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Breviario Ajedrecístico Lic. Jorge Luis León Morales Editorial Científico-Técnica @ @ Jorge Luis León Morales, 2000

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Breviario Ajedrecístico Lic. Jorge Luis León Morales

Editorial Científico-Técnica

@ @

Jorge Luis León Morales, 2000 Sobre la presente edición: Editorial Científico-Técnica, 2001

Edición: Lic. Jesús Arrieta Alfonso Diseño de cubierta: Alfredo Montoto Sánchez Diseño interior: Julio Víctor Duarte Carmona Corrección: Pilar Trujillo Curbelo Realización: Caridad Castaño Jorge Foto de cubierta: José Manuel Rubio Composición y emplane: Oneida L. Hernández Guerra

ISBN 959-05-0269-5

INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO Editorial Científico-Técnica Calle 14 #41 04 e/41 y 43, Playa, Ciudad de La Habana

A José Raúl Capablanca campeón del mundo (1921-1927),

quién paseo triunfante por el mundo el nombre de Cuba... A

Mariela, quién bulle en cada palabra... A todos los amantes del ajedrez..

Agradeci mientos Para que esta obra contribuya con el interés de los proyectos por desarrollar el ajedrez entre nuestros niños y jóvenes, es preciso des­ tacar el apoyo recibido por el Lic. Alfredo Rivera Guerra, director muni­ cipal deiiNDER, quien siempre estimuló nuestro trabajo. Asimismo a un reducido número de amigos que pusieron esfuerzo y talento en función de contribuir a tales propósitos. En este sentido agradezco a Nelson Román Milián por el diseño y todo el trabajo de máquina; a Alfredo Montoto Sánchez por su colaboración entusiasta en el diseño e impresión. A mi colega Víctor Delgado Espino por la revisión de los manuscritos. A William Gattorno Rangel por su decisi­ vo apoyo. Y a mis alumnos, por sus estímulos y constante preocupación por el futuro de esta obra. A todos ... ¡Gracias!

Prólogo puertas del nuevo mi lenio, el ajedrez conceptual izado como o rte eminentemente problémico y a su vez informático, tiene us grandes retos en la nueva era del conocimiento lograr -en ceso de enseñanza:aprendizaje de este noble juego- el enfren­ nto ante la gran cantidad de l ibros, revistas y enciclopedias que ubl ican cada año con el objetivo de utilizar este enorme caudal de r cimiento en fu nción de su desarrollo docente. Sin embargo, so­ l proceso de enseñanza del ajedrez se publica muy poco o casi a, y si a ello ag regamos que sobre el tema pocas personas se ican a escribir, todo lo anterior trae por consecuencia que es im­ sci ndible la edición de textos didácticos sobre el ajedrez, ya que da día cobra más fuerza la impartición del ajedrez en el medio edu­ tivo y realmente no existen materiales de apoyo para las enseñan­ z s de este en las escuelas. El presente trabajo es u n modesto esfuerzo en aras de llenar ese vac ío. El profesor León tiene u n conocimei nto y una visión amplia y flexible de la problemática de la falta de bibliografía ajedrecística con ostos fi nes en nuestro país. La obra me parece muy interesante, y en rni caso particular como i nvestigador y ajedrecista me motivan los aspectos que tiendan a desarrollar el razonamiento en los ajedrecistas. En esta su primera oportunidad, la propuesta del autor es ambicio­ sa, ya que basado en diversos aspectos sobre el juego ciencia, inten­ ta abarcar aunque de forma breve l os aspectos med ulares en la formación de los ajedrecistas, por lo que considero este Breviario ajedrecístico como un trabajo de gran ayuda para la enseñanza-apren­ dizaje del ajed rez y para cultivar en los amantes del juego ciencia una mentalidad i nvestigativa a la hora de abordar sus diferentes facetas. Es un trabajo original en este campo, segu ramente las ideas expre­ sadas serán revisadas y comentadas, quizás por otros investigado­ res, educadores y ajedrecistas, pero no podrá ser ignorada como una obra del movimiento ajedrecístico cubano. Doctor Lázaro Antonio Bueno Pérez Maestro Internacional de Ajedrez

7

Al lector "El ajedrez es capaz de proporcionar la misma alegría que un buen libro o la música. Si aprenden a jugar bien, no solo ustedes experimentarán verdadera alegría, sino que la compartirán con otros". Tigrán Petrosian

Casi treinta años vi nculado al ajedrez y la pedagog ía me han apor­ IMdo muchas razones para exponer algunos puntos de vista que, a mi

juicio, contribuirán a entender la problemática que se encierra en la hnse de la enseñanza del ajedrez. Como se sabe, la enseñanza es algo más q ue imparti r u n conoci­ miento, ella lleva impl ícito el imperativo de los tiempos: de que más quo enseñar es preciso enseñar a aprender. Cierto es q ue la ense­ nonza tradicional es insustituible en su esencia por el cúmulo de infor­ mación que permite brindar, pero como bien sabemos por los clásicos griegos: "la cabeza del estudiante no es un recipiente que hay que llenar, sino más bien una antorcha que hay que prender''. Es preciso pues, emprender nuevas vías de modo que cada ajedrecista "redes­ cubra" en su práctica diaria el saber acumulado y llegue a este por sus propios medios. El papel del maestro-entrenador está en la segura conducción del camino a recorrer, el ir quitando los escollos, las hoja­ rascas que no hacen sino sombras a la luz del saber. Tal pareciera que en nuestros tiempos cada vez es menos vital el maestro. Craso error; porque la misma concepción del maestro ha de verse con u n nuevo p risma, é l no s e puede valer hoy d e l viejo escudo d e la escolás­ tica o la rutina del verbalismo en su trabajo, donde en nada se ejercita la capacidad de pensar. El método problémico es una vía que se ajus­ ta a los nuevos tiempos, por lo cual hay que aprender a utilizarlo con cord u ra, aj ustándolo a cada ci rcunstancia y nivel de aprendizaje. Cuba es una potencia ajed recística , cuenta con varios g randes maestros y u n caudal de talentos en nuestras escuelas que u rge des­ cubri r y desarrollar. En esta tarea se requiere de maestros-entrenado­ res capaces, conocedores no solo del arte ajedrecístico sino de otro elemento no menos vital : e/ arte de enseñar, sin el cual el maestro va al encuentro de sus alumnos "como con los ojos cerrados y los oídos tapados". El ajedrez, como dijo nuestro Jase Raú l Capablanca, "es un educa­ dor del raciocinio". De ahí que su práctica masiva no lleva solo impl ícito 9

el logro de resultados deportivos, sino la creación uu un hombre apto y capaz de modular una conducta, u na capacidad de análisis y reflexión mental que le abra un espacio en cualquier esfera de la vida. Por tal motivo, el gran campeón cubano recomendó la enseñanza del aje­ drez a parti r del 4to. grado de la primaria. Este trabajo breve pretende contribui r en algo a la formación de un ajedrecista capaz de aprender por sí mismo, cuya mente rompa con estereotipos dogmáticos y se abra libre e independiente al campo de la creación. En la búsqueda de hallar los caminos quise detenerme en la obra de Jose Raú l Capablanca, porque nadie como él para despejar las tinieblas del arte ajedrecístico.

De ahí que esta obra reabra el libro de su vida.

10

La unidad de entrenamiento. Su estructura y métodos ¡ No, chico. Esa no es la buena! , dijo el entrenador y se pon ía las manos en la cabeza. ¡ Se ganaba con esta!, afirmó luego mientras clavaba la dama en la casilla a8. El al umno, anonadado solo atinó a decir : ¿ Qué quieres que haga si no la vi? El asunto quedó sin senten­ cia cuando el entrenador, ignorándolo, replicó: A ver, a ver, déjame ver la otra partida. Quien hablaba así es u n reconocido Maestro FI DE, hombre dedica­ do por entero al ajedrez; pero que no supo sacar una buena enseñan­ za del valor notable que se escondía en aquel terrible error que había costado la partida a su mejor alumno. ¿Qué elementos ocultos no alcanzó a adverti r en la compleja madeja de acciones que lo llevaron a u na derrota en una posición teóricamente ganada? ¿Fue un desliz o el hecho presupon ía u na debilidad de su juego? Tantos detal les im­ portantes q uedaron perdidos en la nada. Considero que el balance más crítico debe seguir día a d ía el que­ hacer competitivo de u n alumno y que de este análisis ha de surgir el plan real de entrenamiento para cada atleta. El hecho, visto de forma aislada, no dice mucho. Para un observador deja entrever que una cosa es la fuerza prácti­ ca de un entrenador y otra su capacidad para entrenar ajed recistas. Este cúmulo de observaciones me llevó como primer paso a la tarea de dar al menos una idea de lo que denominé: estructura interna de unidad de entrenamiento. E ste p l a n lo esbocé en u n a c l ase m et o d o l ó g i ca p a ra lo c u a l e l a b o ré dos esq u e m a s c o m o material auxi liar. El análisis conjunto de estos materiales arrojó lo que de antemano sabíamos, pero a un g rado superlativo de problemas y consultas, que fui dando respuesta, en la medida que alcanzaba los objetivos pro­ puestos. Este encuentro me abrió de par en par la confianza de mis entrenadores y estimuló en m í el proyecto de trabajo futu ro, tendiente a cambiar el esti lo anq uilosado que ven ía practicándose. Lo nuevo había ganado la p rimera batal la: era el inicio.

11

ESTRUCTURA INTERNA DE UNA UNIDAD DE ENTRENAMIENTO

Formativos generales

Determinación de los objetivos

Técnicos

Formativos de una personalidad ajedrecística

Más que impartir conocimientos es desarrollar capacidades para adquirirlos de modo autodidacta

Cada objetivo previsto exige un método determinado;actividades concretas de cumplimiento FORMACIÓN DE UN TALENTO AJEDRECÍ STICO

Enseñanza tradicional

Vía lógica de asimilación de conocimiento

Combinadas oportunamente

12

Método problémico

NZA. AIIUl'NJ>IZAJE Nivel de independencia cognoscitiva l.

Método informativ -comunicativo Primer d enseñanza

. Método explicativo de enseñanza

PA� Método de aprendizaje por ejecución

.

6

Segundo PAR.., Método reproductivo de aprendizaje

3.

Método instructivo Tercer PAR de enseñanza

4.

Método explicativo Cuarto PAR motivador de enseñanza

Método productivo­ práctico de aprendizaje

111

Método de aprendizaje por búsqueda parcial

5.Método motivadorQuinto PAR.., Método de aprendizaje de enseñanza por búsqueda

13

El conocimiento es un proceso constante de desarrollo El presente esbozo metodológico pretende abordar aunque de modo sumarísimo algunos elementos que asumen ribetes decisivos en la enseñanza contemporánea del ajedrez. No hay dudas que la dirección del trabajo docente ha de ir dirigida a la transformación del carácter del alumno de objeto . . . a sujeto del co­ nocimiento, tarea sin la cual sería imposible el desarrollo indepen­ diente de la actividad cognoscitiva. Empecemos por ofrecerles u na idea del concepto nivel de asimilación. El siguiente esquema puede dar una idea del p roceso mental que se inicia cuando abordamos un n uevo tema de estudio. Nivel de familiarización: Punto de partida del conocimiento. Pro­ ceso en el cual el alumno entra en contacto con el conocimiento, relacionándolo, reconoci éndolo de modo que establezca sus puntos más externos. Este nivel crea las bases para introducirse en el nivel reproductivo. Nivel reproductivo: Nivel en

que se al macena el conocimiento (pro­ ceso lineal del conoci miento) . En este nivel el conoci miento llega por la vía de métodos tradicionales y no genera una gran activi­

dad mental del alumno, pero sin el cual_ es imposible avanzar a objetivos superiores por ser, por naturaleza, soporte natural a toda actividad creadora. Nivel productivo: Esta etapa la denomi namos proceso útil del co­ nocimiento. El alumno logra aplicar lo aprendido a una posición

n ueva. Este nivel de asimilación exige para su desarrollo la apli­ c a c i ó n de m ét o d o s ( c u a rto y q u i nto P A R ) p ro d u ct i vo s (problémico), q u e acrecienten s u actividad mental y l a estimu­ len . Aqu í se exige del entrenador actividades docentes muy bien seleccionadas y dosificadas, para ir umidiendo" el ritmo de aprendizaje.Se define como la verdad del conocimiento. Nivel creativo: Objetivo supremo del conocimiento. El alumno lo­ gra la creación ajedrecística, redescubriendo en su práctica con­ ceptos nuevos para él . Es el momento de las grandes tareas y de la investigación autodidacta pura. El investigador G rinsberg (1 976) define la creatividad como la capacidad de un cerebro para l legar a conclusiones nuevas y resolver problemas en una forma original". Tanto este nivel como el precedente exigen u na buena selección bibliográfica y una dosificación correcta del contenido y los temas a desarrollar. 11 • • •

14

,lt,

Ul!�

I'IMILA 'ION

Creativo

Productivo

Reproducción

Familiarización

El objetivo se concreta en la tarea a desarrollar La u n idad de entrenamiento exige -como se ha dicho- la elabo­ ración , como pu nto de partida, de u na correcta formulación de los objetivos técnicos a alcanzar, factor que se concretará en las activida­ des o tareas a desarrollar en la clase; y es aqu í donde se concretan estos, de lo que se desprende la u nidad dialéctica entre los objetivos y las actividades. Aún así, el entrenador no tiene en sus manos u n medidor q u e le i nforme q u e l o s objetivos propuestos han sido logra­ dos. Por tanto, la evaluación es el recu rso pedagógico que ha de cum­ plimentar tal fi n . Solo así podrá planear su trabajo:

TRABAJO CON LOS OBJETIVOS. SUS ETAPAS

E::J---1

Consolidación



Perfeccionamiento

15

y crearé las O sea, logré un conoci miento, ahora lo n bases para su desarrollo y perfeccionamiento. Como hemos dicho, el objetivo es el elemento rector del proceso enseñanza-aprendizaje, ya que el objetivo determina: el contenido a tratar; señala los métodos a utilizar; orienta sobre las actividades a realizar e indica qué se debe eval uar. Estas breves notas han de ser cuidadosamente estudiadas como base de nuestro trabajo metodológico. El entrenador es un orfebre que antes de iniciar su trabajo sabe lo que quiere y las vías para lo­ grarlo. Claro que la enseñanza del ajedrez tiene u na gran dificultad , ya que: " . . . en ajedrez no hay reglas estratégicas . . . es imposible encerrar la verdad bajo los fríos moldes de principios generales y solo la libertad absoluta de fantasía del jugador puede llevar a la buscada solución . . . " Este planteamiento tomado de la obra de ese gigante de la pedago­ g ía ajedrecística Roberto G rau , sienta las pautas para saber que es imposible u n trabajo serio de entrenamiento sin u n estudio profu ndo de los objetivos a que aspi ramos y de las vías para alcanzarlos. No se enseña el ajedrez con buenas intenciones; es preciso cientificidad en el empeño. Una clase es siempre un eslabón de una cadena, y en nuestra mente debe estar el conj unto de eslabones que la componen para el logro de los objetivos. U na u n idad de entrenamiento es -u na- solo en el principio metodológico de su preparación , ya que es una vía, u n peldaño, en el log ro de los objetivos trazados. U n tema, por ejemplo: "Estructu ra de peones", no puede prepararse en una clase, por ello insistimos en buscar horizontes más amplios al preparar nuestras clases, al selec­ cionar los ejemplos, las partidas; con una visión de conjunto y luego, solo luego, imparti rlas en encuentros para abordar el todo. Algo como:

VÍAS PARA LA AUTOPREPARACIÓN

Lo que sería la visión de conj unto adecuada; nos trazamos un plan general , se particulariza -se hace específico- para retornar a los conceptos generales que se quieren alcanzar. Sin un plan lógico como este, el entrenador no tendría un punto de referencia para saber qué quiere, ni cómo alcanzará lo propuesto como plan. 16

xl t tr tod s problema, que las nto poddan si ntetizarse en el siu

t

1

jo

Claro que al orientar la tarea de analizar una partida, el entrenador b r i n d a rá las h e rra m ientas para este empeño, en el a n á l i s i s el ajedrecista deberá tener como brújula: 1 . Determinar dónde se cometieron los errores. 2. Determinación de los momentos en que era preciso j ugar de otra manera. 3 . Análisis de las perspectivas que se presentarían en esos casos. Dados estos elementos el entrenador insisti rá en la necesidad de evitar la superficialidad en el análisis, determinando los momentos críticos de la partida, así como argumentar los planes trazados por ambos en la lucha. Sin embargo, todo este trabajo sería poco menos que in útil sin una correcta util ización de los métodos de enseñanza.

La actividad independiente y el proceso del pensamiento en el alumno La pedagog ía contemporánea valora hoy en día con suficiente cla­ ridad q ue no todo trabajo independiente conl leva al desarrollo del pen­ samiento. Este factor asume hoy ribetes decisivos para el trabajo del entrenador, ya que debe transformar al alumno de objeto en sujeto del conocimiento, combinando en el trabajo docente tanto actividades no creadoras (reproductivas) como actividades creadoras, las cuales constituyen vías para lograr el objetivo propuesto. En este punto, se17

ría importante tener en cuenta la sentencia de Aristóloles: El bien está en todas partes y por doqu ier depende de la observancia de dos con­ diciones: 1 . Establecer correctamente el objetivo de todo tipo de actividad . 2 . Encontrar los medios correspondi entes que conduzcan al objetivo fi nal . He aqu í las dos di recciones en que debe discu rri r el entrenador: - ¿ Qué quiero . . . ? - ¿ Cómo lo logro de la mejor manera . . . ? De como enfoque este principio dependerá el resultado de su tra­ bajo. El p roceso de independencia cognocitiva tiene que sal ir del marco de la enseñanza tradicional, pues este camino difícilmente contribuya al desarrollo de capacidades creativas. Actividad independiente de los alumnos (independencia cognoscitiva)

En la práctica de la clase constituye una combinación

De la actividad "no creadora" (reproductiva)

..

Interacción Dialéctica

..

Y la actividad "creadora"

Elemento rector

Información de conocimiento

dentro de la práctica ajedrecística

Soporte pedagógico de la actividad

18

11 ll demostrado que un cúmulo de lt r n de por sí el ritmo ni el desarrollo . t v des deben engendrar procesos intetlv n d rrollen el proceso lógico de búsqueda, o r it n cr r lgo nuevo u original, según plantea el i nvestigador l . l . M lkln al señalar que existen cuatro tipos diferentes de trabajos i ndendientes: t n

1 2. 3. 4. .


otrosian afirmó: "La penetración profunda en los misterios de la posición, eso es la característica de la fuerza verdadera . . . El ajedrecista tiene que percibir esos elementos que parecen sin impo rtancia. La posición puede parecer normal, pero algo en algún lado no está del todo bien y este factor puede orientar y ser la brújula que defina la partida. Pero, ¿cómo lograr esto si nuestra clase es un eslabón de una cadena que aún no está creada? ¿Cómo regir nues­ tros pasos en el laberinto de la enseñanza ajedrecística? Veo a un entrenador trabajar con un grupo de alumnos que recién comienzan a manejar los rudimentos técnicos del ajedrez, mostrán­ dole una partida de su últi mo torneo, hablándoles como en un idioma extraño de tal variante. Mientras, observo los rostros de esos mucha­ chos, entre 1 3-14 años, quedar perplejos sin comprender qué ocu rre y de qué les habla su entrenador. Es evidente que no se ha trabajado en una planificación consecuente de los objetivos a lograr y sus vías de cumpli miento. ¡ Cuánto exige u na clase desde que la concebimos hasta que la materializamos en la práctica del trabajo diario! O aquel fuerte jugador, ahora entrenador, que estudia una partida que no analizó antes, a solas, e hizo las acotaciones necesarias que quería transmiti r a sus alumnos, lo cual le impidió llegar a la verdad intrínseca que se escond ía en u na extraña maniobra de victoria . El no poder i r descifrando los pasos del pensamiento como proceso men­ ta l , h i zo n u l o todo el a n á l i s i s . Y ¿ q u é fa l l ó ? , p u e s fal l ó: l a autopreparación debida, e l concepto d e l a clase como sistema, l a com­ prensión en el trabajo con los tres tipos de objetivos y el amor por sus alumnos. ¿ Qué más deci r? El arte de la enseñanza del ajedrez debe i r, apunta Roberto G rau , del sistema deductivo al anal ítico. El primero crea las premisas, el fundamentar las verdades lógicas y fomentar la imagi nación ; solo entonces podemos entrar al campo de la verdad matemática, en la que el cálculo ejerce una vital significación . Se ha de buscar siempre el razonamiento como base del cálculo concreto. En la obra Piense como un gran rnaestro del autor ruso Kotov, se dan l os siguientes pasos como recomendación a seguir durante la partida viva: "

1. 2. 3. 4.

Comprender el espíritu de la posición. Hallar el plan a seguir, tanto para el ataque o la defensa. Hallar en cada momento la jugada precisa al plan trazado. Reeval uar la posición e ir cambiando el plan según lo exijan los req ueri mientos de la partida.

Lo expuesto hasta aqu í marca las pautas de mi obra y ojalá no sentencien la máxima del poeta A. Nervo: 36

t1

, si , que logre d�sbrozar u n camino y contribuir mode�tamen­ rte de entrenar en n uestras instalaciones municipales.

37

Sistema de anotación algebra ico U n lenguaje útil para describir el movimiento de las piezas es la notación . Su conocimiento es poco menos que imprescindible para la lectu ra y estudio de la literatu ra ajedrecística. Dos de los más popula­ res sistemas de notación son el descriptivo y el algebraico. Philip Stamma, jugador y teórico sirio del siglo xv1 1 1 , fue el autor del sistema de notación que origi nal mente llevó su nombre, ahora cono­ cido como notación algebraica. Este sistema hal ló su más vasta difu­ sión a partir de 1 980. Actualmente es el lenguaje universal del ajedrez: •









• • •



Las horizontales o filas son n u meradas de 1 hasta 8, comenzando siempre por la fila más cercana a las 7 blancas. Las verticales o columnas son denomi nadas por las letras min úsculas de la "a" hasta la "h", comenzando por la izquierda de las blan­ c a s ( c o l u m n a t o r re d e dama del sistema descrip­ tivo) . Las casi llas o escaq ues to­ man el nombre de las co­ l u m n a s y l a s fi l a s q u e cruzan . La jugada se designa con la inicial mayúscula de la pieza que se mueve (en algunos impresos emplean la fig u ril la del trebejo y la casi lla de llegada) . Toda jugada de peón se i ndica solamente por la casilla de llegada. Se omite la inicial del peón ("P") . Las captu ras son indicadas por "x". El jaque es indicado por "+" y el mate "++". El enroque, al igual que en el sistema descriptivo, es señalado por 0-0 (corto) y el largo con 0-0-0 . Otros símbolos universales: !! ? ?? ?! !?

38

Buena jugada Excelente jugada Débil jugada Error garrafal Jugada dudosa Jugada interesante

"

utll

IJ 1

n

rtld -aleccionada es la tamorltsky, 1 895. Descriptivo

22.

B l n ncns e4 f4 Ac4 Axb5 Rf1 Cf3 d3 Ch4 Cf5 g4 Tg1 h4 h5 Df3 Axf4 Cc3 Cd5 Ad6 Re2 e5 Cxg7+ Df6+

23.

Ae7++

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 1 0. 11. 1 2. 1 3. 1 4. 1 5. 1 6. 1 7. 1 8. 1 9. 20. 21 .

Rd8

21 .

Cxf6

22.

Blancas P4R P4AR A4A Ax PC R1 A C3AR P3D C4T C5A P4C R T1 C P4TR P5TR D3A AxP C3A C5D A6D R2R P5R CxP+ D6A+

23.

A7R++

Neg ras e5 exf4

2.

b5 Dh4+

3. 4.

1.

Cf6

5.

Dh6

6.

Ch5 c6

7. 8.

Dg5 Cf6 cxb5

9. 1 0. 11.

Dg6 Dg5 Cg8

1 2. 1 3. 1 4.

Df6 Ac5 Dxb2

1 5. 1 6. 1 7.

Dxa1 + Axg 1

1 8. 1 9.

Ca6

20.

Neg ras P4R PxP P4CD D5T+ C3AR D3T C4T P3AD D4C C3A PxA D3C D4C C1 C D3A A4A DxP DxT+ AxT C3TD R1 D CxD

39

Casilla fuerte: Pieza centralizada Pillsbu ry-Lasker (Nuremberg, 1 896) Blancas Negras Rg1 ReB Df2 Dd8 Tf1 Th8 Tb1 TaB Ae3 Ad7 Cd4 Aa3 Ce2 Ca4 peones en peones en (h2, g2, f4, (hS, g6, f7, e6, dS, b7 y aS) eS, d3 y b6) (14 piezas) ( 1 3 piezas) Detengámonos un poco y observe la disposición de las piezas, de ese análisis surgirá una evidencia: la superioridad posicional de las blancas, que tienen su baluarte en el dominio de la casilla d4 ocupada por un caballo, que es la pieza ideal en estos casos, pues además de su acción ofensiva sobre los cuad ros fS, e6, c6 y bS, defiende admira­ blemente una posible entrada de la torre en la séptima l ínea. La ubicación de esta pieza permitió a Pillsbury acreditarse una ven­ taja posicional permanente, pero para aumentarla y luego transfor­ marla en triu nfo fueron necesarios sacrificios materiales. El juego, a parti r de este i nstante: 21.

fS!

El flanco rey negro es débil por su configuración de peones, y si unimos a ello el alejamiento de las piezas que debieran defenderlo, tal debilidad se acentúa en forma pel igrosa. Pillsbury, con una serie de sacrificios bien coordi nados, reduce a la impotencia al rey negro. 21. 22. 23. 24 .

Cf4 Ta1 Txa4

gxf h4 Ae7

Sacrificando la calidad alejan al alfil que defiende la configuración de peones. 24. 25. 26.

C( D)xe6 Cxe6

Axa4 fxg

La posición es ganadora. Lasker entregó la dama con : 26.

40

Ad7

11

1 hu- 1 r v lido guardar la s sigue 27. DxfS y a pesar de

1 . La lucha de la casil la e4 contra la columna f abierta es tema aplicable al sinnúmero de sistemas de plantees, como son las que nacen de los Gambitos del Rey, de las Defensas I ndias del Rey, y en casi todos los desarrollos del peón rey, donde se efec­ túe la jugada típica liberadora fS como sistema de agresión late­ ral al peón blanco de e4. 2. Cuando luego del cambio del peón e por el f se puede ubicar u n fuerte caballo en e 4 delante de u n peón adversario, el cabal lo suele ser más poderoso que la acción de las torres adversarias en la col umna f. 3 . El avance f5 puede hacerse con entera confianza cuando el adversario carece de un buen punto de apoyo para su caballo de e4, o cuando esta pieza puede ser eliminada por nuestras p ropias piezas menores. 4 . La fuerza de la columna f abierta es la agresión al peón de f2, que el caballo de e4 defiende económicamente. La eficacia del sistema está, supeditada a la perpetuación de un caballo en ese sector. S. Elimi nados los caballos, los alfiles son menos eficaces en la posesión de una casi lla centralizada de este tipo. En cambio, en las usuales conformaciones de peones c2 , d3, e4 contra la es­ tructura negra f7, d4 y eS, la torre suele ser arma poderosa en eS, por cuanto apoya la futu ra ruptu ra por medio de fS. 6. La posesión del cuadro e4 en la lucha contra la col umna f (en posesión del bando negro) pierde su fuerza si el adversario ca­ rece de un peón en eS que cubra la pieza centralizada. 7. El caballo que debe centralizarse en e4 (en estas posiciones) , solo debe ser ubicado en esos cuadros en última instancia, cuan­ do el adversario no puede cambiarlo para hacernos q uedar, en cambio, con un alfi l en ese sector. 8 . Todo esto es aplicable, ya que responde a idéntica estrategia a la lucha del punto d4 contra la col umna e a merced del enemigo.

41

Los consejos de N i mzovich La sobreprotección de los puntos fuertes en la estrategia ajedrecística Al respecto expresaba: "Mi fundamento se puede expresar en la siguiente forma: hay que sobredefender las casillas débi les, y más aún las fuertes, o sea, sobredefender todo lo que pueda reunirse den­ tro del concepto de puntos con importancia estratégica. Las piezas que i ntervengan en esta maniobra tendrán su recompensa y no se arrepentirán desde cualquier pu nto de vista, porque -expresándome en forma patética- la importancia de la casilla estratégica las ador­ nará con su au reola". En este aspecto llegó a sentenciar: " . . . un ojo sobre el flanco y la mente en el centro es el más profundo significado del juego posicional" y "en u na posición crítica, a menudo la salvación viene del centro . . . " Respecto a las casillas de importancia estratégica son necesarias dos observaciones: 1 . Hay que pensar en la circunstancia misteriosa de que todas las casi llas de bloqueo son buenas desde todo punto de vista. 2. Las reglas de la sobredefensa son aplicables para las casil las muy fuertes, o sea, las centrales i mportantes que sufri rán ata­ ques, las de bloqueos, las con peones l ibres fuertes, etc. De ninguna manera hay que sobredefender casil las vulgares, por­ q ue esto puede conducir fácil mente a u na posición pasiva de los sobredefensores. En resumen , la ley de la sobredefensa solo debe ser aplicada sobre las casillas fuertes. Las débiles solo podrán exigir ser sobredefendidas en el caso de que contribuyan a fortalecer otras fuertes . Analicemos la siguiente posición : Blancas Negras Rg1 Re8 Dd 1 Da6 Tf1 TaB Ta1 Th8 Cb1 Cg8 Ce2 Cd7 Ac1 Af8 peones en peones en a7, b7, c6, d5, eS, d4, a2 , b2 , c2 , f2 , g2 y h2 e6, f7, g7 y h7 (ambos con 1 5 piezas) 42

f n

\

ri p ra el peón de e5, que es bastante. Vemos que la defensa t , arque las blancas deben contestar.: a la 1 Hfl n gr e con dxc (equivalente a la pérdida de la base de la n y al abandono ·de la casilla d4) . Por tanto, sobredefenderemos on el auxi lio de piezas e.n la siguiente forma (partida N i mzovich­ ): 9.

Cd2

Ce7

10.

Cf3!

Cg6

11.

Te1!

Ab4

Buscando llevar el alfil a c7 para jugar f6, a pesar de la sobredefensa t llnnca. 12.

c3

13.

Af4

Aa5

(tercera sobredefensa!) 0-0

13. 14. 15.

Ag3 Cg5

Ac7

Ahora en forma drástica se docu menta l a fuerza i nterna de la �;obredefensa. Los sobredefensores semi muertos que eran Cf3, Af4 y la veterana Te 1 , desarrollan una acción considerable al salir de su sueño. 15.

TeS

16.

Cf4

Ch8

17.

Dg4

Cf8

18.

Te3

Se puede apreciar como la veterana torre estaba a la espera de la lucha que se va a desencadenar. b6?! (Mejor 1 8 . . . . , 18. Ad8.) 19.

Ch5

C(h)g6

20. 21.

Tf3 Cf6+

Te7 R h8

y ganan , ya que si 22. . .. , Cxh7; 23. Cxf7+, Txf7; 24. Txf7. La idea de fondo era la siguiente: la sobredefensa de una casilla importante desde el punto de vista estratégico, constituye una "buena acción" y tiene su recompensa por la ampliación del radio de acción de los sobredefensores. 22.

C(f6)xh7

43

El tema del centro. Cuidado insuficiente como error típico que se repite Ahora seguiremos íntegramente una i nteresante partida, la cual se caracteriza por mostrarnos el desprecio que sienten hasta jugadores fuertes por la estrategia central . Apertura Peón Dama (Torneo Sueco, 1 920) Blancas: Berndtsson Negras: S.J.Bjurulf 1. 2. 3. . 4. S.

d4 Cf3 Af4 e3 c3

dS Cf6 e6 eS b6?!?

Debe considerarse como un error típico, en el sentido de que se supone que no existe ningún campo de batalla en ciernes en el cen­ tro. Nos parece mejor 5 . . . . , Cc6; y en caso de 6. Cd2, Ae7; 7. h3 (previendo Ch5) , Ad6! ; 8. Ce5, Axe5; 9 . Dxe, Cd7; 1 O. Cf3, desarro­ llándose entonces la violenta l ucha por e5. N u nca sería suficiente­ mente repetida la recomendación, al jugador de la posición, incitándolo a que se ejercite en estas luchas centrales. Un buen plan de continua­ ción sería ahora 1 O . . . . , a6! ; 1 1 . Ad3, f6 (erróneo sería 1 1 . . . . , Dc7?) , debido a 1 2. 0-0, Cxe5? ; 1 3. Cxe5, Cxe5; 1 4. Dh5 ! , y ganan. 6. 7. 8. 9. 10. 11.

Cbd2 CeS dxes Dg4 Cf3 Ad3

Ad6 AxeS Cfd7 Tg8 Cc6 Cf8

No hay dudas de que la casilla e5 está en fi rme posesión de las blancas. 12.

CgS?

Las blancas cometen el error estratégico de tomar a menos la i m­ portante casilla e5 que es la clave de toda la posición . N u nca se debió conducir el ataque en forma tal que esa casil la sufriera en su segu ri­ dad ; por el contrario era mucho mejor proceder a la sobredefensa. U n juego acertado hubiera sido 1 2 . 0-0, Ab7; 1 3. b4! , c4; 1 4. Ac2, Dd7; 1 5. a4, a6; 1 6. e4, 0-0-0 ; 1 7. Ae3, Rc7; 1 8. a5! , con ataque deci­ sivo. 12.

44

Dc7

13.

Axh7

Th8

14.

Ac2

Ab7?

n ul t r 1 111 p sar de lo 4 . . . . , x 51 ; 1 5. Dg3, f6; 1 6. Cf3, Cxf3+; 1 7. 1 ; 1 8. - xd 7 , Ab7; 1 9 . Aa4+ , Re? y las negras ganan la pieza. conteclmlentos estratégicos en la partida hasta aqu í son los u l ntes: primero, 5 . . . . , b6? , nada contribuyó al problema del centro y por ese motivo las blancas se hicieron fuertes y poderosas. Y senda, en la jugada 1 2 . Cg5?, las blancas se despreocuparon un poco la casi lla nudo eS; si el juego del bando negro hubiera sido correcto � brían perdido todas las ventajas. Todo esto nos permite apreciar la ran i nfluencia de la estrategia central.

r

15. 16. 17. 18.

Cf3 AgS? Cxe5 h4?

g6 Cxe5 Dxe5

Mejor 1 8. Af4! I ntentando reconquistar la casilla eS con la jugada del texto (h4) el bando negro pudo asegu rar su juego. b5?

18.

(Debilita c5 y facilita a las blancas jugar a4! Lo correcto era: . . . , Cd7. ) 19. 20. 21. 22. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35.

0-0 Af4 Dxh5 a4! ASR Ad6 Axc5 Axa4 Axc6+ TaS! Ab4 Tfa1 Txa5 e4! exd c4 Txh5

Ch7 Dh5 gxh5 Ac6 f6 bxa Rd7 a6 Rxc6 Thb8 TbS Txa5 Rb6 Td8 exd dxc Td7

(Los peones negros son indefendibles.) 36. 37. 38. 39. 40.

g4 f3 Rf2 TeS Txc4

Tg7 Rb7 Tf7 Cf8

Las negras rinden 6 jugadas después. 45

Moraleja: 1. 2. 3. 4.

46

Vigilar el centro. Sobredefender. No virar antes de tiempo. U na vez eliminados los peones (e5) por lo menos dominar las casi llas.

Una notable lección de Reti R i c h a rd R e t i ( 1 8 8 9 - 1 9 2 9 ) fu e e l i n i c i a d o r d e l . l l a m a d o l ripormodernismo, corriente ajedrecística q u e explica e n su libro Nue ­ vns ideas en el ajedrez. Aqu í nos dará u na lección notable de buen

njedrez con la siguiente partida, rica en concepciones de alta estra­ togia. Les i nvito a ver "la danza de los caballos" por R . Reti . Blancas: Reti Negras: Belgrano 1. 2. 3. 4. 5.

e4 d4 Cc3 Cxe4 Cg3

c6 dS dxe Cf6 eS

Como apunta G rau la apertu ra de la col umna dama, aún lógica en cuanto al concepto "desarrollo", tiene el i nconveniente de acentuar la debilidad en el cuadro d6. Esto puede no ser grave, mientras que el bando negro conserve su alfil rey, pero peligroso si llega a tener que cambiarlo. 6. 7. 8.

Cf3 Dxd4 Cxd4

exd Dxd4 Ac5?!

U na vez más la rutina hace una v ícti ma. "Desconfiad de las jugadas natu rales"- dijo Reti o lo que es lo mismo, debe desconfiarse de la lógica simple. El alfi l rey se debe cuidar mucho en esta posición ­ como se ha dicho- porque es el custodio natural del cuadro débil d6. Observe que Reti no ha temido los cambios porque sabe que sus cabal los tendrán un campo de man iobra a parti r del control de esa casilla crítica. 9.

Ae3

CdS

Otra vez la rutina en acción . Belgrano trata de elimi nar el alfil ene­ migo, observando el clásico pri ncipio de que los alfi les son superiores a los caballos en las posiciones abiertas, pero no repara en que esto es una verdad inconmovible solo para las posiciones que no ofrecen debilidades básicas serias, como la que tendrá el bando negro luego del cambio de su alfil rey. 10.

Ce4!

Se nota la colosal desp roporción entre el concepto estratégico de un maestro y el de un fuerte aficionado. Este último ve jugadas y com­ binaciones, pero desconoce la esencia de los planes adecuados para cada formación de peones . Reti no teme dejarse el iminar ambos alfi47

les en una posición abierta con tal de apoderarse del punto crítico de la red de acción de sus caballos. Observe que trabajamos el tema de las casillas vinculadas. 10. 11. 12.

Cxc5! Txf1

Cxe3 Cxf1

Observe la posición y valore el concepto desarrollo; el retraso n e­ g ro tendrá su castigo. En su tomo de Estrategia dice Roberto G rau: "se ha simplificado la partida y, para una vista poco afinada, la posi­ ción es igual. Pero en real idad es muy inferior para las negras por la debilidad del cuadro d6". Un serio detalle a considerar: si el peón negro de c6 estuviese en su casilla de origen (c7) , la posición para ambos jugadores podría considerarse igual. Esto basta para probar que la estrategia del aje­ d rez está en los planteas, fundada en la conformación que tengan los peones. 12. 13. 14. 15. 15. 16. 17. 18.

Ce4 0-0-0 Cb5 C(4R)d6 f4 h3

b6 0-0 eS Ca6 Ae6 g6 h5

Para evitar g4 y f5. 19. 20. 21. 22.

Tf2 f5! Cxf5+ C(b)d6

Rg7 gxf Rg6

La danza sobre el cuadro d6. 22. 23.

Ce7+

23. 24. 25.

g4! hxg

Rg7 hxg Cc7

26. 27. 28. 29.

T(2)d2 Cc6! Tf1 Cf5+

Rf6 Ta8 Rg7 Rg6

Tad8

I nicio de una maniobra para vincular el accionar de los caballos a la casilla f7, que también debe ser vu lnerada.

I m posible 25 . . . . , Axg4 por 26. Tg 1 , Txd6; 27. Txg4+, Rh7; 28. Cf5 seguido de Th2 .

Malo sería 29 . . . . , Axf5 por 30. gxb5 con la amenaza f6. 30. 31.

48

CeS+ Cd6!

Rg5

lp

n t. f6 Rh6



33-

Y 1 t1

_

Cxf6

v ntaja tr t glca derivada de la posición del punto d6 y sus de explotación" se ha traducido en ventaja material . 33. 34. 35.

g5 Th2

Rg7 Cd5

Comienza la agon ía del bando negro. 35. 36. 37.

Ch5+ T(1)h1!

Th8 Rg8

Las neg ras se rinden.

49

El arte de la defensa Existe u na gran cantidad de jugadores que puestos en una difíci l posición optan por bajar la guardia y dan por sentada la derrota. Esta mala cual idad es más frecuente de lo que querríamos. Al comenzar mi trabajo como jefe de cátedra noté i nmediatamente el débil trabajo con el tercer grupo de objetivos, tendiente a la formación de una per­ sonal idad deportiva del ajed recista. Era frecuente el abandono de tor­ neo (como ejemplo del año 1 997, después de 2 o 3 derrotas, el 65 o/o abandonó el torneo de segu nda categoría, y un 60 °/o el torneo de pri mera, elementos que dan idea del trabajo que había que empren­ der) . Sobre esta base inicié u na labor dirigida a rescatar la: ética y la vol untad de lucha de cada alumno que pisara nuestra instalación. Recuerdo que comencé el trabajo llevando este tema: "El arte de de­ fender posiciones difíciles ", y logré impregnar en mis alumnos el amor a la cual idad necesaria que debe tener cada ajedrecista, que es su capacidad de luchar siempre. Este grupo de juveni les (8 alumnos) fue receptivo y se abrió al trabajo que se iniciaba. En este sentido, el artículo de P. Keres es un valioso testimonio de la capacidad defensiva de dos titanes del ajedrez: Emanuel Lasker y José Raúl Capablanca. Al anal izar estas posiciones resultan asombrosas las suti lezas con­ que estas grandes luminarias pon ían obstáculos de todo tipo a su rival, y lograban por su tenacidad el premio de salvar su partida. U na defensa magistral deja entrever el carácter volu ntarioso y firme a que debemos aspirar para nuestros alumnos. R e p a s e m o s y ad m i re m o s estas defe n s a s q u e con sti t u y e n hombradas a imitar. Hay muy pocos jugadores que estén capacitados para defender posiciones en las que no existe contrajuego, si bien Emanuel Lasker fue uno de el los. Existen muchos ejemplos que ilustran su pericia en salir de posiciones dificu ltosas, que otros hubieran perdido. He aq u í u n a d e esas posiciones, del torneo d e San Petersbu rgo 1 9 1 4, entre Lasker y N imzovich . Blancas: E. Lasker R 1 TD, A1 AD , T1 CR, P2TD, P2CD, D2R , T2CR, P2TR, P3AD, C3AR, P4D ( 1 1 piezas). Negras: A. Nimzovich R 1 AD, T1 TR , P2TD, P2CD , A2AD , T2 D, P2AR , P3AD , P3R , P4AR, CSR , D6TR ( 1 2 piezas) . Lasker no jugó muy bien el medio juego y fue obligado a entregar un peón sin compensación alguna. Las negras, por otra parte, tienen u n peón extra, un caballo bien central izado y ninguna debi lidad en sus peones. Por lo tanto, es obvio que la posición de las blancas no es envidiable y muy pocos jugadores serían capaces de defenderla. 50

fu rt ,

lm­ . Ax y 1 cambio de piezas pués de 28 . . . . , PSA! , las blan­ A e usa de 29 . . . . , T1 C. Si en vez de esto nc h e n . 4 , entonces 29 . . . . , P6A; 30 . T2A, T1 C!, y las r s fuerzan cambios lo mismo después de 31 . DxPAR, DxD; 32. , AxP ; o después de 3 1 . TxP, DxP, con ventaja. sker escogió una continuación disti nta porque su posición no está nazada de inmediato y las neg ras no pueden satisfactoriamente lantar sus peones. Antes de embarcarse en plan alguno, las ne­ Jr s deben reagrupar sus piezas, lo cual no se logra tan fáci l . Por otra 1 rte, el PTR de las blancas está protegido y sus torres listas para ntraatacar, por tanto, él aprovecha el tiempo de que dispone. A rti r de la posición del diagrama la partida continuó: 27. P3T, P3T; 8. A3 R , T(1 )1 D; 29. R2T, T1 T; 30 . R 1 T, T( 1 ) 1 D; 3 1 . R2T, T1 R; aqu í sker adoptó una táctica d e espera correcta; mientras Nimzovich movía sus torres de aqu í para allá demostrando incertidumbre en cómo ontinuar. Al final N imzovich decidió avanzar sus peones de rey y alfil r y con vi stas a obtener dos peones centrales pasados, pero enton­ s las blancas no pueden seguir j ugando pasivamente 32 . T8C, TxT; 3. TxT+, T1 D ; 34. T7C , T2 D; 35. T8C+, T1 D; 36. T7C, T1 AR. Parecería que Nimzovich ten ía i ncertidumbre de cómo hacer real u ventaja. Si pudiera cambiar las torres que quedan su tarea se ha­ ría si mpl ificado; por tal motivo Lasker trató de evitar cambios. La torre activa de las blancas en 7CR es como un garfio que aprisiona la posición negra, pero esto es solo temporalmente porque la torre no puede permanecer ahí por tiempo indefinido. ¿ Qué deben hacer las blancas para situar sus piezas de forma más activa mientras aún ten­ gan tiempo? Pueden hacer PSD para distraer a las negras de hacer 01 T segu ido de T1 C. Sin embargo, Lasker j ugó 37 . P4A, y las negras respondieron 37 . . . . , C3A? N imzovich debió de desconcertarse ante una defensa tan tenaz. Pero incl uso todas las inventivas de Lasker pudieran dejar todavía a las negras con buenas perspectivas, e.g. 37 . . . . , D 1 T! Si 38. D2C, las negras pueden j ugar 38 . . . . , A1 D o 38 . . . . , C3A. Si 38 . T2C entonces 38 . . . . , C3A o 38 . . . . , T1 C; en todo caso las neg ras deben ganar. Esto de ningún modo quita méritos a la estrate­ gia de Lasker. Si un j ugador no adopta una defensa tenaz entonces merece perder. Por esta razón, un buen j ugador debe de interponer toda suerte de obstáculos en el cami no de su oponente quien, con­ vencido de su victoria, es muy probable que cometa un error. Por tan­ to , el lema de todo jugador debe ser: luche hasta el fin con todo lo que ·

pueda.

38. ASC , una débil jugada y ya las blancas están atacando; las negras g radualmente se van viendo en dificultades. Cuando tales si­ tuaciones ocurren producen un profundo efecto psicológico en el j u­ gador que tiene mejor posición. 51

En este pu nto Nimzovich pensó que Lasker hul>fu pasado algo por alto y después de la "obvia" 38 . . . . , C4T; 39. T7T, CSA, las negras habrían cambiado damas con u na victoria fácil . No es mejor para las blancas 39. A7R, CxT; 40. AxT, C4T. Por tanto, Ni mzovich j ugó 38 . . . . , C4T, que era ¡precisamente lo que Lasker estaba esperando! Está claro ahora que la jugada del texto es un error que hace perder a las neg ras toda la ventaja que ten ían . De haber llegado Nimzovich a esta posición partiendo, no de una mejor posición , sino de una igual a la de Lasker, hubiera jugado la fría 38 . . . . , CSR, que le habría conservado i ntacta toda su ventaja. Después de 39. A7R, T1 R; 40. TxP las piezas blancas estarían peligrosamente colocadas, pero sacar ventaja de ello no es tarea fácil . Tranquila y fuerte sería 4 0. . . . , D5C amenazando 4 1 . . . . , 0 1 C. S i 41 . T8A, TxT; 42 . AxT, C4C! También habría sido malo 41 . A4C que pier­ de material después de 41 . . . . , P4TD o 41 . . . . , P4A. Está claro ahora que no había nada mejor para las blancas que 41 . A4T! Si ahora 41 . . . . , T1 T las blancas escapan con 42 . A6A! Pero todavía así las negras tienen juego activo después de 41 . . . . , D3C; 42 . T7R, T1 T; y las blan­ cas pudieran tener dificultades en afrontar las amenazas 43 . . . . , A3D o 43 . . . . , A1 D. También es digno de señalarse la jugada negra 41 . . . . , T1 T; 42 . C6A, T1 C amenazando 43 . . . . , D3C. Lasker j ugó 39. TxP! Ni mzovich no esperaba este sacrificio y lo que es más sorprendente, está forzado a aceptarlo. 39 . . . . , TxT; 40. DxP+, T2D (no es mejor 40 . . . . , R1 C a causa de 41 . DBR+ (no 41 . DxT, DxC) R2T; 42. DxT amenazando el alfil (si 41 . . . . , A1 D en vez de R2T, en­ tonces 42 . AxA amenaza mate)); 41 . C5R!, AxC; 42. D8R+, tablas. Después de 42 . . . . , R2A; 43. DxA+ y, las negras no podrían evitar los jaques. ¡ Un mag n ífico ejemplo de u na defensa magistral ! Y hay muchos más ejemplos en las partidas de Lasker que ilustran su pericia en defender posiciones débiles. Sol ía decirse que era di­ choso en sus partidas o que hipnotizaba a sus adversarios. Del ejem­ plo visto, es obvio que ni suerte ni hipnosis j ugaron parte alguna en el encuentro. Lasker fue un gran luchador que acostumbraba a ofrecer la mayor resistencia tenaz, por lo cual salvó muchas posiciones per­ didas. Han existido, por supuesto, otros maestros que fueron expertos en la defensa. Cuando se discute sobre la defensa de posiciones difíciles no debemos olvidar a José Raúl Capablanca. Probablemente considerarán algo extraña esta declaración , ya que Capablanca, como es bien sabido, demostró con absoluta claridad su agudeza, clara concepción y talentosa técnica, todo lo cual estaba basado principal mente en su extraordinaria i ntuición . Hasta ahora las g randes cualidades defensivas de Capablanca no han sido suficiente reconocidas. 52

k r fu

f moso por su técn ica defensiva en

1 e d s en las que sus adversarios ten ían u na clara

fu rza de Capablanca descansa también en su hábil fin - 1 s difíciles. Siempre util izó todos los recu rsos con la nci de que no muchos de sus oponentes fueron capaces r t rlo. In mos este final de la ubinstein-Capablanca, t rsbu rgo 1 9 1 4. 1 ncas : R ubinstein J 1 , Od6, a2, f2 , g2, 3, h4 (8 piezas) / N ras: Capablanca H 8, Db7, f7, g7, a6, l , es (7 piezas) obvio q ue este final de y peones está a favor de 1t lancas. Primeramente, las 11 r cas tienen un peón extra, este no es el factor más r 1p rtante. Sabemos que en fi1 1 d s de dama y peones, u n n pasado desempeña u n pa, 1 i mportante y a menudo compensa la ventaja material de la parte traria. En segundo l ugar, la dama blanca es más activa y tiene ntrol del centro. En tercer lugar, el rey blanco está bien situado. ómo pueden entonces continuar las negras en esta posición difí­ c 1? Parece que 27 . . . . , PSA por parte de las negras es la jugada obvia, u ido de PSC amenazando obtener un peón pasado. Pero después 1 27 . . . . , PSA; 28. P3A (ganando el control de la última casilla cen­ tr 1 ) , y si (a) 28 . . . . , P4T; 29. 080+ gana ese peón ; o si (b) 28 . . . . , PSC; ' . PxP, 0 1 A; 30. 020, P6A; 3 1 . 02AD, OSA; 32. P3T es malo para 1 1 neg ras. Por lo tanto, está claro que después de 28. P3A las negras no pue­ J n continuar jugando pasivamente, ya que 29. P3T da a las blancas u a decisiva ventaja. De ah í que Capablanca jugó: ,

PSC

27.

Aq u í está preparado para entregar otro peón a fin de lograr uno p sado, e.g. 28. PxP , DxP ! ; 29. DxPT, PSA y las blancas no tienen rnás que tablas. 28.

DxPA?

Mejor es 28. P4AO y si (a) 28 . . . . , P4T; 29. 080+, o (b) 28 . . . . , P6C; 9. PxP, OxP ; 30 . OxPT y las negras pieíden u n segundo peón sin mpensación alguna. ¿ Qué pudiera hacer aq u í Capablanca? Vamos 53

a analizar 28 . . . . , 05R . Si ahora 29. OxPT, nt n 29 . . . . , 08C+; 30. R2T, 07A; 31 . 08A+, seguido de 32 . OxPA, sino 29 . . . . , R2T+; y es difícil ver cómo pueden las blancas fortalecer su posición . Sin embargo, después de 28 . . . . , 05R, las blancas pueden jugar mejor, 29. OxPA, OBC+; 30. R2T, OxP; 31 . OxPC, OxPAR; 32 . 07R y el peón alfil dama no puede ser impedido de l legar a dama. Pero las negras tienen u na alternativa en 28 . . . . , 02T. Ahora 29. P4C (29. 080+, R2T; 30. 05T, 02 R ! ; 31 . OxPT, 05R conduce a una posición ya anal izada) , P4T; 30. PST, PST; 31 . PSC y las negras es­ tán aptas para refutar el ataque de las blancas, mediante 31 . . . . , P6C; 32. P6C, 01 T; 33. PxP, P6T; y si 34. 070 (o 34. 07R), entonces 34 . . . . , P7T! Examinemos ahora una tercera y mucho mejor continuación para las negras, i .e. 28 . . . . , 01 A, forzando a las blancas a replicar 29. 06g a causa de la amenaza 29 . . . . , P4T. Por supuesto, aqu í las negras no tienen tiempo de jugar 29 . . . . , R2T para seguir con 30 . . . . , 04A, debido a 30. P4R . Por lo tanto, las negras j uegan en seguida 29 . . . . , 04A, y si' 30 . OxPT, R2T! En esta posición no es fácil valorizar los dos peones extra, e.g. 31 . 05T, OBC+; 32. R2T, 04A; o 32 . . . . , 07C; y resulta difícil de aprecia� cómo las blancas pueden defender el peón en 2AR. Sin embargo después de 31 . 05T, 04R es muy fuerte ya que amenaza 32 . . . . , 08T-H y 33 . . . . , P6C. Si 32. 04T, OBT+ conduce a una posición ya analizada Si en vez de 3 1 . 05T las blancas juegan un pel igroso 3 1 . 07T, las negras tienen también contrajuego. Primeramente pueden hacer un tranquilo 3 1 . . . . , P3A, seguido de 32 . . . . , 04R. En segundo l ugar, 31 . . . . , 04R ; 32 . OxPAR, OBT+; 33. R2T, OxP. Y así, los análisis demuestran que aun después de 34. P4AO, las negras tienen todavía buenos "chances" de l ucha. Sin em bargo, todo esto tend ría q u e demostrarse y es u na lástima que Rubinstein no haya jugado 34. P4AO, porque entonces tendríamos evidencias de la gran técnica defensiva de Capablanca. PxP 28. DBC+ DxP 29. R2T DxP 30. Ahora la defensa de las negras es mucho más fácil; tienen un peón pasado y están atacando también el peón en 2AR . 31. DBA+ R2T P3C OSA+ 32. P4T D6A 33. En esta fase la posición de las negras es tan fuerte, que están con· siderando jugar para ganar; 32 . . . . , 03R era suficiente para asegu ra1 las tablas. 34. PST P4C 35. PST PxP ·

54

, bvl t1 1 J t1 u d n seguir jugando para ga' u t ; . PxP+; (b) 35 . . . . , P6T? ; 36 . P6T, ( ) . .. . , D7C+.); 37. D8T+, R4C; 38. R3C y ? ( M jor h u 1 lancas d n m t . 36. OSA+ ubinstein también abandona su intención de j ugar para g anar y rza las tablas, pues si 36 . PxP, D3R! , y hay inclusive un riesgo para blancas de perder la partida. R2T DSC+ 37 R2C DxP+ 38 Y así, con una defensa en extremo hábil , Capablanca tuvo éxito e n hacer tablas este final donde su posición e ra infe rior.

55

Bajo el gol pe de la Ni mzolnd ia El respeto que ha inspirado la Defensa Nimzol ndia en la última dé­ cada explica la creciente i nvitación a la Bogol ndia o a las l íneas nor­ males del Gambito de Dama que se presentan luego de 1 . d4, Cf6; 2. c4, e6; 3. Cf3. Como las Defensas Bogol ndia e I ndia de Dama han resultado se� u n buen sustituto, las blancas han optado finalmente por aceptar el reto de la Nimzol ndia y atacarla con n uevos bríos. Así es como vemos el novedoso desarrollo de la Variante Romanishin 4. g3 o 5. g3, con la cual Kasparov sorprendió a su archi rrival Karpov en las anteriores versiones el campeonato mundial . También se ha popularizado nue­ vamente el sistema clásico con 4. Dc2 . El de mayor popularidad sigue siendo el sistema Rubinstein 4. e3 al que usual mente las negras responden con 4 . . . . , 0-0, elástico movi­ miento que puede llevar por transposición a las conocidas Variantes de la Hubner 4 . . . . , eS o la Taimanov 4 . . . . , Cc6. Hemos escogido una de las partidas de más i nterés de la u ndéci ma versión de Ti lburg 1 987, con el triunfo del batal lador Víctor Korchnoi frente a la Nimzolndia presentada por el GM yugoslavo Ljuboevic. Korch noi-Lj uboevic (Tilburg , 1 987) d4 Cf6 1. 2. c4 e6 3. Cc3 Ab4 4. e3 0-0 5. Ad3 Para 5. Ce2 ver la partida suplementaria 1 más adelante. dS 5. La variante 5 . . . . , eS encajonada en los más clásicos conceptos de Nimzovich puede verse en la partida 2 . 6. Cf3 El cambio central 6. cxd5 lo encontramos en la partida 3. 6. eS 7. Cc6 0-0 Lju boevic prefiere el juego activo de piezas y este desarrollo hacia el centro se muestra más dinámico que las alternativas 7 . . . . , b6 a 7 . . . . , Cbd7, o la defi nición del centro con 7 . . . . , dxc4 que veremos en la partida 4. a3 8. Esta es la línea que más problemas acarrea a las negras. Después de 8. Ce2 , cxd4; 9. exd4, dxc4; 1 O. Axc4, Ae7; 1 1 . a3, b6; 1 2. b4, Ab7l las negras han equilibrado las posibil idades. 56

r

1

. 1 cierta

,

Aa5 cxd5! , exd5; 1 1 . Ab2, c4; 1 2. superioridad gracias a la potenciali: 1 O.

rmlt 1 1 p r J 9. h3 La variante principal que reconoce la teoría es 9. cxd5. La del texto, nque muy inusual , tiene la sól id a pretensión de abri r el centro des­ ' u s de obstruir el óptimo desarrollo Ag4 de las negras. dxc4 9. Es inferior 9 . . . . , a6? ! , por 1 O. cxd5, exd5; 1 1 . dxc5, Axc3; 1 2 . bxc3, Da5; 1 3 . Dc2 , Dxc5 ; 1 4 . a4 , Td 8 ; 1 5 . Aa3 con ventaj a b l anca (Reshevsky- Evans, USA 1 956) . ACT Axc4 1 0. Desafortunada novedad . Los G M Taimanov y Van der Wiel conside­ ran superior la conocida alternativa 1 O . . . . , cxd4; 1 1 . exd4, Ab6; 1 2 . Ae3, Ce7; 1 3. Dd3, Ad7; 1 4. Ag5, Ac6 q ue corresponde a la partida Taimanov-Krogius 1 960, con juego equilibrado. Ad3! 11 . La diagonal b 1 -h7 ofrece las mejores perspectivas para el alfil blanco.

De7 11 . Las negras no han trazado un plan claro. Mejor sería 1 1 . . . . , cxd4; 12. exd4, h6 con la intención de conti nuar con Ce7. 1 2. Ce4! Ahora las blancas logran eliminar el mejor defensor del flanco del rey, al tiempo que las piezas neg ras tienen cortado el paso para el apoyo de su monarca. 1 2. Cxe4 cxd4 1 3. Axe4 Abri r el j uego no le conviene a las negras. Podría aceptarse la suge­ rencia del GM Van der Wiel : 1 3 . . . . , Ab6; 1 4. dxc5, Axc5; 1 5. b4, Ad6!? exd4 h6 1 4. Ab6! ? b4 1 5. Frente al plan de las blancas de despejar para su alfil la diagonal a3f8, 1 5 . . . . , Ac7 debe considerarse como mejor. Ca5 b5! 1 6. 1 7. a4 , . Tfd8 Ya es tarde para 1 7 . . .. , Ac7 poo 1 8. De1, Cb 3; 1 9 . Aa3, Ad6; 20. Axd6, Dxd6; 2 1 . Tb 1 , Cxd4; 22. Cxd4, Dxd4; 23. Td1 , y ganan las blane as. Df6 1 8. Aa3 . . Df4 1 9. Ab4 a6! Ab1 20. Las negras han encontrado contrajuego en el flanco dama. g6 21 . Dd3 Df5 22. Ad2

57

I nteresantes complicaciones se present b n lu ( Ljuboevic); 23. Axh6, axb5, por ejemplo:

.

.. . ,

a) 24. axb5, Dd5; 25. De3, Axb5; 26. Ae4, Axd4!?; 27. Df4, Dd6; 28. Dxd6, Txd6; 29. Cxd4, Axf1 ; 30. Cb3 y las blancas no tienen la ventaja necesaria para desequilibrar la partida. b) 24. Ag5, bxa4!; 25. Axd8, Axd8! , con la idea de 26 . . . . , b5 y las negras poseen suficientes recursos. DhS De3 23. 24. axbS CeS AxaS 2S. Si 25. axb5, Cc4!?; 26. Cxc4, Txa1 ; 27. Cxb6, Dxb5! ; 28. Cxd7, Txb 1 ; 29. Cf6, Rg7 ! , las blancas a lo sumo tendrán tablas. AxaS? 2S. Con 25 . . . . , Ta5! , las negras conservaban mayores posibi lidades de salvación. 26. Df4 Ae8 Rf8 27. Cg4 Mayor resistencia ofrecía 27 . . . . , Rg7. 28. gS Cf6 Dh4 DeS 29. 30. Cg4 Ab6 D h8+ Re7 31 . Df6+ Rf8 32. Ac7 Td 1 33. U n g ran refuerzo para el ataque. 34. hS g3! Dxh3 3S. 36. h4 Ch6 AfS!! 37. El puntillazo final . 37. AeS DxeS exfS 38. Te3 Rinden las negras. 39. Partidas suplementarias

Partida 1 1. 2. 3. 4. S.

58

Stoii-Bouwmeester d4 Cf6 c4 e6 Cc3 Ab4 e3 0-0 dS Cge2

1 1

11 1 J/' 1 1. 1 , , A 1; 1 . Dxc4, r 1 6n cedido.

, f ; . , X ; 8. 6; 1 2 . a4, Dc7; 1 3. e4, b5; 1 7. Dd4, Cg4 con sufi,

a3 Ae7 7. cxdS ... Jt-'t Q/ 1 s alternativas 7. Cg3 o 7. Cf4 no dan ventaja alguna. I nte resante . cS. b4 8. La conti nuación de moda, pues ni 8. g3, 8. h3, 8. Cf4, 8. Cg3 satis­ n a las blancas. Por ejemplo: 8. Cg3, eS; 9. dxc5, Axc5; 1 O. Ad3, ; 1 1 . 0-0, Ae6; 1 2 . Cce2 , Ad6=, como en Uhlman-Averbach , � 6. TeS 8. iberando la casilla f8 para el alfil. La p resión sobre una col umna l mi abierta y central , y el pobre desarrollo de las blancas, permiten un u go cómodo al segundo jugador. Otro plan , igualmente positivo es 8 . .. . , c6; 9 . Cg3, Ce8!?N; 1 O. Ad3, Cd6; 1 1 . 0-0, f5 Marin-Sax, Varso­ v - 1 987. En el campeonato soviético de 1 987, Gavrikov con negras 1 rrotó a Salov después de 8 . . . . , Cbd7; 9. Cg3, Cb6; 1 O. Ad3, c6 N; 1 1 . O, Ce8? ! ; 1 2 . b5!±, Cc7; 1 3. a4,a5!; 1 4. Aa3, Axa3; 1 5. Txa3, g6; 1 . Da 1 , Ce6; 1 7. Tc1 , h5; 1 8. Cf1 , h4; 1 9 . f4? ! , Cg7; 20. bxc6, bxc6; 1. Cd 1 , Ad7; 22 . Cd2, h3; 23. Cf3?, hxg2 . Cbd7 Cg3 9. c6 1 0. Ad3 Ad2 11 . Si 1 1 . b5, cxb5; 1 2. Cxb5, a6; 1 3. Cc3, b5; 1 4. 0-0, Cb6=; o 1 1 . -0 , b5; 1 2 . Ad2 , Cb6; 1 3 . a4, a6; 1 4 . axb5, cxb5= como en li goric-Reshevsky, Nueva York 1 952 . 11 . b6 N Una mejora a 1 1 . . . . , b5? ! ; 1 2. a4! , Axb4; 1 3. axb5, eS; 1 4. 0-0, c4; 15. Ac2 , a S ; 1 6 . bxa 6 , Txa6 ; 1 7 . Txa 6 , Axa 6 ; 1 8 . D a 1 ± eshevsky-Taimanov, Zu rich 1 953. Ab7 1 2. 0-0 f3?! 1 3. eS 1 4. Af8 Cce2 Tb1 c4! ? 1 5. 1 6. Ac2 g6 1 7. Cc3 hS Te 1 Ag7 1 8. Te2 a6 1 9. Ae1 20. Cf8 21 . bS Cf1 C6h7 22. h3 23. g4?!

i

59

Según Bouwmeester, las blancas pueden 1 _ r 1 1 1 ll 1 y la Af2, Ce6; 24. Td2, f5, pero creemos que la vent J mejor coordinación de piezas deben darle alas negras la ventaja. 23. CgS hxg4 Th2? 2� 2S. hxg4 Axd4! Las blancas abandonan, ya que el alfi l es intocable, y a 26. f4, Txe3! ; 27. Cxe3, Axe3+; 28. Rf1 , Af4. Además del ataq ue, las negras tendrían ventaja material . Partida 2

H ubner-Nikolic, Pr. (Tilburg , 1 987) 1. Cf6 d4 2. c4 e6 Ab4 3. Cc3 0-0 e3 4. Ad3 eS S. 6. a3 Axc3+ Menos radical es la alternativa 6. Ce2, d5; 7. cxd5, cxd4; 8. exd4, Dxd5; 9. �0, Dh5; 1 0. Ce4, Cxe4; 1 1 . Axe4, Cc6; 1 2 . Dd3, Ad6; 1 3. Cf4, Axf4; 1 4. Axf4, Td8; 1 5. De3 (ahora no es posible 1 5 . . . . , Cxd4 por 1 6. Tad 1 , eS; 1 7. Axe5!±) 1 5 . . . . , Cb4!; 1 6. Dg3! , cd5; 1 7. Ae5, Dh6; 1 8. Db3!, b6; 1 9. Tad 1 ! , Aa6; 20. Tfe1 , f6; 2 1 . Ac7!!, Tea (2 1 . . . . , Cxc7; 22. Axa8, Txa8; 23. d5 ±) 22 . Axd5, exd5; 23. Dxd5+ con neta superiori­ dad, Gurevich , M- Benjamín , J , Moscú 1 987. bxc3 7. Cc6 Ce2 8. .es Hemos llegado por transposición a u na conocida posición del siste­ ma Saemisch , una de las características del flexible 4 . . . . , �0, pos­ tergando cualquier decisión respecto al sistema. 9. e4 cxd4 exd4 cxd4 1 0. 11. 0-0 Cg4 Cxd4 1 2. Cxd4 dS Dxg4 1 3. dxc4 DhS 1 4. Ae6 1 S. Axc4 Cxe6 Axe6 1 6. Dd3 Ae3 1 7. Da6 DdS 1 8. Tfd8 a4 1 9. DxbS DbS 20. axbS 21 . 60

1 1 1 f' 1 1

21 . 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31 . 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41 . 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51 . 52. 53. Acuerdan tablas.

r ur d r · v ntaja, que exigirá la las negras. a6 Txa6 bxa6 Td7 Tab1 Tad6 Tb4 h6 g3 Cd8 Rg2 Tfb1 Te6 Rf3 Tde7 TeS Ac5 TeS Ta4 T5e6 Ad6 TeS Aa3 Ta8 gS hS h3 Tb4 Cc6 Txe8+ Txe8 Txb7 Cd4+ Txe4 Rg2 fS Tb4 Ab2 Cc6 Tb4 TbS Txb2 TxfS Rf7 Txg5+ TxhS Cd4 Td2 Th4 Tf4+ Rg6 h4 Cf5 Td4 Rh3 Tf3 Te4 Ta3 Te2 Te3 f3 Ta6+ Rg7 Ta7+

Partida 3

1. 2. 3. 4. 5.

Kasparov-Tal (Bruselas, 1 987) d4 c4 Cc3 e3 Ad3

Cf6 e6 Ab4 0-0 dS

61

exd5 exd5 6. 7. Cge2 eS Otra continuación es 7 . . . . , TeS; 8. 0-0, AfB! N (8.. . . , c6; 9. Dc2, Cbd7; 1 O. Ad2 , Cf8; 1 1 . Tad 1 , Ce6; 1 2. a3, Ad6; 1 3. f3! , y las blancas tienen mejores perspectivas como en Skembris-Martinovic, Prokupli 1 987) 9. Tb1 , a6; 1 0. Dc2, g6; 1 1 . Ad2 , Cc6; 1 2. a3, Ce7; 1 3. Tbe1 , CfS! ; 1 4. b4, hS; 1 S. Cc1 , c6! ; 1 6. Cb3, Ad6; 1 7. f4, Cg7; 1 8. CeS, b6; 1 9. Ca4, AfS, donde las negras se encuentran en mejores condicio­ nes, Marti novic-Abramovic, Prokupli 1 987. 8. 0-0 Ce6 exd4 a3 9. 1 0. exd4! Por lo general, aqu í las blancas jugaban 1 O. axb4, dxc3; 1 1 . bS, CeS; 1 2. Cxc3, Ag4; 1 3. f3, con posiciones muy conocidas donde el segun­ do jugador trata de alcanzar el equilibrio. Axc3 1 0. N ikitín comentó que después de 1 O . . . , Ae7, el campeón mundial ha encontrado una interesante, y lo más importante, una favorable colo­ cación para sus piezas, comenzando con la paradójica 1 1 . f3! , privan­ do a las piezas negras de las casillas e4 y g4, continuando con el plan Af4, Dd2 , g4, Rh1 , Tg 1 , Cg3 con excelentes perspectivas de ataque. bxe3! 11 . Esta y la anterior conforman un novedoso plan. El peón de c3 con­ solida la estructura central detrás de la cual se reagruparán todas las piezas blancas. La alternativa usual 1 1 . Cxc3, Ag4; 1 2. f3, Ae6 no pro­ porciona a las blancas ventaja alguna. 11 . Ce7 Con la intención de cambiar los alfiles, después de lo cual las ne­ gras conseguirían superioridad . 1 2. Ad7 De2 Ag5! 1 3. Para eliminar al p rincipal defensor del enroque negro y tomar el control definitivo de la casilla e4. Cg6 1 3. 1 4. f4 h6 Dxf6 Axf6 1 5. 1 6. Ce7 f5! CeS Cg3 1 7. Luego de 1 7 . . . . , Rh8; 1 8. ChS, DgS; 1 9. f6, DxhS; 20. fxe7, Tfe8; 2 1 . Tae1 , Ae6; 22 . Txe6! , fxe6; 23. Ag6, con ventaja decisiva (Kasparov) . Tf4! 1 8. Cd6 Tfe8 Df2! 1 9. Dd8 20. Ch5 21 . Ce4 Cxg7! No es posible 21 . . . . , Rg7 por 22 . f6, RfB; 23. Dh4 ganando. .

62

22. 23.

24. 2S. 26. 27. 28. 29. 30. 31 .

Axo4

f6 Txe4 Df4 Te1 ! c4! CfS! Te3 Tg3 DxfS+

Txe4 Rh7 dxe4 Ac6 Df8 Dxa3 Df8 Ad7 AxfS Abandonan.

Partida 4

Flear-Sax (G raz, 1 984}

1. d4 Cf6 2. c4 e6 3. Ab4 Cc3 4. e3 0-0 S. Ad3 eS Cf3 dS 6. 7. dxc4 0-0 8. Axc4 Cbd7 9. Dd3 a6 DaS! 1 0. a4 Mejor que 1 O . . . . , cxd4 o 1 O . . . . , b6. Con la del texto las neg ras amenazan la expansión 1 1 . . . . , b5! 11. Ad2 Td8 Tfd1 Cb6 1 2. Ab3 1 3. Ad7 Ac2 Ac6 1 4. 1 S. Taca CeS Ae1 1 6. Después de 1 6. Cxc6, Txc6; 1 7. Ce4, Cxe4; 1 8. Axb4, Dxb4; 1 9. Dxe4, f5, las negras están mejor, debido al control de las dos col um­ nas centrales y la ventaja en desarrollo. 1 6. cxd4 1 7. exd4 CbdS 1 8. Ce7 Dg3 1 9. Tac1 Cg6 h4 Db6! 20. 21 . Da7? Cc4 22. aS Af3 Dxf3 23. Txc4 24. hS Ch4 2S. De3 h6

63

Ab3 26. 27. Axc4 fxe3 28. 29. Ah4 Tf1 30. Tf4 31 . 32. Ce2 y al mismo tiempo rindieron las blancas.

Cf5 Cxe3 Axa5 Db8 Cg4 Cxe3

Partida 5

Spassky-Fischer (Campeonato mundial , 1 972) 1. d4 Cf6 e6 2. c4 3. Ab4 Cc3 Ha quedado planteada la Defensa Nimzol ndia. eS 4. Cf3 e3 Cc6 S. Axc3+ Ad3 ·s. bxc3 d6!? 7. U na idea favorita del GM alemán Hüdner. Es muy interesante, blo­ q uear el centro con 8 . . . . , eS! , poniendo en casillas negras los peones centrales, al iviando así la ausencia del alfil rey. e4 eS 8. 9. dS Según narra G ligoric, Spassky reflexionó bastante tiempo esta j u­ gada. ¿ Hab ía sido sorprendido por esta variante? Ce7! 9. El caballo es necesario en la defensa del flanco rey. La idea es muy profunda y está vinculada estrechamente al lance 1 1 de las negras, que es lo que da consistencia a la variante, como veremos. Dando paso al peón f. ¿Cómo jugar ahora? 1 0. C-14,4 h6 Todo esto se ha jugado ya. Las negras i ntentan 1 1 . . . . , gS. Ambos bandos luchan por más espacio en el flanco rey, donde la posición puede abrirse. 11. f4 U na decisión importante. Spassky tomó mucho tiempo para deci­ di rse por esta nueva idea que revela la fuerza de su imagi nación . Sin embargo, y como se verá, esta jugada no causa ningún daño a Fischer. ¿ Esperaría él esta jugada? 11 . Cg6! U na gran réplica por un gran jugador. Eliminar al pel igroso caballo blanco que da dinamismo a la posición b lanca es el objetivo central del bando negro. Peligroso sería 1 1 . . . . , exf? , por 1 2. Axf4, gS; 1 3. eS! ! , Cg4; 1 4. e6! , Cf6; 1 S. Ag3! , con muy fuerte ataque. 64

fxg6 dxe . Las blancas no tienen nada. 1 4. b6 Ae3 1 5. 0-0 0-0 aS! a4?! 1 6. Jugada sin vacilación , lo que ilustra el juicio p reciso de Fischer. La J Josición bloqueada no encaja a los alfiles blancos. La debilidad de a4 us mayor que la de b6 del bando negro. Tb1 Ad7 1 7. Cada bando toca la debilidad adversaria. Tb8 Tb2 1 8. De7 1 9. T(b)f2? Ac2 20. gS! Las negras declaran que están jugando a ganar y rechazan las ta­ blas con 20 . . , Cg4. Ad2 DeS! 21 . Presionando en a4. Ae1 22. Dg6 23. Dd3 ChS! Txf8 Txf8+ 24. Rxf8 Txf8+ 25. Ad1 Cf4 26. Dc2?? Axa4! 27. Golpe demoledor. Se habrá notado que lo que quisimos mostrar realmente fue el plan del bando negro, bien distinto a los demás temas habituales de defensa de este sistema. Cxgft

12. 13. 1 1 n

.

fxe

.

65

Balance pos icional. Elementos a cons iderar Este es -sin dudas- el aspecto más complejo que encierra la enseñanza del ajedrez: la eval uación de una posición determinada. Tema tan complejo que genera criterios contrapuestos entre jugado­ res de más alto nivel . En su obra The Middle Game in Chess, Ruben Fine señala que para analizar una posición se deben tener en cuenta los siguientes pri ncipios básicos: Material: Igualdad , superioridad o inferioridad de fuerzas. Movilidad: Libertad de acción de las piezas, coordinación entre el las, estructura de peones y mutua coordinación en­ tre peones y piezas (como se aprecia, la movilidad lleva en sí elementos de: espacio, tiempo y posición) . Segu ridad del rey: Los reyes expuestos o no a un ataque (elemento posicional) . Tácti c a : L a s a m e n a z a s q u e e x i st e n y l a p o s i b i l i d a d d e combinaciones, ya que como señala Tarrasch : "la táctica es el elemento más importante del medio juego". Veamos ahora como el Maestro FIDE cubano Dagoberto lbáñez hace uso de estos pri ncipios para ganar, en bel l ísimo estilo de ataque, las dos partidas que presentaremos a continuación. Antes, un detalle cu­ rioso al cierre de la edición de este libro: el primer adversario de lbáñez, el entonces MI ruso Eugene Dragomaretski campeón de Moscú y ac­ tual G M , tuvo frases elogiosas para con n uestro querido colega Dago. Enhorabuena. Torneo internacional "Pri mavera de Güines" Blancas: M I Eugene Dragomaretski Negras: MF Dagoberto l báñez 1. c4 Cf6 eS Cc3 2. Cc6 3. Cf3 e3 d6 4. Ag4 S. d4 Ce7 dS 6. e4 Cg6 7. Ad7 h3 8. Ae3 aS 9. Ae7 1 0. g3 Ag2 h6 11 . hS 0-0 1 2. 66

rt n de los caminos r o origi nal , donde florece la creafundamental es crear amenazas en el y 1 m n ,_ 11. r y m 1 t h4 y · ·criticar piezas en esa zona, con el oqjetivo J m ntener la iniciativa y el ataque, ya que el centro está cerrado y 1 1 tlflca el ataque por el flanco rey, principalmente en las columnas g y h . DeS 1 3. Ag5 1 4. h4 b6 1 S. Ce1 Cg4 AxgS f3? 1 6. Ae3+ fxg4 1 7. Rh2 hxg 1 8. Ac5 1 9. Ce2 Dd8 De1 20. Td 1 21 . Mejor era Ce3 con posibilidades defensivas. Cxh4 21 . 22. gxh4 g3+!! 23. Rinden las blancas. tri

1

t

y1

t

111

n

1

.

Final provincial Ci udad de La Habana, 1 997 Blancas: MF Dagoberto l báñez Negras: M F Armando López 1. e4 eS e6 2. Cf3 Ce6 3. d3 dS 4. g3 Cbd2 Ad6 S. Ag2 6. Cge7 7. 0-0 0-0 En esta posición existe aparentemente un equilibrio, pero el ataque Indio del Rey es muy pel igroso contra este sistema de la Defensa Siciliana; el objetivo principal de las blancas es dominar el centro para poder atacar por los flancos. De7 Te 1 8. Ad7 9. e3 1 0. De2 f6 A parti r de esta posición se necesitan calma y paciencia para en­ contrar los planes táctico y estratégico. Todavía el centro no se ha defi nido; se está luchando por su dominio. 11 . d4 a3 1 2. eS Ce4 a4 1 3. b6 La posición del bando negro está un poco restringida; las blancas tienen mejor posición para elegir con tiempo el plan a seguir. 67

1 4. 1 5. 1 6. 1 7. 1 8. 1 9. 20. 21 . 22. 23. 24.

Ad2 cxd Tfc1 axb Cxd6 Ch 4 f4 Tab1 Af3 Txc8 + Ag4

a6 cxd b5 axb Dxde Ta4 Tfa8 TeS Ca5 Axc8 Axg4

a e� �� Las casillas blancas han quedado muy débiles. La influencia oculta de disti ntas amenazas sobre el rey negro es muy peligrosa y hay que defenderse con mucho cuidado. 26. fxe fxe Ta8 Ag5 27. Tf1 h6? 28. Error. Mejor era Cg6. 29. Af6!! Abandonan .

68

La Defensa Francesa. Variante Wi nawer '

el estudioso de esta compl icad ísima l ínea de juego, presentatres partidas importantes que merecen un análisis min ucioso. ' os primeras tomadas del torneo AVRO, Holanda 1 938, y la terca­ más reciente, jugada en Alemania en 1 989. 1

r

l

s siete

vidas de Capablanca

na de las cualidades de Capablanca era lo difícil que resultaba sus contrarios obl igarle a incli nar el rey en señal de derrota. e 604 partidas oficiales que le hemos computado, únicamente fue ncido en 42 veces. Es interesante destacar que 1 5 de esas derro­ t (algo más de la tercera parte del total) le fueron infringidas en tres v ntos: torneo de La Habana 1 902 (5) ; match contra Aliejin en Bue­ ' Ai res 1 927 (6) y la liza de AVRO 1 938 (4) , lo que reduce la posibi1 i d , en el resto de los eventos, de ser vencido por partidas j ugadas n l uyendo esas tres desastrosas actuaciones, perdía una vez cada 1 1i nce rondas) . egún u na creencia popular, se le achaca a los gatos la capacidad tener más de una vida. No es de extrañar que algunos, impresiona­ por los recu rsos defensivos del ajedrecista cubano, hayan habla­ de "las siete vidas de Capablanca" como jugador. sta partida que veremos a continuación es un buen ejemplo. A 1 trtir de la movida 22, en una posición muy desesperanzada, el cuba­ l lanza una tras otra diversas celadas para confundir a su rival. Vea­ In s lo sucedido como consecuencia de las travesuras de este gato nntillano. Torneo AVRO, Holanda 1 938 Blancas: Fine Negras: Capablanca 1. e4 e6 (Defensa Francesa) 2. d4 dS 3. Cc3 Ab4 (Variante Winawer) 4. eS eS S. Ad2 Más significativo es 5. a3 para definir la situación del alfil de las ner



S.

cd S. D udosa elección . Con 5 . . . . , Cc6; 6. Cb5, Ad2 ; 7. Dd2, Cd4; 8. Cd4 -pero no 8. Cd6, Rf8; 9. 0-0-0, Ch6; 1 O. Ad3, f5! , seguido de un ' ventual Cf7 con ventaja negra- 8 . . . . , cd las negras con un buen 1 1 go.

69

6. Cb5 Ad2 7. Dd2 Cc6 8. Cf3 Tal vez más enérgica sea 8. f4, Ch6; 9. Cd6, Rf8; 1O. Cf3, Db6; 11. 0-0-0 con evidente superioridad blanca. f6 a 9. Df4 Ch6 Rf8 Cd6+ 1 0. Cf7 Ab5 11 . 1 2. Rf7 Cf7 1 3. be Ac6 1 4. ef gf 1 5. Ce5+ El balance de la apertura es obvio: la posición de las negras e espantosa. 1 5. Rg7 Rf8 1 6. Dg3+ Cc6 Dd7 1 7. Cd4 1 8. e5 Df5 1 9. Cb3 Dd3 20. d4 Al precio de un peón Capablanca ha obtenido cierta actividad par sus piezas, pero eso no compensa en modo alguno la desventaj material . Tg8 0-0 21 . f4 Ab7 22. Tf2 Ae4 23. Rf7! 24. Dd2 Momento crítico de la partida. Capablanca tiende a su rival una inge niosa celada. 25. Te1 ! Como demostró el holandés Prins en su célebre análisis. Si 25. f Tg2 ! ! ; 26. Tg2 , Ag2 ; 27. Cd4, DeS; 28. Rg2 , Tg8 y la situación expues ta del rey blanco permitiría a las negras obtener las tablas por jaqu perpetuo. 25. Tg4 26. Cc5? Ante la presión del tiempo y las continuas celadas de Capablanc Fine comienza a ver fantasmas donde no los hay. Con la simple 26. f Tg2 ; 27. Tg2, Ag2; 28. Cd4 ! , Db4; 29. e6 seguido de Dg2 , las blanca ganaban . Ag2!! 26. 27. Tag8! Tg2 T1 e2 28.

70

ga n n). ef! r , ¿ u s Fine quien tiene que defenderse. , 1 Ah r 29. DdS Cb7 Tg4 ... ( ¡ ú nica!) 30. Tg4+ 30. 31 . Tg2 Tg2+ f3 Dg2 32. Dh3 Dg5+ 33. Dc1 + Dg3 34. Rf2 De3+ 3S. 36. Rf1 De2+ Dd1 Rg1 37. Rf2 Dc2+ 38. Una especulación. Con De2-Dd 1 ten ía asegurado el empate. Rf3 Dc6+ 39. Re2 Db7 40. 41 . De4+ b3 Rd2 DdS 42. Acuerdan tablas . ¿Alguien tiene dudas de lo difícil que era derrotar a Capablanca aun n el ocaso de su carrera y en el torneo de peor actuación de su vida 1 portiva? 1,

1

,

1

n

_



Ruben Fine

El 26 de marzo de 1 993, a la edad de 79 años murió en Nueva York, vfcti ma de u na pulmon ía, el psicólogo Ruben Fine, u no de los más randes ajedrecistas de América. Fue en esa ciudad en 1 951 donde h b ía jugado su último torneo y donde, desde los 1 5 años, comenzó a fr cuentar el Marsha/1 Chess Club, ya como todo un jugador de fuerza. Muchos fueron los éxitos deportivos de Fine. Nada menos que con­ tra Alekhine, su score de por vida fue de tres victorias, dos derrotas y dos tablas y probablemente, si la Segunda G uerra Mundial no hubiese f rzado una pausa en las batallas ajedrecísticas, lo h ubiera enfrenta­ do por el título mundial , ya que en 1 938 era un lógico candidato al v ncer junto a Keres en el torneo del que ofrecemos a continuación una de sus partidas. Torneo AVRO, Holanda 1 938 Blancas: Ruben Fine Negras: Mijail Botvinnik Apertura Peón Rey-Defensa Francesa e6 e4 1. dS d4 2. Ab4 Cc3 3. eS eS 4. Ce7 deS S. 71

A 7; , Otra alternativa es 5 . . . . , Dc7 ; 6. Cf3 , Cbd7; 7. Af Cc5; 9. 0-0, Ac3; 1 0. bc3, Cd3; 1 1 . cd3, 0-0 con igualdad . Cf3 Cbc6 6. Ad3 d4 7. a3 Aa5 8. 9. Cb4 b4 Ab4 ab4 1 0. Ab5 11 . En Zi nser-Ackermann (por correspondencia, 1 964), se jugó 1 1 . O­ O, Ac3; 1 2 . Tb 1 , h6; 1 3. Ch4, Dd5; 1 4. f4, Ad7; 1 5. f5 con ventaja para las blancas. 11 . Cc6? Mejor 1 1 . . . . , Ad7; 1 2 . Dd4, Ac3; 1 3. Dc3, Ab5 con buen juego. bc6 1 2. Ac6 1 3. Ta4! Ac3 1 4. Ad2 f6 1 S. 0-0 0-0 Ac3 dc3 1 6. aS 1 7. De1 Dc3 1 8. Aa6 Ab5 Tfa1 1 9. De7 Td4! 20. a4 21 . Td6 22. Ta7 De3 ! 23. Cd2! Ahora el alfil será expulsado y la posición negra se derrumba. 23. a3 Aa4 24. c4 ef6 Df6 2S. TeS Ta3 26. T7a8 h3 27. Db2 28. Cf3 D b1 + 29. CeS DfS Rh2 30. 31 . Dg3! Y las negras abandonan; decide la amenaza 32 . Td7; si 31 . . . . , Ta7; 32 . tf3, De4; 33. Cd7 , RhB; 34. Tf7, TgB; 35. CeS. ,

Un nuevo ingrediente

Apertu ra Peón Rey-Defensa Francesa-Variante Winawer (República Federal de Alemania, 1 989) Blancas: Renet Negras: H ubner 1. e6 e4 dS d4 2. 72

.

3. 4. Jugar 4. a3, Ac:J; 5.

Cc3

Ab4

o5 bc3 , de4; 6 . Dg4, Cf6; 7. Dg7, Tg8 es una com1 1l icada aventura para la dama blanca. 4. c5 Ac3 a3 5. 6. Ce7 \-bc3 Dc7 Dg4 7. Defender con 7 . . . . , 0-0 es u na alternativa riesgosa, pero de i nte­ rés. 8. Dg7 Tg 8 Dh7 9. cd4 1 0. Ce2 Más usado que 1 O. Rd 1 de la que ofrecemos un ejemplo: 1 O . . . . , dc3 ; 1 1 . Cf3, Cbc6; 1 2 . Af4, Ad7; 1 3. CgS, 0-0-0; 1 4. Cf7, Taf8; 1 S. Tb1 , CfS; 1 6. Cd6, Cd6; 1 7. ed6, Dd8; 1 8. Ag3, eS; 1 9. Dd3, d4; 20. Ae2, DgS amenazando 21 . . . . , e4 con compensación Thipsay-Levitt , 1 nglaterra 1 98S. 1 0. Cbc6 11. f4 dc3 1 2. Dd3 Ad7 1 3. Dc3 Cf5 Con 1 3 . . . . , Tc8; 1 4. Tb 1 , CfS; 1 S. Ad2 , a6; 1 6. Tg 1 , bS; 1 7. g4, Ch4; 1 8. Tg3 para una considerable ventaja de las blancas , se jugó Short­ Kosten , Hasti ngs 1 988- 1 989, y en esta misma l ínea 1 4 . . . . , CaS; 1 S. Dc7, Tc7; 1 6. Cd4, CfS; 1 7. CfS, efS; 1 8. Ad2, Cc4; 1 9 . Tb3, f6; 20. ef6, Rf7; 2 1 . Th3, Rf6; 22. Ac3, Rf7; 23. Ae2, Cb6; 24. 0-0 dio ventaja a las blancas en Mestei-Barbulescu Lucerna, 1 98S. 1 4. Tb1 d4 1 5. Dd3 0-0-0 1 6. Tg 1 Cce7!? Lo nuevo, 1 6 . . . . , CaS; 1 7. g4? , Aa4 ! , con ventaja negra se jugó en Hjartason-Noguei ras, Belfort 1 988, pero con 1 7. Tb4! , la posición era complicad ísima, mientras que 1 6 . . . . ,f6! ?; 1 7. g4, Ch6; 1 8. ef6, Tg4; 1 9. Tg4, Cg4; 20. f7! , con superioridad blanca se jugó en Balaschov­ Kosten , M insk 1 986; aunque luego con 1 7 . . . . , Ch4!; 1 8. ef6, eS; 1 9. fS, e4! ; 20. De4, Tge8; 2 1 . Dd3, CeS; 22. Db3, d3; 23. cd3, Aa4! , las ne­ gras ganaron en B. N i kolic-Pichat (por correspondencia 1 989) . 1 7. Tb4 Cd5 1 8. Tc4 Ac6 1 9. Cd4?! Si 1 9. g4, Cfe3, tanto 20. Ae3, de3; 2 1 . Td4, DaS; 22. c3, AbS ! , como 20. Td4 , AbS!, dejan a las negras con ventaja. 1 9. Cb6 20. Tc6

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Si 20. Tb4, aS ganando. 20. b� Rb8 Da6+ 21 . efS 22. Cf5 f6! Ad3 23. Hubner da "el punto" a la salsa en que han de coci narse las blancas. 24. ef6 Contra 24. Ab2, tanto 24 . . . . , CdS como 24 . . . . , eS eran de considerar. Tge8 24. 2S. Rd1 Si 2S. Rf2, Td4! , con las amenazas Tf4 y Ta4. 2S. eS c4 26. Te 1 27. TeS Te8 Td8 DbS 28. cd3 Des 2a Dc7+ Rc7 30. 31 . Td7! cd3 Y las blancas abandonan .

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En ayuda de los que estudian solos. La combi nación En una serie de distintos procedimientos tácticos, el recu rso más fuerte y efectivo es, sin dudas, la combinación, la cual concede a la creatividad ajedrecística un especial atractivo, aportando los elemen­ tos de la estética y del arte. La acción de esta es semejante a la onda oxpansiva. Su realización es, generalmente, acompañada por el sa­ crificio de material . Especial amplitud abre a la creatividad de la com­ b inación el ataque sobre el rey enemigo, vinculado con amenazas de mate. I nclusive, la combinación más simple consta de una serie de ele­ mentos i ndisolublemente vi nculados entre sí. Mucho es lo que han hecho por la sistematización y por la teoría de la creatividad de la com­ bi nación tan notables metodistas como R. Spiel man , K. Richter y P. Romanovsky. Este último, por ejemplo, en su libro El medio juego, destaca tres componentes fundamentales de cualquier combinación : toma, motivo e idea. La acción de las piezas que caracterizan los logros de la combi na­ ción , Romanovsky la l lama el tema de la combi nación. Hay también disti ntos tipos de mate, por ejemplo: cerrado o en la octava horizon­ tal; destrucción de los peones que cubren al rey; la coronación del peón; la clavada; el doble; la semiclavada, etc. La ci rcunstancia que contribuye a que surja la combinación sobre el tablero , Romanovsky la llama su motivo. Esta circunstancia se rela­ ciona con la disposición de las piezas en u n momento dado, con su interrelación y la existencia de debilidades en la posición. Y fi nal mente, Romanovsky considera como idea de la combinación : las vías y los métodos de realización de los planes de esta. Se pueden destacar, por ej emplo, i d eas s i m p l ísi mas como desviación , atracció n , eliminación de la de­ tensa, i nterposición , bloqueo, li­ beración de casilla, etc. Veamos u n ejemplo práctico: Negras Blancas Rh4, Ad4, Rc1 , Ab8, h6 eS Composición del compositor P. Henacker, citado por Koblenz r m su libro El dominio del arte de la combinación: ·

1 . Aqu í el motivo sería el peón pasado y avanzado en h6. 75

2 . ¿ La idea . . . ? La posibilidad de distraer al alfil negro del control que ejerce en la diagonal a1 -h8, evitando la coronación del peón h. 3. El tema (?). El bloqueo del peón negro de e5 , con lo cual queda libre el cita do peón de h. El método para ganar es muy instructivo: 1. Aa7! (desviación) A� 1. 2. Rc2 Acercándonos a e4 con ganancia de tiempo. Aa1 2. El medio para alcanzar el bloqueo. Ahora no se puede 3. . . . , exd4 por 4. Rd3! , ganando. 3. Axd4 Rd3! 4. Y a cualquier movimiento del alfil, el rey ocupa la casilla de bloqueo e4, logrando el avance ya i ndeten ible del peón h . S i n embargo, como señalara Romanovsky, no siempre basta tene en la mano estos elementos -idea, motivo, tema- para poder llevar a cabo una combinación . Se deben tener también muy en cuenta otros elementos claves de la defensa. Claro que la teoría de la creatividad en cuanto a combinación, re­ q uiere todavía de un análisis detallado. Posiblemente sería proceden­ te destacar en calidad de componentes fundamentales: el tema, la idea y el procedimiento de su realización . Este último momento es poco menos que el factor actuante fundamental , pues en los procedi­ mientos para llevar a cabo la combi nación halla su reflejo la realida de unas u otras ideas y motivos. Examinaremos el siguiente ejemplo: Blancas Negras Rg1 Rg8 Td8 Tf3 Ta8 Td 1 Ab8 Ab3 peones en peones en c4, d4 y g2 a6, b7, f7 y g7 (8 piezas) (7 piezas) Tratando de concretar cuanto antes su ventaja, las negras han ideado la combinación basada sobre el sacrificio momentáneo de la torre: 1 . . . . , TxP; 2. TxT, A2T Parecería que la combinación h ubiera terminado en favor de las negras, pues en caso de la continuación natu ral 3. T3D , las neg ras juegan 3 . . . . , T1 D y recuperan la torre. 76

i m nt p rcibe que la combinación luido. Llama la atención la jugada intermedia . SAl, u r it a las blancas abri r fuego sobre el punto 7AA. Ahora, después de la inevitable captura 3 . . . . , AxP las blancas obtienen In posibilidad de 4. AxP+ y resu lta que el rey negro se halla bastante restri ngido, ya q ue si 4 . . . . , R2T o 4 . . . . , R1 T sigue ¡5. T3T mate! E sta c i rc u n sta n c i a p e r m ite " d e sto rce r" el h i l o de u n a contracombinación . Y así: 4 . . . . , R 1 A; 5. A2T+, R2R ; 6. T3R+, R3A (6 . . . . , R 1 A; 7. T4A mate); 7. T6R+, R4A; 8 . P4C+, R4C; 9. T5R+ ! , y las blancas ganan el alfil. De manera que el estudio de los "resortes" i nternos (procedimien­ tos) de la combi nación es u n componente de suma i mportancia. Exa­ mi naremos ahora las ideas de combi nación más importantes. La siguiente posición se presentó en una partida Schmit- Richter. Negras Blancas Rf2 Rg7 De3 Da3 Ta8 Th 1 na Tb1 Ac8 Ae2 Cd5 Ce6 Ce7 Cd4 peones en peones en d7,d6, c4, e4, f7, g6 y h7 f3, g2 y h5 (ambos con 1 2 piezas) Aq u í las blancas decidieron la suerte de la partida mediante u na brillante combinación , donde obtuvo viva expresión la idea de la atrac­ ción . 1 . D6T+! ! , RxD ; 2 . PxP+, R4C; 3. TST+! Las blancas sacrifican u na tras otra sus piezas más fuertes, atra­ yendo al rey negro a la red de mate. 3 . . . . , RxT; 4. P4A+! , CxA; 5. C6A+ ! , R3T; 6. T1 T+, R2C; 7. C8R+! Aqu í ya tiene aplicación la idea de la "desviación". Es indispensable alejar la torre neg ra del punto 7AR . 7 . . . . , TxC; 8. TxP+, R 1 A; 9. TxP mate! Este otro ejemplo ilustra u n tema análogo; la posición corresponde a la partida Veresov-Kujarev, Mi nsk 1 959. Negras Blancas Rg1 Rg7 Dd2 De7 Ta4 Tf8 Ad3 Ta8 Cb8 Cd6 Cf6 Ac8 v1

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peones en eS, f2, g2 y h2

Cb3 peones en a6, e6, f7, g6 y h7 (1 2 piezas) (1 O piezas) Las blancas realizaron la siguiente combinación de mate: 1 . D6T+! ! (Atrayendo al rey negro a la red de mate.), RxD; 2 . T4T+, R 4C; 3. P4A+! ! (Para atraer al rey las blancas sacrifican su última pieza ma­ yor. ) , 3 . . . . , RxT; 4. P3C+, R6T; S. A1 A mate! U n ejemplo más sobre este tema, también vi ncu lado al sacrificio de la dama. Blancas Negras Rf7 Rd2 Dh7 DaS Th 1 y Td 1 Tg8 y Ta8 Ag7 Af6 Ae2 AcB peones en peones en b2, c3, e3, a7, b7, eS, d4, e6, fS y g6 eS y g2 (1 1 piezas) (1 3 piezas) La posición surgió en la partida Mariasin-Kapengut, Mi nsk 1 969. Si-. guió la atracción del rey de las negras: 1 . DxP+. No menos difu ndida es la idea de la desviación . La siguiente posición se presentó en la partida Tai- Krogius, Tbilisi 1 9S9. Blancas Negras RhB Rg1 DfB Tf3 DfS Tc7 eS, f6 y gS e4, g2 y h6 (ambos con 6 piezas) A pesar de la evidente activi­ dad de las blancas, la situación parece bastante sólida para las n eg ras. Tratando de l i b ra rse cuanto antes del muy avanzado peón de las blancas, las neg ras forzaron el juego mediante: 1 . . . . , PSC; 2 . DxPC, T2TR. Parecería que la captura del peón TR blanco y el consiguien­ te empate fueran i n evitables. Pero semejante al rayo en medio de un cielo diáfano siguió el sacrificio de la desviación : 3. TxP y resulta que no es posi ble 3 . . . . , DxT debido a 4. DBA+! Las negras se rindieron . La siguiente y sumamente origi nal combi nación surgió en el análi­ sis de u na de las populares variantes del ataque Marshall en el Ruy López. 78

Ulntlc:t1h Negras Rg8 Rf2 Th6 Of 1 Tf8 Te3 Td 1 Dg4 Cd2 Ad6 b2, c4, d4, b5, c6, f4, g3 y h4 f5, g7 y h7 ( 1 1 piezas) (1 O piezas) Las negras obtienen un ataque decisivo después de 1 . . . . , P4C ! ; 2 . PTxP (a 2. PAxP resulta muy fuerte 2 . . . . , P5A!); 2 . . . . , T7T+; 3. R 1 R , DxP+! ! (Idea de distracción . ) ; 4. TxO, T1 R+. Un notable maestro de la combinación fue el G M V. Simagi n . He aqu í u n curioso ejemplo de su creación que ilustra la idea de la distrac­ ción . Esta posición se presentó en la partida Simagin-Bronstein . Blancas Negras Rg8 Rb3 Od7 Og2 Ac1 f6 y h2 f5, a2, b2 y c3 (4 piezas) (7 piezas) Las blancas poseen u na considerable ventaja material, pero las neg ras amenazan coronar de inmediato u na segunda dama y parece­ ría que tuvieran todas las posibilidades de salvarse. Las esperanzas de las negras se derru mban debido al bri llante golpe de combinación que sigue: ASC !! 1. Un golpe propio de un final de estudio. Las blancas distraen la dama neg ra. Por ejemplo, a 1 . . . . , OxA decide 2. 08A+, R2C; 3. 07A+ segui­ do de 4. OxP, quedando con ventaja material decisiva. Al mismo tiem­ po si 1 . . . . , PxA gana 2. P6A! Las negras prefi rieron la tercera variante: coronaron el peón . 1 . . . . , P8T =0, pero l uego de 2 . 08R+, R2C; 3. 06C+, R 1 A; 4. DxP+, R1 C; 5. 080+, R2C; 6. D7R+, R1 C; 7. D8R+ y tuvieron que rendi rse. Si 7 . . . . , R2C, decide 8. P6A+. En su defecto, 7 . . . . , R2T; 8. D6C+ y 9. A6A mate! Ahora veremos ejemplos de combi naciones q ue ilustran la idea de " l i b e ración de cas i l las". Lovenfisch - F re i m a n , Len i n g rado , San Petersbu rgo 1 925. Señalemos que a menudo para concretar la combinación estorban las propia piezas. En tales casos es esencial buscar la forma de libe­ rar las casillas indispensables. Blancas Negras Rg1 Rh8 Dc2 Da6 79

Th3 Aa3 Tf1 TeS Cd4 Tf8 Ae4 y Ad2 Ag8 y Ce8 a2, c3, c4, a7, f2, g2 y h2 f6, g7 y h6 (ambos con 1 2 piezas) Las blancas decidieron la partida mediante una efectiva combin ción . Después de 1 . AxP ! , PxA; 2 . TxP+, R2C; la lucha fue resuelt mediante una maniobra bri llante del alfil, el cual liberó la vital diagon 1 C D-8TR para la acción de la dama: 3. A7C! ! Las negras se rindiere Muy a menudo se presenta la idea del bloqueo. Negras Blancas Rg8 Rg1 De2 Dh4 Ad2 Ta8 Ta1 Ah3 Ce4 Ad6 a7, b7, a2, b2, c2, d3, f3 y f2 c7 y d4 ( 1 1 piezas) {9 piezas) Las negras fuerzan la victoria mediante 1 . . . . , A7T+; 2. R1 T (a 2 RxA sigue 2 . . . . , ABA+, ganando la dama) ; 2 . . . . , ABA!; 3. 0 1 D, A7R!! 4. DxA (ahora cuando la casilla 2 R se torna inaccesible para el re blanco, sigue el mate); 4 . . . . , A3D+; S. R2C, D7T +; 6. R 1 A, D8T mat El jaque doble se encuentra entre los recu rsos más fuertes de 1 combinación. He aq u í un ejemplo simple de esa idea. Negras Blancas Rg1 Rg8 De7 Df6 na ces Ad6 Ad4 e6, f7, g6 y h7 e3, f2, g2 y h3 (ambos con 8 piezas) Conduce a la victoria un golpe de combinación poco complejo, pera efectivo; 1 . DBT +, RxD; 2 . CxPA+ ! ! , R 1 C; 3. C6T mate! A continuación un caso más complejo de u na idea semejante lleva da a cabo por Kasparian en una de sus partidas. Blancas Negras Ra6 Rc1 Dh4 Dc8 Tc3 Th8 Ag2 Cc6 Cf3 AdS a4, b3, aS, b6, c7, c2, g3 y h2 d6, g6 y h7 80

1 h- 1 u nt 1 1 n : 1. xCI, r y n 1 r y n gro al jaque doble; 3. 4A , ' X ; 4. , R5D; 6. R20!! , y las negras no l l n efen ntr mediante 7. P3A . xisten otras ideas de combinación no menos difundidas: obstruc­ . , clavada, piezas recargadas, ataque directo, etc. En la práctica t s ideas en estado de pureza se presentan con poca frecuencia. común es que se hallen entrelazadas entre sí, y el contenido de la binación consiste precisamente en identificar y l uego desenredar madeja. n todos los casos, el hal lazgo de la combinación requiere mucho n enio para descubrir las posibilidades ocultas y veladas de la posi­ n. Examinaremos algunos otros ejemplos característicos que des­ ubren las distintas facetas de la creatividad en cuanto a combinación . En las dos posiciones siguientes se presentaron sacrificios origina­ de dama, que combinan entre sí las ideas de atracción y de blo­ eo. El autor de la primera fue A. Alekhine jugando con blancas. Blancas Negras Rh8 Rg1 Dd6 Dd8 Ta8 Tf1 Tc3 Tf8 Aa6 Ac4 Ce7 Cc6 CfS a7, b6, eS, d7, f7, g7 y h7 a3, f2, g2 y h2 Las blancas tienen a su disposición no pocos caminos hacia la vic­ ria, pero el que elige Alekhine es extraordinariamente precioso y efec­ tivo . Siguió 1 . 06C!! Doble entrega de la dama. No obstante resulta f 'cil convencerse de que la dama blanca no puede ser captu rada. A 1 . ... , PAxD sigue 2 . CxP+! , PxC; 3 . T3T +, DST; 4. TxD mate. Si 1 . . . . , TxD, simplemente 2 . T3T mate. Y en caso de 1 . . . . , T1 CR, gana de inmediato otro sacrificio de la dama: 2. DxPT+, RxD; 3. T3T mate. Y un ejemplo más, que hasta nuestros d ías no deja de producir dmiración por su combinación de sorprendente belleza, presentado n la partida Levitzky-Marshal l , Breslau 1 9 1 2. Neg ras Blancas Rg8, Dc3, Tf8, Rg1 , DhS, Tf 1 , TeS, Ah3, Tf6, Cd4, a2, c2, f2 , a7, b7, e6, g2 y h2 g7 y h7 f

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Marshal l , que conducía las negras, real iza una combinación origi nal por su concepción : 1 . . . . , T3T; 2 . ose , TxA; 3. TSAD (malo, desde luego, sería 3. PxT con vistas de 3 . . . . , e6A+). Los cálculos de las blancas se basaban en que después de la retirada natu ral de la dama 3 . . . . , D6T dispond rían de la fuerte amenaza 4. T7A! Pero siguió 3 . . . . , D6e R ! ! , y las blancas tuvieron que deponer las armas. A 4. DxD puede seguir 4 . . . . , e7R+; 5. R1 T, exD+; 6. R1 e , exT; 7. PxT y l a s negras quedan con un caballo de ventaja. Me atrajo de modo especial, por su originalidad y elegancia, este bel lo remate, tornado de Ejercicios de combinación del Luis Palau, Argentina 1 945. Veamos la posición . Negras Blancas Rg7, Dd5, Ta7 y peones Rh4, Df4, Ae7, efB (4 piezas) en h7, g6 y f7 J uegan las blancas. Estudie este fi nal elegante que se i nicia con la entrega de u na pieza que estorba al plan concebido por las blancas. 1. Ce6+! Hermoso. Esta pieza no puede ser captu rada con el peón f a causa del mate en fB. Tampoco es posible jugar 1 . . . . , RgB por 2. DbB+ y mate a la siguiente. 1. Dxe6+ Dh6+! 2. Rxh6 3. Af8++ Obse rve que en estos casos el tema ganador es producto del cálculo concreto de variantes. El siguiente ejemplo, realmente asombroso, es una brillante composición def gran final ista ruso V.A. Korol i kow. Negras Blancas Rh4, Ag6, Ac5, Ra2, Tg5, ee8, eds y peones ed2 y peones en c7, d7 y g7 en a3, g4 y c2 (ambos con 7 piezas) Juegan blancas . . . ¡Y ganan ! Observe que el bando neg ro tiene muy serias amenazas sobre el rey blanco, i n iciándose con 1 . . . . , c1 =e+ y a 2. Ra1 , e(d2)b3++. Hay un peón en situación de coronarse en dB, lo cual sería ganador, sino h ubiese una torre en juego, con lo que se entraría a dama con jaque. Este razonamiento permite perfilar la idea: RxhS ThS+! 1. Si 1 . . . . , Axh5 se corona el peón d con jaque, y si 1 . . . . , Rg3 entonces 2. Th 1 !, ganando. Rh6 Cf4+ 2. Rh7 3. g8=C+ Rh6 4. C(g8)f6+ Rh7 Cxg4+ 5. 82

d8-C+ 8 c8=C++!! 9. En verdad ... ¡ un mate extraordinario!

Rg7 Rf7 Re7

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La polém ica Defensa S h l ieman La Defensa Shlieman ha sido uno de los sistemas de juego más controvertidos para oponer a la apertura Ruy López. Sus detractores asegu ran que con la jugada 3 . . . . , fS el bando .n egro deja vulnerables desde muy temprano las diagonales a2-g8 y hS-e8. Además aducen q ue en muchas de sus variantes se originan despla­ zamientos prematu ros de la dama negra, que en otras surgen debili­ dades innecesarias, y en definitiva afi rman que al plantearse sobre el tablero l íneas tan osadas, le dan al sistema de j uego no pocos mati­ ces de romanticismo, lo cual lo convierten en algo anacrónico y dema­ siado arriesgado para el ajedrez que se juega en la actual idad. Parece que las características del planteo negro no responden a los dictados de u na teoría moderna, donde l íneas muy refinadas y mucho más pru­ dentes predominan. No obstante, no todos piensan del mismo modo y, aunque muy oca­ sional mente, la Defensa Shlieman ha aparecido en los ú ltimos tiem­ pos en torneos de cualquier índole. A través de sus resultados aún no se ha podido apreciar una supremacía blanca definitoria sobre el ta­ blero. Paradójicamente se han producido electrizantes tri unfos del bando neg ro. Veamos dos ejemplos sencillos que, aunque no son tan recientes, pudieran hablar por sí solos. Semifinal provincial Ci udad de La Habana, 1 986 Blancas: Osmel García Negras: Manuel Menéndez 1. eS e4 Cc6 2. Cf3 fS Ab5 3. Con esta jugada queda planteada la Defensa Shlieman . 4. d4 Otra alternativa es 4. Cc3, fe4; S. Ce4, dS; 6. CeS, de4; 7. Cc6, DdS; 8. c4, Dd6; 9. DhS+, g6; 1 0. DeS+, DeS; 1 1 . CeS+, c6; 1 2 . Aa4, Ag7; 1 3. d4, ed3; 1 4. Cd3, AfS con amplia compensación por el peón sacri­ ficado. fe4 4. CeS S. CeS deS c6 6. 7. Ac4? De esta manera las blancas pierden un peón. La posi bil idad 7. Cc3! , por ser atrevida, no deja de ser la mejor continuación en esta posición , pues luego de 7 . . . . , CbS; 8. Ce4, dS; 9. ed6, Cf6; 1 O. Dd4, Ae7; 1 1 . AgS, las blancas mantienen una fuerte presión por la pieza sacrifi­ cada. DaS+ 7. 84

8. 9.

DeS De7 Ac3 Mucho mejor hul>iora sido 9 . . . . , Dg5. Ag8 1 0. Las blancas rompen el en roque corto del oponente, pero al alto costo de su alfil de casi llas blancas. 1 0. Tg8 11 . 0-0 dS 1 2. f3 El desarrollo natural del caballo por d2 hubiera sido más lógico. 1 2. e3! Tentando a las blancas a atacar al peón alejado para ganar tiempo contra el enroque. 1 3. Te 1 DgS 1 4. Ad4 Ah3 1 5. Rd7 Te3+ 1 6. De2 Ad6 1 7. c3? Menos malo sería 1 7. Ca3, aunque después de 1 7 . . . . , Af4; 1 8. Tb3, raeS; 1 9. Df2 , b6 o 1 8. Td3, Tae8; 1 9. Df2 , Te6!; las negras mantienen una fuerte presión y a la larga deben i mponerse por cualquier vía. 1 7. Af4 No 1 7 . . . , eS; 1 8. Ae5, Ag2?; 1 9. f4! 1 8. g3 Si 1 8. Td3, Tae8 seguido de Te 1 gana. 1 8. Ae3+ Tae8 Ae3 1 9. Rf2 20. A parti r de ahora las blancas irán cayendo en swugswuang. 20. DfS 21 . ( ¡ Por fin ! ) Ca3 Tgf8 21 . 22. Ag4 Cc2 Atacando con todas las fuerzas el pu nto f3. 23. De4 Cd4 El tema de la clavada se hace sentir; las blancas están atadas. Tf7 Te 1 24. 25. Rg2 Af3 26. Cf3 gS h3 27. hS 28. Rf2 g4 29. hg hg 30. Af4 De2 Te2+ Te2 31 . 32. Re2 gf+ 33. Rf3 Re6 Ad2

.

85

El resto es simple técnica. Re3 34. Th7 b4 3S. Th1 a4 36. Td 1 Re2 37. Ta1 38. RfS as 39. Re4 Ab8 Aa7 40. Ta2+ 41 . Te2 Re1 42. Ad4 Tg2 Rf1 43. Tg3 44. Rf2 Td3 Ah8 Td2+ 4S. Rd3 46. Rg3 47. Te2 Rf4 48. ReS Re3 Las blancas abandonan . Semifinal nacional Camagüey, 1 976 Blancas: Reinaldo Vera Negras: Manuel Menéndez 1. e4 eS 2. Cf3 Ce6 AbS fS 3. 4. fe4 Ce3 Ce4 dS S. 6. CeS Otra alternativa es 6.Cg3, Ag4; 7. h3, Af3; 8. Df3, Cf6; 9. 0-0, Ac5 con mejor juego para las neg ras. 6. de4 7. DdS Ce6 8. Dd6 e4 eS!? 9. 1 nteresante entrega de peón. 9. DeS No sirve 9 . . . . , DdS por 1 O . Cb4+. Da4 Cf6 1 0. 11. d4 Esta es la jugada clave basada en el sacrificio de peón en eS; no ofrece nada 1 1 . CeS+, c6; 1 2 . Cc6, be; 1 3. Ac6+, Ad7! 11. Db6! La mejor conti nuación ; tomar al paso sería demasiado arriesgado y las blancas con 1 2. Ae3! , se apoderarían de una iniciativa muy peligrosa. 1 2. e6 CeS+ Ab4+ 1 3. Ac4 Rf1 Dd4 1 4. Las negras mantienen el peón de ventaja y mejor posición. 86

DeS Db4 1 5. 1 6. Ae3 CdS? t jug v 1 s tablas. Las negras perdieron la oportuni1 de mantener la Iniciativa con 1 6 . . . . , Ae6. Por ejemplo: 1 6 . . . . , Ae6; 1 / . Ae6, De6; 1 8. Db7, 0-0! , con posibilidades reales de ataque ntra el rey blanco mal situado. 1 7. DdS AdS 1 8. DeS b6 DdS CdS 1 9. Re1 Aa6 20. 21 . Rd2 Rd7 Y se acordó el empate. ara finalizar este tema, veamos una interesante partida jugada en 1 mifinal del campeonato nacional de Cuba de 1 999, celebrado en 1 n r del R ío. Blancas: M F Ornar García Martínez (2359) Negras: MF Eddy Ravelo (233 1 ) 1. eS e4 2. Cc6 Cf3 fS! ? AbS 3. Aparece la polémica Defensa Shlieman , que trae aparejadas g ran­ f complicaciones. d3!? 4. ierto, es u na l ínea tranquila, pero el objetivo aqu í es no darle el 1 1 to al rival . 4. fxe4 S. dxe4 Cf6 d6 6. 0-0 ( Podría j ugarse 6 . . . . , Ac5; 7. Cc3, d6 o 7 . . . , 0-0.) 7. , Ag4? Cc3 ( P referible 7 . . . . , Ae7; 8. Ae3, 0-0; 9. Cg5!? , Rh8; 1 O. Ac4, De8; 1 1 . Ae6+, según el propio Ornar me hizo saber.) h3! Axf3 8. i 8 . . . , Ah5; 9. Dd3! Ae7 Dxf3 9. Dd7 1 0. Ac4 Ca S 11 . Ae3 AbS! Cc6 1 2. T(a)d 1 0-0 1 3. De2 Rh8 1 4. a3! 1 S. U n i ntento para aprovechar la debilidad de la diagonal a2-g8. Se I r •, evidente que el bando blanco está mejor situado. a6 1 S. Aa4 1 6. .

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También sería bueno jugar 1 6. Ac4, pero Ornar prel 1nó rnu n tener l; � clavada para provocar la jugada . . . , b5, lo que daría tema para explott�r las debil idades en este sector. 1 6. h6 1 7. bS CdS! Ab3 1 8. T(a)b8?! 1 9. Aa2 Ch7 20. c3 (También prometían 20 . b4 y 20. Dg4.) 20. AgS 21 . b4 Axe3 22. Cxe3 Ce7 Dg4 Dd8 23. (Si 23 . . . . , Dxg4 entonces 24. hxg4. ) 24. CfS CxfS 25. exfS Cf6? ( Fuerte sería 25 . . . . , Df6! , y no sirve 26. Ae6? , por Cg5! Lo correcto sería 26. Ab1 y el bando blanco mantiene la ventaja.) 26. DeS De2 27. Ae6?! aS? ( I nteresante 27 . . . . , Ch5! , si 28. g3, g6!) 28. Dc6 g4 Si ahora 28 . . . . , g6? , sigue 29. f4! 29. Tbe8 Td3 30. axb4 Te 1 31 . cxb4 La col umna e será tema de operaciones en manos del bando blan· co . e4 31 . gS! 32. Tg3 Dd2 33. Parece fuerte 33. h4!? Te7 33. dS 34. Dd4 DeS 35. Rg7 Tc3 36. La ventaja blanca es notable. Db6 36. Dd6 Tec1 37. cxd6 Dxd6 38. Td 1 hS 39. hxg4 40. AxdS 41 . Cxg4 hxg4 Tg3! 42. Si 42 . Ae6?, Cxf2 ! 88

CeS Cc4 Axe4 Rf6 Tg5+ 44. ReS Tg6+ 45. Cb6 Tg4! 46. Ta7 Ad3 47. Rf6 Te4+ 48. Te6 + RgS 49. Txd6 Cc4 50. Rf4 Tg6+ 51 . 52. Tg3 ! Y Ravelo se rindió un poco después. No se puede 52 ! >3 . Axc4. 42. 43.

.

. . .

, Txa3?, por

89

El arte defens ivo de Emanuel Lasker Resulta muy ilustrativa para este análisis la segunda partida del match con Capablanca, jugada el 1 8 de marzo de 1 92 1 , en la cual el cam­ peón del mundo conducía las piezas blancas. Veamos el punto some­ tido a análisis: 1. d4 dS 2. c4 e6 3. Cc3 Cf6 4. Cf3 C(b8)d7 S. e3 Ae7 6. Ad3 0-0 7. dSxc4 0-0 8. Axc4 eS 9. De2 a6 1 0. Td 1 bS 11 . Ad3 Ab7 1 2. e4 cSxd4 1 3. Cxd4 CeS 1 4. Cb3 Cxd3 1 S. Txd3 Dc7 A contin uación el análisis del ruso Znosko-Borovsky ( 1 884- 1 954) que es, a juicio de todos, de u n gran valor metodológico. En su obra El medio juego en ajedrez, refiriéndose a esta posición , nos dice que aún con u n tiempo de ventaja (9 contra 8), el bando blanco no ha desarro­ llado todas sus piezas, y pende sobre ellas la amenaza de 1 6 . . . . , b4!, ganando el peón rey. Sumémosle que el alfil dama no juega todavía, obstacul izando el desarrollo de la torre dama y el hecho de la extraña ubicación de la torre d3, y la mala ubicación del caballo de b3. Por otro lado, el caballo de c3 todavía no dispone de buenas casil las, y la con­ sabida amenaza . . . , b4 obliga a consideraciones emergentes. El bando negro ofrece un panorama distinto donde prevalece la ar­ mon ía y con dos movimientos más para la torre, completará su desa­ rrollo que será muy superior al de su rival. Cada bando va perfilando sus objetivos esenciales: para las blan­ cas� salvar su peón rey en pri mera instancia y tratar de aliviar la ten­ sión, simplificando la posición para contrarrestar la ventaja de desarrollo del bando negro. Para las negras, completar su desarrollo y transfor­ mar su ventaja en algo más tangible y real . Si las blancas contin úan con 1 6. f3? Entonces con 1 6 . . . . , b4! ; 1 7. Cd 1 , a5! , y la amenaza de . . . , Aa6!, es indeseable para las blancas. ¿Qué h acer? Otro camino sería 1 6. a3?, a5; 1 7. Cxb5, Db6!, ganando el peón rey y obteniendo u na posición muy superior. 90

por decantación , a elegir el único ca mi­ e salvarse. Cierto que con gran dosis de jugada 1 6. eS! , que es la que se ajusta a los posición . Cd5 eS! 1 7. Tg3 As í toma forma el primer plan de las blancas de avanzar el peón rey y llevar la torre a g3, y acto segu ido Ah6!, con lo que completaría su desarrollo. En caso de que se proauzca el lance . . . , g6 ganaría enton­ ces u n importante escaque en f6. 1 7. Cxc3 Txc3 Dd7 1 8. Tg3 1 9. Tfd8 Amenazando 20 . . . . , Dd 1 +! 20. g6 Ah6 Ae3 21 . Todavía Lasker no ha conseguido una posición satisfactoria, pero por otra parte, ha alcanzado su primer objetivo. Resta por resolver el problema de la Td y del caballo de b3, un tanto mal ubicado. Lasker debe labrar nuevas ideas para sortear los defectos de la ¡ >osición . 21 . Dd5 Observe que la torre en g3 siempre vigila la debi lidad que creó el vanee del peón rey. 22. T(a8)c8 Ca5 23. Dxb7 Cxb7 24. Ah6 Queda cumplida la segu nda parte del plan : 1

r,

1 . Cambiar un caballo débi l y mal ubicado por un alfil fuerte. 2. Eli minar la pareja de alfiles negros 3. Simplificar un tanto la posición. Aún quedan problemas por resolver, pero antes es preciso tratar de reseñar el proceso mental seguido por Lasker en la elaboración de su plan de juego: 1. 2. 3. 4. 5.

Análisis completo de la posición . S íntesis de la posición en conjunto. Revelar su carácter i ntrínseco, particularidades específicas. Encontrar la idea principal contenida en ella. Elaboración del plan en concordancia a tales antecedentes.

Este proceso determi nará: qué di rección tomar, qué objetivos alcanzar y con qué rapidez deberán ser log rados. Dd5 24. Dd4 25. b3 91

26. Tf1 TdS Te3 27. Aa3 28. g3 Db2 Te 1 29. Tc2 30. Ae7 Df3! 31 . Txe2 T(3)e2 32. D b1 + Txe2 33. Rg2 Af8 34. h6 Af4 35. h4 b4 De4 36. Dxe4 Txe4 37. Y se declara tablas en la jugada 41 del bando blanco. U na defensa soberbia en una posición difícil .

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Capablanc a , el Hechicero Genial En marzo de 1 9 1 4 Capablanca está en Viena, Austria, donde coi n­ cide con figuras de tal la mundial ; hay ocasión para una serie de parti­ das i nformales con reloj . El d ía 1 2 se pacta un duelo en el q u e Capablanca compartiría intenciones con R . Reti . S u s adversarios lle­ varían las piezas blancas. Ellos eran Kaufman y Fandrich . Por alguna extraña ci rcunstancia en casi todos los libros se omite la participación de Reti como compañero de consulta de Capablanca . La partida tiene, eso sí, el sello man ifiesto del genial cubano. e6 1. e4 2. dS d4 3. Cf6 Ce3 e6xdS e4xdS 4. eS S. Ad3 6. Axc5 d4xeS 7. Cf3 0-0 Ce6 8. 0-0 9. Ae6 Ag5 Ce2 h6 1 0. Ag4 Ah4 11. Cd4 1 2. Ce3 1 3. Ae2 Cxe2+ Ad4 Dxe2 1 4. Axc3 Dd3 1 S. Dxe3 1 6. Ce4 1 7. Dd4 gS 1 8. AfS CeS! f3 1 9. gSxh4 20. f3xe4 Axe4 h3 21 . Tf2 Te 1 fS 22. Df6 23. gxh Rh7 24. Cf3 Txf6 Dxf6 2S. Te3 26. Y esta es la posición q ue generó expectación por el tratamiento fino que la estrategia de Capablanca creó contra los bastiones blancos. Aq u í se elabora un plan cuyo primer objetivo es lograr que el bando blanco avance uno de sus peones del flanco dama, para evitar que sus tor res puedan atacar los peones negros de ese sector. Tb6! 26. TeS b3 27. 93

El plan de Capablanca va en tres direcciones: 1 . Revitalizar la fuerza del alfil . 2 . Aprovechar l a movi lidad d e s u rey. 3. Utilizar la fuerza de sus peones de d5 . . . y f5 para organizar una defensa central . Rg6 28. Cd4 29. RgS c3 30. Ce2 Ta6! Forzando la jugada a4 del bando blanco. El plan de las negras toca a su fi n . 31 . Rf6 h4+ bS! a4 32. Con lo que se garantiza la penetración de la torre neg ra. El rey y los peones negros harán el resto. Ta1 + 33. axb Txf1 + Tf1 34. Rxf1 35. ReS 36. f4 Cd4 Tg8 37. Th3 38. Tg 1 + Re1 Re2 Tg2+ 39. Rf1 Tb2! 40. Parálisis total . Todas las piezas blancas se hallan atascadas en la defensa de puntos sensibles. Re1 hS 41 . Rd1 42. Esperar ahora a que Capablanca ejecute la sentencia. AfS 42. 43. CxfS RxfS Re4 c4 44. f3 Tc3 45. d4! Re1 46. Y el binomio blanco abandonó. Nada queda por hacer, pues a 47. Tc1 gana . . . , Txh2. En el agotador torneo de San Petersburgo 1 9 1 4, Capablanca termi­ na en segu ndo lugar, superado solo por el g ran Lasker (1 3� a 1 3) , y seguido por Alekhine con 1 O. En la etapa final el cubano perdió dos partidas; la primera el 1 8 de mayo contra Lasker en 42 movidas, y al d ía siguiente con Tarrasch , en una maratónica l ucha que se extendió a 82 jugadas. Entre las victorias del cubano se destaca la partida con N imzovich que veremos a contin uación:

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Cuatro Caballos Ulu ncas: Nimzovich Negras: Capablanca eS e4 1. Cc6 Cf3 2. Cf6 3. Cc3 Ab5 4. d6 d4 S. Ad7 Axc6 Axc6 6. 7. Dd3 eSxd4 Cxd4 8. g6 bxc6 9. Cxc6 Da6?! 1 0. N imzovich entra en u na dudosa maniobra para ganar el peón torre dama, pero a cambio cede importantes tiempos: Dd7 1 0. TeS 11. Db7 Ag7 Dxa7 1 2. 0-0 0-0 1 3. Da6 1 4. En esta posición pueden establecerse las siguientes apreciaciones básicas: Apnr l l u n

1 . La preponderancia del alfil negro sobre su homólogo es notable. 2 . Las negras tienen ventaja en tiempo; mientras las blancas tie­ nen un peón más y tienen ventaja de espacio. 3. Las blancas no tienen n inguna debil idad, por lo que cualquier tentativa de las negras deberá sustentarse ú nicamente a esta ventaja en tiempo. 4. Las negras están obl igadas -entonces- a proceder activamen­ te a modo de impedir que las blancas descongestionen su flan­ co dama e impongan su ventaja material . Este es el punto que obliga a la elaboración de un plan que determi­ ne el rumbo a seguir. Vea cómo lo hace Capablanca Tfe8! 1 4. Para inmovilizar el cabal lo y obl igar a u na movida defensiva. De6 Dd3 1 S. f3 1 6. Cd7! 1 7. Ad2 CeS 1 8. Cc4 De2 La amenaza del peón lo obliga a nuevas medidas profilácticas. La presión es continua. Ta8 T( a)b1 1 9. ¡ U na nueva amenaza! a4 Cxd2! 20. Dxd2 Dc4 21 . 95

I mpide b3 y mejora la posición de la dama. T(e)b81 Tfd 1 22. Capablanca quiere más; aqu í con 22 . . . , Axc3? ! , pod ría recuperar su peón. La del texto es mejor, por cuanto se busca recuperar sin perder la in iciativa. 23. De3 Tb4 (amenaza . . . , Ad4) . 24. Ad4+ DgS 2S. Rh1 T(a)b8! 26. Txd4 Dxd4 Todo obligado ante la amenaza de perder pieza. La forma en que Capablanca manejó el concepto tiempo es algo que aún sorp rende. Nos hace recordar la cita de Alekhine: "All í donde termina la técnica empieza a bri llar el genio de Capablanca". Td 1 De4 27. Txb2 h4 28. Dd2 29. DeS 30. DhS! Te 1 31 . Dxh4+ Ta1 32. DhS Rg1 aS Ta8 33. DeS+ a6 34. 3S. De4 Rh1 a7 36. DeS eS 37. El bando blanco olvida que debe capitular y, lastimado en su orgullo, continúa una estéril l ucha. 37. DxeS DhS+ Ta4 38. Rg1 39. DeS+ Rh2 40. dS Txa7 Rinden las 41 . Th4 blancas. En el torneo de Notti ngham de 1 936, Capablanca logró un impresio­ nante primer lugar empatado con Botvi nnik con 1 O puntos, aventajan­ do a Euwe, Fine, Alekhine y Lasker entre otros. Mostró partidas de gran calidad como la que veremos contra Reshevsky, quien logró el quinto puesto con 91h puntos. La partida tiene un especial interés por­ que muestra cómo se diseña un final superior a partir de un medio j uego , dadas las características a explotar en esa fase del juego. Gambito de Dama Aceptado Blancas: Capablanca Negras: Reshevsky 1. dS d4 Cf3 Cf6 2. d5xc4 e4 3. .

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Dn4+

C(b8)d7 e6 Dxe4 a6 g3 bS Ag2 7. Ta7 De6 8. Ab7 Af4 9. De1 eS 1 0. AxcS 11. d4xeS 0-0 0-0 1 2. 1 3. C(b1 )d2 De7 1 4. Ab6 Cb3 Tea Ae3 1 s. Dd2 Ce4 1 6. C( d7)eS 1 7. Dd3 1 8. CxeS CxeS Aa8 1 9. Dd1 T(a7)e7 Tc 1 20. Llegamos a la posición que nos interesa tratar. Observe la evidente superioridad en el desarrollo del bando negro. Tiene 1 4 movidas con­ tra siete de las blancas (factor tiempo) , pero este hecho no siempre significa alguna ventaja.:. También podemos ver que el bando blanco no tiene debil idades en su campo y que quizás tendrían un mejor final debido a los avanzados peones neg ros en el flanco dama. Este hecho genera una l ucha típica: el bando blanco por un final y el bando negro trabaja para crear un ataque. Cd7 21 . b3 Txe7 22. Txe7 Axb6 Cxb6 23. Dd4 24. CdS f6 Td 1 2S. Ab7 Ce1 26. exdS AxdS! 27. De4?! 28. e3 aS h4 29. 30. Dxd4 f3 31 . Te1 Txd4 Ta1 32. Rf2 a4 Td2 33. Tb1 34. Cd3 3S. Txb2 Tb2 36. Ac6 Cxb2 4. 5. 6.

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4 Y aparece una posición perdida para las n gr u 1 p oes un punto fuerte para el caballo blanco y las debi lid nes b y d son manifiestas. El alfi l negro no tiene perspectivas. La pre­ gu nta es: ¿Cómo Reshevsky no evitó estos cambios, facilitando la tarea a Capablanca? Es algo que quedará sin respuesta lógica. Mientras Capablanca di­ señaba su plan de campaña, las negras actuaban como si no corriese peligro (!?). La prensa capablanquina i rá aumentando la presión hasta la asfixia. Aqu í está el remate, lento ... y exacto. 37. gS Cd3 h4xg5 fxg 38. Cb4 39. a4xb3 a2xb3 Ab7 40. 41 . g4! Fijando el peón en casil la neg ra solo resta central izar el rey. Rg7 41 . Rg6 Re2 42. 43. Rd3 hS RxhS gxh5+ 44. Rd4! 45. Todavía el final exige gran p recisión. 45. Rh4 46. Rg3 CxdS f4 47. g4 fS Ac8 48. Ad7 49. ReS 50. Ae8 e4 51 . Rf3. Rd4 eS 52. g3 RU 53. Ce3 e6 54. g2 55. RxfS Cxg2+ RdS Rg4 56. Rf4 Ce3+ 57. Rinden . Rd4! 58. Una partida donde prevaleció la lógica, en su más amplia expresión . Parece sencilla, pero tan difícil de alcanzar que bien merece estudiar­ se a fondo esta forma de ucomprender'' el ajedrez. ¿ No sería esta maravillosa manera de ganar lo que hizo que le l la­ maran el Hechicero Genial?

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Hablemos del peón dama aislado Hay que señalar que una de las condiciones principales para que el poón aislado en el centro desempeñe un papel positivo es la superio­ ridad en el desarrollo. Esto se refiere a la situación de la partida en el paso de la apertura al medio juego, e incluso en la etapa del comienzo. Si las cosas ocu rren en el medio juego, entonces no puede hablar­ se de superioridad en el desarrollo, y el papel positivo del peón aislado fm el centro se manifiesta en la activa disposición de las piezas. Es necesario subrayar que sin las condiciones señaladas, el bando que tiene el peón aislado no puede contar con el éxito. Mientras me­ nos piezas queden sobre el tablero, menos posibilidades hay de mani­ festar actividad, mayores serán las dificultades que afrontará el bando del peón aislado en el centro. Vea u n caso típico, tomado de la ú ltima partida del match EuweAiekhine 1 937. Blancas Negras Re1 , Dd 1 , Th 1 , Ta1 , Rg8, Dd8, Tf8, Ta8, Ac8, Ac5, Cb8, Cf6 Af1 , Ac1 , Cc3, Cg3 y peones a3, b2, e3, y peones a7, b7, d5, f2 , g2 y h2 ( 1 4 piezas) f7, g7 y h7 ( 1 4 piezas) Se observa superioridad en el desarrollo por parte de las negras, quienes ya han efectuado su enroque y están en condiciones de ini­ ciar acciones activas en el centro. Según Alekhine, Euwe debió jugar aqu í 1 O. Ad3 con el objetivo de en rocar, prestándole la máxima atención al posible avance del peón negro. Sin embargo, el desarrollo de la partida tomó otro derrotero tras la jugada de Euwe: b4? 1 0. Euwe pasa por alto que las negras van a jugar: 1 0. dS! El punto clave de esta interesante jugada estriba en que ahora el bando blanco no puede 1 1 . Ca4, a causa de 1 1 . . . . , dxe3! Por ejemplo, 1 2 . Cxc5? , exf2+; 1 3. Re2, Ag4+ ganando, o 1 2 . Dxd8, exf2+! , condu­ ce igual mente a la victoria de las negras. Euwe está forzado a : dxc3 bxcS 11. 1 2. Dc2?! Mejor h ubiese sido 1 2 . Dxd8, Txd8; 1 3. Ce2 , Ce4; 1 4. f3, Cxc5; 1 5. Cxc3, Cc6 y las negras conservarían ligera ventaja debido a su mayo­ ría de peones en el flanco dama. 1 2. DaS 1 3. Tb1 99

Euwe se obsti na en ganar un peón, mientras conti núa rut ru � ;auo en el flanco rey. Claro que si 1 3. Ce2, Cd5!, y no es posible 1 4. e4? por Cb4 ! , ganando calidad. 1 3. Ad7! (Con la amenaza 1 4 . . . . , Aa4!) 1 4. Tb3 Para Bondarevski fue un error; para Alekhine lo más juicioso (?!). 1 4. Aa4 Dd8! Dxc3 1 5. 1 6. Ac4 Ca6! Axa6 1 7. Prácticamente forzado. 1 7. bxab Axb3 1 8. 0-0 El resto es pura técnica y sale fuera del marco que nos ocupa. De este ejemplo deben quedar claras tres cuestiones: Primera. El peón desempeña el papel de ariete, abriendo u na bre­ cha en el campo enemigo. El peón, al final , desaparece y la posición pone de manifiesto, natural mente, una incli na­ ción favorable al lado que mejor ha desarrollado sus fuer­ zas . Segunda. Este es un plan que se puede efectuar en la etapa del paso de la apertu ra al medio juego o incluso en la apertu­ ra misma. ' Tercera. cuando el desarrollo ha sido terminado por ambos ban­ dos, la posibil idad de realizar la ruptura en el centro no está excl uida, si el lado que tiene el peón aislado ha log ra­ do la ventaja en la ubicación de sus piezas y armon ía con sus acciones. Claro que, general mente, las piezas benefi­ ciadas son las blancas, ya que tienen derecho a la prim e­ ra jugada y, por tanto, a realizar su plan; pero las negras, como hemos podido ver, también pueden llevarlo a cabo con éxito. Veamos este seg undo ejemplo Shtah lberg-Capablanca, M oscú 1 935. Luego de 1 4 jugadas esta es la posición: Blancas Negras Rg8, DaS, Tf8, Ta8, Rg 1 , Dc2 , Tf1 , Td 1 , Ae7, Ac6, Cf6, Cb6 Ah4, Ab3, Cf3, Cc3 y peones h2 , g2 , f2 , y peones a7, b7, e6, b2 , a2 y d4 f7, g7 y h6 Aq u í, evidentemente, no es posible el avance del peón dama, lo que lleva a Shtahlberg a la búsqueda de otro plan consistente en organizar u n ataque de piezas contra el flanco rey. ¿Qué elementos j ustifican este concepto? 1 . El mejor desarrollo (armonía) de las piezas. 1 00

_ r encontrar otras piezas contra el flanco rey. 4. La posibil idad de abri r brecha con el avance f4-f5 que contr�bui­ ría a dar actividad a las torres blancas.

Esta es la conti nuación de la partida: CeS! 1 S. AdS 1 6. CxdS C(b6)xdS T(a)d8 De2 1 7. f4! CeS 1 8. Axe7 1 9. Cxe7 La situación se torna difícil para las negras. El ataque ha l legado. � CdS m 21 . Cxf7! Txf7 22. Dxe6 C(e )d6 g4?? 23. (decisivo era 23. DeS!!, y Capablanca estaría perdido.. Ahora se escapa, aunque eso no desacredita el plan del bando blanco a los efectos del estudio que llevamos a cabo) . Rh8! 23. (la j ugada que se le escapó a Shtahlberg). DeS 24. (Ya es tarde !) DxeS 24. 25. dxeS Ce3 26. Axf7 Cxd1 27. exd6 Txd6 Y tablas. Otro ejemplo sobre esa misma variante; Spassky-Nikolaevski , Jarkov 1 963. Negras Blancas Rg1 , De2, Tf1 , Ta1 , Rg8, Dd8, Tf8, Ta8, Ae7, Ac8 , Cb4, Cf6 Ae3, Ac4, Cc3, Cf3 y peones a4, b2, d4, y peones a6, b7, e6, f7, g7 y h7 f2 , g2 y h2 (ambos con 1 4 piezas) Observe el cierto paralel ismo entre esta posición y la de Shtahlberg­ Capablanca. Ahora veremos cómo Spassky lleva a vías de hecho la misma idea de efectuar un ataque de piezas en el flanco del rey. (Un detalle vital es la imposibilidad de avanzar el peón dama.) b6?! 1 2. CeS La idea de llevar el alfil a la gran diagonal vigoriza el plan blanco de j ugar f4 y fS. El mismo Spassky señaló como mejor 1 2 . . . . , Ad7. Resul­ ta significativo a nuestro juicio que, el bando negro no haya compren­ dido el esp íritu de la posición . 1 01

C(f6)d5 f4 1 3. 1 4. Af6 T(a)d 1 El bando negro se mueve sin un plan defi nido. No hay conexión entre las últimas jugadas negras. 1 5. Ab7 Ce4 fS! 1 6. Spassky ha logrado u na excelente posición de ataque. exf5 1 6. 1 7. Txf5 Cxe3 (El bando negro esperaba 1 8. Dxe3, pero . . . ) gxf6 Cxf6+ 1 8. fxe5 Dxe3 1 9. h6 Dxes 20. Tf6! 21 . Se amenaza 22 . Tg6+!, y Txh6. 21 . Rh7 22. T(d)f1 Ganaba también 22. Df4! Pero Spassky aspira a dar mate. Ad5 22. 23. Rg8 Df5+ Rh7 Dg4+ 24. Rinden . Txh6+! ! 25. Si 25 . . . . , Rxh6, entonces 26. Tf5! , conduce al mate. U n nuevo enfoq ue al tratar la posición lo encontramos en la partida Capablanca-Rubinstei n , Berl ín 1 928. 1. dS d4 eS 2. Cf3 dxc5 e6 3. Axc5 e4 4. e6xd5 e4xd5 5. Ab5+ Cc6 6. 7. C(g8)e7 0-0 8. 0-0 C(b1 )d2 Ab6 9. Cb3 Ag4 Te 1 1 0. 11. Ad3? U n error, según Capablanca, que da buen juego a Rubinstei n . 11 . Cg6 Axf3 1 2. h3 1 3. Dxf3 C(c6)e5 Cxd3 1 4. DfS Dxd3 1 5. Esta es la posición que interesa tratar. Capablanca la valora como de "cómoda igualdad", considerando que aqu í Rubinstei n debió jugar 1 5 . . . . , Df6. Pero las negras tomaron otro rumbo.

1 02

d4?1 1 5. Df6 Ad2 1 8. T(a)d8? Te4 1 7. Mejor con la otra torre para presionar en c2 con la torre dama desde c8. Esta j ugada es ilógica en su esencia según Capablanca. De6 T( a)e1 1 8. Se amenazaba 1 9. Ab4 ! , ganando. T(f)e8 g3 1 9. (malo sería 1 9 . . . . , f5? ; 20. Te6!, Da4; 2 1 . a3! , con ventaja posicional blanca). 20. Aa5 Capablanca considera necesario eliminar el defensor de b6. Txe4 20. 21 . Dxe4 Cf8 bxe6 Dxe6 22. Te7 23. Se amenaza 24. Txa7! El bando blanco tiene la iniciativa. 23. TdS axb6 Axb6 24. Tb7 2S. Cd7 Te7 26. Td6 (Malo hubiera sido 26 . . . . , c5 por 27. Tc8+, Cf8; 28. a4!) Cf8 Te8+ 27. Cd2 28. eS Te6 Ce4 29. Te 1 + Tb8 30. Rg2 31 . gS a4 Ta 1 32. Rg7 Cxb6 33. Ce6 TeS 34. Cd7 Txa4 3S. CxeS Tb4 36. 37. Cd3 TbS Rf3 38. h6 b4 hS 39. hxg g4 40. f6 hxg 41 . Te4 Rf7 42. 43. CeS Cd8 44. Cb3! Rinden . Y el peón cayó sin penas ni glorias, para corroborar que un peón aislado conduce, al final , a la derrota.

1 03

Novotelnov-Bondarevski , Moscú 1 951 . Blancas Negras Rg 1 , Dd 1 , Tf1 , Tc 1 , Rg8, Dd8, Tf8, Ta8, Ag5, Ag2 , Cf3, Ca4 Ab6, Ae6, Cf6, Cc6 peones h7, g7, f7, peones h2, g3, f2, d5, b7 y a7 e2 , b2 y a2 Aq u í no es posible util izar el peón aislado: 1 . Ni como cuña como en la partida Alekhine-Euwe. 2 . Ni como tema de ataque como hicieron Shtah lberg-Capablanca y Spassky-Nikolaevski . 3. Aqu í el tema es fijar el peón de e2 jugando . . . , d4! , lo que perm1te al bando negro ganar espacio en el centro. Note como lo realiza Bondarevski . d4! 1 2. Una idea similar a la util izada por Rubinstein contra Capablanca . axb6 1 3. Cxb6 1 4. h6 a3 AdS! Af4 1 5. Las negras se mueven tras la avanzada (d4) y liberan la col u mna del rey para la presión típica al peón retrasado de e2 . El cambio que viene, pone de relieve las debil idades de los cuadros blancos del pri­ mer j ugador. Axg2 1 6. Ce1 TeS ! 1 7. Rxg2 Tc2 Dd5+ 1 8. Te7 f3 1 9. T(a)eS 20. Cd3 Db3 Ac1 21 . (amenaza 22 . . . . , Dxc2 !) 22. Te 1 Cd5! Observe que la casil la d5 ha sido un trampol ín de las piezas negras. 23. Ce3 + Cf2 (Clara ventaja negra.) Axe3 Txe3 24. Td2 25. (Se amenaza 25 . . . . , d6! No hay tregua.) 25. Db5 Ca5 26. Cd3 27. Cc4 Rf2 T( 3 ) e 7 Tc2 2S. Ce3 ! Dc1 29. Dh5 TeS 30. Dh3 31 . Rg1 Txe8 32. TxeS+ 1 04

Dd7 33. C F4 34. gS Dd2 Cc4 Cg2 35. Dc2 De6 38. Rf2 bS! 37. (Consolidando el caballo. Las-negras crean la amenaza Dh3.) Td 1 38. Dh3 Dxg2+! Rg1 39. Rinden .

105

Veneno anti-Caro Kan n Francisco Acosta En la década de los años cincuenta, l uego del match revancha en­ tre Botvi nnik y Smislov, la Defensa Caro Kann alcanzó extraordi naria popularidad , convi rtiéndose en una de las armas más utilizadas en los enfrentamientos mundiales de toda esa época, motivando con ello un renacer de estudios teóricos que trasciende hasta nuestros d ías. Nadie mejor que el propio M. Tal para explicar la razón fundamental de este fenómeno, cuando en sus comentarios de la tercera partida del pri mer match contra Botvi nnik dice: "Bien clara es la preponderan­ cia fu ndamental de la Defensa Caro Kann respecto de la Defensa Francesa: el alfil de las negras, generalmente activo, ya está desarro­ llado y dispuesto a (sacrificarse) en el cambio por el activo cabal lo blanco". Por tanto, desde el punto de vista del bando blanco, impedir tales propósitos debe convertirse en la estrategia fundamental de cualquier proyecto anti-Caro Kann sól idamente planteado; y lograrlo es, sin du­ das, encontrar el Talón de Aq uiles de la prestigiosa defensa. Resulta obvio que el camino a seguir debe proporcionar al bando blanco, no importa cómo, una acción sostenida sobre la casilla d5 y, de ser posi­ ble, el control i nmediato sobre la casilla f5, impidiendo la salida del alfil "malo" de las negras. Tal hace una referencia interesante en el preám­ bulo de la mencionada partida, cuando dice: "Du rante la preparación del match encontré una conti n uación que no figu raba en la práctica de los torneos y me detuve en ella considerando, en primer lugar, q ue sería bastante imprevista y, por tanto, desag radable para Botvi nnik, y en segundo lugar, porque conducía a posiciones nada corrientes". Tal hace referencia aq u í a la denomi nada Variante Moderna, que se inicia con 1 . e4 , c6; 2 . Cc3, que en la actualidad se uti liza con bastante frecuencia en importantes competencias i nternacionales, siendo ha­ bitual la continuación 2 . . . . , d5, a lo que las blancas responden , por lo general, 3. Cf3, como en la partida referida. Pero aunque esta conti­ n uación ha reportado no pocos éxitos al primer j ugador, no impide, en esencia, el propósito estratégico fundamental del bando negro, que es el rápido desarrollo del alfil dama, para lograr este objetivo las blan­ cas d i s p o n e n de u n a j u g a d a q u e re c u e rd a , ro m p i e n d o convencionalismos, l a clásica sal ida d e l a dama e n e l conocido "Mate del Pastor''; se trata del movi miento 3. Df3!? Con esta j ugada, que Euwe la acredita a W. H. Goldman , pero que otros autores atribuyen a Spiel man , fue estudiada por jugadores ingle­ ses y revitalizada en partidas por correspondencia por ajedrecistas 1 06

1 nc i ici n un inter sante Ir -sin mi rami entos- los propósitos 1 bando n r ,r 1 n dos con el rápido desarrollo de su alfil dama. Lamentablemente la mayoría de los manuales de apertu ras -i n­ cl uidos los especializados- no hacen referencia alguna sobre esta l í n e a d e j u e g o , a u n q u e c o m o v e re m o s , h a s i d o e m p l e a d a "sorpresivamente" por grandes maestros y otros ajed recistas de pres­ tigio internacional . En lo que sigue trataremos de resumir las ideas rnás importantes que hemos logrado recopilar, tras un estudio que incl uye búsquedas en cientos de publ icaciones del período 1 960- 1 993 y consultas sobre las bases de datos con más de cien mil partidas de años recientes. Este trabajo ocupa el siguiente árbol de variantes: 1 . e4, c6; 2 . Cc3, d5; 3. Df3 3 . . . . , d4 4. Ac4!, de 4 . . . . , Cf6 3 . . . . , de 4. Cxe4, Cd7 4 . . . . , Cf6 4. e5 3 . . . . , Cf6 5. Cxe4!? 4. d4, de4 3 . . . . , e6 5. Dxe4 A continuación estudiaremos cada una de estas l íneas por separado. Variante 3 . . . , d4?! U na jugada débi l , pero senci llamente lógica, que hace que las ne­ gras caigan en la "celada teórica" con i ngenua natu ral idad. A primera vista el bando blanco se encuentra en situación comprometida, por la inevitable necesidad de tener que desplazar el cabal lo hacia e2 u otra casilla menos conveniente; pero sucede que la dama en f3 no solo impide la salida del alfil, sino que prepara el golpe que sigue: 4. Ac4! Ahora está claro que el peón en d4 se encuentra en grave peligro; y por otra parte la captura del caballo i ntroduce a las negras en una segu nda red de mate, como ha ocurrido en varias partidas j ugadas en torneos oficiales, pero la fuerza de esta posición no solo está dada por esta continuación que, en definitiva, no obliga a la captura de la pieza y pudiera ser refutada con otras subvariantes en la cuarta jugada de las negras, sino porque hasta jugadas tan "absu rdas" como 4. Cd 1 !? , pueden l legar a ser interesantes. Esta conti nuación me fue sugerida por el prog rama FRITZ, j ugando en el nivel de maestro, cuando le suministré la posición esperando que me aportara ideas que pudieran ser de interés en el orden táctico para complementar el estudio que estaba realizando. A primera vista, la jugada 4. Cd 1 carece de sentido, pero l uego de 4 . . . . , Cf6 (es de considerar también . . . , b5); 5. Ac4, el programa suminis­ tró una maniobra que obliga necesariamente a la reflexión más cuida­ dosa: 5 . . . . , Cbd7; 6. Db3!?, e6; 7. Cge2, b5; 8. Axe6!?, fe; 9. Dxe6, f 1l 1, 1

n

.

1 07

De7; 1 0. Dxc6, Dxe4; 1 1 . Dxe4, Cxe4; 1 2 . Cxd4, Tb8; 1 3 . d3, Cc5 ; 1 4. 0-0, Ae7; 1 5. Te1 ! , Tb6; 1 6. b4! , y la situación del bando negro es bastante comprometida. 4. Cf6 A la captu ra del caballo con 4 . . . . , de puede continuar con S. Dxf7+ (Suetin propone mejor S. Axf7+, Rd7; 6 . dxc3), Rd7; 6. dxc3, Rc7; 7. Af4+, Rb8; 8. Cf3 (o 8.Td 1 , Ad7; 9. DhS, eS; 1 O.b4, e6; 1 1 . bxcS+, Rc6 [1 1 . AxcS, 1 2. Tb1 ] ; 1 2 . a4, AxcS; 1 3. AdS+l , Rb6; 1 4. Tb 1 +, RaS; 1 S. Axb7, Ca6; 1 6. De2, Axf2+; 1 7. Rf1 y las negras están en g rave peli­ g ro. Saavedra-Bardin, por correspondencia, 1 968) , Cf6; 9. Ae2 , e6; 1 O. CeS , a6; 1 1 . Cc4+, Ra7; 1 2 . Ac7!, ganando (Smorodinsky-Miltuacis, Riga 1 987) . Tampoco ofrecen posibilidades las siguientes l íneas: a) 4 . . . . , f6; S. C3e2, eS; 6. Axg8, Txg8; 7. DhS+, g6; 8. Dxh7, Tg7 ; 9. Dh4 y el bando n eg ro no tiene compensación por el peón (Saavedra-Renal li, por correspondencia 1 968) . b) . . . , e6; S. C3e2 , AcS; 6. Dg3, Df6; 7. eS, Dg6; 8. Cf3, Ce7; 9. Cfd4 y el peón débil de d4 se cae sin compensación (Acosta-Guillot, por correspondencia Céspedes in Memoriam 1 993) . e) S . . . . , eS; 6. b4? ! , Cc6; 7. bxcS, CeS; 8. AbS, Ad7; 9. Axd7, Dxd7; 1 0 . Dg3, Cc6; 1 1 . Ab2 , Cf6; 1 2 . d3, AxcS; 1 3. a3, 0-0 y el ban­ do negro quedó mejor (Mul ler-Marimón , citada por Aguilera sin más referencia) . 5. eS dc3 En caso de S . . . . , Ag4 segui ría 6. Df4, de; 7. ef, cb; 8. Af7+! , y las negras están perdidas. cxd2+ exf6 6. En la partida Sahov-Trudov, U RSS 1 964, se hizo 6 . . . . , cxb2 y l uego de 7. Axf7 +, Rd7; 8. Axb2 , exf6; 9. Ce2, Rc7; 1 O. 0-0 y el bando blanco quedó con ventaja clara. Peor es la jugada 6 . . . . , g6? , de la partida Dinauskas-Biejer 1 980, donde l uego de 7. de, Cd7; 8. Axf7+! , las negras tuvieron que abando­ nar por perder su dama. ef Axd2 7. 8. 0-0-0 Hasta aqu í hemos seguido como l ínea principal la partida F.Acosta­ F. Bedevia, por correspondencia, Céspedes in Memoriam 1 993, en la que l uego de 8 . . . . , Cd7; 9. Te1 +! , Ae7; 1 0. Dg3, g6; 1 1 . Af4! , CeS; 1 2. Cf3, Ae6; 1 3. Ac7, Dc8; 1 4. Ad6!, se llega a una posición en la que las blancas amenazan con recuperar el peón sacrificado , manteniendo la ventaja posicional alcanzada. En este punto, las negras prefieren con­ tin uar con 1 4 . . . . , Dd7!?, respondiendo las blancas con 1 5 . AxcS, AxcS; 1 6. Txe6! ? , fxe6; 1 7. Te1 , Rf8; 1 8. Df4!, Rg7 ; 1 9. Te6, Thf8; 20. CeS! , Ad6; 2 1 . Dd2, fe; 22 . Txd6 correspondiéndole a las neg ras hacer su siguiente jugada en los momentos en que se redactó este comentario por la fuente.

1 08

Va ria nte 3 . . . . , dxe4 n

r

como lo mejor por casi todos los analistas que el a este sistema de juego. Ahora lo natu ral es conti1 1

nuar con : Cd7 4. Cxe4 O también 4 . . . . , Cf6; 5. Ac4, Cbd7; 6. d4, e6; 7. Ce2 , Cxe4; 8. Dxe4, Cf6; 9. Df3, Dc7; 1 O. Ab3, b6; 1 1 . Af4, Ad6; 1 2. Dg3, Axf4; 1 3. Dxg7? , Re7; 1 4. Dxh8, Ab7 y la dama no tiene escape (Andrev-Beitz, Moscú 1 963) . Por su parte la enciclopedia yugoslava aconseja la continuación 7. Ag5, Ae7; 8. 0---0 - -0, Cxe4; 9. Axe7, Dxe7; 1 0. Dxe4, Cf6; 1 1 . Dh4, 0-0; 1 2. Cf3 y mejor las blancas. d4 Cgf6 5. I nteresante es 5 . . . . , Cdf6; 6. Cxf6+, Cxf6; 7. Ab2 , Ag4; 8. Dg3, e6; 9. Ae2 , Af5; 1 O. Ad 1 , Ag6; 1 1 . Cf3, Ad6; 1 2. Dh4, Ae7 y las negras igualan sin problemas (Csom-Navarowsky, 1 969) . O también 6. Ab2 , Ag4; 7. Cxf6+, Cxf6; 8. Df4, Ah5; 9. Cf3, Ag6; 1 O. c4, e6; 1 1 . Ae2 , Ad6; 1 2 . De3, Dc7 igualando sin problemas (Pia-de la Cruz, Torneo Postal de la revista Jaque, España 1 981 ). También se ha jugado 6. c3 (o 6. Ad3!? , Dxd4; 7.Ce2 con compensación en espacio) , Cxe4; 7. Dxe4, Dd5; 8. Dxd5, cxd5; 9. Cf3, a6; 1 O. CeS, Cf6; 1 1 . Ad3, g6; 1 2 . a4, Af5; 1 3. a5 y las blancas están l igeramente mejor (Dolmatov-Matsylsky, Bilnios 1 978) . Pero ya antes Petrosian hab ía jugado 7 . . . . , Cf6; 8. Dc2, Ag4! ; 9. Ce2 , e6; 1 O. Cg3, Dd5; 1 1 . f3, Ah5; 1 2. Cxh5, Dxh5; 1 3. Af4, Cd5; 1 4. Ag3, Dg5; 1 5 . Dd2 , Ae7 con posición eq u i l i b rada ( Luti kov- Petrosia n , U RSS 1 960) . Otra idea e s 6 . Ae3, pero permita las negras un desarrollo normal del alfil dama: 6 . . . . , Ag4; 7. Df4, e6; 8. Ad3, Cxe4; 9. Dxg4, C 1 f6; 1 O. Df3, Ab4+; 1 1 . Re2 , Cd6; 1 2 . c4, 0-0 y las negras logran la igualdad ( Fernández Cordiales-de la Cruz, Torneo Postal revista Jaque, Espa­ ña 1 98 1 ) . Ac4 6. Lombardy, j ugando contra Bri nck-Ciausen, Krakov 1 964, prefi rió hacer 6. Cg3, y l uego de 6 . . . . , g6 (6 . . . . , e6! ; 7. Ab2, Da5=) ; 7. Ad2 , Ag7; 8. h4, Dc7; 9. 0-0-0, 0-0; 1 O. Te 1 , e5; 1 1 . h5, a5; 1 2 . hxg6, hxg6; 1 3. Ce4, Te8; 1 4. Ch3, las blancas con mejores oportu nidades. e6 6. Solo simple ceguera puede justificar la continuación 6 . . . . , Cxe4 ?? ; 7. Dxf7 mate (Saavedra-Ledebus, por correspondencia, 1 968) . Ae7 Ag5 7. 8. 0-0-0 En otros encuentros, jugados por ajed recistas argentinos por co­ rrespondencia hace más de veinticinco años, se produjeron a partir de este instante toda una serie de cambios de piezas que posibilitaron a las negras reduci r la ventaja de espacio alcanzada por las blancas:

1 09

a) 8 . . . . , Cxe4; 9. Axe7, Dxe7 ; 1 O . Dxe4, Cf6; 1 1 . Df3 , 0-0; 1 2 . Ch3, b6; 1 3. g4, Ab7; 1 4. g5, Cd5; 1 5. Thg 1 , c5; 1 6. Dg3, Cb4; 1 7. a3, Cd5 con igualdad (Aiberts-Saavedra A- 1 - 1 968) . b) 1 1 . Ad3, Ad7; 1 2. Cf3, f6; 1 3. The 1 , 0-0-0; 1 4. c4 con ligera ventaja en espacio (Morgado-Tazzari , 1 968- 1 969). e) 8 . . . . , b5!?; 9. Axf6, Cxf6; 1 O. Cxf6+, Axf6; 1 1 . Ad3, Ad7; 1 2. Ce2, Da5; 1 3. Rb 1 , Db6; 1 4. The1 con ligera ventaja de desarrollo para las blancas (Saavedra-Aiberts, 1 968) . Variante 3 . . . . , Cf6 I nvitando a las blancas a avanzar el peón, con lo cual se pasa a una l ucha de contragolpes en pos del dominio de las casil las centrales. 4. eS Cfd7 Según Panov, las blancas quedan con un final más favorable l uego de 4 . . . . , d4; 5. exf6, dxc3; 6. fxg7, cxd2+; 7. Axd2 , Axg7; 8. 0-0-0, Dd5! (o 8 . . . . , Db3; 9. Ace!); 9. Db3, Dxb3; 1 0. axb3, Ag4; 1 1 . Ce2, Axe2; 1 2. Axe2 , Cd7; 1 3. Ae3 con mejor final para las blancas. S.

d4

Hace más de cuarenta años Smislov j ugó en esta posición S. Dg3 contra Floh r, y l uego de S . . . . , e6; 6. Cf3, a6; 7. Ae2 , eS; 8. 0-0, Cc6; 9. Te1 , las blancas lograron vencer en la l ucha estratégica contra la Caro Kann , dejándoles con el famoso alfil malo en situación bastante desfavorable; pero por otra parte, las negras se encuentran en situa­ ción que les permite iniciar fuertes acciones en el flanco dama, o i n­ crementar la presión sobre el peón débil de eS (Smislov-Fiohr, 1 9SO) . Según referencias d e Euwe, tampoco favorece a las neg ras seguir con 6 . . . . , eS; 7. Ae2 , Cc6; 8. 0-0, a6; 9. Te1 , Cd4; 1 O. Ad 1 como en la partida Alexander-Giustol isi , Clara Benedict 1 960. Esta continuación S. Dg3 también la ha utilizado el fuerte ajedrecista ruso Dreev, conocedor de este "extraño" sistema de j uego; en su par­ tida contra Said, en Finlandia 1 984, se continuó con S . . . . , g6, entrándose en u na l ucha de matices "psicodélicos" l uego de 6. Cf3, Ag7; 7. h4, d4; 8. Ce2, d3; 9. cd , Ca6; 1 O. e6, fe; 1 1 . Cf4, CeS; 1 2. CgS, cc7; 1 3. Ae2 , Dd4; 1 4. hS, h6; 1 S. Cf3, Cxf3; 1 6. Axf3, DeS; 1 7. Ae4, gS; 1 8. Cg6, Dxg3; 1 9. fg, Tg8; 20. Tb 1 , a5. Las blancas ganan tras imponerse en u n final de compl icadas maniobras. S. e6 En la práctica el juego ha derivado hacia posiciones de Defensa Francesa, pero con tiempos de más en favor de las blancas. Aqu í lo conocido es: 6. eS Dg3 7.

CbS!

Según anál isis de la Enciclopedia yugoslava, la alternativa es conti­ nuar con 7. Cf3, Cc6; 8. Ae3, cxd4 ; 9. Cxd4; 1 O . Cxd4 , Db6; 1 1 . O­ O-O con juego parejo. 7.

1 10

cxd4

8. 9.

C f3 Cbxd4

a6

Y las blancas tienen mejor juego. Esta posición se alcanzó en la partida Schmidt-Delander, Berl ín 1 970 , que conti nuó con 9 . . . . , Cc6; 1 0 . Ad3, Dc7; 1 1 . Cxc6, bxc6; 1 2 . �0, Cc5; 1 3. b4, Cxd3; 1 4. cxd3, con ventaja para las blancas. Variante 3 . ... , e6 Con esta jugada las negras reconocen tácitamente que las blancas han ganado la batalla estratégica en su l ucha contra la Defensa Caro Kan n . Aqu í la conti nuación básica es: 4.

d4

dc4

En la partida Stri n-Lipnistsky, Moscú 1 964, se conti nuó con 4 . . . . , Cf6; 5. Ad3 (5. e5, Cfd7; 6. Dg3) , dxe4; 6. Cxe4, Cxe4; 7. Axe4, Dxd4; 8. Ce2, Df6; 9. Cg3, Cd7 y a cambio del peón las blancas tienen mejor desarrollo. 5. Cxe4!? Sacrificio típicamente posicional que pretende ganar tiempo a costa del contrario. Aqu í la enciclopedia recomienda 5. Dxe4, Cf6; 6. Dh4, Ae7; 7. Ag5, Cbd7; 8. Cf3 con más espacio. Dxd4 5. 6. Ad3 Ae7 También es i nteresante 6 . . . . , Cd7; 7. Ce2 , Db6; 8. Dg3, Cfg6; 9. 0-0, Cxe4; 1 O . Axe4, Cf6 ; 1 1 . Af3, Ad7; 1 2 . a4, Cd5; 1 3. c4, Ce7; 1 4. a5, Da6; 1 5. Td 1 , 0-0-0 ; 1 6. Ae4, Dxc4; 1 7. Ad3, Db3; 1 8. Ae3, Cf5; 1 9. Axf5, ef; 20. Cc3, f4; 2 1 . Dxf4, Db4; 22. Ce4, g5 como en la partida Dreev-H utson, Leningrado 1 983. 7. D b8 Ce2 La posición corresponde a la partida Saaved ra-Lusin , por corres­ pondencia A-1 - 1 968, en la que l uego de 8. Af4, Cd7; 9. 0-0-0 , Da5; 1 O . C2c3, e5; 1 1 . Ag5 las blancas quedaron con posición que compensa el peón sacrificado. Como han podido comprobar los ejemplos anteriores, no resulta ni mucho menos q ue disparatada la elección del sistema a base de 3. Df3 como intento válido en la l ucha contra la Defensa Caro Kan n . Y aun­ que resulta extraño que estas ideas no hayan tenido un eco más favo­ rable en la práctica magistral de los últimos vei nte años, me i nclino a suponer que el verdadero motivo está más relacionado con la falta de información existente sobre este tema, que por la falta de interés que pueda haber generado las reales perspectivas de esta l ínea de juego. De ser así cabe esperar que este esfuerzo sirva, al menos, para mostrar a los gentiles el camino . . .

111

Capablanca : sím bolo cu bano del ajed rez Una partida de Capablanca, sentenció quien fuera quizás su rival más encarni­ zado: ''tiene la belleza de un templo grie­ go" (se hace referencia a A. Alekhine q uien lo derrotara en 1 927 en Buenos Ai­ res, Argentina) . No puede haber mejor elogio. Y que no puede comprenderse el ajedrez si no se estudian sus partidas . . Y sus conceptos, y ese arte divino de la simplificación consciente en aras de lle­ gar a u n final donde el desbalance de la posición se apreciará con mayor claridad. S u i n mensa popula ridad y su nombre sonoro se extendió por todos los confi­ nes del planeta, obligando a nuestro poe­ ta nacional , Nicolás G uillén, a sentenciar: "Capablanca no está en su trono, sino que anda, camina, ejerce su gobierno en las cal les del mundo . . . No pod íamos en una obra como esta, didáctica en su esencia y contenido, dejar de mostrar una lección del genial cubano. Hasta aqu í · mi pluma e n l a introducción del tema, q u e ahora cedo a cuatro estu­ diosos de la vida y obra del singular trebejista cubano. Aunque estos trabajos tienen varios puntos de contacto, nos ofrecen u na imagen global y de conjunto de la figura cimera q ue fue Capablanca. Preferí a riesgo de parecer reiterativo, que las tres síntesis aparecieran en este li bro ; apenas un homenaje pálido a tan gran maestro. El Boletín americano de ajedrez en su edición de febrero de 1 909, insertaba este notable anuncio: "Se solicita un joven que reú na el ge­ nio de Morphy, la memoria de Pillsbury y la determinación de Stei nitz". U nos meses más tarde, un joven estudiante de ingeniería de la U ni­ versidad de Columbia con solo 20 años de edad , cubrió ese puesto. Este mozo probó ser uno de los maestros más prominentes del d ía al derrotar a Frank J. Marshall con el asombroso resu ltado de 8 por 1 . Dos años más tarde hizo saber que su primer éxito no fue cuestión de suerte al obtener el primer lugar en uno de los torneos más fuertes que se hayan celebrado: San Sebastián , España, 1 91 1 . Entonces lo consideraron el más lógico contendiente por el cam­ peonato mundial . Era el elegido, el amado de los dioses. Todas las � cosas ven ían hacia él fácil mente, sin esfuerzo. Lo que otros lograban .

"

1 12

1 1 obt n ía sin dificultad . N u nca se juego de modo sistemático porque no 1 neceslt . M ntr s estas cualidades eran tildadas de pereza por us detractores, sus múltiples admi radores no ve ían en ellas más que la confianza que en sí mismo ten ía el genio. Eventualmente log ró su ambición y fue campeón mundial. Y ahora la historia se torna trág ica. Aq uella famosa p recisión empieza a doblegarse; el esp íritu de combate flaquea, aparece el fastidio . . . y es­ cuchamos ominosos anuncios de que el juego no tiene razón de ser, que es demasiado simple. Al cabo de seis años pierde el título; lucha con hombría, pero su arte y su destreza no bastan . De ahora en ade­ lante se inicia el descenso en su camino. Este jugador, que fue una vez el más grande y deslumbrante hechicero del ajedrez mundial, ahora con frecuencia carece de tiempo. Antes apreciaba las posiciones con pasmosa y rápida intuición ; ahora le es difícil concentrarse, se conten­ ta con tomar el ca mi no más fáci l . Este j u gador fue José R a ú l Capablanca. Lo expuesto hasta aqu í lo escribió Fred Reinfeld en su obra The Inmortal Games of Capab/anca, en la que como u n arco trazado en el fi rmamento describe si ntéticamente las características más predomi­ nantes en Capablanca, desde que subió a la fama hasta que su enfer­ medad (hipertensión) -más que otra cosa- forzó su declinación a parti r del torneo AVRO, Holanda 1 938. Escribir sobre Capablanca es cada vez más difíci l , pues tanto se ha dicho ya -volú menes completos- sobre su vida y su obra que no es fácil presentarlo bajo un nuevo aspecto, pero siempre es útil y honroso hablar de los hombres gen iales, pues si épocas pretéritas conocieron su fecunda creación al tiempo de produci rse , es conveniente mencio­ narla con frecuencia para que se tenga siempre fresca en el recuerdo, la grandeza de tales figu ras que han dado lustre y gloria a su patria. La grandeza de Capablanca pod ría describi rse con los sigu ientes trazos : nació un 1 9 de novi embre de 1 888 en La Habana y falleció en Nueva York el 8 de marzo de 1 942 . A los 4 años de edad realizaba el prodigio de darle lecciones y además derrotar a su padre, de quien aprendió con solo verlo jugar, y vencer a los amigos de este, no preci­ samente jugadores improvisados; a los 1 2 años ganó el campeonato de Cuba, imponiéndose en un país donde los aficionados eran bastan­ te buenos; a los 1 8 años ten ía ya la capacidad y formación de un ver­ dadero maestro del tablero; a los 21 vencía al norteamericano Marshall ; a los 23 realizaba la proeza de ganar e l torneo de San Sebastián ocu­ pando el primer l ugar entre los mejores maestros del mu ndo, y diez años más tarde, con solo 33 de edad , en plena juventud y después de haberlo perseguido durante una década, triu nfaba sobre el formidable maestro alemán Lasker, con un récord inig ualado de cuatro victorias, ni nguna derrota y dirz tablas . 111 1 1 r el

,

113

Algu nos de sus detractores argumentaron que hab ía vencido a un anciano de 53 años; pero ese mismo "viejo" -a Lasker le llamaban el Viejo Maestro- tres años después, en Nueva York, quedó en primer lugar en un torneo a doble vuelta en el que además de Capablanca participaro n colosos co mo Alekhi ne, N i mzovic h , Ma rshal l , Reti , Tartakower, etc. Poseedor Capablanca de varios récords mundiales, uno de los más impresionantes es su famosa exhibición de 1 03 partidas simultáneas en Cleveland con el resultado de ¡ 1 02 ganadas y una tablas! Reme­ morar la carrera ajedrecística de Capablanca que incl uye ocho años sin perder una partida, ganar el primer lugar en 21 torneos internacio­ nales y varios matches, hasta verlo desfallecer -humano al fi n- en Buenos Aires en 1 927; resurgir con fuerza colosal en Nottingham, I n­ glaterra 1 936, donde participaron los tres ex campeones mundiales vivientes: él, Lasker, Alekhine, así como el campeón rei nante doctor Max Euwe, en cuyo encuentro quedó pri mero Capablanca empatado con Botvi nnik, para caer en brazos de la muerte seis años después, hace pensar en una proeza no muy fáci l de imitar. En los tres actos que constituyen el drama de la partida de ajedrez: apertu ra, medio j uego y fi nal , Capablanca se nos muestra como un artista insuperable. En la apertu ra, pocas in novaciones han sido intro­ ducidas por él, pero en cambio, como bien dicen Yates y Wi nter, ha puesto en las más aceptadas l íneas de j uego un especial puli mento, que a veces las ha remozado totalmente. En el medio juego el maestro cubano ha elevado a dogma su con­ cepto de la coordinación de las piezas. Es sorprendente la armón ica cooperación de sus piezas y el mutuo apoyo que se prestan entre s í, lo q ue da a su medio juego una sol idez especial . Pero es en los finales d o n d e C a p a b l a n ca d e s p l e g ó s u s p o d e ro s a s fa c u l ta d e s d e supermaestro. Cuando l a posición s e h a simpl ificado pasados los tan­ teos de la apertura, así como las complejas maniobras del medio j ue­ go, y un número limitado de piezas, se requieren movimientos de una exquisita precisión ; cuando una pérdida de tiempo resu lta definitiva­ mente i rreparable, es el momento en que tienen aplicación los más delicados refinamientos de la técnica y la táctica; cuando cada jugada de rey o de peón tiene excepcional trascendencia, es entonces que el gen io de Capablanca se manifiesta en todo su esplendor, destacán­ dose como Unum ínter pares (el único entre sus iguales) . Y de la vida de José Raúl, a quien tuvimos el honor de conocer y tratar personalmente, lo más notorio fue su sencil lez, aun sabiéndose un genio del ajedrez. Si a veces -muchas veces- los cubanos no demostraron hac1a él toda la simpatía a que su obra era acreedora, Capablanca, vencien­ do aquella indiferencia, entregaba a su patria su actuación victoriosa en el extranj ero, ni mbado por la fama. El reconoci miento oficial solo se 1 14

l rnlt

u r ti 1 rvlcio consul r, lo ti mpo para participar en torneos aqu í y N t v fiel 1 n ecesario para reconqu istar el título (su conquista en 1 92 1 se fi nanció con colectas entre amigos) , pero él en cambio, hasta sus últimos d ías dio prestigio a su patria, porque paseó airoso el nombre de Cuba desde las ci udades rusas hasta el remoto Buenos Aires. Y todos los centros del ajedrez mundial fueron escena­ rios repetidos de sus triunfos: Londres, Nueva York, Hungría, París, Berl ín , Barcelona . . . Pero e n honor a l a verdad s e h a d e reconocer que también tuvo algunos desinteresados amigos que supieron recoger su legado y hon rar su memoria, ya a la raíz de su muerte en 1 942. Se llama genio a todo el que posee una fuerza intelectual extraordi­ naria para crear cosas nuevas o admirables. Si a través de todas las edades, la humanidad ha producido muchos hombres en las múltiples zonas del pensamiento, Capablanca, por la fuerza de su cerebro pro­ digioso aparece en ese concierto de astros, en esa región de los ele­ gidos, según el decir de Víctor Hugo. Hombre extraordinariamente extraordi nario, Capablanca fue todo eso, pero mejor aceptemos la expresi ó n de n uestro amigo Salvador G a rc ía Agüero , fe rvi ente ajedrecista y admi rador del maestro: "Capablanca no fue, sino es tado eso, porque para nosotros estará siempre vigente". Como colofón a estas l íneas, publ icamos la sigu iente partida, ins­ tructiva en grado sumo. Con ella obtuvo consagración oficial u na va­ riante que se dio a conocer en el torneo internacional de Budapest 1 928, el que Capablanca ganara invicto. Se le conoce como "Variante Siesta", ci udad húngara donde ya se conocía. La partida tiene gran interés. Es de una técnica depu rada la mane­ ra en que las neg ras anulan primero las aspi raciones de su oponente en la apertu ra y entonces, después del cambio de damas, extienden lenta y gradualmente su domi nio en el territorio enemigo hasta lograr ganancia de material . Añade valor a esta producción , el haber sido tema de una de las últi mas conferencias por rad i o q u e en d i ciembre de 1 94 1 dictó Capablanca desde la National Broadcasting de Nueva York, tres me­ ses antes de su fallecimiento. Las notas con la letra (C) son de Capablanca; las de la letra (T) pertenecen al doctor Tartakower (nótese el instructivo comentario de Capablanca en su jugada 3 1 ). Apertura Ruy López Variante Siesta Blancas: And rea Stei ner Negras : Capablanca 1. P4R P4 R 2. CR3A CD3A

11 11 .

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v 1 p y

115

3. 4. 5.

A5C A4T P3A

P3TD P3D P4A

La Variante Siesta es también l lamada Gambito Siesta. Hasta ahora no he visto análisis alguno que destruya esta defensa que yo reviví en el torneo de Berl ín 1 928, contra Reti (C) . 6.

Px P

Reti j ugó 6. P4D y yo respond í con . . . , PAxP (C). 6. 7.

P4 D

AxP PSR

Está claro que las negras quedarán con un poderoso juego si pue­ den mantener este punto avanzado (T) . 8.

9. 1 0.

A5CR C4T AxA

A2R A3R CxA

Es evidente que las negras han adqui rido ya una ventaja de posi­ ción suficiente, para considerar que la variante de las blancas ha sido completamente refutada (C) . Muy inferior habría sido 1 O . . . . , DxA; 1 1 . P5D, DxC; 1 2 . PxC, P4CD; 1 3. A3C, P6R; 1 4. 0-0, etc. (T) . 11.

D5T+

P3C

Las negras pudieron jugar también A2A seguido de 0-0 (C) . 1 2.

D6T

En vez de este exagerado opti mismo, se impon ía una sana estrate­ gia con 1 2 . D2 R, P4D; 1 3. 0-0 (T) . 1 2.

C1 C R

Con esta maniobra original retrógrada, las negras reorganizarán sus fuerzas (T) . 1 3.

D4A

Esta es la posición más crítica de la partida. Si ahora las blancas hubiesen jugado 1 3. D7C, las negras tendrían como respuesta. . .. , D3A o . . . , DxC, ambas con ventaja. Un ejemplo: 1 3. D7C, DxC ; 1 4. AxC+, PxA; 1 5. DxT, 0-0-0; 1 6. C3T, P6R ; 1 7. 0-0-0, P7R ; 1 8. TD1 R, C3A; 1 9. D7C, D5A+; 20. R1 C, T1 C; 2 1 . D7R , T1 R ; 22. D7C , DxPA y la posición de las blancas es insostenible. Hay otras variantes su mamente interesantes que demuestran , lo bien que hicie­ ron las blancas en jugar 1 3. D4A y no D7C (C) . Después de 1 3. D7C, no habrían tenido necesidad las negras de acudi r a una continuación de sacrificio con 1 3 . . . . , DxC ; 1 4. AxC+, PxA; 1 5. DxT, 0-0; pues la l ínea sencilla 1 3 . . . . , D3A; 1 4. DxPA, CR2R, asegu ran las mejores posibil idades para las negras (T) . 1 3. 1 4.

C3A C2D

Tan enérgico como racional (T) . 1 5.

116

0-0

0-0

1 r 1 1 t, 4 ; 1 . DSC , TSA ganando una pieza r ur n a resguardar a su rey pues sería muy ( ). Las bl n n sgoso 1 5. x debido a . . . , CxC ; 1 6. DxC , T1 R; 1 7. 0-0-0 (o 1 7 . 0-0 , ASA, ganando la calidad); 1 7 . . . . , D4C+; 1 8. T2D, P4D y �Janan (T) . P4 D

1 5.

Tratando de ganar el CR mediante 1 6 . . . . , C4TR (T) . 1 6.

ose

Pues si 1 6. P3CR parando la amenaza arriba mencionada, 1 6 . . . . , CSCR ganaría ahora la dama. Después de la jugada del texto, las blancas amenazan forzar un jaque perpetuo con 1 7. CRxP, PxC; 1 8. DxP+, R 1 T; 1 9. D6T +, R 1 C (1 9 . . . . , C2T; 20. DxA); 20. D6C+ (T) . C 4T R

1 6.

Como se habrá notado, todo el plan de las negras va di rigido contra la mala colocación del caballo enemigo en 4TR (C) . 1 7.

Dx D

CxD

Y no 1 7 . . . . , TDxD; 1 8. AxC, PxA; 1 9. P3CR , etc. , pues las neg ras desean evitar cualquier debilidad en la formación de sus peones para el final (T) . 1 8.

P3CR

Debido a la amenaza 1 8 . . . . , P4CR (T) . 1 8. 1 9.

A6T C2C

C3R

Y ahora se ve más claro el resultado de las maniobras anteriores: Las negras amenazan C4C seguido de C6A+. Ahora bien; si las blan­ cas juegan TD1 R , su T de 1 AR y su C de 2CR, no se podrían mover, y si hacen TR1 R, las neg ras doblarían sus torres en la col umna AR, atacando el par blanco que apenas puede ser defendido (C) . 20. 21 .

A3C A1 D

P3A

Mejor hubiera sido, ahora, o en la j ugada siguiente, P4AR. El cam­ bio que sigue solo aumenta el poder ofensivo de las neg ras (T) . TD1 R

21 .

Las negras están preparando sus baterías, contando con que tarde o temprano las blancas se verán forzadas a jugar P4AR para darle aire a su posición , a costa de permiti r que su adversario disponga de un peón pasado en SR . Los aficionados pueden notar que los peones de las blancas están estratégicamente colocados con respecto a su propio alfil y que ello constituye u n punto favorable para estas, mientras mantengan dicho alfi l , pero que, si fuese cambiado, la ventaja pasaría a manos del con­ trario, ya que este tiene también un alfi l que domina las casi llas blan­ cas y así se haría dueño de la situación (C) . 22. 23.

AxC P4AR

PxA PST

1 17

Para deshacerse del peón doblado y a la vez debilitar los peones enemigos del flanco del rey (C) . TR1 R PxP 24. AxC PxP 25. RxA T2 R 26. T2 C C1 A 27. La amenaza 28 . . . . , CxP+ fuerza un desplazamiento del rey hostil (T). R1T P4TR 28. Amenazando . . . , P5T se ganaría por lo menos un peón: ya se puede decir q ue las blancas están perdidas (C) . P4A 29. Por razón de la jugada anterior, las blancas tratan de preocupar a su adversario en otro sector del tablero (T) . 29. CxPD 30. TR1 D C6A 31 . PxP PST Muchos comentaristas han dicho que yo debí haber jugado . . . , TxPA. Es evidente que tal jugada da g ran ventaja y probablemente la sufi­ ciente para ganar; sin embargo mi jugada es más decisiva. Aprovecho esta oportu nidad para l lamar la atención de los aficionados sobre las tituladas jugadas brillantes sobre la base de la entrega de algún mate­ rial : estas j ugadas si no son precisas resultan a mi juicio inferiores . . . E l maestro está obligado a proceder como un verdadero artista y así debe trabajar por la perfección y no malgastar el tiempo en deslum­ brar a la afición con jugadas artificiales. Pero el hecho es que cuando j ugué 29 . . . . , CxPD ya hab ía visto la posibilidad de jugar ahora TxPA, pero en el momento de reconsiderar la posibilidad pude comprobar que . . . , P5T es mucho más exacto. Por ejemplo: si 3 1 . . . . , TxPA; 32. PxP, TxP; 33. CxT, T5T+; 34. R2C, T7T+; 35. R1 A, P6R; 36. T8D+, R2A; 37. T7D+, R3R; 38. T7R+, RxT!; 39. C5A+, R3R; 40 . CxP, PxP; 4 1 . C1 D , T7AD, y si bien esta posición debe ganarse, dista mucho de ser mejor que la obtenida con la jugada P5T de la partida (C) . Más simple hubiera sido p rimero 31 . . . . , PxP; 32 . TDxP, P5T, pues ahora las blancas disponen de un contrajuego que le facil ita la jugada del texto (T) . 32. P6D PxP R2C C5T+ 33. P7C R1 C 34. Pero aqu í yo juego erróneamente, pues con . . . , C4A hubiera termi­ n ado más fáci l de acu erdo con lo exp resado en el comentario anterior (C) . Este nuevo y prematu ro avance hace más difícil la tarea de las ne­ g ras. También habría sido un error 34 . , Tx P ; 35. P7D. Pero la prepa­ ratoria 34 . . . . , R2T hubiera sido muy fuerte . Por ejemplo: 35. TD 1 A, .

1 18

.

.

1

PBD (D) conduce a mate en dos); 37 . A, T2A+; 39. R 1 C, C6A mate); 38 . . . . , A, C A ; 40. TxC, PxT seguido de 41 . . . . , T6T mate (T) . e2T Tx P 35. U n diabólico trap que las blancas, sin embargo, eluden . T4 D 36. Ganando un tempo por la amenaza 37. P7D lo imposibi lita de traer su otra torre a juego. Prematuro h ubiera sido en seguida 36. P7D , TBA+; 37. CxT (o 37. TxT; 38. PxT ( D ) jq. dbl . , RxD; 3 9 . TxP q uedando con dos peones extra); 37 . . . . , C6A+; 38. R2A, P8C(D)+; 39. R2R, T7C mate (T) . T2 D 36. T1 R · C4A 37. TxT TRxP 38. Tx P TxT 39. T3e 40. C3A TSR 41 . ea o R1 A T2 R 42. T3A Tx P 43. Como consecuencia de su j ugada 34, las negras se ven ahora en u n final difícil que requiere la mejor precisión: el problema consiste en llegar con su rey al centro del tablero antes que el de su adversario y atacarle los peones (C) . Después de 43 . . . . , TxT +; 44. RxT, el final siguiente de cabal los habría sido poco prometedor (T) . 44. R2R esR 45. T3 R T2AR 46. T6 R eao 47. C4A esA P3e e4R 48. T6AD 49. e2e 50. R3D T2 R Y ya las negras se encuentran colocadas , idealmente, para el asal­ to final en vi rtud de la rapidez con que su rey ha podido moverse (C) . R1 A T8A+ 51 . U n jaque capcioso, pues si ahora 52. C1 R, C6D, trae u na liquidación general , y si 52 . T1 R, C6D; 53. TxT, CxT ganan otro peón (T) . R2A 52. e6D+ R3R sa. ese P3T 54. O de lo contrario seguiría 54 . . . . , T8TD; 55. P4T, T8CD (T) . T6A+ 54. R4D T7A 55. U n bonito recu rso (T) . T1 R P4A+ 56. •

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1 19

Ganando un segundo peón y, a pesar de la heroica resistencia de las blancas, la partida (T) . TxC R4R 57. PxC 58. T5C+ R3 D PxP 59. Y las blancas se rindieron pocas jugadas después. La jugada del texto es más efectiva que 59 . . . . , TxP; 60. R3A etc. P e ro en todo ca s o , e l f i n a l d e to rre d ej a a l a s b l a n ca s s i n esperanzas (T) . Si en los primeros años de la vida de Capablanca se registran algu­ nos hechos notables, no es hasta 1 909 que se produce su primera hazaña internacional al enfrentarse al campeón norteamericano Frank J. Marshall , peligroso jugador de ataque que hab ía triunfado en Europa en eventos tales como Nuremberg , Cambridge Spring y Dusseldorf. La oportunidad tan esperada se presentó dos años más tarde cuando recibió una invitación desde España para participar en el gran torneo de San Sebastián, reservado solamente para ajedrecistas que pre­ sentaran una brillante hoja de servicios. Era de esperar que la i nclu­ sión de Capablanca no fuera vista con buenos ojos por algunos de los participantes; sin embargo, su victoria sobre Marshall resultó un factor decisivo y el nombre del cubano figuró junto al Rubinstein , Vidmar, Marshall , Tarrasch , Spielman , Maroczy, Berstei n y otros en la nómi na. ¿ Cómo sería el comportamiento del joven maestro en su primer enfrentamiento en un torneo de tan alto nivel? Capablanca no defrau­ dó a sus admi radores. Ocupó el primer l ugar del certamen y recibió, además, el premio a la partida más bril lante, ganada en la ronda inau­ gural precisamente a Berstein, quien con más ardor protestara su participación en el torneo. Esta victoria convierte a Capablanca en ídolo del ajedrez mundial, su fama se acrecienta y su apel lido comienza a figurar en los más importantes diarios del orbe. Es su esti lo el que mayores comentarios despierta entre los entendidos: la simpl icidad de él es comparada con el agua cristalina y el arte de la simplificación se eleva a planos estela­ res. Se deja entrever que ha su rgido un nuevo contendiente al cetro mundial . Por su parte, el campeón mundial Emanuel Lasker comentó al conocer el resultado del torneo de San Sebastián : "Capablanca es una gran adq uisición para el ajedrez". Desde España Capablanca se trasladó a distintas ciudades euro­ peas, brindando partidas simultáneas en Holanda, Austria y Alemania. De un total de 297 partidas ganó 242 , entabló 30 y perdió 25. Luego de su reg reso a América participó en torneos internacionales en 1 9 1 3 en La Habana y Nueva York, as í como una serie de matches cortos con­ tra Znosko Borowski , Dus-Chotimirski , Mieses, Teich man y otros. Un año más tarde participa en un fuerte torneo en San Petersburgo, don­ de se ve superado por medio punto ( 1 3 Y2 - 1 3) por el campeón del mu ndo Lasker. Poco tiempo después Capablanca celebra un match de partidas rápidas contra Lasker al cual supera por 6 Y2 3 Y2 puntos. -

1 20

r t t da actividad aj ed rec í stica e n debe i nte rv e nir sol a m e n te e n eve ntos , en N u - v ·'{¡ rk, 1 t 1 9 1 8 . Al final izar la conflag ración mundial se reanudan los g ra ndes torneos en el Viejo Continente, comenzando por el de Hastings, I nglaterra. El triunfo le corresponde a Capablanca y ello reafi rma su condición de retador a la corona mundial . En la primavera de 1 92 1 , l uego de vencidas una serie de dificulta­ des, se inicia el ansiado encuentro en la ci udad de La Habana por el campeonato del mundo. Antes de comenzar la serie Lasker escribió en el diario Te/egrafde Amsterdam: "Creo que el resultado de nuestro encuentro no dependerá de factores exteriores, sino de la esencia del problema de la estrategia. Es que yo enfrento este problema de modo muy diferente a Capablanca. Por lo general, Capablanca no es un teórico, es u n genial representante de la práctica. Lo es y quiere serlo. Probablemente considere sospechosas las teorías que no son claras y de inmediata aplicación. Es sagaz, hábil , fuerte e inventivo. Creo que U l ises es su ideal . Yo, por mi parte, he sido siempre teórico, filósofo. A m í me i nteresa el significado de un suceso mucho más que el suceso mismo; la regla más que la excepción. Mi ideal es Julio César, que siempre dirigía sus fuerzas contra la menor resistencia y de este modo trataba de esti mar las cosas de acuerdo con su valor verdadero". Estas palabras dieron u na clara visión de la esencia del encuentro que se aveci naba. A pesar de que las apuestas favorecían a Capablanca el resultado del encuentro causó profu nda sorpresa. ¿ Era posible que alguien pu­ diera vencer a Lasker de manera tan convincente? La victoria se pro­ dujo sin mayor resistencia, con el incre íble resultado de cuatro victorias y diez tablas. La seguridad con que el cubano condujo sus partidas está más allá de todo elogio. Eso h izo pensar en la i nvencibilidad de Capablanca y dio lugar a que se tejiera una leyenda alrededor de su persona. Surge así, producto de la total ausencia de errores, el sobre­ nombre de la Máquina de Jugar Ajed rez. P reced ido de la fama q ue le b rinda su tri u nfo sob re Lasker, Capablanca arriba a Europa para participar en el torneo de Westminster, Londres 1 922 . En plenitud de sus facultades ganó invicto el torneo dando n uevas pruebas de su indiscutible superioridad. Dos años des­ pués interviene en el torneo de Nueva York, 1 924. La nómina incluye a Lasker, Alekhi ne, Reti y otros . All í pierde, después de largos años de ser i mbatible, su primera partida frente a Reti . Este resultado -nor­ mal para cualquier otro j ugador- causó profunda sorpresa a los afi­ cionados de todo el planeta. Luego de algunos altibajos, como en el torneo de Moscú de 1 925, donde ocupa el tercer lugar tras Bogoljub w y Lasker, gana a la edad de 38 años uno de los torneos más import tes que recuerde la historia del ajedrez: Nueva York 1 927. Cap 1 no perdió una sola partida de las veinte celebradas, no ob t nt 1

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presencia de jugadores como Ni mzovich, Alekhine, Marshall , Vid mar y Spielman . ¿ P rovocó tan fáci l tri unfo que decayera el maravilloso sen­ tido de autodefensa y seguridad en la conducción de sus partidas? Posiblemente all í comenzara a gestarse la derrota que se produjo poco tiempo después en Buenos Ai res frente a Alekhine. El comienzo del memorable encuentro celebrado en la capital ar­ gentina marca un saldo favorable al cubano de dos ganadas, u na per­ dida y siete empates, de ellos tres netamente favorables. El resultado final , sin embargo, es de tres ganadas para Capablanca, seis perdi­ das y 25 tablas. Ante el asombro general un gran campeón pierde su corona. A pesar de acusar cierto decaimiento, la carrera ajedrecística del ex campeón mundial sigue siendo triunfal . De tres torneos en que partici­ pa en Europa: Bad Kissingen , Budapest y Berl ín , cosecha u n segundo y dos primeros l ugares; y en las postri merías de 1 929 finaliza invicto en los torneos de Budapest, Barcelona y Hastings. Es por esta misma fecha que el g ran anhelo de Capablanca de topar nuevamente a Alekhine tropieza bruscamente por la falta de apoyo e i ncomprensión de la burguesía cubana. El gobierno, por su parte, también hizo caso omiso de los requerimientos de Capablanca en este sentido, y todo se l i mitó a u na angustiosa e interminable espera. Luego de un período de inactividad , el desdibujado Capablanca ter­ mina cuarto en el torneo de Hasti ngs de 1 934, lugar que repite en Moscú 1 935. En 1 936 Capablanca tiene ya 48 años. En Moscú se reúne lo más encumbrado del ajedrez mundial: Botvi nnik, Lasker, Flohr, Eliskases, Riumin, Capablanca, etc. Aunque se le conceden pocas posibilidades al cubano en prueba tan contu ndente, su cerebro privilegiado es ca­ paz de produci r verdaderas obras de belleza. I nvicto, finaliza en el pri mer l ugar ante el asombro del mundo ajed recístico. Un año más tarde sus fuerzas vuelven a decaer y solo alcanza un tercer lugar. La real catástrofe se produce al siguiente año en Holanda, en el torneo de AVRO, donde se ubica en el pen últi mo escaño. Pero en 1 939 la estrella de Capablanca vuelve a brillar en todo su esplendor. Luego de un segundo l ugar en el torneo de Margate, alcan­ za u na victoria invicta en la gran cita de Buenos Aires: la Olimpíada Mundial de Ajedrez. Conquista la medalla de oro en el pri mer tablero, superando a Alekhine, Keres, Stalhberg. La ovación que recibe del públ ico en el teatro Po/iteama, patentizó que Capablanca conti nuaba siendo el ídolo i ndiscutible de la afición ajedrecística mundial . En los ú lti mos años de su existencia compartió sus actividades en el ajedrez entre Cuba y Estados Unidos, sin competi r en torneos. Solo dedica tiempo a alguna simultánea o brindar conferencias. Fallece en el hospital Mount Sinai , de Nueva York, ei B de marzo de 1 942 por una hemorragia cerebral. Su estilo de maestro insigne y artí­ fice ha quedado como ejemplo para las generaciones futuras, quienes todavía hoy reconocen la pu reza inigualable de sus partidas. 1 22

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Apertura de Peón Dama Defensa Ortodoxa (San Peterburgo, 1 91 4) Blancas: Capablanca Negras: O. Berstein P40 P40 1. 2. eR3A eR3A P4A P3 R 3. 4. C3A e020 A2R ASe 5. P3A 6. P3 R PxP A30 7. P4e O AxP 8. P3TO A30 9. P4R ? P4R 1 0. Esta tentativa d e liberación constituye u n error. Correcto hubiera sido 1 O . . . . , P4AD. 11 . PxP ese 1 2. A4AR A4A 1 3. D2A 0-0 P3A T1 A 1 4. PxP A3e 1 5. P4eO! A2T 1 6. Si 1 6 . . . . , AxP, seguiría 1 7. C5D, 030; 1 8. CxA, DxC; 1 9. TxP, 0-0; 20 . A2A con idea de A3C-D5D con posición ganadora. Por otra parte, caso de 1 6 . . . . , A2 R; 1 7. C5D ; o bien 1 6 . . . . , A3D ; 1 7. AxPC! , etc. 1 7. AxP! PxA 1 8. exP 01 0 1 9. e60 R1 A TxP 20. Capablanca ha cosechado tres peones y u na excelente posición de sus figuras, en tanto su rival no ha encontrado aún lugar seguro para su rey, además, sus piezas están discolocadas. Estos factores en manos de Capablanca son suficientes para inclinar la balanza a su favor. 20 ... , e3e 21 . A4T Es fuerte también 2 1 . CxPR . 020 21 . OxT 22. exA La mejor posibilidad de conti nuar la l ucha. Si 22 . . . . , DxD ; 23. TxD, TxC; 24. TxT, CxT; 25 TBD+, y las negras deben abandonar. 080+ 01 R 23. 1 23

Luego de 23 . . . . , R2A gana i n mediatamente 24 COU t . 24. A7R+ R2A 25. R3C C6D+ 26. C4T+ R4T 27. CxD Tx D 28. CxP+ R3T 29. R4T C(7)5A+ 30. P3TR ! C1 A El cabal lo no puede retroceder a 3T a causa de C7C mate. RxP PxC+ 31 . 32. AxT TxA T7 D P3C 33. T7R R2C 34. cae P4TD as. 36. C3 R + R4T 37. PST C2D 38. C(4T)SA C3A ASO 39. PSC R3A T7T 40. A2T 41 . P6T T7C T1 A 42. 43. P4C R4C 44. T7A TxP+ 45. RxT CxP+ R3A 46. Las negras abandonan . Aunque poco usual en su estilo, Capablanca demuestra que es también un maestro en la conducción de partidas en el terreno combi nativo. De esta forma sucumbió Berstein cada vez que enfrentó al maestro cubano. Defensa Siciliana (Moscú , 1 936) Blancas: Lasker Negras: Capablanca 1. P4R P4AD 2. C3Ad CR3A PxP 3. P4D 4. CxP C3A 5. P3 D C3AD A2D A2R 6. 7. P3 R A3R 8. 020 En la actualidad no se emplea este tipo de esquema contra la De­ fensa Scheveni ngen , adoptada por las negras. Es preferible la conti­ n uación 8. 0-0, seguido de P4AR-D1 R-3C con perspectivas de ataque en el flanco rey. .

·

1 24

8. 9.

P4A cae A'3A

P3TO 02A

P4CO 1 0. T1 C O 11. A2R C2R 1 2. 1 3. 0-0 0---:- 0 1 4. C3C Demasiado pasivo. Era preferible comenzar la avalancha de peones mediante P4CR. P4TO 1 4. 1 5. PST C4D TR1 A 1 6. TD1 R C1 R 1 7. T2A CxC? 1 8. Como se verá por la conti nuación de la partida, esto faci l ita el plan de las neg ras. Lasker debió considerar 1 8. P3A. 1 8. AxC 1 9. P4R PSA D2C 20. CST Ya va cobrando forma la idea de las negras: domi nar su casilla 40 para realizar el golpe posterior P4D . ASC P3A 21 . C2A 22. A3R T1 0 01 0 23. T2 0 R1T 24. Jugada suti l , cuyo efecto se verá más adelante. 25. P3TO T(1 C)1 A A2A P40 26. PxP CxP 27. TxA AxC 28. A4A 29. 04C Con el rey en 1 C esta conti nuación no era posible. TR1 O 30. AxA+ RxA T(1 )1 0 31 . TxT TxT 32. TxT AxT 33. La ubicación insegura del rey negro, así como el alejamiento del caballo del centro de las operaciones son detalles que Capablanca explota magistralmente para imponerse en el final que sigue: D 4C 34. Es posible que Lasker confiara en esta jugada, pero Capablanca vio más lejos y con jugadas precisas demuestra la i nferioridad de su rival . 02T+ 34. R2R ASA+ 35.

1 25

36. 0 1 T+ R3A R2A 37. Lasker realiza la única jugada que le permite contin uar la lucha. Si 37. R3C, 0 1 0!, con la amenaza . . . , P3C; o bien 37. R3R, DxP; 38. DBA+, A 1 C y todo está en orden para las negras. 01 0 37. 03A OSO! 3S. P3T! C3C 39. U na jugada muy fina. A la vez que le da un respi ro al rey, deja al bando blanco ante la desagradable necesidad de tener que jugar, con lo que pierde material de manera forzada. P3C PxP 4� 41 . PxP AxP 42. ose C1 A 43. P4C Si 43. C3R , entonces . . . , D7T+ seguido de DxPT con ventaja de­ cisiva. 43. ASA 44. C3 R OSTR 45. OxP+ CxA OSC+ R1 R 46. 47. R20 07A+ R1 A OSA+ 4S. PxC R20 49. P4TO OSA+ 50. OxPC R2A 51 . OxP+ PST 52. 07A R1 A 53. 03T R2T! 54. Las blancas abandonan . Si por ejemplo 55. P6T, P6A; 56. DxP, OSA+ seguido de DxP. En esta monumental partida, Capablanca tomó la ventaja en el medio juego, después de la jugada l iberadora P4D , para imponerse con ex­ quisita precisión en el final de partida. Una obra digna de un genio del ajedrez por su maravi llosa simpl icidad en la imposición de la ventaja. La leyenda de Capablanca comenzó una noche de 1 893. En La Habana, un niño de apenas 5 años i mpedía con su l lanto la disputa de una partida de ajedrez. El padre, para calmarlo, lo sentó junto a él . Ante los ojos de la cria­ tura continuó en el cuadrado blanquinegro el combate entre alfiles, peones y caballos. Después de varias partidas, los adultos desistie­ ron de seguir jugando. Solo ante el tablero, sin ayuda de nadie, el niño colocó correctamente las piezas en sus casil las iniciales. Varias ve­ ces la familia repitió la experiencia y el chiquillo, como en un juego, fue ordenando ambos bandos en el l ugar exacto. Entonces el padre deci­ dió enseñarle el movi miento de cada pieza.

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úl p bl nc l legó a o ídos de los r de La Habana, qu ienes reclamaron la presencl d 1 r lglo n sus salones. Allí se enfrentó a varios experi­ mentados jugadores, los que le concedieron ventaja de dama como compensación a sus pocos años. Cuando el contrario se le rinde -refiere la prensa de la época- el n i ño se baja de la silla, hace algunas pi ruetas en el suelo y se vuelve a sentar esperando nuevos desafíos. Siete años más tarde ( 1 900) jugando ya en igualdad de condicio­ nes, el niño prodigio devi no campeón de Cuba. A los 20 años era cam­ peón panamericano. En 1 92 1 se convi rtió en campeón del mundo. Entretanto, la historia de su infancia había trascendido, tergiversada, los l ímites del país, adornada con ribetes de gran sensacionalismo, y anécdotas i nverosímiles. Mas la genial idad que Capablanca eviden­ ciaba -sobre todo en el período 1 9 1 8-1 922 , u n quinquenio en el que ganó todas las competencias en que intervino- las hicieron ciertas. Según su pasaporte oficial expedido en 1 9 1 3, Capablanca era un hombre de cinco pies ocho pulgadas, tez trigueña, pelo castaño oscu­ ro y ojos azules. Años después, Alexander Aliejin lo recordaba "siem­ pre de buen h u mor, favorito de l as damas . . . es deci r, un ser de desl u mbrante apariencia", mientras que Du Mont, autor de diversos li bros de ajedrez, quedaría impresionado por su "sencillez, encanto y sinceridad". Denominado Hechicero G enial por un cronista de aquellos tiempos, no solo por su extraordi naria fuerza de juego, sino también por su carisma personal , Capablanca fue el indiscutible campeón de la popu­ laridad desde su debut i nternacional en el torneo de San Sebastián 1 9 1 1 (uno de sus más significativos tri unfos) , tanto entre los amantes del ajed rez como entre los que nu nca han sabido mover un alfil o un peón. I ncluso, en el evento antes mencionado, dice una vieja leyenda no confirmada que hasta el mismísimo Rey de España estaba al tanto de su actuación ronda a ronda. En la lid de Moscú 1 925, el cubano retornaba a su cuarto al termi nar cada jornada, cargado de docenas de regalos de sus i ncondicionales. "Cuando Capablanca sal ía a la calle, rememoraba Vasili Panov déca­ das más tarde, la milicia montada se veía obligada a contener el em­ puje de los aficionados y también de las admiradoras. Un cuadro inolvidable". También se cuenta que en ocasión de una simultánea ofrecida por el criollo en Estados Unidos, u n aficionado bisoño no ha­ cía más que deci rle a los presentes: "¿ Sería usted tan amable de indi­ ca rme a Capabl anca c u a n d o l l eg u e? " , a l o q u e e l aj edrec i sta n eoyorquino l rvi ng Chern ev respondió: "No se preocupe. Cuando Capablanca l legue usted se dará cuenta in mediatamente que es él". Dondequiera que Capablanca estuvo, ya sea como participante de lizas deportivas o por su labor diplomática, Cuba tuvo en él a u n exce­ lente embajador de buena vol u ntad . Capablanca siempre se enorgu1

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A

1 27

lleció de ser cubano y de representar a su país. Más de una vez le propusieron el otorgamiento de la ciudadan ía norteamericana, lo que le h ubiera proporcionado recu rsos para intentar recuperar el título del orbe, perdido en 1 927 ante Aliejin. Han sido poco divulgadas, además, las relaciones de Capablanca con la i ntelectualidad progresista de la época. Sabemos por Mari blanca Sabas Alomá que el G rupo Minorista, lidereado por Rubén Martínez Vil lena, agasajó al aj ed recista criollo con uno de sus almuerzos sabáticos . En 1 925, a pesar de las advertencias del gobierno de Machado, C a p a b l a n c a v i aj ó a la U R S S y p ro m o v i ó con su a s i ste n c i a la participación internacional e n e l certamen moscovita. D e regreso a la patria, prefi rió mantener inalterable su posición íntegra y honesta que conservar su puesto en el servicio diplomático. Ante las amena­ zas de muerte de los órganos represivos machadistas, Capablanca se vio obligado a exilarse. No pudo regresar a Cuba hasta la caída del régi men tiránico. En 1 934, repuesto en su cargo diplomático, Capablanca propuso al canci l ler cubano la conveniencia de las relaciones comerciales con la U RSS como paso previo al establecimiento a corto plazo de relacio­ nes de todo tipo. Para viabilizar la labor del ministro, Capablanca sos­ tuvo conversaciones con el embajador soviético en los Estados U nidos. La canci l l e ría cubana no mostró i nte rés algu no y el i nforme de Capablanca permaneció en el olvido hasta que manos amigas lo hi­ cieron público en 1 971 . En u na de sus estancias en Moscú , Capablanca se personificó a sí mismo en u n filme de ficción: La fiebre del ajedrez, bajo la dirección de Pudovkin , uno de los grandes realizadores del cine soviético. Según el argumento de aquella comedia, una linda muchacha se sentía desatendida por su novio, u n fanático que solo pensaba en la lid aj ed rec ística moscovita de 1 92 5 . Casua l m e nte e l l a conoce a Capablanca sin saber quién es realmente el cubano, y cuando en la conversación l e dice que ella odia el deporte ciencia, el campeón del mundo le responde: - Cuando veo a una mujer hermosa yo también odio al ajedrez. La frase anterior, un delicioso j uego de palabras que seguro encan­ tó a Capablanca, ha sido mal interpretada al transcurso de los años, sacada fuera de contexto, se ha querido dar la impresión de que el maestro cubano menospreciaba al ajedrez. Algo absurdo teniendo en cuenta que le dedicó casi su vida entera. Lasker dijo una vez que Capablanca no era un teórico, sino u n ge­ nial representante de la práctica. Esto -cierto en parte- también ha sido subestimado, desconociéndose la in negable labor docente del cubano. La mayoría de los textos de Capablanca eran casi desconocidos en su patria antes del triunfo de la Revol ución ( a l g unos no estaban tradu­ cidos al español) , más no puede culparse de olio a José Raú l , quien 1 28

.

y 1 1 J p n m publ icar en su país, la que casi t r en Cuba su Cartilla de ajedrez (recopila-

lón de artf ul rlt para el periódico La Discusión) , el libro Boledel Torneo de La Habana 1 9 1 3 y la revista Capablanca Magazine ( 1 9 1 2- 1 9 1 4) . En e l extranjero publicó My Chess Career-Mi carrera ajedrecística, Nueva York 1 92Q- de la que desconocemos si existe traducción al español; Chess Fundamentals -Londres y Nueva York, 1 923- que se publicó en España bajo el nombre de Fundamentos del ajedrez, 1 947 (hay varias reediciones) ; Primer of Chess -Londres, 1 935que se tradujo primero al ruso que al español y fue publicado en Cuba en 1 984 con el título de ¿ Cómo jugar al ajedrez? , y también Últimas lecciones, donde se reunieron las conferencias dictadas por el cuba­ no en las emisiones en español de la N BC en 1 942 . Editadas inicial­ mente en España no fueron publicadas en Cuba hasta 1 962. En sus libros, Capablanca expuso lo que para él es la esencia del ajedrez: desarrollo rápido de las piezas a puntos estratégicos utiliza­ bles para el ataque o la defensa, teniendo en cuenta que los dos ele­ mentos principales son tiempo y posición. A continuación agregaba: tranqui lidad en la defensa y decisión en el ataque. Atención no exagerada a la posibilidad de obtener cualquier ventaja material , pues a men udo ahí está la victoria. No buscar com­ plicaciones, sino en casos extremos , pero tampoco rehusarlas; final­ mente y en una palabra, eq.tar dispuesto a competi r en cualquier clase y fase de j uego: apertu ra, medio y fi nal, i ndependientemente de su complejidad, aunque debe preferi rse la senci llez atendiendo a lo que permitan los dos elementos principales: tiempo y posición. Otro de los princi pios teóricos que Capablanca perfiló fue la técnica de la simplifi­ cación. Sobre esto decía Aliejin que con u na clara y rápida visión del tablero, el cubano sab ía eliminar con faci lidad asombrosa las piezas en juego de tal forma de asegurar para su bando en el fi nal una induda­ ble superioridad. Estas concepciones han infl uido de forma considerable en todos los campeones mundiales que le han sucedido. Como por ejemplo: Botvinnik, Smislov, Petrosian y Karpov. En otros, como en Fischer, es más sutil , aunque ha de destacarse que el norteamericano jugó victo­ riosamente más de una vez partidas "a lo Capablanca" durante su meteórica y tri unfal carrera deportiva. Al igual que Mozart, la genialidad de Capablanca se evidenció des­ de temprana edad . Como el músico de Salzbu rgo, murió acosado de deudas y olvidado por los que desgobernaban al país que tanta fama dio. Hoy día pocos recuerdan los nombres del presidente y del minis­ tro de Hacienda que se apoderaron de los 5 mil pesos aprobados por el Senado cubano para fi nanciar el match revancha del ajedrecista criollo contra Aliejin. Entretanto, Capablanca -"alpini sta de las cimas tín

1 29

del juego ciencia y él misrno una ci ma del ajedrez" corno lo defi niera Andrés N úñez Olano- es querido y recordado no. solo en Cuba, sino en todos los confines del planeta.. Quizás en estos momentos, u n ajedrecista cualquiera obtenga tablero por medio- una posición levemente superior; mediante la sim­ p l ificación i rá arribando poco a poco a u n final favorable, donde impondrá su superioridad posicional hasta lograr la rendición del rival . Solo en su cuarto, cuando nadie lo vea, el triunfador dará rienda suelta a la emoción acumulada y exclamará: "Jugué a lo Capablanca. ¡ Gané a lo Capablanca!" Esta fue la partida del niño Capablanca -octava partida del match por el campeonato de Cuba contra Juan Corzo, 6 diciembre de 1 90 1 donde demuestra su habilidad defensiva y de contraataque. Blancas: Juan Corzo (28 años) Negras: Capablanca ( 1 3 años) 1. e4 eS 2. Cc6 Cc3 3. f4 Una l ínea en extremo aguda. 3. eSxf4 4. gS Cf3 S. h4 g4 CgS h6 6. 7. Rxf7 Cxf7 8. d4 dS 9. De7+ e4xdS Rf2 1 Ó. Como señalan todos los críticos, la posición es sumamente com­ plicada. Corzo trata en este punto de mejorar la partida precedente donde había jugado 1 O. Ae2 1 0. g3+ 11. Rg1 Cxd4! Se explota la insegu ra posición del rey blanco. La iniciativa como elemento clave de su comprensión del juego; entrega una pieza por­ que ha visto lejos. Dxd4 DeS 1 2. 1 3. Db6! Ce2 Dxb6 axb6 1 4. 1 S. AeS Cd4 Ta4! 1 6. c3 (Se amenaza 1 7 . . . . , Txd4! ) Axd4+ 1 7. Ae2 cxd4 Txd4 1 8. 1 9. b3 Cf6 Td2 20. Ab2 1 30

CxhSI ¡C rv que la torre de Corzo aún no juega. Con el 1 _ n t xtu 1 busca introducir un ataque en masse coordinando el accionar de todas las piezas. f3 Axh8 22. Cf4 gxf3 23. 24. AeS? Tg2+ 25. Rf1 Tf2+ 26. Re1 Cd3+! Rinden las blancas. 27. Tras esta victoria, el match comenzó a cambiar de mano. El resul­ tado final de aquel histórico encuentro fue de +4 -2 =6 y Capablanca sería el nuevo campeón de Cuba ( ! ! ) .

1 31

B reve apu nte sobre la h istoria del ajed rez Todavía hoy resulta polémica la determinación del verdadero origen del ajedrez. Para muchos investigadores es oriundo de la I ndia, desde donde se extendió a los países vecinos. Evidencias arqueológicas permiten referirse a su origen en Egipto, Mesopotamia y China varios siglos antes de nuestra era. Los ancestros del ajedrez -el protoajedrez- probablemente se remonten hasta 40 siglos antes de nuestra era, dada la base escrita, pictórica y escultórica q ue ha servido para definir las distintas posiciones de los investigado­ res sobre el tema. Si bien la i nformación más divulgada durante los últimos 3 siglos sostiene que el ajedrez se inventa en Asia Central, hacia la región noroeste de la I ndia. Una hipótesis muy a tomar en consideración es la que refiere el origen del ajed rez en Egipto1 u nos 1 500 años antes de nuestra era, dada la gran cantidad de imágenes y tal las encontradas que se rela­ cionan con el juego de ajedrez. Según estos autores, los griegos y los romanos lo aprendieron en Egipto cuando lo dominaron por espacio de 300 años, antes de la llegada de los árabes a Europa. Se hace mención a las figuras pintadas en los interiores de las cajas de las momias faraónicas. Muchos autores de la Edad Media defienden esta tesis, l legando a afi rmar que ya desde 3 000 a 3 500 años antes de nuestra era, el juego estaba bastante generalizado en Egipto. Llama la atención el que nu merosos autores2 sostengan con fuer­ za el convenci miento de que el ajedrez era ya j ugado en Europa en el siglo v 1 , y con toda certeza en el v1 1 1 , es decir, antes de la llegada de los árabes, lo cual pone la polémica al rojo vivo. Para el autor, es un elemento clave que el juego representara cua­ tro ejércitos en similitud a las fuerzas militares indias. A saber: un rey, u n consejero, ocho elementos de infantería (los peones) , dos carros de caballería, dos carros y dos elefantes. Otro factor lo es sin dudas el origen etimológico de su nombre. Por lo que, la hi pótesis india cuenta con mi apoyo hasta tanto no se defina con exactitud su origen . 1 Platón sosten ía que el ajedrez hab ía sido inventado p o r el D i o s Egi pcio Thot. Otros auto res consideran que sob re el siglo

11-111

I nd i a y C hina,

a

p a ra l u e g o d i s t r i b u i r s e

el j u e g o pnsó de Eg i pto a la

t ravós

de

d i f e re ntes

rutas

comerciales ( ¿ ! ! ? ) . 2 S e h ace refe rencia p rincipalmente a J . B r u n e t y l l o l l o t ( 1 \; u cn l o n a l i b ro El

1 32

ajedrez, investigaciones sobre su

origon.

1 990)

en s u

los cuatro elementos que tn hind ú , y ello explica que en un inicio jug dores en el juego. Las evidencias escritas tomaran p rt sobre el chatu ranga datan de fi nes del siglo v1 en la I ndia. A parti r de mediados del siglo vn , Persia cayó bajo dominio árabe y la popularidad del j uego creció, conociéndose ya como shatranj (en muchos textos chatrandsh) . Su diferencia del ajedrez actual consiste en que la dama se movía en diagonal solo una casilla, no existía el enroque y los peo­ nes pod ían avanzar -de salida- una casilla. A partir de los siglos v111 al x se jugaba con posiciones de apertura ya preparadas, en las cuales se colocaban las piezas si métricamente para n ivelar las acciones de los jugadores. Es en el último período de la Edad Media que el ajedrez recibe su denominación actual . El proceso de difusión del j uego ocu rre entre el siglo v1 y el 1x, cuando l lega a Europa con la i nvasión de los moros por la pen ínsula ibérica, itálica y griega. En España el juego cobró gran desarrollo por el apoyo oficial y como consecuencia de la asimilación cultu ral entre los musulmanes y los catól icos locales. En esta etapa se publ ica Libro del ajedrez, dados y tablas (año 1 232) durante el rei­ nado del rey Alfonso x, el Sabio, su autor. La obra más importante de la Edad Media sobre el ajedrez es el Códice, del mismo rey Alfonso (Sevil la, 1 283) , cuyo original se con­ serva en el Ministerio de El Escorial . Esta obra permite estudiar las variaciones y modificaciones del juego con más provecho que los imper­ fectos escritos de autores indios, persas y árabes . También en Espa­ ña aparecen otros libros de i mportancia para la historia del ajedrez, como el de Lucena { 1 497) que contiene tres movi mientos de las pie­ zas antiguas (shatranj) y nuevos (ajedrez) y el Libro de la invención liberal y arte del juego de ajedrez, del español Ruy López de Segura { 1 561 ). Italia da un aporte con las obras de Carrera { 1 61 7) y El G reco, cono­ cido como el Calabrés ( 1 688), precursores del ajedrez moderno. En los siglos xv1 1 y principios del xv1 11 surgieron otros valores entre lo que cabe destacar a Felipe Stamma (árabe 1 735) , Francisco D. Philidor (francés 1 740) , Ercole del R ío, Loky y Ponziani, ital ianos. Para el estudio y mejor comprensión de la historia del ajed rez se propone una división en dos grandes períodos: el antiguo y el mo­ derno. Anti guo: Abarca desde sus orígenes hasta inicios del siglo xvn , cuando se sientan las reglas fundamentales del ajedrez. Este período puede dividirse en ci nco épocas. m

·

3 Etimológ icamente , ajedrez p roviene d e l vocab lo sánscrito

ach-chitrenj,

q u e pasó

al persa, del persa al árabe y del á rabe a las leg u as romanas. Luego se conoció como

shatranj,

mientras que en Bizancio se l e l lamó

zatrikion.

1 33

Primitiva: Desde el origen hasta el año 500. Sánscrita: Año 500 al 600. Persa: Año 600 al 700. Á rabe: Del 700 al 1 200. Europea: Del 1 200 al 1 600. En esta época toman forma, en lo esencial , las reglas actuales. Moderno: Se inicia en Salamanca, España, y comprende desde el año 1 600 hasta n uestros d ías. Para su estudio se divi-de e n c u at ro étocas b i e n d i f e r e n c i a d a s e n t re s í . Clásica o romántica: 1 600 a 1 8864 , caracterizada po� los sacrificios y combi naciones al esti lo de Morphy, A n d e rs e n y otros n ota b l e s exp o n e n tes . Científica: 1 886 a 1 91 6, indicada con Steinitz, quien es­ tudió a fondo la obra de Morphy y de otros, creando las bases para estudiar el j uego c9n criterios más formales. Hipermoderna: 1 9 1 6 a 1 946. Epoca de nuevos concep­ tos y de un tratamiento técnico a las partidas nunca vis­ to. Aparece ideas modernas en el ajedrez de R. Reti . Ecléctica: 1 946 a la actualidad. El ajedrez se desarrol la d e f i n i ti va m e n te c o m o d e p o rte , y se e sti m u l a l a profesionalidad entre los componentes d e l a élite. La FIDE asume el control sobre el título de campeón mundial a parti r de esta fecha, tras la muerte de Alekhine, dejando vacante el título de campeón del mundo. Es precisamente en esta época, que se hace emergente el rescate de la ética del ajedrecista a fin de devolver la vigencia al célebre plan­ teamiento de Tartakower: "el ajedrez es simplemente un j uego; la no­ bleza que se le atribuye depende, en gran medida, de la nobleza de quienes lo practican".

4 En 1 886 Ste i n itz gana el p ri m e r match oficial por el campeonato m u ndial de ajedrez (su adversario fue J . Zukertort ) , estab leciendo los postu l ados generales de la partida de ajedrez con u n p rofu ndo sentido crítico.

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La teoría laberíntica y aristoc i nética del ajed rez del doctor R icardo Héctor Petrel l i Hace ya algún tiempo, el entonces campeón del mundo, A. Karpov sentenció: "Si en el j uego de ajedrez habitual la máquina cede al hom­ bre, por el contrario, en el análisis ya ahora lo supera". Seg ú n parece i ndicar -sob re todo después de la derrota de Kasparov contra la máqui na- que este criterio merece ciertos ajus­ tes, para adecuarlo al desarrollo alcanzado hoy por la cibernética den­ tro del mundo particular de las 64 casil las. Atrás van quedando aquellos primeros intentos en que la "máq uina", demasiado fría, demasiado "perfecta", era burlada por el genio humano. El siguiente ejemplo. Lo corrobora. En cierta ocasión se brindó al GM M. Taimanov la posibili­ dad de enfrentar a un robot. El encuentro transcu rrió as í: f3? 1. eS g4? 2. El gran maestro prueba a la máquina. Esta jugó 2 . . -, d5. La juga­ da en efecto es buena, pero el ataque de la dama a h4 parece más fuerte ( ¡ ?). Taimanov continuó el experimento 3. Cc3, y la máquina siguió centralizando 3. .. . , Cc6. Después sal ieron los alfiles, y solo entonces, cuando terminó de desarrollar sus piezas osó dar el mate Dh4. En aquel entonces la partida si rvió para ilustrar la forma diferente en que abordan el juego las personas y las computadoras ( ¿ ! ) . Pero . . . , y cuando s e trate d e l desarrollo incesante d e la ciencia siempre habrá un pero, el mismísimo Kasparov, campeón mundial y l íder incuestionable del intelecto humano, al verse superado por la máquina en posiciones en que esta captaba la esencia de la posición de un modo nada extraño, y lo hizo expresar: " . . . ¡ ¿ demasiado humano para ser jugado por una computadora . . . !?", entonces, quedaba todo listo para llegar a u na defi nitiva sentencia. La máquina puede, ya no competi r, sino superar al hombre. Los programadores pueden ya senti rse satisfechos. Pero . . . , nuevos retos se abren para el saber humano; nuevos enigmas y, en este punto, un li bro inquietante y polémico al máxi mo, vino a caer a mis manos: Teo­ ría laberíntica y aristocinética del ajedrez, del doctor Ricardo Héctor Petrelli . De acuerdo con la teoría del doctor Petrelli, la posición inicial es portadora del deseq uilibrio, y las blancas, por i niciar la partida, logran imponerse. Habría, según él, que invertir la colocación del rey y la dama . .

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negra, de modo de alterar el proyecto estratégico de la partida. Dicha teoría fue expuesta por el autor en Ajeduni 1 999. Seminario internacio­ nal de ajedrez celebrado en Cuba. La obra en cuestión semeja una antorcha tendida sobre un polvorín. El colosal esfuerzo del doctor Petrelli se encamina a dar solución a los cinco g randes enigmas que, hasta hoy, no han tenido respuesta satis­ factoria. 1 . ¿ Existe en el ajedrez el mejor movi miento de cada color desde el comienzo hasta la conclusión de la partida? ( ¡ ¿ ) (Si existie­ ran , ¿cuáles serían estos mejores movimientos?) 2. ¿Cuál es el resultado final de la misma? 3. ¿ Se imponen las blancas por corresponderles la salida o las neg ras neutralizan esta aparente desventaja que hay para ellas y logran la igualdad , o quizá u na insospechada victoria? 4. ¿Cuál es el número exacto de movimientos en la partida ideal , si es que esta existe? 5. ¿Cuántas y cuáles son las piezas de cada bando que quedan sobre el tablero, una vez concl uida la misma? Claro que este laberinto al que nos asomamos sería imposible recorrerlo sin los incuestionables avances de la cibernética. Vital es aclarar esto, pues en esta empresa trabajan múltiples computadoras 24 horas por d ía, de forma conti nua, durante semanas, meses . . . ¡y años ! , dedicadas exclusivamente a la búsqueda de la jugada óptima. Desdeñar estos resultados, por inesperados, sería ir contra el método científico de investigación . En este punto está claro que la tarea del investigador es mostrar los resultados de su trabajo por sorprenden­ tes que estos puedan parecer, pero -antes de continuar- veamos cuál es el tema de la polémica. La partida ideal

(Ambos adversarios son máquinas en el nivel 24 de fuerza. ) 1. eS e4 DhS! ! 2. Según el doctor Petrelli 2. DhS! , es la l lave del laberinto ajedrecístico. Lógicamente, ¿ cómo puede aceptarse una jugada condenada en to dos Jos manuales de apertura ? He ah í la clave de la polémica. A cuestionar a priori -como hacen otros- me niego; dudo tanto de esta como de otras posibi lidades, "solo la duda metódica es propia del genio", reza un viejo refrán . Pero continuemos junto al autor el desa­ rrollo de esta partida. 2. Cc6 3. g6 Ac4 4. Cf6 Df3 . . .

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. S. 8.

Cn2 Ad3

Ca5

Las blanca s hun movido dos veces la dama y otras dos el alfil en tan solo 6 jugadas (¿ ! ) . ¿ Cómo ganar entonces . . . se preguntará el lector? ; dejo la pluma al autor, cuando al responder a tales críticas dice: "Nuestra teoría se encargará de demostrarles la falacia, de sus argumentos, aunque inmersos en una situación l ímite debamos mar­ char a la orilla del precipicio". 6. d5 6 . . . . d6? Da lugar a la Variante Cerrada, errónea según el autor: Seguiría así 7. Cc3, Ad7; 8. b3 Ah6; 9. h3, Cc6; 1 O. a3, 0-0; 1 1 . Ab2 , Ae6; 1 2 . Td 1 , Cd7; 1 3. 0-0, y, el bando blanco ganaría en el lance 39! Seguimos el camino de los movi miento óptimos. Solo hay u n movi­ miento mejor, y solo uno. Este concepto es clave en la teoría que ana­ li zamos. 7. exd5 Cxd5 8. Cbc3 Cb4 9. Ab5+ c6 1 0. Aa4 Af5 11 . d3 b5 1 2. cxb5 Cxb5 El alfil blanco debe permanecer en la disputa. De ahí que el bando blanco entregue su caballo por dos peones para preservarlo. Otros movimientos son flojos. Veamos. 1 2. Axb5??, Cxc2+! Si 1 2. Ab3??, Cxb3! , seguido de 1 3. . . . Cc2+ ! 1 3. Axb5+ Re7 1 4. Aa4 Ag7 1 5. a3 Cd5 1 6. Ag5+ f6 Ad2 Rf7 1 7. 1 8. Cb6 b4 1 9. Ab5 e4 dxe4 C(a)c4 20. 21 . Af4 Ae6 Ac6 TeS 22. Según el autor, esta es la posición crucial , en su teoría, y agrega . . . "No hay ninguna otra apertura más q u e la señalada, pues a l existi r solamente en cada situación particular u n movimiento mejor y solo u no, todo su devenir será fijo y obligado". 23. Ab7 Tb8 24. Ta8 Aa6 Aclaremos que si 24. Axb8? , Dd2+ ¡ , conduce a la victoria negra. 24. Aa6! , tiene un profundo significado. 1 37

Valoremos deten idamente la posición y observe que todas las pie­ zas se encuentran en el mismo l ugar y solo el buen alfi l blanco ocupa dos posiciones disti ntas, lo que equivale a q ue el bando blanco ha ganado un tiempo a las negras. Si esta maniobra resulta positiva, las blancas deben ganar la partida. Este detalle desequilibrará definitiva­ mente la posición a favor de las blancas. Entraremos ahora el medio juego. Cd2 25. 0-0 Axd2 Dxd2 26. 27. T(a)d1 Dg5 28. Cd4 Dg4 (Necesario aclarar que si 27 . . . . Dxc2? ! ) 2 8 . Cd4, Da2; 29 . Ta1 , Dd2 ; 30. Tfd 1 , Dg5; 3 1 . Cxe6, Rxe6; 32. Tac1 ! (También 28 . . . . , Ac4?? Sería un grave error 29. Axc4+, Cxc4· 30. eS!) 29. De3 The8 f3 Df4 30. Txe6 Cxe6 31 . Db8 32. g3 Re7 Db3 33. e4 Cd7 34. 35. CeS Ab5 Db6+ Td5 36. 37. Rg2 Ah6 Tea Te 1 38. a4 39. Db7 Tb8 eS 40. f4 41 . a6 Dxb4 Af1 42. Txb4 Dxb4 43. fxe5 fxe5 44. (44 . . . . , Txe5?? 45 c6! Finaliza el medio juego, el bando blanco tiene un peón más.) 45. Rh1 Rf8 46. Tf6 Ah3 Txa4 Txe5 47. Te2 Te4 48. Rf7 Ad7 49. Af8 e6 50. Tfxe6 Ta5 51 . Txe6 Axc6 52. T(e)a2 Te4 53. Te4 eS 54. Ae7 Tb2 55. Te3 Rg2 56. 1 38

57. Tb7 Rf8 Ta3 58. h4 Txa3 Axa3 59. Txh7 60. Ac5 Las blancas están definitivamente ganadas, pero expondremos la partida completa. 61 . Tc7 Ad4 62. aS e6 63. ReS Tf7+ 64. Ac3 Rf3 65. g4 a4 66. Ta7 a3 67. R e4 Ab4 RdS RfS 6S. 69. ReS gS 70. Ta4 Af8 TaS + Re7 71 . Txa3 72. RdS 73. TaS+ Re7 74. TbS Ag7 75. Tb7+ RfS 76. Rd6 RgS 77. TbS+ Rh7 7S. e7 Ah6 7� eS=D AfS+ RdS Rg7 SO. S1 . DxfS+ Rh7 S2. DhS + + Exponer esta teoría llevó varios años de arduo y metódico esfuerzo. Recuerdo que en una ocasión me acerqué al doctor Petrel li haciéndo­ le notar mi sorpresa por el lance aventurado de la dama blanca al escaque hS y este con u na sonrisa me respondió -pero si yo fui el primer sorprendido!- Por tanto, y como acertadamente hizo notar Francisco Acosta, secretario de la Federación Cubana de Ajedrez. "En este proyecto el hombre no toma partido en las decisiones, solo crea las condiciones ideales para garantizar la fiabilidad de los resul­ tados, sean cuales sean y contradigan lo que contradigan. Solo le es oable al i nvestigador ante u na clara contradicción con lo conocido, revisar las condiciones que pudieran estar infl uyendo en los resulta­ dos, para eliminar factores que alteren o precondicionen parámetros esenciales del contexto objeto de estudio". Analicemos dos variaciones i mportantes a la l ínea principal . La Variante Cerrada 6.

d6?

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El bando negro renuncia a la estrategia central sugerida por la má­ quina. Si a parti r de esta posición , el juego continúa por la senda de los movimientos óptimos, la partida terminaría con la victoria de las blan­ cas en 39 movidas. Veamos. 7. Acfl Cbe3 b3 8. Ah6 9. h3 Ce6 1 0. a3 0-0 11 . Ab2 Ae6 1 2. Td 1 Cd7 1 3. fS 0-0 CeS exfS 1 4. 1 S. TxfS AbS 1 6. Dg3 Cd4 1 7. Cxd4 exd4 1 8. Ce2 TgS 1 9. Dh2 d3 2Q exd3 e6 21 . Ac4 dS TfS f4 22. 23. dxe4 d4 TxeS dxeS 24. 2S. exb3 Dg3 26. fS AxfS 27. Dxb3+ DdS TeS Dxb7 28. 29. Cf4 Dd6 Tb8 Tde1 30. TebS Dxa7 31 . 32. Ac3 T(bS)b7 DeS+ Da4 33. Ad4 De2 34. Dxd2 Da6 3S. TbS 36. AeS Dd4+ Axb8 37. Txb8 Rh1 38. Rinden 39. ChS La otra l ínea alternativa, el llamado Gambito G uzmán-Haensch , la investigación marcha por la jugada 1 5. Se la ofrecemos por su interés: Gambito G uzmán-Haensch 1. e4 es 2. Dh5 Cf6? Dxe5+ 3. (a parti r de ahora el bando neg ro regresa al camino de los movi­ mientos óptimos).

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Ae7 3. 0-0 4. Df4 Cc6 Ae2 5. d5 Cc3 6. CeS 7. eS d4 Cf3 8. 9. Cb4 Cb5 Ad1 1 0. eS 11. Ae6 0-0 1 2. Dd7 b3 1 3. Cc7 Ca3 Dg3 Ccd5 1 4. .. Af5 1 5. Ab2 Y en esta posición la máq uina "piensa" su jugada 1 6. Observe que el bando blanco mantiene su peón de ventaja; habrá que esperar todo un año para obtener la partida completa. Lástima. El p resente trabajo, es a mi juicio, el más impresionante cálculo realizado en la historia del ajedrez, según palabras de Víctor Daniel Petrelli, hermano y colaborador esencial de esta obra "hemos abarca­ do un número de posibilidades solo comparables con el n úmero de átomos que hay en el u niverso"!! Es cu rioso que mientras viajábamos de Villa Clara a La Habana con los G M cubanos l risberto Herrera y Walter Arencibia, se comentaban los pormenores de la jugada 2. Dh5 (la llave del laberinto Petrelli), ambos coincidían que tal maniobra rayaba en el absurdo. Entonces el primero de ellos abrió su portafolio y extrajo de él u na peq ueña, pero potente computadora de consu lta, pidiéndole a la base de datos el material archivado sobre tal extravagancia, apenas u nas 70 partidas, de las cuales el 66 °/o culminaban con la derrota de las blancas ( ¡ !) . « Las estadísticas n o fal lan » , sentenció l risberto, mientras observá­ bamos en la pequeña pantalla la cu riosa victoria del M I . Westerinen con la polémica jugada 2 . Dh5. Algo debe, sin embargo, quedar claro. Si bien todo este análisis es el resultado de una profu nda i nvestig�ción realizada con todo rigor científico, debe estar, -por carecer de una base metodológica y de la experiencia acumulada que lo justifique en el orden estrictamente ajedrecístico- alejada de los niños que se inician en el arte de nues­ tro noble y enigmático juego. La experiencia sobre tal sistema queda para q uienes con espíritu aventurero eligen el camino laberíntico, para, transitando por el borde del abismo, crear una partida viva que acumu­ le un saber, que permita a la razón humana, -a fi n de cuenta más apta- sentenciar la verdad sobre la teoría Petrell i . Tres partidas recientes celebradas e n e l primer torneo temático sobre la denominada Variante Petrelli, pueden ilustrar el tema.

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Partida 1

Torneo de maestros Blancas: MF Alexis Bezanilla (2320) Negras: MF Dagoberto l báñez (231 4) 1. e4 eS 2. DhS Cc6 3. Ac4 g6 Df3 4. Cf6 S. Ce2 Ag7? 6. a3! Con su jugada 5, l báñez se separa de la jugada óptima, como co­ nocemos, debió jugar aqu í 5 . . . . , Ca5! ; ante este error Bezanilla aplica la recomendación de la computadora 6. a3! 6. d6 7. 0-0 0-0 8. h3 Ae6 9. fxe6 Axe6 1 0. Db3! Dd7 11 . d3 as 1 2. dS a4 1 3. exdS exdS 1 4. AgS ChS 1 S. dxc4 c4 1 6. Dxc4+ Rh8 1 7. Cbc3! con ventaja blanca. Veamos ahora la partida que, con las negras sostuve contra el MF Eduardo Méndez (2304), en la que la apertura desempeñó papel rele­ vante. Partida 2

Torneo de maestros Blancas: Eduardo Méndez Negras: Jorge Luis León 1. e4 eS Cc6 DhS 2. 3. Ac4 g6 4. Df3 Cf6 S. Ce2 CaS 6. Ad3 d6? El bando negro trata de confundi r a su rival entrando en la Variante Cerrada, incorrecta según la computadora. 7. c3?

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. rr . r Cbc3 1

v 111 1 '

nlcanzaba como ya conocemos con 7 .

7. h3 8. 9. Ac2 1 0. d3 11 . Cxc1 (con cómodo juego para el bando neg ro).

Ah6! Ae6 0-0 Axc1 ChS!

Partida 3

Torneo de maestros Blancas: M I Osmel García (2328) Negras: MF Eduardo Méndez (2304) 1. e4 eS 2. DhS Cc6 3. Ac4 g6 4. Df3 Cf6 S. Ce2 CaS 6. Ad3 dS CxdS exdS 7. 8. Cbc3 Cb4 9. AbS+ c6 1 0. Aa4 bS? Lo correcto era 1 O . . . . , Af5 ! , presionando el punto crítico c2, ganan­ do el tiempo para comunicar las torres, ahora las blancas adelantarán la senda del triunfo. 11. cxbS CxbS! Ad7 AxbS+ 1 2. 1 3. Axd7+ Rxd7 1 4. 0-0 ! f5 Malo hubiese sido 1 4. Dxf7? , De7 ! ; 1 5. Df3, Cxc2+; 1 6. Rd 1 , Tea, con posición incierta. 1 S. a3 Cxc2 1 6. Cd4 Dd3+ 1 7. Cxd4 exd4 1 8. Dxd4+ Ad6 1 9. Da4+ Cc6 d4 20. DaS 21 . Dc4 Ce7 22. dS! DxdS 23. Da4+ Dc6 Dd1 24. Thd8 2S. Te 1 CdS 26. Dd4 TeS 27. Dg7+ Te7 1 43

28. Axe7 Txe7+ 29. Ag5! (y el bando blanco mantiene fuerte presión , si bien las neg ras no carecen de recu rsos defensivos. Lo expuesto hasta aqu í de seguro echará más leña sobre el fuego. Mientras tanto la i nvestigación continúa. ¿Será correcta la Variante Petrelli?

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¿ Carrera , el G reco, o Ph i l idor? Detengámonos brevemente en la posición siguiente: Negras Blancas Ra8, Dg8, Tf8, a7, b7 Rh 1 , De5, Cd5 (5 piezas) (3 piezas) El elegante remate con que aqu í dan mate las blancas, lo conocí siempre como mate Philidor. Andrés Demicán Philidor nació en Dreux, Francia, en 1 726 y fue autor de: El análisis del juego de ajedrez, publi­ cado en 1 748. Murió en I nglaterra en 1 795. Veamos el desarrollo del juego. 1. Cc7+ R b8 2. Ca6+ RaS Db8+ Txb8 3. � Cc7++ Pero para mi sorpresa encontré esta misma idea citada en u na obra de Carrera, y en una fecha tan lejana como 1 6 1 8 ( ¡ ?) , l ugar de donde extraje la posición que acabamos de ver. ¿ Cómo puede ocu rri r esto? También sorprendente es el primer diagrama del citado libro. Vea la siguiente posición : Negras Blancas Re1 , Th 1 , Tg 1 , Rg8, Df8, Tc8, Ta8, Ae6, g7 Df1 , d2 , g6 (6 piezas) (6 piezas) Es un tema muy conocido. ¿ Sorprendente, verdad? Pues bien, ambos finales se conocen entonces desde 1 61 8 ( ¡ ) . Este último se gana así: Th8+ Rxh8 1. Th1 + Rg8 2. Rxh8 3. Th8+ Dh1 + R g8 4. 5. Dh7++ El principio mismo de la composición de finales (principio de econo­ mía) queda claramente expresado en la obra de Carrera cuando dice: Los fi nales de partida deben ser cortos e ingeniosos; por cortos quiero deci r con pocas jugadas, con pocas piezas y peones. Las posiciones que tienen muchas piezas y muchos peones, requieren , por tanto, de muchas jugadas, aun cuando sean ingeniosas y merecedoras de ala­ banzas, no agradan mucho porque el entendimiento humano queda más satisfecho natu ralmente con las cosas fáciles de aprender y de recordar. ¿ No es un planteamiento técnico asombroso a principios del slglu XVII?

Considero que el origen de llamar mate Phil idor u unu pu�lción co­ mo la que inició este trabajo -y que pudimos comprobar se remonta como m ínimo a 1 61 8- es que a Phi lidor se le considera el primer "profesional" de ajedrez, cuyos principios de juego sirvieron de fuente de inspi ración a los grandes jugadores que vinieron después. En teo r ía , el nombre P h i lidor está l i gado a los pri ncipios de juego de los peones que él inventó. Fue el precu rsor en insisti r sobre el valor de los peones y la importancia de sus funciones; el primero en dar algunos de los principios verdaderos concernientes a sus movi­ mientos y el descubridor del método de ataque por cadenas de peo­ nes. Los peones son -dijo- "el alma del ajedrez". La teoría expresada por Philidor sirvió a Steinitz para dar el gran salto en lo q ue a estrategia se refiere. Las reglas establecidas por Philidor que se conservan intactas son : a) Peones que se encuentren muy avanzados cuando todavía que­ den muchas piezas en el tablero, general mente, son débiles -es deci r-, están en peligro de perderse a menos que sean muy bien respaldados, por ejemplo, el peón de eS necesita el apoyo del peón d y del peón f. b) Si se mantiene el centro, es decir, si tenemos dos peones, u no en d4 y el otro en e4, no se deben avanzar a no ser por u na razón imperiosa, antes de que el contrario haya propuesto cam­ biar uno de sus peones por u no de los nuestros. En ese caso se debe rehusar el cambio y adelantar el n uestro. e) El ataque es decisivo, aun contra posiciones muy fuertes y de otro modo inexpugnables, si se envía sobre el campo enemigo -para destruir la l ínea de sus peones o cuando menos para romperla- una cadena de peones bien apoyada por las piezas, a las cuales les si rve como p rotección . ¡ Prodigioso ! , tal parece que nos estuviera hablando el autor de Mi sistema (mucho más contemporáneo, tratándose de Ni mzovich) . Philidor llegó a vincular en su obra citada El análisis. . , el principio de velar muy estrictamente por u na buena conformación de peones para el final de partida. Por todo lo expuesto, queda claro que fue u n notable precursor de nuestro querido juego. · Ahora remontémonos a la evol ución de la escuela Ital iana, quienes fueron los pri meros en concebi r un fértil y firme plan de conducción de u na partida de ajedrez. Entre ellos se destacó Gioachino G reco, el Calabrés, quien nació alrededor del año 1 600; hombre muy h umilde y sin instrucción que, sin embargo dejó profundas huellas en las pági­ nas de la historia del ajedrez. Su trabajo se inicia a parti r de 1 61 9, época en que comenzó a recopilar u na colección de partidas a las que agregaba sus comentarios, siendo por tal motivo otro de los precu rso­ res del análisis de panida. Todo este trabajo vio la luz treinta y cinco años después de su muerte ocu rrida en 1 634. .

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n J r genio de- la historia mol J r A r u r u vida no alcanzó los 35 años, aq uello j mplos n los qu trabajó sentaron las bases del juego para los siguientes cien años; algunos se mantienen vigentes en la actualidad como parte integral de la teoría ajedrecística. La escuela Italiana -señala Eleazar Jiménez- se caracterizó por los j uegos de gambito y es p recu rsora de la escuela Romántica, que llegara a su máxima expresión a mediados del siglo x1x. Veamos u n ejemplo extraído de los man uscritos del G reco, sobre una partida en 1 61 9 ( ! ) : (Nota: emplearemos e l sistema algebraico para su mejor com­ prensión.) Variante Giuoco-Piano 1. e4 eS 2. Cf3 Cc6 3. Ac4 AcS 4. c3 Amenaza apoderarse y crear un centro fuerte y móvi l que desaloje a las piezas negras menores de sus posiciones natu rales, si n perder de vista la diagonal a2-g8 y sobre todo el punto f7. 4. De7 5. d6 0-0 Pasiva; mejor es 5 . . . . , Cf6, atacando el peón rey. 6. d4 Ab6 7. Ag5 f6? Debil itamiento de los cuadros blancos; correcto hubiera sido 7 . . . . , Cf6 completando el desarrollo del flanco rey. Ah4 8. gS? CxgS! 9. Sacrificio posible por la falta de desarrollo de las neg ras y la debili­ dad creada en la diagonal a2-g8. El remate es elegante y preciso (no olvidemos que corre 1 61 9 (!)). fxgS 9. Rd7 1 0. Dh5+ AxgS Dg7? (mejor . . . , Cf6) . 11 . 1 2. Ae6+! Rxe6 DeS+ C(g)e7 1 3. 1 4. d5++ Veamos ahora la siguiente posición: Blancas Negras Rd8, Dg3, Cg4, Rd 1 , Ac 1 , Cb1 , Ad7, Af8, Ta8, Ta 1 , Ae2 , Dd5, Cf3, a2, b2, c2, Cb8, a7, b7, c7 y g7 d2 y f5 ( 1 1 piezas) ( 1 2 piezas) _

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Ha sido tomada del man uscrito del Calabrés, publicado en 1 669, aunque ya había sido anal izada desde 1 624; es deci r, cien años antes del nacimiento de Philidor. El remate es como sigue: 1. Cf2+ Re1 2. Cd3 + Rd1 De1 +! 3. Cxe1 4. Cf2++ Creo q ue podemos coincidir entonces en que es un error l lamar a este tema como mate Philidor, cuando debiera l lamarse mate Carrera o mate del Calabrés. ¿ No lo cree usted así?

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.r Este not b l rtrculo de Carlos A . Palacio publ icado en Jaque mate n abril de 1 965 me pareció excelente, y que podía tener un lugar privi1 giado en cualquier publicación ajed recística. Constituye una nega­ ción absoluta del falso mito de que los buenos amigos deben hacer tablas sus partidas. "El ajedrez es l ucha", sentenció una vez Lasker. Para q u ienes lo olvidan va dirigido este trabajo, que es una joya de la literatu ra ajedrecística cubana. Disfrútenlo y no olviden su mensaje: - ¡ El ajedrez es l ucha! En la historia del juego ciencia han existido y hay maestros con apellidos iguales; si n embargo, al hacerse referencia a alguno de ellos apenas ha sido necesario precisas aclaraciones para especificar, en la mayoría de los casos, que de quien se habla es de aquel que ha conquistado niveles y proyecciones cimeras en el campo internacio­ nal . La p recisión del nombre ha sido necesaria más bien al tratarse del jugador menos destacado. Así, por ejemplo, al decirse Lasker a secas, inmediatamente se iden­ tifica al Viejo Maestro, doctor Emanuel Lasker, profesor de matemáti­ cas de la U niversidad de Breslau, y no precisamente por haber sido campeón mundial durante veinticinco años, sino por su cal idad tan extraordi naria y maestría depurada en el arte de los trebejos. Apenas se le ha confundido con "el otro Lasker", el ingeniero eléctrico Edward Lasker, desde hace largos años radicado en los Estados Unidos l uego de haber sido campeón de Berl ín , de Chicago y otras ci udades i mpor­ tantes. Entre ellos no existe parentesco alguno, a pesar de haber naci­ do ambos en Alemania; pero en los anales del tablero es famosa la formidable partida de los dos Lasker en el torneo internacional de N ue­ va York de 1 924, que duró 1 03 movimientos y resultó tablas. Emanuel fal l eció en Nueva York el 1 3 de enero de 1 94 1 ; mientras que Edward*, con 80 años de edad, vive actual mente en esa ciudad. Del primero son famosos varios libros, entre el los Der kampf (La l ucha); por su parte Edward publicó Chess Strategy, la cual se considera la mejor. Han habido otros jugadores homónimos sin que existieran entre ellos lazos de familia. Tales son Herman Steiner, de Los Angeles, ya falleci­ do en 1 955; Lajos y Andreas Stei ner, ambos de H ungría. En cambio, han existido con el mismo nombre como el doctor Milan Vidmar, de Yugoslavia, fallecido en 1 963 y su hijo, actualmente fuerte jugador yugoslavo. Pero los casos más curiosos los encontramos entre hermanos sangu íneos que han alcanzado renombre internacional . •

Edward

m u rió en Estados U n idos en 1 98 1 . ( N . del E . )

1 49

.En Cuba existieron los hermanos Juan y Enriquo CorLo P ríncipe, nacidos ambos en Mad rid. Don Juan y su hermano vi nieron a Cuba en 1 887; el primero ostentó el campeonato nacional desde 1 898 hast que en 1 901 perdió el título con u n niño desconocido de 1 2 afius de edad nombrado José Raúl Capablanca. Fue Don Juan excelente pe· riodista y cronista de ajedrez de fuste; su hermano Enrique, fiscal de la Audiencia de Pinar del Río, era también un magnífico ajedrecista. Enrique falleció en 1 932 y Don Juan en el mismo año que Emanuel Lasker. Don Celso Golamyo y Zúpide, nacido en 1 820 en Logroño, España, representó a su país en el torneo de ajedrez de París de 1 867 y por tal motivo, se le consideró campeón español, aunque en realidad nunca conq uistó el título. Vino a Cuba y fue presidente del Club de ajedrez de La Habana. En 1 862 se le consideró campeón de Cuba al derrotar en un match a Don Félix Sicre, a quien se le llamaba "campeón de los ajedrecistas cubanos". Don Celso tuvo dos hijos en Cuba (Gelsito y Manolo). Ambos fueron a España a estudiar la carrera militar. Celsito regresó a la Isla y ganó en 1 897 un torneo por el campeonato de Cuba en el Club de ajedrez de La Habana. Su hermano Manolo ganó el campeonato de España en 1 902 y lo retuvo hasta 1 931 , cuando fuera derrotado por el doctor Rey Ardid. En los tiempos modernos tienen renombre los hermanos norteame­ ricanos Donald y Robert Byrne. El primero, con apenas 1 9 años de edad, participó en un torneo en el Club Capablanca de La Habana en 1 947, donde quedó segundo después de Gilberto García. Su hermano Robert acaba de graduarse de gran maestro internacional por su bri­ llante actuación en el torneo de Buenos Aires de 1 964. Ambos gozan de gran prestigio en los círculos ajedrecísticos norteamericanos, como también de cierto modo los hermanos Angelo y Albert Sandri n . Asimismo tienen renombre internacional los hermanos Julio y Jacobo Bolbochá n , de Argenti na. J u lio, el más famoso, h izo tablas con Petrosian , Korchnoi , Benko, G ligoric, U hlman, Portisch , Olafsson y¡ otros colosos en el lnterzonal de Estocolmo, 1 962. Jacobo es hoy día u n jugador de mucho prestigio. También están los hermanos Colón de Puerto Rico. Desde hace diez años se considera q Miguel Colón como uno de los jugadores más fuertes de su país. Ultimamente Arturo Colón , su hermano me­ nor, le ha seguido muy de cerca los pasos a su hermano hasta el extremo de derrotarlo en la primera ronda del campeonato nacional del pasado año. Ambos comparten actual mente el liderazgo del aje­ drez en Puerto Rico. Y por último, puede ag regarse a este grupo fraternal a los herma nos John L. Littlewood y Norman, ambos de I nglaterra. El primero jugó una excelente partida con Botvi nnik en el torneo de Hasti ngs, 1 961 1 962 , y el otro es uno de los maestros más fuertes de su país. 1 50

1 ING LATERRA

Campeonato Británico, 1 964 Defensa G rünfeld Blancas: John L. Littlewood Negras: Norman Littlewood (Las notas son del ganador. ) Ambos persegu íamos la victoria en esta partida, y ninguno daba o esperaba misericordia de su adversario, y por obvias razones, tam­ bién rehuimos las tablas. 1. P4 D CR3A P3C R P4AD 2. 3. CD3A P4D Ya Norman hab ía tenido éxito con esta defensa, al derrotar a Clarke y a Golombek de manera ejemplar. 4. D3C U na jugada vuelta a poner de moda por Petrosian en su partida con Benko en el torneo Piatigorsky. Por supuesto, con ella puede regresarse a u na l ínea bien conocida en la Defensa G rü nfeld , pero Benko (y Norman) no pudieron resisti r el reto. PxP 4. DxPA 5. A3R H ubiera conducido por senderos más normales 5 . . . . , A2C y 6 . . . . , 0-0 .

C3A DSC+ 7. C3A Por supuesto, no 7. DxP, CxP amenazando 8 . . . , T1 CD; 9 . . . . , C7A+, etc. 7. A2D U no de los aspectos fuertes (y débiles) de Norman , es su carencia de conocimientos en casi todas las variantes de libro. A causa de esto, con frecuencia hace movimientos que pueden desconcertar a un contrincante que desconozca su valor. Lo mejor aq u í es 7 . . . . , C4D; 8. P4R , C RSC; 9. D4T, A2D ; 1 O . D 1 D , P4R ; 1 1 . P3TD , PxP; 1 2. C 1 CD, C3T; 1 3. P4CD como Petrosian-Benko, con posición difícil de valori­ zar. Benko ahora sacrificó una pieza por tres peones, pero esto no fu muy bueno del todo. La j ugada de Norman tiene u na apariencia más bien pasiva, p r oculta u n aguijón , como se verá pronto. 6.

.

D3C 8. Digna de consideración es 8. PSD , CSD; 9. 030, CxC+; 1 O . PCxC, dando a las negras un juego constreñido; pero no q uise comprometer­ me demasiado pronto. Mi cruel , pero lógica intención era colocar a Norman en situación en que pudiera desarrol lar lo menos posible sus positivas habilidades tácticas. A2C 8. 0-0 P4 R 9. U na bri llante concepción . Aparentemente parece que 1 O. PSD m daría una tremenda posición . Si 1 O . . . . , C4TD; 1 1 . D3T, P3C; 1 2. P4CD, C2C; 1 3. A6TD. Yo estaba en lo justo al jugar esto cuando me di cuen­ ta del recu rso 1 O . . . . , C4TD; 1 1 . D3T, P3A! ; 1 2. P4CD, PxP ! ; 1 3. PxC PxP ! , dando a las negras mucho juego por su pieza. P3TR ! 1 0. I mportante jugada que restringe . . . , ASCR y también evita el movi miento liberador 1 O . . . . , P4R ! ; 1 1 . PxP, CSC. Todavía no puedo hace 1 O. DxPC debido a 1 O . . . . , T1 C; 1 1 . D6T, T3C!; 1 2 . D2 R , ASC, etc. 1 0. P3C 11. A3R P3 R 1 2. A2R D2R 1 3. C4TD T1 AD ose D2A 1 4. Como 1 4 . . . . , P4AD no es posible debido a 1 S. PxP, PxP; 1 6. C4TD, AxC; 1 7. DxA, C2C; 1 8. A6TD y como amenazo desalojar el caballo con 1 S. P3TD y 1 6. P4CD ciñendo bastante la posición negra, Norman intenta medidas desesperadas y hasta logra "blofearme" un poco. Ahora yo debiera hacer 1 S. CSR , ya que 1 S . . . . , P4A; 1 6. P3TD, D6C? ; 1 7. 0 1 C ! , ganaría la dama con 1 7. A 1 D. Norman tendría que haber jugado 1 S . . . . , D2R con lo que mi posición sería prometedora. 1 5. C2D? D2R! 1 6. P4R! P3TD P4C D 1 7. He empeorado las cosas a l invertir e l orden de j ugadas p o r u n lap­ sus "manual", lo que afortunadamente no resultó fatal. I ntentaba 1 7. PxP seguido de 1 8. P4CD, pero hice las jugadas en otro orden . Note que si 1 7. PSD, las negras pueden contestar 1 7 . . . . , C1 R seguido de 1 8 . . . . , P4AR o 1 8 . . . . , P4AD, de acuerdo a las ci rcunstancias. PxP 1 7. C3A 1 8. AxP P4TD 1 9. A3R Un buen plan , pero se debió hacer primeramente la jugada restricti­ va 1 9 . . . . , TR1 R, pues 20 . CSD , CxC; 2 1 . PxC , CSD! ; 22. DxP, CxA; 23. RxC, A4C+; 24. R1 D, A5T +; 2S. R2 R , D4C ! , habría dado a las negras un juego ganado. C2T PSC 20.

1 S2

21 .

0 -- 0

C1 A

No '2 1 . . . . , 1 , . 1 ; 23. CSD , CxP; 24,. C4AD ganando 1 menos un A3R 04T 22. A4AO AxA? 23. 24. CxP CxA 25. C50! La j ugada que no esperaba Norman . É l contaba con 25. CxC, DxC ; 26. CxPC, DxD; 27. CxD, C3D! , con igualdad. 02 0 25. TR1 O 26. No 26. CxPA, DxC; 27. CxPC, CxC ; 28. TxD , CxD, etc. N i 26. C(4)xPC, CxC ! ; 27. CxC, PxC; 28. DxC, DxPC. D4A 26. 27. CxPA T2T 28. C50! Jugada difícil de hallar. La alternativa 28. C6D, C6A! ; 29. TxC, AxT; 30. CxC, TDxC!; 31 . C6D, D3R; 32 . P6C, T2 D, no parecía suficiente para ganar, y si aqu í 30. C(6C)5D , T2C! , conserva la calidad aunque las blancas todavía tienen la ventaja después de 31 . P6C ! T1 R 28. Contra 28 . . . . , T2D ! , la respuesta era 29. C(4A)xPC, CxC; 30 . CxC, C6A! ; 3 1 . CxT! , CxD ; 32 . CxT, AxC; 33. T8D ! , con lo q ue las negras no tendrían defensa contra las amenazas 34. A6T y 34. P6C. 29. C(4A)xPC CxC 30. CxC C6A AxT TxC 31 . TxA 32. Cd5 A4R PxT 33. Se rinden . P6C 34. Si 34 . . . . , T2D ; 35. DxT, DxD; 36. C6A+ ganan ; y si 34 . . . . , T2C; 35. D6A, D4T; 36. P4C, DxPT; 37. D8R+; 38. DxA+. Una partida atrayente. 2 N U EVA YOR K

Campeonato d e los Estados Unidos, 1 958-1 959 Defensa 1 ndia del Rey Blancas: Robert Byrne Negras: Donald Byrne (Notas por H. Kmoch .) Esta fue, probablemente, la partida más emocionante del torneo. Ambos bandos juegan con una torva agresividad nada fraternal . De no haber sido por las reglas del ajedrez, esta partida pudo haber derivado en un mate mutuo. En realidad no h ubo fraternidad . 1 53

1. 2. 3.

P4 D P4AD P3C R

CR3A P3CR

Existen considerables datos de la p ráctica de maestros en los años recientes como para abrigar alguna duda sob re la recomendación del contrafianchetto como medio de luchar contra la I ndia del Rey. Hay la diferencia in icial de que el alfil negro en el fianchetto tiene un blanco de ataque en el PO de las blancas; mientras que el alfil de las blancas no tiene ni ngu no.

3.

A2C

4. A2C 0-0 5. CD3A P3 D El i n mediato 5 . . . . , P4A ofrece a las blancas esta elección: 1 ) 6. P5D, que transporta básicamente a la actual partida; 2) 6. PxP, q ue p resta un matiz Sicil iano a la estructura general ; 3) 6. P3R, C3A; 7. C R2 R . Esto ú ltimo, que tien e u n estilo "a l o Botvinnik", ocu rrió unas rondas anteriores en la partida Ben ko- Fischer, que siguió así: 7 . . . . , P3D; 8 . 0-- 0 , A2 D ; 9. P3C , T1 C; 1 0. A2C, P3TD; 1 1 . Px� PxP; 1 2 . C4� P3C; 1 3 . C4A, C4TD; 1 4 . A5 R , T1 A; 1 5. D2A, AxC ; 1 6 . PxA, C2 D; 1 7. AxA, RxA; 1 8 . A3� D 1 R ; 1 9. D3A+, R 1 C; 20 . TD1 D , T1 D; 2 1 . C5D {2 1 . C6R ! ) , P3 R ; 22. CxP, CxC; 23. TxT, DxT; 24. DxC , CxPA; 25. DxD , TxD ; 26. T1 A, C7C ; 27. P5T, P5A; 28. T2A, T1 C ; 29. A1 A, T4C y ta­ blas.

6.

C3A

P4A

El tipo Benoni en la I ndia del Rey, que preconizaron Reti y otros maestros. En verdad , la tarea de las blancas de obtener alguna i nicia­ tiva parece ser la más d ifícil en esta l ínea que en la clásica: 6 . . . . , CD2 D ; 7. 0--0, P4 R . Hay muchos argu mentos que hacen creer que el fianchetto de las blancas debe ser afrontado con . . . , P4AD.

7.

PS D

Para p revenir 7 . . . . , C3A!?. Es, sin embargo, cuestión de i mportan­ cia secundaria si la l ínea del texto es o no preferible a 7. 0--0, C3A; 8. P5D , C4TD. M ucho más i mportante es la cuestión básica del siempre recomendable avance del peón dama . Las blancas se comprometen en la ruptu ra con P5R, pero con pocas posi bil idades de éxito. U na segu ra, aunque modesta alternativa es 7. PxP ( Reshevsky-Kal me) . También merece consideración 7. P3R , aunque la formación de zig­ zag que se crea pide CR2R en vez de C3A como en Benko-Fischer (ver nota después de la jugada 5 negra) .

7.

P3TD

8. 0-0 CD2D T1 R 9. El i n mediato 9. P4R es refutado efectivamente con 9 . . . . , P4C D .

1 54

·g, 10.

P4TD

11. 1 2.

P4R A1A

T1C C1 R C2A

Este movi miento, a menudo necesario para prevenir . . . , P4CD, cons­ tituye uno de los argu mentos en contra del contrafianchetto. Sin em­ bargo, aq u í tal j ugada no es necesaria. La suprema importancia de P5R pide 1 2 . A4A! , que ofrece un juego satisfactorio a las blancas, por ejemplo: 1 ) 1 2 . . . . , P4CD ; 1 3 . PTxP, PxP; 1 4. P5R; 2) 1 2 . . . . , C3C ; 1 3. A 1 AA, A5C; 1 4. P5R; 3 ) 1 2 . . . . , C4R; 1 3. CxC, y 1 3 . . . . , PxC; 1 4. AxA , PxA; 1 5. P4A.

P4R

1 2.

Ahora las neg ras contrarrestan 1 3. A4A y al mismo tiempo p reparan una acción en el flanco del rey sobre la base de . . . , P4A .

1 3.

C4T

Esto no es satisfactorio. E n su l ugar, 1 3. PxP(AP), que da una posi­ ción abierta y "chances" suficientes a las blancas para sostenerse {1 4. DxP ? ? , TxC ! ) .

1 3. 1 4. 1 5. 1 6. 1 7.

PxP A3T D2R P4A

P4A PxP C3C A20 P5R

Las neg ras están mejor, g racias a su permanente control sobre su 50, la casi lla clave en posiciones de este tipo.

1 8. 1 9. 20. 21 . 22.

P5T C1 0 T1 C A20 C2C

C1 A C2R C1 R C3C

De emplear 22. CxC , PxC; 23. P4CR fal laría contra 23 . . . . , D5T.

22. 23. 24. 25. 26. 27.

C(2)3R P4CO PxPe.p. R1T Tx P

ASO+ C2C P4C! OxP PxP 02T

Las negras han perd ido el control permanente sobre su 50, pero su ventaja ha au mentado porq ue ahora tienen otro peón pasado y las blancas tienen muy débil su PAD . A4A 28. C2AO

29. 30. 31 . 32.

TxT A3A

020 C(1 )3R

TxT C2R T6C P4TR 1 5tl

33. 34.. 35. 36.

A1A T1 0 e40 A1 T

A1 R P4T! T2e

Costaría una pieza si 36. AxP.

36. 37. 38. 39. 40. 41 .

e(3)2A ese PxA

e40 T1 A

P5TO e3e Axe P6T 05T

Es algo i ntrigante por qué aq u í y en el tu rno siguiente las blancas refrenan la jugada 4 1 . C6A (4 1 . . . . ,A6A; 42 . D2A, o 4 1 . . . . , P6A; 42 . CxA).

41 . 42. 43.

T4A 02AO

P5T! 01 T

Amenazando 44. TxA o T-4T-6T.

43. 44. 45. 46.

PxP T4T A3T

PxP 01 AR e4T!

Las blancas amenazan "ganar" una pieza por los dos peones pasa­ dos en el flanco del rey. Es obvio q ue se trata de una ganga barata, pues ello expone al rey blanco. Cualquier defensa di recta del peón amenazado tiene consecuencias simi lares, aunque 46 . D2A puede ser comparativamente mejor que el texto. 46. C2 A es desesperado ; 46 . . . . , CxP+ ! ; 4 7 . CxC , T2T+; 48. A 2 C , C x P mate. También partiendo de 46. C6 A , CxP+; 47. A2C, CxA; 48. AxC (o de lo contrario las negras tienen 48 . . . . , C6A+) , D3T; 49. TBT+, A2A, favo­ rece a las neg ras. 1 ) Si 50. C8D+, A2 A; 51 . Cx� D8T+; 52 . A2 A , CxA; 53 . A2 D (53. A 1 A , ASC+ ! ) , P6A+, las negras ganan con a) 54. A3D , OSA+; 55. A3A, DSC+; 56 . A3D, CxP mate ; b) A 1 A, D8A+; 55. 0 1 0 , P7 A ; e) 54 . A3A, P7A+; 55. A2 D , D6A+; 56. A 1 A , D7A+. 2) Si 50 . CxA, D8T +; 51 . A2 A , CxP; 52 . A3A, las negras ganan en todas las variantes.

46. 47.

R2T

exP+ e8A+!!

M uy elegante . Las negras también ganan después d e 4 7. . . . , CxP ; pero e n este sacrificio con e l q u e ganan dos tempo, hace l a tarea más fácil y convincente .

48. 49. 50. 1 56

Axe R1e 020

T2T+ ex P D3T

51. 52. 53.

R2A R2R R3R

C6 D+ D4T+ D6A

Mate.

3 PUERTO RICO Campeonato del Estado (Commonwealth ) , 1 964 Defensa H olandesa Blancas: Arturo Colón Neg ras: M i g uel Colón (Notas por H. Kmoch .) Esta partida es especialmente notable en cuanto concierne a la apertu ra , y es una demostración fina de Artu ro. A pesar del descalabro sufrido en esta partida en la p rimera ronda, Miguel -como hermano mayor- pudo ganar el campeonato al final del torneo, mi entras Artu ro quedaba segundo.

1. 2. 3.

P4AD P4 D CR3A

P4AR CR3A P3CR

Esta es u na l ínea raramente adoptada , menos eficaz que el usual 3 . . . . , P3 R .

4. 5.

C3A D2A!

A2C

Aprovechando la situación . Las blancas el igen una l ínea más pro­ metedora que el convencional 5. P3C R . El p unto es q u e la neg ras , no p reparadas aún para . . . , P4D no pueden preven i r 6 . P4R .

5. 6. 7. 8. 9.

P4R PxP A3D DxA

0-0 P3D AxP AxA

Las blancas han ganado la apertu ra. Ahora amenazan 1 O. C5CR, D2 D ; 1 1 . P5D au mentando más sus ventaja.

C3A

9.

Las negras i ntentan afrontar 1 O. C5C R con 1 O . . . . , D 1 A; 1 1 . P5D, C 1 D . Sin embargo, hay algo mejor con 9 . . . . , P4 R ; 1 O. P5D ? ? , P5R; o 1 O. PxP, PxP; 1 1 . DxD , TxD ; 1 2 . A5C , P3A, con una ligera ventaja para las blancas .

1 0.

P5 D

C4R

No es mejor 1 O . . . . , C5CD por 1 1 . D2 R , C3T; 1 2 . C5C R , C4A; 1 3. A3 R , P3TR ; 1 4. AxC , PxC ; 1 5 . D6R+, T2A; 1 6. A3 R , P5C ; 1 7. P3TR, con clara ventaja blanca .

11. 1 2.

CxC C4R

PxC

1 57

Ahora este cabal lo se ori enta hacia 6 R . Las negras deben ca m­ biarlo.

1 2. 1 3. 1 4.

OxC

1 5.

A3R

CxC 030 T4A

0-0 Las negras están constreñidas, no solo por la debi l idad que encie­ rra en sí el peón aislado, sino por su efecto entorpecedor sob re su alfi l . Algún al ivio ser ía posible aqu í, cambiando e l elemento retrasado me­ diante 1 4 . . . . , P3R; 1 5 . PxP, P3A!

T01 AR

Es posible 1 5 . . . . , P3R ! ; 1 6 . P4C R , T(4) 1 A; 1 7. PxP, P3A; pero las negras menosprecian la idea.

1 6. 1 7.

P3TO P5A!

P3C 020

Es peor tomar el peón, ya que si 1 7 .. . . , PxP; 1 8 . TR 1 A, D3C; 1 9. P4CD , con ventaja:

1 8.

T01 A

T4T

Aparentemente las negras tientan a su oponente a entrar en dudo­ sas complicaciones partiendo de 1 9. P4CR . Sin embargo, las blancas se aferran a su ventaja en el flanco de dama.

19 · . 20. 21 . 22. 23.

PxP T6A TR1 A! OxO+ T7A

PAxP T1 0 OxP TxO R2A

Después de 23 . . . . , T4T, las blancas ganan mucho más rápido con 24. TxP R .

24. 25. 26. 27.

Tx PT P4CO AxA T1 R

P5R A3T TxA T4R

Los peones están parejos; pero las neg ras tienen una mala posición . Aunque el texto envuelve una enfi lada, era mejor 27 . . . . , T5D !

28. 29. 30. 31 . 32. 33.

P4A! T70! T50 T40 P3C T50+

T3R R3A T4T R4A P4CR R5C

Si 33 . . . . , R3A; 34. R2C! Las negras están i mpotentes ante la amenaza 35 . P4C , etc. No es tan efectivo 34 . P4C debido a 34 . . . . , T5T; 35 . T5A+, R2C; 36. TxP+, T3C , aunque las blancas deben ganar.

34. 35. 1 58

P5A TxP+

T3AO R6A

36. 37. 38. 39. Si 39 .

. .

T(5)5R T1 R T(1 )3R+ T(5) 4R+

T8A+ T7A RSC RxP

. , R6T; 40 . P4C+ .

40.

P4C+

Rinden.

1 59

¿Qu ién tiene la razón

...

?

El match se j ugó en Vancouver, Canadá en mayo de 1 971 y consti­ tuyó todo un espectáculo a pesar de su dramático desen lace a favor del fenómeno de Brooklyn . La partida que voy a mostrarles, la tercera del encuentro , tuvo su cl ímax a la altu ra de la j ugada 20, tras la cual se tejieron muchas opiniones i nteresantes. Las notas al j uego son de Franci sco J. Pérez, de A. O'Kelly y la m uy autorizada del p ropio Tai manov. Defensa I ndia del Rey Variante Yugoslava Blancas : M . Tai manov Negras: R. Fischer

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

d4 c4 Cc3 e4 Cf3 Ae2

8. 9.

d5

1 0. 11.

Cf6 g6 Ag7 d6 0-0

eS Cc6 Ce7 cea f5

0-0 Ad2

Tc1 Db3!

O'Kel ly pone un signo de admi ración a esta jugada que es una mejora con respecto a 1 1 . exf5, como se j ugó en la p rimera partida. En el análisis de esta posición F. J. Pérez señala: '1emiendo posiblemen­ te que su rival tuviera algo preparado, Taimanov se trae esta intere­ sante novedad , cuya finalidad p ri mordial es debil itar al bando neg ro en el ala de damas , dentro del plan estratégico general del bando blanco de operar en dicho sector''.

11.

b6

Parecen coi ncid i r todos que 1 1 . . . , Rh8 era más prudente. Pérez, sin embargo, señala refi riéndose a 1 1 . . , b6? ! : "es posible que Fischer provocara sus p ropias debil idades en dicha ala de dama a fin de que, trasladados los efectivos blancos sobre este sector, tenga las manos libres en su clásica reacción sobre el flanco rey"(?! ) . .

.

1 2. 1 3.

exf5 CgS

.

gxf5 Cf6

O'Kelly señala que si 1 3 . . . . , h6?! Taimanov contaba con una l ínea fuerte j ugando con 1 4. Ce6, Axe6; 1 5 . Dxe6, Dc8; 16. eS! , bxc; 17. Cb5. 1 60

1 4�

f4

h6

1 5. 1 6.

fxeS eS!

dxes

{14 . . . . , e4? era favorable al bando blanco)

Pérez señala "dentro de la idea generatriz {1 1 . Db3!) aunq ue" . . .

1 6.

CfxdS

(malo sería 1 6 . . . . , hxg5? ; 1 7 . d6+, Rh8; 1 8 . dxe7, dxe7; 1 9. cxb6, axb6; 20. Cb5) .

1 7. 1 8. 1 9.

CxdS cxb6 Tc6!

CxdS axb6

Con esta j ugada la situación de Fischer parece crítica. El signo de admi ración es de O'Kel ly; Pérez ad mite que la situación es d ifíci l , pero señala: "aunque el bando negro aún conserva cierta l ibertad de movi, . m1en t os . . . y un peon ext ra" (1?) .. .

19

Rh8

Realmente ocu rre lo que todos esperan, la reacción ocu lta con que Fischer d emostraría q ue é l lo hab ía p revisto todo ( ? ! ) . El mismo Taimanov, al adentrarse en la posición crítica vaci laba. También era víctima de la enorme i nfl uencia ejercida por este hombre, q ue más bien actuaba como un robot. Cf3? 20. Al valorar el resu ltado del match , Tai manov refi rió : " . . . hay que dete­ nerse en la tercera partida que ejerció i nfl uencia decisiva en todo el cu rso de la l ucha durante el match . Yo logré aventajar a Fischer en la apertu ra después de efectuar una i nteresante combinación y obtener mag n íficas perspectivas. Luego de la jugada con dama en h3, la situa­ ción de las neg ras se hizo, en mi opinión, bastante g rave. Sin embar­ go, yo no consegu ía encontrar de ningún modo la continuación decisiva. Calcu laba largas variantes y en cada una de ellas Fischer ten ía alguna defensa. P robé d iferentes vías, pero por doq u ier descubría el antídoto. No pod ía creer a mis ojos. Toda mi experiencia, toda mi comprensión del ajed rez, me ind icaban que las neg ras ahí deb ían senti rse mal pero, desg raciadamente, no hal laba la sol ución. Entonces, como resultado de la i mpotencia, quedé deprimido. ¿ Qué es é l , un b rujo? -exclamé en un acceso de fu ror''. "Cuando después de pensar más de una hora la jugada Db3-h3, en fin de cuentas renu ncié a ella (el análisis posterior demostró que esa maniobra garantizaba g randes conqu istas a las blancas) , retroced í vacilante con el caballo de g5 a f3 y ello equ ivalió a la capitu lación, en p ri mer término sicológica, no solo en d icha partida, sino en todo el match". Creo q ue poco puede ag regarse a estas palabras. El match fue una traged ia para este hombre q ue quedó aplastado, más que con la fuer­ za tremenda de Fischer, por la p resión sicológica con la que tuvo que 1 61

t med i rse. - n el orden person 1 yo qu - rf Fischer, pero un resu ltado tan rotundo era demasl d y uf 1 olap­ so q ue cayó sob re aq uel espléndido ajedrecista, al que mucho admi ré y aún admi ro: A. M . Taimanov.

20. 21 . 22.

Ab7 Cf4! exf4

Tg6 �4

A cambio de los peones doblados Fischer amplió de manera nota­ ble el rad io de acción de sus alfi les, rechazó la menor somb ra de riesgo para su rey, manteniendo, por otra parte, el peón ganado (F. J . Pérez) .

23. 24. 25. 26. 27. 2S.

Td1 Te6 Rf1 TxdS+ Da4 Rf2

De7 DeS+ TfdS TxdS De1 + Af8

Ahora es Fischer qu ien demuestra su autoridad en las l íneas neg ras, factor que resultaría decisivo en la inmi nente invasión (Pérez) .

29. 30. 31 . 32. 33. 34. 35. 36. 37. 3S

b4 TeS Dxe6 TxdS TeS Rf1 Cd4 Cb5 a3 TaS

Ae4 Ac6 Dxe6 Df6 De7 Rh7 Ag7 Ae5 Dd7 f3!

Asegura el peón h pasado y debilita la defensa natural del rey blanco ( Pérez) .

39. 40. 41 . 42.

1 62

gxf3 Rg2 Rxh2 Las blancas ri nden.

Axh2 Dg7+! DeS+!

L� técnica de Karpov Semieslava Blancas : Karpov N eg ras : Lautier

1. 2. 3. 4. S. 6. 7. 8. 9. 1 0. 11 . 1 2. 1 3. 1 4.

d4 c4 Cc3 e3 Cf3 Dc2 Ae2

dS c6 Cf6 e6 Cbd7 Ad6

0-0

TeS De7 b6 Ce4 de4 Ab7

Td 1 h3 e4 Ce4 De4 Af4

0-0

Después de estas j ugadas, Karpov i n ició una serie de simpl ificacio­ nes q u e le despejaron el camino hacia un final q ue ya tiene en mente . Las negras tend rán problemas por su atascado alfi l de dama.

1 4. 1 S. 1 6. 1 7. 1 8.

Ad6 CeS deS Af3

Tad8 Dd6 CeS Dc7

El plan de las blancas es claro: con b4 y b5, se pond rían de mani­ fiesto los efectos de la clavada en la diagonal . Las blancas cu entan con el soporte en d6, por lo que la tarea de las negras no será senci lla. 1 8. Aa8 No ayudaría 1 8 . . . . , Td 1 ; 1 9. Td 1 , Td8; 20. Td8, Dd8; 2 1 . b4 .

1 9. 20. 21 . 22. �-

Td8 Td 1 Ad1 Af3 �!

Td8 Td1 Dd8 Dd2 D�

A 23 . . . . , aS seguiría 24. h4, ya que no se puede 24 . . . . , Da2 por 25. Dd4. Tanto después de 24 . . . . , h6 como de 24 . . . . , g6 sigue 25. h5 con una fuerte p resión .

2� 2S. 26.

b4 Rh2 Dd4

Da1 + Da6

No vale 26. b5, Dc8; 27. bc6, h6 y las negras están bien .

1 63

27. 28.

eS! DeS

DeS beS a6

Si 2S . . . . , DbS; 29. Dd6, DeS ; 30 . De7, Ab7; 3 1 . h4 y todavía hay que defenderse.

29.

De7

g6?

En esta y en la siguiente jugada, las negras desap rovechan la opor­ tun idad de oponer más resistencia. Con 29 . . . . , DbS o 30 . . . . , DfS hu­ biesen i mpedido la marcha del rey blanco. M hS �-

31 .

Rg3

Para col mo de males al haber situado sus peones en g6 y hS, las negras están peor también en algunos finales de alfi l , i ncluso con peón de más.

31 .

Db7?

Haciéndolo todo fácil para las blancas. Con 3 1 . . . . , eS o 3 1 . . . . , DbS se planteaba más l ucha. U na variante posible en caso de 3 1 . . . . , eS es 32 . beS, Af3; 33. gf3 , aS (33 . . . . , DbS; 34 . c6 o 33 . . . . , Dc6; 34 . DdS y Dd6); 34 . Dd6, a4 ; 3S. c6, a3; 36. c7, a2 ; 37 . DdS, el rey se mueve ; 3S. DeS , a 1 =D; 39. Rg2 y las blancas ganan . Las cosas no son tan simples en el caso de 3 1 . . . . , DbS. Después de 32. Rf4, las negras juegan 32 . . . . , Rg7 y tratan de resisti r pasiva­ mente, si bien es cierto que las blancas disponen de planes para i n­ tentar ganar: con ru ptu ras en g4, p reparándolo debidamente con f3 , etc. , y penetrar con el rey. Pero tendría q ue vig i lar los golpes con . . . , eS, q ue pueden desembocar en finales de dama poco claros. .. ( ¡ Por supuesto!) 32. Db7 .

1 64

32. 33. 34. 3S. 36.

Rf4 RgS Ae4 f3

36. 37. 38. 39. 40. 41 .

g4 ghS f4 Af3 RhS

Ab7 Rf8 Re7 Aa8 ... (El peón "h" pasa­ do decide la partida. )

Ab7 Aa8

ghS Ab7 Aa8 Y las negras abando­ naron .

L� pa.rt lda del Prem io de Bel leza Veamos una i nteresante partida donde M .Tal cae abatido por un en­ tonces joven maestro, en una de sus l íneas preferidas. El encuentro ocu rrió en Sochi 1 970 , y tiene al menos la novedad de ver a Tal defen­ diéndose. Cierto que ocu rrieron m uchas cosas en esta partida: por un lado, u n opti mismo exagerado de parte de Kupreich ik y por el otro, una confianza más allá de los l ímites de la tolerancia aj edrecística. ¿ El resu ltado? Un ju sto castigo. Las notas a esta formidable l ucha son de Paul Keres . Defensa Siciliana (Soch i , 1 970) Blancas: Kupreich ick N egras: M. Tal

1. 2. 3. 4.

P4R C3AR P4 D CxP

P4AD P3 D PxP CD3A

Un orden de jugadas poco com ú n . Tal permite a su oponente 5. P4AD , pero tanto él como su adversario no se p reocupan m ucho de esta j u gada de Maroczy.

5. 6.

CD3A A4AD

C3A

En los años recientes , este movi miento ha vuelto a ser muy popu­ lar, debido más que nada a los excelentes resu ltados obtenidos por Fischer con esta l ínea.

D3C

6.

En la l ínea pri ncipal 6 . . . . , P3R, las blancas usual mente construyen una fuerte posición , donde el porveni r del ataq ue y la defensa depende a menudo de un solo tiempo. Los maestros j óvenes , por lo general , están muy preparados en las variantes teóricas y mejor i nformados q ue cual q u iera de sus colegas de más edad . Por lo tanto, es fáci l comprender por qué Tal p refiere no entrar aqu í en largas discusiones teóricas, optando en cambio por u na conti nuación rara .

7.

C3C

Esta casilla es necesaria para el alfi l . Por lo tanto, 7. C (4)2R como jugó Fi scher contra Benko (Bied , 1 959) parece más lógico.

7. 8.

P3R A3R

La dama negra no está bien ubicada, por lo cual no tiene sentido obl igarla a ir a una casi lla mejor. Digna de consideración era 8 . 0-0 seg uido de R 1 T y P4A, dejando abierta la posibil idad de A5C R .

8. 9. 1 0.

P4A A3D

D2A P3T D

1 65

Ahora vemos que el caballo de 3C le está q u itando la mejor reti rada al alfi l blanco. Lógico h u biera sido 1O. P4TD , pero entonces las negras obtienen un buen j u ego con 1 O . . . . , C5C D; 11 . A3D , P4 R ; o 11. A2 R , P4 D , etc.

1 0. 11 .

P4CD P3TD

Este movi miento se efectúa a men udo en posiciones similares ; aunque no me agrada porque representa cierta debilidad en el flanco de dama. La j ugada sería buena si de hecho p rohibiera a las negras j ugar, tanto P5C como C5CD , pero en la p resente partida , las neg ras tuvieron éxito en jugar P5C sin g ran efecto. Parecía mejor 1 1 . D3A.

11 . 1 2. 1 3. 1 4. 1 5.

D3A 0-0

TD1 R D3T

A2R A2C TD1 A 0-0

Las neg ras han logrado un buen juego en la apertura y las blancas tienen dificu ltad en hallar un medio prometedor para emprender un ataq ue. A la usual 1 5 . P4C se le respondería 1 5 . . . . , P5C ; 1 6 . PxP, CxPCD; 1 7. P5C , C2 D y serían solamente las blancas las que ten­ d rían dificu ltades con la débil posición de su rey. También 1 5. D3C, P5C ; 1 6 . PxP, CxPC; 1 7. P5R no sería pelig roso debido a 17 . . . , C4T; 1 8 . D3T, CxA; 1 9. PxC , P3C, etc. .

P5C!

1 5.

Con esta fuerte j u gada, las negras completan su plan de apertu ra y asu men una pel igrosa in iciativa en el flanco de dama. Uno tiene la impresión de q ue las negras han obtenido una posición muy sati sfac­ toria en la apertu ra .

1 6.

C5D?

Kupreich ik se dio cuenta de que la partida se i ncli naba a favor de las negras y emprende un paso desesperado sacrificando una pieza para mantener el ataq ue. Objetivamente el sacrificio es muy poco sól ido y ofrece a las blancas solo algu nas oportu nidades p rácticas de poco valor. Se req uiere g ran dosis de optimismo j uven i l para hacer seme­ jante sacrificio a un j ugador combinativo como Tal . Las blancas no tenían alternativas sati sfactorias . El ataq ue con 1 6 . PxP, CxPC; 1 7. P5R , PxP; 1 8 . PxP no conduce a nada después de la si mple respues­ ta 1 8 . . . . , DxP ! , por ejemplo: 1 9. TxC, CxA; o 1 9 . A4 D , D4TR, etc. También parece muy satisfactorio para las negras 16 . C2 R , PxP; 1 7 . PxP, P3C. E ra m ucho mejor 1 6 . PxP, Cx PC, A4C D con u n j uego acep­ table. PxC 1 6. C1C 17. PxP

1 8. 1 66

A4D

1

e 1 11 tl l rn pon r su caballo en acción . Contra n tfl Impla de las negras parece ser 18 . . . . , TD1 R ! , y 119. C A, t. n s 19 . . . . , A 1A, etc. Las blancas tienen que conti­ nuar con amenazas di rectas.

P3C

1 8.

Naturalmente, no 1 8 . . . . , P3T; 1 9 . AxC , AxA; 20 OSA recuperando la pieza.

1 9.

T3A

Las blancas tienen m uchas maneras de contin uar el ataq ue; aun­ que n i n g u na promete éxito . Lo más plau sible es 1 9 . P5A, pero enton­ ces 1 9 . . . . , AxP ; 20. PAxP, PAxP es suficiente para rechazar el ataq ue; por ejemplo: 2 1 . TxA, DxT; 22. AxC, D3R ! , y las blancas quedan en posición desesperada como señaló Tal correctamente. Después de la partida Ku preichik fue de la opinión de que él hubiera podido fortalecer de forma efectiva el ataque por medio de 1 9 . T3R y si ahora 1 9 . . . . , AxP entonces 20. D4T. La doble amenaza 2 1 . TxA le daría a las blancas suficientes oportunidades de ataq ue. Dejando abierta la cuestión de si 1 9 . . . . , AxP es la mejor respuesta de las negras, consideremos la posición después de 20 . D4T. Pronto ve remos que las amenazas de las blancas no son efectivas y que su adversario logrará una ventaja decisiva j u gando solo 20 . . . . , AxC! Aho­ ra 2 1 . AxC , AxA; 22. DxA, D3C; 23. T1 R, TR 1 R es decididamente malo para las blancas, y también después de 21. TxA, DxT; 22. AxC , D6R+; 23. R 1T, C2 D no q uedan dudas sobre q ui én tiene la superiori­ dad . Así las blancas están forzadas a responder a 20 . . . . , AxC con 2 1 . PxA. Aq u í las negras pueden jugar 21 . . . . , A 1 D, ya que 22 . AxC , AxA; 23. DxA es de nuevo malo, debido a 23 . . . . , D3C ! , y por otra parte , las negras consolidaron su posición mediante 22 . . . . , C(1)20 o 22 . . . . , C3A. También es posible 21 . . . . , TD1 R , pero más simple y coercitivo es 2 1 . C3A! , de inmediato . Aq u í otra vez luego de 22. AxC, AxA; 23. DxA, D3C es inaceptable para las blancas, y después de 22. TxA, DxT; 23. AxC (23 . DxC , DxD ; 24 . AxD ofrece solamente algu nas oportu nidades prácticas de salvar el juego) ; 23, . . . D6R+; 24. T2A (24. R1T, DxA); 24 . . . . , C5D ! Las ne­ gras ganarían fácilmente . As í q u e no hay una diferencia real sobre cuál torre de las blancas ocupará la tercera l ínea.

1 9. 20. 21 .

T(3)3R D4T

AxP A1 D

Despu és de haber elimi nado el fuerte peón de su casilla 40, las negras están amenazando ahora refutar completamente el ataq ue ju­ gando 2 1 . . . . , C3A. Si , por ejemplo, 21. D6T, C3A; 22. AxC, AxA; 23. T3T, T R 1 R; 24. DxPT+, R1 A con fácil victoria. Para prevenir eso, la

1 67

1

1 nc fuerza al cabal lo enemigo a 2 D . Pero x cuesta a las blancas un tiempo val ioso y, además, el caballo n egro está muy bien situado en 2 D . No hay dudas de que las negras han refutado el sacrificio de pieza de su oponente y deberán tener ahora u n a fácil victoria.

21 .

C(1 )2D

También era posible cambiar primero 2 1 . . . . , AxC ; 22. PxA y solo entonces 22 . . . . , C(1 )2D. La ú n ica oportu nidad de las blancas descan­ sa en un i ntento de concentrar sus piezas contra el punto 6C R , pero esto req uiere mucho tiempo. Además, las negras deben precaverse de gol pes tácticos tales como 2 1 . . . . , C4T? ; 22. DxC ! , o 2 1 . . . . , C1 A?; 22 . DxP+!

22.

D6T

D2C

Aq u í uno tiene la impresión de que Tal estaba demasiado seguro de su victoria y no prestó atención a las pocas posibil idades de ataq ue de q u e aun d ispon ía su adversari o. Naturalmente, la textual es muy b u e n a para i n c l i n a r la po s i c i ó n a l a s n e g r a s ; p e r o h a b ía n muchas maneras más claras d e poner fin a los sueños d e ataque de las blancas. Durante la partida, Tal consideró la sorpresiva jugada 22 . . . . , D3C ! ? , l a s cual e s posible; pero en modo alguno necesaria y ciertamente , tampoco la man era de rea l izar su ventaja . M e parece q u e aq u í l a conti nuación más clara para las negras, era una u lterior simpl ifica­ ción mediante 22 . . . . , AxC . Después de 23. PxA (sería i nsuficiente 23. T3C , AxP, defendiendo otra vez la casi lla 3C R), las negras jugarían 23 . . . . , D4T! , con la doble amenaza mortal de 24 . . . . , D4T y 24 . . . . , A3C . A las blancas solo les quedaba resignar. Después del texto, las cosas se vuelven algo más compl icadas.

23.

T3C

Ahora las negras tienen que considerar el sacrificio en su casilla 3CR , que conduciría al menos a jaque perpetuo, por ejemplo, des­ pués de 23 . . . . , AxC ; 24. AxPC ! , etc. Por otra parte están obligadas a poner atención a la posibil idad de 24. P5A, aumentando todavía más la presión sobre el punto 6C R . Las blancas tienen y a algunas amenazas reales q u e req uieren d e l a otra parte u n a defensa exacta.

23.

C4A?

Un grave error que ignora la pri nci pal amenaza de las blancas , el ataque contra 6C R . Desde el comienzo del ataq ue, el pri ncipal en emi­ go de las negras ha sido el fuerte alfi l blanco en 4D , y aq u í hab ía opor­ tunidad de eliminarlo mediante 23 . . . . , A3C! Las blancas tendrían todavía algu nas amenazas , pero con una correcta defensa su adversario hu­ bi era real izado su ventaja material . Examinemos algu nas l íneas des­ pués de 23 . . . . , A3C !

168

1)

4 . . . . , AxA; las blancas tendrían J xA , PAxA; 26 . C5A (desesperado sería 27. j T7-, 26. Tx P+, PxT; 27. Dx P+, R1T; 28. D6T +, C2T, A etc . ) , 26 . . . . , C4 R ! (También es bueno 26 . . . . , T2AR; 27. C7 R+, TxC ; 28. TxT; A2A.), 27. PxC, D2T+ y ganan. 2) 24. T7 R (contra 24. P5A, C4R ! , es buena respuesta) 24 . . . . , AxA+ 25. CxA, D3C ; 26. AxPC, DxC+; 27. R1 A, R1T! , y todo termi nó. Bastante convincente, pero vemos algu nas variantes dignas de in­ terés q u e s u rgen l uego de 24. T7 R . En vez de 24 . . . . , AxA+, las negras pod ían eleg i r p rimero 20 . . . . , AxC. Ambos jugadores fueron de la opi­ nión de que esto permiti ría a las blancas salvar la partida, med iante la sigu iente combi nación: 25. AxPC ! , AxA+; 26. R 1T, R1T! ; 27. AxPA! Esto realmente parece muy fuerte, ya que amenaza mate en 7C . La d efensa 27 . . . . , T1C R no serviría a causa de 28. AxT y 27 . . . . , C5R ? , pe rmiti ría u n mate sorpresivo c o n 28. DxP+, R x D ; 2 9 . A8C+ y 30. T7T mate. La ún ica defensa de las negras, por lo tanto , es 27 . . . . , C5C! (Si 27 . . . . , TxA, TxT gana.) Ahora las cosas van mal para las blancas, p ues a 28. T(3)xC se responde simplemente 28 . . . . , TxA y el sacrificio 28. Dx PC, RxD; 29. ASO+ (o 29. AxA+) 29 . . . . , R3T! , no daría nada a las blancas, pero estas tienen la sorpresiva réplica 28. A6C ! , amenazando de nuevo mate, esta vez en 7T. Aq u í 28 . . . . , CxD ; 29. TxP+, R1 C; 30 . A3D+, la cual conduci ría al mate y, por tanto , ambos bandos pensaron q ue las negras se verían forzadas a dar jaq ue perpetuo, mediante 28 . . . . , C7A; 29. R 1C , C5C+, etc. Me parece q ue en esta posición realmente complicada (después de 28. A6C ! ) las negras pueden ganar todavía jugando 28 . . . . , T2AR ! Aho­ ra sob re 29. T(3)xC se respondería con 29 . . . . , TxT, de modo que las blancas tienen solamente 29. TxT, CxD; 30 . TxP+, R1C; 31. A4R+, R 1A; 32. AxD, pero aq u í, d espués de 32 . . . . , TxP, las blancas apenas tend rían oportu nidad de salvar el juego. Una de las muchas variantes sorp resivas e interesantes en esta formidable partida. .

··

24. 25.

CxC P5A!

PxC

Maravi l losamente jugado. Es en la casilla 3CR, donde las negras tienen dificultades para evitar una catástrofe.

25.

PxA?

El e rror decisivo después del cual la parti da de hecho no puede salvarse. Las negras ten ían que ju gar la ún ica defensa 25 . . . . , T2A! , para después de 26. PAxP, PAxP ; 27. AxPC, PxA; 28. TxP+, tener la defen sa 28 . . . . , T2C ! Después de 25 . . . . , T2A ! , las blancas deben con­ tin uar con 26. AxPA ! , amenazando con mate en BAR . Si ahora 26 . . . . , TxA, entonces 27. PAxP d ecidiría como en la partida, es también d if íci l hallar una defensa adecuada para las negras después de 26 . . . . , A2 R ; 2 7 . A4 D ! , A 1 D ; 2 8 . T3T, etc. Pero con 2 6 . . . . , T2 R!; 2 7 . PAxP, PAxP ! 169

( . . . . , x +: 28. R2A pondría a las negras en dificu ltades) o 27. AxT, AxA; 28. PAxP, PAxP (29 . AxPC, R 1 T! ) , las negras hubieran organiza­ do u na defensa tenaz con u n resu ltado bastante incierto. Conocemos a Tal como un brillante jugador de ataque, cuyo récord en complicadas posiciones combinativas es d ifícil que alguien pueda superar. Aq u í tiene una posición que le gustaría, pero está sentado en el lado contrario. A Tal le d isgusta tanto defenderse, que en su tipo de posición favorita se siente sorprendentemente inseg u ro de s í m ismo como defensor.

26. 27.

PAxP AxPC!

PAxP

Esto sign ifica el fi n . El alfi l no puede tomarse a causa de mate en dos, y contra las amenazas 28. AxP+ o 28. A7A+, solo hay una defen­ sa: devolver la torre , pero esto significa igual dad material , conservan­ do las blancas todavía una fuerte posición de ataq ue.

2� 28.

DxT+

R1T C1 C

No sería m uy d iferente con 28 . . .. , A 1 C; 29. ASA amenazando 30. AxT y 30. T8R . El texto contiene la ú lti ma esperanza de las negras paru alguna celada como en la variante 28. A4R , P6D ! , con la amena­ za 30 . . . . , A3C+, pero las blancas termi nan de un modo más simple. 29. ASA! Ahora la torre no puede abandonar la octava l ínea, pues el alfil en 1 D q uedaría sin ninguna protección . De este modo, las blancas ganan el tiempo decisivo para renovar sus amenazas .

29. 30. 31 .

T8 R T3T!

T1 C D2AR

El modo más senci llo y bello de terminar el juego. El mate p uede evitarse solo a expensas de g randes pérdidas materiales. 31 . Abandonan . La termi nación de la partida ha sido muy elegante en verdad , con u n ataq ue m u y bien conducido p o r Kupreichik. Si n embargo, s e plantea l a cuestión de si globalmente la partida merece el honor especial p o r e l ataque mejor conducido d e l torneo.

1 70

U na partida magistral La Defensa Francesa siempre estuvo entre mis preferidas; s u cor­ te p u nzante de contragolpe me atrajo desde el inicio de mi afición por el ajed rez. Con ella obtuve algu nas victorias que recuerdo aún hoy, como la alcanzada ante el desaparecido Jesús Rod ríguez Córdoba, q u ien a la sazón era u n reconocido maestro internacional ; luego sería subcampeón de Cuba y u no de los j ugadores más talentosos de nuestro país. Esta l ínea con la jugada 4 . . . . , Dd7!? muy p racticada por el ex cam­ peón del mundo T. Petrosian , me gustó mucho y la empleé en d iferen­ tes ocasiones y -debo ad mitir- con buenos resu ltados . Cuando vi esta partida quedé muy impresionado por el tratamiento fuerte q ue dio M .Tai manov a la l ínea y no resistí la tentación de comparti rla aqu í. Esta fue u na partida magistral comentada por el GM belga O'Kelly, . La cual corresponde al encuentro Yugoslavia-U RSS. El aspecto de la l u ­ c h a e s poco usual , porq ue de i n mediato las posiciones recuerdan par­ tidas del siglo pasado. Sobre esta base, ella está plena de ideas modernas, lo cual da a la partida un i nterés teórico, además , de su carácter estético . Defensa Francesa ( Len ingrado, 1 964) Blancas : M . Matulovic Negras: M. Taimanov

1.

P4R

P3 R

U n a decisión en extremo rara por parte de Tai manov, que j uega casi excl usivamente la Defensa Sicil iana, la cual ha enriquecido con n u­ merosos trabajos.

2. 3. 4.

P40 C3AO PSR

P40 ASC 020

Esta conti nuación ha sido apl icada a veces por Petrosian que gusta de atri ncherarse detrás de un sól ido muro. El objetivo de D2 D es do­ ble: prepara un refugio al rey negro sob re el ala de dama y controla la casilla 4CD, lo cual tiene sus ventajas después de un eventual P3CD seguido de A3T. El segundo aspecto de D2D es controlar i nd i recta­ mente la casi lla 2CR, lo q ue hace menos pel igroso el golpe D4C a causa de P4A R .

5.

P3TO

U n a conti nuación bastante bruta l . He aq u í algu nas posibilidades: a) 5 . D4C, P4AR; 6 . D3C, P3C D ; 7. P3TD , A1 A; 8. C3A, A3T; 9. AxA,CxA; 1 0 . P4TR, P4A; 1 1 . A5C, C3�1 2 . P5� C2A; 1 3 . 0-0-0, con ventaja para las blancas, Boleslavski -Bannik, 1 957. 1 71

e)

. , 4A ; . 3C, P3CD; 7. P4TR, A2C ; 8. A3D , CD3A; 9 . CR2R, 0-0--0; 1 O . A2 D , C3T con juego complicado, Olaffson­ Petrosi an, torneo de la Candidatu ra 1 959 . 5. CR2R, P3C D ; 6. P3TD, A 1 A (Petrosian prefiere AxC+ seg u i ­ do de C2R) ; 7 . P3C R , A3T; 8 . A2C , C2 R ; 9 . 0-- 0, CD3A; 1 0 . T1 R, C4A; 1 1 . P3C , P4T; 1 2 . A2C, P3C; 1 3 . C2T, T1 D y en l ugar de 1 4 . C4C, lo que hab ría conducido a la igualdad en la partida Robatsch- Pachman, La Habana 1 964, las blancas obtienen ven­ taja con 1 4. P4AD!

5. 6. 7.

PxA

P4TD

Axe+ P3eD A3T

Las negras cambian el mal alfil para poder defender más fácil las casi llas blancas , esperando llegar en seguida a u n fi nal de partida en el cual pod rán explotar la pasividad del alfi l blanco . 8. AxA CxA

9. 1 0.

D4e DST+

P4AR

Con el objetivo de lograr, sea el debi l itamiento de l as casillas negras por P3CR, o el desplazamiento de la dama a u n l ugar menor.

1 0. 11 . 1 2. 1 3.

D2R P4AD C3A

D2A e1 e e2R

P referible era en segu ida 1 3 . PxP.

1 3. 1 4.

PxP ese

U n ataq ue dudoso . 1 4. DxP manten ía el eq u i l i brio .

1 4. 1 5.

P4T

D3e PSAR!

AxP A1A

e4D P3TR

Dando ai re a la dama.

1 6. 1 7.

Realizando el asalto; si 1 8 . C3A, CSC planteando a las blancas pro­ blemas difíci les.

1 8.

PST

Pxe! !

Este sacrificio refuta el ataq ue. I g ual mente era posi ble 1 8 . . . . , D4A; 1 9 . P4C, 01 A; 20 . CxP (20 . A3T, 01 C; 2 1 . C4R, D2T) , D2A; 2 1 . CxPC+, DxC ; 22. DxP, 020 ; 23. P4A, C3AD ; 24. P3A, 0-0-0 y u na posi­ ción poco ordinaria probablemente ventajosa para las negras se pre­ senta sob re el tablero. TxT+ PxD 1 9. P6A+ R2D 20. e3AD 21 . R3D 172

r 1 1 11 1 1 Ión más rápida era q u izás 2 1 . 1 h 1 r 11 Un · . . . , xA ; A, lxl; . D7A+, R1 D ; 24 . DxPC, R1 A! ; 25. DBA+, 2C; 26. 7 , AD; 27. DxT+, RxD ; 28. P8C=D+, R2C ; 29. DxPC, TBD+ y gana. 0-0-0 D3A 22. •

.



23. 24. 24.

P3C A2C

T8 R

Ú nica jugada.

TxP!

Emprendiendo la demolición del refugio del rey blanco.

25. 26.

AxP D2R

T4A

Después de 26. D4R, C4R+ gana. Si PxC , C3A+ recuperando la dama .

26. 27.

R2C A2C

Si 27. DxP, T6A+, etc.

P4 R!

27. Asaltando los últi mos bastiones.

28.

P3AD

TD1 AR

Amenaza T6A+, empujando al rey al centro del campo negro.

29.

T1 AR

T6A+?

Es comprensible q ue en una posición tan compleja, las negras no encuentren cada vez la mejor j ugada. Mejor era 29 . . . . , PxP; 30. PxP, T6A+; 3 1 . R4R, T1 R+; 32 . RxT, PSC+! , y gana. O bien si 3 1 . R2A, C6R+, o todavía si 3 1 . R2 D, T6C ; 32 . R1 A, C(3A)5C; 33. T1 O, T3A, etc. Contra la amenaza T6A+ no existe parada.

30. 31 .

R4R RxC?

PxP

E l rey se defiende atacando, pero ello es demasiado temerario. Desp u és de 3 1 . DxT!, el final se ría p robablemente tablas .

31 . 32.

A3T

PxP T1 D+

Y mete al rey en plena "corri ente de ai re".

33.

R4R

Si 33. R4A, TSD+ segu ido de mate por C4T y P3T.

P5C!

33.

Cierra la puerta de la prisión y amenaza TSD , así como T1 R+. Las blancas deben sacrificar la dama .

34. 35. 36.

DxT T1 A R5A

PxD T5 D+

La ú ltima esperanza es el peón de 6C .

36. 37. 38.

NJA

R5R

T5A C5D+ C7R 1 73

39. 40.

T2A AxP

TSCRI

Si 40. RSA, TxP(6C); 4 1 . AxP, T7C; 42 . AxP, TxPA; 43. P7C, T7C y el PAR gana.

40. 41 . 42.

NjA

R4R

TxP(3C) TxP! T3C

Las blancas abandonan luego de u na partida ardua.

1 74

Smlslov en acción El mismo tema d e la Francesa -l ínea Winawer con 4 . . . . , Dd7! ?-, vista ahora con otros ojos. Y luego dicen q ue los veteranos no pue­ den . . . Para todos los que opinan igual, aqu í les va esta. Smislov resulta como el buen vino. Véan lo en acción contra u n muy conocido amigo de Cuba, el GM S. G ligoric. Ahora que los jóvenes prol iferan en la él ite del ajedrez, da gusto ver j ugar aún dentro de u n respetable nivel a dos afamados grandes maes­ tros q u e sobrepasan los 70 . Con 71 y 73 años respectivamente, los contendientes de n uestra propuesta de hoy al tablero rebaten con su ejemplo aq uello de q ue en la tercera edad se pierden las facu ltades. El ajedrez es u n excelente ejercicio i ntelectual, ¿ por qué no se a n i ma y empieza a practicarlo desde ahora con frecuencia? Apertura Peón Rey-Defensa Francesa (Amsterdam, 1 994) Blancas : Svetozar G l igoric Neg ras: Vasili Smislov

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 1 0. 1 0. 11. 1 2. 1 3. 1 4. 1 5. 1 6. 1 7. 1 8. 1 9. 20. 21 . 22.

e4 d4 Cc3 eS a3 bc3 a4

e6 dS

Aa6

Ca6 Cb8

Dd3 Ce2 Cf4 h4 hS Ce2 Aa3 0-0

Ae7 f4 Cf4 Tf2 Taf1 Tf3

Ab4

Dd7 Ac3 b6 Aa6

(Más usual es 1 0 . Dg3 . )

Ce7 g6! Cbc6 gS h6 CaS Cc4 De7 gf4 DgS Tg8 0-0-0

Mejor era 22. Ch3, Dg4; 23. R h 1 , Tdf8; 24. De2 , De2; 25. Te2 , Tg7 ; 26. Tf6 , Th8 con posición no clara. 1 75

22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31 . 32.

T1 f2 Df1 De1 Df1 Th3 Dc1 ! Cd3 Thf3 Ce1 Cd3

Tg7 Tdg8 aS! Rb7 Dh4 De7 Tg4 Df8 Dg7 Te4!

A u na posición perd ida hubiera conducido 32 . Tf7 , D g 5 ; 33 . T7f4, Dh5; 34. Te4, de4; 35. Df4, Tg4; 36. Df7, Df7; 37. Tf7, b5; 38. ab5, a4 .

32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41 . 42. 43. 44.

Ce1 Tf6 Cf3 Th6 ThS Tf1 Rf2 ef6 Rg1 Te1 Rf1 De3

Th4 Tf8 Dg3! ThS Th8 ThS Dg6 f6 Df6 Dh8 Cd6 Ce4 DeS!

Definiendo claramente la superioridad de las negras .

45. 46. 47. 48.

Cd2 Dd2 Te6 Rf2

Cd2 Da4 Da1 +

(48. Te 1 , Th 1 ; 49. Rf2 , De1 ; 50 . De1 , Te 1 era también perdedor para las blancas) .

48. 49. 50. 51 . 52.

DgS Rg3 De3 TeS

Y abandonan las blancas .

1 76

Th1 Tf1 Dc3 Dc2 Td1 !

Los peligros de u na voracidad

exagerada

Veamos ahora u na corta pero muy i n structiva ex campeón j uven i l de los Estados U nidos, John vo un premio de bri llantes en el campeonato n el n 1 ' La partida il ustra los peligros que encierra esa vora1QI(t••l4 !.!!!llt!!!!l!tm! en detri mento del desarrol lo. Blancas: John C. Meyer Negras: Robert Wachtel

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Cf3 d4 Af4 Cbd2 e3 h3 Ad3 De2

fS e6 b6 Ab7 Ae7 Cf6 d6

Con esta jugada, el bando blanco amenaza irrumpir IN 1 con e4! Por ello y dentro del esp íritu de la posición, 111 -e- � ran j ugar 8 . . , Ce4 como es característico en las Hnan1 . 1 Dama . . .

8. 9. 1 0. 11.

·�������(.1,

-

e4! Cxe4 C(3)g5

Cc6?1 fxe Dd7

Cabe notar que si ahora 1 1 . C(4)g5, CdB log ra sostener por ello M eyer encuentra un recurso soberbio de ataquo por la pobre defensa de su adversario.

11 .

Cxd4?

Las negras caen en la trampa hábilmente tendida. 1 . . . , Cd5 ! , elimi nando la amenaza blanca de Cxf6+ y al t 11 asedi ando al alfi l b lanco de f4 . La posición resultante 1 l ít el bando negro realice u n en roque largo es rica en p 1 a :_ ahora todo termina de u n modo violento y rápido. 1 2. Cxf6+! Axf6

1 3.

Dh5+

Rf8

( N o hay alternativa , a 1 3 . . . . , g6 sigue 1 4 Axg6!)

1 4. 1 5.

Cxh7+ 0-0-0

Re7 Axg2?

una ventaja mate, n r u t n rial cuando era preciso ocuparse de defender su monarca de las múl­ tiples a m e nazas que l o acechan ; pero, ¿ q u i é n pod ía p reve r e l movi miento 1 7 de l a s blancas? -

1 6.

T(h)g1

Af3?

Necesario 1 6 . . . . , Dc6 para resisti r en una posición ya crítica; las negras buscan a toda costa la ventaja material como si no compren­ dieran lo que ocu rre en el tablero. Ahora Meyer remata elegantemente.

1 7.

Txg7+! !

Las negras s e rinden , ya q ue s i 1 7 . . . . , Axg7 sigue 1 8. Ag5+! Fue u n bello remate, pero e s d if íci l d e expl icar e l premio q u e mereció, porq ue la defensa fue real mente pobre.

178

Démollc lón Veremos ahora una partida de esas que dejan honda huella y que parecen predestinadas en cuanto al resu ltado; su bel leza está en la exactitud del cálculo y el remate elegante e i n esperado. La partida se j ugó en el municipio habanero de Regla en 1 997, en u n torneo de los muchos organ izados por ese activista incansable del ajedrez q ue res­ ponde al nombre de Dagoberto l báñez , q uien paradójicamente resu lta aqu í la víctima. Fue publicada en el Informador Yugoslavo en el pri mer semestre de 1 998. ¡ V íctor Delgado ataca con fuerza . . ! Defensa Sici l iana Blancas : V íctor A . Delgado Negras: MF Dagoberto l báñez .

1. 2. 3. 4. S.

e4 Cf3 d3 Cbd2 g3

eS e6 dS Cf6

Método típico de Víctor para enfrentar la Siciliana; posiciones de este ti po (ataque indio) adopta contra la Francesa, ya que domina estos esq uemas con gran habil idad. Esta partida es un ejemplo.

S. 6. 7. 8.

Ag2 0-0

Ae7 b6 Ab7

eS!

Esto garantiza ventaja de espacio en el flanco rey y crea posi bilida­ des de ataq ue. V íctor entra en un terreno donde se si ente como pez en el agua. Pero, cu idado . . . , las neg ras las conduce nada menos que el Maestro FI D E l báñez, q u ien no se asusta y domina bien esta posi­ ció n .

8. 9. 1 0. 11 . 1 2. 1 3. 1 4.

e3 Te 1 d4 Cf1 Af4 Ce3

Cfd7 Ce6 De7 aS TeS 0-0

La posición blanca es superior, pero no puede esperarse u na deci­ sión rápida. Atención a partir de aq u í, pues todas las piezas blancas g i rarán como un remolino en torno al rey negro, que va a caer en u n torbel l i n o de entregas que cu l mi nará solo con el mate .

1 4.

bS? 1 79

Un ción .

rror

vid n t m n t

1 5. 1 6. 1 7. 1 8. 1 9.

q ue crea e l tema d e u n a bon ita combi na­

CxdS! ! e6 exd7 dxc CgS!

exdS Dd8 Dxd7 AxcS

Las piezas blancas comienzan el bai le en torno a su víctima, tal y como los can íbales de esas ci ntas macabras, danzan en quien p ri sio­ nero será i rrefutablemente devorado.

1 9. 20.

Ce7 DhS!

N o exige u n cálculo concreto. Las piezas deben l legar al baile.

20. 21 .

h6 Ah3!

E l ú lti mo refuerzo llega j usto a ti empo.

21 . 22.

Dc6 Te6! !

Sin tregua.

22.

fxe6??

(22 . . . Axf2+! C o n endiabladas compl icaciones.)

23. 24.

Ae6+! Dxh6+! !

Rh8

U n remate b ri l lante . Y las neg ras se ri nden ; a gxh sigue Ae5++.

1 80

U n ejemplo práctico. La presión en la psiqu is del ajed recista U na i nteresante partida s e desarrolló en e l torneo clasificatorio d e pri mera categoría entre el fuerte j u gador Víctor Delgado y el j uven i l Fernando León . La partida constituyó u n auténtico choq ue de trenes, donde parecía que las negras sucumbi rían ante el fort ísimo ataque montado por las blancas en el que se entrevía una bonita entrega en la casi lla f6. Cierto fue q ue la presión ejercida d u rante toda la partida, anuló la defensa del bando neg ro q u ien j ugó 23 . . . . , Ce7? ! ? , y no log ró mantener el juego. Blancas : V íctor Delgado Negras: Fernando León Posición después de la j ugada 23 blanca (Ac 1 ) . RgB Rg2 Dd8 Dh5 Tc2 Th 1 Td 1 Tea Cg4 CfB Ac1 Cd5 peones en peones en h7, g7, f7 , e6, g5, g3, f2 , e5 , d4, b5 y a6 d3, b2 y a2 La reagrupación i n iciada con 23 . . . . , Ce7! ? , es lógica , pero indica que el bando negro solo b uscaba u na l ínea q u e garantizara la segu ri­ dad de su rey. Esta consideración expl ica que quedará fuera de su óptica l a fuerte 23 . . . . , DaB ! , que crea i n mediatas amenazas explotan­ do la d ebil idad de los cuad ros blancos (diagonal h 1 -a8) , dándole una fuerza i n usitada al salto del caballo situado en d5. Desde el pu nto de vista práctico, una j ugada de este tipo -si n du­ das- ejerce enorme presión y obliga a encontra r una buena respues­ ta , pues el ataq ue bien pudiera cambiar de manos . Es de notar, que el bando negro en n i n g ú n momento m i ró siquiera a esta posibilidad, y cuando consulté a V íctor me admitió q u e tampoco él lo había hecho, i n mersos como estaban ambos en el ataq ue y la defensa. La expe­ riencia. s i n embargo, apu nta a encontrarla dada la evidente debil idad de la diagonal citada. Veamos q ue hubiera ocu rrido.

23. 24.

DaS!! Rh3?!

1 81

El rey va a la banda y obstruye la presión sobre h7, lo que permite u na reacción del bando negro .

Txc1 !

24. (no 24 . . . . , Cg6? por 25. Cf6+ ! ) .

25.

Txc1

Ahora falla 25. Cf6+ por gxf6 y el bando negro tiene el golpe 26 . . . . , Cf4+ segu ido de Dxh 1 +! , ganando.

25.

Cg6!

Y el bando negro complica las acciones, si ahora 26. Cf6+, gxf; 27. Rh2, fxe5! Entonces, ¿qué hacer? 24. Rg1 !, Tc8! ¿Acaso u n eq u i l i b rio d i námico? Con su última jugada se aprovecha que el rey obstruye la comu n icación necesaria de las torres blancas . El bando negro ataca pel igrosamente. Observe que todas las piezas negras contribuyen al ataq ue como por arte de magia. Veamos una probable conti nuación en esta l ínea

25.

Af4

Forzada si 25. Ad2 ? , sigue 25 . . . . , Txd2 !; 26. Txd2, Tc8+! ; 27. Rh2, Cf4 ! , ganando.

25. 26. 27.

gxf4 Cf6+!

27. 28.

Ce4!

Cxf4 Cg6! (nada da 27. Dxh7+)

Rf8

Y en la l ucha por ven i r hay contrachances m utuos. ¿ Cómo se desaprovechó esta posición? Y el resultado es la no com­ prensión del espíritu de la posición. Es aqu í donde se ha de trabajar con ah ínco y paciencia. Ha de comprenderse el esp íritu de la posición. Al respecto N i mzovich señalaba que las vías para el dominio del j uego de posición son : 1 . Debe ser refutado e l concepto erróneo d e q u e cada j u gada per­ sigue un fin inmediato, pues también tienen derecho a la vida las j ugadas de reposo y espera. 2. Se debe reconocer la previ sión como una idea di rectriz del j ue­ go. En este sentido hay que contrarrestar las j ugadas enemigas de l iberación y evitar al mi smo tiempo una desorgan ización i n­ terna, conservando las piezas propias en contacto con casi llas estratégicamente importantes . 3. Hay que tener respeto por la estrateg ia central , evitando todo viraje prematuro hacia las alas (por temer a u na invasión enemi­ ga) y maniobrar siempre bajo el signo de la centralización. 4. Hay que jugar buscando la rnovi l idad conju nta de la masa de peones y no la particular de cada peón.

1 82

5. Hay que acostumbrarse a considerar el domi n io del centro como un ��asu nto de frenado", donde la cantidad de peones en este no es decisiva. 6. N o es el ataq ue n i la defensa, sino la consolidación , la que da el carácter específico al j uego de posición .

1 83

La lanzadera de Carlos Torres. U na joya del arte ajed recístico de todos los tiempos Hay partidas que jamás mueren y estremecen por su bel leza a cada generaci ón de ajedrecistas que las redescubren para grabarlas por siempre. Ese es el caso de la famosa partida To rre-Lasker en el torneo internacional de Moscú de 1 925 . Carlos To rre es -lasti mosamente- desconocido para m uchos, p e ro s u l eyenda se a g i ganta y ac rec i e nta con el pasar de los años, porque como d ijo su biógrafo: " . . . es una de esas estrellas tan lejanas, que su l uz llega después de haberse exti nguido". Carlos Torre Repetto hab ía nacido en Mérida, capital del estado de Yucatán el 29 de noviembre de 1 904, y abandonó el ajedrez muy jo­ ven , apenas cumplidos los 2 1 años producto de u na psicosis que lo obligó a retirarse de las l ides del tablero. La partida con Lasker, nos cuenta Miguel A. Sánchez en Capablanca, leyenda y realidad, t i e n e u n a c u r i o s a a n é c d ota : a m i tad d e l juego , Lasker recibió la noticia de q u e u n a obra suya sería l levada a escena, y se entusiasmó tanto que mostraba alborozado el cable a todos sus amigos. Lo l lamaron para avisarle que Torre ya había jugado su movi miento ; Lasker acudió, hizo su j ugada Db5? ! ? , sin prestarle mucha atención, y cayó bajo los efectos mortíferos del remolino más terri ble que ojos humanos hayan visto . Veamos a Carlos To rre en lo que se considera la obra de su vida. Blancas : Carlos Torre Negras: Emanuel Lasker

1. 2.

P4 D CR3A

CR3A P3 R

La pol ítica de la Defensa Neo- I ndia es realizar la idea que respalda al o rtodoxo Gambito de Dama , pero sin . . . , P4D.

3.

ASC

P4A

Después del más pasivo 3 . . . . , P3A, la dive rtida secuencia en una partida Springe-Gebhard , M u nich 1 927, fue como sigue: 4. P4R, D3C ; 5. CD2 D , DxPC ( reprensiva cod icia); 6. A3 D , P4D; 7. 0-0, D3C ; 8 . D2 R , P x P ; 9 . C x � CxC ; 1 0 . DxC , C2 D ; 1 1 . P4A , P3TR; 1 2 . DxP+, PxD; 1 3 . A6C mate . Otras réplicas poco ambiciosas son 3 . . . . , P4D o 3 . . . . , A2 R , etc. Si 3 . . . . , P3CD; 4 . P4 R , pero también puede j ugarse 3 . . . . , P3TR; 4. A4T, P3CD (pues si · ahora 5. P4R, P4C R ; 6 . A3C, CxP ganando u n peón).

4. 1 84

P3R

n l r ll 1 4. 4 , un p rtl t r, l g u i : 4 . . , 04 +; 5. CD2 D (si 5. A2D, , D3C; 6. C3A, etc . ) ; 5 . . . . , Cx P ; 6. P4CD, DxPC; 7. 1C 06A ; 8. T3C, D4T; 9. T5C, D6A y tablas por repetición de j u gadas muy de mutuo acuerdo . ,

.

.

,

4.

PxP

Esta decisión pudo haberse demorado, aunque siempre es inevita­ ble. Después de 4 . . . . , C3A , la sensacional contin uación de u na partida Janowski-Saemisch , Mari en bad 1 925, fue: 5. CD2 D , P3CD; 6. P3A, A2C ; 7. A3D , PxP; 8. P RxP, A2 R ; 9. C4A, 0-0; 1 O. D2 R , D2A; 1 1 . P4TR , P3TR; 1 2 . 02 D , C5C R ; 1 3 . A4A, P30; 1 4. C3 R , CxC; 1 5. DxC , P4TR; 1 6. T3T, P 4 R (il usoria emancipación ; debieron jugar 1 6 . . . . , A3A); 1 7. PxP, CxP ; 1 8 . CxC, PxC; 1 9. AxP, A3D ; 20. D6T, las negras se ri nden . Un final extraordinario.

5. 6. 7. 8. 9. 1 0. 11 . 1 2. 1 3. 1 4. 1 s.

PxP e020 P3A A3D C4A D2R

A2R P3D e020 P3eD A2e D2A

0-0

0-0

TR1 R TD1 D A1A ese

TR1 R e1 A e4D

Pensando únicamente en su propio ataq ue, las blancas permiten a su oponente efectuar un serio contraataq ue en el flanco opuesto (P4CD5C) , lo cual se hubiera prevenido con 1 5. C3T, P3TD; 1 6. C2A, etc.

1 5. 1 6. 1 7.

eaT PxP

P4e P5e exP

Ahora queda aislado el P O de las blancas .

1 8. 1 9. 20.

D5T AxA Txe

Axe CxA

D4T

Amenaza ganar una pieza y ataca al mismo tiempo la TR.

21 .

P4eD

U n ingenioso expediente .

21 .

D4AR

La idea de no aceptar el dudoso regalo, sino mantener la enfi lada horizontal es buena, pero su ejecución carece de precisión. El coup juste es 2 1 . . . . , 040, después de lo cual 22 . T3C R , P3TR; 23. A6A , C3C; 24. DxD, AxD costaría u n alfi l a las blancas , por lo que deben contentarse con 22 . D4C, P4 R , y las neg ras obtend rían la i n iciativa .

22.

T3eR

P3TR

23.

C4A

Otra vez lo i nesperado .

040

23.

Se obten ía si mpl ificación con 23 . . . . , PxA; 24. CxP, D3C; 25. DxD, CxD; 26. CxA, TR1 C ; 27. C5A, TxP ; 28. TxPC, TxP. Las oportu nida­ des e ran casi parejas.

24.

C3R

04C

¡ U n error! Pero después de 24 . . . . , DxP D ; 25. AxP, C3C; 26. A5C amenazando 27. T3T, etc. Las blancas mantienen u n apreciable ata­ que.

25. H e rmoso .

25. 26. 27.

TxP+ TxP+

OxO R1 T

El movimiento osci lante (la lanzadera) com ienza y las b lancas recuperan material más que suficiente.

2� 28. 29. 30.

31 . 32.

T7C+ TxA+ T7C+ T5C+ TxO

R1 C R1T R1 C R1 T R2T R3C

Recuperan la pieza, pero quedan con tres peones d e menos"' El resto no req u iere comentarios. RxA T3T 33.

34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41 . 42. 43.

1 86

TxP+ T3T T3C+ T3A+ P3TO PxP C4A T4A Tx P+ P3C

R4C TR1 C R3A R3C P4T Tx P T40 C20 R4C Resigna n .

· u n notable remate En u n aparte de n uestro libro vi mos a Carlos Torre, el gran jugador mexicano, vencer en elegante estilo al ex campeón m u ndial Lasker. Ahora , sin embargo, lo veremos caer a él bajo el fuego graneado de Adams . Lo que ocu rre a conti nuación corrobora la sentencia de Alekhine: "cada posición tiene su característica propia". Veamos qué elementos fueron la base que generó esta obra de arte . Blancas: Adams Neg ras: Torres En la sigu iente posición : Rga Rg1 Dd4 Dd7 Tea Te1 Tea Te2 Cf3 Af6 peones en peones en a2 , b2 , d5 a7 , b7, d6, f2 , g2 y h2 f7, g7 y h7 La amenaza de la partida es 1 . Txea, pero ello no conduce a nada porq ue la torre negra de ea está b i e n defendida. Ahora el bando blanco observa el hecho de que la dama negra está esclavizada a la defensa de la torre y por eso no puede desempeñar ninguna otra función que la aleje de ese sector. Lo mismo le pasa a la torre de ca, que tiene u na m isión i mportante q ue cu mplir. Las blancas comienzan a tejer un plan que explote por un lado la posición rígida de las piezas negras y la amenaza, en la octava fila, de dar mate, estas consideraciones generan el sigu iente plan:

1.

Dg4!

Comi enza la serie de entregas sucesivas de la dama. Lo b ri l lante de la jugada lo determina la comprensión de la posl 1 n su esp íritu, factor que hemos dicho es el elemento más import r t que dete rmina el rumbo a seg u i r en la partida de ajedrez. Un alto para tomar de la obra de Fine: The Middle Game in /1 en la q ue se señalan los principios que rigen el concepto "po 1 Seg ú n Fi ne, estos son : fuerza , movilidad y segu ridad del r y. ¡u 1 bueno eval uar la posición a parti r de estos principios y verem ocu rrido no es obra del azar, ni un recurso táctico desesper estrategia de altos quilates.

DbS

1.

I m posible 1 . . . , Dxg4, pues, 2. Txe8+ y mata a la sigu iente . .

2.

Dc4!!

G i rando en torno al tema, la i n solente dama blanca no puede ser tomada n i con la torre n i con la dama. Pero ahora viene lo mejor; ob­ servemos el inicio de u na maniobra para reduci r total mente las j uga­ das de la dama negra por medio de sacrificios aparentes.

2. 3.

Dd7 Dc7!

Metiéndose en la boca del lobo con absoluta i mpunidad .

3. 4.

DbS a4!

Esta es l a jugada clave. La entrega tiene como objetivo q uitarle to­ das las casillas a la dama negra y evitar que siga fiscal izando la casi lla e8.

4. 5. 6.

Te4! ! Dxb7!!

Dxa4 DbS

Rinden . U na partida real mente instructiva q ue demuestra hasta qué pu nto las piezas sobrecargadas pueden dar l ugar a temas i ncre íbles de com­ bi nación, o a maniobras tácticas que deciden una partida de ajedrez.

1 88

¿ Ímpetu creador o frío cálcu lo? Mientras recopilaba materiales que tuviesen u n valor didáctico para esta obra, descubrí esta partida comentada por el ex campeón mun­ d ial GM Boris Spassky; su contrario era nada menos que el eterno retador Paul Keres. Sin dudarlo corrí al tablero y reprod uje el encuen­ tro. Es u na partida que deja una gran enseñanza y decidí incl u i rla ínte­ g rame nte, sin q u itar ni u na coma, pues el miedo a la derrota, tan enfermizamente impregnado entre los sin esp íritu debía hallar en ella sabias respuestas. Dejemos que sea el propio Spassky q uien brinde esta lección . Entre las partidas j ugadas po r mí en los ú lti mos años, recuerdo en espec ífico la pri mera del match con el G M Paul Keres, celebrado en Riga 1 965. Al prepararme para el duelo procu ré pensar min uciosa­ mente todos los aspectos de la pugna a l i b rar. Divi d í en tres partes mi entrenamiento especial : p reparación para la apertura; estudio de los lados fuertes y débi les del contrario; anál isis crítico de mi propio j uego . Aún estaba fresco en mi memoria el recuerdo del desafortu nado comienzo en el match-torneo zonal de M oscú ( medio pu nto de tres) y en el i nterzonal de Amsterdam, donde en la primera ronda perd í frente al G M Klaus Darga. A pesar de todo, me sentí opti mista y ansiaba empezar la contienda. N ueva I ndia Blancas: B . Spassky Negras: P. Keres

1 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 1 0.

P4 D P4AD C3AR ASC P3 R C3A A4T AxA CxC A2R

C3AR P3 R P3CD A2C A2R P3TR CSR DxA AxC

Confieso que me gustaba poco esta posición corriente y abu rrida.

1 0.

DSC+

Aq u í yo sentí esa emoción interna, que por lo común embarga al aj ed recista cuando, de p ronto, le asalta una idea. Y como aguijoneado por la tentación me p use a calcular unas y otras variantes. Cierto q ue no por eso , el cuad ro se me ofreció más claro . Aunque ni falta que me 1 89

hacía . La cosa se pon ía interesante, q ue r 1 y l U rr . No ob .. tante , la voz de la razón me advertía de que no deb{a arriesgarme demasiado: el match acababa de p ri ncipiar, todo estaba por delante . Pero esos titubeos duraron poco . ¡ Tan fuerte era la tentación de lanzarme ciegamente al ataq ue! Además , ¿val ía l a pena contenerse? En fin de cuentas era el p ri mer match serio de mi vida y mi rival u n g ran maestro famoso cuyo juego siempre había admirado.

11.

C2D

AxP

TR-1 C Tx P

A2C C3A

Keres acepta el reto.

1 2. 1 3.

Tomar peón con dama sería arriesgado, pues a OxP2, seguiría 1 4. A5T, T1 AR; 1 5. AxP+, TxA; 1 6. 05T, con muy malas pe rspectivas para las negras.

1 4.

PSA!

J u gada li gada al sacrificio de dos peones. Ahora las negras han de decidir hacia donde trasladar su monarca .

1 4.

PxP

Toma obl igatoria, pues de haber jugado OxP2 , segui ría 1 5. C4A, 06A+; 1 6. R 1 A con la desagradable amenaza de 1 7. T1 A.

1 5. 1 6. 1 7.

P3TD P4C C3C

D4T PxP

También hu biera sido i nteresante j ugar PxP.

1 7. 1 8. 1 9.

PxP R1 A

DST DxP+

Esta era la posición que yo ten ía en cuenta al hacer la jugada P5A! Pese a su ventaja material, a las negras les es m uy difícil defenderse. Sus fuerzas están desli gadas, el rey en el centro y la amenaza de 20. CSA, resu lta muy desag radable.

1 9. 20. 21 . 22.

T3C CSA P4R

D1 A C2R A3A

Otra b uena jugada h ubiera sido A3A, también con posibilidades de ataque.

22.

TR1 C

Momento crítico de la pugna. hasta aq u í las blancas han estado en conti n ua ofensiva y ahora deberían sacrificar u n tercer peón j ugando P50 ! , y después de 23 . . . . , PxP; 24. PxP, CxP (24 . . . . ,AxP ; 25. A3A ! ) ; 25. 0 4 0 , s e daría u na posición cu riosa en que a l a s neg ras l e s sería bastante d ifíci l defenderse, ya q ue pueden desarrollarse va riantes en que las amenazas de las blancas son bien reales.

1 90

1 1

1 1 'l

23. 24. 25.

ltl

T1 -3T? TxT P5 D

TxT T1 CI

Ahora ya es demasiado tarde. Como j ustamente señalara M. Tal después de la partida, lo mejor para las blancas hubiera sido jugar 25. A5T, R1 O ; 26. T3AR, P4A; 27 P50, PxP; 28. 040, y si 28 . . . . , T3C , entonces 29. P 5 R .

25. 26. 27. 28. 29. 30. 31 . 32. 33.

D1 T AST D4D AxC CxPS R2R C6A+ D1 T

PxP PxP T4C C3C PxA

T8C+ TSC R1 D D4A

Las blancas resignan . Este fue el final del tan prometedor ataq ue. Huelga decir lo que m disgustó perder la partida. Y no por el hecho en s í de haberla perdido sino porque me faltó poco para llevar mi i dea hasta el fi n . Es lament ble, pero la práctica demuestra que cuando uno se entrega por enter al ímpetu creador, a veces, de forma inesperada, se si ente fatigado y tropieza al dar el ú lti mo y decisivo paso . Creo que precisamente por eso, algu nos ajed recistas, por consideraciones de orden p ráctico, pro­ curan marcarse tareas no importa que sean pequeñas, pero bien pre­ cisas al alcance de sus esfuerzos . ¿ Quiere decir esto que al sentarse frente al tablero ante todo hay que pensar en lo práctico? ¡ No, no! Ese modo de enfocar las cosas entraña la limitación del campo creativo. La conti nua autolimitación acostumbra al ajedrecista a jugar solo en un plano racional estrecho . Y, sin darse cuenta, puede embotarse, "secar'' su estilo, pasar al juego "a pocas revol uciones", cuando tal vez su fuerza p rincipal rad ique en lo contrario. La experiencia me dicta que en ocasiones es preciso j ugar sencl l l mente con soltura, lanzarse sin vacilar por cami nos i n explorados , d r rienda suelta a la fantasía y bati rse con tesón hasta no haber agot por completo las posibil idades que encierra la posición. No hay q atenerse al d icho de que más val e pájaro en mano q ue ciento volan Lo fundamental es vencer el temor ante la derrota. A veces mejor perder una partida y mantener el esp íritu y la vol u ntad de l uchar, evitar l a derrota y tranq u i l izarse demasiado . . .

IJ

r n che en que perd í la pri mera partida del match con K eres. Pero no me reproché el haberme arriesgado en el j uego. Sab ía que, en adelante , en cada partido, me bati ría hasta el f i n , pues des­ pués de tan enojosa derrota se tornó más fuerte mi volu ntad de l ucha, lo que en defi n itiva me ayudó a lograr finalmente la victoria en aquel mismo match q ue había comenzado tan mal .

1 92

¡ Kasparovl "Las complicacion es son mi elemento" es el credo del déci motercer campeón mundial. La partida que veremos a conti nuación , contra Suine Neto, es una de las más fantásticas en la historia del ajed rez . Sería algo muy lasti moso , si en una obra ded icada a la enseñanza del aje­ d rez no apareciera -al menos- u na partida de quien , para m uchos, es el mejor j ugador de todos los tiempos. Disponga las piezas en su tablero y mantenga la calma. Lo que verá ahora parece magia . . . , pero no lo es. Simplemente i magi nación y lógica, aunque solo al alcance de los elegidos. Negras Blancas Rg8, Td2 , Tg5, Ac5 , Rg1 , Db3, Ab2 , Ch4, b6,e4, f7, Cf4, a4, f2 , e3 g2 y h3 g7 y h6 Pareciera que las blancas pod ían senti rse tranqui las, pero Kasparov realizó aq u í u na combinación inesperada e i mpresionante, la que él mismo caracterizó como una de sus más bel las combinaciones crea­ das sob re el tabl ero de aj ed rez . Los comentarios de la partida conti­ n úan en la voz del propio Garry Kasparov.

41 . 42. 43.

Rf1 fxe3

Cf3+ Axe3!

O 43. Ce2, Ch2+; 44 . Re1 , Txg2 ; 45. Dxe3, Cf3; 46 . Rf1 , Tg 1 + ! ; 47 . Cxg 1 , Td 1 +, etc.

43. 44.

Td2xg2! Dc3

Si 44 . Dxb6, pi erde ante 44 . . . . , Th2 .

44. 45.

Ce2

Th2 Rh7!

Es p rematu ro 45 . . . . , Tgg2 en vista de 46. Dc8+ y 47 . Df5+.

46.

DeS

Más obsti nado sería Db4.

46. 47.

Rf2

Th 1 + Cd2!

Y l as blancas abandonan . Después de 48. Cg3, Th2+; 49. Re1 , Cf3+; 50. Rf1 , Txb2, sería vana la l ucha. ¿Y si las blancas en l u gar de 42 . Rf1 j uegan 42 . R h 1 ? "Para tal caso -escribe Kasparov- hab ía preparado otra combinación": 42 . . . . , Axe3! ; 43. fxe, Tdxg2 ! ; 44. Cxg2 , Tg3 ! !

1 93

amb1to Kasparov en la S i c i l iana 1

_

nsa

(Moscú , 1 985) Karpov-Kasparov

1. 2. 3. 4. 5. 6. 5.

e4 Cf3 d4 Cxd4 Cb5





7. 8.

C(b1 )c3 Ca3

es e6 cxd CeS d6 Cffi d6 Cffi a6 d5!?



Cb5

Y estamos ante el l lamado Gambito Kaspa rov, i ntento activo para obtener i n iciativa a cambio de un peón . 9. exd cxd 1 0. 11 . 1 2. 1 3. 1 4. 1 51 6. 1 7.

exd Ae2

Cb4 AeS

0-0

0-0

Af3 Ag5 Dd2 Tad1 Cab1 ?

Af5 TeS b5 Cd3

El caballo rey, después de un largo viaje (g 1 -f3-d4-b5-a3) debe ins­ talarse en la casi lla i n icial de su colega (b1 ) Tampoco el otro tendrá mejor futu ro, pues ocupará la casi l la a4 y poco podrá hacer. Me inclino a que este factor determina la lucha a favor del bando negro ( Karpov señaló que este es el error defin itivo y era preciso 1 7. d6! , con juego ag udo) . .

1 7. 1 8.

h6 Ah4

Peor sería 1 8 . Ae3 , debido al posible sacrificio de calidad , 1 8 . . . . , Txe3; 1 9 . fxe3, Db6 con pel igrosas amenazas.

1 8. 19.

20.

Ca4 Ag3

b4 Ad6 Tc8

La posición es contrastante. Las negras tienen un desarrollo a rmon ioso y tienen vías para reforzar su presión .

21 . 22. 23. 1 94

b3 Axd6 g3

gS! Dxd6 Cd7

Liberando la casilla f6 para la dama con el objetivo de i mped i r q u o entre en juego el caballo de a4 vía b 2 , lo que e s imposible d e in med iato por la i ntermedia 24 . . . . , CeS ! , seguido de 25 . . . . , Tc2! , ganando el caballo.

24. 25. 26. 27. 28.

Ag2 a3 axb Da2 d6

Df6! aS axb Ag6 g4!

Las negras no juegan para recuperar el peón, sino para i ncremen­ tar s u p resión. Observe que en la limitación de espacio que sufren las blancas, ti ene gran i ncidencia el cabal lo de d3.

29. 30. 31 . 32.

Dd2 f3 fxg Rh1

Rg7 Dxd6 Dd4+ Cf6

Amenaza 33 . . . . , Ce4 l , y se abren posibil idades tácticas donde Kasparov no tiene igual .

33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40.

Tf4 Dxd3 Txf2 Tfd2 Txd3 Cb2 Cd2 Cxd1

Ce4 Cf2+ Axd3 De3! Tc1 ! ! Df2 Txd1 + Te 1 +

Y las blancas abandonan . I mposi ble evitar el mate tras el cambio en f1 . ¡ U na partida extraordi naria! La j u gada 8 . . . . , d 5 ! ? , había sido real i­ zada vei nte años antes ( 1 965) en H u n g r ía entre Honfi-Dely, pero fue Kasparov q uien supo encontrar los secretos de la posición negra. Quizá la soberbia demostración del bando negro l levó a Van der Wiel a inten­ tar la misma l ínea . . . contra el p ropio Karpov en Bruselas, al si guiente año ( 1 986) . Sin embargo . . . Karpov-Van der Wi el El j uego se desarrolla de la misma manera que el descrito anterior­ mente entre Karpov-Kasparov hasta la j ugada 1 1 . 1 2.

Ae3!!

E ntonces Karpov hab ía jugado 1 2 . 0-0. Esta maniobra con el alfi l a e3 fue hallada por separado por el maestro de Kiev, A. Kosti uchenko y por l . Zaitsev. Ella pone en duda el sacrificio del peón dama negro. Karpov señaló -luego de elogiar la b ri l l ante idea de Kaspa rov- que este Gambito tendría corta vida y q ue n o soportaría el transcu rso de la teoría. 1 95

m m \l n v señaló pu d 1 p rt que 8 . . . . , d5 merecía u n signo de i nterrogación . Seg ú n K rpov, 1 2 . Ae3 ! , es una jugada muy fuerte que inclina defi n itivamente la balanza del lado de las blancas . _

1 2. 1 3. 1 4.

Da4+ Dxb4

Axe3 Cd7

El objetivo -dice Karpov- es mantener al rey negro en el centro del tablero.

1 4. 1 5. 1 6. 1 7. 1 8.

De4+ 0-0

Cc2 Dd3

AcS Rf8 bS Cf6

Más fuerte era Dh4! , Ab7; 1 9 . T(a)d 1 con clara ventaja. La apertu ra ha terminado y las blancas tienen un peón más y ventaja en el desa­ rrollo. El resto de la partida ti ene poco i nterés para el objetivo de este tema. Vea otra idea que se jugó en Cannes 1 986, entre Santo Román­ Kovatly. ( Las p rimeras 1 O jugadas son idénticas .)

11.

Ac4!?

Karpov j ugó 1 1 . Ae2 , pero ad m ite que esta jugada también lleva a l a ventaja blanca ( ! ! ) .

11. 1 2. 1 3. 1 4. 1 5. 1 6. 1 7. 1 8.

Dd4! CcxbS Axb5+ d6 Cxc2 Ad2

Ag4 bS axbS Ad7 Cc2+ DaS+ DxbS

0-0-0 Y Karpov señala: "las blancas tienen ataq ue y tres peones por la pieza".

1 8. 1 9.

The1 +

Txa2 Ae6

( Las blancas tamb ién logran ventaja tras 1 9 . . . . , Rd8; 20. TeS, Da6; 2 1 . Ab4 !)

20. 21 . 22.

Ab4 Rb1 f4?!

Dc6 Ta8

Mejor 22. TeS! , Cd7; 23. Te3 ! , con clara ventaja blanca. El resto no merece comentario. El bando blanco aflojó y perdió, pero la apertura no tuvo nada que ver con eso. ¿ Volveremos a ve r j ugar alguna vez el Gambito Kasparov?

1 96

E nt rando en la "celada" Torneo de pri mera categoría (novi embre 1 997) Blancas: José A. Corti na Negras: Jorge Luis León

1. 2. 3. 4. S. 6.

e4 Cc3 eS Ce2 f4 c3

Cf6 dS d4 Cg4 eS d3!?

El bando negro acepta el reto. Las blancas j uegan para ganar el peón d; sin embargo, esto le acarreará un serio atraso en el desarro­ l lo. El j uego entra en u na fase aguda. ¡ S e avizora que no habrá tablas!

7.

Cg3

hS!

Sin cuartel . Comienzan operaciones activas contra el flanco rey blan­ co . Se especula con la maniobra blanca de ganar el peón d. Este es como un hueso atorado en la garganta y habrá que captu rarlo tarde o tem p rano. El bando neg ro j uega con g ran energ ía.

8. 9. 1 0.

Da4+ h3 Dc4

Cc6 Ch6 AfS!

Obl igando el cambio. Observe que para alcanzar la ventaja material el bando blanco cambia un caballo, ú n ica pieza menor desarrol lada. A pesar de transcurrir solo 1 O j ugadas, el bando negro tiene ya mejor partida.

11. 1 2.

CxfS Dxd3

CxfS Dxd3!

A pesar del peón menos el bando negro acepta el final , ya que valo­ ra la posición como favo rable por la ventaja del factor ''tiempo" y del concepto "posición".

1 3. 1 4.

Axd3 Th2

Cg3

1 S. 1 6.

Ac2 d3

gS! Ag7

0-0-0 ¡ U na posición aplastante! Así comentaría Fischer si viera esta posi­ ció n . U n a torre p resa y 3 piezas sin j ugar, fue el resultado de la celada i n iciada por las blancas con su j ugada 6. c3? !

El bando negro completa s u desarrollo.

1 7. 1 8. 1 9. 20.

Cf3 fxg Af4 gxf3

f6 CxeS Cxf3+?! h4 1 97

21 . 22. 23.

0-0-0

fxg

Axg5 Axh6

Ah6 Txh6

La situación se aclara. Quizás el bando negro debió captu rar en su jugada 1 9 con el peón f. No ha podido recuperar su peón, pero tiene un par de torres muy activas y u n caballo avanzado q ue controla casi l las vitales.

24. 25.

Te 1 Ab3

Rd7! Rd6

Es i mportante controlar la casilla d5.

26. 27. 28.

Td2 d4 Ac2

b5 c4 Tdf8

Comienza la p resión a los pu ntos sensibles del bando blanco.

29. 30.

Ae4 Rd1

Te6 Cxe4

¡ Ahora! Este golpe vigoriza al peón h avanzado.

31 . 32.

fxe4 d5?

Tf3

Un error en posición ya perd ida. Es cu rioso que el bando negro no log rara igualar el material , pero la amenaza es más fuerte que su mis­ ma ejecución . N i mzovich ten ía razón .

32. Y

TeS!

el bando blanco s e ri nde. Todas l a s colum nas s o n controladas por las negras y l legó la hora de la cosecha.

1 98

Ecos del

xvu

Ca pabla nca i n memoria m

Un encuentro con el fraterno amigo Danilo S u ela es siempre algo pecu l iar por su fino instinto de saber encontrar pu ntos de confl uencias para los amantes del verdadero ajedrez. Me resulta m uy g rato traer aq u í esta bonita partida, donde Suela hace gala de u n p rofu ndo esti lo combinativo y se lleva el p remio a la partida más b ri l lante en este i mportante certamen cubano editado en honor de José Raúl Capablanca. Al p regu ntarl e más detalles sobre esta partida, Danilo dijo que u na vez comentada por el desaparecido GM G u i l lermito García no se atrevía a deci r nada más sobre ella. Veamos esta hermosa partida, hoy un tesoro del ajedrez nacional . M uchas veces se piensa que la defensa es más difícil de conduci r que el ataque. S i n embargo, para l levar un ataque a fel iz término se req uiere de un esfuerzo conti nuo de energ ía, así como encontrar la jugada p recisa en el momento oportu no. G rupo maestros 1 Defensa Escandinava Blancas: D. Suela Negras: A. Campos

1. 2. 3. 4. 5.

P4 R PxP C3AD P4 D C3A

P4D DxP D4TD C3AR

En Montreal 1 979, Karpov eligió contra Larsen 5. A2 D y después de 5 . . . . , A5C ; 6. A2 R , AxA; 7. C(3)xA, D3C; 8. C3AR , CD2 D ; 9. 0-0 , P3 R ; 1 O. P4A y el bando blanco quedó algo mejor posicionado .

5. 6. 7.

A3D DxA

8.

0-0

9. 1 0. 11. 1 2. 1 3.

A2D C5R P4A TD1 R P5A!

AAA AxA P3 R P3A D2A CD2D A2R P3CR

Basado en su mejor desarrollo, el bando blanco trata de abri r la posición . U na alternativa ah o ra pudiera ser 1 3 . . . . , CxC ; 1 4 . PxC , C4D con la idea del enroque largo. Con la movida real izada las negras acep­ tan el reto.

1 3. 1 4. 1 5.

CxPA TxPR!

PCxP RxC

1 99

El movi miento sin el cual la entrega del cubullo no pudi era justificar­ se. Ahora la torre es tabú pues 1 S . . . . , AxT; 1 6 . 04A conduce a u na rápida victoria.

1 5.

C1 A

La elección es d ifíci l . Por ejemplo: a) 1 S . . . . , TA1 C; 1 6. D4A ! , C3C; 1 7. TxC+! , AxT; 1 8. TxPA+, AxT; 1 9 . 07A+ ganando o en su l ugar 1 8 . . . . , A2C; 1 9 . D6A (y no 1 9 . D7A+ que permite 1 9 . . . . , A 1 T; 20 . A4A, A3D ; 2 1 . D6A+, D2C) con la amenaza 20. A4A; por ej emplo: 1 9 . . . . , TD1 AA; 20 . A4A, 01 D (si 20 . . . . , DxA; 2 1 . DxA+, A1 T; 22. TxD , TxT; 23. OSA+) ; 2 1 . ASA+, A3A; 22. C4A , C2 D ; 23. TSC+ ! , y gana. b) 1 S . . . . , TA1 A ; 1 6. D4A, C3C; 1 7. TxC+, AxT; 1 8. TxP+, A2C; 1 9 . D7A+ , A 1 T; 20 . TST y mate i mparable. En esta l ínea si 1 8 . . . . , AxT; 1 9 . 07 A+, A3A; 20. DxD, AxP+; 2 1 . A 1 T y el bando blanco tiene un fuerte ataque.

1 6. 1 7.

TxC+! OxP

AxT 030

Esto abre nuevas l íneas al ataq ue. Algo mejor era 1 7 . . . . , D2 A .

1 8. 1 9. 20.

C4R R1 T C5C+

OxP+ C20 R2R

N o hay elección ante la pérdida de la dama neg ra.

21 . 22. 23. 24. 25. 26. 27. Y el

200

T1 R+ A3A �

TxC OxO+ 07C+ C7A+

bando negro abandonó.

A4R 040 CxA

OxT R20 R30

La mejor partida de ataque. Del xxx1v Capablanca in Memoriam Defensa Francesa (Ci udad de La Habana, 1 999) Blancas: Diasmany Otero Negras: M I H u mberto Pecorelli

1. 2. 3.

e4 d4 eS! ?

e6 dS

La j ugada antigua d e N imzovich , poco vista e n l a actualidad . Alekhine consideraba que daba a las negras demasiadas posibilidades.

3.

eS

E l contraj u ego estándar en este tipo de posición.

4. S. 6. 7. 8. 9. 1 0.

e3 Cf3 Ae3 Dd2 Ad3 dxeS Af4

Ce6 Acll Db6 f6 fxeS De7 Ch6

Ambos bandos luchan por el dominio central y la partida promete desencadenar en tormenta violenta. El cuad ro eS es el centro estraté­ gico de la porfía. Cf7 11 . 0-0

1 2. 1 3.

Te1 c4!

Ae7

Fuerte j ugada que tiene el objetivo de debilitar el centro de peones negros, buscando vigorizar el avance del peón eS. Lo q ue expl ica la respuesta de Pecorelli, tratando de retomar en dS con cabal lo.

1 3. 1� 1 S.

exdS Ce3!

Cb4 CxdS

El desarrollo es lo p ri mero. Por otra parte, el caballo amenaza invad i r los c uad ros neg ros desde e4.

1 S. 1 6. 1 7. 1 8.

Dxe3 T(a)d 1 h4

Cxe3 TeS bS

Forzando a debil itar los cuad ros blancos del flanco rey. Casi es for­ zado . . . , h6. Diasmany entrevé u n futu ro ataque por la diagonal b 1 -h7 y trabaja en esa d i rección consciente de q ue le brindará ventajosos divi­ dendos. 201

1 8. 1 9. 20.

h5 Ab1 !

h6 Ac6

Se prepara la máq u i na . Solo resta esperar a que el bando neg ro enroq ue. Atendiendo qu izás a la sentencia "más vale un mal enroque que no en rocar", Pecorel l i . 20. 0-0 (confiando en la defensa) .

21 .

Db3!

Ad5

La posición crítica. Ahora no si rve 22 . Dd3, pues Tfd8 del bando neg ro resuelve el problema. ¿ Cómo adelantar la posición? Las blan­ cas necesitan adelantar su peón eS para incl u i rlo al ataq ue, pero, ¿ cómo? 22. TxdS! ! ... (bien calcu lado) .

22. 23. 24. 2S.

Dd3 Dh7+ e6!

exdS T(f)e8 Rf8

G o l p e f u l m i n a nte aunque no d i f íc i l de h a l l a r. El hecho es q u e Diasmany tuvo q u e preverlo cuando j ugó 2 1 . Db3!

2S. 26.

Dxf4 CeS! !

El caballo da mate, tanto por g6 como por d7. Los cuad ros blancos han sido mi nados y las piezas blancas se mueven por estos para poner fin a la parti da. 26. DxeS (única) . 27. TxeS Ad6 (no 27 . . . . , Cxe5 por 28. Dh8++) .

28. 29. 30. 31 .

Te3 Dh8+ Dxg7+ f4!

CeS Re7 Rxe6

Rinden . U n a bonita p roducción que ganó el p remio Alekhi ne del Capablanca in Memoriam .

202

La tecn lca depu rada de Alekh l ne Vea a conti n uación u na partida i nteresante del cuarto campeón del mundo, A. Alekhine, contra el conocido teórico ruso E. Znosko-Borovsky, celebrada en París en octub re de 1 933. La partida -u n Ruy López-, tiene la parti cularidad de que en solo 1 5 movidas se llega a un final p reconcebido en la mente de Alekhine, donde el plan ganador es pu ra­ mente técnico, lo cual no deja de ser asombroso por su acabado y m i n uciosidad .

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9.

e4 Cf3 AbS Aa4 0-0

c3 Te1 d4 Cdd2

es Cc6 a6 Cf6 d6 Ad7 Ae7 0-0

Ae8

U na idea origi nal en la partida que da un interés teórico a la apertura. Alekh ine -q uien conduce las piezas neg ras- argumentó en su tiem­ po que 9 . . . . , Ae8 ! , es la llave de todo un sistema en el planteo , seña­ lando q ue esta posición es ventajosa para el bando negro. 1 O. Axc6 Axc6

11. 1 2. 1 3. 1 4. 1 5.

dxe CxeS Cxe4 Cxf6+ Txd 1

dxe Axe4 Dxd1 gxf6 fxeS

Y es esta la posición que nos interesa tratar. El plan de campaña de Alekhine es real mente asombroso . Dejemos que lo explique él mismo: 1 . Cambio de u n par de torres . 2. Cond ucción del rey al cuadro e6, donde estará seguro contra un ataq ue frontal del peón rey, lo cual s i rve también para i mped i r la entrada de la torre remanente en d7. 3. Operar con la torre en la col u mna abierta g , y avanzar el peón h, para p rovocar la apertu ra de la col umna h. 4. Después de real izar esto , el rey blanco y, eventual mente, tam­ bién el alfi l , q uedarán ocu pados en i mped i r que la torre neg ra pueda ubicarse en h 1 o h2. 5. M ientras tanto , las neg ras mediante el avance de los peones b y a conseg u i rán , tarde o temprano, abri r una col u mna en el flanco dama. 203

Fischer dicta cáted ra Defensa Sicil iana (Dragón) (Torneo internacional de Bled , 1 96 1 ) Blancas: Fischer N egras: F. Olafsson

1. 2. 3. 4. S. 6. 7.

e4 Cf3 d4 Cxd4 Ce3 Ae3 Ac4

eS g6 exd Ag7 Ce6 Cf6

¡ La l ínea de Fischer!

7.

DaS

La idea de Fu rman que actualizó en 1 966 en el torneo de Harrochow. Este planteo encierra suti lezas tácticas, pero consideramos q ue pa­ radas las amenazas, la dama q ueda en el flanco dama sin mayor prog rama. Qu izás fuera mejor 7 . . . . , 0-0 d6 8. 0-0

9.

Cb3

De7

En defin itiva las negras han perdido terreno; las blancas tienen preponderancia en el flanco dama. Ae2 0-0 1 0.

11. 1 2. 1 3.

f4 a4 Tf2!

as Cb4

Una i dea bril lante . Las blancas trabajan para una formación tipo Maroczy con Af3; la dama apoyando oportunamente al alfi l dama y de paso trasladar la torre a la col umna dama ( ! ) .

eS?!

1 3.

Dudoso. Crea u n p u nto débi l , pero es evidente que la posición del bando negro es delicada.

1 4. 1 S. 1 6.

Af3 Td2 Rh1

Ad7 Tfd8

Conti nuación del plan . No sería bueno 1 6. Txd6? , Axa4; 1 7. Txd8+, Txd8 y el bando negro q ueda bien.

1 6. 1 7. 1 8. 1 9. 20. 2G6

Dg1 ! fS T(a)d1 CbS!

Ae8 Cd7 b6 CeS

A r t 11 l t 1 gu

h r , Axb5 , la s i t uación de las n er r rl 1 crrtica por 2 1 axb5 y la amenaza de 22 . 23. c3 1 , que sería fatal para el bando neg ro.

20. 21 . 22. 23. 24. 25. 26. 27.

.

. . .

.

Cxd6 Cxc5! Dxe3 Ae2! b3 Ac4! AdS!

De7 Cxc2 Cxe3 bxc5 Axa4 AeS a4

Las blancas no dan tregua. Interesante sería 27 . . . . , T(b)b8; 28. Cxe8, Dxe8 ! ; 29. fxg6, hxg6; 30 . bxa4 , Df8; 3 1 . Dg5! , Rh7; 32 . Td3 ! , da ven­ taja blanca ( no se puede 31 . . . . , Ah6? , por 32 . Axf7+! , ganando) .

27. 28. 29. 30. 31 . 32. 33.

Axa8 fxg6 bxa4 Ta1 AdS Txd4! !

Txd6 Td4 hxg Axa4 Df8 Ah6

Todo m uy calcu lado. E l remate es muy elegante . . . ¡ a l o Fischer!

33. 34. 35. 36. 37.

T(d)xa4 Tf1 g3! T(a4)a1 !

Axe3 Dh6 Af4 Dh3

Lo mejor. Si 37. Tf2 , Dg4 ! , compl icaría las cosas.

37. 38. ¡ U n remate p reciso!

Axg3 Ta8+!

R i nden las negras .

Fischer y la celada que tendió a Gligoric . . .

Fischer vi no a l a Oli mpiada d e La Habana { 1 966) con un reperto rio renovado, donde destacó la Variante del Cambio en el Ruy López (4. Axc6 ! ? ) , pero con un toq ue de distinción, pues l uego de 4 . . . . , dxc6 contin u ó con 5. 0-0! Fue la l ínea que tritu ró a Portisch y también a G li goric, cuya partida expongo a conti nuación debido a su g ran i nterés teórico. Ruy López (Variante del Cambio) Blancas: Fischer Negras: S. G l igoric

1. 2. 3. 4.

e4 Cf3

5.

0-0

6.

d4

Ab5

Axc6

eS Cc6 a6 dxc6 f6 Ag4!

Después de su derrota en La Habana ante Fischer, Portisch hal ló una sol ución al p roblema en cuestión : 5. 0-0, f6 ; 6 . d4, exd ; 7. Cxd4, Ce7 ! , con vistas a ubicarlo en g 6 y luchar por la estabil ización del centro; el asu nto , sin embargo, no está claro todavía.

7. 8.

C3 cxd

exd Dd7

Como explica Pachman , aqu í es i mposible 8 . . . . , Axf3 ! ; 9. Dxf3, Dxd4; 1 O. Td 1 !, y la dama no tiene buenas casillas de retroceso. G l i goric trata de 0-0-0 y tener listo un contraataq ue cuando Fischer se enroque corto y, p recisamente en esta l ínea, le ten ía una sorpresa. h3 9. Ae6?! ( . . . , Ah5 es mejor) . 1 0. Cc3 0-0-0 Esta es la posición clave de la partida , donde la p regunta debe ser: ¿ cómo debe j ugar el bando blanco aqu í? El intento de avanzar los peones del flanco dama (a4 y b4) no es fáci l , p ues el ataque de las negras en el sector opuesto no es despreciable. Fischer dispone u n plan consistente e n u n atrevido j u ego central : Af4, Tc1 . . . y d5! , obl igan­ do al bando negro a tomar el peón d5, con lo cual se abri rán las verti­ cales y diagonales que conducen al punto c7, ¡que es la debil idad de las neg ras !

11.

Af4!

Ce7?

Fischer señaló 1 1 . . . . , Ad6! No se puede 1 1 . . . . , g4? ; 1 2 . Ag3, h4; 1 3 . d 5 ! � cxd ; 1 4. Tc 1 ! , con el peligro 1 5. Cxd5 logrando el golpe en c7! Si 1 4 . . . . , dxe4?, entonces 1 5. Ca4! , Dxd 1 ; 1 6. Txc7+! , que conduce al 208

' 1 -. 1. ¡ 1 . X , , 7; 20. xc7+, Axc7; 2 1 . Axc7 , Ab5 ; , - a8; 24. Dxa6++ . Bonito, ¿ v r ? Además aclara el porq u é G l igoric j ugó 1 1 . . . . , Ce7 , pero el reloj ya había causado estragos. t ,

1 2. 1 3. 1 4.

Te1 Ag3 Ca4

Cg6 Ad6 Axg3?

El error decisivo según G l igoric, pues pierde el control de la casilla cS .

1 S. 1 6. 1 7.

fxg3 CeS Da4

Rb8 Dd6 Ra7?

La ú n ica era 1 7 . . . . , Ac8 ! , pero el bando blanco pod ía conti nuar con 1 8. Tc3 !

1 8.

Cxa6!

Axh3

Si . . . , bxa6 1 9 . Txc6! , ganando.

1 9.

eS!

CxeS

Si . . . , fxe5; 20. Cc5+, Rb8; 2 1 . dxe, Cxe5; 22. gxh3 y las blancas quedan con pi eza de ventaja.

20. 21 . 22. Y G l igoric se

dxeS CeS+ gxh3

fxeS Rb8

ri ndió 3 jugadas después.

209

Torneo de San Sebastián de 1 91 1 Apertu ra R uy López Blancas: Capablanca Negras: Bernstein

1. 2. 3. 4. S. 6. 7. 8. 9. 1 0. 11 . 1 2. 1 3. 1 4. 1 S. 1 6. 1 7. 1a 1 9. 20. 21 . 22. 23.

e4 Cf3 Ab5 0-0

Cc3 Axc6 d4 Cxd4 AgS Te 1 Ah4 Axe7 Dd3 b3 T(a)d1 De3 C(c3)e2 CfS C(e2)d4 g4 f3 Ce2 C(e2)g3

eS Cf6 Cf6 Ae7 d6 bxc6 exd Ad7 0-0

h6 Ch7 Dxe7 T(a)bB CgS DeS Ce6 DaS CeS Rh7 T(b8)e8 Ce6 Dxa2

M uy i nteresante posición . Kotov l lama la atención sob re las debili­ dades neg ras (peones g7 y h6) y señala la g ran actividad de los caba­ llos blancos.

Dxc2?!

23.

Be rnstein ha capturado dos peones sucesivos sin percatarse de que ha ca ído en u n verdadero torbelli no.

24.

Tc1 !

Db2

Con su ju gada, Bernstein espera garantizar un refuerzo en la defen­ sa de g7 y de los cuadros neg ros en general .

2S.

ChS!

Este lance tiene algún parecido con la caballería camagüeyana del siglo x1x. En el l ib ro del torneo, C . Sch lechter señala que el bando negro no tiene mucho de donde escoger. Si 2S . . . . , gS; 26. eS! , f6; 27. Dd3 ! , con amenazas mortales. Si 2S . . . . , Ac8 sucede otro tanto : 26. eS ! , DxeS ; 27. Dd2, DdS; 28. Cf6+, gxf6; 29. Dxh6+, Rg8; 30. Txe6 ! , ganando la dama y la partida.

2S. 21 0

Th8!?

Jl

"

28. 27.

1

Te2 f4!

DeS

Es obvio que, sin la dama, el flanco rey se desmorona rápidamente .

27. 28.

DbS C(f)xg7!

¡ U n golpe demoledor! Ante él no hay defensa. Aq u í P rins señaló como ú nica 28 . . . . , Db6, pero después de 29. Dxb6, axb6; 30 . Cxe8, Axe8 ; 3 1 . f5, Cc5 ; 32 . b4, Cd3; 33. Cf6+ , Rg7; 34. Cxe8+, Txe8; 35. Txc6, Cxb4; 36. Txc7 es igual mente desastroso .

28. 29. 30.

Cxe8 Dc3!

CeS Axe8

Por las casillas negras ( ! ) .

30. 31 . 32.

Cxf6+ Ch5

f6 Rg6

Se está p róxi mo a desped i r el duelo.

32. 33. 34.

fS! De3+!

Tg8 RgS

Rinden . Capablanca escribió que después de esta victoria comenzaron a m i rarlo con otros ojos, ¡y no era para menos!

21 1

La victoria de Lasker sobre Capablanca l,..a brillante actuación de Lasker en el torneo de San Petersburgo 1 9 1 4, tuvo como digno colofón la bella partida que ganó al genial cuba­ no en un Ruy López (Variante del Cambio) en 42 movidas . Esta, que perm itió a Lasker ganar 2x1 el encuentro entre ambos, fue la que deci­ dió a la postre la suerte del torneo.

1. 2. 3. 4. S. 6. 7.

e4 Cf3 Ab5

Axc6 d4 Dxd4 Cxd4

eS Cc6 a6 dxc6 exd Dxd4 Ad6

Las negras oponen ahora su par de alfi les a la mejor estructura de peones del bando blanco. Hoy en d ía no se ve mucho esta forma de j ugar la Variante del Cambio. Lasker ganó muchas bellas partidas con este tema, y esta es una de el las.

8. 9. 1 0. 11 . 1 2. 1 3. 1 4. 1 S. 1 6. 1 7. 1 8. 1 9. 20. 21 .

Cc3

Ce7

0-0

0-0

f4 Cb3 fS Af4 Axd6 Cd4! Ce6 T(a1 )d1 Tf2 T(f2)d2 b4 a3

TeS f6 b6 Ab7 cxd6 Tad8 Td7 Cea bS T(d7)e7 Rf2

23. 24. 2S. 26. 27. 28. 29. 30.

g4 Td3 h4 axb Rf3 Rf4 Tg3 Rf3

h6 aS axb T(a7)e7 Tg8 g6 gS+ Cb6

Aa8 El bando blanco tiene ventaja notable en espacio y sus piezas son más activas. Se torna desag radable la presión en la col umna d . �R� Th7

212

l l

i 31 . 32.

Ir

1 111 1

v

u

hxg Th3!

l lo .

hxg

Lasker no pierde ocasión y gana la col umna h, malo sería 32 . Txd6? , por 32 . . . . , Cc4 y . . , CeS+ con contrachances . .

32. 33. 34. 35.

Rg3 T(d1 )h1 eS! !

Td7 ReS Ab7

En el momento oportuno. L a clave está e n activar e l caballo d e c 3 y atacar al débil peón de f6 . Por otra parte, la captura con el peón d debilitará la casi lla eS como trampol ín de los caballos blancos.

35. 36.

dxe Ce4!

Observe que los cabal los controlan todas las casi llas negras.

3a 37.

Cds C(6)c5!

No se puede reti rar la torre, pues el salto 38. C(4)d6+ gana el alfi l de b7.

37. 3a 39. 40.

Cxd7 Th7 Ta1 !

Ac8 Axd7 Tf8

Y Capablanca abandonó 2 j u gadas después.

21 3

y Ruy López (Variante del Cambio) (San Petersbu rgo, 3 de abril de 1 9 1 4) Blancas: Capablanca Neg ras: Janovsky

1. 2.

3. 4. S.

e4 Cf3 Ab5 Axc6 Cc3

eS Cc6 a6 dxc6

La idea antigua de esta Variante, q ue como se verá también tiene su veneno.

S. 6. 7.

d3 Ae3!

AeS Ag4

Esta partida constituye un soberbio éxito para Capablanca, quien logra u n tri u nfo casi matemáticamente sin dar sombra de posi bil idad a su adversario.

7. 8.

fxe3

Axe3 De7

9.

0-0

0-0-0

De1 Tb1

Ch6

1 0. 11

Sobre esta jugada Tarrasch señaló en el libro del torneo: " . . . revelan­ do con b rutal franqueza el plan de ataq ue, contra el cual nada puede hacerse. El peón b y el a asaltan los bastiones del rey enemigo por más i n expug nables que parezcan".

11 . 1 2. 1 3. 1 4.

b4 a4 Txf3

f6 Cf7 Axf3

b6?!

Se señaló como mejor 1 4 . . . . , b5 para llevar el rey a b7 y oponerse a la penetración de las blancas con . . . , Ta8. En un abri r y cerrar de ojos se p roduce un colapso en la posición de las negras.

1 S. 1 6.

bS! axb

cxbS aS

CdS c4

DeS

P rácticamente forzado.

1 7. 1 8.

El p roced imiento es elegante e i nexorable. Ahora el plan, segú n Tarrasch e s conti nuar con Dc3 y d4, desmantelando l a posición ne­ g ra . El plan general fue trazado a partir de 1 1 . Tb 1 ! , y llevado a cabo con exactitud y armon ía .

1 8. 214

Cg4

1 G. 20. 21 .

Tf2 Dc3 Td 1

Ce6 Td7

La ej ecución se realiza por el centro ( ! ) . Refi riéndose a esta partida, Tartakower señaló que "val ía tanto como un tratado de estrategia" .

21 . 22.

d4!

Rb7 Dd6

Si 22 . . . . , Df8 ; 23. Tc2 seg ui do de c5! , y sería el fi n .

23. 24. 25.

Tc2 exd eS!

exd Cf4

Y se gana pieza . Resu lta sorprendente que Janowski conti nuara jugando hasta la j ugada 3 1 . 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31 .

exd5 c6+ cxd7 d5 d6 Dc6

Cxd5 Dxd5 Rb8 Dxd7 TeS cxd6

Ri nden . El j u ego se comportó como si las pi ezas negras hubieran estado todo el tiempo en la obligación de perder sin alternativas .

21 5

U na partida de Stein itz Partida italiana (Hasti ngs, 1 895) Steinitz-Bardeleben

1. 2. 3. � 5. 6. 7.

e4 Cf3 Ac4 � d4 cxd Cc3

eS Cc6 Ac5 Cffi exd Ab4+ d5?!

Karpov señala que 7 . . . . , Cxe4! , garantiza un juego segu ro al bando negro , dejando sentado q ue es una posición muy estudiada por la teo­ ría desde hace ¡ u n siglo! (Vea ramificaciones p rincipales al final de la partida.)

8.

exd5

9.

0-0

1 0. 11 . 1 2. 1 3.

Ag5 AxdS Cxd5 Axe7

CxdS Ae6 Ae7 AxdS Dxd5 Cxe7

Todo parece i ndicar que el bando negro pod rá poner al rey en seg u ridad , e i ncluso tener un mejor final , pero:

1 4. 1 5. 1 6.

Te1 De2 T(a)c1

f6 Dd7

La teoría recomienda 1 6 . d5! , Rf7; 1 7 . T(a)d 1 , Cxd5; 1 8 . Cg5+! , fxg5; 1 9 . Df3+, Rg8; 20. Txd5 con ventaja ganadora.

1 6.

c6?

Como explica el ex campeón del mundo, aq u í hubiera sido correcto 1 6 . . . . , Rf7 y tras 1 8 . . . . , Cd5! , las negras log raban la iniciativa. Cierto q ue después de 1 7. Ce5+ o Cg5+ en el tablero surg ían otras compli­ caci ones d iaból icas.

1 7.

dS!

U n a entrega típica para abri r b rechas.

1 7. 1 8. 1 9. 20. 21 .

Cd4 Ce6 Dg4 Cg5+

cxd5 Rf7 T(h)c8 g6 ReS

Y ahora u na de las combinaciones más célebres de la historia del ajed rez, en opi nión de una figura como A. Karpov ( ! ) . 21 6

Txe7 1 1 ' , . . . , J x ? , por 23. Te 1 + , Rd6; 24. Db4+, TeS; 25. Te6+, ' 4 . . , c7 ; 25. Ce6+, Rb8; 26. Df4+ y todo termina) . Rf8! ( El signo ! es de 22. •

.

.

Averbaj . )

23. 24. 25.

Tf7 +! Tg7+ Txh7+!

Rg8 Rh8

Rinden . Según cuentan, Bardeleben. abandonó la sala del to rn eo tan atu rdi­ do q ue no regresó poste riormente. De no rendir su rey, el mate se h u biera podido producir en 1 O movi mientos: 25 . . . . , Rg8; 26. Tg7+, Rh8; 27. Dh4+, Rxg7; 28. Dh7+, Rf8; 29. Dh8+, Re7; 30 . Dg7+, Re8; 3 1 . Dg8+, Re7; 32 . Df7+, Rd8; 33. Df8+, DeS; 34. Cf7+ Rd7; 35. Dd6++! Considero de i nterés ofrecer las ramificaciones p ri ncipales posi­ bles que se pueden producir después de 7 . . . . , Cxe4! , q ue da juego ig ual al bando negro (por tanto, la notación es ig ual a la partida comen­ tada hasta la jugada 7 de las blancas) : 7. Cc3 es una idea de Gioachino G reco ya desde el siglo xv1 . El bando blanco, sin reparar en pérdidas, aspira a un rápido desarrollo de sus piezas para atacar a toda costa. Vale aclarar que si 7. Ad2 , Axd2+; 8. Cxd2, d5! , las negras liquidan la superioridad de las blancas en el centro.

7.

Cxe4!

Lo mejor, seg ú n Karpov. La partida precedente explica q ue 7 . . . . , d5? , es mala, tal y como Stein itz nos demostró hace más de cien años .

8.

0-0 !

Axc3

También conducía al eq uilibrio 8 . . . . , Cxc3; 9. bxc3, d5! ; 1 O. cx6 , dxc; 1 1 . Te 1 +, Ce7 ; 1 2 . Ag5, f6 ; 1 3 . De2 , Ag4! (No se puede aceptar el sacrificio de la fi g u ra . ) ; 1 4. Af4, Rf+; 1 5 . Dxc4+, Cd5 con una posición bien defendida. S i 1 3 . . . . , fxg ? , en l ugar de l a correcta 1 3 . . . . , Ag4 ! , seg u i ría 1 4. Dxc4 a conti n uación de 1 5. Cxg5 y e l bando blanco gana.

9. 1 0. 11.

dS Te 1 Txe4

Af6! Ce7 d6

Un j uego enconado. La i n iciativa pertenece a las bl ancas, pero el bando neg ro tiene los recu rsos para alcanzar las tablas . Este análisis ha sido tomado de Viaje al reino del ajedrez, de los G M Averbaj y M . Bei l i n . El hecho de que no s e pudiera romper ese eq u i l ibrio, llevó -ya des­ de comienzos del siglo x1x- al ajedrecista inglés Evans a la búsqueda de una nueva idea , s u rg iendo as í el famoso Gambito Evans q ue se comienza con la j ugada blanca 4. b4 ! ? , en sustitución a 4. c3 .

21 7

4.

b4!?

Axb4

Lo mejor es aceptar el sacrificio.

5. 6. 7. 8.

c3 d4 0-0

cxd

AcS exd d6 Ab6

La posición normal del Gambito Evans, que se analiza desde más de un siglo ( ! ) .

9.

Cc3!

Considerado lo mejor.

9. 1 0. 11 .

AbS Ae3

Ag4 Rf8

Las blancas tienen i niciativa y ventaja de espacio a costa del peón perdido.

5. 6.

0

Aa5

d4

Antes se creía que 6. 0-0 era mejor, pero Lasker la refutó 6 . . . . , d6; 7. d4, Ab6 ! ; 8. dxe, dxe; 9. Dxd8+, Rxd8; 1 O. CxeS , Ae6. I g ualdad .

6. 7. 8.

Db3 dxe5

d6 Dd7! Ab6

Devolviendo el peón negro se garantiza la ig ualdad , ya que si 9. exd , Ca5 ; 1 O. Db5, Cxc4 con j uego igual .

5. 6.

@

Ae7!

Db3

Si 6 . d4, Ca5; 7 . Cxe5 , Cxc4; 8 . Cxc4, d5; 9 . exd , Dxd5; 1 0 . Ce3 , DaS. I gualdad .

6. 7. 8. 9. 1 0. 11 .

d4 Da4 Dxc4 h3 dxe5

Ch6 Ca5 Cxc4 Cg4 Cf6 d5! Y

las negras

quedan mejor.

21 8

lt Eva n s on u na partldu fUl Bo rl l n •uw�"'""""r bri l lante que fue A. Andersen .

V 1

Partida inmarcesible

Gambito Evans Blancas : A. Andersen Neg ras : J. Dufresne

1. 2. 3. 4. S. 6. 7. 8. 9. 1 0. 11. 1 2. 1 3. 1 4. 1 S. 1 6. 1 7. 1 8. 1 9. 20. 21 .

e4 Cf3 Ac4 �!? c3 d4 0-0

Db3 es Ae3 Te 1 AxbS Da4 Cbd2 Ce4 Axd3 Cf6+ exf Tad1 Txe7+ Dxe7+! !

es Cc6 AcS Axb4 Aa5

exd d3 Df6 Dg6 Cge7 bS Tb8 Ab6 Ab7 DfS DhS gxf6 Tg8 Dxf3 Cxe7

( ¡ Fuera l a dama del tablero!)

21 . 22. 23. 24.

AfS+ Ad7+ Axe7++

Rxd7 ReS Rf8

U na partida q u e anonada. ¡ As í se j ugaba el siglo pasado!

21 9

sta vez no se me ha escapado! En Bled 1 96 1 , Fischer log ra por f i n vencer a Tal . He respetado las notas q ue aparecen sobre este encuentro en Mis sesenta mejorables partidas, que el norteamericano publ ica a fines de la década del se­ senta. Su vol u men abarca el período 1 957 - 1 967. Partida 32 Defensa Sici liana Fischer-Tal

1. 2. 3. 4. S.

e4 Cf3 d4 Cxd4 Cc3

eS Cc6 cxd e6

No hay d udas de que Tal esperaba 5. Cb5 ! , como yo hab ía j ugado reiteradamente en Buenos Ai res ( 1 960); y la verdad es q ue sigo pen­ sando q ue es lo mejor.

5. 6.

Dc7 g3

Botvi n n i k la cal ificó de "muy astuta y bien calculada idea". Tal fal la en fase temprana.

6.

Cf6?

Esto probablemente lo condujo a la derrota; Tal pareció preocupado después de efectuarla. Lo correcto era 6 . . . . , a6; 7. Ag2 , Cf6; 8. 0-0 , etc.

7.

CdbS!

Es cu rioso q ue Bisquier, presente en Bled , omítiese esta j ugada contra Benko, San Antonio 1 962 . ·

7. 8.

Af4

Db8 CeS

Si 8 . . . . , eS? , fal la por 9 . Ag5 ! , a6; 1 O. Axf6, axb5; 1 1 . Ag5! , con clara ventaja.

9.

Ae2!

Quizás Tal subesti mó este sencil lo movi miento que prepara Dd4, manteniendo al m ismo tiempo reforzada la casil la b5. Tal , en el l i b ro del torneo, sugiri ó ahora 9 . . . . , Cg8 para evitar pérd idas materiales, pero después de 1 O. Dd4, f6; 1 1 . 0-0, a6; 1 2 . Cd6+, Axd6; 1 3. Dxd6, Dxd6; 1 4. Txd6, el final es muy p rometedor para el bando blanco.

9. 1 0. 11. 1 2. 1 3. 1 4. 220

AxeS f4 eS exf6 fxg7

AcS DxeS Db8 a6 axbS

1 4. 4, Af ; 1 . 4 r J r, , r n . Con solo dos tablas contra Tal después de yo no estaba en condiciones de especu lar.

1 6.

Ce4 Dd4

TgS Ae7 Ta4

U na tentativa de complicar el juego. Según Botvi nnik . . . , Dc7 ofrecía más perspectivas de subsisti r. 1 7. Cf6+ Axf6

1 S. 1 9.

Dxf6

De7

0-0-0 1 Malo sería 1 9 . Ah5? , por . . . , d5 y si 1 9 . Axb5? , Da5+ gana pieza .

1 9. 20.

Rb1

Txa2 Ta6

Nada da 20 . . . . , DaS? , por 2 1 . b3!, y la amenaza Ah5 es decisiva . Tam poco si rve 20 . . . . , ta5; 2 1 . A h 5 , d5; 2 2 . Txd5! , gana d i rectamente.

21 .

Axb5?

Estaba tan empeñado en ganar material que se me escapó 2 1 . Ah5 ! , d 6 (no sirve 2 1 . . . . , d5) ; 22 . The1 , De7; 2 3 . Dh6, Rd7 ; 2 4 . Dxh7 ! , y gana.

21 . 22.

Ad3

Tb6 eS

( La mejor posibilidad . )

23.

fxeS!

Tal esperaba Dxe5+, Dxe5; 24. fxe5, Txg7 con chances.

23. 24.

Trl6 exf6

Se a menaza 25. Axh7!

24. 2S. 26. 27. 2S.

Axh7 AxgS Thf1 Axf7+

DeS Dg4 Dxf6 Dxg7 RdS

E l fi nal es desesperado para Tal .

29. 30. 31 . 32. 33. 34. 3S. 36. 37.

Ae6 Axd7 Tf7 T(1 )xd7+ Tde7+ Td7+ Te7+ Tfd7+ Td 1

Dh6 Axd7 Dxh2 ReS RdS ReS RdS ReS

Las blancas han estado ganando tiempo en el reloj .

37.

bS 22 1

38. 39. 40. 41 . 42. 43. 44. 45 46. 47.

Tb7 g4 gS Te 1 + TxbS Tb6 Td1 T(1 )d6 b3 Ta6!

DhS Dh3 Df3 Rf8 Rg7 Dg3 Dc7 DeS Rh7

Las n egras deben asumir la pérdida de su dama o bien recib i r mate. No hay defensa contra 48. Ta7+, Rg8; 49 . T(6)d7! , etc. Y Tal se ri ndió. Fue la primera victoria de Fischer sob re él .

222

Campeonato abierto de N ueva York de 1 963 Del mismo libro del maestro Fischer es esta, del campeonato abierto de N u eva York.

Defensa de los Dos Caballos Blancas: Fischer Negras: Bisq u i er

1. 2. 3.

e4 Cf3 Ac4

eS Cc6 Cf6! ?

Steinitz opi naba q u e esto e s arriesgado e impreciso.

4.

Cg5

Seg ú n Fischer no parece haber aq u í otro cami no para las blancas de l uchar por la ventaja. Panov la con sidera "pri mitiva".

4. 5. 6. 7. 8. 9.

exd5 Ab5+ dxc6 Ae2 Ch3!?

dS Ca5 c6 bxc6 h6

Una novedad e n el ajed rez magistral . Se trata d e u n a idea de Steinitz a la teoría de la apertu ra . Aq uel encuentro de 1 891 contra Chigorih term i n ó en victoria negra, por lo que 9 . Ch3 se hab ía olvidado por com­ pleto.

9. 1 0. 11 .

A� 0-0

0-0

d3

Axh3

Una mejora a la partida Steinitz-Chi gori h q ue siguió 1 1 . . . . , Cd5; 1 2 . f4 , Ce7; 1 3 . R h 1 , Axh3; 1 4. gxh3, Cf5; 1 5. c4 , exf4; 1 6 . Axf4 , Ce3; 1 7 . Axe3, Axe3; 1 8 . Cc3 y las blancas ganaron fáci lmente.

1 2. 1 3.

gxh3 Af3

Dd7 Dxh3

Así las negras recuperan su peó n , mientras Fischer conserva su pareja d e alfi les.

1 4.

Cd2

(Malo h u biera sido 1 4. Ag2 , Dh4; 1 5. De1 , T(f)e8; 1 6. Dxa5, Cg4; 1 7. h3, Axf2+; 1 8 . Txf2 (si 1 8 . Rh 1 , Dg3 ! ) , Dxf2+; 1 9 . Rh 1 , e4! ; 20 . hxg4 , exd3 con ataq ue ganador. )

1 4. 1 5. 1 6.

Ag2 De1

T(a)d8 Df5 223

un final favorable.

16 1 7. 1 8. .

Ce4 Cxf6

T(f)e8 Ab6

A Fischer le preocupaba el traslado del caballo rey a la casi lla f4 vía d5.

1 8. 1 9.

Rh1

Dxf6 eS?!

Mejor 1 9 . . . . , g5 para evitar l a ruptu ra blanca en f4. El caballo olvida­ do podría l legar entonces a h4 ( ! ) , con buen j uego para las negras.

20.

Dc3!

I mp ide 20 . . . . , Cc6 y refuerza la ruptu ra 2 1 . f4!

20. 21 . 22. 23. 24.

f4 Dc4 c3 fxe5

Cc6 Cd4 Dg6 Cf5 Txe5

Observe el triste papel del alfi l negro en b6.

25.

Af4

Te2?!

(25 . . . . , Ce3 ! ; 2 6 . Axe3, Txe3 conduce a la plena igualdad . El bando negro j uega a ganar ( ! ! ) ) .

26.

Ae4

Txb2?

Correcto h ubiese sido 26 . . . . , TeB!

27.

Ae5!

Bisqu ier pareció desplomarse, ya que vio que no pod ía evitar la pérdida de una pieza.

27. 28. 29.

224

TxfS Txe5

TeS Txe5 Rinden .

U n paseo a caballo E n real idad , Fischer paseó -como a lomos d e u n corcel veloz- la distancia frente al G M R. Byrne cuando en el campeonato de los Esta­ dos U n idos de 1 963 - 1 964 le derrotó en solo 21 movidas. K. F. Ki rby, un conocido editor, d ijo de aquel encuentro: ��parece más consecuencia de brujería q ue de ajedrez" . . . Byrne, por su parte confe­ só que licuando Fischer j ugó 1 8 . . . . , Cxg2 sufrí un tremendo shock". Usted será testigo de un d uelo famoso y espectacular. Partida 48 Defensa G rü nfeld ( P remio de Bel leza) Blancas : R. Byrne Negras: R. Fischer

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

d4 c4 g3 Ag2 cxd5 Cc3 e3 Ce2

9.

0-0

1 0.

Cf6 g6 c6 dS cxd5 Ag7 0-0

Cc6 b6

b3

Es difícil para ambos bandos i ntroduci r alg ú n tipo de deseq uilibrio en esta variante esencialmente si métrica. 1 0. Aa6 11. TeS Aa3

1 2.

Dd2

eS!

( 1 2 . . . . , e6 conduciría a Fischer a tablas, pero l e pareció que la gran actividad que obtendrían sus piezas menores i mped i ría que las blan­ cas pudieran explotar ese factor) .

1 3. 1 4.

dxes T(f)d 1 ?

CxeS

¡ La torre eq uivocada! Lo correcto era mover la otra: 1 4 . T(a)d 1 , Ce4; 1 5 . Cxe4, dxe4; 1 6. Axe4, Dxd2; 1 7. Txd2 , Cc4; 1 8. Axa8, Cxd2; 1 9. Td 1 , Cc4; 20. bxc4 1o mejor (ojo con esta i nformación como se verá) , Txa8 recuperando el peón con ventaja en el final . Sin embargo, el G M Averbaj detectó una falla en el razonami ento de Fischer con 20. Ac6 ! , en l ugar de bxc4, y son las blancas q u i enes ganan. S i 20 . . . . , Cxa3; 2 1 . Axe8, Axe2 ; 22. Td7 ! ¿ Cómo deb ía jugar el bando neg ro entonces en el caso de q u e su oponente hubiera j u gado correctamente? La única j ugada posible era 1 4 . . . . , Dc8 !

1 4. 1 5.

Dc2

Cd3! Cxf2! ! 225

vi crlfl 1 n 11 ¡La justificación completa de este hasta que se rinden las blancas! 1 6. Rxf2 Cg4+ 1 7. Rg1 Cxe3 1 8. Dd2 (Si Fischer captura en d1, el bando blanco no habría tenido proble­ mas: pero ...) Cxg2 1 8. La movida que quitó el aliento a Byrne. Al ser eliminado ese alfil, las blancas quedan indefensas sobre sus casillas blancas. d4! Rxg2 1 9. 20. Ab7+ Cxd4 21 . Rf1 Dd7!! Y se rinden las blancas. -

226

La mejor producción de Capablanca en San Petersburgo Esta partida, jugada el 1 o. de abril de 1914, obtuvo el Premio de Brillantez del torneo de San Petersburgo. Blancas: Capablanca Negras: Bernstein d4 1. dS Cf6 2. Cf3 c4 3. e6 4. C(b8)d7 Cc3 Ae7 Ag5 5. e3 c6 6. dxc4 Ad3 7. Axc4 bS 8. Ad3 a6 9. ¡Un planteo de moda! e4 eS 1 0. dxe5 11 . Cg4 1 2. Af4 AcS Dc7 1 3. 0-0 Tc1 1 4. Se inicia un tema que tiene en cuenta la situación de la dama negra en c7, expuesta en la columna c. 1 4. f6 Ag3 fxe5 1 5. Aa7 1 6. b4! AxbS 1 7. Una excelente combinación. El propio Capablanca señaló: "Esta partida fue la más amplia y bella de las combinaciones que realicé en mi vida deportiva". axb5 1 7. CxbS Dd8 1 8. Rf8 1 9. Cd6+ Txc6 20. Por la pieza, Capablanca tiene tres peones y la posición incierta del rey de Bernstein, que -dicho sea de paso- debió lamentar toda una vida de ser el vocero principal del escándalo que intentó vetar la parti­ cipación del cubano en San Sebastián, 1911. Capablanca siempre jugó contra Bernstein a fondo, sin brindarle posibilidad alguna y de manera implacable. Cb6 20. Ah4! 21 .

Capablanca señala que bastaba 1 u traerse a lo hermoso de jugar 21. Ah41 21 . Dd7 22. CxcS Dxc6 No es posible 22. ..., Txc8 ni 22. ..., Dxd1, porque en ambos casos el bando negro pierde material. DeS 23. DdS+ (Para ganar bastaba 23 Ae7+!) 24. Ae7+ Rf7 25. Cd6+ Rg6 26. Rh5 Ch4+ TxdS 27. CxeS 2S. Rh6 Cxg7+ 29. Rh5 Cgf5+ 30. CeS h3! 31 . Rxg4 hxg4 TxdS AxdS 32. 33. g3 Viendo esta partida un crítico señaló: "No hay en sus partidas una sola combinación que no realice la más perfecta unidad del pensa­ miento denso y certero con la más noble expresión de la belleza ajedrecística". Td2 33. Te2 Rg2 34. a4 35. Cb6 Rh5 Ce3+ 36. aS Cd7 37. 3S. Chf5 Cf6 Ad4 b5 39. Th2 Rrn 4� Aa7 41 . a6 Tb2 Tc1 42. Rg5 43. g4+ Txf2+??! Tc7 44. 45. Rxf2 Cxg4+ Rinden. Rf3 46. De continuar, Capablanca podría haberle propinado un mate en unas pocas jugadas más: 46. ..., Cxe3; 47. Txa7, Cc4; 48. Tg7+, Rf6; 49. Tc7, Cd2+; 50. Re3, Cf1+; 51. Rd3, h5; 52. a7, h4; 53. a8= D, Cd2; 54. Dd8+, Rd6; 55. Tg7+, Rh5; 56. Dxh4++. Estas líneas fueron el resultado de alimentar una computadora con el juego conocido hasta la movida 46 de las blancas, y se solicitó al programa(ChessMaster 3 000), que adoptara los estilos de Capablanca y Bernstein, solo para comprobar que mantendría su belleza hasta el mismo final. .

228



Ideas gemelas Que el ajedrez se basa en la combinación es una idea bien antigua, cuyo conocimiento -sin embargo- no impide el disfrute artístico cuan­ do se trata de una combinación bellamente concebida y llevada a cabo. En este sentido, la Inmortal de Anderssen (1895) es quizás la más soberbia producción que el hombre haya creado sobre un tablero. Los ejemplos que expondré a continuación ilustran los sacrificios oportunos que conducen al mate. Partida 2

Gambito Staunton (Amsterdam, 1920) Blancas: R. Reti Negras: M. Euwe 1. d4 fS Una atrevida línea que parece retar la ventaja blanca de la salida. 2. e4 fxe4 3. Cf6 Cc3 AgS 4. g6 f3 5. exf3 Cxf3 Ag7 6. eS?! Ad3 7. Como señala Pablo Morán, aquí era mejor 7. ... , 0-0. dS Db6 8. Las blancas disponen de ventaja en tiempo(6x5), lo cual se aprecia en la ventaja en desarrollo de Reti, quien elabora un plan para acen­ tuarla, que lleva implícito el sacrificio de sus dos torres(!!). Dd2! 9. (sin vacilación). 9. Dxb2 Tb1 1 0. CxdS Ya Euwe está en el torbellino y no tiene opción; sin duda con­ fiaba en esta jugada, pero Reti lo había superado en el cálculo concreto. 11 . CxdS!! ... (¡Una nueva inmortal?) 11 . Dxb1 + Dxh1 1 2. Rf2 La ventaja material del bando negro es abrumadora. Solo com­ parable al notable atraso en su desarrollo. Aquí está el remate: 229

lvanchuk-Kasparov (Linares, 1990) 1. e4 eS 2. Cf3 d6 d4 3. exd 4. Cxd4 Cf6 Ce3 S. a6 6. AgS e6 7. Db6 f4 Una de las continuaciones más agudas, no solamente en la Varian­ te Najdorf, sino en todo lo concerniente a la teoría del ajedrez. Dd2 Dxb2 8. Tb1 9. Según Karpov, 9. Cb3 no permite a las blancas aspirar a mucho. En la partida 11 del match Spassky-Fischer, Reykjavik 1972 se continuó 9. Cb3, Da3; 1O. Axf6, gxf6; 11. Ae2, h5; 12. 0-0, Cc6; 13. Rh1, Ad7; 14. Cb1!?, Db4; 15. De3, d5?; 16. exd, Ce7; 17. c4, Cf5; 18. Dd3, h4; 19. Ag4, Cd6; 20. C(1)d2, f5; 21. a3, Db6; 22. c5 y las blancas pronto ganaron. Sin embargo, once años después en la partida Qui Jingxuan.Karpov, ltannover 1983 se produjo una mejora en el juego de las negras en el lance 15: en lugar de d5?, Karpov jugó 15. ..., Ce7! (Esta jugada había sido señalada por Gligoric en su libro sobre el ma­ tch.), y después de 16. c4, f5; 17. a3, Da4; 18. Cc3, Dc6; 19. Cd4, Dc5; 20. exf, Ag7; 21. fxe, fxe; 22. Tad1, Axd4; 23. Dxd4, Dxd4; 24. Txd4, Cf5!, alcanzó buen juego para el bando negro. 9. Da3 1 0. fS En la actualidad casi no se juega 1O. e5?! 1 0. Ce6 11 . fxe6 fxe6 bxe6 Cxe6 1 2. 1 3. Ae2 Ae7 1 4. 0-0 0-0 DeS+ Tb3 1 S. No sirve 15. ..., Da5; 16. Cd5, Dxd2; 17. Cxe7+, Rf7; 18. Axd2, Rxe7; 19. e5! 1 6. Ae3 DeS DeS+ Af4 1 7. Rh1 1 8. Las blancas no están de acuerdo en dar tablas tan rápidamente. Aquí no sirve 18. Tf2. d5!?; 19. Ae3, Dd6; 20. e5, Dxe5; 21. Af4, Ce4! 1 8. Cg4 h3 1 9. eS 232

Da7 Ca4 Rh8 Ac4+ hxg4 exf4 22. 23. Cb6 Esta posición es conocida y el bando negro juega generalmente 23. ..., Tb8 con posibilidades mutuas. Pero Kasparov prefiere. 23. d5!? 24. exd5 cxd5 Tb8 Axd5 25. Tbxc8 Cxc8 26. 27. Th3 Db6 Te 1 28. AgS 29. Te6 Dd8! (Malo sería 29. ... , Db1+; 30. Rh2, Dxc2; 31. Dxc2, Txc2; 32. Ae4!) c4?! 30. Kasparov indicó que 30. Td6 llevaba a tablas. Ahora la partida se inclina definitivamente al bando negro. Tb8! 30. 31 . Ah4! Dd3 32. Dg5 Ae4 Axh7 Tfd8 33. Según Kasparov mejor era 33. ..., f3! Dc2 f3 34. Txf3 35. (No 35. gxf debido a 35. ... , Td2!) Td2 35. De4 Td 1 + 36. Te 1 Rh2 37. (Mejor 37. ..., Dc1!; 38. Te8+, Txe8; 39. Dxe8+, Rh7.) Txe6 Df5 38. Rxh7 Dxe6 39. De4+ 40. g6 La retirada 40...., Rg8?, perdía por 41. Tf5. Th3? 41 . La movida que pierde a lvanchuk. Todavía se salvaba continuando 41. Tf7+, Rh6; 42. Dd4, Tg8; 43. g3, Dd8; 44. Td7, Db8; 45. Dd2+, Ag5; 46. Dg2, Ah4 41 . Rg7 Dd4+ 42. Rg8 Df6! De4 43. Las blancas se rinden. Kasparov ofrece esta variante: 44. Tf3, Dd6+; 45. Rh3, Rg7!; 46. c5 (46. Rxh4, g5+!), Th8!! ¡Una partida electrizante! 20.

21.

233

El ingenio de un campeón Defensa Holandesa (Nottingham, 1936) Blancas: Capablanca Negras: Alekhine d4 Cf3 g3 Ag2

1. e6 2. f5 3. Cf6 4. Ae7 5. 0-0 0-0 Ce4 c4 6. 7. Db3 Af6 8. Tfd1 DeS 9. Cc3 Cc6 1 0. Ad8 Cb5 11. Dc2 d6 1 2. d5 Cb4 Db3 1 3. Ca6 d5xe6 C(a6)c5 1 4. Dc2 Cxe6 1 5. Cxd4 1 6. C(f3)d4 1 7. Af6 Cxd4 1 8. De7 Cb5 Ae3 1 9. a6 20. Cd4 Arll 21 . T(a)c1 T(a8)e8 22. b4 b6 23. Cf3!? Hemos llegado a la posición que nos interesa tratar. No obstante vertí toda la partida por el interés que siempre despierta un encuentro entre colosos de esta magnitud. La posición a analizar puede encon­ trarse en numerosos tratados sobre el tema, por la originalidad con que Capablanca la abordó. Se llegó a esta, después de algunos ro­ deos de las blancas que le permitieron a Alekhine cierta iniciativa. Kotov cataloga la jugada 23. Cf3 de extraña(!?), ya que cede otro tiempo, aunque -como indica el mismo Capablanca- trae encubierta una sutiJ maniobra de entrega de calidad con la que tienta a Alekhine a variar sus planes. También es digno de destacar que, el.bando blanco pudiera iniciar un contraataque por medio de c5, arrojando fuego vivo sobre el flanco dama. 234

Al fatal

V

1

u ju go. 24.

pr sa y cambia

su plan. Esto al final le resultó

Td3 f4? gd4 � Dd2 26. Axd3 27. exd3 eS?! ¿Por qué no 27. ..., Ca4?, es cierto que quedaría largo tiempo fuera de juego. Alekhine ha comprendido su error, pero esto empeora más las cosas. 28. Txc3! Axc3 29. Dxc3 Df6 30. Dxf6 gxf6 31 . Cd2 fS 32. bS as 33. Rf7 Cf1 34. Cg3 Rg6 3S. Af3 Te7 Rf1 36. . Rf6 Ad2! Rg6 37. 38. a4! Y Alekhine se rindió. El caballo puede llegar a d5 desde donde podrá canjearse por el peón b6, capturando el de aS con el alfil, para obtener así dos podero­ sos peones pasados en el flanco dama. Y todo ello en el momento �-

más adecuado.

Se cuenta que Flohr, Euwe, Vidmar y Fine, analizaron la partida sin llegar a conclusiones precisas acerca de donde pudiera estar el error de Alekhine. Luego mostraron la partida a Lasker a partir de la manio­ bra en la que Capablanca tiende la trampa de calidad, y Lasker dijo: "Eso nunca". Al encontrarse después con Capablanca le dijo: "Pienso que usted respiró tranquilo cuando vio que su adversario jugaba para ganar la calidad" ... Este es un peligro que hay que evitar: una diversión táctica puede hacer fracasar todo el plan estratégico de una partida.

235

Olimpiada mundial de 1939 En Buenos Aires, Capablanca computó para un fantástico 71,87 °/o (11� de 16) producto de siete victorias y nueve tablas sin derrotas(!). La partida contra Miguel Czerniak tuvo belleza notable, según la opi­ nión de Panov. Parece increíble que el portento ajedrecfstico cubano fuera a morir tres años después, el 8 de marzo de 1942, a los 53 años de edad. Dejaba tras de sí una estela gloriosa, como la de esta partida que verá a continuación. Defensa Caro Kann Blancas: Capablanca Negras: Czerniak 1. c6 e4 2. dS d4 cxd5 exdS 3. 4. Cc6 c4 5. Ag4 Cf3 DxdS cxd5 6. e6 Ae2 7. Cf6 0-0 8. DaS Cc3 9. h3 AhS 1 0. Td8 a3 11 . Ag6 1 2. g4 Juego libre de piezas en el que Capablanca prepara un magnífico juego táctico. Axb4! b4! 1 3. ¡Czerniak acepta el reto! Dxa1 1 4. axb4 Db3 Txd4! 1 5. Ya que si 16. Ab2, Txb4! Si 16. Cxd4, Cxd4; 17. Dc4, Dxc3!; 18. Dxc3, Cxe2+ ganando. Por eso: 1 6. Aa3! Ac2! Aquí el mínimo error arruina el juego táctico. El cálculo concreto es vital para entender lo que está ocurriendo. Dxa3 Dxc2 1 7. Dxb4 Cb5! 1 8. 1 9. Cxd4 C(f3)xd4 20. Cxd4f (Malo sería 20. Dc8+?) 20. 0-0 �36

111 1 , : � p l 1 n t r tr n , m J r rroll y de ataque en ambos flancos. Por supuesto, no 11 era ooslbl_ 20. ..., Dxd4 por 21. Td1! Td 1 CdS 21 . Af3 22. Cf4 eS Rh2 23. 24. CfS! g6 25. Ce6 Ce3 Da3 26. Cd5! Da1 27. Td3 28. Dd2 Rg7 De2 29. f6 30 a6 De3 31 . Td 1 Db2 32. Cd4 Cc3! Tb1 Dc2? 33. 34. Ae4! ¡Una cacería magnífica! -

La partida más brillante del torneo de Nueva York 1927 En el torneo de Nueva York del año 1927, Capablanca barrió a sus adversarios, obteniendo el primer lugar ( +-8 ---Q= 12) por encima de Alekhine {11 Y2), Nimzovich (1 0%), Vid mar (1 O), Spielmann (8) y Marshall(6). También obtuvo el Premio de Brillantez del evento. Esta es la que le ofrezco aquí, el duelo con Rudolf Spielmann, el miércoles 9 de marzo de 1927. Gambito de Dama Blancas: Capablanca Negras: Spielmann 1. dS d4 2. Cf6 e6 3. c4 Cd7 (idea de Lasker). 4. Cc3 Cgf6 5. Ab4? AgS En su libro A Primer of Chess, Capablanca señala esta jugada como débil, ya que envuelve un temprano contraataque sin suficiente desa­ rrollo para justificarlo. cxd 6. exd Da4 7. Para Tartakower esta es "una sólida maniobra posicional". Karpov piensa, sin embargo, que 7. Da4 no es tan bueno, proponiendo 7. e3. Esta es ciertamente la jugada que Tartakower menciona en su libro 500 Master Games of Chess.

7. Axc3?! Da ventaja a las blancas(ventaja de dos alfiles). Karpov señala que bastaba 7. ..., c5 o 7. ..., De 7 para recibir juego aceptable. No está claro qué fue lo que Spielmann tuvo en cuenta, para entrar en una línea a todas luces inferior (Karpov). bxc3 8. 0-0 e3 9. eS? Alekhine anotó en el libro del torneo que era mejor desclavar el ca­ ballo por medio de 9. ..., De8; 1O. Dc2(si 1O. Ad3, CeS!), Ce4, pues la textual debilita los cuadros negros. 1 0. Ad3 c4 Una jugada de gran responsabilidad. 11. Ac2 De7? Alekhine sugiere la maniobra 11. ..., Tfe8 con el objetivo de trasla­ darla a la casilla a6 vía e6. 238

12. 13.

0-0

a6

De6 Tfe1 Cd2 1 4. Karpov señala que la ruptura e4!, pondría al bando negro en crisis. 1 4. bS 1 5. DaS Ce4? Había que jugar 15. ... , Ab7 y si 16. Dc7, Ac6(Aiekhine). 1 6. Cxe4 dxe4 DdS a4 1 7. Spielmann confiaba en esta jugada; al atacar al alfil de gS daría tiempo para 18. ..., Ab7, resistiendo la presión. Pero Capablanca había visto más lejos en el juego. axbS!! 1 8. DxgS 1 9. Axe4 Tb8 (Si 19. ..., Ta7; 20. b6, DxaS; 21. bxa7!, Dxa1; 22. Txa1, Cb6; 23. aB= D, Cxa8; 24. Axa8, ganando.) TbS bxa6 20. 21 . Dc7 Cb6 22. a7 � 23. Teb1 ! El camino más corto hacia la victoria (Karpov). 23. Txb1 + Txb1 24. fS f4 Af3 25. 26. Rinden. exf4 La belleza de esta partida motivó la atención general y recorrió el mundo entero. Hoy en día constituye un clásico de todos los tiempos.

Torneo de las naciones En cierta ocasión Jacob Mieses (1865-1954) se refirió al estilo de Capablanca, comparándolo con el del gran Lasker en estos términos: "El estilo de Lasker es como una copa de agua clara con una gota de veneno. El estilo de Capablanca es como una copa de agua, aún más clar.a, sin la gota de veneno". La partida Capablanca-Vassaux, en el torneo de las Naciones de Buenos Aires 1939, pudiera ilustrar esa afirmación de Mieses. Defensa Eslava (Por Transposición) Blancas: Capablanca Negras: Vassaux 1. dS Cf3 2. e3 Cf6 3. c4 c6 e6 4. Cc3 S. Cbd7 d4 Ad3 dxc4 6. Axc4 7. Se arriba así, por transposición de jugadas, a una conocida variante de la Defensa Eslava. Ahora es posible la famosa Defensa Merano: 7 ... , b5; 8. Ad3, a6, etc. 7. Ab4? Un error estratégico que da iniciativa a las blancas. 0-0! 8. 0-0 9. De2 De7 1 0. eS CeS 11 . f4 Cb6 1 2. CbdS Ab3 Ad2 Axc3 1 3. bxc3 1 4. Es evidente la ventaja blanca, observe el centro compacto y móvil de que dispone y añada a ello la pareja de alfiles. Ce4 1 4. 1 S. Ae1 f6 fS 1 6. Dd3 Rh8 a4 1 7. g4! 1 8. Capablanca inicia un fuerte ataque contra el flanco del rey negro. Cdf6 1 8. Ad7 Ah4 1 9. Tf3 ! 20. Ae8 21 . Th3 .

240

ju Dd8

gxf5 exf5 Td1 cxd4 exd4 Da3 Vassaux intenta desesperadamente pescar en tornado turbias. Pero todo es una ilusión. El pi Capablanca continúa inexorable. Ae6! 25. (Para debilitar los cuadros negros del sector.) 25. g6 26. AgS! (Dejando entrever múltiples amenazas.) 26. Cxg5 27. fxg5 Ce4 Rinden. Txh7+! 28. Diáfana transparencia. O sin gota de veneno, como dlrf•

111is

Ataque total Apertura de los Cuatro Caballos (Los Angeles, 1933) Blancas: Capablanca Negras: G. Steiner e4 eS Cc6 Cf3 Cc3 Cf6

1. 2. 3. 4. Ab4 Ab5 S. 0-0 0-0 d6 6. d3 7. AgS (Ahora no es posible 7. ..., Ag4 por 8. Cd5!, Cd4; 9. Cxb4, Cxb5; 1O. Cd5, Cd4; 11. Axf6, Axf3; 12. Dd2!, Dd7 (a 12. ..., gxf sigue 13. Dh6!); 13. Ce7+, Rh8; 14. Axgf+, Rxg7; 15. Dg5+, Rh8; 16. Dxf6++.) Axc3 7. bxc3 Ce7 8. (Pensando utilizar la columna g en caso de 9. Axf6, despreocupán­ dose por el posible complejo doblado.) 9. Ch4 c6 Ac4 1 0. Ae6? Después de lo cual nada salva a Steiner. Capablanca labra ahora una bonita partida de ataque. Es asombroso -según describen Averbaj y Beilin en su libro Viaje al reino del ajedrez-, que ahora la derrota negra es casi forzada (!). 11 . gxf6 Axf6! 1 2. Axe6 fxe6 1 3. Rf7 Dg4+ 1 4. f4 (abriendo líneas para el ataque). 1 4. Tg8 1 S. DhS+ Rg7 1 6. fxeS d6xeS 1 7. Txf6! ! Una bella entrega de torre calculada con absoluta precisión. 1 7. Rxf6 1 8. Tf1 + C(e7)fS exfS CxfS 1 9. Re7 TxfS+ 20. Rd6 Df7+ 21 . 22. Tf6+ ReS 23. Dxb7! 242

I.JLJ-TI- ,-1) 23. Txc6+! ! 24. (elegante y definitivo). 24. 25. Db4++ ¡Una verdadera joya del ajedrez!

Db6 Dxc6

243

Un final extraordinario En el 111 torneo Capablanca in Memorian celebrado en La Habana entre los meses de agosto-septiembre de 1964, se produjo un final de partida sumamente difícil que atrajo la atención general, y en particular la de los propios grandes maestros del certamen. La partida entre el GM holandés Jan Hein Donner y el ex campeón mundial Vassily Smislov, fue aplazada dos veces y en el momento del segundo selle la posición era la siguiente: Negras Blancas Rc4 Rd2 Af8 Ah4 (d4, f7, g6 y h5) (h3, g4 y f3) Nadie(excepto Smislov) podía prever cómo se ganaría. El rey blan­ co controlaba la casilla de coronación y el problema inmediato a resol­ ver era cómo desalojarlo de esa casilla. El procedimiento seguido por Smislov era sencillamente genial. Veámoslo. Ah6+ 59. (Esta fue la jugada sellada por Smislov.) d3+ Rc2 60. 61 . Rd1 (peor hubiera sido 61 Rb2, Rd4; 62 Af2+, Ae3; 63 Ag3, Ag1!; 64 Af4, f6!; 65 Ad2, hxg; 66 hxg, g5 continuando con Ah2 y Af4, ganando). Rd4 61 . Rc3 Af2+ 62. d2 Ag3 63. Rd3 Af2 64. Ab6 65. Es importante evitar la penetración del rey negro vía e3, pues caerían los peones colocados todos en casillas blancas. Af4 65. AeS Af2 66. 67. Ag1 h4!! Esta es la única posibilidad para que Smislov pueda irrumpir en el flanco rey; por ello el GM soviético prepara un cambio de alfiles en d4. La tarea no es fácil. Ahora, por ejemplo, si en vez de 67. ..., h4 se intentara directamente 67. ... Ac3; 68. Af2, Ad4?, el final después de 69. Axd4, Rxd4; 70. Rxd2, h4; 71. g5!, sería tablas. Observemos cómo Smislov como experto cirujano va cortando uno a uno los hilos que sostienen la mano del GM holandés. Ac3! Af2 68. Ag1 69. (no se puede 69. Ah4?, por Re3!)

Ad41 Axd4 (Si 70 Ah2?, Smislov nos regalaría un bello sacrificio de alfil, así 70 Re3!; 71 Ag1+, Rxf3; 72 Axd4, Rg3; 73 Rxd2, Rxh3; 74 Af2, Rxg4 y gana el bando negro por un solo tiempo !) Rxd4 70. ReS Rxd2 71 . Re3 72. gS f4+ gxf 73. Rf3 f6 74. Re4 75. Rf2 Re2 f3+ 76. 77. Rf1 ! Poniendo a Smislov ante un dilema; solo una jugada gana y: f2!! 77. La única para ganar, dejando la casilla f3 para la irrupción final: Rf4 Rxf2 78. Rg2 Re3 79. Y las negras ganan, pues toman el control de las casillas críticas f3 y g3, capturando los últimos bastiones del bando negro. Sencillo, ¿verdad? 88. 70.

. . .

245

Una lección de Alekhine Veamos ahora el bello final que Alekhine ganó a Frydman en el tor­ neo de Podebrad en junio de 1936. Después de la jugada 35 se presentó la siguiente posición: Blancas Negras Re3 ReS T� TI6 peones en peones en b2, c2, e4 y f5 b7, e5 y h7 (5 piezas) (6 piezas) Resulta instructiva la forma en que Alekhine fuerza sorpren­ dentemente su victoria: 36. b4+! Primer eslabón de la combinación final; las blancas consiguen la casilla d6 para su torre. 36. Rc4! No se puede Rxb4 por Te6!, ganando fácilmente. Td6 37. _Amenaza Td5..., el bando negro trata de impedirlo de una manera ingeniosa: Th3+ 37. Th4 Re2 38. hS! Rf3 39. Las negras hacen todavía esfuerzos que se verán coronados por una especie de éxito "moral", solo para complicar las cosas. Al efec­ tuar esta jugada, las negras sugieren, en forma señalada, que las blan­ cas no pueden ganar recurriendo a la jugada natural 40. Td5!... ¡Y el adversario las cree! Te6 40. Difícilmente podría calificarse a esta jugada como un error, puesto que gana por fuerza y se relaciona con otro punto muy bonito. Pero jugando 40. Td5!, las blancas pudieron probar a su adversario que su celada no tenía nada de tal(si 40. Td5 hubiese seguido Tf4+; 41. Re3, Txf5; 42. exf5, Rxd5; 43. c4+, Rd6; 44. b5, b6(o... h4, 45. Rf3); 45. f6, Re6; 46. c5!, y gana). La idea que encierra este final de peones consiste en que: mientras los peones negros pasados solo están separados por dos columnas y pueden, por tanto, ser detenidos por el rey contrario; las blancas pue­ den lograr peones pasados a una distancia de tres columnas de sepa­ ración. 246

reste ejemplo: JI Tf4+ 40. Re3 h4 41 . Txe5 h3! 42. ¡Muy bonito!, pero la ventaja material de las blancas les permite una defensa segura contra esa clase de artificios tácticos. TdS Th4 43. Td4! ! Rc3 44. h2 45. Td 1 Th3! Th1 46. Rf4 Th4! 47. Rd2 ReS 48. f6 Re3 49. Rinden. Rd6 50. Una gran lección que se sintetiza en el comentario a la jugada 40 du las blancas, que da la clave al tratamiento de este tipo de final. 1

247

Un final tortuoso Veamos un final, no ya entre grandes maestros, sino entre un cono­ cido MN cubano y quien esto escribe, jugado en marzo de 1996 en un encuentro amistoso, pactado a ganar el primero en arribar a 6 victo­ rias. Este estuvo matizado por varios errores y la partida en cuestión (la 8), que es la que veremos aquí, tuvo, sin embargo, un final elegante del que considero pueden extraerse valiosas enseñanzas. La posición que nos interesa tratar: Blancas: Eduardo Peña Negras: Jorge L. León Rd6 Rb3 Ce6 Ac3 (h4, f6, c7, b4 y a3) (h3, g2, f3, e4 y c4) 41 . Cf4 A esta posición se llegó después de que el bando negro desaprove­ chara varias oportunidades de victoria, que en realidad me amargaran durante el encuentro. Sin embargo, admito que el tratamiento que di a este final compensó mis errores. Pensé largamente y hallé un plan para llevar al rey en ayuda de mis peones en el flanco dama, pues entreví que entregando el peón A lograría sacar al rey blanco de su privilegiada posición y forzar el avance del peón B previa ubicación del rey negro en la casilla clave c2. Pero veamos este itinerario un tanto tortuoso del rey negro: 41 . ReS! (Comienza la Gran Marcha.) 42. Cg6+? Rd4 43. Cxh4 Rd3 44. Rd2 CfS Rc1 ! 45. h4 Esta es la posición que entreví en mi jugada 41 ; ahora el rey negro amenaza llegar a b1, por lo que P eña tiene que ceder la casilla crítica c2. Ad2! Ra2 46. Es necesario mejorar la posición del alfil dándole más elasticidad y obteniendo una mayor vigilancia a la mayoría blanca en el flanco rey. Y, sobre todo, quitar al caballo la vital casilla e3. Ah6 47. Cd4 48. g3 Rd2 49. eS! Rb3 50. Cc2 Rd3! Impidiendo que se mueva el peón F. Se van acabando las jugadas del bando blanco. 51 . g4 Af4! Bloqueo total de los peones blancos. 52. Ce1 + Rd2 248

Rc111 53. C g2 Calculuuo con �recisión el alfil es intocable por 54 Rb 1 , forzando la coronación del peón A. Ad2! Ra2 54. Tampoco el caballo puede moverse ahora. ¿Qué hacer? Re2! ! (¡Al fin!) 55. h5 b3+! h6 56. Rinden las blancas que no pueden evitar la coronación del peón 8 y el posterior mate en b3 o b4. Pero, ¿realmente todo tuvo que ser así? Admitamos, de inicio, que el 42. Cg6+ del bando blanco mereció un signo de "?", pues no contribuye a la defensa y permite la entrada decisiva del rey negro. Esta posición la mostré al amigo Danilo Suela, quien, rápidamente, me dio valiosos criterios que contribuyeron a comprender el espíritu de la posición. Hubiese sido más interesante intentar otro itinerario para el caballo blanco. 42. Ce2 El intento de crear una barrera que impida la entrada del rey negro, al controlar las casillas de irrupción d4 y f4, parece más lógico. Sin embargo: Ad2 42. Y el caballo queda sin casilla, pues cualquier intento sobre la base de g3, permitiría la entrada del rey negro quien conquistaría los peones blancos indefensos del flanco rey; restaría entonces hacer tiempo con el rey, pero en ese caso, el bando negro podría atacar al blanco de c4 previa ocupación de la casilla eS con el rey, lo que obligaría a las blan­ cas a mover el caballo o intentar mover sus peones. Sería el desastre; veamos: Rd6 Ra2 43. ReS Rb3 44. �! W?? 4� Y el bando blanco está en la obligación de jugar, y todos los movi­ mientos posibles lo llevan a perder. También 45. g3 después de hxg; 46. Cxg3 Rd4!; 47. Cf5+, Rd3; 48. h4, Re2; 49. h5, Rxf3; 50. h6, Axh6; 51. Cxh6, Rxe4, lleva a las negras a la victoria. ¿Y si 42. Cg7 ... con la idea de llegar a h5 y forzar el avance del peón G... ? Lástima, también pierden las blancas. Cg7 ReS 42. f5! Ch5 43. Rd5 ed5 4� 45. g3 hxg! 45. (Única para ganar.) ReS Cxg3+ 46. Ae1 47. Ce4 Rf5! CeS 48. .

. . .

249

Los peones caen tarde o temprano. Lo expuesto hasta aquí es demostrativo de lo difícil que es jugar con precisión un final de partida, y del esfuerzo, voluntad y tesón que exige la victoria. Solo quienes se esfuerzan al máximo alcanzan los éxitos deportivos; la superficialidad, la prisa, son enemigos que hay que com­ batir.

Hablemos del final. El final de reyes. Y peones Al estudiar estos finales me vino de forma inevitable a la mente el "solo sé que no sé nada". Para los que erróneamente piensan que estos finales no merecen el más serio estudio, les va el presente trabajo. La metodología en el tratamiento de este tipo de final requiere de un cuidadoso estudio, pues un solo desliz lo echa todo a perder. Este tipo de final en manos de un artista como Grigoriev asume ribetes de obra de arte. Compruébelo usted mismo, al valorar el siguiente trabajo de Carlos A. Palacio, aparecido en la revista Jaque mate hace veintiocho años. Alrededor de los años 1939 el talón de Aquiles de los maestros de ajedrez soviéticos era el final de partida. Ello se demostró cuando en muchos torneos de entrenamiento el GM Salo Flohr ganó considera­ bles encuentros gracias a su excelente técnica en esta fase del juego, superando así a muchos contendientes de la propia Unión. Los maes­ tros soviéticos, interesados en fortalecer su calidad, afrontaron este problema con determinación y energía. Sus estudios, que incluyeron varios tomos de análisis concienzudos de finales de partidas, pronto fueron conocidos en el resto de Europa. En su trabajo hubo distintas especialidades. Botvinnik y Maizelis, por ejemplo, abordaron el estudio de finales de torres con alfiles y peones de torre. Por entonces ya era conocido el libro de Rauzer so­ bre finales de alfiles con peones de torre por bando. Troitsky, Botvinnik y Chekhover dieron claras ideas en los finales de caballo contra peo­ nes. El propio Botvinnik con Keres, aportaron magníficas técnicas a los finales de dama y peones contra dama, especialmente en el llama­ do problema de las nueve casillas de Romanovsky en finales de torre y la oposición en las casillas conjugadas. Aún son notables los análi­ sis de Averbaj y Romanovsky en posiciones en que los caballos lu­ chan contra torre y peones. En este aspecto, un grupo de teóricos finalistas capitaneados por Averbaj, confeccionaron una especie de enciclopedia de finales que recoge ricas experiencias de importantes matches y torneos. No puede desconocerse tampoco la contribución de otros finalistas como los hermanos Platov, Kubbel, e inclusive jugadores prácticos como Kasparian, Lowenfisch, Smyslov, Sokolsky, Shamkovich; pero sin duda, en lo concerniente a finales de torre y peones, mención es­ pecial merece Nicolai D. Grigoriev. 251

Nacido en 1895, aprendió el juego a la edad de 14 años. Siendo estudiante de físico-matemáticas en la Universidad de San Petersburgo, participó en torneos capitalinos donde en algunos, especialmente, en los años 1914- 1915, se contó con la presencia de jugadores de algún renombre como Alekhine. Grigoriev, a juzgar por sus biógrafos, no completó sus estudios uni­ versitarios: en 1917 fue llamado al servicio militar; pero una vez desmovilizado enseñó matemáticas en Moscú y junto con llyn­ Zhenevsky contribuyó mucho a descubrir nuevos talentos también en el ajedrez. En la Olimpiada P ansoviética de 1920, Grigoriev empató con otros dos el quinto lugar y ya comenzó a distinguirse al perder dos partidas y entablar cinco en una serie que jugó con Alekhine. Fue cam­ peón de Moscú en 1 921, 1 922, 1 924 y 1 929, obteniendo en 1927 la graduación de maestro. En sucesivos matches con destacados maes­ tros de su país derrotó a Panov y a Goglidze, entablando con Nenarekov yZubarev. En otras actividades fue un excelente periodista: su sección de aje­ drez en el periódico lzvestia a partir de 1922, fue extendida a otras publicaciones de similar importancia. Grande fue la contribución que aportó a la teoría de los finales. Descubrió desconocidas sutilezas en el de peones; compuso estudios de tal profundidad que llegó a ser llamado el "campeón del mundo en finales de peones". El siguiente ejemplo es típico: cuando en 1936 un periódico francés convocó a un certamen de finales de dos peones contra uno, los diez estudios presentados por Grigoriev obtuvieron premios. Empató el pri­ mer lugar en el concurso, ganó el tercero y cuarto, y empató el sexto premio, mientras los otros cinco concursantes solo recibieron men­ ciones honoríficas. Dos de los estudios premiados en el referido concurso son los si­ guientes: Blancas Negras Rh3 Rd5 h5 h4 e2 (2 piezas) (3 piezas) Nota: El juego aparece en notación descriptiva, según el texto de Palacio. Las blancas ganan mediante un juego excepcional y hermoso: RSR R3C! 1. 2. R2C! Si 2. R2A, R5A seguido de ... , R5C. 2. R6R R1 A RSR 3. R1 R 4. R6R R1 D RSA 5. 252

R2 D e. A 6 . , H!JC seguiría 7. R3R! P3 R 7. R3 D 8. R4R! 9. RSR 1 0. 11 . R4A 1 2. P4 R PS R 1 3. Si 13. R5C, R6C; 14. RxP, ASA. 1 3. 1 4. P6 R P7R 1 5. P8R=D 1 6. D2 R+ 1 7. 18 . R3C En este otro ejemplo unas tablas Pero he aquí cómo fueron hechas: Blancas Rb1 c2 (2 piezas) El juego: 1. R1 A 2. R1 D 3. R2 R 4. R2A 5. R2 R 6. R3D! 7. R3R! Si 7. RxP, entonces 7. ... , P5R. 7. 8. R2R .

RSR

. .

R6A R6C RSC RxP R6T R7C PST P6T P7T P8T= D R8C Seguido de mat . parecen ser vanas esper

r

Negras Rf6 c3 y e6 (3 piezas)

R4R RSD RSR ASA R6C P4R R7C PSR

(U 8. . , RBC; 9. R1 R) . .

9. R1 R R6A R1 A 1 0. P6 R P7R 11 . R1 R Tablas por ahogado. Notoria fue en cierto momento, la polémica que sostuvo Grigoriev con el famoso compositor francés de finales André Cheron referente a los de torre y peón contra torre. Los análisis de Grigoriev constituyen hoy día una jurisprudencia respecto a la forma correcta de tratar estos finales. Dos ediciones de sus obras publicadas alrededor de 1960 en la U RSS fueron agotadas inmediatamente. 253

Un final maravilloso Entre las grandes obras de Grigoriev figura el siguiente estudio que en la URSS se conoce como "un final maravilloso", el cual fue bautiza­ do por la revista Ajedrez en la URSS. Aquí los análisis son del propio Grigoriev: Negras Blancas Ra5 Rd1 peones en peones en d2, d4, f5, a7, b6, b4, b3, d7' f7 y g5 f6, g2 y h3 (7 piezas) (8 piezas) En esta situación, ¿qué pue­ den oponer las blancas a la aplastante ventaja de las ne­ gras? Evidentemente solo el peón pasado que pueden obte­ ner en la columna torre rey. Y no hay nada más sencillo que con­ seguir tal peón pasado y llevarlo a dama, gracias a que el primer movimiento imprescindible en este sentido ya está hecho (P3T). Sin embargo, el camino para reali­ zar tal cosa resulta muy largo. Los recursos de las negras son varia­ dos. Desde la posición anterior, juegan las blancas: 1. R1 A Usando el lenguaje de Nimzovich, las blancas empiezan por tomar las medidas profilácticas necesarias en el flanco de dama, ya que la táctica directa -o sea, aprovechar inmediatamente la ventaja en el flanco del rey- es para ellas desastrosa: 1. P3C?, R5T; 2. R1A, R6T; 3. R1 C, P7C y después de 4. P4T, las negras dan mate en 5 jugadas. R ST 1. Las negras pueden escoger el plan de defensa que más les agrade, pero esta jugada que provoca el desplazamiento del rey blanco a 2C, es para ellas imprescindible. Si las negras jugaran 1 . ... , R4C, las blan­ cas ganarían sencillamente por medio de 3. P3C seguido de P4T, etc. 2. R2C R4C Si s e lleva engañosamente al rey contrario a un lugar conveniente, ,,, bando negro corre hacia el centro y después hacia el flanco de­ ''":llo. 3. P3 D

n d su rey en 2C, las blancas no pueden todavía 1 p aco t 1 r llzación de sus posibilidades en el flanco del rey: 3. P3C?, ASA; 4. P4T, PxP ; S. PxP, P4T!; 6. PST, PST; 7. P6T, P6T + (este jaque les da a las negras un tiempo y decide el asunto); 8. R1C, P7C; 9. R2A (evitando 9. ..., R6C); 9. ... , P6C+; 10. R1C, R6D; 11. P7T, P7T +; 12. RxP, P8T =D+; 13. RxD, R7A y mate en 3 jugadas. O bien 7. P3D+ (en lugar de P6T ), RxP (60); 8. P6T, P6T +; 9. RxP, P7T; 1 O. RxPT, R7A; 11. P7T, P6C+; 12. R3T, P7C; 13. P8T =D con jaque per­ petuo para las blancas (14. D2T +). Pero no más que eso (14. O SAD+?, R6D!; 1S. DxP, D8T D+; 16. R3C, D6A+; 17. R2T, OSA+ y las negras, según la respuesta de las blancas, ganan por medio de 18. ..., DxPD+ o de 18. ... , R6A). De las variantes que acabamos de analizar se hace evidente que no se puede permitir de ningún modo al rey negro ocupar la casilla S de alfil. Lo mismo se puede decir de SR. Es, por tanto, obligatorio para las blancas jugar 3. P3D. Si en vez de esto hicieran 3. RxP?, entonces 3. ..., R3A!; 4. P3C, R4D; S. P4T, PxP ; 6. PxP, ASA !, y ganan las negras. R3A 3. Evidentemente es inútil 3. ... , P4T; 4. P3C, PST; S. P4T, etc. 4. P3C Solamente ahora es cuando las blancas pueden obtener el tan es­ perado peón pasado. Una jugada antes no habría llegado el momento preciso para ello. ¡Y una jugada después estaría perdido! R4D 4. Solo de esta manera, el rey negro tiene tiempo para detener el peón blanco pasado. Si jugara 4. ..., R2A o 4.... , P4D con el consiguiente S. ..., R2D, el peón torre blanco pasa a dama sin obstáculos. P4T PxP 5. 6. PxP RxP R4R PST 7. RxP (3A) P6T 8. RxP 9. Y las blancas ganan fácilmente, puesto que el rey negro está zugzwang: 9. ..., P4T; 1 O. R4T, P4C+; 11. R3C, P3D; 12. P4D, P4D; 13. R2C, PST; 14. R2T, P 6C+; 1S. R3T, PSC+; 16. R2C, etc. Así es como perecen las negras si muestran alguna actividad en la defensa (2. ..., R4C). Las blancas alcanzan la victoria por un camino perfectamente exacto, aunque no falto de desviaderos tan engañosos como tentadores. El asunto, sin embargo, no termina allí. Volviendo a la posición del diagrama, sucede que después de: R ST R1 A 1. R2C 2. Las negras pueden emprender otro plan defensivo; uno más lntm perado y profundo. Veámoslo:

2. P4C r lo Jugando a una "defensa pasiva", las bl nc 1 v después de un gran trabajo. P4T P3C 3. 4. P4T PxP PxP 5. P4 D ¡Las negras están jugando con vistas a "ahogarse"! 6. R1 e Si retroceden de alguna otra manera, las blancas evitan ahogar al rey contrario, pero pueden recibir mate ellas mismas: si 6. R1T, R6T; 7. P5T, P7C+; 8. R1C y luego de 8. ... , R6C, el PT daría mate. R6T 6. 7. PST P7e P6T 8. PST P6e P7T 9. Por cuanto para lograr situación de mate ya a las negras no les queda tiempo, tienden de nuevo al ahogado salvador, y esta vez al ahogado definitivo (pues el rey blanco está comprimido contra lapa­ red y también está ahogado, de manera que ahora no está en situa­ ción de poder desahogar a las negras). 1 0. P8T=e Cualquier otra transformación permite a las negras ahogarse de inmediato. 1 0. PSe A 1O. ... , R5C?, sigue evidentemente 11. CxP con el subsiguiente 12. C5R y ganan. Pxe 11 . e6e! P7A PxP 1 2. Si 12. ... , P4C, entonces sencillamente 13. P8A=D, P5C; 14. P6A, P6C; 15. P7A, P7C; 16. DxP+, RxD; 17. P8A=D+ y ganan. 1 3. P8A=e También este peón lo convierten las blancas en caballo que es lo único que puede darles la victoria. Cualquier otra pieza (aun la dama) resulta inútil en esta posición. Por ejemplo: 13. P8A=D, P5A; 14. P3D (dejando libre la casilla 20 para la dama), P6A; 15. D4A, P7A y las blancas tienen que hacer forzado 16. DxP y tablas. 1 3. PSA 1 4. e6R Aquí el caballo encuentra otro punto débil en la posición del adver­ sario y se abre camino hacia allá por la única ruta. 1 4. P6A P7A 1 5. e7A Lo curioso de esta situación es que los dos reyes están "ahogados" y sobre ambos pesa la amenaza de mate inminente, pero... ese Mate. 1 6. Toda la solución de este final se divide en dos variantes fundamen­ talmente distintas. Grigoriev falleció en 1938. 256

El final de torre. Finales típicos (Posición Lucena) Un ejemplo típico analizado ya por Lucena en 1497, que se ve muy frecuentemente y cuyo método ganador no se domina lo suficiente todavía entre jugadores de primera categoría. Ejemplo 1 Negras Blancas Rg7 Rd8 Tf1 Tc2 d7 Las blancas ganan, y ¡de dos formas diferentes! Primer méto­ do: las blancas llevan su torre hacia la casilla ca. Ta1 1. (a nada conduce 1 . Re7). 1. Rf7 Tc1 Ta8 2. Td 1 TeS 3. Tc1 + Rc7 4. Rb6 5. Después de algunos jaques el rey se acerca a la torre y, finalmente, se corona al peón. La segunda manera de ganar: "La construcción del puente". Tf4 Tc1 1. Re7 Te1 + 2. Td 1 + Rd6 3. Te1 + Re6 4. Rd5 Td1 + 5. 6. Td4! Y ganan. Ejemplo JI Negras Blancas Rg7 ReS Tf1 Tb3 e7 (2 piezas) (3 piezas) En el análisis vemos que solo dos verticales separan la torre del peón blanco, lo que reduce su efectividad lejana. Este factor conduce a la derrota. Dejemos claro que si la torre estuviera en a3 (en lugar de b3), el final sería tablas. 251

1. Tb8+ 2. Rd7 Tb7+ Tb8 Rd6 3. Ta8 Rc7 4. ¡Cuidado! La torre alcanzó su efectividad lejana (3 verticales). Aho­ ra solo hay una manera de ganar: Ta1 ! TeS S. y ganan las blancas. La Rd7 6. torre no puede mantener su efectividad. Ejemplo 111 Negras Blancas ReS Rc7 T h2 (2 piezas) T d1 y e7 (3 piezas) Las negras pierden por lo antes explicado. Su torre no podrá sepa­ rarse lo bastante para lograr su efectividad a distancia, al tropezar con la banda del tablero después de: Th8+ 1. Th7+ 2. Rf7 Rf6 Th8 3. Ta8 Rg7 4. Y ganan. Rf7 S. Ejemplo IV Esta posición es muy instructiva y se gana con el procedimiento del ejemplo 11. Negras Blancas Re8 Rg8 Ta3 (2 piezas) T f1 y e7 (3 piezas) Ta8+ 1. Ta7+ 2. Rd7 Ta6+ 3. Rd6 Ta8 ReS 4. Rg7 Rc6 S. 6. Tb8 Ta1 ! Y ganan. Rc7 7. Observe como con 6. Ta1 !, se logra acortar la distancia entre la torre negra y el peón. También se ganaba así: Ta8+ 1. Ta7+ Rd7 2. Ta6+ Re6 3. TaS+ ReS! 4. Ta6+ Rf6 S. TaS+ RgS 6. Ta6+ Rg6 7. 258

Td61 T d81, M r. Concluyendo:

,

.

1. La posición activa del rey es decisiva en este tipo de finales. 2. Igual ocurre con el papel activo de la torre. 3. La conservación de la efectividad distanciada de la torre es clave. Ejemplo V Negras Blancas Rh7 ReS Tc1 (2 piezas) Tea y c7 (3 piezas) El final es tablas. El rey blanco está activo, cierto, pero la torre blan­ ca no y lo más importante: el rey blanco no tiene refugio contra los jaques. Es decisivo que el rey negro esté seguro contra cualquier maniobra de la torre blanca (solo en h7 o en g7); si el rey estuviese en f7, el bando blanco ganaba con la simple Th8!, y si Txc7, T h7+, ganan­ do la torre. Los elementos fundamentales son: 1. Para que el ataque lateral de torre pueda tener éxito, ha de existir el espacio suficiente -por lo menos una separación de tres ca­ sillas- entre la torre y el peón. 2. P ara el éxito del ataque lateral es importante que el rey del ban­ do fuerte no disponga de cubierta o protección.

259

El final En su obra El final, Miguel Czerniak nos dice: "Resulta un serio error pedagógico empezar a enseñar el ajedrez con un estudio de las aper­ turas. ¿Cuál es la finalidad del juego? -nos preguntará el principian­ te- . ¿Obtener posición superior al comienzo de la partida o dar mate al rey enemigo? Y por esta razón los tratados de ajedrez empiezan con mates simples". El principiante aprende a dar mate con diversas piezas, después le enseñamos a coronar peones para procurarse las piezas necesarias para ganar. Así, poco a poqo, traba conocimientos con algunos finales. Esta obra fue -junto a 120 Partidas cortas de ajedrez de Gumersindo Martínez- mi primer libro de ajedrez, y tuve la suerte de recibir sus lecciones a través de ese grande del ajedrez que fue Mi­ guel Alemán en la Academia de Regla, allá por 1 966. Lamentablemen­ te, yo no he sido todo un fuerte jugador como él hubiera querido. De nuevo recurro a la obra de Czerniak, que yace aquí sobre mi mesa de trabajo y ya forma parte sustancial de este ensayo ajedrecístico. Veamos finales que han sido poco estudiados: final de alfiles del mismo color. Se trata de un final difícil, cuyo conocimiento completo traspasa los límites de este libro, estudiaremos algunas posiciones características que han de mostrarnos los momentos principales del método gana­ dor, así como los elementos habituales de la defensa.

Final de alfiles del mismo color Diagrama 1 Blancas Negras Rf8, Ac3 Rh6, Ag3, g6 Si juegan las blancas, ganan. Jugando las negras, tablas. Si juegan las negras, basta colocar el rey en c1 y todos los esfuer­ zos del bando blanco serán estériles. Jamás podrá desalojar al adver­ sario de su posición. Esto explica la decisión de las blancas en el caso de que sean ellas las que juegan primero. Rh7! 1. Vemos que también en este final, la posición del rey delante de su peón es un factor importante. Hay dos motivos que justifican esta ju­ gada: 1. Se impide al adversario ocupar la posición defendible. 2. Prepara el posterior avance del peón. 260

m r n 1 rr r 1 r o la ventaja de posición el factor decisivo y no la ventaja t rlal. Hay que desalojar las piezas negras, poco a poco, hacia las posiciones secundarias. Limitar en cuanto sea posible sus movimientos. Por ejemplo, el rechazo del alfil negro de una diagonal larga a otra más corta ya significará una ventaja obtenida. El bando negro, mien­ tras tanto, trata de ocupar con sus piezas una posición defendible de la cual no pueda ser desalojado. Ab2 1. La función del alfil negro es vigilar el punto g7; podía, pues, jugar asimismo 1 . ..., Ad4 o 1 . ... , Af6. En cambio, más débil sería la jugada 1 . ..., Aa1. El bando negro debe tratar de conseguir más libertad para su alfil y no restringir sus movimientos sin necesidad alguna. Af4 Ad4 2. Ah6+ 3. Esta jugada se hace con el propósito de rechazar al enemigo de la diagonal que ocupa en el momento, ofreciéndole un cambio de piezas que el bando negro debe evitar a toda costa. ReS 3. 4. Ac5 Ag7 Única. Rechazado de su posición inicial, el bando negro se retira a segunda línea de defensa, que es la diagonal f8-h6. Erróneo sería 4. ... , Ae3 en vistas de 5. Aa1 y luego g7. Ae5 5. Af8 El peón blanco todavía no puede avanzar. Observemos, sin embar­ go, que la posición de las piezas negras ha desmejorado considera­ blemente. Su rey está alejado, mientras que el principal defensor -el alfil- se vio obligado a abandonar el vasto espacio de la diagonal h8a1 y trasladarse a la restringida e incómoda posición actual. Vea que de las tres casillas que forman la diagonal corta f8-a1 y trasladarse a la restringida e incómoda posición actual. Observe que de las tr casillas que forman la diagonal corta f8-h6, dos están bajo la vigilan 1 del rey blanco, aunque la tercera puede ser atacada por el alfil. Ad6! 6. Entre varias jugadas ganadoras, esta es la más enérgica. 'Ti gana 6. Af4 seguido de Ah6. Este es un ejemplo de la desvent J diagonal demasiado corta. 1

·

'fun J

_ ,

,

Diagrama 2 Blancas Rg8, Ae5, f7 Las blancas ganan

Negras Rg6, Ac5

1. Ag7 Ab4 2. Ad2 Af8 Si 2. ... , Ac3; 3. Ac5, Ag7; 4. Ae3 -zugzwang -Rf6; 5. Ad4+. Otra vez las blancas se verán obligadas a abandonar su posición de defensa a causa de zugzwang .

Diagrama 3 Blancas Negras Rc8, Aa5 Rc6, Ah2, e6 Juegan las blancas. Tablas.

1. e7 ¿Qué jugada puede pretender ser más fuerte que esta? ¿Cuántos aficionados se rendirán después de este golpe? Sin embargo, sabemos que los aficionados abandonan por com­ pleto la lucha solamente cuando han agotado todos sus recursos. El final, a pesar de todo, no está perdido. Se trata de una combina­ ción poco común. La ubicación "providencial" de las piezas permite una jugada muy elegante, aunque no forme parte de ningún método ni plan. Ad8! 1. Y la partida es tablas. Si 2. eB=D o e8=T, por ahogado, mientras que 2. eB=A o eB=C no aseguran ventaja suficiente para ganar.

Diagrama 4 Blancas Negras Rc4, Ae7 Rd2, Ab6, b4, c3 Juegan las blancas. Tablas.

El bando negro amenaza Axb4. Resulta forzada, pues la respuesta del blanco. Tablas. 1. Af6 Aa5 También será tablas una posición tal en que el bando más débil puede entregar su alfil por un peón, quedándose el contrario con un peón torre y un alfil que no domina la casilla del rincón correspondien­ te. Por ejemplo, en la posición del siguiente diagrama: 262

Diagrama 5 Blancas Negras Rc1 , Ae3, b2, a4 Ra8, Ab4 Juegan las blancas y ganan.

La jugada 1 . ... , Aa3!, del bando negro fuerza el empate. Cualquier jugada de las blancas no le daría entonces la victoria, pues si 2. bxa o si 2. (otra jugada), Axb2 y el empate es inevitable.

Final de alfiles de distinto color Este es quizás el final que más creemos comprender. Cuántas ve­ ces llegamos a él en busca de las tablas en una posición difícil, pero a veces las dificultades que encierra nos obligan a trabajar hasta el ago­ tamiento. Al valorar este tema con mi colega Lino Ávila, vimos que más allá de la fuerza práctica, estos finales requieren una técnica media, so pena de que se nos escapen muchos puntos valiosos al tener que enfrentarlos en la partida viva. Cierto es que algunos de estos finales resultan artísticos, y por su bella comprensión nos dan la satisfacción estética que como recom­ pensa necesita todo espíritu elevado. Entre conmigo a este mundo fantástico, de la mano de Miguel Czerniak...

Alfil y dos peones unidos contra alfil El resultado depende, sobre todo, de la posición de los peo­ nes; por supuesto, cuanto más avanzados, tanto más peligro­ sos. Empecemos por la posición en la cual los peones blancos, desde la sexta fila, muestran una actitud muy amenazadora. Diagrama 1 Negras Blancas Rd5, Af3, e6 Re8, Ag5 d6 Las blancas ganan.

En todos los ejemplos que analicemos r 1 rey mos la posición más favorable para las negras, p r h 11 r negro delante; mientras que el rey blanco está colocado detrás de sus peones. En la posición que muestra el diagrama 1 no debemos precipitar­ nos al avanzar un peón. Cada avance irreflexivo resultará un error fatal. Si 1. d7+?, Rd8 (o Re7) y en lo adelante será imposible rechazar al rey negro de su posición. O bien 1. e7?, Axe7, etc. Una regla importante nos ayudará considerablemente en los finales de esta naturaleza: -

La reg la de P h i l idor Teniendo un alfil que domina las casillas blancas, procuraremos colocar nuestros peones en las casillas negras y viceversa, a fin de que sea posible rechazar -con la ayuda del alfil- las piezas enemi­ gas situadas entre nuestros peones. Volvamos a la posición 1. El peón rey es quien debe avanzar primero, según se desprende de la regla de Philidor. P or ahora este avance resulta imposible. Debe­ mos, pues elaborarlo. Observe que el avance hubiera sido posible si el rey blanco estuviera en f7 o c7. Trataremos de llegar a una de las dos casillas mencionadas: a) 1. Rc6, Rd8!; 2. Rb7, Ah4; etc. b) 1. ReS, Rf8; 2. Rf5, Ad8; 3. Rg6, Ah4. En ambos casos el rey negro llega a tiempo para impedir la pene­ tración del contrario a f7 o c7. ¿Qué le parece, amigo lector, si diéra­ mos un jaque de alfil al rey negro? Se verá entonces obligado a elegir uno de los laterales: derecho o izquierdo. Y nuestro rey, por supuesto, se dirigirá para el lado opuesto. Por ejemplo: Rd8 1. Ah5+ Si 1 . ..., Rf8; 2. Rc6 seguido de Rc7 y d7. Ah4 2. ReS Rf5 seguido de Rg6, Rf7 y e7+. 3. En la siguiente posición, el bando blanco puede ganar solo por me­ dio del flanqueo. Diagrama 2 Blancas Rh5, Ad1, g6, f6 Las blancas ganan.

264

Negras Rg8, Af8

Rg4 Ah6 RfS Af8 Re6 Ah6 4. Rf7 Y ganan. 5. En este caso la combinación de zugzwang falla. Por eje mplo: Ab3+ Rh8 1. Ac4 Ah6! 2. Haciendo imposible la captura del alfil en vistas del ahogo. Si uno de los dos peones es un peón torre, no siempre se consigue ganar. Ve re­ mos en el próximo diagrama que el bando negro puede empatar, de­ fendiéndose con precisión. 2. 3.

Diagrama 3 Blancas Rf5, Ad1 , g6, h6 Tablas.

Negras Rg8, Ab2

Ab3+ 1. Rf8! Rg8; 3. Re7+, Rh8; 4. R f7 y g a nan. Re6, 2. Rh8; , P ero no 1 . ... Luego de la jugada del texto las blancas no pueden g anar. El flanqueo por el lado derecho es imposible, mientras que la posi­ ción de zugzwang no se consigue, dada la libertad de movimientos del alfil negro. En caso de que los peones se hallen en la quinta fila, el éxito depende de la ubicación de las piezas defensoras; sobre todo es importante la posición del alfil negro. Veamos el diagrama 4.

Diagrama 4 Negras Blancas R e7, Ab3 Re4, Ad2, eS, f5 Las blancas juegan y ganan.

Antes de empezar el análisis de la posición planteada, observemos que la ubicación del alfil negro en ca es suficiente para obligar a ta blas. El rey negro se coloca entonces en f7 y las dos piezas perm an ecen en sus puestos (las negras se limitan a jug ar Ac8, Ad7, Ac8, etc.). No hay fuerza que pueda desalojarlas de allí. El avance del p eón e es imposible a causa de Axe; el avance del peón alfil es un error grave (ver la regla de Philidor). Y finalmente, el único modo de flan qu ear al rey contrario es por la izquierda; o sea, irrealizable, pues el peón alfil blanco queda indefenso. 2Gb

n ) r ( 1 nt Se debe colocar el alfil negro en t 1 que le sea posible atacar el peón que no avanza y también la casilla delante del otro peón. En el diagrama las piezas negras todavía no se han situado en su mejor posición de defensa, y las blancas pueden aprovechar eso. Ante nosotros se plantea un problema difícil: sabemos que según el méto­ do ganador visto (diagrama 1 ), hay que propinar jaque al rey contrario, obligarle a desviarse hacia un lado para avanzar nuestro rey por el otro. Pero, ¿cuál de los dos jaques será el acertado? ¿O quizás no importe dar jaque a b4 o g5, indistintamente? Analicemos primero 1 . Ab4+. Ab4+ Rf7 1. La mejor defensa si 1 . ..., Rd7, ganamos fácilmente avanzando el rey por f4, g5, f6. Rd4 Ac2! 2. Ahora las blancas no pueden continuar el flanqueo y deben avanzar un peón. Naturalmente, avanzará el peón rey (si 3. f6?, Ab3 y tablas). e6+ Rf6! 3. Tablas. Note que la última jugada del bando negro no hubiera sido ppsible si diésemos el jaque inicial en g5. Rd7 1. Ag5+! Si ahora 1 . ... , Rf7; 2. Rd4, Aa2 (o bien 2. ..., Ac2; 3. e6+ y luego 3. Rc5!, Ab1; 4. e6+ seguido de f6 y ganan. � 2. Rf4 _

3.

Ah4

También gana 3. Af6, puesto que lo importante es que el alfil contro­ le la diagonal h4-d8. Afl 3. O bien 3. ... , Ad5; 4. Rg5, Re7; 5. Rg6+, y luego Rf6. Rg5 Re7 4. R h6+ Rd7 5. 6. Rg7 Ad5 Rf6 7. La jugada 5. Rh6+ nos enseña que, para ganar el final, las blancas necesitan el acceso hasta a la columna torre.

Finales de caballo; caballo y peón contra caballo Adentrémonos ahora en un final muy difícil y poco estudiado, que se mira con algo de desdén por los jugadores de fuerza media. La meto­ dología para este requiere de una honda sabiduría. Por eso lo analiza­ remos con ayuda de Czerniak en el capítulo XI de su libro El final , una obra que deviene un clásico inestimable. 266

1

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r vlt r 1 r 1 nu v -t J tro p n r 1 llo contrario. Sobre todo cuando el rey negro está alejado, mientras que el peón se halla en la columna torre o caballo; casos en que la defensa resulta escabrosa y a veces imposible. He aquí un ejemplo muy sencillo. l ll

1

Diagrama 1 Blancas Rf5, Cd4, g4

"

Negras Ra8, Ch3

El caballo negro ocupa una posición fuerte. Impide el avance del peón. Para desalojarlo de esa posición habría que atacarlo con el rey o bien con el caballo. ¿Cuál de los dos métodos será el acertado? El rey blanco ocupa una posición muy favorable; está delante del peón y puede, eventualmente, impedir la llegada del rey contrario a g8. Sería erróneo, pues, abandonar esa posición. Sobre todo cuando ob­ servamos que para atacar al caballo con el rey se perdería mucho tiempo. En cambio, el caballo blanco no realiza en este momento nin­ guna función importante y, además, necesita tan solo 2 jugadas para atacar al enemigo. Tomamos una decisión y jugamos: 1. Ce2 O bien 1. Ce6, con el mismo propósito. Rb7 1. Sin apoyo de su rey, el caballo perdería seguramente en la lucha contra las fuerzas enemigas, numéricamente superiores. 2. Cf4 Cg1 ! Si 2. ..., Cxf4; 3. Rxf4 o 2. ..., Cf2?; 3. g5. En ambos casos es impo­ sible detener al peón. La jugada del texto constituye una pequeña cela­ da. Si ahora 3. g5?, Cf3; 4. g6 (amenazaba Cxg5), Ch4+; y luego Cxg6. Tablas. 3. Re4! Muy bien . El caballo negro queda encerrado mientras el peón sigue su camino. Rc7 3. 4. Rd7 gS Re7 g6 5. RfS! 6. P ero no 6. g7, Rf7; 7. Ce6, Ce2; 8. Re5 (Si 8. Rf5, Cd4+!), Cg3; y luego Ch5. Tablas. Cf3 6. 7. Rf8 Cd5+ 8. Rf6 Ch4 g7+ 9. Seguido de Ce7+.

Cuando el peón llegue a 1 t fll y 1 11 11 J 11 gana. Incluso en el caso de que el rey contrario estó muy cerca .

Diagrama 2 Blancas Ra7, Cf4, b7. Las blancas ganan.

Negras Rc6, Cd7

1. Cg6 Con la doble amenaza: 2. CeS+ y 2. Cf8. 1. RdS! Lo mejor. Si 1 . ... , Rc7; 2. Cf8, Cb8; 3. Ce6+ y gana luego; si 1 . ..., ReS, 2. Cf8 (pero no 2. CeS?, CxeS!, seguido de Cc6+), CeS!; 3. Ra8, Cc6; 4. Ce6+ y después Cd8. 2. Cf8 CeS! 3. Rb6 Cc6 Débil sería 3. ..., Cc4+; 4. Ra6 y gana. 4. Cd7 Rd6 S. Cb8 CeS! 6. Ra7 Rc7 7. Cc6+ Cc4! Si 7. ... , Cd7; 8. Cb6, Cb8; 9. CdS+. Cb8! 8. RaS Si mueve el rey, sigue 9. CeS o 9. GaS y gana. 9. Cb6! Ca6 A 9 . .. , Cc6, el bando blanco replica 1 O. CdS+ y 1 1 . Cb4. 1 O. CdS+ Ganando. La dificultad de este final estriba en su procedimiento largo, lleno de maniobras sutiles. No obstante, hallar la solución resulta fácil. El aficionado puede emprender una maniobra inexacta sin arriesgar su posición en lo más mínimo, pues casi siempre tiene la posibilidad de retornar las piezas a su posición inicial. Esto facilita de forma con­ siderable la labor, pero no significa de ningún modo que se deben mover las piezas impensadamente. Jamás ha de olvidarse la idea principal del método ganador: desalojar el caballo enemigo que obsta­ culiza el avance del peón. Ahora bien, el adversario, como hemos visto, dispone de varios re­ cursos tácticos. Uno de ellos sería por ejemplo: una combinación que nos "invita" a coronar un peón y que tiene por base un jaque doble del caballo para ganar la dama (ver en la jugada S del último ejemplo). Con otro recurso táctico tropezamos en el diagrama 1 (ver comenta.

268

1 1 tr t

r

se

r t e 1 p ón de tal modo que le puede propinar un jaque doble (al rey y al

peón). Es preciso estar alerta para no caer en estas pequeñas trampas. Hemos dicho al principio del capítulo que los peones caballo y torre son los más fuertes en este final. El diagrama siguiente nos enseña la razón de esta afirmación.

Diagrama 3 Negras Blancas Ra8, Ca4 Ra6, Cd6, b6 Las blancas juegan y ganan.

Rb8 b7+ 1. 2. Ce4! Impidiendo 2 . ..., ceS+ y amenazando, luego de retirarse el caballo negro, con la maniobra siguiente: CeS, d7+. Si 2 . ... , Rc7; 3. Ra7. 2. Cb6! El bando negro aprovecha otro recurso táctico, que es la posibilidad de ahogo, para llevar el caballo a la defensa de su rey. 3. Cf6! Esto corta la retirada del caballo negro en razón de la amenaza Cd7+. 3. Rc7 4. Cd5+! No ha de extrañarnos la frecuencia con que se entrega el caballo (por el bando atacante); recuerde que solo lo necesitamos para des­ alojar al caballo contrario. � CxdS Abandonan. 5. Ra7 Si el rey negro no estuviese en su actual posición (expuesto al ja­ que), las negras tendrían todavía un recurso salvador. Por ejemplo: situemos al rey negro en d7, en la posición final. ¿Qué haría el bando negro en este caso? ¿Cómo terminaría la partida? Si trasladamos la posición del diagrama 3 una columna hacia la derecha, las blancas no ganarán. En efecto. La posición Negras Blancas Rb8, Cb4 Rb6, Ce6, c6 Es tablas, puesto que a 1. c7+, ReS; 2 . Cf4, sigue Ca6!, con un "cambio" forzado. 269

¿ En qué consiste la diferencia entre los peones del flanco y los del centro? ¿ Por qué estos últimos resultan menos fuertes en los finales de este tipo? En el caso de un peón central (o del alfil), el caballo negro puede maniobrar a ambos lados del mismo, mientras que un peón caballo o torre limita sus movimientos a un solo flanco. Las blancas juegan y ganan

Diagrama 4 Negras Blancas Re1, Cc3, h5 Rf5, Ch1 Las blancas juegan y ganan.

Aquí el peón blanco está dentro de los límites de influencia de las piezas negras; sin embargo, acierta a burlar su vigilancia. A pesar de la posición más incómoda de las piezas blancas, separadas de su peón, ¡este logra coronarse!. He aquí la solución más sencilla. 1. Ce4!! Una jugada magnífica que logra a la vez copar el caballo negro, impedir el ataque del rey contrario contra el peón (Rg5) y obstaculizar el camino más corto que conduce a h6 (por f6). Las negras pierden. Si 1 . .. . , Rxe4; 2. h6 y no hay modo de detener este peón. Si 1 . ... , Cg3 o 1 . ... , Cf2, las blancas capturan el caballo, llegando en ambos casos a un final ganador para la ubicación del ca­ ballo detrás del peón. Y si, finalmente, 1 . ... , Re6; 2. Rf1, Rf7; 3. Rg2, llegando justo a tiempo para tomar la pieza enemiga y defender su peón "por detrás". Observe que de los dos peones del flanco, el más fuerte es el peón torre. Por ejemplo, en el caso que acabamos de analizar basta trasla­ dar la posición en una columna hacia el centro y el final terminará en tablas. En la posición blancas: Rd1- Cb3- g5; negras: ReS- Cg1, la jugada análoga 1 . Cd4 no acierta a encerrar por completo al caballo contrario. Sigue 1 . ..., Ch3! Es obvia la importancia que tiene la columna torre en este caso, como espacio para maniobrar; 2. g6, 2. f6 es tablas.

Finales de caballos con más de un peón El final caballo y dos peones contra caballo será casi siempre gana­ do por el bando más fuerte. En los finales de caballos con un peón más, la ventaja decide generalmente, sobre todo si este peón está libre y bien protegido. 270

111 1 1 n n un fin 1 1 u 1· n r po n1 v nt J n da. Pero al peón libre a3 corre peligro: el peón blanco amenaza capturarlo. Ahora veremos como el bando negro logra defenderlo empleando una serie de recursos tácticos y aprovechando la posición oprimida del blanco.

Diagrama 1 Blancas Rc2, Cc1 , c3, d4, b4

Negras Re3, Cb2, a3 b5, c6, d5

1. Cd3! 2. Cb3 No se puede tomar el caballo {2. Cxd3, a2; 3. Rb2, Rxd3) ni tampo­ co jugar 2. Ca2, Re2!; 3. Rb3, Rd2; 4. Rxa3, Rc2!, y las blancas per­ derán el caballo a causa de zugzwang . 2. Ce1 + 3. Rd3! Rd1 Una combinación que salta a la vista. Entregando el caballo, el ban­ do negro obtiene la ganancia de todos los peones blancos. Rxc3 Rxe1 4. 5. Ca1 Rxd4! ¿ Por qué las negras no capturan el caballo mediante 5 . . . . , Rb2? Porque haciéndolo hubieran caído en una celada. Efectivamente, si 5. . . . , Rb2?; 6. Rd1 !, Rxa1 ?; 7. Rc1 , Ra2; 8. Rc2. Tablas. 6. Cc2+ Rc3 Rd1 Rb2 7. Si 7. Cxa3. 7. a2 d4 Rc1 8. 9. Ca1 d3 1 0. Cc2! es Esto disipa la última esperanza del bando blanco: "el ahogado". La posibilidad de ahogo anula las probabilidades de ganar en la posición del siguiente diagrama. Si se observa atentamente la posición, se no­ tará que la superioridad de las blancas consiste no tanto en su ventaja material, pues los peones "libres" a y e no lo son de hecho, sino en la amenaza constante de un mate de caballo desde c7.

1

Diagrama 2 Blancas Negr RaB, Cc6, RbS, CfS, a7, b7, g4 b6, cS Juegan las negras. Tablas . En efecto, si no hubiera sido por aquella amenaza, las negras se defenderían jugando, por ejemplo: CeS, Cc6, CeS, etc., y el caballo blanco quedaría inmovilizado por verse obligado a vigilar el peón negro libre. Y bien, las negras deben emprender algo contra la maniobra Cd6, e8, c7++. ¿Es tan irremediable la amenaza? Supongamos por un momento que en la posición del diagrama las blancas jugasen 1 . Cd6? ¡Un error! 1 . ... , g3!; 2. Cea, Cxa7+! La ame­ naza de mate desapareció, las negras avanzan su peón ¡y ganan! Se ve que la posición del caballo en c6 es muy fuerte. Las negras pueden permitirse el lujo de esperar tranquilam e las dos primeras jugadas "mortíferas" del caballo contrario, pues tienen preparado un recurso salvador para el último momento. Regresemos a la realidad, es decir, al diagrama 2. Juegan las ne­ gras. Ahora se ve claramente que ellas están en zu gzwang. La retirada del caballo de su puesto en c6 pone en peligro al rey negro, haciéndo­ se sensible la amenaza de mate. El avance del peón significaría per­ derlo. En esta situación delicada las negras percibieron otro recurso formidable: ¡la posición de su rey ha sugerido una combinación sobre la base de ahogo! 1. g3 2. Cxg3 Claro está que no sirve 2. Cd6?, Cxa7+ y luego g2. Cd4+ 2. 3. Rb4 Cc6+ También se puede jugar 3. ... , Ce6, amenazando CxcS! Rc4 4. CeS+ RbS S. El rey blanco trazó un triángulo para escapar de los jaques. Cd7! S. Ahora amenaza no solamente CxcS, sino también Cxb6! En vistas de lo cual el bando blanco realiza una tentativa interesante. bxc+ c6! 6. 7. Ra6! Evidentemente, no 7. Rxc6, cxb6; tablas. Con la jugada del texto desaparecen las posibilidades de ahogo, pero a la vez disminuyen las probabilidades de triunfo. 7. CeS+

;Rt

272

8. RaS C b3+ Pero no 8. ... , Cb7+?; 9. Rb4 con posición ganadora. Para lograr el empate el bando negro debe mantenerse en la ofensiva. 9. Rb4 Cd4 Amenazando jugar luego CbS y Cxa7. 1 0. Ce4 A 1 O. RaS, el bando negro contesta 1 O. ..., Cb3+; 11. Ra4, Cd4! CbS 1 0. 11. RaS Última tentativa. El bando negro debe jugar bien, porque una jugada inexacta todavía sería suficiente para perder. 11 . Cxa7 1 2. Ra6 CbS! Única si 12. ... , Cea; 13. b7+, Rb8; 14. Cf6! (No sirve 14. CeS a causa de la réplica elegante Cb6! !), Ca7; 1S. Cd7+ y gana el bando blanco. 1 3. Cd6 Cf6 Tablas.

273

Índice Prólogo Al lector

17 19

1 11 1 14 desarrollar 1 1 5

La u nidad de entrenamiento .Su estructura y métodos

El conocimiento es u n proceso constante de desarrollo E l objetivo se concreta e n l a tarea a

La actividad independiente y e l proceso del pensamiento e n e l alumno Breve apunte sobre e l método d e l a enseñanza problémica E l proceso mental del ajedrecista. La intuición

1 24

1 19

La elaboración del plan de juego . P u nto vital de la actividad ajedrecística El entrenador de ajedrez. Dudas . . . y aciertos Sistema de anotación algebraico Casi l la fuerte : Pieza centralizada Los consejos de N imzovich

1 42

1 38 1 40

1 35

1 30

La sobrep rotección de los pu ntos fuertes en la estrategia ajedrecística El tema del centro. Cuidado insuficiente como error típico que se repite U na notable lección de Reti El arte de la defensa

1 50

1 47

Bajo el golpe de la Nimzolndia

1 56

Balance posicional . Elementos a considerar La Defensa Francesa. Variante Winawer

1 69

1 84

1 90 Hechicero Genial 1 93 Hablemos del peón dama aislado 1 99 Veneno anti-Caro Kann 1 1 06

1 42 1 44

1 66

En ayuda de los que estudian solos. La combinación La polémica Defensa Shl ieman

1 17

1 75

El arte defensivo de Emanuel Lasker

Capablanca, el

Capablanca: símbolo cubano del ajedrez

B reve apunte sobre la historia del ajedrez

1 112 1 1 32

La teoría laberíntica y aristocinética del ajedrez del doctor Ricardo Héctor Petrelli

1 1 35

1 1 45 1 1 49 ¿Quién tiene la razón . . . ? 1 1 60 La técnica de Karpov 1 1 63 La partida del P remio de Belleza 1 1 65 U na partida mag istral 1 1 71 Smislov en acción 1 1 75 ¿Carrera, el G reco, o Philidor?

Hermanos frente al tablero

Los peligros de una voracidad exagerada Demolición

1 1 79

1 1 77

Un ejemplo práctico. La presión en la psiquis del ajedrecista

1 1 81

La lanzadera de Carlos Torres. U n a joya del arte ajedrecístico de todos los tiempos

1

1 84

Un notable remate

1

1 87

¿ Ímpetu creador o frío cálculo? i Kasparov! El

1 1 93

Gambito Kasparov

on

Entrando en la "celada"

1

1 1 89

la Defensa Sicil iana 1 97

1 1 94

Ecos del

xvu

Capablanca in memoriam

La mejor partida de ataq ue. Del

xxx1v

La técnica depurada de Alekhine Fischer dicta cátedra

1

206

1

1 1 99

Capablanca In M ltl 1

Fischer. . . y la celada que tendió a Gl igoric

1911 1

Torneo de San Sebastián de

21 0

La victoria de Lasker sobre Capablanca

1 214 partida d e Steinitz 1 2 1 6

Capablanca-Janovsky Una

1

1 208 212

¡ Esta vez no se me ha escapado! / 220 Campeonato abierto de Nueva York de 1 963 Un paseo a caballo / 225

1 223

La mejor producción de Capablanca en San Petersburgo Ideas gemelas

1

229

lvanchuk- Kasparov (Linares, 1 990)

1 234 1 939 1 236

El ingenio de un campeón Oli mpiada mundial de

1

Ataq ue total

1 242

1

240

1 927 1

U na lección de Alekhine / 246

1 248

Hablemos del final. El final de reyes. Y peones / 25 1 U n final maravilloso

1

254

El final de torre. Finales típicos (Posición Lucena) El final

1 260

Final de alfiles del mismo color Final de alfiles de distinto color

1

257

1 260 1 263

Alfil y dos peones unidos contra alfil / 263 La regla de Philidor

1

227

238

Un final extraordinario / 244 Un final tortuoso

1

232

La partida más brillante del torneo de N ueva York Torneo de las naciones

111

203

264

Finales de caballo; caballo y peón contra caballo Finales de caballos con más de un peón

1

270

1

266

1

'

1