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8889 ,CAPER color c.2 Ya conoces la historia de Caperucita Roja, pero seguramente nunca te han hablado de caperucita

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8889 ,CAPER

color

c.2

Ya conoces la historia de Caperucita Roja, pero seguramente nunca te han hablado de caperucitas de otros colores.'. Aquí están :

[npmutlTA Azut

:s¡-..4

una vez, en un pueblo cerca de un pequeño bosque, una niña con los ojtrs ,.lel c,rl,¡r ,.lel cielo. Su Abuela, que la queríir mucho, le regaló una capa con capuch¿r de terciopelc'r azul. La niña nunca se la sactrba, ni siquiera para jugar. Por eso, todo el mundo la llamaba Caperucita Azul. Un día su n-l¿rtná le clijo: - Caperucita, llevir este ¡lastel de moras a tu Abuela, por fitvor. - No te preocttpes tn:lttlti, se lo llevaré. - Con cuidatlo ¿rne oíste? Anda derechito a su casa sin desviarte, porque el bosque es peligrosc-r. Entonces la niña Puso el Pastel de moras en una canasta, le dio un beso a su mamá y se fue cantando:

Hu¡ru

"Por el camino voy, Voy tan solita, Tán desprotegida,

mino y reunió muchas flores, mientras el Lobo se fue por el camino más corto hasta

Ay de mí, pobrecita".

Caperucita llegó al bosque. A cada paso que daba, el camino era más oscuro y angosto, y la vegetación más frondosa. De

pronto, el Lobo apareció detrás de unos

lñ \--l

marorrales y .li¡o: -Buenos días,

niña de capucha azul.

¿Qué llevas en esa canasta? - Un pastel de moras. - ¿Para mí? - No, señor. Llevo estas cosas

a mi

frágil e indefensa Abuelira que vive en medio del bosque. El Lobo pensó:

"Caperucita es muy ingenua. Me comeré a su Abuela, luego a ella y también ese pastel de moras de postre,,. Pero no podía devorarla allí, ya que si algún cazador andaba cerca oiría los griror. Entonces se le ocurrió una idea y dijo: -¿Ves aquel sendero? ¿por qué no vas por ahíy recoges unos ramos de nomeolvides azules para tu Abuelita? Te apuesto a que le gustarán. -

Qué buena idea. ¡Eso haré! Ojalá todas las personas fueran tan buenas como usted... Entonces Caperucita tomó aquel

la casa de la Abuela. Cuando llegó, tocó la Puerta:

-toc, too, toe. - ¿Quién es?- Preguntó la anciana' -Soy yo, tu nieta- dilo el Lobo imitando la voz de la niña. -Te traje un pastel de moras. Abre la Puerta, Abuelita' La Abuela se levantó, tom(l una escopeta y abrió la Puerta. Cuando vio que era el Lobtl, ni siquiera lo dudó. Tiró del gatillo v ¡tlll{G! Le disparó justo en el Pecho. Luego, puso el Lobo en el horno Para asarlo y se acostcl a esperar a Caperucita' La niña iba por el bosque sin apuro, recogienclo flores, tlyendo el canto de los

pájaios, jugando con l¿rs ardillas, bebiendo agua de las vertientes y cantando su cancicln: "Por el camintl voY, Voy tan solita, Tán desProtegida, Ay de mí, Pobrecita"'

Finalmente, cuando llegó a

tocó la puerta: -

ca_

la casa

?or, ?ou, ?ou.

. ¿Quién es?- Preguntó la Abuela'

- boy yo, tu nietecita. ¿puedo entrar? - Pasa querida, ite estaba esperando! Caperucita entró y se acercó a la cama.

La Abuela estaba debajo de las manras y usaba una enorme toca que cubría casi todo su rostro. [ti ]

Entonces la niña le preguntó: - Abuelita, lpor qué tienes las oreias tan grandes? - Son para oír mejor a los lobos. - ¿Y esos ojos tan grandes? - Son para ver de lejos a los lobos. - ¿Y esas manos tan grandes? - Son para agarrar grandes pedazos de carne de lobo. - ¿Y esa nariz ran grandel - Es para sentir el olor de los lobos en el horno. - ¿Y esa boca tan grande? - ¡Es para comer carne de lobol- gritó la Abuela con alegría. Y después de dar una gran carcajada dijo: -Realmente nuestro plan nunca falla ¿no es cierto Caperucita Azul? - Es verdad, Abuelita. Los lobos siempre caen en nuestra trampa. Y se fueron a la cocina, sacaron la fuente del horno y se comieron al Lobo. Luego se quedaron dormidas y como tenían

la panza llena, comenzaron a roncar muy fuerte. Un cazador que pasaba por ahí las cscuchii y decidió echar un vistazo. Cuando abrió la puerta y vio los restos de comida en los platos, le dio mucha rabia. Nunca imaginó que ellas clevotarían al Lobo. Entonces las apuntó con su escopeta y dijo: - ¡Están arrestadas! - ¿Nosotras? ¿Por qué, señclr cazador? - Este Lobo pertenece a tlna especie que está desapareciendo del bosque, ¡y ustedes se la est¿iu comienclo! Entonces lns esposít y se las llevó a la comisaría. Al día siguientc, la tnrttnii de Caperucita fue a pagar [¿t fiittrzrl 1-,ara liberar a su

hijayasumadre.

Y así, a exccpci(rn del Lobo, todos fueron felices p:tr:r sil'mpre: El cazador porque ayudó a proteger una especie. La Abuelita porque salió de la cárcel. Y Caperucit¿r Azul porque aprendici una lección:

No hry ?uu matcrr a /os anima/es¡ z4enoS si eslán en pe/i3ro de exlinción. t10

[npiRunTA NnRnru;n

Hubiu una vez una niña g.rclita y muy c:rchetona.

Su Abuela ia quería rnucho Y le regaló una capa con capucha naranja, DUY ll¿rmativa. Como nunca se la sacaba, la gente le clecía Caperucita Naranja' Un día su mamá le dilo: - Caperucit:l, llevtr cstt: Pastel de cal¿rbaza cubierto de cretnil cl'rantilly y una cereza de adorntl ¿l ttl Abtrelir que vive en el bosque. Está rnuy tlclga.l:r y con esto se

sentirá mejor.

preocupes, mamá- diio Caperucita lamiéntlose los bigotes porque era muy comilona. -Y ten cuidaclo Porque el bosque es peligroso. Entonces Caperucita puso el pastel en una canasta, le dio un beso a su mamá y se -

No te

fue cantando:

"Acabo de almorzar,

Pero ya rengo hambrecita. Qué pena que esre ,-lulce Sea para mi Abuelita',.

[zo]

Caperucita caminaba por el bosque cuando de repente el Lobo apareció cletrás de unos matorrales. -Buenos días, niña de capucha naranja. -Buenos días, señor. - ¿Qué llevas en esa canasta?

- Un pastel de calabaza cubierto de crema chantilly y una cereza cle adorno. - ¿Para mí? - No. Y tampoco es para mí, lamenta_ blernente. Se lo llevo a mi Abuela que vive en el bosque. Entonces el Lobo pensó: ,,Tengo tanta hambre que me comería a esa niña cje tentempié, a su Abuela de plato principal y el pastel de postre". Pero no podíacomerse ahía Caperucita ya que algún cazador escucharía los gritcts. aquel sendero? ¿Ves También llega a la casa de tu Abuela. Es un poco más largo pero.está lleno de jabuticabeiras,, manzanos, perales, higueras, ciruelos, bananos, paltos y mangos. ¿Por qué no vas por allí/ - Qué deliciosa idea, señor. ¡Eso haré! Y Caperucita se fue por ,"rrd"ro

"l

I ¡r¡.¡ lrrrrrltr.r.

cogiendo frutas. Mientras tanto, el Lobo eligici el camino más corto hacia la casa de la Abuela. Cuando llegó, tocó la puerta: -?oQ, ?oQ, ?oc. - ¿Quién es?- preguntó la anciana. - Soy yo, tu nietecita- diio el Lobo imitando la voz de Caperucita (era buencr imitando) -Le traje un pastel. La Abuela se levantó feliz y abrió la puerta, pero entonces el Lobo se abalanzó sobre ella y se la tragó de un tirón, ¡floGt Luego lanzó un tremendo eructo, iUOQe!, se vistió con su ropa (que le quedó apretada ya que había engordado después de comerse a la anciana) y se acostír en la cama a esperar a Caperucita. Cuando la niña llegír a la casa y tocó la puerta, el Lobo le contestó imitando la voz de la viejita (¿ya hahía dicho que era bueno en eso?): - ¿Quién esl - Soy yo, Abuela, Caperucita Naranja. - Entra querida, ¡te estaba esperando! Caperucita abrió la puerta y se acercci

hasta la cama de la Abuela. El Lobo se cubría con las mantas y la toca tapaba parte de su rostro. Entonces la niña preguntci: - Abuelita, lpor qué tienes las orejas tan grandes? - Son para escuchar mejor cuando

t,4

pasa el lechero.

- ¿Y esos ojos tan grandes? - Son para ver cómo se hornean los queques. - ¿Y esas rnanos tan grandes/ - Son para recoger sandías y jacasi - ¿Y esa nariz tan grande? - Es para sentir el rico olor del pan caliente. - ¿Y esa boca tan grande? -¡Es para comerre a ri!- gritó el Lobo abalanzándose sobre la niña y ¡flOC! Se la tragó de una vez.

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Después regresír a la calna para dormitar. Como estaba con la panza llena, se puso a roncar muy fuerte hasta que un cazador lo escuchó y decidió echar un vistazt-1.

Cuando abrió la puerta y vio al Lobo durmiendo con la ropa de la Abuela, ¡quedó boquiabierto! Entonces cargri su escopet¿l, apuntí) al Lobo y... y no hizo nada. No hizo nada porque pensó que la Abuelita todavía podía estar viva dentro de la panza del Lobo. Tomó una gran tijera y cuando estaba a punto de cortarle la panza, el Lobo despertó y... iflOet, se rragó al cazador. !-,g qggr es que después cle habérselo /

Fr,,t,r br¡ril".u

comido, el Lobo dijo: - El cazador estaba muY salado. Me dieron ganas de comer algo dulce. ¡Ya sé! Comeré el pastel que la niñ:r le trajo a su abuela.

Entonces se comió el Pastel de calabaza cubierto de crema chantilly' Y cuando vio que había olvidado comerse la cereza, pensó:

"Creo que todavía me cabe alguna cosita..," El Lobo tomíl la cereza y se ltr comió' Pero estaba con la panza tan hinchada que. .. it||il! El goloso terminti por explotar y murió.

Y así, todos dcsaParecier()n. El cazador que iha ir tlispar:trle al Loho' La Ahuela cltrc il-rir il colnerse el gran pastel. Y Caperucita Naranja que' si hubiera sobrevivido, habría aprenclido una lección:

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r]

l¿tnc-a se

/a á/lima

cereza. [zr]

[npmurTA ViRur

l--l

¡¡;--,

L-rffil ffitu @

Hu¡rn una vez' en un peqLrcño

ptreblc-r

un bosque muy fronclostl, ttnll uiña con ojos color esmeralda. Tbdos la querían, sobre ttlclo su Abuela, quien le regaló una capa col,¡r ver.le, como el color de los billetes. La niña ib¿r con ella a todos lados y la gente la llam¿rba Caperucita Verde. Un día su madre le ilijo: -Caperucita, lleva este ptrstel de limón a tu Abuela que vive cn medio del bosque' Ella es muy avara, y si no le m¿rndamos algo de vez en cuanclo, tertninará delgada como

cerc¿r de

un palillo.

No te preocupes, mamá, le llevaré el pastel :r la Abuelita. ¿Puecles darme clinercr -

para el bus?

- ¡Pero si ¿rllá no haY busesl - Ah, verdad, lo había olviclatlo. ¿Entonces me das dinero para una suela de zapato?

- ¡Nunca he visto una niña que le

guste tanto el dinero! Eres igualita a ru Abuela. Está bien, toma. pero ten cuiclado porque el bosque es peligroso, no te desvíes. Entonces la niña puso el pastel de limón en una canasta, le dio ,_,. t.ro u ,., mamá y se fue cantando: 0¡l

"Por el camino vov. Soy tan mezquinita, Que le pediré más dinero A mi Abuelita".

Caperucita entró al bosque y caminó y caminó, hasta que de pronro el Lobo apareció entre los matorrales. - Buenos días, niñita de capucha verde. - Buenos días, señor. - ¿Qué llevas en esa canastal - Un pastel de limón. '¿Para mí? - Siempre y cuando usted tenga dinero para comprarlo. - No tengo ni un centavo. - Enronces se lo llevaré a mi Abuela que vive en la casa verde en medio del bosque. El Lobo pensó:

"Todo el mundo dice que la vieiita

.le la casa verde tiene un montcin de joyas' Oreo que me la comeré a ella' a la niña y :rdemás me robaré las joYas."

Pero no atacó a CaPerucita de inmediato ya que algún cazador podría escuchar krs gritos de la niña. Entonces se le ocurrió una ide:r y dijo: - ¿Ves aquel sendero? También va hacia la casa de tu Abuela. Es un poccl más largo, pero hay una fuente donde lir gente tira monedas. ¿Por qué no te vas por ahí y coges algunas para ti? - ¡Qué buena idea! ¡Eso harél

Caperucita tomó

el otr.'' camino Y

recogió varias monedas, sin clarse cuenta de que se hacía tarde. Mientras tanto, el Lobo oPtó Por el sendero más corto hasta la casa de la Abuela. Cuando llegó, tocó la Puerta: - Íue, luc, Íuc. - ¿Quién es?- Preguntó la anciana' - Soy yo, su nietecita, le traje un pastel de limón- dijo el Lobo imitando la voz de Caperucita.

La Abuela se levantó, se cercioró de que su cofre estuviera bien cerrado (creía que su nieta tenía puesto el ojo en sus joyirs) y abrió la puerta. Ni siquiera tuvo tiempo de abrir la boca de espanto porque el Lobo se

abalanzó sobre ella y la devoró de un solo mordisco. IGLU?! Después quiso robar las joyas, pero

como había comiclo mucho, se acostó

a

esperar a Caperucita.

[,0]

Finalmente, cuando la niña llesó a la casa de la Abuela, tocír la pllerta: - luc, lue, Íuc. - ¿Quién es/- pregunró el Lobo. - Soy yo, su nietecita. - Entra quericla ¡te estaba esperando!

Caperucita abrió lentamente la puerta y se acercó a la cama. El Lobo estaba debaio de las mantas y usaba una toca que le rapaba casi todo el rostro. La niña, sospechandcr que algo raro sucedía, preguntó: - Abuelita ¿Por qué rienes las orejas tan grandes? - Para oír el titilar de las monedas. - ¿Y esos ojos tan grandes? - Son para ver las cartolas del banco. - ¿Y esas manos tan grandesl - Son para contar dinero rnás rápiclo. - ¿Y esa nariz tan grande? - Es para senrir el olor de los billetes. - ¿Y esa boc¿r tan grande? Enronces el Lobo dejci de imitar [a voz de la Abuela y con una voz ¿lterradora dilo: - ¡Es para comerte!

Se abalanzó sobre la niña y la tragó de rrn golpe. Luego se puso a dormit¿rr' Como estaba con la panzir tnuy liena, crtmenzó a foncar tan fuerte que un cazador

escuchó y decidió ir a ver qué ocurría' Cuando abrió la puerta y vio ¿rl Lobcr .lurmienclo con esa panza tan grande, el

1o

cazador pensó:

"¡Caramba' ese Lobo es de una raza hien rara! Si yo lo descuerara, ptldría venclerla v hacerme rico." Entonces el cazador cargó su escopeta' apuntó hacia el Lobo V iGAElf|f!, mató al animal.

Luego, al abrirlo con cuidado Para no clañar su piel' vio que Capcrucita Verde y su abuela est¿rban adentrtl' Ctltno la oportunidad de ganarse un dinertl extra no se da todos los días, el cazador dijo: -Puedo sacarlas de ahí, pero me tomará varias horas, entonccs antes de comenzat' quisiera saber si ustedes poclrán pagarme el

trabajo. - Puede llevarse las joyas que están en mi ctrfre- ,.li¡o la ahuelita. - Y yo tengo varias monedas que rccogí en el camino- dijo Caperucita Verde' Entonces el cazador tomó las jtlyas, l:rs monedas y las sacó de la panza del Lobo' Y la moraleia de esta historia es:

€/ Jinero no lrae /a fe/ic,iJad, Pero alrau a //h monlón de pi//o'. [,2]

[nprRut I"rA BmruCn

%

H ubru una vez, en un peqr-rcñ. pr-reblo cerca de un oscuro bosque, una niñ¿r de ojos y pelo muy claros. Su abuela, que la quería mucho, le hizo una capa con capucha de terciopelo blanco. La niña and¿rba siempre con ella, tanto para jugar como para limpiar la tumba de su padre que recién había muerto. Por ello, todos en el pueblo ia

llamaban Caperucita Blanca. Un día, su mam¿i le di¡o: - Caperucita, lleva estos merengues a tu Abuela que vive sola en medio del bosque. Nadie va a visitarla y esto hará que se sienta mejor. - No te preocupes, mamá, se los llevaré a mi Abuelita. Entonces la niña puso los merengues en una canasta, le dio un hes.-r a su mamír y se fue cantando por el camino: "Por el camino voy, Voy tan tristecita,

no tengo pirdre, Soy una huerfanita". Ya

[u]

Caperucita iba tranqr-rila por el bosque hasta que de pronto apareció el Lobo. - Buenos días, niñi'r de cupucha blanca. - Buenos clías, ser\or. - ¿Qué es 1o que llev¿rs en esa canastal - Unos mererrgues. - ¿Para míl - No, lo siento mr-rcho. Le llevo estas cosas a mi Abuela qr-re vive en el bosque. Entonces el Lobo pens