Conducta antisocial causas, evaluación y tratamiento David M. Stoff, James Breiling, Jack D. Maser OXFORD University Pre
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Conducta antisocial causas, evaluación y tratamiento David M. Stoff, James Breiling, Jack D. Maser OXFORD University Press (2002) Según David M. y cols. El comportamiento antisocial es el término descriptivo comúnmente utilizado para referirse al subtipo de actos realizados en los que se violan los derechos de otros o de la sociedad. El comportamiento antisocial incluye la agresión interpersonal pero no solamente se limita a esta sino que el término incorpora manifestaciones abiertas como: agresiones, desafío, fanfarronería y encubiertas como: robo, engaño, consumo de drogas, daños en propiedad ajena mencionado por el autor:(Loeber y Schmaling, 1985ª) y se ha observado que tienen diferentes factores hereditarios, pautas de interacción familiar y efectos mencionado por el autor(Hinshaw y Andersen, 1996).
Desde una perspectiva legal, a las manifestaciones del comportamiento antisocial en niños y adolescentes se les conoce como actos delictivos. Sin embargo la necesidad normal de contar con definiciones oficiales legales, la exclusión real de los menores y la naturaleza culturalmente relativista de comportamiento que se define en base en normas legales representan un obstáculo, de esta manera los trabajos actuales que tratan sobre clasificación por subtipos revela la heterogeneidad fundamental que en verdad existe entre los jóvenes delincuentes.
Finalmente, en la tradición psiquiátrica de establecer categorías de diagnóstico, como los diagnósticos de trastorno de conducta (TC) y, de manera más reciente, el trastorno negativista desafiante (TND) son los dos pilares principales de los
trastornos de comportamiento disruptivo (American Psychiatric Association (APA), 1994).
En cuanto al trastorno negativista desafiante este se distingue por la manifestación inadecuada para la edad y un irritable
y
rebelde;
los
persistente comportamiento iracundo, retador,
trastornos
de
conducta
incluyen
una
lista
de
comportamientos agresivos y antisociales más graves como lo son por ejemplo: iniciar riñas, irrumpir en casas ajenas, provocar incendios; (APA, 1994).
Los comportamientos que constituyen los trastornos de conducta son más destructivos que los de la lista de síntomas del TND. La edad promedio para de aparición de pautas de este trastorno en el comportamiento es la niñez temprana, mientras que la mayor parte de las pautas de trastorno de conducta en el comportamiento suele presentarse en la preadolescencia; las secuencias de desarrollo entre el TND y los trastorno de conducta se han dilucidado con gran sensibilidad, pero el pronóstico sólo tiene una validez modesta entre el primero y el segundo.
El diagnóstico de los trastornos de conducta incluye pautas de comportamientos persistentes y dañinos que
se traducen en síntomas
subyacentes; sin embargo, no se sabe si las listas de síntomas antisociales en sí se relacionen automáticamente con un trastorno mental o rasgos “patológicos” inherentes (Richters y Cicchetti, 1993).
ASPECTOS HORMONALES DE LA AGRESIÓN Y CONDUCTA ANTISOCIAL
En términos de sus efectos durante la etapa de la pubertad, se han hecho numerosas afirmaciones que relacionan las hormonas sexuales con una actitud rebelde. Conviene señalar que Hays (1981) llegó a la siguiente conclusión: 1.- Los cambios de estado de ánimo producidos por las hormonas (incluidos factores que no se relacionan con el sistema gonádico) podrían ser consecuencias de la instigación de impulsos que no tienen desahogos sociales aceptables para los jóvenes. 2.- El desarrollo incluiría cambios en la sensibilidad conductual a las hormonas tanto como cambios en estas mismas. 3.- Los ritmos circadianos son consideraciones importantes al relacionar hormonas y conducta durante la pubertad, pues las concentraciones de aquellas sustancias varían con los estados de ánimo y las conductas. 4.- Las influencias recíprocas de las hormonas quizá sean más relevantes que las concentraciones de éstas aisladas.
Las bases teóricas para considerar las hormonas sexuales (en particular los andrógenos) y la conducta agresiva y antisocial se fundan en el argumento siguiente: los hombres tienen concentraciones mayores de andrógenos y una conducta más agresiva que las mujeres. Por tanto, se postula que los andrógenos participan en la etiología de la conducta agresiva.
Aunque la testosterona es la hormona que más se vincula con la conducta agresiva, en varios estudios se han asociado concentraciones bajas de cortisol con estos comportamientos en niños y adultos. Por lo general, estas bajas concentraciones se relacionan con una mayor conducta antisocial. Virkkunen (1985) demostró que los delincuentes habitualmente violentos tienen concentraciones menores de
cortisol.
Se
han
informado
resultados de
hiposensibilidad de cortisol y conducta antisocial tanto en niños como en adultos.