Breviario Lamarck

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para todos Educación para todos no es un proyecto lucrativo, sino un esfuerzo colectivo de estudiantes y profesores de la UNAM para facilitar el acceso a los materiales necesarios para la educación de la mayor cantidad de gente posible. Pensamos editar en formato digital libros que por su alto costo, o bien porque ya no se consiguen en bibliotecas y librerías, no son accesibles para todos. Invitamos a todos los interesados en participar en este proyecto a sugerir títulos, a prestarnos los textos para su digitalización y a ayudarnos en toda la labor técnica que implica su reproducción. El nuestro, es un proyecto colectivo abierto a la participación de cualquier persona y todas las colaboraciones son bienvenidas. Nos encuentras en los Talleres Estudiantiles de la Facultad de Ciencias y puedes ponerte en contacto con nosotros a la siguiente dirección de correo electrónico: [email protected] http://eduktodos.dyndns.org

Traducción de F’EDERIWPATÁN

PREFACIO Las reacciones a Lamarck han sido siempre ambivalentes. Hoy día, la respuesta más común a sus ideas es hacerlas de lado por erróneas. Sin embargo, los historiadores tienen el deber de no dejarse arrastrar por juicios tan absolutos, y sí proponer aproximaciones a pensadores como Lamarck, para hacer accesibles y comprensibles sus ideas. Por tanto, mi propósito ha sido exponer las teorías de Lamarck sobre la naturaleza en general, y sobre el mundo viviente en lo particular, en función de sí mismas. Dos razones hacen de esto algo más úti1 que un catálogo de las creencias “correctas” e “incorrectas” de Lamarck. La primera, que Lamarck era un pensador en la línea de las tradiciones de la Ilustración en su etapa tardía, y en tal marco deben comprenderse sus ideas sobre la historia de la naturaleza. La segunda, que con frecuencia se invocaba el nombre de Lamarck en los debates acerca de las teorías evolutivas habidos en el siglo XIX y principios del XX. Eliminar sus nociones como “erróneas” significaría pasar por alto el poder que indiscutiblemente tuvieron sobre generaciones posteriores. A lo largo de su extensa vida Lamarck se interesó en temas que hoy tal vez nos sorprendan, si consideramos que su principal contribución fue en el campo de la biología. Sin embargo, sería una equivocación hacer de lado sus especulaciones en química o sus observaciones me teorológicas. Considero que esas áreas iluminan mucho su pensamiento, y contri9

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buyen a que lo consideremos un todo integrado. El método científico fue la preocupación central que unió los intereses al parecer discordes de Lamarck. Apreciaba con viveza la dificultad de desentrañar los procesos de la naturaleza. El panorama que a continuación viene examina la obra, de Lamarck como un tema de la historia de las ideas, e intenta reconstruir las aventuras intelectuales de este hombre en su busca de una base conceptual para la biología, la ciencia de los seres vivos.* En el transcurso de mi trabajo sobre Lamarck he contraído muchas deudas, y quiero dar mi agradecimiento a todos aquellos que me han ayudado. En todo o en parte, leyeron versiones anteriores de este libro Joyce Appleby, Karl Figlio, Angela Livingstone, Roger Smith y Charles Webster. Sus comentarios y sugerencias tuvieron un valor inmenso; no sólo les agradezco el tiempo empleado en ayudarme, sino su estímulo entusiasta. Deseo dar mi reconocimiento a la amabilidad de Pietro Corsi y Dorinda Outram, quienes me permitieron consultar material inédito; a Chip Burkhardt, que compartió conmigo materiales de Lamarck difíciles de hallar; a Don Smith, que me asesoró en cuestiones botánicas; a Roger Huss, que me ayudó a traducir el francés de Lamarck en inglés *Laautora busca una clara distinción entre la historia natural (“descripción y clasificación de plantas y animales”) y la historia de la naturalera (“teoría especifica que postula que la naturaleza ha cambiado con el tiempo”; es decir, la base del lamarkismo). Por mismo, se distinguirán también los términos naturalista (persona que se dedica a la historia natural) e historiadorde f a naturalera, aún cuando éste suela ser también, como el mismo Lamarck, un naturalista. (E).

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asequible, y a la Roya1 Society por proporcionarme apoyo financiero en mis investigaciones sobre el lamarckismo. Agradezco, asimismo, a mis colegas Simon Collier y Peter Hulme sus consejos en la revisión de esta traducción al español. Mientras redactaba la primera versión de este libro, fui huésped de la VVellcome Unit para la Historia de la Medicina, en la Universidad de Oxford. Es un placer expresar mi gratitud a sus miembros, por el estímulo intelectual y la camaradería cordial que me ofrecieron. Sin los servicios diligentes y eficaces del Inter-Library Loan Department, de la Universidad de Essex, mi labor de preparar la versión definitiva habría sido considerablemente más dura. En la Oxford University Press tuve un editor de paciencia y generosidad excepcionales, de quien aprendí mucho y a quien agradezco profundamente. En un terreno más personal: gracias especialmente a Joan Busfield y Steve Smith por su amistad y apoyo; y, sobre todo, a Karl Figlio y a nuestra hija Sonya, que hicieron posible la empresa. Debo tanto a mi madre, que le dedico este libro, con mis agradecimientos. L. J. JORDANOVA

ABREVIATURAS A Histoire naturelle des a n i m a u x sans uertebres, 7 vols., París, 1815-1822(Historia natural de los invertebrados). D N o u v e a u Dictionnaire d’histoire naturelle, París, 1817-1818 ( N u e v o diccionario de historia n a t ura 1). E Encyclopédie méthodique-botanique, 4 vols., París, 1783-1795 (Diccionario botánico). H Hydrogéologie, París, 1802 (Hydrogeology, comp. por A. Carrozzi, Urbana, Illinois, 1964; todas las citas son de esta edición). M Annuaires météorologiques, 1 1 vols., París, 1799-1810. N “Lamarck in 1800. A Lecture on the Invertebrate Animals and a Note on Fossils taken from the Systeme des a n i m a u x sans vertebres”, traducido y anotado por D. R.Newth, en A n n a l s of Science, 1952, vol. 8 , pp. 229-254. P Philosophje zoologique, 2 vols., París, 1809

(Filosofz’a zoológica).

R Recherches s u r l’organisation des corps vivans, París, 1802 (Investigaciones sobre la organización de los seres vivos). S Systeme analytique des connaissances positives de l’homme, París, 1820 (Sistema analítico de los conocimientos positivos del hombre). La traducción de las citas en el texto es mía, excepto las señaladas con H o N. 13

1. VIDA DE LAMARCK LAMARCK fue el primero en ofrecer un panorama sistemático del desarrollo histórico de la naturaleza viviente. Demostró que el pasado se continúa en el presente, haciendo de éste la clave y el heredero de aquél. Para comprobar que las formas naturales han cambiado durante el transcurso del tiempo, Lamarck aplicó algunas disciplinas científicas como botánica, zoología, geología, meteorología, química y psicología. Fue él quien acuñó el término “biología” para significar una ciencia dedicada a los seres vivos, e insistió constantemente sobre la singularidad del mundo orgánico. Encontró que el mejor modo de conocer a los organismos era en función de su interacción con el ambiente y de su adaptación a él. Dedujo la imposibilidad de estudiar la biología sin considerar aquellas ciencias que explicaban el mundo físico. Al definir esa nueva disciplina, la biología, Lamarck anticipó que se investigarían los rasgos comunes a plantas y animales. Definió al hombre, en sus aspectos físicos y mentales, como parte de la naturaleza, impugnando con ello toda pretensión religiosa o filosófica al libre albedrío y al alma inmortal. Contribuyó a la ampliación del ámbito en el cual las ciencias naturales podían actuar con legitimidad. Sólo así las generaciones siguientes comprendieron plenamente las posibilidades que se abrían a las ciencias biológicas y humanas. El legado que Lamarck dejó a los posteriores natu15

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ralistas fue en parte metodológico. Desde sus primeros trabajos en taxonomía, la ciencia de la clasificación, se interesó en encontrar la metodología adecuada para el conocimiento del mundo natural; con tal propósito, continuamente creaba modelos y analogías de procesos imposibles de observar en forma directa. En las ciencias naturales se ha dependido siempre de tales medios y, Lamarck, con sus intentos persistentes para visualizar los procesos de la naturaleza, posibilitó a otros el pensar de modo más crítico y productivo. Su logro fue, por un lado, definir y ampliar el campo de la actividad científica y, por otro, intentar una reconstrucción ideal de los procesos naturales. El nombre de Lamarck está asociado invariablemente al concepto de la herencia de características adquiridas (por lo común llamadas “caracteres” por los biólogos). N o fue una idea original suya, por el contrario, fue por siglos un lugar común y siguió siéndolo en el siglo XX. Si bien es cierto que formó parte de las teorías del cambio biológico propuestas por Lamarck, como un mecanismo de variación orgánica, se ha exagerado mucho su importancia. Como explicamos en el capítulo X, esto se debió a que la herencia de caracteres adquiridos fue motivo de un debate exaltado a fines del siglo XIX.El mejor modo de valorar las ideas de Lamarck es en el marco de su época, y no a través del enfoque de comentaristas posteriores. Hasta muy entrado el siglo XX,los plan teamien tos de Lamarck siguieron causando reacciones apasionadas en los biólogos; sin embargo, por especulativos que, en retrospectiva, pudieran parecer estimularon

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la consecución de una visión integral del mundo; atrajeron a quienes se oponían al análisis de los organismos en términos físicos y químicos (el reduccionismo) y a quienes buscaban en la naturaleza patrones significativos y un propósito. En otro sentido, su herencia fue literaria, por su búsqueda de un lenguaje científico adecuado al análisis de los procesos biológicos. Abordó muchas cuestiones para las que no hay soluciones fáciles: la relación entre mente y cuerpo, el papel de la conducta en la evolución, y el grado en que los organismos pueden adaptarse al ambiente. Lamarck previó el potencial que tendría una ciencia natural integral cuando muchos otros, seguidores del mecanismo cartesiano, afirmaban que los organismos no eran sino máquinas complejas, cuyo conocimiento, al igual que todas las incógnitas de la naturaleza, se alcanzaba mediante las ciencias fisicoquímicas. Como su contemporáneo el gran anatomista Xavier Bichat (1772-1802),Lamarck era muy sensible a los delicados problemas conceptuales que la biología planteaba. Fue un importante avance reconocer el reto que representaba la ciencia de la biología y aceptar, a la vez, que la naturaleza era un fenómeno histórico en desarrollo. Si los biólogos recurren con frecuencia a los planteamientos de Lamarck es por la riqueza de su enfoque científico sobre el misterioso fenómeno de la vida. Jean-Baptiste Pierre Antoine de Monet de Lamarck nació en Bazentin, Picardía, el 1 de agosto de 1744,en una familia de la baja aristocracia. Se educó en el colegio jesuita de Amiens quizá entre 1755 y 1759, época en que le surgió el deseo de dedicarse a la mili-

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cia, el que cumplió en la guerra de los Siete Años, cuando se enroló, marchándose de casa en un viejo jamelgo. Cierto material anecdótico hace pensar que se distinguió como soldado por su valentía y tenacidad. Sea como fuere, esta Última fue una cualidad que manifestó a lo largo de su vida. Cuando, en 1768, una herida lo obligó a abandonar la carrera militar, se estableció en París, adonde llegó probablemente en 1769 o 1770. Durante los primeros años en la capital trabajó en un banco y asistió a cursos, incluso sobre medicina. Desde adulto joven, Lamarck se entusiasmó por la botánica y la meteorología, que terminarían por ser de gran importancia en su vida. De su afición por coleccionar plantas surgió su primera obra maestra, la Flora francesa (Flore francpise), publicada en 1779. Su pasión por observar los cielos desembocó en un interés especial por la meteorología como nueva disciplina científica. Aunque los escritos de Lamarck sobre el tema -en especial sus anuarios de meteorología, publicados de 1799 a 1810- tuvieron una fría recepción por parte de sus contemporáneos, esta ciencia le permitió conocer el efecto de los cambios atmosféricos y, de modo más general, ambientales, sobre los seres vivos. Tales conocimientos inspiraron, por completo, su concepción de la biología y del cambio biológico. Lamarck tuvo la suerte de recibir el mecenazgo del gran naturalista Georges, conde de Buffon (17071788), director del Jardin du Roi en París. Dicho jardín albergaba colecciones de historia natural, y fue, como lo es hasta hoy, el principal centro de estu-

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dios sobre historia na tural en Francia. Lamarck pasó la mayor parte de su vida activa allí, y se aprovechó de aquellas colecciones únicas, que durante su carrera se increfnentaron vastamente, en gran medida gracias a los saqueos de los ejércitos napoleónicos. Fue Buffon quien ayudó a Lamarck para q u e el gobierno le publicara su Flora francesa. La aceptación que entonces gozaba la botánica aseguró que la obra tuviera una recepción favorable; era además, exacta y sencilla. Y Lamarck anticipó con razón que esa nueva Flora sería una obra valiosa y popular. En 1779 Buffon gestionó el ingreso de Lamarck a la Académie Royale des Sciences, grupo distinguido cuyos socios recibían una pensión estatal. Lamarck compartía con muchos otros académicos la convicción de que las ciencias naturales eran un beneficio público, idea expresada en los informes de la Academia sobre cuestiones de interés y provecho para el Estado. Puntualmente asistió a las reuniones, hasta que la veje, fue un obstáculo insalvable. Aunque miembro de la sección de botánica, presentó muchos ensayos sobre química, física y meteorología que, en general, eran recibidos fríamente. Esa falta de interés por parte de sus colegas lo amargaba y lo llevaba a relaciones tirantes con algunos de ellos. Sin embargo, no estaba aislado de la vida intelectual de París, por ejemplo, tenía amistad con naturalistas dedicados a los animales invertebrados, como Oliver (1756-1814) Bruguiéres (1750-1799)y Latreille (1762-1833).Entre los sabios de más edad el cristalógrafo Haüy (17431822) le ofreció ayuda y estímulo y desde luego que Étienne Geoffroy Sain-Hilaire ( 1 772-1844)

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sentía afinidad con Lamarck, e incluso Blainvaille (1777-1850), en su momento protegido de Cuvier (1766-1832).Con Blainvaille, Lamarck no tenía relaciones amistosas; sin embargo, recibió de él el reconocimiento a su obra. Así, los méritos de Lamarck eran patentes incluso entre quienes no compartían sus puntos de vista. Más tarde, cuando la atmósfera científica general, sobre todo en Francia, fue más propicia, naturalistas como Alfred Giard (1846-1908) y Ediiioiid Perrier (1844-1921) lucharon por que se compretidiera y respetara la obra de Lamarck. Lamarck perdió simpatías porque se negó a abandonar puntos de vista resueltamente opuestos a innovaciones que otros consideraban avances vigorosos e impresionantes. En algunos casos se ha justificado su oposición; en otros no. Cualquiera que haya sido el resultado final de las discusiones científicas de su época, la voluntad de Lamarck en defender, solo, su posición fue una característica sobresaliente de su vida y su carrera. Cuando sus enemigos llegaron a posiciones de poder duratite la revolución de 1789 y después de ella, expresaron públicamente su falta de respeto por él y sus ideas; otros, sin embargo, siguieron dándole apoyo, lo cual indica la variedad de teorías y métodos científicos entonces en boga. En 1781 Lamarck fungió como tutor y acompañante del hijo de Buffon, Georges, durante los viajes de éste por Europa. Georges era, en todos los sentidos, un joven difícil, y es obvio que la tarea no agradó a Lamarck; aunque fue su Única oportunidad de viajar y examinar plantas y minerales en zonas para él des-

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conocidas. Entre 1788 y 1793, Lamarck ocupó una serie de puestos menores, que significaban labdres botánicas en el Jardin du Roi. En 1793,junto con sus colegas, propuso un plan para reformar la institución y transformarla en el Muséum National d'Histoire Naturelle, con el establecimiento de doce plazas de investigador, que cubrieran los varios aspectos del mundo natural. A Lamarck tocó el estudio de insectos y gusanos, una miscelánea de animales senciilos, en que los otros mostraban poco interés. N o sabemos si solicitó el puesto, o si le correspondió porque ningún otro se interesaba en ocuparlo. La atención que desde entonces dio a los animales que él llamaría invertebrados, ejerció un efecto profundo en su enfoque sobre la historia natural. Los cambios más impresionantes en la carrera de Lamarck ocurrieron en el decenio de 1790. Publicó tres tratados sobre física y química, que incluían sus ideas fundamentales sobre la ciencia de la vida y un examen de fenómenos tales como el color y el calor. Sus teorías sobre la naturaleza de los seres vivos y sobre el mundo físico estaban íntimamente ligadas. Por esta época desarrolló, asimismo, sus investigaciones zoológicas sobre crustáceos fósiles, para lo cual recurrió a su propia colección y a aquellas del Muséum. A diferencia de su trabajo en química, física y meteorología, sus escritos sobre botánica y paleon tología merecieron el elogio y la aprobación de la comunidad científica. El trabajo de Lamarck con fósiles lo condujo a meditar sobre los posibles cambios que los organismos habían sufrido a lo largo de la historia de la

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tierra. De allí pasó a examinar las formaciones geológicas donde se hallaban los fósiles, y cada vez se fue convenciendo más de la importancia de observar el ambiente para elucidar su influjo sobre los organismos. La primera definición publicada de “biología”, la nueva disciplina científica que proponía para el estudio del mundo vivo, apareció, muy apropiadamen te, en su H idrogeologíu (Hydrogéologie, 1802).En esta obra señala qiic todos los cambios de la tierra ocurrían con lentitud, sobre todo mediante la acción del agua. Lamarck concibió a la naturaleza, fueran seres vivos o materia inerte, como producto de un proceso sumamente prolongado. T a l proposición constituye la idea central de sus teorías evolutivas. El periodo revolucionario fue importante en la vida de Lamarck. N o hay pruebas en el sentido de que haya sufrido problemas económicos personales durante ese tiempo. Como hijo de la Ilustración francesa, mostró simpatía por las metas de la revolución, pues creía en el progreso y en la dignidad humanos y en el poder de la razón para superar la opresión social y política. Su ingreso a la Sociéte liberal de 1789 hace pensar que sostuvo ideas de ciudadanía, igualdad, libertad y hermandad, y apoyó planes de reforma moderados y racionalmente concebidos. Sin embargo, en sus últimos años Lamarck se mostró profundamente Imimista respecto al futuro de la raza humana y su planeta, y en sus escritos expresó una y otra vez amargura y desesperación. A los profesores del Muséum se les exigía que impartieran cursos a los estudiantes, sobre los temas que tenían asignados. Lamarck impartió un curso

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anual de zoología de los invertebrados desde 1794 y hasta 1820; año en que fue continuado por Latreille, el notable entomólogo. Lamarck exponía ante un público diverso, que incluía estudiantes de varias nacionalidades y distintas edades. Muchos tenían interés en la medicina. Aparte de la primera conferencia, el curso seguía una línea estrictamente taxonómica. Podemos apreciar el desarrollo de las ideas de Lamarck por medio de sus conferencias introductorias anuales. En la conferencia de 1800 expresa públicamente su reciente convicción de que las especies, como todos los fenómenos de la naturaleza, estaban sujetas a cambio. En los años finales del siglo XVIII, Lamarck se fue convenciendo cada vez más de que las especies no habían sido creadas de una vez y para siempre, como se había creído hasta entonces, sino que habían evolucionado de modo gradual a través del tiempo, por medio de procesos absolutamente naturales, cuya definición era una tarea científica a realizar. Bien podemos llamar “ transformista” a la teoría que Lamarck propuso subsecuentemente, por ser la traducción literal del término francés transformiste, empleado en la Francia del siglo XIX para designar las teorías darwinistas y lamarckianas. (En francés évolut ion tiene muchas connotaciones, pero ninguna corresponde al uso inglés.) El término “transformismo” nos recuerda la singularidad de las ideas de Lamarck, y el enfoque general sobre la biología predominante en la Francia del siglo XIX.Si evolución sugiere selección natural, que subraya la lucha por la supervivencia y la competición; transformismo

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significa continuos cambios adaptativos y equilibrio armonioso en la naturaleza, tal como Lamarck lo veía. La contribución teórica del transformismo de Lamarck fue explicar, de un modo coherente y sencillo, una amplia gama de fenómenos biológicos. Sus ideas principales quedaron esbozadas en 1800, en Sistema de los animales invertebrados (Systeme des animaux sans vertebres), y dos años más tarde las desarrolló con mayor amplitud en Investigaciones sobre la organización de los seres vivos (Recherches sur l’organisation des corps vivans). Pero Filosofía zoológica (Philosophie roologique, 1809) fue su magnum OPUS, por ser una síntesis impresionante que incluía una nueva clasificación del reino animal, cl transformismo, una historia natural de los invertetirados y una explicación detallada del funcionamiento del sistema nervioso en diversas especies. Fue y sigue siendo su libro más leído. Cuando lo publicó, Lamarck tenía ya sesenta y cinco años. Lamarck siguió escribiendo hasta después de haber cumplido los setenta años. Entre 1815 y 1822 apareció Historia natural de los invertebrados (Hastóire naturelle des animaux sans vertebres), obra esperada con gran interés, incluso por quienes se mostraron indiferentes ante su sistema filosófico, y en la cual demostró una vez más su habilidad como naturalista y su capacidad de síntesis en las ciencias naturales. Sería un error separar los logros de Lamarck en taxonomía y en historia natural de sus aportaciones teóricas. Para él mismo conformaban un conjunto, como se ve con claridad en Sistema analítico del conocimiento positivo del hombre

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(Systeme analytzque des connaissances posatives de l’homme, 1820), obra en la cual incursiona en el ámbito de la metafísica y discute sobre los principios del conocimiento; en ella queda revelado el singular carácter del peniamiento de Lamarck. Es su libro más espontáneo, obra de un hombre de setenta y seis años que aportb ;ila ciencia la noción de q u e la naturaleza era un sistema unificado de leyes, que es posible deducir a partir de la observación de los fenómenos naturales. Aunque conocemos muy poco sobre la vida privada y la personalidad de Larnarck, sabemos que n o fue un hombre especialmente convencional. Vivió muchos años con una mujer q u e le dio seis hijos, y sólo casó con ella al verla en su lecho de muerte. Volvió a casarse dos veces, y tal vez tres, y de su segunda esposa tuvo otros dos hijos. Era u n hombre de pasiones, que luchaba tenaL y vigorosamente por sus ideas, sin importarle las tendencias o las modas. Lamarck n o era u n estilista literario ya que sus oraciones largas y complicadas y sus repeticiones son sorprendentes, dada la preocupación que mostró toda la vida por las nomenclaturas exactas, las definiciones precisas y el lenguaje claro y sin ambigüedades. Algo más de lo poco q u e sabemos sobre Lamarck es que daba pocas claves a sus lectores respecto a fuentes y deudas intelectuales. Estaba clara su familiaridad con los escritos de los philosophes, y sentía gran estima por Rousseau. Desde luego, estaba muy al tanto de las obras científicas, médicas y filosóficas de gente como Buffon, Linneo, Von Haller, Locke, Descartes (1596-1650) y Bonnet (1720-1793). El catá-

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logo de la biblioteca de Lamarck indica que estaba al día. Por otra parte, no hay pruebas comiricentes de que conociera las ideas de Erasnio Darwiii (17311802), similares, c'ii muchos scmiidos. a liis suyas propias. En su o h las idea5 se pi'escmtan como si surgieran indelwndicii te y plciiaiiierite desarrolladas. Esta 1cserk.a ha fortalecido la idea de que Laiiiarck fue un visionario aislado, casi un paria, aunque no abundan las pruebas históricas en apoyo de tal opinión. Estuvo activo en varias sociedades eruditas. Con regularidad se comentaban sus ensayos y libros en el Moniteur Uriiz)ersel y el Magasin Encyclopédique, el periódico estatal y una revista literaria sobresaliente, respectivamente. Participó en dos importantes empresas editoriales colectivas: la continuación de la gran Encyclopédie de Diderot y D'Alembert, para la que escribió una parte substancial de la sección sobre botánica (1783-1795), y la elaboración de un diccionario de historia natural, en el cual sus artículosaparecieron en 1817 y 1818. En los últimos veinte años de su vida, Lamarck perdió la vista progresivamente; en 1818 estaba por completo ciego y dependía de sus hijas. Murió, en la pobreza, el 18 de diciembre de 1829. Lamarck fue uri ckiitífico activo por más de cuarenta años, tiempo en el cual sus ideas acerca de los seres vivos siifrieron cambios significativos. El iiiás importante de ellos fue el de s u conversibri gradual, en la década de 1790,a la posición transformista. Sabemos relativamente poco sobre las razones que lo condujeron a ella. De hecho, se sabe considerablemente menos sobre la vida de Lamarck, que acerca de las

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de la mayoría de los científicos de prestigio equiparable. Por consiguiente, quienes escriban sobre Lamarck deben reconstruirlo partiendo de sus libros y artículos, pues el hombre ha desaparecido en buena medida del registro histórico. Así, como no ha sido posible organizar este libro en torno a la vida de Lamarck, he dispuesto los capítulos temáticamente, siguiendo en lo posible, el orden en el cual los temas aparecen en sus escritos.

11. CLASIFICACI6N Y MÉTODO CIENTÍFICO EN LA primera etapa de su carrera, Lamarck se vio apresado por las excitaciones y frustraciones de la historia natural. Se dedicó al estudio de plantas, animales y nubes con entusiasmo enorme, ,pero se dio cuenta pronto que trasladar los frutos de sus observaciones a una exposición coherente, planteaba algunos problemas filosóficos. La historia natural del siglo XVIII tendía sus redes con amplitud; en su campo entraban todos los objetos naturales, que era necesario observar, describir, coleccionar y catalogar. Esas tareas fueron la base de la clasificación. El amplio alcance de los enfoques aplicados en el siglo XVIII no era algo nuevo, aunque sí era un periodo en el que se había desarrollado excepcionalmente la necesidad de estudiar los seres naturales. Naturalistas como John Ray ( 1627/ 1628-1705) hicieron intentos de clasificación más rigurosos que los enfoques misceláneos adoptados por escritores anteriores, que a menudo incluyeron en su0 esquemas monstruos y bestias mí ticas. La clasificación planteaba cuestiones a la vez metafísicas y metodológicas. La complejidad de los temas filosóficos y teológicos que presentaba queda indicada en la variedad de sistemas y opiniones de curso común en la época de Lamarck. Una de las cuestiones fundamentales era si los seres humanos eran capaces de captar, mediante un sistema taxo28

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nómico, las verdaderas relaciones entre partes diferentes de la naturaleza. ¿Cómo podría la mente humana adquirir conocimientos sobre el mundo físico? De no encontrarse un sistema genuino, los naturalist a s tendrían que contentarse con clasificar los especímenes de acuerdo con criterios reconocidamente artificiales, en bien de la conveniencia práctica, situación (4ue parecía hacer muy poca justicia a las obras admirables del (ieador. A decir verdad (cómo podía el ser humano comprender la creación hecha por Dios? Como sostén de esos debates estaba, asimismo, el problema de cuál era el funcionamiento real de la naturaleza. ¿Había en ésta divisiones o sólo estaban en la mente de los hombres? ¿Podía producirse de alguna manera una clasificación factible y exacta? Los especialistas en historia natural estaban de acuerdo en que se daban relaciones entre los objetos naturales, y también en que era imprescindible hallar un priiicipio tiiedirtiitt1el cual se les pudiera organizar. Sin embargo, no hatia cotisenso sobre la naturaleza de esas relaciones, ni tampoco sobre el principio organizador requerido. Antes de la impresionan te contribución hecha por Lamarck a ese campo en Flora francesa (1 779), los actores principales en este drama intelectual fueron el naturalista sueco Carl Linneo (1707-1778) y el filósofo y naturalista francés Georges, conde de Buffon, protector de Lamarck. El primero, un cristiano ortodoxo, había desarrollado un enfoque de la clasificación de las plantas admi tidamente artificial: el sistema sexual. (“Sistema” era el término

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empleado para describir los enfoques artificiales, llamándose “métodos” a los que intentaban ser “naturales”.) Linneo-tomó las partes reproductoras y dispuso las especies de acuerdo con el número, forma, proporción y posición de los estambres y los pistilos (105 órganos “masculino” y “temenino” respectivamente). Justificó el empleo de los órganos generadores subrayando su importancia funcional, pues expresaban la esencia de la planta. Desde luego, Linneo estaba consciente de que su sistema presentaba desven tajas. Tam b i h terminó por aceptar que el punto d i vista estrictamente teológico de que las especies eran precisas e inmutables resultaba problemático en algunos aspectos. Pero, en general, expresó confianza en la realidad y la permanencia de las especies. La contribución más importante de Linnco a la , botánica fue el desarrollo de la nomenclatura binaria. La práctica de dar a cada planta dos nombres, el primero para denotar el género y el segundo la especie, sigue en USQ hoy día. Linneo consideraba a la botánica más una actividad de nombrar y ordenar que de elucidar la anatomía y la fisiología de las plantas; era una disciplina para la cual, por tanto, resultaban de la mayor importancia las herramientas de la lógica. Buffon, seguidor de Newton, era de una mente mas escéptica. Rechazaba con apasionamiento el enfoque rígido de Linneo, con base en que, en la naturaleza, sólo hay individuos, que constituyen un continuum ininterrumpido, imposible de dividir en grupos definidos. Más que aprisionar a la

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naturaleza en un sistema artificial y arbitrario, afirmaba la necesidad de que la historia natural se adaptara a aquélla. Los conceptos básicos empleados por los taxonomistas, como el de familia y el de género, eran para él meras invenciones humanas. Buffon creía que todo el conocimiento humano pertenecía a las relaciones, y no a las esencias, como opinaba Linneo. Así, en su monumental Historia natural (Histozre naturelle, 1749- 1777), colocó los animales en el orden más “natural” disponible, de acuerdo con su utilidad e interés para el hombre. Partió de los animales domésticos, con los cuales tienen relaciones sumamente íntimas los seres humanos, y poco a poco trató a aquellos que mantienen una relación más distante. El interés primario de Buffon estaba en las similitudes reales entre organismos, sólo posibles de captar cuando se tomaba en cuenta a todo el animal o la planta. N o puede entenderse la naturaleza, sujeta a cambio y productora de seres con gradaciones sutiles entre ellos, en razón de abstracciones lógicas. De esta manera, Buffon veía las cosas desde una perspectiva muy diferente a la de Linneo y su enfoque sistemático. Francia podía presumir de una distinguida tradición botánica, asociada sobre todo con el Jardin du Roi. Joseph de Tournefort ( 1656- l708),MichelbAdanson (1726-1806) y miembros de la familia Jussieu habían.puesto los fundamentos de una clasificación natural al emplear tantosxaracteres como fue posible para determinar especies y géneros, sin restringirse a los Órganos sexuales, como Linneo. Esos hombres fueron los antecesores intelectuales de Lamarck. Todas las ramas de la historia natural empleaban

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la idea de una jerarquía de formas que iba de lo más rudimentario a lo más complicado, una especie de escala o cadena de formas naturales ininterrumpida, idea que derivaba de la antigüedad clásica. Los escritores del siglo XVIII examinaban continuamente esa “gran cadena del ser”. Para ellos era una metáfora poderosa y conveniente que unía a toda la creación en una serie Única y continua que, mediante eslabones imperceptibles, abarcaba de la materia bruta hasta Dios, pasando por plantas, animales, hombre, querubines y ángeles. En la segunda mitad del siglo, los naturalistas fueron ignorando cada vez más la parte sobrenatural de la serie, más allá del hombre, pero las ideas de jerarquía y continuidad entre formas asociadas con la gran cadena del ser retuvieron su influencia considerable en el estudio de los seres vivos. Podemos interpretar la obra de Lamarck como una exploración de esta cadena, más restringida de seres orgánicos pues muchos de sus conceptos clave derivaban de allí. Sin embargo, no aceptó todos sus aspectos. Rechazó la sugerencia de que hubiera una serie Única, que abarcara toda la naturaleza, pues encontró que animales, plantas y minerales eran profundamente distintos. Además, la noción misma de una total cadena del ser tenía consecuencias metafísicas que él no podía aceptar. La idea más objetable era aquella de la continuidad entre objetos naturales, imposible de examinar empíricamente, y los pertenecientes al mundo espiritual. Lamarck consideraba a los seres vivos como un conjunto de series diferentes e inconexas, para admitir más tarde que, entre los animales, debía haber una cantidad

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mayor de series. Su moc!elo del mundo orgánico no era una cadena Única, sino una estructura hecha de varias ramas. Los debates del siglo XVIII sobre clasificación y la cadena del ser moldearon la temprana obra científica de Lamarck. Debió decidir cuál posición teológica y metodológica adoptar. Desde el punto de vista religioso, la mejor caracterización de Lamarck es como deísta. Para él, Dios existía en algún sentido remoto, como el Creador, pero la naturaleza funcionaba de acuerdo con leyes cuya explicación se apartaba por completo de toda teología. Así, ningún compromiso tenía para considerar a los organismos creaciones directas de Dios. En cuanto al método científico, el enfoque de L.amarck era “naturalista”; es decir, intentaba comprender la naturaleza en los términos por ésta ofrecidos, sin referencia a metafísica alguna. Fue la clasificación, y de modo particular el problema de la taxonomía vegetal, lo que primero condujo a Lamarck a reflexionar sobre las vías por las cuales la mente humana podía tener conocimiento de la naturaleza y sus procesos. Como se verá en capítulos posteriores, estas preocupaciones iniciales de Lamarck tuvieron un papel decisivo en el desarrollo de la teoría del transformismo. En r~ustécnicas de clasificación, Lamarck adoptó perspectivas de Linneo y Buffon, brindando, con ello, a los especialistas en historia natural, un instrumento más satisfactorio. De Linneo tomó la nomenclatura binaria y el empleo de los órganos reproductores. De Buffon, con quien estaba en deuda en un sin número

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de formas, adoptó la idea de que la naturaleza presentaba infinidad de cambios, así como un sano escepticismo respecto al valor de sistemas abstractos y arbitrarios, basados más en la lógica que en la observación. La ciencia natural debe cimentarse, pensaba Lamarck, sobre leyes derivadas de fenómenos físicos observables. Éste era el núcleo de su método naturalista que, como el de Buffon, subrayaba la importancia de comprender la relación entre diferentes partes de la naturaleza. Es importante tal rechazo de la metafísica en favor del conocimiento adquirido por medio de los sentidos, pues indica un cambio profundo en el pensamiento científico, cuyo desarrollo se había limitado extremadamen te. En Flora francesa Lamarck afirmó que en botánica había dos objetivos, que era necesario no confundir. El primero, diseñar un método sencillo, rápido y confiable para la identificación de especímenes particulares, lo cual significaba hacer diferenciaciones que la naturaleza no avalaba. El segundo, lograr una concepción integral del reino vegetal mediante el descubrimiento y definición de la estructura y relaciones existentes en las especies y entre ellas. Eran tareas analíticamente distintas; es decir, eran dos modos diferentes de organizar una sección de la naturaleza. Lamarck se propuso cumplir ambas. En las publicaciones de Lamarck se presentaron por separado los dos procedimientos que esas tareas distintas significaban. Para el primero utilizó una tabla, una “clave analítica”, en la cual el lector identificara el espécimen, partiendo de los órganos re-

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productores, luego, en esa clave, cada género tenía un número que hacía referencia a la segunda parte del libro donde se reseñaban los géneros y las especies, se indicaba el hábitat y se describían las partes de la planta. El segundo objetivo era, desde luego, mucho más difícil de alcanzar que el primero. Aunque antes había sido suficiente considerar, para fines clasificatorios, un solo elemento de la planta -o un conjunto de elementos, como flores, estambres o sépalosahora era necesario observar y describir toda la planta, para revelar sus siinilitudes y diferencias con otras. El naturalista empeñado en que su clasificación refiejara a la naturaleza necesitaba concebir a cada especie como una totalidad, para, de esta manera, posteriormente hacer agrupaciones en géneros, familias, órdenes y clases. Así por ejemplo, la col de Bruselas y la coliflor pertenecen al mismo género (BrasSica), que es miembro de la familia Cruczferae, que también incluye el berro, el alhelí doble y las berzas. Las Crucifeme son parte de una categoría mayor, las R hoeadales (grupo cuyo tipo es la R hoeas, la adormidera). Finalmente, de acuerdo con la taxonomía moderna, son parte de las Spermatophyta, es decir, plantas con semi1la. Lamarck reconocía lo práctico del sistema sexual propuesto por Linneo, como lo indica el uso que de él hizo en su clave analítica. Pero lo criticaba con base en que el empleo de una parte Única inevitablemente conducía a distorsiones. Sus reservas acerca del sistema sexual son importantes. En Flora francesa subraya la necesidad de comprender la planta como

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un organismo integrado, y sugería modos de expresar en un orden natural la jerarquía de esa complejidad organizativa. En su obra botánica intentó reconciliar el orden natural con una clasificación factible. Su compromiso con la clasificación natural como meta a largo plazo, a pesar de su escepticismo ante la tendencia de los seres humanos a imponerle categorías arbitrarias a la naturaleza, impregna casi toda la obra científica de Lamarck. También constituye un nexo fundamental entre sus investigaciones botánicas y zoológicas. Los requisitos de Lamarck para identificar plantas eran que el vocabulario empleado para describir la anatomía fuera inequívoco; que se observara con exactitud el espécimen, y que no se intentara clasificar las plantas cultivadas con los mismos criterios que las silvestres (Flora francesa sólo trata las últimas). Su clave analítica consiste en una serie de dicotomías, en la cual en cada etapa había una opción entre dos rasgos mutuamente excluyen tes, como entre flores bisexuales y unisexuales, o entre flores con pétalos y sin ellos. Mediante ese proceso de eliminación, era posible identificar con rapideL, facilidad y gran exactitud las plantas. Las partes reproductoras eran la base de la discriminación: flores, ovarios, estambres, cáliz y corola. Lamarck sugirió que hubiera tantas elecciones como fuera posible, pues esto permitía llegar con la mayor rapidez al nivel de especie. Lamarck llamó a este proceso “análisis”, y lo utilizó en varias formas en muchos de sus libros. “Análisis es el nombre que hemos dado en botánica al método de disección, median te el cual se va de la totalidad de

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plantas conocidas a cada una de ellas en lo particular; en cada uno de los puntos, sólo tiene que elegirse entre dos rasgos mutuamente excluyentes” ( E i 142). Para Lamarck, clases, órdenes, familias y géneros eran creaciones humanas, sin existencia en la naturaleza; en este sentido, sólo las especies eran reales. Las demás eran simplemente categorías impuestas a la naturaleza por la mente humana, como medio de comprender la diversidad extraordinaria de los seres vivos. Pero Lamarck no dedujo de esto que el naturalista tuviera derecho a definir y aplicar esos términos de modo arbitrario. Por el contrario, las divisiones principales del reino vegetal debezan aproximarse en lo posible a los agrupamientos naturales existentes. Por ejemplo, Lamarck criticaba la división de las plantas en árboles, arbustos y hierbas, puesto que los géneros surgidos de caracteres funcionalmente significativos (en oposición a los triviales; como el color de las flores) suelen contener especies pertenecientes a los tres grupos, por lo cual, concluyó, tal división era excesivamente artificial. Como clases, familias y géneros eran agrupamientos con niveles de generalidad diferentes, se los definía mediante diferentes criterios. Al ser la clase laxategoría más abierta, tenía que definirse con suficiente amplitud para que incluyera una extensa variedad de formas, mientras que género era una división más restringida, diseñada para un menor número de integrantes. Por tal razón, hasta cierto grado era posible manejar separadamente clases, familias y géneros. Cada encabezado quedaba definido por criterios que correspondían a su nivel de generalidad.

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Lamarck aplicó el mismo enfoque a la división del reino animal. Así, los maniíferos son para Lamarck una clase, y están definidos como “vivíparos con mamas, dos o cuatro extremidades articuladas, respiración pulmonar ... pelo en algunas partes del cuerpo” ( P i.280). A su vez, los mamíferos estaban integrados por cuatro Órdenes: ballenas, focas, mamíferos de pezuña y unguiculados. Este orden Último estaba definido en términos muy específicos: “cuatro miembros, uñas planas o puntiagudas al extremo de los dedos, pero sin cubrirlos”. Componían este orden ocho familias, la última de las cuales era la de los cuadrumanos, que incluía géneros tales como los mandriles y los orangutanes (P.i. 344-347). En su diccionario botánico, Lamarck utilizó las familias creadas por uno de sus colegas del Jardin d u Roi, A. L. de Jtissieu (1748-1836), pero no sus géneros. De hecho, el género era un agrupamiento de particular importancia porque representaba la primera parte del nombre de una planta, y Lamarck deseaba que tal nombre evocara una característica común a todas las plantas agrupadas en el género. Por ejemplo, el. género vegetal Sagittaria (del latín sagitta, “flecha”) está compuesto por plantas con hojas en forma de flecha. Además, idealmente, el rasgo seleccionado expresaría también el nivel de complejidad del género, como un todo, en el reino vegetal. En la tabla analítica Lamarck empleó clases diferentes a las incluidas en la sección descriptiva. Era en esta Última donde resultaba imperativo que los agrupamientos mayores fueran lo más naturales

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posibles. En 1806, como resultado de la colaboración de Lamarck con el botánico sueco Augustin-Pyramus de Candolle (1 778-1841), apareció Sinopsis de las plantas descritas e n la flora francesa (Synopsis plantarurn in Flora Gallica), la única publicación de Lamarck en latín. En contradicción con la primera sección, donde se empleaban cinco clases basadas sobre todo en las partes reproductoras, la sección descriptiva utilizaba los cotiledones (las hojas rudimentarias, embrionarias) como base para la formación de las clases. Así, la división resultanteera plantas sin cotiledones, con uno o con dos. Su empleo en la Sinopsis parece indicar la cónsideración de los rasgos fisiológicos y de desarrollo como criterio de clasificación. Se apartaba así Lamarck del enfoque de taxononiistas anteriores, como Linneo, quienes subrayaban los caracteres ex ternos. Era claramente visible que las ideas de Lamarck acerca de la clasificación, se habían modificado notablemente. Lamarck recomendaba tres procedimientos para determinar el orden natural del reino vegetal. Primero, establecer en la serie puntos fijos en las series de plantas a clasificar. Tales “puntos fijos” represen ta han a las plantas perfectas y a las que n o lo eran, siendo aquéllas las que poseían mayor complejidad estructural. Los “puntos fijos’.’permitieron a Lamarck contar con un punto de partida taxonómico definido. Esta terminología parece indicar la búsqueda de una norma clasificatoria fija e independiente, aunque, de hecho, Lamarck n o aceptó tal implicación. Otros términos utilizados por Lamarck fueron los de grados de organización ( oniveles de complejidad estructural,

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es decir, que las formas complicadas estaban más “vivas” que sus contrapartes más sencillas); jerarquía natural; niveles de vitalidad y continuidad entre las plantas, idea ésta que tendría una importancia central en su obra posterior. Esta terminología nos permite apreciar la trascendencia que los problemas técnicos de la taxonomía vegetal tuvieron en las investigaciones biológicas que Lamarck realizó en los últimos años de su vida. En Flora francesa Lamarck clasificó la planta más compleja en el primer lugar, y fue descendiendo a partir de allí, sin establecer, desde luego, que hubiese una progresión histórica de las especies, El segundo procedimiento de Lamarck para determinar el orden natural de las plantas fue definir las relaciones existentes entre las especies. Aunque era preferible considerar a la planta como un conjunto, afirmaba que los rasgos individuales eran útiles en determinar las relaciones, en proporción directa a su predominio en el reino vegetal. Una característica que todas las plantas poseyeran (como las semillas) tenía más valor que otra que apareciese con menor frecuencia. Con este fin elaboró una tabla de valores numéricos que indicaran la universalidad de cada característica. El tercer procedimiento de Laniarck consistió en el empleo de un grado de perfección general, para establecer el orden natural, ciiando n o hubiera otros elementos definidos de diferenciación. El proyecto de escribir una nueva clasificación de las plantas silvestres francesas permitió a Lamarck abordar cuestiones científicas complejas, básicamente metodológicas y no precisamente sobre botánica

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únicamente, sino relacionadas con las ciencias naturales en general. Los problemas que Lamarck examinó en su obra inicial fueron sumamente variados, y podemos seguir su desarrollo en la obra posterior. La botánica estaba dirigida Únicamente al estudio de una parte de la naturaleza. Al igual que en sus otras obras, en Flora francesa Lamarck ubicó su minuciosa historia natural en u n amplio contexto. Unió plantas y animales en tanto que poseedores de un “principio vital”, concepto que más tarde abandonó y clasificó al mundo de la naturaleza inorgánica en una categoría aparte. Los animales se diferenciaban de las plantas, arguyó, en que manifestaban “sensibilidad”, es decir, la capacidad de experimentar sensaciones y de realizar movimientos espontáneos, aspectos de los que carecían aquéllas. Señaló finalmente, la distancia enorme existente entre hombre y animales: el primero, al poseer el don de la razón, estaba más cerca de Dios. El desarrollo de estas ideas en Lamárck muestra de inmediato la influencia de sus primeras reflexiones acerca de la clasificación de las plantas, sobre su trabajo posterior, y cómo, en el transcurso de su larga carrera se apartó de algunas opiniones sostenidas en su juventud. Conservó durante toda su vida el interés inicial en los niveles de organización, así como su convicción de que el mundo natural estaba formado por partes orgánicas e inorgánicas fundanien talmente diferentes. Sin embargo, modificó su criterio de diferenciación. Lamarck sostuvo siempre que n o se daba una continuidad sencilla entre plantas y animales, aunque dejó de utilizar la sensibilidad como factor diferen-

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ciador y terminó empleando el de irritabilidad, la capacidad de con tracción por contacto, propiedad que en su opinión, sólo manifestaba el tejido animal. Al dedicarse al estudio del hombre Lamarck experimentó el cambio más trascendente de su pensamiento y abandonó la idea de que existía una brecha entre animales y seres humanos, aceptando, en cambio, que la diferencia residía-en el grado de complejidad y no en la facultad singular de la inteligencia. La taxonomía adquirió un nuevo significado al desarrollar Lamarck la teoría del transformismo. Con anterioridad, el orden natural se definía mediante patrones de relación estáticos, pero ahora significaba la secuencia en la cual se habían producido las formas naturales. Lamarck llegó a la conclusión de que los niveles de complejidad creciente y los grados de parentesco eran resultado de cambios históricos reales. Los problemas de la taxonomía eran sólo un aspecto de la discusión metodológica que aparece en todos los escritos de Lamarck. Igual importancia otorgaba a las cuestiones sobre los orígenes del conocimiento humano y el papel del lenguaje en el desarrollo del pensamiento. En este aspecto Lamarck recibió la influencia de un filósofo francés, el abate Condillac (1714-1780), quien, siguiendo a John Locke (16321704), rechazaba la aseveración de que el entendimien to del hombre funcionara median te ideas innatas, y proponía un enfoque empírico sobre el funcionamiento de la mente, y concluía que el origen de las ideas está en las sensaciones. Por tanto, todo

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conocimiento parte de la experiencia. Condillac llamó a su método “análisis”. Locke había argumentado que las ideas complejas del entendimiento humano eran posibles de reducir a sensaciones e impresiones constitutivas sencillas. Condillac agregó una teoría del lenguaje en la que demostraba que los símbolos eran necesarios para que ocurriera el pensamiento, que la experiencia de los sentidos pasaba por el lenguaje para transformarse en pensamiento. De hecho, para Condillac y sus seguidores (los idéologues, estudiantes de la ciencia de las ideas), las ciencias naturales sólo progresarían si empleaban un lenguaje correcto. Esta convicción tuvo cierta importancia en la labor de clasificación. Para identificar y hallar un orden natural, la nominación era importante. Aunque se reconocía la dificultad de captar, mediante el lenguaje, la complejidad de la naturaleza, se consideraba que el da; nombres apropiados a las formas naturales era un paso decisivo para comprenderlas y además, para comunicar esos hallazgos a otros. Por consiguiente, la elaboración de un lenguaje adecuado era parte integral del objetivo de la ciencia. Aunque Lamarck no coincidía con Condillac en todos los puntos, la insistencia deéste sobre el funcionainiento de la mente, el método analítico y el estudio de los orígenes, así como sobre la importancia general del lenguaje, afectó profundamente la perspectiva que Lamarck tenía de la ciencia y del método científico. En la clasificación botánica, a Lamarck le importaba la relación entre nombres, ideas y los objetos que representaban. La función del lenguaje,

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en este caso los nombres de las plantas y sus partes, era ayudar al pensamiento y la memoria. Lamarck de. seaba el desarrollo de un lenguaje biológico estable, que evitara can1bios arbitrarios en la nomenclatura, ocurridos cuando se nombraba por nombrar, de modo que pudieran progresar los patrones de pensamiento establecidos y no verse interrumpidos a capricho. Al mismo tiempo, el lenguaje tenía que ser lo bastante flexible para permitir la inclusión de nombres nuevos sin que se causara un caos. Los signos eran tan efectivos como etiquetas cuando expresaban ideas con la mayor exactitud posible, como la naturaleza del objeto que designaban y su relación con otros objetos. Influido por Locke y Condillac, Lamarck, al igual que muchos de sus contemporáneos, sostenía la opinión de que, en Última instancia, todo conocimiento venía de los sentidos. Fue consecuencia lógica de tal creencia que la exactitud científica dependía de la calidad de las observaciones hechas. Había que adiestrar a la gente para que empleara sus sentidos en lo particular, y sus mentes en lo general, de modo más efectivo, pues se reconocía que no se contaba con otra garantía de un conocimiento correcto. Como la educación y la experiencia vital afectaban a los procesos mentales, la gente percibía el mundo de maneras muy diferentes. La insistencia de Lamarck y sus contemporáneos en que se adiestrara a los científicos en las habilidades de la observación, era un medio de superar la subjetividad y el relativismo. El problema para encontrar bases firmes para la

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obtención del conocimiento científico, estribaba, según Lamarck, tanto en las obras mismas de la naturaleza como en las características de la mente humana. Creía que la naturaleza actuaba con tal lentitud, que era difícil percibir los cambios, excepto en lapsos muy largos. En comparación con la velocidad de los procesos naturales, la vida humana era bastante corta. Escritores anteriores habían advertido sobre la visión distorsionada que de esto podía resultar; tal como los rosales podrían suponer inmortales a los jardineros, los naturalistas podían pensar que las formas de vida no cambiaban porque no las habían visto cambiar. Para Lamarck, era imperativo diseñar modelos y analogías que permitieran explicar los cambios graduales siguiendo la línea de aquéllos más rápidos y más fáciles de observar. Fortalecía a este método la convicción de Lamarck de que la naturaleza era mesurada y utilizaba leyes y mecanismos similares en todas sus obras. Para “ver” a la naturaleza en transformación -para imaginar las operaciones progresivas de la naturaleza- se necesitaba un marco adecuado, que hiciera ese conocimiento compatible con la psicología humana. La ciencia y la epistemología iban de la mano. El comprender el funcionamiento de la mente humana tuvo un papel central, y n o sólo como rama de las ciencias naturales, sino como la única base correcta del método cien tífico.

111. PLANTAS EL INTERÉS de Lamarck en la botánica sobrepasaba los problemas taxonóinicos planteados por esa disciplina. A lo largo de su carrera escribió sobre las plantas, y en la mayoría de sus obras publicadas se examinan los rasgos distintivos de éstas. En los años ochenta y noventa del siglo XVIII, cada vez se interesó más en definir las propiedades comunes a los seres vivientes. La comparación entre planta y animales dejaba ver, para él, los poderes fundamentales de la naturaleza en la producción de seres vivos y organizados. Las plantas y los animales, si comprendidos debidamente mediante una clasificación adecuada, mostraban que sus diferencias lo eran en vitalidad. En otras palabras, la vida podía presentarse en un cuerpo en grado mayor o menor, y era la tarea central de la biología el estudiar las variadas formas de vida. Si observamos la concepción que primero de las plantas y luego de los animales tuvo Lamarck, terminaremos por apreciar su interpretación de la naturaleza de la vida, y la posición de dicha interpretación como concepto central de su biología. De hecho, su trabajo en biología lo animó a perfeccionar y desarrollar su metodología. Dado el contexto histórico, en comprensible que Lamarck tuvo toda las razones para verse atraído por el estudio de las plantas. La botánica ocupaba un lugar especial en la cultura del siglo XVXI,coleccionar y estudiar plantas era un pasatiempo general 46

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que ofrecía una combinación Única de deleites estéticos e intelectuales. Se esgrimían argumentos complicados acerca de la clasificación, sobre todo en relación con la botánica; y el problema general de dar a los múltiples elementos de la naturaleza un marco coherente era aplicable asimismo a animales y minerales. Linneo, por ejemplo, se interesaba en los tres reinos, e intentó la clasificación de cada uno de ellos. También Lamarck comprendió que las cuestiones abordadas en Flora francesa permitían una comparación directa con aquellas planteadas por la zoología y la mineralogía. Como bien se daba cuenta, era posible acercarse al reino vegetal de diferentes maneras, como ocurría con otras partes de la naturaleza. Tenía opiniones firmes sobre cuáles debían ser las prioridades de la ciencia como un todo; la taxonomía era simplemente uno de los aspectos. Creía que la botánica, como ciencia, no estaba limitada a la identificación de especímenes y a la explicación de afinidades naturales entre las plantas, sino que también debía investigar la naturaleza de la vida vegetal, “la física de las plantas”, según la llamó. En Flora francesa había insinuado ya su fascinación por el fenómeno de la vida que animales y plantas compartían. En sus escritos posteriores insistió sobre la contribución singular de la botánica a la nueva ciencia de la biología. Dedicó mucho tiempo a reflexionar sobre la naturaleza orgánica, utilizó a las plantas para dos fines: para encontrar las características que todos los seres vivientes compartían, inkestigando los rasgos comunes a plantas y animales, y para establecer las diferencias entre

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unas y otros. Lamarck tenía una visión amplia de la tarea que correspondía al especialista en historia natural. Para él carecía de sentido estudiar aisladamente una parte de la naturaleza, pues su visión de ella era la de un todo coherente. Tenía fe en el valor de las definiciones correctas de las categorías naturales como la de “planta” o “animal”, como base sólida para una acuciosa actividad científica. Su concepción sobre las características defini torias de las plantas tuvo importancia en el desarrollo de su biología. Las plantas, afirmaba Lamarck, poseen únicamente aquellas facultades esenciales para la existencia de la vida. Se alimentaban, crecían, se reproducían y elaboraban la substancia de sus cuerpos a expensas de los nutrimentos; transpiraban y absorbían partículas del ambiente. Al igual que los animales, las plantas manifestaban estados de salud y enfermedad y? por estar vivas, al paso del tiempo morían. Por consiguiente, esas reflexiones en torno a las plantas tuvieron un útil papel analítico en el proyecto de Lamarck: desarrollar una ciencia de los seres vivos que mostrara la vida sin adornos. Al igual que los invertebrados que estudió por mucho tiempo, las plantas mostraban las funciones de la naturaleza en una de sus formas más sencillas y, por tanto, lanzaban luz sobre las propiedades fundamentales del reino orgánico. De acuerdo con Lamarck, plantas y animales compartían otros rasgos, aparte de aquellos necesarios para la existencia de la vida. Dos analogías, en particular, atrajeron su atención. Primera, ambos reinos suspendían la vida activa con la “hibernación”,

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cuando el frío era excesivo. Lamarck utilizó esta analogía como una explicación del despertar súbito a la vida, ocurrido en la primavera, de plantas aparentemente muertas. Durante esa “suspensión”, el “nudo vital” presente en la base del tallo y encima de las raíces, mantenía a la planta con vida. Para Lamarck, esto señalaba una diferencia importante entre plantas y animales. Estaba claro que las plantas eran menos vitales, pues podían sobrevivir con sólo una parte de su organismo en estado de vitalidad, mientras que en los animales todas las partes continuaban vivas. Una segunda analogía era que ambos reinos manifestaban formas de vida comunitarias, es decir, conjuntos de individuos vivían en una colonia. Por ejemplo, Lamarck veía que los árboles estaban compuestos de individuos pequeños, como las hojas, que sólo vivían un año, simplemente reproduciéndose y muriendo, mientras que el tallo o tronco persistía y no envejecía como la mgyoría dq los otros seres vivientes. La posibilidad de injerto parecía dar pruebas de apoyo al carácter colonial de los árboles. Lamarck veía en los agrupamien tos taxonómicos de plantas y animales u n paralelismo formal. n su Diccionario botan ico ( Dict ion naire de botan iq ue), publicado entre 1783 y 1795 como parte de la Eiicyclopédie Méthodique, Lamarck incluía en la entrada “clase” una tabla donde exponía, en dos columnas correspondientes, las clases principales de animales y plantas. Cada reino estaba dividido en seis clases. La tabla sugería que las formas de plantas y animales sencillas se parecían más entre sí que las complejas.

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En 1786, Lamarck pesen tó la comparación como un patrón equilibrado, pero a la luz del transformismo se lo puede considerar un resumen de dos procesos históricos simultáneos, en que los pólipos son la “primera versión’’ de animales, como las criptógarnas (helechos, musgos, hongos, etc.) lo erarí a las plantas. A pesar de su entrega creciente al estudio de las propiedades generales de los organismos, a Lamarck le sorprendieron las diferencias entre animales y plantas. Subrayó que no había una cadena continua que uniera a todos tos seres orgánicos, no había matices entre plantas y animales, sino más bien una “línea de demarcación clara”. Repetida y vigorosaniente rechazó como invenciones de la imaginación los postulados como seres intermedios, como son los zoofitos (literalmente, plantas animales), tan apreciados por los naturalistas del siglo XVIII. También encontró que las plantas constituían el grupo menos perfeccionado; eran pasivas y estacionarias, mientras los animales eran activos y rnOviles, al reaccionar a los estímulos, las plantas lo hacían con lentitud y no tenían órganos internos diterenciados. Las plantas y los animales eran químicamente distintos pues, según pensaba Lamarck, el carbono predominaba en las primeras y el nitrógeno en los segundos. La naturaleza iiiició la producción de aiiiiiiales y plaritas al niisino tiempo, conieiirando sus operaciones coii cuerpos eii cseiicia diferentes eii razbii de sus elementos químicos. -1’odolo que la naturaleza coiisiguió producir en un grupo fue diferente de lo que pudo producir en el otro, aunque eri ambos casos trabajb con planes sumamente análogos ( A i 83).

INDICE

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Prefacio A breviaturas ............................ E . Vida de Lamarck .................. 11. Clasificación y método científico 111. Plantas IV . Animales V . Vida VI . *Lasciencias del ambiente VI1 . El transformismo y la “filosofía zoológica” ........................... VI11. Naturaleza y Dios .................. IX . El hombre X . El legado de Lamarck Lecturas adicionales

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