Circe - Cortazar

CIRCE: LAS PERVERSIONES DE DELIA (Julio Cortazar) Síntesis: La protagonista de este libro de nombre Delia Mañara quien

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CIRCE: LAS PERVERSIONES DE DELIA (Julio Cortazar)

Síntesis: La protagonista de este libro de nombre Delia Mañara quien tuvo 2 novios era novia de varios de los que murieron siendo novios de ella (el primero de un paro cardíaco y el segundo se suicidó tirándose del puerto nuevo). Las malas lenguas del barrio decían que Delia había matado a sus novios. Los vecinos de Almagro en Capital Federal, Argentina, comenzaron a tejer conjeturas acerca de ese triste episodio, hablan mal de Delia y esto pone mal a Mario (su nuevo amor). A Delia se le acercaban algunos animales como los gatos pero otros le escapaban, como los perros.

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Circe esta basado en un cuento griego , recibía a sus novio previamente aprobados por sus padres. Ella preparaba licores y bombones en base a cucarachas e insectos, lo cual demostraría la inconformidad y la obligatoriedad de la situación (buscate un novio y casate). La relación estaría con la circe de Ulises que convertía a los hombre en cerdos y al único que pareció amar fue a Ulises a quien imponía su voluntad, lo cual demuestra el lesbianismo de la época , tal vez eso es lo que quiso representar Cortazar. En la obra de Homero, Circe era hija de Elios. Odiseo estuvo explorando la isla junto a sus servidores y encontraron esqueletos de marineros muertos que no eran atacados. Odiseo resolvió el problema: enseñó a sus marineros la razón de la docilidad de los animales. En el corazón de la isla tenía un palacio. Allí los marineros eran seducidos, les servían vino, había mujeres y canciones. Solamente un hombre escapó de ahí siguiendo el informe de Odiseo. Pudo rescatar a este hombre con la ayuda de un dios griego que le dio un antídoto para que viviera. Este hombre pudo observar muchas mujeres brujas en ese lugar. Algunos autores cuentan que encontraron dos niños muertos. En Circe, Julio Cortázar presenta una narración metafórica acerca del amor y las relaciones de dependencia. La relación de la protagonista Delia Mañara con sus novios, particularmente con Mario, conduce a la transformación de todos ellos en víctimas de la seducción intoxicante de Delia. Su sadismo neurótico es una forma de seducción y, al ser la seducción el manejo de la apariencia como secreto (visto el secreto no como contenido oculto sino como regla de juego), el amor se vuelve una forma de repulsión, tortura e idealización. A Mario le repugna y le atrae "una dulzura de abominable repugnancia..." que Circe perfore un bombón con una aguja como si se tratara de un ratón. Pianista, licorera y fabricante de bombones; Circe, astucia y meticulosidad, atrae a los hombres para volverlos víctimas. Delia Mañara es también maraña (la que enreda a la víctima), araña (la que teje trampas y frustra el deseo de Mario) y su proximidad a lo animal la emparenta con la Circe de Homero. "todos los animales se mostraban siempre sometidos a Delia, no se sabía si era cariño o dominación, le andaban cerca sin que ella los mirara. Mario notó una vez que un perro se apartaba cuando Delia iba a acariciarlo. Ella lo llamó [...] y el perro vino manso, tal vez contento, hasta sus dedos". Este perro es quizá una de las anteriores víctimas de los macabros encantos de Delia. En la degustación de los bombones venenosos preparados por Delia, Cortázar acerca el placer erótico a la muerte. Saborear los bombones sustituye el acto sexual al que Delia se niega. Además Delia se complace en las descripciones que Mario hace del sabor de sus dulces lo que implica una inversión de los roles sexuales. Delia es quien penetra, domina y acentúa su poder a través de sus conjuros gastronómico/eróticos.

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Mario se relaciona con Ulises ya que, como el héroe griego, es seducido por la bruja Circe y sus manjares. En el cuento los manjares se traducen en bombones rellenos de cucarachas. Mario acepta al final del relato lo que negó en el transcurso de la historia, la locura de Delia, y como Ulises, Mario somete a Circe agresivamente. Podría inferirse que la perdona y que luego se suicida como lo hicieron Rolo y Héctor. Circe convertía a los hombres en animales y los encerraba en su palacio por lo que el miedo que siente Ulises ante el peligro inminente durante este episodio de La Odisea, se expone en el relato de Cortázar a través del temor de Mario hacia lo que no conoce del pasado de Delia, que por su ceguera no se trata de un temor manifiesto, pero que se difunde a lo largo de la narración provocando una tensión creciente. El lector de Circe se convierte en un degustador más de las raras delicias de Delia en medio de la muy lograda ambigüedad provocada por un narrador repartido entre el testimonio y la omnisciencia (saber todo lo que se puede). La no-linealidad, la ambientación claustrofóbica y la simbología de la denominación crean un tapiz de repulsión y desconcierto: "La gente pone tanta inteligencia en esas cosas, y cómo de tantos nudos agregándose nace al final el trozo - Mario vería a veces el tapiz, con asco, con terror". La atmósfera, en efecto, puede interpretarse como el contexto social que rodea a Delia. Delia, en su neurastenia y sadismo, no es el único personaje extraño del cuento. Sus patéticos y consentidores padres, los repulsivos parientes de Mario, los novios "suicidas” de Delia, el propio ingenuo, torpe y hasta violento Mario (además de ahorcar a Delia es capaz de insultar a sus vecinos, abofetear al más chico de los Camiletti y vivir una doble vida), crean una ficción delirante en la que Delia es protagonista pero no excepción. Sus padres no prueban sus licores, revisan que sus bombones no carguen insectos escondidos y no advierten a Mario sobre los hábitos de su hija. Incluso los padres de Delia presencian el ahorcamiento de Delia al final del relato sin acudir a su defensa "habían estado ahí agazapados y esperando que él -por fin alguno- hiciera callar a Delia que lloraba, hiciera cesar por fin el llanto de Delia...". Incluso Mario puede caracterizarse como un masoquista integral ya que a pesar de que intuye la crueldad de Delia se deja atrapar por sus encantos hasta corroborar personalmente su sadismo: "Él se imaginaba cosas, y fue temerosamente feliz.", "Me va a hacer morir de calor, pero está delicioso", "simplemente prolongado este amor tranquilo hasta que ella no viese más una tercera muerte andando a su lado, otro novio, el que sigue para morir". Los chismes en torno a Delia pueden leerse como una voz colectiva que representa el disfrute morboso producido por la crítica al otro. La intromisión grupal es también el símbolo de la precariedad de la memoria que por medio de la especulación margina a la persona criticada proyectando la crueldad y el malestar propios. En esencia, la construcción de esta atmósfera grotesca se relaciona con la tan tratada y metaforizada figura del barrio en la narrativa de Cortázar. El barrio de Circe es un caserío de pesadillas en el que el monstruo principal cohesiona su caracterización sobrenatural a una rareza manifiesta pero sutil que delata la neurosis y lo demoníaco como elementos determinantes de la individualidad y las relaciones humanas. Circe expone la seducción como forma de poder y crueldad. Delia, como figura femenina, adquiere una impureza contraria a la visión tradicional de femineidad como sinónimo de sumisión y pasividad. Delia obedece al arquetipo de la mujer maliciosa de poderes ocultos cuya perversión manifiesta un manejo de la desesperación 3

(no hay que olvidar la inicial apatía de Delia y su llanto final) y una condición vampiresca desde la que se hace necesaria una víctima para perpetuar, a la vez, la vida y el mal. Adicionalmente, al ser Circe un título que alude a un personaje homérico y mitológico, el autor argentino expresa la universalidad y atemporalidad de dicha condición.

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