Crisis Del Siglo III

Sociedades Mediterráneas Tema: El cristianismo en la Antigüedad Tardía (del siglo III al siglo V aproximadamente) en Rom

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Sociedades Mediterráneas Tema: El cristianismo en la Antigüedad Tardía (del siglo III al siglo V aproximadamente) en Roma (hasta la imposición final del cristianismo como religión oficial del Imperio). // El cristianismo post crisis del siglo III (hasta su imposición como religión oficial del Imperio). // Cristianismo como salida a crisis del siglo III. // Para dar un marco de referencia, comenzaré por explicar el punto de inflexión ocurrido en el siglo III, conocido como “crisis del siglo III” donde, previamente, durante el Principado, inaugurado por Augusto, el denominado “Alto imperio” conoció una época de esplendor. Para tiempos del principado, Roma se encontraba en pleno auge de dominación hacia los extranjeros, expandiendo en gran medida el Imperio. Puertas adentro del Imperio culminaron las guerras civiles y puertas para afuera Roma dominaba sobre todos los territorios. Para este momento, lo que se encontraba en desarrollo era un cristianismo pero primitivo. En el siglo III d.C., para la crisis podemos hablar de una “crisis general” como lo expresa Alfoldy. La misma no se presentó por doquier al mismo tiempo y tuvo distintas repercusiones en cada una de las partes del Imperio. De ella, la sociedad romana saldría transformada.

 Comenzando por la situación política interna, las pretensiones de poder político del princeps, el soberano, se elevaron demasiado. Para el nuevo sistema, es decir el Dominado, el Estado se convirtió en una institución todopoderosa, que exigía a los súbditos una entrega absoluta y que con frecuencia reglamentaba brutalmente sus vidas. Al mismo tiempo, el poder de los césares se torno más inseguro, inestable, eran ellos juguetes de su aparato de poder y cualquiera que llegaba al trono debía prepararse para un final violento. El “dominus”, pasaba ahora a ser el “Señor y Dios del Imperio”. La monarquía imperial se había convertido en un despotismo a partir de Septimio Severo. Las luchas entre quienes pretendían acceder al trono tras el asesinato de Cómodo (192 d.C.), la muerte de seis soberanos solamente en el año 238, las continuas usurpaciones, y el nacimiento de ámbitos de poder independientes en las provincias galo-germanas, en la zona del Danubio y en el Oriente bajo Galieno, supusieron únicamente los momentos de mayor importancia de la crisis política interna. Esta estructura política insegura era consecuencia de la preponderancia que adquirió el Ejército; el predominio de lo militar significaba una alteración de las estructuras del poder. Los acontecimientos del año 238 (alzamiento de la masa urbana con los senadores contra Maximino, rechazo de los dos emperadores colocados por el Senado, Pupieno y Balbino, aclamación del tercero Gordiano. Pupieno y Balbino asesinados, pueblo queda tranquilo), pusieron en evidencia que el sistema de dominio del siglo III, sobre todo cuando se manifestaba en la forma expresada por Maximino Trax, suscitaba el rechazo y la resistencia por igual entre el orden senatorial, los decuriones y las masas populares de la ciudad y el campo.

 La crisis se puso de manifiesto también en la política exterior: a partir de Alejandro Severo (222-235) y Maximino Trax (235-238), las ofensivas desde el exterior se produjeron una y otra vez, tanto en forma de ataques de los germanos que presionaban la frontera, junto con sus

aliados a la frontera renano-danubiana, como en la política de expansión del nuevo imperio persa contra las provincias romanas orientales (guerra contra enemigos exteriores).  También la vida económica del Imperio entró en crisis. Hacia el año 253 aprox. Los medios de subsistencia escaseaban, los precios subían, las minas estaban agotadas, las fuerzas artesanales mermaban y se añadía a todo esto la falta de campesinos en la agricultura. En la producción agraria, el problema estaba en la reducción de la fuerza de trabajo. Sobre todo fueron las ramas de la economía urbana las que con más fuerza se resintieron de ello. La producción artesanal se redujo considerablemente. El comercio se vio ininterrumpido, particularmente en las provincias fronterizas en guerra. No era posible detener la inflación y para ese siglo adquirió dimensiones graves. Decayó el número de habitantes y se hizo más corta la esperanza de vida como consecuencia de las guerras y de la crisis económica. La pobreza y la miseria se propagaron.

 El retroceso de la esclavitud y el sometimiento de las masas campesinas latifundistas con el sistema del colonato.  En la estructura de la sociedad hubo cambios. La posición del poder y la situación económica de las distintas capas de las distintas capas privilegiadas fueron trastocadas; el sistema jurídico anterior en los órdenes de los honestiores comenzó a debilitarse. Todo ello sumado a la disposición de Caracalla (211-217) que concedió la ciudadanía a todos los habitantes libres del imperio. Entonces un privilegio divisorio muy importante para la práctica dejó de tener vigencia. Criterios jurídicos clásicos como los de derecho de ciudadanía y libertad perdieron su decisiva importancia, al igual que las ventajas que se deducían previamente de un origen italiano o de una provincia fuertemente urbanizada. Así, la mayoría de los emperadores procedían de la periferia del territorio romano = descentralización. Lo primero en ser rechazado durante esta crisis fue el antiguo sistema de valores y referencias: el tradicionalismo, la ética política y el culto al emperador ya no bastaban para infundir ánimo y orientación moral a una sociedad atormentada por la pobreza, las guerras y por el propio sistema estatal. Las religiones mistéricas y el cristianismo prometían consuelo y salvación, y también satisfacían necesidades teológicas, morales y litúrgicas más profundas; el cristianismo, al igual que la filosofía pagana, estaba en condiciones de explicar las causas de todos los males mediante una teoría sistemática. Desde el agudizamiento de la crisis a mediados del siglo III el avance triunfal del cristianismo fue un hecho que no se podía negar, y el atractivo de esta religión para la sociedad del Imperio estaba en su expansión por todo el territorio, y también en su capacidad de dirigirse a un mismo tiempo a las capas sociales más diversas y en casos particulares también a los integrantes de la élite dirigente. El Estado romano reaccionó ante esto: intentó revivir el mos maiorum con todas sus implicaciones religiosas y éticas, así como el culto al emperador. No le faltó éxito en el ejército primeramente. Todo lo que en las nuevas corrientes espirituales era conciliable con esa tradición, por ejemplo el culto de Mitra, era estimulado, en tanto que lo que parecía estar en contradicción con ella, como el cristianismo, fue reprimido con la brutalidad que caracterizaría al nuevo sistema de dominación.

Así, la sociedad romana durante la crisis del siglo III se cuarteaba ideológicamente en dos frentes. Los más conservadores que se aferraban al sistema de valores ya anticuado eran las personas de los círculos políticamente decisorios de la sociedad. Así, de la crisis del siglo III salió una sociedad romana profundamente perturbada y alterada en sus fundamentos. La cuestión era saber cuando este nuevo sistema de poder, el Dominado, podría encontrar un compromiso con la corriente espiritual más importante: el cristianismo. Este paso lo dio Constantino el Grande. Resultado: cambio de sociedad… hacia una sociedad cristiana.