Colli, G.

COLLI, G. EL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA Capítulo 1: La locura fuente de sabiduría 1. ¿Cómo se caracteriza, de acuerdo

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COLLI, G. EL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA

Capítulo 1: La locura fuente de sabiduría

1. ¿Cómo se caracteriza, de acuerdo a Colli, el surgimiento de la filosofía? Como algo misterioso. Se data con Tales y Anaximandro, aunque Colli destaca, y esto es lo que debemos tener en cuenta, que también puede pensarse el origen de la filosofía en la relación del pensamiento occidental con el oriental: “Según la tradición erudita. la filosofía nació con Tales y Anaximandro: en el siglo XIX se buscaron sus orígenes más remotos en fabulosos contactos con las culturas orientales, con el pensamiento egipcio y con el indio. Por ese camino no se ha podido comprobar nada, y nos hemos contentado con establecer analogías y paralelismos” (p. 11). 2. Filosofía, entendida como “amor a la sabiduría” en Platón, supone tres cosas: i) los sabios fueron previos a la actividad filosófica platónica, ii) como amor a la sabiduría, es un intento por recuperar lo perdido; es decir, la sabiduría pasada, y iii) el amor a la sabiduría supone: primero, un modo del investigar (preguntar «¿por qué» [Guthrie] o el «¿qué?»; segundo, una actividad educativa, la enseñanza; y tercero, una forma literaria específica: la escritura y el diálogo. Lo que viene luego del trabajo de Platón en occidente, es desarrollo de la decadencia de la sabiduría perdida, como búsqueda de ella: “En realidad, la época de los orígenes de la filosofía griega está mucho más próxima a nosotros. Platón llama filosofía, amor a la sabiduría, a su investigación, a su actividad educativa, ligada a una expresión escrita, a la forma literaria del diálogo. Y Platón contempla con veneración el pasado. un mundo en que habían existido de verdad los sabios. Por otra parte, la filosofía posterior, nuestra filosofía, no es otra cosa que una continuación, un desarrollo de la forma literaria introducida por Platón; y. sin embargo, esta última surge como un fenómeno de decadencia, ya que el amor a la sabiduría es inferior a la sabiduría. Efectivamente, amor a la sabiduría no significaba, para Platón, aspiración a algo nunca alcanzado, sino tendencia a recuperar lo que ya se había realizado y vivido” (p. 11-12). 3. Si una cosa es la sabiduría y otra la filosofía como búsqueda, necesariamente no hay una solución de continuidad entre una y otra, sino MÁS BIEN UNA RUPTURA, QUE, PARA EL CASO, SE EXPRESA EN LA INTRODUCCIÓN DE LA ESCRITURA EN LA FORMA LITERARIA DEL DIÁLOGO. LA SABIDURÍA TIENE, A JUICIO DE COLLI, UN CARÁCTAR MÁS BIEN ORAL, Y ES PREVIA E INCLUYENTE RESPECTO DE LA TRADICIÓN PRESOCRÁTICA, LA CUAL SERÍA EL TRAMO FINAL DE LA ERA DE

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LA SABIDURÍA, EN CONTRASTE CON LA ERA DE LA FILOSOFÍA: “Así, pues. no hubo un desarrollo continuo, homogéneo, entre sabiduría y filosofía. Lo que hizo surgir a esta última fue una reforma expresiva, fue la intervención de una nueva forma literaria, de un filtro a través del cual quedó condicionado el conocimiento de todo lo anterior. ·La tradición, en gran parte oral, de la sabiduría, ya oscura y avara por la lejanía de los tiempos, ya evanescente y tenue por el propio Platón, para nosotros aparece así falsificada también por la inserción de la literatura filosófica” (p. 12). Si la tradición filosófica es posterior a la era de la filosofía ¿dónde se debe buscar la sabiduría? ¿en qué modo del pensamiento? Necesariamente, en las expresiones religiosas y poéticas griegas; es decir, en el ámbito mitológico, por jugar con la expresión poco precisa de mito. A falta de documentación precisa de la era de la sabiduría, lo que debe hacerse, siguiendo metódicamente el modo de proceder de Nietzsche, es avanzar desde lo más cercano y documentado, hasta lo lejano y desconocido, estableciendo puentes de contenido entre los elementos filosóficos y los religiosos que se le corresponden (Tener en cuenta a Vernant, la relación con los mitos orientales, Zeus y el ordenamiento del cosmos: un rastreo que muestra un posible nexo entre la sabiduría y la filosofía). En Nietzsche, se parte de las imágenes de Apolo y Dionisos. Con ellas se muestra el surgimiento y decadencia de la tragedia griega y, desde allí, la cosmovisión general del mundo griego. Colli invita a hacer lo mismo, partiendo de la poesía y la religión, de lo mítico, con la época de la sabiduría. COLLI PARTE DE DONDE PARTE NIETZSCHE: APOLO Y DIONISOS, PERO INVIERTE LA PRIMACÍA, DÁNDOLE LA MAYOR IMPORTANCIA A APOLO, RESPECTO DEL PROBLEMA DE LA SABIDURÍA, SEGUIDO DEL DIOS DE DELFOS: “Los mismos dioses, Apolo y Dionisos, son los que encontramos al retroceder por los senderos de la sabiduría griega. Sólo que en esta esfera hay que modificar la caracterización de Nietzsche, y, además. hay que conceder la preminencia a Apolo más que a Dionisos” (p. 13) ¿Cómo entender la sabiduría en la época pre-filosófica: no es astucia, no es habilidad técnica, como el Odiseo de Homero. LA SABIDURÍA MÁS BIEN ESTÁ DEL LADO DE LA VISIÓN DE LO FUTURO. APOLO ES ESENCIAL EN ESTO: “Para aquella civilización arcaica el conocimiento del futuro del hombre pertenecía a la sabiduría. Apolo simboliza ese ojo penetrante, su culto es una celebración de la sabiduría” (p. 13). El dios de Delfos es también esencial aquí: el oráculo habla del futuro, lo conoce y puede transmitir dicho conocimiento. Se expresa, se dice de forma oscura porque es palabra divina, pero y porque se sabe. La adivinación es esencial en los griegos, pues presupone conocimiento, una aprehensión teórica respecto de aquello que se dice. Por esta razón, el conocimiento es esencial para la vida griega y va ligado a la adivinación, a la visión del futuro: “Pero el hecho de que

Delfos sea una imagen unificadora, una abreviatura de la propia Grecia, indica algo más, a saber, que el conocimiento fue, para los griegos, el valor máximo de la vida. Otros pueblos conocieron y exaltaron la adivinación, pero ningún pueblo la elevó a símbolo decisivo. por el cual. en el grado más alto, el poder se expresa en conocimiento, como ocurrió entre los griegos. En todo el territorio helénico hubo santuarios destinados a la adivinación: ésta fue siempre un elemento decisivo en la vida pública, política, de los griegos. Y sobre todo lo que es característico de los griegos es el aspecto teórico ligado a la adivinación. La adivinación entraña conocimiento del futuro y manifestación, comunicación, de dicho conocimiento. Eso se produce a través de la palabra del dios, a través del oráculo” (p. 13). Recálquese aquí que la palabra transmitida es confusa y supone ello un grado de perversidad en Apolo: transmite el conocimiento en un lenguaje de difícil comprensión.

LA CRÍTICA A NIETZSCHE: 1. Nietzsche asocia a Apolo con el arte y a Dionisos con el conocimiento. A juicio de Colli, las dos lecturas son sesgadas. Respecto de Dionisos, porque el éxtasis dionisiaco asociado con el conocimiento de la angustia, es más bien algo previo al saber en cuanto tal: “Hablar de este último como dios del conocimiento y de la verdad. entendidos restrictivamente como intuición de una angustia radical, significa presuponer en Grecia a un Schopenhauer que no existió. Más que nada Dionisos se relaciona con el conocimiento como indicación eleusina: efectivamente, la iniciación a los misterios de Eleusis culminaba en una «epopteia», en una visión mística de beatitud y purificación, que en modo alguno puede denominarse conocimiento. No obstante, el éxtasis mistérico, en la medida en que se llega a él despojándose completamente de las condiciones individuales, es decir, en la medida en que en él el sujeto que conoce no se distingue del objeto conocido, debe considerarse como el presupuesto del conocimiento más que como conocimiento propiamente dicho. En cambio, el conocimiento y la sabiduría se manifiestan mediante la palabra, en Delfos es donde se pronuncia la palabra divina, Apolo es quien habla a través de la sacerdotisa, no precisamente Dionisos” (p. 14-15). En el caso de Apolo, el conocimiento es del futuro, de lo mistérico como adivinación, del lenguaje divino. Es, si bien dios de las artes, es también dios de conocimiento: “Al trazar el concepto de apolíneo, Nietzsche tiene presente al señor de las artes, al dios luminoso. del esplendor solar, aspectos auténticos de Apolo, pero parciales, unilaterales. Otros aspectos del dios amplían su significación y la ponen en conexión con la esfera de la sabiduría (…) Pero la palabra de Apolo es una expresión en que se manifiesta un conocimiento; siguiendo las formas según las cuales las palabras de la adivinación en la Grecia antigua se acoplan en discursos, se

desarrollan en discusiones, se elaboran en la abstracción de la razón, será posible entender esos aspectos de la figura de Apolo como símbolos que iluminan todo el fenómeno de la sabiduría” (p. 15). 2. No hay una distinción tan radical y tajante entre Apolo y Dionisos, como propone Nietzsche. Apolo está asociado a los misterios. Su culto proviene, al parecer, de las tradiciones nórdicas y asiáticas. Así como el oráculo de Delfos supone un éxtasis de quien transmite el mensaje sobre el futuro, asimismo en los nórdicos y en Asia Central hay chamanes que, por vía del éxtasis, adquieren visión profética. EL ÉXTASIS DE LAS SACERDOTIZAS DEL ORÁCULO, IMPLICA UNA RELACIÓN DE APOLO CON LA LOCURA. EN FEDRO, PLATÓN PONE POR ENCIMA DEL AUTOCONTROL, LA LOCURA COMO UN DON DIVINO ASOCIADO CON DELFOS. DE LOS CUATRO TIPOS DE LOCURA (PROFÉTICA, MISTÉRICA, ERÓTICA Y POÉTICA), LA LOCURA PROFÉTICA (Y POÉTICA) ES VINCULADA CON APOLO Y LA MISTÉRICA (Y ERÓTICA) CON DIONISOS. EN ESTE ORDEN DE IDEAS, Y EN CONTRA DE NIETZSCHE, ANTES DE VER EN APOLO ÚNICAMENTE LA EXPRESIÓN DE LA MESURA Y EL AUTOCONTROL, CON PLATÓN SE MUESTRA ASOCIADO, AL IGUAL QUE DIONISOS A LA LOCURA: “Apolo no es el dios de la mesura, de la armonía, sino de la exaltación, de la locura. Nietzsche considera que la locura corresponde exclusivamente a Dionisos, y además la limita como embriaguez. Con respecto a esto, un testimonio de la talla de Platón nos sugiere, en cambio, que Apolo y Dionisos tienen una afinidad fundamental. precisamente en el terreno de la «manía»; juntos, abarcan completamente la esfera de la locura” (p. 17). Así las cosas, el núcleo de la sabiduría pre-filosófica, de la buscada por todo occidente según Colli, tiene su núcleo en la locura y adivinación délfica.