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-------------- ----------------¡ Danowski, Déborah y Viveiros de Castro, Eduardo ¿Hay mundo por venir? Ensayo sobre lo

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Danowski, Déborah y Viveiros de Castro, Eduardo ¿Hay mundo por venir? Ensayo sobre los miedos y los _fines - la ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Caja Negra, 2019. 224 p.; 20 x 13 cm. (Futuros próximos; 23)

DÉaORAH DANOWSKI EDUARDO VIVEIROS DE CASTRO

Traducción de Rodrigo Álv~rez ISBN 978-987-1622-.73-3 1. Antropología. 2. Etnología. 3. Estudios Culturales I. Viveiros de Castro, Eduardo II. Álvarez, Rodrigo, trad.

III. Títu lo. CDD 301.01

Título original: Há mundo por vir? Ensaio sobre os medos e os jins

¿HAY MUNDO POR VENIR? © © ©

Déborah Danowski Eduardo Viveiros de Castro Caja Negra Editora, 2019

Ensayo sobre Los miedos y Los fines

Obra publicada con el apoyo de la Fundación Biblioteca Naciomil de Brasil! Ministerio de Ciudadanía Obra publicada com o apoio da Funda¡;;ao Biblioteca Nacional! Ministério da Cidadania PÁTRIA AMADA FUNDA.;.Ii.o BIBLIOTECA NACIONAL

MINISTÉRIO DA CIDADANIA

~!?B!:\~L~ Traducción / Rodrigo Álvarez

Caja Negra Editora Buenos Aires 1 Argentina [email protected] www.cajanegraeditora.com.ar Dirección Editorial: Diego Esteras 1 Ezequiel Fanego Producción: Malena Rey Diseño de Colección: Consuelo Parga Maquetación: Julián Fernández Mouján Corrección: Renata Prati

CAJA

NEGR~

FU:\UROS PROXIMOS

ÍNDICE

13 15 19

Agradecimientos Prefacio a la segunda edición Prefacio a la presente edición

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¿Qué escabrosa bestia ...

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... llegada al fin su hora,

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... se arrastra hasta Belén para nacer?

6.5 85

El afuera sin pensamiento · o la muerte del otro Por fin solos

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Un mundo de gente

149

Humanos y terrícolas en la guerra de Gaia

197

El mundo en suspenso

Para Irene, terrícola del mundo por venir.

-Orfeo, Dante, Eneas al infierno Descendieron; el Inca ha de subir..: = Ogni sp'ranza lasciate, Che entrate ... -Swedenborg, ¿hay mundo por venir? Joaquim de Sousandrade, El infierno de Wall Street

Pero si nosotros, que somos los reyes de la naturaleza, no hemos de tener miedo, ¿quién ha de tenerlo? Clarice Lispector, La legión extranjera

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AGRADECIMIENTOS

El primer esbozo de este texto fue una exposición oral hecha el 21 de diciembre de 2012 (el día del Fin del Mundo, según un supuesto "calendario maya") en la Universidad de Toulouse-Le Mirail, por invitación del Équipe de Recherche sur les Rationalités Philosophiques et les Savoirs (ERRAPHis) y, algunas semanas más tarde, en un seminario del módulo "Expérimentation Arts et Politiques" (sPEAP), en el Institut d'Études Politiques (Sciences Po) de París. Agradecemos respectivamente a Jean-Christophe Goddard y a Bruno Latour, así como a los oyentes de las conferencias, por la acogida y los comentarios. Jean-Christophe, Gwen-Elen y Jeanne Goddard nos recibieron en Toulouse con un cariño nada menos que emocionante. Bruno Latour, amigo de larga data, merece agradecimientos especiales por haber sido nuestro mayor incentivador, y, como quedará evidenciado, nuestro principal interlocutor. Nos gustaría agradecer también al valiente pueblo terrícola, nuestros "coterrícolas" de la #ATOA: 1 1. Ajunda9áo Taba Oswald de Andrade. Núcleo de pensamiento y acción

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Alexandre Nodari, Flávia Cera, Marcos de Alrneida Matos y Rondinelly Gornes Medeiros, que están con nosotros desde el inicio, y muy especialmente desde el "antropolérnico" evento terraterra, actividad de la Cúpula de los Pueblos paralela' a la Río+20; a Idelber Avelar, por la recomendación del artículo de Dipesh Chakrabarty y pór su siempre generoso apoyo a la causa 'terrícola; a Rodrigo Nunes, por diversas indicaciones relativas al "aceleracionisrno" y sus alrededores; a Felipe Sussekind, Alyne de Castro Costa, Juliana Fausto, Marco Antonio Valentirn, Cecilia Cavalieri, André Vallias e Moysés Pinto Neto, por la complicidad y ayuda decisivas en más de una escaramuza en la actual guerra de los mundos. Venceremos.

fines es una versión actualizada y ligeramente ampliada del texto "L'arret de monde", traducido del portugués por Oiara Bonilla (a quien agradecernos la paciencia) y publicado en junio del 2014 en la antología De l'univers clos aú monde infini, compilada por Érnilie Hache. A Érnilie Hache, que no,s invitó a incluirlo en el libro, le estarnos agradecidos por la decisión de preservarlo en su integridad y por sus valiosas sugerencias editoriales (agradecimientos que se extienden aquí a Élie Kongs). A Michael Housernan, finalmente, que dedicó una fría tarde de enero de 2012 a comentar una de las primeras versiones orales del texto, y que tantas veces, a lo largo de tantos años, nos hospedó en su casa, él y Marika Moisseeff, con incondicional y generosísima amistad; cabe finalizar aquí una lista de agradecimientos que debería extenderse mucho más.

que actualiza y profundiza la metafísica cósmico-política propuesta en el Manifiesto Antropófago de Oswald de Andrade y en la Revista de Antropofagia (1928-1929). ·Ajunda¡;ao es un neologismo derivado del entrecruzamiento entre ajundar (afondar, hundirse) y jundat;üo (fundación); Taba, en portugués, significa "aldea indígena". [N. del T.]

PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN

"Las cosas cambiaron tan rápido que resultó difícil acompañarlas", dice Bruno Latour en un texto que citarnos en las líneas iniciales del segundo capítulo de este libro. La declaración de Latour se aplica también, perfectamente, a ¿Hay mundo por venir? Ensayo sobre los miedos y los fines. Desde su primera edición a fines de 2014, la marcha implacable del calentamiento global, por un lado, y la acumulación de discursos (en sentido amplio) sobre el "fin del mundo" y sobre el Antropoceno, junto con la nube de ternas que este último término resume de modo conveniente aunque polémico, por el otro, fueron de tal magnitud que intentar actualizar de fÓrrna adecuada los argumentos formulados en aquel año, al fin y al cabo tan reciente, sería una tarea extremadamente difícil, a menos que pretendiésemos escribir un nuevo libro. Recuérdense tan solo algunos hitos relevantes, acontecidos desde aquella primera edición, y que tal vez debieran llevarnos a desarrollar varios de sus pasajes: el encuentro Los Mil Nombres de Gaia: Del Antropoceno a la Edad de la Tierra

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PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN

(Río de Janeiro, septiembre de 2014), que orgamzamos junto con otros colegas y que reunió a varios de los principales pensadores de distintos países alrededor del tema; la publicación de la encíclica papal Laudato Si', que marcó la impactante entrada del Vaticano en el debate; la aparición (es el término qu~ conviene) del Manifiesto Ecomodernista (An Ecomodernist Manijesto), documento capitaneado por el Breakthrough Institute y firmado por diversas celebridades pro-capitalistas, que radicaliza aún más las posiciones defendidas por ese think tank que comentamos aquí; diversos textos haciéndose eco de la Laudato Si' y otros tantos criticando despiadadamente el Manifiesto Ecomodernista, algunos de ellos firmados por autores presentes en nuestro libro; el estudio Capitalism .in the Web of Lije . . Ecology and the Accumulation of Capital, de Jasan Moore, que desarrolla una narración de inspiración histórico-materialista sobre (contra) el "Antropoceno"; la verdadera explosión de eventos, textos, y manifiestos de la corriente "aceleracioni:;;ta", que parece haber perdido algo de su triunfalismo -impresión reforzada por la constatación de que un poco de agua viene siendo discretamente colocada en su espeso vino prometeico-; el Acuerdo de París, documento producido en diciembre de 2015 en la coP21, conferencia que supo, tal vez más que todas las otras veinte cumbres climáticas anteriores, provocar en la mayor parte de los ecologistas y científicos una mezcla en partes iguales de esperanza y decepción -por haber logrado la aprobación unánime de los distintos países miembros para limitar el aumento de la temperatura global a 2 oc, en lo posible a 1,5 °C, pero sin explicitar ninguna medida concreta que permita hacer real, o al menos probable, ese objetivo (no hace ninguna mención a los combustibles fósiles, por citar tan solo un ejemplo), dejando la amarga sospecha de que el espectro de la inevitabilidad del "Plan B" de la geoingeniería subyace al texto del acuerdo-. Y . finalmente, huelga decirlo, la reciente y ominosa elección

del negacionista Donald Trurnp como Presidente de los 1 Estados Unidos. De un punto de vista que llamaríamos dialógico antes que crítico, no obstante, el fenómeno más importante que modificaría virtualmente el contexto de recepción del presente libro es la publicación de Face a Gai"a, de Bruno Latour. Ese trabajo, una versión bastante modificada de las Gifjord Lectures on Natural Religion dictadas por el autor en Edirnburgo en 2013 -que fueron una especie de hilo conductor de la marcha argumental de ¿Hay mundo por venir?-, fue escrito, además, teniendo en cuenta -entre muchos otros textos- nuestro ensayo "L'Arret de monde". Incorporar el nuevo libro de Latour en esta edición implicaría, en rigor, escribir un nuevo trabajo. Tampoco podernos dejar de mencionar, entre otros trabajos publicados desde 2014, las recientes obras de Donna Haraway

1. No podemos dejar de mencionar algunos estudios divulgados en los últi. mos años, que tuvieron gran impacto en la comunidad científica y también en la opinión pública: el artículo de Richard E. Zeebe, Andy RidgweU y James C. Zachos "Anthropogenic carbon release rate unprecedented during the past 66 million years" (Nature Geoscience, no 9, 2016), que concluye, por medio de una nueva metodología de cálculo, que la velocidad del aumento de la emisión antropogénica de carbono no tiene precedentes en los último.s 66 millones de años; el artículo de James Hans en et. al., "Ice melt, sea level rise and superstorms: Evidence frorn paleoclimate data, dimate modeling, and modern observations that 2 °C global warming could be dangerous" (Atmos. Chem. Phys., no 16, 2016), una estimación de los probables efectos futuros del aumento en el derretimiento del hielo de la Antártida y de Groenlandia; la reversión de la situación del área ocupada por el hielo marino en la Antártida, que parece haber entrado en una tendencia de declive (lo que ya venía sucediendo en el Ártico hace algunas décadas), como señala una noticia del National Snow and Ice Data Center (Nsmc) de noviembre de 2016 (nsdic.org) comentada por Alexandre Araújo Costa (oquevocefariasesoubesse.blogspot.com.br); y, last but not least, el estudio de Sunke Schmidtko, Lothar Stramma & Martin Visbeck "Decline in global oceanic oxygen content during the past five decades", (Nature, no 542, 2017), que presenta un cálculo preciso de la caída del nivel global de oxigeno disuelto en los océanqs desde 1960, estimada en 2,1%.

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(Staying with the Trouble. Making Kin in the Chtulhucene), Elizabeth Povinelli (Geontologies. A Requiem to Late Liberalism), Marisol de la Cadena (Earth -Beings. Ecologies oj Practice across Andean Worlds), y Anna Tsing (The Mushroom and the End of the World. On the Possibilzty of Lije in Capitalism Ruins), cada una de las cuales explora caminos que apenas pudimos vislumbrar en nuestro ensayo. Si decidimos, finalmente, publicar una nueva edición de ¿Hay mundo por venir? sin tomar debida cuenta de todos esos desarrollos posteriores, fue porque creemos que las constataciones aquí presentadas, las posiciones cuestionadas y las defendidas no requieren ninguna corrección o elaboración que modifique los análisis y las tesis centra_les del libro. En suma, la pregunta que da título a la obra se mantiene, más que nunca, radicalmente abierta. Nada de eso nos impidió, sin duda, hacer algunas pequeñas actualizaciones y alteraciones en esta nueva edición, algunas de las cuales aprovechan sugerencias hechas por Rodrigo Nunes en ocasión de su traducción de nuestro libro al inglés, en 2016. Y, por último, hicimos algunas correcciones y actualizaciones de última hora en lo que concierne a los hechos y a la ciencia del clima, gracias a la generosa ayuda del físico Alexandre Araújo Costa, cuyo excelente blog O que voce faria se soubesse o que eu sei es un instrumento imprescindible para quien quiera comprender la actual crisis ecológica, tanto como sus contextos sociales, económicos y políticos en el Brasil actual.

PREFACIO A LA PRESENTE EDICIÓN

Es!e libro fue escrito en 2014, cuando Brasil aún se encontraba gobernado por el Partido de los Trabajadores (PT), un partido de centro-izquierda cuyo fuerte sesgo desarrollista lo llevó a menospreciar toda preocupación acerca de los pueblos (humanos y no-humanos) cuyas formas de vida son incompatibles con el evangelio de la modernización. Esto no significa que neguemos la importancia de esos años de gobierno que sacaron de la miseria a treinta millones de brasileños, pero lamentamos que no hayan logrado realizarlo de un modo más inventivo que el de la aceleración de la devastación de la Amazonia y del Brasil Central, con el fomento del agronegocio de exportación de commodities, la explotación minera y la construcción de gigantescas centrales hidroeléctricas para alimentar la industria extractivista. En 2016, Dilma Rousseff, por entonces presidenta electa por la fórmula del PT, sufrió un golpe parlamentario a manos de la derecha vernácula, que impuso la implementación de una agenda fuertemente neoliberal, ahora llevada a extremos grotescame11:te caricaturescos con la llegada

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al poder de un gobierno de ultraderecha. Odio hacia las poblaciones indígenas y afrodescendientes; intención de privatización de la: mayoría de tierras y empresas públicas; ataque a las minorías LGTB y a los derechos reproductivos de las mujeres; negacionisrno cínico ante los cambios climáticos y destrucción de los sistemas de protección ambiental; diseminación de un discurso paranoico sobre el "comunismo" que amenazaría a Brasil, con la consecuente persecución de toda expresión opositora; implantación de censura ideológica en escuelas y universidades ... -en fin, la receta que vernos aplicada en diversos países en la presente y siniestra coyuntura mundial exhibe en Brasil una versión especialmente ainemizante-. Frente a esta nueva situación, las críticas al desarrollo ecocida y etnocida de los gobiernos anteriores al golpe de 2016 presentes en nuestro libro se vuelven exiguas; para caracterizar el Brasil actual sería necesario incrementar la intensidad de ,nuestros reclamos.

¿QUÉ ES,CABROSA BESTIA •••

And what rough beast, its hour come round and last, Slouches towards Bethlehem to be born? W.B. Yeats

El fin del mundo es un terna aparentemente interminable ... por lo menos, claro está, hasta que acontezca. El registro etnográfico consigna una variedad de maneras por las que las culturas humanas imaginaron la desarticulación de los marcos espacio-temporales de la historia. Algunas de esas imaginaciones cobraron nueva vida a partir de los años noventa del siglo pasado, cuando se formó el consenso científico respecto de las transformaciones en curso del régimen termodinámico del planeta. Los materiales y los análisis sobre las causas (antrópicas) y las consecuencias (catastróficas) de la "crisis" planetaria vienen acumulándose con extrema rapidez, movilizando tanto la percepción popular -con la debida mediación de los medios de comunicación- corno la reflexión académica.

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Conforme se va tornando cada vez más evidente la gravedad de la presente crisis ambiental y civilizatoria, 1 proliferan nuevas versiones y se actualizan viejas variaciones de una antiquísima idea que llamaremos, en una simplificación que este ensayo pretende complicar un poco, "el 2 fin del mundo". Son blockbusters del género fantástico, "docuficciones" del History Channel, libros de divulgación científica de variados niveles de complejidad, videojuegos, obras musicales y artísticas, blogs sintonizados en todas las franjas del espectro ideológico, reuniones científicas, revistas académicas y redes de información especializadas, informes y pronunciamientos de las más diversas organizaciones mundiales, las invariablemente frustrantes Cumbres Climáticas, simposios de teología, ensayos de filosofía, ceremonias de la Nueva Era y de otros movimientos neopaganos, un número exponencialmente creciente de manifiestos políticos; todo tipo, en suma, de textos, contextos, vehículo~, e·nunciadores, públicos. La presencia del tema en la cultura contemporánea no ha hecho más que aumentar, y de forma cada vez más rápida, exactamente corn,o aquello a

1. Ver, por ejemplo, los últimos informes del Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos (rpcc), disponibles en ipcc.ch. La primera parte del 5° informe (con la fundamentación científica del cambio climático, preparado por el Grupo de Trabajo I) se dio a conocer en septiembre de 2013, la segunda y tercera partes (de los Grupos de Trabajo II, sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad y III,sobre las opciones de mitigación), fueron presentadas, respectivamente, en marzo y abril del 2014. Como es sabido, las proyecciones del IPcc tienden a ser de las más moderadas entre aquellas que circulan en la comunidad científica, en lo que concierne a la intensidad y al ritmo de los cambios climáticos. 2. Sobre la cinematografía apocalíptica, el lector puede consultar Peter Szendy, L'Apocalypse cinéma. 2012 et autresfins du monde, París, Capricci, 2012, que comenta trece films sobre el fin-del-mundo y trae referencias instructivas sobre decenas de otros. Para un análisis de esa proliferación en el curioso caso de las fantasías distópicas dirigidas a un público de adolescentes del sexo femenino, ver Amanda Craig, "The Hunger Garues and teenage craze for dystopian fiction", The Telegraph, 14 de marzo de 2012.

lo que se refiere, a saber, la intensificación de los cambios en el macroambiente terrestre. Toda esta floración disfórica se ubica a contracorriente del optimismo "humanista" predominante en los últimos tres o cuatro siglos de la historia de Occidente. .Preanuncia, si es que no refleja ya, algo que parecía estar excluido del horizonte de la historia en cuanto epopeya del Espíritu: la ruina de nuestra civilización global en virtud de su hegemonía indiscutible, un ocaso que podrá arrastrar consigo a considerables porciones de la población humana. Aunque comenzando, claro está, por las masas miserables que viven en los guetos y basureros geopolíticos del "sistema mundial", por su naturaleza el colapso inminente alcanzará a todos, de una u otra forma. Por eso, no son solo las sociedades que integran la civilización dominante, de matriz occidental, cristiana, capitalista-industrial, sino toda la especie humana, la idea misma de especie humana, la que está siendo interpelada por la crisis; incluso, por lo tanto, y especialmente, aquellos pueblos, culturas y sociedades que no están en el origen de dicha crisis. Eso por no hablar de los muchos millares de linajes de vivientes que se encuentran en peligro de extinción, o que ya desaparecieron de la faz de la tierra, debido a las modificaciones ambientales causadas por las 3 actividades "humanas". Tal desastre civilizatorio y demográfico es imaginado a veces como el resultado de un evento "global", a saber, como una extinción súbita de la especie humana, o incluso de toda la vida terrestre, desencadenada sea por

3. El problema de la pertinencia o no del concepto de especie humana o "humanidad" para encuadrar la reflexión y la acción de las colectividades políticas actualmente existentes frente a la crisis ambiental (Estados, pueblos, partidos, movimientos sociales) será retomado en la conclusión de este e-nsayo. ·

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un "acto de Dios" -un supervirus letal, una explosión volcánica gigantesca, el choque con un cuerpo celeste, una rnegatorrnenta solar-, sea por el efecto acumulativo de intervenciones antrópicas sobre el planeta, corno en el film · The Day Ajter Tomorrow (El día después.de mañana, 2004), de Ro land Ernrnerich, sea, finalmente, por una gran guerra nuclear a la vieja usanza. Otras veces, el desastre tiende a ser descripto de forma más realista (sobre todo si observarnos los sucesivos escenarios que vienen proponiendo las ciencias que estudian las interacciones entre la geósfera, la hidrósfera, la atmósfera y la biósfera: el llamado "Sistema Tierra") 4 corno un proceso de degradación ya iniciado, extremadamente intenso, que se acelera de forma creciente y que es en muchos aspectos irreversible, de las condiciones ~rnbientales que presidieron la vida humana durante el Holoceno (época del período Cuaternario que sucede al Pleistoceno, a partir de los 11.700 años a.C.), con la alternancia entre sequías y huracanes e inundaciones, pérdidas masivas de cosechas agrícolas seguidas de pandernias humanas y animales, guerras genocidas en medio de extinciones biológicas que alcanzan a géneros, familias e incluso linajes enteros, en una secuencia de perversos efectos de retroalimentación que empujarían paulatinamente a la especie, en un proceso de "violencia lenta" -al parecer, cada vez menos lenta-, hacia una existencia material y políticamente sórdida, hacia aquello

4. Sin embargo, nótese por ejemplo que el reciente estudio de Giovani).i Sgubin, Didier Swingedouw et al., "Abrupt cooling over the North Atlantic in modern climate models" (Nature Communications, no 8, 2017), proyecta como un escenario posible aún en este siglo el enfriamiento abrupto (en un período de diez años) del Atlántico Norte, debido a la perturbación de la circulación termohalina de la corriente del Golfo, lo que hace que el argumento del film de Emmerich tal vez ya no pueda ser descripto como tan absolutamente fantasioso. Ver también Alex Kirby, "Drastic cooling in North Atlantic beyond worst fears, scientists warn", The Guardian, 24 de febrero de 2017.

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que Isabelle Stengers llamó "la barbarie que viene", y que será, por lo que todo indica, tanto más bárbara conforme el sistema tecno-econórnico dominante (el capitalismo mundial integrado) continúe su fui te en avarit. No son solo las ciencias naturales y la cultura de masas que se alimenta de ellas las que están registrando la deriva del mundo. La inquietud generalizada comienza a sentirse incluso en la metafísica, notoriamente la más etérea de las especialidades filosóficas. En los últimos años hemos asistido, por ejemplo, a la elaboración de nuevos y sofisticados argumentos conceptuales que se proponen a 6 su modo "acabar con el rnundo": sea acabar con el mundo corno ineludiblemente mundo-para-el-hombre, de modo de justificar el acceso epistémico pleno a un "mundo-sin-nosotros" que se articularía de forma absoluta antes de la jurisdicción del Entendimiento; sea acabar con el mundo-como-sentido, de modo de determinar el Ser corno pura exterioridad indiferente; corno si el mundo "real", en sus radicales contingencia e insignificancia, debiera ser "realizado" contra la Razón y el Sentido. Es cierto que muchos de estos ·fines-del-mundo metafísicos tienen apenas una relación de motivación indirecta con el evento físico de la catástrofe planetaria; pero no por eso dejan de expresarlo, o de reflejar la vertiginosa sensación de incompatibilidad -si no de incomposibilidadentre el humano y el mundo, pues son pocas las áreas de la imaginación contemporánea que no se vieron afectadas por la violenta reentrada de la noósfera occidental en la

5. Rob Nixon, Slow Violence and the Environmentalism of the Poor, Cambridge, Harvard University Press, 2011, y también Isabelle Stengers, En tiempos de catástrofes. Cómo resistir a la barbarie que viene, Buenos Aires, Futuro Anterior/Ned, 2017. 6. Por acabar "a su modo", entiéndase demoler los conceptos de mundo elaborados por la filosofía moderna, de Kant a Derrida y más allá; ver Sean Gaston, The Concept of World from Kant to Derrida, Londres, Rowman & Litterfield, 2013.

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atmósfera terrestre, en un verdadero e inaudito proceso de "transdescendencia". Nos creíamos destinados al vasto· océano sideral y henos aquí de vuelta rechazados en el puerto del que partirnos ... Las distopías proliferan; y un cierto pánico perplejo (peyorativamente tildado de "catastrofisrno"), cuando no un entusiasmo algo macabro (recientemente popularizado bajo el nombre de "aceleracionisrno"), parece sobrevolar el espíritu del tiempo. De repente, el famoso no future del movimiento punk se ve revitalizado -si es este el término que conviene-, a la vez que reernergen profundas inquietudes de dimensiones comparables a las presentes, corno aquellas suscitadas por la carrera nuclear de los años -no tan distantes- de la Guerra Fría. Por ello, resulta imposible no recordar la conclusión seca y sombría de Günther Anders, en un texto capital sobre la "metamorfosis metafísica" de la humanidad después de Hiroshirna y Nagasaki: " La ausencia . d e f uturo ya cornenzo'". 7 Ese futuro-que-acabó llegó, una vez más, lo que sugiere que tal vez nunca haya cesado de corn(;!nzar: ¿en el Neolítico?, ¿en la Revolución Industrial?, ¿a partir de la Segunda Guerra Mundial? Si la· amenaza de la crisis climática es menos espectacular que la de los tiempos del peligro nuclear (que no dejó de existir, cabe resaltar), su ontología es más compleja, en lo que respecta a las conexiones tanto con la agencia humana corno con su paradójico cronotopo. 8 Su advenimiento recibió "nuestro" nombre, Antropoceno, designación propuesta por Paul Crutzen y Eugene Stoerrner para

7. Günther Anders, Le temps de la fin, París, L'Herne, 2007, pp. 112-113.

"Una guerra nuclear habría sido una decisión consciente por parte de quienes detentan el poder. Los cambios climáticos son una consecuencia no intencional de las acciones humanas, y solo el análisis científico puede mostrar que son el efecto de nuestras acciones corno especie"; Dipesh Chakrabarty, "The Climate of History: Four Theses", Critical Inquiry, no 35, 8.

2009, p. 221.

lo que ellos entienden es la nueva época geológica que siguió al Holoceno, y que se habría iniciado con la Revolución Industrial e intensificado tras la Segunda Guerra Mundial. § Sobre la relación algo paradójica entre la emergencia de una conciencia "biosférica", la perspectiva a partir del espacio exterior, la consolidación de la teoría del cambio climático y la carrera armamentista de la Guerra Fría (incluido el programa Star Wars de Reagan), el lector encontrará de interés los tra9 bajos de Joseph Masco y el libro reciente de Peter Szendy,

Kant chez les extraterrestres. Philosofictions cosmopolitiques. 10 En una conferencia TED del 2012, titulada "¿Por qué tengo que hablar del cambio climático?" y que trataba sobre el desequilibrio energético temporario del Sistema Tierra causado por la acumulación de gases de efecto invernadero (la diferencia entre la cantidad de energía o calor que entra en el sistema y la cantidad reflejada de vuelta al espacio), James Hansen sugirió una elocuente equivalencia entre el c;;alor que se acumula diariamente en los "reservorios" del planeta (el océano, los glaciares y la tierra), a saber, 0,58 W/m2, y el calor de la explosión de cuatrocieJ;ltas mil bombas atómicas. Acerca de esto, véase también el excelente blog Skeptical Science, creado por John Cook, según el cual nuestro clima ha acumulado una cantidad de calor equivalente a la explosión de cuatro bombas de Hiroshima por segundo, alcanzando un total de 2.115.122.800 bombas desde 1998 hasta el "presente" (esto es, hasta el 2 de julio de 2014 a las 14:45, hora de :arasilia, cuando consultamos por última vez 11 el widget 4hiroshimas.com). El físico Alexandre Araújo Costa

9. Joseph Masco, "Bad weather: on planetary crisis", Social Studies of Science, 2010, y "The end of ends", Anthropological Quarterly, 2012. 10. Peter Szendy, Kant chez les extraterrestres. Philosojictions cosmopolitiques, París, Minuit, 2011.

11. Ver skepticalscience/4-Hiroshirna-bornbs-worth-of-heat-per-second.html y skepticalscience.corn/4-Hiroshirna-bornbs-per-second-widget-raise-awareness-global-warrning.html. Un comentario al posteo de John Cook recuen~.a

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hizo un cálculo semejante, específicamente pata el forzamiento radiactivo antrópico, y llegó a un resultado mucho mayor: 18,5 12 bombas de Hiroshima por segundo. En suma; el viejo proyecto occidental de aumentar continuamente la ~antidad de energía disponible por habitante, 13 a partir de la aceleración de los procesos de obtención de esa energía con la Revolución Industrial, parece estar aproximándose a un muro contra el cual la especie corre el riesgo de colisionar espectacularmente. § Aunque en el siglo pasado (e incluso un poco antes) ya se

hubieran propuesto términos como "Antro ceno", "Antropósfera", o incluso "Antropoceno", se cuenta que fue durante una discusión en un encuentro del International Geosphere-Biosphere Programme (IGBP) cerca de la Ciudad de México, en el 2000, que elquímico atmosférico (y ganador del premio Nobel) Paul Crutzen propuso el concepto por primera vez, publir cándalo ¡r riemora junto con su colega Eugene Stoermer en 14 una newsletr.er, y luego en el artículo "Geology of Mankind". La propuesta aún está siendo examinada por la comunidad científica. Durante el último encuentro del Congreso Internacional de Geología, en agosto de 2016, el Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno, coordinado por Jan Zalasiewicz, recomendó la adopción formal de la nueva nomenclatura; sin embargo, aún no se cuenta con una posición oficial por parte

que John Lyman (Universidad de Hawái) ya había usado la referencia a la bomba de Hiroshima en el caso de la temperatura del océano, en entrevistas posteriores a su estudio "Robust warming of the global upper ocean" (Nature, n° 465, 2010); ver, por ejemplo, lives-science.com. 12. Para una ilustración de la relación fuertemente simbólica -la "vacilación prolongada entre el sonido y el sentido", como dice Paul Valéryentre los nombres "Hiroshima" y "Katrina", ver "Climate change likened to heat of bomb blasts", The Sydney Morning Herald, 23 de junio de 2013. 13. Claude Lévi-Strauss, Raza y cultura, Madrid, Cátedra, 1993, p. 71. 14. Paul Crutzen y Eugene Stoermer, "The Anthropocene", IGBP Newsletter, 2000; Paul Crutzen, "Geology of mankind", Nature, no 415, 2002.

de la Comisión Internacional de Estratigrafía o de la Unión Internacional de las Ciencias Geológicas sobre esa cuestión tan importante, así como tampoco sobre cuál será el golden spik.e adoptado, ni sobre la fecha de inicio de la nueva época geológica, en caso de que esta sea aceptada. Los candidatos más probables, no obstante, parecen ser los residuos radioactivos y los años de posguerra, con el inicio de los test nucleares.

El Antropoceno (o cualquier otro nombre que se le quie15 ra dar) es una época en el sentido geológico del término, pero apunta hacia el fin ·de la "epocalidad" como tal, en lo que concierne a la especie. Aunque haya comenzado con nosotros, muy probablemente terminará sin nosotros: el Antropoceno solo podrá dar lugar a otra época geológica mucho después de que hayamos desaparecido de la faz de la tierra. Nuestro presente es el Antropoceno; este es nuestro tiempo. Pero este tiempo presente se va revelando como un presente sin porvenir, un presente pasivo, portador de un karma geofísico cuya anulación está enteramente fuera de nuestro alcance, lo cual hace más urgente e imperativa la tarea de mitigarlo: "La revolución ya sucedió ... los eventos con que tenemos que lidiar no están en el futuro, sino en gran parte·en el pasado [ ... ] sea lo que sea que hagamos, la amenaza permanecerá con nosotros por siglos, o milenios". 16

METAFÍSICA Y MITOFÍSICA

Este texto es un intento de analizar seriamente los discursos actuales sobre el "fin del mundo", entendiéndolos

15. Veremos, más adelante, algunas razones de disenso en cuanto al uso de este concepto. 16. Bruno Latour, Face a Gai"a. Huit conférences sur le nouveau régime climatique, París,. La Découverte, 2015.

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como experiencias de pensamiento acerca del viraje de la aventura antropológica occidental hacia su declive, esto es, como intentos, no necesariamente· deliberados, de invención de una mitología adecuada para el presente. El "fin del mundo" es uno de esos famosos problemas que según Immanuel Kant la razón no puede resolver, pero tampoco dejar de plantearse. Y se los plantea necesariamente bajo la forma de la fabulación mítica o, como se acostumbra decir hoy en día, de "narrativas" que nos orientan y motivan. El régimen semiótico del mito, indiferente a la verdad o falsedad empírica de sus contenidos, se instaura siempre que la relación entre los humanos como tales y sus condiciones más generales de existencia se impone como un problema para la razón. Y si toda mitología puede ser descripta como una esquematización de condiciones trascendentales en términos empíricos -como una retroproyección validante de ciertas razones suficientes imaginadas ("narrativizadas") _corito causas eficientes-:-, entonces el corriente impasse se torna tanto más trágico, o irónico, conforme somos capaces de ver el problema de la Razón recibiendo el aval del Entendimiento. Pues estamos ~quí frente a un problema esencialmente metafísico, el fin del mundo, formulado en los términos rigurosos de esas ciencias en extremo empíricas que son la climatología, la geofísica, la oceanografía, la bioquímica, la ecología. Tal vez, como observara Claude Lévi-Strauss en repetidas oportunidades, la ciencia, que comenzó a separarse del mito cerca de tres mil años atrás, terminará incluso por reencontrarlo, al cabo de una de esas dobles torsiones que entrelazan la razón analítica con la razón dialéctica, la combinatoria anagramática del significante con las vicisitudes históricas del significado. 17

17. Sobre la "doble torsión" como fórmulaprinceps de la transformación estructuralista, ver Pierre Maranda (comp.), The Double Twist. From EthnC?graphy

Unas palabras más sobre la noción de "mito". Un estímulo importante, aunque contingente, para el presente ensayo fue una obra filosófica, el ya célebre Después de la finitud, de Quentin Meillassoux (2006). Junto con escritos de otros pensadores contemporáneos asociados al así llamado "realismo especulativo", nos pareció que el proyecto de Meillassoux reanudaba, nolens volens, los lazos entre la especulación metafísica y las matrices mitológicas del pensamiento (que el criticismo kantiano llamaría "dogmáticas"). Tuvimos la impresión, al cabo de la lectura de Después de la finitud -y, más tarde, de Nihil desencadenado, de Ray Brassier (2007), otra obra influyente del movimiento-, de que ese estilo de reflexión se insertaba no solo en la serie que va, digamos, de Platón a Alain Badiou, sino también en un vasto universo discursivo que abarca desde el tesoro de ideas que se acumula hace milenios en la especulación cosmológica de los pueblos indígenas del mundo hasta Melancolía, el film de Lars von Trier (2011), y La carretera, la novela de Cormac McCarthy (2006), pasando por la extensa tradición mítico-literaria occidental sobre el tema del pays gaste, la tierra devastada, 18 sin olvidar la vitalidad persistente, si no incluso creciente, de ese género "menor" que es la ficción científica. La conocida frase de Jorge Luis Borges, que clasificaba a la metafísica como una rama de la

to Morphodynamics, Toronto, University of Toronto Press, 2001; Mauro William Barbosa de Almeida, "A fórmula canonica do mito", en Ruben Caixeta de Queiroz y Renarde Freire Nobre (comps.), Lévi-Strauss. Leituras brasileiras, Belo Horizonte, UFGM, 2008; Eduardo Viveiros de Castro, Metafísicas caníbales, Buenos Aires, Katz, 2011. 18. Ver Jessie Weston, From Ritual to Romance, 1920. Eduardo Sterzi ha realizado importantes exploraciones sobre el tema (cursos, artículos), desde sus orígenes europeos hasta la literatura brasileña contemporánea; ver, por ejemplo, "O reino e o deserto. A inquietante medievalidade do moderno"; Letterature d~merica (Brasiliana), no 125, 2009.

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literatura fantástica, 19 no solo terminaría exigiendo la reciprocidad -la literatura fantástica y la ficción científica son las metafísicas pop, las "mitofísicas" de nuestra época-, sino que anticipaba la interdigitación a la que asistimos entre ciertos experimentos de la vertiente más creativa de la filosofía contemporánea y auto'res como H.P. Lovecraft, Philip K. Dick, Ursula K. Le Guin, William Gibson, David Brin o China Miéville. Nuestro objetivo, entonces, es hacer un balance preliminar de algunas de las principales variantes del tema del "fin del mundo", tal como hoy se presenta en el imaginario de la cultura mundializada. Comencemos evocando brevemente los términos objetivos -por así decirlo- del problema.

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This is really happening happening happening Thom Yorke

GAIA Y ANTHROPOS

19. "Los metafísicos de Tlon no buscan la verdad ni siquiera la verosimilitud: buscan el aso:¡nbro. Juzgan que la metafísica es una rama de la literatur9- fantástica"; Jorge Luis Borges, "Tlon, Uqbar, Orbis Tertius", en Ficciones, Buenos Aires, Emecé, 1956, p. 23.

Recordando una antigua maldición chína, se puede decir que realmente vivimos tiempos interesantes. Uno de los aspectos más interesantes de estos tiempos es, como se ha observado hasta el cansancio, su aceleración descontrolada. El tiempo está fuera de eje, y marcha cada vez a mayor velocidad. "Las cosas cambiaron tan rápido que resultó difícil acompañarlas", constataba hace poco Bruno Latour en Face a Gara. Se refería al estado del conocimiento científico respecto del problema; 1 pero, de un tiempo a esta parte, es 1. Conocimiento que, justamente, no para de sorprendernos. Ver, por ejemplo,

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el propio tiempo, como dimensión de la manifestación del cambio (el tiempo como "número del movimiento", como diría Aristóteles), el que parece estar· no solo acelerándose, sino cambiando cualitativamente y "todo el tiempo". Prácticamente todo lo que puede ser diého sobre la crisis climática se vuelve por definición anacrónico y desfasado; y todo lo que debe ser hecho al respecto es necesariamente muy poco, y llega demasiado tarde: too little, too late. Esa inestabilidad meta-temporal se conjuga con una súbita insuficiencia del mundo -recordemos el argumento de las cinco Tierras que serían necesarias para sustentar la extensión pan-humana del nivel de consumo de energía de un ciudadano norteamericano promedio-, y genera en todos nosotros algo así como la experiencia de una descomposición del tiempo (el fin) y del espacio (el mundo), y la sorprendente degradación de las dos grandes formas condicionantes de la sensibilidad al estatuto de formas condicionadas por la acción humana. 2 Este es uno de los sentidos, y no el menos importante, en que se puede decir que nuestro mundo está dejando de ser kantiano. Es curioso observar que todo sucede como si, de las que para Kant son las tres grandes ideas trascendentales, a saber, Dios, el Alma y el Mundo (objetos respectivamente de la teología, la psicología y la cosmología), estuviéramos asistiendo al derrumbe de la última idea; visto que Dios murió entre los siglos XVIII y XIX, el Alma un poco más tarde (su avatar semi-empírico; el Hombre, tal vez haya resistido hasta mediados del siglo XX), solo quedaría

el caso de los estudios sobre el derretimiento acelerado de gigantescos glaciares en la Antártida y en Groenlandia, que se hicieron públicos apenas semanas después de la publicación de la última parte del último informe del IPCC en abril de 2014. 2. Anders observó ese decaimiento de la posición de condición a la de condicionado a propósito de lo que él llamaba "tiempo del fin", el kairos posnuclear definido por la posibilidad inminente del "fin de los tiempos"; ver G~nter Anders, Le temps de la fin, op·. cit., p. 82.

el Mundo, por lo tanto, como el último y vacilante bastión de la metafísica. 3 La historia humana ya conoció varias crisis, pero la así llamada "civilización global" -nombre arrogante para la economía capitalista basada en la tecnología de los combustibles fósíles- jamás enfrentó una amenaza como la presente. No estamos hablando solo del calentamiento global y de los cambios climáticos. En septiembre de 2009, la revista Na tu re publicó un número especial, coordinado por Johan Rockstrom, del Stockholm Resilience Centre, en el que diversos científicos identificaron nueve· procesos biofísicos del Sistema Tierra y buscaron establecer límites para esos procesos, límites cuya transgresión acarrearía alteraciones ambientales insoportables para distintas especies, la nuestra entre ellas: cambios climáticos, acidificación de los océanos, depleción del ozono estratosférico, uso de agua dulce, pérdida de biodiversidad, interferencia en los ciclos globales de nitrógeno y fósforo, cambio en el uso del suelo, polución química, tasa de aerosoles atmosféricos. Los autores advertían, a modo de conclusión, que "no podemos darnos el lujo de concentrar nuestros esfuerzos en ninguno de esos [procesos] aisladamente. Si un solo límite fuera traspasado, los otros también correrían serio riesgo". Sucede que, al menos segÚ.n los autores, podríamos encontrarnos ya fuera de la zona de seguridad de tres de estos procesos -la tasa de perdida de la biodiversidad, la interferencia humana en el ciclo del nitrógeno (la tasa con que el N2 es removido de la atmósfera y convertido en nitrógeno reactivo para uso humano, principalmente como fertilizante) y los cambios climáticos-, y cerca del límite de otros tres -uso del agua dulce, cambio en el uso de la tierra, y acidificación de los océanos-. 4 3. Sean Gastan, The Concept of World from Kant to Derrida, op. cit. 4. Sobre los nueve parámetros, ver Johan Rockstrom et al., "A safe operating space for humanity", Nature, no 461, pp. 472-475, 2009, disponible en nature.com. Los autores publicaron posteriormente una segunda versión,

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§ La acidificación de los océanos ha sido frecuentemente nom-

brada como el hermano. gemelo de los cambios climáticos, por compartir con estos últimos las mismas· causas ·y por ser comparablemente grave para la vida futura en el planeta. Es importante subrayar que los límites propuestos por Rockstrom Y sus colegas tienen un carácter experimental; no había (no sabemos si eso cambió), entre los propios científicos que participaron del estudio, una completa seguridad acerca de la cuantificación de algunos de los parámetros analizados. Para tener una noción de la discusión en curso, véanse, por ejemplo, el artículo de Anthony D. Barnosky et al. ("Approaching a state shift in Earth's biosphere", Nature, no 486, 2012), que refuerza la idea de un abrupto punto de viraje (tipping point) de la atmósfera terrestre, y el de Barry W. Brook et al. ("Does the terrestrial biosphere have planetary tipping points?", Trends in Ecology & Evolution, 2013), que cuestiona la existencia del tal tipping point en el caso específico de la pérdida de la biodiversid~d. Para un serio y estimulante intento de relectura crítico-optimista (los autores parecen creer en la posibilidad de un "buen Antropo. ceno"") del tema de los límites planetarios desde el punto de vista de los saberes antropológicos (lato sensu), ver el artículo de Gilsi Pálsson et al. ("Reconceptualizing the 'Anthropos' in the Anthropocene: Integrating the social sciences and humanities in global environmental change research", Environmental Science & Policy, no 28, 2013, disponible en sciencedirect. com), quienes reivindican la urgencia de una consideración de la competencia propia de las ciencias humanas en general (de aquello que en inglés llaman, utilizando un hesitante conector, the humanities and the social sciences) para el enfrentamiento teórico y práctico de la catástrofe ambiental. La "naturaleza" o "ambiente", en suma, sería algo demasiado serio para ser

revisada y actualizada, de su estudio. Ver Will Steffen et al., "Planetary boundaries: Guiding human development on a changing planet". Science, vol. 347, no 6223, 2015.

dejado exclusivamente en manos (y en los presupuestos de investigación ... ) de los dentistas naturales. Tanto más porque las distinciones entre "ambientado" y "ambientante", naturaleza y cultura, se vuelven teórica y .empíricamente cada vez más problemáticas. Es imposible no acordar con ese alegato y con ese pleito, en particular con el argumento de que, si las ciencias "naturales" del Sistema Tierra son capaces de parametrizar y modelar cuantitativamente la evolución geofísica de la crisis planetaria, la contribución de las ciencias humanas, por su parte, es indispensable para que se ·comprendan las consecuencias sociopolíticas, se articulen las'respuestas posibles y se firmen los compromisos aceptables por parte de una "humanidad" que se presenta inmediatamente dividida en colectivos dotados de intereses y entendimientos variables y opuestos respecto a los valores vitales, y cuya situación futura en general será probablemente tan diferente del capitalismo mundial integrado de hoy como del mundo medieval o de las sociedades paleolíticas (lo cual, quisiéramos advertir, no es necesariamente una previsión optimista). No nos entusiasma demasiado, sin embargo, el cliché crítico que funciona como leitmotiv en el texto de Pálsson et al.: "es importante historizar y contextualizar las afirmaciones sobre límites y fronteras" (ibíd., p. 7). Pero eso es evidente ... incluso es imperativo; siempre que no nos lleve a la desesperanzadora conclusión, más o menos subrepticia, de que "límites y fronteras" son otra "construcción social". Otra advertencia fundamentalmente sensata que encontramos en el texto y que merece un comentario semejante es, por ejemplo: Es necesario prestar más atención a la distribución social de los impactos planetarios, que no siempre son fácilmente cuantificables. La desigualdad en la disponibilidad de agua potable, por ejemplo, difícilmente podrá ser solucionada por una redistribución global, y esto es algo que suscita problemas específicos de gobernabilidad. Un "espacio operativo seguro para la humanidad" puede ser un instrumento útil a escala global, pero es una ficción en escalas menores.

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"Gobernabilidad", "recursos", "servicios ambientales" ... Al margen de que no nos agrada el lenguaje gerencial que puntúa el texto, asociado además a la noción de "sustentabilidad" (para la que, diríamos. de nuestra parte, vale la idea de que "puede ser un instrumento útil a escala local, pero es una ficción en escalas mayores"), no podemos dejar de llamar la atención sobre la naturalidad con que se mantiene la imagen dicotomizante de "lo local versus lo global", que es justamente uno de los aspectos más fuertemente cuestionados, en un sentido objetivo, por la crisis planetaria. 5 Sería lamentable si, una vez más, termináramos asistiendo a la reconstitución del dualismo naturaleza/ cultura a través de los mismos gestos que lo denuncian como insubsistente, con los dentistas naturales hipnotizados por los "parámetros geofísicos" y equipados con una noción de "humanidad" vaga y de escasa eficacia política, m~entras los dentistas sociales simplemente rebautizaR como "justicia ambiental" a la perenne e inevitable lucha por los derechos de los desheredados de la Tierra, esto es, la "justicia social". Pero, como rezaba uno de los lemas de la campaña de fundación del Instituto Socioambiental (IsA), 6 "socioambiental se escribe todo junto". Nos

5. Puede ser instructivo comparar las consideraciones antedichas con el argumento de los "ecopragmatistas" del notorio Breakthrough Institute (del cual hablaremos más adelante) para mostrar la inadecuación de la aplicación de la noción de límites planetarios a escala global, lo que podría · bloquear "oportunidades" de crecimiento a nivel local; según estos autores, solo los cambios climáticos y la acidificación de los océanos constituirían sistemas con límites planetarios. VerTed Nordhaus, Michael Shellenberger y Linus Blomqvist, The Planetary Boundary Hypothesis. A Review ofthe Evidence, Oakland, Breakthrough Institute, 2012, pp. 6, 12 y 15. 6. Organización de la sociedad civil brasileña, fundada en 1994, que se dedica a la defensa del medioambiente, el patrimonio cultural y los derechos humanos y sociales de los pueblos, como así también al desarrollo de modelos participativos de sustentabilidad socioambiental. Ver socioambiental.org. [N. del T.]

parece necesario, en suma, entender la noción de ecología política como un pleonasmo meramente enfático, no como un compromiso conceptual híbrido, un "arreglo" entre una naturaleza y una cultura que, de esa forma, continuarían repartiendo las cartas, solo qUe ahora por debajo de la mesa. Pero tal vez estemos leyendo de modo excesivamente poco comprensivo el importante call to arms de Pálsson y sus colegas, y nos disculparnos si lo comprendernos mal. § Uno de los "canarios en la mina" de los cambios climáticos

es el derretimiento de las principales capas de hielo de la Tierra. El 4° informe del IPcc, lanzado en el 2007, estimaba que el hielo del Ártico podría desaparecer durante el verano hacia el fin de siglo. En agosto del 2012, no obstante, el récord de deshielo de la región fue quebrado. Algunos científicos ya se arriesgan a prever para esta década un verano sin hielo en el Ártico. El resumen del Grupo de Trabajo I del 5° informe, lanzado en el 2013, clasifica como "probable" la casi total ausencia de hielo marino en el Ártico, en los' meses de septiembre, hacia mediados de siglo. Las últimas novedades en las áreas polares, por cierto, son posteriores al informe del IPcc, como ya mencionamos; ellas hacen referencia a la temible velocidad· del derretimiento de glaciares monumentales en la Antártida y en Groenlandia, lo que modifica considerablemente las previsiones (temporales y espaciales) de elevación del nivel de los océanos. Parafraseando at Mani.fiesto comunista, todo lo que es sólido -comenzando por el hielo más antiguo de la Tierra- se deshace en el mar. .. 7

7. Ver Dady Chery, "Antarctica's Accelerating Ice Collapse", Climate & Capitalism, 19 de mayo de 2014, disponible en climateandcapitalism.com. John Abraham, "Global warming and the vulnerability of Greenland's ice sheet", Skeptikal Science, 30 de mayo de 2014, disponible en skepticalscience.com; Y Andrew Freedman, "Are We Totally Screwed? What Antarctica's 'Collapsing' Ice Sheet Means for Us", Mashable, 20 de mayo de 2014, disponible en mashable.com.

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Estamos, en suma, prestos a entrar -o ya entramos, Y esta misma incerteza ilustra la experiencia de un caos temporal- en un régimen del Sistema Tierra que es completamente diferente a todo lo que conocemo~. El futuro próximo en la escala de algunas pocas décadas, no solo se vuelve imprevisible, sino también inimaginable por fuera del marco de la ficción científica o de las escatologías mesiánicas. Existen varios íconos impresionantes de ese fenómeno de aceleración de las alteraciones ambientales en una tasa perceptible en el intervalo de una o dos generaciones 8 humanas, como los gráficos en forma de palo de hockey que muestran el aumento vertiginoso de diversos parámetros críticos -temperaturas medias globales, crecimiento poblacional, consumo de energía per cápita, tasa de extinción de especies, etc.- a partir de finales del siglo XIX, o como la curva de Keeling, que describe la evolución de la tasa de concentración de co 2 en la atmósfera desde 1960, la cual alcanzó por primera vez la marca de 400 ppm el día g de mayo de 2013. 9 Por lo tanto, no se trata únicamente de la magnitud de los cambios en relación a algún valor de referencia (por ejemplo, los 280 ppm de co 2 de antes de la Revolución Industrial), sino de su aceleración creciente; esto es, la int~nsificación de la variación, y la consecuente pérdida de cualquier valor de referencia.

8. El hockey stick graph, concebido por Michael Mann para representar los cambios en la temperatura de la Tierra desde 1000 a.C., apareció por primera vez en el 2001, en el Summary for Policy Makers del tercer informe del IPCc; para el debate que suscitó, ver Michael Mann, The Hockey.Stick and the Climate Wars. Dispatches from the Front Lines, Nueva York, Columbia University :Press, 2012. 9. Esas mediciones fueron extendidas hasta períodos más lejanos del pasado, con base en observaciones empíricas (anillos de crecimiento de los árboles, muestras de hielo polar), y algunas retroceden hasta 11.000 a.C., como es el caso de la "anomalía de la temperatura". La extensión de la cobertura cronológica reforzó la excepcionalidad del momento presente, én lo que concierne al ambiente en el cual evolucionó la especie humana.

Vivimos en el tiempo de los puntos catastróficos y de la reversión de las curvas. 10 Récords de altas temperaturas son seguidos cada vez con mayor frecuencia por récords de bajas temperaturas, aunque la tendencia global sea a· la alta. Casi a diario, se discute acerca de la velocidad del aumento en la concentración de co 2 (lo que, por ejemplo, implica toda una discusión sobre la economía de los países emergentes); se discute la ''sensibilidad" del Sistema Tierra y el consecuente grado de elevación en la temperatura global en función de la duplicación del co 2 acumulado en el sistema. Por otro lado, la disminución global en el volumen de hielo no impide el aumento (¿provisorio?) 11 de su extensión en algunas regiones del planeta, y se conjuga con el cambio en su consistencia, en su color y en su consecuente capacidad de reflejar la luz. ¿Cuál es la velocidad y la proporción de elevación del nivel del mar, y a qué se debe, por ejemplo, la misteriosa caída en la elevación global ocurrida entre 2010 y 2011 ?12 ¿Cómo dar cuenta del problema de la atribución? ¿Cómo hablar de desvío de la

10. La curva de Keeling es uno de los pocos gráficos que no presentan oscilaciones negativas, salvo aquellas diurnas y estacionales. Así, aunque las mediciones de las temperaturas globales muestren una clara tendencia al aumento a lo largo de períodos más extensos (sobre todo en los gráficos hockey stick que incluyen temperaturas anteriores a la Revolución Industrial), muchas veces disminuyen puntualmente, durante intervalos más cortos de tiempo. Un eventual aumento más lento de la temperatura global, prontamente celebrado por los negacionistas del clima como prueba de la falsedad de la "hipótesis del calentamiento", es explicado por los climatólogos como un aumento más acentuado en otros parámetros, por ejemplo, en la temperatura de las capas profundas de los océanos. 11. Ver, más arriba, la nota 1 al prefacio a la segunda edición. 12. Algunos trabajos la atribuyen a las monumentales inundaciones acaecidas en Australia en el mismo período, fenónemo que "sustrajo grandes canti:dades de agua de los océanos sin devolver después esa agua, como un usuario de biblioteca que acumula multas por atraso cada vez más grandes"; Andrew Freedman, "Australia's Flooding Rains Briefly Slowed Sea Level Rise", Climate Central, 21 de agosto de 2013, disponible en climatecentral.org.

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norma si la norma cambia cada año, si como única norma posible solo queda la anormalidad misma? 13 Más caliente o más frío, más seco o más húmedo, más o menos rápido, más o menos sensible, mayor o menor r.eflectividad, más claro o más oscuro. La inestabilidad afecta al tiempo, las cantidades, las calidades, las mediciones mismas· y las escalas en general, y corroe también al espacio. Lo local y lo global se yuxtaponen y se confunden: la elevación global del nivel del mar no se refleja de manera uniforme en su elevación local; los cambios climáticos son un fenómeno global, pero los eventos extremos inciden cada· vez más en un punto diferente del planeta, lo que vuelve cada vez más difícil su previsión y la prevención de sus consecuencias. Todo lo que hacemos localmente tiene consecuencias sobre el clima global pero, por otro lado, nuestras pequeñas acciones individuales de mitigación parecen no surtir ningún efecto observable. En definitiva, estamos presos en un devenir-loco generalizado de las cualidades extensivas e intensivas que expresan el sistema biogeofísico de la Tierra. No es llamativo que algunos climatólogos ya se· refieran al actual sistema climático como "la bestia del clima" ( the climate beast) . 14 Lo que todo esto sugiere es que esa aceleración del tiempo -y la correlativa compresión del espacio-, vista usualmente como una condición existencial y psicocultural !

13. Ver James Hansen, Makiko Sato y Reto Ruedi, "The New Climate Dice: Pub lic Perception of Climate Change", Science Briefs, NASA/Goddard Institute for Space Studies,. 2012, disponible en giss.nasa.govjresearch/briefs/hansen_17. 14. "De tanto en tanto [ ... ], la naturaleza decide darle un buen puntapié a la bestia del clima. Y la fiera respondé, como las fieras acostumbran hacerlo, de manera violenta y un tanto imprevisible"; Wallace Broecker y . Robert Kunzig, Fixing Climate. The Story of Clim'ate Science and How to Stop Global Warming, Londres, Profile, 2008, p. 122. Ver también cómo Dipesh Chakrabarty retoma ese pasaje en su contribución a Émilie Hache (ed.), De l'univers clos au monde infini, Bellevaux, Dehors, 2014.

· de .la ~poca contemporánea, acabó por pasar, baj~ una forma obJetivamente paradójica, de la historia social a la historia · biogeofí:ica. Se trata de ese pasaje que Dipesh Chakrabarty, en su pwnero artículo "The Climate of History", describe como. la_ t:ansformación de nuestra especie de simple agente bwlog1co en una fuerza geológica. 15 Este es el fenóme~~' más significativo del presente siglo: "la intrusión de Ga1a , brusca y abrupta, en el horizonte de la historia humana, el sentido del retorno definitivo de una forma de trascendencia que creíamos haber trascendido, y que ahora reaparece más fuerte que nunca. La transformación de los humanos en fuerza geológica, es decir, en un fenómeno "objetivo", en un objeto "natural", en un "contexto" 0 "ambiente" condicionante, se paga con la intrusión de Gaia en el mundo humano, que le da al Sistema Tierra la forma amenazadora de un sujeto histórico, un agente político, 16 una persona moral. En una inversión irónica y mortífera (por su contradictorie_dad· recursiva) de la forma y del fondo,.el ambientado se vuelve el ambiente (el "ambientante") Y VIceversa; se trata de la crisis, en efecto, de un cada vez más ambiguo ambiente, que ya no sabemos dónde está en relación a nosotros, ni nosotros en relación a: él. Esa súbita colisión de los humanos con la Tierra la terro~ífica comunicación de lo geopolítico con lo geofísfco, contnbuye de manera decisiva al desmoronamiento de .la distinción que era fundamental para la episteme moderna: la distinción entre los órdenes cosmológico y antropológico, separados desde "siempre" (vale decir, desde por lo menos el siglo XVII) por una doble discontinuidad, de esencia y de escala. De un lado, la evolución de la especie, y del otro,

15. Dipesh Chakrabarty, "The Climate of History: Four Theses", op. cit., pp. 97-2_22. . 16. Ver Isabelle Stengers, En tiempos de catástroFes, op • c1"t ., y Bruno 'J' Latour, Face d Gai'a, op. cit.

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la historia del capitalismo (a largo plazo, estaremos todos muertos); a fin de cuentas todo es termodinámica, pero es en la dinámica del mercado de acciones donde se hacen las cuentas que cuentan; la mecánica cuántica fluctúa en el corazón de la realidad, pero son las incertezas de lapolítica parlamentaria las que movilizan nuestros corazones y nuestras mentes ... en otras y pocas palabras, naturaleza y cultura. 17 Pero hete aquí que, una vez roto el techo que al mismo tiempo nos separaba y nos elevaba infinitamente por encima de la Naturaleza infinita "allá afuera", nos encontramos en el Antropoceno, la época en que la geología entró en resonancia geológica con la moral, tal como fuera anunciado por los célebres videntes Gilles Deleuze y Félix Guattari, veinte años antes de Crutzen; esto, subrayamos, no moraliza la geología (la responsabilidad humana, la in18 tencionalidad, el significado), pero sí geologiza la moral. La bella estratificación sociocosmológica de la modernidad comienza a implosionar frente a nuestros ojos. Imaginábamos que el edificio podía apoyarse solo sobre su planta baja -la economía-, pero resulta que nos habíamos olvidado de los cimientos. Y el pánico sobreviene cuando se descubre que la última instancia de determinación era apenas la penúltima ... No solo la modernidad se globalizó, sino también el globo se modernizó, y todo esto en un intervalo de tiempo muy corto: "solo muy recientemente la distinción entre las historias humana y natural [ ... ] comenzó

17. Ver Bruno Latour, Nunca fuimos modernos. Ensayos de antropología simétrica, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007, y Eduardo Viveiros de Castro,

"Transformac;ao na antropología, transformac;ao da antropología", Mana, vol. 18, no 1, 2012, pp. 151-171. 18. Ver el capítulo "10.000 a J.C. -La geología de la moral", en Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-Textos, 2002. La fecha del título evidentemente se refiere a la Revolución Neolítica y el comienzo del Holoceno.

19 · es de a d esmoronarse ". La 1"d ea d e que nuestra especie aparición reciente en el planeta, que la historia tal como la conocemos (agricultura, ciudades, escritura) es más reciente aún, y que el modo de vida industrial, basado en el uso intensivo de combustibles fósiles, se inició menos de un segundo atrás según el conteo del reloj evolutivo del Hamo sapiens, parece conducir a la conclusión de que la humanidad misma es una catástrofe, un evento súbito y devastador en la historia del planeta, que desaparecerá mucho más rápidamente que los cambios que habrá suscitado en el régimen termodinámico y en el equilibrio biológico de la Tierra. En las narrativas de esa "historia profunda" que está siendo construida por historiadores, paleontólogos, climatólogos y geólogos, 20 los humanos desempeñan un papel crucial, al mismo tiempo que tardío y muy probablemente efímero.

§ Sobre el probable error científico y la conveniente maniobra

política de retrotraer el inicio del Antropoceno hasta el Neolítico (declarando inoc~ntes de este modo a los ·actuales intereses tecnoeconómicos que cubren la atmósfera con co 2 , o por lo menos atenuando la gravedad de sus crímenes), ver el artículo 21 de Clive Hamilton), quien, más allá de objetar tal retroceso, recuerda que existen paleoclimatólogos respetados, como WaUy Broecker, que prefieren hablar de una nueva era geológica . ") 22 mas que d e ·una s1mp . l e epoca ' ( el (la " era An t ropozo1ca

19. Dipesh Chakrabarty, "The Climate of History: Four Theses", op. cit., p. 207. 20. Ver al respecto la monumental síntesis de John Brooke, Climate change and the course of global history, Cambridge, Cambridge University Press, 2014. 21. Clive Hamilton, "The new environmentalism will lead us to disaster", Scientific American, 2014, disponible en scientificamerican.com. 22. El término ya habría sido sugerido en 1873 por el geólogo y paleontólogo italiano Antonio Stoppani (ver Gisli Pálsson et al., op. cit., p. 4).

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Antropoceno), lo que resulta en un aumento de la escala cronológica y de la significación geofísica del evento iniciado con la Revolución Industrial y sus etapas sucesivas de intensificación en por lo menos un orden de magnitud. Recordemos también que la idea de una congénita vocación ecocida del Horno sapiens es evocada con frecuencia -y a veces con la·mejor de las intenciones (ahora que sabemos ser, además de mortales, mortíferos, podemos y debemos hacer algo al respecto, como sugiere George Monbiot, apoyándose en la literatura reciente 23 sobre la extinción de la megafauna del Pleistoceno ) para explicar el presente desmoronamiento antropocénico. Pero talargumento ha sido recibido con escepticismo, al menos por parte de algunos paleo-ecólogos adeptos a la "teoría de la resiliencia"24 que, por el contrario, sugieren larguísimos períodos de estabilidad ecológica y sociopolítica en las sociedades arcaicas, puntuados por obstáculos ambientales exógenos (catástrofes no-malthusianas, de origen tectónico o astronómico). En un razonamiento similar al de Monbiot sobre el Horno destructor, Pálsson y sus colegas sugieren que lo que distingue al Antropoceno de modo más notable (striking) es que se trata de la primera época geológica en la que una fuerza geológicamente determinante es "activamente consciente de su papel geológico", y que esto modifica potencialmente la naturaleza misma de la geología. ¿Pero no sería eso más o menos equivalente a decir que, después de Darwin, las leyes de la evolución fueron "potencialmente" modificadas, esto es, que ahora tenemos la capacidad de infringirlas? Curioso argumento. ¿Ser activamente consciente de su papel geológico es siempre lo mismo que ser activamente capciz de modificar ese papel? Después de todo, somos "activamente conscientes" de nuestra mortalidad desde hace varios milenios, tal vez cientos, y no por ello ...

23. Georg e Monbiot, "Destroyer of worlds", 2'014, disponible en monbiot.com. 24. John Brooke, Climate Change and the Course of Global History, op. cit., pp. 8-9, 267-268.

§ Veremos más adelante que el término "Antropoceno", si no su referencia geofísico-antropológica, no despierta exactamente un entusiasmo unánime entre los especialistas de las "humanidades". Evóquese aquí, por ahora, solo la propuesta -bastante típica de una de las principales vertientes de la crítica al concepto- de rebautizar al Antropoceno como "Capitaloceno", cuyo principal defensor es el sociólogo Jason Moore, coordinador de la World-Ecology Research Network. Moore entiende que la Revolución Industrial, iniciada a comienzos del siglo XIX, es una mera consecuencia de la mutación socioeconómica que generó el capitalismo en el "largo siglo XVI", y que por lo tanto el origen de la crisis reside, en última instancia, en las relaciones de producción antes que en (y antes de) las fuerzas productivas, por decirlo así. (¿Con que entonces no fue el molino de viento que nos dio el señor feudal, ni el motor a vapor del capitalista 25 industrial?) No obstante, como contraargumentó Chakrabarty,

algunos académicos afirman que no es la agencia humana como tal la que se volvió una fuerza planetaria, ya que el cambio climático es simplemente resultado del desarrollo capitalista. Su refrán es: "¡Es el capitalismo, estúpido!". Si argumentáramos que una modernización global de tipo soviético habría producido consecuencias muy similares, la mayoría de ellos comenzaría a hacer toda suerte de acrobacias teóricas para probar que el socialismo soviético era, en verdad, ¡el capitalismo bajo otra forma! Naturalmente, no se puede especular sobre un "verdadero . l"1smo , que nunca na d"1e vw . ... 26 soc1a

Ciertamente, la finitud empírica de la especie es algo que la inmensa mayoría de las personas letradas aprendió

25. No sabemos si específicamente él tenía las agresivas críticas de Moore en mente. 26. Dipesh Chakrabarty, "Human Agency in the Anthropocene", Perspectives on History, 1 o de diciembre de 2012, disponible en historians.org.

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a admitir, por lo menos, desde Darwin. Sabernos que "el mundo comenzó sin el hombre y terminará sin él", según la tan recordada y plagiada frase de· Lévi-Strauss. Pero cuando las escalas de la finitud colectiva y la finitud individual entran en una trayectoria de convergencia, esa verdad cognitiva se vuelve súbitamente una verdad afectiva difícil de administrar. Una cosa es saber que la Tierra ,_ e incluso todo el Universo desaparecerán de aquí a millones de años, o que -mucho antes de eso pero en un futuro aún indeterminado- la especie humana se extinguirá (por lo demás, este último saber es frecuentemente neutralizado por la esperanza de que "nos transformaremos en otra especie" -idea quE¡! carece de todo sentido preciso-); pero otra cosa muy diferente es imaginar la situación que el conocimiento científico actual coloca en el plano de las posibilidades inminentes: la de que las próximas generaciones (las generaciones próximas) tengan que sobrevivir ~n un medio empobrecido y sórdido, un desierto ecológico y un infierno sociológico. Una cosa, en otras palabras, es saber teóricamente que vamos a morir, pero otra es recibir de nuestro médico la noticia de que padecernos una enfermedad gravísirna, con pruebas radiológicas y de diverso tipo frente a nuestros ojos. § Un agravante de esa dificultad de pensar la catástrofe es

el carácter "hiperobjetivo" de los cambios climáticos. "Hi:perobjetos" fue el nombre dado por Timothy Morton a un tipo relativamente nuevo de fenómenos y/ o entidades, que desafían nuestra percepción del tiempo y del espacio porque, entre otras características, se distribuyen por el globo terrestre de tal modo que no pueden ser aprehendidos por nosotros de forma inmediata, o porque persisten y producen efectos cuya duración excede con creces las escalas de la vida individual, de la vida colectiva y, verosímilmente, de la duración de la especie. Ejemplos de hiperobjetos son los materiales radioactiyos y otros desechos industriales, así

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como el calentamiento global y los cambios ambientales que le seguirán, y que deberán durar millares o millones de años antes de que las condiciones que hoy conocemos puedan ser reestablecidas. Cabe señalar que autores como Hans Jonas y Günther Anders ya habían antiCipado hace tiempo esa idea de una desproporción radical, suscitada por la potencia tecnológica moderna, entre causas y efectos, acciones y consecuencias, en un proceso de deslocalización·y perennización de las acciones humanas, del punto de vista, claro está, de nuestra experiencia e imaginación. 27

Corno observa Latour cuando, en Face a Gai"a, intenta caracterizar los diversos aspectos del sentimiento de "desconexión" que nos paraliza frente a los eventos actuales, nada está en la escala justa. No solo se trata, entonces, de una "crisis" en el tiempo y en el espacio, sino de una confusión feroz del tiempo y del espacio. 28 Este fenómeno de un colapso generalizado de las escalas espaciales y temporales (el interés contemporáneo por los fractales no parece ser accidental) anuncia el surgimiento de una continuidad o una convergencia crítica entre los ritmos de la naturaleza y de la cultura, señal

27. Ver Timothy Morton, El pensamiento ecológico, Barcelona, Paidós, 2018, y del mismo autor, Hiperobjetos. Filosofía y ecología después del fin del mundo, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2018; ver también las tajantes páginas de Anders sobre el "paralogismo de la sensación", la indiferencia personal al Apocalipsis debido al hecho de que, como "todo el mundo se va a morir al mismo tiempo", no me concierne a mí en cuanto tal; Günther Anders, Le temps de la fin, op. cit., pp. 40-51. 28. Sobre la aceleración del tiempo, ver el denso artículo de Jacques Derrida, "No apocalypse, not now (a toda velocidad, siete misiles, siete misivas", en Cómo no hablar y otros textos, Barcelona, Anthropos, 2017. Para una exposición de la crítica derridiana al concepto metafísico de "mundo" y otros conceptos correlacionados, ver Sean Gastan, The Concept of World from Kant to Dérrida, op. cit., como así también para una defensa de dicho filósofo frente a las críticas hechas por los que Gastan denomina "eco-polemistas" (ibíd., pp. 151 y ss.).

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de un inminente ''cambio de fase" en la experiencia histórica humana. De este modo, nos vemos forzados a reconocer (una vez más la doble torsión·lévistraussiana) el advenimiento de otra continuidad, una "posterioridad" cuasi freudiana, o mejor, una continuid.ad por venir del presente moderno con el pasado no-moderno: una continuidad mitológica o, en otras palabras, cosmopolítica. , Así, el tiempo histórico parece estar a punto de volver a entrar en resonancia con el tiempo meteorológico o "eco lógico", 29 pero ahora ya no en los términos arcaicos de los ritmos estacionales, sino por el contrario en los tiempos de la disrupción de los ciclos y la irrupción de los cataclismos. El espacio psicológico se va volviendo coextensivo con el espacio ecológico, pero ahora ya no como control mágico del ambiente, sino como "el pánico frío" (Stengers) suscitado por la enorme distancia entre conocimiento científico e impotencia política, esto es, entre nuestra capacidad (científica) de imaginar el fin del mundo y nuestra incapacidad (política) de imaginar el fin del capitalismo, por evocar la tan citada boutade de Fredric Jameson. Aparentemente, entonces, no solo estamos al borde del retorno a una "condición premoderna", sino que también, frente al choque con Gaia, nos veremos todavía más desamparados de lo que lo estaba el así llamado uhombre primitivo" frente al poder de la Naturaleza, ya que al menos aquel "se encontraba protegido -y en cierta medida liberado- por el almohadón amortiguan te de sus sueños". 30 Nuestras pesadillas, por el contrario, nos aterrorizarían en plena vigilia ... aunque la sensación de estar despiertos quizás sea solo una pesadilla más.

29. Edward Evans-Pritchard, Los nuer, Barcelona, Anagrama, 1992. 30. Claude Lévi-Sttauss, Tristes trópicos, Barcelona, Paidós, 1988, p. 445.

LA PERSPECTIVA DEL FIN DEL MUNDO

De ese choque hablan los discursos apocalípticos encima mencionados, cuyos efectos de conjunto sobre el imaginario contemporáneo por fin pasamos ahora a analizar. Eljin del mundo, entonces. Comencemos por elfi.n. La fórmula nos coloca en una situación paradójica, semejante a la deformación en los parámetros espacio-temporales que mencionamos recién, en la cual nos vemos arrastrados por un doble movimiento, a la vez en dirección a un pasado y un futuro también dobles, con una cara "empírica" y una "trascendental": el pasado oscuro y violento de la generación material ( cosmogénesis, antropogénesis) y el futuro doloroso de la decadencia y la corrupción, o espera de la muerte; pero también un pasado de pura plenitud existencial (que nunca sucedió como presente, pues es su idea reguladora y por lo tanto su inversión mítica) y un futuro de inexistencia absoluta (que, por así decir, ya sucedió desde siempre, pues la inexistencia absoluta es "espiritualmente" retroactiva). 31 Así, todo pensamiento del fin del mundo expone la cuestión del comienzo del mundo y la cuestión del tiempo de antes del comienzo, la cuestión del katechon (el tiempo del fin, esto es, el tiempo del antes-del-fin) y la cuestión del eschaton (el fin de los tiempos), la desaparición ontológica del tiempo: el fin del fin. En segundo lugar, el mundo. Pensar el fin del "mundo" nos sitúa en un registro tanto sustractivo como duplicativo:

31. Sobre "el kairos de la ontología", momento creado por el riesgo del apocalipsis, y por lo tanto fin de la época del "no-ser para nosotros" y advenimiento del "no-ser para nadie", el "verdadero no-ser" de la extinción que abolirá -que ya-siempre abolió- el pasado como tal, ver Günther Anders, Le temps de lafin, op. cit., pp. 18-27. La conexión entre lo que -medio siglo después de las reflexiones de Anders- vino a ser apodado "giro ontológico" Y la perspectiva del fin del mundo nos parece fundamental.

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el mundo es puesto para ser eliminado, puesto corno "ya" eliminado por un pensamiento que está implicado él mismo en esa eliminación, ya que es un aspecto, propiedad o dimensión (esencial o accidental, aquí da lo mismo) del mundo que al mismo tiempo se anticipa a este al representar -o mejor, "pre-presentar"- el evento del fin. El pensamiento del fin del mundo suscita· necesariamente el problema del correlato del fin del pensamiento, esto es, el fin de la relación (interna o externa, poco importa ahora) entre pensamiento y mundo.· Por lo tanto, adoptarnos operativarnente (es decir, sin compromisos metafísicos), y por ahora, la trivial posición "correlacionista" de que el fin del mundo es un problema puesto por y para el pensamiento, pues solo el pensamiento problernatiza (y esto no significa, lo cual sería menos trivial, que solo los humanos piensen, esto es, que solo ellos tengan un mundo para perder). Constatamos, de hecho, que todos los conceptos de ''mundo" presentes en los discursos apocalípticos examinados movilizan un interlocutor conceptual de la familia del "Otro" deleuziano: Otro corno la estructura a priori que es la condición de todo mundo "objetivo" posible, 32 y por lo tanto de la posibilidad objetiva de su extinción. El "fin del mundo" solo tiene un sentido determinado en estos discursos -solo se vuelve pensable corno posible-, si al mismo tiempo se determina para quién este mundo que termina es mundo, quién es el mundano o el "rnundanizado" que define eljin. El mundo, en suma, es una perspectiva objetiva. 33 La relación (o correlación) central en todas las variantes míticas del fin del mundo aquí consideradas -relación cuyo fin parece ser el problema, incluso cuando "el problema" es

32. Otra vez, ver Sean Gastan, The Concept of World from Kant to Derrida, op. cit., pp. 99 y ss., para un análisis de la afirmación de Derrida de que la muerte del Otro es el fin del mundo. 33. "Recordemos que la expresión 'mundo real' es como 'ayer' o 'mañana', ya que su sentido se altera de acuerdo al punto-de-vista [standpoint]"; Alfred Whitehead, Proceso y realidad, Buenos Aires, Losada, 1956.

destronarla de su centralidad o desrealizarla pura y simplemente- es aquella entre la "mundanidad" y la "humanidad". En las páginas que. siguen, el fin del mundo será tornado corno algo que es necesariamente pensado a partir de otro polo, el de un nosotros que incluye el sujeto (sintáctico o pragmático) del discurso sobre el fin. Y llamaremos "humanidad" o "nosotros" a la entidad para la cual el mundo es mundo, o mejor, de quién el mundo es rnundo. 34 Un punto crucial, sin embargo, y muy poco notado por los discursos instalados en la perspectiva del occidente moderno -ya sean de inspiración "naturalista", "humanista" o "poshumanista"- es que la cuestión de saber quién es el "nosotros", eso que se entiende por "humano" o "persona" en otros colectivos consensualmente considerados (por "nosotros") corno humanos, raramente es planteada, y en ningún caso traspasa el límite de la especie en cuanto categoría taxonómica extensiva. El abordaje de esta cuestión es una tarea estratégica, para la cual creernos que la teoría etnográfica está mucho mejor preparada que la -metafísica o la antropología filosófica, disciplinas que casi siempre parecen saber perfectamente qué tipo de entidad es el anthropos y, sobre de todo, quién está hablando cuando se dice "nosotros". 35 El problema del fin del mundo se formula, entonces, siempre corno una separación o divergencia, un divorcio o una viudez, que resulta de la desaparición de uno de los polos de la dualidad entre el mundo y su habitante, el ente para el cual el mundo es mundo -y que en nuestra tradición

34. Para la distinción entre el concepto "relativista" de mundo-para-un-sujeto y el concepto "perspectivista" de mundo-de-un-sujeto, ver Eduardo Viveiros de Castro, Cosmological Perspectivism in Amazonia and Elsewhere, HAU Masterclass Series, 2012, disponible en haubooks,org. 35. Sobre esta diferencia en el modo de determinar las condiciones de articulación de un "nosotros", ver el comentario a una frase de Rorty en Eduardo Viveiros de Castro, "Zero and the art of arithropology", Common knowledge, vol. 17, n° 1, 2011.

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metafísica tiende a ser el "ser humano", ya sea que responda al mote de Horno sapiens o al de Dasein-. Esta desaparición puede deberse a su extinción física o a su absorción metafísica por el término correlativo, lo que lleva a la redeterminación del término que subsiste: De manera muy simple, podernos partir de la oposición entre un mundo sin nosotros, esto es, el mundo después del fin de la existencia de la especie humana, y un nosotros sin mundo, como una humanidad desrnundanizada o desarnbientada, la subsistencia de alguna forma de humanidad o subjetividad tras el fin del mundo. Pero, corno vimos, al pensar la disyunción futura de los términos es difícil no evocar el origen de su conjunción presente, y precaria. El fin del mundo retroproyecta un inicio del mundo; en el mismo paso, el destino futuro de la humanidad nos transporta hacia su emergencia. La existencia del "mundo antes de nosotros", aunque sea considerada por algunos corno un desafío filosófico (volveremos sobre esto), no parece un estado de cosas tan difícil de imaginar para el hombre común. Pero la posibilidad de un "nosotros antes del mundo", la preexistencia ontocosrnológica del humano al mundo, es una figura menos usual en la vulgata mitológica occidental. Como veremos, se trata de una posibilidad largamente explorada en cambio ·por el p ensarniento arnerindio. La dualidad mítica entre humanidad y mundo, pensada a partir de su disolución por la sustracción de uno de sus polos, nos coloca de este modo frente a cuatro casos básicos, que surgen de considerar su proyección hacia el futuro o hacia el pasado. Pero enseguida esta simple matriz se desdobla en ocho casos, si considerarnos el tono afectivo o el valor atribuido a cada una de estas resoluciones sustractivas. El mundo después de nosotros puede ser visto como una nueva edad de oro para la vida, o, alternativamente, como un desierto silencioso y muerto; la humanidad tras el fin del mundo puede ser vista como una raza de superhombres cuyo destino es el cosmos infinito,

o corno un puñado de miserables sobrevivientes en un planeta devastado, y así sucesivamente. 36 En verdad, sin embargo, el cuadro tiene muchos más matices, por el mero hecho de que el sentido y la referencia de "mundo" y "humanidad" varían bastante en las diferentes fabulaciones míticas, artísticas, científicas o filosóficas sobre el fin del mundo. El polo "sujeto~' o "persona" parece casi siempre referirse, como vimos, a la totalidad de la humanidad como especie; pero bien puede reducirse a la "verdadera" humanidad, esto es, a alguna encarnación sociocultural específica de la excelencia humana (nosotros, por ejemplo), o por el contrario expandirse a una virtualidad antropomórfica universal, una especie de fondo de humanidad como prima materia. En cuanto al "mundo" cuyo fin es imaginado, puede referirse al conjun·· to de la biosfera terrestre; puede designar el cosmos como un "todo" (la colección de entidades y procesos espacio- temporales, esto es, el "mundo" de la física), inclusive la realidad en su sentido metafísico, o también el Ser como tal; pero puede designar también el Umwelt socionatural humano, o, más precisamente, cierto modo de vida visto como el único digno para los verdaderos seres humanos (¿acaso podemos vivir sin aviones y sin computadoras, sin plástico y sin antibióticos?). 37 Esas fluctuaciones o equivocaciones no le quitan relevancia ni pregnancia a la idea del "fin del mundo"; por el contrario, la difractan y multiplican en una variedad de fines y de mundos que, 36. En vista de la intención política del presente ensayo, no habrá de asombrar al lector que consideremos más interesantes ("mejores para pensar", diría Lévi-Strauss) los casos de gente-sin-mundo que los de mundos-sin-gente, y que por lo tanto nos detengamos más en los primeros. 37. No discutiremos aquí los matices técnicos de los diversos conceptos de mundo desarrollados históricamente "dentro" de la filosofía en cuanto disciplina. Para un análisis parcial de esta historia, centrado en la serie formada por Kant, Hegel, Hu~serl, Heidegger y Derrida, ver el libro, ya citado, de Sean Gastan. . -

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no obstante, parecen expresar todos una misma intuición histórica fundamental: que nos ha sido revelado que las cosas están cambiando, cambiando rápidamente, y no para 38 el bien de la vida humana "tal corno la conocernos". Por último, y sobre todo, que no tenernos la menor idea de qué hacer al respecto. El Antropoceno es el apocalipsis, en ambos sentidos, etimológico y escatológico. Son tiempos interesantes, ciertamente.

•.. SE ARRASTRA HASTA BELÉN PARA NACER?

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We have lost the cosmos D.H. Lawrence

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EL MUNDO ANTES DE NOSOTROS

38. La fórmula "el fin de X tal como lo conocemos" {X= el mundo, la vida humana, la civilización, el Estado-nación, etc.) es cada vez más recurrente en el discurso contemporáneo, y merecería un análisis detallado. En su aparente inocencia de mera expresión {entendemos que se difundió a partir de traducciones desde el inglés), es rica en sobreentendidos filosóficos.

El primer caso que elegirnos para comenzar nuestro recorrido tiene su expresión canónica en·la idea del Edén, la imagen propiamente paradisíaca de la infancia del mundo: el mundo tal corno existía hasta el sexto día de la creación, esto es, corno un escenario montado a la espera del actor principal, el "hombre". El Edén es un mundo-sin-humanos que es un mundo-para-los-humanos; los humanos son los últimos en llegar y son, en ese sentido, el "fin" (la finalidad) del mundo. De manera alternativa, podernos imaginar este mundo ya en la semana siguiente a la de la creación, pero antes del pecado original -antes, por lo ta:r:tto, que Adán y Eva se separaran de él- objetivándolo

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Una perfecta duplicación en intensidad (¡plus intra!~, fin de las divisiones en extensión: los invasores. son los mvadidos, los colonizados son los colonizadores. Despertamos de una pesadilla incomprensible. Y, como. decía Oswald de Andrade, solamente el hombre desnudo comprenderá.

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Desear la guerra contra las guerras futuras y pasadas, la agonía contra todas las muertes, y la herida contra todas las cicatrices, en nombre del devenir y no de lo eterno. Gilles Deleuze y Félix Guattari

Hablamos de tres nombres que nos guiaron en buena parte de nuestro recorrido hasta aquí, pero faltó hacer hincapié sobre un último y no menos esencial,. el de Isabelle Stengers. Hace algunos años, por lo menos desde En tiempos de catástrofes, esta filósofa viene trayendo a escena, junto c.on Latour/ la figura ambigua y compleja de Gaia, puesta como el personaje-clave para la comprensión

1. Este lo hace, creemos, desd,e su "An Attempt ata 'Compositionist Manifesto"', New Literary History, no 41, 2010, pp. 471-490.

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del significado del "tiempo de las catástrofes" que es el nuestro. La Gaia de Stengers, sin embargo, no es la misma entidad que la Gaia de Latour. En primer lugar, ella es el nombre de un evento, la cara de la "intrusión" en nuestras historias de un tipo de "trascendencia" que nunca más podremos dejar de tener en cuenta en nuestras vidas: el horizonte cataclísmico definido por el calentamiento global antropogénico. Gaia es el evento que pone a nuestro mundo en peligro, al único mundo que nosotros tenemos, por lo tanto ... Como veremos, es justamente aquí, en este "por lo tanto", que se trata de parar para pensar, pensar en las consecuencias que pueden esperarse sacar de ese "por lo tanto" y que están estrechamente ligadas a la extensión política que debemos dar al "nosotros". Gaia es la trascendencia que responde, de modo brutalmente implacable, a la trascendencia tan indiferente como brutalmente irresponsable del capitalismo. Si el Antropoceno, en el sentido de Chakrabarty o Latour, era el nombre de un efecto que alcanzaba a todos·los habitantes del planeta, la Gaia de Stengers es el nombre de una operación, 2 esto es, del. efecto que ese efecto debe suscitar en aquellos que lo causaron: El desorden climático, y el conjunto de los procesos que envenenan la vida sobre la Tierra y que tienen como origen común aquello que · se [on] llamó desarrollo, conciernen ciertamente a todos, desde los peces hasta a los hombres, los que la habitan. Pero nombrar a Gaia es una operación que se dirige a "nosotros" [los modernos], que busca suscitar un "nosotros" en lugar del "se" [on].

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2. Pero también la Gaia latouriana, en cuanto theos del nuevo agenciamiento cosmológico bajo cuya bandera debe colocarse el pueblo que falta en su guerra contra los Humanos, puede ser considerada una "operación". 3. Isabelle Stengers, Une autre science est possible!, op. cit., p. 115.

Aquí Stengers destaca al gran divisor que durante los últimos siglos opuso a los "pueblos" que vivirían una relación onírica y fantasmática con la Tierra y a un "nosotros" que creía ser un "se" (on) impersonal, una tercera persona abstracta, punto dé vista anónimo desde donde se aprehendía la esencia real de la naturaleza, de la cual los modernos éramos atentos guardianes. "Gaia" nos concierne, entonces, ante todo a "nosotros los hombres", aquellos que se tomaron por los sabios de la humanidad y que se dieron por misión civilizar, modernizar y, sin duda, tornar lucrativos a los otros pueblos del mundo. Stengers parece estar diciendo -en una formula que cruzaría los términos de Latour y una distinción crucial de Deleuze y Guattarique es tiempo de hacer que los humanos reconozcan que no son responsables por los terrícolas,· sino responsables ante ellos. No existe negociación posible sin esa admisión; no exis~irá composición inevitable con Gaia si no nos convencemos primero de que no existe composición posible con la lógica absolutamente no civilizable del capitalismo. Tal vez más importante que esa primera diferencia de Stengers en relación a la Gaia latouriana sea aquello que es sugerido por el subtítulo de su En tiempo de catástrofes: el recordatorio de que para siempre deberemos prestar atención a Gaia y, al mismo tiempo, un llamado para que resistamos a la barbarie que viene. Tanto el verbo "resistir" como el empleo en presente del complemento qui vient pueden ser contrapuestos a la idea latouriana de que estamos frente a una guerra que puede llevarnos a la paz. Gaia, para Stengers, no es "lo que debe unir a todos· los pueblos de la Tierra", no es un nombre que genere pertenencia y unión, sino intrusión y malestar. Gaia es el llamado a resistir al Antropoceno, esto es, a aprender a vivir con él pero en contra de él, ·o sea, contra nosotros mismos. El enemigo, en suma, somos "nosotros": nosotros los humanos. Como ya había observado Latour en las conferencias· citadas, el Antropoceno marca en verdad. el fin de lo humano, y el inido

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de la obligación -y ahora quien habla es Stengers- "de soñar otros sueños": Mientras estemos obsesionados -sea para _promoverlo o para deconstruirlo- con el modelo ideal de un saber racional, objetivo, capaz de poner de acuerdo a todos los pueblos de la Tierra, seguiremos siendo incapaces de establecer con esos otros pueblos relaciones dignas de ese nombre.

Observemos que, para Stengers, el uso de "Gaia" se mostró importante como antídoto para el concepto de Antropoceno, posición que la emparenta con autoras como Donna Haraway o Elizabeth Povinelli, para quienes el segundo concepto trae. aparejado el peligro de pasar de contrabando, por debajo de su significado de mera época geológica -cuya realidad amenazante, justamente, ninguna de las autoras pone en cuestión-, una metafísica antropocéntrica (Haraway) o incluso indebidamente biocéntrica (Povinelli), lo que daría al Horno sapiens un poder "destinal'' sobre la historia ·del planeta (poco importa -¿o tanto mejor?- que se trate de un poder destructivo), haciendo ab~tracción de las participaciones que involucran a nuestra especie con innumerables otras, pero que también se desarrollan en otra parte, esto es, en redes, lugares, escalas y dimensiones muy distantes de nuestra jurisdicción epistemológica y de nuestra imaginación tecnológica. En este sentido, la Gaia de Stengers y los conceptos de staying with the trouble o becoming with, de Haraway, así corno las "geontologías" de Povinelli inspiradas en los mundos aborígenes australianos, pueden ser definidas corno transformaciones ·innovadoras del esquema mítico de un "mundo sin humanos": ya sea en el sentido de que el mundo está él mismo, en cuanto rnultiverso atravesado por múltiples ontologías no humanas, implicado en un devenir que nos exige aprender a seguirlo; ya sea en el sentido de que los humanos deben dar lugar a esos a quienes Latour llamó

terrícolas, esto es, a todos los existentes en cuanto partes del mundo, a aquellos innumerables puntos de vista cuyo entrecruzamiento constituye el mundo, y que en cuanto tales (si es que es posible pensarlos "en cuanto tales") son expresiones rnonadológicas discordantes de un mundo que no tiene antónimo. ni antagonista, porque no es un obje- . to a la espera de un sujeto que le confiera cierta unidad sintética de una perspectiva trascendente. El mundo "sin el hombre" de ese Antropocerio vivido bajo el modo de la resistencia se encontraría así con el mundo "hecho de gente" de las cosmogonías arnerindias: las trascendencia definitiva de Gaia se vuelve indistinguible de la inmanencia antropogeornórfica originaria postulada por los "pueblos de la Pacharnarna". § Pachamama, la "madre del mundo-tiempo", es una divinidad que, al menos en principio, no poseía atributos que pudiésemos considerar típicamente "maternales", como tampoco los tenía casi ninguna de las divinidades terrestres de las culturas andinas y mesoamerJ.canas. Tras la conquista, se la fue domesticando por medio de una asimilación a la virgen María; con la Nueva Era, su imagen de "Buena Madre Tierra" se consolidó, no sin cierta perplejidad yjo adhesión metacultural (¿un pachamamismo estratégico?) por parte de los indígenas de las tierras altas del continente. El destino de la noción en el imaginario político oficial de los países andinos actuales ha sido comentado de sobra. (Para todo eso, ver el libro, riquísimo etnográficamente pero con una intención "desmitificadora" un poco incómoda, de Jacques Galinier y Antoinette Molinié, Les néo-Indiens, une religion du IIIeme millénaire). A pesar de todos los equívocos, sin embargo, una de las virtudes -admitimos que insuficiente para batallar a su favor- de la Pachamama sobre Gaia es que ella, al menos, no habla griego. Al final, se trata de un esfuerzo más por abrir espacio a los otros. No es por cierto una mera casualidad que todo el vo_cabulario movilizado por la presente crisis del planeta

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provenga, como esos dos últimos sustantivos (crisis, planeta), de nuestra antigua lengua mítica: Antropoceno, Gaia, catástrofe, cataclismo, apocalipsis ... .(En este punto, Bruno Latour exagera de lo lindo con su trinidad demos; nomos, theos.) Llegará el día en que el calentamiento global, habiendo alcanzado los incendiarios +8°C,. sea llamado ekpyrosis en lugar del viejo término latino "conflagración" ...

Distanciándose de los "eliminativismos" fisicalistas y los dualismos "espiritualistas", pero también -¿por qué no?- de la dialéctica denominada "correlacionista", la relación entre humanidad y mundo comienza a poder ser pensada aquí como la relación que une el lado único de la banda de Moebius consigo mismo, a-saber, como figura no orientable donde la inseparabilidad del pensamiento y del ser, de lo animado y de lo inanimado, de la cultura y de la naturaleza no es semejante a la inseparabilidad lógica o formal del anverso y revers~ dé una misma moneda (¿de qué estaría hecha tal moneda, además?), sino que es, por el contrario, una consubstancialidad o unicidad completa y real, como la de la superficie de una banda de Moebius. 4 Humanidad y mundo están, literalmente, del mismo lado; la distinción entre los dos "términos" es arbitraria e intangible: si se empieza el recorrido a partir. de la humanidad (desde el pensamiento, la cultura, el lenguaje, el "adentro") se llega necesariamente al mundo (al ser, a la materia, a la naturaleza, al "gran afuera") sin cruzar ninguna frontera, y viceversa. "Pluralismo = Monismo", la formula mágica buscada por Deleuze y Guattari, se escribe también, como releída por un hechicero tardeano o un chamán amerindio, "Pampsiquismo = Materialismo". 5

4. Extrapolamos aquí a partir de una breve alusión de la Investigación de Latour.

5. Y también al ser releída por algún filósofo analítico excéntricamente

Quien está del "otro lado", esto es, quien se pretende afuera de la superficie única humanidad-mundo, es quien se ve imbuido de la misión de cortar esa banda de Moebius con la tijera modernista de la "vocación desnaturalizante de la humanidad"; estos son los enemigos. El problema, ya lo vimos, es que tales enemigos se encuentran, por lo menos en lo que concierne a los buenos viejos modos de ordenar el espectro político, tanto en la izquierda como en la derecha. Nuevamente proliferan hoy -aunque al fin y al cabo siempre fue el caso- las acusaciones recíprocas entre aquellos que se pretenden herederos del sueño político clásico que define a la izquierda, a saber, el de que "otro mundo es posible". No vamos a privarnos del placer de jugar este juego acusatorio también aquí. Si el presente ensayo pretende ser, antes que nada, una descripción inicial de lo que vemos como el gigantesco trabajo de la imaginación contemporánea para producir un pensamiento y una mitología adecuados a nuestro tiempo, eso no nos impide -no nos impidió, como ya debe quedar sobradamente claro- tomar partido por algunas versiones de estos últimos. Uno de los debates más apasionantes de la actualidad gira en torno de la velocidad de la historia y de su variación. Se trata de la discrepancia entre aquella corriente filosófica (metafísica, política, estética) que propone una economía política de la aceleración, y aquella que es par-

innovador, como Galen Strawson, cuya consistente defensa de la tesis pampsiquista como corolario necesario del "realismo fisicalista" está dando que hacer a distintos defensores del materialismo, para entretenimiento de aquellos antropólogos que intentan, hace años, que la tradición filosófica hegemónica tome en serio el animismo y el pampsiquismo -recuperados del basurero de la historia de la filosofía-, aceptándolos como posiciones metafísicas cada vez más preñadas de futuro; ver Galen Strawson, Anthony Freeman et al., Consciousness and its Place in Nature. Does Physicalism Entail Panpsychism?, Exeter/Charlottesville, Imprint Academic, 2006.

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tidaria de una ecología política la desaceleración (ralentissement), sobre el cual ha insistido Isabelle Stengers cada vez más, y que se desdobla en los temas,· comunes a ella y a Latour, de la Nhesitación", de la "atención", de la "diplomacia" y de la necesidad de "hacer lugar para los otros" [{aire la place aux a u tres]. 6 En el primer manifiesto aceleracionista, ya citado más arriba, 7 los autores hacen una observación que nos pél.rece de suma importancia: Creemos que la división más importante en la izquierda de hoy se da entre los que se atienen a una política folle, acción directa y horizontalismo intransigente, y los que conforman una política que podríamos llamar aceleracionista, sin subir de abstrac8 ción, complejidad, globalidad y tecnología.

Por nuestra parte, nosotros también creemos que el diagnósti,co ·es correcto, grosso modo: en efecto, es esta la fractura más importante de la "izquierda". Lo que, sin duda, no consideramos para nada correcto es el obviojuicio de valor contenido en el párrafo, y desarrollado en el manifiesto, según el cual la primera opción, caracterizada peyorativamente como "política folk", localista, etc., se

6. Estos tenias, en particular aquel de la hesitación, acercan a los dos filósofos a una antropóloga como Marilyn Strathern. Ellos configuran lo que podríamos denominar correlato ético-afectual de la. operación de "delegación ontológica", en el sentido que le confirió Gildas Salmon en su brillante intervención en un coloquio de Cérisy, "De la délégation ontologique: naissance de l'anthropologie néo-classique", Coloquio "Métaphysiques comparées", Cérisy, 2013. 7. Decimos el primero porque ya existe una nueva versión, que repite los mismos puntos; ver Nick Srnicek, Alex Williams y Armen Avanessian, "#Accelerationism: remembering the future", Critical Legal Thinking, 10 de febrero de2014, disponible en criticallegalthinking.com. 8. Alex Williams y Nick Srnicek, "Manifiesto por una política aceleracionista", op. cit., p. 39.

ve como retrógrada y preservacionista, mientras que la segunda sería la única capaz de conducirnos al paraíso postindustrial, donde las lanzaderas 9 no solo trabajarán solas sino también, aparentemente, sin ningunas externalidades concretas; a fin de cuentas, la época se define por .la abstracción. La tecnología proveerá. Como ya dijimos, nos parece que es precisamente esa "política aceleracionista", explícitamente inspiradá por la escatología eurocéntrica del Progreso, la que se muestra nostálgica de un pasado racionalista, imperialista y triunfalista -"la izquierda debe r:econectarse con sus raíces en las Luces", dice la nueva versión del manifiesto-, y que la persistencia de su fe en las virtudes liberadoras de la "automatización" y del progreso técnico en general implica un gigantesco "punto" ciego, situado bien en el centro de su visión futurológica: la intrusión de Gaia, justamente. Los manifiestos insisten sobre las virtudes de la aceleración tecnológica sin decir palabra sobre las condiciones materiales -energéticas, ambientales, geopolíticas, etc.de tal proceso, que según los autores conduciría "automáticamente" a la reducción de la jornada laboral (¿también en Bangladesh?, ¿cuándo?), el aumento de las horas de ocio (¡la sociedad del espectáculo sale del clóset!), 10 la renta universal, etc.: Contra aquellos que, a lo largo del todo el espectro político, se deleitan con la fantasía de soluciones locales, de pequeña escala,

9. Alusión a lo formulado por Aristóteles respecto a la esclavitud: "Si cada instrumento pudiese, en virtud de una orden recibida o, si se quiere, adivinada, trabajar por sí mismo, [... ) si las lanzaderas tejiesen por sí mismas; [ ... ] los empresarios prescindirían de los operarios y los señores de los esclavos"; Política, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1941. [N. del T.] 10. Sobre el "modo de producción cinemática", ver Jonathan Beller, The Cinematic Mode of Production. Attehtion Economy and the Sodety of the Spectacle, Lebanon, Dartmouth College Press/University Press of New England, 2006.

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para nuestras muchas crisis, [la situación] requiere que sometamos nuestro mundo complejo, abstracto y multiescalar a una reingeniería, sin buscar simplificarlo mediante .algún esquema preconcebido. En vez de soluciones políticas folle, deberíamos estar luchando por la automatización integral del trabajo; la reducción 11 del número de días hábiles, y por la renta bási~a universal.-

La otra aceleración, a saber, aquella que se refiere a los procesos de adelantamiento de los valores críticos de los parámetros ambientales (¿cuándo llegaremos a +4°C, que tal vez sean +6°C u +8°C?, ¿cuándo se llegará al fin de los stocks de pesca?, ¿cuándo se transformará la selva amazónica en una sabana seca de fácil combustión?, ¿cuántos millones de ·refugiados climáticos tendrán que invadir la Fortaleza Europa?), 12 recibe como máximo una mención que orilla la frivolidad, por no decir un puro y simple negacionismo: "Hoy en día, es de sentido común presumir que el cambio climático y sus efectos van a de:.. vastar el ambiente ... ". 13 Como diría St~ngers, "nuestros sueños de liberación nos enfrentan unos a otros". En efecto ... No deja de ser curioso

11. Nick Srnicek, Alex Williams y Armen Avanessian, "#Accelerationism: remembering the future", op. cit. Contra las improvisadas soluciones del pensador salvaje, que opera con lo que tiene a mano, resignificando incan-. sable el mundo dentro de los límites -a partir de los límites- del mundo realmente existente, el ingeniero político aceleracionista (que a duras penas dudará frente a las extravagantes promesas de la geoingeniería propiamente dicha) pretende así crear el mundo ideal por medio del poder racional del concepto. Resulta claro, por lo tanto, lo que está en juego en la confrontación (ver Claude Lévi-Strauss, El pensamiento salvaje, México, FCE, 1964). 12. Nótese que no estamos preguntando si esas cosas van a suceder, porque ya están sucediendo. Solo preguntamos cuándo se volverán tan evidentes que los manifiestos futurológicos del futuro tengan que volverse un poco más -cómo decirlo ... - atentos a su presente. 13. Nick Srnicek, Alex Williams y Armen Avanessian, "#Accelerationism: remembering the future", op. cit.; el subrayado es nuestro.

observar que los aceleracionistas, que se jactan de haberse inspirado principalmente en un pasaje de El anti Edipo sobre la necesidad de un tensionamiento explosivo del capitalismo en dirección a una desterritorialización todavía mayor y una absoluta decodificación de los flujos, hayan al mismo tiempo optado por una concepción inequívocamente mayor y mayoritaria de la política, de la economía y, sobre todo, de los destinatarios virtuales de su mensaje. Sus discursos, en general, no movilizan ninguna categoría sociopolítica que no sea "el capitalismo", "el trabajador", "la civilización global", "la humanidad", "las masas". La existencia y la resistencia de otros colectivos por fuera del circuito narcisista del "nosotros" es ignorada (o tal vez clasificada bajo la categoría de "folk"); acaso porque, según entienden los aceleracionistas, la alteridad haya desaparecido de la faz de la tierra, y tales pueblos ya no existan como polos de articulación de otros "nosotros", o quizás porque, de cualquier forma, lo que de ellos resta perecerá en las llamas de la conflagración redentora que "nos" precipitará en dirección al milenio poscapitalista. El abrumador privilegio de la democracia-como-proceso debe ser dejado atrás. La fetichización de la apertura, la horizontalidad y la inclusión de gran parte de la izquierda "radical" contemporánea sientan las bases de la ineficacia. El secretismo, la verticalidad y la exclusión también tienen su lugar (aunque, claro, no de 14 naturaleza exclusiva). en la acción política efectiva.

14. Alex Williams y Nick Srnicek, "Manifiesto por una política aceleracionista", op. cit., pp. 43-44. La admisión inconveniente del carácter "fetichista" de las libertades democráticas sugiere que su suspensión es vista como condición para una "acción política" que permitirá al Hamo sapiens expandirse "más allá de los límites del planeta y de nuestras formas corporales inmediatas" (¡sic!; íbid., p. 47). La impresión que se tiene es que los autores ocultan mal su terror metafisico frente a la situación terrestre y mortal de la especie bajo una capa de optimismo autoritario, casi histérico.

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Con esta política vanguardista medio illuminati de "exclusión no exclusiva", los autores de los manifiestos aceleracionistas no solo guardan silencio acerca de todos aquellos numerosos colectivos-sujeto que permanecen otros, aquellos pueblos para los cuales la subsunción real universal todavía no se transformó en una sumisión moral incondicional, sino que demuestran también un olvido, a fin de cuentas completamente humanista, de las innumerables entidades, linajes y sociedades no humanas que constituyen el planeta. ¿Acaso habr~a animales aceleracionistas, fuera de aquellos que esperan su hora en los mataderos y en las fábricas de extracción de leche o de huevos? No lo creernos. A la inversa, constatamos la abundante existencia, en este vasto mundo, de máquinas fo lk lentas pero muy eficaces, que funcionan de manera completamente "local" (incluso la famosa máquina universal de Alan Turing y John Van Neurnann necesita "realizarse" materialmente, por lo tanto localmente, para funcionar). Que ellas no son ni de lejos suficientes para sustentar los procesos sociotécnicos corrientes; de eso no tenernos la menor duda. La cuestión es saber si ellas son, por imperativos de otro orden -aquellos, precisamente, que se encuentran reunidos bajo el nombre de Gaia-, cada vez más viables, cada vez más indispensables, y si no· se encuentran cada vez más adelante que atrás nuestro. 15

15. Para una crítica bien argumentada de la idea tan repetida de que un refinamiento cada vez más grande de la tecnología "de punta" (la "alta tecnología") vendría a sacarnos de la crisis, ver Philippe Bihouix, L'iige des low tech. Vers une civilisation techniquement soútenable, París, Seuil, 2014. El autor propone, en cambio, la tesis "iconoclasta" de que necesitamos con urgencia orientarnos "hacia una sociedad [ ... ] basada en bajas tecnologías, sin duda más rígidas y básicas, tal vez un poco menos eficientes, pero nítidamente más económicas en recursos y controlables localmente" (ibíd., p. 10). Esto no deja de recordarnos a la frase de Oswald de Andrade, respecto de que la antropofagia es el "único sistema capaz de resistir cuando se acabe en el mundo la tinta de escribir".

Los aceleracionistas, en fin, pretenden que una conciliación con el capitalismo lleve a trascenderlo, quieren ser, por así decir, más astutos que él, de modo de poder escapar a su poder propiamente espiritual de captura (hechizo, vampirismo, zornbificación). 16 El problema, si seguirnos la argumentación de Stengers, es que no tiene sentido conciliarse con el capitalismo, solo luchar contra él. Al contrario, contra Gaia -un agenciarniento material indiferente antes que un poder espiritual maligno- no tiene ningún sentido luchar, sino solo, aquí sí, conciliarse, porque su trascendencia intrusiva, de ahora en adelante, ha tornado ridículas las versiones épicas o heroicas de la historia humana, obligándonos a pensar esta situación inédita en la modernidad que es la ausencia de elección: Y tal vez la primera prueba de fuego sea el abandono sin nostalgia de la herencia de un siglo XIX fascinado por el progreso de las ciencias y las técnicas, con la ruptura, del lazo establecido en aquella época entre emancipación y aquello que llamaré versión "épica" del materialismo, una versión_que tiende a substituir la fábula del hombre "creado para dominar la naturaleza" por la epopeya de una conquista de esa misma naturaleza por medio del trabajo humano. Definición conceptual seductora, pero que implica una apuesta por una naturaleza "estable", disponible . t a. 17 para esa conqms

La aspiración siempre legítima (¿cómo no?) a la "emancipación" debe ser radicalmente desvinculada del machismo antropológico implícito en la idea de una conquista épica de la naturaleza, así corno de los sentidos que el siglo XIX atribuyó a la noción de "progreso", sentidos que

16. Ver Isabelle Stengers y Philippe Pignarre, La brujería capitalista, Buenos Aires, Hekht, 2018. 17. Isabelle Stengers, En tiempos de catástrofes, op. cit.

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los aceleracionistas, como nostálgicos incorregibles, quieren preservar. Al pensar el mundo como trascendentalmente heterogéneó al hombre, los modernos lo .pensaron empíricamente como "gratuito", como cosa infinitamente apropiable e inagotable. El costo material de la libertad no se les pasó por la cabeza; tal vez pensasen que bastaba con cortar las de algunos capitalistas ... Como observó Chakrabarty, mientras tanto, en "The Climate of History",

tecno-angelical. Cabe preguntar entonces, quién es el que anda fumando opio en estos últimos tiempos. . Por último, pasemos brevemente sobre la cuestión de la urgencia, o en otras palabras, de la rapidez que se impone a la acción en el presente, en,vista de lo ya acontecido en el pasado. Vimos que Stengers dudaba justamente frente a las consecuencias (el por lo tanto ... ) que se deben sacar del hecho de que Gaia es una amenaza urgente y global. El sentido de urgencia se deja convertir con facilidad, piensa ella, en una macropolítica de unificación prematura y autoritaria del mundo y del anthropos. La posibilidad que la autora teme es que las ciencias, en particular, sean movilizadas una vez más para legitimar una especie de "ecología de guerra", un estado de excepción decretado por alguna instancia supranacional, por supuesto bajo el control del establishment geopolítico, que venga a acoplar de modo todavía más firme la investigación científica contemporánea a la máquina devoradora de energía que mueve a la economía planetaria; más allá o por detrás, dicho sea de paso, de los ~ueños de la universalización liberadora que sería promovida por el advenimiento de una "economía inmaterial". Apelar a la urgencia podría sencillamente venir a enmascarar un prodigioso florecimiento del evangelio satánico del "desarrollo" (ahora verde, sustentable, de alta inversión de capital cognitivo y material, claro está), 18 con el

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Ninguna discusión sobre la libertad, desde el período de las Luces hasta el presente, tuvo en cuenta la capacidad de agencia geológica que los seres humanos estaban adquiriendo al mismo tiempo que iban conquistando su libertad, ni tampoco el hecho de que los dos procesos estaban íntimamente ligados. Los filósofos de la libertad se preocupaban ante todo -y de forma muy comprensible- por la cuestión de cómo los humanos podrían escapar de la injusticia, la opresión, la desigualdad o incluso de la uniformidad que otros humanos o_ sistemas de factura humana les imponían. [ ... ] El período que tengo en mente, de 17SO al presente, fue también el período en el que los seres humanos pasaron del uso de· la leña y otros combustibles renovables al uso en gran escala de combustibles fósiles (primero el carbón, luego el petróleo y el gas). La mansión de las libertades modernas se asienta sobre un consumo permanentemente creciente de combustibles fósiles. La mayoría de nuestras libertades, hasta ahora, dependió del uso intensivo de energía.

He aquí por qué el nombre de Gaia es una provocación antimodernista, una forma de poner al desnudo la posición "cuasi negacionista" (como dice Stengers) de los portavoces de la "aceleración por izquierda"; o sea, de esa posición que Badiou calificaba curiosamente de "afirmacionista", que teme que la intrusión de Gaia pertur- · be el sueño de la perfecta libertad, la libertad resultante del dominio prometeico capaz de llevarnos a un estado antológicamente desencarnado, a una transfiguración



18. La utilización creciente de las "energías renovables" o no contaminantes (energía eólica, solar, mareas, y aquellas fuentes mucho más controvertidas como la hidroelectricidad obtenida por el represamiento de cuencas fluviales enteras -con deforestación en gran escala y desplazamiento de poblaciones-, la conversión de tierras agrícolas para la producción de biocombustibles y, desde ya, la energía nuclear) se revela, infeliz pero previsiblemente, más como un suplemento que como un sustituto para el uso de combustibles fósiles de efecto invernadero. El fraccionamiento hidráulico y la perforació~ en aguas profundas (en breve en el Ártico) marchan · a toda velocidad y se expanden por todas partes, al mismo tiempo que se construyen ambiciosos dispositivos de captación de energía solar o eólica.

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mercado apoyado por los decretos y los ejércitos de un Estado mundial, por medio de la imposición de un silenciarniento político todavía más absoluto a todos aquellos--pueblos, personas, países- que sufrirán las "consecuencias infelices pero necesarias" de ·las decisiones tornadas en nombre de la urgencia. Stengers advierte: ''Es evidentemente legítimo experimentar el sentimiento de urgencia, pero lo peligroso es dejar de lado, en nombre de la urgencia, la cuestión de lo que sucederá cuando esa urgencia sea finalmente reconocida". Por eso es que insiste tanto -y con justa razón- sobre la "desaceleración cosrnopolítica" del proceso político, que nos parece el correlato o inclusive la condiCión de una no menos obligatoria (¡y ·urgente!) frenada de la economía mundial (o para decirlo mejor, de una redistribución radical de las tasas de "