Cero Accidente

Cero Accidente: ¿Meta Posible? - Samuel Chávez Donoso 24 de mayo de 2012 a la(s) 6:19 En muchas empresas, particularmen

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Cero Accidente: ¿Meta Posible? - Samuel Chávez Donoso 24 de mayo de 2012 a la(s) 6:19

En muchas empresas, particularmente del ámbito minero y del sector forestal que he visitado últimamente, escucho hablar de “Cero Accidente”. La frase como que ya está instalada en la mente y está también a flor de labios en sus directivos. Y también la vemos aparecer en documentos, discursos y reuniones. Es como una nueva onda (o aspiración) en las empresas de vanguardia que ya han logrado bajas tasas de accidentalidad. Fue a propósito de ello, precisamente, que vino de nuevo a mi recuerdo, cuando una periodista me preguntó para una revista de circulación interna de una importante empresa minera: ”¿Cree usted que “cero accidente” es sólo un eslogan o puede llegar a ser efectivamente una realidad?” ¡Interesante la pregunta! Mi respuesta fue que el significado de las palabras siempre está en las personas. Y que bajo esta premisa, puede ser que algunos perciban esta frase como un mero eslogan, mientras que otros la interpreten como un deseo y otros la vean seguramente como un desafío. Como también puede ser que para algunos constituya mero un objetivo estadístico que hay que alcanzar de cualquier modo (incluso ocultando accidentes), mientras que para otros puede ser un noble y sincero objetivo por el cual hay que trabajar seria e incansablemente. Ahora bien, lo importante es que “el cómo” se perciba e interprete esta frase, influye de manera considerable en lo que realmente se haga en función de ella. Pero la periodista también me preguntaba si “cero accidente” puede llegar a ser efectivamente una realidad. Le contesté recordando que hace varios años, mientras viajaba a Curanilahue a desarrollar una actividad con un grupo de mineros del carbón, me encontré con un graffiti en una vieja muralla a la entrada del pueblo que decía: “Si es necesario, es posible”. Y yo creo cada vez más en ello. Para algunos, la meta cero accidente puede parecer imposible pero... ¿cuántas cosas que han sido “imposibles” se han logrado en la historia de la humanidad? ¡Muchas! Walt Disney decía: “Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr”. Y otro notable pensamiento, que también es aplicable a nuestra interrogante dice: “Aquel que cree que puede lograrlo, probablemente tenga razón; como también la tiene, probablemente, aquel que cree que no puede lograrlo”. El creer firmemente, el tener la convicción de poder llegar a lograr un estado ausente de accidentes en una empresa, constituye una tremenda energía que ayudará a avanzar en esa dirección. Aquellos

que no creen o dudan de su factibilidad, sean gerentes o profesionales de prevención, también lograrán, muy probablemente, ver hecho realidad su vaticinio. Lamentablemente. En realidad, “cero accidente” más que un objetivo (que también lo es) es una visión, es un norte. Es una aspiración con un hondo contenido ético, a la que no debiéramos renunciar. El hacerlo, so pretexto de que se trata de una meta imposible, sería como renunciar a la aspiración de lograr la paz mundial o renunciar a desterrar la pobreza: ellos han de ser objetivos permanentes. ¡Y debemos trabajar para avanzar tras su consecución... siempre! Así, en Seguridad también debiéramos trabajar constantemente para un objetivo de Cero Accidente. A nadie le “sonaría” bien escuchar un objetivo que diga por ejemplo “en este proyecto el objetivo en seguridad es no tener más de dos muertos, cinco amputaciones....” La mira debiera estar permanentemente en una visión de Cero Accidente. Pero como una visión sin acción no conduce a nada, esta visión debe venir acompañada de un trabajo serio e inteligente. ¿Y qué significa trabajar seria e inteligentemente para lograr el estado de “cero accidente”? Significa, por una parte, un esfuerzo de toda la organización, con voluntad de acción y con persistencia, buscando cada vez mejores resultados, a través del desarrollo de una Cultura Preventiva y el Autocuidado, a todo nivel. Pero también significa trabajar en base a una estrategia, que radique la responsabilidad por la seguridad en cada uno de los miembros de la empresa, entendiendo la seguridad como resultado de un trabajo bien hecho; una estrategia que privilegie el control de los accidentes en el origen o raíz de los problemas, mejorando constantemente los distintos sistemas y procesos; una estrategia que fomente tanto la gestión preventiva por parte de la línea de mando como el autocuidado por parte de los trabajadores. Tal desafío se justifica porque los accidentes siguen ejerciendo su acción devastadora al provocar muertes, amputaciones y distintos tipos de incapacidades a las personas; dañando equipos, maquinarias, instalaciones y bienes en general; interrumpiendo procesos, paralizando faenas; generando pérdidas humanas y económicas; dañando la imagen y reputación de las empresas, obstaculizándoles con ello su ingreso a mercados que interponen barreras sociales, entre otros tantos efectos de los accidentes. ¿No son estas razones más que suficientes como para declarar inadmisibles los accidentes y, por lo tanto, para aspirar a su erradicación de la empresa? Hace poco, escuché a un alto ejecutivo de Angloamerican decir: “Trabajamos en la dirección de Cero Accidente y, cuando se llega a producir uno, nos paramos con más fuerza para seguir avanzando en la misma dirección”. ¡Esa es la forma de abordar este desafío! ¡Esa es la actitud que se requiere! Que, felizmente, la he estado comenzando a ver también en algunas otras empresas del ámbito de la minería y forestal. No es malo apuntar a las estrellas. Por el contrario, siempre es bueno apuntar alto.

Y, si se trabaja con pasión para ello, tal vez en algún momento podamos decir: “Nos propusimos llegar a cero accidente, en un contexto de autocuidado y de cultura preventiva, y lo logramos... ¡porque no sabíamos que era imposible!”. Samuel Chávez Donoso Director General Rekrea Ltda. Mayo 2012

La seguridad implícita: ¿utopía o visión de futuro? Fuente: Dr. Samuel Chávez Donoso – Revista Factor de Riesgo

La verdad es que no importa mucho como le llamemos, siempre que tengamos claro lo que queremos. Utopía es: “algo que es bueno y que deseamos, pero que es imposible o muy difícil de realizar”. Al menos esa es la definición que da el diccionario escolar Santillana. Tal vez debamos quedarnos con esta definición y no con la de la Real Academia de la Lengua Española que nos dice que utopía es “algo imposible de realizar”. Personalmente prefiero compartir la idea de que “si la mente humana lo puede imaginar, el hombre lo puede realizar” o, como decía Walt Disney: “Si puedo soñarlo, puedo hacerlo”. Pues bien, en seguridad debemos aspirar en el largo plazo a lograr un estado utópico. Necesitamos tener una utopía. Es bueno que tengamos un sueño por el cual trabajar; una visión, creada en nuestras mentes, que nos guíe y estimule a avanzar… hacia el futuro deseado.

Nuestra Gran Utopía debiera ser... LA SEGURIDAD IMPLÍCITA. La Seguridad Implícita es el estado ideal en que la seguridad, si bien pierde su identidad como tal, impregna toda actividad humana, a nivel de pensamiento y de acción.

Es como si no existiera pero está siempre… ¡porque es un ingrediente de la “Solución” emprendedora! Algunas veces se ha dicho que “el mejor Programa de Seguridad es ninguno”. Pero a veces ha resultado peligroso porque suele ocurrir que cuando uno apunta a las estrellas, no falta el que mira la punta del dedo. Pero sin duda es la Seguridad Implícita la que, a futuro debiera hacer innecesarios los Programas de Seguridad, porque ella se sustentará simplemente en la forma correcta de emprender cada trabajo humano dentro de una empresa u organización.

Desde luego que esto es “algo bueno y que deseamos, pero que es imposible o muy difícil de realizar”. Pero, como decía el optimista voluntarioso: “Lo difícil lo hacemos de inmediato; lo imposible puede que nos tome algo más de tiempo”. El mensaje aquí es, simplemente, que debemos avanzar desde ya a ese estado ideal de Seguridad Implícita porque, mientras la Seguridad sea un apéndice en una organización, nunca será el apéndice más importante y mientras sea sólo un Programa, cualquiera podrá eliminarlo o dejar de aplicarlo, en cualquier momento. La Seguridad Implícita se transforma en un verdadero ingrediente estratégico, formando parte de la gran vertiente organizacional, formando parte de la cultura de la organización, contribuyendo al clima laboral y, por sobre todo, agregando valor real a cada proceso.

Aunque difícil, la Seguridad Implícita es posible de alcanzar mediante el desarrollo de una Cultura Preventiva a nivel de la organización, que involucre a cada persona, cualquiera que sea el nivel o área en la que se desempeñe y cualquiera sea el rol, función o tarea que deba cumplir en ella. LA