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Gabriel Salazar: “El proceso constituyente no toma en cuenta la asociatividad de las personas” Así lo expresó el Premio

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Gabriel Salazar: “El proceso constituyente no toma en cuenta la asociatividad de las personas” Así lo expresó el Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar, quien sostuvo que el mecanismo impulsado por el Gobierno infantiliza al pueblo. El especialista sostuvo que el país necesita un cambio cultural para modificar el funcionamiento de las organizaciones sociales que hasta ahora sólo se quedan en un reclamo testimonial que no cambia el fondo de los problemas y de sus demandas. No existe un proceso constituyente real en Chile y lo que hay está destinado a fracasar, vaticinó el Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar, quien además criticó el camino adoptado por el Gobierno para modificar la Constitución Política de 1980. En conversación con el programa “Libres e Iguales” que transmite Radio y Diario Universidad de Chile, el académico de nuestra casa de estudios sostuvo que el Ejecutivo tiene una mirada que infantiliza a la gente y no toma en cuenta sus procesos de asociatividad, como los registrados en Magallanes, Freirina, Alto Huasco y últimamente en Chiloé. “El proceso constituyente que ideó el Gobierno no tomó en cuenta para nada eso, haberse colgado de eso, haberlo incentivado, que se promoviera y se organizara eso y ahí dejar lanzado el debate. Yo lo asocio a cómo una profesora de kínder o de básica organiza con los niños una tarea, ‘mijitos, estos son los pasos que vamos a dar, vamos a hacer esto primero, después lo otro, lo de acá’, todo conducido desde arriba matriarcalmente”. Para el historiador, hay una mirada crítica de las acciones oficiales por parte de las comunidades, como por ejemplo en pueblos que se reúnen para empujar el establecimiento de una Asamblea Constituyente, algo que hasta ahora el Gobierno no ha querido convocar de manera directa. Para Salazar, se trata de un Estado liberal que deja pasar la acción del empresariado y el poder económico, el cual además margina a la población para que participe sólo en las votaciones, lo que no significa deliberación del pueblo ni el ejercicio real de la soberanía. “Ese es un problema bien de fondo porque si preguntamos qué es soberanía, ya ok la soberanía está en nosotros, pero cómo se define la soberanía, entonces si uno lo piensa bien mirando todo lo que ha ocurrido en el mundo, la soberanía es una voluntad colectiva, no es una voluntad individual de un individuo solo, eso es libre albedrío, es otro cuento. Cómo construyo una voluntad colectiva, bueno que la comunidad se junte, delibere, examine los problemas, bisque una solución, la defina y la imponga”. Sin embargo, criticó que las prácticas de las organizaciones sociales se mantienen ancladas a viejas prácticas y no han innovado para de esa manera buscar nuevas vías que permitan conseguir soluciones, sino más bien se quedan en acciones testimoniales que poco permiten modificar la realidad.

Al respecto, Salazar indicó que es necesario un cambio cultural de la gente para avanzar en los cambios que está reclamando. “Esta revolución cultural es un aprendizaje que, en este caso, es un aprendizaje a ser soberano de una vez por todas, a que nosotros establezcamos soluciones, deliberemos, establezcamos mandatos, y después que los tengamos elegimos al señor que va a ejecutar el mandato, porque lo que hemos hecho en 200 años es elegir señores sin mandato, entonces ellos hacen lo que quieren: Presidente, ministros, senadores, diputados, etc., y por eso son irresponsables porque no le dan cuenta a nadie”. Gabriel Salazar destacó eso sí el trabajo que han desarrollado distintas comunidades y que a partir de diversas experiencias de enfrentar los intereses de su gente con los empresariales comenzaron a mirar con atención la posibilidad de juntar sus reclamos para así encontrar soluciones conjuntas, las que incluso apuntan a la necesidad de instituir desde el pueblo una Asamblea Constituyente en el país.

Gabriel Salazar y el proceso constituyente: posible “pirueta política”

Varios políticos han dicho, de una manera u otra, que el poder constituyente, que es la máxima expresión de soberanía, radica en el Parlamento", dice el historiador y Premio Nacional de Historia, Gabriel Salazar, en el análisis de su último tomo "La enervante levedad histórica de la clase política civil"... De lo que se han olvidado, agrega, es de la "soberanía popular". La publicación aparece en momentos en que Chile atraviesa por un proceso constituyente y en que la Presidenta Bachelet da a conocer el mecanismo por medio del cual se llevará a cabo. Para ello, la mandataria introduce un plan de educación cívica entre octubre de 2015 y marzo de 2016, que a Salazar, como especialista precisamente en esta materia, la educación cívica le parece digno de una "mentalidad primitiva". "Me parece infantil preparar a la gente a través de cursillos, porque en el fondo hay que respetar los procesos culturales y sociales profundos de la ciudadanía. Por otro lado, de refundar el ramo de educación cívica tendría que estar centrado en una historia real, objetiva y profunda de la ciudadanía, lo que es una complicación porque no se ha escrito. Si no está centrado en eso, entonces simplemente van a ser cursos leguleyos que no conducen a ninguna parte". - Si hablamos de educación cívica se puede pensar que el pasado se utilizó con fines proselitistas. - En el pasado todos esos cursos consistían en que los niños conocieran la Constitución y, por lo tanto, la obedecieran. Lo que hacían no era sino legitimar el régimen vigente y, como consecuencia, no conducían a la construcción de un verdadero ciudadano. Esos cursos no pueden repetirse. Los políticos siempre piensan que se trata de difundir las leyes que ellos han dictado, pero eso es simplemente darle más vida a gente que está absolutamente desprestigiada en el país. - Se habla de proceso constituyente, de asambleas, plebiscitos, ¿la gente conoce de lo que está

discutiendo? - La mayor parte de la ciudadanía quiere una asamblea constituyente, entiende que a través de ella pueden cambiar el sistema político vigente, incluso el modelo económico y educacional, eso lo tiene claro, lo que no sabe es cómo ella puede participar, controlar y manejar una asamblea constituyente, porque si no lo hace la ciudadanía eso va a ser otra pirueta más que van a hacer los políticos o lo militares si es que apoyan eso. Creo que la presidenta está apresurando el tranco, lo que va a ocasionar que los beneficiados van a ser los políticos. Debería darse mayor relevancia en términos de lo que digan los ciudadanos, por medio de asambleas locales, que permitan a la gente deliberar con seriedad. - La Comisión Engel propuso impartir la Educación Cívica para descomprimir la desconfianza... - La comisión Engel fue ideada para buscar mecanismos para transparentar lo que hacen los políticos. En el fondo, era para lavarles la imagen y maquillarlos un poco de niños buenos, pero después no les gustó porque a Engel se le pasó la mano en las exigencias que estaba planteando. La autoeducación cívica, y recalco lo de autoeducación, de la ciudadanía no tiene nada que ver con los políticos, más bien con cómo construir un ciudadano soberano, no uno que solamente deposita un voto para cambiarlo por una promesa que no se cumple... Aquí la ciudadanía es la que tiene que ser incentivada para desarrollar el proceso, pero no con encuentros consultivos en que no decida nada, eso ya es un cuento viejo. -

¿Cómo

se

construye

un

ciudadano

entonces?

- Se autoconstruye. Te pongo un ejemplo, todo lo que ha hecho la asamblea de Freirina es construcción de ciudadanía, lo que ha hecho Aysén, Magallanes, lo que han hecho las asambleas territoriales... -

Se

habla

mucho

de

los

"ciudadanos

empoderados".

¿Lo

somos?

- Somos ciudadanos muy distintos a lo que éramos, por algo la Presidenta tuvo que ceder a la presión y reconocer que la constitución del ‘80 es ilegítima y que es necesario abrir un proceso constituyente con participación ciudadana. El solo hecho de que ella y los políticos hayan reconocido eso indica que somos muy distintos a lo que éramos en la época de Allende en que éramos simplemente masas en la calle aplaudiendo a los líderes, mientras que hoy son ellos los que tratan de seguirnos el paso. - ¿Cuáles son los ejes centrales sobre los que debiera modificarse la constitución? - Las asambleas debieran definir eso, por ningún motivo el Estado puede aparecer como la tía que conduce a su sobrinito en una escuela de kindergarden para hacer una tarea, eso es simplemente

prepotencia política que no cambia en nada la situación que queremos cambiar. -

Y

¿para

usted?

- Por ejemplo, la descentralización del Estado, la organización de asambleas por comunas, por región. En segundo lugar, todos nuestros representantes deben ser revocables por la misma base ciudadana y responsables ante ella, de manera que puedan ser juzgados y si es necesario también condenados. La judicialización de la política que vemos hoy en materia de financiamiento, tiene que ver con que los políticos no han sido responsables ante nadie, por lo menos en cuanto a estados financieros y faltaría que fueran responsables ante sus electores. - La Presidenta Bachelet ha hablado mucho de participación, pero ¿ha considerado verdaderamente la opinión de los movimientos sociales? - Creo que lo ha hecho siempre, pero de una manera muy peculiar, porque llama a participar a los actores involucrados para oírlos, pero les mete una cantidad de expertos que al final son mayoría y que ni siquiera son resolutivos, sino consultivos y, en la práctica, la decisión final la toma el Congreso. Si ése va a ser el método que se utilice en este proceso constituyente, yo creo que es simplemente una trampa.

Las posturas de la derecha frente al proceso constituyente: Por un Estado subsidiario y solidario La derecha viene saliendo de semanas complicadas. Y las páginas de El Mercurio lo han reflejado de buena manera. El pasado domingo 8 de mayo, el ex presidente Sebastián Piñera irrumpió sorpresivamente en la coyuntura con una extensa carta al tradicional matutino, llamada “Una mejor Constitución para Chile”. Piñera criticó duramente el proceso de la Nueva Mayoría, señalando, entre otras cosas, que “no ha dado las necesarias garantías básicas para que la participación ciudadana sea transparente y ecuánime; ha insinuado un escenario engañoso en torno a un mito respecto del pasado y una utopía respecto del futuro, El mito del pasado es que la causa de todos nuestros problemas sería el denomidano ‘Modelo Neoliberal’ y la utopía del futuro, que la Nueva Constitución sería la solución a todas las dificultades de Chile”. Las palabras del ex Mandatario movieron las aguas dentro de la derecha. Sobre todo porque existe una división al interior de Chile Vamos sobre qué hacer frente al proceso constituyente. Durante la semana, el Consejo Político de la colectividad determinó que -siguiendo las críticas de Piñera- no participarían de la iniciativa. Esto contrasta claramente con la posición de Evópoli y ciertos sectores de Renovación Nacional

-ligados al senador Manuel José Ossandón-que han declarado que no se restarán del proceso para no cederle espacio a la centro izquierda. Es más, declaran que ellos y otros militantes de la derecha ya se encuentran participando en los encuentros autoconvocados. Los sectores de la derecha más tradicional, principalmente agrupados en la UDI y la Fundación Jaime Guzmán, ven con mucho temor participar en los cabildos. Y, aunque llame la atención, creen que si participan del proceso de la Nueva Mayoría estarían legitimando una Constitución “chavista”. Así las cosas, se vislumbran dos líneas de acción por parte de la derecha. Por un lado, el proceso constituyente paralelo que está levantando Chile Vamos – “con contenidos”, como señalan- en el que organizarán encuentros en todo Chile para después redactar un documento con las “verdaderas” preocupaciones que tienen los chilenos. Y por otro, los que están decididos a participar del proceso organizado por el gobierno. Ayer domingo, nuevamente las páginas de El Mercurio sirvieron para la defensa de la tesis de los gremialistas y de Piñera. Esta vez en voz del ex senador UDI y uno de los más estrechos colaboradores del ex presidente, Andrés Chadwick. El también ex ministro del Interior señaló que el proceso de la Nueva Mayoría es una “estrategia política” y que está “hecho para llegar a ciertas conclusiones (…) esas van a ser que Chile necesita una nueva Constitución y que Chile quiere una Asamblea Constituyente, que es lo que la izquierda ha planteado en toda Latinoamérica como objetivo político central”. De hecho, la diferencia de ambas posiciones ha llegado a tal punto que el jefe de bancada de la UDI en la Cámara de Diputados, Juan Antonio Coloma, envío una carta al resto de Chile Vamos pidiendo “evitar caer en la tentación de ideologizar nuestro debate entrando en el juego de la izquierda y generando conflictos entre nosotros que no llegarán a ningún puerto. Solo será cultivo para todos aquellos que quieren ver a una oposición desestabilizada, sin fuerza y peleando entre nosotros”. En El Desconcierto conversamos con dos de las nuevas figuras de la derecha emergente, representantes de ambas posturas desplegadas: Diego Schalper, de Construye Sociedad y Hernán Larraín Matte, de Evópoli y la fundación Horizontal. Schalper: “No seremos cómplices de un tongo” Parte de la nueva generación de dirigentes jóvenes de derecha, Diego Schalper, de Construye Sociedad, se aleja de la tradicional derecha gremialista de Jaime Guzmán. Defiende a ultranza la decisión de no participar en el proceso: “No vamos a ser cómplices de un tongo, no vamos a participar. Es un proceso desinformado, centralizado, manipulado y poco transparente”. Critica duramente que sea el propio gobierno el encargado de redactar las bases de la Nueva Constitución, que no estén tomando en cuenta la opinión de los alcaldes y que no haya “interés real” por escuchar la voz de la ciudadanía. La idea del proceso paralelo de la derecha, según Schalper, es contrastar resultados con los que tendrá el Ejecutivo. Metodología certificada internacionalmente, encuentros con organizaciones sociales y no personas autoconvocadas y trabajo codo a codo con autoridades comunales -desde municipales hasta juntas de vecinos- son parte de lo que tienen planificado.

Sobre la postura de Evópoli y Ossandón de hacerse parte, asegura que “finalmente la ciudadanía se va a dar cuenta de que el proceso está siendo manipulado. Yo creo que ellos al final del camino van a mirar para atrás y decir ‘no debimos prestarnos para esta farsa’. Porque además nosotros no nos quedamos en nada, sino que desde Chile Vamos estamos organizando una estructura con contenido y realmente representativa”. Larraín Matte: “El proceso es un hecho político y no se puede renunciar a ningún espacio” Hernán Larraín Matte es hijo del presidente de la UDI y de Magdalena Matte, ex ministra de Piñera. Militante de Evópoli y además miembro del Consejo de Observadores, defiende la decisión de su movimiento de ser parte del proceso constituyente. “(El proceso) es un hecho político y no se puede renunciar a ningún espacio. Como parte de la oposición vamos a fiscalizar, pero también influir”, dice. En la misma línea se ha manifestado el líder de Evópoli, el diputado Felipe Kast. “Los que se deslegitiman si no participamos somos nosotros”, dijo hace unos días a CNN Chile. “Estamos construyendo un relato para los próximos 20 años. Creo que es un error marginarse”, agregó. Desde Evópoli resaltan que el Consejo Político de Chile Vamos no tiene carácter vinculante para los partidos que lo conforman, por lo que la decisión de marginarse, en la práctica, es solo una sugerencia. Y así lo saben en la agrupación de Kast, donde hacen oídos sordos. El propio diputado ya participó de un encuentro y están gestionando otros. “Estado subsidiario y solidario” Polémica causó en la semana cuando Chile Vamos presentó su propuesta constituyente. Liderados por el senador Alberto Espina (RN), acuñaron el término de “Estado solidario”, concepto que no existe en ámbitos teóricos y que llamó la atención. Consultados sobre qué concepción de Estado creen que debería garantizar la nueva Constitución, las posturas de Schalper y Larraín no parecen estar muy alejadas. “Creemos en un principio de subsidiaridad activa y responsabilidad solidaria del Estado”, dice el militante de Evópoli. Esto se traduciría en que el Estado genera las condiciones de libertad para que todos los ciudadanos sean libres de desarrollarse independiente del lugar donde nacen. Para Schalper, la derecha tradicional ha caído en un error al creer que subsidiaridad significa que el Estado no se hace presente. “El concepto real, el del modelo de la economía social de mercado alemana, por ejemplo, es un Estado con un rol activo, que se involucra. Nuestro planteamiento es subsidiario y solidario. No toma palco, sino que garantiza las condiciones de acceso para todos. La solidaridad tiene que ver con a todos de acuerdo a sus necesidades”, dice. “Queremos un Estado presente, pero no omnipresente como lo quiere la izquierda“, agrega Schalper.