CONCILIO VATICANO II

CONCILIO VATICANO II INTRODUCCION El Concilio Vaticano II es el acontecimiento más importante de la Iglesia católica en

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CONCILIO VATICANO II INTRODUCCION El Concilio Vaticano II es el acontecimiento más importante de la Iglesia católica en nuestro siglo, posee tales dimensiones que durante mucho tiempo será el norte de su caminar. El Concilio ha impulsado la transición de la Iglesia desde una época a otra y ha introducido a una relación nueva entre la Iglesia y el mundo. A más de 35 años, lo que se ha llevado a cabo o se ha intentado realizar en el postconcilio ha sido en buena medida, de una u otra forma, expresión de fidelidad a este «nuevo Pentecostés» como sugestivamente llamó al Concilio Juan XXIII. Tanto Paulo VI como Juan Pablo II han comprendido fundamentalmente su pontificado como servicio y recepción del Vaticano II. Al llegar al Tercer Milenio nos percatamos con gratitud creciente del gran regalo que ha sido el Concilio, y, consiguientemente, de la responsabilidad que hemos contraído con él. En el documento Tertio Millenio Adveniente (Hacia el Tercer Milenio) el Papa Juan Pablo II nos dice: «En efecto, la mejor preparación al vencimiento bimilenario ha de manifestarse en el renovado compromiso de aplicación, lo más fiel posible, de las enseñanzas del Vaticano II a la vida de cada uno y de toda la Iglesia. Con el Vaticano II se ha inaugurado, en el sentido más amplio de la palabra, la inmediata preparación del Gran Jubileo del 2000. Si buscáramos algo análogo en la liturgia, se podría decir que la anual liturgia de Adviento es el tiempo más parecido al espíritu del Concilio. El Adviento nos prepara al encuentro de Aquel que era, que es y que constantemente viene »(cf. Ap 4, 8) TMA 20.

También en el número 36 de la TMA, el Papa nos invita a hacer un serio examen de conciencia sobre como hemos recibido y aplicado las directrices conciliares: «El examen de conciencia debe mirar también la recepción del Concilio, este gran don del Espíritu a la Iglesia al final del segundo milenio....»

Y en la Novo Millenio Ineunte nos vuelve a cuestionar: ¡Cuánta riqueza, queridos hermanos y hermanas, en las orientaciones que nos dio el Concilio Vaticano II! Por eso, en la preparación del Gran Jubileo, he pedido a la Iglesia que se interrogase sobre la acogida del Concilio. ¿se ha hecho? El Congreso que se ha tenido aquí en el Vaticano ha sido un momento de esta reflexión, y espero que, de diferentes modos, se haya realizado igualmente en todas las Iglesias particulares. A medida que pasan los años, aquellos textos no pierden su valor ni su esplendor. Es necesario leerlos de manera apropiada y que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia. Después de concluir el Jubileo siento más que nunca el deber de indicar el Concilio como la gracia de la que la iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino que comienza. (NMI 57)

UN POCO DE HISTORIA Concilio Vaticano II

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Cuando Juan XXIII anunció el 25 de enero de 1959, en la basílica de San Pablo Extramuros, la intención de convocar un Concilio ecuménico, un sentimiento de sorpresa y esperanza recorrió toda la Iglesia. Más tarde escribiría en la constitución apostólica Humanae salutis, por la que convocaba el Concilio Vaticano II el día 25 de diciembre de 1961: «El primer anuncio del Concilio fue como la menuda semilla que echamos en tierra con ánimo y mano trémula» Con la mole inmensa de 70 esquemas se llegó el 11 de octubre de 1962, día fijado para la solemne apertura del Concilio. Durante cuatro períodos en los otoños consecutivos de los años 1962-1965 se celebró el Concilio. Participaron 2,500 obispos de todas las partes del mundo, entre obispos, peritos, auditores y observadores de otras confesiones cristianas asciende el número a 3,500. (Como nota interesante: En el Vaticano I hubo 750 Obispos y en el de Trento poco más de 250).

Se celebraron en total 168 congregaciones generales y 10 sesiones públicas repartidos durante los cuatro períodos que duró el Concilio. Los discursos papales, pronunciados en las sesiones públicas, abrían el horizonte, marcaban el ritmo o recapitulaban la etapa. Aunque no sean, estrictamente hablando, documentos del Concilio, nos dan las claves para comprender los diversos momentos del itinerario conciliar. El Papa Juan XXIII murió el 3 de junio de 1963 y fue electo Papa Paulo VI el 21 de junio del mismo año. Personajes importantes en el desarrollo del Concilio fueron: Mons. Felici que actuó como Secretario General del Concilio, cuya eficacia fue unánimemente reconocida. A partir del 2o. Período fueron nombrados por Pablo VI cuatro cardenales Delegados o Moderadores, a saber: G. P. Agagianian, I. Lercaro, I Döpfrer y I. L. Suenens. También el Cardenal Tisserant, decano del colegio cardenalicio como primer miembro del consejo de presidencia del Concilio. Los documentos del Concilio son en total 16, que se reparten de la siguiente manera: 4 constituciones, 9 decretos y 3 declaraciones. Más adelante volveremos sobre ellos señalando los rasgos principales de cada grupo de documentos. El Concilio fue clausurado solemnemente por Pablo VI el día 8 de diciembre de 1965.

OBJETIVO DEL CONCILIO Cuando fue anunciado el Concilio Vaticano II, no había en la Iglesia problemas graves de fe, de comunión o de disciplina. La situación general era pacífica. No estuvo, por tanto, el Concilio condicionado ni en su temática ni en sus actitudes por serias

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provocaciones que reclamaran de la Iglesia una respuesta, como había sido el caso en gran parte de los Concilios ecuménicos. Desde el anuncio del Concilio, Juan XXIII pensó especialmente en la reunificación de los cristianos, en la unidad de los «hermanos separados», y, además, en el aggiornamento de la Iglesia, es decir, en su puesta al día y en su renovación. Aspiraba a que nadie, por el lastre de anacronismos, padezca como un desgarrón a causa de la pertenencia simultánea a la Iglesia y al mundo moderno; que la armonía entre ser cristiano y hombre de hoy sólo sufra la tensión inscrita en el Evangelio: «estar en el mundo y no ser del mundo». En la expresión «nuevo Pentecostés» se condensaban las esperanzas del Papa. El Concilio se propuso por tanto: el incremento de la vida cristiana, la reforma de las instituciones mudables de la Iglesia, el ecumenismo y tender un puente hacia el mundo contemporáneo que le lleve el Evangelio y lo invite, acortando distancias y eliminando recelos, a formar parte del Pueblo de Dios. La evangelización del mundo, animada por la comprensión y el respeto, ha sido el objetivo fundamental que desde el principio estuvo presente en el Concilio. El Concilio Vaticano II es un Concilio de reforma y de renovación, es un Concilio unionista, y es un Concilio de aproximación solidaria y evangelizadora al mundo actual.

PROYECTO DEL CONCILIO El Concilio en su primer período caminó un poco a tientas, pero a partir del 2o. Período y con la intervención del Cardenal Suenens el Concilio fue tomando un rumbo más concreto con la ayuda de la Divina Providencia. La propuesta fue: «Sea el Concilio un Concilio de Ecclesia (Iglesia) y tenga dos partes: de Ecclesia ad intra - de Ecclesia ad extra» Y explica esta propuesta seguidamente.  Ecclesia ad intra.- En primer lugar debe responder a la pregunta: Iglesia, «¿qué dices de ti misma?», enseñando en que consiste su misteriosa naturaleza. Dilucidando su ser, trátese de su obrar. La Iglesia ha recibido de Jesús este mandato: Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Al hilo de este versículo del Evangelio (Mt 28,19) señala las tareas evangelizadora, catequética y docente, santificadora y celebrativa como temas que deberían tratarse.  Ecclesia ad extra.- «hacia el exterior», en cuanto al diálogo con el mundo. En este contexto enumera algunos problemas, sobre los cuales espera el mundo una palabra de la Iglesia: La vida de la persona humana, la justicia social, «la evangelización de los pobres» la paz internacional y la guerra. El Concilio persigue un triple diálogo:  Diálogo de la Iglesia con sus fieles. Concilio Vaticano II

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 Diálogo ecuménico.  Diálogo con el mundo contemporáneo. Estos son como los quicios en torno a los cuales deben disponerse todas las cuestiones del Concilio. El Misterio de la Iglesia y la misión de la Iglesia, a ella confiada y por ella a realizar. He aquí el argumento sobre el cual debe girar el Concilio. Se añade en el 2o. Período un rasgo que admirablemente proclamaría Paulo VI a saber: «que el Concilio celebre a nuestro Señor Jesucristo»...«Cristo, nuestro principio; Cristo nuestra vida y nuestro guía; Cristo, nuestra esperanza y nuestro término...»

EL «ESPIRITU» DEL CONCILIO Letra y espíritu, textos y alma, documentos y tendencias no son realidades separables. El texto sin el espíritu es inerte, y el espíritu sin el texto se esfuma independizándose arbitrariamente. Juan XXIII alentó un «espíritu» al Concilio y Paulo VI recibió con diligencia y respeto el legado del predecesor. Tres cosas caracterizan la forma como Juan XXIII quiso fueran tratadas por el Concilio las cuestiones: fidelidad, modernidad y pastoralidad. Por la manera de excluir los errores afirmó lo siguiente: «siempre se opuso la Iglesia a los errores... En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar de la medicina de la misericordia más que de la severidad...» Unidad.- Juan XXIII introdujo en el Concilio el anhelo intenso por la unidad de los cristianos; y enseñó a poner el acento más en lo que une que en lo que divide. Esperanza.- No se adhirió a los que «en los tiempos modernos no ven otra cosa que prevaricación y ruina»... «Disentimos de esos profetas de calamidades que siempre están anunciando infaustos sucesos como si fuese inminente el fin de los tiempos. En el presente orden de cosas, en el cual parece apreciarse un nuevo orden de relaciones humanas, es preciso reconocer los arcanos designios de la Providencia divina». Paulo VI recogió los rasgos de «pastoral» encomendada por Juan XXIII. La postura del Concilio ante el hombre ha sido muy a conciencia optimista. Una corriente de afecto y de admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno, ha reprobado los errores, sí, pero para las personas sólo la invitación el respeto y el amor. El Concilio envía al mundo contemporáneo en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores, en vez de funestos presagios, mensajes de esperanza. Este optimismo intencionado, no es ingenuo ni olvida la doble fisonomía: la miseria y la grandeza del hombre.

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ESTILO CONCILIAR El estilo de los documentos del Concilio sin perder en sobriedad y precisión, es con frecuencia sugerente y literalmente bello. Esta modalidad de estilo está seguramente en relación con su carácter «pastoral». Aunque todo el Concilio es pastoral, ya que sus miembros no forman una academia de intelectuales, sino una asamblea de pastores, no obstante el Vaticano II es pastoral reduplicativamente. Recordemos lo que dijimos a propósito del «espíritu» que infundió Juan XXIII . Lo pastoral no se opone a lo doctrinal, ni lo rebaja en su verdad, ya que sólo con alimento verdadero se apacienta auténticamente al hombre. Pero la exposición pastoral de la doctrina no se contenta con conceptualizar, definir y deducir; quiere acercarse de manera comprensible al hombre con sus interrogaciones y expectativas. «Pastoral» indica una modalidad, a saber, la apostólica y misionera, de presentar la fe cristiana teniendo presente también al hombre concreto.

CONSTITUCIONES - DECRETOS - DECLARACIONES El Concilio Vaticano II nos ha entregado su magisterio en tres clases de documentos: Constituciones, Decretos y Declaraciones.

CONSTITUCIONES : Las constituciones son los documentos fundamentales. En ellas se contienen las grandes proposiciones doctrinales, los principios de la reforma y la renovación, las opciones pastorales. Dos constituciones llevan el calificativo de «dogmáticas» (Lumen gentium y Dei Verbum), una de «pastoral» (Gaudium et spes) y la constitución sobre la sagrada liturgia (Sacrosanctum Concilium) no recibe calificación alguna.

Emerge entre las constituciones como la espina dorsal del Concilio. Es el documento principal del Concilio, al que se ordena el resto de los documentos y del que reciben su sentido. En el ha quedado expresada la propia conciencia de la Iglesia en su relación al misterio trinitario, al destino y palabra de Jesús, a los hombres, a sus propias estructuras y fines. En el cristianismo lo esencial es Cristo, en quien Dios se nos revela y se nos da definitivamente como Señor y Salvador de la vida humana, y que nos deja su Santo Espíritu como memoria viva de su persona, actualización de su palabra, interiorización de sus exigencias y universalizador del Evangelio. La realidad del misterio trinitario es lo primero objetivamente en el cristianismo: de él viene y hacia él convoca Cristo. LUMEN GENTIUM Sobre la Iglesia

DEI VERBUM sobre la divina Revelación

Las dos palabras que designan esta Constitución dogmática sobre la Revelación divina -Dei Verbumresumen exactamente su objeto: se trata de la Palabra Concilio Vaticano II

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de Dios, que el Concilio escucha con espíritu religioso. Esta fórmula atestigua cómo el magisterio supremo de la Iglesia muestra sumisión a la Palabra y, que, estando a su servicio, la escucha respetuosamente, la guarda religiosamente y la explica fielmente. A su vez, el texto citado de 1 Jn 1,2-3 indica el objeto, el modo, la trasmisión y la finalidad de la Revelación: la comunión apostólico-eclesial que tiene su término definitivo en la comunión trinitaria. Nunca antes en la historia había recibido la liturgia un tratamiento tan generoso por parte de ningún concilio: contiene un ambicioso programa de reforma de la liturgia. El concepto de liturgia que propone la SC presenta la originalidad de tomar como punto de partida la historia de la salvación (y el misterio pascual, que es su recapitulación) y de definir la liturgia como la presencia sacramental de esa historia salvífica. Antes de ser obra del hombre que rinde culto a Dios, es acción de Dios sobre el hombre, santificación del hombre por la acción presente de Dios. En la SC se hacen dos afirmaciones: la multiforme presencia de Cristo en las acciones litúrgicas, y la de que la liturgia es el culmen y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza.

SACROSANCTUM CONCILIUM sobre la Sagrada Liturgia

GAUDIUM ET SPES sobre la Iglesia en el mundo actual

La constitución pastoral Gaudium et spes representa una absoluta novedad en la historia de los concilios ecuménicos. Por primera vez, un documento conciliar se dirige no sólo a los hijos de la Iglesia y a cuantos invocan el nombre de Cristo, sino a todos los hombres. Consta de una primera parte apoyándose en principios doctrinales pretende exponer la actitud de la Iglesia ante el mundo: Toca la dignidad de la persona como imagen de Dios; el pecado que rebaja esa dignidad; El estudio del ateísmo; la dimensión comunitaria de la dignidad humana, delinea el sentido de la actividad humana en el mundo; la justa autonomía de las realidades terrenas; la ecología y la actividad de la Iglesia con respecto al mundo actual.. Y en la segunda esta doctrina se aplica a los grandes problemas del mundo actual: Se ocupa del matrimonio, la familia, la cultura, la vida económico social, la comunidad política, los problemas de la paz y la cooperación internacional.

DECRETOS Los nueve decretos suponen, desarrollan y concretan las constituciones. Frecuentemente es citada en ellos como era de esperar, la constitución sobre la Iglesia. Los decretos no son simples aplicaciones disciplinares de la doctrina de las constituciones; ellos mismos contienen elementos doctrinales que prolongan y determinan perspectivas más amplias. Por ejemplo, la definición de diócesis en Christus Dominus etc. Los decretos se refieren a sectores de fieles cristianos (obispos, presbíteros, religiosos, laicos), o a actividades de la Iglesia (formación sacerdotal, misiones, ecumenismo...) En ellos abundan aspectos preciosos de reforma en sintonía con los grandes fines del Concilio. Concilio Vaticano II

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El documento se abre con un resumen de la doctrina sobre el Episcopado contenida en la constitución Lumen Gentium. En seguida expone los grandes principios del ministerio episcopal en relación: 1) con la Iglesia universal; 2) con la Iglesia particular o diócesis; 3) con las agrupaciones de Iglesias particulares dentro del mismo territorio.

1 Christus Dominus sobre la función pastoral de los obispos

Ofrece una perfecta y fundamentada síntesis del ministerio cuando propone por una parte, su sacramentalidad y por otra su dimensión eclesiológica al fundamentar la íntima y necesaria unión del presbítero con el Obispo. La repercusión pastoral de este documento para el sacerdote en su entrega al servicio ministerial del prójimo.

2 Presbyterorum Ordinis sobre el ministerio y vida de los presbíteros

Recuerda con vigor el deber de fomentar la promoción de las vocaciones al sacerdocio. Delimita claramente la función y cualidades de los formadores, da criterios sobre las aptitudes e intenciones para la admisión de los seminaristas y para formarse el juicio sobre la idoneidad de los candidatos al sacerdocio. Se describe la formación espiritual, intelectual y pastoral de los alumnos y la capacitación para la posterior formación permanente y el fomento de una formación pastoral en sintonía con el interés pastoral de todo el Concilio.

3 Optatam totius sobre la formación sacerdotal

Es un documento con profunda inspiración bíblica, cristológica, pneumológica (referente al Espíritu Santo), eclesiológica y apostólica. La clave para entender la vida religiosa no es ya sólo la perspectiva de la santidad sino la caridad perfecta, hacia donde tiende la práctica de los consejos evangélicos.

4 Perfectae caritatis sobre la adecuada formación de la vida religiosa

El documento habla de la universal vocación al apostolado, como consecuencia no de meras determinaciones jurídicas, sino de la esencia misma del ser cristiano, la vocación cristiana, por su misma naturaleza es vocación al apostolado. La insistencia en la vida espiritual como condición para toda eficacia apostólica y, más concretamente, la afirmación según la cual el trato y la unión con Dios deben en los laicos, entrelazarse con las tareas, preocupaciones y empeños temporales. Tarea que se lleva a cabo primordialmente gracias al testimonio de vida y a la palabra que anuncia pero

5 Apostolicam actuositatem sobre el apostolado de los laicos

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que reclama también el esfuerzo por impregnar con el espíritu evangélico las realidades temporales. La Iglesia manifiesta su estima por el patrimonio espiritual de las Iglesias de Oriente, que es patrimonio de toda la Iglesia. Es la solicitud por las Iglesias orientales lo que motiva este decreto.

6 Orientalium Ecclesiarum sobre las Iglesias orientales católicas

Con visión histórico-salvífica y trinitaria recoge el planteamiento de Lumen Gentium, sitúa la misión de la Iglesia en el corazón del plan salvífico de Dios, por lo que puede afirmar que la Iglesia es por naturaleza misionera y que todos los miembros del Pueblo de Dios deben asumir su propia responsabilidad, en esta línea el misionero como enviado de la comunidad eclesial es el sujeto radical de la actividad misionera.

7 Ad gentes divinitus sobre la actividad misionera de la Iglesia

Con el decreto sobre ecumenismo, la Iglesia católica abrió el cause oficial a la participación de sus miembros en el Movimiento ecuménico que desde principios de nuestro siglo se había propuesto como meta de la restauración de la unidad de la Iglesia. Objetivos: Determinar la naturaleza del ecumenismo católico y la de la unidad deseada de la Iglesia; la oración por la unidad; la libertad religiosa y los matrimonios mixtos entre otros. 8 Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo

Fue una novedad en el Concilio tocar el tema de los medios de comunicación y de su importancia en la cultura de nuestro tiempo, de este documento se redactó un catálogo de los grandes problemas sociales, culturales y pastorales que los medios vienen a plantear a la Iglesia y a la humanidad en las postrimerías del siglo XX.

9 Inter mirifica sobre los medios de comunicación

DECLARACIONES Las declaraciones son manifestaciones solemnes del Concilio ante la Iglesia y el mundo sobre cuestiones muy importantes para la misión de la Iglesia y para su relación con las religiones no-cristianas, con las sociedades y Estados. Tales declaraciones se apoyan en la conciencia renovada de la Iglesia sobre su naturaleza y misión y tienen muy en cuenta la situación histórica actual. Desde el desafío contemporáneo y a la luz de los principios originales de la Iglesia han nacido estas declaraciones. Son expresión elocuente del carácter «pastoral» del Concilio.

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Se declara que todos los hombres deben estar inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares como por parte de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en lo religioso, ni se obligue a nadie a actuar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos.

Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa

Trata del derecho de todo hombre a la educación y naturaleza de la educación; la educación cristiana; los educadores -los padres y la familia, la sociedad la Iglesia; medios para la educación cristiana; importancia de la escuela en general y de la vocación docente; obligaciones y derechos de los padres respecto de la institución escolar; la necesidad y la obligación de la educación moral y religiosa en todas las escuelas; la escuela católica; facultades de ciencias sagradas etc.

Gravissimun educationis sobre la educación cristiana

De acuerdo con la intención práctica del documento, su novedad más importante radica en la nueva actitud que, de acuerdo con los principios teológicos de la paternidad universal de Dios y de su universal voluntad salvífica y con los principios del amor y el perdón mutuo como norma de conducta, adopta la Iglesia y recomienda a los cristianos.

Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas.

BIBLIOGRAFIA VATICANO II Documentos Edición oficial promovida por la Conferencia Episcopal Española. Editorial: Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid 1992. Carta Apostólica TERTIO MILLENIO ADVENIENTE Hacia el Tercer Milenio. Sumo Pontífice Juan Pablo II. Editorial Dabar México, D.F. 1994 Carta Apostólica NOVO MILLENNIO INEUNTE Juan Pablo II. Enero 2001. Internet. Aciprensa.com.

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