Barquero La Piedra Del Pueblo

EFRAIN BARQUERO LA P I E D R A D E L .PUEBLO 1951-1953 EDITORIAL ALFA SANTIAGO DE CHILE Las palabras se gastan e

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EFRAIN BARQUERO

LA P I E D R A D E L .PUEBLO 1951-1953

EDITORIAL

ALFA

SANTIAGO DE CHILE

Las

palabras se gastan e n el U S O , el sentido se fuga de las formas, la poesia 4 e m a s i a d o u s a k se demuele a si misma. El poeta de @oca se enreda en las frases como el pez e n la red, agoniza fuera del agua, el aire lo aniquila. Asi salen poemas de papel, interminablement e enrollados y enrareddos, de mOda oscura, poemzs sin piel, sin manos, sin objeto. La poesia de Efrain Barquero tiene cuerpo. Es un material r k o , una reconstruccidn segzin las leyes de la vida, con palabnzs, con frases que pzrecian inzitiles y qae a su reclamo wuelven a brillar c m espadas, relucen como el vim, se transfornian en piedra, etevan otm vez la dignirlnal del canto. Este poeta abanderado piiede ensefiar pcesia pura a ?in repimien-

t o de oscuristas, per0 prefirid bz transpurencla y con ella algo mcis: la poesia. Nadie puede dudarlo, este tono no engafia, quien toque este libro lo sentirci respirar como un ser vivo, y luego se lo Elevarci este viento de la poesia, arriba y abajo, hacia el mar y 10s bosques, h a d z las VidaS del hombre. La natura.leea y el pueblo se mezclan en la poesia del joven Efrain f m z n d o una unidad a menudo victoriosa. Poeta de clase, pcpular, campestre y campesino, pone su devocidn e n 10s oficios, en las luchas, e n 10s desamparos del pueblo c m la naturalidad y el orgullo de su origen. Por eso este libro es luminoso y augura un nuevo esplendor a la poesia de nuestms tierras americanas. Paso a 10s poetas verduderamente jdvenes, sin tinieblas ni monserga subjetiva. Efrain Barquero es un poeta de la verdad. Su canto de hoy, matutino, se impondrci con sonma certeza. E n su destino hay agua y hojas, fulgor y amor, combnte. E n este minuto en que 10s oscuros se oscurecen hasta desaparecer llega a nosotros Efrain B a r q w o recibiendo en sit fino rostro y devolvie'ndola en su canto, la claridad del pueblo. PABLO NERUDA

Los Guindos 10 de noviembre de 1954.

LA T I E R R A

HERMOSURA, D O L O R DE L A TZERRA

Y ESPERANZA CHILENA

LA

T I E P ~tiene un movimiento de pe6n a minero, de pescador a pastor, de albafiil a poeta. Y tiene un sonido a electricidad y a nervios, a letra y a beso, a metal y a trigo, a telar y a imprenta. Y un color de cebolla rosada como el alba. Y un olor a sudor y a madera, a papel y a jacinto, a salitre y a leche, a semen y a polen, a pescado y a miel.

La tierra tiene cuatro apellidos. Hace cuatro estaciones del mismo brazo laborioso del hombre. Y tiene un traje de novia eterno como el agua, unos zapatos con hebillas de soles y de lunas, un delantal de raices para arrodillarse en su casa,

una estera de musgo para pensar en su amado, una colmena de dias para averiguar el aromo, una ventana azul para peinar su follaje crecido, una silla de paja para alcanzar 10s duraznos, una canasta verde para pasear por 10s caminus, y un carretero viejo como las piedras que la lleve de fiesta a 10s mercados, vestida de arpillera y lavada ccn rocio, y un mozo moreno que le rodee la cintura y que baile con ella en las vendimias o en las trillas, y que la haga suya desgarrhndola de todos 10s surcos para llenarla con una violenta rdfaga de lluvia, y un momento de amor, y un momento de otofio, para multiplicarse en nuevas primaveras. Per0 la tierra tiene tambiCn un gusto a ldgrimas y a sangre, un pulm6n perforado, una costilla rota, y tiene una tos que hace temblar el invierno, un desgarro doloroso en la boca de las minas, un sudor excesivo que oscurece las shbanas del cielo. Per0 la tierra tiene tambiCn la marca de 10s grillos, las mejillas moradas, la boca partida, 10s dias negros como 16bregas paredes. Per0 la tierra tiene tambiCn la sed y el hambre, y.m& que eso, y mhs que nada, y m&,que todo, un hermoso, un terrible, un voraz apetito, que la hace crispar 10s pufios y enrojecer 10s ojos, haciendo crujir 10s dias como articulaciones, haciendo palidecer el sol como una nube de pblvora, haciendo rugir el viento como una maza en la punta de un ldtigo. Pero la tierra tiene tambi6n apetito de venganza y dolor de esperanza!

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10

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EL

PAN

EL

HOMBRE busca el pan con un esfuemo sobrehumano. Dando saltos inverosimiles hacia el cielo, con pesados andamios llenos de materiales que alcanzarian para construir dos veces la tierra.

Sigue vetas imposibles mis alli del espacio, reteniendo la respiracih atln donde el aire explota, escarbando montaiias mks viejas que el tiempo, descansando mucho menos que el sol, mucho menos que el agua, mis hGmedo y solo que 10s metales hallados. Es blanco el pan, es familiar como la madre; per0 61 cuando lo encuentra despu6s de un dia de siega 11

o despub de liecer uii surco en el pecho dei sol, hundihndose hasta la cintura en su materia candente, lo descubre negro como un resto de desgracia o incendio, lo tacta duro como si su dolor ya lo hubiera forjado, lo gusta amargo como si lo hubiera avinagrado su fiebre, lo siente triste como si lo llorara su cuerpo envejeciendo, lo calla, avergonzado, como si todos sus hijos lo pidieran, lo deja, tembloroso, como si se tocara su came maltratada.

Este es el pan que desborda las bandejas, y que en vez de dolor tiene gusto a mermelada, y que en vez de sudor lo sirven en la boca con delicadeza a toda hora 10s criados. Esta es la historia del pan, la triste historia del pan, pero el dueiio de la hamaca lo muerde con despreocupacidn, el invitado de honor lo parte con desgano, y el nilio consentido lo pide en forma de juguete. Este es el pan, el terrible pan, el pan que se esconde sobre el tiempo y debajo de la tierra, el pan que alcanzan algunos despues de quedar ciegos, o perder ambas manos, o reventar en sangre. El pan fino, el pan injusto, el pan que encuentran otros con s610 perfumarse las manos y ponerse un m6gico anillo de piedras preciosas, arranc6ndolo como por encanto de distraccidn o de r o b del canasto descuidado de la tierra atareada.

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COME el polvo de las calles, bebe el sudor de tu frente,

respira el estertor de tu mujer agonizante, tibndete entre las piedras y tapate con la lluvia, levhntate con noche y comienza de nuevo: es lo que ordena el rbgimen y prescribe la ley.

nabajo, mucho trabajo, para que no se despierten tus groseros instintos de la rebeldia y para que seas mhs puro y mhs respetuoso. Agacha, pues, la cabeza, besa el polvo de la tierra, y acost6mbrate a filosofar que s610 polvo serfs; per0 polvo en vida mientras amas y luchas, miserable polvo rechazado y sacudido 18

como un saeo de desgracias y de tuberculosis. Polvillo de carbdn acumulado en tus pulmones. Residuo de trigo para tu estdmago vacio. Emanacidn de hcidos para tu boca ulcerada. Cepilla la madera, y confdrmate con las virutas. Fabrica pan, y recibe la sollamadura del horno. Amontona 10s frutos, y cdmete las cascaras. Ponte silicoso de pur0 entusiasmo laborioso, y encaminate a1 Seguro de mafiana en mafiana, y muCrete esperando, que si no pueden descontarte a ti 10s dias que has faltado a1 trabajo, porque, sin avisar, te has muerto de repente, jse 10s descontarh a tus demh compaiieros! Polvo, polvo seras de cualquier modo, per0 polvo antes de tiempo y con crueldad, per0 polvo ultrajado, inmundo polvo que asciende cuando cae un hombre traicionado por otro. Ceniza seras, per0 ceniza sin haber jamas ardido ni amado, brillado ni vivido. Ceniza opaca y miserable y fria es tu destino, ceniza sin haber conocido ni el amor ni el fuego, ceniza sin recuerdos, sin nombre en el viento, mas sola que la bruma, mhs triste que la nieve, mas amarga que el trigo azumagado, m&s dolorosa que el hierro enmohecido, mas pobre que la cal de 10s miseros huesos, m9s fria que la muerte si dejara un residuo.

ARTE

POETZCA

ESTOY lleno de simbolos de carne y hueso,

y mi canto es una fAbrica terrestre donde 10s versos padecen y se afanan con la misma intensidad que 10s hombres. Mi poesia nace de una dura jornada,

y es un product0 conmovido del tiempo que conoce el sinsabor de 10s pobres sometidos por una vida injusta. Mi voz no est& suavizada por alfombras ni tiene la prosodia almidonada ni anda con el acento a la ~ l t i m amoda. 16

MBs bien es la exclaniaci6n ofendida que se traga en un sollczo las fdtimas letras. Mds bien es una construccih de madera golpeada con resoplidos y martillos. Mds bien es la cacofonia molesta de un tisico ahogado en sangre machacada.

Yo no escribo con drogas ni con plumas de cisne, ni resbalhdome por pisos encerados: casi siempre me dejo llevar a empellones por la inspiracih rechazada de un mitin. Muchas veces es un obrero accidentado el que me hace pensar desordenadamente en lo esencial de la vida y de la muerte, mientras corro a su lado con mis paginas en blanco para estancar su sangre. En realidad mis palabras casi nunca sonrien, casi siempre andan apuradas, y no siempre huelen bien : per0 mirad mi barrio lleno de estatuas de martirio, escuchad lo que le confiesa el trabajador a su esposa, preguntad de qu6 se alimenta el estudiante pobre, entrad en una mina o en cualquiera parte donde el hombre domine la materia, y sabrCis que no es su camisa la sucia sino que son sus pulmones desgarrados, 10s que ya no podr6n lavarse ni con todo el or0 del mundo.

L A N ZA M I E N T0

EN

ZN V IERN 0 I

Ami VAN,

.

miralos, con6celos, se han levantado siguiendo el rastro de algfin desesperado, pronto c a e r h sobre a l g h pequefio arrendataric, rodearhn su bosque familiar, acosarfin su sierva dulzura, alargarbn el hocico untado con despreciables razones, encenderhn el puro, toserfin para hacer sonar sus llaves infernales y jzas!: quedarh tendido en la vereda el cuerpo palpitante de una humilde familia, con su cabeza triste de padre avejentado, con sus ojos agrandados de niiios interrumpidos en el suefio, con su vientre de madre embarazada y convulsa que abortarh al caer de bruces en media del invlme. , 17

Son formidables tiradores. Han heredado su oliclzr a1 slcoplarse el cuervo con su crueldad ancestral, ccmo una gran perra negra de un solo ojo y de lengua de vibora, y la han amaestrado de tal forma que han hecho de la tierra una larga caceria, porque huelen presas en todo lo qne anda y produce, de manera que 10s seres han Ilegado a ser s6!0 posibilidades de este olfato sangriento, y terribks esperas de este negro destino, o simpleniente aplazamientos. Ahcra passrim a1 club a comentar la caza. Aman esta ccnfrontscidn diaria de crueidades, les gusta competir con sus rnochilas y sus tripas, limpiar la huella de sus garras con copioso whisky, ofeitzr su maIdici6n con grandes propinas, y, sobre todo, recGrdar la ciudsd trabajando, IJ el doming0 cuando el obrero ha vuelto ciespuks de la elernidad de una semana, y se sienta en la puerta entre sus chiquillos: cuinto ama esta escena, el maldito, recucrda cada gesto, cada palabra inocente, el ruicio de la mujer en la arlesa, el sueiio del quiltro amodorrado, el nombre que le pcndrian a1 que naceria pronto, recuerda todo, todo, porque 61 turbaria esta paz, ensuciaria este amor, arrebataria este descanso, endureceria el pan , reci6n comprado, avinagraria el vino. Que ccndici6n de cazador de la muerte. Qu6 entrega total a su aptitud de maldad. Qu6 amaestramiento mas perfecto de tigre. Todo, todo lo recuerda, el escalofriante: el lanzamiento a la calle, las mejillas caidas de la madre como pajaros muertos, las sombras del crep~sculo,la llovizna cayendo, el llanto de 10s niiios, el abatimiento del padre, la noche mas alla, mas aca, en todas partes, las aIas de la muerte abiertas sobre el grupo temeroso y cansado, las alas pegajosas de la muerte cruzando con graznido de invierno.

ODA

AL

BURGUES

CmA D ~ Aes una mano que te llama con un sign0 angustioso, per0 tfi bajas la vista y pasas. Vas pensando en ayer, y si hay niiios hambrientos que te obstruyen el paso le das la vuelta a1 mundo en t u y a k para no perder el hilo azul de tu suefios. No quieres pensar en la pobreza. Son tan sucios 10s seres que piden un mendrugo. Es tan agio el olor de las viviendas que albergan mucha gente. No puedes soportar la salida de las fhbricas:

es un rio de sudor y de aceite quemado que W no comprendes cdmo puede pasar 19

1

tan cerca de tus casas. No concibes tal olvido de hermoseamiento y de higiene: “para Cso hay cierta red de alcantarillas”. Los deshechos de la materia elaborada,, como ser ciertos obreros terrosos por la tisis, no debe conocerlos el cliente de buen gusto: “para Cso deberia crearse lo mks pronto un servicio igual a las letrinas”. iY qu6 decir de 10s mitines!, piensas c6mo pueden preocuparse del azlicar y la leche en un dia tan azul y beatific0 cdmo es el domingo, dia consagrado a tu Dios que nos ha hecho la merced de dividirnos en dos castas: asi mientras t u te has posesionado de las tierras para albergar completamente a1 Dios de las cosechas, y para que el trigo que no vendas, lo pudras, y lo conviertas en incienso. Asi mientras te acercas a tu Dios y de banquete en banquete hablas de “SU” omnipotencia, sin reparar en comprarte un traje cada dia para probar “Su” bondad infinita, sin escatimar agravios y maltratos para mostrar “Su” poder ilimitado. Asi, mientras t u mantienes vivo el culto, hay gente que debe trabajar sin descanso y tener hambre y sentir frio y gemir, para que existan entonces 10s pecados de rebelidn y de blasfemia, de ira, de sindicato sin previa consult&, de fraternidad temeraria, de esperanza sin ninglin permiso, pecados, en fin, horribIes pecados de ser pobre y no conformarse con su infierno, pecados que tli conoces muy bien, porque tli mismo 10s creaste para asegurarte las entradas del cielo y tambibn las comisiones del infierno.

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TUBERCULOSIS

TmmcmosIs, dalla tu risa cascada, retira de nuestro cuello tus dedos de,piistula, no nos machaques mLs con tus piedras ardiendo. Basta. Basta mercenaria maldita y sangrienta. Ya has cumplido las 6rdenes. Basta. Dbjanos. Ya has envenenado el agua y el viento y has desparramado humedad por todas partes, ya has escondido el pan y la leche y has aumentado las horas de trabajo, ya has conseguido que todos entremos a empujones de cesantia o de miseria en las c h a r a s 16bregas de tus conventillos, ya hemos salido todos del taller y la mina

y hemos caido en t u emboscada,

'

ya el padre tiene quince aiios de trabajo y la madre esta embarazada de nuevo, ya es invierno y has apagado el fuego, ya has estrujado 10s pechos maternales y has roido todos 10s vestidos, ya te has tragado las fuerzas del obrero y has quebrado la risa de 10s niiios, ya has roto tus paquetes de microbios y has untaao las paredes con t u lengua viscosa, ya te has puesto tus guantes podridos y has calzado tus azumagadcs zapatos. Todo est5 listo en la vivienda desolada: a las ventanas les has vendado la boca para que no puedan invccar a1 ss1, y a las puertas les has hecho agujeros para que a una seiial de tus garras entre a6n mas humedad y frio.

I

-

-.

Tcdo est&listo. Silenciosamente, has echado tus ropas infectadas hasta colmar 10s bordes de la artesa para que la madre sorba completamente t u aliento venenoso, y luego dC de mamar a1 hijo m&s pequeiio. Silenciosamente, has escupido por entre tus dientes larguisimos una bolita de pus en la puerta para que 10s niiios jueguen y se la lleven a la boca. Todo est& listo, y es invierno y Ilueve. Y has corrido a la salida del trabajo para acechar a1 padre. Todo est6 listo. El hombre ha salido, enfermo ya, y t G lo has golpeado por la espalda hacihdolo snngrar por boca y oidos, y le has enterrado profundamente 10s dientes en las cicatrices dbbiles, y has apurado su corriente sanguinea para que se desangre de una vez, pero lo has arrastrado hash su casa habI&ndoIe a1 oido tu inmundicia, 22

saipic5ndolo con tu rics purulenta, go!pe5ndolo con tu tos infernal. La mujer ha entreabierto la puerta y tu lo has golpeado por 6ltima v2z para contaminar todas las cosas. Per0 no te has ido, sanguinaria, y te has sentado el lado afuera para reirte toda la larga noche ccn esa voz estert6rea y maldita. Y tampoco te has ido a la mafiana, y te has instalado por un tiempo, para abastecer de pus suficiente a tus victimas postradas, y para que no merme la fiebre con que 10s abrasas vivos, para que haya tos de sobra y no falten 10s largos lamentos en medio de la noche solitaria, para que no falte el menor sufrimiento, porque a ti, mercenaria horrible, te pagan demasiado bien, y debes cuidar hasta el 6ltimo estertor para que tu misi6n resulte perfecta.

EO§

I) E

S KQ 3 R E D A D 0 S

S o ~ o 10s s hijos de la lavandera y del tisico. No tuvimos infancia ni escuela ni cuarto.

Hemos dormido siempre en el suelo. Hemos andado siempre con la cabeza gacha. Hemos recibido siempre el nuevo sol detrjs de la miseria. Nunca hemos mirado sin remordimientos el pan, porque sabiamos que otros quedaban sin comerlo. Asi, entre 10s vbmitos oscuros del padre, y la tierra agotada de la madre, mks 10s desperdicios que mrojaban las fabricas, cualquier dia hemos nacido, no recordamos cukndo, porque hace una eternidad que sentimos frio. Cualquier dia hemos nacido, no recordamos dbnde, 25

pGrque hace una etcrnidad que vames sin rumbo. Cualquier dia hemos nacido, no recordamos nada, porque hace una eternidad que no vivimos. Somos 10s desheredados de la tierra. Nuestro destino es no Ilegar. Nuestro destino es andar, andar, para irnos borrando entre Izs piedras del camino. Nuestro nombre no lo conoce nadie, porque la pobreza consta de una sola palabra. De puert,a en puerta vamos sin llegar jamis a entrar en nuestra vida. De golpe en golpe vamos sin caer jam& definitivamente. El dia vuelve, la noche pasa, y nosotros estamos donde mismo. SGmos 10s desterrados de ncsotros mismos. Vivinics como gninias hambrientas, niirando dfsde afuera d2 nuestros ojos puros c6mo alguien 113 ocupdo lo que nosotros abarcibamcs, palpando desde afuera de nuestras manos fuertes cdmo alguien ha tomado lo que nos pertenecia, sintiendo desde afuera de nuestro coraz6n cdmo alguien ha robado nuestro ser para no ser y enriquecerse.

E L ODZO

..

A

VECES

mi corazbn se llena de odio

y mis labios se tuercen en una mueca horrible, y mis ojos enrojecen como si me rodeara la extensi6n desvastada de una tierra yerma.

Entonces mi frente se ensombrece como una interminable bandada de cuewos, y ya no puedo desear sino tumbarme como un pantano a maldecir el agua. A veces el odio se me pega en cualquier casa,

a1 doblar una esquina, a1 dejar un asiento,

.

_.

y ya no puedo apartar su telarafia como si el viento la tejiera incansable y el sol la segregara como una inmensa arafia.

Yo no s6 por qu6 esta sarna inmunda me persigue a veces 10s suefios, cuando 10s pongo en la palma de la tierra o 10s deslizo por un rostro limpio. Yo no s6 por qu6,esta niebla hedionda nos aparta a cada uno de nosotros, cuando en 10s brazos tenemos la parte del sol que nos dieron para traer a1 mundo.

Yo no s6 por qu6 esta negra espina reemplaza en mi coraz6n a una caricia, y en mi dolor reemplaza a una promesa.

a8

LA

PUREZA

Asi

POBRE

COMO el albaiiil para elevar el trono tuvo que, ascender para caer disuelto, asi como el minero para buscar el or0 tuvo que bajar a preparar su tumba, asi como el pe6n para regar las tierras tuvo que desangrarse m h all&de su sangre, asi tambi6n encontraron una vida que 10s librara de sus remordimientos, y naci6 la lavandera, la pureza pobre, la lluvia triste, el canasto fatigado, la escobilla desvelada. La mujer que tendria

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que aaular la vergiienza, la perversibn, la pus, refregbndolas con sus mejillas san'as, desaguandolas con sus ojcs limpidos, estrujdndolas con sus caricias suaves, secandolas con el calor de su bwa, aplanchandolas con un reciCn nacido. ' Asi esta pobre lavandera proletaria fu6 perdiendo uno a uno sus hijos a! o c u p r la leche en blanquenr 1s inmundicia, fuC hacihdose vieja y decrkpita a1 ccupar su sangre para regar la carrofia, fu6 ponihdose tisica a1 respirar cada dia las intimidades mPs soeces y viciadas, fu6 curvandose en la artesa poco a poco como si quisiera defender a sus hijos del aliento de la muerte, como si quisiera salvarlos de esta boca desdentada que la iba tragando con su saliva viscosa, con su lengua de ropas pervertidas, con sus encias de pustulas horrendas, con el hueco de la artesa diaria, con la boca de la muerte sucia.

EL

LIBRO

DE

LA

LA

VZDA

VIDA es un libro que debo leer enteramente. Me han dicho que es trbgico, que el minero, el albaiiil, el modesto empleado, el profesor, el pequefio comerciante, que construyen sus phginas con su trabajo diario, deben morir de tuberculosis o accidentes para que el final resulte ameno a ciertos seres que lo posezn todo, que lo han gustado todo. Y cuya sensibilidad se ha refinado a tal extremo por el tacto de la seda, por el gusto de 10s c6cteles, por el aire acondicionado y perfumado de tierras y millones, que ya no se contentan con 10s sucesos ordinarios, y desean que 10s trabajadores que cruzan sus balcones hagan papeles mbs variados: se suiciden lanzhdcse

31

desde un noveno piso, se hagan viejos de la noche a la maiiana, enfermen de repente, Sean despedidos del trabajo. Y,sobre todo, que coman menos todavia, que duerman menos, para que caractericen mejor su tragedia, para que sus dias tengan cierta atmhfera de infortunio inexorable “tan necesariamente artistica”, para que haya, en fin, m b naturalidad en .su terrible muerte, m9s compenetracih con el destino miis adverso, condiciones todas tan esenciales para sacarlos de su diario aburrimiento, y para que su agudo sentido de la belleza no se embote y su ocio tenga un fin: jel de sofiar! Asi es la vida: un libro de capitulos amargos,

creado para que gocen 10s que no toman parte en 61, 1oq que tieZen tGda la vida Fara sentarse a leeilo, para 10s que tienen la maldad de instruirse en su injusticia, para 10s que tienen la muerte para cada uno de sus dias.

- __ ma-0

__

Libro cruel, donde trabajar toda la vida no basta para morir en paz, donde 10s mejores penan, donde tener hijos es aumentar el n h e r o de esclavos, donde labrar la tierra es multiplicar la miseria, donde adquirir pureza es atraer el desprecio, donde entrar en una mina es arrojarse en la desdicha, donde luchar no es siquiera suficiente. Libro inmundo, escrito para tan pocos, donde el obrero muere!

NO

ESTOY

EN

PA2

No

CONMIGO

ESTOY en paz conmigo mismo. Siempre 10s veo construyendo y cargando panales en 10s edificios y sacos generosos, y no he hecho nada por que tengan algo propio: una puerta por donde pudieran entrar a la noche, que ellos mismos hicieron 7.1 trabajar todo el dia. Una ventana que pudieran abrir para llamar desde adentro de su coraz6n y n o desde el frio a 10s que pasan. Una mesa donde estuvieran esperando Ias legumbres saludables, regadas por su sangre, 10s pescados lejanos, rescatados a la muerte, 10s panes esenciales, amamantados por sus madres,

33

MISMO

10s Irutos asombrosos, educados por su mano, las flores hermosas, vestidas con el traje de sus hijas, en fin todos 10s hijos de su amor y su desvelo que alguien roba en la noche de su lecho con la tierra. Este Esta Este Esta Este Esta Esta

remordimiento me pesa con SLIS cuerpos cansados, vergiienza me sangra con sus pulmones heridos. frio me muerde ccn sus cuerpos desnudos. soledad me acosa c m su vejez acorralada. dclor me quema con sus noches sin fuego. voz me ensordece con su silencio humillado. vida me espanta con su muerte sin haber vivido.

C6mo adelantarme a su miseria, y retenerla, abriendo inmensadente-los brazos, y confundirla, mirandola desde todos 10s niiios, y amedrentarla, callando con todas las ofensas, y avergonzarla, rcdeLndola con todos sus verdugos, y enternecerla, dcscubriCndole todas las canciones! Ya nunca mLs pcdr6 vivir tranquil0 hasta que no 10s oiga encontrarse con su vida extraviada, y reir con el sol en 10s ojos de sus hijos salvados, y cantar con el viento en la boca de su amada vendida, y esperar con 10s Arboles 10s frutos ganados pcr su esfuerzo.

34

LOS

DECADENTES

QUIEREN hacer de cada casa u n ataild, de cada surco una fosa, de cada dia un entierro. Quieren que el sol doble como una tCtrica campana y que en vez de rakes hayan miembros pudri6ndose, en lugar de canciones, aullidos de horror. Quieren que tcdo tenga un olor a incienso y una inmovilidad de d-cyrgracia irreparable. No quieren contemplar 10s trigos amarillos ni ver a nadie deslumbrarse ante una rosa: s610 desean la media luz de 10s velones, la marchitez cln1 templo, el color de la asfixia. ,

Tienen tanta muerte en sus carnes resecas, 35

tanta podredumbre acumulada en sus visceras, tanto escalofrio en sus mejillas moradas, tanto fuego mortecino en sus pupilas, que encuentran corto el tiempo para llenarlo de estertores, y pequeiio el mundo para cubrirlo de cruces, y angosto el ocCano para colmarlo de carroiia, y alegre el osario comparado con sus almas, y la vida insuficiente para la totalidad de su muerte. No quieren que !a primavera vuelva ni que el riego cante ni que el sol endulce. E610 quieren acGstumbrsrnos a su hedor y que amemos entre todos 10s brotes 10s hallazgos macabros, 10s sepulcros abiertos. Quieren que la tierra tenga en vez del mediodia el sol pestilente de un copioso hormiguero, en lugar de la sombra frutal de 10s arboles una nube de cuervos disputbndose un muerto, en lugar del alba de limpias mejillas la fria viscosidad de 10s murcielagos, y en vez del duke cosquilleo de la sangre un sucio palpitar de escarabajos. Eso quieren.

38

C l RCULAD

C I R C U LAD,

EZTL vedado todo:

la letra, el pan, el vino. Frente a cada, hora hay un guardia que nos dice: jcirculad, hac6os humo, morios, que dentro estkn sentadcs a la mesa, y no debemos alterar el viento, porque la injusticia tiene la digestibn dificil. iCircu!ad, barred las calles, lustrad las botas, pintad h s casas, para que la atm6sfcra brille 37

lo mismo que una joya,

que 10s amos salen en este momento a dar su paseo cotidiano, y deben alfombrarse las calles con el cansancio mis sobrio, y deben perfuniarse 10s mercados con la desventura mas dulce, y deben adornarse lcs arbales con heridas recientes, y deben alzarse 7e:oces palacios para que puedaii entrar ellos en cualquier sitio a descansar, aun donde hey cams obreras habitrtdas, en 10s rincones donde hay sencillos artistas tejiendo canastos de mimbre para criar el pan sagrado, o esencizles, cunas ante 10s rostros enamorados del sol y de la tierra. i Circulad, circulad, circulad, zun de 10s resquicios, de las ~ l t i m a s grietas donde el trabajo tasca con boca desdentada, del hueco inas sombrio dcnde crece la florecilln desvaida de un niiio.

icirculad, circulad, circulad, lanzkos a la calle pronto ccn todas vuestras tristes cosas, empujad a la muerte a vuestros tisicos, tirad lejos 10s recibn nacidos, quebrad vuestra olla con comida, arrojad la mercancia a1 fueg0, desalojad el aire pronto, la luz, el amor, la esperanza, desalojad la miseria, 10s piojos, que 10s sedores quieren refrescarse precisamente aqui, a s610 algunos metros de sus innumerables mansiones, y hay que echar abajo todo esto en dos minutos.

iCirculad, circulad, cisculad, o mejor, jayudad, ayudad, tirad pronto vuestras cosas, vuestros niiios, y ayudad, prended vosotros mismos el fuego de que carecisteis en invierno, per0 “mas rapido”, “con m8s valentia”, y “nada de lhgrimas”, i“no pareckis patriotas”! Ayudad, haced desolacih, traed madera perfumada, conseguid 10s mAs fino6 celajes, cargad un pedazo de glaciar para el c6cte1, traed todas las corolas de la primavera para emplearlas como copas, con todo el cansancio de la tierra haced rapid0 una hamaca, itrabajad, trabajad, trabajad, embaldosad el suelo con estrellas, y apurkos, que 10s embajadores se inquietan, batid el aire con 10s brazos, cubrid 10s frutos de IPgrimas frescas, y terminad, agotando el esfuerzo de toda vuestra vida, con esta fina glorieta improvisada para que 10s amos descansen un segundo. iYa est&! 1

LAS

CUENCAS

DE

CHZLE

DE

NOCRE no me guian las estrellas ni las calles de esplendor infancia ni 10s atimos diarios: ni el recuerdo de me guian 10s ojos espantados del Mapocho donde arde una fogata circundada de ojeras tenebrosas, un enloquecido fulgor mas all&de la muerte y de 10s parpados, una mirada profunda sin pestafias ni sueiio, una pupila sin esperanza ni blanco, una cuenca por donde se ve la noche inmensa y vacfa.

No hay nadie, no existe nada cuando 10s nifios del Mapocho nos miran desde abajo de 10s puentes con esa fogata. Ek como si hubieran descendido a lo m8s hondo de la tierra ’

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y de ahi nos miraran para decirnos: jnunca! Es como si se movieran por 10s vericuetos de un cerebro vacio, arrastrando y golpeando sin encontrar sentido, y se hacinaran por Gltimo en la soledad de todo como un grupo de muertos cansados, para prender fuego y restregarse el frio de la nada, para tirarse a dormir y restregarse la pesadilla del tiempo, apuntandonos el ojo de su fogata tenebrosa desde la cuenca inmensa y vacfa de la noche. Fantasmas tristes de mi Patria, muertos dukes y hambrientos, es verdad, no existe nads si vosotros no existis, * si sois la pesadilla de est6magos ahitos, si seguis siendo el suefio perverso del cerebro melanc6lico y morboso de seres , que han agotado la salud de la tierra a1 llevarla de sarao en sarao, de infamia en infamia. De gentes que han escondido su remordimiento y su odio en el fondo de las-minas y en la caja de 10s bancos, de vientres pesados como mgquinas obsenas que han buscado la fuena del trabajo para sus largas digestiones, de nalgas amoratadas como lunas de p a t e que se inyectan cada noche la cocaina de nuestra pobreza.

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COItlO

EL

LA

MUERTE

DE

LO§

ARBOLES

P ~ L O creo , en el pueblo. SB que su rostro es euro, porque pisbis sus raices y le quitbis el agua. Sb que su boca es amarga y su frente es sombrfa, porque lo habbis acorralado en 10s Cltimos rincones y le habeis tapado el sol con 10s inmensos bancos. SB que para vosotros le han brotado espinas, y le han florecido sanguinarias flores, y se ha cubierto enteramente de polen p6treo. Per0 mirad c6mo a toda hora lo estrell&is con vuestros autos, lo rodegis de poblaciones callampas, lo cubris de latas vacias, lo ahog6is de inmundicia, le quebrhis las ramas con el peso del trabajo, le quembis las hojas con el sudor y el humo, le doblbis el tronco con vuestras ambicionw

le picote& el corclzCn hasta ernpaparlo en szngre, le neg5is el vicnto, le espantais 10s pajaros, y ccc,ma IC maltratais porque quiere niorirse, porque a1 aacudirlo una y otra vez no tiene ya sino el yostro arrugado y Ics huesos deshechos, no tiene ys sino hojas comidas por 10s piojos y algunos harzpos del traje de su primavera. Est5 acabado. De su bcca roja entcnces, salen ahora esputss colmcdos de hormigas. En sus ojos gsandes hcchos para mirar el cielo, entra ahors! la vejez como un gran escarabajo. Fn sus brazcs fuertes pam sostencr tGdOS 10s frutos, c u f l p n akor?, hilachas de dclor y biiuma. Va a morirze, pero vczotros no lo deja% tranquilo, cc)le yerdontis la mierte, ccmo entonces, no lo 1:e;d:;lzstLis la vicia. Va a niorirse, va a r?o:’irse en mrdio de la soledad mas inmensa, VB a lzlorirse entre las pkdras y bzjo la lluvia, sin nsdie a su lado que lo m i x fijaincnte ccm9 hZciCndo!e se:Ias y aluir,k;Lndcle un poco la muerte. 1-3 s niorirse sdo, sin millo, sin rerde a su Irdo, Forque vosotros aplastasteis t O d G s sus renuevos a1 sacudirlo sin tregila, secasteis todos sus hijos 21 inaiitenerlo rcdcado como una nube negra. No le perdomsteis ringGn anhelo o semilla, ninguna brizna de amor para formar u n nido, n i n g ~ npkjaro que diseminara su sangre, no le perdonasteis ninguna flor que demorara u n poco, como u n ave de prrsa que se asurara en engullir todos Ics frutos. Ahora va a morirse, va a morirse solo el 5rbol laborioso, bajo 1s sequia de vuestros ojos voraces, mordido por la malezs de vuestros corszones, entre el desierto de vuestras carnes estkriles. Va a morirse el obrero encima de si mismo, con la cabeza apoyada en su desgracia, con 10s ojos cerrados sobre su pobre vida, ccn 10s labios abiertos hacia el odio implacable. Va a morirse, per0 vosotros no le perdongis de que descanse acostado de su muerte, y tendra que permanecer a6n por mucho tiempo de pie como 10s Brboles. 44

c, E n! E R A c I

o nr

]EL MUNDO es tuyo y mio, de aqu61, de Cste, porque no hemos caido en su surco, sin objeto, y nuestra energia juvenil es evidente como las raices y 10s rios y 10s vientos, y porque n i n g h designio de 10s hombres podria aplazar o equivocar o destruir nuestro victorioso crecimiento. En el lugar que estemos, en la condici6n que vivamos, sobre el libro que leamos, en la herramienta que alcemc3, deberh unirnos nuestra juventud con 10s lazos inexorables de la primavera en una misma avanzada de hrboles plenos. 45

Porque estJmos sembradcs en todos 10s lugares, bajo tcdcs 10s climas, mbre todos 10s tiempos, y nuestra esperaiiza no puede per negada por nadie porque es infinitamente libre como el agua y el fuego, y nuestra estirpe tiene el prestigio de las estaciones de coronar por igual a todos 10s hombres de la tierra, y nuestros corazones scn como molinos entusiastas capaces de triturar la piedra o las planchas del cielo, y nuestra frente es pura como el cuajo de Dios, y nuestro pecho es justo como una colmena, y nuestro amor, implacable, como 10s florecimientos. Por eso no te escondas, no huyas, no reniegues, empuiia tu cnmino m8s cercano, la voz que no has robado, y toma el arc0 del sol desde cualquier cerro: que tus brazos deben participar de la anchura del mundo, y t u boca debe cantar con las demh, y t u tronco debe afincarse en el suelo y chocar con 10s vientos y saiigrar en la frente, porque asi, porque sblo asi te conocerh tus ccmpafieros!

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MAPOCHZTO, E L VZEJO B A R R E N D E R O

EL

RIO Mapocho atraviesa la ciudad con su inalterable traje de trabajo donde se notan las manchas del dia anterior. Tiene el rostro terroso de todos 10s obreros y el cuerpo enjuto de 10s chilenos pobres. Va de prisa. Es el alba, y debe barrer las calles antes que amanezca del todo, despertar las mujeres dormidas en las puertas, correr a 10s chiquillcs ateridos y a 10s quiltros, ahuyentar 10s piojos de la noche raida. Debe apurarse. Pronto sus amos en bata saldrkn a1 balcbn, y demasiado sabe, que no les gusta despertarse con el llanto del dia, ni que el viento traiga olor a cuerpo humano tirado en medio de 10s jardines de las plaza%

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ni tampoco que las poblaciones callampas se enderecen de sus basurales tosiendo y ensucien con hollin las sabanas del cielo.

El rio Mapocho con alpargatas rotas y con una escoba de aguas escasas va amontonando 10s desgarros de 10s tisicos, va haciendo pilas de piojos hinchados, va juntando paquetes con restcs de aborto, limpiando v6mitos desesperanzados, aventando cartas con sucesos funestos, desparramando piedras que formaban un lecho, ' va aseando de piisa la ciudad, mientras conversa con panaderos azules de suefio como la niebla nocturna, con tipdgrafos silenciosos y tristes a1 tener que contarle toda la noche a1 diario dolorosas noticias. LQui6n soy, me preguntas, Mapocho? Soy un poeta que ha llegado hace poco del Maule a1 barrio donde tu limpias la aurora. Como tu, tambih soy un testigo de lo que queda en la calle a1 paso del 'tiempo, per0 t u debes sufrir y barrer en silencio lo que sufres hacia donde nadie lo vea, y te han alimentado tan mal y te han pagado tan poco que te has hecho viejo sin poder desbordarte. En cambic yo padezco y canto. Me arrojan a 10s brazos miseria, desdicha, prostitutas pobres, suicidas, impuestos, per0 me rebelo y lloro y maldigo, y me desbordo, cantando y acusando. Por eso he venido tan temprano para hacer un pacto contigo: t u me ayudaras con t u terrible experiencia de tantos afios de servicio, y yo pondre la juventud y el canto, que es como florecerle a1 invierno 10s aromos, que es como colocar , el dolor en un pecho ancho y fuerte, para que el coraz6n juvenil lo haga saltar en mil pedazos y le d6 cabida a la esperenza. 48

DIOS

MAL DISFR'AZXDO

DE

D6NDE has Scad0 que la tferra es porque tu abuelo la alambr6 con estampillas, de que bolsillo has sacado que 10s bosques crecen en papel de oficio, de que sangre se te ocurre que la primavera p e d e discutirse ante un notario, y que 10s habitantes de t u testamento pueden borrarse con las cruces de la tinta?

iDe dbnde vienes, oh dios mal disfrazado, con barba de papel y ojos de estampilla, con voz de mala ley y melena de tenia, con ademAn de cuatrero y vestido de tigre, con risa de billetes rasguiiados 49

y olor a pergamino corrompido?

iDe dbnde, pues, oh dios apresurado en hacer cuanto antes el inventario de tierras y de siervos, para saber con cugnto puede contar tu omnipotencia, y hasta c u h t o puedes girar el firmamento de t u bolsa sin perder tu calidad de inmutable p el temor que proporcionas a 10s pobres? LDe d6nde has salido, oh prepotente, conque la tierra gira con el ritmo de t u hamaca?; conque el sol se pone en tu mansibn, porque siempre sientes el est6mago pesado?; conque 10s cereales han crecido s610 para ti, porque tu abuelo fu6 enterrado con 10s bolsillos llenos?; conque 10s hombres deben servirte como perros, porque 10s perros de tus antepasados han debido transmigrarse para el mejor cuidado de tu bolsa? Per0 aqui te estrellarb, ah peste hereditaria, ah progl6tida del tiempo, ah pulg6n de nuestra sangre, ah salario de sarna, ah pan hecho de tisis. Aqui te estrellarbs, en esta unidad de hierro, en esta . fraternidad de fuego, en esta esperanza invisible, aquf no podrAs hincar el diente ni estrujar con Ias manos: ite ahogarfa el polen!

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ELEGIA

POR

EL PAN

COTIDIANO

AR S A G w o pan de cada dia, te elevas por detrbs de las panaderias, per0 no alumbras 10s surcos de 10s conventillos cionde han caido mas semillas. Te alzas y penetras en a l g h largo comedor solitario, donde te acogen con desgano alguna planta de invernadero o alguna flor de ornamento; pero nunca tu luz espesa y nutricia se rompe entre 10s dientes de la mazorca pobre, per0 nunca tus rayos alegres rasgan la frente sombria ni 10s hGmedos ojos, per0 nunca tus migajas de polen ardiente se adhieren a1 rostro de un nifio aterido, per0 nunca tu esperanza redonda ee porn en la mano de dedos alargados 51

por el agotaniiento a1 conienzar el dia. A h pan, ah sol mezquino, ah estrella fria, por qu6 sales del agua para las hierbas inservibles? Por que llegas a1 cenit y alimentas ~610 una parte de la tierra, la parte que no t e necesita, y dejas en la sombra a 10s que t e mezclan con su carne para producir la primavera, y para 10s cuales eres su unica comida en su trabajo verde? Por quC te escondes en la tarde en la mesa de 10s que no te prefieren para reparar su goce, de lcs que te endurecen con su sonrisa fria? A h pan nuestro de cada dia, pero nunca nuestro. Per0 nunca en el regazo de la tierra proletaria como un pecho nutricio, pero nunca en la mesa oscura coni0 un mantel de fiesta, pero nunca en el canasto seco como blancas corolas de esperanza, pero nunca en la mano helada como calor de sangre, pero nunca en el olcr de la vivienda s6rdida como azahar fecundo, per0 nunca en el bolsillo obrer. como polen esencial, per0 nunca en el bols6n del escolar campesino como la miel de la infancia, per0 nunca en la jarra del mendigo ciego coma un trocito de luz dorada y tibia, pero nunca en el misero envoltorio del minero como una estrella para el caos de la mina, per0 nunca sobre el vestido gastado de la madre como un remiendo de espuma o de cerezo, pero nunca entre ,las manos del tuberculoso como un pedazo de cerro nevado y refrescante, pero nunca ante la pierna gangrenada cGmo un manojo de liojas florecidas, pcro nunca en el invierno sin albergue ccmo el cnico hueco ante la puerta cerrada, pero nunca en la mafiana desokida y triste como una detenida bandada de gaviotas, pero nunca a1 alba como la unica ventana, pero nunca a la noche como la unica luna, pero nunca en el viento ni en la luz de cada dia como la alegria de hallarlo y la libertad de tomarlo. per0 nunca a1 comenzar ni a1 terminar la faena como el aroma de la paz y del rocio. 52

C A D R E

NUESTRO

]PUEBLO, esperanza de greda, copihue machacado, mi corazdn tambih es una raiz de las tuyas, una raiz vaciada y escupida despues de la cosecha por 10s sefiores del otoiio elegznte con roperos y despensas en toda la tierra. Padre, pueblo, d6jame secar tus lagrimas de cobre, d6janie besar tus blancos cabellos de salitre ofendido, dCjame enlazar tu cuerpo de arbol con un nudo en la garganta, y vamos por 10s surcos desvastados que conducen a la choza, apartando las piedras como gargajos hediondos a whisky. Lloras, padre, en silencio, como 10s arboles enfermos, piensas en tu vejez sin nada propio, 53

como 10s dulccs bueyes que s610 recuerdan el trabajo y la mirada voraz de las bodegas seiioriales. Te emocionas con cada herramienta de faena como si evocaras el rostro de una compafiera difunta que te acornpafib dia y noche sin descanso en velar el sandial reci6n nacido, en educar la chacrn, en dar de beber a la tierra afiebrada y parida, en procurarle a tu hija primavera un traje de verdura mas largo que el vestido de todas las novias. Pueblo, labriego, obrero anbnimo, raiz y dolor de 10s frutos m b dulces, argamasa y tragedia de las casas m8s bellas, harina y desvelo de 10s panes mas puros, salitre y amargura de las tierras mas ricas. Padre, pueblo, calabaza llena de recuerdos terribles, nosotros, tus semillas recientes, tus yemas proletarias, ’ tus almendras de fuego, juramos ante tu invierno derrumbado con brazos torrentosos y relampagos inmensos, que hemos de lavar tus heridas y cambiarte de vida. y cubrirte el pecho desnudo juntando a tus vestigios arafiados nuestro manto que esconde tempestades colCricas y pufiados de polen.

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HOMENAJE AL

DIARIO

“EL

HABLO de una gota de amor, pido s610 un grano,

SIGLO”

quiero que tcdos vosotros pongais s610 un momento el oido en vuestra sangre, y oir6is por qu6 aquel hombre se subleva, por quC aquel otro, sin motivo ostensible, axiona y se enardece, y, sobrc todo, por qu6 este otro que cs parecia tan duke y que vivid siempre en vuestro barrio sin una palabra de reproche, acariciando la mano de su mujer y de su hijo pequefio, no ha ido a1 trabsljo esta mafiana, y c6mo si esto fuera poco, ha elevado la voz en una esquina con angustia y apremio cam0 si hubiera recibido una amenaza de muerte y s610 Ics que lo rodean pudieran salvarlo, y ha levantado en la mano, agitanclo, c n dlario que no es el de hoy ni el de Eyer ni el que nosotros leemos, un desconocido diario con duros caracteres, 55

ensangrentado y hollinado, amenazador y ensimismado en una honda desgracia, en el cual vemos nuestros nombres unidos a una muerte, a muchas muertes, a infinitas miserias, a un hombre que amaneci6 hoy muerto de frio en la calle, a una criatcra que ahogaron con las manos, a un joven que alguien empuj6 desde un noveno piso, leemos at6nitcs estas noticias de locura y de muerte mezcladas a nosotros, cuando no hemos hecho mas que ir del centro a la casa, comprar algunas flores, echar algunas cartas, y, sobre todo, sentarnos a contemplar esta vida que nos parece tan perfecta. Pues bien, este diario es la conciencia. Mguien lo imprime en el viento y en la luz de cada dia, alguien lo deshoja en nuestra sangre como una flor terrible, alguien lo pega en la pared de todas las palabras, alguien envuelve en 61 la probreza de,las calles, alguien lo deja en la mirada hambrienta de 10s niiios, alguien lo asoma desde la ventanilla de una carcel, alguien lo ensangrienta a1 secarle la boca a un tisico, alguien lo desgarra a1 no encontrar trabajo, alguien lo abandona a1 ser arrojado de su cuarto, alguien lo extiende para saber de su hijo desaparecido, alguien lo oculta en la boca para salvar su ocupacibn, alguien le prende fuego para recordar sus dedos ateridos, alguien lo pme en EU espalda para enfrentar el invierno, alguien lo borra con sus lagrimas ante su mesa vacia, alguien lo infecta a1 vendarse su pierna gangrenada, alguien lo arruga en su coraz6n para aplacar su ira, aiguien lo pone sobre la angarilla sacada de la mina, alguien lo anuda a1 brazo del obrero que ha perdidc una mano, a!guien lo hac: mil pedazos para envolver su misera raci6n, alguien, en fin, lo lee a gritos en inedio de la cierra, algUk?n lo empufia con relgmpagos a lo largo del cielo, alguien lo entrega llorando frente a todos 10s vientos, alguien lo ahcga con furor en nuestra sangre, pero nosotros nunca lo vemcs ni lo oimos, y este diario es el siglo tempestuoso que andamos y vivimos, que tocamos y olemcs, que respiramos y pasamos, pero que jamas oimos, y este siglo es el extraiio diario!

ODA

AL

CAMPESINO

A TI TE canto, andnimo creador

de la hermosa agricultura; sefior que nos haces el milagro de la germinacidn, per0 a costa de una dura jornada terrestre, despu6s de hilar dia a dia con hilos de tu camisa desgarrada hasta quedar desnudo, despuh de acostar la lluvia en la m c a cama que t b tienes, y de dormir con tu mujer y tus pequefios sobre las piedras heladas de la noche, despuCs de renunciar a1 pan y a la raci6n de escasos cereales, para desmigajarlos en semillas pcr entre tus dedos desnutridos, 57

1.

despues de enjugakla frlnte del sol con el pafio de tu-pie1 para que pudiera mirar hasta la florecilia mas leve. A ti te canto, porque abarcas verdaderamente

toda la tierra con t u esfuerzo, y porque sufres flcreciendo y te descarnas madurando. Dios padre, t u poder no lo verifica nadie mas que tu, y debes multiplicarte para estar en el verbo y en cada semilla que nombres, para estar en el~sol y en cada fruto que crezca, para estar en el agua que corre y en la acequia que vas preparando, para estar en la tierra y, al mismo tiempo, de u n lado a otro en la faena fatigante, bregando y padeciendo, cayendo y levanthdote, saltando de un sol a otro con el est6mago vacio, tendihdote junto a la viiia para que no se hiele, repartiendo la lluvia con el cuerpo aterido. Sefior popular ,y atormentado, cuAnta sangre te cuesta levantar la mano para crear el mundo: debes llorar para que la lluvia caiga, debes sudar para que el sol caliente, debes curvarte para que el trigo grane, debes palidecer ,para que el fruto pinte, debes fatigarte para que la savia suba, debes encanecer para que el deshielo baje, debes morir para que nazca la cosecha, y debes renacer para sembrar de nuevo. Ah verdadero rey del porte de la tierra, y con una azada en la mano. Ah poderoso rey

coronado por todas !as estrellas, y apurado en el alba para regar una semilla. A h soberbio rey del sol, y vestido como un campesino. A ti te canto, ah verdadero rey, porque no te adxnas sino de hojas esenciales, y porque no te sientas sino una vez a1 afio en una ruma de patatas oscurss o en tu trcno de melones fragantes.

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LOS

DIAS

SE CONFABULAN LOS DlAS

Los

dias se unen con 10s dias; pero no para asistir a recepciones o ponerse un frac nocturno, sino que se ajustan a1 coraz6n como a una polea para quemar su sangre con correas implacables. Los dias se unen con 10s dias. Se acoplan friamente como balde y cordel para que el minero atraiga con comodidad su muerte, se entrelazan con 10s sucesos m8s adversos para que el suicida encuentre todo listo y 10s anude inmediatamente a su cuello.

Los dias se. unen con 10s dias,

CON

at- enipa!nian con precisidn

ccmo la* puertas de una camara de castigo, Fara que el dolor no turbe la noche de fiesta, sc soldan como 10s grillos, se aferran como las manos 60 la madre desvalida con su hijo agonizante. Lcs dias se unen con 10s dias. Se pegan como la tisis, se cifien como las vendas, y tambikn se desatan ccmo 10s andamios y las inundaciones para niirarse en el espejo y arreglarse la corbata, o para sacarse una pelusa de 12 impecable solapa.

Dia a dia el hambre crece, cruza 10s bsrrios populares y amenaza con derrumbar todas las casas. El hombre se defiende, entonces, con sus inanos laboriosas, pero la faena que le han dado tiene el fondo roto y nunca se sacia de digerir su esfuerzo diario: la vida se le escapa sin gozar una gota, la fuerza se le acaba sin hacerse una casa, la vista se le nubla sin mirar una rosa, el amor se le pasa sin conocer un hijo, la vejcz lo sorprende a1 pronunciar por primera vez su nombre. ;Habeis mirado alguna vez Ics ojos de este hombre? Rara vez se alzan para miraros, y cuando miran, os miran primero el aire, 10s zapatos, las manos, todos 10s miembros de que se vale un hombre para castigar a otro hombre, todcs 10s ademanes sceces que acompafian la injusticia, todos 13s rasgos duros que aralian la espalda de la tierra. Os miran primero el sitio donde estaba el latigo, la boca donde la dulzura se pudre, escupida, y por ultimo os miran a la frente, a 10s ojos, como si creyeraii en vosotros, a pesar de todo, y esa fuera la finica regidn que no 10s pudiera herir f isicamente, porquc anida la luz, iy la luz es la esperanza!

NO

PiYEDO

CALLAR

No PUEDO callar, ah no puedo, no puedo. A toda hora caen en mis brzzos 10s que el dia revienta y escupe. Ah no puedo, no puedo, un tuberculoso

me tiende sus manos desde un rio de sangre machacada y espesa, un niiio aterido se aferra a mis pies para que su cuerpo no se hiele del todo, y no puedo pasar, me hundo en su . grito . desgarrado como en una extensi6n de arena movediza, me golpeo contra el llanto como contra un arrecife desvalido 61

batido por un mar tempestuoso, ah no puedo, no puedo callar! Una boca convulsa ha rodado hasta mi oido, y me hiere, me asorda, me hace andar entre el derrumbe de su voz como en una cas8 comida por las llamas, me hace apartar sus muertos, me hace sacar desde abajo de su pobreza humeante 10s ojos enloquecidos de sus hijos, y no me suelta, me grita, me grita, me grita, cruzamos tuneles, orillamos abismos, saltamos cuerpos que duermen en el suelo, volvemos a buscar en 10s bolsillos sollozando el dinero que no hub0 para comprar la medicina, para pagar el arriendo, amontonamos mesas, sillas, catres, adentro del invierno destruido, llueve, aulla el viento, ah no puedo, no puedo callar! Me aprieto la garganta, retengo la respiracibn, n e goipeo con las dos manos el rostro, echo a correr, cierro todas las puertas, me echo pufiados de tierra en la boca, pero no puedo no puedo callar!

Me corre algo helado por la espalda, me empapa, me hiela 10s huesos, me agrieta la carne, per0 cae, per0 sigue cayendo desde todos 10s ojos esta lluvia abismal, e1 cielo esta negro, la tierra est& roja, el viento enronquecido del dolor

arranca 10s brazos y 10s &boles, ah no puedo, no puedo callar! Todo esta empapado por la sangre,

todo est&nauseabundo de injusticia, todo est& arrasado por el odio, todo est6 lleno de hormigueros, todo est6 hollinado de desgracia, todo est& guardado por 10s cuervos, todo est6 acosado pcr 10s tigres, todo est& viscoso de murciClagos, ah no puedo, no puedo callarl Me corto las venas, me desangro, me despeiio, me aplasto, me abismo, per0 no puedo, no puedo callar. Me tapo la boca para no oir mi voz enronquecida y prolongada como una naufraga sirena, per0 me arranca 10s dedos de raiz, me hace temblar entero, me curva, me gime, me araba, me grita, me tumba como una cascada, me enloquece ccmo un remolino, me ahoga como un incendio inmenso, me apura como una rueda loca, eh no puedo dejar este rio sangriento que le sale a mi pueblo caido por el cuello, el oido, la bcca. Me hundo, me ahogo, per0 sigo, pierdo el conmimiento, me caigo de suebo, el hambre me pesa en 10s pies, ia sed me sollama las sienes, ia irz m& destroza el cerebro, el dc.lor me hiela 10s huesos, per0 no puedo, no pcedo callar! Siento gritar junto a mi a todm 10s muertos, siento que la tierra me envuelve

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con sus lenguas de agua y de fuego en un hoyo horroroso y profundo que grita colmado de miembros cortados, y corro y me pierdo y no paro, porque soy una gota, un cotigu~o, una molCcula de sangre proletaria que debe salpicar y ahogar, luchar con las pus, la carroiia, la muerte, y sellar con una cicatriz de acero la boca podrida del castigo, y no puedo, a h no puedo, no puedo hasta entonces, callar!

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EL FUEGO

LOS

VEN’CEDORES DE

LA

MUERTE

Qd HAR~AIS sin nosotros, pregunto, escribo, reto. Sin nosotros que tenemos 10s pies de metales y rakes, 10s nervios de electricidad, 10s brazos de Brbol, el coraz6n de rayos y de rios. Que hariais si nos cortBramos la cabellera de trigo, si cruzhramos 10s brazcs de cement0 y de barro, si cerrhramos