de Darwin. La evolución no puede avanzar por la transmisión hereditaria de características adquiridas, ya que, sólo para empezar, el número de cromosomas es distinto y esto impide una reproducción conjunta. Una auténtica evolución —la macroevolución— sólo podría producirse a través de mutaciones y defectos en el patrimonio genético. Aún recuerdo perfectamente que en la clase de ciencias naturales nuestra maestra nos explicó totalmente convencida que todos los seres humanos durante su desarrollo embrionario viven a cámara rápida la evolución biológica de sus antepasados. También añadió que los embriones de un pez, una salamandra o un cerdo no se distinguen de los embriones humanos. Así lo establece la ley biogenética fundamental del zoólogo alemán Ernst Haeckel (1834-1919), uno de los principales defensores de la teoría de la evolución junto con Charles Darwin en el siglo XIX. Quisiera subrayar la palabra «fundamental», ya que posee una importancia equiparable a la teoría de la evolución de Darwin, a la que respalda de manera decisiva. Quién osaría dudar de las afirmaciones de estos renombrados científicos, sobre todo cuando ambas teorías —perdón, leyes— se complementan al ciento por ciento. No puede haber dudas, es más, no debe haberlas. Las tesis de Haeckel se consideran una de las piedra angulares de nuestra concepción del mundo, ya que el hecho de que el ser humano deba recorrer el camino de la evolución en el vientre de la madre, desde la forma de pez hasta llegar a lo más alto de la evolución pasando por todos los niveles de los mamíferos, demuestra el origen de las especies. No puede haber casi mejor prueba de la evolución; y, si no existiera, cuadra de manera tan perfecta con la teoría de la evolución, que debería inventarse. Dicho de otro modo: esta prueba es casi demasiado bonita para ser cierta. El semanario alemán Focus publicó un artículo sobre los conocimientos obtenidos en 1997 titulado «Dibujos falsos»: «Michael Richardson, del Hospital St. George's, que juntamente con colegas de todo el mundo ha estudiado embriones, afirma que los dibujos con los que Haeckel respaldó su teoría son versiones libres del embrión humano. El engaño no se descubrió antes porque hace décadas que los embriólogos no realizaban estudios comparativos.»2 Dicho de otro modo: se inventó una ley fundamental biogenética para respaldar la teoría de la evolución. El dogma de Haeckel ha sido pulverizado; ¿cuándo le llegará el turno al de Darwin? Sobran los comentarios, pero esto demuestra la equivocada visión del mundo de los biólogos del siglo XIX y en la que nosotros seguimos creyendo absolutamente. ¿Se mantiene igual de estable la teoría de la evolución aunque de pronto le falte un importante apoyo? Lo cierto es que aún nos fiamos de las afirmaciones de unos científicos del siglo XIX que ya han quedado superadas.

194 En el ejemplo de la supuesta evolución del mono al ser humano queda de manifiesto que o bien ocurrió un doble milagro o es imposible que el hombre descienda del mono. Según la teoría de la evolución, los antropoides solían bajar de los árboles y desplazarse sobre dos patas durante cortos intervalos. Para Figura 40. Dibujo de Haeckel. A partir de este dibujo falsificado, Ernst Haeckel inventó la ley biogenética fundamental, que es uno de los pilares de la teoría de la evolución. Después de décadas, Michael Richardson, del Hospital St. George 's, estudió junto con colegas de todo el mundo los embriones y descubrió el engaño. cortos intervalos. Para poder ver por encima de la hierba de la estepa los antropoides debían erguirse; aquellos monos que debido a una malformación de las articulaciones eran más hábiles para erguirse, vivían más tiempo y transmitían su enfermedad. Justamente estos monos enfermos evolucionaron hasta convertirse en seres humanos. Insisto en que esta teoría sobre el desarrollo de los monos no es mía, sino que representa el pensamiento de los partidarios de la teoría de la evolución. No obstante, las últimas investigaciones echan por tierra esta hipótesis. En 1996 la revista Focus informó acerca de las simulaciones por ordenador que llevaba a cabo un equipo de investigadores de Liverpool y que contradicen la hipótesis universalmente aceptada. Mediante complejas animaciones tridimensionales se simularon las peculiaridades del modo de andar de Lucy, un ser semejante a un mono que andaba erecto. Se cree que esta antepasada de todos nosotros vivió hace unos 3,6 millones de años en África oriental. En el ordenador se vio que, cuando se intentaba que su esqueleto anduviera como un chimpancé, invariablemente caía.

195 Tener la espalda encorvada y las rodillas flexiona-das era un obstáculo para la supervivencia. Por esta razón, el antropólogo británico Robin Crompton está convencido de que nuestros antepasados se vieron obligados a andar totalmente erguidos para sobrevivir, y que «en muy poco tiempo pasaron de andar a cuatro patas a hacerlo sobre dos, incluso antes de abandonar los árboles».3 Hay dos soluciones a este problema. Según la teoría de la evolución, Lucy era un modelo evolutivo humano muy primitivo y muy semejante en realidad a un mono, ya que su cerebro no podía ser mayor que el de un antropoide actual. Sin embargo, parece que su esqueleto era muy similar al nuestro. Pese a estas semejanzas, Lucy no tenía apariencia humana y tampoco pertenecía al género Homo. Por tanto, la antecesora de Lucy ya debía de andar erecta y nunca existió el modelo de transición que exige la teoría de la evolución y que forzosamente necesita para mantener sus tesis. La segunda solución es que Lucy ya era un modelo totalmente desarrollado y que la historia evolutiva de los supuestos antecesores del hombre debe retrotraerse a un pasado aún más lejano. Pero esta segunda solución contradice el resultado de la simulación por ordenador: entre andar apoyándose sobre pies y manos Figura 41. El andar de los monos. El antropólogo británico Robín Crompton, de la Universidad de Liverpool, ha reconstruido el desarrollo del modo de andar erguido que caracteriza a los humanos. Los primeros hombres no podían andar como monos (A). Andar encorvado ( B ) n o ofrece ninguna posibilidad de supervivencia. La posición erguida (C ) es el único modelo adecuado para el desplazamiento. El resultado contradice la hipótesis umversalmente aceptada: cuando nuestros antecesores abandonaron los árboles ya andaban sobre dos piernas. No se produjo una evolución de andar sobre manos y pies hasta andar erguidos.

196 andar apoyándose sobre pies y manos como los monos y el andar erguido de los seres humanos no hay nada, ningún desarrollo análogo a la teoría de la evolución, ni cuando vivió Lucy ni en ningún otro momento anterior. Por razones anatómicas, estáticas y evolucionistas una especie que anduviera encorvada no tenía ninguna posibilidad de supervivencia, especialmente porque la evolución requiere que las especies mejor adaptadas desplacen a las peor adaptadas. La conclusión es que el mono debió abandonar los árboles cuando ya andaba erguido, pero entonces se plantea la pregunta: ¿qué hace en los árboles un mono que anda erguido y qué pasa entonces con la evolución? ¿Por qué un mono sin centro del lenguaje se convirtió en un ser humano capaz de hablar? ¿Sucedió esto rápidamente? ¿Con quién hablaba ese ejemplar parlante? ¿O acaso todo sucedió muy lentamente y enseñó a otros monos? Si fue un ejemplar mutante necesitaría su equivalente, ya que para reproducirse debe haber dos ejemplares de sexo contrario. Normalmente los cromosomas mutantes no son adecuados para la reproducción, ya que el óvulo intacto rechaza el número anómalo. Un ser humano no puede cruzarse con un chimpancé y asimismo muchos animales del mismo género —por ejemplo las arañas— no pueden tener descendencia entre sí. La razón radica en el número distinto de cromosomas. Sus formas y clases son distintos casi para cada animal. Puesto que para reproducirse se necesitan parejas, es preciso que dos animales con la misma mutación se crucen para asegurar la supervivencia de su especie. El desarrollo no se produce de manera brusca; la evolución necesita un número casi infinito de casualidades altamente improbables y mucho tiempo. En el libro Evolution Ruth Moore confirma mi opinión: «El trabajo en muchos laboratorios ha mostrado que la mayoría de las mutaciones son perjudiciales y que las mutaciones radicales frecuentemente son mortales. Podría decirse que toman una dirección equivocada, en el sentido de que toda modificación en un organismo armónico y bien adaptado tiene consecuencias negativas. La mayor parte de los mutantes no permanecen con vida el tiempo suficiente para transmitir dichas modificaciones a sus descendientes».4 Ésta es una constatación con la que yo estoy plenamente de acuerdo, aunque más adelante Moore afirma lo contrario: «De este modo, algunas mutaciones —normalmente las de menor importancia— repercuten positivamente en las especies».5 Esta afirmación carece de pruebas y contradice lo que los laboratorios han descubierto. No obstante, en último término apenas se distingue de la primera, porque ¿quién determina qué es una modificación mayor o menor? Consecuentemente se plantea la pregunta: «¿Cómo se puede imponer en una gran especie una divergencia aislada, pequeña, positiva —por ejemplo una ligera modificación de un hueso, por la cual en determinadas circunstancias una aleta de pez se transforma en pata?».6 Esta pregunta está justificada y pone de manifiesto lo absurdo de la supuesta macroevolución.

197 ¿Cómo puede saber el pez que debido a una ligera modificación dentro de millones de años su aleta se convertirá en pata? Y, si no lo sabe, la aleta modificada supone un obstáculo, ya que con su aleta Figura 42. Microevolución. La microevolución es la combinación de todos los caracteres hereditarios disponibles, que según las condiciones del entorno se desarrollan más o menos. Sin embargo, la macroevolución en el sentido del darvinismo supone grandes cambios evolutivos. En la figura se representa la transformación de un reptil en ave planeadora y ésta a su vez en un pájaro primitivo capaz de volar (archeopterix). A partir de este dinosaurio volador se habrían desarrollado las aves que conocemos ahora. Aunque los primeros pájaros podrían haber tenido plumas, la distancia evolutiva entre un reptil capaz de planear y un archeopterix que batía las alas es demasiado grande. con su aleta original se las apañaba muy bien. ¿No deberían extinguirse los peces que poseen aletas un poco deformadas que no son el resultado de la cría selectiva, y que no son capaces de sobrevivir? ¿Acaso el ejemplo del fósil vivo no demuestra que después de 64 millones de años estos animales sobreviven perfectamente, ya que no fueron desbancados por especies más

198 desarrolladas? ¿Por qué esa aleta en concreto se convirtió en pata, tal como sostienen los defensores de la evolución? No sólo falta el eslabón entre el mono y el hombre. Se afirma que las aves descienden de los saurios, ¿pero dónde está el nexo de unión? No hay estadios de evolución intermedios ni animales de desarrollo incompleto, si bien se han encontrado reptiles voladores con plumas. Todos los seres vivos parecen estar perfectamente desarrollados. No se hallan prototipos ¿o es que la evolución ha terminado? La respuesta evidentemente es no; la evolución no puede haber acabado, ya que el mono —antecesor del hombre— aún no ha alcanzado su máximo nivel de evolución, si no de él no se habría desarrollado el Homo sapiens. Durante mucho tiempo el hombre de Neandertal —llamado así por el valle de Neander en Alemania donde se hallaron sus huesos fosilizados— fue considerado el antecesor del hombre moderno. En mi visita al nuevo Museo del Neandertal tuve que admitir que este supuesto primer hombre, según los evolucionistas, es realmente impresionante. En 1977 el genetista Suante Páábo, de la Universidad de Munich, tomó un fragmento de brazo de los huesos fosilizados que se guardan como un secreto de estado y estudió por primera vez el ADN del hombre de Neandertal. La comparación del patrimonio genético reveló claras diferencias entre el hombre primitivo y el hombre moderno {Homo sapiens sapiens). Concretamente, en las mitocondrias se localizaron 27 diferencias, mientras que en todas las razas que existen en la actualidad se observan como máximo ocho diferencias. Pese a sus considerables diferencias genéticas, se supone que hace 600.000 años los hombres y los Neandertales tuvieron los mismos antecesores. Es realmente curioso, porque estamos más estrechamente emparentados con algunas especies de monos, que mucho antes tomaron su propio camino evolutivo y por tanto poseen su propio árbol genealógico, que con los Neandertales de apariencia humana. También existen importantes diferencias anatómicas, ya que el Neandertal era bastante más bajo y robusto: medía 1,60 m y pesaba unos 85 kg. Conclusión: en algún momento el Neandertal se extinguió y no fue antecesor ni pariente lejano del hombre moderno.7 Si el ser humano realmente evolucionó a partir de un tipo de mono, parece extraño que sea el único ser vivo que no tiene ningún enemigo natural. Tampoco es natural que los seres humanos se dediquen a exterminarse unos a otros, ya que este fenómeno no se da en los animales. ¿Por qué hay aún monos? ¿No deberían haber sido suplantados por el animal mejor adaptado, es decir, los primeros hombres? Sea como sea, ésta es una de las principales premisas de la teoría de la evolución. Aquellos que respondan afirmativamente están negando la teoría de la evolución, puesto que la realidad es otra, y aquellos que defiendan lo contrario y que crean en una evolución de las especies sin excluir otros géneros animales no completamente adaptados, que por lo visto ya no existen, deberían explicarme el enigma del ornitorrinco.

199 ¿Es el ornitorrinco un ser vivo acabado? Un ejemplo de ser vivo acabado es el ornitorrinco, que vive en Australia. Se trata de un mamífero que pone huevos y que posee pico sin dientes, garras con membranas natatorias y piel parecida a la de una foca. En resumen: un ejemplar único. El ornitorrinco vive en los ríos y los lagos de Australia oriental y Tasmania. Este animal no encaja en nuestra concepción habitual de las especies, ya que posee características propias de animales de familias muy distintas. Además, la hembra empolla las huevos y después amamanta a sus crías. Según la teoría de la evolución, el ornitorrinco podría ser un eslabón entre diferentes especies, pero si fuera así debería haber otros animales desarrollados a partir de él o deberían existir antecesores del ornitorrinco. No obstante, no se han encontrado y nunca se encontrarán. El ornitorrinco es lo que es, un producto acabado sin una historia evolutiva a sus espaldas. El hecho de que tenga pico y ponga huevos no es razón para que este animal único se transforme de mamífero a pato. ¿Por qué debería hacerlo? En el caso de que el ornitorrinco no hubiera sido así desde el principio, y dado que el continente australiano quedó aislado desde el diluvio, deberían encontrarse ornitorrincos desarrollados sólo en un 90 %, por ejemplo, o que no amamantaran a sus pequeños sino que los criaran como los patos, los gansos o incluso como los animales sin pico. Todas las especies imaginables tendrían los mismos enemigos naturales. Además, el desarrollo de un animal en una zona geográficamente limitada tuvo que ser una casualidad. ¿Desbancaron estos animales de desarrollo imperfecto a otras especies originarias de la zona? Es muy improbable. En una zona bastante grande habrían sobrevivido diferentes especies de ornitorrinco. En Oceanía estos animales mixtos viven en el continente australiano y en la isla de Tasmania, separada del primero por el estrecho de Baas. En la actualidad la distancia entre ambas es de 240 km. ¿Debemos suponer que los animales mejor desarrollados nadaron hasta Tasmania y suplantaron a los prototipos que vivían allí? Pero el ornitorrinco no es un animal marino, sino que vive sólo en ríos y lagos. ¿Cómo llegó hasta la isla? Parece que hace 13.000 años Tasmania estaba unida a Australia. Curiosamente esta fecha establecida científicamente coincide más o menos con la época del diluvio. ¿Se separaron entonces los ornitorrincos y desde entonces ya no se han desarrollado? Incluso si fue así, cosa que yo dudo, debería haber ejemplares pertenecientes a diferentes estadios evolutivos, aunque se diferenciaran muy poco unos de otros. No obstante, sólo existe una especie de ornitorrinco con las características de animales muy diferentes. El ornitorrinco simplemente existe y siempre ha existido así, sin desarrollarse. Si esta afirmación es correcta, ¿acaso no supone que alguien debió crear mediante ingeniería genética un nuevo animal con las características de diferentes especies? Dado el nivel al que ha llegado la ingeniería genética, en la actualidad sería un proyecto realizable.

200 Otro tema semejante pero menos controvertido es el desarrollo evolutivo de los organismos unicelulares a los organismos pluricelulares en el marco de la macro-evolución. Por lo que sé, existen seres vivos con una sola célula, pero no con dos, tres, cuatro o cinco. ¿No es lógico que de una célula se pasara primero a dos células o acaso los seres vivos unicelulares se unieron para formar directamente seres vivos complejos pluricelulares? Existen formas de vida con 6-20 células, pero son parásitos. Si realmente hubo una macroevolución, deberían existir animales de dos células, que serían el estadio intermedio entre los de una célula y los de cuatro. ¿No hay aquí una ruptura en la teoría de la evolución de la vida según Darwin? Por lo visto las células se unieron directamente en formas complejas y no en organismos de pocas células. Pero en este caso se necesitan simultáneamente muchas células surgidas como por arte de magia, que además primero debían encontrarse en las inmensas masas de agua. Los prodigios no cesan. Plumas y vuelo Mediante indicios encadenados se intenta demostrar que los pájaros descienden de dinosaurios terópodos. Es cierto que algunas especies de saurios poseían plumas, pero eso no los convertía en pájaros. Debido a la falta de pruebas muchos científicos aún son escépticos. Parece que los estudios embrionarios demuestran que en el desarrollo de la mano se redujeron primero los dedos más externos, lo cual se corresponde con el aspecto de las manos de las aves. No obstante, se ha comprobado que a los terópodos les faltaban los dedos anular y meñique. Por lo visto hay una clara excepción a la regla. Ahora los biólogos tratan de demostrar que los huesos del carpo y los dedos de los terópodos son semejantes en su forma y en sus articulaciones a los de los pájaros. Bien entendido, en ambos casos se trata de dedos muy distintos. Por esta razón, cualquier interpretación de evoluciones idénticas es arbitraria. No obstante, los biólogos necesitan un eslabón perdido. Se cree que los supuestos antecesores de los pájaros, los terópodos, aparecieron hace 150 millones de años. Los siguientes parientes de las aves —los manirraptores— no vivieron hasta 35 millones de años más tarde. Según la teoría de la evolución no hubo tiempo suficiente para un lento desarrollo. Dicho de otro modo: hasta el momento no se ha hallado una forma primitiva que nos conduzca a las aves. En vista de esto, parece casi superfluo señalar que la compleja lengua de las aves no puede haberse desarrollado a partir de la lengua de un terópodo. En la revista Spektrum der Wissenschaft puede leerse: «En estos momentos no es posible confirmar ni negar este

201 argumento, porque el órgano no se ha conservado fosilizado. Pero no hay ningún otro animal cuya lengua pudiera haber evolucionado hacia la lengua extremadamente compleja de las aves (y que es distinta de cualquier otro grupo de animales vivos)».8 Lo que se aplica a la compleja lengua de los pájaros también es válido para otros órganos especiales del reino animal: simplemente falta una historia evolutiva, ya que deberían hallarse innumerables estadios intermedios. Las vagas e incompletas pruebas basadas en indicios que aportan los evolucionistas son lo que son: suposiciones no demostradas que se contradicen en su esencia. ¿Plantas acabadas? ¿Evolucionaron las plantas cultivadas o fueron creadas como producto final? «Los huicholes mexicanos, por ejemplo, insisten en que el maíz fue un regalo de su dios Mayakuagy».9 En muchas culturas se habla de dioses que trajeron los cultivos del cielo. Pese a todas las investigaciones, hasta el momento no se ha conseguido aclarar cuál es el origen del maíz ni del trigo. Sobre el enigma de la aparición repentina de las plantas cultivadas, Geise10 se fija en el plátano. Este fruto posee un gran número de las vitaminas y oligoe1lementos que necesitamos para alimentarnos, por lo que en principio podría haber sido nuestra única fuente de alimento. ¿Cómo se multiplica esta perfecta planta híbrida? No por semillas, sino por vastagos. Esto resulta muy interesante, ya que ¿cómo puede extenderse tanto una planta que no posee semillas? Los plátanos crecen en muchos continentes e incluso en diminutas islas. ¿Cómo ha llegado esta planta a todas partes si no posee semillas que transporte el viento? ¿Es acaso el plátano una creación? «Según una leyenda india lo trajo a la Tierra Manu, un "espíritu" que ayuda a los hombres, en forma de kandali (plátano arbustivo). Pero esto es sólo una leyenda [...].»11 Gigantes En el Génesis (6,4) se explica el origen de los gigantes: «Había gigantes en la tierra por aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y ellas

202 les dieron hijos». Este pasaje está traducido de manera más clara en las Biblias protestantes: «[...] que les dieron hijos que se convirtieron en gigantes en la tierra.» Hasta el diluvio universal se producía un crecimiento gigante, tal como lo demuestran los numerosos hallazgos fósiles. El conocimiento de los dinosaurios sobre la base de los huesos encontrados es cosa de este siglo. En el siglo XIX las noticias al respecto en las fuentes antiguas se consideraban invenciones, ya que la evolución tiende a seguir una vía de dirección única. Desde la perspectiva de una evolución uniforme no había lugar para enormes animales u hombres altamente desarrollados en épocas prehistóricas, al menos visto globalmente. Las catástrofes locales no son impedimento para una evolución de ámbito mundial. Según las teorías de Lyell y Darwin no hubo ningún cataclismo global. Sin embargo, puesto que se han encontrado pruebas de un crecimiento gigantesco en toda la Tierra, tuvo que tratarse de un escalón en la escalera de la evolución. Pero en este caso no puede haber habido un desarrollo siempre uniforme de las especies, ya que si no la evolución presentaría una tendencia inversa. No obstante, si el fenómeno del crecimiento gigantesco tuvo carácter global, el súbito fin de esa época sería un indicio de las radicales consecuencias en toda la Tierra de un cataclismo. Ambas posibilidades refutan la teoría del origen de las especies, muy especialmente la teoría de Lyell. En tiempos pasados no sólo los dinosaurios y los seres humanos eran enormes, sino que casi todos los animales de esa época tenían un tamaño gigantesco: hormigas con alas de 16 cm de envergadura, efémeras de 20 cm de largo, ciempiés de varios metros de longitud, escorpiones gigantes, etc. En Patagonia (América del Sur) se descubrieron restos de un armadillo gigante de más de cuatro metros de largo. Asimismo se hallaron restos óseos y pieles trabajadas por el hombre. Parece que ese armadillo gigante fue cazado por seres humanos o quizás era un especie de animal doméstico. Esto demuestra la coexistencia de animales gigantescos y seres humanos. ¿Vivieron entonces estos animales gigantes hasta el diluvio? En Java (Indonesia) se descubrieron los restos de un enorme antropoide, el gigantopithecus. Se trata de fragmentos de una mandíbula más del doble de grande que la de un hombre normal, lo que permite deducir que pertenece a una criatura que medía más de cuatro metros de alto. En 1939 el doctor Franz Weidenreich, un alemán emigrado a Hong Kong, halló dientes fosilizados del mismo tipo rebuscando en herboristerías chinas. Lo más insólito es el tamaño de las piezas dentales, ya que son el triple de grandes que las de un ser humano moderno. Se han hecho hallazgos similares en África oriental y en el sur de China. El doctor Weidenreich trabajaba en la Universidad de Chicago y fue llamado desde el Instituto de Pekín para dirigir las excavaciones en el lugar en el que se descubrió el llamado hombre de Pekín. Por los dientes encontrados, él está convencido de que la mandíbula y los dientes no pertenecieron a un gran antropoide sino a un hombre gigante. No obstante, la existencia de humanos o antropoides gigantes no encaja en

203 la teoría del origen de las especies de Darwin, ya que se supone que la única evolución posible es de ejemplares más pequeños y primitivos a ejemplares mayores y más desarrollados. Pero los hallazgos descritos demuestran justo lo contrario y refutan la teoría de la evolución. En África occidental se han encontrado hachas de mano y rasquetas de proporciones extraordinarias que debieron ser utilizadas por hombres gigantescos. Algunos picos medían 32 cm de largo, 22 cm de alto y pesaban 4,2 kg. En Siria se descubrieron ejemplares similares de 3,8 kg de peso, de lo que se infiere que los humanos que los utilizaron medían 4 m. ¿Debemos suponer entonces que los mitos sobre los colosos o los titanes no son invenciones ni exageraciones?12 ¿Hay un límite genético al crecimiento? Según una noticia aparecida en la prensa el 27 de agosto de 1996, científicos neozelandeses descubrieron un gen de vaca que permite que los músculos crezcan el doble de rápido de lo habitual.13 Parece que la genética limita tanto el crecimiento como la duración de la vida. La pregunta es por qué. ¿Acaso alguien puso obstáculos artificiales a los seres vivos o es que la naturaleza es lo suficientemente sabia para juzgar dónde están las fronteras del desarrollo? Parece que el control no es natural, puesto que los numerosos hallazgos demuestran que antes el gigantismo era algo normal. Por tanto, la única explicación es que alguien puso obstáculos a propósito. ¿Pero quién? El creador bíblico Si sólo hubo microevolución y no un desarrollo de las especies, surge la pregunta: ¿cuál es el origen del ser humano y de las demás especies animales? Hace poco tiempo el papa reconoció la evolución, con lo que renunció a uno de los pilares de la fe cristiana por razones populistas. ¿Deben los buenos cristianos dejarse guiar por el papa o por la Biblia, donde se dice claramente que fueron creados por Dios? En el Génesis (1, 20-27) se lee: Dijo Dios: «Bullan las aguas en un hervidero de seres vivientes [...]». Y creó Dios [...] todos los seres vivos [...] y todas las aves aladas [...]. Hizo Dios los animales salvajes [...]. Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza [...]». [...] varón y hembra los creó.» Y más adelante (2,7 y 22):

204 «Entonces Yahveh Dios formó al hombre del polvo de la tierra, insufló en sus narices aliento de vida y fue el hombre ser viviente. [...] Y de la costilla que había quitado del hombre formó Yahveh Dios la mujer [...]». Llama especialmente la atención que Dios hable en plural. En aquella época no era nada habitual que los gobernantes usaran el plural mayestático, a diferencia del uso del lenguaje de numerosos reyes y emperadores de nuestra época. No hay duda de que en el Génesis se describe la creación de los animales y el ser humano, pero las palabras de la Biblia contradicen totalmente la teoría de la evolución. Los dioses crearon un hombre a su imagen y semejanza, y a su compañera a partir de una costilla del hombre. Esta última parte ha robado mucha credibilidad a la Biblia porque ¿quién creería que se creó un ser humano de una costilla? Nadie. Walter-Jörg Langbein ofrece una posible explicación en su libro Das Sphinx-Syndrom.14 El signo en la escritura cuneiforme sumeria ti (costilla) tiene también otro significado: fuerza vital. ¿Estamos ante un error de transmisión o de traducción? La actual posibilidad de la técnica genética permite dar una interpretación moderna a este pasaje: «Los dioses quitaron de Adán fuerza vital».15 Hace tan sólo 50 años esta interpretación de ese pasaje concreto de la Biblia se habría considerado producto de la imaginación, pero en la actualidad debemos decir: ¿por qué no? Es posible, y después de una mayor reflexión se podría llegar al «es probable», porque ¿de dónde si no pudo salir el segundo ejemplar necesario para la multiplicación? Cada una de las células de nuestro cuerpo contiene el ADN, y éste se necesita para crear un nuevo ser humano, ya que ambos deben ser idénticos para poder reproducirse. Todo esto trae a la memoria recuerdos de la película Parque Jurásico. Hasta hace unos 300 años la mayoría de la gente aceptaba la versión de la fe cristiana de que nuestro mundo había sido creado. A lo largo de los siglos la Biblia fue revisada y reescrita muchas veces, y la manera de interpretarla y traducirla dependía en gran parte del espíritu de la época y del nivel de la técnica. Por ejemplo, si en la Edad Media el reformista Martín Lutero hubiera tenido que traducir la palabra «máquina», quizás habría elegido «fuerza», ya que en esa época las máquinas apenas se conocían o no habían sido aún inventadas. En el texto original de la Biblia, escrito en hebreo, no se habla de Dios sino de Elohim, que es una forma plural. Por tanto, había varios creadores o se trataba de un grupo bastante numeroso, y así leemos en el Génesis (6, 1-4): «Cuando los hombres empezaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que eran hermosas y tomaron para sí por mujeres de entre todas ellas las que bien quisieron [...] y ellas les dieron hijos. Estos son los héroes que fueron desde muy antiguo hombres famosos.»

205 O bien hay algún malentendido en esta versión o los dioses eran seres como nosotros de carne y hueso. En el versículo 3 se confirma: «[...] puesto que él es pura carne». Por tanto, los hijos de Dios serían más que carne, pero carne al fin y al cabo, y probablemente también el mismo creador ya que sus hijos eran de carne y hueso. Los descendientes de los hijos de Dios y los humanos fueron semidioses, en cuyas venas se mezclaba la sangre divina (extraterrestre) y humana. Dado que se menciona expresamente que los hijos de Dios eran seres corpóreos, se debería tomar en serio el término de semidioses de las mitologías. No se trata de una invención o de una presentación fabulosa. En casi todas las historias antiguas de los más diversos pueblos aparecen dioses y semidioses. En la epopeya babilónica de Gilgamesh, el héroe se presenta como una criatura una tercera parte humana y dos terceras partes divina. Esta es una descripción precisa, incluso se diría que peca de exactitud. ¿Por qué tomarse la molestia de indicar en qué proporción está mezclada su sangre? En casi todas las mitologías encontramos ejemplos de semidioses. Manetón, un sumo sacerdote egipcio que vivió en el siglo m a.C, escribió tres volúmenes sobre la historia de Egipto donde incluye los 13.900 años de gobierno de los dioses y los siguientes 11.000 años en que los semidioses rigieron los destinos de Egipto.16,17 La mención de gigantes en la Biblia resulta asombrosa. No sólo aparecen en los libros históricos sino también en el libro de Ezequiel, en el texto apócrifo de Enoc y en el Gilgamesh. En los apócrifos del profeta Baruc se indica incluso el número exacto de los gigantes que perecieron en el diluvio universal: 4.090.000. La mención de los gigantes es importante, ya que en las excavaciones de Glen Rose y en otros lugares se han hallado huellas fosilizadas de hasta 50 cm de longitud. Este insólito tamaño ha querido verse como un indicio de que eran falsas. Pero, si se quiere falsificar algo, ¿por qué hacerlo de manera que resulte inverosímil? En muchas fuentes antiguas se confirma la existencia de seres humanos más grandes de lo habitual y también se han encontrado esqueletos de «gigantes». ¿Debemos entender que el mundo mítico lleno de gigantes, titanes y cíclopes es sólo un producto de la fantasía o exageraciones? ¿Existieron realmente esos seres? Así parecen demostrarlo las huellas fosilizadas. La creencia en un Dios creador fue desbancada por la teoría de Darwin ya que la evolución, la teoría de un milagroso desarrollo de elementos químicos hasta un ser humano, era una noción más sólida que la milagrosa creación del mundo por parte de un ser inmaterial. En la actualidad, gracias a la ingeniería genética somos capaces de modificar el patrimonio genético de animales y plantas e incluso crear seres híbridos, por lo que en los últimos años sin duda ha aumentado la comprensión de una creación tal como aparece en la Biblia. En la primera parte de este libro ya he demostrado que seres de todas las especies —trilobites, dinosaurios, seres humanos, etc.— coexistieron, por lo que se descarta un desarrollo lento a lo

206 largo del tiempo. La conclusión lógica es clara: el ser humano fue creado o fue traído a la Tierra ya perfectamente desarrollado, aunque también es posible que se impulsara aquí su desarrollo con medios genéticos, quizás a partir de un primate, naturalmente también creado. Numerosos estudios científicos han demostrado que hace unos 100.000 años vivió en Africa la madre de la humanidad. Así pues, todos nosotros descenderíamos de una sola pareja que vivía en el sudeste de Africa. Por tanto, el ser humano no se desarrolló necesariamente en todas partes del mundo. Somos el fruto de un especial acto de creación y tenemos una única madre. En este punto nos viene a la mente la historia bíblica de Adán y Eva. ¿Pero quién sabía hace miles de años de nuestros conocimientos científicos modernos? ¿O acaso la historia de una sola madre es evidente? El creador de los sumerios La historia de la creación de los sumerios se considera la precursora del Antiguo Testamento, ya que muchos de los relatos bíblicos ya se habían compilado en las antiguas placas de arcilla sumerias-babilónicas. Los israelitas sufrieron cautiverio en Babilonia y esto les dio la oportunidad de conocer las antiguas fuentes sumerias. Los antiguos textos sumerios y acadios explican una historia cuya verosimilitud ya he subrayado al referirme a nuestro sistema planetario y que de hecho es demasiado buena para ser inventada. El orientalista Sitchin ha traducido literalmente e interpretado estas antiguas fuentes, lo que da una variante muy interesante y totalmente realista del origen de la humanidad con todos sus detalles, y que además coincide con nuestros conocimientos actuales Los anunnaki, habitantes del décimo o duodécimo planeta, según se mire —que los sumerios conocían pero que nosotros no hemos descubierto—, llegaron a nuestro sistema solar con el cuerpo celeste Nibiru. Para proteger su atmósfera necesitaban oro. Después de aterrizar en la Tierra construyeron su primera base en Mesopotamia, donde más adelante se desarrollaría la civilización sumeria. Los anunnaki extrajeron oro de las aguas del golfo Pérsico. No obstante, la producción era insuficiente, por lo que empezaron a excavar minas en el sur de Africa. El oro se refinaba y se transportaba a su planeta de origen, Nibiru, en naves estelares. Pero el trabajo en las minas era muy pesado y los anunnaki se negaban a realizarlo. Por esta razón decidieron crear trabajadores que lo hicieran por ellos. Esta nueva criatura se llamó Adamu, Adán en la Biblia, que literalmente significa «el terrestre». En la lengua sumeria hombre

207 en el sentido de trabajador o servidor se llamaba lu, y el nuevo ser creado se denominaba lulu, que significa «el mezclado».18,19 Curiosamente la versión sumeria concuerda con los datos científicos: el ser humano surgió en Africa. Además, justamente en el sur de África se han hallado antiguas minas que nadie sabe quién construyó. Tanto la Biblia como la historia sumeria de la creación confirman que el ser humano fue creado a semejanza de su creador. De aquí se deduce que ambos grupos tenían un aspecto idéntico o similar. Esto pondría fin a la polémica de por qué los tripulantes de los ovnis se describen con aspecto humano —junto a otros seres muy grandes o muy pequeños—. La singularidad de la naturaleza del ser humano, debida a los innumerables milagros de la evolución, excluye (¿por qué?) que en otro planeta se diera el mismo proceso evolutivo. Y si por casualidad hubiera ocurrido así, según nuestros actuales conocimientos esos otros seres de apariencia humana no podrían llegar hasta nosotros salvando las enormes distancias estelares. Si, tal como explican las fuentes antiguas, el ser humano fue creado por extraterrestres a su imagen y semejanza, no tiene nada de extraño que se parezcan a nosotros, aunque en realidad somos nosotros quienes nos parecemos a nuestros creadores. Si la historia sumeria de la creación es cierta, entonces esos extraterrestres no deberían recorrer distancias muy grandes para llegar a la Tierra, y seguramente tendrían bases en la Luna, en Marte o en otros cuerpos celestes del sistema solar. Esto explicaría algunos misterios, por ejemplo las figuras geométricas de Marte, una antigua mina supuestamente encontrada durante las misiones a la Luna, etc. Y aún hay una última consecuencia que da mucho que pensar: los extraterrestres —de apariencia completamente humana— vivirían entre nosotros, y los ovnis serían algo muy real. La historia sumeria de la creación contiene muchos otros detalles, increíblemente exactos, sobre el sistema solar, algunos de los cuales no se han podido confirmar hasta las últimas décadas del siglo XX gracias a las sondas Voyager. Asimismo se explica de manera muy convincente cómo, dónde y por qué fue creado el ser humano. Lo que más sorprende es la supuesta procedencia de los anunnaki. Su planeta —Nibiru— llegó de las profundidades del espacio y parece que en la actualidad describe una órbita elíptica de cometa alrededor del Sol, que tarda 3.600 años en completar. Esto significa que Nibiru se interna en regiones del espacio en las que reina un frío glacial. En principio estas bajas temperaturas deberían congelar el planeta de los anunnaki y es difícilmente imaginable cómo podrían sobrevivir. Pero, si son capaces de crear seres humanos y construir naves tecnológicamente tan avanzadas como los ovnis, quizá también hayan resuelto este problema. La historia de la creación nos da una pista: para garantizar la supervivencia de los anunnaki, la atmósfera de Nibiru debía protegerse con el oro que se extraía en el sur de África. También las modernas sondas espaciales llevan láminas

208 de oro de protección. ¿Es sólo casualidad? ¿Cómo podían saberlo los sumerios? ¿Fue sólo fantasía y casualidad? Cualquier lector neutral y sin prejuicios no puede sino asombrarse de la detallada información que contienen las milenarias placas de arcilla. ¿O debemos creer que es sólo una buena historia de ciencia ficción escrita hace 6.000 años? Notas 1. Geise, G., Woher stammtder Mensch wirklich?, Hohenpeißenberg, 1997. 2. Focus,34,1997, p. 128. 3. Focus, 39,1996,178. 4. Moore, R., «Die Evolution», en Life-Wunderder Natur, 1970. 5. Ibídem. 6. Ibídem. 7. Focus, 29, 1997, p. 108. 8. Spektrum der Wissenschaft, 4, 1998, p. 43. 9. Geise, op. cit. 10. Ibídem. 11. Ibídem. 12. Bürgin, L., Götterspuren, Munich, 1995. 13. Bild, 27/8/1996. 14. Langbein, W. J., Das Sphinx-Syndrom, Munich, 1995. 15. Ibídem. 16. Dániken, E. von, Die Augen der Sphinx, Munich, 1989. 17. Waddel, W. G., Manetho, Cambridge, s.a. 18. Sitchin, Z., Derzwólfte Planet, Munich, 1995. 19. Sitchin, Z., Stufen zum Kosmos, Francfort/Berlín, 1996.

209 13. Un castillo de cartas se desmorona En los últimos años se han hecho públicos curiosos hallazgos de tiempos antiguos que son incompatibles con los criterios de la arqueología o de otras ciencias, pero que encajan perfectamente en la visión del mundo que he expuesto. A continuación describiré algunos de los más interesantes. Tecnología milenaria En la historia sumeria de la creación se habla extensamente y con claridad de los extraterrestres —que se consideran dioses— así como de naves especiales, bases y cohetes de todo tipo. En las mitologías de China, India, Egipto, Israel, Grecia y América Central y del Sur se mencionan dragones voladores, carros celestiales o carros de fuego. Los ancestrales Vedas de la India contienen información increíblemente detallada y precisa acerca de máquinas voladoras, bases espaciales y la guerra entre ellos. Este breve pasaje del poema épico indio Ramayana pone de manifiesto la precisión de las descripciones: [...] Rama subió al carro celestial [...] y se preparó para el vuelo. El vehículo poseía dos pisos y muchas habitaciones y ventanas. Cuando se elevó en el aire emitió un sonido muy prolongado. El carro celestial brillaba como una antorcha en la noche estival y parecía un cometa en el cielo y refulgía como un fuego rojo.»1 También en la Biblia se habla de objetos voladores y de los vuelos de diferentes profetas a otros lugares de la Tierra y del firmamento. Los dioses enseñaron a nuestros antepasados a construir objetos de técnica muy avanzada. Probablemente utilizaban aparatos voladores y quizás era una concesión de los dioses a los reyes para demostrar al pueblo su superioridad. Sin duda el pueblo no habría obedecido a un

210 rey que no hubiera podido ofrecer algo semejante a las avanzadas posibilidades técnicas de los extraterrestres. Quisiera subrayar otro logro de los egipcios: la corriente generada por baterías. Peter Krassa y Reinhard Habeck han escrito un libro2 sobre la avanzada tecnología y el uso de la electricidad en el antiguo Egipto. Ambos están convencidos de la existencia en Egipto hace miles de años de aeronaves (barcazas celestiales), armas destructoras (lanzadores de rayos), satélites de radio y televisión (pájaros para oír y para ver) así como televisores (espejos mágicos). Cualquier turista puede admirar en el templo de Seti en Abidos unas representaciones muy controvertidas de un helicóptero, un tanque, un submarino y una ametralladora. Yo mismo vi esos jeroglíficos en una visita al templo. Cualquier persona que los ve los identifica inmediatamente con las armas y los avanzados instrumentos de guerra que he mencionado. No hay ninguna duda. Figura 43. Una bombilla antigua. Krassa y Habeck describen el funcionamiento de la antigua bombilla egipcia: «En la actualidad sabemos que con los llamados eyectores (bombas de arranque)(A) puede generarse un vacío considerablemente elevado, especialmente si los eyectores están en cascada (conectados en serie). Cuando se hace el vacío en una bombilla de vidrio con dos piezas de metal (Bj(C) insertas, aunque la tensión sea muy baja y dependiendo del tamaño del bulbo de vidrio (D)se produce una descarga. Con una presión de 40 tor un filamento serpentea de una pieza metálica a la otra (E). Si se aumenta el vacío, la línea ondulante se hace más ancha, hasta que llena toda la bombilla. Justamente esto es lo que reflejan los relieves de las cámaras subterráneas del templo de Hator.

211 En las criptas del templo de la diosa Hator en Denderah pueden verse bombillas transparentes en forma de ampolla colocadas en posición inclinada sobre apoyos. En su interior hay una serpiente ondulada que sale de la punta de una flor en el extremo inferior. Los egiptólogos la denominan serpentina, y a los apoyos «pilares djed». ¿Simbolizan estas agresivas serpientes la potencia de la electricidad? ¿Son los apoyos aisladores de la tensión? ¿Es la flor de loto de la que emerge la serpiente un portalámparas conectado a un cable? Además, el cable conduce a una caja rectangular, ¿acaso una batería o un generador? Después de descifrar los jeroglíficos se reconstruyó este modelo de bombilla y funcionó. Krassa y Habeck dan todos los detalles técnicos y no puede haber duda sobre la interpretación de lo que se ve en el templo de Denderah. En 1936 se descubrió en Irak un jarrón de unos 15 cm de alto y 2.000 años de antigüedad que contenía un cilindro de cobre envuelto en pez. Por su parte, el cilindro contenía una barra de hierro aislada mediante un tapón de asfalto. Después se han encontrado otros jarrones similares, incluso de mayor tamaño que el descrito, que están expuestos en museos de Irak y de Berlín. En principio se catalogaron como objetos religiosos, pero resultaron ser pilas secas, ya que se les cambiaron los electrólitos y funcionaron. Este aparato generaba una corriente de aproximadamente 1,5 voltios y se utilizaba para dorar y platear.3 ¿Se daban otros usos a la corriente eléctrica? Quizá para iluminar templos, bibliotecas y edificios públicos. Prueba de ello es la gran bombilla representada en el templo de Denderah que se ha podido reconstruir. Esto podría resolver el misterio de la iluminación de los corredores subterráneos situados a mucha profundidad bajo numerosos templos y tumbas, y que en la actualidad por razones incomprensibles no se permite visitar. Pese a que en ellos se han encontrado innumerables pinturas e inscripciones, no se ha hallado ni rastro de lámparas de aceite ni de antorchas en las paredes ni en el techo. La única explicación posible, que es la que se suele dar a los turistas, implica una serie de espejos. Sin embargo, estos espejos tenían que estar siempre orientados hacia el Sol y en los días nublados no se vería nada. Además, por razones técnicas este procedimiento no puede funcionar, ya que la pérdida de luminosidad de espejo a espejo a lo largo de los tortuosos corredores situados a varios pisos bajo tierra sería excesiva. En estas condiciones proporcionarían muy poca o ninguna luz. Además, los espejos deberían estar rectificados de manera perfectamente plana, aunque no se cree que los antiguos egipcios poseyeran la suficiente habilidad técnica para alcanzar tal perfección. En mitos y textos antiguos de pueblos muy diversos se mencionan lámparas eternas que se utilizaban para iluminar y que muy bien podrían haber funcionado con electricidad.

212 Es posible que nuestros antepasados dieran otros usos a la corriente eléctrica. Por desgracia, todo este acervo de conocimiento se perdió en la oscura Edad media, en la que se llegó al punto más bajo de conocimientos generales y técnicos. Una nueva visión del mundo Existen muchas otras curiosidades similares cuya descripción llenaría varios libros. Los conocimientos de los sumerios sobre el sistema solar, el origen de la Tierra y del hombre, la descripción de máquinas voladoras en la Antigüedad así como un diluvio que lo arrasó todo hace unos pocos miles de años son hechos. Estos hallazgos y conocimientos tienen algo en común: no encajan en la habitual visión del mundo. El ejemplo de los dinosaurios muestra que la ciencia académica se aferra a determinadas ideas y aplica estrictas reglas de manera arbitraria a la historia de la Tierra. Al parecer, los dinosaurios se extinguieron definitivamente hace 64 millones de años, cuando los únicos mamíferos eran pequeños y primitivos. Esta hipótesis universalmente aceptada se considera un hecho irrefutable. No obstante, mis investigaciones han demostrado la coexistencia de dinosaurios, grandes mamíferos y seres humanos. Sin duda llegará el día en el que leamos que en la época de los dinosaurios también vivían grandes mamíferos. Ya hace años que se tiene prueba de ello. ¿Por qué no se somete a los respectivos yacimientos a un exhaustivo estudio científico? La respuesta es evidente: las pruebas que he expuesto y que demuestran la coexistencia de diferentes especies y géneros contradicen la teoría de la evolución. Coexistencia y evolución son conceptos excluyentes, ya que una evolución paulatina requiere demasiado tiempo. A finales del siglo XVIII aún se creía en la creación y en el diluvio universal, y en mi opinión tenían razón. ¿Es difícil creer en la creación? A mí me costó mucho convencerme de que era posible, y eso que todavía no he visto ningún ovni. Pese a que hasta hace pocos años era algo inimaginable, en la actualidad hay modelos concretos de pensamiento sobre cómo crear en otros planetas —sobre todo en Marte— una atmósfera respirable. Es lo que se conoce como terraformación. En estas circunstancias el asentamiento de una flora y una fauna en el planeta rojo no es ninguna utopía. La ingeniería genética nos permite crear animales completamente nuevos especialmente adaptados a las condiciones de vida de Marte. ¿Es esto lo que hizo en la Tierra hace miles de años una forma de inteligencia extraterrestre igual a nosotros al menos exteriormente?

213 Naturalmente, quien lo desee puede seguir creyendo en un Dios creador omnipotente, ya que, aun en el caso de que los extraterrestres nos crearan, sigue abierta la cuestión de quién los creó a ellos. Notas 1. Popowitsch, M., UFO Glasnost, Munich, 1991. 2. Krassa, P. y Habeck, R., Das Licht der Pharaonen, Munich, 1996. 3. Berlitz, Ch., Der 8. Kontinent, Munich, 1986.

214 Epílogo Mientras participaba en las excavaciones de 1996 aún estaba convencido de que la Tierra era muy antigua y de que hace 64 millones de años los seres humanos coexistían con los dinosaurios, tal como demuestran las huellas fosilizadas de ambas especies que se han encontrado juntas. Entonces empecé a escribir este libro y me di cuenta de que es imposible responder preguntas muy sencillas desde la habitual concepción científica del mundo. Muchos fenómenos no se explican si no es recurriendo a una concatenación de casualidades y milagros. El sistema evolutivo parece ser claro y convincente, pero para obtener respuestas lógicas y concluyentes no deben plantearse preguntas simples y concretas. Por otra parte, tampoco deben plantearse preguntas críticas. Nuestra rígida visión del mundo es tan frágil que es incapaz de soportar la menor perturbación. A diferencia de la imagen que se quiere dar, en realidad sabemos muy pocas cosas, por lo que nuestra visión del mundo debería ser abierta y flexible para así poder integrar sin problemas los nuevos conocimientos. Sin embargo, ocurre justamente lo contrario: se defienden las anticuadas ideas de los biólogos y los geólogos del siglo XIX y se intenta que los nuevos conocimientos encajen en la limitada visión de las cosas de esos sabios «antiguos». Y pasó lo que tenía que pasar: escribir este libro ha cambiado mi forma de pensar. En una ocasión Gernot Geise escribió que al empezar un libro uno nunca sabe a dónde lo conducirá. En mi mente surgió una nueva concepción del mundo en la que las contradicciones desaparecen. Sólo hay que variar el factor tiempo, por muy perturbadoras que sean las consecuencias. Las pruebas, teorías y reflexiones que he expuesto en este libro demuestran que los principios de uniformidad de Charles Lyell y Charles Darwin, sobre los que se asienta la visión convencional del mundo, no pueden ser ciertos. Bastaría con que la ciencia reconociera uno solo de los descubrimientos que he descrito, para demostrar que no ha podido haber una evolución paulatina y con un objetivo final, tal como sostienen las teorías de la uniformidad.

215 El estado normal en el espacio y en la historia del desarrollo de la Tierra se caracteriza por el caos y las catástrofes, y no por una evolución uniforme. En este estado simplemente no puede haber una macroevolución, sino únicamente una microevolución. La Tierra, o mejor dicho la corteza terrestre, no puede ser tan antigua como se cree. En realidad, durante las catástrofes que ha sufrido nuestro planeta se ha ido formando de nuevo en diferentes momentos en estado plástico-elástico. El diluvio universal que lo arrasó todo y tuvo consecuencias catastróficas fue algo muy real. El cuerpo de la Tierra bajo la corteza terrestre es más antiguo y probablemente es parte de un planeta mayor que se destruyó hace unos miles de años debido a un choque interplanetario. Hay muchos indicios geológicos y mitológicos en este sentido, y esto podría explicar de manera lógica numerosos enigmas cósmicos de nuestro sistema solar, pero aún no se ha hallado una prueba definitiva. La hipótesis de que la Tierra sufrió uno o varios cataclismos se opone radicalmente a las leyes de Lyell y Darwin sobre las que se asienta nuestra visión científica del mundo: fin del mundo y evolución se excluyen mutuamente. No hay una solución intermedia: si la Tierra es joven tuvo que ser creada, ya que no hubo tiempo suficiente para una evolución lenta y continua. A fin de cuentas no tiene importancia si los procesos expuestos se produjeron exactamente en la forma que yo he descrito, y tampoco es tan importante cuándo lo hicieron exactamente. Tanto si el fin del mundo ocurrió hace 10.000 años como máximo o 100.000 años o 10 millones de años, lo cierto es que Darwin se equivocó. No hubo tiempo para que las especies y el ser humano evolucionaran lentamente. Es preciso un cambio de orientación, ya que las catástrofes fueron decisivas en el pasado de la Tierra y en el desarrollo del sistema solar. Ya he explicado que la ley biogenética fundamental de Ernst Haeckel ha resultado ser un fraude. Después de demostrar que el fundamento más importante de la teoría de la evolución es pura invención, es sólo cuestión de tiempo que se junten todas las dudas que suscita la teoría del origen de las especies de Darwin y que se demuestre que la macroevolución es el mayor error de la historia de la humanidad. En 1998 el semanario alemán Spiegel (núm. 17 de 1998, pág. 171) publicó un artículo en el que se decía que la Academia Nacional de las Ciencias —la principal organización científica de EE. UU.— había publicado una guía sobre la enseñanza de la biología en las escuelas. Los legisladores más conservadores de diferentes estados tenían la intención de eliminar de los planes de estudio la teoría de la evolución, que en palabras de la Academia Nacional de las

216 Ciencias es el «concepto más importante de la biología moderna». En Alabama los libros de biología ya afirman que la evolución es sólo «una controvertida teoría». Además, tal como informa el Washington Post, los gremios de supervisión de muchas escuelas han dado instrucciones a los maestros para que en la clase de biología el mito bíblico de la creación en seis días se equipare con la teoría de la evolución. Por lo visto, en Estados Unidos ya se empieza a aplicar en las escuelas mi tesis de «creación en vez de evolución». Las pruebas de la coexistencia de todos los seres vivos, que pude ver con mis propios ojos en las excavaciones de Texas, demuestran que la teoría de la evolución está equivocada. En 1996, cuando empecé a escribir este libro, las teorías que exponía y defendía parecían utópicas, pero después de casi dos años de trabajo la publicación de este libro en Alemania coincidió con un cambio de opinión en la biología y la paleontología favorable a mis hipótesis. A raíz de esto los descubrimientos de Glen Rose se consideran tal como se merecen: realidad y no fantasías o falsificaciones. No hay duda de que Darwin cometió un error. Las últimas investigaciones confirman lo que demuestran las huellas fosilizadas encontradas en el río Paluxy y sus márgenes: en la época de los dinosaurios ya existían grandes mamíferos. El 30 de abril de 1998 la revista científica británica Nature (núm. 392 de 1998) informó que los biólogos estadounidenses Sudhir Kumar y Blair Hedges, de la Universidad Estatal de Pensilvania, después de estudiar material genético fosilizado habían llegado a la conclusión de que la mayoría de las especies de mamíferos existen desde hace más de 100 millones de años, o sea que fueron contemporáneas de los saurios. En vista de la coexistencia de saurios y de grandes mamíferos cabe preguntarse seriamente qué pasa con la evolución. Para decirlo claramente: o bien coexistencia o bien evolución, pero no ambas. El hecho de que todas las criaturas vivieran en la misma época demuestra que hubo una creación. Las conclusiones de Kumar y Hedges levantaron un gran revuelo entre los paleontólogos. En los círculos científicos ya se percibe un cambio de orientación hacia los principios que he descrito y que se basan en pruebas. El choque entre planetas también es cada vez más probable. En la revista científica PM (núm. 6 de 1998) se confirma que: «Un enorme cuerpo celeste chocó contra la Tierra y destruyó gran parte de nuestro planeta». Esta afirmación se basa en una simulación del astrónomo Glen Stewarts, de la Universidad de Boulder (Colorado). Al parecer, en menos de un año los restos de la nube de rocas que daba vueltas en torno al ecuador se condensaron y formaron la Luna. Según la teoría de la evolución esta colisión se habría producido hace 4.000 millones de años. Los paralelismos con mi teoría son evidentes. Sólo es preciso reducir los enormes períodos para eliminar las contradicciones. Todo ocurrió hace pocos miles de años: ¡la Tierra es joven!

217 Glosario Calibrado. Determinación de la relación entre dos magnitudes o series de medición distintas. Conglomerado. Piedra sedimentaria formada por fragmentos de diversas rocas. Conglomerante. Sustancia con acción de fraguado o unión que puede ser de base mineral, química u orgánica; por ejemplo cemento, que se solidifica al entrar en contacto con el agua. Consistencia. Característica de la materia en cuanto a la cohesión de las partículas que la forman y su comportamiento ante cambios de forma. Creación. Base de muchas religiones, especialmente del judaismo, el cristianismo y la religión maya (aparece en el libro sagrado Popol Vuh). Según esto, un ser divino habría creado el mundo a partir de la nada. Darwin. Teoría del origen de la especies de Charles Darwin: véase «Evolución». Datación indirecta. Cálculo de la edad de hallazgos prehistóricos y sucesos geológicos. Los métodos puramente geológicos (estratigrafía), que permiten clasificar estratos separados basándose en fósiles indicadores, proporcionan edades relativas. Otros métodos, como el cómputo de las varvas (capas anuales de arcilla) o la dendrocronología proporcionan edades absolutas, siempre y cuando las teorías de uniformidad sean válidas. Dendrocronología. Método de datación de hallazgos arqueológicos basado en los anillos de crecimiento anuales de la madera. Desarrollo embrionario. La ley biogenética fundamental de Ernst Haeckel (1866) afirma que todo ser vivo en su desarrollo embrionario repite la evolución biológica de sus antecesores. Por esta razón, los embriones de peces, pollos, cerdos y seres humanos serían iguales. No obstante, esta doctrina se basa en dibujos falsificados y ha resultado ser un fraude.

218 Doctrinas de uniformidad. Los dogmas de Charles Lyell (geología) y Charles Darwin (biología) son el fundamento de nuestra imagen del mundo. Se basan en la evolución uniforme de la Tierra y los seres vivos, sin cataclismos. Véase también «Principio de Lyell». Eclíptica. El mayor círculo en el que el plano que contiene la órbita de la Tierra alrededor del Sol corta la esfera celeste, considerada infinita. Epicentro. Punto (foco) en el que se origina un terremoto. Eslabón perdido. Forma de transición (estadio de desarrollo) no hallada dentro de una serie evolutiva en la biología y la antropología. Evolución. Teoría formulada por Charles Darwin. Desarrollo (filogenia) de los seres vivos desde las formas más simples hasta formas muy desarrolladas a lo largo de mucho tiempo a través de una modificación de las especies. Los factores evolutivos más importantes son la mutación, la recombinación, la selección natural y el aislamiento. Génesis. Palabra griega que significa origen, principio. Denominación greco-latina del libro de Moisés, el primero del Pentateuco y también de la Biblia. Se divide en dos partes: la historia de la creación, el paraíso y el pecado original, y la historia de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, José y sus hermanos. Halo. Aureolas luminosas en forma de anillos, aunque también pueden formar bandas o manchas. Impacto. Choque de un meteorito. Isótopo. Los átomos de un elemento pueden tener distinto número de neutrones. Se denominan núclidos isótopos o simplemente isótopos. Leap second. La escala de tiempo uniforme TAI (sigla de «Tiempo atómico internacional»), definida por relojes atómicos (relojes de cesio), se diferencia del tiempo según la rotación de la Tierra o UTC (sigla de Tiempo Universal Coordinado) en no más de 0,9 segundos.* Puesto que la rotación de la Tierra (duración del día) en los últimos años se ha ido lentificando, para mantener esta rela* En la actualidad la rotación de la Tierra se lentifica un segundo cada 500 días (leap second). Después de 10.000 años, si el índice de disminución se mantiene constante, será más de 1,5 horas cada día.

219 mantener esta relación se añade un segundo extra en intervalos de actualmente 500 días. El primer leap second se introdujo el 30 de junio de 1972. Método de la termoluminiscencia. Método de datación que se aplica especialmente a los productos cerámicos, basado en la intensidad de su brillo. La radiación de los isótopos radiactivos naturales provoca la excitación de los electrones de los cristales de cuarzo y feldespato de los átomos de arcilla, por lo cual los electrones se elevan a un nivel de energía mayor. Al cocer la cerámica, este proceso se revierte, aunque especialmente en los estudios de prueba (calentamiento a aprox. 300 °C), y se emite luz (termoluminiscencia). La edad se determina según la intensidad de dicha termoluminiscencia (hasta un máximo de 50.000 años). Método de potasio-argón. Método de datación directo. Se basa en que el potasio natural (K) contiene un 0,012 % del isótopo K 40, que tras un período de semidesintegración de 1,28 x 109 años se transforma en parte en el estable isótopo del argón Ar 40; tiempo comprendido de 105 hasta 1010. Método del carbono 14. Importante método de datación directo descubierto por W. F. Libby. También llamado método del radiocarbono. Se basa en que, debido a la radiación cósmica, el nitrógeno del aire forma carbono radiactivo 14C y se oxida en dióxido de carbono (14C02). Por el intercambio de C02 entre el dióxido de carbono de la atmósfera y el bicarbonato disuelto en los océanos, el 96 % del l4C acaba en una corriente continua en el océano, el 2 % se almacena en las plantas por asimilación y a través de ellas también en los animales, y sólo el 2 % restante permanece en la atmósfera. Toda la reserva de C está en equilibrio. El l4C perdido por la desintegración se sustituye por el nuevo que se produce. Cuando desaparece de la reserva de l4C material que contiene carbono (muerte de un organismo o precipitación de cal del océano), también disminuye la relación isotópica correspondiente a la pérdida de equilibrio (14C): (l2C) = 1 : 1012 (valor reciente) con 5.730 años de período de semidesintegración. Para determinar la edad se mide la relación de la actividad b específica del carbono de la prueba respecto al carbono reciente, por ejemplo de madera joven, y se calcula el tiempo que ha transcurrido desde que la prueba desapareció de la reserva de 14C (hasta aproximadamente 50.000 años). Núclido. Tipo de átomos caracterizados por un determinado número de orden y de masa (protones, neutrones). Véase «Isótopo». Nutación. Oscilación del eje terrestre en dirección contraria al polo celeste. Período de semidesintegración. Tiempo que necesita el producto inicial para desintegrarse hasta la mitad de su valor original. En la desintegración radiactiva, el período de semidesintegración es el tiempo que se necesitan para que se desintegren la mitad de los

220 átomos iniciales. En condiciones de uniformidad (teoría de Lyell), para cada isótopo es una magnitud independiente de las condiciones externas. Perpetuum mobile. Máquina que funciona permanentemente sin aporte de energía. Precesión. El movimiento giroscópico retrógrado del eje terrestre dura 26.000 años. Causa el movimiento de retroceso del punto de intersección (punto de primavera) entre el ecuador celeste y la eclíptica. Principio de Lyell. La teoría de Charles Lyell (geología) propugna que los cambios en la superficie terrestre son únicamente debidos a pequeñas fuerzas idénticas a las actuales. Los cataclismos como el diluvio universal quedan descartados. Junto a la ley biogenética fundamental de Ernst Haeckel, este principio es uno de los pilares de la teoría de la evolución. Roca eruptiva o ígnea. Roca volcánica (ígnea). Estas rocas magmáticas son el resultado de la fusión de las rocas en el manto superior y en la corteza terrestre: granito y basalto. Rocas metamórfícas. Por su estructura también se denominan esquistos cristalinos. Son rocas formadas por la metamorfosis de las rocas eruptivas y las rocas sedimentarias debido a la presión y la temperatura. Así, por ejemplo, el granito se convierte en ortogneis, la roca arcillosa en paragneis y la piedra caliza en mármol. La metamorfosis puede conducir a una fusión parcial (anatexis), creándose así migmatitas (rocas intermedias), o incluso total (palingenesia), cuando se forma magma nuevo. Sedimento. Las rocas sedimentarias se depositan en forma de rocas sueltas (arena, lodo, grava) y se consolidan por diagénesis. Según donde se forman se dividen en sedimentos marinos (en mares muy profundos o poco profundos) y continentales (tierra firme y en agua dulce). Por su aspecto se distingue entre conglomerados (loes, piedra arenisca, grauvaca, marga glaciar y algunas piedras calizas) sedimentos químicos (que se precipitan en reacciones químicas, por ejemplo rocas salinas y yeso natural, algunas calizas y dolomitas) y sedimentos organógenos, que forman los organismos. A través de las plantas se forman, por ejemplo, los carbones y calizas de algas, y a través de animales calizas coralinas y radiolarita. Serie radiactiva. Materia radiactiva (núclidos) o núcleos de átomos generados a partir de consecutivas desintegraciones de núcleos. El uranio y el torio tienen series radiactivas naturales.

221 UA. Unidad astronómica. Se define como la distancia media entre la Tierra y el Sol, que es de 149.600 millones de kilómetros. UTC. Tiempo Universal Coordinado. El tiempo solar medio del meridiano cero (tiempo local medio de Greenwich) es el tiempo universal que todas las zonas horarias toman como referencia. Varva. Depósito de arcilla que se forma en los lagos de agua de deshielo de los glaciares. Cada año se deposita una capa clara y otra oscura (varva), lo que permite calcular la edad por un simple cómputo de las capas. Este método es válido si las teorías de uniformidad son ciertas.