Camino Al Altar, Sobre El Discernimiento Vocacional

ii Copyright © 2019 Rey David Garcia Reyes All rights reserved. ISBN: 9781089436164 Imprint: Independently published

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DEDICACIÓN Con especial cariño y aprecio a mi amada prometida María José Tuarez Aguirre

CONTENIDO INTRODUCCION ................................................................ 11 CAPÍTULO I: ......................................................................... 14 LA VOCACIÓN................................................................ 14 CAPÍTULO II:........................................................................ 18 IMPORTANCIA DE ELEGIR BIEN EL ESTADO DE VIDA ............................................................................ 18 CAPÍTULO III: ...................................................................... 22 TRES TIPOS DE LLAMADOS ..................................... 22 El llamado de la nada a la existencia. .......................... 22 El llamado universal es a la santidad........................... 23 Llamado a un estado de vida particular. ..................... 24 CAPÍTULO IV: ...................................................................... 26 EL MATRIMONIO .......................................................... 26 CAPÍTULO V: ........................................................................ 31 LA VIRGINIDAD Y VIDA CONSAGRADA ........... 31 Vida Religiosa Activa..................................................... 39 Vida Religiosa Contemplativa ..................................... 40 CAPÍTULO VI: ...................................................................... 50 MIEDO A LA VOCACIÓN Y AL PROCESO PROPIO DE DISCERNIMIENTO.............................. 50 CAPÍTULO VII:..................................................................... 52 EL PROCESO ................................................................... 52 La oración ....................................................................... 52

Silencio............................................................................. 55 Recepción de los Sacramentos..................................... 56 Docilidad a la Voluntad De Dios ................................ 56 Búsqueda honesta de la Voluntad Divina .................. 57 CAPÍTULO VIII: ................................................................... 58 GUÍA DE UN BUEN DIRECTOR ESPIRITUAL ... 58 Fin de la dirección espiritual ........................................ 60 Cualidades del director .................................................. 61 Elección del director ..................................................... 61 El director espiritual ha de ser uno solo..................... 62 Cualidades del dirigido .................................................. 62 CAPÍTULO IX: ...................................................................... 64 UN CAMINO SIN DIRECTOR ESPIRITUAL ......... 64 Obediencia a los confesores ......................................... 64 Obediencia a los superiores.......................................... 65 Conocimiento profundo de ambas vocaciones......... 66 CAPÍTULO X:........................................................................ 67 SIGNOS DE LA VOCACIÓN RELIGIOSA ............. 67 Gusto por la Oración .................................................... 67 Una recta conciencia ..................................................... 68 Una autentica vida de gracia y oración ....................... 68 Celo por la Iglesia y la salvación de las almas ............ 69 Aptitudes ......................................................................... 69 Virtudes humanas .......................................................... 70 viii

Virtudes intelectuales..................................................... 70 Desprecio por el mundo y sus atractivos ................... 71 CAPÍTULO XI: ...................................................................... 72 DEL SECRETO DE LA VOCACIÓN A LA VIDA RELIGIOSA ....................................................................... 72 CAPÍTULO XII: .................................................................... 74 EL MATRIMONIO, SACRAMENTO DE SALVACIÓN ..................................................................... 74 Consideraciones sobre el amor .................................... 76 Muerte al propio yo ....................................................... 78 Signos de la vocación matrimonial.............................. 83 CAPÍTULO XIII: ................................................................... 85 MAGNANIMIDAD ......................................................... 85 CAPÍTULO XIV: ................................................................... 86 ELECCIÓN, PROPIAMENTE DICHA ..................... 86 Recomendaciones generales para el proceso ............. 88

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INTRODUCCION La familia, en los tiempos modernos, ha sufrido quizá como ninguna otra institución1. Por esta razón, hoy más que nunca, la preparación al matrimonio, a la vida conyugal y familiar, es de suma importancia para el bien de la Iglesia2 y de la sociedad en que vivimos, cuya sociedad se acuchilla a sí misma. En otras épocas dicha preparación podía contar con el apoyo de la sociedad, que reconocía los valores y beneficios del matrimonio3, así como el rol propio del varón y la mujer, sus responsabilidades, dones y oficios. Desafortunadamente hoy en día no es así, ahora presenciamos no solo la falta de reconocimiento del valor y beneficio del matrimonio y la familia sino lejos de esto, se han declarado enemigos públicos a esta institución divina que tanto bien hace a nuestra sociedad. Podemos decir que tanto es su afán por deformarla y destruirla que el mundo se empeña en aprobar y promover leyes antihumanas como: el aborto y la eutanasia, solo por mencionar algunas; del mismo modo aprueba y promueve leyes antinaturales como es el “matrimonio” (unión) entre parejas del mismo sexo y las aberrantes leyes en favor de la ideología de género 1

Familiaris Consortio #1 Pontificio Consejo para la Familia Preparación al Sacramento del Matrimonio 3 Familiaris Consortio #1 2

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donde el sexo es una simple creación cultural y cada uno puede elegir que ser, aun contra la misma naturaleza y razón humana. Como consecuencia no pocas son las personas que ignoran los bienes que trae consigo una buena preparación matrimonial y en consecuencia presenciamos altísimos índices de divorcios, infidelidades, uniones libres y otras deformaciones; el amor matrimonial queda frecuentemente profanado por la actual situación económica, social y política que dan origen a fuertes perturbaciones para la familia4. Estamos en un momento histórico en que la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla5, sin embargo como bautizados nos vemos en la responsabilidad de defender la santa institución divina familia. Por tanto, es urgente reavivar los magnos ideales católicos, aquellos que forjaron las grandes civilizaciones y cultura que vemos en retrospectiva, así como la lucha inagotable por defender a Dios, a la Iglesia y a la Familia. Una buena formación matrimonial podría no solo mejorar los matrimonios sino a la misma sociedad, ya que la familia es primera e insustituible célula de la sociedad, el lugar donde aprendemos los valores que nos guía por el resto de nuestras vidas6, lo propio que Cf. Pontificio Consejo para la Familia Preparación al Sacramento del Matrimonio. 5 Familiaris Consortio #3 6 Juan Pablo II, Carta a las Familias 1994 4

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heredamos para heredar. Camino al Altar es un pequeño libro que procura, tanto como mis limitaciones me lo permiten, brindar una buena formación respecto al discernimiento vocacional: a plantearse el matrimonio y la posibilidad del llamado a la vida consagrada. No son pocos los que, aun teniendo dudas sobre su vocación al matrimonio eligen equivocadamente este camino para después lamentarse, de la misma forma muchos optan por la vida consagrada sin un discernimiento libre y consciente para después ser infieles a su estado y algunos de estos causan escándalos siendo piedra de tropiezo para muchos. Por esta razón conviene un libro que trate el tema del discernimiento desde la perspectiva de un laico con vocación al matrimonio, puesto que ciertamente existe muchos libros sobre la vocación consagrada pero muy pocos que consideren el discernimiento de ambas vocaciones.

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CAPÍTULO I: LA VOCACIÓN La vocación es esencialmente un llamado de Dios, no emana de la persona es decir no proviene de ella, esta sólo puede recibirla y aceptarla libremente. Es don que nace del amor de Dios y por bondad la ofrece a los hombres, este don consiste principalmente en hacerle partícipe de su vida bienaventurada, considerando el infinito beneficio que reciben las almas por parte del Creador podemos saber que el llamado a un estado particular de vida es lugar ideal para la santificación del alma. Entre los teólogos se habla de tres tipos de llamados: El primer llamado de Dios es el llamado a la existencia, de la nada al ser. El segundo es un llamado universal a la santidad, a vivir en caridad, bautizados como hijos de Dios. Y el tercero es un llamado individual a abrazar un determinado estado de vida para la propia santificación y el bien del pueblo de Dios, la Iglesia. Este llamado puede ser a la vida matrimonial o vida consagrada. En este libro abordaremos el tema del discernimiento de la vocación, del llamado de Dios a un estado de vida particular. Empezaremos por decir lo que es la vocación religiosa: sus elementos esenciales 14

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como principio y fin de la misma; del mismo modo hablaremos del matrimonio. En ambas vocaciones explicaremos solo lo necesario para el fin que nos proponemos alcanzar, al final del libro recomendaremos otras obras que podrán ayudar a profundizar los temas tratados. Se hace necesario mencionar que en la web es muy difícil encontrar una buena guía que aborde el tema del discernimiento, de aquí la necesidad de escribir un libro sobre esto que es tan fundamental para los jóvenes, ya que es algo muy necesario en la toma de decisiones que le darán el rumbo a sus vidas. Hace algunos meses escribí un artículo muy breve sobre el tema del matrimonio el cual publique a través de las redes sociales y traeré al punto una vez más aquí, esto para que se entienda mejor la necesidad de este libro de discernimiento.

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COSAS QUE HAY QUE SABER ANTES DE CASARSE: -

Hay que estar seguros que Dios nos llama al matrimonio.

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Hay que estar seguros de que la persona con la cual nos queremos casar es la que Dios quiere para nosotros, la persona correcta.

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Hay que entender bien que el matrimonio es para toda la vida: es uno con una para siempre; esto es en las buenas y en las malas, en la salud y en enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, y hasta que la muerte los separe.

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Hay que ser conscientes de que el matrimonio no es un juego, si no estás dispuesto o dispuesta a asumir la responsabilidad que con lleva una familia, no te cases, y antes de hacerlo deberías procurar por todos los medios prepararte para ser una buena esposa o un buen esposo según la voluntad de Dios.

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Hay que conocer no sólo lo más básico sobre la familia, sino muy al contrario, es importantísimo, hoy en día, más que nunca estar consciente de los retos que sufren las familias y buscar la formación adecuada para vivir un matrimonio santo, un matrimonio según el plan de Dios.

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Nunca había recibido tantas preguntas sobre ningún tema como recibí sobre este, muchos mensajes felicitándome por escribir al respeto y también haciendo preguntas sobre algunas dudas, las más comunes entre los jóvenes son sobre: ¿cómo se puede estar seguros de que Dios nos llama al matrimonio? y ¿cómo se puede estar seguros de que la persona con la cual nos queremos casar es la persona que Dios quiere para nosotros, la persona correcta? Estas son preguntas fundamentales. En este libro procuraremos en la medida de lo posible ayudar a cada uno con una guía en la cual se puedan apoyar para hacer un buen discernimiento. Esta pequeña guía de discernimiento ha sido escrita apoyada en la doctrina de la Iglesia y experiencias personales, las cuales no han sido ajenas al juicio así como la dirección de capacitados y virtuosos sacerdotes. Esperando sea de provecho para muchas almas, hemos orado por quienes leerán este libro y continuaremos haciéndolo. Dios que es Rico en Misericordia tenga por bien servirse de este escrito, que manteniéndose fiel a la doctrina de la Iglesia, procura dar luz a los que se encuentran en este delicado proceso de discernimiento con muchos momentos de oscuridad y que tanto bien les haría ver brillar un pequeño rayito de sol. Esperamos que este libro sea ese pequeño rayito de sol para los que se encuentran en el proceso y puedan tomar las decisiones en armonía con la Voluntad de Dios. 17

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CAPÍTULO II: IMPORTANCIA DE ELEGIR BIEN EL ESTADO DE VIDA Está fuera de duda que nuestra eterna salvación depende principalmente de la elección de estado, sin embargo no por la mala de elección del estado se sigue forzosamente la condenación, sino que, aún de existir un error en la elección, si se perversa santamente en la vocación elegida existe una pequeña posibilidad de alcanzar la salvación, considerando que encontraremos cruces más pesadas, sufriremos y nos costará más. Fray Luis de Granada dice que esta elección es "la rueda maestra de la vida", y así como descompuesta la rueda maestra de un reloj queda todo desconcertado, así también, respecto de nuestra salvación, si erramos en la elección de estado, "toda nuestra vida, dice San Gregorio Nacianceno, andará desarreglada y descompuesta". Por consiguiente, si queremos salvarnos, menester es que, al tratar de elegir estado, sigamos las inspiraciones de Dios, porque solamente en aquel estado a que nos llama, recibiremos los necesarios auxilios para alcanzar la salvación eterna.7 7

La Vocación Religiosa, de San Alfonso de Ligorio

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En esto de la vocación el mundo muy poco o nada entiende, y por esto muchos apenas se cuidan de abrazar aquel género de vida al que los llama el Señor; prefieren vivir en el estado que han escogido: llevando por guía sus propios antojos y así viven como viven, esto es: perdidamente, y al final se condenan. Esto, no obstante, de la elección de estado depende principalmente nuestra salvación eterna. Trabajará mucho y se fatigará, pero en medio de sus fatigas y trabajos estará siempre oyendo aquella voz de San Agustín: “Corres bien, pero fuera de camino", es decir: fuera de la senda que el Señor te había trazado para llegar al término final de tu carrera. Dios no acepta los sacrificios que le ofrecemos siguiendo nuestros gustos. De Caín y de las ofrendas suyas, dice la Escritura, no hizo caso el Señor. Además amenaza con tremendos castigos a los que menosprecian Su voz por seguir los consejos de su amor propio. ¡Ay de vosotros, hijos rebeldes y desertores, dice por Isaías, que forjáis designios sin contar conmigo y emprendéis proyectos, y no según mi deseo!8 De ahí la gran importancia de elegir según Dios y no según nuestros propios deseos. Todo llamado, toda vocación tiene sus cruces y sus gozos, querer huir de las cruces del matrimonio pensando que en la vida religiosa no tendrá cruces es un error fatal. Lo mismo el que queriendo evitar las cruces de la vida consagrada elige para sí la vida matrimonial, encontrará cruces casi 8

La Vocación Religiosa, de San Alfonso de Ligorio

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imposibles y quizá muy tarde para volver al Querer Divino, y si se pretende vivir huyendo de las cruces terminará su existencia con frustración y sin frutos. Menester es elegir y sin demora aquello que Dios quiere para nosotros, eso es lo que nos conviene, es lo conviene para nuestra salvación. Conviene tener siempre, pero de manera muy especial durante el proceso la actitud de Santa Teresa de Ávila, actitud de total entrega a la Voluntad de Dios, no importa lo que Dios pida, no importa lo que Dios mande, viene mejor expresada en este poema: Vuestra soy, para vos nací, ¿Qué mandáis hacer de mí? Dadme riqueza o pobreza, Dad consuelo o desconsuelo, Dadme alegría o tristeza, Dadme infierno o dadme cielo, Vida dulce, sol sin velo, Que a todo digo que sí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Dadme, pues sabiduría, O por amor, ignorancia, Dadme años de abundancia o de hambre y carestía; Dad tiniebla o claro día; pues del todo me rendí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Dadme Calvario o Tabor, Desierto o tierra abundosa, Sea Job en el dolor, O Juan que al pecho reposa; 20

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Sea la viña fructuosa O estéril, si cumple así. ¿Qué mandáis hacer de mí? Si queréis, dadme oración, Si no, dadme sequedad, Si abundancia y devoción, Y si no, esterilidad. Soberana Majestad, Sólo hallo paz aquí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, para vos nací, ¿Qué mandáis hacer de mí?

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CAPÍTULO III: TRES TIPOS DE LLAMADOS

El llamado de la nada a la existencia. En el origen de nuestra vida encontramos un acto de amor infinito y omnipotente de Dios que, pronunciando nuestro nombre mucho antes de que nuestros padres lo hicieran por vez primera, nos llamó de la nada al ser: “Antes de haberte formado en el seno materno, te conocía, y antes de que nacieses te tenía consagrado”.9 No fuimos nosotros quienes escogimos vivir, ni tampoco lo merecimos, pues ni siquiera tuvimos la oportunidad de hacer algo que provocase Su amor. Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de Su vida bienaventurada.10 Existimos sencillamente porque Yahvé quiso y continúa sosteniéndonos en el ser; porque el Creador nos ha amado gratuitamente y nos sigue amando.11 En este amor personal de Dios al hombre reside la grandeza y la dignidad más profunda de cada ser Jr. 1,5 Catecismo de la Iglesia Católica, Prologo #1 11 Fuente: es.catholic.net/ Art. La vida como vocación/2019 9

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humano, el hombre tiene un valor absoluto porque es la única creatura a la que Nuestro Señor ha amado en sí misma12. El llamado universal es a la santidad. Todos estamos llamados a ser santos, a ser hijos de Dios en Jesucristo. Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica que Dios, en todo tiempo y en todo lugar, se hace cercano del hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Para lograrlo, llegada la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo como Redentor y Salvador. En Él y por Él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.13 Por el bautismo Jesús comparte Su vida con cada cristiano; cada uno es santificado en el Hijo; cada uno es llamado a la santidad; cada uno es enviado a compartir la misión de Cristo, con capacidad de crecer en el amor y en el servicio del Señor. Este don bautismal es la consagración fundamental cristiana y viene a ser raíz de todas las demás consagraciones.14 cf. Vaticano II, Gaudium et Spes, no. 24 Catecismo de la Iglesia Católica, Prologo #1 14 Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares: Elementos Esenciales de La Doctrina de la Iglesia sobre la Vida Religiosa dirigidos a los Institutos dedicados a Obras Apostólicas 12 13

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Una vez bautizados seremos santos y bienaventurados tanto cuanto cumplamos los mandamientos y vivamos en el amor de Dios que es el vínculo de la perfección. La santidad consiste esencialmente en el amor, por eso Nuestro Señor les decía a sus apóstoles: “Si me aman cumplirán mis mandamientos”15. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano.16

Llamado a un estado de vida particular. La Revelación cristiana conoce dos modos específicos de realizar integralmente la vocación de la persona humana al amor: el Matrimonio y la Virginidad. Tanto una vocación como la otra, en su forma propia, son una concretización de la verdad más profunda del hombre, de su «ser imagen de Dios».17 Es importante considerar que la vida laica consagrada propiamente no constituye una vocación sino es el resultado de una falta de aptitudes y actitudes tanto a la vida consagrada como a la vida matrimonial sin embargo la Iglesia acepta la vida laica consagrada como medio de salvación para ciertos miembros de la Iglesia18. Juan 14, 15 Familiaris Consortio #11 17 Familiaris Consortio #11 18 Familiaris consortio #11 15 16

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La perfección cristiana es el fin de todos los hombres, vivan en el mundo o en la vida religiosa, sean sacerdotes o laicos. Todos los religiosos tienen este mismo fin, pertenezcan al estado de vida contemplativa o de vida activa: todos están obligados a amar a Dios y a contemplarle, a amar al prójimo y a practicar las virtudes morales según los preceptos de la Ley. En resumen, el fin general de la vida consagrada

sustancialmente es idéntico al fin de la vida familiar.19 La Iglesia reconoce como más perfecto el estado de vida religioso, sin embargo, no por eso el estado de la vida matrimonial carece de valor. La vida matrimonial como la vida religiosa son vocaciones con una dignidad impuesta por el mismo Dios, una desde el principio (el matrimonio) y la otra (la vida consagrada) conferida por Jesucristo.

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Suma Teológica 11-1f q.23 a.2 ad 2

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CAPÍTULO IV: EL MATRIMONIO La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, según salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una institución puramente humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales.20 La Sagrada escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro: "No es bueno que el hombre esté solo"21. La mujer, "carne de su carne"22, su igual, la criatura más semejante al hombre mismo, le es dada por Dios como un "auxilio"23. De un extremo a otro la Escritura habla del matrimonio y de su "misterio", de su institución y del sentido que Dios le dio, de su origen y de su fin, de sus realizaciones diversas a lo largo de la historia de la salvación, de sus dificultades nacidas del pecado y de su renovación "en el Señor" todo ello en la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia24.

CIC # 1603 Gn 2, 18 22 cf Gn 2, 23 23 cf Gn 2, 18. 24 CIC # 1602 20 21

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Jesús enseñó sin ambigüedad el sentido original de la unión del hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al comienzo: la autorización, dada por Moisés, de repudiar a su mujer era una concesión a la dureza del corazón25; la unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble: Dios mismo la estableció: "lo que Dios unió, que no lo separe el hombre"26. Conviene ahora tener en cuenta la definición de lo que es el matrimonio según la doctrina de la Iglesia: La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados27. Para que un matrimonio se autentico debe satisfacer todos y cada uno de los elementos de la definición mencionada. Primero, el matrimonio es una alianza entre un varón y una mujer. Aquí podemos notar algunas cosas que se siguen por necesidad: El matrimonio es exclusivo, para el hombre excluye a todas las demás mujeres para estar con una sola y para la mujer excluye a todos los demás hombres para estar con un solo. También se sigue que cualquier unión que no sea entre un varón y una mujer no es otra cosa que una cf Mt 19,8 Mt 19,6 27 CIC 1055 § 1 25 26

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deformación del matrimonio, llámese como quieran llamar a las deformaciones, pero no se puede llamar matrimonio. Segundo, el matrimonio es para toda la vida, de ahí se debe entender que la separación no es una opción. Por tanto, la persona que se une en matrimonio con su cónyuge debe estar consiente que es para toda la vida. Es decir, no hay plan B. Tercero, el matrimonio esta ordenado al bien de los cónyuges, no por el bien de uno, sino el bien de ambos. Entiéndase que el bien abarca todos los ámbitos de la persona y no solo uno. Es decir, esa unión es ordenada al bien espiritual, material, social, físico, emocional, etc., de ambos cónyuges. No es para encontrar en el matrimonio el bien egoísta, el bien del propio yo y solo yo. La mayoría de las veces las personas se casan esperando que el cónyuge le haga feliz y no se dan cuenta que es justo lo que espera el otro cónyuge. No se casan pensando en hacer feliz a su cónyuge sino pensando que el cónyuge les hará felices a estos. Debemos tener en cuenta la concepción de felicidad que nos venden en los medios de comunicación hoy en día es una felicidad en la que no existen cruces, una felicidad con ausencia de problemas. Ante esta concepción errónea de felicidad vale la pena mencionar algo muy cierto: “No te casas para ser feliz sino para santificarte”28. 28

María José Tuárez Aguirre

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Cuarto, el matrimonio debe estar abierto siempre a la generación de la prole. La institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y educación de la prole, en la que encuentran su coronación29. Un matrimonio que no está abierto a traer nuevas vidas para el Reino de los Cielos no es más que una unión egoísta. Es cierto que la Iglesia permite en casos extremos el espaciar los nacimientos de nuevas vidas, pero eso lo trataremos en próximas obras. La iglesia enseña que en el matrimonias las relaciones sexuales tienen dos fines: el unitivo y el fin procreativo, ambos fines deben mantenerse dispuestos a la intercesión divina., No se debe olvidar que incluso cuando la procreación no es posible (por razones ajenas a la voluntad de los cónyuges), no por esto pierde su valor en la vida conyugal, dado que no se actúa contra la Voluntad Divina y los fines propios del acto conyugal. 30 Los esposos son por tanto el recuerdo permanente, para la Iglesia, de lo que acaeció en la cruz; son el uno para el otro y para los hijos, testigos de la salvación, de la que el sacramento les hace partícipes. Quinto, el matrimonio debe estar abierto siempre

a la educación de la prole.

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Familiaris Consortio #14 Ibid

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La educación a los hijos constituye un elemento propio del matrimonio, la formación de la persona misma en todas sus dimensiones priorizando la salvación del alma, la educación en los valores y virtudes. De este acontecimiento de salvación el matrimonio, como todo sacramento, es memorial, actualización y profecía que debe ser enseñado a los hijos; «en cuanto memorial, el sacramento les da la gracia y el deber de recordar las obras grandes de Dios, así como de dar testimonio de ellas ante los hijos; en cuanto actualización les da la gracia y el deber de poner por obra en el presente, el uno hacia el otro y hacia los hijos, las exigencias de un amor que perdona y que redime; en cuanto profecía les da la gracia y el deber de vivir y de testimoniar la esperanza del futuro encuentro con Cristo 31

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Ibid #13

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CAPÍTULO V: LA VIRGINIDAD Y VIDA CONSAGRADA La virginidad y el celibato por el Reino de Dios no sólo no contradicen la dignidad del matrimonio, sino que la presuponen y la confirman. El matrimonio y la vida consagrada son dos modos de expresar y de vivir el único Misterio de la Alianza de Dios con su pueblo. Cuando no se estima el matrimonio, no puede existir tampoco la virginidad consagrada; cuando la sexualidad humana no se considera un gran valor donado por el Creador, pierde significado la renuncia por el Reino de los cielos. En efecto, dice acertadamente San Juan Crisóstomo: “Quien condena el matrimonio, priva también la virginidad de su gloria; en cambio, quien lo alaba, hace la virginidad más admirable y luminosa. Lo que aparece un bien solamente en comparación con un mal, no es un gran bien; pero lo que es mejor aún que bienes por todos considerados tales, es ciertamente un bien en grado preminente”. En la virginidad el hombre está a la espera, incluso corporalmente, de las bodas escatológicas de Cristo con la Iglesia, dándose totalmente a la Iglesia con la esperanza de que Cristo se dé a ésta en la plena verdad de la vida eterna. La persona virgen y/o consagrada 31

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anticipa así en su carne el mundo nuevo de la resurrección futura. En virtud de este testimonio, la virginidad o celibato mantiene viva en la Iglesia la conciencia del misterio del matrimonio y lo defiende de toda reducción y empobrecimiento. Haciendo libre de modo especial el corazón del hombre, «hasta encenderlo mayormente de caridad hacia Dios y hacia todos los hombres», la virginidad consagrada testimonia que el Reino de Dios y su justicia son la perla preciosa que se debe preferir a cualquier otro valor, aunque sea grande, es más, que hay que buscarlo como el único valor definitivo. Por esto, la Iglesia, durante toda su historia, ha defendido siempre la superioridad de este don frente al del matrimonio, por razón del vínculo singular que tiene con el Reino de Dios. Aun habiendo renunciado a la fecundidad física, la persona consagrada se hace espiritualmente fecunda, padre o madre de muchos, cooperando a la realización de la familia según el designio de Dios. Estas reflexiones sobre la virginidad (vida consagrada) pueden iluminar y ayudar a aquellos laicos que por motivos independientes de su voluntad no han podido casarse y han aceptado posteriormente su situación en espíritu de servicio. La Iglesia considera ciertos elementos como esenciales para la vida religiosa: la vocación divina (El 32

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llamado de Dios), la consagración mediante la profesión de los consejos evangélicos con votos públicos, una forma estable de vida comunitaria, para los institutos dedicados a obras de apostolado, la participación en la misión de Cristo por medio de un apostolado comunitario, fiel al don fundacional específico y a las sanas tradiciones; la oración personal y comunitaria, el ascetismo (la vida mortificada), el testimonio público, la relación característica con la Iglesia, la formación permanente, una forma de gobierno a base de una autoridad religiosa basada en la fe32. La consagración es la base de la vida religiosa. La consagración es una acción divina. Dios llama a una persona y la separa para dedicársela a Si mismo de modo particular. Al mismo tiempo, da la gracia de responder, de tal manera que la consagración se exprese, por parte del hombre, en una entrega de sí, profunda y libre.33 Jesús vivió su consagración precisamente como Hijo de Dios: dependiendo del Padre, amándole sobre todas las cosas y entregado por entero a su voluntad. Estos aspectos de su vida como Hijo son compartidos por todos los cristianos. A algunos, sin embargo, para bien de todos, Dios da el don de seguir más de cerca a Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares: Elementos Esenciales de La Doctrina de la Iglesia sobre la Vida Religiosa dirigidos a los Institutos dedicados a Obras Apostólicas # 4 33 Ibid #5 32

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Cristo en su pobreza, su castidad y su obediencia por medio de la profesión pública de estos consejos con la mediación de la Iglesia.34 Es la Iglesia quien reconoce como auténtico el don y es mediadora de la consagración35. La naturaleza misma de la vocación religiosa lleva consigo el testimonio público de Cristo y de la Iglesia. La profesión religiosa se realiza mediante votos que la Iglesia recibe como públicos. Desde el momento mismo del ingreso en el noviciado, una cierta separación de la familia y de la vida profesional, habla potentemente de lo absoluto de Dios; pero al mismo tiempo, se establece un vínculo nuevo y más profundo en Cristo con la familia que se ha dejado. Este vínculo se refuerza aún más cuando el desprendimiento de otras relaciones, ocupaciones y formas de diversión en sí legítimas, siguen reflejando públicamente en la vida la primacía de Dios. Otro aspecto de la naturaleza pública de la consagración religiosa está en el apostolado de los religiosos que, en cierto sentido, es siempre comunitario36. Por los votos, el religioso dedica con gozo toda su vida al servicio de Dios, considerando el seguimiento de Cristo «como la única cosa necesaria» y buscando a Dios, y solo a Él, por encima de todo. Dos razones Ibid #7 Ibid #8 36 Ibid # 10 34 35

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fundamentan esta oblación: la primera el deseo de liberarse de los obstáculos que podrían impedir a la persona amar a Dios ardientemente y adorarle con perfección; la segunda, el deseo de ser consagrado de forma más total al servicio de Dios. Los votos mismos «manifiestan el inquebrantable vínculo que existe entre Cristo y su esposa la Iglesia. Cuanto más fuertes y estables sean estos vínculos, más perfecta será la consagración religiosa del cristiano». Los votos son también, en concreto, tres maneras de comprometerse a vivir como Cristo vivió, en sectores que abrazan toda la existencia: posesiones, afectos y autonomía. Cada uno pone de relieve una relación con Jesús, consagrado y enviado. Él fue rico, pero se hizo pobre por nuestra salvación, despojándose de todo y no teniendo donde reclinar su cabeza. Amó con un corazón indiviso, universalmente y hasta el fin. Vino a hacer la voluntad del Padre que le envió, y lo hizo permanentemente, «aprendiendo la obediencia por el sufrimiento y convirtiéndose en causa de salvación para todos los que obedecen».37 El religioso renuncia al libre uso y disposición de sus bienes, depende del legítimo superior de su instituto en cuanto a sus necesidades materiales, pone en común los dones y retribuciones que recibe, como propiedad que son de la comunidad, acepta y participa en un estilo sencillo de vida. El religioso o religiosa se compromete a vivir la castidad por un nuevo título, el 37

Ibid #14 y 15

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del voto, y a vivirla en el celibato consagrado por el Reino. Esto lleva consigo una manera de vida que es testimonio convincente y verosímil de una entrega total a la castidad y que cierra la puerta a todo comportamiento, relación personal y forma de recreación, incompatibles. El religioso se compromete a obedecer a los mandatos del superior legítimo según las constituciones del instituto y acepta, además, una particular obediencia al Santo Padre, en virtud del voto de obediencia. Implícita en el compromiso que los votos producen, está la exigencia de la vida común con los hermanos o hermanas de comunidad. El religioso se compromete a vivir en fidelidad a la naturaleza, fin, espíritu y carácter del instituto, como aparecen expresados en sus constituciones, en las normas propias y en las sanas tradiciones. Finalmente, el religioso se compromete generosamente a emprender una vida de conversión radical y continua, como la reclama el Evangelio, especificada ulteriormente en el contenido de cada uno de los votos.38 La pobreza, castidad y obediencia religiosas pueden hablar con fuerza y claridad al mundo de hoy, que sufre de tanto consumismo y discriminación, erotismo y odio, violencia y opresión.39 Cuando Dios consagra una persona, concede un don especial en orden a la realización de su propio designio de amor: La consagración inevitablemente 38 39

Ibid #16 Ibid #17

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implica misión. Se trata de dos facetas de una misma realidad. La elección de una persona por parte de Dios, es para la salvación de los demás: la persona consagrada es «enviada» para realizar la obra de Dios, con el poder de Dios. Jesús mismo tenía clara conciencia de ello. Consagrado y enviado para llevar la salvación de Dios, estaba por entero dedicado al Padre en la adoración, el amor y la obediencia, y totalmente entregado a la obra del Padre, que es la salvación del mundo.40 La vida religiosa no se puede sostener sin una profunda vida de oración, individual, comunitaria y litúrgica.41 La respuesta de Cristo, de pobreza, castidad y obediencia, le condujo a la soledad del desierto, al dolor de la contradicción y al abandono de la cruz. La consagración del religioso se adentra por ese mismo camino, no puede ser un reflejo de la consagración de Cristo, si su vida no lleva consigo la abnegación. La vida religiosa misma es una expresión permanente, pública y visible, de conversión cristiana. Exige el abandono de todas las cosas y el tomar la propia cruz para seguir a Cristo con la vida entera. Lo cual lleva como consecuencia la ascética (vida de mortificación) necesaria para vivir en pobreza de espíritu y de hecho, para amar como Cristo ama, para someter la propia voluntad, por Dios, a la voluntad de otro que le representa, aunque imperfectamente. Exige el don de 40 41

Ibid # 23 Ibid # 28

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sí mismo, sin el cual no es posible vivir ni una vida comunitaria auténtica, ni una misión fructuosa.42 Por naturaleza, la vida religiosa es un testimonio que debería manifestar claramente la primacía del amor de Dios con una fuerza que proviene del Espíritu Santo43 La vida religiosa tiene su propio lugar dentro de la estructura divina y jerárquica de la Iglesia. No constituye un estado intermedio entre la condición clerical y laical, sino que procede de ambas, como don especial para la Iglesia entera.44 Los religiosos, como el resto de los cristianos, deben esforzarse en la conquista de la perfección por los medios propios de su estado, haciendo todo lo que puedan por cumplir lo que la regla les manda. La obligación especial de los religiosos respecto a la perfección no consiste en el deber de aspirar a un grado de caridad superior al que puedan alcanzar los cristianos que viven en el mundo, sino en practicar los ejercicios de perfección a los que se han comprometido por voto y que están señalados en la regla. Son bienes muy reales, a los que el hombre se liga fácil y profundamente. Los consejos evangélicos implican una renuncia radical a los tres máximos bienes del hombre en este mundo, a saber: las riquezas, el matrimonio y la libre disposición de sí mismo. Ibid # 31 Ibid # 32 44 Ibid # 38 42 43

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Debemos hacer mención a la diferencia de la vida religiosa contemplativa, así como de la vida religiosa activa. Vida Religiosa Activa El religioso por la consagración se reserva para Dios, su consagración es en un determinado instituto o congregación religiosa cuyo fin es doble, la santificación propia y la del prójimo de acuerdo a sus Constituciones. La mayor parte de las Constituciones religiosas comienzan así: «El Instituto tiene como fin general la santificación de sus miembros mediante la práctica de los tres votos públicos de pobreza, castidad y obediencia y la observancia de las Constituciones. Como fin especial, la educación de la juventud, o bien el cuidado de los enfermos, o también la asistencia de los pobres, etc.». Por consiguiente, todo Instituto de vida activa o apostólica se propone dos fines: la santificación personal de los religiosos o religiosas que lo componen y una tarea específica de apostolado. Esto equivale a decir que los miembros de tales Congregaciones persiguen un doble fin: tender a la perfección y hacer bien al prójimo.45 La vida religiosa activa se distingue de la vida 45

Los fines de la vida religiosa según Sto. Tomas Cardenal Paul Philippe OP.

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religiosa contemplativa. La vida activa para el religioso y la religiosa no se trata de una actividad cualquiera sino de una acción apostólica y caritativa originada y animada por el Espíritu Santo. Tan solo una acción de este género cabe dentro de la naturaleza misma de la vida religiosa, en cuanto constituye un ministerio sagrado y una obra particular de caridad que han sido confiados a los religiosos por la Iglesia y han de ser ejercitados en su nombre. La característica propia de tal acción es el impulso de la caridad alimentada en el corazón del religioso; el corazón, considerado como el santuario más íntimo de su persona, en el cual vibra la gracia de la unión entre interioridad y actividad.46 La naturaleza misma de la acción apostólica y caritativa encierra una riqueza propia que alimenta la unión con Dios.47 Vida Religiosa Contemplativa 48 Conocer y amar a Dios más y más es un deber que incumbe a todo cristiano y debe ser su objetivo, y en este sentido amplio, la vida cristiana y contemplativa La dimensión contemplativa de la vida religiosa (plenaria scris - marzo de 1980), # 4 47 Ibid, # 6 48 Bibliografía: SANTO THOMAS, Summa Theol., II-II, Q. CLXXIXCLXXXII; SUAREZ, Tract. de Oratione, lib II, c, IX ss; IDEM, De varietate religionum, lib., I, c.v, VI; DENIS EL CARTUJO, De contemplatione; La vie contemplative: son role apostolique (Montreuil-sur-Mer, 1898); DIVINE, Manual of Mystical Theology (Londres, 1903). 46

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son sinónimos. Este deber, sin embargo, admite diversos grados en su cumplimiento, muchos le dan sólo una parte de su tiempo y atención, ya sea por falta de piedad o debido a otras obligaciones; otros intentan combinar armoniosamente la vida contemplativa con el ministerio activo, es decir, el cuidado de las almas, que, llevada a cabo por un motivo de caridad sobrenatural, puede ser compatible con la vida interior. Otros, además, que tienen la voluntad y los medios, tienen por objeto el cumplimiento del deber de la contemplación hasta la perfección suprema, y renuncian a todas las ocupaciones incompatibles con ella, o que, debido a las capacidades limitadas del hombre, por su naturaleza se lo impedirían. Ha prevalecido la costumbre de aplicar el término "contemplativa" sólo a la vida que lleva este último. La contemplación, el objeto de la vida contemplativa, se define como “la complaciente y amorosa mirada del alma a la verdad divina ya conocida y aprehendida por el intelecto ayudado e iluminado por la gracia divina”. Esta definición muestra las dos principales diferencias entre la contemplación del asceta cristiano y la investigación meramente científica del teólogo. El contemplativo, en su investigación de las cosas divinas, es impulsado por el amor a esas cosas, y su meta final es aumentar ese amor, así como las primicias de su contemplación; en otras palabras, la virtud teologal de la caridad es el manantial así como el 41

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resultado del acto de la contemplación. Además, el contemplativo no se basa en los poderes naturales de su intelecto en sus esfuerzos por obtener el conocimiento de la verdad, sino, sabiendo que la razón humana es limitada y débil, especialmente cuando indaga en las cosas sobrenaturales, busca la ayuda de lo alto por medio de la oración, y por la práctica de todas las virtudes cristianas y se esfuerza para adaptar su alma para la gracia que él desea. El acto de la contemplación, imperfecto como debe ser, es de todos los actos humanos uno de los más sublimes, uno de los que rinden el mayor honor a Dios, lleva el mayor bien al alma y la capacita más eficazmente para convertirse en un medio de salvación y de múltiples bendiciones para los demás. Según San Bernardo (De Consider., lib. I, c. VII), es la forma más alta de culto humano, pues es esencialmente un acto de adoración y de total entrega de todo el ser del hombre. El alma en contemplación es un alma postrada ante Dios, convencida de y confesando su propia nada y que Dios es merecedor de recibir todo el amor, la gloria, el honor y la bendición de aquellos que Él ha creado. Es un alma perdida en admiración y amor de la Belleza Eterna, cuya visión aunque es sólo un débil reflejo, la llena de una felicidad que nada más en el mundo le puede dar —una alegría que, mucho más elocuente que el discurso, da testimonio de que el alma valora esa Belleza sobre todas las bellezas, y encuentra en ella la 42

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realización de todos sus deseos. Es el culto jubiloso de todo el corazón, mente y alma, el culto “en espíritu y en verdad" de los “verdaderos adoradores”, como el Padre quiere que sean los que le adoren. (Juan 4,23). Sin embargo, “vida contemplativa” no denota una vida entregada completamente a la contemplación. En la tierra un acto de contemplación no puede ser muy duradero, excepto en el caso de un privilegio extraordinario concedido por el poder divino. La debilidad de nuestros sentidos corporales y la inestabilidad natural de nuestras mentes y corazones, junto con las exigencias de la vida, nos imposibilitan fijar nuestra atención por mucho tiempo en un objeto. Esto es cierto respecto a las cosas terrenales o materiales; es aún más cierto en los asuntos relacionados al orden sobrenatural. Sólo en el cielo el entendimiento será fortalecido a fin de que no vacile nunca más, sino que se adhiera incesantemente a Él que es su creador. De ahí que es raro encontrar almas capaces de llevar una vida de contemplación, sin ocupar ocasionalmente su actividad mental o física en las cosas terrenales o materiales. Sin embargo, la combinación de las dos vidas de las que la hagiografía católica (historia y vida de los santos) ofrece ejemplos tan sorprendentes y gloriosos es, por regla general y para las personas de logros ordinarios, una cuestión de considerable dificultad. La acción exterior, con el afán y el cuidado que la acompañan, tiende naturalmente a 43

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absorber la atención; el alma se ve de este modo obstaculizada en sus esfuerzos por ascender a las regiones más altas de la contemplación, puesto que su energía, capacidad y poder de aplicación son generalmente muy limitados para permitirle realizar conjunta y exitosamente actividades tan diferentes. Esta es la razón por la que aquellos que han querido entregarse a la contemplación y llegar a un grado eminente de unión mística con Dios usualmente se han alejado de la muchedumbre y han abandonado todas las demás actividades, para llevar una vida retirada totalmente consagrada al propósito de la contemplación. Es evidente que esa vida no puede ser conducida a ninguna parte tan segura y fácilmente como en esas órdenes monásticas que la convierten en su objeto especial. Las reglas de dichas órdenes le proveen a sus miembros todos los medios necesarios y útiles para este fin, y les resguarda de todos los obstáculos exteriores. Como el principal de estos medios se puede considerar a los votos, que son barreras levantadas contra las incursiones de los tres grandes males que devastan el mundo: La pobreza libera al contemplativo de las preocupaciones inherentes a la posesión y administración de los bienes temporales, de los peligros morales que siguen a la consecución de la riqueza, y de la codicia insaciable de ganancias que 44

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tanto degrada y materializa la mente; la castidad lo libera de las ataduras de la vida matrimonial con sus afanes que tanto "dividen" el corazón y la mente; según la expresión del Apóstol (1 Cor. 7,33), y tan apto para limitar la simpatía y la acción del hombre dentro de un estrecho círculo. Por esa misma virtud él también obtiene la pureza de corazón que le permite ver a Dios (Mt. 5,8); la obediencia, sin la cual la vida en comunidad es imposible, lo libera de la ansiedad de tener que determinar qué curso tomar en medio de las circunstancias siempre cambiantes de la vida. La estabilidad que le da el voto al propósito del contemplativo, colocándolo en un estado fijo con deberes y obligaciones establecidos, también es una ventaja incalculable, ya que lo salva de la inconstancia natural y el infortunio de tantas empresas. El silencio es, por supuesto, el elemento propio del alma contemplativa, ya que es casi imposible conversar con Dios y con los hombres al mismo tiempo. Además, conversar innecesariamente suele dar lugar a un sinnúmero de pensamientos, fantasías y deseos ajenos a los deberes y al propósito de la vida contemplativa, que asaltan el alma a la hora de la oración y le apartan la atención de Dios. No es de extrañar, entonces, que los legisladores monásticos y los guardianes de la disciplina regular hayan puesto siempre tanto énfasis en la práctica del silencio, haciendo cumplir enérgicamente su observancia y castigando la 45

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transgresión con especial severidad. Este silencio, si no es perpetuo, debe abarcar al menos la mayor parte de la vida del contemplativo. La soledad es la casa del silencio, y su más segura salvaguarda. Por otra parte, corta de raíz una de las más fuertes propensiones egoístas del hombre, el deseo de figurar ante el mundo, de ganar la admiración y el aplauso, o al menos de llamar la atención, el que piensen y hablen de él. La soledad puede ser de dos clases: la reclusión en el claustro, la cual implica la restricción de relacionarse con el mundo exterior; y el confinamiento eremítico en una celda, una práctica que varía en las diferentes órdenes religiosas. La vida religiosa, siendo esencialmente una vida de abnegación y sacrificio, brinda un antídoto eficaz a toda forma de egoísmo, y las reglas de las órdenes contemplativas en especial se forjan admirablemente con el fin de frustrar y mortificar todo instinto egoísta; vigilias, ayunos, la austeridad en los alimentos, ropa, etc., y a menudo el trabajo manual doma la carne, y así ayuda al alma a mantener en sujeción a su peor enemigo. Los contemplativos, en definitiva, renuncian a muchos placeres transitorios, a muchas satisfacciones dulces a la naturaleza, a todo lo que es más querido por el mundo; pero ganan a cambio una libertad para el alma que la capacita para subir sin obstáculo al pensamiento y al amor de Dios. Aunque Dios mismo es el principal objeto de su estudio y meditación, Él no 46

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es lo único. Sus obras, su trato con los hombres, todo lo que lo revela en el ámbito de la gracia o de la naturaleza están legalmente abiertos a la investigación contemplativa. El desarrollo del plan divino en el crecimiento de la Iglesia y en la historia de las naciones, el funcionamiento maravilloso de la gracia y la guía de la Divina Providencia en las vidas de las almas individuales, las maravillas y la belleza de la creación, los escritos de los santos y sabios de la cristiandad, y sobre todo, las Sagradas Escrituras forman un almacén inagotable, de donde el contemplativo puede sacar alimento para la contemplación. La gran función asumida por los contemplativos, como ya se ha dicho, es la adoración de Dios. Al vivir en comunidad, llevan a cabo este sagrado oficio en un modo oficial y público, y se reúnen a horas diurnas y nocturnas establecidas para ofrecer al Todopoderoso "el sacrificio de alabanza" (Sal.50(49)). Su obra principal es, pues, lo que San Benito ( Regla, XLIII) llama enfáticamente la obra de Dios (Opus Dei), es decir, el canto solemne de la alabanza divina, en la que la lengua da expresión a la admiración del intelecto y al amor del corazón. Y esto se hace en nombre de la Iglesia y de toda la humanidad. La contemplación no sólo glorifica a Dios, sino que es muy beneficiosa para el alma misma. Nada lleva al alma a una unión tan estrecha con Dios, y la unión con Dios es la fuente de toda santidad. Nunca tan bien como al contemplar las 47

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perfecciones de Dios y la grandeza de sus obras el hombre ve sus propias imperfecciones y defectos, la vileza del pecado, la mezquindad y futilidad de muchos de sus trabajos y empresas; y así nada lo fundamenta más en la humildad, la cual es el pilar y el baluarte de todas las demás virtudes. El amor a Dios necesariamente alimenta el amor por nuestros semejantes, todos hijos del mismo Padre; y los dos amores siguen el mismo ritmo del otro en su crecimiento. De ahí se deduce que la vida contemplativa es eminentemente favorable al aumento de la caridad por los demás. El corazón se agranda, se profundiza el afecto, la simpatía se hace más aguda, porque la mente se ilumina en cuanto al valor de un alma inmortal a los ojos de Dios. Y aunque de los dos grandes mandamientos dados por Cristo (Mt. 22,37 ss.) —el amor a Dios y amor al prójimo— el primero se ejemplifica con más claridad en las órdenes contemplativas, y el segundo en las órdenes activas, no obstante, los contemplativos no sólo deben y tienen en sus corazones un amor fuerte y verdadero hacia el prójimo, sino que perciben ese amor en sus obras. Los principales medios que tienen los contemplativos para demostrar su amor por los demás son la oración y la penitencia. Con la oración hacen bajar del cielo para la humanidad que sufre y lucha múltiples gracias, luz, fuerza, fortaleza y consuelo, 48

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bendiciones para el tiempo y la eternidad. Por la penitencia se esfuerzan por reparar las ofensas de la humanidad pecadora, para apaciguar la ira de Dios y evitar sus efectos horrendos, dando satisfacción vicaria a las exigencias de su justicia. Sus vidas de abnegación y privaciones perpetuas, de penalidades sufridas alegremente, de sufrimiento autoinfligido, unidos a los sufrimientos de su divino Maestro y Modelo, ayudan a reparar el mal que hacen los hombres y obtienen la misericordia de Dios para los malvados. Ellos ruegan y hacen reparación por toda la humanidad. Este ministerio doble realizado en el estrecho recinto de un monasterio no conoce otros límites a sus efectos que los confines de la tierra y las necesidades de la humanidad. O, más bien ese ministerio se extiende aún más lejos de su esfera de acción, pues los muertos así como los vivos se benefician de él.49

Fuente: Gurdon, Edmund. "Contemplative Life." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4, pp. 329-330. New York: Robert Appleton Company, 1908. 15 Nov. 2016 . Traducido por Luz María Hernández Medina 49

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CAPÍTULO VI: MIEDO A LA VOCACIÓN Y AL PROCESO PROPIO DE DISCERNIMIENTO ¡No temas al proceso! El proceso de discernimiento vocacional dada la importancia que tiene para el hombre es ocasión de temor, temor que es natural e incluso saludable porque se reconoce que: es relevante para el alma, es decisivo, incluso para su camino a la santidad y que trae consigo exigencias no cuantificables. Tomar una vocación para llevar la vida representa una elección aún más significativa que elegir la carrera universitaria o el oficio que se espera desempeñar de por vida puesto que trae consigo realidades que pueden, acercarnos o alejarnos del cielo según si, en nuestra libertad elegimos cumplir la voluntad de Dios. La mirada profunda y transparente a nosotros mismos: habilidades y miserias nos llenan de temor porque descubren el velo fantasioso de muchas realidades concebidas bajo la vanidad, incluso la vanidad espiritual. Reconocer a la Santísima Trinidad como Creador que llama al alma a servirle de un modo u otro representa, ver a Quien tanto nos ama y preguntarle: ¿Qué esperas de mí? Y una vez recibido el llamado, 50

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responder con absoluto abandono al Divino Querer, generosidad, sacrificio y entrega. Elegir en libertad la voluntad de Dios en el discernimiento vocacional no asegura la salvación del alma, no elegirla tampoco asegura la perdición del alma, sin embargo, equivocarnos en elegir la vocación marca un camino más difícil porque Dios nos creó con las gracias particulares para una vocación específica, no obstante, siempre seremos asistidos en la gracia ¡No temas al proceso!

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CAPÍTULO VII: EL PROCESO Si queremos salvarnos, menester es que, al tratar de elegir estado, sigamos las inspiraciones de Dios, porque solamente en aquel estado a que nos llama, recibiremos los necesarios auxilios para alcanzar la salvación eterna. Ya lo dijo San Cipriano: "La virtud y gracia del Espíritu Santo se comunica a nuestras almas, no conforme a nuestro capricho, sino según las disposiciones de su adorable Providencia"50 Una vez hemos hablado de modo general sobre el matrimonio y la vida consagrada es necesario hablar sobre el discernimiento. El discernimiento es un proceso por el cual una persona se dispone y procura todos los medios para distinguir y entender la voluntad de Dios para ella o el. Aludiere a solo algunos elementos indispensables para un buen discernimiento: La oración La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, Vocación Religiosa de San Alfonso de Ligorio, Editorial ICTION Buenos Aires 1981, Cap. 1 50

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olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo.51 Escribe Santa Teresita del Niño Jesús que “la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría”.52 La oración cristiana es una relación de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo. Es acción de Dios y del hombre; brota del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre.53 Hay muchos tipos de oración, aquí solo mencionaré las tres más comunes: Oración Vocal: La oración vocal es la oración por excelencia de las multitudes por ser exterior y tan plenamente humana. Pero incluso la más interior de las oraciones no podría prescindir de la oración vocal. La oración se hace interior en la medida en que tomamos conciencia de Aquél "a quien hablamos" (Santa Teresa de Jesús, cam. 26). Entonces la oración vocal se convierte en una primera forma de oración contemplativa.54 Meditación: La meditación es, sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el por qué y el cómo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide. Hace falta una atención difícil CIC # 2697 Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscrit C, 25r: Manuscrists autohiographiques [Paris 1992] p. 389-390). 53 CIC # 2564 54 Ibid # 2704 51 52

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de encauzar. Habitualmente, se hace con la ayuda de un libro, que a los cristianos no les faltan: las sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio, las imágenes sagradas, los textos litúrgicos del día o del tiempo, escritos de los Padres espirituales, obras de espiritualidad.55 La meditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta movilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oración cristiana se aplica preferentemente a meditar "los misterios de Cristo", como en la "lectio divina" o en el Rosario.56 Contemplación: La contemplación es mirada de fe, fijada en Jesús. "Yo le miro y él me mira", decía, en tiempos de su santo cura, un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario. Esta atención a Él es renuncia a "mí". Su mirada purifica el corazón. La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de Su verdad y de Su compasión por todos los hombres.57 La oración es fundamental en el proceso de discernimiento, es en la oración donde se distingue y se conoce la voluntad de Dios para nuestras vidas. Sin la oración simplemente no podremos conocer la Ibid # 2705 Ibid # 2708 57 Ibid# 2715 55 56

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voluntad de Dios, pues no podemos escuchar su voz si no hablamos con Él. Los tipos de oración mencionados anteriormente es para que los conozcamos y sepamos aprovechar eligiendo el modo de oración que mejor podamos realizar y más frutos obtengamos. La oración por excelencia la Santa Misa, por esto se debe procurar tanto como sea posible la participación activa y fructuosa de esta santa celebración, si fuese posible diariamente. Silencio El silencio es indispensable para la vida de oración El silencio es indispensable para la vida de oración, de manera especial cuando es necesario tomar decisiones difíciles. Jesús nos da el mejor ejemplo. “Jesús, sabiendo que iban a venir para arrebatarle y hacerle rey, se retiró de nuevo al monte a orar”. “Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración...” “Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario.” El silencio y la oración van de la mano, no se puede orar en medio del escándalo, del bullicio, del ruido. Para tener una autentica vida de oración es menester poner los medios necesarios. Un lugar ideal para hacer oración seria en una iglesia o capilla donde se exponga la Sagrada Eucaristía. 55

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Recepción de los Sacramentos Es indispensable llevar una autentica vida de gracia para descubrir y realizar con mayor libertad la Voluntad de Dios. Si en la oración conocemos la Voluntad Divina en la recepción de los sacramentos recibimos las fuerzas para realizarla. Es indispensable la confesión y la recepción de la Eucaristía de modo frecuente, de ser posible la confesión semanal después de un buen examen de conciencia, no solamente examinando los pecados graves sino también los pecados veniales o leves como algunos les entienden, que ciertamente no son pequeños dado que debilitan la caridad y disponen a cometer pecados más graves. Por tanto, limpiar y alimentar el alma nos ayudara a tener más luces, gracias y fuerzas para nuestro proceso de discernir y cumplir la Divina Voluntad. Docilidad a la Voluntad De Dios Ser dócil a la Voluntad de Dios es ceder la conducción y orientación de nuestra vida a los designios amorosísimos y providenciales de Dios y aceptar a estos como propios. Esto no supone una actitud de abandono irresponsable, sino por el contrario una mayor responsabilidad para responder a los deseos de Dios que bien sabe que es lo mejor para nosotros, pues 56

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nadie nos ama como Dios. Tampoco supone perder la libertad en las propias decisiones, sino subordinarlas a los criterios y deseos de Dios para cada uno, en todo momento, siguiendo el ejemplo de Cristo58: Lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me envió. No hago nada por mí mismo. 59

Búsqueda honesta de la Voluntad Divina En el proceso de discernimiento es un elemento esencial una búsqueda honesta de la Voluntad de Dios. Honestidad se refiere a la cualidad con la cual se designa a aquella persona que se muestra, tanto en su obrar como en su manera de pensar, como justa, recta e íntegra. Una búsqueda honesta de la voluntad de Dios consiste en una búsqueda sin doblez de intención. Dispuestos a que una vez conocida la Voluntad de Dios poder realizarla. Por otro lado, buscar la Voluntad Divina con deshonestidad es buscarla con miedo a encontrar que la voluntad de Dios contradice nuestros deseos, los cuales no queremos abandonar.

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Marcelo B. Jn 5.30; 8.28

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CAPÍTULO VIII: GUÍA DE UN BUEN DIRECTOR ESPIRITUAL60 Sobre el tema de la dirección espiritual me he de limitar a hacer un breve resumen de un capítulo del libro La Ciencia de Dios escrito por el Padre Miguel Ángel Fuentes, sacerdote el Instituto del Verbo Encarnado, cuya lectura haría gran bien a todos. Como dije, es un breve resumen y por tanto es muy recomendable profundizar el tema directamente del libro ya mencionado. La dirección propiamente dicha tiene carácter de una guía estable y periódica. Hay un acuerdo, pacto o contrato, al menos implícito, entre el director y el dirigido, por el que este último se compromete a abrir su conciencia y dejarse guiar, obedeciendo las directivas y consejos del director; y el director se compromete a guiarlo con seriedad. Esto establece no sólo relaciones de caridad sino también de justicia. La necesidad de la dirección espiritual tiene su fundamento remoto en la Sagrada Escritura, su proclamación en la tradición y su razón íntima en la naturaleza de nuestra vida espiritual y en el modo ordinario de obrar de la Providencia divina. La Ciencia de Dios, Ediciones del Verbo Encarnado, Padre Miguel Ángel Fuentes 60

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En la Sagrada Escritura tenemos consejos y ejemplos de cierta dirección espiritual: –Tb 4,18: Busca el consejo de los prudentes y no desprecies ningún aviso saludable. –Si 37,23: El varón sabio enseña a su pueblo, y los frutos de su inteligencia son dignos de fe. –Si 21,13.17: La ciencia del sabio crecerá como una inundación, y su consejo será fuente de vida... La boca del sensato es buscada en la asamblea, sus palabras se meditan de corazón. A esto hay que añadir los ejemplos bíblicos, como Samuel aprendiendo de Helí (cf. 1Sam 3,1-18), Cornelio de San Pedro (cf. Act 10,1-43), San Pablo de Ananías (cf. Act 9,10-19), etc. El ejemplo más importante es el del mismo Cristo adoctrinando a sus discípulos por el camino de la vida espiritual: No les hablaba [a las gentes] sino en parábolas; pero a sus discípulos se las explicaba todas aparte (Mc 4,34). El Papa Juan Pablo II, haciéndose eco de esto, dice: “En la propia vida no faltan las oscuridades e incluso debilidades. Es el momento de la dirección espiritual personal. Si se habla confiadamente, si se exponen con sencillez las propias luchas interiores, se sale siempre adelante, y no habrá obstáculo ni tentación que logre apartaros de Cristo”.

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Fin de la dirección espiritual La dirección espiritual tiene como fin último llevar las almas a la perfección. La dirección espiritual tiene como fin último llevar las almas a la perfección. Tiene también fines intermedios, según las diversas etapas del alma. Podemos indicar cuatro finalidades subordinadas, que son sanar y fortalecer las flaquezas humanas, precaver ante los peligros, discernir los espíritus que mueven al alma y preparar al alma para que responda con docilidad a las exigencias de la gracia. “Mi papel se reduce –escribía Dom Columba Marmion– a rezar mucho; a señalar los escollos que pueden encontrar las almas mejor intencionadas, a aconsejarlas en los casos oscuros y, finalmente, a estimularlas a que se entreguen sin reservas a Dios”.

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Cualidades del director “Ha de estar lleno de caridad, de ciencia y de prudencia; si careciere de cualquiera de éstas, habrá peligro en la dirección” Las cualidades del buen director espiritual se deducen de las cualidades que hemos señalado debe tener la buena dirección espiritual. San Francisco de Sales las resume diciendo que el director “ha de estar lleno de caridad, de ciencia y de prudencia; si careciere de cualquiera de éstas, habrá peligro en la dirección”. El motivo no es otro que la seria responsabilidad que asume ante Dios todo director espiritual. Consciente de esto, escribía a una dirigida Columba Marmion: “Usted no olvide que, al tomarla bajo mi dirección, cargo con toda la responsabilidad de su alma delante de Dios. Tome por tanto la costumbre, desde ahora, de encomendarme con todo fervor a Nuestro Señor a fin de que le pertenezca enteramente y que no me domine otro deseo que el de cumplir en todo su divina voluntad”.

Elección del director La primera cosa fundamental para el alma que quiere dirigirse es el saber elegir bien al director. Si bien no debe dilatar el hacer dirección por no saber con 61

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quién hacerlo, tampoco debe dirigirse con el primero que venga a mano. Es muy importante mirar este aspecto, como ya señala San Juan de la Cruz en un texto citado arriba más largamente: “Grandemente le conviene al alma que quiere ir adelante en el recogimiento y perfección, mirar en cuyas manos se pone, porque cual fuere el maestro, tal será el discípulo, y cual el padre, tal el hijo...”. El director espiritual ha de ser uno solo. “Importa sobremanera –decía Dom Marmion– no abrir su alma a otros a no ser que le conste ser esa la voluntad de Dios, porque hay en Usted contrastes de carácter y de gracia que no todos podrían comprender”. Me parece que vale aquí con mayor razón lo que San Juan de la Cruz decía de los formadores de novicios: “no hay cosa más perniciosa que pasar por muchas manos”.

Cualidades del dirigido Espíritu de fe es fundamental, en especial cuando debe enfrentar las tentaciones que pueden surgir contra el director espiritual. Confianza con el director es esencial a la dirección. Santa Teresa, hablando del confesor, decía tener por principio normativo esta actitud: “tengo por gran 62

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principio de aprovechar mucho tener amor al confesor”. Escribía San Francisco de Sales: “Tratad con él (el director) con franqueza, con sinceridad y fidelidad, manifestándole claramente vuestro bien y vuestro mal, sin fingimiento ni disimulación... depositad en él toda vuestra confianza mezclada de un respeto sagrado, de tal modo que el respeto no disminuya la confianza ni ésta el respeto”. La obediencia garantiza la eficacia de la dirección. Es, por tanto, la obligación fundamental del dirigido. ¿Obliga el secreto de dirección también al dirigido? Digamos que fundamentalmente sí, aunque no de la misma manera que al director. Y esto para evitar abusos que muchas veces causan gran daño.

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CAPÍTULO IX: UN CAMINO SIN DIRECTOR ESPIRITUAL 61 Caminar sin dirección es ciertamente una tragedia, no es recomendable, saludable, ni adecuado llevar un proceso de discernimiento vocacional sin la guía de un sacerdote sabio y santo, sin embargo, si aún después de la súplica profunda a Dios por un director espiritual y haber agotado todos los sacerdotes que puedan llevar esta labor, el proceso no debe detenerse o aplazarse hasta que este aparezca. ¿Cómo podría llevarse un proceso de discernimiento vocacional sin un director espiritual? Siguiendo los elementos indispensables propios del proceso y considerando lo siguiente: Obediencia a los confesores Dios habla a su pueblo a través de la iglesia y sus representantes, en caso de no contar con un director espiritual se debe seguir buscándola a fin de no cumplir con la voluntad propia, puesto que apoyada en la herida del hombre62 se inclina naturalmente al pecado y por Este articulo pertenece a la autoría de María José Tuarez Aguirre 62 Catecismo de la Iglesia Católica, #403 61

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eso será siempre necesario buscar la Santísima Voluntad de Dios que es perfecta. Decía ya San Bernardo: Cesemos, pues, de hacer nuestra voluntad, hagamos la de Dios, y no habrá Infierno para nosotros.63 San Juan de Ávila citado por San Francisco de Sales refería: En vano buscaríais la voluntad de Dios, porque no hallaríais sino la humilde obediencia debida al confesor, que tanto recomendaron y practicaron los antiguos cristianos, que fueron modelos de devoción. Obediencia a los superiores La obediencia a los superiores: empleador, maestro, padres, dirigentes y líderes nos hace más virtuosos y prestos a escuchar la voluntad de Dios. El cumplimiento de los deberes de estado: El estudiar del estudiante que se complace en la honestidad al rendir sus exámenes, el trabajador que sin pereza trabaja honestamente por su salario, los hijos que respetan la autoridad de sus padres, los ciudadanos que respetan las leyes y autoridades, esta obediencia dócil al alma a la obediencia plena que se debe a Dios. La obediencia, como virtud aplicada a los superiores en 63 Cesset propria voluntas, et Infernus non erit (S. Bernard. Serm. III, de Resurr.)

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cargo debe estar regida bajo la conciencia moral64 de quien está discerniendo su vocación. Conocimiento profundo de ambas vocaciones En el proceso de discernimiento el conocimiento de las obligaciones y posibilidades de cada estado es crítico, tanto por medio de la formación espiritual como conocer las acciones y deberes cotidianos, leer libros sobre ambas vocaciones, compartir activamente con cónyuges, y consagrados para adelantarse en el conocimiento del día a día de ambas vocaciones. Es importante considerar que, la vocación debe verse no solo desde la capacidad propia sino desde la acción sobrenatural, reconociendo las limitaciones humanas: carácter, habilidades, entendimiento y otros, recordando que Dios, al celebrar un sacramento entrega consigo sus propias gracias.

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Catecismo de la iglesia católica #1778

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CAPÍTULO X: SIGNOS DE LA VOCACIÓN RELIGIOSA Los signos de la vocación religiosa son solo eso, signos, no por ello necesariamente la persona tiene vocación a la vida religiosa, eso, en última instancia lo confirma la Iglesia. Nos limitaremos a mencionar los signos que se dan con mayor frecuencia en los que son llamados al estado de religión. Gusto por la Oración El gusto por la oración es, o al menos debería ser, algo común a todo bautizado. Sin embargo, en el religioso se da con mayor intensidad. El que es llamado a la vida religiosa es propiamente llamado a estar con Jesucristo. Algo torpe sería decir que una persona tiene vocación a la vida religiosa si no tiene vida de oración y mucho menos creíble si tiene repugnancia por esta. Una de las cosas que se da en los que son llamados a la vida religiosa es justo un gran gusto por la oración, por estar con Jesucristo.

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Una recta conciencia Una recta conciencia es fundamental para ser religioso, pues el querer ser religioso o religiosa por motivos puramente humanos y no por llamado Divino es muy delicado, en hacer esto no solo es un gran mal para la Iglesia sino compromete la salvación propia de la persona que realiza tal deplorable acción. Una autentica vida de gracia y oración El que recibe el llamado sino es un católico fervoroso sentirá el gran deseo de mejorar su vida de oración y pondrá todos los medios para hacerlo. Si ya es un católico fervoroso sentirá la necesidad de incrementar su vida de oración y las virtudes propias de religioso. El que recibe el llamado también recibe las gracias necesarias para llevar a cabo tal inspiración divina. Pero esas gracias se reciben justamente a través de los sacramentos, en especial del sacramento de la reconciliación y la Eucaristía. Una de las cosas que más desea el alma llamada a la vida consagrada es justo a llevar una auténtica vida de oración. Pues, en última instancia, ese es el fin principal de la vida religiosa.

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Celo por la Iglesia y la salvación de las almas El fin de la vida religiosa es doble, como ya dijimos, la propia santificación y la santificación del prójimo. De ahí que el religioso tenga un gran celo por la salvación de las almas, pues es un deseo que proviene del mismo corazón de Jesucristo. Preocupante sería el que un religioso no tuviera este celo apostólico, pues obviamente le faltaría un elemento a su vocación. De hecho, el celo por las almas no es exclusivo de los consagrados, pero si un deber de estado, debido a su consagración. Aptitudes La vocación tiene un sentido sobrenatural, dicho esto, hay que tener en cuenta que cuando Dios llama da las gracias necesarias para el cumplimiento de la vocación. De ahí que Dios no puede pedir imposibles, y si las pidiera tendría que El mismo hacerlas posible, como bien lo decía San Agustín “Dame lo que pides, y pídeme lo que quieras”. Pero en general no sucede eso, desde la creación Dios nos llamó y nos colmó de todas las cosas necesarias para la misión encomendada. Y las que aún no tenemos el mismo nos ayudara a conseguirlas. De ahí se sigue que la Iglesia debe discernir si Dios llama o no a través de los superiores de la comunidad religiosa. 69

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En general Dios provee de las capacidades (físicas morales e intelectuales), al o la candidato/a para la vida religiosa. Algunas se pueden adquirir con el tiempo y otras definitivamente no, y es ahí donde la iglesia debe dar recto juicio sobre la persona que se encuentra en el discernimiento. Eso no es nada fácil para el superior y por eso se debe de tenerle frecuentemente presente en la oración Virtudes humanas Las virtudes humanas necesarias para la vida religiosa son: La prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza, entorno a ellas giran todas las demás virtudes y nuestras relaciones con nuestro prójimo. También están las virtudes sobre las que gira nuestra relación con Dios. La caridad, la fe y la esperanza. La persona debe disponerse lo mejor que pueda para la acrecentar tales virtudes, así como practicarlas de modo intenso y constante. Virtudes intelectuales Sobre este tipo de virtudes tendemos a pensar que las virtudes intelectuales las tienen o no las tienes. Sin embargo, no es del todo cierto. Hay virtudes que, de hecho, se deben desarrollar: 70

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tales como la estudiosidad y la atención. Así como vicios que se deben evitar como la curiosidad y la superficialidad. Sobre el tema existen varios escritos, yo recomendaría solo uno, el cual es bueno, fácil de entender y sustancial en el contenido. La Vida Intelectual de A. D. Sertillanges.

Desprecio por el mundo y sus atractivos Algo muy notable de la vocación es el entendimiento de que el mundo nada vale, de que entre más se vive en el más vacío se siente. Y de ahí que surja un odio a aquello que tanto nos atrae y tan infelices nos hace, de ahí que los santos odiaban tanto el mundo y lo despreciaban, porque el mundo es mentiroso, es engañoso y solo crea un gran vacío en el alma, promete mucho y no da nada más que tristeza.

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CAPÍTULO XI: DEL SECRETO DE LA VOCACIÓN A LA VIDA RELIGIOSA Ordinariamente hablando, debemos guardar secreto sobre nuestra vocación de suerte que nadie se entere de ella, excepción hecha del director espiritual, en este caso de manera especial en lo que se refiere a la vida consagrada.65 Pues no pocos son los que pretenderán hacer desistir de su buena elección y procurarán llevar a la persona por otros caminos que contradicen la vocación con el pretexto de que se puede servir a Dios en todas partes. Es cierto que podemos servir a Dios en todas partes; pero esto se ha de entender de los que no son llamados a la vida consagrada, y no de aquellos que se sienten con vocación a la vida consagrada y se quedan en el mundo para satisfacer sus caprichos. Éstos con gran trabajo, como queda dicho, llevarán vida arreglada y servirán a Dios.66 Esto también aplica a los llamados a la vocación matrimonial pero que son fervorosos cristianos, no faltaran, incluso religiosos mal formados, que les sugieran abrazar la vida religiosa en su comunidad. 65 66

La Vida Religiosa, San Alfonso de Ligorio Ibid.

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Ante esto debemos guardar silencio sobre nuestra vocación y revelar nuestras inquietudes solo a nuestro director espiritual o confesor para pedir consejos hasta el punto de estar totalmente resuelto y haber confirmado nuestra vocación y adquirido certeza y convicción de que nada ni nadie podrán hacernos cambiar de opinión. Y si estamos llamados a la vida religiosa no hay necesidad de informar a todos los conocidos de que se pretende abrazar la vida religiosa sino solo a los muy cercanos, ni siquiera hay necesidad de informar a todos los familiares.

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CAPÍTULO XII: EL MATRIMONIO, SACRAMENTO DE SALVACIÓN Cuando nos planteamos la posibilidad del matrimonio como vocación sale a relucir que, según lo que nos enseña la iglesia la vida consagrada es la más perfecta que la vida matrimonial67, ¿Por qué entonces tendría yo si quiera que pensar en el matrimonio como una posibilidad? La respuesta es que, a pesar de que la vocación consagrada es más perfecta, ambas opciones de vida vienen de Dios68 y tienen a Dios mismo como fin y pues incluso mucho antes de la concepción en el vientre materno Dios ya había deseado un camino en la tierra que llevará al cielo y por ello nos dotó de cualidades y características propias para responder a este llamado y santificarnos allí. Elegir mal la vocación es como querer usar un objeto creado para una cosa y darle un uso distinto, como querer hacer un agujero en la pared con un cuchillo o clavar un clavo con una computadora, si bien ciertamente pueden hacerse, estos objetos no son creados para este fin por lo que: 1) Se dañan con mayor prontitud al realizar la acción deseada y 2) No se 67 68

Concilio Ecuménico de Trento, Sesión XXIV, Canon X Catecismo de la Iglesia Católica, #1620

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utilizan todas los bondades que tiene el objeto en sí mismo. Si debiéramos hacer una lista de las bondades y de los sacrificios de elegir una vocación: vida consagrada o matrimonio serán notorias las predilecciones de una y otra, sin embargo, este no es un signo de la vocación. La elección de la vocación que da certeza al alma sobre la voluntad de Dios debe ser tratada con los medios y elementos en este libro mencionado, para este apartado revisaremos el matrimonio como camino de santificación. Todas las vocaciones se deben vivir con perseverancia hasta el fin de la vida, quien se casa debe perseverar en su matrimonio, quien consagra su vida a Dios debe perseverar en este estado hasta el día de su muerte. ¿Qué es más complicado? En mi corto razonamiento puedo concluir que perseverar en el matrimonio es más complicado que perseverar en la vida consagrada, y esta percepción puede ser porque mi vocación es el matrimonio y me veo pequeña frente a la grandeza de este sacramento, como mencioné anteriormente Dios llama y da la gracia, ambas vocaciones vienen y tienen como fin último a Dios69.

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María José Tuárez Aguirre

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Consideraciones sobre el amor El amor trabaja en silencio, muchas veces de forma misteriosa, a veces de forma incomprensible, pero es realmente importante ver las cosas en su sentido sobrenatural: Dios da la gracia para responder a su llamado y aunque nuestras limitaciones humanas parecen haberlo estropeado todo, vemos como resultado que en la Voluntad de Dios hay frutos y estos son buenos; más aún cuando los corazones se disponen y rezan mucho. El amor es paciente y aunque se diga fácil, la paciencia del amor es una serie de batallas que, aunque parezca infinitamente menor a la guerra de los Cristeros requiere la misma templanza y fortaleza que se van ganando día tras día en no abandonar lo que amamos por sus pecados y defectos, sino en quedarnos porque hemos reconocidos que el fruto es bueno, y porque hemos decido amarnos. El amor no es una suerte de buscar al más santo o al que más se parezca a mí, sino de reconocer un alma que ama tus heridas, que busca sanarlas, que quiere permanecer a tu lado, ninguna relación está libre de una posibilidad de fracaso porque Dios respeta el libre albedrío, encontrar un alma dispuesta a combatir contigo tus y sus defectos es encontrar un tesoro que merece defenderse, sufrirse y amarse. 76

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Siempre se habla de un plan b, el amor es no tener uno, el amor es que solo exista un plan, amarse aún sobre los miedos y riesgos a los que uno se expone al entregar entero el corazón, el amor es decidirse a quedarse aun conociendo la miseria del de alado, es darle gracias al otro por la caridad que tiene conmigo y pidiéndole a Dios que tenga la misma caridad y misericordia con sus pecados y defectos, es estar dispuesto a amar al otro más que su vida buscando siempre un amor ordenado, y saber que en cuanto se comience a desordenar por nuestras limitaciones, siempre estará San José a quien pedirle intercesión. Es saber que nos elegimos, que nos amamos, que nos perdonamos, que nos tenemos misericordia, que la lucha es contra el pecado y defectos; y no contra nosotros mismos, es saber al otro por digno del amor y las atenciones, atender sus necesidades particulares en cada momento, por su bien y el de su alma. Amar es saber que el amor madura, que no todo el tiempo estaremos en la nube rosa donde nos sentimos absolutamente motivados a dar la vida por el otro movidos por el sentimiento, amor es saber que este mismo momento de nube rosa no aparece y desaparece de ambos a la par; y que necesita vivirse con amor, paciencia y caridad para aterrizar el amor de la pareja, amar es poder estar en cualquier otro lugar, y preferir estar a tu lado en la batalla. 77

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Amar es por voluntad estar dispuesto a dar la vida por el otro, por amor a Dios. Muerte al propio yo Hombres y mujeres estamos llamados a morir al propio yo, a morir muchas veces a la naturaleza egoísta para cumplir la vocación de manera santa y perfecta. La caridad cristiana, es la virtud estrella para pensar en el amor humano puesto nos vemos enfrentados a amar con la vida a alguien que tiene consigo mismo miseria y luchas, porque es un alma, como nosotros. Instruido en los deberes del estado y tribulaciones que en ese estado se experimentan es necesario contemplar con humildad nuestras limitaciones emocionales y espirituales, por ejemplo: El varón que por naturaleza es menos cuidadoso en el trato, Dios lo llama a otra cosa en la vida matrimonial: Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas70. También nos dice en la sagrada escritura: Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso 70

Colosenses 3,19

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más frágil, puesto que es mujer71 Por todo esto, el varón en el matrimonio está llamado a una delicadeza que se construye desde el amor para su esposa y sus hijos, delicadeza que se construye y que no necesariamente es propia de su naturaleza pero que quien está llamado al matrimonio debe trabajar por la salud de su hogar, esta delicadeza en el trato no significa debilidad puesto que el varón debe ser lo suficientemente fuerte emocionalmente y de espíritu para de ser necesario dar la vida por su familia: Maridos, amad a vuestras mujeres, así como el Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella72 Dentro de la comunión-comunidad conyugal y familiar, el hombre está llamado a vivir su don y su función de esposo y padre73. En cuanto a la función de esposo y padre debe tener la capacidad de poder ser cabeza y líder de la iglesia domestica que es la familia por lo que tiene que, desde que recibe su vocación entrenarse para responder a este llamado que es tan grande frente a su miseria humana. La mujer en cambio debe considerar que, está llamada a la obediencia y sumisión a su marido si su vocación es el matrimonio, dice la Sagrada Escritura: Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las 1 Pedro 3:7 Efesios 5:25 73 Familiaris Consortio, 25 71 72

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mujeres deben estarlo a sus maridos en todo74. San Pablo dice a la mujer con frecuencia en la Sagrada Escritura que acepten estar debajo75 muchas veces se atribuye este llamado a el machismo de la época cuando en realidad tiene un sentido mucho más profundo. Estar por debajo no significa inferioridad, es más hechos tan sencillos como el poder obedecer se traduce en una exaltación a sus virtudes, la mujer obedece porque sabe escuchar, no porque se desprecie a sí misma. Quien esté llamada a ser esposa debe reconocer con claridad sus fortalezas y sus debilidades. Estar por debajo también significa ser la base de la familia, los cimientos, sostendrás a todos, al marido y a los hijos, adaptando, aceptando, dejando pasar las cosas, dirigiendo con dulzura. Quien sostiene el mundo es el que está debajo, no el que se pone por encima de los demás76. ¿Cuáles serían entonces las cualidades de una mujer que está llamada al matrimonio? Por las necesidades que este estado exige, podemos deducir que, está llamada a ser elástica, tierna, sólida, resistente, paciente y prudente77. Efesios 5,24 Efesios 5, 21-24 76 Miriano, Costanza. Cásate y sé sumisa 77 Miriano, Costanza. Cásate y sé sumisa 74 75

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Medios de santificación para una esposa y para una consagrada no son los mismos. El lugar de la consagrada es la Iglesia, el lugar de la esposa es su casa, así quien no consintiera el hogar como su lugar o esto le resultara escandaloso o imposible para su vida, debiera discernir mejor en la vocación consagrada. Quien se casa debe saber, que se debe a su esposo y a sus hijos, en ese orden. Hombre y mujer al casarse se convierten en una sola carne78 por lo que la responsabilidad principal de una esposa es su esposo y sus necesidades. Para ejemplo, tenemos a las santas esposas y otras mujeres virtuosas que en sus escritos frecuentemente demostraban el amor y devoción que tenían para con su esposo: "... Todo mi tiempo y fuerza se dieron para avanzar el bienestar y la felicidad de mi querido marido. Me di cuenta de mi alegría y privilegio de estar siempre a su lado, acompañando en muchos de sus viajes de predicación, enfermería en sus enfermedades ocasionales, su compañero encantado durante sus viajes de vacaciones, siempre cuidando y tendiendo con el entusiasmo y la simpatía que Mi gran amor por él inspirado. Menciono esto... simplemente para que pueda grabar mi sincera gratitud a Dios que... 78

Génesis 2, 24

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se me permitió rodear con todo el cuidado reconfortante y el tierno afecto que era en el poder de una esposa para otorgar79." De Santa Franciscana romana se decía también que, "Casada ya, Santa Francisca, sólo pensaba en santificarse en el matrimonio. Persuadida de que la verdadera devoción consiste en cumplir cada cual perfectamente con las obligaciones de su estado, dedicó todo su esfuerzo a cumplirlas. El primer cuidado que tuvo fue estudiar el genio y la inclinación del marido, imponiéndose una estrecha obligación de estarle sujeta, evitando con el mayor desvelo cuanto pudiese ocasionarle algún disgusto, y turbar la paz, y la buena armonía entre ambos"80. De Santa Gianna conmemoramos su amor hasta la muerte donde en le recuerda con frecuencia a su marido “...deseo hacerte feliz y ser la buena esposa que tu deseas: comprensiva y dispuesta a los sacrificios que la vida nos pedirá. Pienso en darme totalmente para formar una familia verdaderamente cristiana. Es verdad que tendremos que enfrentar dolores y sacrificios, pero si deseamos siempre uno el bien al otro, con la ayuda de Dios venceremos todos los obstáculos”81 Susannah Spurgeon Santa Francisca Romana, ejemplo de mujer católica, Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa 81 Santa Gianna a su esposo Pietro, Siervas de los Corazones Traspasados de 79

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Todas han visto entonces el servicio a la exclusividad de un alma, una oportunidad de santificarse, sometiéndose al Santísimo Querer, las esposas ya no se donan por las almas en términos generales sino en una comunidad más pequeña, se donan por sus familias, por la Iglesia Doméstica es importante recordar que esto tampoco significa que la esposa deja desatendida sus obligaciones de bautizada, pero principalmente su responsabilidad son su marido, sus hijos y sus familiares; en sus almas, su salvación y necesidades. De una mujer virtuosa se dice que: "La esposa prudente busca ser hábil en todo lo que hace. Ella busca convertirse en un experto en la maternidad, enseñando a sus hijos, y a la gestión del hogar. Ella no toma su carrera a la ligera. Ella nunca es mediocre. Ella estudia diligentemente Cómo alimentar a su familia saludablemente. Ella es la mejor cocinera del barrio. Ella siempre está aprendiendo mejores maneras de manejar eficientemente su casa. Ella no se conforma con el status quo, pero busca el camino de Dios para el parto, enfermería para los hijos, y formas naturales de Dios para la curación”82

Signos de la vocación matrimonial

Jesús y María 82 Nancy Campbell

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Tener el corazón ordenado a modo que, amando al prójimo con amor romántico no se sienta el corazón divido sino dirigido a Dios, tal como nos lo mencionaba nuestra queridísima Beata Concepción Cabrera de Armida. "A mí nunca me inquietó el noviazgo en el sentido de que me impidiera ser menos de Dios: ¡se me hacía tan fácil juntar las dos cosas! Al acostarme, ya cuando estaba sola, pensaba en Pancho y después en la Eucaristía, que era mi delicia. Todos los días iba a comulgar y después a verlo pasar: el recuerdo de Pancho no me impedía mis oraciones. Me adornaba y componía solo para gustarle a él; iba a los teatros y a los bailes con el único fin de verlo; todo lo demás no me importaba. Y en medio de todo esto no me olvidaba de mi Dios, las más de las veces lo recordaba y me atraía de una manera indecible. Cuántas veces, debajo de la seda de mis vestidos, que me importaban igual que si fuera jerga, llevaba a los bailes y teatros un fuerte cilicio en la cintura, gozándome en su dolor por mi Jesús”83 Anhelar la maternidad física y espiritual, un deseo que nace desde la contemplación divina a Dios y la Santísima Virgen María. Entre los posibles signos, el principal es saberse en la 83

Beata Concepción Cabrera de Armida, Aut. 1, p. 73-74.

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disposición divina de donarse a alguien: Este deseo solo tiene un sentido sobrenatural, estar dispuesto a morir por alguien con virtudes y defectos, humano como nosotros de manera voluntaria representa el principal sentido de la vocación matrimonial. Conciencia, con la posibilidad de distinguir entre la admiración por la vida consagrada y el llamado propiamente dicho.

CAPÍTULO XIII: MAGNANIMIDAD La magnanimidad es la grandeza y elevación del ánimo. Al considerar seriamente la vocación, cualquiera que esta sea, se vislumbran tantos retos que con facilidad podrían paralizar a la persona e infundir miedo, incluso a algunos les infunde pánico el plantearse seriamente la propia vocación. Aquí es donde entra la virtud de las virtudes. La magnanimidad es una virtud que engrandece a todas las demás. La magnanimidad es la grandeza y elevación del ánimo. Es una virtud que tiende a la realización de cosas grandes prescindiendo de su 85

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dificultad y es perfección en general de todas las otras virtudes en cuanto es disposición del ánimo a propósito para los actos más culminantes de las mismas. Esta virtud es necesaria para emprender el camino trazado por la Divina Voluntad que no pocas veces nos parece imposible de realizar.

CAPÍTULO XIV: ELECCIÓN, PROPIAMENTE DICHA El que desea obedecer fielmente a la voz de Dios debe determinarse, no solo seguirla, sino a seguirla sin demora y cuanto antes. Las luces que el Señor nos comunica son pasajeras y no permanentes; por esto nos aconseja Santo Tomás que respondamos sin tardanza a los divinos llamamientos84. Una vez conocida la Voluntad Divina lo mejor es abrazar tan pronto como sea posible y del mejor modo según el estado de vida que Dios ha manifestado como conveniente para uno.

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II- II, q. 189, art. 10

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En el caso que la vocación propia sea la vida consagrada es menester buscar el lugar indicado. Al buscar un Instituto o comunidad religiosa sería muy provechoso estudiar el modo de vida de los miembros y su fidelidad a sus constituciones. Hoy en día la mayoría de los institutos de vida religiosa no son fieles a sus carismas que se encuentran expresados en las constituciones. Dada la situación decadente actual, el que desee ingresar a un instituto o comunidad religiosa deberá tener cuidado en ingresar por el carisma propio del instituto y no por el modo de vida de sus miembros. En el caso de que la vocación propia sea la vida matrimonial será muy provechosos prepararse y cultivar las virtudes necesarias para la convivencia en pareja, tales como virtud de la modestia, la prudencia, la templanza, la paciencia, la humildad, la justicia, la capacidad de perdonar, la capacidad para el diálogo, en si todas aquellas virtudes que hacen personas maduras. También los medios necesarios para iniciar un hogar. Aquí se debe tener en cuenta las cosas materiales como la casa, los muebles, etc. Requiere atención también un trabajo serio en madurar los afectos, es decir, ordenarlos, de acuerdo a la recta razón.

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Recomendaciones generales para el proceso Durante el discernimiento vocacional no es conveniente ir coqueteando con las vocaciones, si entra formalmente a discernir la vida consagrada evite relacionarse sentimentalmente con alguien, si está en un noviazgo evite frecuentar conventos o seminarios como aspirantes, no por cerrar la posibilidad de la vocación opuesta a la que formalmente se plantea sino a fin de seguir un orden correcto del proceso, vivir un proceso de discernimiento vocacional va en contra de los fines de la vocación: no le ayuda a usted como alma que discierne ni le ayuda a la iglesia porque suele ser motivo de escándalo. El inicio del discernimiento vocacional debe llevarse con prudencia y discreción a fin de que, nadie aún por buena voluntad pueda interferir. A pesar que Dios efectivamente se comunica por medio de nuestro prójimo y aún más por medio de sus consagrados, evite tomar en serio comentarios como: “Yo te veo como sacerdote”, “Pareces monjita”, “Tienes voz de religiosa” si estos no vienen del director espiritual, su párroco que lo conoce mucho y por mucho tiempo o algún otro consagrado con quien comparta diariamente, puesto que aún con buena voluntad por la felicidad que ellos sienten en su 88

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vocación gusta compartirla con los demás pero la vocación corresponde un llamado personal, y a pesar que Dios ha dado luces a muchos santos sobre su llamado vocacional por medio de terceros este proceder no es habitual y por lo tanto no es prudente; así también evite tomar con seriedad comentarios de cualquier persona inclusive familiares que le digan “No necesitas ser cura para servir a Dios”, “Yo quiero muchos nietos/sobrinos”, “Por tu historial no creo que puedas ser monja/cura” porque seguramente este análisis no corresponde a una visión sobrenatural sobre el estado de vida. Que le guste ir a misa diaria, que le guste hacer liturgia de las horas, o la oración contemplativa, o que le guste ayudar al prójimo no es signo vocacional, es su llamado natural de bautizado unido a su carisma personal. Ver un video sobre la vida religiosa o ver una madre/padre con sus hijos y sentirse conmovido tampoco es signo vocacional definitivo, muchos aspirantes o esposos han fracasado por no poder distinguir la diferencia entre la vocación y la admiración. En la vida espiritual en general y aún más en el proceso de discernimiento vocacional no conviene fiarse de los sentidos puesto que son temporales, la elección vocacional al ser una respuesta está ciertamente basada 89

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en la voluntad, si basa su respuesta en algo tan fluctuante como los sentidos se quedará sin base su respuesta muy pronto en cuanto deje de sentir, por lo tanto considere todo lo descrito en el libro. No espere hacer una lista de los signos he ir haciendo un check en cada una cuando vaya reconociéndolos a modo de experimento, arme con su director espiritual un plan de trabajo sobre la vocación, conozca personas y comunidades según su consejo, cada alma por su sexo, edad, heridas, y otros factores debe llevar un proceso particular por lo que este libro como se menciona pretende dar luz y animar al discernimiento, no una lista de requisitos para una vocación u otra. Recuerde que sobre todo lo demás mencionado en el presente libro, en el fondo del alma, cada quien reconoce la voz del Señor, guarde silencio; cada alma conoce sus habilidades y limitaciones, controle su imaginación y procure la gracia. Oración al Espíritu Santo Espíritu Santo, dame tus 7 dones, ilumina mi entendimiento para entender la Santísima Voluntad de Dios, quiero querer en todo: lo que quieras, como quieras, cuando quieras y porque tú quieras, amén85.

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Libro de oración para novios y prometidos, El Camino al altar.

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