Caso Industria Textil

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290

parte 3

Casos

TLCAN y la industria textil estadounidense Cuando en 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comer- cio de América del Norte (TLCAN), muchos expresaron el temor de que se perdieran trabajos textiles en Estados Unidos, cuando las compañías trasladaran la producción de ese país a México. Los opositores al TLCAN argumentaban con pasión, pero en vano, que no debía firmarse el tratado por el efecto negativo que tendría en el mercado laboral estadounidense. Una rápida ojeada a los datos acumulados a 10 años de la aprobación del TLCAN indica que los críticos se anota- ron un punto. Entre 1994 y 2004, la producción de ropa en Estados Unidos cayó 40%, y la de textiles, 20%, durante un periodo en que la demanda general de ropa en ese país creció casi 60%. En el mismo lapso, el empleo en las textileras estadounidenses pasó de 478 mil plazas a 239 mil, y el empleo en el sector del vestido se desplomó de 858 mil a 296 mil personas. En el mismo periodo, las exportaciones de ropa de México a Estados Unidos aumentaron de 1 260 millones de dólares a 3 840 millones. Estos datos indican que las pérdidas de empleos se debieron a que la producción de ropa emigró de Estados Unidos a México. Sobran los ejemplos anecdóticos. En 1995, Fruit of the Loom, Inc., el mayor fabricante de ropa interior de Estados Unidos, anunció que cerraría seis de sus plantas en el país, reduciría las operaciones en otras dos y despediría a unos 3200 trabajadores estadounidenses, es decir, 12% de su mano de obra. La compañía indicó que los cierres eran parte de su proyecto de trasladar las operaciones a plantas más baratas en el extranjero, en particular, a México. Antes de los cierres, menos de 30% de la costura se hacía fuera de Estados Unidos, pero Fruit of the Loom planeaba llevar la mayor parte de ese trabajo a México. Del mismo modo, los fabricantes de telas trasladaron su producción a México. Para los fabricantes de textiles, las ventajas de establecerse en México son trabajadores e insumos baratos. En este país, el pago promedio oscila entre 10 y 20 dólares por día, en comparación con 10 a 12 dólares por hora que reciben los trabajadores textiles estadounidenses. Sin embargo, las pérdidas de empleos en la industria textil estadounidense no significan que los efectos generales del TLCAN hayan sido negativos. Los precios de la ropa en Estados Unidos también bajaron desde 1994, cuando la producción se mudó de los productores estadounidenses caros a los productores mexicanos baratos. Este cambio beneficia a los consumidores, que ahora tienen más dinero para gastar en otros productos. El costo de unos jeans de diseñador bajó de 55 dólares en 1994, a más o menos 48 dólares en la actualidad. En 1994, las camisetas blancas de mayoreo se vendían a 24 dólares la docena. Hoy cuestan 14 dólares. Además de los precios bajos, el cambio de la producción textil a México también benefició a la economía estadounidense de otras maneras. En primer lugar, a pesar del traslado de la producción de telas y ropa a México, se incrementaron las exportaciones de los productores de telas e hilo, muchos de los cuales pertenecen al sector de los compuestos químicos. Antes

de la aprobación del TLCAN, los productores estadounidenses de hilo, como E.I. du Pont, suministraban sólo cantidades pequeñas de tela e hilo a productores de México. Después, cuando la producción de ropa pasó a México, se incrementaron las exportaciones de tela e hilo a este país. Los productores estadounidenses suministraron 70% de la materia prima que pasó a los talleres de costura mexicanos. Entre 1994 y 2004, las exportaciones de algodón e hilo de Estados Unidos a México aumentaron de 293 millones de dólares a 1120 millones. La industria textil estadounidense perdió puestos de trabajo, pero los defensores del TLCAN afirman que su economía se benefició con precios más bajos del vestido y el incremento de las exportaciones de los productores de tela e hilo, y que se ha generado comercio como resultado del TLCAN. Las ganancias del comercio las materializan los consumidores estadounidenses y los productores de ciertos sectores. Como siempre, el establecimiento de un área de libre comercio implica ganadores y perdedores (los perdedores fueron los empleados de la industria textil), pero los defensores aseveran que las ganancias superan las pérdidas.

Preguntas para analizar el caso 1. ¿Por qué muchos empleos textiles emigraron de Estados Unidos en los años posteriores a la entrada en vigor del TCLAN? 2. ¿Quién ganó en el proceso de reajuste de la industria textil después del TCLAN? ¿Quién perdió? 3. En retrospectiva, ¿es mejor proteger a las industrias vulnerables como en el caso de los textiles, o permitirles ajustarse a los dolorosos vientos del cambio que se generan luego de la celebración de tratados de libre comercio? ¿Cuáles serían los beneficios de dicha protección? ¿Cuáles los costos?

Fuentes 1. C. Burritt, “Seven Years into NAFTA, Textile Makers Seek a Payoff in Mexico”, en Atlanta Journal-Constitution, 17 de diciembre de 2000, p. Q1. 2. I. McAllister, “Trade Agreements: How They Affect U.S. Textile”, en Textile World, marzo de 2000, pp. 50-54. 3. J. Millman, “Mexico Weaves More Ties”, en The Wall Street Journal, 21 de agosto de 2000, p. A12. 4. J.R. Giermanski, “A Fresh Look at NAFTA: What Really Happened?”, en Logistics, septiembre de 2002, pp. 43-46. 5. G.C. Hufbauer y C. Schott, NAFTA Revisited: Achievements and Challenges, Instituto de Economía Internacional, 2005. 6. O. Cadot y cols., “Market Access and Welfare under Free Trade Agreements: Textiles under NAFTA”, The World Bank Economic Review, 19, 2005, pp. 379-405. 7. Instituto Estadounidense de Manufactura Textil, en www.atmi. org/index.asp, y Departamento de Comercio Estadounidense, página en internet TradeStats Express, en http://tse.export.gov/