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COMO SUPERAR EL NEOLIBERALISMO Alternativa Emancipadora CRISTIAN GILLEN Índice Pág. 5

Prefacio

Primera Parte La transformación social Capítulo I Los clásicos y el cambio social 1. 2. 3. 4.

Concepciones teóricas El trabajo El valor Propuestas de transformación

Capítulo II Lenin y el socialismo 1. 2. 3. 4.

El Partido Bolchevique El Estado El Estado y el Partido Reflexiones finales

Capítulo III

9 10 19 23 28

37 39 42 50 51

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La Participación y el cambio 1. La participación y la creación de un nuevo Estado 2. La participación y el socialismo totalizante

Capítulo IV El neoliberalismo Caracterizaciones y planteamientos alternativos 1. El rol del trabajo y sus nuevas formas 2. El valor 3. Concepciones teóricas y filosóficas que están detrás del Imperio del capital 4. Planteamientos ideológicos 5. Visión futura 6. Consideraciones finales

53 54 59

69 71 75 78 88 90 93

Segunda Parte La alienación Capítulo I El capitalismo actual y la alienación 1. Alienación, reificación y fetichismo. La legitimación del capitalismo actual 2. La transformación y cuestionamiento del concepto de alienación 3. La alienación de las distintas esferas de la vida social

Capítulo II Marx y el proceso de alienación y desalienación 116 1. El trabajo teórico de Marx y la alienación 117 2. Los orígenes hegelianos del concepto de alienación en Marx 118

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98 102 105 109

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3. Las diferentes formas de alienación 120 3.1. Alienación religiosa 120 3.2. Alienación política 122 3.3. Alienación económica 126 3.4. Alienación en el arte 129 4. El fetichismo en Marx 130 5. La alienación del capitalista y el proceso de emancipación 131

Capítulo III Lukács y el proceso de cosificación de las relaciones sociales 134 1. La evolución de la concepción de alienación en Lukács 135 2. El fetiche de la mercancía 136 3. Crítica al cientificismo y economicismo 137 4. La conciencia de clase 139 5. Lenin y Lukács 143 6. Crítica y defensa de Historia y conciencia de clase 145

Capítulo IV La teoría crítica y la colonización del mundo de la -3-

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vida en Habermas 149 1. La Escuela de Francfort. Sus posiciones en el tiempo 149 2. Diferencias entre los miembros de la Escuela de Francfort 157 3. Concepciones teóricas de Habermas 159 4. Crítica de Habermas a Marx 167 5. La alienación en Habermas 174 6. Habermas y la política 177 7. Crítica a Habermas 179

Tercera Parte Crisis de la democracia realmente existente 192 1. Expresiones de la crisis de la democracia 192 2. La expansión mundial del capital y la democracia 199 3. Teorías clásicas de la democracia 202 4. Teorías contemporáneas sobre la democracia 206

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Cuarta Parte Crítica de aspectos teóricos centrales sobre la transformación social 1. 2. 3. 4.

215 Fuerzas productivas – Relaciones sociales 215 Nueva forma de abordar la problemática Fuerzas productivas – Relaciones sociales 223 Problemática Infraestructura – Superestructura 226 Superación de la problemática Infraestructura – Superestructura 257 4.1. Los diferentes tipos de producción 259 4.2. La reproducción de la sociedad 269

Quinta Parte Propuesta antihegemónica 271 1. Cambios en la realidad socio-económica en la periferia 271 2. Relación entre Consejos de Fábrica - Sindicatos – Partido 275 3. Aspectos teóricos de la propuesta 285 4. Estrategia emancipadora 287 5. La producción económica y la lucha antihegemónica 294

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6. Hacia una educación liberadora 296 7. Producción de una justicia de nuevo tipo 311 8. La organización familiar 323 9. Planificación democrática 325

Anexos 1. Las experiencias socialistas y las concepciones teóricas de los clásicos 329 2. Orígenes e historia de los conceptos de alienación y fetichismo 334

Bibliografía 337

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Prefacio El presente trabajo es resultado de una investigación llevada a cabo a través de un periodo prolongado de tiempo. Como sucede en toda investigación, hay aspectos que se tratan en distintos momentos de ésta, que luego son retomados para darles cada vez una forma más acabada. Con el fin de plantear una alternativa emancipadora al capitalismo en su versión neoliberal, se han abordado de manera progresiva un conjunto de temas interconectados que posibilitan ir construyendo una propuesta antihegemónica con la suficiente base teórica y experiencias prácticas, que permita que ésta tenga la debida sustentación, coherencia y viabilidad para materializarse. Dentro de esta perspectiva, la investigación que se presenta aborda primero las propuestas de transformación que ponen en juego la lógica de las relaciones sociales capitalistas. Este análisis se inicia con los planteamientos de los clásicos, para luego tratar las más recientes teorías que abogan por un cambio del neoliberalismo de cierta significación, como son las desarrolladas por Gorz, Beck, Negri, entre otros. Dentro del marco de exposición de estas distintas teorías sobre el cambio social, se realiza un examen crítico de aspectos medulares como el trabajo, valor, tipo de racionalidad que emplean, y de los sistemas económicos, políticos y culturales que propugnan. Se ha estudiado detalladamente la propensión en la fase actual del capitalismo a no sólo generar relaciones sociales cada vez más alienadas, sino también a hacer uso político de la alienación para legitimarse y reforzarse en todos los niveles de la sociedad, y ello contra los intereses de buena parte de ésta. El proceso de deshumanización y cosificación de las relaciones entre los hombres en la actualidad está haciendo cada vez más difícil la vida cotidiana, y por otro lado, viene mermando la capacidad de crítica de una buena parte de la población.

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Sin embargo, es conveniente resaltar que este proceso está creando movimientos contestatarios de nuevo tipo que luchan contra la alienación y explotación capitalista1. Debido a que toda propuesta de cambio en las condiciones actuales, desde la perspectiva de las mayorías, tiene que sustentarse en una democracia real que sustituya a la parlamentaria, la cual se ha convertido en un verdadero mercado político, se ha llevado a cabo un estudio profundo del proceso histórico del desarrollo de las democracias, y su influencia en la concepción pragmática de la democracia, básicamente anglosajona, que viene imperando y que cada vez más ve su legitimidad cuestionada. Énfasis especial en esta investigación se le otorga al análisis crítico de los elementos teóricos centrales que más han incidido en el desarrollo de los procesos de transformación. Este estudio no se ha limitado a la crítica sino que también hace planteamientos para la superación de tales problemáticas teóricas. La investigación sobre los aspectos teóricos se ha centrado en desentrañar las formas en que se han venido abordando las relaciones entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales, y las que se dan entre la infraestructura y superestructura. El estudio teórico antes señalado ha sido complementado con un análisis histórico de las principales experiencias revolucionarias, partiendo de la revolución rusa, con el fin de elucidar el papel que desempeñaron las principales organizaciones que planteaban la transformación, como los consejos de fábrica, sindicatos, partidos y las relaciones que se dieron entre ellos, para poder alimentarse de todas estas experiencias, y tomarlas en consideración en la formulación de la estrategia antihegemónica. La propuesta antihegemónica, aparte de nutrirse de todas las investigaciones antes planteadas, toma debida cuenta de las últimas tendencias del desarrollo del capitalismo en la periferia, otorgándole especial importancia al 1

Se ha estudiado, con el fin de tener una visión amplia de la alienación, la concepción que tuvieron de ella Marx, Lukács y Habermas. Los lectores que no quieran profundizar este tema pueden obviar la lectura de los trabajos teóricos sobre la alienación realizados por los autores antes citados.

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proceso de crecimiento acelerado que viene experimentando lo que se denomina "el sector informal" de la economía, que, en términos menos formales, expresa una articulación compleja entre las relaciones sociales capitalistas y las no capitalistas. En la actualidad, este sector se viene subordinando a la lógica del sector formal, lo que ha posibilitado quebrar las normas salariales a favor del capital. La estrategia global antihegemónica plantea, partiendo del sector informal, un proceso de resistencia para evitar que éste siga pauperizándose, pero paralelamente ir construyendo, en el marco de valores solidarios, una organización social que surja de la base, donde se vayan edificando nuevas relaciones de producción materiales, políticas y culturales, haciéndolas penetrar progresivamente en el denominado sector formal, cuya lógica depende, en la actualidad, principalmente de la dinámica e intereses del capital foráneo. Esta propuesta antihegemónica se diferencia de aquellas que pretenden que, conquistando el aparato del Estado ya sea mediante el proceso tradicional de elecciones parlamentarias, u otras vías, se puede tomar el poder, y desde ahí propiciar el cambio. Sin embargo, para llevar a cabo una transformación profunda, es fundamental construirla desde la base, y no sólo en lo político, sino también en la producción económica y cultural, con el fin de que los procesos de cambio no se queden únicamente a nivel de simples promesas y/o cambios formales, o sin beneficiar directamente a los que promovieron y lucharon por el cambio. Este trabajo ha sido producto de un largo proceso de discusiones con trabajadores, productores, investigadores sociales en distintos países, especialmente latinoamericanos y del Caribe, donde me tocó trabajar. Asimismo, se nutrió de las experiencias de los procesos de negociación norte-sur propiciados por la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), donde actué como coordinador. Entre los que más contribuyeron en este complejo proceso de ir construyendo nuevas alternativas de cambio, cabe mencionar a Nicole Schuster,

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Michael Best, Robin Murray, Dennis Morrison, Tony Veronis, Jorge Joffre, Jorge Trigo, Esther Requejo, Fernando Félix, Ramón Valdez, Luis Toirac, Carlos Patterson, Adolfo Facusse, Luís Gálvez, Luís Preval, Gérard De Bernis, Rolande Borrelly, Alda Del Forno, Daniel Fajardo, Rolando Reyes y Ronaldo Bermúdez. Cabe indicar sin embargo, que lo manifestado en este trabajo es responsabilidad única del autor.

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Primera Parte La transformación social Capítulo I Los clásicos y el cambio social El metadiscurso de la globalización neoliberal, con el poder masivo que tiene detrás, ha logrado sedimentarse en gran parte de la población mundial y de los intelectuales, lo que ha incidido negativamente en los esfuerzos para plantear modificaciones profundas a la realidad neoliberal existente. Los cambios que se proponen se inscriben, por lo general, en el marco de hacer más racional el capitalismo, y/o de minimizar la destrucción social, no creativa2, que ocasiona el neoliberalismo en cuanto al empleo y la calidad de vida de la mayoría de la población mundial, que se expresa en una pobreza extrema y en una mayor alienación. Sustentado en la ortodoxia del mercado, el monismo neoliberal no tolera alternativas, pese al discurso “democrático” que lo legitima. Para avanzar en la difícil tarea de plantear alternativas de transformación profunda en las formaciones sociales periféricas y a nivel mundial, se hace necesario realizar un análisis histórico de los principales planteamientos teóricos, que propugnan cambios significativos en la realidad económica, política y cultural capitalista. Esta propuesta de estudiar el pasado a fin de clarificar el presente y proyectar el futuro va contra las concepciones neoliberales que no creen en los análisis históricos, a pesar de que toman algunos aspectos teóricos de Adam Smith, fuera del contexto en que éste los enunció, para legitimar los postulados neoliberales que se basan principalmente en los enunciados propugnados por Hayek y Friedman. 2

A diferencia de la destrucción creativa propuesta por Schumpeter.

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Con el fin de abrir una discusión amplia en relación con las alternativas al capitalismo neoliberal, se hará un estudio de los clásicos que propugnaron cambios estructurales en el capitalismo, y elaboraron teorías revolucionarias que tuvieron un impacto relevante en las transformaciones que se dieron en la realidad mundial. Nos referimos a Proudhon, Marx y Engels, cuyas concepciones de transformación social tuvieron repercusiones decisivas en la materialización del “socialismo” que realmente existió en la ex – Unión Soviética, Europa del Este, y en la ex-Yugoslavia, y que todavía mantienen toda su vigencia. Posteriormente, analizaremos las escuelas de pensamiento más recientes que postulan por el cambio. En este análisis histórico de los clásicos, se buscará identificar las causas teóricas centrales, así como las distorsiones de las concepciones originarias, que motivaron el fracaso del socialismo real en su versión autoritaria y “autogestionaria”, y que han incidido en que el metadiscurso neoliberal haya creado tanta confusión en los sectores sociales que hubieran tenido que ser los agentes principales para la superación del capitalismo imperial actual. Con el fin de poder estudiar en detalle los planteamientos de transformación social realizados por Proudhon, Marx y Engels, se realizará un análisis de las concepciones teóricas de estos clásicos, centrándose sobre todo en sus percepciones del trabajo y el valor, lo que permitirá apreciar con más claridad la lógica de reproducción de las relaciones sociales capitalistas que postulan, y en base a ello, estudiar la significación y viabilidad de las transformaciones que plantean.

1. Concepciones teóricas Comenzaremos el análisis de las posiciones teóricas de estos principales propulsores del cambio social con Proudhon, que aspiraba a un socialismo libertario sustentado esencialmente en una estructura política federativa y en una autogestión económica. Proudhon estudia la sociedad en base al análisis de los principales movimientos de la sociedad3 para lo cual hace 3

Para Proudhon, los movimientos principales de la sociedad serían: i) el movimiento orgánico que generaría la división del trabajo; ii) el movimiento industrial que ocasionaría la

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uso de lo que denomina la "dialéctica serial". Esta comprende series dialécticas constituidas por elementos antitéticos que permitirían que el mundo no sea visto como una simple sucesión de contradicciones. Ello posibilitaría respetar la pluralidad de los antagonismos. Para Proudhon, describir una serie es construir una unidad en la multiplicidad4. La dialéctica que preconiza es de carácter ideo-realista, y se opone tanto al materialismo como al idealismo5. Las series dialécticas principales que propugna Proudhon son las relacionadas con el trabajo y la guerra. La dialéctica serial del trabajo conduciría a poner en evidencia todas las capacidades e inteligencias, así como la necesidad de la igualdad económica. La serie dialéctica de la guerra tendería a organizar el orden de destrucción. En la dialéctica serial, a diferencia de la hegeliana y marxista, las contradicciones no se resuelven. Para Proudhon, Hegel y Marx cometieron un gran error al hacer intervenir la síntesis donde fusionan la tesis y la antítesis. La dialéctica hegeliana y marxista, según Proudhon, conduciría inexorablemente a un “absolutismo gubernamental”, es decir a la prepotencia del Estado, a la subordinación del individuo y, en el campo ideológico, a “la negación de la libertad”6. Proudhon integra en una totalidad sus ideas económicas y políticas. Las económicas podrían resumirse bajo el concepto de federación agrícolaindustrial, y las políticas con el de federación política-y-descentralización7. Proudhon denomina al contrato político una federación. La considera como una convención, por la cual uno o varios jefes de familias, una o varias producción y circulación; iii) el movimiento legislativo que propugnaría la conversión de la propiedad individual y; iv) el movimiento científico que tendería a la abolición del proletariado. 4 P.J. Proudhon. De la création de l’ordre dans l’humanité. Tome premier. Editions Tops/H. Trinquier. Paris, 2000. 5 Para Proudhon “toda idea nace de la acción y debe regresar a la acción”. Ibíd. 6 Ibíd. 7 Jean Bancal. Proudhon. Pluralisme et autogestion. Les fondements. Aubier Montaigne. Paris. 1970.

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comunas o Estados se obligan recíprocamente en un conjunto de objetivos específicos8. En su análisis de las concepciones comunistas que desarrolla Marx, Proudhon plantea que existiría una tendencia dogmática, a pesar de que Marx manifieste lo contrario. En ese sentido, le dice a Marx: “Después de haber demolido todos los dogmatismos, no estaremos a punto de indoctrinar al pueblo. No nos convirtamos en apóstoles de una nueva religión, la religión de la razón”9. Asimismo, cuestiona la propensión de los comunistas de olvidarse que el hombre no vive solamente de la vida pública sino que también tiene una vida privada que debe disfrutar 10. El gran reto sería, según Proudhon, no matar la libertad individual sino socializarla. Y su ideal de sociedad es la anarquía, que suprimiría las instituciones gubernamentales con la finalidad de constituir una sociedad sustentada en la organización colectiva y libre del trabajo11. Como se puede apreciar, Proudhon, a través de su sistema teórico que fomenta el pluralismo, pudo avizorar las tendencias autoritarias que estaban inmersas en el materialismo histórico y la dialéctica marxista. Es decir, que no hay que culpar sólo a Stalin y sus seguidores por la gran concentración de poder que se dio en el denominado socialismo real. Esto se desarrollará más adelante, cuando se abordarán las concepciones teóricas de Marx y Engels. La concepción teórica de Proudhon presenta algunos aspectos que es necesario analizar en detalle por las repercusiones que tienen en sus planteamientos políticos y económicos. En primer término, las categorías teóricas de Proudhon, más que expresar relaciones sociales que se dan en un determinado momento histórico, parecen manifestar ideas que permanecen sin cambio en el tiempo. Marx, con razón, critica esta posición teórica de Proudhon, por cuanto conduciría a pensar que las ideas son manifesta8

P.J. Proudhon. Du principe fédératif. Editions Romillat. Paris. 1999. Jean Bancal. Op. cit. 10 P.J. Proudhon. De la création de l’ordre dans l’humanité. Tome second. Editions Tops/H. Trinquier. Paris. 2000. 11 P.J. Proudhon. Le Principe fédératif. Op. cit. 9

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ciones de la razón pura. Para Marx, el reducir las cosas a categorías lógicas nos llevaría a la metafísica. Lo que Hegel realizó para la religión, Proudhon lo hizo para la economía política 12. El poner por un lado las ideas, y por otro la vida de los seres humanos en general y de los trabajadores en particular, promueve un dualismo basado en el carácter a-histórico de sus categorías. En cuanto a la categoría concreta de propiedad, sobre la cual Proudhon escribe un libro, no la visualiza como expresión de relaciones sociales históricamente determinadas. La presenta como una idea independiente de ellas, demostrando que no ha tomado debida cuenta del carácter transitorio de las formas de propiedad que se sucedieron a lo largo de la historia, producto del cambio de las relaciones sociales13. Después de haber estudiado las concepciones teóricas de Proudhon, así como intentado explicar sus principales debilidades, abordaremos los planteamientos teóricos más relevantes de Marx, pero desde la perspectiva de entender su incidencia en las transformaciones sociales concretas que se llevaron a cabo posteriormente en el denominado socialismo real. Marx concibe fundamentalmente sus categorías como expresión de las relaciones sociales que se dan concretamente en el capitalismo. En dos de sus principales obras, los Grundrisse14 y El Capital, se puede apreciar claramente la posición que tomó y que posibilitó una ruptura radical con las concepciones filosóficas y económicas de su momento, dado que lo que primaba eran categorías sustentadas en ideas, muchas veces consideradas eternas, y/o reflejo del hombre en general, ya sea como ser concreto o en su versión espiritual. Sin embargo, es importante puntualizar que ciertos planteamientos que hace en su obra, en lugar de propiciar una visión dialéctica cambiante y revolucionaria de la realidad, aparecen como posiciones teóricas que promueven el determinismo, el catastrofismo y/o el reformismo. Ello se da cuando le otorga un primado a las fuerzas productivas en su construcción teórica y en la explicación de la realidad. Es decir, que en algunos casos, los elementos que conforman las relaciones sociales 12

K. Marx. The poverty of philosophy. Progress Publishers. Moscow, 1975. P.J. Proudhon. Théorie de la propriété. Editions l’Harmattan. Paris. 1997. 14 Grundrisse o Fundamentos en español. 13

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y están sometidos a su lógica, se tratan de manera independiente, concediéndoles una neutralidad axiológica. Intentaremos esclarecer lo antes expuesto haciendo un análisis de aspectos centrales del vasto trabajo teórico de Marx. La ruptura de Marx con las categorías abstractas y eternas que reinaban en su época, se inicia básicamente en su Tesis sobre Feuerbach. En ella, sustituye al hombre en abstracto, a que recurría la filosofía para expresar el proceso social, por las relaciones sociales, lo cual le permite ver como se produce la diferenciación entre los hombres (capitalistas, trabajadores), y visualizar la historia como un proceso de lucha de clases. En el análisis que lleva a cabo sobre el valor en su obra Las teorías de la Plusvalía15, Marx se propone desentrañar la lógica interna del proceso de explotación que se da en el marco de las relaciones sociales de producción capitalistas, y como, producto de ello, se reproducen las clases sociales. También en el proceso de estudiar la explotación capitalista, analiza el carácter alienado del trabajo, en cuanto los trabajadores asalariados son percibidos por los capitalistas como una fuerza de trabajo disociada del individuo que la genera16. Marx, en su capítulo inédito del Capital, muestra como el proceso de producción inmediato es expresión de una articulación de relaciones sociales, que se dan tanto en el proceso de trabajo como en el de valorización. De esa manera logra revelar las especificidades concretas que se generan en cada uno de estos procesos, así como pone al descubierto la no-neutralidad de la producción capitalista, al tener ésta como objetivo la creación de plusvalía para que el capital, como relación social, siga reproduciéndose. Para Marx, el proceso de trabajo no es más que un medio del proceso de valorización, proceso que, a su vez, en cuanto tal, es esencialmente producción de plusvalía. Como ya se puntualizó, hay partes del amplio trabajo teórico de Marx que propugnan la semi neutralidad y/o neutralidad con todo lo que esto implica 15

Theories of Surplus Value. Cristian Gillen. El primado de las fuerzas productivas y el socialismo. Editorial Horizonte. Lima. 1986. 16

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en lo político. Así tenemos que, en el prefacio a su obra Contribución a la crítica de la economía política, que es una de las más citadas para justificar determinadas posiciones teóricas o políticas, señala que "son las fuerzas productivas, el elemento más móvil y más revolucionario de la producción, mientras que las relaciones de producción dependen en su desarrollo de las fuerzas productivas, aunque también inciden en éste, acelerando o retardándolo”. En su obra que publicó en 1938 titulada El materialismo dialéctico y el materialismo histórico, Stalin considera lo planteado en esa introducción como “una definición genial de la esencia misma del materialismo histórico”. En base a esta concepción de neutralidad y de determinismo tecnológico de Marx, Stalin legitima su tesis evolucionista y economicista del primado de las fuerzas productivas sobre las relaciones sociales, que defiende a lo largo de su obra. En algunos segmentos de los Grundrisse, se puede apreciar igualmente esta tendencia de privilegiar el primado de fuerzas productivas que lo lleva a plantear la superación casi mecánica del capitalismo, sin la necesidad de la acción consciente de los sujetos propulsores del cambio. Para Marx, “más allá de cierto punto, [...] la relación capitalista viene a ser una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo. Siendo una traba, la relación capitalista es necesariamente eliminada”. Esta visión de primado de fuerzas productivas en Marx lo induce a establecer, en parte de su obra, un primado de lo económico sobre lo político y cultural, y a hacer aparecer, a veces, la superestructura como una expresión de la infraestructura. Esa posición teórica del primado de las fuerzas productivas, conduce a Marx a adoptar posiciones no justas cuando trata el problema colonial, especialmente en sus primeros escritos, los cuales se sitúan hasta aproximadamente 1856. En ellos, ve como positiva la destrucción de la industria y cultura vernácula y postula que el capitalismo europeo, principalmente el inglés, ejerce una función civilizadora en los países coloniales. Lo señalado se puede constatar con bastante nitidez en la carta que le dirige a Engels el 14 de junio de 1853, donde aborda la dominación inglesa sobre la India. Marx posteriormente modifica su posición. Muestra de ello es su

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oposición radical en 1861 a la intervención anglo-francesa-española en México17. En los últimos diez años de su vida, Marx trata de compenetrarse más con la realidad de las formaciones periféricas, especialmente de Rusia, lo cual lo instiga a romper con su evolucionismo que sugería que estas formaciones deberían tener en los países Europeos su imagen objetiva. Ello se puede apreciar en la correspondencia que mantiene con Vera Zasulich, en la que plantea que una victoria revolucionaria en Rusia podría convertir a la comuna rusa en un “vehículo de regeneración social”. Para Marx, las formas de producción consideradas “tradicionales” o “atrasadas” pueden desempeñar un papel relevante en el proceso de transición al socialismo sin tener necesariamente que pasar por una fase capitalista moderna. Las concepciones teóricas de Engels potenciaron la neutralidad y el economicismo en el seno del marxismo, lo que repercutió en el desarrollo teórico y en la práctica de la Segunda Internacional y, por ende, en el denominado “socialismo real”. Engels presenta una concepción neutra, “científica” de la dialéctica que puede estar al servicio de cualquier sistema teórico, sin el riesgo de contaminarse con las características éticas, morales, ideológicas y políticas del sistema teórico. Es así como en el AntiDühring señala que “la dialéctica es [...] la ciencia de las leyes generales del movimiento y desarrollo de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento”. Esta posición se contrapone con la de Marx, que considera la dialéctica básicamente para dar cuenta de la lógica interna del modo de producción capitalista, para desentrañar las contradicciones que se dan en el seno de las relaciones de producción de éste. Por ello, Marx, en los Grundrisse, recalca que “la representación dialéctica es correcta solamente cuando se conocen sus propios límites”. Engels, en su concepción de neutralidad de la dialéctica, imita el carácter ontológico y evolucionista que le otorga Hegel. Para este último, el proceso dialéctico tiene un carácter ontológico universal donde la historia se va moldeando de acuerdo al proceso metafísico del ser, en tanto que para 17

Cuadernos de pasado y presente. 1975.

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Engels este proceso ontológico está regido por la evolución “dialéctica” de la materia. Engels, en su obra Dialéctica de la naturaleza, al detallar los grandes descubrimientos de Newton, Schwann y Darwin, plantea, como una de las tareas principales del marxismo, la necesidad de descifrar los orígenes de la vida18. En la explicación histórica de la transformación de los modos de producción e intercambio, así como de la división de la sociedad en clases y de la lucha entre ellas, Engels le concede un papel central a lo económico 19. En su obra Socialismo utópico y socialismo científico, plantea que la produc-ción, y luego el intercambio, son los dos factores que forman la base de todo orden social, y que son ellos los que determinan, en una sociedad dada, el proceso de formación de la jerarquía de clases que la constituyen. Siguiendo los planteamientos de Saint Simon, según el cual la política no sería más que la ciencia de la producción material, Engels predice su absorción en un futuro próximo por la economía20. En el marco de su concepción economicista y funcionalista, Engels afirma que existe un supuesto antagonismo entre la producción que devendría cada vez más social y la apropiación capitalista. Ello se debe a que no toma en cuenta que ambas categorías son expresiones diferenciadas de las mismas relaciones sociales capitalistas y, consecuentemente, no son aspectos disociados en que uno tendría un carácter positivo y el otro negativo. Esta visión funcional y parcelada de la realidad económica capitalista que tiene Engels, lo lleva a postular que la “contradicción” entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación habría tomado la forma de otro supuesto antagonismo entre la organización “científica” de la producción y la “anarquía” que se daría en el mercado. Estas aparentes contradicciones que visualiza Engels no son más que la expresión del desarrollo capitalista, debido al enfrentamiento permanente 18

F. Engels. Dialéctica de la naturaleza. Editorial Grijalbo S.A. México. 1961. Engels visualiza lo económico en el marco del desarrollo de las fuerzas productivas, especialmente la tecnología. Para mayor detalle, ver Cristian Gillen El primado de las fuerzas productivas y el socialismo. 20 F. Engels. Socialisme utopique et socialisme scientifique. Editions sociales. Paris, 1948. 19

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que se da entre el capital y el trabajo, el cual, sin embargo, varía en intensidad y modalidades. La contradicción entre la producción social y la apropiación capitalista llevaría mecánicamente según Engels, a que el primer factor se rebele contra el segundo, por cuanto no le permitiría seguir su desarrollo, y por lo tanto, el tan ansiado progreso. La apropiación capitalista atentaría contra la productividad, que sería la base del desarrollo de las fuerzas productivas, lo que profundizaría la división de la sociedad en clases explotadoras y explotadas. Es decir, que para el economicismo de Engels, a mayor productividad, mayor homogeneidad social, y a la inversa, a menor productividad, mayor heterogeneidad. Lo que no comprende Engels, es que en el capitalismo, el aumento de la productividad tiene por finalidad el incremento de la plusvalía relativa y no el progreso neutro de las fuerzas productivas. En la actualidad, el aumento de la productividad en el capitalismo neoliberal ha servido para potenciar aún más las desigualdades, tanto en el centro como en la periferia del sistema. Su determinismo economicista basado en el primado de las fuerzas productivas, lo induce a señalar que las clases podrían suprimirse gracias a un incremento importante de la producción que conduciría a hacer “explotar” las barreras que ponen en su camino la apropiación capitalista de los medios de producción. Para Engels, ese momento ya habría llegado21. Como se puede apreciar, el socialismo, según Engels, podría alcanzarse al margen de las luchas sociales entre el capital y el trabajo, simplemente exacerbando mediante el desarrollo no neutro pero capitalista de la producción, las supuestas “contradicciones” con la propiedad capitalista de los medios de producción. Lo que se produce en el capitalismo son crisis que se deben al carácter contradictorio de sus relaciones sociales. Ellas se expresan en distintos momentos del desarrollo capitalista, producto de la baja tendencial de la tasa de ganancia contra la cual el capital debe luchar constantemente bajo formas diversas. Pero estas crisis periódicas, por lo general, se han resuelto en el marco de la lógica del capital. El que, en la mayoría de los casos, ha pagado el precio de la resolución de las crisis ha 21

Ibíd.

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sido el trabajo, por cuanto la superación de éstas conlleva a reducir la participación relativa del trabajo en el ingreso, lo que va acompañado casi siempre por acciones ideológicas y políticas orientadas a que se acepten las nuevas condiciones a fin de poder paliar capitalistamente las crisis.

2. El trabajo Proudhon considera al trabajo como fuerza productiva de la sociedad22, a diferencia de Marx, que lo conceptúa, en la casi totalidad de su obra, como expresión de las relaciones sociales. Este último, siempre lo visualiza en su articulación dialéctica con el capital23. En Proudhon, el trabajo ofrecería un vasto campo de antagonismos que posibilitaría formar series dialécticas. Además simbolizaría la fuerza plástica de la sociedad, y, “considerado sinté-ticamente en la producción y el consumo, genera la justicia”24. En su vasta obra, Proudhon presenta generalmente al trabajo como una categoría empírica. Sin embargo, en una parte de ella, señala que el trabajo puede ser alienado por la propiedad monopólica y por la expropiación de los productos generados por el trabajo colectivo. Para lograr la desalienación del trabajo, Proudhon sugiere que se fomente una “ley reguladora de la justicia”25. Para él, el trabajo es el eje y la sustancia de la economía política26. El trabajo se expresaría subjetivamente en los trabajadores; objetivamente en la producción; sintéticamente en la distribución de empleos y salarios; e históricamente en las determinaciones científicas. El trabajo sería la idea-tipo que determinaría las diversas fases del desarrollo de la sociedad e igualmente toda su organización27. Las leyes del trabajo se revelarían, de acuerdo a Proudhon, en las manifestaciones históricas que se darían de manera espontánea. Es en base a la observación de la organización de las sociedades en la historia, 22

Jean Bancal. Proudhon. Pluralisme et autogestion. Les réalisations. Editions Montaigne. 1970. 23 K. Marx. Grundrisse. 24 Jean Bancal. Op. cit. 25 Ibíd. 26 Para Proudhon, la economía es la “ciencia del trabajo”. 27 P.J. Proudhon. De la création de l’ordre dans l’humanité.

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como de las contemporáneas, que se deduciría el carácter de la función económica de los trabajadores y las leyes que determinarían la formación y organización de la sociedad económica. Para Proudhon, el trabajismo histórico que propone se opondría al materialismo histórico28. Las leyes del trabajo, según el trabajismo histórico, serían: la división; la especificación; la composición (generadora de la equivalencia de funciones y de capacidades así como la igualdad de fortunas); la solidaridad y la responsabilidad. Posteriormente, incorpora la ley de la fuerza colectiva que expresaría la asociación de varios hombres que trabajan en una industria y que potencian el trabajo individual. Esta última ley le sirvió para formular su teoría de la explotación29. En Proudhon, la división del trabajo tendría como objetivo central economizar el capital, y su profundización llevaría a la ruina a la pequeña industria. Sin embargo, a pesar de lo predicado por Proudhon, ésta ha continuado desarrollándose en las industrias que sustentan su estrategia en el diseño del producto (confecciones, muebles, etc.). Proudhon comete este error de predicción porque sólo toma en cuenta el proceso de trabajo y no incluye en su análisis el producto y las interrelaciones entre ambos aspectos. Además, tiene una concepción determinista en cuanto a la división del trabajo, dado que la ve como parte del desarrollo de las fuerzas productivas. La historia muestra que el capitalismo en su evolución ha tenido un desarrollo no lineal de la división del trabajo, sino formas distintas de ésta, en función a las necesidades concretas de reproducción que surgen en las diferentes fases del desarrollo capitalista (taylorismo, producción en masa, especialización flexible, etc.). En el trabajo parcelario que se genera, producto de la división del trabajo, Proudhon cree encontrar el principio del pauperismo, en tanto esos fraccionamientos del proceso de producción irían contra la ley de la composición del trabajo, lo que serviría como pretexto para bajar los salarios. Ello lo lleva a criticar la posición adoptada por la economía política

28 29

J. Bancal. Op. cit. Proudhon. Op. cit.

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de su época, según la cual el trabajo parcelario y monótono sería la base del aprendizaje de los trabajadores30. El organizar el trabajo, consistiría fundamentalmente, para Proudhon, en encontrar una serie natural de los trabajadores, para lo cual habría que ubicar su unidad y racionalidad. Asimismo, considera que partiendo de la organización del trabajo en la producción, se podría deducir cual es la organización de la sociedad en su totalidad. El trabajador-persona y la sociedad se engendrarían recíprocamente. La división del trabajo en la producción tendría por corolario el surgimiento de la “fuerza colectiva” en la sociedad. Esta sería la lógica de la doble ley del trabajo que proporcionaría la base para la constitución de la sociedad económica31. Proudhon tiende a darle un carácter no histórico a la división del trabajo, la cual sería la misma en la manufactura como en la fase de la gran industria. Por otro lado, Proudhon presenta posiciones en conflicto con respecto al impacto de la división del trabajo en la sociedad. Como ya señalamos, plantea que la fragmentación del trabajo sería la base de la miseria, pero a la vez, considera que en la división del trabajo existe un “lado bueno” que podría propiciar la igualdad como también la inteligencia. El gran reto para Proudhon consistiría en eliminar los lados negativos de la división del trabajo manteniendo sus efectos positivos. Proudhon afirma que la maquinaria es la antitesis lógica de la división del trabajo, lo que motiva una fuerte crítica de Marx que estima absurdo concebir la maquinaria como antagónica a la división del trabajo. Según Marx, la máquina es la unificación de los instrumentos de trabajo y de ninguna manera una combinación de diferentes operaciones. Para Marx, la concentración de los instrumentos de producción y la división del trabajo es algo indisociable32. Marx, en lo que se refiere a la problemática del trabajo, tiende a ver a éste siempre en su relación estructural con el capital. Es decir que circunscribe su análisis a un momento histórico preciso, el capitalismo, y no se dedica a determinar leyes eternas que gobernarían su desarrollo a través de la historia. En los Grundrisse, Marx estudia las relaciones del trabajo y el 30

J. Bancal. Op. cit. Ibíd. 32 K. Marx. The poverty of philosophy. Op. cit. 31

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capital en los distintos procesos (valorización, trabajo) que conforman el proceso de producción inmediato. Revela como, en el intercambio, el trabajador vende su valor de uso al capitalista para luego ser utilizado en la producción propiamente dicha. Señala que este proceso puede resultar extraño, ya que, producto de ello, el capital recibe riqueza y el trabajador sólo lo necesario para reproducirse como fuerza de trabajo. Para que estas relaciones se den entre el capital y el trabajo, es fundamental que exista una disociación entre la propiedad y el trabajo. Esto coloca al trabajo como no-capital. Es decir, como trabajo disociado de los medios y objetos de trabajo. El trabajo, en su existencia subjetiva, como actividad y no como objeto, es fuente viva de valor. Es la riqueza universal respecto al capital. Por lo tanto, no es contradictorio afirmar que el trabajo, por un lado, es la miseria, y por otro, es la posibilidad universal de la riqueza como sujeto y como actividad; o más bien, que ambos lados de esta tesis contradictoria se condicionan recíprocamente y determinan la naturaleza del trabajo. En Marx, la cooperación capitalista en la producción generada por la división del trabajo es el sustento del proceso de trabajo dentro del modo de producción capitalista. Se trata de crear, en base a la cooperación capitalista, una fuerza colectiva que comprima el tiempo de trabajo para posibilitar el incremento de la plusvalía. En la manufactura, que es la fase inicial del desarrollo capitalista, la división del trabajo se caracterizó por actividades productivas separadas e instrumentos de trabajo asignados a las distintas funciones productivas establecidas. Ello ocasionó el trabajo parcelario. El trabajador colectivo, formado por la combinación de un gran número de obreros parcelarios, constituye el mecanismo específico del periodo de la manufactura. En la gran industria, la cooperación, creada por la división del trabajo que caracteriza la manufactura, reaparece, pero como combinación de máquinas de operaciones parcelarias33. En ciertos fragmentos de su obra, Marx considera la división del trabajo como parte integrante de las fuerzas productivas y/o siguiendo su lógica de desarrollo. En su obra La miseria de la filosofía, plantea que la automatización llevaría a la eliminación de la especialización. Por lo tanto, habría 33

K. Marx. Le Capital. Livre I. Flammarion. Paris. 1985.

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una propensión al desarrollo integral del individuo y hacia una universalidad. En base al señalamiento anterior, considera que el gran desafío de la manufactura moderna sería lograr la unión del capital y la ciencia, con el fin de reducir las tareas de sus trabajadores34. Esta posición de Marx contrasta con la realidad capitalista del siglo veinte y los desarrollos más recientes, donde los cambios en la división del trabajo se dieron principalmente por modificaciones en la organización del trabajo vivo. Ejemplos de ello se dan en el taylorismo, donde se disoció el trabajo manual e intelectual con el objetivo central de consolidar la dominación del capital sobre el trabajo. En el caso de las nuevas formas de división del trabajo inspiradas en el toyotismo, éstas se sustentan en grupos polivalentes de trabajadores que rotan entre las distintas operaciones, fundamentalmente para que coadyuven a la solución de los problemas de calidad, al tener una mayor visión de conjunto. Sin embargo, esta nueva división del trabajo no trajo consigo una menor intensidad en el trabajo, sino más bien una mayor compresión del tiempo para realizar las distintas actividades productivas, lo que llevó a incrementar el estrés en los trabajadores y los problemas de salud laboral.

3. El valor La teoría del valor en Proudhon, es uno de los aspectos más débiles de su creación teórica global. Presenta una posición ambivalente con respecto a la relación entre el valor de uso y el valor de cambio. En su obra De la creación del orden en la humanidad, señala que uno de los mayores errores de los economistas sería el hacer una diferencia entre: valor de uso y valor de cambio. Éstos, según Proudhon, serían idénticos. Esta posición contrasta con la que postula en su obra Contradicciones económicas, en la cual plantea que el valor de uso tiene por medida la utilidad, mientras que en el valor de cambio es el trabajo. Según Proudhon, la oferta estaría determinada por la utilidad generada por el valor de uso, mientras la demanda lo estaría por el valor de las cosas sustentado en la cantidad de trabajo. El trabajo realizado se llamaría producto y el producto útil valor. Asimismo, la 34

Marx toma este último planteamiento del libro de Andre Ure Philosophie des manufactures.

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esencia del valor que es el trabajo sería la sustancia común de los salarios, el capital y los beneficios35. Proudhon considera que el origen de la plusvalía se sustenta en que el capitalista sólo remunera a las fuerzas individuales y no paga a las fuerzas colectivas, quedando un remanente del cual el capitalista se apropia. La plusvalía capitalista resultaría de la apropiación de un excedente colectivo, creado por la diferencia entre la productividad del trabajo colectivo y la simple adición de los trabajos individuales36. A parte de tener una posición contradictoria con relación al valor de uso y al valor de cambio, Proudhon tiende a identificar el valor de uso con oferta y el valor de cambio con demanda37. La “oferta y la demanda” serían dos formas ceremoniales que ponen cara a cara el valor de uso y el valor de cambio, llevándolos a la reconciliación. El valor de uso y el valor de cambio estarían en una relación inversa. El valor de cambio de un producto caería a medida que la oferta aumenta, si la demanda permanece constante; en otras palabras, a más abundancia de un producto en relación a su demanda, menor es su valor de cambio que lo confunde también con el precio. En el mercado, el precio no se determina mediante un conflicto entre la utilidad y el valor estimado (valor de cambio), sino entre el valor que demanda el que ofrece el producto y lo que desea pagar el demandante del producto. Esto se realiza en otro nivel de actuación del valor, en su proceso de metamorfosis del valor en precio. Proudhon tiende igualmente a confundir el tiempo de trabajo necesario para la producción de una mercancía y el valor del trabajo. Esta confusión la heredó de Adam Smith que, en algunos casos, mide el valor en función al tiempo necesario para la producción y, en otras, por el valor del trabajo. Es decir que, de acuerdo a Proudhon, una cantidad de trabajo que ha sido consumida para la elaboración de un producto sería equivalente en valor al pago del trabajador, es decir al valor de su trabajo. Este razonamiento lo conduce a confundir costo de producción con salario. Es decir, para 35

J. Bancal. Pluralisme et autogestion. Les fondements. Ibíd. 37 Proudhon denomina al valor de cambio “valor estimado”. 36

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Proudhon, los salarios, el nombre oficial del “valor del trabajo”, constituyen el íntegro del precio de las cosas38. Marx es muy crítico de la concepción que tiene Proudhon de la génesis de la plusvalía y el excedente que se basa en su relación trabajo individualtrabajo colectivo; persona-sociedad. Para Proudhon, los excedentes dejados por el trabajo se hacen reales para los individuos porque éstos emanan de la sociedad, que les confiere el beneficio de sus propias leyes. Sin embargo, para Marx, la plusvalía es producto del trabajo no pagado y, muchas veces, las pérdidas y beneficios de los individuos están en relación inversa a las pérdidas y beneficios de la sociedad39. Marx también cuestiona la concepción que tiene Proudhon del dinero y su valor, por cuanto éste los visualiza desligados del modo capitalista de producción, y no como expresión de una relación social, al igual que las demás categorías que se dan en el capitalismo. En lo referente al valor de la moneda, éste no se da por lo que Proudhon llama “valor constituido”, generado por la relación proporcional que existe entre el dinero y la suma total de la riqueza. Para Marx, el valor de la moneda está determinado por la oferta y la demanda. El oro y la plata serían para él siempre mercancías intercam-biables, porque tienen la función especial de servir como agente universal del intercambio40. En su teoría del valor, Proudhon le da a la competencia una importancia por encima de la emulación, por lo cual dejaría entender que en la sociedad socialista que propugna, no iría contra el mercado, y por lo tanto, seguirían rigiendo las categorías de mercancía, con toda la incidencia que ello tiene en la búsqueda de una sociedad igualitaria y desalienada. Proudhon le otorga un carácter eterno a la competencia, como si fuera algo inherente a la esencia humana, sin tomar en cuenta que ella surge del desarrollo de las categorías de mercancía que se comienzan a dar en el siglo dieciocho. Asimismo tiende a ligar mecánicamente competencia y asociación, por cuanto la competencia no sería expresión de motivaciones egoístas. 38

K. Marx. The Poverty of Philosophy. Op. cit. Ibíd. 40 Ibíd. 39

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Además, por el hecho de que la competencia sería supuestamente opuesta al monopolio, no podría ser contraria a la asociación. La teoría del valor de Marx está orientada a mostrar el origen de la plusvalía, y por lo tanto, de la explotación que sufren en el capitalismo los trabajadores. Sin embargo, como veremos posteriormente, hay veces que Marx enfoca su teoría de la plusvalía desde la perspectiva de las fuerzas productivas, generando percepciones tecnocráticas que han sido tomadas por los que siempre han puesto en juego la teoría de la explotación en Marx y otras en las cuales le otorga un carácter abstracto e impersonal que dificulta la toma de posiciones en el seno de la política. Marx, en los Grundrisse, plantea que “la plusvalía que el capital obtiene al término del proceso de producción [...] sólo es posible cuando el trabajo objetivado en el precio del trabajo es menor que el tiempo de trabajo vivo que ha sido comprado con él”. Sigue: “Si fuera necesaria una jornada de trabajo para mantener vivo durante una jornada de trabajo a un obrero, el capital no existiría, porque la jornada de trabajo se intercambiaría por su propio producto, y de esta suerte, el capital como capital no se podría valorizar ni, por consiguiente, conservar. La auto conservación del capital es su auto valorización”. Al analizar el papel de la maquinaria en los Grundrisse, Marx no la percibe como una fuerza productiva que aporta valor, sino que la conceptúa como instrumento para reducir el tiempo de trabajo necesario del trabajo vivo, lo que llevaría a incrementar la plusvalía relativa. Asimismo, advierte que en este proceso de compresión del tiempo de producción se podría requerir menos obreros con el consiguiente beneficio para los capitalistas. En el tomo I de El Capital, Marx deja muy en claro el carácter no neutro del proceso de producción en el capitalismo, por cuanto su objetivo central no es, como muchos capitalistas o humanistas abstractos nos pretenden hacer creer, la producción de productos útiles, sino el de lograr maximizar la tasa de plusvalía. Esta es, según Marx, la expresión exacta del grado de explotación de la fuerza de trabajo por el capital o del trabajador por el capitalista.

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Como ya se mencionó, en algunos fragmentos de su obra, Marx tiende a abordar el valor desde la perspectiva del primado de las fuerzas productivas, lo que ha llevado a Negri, Lazzarato y Guillerm a cuestionar la teoría del valor sustentada en la explotación del trabajo. En estos pasajes de su obra, Marx hace aparecer su teoría como una filosofía fronteriza entre una posición dialéctica y una sustentada en un determinismo tecnológico; entre el cambio profundo y un reformismo radical. En los Grundrisse, Marx señala que la producción depende cada vez más del nivel general de la ciencia y del progreso de la tecnología, lo que conduciría a que el trabajo inmediato deje de ser el principal determinante de la producción y la riqueza. El robo del tiempo de trabajo aparecería como una base miserable con relación a la ciencia y la tecnología desarrollada por la misma gran industria. Este planteamiento de Marx, visto fuera del contexto del desarrollo global de su trabajo intelectual, lleva a Lazzarato y Negri a plantear en su artículo Travail immatériel et subjectivité41 que el trabajo, bajo su forma inmediata, ha cesado de ser la fuente principal de la generación de la plusvalía, y que el tiempo de trabajo deja de ser la medida del valor. Asimismo, en su libro titulado L’autogestion généralisée42, Alain Guillerm, sustentándose en el mismo planteamiento de Marx en los Grundrisse, considera que el capital fijo crea valor. Pero, para A. Guillerm, las máquinas, que serían la fuente principal de creación de valor, son creadas por la ciencia, que sería la fuerza productiva principal. Dentro de esta perspectiva, postula que los investigadores, ingenieros y técnicos, devendrían “una fuerza productiva inmediata”. Es decir que formarían parte del proletariado. Este planteamiento es similar a los que se han dejado impresionar por el desarrollo científico y tecnológico que se ha dado en el capitalismo. Thorstein Veblen, a principios del siglo veinte, sustentaba una posición similar a la de Alain Guillerm. Lazzarato, Negri y Guillerm no toman en cuenta la lógica que han venido siguiendo las relaciones sociales capitalistas, por considerar que las fuerzas productivas, que son expresión de relaciones de producción pasadas, se desarrollarían de manera independiente. El capitalismo, en su fase de 41 42

Trabajo inmaterial y subjetividad. La autogestión generalizada.

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globalización neoliberal, ha acrecentado la pobreza mundial porque incrementó la tasa de explotación a nivel mundial. Las ciencias y tecnologías han servido para comprimir más el tiempo de trabajo, tanto en los procesos de producción que generan ciencias y tecnologías, como en los que se sustentan en éstas para la elaboración de sus productos en el marco de relaciones sociales capitalistas, que están orientadas a incrementar tanto la plusvalía absoluta como la relativa a escala mundial.

4. Propuestas de transformación La propuesta proudhoniana de un socialismo federativo y autogestionario se fundamenta en un análisis crítico del Estado como centro y monopolio del poder. Para Proudhon, el Estado sería una fuerza que niega la autonomía de la sociedad. El Estado-dominador se habría constituido por encima del pueblo, y devendría una representación arbitraria de éste, desconociendo la pluralidad de los grupos sociales. Debido a lo anterior, el Estado requeriría de una fuerza represiva y de una “soberanía” para sustentar ideológicamente su personalidad estática. Proudhon considera que esta concepción del Estado se basa en la ideología del Estado-Dios. Explica su posición anterior a través del proceso de “secularización” de la noción de autoridad que proviene del “derecho divino”. La concepción del Estado antes descrita pudo materializarse, de acuerdo a Proudhon, como consecuencia de que las masas tendieron a pensarse como una totalidad indivisible, y no como una pluralidad de seres colectivos. Ello habría motivado a que la política se convirtiera en una mitología, dando origen a un Estado mítico donde todo deviene ficción, símbolo, ídolo43. Según Proudhon, el federalismo, reemplazaría al sistema político sustentado por un Estado autoritario y dominador del pueblo. El federalismo, que propone, debería concebirse como un sistema político que contiene como principales elementos: los grupos que conforman la confede-ración, que los llama Estados, los cuales se gobernarían y administrarían bajo toda soberanía; la confederación, que se logra mediante una unión de estos

43

J. Bancal. Op. cit.

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grupos bajo un pacto de garantía mutua; los Estados confederados se gobernarían y organizarían según el principio de separación de poderes44. A la federación política, habría que complementarla con la federación económica, lo que posibilitaría implementar los principios de: mutualidad, división del trabajo y solidaridad económica. La federación agrícolaindustrial tendería cada vez más a lograr la igualdad a través de la organización, haciendo uso de la mutualidad del crédito, y garantizando el trabajo y la educación. Igualmente, propiciaría que los trabajadores combinen su trabajo de obrero con las artes45. La sociedad económica, regida por el trabajo, debería organizarse partiendo de lo simple a lo complejo y sustentarse en “funciones asociadas” realizadas por trabajadores individuales, “grupos de trabajadores de empresas” y grupos ampliados. El ser colectivo, constituido en el elemento central de la sociedad económica, se materializaría en “grupo industrial”, “grupo agrícola”, “grupo de consumidores”. Estos formarían parte de grupos más amplios como “grupo de industrias”, “distritos agrícolas”, “colectividades de consumidores”. De esa manera, se iría construyendo socialmente desde abajo la sociedad económica. Paralelamente, esta sociedad iría complementándose con los grupos científicos, académicos, entre otros. Para Proudhon, en su sociedad económica autogestionaria, las leyes del trabajo que él propugna como: la división del trabajo, la especificación, la composición y la fuerza colectiva, serían consecuencia de la “diferenciación – asociación” y de la “competencia – solidaridad”. Por otro lado, al trabajador se le tendría que garantizar su participación activa en la producción. Ello contribuiría a crear su conciencia social y a ser una fuerza colectiva. A nivel individual, le permitiría transitar de un culto primario de la justicia a una cultura de la justicia. Lo anterior coadyuvaría también a sustituir a la moral abstracta por una “filosofía del trabajo” que, por ser una “filosofía práctica”, requeriría un desarrollo de la “capacidad” de trabajo46. Es a través del trabajo grupal que Proudhon articula la libertad espontánea y el orden reflexivo. Para ello, propugna la razón colectiva que sería una 44

P.J. Proudhon. Du principe fédératif. Op. cit. Ibíd. 46 J. Bancal. Proudhon. Pluralisme et autogestion. Les fondements. Op. cit. 45

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“razón social”, la cual generaría un “derecho espontáneo” que se traduciría en un “derecho económico”. Es una pena que Proudhon no lograra detallar lo que llama razón colectiva, porque da la impresión que estaría planteando una razón comunicativa en la producción, a diferencia de Habermas que la circunscribe a la cultura. La prioridad que Proudhon le asigna en su propuesta societaria al trabajo social, se sustenta principalmente en que, a partir de él, elabora sus principios de acción. Entre ellos, caben destacar: el derecho de participación en la gestión; el derecho colectivo de los trabajadores al fruto del trabajo en común; y el argumento que es el trabajador colectivo el que posibilita la generación de un excedente productivo. Proudhon propone una teoría mutualista y federativa de la propiedad47. Postula por una “copropiedad en manos de grupos e individuos”. En la agricultura, propugna la propiedad individual; en la industria, la propiedad colectiva; y en los servicios, la propiedad cooperativa. Las propiedades de las empresas formarían la “federación industrial”, y las “comunas rurales” la “federación agrícola”. Toda propiedad tomada separadamente debería ser “mutualista”. La teoría mutualista–federativa de Proudhon se sustenta principalmente en: un mutualismo federativo en la agricultura; una socialización federativa en la industria; una cooperativización de los servicios y sindicatos del consumo y la producción. Proudhon proyecta una federación de comunas rurales que se encargaría básicamente de gerenciar las compras en común, los inventarios, la comercialización, créditos, entre otros. En el sector industrial, las empresas se agruparían por federaciones industriales específicas. Cada federación tendría que realizar actividades de gestión con relación a créditos, compras, comercialización, etc. En cuanto a los servicios, éstos tendrían que ser definidos por los productores y consumidores. Las “funciones políticas” deberían concebirse en función a las leyes de la economía, donde el Estado jugaría sólo un rol de árbitro y de promotor. A 47

La propiedad para Proudhon surgiría de las relaciones dialécticas entre el Estado y la sociedad económica.

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nivel nacional, se constituiría una “república federativa” basada en la descentralización y la auto-administración de grupos geográficos y funcionales, mientras que en el plano internacional, se instauraría una “confederación” de repúblicas federativas. La república federativa preconizada por Proudhon se sustenta en los principios siguientes: autonomía y auto administración política de grupos funcionales y territoriales; interdependencia y federación de grupos; creación por delegaciones sucesivas de un gobierno federativo; constitución de un Estado federal, resultado de la articulación de los principios anteriores. El poder legislativo tendría un parlamento federal, compuesto de una cámara de regiones y una cámara de profesiones. Como ya se planteó, el poder ejecutivo se organizaría de acuerdo a las leyes de la economía. Asimismo, Proudhon considera que habría que crear un “poder arbitral” y un “poder de la enseñanza”. La democratización de la sociedad ideada por Proudhon se garantizaría mediante elecciones periódicas de acuerdo a fundamentos socio-económicos (empresas, etc.) y sociopolíticos (grupos, regiones, etc.). Por otro lado, la libertad y racionalidad económica se sustentarían en la autogestión, que parte del trabajo como cimiento del proceso de creación de la sociedad y eje de la economía. Considera al trabajo como el elemento central dentro del proceso educativo. La educación, gestada esencialmente en el trabajo, sería la condición principal para alcanzar la igualdad y el progreso. La racionalidad económica se basaría en la competencia productiva de grupos autónomos, que a su vez serían antagónicos y solidarios48. Proudhon considera que, con el socialismo libertario que propone, deberían alcanzarse: en el orden económico, la igualdad del capital y el trabajo por la democratización de la propiedad de los instrumentos de trabajo; y en el orden político, la absorción del Estado por la sociedad, es decir la conformación de un Estado federativo de grupos autónomos. Si bien Proudhon hace una descripción pormenorizada de la nueva sociedad que propugna, es difícil desentrañar el proceso social, económico y político que habría que seguir para alcanzar el socialismo federativo y autogestionario que preconiza. La realidad ha mostrado que el proceso de 48

J. Bancal. Proudhon. Pluralisme et autogestion. Les réalisations.

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transición del capitalismo a una nueva sociedad de tipo socialista, es mucho más complejo de lo que creían los teóricos del socialismo. El estudio y explicitación del proceso de transición es uno de los grandes vacíos teóricos. Proudhon, para dar cuenta de la conformación de la sociedad socialista, parte del movimiento generado por la dialéctica serial, que tiene como una de sus series principales el trabajo. En el proceso que detalla Proudhon, las nuevas formas sociales parecen concretizarse a partir de simples ideas, dándole un carácter metafísico a su proceso de transformación. Del trabajo colectivo surgiría el grupo, y del movimiento dialéctico serial de los grupos saldría, de manera casi mecánica, la sociedad en su integridad. Otros aspectos, que pondrían en juego los objetivos centrales que espera alcanzar Proudhon con sus planes de transformación social y que fueron señalados anteriormente, son los relativos al papel que le asigna en su nueva sociedad socialista al mercado y la competencia. Al mantener en el socialismo las categorías de mercancía y vigorizarlas a través de la competencia, en lugar de lograr una igualdad entre el capital y el trabajo, como plantea Proudhon, se produciría una subordinación del trabajo hacia el capital. Asimismo, unos grupos tendrían mayor poder económico y político, lo que les conduciría, para consolidar su posición, a recurrir a prácticas políticas autoritarias que vayan contra un proceso de descentra-lización real. Estas debilidades teóricas de Proudhon se expresaron con claridad en el modelo autogestionario yugoslavo, que sustentó su desarrollo económico en el mercado. Después de la crítica a la propuesta societaria de Proudhon, analizaremos los elementos centrales que plantea Marx, que serían la base para la construcción del socialismo. Para Marx, el trabajo en el socialismo no podría continuar siendo una mercancía, por cuanto ello promovería la explotación y la alienación. Por lo tanto, el trabajador tendría que recobrar y potenciar su humanidad que ha sido cosificada en el capitalismo. El trabajo debería ser una auto-actividad, definida libremente por los trabajadores en una sociedad sin clases. Es por ello que Marx critica la posición de Proudhon que postulaba que el socialismo significaba la degradación de la moneda y la exaltación de las mercancías. El proceso de transición hacia el socialismo consistía, para Marx, en la eliminación progresiva de las categorías de

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mercancía que reinan en el capitalismo, en sus distintos campos de actuación y, particularmente, como ya se señaló, del carácter de mercancía del trabajo. Con el fin de alcanzar lo antes planteado, es necesario que la clase trabajadora, en su proceso de liberación, sustituya a la sociedad civil capitalista por una asociación de trabajadores que excluya las clases y sus antagonismos. Asimismo, tendría que eliminar el poder político, por cuanto éste es la expresión oficial del antagonismo de clases en la sociedad civil49. La visión que tenía Marx del socialismo en la periferia del sistema capitalista, fue, en un primer momento, eurocentrista. Sin embargo, modificó su posición en los diez últimos años de su vida. Ello se puede apreciar, tal como ya se señaló, en la correspondencia que sostiene con los populistas rusos, especialmente con Vera Zasulich, donde le otorga un papel importante a la forma de organización de la producción de la comuna rusa en una futura sociedad socialista en ese país. Esto último no fue tomado en cuenta por Stalin, que promovió la colectivización forzada de las tierras agrícolas, destruyendo las comunas por considerarlas arcaicas, lo cual motivó la represión campesina y trajo como consecuencia un deterioro profundo del sector agrícola que nunca se pudo superar. Para lograr el socialismo, Marx señala en El Manifiesto Comunista que el proletariado, al tomar el poder político, debe arrebatarle poco a poco los medios de producción a la burguesía, y centralizarlos en el Estado, con el fin de incrementar lo más rápido posible la masa de fuerzas productivas. Aparte de esta medida central, Marx plantea las siguientes: 1. 2. 3. 4. 5. 49

Expropiación de la propiedad de la tierra agrícola; Implantación de un fuerte impuesto progresivo sobre la renta; Abolición del derecho a la herencia; Confiscación de los bienes de los rebeldes y de los emigrantes; Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un banco nacional con capital del Estado; K. Marx. The poverty of philosophy. Op. cit.

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Centralización en el Estado de los medios de transporte y comunica-ciones; Creación de industrias nacionales y cultivo de tierras no trabajadas y mejora de las que se encuentran en actividad, conforme a un plan elaborado en forma conjunta; Trabajo obligatorio para todos, constitución de ejércitos industriales, particularmente en la agricultura; Articulación de la explotación agrícola e industrial; introducción de medidas tendientes a hacer desaparecer las diferencias entre el campo y la ciudad; Educación pública y gratuita para la población en su conjunto; abolición del trabajo infantil; establecimiento de un sistema educativo que se combine con la producción material.

Marx consideraba que, a medida que las clases sociales tiendan a desaparecer, la producción debería irse concentrando en manos de los individuos, debido a lo cual el poder público perdería su carácter político50. Marx, si bien aborda un conjunto de aspectos concretos que supuestamente garantizarían la transición al socialismo, no detalla la organización económica, política, social y cultural que debería adoptar la sociedad socialista. Esta ausencia en el trabajo teórico de Marx incidió en la carencia de una direccionalidad adecuada en la fase de transición de los países que emprendieron el difícil camino hacia una sociedad sin clases. El socialismo real se sustentó, en gran medida, en la concentración de lo económico y del poder político en manos del Estado. Este último, nunca desapareció, como lo predijo Marx, sino más bien se fortaleció, producto del incremento de la burocracia que luego fue adoptando comportamientos de clase dominante. Engels, en el marco de su concepción del primado de las fuerzas productivas sobre las relaciones sociales, consideraba que la evolución del capitalismo terminaría inexorablemente en el socialismo. El socialismo no sería más que el reflejo del conflicto entre el desarrollo de la gran industria y el 50

El poder político, en el sentido estricto del término de acuerdo a Marx, es el poder organizado por una clase para la opresión de la otra clase.

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modo de producción capitalista. La muestra de ello sería la transferencia de propiedad de las grandes empresas de producción y de comunicaciones al Estado, lo que significaría que la burguesía habría devenido superflua51. Esta evolución del capitalismo ideada por Engels, lo lleva a pensar que el paso fundamental para establecer el socialismo sería la toma por parte del Estado de la propiedad de los medios de producción. Para Engels, esa apropiación de las fuerzas productivas sería el reconocimiento de su carácter social. Después de ese proceso de apropiación de los medios de producción por el Estado, el proletariado dejaría mecánicamente de ser proletariado debido a que la propiedad de las fuerzas productivas no estaría más en las manos del capital. Asimismo, esta expropiación al capital posibilitaría la organización de la producción siguiendo un plan prede-terminado52. La primera intervención del Estado, a través de la cual éste se erige en representante de toda la sociedad, y que se traduce por la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad, constituiría al mismo tiempo su último acto como Estado. Ello marcaría igualmente el advenimiento de nuevos tiempos, donde los trabajadores tomarían bajo su control las fuerzas objetivas de la historia, y llevaría a que la humanidad salga del reino de la fatalidad para entrar en el de la libertad. Estos planteamientos bastante mecánicos de Engels, llevaron en la práctica concreta a lo opuesto de lo que predijo. Ello, porque creyó que las relaciones sociales sólo se circunscribían a la propiedad, y también porque no tomó en cuenta que la burocracia, al verse poseedora de los medios de producción, concentró el poder en lugar de transferirlo a los trabajadores. El restringir las relaciones sociales a la propiedad, llevó a que Engels percibiese la organización de la producción y la división del trabajo como algo neutro y perteneciente a las fuerzas productivas. Es decir que, por tener un carácter técnico neutro, hubieran podido propiciarse en el socialismo las formas de organización y división del trabajo que imperaron en el capitalismo sin que ello tenga ninguna repercusión social y política. Ello condujo a adoptar el taylorismo, lo que motivó el desarrollo de una capa tecnocrática en las empresas que luego logró constituirse en una verdadera clase social. 51 52

F. Engels. Socialisme utopique et socialisme scientifique. Op. cit. Ibíd.

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En cuanto al monopolio estatal de la propiedad, llevó al reforzamiento de una burocracia normativa que progresivamente se transformó también en una nueva clase. Las reformas, que se dieron en la ex unión Soviética para solucionar sus problemas de eficiencia productiva, fueron motivadas principalmente por los conflictos entre la tecnocracia y la burocracia, devenidas en fracciones de clase, que luchaban cada una por concentrar más poder. Lo que mostró claramente la existencia de una clase dominante, fue el desenlace del proceso de privatización que tuvo lugar en la ex unión Soviética después del derrumbe del socialismo real, donde miembros de la tecnocracia y burocracia fueron los principales beneficiados, convirtiéndose en los nuevos ricos y en los más importantes representantes políticos del nuevo capitalismo gansteril que se impuso en la Rusia de la posguerra fría.

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Capítulo II Lenin y el socialismo Lenin teorizó sobre la organización revolucionaria y el Estado, tomando como base la experiencia concreta de Rusia. Dos de sus obras centrales que desarrollan estos temas son ¿Qué Hacer? y El Estado y la Revolución que todavía son consideradas como textos "sagrados”, lo que es razón suficiente para someterlos a un análisis crítico desde la perspectiva de lograr una sociedad justa y solidaria. En ¿Qué Hacer?, Lenin explica la concepción que tiene de la organización revolucionaria. En este sentido, señala “que no es un movimiento de trabajadores, o de intelectuales, o una combinación de los dos. Es una organización autoritaria de revolucionarios profesionales seleccionados entre los trabajadores e intelectuales”. En El Estado y la Revolución, que se sustenta fundamentalmente en los planteamientos de Engels y de determinados señalamientos teóricos de Marx, Lenin demuestra la necesidad imperiosa de destruir la maquinaria del Estado burgués, en lugar de perfeccionarla y/o reforzarla, como sucedió en las revoluciones anteriores. Esta tarea debería realizarla la única clase revolucionaria, el proletariado, bajo el liderazgo del partido bolchevique. Las concepciones que tiene Lenin sobre el Partido y el Estado descansan sobre una lógica similar, que se basa en la percepción que Lenin tiene de la realidad y la verdad. Para él, en el marco de la filosofía de la conciencia, que disocia el objeto del sujeto, la realidad que considera objetiva está “allá afuera”, separada de la conciencia y es cognitivamente accesible a través de aproximaciones. Sin embargo, cabe precisar que esta concepción “neutra” de la realidad que tiene Lenin es difícil de aceptar en estos momentos, por cuanto lo que prima es la relación estrecha entre objeto y sujeto, que hace que todos nosotros formemos parte de la realidad. Esta visión de la realidad en Lenin, que postula por la existencia de objetos disociados de la conciencia de un sujeto activo, se puede apreciar claramente en su libro

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Materialismo y Empirocriticismo. La forma en que visualiza la realidad lo conduce a entender la verdad como si fuese un “conocimiento objetivo” neutro, y no aquella que emana de un sujeto comprometido53. Esta concepción de neutralidad en cuanto a la realidad y la verdad, hace que Lenin vea el Partido y el Estado bajo la perspectiva del primado de fuerzas productivas neutras, lo que conduce a introducir una dosis de positivismo en sus planteamientos, que generan muchos conflictos y contradicciones entre lo que afirma y lo que resulta de esas afirmaciones. Muestra clara de ello, es el señalamiento de Lenin de la necesidad de hacer desaparecer progresivamente la maquinaria del Estado durante el proceso de transición al comunismo, y el resultado concreto que se obtuvo realmente. Por supuesto que esto no puede achacársele todo a Lenin, por cuanto Stalin potenció la visión del Estado y el Partido bajo el prisma del primado de las fuerzas productivas y la jerarquización. Pero sí se puede puntualizar que en las concepciones filosóficas de Lenin estaba el germen del proceso de burocratización. Dentro de esta concepción de fuerzas productivas como pilar del progreso, Lenin pensaba que el imperialismo había creado “los mecanismos de la gerencia social” y lo que faltaba era simplemente “eliminar la resistencia de los explotadores con la ayuda de los trabajadores en armas, acabar con la maquinaria burocrática del Estado moderno, y se tendría de esa manera un mecanismo de la más alta técnica libre del parásito”54. Para Lenin, la organización más idónea era la que el capitalismo había desarrollado en la gran producción y, por lo tanto, había que adoptarla. En el marco de ella, se tenía que aplicar “una disciplina estricta, de hierro, sustentada en el poder del Estado de los trabajadores armados”55. Sería este tipo de organización el que crearía las condiciones objetivas para simplificar las funciones dentro del Estado y las empresas, reduciéndolas a actividades de control y contabilidad que cualquier ciudadano promedio 53

Lenin. Three sources and three component parts of Marxism. Collected works, Moscow. Progress Publishers. 1966. 54 Lenin. El Estado y la Revolución en Essential Works of Lenin. Edited by Henry M. Christman. Dover Publications. New York. 1987. 55 Ibíd.

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podría desarrollar56. Esta concepción de neutralidad que tiene Lenin de una organización que es eminentemente social, y por lo tanto producto de relaciones sociales en el contexto de condiciones históricas concretas y no de una técnica neutra, lo lleva a pensar que la organización taylorista y de la producción en masa que primaba en las grandes empresas capitalistas de las primeras dos décadas del siglo veinte, eran las formas más convenientes de organizar la producción y el Estado para poder destruir la maquinaria del Estado burgués y lograr su total eliminación en el comunismo. No tomó en cuenta que el taylorismo y la producción en masa fueron modalidades de organización que adoptó el capital para subordinar al trabajo dentro del marco de la lucha que se daba entre los trabajadores y capitalistas en ese momento histórico57. En base a lo señalado, es difícil disociar al Lenin estratega político del Lenin “tecnócrata” que anhelaba potenciar la organización científica del trabajo, introduciendo el taylorismo en las empresas y el Estado, así como crear una vanguardia conformada por “expertos” de la política que, de manera conciente, conduzcan a las masas a la toma del poder y al comunismo.

1. El Partido Bolchevique Lenin planteaba que la lucha por la toma del poder debería ser teórica, política y económica, en la que el partido bolchevique, que constituía la vanguardia revolucionaria, tendría que jugar un papel central. Para justificar su señalamiento anterior, realizó un análisis de las relaciones entre lo espontáneo y lo conciente. El espontaneísmo que, según Lenin, se sustentaría en el economicismo y la lucha sindical, conduciría al pragmatismo basado en argumentos tales como “un copec adicionado a un rublo vale más que el socialismo y la política”. Esta forma “espontánea” de lucha llevaría a un incremento de la influencia de la ideología burguesa en los trabajadores. Para evitar lo anterior, habría que “tomar en cuenta el elemento

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Ibíd. Cristian Gillen La Organización social de la producción como dinámica del desarrollo. Editorial Horizonte. Lima. 2001. 57

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conciente dado por la socialdemocracia”58. Este planteamiento de Lenin se basa en los señalamientos de Kautsky, en que la conciencia socialista sólo puede emerger en base a un conocimiento científico profundo, generado por la inteligencia burguesa. Según Kautsky, fue en las mentes de algunos miembros de ese estrato que el socialismo moderno se originó, y fueron ellos los que se lo comunicaron a los proletarios más desarrollados intelectualmente, los que a su vez lo introdujeron a la clase proletaria desde afuera, y por lo tanto, no fue algo que afloró espontáneamente59. Lenin cuestiona toda posición que postula a que el movimiento de masas debería determinar las tareas al Partido, lo que simplemente reduciría el rol de la socialdemocracia a respetar el movimiento como tal, sin tener que revolucionarlo. Cabe señalar sin embargo, que Lenin no percibe de manera dialéctica la relación entre lo “espontáneo” y lo “conciente”, así como entre las masas y el Partido. En realidad, estos factores se influencian dialécticamente, y no existe, como pretende Lenin, una jerarquización donde lo “conciente”, generado exclusivamente por la vanguardia formada por profesionales de la política, debe necesariamente determinar la línea y los pasos a seguir por las masas que sólo tienden a actuar de manera “espontánea”, y por lo tanto, economicistamente. Esta visión no dialéctica entre el Partido y las masas, la atenúa mediante algunos señalamientos orientados a puntualizar que en determinadas circunstancias, las grandes tareas surgen de la acción “espontánea” de las masas que muchas veces se colocan por delante de la “vanguardia”, la cual, muy a menudo, tiende a disociarse de éstas, o a no vivir con la misma intensidad los problemas cotidianos y también trascendentes que enfrentan directamente los trabajadores. Lenin critica acertadamente la línea economicista dentro del marxismo, que propala la idea de que la lucha económica debe conducir a la lucha política. Para Lenin, esto no es correcto, por cuanto la autocracia y su policía 58

Lenin ¿Que hacer? En Essential Works of Lenin edited by Herny M. Christman. Dover Publications, New York. 1987. 59 Observaciones hechas por Kautsky al borrador del programa de la socialdemocracia de Austria Neue Zeit. 1901-02, XX, I, Nº3.

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pueden conducir mecánicamente a las masas a la lucha política. Es por ello que cuestiona el señalamiento de Martynov, según el cual habría que “darle a la lucha económica un carácter político”. Precisa que la lucha política bajo esa concepción sólo se limitaría a asegurar la satisfacción de las demandas sindicales, lo cual no pondría en juego el poder burgués. Lenin, en el marco concreto de la situación política de Rusia, cuestiona las posiciones conducentes a la creación de una organización amplia de trabajadores con comités en las empresas, por cuanto ellos serían presa fácil para la policía zarista. Más bien, de acuerdo a Lenin, para evitar que ello acontezca, se tendría que tener una organización integrada por un pequeño grupo de trabajadores experimentados y confiables y por agentes responsables en los principales distritos, que serían conectados mediante reglas de extrema seguridad con la organización revolucionaria. Este tipo de organización, según Lenin, podría garantizar la estabilidad del movimiento, y de esa manera, alcanzar los objetivos de la socialdemocracia y también del sindicalismo. Esta concepción de la organización revolucionaria en que uno de sus objetivos principales es el secreto, fue ideada para las condiciones concretas de la Rusia de principios del siglo veinte. Aún tomando en consideración esas circunstancias, es difícilmente defendible. Esta concepción fue universalizada por el movimiento comunista, lo que incidió en la democracia interna dentro de los partidos comunistas, y contribuyó en la castración de la creatividad, sobre todo en los procesos denominados de “transición al socialismo”. Más aún, coadyuvó a que la “vanguardia” y ciertas capas de la burocracia se constituyeran en una clase dominante. Lenin fue un gran crítico de aquellos que, dentro de la socialdemocracia de principios del siglo veinte, trataban de transformar a ésta de un partido de la revolución social en un partido de reformas sociales. El principal ideólogo de esta tendencia reformista fue Bernstein, el cual rechazaba la teoría de la lucha de clases, argumentando que ésta no podía ser aplicada a una sociedad democrática gobernada en base a la voluntad de la mayoría. De acuerdo a Lenin, esta posición de Bernstein, que fue seguida por los marxistas legalistas, corrompe la conciencia socialista, deformando el

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marxismo al declarar que las ideas de la revolución social y la dictadura del proletariado eran absurdas. Los marxistas legalistas limitaron la lucha del movimiento obrero a simples reivindicaciones sindicales y a una lucha supuestamente “realista” para lograr pequeñas reformas. A la posición reformista encabezada por Bernstein, Lenin antepuso la organización bolchevique, cuyo objetivo central era el de planear y ejecutar la revolución, para lo cual había que educar a la vanguardia del proletariado para que sea capaz de tomar el poder y liderar al pueblo hacia el socialismo. El Partido debería ser, según Lenin, el “profesor, guía y líder de los trabajadores y explotados, en la tarea de construir su vida social sin la burguesía y contra la burguesía”60. En la organización bolchevique, donde el secreto era la base de su estructuración, “la democracia es un juguete peligroso y de poca utilidad”61, por cuanto ésta presupone la publicidad y las elecciones, actividades que no pueden ser aplicadas en una organización de carácter secreto enfrentada a la autocracia. En lo que respecta a la prensa, Lenin privilegiaba la prensa centralizada sobre la local. Consideraba que esta última carecía de un desarrollo de las fuerzas productivas que le permitieran desarrollar una gran producción que habría posibilitado una cobertura nacional. Debido a lo anterior, Lenin pensaba que el esfuerzo de los periódicos locales debía centrarse en tener un solo periódico capaz de servir al movimiento con una prensa que agite por todos lados.

2. El Estado Lenin, en el marco de su concepción teórica sustentada en el primado de las fuerzas productivas que trae como corolario la neutralidad de la organización social, postula que el desarrollo capitalista en su fase imperialista crearía las condiciones para la toma del poder por el proletariado y la destrucción de la maquinaria del Estado. El imperialismo habría propiciado la transformación del capitalismo monopólico en capitalismo monopólico de Estado, y motivado, por un lado, monopolios capitalistas gigantescos, y por 60 61

Ibíd. Ibíd

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otro, una centralización sin precedentes del aparato burocrático y militar, que habría generado las condiciones objetivas para su apropiación por el proletariado. Asimismo, la “cultura capitalista ha creado la gran producción, empresas, ferrocarriles, servicios postales, teléfonos, etc., y en esa base, la gran mayoría de las funciones del antiguo Estado han sido simplificadas y pueden ser reducidas a simples operaciones de registración, archivo y chequeo, que pueden fácilmente ser realizadas por un salario de trabajador”62. Como se puede apreciar, Lenin visualizaba la taylorización de las funciones dentro de la gran producción de ese entonces como producto de un desarrollo natural totalmente neutro. No percibió que fue una meditada construcción social por parte de los capitalistas para subordinar al trabajo. Pero tampoco tomó en cuenta que la estructura social tayloriana, al simplificar las funciones, necesitó de una capa importante de mandos medios para organizar y coordinar el trabajo de los niveles inferiores de la organización. Esta burocracia intermedia fue la base social de sustentación del estalinismo en la lucha por obtener el poder total y para mantenerlo. Muestra de ello es la declaración que hace Stalin en una reunión celebrada el 7 de noviembre de 1937: “¿Por qué le ganamos a Trostky y otros? Es bien sabido que después de Lenin, Trostsky era el más popular (…) pero nosotros teníamos el apoyo de los cuadros medios (…) Trostsky no le prestaba ninguna atención a esos cuadros”63. Lenin, citando extensamente a Engels, formuló la tesis de que el capitalismo en su fase imperialista habría desarrollado la producción a un nivel tal, que las clases cesarían de ser una necesidad y más bien se convertirían en un indefectible obstáculo a la producción, y junto con ello, el Estado. Este determinismo de Lenin lo lleva a la visión triunfalista de que no sólo superarían a los países avanzados en el sistema político, sino también en lo económico. Desafortunadamente, esa concepción economicista y positivista sustentada en el primado de las fuerzas productivas fue desmentida por la historia.

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Lenin. El Estado y la Revolución en Essential Works of Lenin. Edited by Henry M. Christman. Dover publications. New York. 1987. 63 Cita aparecida en Revolution at the Gates. Edited by Slavoj Žižek. Verso. London. 2002.

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El optimismo de Lenin, en virtud del cual se superaría en el campo económico a los países capitalistas avanzados, se basaba en “que la expropiación de los capitalistas resultará inevitablemente en un gran desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad. Pero cuan rápido este desarrollo se llevará a cabo, cuan pronto arribará al punto de romper la división del trabajo, quebrar la antítesis entre el trabajo mental y físico, y de transformar el trabajo en la primera necesidad de la vida, no sabemos”64. Como se puede apreciar, Lenin piensa que el desarrollo cuantitativo de las fuerzas productivas conducirá mecánicamente a cambios cualitativos, como la transformación de la división del trabajo. Esta última se logrará no a través del incremento de las fuerzas productivas, sino mediante un cambio radical de las relaciones sociales. Sin embargo, ello no se llevó a cabo en la ex Unión Soviética, y más bien se intensificó el taylorismo, fraccionando las funciones a un nivel mayor al alcanzado en el capitalismo, al privilegiar el pago por pieza que exacerbó los problemas de calidad en la producción de la ex Unión Soviética65. El Estado es, según Lenin, producto del carácter irreconciliable de los antagonismos de clase. No habría emergido si es que hubiera sido posible la conciliación de clases. El Estado sería un órgano que sirve para oprimir una clase por otra, creando un “orden” que legaliza y perpetúa esta opresión. Sin embargo, es conveniente señalar que el papel de instrumento sin mediaciones que le otorga Lenin al Estado de la clase dominante es muy mecánico, por cuanto el Estado mantiene una autonomía relativa que depende de la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo, y las presiones externas. Asimismo, el Estado depende de los propios intereses de la burocracia, que está a cargo de llevar a cabo las funciones del Estado, donde muchas veces ejerce el papel de defensor del capitalismo en el largo plazo ante presiones cortoplazistas de los empresarios capitalistas. Lenin, bajo la concepción de que el Estado es el instrumento de la clase dominante que ejerce el control sobre la clase dominada sin ninguna intermediación, plantea que el proletariado, a través de su vanguardia, debe 64

Lenin El Estado y la Revolución en Essential Works of Lenin. Edited by Henry M. Christman. Dover publications, New York. 1987. 65 Cristian Gillen Hacia una alternativa de desarrollo centrada en la producción. Editorial Horizonte, Lima. 1996.

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apoderarse del Estado burgués, que es la organización de la violencia del capital, para eliminar la resistencia de los explotadores. Pero ello no debería realizarse con la antigua maquinaria del Estado, sino con una nueva, luego de la destrucción de la anterior. En el nuevo Estado revolucionario, de acuerdo a Lenin, existiría todavía una pequeña burocracia que funcionaría bajo la estricta supervisión de los trabajadores en armas. En cuanto al ejército, éste sería reemplazado por una milicia conformada por trabajadores y que involucraría progresivamente a la población. El Estado revolucionario iría muriendo progresivamente en el proceso de transición al comunismo, y desaparecería totalmente en el “momento que todos los miembros de la sociedad (…) hayan aprendido a administrar el Estado por sí mismos (…). Desde ese instante la necesidad del gobierno comienza a desaparecer (…) cuanto más democrático el “Estado” de los trabajadores armados, que no es más un Estado en el propio sentido de la palabra, más rápido el Estado comienza a desaparecer”66. En cuanto al Estado, la principal diferencia entre el marxismo y el anarquismo no está, como muchos piensan, en la necesidad de destruir el Estado burgués, sino en la abolición del Estado en sí. Para el marxismo, éste debe ir muriendo progresivamente, mientras que para el anarquismo, el Estado tendría que desaparecer en forma inmediata. Lenin, en una carta del 11 de marzo de 1917, que redactó en Zurich, señala: “necesitamos un gobierno revolucionario, necesitamos (por un cierto periodo de transición) un Estado. Esto es lo que nos diferencia de los anarquistas en la abolición del Estado. Mantenemos que para lograrlo, tenemos que hacer uso de los instrumentos, recursos y métodos del poder del Estado contra los explotadores”. Por otro lado, Lenin cuestiona a los anarquistas el no tener una idea clara de lo que pondrían en lugar del Estado. Lenin considera que el Estado burgués, que representa la fuerza represiva de la burguesía contra el proletariado, debe ser reemplazado por la dictadura de los trabajadores. Esta no es una forma de gobierno, sino un tipo de Estado. La organización centralizada del poder serviría para eliminar la 66

Lenin. El Estado y la Revolución. Op. cit.

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resistencia de los explotadores, y tendría por objetivo liderar a la gran masa de la población en su tarea de organizar la economía socialista. Las primeras medidas, que se adoptaron en el marco de este “nuevo Estado”, fueron las que se acordaron en la reunión de los soviets de trabajadores y soldados del 25 de octubre de 1917, en que se decide establecer el control por parte de los trabajadores sobre la producción y distribución de los bienes y ejercer un control nacional sobre los bancos, transformándolos en una sola empresa estatal67. En términos generales, el “Estado” que propugna Lenin se caracteriza básicamente por: una burocracia que estaría subordinada a los trabajadores en armas; un ejército que dejaría de existir y sería reemplazado por milicias populares y los representantes de los trabajadores en armas que le rendirían cuenta a éstos de sus acciones68. Lenin postula por una organización centralizada del Estado, que se realice mediante la unión voluntaria de las comunas, la cual lograría mantener la unidad de la nación. Lenin cuestionó el federalismo de Proudhon. Sostiene que está imbuido de la “creencia supersticiosa” pequeño-burguesa que confía en que la abolición de la maquinaria del Estado significaría la eliminación del centralismo. Lenin antepone al federalismo de Proudhon el centralismo de las comunas para golpear al capital, que denomina centralismo democrático. Este tipo de organización política se aparta de la democracia parlamentaria, por cuanto requiere de órganos de trabajo y no de instituciones representativas que tienen principalmente el rol de tribunas para debatir. Para Lenin, es fundamental articular de manera indisociable en los órganos de representación el diálogo con la ejecución. Lenin, en su concepción de primado de las fuerzas productivas y de neutralidad de la organización social, como ya se señaló, considera que el capitalismo ha simplificado las funciones de la organización del Estado y la empresa, lo que debe ser aprovechado por el socialismo para simplificarlas aún más. Es decir, habría que profundizar el taylorismo. Ello se llevó a cabo en el socialismo real, sin embargo con resultados desastrosos para la conciencia, creatividad de los trabajadores, y para el flujo y la calidad de la 67 68

Revolution at the Gates. Op. cit. Ralph Miliband. Class power and State Power. Verso. London. 1983.

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producción. Mientras el capitalismo se alejaba del taylorismo, adoptando formas más flexibles y horizontales de organización, el denominado socialismo real hacía más rígidas y jerarquizadas sus estructuras de organización. Este proceso de simplificación de las funciones organizacionales, supuestamente conduciría a que todo se reduzca a “simples operaciones de chequeo, registro y dación de fórmulas que los que pueden leer y escribir y que conocen las cuatro operaciones de aritmética pueden realizar”. Ello llevaría a que la mayoría de la población esté en la capacidad de ejercer esas actividades, por cuanto “la totalidad de la sociedad se convertirá en una sola oficina y una sola fábrica con trabajo igual y pago igual”. Además, “la disciplina de la fábrica se extenderá a la totalidad de la sociedad después de la derrota de los capitalistas”69. Lenin trató de adecuar el proyecto de Taylor, que se aplicó a una fase del capitalismo, a la etapa de transición del socialismo al comunismo, lo que coadyuvó al reestablecimiento de relaciones de producción capitalistas mediante una disociación radical del trabajo manual e intelectual, con los resultados que ello conllevó. Lenin, en virtud a su culto a la gran producción, proyectaba organizar la economía nacional tomando como ejemplo el sistema postal, siguiendo lo planteado por un socialdemócrata del siglo diecisiete, según el cual la oficina de correos era una muestra del sistema socialista. Para Lenin, había que continuar con el proceso generado por el capitalismo, por cuanto “la oficina postal es un negocio organizado en las líneas del capitalismo monopolista de Estado”70. Las bases organizacionales establecidas por la gran producción de entonces como correos, ferrocarriles, harían posible “de manera inmediata, de la noche a la mañana, después de sacar a los capitalistas y burócratas, de reemplazar a éstos por los trabajadores armados en el control de la producción y distribución, en el trabajo de contabilizar el trabajo y los productos”71.

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Lenin. El Estado y la Revolución.Op. cit. Ibíd. 71 Ibíd. 70

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Como se podrá notar, Lenin no plantea cambios estructurales significativos en la organización social de la gran producción y del Estado que sigue su lógica, por cuanto “la técnica de esas empresas requiere de una estricta disciplina, la más grande exactitud, sino la empresa no podría trabajar”72. En el marco de esa estructura jerarquizada y fragmentada que condiciona las relaciones sociales cotidianas, sugiere algunas fórmulas tendientes a democratizar a las empresas. Entre las más relevantes están: la elección por los trabajadores de sus delegados, los cuales formarían una especie de parlamento, pero con una lógica distinta a la del parlamento burgués; un sistema de pagos no mayores a los que se otorgan a un trabajador ordinario; y el establecimiento de un control con el fin de evitar la burocratización. Lenin fue muy crítico de la posición sostenida por la tendencia reformista encabezada por Kautsky de mantener los ministerios como parte de la organización del Estado, por cuanto engendraban burocracia. Planteaba reemplazarlos por comisiones de especialistas controlados por los trabajadores. Para Lenin, la forma de Estado que debería establecerse, es la Comuna. En ese sentido, señala que “la Comuna es la forma al final descubierta por la revolución proletaria, bajo la cual se debería obrar para lograr la emancipación económica del trabajo”73. Siguiendo a Marx, considera que la Comuna tendría que ser un cuerpo de trabajo no parlamentario que realice las funciones ejecutivas y legislativas a la misma vez74. Lenin le asigna un papel relevante a la democracia en su concepción del Estado, dado que la percibe como siendo la forma política de éste. Cuando el Estado desaparezca, también dejaría de existir la democracia. Pero el tipo de democracia, que concibe para el nuevo Estado, es distinto a la democracia burguesa, donde la minoría subordina a la mayoría. Ésta, de acuerdo a Lenin, está “restringida por el estrecho marco de libertad que otorga la explotación capitalista, y en consecuencia, siempre permanece 72

Ibíd. Marx y Engels, en la Crítica al Programa de Gotha, plantean reemplazar el nombre de Estado por el de Comunidad. Como en ruso no hay tal nombre, Lenin consideró pertinente usar el nombre Comuna. 74 Lenin. El Estado y la Revolución. Op. Cit. 73

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una democracia de la minoría, sólo para la clase propietaria, sólo para los ricos”. Este tipo de democracia, que se combina con la burocracia, es diferente a una democracia proletaria, que tendría como uno de sus designios la erradicación de la burocracia. La democracia burguesa, que sólo significa la igualdad formal entre las personas, tendría que ser superada por una que propugne la igualdad real, una vez que se obtenga ésta mediante la expropiación de los medios de producción a la burguesía, lo que generaría una igualdad en el trabajo. Según Lenin, la cuestión de ir más allá de la igualdad formal y lograr la igualdad real, creando las condiciones para aplicar la regla “de cada uno de acuerdo a su habilidad, a cada uno de acuerdo a sus necesidades”. Este nuevo tipo de democracia radical sería la que posibilitaría mantener en el poder a los trabajadores75. Lenin, a diferencia de Lassalle, deja entender que la ley del valor todavía tendría vigencia en la fase de transición del socialismo al comunismo. Para Lenin, el trabajador en la fase de transición no recibiría la totalidad de lo que crea su trabajo, como postula Lassalle, sino que del total del trabajo social de la sociedad se tendría que deducir una parte para constituir un fondo de inversión productiva, gastos en colegios, hospitales, casas para ancianos, entre otros. El comunismo se alcanzaría, según Lenin, en el marco de su concepción sustentada en el primado de las fuerzas productivas, cuando se logre una base económica suficientemente elevada que posibilite eliminar “la antítesis entre el trabajo mental y físico, que es una de las fuentes principales de la desigualdad moderna… que no pudo ser removida inmediatamente por la mera conversión de los medios de producción en propiedad pública”76. Este tipo de división del trabajo, que Lenin consideraba básicamente técnica, sólo podrá eliminarse cuando se transformen las relaciones sociales capitalistas de manera radical y no esperando que las fuerzas productivas supuestamente neutras alcancen un nivel de desarrollo elevado.

75 76

Ibíd. Ibíd.

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3. El Estado y el Partido Lenin, después del triunfo de la revolución, comienza a modificar su posición con relación al Estado, que había adoptado en El Estado y la Revolución. En esta obra, el poder político debía ser ejercido por los trabajadores en armas, sin ninguna mediación. Posteriormente, fue introduciendo progresivamente la idea del rol del Partido en la conducción del Estado. En El Estado y la Revolución, el Partido, que ocupa un papel central en su pensamiento político, recibe muy poca atención, siendo mencionado sólo en tres ocasiones. En una de ellas, se le atribuye un papel crucial en la lucha contra la religión; en otra, para combatir las distorsiones del marxismo; y por último, señalando su rol central, el de educar a los trabajadores del Partido para que devengan vanguardia del proletariado, con el fin de liderar al pueblo hacia el socialismo. Como se podrá apreciar, al Partido no le otorga la función de dirigir al nuevo Estado revolucionario. Sin embargo, en el Estado y la Revolución, estaba el germen de que ello pudiera suceder, por cuanto Lenin siempre puso mucho énfasis en la necesidad de un poder fuerte después de la revolución. En 1919, Lenin plantea abiertamente la necesidad de que el Partido sea el único guía político; “la dictadura de un solo Partido”. Sustentaba esta posición en que “es el Partido que, a través de las décadas, ha generado su posición de vanguardia de las empresas y el proletariado industrial… que desde 1905 o antes, ha estado unido con la totalidad del proletariado revolucionario”77. En 1921, estaba ya propalando la idea de que “la dictadura del proletariado era imposible si es que no se ejercía a través del Partido comunista”78. Lenin, después de la revolución, pensaba que no había ni conflicto y menos contradicción entre la dictadura del proletariado y la dictadura del Partido; aspecto que fue aprovechado por Stalin para legitimar y potenciar su poder. En este mismo año 1921, promovió la fusión de las “autoridades” de los soviets con las “autoridades” del Partido. Igual señalamiento lo realiza en 77

Citado en E.H. Carr The Bolshevik Revolution 1917-1923. London. 1960. Citado en Robert V. Daniels The State and Revolution: A case study in the genesis and transformation of comunist ideology. The American Slavic and East European Review. February 1953. 78

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uno de sus últimos artículos que apareció a principios de 1923 en Pravda, donde afirma que existe una “Unión flexible entre los soviets y elementos del Partido”79. Lenin consideraba que el carácter fuerte del Partido debía permear al Estado para que éste devenga en un instrumento con la fortaleza suficiente para gobernar.

4. Reflexiones finales Como ya se señaló con anterioridad, Lenin establece, en partes de su obra, una relación no dialéctica entre lo espontáneo y lo conciente en el proletariado, lo que lo condujo a asignar un papel central a los intelectuales del Partido en la conducción política. Las luchas políticas han demostrado, a través de la historia, que lo que se denomina “espontáneo” no sólo se ha circunscrito a lo económico, como lo planteaba Lenin, sino que también a lo político y cultural, colocando muchas veces a los trabajadores en posiciones más avanzadas que la denominada “vanguardia”. Además, ésta ha ido burocratizándose en el tiempo por el tipo de estructura de organización y de política que adoptaron los partidos comunistas, donde el centralismo democrático se convirtió en un verdadero centralismo burocrático. Lenin, en El Estado y la Revolución, dejó muchos puntos por dilucidar, lo cual ha tenido gran incidencia en la teoría y la práctica socialista que se desarrolló después de su muerte. Lenin considera al Estado como un instrumento para ejercer violencia sobre la clase subordinada, sin ningún tipo de mediación. El Estado es más bien expresión de la correlación de fuerzas entre las clases y del papel de la burocracia en ese contexto de relaciones de poder. El basamento teórico sobre el cual descansan los planteamientos de Lenin sobre el Estado, que son los legados de Marx y Engels, son menos sólidos de los que Lenin pensaba. Si bien Marx señaló en La Guerra Civil en Francia que la Comuna era “la forma política por fin descubierta bajo la cual había que trabajar la emancipación económica de los trabajadores”, diez años más tarde pone en juego este señalamiento al considerar que “aparte del hecho de que la Comuna era el levantamiento de una ciudad bajo 79

Citado en R. Miliband. Class Power and State Power. Verso, London. 1983.

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condiciones excepcionales, la mayoría de la Comuna no era socialista, no podía serlo”80. Por otro lado, es conveniente remarcar que Marx nunca describió la Comuna como la dictadura del proletariado, el que lo hizo fue Engels en 1891, en el prefacio a La Guerra Civil en Francia. Asimismo, Marx tampoco se ocupó de desarrollar las funciones sociales del nuevo Estado. En la Crítica del Programa de Gotha, Marx señala que “el Programa no puede ocuparse (…) del Estado futuro de la sociedad comunista”, dejando de esa manera un gran vacío teórico que Lenin no percibió en su verdadera dimensión, al pensar que la Comuna era la expresión del Estado socialista y que se había prácticamente dicho todo en cuanto al Estado por Marx y Engels. La posición de Lenin de que la dictadura del proletariado era imposible si es que no se ejercía a través del partido comunista, es muy cuestionable. En ninguna sociedad, aún si ésta haya logrado eliminar las clases, podría existir una voluntad popular única. Por ello surge la problemática de la necesidad de la mediación política, sino se corre el riesgo, como sucedió en el socialismo real, de la subordinación del proletariado a los dictados monolíticos “desde arriba” del Estado y el Partido fusionados como una unidad indisociable. En una sociedad emancipada, si bien las diferencias no tienen las mismas connotaciones que en una sociedad de clases, existen y tienen que ser expresadas a través de formas distintas de organizaciones políticas, económicas y culturales.

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Carta de Marx a F. Domela-Niewenhuis,, 22 febrero 1881 en Marx-Engels: selected correspondence. Moscow 1953.

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Capítulo III La Participación y el cambio La participación cooperante y solidaria en la vida económica, social y cultural, es un aspecto central para luchar contra el proceso de alienación, que ha ido construyendo el capitalismo a lo largo de su historia con el fin de consolidarse, y que en la actualidad, bajo su situación imperial, ha potenciado al tratar de transformar todo en mercancía (educación, conocimiento, política, etc.). Para que la participación logre un impacto significativo en su lucha contra la alienación, tiene que estar orientada a coadyuvar al cambio de las relaciones sociales capitalistas y su lógica de reproducción, sino corre el riesgo de ser subordinada a la racionalidad del capital y, por ende, terminar sirviendo a los intereses de este último. Muestra de ello, es la participación incorporada de los trabajadores en las más recientes modalidades de producción, como el justo a tiempo, con el fin de que los obreros contribuyan decididamente a mejorar la calidad y la productividad, poniendo en juego su salud, debido al estrés que genera el ritmo intenso del trabajo al que están sometidos. Con el fin de analizar el papel de la participación en la lucha contra el proceso de alienación y explotación, es fundamental estudiar los aportes más relevantes que se han realizado en este campo, particularmente aquellos que se elaboraron con posterioridad a los planteados por los clásicos del socialismo del siglo pasado y que ya fueron analizados. En el siglo veinte, tanto Mary Parker Follett como Michael Albert y Robin Hahnel, han hecho importantes contribuciones en el campo que estamos analizando, presentando propuestas sobre sistemas políticos y económicos participativos, que van contra la lógica política de la denominada democracia representativa, la cual ha tendido preferentemente a legitimar a los grupos de poder económicos y políticos. Asimismo, se pronunciaron contra el taylorismo que regía y todavía sigue vigente en el ámbito de la

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producción y de la organización de los Estados, lo cual contribuía y sigue contribuyendo en la construcción de estructuras autoritarias.

1. La participación y la creación de un nuevo Estado A principios del siglo pasado, específicamente en el año 1918, cuando comenzaban a reinar el capitalismo monopólico y la organización del trabajo taylorista que fomentaban la concentración económica y política, Mary Parker Follett publicó The New State (El Nuevo Estado) que cuestionaba los procesos de acumulación de poder que se estaban dando en Estados Unidos. Sin embargo, su trabajo intelectual, como su práctica como activista política, fueron muy poco difundidos. Recién a partir de 1998 sus principales libros han comenzado a ser reeditados. Mary Parker Follett consideraba que era prioritario romper con el dualismo político que imperaba y había conducido a que los derechos de los ciudadanos y los del Estado hayan devenido prácticamente incompatibles. Para superar esa situación, recomendaba hacer coincidir los derechos de los ciudadanos organizados en grupos con los del Estado. Con el fin de alcanzar lo anterior, Mary Parker, propugnaba establecer un gobierno directo, el cual, para tener éxito, debería operar al margen de la organización partidaria que tiene, como fin último, maximizar el número de votantes para lograr el poder “democráticamente”. El sistema de partidos, para Parker, propicia una política centrada en la multitud, que atenta contra la reflexión en el campo de la política, por lo tanto se hace necesario fomentar la organización de grupos de ciudadanos desde la base81. La conceptualización de Mary Follett del nuevo Estado, que debería democratizar la sociedad descentralizando el poder, se sustenta en el concepto de autoridad. Para ella, la autoridad se va construyendo socialmente desde la base para luego llegar hasta la cima. Es un proceso social complejo en que se parte de muchos para terminar en uno. El proceso de construcción del nuevo sistema político que postula, se centra en la conformación de grupos, así como lo planteó Proudhon. Para Mary 81

Mary Parker Follett. The New State. Pennsylvania State University Press, 1998.

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Parker, las leyes que se desprenden del grupo son las mismas que propugnan la asociación. En su perspectiva, no habría sociedad en “abstracto”, por cuanto cada persona siempre estaría relacionada a un grupo en concreto. El hombre real sólo existiría a través de los grupos 82. Mediante éstos, debería alcanzarse la “esencia de la democracia”, que muestra a cada una de las personas en sus múltiples facetas. Asimismo, es a través de los grupos organizados, ya sea en los vecindarios, en la producción, las actividades profesionales, entre otros, que el individuo aprende a ser un miembro político efectivo. Su pertenencia al grupo le posibilita trascender la concepción de la política restringida que impera en los partidos políticos jerarquizados y burocratizados. En la producción, para organizar la vida cotidiana en las empresas, planteaba introducir los grupos. Consideraba que deberían constituirse dentro del proceso de fabricación, lo cual eliminaría la fragmentación tal como la propiciaba Taylor. Además, había que crear grupos para formular los proyectos de inversión y sociales así como comités para definir las políticas empresariales. Lo antes señalado se oponía a la lógica dominante del capital que imperaba a principios del siglo veinte y que seguía los lineamientos impuestos por Taylor para subordinar el trabajo al capital. Para Taylor el trabajo en equipo iba contra la eficiencia productiva83. Si bien en su principal obra, The New State, Mary Parker Follett consideraba que el grupo era el eje del nuevo sistema político por el cual luchaba, pareciera que, en sus trabajos ulteriores, se hubiera dejado influenciar por el individualismo metodológico que es, por tradición, lo dominante en la sociedad norteamericana. En su libro Diriger au-delà du conflit (Dirigir mas allá del conflicto), plantea que la unidad de la vida social y política se sustentaría no en el grupo, sino en el individuo, el cual no estaría sujeto a la dinámica del grupo, pero constituiría sólo un elemento de éste. Estos nuevos señalamientos crean una cierta ambivalencia en la posición teórica de Mary Parker Follett en cuanto al papel del individuo y el grupo en el proceso de la construcción y cohesión de la sociedad. En esa parte de su 82 83

Ibíd. Mary Parker Follett. Diriger au-delà du conflit. Edition Village Mondial, Paris. 2002.

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obra global, la relación que desarrolla entre el individuo y el grupo es confusa y no permite desentrañar la lógica interna que serviría para alcanzar acuerdos dentro de los grupos. Lo señalado lleva a interrogantes difíciles de dilucidar, tales como: ¿Los individuos subordinarían sus posiciones e intereses a los del grupo, o al contrario los hacen prevalecer? ¿En qué circunstancias las posiciones y los intereses individuales se supeditarían a los del grupo o viceversa? Entre los diferentes tipos de grupos que propone, Mary Parker privilegia los que se conforman a nivel del vecindario, cuyo espíritu debería ser erigido en el espíritu de la nación. Es en el marco del vecindario que se desarrollarían los aspectos múltiples del ser humano y, en ese proceso, se podrían sedimentar métodos prácticos de asociación humana84. Los ciudadanos deberían conformar grupos en los vecindarios para expresar sus experiencias diarias, con el fin de hacer emerger sus necesidades, deseos y aspiraciones, y de ello surgiría la esencia de la política y no del cerebro de los políticos profesionales. Estos grupos vecinales, tendrían que ser reconocidos como una unidad política. La dinámica de los grupos vecinales elevaría la conciencia de los vecinos en cuanto a su problemática y formas de darle solución. Para ello, Mary Parker propuso que se organicen reuniones periódicas con el fin de abordar la problemática del vecindario, se asuman cada vez más responsabilidades en la vida del barrio, y se establezca una relación permanente entre el vecindario y la ciudad, así como con el Estado85. La organización vecinal tendría que coadyuvar a la instauración de una lógica de actuación contraria a la de la organización partidaria, por cuanto ésta iría contra la esencia de la política al ponerse esta última, por lo general, al servicio de los centros de poder. Además, la organización vecinal debería ser una escuela para la construcción de una nueva democracia, así como para eliminar los prejuicios raciales y de género.

84

Joan C. Tonn. Mary P. Follett. Creating Democracy, transforming Management. Yale University Press, London, 2003. 85 Mary Parker Follett. The New State. Op. cit.

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Partiendo de los grupos, y en especial de los vecinales, Mary Parker propone un nuevo federalismo, que haría que las partes impriman la dinámica al todo, y éste a su vez a las partes. El federalismo que propugna Mary Parker ésta sustentado en dos principios básicos: el de la soberanía, o sea el poder creado por los grupos y basado en la intersubjetividad de sus miembros; y el de la libertad, que tendría una persona para poder asociarse en varios grupos, a fin de expresar su naturaleza múltiple. Es interesante constatar que Mary Parker Follett, a principios del siglo pasado, planteaba ya una ruptura con la filosofía de la conciencia basada en la relación sujeto objeto, y propiciaba una filosofía que se fundamentaba en la intersubjetividad en la que se busca, mediante el diálogo y la argumentación, acuerdos que posibiliten progresar en el campo de la política. Con ello, M. Follett se adelanta a muchos sociólogos y filósofos, entre los que destaca Habermas, que vienen promoviendo la intersubjetividad para superar las limitaciones generadas por la filosofía de la conciencia que primó en los principales representantes de las luminarias. El federalismo que postula, siguiendo una lógica similar a la propuesta de Proudhon, parte de los grupos, para luego conformar grupos ampliados, hasta llegar al Estado. El Estado se regiría por los principios federativos de la interpenetración y tendría que representar al hombre en su naturaleza múltiple. Para Mary Parker, el proceso asociativo, fomentado por el federalismo que propugna, debería lograrse aprendiendo, mediante los grupos, a cómo desarrollar un pensamiento y una voluntad colectiva. Planteaba que la socialización de la propiedad no debería anteceder a la socialización de la voluntad86. Mary Parker era una crítica de los pluralistas que postulaban la división y balance de poderes. Para ella, lo que había que buscar era la unificación de intereses, tarea bastante difícil y compleja en una sociedad tan estratificada como la capitalista, particularmente la anglosajona, que es la que analiza. Su teoría federativa no se sustenta en la pluralidad dentro y entre los grupos, sino en la unificación de éstos, tanto entre ellos, como al interior de cada uno. 86

Mary Parker Follett. Creating Democracy, Transforming Management. Op. cit.

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El modelo de federalismo de Mary Parker se circunscribe a reformar el sistema político de su país, los Estados Unidos, pero sin poner en juego el capitalismo. Considera que, mediante el mejoramiento de las instituciones, se podría lograr una democracia real, lo cual resulta imposible dentro de la democracia representativa basada en un sistema de partidos. Sin embargo, es difícil imaginar como se lograrían, sin poner en juego las relaciones sociales capitalistas, un número significativo de grupos en los diferentes campos de la sociedad que posibiliten un nivel de integración que supere los conflictos y contradicciones. Lo que podría alcanzarse, en un entorno donde se presenten condiciones muy especiales a nivel social, cultural y de personalidades, es la constitución de un conjunto limitado de grupos sin un impacto relevante en el quehacer político, social y económico. Es imposible que éstos puedan irradiarse de manera significativa en la sociedad en su totalidad, al menos que el proceso de creación de grupos y su lógica de actuación estén orientados a lograr un cambio en la modalidad de reproducción de las relaciones sociales capitalistas. La propuesta federativa de Mary Parker, como ya se señaló, sigue aparentemente la misma lógica que aquella planteada por Proudhon: es decir, que parte del grupo para luego proceder a conformar grupos más ampliados hasta llegar a constituir el todo. La diferencia entre ambas propuestas estriba en que, mientras Proudhon sostiene que esta lógica de construcción social llevaría al pluralismo y al socialismo, Mary Parker propicia la integración, es decir evita la diversidad de posiciones a nivel del grupo y entre los grupos. Además, espera lograr lo anterior en el seno del sistema capitalista. Proudhon propugna la pluralidad, mediante la adopción de una razón social que no detalla, y Mary Parker a través de una intersubjetividad que facilitaría una integración de sus miembros. Ella tampoco explicita como se iría construyendo la racionalidad intersubjetiva que conduciría a un consenso integrador en los varios grupos que operan en distintos campos, sectores y niveles. Pareciera que adopta una posición de neutralidad, en lo que se refiere a la diferencia de valores que profesan los distintos miembros de los grupos y entre éstos. Ello se debe a que disocia lo moral de la justicia, otorgándole mayor importancia a los aspectos legales, mientras que por

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otro lado tiende a asociar lo ético y lo político, ello para que pueda supuestamente lograrse la integración87.

2. La participación y el socialismo totalizante Michael Albert y Robin Hahnel propugnan un socialismo totalizante y participativo que supere las concepciones monistas y burocráticas. Conceptúan la sociedad en base a las esferas económica, política, comunitaria y al Kinship (relaciones familiares, relaciones entre sexo). Estos campos están interrelacionados y se definen mutualmente88 y, para Albert y Hahnel, representarían los elementos centrales de la actividad humana. El aspecto económico abarca la producción y el consumo. Lo político se refiere esencialmente al proceso de regulación de las diferencias entre los actores para posibilitar sus relaciones. Lo que denominan la esfera de kinship comprende principalmente la socialización y reproducción de la especie humana. En cuanto a lo comunitario, abarca las relaciones entre grupos que comparten concepciones culturales similares, así como también los vínculos entre comunidades distintas. Estas cuatro esferas son consideradas igualmente importantes, a diferencia del marxismo ortodoxo que le otorgó un papel preponderante a lo económico y que determinaba lo político, cultural, entre otros. Además, las distintas esferas no presentan fronteras rígidas, habiendo una gran interpenetración entre ellas. Para Michael Albert y Robin Hahnel, en el campo económico, la economía política de la participación sustentada en las tradiciones libertarias sería la respuesta al fracaso de la planificación centralizada del socialismo real, que se trató de establecer desde arriba, así como a la economía de mercado que ha sido incapaz de lograr que las sociedades se vuelvan más igualitarias y justas. Más bien, la tendencia en estas sociedades ha sido de potenciar las desigualdades y la pobreza.

87

Edouard Delmille. Le consensus impossible. Edition Ousia.S.C.. Bruxelles. 1993. Michael Albert and Robin Hahnel. Socialism today and tomorrow. South End Press. Boston. 1981. 88

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La planificación centralizada, en lo que fue el socialismo real, impuso un sistema de definición de prioridades y asignación de recursos realizados por “expertos”, donde se mantuvo a la población al margen. Los planificadores y los que dirigían las empresas monopolizaban la toma de decisiones y la información, especialmente la más sensible. Los trabajadores estaban circunscritos a cumplir con los objetivos definidos por el plan. La información cualitativa, fundamental para evaluar el papel del hombre en el trabajo, nunca fue considerada en el plan, ni tampoco en el control de la gestión de las empresas. Debido a ello, no se analizó el impacto sicosocial que tuvo el taylorismo denominado “socialista" en los trabajadores y en sus formas de organización. Sin embargo, es obvio que el “taylorismo socialista” alienó a los trabajadores restándoles su capacidad de crítica sobre la situación imperante en sus unidades de producción y en el quehacer político nacional. Ello favoreció a la burocracia normativa y a la tecnocracia para que permanezcan en el poder. En cuanto a las economías capitalistas, el mercado, que determina la “racionalidad” de las transacciones entre los compradores y vendedores, aparte de promover las desigualdades, genera ineficiencias y distorsiona las relaciones sociales entre los que participan en los procesos mercantiles, tendiendo a cosificar las relaciones humanas. El mercado mide a las personas de acuerdo a su capacidad adquisitiva. El poder económico de los agentes es un factor fundamental en la determinación de la estructura y lógica de su funcionamiento, definiendo en base a ello los deseos de la gente. El mercado está orientado principalmente a beneficiar a las clases y grupos más fuertes económicamente. Asimismo, el mercado capitalista tiene una preferencia estructural por privilegiar las necesidades individuales sobre las sociales. Es a través del mercado que se fomenta el egoísmo capitalista, yendo contra las relaciones sociales que promueven la solidaridad. Los mercados incentivan el comportamiento competitivo y penalizan la cooperación. Es importante recalcar, que los mercados no sólo sirven para realizar transacciones y asignar recursos, sino que contribuyen decisivamente en definir la moral y la cultura. Por ello Marx planteaba que, cuando todo pasa por el comercio, se promueven la corrupción y la banalidad. Por otro lado, el

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mercado, si bien pone de manifiesto las relaciones espurias entre personas y cosas, o entre objetos, ensombrece las relaciones entre los seres humanos. Esto se debe al fetichismo de la mercancía, que hace que las relaciones entre personas aparezcan como relaciones entre cosas. El mercado internacional, en la fase actual de globalización neoliberal, favorece decididamente a aquellos países que poseen los mayores activos económicos, es decir a las formaciones sociales centrales, en desmedro de los países pobres. Es en ese contexto asimétrico que se vienen promoviendo acuerdos de libre comercio, para reforzar aún más esas diferencias fomentadas por la lógica del mercado89. Con el fin de superar las deficiencias antes señaladas ocasionadas por la planificación central y el mercado, Michael Albert plantea una economía participativa, cuyos elementos centrales son: la no existencia de propiedad privada sobre los medios de producción; y la desaparición de las estructuras corporativas dentro de las empresas. La organización dentro de éstas se sustentaría en nuevas formas de definir los puestos de trabajo que vayan contra la fragmentación y la división entre el trabajo manual e intelectual 90. La remuneración no estaría determinada por la competencia y la explotación sino en función del esfuerzo y sacrificio, así como los precios serían el resultado de la consulta social y el compromiso, y no de la competencia o de medidas administrativas. Por lo tanto, deberán expresar las preferencias, fruto de las interacciones sociales. Como se podrá apreciar, la propuesta se opone a la lógica impuesta por las relaciones sociales capitalistas, que se manifiesta en la ley del valor. Los trabajadores ya no serían percibidos sólo como simples mercancías y en cambio su actuación se sustentaría en su esfuerzo y participación en sus centros laborales. Si bien las diferencias en talento, capacitación, instrumentos de trabajo tienen impacto en el nivel de producción, sólo su empeño y sacrificio personal serían los que definirían el nivel de remuneraciones. A 89

Michael Albert, Parecon. Verso. London. 2003. Michael Albert denomina la nueva modalidad de estructurar los puestos de trabajo “job complexes”. 90

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través de ello, Michael Albert proyecta obtener un sistema remunerativo que tendería a eliminar las diferencias salariales marcadas y, de esa manera, se obtendría un sistema salarial más justo. En lo que respecta a la participación autogestionaria de los trabajadores, ésta estaría regida por la incidencia que cada uno tiene en el resultado de la implementación de una determinada actividad. La gestión participativa de los trabajadores no pretendería eliminar el papel de los expertos, pero trataría de regular su rol en la dirección de las empresas91. La economía participativa sugerida tendría como instituciones y formas de organización centrales a: la propiedad social de los medios de producción; los consejos de productores y consumidores; nuevas formas de combinar las actividades dentro de los puestos de trabajo con el fin de minimizar la alienación; la autogestión; y la planificación participativa. En los consejos de producción y consumo, las decisiones podrían realizarse por acuerdos, consensos u otros procedimientos. Mediante estas instituciones y nuevas formas de organización, se deberían fomentar valores tales como: la equidad, la solidaridad, la eficiencia colectiva, la diversidad, el balance ecológico y el intercambio cultural. Estos valores llevarían a priorizar las aspiraciones nacionales y la identidad cultural sobre el comercio. Los beneficios, producto de las transacciones comerciales y de las inversiones, tendrían que materializarse en función de los intereses de los más pobres. Los trabajadores organizados en los consejos de productores dentro de las empresas, industrias, pondrían énfasis en la definición, principalmente de lo que tienen que producir, el tiempo de trabajo, y los métodos y equipo. Sin embargo, para lograr una mayor democracia en la producción no bastarían los consejos. Se haría necesario plasmar una división del trabajo que posibilitaría incentivar la actividad creativa y participativa en el trabajo cotidiano. Para ello, habría que construir socialmente, mediante comités, puestos que tomarían en cuenta la estructura de poder y los balances entre el trabajo manual e intelectual. Además, se tendría que instaurar la rotación de los trabajadores dentro de las empresas y entre empresas. El cambio de 91

Michael Albert. Op. cit.

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lugares de trabajo no debería estar en función a la mejor paga. El objetivo es lograr puestos balanceados en cuanto a poder y calidad de vida. Para constituir los consejos de consumidores, sería indispensable que cada individuo, así como cada familia, formara parte de ellos a nivel del vecindario. Cada consejo de vecindario deberá pertenecer a una federación de consejos de vecindario a nivel de ciudad, departamento, y a nivel nacional. Por otro lado, los consejos de consumidores deberán recibir la aprobación de los consejos de productores y viceversa. Los consejos de consumidores a nivel de vecindario, como en los niveles superiores, dispondrían de grupos de apoyo para analizar las tendencias y discontinuidades que se podrían dar en el consumo, en el tiempo. El sistema de planificación participativo, con el fin de construir nuevas relaciones sociales, tendría que promover la participación partiendo de las empresas y el vecindario. Aparte de los consejos de productores y consumidores, se deberán establecer también grupos de apoyo, tal como el que se señaló para el caso del consumo, con el fin de facilitar el proceso de definir las inversiones, entre otros. En la elaboración de los planes, los consejos, en sus distintos niveles de actuación, deberán: tener acceso a la información del año anterior; recibir de los grupos de apoyo análisis en lo que respecta a las modificaciones de precios e ingresos, los niveles de producción y consumo, proyectos de inversión, y propuestas de consumo colectivo; analizar los sistemas de trabajo y la división del trabajo; y proponer los niveles y estructura de lo que se desea producir y consumir. La lógica del proceso de planificación se resume, básicamente, en que cada individuo tiene que proyectar su plan anual. En la tercera o cuarta iteración, las propuestas se limitan a los consejos y no a los individuos. Asimismo, a partir de la quinta iteración, los “grupos de apoyo” tienen que extrapolar las iteraciones anteriores para proveer alternativas a tomar en cuenta en el plan final. Para seleccionar la alternativa considerada más idónea, se recurriría al sistema de voto. En todo este proceso de planificación participativa, tanto

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los consejos como los grupos de apoyo deberán prestar especial atención a lo relacionado a la definición de los consumos colectivos y los precios de los bienes públicos, debido a los problemas y complejidad que conlleva su determinación92. En la arena internacional, Michael Albert propone modificar radicalmente la estructura internacional que rige el actual proceso de globalización neoliberal, el cual favorece a los grandes grupos de poder económico y político. Tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio deberían ser sustituidos por tres nuevas instituciones que serían: una agencia de asistencia internacional; una agencia de asistencia en inversiones; y una agencia de comercio internacional. Estas nuevas instituciones estarían orientadas preferentemente a romper con las asimetrías propiciadas por el actual proceso de globalización. Para ello tendrían que asistir a los países pobres a fin que mejoren su situación a nivel mundial en cuanto a la ciencia y tecnología, inversiones y orientación del comercio. Lo señalado conduciría a mejorar la actual inserción de los países pobres en la economía mundial. En la propuesta que se hace para transformar la lógica económica, pareciera que Michael Albert sólo ha tomado en cuenta el sector de la gran empresa. Estaría dejando de lado el mundo de la pequeña y microempresa, que es de gran significación en los países pobres donde la mayoría de estas unidades empresariales actúan en el denominado sector informal de la economía. Además, muchas de estas empresas, tanto urbanas como rurales, presentan relaciones sociales no capitalistas. Las relaciones salariales no siguen la lógica capitalista pura, donde un gran número de trabajadores, que son familiares de los pequeños propietarios, que a su vez son ex obreros o campesinos, cobran únicamente cuando las actividades económicas de carácter discontinuo les permiten. En estas pequeñas y micro unidades económicas, lo fundamental sería organizar grupos de eficiencia colectiva entre las empresas de una misma actividad y zona geográfica. Ello sería más relevante que formar consejos 92

Ibíd.

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en su interior, por el número limitado de trabajadores, muchos de los cuales son eventuales. La regulación del funcionamiento económico, principalmente del valor como la eficiencia, depende en gran medida de la cooperación que se podría lograr entre las empresas que conforman el grupo y entre grupos. Ello, de ninguna manera, significa que no habrá que impulsar los grupos dentro de esas unidades empresariales cuando sus características económicas y sociales lo permitan. En lo que se refiere a la división del trabajo en base a una nueva modalidad de definir los puestos de trabajo, tal como la postula M. Albert, si bien es un adelanto con respecto a otras propuestas libertarias, presenta limitaciones que es importante dilucidar. El conceptualizar la nueva división del trabajo en base a una estructuración balanceada de actividades de puestos individuales, es una perspectiva estática y fragmentada que va contra su viabilidad práctica. Sobre todo, perjudica el flujo productivo, que es uno de los principales principios de producción mediante el cual se puede luchar contra los cuellos de botella dentro de los procesos productivos, que son los que generan desperdicios, inventarios intermedios e incrementan el tiempo improductivo. Para que su planteamiento de establecimiento de los puestos de trabajo coincida más con su propuesta participativa, debería tener como base, no al trabajador individual, sino a un grupo coherente de puestos de trabajo tomados como una unidad indisociable. Dentro de esa perspectiva, la nueva división del trabajo debe conceptuarse en el marco de grupos de puestos de trabajo complementarios, que conformen una verdadera célula productiva, o grupos de actividades que se complementen en el marco de operaciones de valorización (comerciales, financieras), o de gestión o de servicios. Lo anterior posibilitará que se lleve a cabo una primera rotación de los trabajadores en el marco de los puestos y/o actividades complementarias que conforman el grupo, lo que permitirá una mayor visión de lo global, y consecuentemente una mejor eficiencia. Posteriormente, la rotación puede ser entre grupos afines para luego ser extendida a grupos de carácter distinto, así como entre grupos de diferentes empresas. Ello, en el contexto

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de un proceso continuo y permanente de aprendizaje y educación, evitando de esa manera las discontinuidades que podrían ser un elemento de desmo-ralización y de ineficiencia. Es menester señalar igualmente que, si bien Michael Albert postula a un cambio en el marco institucional de las entidades que promueven la globalización asimétrica actual, no se manifiesta en cuanto a las relaciones que deberían tener los diferentes países. Este es un retroceso con respecto a planteamientos de los libertarios del siglo diecinueve que promovían la conformación de una comunidad federativa de naciones basadas en la cooperación y no en la rivalidad. En el campo de la política, Michael Albert y Robin Hahnel cuestionan tanto el socialismo leninista como la socialdemocracia. Para ellos, el centralismo democrático, el vanguardismo y la burocracia estatal, que son la base del socialismo leninista, conducirían a una sociedad de clases, donde la principal beneficiada sería lo que denominan la “clase coordinadora”, que es la encargada de llevar a cabo la planificación centralizada y la gestión de las empresas. Por otro lado, consideran que la socialdemocracia se mueve en el marco de una democracia parlamentaria que limita la participación social en las elecciones y subordina a la población a los políticos profesionales. Para Albert y Hahnel, en la sociedad socialista el proceso de toma de decisiones políticas en las diferentes esferas de actuación debería sustentarse en los ciudadanos mismos, y no en los políticos profesionales que buscan representarlos. Para lograr lo anterior, debería constituirse una red de comunas, que desemboquen en asambleas vecinales, y éstas en una asamblea general de la ciudad. Las asambleas, a nivel de ciudad, tendrían que converger en una federación regional, y éstas en el Estado nacional. La burocracia que se crearía para coadyuvar en el proceso de toma de decisiones de las comunas, asambleas y federaciones, sólo se limitaría a actividades de asesoría y sus puestos serían limitados en el tiempo y sujetos a un proceso de rotación permanente93. 93

Albert y Hahnel. Socialism today and tomorrow. Op. cit.

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Albert y Hahnel postulan la libertad para la formación de partidos políticos. Pero consideran que el proceso progresivo de eliminación de las clases y diferencias entre sexos y razas conduciría a la constitución de organizaciones políticas distintas a la de los partidos políticos, principalmente a la conformación de movimientos. Michael Albert y Robin Hahnel no han desarrollado con la misma amplitud y profundidad la esfera política como la económica, a la cual le han dedicado varios libros, tal como se detalló anteriormente al abordar lo económico. Asimismo, no especifican como las esferas económicas y políticas se interpenetran y complementan, ya que del accionar económico surgen muchos aspectos que deben ser objeto de políticas concretas, y a la inversa. Uno de los puntos más débiles que presenta la organización de la política propuesta por Michael Albert y Robin Hahnel, es la falta de precisión en la forma que se daría la relación entre lo que denominan la comuna y las asambleas, por cuanto el grupo y la masa tienen racionalidades distintas de actuación. Además, existe una marcada tendencia a privilegiar en el campo político el asambleismo, a diferencia de lo que se plantea en lo económico, en que predomina el accionar a nivel de consejo. El asambleismo ha llevado, en muchos casos, a la manipulación política por parte del grupo dirigente, que se sedimenta en base a sus políticas vanguardistas. Muestra de ello es el fracaso de muchos movimientos cooperativos en imponer una democracia realmente participativa y en establecer una gestión, donde los trabajadores sean involucrados en el proceso de toma de decisiones en los diferentes niveles y campos de actuación. Albert y Hahnel, en la esfera que denominan kinship reivindican el valor del trabajo de la mujer en el hogar y alientan el hecho que el hombre participe, al igual que las mujeres, en ese tipo de actividades. Asimismo, abogan por el trato igualitario en el mundo del trabajo, dos aspectos que no pudieron lograrse en el socialismo real por el machismo que reinaba. En el sector comunitario, van contra la tendencia a homogeneizar las diferencias culturales de las distintas comunidades, y más bien, instan a luchar por mantener la diversidad comunitaria que posibilite superar el racismo y el chauvinismo.

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Si bien el socialismo que plantean Albert y Hahnel supera el monismo del socialismo real cuya base explicativa de los mecanismos de la sociedad descansaba únicamente en lo económico, es importante que su planteamiento incorpore otros campos, como la justicia y sus relaciones con la moral, por su incidencia en una sociedad de nuevo tipo, donde habría que eliminar las diferencias de clase, así como las sexuales y raciales. Igualmente, habría que considerar una esfera para la cultura, para potenciar la libertad creativa que genera una sociedad sin explotación y coerción. Un aspecto dentro del espacio cultural que debe tomarse muy en cuenta, es el referente a la producción de la educación.

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Capítulo IV El neoliberalismo Caracterizaciones y planteamientos alternativos La aparición a lo largo de la historia de nuevos inventos y tecnologías, siempre ha influenciado las concepciones políticas y económicas defensoras del capitalismo, así como determinadas corrientes que supuestamente luchan contra él, en cuanto ambas posiciones tienden a privilegiar el desarrollo de las fuerzas productivas (factores de producción, tecnología) sobre la transformación o revolución de las relaciones sociales, ignorando que las primeras son expresiones de relaciones sociales pasadas. Las invenciones de la máquina a vapor, las máquinas herramientas, la electricidad, la electrónica crearon grandes expectativas en las elites políticas, empresariales, e intelectuales del capitalismo. Sucedió algo similar con los denominados socialistas utópicos, en particular Saint-Simón, que planteó la emergencia de una “elite natural”, el “hombre de ciencia”, como consecuencia del proceso de industrialización. También aconteció en algunos teóricos críticos del capitalismo realmente existente como Thornstein Veblen, que pensaba que, producto del desarrollo tecnológico, se crearían las condiciones para que surjan los “ingenieros revolucionarios”, que lucharían contra las instituciones predadoras que estaban construyendo socialmente los comerciantes y financistas, las cuales atentaban contra el desarrollo tecnológico y la producción industrial. La aparición de las Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (NTIC) han hecho que emerja una nueva gama de escuelas de pensamiento, que postulan que la riqueza proviene de las nuevas tecnologías y el conocimiento. Por otro lado, plantean igualmente que el proceso de acumulación no se sustentaría en el trabajo, especialmente el manual, sino en nuevos aspectos colectivos del capitalismo que -71-

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traería consigo la nueva revolución tecnológica. El capitalismo se estaría desplazando de la posición de explotador del trabajo vivo hacia la de predador de la sociedad en su conjunto, capturando las riquezas colectivas. En esta nueva forma de visualizar el Imperio del capital y su reproducción, se privilegia lo inmaterial sobre lo material, y dentro de esta lógica, se critica la ley del valor o se la reconceptualiza en términos abstractos. Ello no permite que el valor, base de la explotación, sea utilizado como arma clave en la lucha de los trabajadores contra el capital, especialmente por los aspectos cualitativos, aparte de los cuantitativos, que conlleva el valor, debido a que el hombre producto de ello se reproduce definiendo y redefiniendo sus capacidades, personalidades y conciencia. Según algunas de las nuevas líneas de pensamiento, se estaría realizando la transición de un capitalismo moderno, centrado en la valorización de grandes masas de capital fijo, a un capitalismo postmoderno, centrado en la valorización del “capital del conocimiento”94. Serían los conceptos, las ideas, las imágenes, y no las cosas, las que tendrían un verdadero valor en la nueva economía. Son la imaginación y la creatividad humana, y no el patrimonio material, las que crearían la riqueza95. Hay otros que piensan que la riqueza no sería producto de lo inmaterial, sino que también continuaría generándose una ganancia en base a la producción para el mercado de bienes materiales96. La producción de nuevo tipo, que estaría imprimiendo la dinámica en el capitalismo, tendría como infraestructura a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación97, donde el conocimiento sería el factor de producción más importante98 o la fuerza productiva principal 99. Es en este contexto, que las innovaciones ya no deberían verse en el marco del 94

André Gorz. L’immatériel. Galilée. Paris. 2003. Jeremy Rifkin. L’âge de l’accès. La Découverte. Paris. 2000. 96 C.Azaïs, A. Corsani, P. Dieuaide (eds). Vers un capitalisme cognitif. L’Harmattan. Paris. 2001. 97 Michael Hardt, Antonio Negri. Empire. Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 2000. 98 Thomas A. Stewart. Intellectual Capital. Double day. New York. 1999. 99 Gorz. Op. cit. 95

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sistema de producción de mercancías por las mercancías sino en el contexto de la producción de conocimientos por los conocimientos100.

1. El rol del trabajo y sus nuevas formas Las nuevas modalidades de concebir el Imperio del capital tratan, por un lado, de minimizar la importancia del trabajo, sobre todo en relación a los conocimientos y la cultura, y por otro, a plantear nuevas formas de trabajo. Las distintas posiciones, por lo general, cuestionan la validez de la esencia de la ley del valor, tanto en sus aspectos cuantitativos como cualitativos, siendo estos últimos claves para comprender la lógica de la reproducción social. Entre los planteamientos, que adoptan una posición crítica en cuanto a la importancia del trabajo, predomina el que afirma que el trabajo no es un instrumento de medida de la riqueza. Asimismo, se señala que el tiempo de trabajo no puede determinar el nivel de rendimiento de los trabajadores. Dominique Meda considera que el proceso de valorización del mundo no podría realizarse bajo el término genérico trabajo, sino en base a la cultura101. En la misma línea de análisis, Gorz señala que el trabajo inmediato cuantificable debe cesar de ser la medida de la riqueza102. Los voceros del neoliberalismo, por otro lado, abogan por la abolición del trabajador asalariado. Este último se vería sustituido por el empresario individual que subordinaría al capital no sólo su fuerza y capacidad de trabajo, sino su persona en su integridad, perdiendo de esa manera las posibilidades de poder resistir los embates del capital. Es decir, que el objetivo sería convertir al ser humano en su totalidad en mercancía. Esa es la razón principal por la cual los neoliberales periféricos tratan de promover el empresariado regido por el individualismo, y no sistemas colectivos y solidarios de producción en el denominado sector informal. Este sector será, 100

A. Corsani. Eléments d’une rupture: l’hypothèse du capitalisme cognitif en C. Azaïs, A. Corsani, P. Dieuaide (eds). Op. cit. 101 Dominique Meda. Qu’est-ce-que la richesse? Aubier, Paris. 1999. 102 Gorz. Op. cit.

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en un futuro próximo, el terreno donde se realizarán las luchas sociales principales. El capital tratará de someter el sector informal a su lógica egoísta y mercantil para extraerle excedentes de manera creciente, mientras que el trabajo luchará para que se desaliene y descosifique, con el fin que se transforme en un sector social que fomente la democracia económica y social de base, ello en el marco de disolver las relaciones de producción capitalistas en las formaciones sociales periféricas. Pierre Levy, en su análisis del capitalismo actual, señala de manera clara y frontal, que el homo economicus ya no es más una ficción teórica de la ciencia económica, por cuanto la persona se estaría convirtiendo en una empresa que transformaría todas sus ideas y actividades en un negocio 103. Por otro lado, Maurizio Lazzarato, bajo otra lógica y posición política, supuestamente progresista, plantea que el trabajo como categoría económica entra en crisis, cuando trata de explicar el fenómeno económico del conocimiento que no es un bien escaso104. Las Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, según estas nuevas corrientes de pensamiento que privilegian las fuerzas productivas, especialmente la tecnología, habrían ocasionado cambios fundamentales en la naturaleza del trabajo. Las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC), aparte, supuestamente, de posibilitar al individuo ser libre en su trabajo y organizar a su conveniencia su tiempo, permitirían eliminar las barreras que existen entre la vida privada, vida social y vida profesional, creando de esa manera las condiciones para que el trabajador pueda beneficiarse del tiempo libre disponible105. Además, según Patrick Dieuaide, Corsani, Lazzarato, así como Negri106, las NTIC inducirían a que las personas y trabajadores, en base a su propia iniciativa, creen redes para coordinar sus actividades. Esta situación sería totalmente 103

Pierre Levy. World Philosophie. Editions Odile Jacob. Paris 2000. Maurizio Lazzarato. Travail et capital dans la production de connaissances: une lecture à travers l’oeuvre de Gabriel Trade (eds) “Vers un capitalisme cognitif”. Op. cit. 105 Patrick Dieuaide. Nouvelles technologies, nouvelle dynamique du capitalisme (eds) “Vers un capitalisme cognitif”. Op. cit. 106 A. Corsani, M. Lazzarato, A. Negri. Le bassin de travail immatériel (BTI). Dans la Métropole parisienne. Editions l’Harmattan. Paris. 1996. 104

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contraria a la que imperaba en lo que denominan fordismo, donde la cooperación productiva era la expresión de la dominación del capital en la esfera de la producción. Este capitalismo postmoderno engendraría, según esta línea de pensamiento, las condiciones concretas para la autonomización del trabajador del yugo del capital. Las NTIC le estarían facultando al capital el desprenderse de su base material de relaciones de explotación, permitiendo a los colectivos de trabajo retomar la gestión, limitándose el capital a jugar el rol de intermediario. Más aún, el trabajo inmaterial que fomentan las NTIC haría que el capitalista se vea obligado a considerar el trabajo vivo como un trabajo libre y no como un trabajo sometido al capital107. Según Corsani, Lazzarato y Negri, habría emergido un nuevo concepto, el de “empresa de trabajo inmaterial”, donde el “obrero” intelectual sería el empresario de sí mismo. El trabajo inmaterial moldearía las subjetividades de nuestras sociedades, determinando nuevos modos de vida y sectores de nuevo tipo, que sustenten su desarrollo en base a la formación de gustos que son después plasmados en productos. El trabajo inmaterial estaría produciendo una relación compleja entre subjetividad y creatividad sobre la base de “redes” de empresas. Esta modalidad de trabajo, que se basa sobre todo en la información y la comunicación, sería fundamentalmente una red lingüística. El lenguaje estaría produciendo lenguaje. En la línea de pensamiento autonomista, donde Negri es una de las figuras más representativas, no se visualiza el trabajo como una forma de expresión de las relaciones sociales capitalistas en que existe una articulación interna. El capital y el trabajo, sólo se conciben en el marco de relaciones externas, sin que se interpenetren, permaneciendo aparentemente en estados puros. La alienación y fetichización 108 estarían casi ausentes, el socialismo estaría a la vuelta de la esquina. Pero ese discurso optimista incide negativamente en la politización del trabajador, dado que lleva oculta la necesidad de promover el capitalismo posmoderno supuestamente más progresista que el moderno, por cuanto liberaría silenciosamente al trabajo y lo llevaría automáticamente a un estadio social superior. 107 108

Patrick Dieuaide. Op. cit. Lukács en Historia y Conciencia de Clase vincula fetichización y cosificación.

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Rifkin, bajo otra línea de análisis que las anteriores (neoliberal y autonomista) piensa que el proceso creciente de comercialización de la cultura humana conduciría a un cambio radical en la naturaleza del trabajo, por cuanto haría que la vida en su conjunto se convierta cada vez más en un producto negociable. La vida devendría la mercancía suprema, y el mercado se transformaría en el árbitro de nuestra existencia individual y colectiva. Estaríamos por entrar en una economía de la experiencia en la que cada individuo tendría un valor mercantil 109. Es indudable que la elite más pudiente del mundo, sobre todo la que se encuentra en Estados Unidos, tiende a dirigir una parte importante de su dinero hacia el turismo y los entretenimientos. Pero los de menores recursos, que son la gran mayoría en el mundo, destinan sus escasos ingresos, producto de la venta de su fuerza y capacidad de trabajo, a satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, indumentaria y salud. Hay muchos trabajadores y desempleados que no logran ni siquiera cubrir esas necesidades elementales. Ulrich Beck, a diferencia de los autonomistas, considera que no nos encontramos en una fase postmoderna del capitalismo, sino más bien, habríamos entrado a una nueva modernidad que denomina “reflexiva”, donde el trabajo ha sufrido cambios relevantes. Para Beck, en la modernidad tradicional primaba la estandarización del trabajo, mientras que en la nueva modernidad, que se caracteriza por fomentar la inseguridad, la tendencia sería a la individualización en el trabajo110. El proceso de inseguridad creciente que sería inherente a la nueva modernidad, estaría ocasionando en el mundo del trabajo, aparte de una desestandarización, una fragmentación, un subempleo muy flexible, y una mano de obra desregulada. El predominio de formas no-estandarizadas de trabajo y subempleo estarían originando una presión creciente en las personas para que acepten mayores horas de trabajo, modalidades espurias de autoempleo y empleos a tiempo parcial. El trabajo y la pobreza que eran excluyentes en la actualidad se combinarían creando al trabajador pobre. 109 110

Rikfin. Op. cit. Ulrich Beck. The brave new world of work. Polity Press. New York. 2000.

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Si bien su percepción de las nuevas formas de trabajo en el capitalismo actual es pertinente, debido a la precarización de éste, la cual es producto de la mayor dominación del capital sobre el mundo laboral, Beck se equivoca al afirmar que, en el capitalismo actual, las diferencias de clases habrían perdido su posición central en la sociedad. Ello lo condujo a que, en su obra, no trate la problemática del valor y la explotación. No explica a nivel esencial las causas de las grandes disparidades que se están dando en el capitalismo, limitándose a aceptar simplemente su existencia como un simple dato.

2. El valor La teoría del valor, como ya se señaló, está siendo en la actualidad seriamente cuestionada. Ello, en gran medida, porque el análisis de éste se concentró principalmente en su aspecto cuantitativo. Engels, por ejemplo, se dedicó fundamentalmente a tratar el proceso de metamorfosis del valor en precio. Debido a ello, el valor se entendió sólo como una categoría económica. Sin embargo, el valor, que es la forma que expresa la esencia de las relaciones sociales, debe ser entendido en el marco de la lucha entre el capital y el trabajo, que se manifiesta fenoménicamente en la tasa y masa de ganancia. El haber circunscrito la teoría del valor a lo cuantificable hace que Gorz plantee que, al existir una crisis de la medida del valor, ésta pondría en cuestión las nociones centrales de éste como “plustrabajo” y “plusvalor”111. Esta crisis de la medida del valor, que, supuestamente, pondría en cuestionamiento su teoría, se debería a que, como ya se especificó, el conocimiento sería la nueva fuente de riqueza, y que los conocimientos no podrían intercambiarse a su “valor”. El capital intelectual no obedecería a las leyes mercantiles del intercambio112. Como se podrá apreciar, el valor se ve bajo la lógica de las fuerzas productivas y no de las relaciones sociales 111

Gorz. Op. cit.; Yann Moulier-Boutang. La troisième transition du capitalisme; exode du travail productif et externalités. (eds) “Vers un capitalisme cognitif”. Op. cit. 112 Gorz; Rifkin. Op. cit.

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donde juegan un papel preponderante los aspectos cualitativos, por cuanto mediante el valor no sólo se reproducen las cosas, sino se crean valores morales y éticos que inciden en la formación del hombre, ya sea alienándolo o desalienándolo. La teoría del valor centrada en el trabajo no es la única cuestionada, sino también lo es la liberal. Para Enzo Rullani, las concepciones marxistas y liberales del valor, no podrían dar cuenta del proceso de transformación de los conocimientos en valor, dado que el costo de producción del conocimiento sería incierto y muy diferente del costo de su reproducción. Por otro lado, se señala la imposibilidad de asociar la inmaterialidad de los conocimientos con la materialidad de las mercancías. Lo nuevo, en el capitalismo actual, sería entonces que los conocimientos no se incorporarían ni en el trabajo presente ni en las máquinas. Nos encontraríamos en una fase de transición de un régimen de reproducción a un régimen de innovación. Al no tener ningún soporte material los conocimientos, se estaría, según Antonella Corsani, colocando en la puerta falsa las teorías del valor tanto marxista como neoclásica113. Asimismo, se viene conceptualizando una teoría de la generación de la plusvalía fuera del proceso de producción inmediato sustentada en aspectos abstractos, tal como la ciencia en general. Negri considera que la ciencia, que sería la base de la riqueza, es independiente del tiempo de trabajo en ella empleado. Ya no se trataría de reducir el tiempo de trabajo a nivel de empresa, sino de disminuir el trabajo, en general, de la sociedad en su conjunto. Ello eliminaría todo elemento de cuantificación de la ley del valor, lo que la reduciría a una mera formalidad114. El trabajo inmaterial, en tanto capacidad productiva basada en la actividad de los sujetos, estaría haciendo surgir la sustancia del valor a partir de la red de cooperación a nivel de la ciudad. La metrópolis no detentaría sólo la memoria de las relaciones culturales y de información, sino que tendría la capacidad de reactivarlas y renovarlas. 113 114

Antonella Corsani. Op. cit. Antonio Negri. Marx más alla de Marx. Ediciones Akal. Madrid. 2001.

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El eliminar la vigencia de la teoría del valor les sirve a algunos representantes de esta nueva tendencia para justificar los procesos especulativos que desarrolla el Imperio. Thomas Stewart señala que la disociación entre el valor de los activos fijos, que se detallan en los libros de contabilidad, y el valor en bolsa, se debería al capital intelectual115. Dentro de la misma perspectiva, Gorz señala que la elevación de los valores de las empresas muy por encima de sus valores reales, no debería considerarse como sobre-evaluaciones, porque los intangibles no tendrían valor evaluable. Estaría primando el valor simbólico, no medible, otorgado por la marca que sería superior a su valor utilitario y de cambio116. Varios representantes de la corriente autonomista están proponiendo una nueva teoría de la acumulación basada en la explotación de los conocimientos y de las nuevas informaciones. Por ejemplo, Marco Dantes plantea que la acumulación se fundamentaría en un proceso de transformación de la información. Para realizar el capital, la información subordinaría y dirigiría el ciclo de producción material a través del cual fijaría las bases físicas de la comunicación117. En la misma línea de pensamiento está Bernard Paulse118. En esta nueva lógica de analizar el Imperio, donde lo inmaterial sería la base de la riqueza, se le otorga un papel central a la circulación, la cual se habría convertido en la fuente principal de creación de valor. Esto se debería a que, en la actualidad, existiría una relación estrecha entre producción y circulación que conduciría a replantear las condiciones de la valorización. La circulación tendería a devenir una condición inmanente de la forma productiva del capital. Ello los lleva a señalar que los consumidores se vienen transformando en co-productores119. 115

Thomas Stewart. Op. cit. Gorz. Op. cit. 117 Marcos Dantes. L’information et le travail: la valorisation et l’accumulation dans le cycle de la communiction productive (eds) “vers un capitalisme cognitif”. Op.cit. 118 Bernard Paulse. Le capitalisme cognitif. Un nouveau programme de recherche (eds) “Vers un capitalisme cognitif”. Op. cit. 119 Patrick Dieuaide. Op. cit; Yann Moulier Boutang. Op. cit. 116

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El considerar el papel relevante de la circulación como una característica central del capitalismo actual, es no tomar en cuenta que ésta siempre desempeñó un rol significativo en el desarrollo del capitalismo. Es en la circulación donde se adquiere la fuerza y capacidad de trabajo para su posterior sometimiento en el proceso de trabajo, a fin de generar el plusvalor. Además, se tiene una concepción disociada del proceso de producción inmediato, donde proceso de trabajo y proceso de valorización son una unidad indisociable, y es la circulación la que posibilita esa articulación120.

3. Concepciones teóricas y filosóficas que están detrás del Imperio del capital Los nuevos planteamientos tienden, en su mayor parte, a situar el ciberespacio como el lugar central a través del cual se expandirá y materializará el Imperio del capital. Para Pierre Levy, sería el ciberespacio el que posibilitaría la manipulación de la conciencia humana global, con el fin de que todas las esferas de la vida del hombre sean regidas por la lógica de las mercancías. El nuevo "marketing" tendría como objetivo principal hacer de la vida en su totalidad un negocio. En el ciberespacio, el inconsciente colectivo devendría en consciente y se fragmentaría. Las industrias culturales, según Pierre Levy, tendrían que proponer al público momentos prefabricados de conciencia, experiencias virtuales, que serían reproducidas a voluntad. Dentro de esta perspectiva, habría que eliminar la cultura sustentada en las tradiciones, en tanto propugnaría la división, el miedo y el odio. Habría que propiciar sólo las culturas que representen una tendencia universal121. Para generar este proceso de alienación y cosificación de la conciencia, el ciberespacio promovería el intercambio y producción de conocimientos, es decir la inteligencia colectiva que se convertiría en una especie de economía de mercado ampliado. A fin de reforzar este proceso de manipulación de la conciencia, las empresas 120

Para mayor detalle, ver Cristian Gillen El primado de las fuerzas productivas y el socialismo. Editorial Horizonte, Lima. 1986 y Cristian Gillen La organización social de la producción como dinámica del desarrollo. Editorial Horizonte. Lima. 2001. 121 P. Levy. Op. cit.

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deberían devenir en empresas de producción y comercialización de conocimientos. El dinero se transformaría en una medida epistemológica. Los profesores de mayor prestigio serían los que tendrían los pedidos de investigación más importantes de las empresas. Asimismo, los estudiantes deberían ser tratados como los clientes de las universidades cuyas conciencias tendrían que pasar por un proceso de cosificación para que consideren cualquier actividad como un mero negocio. Georg Lukács pudo apreciar claramente este proceso de fetichización de las conciencias que fomentaba la reproducción capitalista en la fase inicial del desarrollo imperialista en las dos primeras décadas del siglo veinte. Por centrarse en los aspectos subjetivos y cualitativos del capitalismo, fue duramente criticado por el estalinismo que veía el marxismo como una ciencia fundamentalmente objetiva. Es por ello que se descuidó el análisis de la cosificación y deshumanización que el capitalismo genera en su desarrollo para poder consolidarse, incorporando muchas veces al trabajador en su lógica, lo cual dificulta su papel de sujeto en el cambio. Asimismo, el marxismo ortodoxo no tomó en cuenta el impacto del “taylorismo socialista” que se implementó en las empresas del socialismo real, en las conciencias de sus trabajadores. Es interesante igualmente poder apreciar como los neoliberales fomentan la privatización de las universidades para que se conviertan en un instrumento clave de manipulación de las conciencias, con el fin de que los estudiantes pierdan su capacidad de crítica sobre las desigualdades e injusticias ocasionadas por el Imperio, y más bien traten de justificarlas, por cuanto todo se circunscribiría a luchar por tener éxito en los negocios y, de esa manera, triunfar en la vida. Los que fracasan serían aquellos que no han podido desarrollar esa capacidad mercantil. Nadie explotaría a nadie en el capitalismo. Rifkin, desde otro ángulo que Levy, postula que el ciberespacio estaría coadyuvando a que el capitalismo, donde prima el mercado y la propiedad, devenga en una sociedad en la cual predominen las redes. En la economía de redes, las transacciones mercantiles cederían el lugar a las alianzas

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estratégicas. Por otro lado, se vendría generando un proceso de transición de la producción industrial a la cultural, lo que conduciría a pasar de una ética de trabajo a una ética de juego. Los sectores de turismo y placer se encontrarían en proceso de fusionarse en una industria cultural que se sustentaría en una simulación sistemática de las experiencias122. Hardt y Negri consideran que la riqueza se debería a lo que llaman la “producción biopolítica”, que sería la producción de la vida misma. En el ciberespacio, la biopolítica integraría lo imaginario y lo simbólico, que posibilitaría regular la vida social desde el interior. Por otro lado, el régimen salarial sería sustituido por un sistema monetario global y flexible, y la dominación estaría ejercida por los “networks” de comunicación. Se estaría transitando de una forma tradicional de empresario a uno político, que tendría como misión principal la articulación de las energías productivas dispersas dentro del territorio. Este proceso de ensamble sería más político que técnico, sustentándose básicamente en lo social, y no en la potencia económica. La actividad empresarial estaría estrechamente relacionada a la actividad de las comunicaciones y a la producción de las subjetividades. Por otro lado, la empresa se habría convertido en un sistema de organización donde el tiempo y el espacio de producción le serían exteriores. La producción se fundamentaría principalmente en una red de actividades culturales y de información123. Para los autonomistas, la nueva realidad imperial no se desarrollaría de manera dialéctica. En las empresas postfordistas y en la sociedad productiva post-industrial, los sujetos se estarían constituyendo antes y de manera independiente de la actividad del empresario capitalista. Sería el trabajo el que cada vez más defina al capital y no al contrario. El proceso de producción de las subjetividades se construiría fuera de las relaciones con el capital. Esta nueva forma de producción de subjetividades lucharía contra la dominación capitalista de una manera no dialéctica, sino más bien como una alternativa real. Es decir que el trabajo inmaterial no tendría más 122 123

Jeremy Rifkin. Op. cit. A. Corsani, M. Lazzarato, A. Negri. Op. cit.

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necesidad del capital para existir, sino que estaría en condiciones de poder actuar libremente. Dentro de esta nueva situación, el concepto de revolución se debería modificar124. En este contexto de ambivalencias, con relación a la identificación de los procesos de explotación concretos, Hardt y Negri consideran que ninguna revolución podría emerger dentro de los espacios nacionales, por cuanto el capital operaría a través de “networks” de relaciones de dominación a nivel global, sin ningún centro trascendente de poder. Por último, en el marco de estas abstracciones que no posibilitan identificar en el espacio y el tiempo a los sujetos centrales de la lucha social para poder transformar el Imperio, concluyen que en esta última fase del capitalismo postmoderno, se generaría un mayor potencial revolucionario que en la época moderna, ya que no habría mediación entre la multitud en abstracto y el Imperio en abstracto125. El plantear, como Hardt y Negri, que la globalización haría imposible cualquier cambio radical a nivel nacional, es no comprender que los espacios nacionales regulados por los Estados son esenciales para la acumulación mundial126. Es en esos espacios donde se producen las principales luchas sociales entre el Estado, el capital interno, y los trabajadores. Los procesos de ajuste estructural y de privatización impuestos por los organismos financieros internacionales, bajo el control del Imperio, se llevaron a cabo con la complicidad de los gobiernos nacionales y las clases económicas y políticas dominantes. Cumplieron la tarea impuesta por el Imperio para conciliar el proceso de valorización global con los que se generaban a nivel de los países. El Imperio necesita fragmentar las luchas para imponer su hegemonía. Este planteamiento de Hardt y Negri nos lleva a pensar que no han tomado en consideración que el proceso de explotación a nivel mundial se sustenta en gran medida en los Estados naciones. Además, contribuye a confundir a la clase trabajadora en su lucha

124

Lazzarato, Negri. Travail immatériel et subjectivité. Michael Hardt, Antonio Negri. Op. cit. 126 Ellen Meiksins Wood. Empire of Capital .Verso. London. 2003. 125

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contra el capital. La pelea debe darse fundamentalmente a nivel local y nacional, y complementarse con las luchas a nivel mundial. Es evidente que Hardt y Negri exageran en extremo al considerar que el sistema monetario sustituiría al régimen salarial. Es indudable que el fracaso del keynesianismo en los inicios de los 70, debido a su incapacidad de regular el sistema de explotación capitalista, impulsó de manera progresiva y bajo formas distintas el monetarismo, lo que posibilitó ligar más estrechamente el dinero con el proceso de explotación. El reforzamiento de la vinculación entre estos dos aspectos sirvió para debilitar la organización de la clase trabajadora, que se generó en la fase keynesiana, y convertirla en una clase más débil, lo cual permitió elevar las tasas de explotación y ganancia127. Sin embargo, hay que ver lo anterior como una lucha permanente que se lleva a cabo dentro del proceso de producción inmediato donde siempre existe la negatividad. En estos momentos, surgen movimientos a nivel mundial que se oponen a la flexibilidad laboral generada por el neoliberalismo y el neoconservadurismo. Por otro lado, el mismo capital se esfuerza para evitar una gran rotación de mano de obra que atente contra la calidad de sus producciones, por cuanto la nueva competencia no está basada principalmente en la guerra de precios, sino en la calidad y en los servicios post-venta. Como se puede apreciar, existe en Hardt y Negri una posición muy determinista que no toma en cuenta, en su verdadera dimensión, la capacidad de respuesta de los trabajadores en el mundo de la producción. Asimismo, desvinculan el mundo "macro” del “micro” al no asociar las políticas monetarias, que implementa el capital para reforzar su dominación con el control que ejerce en las empresas mediante nuevas formas remunerativas (participación de los trabajadores en las acciones, etc.), y nuevas modalidades de división del trabajo en el seno de las unidades productivas y entre éstas. En las unidades productivas, se pretende flexibilizar el proceso de trabajo, eliminando el taylorismo en algunos tipos de

127

W. Bonefeld an J. Holloway. Global capital, National State and the politics of money. Mac Millan Press, London. 1995.

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trabajo y manteniéndolo en otros, así como propiciando la articulación horizontal entre empresas. Hardt y Negri niegan la dialéctica, por cuanto su concepción de desarrollo centrado en las fuerzas productivas los hace pensar que las NTIC, que serían la expresión de esa nueva fase de progreso, no entrarían en contradicción con las relaciones de dominación que se establecen en el ciberespacio, debido a que las relaciones sociales se sustentarían en la cooperación vía los “networks” (redes en el ciberespacio). Primero, hay que señalar que nunca en el capitalismo existieron contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales, aspecto que se explicará en detalle más adelante. Eso no quiere decir que en ciertos momentos del desarrollo histórico no hubiera conflictos, pero que en ningún momento ello puso en juego el sistema capitalista como lo pensaron los teóricos ortodoxos del marxismo. Por eso, algunos teóricos del marxismo, como Adorno, analizaron el desarrollo capitalista en el marco de las relaciones entre el trabajo pasado y trabajo presente como expresiones de relaciones sociales que se produjeron en momentos distintos, por lo que hace que los trabajos anteriores sean vistos como muertos y los actuales como vivos. Como se podrá desprender de lo anterior, es imposible que las relaciones sociales capitalistas, y no neutras, que se generan en distintos momentos, entren en contradicción para poner en juego su vigencia como tales. Sólo el determinismo tecnológico puede concebir la existencia de un proceso de índole catastrofista liderado por las fuerzas productivas, que se liberarían de las relaciones sociales capitalistas, que no les permiten desarrollar todas sus potencialidades128. Ulrich Beck, en su construcción teórica, defiende la posición de las luminarias, que denomina la “modernidad tradicional” con respecto a su propensión a fomentar la reflexión, es decir la necesidad de volverse sobre sí mismo, aspecto al cual el postmodernismo renuncia. Ello lo conduce a defender la vigencia de la modernidad, pero en su nueva fase reflexiva. Según Beck, se habría entrado en una segunda modernidad en que el motor de la transformación social ya no sería la razón instrumental que 128

Cristian Gillen. El primado de las fuerzas productivas y el socialismo. Op. cit.

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primó en la modernidad tradicional. Lo que regiría, en lo que califica como “modernidad reflexiva”, serían básicamente los riesgos, peligros, la individualización y la globalización que emergen como efectos colaterales del mismo proceso de modernización. La sociología de la modernidad reflexiva, ya no se sustentaría en la teoría de clases, sino que se basaría principalmente en el proceso de “descomposición” y “recomposición” de la sociedad industrial moderna. Las diferencias entre la modernidad tradicional y la reflexiva estarían dadas especialmente por: la tendencia a la desaparición de las clases sociales, la cual no coincidiría con el aumento en la desigualdad social; la diferenciación funcional, que sería reemplazada por la coordinación funcional; la modernidad reflexiva, que rompería con la racionalización lineal que imperaba en la modernidad simple o tradicional. Sería sustituida esta racionalidad por el planteamiento que postula, según el cual es la misma progresión de la modernidad la que llevaría a la abolición de la modernidad que siguió la sociedad industrial. El proceso de transformación que viene dándose en la modernidad habría ocasionado, de acuerdo a Beck, que existan dos ciencias que divergen. La ciencia que primó en la primera modernidad, la cual floreció en los laboratorios y se sustentó principalmente en las matemáticas, pero que, en gran medida, estuvo desprovista de las experiencias, y la de la segunda modernidad, donde la nueva ciencia tendría como basamento las experiencias, convirtiéndose prácticamente en una ciencia de preguntas y respuestas129. La modernización reflexiva, que debería reformar la racionalidad instrumental, estaría en proceso de devenir una “sociedad discursiva”, como lo plantea Habermas. Este nuevo tipo de sociedad propiciaría el cambio de las reglas de la actividad técnico-económica mediante una nueva modalidad de comunicación. Asimismo, Beck tiende a devaluar el conocimiento organizacional y estratégico que primó en la modernidad tradicional, por lo que habría que sustituirlo por nuevas formas de acción intra-organizacional y de legitimación. 129

U. Beck. The reinvention of Politics. Op. cit.

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En la modernidad reflexiva, según Beck, la metáfora Derecha-Izquierda, que tuvo su origen con el nacimiento de la sociedad burguesa, va a ser visualizada bajo tres nuevas dicotomías: seguro-inseguro; dentro-fuera; y político-no político. En la segunda modernidad, se potenciaría el proceso de globalización, trayendo como contrapartida la individualización, lo que pondría en juego la premisa básica de la primera modernidad, que era lo que Adam Smith llamaba el “nacionalismo metodológico”130. El escenario en que los Estados nacionales y el sistema de relaciones internacionales entre Estados determinaban el espacio colectivo del quehacer político, se estaría haciendo pedazos, y sería reemplazado por un meta-juego de poder más complejo donde las fronteras entre Estados tenderían a tener un papel cada vez más limitado. Las deficiencias del nacionalismo metodológico, de acuerdo a Beck, serían: i.) la utilización no reflexiva, en la actualidad, de categorías y variables heredadas de la óptica nacional; ii.) las distorsiones que se generarían, producto de considerar el Estado nacional como base del análisis. El proceso de desnacionalización del Estado, que se estaría produciendo, permitiría la pluralización nacional de la sociedad, y por lo tanto la cosmopolitización eventual del Estado; iii.) la concepción a-histórica y abstracta del Estado y del concepto del Estado; iv.) la carencia de una diferenciación clara entre el Estado nacional y el Estado. La nueva crítica del proceso de globalización se opone a la desestatización del pensamiento político; v.) la óptica nacional no estaría dejando ver un punto clave, que sería la legitimación en que se sustentaría la transformación de las reglas para transitar de la época nacional a la cosmopolita131.

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Ulrich Beck. What is globalization? Polity Press. 2000. Ulrich Beck. Pouvoir et contre-pouvoir à l’ère de la mondialisation. Editions Flammarion, Paris. 2003. 131

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La óptica cosmopolita, que propicia Beck, se propone conceptuar las nuevas formas en que se darían las posiciones y fundamentos del poder en el espacio global, poniendo en primer plano las relaciones de reciprocidad que existen entre los espacios económicos y políticos. La legitimación y legalidad del régimen cosmopolita deberían sedimentarse no de “abajo hacia arriba”, sino fundamentalmente de “arriba hacia abajo”, a partir de ciertos principios básicos de carácter universal que tengan gran impacto en la humanidad y en cada individuo. Basándose en David Held, Beck propone siete “principios” cosmopolitas que deberían ser compartidos universalmente y que deberían definir los derechos y deberes de los individuos. Estos principios serían: mismo valor, misma dignidad; participación activa; responsabilidad e imputación personal; consenso; autodeterminación reflexiva y decisión colectiva deberían realizarse por la vía electoral; inclusión; y prevenir que se atente contra las necesidades fundamentales. En la nueva modernidad reflexiva, Beck considera que deberá irse reemplazando el voto por la comprensión. Esta tendería a hacer menos necesaria la democracia. La democracia que devino la religión de la primera modernidad, en esta nueva era, no se eliminaría, sino ocuparía un segundo orden de importancia. El punto más oscuro de la concepción de Beck sobre el capitalismo actual, es el relativo a su planteamiento sobre la tendencia a la desaparición de las clases. Lo que está sucediendo, es una transformación de las estructuras de las clases que primaron en el capitalismo industrial tradicional, pero nunca una eliminación de las clases. En el capitalismo periférico, la desaparición progresiva de la empresa industrial grande, que surgió durante el proceso de sustitución de importaciones, ha producido un sector informal, dentro del cual la concepción del empresario y proletario tradicionales se ha transformado. Muchas veces, el obrero despedido o el migrante del campo asumen la propiedad y la dirección de las pequeñas y microempresas, donde sus familiares y/o miembros de su comunidad de origen se desempeñan como trabajadores. Asimismo, los empresarios, aparte de encargarse de dirigir sus empresas, también realizan actividades productivas, combinando el trabajo intelectual con el manual.

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El ambiente que reina en las empresas es distinto al de las corporaciones de estructura organizacional vertical que primaron en la industrialización en masa periférica. Las relaciones entre los que dirigen las pequeñas y microempresas y los trabajadores son más directas, por cuanto no son mediadas por los técnicos que prácticamente no existen en el denominado sector informal. Por otro lado, muchas veces los pequeños empresarios y sus trabajadores se reúnen fuera del espacio de trabajo, para fraternizar en distintos eventos sociales. Sin embargo, lo señalado no significa que no haya explotación y coerción, sino que éstas se realizan bajo otra lógica y en otras dimensiones. La extracción de excedentes en el sector informal no se limita al campo de la producción. Una parte significativa de los excedentes del sector informal se transfiere al formal vía la circulación. Por ejemplo, muchos productores del sector informal deben colocar sus productos en tiendas del sector formal que les pagan, en el mejor de los casos a los tres meses, y a un precio muy por debajo del que lo vendieron. El excedente que se generó en el sector informal se pone bajo la lógica de la plusvalía del sector capitalista moderno que está en el denominado sector formal. En cuanto a la gran empresa del sector formal, el hecho de que haya tendido a pasar de la integración vertical a la horizontal, que ha conducido a minimizar su planilla y a propiciar la subcontratación y el trabajo a tiempo parcial, no significa de ninguna manera que se hayan eliminado las clases. Lo que acontece es que una empresa le compra insumos y/o servicios a otra, y por lo tanto requiere menos trabajadores bajo su mando directo. Como se podrá apreciar, lo que está sucediendo es una modificación de la organización social de la producción y las formas de trabajo, que ha motivado una nueva estructuración de las clases y a un cambio en la lógica de explotación y coerción. Como diría Michael Foucault, se ha pasado de una sociedad disciplinaria a una de control. El proceso de desaparición de las clases que se estaría produciendo, según Beck, como consecuencia de la individualización en el mundo del trabajo y de la vida que trae consigo la globalización, lo conduce a plantear, que en el futuro, lo que primaría sería la comprensión y el consenso. Sin embargo, la

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realidad concreta está mostrando que el neoliberalismo está potenciando los conflictos y contradicciones entre el capital y el trabajo, y entre los países centrales y los periféricos. Beck, para legitimar el régimen cosmopolita, propicia un proceso “de arriba hacia abajo” en base a principios universales. Es decir, privilegia el papel de una elite tecnocrática que definiría ex-ante los criterios que deberían regir las relaciones sociales. Ello significa que Beck no confía en la creatividad de los trabajadores, producto de su experiencia en el trabajo y en la vida. Asimismo, se tiene que subrayar que más bien, para fomentar la democracia real, deberían formarse grupos desde la base para establecer, mediante un diálogo directo, las formas políticas, económicas, sociales, artísticas, morales y éticas que deberían primar, y no a la inversa como lo propone Beck.

4. Planteamientos ideológicos Los intelectuales, que abogan por el neoliberalismo, pretenden manipular las conciencias de la población que sufre de las desigualdades e injusticias crecientes generadas por ese régimen, que se halla bajo la hegemonía de Estados Unidos, el cual está impulsando una política de guerra total para defender sus intereses que se encuentran en juego, debido a la competencia de Europa y Asia. Pierre Levy, uno de los defensores más radicales del Imperio, desarrolla un conjunto de disquisiciones filosóficas que tienen por finalidad demostrar que las NTIC habrían logrado hacer desaparecer las clases sociales, y lo que realmente se estaría creando serían seres en devenir, cuya misión consistiría en participar activamente en la expansión de la conciencia. Postula igualmente que las diferencias mundiales no provendrían de la opresión, sino que se producirían como consecuencia de seres humanos responsables, que crearían sus propias situaciones y cuya actuación, en ese proceso, repercutiría en los demás. Todo ello, por cuanto el poder dependería de la inteligencia colectiva132. Posición similar a la que defiende 132

Levy. Op. cit.

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otro neoliberal, Thomas Stewart, al señalar que la nueva organización del poder se sustentaría en lo que él llama el “expertise”, y no en la posición que uno ocupa dentro de la estructura organizacional133. Para Levy, la dominación, que ejercen los países del centro del sistema sobre aquellos de la periferia, no existiría, y más bien los niveles de desarrollo capitalista tan desiguales se sustentarían en las diferentes intensidades en que multiplican sus energías para desarrollar sus inteligencias colectivas y, de esa manera, inventar su futuro. Plantea además, con un cinismo único, que los países subdesarrollados no estarían canalizando sus fuerzas para promover sus conocimientos, por cuanto destinarían la mayoría de su tiempo a fomentar guerras. Se olvida que el gran impulsor de éstas es el Imperio del norte, para consolidar cada vez más su hegemonía. Es dentro de este contexto que se explican sus últimas invasiones a Afganistán e Irak. Asimismo, piensan con ello tener el control político y militar del Medio Oriente, además de asegurarse fuentes importantes de hidrocarburos, debido a sus escasas reservas de petróleo, entre otros. Dentro de la lógica neoliberal de Levy, el interés individual lograría a largo plazo la armonía social, puesto que la competencia entre empresas daría como ganadores a los más creativos, los más trabajadores, y a los más éticos. Esto último raya en la ficción después que las principales empresas del Imperio como Enron cometieran fraudes en desmedro de sus empleados y accionistas, sobre todo los pequeños, ya que los grandes vendieron sus participaciones antes que la empresa quebrara. El mundo virtual que debe ser utilizado, según Levy, para manipular las conciencias, parece también haber logrado penetrar en Levy, haciéndolo reemplazar lo verdadero-real por lo imaginario. En el marco de esta lógica de manipulación que tiende a confundir lo real y lo virtual, se comparan las especulaciones financieras con las filosóficas, por cuanto ambas abrirían nuevos espacios de interacción, y por lo tanto, de realidad. Es por ello que la bolsa sería un juego muy moral, dado que recompensaría a aquellos que han otorgado dinero a las empresas que el mercado habría definido como las que rinden un mejor servicio a la sociedad. Es decir, la bolsa sustituiría a las instituciones del bienestar 133

Stewart. Op. cit.

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propugnadas por el keynesianismo para coadyuvar a regular las relaciones salariales capitalistas134. Jeremy Rifkin adopta una posición ambivalente con relación al nuevo capitalismo que estaría siendo liderado por las NTIC. La computadora crearía, al igual que lo piensa Levy, un nuevo tipo de conciencia relacional, así como la imprenta habría generado la noción de un ser autónomo. Esta conciencia que emergería del mundo virtual fragmentaría las personalidades, lo que, según Rifkin, fomentaría una mayor tolerancia hacia las diferencias entre los individuos y una mayor predisposición al diálogo y la cooperación. Frederic Jameson considera, con justeza, que este proceso de fraccionamiento de la psiquis en personalidades múltiples no es más que la expansión de la gama de nichos de mercado para convertir en mercancía la cultura. Rifkin, por otro lado, también previene que el desarrollo de “personalidades múltiples” podría conducir a hacer perder a los navegantes del ciberespacio su cuadro de referencia, que les permite interpretar correctamente el mundo. El Internet, en su proceso creciente de mercantilización, podría convertirse en el instrumento ideal de la esfera política. Coadyuvaría a hacer confundir la democracia con la soberanía del consumidor. Además, las grandes transnacionales influirían en el imaginario, con el fin de alterar las políticas de los países. El mundo virtual les permitiría tener más influencia en la educación de las nuevas generaciones que el Estado y la familia135.

5. Visión futura Las distintas visiones sobre el Imperio capitalista, si bien presentan diferencias, se centran casi todas en las grandes posibilidades que se abrirían con las NTIC y los conocimientos, que de esta infraestructura tecnológica emanan. Levy ve que el futuro estaría definido por la capacidad que tendría el Imperio de cosificar completamente las conciencias, con el fin de que la vida 134 135

Levy. Op. cit. Rifkin. Op. cit.

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de las personas sea regida en su totalidad por la lógica de las mercancías, y donde el conocimiento no sea otra cosa que una compra y venta de ideas. Una posición contraria a la de Levy, en cuanto a la posibilidad de la comercialización de los conocimientos, está sustentada por Bernard Paulse y Maurizio Lazzarato, entre otros. Para Paulse, el conocimiento posee características específicas que hacen difícil su conversión en mercancía. Lazzarato señala que la crisis del postfordismo se daría por la contradicción principal que surge de la imposibilidad que tiene el capital de subordinar los conocimientos a la lógica del capital. Ello lleva a ambos autores a plantear que el Imperio, vía los conocimientos, nos conduciría de manera automática a sociedades post-capitalistas. Gorz, con variantes, está en una posición similar. Considera que el acceso universal al saber y la cultura no podría ser apropiado e instrumentalizado por el capital. Más bien, una economía centrada en los conocimientos confluiría en una economía de la gratuidad y formas de producción basadas en la reciprocidad. Al igual que Lazzarato, considera que el “capitalismo del conocimiento” desembocaría en una crisis del capitalismo. Dentro de una concepción de desarrollo centrada en el primado de las fuerzas productivas, Gorz plantea que éstas han llegado a una frontera, pasada la cual podrían aprovecharse de sus potencialidades. Ello conduciría a la necesidad de instaurar un nuevo tipo de economía donde el principal actor de ese cambio sería el “capital humano”. El “capitalismo del conocimiento” estaría constituyendo un neo-proletariado en el mundo de la informática que se transformaría en el sujeto central de una mutación cultural antiproductivista y anti-Estado136. Hardt y Negri ven al Imperio altamente vulnerable, y su superación sólo estaría esperando el despertar de la multitud. Ese optimismo se sustentaría en que el ciberespacio permitiría eliminar el poder de la dialéctica y crearía de esa manera lo colectivo a través de mediaciones. Ello abriría las puertas para que el futuro esté en la lógica de construir la vida de las multitudes 137. 136 137

Gorz. Op. cit. Hardt y Negri. Op. cit.

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La globalización del capital, a través de las redes de producción y control, le otorgaría a la multitud una gran capacidad de impacto sobre la sociedad en cada revuelta. Las luchas golpearían directamente a las principales articulaciones del orden imperial. La vinculación horizontal de las luchas ya no requeriría de la mediación de líderes, sindicatos y partidos. Las grandes oportunidades, que les brindaría la sociedad posmoderna a las multitudes para su liberación, se fundamentarían en la tendencia a la igualización de las condiciones de vida de estas multitudes, debido a la movilidad del capital del norte al sur, y de las migraciones del trabajo del sur al norte138. La intensificación de la resistencia de la multitud llevaría a un comunismo cosmopolita, distinto al planteado por Marx, por cuanto el capitalismo postmoderno habría destruido la lógica binaria en la que se sustentó la modernidad. Para lograr ese comunismo de nuevo tipo, Hardt y Negri no proponen ninguna guía estratégica de acción. Sólo se limitan a plantear tres actividades centrales: la creación de un ciudadano global; un salario social y un ingreso garantizado para todos; y el establecimiento del derecho a la reapropiación de los medios de producción, el libre acceso al conocimiento, la información, las comunicaciones y afectos. Beck, al igual que los autonomistas, visualiza una transición silenciosa sin convulsiones a una nueva sociedad. No serían las crisis, sino los triunfos del capitalismo los que harían que nazca una nueva forma social. Esto significaría que la modernización continuada, y no la lucha de clases, sería la que desintegre la sociedad industrial clásica. Asumiendo la misma posición que Schumpeter, plantea que no es la lucha de clases la que provocaría la muerte del capitalismo, sino la burocratización, la racionalización y la deslegitimación139. Según Beck, en la modernidad reflexiva, los objetivos nacionales deberían lograrse mediante una política cosmopolita, por cuanto su lógica procuraría favorecer a la humanidad en general. Para ello, los Estados tendrían que extender sus actividades más allá de sus fronteras nacionales, pudiendo tomar la forma de una cooperación ínter estática. El nuevo Estado 138

Giovanni Arrighi. Lineages of Empire en (ed) Gopal Belakrisknam. Debating Empire. Op.

cit. 139

U. Beck. The Reinvention of Politics. Op. cit.

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cosmopolita, que reemplazaría al Estado nacional, sería la respuesta a la globalización neoliberal. El proceso de oposición a una globalización neoliberal debería pactarse con las organizaciones no gubernamentales y los movimientos de los consumidores. Además, es imperioso que estos Estados de nuevo tipo propicien estrategias de cooperación con el fin de exacerbar la competencia entre las empresas trasnacionales, para que no acontezca el proceso inverso, como sucede actualmente, donde los Estados nacionales compiten por la inversión extranjera, bajando salarios y mermando la seguridad social de los trabajadores140. El régimen cosmopolita, entendido según Beck como idea y práctica reformadora, tendría como principales resultados: i.) el reforzamiento de las organizaciones trasnacionales existentes o la creación de nuevas organizaciones transnacionales capaces de ejercer un contrapoder a los grupos transnacionales; ii.) la reforma del Fondo Monetario Internacional que permita una representación más democrática de los países pobres; iii.) el establecimiento de una política de derechos humanos articulada al régimen cosmopolita, que evite el uso ideológico que se ha hecho de los derechos humanos; iv.) la creación de un parlamento mundial; v.) el reforzamiento de las instituciones que viabilicen los derechos cosmopolitas del individuo; vi.) la reforma de la organización de Naciones Unidas; vii.) la mediación en los conflictos a través de una asociación de democracia y de defensa de los derechos humanos141.

6. Consideraciones finales Es importante plantear algunas reflexiones finales, que permitan desentrañar cada vez más la lógica interna del capitalismo actual, con el fin de 140 141

U. Beck. Pouvoir et contre-pouvoir à l’ère de la mondialisation. Op. cit. Op. cit.

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coadyuvar a las luchas concretas contra la opresión y la explotación. Entre ellas, cabe resaltar las siguientes: 1. Se estaría buscando, más que lo real, una representación simbólica y teatral del mundo142. Lo antes planteado se sustenta en que las caracterizaciones del Imperio, basadas fundamentalmente en el ciber-espacio y las NTIC, no toman en cuenta lo verdadero real, que se manifiesta en la tendencia a la pauperización creciente de la gran mayoría de la población, lo que le impide tener acceso a esos medios tecnológicos. En la actualidad, el 65% de los habitantes del planeta nunca ha efectuado ni una llamada telefónica en su vida y el 40% no posee ninguna conexión eléctrica. Además, el 50% de los que utilizan Internet vive en el centro del Imperio, Estados Unidos, que representa sólo el 5% de la población del mundo. 2. Es indudable que nos encontramos en un momento del desarrollo del capitalismo, donde la cosificación y la alienación se han exacerbado. Pero este fenómeno debe ser visto en el marco de una lucha entre el capital y el trabajo, lo cual significa que la deshumanización puede y debe revertirse para que la vida adquiera significado. Los más lúcidos representantes del neoliberalismo y neoconservadurismo actual plantean abiertamente el objetivo de cosificar en forma creciente las conciencias. Este proceso viene incidiendo en una parte de los que aparentemente luchan contra el capitalismo, en cuanto se están dejando deslumbrar por las NTIC: piensan que estas nuevas fuerzas productivas crearían las condiciones para lograr sociedades poscapitalistas más justas. 3. La idea de las nuevas corrientes del pensamiento “progresista”, según la cual el Imperio permitiría el desarrollo de conocimientos neutros y desligados de los procesos de valorización capitalistas, conduce a posiciones políticas no justas en aquellos que supuestamente estarían combatiendo el Imperio. Esta línea ideológica, en la que se encuentran principalmente los autonomistas, dentro de los cuales Negri es una de las figuras más representativas, considera que el ciberespacio y las NTIC llevarían a un trabajo 142

Para mayor detalle sobre la paradoja de la pasión por lo real, ver Slavoj Zizek. Welcome to the desert of the real. London. 2002.

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cooperativo donde el conocimiento desempeñaría un papel central en el proceso de independizarse del capital. Ese trabajo supuestamente cooperativo es y seguirá siendo básicamente incorporado, por cuanto se desarrolla dentro de la lógica del capital y no fuera de ella, como lo creen los de la escuela autonomista. Lo mismo sucede con los conocimientos, en tanto se realizan, en su gran mayoría, en el seno de las relaciones sociales capitalistas, siendo su objetivo central la reproducción ampliada de éstas. Lo antes señalado se debe, en gran medida, a que esta corriente no toma en cuenta que, en la lucha entre el capital y el trabajo, ambos no actúan de manera independiente, sino en el marco de una relación recíproca en que cada uno penetra al otro, y en ese contexto, se producen los procesos de alienación y desalienación que inciden en los conocimientos y orientaciones políticas de los trabajadores. Se estaría viendo el proceso de lucha entre el capital y el trabajo como un movimiento positivo antidialéctico. En esa lucha, la clase trabajadora devendría en el sujeto positivo. No se trata de revertir la polaridad entre el capital y el trabajo, sino que la lucha es para eliminar las relaciones sociales capitalistas143. 4. Hardt y Negri, alejándose de la realidad concreta, postulan que en la actualidad estaría rigiendo un Imperio virtual invisible que habría tomado el lugar de los Estados Unidos como centro de poder mundial. El Imperio no tendría una Roma, a pesar de que Estados Unidos tiene gastos militares superiores a los veinticinco países que lo siguen, y bases militares en cincuenta y nueve países. Asimismo, argumentan que el nuevo Imperio volátil evade y va contra las divisiones del pensamiento político: Estado y sociedad; centro y periferia, entre otros. Ello, a pesar que la realidad concreta muestra como el Estado, manteniendo una estructuración propia, coadyuva decididamente con el sector privado en la implementación de las políticas y medidas neoliberales y neoconservadoras que impulsa el Imperio, como las privatizaciones y el control de las revueltas sociales, con el fin de garantizar la inversión privada. En cuanto a las diferencias entre el centro y la periferia, éstas se han incrementado, y Estados Unidos ha reorientado su aparato bélico después del fin de la guerra fría hacia países pobres considerados terroristas, como Afganistán e Irak. En función a como les vaya en esta 143

John Holloway. Change the world without taking power. Plutopress. London. 2002

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aventura bélica, atacarán a países del Tercer Mundo como Irán, Siria, Cuba, entre otros. 5. Hardt y Negri ven como algo nuevo el fenómeno de las migraciones, sin tomar en cuenta que, en el siglo diecinueve, hubieron flujos relevantes de migrantes. Por ejemplo, más de treinta millones de europeos y nueve millones de africanos cruzaron el Atlántico. Asimismo, es falso el señalamiento que el capital financiero, que es el dominante en la actualidad, migre donde el precio del trabajo es menor, y donde la coerción garantice la máxima explotación. Los mayores flujos se dan entre los países denominados desarrollados, y sólo una pequeña proporción se dirige a los países periféricos. 6. Los análisis económicos de Hardt y Negri tienen una gran semejanza a los que se difunden en las principales publicaciones que promueven al neoliberalismo (Economist, Wall Street Journal, entre otros), en que se privilegia el componente intelectual en los trabajos, que antes se realizaban manualmente. Por ello, no es casualidad que el New York Times le haya dado cobertura y otorgado un comentario favorable a su libro titulado “El Imperio”. 7. La multitud, en Hardt y Negri, se convierte en el sujeto prácticamente absoluto de la historia. Según Alex Callinicos, ello se sustentaría en que Hardt y Negri basan la subjetividad de la multitud en una forma de vitalismo, es decir en una concepción metafísica, que visualiza lo físico y social como una manifestación de la fuerza de la vida. 8. Tanto Beck, que postula por una nueva modernidad, como los defensores de una posición postmoderna, consideran que, en el capitalismo actual, hay una tendencia a la eliminación de las clases, y a la división entre países centrales y periféricos. Asimismo, están de acuerdo en que la nueva sociedad, que emergería después del Imperio, se daría de manera silenciosa o por los efectos indirectos (burocratización, racionalización, etc.) causados por el propio triunfo del capitalismo. Esta concepción tecnocrática y determinista objeta el desarrollo dialéctico del capitalismo, producto de las

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contradicciones y conflictos entre el capital y el trabajo. Esta visión política es similar al planteamiento del marxismo ortodoxo, en que, ineluctablemente, el socialismo se daría como fruto del desarrollo de las fuerzas productivas, que sería el lado progresista del capitalismo. Esas posiciones impulsan, en última instancia, el inmovilismo político, ya que, independientemente de la acción consciente de los trabajadores, se llegaría de todas maneras a una nueva sociedad. 9. El capitalismo será derrotado si es que los trabajadores articulan sus luchas a nivel local, nacional y mundial. Este proceso permanente de enfrentamiento contra el capital no debe limitarse sólo a lo económico, sino que tiene que abarcar los campos políticos, ideológicos y culturales. Dentro de este contexto, deben rescatarse las tradiciones locales y nacionales que privilegien la solidaridad, que el neoliberalismo tanto trata de destruir144.

144

Tom Merter. Grass-roots globalism en (Ed.) Gobal Balaknishran. Debating Empire. Op.

cit.

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Segunda Parte La alienación Capítulo I El capitalismo actual y la alienación El capitalismo en su desarrollo ha ido justificando su dominación mediante la alienación de las relaciones sociales en los distintos campos en que éstas se reproducen en la sociedad. Por otro lado, la alienación ha motivado un proceso contrario de lucha contra la falsa conciencia, que causa un proceso de distorsión de la realidad, haciendo al trabajador ajeno y extraño a ella. La alienación actúa en campos tales como la religión, la política, la economía, el arte, la psicología, y la sexualidad, entre otros. Además, articula dimensiones distintas que conducen a que el individuo no se sienta parte de lo que produce, de su cultura, de su verdadero poder, así como le encuentre falta de sentido a su vida y experimente una sensación de aislamiento social. El trabajador en su producción material objetiviza sus relaciones con sus compañeros, se siente ajeno a lo que elabora, y subordinado por el trabajo pasado capitalista que se expresa en los medios de producción. En la creación intelectual, el hombre tiende a privilegiar el valor de cambio, lo cual atenta contra la libertad de su capacidad de creación. Las relaciones entre los seres sociales en el capitalismo tienden a cosificarse por los intereses materiales que las mueven. La vida cotidiana en el capitalismo actual, debido a la alienación que conlleva la reproducción diaria de las relaciones sociales, merma significativamente el potencial creativo de los seres humanos. Para Henri Lefebvre,

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la vida diaria tendría que ser como un trabajo de arte que posibilite una reorganización radical de la sociedad moderna, para poder emanciparse del proceso de alienación capitalista que permea todas las actividades de las personas. Por ello, hay que concebir la alienación como un aspecto central que coadyuve a criticar la sociedad capitalista actual. Debe ser un arma radical de ataque contra los valores dominantes que posibilitan la legitimación del sistema. Es por ello que la lucha contra la alienación genera juicios de valor normativos para soluciones prácticas y justas desde la perspectiva de los que sufren en los distintos campos de la vida las penalidades del capitalismo. Dado que la alienación en el capitalismo actual se ha acentuado, y las formas alienadas han devenido tan universales que hasta parecen naturales, se hace perentorio vigorizar la lucha contra la alienación y sus distintas formas de manifestación como la reificación y la fetichización para lograr la transformación de la realidad capitalista imperante. De lo anterior se desprende que el combate por la emancipación no debe ser sólo contra la explotación, sino que también contra la alienación, por cuanto ambas se encuentran ligadas. Henri Lefebvre llama al capitalismo actual “la sociedad de consumo controlada burocráticamente” cuya poesía se encuentra en la publicidad y su sujeto en el consumidor. Y para adecuar al individuo a las modalidades capitalistas, se le infunde el temor de que está fuera de la moda. Según Lefebvre, en el capitalismo, el fruto de la creación, no es la sabiduría sino el éxito. Para alcanzarlo en el mundo moderno, hay que ser vendible, liberarse de la individualidad y subjetividad, y ser objetivo y vacío145. Actualmente, vienen potenciándose muchas empresas cuyo principal negocio es pura alienación: una producción sistemática de abstracciones y, por lo tanto, una mayor mistificación de la sociedad. Nike es una empresa para “mejorar la vida de las personas”, más que para producir calzados de deporte. IBM vende “soluciones de negocio”, más que computadoras, y Polaroid es un “lubricante social” y no un fabricante de cámaras 145

Henri Lefebvre “Everyday life in the Modern World”. Transaction Publishers. New Brunswick. New Jersey. 1984.

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fotográficas. El capitalismo actual es una sociedad muy alienada que mistifica todo, incluyendo las manifestaciones de la otredad146. La vida diaria en la sociedad de consumo ha exacerbado el proceso de alienación mediante los medios de comunicación en masa. Lo cotidiano es el teatro del capitalismo de consumo, y la persona es a la vez el actor y el espectador para quien el mundo de las mercancías ha sido internalizado como representación de la sociedad. La dominación moderna no está basada principalmente en un control coercitivo, sino en un proceso sustentado en gratificaciones afectivas derivadas del consumo147. En Estados Unidos, existe un clima político, económico y cultural que potencia la alienación, la cual la extiende al mundo entero. En esa sociedad, se promueve la despersonalización del hombre mediante la publicidad y la lógica de reproducción de su organización social. El neoconservadurismo de Bush representa la exacerbación de esa base permanente de alienación, la cual ha alcanzado un grado tan alto en la sociedad estadounidense que el cine de Hollywood obtiene su contenido de las relaciones diarias que se llevan a cabo en la formación social norteamericana. El proceso de alienación desarrollado por el capitalismo ha tendido a incrementar la integración de los trabajadores a la lógica de reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Sin embargo, los trabajadores más politizados y los intelectuales progresistas han podido desentrañar la validez de las supuestas “leyes naturales” del capitalismo, develando su carácter social y sus objetivos de alienación y explotación. Este proceso de desalienación va creando un movimiento de emancipación de la sociedad capitalista que pugna por rescatar las potencialidades humanas en los distintos campos y dimensiones en que actúan los hombres en sociedad. Mikailo Markovič detalla un conjunto de capacidades que el individuo debe desarrollar para luchar contra la alienación cotidiana en el capitalismo actual. Entre estas capacidades, cabe destacar la de la imaginación, la 146

Timothy Bewes. Reification or the anxiety of Late Capitalism. Verso, London. 2002. Lauren Laugman “Alienation and everyday life: Goffman meets Marx at the shopping mall” en “Alienation, Society and the Individual” edited by Felix Geyer and Walter R. Heinz. Transaction Publishers, New Brunsweek. New Jersey. 1992. 147

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comunicación, el fomento de actividades creativas, y el desarrollo de una conciencia crítica. La alienación ha sido una categoría central en la producción teórica de Marx, Lukács, y la escuela de Frankfurt. La teoría de la alienación de Marx estuvo organizada alrededor del trabajo alienado que se lleva a cabo en las distintas esferas del capitalismo. Esta teoría es, a su vez, de acuerdo a Marx, una teoría dialéctica de desalienación y de emancipación humana. Según ésta, los trabajadores y las personas en general, no son productos sociales pasivos de la reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Son seres humanos activos, que critican y actúan contra las condiciones de vida, con el fin de modificarlas y, de esa manera, cambiar el curso de la historia. Esta no es una manifestación metafísica sino que muestra el curso de la historia que, a través del tiempo, ha sufrido discontinuidades, producto de cambios sociales radicales que han modificado la estructura y lógica de la realidad social en los distintos momentos históricos en que ocurrieron. Lukács aborda la problemática de la alienación en un momento del desarrollo del capitalismo donde la forma mercancía se había potenciado al universalizarse. Para Lukács, este proceso era responsable, tanto objetiva como subjetivamente, de la alienación de la conciencia del hombre. Su propio trabajo deviene algo objetivo e independiente de él, algo que lo controla. El desarrollo de la economía de mercado hace que subjetivamente la actividad del hombre devenga extraña a sí misma, se convierta en una mercancía, sujeta a una objetividad. Lukács, en Historia y conciencia de clase, plantea que la explotación que aparece ante el capitalista de manera cuantitativa, surge frente al trabajador en formas cualitativas que expresan su vida física, mental y moral. La Escuela de Frankfurt aborda la problemática de la alienación, preferentemente desde la perspectiva de la crítica a la razón instrumental y la cultura que rigen en el capitalismo. Es por lo antes señalado que Habermas, uno de los últimos y más connotados representantes de la Escuela de Frankfurt, critica la concepción de la alienación en Marx, sustentada en el trabajo. Para Habermas, el trabajo no podría dar debida

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cuenta del proceso de cosificación que se genera como consecuencia de la diferenciación estructural que se da en el mundo de la vida. Esta crítica es resultado, como se verá posteriormente, de la concepción que tiene Habermas del trabajo y la forma en que separa el espacio del trabajo del de la interacción, base de la comunicación. Para Habermas, la alienación sería producto del proceso de colonización del mundo de la vida que se daría a través del Estado y la economía, mediante el poder y el dinero. Ulteriormente se analizará de manera más detallada la alienación en Marx, Lukács, y Habermas, por la importancia que tiene en el estudio del capitalismo actual y en la lucha por superar la situación presente.

1. Alienación, reificación y fetichismo. La legitimación del capitalismo actual Tal como ya se planteó anteriormente, la reificación y la fetichización no son sustitutos del concepto de alienación, sino que forman parte del desarrollo sincrónico y diacrónico de este último. La reificación es una instancia en el proceso de alienación que adquiere relevancia a medida que la cosificación deviene una característica universal de la realidad capitalista. Las mercancías son objetos reificados de la creación espiritual y material humana. Son formas en que las prácticas de explotación y de opresión de la vida concreta son ocultadas. Lukács desarrolla el concepto de reificación, tomando como base la célebre frase de Marx que “la relación social entre los hombres reviste la forma fantasmagórica de una relación entre cosas”. Igualmente, Lukács sustenta su concepto de reificación en el análisis que hace Marx sobre el fetichismo de la mercancía. El eje central del análisis de Lukács es que en el sistema capitalista basado en la producción de valores de cambio, las relaciones entre los hombres, mediados por los productos del trabajo alienado, toman la forma de una objetividad abstracta y pseudo natural que disimula sus orígenes y determinaciones sociales. Lukács generaliza la teoría del fetichismo de la mercancía extendiéndola del ámbito económico a los otros campos de la realidad social. Para Lukács, este proceso de fetichización lleva a un problema central, que es la abstrac-

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ción objetiva. Ello se sustenta en la tesis según la cual “uno puede descubrir en la estructura de la relación el prototipo de todas las formas de objetividad y de las modalidades correspondientes de subjetividad en la sociedad burguesa”148. Paul Walton y Andrew Gamble, en su libro From Alienation to Surplus value, consideran que la reificación es el proceso de entendimiento del mundo sujeto a la alienación. Cuando los productos generados por la actividad humana devienen hechos alienados, emerge entonces una estructura de conciencia que disocia el acto de la producción humana. Las relaciones humanas se ven como relaciones entre cosas. El fetichismo de la mercancía es un momento de la reificación, que implica no solamente la “petrificación” o “cosificación” del objeto sino su reversibilidad. Tanto la reificación como la fetichización se encuentran en la esfera de la creación material y en la espiritual: en la creación material, cuando el producto esconde las verdaderas relaciones sociales que lo crearon; y en la esfera de la producción espiritual, cuando los “productos” espirituales son considerados como “datos” sobre los cuales no hay acción humana posible. Ello motiva una reacción subjetiva de impotencia y da la impresión de la falta de una matriz de sentido149. El capitalismo, en su desarrollo, ha venido estableciendo formas de organización en las distintas esferas de la sociedad para alienar a los trabajadores con el fin de poder regular y/o intensificar los ritmos de su producción, como para que acepten esas condiciones alienadas de trabajo. En la primera década del siglo diecinueve, se estableció el taylorismo que consistía en disociar el trabajo manual y el intelectual para, por un lado, concentrar el control del proceso de trabajo en manos de los técnicos, como representantes del capital, y por otro, crear las condiciones para que el trabajador realice operaciones fragmentadas y repetitivas. Esto último, 148

F. Vandenberghe. Une histoire critique de la sociologie allemande en Alienation, Society and the Individual, edited by Felix Geyer and Walter R. Heinz. Transaction Publishers, New Brunswick, New Jersey. 1997. 149 Menachem Rosner Alienation. Fetichismo, Anomie en Freudo-marxisme et sociologie de l’aliénation. Editions Anthropos. Paris. 1974.

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posibilitó intensificar los ritmos de trabajo que permitieron aumentar la plusvalía relativa. Como se podrá apreciar, la alienación y la extracción creciente y continua de excedentes están estrechamente vinculadas. Posteriormente, Ford logró incrementar aún más los ritmos de trabajo, introduciendo las líneas de ensamble que permitieron articular de manera continúa los distintos puestos de trabajo que intervenían en el proceso de armado del automóvil. En 1933, se introdujo en las empresas una nueva escuela de relaciones humanas. Su objetivo central era construir y/o reforzar socialmente las condiciones subjetivas para que los trabajadores acepten estas formas alienantes del trabajo. La alienación motivó diversas reacciones en los trabajadores, lo que condujo a que el capital buscara modalidades menos alienantes y más aceptables por los trabajadores. En Suecia, los empleadores, sobre todo de Volvo, realizaron esfuerzos para introducir formas de organización del trabajo donde se fomentara el trabajo más colectivo y donde estos participaran en la solución de los problemas directos de producción. Hasta se llegó a hacer intervenir a los trabajadores en la definición de los ritmos de trabajo. Esto último sólo tuvo una vigencia temporal. En Japón, también a partir de los 1950, hubo un esfuerzo para alejarse del taylorismo y los métodos de la producción en masa. Esta iniciativa la promovió en una primera instancia Toyota, luego de enfrentar importantes huelgas orientadas a cuestionar las formas de trabajo imperantes. Las nuevas modalidades de organización estimulan un mayor trabajo colectivo en el proceso de trabajo y la participación de los trabajadores en la solución de problemas relacionados directamente con la producción, especialmente la calidad. Sin embargo, estas nuevas formas de trabajo han ido acompañadas con un aumento importante de las cadencias en la producción, lo que ha traído consigo un mayor índice de enfermedades laborales, particularmente las vinculadas con el estrés, que este proceso de sobreexplotación genera150. Después de las experiencias realizadas en países como Japón, Suecia, entre otros, las nuevas formas de organización del trabajo fueron 150

Para mayor detalle, ver Cristian Gillen La organización social de la producción como dinámica del desarrollo. Editorial Horizonte, Lima. 2001.

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introducidas en Estados Unidos. Estas nuevas modalidades se dieron en este país, conjuntamente con un proceso de flexibilización del mercado de trabajo, con el fin de debilitar a los sindicatos y de reducir tendencialmente el salario. Esta combinación, que le da un toque específico a la relación capital-trabajo en Estados Unidos, así como su introducción tardía, se debieron a que el alto consumismo en ese país hace que, por lo general, el trabajador le de prioridad al ingreso sobre el tipo de trabajo a realizar, muy diferente a lo que sucede por ejemplo en Suecia. Asimismo, porque el sindicalismo en Estados Unidos ha ido perdiendo su capacidad de aglutinar a los trabajadores y su poder de negociación con el capital. En este país, el capital ha logrado una incorporación de cierta significación de los trabajadores a la lógica del capital.

2. La transformación y cuestionamiento del concepto de alienación Con el fin de encubrir las negatividades del sistema capitalista, se ha transformado la concepción de la alienación desarrollada en el marco filosófico de Marx y Lukács para adecuarla a los intereses de la dominación capitalista. Para ello, se le han extirpado sus raíces filosóficas y su capacidad de crítica al sistema. Se ha pretendido metamorfosearlo en un conjunto de categorías psicológicas descriptivas. El concepto de alienación que sirvió para desenmascarar la esencia de las relaciones sociales capitalistas, para inducir a los trabajadores a que se rebelen contra ellas, se le ha vaciado de contenido, intentando establecerle un nuevo marco teórico lejos de la finalidad para la cual se construyó. Se puede decir que hubo un proceso de fetichización de la alienación, mediante el cual se ha ido tratando de neutralizar sus valores, básicamente mediante la fragmentación. La alienación capitalista que lleva a la deshumanización del trabajador y del ser humano en general, ha sido fraccionada, neutralizada y reducida prácticamente a una guía operacional psicológica que pertenece básicamente al mundo del individuo. Ello conduciría, en el mejor de los casos, a una teoría abstracta de una psicología individual de descontento y control151. 151

David Schweitzer. The fetichization of alienation: unpacking a problem of science, knowledge an reified practices in the workplace en Alienation, Ethnicity and Postmodernism

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La sociología empírico-analítica ha contribuido, en gran parte, no sólo a la fetichización de la alienación, sino que también ha sido responsable de desviar la atención sobre la necesidad de cambiar radicalmente las relaciones sociales capitalistas que generan el proceso de alienación. Un pensamiento sociológico reificado sobre la alienación crea las condiciones subjetivas para ir sedimentando una teoría manipulativa de la vida social. El post-estructuralismo y el post-modernismo le dan una despedida a la alienación. El post-estructuralismo rechaza el concepto de alienación y reificación sobre la base de que se sustenta en una estructura dualista y metafísica que disocia el valor de uso y el valor de cambio. Según Spivak, el concepto de reificación lleva implícito el privilegiar el “valor de uso” como lo concreto, lo cual representaría un mito de pureza al no ser tocado por el mundo de las mercancías. Ello conduciría a pensar que las sociedades primitivas gozarían de una calidad de vida que no tendría el capitalismo desarrollado152. La teoría post-estructuralista usa términos como “difference” y “logocentrismo” para oponerse y anular a la alienación y reificación. El significado de “difference” es el de no ser no reificable. Este término proviene del sistema de Saussure que significa “diferencia” y de la palabra francesa “difieres” que significa al mismo tiempo “diffes” y “difes”, cuyo significado nunca está en la palabra. El significado está estructurado por la diferencia entre términos y conceptos sin ningún sistema de significación, y está caracterizado por el “deferral” que es una promesa no cumplida. El término “difference” implica que el concepto de reificación es problemático per se153. Los trabajos de Jean Baudrillard plantean que el concepto de reificación ha devenido anacrónico. Ello se debería a que la realidad ha abandonado sus pretensiones de existencia. La realidad sufre, según Baudrillard, un proceso de contaminación como consecuencia de los medios de comunicación. La coincidencia que existiría entre la idea y la realidad anunciaría la muerte de esta última. Baudrillard, en su libro The Perfect Crime, sostiene que la edited by Felix Geyer. Greenwood Press. London, 1996. 152 Spivak A Critique of Postcolonial reason: Towards a history of the vanishing present. Harvard University Press. 1999. 153 Timothy Bewes Reification or the anxiety of late capitalism. Verso London. 2002.

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realidad se ha coludido con aquellos que niegan su existencia. Al morir la realidad, también fallecería la reificación que depende de su existencia. Así como el post-estructuralismo y el post-modernismo ponen en juego la alienación, también lo hace la teoría de la modernidad reflexiva desarrollada por Ulrich Beck154. Como Baudrillard, éste plantea en The Reinvention of Politics que la alienación y la reificación son categorías obsoletas. Para Beck, en la fase de la modernización reflexiva en la que nos encontraríamos, se habría superado la dialéctica de la modernización tradicional y de la contra-modernización. Esta nueva etapa de la modernidad tendría la virtud de liberarse de las ideologías y situarse por encima de la derecha y la izquierda. Esta forma de ver la realidad capitalista actual es muestra clara de una falsa conciencia que considera el capitalismo como la única realidad posible. Esta posición de Beck está claramente influenciada por el positivismo. Hardt y Negri, en su libro El Imperio, estiman que el capitalismo en su fase actual presenta una realidad reificante y desreificante, por cuanto la potencia imperial actúa bajo el principio de reversibilidad de todos los conceptos y valores. El Imperio tendría una estructura teórica en que opresión y liberación derivarían de la misma fuente. Asimismo, lo espiritual sería cada vez menos disociable de lo material por cuanto los recursos se utilizarían cada vez más en la producción de valores que de bienes. Como se puede apreciar de lo señalado, se ha tratado de transformar, sombrear o negar la alienación y sus diferentes manifestaciones con el fin de defender, bajo diferentes modalidades, la realidad capitalista. Pero ello no ha sucedido solamente dentro del capitalismo. En el denominado socialismo real, la posibilidad de la alienación fue negada, por cuanto, oficialmente, los trabajadores eran los dueños de los bienes de producción. Esta posición adoptada por los representantes de este tipo de socialismo, que creó una verdadera burguesía de Estado, no tomó o no quiso tomar en cuenta en su análisis, que en la producción y en la organización del Estado 154

Para Timothy Bewes, en Reification or the anxiety of late capitalism, la teoría de la modernidad reflexiva sería una forma deificada de la teoría post-moderna.

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se estableció un taylorismo burocratizado que propició la estructuración de clases, la explotación y la coerción155. La alienación de los trabajadores en el seno del proceso de trabajo que se originó a causa de la jerarquización y fragmentación de éste, se reforzó a través de la planificación burocrática impuesta desde arriba, donde los trabajadores simplemente eran considerados como un factor de producción o fuerza productiva. Es decir, como un objeto manipulable para cumplir con las metas del plan elaborado por la burguesía de Estado. Otra modalidad de alienación que se propició en el denominado socialismo real, fue la institucionalización de las diferencias sociales a través de la nomenclatura. Este sistema determinaba, entre otras cosas, la cantidad de bienes de consumo y servicios a los cuales cada miembro del aparato dominante tenía derecho. Este sistema institucional se caracterizó por ser jerarquizado y por otorgar privilegios no monetarios en el marco de una nueva división de clases. Los que estaban fuera de la nomenclatura eran marginados del Estado y del Partido. Esta era una especie de “fetichismo de Estado”. También la alienación fue favorecida mediante los procesos de manipulación de los trabajadores por parte de la ideología oficial del Estado y de la “ideología del trabajo”, incluyendo los eslóganes, que servían para legitimar el control que ejercían el Estado y el Partido sobre el proceso de acumulación y distribución de los excedentes156.

3. La alienación de las distintas esferas de la vida social Es relevante insistir en el hecho que la alienación permea toda la realidad, expresándose de manera diferenciada en cada uno de los distintos campos en que actúa. Fue en la religión, donde los análisis de la alienación en la 155

Para mayor detalle, ver Cristian Gillen Hacia una alternativa de desarrollo centrada en la producción. Editorial Horizonte. Lima, Perú. 1996. 156 David Schweetzer Marxist theories of Alienation and reification: the response to capitalism, State socialism and the advent of postmodernity en Alienation, Society and the Individual. Editado por Felix Geyer y Walter R. Heinz.

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modernidad comenzaron a efectuarse, principalmente por el papel central que desempeñó ésta como ideología de dominación antes de la revolución francesa, y que sigue sin embargo desempeñando a pesar del énfasis en el desarrollo de las ciencias que se dio en la modernidad. Los seres humanos, a través de la historia, han proyectado sus ideales de calidades humanas en seres sobrenaturales hipotéticos. La imagen de dios es una creación puramente humana en la cual se quiere apreciar todo aquello que el hombre cree como algo casi imposible de lograr dentro del mundo humano. Esta posición pretende ocultar que la sociedad en que vivimos es una construcción social donde ha existido y existe dominación y explotación, y por lo tanto, alienación, y que un cambio radical en la organización social permitirá desalienar las relaciones sociales y crear una sociedad más justa donde todos puedan desarrollar sus capacidades creativas. Marx consideraba que la religión no era la causa de la alienación, sino simplemente una de sus múltiples manifestaciones. Las razones esenciales de la alienación son humanas. La crítica que le hace Marx a la alienación en el campo político, se sustenta en una lógica similar a la que empleó cuando analizó la alienación religiosa. Según Marx, no es el Estado el que hace a los hombres, ni la constitución la que hace al pueblo, sino a la inversa. Jean Hippolite, en Études sur Marx et Hegel, señala que Marx había percibido que el hombre genérico era alienado, tanto por dios como por un Estado sustentado en derechos formales, porque no consideraba el lado real del hombre, su papel en el trabajo y en el proceso de creación de la riqueza157. La democracia representativa, que se expone como la expresión máxima de la relación democrática entre los hombres en abstracto, no es más que una democracia del capital, que se ha convertido en el arma ideológica principal del capitalismo. Este tipo de democracia pretende hacer creer que existe una igualdad entre todos los ciudadanos, ocultando la existencia de una clase dirigente que la utiliza para poder alcanzar sus intereses de clase y, de esa manera, mantener su hegemonía. En este tipo de democracia repre157

Citado por Joseph Gabel “Sociologie de l’aliénation”. PUF. Paris. 1970

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sentativa, está prohibido poner en juego la lógica capitalista, así como luchar contra las relaciones de poder que se han sedimentado en el seno de las relaciones sociales. Estas son las causas esenciales de la impotencia, pero también del cinismo de los regímenes democráticos representativos cuando deben abordar los problemas centrales que generan la desigualdad y la pobreza. Es por ello que cuando se trata esta problemática, que es producto del carácter de las relaciones sociales capitalistas, los llamados “representantes del pueblo” pueden únicamente limitarse a proclamaciones retóricas sobre el bien común y el interés general. Debido a lo anterior, el pueblo, de manera creciente, no cree en los gobernantes que emergen como producto de los mecanismos de la democracia representativa. La realización del trabajador y del hombre en general, sólo podrá alcanzarse reemplazando la democracia representativa, que cautela principalmente los intereses de la clase dirigente capitalista por una democracia real, donde los trabajadores y la población en general puedan tomar parte en las decisiones políticas, económicas y culturales, tanto de su localidad, como del país, y sus relaciones de éste con el resto del mundo. Marx, al igual que establece una similitud entre la alienación religiosa y la política, hace lo mismo entre ésta última y la alienación económica. Como en el mundo de las mercancías, los productos políticos, a través de un proceso alienado de elaboración en que el pueblo se mantiene al margen, adquieren una vida y movimientos propios. Las leyes parecen entes casi supremos, obligando a los que las legitiman mediante el voto, a tener que subordinarse y cumplirlas aunque estén contra sus intereses. Las relaciones entre los ciudadanos y los que conducen el gobierno, son similares a los vínculos que se establecen entre los representantes del capital y los trabajadores en las fábricas, por cuanto estas relaciones emergen de una misma lógica, que es la que posibilita la reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Los que dominan las instituciones políticas, como los empresarios, están fuera del control popular. La centralización y las múltiples mediaciones, no posibilitan una relación directa entre los gobernantes y gobernados. En las fábricas, el trabajador es considerado

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menos importante que las mercancías que produce. En su trabajo, el obrero no se afirma, sino se niega. Su trabajo no es voluntario, sino forzado. Es sólo el medio que requiere si desea seguir subsistiendo. La actividad del obrero no le pertenece, es propiedad del capitalista158. La problemática de las relaciones entre los países capitalistas centrales y los periféricos está impregnada de procesos de alienación y desalienación. Existe, por un lado, una lógica de dominación y desposesión por parte de las formaciones sociales hegemónicas, y por otro, una lucha de los países colonizados por recobrar su soberanía política y económica, así como su personalidad histórica. El capitalismo actual, mediante la globalización neoliberal, viene exacerbando la alienación en los países periféricos. El fetiche “capital extranjero”, como varita mágica, que posibilitaría la solución de los males que padecen los países neocoloniales, es uno de los elementos centrales que utiliza la vanguardia neoliberal para alienar a las formaciones sociales periféricas. En nombre de este fetiche, se privatizan las empresas estatales, se flexibiliza el mercado laboral, se libera a las empresas foráneas del pago de impuestos, y los gobernantes se subordinan a los mandatos del imperio hegemónico que es Estados Unidos. Este nuevo modelo de dominación viene siendo seriamente cuestionado a nivel mundial, como regional y nacional. Sin embargo, no se ha logrado todavía un grado significativo de coherencia entre los diferentes grupos de la población afectada, tanto en cuanto a propuestas teóricas alternativas, como de prácticas políticas para revertir la situación de opresión y pobreza que este modelo neoliberal ha generado en la periferia capitalista, pero también en menor intensidad en el mismo centro del sistema. Frantz Fanon realizó un conjunto de trabajos en que aborda la lógica de la alienación entre los países hegemónicos y las colonias, sustentándose en el marco teórico desarrollado por Georg Lukács en Historia y conciencia de clase. Para Fanon, la teoría de la reificación es más apropiada para 158

Frederic Vanderberghe Une histoire critique de la sociologie allemande. La Découverte. Paris. 1997.

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desentrañar las relaciones coloniales que las de explotación que se desarrollan en el seno del sistema capitalista. Según Fanon, las sociedades capitalistas centrales y las sociedades coloniales funcionan con lógicas distintas. Las primeras usan la violencia bajo sus distintas formas para imponer sus intereses, mientras que las coloniales emplean principalmente las ideologías para defender su independencia. Asimismo, plantea que la realidad en los países coloniales es más transparente. Fanon consideraba que las relaciones coloniales estaban impregnadas de cinismo. Aún la verdad expresada objetivamente era vaciada de su verdadero significado por la mentira que se extiende sobre toda la situación colonial. Esta no es ninguna declaración mistificadora, sino que expresa la articulación materialista entre la verdad y las circunstancias concretas en que es enunciada. Así pues, el discurso del colonizador siempre será una mentira, aun cuando diga la verdad, debido a la relación de dominación que ejerce sobre el colonizado que “hace de la vida del nativo algo comparable a una muerte incompleta”159. Otro campo de la realidad social capitalista que está sufriendo la exacerbación de las categorías de mercancía que se están dando en el capitalismo actual son las artes. El arte ha devenido, más que en un espacio de creación y liberación, en un objeto de especulación monetaria completamente fetichizado en que su valor depende del mercado del arte. En el campo del arte, en lugar de fomentarse el trabajo colectivo, se promueve la individualidad y el culto al genio, es decir todo en el contexto del trabajo artístico autónomo que expresa una conciencia alienada160. En la misma lógica antes expuesta, Slavoj Žižek considera que cuando uno visita una exhibición de arte, no se está observando realmente trabajos de arte, sino la noción que tiene el empleado del museo de lo que sería el arte, en síntesis el artista no sería el productor, sino más bien el empleado del museo161. Como se podrá apreciar de lo planteado, los trabajos de arte tienden hacia una existencia reificada, en la cual se ha devaluado el valor de uso de lo 159

Frantz Fanon Studies in a Dying Colonialism. Earthsean London. 1989. Timothy Bewes. Reification on the anxiety of late capitalism. Verso. London. 2002. 161 Slavoj Žižek. The ticklish subject:the Absent centre of political ontology. London. Verso. 1999. 160

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artístico y se ha promovido su situación de mercancía. Sin embargo, los trabajos de arte crean espacios para liberarse y/o criticar la vida empírica cotidiana que es una experiencia alienante. La Escuela de Frankfurt tuvo una posición contraria al arte de masas, que surgió en el capitalismo tardío, básicamente por su función política. Consideraba que este tipo de cultura promovía la aceptación del status-quo por parte de las masas. En este punto estaba en desacuerdo Benjamín con sus colegas Adorno, Horkheimer y Marcuse. Él tenía la esperanza del potencial progresista del arte popular162. El concepto de alienación está siendo también empleado en la psiquiatría. Joseph Gabel, en su libro False Consciousness, expone que la esquizofrenia sería una forma de falsa conciencia, debido al proceso de inmersión subjetiva en un mundo “egocéntrico”. Posición similar adopta Hannah Arendt en Origin of Totalitarism. Para Arendt, el totalitarismo es responsable de destruir las convicciones de la población, aislándola radicalmente del mundo, lo cual facilitaría su dominación. El concepto de fetichismo fue empleado por la sexología a partir de finales del siglo diecinueve. Freud utiliza el término fetichismo bajo formas distintas en los diferentes momentos de su producción teórica. En 1905, en su trabajo Trois essais sur la théorie sexuelle, emplea el término fetichismo como sinónimo de perversión. Cinco años después, en 1910, en Un souvenir d’enfance de Leonard de Vinci, se refiere al fetichismo como una significación fálica en el marco del “complejo de castración”. Posteriormente, en su estudio sobre la organización genital infantil y el rol del falo, Freud establece una relación entre la perversión y el fetichismo163. Lacan, también, emplea el concepto de fetichismo en sus análisis sobre la sexualidad. Para Lacan, el fetichismo es el que articula de manera abrupta tres campos de la realidad humana, lo que llama lo simbólico, lo imaginario y lo real.

162 163

Martin Jay. The dialectical imagination. University of California Press. California. 1996. Paul-Laurent Assoun. Le fétichisme. PUF. Paris. 1994.

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Últimamente, se ha desarrollado un movimiento bautizado "fetiche", que busca la integración de la temática de la humillación, la flagelación y la disciplina que caracterizan la sexualidad sadomasoquista, con cierto tipo de vestimenta e instrumentos eróticos. Esta forma de erotismo viene siendo impulsada cada vez más por la publicidad, la moda y el cine. Este último, por ejemplo, ha últimamente introducido prácticas sadomasoquistas en la producción cinematográfica. Ello se inicia a mediados de 1980 con la película de Adrian Lyne 9 semaines et demie (nueve semanas y media), que muestra fantasías sexuales bajo la dominación masculina. En la misma época Martín Scorsese en su film After Hours (1986) expone escenas donde una mujer está atada, vestida de cuero, y que el actor principal quiere liberar porque piensa que ha sido objeto de un asalto164. Como ya se puntualizó, el sadomasoquismo está siendo instrumentalizado en la publicidad. Un número de publicistas y estilistas de moda vienen produciendo representaciones del cuerpo, entre otros, marcado por rasgos sadomasoquistas. En 1998, el fabricante de consolas de juego Video Play Station hizo aparecer en medio de su tienda una gama de instrumentos sadomasoquistas de un “sex-shop” con la mención “Vibraciones garantizadas”165. Para Adorno, el cuerpo, en el capitalismo tardío, ya sea en las actividades de trabajo como de placer, siempre estaría bajo el signo del sadomasoquismo. Por otro lado, en el capitalismo actual, es difícil disociar el valor de uso del cuerpo de su valor de cambio, ello por cuanto, en la situación presente, el sistema capitalista le da una gran importancia a aspectos como el prestigio y el gusto166. La forma como Madonna utiliza su físico es la ilustración perfecta del proceso de fetichización que el cuerpo viene sufriendo en el capitalismo tardío. Madonna ofrece su cuerpo como una mercancía visual para ser consumida. El hecho de que Madonna se presente de manera consciente como una auto-mercancía, y que ello sea lo que más admira el público, es una muestra clara de cómo la alienación ha 164

Philippe Rigaut. Le fétichisme. Perversión ou cultura? Editions Belin. Paris. 2004. Ibíd. 166 Robert Miklitsch. From Hegel to Madonna. State University of New York Press. Albany. 1998. 165

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calado en un cierto tipo de cultura popular. Los valores de la mercancía tienen una mayor significación que los valores humanos. La cultura popular más en boga, sobre todo en el centro del sistema, valora el éxito sin tomar en cuenta los valores humanos esenciales que uno debe sacrificar para lograrlo. Lo anterior, sin embargo, no significa que exista un arte popular que critique la situación imperante y/o rescate las tradiciones comunitarias de los pueblos. Como se puede apreciar, en el capitalismo actual, Madonna es una expresión de cómo la persona en su totalidad deviene progresivamente en una mercancía. Asimismo, la venta de imágenes reemplaza cada vez más a los productos materiales, que caracterizaron la modalidad capitalista de la producción en masa. Se privilegia ahora la venta de mercancías culturales.

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Capítulo II Marx y el proceso de alienación y desalienación La alienación desempeña un papel central a lo largo de la obra de Karl Marx. Esta categoría presenta matices diferenciados en las distintas fases de su extenso trabajo teórico, en función al énfasis que pone Marx en el espacio específico de las relaciones sociales en que desea desentrañar su carácter alienado. Marx empleó el concepto de alienación con el fin de realizar un estudio profundo de las relaciones sociales en el capitalismo. Para él, la alienación constituía un aspecto central de la forma contradictoria en que se reproducía el capital y el trabajo, por cuanto cada uno de ellos aparecía ante el otro como una fuerza ajena y hostil. Marx logra revelar las formas básicas del proceso de alienación sustentándose en la actividad fundamental de la gente, el trabajo, visto como una relación social central. En los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, Marx consideraba que las diferentes actividades que desarrollaba el hombre en sus distintas áreas de actuación eran formas particulares de “modos de producción” y, por lo tanto, estaban regidas por el trabajo. Es por ello que planteaba que la religión, familia, Estado, las ciencias, el arte, entre otros, son modalidades específicas de producción, que generan un valor de uso creado por el trabajo y, por esa razón, en cada uno de estos campos se puede analizar la alienación teniendo como hilo conductor el trabajo. Marx visualizaba la producción no simplemente como la reproducción física de los individuos, sino que también espiritual. La gente en la producción y en el trabajo expresa su lógica de vida en sus diversas dimensiones. Sus acciones en los campos de la religión, la familia, la política, entre otros, están distorsionadas y sujetas al embrutecimiento, como sucede en el trabajo físico. Los trabajadores y la gente en general son, en sus distintas actividades, ajenos y extraños a su propia acción productiva. Dejan de ser la expresión auténtica de sus capacidades y potencialidades humanas. Los hombres se relacionan a su actividad como si fueran no-libres, dado que se vinculan a ésta para servir a otro en condiciones de subordinación. Por ello, -118-

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los individuos ven negadas sus capacidades de desarrollar un trabajo libre, creativo que les permita su realización. Marx no concibe la alienación como un proceso lineal, sino como uno de carácter dialéctico en que también se da la desalienación y la emancipación. Es por ello que en la fase del desarrollo humano posterior al capitalismo, es decir en la sociedad comunista, todo trabajo se convertiría en una auto-actividad que posibilitaría desarrollar las potencialidades de los seres humanos.

1. El trabajo teórico de Marx y la alienación La unidad de la vasta obra de Marx se da a través de la categoría trabajo, pero no del trabajo empírico, sino del trabajo alienado. Marx se mueve del análisis del hombre alienado por el trabajo en sus primeros estudios, sobre todo en los Manuscritos Económicos y Filosóficos, hasta el estudio del valor y de la explotación de la fuerza de trabajo en El Capital. Además, uno podría decir que en los Manuscritos están los elementos claves que aparecen en El Capital167. Por otro lado, hay que puntualizar que, sin el desarrollo de las categorías filosóficas realizadas en sus primeros trabajos, hubiera sido imposible elaborar sus estudios económicos. La teoría y el concepto de alienación desarrollados por Marx en sus escritos filosóficos permanecen a lo largo de su obra. En El Capital, donde se centró más en las relaciones sociales que se dan de manera concreta en el campo económico, el análisis del proceso de alienación se circunscribe a mostrar como la creación de valor en el capitalismo genera explotación, además de motivar el fetiche por la mercancía, especialmente de la mercancía-dinero. Lo anterior no significa que no existan diferencias entre las críticas filosóficas con relación a la alienación y las que se dan en la esfera de la economía política. Pero ello no implica que deba establecerse una ruptura entre el Marx “romántico”, que se refiere al hombre como totalidad, y el 167

Frédéric Vandenberghe. Une histoire critique de la sociologie allemande. Tome 1. Editions La Découverte, Paris. 1997.

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Marx científico de El Capital, por cuanto existe una unidad indisociable entre alienación, deterioro físico y moral, y emancipación168. Es por lo antes señalado que no hay una discontinuidad entre las obras de juventud y de madurez de Marx, tal como lo plantean los althusserianos. En las obras de juventud, que realizó antes de 1846, y las que desarrolló posteriormente, existe un aparato conceptual que se mantiene y donde el trabajo alienado desempeñó el papel relevante de hilo conductor. En el marco de lo antes señalado, se puede indicar sin embargo que el concepto de alienación ha pasado por diferentes fases en el proceso de su desarrollo. Marx, en un primer momento, pone énfasis en la crítica de la religión desde una perspectiva filosófica. Ulteriormente, cuestiona la filosofía y la religión desde un punto de vista político y económico. Por ejemplo, en El Capital, analiza los procesos socio-económicos que se dan en la circulación y en el proceso de trabajo, que están en la base de la alienación capitalista.

2. Los orígenes hegelianos del concepto de alienación en Marx Hegel también consideró al trabajo como el aspecto central para abordar la problemática de la alienación. Pero visualiza el trabajo dentro de otro sistema teórico, lo que lleva a percibirlo de manera distinta a la de Marx, que, como ya se señaló anteriormente, lo ve como una relación social que se desarrolla en diferentes campos. Hegel conceptúa el trabajo dentro del marco de su categoría central “el hombre espíritu”. En ese contexto, define el trabajo como “el aniquilamiento de la objetividad en función de un fin”. El hombre, con su trabajo, permitiría la unión entre el mundo objetivo y el mundo subjetivo establecido ex-ante. Para comprender en toda su extensión lo antes expuesto, es bueno hacer un poco de historia sobre la producción teórica de Hegel. En su obra La positividad de la Religión Cristiana realizada en 1800 en Francfort, sugiere rechazar la "positividad" (objetividad), que pasa por una aceptación resignada de la escisión entre el sujeto y el objeto. Su principal problema reside 168

David Bourcier. Aliénation et émancipation chez Marx.

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en la búsqueda de un punto de reconciliación entre el sujeto y el objeto. Es en esa redefinición que uno puede visualizar la dialéctica, así como el tránsito de una problemática de la positividad hacia una de la alienación169. En La Fenomenología del Espíritu (1807) de Hegel, el trabajo, como base para el estudio de la alienación, es analizado con amplitud. Es en esta obra que Hegel desarrolla la dialéctica entre el amo y el esclavo. Según Hegel, el individuo puede tomar conciencia de sí, solamente por intermedio de otro. Esta relación de reconocimiento mutuo no se daría de manera armoniosa, sino que sería un proceso de lucha entre la conciencia del amo y la del esclavo. El esclavo vería en el trabajo los productos de sí mismo y al amo como algo extraño a su existencia. Sin embargo, habría que ver esta relación de manera dialéctica, por cuanto el esclavo, a través del trabajo, se formaría y transformaría a sí mismo. Tomaría conciencia de sí en el objeto y se transformaría en sujeto. Hegel entiende la alienación como un proceso donde aparece un momento máximo que expresa lo extraño de la objetivización, que es una fase intermedia que se encuentra ligada al movimiento de exteriorización de la subjetividad y de la interiorización de la objetividad. En este proceso, el trabajo realizaría un papel central, por cuanto: en un primer momento, el sujeto se exterioriza a través del trabajo; para luego ver en el objeto algo extraño, en el que no se reconoce. El objeto aparece como si adquiriera su propio poder y negaría al propio sujeto. Esa escisión entre el sujeto y el objeto conduciría a que el sujeto tomase conciencia de esa objetividad alienante. Debido a esa toma de conciencia, subjetiviza el objeto superando supuestamente la escisión del sujeto y el objeto mediante la negación de la negación. A diferencia de Hegel, que confunde objetivización y alienación, Marx establece una clara distinción entre estas dos categorías. Para Marx, la objetivación no conlleva nada de patológico. Es sólo cuando el producto del trabajo se independiza y se revierte contra su creador para dominarlo que hay alienación en el sentido pleno del término. 169

Frédéric Vandenberghe. Op. cit.

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3. Las diferentes formas de alienación Como ya se señaló, toda la obra de Marx está impregnada por el concepto de alienación, manifestándose éste en formas diferenciadas según los campos en que se analiza para desentrañar la compleja y heterogénea realidad capitalista. Abordaremos por ello a continuación y por separado el fenómeno de la alienación religiosa, política, económica, y artística. El estudiarla por separado no significa que no exista una íntima relación entre sus distintas modalidades de expresión que cubren el proceso de reproducción de las relaciones sociales. Muestra de lo expuesto es que muchas veces Marx usa un tipo de alienación para ilustrar otro, o para señalar sus bases similares de sustentación.

3.1. Alienación religiosa Para Marx, el prerrequisito de cualquier crítica es la que se le hace a la religión, por cuanto ésta es la expresión de la criatura oprimida. Son estas condiciones de vida alienada las que han dado origen a la religión. La abolición de ésta posibilitaría el desarrollo de un hombre libre de las ataduras ideológicas creadas por la religión en provecho de las clases dominantes para hacer perdurar la explotación y coerción. Marx explica la alienación religiosa como producto de las relaciones culturales, políticas y económicas alienadas que se dan en las sociedades de clases, específicamente en el capitalismo. Para Marx, el Estado y la sociedad crean una conciencia errónea de la sociedad, propiciando la religión, que es el aroma espiritual de este tipo de mundo170. Marx explica como el Estado promueve la alienación mediante la religión. Para Marx, “la presencia de la religión revela la presencia de una tara, la fuente de esa tara no puede ser buscada que en la naturaleza misma del Estado”171. De acuerdo a Marx, el Estado cristiano necesita de la religión cristiana para su existencia como Estado. En un Estado como ese, prima la alienación y no el 170 171

Jean Hyppolite. Etudes sur Marx et Hegel. M. Rivière. Paris. 1955. K. Marx. A propos de la question juive en Philosophie. Editions Gallimard. Paris. 1965.

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hombre libre y soberano. Aunque el Estado se proclame ateo, siempre se mantiene bajo el yugo de la religión. El desdoblamiento del hombre en hombre público y en hombre privado, y el desplazamiento de la religión de la esfera del Estado a la sociedad civil, no suprimen la religiosidad del hombre, ni tampoco buscan eliminarla. Los miembros del Estado son religiosos, debido al dualismo entre la vida en la sociedad civil y la vida política, entre la vida individual y la vida genérica. Son religiosos porque el hombre se comporta hacia el Estado, que es extraño a su individualidad real, como si fuera su verdadera vida. Son religiosos porque la religión es el espíritu de la sociedad civil, lo que marca el abismo que separa y distancia al hombre del hombre 172. Para Marx, la democracia política es cristiana, en cuanto el hombre se afirma como soberano, pero sobre su aspecto antisocial, en su carácter contingente, corrompido por la organización de la sociedad capitalista. En una palabra, alienado, por cuanto no es verdaderamente un ser genérico. La realidad concreta ha demostrado que la emancipación política de la religión, siempre ha dejado subsistir a ésta. El conflicto de un adepto a la religión y su calidad de ciudadano no es más que un aspecto parcial de una contradicción más amplia que se da entre el Estado político y la sociedad civil. En El Capital, Marx puntualiza que el reflejo religioso del mundo real sólo podrá desaparecer totalmente, cuando las condiciones de la vida diaria y laboral se den en el marco de relaciones transparentes y racionales entre los hombres, y entre éstos y la naturaleza. Para Marx, “la forma del proceso social de vida, o lo que es lo mismo, del proceso material de producción, solo se despojará de su hilo místico cuando este proceso sea obra de hombres libremente socializados y puestos en su mundo consciente y racional. Más, para ello, la sociedad necesitará contar con una base material o con una serie de condiciones materiales de existencia, que son, a su vez, fruto natural de una larga y penosa evolución”173. Este último 172 173

K. Marx. Ibíd. K. Marx El Capital. Sigilo veintiuno Editores. México. 1982.

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planteamiento de Marx da la impresión que la supresión de la alienación religiosa estaría supeditada al desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo, la realidad ha mostrado que no existe una correlación entre ellas y más bien, la alienación se tendería a atenuar y posiblemente a eliminar mediante un cambio radical de las relaciones sociales capitalistas.

3.2. Alienación política En el capitalismo, existe un conflicto permanente entre lo que el Estado pretende formalmente garantizar, que es la igualdad, y el proceso económico capitalista basado en la competencia y la extracción de plusvalía. Hegel pretende resolver este conflicto mediante una escisión entre la esfera pública (Estado) y la esfera privada (sociedad civil). Sin embargo, Marx cuestiona esta supuesta solución idealista de Hegel, por cuanto “el Estado político es una abstracción de la familia y la sociedad civil. Lo reciproco es cierto”. Por ello, Hegel no ha podido eliminar la alienación174. Marx considera que para superar la separación entre la esfera pública y la privada, habría que instaurar una democracia real, que en su proceso de realización tienda a eliminar el Estado. De acuerdo a Marx, el elemento constitutivo es la mentira sancionada legalmente por los Estados constitucionales, virtud por la cual el Estado representa el interés general del pueblo. Esta mentira se hace más manifiesta en la forma que, a través del poder legislativo, se mantiene esta ilusión general y metafísica del Estado. Antes del “poder legislativo”, la sociedad civil no existía como organización del Estado y “para que la clase privada… llegue a la existencia, es necesario que su organización real, la vida civil real sea planteada como no existente, pues el elemento constitutivo del poder legislativo tiene precisamente la determinación de plantear a la clase privada, la sociedad civil, como no existente.175

174

K. Marx. Crítica de la filosofía del Estado de Hegel. Editorial Grigalbo. S.A. México. D.F. 1968. 175 Ibíd.

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El carácter contradictorio de las relaciones sociales capitalistas que se expresa en lo político, también tiene manifestaciones similares en otros campos de la vida real. Por ejemplo, en El Capital, al analizar las especificidades de las relaciones de producción, Marx establece, por un lado, que en las relaciones mercantiles de intercambio, los individuos aparecen como libres e iguales, mientras que en el proceso de trabajo, el trabajador pierde su autonomía y se somete a un poder jerárquico, producto de la división del trabajo. Estas semejanzas se deben a que Marx visualiza los diferentes espacios (político, económico, artístico, etc.) como expresiones distintas de las relaciones sociales capitalistas, cuyo aspecto medular es el trabajo alienado. Encontramos una ilustración de ello en los Manuscritos y en la Ideología Alemana, cuando Marx se refiere al Estado como un “modo de producción”, que cae bajo la lógica de la propiedad privada176. Como en el valor, el Estado expresa las relaciones alienadas de la sociedad capitalista. Tiene un valor de uso que manifiesta los varios objetivos que dice el Estado perseguir, y un valor de cambio que evidencia el papel del dinero que influencia los fines que trata de alcanzar. Por lo señalado, es importante no dejarse engañar por la ficción de la separación entre el Estado y la sociedad civil. Si bien es relevante hacer diferenciaciones entre las diversas formas de estructuración de las relaciones sociales en los distintos campos en que actúan, ello no justifica de ninguna manera que se visualice lo político y el Estado como una esfera disociada del resto de la realidad social. Lo político atraviesa todas las relaciones sociales a través de su proceso de reproducción. Por ello, Marx critica la abstracción política moderna, por cuanto ésta es el movimiento por el cual el Estado político se abstrae de la sociedad civil, con el fin de crear la ilusión de un ciudadano moderno que expresaría la libertad e igualdad de los individuos fuera de la realidad social en que viven177. Marx, a diferencia del socialismo real, no plantea que la superestructura política es una consecuencia mecánica de la infraestructura económica. 176 177

Bertell Ollman. Alienation. Cambridge University Press. Cambridge. 1996. K. Marx. Critique du droit hégélien de l’Etat. Ellipses. Editions Marketing S.A. Paris. 2000.

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Aborda la problemática viendo la política bajo la perspectiva de una “escena política”, que si bien se ve influenciada por las relaciones económicas, tiene una forma de existencia política real propia que resulta del hecho que los enfrentamientos de clases son principalmente una confrontación política. En este marco, es fundamental ver como las relaciones de clase o fracciones de ésta a nivel económico se engarzan con las que se dan a nivel político, evitando de esta manera una disociación tajante que haga perder el carácter unitario de las relaciones sociales y su reproducción en el capitalismo. Esta interrelación entre las distintas esferas en que actúan las relaciones sociales capitalistas se da porque hay dos aspectos centrales que caracterizan a las relaciones sociales regidas por la lógica del capital que tienden a complementarse: la relación de dependencia y soberanía y la de explotación. La articulación entre el poder político y la explotación es uno de los aportes más importantes de Marx. Como se podrá apreciar, el poder no es una instancia aislada sino que se encuentra inmerso en una relación dialéctica entre lo político, económico y también lo cultural. Como ya se señaló, Marx, para desalienar la “escena política”, propone una democracia real que en su proceso de concreción elimine el Estado. Esta posición de Marx contrasta con la que asume Engels en el Anti-Dühring. En esa obra, Engels, en el marco del primado de las fuerzas productivas que ha influenciado su trabajo teórico en su casi totalidad, adopta un cierto positivismo según el cual el funcionamiento de la sociedad se reduciría simplemente a la gestión de la producción según las leyes planteadas por los avances de la ciencia. Así, en el Anti-Dühring, Engels señala que “el gobierno de personas da lugar a la administración de cosas y a la dirección de las operaciones de producción”. Esta posición positivista de Engels, con relación al Estado, se aprecia igualmente en un trabajo ulterior, De la Autoridad, escrito en 1873 en el cual establece que “las funciones públicas perderán su carácter político y se transformarán en simples funciones administrativas, pero por otro lado se mantendrá una autoridad que actuará sólo al interior... de las condiciones de producción”. Como se podrá apreciar, para Engels el Estado no desparecerá totalmente, y más bien, se

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transformará con el fin de mantener una autoridad sobre las condiciones “incontrolables” de la producción178. La producción teórica de Marx, con respecto a la política, ha recibido críticas entre las que cabe mencionar la de Maurice Barbier y la de Antoine Artous, que siguen la línea de pensamiento de Althusser. En su libro La pensée politique en Karl Marx (1992), Barbier considera que en el trabajo teórico de Marx coexisten dos concepciones del Estado: una, que sería instrumental, donde insiste en una supuesta independencia del Estado con relación a la sociedad civil; y la otra es la de un Estado con carácter de clase. Como ya se señaló, estas formas de visualizar el Estado no se presentarían en distintos momentos de la producción de Marx, sino que coexisten desde el inicio de la obra de éste. Esta posición no es justa. Por ejemplo, en La ideología alemana, Marx muestra claramente que el Estado tiene una “existencia particular al costado de la sociedad civil y fuera de ella”. Otra muestra es lo que plantea Marx en El Capital, cuando afirma que es en las “relaciones inmediatas de producción entre los propietarios de los medios de producción y el productor directo que hay que buscar el secreto más profundo del edificio social y, por consecuencia, de la forma que toma la relación de soberanía y dependencia, en resumen, la manera específica que adopta el Estado en un periodo dado”. Antoine Artous que, como ya se indicó, sigue la línea de Althusser, considera que existe ruptura entre las obras de juventud de Marx en cuanto a la política y las de madurez. Para Artous, habría que evitar los trabajos de juventud de Marx si se desea tener un enfoque objetivo del Estado179. Como ya se analizó anteriormente, existe una continuidad en la línea de pensamiento en Marx, con todos los avances y retrocesos que un trabajo de las dimensiones de la obra teórica de Marx conllevan. Al percibir las distintas esferas de la vida como “modos de producción”, donde el trabajo alienado desempeña un papel central y articulado, Marx le da primero unidad a su obra y, en segundo lugar, establece una direccionalidad en sus trabajos teóricos en el tiempo, por supuesto que en el marco de las 178 179

Antoine Artous. Marx, l’Etat et la politique. Editions Syllepse, Paris. 1999. Ibíd.

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especificidades que crean los momentos históricos en que los trabajos teóricos se llevaron a cabo.

3.3. Alienación económica Marx, en la esfera económica, desentraña la forma en que la economía burguesa aborda la problemática del trabajo, y como las relaciones de producción capitalistas alienan al trabajador tanto física como espiritualmente. La economía política burguesa considera el trabajo como un objeto; el trabajo es una mercancía, pero una mercancía con los atributos más infortunados. La objetivización del trabajo niega al trabajador el placer de la vida, lo hace prisionero del objeto de su trabajo. Esta visualización del trabajo como objeto gobierna también la producción de los hombres para cumplir con las funciones en la producción. Cuando la oferta de hombres para ocupar un lugar en la producción excede la demanda, una sección de los trabajadores cae en mendicidad o hambruna. La existencia de los trabajadores es llevada a las condiciones de cualquier otra mercancía. El trabajador ha devenido en una mercancía, y con un poco de suerte, puede encontrar quien quiera comprarlo180. El trabajador, en el marco de las relaciones de producción capitalistas, no sólo produce mercancías, sino que se produce a sí mismo también, y ello a igual ritmo en que produce mercancías en general. Para el trabajador, la vida productiva aparece como un medio para mantener su existencia, y la vida sólo como un medio de vida. En el proceso de producción inmediato, el trabajador se aliena tanto con relación a lo que produce, como en el seno del proceso de trabajo. En lo que respecta al producto de su trabajo, el trabajador lo confronta como algo alienado, como un poder independiente del que lo produce. El producto del trabajo es trabajo que está dentro de un objeto, que se ha convertido en algo material. Según Marx, “la realización del trabajo es su objetivización… 180

K. Marx. Economic and Philosophic Manuscripts of 1844. Progress Publisher, Moscow. 1977.

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esta realización del trabajo aparece como una pérdida de realización de los trabajadores; objetivización como una pérdida de objeto y vinculación con él; apropiación de lo extraño como alienación”181. El proceso de apropiación del objeto como algo extraño lleva a que cuantos más objetos produzca el trabajador, menos los pueda poseer, y por lo tanto, cada vez más caen en las manos del capital. En el mismo acto de producción, igualmente se produce una alienación, pero activa, es decir una alienación en la propia actividad del trabajador. En los Manuscritos, Marx plantea que en su trabajo, “el proletario no se afirma pero se niega; no desarrolla libremente su energía física y mental, pero mortifica su cuerpo y arruina su mente. El trabajador se siente fuera de su trabajo y su trabajo se siente fuera de él. Su trabajo no es voluntario, sino coercitivo, es trabajo forzado. Es, por lo tanto, no una satisfacción de una necesidad, sino un simple medio de satisfacer necesidades externas a él”. Con el desarrollo de la división del trabajo, que es un medio de control del capital sobre el trabajo, a través del cual se separa el trabajo intelectual del manual, se fragmenta el proceso de trabajo; se produce una pérdida de los poderes creativos del trabajador. Las calidades que caracterizan a los seres humanos se deterioran. Por ello es que Marx indica que la manufactura “convierte al obrero en un monstruo, fomentando artificialmente una de sus habilidades parciales, a costa de aplastar un mundo de fecundos estímulos y capacidades”. Por otro lado, la sujeción del trabajo vivo a la marcha uniforme del sistema de máquinas crea una disciplina cuartelaria182. El proceso antes señalado se profundiza con la gran industria, por cuanto la división del trabajo y la alienación logran su apogeo. Sin embargo, es pertinente puntualizar que ello condujo a que los trabajadores luchasen por lograr formas de organización del trabajo menos alienadas, lo que motivó a que el capital implementase nuevas modalidades de división del trabajo más flexibles donde se contempla la participación del trabajador en la solución de los problemas que se generan en el mismo proceso de trabajo, pero ello en el marco de una participación incorporada. 181 182

Ibíd. K. Marx. El Capital. Fondo de Cultura Económica, México. 1946.

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De acuerdo a Marx, la extensión del maquinismo y la división del trabajo hacen perder a la actividad de los trabajadores toda independencia y atractivo. El productor “deviene un simple accesorio de la máquina al que no se le demanda otra cosa que el gesto manual más simple, más monótono, el que se aprende más rápido”. Como se puede apreciar, la actividad del obrero está regulada por las máquinas y no a la inversa. La ciencia, a través de la máquina, ejerce sobre el obrero su potencia183. En los Grundrisse, Marx introduce en el análisis de la alienación el aspecto de las ciencias que estuvo ausente en los Manuscritos de 1844. Estudia como las ciencias que se expresan en los diferentes tipos de máquinas subordinan el trabajo a la lógica del capital. En El Capital sin embargo, aborda el desarrollo de las ciencias, el maquinismo y la automatización bajo una perspectiva que uno podría calificar de positivista. Ello por cuanto concibe el proceso de automatización como uno que posibilitaría “el verdadero reino de la libertad” a través de la “reducción de la jornada de trabajo”. De lo anterior se desprende que la abolición de la alienación supondría un gran incremento de las fuerzas productivas. Esto, como ya se mencionó, ha sido negado por la realidad concreta. Basta mirar los casos de Estados Unidos, Japón, y otros países desarrollados capitalistamente donde la alienación del trabajador alcanza niveles alarmantes. La liberación de los trabajadores de la alienación sólo se alcanzará revolucionando las relaciones sociales para impedir que el trabajo siga siendo un objeto, una mercancía. La naturaleza alienada de las relaciones de producción capitalista conduce a la dificultad de desentrañar su lógica interna. Ello es aprovechado por la economía política capitalista para esconder el proceso de creación y apropiación del valor. Las relaciones internas de extracción de plusvalía al trabajo se explican mediante “fuentes” aparentemente externas. Los ingresos de los capitalistas, rentistas y trabajadores aparecen como fruto de tres “fuentes” distintas, escondiendo el hecho central de que todo proviene del trabajo. 183

Frédéric Vandenberghe. Une histoire critique de la sociologie allemande. Editions La Découverte, Paris. 1997.

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Las relaciones de explotación y coerción del trabajo generan, según Marx, otro tipo de alienación, la del hombre con relación a su especie. Habiéndose degradado la actividad libre y creativa del hombre a un simple medio de vida, hace de la vida de la especie humana sólo un simple medio de la existencia física. La consecuencia inmediata de que el hombre es extraño al producto de su trabajo, de su actividad, de su especie, se manifiesta con el hecho que el hombre es extraño al hombre. Cuando el hombre se enfrenta consigo mismo, se enfrenta a otro hombre184. De acuerdo a Marx, el resultado de este proceso de trabajo alienado es la propiedad privada. Pero así como se ha logrado desentrañar el origen de la propiedad privada en el trabajo alienado, asimismo con la ayuda de estos dos conceptos se puede ver como tanto la propiedad como el trabajo alienado sirven para determinar la lógica interna de las distintas categorías de la economía política como: capital, dinero, competencia, entre otros185.

3.4. Alienación en el arte Según Marx el arte es una producción espiritual, por lo cual cae bajo la lógica del proceso de trabajo y de circulación y está sujeta a la alienación del trabajo artístico. Como consecuencia de la división del trabajo que se da en el arte, Marx afirma en La Ideología Alemana que la exclusiva concentración del talento artístico en ciertos individuos y la eliminación de la gran masa, que está ligado a ello, son consecuencia de la división del trabajo. Por otro lado, Marx critica al productor artístico que privilegia el valor de cambio en su producción artística. Karl Marx, en mayo de 1842, escribe en el Rheinische Zeitung lo siguiente: “el poeta cae de su esfera en el momento que la poesía devenga para él un medio. Un escritor de ninguna manera toma sus escritos por medios. Son un fin en sí mismos”. Marx critica toda concepción del arte visto como una producción intelectual independiente que se desarrolla en su propio mundo. Está menos 184

K. Marx. Economic and philosophic Manuscripts of 1844. Progress Publishers Moscow. 1977 185 Ibíd.

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interesado en el arte como arte que en la situación en la cual se genera. El arte se desarrolla como producción espiritual capitalista y es dentro de este contexto que hay que percibirlo. Marx es un defensor del arte por cuanto “la primera libertad de pensar consiste en no ser una industria”186.

4. El fetichismo en Marx Marx, siguiendo con su lógica de concebir al trabajo como el eje de su análisis de la alienación, indica que “el fetichismo de las mercancías tiene su orígenes… en el carácter peculiar del trabajo que las produce”. El carácter alienado del trabajo en el capitalismo le crea un lado misterioso a la producción de mercancías. Ello motiva, a nivel de las apariencias, a que las mercancías parecieran tener un precio natural, independientemente del trabajo humano que tuvo que realizarse en su producción. Marx señala que los productos aparecen como cosas naturales externas al trabajo social que las generó. Asimismo, las relaciones sociales entre los hombres en el proceso de producción de mercancías “revisten para ellos la forma fantasmagórica de una relación de cosas”. Para Marx, lo que expresa esta forma fantasmagórica “no es más que una relación social concreta establecida entre los mismos hombres”187. Marx denomina en términos generales fetichismo a la forma en que se presentan los productos generados por el productor, tan pronto como se crean en forma de mercancía, y que es indisociable del modo de producción en el cual se produjeron. Las relaciones sociales en la producción capitalista hacen que aparezcan las relaciones entre trabajos privados “como lo que son, es decir, no como relaciones directamente sociales de las personas en sus trabajos, sino como relaciones materiales entre personas y relaciones sociales entre cosas"188.

186

Kostas Axelos Alienation, praxis and techne in the thought of Kart Marx. University of Texas Press. 1976. 187 Ibíd. 188 K. Marx. El Capital. Fondo de Cultura Económica. México. 1946.

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En el tercer tomo de El Capital, Marx retoma nuevamente la problemática del fetichismo, pero lo hace ya no solamente desde la perspectiva de la circulación, sino del conjunto del proceso de producción inmediato y de su representación en categorías económico-políticas. Para Marx, las categorías empleadas por la economía burguesa no perciben las relaciones reales que definen la producción en el capitalismo, limitándose a mostrar los fenómenos que aparecen en la superficie. No son expresión de las relaciones internas que se llevan a cabo y sus distintas transformaciones. Más bien, expresan las cosas y sus propiedades; no desentrañan las relaciones que se dan en las vinculaciones sociales, sino las relaciones entre las cosas. Hay diversas interpretaciones semánticas de la noción de fetichismo que desarrolla Marx, básicamente en la sección de El Capital titulada “El fetichismo de la mercancía y su secreto”. Sin embargo, ellas están en el marco de una misma matriz de sentido, que es la alienación de las relaciones sociales, que se manifiestan en toda su intensidad en el trabajo en el capitalismo. En esa sección de El Capital, uno puede percibir el fetichismo como un proceso en el cual las mercancías y las cosas dominan a los hombres y no a la inversa. Asimismo, como si las mercancías tuvieran su propia vida independientemente del trabajo que las generó. Otra forma de descifrar el fetichismo es considerando que las relaciones sociales entre personas son relaciones económicas entre cosas. Además, es importante remarcar que otra modalidad de fetichismo es la que ocasiona la economía burguesa, que pretende ocultar el carácter transitorio del modo de producción de mercancías, presentándolo como si fuera una forma eterna y natural189.

5. La alienación del capitalista y el proceso de emancipación Marx, al analizar a la clase capitalista, desentraña su carácter transitorio, por cuanto su vigencia está ligada al carácter temporal del modo de producción capitalista. Es por ello que Marx, en El Capital, señala que el 189

Frédéric Vandenberghe. Une histoire critique de la sociologie allemande. La Découverte. Paris. 1997.

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capitalista “sólo existe como capital hecho hombre”, que es una forma clara de alienación. El móvil del capitalista, no es la producción de valores de uso, sino de valores de cambio y el incremento del valor de manera permanente. Para ello, subordina al trabajador y lo fuerza a producir todo aquello que genere más valor independientemente de las necesidades esenciales de la población. El capitalista, en este proceso, logra ser respetado dado que personifica al capital. Las relaciones sociales capitalistas, en su proceso de reproducción, no sólo alienan al trabajador, sino también al capitalista. En los Manuscritos económicos y filosóficos, Marx considera que una actividad que produce alienación en el trabajador también la genera en el no-trabajador. Asimismo, la actitud real del trabajador en la producción aparece en el no-trabajador como una actitud que se le enfrenta. Según Marx, “la relación del capitalista con el producto del trabajo del proletario lo sitúa en un estado de alienación. Para él, el objeto de la actividad de otro hombre es algo para vender, algo para hacer ganancia”. Para Marx, tanto la clase dominante como la clase proletaria expresan la misma alienación humana. Sin embargo, la primera se siente cómoda en su alienación porque la favorece, mientras que la clase trabajadora se siente apabullada por la alienación, por cuanto percibe en ella su impotencia, y una gran contradicción entre sus condiciones de vida y su carácter de ser humano190. Marx, en el marco de su concepción dialéctica de la vida, ve como respuesta a la alienación la emancipación de la clase proletaria. Pero no una emancipación política, sino una emancipación humana. Marx piensa en la revolución francesa cuando se refiere a la emancipación política, que es la liberación de la sociedad civil del Estado absolutista. Esa emancipación es parcial, por cuanto libera al burgués y no al hombre, evitando de esa manera la eliminación de las clases sociales. 190

K. Marx. La sagrada familia. En Karl Marx Philosophie. Editions Gallimard. Paris. 1965.

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La emancipación humana, que Marx persigue a través del socialismo y el comunismo, supera la contradicción entre el interés de una clase y el interés general, eliminando de esa manera la alienación política que se da en la escisión entre el burgués y el ciudadano, así como por la separación entre el Estado y la sociedad. Marx, para lograr la emancipación humana, plantea la revolución socialista a fin de cambiar radicalmente las relaciones sociales capitalistas que concurrirían inexorablemente a la supresión de la dominación y coerción que ejerce la clase capitalista sobre los trabajadores alienándolos. Las relaciones capitalistas castran las potencialidades de los productores, y por ende, su capacidad creativa y de poder determinar su destino libremente. Sin embargo, hay que señalar que en ciertas partes de la obra de Marx, la emancipación parece lograrse mediante un desarrollo neutro de las fuerzas productivas. Ello, en el mejor de los casos conduciría a una simple reforma del sistema capitalista.

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Capítulo III Lukács y el proceso de cosificación de las relaciones sociales La producción teórica de Lukács, en cuanto a la alienación y desalienación, se da desde inicios del siglo veinte y se desarrolla en el marco de continuidades y discontinuidades, como mostraremos posteriormente. Su obra más conocida “Historia y conciencia de clase” recibió una fuerte crítica de los representantes del socialismo real. El ataque a este libro se llevó a cabo cuando el grupo dirigente de la ex unión soviética estaba tratando de hacer del marxismo una ideología de Estado, que permitiera legitimar la política pragmática y positivista del Partido sustentada en el primado de las fuerzas productivas. En esa situación histórica y política, era difícil, por no decir imposible, lograr un compromiso teórico y político entre la ortodoxia socialista y Lukács. Pero ello no sólo con la ortodoxia, sino también con la concepción socialdemócrata, que era propugnada por los principales exponentes de la Segunda Internacional. Las críticas a Historia y conciencia de clase motivaron a que Lukács redactara un documento en 1925 o 1926 defendiendo su posición. Sin embargo, este escrito se mantuvo oculto por más de setenta años, siendo descubierto recientemente en los archivos del Partido Comunista de la Unión Soviética en Moscú (CPSU). Georg Lukács nunca se refirió a este documento en sus distintos trabajos y entrevistas, por cuanto pensó que había sido destruido por sus detractores. La defensa de su posición en Historia y Conciencia de clase en la década de los veinte del siglo pasado, está igualmente expuesta en su libro Lenin: un estudio de la unidad de su pensamiento. En la década del treinta, Lukács modifica su postura y se distancia de Historia y conciencia de clase. No permitió que se le reproduzca hasta 1967, con una introducción crítica.

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1. La evolución de la concepción de alienación en Lukács Lukács, entre los inicios del siglo veinte y 1923, año en que publica su libro Historia y Conciencia de clase, aborda la problemática de la alienación bajo formas diferenciadas. En su libro El alma y las formas, trata la alienación bajo la perspectiva existencial. Considera que es imposible lograr la reconciliación entre la vida empírica y la esencial, debido a la crisis por la que atraviesa la cultura occidental. La vida trágica sería la única viable. En su trabajo La sociología del drama moderno, su análisis de la alienación es más sociológico-histórico, y se pueden notar las influencias de Marx. Para Lukács, el drama moderno habría perdido su carácter universal que caracterizó al clásico. Analiza el drama moderno como símbolo de la cultura burguesa, que despersonaliza al individuo y reifica la vida. En lo que respecta a su obra La teoría de la novela, la alienación es abordada desde la perspectiva filosófica-histórica. En Historia y conciencia de clase, la alienación es vista en el marco de un análisis sociológico y filosófico, bajo las influencias especialmente de Hegel, pero también de Marx y Weber191. El contenido filosófico de su análisis de la alienación en Historia y conciencia de clase es básicamente hegeliano, centrándose en la problemática relacionada a la identidad sujeto-objeto. Si bien Hegel, en su análisis, permanece siempre a nivel filosófico y lógico, Lukács lo hace desde la perspectiva socio-histórica. El punto culminante en la lucha contra la alienación, según Lukács, es el momento en que el proletariado alcanza la conciencia de clase, que posibilita la identidad del sujeto y objeto, convirtiéndolo en el agente de cambio en la historia. La Fenomenología del espíritu de Hegel parece haber logrado su realización genuina a través de la conciencia del proletariado. El proletariado tiene como misión poner al descubierto las ilusiones fetichistas que cubren todos los fenómenos en el capitalismo. Ello sería necesario por cuanto las relaciones sociales capitalistas, que definen el 191

Frédéric Vandenberghe. Une histoire critique de la sociologie allemande. La Découverte, Paris. 1997.

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ambiente en el cual vive el hombre, se expresarían como formas de objetividad, escondiendo su verdadera naturaleza, que es la de relaciones entre hombres y no entre cosas192.

2. El fetiche de la mercancía El capitalismo, según Lukács, se caracteriza por cosificar las relaciones sociales, proceso que tendería a universalizarse. Es decir que el carácter fetiche de las mercancías sería el rasgo esencial de las relaciones sociales capitalistas. Las relaciones entre los hombres mediadas por el dinero y motivadas por el deseo de lucro se objetivizan de tal forma que las relaciones entre los seres humanos se metamorfosean en relaciones entre objetos. La conciencia reificada es el corolario de la sociedad capitalista. Según Lukács, “la estructura de la reificación se hunde cada vez más profundamente en la conciencia de los hombres. El mundo reificado aparece de manera decisiva como el único posible”193. El proceso de universalización de la mercancía, haría que ésta devenga en la categoría universal de la sociedad capitalista como un todo. Por un lado, este proceso de mundialización de las relaciones mercantiles permitiría, mediante su análisis, conocer a nivel esencial la naturaleza de estas relaciones; y por otro, ocasionaría que la reificación de las relaciones sociales asuma una importancia decisiva en la legitimación del capitalismo, pero también la posición que adopte el trabajador para enfrentarla. En este proceso de legitimar el capitalismo y subordinar al trabajo, el capitalista racionaliza y mecaniza progresivamente el trabajo, convirtiendo al trabajador en algo extraño a lo que produce. Pareciera que las economías del tiempo serían todo y el hombre nada. A lo mucho, el hombre sería la encarnación del tiempo. Este proceso de objetivización del trabajo, se opone frontalmente a la potenciación de la personalidad de los trabajadores. Además, crea barreras a fin de impedir que las relaciones entre los hombres 192

Georg Lukács. History and Class Consciousness. Merlin Press, London. 1971. Citado por F. Vanderberghen en “Une histoire critique de la sociologie allemande”. La Découverte. Paris. 1997. 193

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en el proceso de producción sean más plenas y menos reificadas. El carácter de mercancía de las relaciones entre los hombres y también con los objetos que produce, lleva a que la mente reificada visualice esas relaciones en su inmediatez, sin intentar trascenderlas194. El desarrollo de las relaciones reificadas en el capitalismo ha generado burocracias privadas en las empresas, y sobre todo, burocracias públicas en el Estado, que tratan de mediar para adecuar las formas de vida, modalidades de trabajo, y básicamente de conciencia, a los principios socioeconómicos generales. Las burocracias estandarizan la justicia, el servicio civil entre otros, descomponiendo las funciones sociales en sus elementos, lo que no permite que se tenga una percepción de lo global. Como se desprende de lo anterior, la burocracia juega un papel importante en el proceso de reificación de las relaciones sociales capitalistas. Estos procesos de racionalización de las empresas y el Estado, en donde las burocracias de distinta índole desempeñan un papel de intermediación activa, merman las potencialidades de los individuos y atentan contra su libertad. Estos procesos ocasionan, según Lukács, una escisión entre el sujeto y objeto, que tiene consecuencias en las distintas esferas de la vida social.

3. Crítica al cientificismo y economicismo Lukács, en Historia y conciencia de clase, realiza una crítica profunda de las bases teóricas y filosóficas de lo que él denomina el “cientificismo” y “economicismo” dentro del marxismo, por cuanto esas categorías tienden a desconocer la problemática de la conciencia de clase. Dentro de esta perspectiva, Lukács considera esencial el papel de los consejos de trabajadores, para extirpar los aspectos económicos y políticos que promueven la reificación, así como para que los trabajadores articulen lo económico y político con el fin de reconciliar el conflicto dialéctico entre interés inmediato y objetivo último. 194

Georg Lukács. History and Class Consciousness. Merlin Press, London. 1971.

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El “cientificismo” y “economicismo” que generó el determinismo en el pensamiento de la Segunda Internacional, se sustentaron en gran parte en la utilización de formas de pensar propias de las ciencias naturales en el marxismo, que se basaba en la confrontación de clases. Lukács argüía que imperaban lógicas dialécticas tanto en la naturaleza como en la sociedad, pero que eran diferentes, por cuanto en la primera, la conciencia humana no estaba presente, mientras que en la segunda desempeñaba un papel central en el proceso de transformación social. Según Lukács, cuando el conocimiento científico se aplica a la naturaleza, tiende a promover el progreso de las ciencias naturales, pero cuando se le emplea en la sociedad, puede devenir en un arma ideológica de la burguesía. Es por ello que, para Lukács, el libro de Engels “Dialéctica de la Naturaleza”, puede conducir a posiciones políticas no justas, por cuanto plantea que el proceso revolucionario obedece a “leyes objetivas”195. En la sociedad capitalista se producen un conjunto de hechos que conducen a esconder aspectos esenciales de las relaciones sociales, como las potencialidades humanas y las habilidades de los trabajadores que operan directamente en el proceso de producción inmediato. El “velo” que cubre a las relaciones sociales para tapar su verdadera naturaleza, se debe en gran medida al carácter fetichista de las relaciones entre los hombres, y a la división del trabajo que limita la conceptualización del proceso de producción, haciendo que se perciba como un ente abstracto y racional. De este proceso de reificación surgen los hechos “aislados” y las disciplinas especializadas que aparecen como “científicas”. En el campo social, es relevante antes de utilizar la información tal como aparece analizarla en profundidad con el fin de desentrañar su carácter contradictorio y de alienación en que se reproducen las relaciones sociales. Aceptar de manera no crítica las leyes de la naturaleza y la sociedad como una base sólida de las “ciencias”, es tender a legitimar relaciones sociales que sólo tienen vigencia en un determinado momento histórico y que se requieren transformar para lograr el verdadero avance social. 195

G. Lukács. History and Class Consciousness. Op. cit.

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Para que los hechos, según Lukács, sean entendidos en su verdadera dimensión, es básico establecer la distinción entre la experiencia real y su núcleo interno. La concepción dialéctica de la totalidad permitiría establecer las diferencias entre ellos. Lukács piensa que para ver con claridad la realidad, es fundamental apoyarse en la base material de la sociedad capitalista dada por las fuerzas productivas y las relaciones sociales, a las cuales Lukács le otorga un carácter antagónico. Lukács considera como un aspecto central de su teoría la categoría de totalidad, asumiendo posiciones similares a Hegel, pero dentro de una perspectiva social. La totalidad es la que nos conduciría a entender la realidad como un proceso social, debido a que posibilitaría disolver las formas fetichistas que produce el capitalismo y que encubren el verdadero carácter de las relaciones sociales. Además, Lukács piensa que la totalidad es el principio para revolucionar la ciencia. Para él, no existirían ciencias independientes, sino una sola ciencia dialéctica e histórica, la ciencia de la evolución de la sociedad como un todo196. Sin embargo, es bueno puntualizar que la historia del capitalismo ha mostrado que no existe “ciencia”, sino “ciencias”. Esto lo ilustra muy bien Althusser en sus trabajos sobre las ciencias y la filosofía espontánea de los científicos197.

4. La conciencia de clase El aspecto medular de Lukács en Historia y Conciencia de clase es el tema relativo a la conciencia de clase. Lukács plantea que la posición de clase del trabajador no se refleja de manera inmediata en la conciencia de clase. Más bien, sería un proceso complejo y dialéctico que se mueve entre la aceptación o resistencia a su situación de mercancía que lo lleva a tener o no tener una verdadera conciencia proletaria. Para resolver esta situación de conflicto en que se encuentran los trabajadores, considera fundamental la organización política del proletariado.

196

Ibíd. Cristian Gillen El Primado de las fuerzas productivas y el socialismo. Editorial Horizonte. Lima. 1986. 197

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En el mismo libro, Lukács señala que “la conciencia del trabajador es la autoconciencia de la mercancía, o en otras palabras, es el autoconocimiento, la auto-revelación de la sociedad capitalista basada en la producción e intercambio de mercancías”. En el momento que el trabajador se sabe como mercancía, su conocimiento se hace práctico, lo cual le posibilita comprender sus verdaderas relaciones con el capital. La conciencia de clase sería la ética del proletariado, que le llevaría a unir su teoría y práctica para su liberación. Le permitiría pasar de la lucha económica a una fase cualitativa superior que es la de combatir por transformar radicalmente las relaciones sociales que lo alienan, y de esa manera, alcanzar su libertad del dominio del capital. La clase trabajadora lograría su madurez para liderar un proceso radical de cambio, sólo cuando su conciencia le posibilitaría organizar a la sociedad en función a los intereses de los oprimidos. El proceso de toma de conciencia y su evolución, como se puede apreciar, no es mecánico. Se produce una interacción entre la situación sociohistórica y la percepción de clase que tiene el proletariado en un determinado momento histórico. Es en ese proceso que el proletariado deviene el sujeto-objeto de la historia. Para lograr lo anterior, de acuerdo a Lukács, se requiere un desarrollo significativo de las fuerzas productivas en el seno de la sociedad que se desea superar. Como se puede apreciar, pareciera que habría un cierto determinismo economicista en Lukács, en tanto que el proceso de toma de conciencia y madurez del proletariado tendría su base material de sustentación en el incremento en el tiempo de las fuerzas productivas, que se reconvertirían en el mayor poder productivo de la misma clase revolucionaria. Esta posición determinista en Lukács, lo conduce a tener un optimismo desmedido con relación a la forma en que percibe la historia de la lucha de clases y su devenir. Para Lukács, el proletariado en los últimos 50-60 años habría venido ganando la batalla ideológica a la burguesía y estaría logrando evolucionar su propia conciencia a punto de devenir decisiva para la sociedad. Optimismo que la realidad se ha encargado de contradecir, por

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cuanto ésta ha demostrado lo contrario, situación que es fundamental revertir198. Lukács denomina “conciencia de clase imputada” a aquella que corresponde a la posición objetiva del proletariado. Aun si las condiciones objetivas están dadas, la conciencia de los trabajadores puede permanecer detrás del desarrollo económico, debido a lo cual es fundamental el papel del Partido con el fin de que coadyuve a que el proletariado devenga una clase en sí, y para sí199. Si bien Lukács critica el economicismo, le otorga de manera paradójica un papel central a lo económico en el proceso de toma de conciencia del proletariado y en su praxis. En Historia y conciencia de clase, describe como “no estable” el proceso de toma de conciencia del proletariado, por cuanto la conciencia de clase sólo podría devenir viable y más estable “cuando una crisis en la economía la haga entrar en acción, mientras que en otros momentos permanece subyacente, correspondiendo a la crisis latente y permanente del capitalismo”. En su prefacio a Historia y conciencia de clase, Lukács establece una distinción entre “conciencia psicológica” y “conciencia imputada o posible”, y la asemeja a la diferenciación que plantea Lenin entre “conciencia sindical” y “conciencia socialista”, que es provista desde afuera al proletariado por intelectuales revolucionarios. Esos planteamientos de Lukács divergen con la idea que tenía Marx de la conciencia de clase a lo largo de sus distintos escritos. Para Marx, la clase trabajadora logrará su toma de conciencia a través de sus propios esfuerzos y experiencias. Marx, en La Miseria de la Filosofía, considera que la dominación del capital ha creado una situación común y de intereses a la clase proletaria. “Esta masa es ahora una clase en relación al capital, pero no aún una clase para sí. En la lucha (...) esta masa se une y se forma en una clase para sí. Los intereses que defiende devienen intereses de clase”. Esta posición de Marx también se puede 198

Ibíd. Georg Lukács. A defense of history and class consciousness. Tailism and the Dialectic. Verso. London. 2000. 199

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apreciar en sus últimos escritos. En su nota introductoria a la Encuesta Obrera de 1880, Marx insiste en que sólo los trabajadores pueden desentrañar con “todo conocimiento los sufrimientos que tienen que enfrentar y sólo ellos y ningún sabio providencial puede administrar enérgicamente los remedios para las enfermedades sociales que sufren”. De ello se desprende que los intelectuales, partidos políticos, y movimientos tienen que coadyuvar pero no sustituir a la clase trabajadora en su desarrollo general. Lukács, se encuentra al otro extremo de la posición de Marx, ya que pretende subordinar a la clase proletaria a la “conciencia racional” de los ideólogos del Partido200. Lukács plantea que la clase proletaria, con el apoyo del Partido, sería la única que puede tener una visión correcta de la realidad. Ello, por cuanto la burguesía sólo se quedaría en la apariencia de las experiencias. La burguesía tendría un conjunto de intereses, que le impedirían estructuralmente acceder a una percepción de la totalidad histórica. Esta imposibilidad no permitiría que la burguesía pueda eliminar los fetiches, que cubren la realidad y generan una deformación del pensamiento. La burguesía no podría percibir el carácter transitorio del capitalismo, debido a que sus relaciones están cubiertas por un “velo de eternidad”. Asimismo, el carácter contradictorio de las relaciones sociales se encontraría escondido detrás de un “velo de cosificación”. Por último, el aspecto cultural de los hechos sociales se desvanecería como consecuencia de un “velo de neutralidad”201. Esta posición de Lukács se sustenta en que la teoría marxista encarnaría el conocimiento absoluto de la totalidad histórica y que el proletariado sería un sujeto unitario sin fisuras que podría realizar las promesas del marxismo. Pareciera que Lukács reemplazaría al espíritu de Hegel por el proletariado. En este contexto hegeliano, el proletariado sujeto-objeto idéntico de la historia sería el único capaz de restaurar la totalidad, y gracias a ello, el conocimiento de la verdad. La totalidad sería el estandarte del proletariado 200

Tom Bottomore “Class structure and social consciousness” en “Aspects of history and class consciousness” edited by István Mészaros. 201 Frédéric Vandenberghe. “Une histoire critique de la sociologie allemande”. La Découverte. Paris. 1997.

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en tanto clase. Además para alcanzarla sería fundamental el papel del Partido, por cuanto su conocimiento no se daría de manera espontánea.

5. Lenin y Lukács Georg Lukács, en el documento que quedó inédito por más de setenta años, en el que defendía la posición que adoptó en Historia y conciencia de clase, plantea claramente, que uno de los objetivos centrales en su estudio de la dialéctica y el fetichismo de la mercancía, era demostrar que la natural consecuencia de la dialéctica sería la teoría del Partido de Lenin202. En su libro Lenin. A study in the unity of his thought, Lukács estipula que el concepto de organización en Lenin representa “una doble ruptura con el fatalismo mecanicista, que tiene la creencia que la conciencia de clase es el producto mecánico de su situación de clase y la idea que la revolución es producto del desarrollo explosivo de las fuerzas económicas”. La actividad conciente del Partido propugnada por Lenin, tendría como propósito principal establecer la interacción entre la “inevitabilidad objetiva del proceso económico y las luchas instintivas y sufrimiento de las masas”. Si bien la situación revolucionaria no sería producto de la actividad del Partido, su papel es analizar y determinar la trayectoria de las “fuerzas económicas” objetivas y prever las acciones apropiadas que la clase trabajadora debe realizar. “Por ello, la esclerosis en la organización sería desastrosa para el Partido”203. Para Lukács, siguiendo a Lenin, la construcción social del sujeto revolucionario sería posible sólo cuando los intelectuales del Partido logren visualizar la lógica interna del proceso histórico y, en función a ello, “eduquen” al proletariado. De esa forma, el proletariado se convertiría en el agente activo entre la historia y el conocimiento científico representado por el Partido. Postula por una identidad dialéctica entre lo universal y lo singular, así como entre la historia y el Partido, donde el eje de ese proceso sería el proletariado devenido en clase en sí y para sí. 202 203

Georg Lukács. A defense of history and class consciousness. Op. cit. Georg Lukács. Lenin. A study in the unity of his thought. NLB. London. 1977.

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Según Lukács, el Partido cumpliría el papel de “intelecto colectivo”, que poseería un conocimiento objetivo del proceso histórico. Esta hipótesis se sustenta en el planteamiento de origen hegeliano de Lukács de la identidad entre lo “subjetivo” y lo “objetivo”. La noción de la historia, como un proceso objetivo determinado por las leyes necesarias, estaría correlacionada con la noción de los intelectuales del Partido como sujeto204. Como se puede apreciar de lo antes planteado, en Lukács existe una concepción hegeliana del Partido, el cual sería el espíritu histórico que representaría el “intelecto colectivo” del proletariado, es decir, muy similar al sujeto-objeto absoluto de la historia. El estalinismo presenta una lógica semejante pero mucho más simplificada y vulgar. Éste reemplaza la identidad sujeto-objeto por un proceso objetivo donde no aparece el sujeto, como si éste se diluyera para dar paso a lo verdaderamente científico, lo puramente objetivo, sin ningún rastro de lo subjetivo. El Partido se sustentaría en un accionar ontológico global dominado por leyes universales. El Partido de concepción estalinista interactúa con el proletariado desde la posición aparentemente “superior” de contar con sólo un conocimiento “objetivo” de la historia, y de esa manera, potenciar las experiencias concretas del proletariado. Habría una separación entre lo científico y objetivo monopolizado por el Partido, y el espontaneismo subjetivo del proletariado motivado por su posición en el proceso de producción. Esta noción del Partido se contrapone con la concepción leninista donde el papel del Partido es fundamentalmente de carácter subjetivo, por cuanto coadyuva en la toma de conciencia del proletariado para que comprenda en su plenitud su posición dentro del proceso de producción inmediato. En lo que respecta al Estado, si bien Lenin ha escrito muy poco sobre el papel de éste en un socialismo ya logrado, Lukács avalaba la posición de Lenin según la cual el socialismo sería el capitalismo monopolista de Estado, y que su misión principal consistiría en servir los intereses del 204

Georg Lukács. “A defense of history and class consciousness. Tailism and the Dialectic. Verso. London. 2000.

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pueblo. Por ese hecho, habría dejado de ser monopolio capitalista. Sin embargo, hoy está claro en que degeneró esa concepción del Estado dentro del socialismo real y los problemas que derivaron de ello.

6. Crítica y defensa de Historia y conciencia de clase Lukács, en su escrito A defense of history and class consciousness. Tailism and the dialectic, que redactó entre 1925 y 1926, y que, como ya se señaló, recién se conoció setenta años después, realiza una defensa de su libro Historia y conciencia de clase, que fue duramente atacado por los representantes de la concepción estalinista del marxismo. La crítica se orientó fundamentalmente hacia el aspecto medular del trabajo de Lukács, que es la alienación, por cuanto éste había recuperado la teoría de la alienación, que es central en Marx, y que el estalinismo y la Segunda Internacional escondían o negaban. Los principales críticos que sacaron la cara por la concepción pragmática y positivista del marxismo, que trababa de justificar ex post las medidas políticas y económicas adoptadas por la dirigencia soviética de ese entonces, fueron Rudas y Deborin. László Rudas, miembro del Partido Comunista húngaro, rechazaba el planteamiento teórico de Lukács relativo a la falsa conciencia creada por la alienación y el fetichismo de la mercancía. Para Rudas, la única conciencia que existiría es la que surge del mundo empírico que nos rodea, y que no existe ninguna otra conciencia hipotética, sino sólo en la cabeza de los filósofos205. En el marco de su posición pragmática, Rudas consideraba que el proletariado y la burguesía tienen conciencias de clase diferentes por ocupar posiciones distintas en el proceso de producción. Ello conduciría de manera inmediata y mecánica a adoptar una posición de clase. No habría, como lo estipulaba Lukács, un proceso complejo para adoptar una conciencia de clase, debido a los “velos” que escondían la esencia de las relaciones entre el capital y el trabajo. Rudas, en una formulación mesiánica y determinista que haría enrojecer al mismo Kautsky, señala que “la sociedad contemporánea está dividida en clases y ocupa un lugar particular 205

Ibíd.

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en el proceso de producción. Cada clase tiene intereses diferentes… En línea con sus condiciones de producción y sus intereses, tienen distintas conciencias. Ello es precisamente lo que se conoce como conciencia de clase”. De acuerdo a Rudas, si el proletariado no ha adquirido una conciencia de clase, no se debe a la alienación, sino a que su posición en el proceso productivo no es el normal. Ya sea que no están trabajando en una empresa grande o pertenecen al proletariado pequeño burgués. Para Rudas, si el proletariado no se revela contra el capital, no es por la ausencia de una conciencia de clase dada por su posición dentro del proceso productivo, sino porque las fuerzas productivas no han alcanzado el nivel adecuado de desarrollo. Habría entonces que armarse de paciencia hasta que el capitalismo se desarrolle para atacarlo. ¿Que hubiera pasado si Lenin hubiese esperado que el capitalismo en Rusia madure? Es una posición anti-leninista la que plantea Rudas, y que Lukács, como filósofo del leninismo, cuestiona. Según Rudas, el desarrollo de las fuerzas productivas es lo central, y la conciencia de clase y la organización política lo subsidiario. Asimismo, “cada etapa de las fuerzas productivas que es alcanzada, empuja a la sociedad en una cierta dirección. Esa dirección es ‘progresión’ o ‘regresión’, dependiendo de las circunstancias… Si es ‘progresión’, entonces aparece en la conciencia como una tarea que uno debe perseguir, y que al final será alcanzada…. Si es regresiva, uno tratará de detenerla”. Lukács cuestiona esta aseveración de Rudas, por cuanto genera un determinismo histórico sometido totalmente al enfoque positivista, donde la acción humana para hacer cambios sólo es marginal, debido a que está sometida a una camisa de fuerza impuesta por el desarrollo de las fuerzas productivas206. Lukács tiene una posición menos neutra que Rudas con relación al primado de las fuerzas productivas. Primeramente, no les otorga un papel exclusivo, puesto que le confiere un rol relevante a la conciencia de clase, y en segundo término, porque considera que las fuerzas productivas no son neutras sino que presentan una “cobertura capitalista”. Según Lukács, para 206

Ibíd.

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que desaparezca esta cobertura debe “desaparecer la división capitalista del trabajo, la separación entre el campo y la ciudad, entre el trabajo físico y mental”. Como se puede apreciar, Lukács estaría considerando la división del trabajo como parte de las fuerzas productivas y no como producto de las relaciones sociales, lo que no le permite ver que lo fundamental es revolucionar las relaciones sociales para transformar la sociedad. Rudas cuestiona a Lukács con respecto a su posición de semineutralidad. Para Rudas, la “cobertura capitalista” de las fuerzas productivas es sólo una apariencia, como si fuera un velo que no deja percibir concretamente la industria como “un proceso objetivo de producción”. Rudas, con esta neutralidad extrema, impide establecer una diferencia relevante entre la sociedad capitalista y la comunista. Desestima las determinaciones históricas específicas del capitalismo. Todo se reduciría a un problema de desarrollo de fuerzas productivas, que supuestamente se potenciarían en el comunismo debido a la eliminación de la propiedad privada. Abram Deborin, que una vez fue intérprete oficial del leninismo, tiene una concepción positivista más extrema que Rudas, lo que lo aproxima más a Comte y Herbert Spencer que a Marx. De acuerdo a Deborin, no habría lucha de clases, sino que el conflicto principal se estaría dando entre la sociedad y la naturaleza. El marco lógico y epistemológico de Deborin es el de considerar que el sujeto se asimile al individuo o la sociedad, y el objeto a la naturaleza. Lukács manifiesta que las críticas que le hacen Rudas y Deborin se deben fundamentalmente a que ambos comparten el punto de vista vulgar de la vida diaria burguesa y su ciencia: “Inflexibilidad y mecanicismo, ellos disocian el sujeto del objeto. Ven sólo interés en la investigación científica que está libre de la participación del sujeto, protestando si un lado activo y positivo es debido a un momento subjetivo de la historia”207. Para Lukács, el concebir disociado el sujeto y el objeto es producto de la concepción no dialéctica que sigue la posición de Kant, según la cual sólo aquel que es libre de cualquier contacto con el sujeto puede ser objetivo. 207

Ibíd.

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Esta defensa de su obra contrasta con la “fase termidor” de Lukács en la década de los treinta del siglo pasado, donde toma distancia de Historia y conciencia de clase, que, como ya se señaló, sólo se publicó nuevamente en 1967. En el prefacio del citado libro, Lukács se realiza algunas críticas justas pero que, de ninguna manera, ponen en juego la importancia de su aporte teórico en la lucha contra un marxismo vulgar, que tiende a desconocer el fenómeno de la alienación y a adoptar posiciones positivistas en contra de un pensamiento dialéctico que aborda la problemática de las contradicciones de clase y del sujeto colectivo. Lukács, justificadamente admite el hecho que en Historia y conciencia de clase no le haya otorgado el papel central al trabajo alienado, haciendo ocupar ese lugar a la categoría totalidad. Ello, de acuerdo a Lukács, originó que la concepción de la praxis revolucionaria que está expuesta en su libro, se acercara a posiciones utópicas y mecánicas. Además, creó una distorsión en la relación teoría-práctica, y sujeto-objeto. Lo antes mencionado habría conducido a la deformación hegeliana que lleva a visualizar a la totalidad como el centro del sistema, restándole, según Lukács, importancia a lo económico. Esta posición en Historia y conciencia de clase se refuerza cuando Lukács sostiene que la totalidad es el principio revolucionario de la ciencia y que “la primacía de la categoría de totalidad es la portadora del principio revolucionario de ciencia”. Por otro lado, Lukács establece una distinción marcada entre teoría y método, otorgándole el carácter de neutralidad a este último. Es en ese marco que señala que la ortodoxia se refiere al método, y que intenta hacerla aplicable a cualquier posición teórica. En el fondo, su planteamiento equivale a una concepción positivista que no permite ver la penetración de la teoría en el método y viceversa, dotando de un carácter neutro a este último. Por eso es ridícula la posición de los tecnócratas que buscan el “mejor método” al margen de los principios teóricos que lo modelan.

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Capítulo IV La teoría crítica y la colonización del mundo de la vida en Habermas Antes de abordar la forma en que Habermas trata el proceso de alienación y su superación, haremos un breve recuento de la historia de la Escuela de Francfort, con el fin de conocer sus orígenes, marco teórico, evolución y las posiciones de sus representantes más prominentes, en especial la concepción teórica de Habermas. Ello nos posibilitará tener una mayor compresión de la manera en que concibe y enfrenta este filósofo alemán la problemática de la alienación.

1. La Escuela de Francfort. Sus posiciones en el tiempo La Escuela de Francfort se crea en un momento en que comienza a predominar un marxismo que privilegia el economicismo y el determinismo. Es en el marco de esa situación política e histórica que Félix J. Weil, hijo de un próspero negociante de granos, emprende la compleja tarea de crear la Escuela de Francfort. Para ello, organiza en el año 1922 una semana de discusiones a fin de abordar diversos temas relativos a la teoría marxista y al movimiento obrero, en la que concurren entre otros Lukács, Korsch, Pollock, Wittfogel. Es decir, connotados representantes de un marxismo no dogmático. Para iniciar sus labores, la Escuela contó con una donación de aproximadamente 30 mil dólares del padre de Félix Weil, Herman Weil. Además se logró afiliar la Escuela a la Universidad de Francfort. Su primer Director fue Albert Gerlach, el cual muere poco tiempo después en Octubre de 1923. Es

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reemplazado por Carl Grünberg, considerado por algunos como uno de los padres de la Escuela Austro-Marxista. Éste permaneció en funciones hasta 1930, y durante su gestión, privilegió los estudios sobre el movimiento obrero, publicando igualmente trabajos teóricos como el realizado por Pollock sobre Werner Sombart, y el de Horkheimer referente a Karl Mannheim208. Horkheimer sucedió a Grünberg en la dirección del instituto en Julio de 1930. En 1931, su nuevo Director reorganiza el instituto, con el fin de que se convierta en una escuela de filosofía social209. Plantea asimismo reformular la teoría marxista, por cuanto consideraba que ésta no tomaba debida cuenta de los cambios que estaba experimentando el capitalismo y el movimiento obrero210. En el marco antes señalado, Horkheimer fija en 1931 como tarea central del Instituto el estudio de las relaciones complejas que existen entre: la situación económica que enfrentan los obreros calificados y los empleados, la estructura psíquica que los caracteriza, y la influencia que ejerce la ideología dominante211. Horkheimer, al igual que Adorno, adopta, en la década de los treinta y cuarenta, una posición pesimista con relación a las posibilidades revolucionarias del movimiento obrero. Lo que condujo a ambos filósofos a asumir esa visión fue el dominio que ejercían el nazismo y el estalinismo sobre el escenario político, y la segunda guerra mundial. Para estos representantes de la Escuela de Francfort, tanto la Social Democracia, que primaba en varios países de Europa occidental, como el comunismo estalinista, se habían convertido en sostenedores del orden imperante. El reflujo del movimiento obrero y las condiciones de represión que tuvieron que enfrentar, y que los hizo migrar de Alemania, llevó a que el Instituto centrara sus estudios sobre la crítica de la racionalidad dominante en el 208

Martin Jay. The dialectical Imagination. University of California Press Ltd. California. 1996. Douglas Kellner. Critical Theory, Marxism and Modernity. The John Hopkins University Press. Baltimore. 1989. 210 Horkheimer pensaba que el materialismo requería de una unificación de la filosofía y la ciencia. 211 Jean-Marie Vincent. La théorie critique de l’Ecole de Francfort. Editions Galilée. 1976. 209

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capitalismo, la instrumental o formal, así como tratara de replantear el materialismo histórico, supuestamente para que se adecue a las nuevas condiciones imperantes. El pensamiento crítico desarrollado por la Escuela de Francfort se orientó hacia la reflexión sobre la realidad social inhumana y lograr en ese proceso una nueva forma de racionalidad. Por otro lado, debía devenir en un movimiento de pensamiento crítico de las ciencias. A través de lo antes expuesto, la Escuela de Francfort pretendió afirmar su vocación de “racionalidad práctica”. En lo que respecta al marxismo, se le trata de modificar con el fin de eliminar el papel que, según Habermas, desempeña la racionalidad técnica dentro de éste. Con ese fin, genera una separación entre el trabajo y la interacción, que expresan respectivamente las relaciones del hombre con la naturaleza y de los hombres entre sí. Para ello, plantea una concepción del trabajo y la producción, que no es la más adecuada como veremos posteriormente. El pensamiento de Habermas pasa de una utilización crítica del pensamiento de Marx a una teoría de la comunicación social, donde el “nuevo materialismo histórico” ya no presenta un carácter revolucionario y se convierte en una teoría de la comunicación social sujeta a la racionalidad intersubjetiva. Esta nueva fase del desarrollo del pensamiento crítico de la Escuela de Francfort comienza a manifestarse de manera clara a mediados de la década de los cuarenta, y se expresa básicamente en el libro publicado por Horkheimer y Adorno en 1947 titulado La Dialéctica de las Luminarias. Fue una respuesta a la instrumentalización de las ciencias y las tecnologías por parte de los nazis, así como al positivismo científico dominante que imperaba en Estados Unidos. Pero también cabe señalar que esta posición fue influenciada por el temor que tenían Adorno y Horkheimer de tomar posiciones políticas más directas que podían poner en juego el Instituto. Los trabajos teóricos de Horkheimer y Adorno tendieron a reemplazar la problemática de la lucha de clases por una crítica de la razón instrumental. Los escritos teóricos de estos prominentes representantes de la Escuela de Francfort propendieron posteriormente a presentar un análisis de las relaciones entre el hombre y la naturaleza, dejando en un segundo plano el estudio de las relaciones sociales entre los individuos, grupos y clases.

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La crítica de Adorno y Horkheimer a la razón instrumental, que surge de las Luminarias, se centra en el hecho que este tipo de racionalidad pretende estar siempre de acuerdo a los principios de cálculo, lo cual promueve formas de pensamiento conformistas. Esta modalidad cuantitativa de pensamiento privilegia una lógica matemática que sería la única en poder desentrañar la esencia de las cosas. La concepción cuantitativa y matemática de la racionalidad presupone una identidad entre el concepto y el objeto, posición contraria a la del Instituto, cuya teoría crítica se sustenta en la no identidad entre el pensamiento y la cosa. Para Horkheimer y Adorno, el principio de identidad crearía las condiciones para que la burocracia tienda a controlar a los individuos mediante normas formales que van contra la individualidad de las personas. El hecho de que Adorno y Horkheimer se concentren básicamente en la crítica de la razón instrumental y dejen a un lado el cuestionamiento de la política económica, no les permite desentrañar la problemática que se da en el seno del proceso de producción económico, que se expresa en el valor y la plusvalía. Asimismo, no les posibilita visualizar la relación que se genera en el capitalismo entre la naturaleza de las relaciones de producción, el carácter que adoptan las ciencias y tecnologías y la racionalidad instrumental. Por otro lado, la crítica indiferenciada que hacen Adorno y Horkheimer a las ciencias, no permite distinguir las ciencias que sirven a los intereses de la dominación, de aquellas que no necesariamente reifican los objetos bajo análisis. Ello lleva a Habermas a tratar, en su libro Dialéctica de las Luminarias, de enmendar este proceso de homogenización de las ciencias que caracteriza a los representantes de la primera generación de la Escuela de Francfort. El alejamiento progresivo de los representantes de la Escuela de Francfort del marxismo los llevó a cuestionar el carácter revolucionario del proletariado y más bien plantear que la oposición radical al sistema provendría de los intelectuales críticos. Esta posición se puede apreciar de manera descarnada en el libro de Adorno Mínima Moralia. Ahí postula que la emancipación está centrada en lograr la libertad sobre la ansiedad, la miseria, el hambre y el conformismo, en lugar de que la emancipación se sustente en la

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liberación de los oprimidos por el capitalismo. Más aún, la palabra "capitalismo" fue muy raramente usada, siendo reemplazada por la de “la sociedad existente”, así como el “capital” devino en “el sistema económico”, la “opresión capitalista” en “poder industrial”, y la “sociedad de clases” se convirtió en “dominación”. Sin embargo, es conveniente señalar, que en oposición a Horkheimer y Adorno, otro prominente representante de la Escuela de Francfort, Marcuse, presentó una posición distinta. En sus Manuscritos de 1942, en lugar de abandonar la teoría marxista de la revolución, planteaba que ésta sería llevada a cabo básicamente por los grupos marginales y no integrados que estaban sufriendo la mayor explotación capitalista212. La teoría crítica de la primera generación de representantes de la Escuela de Francfort representada básicamente por Adorno y Horkheimer, se caracterizó por su cuestionamiento de la “teoría de la identidad”, que tenía su forma más lograda en los trabajos teóricos de Hegel. Max Horkheimer reprocha a Hegel su concepción de la dialéctica basada en la identidad. Para Horkheimer, la razón, así como el sujeto, experimentan una tensión permanente entre el concepto y el objeto, como consecuencia de los cambios objetivos y subjetivos generados por las relaciones sociales. Es decir que el proceso cognitivo no es expresión de una filosofía trascendental que se preocupa de analizar las modalidades de afirmación a priori de los conocimientos213, sino que es manifestación de la interacción dialéctica entre el sujeto y el objeto. Adorno es el miembro de la Escuela de Francfort que más duramente critica la “teoría de la identidad”. Ello se puede apreciar en su obra Mínima Moralia, en la cual plantea que la verdad no puede restringirse a la identidad del sujeto y el objeto, sino que más bien es un campo en el que fuerzas interactúan. Asimismo, sugiere rehabilitar lo no-idéntico y lo negativo214. Ello conlleva a tener que recurrir a un análisis de nuevo tipo, que hace 212

Douglas Kollner. Critical Theory, Marxism and Modernity. The Johns Hopkins University Press.Baltimore, 1989. 213 Jean-Marie Vincent. La théorie critique de l’Ecole de Francfort. Editions Galilée. 1976. 214 Theodor W. Adorno. Negative Dialectics. The Seabury Press, N.Y. 1973.

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imperativo examinar todo concepto, con el fin de determinar como éste deviene no idéntico a la ilusión de ver lo real como totalidad215. Tanto Horkheimer como Adorno eran muy críticos del positivismo, por cuanto éste reduce la razón a un simple instrumento. El énfasis que el positivismo lógico pone en el empirismo lleva a que uno pierda el elemento activo del conocimiento, lo cual conduce a la absolutización de los “hechos” y a la reificación del orden existente. El positivismo lógico, por su misma naturaleza, excluye cualquier alternativa sustantiva del orden existente. El considerar la lógica como algo análogo a las matemáticas es vaciarla de un real significado del mundo. Esta manera de enfocar la lógica por parte del positivismo implica una disociación de los hechos y los valores y crea una neutralidad que dificulta desentrañar el carácter social de los hechos. La potenciación del pensamiento matemático contenía en la época de las Luminarias un elemento mítico. El fetiche por los números llevó a repudiar el principio de no-identidad y a fomentar un cierto idealismo. Esta modalidad del pensamiento tiene una significación social, que conduce a la reificación de la lógica216. Es en este marco teórico que Max Horkheimer critica el neopositivismo desarrollado por el círculo de Viena (Carnap, Neurath, entre otros), que tendía a eliminar los aspectos centrales de la experiencia social, fetichizando los conceptos de lo dado y lo observado. Los representantes de la Escuela de Francfort reprocharon al marxismo ortodoxo su positivismo, que motivó que éste ponga el énfasis en lo observable, en la primacía de lo económico. Para Horkheimer, en la sociedad del siglo veinte, la política comenzaba a tener una importancia y autonomía mucho mayor que la que le otorgaba el marxismo ortodoxo y el mismo Marx. Asimismo, los miembros de la Escuela de Francfort planteaban que la cultura no podía ni ser percibida como un epifenómeno de la infraestructura, ni considerada como totalmente independiente. El fenómeno cultural es mediado por la totalidad social y no puede ser visto como la simple expresión de los intereses de clase.

215 216

Paul-Laurent Assoun. L’Ecole de Francfort. PUF. Paris. 2001. Martin Jay. The dialectical imagination. University of California Press. Berkeley. 1996.

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La visión supuestamente economicista de la concepción del trabajo en el marxismo condujo tanto a los representantes de la primera generación de la Escuela de Francfort como a Habermas a criticar la concepción de la alienación partiendo del trabajo. Para Walter Benjamín, el marxismo ortodoxo sólo está orientado a ver el progreso en el control que se ejerce mediante el trabajo sobre la naturaleza y no contempla los retrocesos que suceden en la sociedad. Por otro lado, Adorno planteaba que el énfasis de Marx en el trabajo llevaba a visualizar el mundo como una fábrica gigante. La Escuela de Francfort también es crítica de la forma en que se aborda la problemática de las ciencias en la modernidad. Para Horkheimer, las ciencias están marcadas por el dogmatismo del universalismo científico del cual se reclaman. Este sería, según Max Horkheimer, una especie de monismo metodológico que haría desaparecer la tensión entre la teoría y la práctica científica. La manera positivista de ver las ciencias, al establecer un lenguaje universal, habría conducido a una crisis de éstas. Para superar esta situación, se tendría que establecer una nueva relación entre lo objetivo y lo subjetivo. La teoría crítica de la Escuela de Francfort puso gran énfasis en el estudio de la cultura. En términos generales, planteaba que la cultura, que una vez fue refugio de la belleza y la verdad, estaba en un proceso de declive, como consecuencia de la racionalización instrumental, la estandarización y la tendencia al conformismo de las masas. Mientras que antes la cultura incentivaba la libertad y creatividad individual, ahora la “cultura de masas” estaría fomentando el adecuarse al status-quo, convirtiéndose en un elemento crucial de la “sociedad totalmente administrada” que estaría conduciendo al fin del individuo. Horkheimer postulaba que había que combatir a la cultura de masas por la conexión que existía entre la música popular y el socavamiento de la justicia social. Adorno era también muy crítico de la música popular, debido a su mercantilización, racionalización y fetichización. Tanto Adorno como Horkheimer consideraban que se había desarrollado una “industria de la cultura” que producía una cultura no espontánea y

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reificada. El mensaje central que pasaba de manera subliminal la música de masas era el de conformarse y resignarse con la realidad social existente. Más aún, el uso de la tecnología en la “industria de masas” servía para reforzar el control político de los gobiernos de turno, sobre todo de los autoritarios217. Según Adorno y Horkheimer, la radio fue para el fascismo lo que la imprenta representó para la reforma. Las “industrias culturales” serían la expresión del reflujo del movimiento popular, lo que permitiría el mayor control social por parte de las clases dirigentes. La “diversión” sería un arma para acostumbrar a las masas a aceptar a la sociedad como algo neutro, natural. Walter Benjamín, que no pertenecía al núcleo más íntimo de la Escuela de Francfort, presentaba una posición diferente. Pensaba que el arte de masas, a través del cine, podría contribuir a elevar la conciencia política de los espectadores. Para la teoría crítica, el “arte auténtico” sería aquel que logre preservar la individualidad, coadyuve a alcanzar la felicidad, y sea una fuente permanente para la potenciación del conocimiento crítico. Horkheimer creía que lo antes señalado podría lograrse mediante la alta cultura burguesa clásica. Marcuse, sin embargo, presentaba una posición más dialéctica, por cuanto consideraba que la alta cultura podría ser, según su lógica de desarrollo, ya sea un medio para la mistificación de la sociedad o para su emancipación. Es conveniente añadir que estudios recientes sobre el arte popular ponen en evidencia que este tipo de cultura aborda la problemática social y genera un ambiente contestatario, lo cual demuestra que no es sólo fuente de manipulación social para defender el status quo. Evidencia clara de ello es el reggae, cuyo principal exponente fue Bob Marley218. La teoría crítica le dio una buena acogida al psicoanálisis, mientras que muchos representantes del marxismo ortodoxo la consideraban una manifestación de la burguesía decadente. Horkheimer y Adorno ampliaron su horizonte con el fin de desentrañar el proceso, a través del cual la 217

Adorno et Horkheimer. La dialectique de la raison. Gallimard. Paris. 1974. Douglas Kollner. Critical theory, Marxism and Modernity. The Johns Hopkins University Press. Baltimore. 1989. 218

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estructuración de la sociedad capitalista generaba una desposesión de parte de las capacidades psíquicas de los individuos. Habermas aborda el psicoanálisis bajo una perspectiva epistemológica, lo que posibilitaría el proceso de “autorreflexión”, coadyuvando a las personas a lograr emanciparse de la comunicación distorsionada. Los principales representantes de la Escuela de Francfort, tanto de la primera como de la segunda generación, no rompen radicalmente con las relaciones sociales capitalistas. Más bien, plantean una crítica radical del capitalismo, pero sin salir de él, es decir se quedan sólo en su reforma. La totalidad negativa que postulaba Adorno daba la impresión de que era imposible liberarse de una realidad totalmente reificada. Por su lado, Habermas postula por una “comunicación ideal” dentro del capitalismo, sin tomar en cuenta las posiciones antagónicas que existen en el capitalismo entre grupos y clases. Pretende así crear una Social Democracia de nuevo tipo, ampliando los espacios públicos de deliberación, luego del fracaso del papel regulador del Estado benefactor en el capitalismo avanzado, el cual contribuyó al control desde arriba de la sociedad y a infiltrar y minimizar los espacios públicos de discusión.

2. Diferencias entre los miembros de la Escuela de Francfort Entre los distintos representantes de la Escuela de Francfort, existen posiciones diferenciadas con relación a ciertos aspectos de la teoría crítica, que los conducen a conclusiones disímiles con respecto a la transformación social. Así tenemos que Horkheimer y Adorno eran pesimistas en cuanto a las posibilidades reales de poder llevar a cabo una transformación social, en tanto Marcuse consideraba que era viable alcanzar una sociedad no represiva, y Habermas es un optimista en relación a lograr una reforma social a través de una racionalidad comunicativa. Intentaremos dilucidar el porqué de estas distintas posiciones. Comenzaremos por un aspecto crucial: la relación entre fuerzas productivas y relaciones sociales, que es lo que determina el elemento central de diferenciación entre los más connotados representantes de la primera

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generación de la Escuela de Francfort y Habermas, que en la actualidad es el mayor exponente de esta escuela. Para este último, tanto Horkheimer como Adorno y Marcuse habrían planteado de manera equivocada que las fuerzas productivas y las relaciones sociales no constituían estructuras que actuaban en niveles distintos, sino que más bien se unificaban, lo que llevaría a perder todo poder para modificar el sistema219. Habermas aboga por una separación entre el trabajo, que visualiza como el proceso de apropiación de la naturaleza, y la interacción social. Ello le posibilita ampliar el campo de la razón, y de esa forma, desarrollar la racionalidad comunicativa, así como cuestionar la identificación que establecían Adorno y Horkheimer entre razón y reificación, por cuanto éstos limitaban la racionalidad a la razón instrumental. Esta disociación entre razón y reificación le permite abrir un espacio meta teórico de lo que es viable, lo que no sucedía con Horkheimer y Adorno, para quienes la crítica a la razón era total, lo cual los conducía a la conclusión siguiente: dominación absoluta, muerte del individuo, fin de la historia. Habermas estaba de acuerdo con el cuestionamiento de la razón instrumental o técnica que formularon Horkheimer y Adorno para afirmar la dimensión crítica. Pero creía que si no se intentaba ampliar el campo de la razón, no se podrían plantear alternativas de cambio y se caería en la desesperanza. Para Habermas, el problema central de la razón instrumental, no es este tipo de racionalidad en sí, sino su universalización, la reducción de la praxis a la técnica y la extensión de la acción propositivaracional a todas las esferas de la vida. Pero ello no significa que Habermas rompa con ella, sino la sitúa en una teoría más vasta de la racionalidad. Habermas, para ese fin, fragmentó la actividad humana en dos componentes. El trabajo como acción propositiva-racional, donde actuaría la razón instrumental, y la interacción social o acción comunicativa donde primaría la razón comunicacional.

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Cristian Gillen. La organización social de la producción como dinámica del desarrollo. Editorial Horizonte. Lima. 2001.

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Al abrir el espacio de la razón, Habermas reemplaza la tesis de la reificación total de Adorno y Horkheimer por una teoría de la evolución que concibe la historia como un proceso bidimensional en que se desarrollan de manera simultánea las estructuras de acción instrumental y las estructuras de acción comunicacional. Para lograr ampliar el campo de la razón, Habermas rompió con la filosofía de la conciencia, que fue la base de sustentación de la teoría crítica de la primera generación de la Escuela de Francfort, y que se caracterizaba por la relación del sujeto solitario sometido a un mundo objetivo que podía ser representado o manipulado. Habermas plantea como alternativa la intersubjetividad como base de la razón comunicativa. Las diferencias teóricas entre Habermas y la primera generación de representantes de la Escuela de Francfort, conducen a tener posiciones distintas en cuanto a las ciencias y las tecnologías. Según Habermas, las ciencias y las tecnologías seguirían la acción propositiva-racional, por lo que su crítica no conduciría a su transformación, como lo señalan Adorno, Horkheimer y, sobre todo Marcuse, sino “a una estructura alternativa de acción: a una interacción simbólica diferente de la acción propositivaracional”220. Habermas igualmente discrepa básicamente de Adorno con respecto a la relación entre la ética y la política. Adorno pensaba que la ética no tocaría la política. Habermas más bien, reintegra la ética al corazón de la política identificando el proceso crítico y el proceso comunicacional. De esa forma, el ejercicio de la conciencia crítica estaría ligado a las formas elementales de la socialización. La razón comunicacional funcionaría como un verdadero proceso de formación de la cultura, y de la personalidad221.

3. Concepciones teóricas de Habermas Habermas tiene una visión de la sociedad, sustentada en las teorías de la acción y de los sistemas, que se aparta de la concepción de totalidad 220 221

Jürgen Habermas. La technique et la science comme idéologie. Gallimard. Paris. 1973. Édouard Delruelle. Le consensus impossible. Editions Ousia. S.C. Bruxelles. 1993.

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proveniente de la tradición hegeliana y también marxista. La gran tarea consistiría en articular estos dos espacios teóricos. De acuerdo a Habermas, el capitalismo avanzado, donde centra su análisis, estaría constituido por tres subsistemas básicos: el económico, el político-administrativo, y el sociocultural. El subsistema económico a su vez se conformaría por tres sectores: el público y dos tipos diferentes de sector privado. Distingue entre el que está orientado a la competencia del mercado y un sector oligopólico. Según Habermas, la teoría de la lucha de clases propugnada por el marxismo no podría ser aplicada en el capitalismo avanzado. El capitalismo en los países desarrollados, que está regulado por el Estado para evitar los peligros producidos por los antagonismos sociales, habría congelado las contradicciones de clase. El sistema capitalista en el mundo desarrollado de acuerdo a Habermas, integra las masas asalariadas a la lógica del capital, mediante “compensaciones”, fundamentalmente a través de los servicios que les brinda el Estado en educación, salud, pensiones, entre otros. Dentro del contexto antes planteado, Habermas postula que la teoría de la conciencia de clase debería ser sustituida por el análisis de la modernidad cultural. En lugar de centrarse en criticar la ideología como causa de la alienación, se tendría que analizar el proceso de deterioro cultural y de la fragmentación de la conciencia corriente. La posición central, que ocupa la falsa conciencia en la teoría de la alienación, debería ser sustituida por la conciencia fragmentada222. Además, para Habermas, la pauperización ya no coincidiría más con la explotación, porque el sistema ya no se basaría principalmente en el trabajo223. Uno de los aspectos, que desempeña un papel central en la teoría crítica de Habermas, es el del espacio público. Realiza un análisis de éste desde el punto de vista diacrónico y sincrónico. Siguió los rastros del espacio público desde la alta edad media hasta su situación actual en el capitalismo avanzado. Mientras en la sociedad feudal el público tuvo una posición pasiva en la esfera política, con el capitalismo emergió un espacio público 222

Jürgen Habermas. The theory of Communicative Action. Beacon Press. Boston. 1987. Thomas Mc Carthy. The cultural theory of Jürgen Habermas. The MIT Press. Massachusetts. 1981. 223

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que limitó la autoridad del Estado y consolidó el principio de responsabilidad pública. El Estado es considerado legítimo, en tanto implemente el interés general del público bajo condiciones de libre asociación y discurso. Sin embargo, en el capitalismo moderno, las condiciones que alimentaron el espacio público han tendido a desaparecer. Se habría producido una “refeudalización” de la esfera pública, debido a que el Estado realizó intervenciones, tanto directas como indirectas, para poder atenuar las contradicciones sociales. Ello conllevó a despolitizar la esfera pública y hacerla maleable a los intereses del Estado. Para Habermas, el espacio público es una especie de foro crítico, una suerte de tribunal de la razón delante del cual el poder político debe legitimar sus decisiones. Este espacio público ha sido restringido por el Estado moderno debido a la “socialización del Estado”, que habría conducido a una “estatización de la sociedad”. El Estado ha intervenido en el intercambio y el trabajo, que antes eran campos reservados a la esfera privada. De esa manera, esta esfera pierde sus funciones económicas, limitándose a las relaciones familiares que también han perdido su intimidad debido a la penetración de los medios de comunicación en su seno. Habermas, siguiendo a Carl Schmitt, plantea que existe una crisis del parlamentarismo. La época del parlamentarismo como gobierno de discusión habría concluido. El diálogo fue sustituido por la negociación. Ahora, la cuestión no es de convencer mediante argumentos racionales, sino de calcular los intereses y hacer valer el interés propio. Las decisiones relevantes surgen de concesiones parlamentarias o extra-parlamentarias donde los que lideran los partidos, asociaciones, sindicatos se reúnen en un comité donde llevan a cabo pactos a espaldas del pueblo que los eligió, así como compromisos con el gran capital224. El elemento central de la teoría de la evolución social de Habermas, es la separación del trabajo y la interacción de la especie humana, en tanto, evolucionan en dos dimensiones distintas, promoviendo el desarrollo de las 224

Jürgen Habermas. The structures transformation of Public Sphere. The MIT Press. Cambridge. Massachusetts. 1991.

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fuerzas productivas, y el proceso de la estructuración de las instituciones normativas respectivamente. Habermas señala que “la liberación del hambre y la miseria no necesariamente convergen con la liberación del servilismo y la degradación, por cuanto no hay una relación automática entre trabajo e interacción”225. A partir de la disociación que realiza entre trabajo e interacción, construye su concepción de la racionalidad. En el campo del trabajo, se produciría la dimensión instrumental de la razón, que daría cuenta del desarrollo de las fuerzas productivas. La racionalización en la esfera de la interacción, fomentaría la razón comunicativa a través de la cual se lograría la utopía de la comunicación libre de dominación. Esta diferenciación, producto de la separación entre trabajo e interacción, la desarrolla en distintos niveles. A nivel metodológico, hace una diferenciación entre el análisis empírico y la investigación. En un nivel que podríamos denominar “casi-trascendental”, distingue el interés técnico en la producción del interés práctico que coadyuva en lograr una comunicación libre. En el nivel social, diferencia la acción propositiva racional del contexto institucional en el cual está enmarcada226. El trabajo y las instituciones normativas tienen desarrollos que no convergen, pero sin embargo serían interdependientes. De acuerdo a Habermas, esto lo capturó Marx en la dialéctica fuerzas productivasrelaciones sociales, pero en vano, por cuanto la restringió al marco de la producción material227. Posición de Habermas que es muy cuestionable, como veremos cuando abordemos la crítica de su teoría. Para Habermas, el desarrollo de las fuerzas productivas depende del proceso de aprendizaje: en la dimensión moral, de conocimiento práctico, acción comunicativa y regulación consensual de conflictos. Estos procesos de aprendizaje promoverían nuevas formas de relaciones sociales que 225

Jürgen Habermas. Theory and Practice. Heinemann. London. 1974. Thomas Mc Carthy. The critical theory of Jürgen Habermas. MIT Press. Massachusetts. 1981. 227 J. Habermas. La technique et la science comme idéologie. Editions Gallimard. Paris.1973. 226

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crearían modalidades más maduras de integración social, las cuales a su vez, generarían nuevas fuerzas productivas228. Habermas concibe la acción social en un marco compuesto por el trabajo, el lenguaje, y también el poder. Su praxis se sustentaría en aspectos claves que son el basamento de su teoría: el trabajo y la interacción. El primero motivaría la acción instrumental, y el segundo la acción comunicativa. Tanto Habermas y Hannah Arendt convergen en cuanto a diferenciar la práctica de la técnica realizada por Aristóteles, y que posteriormente fue olvidada por el pensamiento político moderno. De acuerdo a Habermas y también Arendt y Gadamer, la filosofía social moderna no tiene una relación con la práctica, sino que mantiene contactos con las acciones particulares tendientes a fines específicos y obedeciendo a recomendaciones sociotécnicas229. Habermas es un acérrimo crítico de la filosofía de la conciencia, por cuanto la fuente original de conocimiento y su validación están en el sujeto aislado, dejando de lado la interacción comunicativa. El “idealismo” de la filosofía sustentada en la relación sujeto-objeto conduce a un autocratismo posesivo e individualista, ya sea del tipo de una dialéctica absoluta o de un tecnoinstrumentalismo230. Habermas también critica a los que adoptan una posición postmoderna. Uno de sus libros más importantes La teoría de la acción comunicativa fue para plantear una alternativa dentro de la modernidad sin tener que “descender a posiciones post o anti-modernas, es decir un nuevo conservadurismo o un conservadurismo salvaje”231. Habermas, así como Gorz y Negri, cuestionan la ley del valor basada en la explotación del trabajo, atribuyéndole la generación de la plusvalía a las innovaciones científicas y tecnológicas. El socavar la ley del valor trabajo, les lleva igualmente a negar o darle una importancia secundaria a las 228

Alex Callinicos. Against Postmodernism. St. Martin’s Press. New York. 1989. Edouard Delsuelle. Le consensus impossible. Editions OUSIA. S.C. Bruxelles. 1993. 230 Ludwig Nagl. Obsolescence of the production paradigm? en Alienation, society and the individual. Editado por Felix Geyer y Walter R. Heinz. Transaction Publishers. New Jersey. 1992. 231 J. Habermas. Autonomy and Solidarity. London. 1985. 229

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contradicciones de clase, que son la base de la dinámica de la historia. Esta percepción repercute en la forma en que Habermas aborda la problemática de las crisis en el capitalismo. Éstas, en los países centrales, podrían ser amortiguadas por una combinación de políticas estatales y neocorporativistas realizadas por las asociaciones. Debido a ello, centra su análisis de las crisis en las que se generan por falta de racionalidad y legitimidad. La tendencia a la crisis de racionalidad se debería a la expansión creciente de las estructuras administrativas, que provocaría problemas de ingobernabalidad. A su vez, este tipo de crisis conduciría a las crisis de legitimidad. Éstas se ocasionarían por la intervención cada vez mayor del Estado en las esferas de la existencia, el empleo, la salud, la educación entre otros, lo que significa una manipulación de las tradiciones culturales por el sistema político. Habermas desarrolla su teoría del conocimiento articulándola con las experiencias e intereses. El conocimiento estaría enraizado en la historia e influenciado por el interés. Habría una “base de intereses” para lograr un entendimiento entre los humanos como productores de herramientas y que emplean el lenguaje para hacerse comprender. Deben producir a partir de la naturaleza para garantizar su existencia material, y comunicarse con otros mediante la intersubjetividad. El otro interés es la apropiación reflexiva de la vida humana. Este sería el interés emancipador. Es decir, que según su percepción del conocimiento, habrían tres tipos de interés: los técnicos, los prácticos y los emancipadores. Estos se materializarían mediante: el trabajo (acción instrumental), la interacción (lenguaje) y el poder. Ello conduciría a tres tipos distintos de ciencias: empírico-analíticas, histórico-hermenéuticas, y las críticas232. En las ciencias empírico-analíticas, Habermas incluye principalmente las ciencias naturales y también una parte de las sociales siempre y cuando produzcan conocimientos nomológicos. Como históricohermenéuticas, considera a las humanidades, y a las ciencias sociales que tengan un entendimiento interpretativo. En las ciencias críticas, comprende

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David Held. Introduction to critical theory. University of California Press. California. 1980.

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en primer término al psicoanálisis 233, así como a la crítica de las ideologías, y a la filosofía entendida como una disciplina reflexiva y crítica234. Habermas le da una gran importancia al psicoanálisis como ciencia crítica, por cuanto está orientada fundamentalmente a la autorreflexión, gracias a la cual el sujeto se liberaría de su dependencia de relaciones reificadas de poder, y, por ende, alcanzaría su emancipación. Sin embargo, hay que puntualizar que a nivel social, la problemática no puede reducirse a un tratamiento individualizado, por cuanto son grupos y clases los que están sometidos a relaciones de dominación. Es por ello, que la intención de Habermas de ligar la teoría y la práctica teniendo como modelo el psicoanálisis, es difícil de defender. Habermas desarrolla una teoría de la comunicación sustentada en la intersubjetividad. Para él, el descontento que se muestra con relación a las instituciones públicas, no es motivado por la capacidad monológica del sujeto, sino por el discurso público. Es por ello que Habermas se vuelca a las relaciones ínter subjetivas, debido a lo cual sugiere la reinterpretación del proceso generado por el imperativo categórico de Kant. Esta “transformación” forma parte del núcleo de su teoría del discurso práctico, lo que implica que una de las máximas de Kant “pensar desde el punto de vista de los otros” sea concebida no como un principio de universalidad imaginaria, sino como un discurso real y empírico235. La racionalización comunicativa, tendería a la disolución de los obstáculos internos y externos que distorsionan de manera sistemática el proceso de comunicación, que es el sustento de la acción comunicativa. La distorsión en las comunicaciones se debería a: desviaciones en las convenciones lingüísticas reconocidas; en una repetición mecánica de patrones de comportamiento; y el hecho de ir contra las descripciones entre diferentes niveles de comunicación. La comunicación distorsionada, al promover una 233

Según Habermas, la “traducción” del inconsciente en consciente es un proceso de autorreflexión. 234 Jürgen Habermas. Knowledge and Human Interests. Jeremy Shapiro.London. 1971 235 Ludwig Nagl. Obsolescence of the production paradigm? En Alienation, society and the Individual de Felix Geyer y Walter R. Heinz. Transaction Publishers. New Jersey. 1992.

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distribución desigual del diálogo, atentaría contra el “discurso ideal” que se basa en la tesis de la simetría236. Habermas y Arendt presentan diferencias en cuanto a la legitimidad de los acuerdos íntersubjetivos. Para Arendt, éstos no son auténticos, sino emanan de una pluralidad de puntos de vista, sin pretender ninguna certeza racional. Lo que se busca es la imparcialidad, que trata de lograr “la mentalidad amplia”. Habermas, por el contrario, le otorga un poder cognitivo a la opinión pública y al consenso que de ella emerge. Esta sería la única manera de poder articular la intersubjetividad con la autorreflexión, es decir la capacidad de emanciparse de las mediaciones que producen las ideologías. Progresar significa disolver las ideologías y el fetichismo, realizar una comunicación libre de dominación, y cultivar una opinión pública racional. Habermas adopta una posición cautelosa con relación al papel de la tradición en los procesos sociales, por cuanto sería peligroso abordar la problemática de la tradición en el marco de una auto-suficiencia absoluta. Con el fin de desentrañar su impacto, se haría necesario de una hermenéutica profunda que posibilite analizar las historias de las tradiciones que permita revelar las fuentes no sólo de cohesión social, sino también de dominación y distorsión en la comunicación social. Esta posición de Habermas con respecto a la tradición es muy distinta a la que adopta Gadamer. Para éste, la tradición no es una barrera al entendimiento, más aún, no se puede escapar a la historicidad de las tradiciones. Las cuestiones teóricas y prácticas sólo admitirían la verdad dentro de los términos de referencia de la tradición. Habermas critica la postura de Gadamer con respecto a la tradición, en tanto este último adopta una posición no crítica en cuanto a ella. Lo que le faltaría a Gadamer, según Habermas, sería un análisis histórico-crítico de la tradición, y de la ubicación de ésta en la totalidad social. El cuestionamiento de Habermas a la posición de Gadamer para con la tradición tiene un 236

John B. Thompson. Critical Hermeneutics. A Study in the thought of Paul Ricoeur and Jürgen Habermas. Cambridge University Press. Cambridge. 1981.

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interés político concreto. Define donde se ubicaría el fundamento de la legitimidad, ya sea en la tradición o en la razón y la reflexión237. Habermas plantea que la validez moral, así como las cuestiones prácticas pueden derivarse de la razón. Visualiza la acción moral como esencialmente comunicativa, por cuanto no podría concebirse al sujeto moral, al sujeto de la praxis, fuera de relaciones de comunicación con otros. Para Habermas, un basamento último de la moral, es inútil e imposible. El fundamento último, debería ser reemplazado por la moralidad, que se encuentra en la estructura de la actividad comunicacional, moralidad sin la cual el individuo sería destinado a la autodestrucción. Las intuiciones morales cotidianas no tendrían la necesidad de la iluminación de los filósofos238. Habermas establece una vinculación estrecha entre ética y política. No admite una ética negativa producto de una diferenciación entre ésta y la política. Para Habermas, al igual que Arendt, el ideal ético-político moderno descansaría en el consenso que se alcanzaría mediante el ensanchamiento del espacio público. Habermas plantea que, para lograr una articulación estrecha entre ética y política, la conciencia crítica, por más negativa que sea, debe tener un lado afirmativo, es decir estar animada por un ideal de reconciliación. Esta reconciliación estaría inscrita en una estructura trascendental del lenguaje, pero más exactamente en cada acto de lenguaje. La ética es co-originaria de la infraestructura práctico-lingüistica, que toma en cuenta a nivel de lo cotidiano lo político y lo histórico239.

4. Crítica de Habermas a Marx El aspecto medular que critica Habermas de la teoría desarrollada por Marx, es la forma en que éste relaciona las fuerzas productivas y las relaciones sociales. Este cuestionamiento de Habermas es la base de su construcción teórica. Para Habermas, Marx realiza una distinción analítica entre dos 237

David Held. Introduction to critical Theory. University of California Press. California. 1997. Karl Otto Apel. Penser avec Habermas contre Habermas. Editions de l’Eclat. 1990. 239 Edouard Delruelle. Le consensus impossible. Editions OUSIA SC. Bruxelles. 1993. 238

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dimensiones dialécticamente relacionadas en el marco del proceso reproductivo de la sociedad en su conjunto. Por un lado, se encuentra el espacio del progreso científico-técnico, que estaría sustentado en el desarrollo de las fuerzas productivas; y por otro, el campo institucional, el de las relaciones sociales de producción. Según Habermas, Marx se habría equivocado al establecer una relación dialéctica entre ambos, por cuanto las fuerzas productivas y las relaciones sociales pertenecerían a estructuras distintas. Las fuerzas productivas materializarían un saber técnico, en tanto que las relaciones sociales un saber práctico240. Habermas considera que muchas de las dificultades teóricas, pero también prácticas de Marx, derivan de su énfasis en las fuerzas productivas como motor de la historia. Marx centraría el proceso de aprendizaje en la dimensión de las fuerzas productivas, sin tomar debida cuenta que éstas también se llevan a cabo en la dimensión moral, acción comunicativa, y en la regulación consensual de los conflictos en la acción. Esos procesos del conocimiento se expresarían en formas más maduras de integración social en nuevas relaciones de producción, que a su vez harían posible la introducción de nuevas fuerzas productivas241. Los representantes de la Segunda Internacional y Stalin hicieron más mecánica la visión de Marx con relación al primado de las fuerzas productivas. Marx aborda de manera menos lineal y en forma más compleja el papel de las fuerzas productivas. En su obra global, se puede apreciar como Marx determina el carácter no neutro de las fuerzas productivas al ser éstas permeadas por las relaciones sociales, además de señalar a estas últimas como su categoría central dentro de su concepción teórica. Sin embargo, los defensores, así como los críticos del rol motor de las fuerzas productivas realizan sus análisis circunscribiéndose a la Introducción de la contribución a la crítica de la economía política242.

240

Jürgen Habermas. Après Marx. Hachette littérature. Paris. 1997. David Held. Introduction to critical Theory. University of California Press. California. 1997. 242 Cristian Gillen. El Primado de las fuerzas productivas y el socialismo. Editorial Horizonte. Lima. 1986. 241

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Los miembros de la Segunda Internacional y Stalin consideran que el desarrollo endógeno de las fuerzas productivas ocasionaría una crisis en las relaciones sociales, lo cual crearía las condiciones para instaurar el socialismo. Como se puede apreciar, la técnica reemplaza a la praxis, y la razón instrumental a la dialéctica. Para Habermas, esta visión catastrofista de Plejanov, Kautsky y de Stalin, no es correcta. La posición de Habermas, con respecto a la relación entre fuerzas productivas y relaciones sociales, es bastante ambigua. En algunos casos, le otorga un papel relevante a las fuerzas productivas en la dinámica social, en otros las subordina a las relaciones sociales, básicamente cuando se refiere al caso del desarrollo histórico de Europa. El problema de Habermas es que entiende al trabajo como una fuerza productiva. En la reproducción social del capitalismo, el eje central son las relaciones sociales, y las fuerzas productivas son expresión del trabajo social pasado, que son relaciones sociales que se llevaron a cabo en un determinado momento histórico. Este aspecto será desarrollado en profundidad posteriormente. Habermas, que es un estudioso de Freud, por cuanto, como ya vimos, clasifica al psicoanálisis como una ciencia emancipadora, plantea que éste concibió las relaciones entre fuerzas productivas y relaciones sociales de una manera similar a Marx, pero al no circunscribirse sólo al trabajo y la producción, pudo abordar de una manera más idónea la problemática de la ideología. Para Freud, la represión estaba en función del desarrollo de las fuerzas productivas. A medida que la represión decrecía, el marco institucional podía modificarse para adecuarse a las necesidades de mayor gratificación. Según Habermas, el hecho de que Freud haya concebido a las instituciones sociales como resultado de las necesidades reprimidas, y por lo tanto, fuente de las comunicaciones distorsionadas, le daba a este último más posibilidades de dar cuenta de la ideología que Marx. Al centrarse, no en el trabajo, sino en el desarrollo de las necesidades y los patrones motivacionales, Freud sería capaz de percibir el poder de las normas sociales.

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Habermas, además de cuestionar la vinculación dialéctica que el marxismo hace entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales, también critica la relación mecánica que este último establece entre la infraestructura, que es lo económico y la superestructura política, al plantear que esta última es prácticamente el reflejo de lo que pasa en la base económica. Según Habermas, esto se debería al error marxista de articular de manera dialéctica el sistema y el mundo de la vida. Ello no posibilitaría establecer una debida separación entre el sistema que se ha constituido en el mundo moderno y las formas de su institucionalización. Para Habermas, Marx habría estado persuadido a priori, que en el capitalismo no existía ninguna otra cosa que una relación mistificada de clase. Lo señalado, no permitiría visualizar los aspectos positivos de la administración moderna del Estado en el contexto sistémico de la economía capitalista243. Habermas piensa que Marx tiene una concepción demasiado productivista de la reproducción social. Marx tendería a concebir el proceso de formación de las especies de manera unidimensional, por cuanto se centraría sólo en la actividad productiva. Basándose en la física, Marx concebiría las “leyes económicas” de manera similar a las “leyes naturales”. Para Habermas esta concepción instrumental de la producción habría conducido a reducir la praxis social a un mero cálculo de medios y fines. Según Habermas, en la concepción teórica de Marx, habría una tensión básica no resuelta entre el reduccionismo productivista de su esquema teórico y el carácter dialéctico de su investigación social. Los representantes de la Segunda Internacional y Stalin pensaron haber “remediado” esta ambigüedad, centrándose exclusivamente en lo “científico” del trabajo de Marx sustentado en el desarrollo de las fuerzas productivas. La economía política se concibió como una ciencia basada en “leyes de hierro”, que regían el desarrollo del capitalismo y su caída244.

243

Jürgen Habermas. The Theory of Communicative Action. Beacon Press. Massachusetts. 1987. 244 Thomas Mc Carthy. The critical theory of Jürgen Habermas. The MIT Press. Massachusetts. 1996.

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Habermas diverge con la forma en que Marx conceptúa la categoría trabajo, ello por cuanto éste lo entiende sólo del lado de la relación del hombre con la naturaleza245. Según Habermas, el trabajo social en Marx es como un proceso natural que crea las condiciones para una posible reproducción de la vida humana, y una categoría epistemológica que produce las condiciones transcendentales para la objetividad de la experiencia humana. El enfoque de Marx en cuanto al trabajo social no le habría permitido tener una base filosófica adecuada para su teoría de la crítica social y le habría conducido a éste a sobredimensionar el carácter epistemológico de la ciencia natural, lo cual induciría a un positivismo latente246. Habermas, así como es un crítico de la concepción del trabajo en Marx, también lo es de la teoría del valor, posición que se está generalizando en la actualidad con los trabajos de Negri, Gorz entre otros, que siguen prácticamente la misma línea de análisis desarrollada por Habermas. Para éste, al igual que los otros autores mencionados, en el capitalismo avanzado, la tecnología y la ciencia se habrían convertido en la fuerza productiva principal, haciendo obsoleta a la teoría del valor basada en el trabajo, debido a que la plusvalía creada por el trabajo inmediato sería reducida, si se compara con la generada por la ciencia y la tecnología 247. Por otro lado, Habermas señala que la ley del valor en el capitalismo moderno no podría ser utilizada para analizar las contradicciones sociales, puesto que el sistema productivo actual no produciría contradicciones que puedan llevar a un proceso revolucionario248. Habermas se opone al enfoque de Marx con respecto a la praxis, dado que se concebiría en el marco de la filosofía de la conciencia, y no de la intersubjetividad. Es por ello que la filosofía de la praxis de Marx le habría 245

Una crítica más extensa sobre la forma en que Habermas aborda la concepción del trabajo se realizará en el punto específico dedicado a la crítica de la posición teórica de Habermas. 246 John B. Thompson. Critical Hermeneutics. A Study in the thought of Paul Ricoeur and Jürgen Habermas. Cambridge University Press. New York. 1995. 247 Jürgen Habermas. Towards a rational society. London. 1971. 248 Paul Walton and Andrew Gamble. From alienation to surplus value. Sheed and Ward Ltd. London. 1976.

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otorgado un papel privilegiado a la relación entre el sujeto actuante y los objetos manipulables del mundo. Esta visión de Habermas es errónea, por cuanto Marx establece una relación dialéctica entre las clases, yendo mucho más allá que Habermas, el cual privilegia la intersubjetividad entre individuos. De ahí la diferencia política entre ambos. Marx señala que en el capitalismo existe una posición de contradicción entre las clases no reconciliable, en tanto Habermas concibe la posibilidad de una comunicación racional que conduzca al consenso entre los individuos independientemente de su posición de clase. Para Habermas, refiriéndose siempre al prefacio a la Contribución a la crítica de la economía política, Marx tendería a reducir lo práctico a la actividad técnica, es decir al trabajo productivo o acción instrumental. Este supuesto reduccionismo en Marx ocasionaría que su teoría social pierda su capacidad explicativa como consecuencia del carácter previsible que tendría el fin histórico en una sociedad sustentada en el trabajo. En una sociedad compleja como es el capitalismo moderno, sobre todo en los países avanzados, la práctica entendida como una interacción gobernada por la norma no podría ser analizada según Habermas por un modelo basado en la venta de la fuerza de trabajo y consumo de valores de uso249. Como ya señalamos anteriormente, la crítica de Habermas a Marx se basa fundamentalmente en la concepción del trabajo que tiene éste y que quiere también asignar a Marx. No toma en cuenta que Marx no concibe el trabajo de manera monológica, es decir limitándose a la relación hombrenaturaleza. Marx tiene como uno de los elementos centrales de su sistema teórico al trabajo alienado, que expresa la distorsión de las relaciones sociales que es su categoría central. Lo señalado se puede ver claramente en los Manuscritos filosóficos de 1844 y en la Ideología alemana. Para Habermas, el papel central y casi totalizador que le otorga Marx al trabajo lo conduciría a incorporar el mundo del lenguaje al mundo del trabajo, lo cual no le permitiría crear una metateoría que relacione el trabajo 249

Jürgen Habermas. The philosophical Discourse of Modernity. MIT Press Cambridge. Massachusetts. 1996.

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y la interacción, y las respectivas formas de lenguaje que se generan en cada uno de estos campos. Asimismo, critica la concepción dialéctica de la razón que utiliza Marx para explicar la transformación del trabajo en valor de cambio, el cual involucraría un proceso de “abstracción real”, donde el trabajo se disocia de su forma concreta como modo de auto-expresión y auto-satisfacción. Habermas plantea que el análisis de la “abstracción real” estaría en el marco de la lógica de Hegel, que iguala verdad con totalidad. En ese modelo, cualquier abstracción o pérdida de unidad generaría alienación. Esta metodología de Marx, según Habermas, lo llevaría de una manera similar que al joven Hegel, a ver no sólo el capitalismo, sino la sociedad moderna en general, como algo patológico producto de una sociedad de clases250. Habermas piensa que Marx, al sustentar su materialismo en el trabajo, motivó que su epistemología esté imbuida de positivismo251. El trabajo, visto de acuerdo a Habermas como relación hombre-naturaleza, habría llevado a que Marx tome a las ciencias naturales como su paradigma básico del conocimiento. El interés técnico sería el interés clave del conocimiento. Marx, de acuerdo a Habermas, no lograría distinguir las diferencias de lógica entre las ciencias empírico-analíticas y las ciencias humanas. La concepción positivista de Marx, según Habermas, lo haría ver de manera muy restrictiva la emancipación de los seres humanos. Para Habermas, la liberación del hombre no significa sólo superar sus limitaciones materiales, sino que también sería necesario hacerlo con las comunicaciones distorsionadas. Para ello, habría que elevar el nivel de reflexión de los individuos con el fin de que puedan progresar hacia su emancipación. Igualmente, Habermas critica a Marx, pero particularmente a Engels por su concepción cientificista de la revolución. Este cuestionamiento se sustenta en la visión que ambos tendrían de la revolución al concebirla de acuerdo al modelo de la revolución industrial. Esta surgiría como un efecto mecánico, como consecuencia de la expansión de las fuerzas productivas. Esta 250

David Ingram. Habermas and the Dialectics of reason. Yale University Press. New Haven. 1987. 251 Jürgen Habermas. Connaissance et intérêt. Editions Gallimard. Paris. 1976.

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conceptuación de la revolución legitimaría el oportunismo y el estalinismo, según el cual el Partido es el portador de la verdad252.

5. La alienación en Habermas Antes de analizar la forma de Habermas de visualizar las interferencias económicas y políticas en el mundo de la vida en el capitalismo, en especial en el avanzado, haremos una explicación sucinta de cómo el filósofo alemán concibe la sociedad y de la lógica que sigue su integración. Habermas, como ya se ha visto, conceptúa la sociedad en dos niveles. Uno que denomina “el mundo de la vida”, y el otro que llama “sistémico”. Habría, según él, un proceso de integración que se daría entre los individuos en la sociedad, y otro a nivel del sistema que se realizaría a través del dinero y los medios de comunicación, entre otros. Entre estos dos niveles se generarían mediaciones, lo que produciría una colonización del mundo de la vida que ocasionaría formas socialmente patológicas. El “sistema” está constituido por los subsistemas: de la economía; y de la administración del Estado. El otro nivel, el del mundo de la vida, está conformado por una esfera privada, donde se encuentran la familia, la vecindad, entre otros; y también por un espacio público de los ciudadanos. La esfera privada del mundo de la vida se relaciona con el sistema económico mediante las intermediaciones que se dan; por un lado, a través del poder que se ejerce sobre la fuerza de trabajo, y el dinero que recibe ésta por su trabajo; y por otro, por el dinero que se obtiene por los bienes y servicios que se producen. Con respecto a la relación de mediación que se da entre la esfera pública del mundo de la vida y el sistema administrativo del Estado moderno, ésta se lleva a cabo mediante el dinero que se paga por los impuestos, y el poder que se ejerce en el proceso de la toma de decisiones políticas y en lograr el apoyo de las masas253. 252

Frédéric Vandenberghe. Une histoire critique de la sociologie allemande. Editions La Découverte. Paris. 1997. 253 Jürgen Habermas. The theory of Communicative Action. Volume Two. Beacon Press. Boston. 1987.

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Los subsistemas de la economía y la administración del Estado realizarían sus coordinaciones sin recurrir al mundo de la vida. Sus acciones no serían mediadas por el lenguaje, sino que estarían siendo controladas por medios reguladores. En la medida que esas funciones de reproducción material no demandarían, por su naturaleza, ser hechas mediante acciones de comunicación, éstas podrían llevarse a cabo sin consecuencias patológicas. Lo señalado no sucedería en el caso de las funciones de reproducción simbólica, por cuanto éstas tendrían que ser efectuadas a través de acciones comunicativas. Si los medios de reproducción material irían más allá de sus dominios, entonces harían emerger en el mundo de la vida efectos patológicos de reificación. Es decir, que de acuerdo a Habermas, la disociación del mundo de la vida con respecto a los subsistemas económicos y del Estado no sería en sí patológica. El proceso de reificación se generaría solamente cuando los subsistemas penetran en el mundo de la vida, destruyendo la infraestructura comunicativa, lo que posibilitaría su reproducción racional254. Habermas, en un determinado momento de su producción teórica, ya no considera el sistema y el mundo de la vida como dos esferas separadas. Introduce el derecho para asegurar la articulación entre ellas. El sistema administrativo del Estado debería “ligarse” al mundo de la vida a través del derecho. Este aparecería como un medio de transformación del poder de la comunicación en poder administrativo255. Habermas concibe la alienación en el marco del proceso de subordinación del mundo de la vida al sistema, es decir se distancia de Marx, para quien la alienación es producto de la forma que adopta el trabajo en el capitalismo. Asimismo, Habermas encuadra su teoría de la reificación dentro del actuar comunicativo, posición distinta a la que adoptó en un primer momento, en que explicaba la alienación en términos de la ideología tecnocrática. Esto

254

Ibíd. Frédéric Vandenberghe. Une histoire critique de la sociologie allemande. La Découverte. Paris. 1997. 255

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último se puede apreciar de manera clara en su libro La técnica y la ciencia como ideología. Este cambio de posición en Habermas se debe a que, a partir de mediados de los cincuenta, comienza a alejarse de la concepción de la técnica de Heidegger. Ya no la considera como el aspecto central que ocasionaría la reificación, sino que le asigna la posibilidad de convertirse en un medio de emancipación. No sería la técnica la que desencadenaría un proceso patológico, sino que más bien ello se debería al tecnocratismo. Para superar lo anterior, ya no se requeriría de un nuevo estilo de vida, sino de la democratización de la sociedad y las empresas256. Dentro de esta nueva concepción que tiene Habermas del proceso de reificación en el capitalismo, plantea que éste se debe a que los subsistemas del Estado y la economía penetran en los campos de la reproducción cultural, y de la socialización, motivando una deformación patológica en las estructuras de la comunicación del mundo de la vida, lo que pondría en peligro la reproducción simbólica. El dinero y el poder, que son los medios que emplean los subsistemas económicos y administrativos del Estado para introducirse en el mundo de la vida, serían las causantes de relaciones cosificadas entre los actores. Este actuar llevaría a que se considere como única racionalidad la instrumental, dejando a un lado la racionalidad comunicativa que cumpliría un rol esencial para el logro de un consenso racional. Habermas no se limita a analizar la reificación a nivel de la sociedad en su conjunto, sino también estudia la alienación que se da en el seno de las empresas. Con ese fin, distingue tres tipos distintos de racionalizaciones que imperarían en las empresas. La “racionalización técnica”, sustentada en la mecanización y automatización; la “racionalización económica”, basada en la concentración horizontal y vertical de la empresa; y la “racionalización social”, que está vinculada a la problemática generada por la organización del trabajo “desde arriba”, lo que no permitiría lograr la satisfacción del trabajador en las funciones que ejecuta. Pero la lógica que sigue la 256

Frédéric Vandenberghe. Ibíd.

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estructuración del trabajo, no es sólo, según Habermas, responsabilidad de la “racionalización social”, sino que depende asimismo de la “racionalización técnica” y de la “racionalización económica”. Habermas aspira a una visión reflexiva del mundo y plenamente descentrada que abra la posibilidad a una racionalización cultural, es decir a una percepción reflexiva de las tradiciones, y a una diferenciación entre las esferas de lo verdadero, del bien y de lo bello.

6. Habermas y la política En términos generales, se puede decir que la propuesta política de Habermas no rompe con la lógica interna de las relaciones sociales capitalistas. Más bien, aspira a una reforma de éstas. Nos esforzaremos de demostrar lo planteado en los párrafos siguientes. De acuerdo a Habermas, después de la Segunda Guerra Mundial algunos partidos reformistas, fundamentalmente pragmáticos, habrían alcanzado éxitos en lo referente a un compromiso para establecer un Estado social que logró penetrar en el seno de las estructuras sociales. La profundidad de esas intervenciones del Estado social, habría sido siempre subestimada por lo que Habermas denomina “la Izquierda radical”. Los éxitos obtenidos por la socialdemocracia condujeron supuestamente a que ésta renunciara a su democracia radical e hizo que aprendiera a vivir con aspectos normativos no deseados motivados por el crecimiento capitalista. Para Habermas, lo que realmente estaría poniendo en juego no sólo a la socialdemocracia, pero también a la misma economía de mercado, no sería la lucha de clases sino los propios logros del capitalismo que, según él, serían: la compenetración sin suturas entre fuerzas productivas y fuerzas destructivas; así como el crecimiento que no tiene ninguna orientación cualitativa debido al desarrollo ciego de las fuerzas productivas257.

257

Jürgen Habermas. La necesidad de revisión de la izquierda. Editorial Tecnos S.A. Madrid. 1996.

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Como se puede apreciar, Habermas toma distancia con relación a los análisis políticos sustentados en la lucha de clases y los sujetos históricos. Habermas no busca utopías basadas en la eliminación del trabajo alienado producto de las sociedades de clases. Rechaza las ideas, que considera anticuadas, de obtener cambios revolucionarios en base a un proceso destinado a crear trabajadores libres que autodeterminen sus formas de organización social y política. Para Habermas, lo medular sería que tanto el dinero como el poder no distorsionen las acciones comunicativas que representan a la vida privada y los espacios públicos, que serían básicamente espontáneos. Si no se lograría evitar esto, el mundo de la vida sería invadido por los efectos deformadores de la racionalidad económica y burocrática. Habermas, en su propuesta de cambio societario considera que es indispensable mantener el mercado. Según él, “las sociedades no pueden reproducirse si no se mantiene intacta la lógica sistémica de una economía regulada a través de mercados”258. Por ello, la socialdemocracia tendría como fórmula universal la domesticación social y la preservación de la economía de mercado. Habermas postula igualmente a la regulación social del Estado intervencionista. Lo planteado, piensa alcanzarlo sometiendo los procesos de decisión y evaluación de la administración pública al poder generado por la acción comunicativa. Habermas pone especial cuidado en señalar que esta subordinación del Estado a la democracia comunicativa no tiene por objetivo la toma de éste259. Este proceso de abrir los espacios públicos de deliberación, con el fin de controlar al Estado, permitiría lograr una democracia social que neutralice los efectos no deseados del mercado capitalista, sobre todo la eliminación del desempleo real. Habría que crear un “Estado reflexivo” que pueda sacar las consecuencias pertinentes de las experiencias, especialmente de las que llevó a cabo mediante la intervención en el mundo de la vida a través del poder y el dinero, para evitar los efectos patológicos que produjo.

258 259

Ibíd. Ibíd.

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7. Critica a Habermas La teoría crítica de Habermas adolece de un conjunto de problemas que es relevante elucidar, con el fin de que ello permita coadyuvar en el complejo proceso de buscar creativamente una teoría que ayude en la lucha para superar las relaciones sociales capitalistas, que como ya hemos visto, generan alienación, coerción y explotación. La teoría crítica de Habermas evidencia poco interés en los problemas filosóficos, a diferencia de Marx, cuya preocupación filosófica le posibilitó penetrar con claridad en los espacios económico y político, utilizando la categoría filosófica relaciones sociales para desentrañar las principales concepciones económicas y políticas como valor, mercancía, salario, precio, Estado, entre otros. Esta limitación en Habermas explica en parte porque éste no descifra la lógica que sigue el capital y el papel que desempeña en su seno la burguesía y los trabajadores. Habermas tendió a concentrarse principalmente en la estética y la cultura. En la teoría crítica de Habermas, el aspecto medular reside en la diferencia que hace entre trabajo e interacción, a partir de la cual construye su teoría, como ya lo señalamos anteriormente. Sin embargo, al ser el trabajo una relación social, y por lo tanto una interacción, la distinción que realiza Habermas resulta poco sustentable. Para llegar a esa disociación, Habermas visualiza el trabajo no como una relación social, sino como una fuerza productiva neutra. En su concepción del trabajo, elimina los aspectos normativos y de cooperación planteados por Marx, sobre todo en sus Manuscritos filosóficos de 1844 y en La Ideología Alemana. La diferenciación entre trabajo e interacción sugiere que la actividad comunicativa no tiene nada de estratégico al excluir de ella la lógica instrumental260. La producción es vista por Habermas en la misma lógica que el trabajo, es decir en el marco de fuerzas productivas neutras que se combinan entre sí. En la producción, no considera la interacción, y en ese contexto, no toma en 260

Habermas apoya su separación entre el trabajo y la interacción basándose en los trabajos de Hegel sobre la intersubjetividad, que éste llevó a cabo en Iena y que posteriormente abandonó por la filosofía de la reflexión. El joven Hegel visualizaba la formación del espíritu en base al trabajo, el lenguaje y la interacción.

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cuenta las relaciones de poder y la toma de posiciones políticas y morales, que intervienen en las relaciones laborales261. La disociación entre trabajo e interacción, aparte de concederle una concepción de neutralidad al aspecto medular de su teoría, lleva a potenciar el dualismo dentro de ésta. Así tenemos que, además de separar el trabajo y la interacción, hace lo mismo entre el sistema y el mundo de la vida, y entre la racionalidad y la emancipación. En lo que respecta a la separación entre sistema y mundo de la vida, está motiva problemas difíciles de explicar en el marco de la realidad capitalista. Esta disociación le sirve para establecer dos formas de integración: la económico-administrativa que estaría cohesionada por medios reguladores, y el mundo de la vida por la comunicación. La primera actuaría en el sistema bajo una modalidad teleológica, mientras que el mundo de la vida operaría bajo una forma comunicativa. Esto implicaría que existen dos supuestos muy alejados de la realidad capitalista que son: un conjunto organizado de acciones desprovisto de normas, y una esfera de comunicación sin relaciones de poder262. Es difícil determinar un agente concreto de transformación social en Habermas. Debido a ello, éste tiende a situarse en un nivel muy genérico, limitándose a señalar las tendencias intrínsecas de la crisis del capitalismo avanzado. El sujeto organizador, el sujeto clase, es sustituido por la comunidad comunicativa, que es la que organizaría sus prácticas en función a normas establecidas racionalmente, normas que dependerían del consenso al cual debería llegarse a través de un diálogo sin restricciones263. Pareciera que Habermas considera la posibilidad de hacer la historia en base a la idea kantiana de la mayoría. Los enfrentamientos políticos en el capitalismo avanzado no se darían en el marco de la lucha de clases, sino en una esfera pública repolitizada, donde los individuos o grupos actuarían en base a la racionalidad comunicativa. 261

Cristian Gillen. La Organización social de la producción como dinámica del desarrollo. Editorial Horizonte, Lima, 2001. 262 Frédéric Vandenberghe. Une histoire critique de la sociologie allemande. La Découverte. Paris. 1997. 263 Christopher Falzon. Foucault and social dialogue. Routledge. London. 1998.

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Sin embargo, sin un movimiento político organizado que pueda articular y defender los intereses de los trabajadores y oprimidos en general, es muy difícil poder lograr la capacidad combativa para transformar la compleja realidad capitalista donde existen grandes grupos de poder que defienden la lógica de alienación y explotación capitalista. Muestra de ello son las guerras e invasiones desatadas por el imperialismo difícilmente justificables desde el punto de vista de la razón, aun en la versión ampliada de Habermas. Habermas, a diferencia de los principales representantes de las luminarias que construyeron su proyecto tomando como eje principal al sujeto, lo sustenta principalmente en el lenguaje, en base al cual formula su teoría del actuar comunicativo. Hace del lenguaje algo angelical, contrariamente a los estructuralistas que lo diabolizaron264. Según Habermas, la estructura del lenguaje estaría orientada al consenso universal. El pragmatismo universal, que desarrolló, refuerza este planteamiento. En cada acto de comunicación, habría una condición “casi-trascendental de un consenso”265. El proceso de comunicación que reivindica Habermas se da en el marco de un diálogo totalizante, por cuanto postula una forma de vida unificada fundamentada en normas sociales, que serían universales, en las cuales todos estarían de acuerdo, y que tendrían la capacidad de regular el comportamiento de los distintos participantes. Cualquier cosa que no adopte esa direccionalidad universal y totalizadora no constituiría un dialogo racional. Habermas mantiene la universalización kantiana contra las particularidades de los grupos e individuos, que hace que unos se diferencien de otros266. Habermas tiene una concepción del lenguaje unitaria y holista, a pesar de sus consideraciones pragmáticas con respecto a éste. Según él, el lenguaje sería un acto de comunicación permeado por las prácticas sociales. Sin 264

Perry Anderson. In the tracks of Historical Materialism. London. 1983 Christopher Falzon. Op. cit. 266 Thomas Mc Carthy. The critical theory of Jürgen Habermas. MIT Press. Massachusetts. 1981 265

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embargo, un análisis detallado de su obra muestra que a lo largo de ésta, no se aprecian juegos de lenguaje concretos. Más bien, la tendencia es a focalizarse en una acción comunicativa de orientación universal para lograr un discurso puro. Pareciera que Habermas tendría como modelo del lenguaje el desarrollado por Wittgenstein en Tractatus, con su visión kantiana de un solo lenguaje ideal verdadero al cual deberían subordinarse los otros lenguajes. Posición que posteriormente modificaría Wittgenstein en su libro Cuadernos filosóficos, donde privilegia el juego de lenguajes, al cual paradójicamente Habermas nombra como base de sus planteamientos. Además, en su teoría de la comunicación, con el fin de no poner en juego su ideal de un diálogo puro, sublima las relaciones de poder que distorsionan las comunicaciones. La crítica práctica que se opone a la dominación se reduce a una disolución reflexiva de las deformaciones en el dialogo. En esta concepción idealizada del lenguaje y la comunicación, Habermas aspira a que un diálogo abierto e irrestricto lleve a la verdad del asunto materia de la discusión. Ello trae consigo algunos problemas que analizaremos a continuación. En primer término, presupone la concepción idealizada de que un dialogo bien llevado conduciría inevitablemente a un acuerdo, y no a un desacuerdo como es práctica bastante frecuente en los diversos campos de la vida real. Además, presume que si se alcanza un consenso, se habría logrado la verdad. Muchas veces, en la realidad concreta, pueden obtenerse acuerdos por consenso, en el campo de las ciencias también, aún si son falsos. Uno de los casos más notorios, fue el consenso que se logró en la teoría desarrollada por Lyssenko en el campo de la biología en la antigua Unión Soviética, que tuvo nefastas consecuencias en el desarrollo de esa ciencia en ese país267. La teoría del conocimiento de Habermas contiene conflictos internos o, en el mejor de los casos, aspectos oscuros que son difíciles de poder aceptar. Su concepción bastante tecnocrática del trabajo, al cual reduce a un simple proceso técnico de transformación de la naturaleza y cuya lógica estaría regida por la racionalidad técnica, da la impresión que la naturaleza adoptaría posiciones encontradas. Por un lado, asumiría un status trascendental 267

Dominique Lecourt. Lyssenko. Histoire réelle d’une “science prolétarienne ». Maspero. Paris.

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de una objetividad constituida, y que, por lo tanto, no podría dar lugar a un sujeto constituido. Sin embargo, por otro, da la sensación de ser un campo de subjetividad, lo que impediría que sea una objetividad constituida. Ello parece indicar que Habermas no toma una posición clara y oscila entre ambas. Así tenemos que, por un lado, la acción instrumental para él conduce a que nuestro conocimiento tenga el interés de controlar los procesos naturales. La objetividad de la experiencia resultaría de la acción humana. Pero también, de los planteamientos de Habermas surge la idea de que una objetividad particular de la naturaleza aparecería en cada sistema social. Es decir, que la naturaleza sería una objetivización del sujeto del conocimiento, un sujeto constituido de acuerdo a la acción propositiva racional. Por otra parte, en los trabajos que desarrolla Habermas, lo antes señalado estaría motivado por la emergencia de la vida humana sustentada en el trabajo y la interacción, que está expresada en la teoría de la evolución. Ahí pareciera que la naturaleza es el campo de la subjetividad, lo cual es incompatible con su situación de objetividad constituida. Dentro de esta situación bastante paradójica, Habermas tiene la propensión de asignarle a las condiciones subjetivas del conocimiento un carácter natural, por cuanto ellas “emergieron de forma contingente de la evolución natural de las especies humanas”268. Habermas asume el consenso como uno de los aspectos medulares de su teoría de la comunicación, lo cual, por decir lo menos, es bastante discutible. Antes de abordar la problemática suscitada por ello, es conveniente situar la posición de Habermas con respecto al consenso en el marco de la historia de la filosofía. Siempre ha existido una gran división en relación a este tema en el campo de la filosofía. Por un lado, se encuentra la tradición platoniana que busca un orden mediante principios universales únicos. Por otro, está la aristotélica, que pretende alcanzar un equilibrio en la diversidad y la división. Mientras que los platonianos favorecen la uniformidad racional lograda mediante un consenso armónico, los aristotélicos privilegian la diversidad creativa en el marco de un desacuerdo limitado. Asimismo, es bueno agregar que, aparte de lo señalado, en la 268

Cita del libro de Habermas Knowledge and Human interests, hecha por Thomas Mc Carthy. The critical theory of Jürgen Habermas. MIT Press. Massachusetts. 1981.

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historia de la filosofía occidental el consenso ha sido concebido de manera positiva. En la Edad Media, se pensaba que el consenso era algo asegurado por dios. Kant, en el siglo dieciocho, lo veía enraizado en la verdadera naturaleza de la razón. Hegel, en el siglo diecinueve, lo consideró como algo garantizado por el espíritu que actúa a través de la historia. Habermas, en el siglo veinte, concibe el consenso como un aspecto inherente a la esencia de la comunicación racional269. Habermas, en el marco de la tradición de la filosofía occidental, pretende alcanzar el consenso mediante estructuras normativas y la conciencia moral, por cuanto piensa que en el capitalismo avanzado se habría logrado congelar la lucha de clases. Para Habermas, el consenso racional es su ideal, sin embargo la realidad capitalista, tanto en los países llamados desarrollados, como los periféricos, dista mucho de esta situación, debido a las contradicciones sociales, producto de la opresión y explotación, situación que se ha exacerbado con la globalización neoliberal. Habermas, en su concepción del consenso, toma básicamente las hipótesis empíricamente verificables, sustentándose, como Max Weber, en el postulado de la neutralidad axiológica270. También cabe indicar que muchas veces se logra “consenso” mediante la coerción, la propaganda, entre otros. Habermas idealiza la forma en que debería llevarse a cabo la discusión para alcanzar el consenso. Plantea relaciones sociales que distan mucho de las que se podrían lograr en el seno del capitalismo, el cual se caracteriza por reproducirse siguiendo la lógica de la ley del valor, no sólo en sus aspectos cuantitativos, sino sobre todo en los cualitativos, así como en la dominación política y cultural. Habermas postula que, en la búsqueda del consenso, cada persona que discute sería totalmente libre de hablar; tendría una igual oportunidad de contribuir; poder equivalente; y que cada uno trataría de persuadir al resto mediante argumentos racionales en lugar de utilizar amenazas entre otros. Como se podrá apreciar, hay una diferencia tan grande con la realidad que es prácticamente imposible implementar lo propuesto en una escala importante dentro del capitalismo, 269 270

Nicholas Rescher. Pluralism. Oxford University Press. New York. 1996. K.O. Apel. Penser avec Habermas contre Habermas. Editions de l’Eclat. 1990.

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especialmente en la periferia del sistema, a la cual Habermas presta poca atención271. Por más tendencial que aparezca, la idea de que cada discusión está dirigida a lograr un verdadero consenso, es difícil de aceptar o defender. No es evidente que el consenso irrestricto, sea el criterio central para resolver las disputas en sociedades donde existen clases sociales y diferencias que se amplían entre ellas, así como entre sistemas teóricos que compiten o entre posiciones valorativas diferenciadas272. El proponerse edificar un consenso en el campo valorativo, además de ser poco realista, tampoco es razonable. Los desacuerdos, en cuanto a valores, son racionalmente inevitables, porque éstos responden a experiencias influenciadas por circunstancias económicas, sociales, culturales, religiosas, entre otras distintas. El querer alcanzar un consenso en el espacio de los valores, es decir de la evaluación, lleva a Habermas a adoptar posiciones positivistas, como a disociar los hechos de los valores, con el supuesto fin de construir una comunicación exitosa. Su estrategia está encaminada hacia un consenso evaluativo, específicamente moral, de los medios para poder llegar a un consenso informativo. Pero la realidad muestra que pueden obtenerse consensos con fines buenos o malos que adolecen de una base moral idónea. Con relación a lo valorativo, parece que el proceso es circular: obtenemos moralidad del consenso sólo porque la introdujimos273. Es difícil en el capitalismo alcanzar un consenso sin coerción y medios alienantes que lo favorezcan, más aún en la periferia donde se combinan relaciones sociales capitalistas y no capitalistas de lógicas diferentes. Estas dificultades están expresadas en: la diversidad de las experiencias de la gente, clases y grupos en el marco de relaciones sociales diversas; y en la gran diferencia de valores cognitivos de la gente, clases y grupos. 271

Nicholas Rescher. Pluralism. Oxford University Press. New York. 1996. El consenso en sí conlleva una propensión a la homogenización del pensamiento y la opinión, lo cual va contra la creatividad. 273 Nicholas Rescher. Pluralism. Op. cit. 272

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Pensar que en una sociedad capitalista heterogénea el consenso debe primar, no solamente es poco realista, como ya se señaló, sino significa también que no se toma debida cuenta que lo sustancial, en un mundo regido por las contradicciones y conflictos, no es el consenso, sino el hecho de estar preparados para poder proseguir en la lucha a pesar de no haber acuerdo. Una sociedad puede reproducirse de una manera sana en base a restricciones recíprocas entre grupos o subgrupos que estén en desacuerdo. Hay que respetar la diversidad legítima, por cuanto existen diferencias valorativas, cognitivas, pero también prácticas. Además, es necesario defender la autonomía que deben tener las personas, donde muchas de ellas entran en una discusión, no para lograr un consenso, sino para obtener resultados concretos en el marco de sus intereses. Habermas ve en el consenso la verdad, pero éste no es parte inherente a la verdad ni tampoco un criterio último de ésta. Como ya se señaló, la gente, clases o grupos pueden tener consenso en valores inapropiados o formas incorrectas de acción. Wittgenstein, por ello, rechazaba tajantemente una teoría de la verdad basada en el consenso274. En el campo de las ciencias, la controversia es algo generalizada. El desacuerdo es uno de los principales estímulos para el progreso científico. El tener posiciones divergentes es la base de la verdad. El no consenso en las ciencias se puede apreciar en espacios relevantes y de cierta amplitud de la teoría científica, como por ejemplo las discrepancias entre la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. Los consensos se aprecian más bien en asuntos más específicos, como la velocidad de la luz, los pesos atómicos de los cuerpos, entre otros. La concepción del consenso de Habermas y su papel central en la comunicación racional, tienen su expresión en la política. Para el filósofo, la democracia representativa sería el mecanismo de regulación del proceso

274

Rorty, en Consequences of pragmatism, toma el consenso, no como una modalidad para alcanzar la racionalidad, sino como un sustituto a ésta.

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consensual de la vida social, lo que distanciaría a esta última de la democracia real y de la democracia denominada “directa”. En lo que respecta a su teoría de la alienación, se aleja, como ya se remarcó, de la concepción de Marx basada en el tipo de trabajo en el capitalismo y de su percepción de la producción que no se limita a lo material, sino también a lo cultural. Esa diferencia de Habermas con relación a Marx en este aspecto central, se sustenta en que el primero pretende eliminar los efectos alienantes y fetichizantes de la gente en general al interior mismo de las relaciones sociales capitalistas. Para ello, se centra en el dinero al igual que Proudhon, pero bajo otra perspectiva. Sin embargo, en ningún momento abre la posibilidad de establecer nuevos principios para la organización de la sociedad capitalista. Para defender su posición, argumenta que ni la monetización de la fuerza de trabajo, ni la autonomización del valor de cambio, pueden ser consideradas como patológicas de por sí. Con el fin de demostrar lo anterior, se aferra a la concepción funcionalista que tiene de la reproducción capitalista y del “valor evolutivo” que, para él, caracteriza a la autonomización de los subsistemas económico y político. En ese sentido, señala: “Marx no ve que la diferenciación entre el aparato del Estado y la economía representa un nivel superior de diferenciación del sistema (…) Ese nivel de integración es de una importancia que desborda la institucionalización de una nueva relación de clases”275. En el capitalismo avanzado, de acuerdo a Habermas, el papel del trabajador habría perdido su carácter patológico. Nuevos tipos de reificación habrían emergido que no están asociados con las clases sociales, sino más bien con el papel del consumidor, debido a lo cual la reificación ya no debería seguir viéndose en el mundo tradicional al que se refirió Marx, sino en el post-tradicional, que coincide con el desarrollo del Estado de derecho social. El Estado providencia desplazaría supuestamente los conflictos centrados en las relaciones salariales y de contribuyente a los que se darían entre consumidor y cliente. El hecho de que el consumo se haya exacerbado, no excluye, como postula Habermas, la alienación en el mundo del 275

Jürgen Habermas. Théorie de l’agir communicationnel. Fayard. 1987

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trabajo, donde la explotación se ha potenciado mediante la flexibilización del mercado laboral y del incremento significativo de una clase nómada y/o seminómada de migrantes, que realizan muchos trabajos que los trabajadores del centro no desean realizar o resultan muy caros, si ellos los llevan a cabo276. Como se puede percibir de lo antes planteado, Habermas, para no poner en juego el capitalismo y seguir actuando en su seno, busca desesperadamente una salida funcional. Sin embargo, ello no es viable porque las contradicciones y conflictos entre el capital y el trabajo son los que activan y le dan la lógica de reproducción a las relaciones sociales del capitalismo. Lo antes planteado no significa de ninguna manera que no existan en el capitalismo otras contradicciones de igual importancia como la racial y la relativa al género. Idealizando la realidad capitalista, Habermas pretende evitar la alienación “domesticando socialmente” los subsistemas económicos y políticos, así como edificando socialmente barreras para impedir que el dinero y el poder penetren la vida estructurada por la comunicación. Las interferencias de los subsistemas antes mencionados con relación al mundo de la vida deberían ser detenidas, tarea imposible en el marco de una sociedad dividida en clases, aspecto que Habermas, para que funcione su teoría, elimina. Apel y Habermas tienen posiciones teóricas próximas, sin embargo hay diferencias que motivaron a que Apel le hiciera algunas críticas que es conveniente dilucidar. La diferencia central entre lo que podríamos denominar el pragmatismo trascendental de Apel y el pragmatismo universal de Habermas es que el primero busca un basamento último para sus planteamientos teóricos, mientras que Habermas los sustenta principalmente en el actuar comunicativo de personas autónomas, para lo cual realiza una verdadera ciencia de la reconstrucción277.

276 277

Alain Tassius. La mondialisation par le bas. Editions Balland. Paris. 2002. Jean-Marc Ferry. Philosophie de la communication. Les Editions du Cerf. Paris. 1994.

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Para Apel, la disociación que hace Habermas en su estrategia argumentativa entre filosofía y ciencia reconstructiva empíricamente verificable generaría una incoherencia. Según Apel, para poder establecer esta separación, Habermas tendría que quitarle a la filosofía su función fundacional auténtica, vinculada a las pretensiones de validez universal a priori y auto referenciales. Habermas recurre a los recursos de la comunicación en el mundo de la vida, no sólo para construir una matriz de sentido, sino que también para justificar la validez, por ejemplo, de la moral. Apel se distancia de esta posición de Habermas, especialmente en lo que atañe al basamento último de la ética. Para Apel, la fundamentación última, estrictamente reflexiva, no implicaría hipótesis metafísicas, por cuanto estaría abierta a la auto-crítica y a una revisión permanente278. De acuerdo a Apel, los recursos de la comunicación a los que se refiere Habermas, sólo podrían dar debida cuenta de condiciones factuales y contingentes para el reconocimiento de las pretensiones de validez; no así de condiciones ideales, y universales de toda discusión. Habermas puede recurrir al análisis del mundo de la vida, según Apel, para esclarecer las condiciones concretas de la conformación de una ética moderna de la discusión, pero “para poder establecer el principio formal y procesal de la ética de la discusión (…) se necesita (…) un basamento último pragmáticotrascendental que recurra no solamente a los recursos del mundo de la vida (…) sino también a las proposiciones de la argumentación a las cuales se les hace un llamado para poner en cuestión la racionalidad, y que por esa razón, no son contestados racionalmente”279. Apel, a diferencia de Habermas, plantea tres niveles de presunciones de la argumentación, en lugar de sólo dos como lo hace Habermas. En el primer nivel, están las presunciones ontológicas, como por ejemplo, constatar un mundo objetivo, entre otros. El segundo nivel se refiere a las valoraciones en la argumentación, como la sinceridad en las expresiones, la verdad que se plantea en las afirmaciones. En el tercer nivel que añade Apel, se 278 279

Karl Otto Apel. Penser avec Habermas contre Habermas. Editions de l’Eclat. 1990. Karl Otto Apel. Ibíd.

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encuentran las presunciones trascendentales, en las que se basaría el proceso del pensamiento. Apel sustenta la razón en este último nivel, donde estarían enunciadas las condiciones de la posibilidad de la falsificación. En última instancia, lo que busca Apel, es que se reconozca la diferencia de status entre los enunciados empíricos, o denominados científicos, de los enunciados propiamente trascendentales, aspecto que no acepta Habermas. Además, este último rechaza el planteamiento del fundamento último que lo juzga inútil e imposible. Jean-Marc Ferry postula a una posición intermedia entre la pretensión dogmática del fundamento último y el rechazo escéptico de éste. Considera que hay un lugar para colocar la exigencia del procedimiento argumentativo de la crítica en general como la sola forma aceptable de validación o rechazo de las presunciones emitidas para la validación. Esto revendría no a un enunciado sobre el que se sustentaría en última instancia la razón, sino a una definición negativa de lo que se quiere a título de la razón, un principio estableciendo lo que la razón o lo razonable no debería ser280. Ahora, nos detendremos en el análisis de las posiciones de Foucault y Habermas, que a diferencia de la comparación que se realizó con Apel, presentan concepciones teóricas disímiles. A pesar de ello, tienen puntos comunes al rechazar ambos al sujeto trascendental como el actor central en el proceso histórico, así como al considerar el diálogo como base del actuar social. Sin embargo, hay que puntualizar que ambos tienen concepciones distintas del diálogo. Foucault, al igual que Habermas, rechaza la idea de un sujeto en abstracto, como base indispensable del quehacer socio-político, ya sea en la forma de un individuo liberal como Kant, o de clase en Marx. Foucault concibe el diálogo como la interacción entre fuerzas sociales, las cuales actúan en el marco de antagonismos, en tanto que Habermas, como ya se explicó, idealiza las relaciones ínter subjetivas con el fin de obtener un consenso razonado. Christopher Falzon, que, en términos generales, tiene una línea similar de pensamiento a la de Foucault, considera que el plantear catego280

Jean-Marie Ferry. Op. cit.

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rías universales para regular el actuar comunicativo, conduce a que uno se vea en la situación de no poder hablar de algo que vaya en contra de esas categorías281. Otra diferencia significativa entre Foucault y Habermas, es la concepción del poder y su incidencia en la interacción social. Foucault ve el poder en términos de “relaciones de fuerza” y no, tal como lo hace Habermas, como algo externo, resultado del subsistema político que penetra desde afuera en el mundo de la vida con el fin de colonizarlo. Para Foucault, como consecuencia de su concepción del poder, la dominación emergería históricamente de lo concreto, del diálogo diario, del combate entre fuerzas en la vida cotidiana en que una busca superar a la otra. La resistencia a la dominación no presupone un ideal normativo, como en el caso de Habermas, sino sería la expresión de nuevas voces que fueron enterradas y resurgen, lo cual representa el despertar del diálogo que se mantuvo paralizado. La reflexión crítica en ese contexto es un instrumento para promover la resistencia y el diálogo. El objetivo de la reflexión crítica no es superar la dominación, como en el caso de Habermas, sino concebir nuevas formas de organización social para cuestionar las existentes282.

281 282

Christopher Falzon. Foucault and social dialogue. Routledge, London. 1998. Ibíd.

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Tercera Parte Crisis de la democracia realmente existente 1. Expresiones de la crisis de la democracia El análisis crítico de lo que viene denominándose "democracia" es fundamental, por cuanto los partidos políticos que se oponen al orden imperante, así como otros tipos de movimientos sociales, privilegian en la actualidad la lucha por el cambio en el marco de las reglas del juego de la democracia parlamentaria. Ello se debe, por un lado, a que han caído en la lógica del discurso político dominante, y por otro, como consecuencia de las frustraciones que ha generado la caída del denominado socialismo real, que no era sino otra forma de capitalismo, donde el Estado, como propietario de los medios de producción, podía regular administrativamente la producción en función de los intereses de la elite burocrática la cual se convirtió en una verdadera burguesía de Estado. Muestra de ello, es la facilitad con que se derrumbaron la ex Unión Soviética y los demás países del Este ante la competencia económica, política, cultural y militar del capitalismo privado liderado por Estados Unidos. En adición a lo anterior, en el presente se puede ver claramente que los principales beneficiados de la transformación de los mal llamados países “socialistas”, fue la elite burocrática del Estado normativo y los tecno-burócratas de las grandes corporaciones estatales, especialmente de la denominada industria pesada y el sector energético. La relevancia de un cuestionamiento a nivel esencial de la democracia parlamentaria capitalista reside igualmente en que, en el marco ideológico, político y de correlación de fuerzas imperante en el mundo, sólo una alternativa, que propugne una verdadera democracia y que garantice la participación organizada del pueblo en las decisiones vitales de la sociedad, puede tener éxito en la superación del capitalismo neoliberal globalizado, sobre todo en la periferia capitalista, que es donde las relaciones sociales son más débiles.

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Uno de los problemas ideológicos centrales que enfrenta el modelo capitalista neoliberal, es el lograr legitimar la democracia parlamentaria en el marco de un proceso de concentración creciente del poder económico y político. En la democracia liberal, cuyos fines como la "libertad" y la "igualdad" se deprecian cada vez más debido a una pobreza en aumento y a que las posibilidades de encontrar un empleo estable se desvanecen. La igualdad de oportunidad económica se ha convertido en un mito y la libertad de los que no cuentan con recursos resulta ser una simple burla. Esta democracia, que genera la jerarquización, en la que la diferencia entre los ricos y pobres se acrecienta cada vez más, puede apreciarse en toda su magnitud en el hecho de que las tres personas más ricas del mundo tenían activos en el año 2000 que eran equivalentes al producto nacional bruto de los 48 países más pobres del planeta. Por otro lado, existen más de un billón de personas que tienen que vivir con menos de un dólar al día y otro billón con un ingreso entre un y dos dólares, lo cual significa que alrededor del 40% de la población mundial se encuentra en una situación de extrema pobreza283. La democracia parlamentaria exhibe en el presente, de manera cruda, su papel de sistema político, que tiene una tendencia selectiva estructural a favorecer al capital, y que expresa en cierta medida la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo a nivel mundial. Habrá que revertir la situación señalada, con el fin de establecer otro tipo de democracia, en que se garantice la participación colectiva de la población organizada. Los grupos, fracciones de clase y clase dominante han ido construyendo su hegemonía a nivel político e ideológico, teniendo como punta de lanza la denominada democracia representativa. De manera sistemática, pero también con gran astucia, han logrado hacer creer a los trabajadores, campesinos, intelectuales progresistas, pequeños productores, a los partidos políticos que dicen luchar por otro tipo de sociedad, que este tipo de sistema político es el único capaz de construir un mundo justo, y que, a lo 283

Informe del PNUD del año 2005.

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más, habría que hacerle algunos ajustes para que represente mejor a la sociedad en su conjunto, como si ésta fuera una realidad compuesta por individuos iguales. La destrucción del Estado capitalista, ya no está en el tapete de la discusión política. Más bien, los nuevos reformadores postulan reestructurar el Estado, visto como neutro, para que ponga más énfasis en "lo social" en abstracto. Una respuesta a los planteamientos de la nueva derecha, que se esfuerza cada vez más en enraizar la democracia representativa neoliberal, no puede limitarse a tratar de volver al Estado "keynesiano" o "benefactor". Lo que urge es plantear una nueva organización de la sociedad, en que se modifiquen radicalmente las relaciones sociales, tanto en la producción económica como en las producciones políticas y culturales, donde estos tipos diferentes de producciones se entrecrucen y potencien en el marco de una organización que fomente el trabajo colectivo y solidario y que esté bajo la conducción de los mismos trabajadores que llevan a cabo estos procesos productivos. De lo señalado se desprende que hay que tener una concepción amplia de la producción que posibilite superar el economicismo, ya sea en su versión ortodoxa, o en su modalidad renovada, que postula a que lo económico es lo determinante en última instancia, caso de los estructuralistas, entre otros. La democracia parlamentaria procura alienar a la población para que ésta acepte el postulado central del proyecto liberal, que consiste en presentar lo político disociado de lo económico, así como de potenciar el individualismo al pretender que el voto individual sea la expresión máxima de la democracia. El proceso de sedimentación de este tipo de democracia y de sus valores adyacentes en la población ha llevado a que gran parte de los sindicatos, que son los representantes formales de los trabajadores, así como los partidos, tiendan a desconectar sus demandas económicas de las políticas, mermando de esa manera sus posibilidades de liberarse de la lógica del capital, que articula como una unidad indisociable los aspectos antes mencionados en los diferentes procesos del trabajo, en los distintos espacios, en que se desarrollan dentro de la sociedad. Los sindicatos canalizan sus requerimientos económicos para mejorar sus condiciones

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salariales y de seguridad laboral en las unidades productivas, y los partidos atienden las demandas políticas de los trabajadores a través de los Parlamentos. La democracia representativa, en su versión neoliberal, está lidiando por la restricción o eliminación de los espacios sociales que sirven para que la población establezca sitios de contestación participativa al modelo político y económico imperante. Ello se ha logrado, en gran medida, subordinando estos espacios a la lógica normativa de la democracia representativa, que cada vez más deviene un verdadero "mercado político"284. En este "mercado político", se puede percibir que los intereses capitalistas son los que legitiman la democracia, y cómo la validez de la ley está sujeta a su eficiencia capitalista. La tendencia a hacer desaparecer los espacios sociales de participación ciudadana ha sido potenciada por el estado de guerra total al que el planeta ha sido sometido por el imperio norteamericano, el cual va contra toda apertura de espacios sociales de concentración participativa ciudadana, que puedan poner en juego sus políticas de disciplina y control imperial del mundo285. Estas nuevas tendencias conducen a que, en nombre de la democracia, las naciones devengan más autoritarias y totalitarias. La eliminación o distorsión sistemática de los principios éticos y morales, que legitimaban la democracia con el fin de que respondiese mejor a los deseos de dominación imperial neoliberal después de la culminación de la guerra fría, han conducido a que la democracia se subordine cada vez más a la lógica de la fetichización de la mercancía. La democracia representativa se ha convertido progresivamente en un simple mecanismo de mercado: los votantes son los consumidores, y los políticos los empresarios. Lo señalado se puede apreciar en la práctica en el marco ético en que opera el poder legislativo en los Estados Unidos, país que es el principal propulsor de la democracia parlamentaria, que no tiene como finalidad prohibir la corrupción, sino legalizarla y hacerla en lo posible más transparente. Con ese propósito, en los Estados Unidos la compra de los políticos "empresarios" 284 285

Michael Hardt et Antonio Negri "Multitude". La Découverte. Paris. 2004. Ibíd.

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para favorecer los intereses de los grandes consorcios se consideran "contribuciones". Bajo esta lógica de potenciar la política como mercancía, los "empresarios" políticos, que venden sus servicios al mejor postor, han sido los promotores más activos para lograr la mal denominada "desregulación", que no es más que otra forma de "regulación" a favor de los ricos y los que sustentan el poder político. Como consecuencia de lo planteado, los precios de los servicios y otros bienes básicos para la población se han incrementado sustancialmente. Lo que ilustra lo antes citado es el aumento en más del 300% del costo de la electricidad en California, Estados Unidos, lo cual generó sobreganancias que fueron a parar en el bolsillo de los proveedores privados. Esta política, que favorece de manera descarada a los poderosos, llevó a que California, desde el año 2000, y el Noreste, a partir de 2003, tuvieran que afrontar problemas graves de alumbrado público286. El basamento cada vez más mercantil de la democracia representativa, no es responsable solamente del incremento alarmante de la corrupción y de la eliminación progresiva de los espacios de participación en la denominada sociedad civil, sino que atenta contra la esencia misma del concepto de democracia liberal. Pone en juego la legitimidad de esta última, ya que en su nombre se desea homogenizar los valores y prácticas políticas, siendo éstos impuestos desde arriba por el Imperio del norte en alianza con los organismos internacionales que están a su servicio, principalmente el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. Felizmente, a este accionar político mundial se vienen oponiendo nuevos movimientos sociales para resistir creativamente a estas formas de dominación. El discurso dominante de las luminarias, según el cual estaríamos en el camino de un progreso bajo la guía de la ciencia y la tecnología que nos conduciría inevitablemente a la democracia, ya no tiene validez en términos de hacer avanzar la dignidad humana así como de asegurar una vida material adecuada para la gran mayoría de los seres humanos del planeta. El siglo veinte, que ha sido el que más intensamente utilizó la ciencia y la 286

Arthur Lepic. Democracia de Mercado. Red Voltaire.

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tecnología en la historia humana, generó dos guerras mundiales, el holocausto, Hiroshima, Vietnam, Rwanda, Bosnia, Kosovo, Granada, entre otros. Además, no condujo a la democracia sino al fascismo, nazismo, estalinismo, al neoconservadurismo autoritario en el principal imperio, así como a dictaduras y gobiernos de características totalitarias en la periferia287. En América Latina, en los años 1950 y 1960, la escuela desarrollista, siguiendo los dictados de las luminarias, planteaba que con la modernización y la industrialización, se lograría automáticamente la democracia. Las dictaduras eran vistas como vestigios precapitalistas. Sin embargo, los hechos han demostrado cuán equivocados estaban estos planteamientos. Si bien las dictaduras de los 1970 y 1980 han sido reemplazadas por democracias formales, se han potenciado las injusticias sociales, políticas y económicas, mostrando la incapacidad de este tipo de sistema político “democrático” para resolver las grandes diferencias que existen entre ricos y pobres, así como de mejorar las condiciones de vida económicas, políticas y culturales de la mayoría de la población288. La modernización política en África se encuentra en una profunda crisis. Ni los países con un solo partido, ni los liberales con un mercado supuestamente libre están solucionando la problemática política, social y económica. Por el contrario, esta modernización política importada del centro del sistema es responsable directa de su agravamiento. En Asia pasa algo similar. Los regímenes, por lo general, son autoritarios, y las democracias formales que existen están en crisis, como lo revelan los sucesos que se dieron en Indonesia, Malasia, entre otros. Las formaciones centrales, como Estados Unidos y las existentes en Europa, donde rige una democracia que es fundamentalmente formal, evidencian un fenómeno de agotamiento que se expresa en una total apatía hacia el hecho de votar289 que se está potenciando de manera creciente. 287

Roger Burback Globalization and postmodern politics. Pluto Press. London. 2001. Samir Amin. Social Movements in the Periphery en Ponna Wignaraja .(Eds). New social movements in the South. Zed books ltd. London. 1993. 289 La apatía que se manifiesta a través del no votar, pone en evidencia el rechazo hacia la política tal como ésta es practicada en la actualidad. 288

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Los partidos ya no son verdaderos órganos de participación ciudadana, sino burocracias que funcionan de acuerdo a los intereses de la elite política y de los que los financian. En Estados Unidos, los dos principales partidos tienen como una de sus funciones centrales recaudar dinero de las grandes transnacionales e implementar astutamente sus dictados para proseguir consiguiendo fondos290. Desde la caída del capitalismo de Estado en la ex Unión Soviética y demás países del Este, esta crisis a nivel esencial de la democracia representativa ha ido agudizándose por el proceso de expansión del capital bajo sus distintas formas (financiero, productivo, comercial). Ello, con mayor intensidad en la periferia, por cuanto no existe una burguesía interna fuerte para regularla y darle cierta racionalidad, lo que hace que este sistema político venga adquiriendo formas de parodia, por responder casi sin mediación a los intereses de las fuerzas supranacionales. Los Estados, especialmente en la periferia, vienen evidenciando una pérdida de unidad, declive de su eficiencia, y una crisis creciente de representación y legitimación del sistema político imperante. Ello se expresa en la inestabilidad política, que se ilustra en el hecho que, en varios países, los periodos presidenciales no culminan por los levantamientos populares, y que este sistema político neoliberal es incapaz de mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la población. La crisis del Estado keynesiano en su versión central y periférica ha conducido a conflictos, e igualmente a un cierto tipo de contradicciones entre la autoridad formal del Estado y el alcance de acción espacial de los sistemas actuales de producción, comercialización y financiero, que operan con el fin de limitar la capacidad de regulación nacional de las autoridades políticas nacionales e imponer o negociar nuevas formas de regulación transnacional que más los beneficia. Por otro lado, este proceso de expansión de la lógica de la regulación imperial mundial y el repliegue cada vez más notorio de la regulación keynesiana tradicional, fomentan la formación de movimientos sociales locales y regionales, así como un nacio290

Roger Burchbach. Op. Cit.

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nalismo de formas variadas que cuestionen el Estado-nación como representante del sistema de poder291. Lo anterior no significa que el espacio nacional no siga siendo un lugar relevante de lucha entre fuerzas supranacionales, nacionales, regionales y locales.

2. La expansión mundial del capital y la democracia El proceso de mundialización del capital que adquirió fuerza después de la caída de las “barreras”, que los denominados países socialistas ponían a su expansión, está imponiendo una dinámica de nuevo tipo que viene transformando el sistema internacional de poder, que se sustentaba en buena parte en los Estados nacionales. Han emergido nuevas tensiones entre los gobiernos nacionales y los agentes transnacionales, lo cual viene produciendo, tanto a nivel interno de los países como mundial, modificaciones en las estructuras del poder, así como en la lógica de la interrelación entre lo político, económico y cultural. Las grandes corporaciones internacionales, algunas veces de manera individual, y otras en forma conjunta, con el sustento de los gobiernos de los países centrales, donde residen sus funciones estratégicas, están edificando una variedad de arreglos institucionales para extender su poder, sobre todo para promover y asegurar su proceso de transnacionalización en las formaciones sociales periféricas. Esta emergencia de regímenes internacionales(292) propugnados por actores transnacionales privados en alianza con los Estados centrales que propician el neoliberalismo global, se legitiman a través del discurso ideológico de la necesidad de expandir los mercados y la incidencia que ello supuestamente generaría en la racionalidad de los distintos actores que participan en la actividad económica (293). 291

David Held. Democracy and the Global Order. Standford University Press. California.1995. 292 Entre estos regímenes privados se pueden mencionar, entre otros: regulación de la propiedad intelectual, regulación del Internet, industria de los seguros, industria marítima del transporte. 293 Rodney Bruce Hall and Thomas J. Biersteker (eds) The Emergence of Private Authority in Global Governance. Cambridge University Press. 2002.

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Lo antes señalado ha agudizado aún más los conflictos en el seno del pensamiento liberal y también la legitimidad de su concepción de democracia que se sustenta en la supuesta disociación: Estado-sociedad; políticaeconomía; y público-privado. Dentro de este marco teórico, las entidades privadas, tales como las corporaciones y las organizaciones comerciales sujetas a la normativa liberal, no están autorizadas para determinar el comportamiento de otros, por cuanto serían las autoridades públicas las únicas responsables de ello a través de las instituciones estatales. En las concepciones liberales de la democracia, sólo los representantes elegidos y sus delegados son los que contarían con la legitimidad política para normar el comportamiento de los diferentes agentes que actúan en la sociedad civil. Por otro lado, en la legislación internacional, los únicos "sujetos" supuestamente legítimos serían los Estados y los representantes designados por ellos. La nueva correlación de fuerzas a nivel mundial entre grupos, clases, Estados y agentes transnacionales está modificando de forma marcada las funciones reguladoras entre lo nacional e internacional, y lo público y privado, en el marco de una tendencia que cada vez más propugna eliminar las fronteras entre ellas. Mientras que los capitalistas proclaman la "desregulación", lo que realmente están realizando, es un proceso de subordinación de la regulación doméstica a la internacional y además de la lógica de actuación del Estado a favor de sus intereses. Este complejo proceso que quiere presentarse como neutro, en cuanto respondería al dictado espontáneo del mercado, incide en la estructura y funcionamiento del Estado, eliminando prerrogativas en determinados campos que privilegiaba el Estado keynesiano en su versión central y periférica, pero promoviendo otras, especialmente aquellas destinadas a considerar al trabajador sólo como costo y no como un recurso, tal como lo concebía el Estado benefactor. Lo anterior conlleva asimismo a que el nuevo Estado neoliberal que viene construyéndose socialmente, le otorgue más atención a las funciones tendientes a reprimir en un mayor grado a los trabajadores y desempleados, fomentando políticas tales como la de la "tolerancia cero". Por otro lado, este nuevo Estado procura hacer

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desaparecer sus instituciones y funciones de programación y planificación, sustituyéndolas por aquellas que supuestamente incrementarían y regularían la competencia, pero ello con la idea de lograrla deprimiendo el salario, y no mediante el aumento de la productividad del capital y de la rotación de éste. Asimismo, el Estado neoliberal tiende a priorizar medidas de corto plazo ligadas a la coyuntura sobre aquellas que inciden en el desarrollo estructural del mediano y largo plazo, incitados por la voluntad de maximizar ganancias en el corto plazo. El nuevo Estado neoliberal, particularmente el periférico, está siendo forzado siempre más a negociar con las transnacionales, y a través de este proceso, ceder siempre mayor poder a éstas, lo que les posibilita a las grandes corporaciones afianzar sus estrategias y tácticas con el apoyo decidido de sus gobiernos. En estos procesos denominados de negociación, que son más bien de subordinación de los Estados nacionales, se logra que los gobiernos, mediante actos legislativos, favorezcan al "capital global" con respecto al nacional (exoneración de impuestos, etc.). El Estado, en el marco de sus nuevas funciones, que consisten en sustentar gran parte de su crecimiento en las inversiones foráneas, especialmente en los sectores primario y energético así como de financiamiento externo, crea una regulación legislativa para esencialmente proteger los "derechos" del capital denominado global, garantizando sus contratos y títulos de propiedad, y se convierte así en el principal defensor de los reclamos de este último y agente represor de aquellos que intenten o lesionen las prerrogativas de los representantes de las transnacionales. Como se puede percibir, el Estado no desregula, como se pretende para hacernos creer en una supuesta neutralidad del accionar del Estado frente al mercado, sino que regula a favor de los poderosos contra los intereses de la mayor parte de la población. Esta tiene que sufrir una constante disminución de su ingreso real para que la competitividad del "capital global" y las exportaciones se incrementen, ello con el objetivo de poder cumplir con el pago de la deuda externa. Como se puede notar de lo antes planteado, el Estado neoliberal que está surgiendo de las entrañas del Estado keynesiano no va a ser más chico ni

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menos burocrático, como lo proclaman los defensores del neoliberalismo. Lo que en realidad está sucediendo, es que el Estado es más dependiente de los intereses foráneos y de los poderosos, y por lo tanto, menos digno y legítimo desde la perspectiva de las mayorías nacionales. De ahí la oposición permanente de los nuevos movimientos que se están desarrollando a nivel local, regional, nacional y también mundial, lo que crea una situación de inestabilidad que difícilmente podrá contener la "democracia" convertida cada vez más en un "mercado político".

3. Teorías clásicas de la democracia La democracia, no tiene una sola concepción teórica, como comúnmente se cree. Veremos que, lo que existe realmente, son distintas percepciones democráticas que abordan de manera diferente el papel del individuo y la colectividad en la vida política, económica y cultural. Sin embargo, cabe señalar que las democracias que se han dado en el capitalismo en el tiempo y en el espacio, tienen un aspecto en común: la visión individualista de la sociedad. Ésta se originó como producto de: las teorías contractuales de los siglos XVII y XVIII, en las que el poder soberano lo ejercen los individuos libres e iguales; es el nacimiento de la economía política, donde el individuo es el sujeto. Adam Smith planteaba que "persiguiendo su propio interés, por lo general se promueve el interés de la sociedad en forma más efectiva". También contribuye a esta concepción individualista de la sociedad la filosofía utilitaria de Bentham y James Mill, para quienes los estados mentales personales, tales como el placer y el dolor, resuelven el problema del bien común, definido como la suma del bienestar de cada individuo294. La concepción capitalista de la democracia o democracias, según la cual la sociedad política está compuesta por individuos que se ponen de acuerdo entre sí, excluye la existencia de grupos, clases, asociaciones de diversos tipos, partidos políticos, entre otros. Esta visión ideológica de la realidad 294

Norberto Bobbio. The future of Democracy. University of Minnesota Press. Minneapolis. 1987.

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capitalista, no le posibilitó percibir que son las categorías sociales antes señaladas y no los individuos los principales protagonistas del quehacer político en las formaciones sociales capitalistas contemporáneas. Como ya se señaló, existen maneras distintas de conceptuar la participación democrática. Por un lado, tenemos la que propiciaron Bentham y James Mill, y por otro, la de Rousseau, que fue utilizada por John Stuart Mill y Cole para impulsar un sistema más moderno de democracia. Bentham y James Mill tenían una visión bastante pragmática de la democracia, focalizándose básicamente en los "arreglos institucionales". Para ellos, el papel de la participación del pueblo era limitado, orientándose básicamente a asegurar los intereses privados de cada ciudadano. Rousseau, en su teoría política, tenía una concepción más amplia de la participación que iba mucho más allá de la protección de los intereses individuales, por cuanto tomaba en cuenta el efecto psicosocial de los que participaban, debido a que se planteaba una interacción entre las instituciones y los individuos. El sistema político de Rousseau estaba encaminado a formar un individuo social responsable y que el accionar político se desarrolle mediante un proceso participativo. John Stuart Mill veía la participación en términos similares a los de Rousseau. Consideraba que si un individuo sólo se concentraba en sus asuntos privados y no tenía una participación activa en los asuntos públicos, sus capacidades para realizar acciones públicas se mantendrían subdesarrolladas. Mill le otorgaba gran importancia a la participación en las funciones productivas y de otra índole que generaba la industria dentro del capitalismo moderno por su papel educativo. Asimismo, privilegiaba la intervención activa a nivel de los gobiernos locales. Con el fin de que se pueda dar una participación real en la industria, Mill postulaba a una transformación de las relaciones de autoridad, para lo cual tendría que establecerse un sistema de elección de los gerentes por los empleados, tal como se hacía con los representantes a nivel local295.

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Carole Pateman. Participation and democratic theory. Cambridge University Press. 1970.

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Cole, siguiendo la línea de pensamiento de Mill, afirmaba que era la industria la que creaba las condiciones para la verdadera democracia. Su teoría de "Guild Socialism" (Socialismo corporativo), se sustentaba principalmente en la hipótesis teórica de Rousseau de que es la voluntad y no la fuerza la base de la organización social y política. Los hombres deberían cooperar en asociaciones para satisfacer sus necesidades. Dentro de esta perspectiva, definía la sociedad como un "complejo de asociaciones que se mantenían juntas por la voluntad de sus miembros"296. No limitaba el principio democrático a la esfera de la política, sino a las otras formas de acción social, especialmente en la industria. La concepción pragmática de la democracia de Bentham y James Stuart ha tendido a tener mayor influencia en Estados Unidos, donde se ha impuesto como el modelo ideal de democracia, especialmente en la periferia que está bajo su dominación. La doctrina anglosajona no lidia con aspectos de principios y define a la democracia principalmente en función a su relación con las técnicas y procesos supuestamente democráticos. En Francia y gran parte de Europa, la democracia adopta un punto de vista más racionalista, preocupándose en mayor medida de las cuestiones conceptuales. Las posiciones democráticas empíricas y las racionalistas, se mueven a diferentes niveles de abstracción. Mientras que los europeos, por lo general, están inclinados a privilegiar la categoría "pueblo", los anglosajones se refieren a "gobierno"297. Rousseau, aparte de tener una influencia en la concepción más racionalista de la democracia, incidió igualmente en el desarrollo de una visión más intransigente de la democracia, debido al énfasis que puso en el hecho de que la voluntad general sólo podía discernirse si el esfuerzo provenía del pueblo y no sólo de una parte. La idea que se tenía de la gente se limitaba a aquella que se identificaba con la voluntad e interés general. Los que estaban en desacuerdo con ello no pertenecían a la nación. Esta forma de

296 297

Ibíd. Giovanni Sartori. Democratic Theory". Frederick A. Praeger. New York. 1965.

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concebir la nación devino en un argumento político importante que fue utilizado por los jacobinos, Babeuf y Buonanote298. Robespierre, como buen discípulo de Rousseau, pensaba que la voluntad general de la verdadera mayoría popular no podía identificarse con la mayoría o minoría parlamentaria. Por otro lado, Saint-Just planteaba que la libertad se lograba cuando la voluntad general podía expresarse como una unidad indisociable del pueblo. Saint-Just era incapaz de ver en las partes un medio para expresar y organizar las distintas tendencias de la opinión pública. La democracia propiciada por los jacobinos era la de un solo partido. Toda reunión pública que no fuera organizada por los clubes jacobinos era prohibida y considerada subversiva por cuanto atentaba contra la unidad del partido299. A finales de 1794, Babeuf retomó el pensamiento político de Robespierre, promoviendo lo que él y Buonanote denominaron "el comunismo igualitario". Para ellos, la propiedad de los recursos y la organización de la producción y la distribución deberían estar a cargo del Estado. Babeuf consideraba que se debía subordinar la Asamblea legislativa al control del pueblo, sin embargo, mostraba una gran desconfianza con el pueblo debido a que "la mayoría siempre es partidaria de la rutina y la inmovilidad". Para Babeuf y sus partidarios, existía un gran peligro de que la mayoría, por su indiferencia, sea dominada por la minoría300. Babeuf y Buonanote ponían el énfasis en el papel de los líderes en la conducción del proceso político. Lo que denominaban la democracia revolucionaria se sustentaría en la obediencia y lealtad de las masas a sus dirigentes. No debería confiarse en las masas ni en la selección de sus líderes, por lo menos al inicio de la revolución. La selección tendría que dejarse al partido de la vanguardia. Para Buonanote, se requería de una autoridad fuerte animada por una única voluntad de establecer la igualdad en una sociedad corrupta. Las tareas centrales de la revolución según Babeuf y Buonanote eran: la eliminación de la oposición, y la instauración 298

J.L. Talmon. The origins of totalitarian democracy. The Norton Library. New York. 1970. Ibíd. 300 Ibíd. 299

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de un sistema de educación intenso y de propaganda. La prensa debería enmarcarse en los principios proclamados por la sociedad en abstracto y no expresar opiniones contrarias a los sagrados principios de la igualdad y la soberanía de la gente. Esta visión de la tendencia totalitaria de la democracia que se sustentaba en la individualidad, fue superada en el siglo XIX por teorías más colectivistas donde el análisis de la sociedad se realizó en función a las clases. Para Jacob Talmon301, la visión totalitaria de los jacobinos, así como la de Babeuf y Buonanote, habrían tenido gran influencia en la visión del sistema político que impuso Stalin en la ex - unión Soviética. Lo último señalado se sustentaría en que, en el denominado socialismo real, el partido único era el representante exclusivo de los trabajadores vistos como una unidad homogénea, además se consideraba como la alternativa a las formas tradicionales de representación. Sin embargo, el “socialismo real”, que no fue sino otra forma de capitalismo donde el Estado fue el centro de su dinámica y funcionamiento, no generó concepciones de representación y de la democracia que fueran fundamentalmente distintas a las vigentes en el capitalismo privado "regido" por el mercado, lo que llevó a los “socialistas” a privilegiar el concepto capitalista de soberanía, pero dentro del marco de garantizar la unidad del partido.302

4. Teorías contemporáneas sobre la democracia Las teorías democráticas más actuales han buscado legitimarse presentando la democracia como un “método político” neutro, constituido por un conjunto de arreglos institucionales, que pueden ser utilizados por cualquier agrupación política independientemente de su posición ideológica. El aspecto central de este “método” es la competencia entre los líderes políticos por los votos del pueblo. La participación, en esta concepción de la democracia, es limitada y circunscrita a la defensa de los intereses privados. 301 302

Autor de The origins of totalitarian democracy. Op. cit. Michael Hardt and Antonio Negri. Multitude. La Découverte. Paris. 2004.

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Esta percepción del sistema político democrático en el capitalismo actual, se sustenta en el empirismo o en la lógica descriptiva de los hechos, en relación a las actitudes y comportamientos de los individuos en la política, especialmente en lo que se refiere al proceso de elecciones, por cuanto de acuerdo al “método político democrático”, sería mediante las elecciones que la mayoría podría ejercer un control sobre sus líderes metamorfoseados en elite política. Asimismo, sería a través de éstas que se garantizaría la estabilidad del sistema político. Esta conceptualización empírica e instrumental fundamentada en la línea de pensamiento de Bentham y James Mill303, y no en la de Rousseau y John Stuart Mill, intenta de manera sistemática de sedimentar su supuesta “neutralidad” en la conciencia de la población, y de esa manera, obviar las implicancias normativas que esta teoría lleva inmersa. Esta supuesta “neutralidad”, que los promotores de estas teorías democráticas contemporáneas defienden, tiene graves implicancias políticas por cuanto sirve para “globalizar” el sistema político angloamericano, que se sustenta principalmente en el pragmatismo de Bentham y James Mill. Con el fin de hacer más creíble, y por lo tanto, legitimar la "neutralidad" del sistema político, especialmente de Estados Unidos e Inglaterra, se promueve la necesidad creciente de "expertos" para poder dar cuenta en forma más "científica" de la vida política, que deviene, de manera creciente, más compleja. Para estos autores de la teoría sobre la democracia contemporánea, convertidos en verdaderos tecnócratas de la política, la iniciativa en el accionar político estaría cada vez mayor en los "braintrusts" y en la investigación del mercado de la política304. Esta línea de pensamiento oficial sobre el sistema político tiene como ideólogo central a Joseph A. Schumpeter. Este, al igual que Bentham y James Mill, se focaliza en los "arreglos institucionales", y le otorga una participación limitada al pueblo. Para Schumpeter, "la democracia es un método político, eso quiere decir, un cierto tipo de arreglo institucional para llegar a

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Que se explicó en el numeral anterior. Giovanni Sartori. Democratic Theory. Frederic A. Praeger publishers. New York. 1965.

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decisiones políticas, legislativas y administrativas"305. En su teoría, ponía gran énfasis en la competencia entre los líderes políticos por el voto del pueblo. Schumpeter comparaba la competencia política por los votos con la forma en que funciona el mercado de mercancías. Los votantes serían como los consumidores que eligen entre los distintos productos políticos ofrecidos por los líderes de los partidos. Ven a éstos como empresarios políticos que compiten por contar con el favor popular y conciben a los partidos como las asociaciones económicas recaudadoras de fondos para promover el mercado político306. Ello significa que Schumpeter, en un capitalismo más desarrollado, se da el lujo de profundizar el pragmatismo de Bentham y James Mill y hasta hace de la política un verdadero mercado capitalista centrado en el valor de cambio. Los denominados expertos políticos siguen en grandes rasgos esta línea de pensamiento, aunque insistiendo más que Schumpeter en lo que respecta a la estabilidad del sistema político están: Sartori, Berelson, Dahl, Eckstein, y también Bobbio, aunque este último postula por una concepción socialista, apoyándose en el liberalismo. De acuerdo a Giovanni Sartori, "la democracia es un sistema político en el que la influencia de la mayoría es asegurada por minorías que compiten para ser elegidas". Dentro de esta lógica de ver la democracia como parte de un sistema de competencia, considera, al igual que Schumpeter, que "la democracia es a la política lo que el sistema de mercado es a la economía". La única diferencia que percibe Sartori entre la competencia económica y la política, es que la primera está sometida al control de los consumidores, mientras que la que existe entre partidos escaparía al control de los denominados consumidores políticos. Además, los productos políticos, por su carácter intangible, serían más difíciles de evaluar que los económicos que se caracterizan por lo general por ser tangibles307. Sartori, si bien concuerda con las tesis centrales sobre la democracia que postula Schumpeter, tiene con éste algunas diferencias de carácter secundario. 305

Citado en Carole Pateman Participation and Democratic Theory. Cambridge University Press. 1970. 306 Ibíd. 307 Giovanni Sartori. Democratic Theory. Frederick A: Praeger Publishers. New York. 1965.

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Para Sartori, Schumpeter estaría exagerando al plantear que el ciudadano tendría una performance menor cuando actúa en el campo político que cuando acciona en la esfera económica308. Berelson B.309 adopta igualmente una posición pragmática con respecto a la democracia. Para él, la teoría política moderna debe ser descriptiva y centrarse en el sistema político existente y no debería intentar ponerlo en juego. La mayor preocupación de Berelson, es que la política democrática realmente existente en su versión anglo-americana sobreviva. Para ello, habría que limitar el conflicto dentro de la sociedad, manteniendo la estabilidad económica y social, y constituyendo una organización social pluralista y un consenso mínimo. Robert A. Dahl, concibe la democracia como un método político, donde la competencia sería el elemento democrático central dentro de ese método. El valor de la democracia sobre otros sistemas políticos, residiría en que haría posible ampliar la influencia de las minorías en las decisiones políticas. Dahl considera, por otro lado, que la estabilidad del sistema político podría ponerse en juego si se da un incremento de cierta significación en la participación de los grupos socio-económicos más bajos. Ello, por cuanto, según Dahl, serían los que tendrían las personalidades más autoritarias, lo que conllevaría a que el consenso en las normas que rigen el sistema político pueda declinar310. Para Dahl, la democracia sólo se justificará en el gobierno de los Estados, y no en el de las empresas, debido a que violaría el "derecho superior de propiedad". Además, porque existiría una tendencia natural a la jerarquización que haría que la democracia no funcione311. Dahl, en su visión autoritaria, no ha tomado en cuenta la nueva realidad en las empresas capitalistas, donde se tiende a la horizontalización para mejorar la calidad de los productos y la productividad a través de la apropiación de los conocimientos por los trabajadores que operan directamente en los procesos de producción. 308

Ibíd. Autor de Graduate Education in the United States. 310 Carole Pateman. Participation and Democratic Theory. Cambridge University Press. 1970. 311 Robert A. Dahl. A preface to economic Democracy. Affiliated East-West Press. PUT. LTD. 1991. 309

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Eckstein define la democracia de manera similar a la corriente contemporánea, que sigue a Bentham y James Mill. Su teoría se concentra básicamente en hacer estable el sistema político, para lo cual el gobierno debería tener un patrón de autoridad que sea compatible con el de la sociedad de la cual forma parte. Es decir, que la lógica política del gobierno en el contexto de una sociedad capitalista que es jerarquizada debería tener un "saludable elemento de autoritarismo". Además, dentro de esta concepción de gobierno, se debería tener muy presente la firme necesidad psicológica del hombre de tener líderes y liderazgo312. Norberto Bobbio, al igual que los antes mencionados, apoya un sistema político sustentado en la competencia entre diferentes partidos por el voto popular. Las razones que alega para defender este tipo de democracia es que el mundo moderno es individualista, y que la complejidad de la sociedad moderna conduciría a la necesidad de que los representantes, expertos en política, desempeñen de manera más eficiente la labor política que las personas ordinarias. Dentro de esta visión de la democracia, Bobbio le otorga un papel relevante al liberalismo, porque "está basado en una concepción filosófica que, nos guste o no, dio origen al mundo moderno: la concepción individualista de la sociedad y la historia"313. Bobbio, a diferencia de los autores antes tratados, piensa que la democracia no ha podido penetrar en otros campos de la sociedad, aparte del espacio político. Su papel, según Bobbio, ha sido prácticamente inexistente dentro de las grandes empresas y la burocracia. También es crítico de la forma en que se están dando las elecciones, en cuanto se estaría generando un "clientelismo" en el que el voto se cambia por favores políticos. Por otro lado, los representantes elegidos por el pueblo formarían un grupo que defiende más su interés como grupo que el del pueblo que lo eligió314. Bobbio, como miembro del partido socialista italiano, plantea un camino al socialismo en el cual se respetan las instituciones liberales existentes en el 312

Carole Pateman. Participation and Democratic Theory. Cambridge University Press. 1970. Norberto Bobbio. The future of Democracy. University of Minnesota Press. Minneapolis. 1987. 314 Ibíd. 313

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capitalismo. Las estrategias que propugna para lograr un socialismo significativo en el marco antes señalado son: realizar reformas estructurales desde arriba; y promover una extensión democrática desde abajo. Sin embargo, nunca mostró mucho interés en la estrategia de cambio estructural y más bien se centró en propiciar la democratización progresiva de la sociedad civil. Lo planteado lo conduce a tener una concepción del socialismo que pone énfasis en la ampliación de las reglas democráticas en la fábrica, dentro del capitalismo, más que en la transición del capitalismo al socialismo. Según Perry Anderson, la conceptualización del socialismo de Bobbio, que se centra en la democracia económica, llevaría a legitimar el orden político existente315. Como se puede apreciar del análisis de la teoría contemporánea sobre la democracia, ésta ha tendido a privilegiar una de las tendencias de los teóricos considerados clásicos de la democracia, dejando de lado la vertiente que no se limitaba a un papel principalmente descriptivo sino fundamentalmente valorativo, y que hacía resaltar los ideales que deberían lograrse mediante la democracia, por supuesto que dentro del marco del individualismo que propugnaba. Hay que señalar sin embargo, que el énfasis contemporáneo en una visión pragmática de la democracia, no significa de ninguna manera que no se haga uso de un conjunto de criterios valorativos para evaluar los sistemas políticos y determinar cual es "democrático" 316. Si uno hace un análisis detenido de estos criterios, se puede percibir que son inherentes a los sistemas anglo-americanos, y por lo tanto, lo que promueven como ideal democrático a alcanzar es el impulsado por el máximo imperio del mundo, que ha demostrado que más que luchar por extender una verdadera democracia, lo que está haciendo es ampliar su dominación a través de un proceso de afianzamiento de una democracia formal que no se ajusta a la estructura social de los distintos países del planeta, sobre todo en los periféricos, donde su control es mayor.

315

Perry Anderson. The affinities of Norberto Bobbio. 170 New Left Review. July/August 1988. 316 Carole Pateman. Participation and Democratic Theory. Cambridge University Press. 1970.

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El tipo de democracia moderna, tal como ya se mencionó, postula por una participación limitada de los ciudadanos, la que está circunscrita al parlamento, en el que en la práctica concreta los profesionales de la política que lo componen legislan fundamentalmente a favor de los intereses de los que financiaron sus campañas, los poderosos económica y políticamente que ejercen una presión permanente a través de múltiples vías, así como por las propias motivaciones que tienen como grupo, con el fin de mantenerse y reproducirse de manera ampliada. Además de la participación antes señalada, el Estado se caracteriza por el autoritarismo burocrático en la ejecución de las medidas legislativas o de otra índole, también en sus actividades educativas y culturales en general, y ni que decir de su aparato coercitivo. En las empresas de la sociedad civil, donde una gran mayoría de la ciudadanía labora y reproduce su vida cotidiana, impera la jerarquización, lo que atenta contra la creatividad y favorece la alienación y cosificación de la población. En la periferia, la crisis del sistema democrático parlamentario se potencia, lo que ha llevado a algunos pensadores sociales a plantear formas nuevas de democracia para este tipo de formaciones sociales. Así tenemos que Samir Amin postula para estos países una "democracia avanzada", que tendría que sustentarse en la "democracia jacobina"317. Este planteamiento de Samir Amin, más bien conduciría a formas democráticas autoritarias, por cuanto los jacobinos sustentaron su democracia en la eliminación de la oposición y en el partido único, tal como lo señalamos al analizar la evolución histórica del sistema democrático. No hay que olvidarse que un jacobinismo modernizado surgió como parte de los procesos de liberación nacional que se dieron en África y también en Asia. A este jacobinismo actualizado, Clifford Geertz lo denomina "sistema de movilización", que habría emergido como producto de la pérdida de legitimidad del sistema político sustentado en la democracia parlamentaria. Este nuevo jacobinismo tuvo como sus tesis centrales: su fe en el progreso, la industrialización acelerada, y la lucha por alcanzar la armonía. Se caracterizó principalmente por el desarrollo de una autoridad central fuerte, y la 317

Samir Amin. Social Movements at the periphery. En New Social Movements in the South. Edited by Ponna Wignaraja Sage Publications. New Dehli. 1993.

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institucionalización de valores nacionales. Las experiencias de este tipo de democracia han tenido en la cúspide del sistema político a un líder carismático que nunca pudo legitimar integralmente el régimen318. Aparte de las críticas antes expuestas, hay algunos señalamientos relevantes efectuados por Marx y Engels a la democracia capitalista que permiten aclarar aún más la esencia de este tipo de sistema político. Marx y Engels, en su crítica a la democracia, ponen un énfasis especial en desentrañar la lógica que existe detrás del parlamentarismo, que pretende hacer creer a la población que es la fuente de la soberanía, del poder y que representa a los verdaderos creadores de los eventos políticos. Igualmente procuran desenmascarar el proceso eleccionario en sí, que pretende ser el reflejo de la opinión pública, porque constituirá "una fuente profunda de autoridad moral, como si fuera el basamento del poder popular”319. Marx es muy crítico de la concepción individualista de la democracia burguesa, por cuanto ésta no supera la visión "del hombre egoísta más allá del hombre como miembro de la sociedad civil, eso es, un individuo dejado a sí mismo, en los confines de su interés privado y caprichos individuales, separados de la comunidad”320. Por otro lado, analiza en términos políticos la "apariencia" de libertad de la cual este sistema se propone hacer alarde. Señala la "hipocresía" de la supuesta libertad que la democracia genera y pone de esa manera al descubierto la lógica burguesa que consiste en encubrir el hecho que la sociedad está dividida en clases. La separación de la sociedad en Estado y Sociedad civil sirve para este propósito, creando la ilusión dual de un individuo que sólo obedece a los dictados de su voluntad racional y del desarrollo de una competencia en el mercado que opera de manera autónoma del Estado321.

318

Clifford Geertz (eds). Old societies and New Status. The Free Press. New York. 1963. John Hoffmann. Marxism, Revolution and Democracy. B.R. Grüner Publishing Co. Holanda. 1983. 320 Citado en John Hoffmann. Op. cit. 321 Ibíd. 319

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Cuarta Parte Crítica de los aspectos teóricos centrales sobre la transformación social

En las teorías revolucionarias, y en particular en la marxista con sus distintas tendencias, existen dos asuntos centrales que han tenido y siguen teniendo una incidencia crucial en la naturaleza del cambio que se propugna y de la praxis que ello ocasiona. Uno de ellos, es la relación entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales, y el otro es la forma en que se concibe la problemática de la articulación entre la infraestructura económica y la superestructura política. Estos aspectos están asimismo estrechamente relacionados entre sí, por cuanto la manera en que se concibe uno incide en la conceptualización del otro.

1. Fuerzas productivas – Relaciones sociales La teoría de la transformación que adopta el marxismo, no es algo monolítico. Existen varias tendencias que hacen depender en gran medida el cambio social del desarrollo de las fuerzas productivas y de la forma en que se vinculan con las relaciones sociales. Lo señalado puede explicarse en parte porque Marx, en el proceso de producción teórica de su vasta y compleja obra, no siempre enfocó la conexión fuerzas productivas– relaciones sociales de la misma manera, ocasionando distintas interpretaciones. No se hará aquí la enumeración detallada de las diferentes modalidades en que Marx abordó este tema, por cuanto ello lo realicé en obras anteriores, tales como El primado de las fuerzas productivas y el socialismo y La organización social de la producción como dinámica del desarrollo. Sin embargo, para ilustrar bien este punto, expondré brevemente

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dos posiciones de Marx en lo relativo al papel de las fuerzas productivas que han incidido en mayor medida en el desarrollo teórico posterior. La primera, es la que expone en el prefacio a su obra Contribución a la Crítica de la Economía Política, en la que señala que son las fuerzas productivas "el elemento más móvil y más revolucionario de la producción", mientras que las relaciones de producción dependen en su desarrollo de las fuerzas productivas. Marx, en esta parte de su libro, estableció una relación mecánica causa-efecto, donde las fuerzas productivas son las que imprimen la dinámica de la relación. En los Grundrisse, Marx postula una posición distinta al plantear una relación dialéctica entre las fuerzas productivas y relaciones sociales de producción al considerar que las fuerzas productivas no son neutras, sino fuerzas productivas del capital, por cuanto están imbuidas de la naturaleza de las relaciones sociales capitalistas. Dentro de esta misma línea de pensamiento, señala en los Grundrisse que "cada desarrollo en nuevas fuerzas productivas, es al mismo tiempo un arma contra los trabajadores"322. Es bueno puntualizar igualmente, que las producciones teóricas no se hacen en un vacío social, sino que se llevan a cabo en situaciones históricas y sociales dadas que influencian en su edificación. El marxismo se elaboró en el ambiente intelectual y filosófico de la segunda mitad del siglo diecinueve, que estaba dominado por el positivismo y el cientificismo. Los adelantos de la tecnología se evidenciaban prácticamente todos los días y la economía aparecía como el aspecto medular del desarrollo de la sociedad. Esto condujo a la intelectualidad de esa época a pensar que la motivación central del hombre era económica, viéndola como algo invariable en el tiempo323. Para lograr satisfacer esta motivación fundamental, se suponía que el desarrollo de las fuerzas productivas era el motor de la historia, lo que indujo a un gran error que marcó el desarrollo teórico revolucionario, particularmente el que la ortodoxia denomina el "socialismo científico". Ello, por cuanto la vida humana no puede circunscribirse sólo a incentivos económicos. Esta posición se refuerza al pensar que estos 322

Para mayor detalle, ver Cristian Gillen El Primado de las fuerzas productivas y el socialismo. Editorial Horizonte. Lima. 1986. 323 Cornélius Castoriadis. L'institution imaginaire de la société. Editions du Seuil. 1975.

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últimos permanecen como el motor principal en el tiempo, cuando en verdad los valores se modifican en función a los tipos de sociedad y de las relaciones sociales en que se sustentan; y además porque existen necesidades intrínsecas primordiales que emergen de la vida comunitaria como son por ejemplo la solidaridad, la sexualidad, la necesidad de auto-organizarse para dirigir libremente sus actividades. El denominado socialismo científico, es el que más privilegió el primado de las fuerzas productivas sobre las relaciones sociales al vislumbrar la caída del capitalismo como un proceso inevitable, producto de las contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales, que constituirían una traba para el incremento permanente del factor más dinámico de esta relación. Trostky tenía en general una posición política contraria a la de la burocracia que ejercía el poder político en la ex-Unión Soviética. Sin embargo, a semejanza de la ortodoxia, les otorgaba a las fuerzas productivas el primado sobre las relaciones sociales. La única discrepancia, que existía entre ambas corrientes en cuanto a esta problemática, residía en que Trostky postulaba que el desarrollo de las fuerzas productivas no podría darse en el marco nacional sino internacional, mientras que Stalin defendía la tesis inversa, es decir que las fuerzas productivas podrían incrementarse dentro un solo país. Trotsky, en 1919, planteaba que "las fuerzas productivas, ese factor decisivo, eran contenidas por los muros del Estado nacional y las burguesías, las cuales exigían su emancipación mediante la organización universal de la economía socialista"324. En 1936, la tesis central, que sustentaba en su programa de transición, era que "las fuerzas productivas de la huma-nidad han cesado de desarrollarse, porque las relaciones capitalistas han devenido en el freno a su desarrollo"325. Ernesto Mandel, que representa la versión contemporánea del denominado socialismo científico, también privilegia a las fuerzas productivas en su 324 325

Citado por Cornelius Castoriadis. Op. cit. Ibíd.

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vinculación con las relaciones sociales y ve la dialéctica que se establece entre ellas al margen de las contradicciones que se dan entre las clases sociales. La emergencia del socialismo la percibe como un subproducto del avance de las ciencias y las tecnologías, en lugar de ser el resultado de un proceso originado por la auto-organización de los trabajadores y oprimidos. Pareciera que la teoría revolucionaria debería circunscribirse a promover el desarrollo acelerado tecnocientífico. Mandel, que era un seguidor de Trostky, tenía en su noción de la "tercera revolución tecnológica" una gran similitud con el concepto de "la revolución científica tecnológica" (STR) propiciada por la burguesía de Estado y los académicos de la ex – Unión soviética de los años 1960 y 1970. Esas teorías concebían una nueva época histórica impulsada por la automatización cibernética, presentando una gran semejanza con las teorías capitalistas del post-industrialismo, con la diferencia de que el gran beneficiado no sería el capitalismo sino el socialismo326. La historia ha mostrado que lo que comúnmente se denominan fuerzas productivas han crecido a niveles poco imaginados, sin que las relaciones sociales representen una traba para su desarrollo. Es decir, que no se han producido contradicciones que pongan en juego el desarrollo de las fuerzas productivas en el tiempo. Por otro lado, se ha podido apreciar que las innovaciones tecnológicas crecientes y demás fuerzas productivas no han conducido a un pase automático al socialismo. Más bien, el capitalismo está utilizando creativamente las nuevas innovaciones tecnológicas para solidificar su dominación mundial327. Detrás de esta supuesta articulación dialéctica entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales, se esconde un esquema mecánico, así como consideraciones teóricas erróneas sobre las mismas nociones de los elementos que componen esa aparente unidad dialéctica que es necesario dilucidar, lo cual haremos después de presentar las otras percepciones sobre esta relación. Esta línea de pensamiento marxista, basada en un desarrollo determinista de las fuerzas productivas, tiene repercusiones políticas importantes. Dentro 326

Nick Dyer-Witheford. Cyber-Marx. University of Illinois Press. 1999. Cristian Gillen. Primado de las fuerzas productivas y el socialismo. Editorial Horizonte. Lima. 1986. 327

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de esta concepción teórica, las clases aparecen como simples instrumentos de fuerzas inevitables, subestimando aspectos subjetivos centrales de los trabajadores y oprimidos, que son su creatividad, voluntad y poder de iniciativa. Éstos no serían los actores principales, dado que estarían subordinados a los poderes de las ciencias y las técnicas. Si los trabajadores y los oprimidos se auto-organizan bien o mal para resistir y revertir el capitalismo, no tendrían un papel relevante, por cuanto lo medular sería el desarrollo de las fuerzas productivas que llevaría de manera inexorable al fin trágico del capitalismo. Esta concepción determinista y objetivista de la sociedad y de su reproducción incide en la teoría del valor. Implica una visión disociada del valor de uso y el valor de cambio, y por ende, una percepción neutra del valor de uso. Así como el proceso de producción inmediato es una unidad dialéctica del proceso de trabajo y el proceso de valorización, también lo es el valor de uso y el valor de cambio. Por lo tanto las fronteras entre éstos no están rígidamente definidas, sino que ambos se interpenetran impregnándose de los elementos del otro. De esa manera, pierden su aparente desarrollo autónomo y el valor de uso su aparente neutralidad. De lo antes mencionado, se desprende que el valor de uso es una manifestación de relaciones sociales capitalistas y consecuentemente no puede verse como algo humano innato. Es necesario que la teoría del valor no sigua analizándose solamente o principalmente desde su aspecto objetivo y cuantitativo, que expresa una visión desde la perspectiva de las fuerzas productivas del valor, es decir fundamentalmente positivista y tecnocrática. Hay que percibirla teniendo en consideración la lógica interna que rige la reproducción de las relaciones sociales capitalistas, y en ese contexto, de la manera como los capitalistas aseguran su dominación. El capitalista no sólo intenta minimizar el tiempo de trabajo para maximizar sus ganancias, sino que pretende también subordinar y alienar a los trabajadores, con el fin de que no adquieran una conciencia que promueva la solidaridad y que erradique todo rasgo de competencia entre ellos. Asimismo, quiere impedirles evaluar su verdadero papel dentro de la reproducción de las relaciones sociales capitalistas, y evitar que desarrollen maneras creativas de lucha, con el fin de revertir su

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situación. Como se puede apreciar, explotación y alienación son una unidad indisociable. A partir de finales de los sesenta, emergen nuevos planteamientos teóricos sobre la relación fuerzas productivas–relaciones de producción, como producto de los serios cuestionamientos al denominado socialismo científico que surgen como consecuencia del movimiento de mayo de 1968. De acuerdo a estas nuevas concepciones teóricas, las relaciones sociales serían las que estarían moldeando a las fuerzas productivas, es decir lo contrario a lo que postuló el denominado socialismo científico. Estos nuevos razonamientos teóricos se basan en gran medida en que las nuevas tecnologías de la automatización y las comunicaciones, en lugar de debilitar al capitalismo, como lo concebía la teoría del primado de las fuerzas productivas, más bien lo vigorizaría al subordinar aún más a los trabajadores a la lógica del capital, visto éste como relación social. Los primeros representantes de la escuela de Frankfurt, tales como Horkheimer, Adorno y Marcuse, pensaban que la racionalidad que había adoptado el desarrollo tecnológico dentro del capitalismo, en lugar de ser un medio importante para liberar al hombre, había devenido en algo opresivo. Para Adorno y Horkheimer, los medios se transformaron en fines, el propósito de dominar a la naturaleza a través de la tecnología se habría metamorfoseado en un instrumento de dominar al hombre. Las fuerzas de producción se convirtieron en fuerzas de destrucción. Habermas, en sus escritos más recientes, trata de superar la negatividad que genera la dialéctica negativa de los creadores de la escuela de Frankfurt. Para ello, disocia el espacio del trabajo del de la intersubjetividad, lo que le otorga un papel más positivo al desarrollo tecnológico. No criticaremos este planteamiento, porque ya lo hicimos anteriormente. Miguel Aglietta y Alain Lipietz, dos de los más conocidos representantes de la teoría postfordista, consideran que el capitalismo no es un proceso sin cambios que estaría destinado al colapso, sino que más bien lograría superar sus contradicciones internas a través de la creación de sucesivos "regímenes de acumulación". La consolidación de estos regímenes se

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fundamentaría en "modos de regulación" construidos en función a arreglos institucionales, procedimientos y hábitos que orientan el comportamiento de los distintos agentes que operan en la sociedad civil. Lipietz piensa que la alternativa más idónea para superar la crisis del fordismo, sería la de propiciar un régimen de acumulación que aumente la calificación de los trabajadores así como su responsabilidad en el proceso de trabajo. Estas mayores calificaciones y responsabilidades deberían estar aparejadas con pagos salariales más elevados, así como una reducción en el tiempo de trabajo que permita motivar a los trabajadores a cooperar en el establecimiento de sistemas de trabajo post-tayloristas que se caracterizarían, según Lipietz, por el uso de alta tecnología. Este sería el "New Deal" del siglo veintiuno. Lipietz, en sus planteamientos teóricos, no le otorga la importancia necesaria a las contradicciones que se dan en el seno del capitalismo, más bien, las minimiza. Su propuesta tiene como aspecto central el de construir dentro de este capitalismo "pacificado" de escasa contestación, un tipo de organización apropiado que garantice un crecimiento continuo del capitalismo. Es decir, se sitúa en la misma lógica que las teorías capitalistas que se focalizan en los procesos sociales que garanticen la acumulación ampliada. Como se podrá apreciar, Lipietz resalta la vitalidad del capitalismo y no explicita las inestabilidades de éste, lo que anula cualquier alternativa que ponga en juego al capitalismo328. Prácticamente, Lipietz se limita a hacer proposiciones que posibiliten al capitalismo a salir de sus crisis mediante un mejor trato a los trabajadores. Las teorías más recientes, como las de los autonomistas y de los postmodernos en general, vuelven a privilegiar el primado de las fuerzas productivas, pero fundamentalmente aquellas que se sustentarían en el trabajo inmaterial, como son las tecnologías de la comunicación, lo que conllevaría a relaciones más complejas con las relaciones sociales, pero modulando a éstas en última instancia. Antonio Negri y Paolo Virno, dos representantes connotados de la escuela autonomista, en sus análisis que publican en la revista Futur Antérieur, consideran que el desarrollo de las fuerzas productivas, en lugar de ocasionar una caída de manera mecánica 328

Nick Dyer-Witheford. Cyber-Marx. University of Illinois Press. 1999.

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del capitalismo, como lo preconiza la visión primigenia del socialismo científico, estaría generando un proceso ambiguo bastante complejo. Por un lado, lo que denominan "post-fordismo" estaría erosionando la relación salarial, dentro del marco de la forma salarial y la propiedad privada. Por otro lado, las tecnologías de la comunicación tendrían un papel en el proceso de socavar al capitalismo, al no ser simples instrumentos de dominación capitalista, sino que también podrían ser empleadas para una lucha anticapitalista. Este desarrollo contradictorio de la tecnología generaría distintas alternativas: incorporarse dentro de la lógica del capital como trabajador capitalista o independizarse del capital. Ello significa, que en esta nueva fase del desarrollo capitalista, las tecnologías de la comunicación le abren un espacio al trabajo para poder organizarse con independencia, haciendo uso de su "poder de inventiva" para reapropiarse de la tecnología para sus propios fines y no los que fije el capital. El intelecto de masa comenzaría a arrogarse los conocimientos técnicos para dirigir la sociedad, lo que Negri denomina "poder constituido". Negri, en sus planteamientos, parece perder de vista que las relaciones sociales capitalistas tienden a poner todo bajo su lógica, es decir son de tendencia universal, aunque están teñidas de particularidades, sin que éstas vayan contra los aspectos medulares de la lógica interna de su desarrollo. Ello es lo que les ha otorgado hasta ahora su hegemonía. Sólo la resistencia y lucha organizada y creativa de los trabajadores y oprimidos podrá atentar contra el capitalismo y ocasionar su caída. Da la impresión que la posición de los autonomistas, especialmente la de Negri, sería otra visión más actual y sofisticada de la teoría del socialismo científico que sustentaba la caída del capitalismo como consecuencia del desarrollo de las fuerzas productivas, como son las tecnologías de las comunicaciones y los nuevos conocimientos que ella produce. La lucha de la multitud, como denomina Negri a la nueva fuerza anticapitalista, sólo sería un instrumento de este proceso de desarrollo de las tecnologías de punta. Esta concepción de Negri, en que no ve a la sociedad como una totalidad abierta sino como un conjunto de parcelas de esta realidad, debido a lo cual no se esfuerza en articular a estas últimas entre sí, lo conducen únicamente

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a focalizar su análisis en el sector de alta tecnología, y dentro de él, al que promueve el trabajo intelectual más calificado, por cuanto en el sector de las comunicaciones y otras ramas de tecnologías de punta coexisten los trabajadores privilegiados con aquellos que realizan funciones de limpieza, seguridad, cocina, entre otras. El desarrollo del capitalismo, que ha fomentado una flexibilización del mercado de trabajo, ha promovido no sólo al sector de las comunicaciones, sino igualmente a un sector importante de servicios (comida rápida, supermercados, etc.) de bajo nivel tecnológico, donde el trabajo femenino desempeña un papel relevante y que está sometido a los efectos más perversos del desarrollo tecnológico, que es desigual y combinado en el capitalismo. De lo anterior se desprende que Negri ha generalizado un aspecto parcial de la realidad, que es él de los trabajadores más favorecidos de los sectores de punta del capital, e ignorado a la gran mayoría de los que trabajan en los servicios u otros sectores, que no cuentan con las tecnologías más desarrolladas capitalistamente. Lo señalado pone en juego el concepto de trabajador socializado que propugna Negri, que es el que goza de buenos salarios y alta calificación, por cuanto este tiende a restarle importancia a la existencia de una gran masa que sufre los efectos de la descalificación y pauperización capitalista. Además, no analiza la complementariedad que existe entre los sectores de "punta" y los tradicionales dentro del proceso de acumulación capitalista, visto como un todo329.

2. Nueva forma de abordar la problemática Fuerzas productivas – Relaciones sociales En el examen crítico del capitalismo, son las relaciones sociales las que constituyen la categoría central de análisis, la cual se expresa de maneras diferentes en los distintos campos que conforman la sociedad, como el económico, político y cultural. En lo económico, se exteriorizan entre otros a través de la mercancía, la forma valor, el salario, y en la capacidad de 329

Ibíd.

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trabajo (denominada también fuerza de trabajo). En lo político se manifiestan, en el Estado, las leyes, etc., mientras que en lo cultural se perciben en la educación, el arte, por señalar algunos aspectos relevantes. Lo que se conoce comúnmente como fuerzas productivas, es decir las maquinarias, tecnologías, ciencias aplicadas, también son expresión de relaciones sociales pero pasadas330. Asimismo, hay formas más economicistas y deterministas de concebir a las fuerzas productivas, al considerar dentro de ellas, no sólo los aspectos antes mencionados, sino también la división del trabajo, que califican de técnica, y el trabajo presente. En casos extremos, se percibe la organización social de una empresa como fuerza productiva, limitando las relaciones sociales sólo a lo concerniente a la propiedad. Sin embargo, independientemente de la amplitud que se le otorga a la concepción de las fuerzas productivas, éstas siempre siguen siendo manifestación de las relaciones sociales. De lo anterior se desprende que no puede haber una contradicción irreconciliable entre el desarrollo de las fuerzas productivas, vistas supuestamente como neutras, y las relaciones sociales de producción que conduciría de manera inexorable al socialismo. Tampoco es válido conceptualizar la relación fuerzas productivas-relaciones sociales bajo la dinámica de estas últimas, como comenzó a hacerse en los años setenta bajo la influencia del movimiento de mayo 1968, por cuanto se pone bajo un mismo plano de análisis a las relaciones sociales y su expresión externa, que son las fuerzas productivas. Las fuerzas productivas, al ser manifestación de relaciones sociales pasadas, no entran en un antagonismo irreconciliable con las relaciones sociales presentes, sino más bien se produce un proceso de adecuación recíproco entre estas. Los reacomodos sucesivos en el tiempo, que pueden generar trastornos pasajeros de intensidades diversas, se realizan ya sea racionalizando las formas de organización del trabajo para variar el flujo y la 330

Es la manifestación de trabajo muerto que se realizó en el marco de formas de propiedad privadas y en una división del trabajo que tiende, por lo general, a disociar el trabajo manual e intelectual.

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diversidad en la producción (lo que modifica la división del trabajo), y/o mediante el diseño de nueva maquinaria, y/o rediseño del equipo existente, y/o introduciendo nuevas tecnologías, entre otros. En algunos casos, las relaciones sociales pasadas preceden la dinámica del cambio, en otros las relaciones sociales presentes, y también puede suceder que ambos procesos se den de forma simultánea. En la última modalidad de acumulación, que se conoce de manera formal como especialización flexible, la nueva forma de organización de la producción denominada celular, que no presenta una división rígida entre las operaciones productivas como el taylorismo, estuvo acompañada por la utilización de maquinaria más flexible que la empleada en la producción en masa, por la necesidad de hacer cambios rápidos entre series de fabricación distintas, puesto que se tenía que realizar tiradas de producción cada vez más cortas, hasta llegar de ser posible a la unidad331. Estados Unidos, que fue el país que lideró la modalidad anterior, es decir la de la producción en masa, en un inicio quiso competir con las formas más flexibles de producción mediante la introducción de nuevas tecnologías como la electrónica, sin proceder a cambios significativos en la organización del trabajo presente, lo que lo situó en un nivel de productividad más bajo que el de Japón, que introdujo la nueva modalidad de fabricación de manera más balanceada, al articular en forma casi simultánea maquinaria flexible con una organización celular de las operaciones de producción. Estados Unidos, para no perder la competencia, debido a los mencionados menores niveles de productividad, se vio en la imperiosa necesidad de tener que adoptar la organización del trabajo japonés, ajustándola a sus condiciones sociales y culturales. La penetración del positivismo332 en el pensamiento crítico que condujo al economicismo, llevó a una corriente, que se consideraba revolucionaria, a privilegiar las fuerzas productivas como el elemento central del desarrollo y del cambio, sin saber, por otro lado, que esta categoría, que logró penetrar 331

Para mayor detalle, ver Cristian Gillen. La organización social de la producción como dinámica del desarrollo. Editorial Horizonte. Lima. 2001. 332 El positivismo se basa principalmente en las apariencias.

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la teoría crítica, provenía de los economistas clásicos del capitalismo, y que al privilegiarlas, más bien se tendería a reforzar las relaciones sociales capitalistas, que son su esencia, en lugar de debilitarlas. Por otro lado, llevó a pensar que lo económico era lo determinante, excluyendo un análisis profundo de las producciones culturales y políticas, por cuanto eran consideradas un simple reflejo de la infraestructura económica. Se hace necesario romper con la concepción estática de las relaciones sociales, lo que abrirá el camino hacia un análisis centrado en las articulaciones dinámicas entre las relaciones sociales pasadas y presentes, y visualizar a las fuerzas productivas sólo como expresión de éstas, sin dejar de considerar la relación dialéctica entre fenómeno y esencia que se establece entre las dos categorías. Lo anterior lleva inexorablemente a que las fuerzas productivas no sean vistas como neutras, sino como teniendo el carácter de las relaciones capitalistas que las generaron en un momento dado. Para transformar el capitalismo, hay que revolucionar las relaciones sociales capitalistas sustentadas en la propiedad privada y la división entre el trabajo manual e intelectual. Esto motivará a que surjan maquinarias y tecnologías de nuevo tipo en el marco de un desarrollo desigual en el tiempo. Es decir, ciertas maquinarias y tecnologías serán proclives a un cambio casi inmediato, mientras que en otras las modificaciones serán más graduales y se producirán con intensidades distintas.

3. Problemática Infraestructura-Superestructura Aparte de la problemática de la relación fuerzas productivas–relaciones sociales, la articulación infraestructura-superestructura es otra dificultad teórico-práctica que debe resolverse. Ello permitirá plantear nuevas modalidades de transformación de la sociedad capitalista que realmente favorezcan a los que vienen padeciendo de la opresión, que es la gran mayoría de la población mundial, cuyas condiciones de vida material y moral, en lugar de mejorar, están deteriorándose bajo el modelo neo-liberal imperante a escala planetaria.

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Las formas en que se percibieron las relaciones: fuerzas productivasrelaciones sociales, infraestructura-superestructura, no son problemas teórico-prácticos aislados, sino que están íntimamente vinculados, por cuanto se influencian recíprocamente así como repercuten en la concepción del Estado y el papel que debería desempeñar éste en el tránsito hacia una sociedad de nuevo tipo. Es decir que la forma en que se conceptúa la producción, ya sea bajo el primado de las fuerzas productivas, o de las relaciones sociales, o en que las fuerzas productivas son una simple expresión de relaciones sociales pasadas, incide en como se aborda la reproducción de la sociedad en base a distintas modalidades de ver las articulaciones entre lo económico y político, pero también lo cultural, que casi siempre es dejado de lado, a pesar de la gran importancia que le otorgó Gramsci en el desarrollo de su teoría sobre la hegemonía. A continuación, presentaremos las escuelas de pensamiento más conocidas que han profundizado sobre el tema de la relación infraestructurasuperestructura. En el análisis crítico que se hará de las diferentes posiciones, se estudiará la relación dialéctica que existe entre producción - relación económica, política, cultural – Estado – transformación. Luego de ello, se presentará una propuesta para superar la problemática infraestructurasuperestructura. En el capitalismo, se tendió a conceptualizar la producción en términos eminentemente técnicos, que le daban a ésta, a nivel de las apariencias, un carácter de neutralidad. Se planteaba que el trabajo se combinara en proporciones distintas con los medios de producción para obtener productos. La distribución es vista en forma disociada del proceso de trabajo, la cual genera la transformación del producto en ingreso que se otorga a las diferentes clases y/o grupos que participan en la actividad económica productiva. Este proceso distributivo es como algo sobre impuesto al proceso de trabajo, que no es considerado un proceso social, como ya se planteó333. 333

Cristian Gillen. La Organización social de la Producción como dinámica de Desarrollo. Editorial Horizonte. Lima. 2001. Simon Clarke (ed.)The State Debate. Palgrave, New York. 1991.

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La separación mecánica producción-distribución indujo a las distintas escuelas del pensamiento capitalista, principalmente a la liberal, a ver al Estado desligado de la economía. Sin embargo, esta manera de enfocar a la sociedad ha sido puesta en juego por el propio proceso de desarrollo capitalista, marcado por sus crisis permanentes que han llevado a que estos espacios considerados regiones separadas tengan que romper sus supuestas "fronteras" para interpenetrarse, con el fin de garantizar la reproducción de las relaciones sociales capitalistas como un todo. La social democracia, que dentro del marco de la lógica capitalista mantenía una posición progresista, no escapa a la concepción de la producción de los liberales, al considerar igualmente la producción como algo que no está articulado dialécticamente a la distribución. Es en este contexto que la social democracia afirma que el Estado gozaría de una supuesta autonomía como institución política. El carácter de clase del Estado dentro de esta perspectiva no está determinado por el papel que desempeña en la producción, sino que por le rol que juega en la distribución, la cual podría ser modificada mediante medidas impositivas, políticas de gastos, entre otros. Los neo-ricardianos, al igual que los liberales y socialdemócratas, construyen su teoría del Estado en el marco de la separación produccióndistribución. La "autonomía" del Estado es conceptualizada en base al conflicto social con respecto a la distribución de los ingresos. Tenemos así que el neo-ricardiano Gough no considera el papel del Estado en función a las actividades que realiza para lograr la reproducción del proceso de trabajo334. El Estado nacional benefactor, que surge de la política reformista del Estado como resultado de un manejo más equitativo del ingreso que el modelo liberal, ha entrado en un proceso de crisis. Uno de los factores que más incidió en esta crisis, producto de la agudización de los conflictos sociales, fue la reconversión del proceso de producción en masa al de especialización flexible bajo sus distintas versiones. Este último se caracterizó por un proceso de trabajo basado en la cooperación, pero incorporada. El 334

Simon Clarke. Op. cit.

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proceso de valorización de este nuevo proceso de producción inmediato, en su versión anglosajona que fue la que más influyó en la periferia capitalista, tendió a ver el salario no como un ingreso sino principalmente como un costo. Además, subordinó la política distributiva directa e indirecta y el consumo colectivo a las necesidades de la competitividad de la economía a nivel mundial. La crisis del Estado benefactor, en su versión central y periférica, ha comenzado a hacer emerger lo que Bob Jessop denomina el "Estado Schumpeteriano competitivo", bajo versiones distintas, como veremos posteriormente. Las características de este nuevo tipo de Estado son principalmente: facilitar la flexibilidad del mercado laboral; fomentar la liberalización del comercio internacional; articular procesos de redefinición territorial con nuevas formas de comprensión tiempo-espacio335. Como ya se manifestó, existen varias modalidades del denominado Estado Schumpeteriano que vienen emergiendo. La neoliberal se caracteriza por un Estado que privilegia la privatización y el criterio comercial en las diferentes actividades económicas, políticas y culturales que desempeña éste. Además, propugna la flexibilidad laboral, la reducción de la seguridad social y también de los impuestos a las capas sociales más adineradas. El de tipo neocorporativista se esfuerza en promover la innovación, extender los acuerdos públicos-privados, proteger los sectores estratégicos de la economía y equilibrar la cooperación y la competencia. La versión neoestatista se caracteriza por ejercer un control estatal en el proceso de competencia y desarrollar una estrategia nacional para orientar el accionar de los distintos agentes sociales. En cuanto al modelo neocomunitario, que es básicamente el caso de Dinamarca, procura expandir la economía social, promover la cohesión social y el comercio equitable336. Marx, a diferencia de las distintas escuelas de pensamiento capitalista, presenta en su capítulo inédito de El Capital una visión totalizadora y no neutra de la producción compuesta por el proceso de trabajo y de valorización, 335 336

Bob Jessop. The future of the Capitalist State. Polity Press. Cambridge. 2003. Op. cit.

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pero que no actúan en forma disociada sino como una unidad dialéctica. En esta perspectiva, no se percibe la producción separada de la distribución, por cuanto la plusvalía se genera en el proceso de trabajo y después se metamorfosea en ganancia vía el proceso de competencia y realización de la producción en el mercado mediante el juego de la oferta y la demanda 337. Sin embargo, como ya se ha manifestado, hay en partes de la obra de Marx concepciones de la producción basadas en fuerzas productivas neutras, las cuales tuvieron un gran impacto en el denominado marxismo ortodoxo. Marx, al tener una visión de la producción no desconectada de la distribución, contrariamente a los liberales y reformistas, critica la separación entre el Estado y la sociedad civil. En La crítica de la filosofía del derecho de Hegel, que es uno de sus trabajos políticos centrales, postula que la disociación entre lo “político” y “económico” no puede ser resuelta ni por la burocracia, ni por la elección de una asamblea legislativa. Marx, a pesar de su crítica acertada a las formulaciones de Hegel y los liberales, que pensaban que la sociedad estaba conformada por regiones separadas, comete en partes de su amplia obra el error de establecer una relación entre lo "económico" y lo "político" bajo el primado del primero. Esta posición se puede apreciar tanto en el prefacio a la Crítica de la economía política, como en La Ideología alemana, en La Pobreza de la filosofía, y en el tercer volumen de El Capital. En Engels, principalmente en la segunda parte del Anti-Dühring338. Marx y Engels son sensibles a los problemas que trae consigo el reduccionismo económico, y pretenden atenuarlo puntualizando que también la superestructura actúa sobre la base económica. Engels intenta salir de este dilema planteando que en esta relación, que se retroalimenta, la economía sería lo determinante en "última instancia", posición que ha influenciado a teóricos como Poulantzas. Sin embargo, esta postura teórica tampoco posibilita superar la problemática infraestructura-superestructura, por cuanto

337

Cristian Gillen. El Primado del las fuerzas productivas y el Socialismo. Editorial Horizonte. Lima. 1986. 338 Rally Bien (eds). Politics Ideology and the State. Lawrence and Wishart. London. 1978.

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no da razones por las cuales la infraestructura sería la que genera la dinámica en la historia339. El primado de lo "económico" sobre lo "político", conduce a ver las clases fundamentalmente desde el punto de vista económico y considerar al Estado como un instrumento de la clase económica dominante, la cual utilizaría al Estado para ejercer la coerción sobre las clases subordinadas. Marx concibe al Estado en sus trabajos teóricos iniciales como un sistema irracional abstracto de dominación política que niega la naturaleza social del hombre y lo aliena de una participación genuina en la vida pública. Igualmente, plantea que la elite estatal es la representante de los intereses privados. Marx, en la Ideología alemana, señalaba que el Estado era "la forma de organización que la burguesía adopta con fines internos y externos para garantizar su propiedad e intereses". En el Manifiesto Comunista, planteaba que "el Ejecutivo del Estado moderno es un comité para administrar los asuntos comunes de la burguesía" y el poder político es "simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a la otra". Esta conceptualización del Estado llevó a que muchos marxistas consideren que el Estado era un instrumento neutro que podría ser utilizado para cualquier interés que se considere apropiado. De ahí la línea reformista que proyecta conquistar el Estado a través de medios electorales y ponerlo al servicio de las clases populares, o aquellos que piensan que el tomar el Estado por medios violentos bastaría para quitarle el poder a los capitalistas sin tomar debida cuenta de lo social e ideológico y de la capacidad propia que se requeriría para reproducir a la sociedad en las nuevas condiciones. Marx, en la Guerra civil en Francia, a diferencia de lo que señalaba en sus obras antes citadas, adopta una posición básicamente anti-instrumentalista, aunque esta obra contiene metáforas instrumentalistas. En la obra citada, establece que el Estado es un sistema de dominación política cuya efectividad debe ser desentrañada, tanto de su estructura institucional, como de las categorías sociales, fracciones o clases que lo controlan340.

339 340

Cornelius Castoriades. L'institution imaginaire de la société. Editions du Seuil. 1975 Rally Bien (eds). Op. cit.

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La última concepción marxista ortodoxa del Estado fue la planteada por sus adeptos a través de la teoría del capitalismo monopolista de Estado, la cual deriva de la forma de éstos de concebir la producción. Para esta escuela de pensamiento, las fuerzas productivas y las relaciones de producción son vistas como relaciones técnicas de producción y relaciones sociales de distribución. En este contexto, el Estado puede estar disociado de la producción material, por cuanto la esfera de la distribución sería una esfera de acción independiente de las fuerzas productivas, tal como la conciben los socialdemócratas y neo-ricardianos. El Estado estaría sujeto al poder de la fracción monopólica, por lo que se requeriría aglutinar a la gente para que expulse a los usurpadores. Esta posición "moderna" del Estado del marxismo ortodoxo es muy similar a la que promovió Stalin para la tercera internacional. Éste señalaba que "el capitalismo monopolista de Estado consiste en la subordinación del aparato del Estado a los monopolios capitalistas"341. La finalidad política de esta concepción del Estado es la de justificar la toma del poder del Estado por la vía parlamentaria, por cuanto se contaría con el apoyo de la gran mayoría de la población que viene siendo afectada por la pequeña fracción monopólica. Lo que bastaría sería organizar a esta multitud en un frente social para provocar un antagonismo entre la mayoría de la sociedad civil y la fracción monopólica, con el fin de crear una democracia de la mayoría en el marco de la legalidad burguesa. Gramsci se distancia del marxismo ortodoxo en lo que atañe a su concepción de la relación infraestructura-superestructura y del Estado. Para comprender su construcción teórica con relación a los aspectos antes señalados, partiremos del análisis de la forma en que Gramsci visualiza la producción económica. Según éste, la infraestructura está constituida por la relación fuerzas productivas-relaciones de producción, dándole un primado en esta articulación a las fuerzas productivas, pero aborda esta relación de una manera mucho más compleja que la ortodoxia, lo cual sin embargo no

341

Citado en Michael Hardt and Antonio Negri. Labor of Dionisos. University of Minnesota Pres. Minneapolis. 1994.

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evita que incida negativamente en su conceptualización de la relación infraestructura-superestructura, como veremos posteriormente. Muestra del primado que le otorga a las fuerzas productivas es que, en sus Cuadernos de Prisión, postula la tesis de que el incremento de las fuerzas productivas es lo que hace emerger a las nuevas clases sociales 342. Además, considera que el carácter progresista de una clase se define en función a su capacidad de incrementar las fuerzas productivas y de ampliar el número de intelectuales orgánicos343. Gramsci, a pesar de esta concepción de primado de fuerzas productivas, percibe la producción económica no como un espacio autónomo de leyes endógenas, sino fundamentalmente como un terreno de luchas políticas sobre aspectos relacionados a la organización del trabajo y cuestiones ideológicas344. Su forma de entender lo económico lo motiva a visualizar a las fuerzas productivas no como algo que es neutro, es decir como un objeto técnico, sino que expresa la propiedad del capitalista dentro del proceso de trabajo. Por otro lado, rompe con el determinismo económico al plantear que no existen leyes económicas inexorables como en la química y la física, sino que debería razonarse solo en términos de tendencias. El comprender que la lucha política se sitúa en la economía conduce a que no disocie las batallas económicas y las políticas de los trabajadores como lo hacen los marxistas ortodoxos y los reformistas. Ello lleva a Gramsci a plantear que la hegemonía nace en la fábrica, la cual debe ir acompañada por un sistema moral e ideológico que se daría fuera del trabajo destinado a establecer las formas de vida. Consecuentemente, su manera de enfocar la producción incita a Gramsci a rechazar la separación entre infraestructura y superestructura como producto de una simple vinculación de causalidad eficiente. En ese sentido, Gramsci señala que "la pretensión (…) de presentar y expresar toda fluctuación de la política y la ideología como una expresión inmediata de la

342

Citado en Christine Buci-Glückmann. Gramsci and the State. Lawrence and Wishart Ltd. London. 1980. 343 Jean-Marc Piotte. La Pensée politique de Gramsci. Editions Parti Pris. Montréal. 1970. 344 René Bertramsen, Jens Meter Frilund and Jacob Torfing. State, Economy and Society. Unwiss Hyman Ltd. London. 1991.

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estructura, debe ser combatida teóricamente como un infantilismo primitivo…" 345. Gramsci establece una relación compleja entre infraestructura superestructura, que ha motivado interpretaciones distintas entre los estudiosos y seguidores del pensamiento de éste. Por un lado, el planteamiento de Gramsci de la determinación de lo económico en última instancia incidió en las formulaciones teóricas de Nicos Poulantzas, como veremos posteriormente. Por otro lado, Norberto Bobbio adopta una interpretación en que lo económico no imprimiría la dinámica entre infraestructura y superestructura. Para este, el momento ético-político dominaría al económico a través del reconocimiento que haría el sujeto activo de la historia de la objetividad, lo que le permitiría crear las condiciones para transformar el mundo material. Las ideologías y las actividades políticas se convertirían en el terreno donde los hombres, sobre todo los oprimidos por el sistema capitalista, adquirirían la conciencia de los conflictos que se desarrollan en la infraestructura. Esta toma de conciencia de las condiciones estructurales, es decir este avance cualitativo, se situaría, según Gramsci, en el momento de la "catarsis", que define como siendo el salto de lo económico al momento ético-político. La posición de Bobbio, con respecto a la problemática infraestructura-superestructura que aparece en las notas de prisión de Gramsci, se sustenta en el planteamiento de este último, según el cual la estructura deja de ser una fuerza externa que aplasta al hombre haciéndolo pasivo, y lo transforma en un instrumento para crear una nueva forma éticopolítica y una fuente de nuevas iniciativas346. Hughes Portelli, tiene otra interpretación en cuanto a la forma como Gramsci aborda la articulación infraestructura-superestructura. Según Portelli, éste le otorgaría a lo ético-político un rol de la misma importancia que a la base económica. En definitiva, según Portelli, habría que pensar en la infraestructura y superestructura como en dos momentos igualmente determinantes de una relación dialéctica347.

345

Citado en Jean-Marc Piotte La pensée politique de Gramsci. Editions Parti Pris. Ottawa. 1970. 346 John Keane (eds). Civil Society and the State. Verso. England. 1993. 347 Hughes Portelli. Gramsci et le Bloc Historique. PUF. Paris. 1972.

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A pesar de los grandes avances que realizó Gramsci para darle una solución a la problemática bajo análisis, la cual fue agudizada por la visión estalinista del marxismo que imperaba en el movimiento comunista mundial en el momento de la producción teórica de Gramsci, éste no pudo escapar al dualismo infraestructura-superestructura. Ello se debe, en gran medida, a su concepción de la producción donde las fuerzas productivas juegan el papel dinámico en su articulación con las relaciones sociales de producción, pero también a su concepción filosófica que se inspira en la teoría de Croce de los distintos348. La filosofía de la praxis de Gramsci cae en el apriorismo al aceptar como algo dado la teoría de Croce de la unión de fuerzas sociales diferentes. De acuerdo a Gramsci, el proceso de unificación de la infraestructura y superestructura no es producto de leyes naturales, sino de la acción de un bloque histórico conformado por distintos estratos sociales alrededor de una clase dirigente que tendería a aglutinarlos. Gramsci, en sus Cuadernos de Prisión plantea que "estructuras y superestructuras forman un bloque histórico"349. El bloque histórico, sin embargo, no es una totalidad cerrada sino abierta, en tanto es producto de la lucha por la hegemonía, que tiene que involucrar a las fuerzas de oposición, que están en contra de la constitución de un bloque histórico cerrado para evitar su posible dominación350. Dentro del bloque histórico, hay una clase, fracción de clase o grupo social que ejerce la hegemonía sobre la sociedad, gracias a su control sobre la sociedad civil, que se obtiene por la difusión de su concepción del mundo, la cual deviene en el "sentido común". Lo anterior se alcanza en el marco de una batalla política entre alternativas de hegemonía, logrando una de ellas derrotar a las otras. Gramsci plantea lo señalado en los términos siguientes: "(…) las ideologías (…) entran en conflicto y confrontación, hasta que una de ellas, o por lo menos una combinación de ellas, tiende a prevalecer (…) a propagarse a través de toda la sociedad – trayendo no solo la unidad de las esperanzas económicas y políticas, pero también la unidad intelectual y moral (…), y por lo tanto creando la hegemonía de un grupo social 348

El concepto de Croce de la "dialéctica de los distintos" sirve para analizar la unificación de fuerzas sociales diferentes. 349 Citado en C. Buci-Glücksmann. Op. cit. 350 René Bertramsen, Jens Meter Frolund and Jacob Torfing. Op. cit.

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fundamental sobre una serie de grupos subordinados" (351). Ahora bien, la hegemonía presupone que se tomen en cuenta los intereses de los grupos sobre los cuales se va a ejercer la hegemonía, pero ello debe realizarse sin poner en juego lo esencial, debido a que la hegemonía tiene un carácter ético-político. Gramsci se aparta de la concepción instrumental del Estado del marxismo ortodoxo y más bien adopta un modelo orgánico-dialéctico. Para Gramsci, la vida del Estado es un proceso continuo de equilibrios inestables, producto de la lucha entre el grupo social fundamental y los grupos subordinados, equilibrios donde el dominante se impone pero hasta un cierto punto (352). Gramsci, además, desarrolló el concepto de Estado integral debido al carácter ambivalente así como de estrecha colaboración de los órganos de la sociedad política y la sociedad. Para él, el "Estado integral" es sociedad política más sociedad civil. Esta concepción ampliada del Estado se debió, en gran medida, a que Gramsci concentró su análisis en el poder del Estado y no en el aparato del Estado en sí. El poder de éste estaría sobredeterminado por sus vínculos a instituciones y fuerzas sociales en el amplio sistema político y de la sociedad en su conjunto. Es por ello que Gramsci le presta gran atención al rol de los Partidos, y a los intelectuales en su papel de articulación y mediación en las relaciones complejas entre lo político y la sociedad civil353. La percepción extensiva que tenía Gramsci del Estado, lo lleva a creer firmemente que la "hegemonía política" puede lograrse antes de tomar el poder del gobierno. Para alcanzar esta hegemonía, debería comenzarse a construirla a partir de la fábrica. En ese sentido, en su primer cuaderno de prisión que elabora entre 1929-1930, señala que "la hegemonía (…) nace en la fábrica y requiere para su ejercicio de una mínima cantidad de profesionales políticos e ideológicos como intermediación". Además, los consejos que deben conformarse en las unidades de producción deberían ser el punto de partida del nuevo Estado que tendrá que regir en el socialismo,

351

Citado en Rally Hibbin (eds) Politics, ideology and the State. Lawrence and Wishart. London. 1978. 352 Nicos Poulantzas. Pouvoir politique et Classes sociales. François Maspero. Paris. 1982. 353 Bob Jessop. State Theory. The Pennsylvania State University Press. Pennsylvania. 1990.

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papel que no pueden representar los sindicatos porque su rol es defender a los trabajadores como empleados y no como productores. Gramsci, en el Ordine Nuovo354 de marzo 1924, le asignó a los consejos de fábrica un rol doble: transformar los sindicatos teniendo como base la producción, y crear el nuevo Partido. Para estructurar los consejos de fábrica, Gramsci toma como guía el "fordismo", lo cual le otorga cierta neutralidad a sus planteamientos en esta temática. Debido a ello, ciertos hombres de empresa lúcidos de ese momento en Italia, como Agnelli, tratan de sacar provecho, queriendo absorber el periódico el Ordine Nuovo, con el fin de modernizar Italia, donde había una clase económicamente atrasada que era un obstáculo, para introducir los sistemas productivos desarrollados en Estados Unidos355. Pero especialmente, para disciplinar a la clase trabajadora a la lógica más avanzada del capitalismo y, en esa forma, incrementar su productividad. Después del fracaso de la toma de fabricas promovida por Gramsci, éste tiende a concederle más importancia en su trabajo político al partido. El 21 de abril, en el cotidiano L'Ordine Nuovo, planteó que "el Partido es la forma superior de organización; el sindicato y los consejos de fábrica son las formas de organización intermedias". El Partido, según Gramsci, es el organismo intelectual por excelencia, la expresión del intelectual colectivo. Sin embargo, no es la única institución de este tipo, la escuela también forma parte de ellas, aunque Gramsci considera a esta última una fuerza conservadora, por cuanto asegura la transmisión de la tradición cultural, coadyuvando a reforzar la hegemonía de la clase dominante. Gramsci considera, al igual que Marx, la desaparición del Estado en el comunismo, pero piensa que el proceso de eliminación del Estado debe pasar por un proceso de transición. Durante este periodo, tendrían que ser erradicados los aspectos coercitivos del Estado y, por otro lado, establecer elementos que coadyuven a regular la sociedad. En este proceso de tránsito, el Partido único sería el principal responsable de la transformación de la sociedad civil-política en una "sociedad regulada". La desaparición del Estado prevista por Gramsci, tiene por finalidad superar gradualmente la disociación entre política, economía, y cultura, así como la que existe entre 354 355

Periódico liderado por Gramsci. A.R. Buzzi. La théorie politique d'Antonio Gramsci. Beatrice-Nanwelaerts. Paris. 1967.

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el Estado y la sociedad civil, y deshacerse de la concepción de un Estado sustentado en la coerción, con el fin de instaurar un Estado "integral". Este último estaría de acuerdo a los términos gramscianos, conformado por el Estado y la sociedad civil en el marco de lo cual la infraestructura económica es visualizada como algo separado(356). Poulantzas, si bien se nutrió de los planteamientos teóricos de Gramsci, presenta diferencias con éste, particularmente en lo que se refiere a su concepción del proceso de producción. Para Poulantzas, la dinámica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, está dada por estas últimas, mientras que, como ya vimos, para Gramsci eran las fuerzas productivas. Según Poulantzas, "el proceso de producción está sustentado en la unidad del proceso de trabajo y las relaciones de producción (…) Esta unidad es realizada a través de la primacía de las relaciones de producción sobre lo que se denomina fuerzas productivas y que incluye la tecnología y el proceso técnico357. El proceso de producción estaría compuesto por una doble relación entre los elementos que lo constituyen, que son los trabajadores, capitalistas, y medios de producción. Se establecería una relación de apropiación real entre el trabajador y los medios de producción en el proceso de trabajo, o lo que denomina Poulantzas "el sistema de fuerzas productivas". La otra relación es la de propiedad, que hace participar al capitalista como propietario de los medios de producción, de la fuerza de trabajo y del producto (358). Para Poulantzas, al igual que Gramsci, en el proceso de producción no existen sólo relaciones económicas, sino también políticas. Dentro de esta perspectiva considera que la lucha de clases tiene lugar en el proceso de trabajo. La concepción del proceso de producción de Poulantzas difiere de la de Marx, en tanto este último ve el proceso de producción como la articulación del proceso de trabajo y valorización, conceptualización que no excluye a las relaciones sociales de producción del proceso de trabajo como lo hace 356

Gramsci tiene una concepción de la sociedad civil más cercana a la de Hegel que a la de Marx. 357 Nicos Poulantzas. State, Power, Socialism. Verso. London. 1978. 358 Nicos Poulantzas. Pouvoir politique et Classes sociales. François Maspero. Paris. 1968.

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Poulantzas. Para éste, la lucha de clases en el proceso de producción se da en el marco del proceso de la compra de la fuerza de trabajo y en la extracción de la plusvalía, y no en el seno mismo del proceso de transformación productiva, en la relación entre trabajo vivo y trabajo muerto, donde este último representa al capital en el proceso de trabajo. Ello le confiere un carácter de neutralidad a las tecnologías que intervienen en el proceso de trabajo. Esta percepción de neutralidad del sistema de fuerzas productivas, pero que están sometidas a la dinámica de las relaciones de producción, no lo lleva a la situación extrema del marxismo ortodoxo, que ve a lo político como un reflejo mecánico de lo económico, sino a establecer una relación más compleja, no obstante determinada en última instancia por lo económico. Para Poulantzas, la autonomía de lo económico y político se debería a la separación del productor directo, visto como fuerza productiva, de los medios de producción dentro del proceso de trabajo, concebido éste, como ya se vio, como un conjunto de fuerzas productivas. Esta disociación se reflejaría en el hecho que los trabajadores y capitalistas se metamorfosean en sujetos jurídicos, es decir personas políticas que norman su accionar a través de un contrato de trabajo359. Como ya se planteó, Poulantzas no ve lo político como un simple reflejo de lo económico. En otros términos, si bien la producción delimita el campo del Estado, éste tiene un papel propio en su estructuración, lo que significa que hay una relación recíproca y no mecánica. Las funciones propias del Estado son para garantizar la reproducción de las relaciones de producción y el proceso de trabajo mediante la circulación, normalización, organización del tiempo y el espacio, la represión, la ideología, entre otras. La autonomía relativa del Estado de lo económico facilitaría y sería la base del marco organizacional que norma las relaciones del Estado con las clases sociales y sus luchas360. Como producto de su concepción de la articulación infraestructurasuperestructura, Poulantzas critica la teoría "instrumentalista" del Estado, así como la teoría "voluntarista" de la lucha de clases. Argumenta que, como consecuencia de la "autonomía" de lo económico y lo político dentro 359 360

Op. cit. Op. cit.

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de una formación social y la complejidad de sus interrelaciones, el carácter de clase del Estado no puede ser identificado con la clase que aparece teniendo el poder político, así como tampoco el carácter de clase de la ideología dominante puede definirse en base al estilo de vida que esa clase ostenta. La dominación de una clase o su ideología particular estaría determinada, de acuerdo a Poulantzas, por la estructura de la formación social361. Conforme a Poulantzas, el papel central del Estado sería el de cohesionar al bloque de poder y tender a desarticular a las clases dominadas, así como encubrir "la lucha de clases a través de hacer creer que el Estado representa el ‘interés general’ ". También trata de que se perciba la sociedad, no en el marco de clases, sino como la suma de individuos independientes, mediante la constitución legal del ciudadano individual. El Estado se encontraría siempre en un equilibrio inestable, como consecuencia de la lucha y compromisos que asumen las clases dominantes y dominadas. En este contexto de inestabilidad permanente, el Estado se vería obligado a tener que adoptar medidas que serían favorables a las clases populares. Según Poulantzas, el Estado, sin embargo, no se limitaría a expresar las relaciones de fuerzas entre las clases en disputa, en cuanto en su seno existiría una resistencia propia producto del carácter capitalista del Estado. Ello significaría que un simple cambio de poder del Estado no sería suficiente para transformar la naturaleza de éste362. Dentro del aparato del Estado se presentarían igualmente contradicciones de clase, debido a las divisiones internas del personal administrativo, judicial, militar, policial del Estado. Este personal conformaría una categoría social, como producto de la autonomía relativa del Estado. Los altos puestos pertenecerían a la burguesía y los puestos subalternos a la pequeña burguesía. Las luchas entre los trabajadores y los capitalistas incidirían en los conflictos entre el personal del Estado, profundizando o atenuando las divisiones, dependiendo en la forma en que se desarrolle la lucha de clases en la formación social. Poulantzas piensa que el Estado encarnaría el trabajo intelectual disociado del trabajo manual. Sería dentro del Estado capitalista que se daría la 361 362

Simon Clarke (eds). The State debate. Palgrave. New York. 1991. Nicos Poulantzas. State, Power, Socialism. Op. cit.

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relación orgánica entre el trabajo intelectual y la dominación política y del conocimiento. El Estado, además, participaría activamente en la reproducción de esa división del trabajo en el seno del proceso de producción y de la sociedad en su conjunto, mediante las instituciones encargadas de la calificación y entrenamiento de la fuerza de trabajo, y a través de aparatos culturales diversos, el Parlamento, entre otros. Poulantzas, siguiendo a la escuela de la "lógica del capital" que analizaremos posteriormente, considera que la intervención del Estado en la economía debería estar orientada hacia la lucha contra la tendencia a la caída de la tasa de ganancias. La participación del Estado en la producción tendría que ser entendida como una contratendencia. Asimismo, el Estado debería intervenir en la articulación del ciclo de producción con el ciclo circulación-consumo, y mantener las condiciones generales para que se reproduzcan las relaciones de producción y las fuerzas productivas, tal como las comunicaciones, energía, reproducción ampliadas de la fuerza de trabajo, investigación, entre otras. Poulantzas, a diferencia de Marx y Gramsci, no postula a la destrucción del Estado burgués. Más bien, plantea el mantenimiento de la democracia representativa, la cual considera esencial para el socialismo democrático, al igual que Norberto Bobbio(363). Dentro de esa perspectiva, la izquierda, para tomar el poder del Estado, debería modificar la correlación de fuerzas dentro del aparato de éste, considerado por Poulantzas el lugar estratégico de la lucha política. Una vez tomado el poder del Estado, un gobierno de izquierda no necesariamente ejercería un control de las ramas y aparatos del Estado. La estructura institucional del Estado permitiría a la burguesía transferir su rol de dominación de un aparato a otro, por cuanto el Estado no sería un bloque monolítico sino un campo estratégico. La transformación del Estado debería realizarse, de acuerdo a los planteamientos teóricos de Poulantzas, en el marco de la profundización de las libertades políticas y las instituciones de la democracia representativa, las cuales tendrían que combinarse con formas de democracia directa y de autogestión.

363

Norberto Bobbio. The future of Democracy. University of Minnesota Press. Minneapolis. 1987.

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Ralph Miliband fue un fuerte crítico de Poulantzas, lo que motivó una interesante polémica entre ambos a finales de los sesenta y setenta, la cual se difundió ampliamente, particularmente por New Left Review. Antes de plantear las diferencias entre estos autores, abordaremos la manera en que Miliband conceptúa la producción, la relación entre la infraestructura y superestructura y el Estado. Éste, al igual que Poulantzas, percibe que las relaciones de producción son las que imprimen la dinámica en sus articulaciones con las fuerzas productivas. Miliband, apoyándose en Perry Anderson, estipula que las relaciones de producción deben ser transformadas radicalmente antes que nuevas fuerzas productivas puedan ser creadas en el proceso de cambio hacia un nuevo modo de producción. En otras palabras, las relaciones de producción se modificarían por lo general, antes que las fuerzas de producción. Además, de acuerdo a Miliband, no serían las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción las que suscitarían el paso a un nuevo modo de producción, sino que la lucha de clases364. Como se puede apreciar, Miliband visualiza de manera disociada la problemática de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, y lo referente a la temática de la lucha de clases. Es decir, no percibe que en el seno del proceso de producción se da la lucha de clases. Esto tiene una incidencia significativa, como se podrá observar posteriormente en la forma en que considera la relación infraestructura-superestructura y como conceptúa al Estado. Según Miliband, la autonomía que un Estado detenta dependería de la lucha de clases y la presión que se ejercería desde la base, lo cual pondría en juego la hegemonía de la clase dominante. Lo expuesto por Miliband, sin embargo, no logra explicar los aspectos que ocasionarían la separación entre el Estado y la sociedad civil. Miliband pretende explicar en términos empíricos la intervención del Estado en la producción. Para él, ésta se basaría en la relación permanente entre funcionarios del Estado y capitalistas, no como antagonistas sino como socios al servicio de un pretendido "interés nacional", que los que trabajan en el Estado tienden a definir en términos compatibles con las motivaciones 364

Ralph Miliband. Class Power and State Power. Verso. London. 1983.

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a largo plazo del capitalismo privado365. De lo anterior, se deduce que para Miliband, los funcionarios estatales no son neutros, sino aliados conscientes o inconscientes del capital contra el trabajo. Acorde a los planteamientos de Miliband, los que detentarían el poder del Estado serían los agentes del poder económico privado. Esta concepción de la estructura de poder se basa en lo estipulado por Karl Kautsky en 1903, cuando decía que "la clase capitalista reina pero no gobierna", pero luego agregaba que ésta "se contenta con reinar sobre el gobierno"366. Existiría entonces en el capitalismo un proceso de colonización por parte del patronato económico de los niveles superiores del Estado. La percepción, que tiene Miliband del Estado en el capitalismo, es la de ser el guardián, el protector de los intereses económicos predominantes. Su verdadero objetivo consistiría en asegurar la permanencia de esa dominación. Para Miliband, esta misión del Estado se estaría reforzando, por cuanto, a medida que avanza el capitalismo la distancia entre el Estado y los hombres de negocio se estaría reduciendo considerablemente debido a que la composición social de la elite del Estado procedería de las clases económicas superiores y medias. Esta elite sería la defensora de la tesis según la cual el Estado se situaría por encima de la lucha de clases y que ellos no pertenecerían a ninguna clase social. Se estaría reviviendo la visión de Hegel del Estado, el cual representaría la fuerza protectora del conjunto de la sociedad. Poulantzas se opuso a la forma como analiza Miliband el Estado, visto que éste lo conceptúa en función a sujetos individuales y a su origen de clase, y a que supuestamente tendrían el control del sistema estatal, sin estudiar el papel estructural que desempeña el Estado dentro de la sociedad capitalista. Bob Jessop también considera que Miliband no produce ningún avance en el análisis marxista del Estado. Más bien, estaría reproduciendo la tendencia liberal de discutir la política de manera aislada sin tomar en cuenta sus complejas articulaciones con las fuerzas económicas367.

365

Ralph Miliband. L'Etat dans la société capitaliste. François Maspero. Paris. 1982. Citado por Miliband en L'Etat dans la société capitaliste. Op. cit. 367 Bob Jessop. State Theory. Pennsylvania State University Press. 1990. 366

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Miliband sugiere que el socialismo rompa tanto con la dictadura del proletariado como con la democracia burguesa. Es por ello que fustigaba a los partidos comunistas que propiciaban la vía pacífica al socialismo, utilizando los mecanismos políticos burgueses. Según él, esta concepción de la transición llevaría consigo una contradicción: el plantear por un lado la democracia parlamentaria, la cual desaprueba, y por otro, realizar prácticas antidemocráticas dentro del partido. Además, los grupos parlamentarios de los supuestos partidos “revolucionarios” se someterían a la lógica de la democracia burguesa, presentando características similares a las de sus homólogos burgueses. Caerían en maniobras y tácticas que fácilmente los harían perder sus principios y objetivos368. Para Miliband, el socialismo no podría lograrse sólo mediante medios electorales, sino que principalmente a través de un movimiento político de masas que pueda movilizar y articular aspiraciones con el propósito de conducir luchas democráticas en todos los frentes. Otra escuela de pensamiento, que estudia la relación infraestructurasuperestructura y el Estado, es la denominada escuela de la "lógica del capital", que dominó la escena política en Berlín Occidental en los años sesenta y después se extendió a distintos países de Europa, adquiriendo en cada uno de ellos sus particularidades, pero dentro de una perspectiva general similar. La escuela emerge fundamentalmente con el fin de cuestionar y superar la manera como el marxismo ortodoxo estaba abordando esta temática. Esta corriente dilucida las relaciones entre lo económico y lo político, así como las características del Estado, utilizando categorías empleadas por Marx en el Capital, sobre todo en base a la ley del valor y la referente a la caída tendencial de la tasa de ganancia. Comenzaremos analizando la manera en que esta escuela visualiza la producción, ya que, para esta línea de pensamiento, es a través del proceso de producción inmediato y del carácter dual del trabajo que se puede explicar la autonomía relativa del Estado con respecto a la economía y las funciones que el Estado realiza369. El proceso de producción inmediato, concebido por esta escuela como la unidad del proceso de trabajo y de 368

Ralph Miliband. Op. cit.

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valorización, y su lógica de reproducción, crearían las condiciones objetivas para la intervención del Estado, con el fin de garantizar la extracción de la plusvalía y la acumulación que estarían fuera de la esfera económica. Cuando se interrumpe la reproducción ampliada, se agudizaría la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales y también se intensificaría la lucha de clases. En condiciones "normales", habría una correlación entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales y la lucha de clases se mantendría sólo en forma latente. Para esta escuela, y especialmente para Hirsch, la ley del valor, que norma la reproducción ampliada del proceso de producción inmediato, se realizaría a través de mediaciones políticas. Esto por cuanto la ley del valor tendería a la distribución social del trabajo e impondría las proporcionalidades entre las distintas esferas en que opera la producción. En este proceso de contradicciones entre el capital y el trabajo y de conflictos en el seno del capital, la intervención del Estado devendría un momento en la implementación de la ley del valor. Además, la participación política a través del Estado se debería al cambio permanente que se da en el proceso de trabajo por las modificaciones que se generan en las relaciones entre el trabajo objetivado y el trabajo vivo, que es lo que contribuye en gran medida a la baja tendencial de la tasa de ganancia. El Estado interviene, en particular, para construir una contratendencia a esta tendencia. La regulación estatal del proceso de acumulación capitalista, regido por la ley del valor, sería sólo una forma mediante la cual el capital podría superar temporalmente las barreras a su valorización que requiere, aparte de otras medidas de carácter económico, así como de intervenciones de carácter ideológico y coercitivo. La escuela de la "Lógica del Capital", por lo general, no ve el aparato del Estado como una estructura cerrada, sino que como una realidad abierta y heterogénea. Sin embargo, éste tendería a actuar de forma cerrada en momentos de crisis cuando su núcleo represivo (policía, ejército, aparato judicial) debe reprimir con cierta fuerza a los trabajadores. Ahora bien, en 369

Joachim Hirsch. The State Apparatus and Social Reproduction: Elements of a theory of the bourgeois State" in John Holloway and Sol Picciotto (eds). State and Capital. A Marxist Debate. University of Texas Press. Austin. 1979.

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términos generales, la estructura del Estado se fragmentaría por la doble contradicción a que se encuentra sometido en el capitalismo, sobre todo en su fase monopólica, como consecuencia de la competencia entre los capitales individuales y el intentar asegurar la dominación política de la clase burguesa. Uno de los aportes importantes de la escuela de la "Lógica del Capital", es que ha contribuido en la crítica del argumento reformista de que el Estado puede ser utilizado para superar las contradicciones básicas del sistema capitalista, lo cual posibilitaría tomar el Estado mediante elecciones, para luego manipular exitosamente a éste a fin de lograr la transición al socialismo. Cabe señalar sin embargo, que esta línea de pensamiento presenta ciertas limitaciones que es importante indicar. La más saltante es la que plantean Holloway y Picciotto, que fueron los que propiciaron un gran debate entre distintos representantes en Alemania de la escuela de la "Lógica del Capital". Estos señalan que muchos exponentes de esta escuela ponen un sobre énfasis en las leyes que rigen la lógica de reproducción del capital, sin darle la importancia debida al papel de las contradicciones capitaltrabajo, lo que no permite nutrir a la lógica del capital de contenido y realidad histórica370. Con el fin de superar la crítica anterior, algunos representantes de la escuela de la "Lógica del Capital" han intentado involucrar como un aspecto interno, y no sólo externo, a la lucha de clases en el estudio del Estado y su relación con el proceso de acumulación. En ese sentido insisten en que el Estado capitalista sólo podrá ser entendido en toda su complejidad en el marco de las contradicciones sociales entre los agentes que participan directamente en el proceso de trabajo y de valorización371.

370

John Holloway and Sol Picciotto. State and Capital. A Marxist Debate. University of Texas Press. Austin. 1978. 371 Bob Jessop. State Theory. The Pennsylvania State University Press. Pennsylvania. 1990.

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La teoría de la regulación, que tiene sus orígenes en Francia y cuyos representantes más conocidos son Aglietta, Lipietz y Boyer372 han adoptado en gran medida el enfoque de la escuela de la "Lógica del capital", pero, a diferencia de ésta, no suponen una lógica única y universal del capital. Consideran que las varias formas que adopta la acumulación del capital están mediadas en el tiempo a través de instituciones, normas sociales, entre otros. Le otorgan gran importancia a lo contingente, la "regulación" socio-económica del proceso de acumulación, pero también a la incidencia en la reproducción de las leyes y tendencias. En este conflicto, han explorado distintos regímenes de acumulación y sus respectivos modos de regulación. Para los regulacionistas, la diferencia entre base y superestructura o Estado y sociedad civil sería esencialmente analítica. Bob Jessop, en base a los legados de Gramsci y Poulantzas, profundiza y hace más concretos los planteamientos de éstos con relación a la vinculación entre lo político y económico, para principalmente complementar la concepción generalmente abstracta de hegemonía con la de proyectos hegemónicos. A fin de lograr lo anterior, realiza un análisis detallado del proceso de producción inmediato, y precisa el curso de la reproducción mediante el establecimiento de lo que denomina la “estrategia de acumulación”. Jessop, al igual que Gramsci y Poulantzas, no ve las relaciones de producción como solamente económicas, sino que también considera que existen en ellas momentos políticos e ideológicos. Por otro lado, a diferencia sobre todo de Poulantzas, visualiza el proceso de trabajo no sólo como una actividad técnica, sino socio-técnica, lo cual evita que Jessop tenga una percepción de total neutralidad de este proceso, como si se tratara sólo de una actividad técnica destinada a apropiarse de la naturaleza mediante un sistema de fuerzas productivas. En su análisis del proceso de trabajo, Jessop, aparte de no concebirlo sólo como una actividad técnica, le otorga importancia a las funciones de supervisión que se ejercen sobre los trabajadores y a la división entre el trabajo manual y mental. 372

Existe otra escuela de la regulación que tiene estudios interesantes pero poco publicitados. Los principales documentos han sido recogidos en una publicación hecha por GRREC Crise et Régulation. Recueil de textes. 1979-1983. Presses de l'Atelier des publications de l'Université de Grenoble II. 1983.

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En el estudio de la reproducción, es decir la acumulación, le otorga gran relevancia a la forma valor373, y en el marco estructural determinado por ella, analiza el balance de fuerzas de las clases que se da en el proceso de acumulación, que determina en gran medida su curso de evolución. En el proceso global de acumulación, Jessop le confiere un papel determinante al capital industrial. La reproducción de la forma-valor dependería, de acuerdo a Jessop, de ciertas condiciones externas que proveen el marco en que la ley del valor operaría. Esto incluye el sistema legal, el monetario, entre otros. También habría que garantizar infraestructura, energía, investigación y desarrollo, etc. Como se puede ver, la forma-valor estaría sujeta a formas de no-valor que incidirían en el ritmo de acumulación, y crearía las condiciones estructurales para la existencia de una instancia política distinta de la económica. Para Jessop, si se quiere tener una concepción más concreta de los patrones de acumulación y sus variaciones, uno no podría basarse solamente en "leyes económicas generales". Se requeriría para ese fin desarrollar conceptos estratégicos teóricos que puedan establecer vínculos entre la forma valor y las modalidades concretas de lucha entre el capital y el trabajo que se dan en el tiempo y el espacio. La estrategia de acumulación definiría un "modelo de crecimiento" con sus distintas precondiciones extra-económicas, así como plantearía la modalidad apropiada para su realización. El éxito de la estrategia estaría sujeto a que los distintos momentos del circuito de capital logren unificarse bajo la hegemonía de una fracción374. La hegemonía económica se alcanzaría mediante la integración del circuito, pero también a través de la expansión del capital industrial, 373

Para Jessop, la forma valor es la relación social fundamental que define la matriz del desarrollo capitalista. Comprende un número de elementos interconectados que están orgánicamente vinculados como distintos momentos en el proceso de reproducción del capital. En la esfera de la circulación, estos elementos incluyen las formas mercancía, el precio, el dinero. En la esfera de la producción, la forma valor participa en la organización del proceso laboral como en el proceso de valorización. Para mayor detalle, ver Bob Jessop State Theory. Op. cit. 374 Ibíd.

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aunque una fracción no industrial sea la dominante. Jessop, en el proceso de concretización de su análisis sobre la acumulación complementa las estrategias de acumulación con los proyectos hegemónicos, muchas veces sobreponiéndolos y haciendo que se condicionen mutuamente. Mientras que las estrategias de acumulación están orientadas a la expansión económica, los proyectos hegemónicos van dirigidos a objetivos principalmente no económicos, a lo "nacional-popular", y no simplemente a las relaciones de clase375. De acuerdo a Jessop, en la relación entre lo económico y lo político, el primero no es determinante ni en primera, ni en última instancia, distanciándose de esa manera del marxismo ortodoxo que postula a que lo político es un simple reflejo de lo económico, y de Poulantzas que sólo determina lo político en última instancia, como ya lo vimos anteriormente. Además, postula a que la vinculación económico-política sea de carácter contingente y no estructural, por lo tanto debería ser vista como resultado de prácticas económicas, políticas e ideológicas específicas. Ahora, para que lo económico y político adquieran una coherencia de carácter sustantivo, se requeriría de estrategias concretas. Jessop plantea que habría que alejarse de la problemática desarrollada por el pensamiento marxista destinado a elucidar si lo económico determina lo político o viceversa, así como establecer la autonomía relativa entre ellos. Más bien, los análisis deberían poner el énfasis en la forma en que se daría el acoplamiento estructural y coordinación estratégica. El concepto de acoplamiento estructural se refiere a la articulación sustantiva y formal de las distintas estructuras, tratadas como autónomas. En cuanto al concepto de coordinación estratégica, está orientado a la dimensión estratégica del punto de vista de las fuerzas sociales específicas 376. Dentro de la concepción teórica de Jessop, que hemos delineado, se le otorga un peso similar a las dimensiones económicas, políticas e ideológicas377. 375

Bob Jessop. Accumulation strategies, State forms and hegemonic projects en Simon Clarke (eds) The State Debate. Palgrave. New York. 1991. 376 Bob Jessop. State Theory. Op. cit. 377 De acuerdo a Bertramsen, Froelund y Torfing, en Jessop no existiría una unidad sistemática entre lo económico, político y social, por cuanto carecería de una definición adecuada de la política que debería establecer dicha unidad. Para mayor detalle, ver

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Jessop, con el fin de precisar mejor las relaciones entre lo económico, político e ideológico, que sería una vinculación entre iguales y de carácter contingente, ha intentado superar la tendencia de Gramsci de limitar la hegemonía a un consenso básicamente estático. Para ello, como ya se dijo, ha empleado el concepto de proyectos hegemónicos. La hegemonía selecciona y se da en terrenos estratégicos, en los cuales se deberían desarrollar los proyectos hegemónicos para concretizar la hegemonía y no sólo dejarla en un nivel abstracto. Jessop analiza el Estado, partiendo de la forma valor, pero complementa su estudio con el análisis de la lucha de clases y la competencia de capitales, como si la forma valor no fuera expresión del desarrollo contradictorio de las relaciones sociales entre el capital y el trabajo, y tampoco de la disputa que se genera entre los capitales individuales. Pareciera que entiende estos aspectos como factores disociados, pero complementarios378. En el marco de su análisis del Estado, explora particularmente las formas de representación, intervención y articulación de éste. Las formas de representación política moldearían los intereses del capital que se dan en una determinada estrategia de acumulación, los cuales son articulados por la "selectividad estructural" inmersos en las formas antes señaladas379. Las características estructurales más relevantes del Estado-nación, de acuerdo a Jessop, serían: su separación institucional del núcleo de la producción capitalista; su papel como monopolio institucionalizado sobre los medios de coerción; su función en cuanto a los impuestos y el dinero; así como con relación a la ley y la burocracia. Como se podrá apreciar, Jessop no logra superar el estructural funcionalismo que hereda de Poulantzas, lo cual lo conduce a pensar que el Estado sería un medio para resolver las contradicciones de la acumulación capitalista. Sin embargo, el Estado no puede situarse por encima de las relaciones de valor, por la simple razón de que el Estado está inmerso en Bertramsen, Froelund and Torfing. State, Economy and Society. London. 1991. 378 Bob Jessop. State Theory. Op. cit. 379 Bob Jessop. Accumulation Stategies, State forms and Hegemonic projects. Op. cit.

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dichas relaciones como un momento de las contradicciones sociales en el proceso de acumulación380. Negri y Hardt vienen haciendo un conjunto de planteamientos sobre la producción, la relación entre lo económico y político, y sobre el Estado desde una perspectiva postmoderna. Pero, a diferencia de las distintas escuelas postmodernas, no destruyen al sujeto, y aceptan la existencia de contradicciones sociales dentro del capitalismo actual que conducirían al cambio, donde la multitud articulada por la producción bio-política de lo común, fundamentalmente de conocimientos comunes propiciados por el trabajo inmaterial, sería lo que guiaría el accionar del nuevo sujeto que es la multitud a escala mundial. Negri y Hardt, en su estudio de la producción, se centran fundamentalmente en el análisis del proceso de trabajo. Esto se debe al énfasis que le otorgan al trabajo de nuevo tipo que se está imponiendo dentro de las nuevas formas post-modernas de producción, así como a su posición teórica, a veces contradictoria, y en otra, sumamente abstracta con respecto al valor. Lo anterior, por cuanto en ciertos momentos tendieron a negar la vigencia del valor y en otra, como veremos posteriormente, lo vinculan a la producción por el trabajo de lo común. Negri percibe el proceso de trabajo como una red (network) de relaciones promovidas por el trabajo inmaterial, que se habría constituido en la fuerza productiva principal en las nuevas formas de producción. Como se podrá notar, visualiza el trabajo inmaterial como fuerza productiva, y no como expresión de una relación social. Es por ello, como ya se señaló anteriormente, que considera a las nuevas tecnologías de la comunicación el elemento dinamizador central del capitalismo postmoderno y no a las formas de organización flexibles que han emergido y que posibilitan maneras nuevas de relaciones capitalistas entre el capital y el trabajo y, en concreto, en el proceso de trabajo entre el trabajo pasado y el trabajo presente, lo cual crea las condiciones para el desarrollo de las tecnologías de la comunicación de nuevo tipo. Como muestra de lo señalado, están los resultados totalmente diferentes que se obtienen con la utilización de las 380

Simon Clarke (eds). The State Debate. Op. cit.

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nuevas tecnologías en empresas que están organizadas bajo los principios de la producción en masa, y aquellas que propician formas flexibles de organización en base a células de producción donde se quiebran las rigideces de la división del trabajo tayloriano, mediante la rotación entre los trabajadores que constituyen un grupo celular, así como por el trabajo colectivo y no fragmentado que este tipo de organización grupal demanda. En las empresas taylorizadas, la introducción de estas nuevas tecnologías de la comunicación, por lo general, no aumentaron la productividad de la empresa, y muchas veces, más bien, la hicieron decrecer. En las empresas flexibles, los resultados, como producto de la introducción de las nuevas tecnologías, son más bien opuestos, aumentando significativamente la eficiencia de éstas. El nuevo tipo de trabajo inmaterial, que sería resultado, según Negri y Hardt, de las nuevas tecnologías de las comunicaciones, se caracterizaría por el hecho que los productos que generan son básicamente sociales y comunes. Producirán las comunicaciones, los conocimientos en oposición a la fabricación de carros y otra producción material concreta, que marcaron la modalidad de la producción en masa. Estos productos serían el reflejo de lo que los trabajadores tendrían en común, particularmente el trabajador de nuevo tipo que denominan "trabajador social". Negri y Hardt plantean que, debido a la hegemonía que ejerce el trabajo inmaterial dentro de los procesos de trabajo convertidos en verdaderos "networks", la explotación ya no podría concebirse a través de la extracción de plusvalía medida por el tiempo de trabajo no pagado, ya sea individual o colectivo, sino que por la captura del valor que sería producido por el trabajo cooperativo que promueven las tecnologías de la comunicación y que, debido a ella, tendería a circular en el seno de las redes sociales, convirtiéndose en lo común381. Para estos autores, las nuevas formas que adopta el proceso de trabajo y la operación del valor, como consecuencia del papel dominante del trabajo inmaterial, es que se habrían creado las condiciones para que el trabajo 381

Hardt-Negri. Multitude. La Découverte. Paris. 2004.

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vivo pueda organizarse independientemente del capital y, "en este sentido, la función progresista del capital ha llegado a su fin"382. Como ya se dijo anteriormente, es una visión muy optimista, producto de su concepción de la producción, cuya dinámica se sustenta en las fuerzas productivas, especialmente las tecnologías de la comunicación y en visualizar al trabajo inmaterial como fuerza productiva que puede disociarse como factor de producción del capital. Como las concepciones de la producción en Negri y Hardt se fundamentan principalmente en las características que adquiere el trabajo visto como fuerza productiva, el Estado y su organización deberían tender a responder a la necesidad de construir un determinado ordenamiento de la reproducción social basado en el trabajo. La forma del Estado y su legislación se transformarían a medida que se modificaría la naturaleza del trabajo. La producción de lo común por el trabajo inmaterial haría desaparecer las fronteras entre lo económico y lo político. Negri y Hardt postulan por romper todo tipo de separaciones entre lo económico, político, jurídico y social. Pero lo anterior habría que conceptuarlo en el marco del desarrollo contradictorio del capitalismo. Es por ello que el Estado, por un lado, tendería a intervenir intensamente en la producción económica, y por el otro, adquiriría cada vez más autonomía relativa en sus prácticas. Esto último sería la expresión de la voluntad de continuar con el dominio capitalista383. Para estos autores, debido a las nuevas modalidades de producción y formas de nuevo tipo de relaciones entre lo económico y político, habría que replantear la manera de concebir el Estado. Para ello, se tendría que tomar en cuenta que éste se estaría convirtiendo en el "ideal del capitalismo colectivo", y la estrategia para su transformación debería nacer de la unificación tendencial entre la teoría de la estructura del Estado, la teoría de las crisis y la teoría de clase, una articulación que debería ser continuamente replanteada a los distintos niveles de la composición política de la clase trabajadora. 382

Michael Hardt and Antonio Negri. Labor of Dionysus. University of Minnesota Press. Minneapolis. 2003. 383 Ibíd.

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Finalizaremos esta parte del estudio crítico de la problemática infraestructura-superestructura y del Estado con un análisis a nivel más concreto de cómo se dio esta problemática durante el colonialismo en América Latina y como ello ha incidido en su evolución ulterior. En términos generales, se puede plantear que los países coloniales en América Latina eran formaciones sociales no consolidadas en que coexistían diversas modalidades de producción económica, política y cultural, las cuales se combinaban en una cierta relación jerárquica. Lo que sí se puede precisar, es que la modalidad de producción "anterior" no fue disuelta por parte del capital comercial impulsado por las metrópolis, hasta por lo menos el segundo cuarto del siglo diecinueve384. En América Latina, existieron regiones en que se concentró la población indígena (México, Perú, Bolivia, Guatemala), donde por lo general, los productores nativos directos no fueron despojados de manera inmediata de sus medios de producción (comunidades indígenas)385. Pero si se utilizó la coerción extraeconómica para maximizar la extracción del excedente en las varias actividades de prestación de servicios que realizaban. En las zonas mineras, se desarrollaron formas de trabajo forzado que no pueden ser consideradas como tendientes a la formación de un proletariado capitalista. En las plantaciones antillanas, se llevó a cabo la producción empleando formas de trabajo esclavistas. Sin embargo, hay que señalar que, en las pampas de Argentina, Uruguay y otras zonas similares, donde prácticamente no habían existido poblaciones indígenas previas, o donde su existencia era escasa y rápidamente eliminada, la producción asumió formas capitalistas desde su inicio. En América del Norte, se constituyó una economía diversificada de pequeños propietarios, la cual evolucionó hacia la industrialización y un capitalismo "metropolitano" no periférico386. 384

Planteado por J.C. Garavaglia en la introducción del libro Modos de producción en América Latina elaborado por Assodourian, Flamarion Cardoso, Cia Furdeni, Garavaglia y Laclau. 385 Fueron la fuente de la mano de obra. 386 Ernesto Laclau. Feudalismo y capitalismo en América Latina. Y Flamarion Santana Cardoso Sobre los modos de producción coloniales de América. Op. cit..

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Existieron formas diversas de síntesis entre modalidades de producción precolombinas y las europeas, de las cuales emergieron nuevas estructuraciones. En general, la modalidad de producción dominante, que se orientó principalmente al mercado mundial, no fue incompatible con las no capitalistas, sino que en muchos casos éstas fueron intensificadas para poner el excedente bajo la lógica de la plusvalía con el fin de maximizar la masa y tasa de ganancia387. Se puede resumir señalando que el hecho colonial creó una estructura productiva deformada, es decir no coherente, con una hipertrofia de ciertos sectores de la producción ligados a la exportación, que eran promovidos y apoyados por la metrópolis, y que también eran el centro de la vida colonial, los cuales cohabitaban con actividades económicas ligadas al abastecimiento del mercado colonial. Estas últimas, si no competían con las producciones coloniales, las dejaban operar pero de manera desarticulada. Aquellas que competían con las importaciones de la metrópolis eran prohibidas. Como se podrá notar, la situación actual no es muy diferente a la colonial y pretende seguir manteniéndose e intensificándose con nuevos tratados denominados de libre comercio, que, en el fondo, son acuerdos que superan el ámbito económico, involucrando lo político y cultural. Son verdaderos tratados de dominación imperial, que son avalados por la burguesía interna orientada a la exportación primaria y de sectores donde las diferencias en salarios entre el centro y la periferia compensan a las de los niveles de productividad como textiles, por poner un ejemplo. En las formaciones coloniales, las relaciones entre lo económico, político y cultural, se distinguían marcadamente de las que se daban en las metrópolis, por cuanto eran subordinadas a la lógica que imponían las formaciones sociales centrales. El Estado metropolitano ejercía su dominación a través del aparato burocrático periférico y el capital comercial, bancario y los sectores productivos, que estaban bajo su control directo. El poder político y económico de la metrópolis, en alianza táctica y/o estratégica con la clase 387

Para mayor detalle, ver Cristian Gillen Les formations sociales périphériques et la loi de la valeur. En Informations et commentaires. Le développement en questions. Nº. 128. Juilletseptembre 2004. Grenoble, France.

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dominante periférica o fracciones de ésta, determinaban las formas de intervención del Estado colonial en la economía para promover las exportaciones al mercado mundial, regular la producción y el comercio, beneficiando las actividades económicas desarrolladas por la madre patria, así como a ciertos grupos internos, en detrimento de otros, también privilegiando ciertas regiones o ciudades, e imponiendo tributos a la mano de obra, así como estableciendo otras cargas tributarias. Pero el Estado no se limitaba sólo a impulsar medidas políticas y económicas, sino que le brindaba gran importancia al aspecto cultural. El Estado colonial fomentaba activamente la estrategia de dominación cultural en base a un sistema educativo que fomentara sus valores, así como instituciones religiosas que le permitieran ejercer su dominación ideológica. A través de la cultura, la metrópolis, logró sedimentar formas culturales, significados y valores que denigraban al nativo, legitimando el tratamiento infrahumano a éste, lo que justificó su sobreexplotación, situación que persiste. Lo que ha cambiado principalmente, ha sido la metrópolis que domina, y la clase dominante que ejerce la hegemonía, que es una simbiosis de la burguesía del centro que se alía, pero de manera jerarquizada, con una burguesía interna que ha perdido o nunca ha tenido un carácter nacional. Muestra de ello es que todo planteamiento que hacen para supuestamente desarrollar un determinado país o región, lo hacen depender del capital foráneo bajo sus distintas formas. Esta burguesía interna dependiente se contenta con el papel secundario que la burguesía central le asigna. Es por ello que no hay posibilidades de un capitalismo nacional en la periferia, capaz de mejorar las condiciones de vida de la población. La dominación externa y la subordinación de las clases dominantes internas no han posibilitado la construcción social de un Estado que responda a las verdaderas necesidades internas de la mayor parte de la población, tanto económicas, políticas, como culturales. Es por eso que el aparato del Estado no presenta coherencia, y más bien está conformado por un conjunto fragmentado de instituciones que son, en la mayoría de los casos, burdas imitaciones de las que existen en las formaciones centrales que presentan relaciones sociales con características muy distintas.

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En la actualidad, se viene promoviendo una supuesta reforma del Estado que los neoliberales proponen para la periferia, la cual no es, como se pretende, tendiente a reducir el Estado y fomentar la "desregulación", sino que, más bien, intenta imponer otra modalidad de regulación a favor del capital foráneo y en detrimento de la educación, la salud, y la producción local, en especial la pequeña producción. Lo que esta reforma ha producido en la práctica concreta, es un Estado más grande, al tener que aumentar las fuerzas de represión necesarias para contener a los que se quedan sin empleo, salud y educación, y reclaman sus derechos, y a los pobres. Además, porque deben crear instituciones para paliar el hambre y la desocupación con la ayuda de la denominada "cooperación internacional". Este tipo de entidades contribuyen en mermar la dignidad de las personas que reciben esta caridad, lo cual permite de esa manera alienar a las masas con el fin de prevenir la agudización de las contradicciones sociales.

4. Superación de la problemática Infraestructura-Superestructura Así como se planteó anteriormente la manera de superar la cuestionada relación fuerzas productivas - relaciones sociales, es también imprescindible, para ser coherentes, hacerlo con la articulación infraestructura – superestructura, por cuanto ambas problemáticas están interrelacionadas. A fin de analizar la reproducción de la sociedad, hay que salirse de la concepción que ve la totalidad social como algo cerrado y dividido en instancias claramente delimitadas: infraestructura económica y superestructura política y cultural. Lo anterior impide comprender en su profundidad y complejidad como se constituye y reproduce la sociedad, siendo ésta expresión de relaciones sociales de distinta índole (económica, política y cultural). Planteo esto, porque cuando un individuo establece relaciones, no las hace sólo económicas, o sólo políticas, o sólo culturales. Éstas se combinan, existiendo en un determinado momento un mayor énfasis en una, y en otro, esa incidencia se modifica, y así sucesivamente. Como se podrá apreciar, la realidad es mucho más complicada que las concepciones teóricas rígidas y estáticas que se han querido imponer, aunque hay que manifestar que, sustentándose en el punto de vista formal, aparecen como

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mucho más "lógicas" desde la perspectiva de la lógica dominante, que es la instrumental, y que ha ido penetrando y mermando desde adentro los planteamientos de cambio radical del capitalismo. El análisis y la superación de la problemática infraestructura – superestructura, deben partir de cómo las distintas relaciones sociales (políticas, culturales, económicas) van conformando un todo abierto, en un espacio determinado y en un momento dado. Estas relaciones sociales diferenciadas se articulan de acuerdo a un marco lógico – histórico, logrando organizarse en el proceso de producción visto en su sentido más amplio. Ello, por cuanto la producción no puede percibirse sólo como económica, lo que ha conducido al economicismo bajo distintas formas e intensidades, dado que también, como ya se señaló, existen producciones políticas y culturales. Estos procesos productivos se constituyen y reproducen bajo la dinámica de las contradicciones que se dan entre los agentes que participan y que presentan intereses en conflicto y/o en contradicción. Ello se expresa en categorías y leyes, que no son meras abstracciones lógicas, sino que manifiestan el carácter dialéctico de las relaciones sociales capitalistas, por cuanto la existencia de grupos, fracciones de clase, clases, etnias, y sexos, que dentro de los procesos productivos tienen diferentes posiciones. Las producciones se articulan e influencian recíprocamente, surgiendo en un determinado momento un tipo específico de producción, que aparece como el que imprime la dinámica de la vinculación y reproducción de las relaciones sociales globales. En otro instante será un proceso productivo distinto, y así sucesivamente. Esta articulación compleja, que obedece a dinámicas temporales y espaciales diferentes, depende en gran medida del proyecto hegemónico que se ha constituido bajo el liderazgo de un determinado grupo y/o clase en alianza con otras fuerzas sociales. Como ya se puntualizó, cada tipo de producción no expresa relaciones de producción de un solo contenido, sino de varios, en que, por la naturaleza misma de la actividad productiva que se realiza, tiene una tendencia de selectividad estructural que hace que uno de ellos domine. En una fábrica industrial, si bien las relaciones de producción son principalmente económicas, se llevan a cabo igualmente relaciones políticas, en tanto, hay luchas de poder, y también culturales, ya que se imponen valores sustentados en visiones de

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la producción y de la vida en conflicto o contradicción. Cosa diferente, por ejemplo, sucede en lo referente a la producción legal, donde prima lo político, sin que se pueda excluir la participación de lo económico y cultural, o, para citar otro ejemplo, en lo que respecta a la producción educativa, que privilegia lo cultural mientras no cesan de intervenir lo político y económico.

4.1. Los diferentes tipos de producción Con el fin de analizar a un mayor nivel de concreción como se construye la sociedad, pero también la probabilidad de que podría perder coherencia y hasta fragmentarse, detallaremos la producción en general. Ello se realizará de manera breve, porque ha sido desarrollado anteriormente e igualmente en otros libros míos388, y será complementado con el estudio de formas de producción específicas. Señalaremos sucintamente las características generales que adoptan las relaciones sociales de producción cuando se sedimentan en un proceso inmediato de producción en general, es decir a un nivel elevado de abstracción. El proceso de producción inmediato, que como ya sabemos, está conformado por los procesos de trabajo y de valorización, los cuales constituyen una unidad indisociable, que se retroalimentan mutuamente, y cuya importancia relativa entre ellos varia dependiendo de las contradicciones sociales que se dan en los distintos momentos históricos. Las relaciones sociales de producción se expresan de manera diferenciada, tanto en lo político, cultural y económico, en el proceso de trabajo y en el de valorización, pero siempre sin dejar de articularse y complementarse. En el proceso de trabajo, se combinan bajo formas distintas el trabajo pasado y presente, así como en el seno de este último, produciéndose modalidades variadas de división del trabajo y de explotación. En el proceso de valorización se realizan las actividades de adquisición de la mano de obra, insumos, venta de productos y transacciones financieras de diferente índole, en el 388

Cristian Gillen. El Primado de las Fuerzas Productivas y el Socialismo. Ed. Horizonte. Perú. 1986. Cristian Gillen Hacia un Desarrollo centrado en la producción. Ed. Horizonte. Perú 1996; y Cristian Gillen. La Organización social de la producción como dinámica del desarrollo. Ed. Horizonte. Perú. 2001.

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marco de relaciones en conflicto y/o contradicción entre los agentes sociales que participan. Hasta ahora, en la mayoría de los análisis que se han efectuado sobre la producción, se ha considerado el ámbito comercial y financiero, pero también las operaciones de adquisición de la mano de obra e insumos para alimentar a la producción, como simplemente procesos de valorización. Esto hay que revisarlo, ya que respondía a los desarrollos iniciales del capitalismo, donde no existían grandes actividades comerciales, como los supermercados, por poner un ejemplo, que deben visualizarse no sólo desde la perspectiva del proceso de valorización, sino también del proceso de trabajo que se desarrolla para la mejor presentación de los productos y su realización más rápida, como el empaquetado, entre otros. Lo mismo se puede decir de lo financiero, que en el neoliberalismo ha tenido un desarrollo exponencial que se ha manifestado en la creación de múltiples instituciones financieras que elaboran productos financieros de distinta índole. Pero, eso no queda ahí, muchas empresas dedicadas a productos industriales han paralizado líneas de producción materiales, con el fin de dedicarse a la elaboración de productos financieros, siendo un ejemplo relevante de esta evolución General Electric, que bajo la dirección de uno de los gurus empresariales norteamericanos como es Jack Welch389, logró aumentar significativamente sus ganancias gracias a la creación de nuevas líneas de producción financiera. En lo que se refiere a la adquisición de mano de obra, la tendencia del neoliberalismo a flexibilizar el mercado de trabajo ha hecho que las empresas empleen a otras denominadas "services", que les proporcionan la capacidad laboral, sin que la empresa subcontratista tenga que asumir compromisos a largo plazo con los trabajadores. La adquisición de insumos en las empresas también ha tendido a externalizarse debido a que las nuevas formas de producción propenden a la integración horizontal, dejando de lado la vertical. 389

Jack Welch. Ma vie de Patron. Editions Village Mondial. Paris. 2001

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De lo planteado se desprende que el análisis del proceso de trabajo y de extracción de la plusvalía, no puede limitarse a la producción material, sobre todo industrial, sino que ahora los procesos de trabajo se han desarrollado en los ámbitos comerciales, financieros, y de adquisición de mano de obra e insumos, entre otros, por el peso creciente que han venido teniendo en las nuevas modalidades de acumulación capitalista. A lo anterior, hay que adicionar, si se hace un análisis no a nivel de modo de producción puro sino de formación social, que las relaciones de producción capitalistas se articulan y combinan con formas de producción no capitalistas, destruyéndolas en algunos casos, pero por lo general, utilizándolas para ponerlas bajo la lógica del capital, es decir, haciendo que el excedente se subordine a la lógica de la plusvalía. Ello hace mucho más difícil el estudio del proceso de acumulación, especialmente en la periferia capitalista donde el no capitalismo juega un papel importante y esta complejidad viene expresándose en el gran crecimiento que está experimentado el denominado "sector informal". A continuación, detallaremos las especificidades que adquiere la producción en ámbitos que se han considerado relevantes, no por su peso cuantitativo, sino principalmente por su incidencia en la calidad de vida de la población, así como en la vida misma, las cuales están siendo afectadas por cambios relevantes en el marco de la nueva regulación del neoliberalismo. En el marco de estos criterios, nos concentraremos en la producción industrial, de salud, educacional, y en la producción bajo la égida del Estado de productos de destrucción masiva. Esto no significa que no existan otras producciones significativas, sino que el análisis de las producciones indicadas permiten dar una buena visión del enfoque ampliado del concepto de producción que se está proponiendo, con las repercusiones políticas que ello conlleva. En lo que respecta al proceso de producción industrial, simplemente nos limitaremos a hacer algunas precisiones que complementen estudios previos, ya que este tipo de proceso de producción ha sido objeto de extensos análisis en este trabajo como en anteriores.

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La producción industrial ha sufrido cambios relevantes últimamente en el proceso de trabajo y de valorización. En cuanto al primero, se le ha flexibilizado, ya sea mediante un trabajo pasado expresado en maquinaria más inteligente, dado que tiene más capacidad de manejo de información, añadido al hecho que puede realizar funciones variadas, y/o a través de una organización menos rígida del trabajo vivo, rompiendo en grados distintos con el taylorismo y sustituyéndolo parcial o totalmente por células de producción, donde se privilegia el trabajo colectivo y la rotación de los trabajadores dentro de las operaciones que conforman la célula. Además, se les hace cooperar a estos últimos en la solución de problemas, que emanan de la operación productiva en el marco de las reglas impuestas por la gerencia, es decir que nos encontramos ante un modelo de cooperación incorporada. En lo que se refiere al proceso de valorización, se ha promovido la flexibilidad del mercado laboral, manteniendo en forma permanente un mínimo de trabajadores, principalmente calificados, y a nutrirse básicamente de otras empresas dedicadas a proveer mano de obra o de trabajadores a tiempo parcial. Estas prácticas han debilitado los sindicatos, reducido los costos laborales e incrementado la subordinación del trabajo a los mandatos del capital. Las flexibilizaciones que se llevan en los procesos de trabajo y valorización se diferencian según los países por la importancia relativa que se le otorga ya sea a la flexibilidad en el proceso de valorización o a la que se da en el proceso de trabajo. En términos generales, se puede señalar, para ilustrar lo anterior, que en Japón se ha privilegiado la flexibilidad en el proceso de trabajo, en tanto que en Estados Unidos se dio preferencia a la flexibilidad del proceso de valorización. En la periferia, no se hizo prácticamente ningún esfuerzo significativo para flexibilizar la organización social de la producción, por cuanto se ha proseguido con una concepción periférica del taylorismo y el énfasis se ha puesto en flexibilizar el mercado laboral, con el fin de competir no en base a eficiencia sino a mano de obra barata, con lo que ello significa en las relaciones sociales económicas, culturales y políticas.

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Después de este sucinto análisis de la producción industrial, que se ha concentrado en los cambios más recientes, abordaremos las producciones en salud, educación y militar en Estados Unidos, país que lidera la globalización del mundo capitalista. De esa manera, podremos apreciar las transformaciones que se están dando como consecuencia del deseo desenfrenado de maximizar las ganancias del capital en sectores donde anteriormente se regulaba la valorización para evitar excesos. La lógica actual de reproducción del proceso de producción inmediato, que se da en el ámbito de la salud de Estados Unidos, ha propiciado la reducción progresiva del número de doctores independientes, haciéndolos depender cada vez más de los hospitales, muchos de los cuales están conectados con las universidades de medicina. Muestra de esta tendencia a que los médicos devengan asalariados, es que, mientras en 1983 sólo el 24% de los médicos eran empleados, en 1999 esta cifra ascendió al 42%. La acumulación neoliberal, que potencia las categorías de mercancía, ha llevado a que se establezca en el ámbito de la salud de Estados Unidos una organización privada, para regular la reproducción de las relaciones sociales que se dan en este sector. Esta institución, que se denomina Organización Para Mantener la Salud (HMO), es la mediadora entre las empresas de la salud, el gobierno, y otras agencias, con el fin de reglamentar las modalidades y niveles de pago por los diferentes servicios de salud. Este ente, para maximizar las ganancias de las empresas de la salud, ha venido sistemáticamente racionalizando el trabajo de los médicos y demás trabajadores de la salud, con el propósito de reducir los costos laborales. Las presiones de la HMO, para regular a favor del capital los procesos de valorización de los hospitales, han logrado incidir en sus procesos de trabajo. Ilustración de ello es la reducción del número de días de recuperación de los enfermos, así como de la cantidad de médicos a tiempo completo, y el reemplazo de enfermeras calificadas por otras empleadas de la salud menos preparadas. Además de las medidas antes citadas, se ha profundizado la taylorización de los procesos de trabajo, pese a que esos sistemas de organización laboral han sido abandonados en otros ámbitos de la realidad social. Ello ha implicado un incremento de las cargas de

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trabajo de los médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud. Pero este proceso de racionalización capitalista tiene sus limitaciones, ya que en el proceso de producción de la salud, la mecanización creciente, que se aplica en la producción industrial, no puede implementarse de manera automática, por cuanto el cuidado humano puede ser mecanizado sólo hasta cierto punto390. Aparte de estas medidas de "industrialización de la medicina", es relevante señalar la política de fusiones que se llevó a cabo en el sector hospitalario, y que ha intensificado las prácticas de despido entre el personal médico de manera significativa. El proceso creciente de "industrialización de la medicina" ha motivado a que se forme un movimiento de sindicalización de los trabajadores de la salud, sobre todo de los médicos, que antes eran muy poco proclives a organizarse para defender sus derechos. Su cambio de actitud se debe a una acumulación creciente de frustraciones porque el HMO les ha ido quitando capacidad de decisión, lo que en muchos casos ha incidido en la calidad del tratamiento de los pacientes. Evidencia de lo planteado es que, en 1996, había sólo 26 mil médicos sindicalizados, número que aumentó vertiginosamente en los tres años siguientes para alcanzar la cifra de 35 mil. La producción educativa ha sufrido cambios similares a los realizados en el sector salud. Se vienen potenciando las presiones para "traer plata a las universidades", otorgando incentivos a los profesores que logren generar mayores fuentes de ingreso, mediante la venta de sus servicios ya sea al Estado y/o al sector privado. Esta manera de ver la educación como una simple mercancía, está incidiendo en la composición de los costos, y en la lógica y calidad del trabajo educativo. Al sistema universitario de California, compuesto por nueve universidades, se le redujo progresivamente los fondos estatales, para que agencie recursos externos a través de la venta de servicios, pero también con el fin de fomentar el retiro anticipado de los profesores a tiempo completo y reemplazarlos por educadores de menos nivel y a tiempo parcial. En 1998, el cuerpo profesoral del sistema universitario de California estaba conformado por: 20% de profesores a tiempo completo, 58% de estudiantes graduados que ejercían labores educativas, 12% de instructores a tiempo parcial, y un 10% de profesores de muy corto 390

Seymour Merman. After capitalism. Random House Inc. New York. 2001.

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plazo. En la Universidad de Nueva York, sucedió algo comparable. A principios de los ochenta, la universidad empleaba aproximadamente 11 mil profesores a tiempo completo por 200 mil estudiantes. En 1996, eran sólo 5 mil trescientos profesores a tiempo completo por 207 mil alumnos. El déficit fue llenado por profesores a tiempo parcial. Las modificaciones del proceso de producción inmediato en la educación fueron captadas muy bien por el New York Times, que en febrero de 1998 publicó lo siguiente: "los ahorros realizados en el uso de profesores a tiempo parcial son claros. Un profesor asociado en un ‘senior college’, que debe dictar tres cursos por semestre, recibe un pago de alrededor de 61,000 dólares al año, y tiene derecho a seguro médico, pensión y año sabático. Manejar la misma carga con adjuntos cuesta 12,000 dólares al año, éstos teniendo menos beneficios"391. Una de las iniciadoras de esa concepción "gerencial" de la educación, y que más está incidiendo de manera negativa en la calidad de la educación, es la denominada “educación a distancia”. Este nuevo sistema de aprendizaje, que se vale de la misma lógica que la aplicada al sector salud en cuanto a la maximización de las ganancias y, por ende, a la minimización de los costos laborales al fomentar el empleo a tiempo parcial de los profesores, ha igualmente potenciado la sindicalización. Como ejemplos de la tendencia a adoptar estrategias corporativas en las universidades, tenemos a la Universidad de Nueva York y la Universidad de Columbia, que han creado divisiones para manejar exclusivamente la educación a distancia. En ambas Universidades, el aprendizaje a distancia está basado en materiales creados por los profesores, sin embargo, ellos deben circunscribirse a los requerimientos visuales y de Internet determinados por especialistas ajenos a la Universidad. En 1999 surgió en Estados Unidos la primera universidad totalmente dedicada a la educación a distancia. Esta es la Jones Internacional University, que pertenece al grupo Jones, cuya línea principal de actividad es la industria del cable. El grupo está dirigido por Glenn Jones, un multi391

Citado en Seymour Merman. After Capitalism. Op. cit.

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millonario que decidió incursionar, en estos momentos de su vida, a tiempo completo en actividades académicas, para lo cual creó su propia universidad. Jones tiene un concepto puramente gerencial de la educación. La trata como una mercancía más, que le va a permitir incrementar su fortuna. Es así que percibe la universidad como una institución destinada a "proporcionar educación de alta calidad, sin depender del lugar, hacer ganancias y pagar impuestos"392. La tendencia a maximizar la valorización a costa del deterioro de la calidad de la producción generada en el proceso de trabajo educativo, ha motivado a que los profesores protesten y se organicen progresivamente para hacer frente a estas políticas corporativas orientadas a bajar el nivel de la enseñanza y atentar contra su seguridad laboral. Esta corriente de protestas hizo que James E. Perley, Presidente de la Asociación Americana de Profesores Universitarios (AAUP), publicará una carta criticando la educación a distancia, y en especial la ofrecida por Jones International University. En ella expresa sus temores por la pérdida de libertad académica que genera esta nueva modalidad de educación, por cuanto los cursos dependen más de especialistas externos (audiovisuales, Internet, etc.) que de los profesores. Según James E. Perley, los profesores que tienen una alta formación académica deben subordinar sus "cursos" a los fines de la Internet, impuestos por diseñadores de la Web393. Antes de abordar la producción militar bajo la dirección estratégica y financiera del Estado, intentaré establecer el orden de magnitud de este sector productivo, para demostrar que el líder de la supuesta economía de mercado, donde primaría la libre iniciativa privada, es un mito más del arsenal ideológico del neoliberalismo. En la realidad concreta, los Estados Unidos son una economía mixta donde el Estado juega un rol relevante en la direccionalidad estratégica de la reproducción ampliada de las relaciones sociales vistas como un todo. En 1999, habían aproximadamente 2.2 millones de empleados que formaban parte del complejo industrial militar. Una cantidad superior a los uniformados que ascendía a 1.5 millones y a los 392 393

Op. cit. Op. cit.

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empleados civiles del Pentágono que eran 0.7 millones. El Pentágono, por otro lado, financió programas de investigación en universidades y otras instituciones por un valor de 5 mil millones de dólares. La alianza Estado - sector privado para llevar a cabo la producción militar se realiza bajo la dirección estratégica del Pentágono, que determina las armas a producir y los programas de fabricación e investigación para ser elaborados en el corto, mediano y largo plazo. Es decir, un proceso de planificación estatal, que tanto critican los neoliberales, especialmente los de la periferia, que repiten sin la debida reflexión las recetas formuladas por los ideólogos del centro para incrementar la subordinación de las formaciones sociales periféricas a sus dictados. En la producción militar, se evidencia con gran claridad la articulación de lo político, económico y cultural. Dentro de este proceso de producción, las empresas privadas, que forman parte del complejo industrial-militar, están bajo el control del Pentágono, que, para realizar sus funciones, se organizó siguiendo la lógica de las grandes corporaciones privadas. Este proceso de "industrialización del Pentágono" se inició en 1961 bajo el liderazgo de Robert Mc Namara, que renunció a ser Presidente de la Ford Motor Company para devenir Secretario de Defensa. El Pentágono se convirtió en una verdadera división de planeamiento estratégico de una gran corporación, definiendo la orientación de las actividades del complejo industrialmilitar y monitoreando el proceso de implementación de sus políticas y programas. Dentro de esta lógica de planificación, las empresas privadas, que conforman el complejo industrial-militar, no son autónomas, sino que se presentan como si fueran divisiones de una gran corporación controlada centralmente. La fijación de los precios de los productos destinados al uso militar, no se realiza mediante el supuesto libre juego de la oferta y la demanda, sino que concuerda con la lógica de valorización del capitalismo de Estado. Se parte de los costos históricos, a los cuales se les agrega un margen pactado políticamente entre el Estado y las empresas privadas, que se obtiene conciliando los intereses de ambas partes. Lo anterior conlleva implicancias económicas y políticas. En primer término, fomenta la inflación y la ineficiencia. En términos generales, los precios de los productos militares subieron a un ritmo más elevado que los productos destinados al uso

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civil. Por otro lado, los costos de fabricación en categorías de productos equivalentes resultan ser mucho mayores en el complejo militar-industrial que en las empresas que operan fuera de éste394. Este cálculo burocrático para determinar los precios, no es neutro políticamente y presenta repercusiones políticas negativas. Por un lado, ha impulsado la armonización de los intereses entre el capital y el trabajo en las empresas que forman parte del complejo militar, en perjuicio de la población económicamente activa que no integra este complejo. Las gerencias, en base a los precios planificados que garantizan de todas maneras una ganancia, pueden inflar costos, entre ellos los laborales, propiciando un aumento constante en las remuneraciones de los trabajadores. Ello se ha realizado con fondos que el Estado ha ido obteniendo a través del sistema impositivo, y de la reducción de los presupuestos en educación y salud. Muestra de esta peligrosa alianza entre el capital y los sindicatos, que ha sido patrocinada por el Pentágono, es la conformación conjunta de Comités para promover la producción militar, que hubiera tenido que ser reducida después de la guerra fría. Esto último ha coadyuvado a que se lleve a cabo una política exterior agresiva con los resultados funestos ya conocidos. Pero también repercutió negativamente en la producción industrial no militar, que no cuenta con la atribución de incentivos tal como los que se asignan al complejo industrial-militar. Así tenemos que, en los años 1980, mientras la producción militar ascendió en un 60%, la fabricación de máquinas herramientas descendió en un 65%. La exportación de armas, que es una de las principales exportaciones de Estados Unidos, no se hace en base a su mayor competitividad, sino a las presiones políticas y a un financiamiento fácil que le otorga el Pentágono a los países compradores. Esta estructura político-económica bajo el liderazgo del Pentágono, ha posibilitado que Estados Unidos exporte 42.8 billones entre 1993 y 1995, que es más que lo que exportaron juntos sus principales competidores que son Rusia, Francia, Inglaterra y China.

4.2. La reproducción de la sociedad 394

Op. cit.

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El ver la sociedad como una unidad dialéctica de distintos tipos de producciones (políticas, económicas, culturales), que se entrecruzan, influyéndose recíprocamente sin tener fronteras definidas entre ellas, desemboca en otra concepción del Estado y de la problemática de la transición hacía una nueva sociedad, donde primen la solidaridad y la igualdad. Bajo esta nueva concepción, el Estado cesa de ser una consecuencia de diferentes formas de economicismo. Ya no es el reflejo mecánico de lo económico, como lo concebían los marxistas ortodoxos, ni tampoco producto en última instancia de lo económico, como lo postulaban Poulantzas y sus seguidores. Asimismo, se vuelve inaceptable la posición de algunos neo-gramscianos que le dan igual peso a lo económico, político, y cultural, pero visualizando sólo lo económico como proceso de producción y lo político y cultural como regiones aparte, sin determinar como éstas se reproducen en sí, y en relación con el resto de la sociedad. Se puede señalar, que el hecho de otorgarles igual importancia a los distintos sectores de la sociedad es una simple declaración, por cuanto lo económico sería el único al que se le otorgue una concepción dinámica mientras que los otros se presentarían como partes de la sociedad que no tendrían una lógica propia de reproducción. En otros términos, al ser lo económico el elemento dinámico, implica que sería el que les imprimiría su lógica de reproducción a los otros sectores. La visión neogramsciana, tal como la de Jessop, es otra forma de economicismo, pero más sofisticado, debido a que es más difícil de desentrañarlo por el complejo discurso utilizado. El conceptualizar la sociedad como un conjunto articulado de procesos de producción de índole político, económico y cultural, en que la dinámica de la reproducción no depende eternamente de un tipo determinado de producción sino que varia en función a la forma en que se dan las contradicciones sociales en el tiempo y en el espacio; y el hecho de que el Estado no tiene el monopolio del poder político, conduce, como ya se señaló, a tener una visión de nuevo tipo de la transición. Ya no basta tomar el Estado, ya sea por medios violentos o a través de las urnas, para garantizar la transición. A fin de poder orientar la lógica de reproducción de la sociedad, hay que tener hegemonía en los distintos procesos de producción. Muchas revoluciones

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que se decían socialistas fracasaron, porque tomar formalmente al Estado no les posibilitó cambiar a nivel esencial las modalidades de producción económicas y culturales, teniendo muchas veces que recurrir a "tecnócratas" y "expertos" para que manejen las empresas y otro tipo de instituciones. Por ello, como veremos posteriormente, es fundamental tener otra concepción del poder y, dentro de esta nueva perspectiva, sin tener que esperar conquistar el aparato del Estado, construir la hegemonía desde la base y, a partir de ahí, edificar una sociedad de nuevo tipo.

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Quinta Parte Propuesta Antihegemónica Antes de abordar de manera detallada los aspectos teóricos, estratégicos y organizacionales de la propuesta antihegemónica, se hará una breve presentación de los cambios económicos y sociales más relevantes que se han llevado a cabo en las sociedades periféricas, especialmente las latinoamericanas en las últimas décadas, así como las relaciones que se dieron entre los partidos, sindicatos y consejos de fábrica en los eventos revolucionarios más destacados. Esto servirá para enriquecer el tratamiento de los elementos más abstractos de la propuesta. El análisis de los cambios sociales que han venido dándose en las sociedades periféricas, particularmente las latinoamericanas, posibilitarán entender las modificaciones que están llevándose a cabo en los procesos de estructuración social, y el papel que han desempeñado los diversos agentes sociales que actúan en lo económico, político y cultural. En lo que se refiere al análisis histórico de las relaciones sindicato-partido-consejos de fábrica, permitirá explicitar el papel que cada uno de ellos cumplió, así como los conflictos y contradicciones que se dieron entre ellos, en los principales movimientos revolucionarios que se produjeron.

1. Cambios en la realidad socio-económica en la periferia Para sedimentarse económica, política y culturalmente, y con el fin de incrementar la acumulación y la dominación capitalista, el neoliberalismo en la periferia ha materializado un conjunto de medidas de ajuste estructural en las sociedades dependientes, que han tendido de manera progresiva a precarizar el trabajo, lo que ha generado la elevación de la tasa de ganancia a nivel mundial, así como el debilitamiento de las organizaciones políticas de los trabajadores. Las privatizaciones, que han sido unas de las políticas

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centrales impulsadas por el imperio en alianza con los Estados periféricos y con el apoyo de sus clases dominantes, han ocasionado despidos masivos, que motivaron una transferencia de trabajadores de las empresas del denominado sector formal, consideradas grandes, al sector informal, constituido por micro y pequeñas empresas. Por poner algunos ejemplos, tenemos que en ciudades como Lima, Managua, Ciudad de Guatemala, la economía informal cuenta con más de los dos tercios de la población económicamente activa395. La mayoría de los talleres que trabajan en el denominado sector informal se encuentran en los propios hogares del que lo dirige, y en general, los trabajadores son miembros de la familia, los cuales perciben un ingreso cuando existe trabajo y no cuentan con ninguna prestación social. Estas condiciones precarias de trabajo se explican en que el rápido crecimiento del sector informal estuvo aparejado con un declive del ingreso. Por ejemplo, en la década de los 1980, los ingresos en Costa Rica, Brasil, Argentina y Perú declinaron entre un 23.5% y un 39.3% 396. El proceso de traslado creciente de la capacidad laboral del sector formal al informal, no ha creado dos mercados laborales disociados, uno en el formal y otro en el informal, como se postula muchas veces. Más bien, lo que ha sucedido, es que se ha constituido un nuevo mercado laboral único, por cuanto las fronteras entre lo formal e informal se han ido desvaneciendo progresivamente. Esto ha favorecido a las grandes empresas foráneas y nacionales, debido a que han ido adecuando sus normas salariales a las condiciones imperantes en el sector informal. Es decir, la no existencia de salarios mínimos, ni de beneficios sociales, así como la no presencia de sindicatos y la ausencia de estabilidad laboral 397. Como ya se señaló al inicio de este numeral, el neoliberalismo no solamente produjo un deterioro económico, sino también tuvo repercusiones políticas y culturales. La fragmentación y el declive del empleo formal han 395

Sandor Halebsky and Richard L. Harris (eds). Capital, Power and Inequality in Latin America. Westview Press. Oxford. 1995. 396 Ibíd. 397 Carlos M. Vilas. Economic Restructuring, Neoliberal Reforms, and the Working Class in Latin America en Sandor Halebsky and Richard L. Harris (eds) Capital, Power and Inequality in Latin America. Westview Press. Oxford. 1995.

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desintegrado a la clase trabajadora, erosionando al movimiento sindical. Sin embargo, ello ha motivado el surgimiento y expansión de movimientos sociales para luchar contra la agresión neoliberal, aspecto que abordaremos más adelante. El Estado y los partidos políticos de turno han tratado, y siguen haciéndolo, de aprovecharse de la atomización de la clase trabajadora y de sus condiciones precarias de vida para captarla políticamente a través del clientelismo, ya que el sector informal constituye una buena reserva no sólo de mano de obra barata, sino de votantes para el mercado político, que es la base para el funcionamiento de la democracia parlamentaria. Este proceso de fragmentación y subordinación que ha fomentado la informatización neoliberal, ha originado cambios de cierta significación en los valores culturales, haciendo que se debiliten los valores solidarios que existían dentro de la clase trabajadora organizada, y en contrapartida, se han privilegiado los vínculos familiares, étnicos y también de género. De lo antes expresado, se puede apreciar que los sectores formal e informal no son dos sectores que funcionan y se reproducen de manera disociada. Por el contrario, sus espacios económicos, políticos y culturales se han ido articulando estructuralmente, pero principalmente bajo la dinámica e intereses del sector más avanzado desde el punto de vista capitalista, que es el denominado formal. Este sector ha puesto bajo su perspectiva y lógica capitalista, que es más pura, las relaciones sociales menos capitalistas (menores niveles de productividad) y no capitalistas que imperan en el sector informal. Lo anterior ha posibilitado que el sector formal extraiga gran parte del excedente del informal al ponerlo bajo la lógica de la plusvalía del sector más avanzado. Ello se aprecia a nivel concreto en los procesos de subcontratación que realiza el sector formal con el informal, para que este les proporcione productos semielaborados y/o elaborados, a precios mucho más bajos de los que rigen en el sector formal. Lo señalado se puede ilustrar con la investigación que realizaron Lourdes Berreria y Marta Roldán sobre la subcontratación en México398, país que, como ya se conoce, tiene 398

Lourdes Berreria and Marta I. Roldán The Crossroads of class and gender: homework, subcontracting and household dynamics in México City. University of Chicago Press. 1987.

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relaciones especiales con Estados Unidos, como consecuencia del Tratado de Libre Comercio de corte neoliberal que firmaron. En ese estudio, se muestra claramente que entre el sector formal e informal se ha sedimentado una compleja cadena productiva, que va desde las multinacionales de Estados Unidos a los suplidores formales mexicanos, a los subcontratistas informales, y llega hasta a los trabajadores a domicilio, cuya mayor parte está conformada por mujeres. En su mayoría son indígenas las que se encargan de ensamblar partes y piezas, y se les paga al destajo, es decir por unidad. Como se puede percibir, las actividades informales no son marginales de la economía formal. Por consiguiente, la tarea principal no sería su formalización legal, puesto que constituyen, junto con el sector formal, una unidad indisociable dentro del proceso de acumulación que tiende a beneficiar al capital foráneo así como a los remanentes de una burguesía interna subordinada a este último, y que opera directamente en la economía formal. Más bien la labor central del sector informal es organizarse para crear una nueva economía que no sea subordinada a la formal. Para luchar contra la precarización de su existencia, la población que se encuentra en el sector informal, ha ido desarrollando la cooperación en diferentes campos como los de la producción, consumo, política, entre otros. Existen experiencias interesantes de organización de grupos de trabajo colectivo entre diversos talleres para realizar conjuntamente actividades de la producción (calzado, confecciones, metalmecánica, muebles), comerciales y financieras. También, a nivel de vecindario, se han unido los pobladores para abordar la problemática del consumo de manera concertada. Asimismo, se han constituido agrupaciones de auto-ayuda, y consejos comunitarios399. Para enfrentar al neoliberalismo, y al proceso creciente de pauperización que viene ocasionando, y que tiende a mermar las normas y niveles salariales, así como a reforzar la subordinación del trabajo al capital, se han ido creando nuevos movimientos sociales y políticos, que por lo general difieren 399

Para mayor detalle, ver Cristian Gillen. La organización social de la producción como dinámica del desarrollo. Editorial Horizonte, Lima. 2001.

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de los sindicatos y partidos tradicionales. Las relaciones en estos movimientos están menos jerarquizadas, por cuanto se privilegian en mayor medida las relaciones horizontales, lo que permite a los que participan ser más democráticos y descentralizados. Un elemento además muy relevante es el hecho que su actuación se realiza directamente en la vida cotidiana, lo que les posibilita mantener una presencia constante en las bases y así colaborar con los pobladores en la solución de sus problemas que surgen en su accionar diario. Es importante también remarcar que se han venido produciendo luchas en tiempos recientes, en que se ha notado una colaboración entre los movimientos sociales y los sindicatos. Una muestra de ello es que en determinados casos los sindicatos de los trabajadores metalúrgicos se han articulado con los grupos de vecindario motivados por aspectos de consumo.

2. Relación entre Consejos de Fábrica - Sindicatos - Partido Las relaciones entre los consejos de fábrica, sindicatos y partidos políticos son complejas, y adquirieron especificidades en los distintos momentos revolucionarios que se dieron en la historia del siglo veinte. Estas diferencias dependieron en gran medida del contexto político, económico y cultural en que se llevaron a cabo, y la lógica en que se constituyeron las distintas organizaciones de los trabajadores. Es decir, si éstas se conformaron en base a las propias iniciativas de los trabajadores, o si fueron creadas desde arriba, principalmente por el gobierno de turno y/o el partido político en el poder. Antes de abordar la problemática de la vinculación entre los consejos de fábrica (llamados también en algunos casos comités de empresa), sindicatos, partido en Rusia, se presentará una breve reseña histórica, para mostrar que estas organizaciones de los trabajadores no surgen de forma espontánea, sino que son producto de luchas sociales que se dan en el tiempo y espacios geográficos determinados. Las conexiones entre las organizaciones antes citadas, que se generaron en la revolución de octubre de 1917, no pueden comprenderse en toda su

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magnitud si no se analiza el movimiento revolucionario de 1905 que, en gran medida, le crea las condiciones a la revolución bolchevique de 1917. En 1905, concretamente el 10 de octubre en San Petersburgo, se reunieron delegados de la gran mayoría de fábricas de esa localidad para constituir lo que fue el primer Soviet (Consejo). El Comité Ejecutivo Provisional fue elegido el 17 de octubre de ese mismo año y estuvo conformado básicamente por intelectuales, tanto liberales como radicales, que eran los que tomaban las decisiones, prácticamente sin consultar a las bases400. El Soviet trataba básicamente temas políticos y se convirtió en una especie de "parla-mento de trabajadores". Posteriormente se orientó a mantener la producción en las fábricas, que era puesta en juego por la fuga de sus propietarios o del boicot a la revolución que estos realizaban. Ulteriormente, fueron los Comités de empresa los que ejercieron esa función y no los sindicatos, debido a su debilidad y porque la mayoría que los conformaban eran mencheviques, que se oponían al control de la producción por los mismos trabajadores. Los Comités de fábrica, debido a las aspiraciones de autogestión de los trabajadores, comienzan a proliferar a partir de 1917, adoptando las decisiones más importantes en Asamblea General. El crecimiento acelerado de este tipo de organización autogestionaria motivó problemas de articulación dentro del aparato productivo, por cuanto empiezan a competir los comités entre sí, sin tomar en debida cuenta las necesidades que las fábricas tienen en cuanto al suministro de sus productos intermedios, a lo cual se añaden las duplicaciones y cuellos de botella que se producen dentro de los sistemas de distribución. Para superar la problemática anterior, como para neutralizar a los soviets donde la presencia menchevique en un primer momento era importante, los bolcheviques promovieron la unidad de los Comités de empresa401. El reforzamiento de la posición política y económica de los Comités de empresa conduce a que los sindicatos traten de ponerlos bajo su control en junio de 1917. Con ese fin, proponen que la institucionalización de éstos se 400

Meter Rachieff. Soviet and Factory Committees in the Russian Revolution. http://ww.libcom.org 401 Ibíd.

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realice dentro del marco institucional sindical. En este proceso de lucha por la dirección de la producción, los Comités de empresa convocan a una conferencia en agosto de 1917 a nivel de toda Rusia, donde el 62% de los delegados eran bolcheviques. Estos promovieron una resolución, creando una estructura nacional autónoma para los Comités, pero supeditándola a la esfera de la producción material. A finales de 1917, es decir después del triunfo bolchevique, y cuando los sindicatos se habían convertido prácticamente en un apéndice del Estado, los bolcheviques cambian de posición e hicieron que los Comités de empresa se subordinen a los sindicatos. Ello motivó que el control directo de los trabajadores sobre la producción vaya debilitándose hasta desaparecer. De lo señalado se desprende que la posición del partido bolchevique con respecto a los Comités de empresa y a la autogestión, se sustentó, más que en una cuestión de principios, en planteamientos tácticos destinados a su utilización para la toma del poder del aparato del Estado, para luego constituirse en la única fuerza que controle los distintos espacios de la sociedad. Sin embargo, al eliminar la única organización que dependía directamente de los mismos productores, se crearon las condiciones para que se instaurasen organizaciones de intermediación generadoras de nuevas clases sociales. Ya Karl Marx había advertido al respecto al plantear que "la emancipación de la clase trabajadora debe ser conquistada por la misma clase trabajadora"402. En el periodo 1919-1920, en Alemania, se producen condiciones revolucionarias, que conducen a que los trabajadores establezcan consejos de fábrica para dirigir por ellos mismos la producción. En un primer momento, los líderes socialdemócratas utilizaron a los consejos de fábrica como un medio que los conduzca al poder, en lugar de percibirlos como formas de organización destinadas a que los trabajadores tomen su destino en sus propias manos403. Esta posición inicial de la socialdemocracia se modificó debido a la fuerza que adquirieron los consejos de fábrica, que comenzaron 402

Cita que aparece en el trabajo de Meter Rachieff antes citado. Korsch, Mattick, Pannekock, Ruhle, Wagner. La contre-révolution bureaucratique. Union générale d'Editions. Paris. 1973. 403

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a poner en juego el control del movimiento laboral por parte del partido socialdemócrata y de los sindicatos que dependían de su línea política. Ello motivó a que este partido, que se decía defensor de los intereses de los trabajadores, presionase a la Asamblea nacional parlamentaria para que limitase el poder de los consejos, lo cual se materializó en febrero de 1920404. Korsch planteó, que el fracaso del movimiento revolucionario que se desató en Alemania después de la revolución bolchevique, se debió principalmente a dos razones fundamentales: a que los consejos de fábrica fueron controlados por los partidos y sindicatos que impusieron a sus dirigentes a la cabeza de los consejos en lugar de dejar que estos se constituyesen en órganos autónomos de los trabajadores; y por la incapacidad de los consejos en ligar el control económico con el político405. En Italia, también en 1920, se generó un movimiento revolucionario liderado por la Federación de Trabajadores Metalúrgicos (FIOM) y por el grupo de intelectuales que dirigía la publicación de L'Ordine Nuovo en la que se encontraban Gramsci y Togliatti. Ambas organizaciones propiciaban el proceso de toma de empresas y el establecimiento de consejos de fábrica, lo que provocó escisiones en el movimiento obrero, básicamente entre el FIOM y la Confederación General del Trabajo (CGL), y en el seno del partido socialista. El 5 de setiembre de 1920, Antonio Gramsci planteó: "Cuando los trabajadores luchan para mejorar sus condiciones económicas a través de una huelga, la tarea de los trabajadores en la lucha está limitada a la fe de sus líderes (…) Pero si los trabajadores en lucha ocupan las fábricas y deciden seguir produciendo, la moral de la masa asume una forma y un valor diferente. Los dirigentes del sindicato ya no pueden seguir liderando (…), la masa debe solucionar los problemas de la fábrica, con sus propios medios, su propia gente"406.

404

Karl Korsch. Revolutionary Theory. University of Texas Press. 1977. Ibíd. 406 Citado en Paolo Spriano. The occupation of the Factories. Pluto Press. 1975. 405

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Como respuesta a la posición de Gramsci y a la práctica revolucionaria de la FIOM, el consejo directivo de la CGL elaboró en contraposición un programa reformista. En él criticaba la ocupación generalizada de las fábricas y más bien abogaba por una salida economicista que propugnaba mejorar las condiciones económicas y financieras de los trabajadores metalúrgicos. Turati y Treves que dirigían la fracción reformista dentro del Partido Socialista Italiano, se oponían igualmente a la toma de fábricas, y respaldaban la posición de la CGL. Esto condujo a que la sección de Turín del Partido Socialista planteara la formación inevitable de un partido comunista al cual se adhirieron Gramsci y Togliatti. La oposición del ala reformista del PSI y de la CGL a la autogestión obrera, que ocasionó una escisión dentro de la clase trabajadora, fue hábilmente aprovechada por Gioletti, jefe del gobierno italiano, para propiciar una salida a la crisis en el marco del sistema capitalista. Gioletti, en lugar de control obrero, propuso darles participación a los trabajadores en el accionariado y en el consejo de administración con el supuesto fin de que tengan un mejor conocimiento de las condiciones reales de la industria, para que, de esa manera, puedan regular mejor sus demandas. En el fondo, lo que quería era eliminar el consejo de fábricas, dándole una mayor ingerencia a los sindicatos que garantice una estrecha colaboración entre el capital y el trabajo. El gobierno logró hacer aprobar su posición, debido, como ya se señaló, a la división en el movimiento del partido socialista y la organización sindical. Lo anterior, aunado a la crisis económica que se desató en 1921 en Italia y que generó un despido masivo especialmente en los sectores metalúrgico y de bienes de capital, tendió a debilitar aún más al movimiento laboral, lo que llevó al fracaso del movimiento revolucionario sustentado en la autogestión en base a los consejos de fábrica. En 1936, estalló un proceso revolucionario en España, que se caracterizó por una toma generalizada de unidades productivas, tanto en el campo como en las zonas urbanas, sin que existiera una etapa de transición, como lo planteaba Lenin. Estas ocupaciones de fábricas y de la tierra agrícola, que muchos creen fueron producto de un movimiento espontáneo, tienen un largo proceso de gestación. La revolución de 1936 se generó como

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resultado de más de 70 años de trabajo político realizado principalmente por los anarquistas. En los 1870, el anarquista italiano, Guiseppi Fanelli, introdujo las ideas de Bakunin, fundamentalmente a los trabajadores de Barcelona y Madrid, que luego se esparcieron por casi toda España. Como resultado de lo anterior, se estableció la sección española de la Primera Internacional. En 1927 se creó una organización anarquista única en España, en base a la unión de los anarco-comunistas y los anarcosindicalistas. Esto posibilitó el control político por parte del FAI de la organización sindical anarquista CNT, dándole funciones revolucionarias a esta organización sindical, que por lo general no las poseen. Sin embargo, no pudo eliminar en su totalidad la tendencia al pragmatismo que prima en los movimientos sindicales407. Los partidos socialista y comunista se opusieron a la autogestión obrera y campesina. El partido comunista planteó como alternativa las cooperativas basadas en la propiedad privada, posición distinta a la adoptada en la Unión Soviética que fue de la colectivización, pero impuesta desde arriba con lo que ello trajo consigo a nivel político, económico y cultural408. Los partidos antes mencionados influyeron en el gobierno, para que adopte una posición contraria a los consejos de fábrica, la cual la lleva a la práctica decretando la sindicalización forzada para debitar la posición de la FAI-CNT dentro de la producción. Para ello utilizaron a la organización sindical UGT la cual, aparte de reunir a socialistas y comunistas, también aglutinaba a contrarrevolucionarios. Otra movida política del gobierno denominado progresista, que se encontraba enfrentado a Franco, para debilitar los consejos obreros, fue de proponer la participación del FAI-CNT en el gobierno. Esto condujo a la burocratización de muchos cuadros de esas organizaciones, que se expresó en la tendencia de éstos a percibir la problemática de la producción desde la perspectiva del Estado y no de los consejos de fábrica. Este proceso orientado hacia el debilitamiento de los consejos de fábrica desde el mismo campo popular y desde afuera, siendo uno de los más 407 408

Murray Bookchin (eds). The Anarchist Collectives.Free Life Editions. New York. 1974. Augustin Souchy. With the Peasants of Aragon. Cienfuegos Press. 1982.

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importantes dentro de estos últimos el avance cada vez más fuerte de la contrarrevolución, llevaron al deterioro progresivo del movimiento revolucionario. Pero los anarquistas también tuvieron su responsabilidad en este proceso. Una de sus principales debilidades del FAI-CNT, fue el otorgarle prioridad casi exclusiva a la lucha en el campo económico descuidando el vínculo esencial entre lo económico y político. Eso motivó que, al entrar a participar en el gobierno y al no tener una organización política alternativa, fueran absorbidos por la del gobierno. El FAI-CNT no pudo tampoco resolver de manera adecuada la tensión que se creó entre la autogestión a cargo de los consejos en las unidades productivas, y las necesidades de coordinación y planificación a nivel del espacio que estaba bajo control de la revolución409. En 1968, en Francia, se desató un movimiento revolucionario que tuvo su origen en la esfera de la producción cultural, lo cual desubicó a los partidos, entre ellos al comunista y a su central sindical (CGT). Estos se caracterizaban por su economicismo, lo cual les conducía a desconocer, sin una reflexión profunda de la situación política imperante, cualquier movimiento que no tenga su base en la infraestructura económica y en su sujeto, el obrero industrial. Los estudiantes se levantaron en mayo de 1968 contra el sistema educativo francés que estaba en crisis, y que se caracterizaba por su gran jerarquización organizativa, su propensión a fomentar la fragmentación de los conocimientos, y el pretendido carácter neutral y objetivo que les daba a éstos. Para luchar contra la crisis universitaria, los estudiantes agrupados en la UNEF planteaban la autogestión universitaria mediante un comité constituido por estudiantes y profesores. En su plan de acción postulaban por: un sistema educativo que combinase el trabajo intelectual y manual; la necesidad de que la educación superior sea reservada en un mínimo de 50% a los hijos de obreros y campesinos; y la obligación para los profesores de dedicar parte de su tiempo a ayudar a estudiar, en especial a hacer aprender a los inmigrantes a leer y escribir.

409

Korsch/Mattick/Pannekoek/Puhle/Wagner. La contre-révolution bureaucratique. Union générale d'Editions. Paris. 1973.

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El partido comunista francés respondió al movimiento estudiantil desautorizándolo y proponiendo un plan de reforma universitaria en base a aspectos de carácter cuantitativo, que puedan ser atendidos sin poner en juego la democracia parlamentaria, y el gobierno encabezado por el general De Gaulle. El 2 de mayo de 1968, en el editorial de L'Humanité, órgano del partido comunista, el asistente del secretario general del partido, Georges Marchais, negó toda capacidad revolucionaria a los estudiantes y consideró que su lucha debía ser considerada como algo secundario dentro de la política del partido comunista, el único partido revolucionario. Pero va más lejos aún, tilda a los estudiantes en lucha de hijos de la gran burguesía y futuros dueños de empresa. Estos calificativos no tenían sustento en la realidad concreta. Así tenemos, que un 40% de los estudiantes debían trabajar para ganarse la vida mientras estudiaban, dos tercios abandonaban la universidad sin diploma, y una gran mayoría de estudiantes que egresaban de las carreras de humanidades y ciencias sociales no encontraban empleo. El plan de reformas a la Universidad, que planteaba el partido comunista, iba contra la autogestión y se limitaba a la construcción de nuevas facultades e institutos de tecnología, así como a la contratación de más profesores, con el fin de poder satisfacer las nuevas demandas del mundo moderno capitalista410. Esta posición política del partido comunista y su central sindical (CGT) tuvo que ser flexibilizada por la influencia que ejercía el movimiento estudiantil en los trabajadores de las fábricas, sobre todo en los más jóvenes. Es así como después de las barricadas de los estudiantes del 10 y 11 de mayo, las centrales sindicales decidieron hacer una huelga el 13 de mayo, que tuvo una presencia de más de seiscientos mil personas que puso en jaque al gobierno del General De Gaulle. La dinámica social hizo que después de esa huelga, los trabajadores continuaran llamando al paro obrero sin ninguna orden de los sindicatos, iniciándose las movilizaciones en las industrias automotriz y de la metalurgia. Las marchas estudiantil y obrera llevaron a que, a finales de mayo, entre nueve y once millones de personas habían 410

Vladimir Fisĕra (ed). Writing in the Wall. Allison and Busby Limited. London. 1978.

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parado de trabajar. Además, gran parte de las empresas estaban bajo gestión y control obrero. Es por ello que el periodo comprendido entre el 27 y 31 de mayo fue denominado el periodo de la "autogestión". Este gran avance de la lucha de los trabajadores y estudiantes no pudo eliminar las diferencias en el seno del movimiento de los trabajadores y estudiantes. En la industria, los trabajadores jóvenes de la aeronáutica, petróleo, electrónica, energía, nuclear, electro-mecánica, informática, parte de la industria automotriz, estaban en contra de las medidas de la CGT centradas en las mejoras salariales y laborales, y más bien abogaban por un sistema autogestionario que sustituya a la organización jerarquizada dentro de las empresas. En cuanto al ámbito universitario, el 21 de mayo, el secretario general de la CGT, George Seguy, rompe con la UNEF, debido a las demandas autogestionarias de ésta, por cuanto Seguy pensaba que el movimiento debía circunscribirse a las reivindicaciones salariales y de trabajo. La división en el movimiento revolucionario, así como la falta de una estrategia global que uniera lo económico, político, y cultural a nivel nacional, por parte de los autogestionarios, llevaron al debilitamiento de este proceso que tenía como objetivo eliminar el capitalismo. Ello fue hábilmente aprovechado por el general De Gaulle y aquellos que defendían bajo formas distintas el parlamentarismo como sistema político único. Después de la derrota de este proceso revolucionario, el capital aprovechó para intensificar la explotación mediante el incremento de la productividad del trabajo. Francia logró ponerse a la altura de la modernización capitalista en Europa, al contar con una correlación de fuerzas a favor del capital y en desmedro del trabajo. Ello, a vista y paciencia de los políticos a sueldo de los partidos denominados de izquierda en el parlamento. El movimiento de mayo en Francia ejerció influencias en otros países de Europa, entre ellos Checoslovaquia, donde surgió un proceso de liberalización, producto de conflictos entre tendencias en el seno del partido comunista. El ala más liberal de éste, encabezada por Dubcĕk, promueve desde arriba el establecimiento de Comités de empresa. Debido a esta iniciativa que contaba con apoyo de las bases, a principios de junio de 1968 se comenzaron a instalar estos comités en empresas de grandes

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dimensiones, como Skoda Plzeň y ČKD Praga. A finales de 1968, ya se contaba con doscientos sesenta comités. El proceso de participación en la gestión de los trabajadores, promovido por el Estado y el partido, obligó a que los sindicatos colaboren, ya que éstos estaban reacios a formar parte de este movimiento autogestionario, por cuanto eran partidarios de Novotny, que fue el Secretario General y Presidente de la República que fue forzado a renunciar en marzo de 1968411. El Gobierno promulgó una legislación para las denominadas empresas socialistas recién el 13 de febrero de 1969. Se adoptó el modelo de gestión compartida aprobada en el XIII Congreso del Partido comunista realizado en 1966, pero que no se había llevado a la práctica. En este modelo de gestión se consideraba que el Comité de empresa debía estar conformado por un tercio con los trabajadores, un tercio con expertos y un tercio con representantes del Estado. Estos últimos tenían derecho a veto, en lo referente a los programas de inversiones y el status de la empresa. El 17 de abril de 1969, el ala liberal dentro del partido es derrotada y Dubcĕk fue reemplazado como secretario del partido comunista por Gustav Husák, lo que puso en juego la existencia de los comités de empresa. El ataque a estos se expresó de manera clara a partir de una declaración realizada ante Husăk del máximo líder sindical, Cernik, en contra de la participación de los trabajadores en la gestión. Por su parte, el 14 de octubre de 1969, Husăk pronunció un discurso muy agresivo que cuestionaba la autogestión. Consideraba que ésta iba contra la planificación central y la influencia del partido comunista. Posterior a este evento, los líderes sindicales emitieron una declaración en la que planteaban que "los consejos de trabajadores representaban una forma anarcosindicalista de transición a la liquidación de la propiedad social global"412. Este proceso que se dirigió desde arriba, lo que mediatizó la lógica de la autogestión desde su inicio, concluyó sin pena ni gloria, como consecuencia de los reacomodos burocráticos dentro del partido y el Estado. La concep411

Vladimir Fisĕra (eds). Workers' councils in Czechoslovakia. St. Martin's Press. New York. 1978. 412 Ibíd.

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ción burocrática de la autogestión promovida desde arriba no tenía ningún futuro, por cuanto iba contra la esencia misma de ésta. Un ejemplo claro de de lo anterior fue el caso de la ex – Yugoslavia (véase anexo nº1)

3. Aspectos teóricos de la propuesta La propuesta que se hizo anteriormente en este trabajo sobre la manera de tratar la relación fuerzas productivas – relaciones sociales, se distancia de la concepción estática de percibir a las relaciones sociales dentro de ese vínculo, lo cual pone en evidencia que las fuerzas productivas no son neutras, sino que son expresión de relaciones sociales pasadas con características sociales y económicas muy específicas. Este desarrollo teórico de nuevo tipo invalida la tesis de la existencia de contradicciones irreconciliables entre las fuerzas productivas y relaciones sociales, que conducirían a nuevos modos de producción, así como la de considerar a las fuerzas productivas como el elemento central de la producción material y de la reproducción de la sociedad en general, ya que éstas son simplemente la manifestación de relaciones sociales pasadas. El apartarse del economicismo y el determinismo, que lleva a considerar que la superestructura es un reflejo de la infraestructura, permite ver la sociedad como un conjunto articulado de producciones económicas, políticas, culturales y familiares, las cuales, en su conjunto, llevan a cabo el proceso de reproducción de la sociedad como un todo. Las fronteras entre estas producciones son muy flexibles y, en determinados momentos históricos, producto del tipo de luchas que se llevan a cabo, un tipo de producción puede prevalecer sobre los otros. Lo planteado significa que no hay una determinación transhistórica de un tipo determinado de producción sobre las otras, como se pretendió hacer con la económica. Estos desarrollos teóricos, como ya se manifestó, afectan la manera en que se concibe a las clases, por cuanto se ha tendido a determinarlas tomando en cuenta sólo lo económico, sin darse debido cuenta que en el proceso de constitución de las clases, éstas están sometidas no sólo a relaciones económicas, sino también políticas, culturales, familiares, y también de género y raza. Es decir que el mundo es mucho más complejo que la concepción

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monista, que trató de explicar la realidad en base a un factor, el económico. En los últimos tiempos, han surgido nuevos movimientos que están cayendo en el mismo error, como ciertos grupos feministas y étnicos, que pretenden dar cuenta de la problemática societaria ya sea en base al género o a la raza. El economicismo llevó a definir las clases casi exclusivamente por la posición que ocupaban los agentes sociales en la producción material. Si bien éste es un aspecto a tomar en consideración, no es el único, ni el determinante en la constitución de las clases. Las clases se definen básicamente en el marco de las luchas políticas, económicas, culturales, raciales y de género que se generan. Esta manera de enfocar a las clases de una forma dinámica, y en el contexto de conflictos y contradicciones entre múltiples relaciones sociales a que los agentes sociales están sometidos, rompe radicalmente con la concepción de determinar a priori las clases en base a la posición que ocupan en la estructura productiva económica. Las clases, dentro de la perspectiva de visualizar la sociedad como resultado de producciones políticas, culturales, económicas y familiares, se van conformando en el complejo proceso de lucha, que se da en el seno de cada uno de estos procesos productivos, y en las relaciones flexibles y muchas veces en conflicto entre éstos. El desarrollo del capitalismo ha producido trabajadores explotados y sujetos al fenómeno de alienación no sólo en la producción industrial, agrícola o minera, sino también en la producción cultural. Así tenemos profesores que son mal pagados y cuya participación en la definición de los currículos se encuentra cada vez más limitada. También aliena a alumnos de escasos recursos, a los cuales se les viene restringiendo de manera progresiva los medios educativos y suministrando valores que, de manera creciente, están en conflicto con sus orígenes, prácticas sociales, raciales, y de género. Otro tanto, se puede decir de los artistas, escritores, así como de los trabajadores del sector salud, del Estado, entre otros. Este complejo proceso, por su carácter contradictorio y no mecánico de formación de las clases determina, por un lado, que hay que tener una

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concepción totalizadora que posibilite percibir en toda su dimensión la forma en que participen los trabajadores y otros agentes en los distintos procesos de producción materiales y no materiales, así como en las vinculaciones entre éstos, con el fin de superar la visión monista y economicista de ver a las clases. Por otro lado, es importante tener presente que un proceso verdaderamente emancipador no puede darse en base a la clase de un solo y determinado tipo de producción ya sea económico, político, o cultural. Tiene que producirse por la unión de la clase trabajadora y otros agentes de cambio, como los estudiantes, entre otros. Muestra de lo señalado es que en el movimiento de mayo de 1968, las discrepancias entre una parte de los trabajadores industriales, y los profesores y alumnos llevaron al fracaso este proceso revolucionario.

4. Estrategia emancipadora La estrategia emancipadora tiende a promover una democracia radical y verdadera, donde la solidaridad reemplace al egoísmo, y en que las nuevas relaciones sociales propugnen la eliminación de las desigualdades económicas, políticas y culturales, y combatan la alienación, que es una de las características centrales de las relaciones capitalistas. Con el fin de lograr lo antes señalado, es relevante tomar debida cuenta de las nuevas tendencias estructurales que viene experimentando la periferia, como los procesos de desnacionalización e informalización de las distintas esferas de la sociedad, tal como ya se señaló en el presente trabajo. Para revertir estas tendencias que vienen atentando contra la dignidad de la mayoría de la población y fomentando su pauperización, es relevante que se organicen desde abajo los trabajadores y marginados en las distintas producciones materiales e inmateriales que conforman la sociedad como un todo. Se comenzará por determinar las acciones a llevar a cabo en el sector informal, que ha venido expandiéndose en casi la totalidad de las formaciones periféricas, lo que ha propiciado la caída del salario real y de las condiciones de vida en general. Este fenómeno ha beneficiado principalmente al capital extranjero, que ha tendido a ubicarse en los sectores monopólicos y de exportación.

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En el sector informal, se debe organizar a las unidades productivas económicas por tipo de actividad y espacio, en base a diálogos con los directamente involucrados para que cooperen entre sí y, de esa manera, puedan mejorar su capacidad de reflexión y acción. Ello incentiva la solución en común de los problemas que enfrentan y les permite tener una percepción más clara del entorno que los rodea. Además, les incrementa la capacidad de realizar actividades que, de manera individual, les sería imposible efectuar, así como aumentar su capacidad de diseño, productividad y reducción de costos. Pero sobre todo, les posibilita potenciar su poder para negociar con empresas formales que se vienen beneficiando de la carencia de organización del sector informal. Lo que se ha señalado para el sector productivo material tendría que extenderse al consumo, organizando al vecindario, especialmente a las mujeres para que interactúen con los grupos organizados del sector productivo, con el fin de ponerse de acuerdo sobre la calidad, precios, y también de la forma de evitar el contrabando, así como sobre la forma de abordar la temática de la adquisición de productos foráneos, cuya calidad deja mucho que desear e incide de manera negativa en la producción informal. Lo que se propugna para la producción material tendría que implementarse igualmente en los centros de educación y culturales en general, así como de salud, entre otros. Las unidades educativas deben colaborar entre ellas, con la participación activa de profesores, alumnos y padres de familias, para determinar las modalidades educativas y la vida educativa cotidiana a desarrollar en esos centros educativos. Lo mismo debe hacerse con las otras instituciones culturales, centros de salud y demás instituciones que posibiliten la apertura de los espacios públicos de discusión democrática. El sector informal debe desarrollar de manera participativa fondos de acumulación propios con el objetivo de mejorar su infraestructura, así como crear entidades económicas, educativas, y de salud, que respondan de manera más apropiada a su realidad, y tiendan a ajustarse mejor a una estrategia emancipadora que requiere nuevas formas de organización del trabajo más horizontales y dialogantes. Asimismo el sector informal tiene que difundir nuevos valores que vayan contra el egoísmo y el deseo de lucrar a expensas de los más pobres. Como se podrá notar, el problema no reside en

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formalizar a este sector, en primer lugar, porque es una tarea imposible, ya que iría contra la lógica misma del capital en su desarrollo actual que es de subordinar a este sector a las reglas del sector formal, y segundo, porque no es de interés del sector denominado informal, destinar sus escasos recursos para pagar una deuda externa de la cual nunca se benefició, ni tampoco contribuir a la expansión de un sector monopólico y oligopólico de la economía, que siempre ha propiciado lógicas de reproducción que tienden a la concentración cada vez mayor de su riqueza y poder en desmedro de los pequeños empresarios y trabajadores en general. En lo que concierne al sector formal, los trabajadores de los distintos tipos de producción (económica, cultural, política), deben adoptar, en forma participativa, nuevas formas de organización, que serán detalladas más adelante. Estas deben ir más allá de las prácticas reivindicativas de los sindicatos, que no inciden en la construcción de una nueva hegemonía, la cual requiere no sólo mejorar las condiciones de trabajo, sino fundamentalmente fomentar acciones de carácter cualitativo que coadyuven en el proceso de emancipación. Los trabajadores denominados formales deben luchar por participar en las decisiones de las instituciones públicas y también privadas bajo formas distintas, tomando en cuenta la correlación de fuerzas, con el fin de ir en el tiempo modificando las relaciones de poder. En este proceso deben establecerse vínculos estrechos con el sector informal, para que unidos lleven a cabo un proyecto antihegemónico. Estas acciones deben estar orientadas a crear una nueva racionalidad que vaya contra la instrumental, base del sentido común dominante que impera en la actualidad, y con ello construir una racionalidad emancipadora que supere la simple crítica. Esta es la que ha caracterizado en general a los movimientos y partidos de oposición al sistema y es esencial para modificar las relaciones jerarquizadas y tecnocráticas que priman en las fábricas, colegios, universidades, hospitales, entre otros. En esas instituciones, el hombre es un simple factor de producción que genera costos, los cuales tienden siempre a ser minimizados con lo que ello significa en la potencialidad humana. La racionalidad emancipadora, por el contrario, deberá propugnar la participación que fomente la creatividad y la solidaridad entre la población, la cual, en el momento actual, está sujeta a un sentido común cosificador del ser humano.

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Este proyecto antihegemónico que, en una primera etapa, debe sustentarse principalmente en el denominado sector informal sin descuidar su sedimentación en el formal, así como preparar a los trabajadores y marginados a que conduzcan por ellos mismos la nueva sociedad, con el fin de no tener que estar sujetos a una vanguardia política de elite y en tecnócratas, que en nombre de los trabajadores y oprimidos, construyan nuevamente una sociedad de clases, razas y género. Este proyecto antihegemónico, como se podrá apreciar, no se circunscribe a la toma del poder del Estado, por cuanto este no constituye el verdadero poder. Muestra de ello es lo que sucedió en los países que instituyeron el denominado socialismo de Estado, donde las fábricas e instituciones culturales y de salud cayeron en manos de tecnócratas y burócratas que basaron su accionar en una racionalidad instrumental que privilegió la jerarquización y el economicismo, marginando a los trabajadores de la gestión. La direccionalidad y funcionamiento del Estado estuvo a cargo de la elite partidaria, que, a través de la planificación centralizada, impidió que la mayoría de la población participara en la definición de las políticas que determinaban su destino. La estrategia antihegemónica que se postula, debido a que está orientada a buscar una democracia radical partiendo de la base con el fin de que los trabajadores sean los responsables principales en la construcción de una nueva sociedad, necesita de formas de organización de nuevo tipo que se construyan de manera participativa, en base a un análisis crítico de las distintas experiencias revolucionarias que tuvieron lugar. Algunas de las experiencias revolucionarias más relevantes se han estudiado en el presente trabajo, con el fin de poder extraer lecciones que impidan caer en los mismos errores del pasado. De ese análisis crítico que se llevó a cabo, se pudo apreciar que los sindicatos, que tienen su origen en el capitalismo, no han permitido, por lo general, que los trabajadores se proyecten más allá de la realidad capitalista. Ello se debe a que el sindicalismo está estrechamente ligado a la evolución del capitalismo. En los periodos de prosperidad, surgen más oportunidades para que se acepten las reivindicaciones salariales que en un periodo en crisis, y, en gran medida, en tiempos

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de crecimiento, existe un mayor número de trabajadores que se afilian a los sindicatos por las ventajas que ello conlleva. Este papel de los sindicatos ha motivado a que, a pesar de sus procedencias obreras, los líderes sindicales adopten después de algunos años en la conducción de estas instituciones, nuevas formas de comportamiento social que los alejan de sus orígenes. El no trabajar en las empresas y el negociar con los patrones, va definiendo su nuevo rol, que se asemeja al de un abogado de cualquier organización. Buscan ganar las causas de sus clientes que son los trabajadores, y defienden en última instancia la paz social en las empresas y demás instituciones. En lo que respecta a los partidos de izquierda tradicionales, que se han abocado principalmente a la lucha parlamentaria, es menester que se transformen tanto en lo que atañe a su estrategia, como en su organización. No pueden continuar actuando prioritariamente dentro del sistema político diseñado por el capitalismo, o sea en el parlamento, que ha devenido en un verdadero mercado político. Tendrían que convertirse en organizaciones que puedan participar de manera creativa en el seno de las producciones económicas, políticas y culturales, para así poder nutrirse de la problemática trascendente y diaria de los trabajadores y marginados y, de esa manera, evitar que el partido actúe en un vacío social. Además, los partidos deben tener una estructura de organización que favorezca la horizontalidad y una ideología antiburocrática. Por otro lado, no deben considerarse como la "conciencia" de los trabajadores, sino que su papel debería ser el de contribuir a la autogestión de los trabajadores mediante la elaboración participativa de una teoría y estrategia emancipadora, y coadyuvar en las luchas cotidianas que se dan en las diferentes esferas de la sociedad, es decir, sin circunscribirse exclusivamente a lo económico. Aparte de los partidos, deberán también fomentarse movimientos que defiendan la ecología, y la lucha de las distintas minorías o grupos que estén sometidos a formas especiales de explotación y alienación. De lo antes expresado y del análisis del papel de las diferentes organizaciones de los trabajadores en los distintos procesos revolucionarios, se

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puede concluir que se requiere ante todo de una organización de los trabajadores que se diferencie de los sindicatos y que no se subordine a los partidos, es decir que rechace ser un simple apéndice de ellos, y que más bien, los ponga al servicio de los trabajadores de base. La organización que mejor ha expresado esto en la historia, son los consejos de trabajadores. Son organizaciones de esta índole o similares, ello dependiendo de las características históricas, que los trabajadores tendrían que fomentar, para ir plasmando progresivamente un proyecto antihegemónico que posibilite superar el capitalismo en general y, sobre todo, su actual versión neoliberal. Los consejos obreros, o los grupos de reflexión y acción de los trabajadores, deben establecerse de manera participativa en los distintos tipos de producción material e inmaterial que conforman la sociedad, para solucionar los problemas diarios e inmediatos de los trabajadores, así como ofrecer una resistencia estratégica a la lógica capitalista, con el fin de eliminar al trabajador como asalariado, transformándolo en productor libre. La lógica de organización a seguir para lograr lo anterior debe variar según se trate del sector informal o formal. En el primero, debería sustentarse en la cooperación de pequeñas empresas e instituciones que tendrían que ser dirigidas por un consejo de trabajadores, o un grupo de reflexión y acción que se debería materializar a través de un diálogo democrático con los pequeños empresarios, cuyos orígenes por lo general son de los de trabajadores manuales. Éstos, por motivo de perdida de trabajo en el sector formal o por la necesidad de migrar por el deterioro del sector rural, tuvieron que establecer una pequeña unidad productiva, la cual, en términos generales, resulta ser de sobrevivencia. En este proceso de aglutinamiento de los pequeños empresarios, deben involucrar también a sus trabajadores y familiares. En el sector formal, hay que llevar a cabo una estrategia y práctica que conduzcan a la participación de los trabajadores en las decisiones en las empresas e instituciones, pudiendo comenzar por lo que concierne directamente al proceso de trabajo para luego extender el campo de acción, cuando la correlación de fuerzas lo permita, a las esferas comerciales, financieras y de personal. El objetivo último, es el de ejercer un control estratégico sobre las distintas instituciones, para poder darles una nueva direccionalidad compatible con la estrategia antihegemónica.

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Los consejos tienen que mostrar en su práctica una lógica distinta de las que desarrollaron las organizaciones tradicionales, en particular de la de los sindicatos. Mientras que las formas anteriores estaban ligadas a las condiciones capitalistas, los trabajadores deben buscar en los consejos de fábrica, u organizaciones afines, como resistir, y al mismo tiempo, construir las bases para la edificación de una nueva sociedad que les posibilite su emancipación413. Los consejos, además de tener una concepción diferente que rompe con la ideología de los sindicatos, presentan una organización totalmente distinta. La regulación general de la producción no está en manos de un pequeño grupo de especialistas y/o propietarios. Por otro lado, no existe una disociación formal ni informal entre lo económico, político y cultural. Además, se propugna una producción colectiva, mediante la cooperación entre las distintas unidades productivas e instituciones, a diferencia del capitalismo que se caracteriza por la separación y competencia entre empresas. En la organización por consejos, la vida cotidiana y la producción sólo se pueden asegurar a través de la cooperación, lo cual significa la revolución total de la vida espiritual del hombre, que hace que se distancie totalmente del sistema económico y político de empresas separadas y de personas disociadas, tal como se manifiesta en el parlamentarismo414. Posteriormente, presentaremos la modalidad de articular de manera organizada los consejos o grupos de reflexión y acción en los diferentes tipos de producción a través de una planificación democrática. Ésta rompe con el anarquismo, que no planteaba un proceso de coordinación a nivel de la sociedad en su conjunto, y con la planificación central del "socialismo" estatal, que era un proceso de arriba hacia abajo, donde las decisiones centrales estaban a cargo de un grupo reducido que conformaba la burguesía de Estado. En lo que respecta a las relaciones internacionales, se tendrá que privilegiar las vinculaciones con países de la misma región que fomenten políticas

413 414

Karl Korsch. Revolutionary Theory. University of Texas Press. 1977. Anton Pannekock. Workers Councils. AK Press. 2003.

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contrarias al neoliberalismo, y con organizaciones de base que propicien formas asociativas de producción en lo económico, cultural y político.

5. La producción económica y la lucha antihegemónica En este numeral, nos limitaremos a hacer hincapié en aspectos no tratados anteriormente en el análisis de la realidad productiva material, así como hacer ciertas precisiones que son necesarias en el marco del desarrollo de la estrategia antihegemónica en la esfera económica415. La ecología ha sido algo no abordado de manera sistemática hasta ahora, lo cual constituye un vacío relevante. El capitalismo y el denominado "socialismo" de Estado han privilegiado el factor crecimiento en detrimento de una relación armoniosa con la naturaleza con el fin de evitar su deterioro, lo que pone en riesgo la calidad de la vida de los seres humanos, más aún la existencia misma del hombre y de las otras especies. Dentro de esta perspectiva, una racionalidad emancipadora debería considerar que las necesidades humanas no sean soberanas, y que tendrían que estar condicionadas al mantenimiento de un "orden" natural sano y seguro. La tarea central, que es de carácter principalmente filosófico, es la de definir los límites de la intervención humana en el "orden" natural. Ello, por cuanto la naturaleza se resiste a la racionalidad instrumental imperante que promueve el crecimiento ilimitado de la producción para satisfacer necesidades creadas artificialmente por la propaganda y la publicidad. La estrategia, aparte de propiciar una relación de nuevo tipo entre el proceso de trabajo y su entorno, debería fomentar una coherencia productiva y una participación progresiva de los trabajadores en la conducción económica de la sociedad, para lo cual se hace necesario articular de manera equilibrada el sector formal y el informal, las zonas urbanas y rurales, así como las producciones finales, intermedias y de maquinarias y equipo. Lo anterior debe ser complementado a través de la conformación de grupos de reflexión y acción en las unidades productivas partiendo desde la base, y no imponiendo la nueva dinámica desde arriba. 415

Esta temática ya ha sido ampliamente desarrollada en trabajos anteriores . Para ello, ver Cristian Gillen. Hacia una alternativa de desarrollo centrada en la producción. Editorial Horizonte. Lima. 1996. Cristian Gillen. La Organización social de la producción como dinámica de desarrollo. Editorial Horizonte. Lima. 2001.

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En el sector informal, hay que constituir por espacios económicos, cercanos y afines este tipo de grupos en las industrias, donde el diseño del producto sea el que imprima la lógica y dinámica del proceso de producción con el fin de rescatar las tradiciones artesanales de las pequeñas unidades productivas informales. Además, hay que tener en consideración que en estas actividades el tamaño no es un elemento que determina la eficiencia productiva. Entre estas ramas industriales están principalmente: las confecciones, muebles, calzado y metalmecánica. Para proveerse de los insumos intermedios y del equipo y maquinaria que no puedan ser suministrados por el mismo sector informal, deberán realizarse negociaciones con empresas, especialmente medianas y pequeñas del sector formal, propiciando en estas industrias la formación de grupos de reflexión y acción para que sean los propios trabajadores de estas empresas los que se encarguen progresivamente del proceso de articulación con el sector informal, evitando de esa manera la transferencia de excedentes al sector formal, que es una práctica normal en la actualidad. Por otro lado, el sector informal tendrá que suministrar a la pequeña producción agrícola implementos agrícolas e insumos como fertilizantes, entre otros, propiciando la cooperación entre los pequeños productores agrícolas de una misma zona y que tengan producciones similares mediante la constitución de grupos de reflexión y acción agrícolas. Esto permitirá que estos pequeños agricultores puedan realizar de manera conjunta las actividades agrícolas así como de transporte y distribución, para mencionar a algunas de ellas. El sector informal deberá asimismo vincularse con la pequeña minería, proveyéndole, en un primer momento, de equipo simple que este tipo de minería requiere, así como incentivar la formación de grupos de reflexión y acción en la pequeña minería para crear las bases de una sociedad de nuevo tipo. Por otro lado, el sector informal tendrá que tender a proveerse de los insumos metálicos de este tipo de minería organizada. El sector informal que fabrica materiales de construcción, también deberá articularse con el sector de la construcción para abastecerle de estos insumos, y en este proceso, coadyuvar en su organización económica y política con el

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objetivo de propiciar el autogobierno de los trabajadores en un sector donde se viene implementado de la manera más brutal la denominada flexibilidad laboral. En las grandes empresas del sector formal, especialmente en las generadoras de luz, electricidad, así como de telefonía, puertos, aeropuertos, entre otras, independientemente de si se encuentran bajo el control estatal o privado, nacional o foráneo, los trabajadores deben organizar grupos de reflexión y acción en las distintas esferas (producción, comercial, financiera) de esas empresas para así poder participar en las decisiones centrales, especialmente aquellas que incidan en la soberanía nacional y en el bienestar de la mayoría de la población. En la gran producción minera, es necesario que los trabajadores se organicen en grupos de reflexión y acción con el fin de regular las actividades de estas empresas que tienden a deteriorar el ambiente, y a extraer y utilizar de manera irracional los recursos no renovables de la zona en que operan. Asimismo, deberían presionar a estas empresas para que utilicen insumos, equipo y maquinaria nacionales, y en especial, de aquellas que cuentan con formas asociativas de organización que propician la participación de los trabajadores en la marcha de la empresa.

6. Hacia una educación liberadora La producción educativa es uno de los espacios de la sociedad que viene siendo fuertemente atacado por la alianza neoliberal – neoconservadora, la cual está patrocinando a nivel planetario una "reforma" que se adecue mejor a su ideología, la cual se centra en el "libre mercado" y en el rescate de valores tradicionales, como la familia, la religión, entre otros, que según ellos, la educación pública viene erosionando. Antes de plantear una crítica a la educación y una estrategia para hacer frente a la ofensiva del capital y postular a una educación que tienda a la emancipación, situaremos a ésta en el contexto más amplio de la produc-

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ción cultural, lo que permitirá estar en mejores condiciones para el análisis crítico y proyección de un nuevo tipo de educación. La cultura, en su acepción más extensiva, aborda la producción así como la legitimación de formas determinadas de vida, siendo distintas instituciones educacionales las que transmiten a la sociedad en su conjunto una cultura que, producto de la compleja lucha ideológica que se da en esas instituciones, expresa los intereses de determinada clase, raza y género. Es por ello que Gramsci consideraba que la cultura es la materia prima, ya sea para la dominación o liberación416. La cultura dominante no es impuesta a la fuerza en los grupos subordinados, sino que se logra introducir bajo maneras diversas en los valores, creencias y prácticas de las clases y/o grupos subordinados, y con ello incide en las conciencias y prácticas de éstas. Asimismo, la resistencia a la cultura dominante, tampoco adopta la forma de una acción violenta de lanzar, sin mediaciones, una cultura contraria. Las creencias, valores, y prácticas, que están en oposición a la cultura que ejerce la hegemonía, se van constituyendo en el complejo proceso de lucha contra la cultura dominante417. A medida que el capitalismo ha avanzado, la cultura ha ido privilegiando el "entretenimiento" donde se le ha otorgado gran importancia a la imagen. Este proceso ha sido acompañado por un declive de la costumbre a impregnarse de la cultura a través de los mecanismos tradicionales como la lectura de textos. Esta "gran transformación" se expresa en el papel creciente que juega la televisión en el esparcimiento de las personas, la cual es una de las máquinas más prolíficas de generar imágenes 418. La causa a nivel esencial de esta tendencia es la potenciación que está experimentando el valor de cambio de los objetos, que hace que el valor de uso se esté subordinando cada vez más a la valorización del capital, proceso dentro del cual la imagen sería la expresión de la mercancía reificada419. 416

Henry A. Giroux. Theory and Resistance in Education. Bergin and Garvey. Westport.2001. Michael W. Apple. Ideology and Curriculum. Routledge Falmer. New York. 2004. 418 Neil Postman. Amusing ourselves to death. Viking. New York. 1985. 419 Stanley Aronowitz and Henry A. Giroux. Postmodern Education. University of Minnesota Press. Minneapolis. 2003. 417

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La educación es una práctica pedagógica cultural que se brinda en múltiples lugares y que incluye, entre otros, colegios, universidades, medios de comunicación, cultura popular. Estas instituciones educacionales constituyen uno de los mayores mecanismos, a través del cual la hegemonía de las clases y/o grupos dominantes es ejercida y puesta en juego. De ahí el interés de abordar la educación de manera crítica y detallada, para proponer una estrategia antihegemónica. Dentro de esta línea de análisis, uno de los puntos centrales de estudio es el de descubrir la compleja relación entre conocimiento, enseñanza y poder, con el fin de revertir la situación imperante y, de esa manera, coadyuvar en el logro de una sociedad de nuevo tipo donde impere la solidaridad e igualdad. La educación pública, que está siendo seriamente atacada por los neoliberales y neoconservadores en el marco de su ideología privatizadora, está regida en gran medida por una racionalidad positivista, que toma como modelo de referencia a las ciencias naturales. Dentro de esta visión de la realidad, los procedimientos de verificación y/o falsificación de las ciencias sociales deberían descansar en técnicas cuantitativas. Además, los profesores en sus prácticas educativas tienden a disociar los valores de los hechos. Esta racionalidad tecnocrática es utilizada para marginar del proceso de enseñanzas las historias y biografías, tanto tratándose de los alumnos como de los profesores420. El separar los hechos de los valores dentro de la educación positivista lleva a que los profesores y alumnos pierdan la capacidad de crítica. Este fetichismo por los hechos cuantificables, y el pensar que existe una neutralidad valorativa coadyuva a mantener el status-quo. Por otro lado, esta búsqueda de objetivismo en la educación, como expresión máxima de la concepción científica, tiende en esencia a negar los valores éticos, y a sustituir las concepciones teóricas por técnicas metodológicas, con el fin de reducir la compleja problemática educacional a cuestiones fundamentalmente tecnocráticas.

420

Henry A: Giroux. Ideology, culture and the Process of schooling. Temple University Press. Philadelphia. 1981.

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Dentro de esta concepción positivista y tecnocrática de la educación, donde las tecnologías y ciencias ocupan el lugar central, se ha propendido a marginar de los currículos y de la práctica educativa la cultura popular. Ello es una forma de eliminar lo que les pertenece a los estudiantes más pobres y someterlos a la formación impuesta por los intelectuales hegemónicos cuyo principal objetivo es hacer prevalecer el orden social existente421. Es mediante esta cultura positivista y racionalidad tecnocrática que los colegios y diversas instituciones educativas del sector público y privado transmiten, en el marco de un complejo proceso de lucha ideológica, la cultura dominante. La ideología hegemónica está presente en diversos aspectos del proceso de producción de los conocimientos, tal como en el contenido del material de clase, la modalidad de organización de la institución educativa, el currículo, las relaciones sociales dentro de las aulas, las vinculaciones de las instituciones educativas con el Estado y la sociedad civil, entre otros. Este proceso complicado, lleno de conflictos y contradicciones, de imponer la cultura dominante vía las instituciones educativas, oculta un conjunto de formas de viabilizar el papel de los grupos y/o clases dominantes en el marco de su proyecto hegemónico. A través del supuesto de la neutralidad que postula la educación positivista, se pretende hacer creer a los grupos y clases subordinadas que los intereses de las clases dominantes son los intereses de la sociedad, así como presentar los valores dominantes como universales y hasta eternos422. La pedagogía, que transmite y procura legitimar la cultura dominante, articula distintos elementos ideológicos, políticos y sociales. La racionalidad tecnocrática, que se utiliza para ese fin, es la que imprime la lógica en la formulación de los currículos, sedimentación de los valores hegemónicos en el proceso de producción, y evaluación de los conocimientos, así como en la selección de los profesores, y en la calificación de éstos y de los alumnos. Asimismo, estos valores dominantes promovidos por la racionalidad 421

Stanley Aronowitz and Henry A. Giroux. Postmodern Education. University of Minnesota Press. Minneapolis. 1991. 422 Henry A. Giroux. Ideology, culture and the Process of schooling. Temple University Press. Philadelphia. 1981.

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positivista, son los que sirven para regular las relaciones sociales dentro de las aulas, y entre las instituciones educativas y su entorno social. El proceso de enseñanza consagrado a la alfabetización, está enmarcado en las necesidades de la reproducción de las relaciones sociales de producción capitalistas. El saber leer y escribir les permite a los pobres entrar como fuerza y/o capacidad de trabajo en las empresas, así como de ser clientes "racionales" tanto de instituciones comerciales como financieras. El aprender a leer y escribir en función a una perspectiva crítica, desparece bajo el imperativo de la necesidad de acumulación del capital. Es por ello que Freire ponía tanto énfasis en su enfoque de alfabetización, en la concientización vista como una interfase entre la reflexión crítica y la acción como dos aspectos interconectados en el proceso de emancipación colectiva o individual423. Aparte de lo que se ha señalado con respecto al proceso de alfabetización, la pedagogía positivista evita la participación de los estudiantes en la construcción de sus propios significados y en la evaluación reflexiva de sus experiencias de clase, raza y sexo a la cual pertenecen. Más bien, la pedagogía utilizada está normada por principios de control, orden y percepción acrítica de la realidad social con el fin de coadyuvar en el proyecto hegemónico de la clase y/o grupo dominante. La imposición curricular desde arriba en los colegios y otras instituciones educativas a nivel nacional, es una práctica que viene adoptando el proyecto neoliberal – neoconservador para mantener el control político del conocimiento. Ello, por cuanto el currículo esconde valores, normas, tradiciones mediante las cuales las instituciones educativas median y legitiman la reproducción social y cultural de clase, raza y género. Es debido a lo señalado que las instituciones educativas deben ser vistas como entes políticos destinados a mantener el poder de los grupos hegemónicos. Los libros recomendados en el marco del currículo, especialmente en los colegios, tienden a olvidarse de los conflictos sociales privilegiando la armonía social, y obvian la problemática y la historia de los trabajadores. La historia la conciben en base a actos realizados por personalidades individuales, 423

Freire. Pedagogy of the Oppresses. Seabury Press. N.Y. 1973.

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consideradas como héroes al margen de la fuerza social que representaban y de la organización social en que actuaban. La televisión, que está participando cada vez en mayor medida en la cultura en general y en la educación, está convirtiéndose, como ya se señaló, en uno de los elementos centrales en la construcción del imaginario de la vida, usando, entre otros, la manipulación de la cultura popular. Aparte de lo anterior, lo que es relevante es la direccionalidad de la televisión priorizando aspectos como la "manipulación política", la "degradación cultural", la "violencia" y el "sexo" como mercancía424. La televisión está inmersa en una lucha por moldear el conocimiento de acuerdo a los intereses del proyecto hegemónico, para influir cada vez más en la política, ya sea nacional y/o internacional. Muestra de ello es la influencia creciente que va teniendo en los procesos electorales donde emplea su poder y "creatividad" manipulativa para favorecer al candidato que representa mejor los intereses del proyecto neoliberal - neoconservador, así como también en la arena internacional para justificar las invasiones del Imperio. La educación pública, que como hemos visto es fundamentalmente positivista y tecnocrática, es concebida por los neoliberales y neoconservadores como un total fracaso y debido entre otros, a su supuesta baja calidad, falta de disciplina, y malos resultados que se obtienen en los exámenes. Esta educación defectuosa sería la responsable del desempleo, pobreza y bajo nivel de competitividad. Ante una situación de esta naturaleza, la derecha más recalcitrante viene planteando e implementando donde le es posible una "reforma" que permita que las instituciones educativas respondan mejor al sector privado y rescaten los valores de la libre empresa, familia y la religión, en lugar de promover el feminismo, la teoría de la evolución y el humanismo en general425. Detrás de esta crítica de los neoliberales y neoconservadores al sistema educativo público, existe una agenda política destinada a promover la ideología privatizadora, e introducir con mayor intensidad la lógica del mercado 424 425

Raymond WIlliams. Television. Wesleyan University Press. Hanover. 1974. Michael W. Apple. Educating the "right" way. Routledge falmer. New York. 2001.

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y, por ende, del valor de cambio en su accionar. Por otro lado, se pretende debilitar y/o eliminar los sindicatos de profesores, y formar estudiantes en el marco de los valores empresariales y la moralidad cristiana. En la "reforma" propugnada por los neoliberales y neoconservadores, los primeros se esfuerzan preferentemente en sedimentar cada vez más el modelo económico neoliberal en las nuevas generaciones de posibles trabajadores, en tanto los neoconservadores inculcan valores que refuercen las tradiciones familiares y religiosas que consoliden ideológica y políticamente los intereses de los sectores más extremos de la derecha. Los neoliberales plantean que en las instituciones públicas de educación, no se están formando futuros trabajadores y consumidores sino burócratas, lo que significaría un uso irracional de los recursos financieros de la sociedad. Por otro lado, los neoconservadores pretenden eliminar de los currículos los aspectos que vayan contra la creación divina y otorgarle un papel privilegiado a la familia. Dentro de esta visión mística y tradicional de la educación, han venido prohibiendo en la enseñanza pública la teoría de la evolución de Darwin. Así tenemos que políticos como Ronald Reagan, Pat Buchanan, entre otros, señalaron repetidas veces que los padres de familia tienen el "derecho de insistir que la evolución sin dios no sea enseñada a sus hijos": Estas declaraciones fueron llevadas a la práctica en ciertos Estados, entre ellos el de Kansas, que el 11 de agosto de 1999, bajo presión de los neoconservadores, logró que se elimine toda mención de la teoría de la evolución de Darwin del currículum de ciencia del Estado. Por otro lado, los neoconservadores promueven que la educación se realice preferentemente en los hogares, por cuanto responde mejor a la lógica privatizadora que quieren profundizar. La educación en las casas dotaría de una "zona de seguridad" tanto física como ideológica426. Las posibilidades de materializar este tipo de educación en las casas, a gran escala, se han ampliado debido al Internet que permite "personalizar" la educación, mediante la selección por el individuo de la información y/o temas que son de su interés. Sin embargo, este proceso privatizador de la educación que tiende a exacerbar el individualismo, debilita el tejido social de las comunidades, con todo lo que ello significa, en la promoción de intereses colectivos y la solidaridad. 426

Ibíd.

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Dentro de la aparente complementariedad entre los postulados neoliberales y los de los neoconservadores existen tensiones. Estas se dan principalmente en lo concerniente al papel que se le otorga al Estado en la "reforma". Desde la perspectiva neoliberal, el Estado debería reducirse, mientras que del lado neoconservador se propugna un Estado fuerte que exija y legitime la enseñanza de normas y valores que propicien la familia y la moral religiosa. Los neoliberales y neoconservadores, para llevar a la práctica su "reforma" educativa, consideran que es imperativa la existencia de un currículo y sistema de calificación de los profesores a nivel nacional. Una de las funciones centrales del currículo nacional es la de proporcionar el marco dentro del cual los exámenes puedan llevarse a cabo con el fin de disciplinar a los estudiantes para que sirvan mejor a los valores y prácticas que propugnan. Existe una visión gerencial en cuanto a la organización y al funcionamiento de las instituciones educativas en la "reforma", especialmente desde la posición neoliberal, lo que ha motivado a que muchos técnicos la apoyen. Esta concepción gerencial tiende a reforzar la conexión entre el sector privado y la estructura del conocimiento de los alumnos. Igualmente, potencia los métodos pedagógicos que permiten evaluar cuantitativamente lo que pasa en las aulas para poder ejercer mayor control y supuestamente aumentar la eficiencia educativa427. La "reforma", al poner la educación al servicio del mercado, ha reforzado la jerarquización social en las instituciones educativas. Los pobres se han visto más marginados y los profesores han tenido que dedicar un tiempo importante para mostrar una "buena" imagen de la institución en que trabajan, descuidando aspectos sustantivos de la enseñanza y el currículo428. Esta lógica de mercado que se imprime a la educación, ha creado las condiciones propicias para que la televisión, con su visión comercial, comience a penetrar en los entes educativos. En Estados Unidos, el Canal 427

Michael W: Apple. Cultural Politics and Education. Teachers College Press. New York. 1996. 428 Geoff Whitty, Rally Power and David Halpin. Revolution and choice in Education. Open University Press. Philadelphia. 1998.

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Uno ha introducido en miles de colegios un programa informativo y comercial que difunde diariamente diez minutos de noticias nacionales e internacionales, y dos minutos de comerciales producidos por Whittle Communications. Los colegios, que tienen un contrato con el Canal Uno, reciben equipo "gratis" a cambio de que garanticen que el noventa por ciento de los estudiantes vea el programa. Según el editor ejecutivo del Canal Uno, William Rukeyser, este programa permitiría una "alianza vigorosa entre los negocios y la educación". Esta difusión del Canal Uno evidencia como se vienen utilizando métodos instrumentales para adecuar la educación a las necesidades comerciales del capital429. La tendencia propiciada por la "reforma" para que el currículo sea progresivamente elaborado a nivel central y orientado a medir las competencias a través de exámenes, está estimulando a que una buena parte de los profesores asuman un mero rol de transmisores de conocimiento, lo cual lleva a la castración de su capacidad creativa. Este proceso de centralización curricular, también está incidiendo en la capacidad de los alumnos de desarrollar su creatividad dentro del proceso de generación de conocimientos. Por otro lado, la idea de una cultura común que está detrás de un currículo único a nivel nacional atenta contra la diversidad lingüística, cultural, económica y social en que vivimos. La "reforma", que ha ido acompañada con una reducción de recursos para la educación pública, con el fin de crear las condiciones objetivas que faciliten su implementación, ha llevado a que las universidades orienten sus investigaciones a aspectos de índole comercial, sacrificando las investigaciones básicas para, de esa manera, obtener los medios financieros necesarios. Este proceso ha motivado que varias ciencias básicas se hayan convertido en comerciales. Entre ellas, tenemos la biología, la ciencia de materiales, ciencia óptica, que han visto sus actividades de desarrollo relacionarse cada vez más con el mercado, principalmente para generar nuevos productos requeridos por las corporaciones internacionales.

429

M.W. Apple. Official knowledge. Routledge. New York. 2000.

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Muchos países están orientando la investigación universitaria hacia programas promotores de productos y procesos para las empresas privadas, y el desarrollo de la propiedad intelectual, para así poder obtener recursos para sus centros educativos superiores. Por otro lado, se están reduciendo los recursos para el proceso educativo en sí, y las funciones del Estado benefactor en general. Dentro de este contexto, los líderes de las empresas trasnacionales quieren que los gobiernos dediquen recursos financieros y pongan los laboratorios estatales bajo la lógica de sus intereses. Así tenemos que la Fundación Nacional de Ciencia de los Estados Unidos, que antes era un bastión de la investigación básica, ha creado centros de investigación para la cooperación universidad – industria a partir de la década de los ochenta430. Como se podrá apreciar, hay una tendencia a subvencionar a las grandes empresas privadas en desmedro de la investigación básica y la educación y salud para los más necesitados. El cambio en las fuentes de financiamiento en las universidades, ha conducido a una modificación en las relaciones de poder dentro de éstas. El grado de autonomía de las instituciones y profesores en las áreas de investigación y desarrollo del currículo ha sido mermado. Los investigadores perdieron autonomía cuando las políticas e investigación pasaron a privilegiar la investigación de tipo comercial sobre la básica. El rol de los profesores con relación a la elaboración del currículo se redujo, por cuanto la orientación curricular fue definida en gran medida por los burócratas y empresarios que promovieron cursos y actividades prácticas conducentes a incrementar la competitividad empresarial a nivel nacional e internacional431. En el marco de la situación imperante en la educación, la estrategia antihegemónica a nivel pedagógico descansa básicamente sobre dos pilares. Uno, que consiste en la resistencia creativa al modelo educativo preponderante, especialmente en la educación pública, que posibilita en un primer momento mayor capacidad de acción; y el otro, que se sustenta en la construcción de una educación nueva en el sector popular de la sociedad. 430

Sheila Slaughter and Larry L. Leslie. Academic Capitalism. The John Hopkins University Press. Baltimore. 1997. 431 Ibíd.

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Para resistir y crear una educación alternativa a la que se ha analizado críticamente, y por ende, que coadyuve en el difícil proceso de desalienación de los estudiantes, trabajadores y marginados, se requiere ir edificando socialmente una nueva teoría educativa, en base a la lucha cotidiana. Ello es relevante, por cuanto facilitaría una identificación de los hechos de la vida que aparecen a nivel fenoménico como neutros, y, dentro de este proceso de desmistificación, instaurar un conocimiento que responda a las necesidades de los subordinados y así poder crear sujetos que dispongan de la capacidad de crítica y acción para revertir el actual orden regido por las corrientes más conservadoras del capital. El proceso de elaboración de una teoría emancipadora de la educación debe realizarse con la participación activa de profesores, alumnos, y los trabajadores de la producción económica, política y cultural. La teoría educativa de nuevo tipo que debe desarrollarse tiene que contener como uno de sus objetivos centrales el desarrollo de una capacidad de crítica que posibilite determinar los distintos mecanismos de poder que existen en el proceso de producción capitalista de los conocimientos y en la formación de los estudiantes. Para ello, hay que desentrañar como los currículos transmiten los valores dominantes, en que consiste el proceso de trabajo de los profesores y la pedagogía predominante, y formular un marco para las luchas políticas para cambiar las instituciones educativas y la sociedad. Dentro de la perspectiva teórica antes trazada, debe ponerse de manifiesto el currículo que se esconde detrás del currículo formal, puesto que, como ya se señaló, la producción de conocimientos en los diversos centros educativos se edifica en base a estructuras ocultas de significación que han sido moldeadas por la ideología y poder dominante, el cual ha logrado imponerse temporalmente con respecto a las posiciones culturales y políticas que defienden los grupos subordinados. Para ello se requiere de un análisis riguroso de la relación entre el conocimiento imperante en los entes educativos, y el poder de los grupos privilegiados en la sociedad432. 432

H.A. Giroux. Ideology, Culture and the Process of Schooling. Temple University Press. Philadelphia. 1981.

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En lo que se refiere a la pedagogía, ésta debe analizarse críticamente para determinar como los conocimientos inculcados promueven ciertos valores, criterios y prácticas compatibles con las clases y/o grupos que sustentan el poder. Lo señalado posibilitará que las instituciones enseñen a los estudiantes a enfrentar a la ideología dominante y a asumir riesgos en la lucha por establecer un sistema educativo que posibilite emancipar a los hijos de los trabajadores de la alienación a la cual están sujetos para que acepten la situación imperante. Para dar coherencia y capacidad de materialización a la teoría educativa propuesta, se requiere de una racionalidad de nuevo tipo que propugne la emancipación, y no una que mantiene el status-quo, como ocurre con la racionalidad positivista y tecnocrática que predomina. En el contexto emancipador en el cual se enmarca la construcción de la teoría educativa, la racionalidad de nuevo tipo debe sustentarse en los principios de la crítica y la acción para el cambio. Es decir, tiene que posibilitar el manejo creativo del conflicto y la contradicción en beneficio de las causas populares, a diferencia de lo que sucede con la racionalidad instrumental que pretende homogeneizar los intereses entre clases, razas y sexos, que sustentan posiciones antitéticas. La teoría educativa liberadora debe facilitar a los oprimidos la apropiación de sus propias historias culturales, y no como ahora que son eliminadas, producto de la educación tecnocrática positivista. Para ello se debe dotar a los estudiantes de los elementos teóricos para combatir las formas de alienación y reificación a que están expuestos por los valores y prácticas de la cultura dominante. Para alcanzar lo anterior, es fundamental que los estudiantes, así como los profesores, participen activamente en el proceso de la producción de conocimiento que, como vimos, se está centralizando. Dentro de esta perspectiva, se tiene que mantener un diálogo estrecho y permanente con el sector popular de la economía, para conocer su problemática, organización y funcionamiento, a fin de poder coadyuvar decisivamente en la solución de los problemas que confrontan los pobres. Como se podrá apreciar, los entes educativos tienen que privilegiar los vínculos con el sector popular de la sociedad, y, en el proceso, coadyuvar en la constitución de grupos de reflexión y acción en la producción econó-

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mica y política de este sector de la sociedad. Este proceso dialéctico de análisis crítico y transformación de la realidad social, política y cultural de los oprimidos debe tender progresivamente a eliminar las fronteras entre la teoría y la práctica, y entre los entes educativos y el resto de la sociedad. Dentro del proceso de ir borrando cada vez más las líneas divisorias entre las entidades educativas y la sociedad, es primordial que los centros de enseñanza propicien la ampliación y/o creación de espacios públicos para que los ciudadanos puedan discutir la problemática social y política con el fin de que las personas tengan una voz sobre sus vidas y también en el diseño de las formas sociales y políticas a través de las cuales la sociedad debe ser gobernada. Por medio de este proceso de diálogo democrático de la población, la pedagogía crítica tiene que nutrirse de los problemas que enfrentan día a día los trabajadores, así como de la cultura popular, con el fin de dar cabida en el proceso de creación de conocimiento a las voces de los que siempre han sido marginados. En el marco de esta lógica participativa y emancipadora, los profesores y estudiantes deben dejar de limitar su papel al de simples emisores y receptores de conocimientos y convertirse en verdaderos movilizadores culturales, que hagan factible que se materialice un proceso de desalienación de los sectores populares, e ir formando progresivamente sujetos de cambio. Como se podrá apreciar, la pedagogía crítica necesita ir desarrollando una nueva forma de actuación tanto de profesores y estudiantes, para que se conviertan en sujetos de transformación política y social. La pedagogía a fomentar tiene que tender a sustentarse en un currículo de nuevo tipo que debe ser elaborado democráticamente. Para ello se deberá comenzar a reconocer que existen "diferentes posiciones sociales y repertorios culturales en las aulas y relaciones de poder entre ellas"433. Para desentrañar estas posiciones distintas, es primordial dilucidar la función política de los entes educativos en términos de dominación de clase, raza y género, para lo cual el estudio del currículo oculto que impera da un número importante de luces de cómo se construye la hegemonía en la 433

Michael W: Apple. Cultural Politics and Education. Teachers College Press. New York. 1996.

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producción cultural. El currículo de nuevo tipo que debe ir construyéndose de manera participativa, tiene que tener por finalidad desarrollar en los estudiantes su capacidad de crítica, sensibilidad social y de ligar la educación con los factores estructurales de la sociedad. Esta visión del currículo permitirá que los alumnos sean capaces de poner en juego las categorías que rigen el sentido común, y en base a ello, propiciar nuevas formas de ver la realidad social y de proyectar acciones para transformar la situación existente434. La nueva pedagogía tendrá que transformar la división del trabajo académico destinado a la producción de conocimientos. Se debe revisar la división del conocimiento por disciplinas, que conlleva la concepción tayloriana, por cuanto fragmenta el conocimiento para facilitar el proceso de control y, de esa manera, asegurar la hegemonía de la clase dominante. Asimismo, a medida que los procesos de producción de conocimientos tiendan a devenir cada vez más críticos, y por lo tanto interroguen sus propias presuposiciones, se debe abandonar la búsqueda de métodos únicos y más bien se tiene que incentivar la creatividad en la determinación de teorías y métodos de enseñanza. Es decir, hay que luchar contra la dictadura del método único, que pretende tener la exclusividad en la generación de los verdaderos conocimientos. El currículo de nuevo tipo debe incorporar la cultura popular para tomar en cuenta los valores populares. La música popular, por ejemplo, introduce ciertos códigos compartidos de significación musical que tienden a establecer una cierta unidad entre el público que la escucha. Le da una forma cultural al "gusto público" y contribuye a la definición de lo que esos gustos expresan en términos de identidad, valores, entre otros435. En el sector popular de la sociedad, se tendría que ir edificando colectivamente y progresivamente un sistema educativo propio, haciendo uso de los fondos de acumulación que se vayan creando en base a las formas 434

Henry A: Giroux. Theory and Resistance in Education. Bergen and Garvey. Westport. 2001. 435 Cary Nelson and Lawrence Grossberg (eds). Marxism and the Interpretation of culture. University of Illinois Press. Chicago. 1988.

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asociativas de producción en la esfera económica. Se debe comenzar con escuelas que funcionen el domingo para criticar y complementar la educación de los colegios públicos, con el objetivo de enseñarles a los alumnos una nueva visión social donde se privilegie el trabajo colectivo, la igualdad y solidaridad, en contraposición con los valores de la sociedad capitalista que son motivados por el individualismo, la ganancia y el fetichismo de la mercancía. En estos colegios del domingo436, habría que educar a los hijos de los trabajadores a desarrollar un sentido de comunidad, de crítica de los valores, tradiciones y prácticas que están inmersas en la educación pública positivista y en la "reforma" neoliberal – neoconservadora. Se debe también formarlos para que puedan tener una participación activa en la solución colectiva de los problemas de la comunidad en que viven. Los profesores, que deben trabajar en los colegios del domingo, tienen que ser aquellos que posean una gran predisposición en apoyar a los trabajadores y marginados, y sean capaces de hacer participar a los alumnos en el proceso de producción de los conocimientos, tomando en cuenta sus puntos de vista. Lo citado es más importante que sus capacidades tecnocráticas y diplomas profesionales, que son los criterios que priman en la educación formal437. El currículo debe contener un conjunto articulado de conocimientos que sean alternativos a los utilizados en la educación pública. Énfasis se debería proporcionar en el proceso participativo de la construcción del currículo, el desarrollo de una actitud crítica hacia la educación pública, desde la perspectiva de visualizar el proceso de producción de conocimiento como un programa destinado a transformar la vida social imperante. Además, en su proceso de formulación se tendrá que tomar en cuenta los serios problemas que enfrenta la comunidad y la sociedad en su conjunto en lo relativo al desempleo, condiciones de trabajo, trabajo de menores, destrucción de la naturaleza, enfermedades propias de la pobreza, facilidades sanitarias. Debería propiciarse la difusión de conocimientos sobre formas colectivas de organizar la producción económica, la salud, la 436

Una experiencia interesante de colegios del domingo se desarrolló a principios del siglo veinte en Estados Unidos en ciertas agrupaciones de izquierda. Para mayor detalle, ver Kenneth Teitelbaum. Socialism por "Good rebels". Temple Universitity Press. Philadelphia. 1993. 437 Kenneth Teitelbaum. Schooling for "Good rebels": Op. cit.

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justicia, entre otros, para responder de manera creativa y cooperante a las necesidades tanto económicas como culturales y políticas de la comunidad. Igualmente, los estudiantes deberán ser educados de tal manera que tengan un enfoque crítico sobre la organización social de la sociedad y del sector formal y de las relaciones internacionales de dominación que se ejercen sobre el país. Especial énfasis tendrá que asignársele a la historia de la clase trabajadora y la lógica de su vida cotidiana. Estos colegios de los domingos deberán progresivamente constituirse en entes educativos que dicten clases diarias y se conviertan en una alternativa real a la educación pública para los pobres. Asimismo, bajo la misma perspectiva deberán crearse centros de enseñanza superior que respondan mejor a la problemática de los sectores populares que las universidades actuales, que se orientan principalmente a responder a las necesidades de las grandes corporaciones y al sector formal en general. Muchas veces sus currículos son una imitación de Universidades foráneas de países centrales.

7. Producción de una justicia de nuevo tipo Dentro de la producción política que es vasta, algunos de los procesos que la conforman son la conceptualización, formulación y legitimación de la justicia, los cuales son complejos y constituyen unos de los aspectos más controversiales dentro de las teorías de cambio, y en especial, en el marxismo. La justicia, si bien tiene su propia lógica e historia, se entrecruza con las demás producciones políticas, así como con las económicas y culturales, generándose un rico proceso de retroalimentación con sus armonías, conflictos y contradicciones, lo que hace aún más difícil el entendimiento del campo de la justicia, ya complicado en sí mismo. Con el fin de comprender mejor el marco en el que se plantea la estrategia para el desarrollo de una justicia que aspira a lograr una sociedad solidaria, abordaremos primero la forma en que se conceptúan las relaciones entre la justicia y la moral, y las modalidades que han adoptado a través de la historia. Se puede plantear, en términos generales, que si bien la justicia y la

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moral son aspectos distintos, resultan ser fenómenos sociales relacionados438. Sin embargo, hay que señalar que en ciertos momentos de la historia, las vinculaciones eran prácticamente de subordinación y, en otras, casi de disociación. También, hay que tomar en cuenta que, a medida que los procesos de socialización devinieron más reflexivos, se abordó la problemática de las vinculaciones entre la justicia y la moral privilegiando la racionalidad en el marco de las diversas formas que adoptó ésta, tanto sincrónica como diacrónicamente. En Atenas, a finales del siglo quinto antes de nuestra era, surgen formas incompatibles de percibir la justicia, la moral y sus vinculaciones. Por un lado, se tiene la línea de pensamiento de Platón, que hace primar los bienes de la excelencia sobre los bienes de la efectividad439, y por otro, a los sofistas que privilegian los segundos sobre los primeros. Platón desarrolla una teoría de la excelencia humana, y como ésta, es racional en el marco de subordinar los bienes de eficiencia a los de excelencia. Para Platón, la bondad es una excelencia perfecta, y la justicia es una virtud central que propulsa a las otras virtudes. Los sofistas, considerados por muchos pragmáticos como los predecesores de los utilitaristas y positivistas, negaron que cualquier patrón de buena acción pueda establecerse independientemente de los deseos y preferencias de los seres humanos. Los sofistas pensaban que estos deseos y preferencias proporcionaban la base empírica para la moralidad440. Aristóteles, que al igual que Platón le otorga en su teoría de la justicia un papel central a los bienes de excelencia, pensaba que para ser racional uno debía ser justo y pertenecer a una polis particular. Adelantándose a las concepciones de la racionalidad comunicativa de Habermas, Aristóteles consideraba que cada acción racional debía ser precedida por deliberaciones. De lo anterior se desprende que, en Aristóteles, había una relación 438

H.L.A. Hardt. The concept of law. Oxford University Pres. London. 1961. Entre los bienes de excelencia tenemos el amor, bondad, entre otros. Entre los bienes de eficiencia, encontramos básicamente a los deseos de los seres humanos. 440 Alasdair Mac Intyre. What justice? Which rationality? University of Notre Dame Press. Notre Dame. Indiana. 1988. 439

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estrecha entre justicia, moral, razonamiento práctico y polis. Es decir que tenía una concepción específica de la justicia, por cuanto la circunscribía a un contexto social determinado, la polis, a diferencia de los planteamientos liberales modernos que postulan su carácter universal, al margen de las tradiciones particulares. San Agustín integra la concepción platoniana de justicia con la teología cristiana. Para ello hace de la voluntad humana el primer determinante de la justicia. La racionalidad de la acción idónea es sólo una consecuencia secundaria de la voluntad correcta. La fe, que es la que moviliza a la voluntad, precede al entendimiento. Para Agustín, la justicia sólo existe en la ciudad de dios, de la cual Cristo es su fundador441. La principal diferencia de Agustín con sus predecesores Platón y Aristóteles, que al igual que Agustín sustentan su teoría en base a los bienes de excelencia, reside en el papel privilegiado que el primero le otorga a la voluntad, la cual liga a la fe divina, confiriendo así un rol secundario a la racionalidad. Si una persona no actúa correctamente, según Platón y Aristóteles, es porque no tiene el debido conocimiento, o por una imperfección en la educación y disciplina. Por el contrario, para Agustín, uno puede poseer las calificaciones, pero ellas son susceptibles de estar mal orientadas por la voluntad. Aquino, en su concepción de la justicia, articula el planteamiento de Agustín sobre la voluntad humana defectuosa y el racionamiento práctico de Aristóteles. Además, la concepción de la voluntad en Aquino es muy próxima a la voluntad con amor de Agustín. En lo que se refiere a su visión de la racionalidad práctica, Aquino rescata de Aristóteles su relación entre el bien supremo, que considera principal, con los bienes subordinados y la organización del razonamiento donde el bien a lograrse y la situación del agente se combinan para poder generar premisas a fin que emerja la acción correcta. Aquino concluye su elucubración sobre la justicia, demostrando como ésta se encuentra contenida en los diez mandamientos.

441

Ibíd.

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Los pensamientos tomistas y aristotélicos comenzaron a ser marginalizados, como consecuencia del surgimiento del capitalismo, donde prima la economía de mercado y el Estado moderno que se propone funcionar en el marco de la democracia representativa. El proyecto liberal que emerge con el capitalismo busca independizarse de las tradiciones anteriores apelando a una supuesta visión universal de los principios. John Rawls ha procurado remediar el fracaso del proyecto liberal de lograr principios universales, como la libertad e igualdad, pero sin apartarse de la visión liberal del mundo. Con este fin, Rawls intenta integrar en su concepción de la justicia uno de los problemas centrales que había imposibilitado el cumplimiento de las previsiones liberales, que era la estructura básica de la sociedad capitalista. Para Rawls, la justicia social tendría que especificar como la estructura básica debe distribuir derechos, libertades esenciales, poder, autoridad, oportunidades, así como el ingreso y la salud. Es decir, lo que Rawls llama bienes primarios. Para lograr lo anterior, Rawls plantea, como primer principio, el logro de las libertades básicas compatibles con un sistema de libertad para todos, y como segundo principio, el arreglo de las diferencias económicas y sociales que logre un beneficio a los menos favorecidos442. Los planteamientos de Rawls de hacer frente a los problemas estructurales del capitalismo son insuficientes, por cuanto están orientados exclusivamente hacia el mejoramiento del proceso de distribución sin abordar la problemática de la lógica de la producción capitalista, que es la que determina, en última instancia, la modalidad de distribución. Por otro lado, considera a la sociedad capitalista como eterna, sin percibir que, en el marco de las relaciones sociales capitalistas que privilegian el egoísmo y la jerarquización, es imposible lograr una sociedad que promueva la solidaridad e igualdad real. Por ello, no es casual que en su teoría de la justicia le otorgue prioridad a los derechos políticos y civiles, sin ver que éstos, en la realidad concreta, son fuertemente influenciados por las desigualdades económicas, sociales y culturales.

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Allen E. Buchanan. Marx and Justice. Mathew and Co Ltd. London. 1982.

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Habermas, al igual que Rawls, intenta superar la crisis de legitimidad de la modernidad capitalista, pero planteando reformar las relaciones sociales capitalistas. Para ello se aparta del sujeto individuo del proyecto liberal y adopta una concepción que toma en cuenta la dinámica social del sujeto, debido a lo cual no concibe al individuo de manera aislada, sino en el marco de la intersubjetividad. Habermas piensa que una de las principales causas del fracaso del proyecto liberal y específicamente de la justicia, es que éste no tomó en consideración lo público, lo que no le posibilitó obtener la base social adecuada para legitimar sus principios de justicia y las leyes a través de las cuales son implementados. Con el fin de incluir lo público, reemplaza la razón práctica que se sustenta en el individuo por la razón comunicativa, que postula la relación dialogante entre los individuos443. Para Habermas, la diferencia entre la ley y la moralidad es el resultado del proceso de la racionalización comunicativa. La positivización de la ley sería el resultado de la racionalización de su base de validación444. Habermas, en el marco de su racionalidad comunicativa, hace una distinción entre democracia y moralidad, por cuanto la democracia tendría que establecer un procedimiento que permita viabilizar la elaboración de la ley y no dejarla exclusivamente en las manos de expertos. Ello se lograría en la participación activa de los ciudadanos en el proceso de producción y en la aceptación de las leyes, donde la racionalidad comunicativa coadyuvaría en la sustentación moral de las leyes445. Habermas, para lograr una sociedad más justa, plantea regular la lógica del libre mercado y, dentro de esa perspectiva, postula reformar el modelo sustentado en el Estado benefactor, dotándolo de un mayor nivel reflexivo. Esto pretende alcanzarlo ligando la administración del Estado al poder comunicativo a desarrollarse en el mundo de la vida para inmunizarlo del poder ilegítimo. Como se podrá apreciar, el sistema de producción de la justicia en Habermas, no se sustenta ni en la lógica del libre mercado ni en las medidas dictadas por el Estado y aplicadas desde arriba, sino que toma 443

La normatividad y la racionalidad comunicativa se entrecruzan en la justificación moral. Jürgen Habermas. Between facts and Norms. The MIT Press. Cambridge. Massachusetts. 1998. 445 Ibíd. 444

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debida cuenta de las corrientes de opinión que emergen de la sociedad civil. Esta participación más amplia de la ciudadanía pretendería regular el poder de los medios de comunicación y la función mediadora de los partidos políticos. Si bien los planteamientos de Habermas van más allá de la propuesta de Rawls, nunca propone una teoría de la justicia que supere el marco capitalista y, en consecuencia, no pone en juego la esencia del proceso de acumulación capitalista, que se sustenta en la explotación y en la reproducción de relaciones sociales compuestas por clases que tienen intereses antitéticos. Es por ello que la colonización del mundo de la vida por la economía y el Estado, aspecto que Habermas evita, continuará. En lo que respecta al marxismo, hay percepciones muy diferenciadas en lo referente a la justicia, que van desde la negación de la existencia de una teoría de la justicia y la moral en Marx, hasta plantear su vigencia, posición que permite tener un instrumento de crítica para con el capitalismo, así como reafirmar su validez en la fase de transición al comunismo. Entre estas dos posiciones expuestas, se sitúan planteamientos intermedios. Uno de los aspectos teóricos centrales que incide en las concepciones de la justicia en el marxismo es la forma en que se concibe la sociedad y su reproducción. Casi la totalidad de los pensadores marxistas más recientes que han abordado la problemática de la justicia en Marx lo han hecho desde la perspectiva de ver la sociedad compuesta por una infraestructura y una superestructura. En la relación entre estos aspectos, han hecho primar la infraestructura en su vinculación con la superestructura. Para aquellas posiciones en que la superestructura es un simple epifenómeno de la producción económica, no existiría en Marx una teoría de la justicia, y el problema residiría en el carácter imperfecto del modo de producción capitalista, el cual, debido a sus características, tendería a su destrucción. Para otras, que postulan una relación menos mecánica entre la infraestructura y la superestructura jurídica y legal al considerar la acción recíproca entre ambos aspectos y la existencia de mediaciones, Marx habría desarrollado una teoría de la justicia, cuya importancia en su crítica al capitalismo variaría.

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Para Allen Word, Marx no estaría haciendo una crítica de la sociedad capitalista desde la perspectiva de la moral. Según Word, de acuerdo a los estándares capitalistas, la explotación sería justa. Según este autor, para Marx y Engels la justicia sería fundamentalmente un concepto jurídico o legal. Marx vería la justicia en el marco de la lógica del modo de producción, por cuanto la ley y el derecho serían un reflejo de la producción en una forma mistificada446. Para Word, las causas, que son justas dentro del modo de producción capitalista, contribuirán a la inestabilidad de éste, y en última instancia a su destrucción y su reemplazo por un modo de producción en el comunismo que no sería autoritario, y que por lo tanto no demandaría de la coerción ni de la justicia447. Ziyad Husami, a diferencia de Word, niega que los estándares de justicia surjan del modo de producción. Ello lo sustenta en que no existe una relación mecánica entre infraestructura y superestructura, y que hay elementos de la superestructura, tales como la moralidad y la ley, que no sólo estarían determinados por la producción económica sino también por los intereses de clase. Para Husami, por lo tanto, las medidas distributivas capitalistas serían morales y no legales. El capitalismo sería injusto, porque es un sistema de explotación que no está orientado a satisfacer las necesidades básicas de gran parte de la población. Marx, según Husami, habría propuesto en la Crítica al Programa de Gotha dos principios de justicia distributiva: distribución de acuerdo a la contribución del trabajo, y distribución según las necesidades. Para Husami, Marx habría evaluado la justicia en el capitalismo en función a estos dos principios. A diferencia de Word, piensa que Marx planteó igualmente la necesidad de la justicia después de la caída del capitalismo. Marx habría considerado que en la fase del socialismo tendrían que regir el principio

446

Allen Word. The Marxian Critique of Justice en Marx, Justice and History. Marshall Cohen. Thomas Nagel and Thomas Scarilon (eds) Princetown University Press. Princeton. 1980. 447 Ibíd.

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formal de igual derecho o igualdad en el trato, y el principio material de proporcionar una retribución en función a la contribución del trabajo448. Allen Buchanan, a diferencia de Husami, pone el énfasis en la concepción de la justicia no distributiva de Marx, en especial en la justicia civil y los derechos políticos. Para Marx, estos aspectos de la justicia estarían en juego por las desigualdades en la riqueza, la educación y la situación ocupacional. La riqueza corrompería los procesos legales, mientras que las diferencias en las posiciones sociales motivarían desigualdades en la efectividad en que los distintos individuos puedan hacer ejercer sus derechos de manera igualitaria449. Elliot Pruzan considera que la concepción de justicia en Marx, no es solo una, sino que existen dos, lo cual no permitiría establecer un sistema ético que sea consistente internamente. La primera concepción sería la "crítica a la injusticia", y la segunda la "teoría de la justicia productiva". La crítica a la injusticia en el capitalismo, en el marco de la cual le otorga un papel central al desarrollo de las fuerzas productivas, se sustenta en que los estándares de justicia que emanarían de la naturaleza humana entendida como necesidades y capacidades, no se estarían cumpliendo. Solamente el desarrollo de los medios de producción llevaría a que los humanos alcancen la libertad. "Es con la tecnología que la libertad humana es lograda"450. En lo que se refiere a su segunda concepción, "la teoría de la justicia productiva", argumenta que, de acuerdo a Marx, el modo de producción comunista permitiría una justicia plena, por cuanto éste sería democrático y no se sustentaría en la explotación, permitiendo una "asociación libre de productores"451. Pruzan no logra conciliar estas dos concepciones de la justicia que ve en Marx, debido a que, en la primera, en su concepción de la naturaleza huma448

Ziyad I. Husami. Marx on distributive Justice en Marx, Justice and History. Marshal Cohen, Thomas Ángel and Thomas Scanlon (eds). Princetown University Press. Princeton. 1980. 449 Allen E: Buchanan. Marx and Justice. Methuen and Col. Ltd. London. 1982. 450 Elliot R. Pruzan. The concept of justice in Marx. Peter Lang. Publishing Inc. New York. 1989. 451 Ibíd.

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na, le otorga un papel central a las fuerzas productivas, mientras que en la segunda analiza la producción y la distribución desde la perspectiva de las relaciones sociales de producción en el comunismo. Como ya se señaló anteriormente, el concebir a las fuerzas productivas y a las relaciones sociales en un mismo nivel de análisis, lleva a posiciones ambiguas y contradictorias, como lo muestra Pruzan en su pretendida crítica de la justicia en Marx. George Brenkert argumenta que si bien Marx realiza una crítica moral a la propiedad privada capitalista, no la efectúa desde la perspectiva de la justicia, sino de la libertad que, según este autor, sería diferente a la justicia por el tipo distinto de vinculación que tiene con el modo de producción. Para Brenkert, habría que visualizar la justicia como resultado de la lógica distributiva que la producción genera. En cambio, en lo que se refiere a la libertad, ésta se produciría por el efecto del modo de producción en los individuos y la sociedad, específicamente por la manera en que la gente satisface sus necesidades y deseos, creando no sólo los medios de producción y modos de distribución, sino igualmente el tipo de gente que son452. De lo anterior se desprende que la justicia estaría sólo interesada en la distribución de bienes y no en el nivel de desarrollo para producir esos bienes. Y como la distribución depende de la producción, donde según Brenkert las fuerzas productivas desempeñarían el papel central, la justicia cumpliría un rol secundario con relación a la libertad que se generaría por el desarrollo de los medios de producción. Como se podrá apreciar, Brenkert adopta una concepción mecánica y economicista en el análisis de la justicia y de su supuesta disociación de la libertad. En adición al papel central que le otorga al desarrollo de las fuerzas productivas, Brenkert considera que la armonía entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales en el comunismo permitiría alcanzar una libertad verdadera. Es decir, pretende lograrla mediante la superación de una supuesta 452

George B. Brenkert. Freedom and Private Property inMarx. Marx, Justice an History. Marshal Cohen, Thomas Nageland, Thomas Scanlon (eds). Princetown University Press. Princeton. 1980.

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contradicción que existiría entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales que habría en el capitalismo, lo que llevaría inexorablemente al socialismo. Ésto, como ya se planteó al abordar la problemática de las relaciones fuerzas productivas-relaciones sociales en el marxismo, no ocurriría, y el postular esa posibilidad lleva a generar consecuencias políticas que inciden negativamente en la lucha por superar las injusticias en el capitalismo. Marx, a mi entender, desarrolla su teoría de justicia y moral cuando trata el problema de la alienación en el capitalismo, y debido a ello, la necesidad de luchar por emanciparse de las relaciones sociales capitalistas. Para Marx, cada actividad que realiza el hombre es una producción llevada a cabo con trabajo, que en el capitalismo es trabajo alienado453. Las relaciones laborales en el capitalismo son alienadas, porque como vimos anteriormente, según Marx, los trabajadores son ajenos y extraños a su propia acción productiva, al no ser ésta la expresión auténtica de sus capacidades y potencialidades humanas. Además, las relaciones entre los hombres en el trabajo no son libres, por cuanto los trabajadores sirven a los capitalistas en condiciones de subordinación. Marx, a diferencia de los autores antes analizados, no aborda la problemática de la justicia y la moral circunscribiéndose y/o privilegiando la producción económica. Trata la problemática de la alienación en los diferentes ámbitos de la sociedad capitalista, como son la religión, familia, Estado, ciencias, el arte, por cuanto estas actividades humanas son realizadas mediante el trabajo alienado454. Para Marx, una sociedad justa es aquella que se emancipa del trabajo alienado capitalista, para lo cual habrá que superar la contradicción entre el interés de una clase y el interés general, y la dominación y coerción que atentan contra la libertad del hombre455. En las formaciones periféricas capitalistas, se tendrá que ir imponiendo, en el marco de la lucha por la liberación de estos pueblos, una justicia real 453

Karl Marx. Economic and Philosophic Manuscripts of 1844. Progress Publisher. Moscow. 1977. 454 Para mayor detalle, ver la alienación en Marx en el presente trabajo. 455 Ídem.

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partiendo de las zonas rurales y áreas populares urbanas, donde la justicia formal no entra, o si lo hace es para consolidar las relaciones de poder espurias existentes, con el fin de mantener la situación de jerarquización social imperante. Para llevar a cabo lo antes señalado en el marco de lograr una democracia real, se deberán formar grupos de acción y reflexión para determinar los principios en que se tendrán que establecer las normas legales, la dación de las leyes, su implementación, y las medidas a adoptar para los que no acaten las leyes democráticamente establecidas. Como se podrá apreciar, estos grupos no sólo formularán el marco jurídico, sino que también participarán en su ejecución, a diferencia de los cuerpos legislativos de la democracia formal, que se limitan sólo a formular y aprobar las leyes a espaldas de la población. Los que intervienen en los grupos de acción y reflexión judicial, ya sea por barrios o zonas geográficas determinadas, deberán ser elegidos por la población de la zona donde circunscribirán su labor. En la elección se deberá privilegiar la práctica que los miembros de la comunidad han tenido, en especial la solidaridad que han mostrado con los miembros de la comunidad y su disposición a realizar acciones y trabajos por el bien de la zona en que residen. Los grupos de reflexión y acción judicial tendrán que buscar asesoría de las instituciones u organizaciones educativas de nuevo tipo que se formen en el denominado sector informal, o de aquellas del sector público que han evidenciado a lo largo de su historia una disposición a colaborar con las causas populares y comunitarias, y donde los trabajadores ejercen un papel de cierta relevancia en su conducción. Asimismo, los grupos de reflexión y acción judicial, en base a sus deliberaciones democráticas internas y con la población, tendrán que elaborar los principios morales que deberán regir y la forma de vincularlos con el proceso de producción de las leyes. Esta actividad compleja es también de gran utilidad política en el proceso de sedimentación de principios morales en la población, que son aspectos medulares en la creación de hombres nuevos para lograr revertir el orden existente y consolidar una sociedad más justa. Estos grupos, en el proceso de implementación de las leyes, deberán subordinar las medidas de corte represivo, que deterioran la dignidad humana, por actividades que promue-

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van la incorporación de los que actúan al margen de la ley en el seno de su comunidad. Para ello, habrá que privilegiar el trabajo colectivo para mejorar la comunidad en que habitan. En casos de violaciones de cierta gravedad de la justicia, tendrán que combinarse el trabajo comunitario con el arresto domiciliario. En casos extremos, deberá recluírseles en prisiones construidas por los mismos que han infringido la ley. Estos centros privativos de libertad deberán servir, ante todo, para que los presos pernocten, ya que durante el día tendrán que participar en trabajos comunitarios, y en procesos de reeducación en que se privilegie la socialización y no el aislamiento. Con el fin de lograr una unidad en la diversidad, los grupos de reflexión y acción judicial tendrán que propiciar reuniones periódicas a nivel local, regional y nacional. Por otro lado, deberían someter con cierta periodicidad sus actividades a la población para su evaluación, con el fin de legitimar su accionar, así como adoptar las medidas correctivas necesarias, para que su trabajo responda cada vez más a los principios de una justicia real. En el denominado sector formal de la sociedad, se tendrán que establecer formas de organización de base en las instituciones que aborden la problemática de la justicia, en especial en los palacios de "justicia" y en las cárceles. Estas organizaciones de base deberán adoptar, en términos generales, los principios organizacionales y de actuación de los grupos de reflexión y acción judicial, para luchar por democratizar los procesos de administración de justicia. Para ello se tendrán que articular con la población para informarle de los casos de violación más notorios de la justicia, particularmente de corrupción y derechos humanos, con el propósito de que se ejerza una presión social creciente orientada a contener la corrupción y los abusos a la dignidad humana, y también para que la población tome conciencia plena del tipo de justicia que impera en una sociedad que discrimina en base a clase, raza y género. Este proceso de crítica y resistencia deberá estar encaminado a la reestructuración del sistema de justicia con la participación activa de los trabajadores honestos que laboran en él, así como de la población en general. Los grupos de trabajadores que pertenecen al sistema judicial formal, y que luchan por su transformación radical, y los grupos de reflexión y acción

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constituidos en el denominado sector informal, deberán establecer canales de comunicación permanente a fin de nutrirse mutuamente de información, conocimientos, y llevar a cabo acciones concretas para transformar la situación de crisis moral y de justicia que rige en el capitalismo, sobre todo en el periférico.

8. La organización familiar En el seno de la familia, se dan complejas relaciones culturales, económicas, políticas y emocionales, que contribuyen significativamente en la posición que los diferentes miembros de la familia adoptan frente al trabajo, la religión, la educación, entre otros. Desde sus albores, el capitalismo penetró de manera tiránica la estructura familiar, haciendo que el mercado vaya absorbiendo progresivamente actividades que, antes que el capitalismo devenga en dominante, se desarrollaban autónomamente en la familia456. En el seno de la familia capitalista vienen construyéndose socialmente relaciones alienantes entre sus miembros, por cuanto la familia interioriza con mediaciones el modelo autoritario y jerarquizado de la sociedad capitalista de la cual forma parte. Las relaciones sociales familiares van formando al niño para que devenga un trabajador que se adecue a la lógica de las actividades laborales regidas por la ley del valor y la disciplina capitalista. Este papel de la familia es potenciado y/o complementado por las instituciones educacionales, aspecto que ya se estudió anteriormente. Asimismo, la familia juega un rol relevante en el establecimiento de los valores morales y en el comportamiento sexual, inculcando al niño muchos tabús y prohibiciones que inciden en su personalidad. La estructura familiar contribuye en la determinación de las relaciones laborales entre los hombres y las mujeres a nivel de la sociedad, al establecer en el hogar una división del trabajo sustentada en el papel dominante del hombre sobre la mujer, que luego se proyecta a la sociedad y viceversa. En una sociedad solidaria, la estructura de la familia deberá ser distinta, y por lo tanto, su papel y vinculaciones con la sociedad tendrán que modi456

Michael Walter. Spheres of Justice. Basic Book Inc. United States. 1983.

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ficarse sustancialmente. La familia deberá constituir una esfera, que no sea penetrada por la tiranía del dinero y el poder que incentive una dominación de los esposos y padres sobre las esposas e hijos. Ello posibilitará que el trabajo en el seno de la familia sea colectivo y no alienado, donde primen relaciones justas, libres, que vayan más allá de lo laboral, y básicamente creativas. Además, las relaciones cotidianas entre sus miembros deberán propender a la horizontalidad, es decir una lógica opuesta a la imperante que se caracteriza por su verticalidad. El alcanzar una estructura familiar que promueva realmente en su seno relaciones democráticas, es un proceso muy complejo, debido a que las relaciones capitalistas alienadas han sedimentado valores que promueven posiciones machistas, autoritarias, y defensivas frente a medidas que pretendan revertir este tipo de actitudes regidas por una concepción mal entendida de la "privacidad". Los cambios en la estructura familiar en un primer momento tendrán que provenir de la socialización de las relaciones familiares mediante la participación tanto del compañero y compañera como de los hijos en los grupos de reflexión y acción que se lleven a cabo en los sectores populares urbanos y rurales en la producción económica, cultural y política. Eso contribuiría a romper con la división subordinada de roles, que ha ido imponiendo el sentido común capitalista en el seno de la familia. En el marco de lo antes mencionado, es imperioso que el matrimonio, visto como contrato capitalista entre dos agentes económicos, sea sujeto a una transformación profunda, con el fin de alcanzar una unión que descosifique las relaciones entre personas que desean vivir juntas. En el proceso de modificar la esencia reificada del acto matrimonial, se deben rescatar tradiciones de la vida comunitaria que fomentan relaciones solidarias y que propicien la eliminación progresiva de visiones alienantes sobre el sexo y las relaciones de subordinación de la mujer a los dictados del hombre como supuesto jefe de familia.

9. Planificación democrática

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Las distintas estrategias antes planteadas, que han sido producto de un trabajo pasado dialogante, deben coordinarse y concretizarse de manera participativa, partiendo desde la base, a diferencia de la planificación central, que era obra principalmente de tecno-burócratas, e impuesta desde arriba. El plan debe tener por propósito no sólo contener expresiones cuantitativas que emergen de las relaciones sociales en los distintos campos de producción, sino fundamentalmente aspectos cualitativos, que tendrían que normar el proceso de estructuración y reproducción de las relaciones intersubjetivas y también con la naturaleza en los diferentes campos que comprende el plan. En ese sentido, surge de las estrategias que se han delineado un conjunto articulado de elementos cualitativos que deben sedimentarse en los distintos procesos de producción económico, político y cultural, que son abordados por el plan. Entre ellos, cabe resaltar la necesidad de promover la solidaridad, el trato equitativo, la defensa del medio ambiente y el uso eficiente y colectivo de los distintos recursos de que dispone la sociedad. El plan debe incentivar igualmente la propiedad social y la autogestión, a diferencia de la planificación central que se sustentaba en la propiedad estatal y la dirección única. El plan no sólo debe circunscribirse a privilegiar la producción económica, como generalmente se ha hecho hasta ahora, sino que debe enfocar de manera unitaria y con igual énfasis todas las producciones. Por otro lado, no deben erigirse fronteras rígidas entre estas distintas producciones, sino que tienen que desentrañarse las interpenetraciones, lo que posibilitará ver al hombre no sólo como un agente económico, sino como un ser humano integral en el que su potencial cultural y político puede desarrollarse en toda su amplitud. Los distintos campos de actuación del plan, su elaboración, y posterior evaluación, partirán de la base, conformada por los grupos de reflexión y acción, y a través de un proceso iterativo irán elevándose a nivel local, regional y nacional. En cada uno de estos niveles deberán constituirse grupos de coordinación de los distintos "modos de producción" que abarca el plan. Estos grupos, destinados a alcanzar una articulación dinámica entre los diferentes campos productivos, estarán conformados por representantes de

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las varias producciones. Tanto a nivel local, regional y nacional tendrán que existir grupos de apoyo para el análisis, compatibilización y proyección de las informaciones cuantitativas y cualitativas que provengan de la base. Además, estos grupos de apoyo deberán jugar un papel en el proceso evaluativo de tipo participativo, proporcionando la información que facilite este proceso. Los miembros que intervienen en el proceso de formulación y evaluación del plan a niveles de los grupos de reflexión y acción, local, regional y nacional, así como los que constituyan los grupos de apoyo, tendrán que ser elegidos democráticamente por un tiempo determinado, y rotar para, por un lado, lograr que tengan una visión de conjunto del proceso de planificación, y por otro, evitar la burocratización. Las distintas instancias que conforman el sistema de planificación no deberían limitarse sólo a funciones de elaboración y evaluación del plan, sino que tendrán que participar activamente en el proceso de ejecución, evitando esa disociación tayloriana que primó en la planificación central entre la formulación y la ejecución. En la compleja tarea de ir estableciendo una sociedad solidaria que supere el capitalismo, el sistema de planificación participativo deberá establecerse, en un primer momento, en el sector denominado informal, que, por lo general, está constituido por los barrios populares urbanos y las zonas rurales. Este tendrá que extenderse paulatinamente a las actividades del sector formal, donde los trabajadores alcancen una participación de cierta significación. La planificación del "modo de producción" económico tendrá que partir de los grupos de reflexión y acción que se establecerán por zonas y ramas, y también de grupos de usuarios que se organizarán a nivel del vecindario. En el diálogo y cambio de información irán definiéndose los niveles iniciales de consumo y producción, que deberán utilizarse para el cálculo de los procesos de valorización de los grupos que actúan en el campo productivo. En base a los niveles de producción acordados, tendrá que construirse un modelo de cálculo económico que articule producción, insumos, personal, necesidades financieras e inversión. En este proceso de determinación de los recursos económicos requeridos, los niveles de precios, salarios y el

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excedente deberán fijarse en base a compromisos entre usuarios y productores, a fin de evitar que actúen como mercancías. Ello posibilitará que los trabajadores dejen de ser considerados progresivamente como una simple fuerza de trabajo para que, de esa manera, su trabajo pierda paulatinamente su carácter alienado. En cuanto al excedente, deberá dividirse en base a los acuerdos que se toman en lo que respecta a la cantidad que quedará en el grupo para ser reinvertido, así como la que se destinará al desarrollo de bienes colectivos de la comunidad y la que irá para mejorar la educación, salud, y otras necesidades sociales, con el fin de incrementar el nivel de vida de la población trabajadora. Como ya se señaló, estos cálculos y decisiones irán subiendo y bajando y, en ese proceso, se tendrá que compatibilizar los cálculos y proyecciones de los modos de producción entre sí. El proceso de planificación tendrá igualmente que definir los principios de organización que deberán primar en las distintas actividades y grupos de reflexión y acción. En la producción educativa, siguiendo la misma lógica de elaboración, que se ha delineado para la producción económica, se tendrán que determinar en forma participativa entre padres de familia, profesores, estudiantes, el número de alumnos a atender, los tipos y niveles educacionales a promover, así como los programas de investigación a desarrollar. Asimismo, deberán definirse los tipos y lógica que deberán tener las evaluaciones periódicas a realizarse, y las formas de impartir las clases en que se deberá fomentar la participación creativa de los estudiantes y evitar de esa manera el autoritarismo que muchas veces ejercen los profesores. En la producción legal, en el marco de la concepción de la justicia definida en la estrategia, partiendo de la base, es decir de los grupos de reflexión y acción judicial, y de los grupos de usuarios del sistema de justicia a nivel del vecindario, tendrán que determinarse las necesidades legales, y en base a ello, bienes muebles e inmuebles, así como de inversión y financiamiento que la producción legal requiere, siguiendo los mismos procedimientos que se han desarrollado para las producciones económicas y educativas.

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Estos procesos participativos de planificación que parten desde abajo deberán contar a nivel nacional con una asamblea compuesta por representantes de las distintas producciones y usuarios que serán elegidos democráticamente. Esta asamblea tendrá que ser no sólo deliberativa sino también ejecutiva, y su presidencia debe ser rotativa entre los miembros de los distintos "modos de producción".

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ANEXO I Las experiencias socialistas y las concepciones teóricas de los clásicos La concepción que primó en el establecimiento del socialismo real en la ex unión Soviética y en los países del Este, se sustentó en gran medida en los planteamientos de Engels y en ciertos señalamientos realizados por Marx en que éste le otorga una prioridad a las fuerzas productivas sobre las relaciones sociales. Su introducción a la Crítica de la Economía Política es la que más frecuentemente se encuentra citada por distintos líderes e intelectuales de los países que adoptaron el “socialismo” para legitimar sus planteamientos. Kosta Perguelov, defensor e ideólogo del socialismo real, planteaba, al igual que Engels, que el Estado, al tomar posesión de los medios de producción, los habría liberado de su aspecto capitalista, lo que posibilitaría el desarrollo de su carácter social. Debido a ello también, se “eliminaría la contradicción fundamental del capitalismo entre el carácter social de la producción y la forma privada de la apropiación capitalista”457. Siguiendo la lógica de Engels, Perguelov postulaba que, en el socialismo real, al pasar los medios de producción a manos del Estado, se propiciaría la eliminación de la desigualdad social entre los miembros de la sociedad socialista. Además, el control de las fuerzas productivas por parte del Estado incrementaría el interés de los trabajadores por mejorar la producción, lo que conduciría al aumento de la productividad, que consideraba como el principal criterio para determinar el progreso social. En los países "socialistas", el incremento de la productividad se promovió básicamente mediante la incorporación de maquinaria moderna y la reducción del tiempo de no utilización de las máquinas y equipos. El privilegiar la 457

Kosta Perguelov. El trabajador como dueño. Editorial Sviat. Sofia. 1986.

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productividad de la maquinaria se debería supuestamente a que ella incidiría en mayor grado en el ahorro global del tiempo de trabajo social458. La historia ha mostrado fehacientemente que estos planteamientos, en lugar de llevar al socialismo, condujeron a una sociedad autoritaria de clases que se desmoronó sin que los trabajadores ofrezcan resistencia, los que, sin embargo, según la propaganda de las clases que emergieron como dominantes, deberían haber sido los principales beneficiados. El pensar que el socialismo se sustentaría en el desarrollo de las fuerzas productivas que, al verse liberadas de las relaciones sociales capitalistas, podrían alcanzar mayores ritmos de crecimiento que en el mundo capitalista, llevó los propulsores del socialismo real a fomentar un determinismo económico, que evitó revolucionar las relaciones sociales en favor de los trabajadores. Esta filosofía tampoco suscitó, como lo pensaron los teóricos del socialismo real, un incremento de la productividad que permitiría superar los niveles alcanzados por el capitalismo. Esta concepción del socialismo basado en el primado de las fuerzas productivas, que consideró a las relaciones sociales de producción sólo bajo la óptica de la propiedad, condujo a imitar la organización social y división del trabajo capitalista. Se propició el taylorismo como si fuera una ciencia neutra que conduciría inexorablemente a optimizar la organización del trabajo, cuando, al contrario, lo que promovió fue más bien la jerarquización del trabajo y la formación de clases en el seno de la producción. Bajo la misma lógica, se organizó el Estado propiciando una estructura fragmentada y vertical de éste, lo cual fortaleció a la burocracia normativa que logró constituirse también como una clase459. En Yugoslavia, que pretendió adoptar una sociedad socialista distinta a la de la ex-Unión Soviética, se intentó impulsar un socialismo federativo y autogestionario, siguiendo algunos lineamientos postulados por Proudhon. Pero, a diferencia de los planteamientos de éste, no se impulsó la construcción de la nueva sociedad partiendo de las bases, sino desde arriba. Por 458

Ibíd. Para mayor detalle, ver Cristian Gillen Hacia una alternativa de desarrollo centrada en la producción. Editorial Horizonte. Lima. 1996. 459

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otro lado, no se propugnó el pluralismo político, sino más bien su monopolio por parte del partido comunista que se erigió como el único representante de la clase obrera. Ello motivó a que los sindicatos actuaran como simples correas de transmisión de la línea del partido. Este monopolio político castró la participación creativa y activa de los trabajadores. En las repúblicas populares que se constituyeron dentro del territorio de Yugoslavia, la participación y control obrero fueron puramente formales, limitándose a intervenir para influir en el incremento de la productividad, aplicar el plan impuesto desde arriba, así como determinar las primas de rendimiento dentro de la producción, y el nivel de empleo. Dentro de las empresas, los trabajadores sólo participaron a nivel de planta y en iniciativas menores, básicamente en el campo de los servicios sociales. Las decisiones principales dentro de las unidades de producción estuvieron a cargo de los técnicos460. En el modelo yugoslavo, al igual que en lo propuesto por Proudhon, no se consideró al mercado incompatible con el socialismo. Más bien, se había generalizado la idea que, para combatir la burocratización, había que favorecer la expansión del mercado. Ello, sin embargo, reforzó el monopolio político, ya que la práctica concreta mostró que no existe una contradicción entre el mercado y los intereses de la burocracia, más bien son compatibles. El sustentar el socialismo en el mercado para aumentar supuestamente su eficiencia, no sólo se basa en los planteamientos de Proudhon, sino también en los de Boukharine que, en su polémica con Priobrajensky, niega, a diferencia de este último, la posibilidad de un conflicto entre la ley del valor y la acumulación socialista. Priobrajensky, por el contrario, planteaba que era necesario que la fuerza de trabajo pierda su situación de mercancía. La tendencia en Yugoslavia de reemplazar las órdenes administrativas por los mecanismos mercantiles “regulados”, introdujo nuevos conflictos y contradicciones. Estos resultaron de la incompatibilidad que reside entre la pretensión de lograr una sociedad igualitaria que tiene como principio de base la propiedad colectiva y una distribución que seguía la lógica mercantil a nivel de las empresas. Asimismo, surgieron por la discrepancia que existía entre el considerar los precios como instrumento de planificación para evitar 460

Victor Fay. L'autogestion: une utopie réaliste. Editions Syllipse. Paris. 1996.

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desequilibrios económicos y sociales, y su rol como medida de eficiencia económica a nivel microeconómico461. El otorgar cada vez más importancia al mercado se intensifica a partir de 1965, principalmente por el mayor peso que adquiere la tecnocracia en el poder político, así como por el papel dominante que comienzan a ejercer las repúblicas más ricas que se vieron favorecidas por la lógica mercantil. Este proceso de sustentar la autogestión en el mercado llevó a reforzar aún más el monopolio político del partido, lo que tendió a atomizar a la clase trabajadora. También posibilitó controlar políticamente a los agricultores, fomentando su enriquecimiento, y de esa manera, borrar progresivamente el trauma que les había causado la colectivización forzada. Esta mutación provocada por la liberalización económica constituyó pues una limitación importante para la democracia económica y política. Para Branko Horvat, uno de los propulsores de la reforma basada en el mercado, el objetivo central de éste debería ser el incremento de las fuerzas productivas, ya que ello llevaría a poder controlar mejor el mercado. Además, según Horvat, para lograr el aumento de las fuerzas productivas, habría que “despolitizar las decisiones económicas”462. Al hacer primar el criterio de rentabilidad dentro de las empresas sobre el de solidaridad, la liberalización económica, que se apoyaba en la vigorización de las categorías económicas desembocó en la década de los setenta en Yugoslavia en un incremento de la estratificación social, un aumento de los antagonismos entre las repúblicas, mayor desempleo, y en un debilitamiento del espíritu asociativo de los trabajadores. En 1971, en este país, 300,000 trabajadores buscaban empleo y 700,000 laboraban en el extranjero. Las regiones pobres representaban el 40% de la superficie del país, y el 35% de la población total participaban sólo con el 21% del producto material bruto. Los consejos obreros vieron disminuir el número de sus miembros de un 76% en los sesenta a un 67% en los setenta.

461

Catherine Samary. Le marché contre l'autogestion. L'expérience yougoslave. Publisud/la Brêche. Paris. 1988. 462 Ibíd.

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Como se puede apreciar, el mantener el mercado y, por ello, considerar al trabajo como una mercancía, va contra la igualdad, que es uno de los elementos esenciales del socialismo, y también coadyuva decididamente en el proceso de alienación de los trabajadores, en lugar de favorecer la creación de un hombre nuevo. Como se ha mostrado, el mercado no logró siquiera mejorar las condiciones económicas: pauperiza aún más a los trabajadores. Por eso, para establecer el socialismo, se requiere de una planificación democrática, partiendo de la base, para de esa manera, luchar contra la ley del valor que propicia la vigorización de las categorías de mercancía y, con ello, ir contra el proceso de alienación y explotación.

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ANEXO II Origen e Historia de los conceptos de alienación y fetichismo El concepto de alienación es muy antiguo, data de casi dos mil años. La ley romana introdujo el término "alienato" en la terminología legal, que significa el paso de propiedad de una entidad a otra, y que sigue siendo usado hasta el presente. Tenemos por otro lado a San Agustín que utilizaba el término “abalienato mentis” para describir la insanidad463. En el siglo diecinueve, el concepto resurge en el marco de la filosofía básicamente debido a los trabajos de Hegel y Marx. Además, este último lo empleaba para señalar la negatividad del desarrollo capitalista en distintos campos de la realidad social, particularmente en la religión, la política y la economía. En el siglo veinte, Lúkacs aborda la problemática de la alienación cuando la sociedad comienza a hacerse más compleja y donde las categorías de mercancía fueron potenciándose. La escuela de Frankfurt también empleó la alienación como categoría de análisis del capitalismo, pero sobre todo la utilizó para desentrañar el carácter alienado de la cultura. Los estudios sobre la alienación comienzan a proliferar después del movimiento estudiantil de 1968. Últimamente, el concepto de alienación viene siendo cuestionado o transformado para servir mejor a la ideología capitalista. Cabe resaltar, sin embargo, que recientemente se ha ido intensificando el estudio crítico de la alienación que impera en la vida diaria, debido a que el mundo capitalista actual tiende a devaluar la capacidad productiva y creativa cotidiana de los seres humanos, especialmente de los trabajadores. En el capitalismo actual, la vida diaria ha cesado de ser una realidad rica en potencialidades 463

Señalado en la introducción del libro Alienation, Ethnicity and Postmodernism. Editado por Felix Séller. Transaction Publishers. New Brunsweek. New Jersey. 1996.

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subjetivas, y más bien se ha convertido en un simple objeto de la organización social del capital. Éste ha promovido el desarrollo de una capacidad represiva para alienar la vida diaria valiéndose de los medios de comunicación. En cuanto al fetichismo, que es una manifestación de la alienación, tiene un origen diferente. El término “fetiche” es portugués y data del siglo dieciséis. Este concepto fue rescatado en el siglo dieciocho por el francés De Brosses. En su libro que escribió en 1760 Du culte des dieux fetiches, concibe el término fetiche como el atribuido a un objeto que es adorado por los habitantes de la costa occidental del África. Para Diderot, la teoría de De Brosses sobre el fetichismo sería un complemento de la historia natural de la religión de Hume. En cuanto a Comte “la era del fetichismo constituiría el primer estadio teológico de la humanidad”464. Marx fue influenciado por los trabajos sobre el fetichismo realizado por De Brosses. En un artículo que escribió en Noviembre de 1842 en la “Nouvelle Gazette Rhénane”, señalaba que “los salvajes de Cuba (…) consideran el oro como el fetiche de los españoles. Le ofrecieron una fiesta, cantaron alrededor de él y luego lo tiraron al mar”. Posteriormente, Marx utiliza el término fetiche para mostrar la alienación en el campo de la economía política debido a la metamorfosis del valor de uso en objeto mercancía. Es en ese proceso que surge el “carácter fetiche” de la mercancía. En el primer libro del Capital, Marx, refiriéndose al fenómeno de fetichización, indica que “la mesa permanece de madera, una mesa común… pero lo que se presenta como mercancía, es otra cosa… no le es suficiente poner sus pies sobre el suelo, ella se pone, por así decirlo, sobre su cabeza de madera frente a otras mercancías y se libra a sus caprichos… como si se pusiera a bailar”465 . El “carácter fetiche” es una relación social entre los seres humanos, que se presenta ante ellos como una forma fantástica de relación entre cosas. El marxismo tiene la clara intención de desmistificar la ilusión fetichista, al igual que De Brosses pretendió, en su momento histórico, desentrañar la ilusión 464 465

Paul-Laurent Asoun. Le fétichisme. PUF. Paris. 1994. Citado por Paul-Laurent Assoun. Op. cit.

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especulativa y comprender al hombre a través de su práctica. La utilización del término "fetiche" que De Brosses empleó básicamente para el estudio de las etnias, no sólo se extendió al campo de la economía política como acaba de plantearse, sino también a la sexología. Alfred Bruet (1857-1911) habla sobre el “fetichismo en el amor” y Freud emplea el término “fetiche” cuando se refiere a la perversión sexual.

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