Bo 184

Bos-184 “¿Es La Muerte El Final de Todo?” CANT: 134/55 *** w99 1/4 pág. 9 párrs. 1-2 ¿Qué cree la gente sobre la vid

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Bos-184

“¿Es La Muerte El Final de Todo?”

CANT:

134/55

*** w99 1/4 pág. 9 párrs. 1-2 ¿Qué cree la gente sobre la vida después de la muerte? *** EN UNA funeraria de la ciudad de Nueva York, amigos y parientes desfilan silenciosos ante el ataúd abierto para contemplar el cadáver del joven de 17 años, cuyo cuerpo el cáncer ha consumido. La madre, desolada, repite una y otra vez entre sollozos: “Tommy es más feliz ahora. Dios quería que estuviera con él en el cielo”. Eso es lo que se le ha enseñado a creer. 2

A 11.000 kilómetros de distancia, en Jamnagar (India), el mayor de tres hijos prende fuego a la leña en una pira funeraria para la cremación de su difunto padre. Junto al chisporroteo de la leña los brahmanes recitan mantras en sánscrito: “Que el alma que nunca muere siga esforzándose por convertirse en parte de la realidad suprema”.

Esta también ha sido la opinión de gente tan diversa como los famosos filósofos de la antigüedad Aristóteles y Epicuro, el médico Hipócrates, el filósofo escocés David Hume, el docto hispanoárabe Averroes y el primer jefe del gobierno de la India independiente, Jawaharlal Nehru. *** w07 15/5 págs. 29-30 párrs. 14-16 La esperanza de la resurrección: ¿es una realidad para usted? *** 14

¿Cómo influye la esperanza de la resurrección en su vida actual? Esta esperanza puede ser una fuente de ánimo al afrontar penurias, dificultades, persecución o peligros. Satanás quiere que usted le tenga tanto terror a la muerte que esté dispuesto a canjear su integridad por cualquier promesa vacía de seguridad. Recordemos que el Diablo le dijo a Jehová: “Todo lo que el hombre tiene lo dará en el interés de su alma” (Job 2:4). Al hacer tal declaración, calumnió a toda la humanidad, incluido usted. ¿Será cierto que dejará de servir a Dios ante el peligro? Si medita en la esperanza de la resurrección, quedará más resuelto a seguir haciendo la voluntad de su Padre celestial. 15

Jesús advirtió: “No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; sino, más bien, teman al que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena” (Mateo 10:28). No tenemos por qué temer a Satanás o a sus secuaces humanos. Es cierto que algunos tienen el poder para hacernos daño, incluso matarnos; pero, en el peor de los casos, el daño solo es temporal. Jehová compensará cualquier mal que sufran sus siervos fieles, aun si para ello tiene que resucitarlos. Él es el único que merece nuestro temor reverente y profundo respeto. Solo él tiene el poder de arrebatarnos la vida presente y toda esperanza de vida futura al destruir tanto el cuerpo como el alma en el Gehena. Felizmente, Jehová no desea que eso nos ocurra a nosotros (2 Pedro 3:9). Gracias a la esperanza de la resurrección, los siervos de Dios podemos sentirnos seguros. La vida eterna aguarda a quienes se mantengan fieles, y no hay nada que Satanás y sus secuaces puedan hacer para evitarlo (Salmo 118:6; Hebreos 13:6). 16

Si la esperanza de la resurrección es segura para nosotros, moldeará nuestra actitud ante la vida. Comprenderemos que “tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos a Jehová” (Romanos 14:7, 8). En consecuencia, aplicaremos el consejo de Pablo al establecer prioridades: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:2). Muchas personas llevan vidas vertiginosas en su afán de satisfacer todo deseo, toda ambición, todo impulso. Como consideran corta la vida, se las ve desesperadas en su búsqueda de placeres, y si tienen alguna forma de religión, ciertamente no armoniza con “la perfecta voluntad de Dios”. 18

Gracias a la esperanza de la resurrección, contamos con un futuro seguro. No tenemos por qué llevar una vida frenética, tratando de desarrollar todo nuestro potencial. No hace falta que usemos “a plenitud” este mundo agonizante (1 Corintios 7:29-31; 1 Juan 2:17). A diferencia de quienes no tienen esperanza, poseemos un don maravilloso: sabemos que si permanecemos fieles a Jehová Dios, tendremos toda la eternidad para ensalzarlo y disfrutar de la vida. Por tanto, alabemos todos los días a Jehová, aquel que nos garantiza la esperanza de la resurrección.