Claves Para El Discernimiento

CLAVES PARA EL DISCERNIMIENTO P. Carlos Triana CJM MEXICO – DISTRITO FEDERAL CONTENIDO SEPTIEMBRE DEL 2006 1. ¿QUE

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CLAVES PARA EL DISCERNIMIENTO P. Carlos Triana CJM

MEXICO – DISTRITO FEDERAL

CONTENIDO

SEPTIEMBRE DEL 2006

1. ¿QUE ES EL DISCERNIMIENTO?

2. CLASE DE DISCERNIMIENTO

3. ¿PARA QUE SIRVE EL DISCERNIMIENTO?

4. MEDIOS PARA EL DISCERNIMIENTO

5. ¿QUÉ NO ES EL DISCERNIMIENTO?

6. CONDICIONES PARA EL DISCERNIMIENTO

7. PELIGROS DEL DISCERNIMIENTO

8. CRITERIOS DE DISCERNIMIENTO: SIGNOS DE LA VOLUNTAD DE DIOS

9. HACE SIEMPRE Y EN TODO LA VOLUNTAD DE DIOS

10. CONCLUSION

INTRODUCCION 2

El discernimiento no es tarea de una persona o de un grupo de selectos, el discernimiento es un trabajo de toda la comunidad cristiana. El cristianismo es un continuo discernimiento. En la vida cristiana el discernimiento debiera ser una actitud básica y hasta particularmente característica. Lo específicamente cristiano es saber vivir en permanente discernimiento, porque se parte de la convicción de que Dios quiere y puede comunicarse personalmente a los hombres y mujeres, no sólo a través de mediaciones generales expresadas en la ley natural o en la ley positiva, sino a través de otros medios. Jesús dio su Espíritu a los discípulos para que lo escuchasen: “El les recordará todo lo que les he dicho y los llevará a la verdad plena” (Jn 14, 26; 16, 13). Por tanto la vida cristiana no se desarrolla bajo la guía de un código moral o de un conjunto de dogmas, o por medio de un grupo de formulismos o un cuerpo de ritos, sino bajo la guía del Espíritu Santo que nos hace pertenecer a Cristo: “El que no tenga el Espíritu de Cristo no le pertenece” (Ro 8, 9), y nos hace descubrir la Voluntad de Dios: “nadie conoce lo íntimo de Dios sino el Espíritu de Dios” (1 Cor 2,11). El discernimiento es pues una obra del Espíritu en la Iglesia y en el creyente. El Espíritu revela la voluntad de Dios en el corazón de la Iglesia y de cada individuo. En 1 Tes 5, 19, Pablo nos dice que la vida cristiana es "discernir lo que es mejor y quedarse con ello". Esto es lo que verdaderamente corresponde a un comportamiento de hijos: saber lo que se debe hacer en cada situación concreta, individual, personal, para agradar más al Padre. Meternos en el tema del discernimiento es adentrarnos en la búsqueda de la Voluntad de Dios y en el arte de saber asumir decisiones personales. Jesús dio a sus discípulos el Espíritu Santo para que les recordase sus palabras y les ayudase a “completar” lo que él mismo había iniciado (Jn 14, 26; 16, 13). Por eso el cristiano ha de ser una persona “experta” en la escucha del Espíritu que “sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va” (Jn 3, 8). Pero las intuiciones del Espíritu tienen que estar siempre en relación con la vida, palabra y obra de Jesús de Nazareth, de lo contrario podríamos caer en un espiritualismo alienante o en un árido moralismo. La vida cristiana no es pues el cumplimiento de normas sino el estilo de vida que consiste en vivir en sintonía con la voluntad de Dios, como lo hizo Jesucristo: “he aquí que vine a hacer tu Voluntad, oh Dios mío” (Heb 10, 13

10). El cumplió esa voluntad hasta el extremo (Cfr. Heb 5, 5-10). De la misma manera el seguidor de Jesucristo no se contenta con decir “Señor, Señor”, sino que debe hacer la voluntad de Dios (Mt 7, 21) Va para ti, Que tienes ojos brillantes Porque miras hacia dentro

1. QUE ES EL DISCERNIMIENTO Transfórmense mediante la renovación de su mente, de forma que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto – Rom 12, 1-2 – El discernimiento es el arte y la ciencia espirituales para distinguir entre el bien y el mal. El discernimiento no lo inventó ni Pablo, ni San Ignacio de Loyola, ni ningún espiritual moderno; es tan antiguo como Adán y Eva, quienes tuvieron que enfrentarse al árbol de la ciencia del bien y del mal. El cristiano es el que hace siempre y en todo la Voluntad de Dios. Todo lo que sea Voluntad de Dios es bueno, lo que sea voluntad del mundo es malo. Para hacer la Voluntad de Dios, hay que conocerla, y para conocerla hay que buscarla. Y esta búsqueda se llama discernimiento. Ahora bien, ¿dónde está la Voluntad de Dios? Algunos piensan que la Voluntad de Dios se expresa exclusivamente a través de los medios oficiales: la Escritura, el Magisterio, la Tradición, las Constituciones, el Derecho, el Reglamento o Estatutos... Si fuera así, la vida cristiana consistiría sencillamente en intentar acoger la Voluntad de Dios allí expresada y en obedecer lo que decidan y manden las autoridades competentes. Esto sería un cristianismo pobrísimo. Aunque es cierto que a través de estas mediaciones el Señor nos expresa su Voluntad, pero no de manera exclusiva Lo que se quiere decir es que la Voluntad de Dios se expresa en los principios dogmáticos, morales y espirituales de la Iglesia, pero esos principios son insuficientes para un adecuado conocimiento y cumplimiento de lo que Dios 4

quiere de cada cristiano aquí y ahora. Por eso los cristianos tienen que reconocerse como los conducidos por el Espíritu, los templos donde habita el Espíritu que los impulsa en su vida, y por tanto no contentarse con cumplir lo mandado, sino buscar la Voluntad de Dios sobre su propia vida y la de su comunidad. El siervo se contenta con cumplir con lo que se le manda. El hijo además se contenta con agradar al Padre. Para entender que todo el pueblo de Dios debe discernir, hay que partir de la convicción de que existe el influjo del Espíritu Santo en las almas de los fieles - y no sólo en los constituidos en autoridad. Karl Rahner a este propósito nos ilustra: "Uno puede recibir la impresión de que toda la tarea salvífica en la Iglesia es llevada a cabo por Dios exclusivamente a través de la jerarquía. Esto sería una concepción totalitaria de la Iglesia, que no corresponde a la verdad católica, aunque se encuentra en muchas cabezas eclesiásticas. Sería una simple herejía sostener que Dios opera siempre en su Iglesia exclusivamente a través de la jerarquía. Dios no ha dimitido en su Iglesia a favor de ella. El Espíritu no sopla de tal manera que su acción comience siempre por las autoridades eclesiásticas supremas. Existen efectos carismáticos del Espíritu, consistentes en nuevos conocimientos y en nuevas formas de vida cristiana, orientados hacia decisiones nuevas, de las cuales se encuentra la paz y el Reino de Dios. Son efectos del Espíritu, que aparecen en la Iglesia donde el Espíritu quiere. Puede El conceder una tarea, grande o pequeña, para el Reino de Dios, a pobres, a pequeños, a mujeres, a niños, a incultos, a cualquier miembro no jerárquico de la Iglesia. Los jerarcas ciertamente deben examinar la obra del Espíritu en los carismáticos, mediante el carisma del discernimiento de los espíritus y el de gobierno. Deben regularla y orientarla, etc.; pero la jerarquía nunca deberá entender, ni velada ni abiertamente, que posee el Espíritu de manera autónoma y exclusiva y que los miembros no jerárquicos son meros ejecutores de órdenes o impulsos que provengan sólo de la Jerarquía. La Iglesia no es un estado totalitario en la escena religiosa y no es correcto insinuar que todo funcionaría en la Iglesia de un modo óptimo, si todo fuera institucionalizado al máximo, como si la obediencia fuese la virtud que sustituyese plenamente a todas las demás, incluso a la iniciativa personal, a la búsqueda particular del impulso del Espíritu, a la propia responsabilidad, negando todo carisma particular recibido directamente de Dios (Selecciones de Teología nº 3, 1962, 135ss). 5

El discernimiento es pues búsqueda de luz, una exploración del querer de Dios... que se hace con la gracia del Espíritu Santo, en Iglesia. El discernimiento es un conocimiento que infunde directamente el Espíritu Santo en el alma del creyente. Esta luz ilumina de tal modo la inteligencia que se ve con claridad lo que viene de Dios y lo que no. Este conocimiento es como una luz interior, como una especie de sentido o gusto espiritual que permite captar lo que es auténtico de Dios. Esta captación se realiza a través de mociones del corazón. Se trata específicamente de intuiciones, mociones, movimientos interiores que vienen de la Gracia. 2. CLASE DE DISCERNIMIENTO Tratándose de las agentes, es personal o comunitario: Aquí es bueno resaltar que sólo pueden discernir las personas que no tienen el corazón maleado, ni el gusto estragado y que están en sintonía con los sentimientos de Cristo. Porque el discernimiento busca lo que agrada a Dios, y esto lo captan, no las personas con muchos conocimientos intelectuales, sino los limpios de corazón. Tratándose de los resultados, es consultivo o deliberativo. En Asambleas grandes debe ser consultivo, en equipos de responsabilidad en la Iglesia, debe ser deliberativo. Tratándose del objeto, versa sobre personas o comunidades, sobre elementos o sectores de la vida de una persona o comunidad. Los discernimientos más importantes que se hacen en la Iglesia, a nivel general, versan sobre: 1. Discernimiento sobre apariciones de la Virgen 2. Discernimiento sobre revelaciones privadas Las revelaciones son manifestaciones sobrenaturales de verdades ocultas o de hechos extraordinarios. Para que exista verdaderamente revelación es necesario que su conocimiento se opere por vía sobrenatural. Las revelaciones pueden ser públicas o privadas. Las revelaciones públicas (o universales) están contenidas en la Biblia y en el depósito de la tradición apostólica, transmitidas y mantenidas por la Iglesia. Esas revelaciones universales terminaron con la 6

predicación de los apóstoles y son de creencia obligatoria para todos los fieles. Las revelaciones privadas (o particulares) son hechas usualmente a los santos, y la Iglesia no obliga creerlas, incluso cuando las apruebe. Cuando la Iglesia aprueba una revelación privada, esa aprobación es simplemente una declaración de que ella no encontró nada en esas revelaciones que fuese contrario a la fe y a las buenas costumbres, y que los fieles pueden asumirlas sin ningún peligros. Oigamos lo que dice el papa Benito XIV: "¿Que se debe pensar de las revelaciones privadas aprobadas por la Santa Sede, las de Santa Hildegarda, Santa Brígida, Santa Catalina de Sienna? Decimos que no es ni obligatorio ni posible darles un asentimiento de fe católica, sino solamente de fe humana, conforme a las reglas de la prudencia, que nos las presenta como probables y piadosamente creíbles." No se piense que es pecado colocarse contra una revelación privada. Oigamos al Cardenal Pitra: "Sabemos que somos plenamente libres de creer o no en las revelaciones privadas, incluso en las más dignas de fe. Aún cuando la Iglesia las aprueba, ellas son recibidas como probables y no como indudables (...) Está totalmente permitido apartarse de esas revelaciones, aún aprobadas, cuando alguien se apoya sobre razones sólidas, sobretodo cuando la doctrina contraria es establecida por documentos irreprochables y una experiencia verdadera.” 3. Discernimiento sobre carismas auténticos o falsos: Son los pastores de almas quienes tienen la tarea de discernir si los carismas son auténticos o no (LG 12; AA 3) 4. Discernimiento sobre obras y servicios (misiones y responsables) 5. Discernimiento vocacional o sobre el estado de vida

3. PARA QUE SIRVE EL DISCERNIMIENTO “La divina Voluntad es nuestro fin y nuestro centro; 7

por tanto nuestra salvación, perfección, reposo y soberano bien consisten en hacer siempre y en todas partes la Voluntad de Dios” - San Juan Eudes El discernimiento busca distinguir lo que viene de Dios de lo que viene del diablo (1 Jn 4, 1) para no caer en la tentación del maligno. Aun en las mejores empresas podemos sufrir el engaño del demonio, llamado “El padre de la mentira”. En otras palabras, el discernimiento es como un cierto instinto sobrenatural que permite, con la ayuda del Espíritu, descubrir cuáles son los caminos de Dios y cuáles no, qué es lo que Dios quiere o pide y qué no, qué cosas en nosotros son las que Dios quiere y cuáles no, qué cosas en la comunidad vienen de Dios y qué otras no, si las personas estás movidas por el Espíritu de Dios o por el espíritu mundano… • El discernimiento pues, sirve para buscar la voluntad de Dios, • sirve para conocer la voluntad de Dios en una persona o en una comunidad, • sirve para recibir la luz que viene de lo alto antes de tomar decisiones, • sirve para clarificar situaciones de la vida personal y comunitaria, • sirve para escoger lo que agrada a Dios, • sirve para elegir, entre varias alternativas, lo que más bien le hace a los hombres y lo que más gloria le da a Dios, • sirve para ver las cosas a la luz del Evangelio, • sirve para ver y valorar las cosas como las ve y las valora Jesús • sirve para posicionarnos ante la vida como lo hacía Jesús, • sirve para vivir en el gozo y en la paz de Dios, • Sirve para verificar si un acto está realmente originado en el querer de Dios y si está orientado hacia la gloria de Dios y hacia el crecimiento de la comunidad. • Etc… 4. MEDIOS PARA EL DISCERNIMIENTO Los principales medios de discernimiento son: 8

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la oración profunda, sincera y frecuente, la consulta a personas experimentadas y la dirección espiritual asidua, hoy mejor llamada acompañamiento Espiritual, el examen de las propias inclinaciones, la Revisión de vida personal y comunitaria, los Retiros y ejercicios espirituales, las reflexiones y estudios comunitarios, El silencio fecundo y la meditación espiritual

5. QUÉ NO ES EL DISCERNIMIENTO

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No es un debate No es un estudio teológico No es una polémica sociológica No es una teoría No es una suposición No es un razonamiento No es un medio para defender e imponer mis intereses afectivos o ideológicos No es descubrir lo que Dios pide a la comunidad o persona manipulándolas, dominándolas o imponiéndose sobre ellas No es una disquisición teórica sobre lo más conveniente No es una argumentación, recurriendo a autoridades teológicas, para tomar una decisión No es una investigación puramente racional No es una técnica o método

6. CONDICIONES PARA EL DISCERNIMIENTO El que tenga oídos que escuche lo que dice el Espíritu a las comunidades 9

(Ap 2-3) 1. San Pablo nos enseña el arte de discernir: “Los exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcan sus vidas como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será su culto espiritual. Y no se acomoden al mundo presente, antes bien, transfórmense mediante la renovación de su mente, de forma que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto (Ro 12, 1-2) Pablo nos pide que para discernir la voluntad de Dios nos consagremos enteramente a él y llevemos una vida agradable a Dios, alejada de los criterios del mundo. 2. “El manjar sólido es de adultos, de aquellos que, por costumbre, tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebr 5, 11-14) Para discernir se nos pide ser adultos en la fe. El adulto es el distanciado del mundo de tal manera que ha llegado a una gran madurez espiritual que le da una gran sensibilidad para percibir los caminos del Espíritu. 3. “Lo que pido en mi oración es que su amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y en sensibilidad con que puedan discernir lo mejor, para ser puros sin tacha para el día de Cristo” (Fil 1, 9-10) Para discernir Pablo nos pide amor. En quien madura el amor, en quien crece en amor, crece la capacidad de discernimiento. El discernimiento se convierte en fruto del amor. Los que aman ven diferente, ven más allá, ven los caminos de Dios. El amor da nuevos ojos, nuevos lentes. El que ama ve como Dios. 4. El discernimiento es una práctica espiritual que tenemos que realizar sin apagar el Espíritu, con mucha discreción y prudencia: “No apaguen el Espíritu... pero examínenlo todo y retengan lo bueno” 1 Tes 5, 19-20) 5. Mientras más unidos estemos al Señor Jesús y más encontremos a nuestro Padre en Jesús, más se desarrolla en nosotros este sentido espiritual que opera el discernimiento, sobre nuestra inteligencia y nos ayuda a percibir lo que viene de Dios y lo que le agrada. 6. Para discernir debemos evitar la mezcla de los sentimientos puramente humanos y la sensibilidad e impresiones carnales. Debemos ubicarnos en un plano totalmente espiritual, para que el mismo Espíritu muestre la voluntad del Padre. Discernir es moverse, conducidos por el Espíritu, en el campo de la

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apreciación de las cosas, de las palabras, de las circunstancias, de las personas hasta llegar a determinadas certezas de carácter moral, no científico 7. El que discierne tiene que partir de la fe y orar. Debe creer que Dios actúa en la comunidad y en las personas, que Dios tiene un plan con la comunidad y con las personas y que ese plan es expresión de su Voluntad salvífica. Tiene que creer que Dios comunica su Voluntad y se deja conocer. Debe tener también una fe profunda en la mediación de los hermanos. Como el discernimiento no se hace exclusivamente con la razón o con la inteligencia, sino con el corazón impregnado de fe y amor a Dios, el que discierne tiene que orar y pedir al Espíritu una gran sensibilidad evangélica, una gran sensibilidad espiritual. Como discernir es decidir al estilo de Cristo, el que discierne tiene que mantener una relación viva y orante con el Señor Jesucristo, buscando adquirir sus mismos sentimientos, su misma mirada. 8. Sólo puede discernir, insistimos, la persona que no tiene el corazón maleado porque el discernimiento busca lo que agrada a Dios, lo más evangélico y esto sólo lo captan los sencillos y limpios de corazón. “Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelados tus cosas a los sencillos...” (Lc 3, 21) Como es en el corazón, guía y motor de la vida cristiana, centro de los afectos y las decisiones, donde se libra el combate entre el bien y el mal, (es del corazón de donde brota lo malo), el que discierne tiene que vivir la conversión de corazón, desarraigar el mal de su corazón. 9. El que busca la Voluntad de Dios y entra en un proceso de discernimiento tiene que ponerle atención a los signos del Espíritu: hechos, palabras, personas... teniendo en cuenta la exhortación de Pablo: “Examínenlo todo y quédense con lo bueno” (1 Tes 5, 21 y 19-22). Esos signos del Espíritu son como rayos que nos conducen hacia la Voluntad de Dios. Esta atención a la realidad debe hacerse en oración, creyendo la Palabra de Jesús: “Cuando venga el Espíritu, los llevará a la verdad completa” (Jn 16, 12-13). En otras palabras, el que discierne debe vivir la espiritualidad de los ojos abiertos. 10. El que discierne la Voluntad de Dios debe situarse ante un Alguien y no ante algo. Ese Alguien nos ha sido revelado como un Padre amoroso, compasivo y misericordioso, que siempre quiere el bien de sus hijos. Por tanto el que discierne tiene que sentir esa verdad, ubicarse como hijo y no como 11

esclavo (Ro 8, 14-15; Gal 4, 6-7), con una total confianza en el Padre que quiere lo bueno para todos. 11. Como al discernir se busca descubrir “lo que agrada a Dios” (Ro 12,2), se requiere un espíritu abierto a lo nuevo, a lo imprevisible, un espíritu dispuesto a dejarse desbordar por este Alguien que es Dios, al estilo de Jesús: “Padre, que no sea lo que yo quiero sino lo que quieras tú” (Mc 14, 16) 12. El que discierne debe hacerlo con un espíritu netamente comunitario, eclesial, al estilo de lo que nos enseña la Palabra: “Decidieron los apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la Iglesia” (Hch 15, 22) Para discernir hay que descentrarse. Saber que el centro no es uno mismo sino la Voluntad de Dios. Por eso el discernimiento tiene que estar guiado no por lo que a mí me gusta o por lo que a mí me parece, sino por lo que Dios quiere y a él gusta. 7. PELIGROS DEL DISCERNIMIENTO 1. Iluminismo o espiritualismo: guiarse por la sola voz del Espíritu sin remitirse a la vida y Palabra de Jesús de Nazareth. 2. Moralismo: guiarse por la sola referencia a la Vida y Palabra de Jesús sin actualizarla ni interiorizarla con la gracia del Espíritu. 3. Engaño: muchas veces el mal se presenta con apariencia de bien 4. Autojustificaciones: elaborar ante el mal autojustificaciones con etiqueta evangélica 5. Autonomía: un peligro muy común es creerse autónomos para interpretar la Voluntad de Dios, prescindiendo de la luz que puede provenir de otros, del grupo, de la Palabra, de la Iglesia 6. Autosuficiencia: creer que por nuestros estudios, viajes, puestos o experiencias podemos dar la última palabra en un discernimiento 7. mesianismo: sentir que nosotros somos los iluminados privilegiados, enviados por Dios, para llevar la luz a los hombres... creer que tenemos la luz que todos necesitan 8.

CRITERIOS DE DISCERNIMIENTO: VOLUNTAD DE DIOS

SIGNOS

DE

LA

Lo que pido en mi oración 12

es que su amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y en sensibilidad conque puedan discernir lo mejor, para ser puros sin tacha para el Día de Cristo - Fil 1, 9-10 No hay "reglas" exactas para discernir, puesto que "el Espíritu sopla donde quiere" (Jn 3,8) trascendiendo los cálculos de la lógica humana. Sin embargo, las siguientes pistas pueden ser claves para discernir: 1. Todo lo que concuerde con la Palabra de Dios, lo que no se opone ni sustituya la Palabra es conforme con la Voluntad de Dios 2. Todo lo que concuerde plenamente con los dogmas y enseñanzas de la Iglesia es conforme a la Voluntad Divina. ¡Dios no puede contradecirse! 3. Todo lo que enriquezca y ayude a crecer a la persona o a las comunidades es igualmente conforme a la Voluntad de Dios. El principal criterio de Pablo es que los carismas "edifiquen" la comunidad. El Espíritu da carismas distintos, pero todos para la edificación de la comunidad. Si no la edifican, no son auténticos carismas del Espíritu. El Espíritu, el mismo para todos, no se puede contradecir en sus carismas. Por eso El "carisma mejor" es el del amor, el de la caridad, al que se da la primacía absoluta en el famoso capítulo 1 Cor 13. 4. Todo lo que libere más y más a las personas y comunidades está en la línea de la Voluntad de Dios. 5. Todo lo que produzca más apertura en los demás, en las personas y en las comunidades también es Voluntad de Dios 6. Todo lo que tenga sentido positivo y optimista va en la línea de la Voluntad de Dios 7. Todo lo que produzca los frutos del Espíritu (paz profunda, libertad interior, entrega los demás, amor, gozo, afabilidad, bondad.... Cfr Gal 5) es conforme al querer de Dios

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8. Cuando se trata de revelaciones personales, es necesario conocer a la persona a la que se le dio el supuesto mensaje: conocer cuales son las cualidades y defectos naturales; si la persona es sincera o es capaz de falsedades, si es persona equilibrada, con una sana imaginación o una imaginación enfermiza. Es preciso saber si esa persona se guía normalmente por la razón o es guiada por sentimientos o impresiones. Es bueno conocer su grado de instrucción, los conocimientos que posee, lo que puede aprender con sus directores espirituales, las lecturas que hizo, los programas o películas que ve, la música que oye... Es fundamental preguntarse ¿Cuáles son las diferentes virtudes de esta persona? 9. El espíritu malo se muestra en la soberbia, en la falta de caridad, en el odio, en la confusión, en la desesperación, en el ansia de poseer, de dominar y de disfrutar. El espíritu natural, aparte de mostrarse en los desórdenes y debilidades, se muestra en la valoración excesiva del éxito, de la eficacia, del fruto inmediato, del sentirse realizado, en la lógica humana. 10. La luz y la acción del Espíritu van por el camino de la oración, caridad, sacrificio, humildad, esperanza. En la vida espiritual (personal y comunitaria) los santos han dado gran importancia a la serenidad, la "paz" o el "gozo" del corazón, que sólo Cristo puede comunicar como un don del Espíritu Santo (Jn 14,27; 15,11; 16,22-24; 17,13). R. Laurentin nos ayuda a discernir presentándonos las siguientes luces: 1. La acción de Dios se discierne por la paz que ofrece. Por este sello, por la unción de paz se distingue la alegría auténtica, dada por el Señor, de las alegrías ilusorias. 2. El árbol se conoce por sus frutos, en la vida de las personas y de las comunidades. 3. El discernimiento se hace a la luz de la sana doctrina. Es, pues, importante desarrollar formación e información, reflexión y trabajo, y también la modestia, la humildad, el sentido de la autocrítica, al mismo tiempo que la apertura a Dios, a la esperanza, y a los que fueron establecidos en la Iglesia para ejercer el discernimiento como última instancia.

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4. El discernimiento es normalmente comunitario. Debe ser ejercido en el seno de cada comunidad. La autoridad establecida, del obispo o del Papa, es el más alto recurso y la garantía que el Señor nos da al respecto. 5. El discernimiento sería engañoso y arrasador, si se le lleva a un exceso de desconfianza y de inquietud, si no estuviera inspirado por la esperanza que es uno de los signos del Espíritu. Algunas personas de mentalidad estrecha ejercitan el discernimiento a la manera de esos agricultores que abusan de los insecticidas y destruyen la vida que deberían estimular. Más vale a veces una cierta exuberancia de la vida y del carisma que el final lamentable de la higuera estéril que tuvo que ser desechada. Una de las grandes reglas del discernimiento consiste en lo siguiente: no extingan el Espíritu, no extingan los carismas, puesto que los carismas se rectifican desde el interior, y a veces de manera sorprendente. 6. El discernimiento tiene siempre por medida al Espíritu Santo y al Amor, el Ágape que infunde: Las reglas de discernimiento no tendrán eficacia alguna sin la transformación o el progreso de las personas, y aún podrán acarrear grandes desastres, si son manejadas como un automatismo racionalista, sin el amor y la luz que concede el Espíritu Santo. Al discernir, pregúntate 1. ¿Es algo justo? 1 Jn 5,17 "Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte". 2. ¿Me traerá tentación? Ro 13,14 "Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne". 3. ¿Da esto lugar al Diablo? Ef 4,27 "Ni deis lugar al diablo". 4. ¿Hay algo en la Biblia contrario a esto? Is 8,20 "¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido". 5. ¿Estoy confiando en Dios o dependiendo de mi propia fuerza? Prov. 3,56 "Fíate de Yahveh de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas".

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6. ¿Es algo dudoso? Ro 14,23 "Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado". 7. ¿Será motivo de tropiezo para alguien? Ro 14,21 "Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite". 8. ¿Tiene apariencia de maldad para alguien? 1 Tes. 5,22 "Absteneos de toda especie de mal". 9. ¿El Señor Jesucristo lo haría? 1 Pe 2,21 "Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas". Ro 8,29 "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos". 10. ¿Agradará a Dios? Jn 8,29 "Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada". 11. ¿Estoy tratando de impresionar a otros con mi espiritualidad? Hech 5,1-11 Ananías y Safira 12. ¿Espero que alguien me exalte? Gal 5,26 "No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros". 13. ¿Es algo edificante? 1 Cor 14,26 "¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación". 14. ¿Estoy siendo egoísta? Fil 2,3-4 "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros". 15. ¿Estoy negando la carne? Lc 14,26 "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo". 16

16. ¿Estoy poniendo a Cristo primero? Col. 1,18 "Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia". 17. ¿Es conveniente? 1 Cor. 10,23 "Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica". 18. ¿Traerá gloria a Dios? 1 Cor. 10,31 "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios". 19. ¿Me estoy engañando a mi mismo? 1 Cor. 3,18 "Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio". 20. ¿Tengo que esconderme de alguien? 2 Cor. 4,2 "Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios". 21. ¿Puede esto dañar el Templo de Dios? 1 Cor. 3,17 "Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es". 1 Cor. 6,19 "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?". 22. ¿Puedo agradecer a Dios, sinceramente? 1 Tes 5,18 "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús". 23. ¿Puedo hacerlo en el nombre de Cristo? Col 3, 17 "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él". 24. ¿Podré seguir haciéndolo? Col 3, 23 "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres". Ecl 9,10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría".

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25. ¿He orado acerca de esto? Sal 66, 18 "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado". Fil 4, 6 "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias". 26. ¿Me gustaría estar haciendo esto cuando Cristo viniera? 1 Jn 2, 28: “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados".

9 – HACER SIEMPRE Y EN TODO LA VOLUNTAD DE DIOS Nosotros, en calidad de cristianos Que debemos revestir Los sentimientos y disposiciones de nuestra Cabeza, No solamente hemos de estar sometidos a Dios Y a todas las cosas por su amor, Sino que debemos colocar nuestro contento, felicidad y paraíso En cumplir siempre y en todo la Voluntad de Dios - San Juan Eudes ¿Qué es la divina Voluntad? “Considera que la divina Voluntad es el principio, fin y centro de todas las cosas; es todopoderosa, sabia y buena; es quien dispone todas las cosas que nos suceden; es infinitamente adorable y amable en todas sus órdenes, porque proceden siempre de una perfectísima equidad, de una maravillosa bondad y de una gran caridad hacia nosotros, que no hace nada sino por nuestro bien y de la manera más excelente que se pueda desear. Considera que ella nos manifiesta sus órdenes a través de los acontecimientos, por sus divinos mandamientos, por los mandamientos de la Iglesia, y por los deberes, obligaciones y reglas de nuestra condición. Que el Hijo de Dios no ha hecho jamás su voluntad sino la de su Padre y que se ha sometido enteramente a sus órdenes y reglas que le ha prescrito aunque rigurosas y difíciles.

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Que la Santísima virgen su Madre y todos los santos han caminado por el mismo camino. Que tu salvación, perfección, felicidad, la paz de tu espíritu, la felicidad de tu corazón, tu verdadera libertad y tu soberano bien consisten en imitar en esto a Nuestro Señor, a su Santa Madre y a todos los santos.” (OC III 130-131)1. ¿Cómo se manifiesta la divina Voluntad? Esta Voluntad divina se manifiesta por varios medios: “El único medio de agradar a Dios es no tener otra voluntad que la suya, esforzándose por borrar la propia voluntad. La Voluntad de Dios se manifiesta por medio de sus mandamiento, por los mandamientos de la Iglesia, por sus reglas y por la voz de los superiores” (OC V, 298-299). “La divina Voluntad se manifestó a María por medio de los mandamientos, de la ley de Moisés, y por medio de sus padres y superiores, en quienes ella miraba y honraba a Dios, y cuya voz obedecía como la voz de Dios” (OC V, 453). “La adorable Voluntad de Dios se nos manifiesta por medio de sus divinos mandamientos, por las leyes de la Iglesia, por las reglas de nuestra profesión y por todas las personas que ocupan su lugar” (OC V, 535). La divina voluntad se manifiesta por medio del Líder de la Comunidad (OC IX, 238). Dios nos habla continuamente por sus inspiraciones, por medio de los libros que leemos, por sus divinos mandamientos, por la boca de nuestros superiores y predicadores, y por medio de todas las criaturas que son otras tantas lenguas que nos gritan sin cesar que amemos a su creador y al nuestro. El cielo y la tierra, dice san Agustín, y todas las cosas del cielo y de la tierra, no cesan de decirme que ame a mi Dios. Escucha pues a Dios que nos habla de tantas maneras, obedece su voz y haz buen uso de lo que te comunica” (OC V, 279). “La divina Voluntad se nos manifiesta a través de los acontecimientos, mandamientos de Dios y de la Iglesia, deberes, obligaciones y reglas de nuestro estado o condición” (OC IX, 130-131) Como cristianos, existimos para hacer la Voluntad de Dios Existimos para hacer la Voluntad de Dios. Nadie ha cumplido tan perfectamente la Voluntad de Dios como Jesús y María: “En la divina comunidad de Jesús, José y María, primera de todas las comunidades 1

San Juan Eudes, Obras Completas, tomo III, pp 130-131

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cristianas y ejemplar de todas, la divina Voluntad era su superiora… lo mismo debe suceder en una comunidad cristiana” (OC IX, 62). Contemplemos a Jesús, servidor de la Voluntad divina Jesús hace siempre y en todo la Voluntad de Dios: “La sumisión continua que debemos tener al santo querer de Dios es la virtud más universal y de ocurrencia más habitual, pues en toda hora se presenta la ocasión de renunciar a nuestro propia voluntad para acatar la de Dios. Jesucristo, nuestro Señor, desde el primer instante de su vida y de su entrada en este mundo, hizo profesión de no hacer jamás su voluntad, sino la de su Padre, como lo atestigua el autor de la carta a los Hebreos: Cristo, al entrar en este mundo, dice (dirigiéndose a su Padre): ya estoy aquí, oh Dios, para cumplir tu voluntad – pues así está escrito de mí en el rollo de la ley – (Heb 10, 5). Y más tarde dirá el mismo Jesús: he bajado del cielo no para hacer mi Voluntad, sino la voluntad del que ha enviado (Jn 6, 38). Y aunque su voluntad era santa, deificada y adorable, Jesús la hizo a un lado y en cierta manera la silenció para seguir la de su Padre, repitiendo en todo momento lo que iba a decir, la víspera de su muerte, en el jardín de los Olivos: Padre, que no se haga mi voluntad, sino la tuya (Lc 22, 42) La sumisión y obediencia cristianas consisten precisamente en continuar la sumisión y obediencia perfectísimas de Jesucristo. No sólo al querer, expresado directamente por el Padre celestial, sino a las voluntades que él le manifestó a través de su santa Madre, de san José, del ángel que lo llevó a Egipto, de los judíos y hasta de Herodes y Pilato. Porque no solamente Jesús se sometió a su Padre, sino a todas las criaturas para gloria de su Padre y por amor nuestro. Jesucristo, además, colocó toda su complacencia, su felicidad y su paraíso en someter su voluntad a la de su Padre: mi alimento – dice él – es hacer la Voluntad del que me ha enviado (Jn 4, 34) Por eso, en todo cuanto hacía experimentaba un placer infinito porque estaba cumpliendo la voluntad del Padre. En sus sufrimientos colocaba su gozo y su felicidad, según el espíritu, porque ése era el beneplácito de Dios. Por eso, el Espíritu Santo, hablando del día de la pasión y muerte de Jesús lo llama el día de la alegría de su corazón (Ct 3, 11). De igual manera en todas las cosas que iban sucediendo o que estaban por suceder en el mundo, Cristo encontraba la paz y el contento 20

de su espíritu porque en todo descubría siempre la amabilísima Voluntad del Padre. Por eso nosotros, que debemos revestir los sentimientos y disposiciones de nuestra Cabeza, no solamente hemos de estar sometidos a Dios y a todas las cosas por su amor, sino que debemos colocar nuestro contento, felicidad y paraíso en ello. Es esta la petición que hacemos todos los días a Dios: hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo (OC, I, 245-256) Contemplemos a María, sierva de la Voluntad divina María hace siempre y todo la Voluntad de Dios: “Después del amabilísimo Corazón de Jesús, en nadie ha reinado ni reinará jamás tan perfectamente la divina Voluntad como en el Corazón de María. María miraba y reverenciaba esta divina Voluntad como su origen y su principio, de quien había recibido el ser y la vida… la miraba y honraba como su último fin y su deseado centro, sabiendo muy bien que sólo estaba en el mundo para cumplir la Voluntad de su Creador. Ella la miraba y respetaba como su reina y su soberana, cuyas órdenes le eran tan queridas y preciosas que prefería morir mil veces antes que contrariarla. La miraba y amaba como su verdadero paraíso, en el que encontraba sus delicias. No solo quería lo que Dios quería sino que lo quería de la manera como Dios lo quería. Esta divina Virgen ponía todo su contento y delicias en las voluntades de su Dios. Esta divina Voluntad estaba manifestada en San José, su esposo, en los edictos del emperador Augusto, en la Ley de Moisés… Aunque sólo estaba llamada a someterse a la Voluntad de Dios, practicó lo que dijo san Pedro: sométanse por amor a Dios a toda criatura humana (1 Pe 2, 13), pues ella estuvo siempre dispuesta a someterse no solamente a sus superiores sino también a sus iguales y aún a sus inferiores, y a hacer ante todo la voluntad de otro antes que la suya, siempre y cuando esto no desagradara a Dios. Esta divina Voluntad era el alma de su alma, el espíritu de su espíritu y el corazón de su corazón. Era este espíritu y Corazón quienes le hacían vivir una vida totalmente celestial y animaba las facultades de su alma, sus sentidos interiores y exteriores, principio de todas sus acciones. Lo mismo que dijo Jesús lo pudo decir María: no he venido al mundo sino para hacer la Voluntad de mi Creador y mi soberano placer es seguirla en todo. En verdad, la Virgen María estaba totalmente transformada en la divina Voluntad por el amor que le tenía. Esta adorable Voluntad estaba en el corazón de María como en su casa, como en su reino” (OC VII, 524-527) 21

“María no tuvo otra Voluntad que la de Dios. Nosotros debemos tratar de imitarla si deseamos ser del número de sus verdaderos hijos. Para ello, trabajemos en primer lugar por hacer la guerra a nuestra propia voluntad, para destruirla y anonadarla tanto como nos sea posible, mirándola y tratándola como nuestra enemiga mortal, como la única fuente del pecado y como la sola causa de todas las miserias y desgracias. En segundo lugar, dirijamos nuestros afectos hacia la amabilísima Voluntad de Dios, mirándola y amándola como nuestro principio y origen, del cual salimos, como nuestro fin último y el único centro de nuestras almas y corazones en donde solo encontraremos la verdadera paz y felicidad. Mirémosla y honrémosla también como nuestra reina y soberana, suplicándole constantemente que establezca su reinado en nuestras almas y en nuestros corazones, en nuestro cuerpo y en nuestros sentidos internos y externos, y que destruya enteramente todo lo que impida su reinado en nosotros. Mirémosla y amémosla como nuestra madre, de quien recibimos el ser y la vida y pidámosle que nos rija y gobierne en todo y en todas partes, de la manera que le sea más agradable. Considerémosla como nuestro verdadero paraíso en la tierra, en donde encontramos la verdadera felicidad, si la seguimos fielmente” (OC V, 534) Consideremos frecuentemente estas palabras de Nuestro Señor: bajé del cielo no para hacer mi voluntad, sino la Voluntad del que me ha enviado” (Jn 6, 38). Y a fin de imitar este divino ejemplo, tengamos como primer y principal cuidado en renunciar enteramente a nuestra propia voluntad, para no tener y no seguir otra Voluntad que la de Dios” (OC IX, 152)

10. CONCLUSION Muchos cristianos no saben ni quieren discernir, esto es, buscar la Voluntad de Dios. Ellos quieren una Iglesia moralista, legalista, ritualista, en la que basta con cumplir lo que está mandado para ser buenos cristianos. Estos son 22

cristianos gregarios, poco responsables, rutinarios, amorfos..., que viven una religión de obediencia pueril. Eso no basta, es necesario formar cristianos maduros, capaces de discernimiento permanente. Necesitamos estimular a los cristianos para que busquen la Voluntad de Dios más allá de lo que está prescrito, para que disciernan permanentemente. En esta tarea del discernimiento tenemos, en fin, que fundamentales:

hacer tres cosas

Trascendernos: buscar lo que quiere el Padre, él que nos ha amado primero. Esto implica que nos situemos ante Dios como hijos, al estilo de Jesús para decirle “Abba… que se haga lo que tú quieras, no lo que yo quiera” (Mc 14, 16). Encarnarnos: descubrir la voluntad de Dios en el mundo. Cristo al encarnarse nos enseña que la Voluntad de Dios puede encontrarse en el mundo. Para ello es importante ser hombres de ojos abiertos, contemplativos, capaces de ver y de interpretar la voluntad de Dios en los acontecimientos del mundo. Hundirnos: entregarnos y darnos al Espíritu Santo para escuchar lo que el Espíritu Santo nos dice en la profundidad de nuestro corazón. El discernimiento es propio de hombres y mujeres espirituales. Necesitamos que los cristianos sean muy espirituales, de verdad, hombres y mujeres impulsados por el Espíritu. Pues el Espíritu Santo es quien actúa y habla en el interior de la persona, de la comunidad y de la Iglesia. Por eso san Irineo dice que somos cuerpo, alma y Espíritu Santo. Pablo lo dice de otra manera: “El Espíritu de Dios se ha unido a nuestro espíritu” (Ro 8, 9. 16) y nos comunica la personalidad de cristianos. Discernir es entonces escuchar lo que el Espíritu dice en la intimidad de nuestro ser y en lo profundo de nuestro corazón Terminemos alabando la Voluntad de Dios Grande Es el Señor y muy digno de alabanza, Hace cuanto quiere en cielo y tierra.

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Grandes son las obras del Señor Buscadas por los que las aman. Señor, Dios omnipotente, En tus manos están todas las cosas, Y no hay quien resista a tu voluntad. Tú, Señor, bendices al justo, Y como un escudo lo cubre tu voluntad. Haya paz para los que mana tu Voluntad, Y no encuentren tropiezo. Está escrito en el libro: Aquí estoy para hacer tu Voluntad, Lo quiero y llevo tu ley en mis entrañas. Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti, Enséñame a cumplir tu Voluntad, Ya que Tú eres mi Dios. Tu Espíritu que es bueno que guíe por tierra llana, Enséñame a cumplir tu Voluntad pues espero en ti. Señor, no merezco que fijes tu mirada en mí Pero fíjate en el rostro de tu Cristo, Y enséñame a cumplir tu Voluntad. ¿No te tengo a Ti en el cielo? Y contigo ¿qué me importa la tierra? Dios de mi corazón, mi herencia por siempre, Venga tu Reino. Hágase tu Voluntad En la tierra como en el cielo. Oremos Danos la Sabiduría que se asienta junto a tu trono, Porque somos siervos tuyos, Débiles y cortos para comprender tu Voluntad, 24

Envíala desde los santos cielos, Para que nos asista en nuestros trabajos, Y conozcamos lo que te agrada. Padre, que no se cumpla nuestra voluntad, Sino tu querer en cielo y tierra. Señor Jesús, que has dicho bajé del cielo no para hacer mi voluntad sino la del Padre que me envió, Y también: Todo el que cumple la Voluntad el Padre es mi hermano, mi hermana y mi Madre; Concédenos que, siguiéndote en todo, Renunciemos a nuestras miras humanas, Y con decisión cumplamos los designios del que es tu Padre y nuestro Padre. Amén

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