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Atrévete A L L EGA R A LA CIMA pedr o fuentes Atrévete : a llegar a la cima / Pedro Pablo Fuentes. - 1a edición espec

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Atrévete A L L EGA R A LA CIMA

pedr o fuentes

Atrévete : a llegar a la cima / Pedro Pablo Fuentes. - 1a edición especial - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Sembrar Ediciones Cristianas, 2017. 72 p. ; 18 x 12 cm.

ISBN 978-987-28429-5-6

1. Éxito Social. 2. Superación Personal. I. Título. CDD 158.1

© 2017 Pedro Fuentes

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra sin la autorización previa de los editores.

Sembrar Ediciones sembrarediciones.com.ar Impreso en Argentina

Corrección literaria: Natalia Fuentes Diseño de cubierta e interior: Lucas Fuentes

ÍNDICE 7|

Prólogo

9|

Capítulo 1

15 |

Capítulo 2

19 |

Capítulo 3

25 |

Capítulo 4

29 |

Capítulo 5

35 |

Capítulo 6

41 |

Capítulo 7

49 |

Capítulo 8

59 |

Capítulo 9

61 |

SOLO PARA LOS QUE SE ATREVEN CAMINO AL TRIUNFO ¿POR QUÉ FRACASAN LOS QUE FRACASAN? ¿QUIÉN SOS REALMENTE? APROVECHÁ TU HISTORIA DEJATE AYUDAR APROVECHÁ LAS OPORTUNIDADES UN BUEN NOMBRE NO SEAS MEDIOCRE VOS PODÉS LLEGAR A LA CIMA

Bibliografía

prólogo

SOLO PARA LOS QUE SE ATREVEN Desde los inicios de la humanidad, los grandes hombres y mujeres de la historia enfrentaron enormes desafíos y los conquistaron. Ellos lograron lo que para otros parecía imposible porque se atrevieron. No fue fácil. Todos enfrentaron miedos, su pasado, problemas familiares, baja autoestima, traiciones, sufrimientos, problemas económicos o falta de oportunidades. ¿Qué tienen ellos que el resto no? La única diferencia es que se atrevieron a vivir una vida de éxito: entendieron quiénes eran y qué querían. Estaban decididos a aprovechar su vida cueste lo que cueste. Vivimos en una sociedad que nos vende el camino fácil, las recetas mágicas, el mínimo esfuerzo y una vida superficial y chata. Y lo compramos. 7

Como si fuéramos actores, interpretamos un papel impuesto que limita nuestro potencial y nos impide ser todo aquello para lo que fuimos creados. ¿a cambio de qué? ¿“comodidad”? ¿no desentonar del resto? Al final del día todos sabemos que eso no es suficiente. El mundo necesita personas que crean que es posible vivir una vida al máximo sin sacrificar su integridad y valores, sin interpretar un guión que les imponga ser o parecer de cierta manera. El mundo necesita personas que se animen, que enfrenten sus propios gigantes y los venzan. El mundo necesita que te atrevas, vos necesitás atreverte. Fuiste creado para algo más. El camino a la cima no es fácil, pero vale la pena cada paso. ¿Te atreves?

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capítulo 1

CAMINO AL TRIUNFO Todos queremos triunfar y, en realidad, todos podemos triunfar, vos también. La pregunta que surge es: ¿por qué no todos triunfan en la vida? Quizás esto tenga que ver con cuál es nuestra visión de la vida y del significado que le damos a la palabra “triunfar”. Muchas personas tienen la idea de que sus vidas son como una tragedia griega, es decir, que aunque comienzan bien, seguro terminarán mal. Quizás porque tuvieron ciertos fracasos —comenzaron con entusiasmo una carrera universitaria y la tuvieron que abandonar, comenzaron una relación y se cortó, su familia no terminó bien— les parece que la vida será siempre así. ¡Esto definitivamente no es verdad, hay que romper con este mandato! En cambio, otras personas creen que sus vidas son como una comedia griega, que seguro terminará bien, 9

y viven con un entusiasmo que raya en la inconciencia. Realmente son personas optimistas, pero suele pasar que basan su convicción de éxito en el azar o, como en la comedia griega, en la intervención de algún dios de la mitología que cambiará el rumbo de las cosas y todo terminará bien. Felicitaciones por el entusiasmo, pero dejame decirte que esto nunca funcionó ni funcionará así, porque con el entusiasmo solo no alcanza. Hay que poner algo más que entusiasmo para ser un triunfador en la vida, sobre eso discutiremos en este libro. Ser un triunfador no es sinónimo de pasarla siempre bien, aunque en los términos en los que nosotros fuimos enseñados, pareciera que sí. Sin embargo basta con citar un par de ejemplos para darnos cuenta con qué facilidad nos engañan los vendedores de sueños irrealizables. Esa mamá que pasa toda la noche despierta cuidando a su bebé por la alta fiebre que ha levantado no la pasa bien, ha hecho un gran sacrificio, ha renunciado a horas de sueño que le correspondían, pero ha salvado a su hijo. ¡Ella es triunfadora! Los bomberos que por su responsabilidad arriesgan sus vidas en medio de llamas y humo por rescatar a personas atrapadas en un incendio no la pasan nada bien. ¡Ellos son triunfadores! El obrero que para construir su casa se esfuerza, ahorra, trabaja horas extras renunciando a descansar y recrearse no la pasa bien, pero al final logra disfrutar de su propia vivienda. Conocemos a muchos en nuestro país que lo hicieron y no la pasaron bien en el camino. ¡Ellos son triunfadores! 10

El pastor bautista y activista estadounidense Martin Luther King sufrió mucho cuando salió a defender los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos, fue maltratado y encarcelado por sus ideales, no la pasó nada bien. ¡Él fue un triunfador! La Madre Teresa de Calcuta, quien dedicó su vida a ayudar y socorrer a los desvalidos y olvidados de la India no la pasó nada bien. ¡Ella sí que fue una mujer triunfadora! Nuestro máximo ejemplo lo tenemos en el maestro por excelencia, Jesús, el Hijo de Dios, quien entregó todo por nosotros, quien “sufrió nuestros dolores y llevó nuestro castigo”. No la pasó nada bien, pero sería ignorante decir que fracasó. ¡Él fue el más grande triunfador que la historia haya conocido! Por eso, cuando hablamos de triunfo y de fracaso debiéramos tener claro a qué nos referimos. Esta sociedad posmoderna nos ha llenado la cabeza con algunas ideas distorsionadas sobre el sentido del éxito. El psiquiatra español Enrique Rojas define a nuestra sociedad de una manera muy cruda en su libro El Hombre Light: Una sociedad, en cierta medida, que está enferma, de la cual emerge el hombre light, un sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo-consumismo-permisividadrelatividad. Todos ellos enhebrados por el materialismo. Un individuo así se parece mucho a los denominados productos Light de nuestros días: comidas sin calorías y sin grasas, cerveza sin alcohol, azúcar sin glucosa, tabaco sin nicotina, Coca-Cola sin cafeína y sin azúcar, manteca sin grasa… y un hombre sin sustancia, sin contenido, entregado al dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones. 11

Pensemos brevemente en la tetralogía de la que nos habla Rojas: El hedonismo es una corriente filosófica que considera el placer como el principal motor de la conducta humana y evita el dolor y el displacer. Es la búsqueda del placer como fin último. Si vivimos para satisfacernos a nosotros únicamente, viviremos una vida egoísta y terminaremos en la peor de las soledades, insatisfechos con nosotros mismos y sin haber podido alcanzar verdaderos amigos. No seremos verdaderamente felices nosotros ni haremos felices a quienes nos rodean. El hedonismo está muy ligado a la idea del narcisismo. El narcisista busca por sobre todo la autosatisfacción y se cree enormemente importante, considerándose por encima de cualquier persona, incluida su pareja o amistades. Nada lo describe mejor que el tema Me amo de la banda uruguaya El Cuarteto de Nos: Yo me llevo solo bien conmigo Yo del mundo soy el ombligo De mi vida yo hablo mucho Y cuando me hablan yo nunca escucho. Soy de mi propia secta Soy mi pareja perfecta Y sí, yo soy así: propongo un brindis por mí.

Consumismo es un término que se utiliza para describir los efectos de igualar la felicidad personal a la compra de bienes y servicios o al consumo en general. Hay personas que piensan y creen que cuanto más consuman más felices 12

serán. Esto es lo que ha hecho la sociedad de consumo con nosotros. Tener cosas nunca dará satisfacción a nuestro ser interior. Esto tampoco consigue llevarnos a alcanzar la felicidad y hacernos personas triunfadoras. La permisividad es la tolerancia excesiva con las personas y se manifiesta consintiéndoles absolutamente todo. Donde no hay ningún tipo de límites, donde cada uno es su propia autoridad, donde no hay reglas y las normas establecidas son cuestionadas al grado de hacerlas desaparecer. Cuando quitamos los límites en una cancha de fútbol, el partido se torna aburrido y sin motivación. Nunca sabremos si jugamos bien o mal y nadie sabrá jamás si los tantos alcanzados son válidos o no. Así sucede con la vida: cuando se pierden los límites, la vida pierde entusiasmo, se torna en un sinsentido y perdemos la motivación por alcanzar metas. Relatividad es la ausencia de postulados absolutos. Cuando desconocemos la autoridad del Creador ya no hay nadie que pueda apropiarse de la verdad absoluta y por tanto no habrá reglas morales que se sostengan. Esto hará que todo sea relativo y valga todo, sin importar el daño que se cause a los demás. Este libro no busca llenar tu cabeza con la falsa ilusión de que podés triunfar sin hacer ningún sacrificio, de que lo que importa es que te sientas bien ahora sin pensar en tu futuro ni en los demás. Pretendo desafiarte a que, con los pies sobre la tierra y con tu corazón bien abierto, puedas mirar la vida como una gran oportunidad que Dios nos 13

regala para disfrutarla, gozarla y compartirla, dispuestos a pagar el precio que sea necesario. Este libro es un reto a tu potencial.

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capítulo 2

¿POR QUÉ FRACASAN LOS QUE FRACASAN?

“Jamás fueron tibios los santos, los héroes ni los mártires” José Ingenieros

El fracaso produce sentido de frustración, nos hace sentir incompetentes, inútiles e incapaces. En ocasiones el fracaso conduce al sentimiento de culpa. Cuando el sentimiento de incompetencia e incapacidad lleva a reconocer la grandeza del Creador y la necesidad de su ayuda, entonces sí vamos por buen camino. Hablando del fracaso, Enrique Rojas ensaya una definición: Es aquella experiencia interior de derrota, consecuencia de haber comprobado que algo en lo que habíamos puesto 15

nuestro esfuerzo e ilusión no ha salido como esperábamos. Es la conciencia de no haber cubierto la meta propuesta.

Cuando tenemos este sentimiento de incompetencia y nos sentimos frustrados a causa de no haber utilizado correctamente lo que teníamos a nuestra disposición, estamos en problemas. Una persona que no usa bien sus capacidades, que no administra correctamente su tiempo, que no aprovecha al máximo las oportunidades, que no invierte bien su dinero, que no toma las decisiones correctas, es un candidato firme a fracasar. No es sano transferir nuestra responsabilidad a los demás, esto nos coloca en un pantano difícil de superar en el que patinaremos tanto tiempo como dure nuestro empecinamiento en no asumir nuestra responsabilidad. Debemos aprender a tomar decisiones firmes avalándolas con conductas concretas que nos permitan salir de esa situación de fracaso. Tampoco es sano asumir cargas y responsabilidades que no nos corresponden. Por ejemplo, aquellos que fueron abandonados o maltratados por sus progenitores deben recordar que no son responsables por haber tenido los padres que tuvieron, ni haber sido educados como fueron educados. Tampoco somos responsables del trato injusto que nos dieron los demás, de las decisiones políticas que toman los gobernantes y que afectaron nuestras finanzas. No debemos asumir la carga de asuntos en los que no tuvimos nada que ver y nos vimos perjudicados. De todas maneras, debemos aprovechar estas adversidades para sacarles el mayor provecho, ver qué podemos aprender y tomar experiencia 16

para enfrentar otras situaciones parecidas o peores que las que tuvimos que atravesar. El fracaso puede ayudarnos a madurar, a aprender lecciones que de otra forma jamás aprenderíamos, a detenernos en aquello que realmente tiene valor permanente y a no quedarnos pegados a la falsa idea de felicidad que nos propone una sociedad consumista, facilista y materialista. Es posible que en algunas ocasiones hayamos hecho bien las cosas, respetando los principios y guardando los valores de una persona de bien, pero los resultados no hayan sido óptimos y nos sintamos fracasados. No nos desalentemos; no cumplir con nuestros objetivos no siempre es sinónimo de fracaso. Muchas personas pudieron iniciar el camino del éxito parados en el último peldaño del fracaso, porque desde allí tomaron conciencia de la diferencia entre lo importante y lo urgente, lo pasajero y lo duradero, lo temporal y lo eterno. Desde allí se levantaron para tomar fuerzas, renovar sus metas y trabajar pensando en los objetivos deseados. Cuando nos va mal a causa de nuestra conducta incorrecta, debemos admitir que hemos fracasado. Entonces sí tenemos que asumir nuestra responsabilidad, revisar nuestras conductas, evaluar cómo estamos en nuestras relaciones interpersonales y ver en qué medida nos equivocamos para procurar rehacer el camino. Es allí donde debemos recordar que “a conductas iguales se obtienen iguales resultados”. Esto es lo que muchos 17

no logran entender; tienen grandes deseos de cambio y de superación, pero no cambian sus conductas. Esta situación es muy sencilla, pero no siempre fácil de asumir. Por ejemplo, quien va por una ruta que le lleva a cierta ciudad al norte del país y se arrepiente y quiere dirigirse a otra ciudad del sur del país, necesariamente debe cambiar de ruta o de sentido en el que va avanzando. Si se empecina en no cambiar de ruta e insiste en llegar a la ciudad del sur, obviamente jamás llegará, por más buenas intenciones que tenga. El problema no es que no desee llegar a la ciudad del sur, el problema está en que no ejecuta la decisión correcta, así de simple. Esto es lo que sucede con la mayoría de las personas que patinan en sus fracasos, todo está bien con sus deseos de triunfo, pero no condice con las conductas que tienen. Para triunfar, establecé tus metas y dirigí tus conductas hacia ellas.

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capítulo 3

¿QUIÉN SOS REALMENTE?

“Una identidad sana es tener un adecuado concepto de sí mismo” Pablo Martínez

El problema existencial del ser humano no ha sido superado y las respuestas buscadas a través de la historia no han dado aún satisfacción a los mortales. No pretendemos resolver el asunto en un par de líneas, pero expresaremos algunas ideas que podrán ayudarnos a encontrar respuestas a este interrogante. En primer lugar, definimos que hablaremos del SER y no del POSEER. Se puede poseer mucho conocimiento, muchas capacidades para hacer cosas y también se pueden poseer muchas cosas, pero nada de esto define lo que somos. Equivocadamente, solemos contestar a la pregunta 19

“¿Quién es tal persona?” con respuestas que en realidad contestan a otro tipo de preguntas: ¿Qué sabe? Responde a lo que conoce la persona o a lo que ha estudiado y no a quién es. El conocimiento suele dar fama, prestigio, beneficios materiales y renombre, pero no nos permite saber quién es la persona. Solemos definir a ciertas personas diciendo “fulano es un filósofo, científico, conocedor, erudito, etc.”, pero no logramos saber quién es. ¿Qué hace? Responde a la actividad que realiza. Con esta respuesta definimos el rol que cumple o la tarea que realiza, pero no definimos quién es. Un día dejará de hacer esa actividad y por ello no significa que dejará de SER. ¿Qué tiene? Responde a lo que posee. En el mundo materialista en el que vivimos, lo que una persona posee le permite ser reconocida. De allí el dicho popular: “Cuanto tenés, cuanto valés”. En un mundo idealista el concepto del ser pasa por lo que se sabe; en un mundo tecnológico, por lo que se hace; en un mundo materialista, por lo que se tiene. Trabajar para superarnos en estas tres áreas de la vida —estudio, trabajo y posesiones— es muy importante, porque son manifestaciones externas de nuestro SER. Pero primero debemos saber quiénes somos realmente para tener un sentido de valor y de autoestima duradero. 20

En ocasiones, si buscamos saber quiénes somos realmente, hasta nuestro nombre puede hacernos confundir, porque ni siquiera somos nuestro nombre, somos mucho más que esto. Una experiencia me ayudó a tomar conciencia sobre mi propia identidad: Hace algunos años trabajaba como administrador de un colegio y cada mes debía ir hasta el banco a cobrar sueldos de nuestro personal. En esas fechas siempre el banco estaba muy lleno de personas cobrando sus cheques. En una ocasión me encontré apretujado entre una multitud de personas que colmábamos el salón principal del banco donde esperábamos ser llamados para acercarnos al cajero y cobrar nuestro cheque. El día era de mucho calor, el fastidio de todos era grande, tanto como el retraso de los empleados en atendernos. Así que no hallábamos la hora de salir de aquel encierro en el que nos encontrábamos por interés de cobrar nuestro sueldo. En un momento escuché mi apellido: “¡Fuentes!”. Con mucha satisfacción comencé a luchar con quienes me rodeaban para llegar hasta el mostrador de donde había salido la voz. Para mi sorpresa alguien más estaba en la misma lucha intentando llegar al mismo mostrador que yo. Pensé, sin decirlo en voz alta, que ese señor había escuchado mal y pensaba que lo llamaban a él. Finalmente llegamos los dos frente al señor de la caja. El cajero nos miró a los dos y, para aclarar la confusión, bajó su cabeza y leyó mi primer nombre y apellido: “Pedro Fuentes”. Al instante ambos dijimos: “Soy yo”. El cajero sonrió, volvió a mirar hacia abajo y leyó nuevamente, con absoluta certeza de que ahora sí se definiría quién debía cobrar 21

el cheque. Con voz firme dijo: “Pedro Pablo Fuentes”. Los dos interesados dijimos al mismo tiempo: “Soy yo”. Para resolver el dilema, el cajero nos solicitó nuestro documento y así pudo saber a quién correspondía el cheque. Esta situación me hizo reflexionar acerca de que ni siquiera mi nombre define quién soy. En el mundo hay muchos que llevan tu nombre, podés verlo por Internet si lo deseás, pero eso no significa que sean la misma persona. Todos necesitamos saber quiénes somos realmente, esto nos da sentido de seguridad, por ello se hace necesario tener una identidad sana. Es verdad que en gran medida el sentido de valor que tenemos como personas está dado por la aceptación que sentimos de los otros. También es cierto que somos nosotros quienes, en definitiva, enfrentamos la vida con nuestras propias convicciones. Por ello nos hace bien recordar quiénes somos. La Biblia nos enseña que somos criaturas de Dios; que tenemos un origen y un destino que no termina con la muerte, a esto lo llamamos la trascendencia del hombre. De allí nuestro valor, no somos una cosa para ser usada y descartada como nos quieren hacer creer. Somos personas dotadas de un espíritu que nos comunica con el Creador; un alma —inteligencia, sentimientos y voluntad— que nos conecta con las demás personas y que nos permite disfrutar y sufrir las experiencias de la vida; y un cuerpo que nos conecta con el mundo material. 22

Cada uno es único e irrepetible y tenemos el mismo valor. ¡Qué bueno es saber quiénes somos! San Pablo dice en una de sus cartas: “Que ninguno tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura”1. Cuando sabemos quiénes somos, resulta mucho más sencillo luchar por los objetivos y metas que deseamos. No corremos con la presión de creer que si no alcanzamos las metas propuestas tendremos menos valor. Nuestra autoestima no se desmoronará, ni tendremos la equivocada idea de que ya no servimos para nada. Sencillamente volveremos a intentarlo tantas veces como sea necesario. No somos lo que tenemos; esas son nuestras posesiones y no nosotros. Son posesiones que hemos recibido de otros o que hemos adquirido con nuestro esfuerzo, pero que no vendrán con nosotros cuando marchemos de aquí. No somos lo que sabemos, aunque hayamos logrado grandes titulaciones. Todo eso caducará con demasiada rapidez ya que nuevos conocimientos remplazarán a los que tenemos hoy. No somos lo que hacemos, aunque las actividades que realicemos sean de mucha importancia. Otros podrán hacerlas y posiblemente mucho mejor que nosotros. Incluso si nadie las hiciera, el mundo no se desintegraría. Sin duda nuestro poeta tanguero tenía razón cuando escribió: “Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando”. Siempre debiéramos recordar que somos mucho más 1

Romanos 12:3

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que lo que tenemos, mucho más de lo que sabemos y mucho más de lo que hacemos, ¡somos personas, únicas e irrepetibles! Tenemos un tremendo valor para Dios y para nuestros semejantes, nunca nadie podrá ocupar nuestro lugar.

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capítulo 4

APROVECHÁ TU HISTORIA Muchas personas viven atadas a su triste pasado, pensando que las experiencias difíciles que tuvieron que atravesar condicionan sus vidas para siempre. Son la clase de personas que no pueden imaginar que podrían triunfar. Suponen que su historia debe repetirse nuevamente ante cada intento. Esto no es verdad, porque lo que nos sucedió es un hecho consumado y lo que está por suceder es una posibilidad, en ocasiones una opción o una decisión. El pasado puede condicionarnos pero nunca determinarnos. Creo que la tragedia mayor no es lo que te sucedió, sino qué hacés con aquello que te sucedió. Podrías utilizarlo como un trampolín para realizar un salto aún más largo 25

o podrías quedarte en la dificultad, lamentándote y patinando en ella sin poder avanzar. No te detengas por tu pasado, hay muchas historias de personas que no lo hicieron y que nos desafían a lograr grandes objetivos. Mario Capecchi es un genetista molecular ítalo estadounidense que ganó el Premio Nobel de Medicina en 2007 junto a sus colegas Oliver Smithies y Martin Evans por sus trabajos pioneros en el campo de la manipulación genética de animales con la intención de “imitar” modelos de enfermedades humanas como el cáncer o la fibrosis quística. Su vida pudo haber terminado como una historia muy triste, pero no es así. Nació en Verona, Italia, y hoy tiene 78 años. Su primer recuerdo es que cuando vivía en los Alpes tiroleses la Gestapo fue a buscar a su madre. Él tenía tres años y medio. Su madre, Lucy Ramberg, era una poetisa, una intelectual antinazi y presentía que iban a ir por ella. Por eso vendió todo lo que tenía y le dio el dinero a unos granjeros del Tirol para que cuidaran de su hijo si algún día ella no podía hacerlo. Su mamá terminó en un campo de concentración. Los granjeros cuidaron al niño unos meses, pero cuando el dinero que su mamá había provisto desapareció, él acabó en la calle. ¡Qué tragedia! ¡Solo tenía cuatro años! Estuvo hasta los nueve años sobreviviendo en las calles con una pandilla de niños que robaba para poder comer. Mario recuerda que siempre tenía hambre. Al final, lo internaron en un hospital en el sur de Verona, donde luchó contra una fiebre tifoidea que le provocó malnutrición. En 1945, cuando su madre fue liberada de Dachau y, 26

luego de dieciocho meses de búsqueda, lo encontró entre una pandilla de delincuentes que actuaba en Calabria. Su mamá decidió trasladarse a América porque allí tenía un hermano. Fueron a Filadelfia. El niño aprendió a leer recién a los trece años, pero a esa edad ya sabía todo sobre la vida; se las había ingeniado para sobrevivir. Siguió estudiando y progresando. Mario Capecchi está convencido de que lo que aprendió con aquellos ladrones le sirvió después como investigador y que su trabajo como científico está vinculado a esa etapa. Su mente era su entretenimiento, todo el tiempo desarrollaba planes que luego tenía que cumplir. En la actualidad, les enseña a sus alumnos en la universidad a ser creativos, perseverantes y ejecutores. Les dice que en vez de pasar tanto tiempo pensando en algo, es mucho mejor ir y hacerlo. Sin embargo, siempre hay que tener un plan, una idea de hacia dónde uno quiere ir y desearlo mucho. En un reportaje decía: “Ahora hay como una sensación de que la gratificación tiene que ser inmediata. La gratificación es algo que lleva mucho tiempo, esfuerzo, dedicación y paciencia. Y por eso es gratificante cuando llega”. Debemos usar las experiencias tristes y desagradables de nuestro pasado a nuestro favor. Debemos sacar ventaja de ellas y no dejar que estas nos aplasten o sean una excusa para no avanzar hacia el éxito. Todos los seres humanos tienen reservas emocionales para sobreponerse a las circunstancias más difíciles que se presenten. A esto se le llama resiliencia, que es la 27

capacidad de una persona de vivir bien y desarrollarse positivamente a pesar de las condiciones de vida que deba afrontar. Mario Capecchi supo utilizar bien su resiliencia y recompuso una vida casi destruida. No cuenta solo lo que nos ha sucedido en la vida, sino qué hacemos con lo que nos sucedió. Wainsten nos dice que “resiliencia” se define también como la capacidad de resistencia ante las personas destructivas del medio y a las competencias que permiten, aun en las más difíciles circunstancias, construir y desplegar conductas favorables para sí mismo y su ambiente. La vida del premio Nobel se reconstruyó al tener conductas bien claras hacia la meta que se propuso, no se dejó ganar por la tragedia ni por su triste pasado. Utilizó su historia a su favor.

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capítulo 5

DEJATE AYUDAR

“Mejor son dos que uno porque reciben mejor paga por su trabajo”2 Sabio Salomón

En la vida no estamos solos, no llegamos solos al mundo, no nos formamos solos; vivimos en sociedad y la gran mayoría de las cosas que realizamos las hacemos en relación con otros. Intercambiamos, consensuamos, damos y recibimos, vivimos en una continua interdependencia. En ese juego de relaciones, nuestras capacidades y habilidades son compartidas y a su vez nosotros nos beneficiamos con las de otros. Posiblemente nos encontraremos con personas que no nos beneficiarán y que podrán ponernos ciertas trabas en el camino, pero nunca debemos abandonar los objetivos propuestos. Es importante elegir bien las compañías; así 2

Proverbios 13:4

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lo expresa el sabio Salomón: “El que anda con sabios, sabio será”3. En muchas ocasiones el orgullo nos juega una mala pasada y no permite que nos dejemos ayudar por aquellos que realmente nos quieren. Hay muchas personas que estarían dispuestas a darnos una mano para que podamos superar ciertas adversidades y luchas personales que arrastramos. Otros podrían enseñarnos cómo hacer mejor las cosas, podrían darnos buenos consejos y sugerencias para tomar mejores decisiones en la vida. Para ello debemos estar muy atentos a las personas que están cerca nuestro, sea en nuestro ámbito familiar, laboral, estudiantil o en nuestro entorno en general. Familiar Suele ser muy común que no valoremos a las personas que tenemos más cerca de nosotros, especialmente a nuestra familia. La actitud de los padres —por regla general— suele ser la más favorable para ayudarnos y, también, la menos tenida en cuenta. Siempre debiéramos considerar que el amor que ellos nos tienen es incondicional y que sus años vividos los acreditan como buenos consejeros. ¡Debiéramos escucharlos! Aun cuando no estemos de acuerdo cien por cien, mucho de lo que nos digan puede ser de gran importancia para nuestro futuro y de ayuda para alcanzar objetivos. Nuestros hermanos suelen tener buena disposición, aunque en la niñez nos hayamos peleado mucho. Cuando vamos creciendo y madurando, redescubrimos la dicha de tener hermanos. Aprovechemos la ayuda familiar. 3

Proverbios 6:6

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Laboral En el ámbito del trabajo, las personas con más experiencia en el oficio o profesión serán nuestros mejores maestros. A veces nos enseñarán de buena gana y en otras ocasiones no tendrán interés en que aprendamos de ellos. Basta con ser buenos observadores o preguntar para trasvasar su experiencia a nuestro haber. Estudiantil Cuando formamos parte de un grupo de estudio, siempre encontramos personas serias y responsables, personas capaces y con grandes talentos. Ellos pueden ayudarnos a crecer en nuestra vida y no debemos desaprovechar esta posibilidad. Muchos de los profesores (hay de todo, por supuesto) serán personas muy dispuestas a ayudar en nuestra formación y es una actitud inteligente dejarnos ayudar. A veces tendremos que pedir esa ayuda y en otras ocasiones se nos brindará sin que nosotros la solicitemos. En muchas oportunidades recibí ayuda de personas que estaban cerca de mí, quiero contarte una experiencia en la que una profesora me ayudó. Recuerdo que tenía solo catorce años y cursaba el primer año del secundario. Estábamos en una clase de Lengua y la profesora Irene Moretti pidió que algún alumno comenzara leyendo un texto que todos teníamos sobre el pupitre. Al ver que nadie se ofrecía, yo pedí leer. A poco de iniciar la lectura, comencé a trabarme y a leer entrecortado. Mi estado de nerviosismo y mi problema para leer de corrido causaron una gran risa 31

en mis compañeros, me sentí burlado y avergonzado. La profesora interrumpió la clase y, después de hacer que los alumnos estuvieran en silencio, me felicitó por haber sido el único en ofrecerse para leer públicamente. Luego retó a los alumnos por haberse burlado de un compañero y en tercer lugar me animó a continuar con la lectura. Cuando terminó la clase, me llamó aparte y me volvió a animar a que practicara lectura en voz alta en mi casa y me desafió a participar nuevamente en la próxima clase. Durante el resto del año participé muchas veces en la lectura pública y cada vez que lo hacía la profesora me felicitaba delante de mis compañeros. Esta experiencia marcó mucho mi vida como alumno y como futuro docente. Actualmente dicto cursos y doy charlas sobre Homilética y Oratoria. La Homilética es el arte de preparar sermones u homilías y tiene que ver con la correcta presentación de un discurso que pueda leerse en público y se entienda. Este debe producir efectos no solo en el intelecto —en la comprensión—, sino también en lo afectivo —en la identificación con lo dicho— y en lo volitivo —en el compromiso que se asume—. La Oratoria es el arte de hablar en público, y solo puede lograrlo aquella persona que ha superado su miedo a pararse frente a un auditorio y expresarse con solvencia. Quien no pueda leer fluidamente en público, no podrá ser un orador. Cuando logré superar la dificultad que tenía al leer, comencé a tomar cursos sobre estas materias y mi participación en las prácticas de oratoria resultaron bien calificadas. Cada vez que doy una conferencia o participo 32

en algún congreso, recuerdo aquella primera vez que leí en público. Estoy seguro de que jamás hubiera superado aquella experiencia de vergüenza si no me hubiera dejado ayudar por la profesora que Dios puso en mi camino para que lo hiciera. Es importante que tomemos conciencia que entre el punto en que nos encontramos hoy —la realidad que vivimos— y el punto de llegada en el desarrollo de nuestra vida aquí en la tierra —nuestro potencial— hay una distancia que debemos transitar de la que nosotros somos responsables. Para ello necesitamos aprovechar todas nuestras capacidades, todas las oportunidades, y dejarnos ayudar por los demás.

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capítulo 6

APROVECHÁ LAS OPORTUNIDADES La mayoría de las personas piensa que las grandes oportunidades se presentan una sola vez en la vida. La realidad es que la vida es una continua oportunidad de alcanzar nuevos objetivos. Lo que sucede es que vamos dejando pasar muchas de estas oportunidades sin darnos cuenta de que cada día van disminuyendo. Siempre recuerdo al abuelo de mi esposa, don Carmelo Celi. Era un hombre muy mayor, de caminar lento y de un razonamiento simple pero muy sabio. Con él aprendí cómo se poda un rosal y otras tantas cosas del trabajo de un jardinero. Un día de verano, con muchísimo calor, caminábamos juntos por una de las calles de la ciudad de Córdoba. Cuando habíamos recorrido unos cien metros, 35

me dijo: “Crucemos de vereda, tenemos que aprovechar la vereda de la sombra”. Al regresar a casa, comenté a mi esposa la ocurrencia del abuelo y reflexioné: así sucede en la vida, el calor puede ser muy intenso y las adversidades pueden ser muchas, pero si podemos cruzarnos de vereda no debiéramos dudar ni un segundo. Es decir, buscar otros caminos, cambiar de perspectiva, asumir otra forma de encarar la situación. El problema puede no cambiar, lo que debe cambiar es mi manera de abordarlo. Para ello debo tener los ojos bien abiertos y las antenas bien atentas a ver qué otras alternativas tengo para lograr mis objetivos. Cuando hablamos de aprovechar las oportunidades, debemos recordar que no es lo mismo que aprovecharnos de las personas, de sus esfuerzos y de sus bienes. Esto, en todo caso, se llama ser oportunista o peor aún, un sinvergüenza. Más bien me refiero a las ocasiones en que aparecen situaciones que podemos utilizar con honestidad para nuestro beneficio. Cuando Nicolás Maquiavelo analiza a los grandes príncipes y gobernantes de la antigüedad como Moisés, Ciro, Rómulo entre otros, se refiere a ellos como personas que supieron aprovechar las oportunidades que tuvieron —el autor las llama “ocasión”— y dice: Examinando sus acciones y su vida, se ve que no obtuvieron de la fortuna nada más que la ocasión que les proporcionó la materia sobre la cual plasmaron la forma que mejor les pareció: sin ocasión, la virtud de su ánimo se habría extinguido y sin esa virtud la ocasión se les habría presentado en vano. 36

Luego de relatar cómo cada uno de los personajes antes mencionados aprovecharon su oportunidad comenta: Estas ocasiones, por lo tanto, colmaron los deseos de estos hombres, y su excelente virtud hizo que aquella ocasión fuera conocida.

Estos personajes fueron importantes, realizaron hazañas fantásticas y llegaron a ser grandes triunfadores. Pero todos ellos supieron aprovechar la ocasión, es decir, las oportunidades que se les presentaron. Para aprovechar al máximo las oportunidades debemos tener en cuenta algunos asuntos importantes: Saber esperar A las oportunidades hay que saberlas esperar, debemos aprender a descubrir el momento indicado para actuar. El apuro no es buen compañero en ninguna decisión. Muchas veces nos veremos presionados por distintos motivos y desearemos resolver ya mismo una situación, pero no siempre será así. El sabio Salomón decía: “Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”4. Saber esperar es una virtud de los triunfadores, es un ejercicio del carácter, es una contradicción de los tiempos modernos. Te permitirá elegir la mejor opción, si te apurás no alcanzarás a ver las demás posibilidades. Conocer nuestras capacidades Es importante saber cuáles son nuestros talentos y 4

Eclesiastés 9:4

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capacidades. Muchas veces el fracaso está dado porque queremos hacer algo para lo que no estamos en condiciones o no tenemos las herramientas necesarias. Quizás escuchaste la frase “zapatero a tus zapatos”; sí, cada uno debe hacer aquello para lo cual está dotado. Cuando una persona hace algo para lo cual no está capacitado, no solo lo hace mal y siente cierta frustración, sino que además perjudica a quienes deberían recibir un buen servicio. Estar dispuestos a probar lo nuevo El miedo a lo nuevo puede ser un freno para alcanzar otras metas. Salir de los esquemas conocidos puede crearnos un sentimiento de inseguridad, pero bien valdrá la pena correr el riesgo. Cuando aceptamos nuevos desafíos nos estamos arriesgando, pero este será el precio para alcanzar el éxito. Asumir lo nuevo genera incertidumbre e incomodidad porque en cualquier ámbito nos cuestan los cambios. Invertir sabiamente nuestro dinero Siento una gran admiración por los comerciantes, tengo varios amigos que se dedican a esto. Ellos están permanentemente viendo en cada transacción una oportunidad para ganar un poco más de dinero. Lo que no admiro de ellos es que viven corriendo y siempre preocupados por conseguir un nuevo negocio, una nueva forma de multiplicar su capital. Lo que sí puedo asegurar es que los buenos comerciantes son un ejemplo de cómo se debe invertir sabiamente el dinero. Ellos están siempre multiplicándolo, por lo general, hacen 38

bien sus cálculos antes de invertir en la mercadería o el bien. Muchos de nuestros fracasos con el dinero son por no hacer presupuestos y ajustarnos a ellos. Un contador amigo define el buen uso del dinero con la siguiente frase: “Hay quienes anotan todos sus gastos para llevar un buen control, mientras que quienes administran bien su dinero, gastan solo lo que han anotado previamente”. Aprovechar los fracasos como experiencia Saber esperar, conocer nuestras capacidades, estar dispuestos a probar lo nuevo e invertir sabiamente nuestro dinero son asuntos importantes que debemos tener en cuenta a la hora de buscar alcanzar altos objetivos en la vida. Pero aun así podríamos no alcanzar el éxito anhelado y encontrarnos con algunos fracasos. Es muy importante aprovechar la experiencia que pueden brindar estos aparentes fracasos. La experiencia es el capital que vamos acumulando para futuras decisiones, así que no desaprovechemos ninguna de estas situaciones que nos toque transitar, en alguna oportunidad podremos utilizarla a nuestro favor. Transformar la dificultad en oportunidad Hay una vieja leyenda de un campesino que luchaba con muchas dificultades, quien poseía algunos caballos que lo ayudaban en los trabajos de su pequeña hacienda. Un día, su capataz le trajo la mala noticia de que uno de los caballos se había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y sería extremadamente difícil que el caballo saliera de allí. El campesino fue a toda prisa hasta el lugar del accidente y evaluó la situación, 39

asegurándose de que el animal no se hubiera lastimado. La gran dificultad y el alto precio para sacarlo del fondo del pozo, hicieron que creyera más conveniente no invertir esfuerzo y dinero para rescatarlo. Tomó entonces una de la más difíciles decisiones de su vida: determinó que el capataz sacrificase al animal echando tierra en el pozo hasta enterrar el animal. Pensó que era mejor que muriera rápidamente asfixiado a que sufriera una larga agonía por el hambre. Así empezó a hacerse, pero a medida que la tierra caía sobre el animal, este se sacudía. La tierra se iba acumulando en el fondo y permitía que el caballo fuera subiendo. Los hombres se dieron cuenta de que el caballo no se dejaba enterrar, sino que al contrario, estaba cada vez más arriba. Finalmente consiguió salir. Increíble, la acción que en un principio lo llevaría a la muerte fue su salvación. Muchas veces podremos sentirnos “allá abajo”, hundidos en el pozo, sintiéndonos poco valorados; podremos sentir que los demás lanzan sobre nosotros la tierra de la incomprensión, de la falta de apoyo, del poco aprecio… Nunca debiéramos aceptar la tierra que echan sobre nosotros, no hay que darle tanta importancia, porque cuanto más tierra tiren sobre nosotros, más podremos subir.

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capítulo 7

UN BUEN NOMBRE

“Mejor es la buena fama que el buen perfume” Sabio Salomón

La mayoría de las personas no toma en serio la importancia de tener un buen nombre, es decir, ser personas reconocidas y respetadas. Suelen vivir con el viejo mito de aquellos que imaginan su vida en una isla, que creen que la historia de Robinson Crusoe es verídica y que ellos son los nuevos protagonistas. Hasta suelen jactarse de que no les interesa lo que opinen los demás. Olvidan que son “los demás” con quienes deben convivir, compartir y negociar su producto o su servicio. Crusoe, como único personaje, se ve obligado a prescindir de la civilización y de otros seres humanos. Tuvo que ingeniárselas por veinte años para reorganizar su vida en un nuevo medio, pero no es tu caso ni el mío. Nosotros sí debemos manejarnos en medio de una sociedad que nos 41

dicta sus reglas y estamos rodeados de una comunidad de personas con quienes tenemos que aprender a convivir. Por eso, en el mejor de los sentidos, cuenta lo que opinen otros de nosotros. No porque esto determine lo que somos, sino porque nos permite tener mejor acceso al intercambio, a los acuerdos y a las negociaciones. Todos estos temas son los que necesitamos aprender a manejar si queremos tener verdadero éxito en la sociedad que nos toca vivir. En el mundo de las empresas se procura que el departamento de marketing trabaje duro para conseguir mayores ventas. Trabajan en algunos atributos específicos para obtener un buen nombre y un gran prestigio. De la misma manera nosotros, como individuos, debemos esforzarnos para lograr un buen nombre si esperamos ser triunfadores con lo que hacemos. La Biblia dice que “de más estima es el buen nombre, que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro”5. Es interesante cómo Héctor Massat define lo que implica el prestigio personal: Una de las grandes preocupaciones de los seres humanos es conseguir prestigio en la sociedad y no es otra cosa que tener renombre, autoridad, realce, ascendencia e influencia. El prestigio nos da poder, poder de decidir, poder de cambiar nuestra realidad. Una persona prestigiosa es respetada en cualquier ámbito, todas las puerta se le abren, su acceso a diferentes lugares es común y corriente […] El prestigio corre de la mano del esfuerzo y la superación permanente, de no bajar los brazos; si se cierra un camino, de inmediato buscar el alternativo, no detenerse por nada. 5

Proverbios 22:1

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Una persona obtiene prestigio cuando logra objetivos predeterminados por él; no es un botarate, tampoco es grandilocuente, no se detiene en trivialidades, toma la vida con suma seriedad y responsabilidad. Cuando tiene una cita con el horario pactado, no llega tarde, no inventa excusas, no miente por profesión […] Inspira confianza a los demás, actúa con presteza, no discrimina a nadie, pues considera que todos tienen derecho a existir, a pesar de su ascendencia no se cree mejor que nadie, procede sin soberbia, no habla mal de nadie.

Sin duda que la descripción de Massat es acertada en relación a lo que la gente entiende por una persona de prestigio. Características que tienen las personas de buena reputación: Son creíbles Son personas de palabra. Jesús declaró a sus seguidores que si querían representarlo bien debían tener esta característica personal: “que vuestro sí sea sí y vuestro no sea no”­ . Hace unos años en nuestro país se hacían tratos comerciales de palabra y para cerrar el acuerdo se tendían la mano, esto era suficiente para que ambos quedaran comprometidos a cumplir el acuerdo sin mediar ningún documento firmado. Cuando una persona de buen nombre y prestigio llega tarde a algún compromiso, todos se preguntan: “¿Qué le habrá sucedido para que no esté presente en el tiempo acordado?” Si le sucede lo mismo a una persona que no se ha ganado el buen nombre, la gente dice: “Era de esperar que no cumpliera”. Ambos pueden llegar tarde, pero no son tratados de la misma forma. La diferencia 43

está en que la persona de prestigio es creíble y aun sus faltas son justificadas por los demás. Son honestas Son personas que jamás se quedarán con lo que no les corresponde y no utilizarán el lugar que ocupan para sacar ventaja personal. Esto es muy común en nuestro país y en muchos otros en donde se utiliza especialmente la función o cargo público para enriquecerse y enriquecer a los familiares y amigos, esto es corrupción. Las personas que practican estas conductas nunca tendrán un buen nombre, posiblemente se llenarán de riquezas, pero serán despreciables para la sociedad y vivirán con vergüenzas ocultas. Son trabajadoras Hay quienes no descubrieron en sus vidas la gratificación del trabajo, quizás porque siempre hicieron cosas que no les gustaban o porque solo procuraban conseguir dinero con el trabajo que realizaban. Los artesanos suelen sentir mucho orgullo cuando muestran o venden sus trabajos, porque ven en su trabajo una proyección de ellos mismos. Debiéramos sentir la dicha de que otras personas disfruten de lo que hicimos, como les pasa a las amas de casa cuando cocinan y ven con alegría cómo los demás disfrutan de su trabajo. En situaciones normales, la persona trabajadora es bien vista y valorada, no así los vagos y haraganes. Lo más común es que las personas trabajadoras sean recomendadas y gocen de un buen prestigio, 44

seguramente nunca se nos ocurriría recomendar a una persona a la que no le gusta trabajar. Se manejan con determinación Esta es una característica muy importante si deseamos tener un buen prestigio. La gente no admira a los pusilánimes e indecisos. Para tener verdadero éxito en la vida, se necesita tomar decisiones y estas solo se pueden hacer con determinación. Recuerdo cuánto se molestó un hombre a quien le dije que no era muy ejecutivo en su liderazgo. Para él fue como si lo hubiera insultado, pero tristemente era así: la situación requería una decisión rápida y tardó tanto en decidir que cuando lo hizo ya no producía ningún efecto, era tarde. En ocasiones, para justificar esa forma de actuar, o mejor dicho de no actuar, se argumenta con la frase “todo tiene su tiempo”, pero se olvidan de que efectivamente “tiene un tiempo”, es decir, en un momento hay que dar lugar a ese tiempo, el de la decisión. Las personas de poco éxito suelen ser personas que no deciden y por lo tanto su fama es de indecisos, nunca conseguirán prestigio. En cambio, las personas que alcanzan un buen prestigio son aquellas que deciden, que ejecutan sus decisiones y que avanzan con determinación. No se enojan con facilidad La capacidad de manejar el enojo es una característica de una persona de buen nombre. Los desequilibrados que con facilidad “pierden los estribos”, es decir el control, no son personas que gocen de muy buen prestigio. Muchos argumentan que “son así” y no pueden cambiar, esto es 45

una gran mentira. Aun cuando tengan un temperamento al que algunos llaman sanguíneo, pueden llegar a controlarlo. Siempre deberíamos recordar la sentencia bíblica que dice: “La ira del hombre no obra la justicia de Dios”. Esto significa que cuando actuamos enojados somos muy propensos a cometer injusticias, ya que podríamos tratar mal a quien no tiene nada que ver con nuestro enojo o tomar decisiones que perjudiquen a inocentes. Quien no se enoja con facilidad o aprende a controlar su enojo será una persona bien recibida, valorada y adquirirá un buen nombre en el medio social en el que se mueva. Crean buenos hábitos La manera en que desarrolles buenos hábitos determinará tu éxito. Hay cosas que nos cuestan más que otras, pero si sabemos que algo es correcto y bueno para ayudarnos a alcanzar el éxito, debiéramos asumirlo como una conducta que repetiremos día tras días, hasta que se torne en un hábito. Cuando una conducta se transforma en un hábito, nos ayuda a vivir sin sentir el sacrificio que nos costaba cuando no lo teníamos incorporado. Los buenos hábitos, en un sentido, son nuestros protectores, porque son las buenas conductas que tendremos sin siquiera pensarlas. Decía un viejo profesor de ética: “Forma buenos hábitos en tu vida y ellos te formarán a vos”. Hacen bien las pequeñas cosas Las personas de buen nombre no descuidan los detalles. En ocasiones se cree que lo que cuenta es lo grandilocuente, 46

aquellas cosas que parecieran ser súper importantes y se deja de cumplir con los pequeños compromisos. Una persona de prestigio es extraordinaria aun en las cosas ordinarias. Jesús lo definió de la siguiente manera: “El que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho”. El prestigio adquirido con el esfuerzo de años puede perderse en un instante. El descuidar pequeños detalles nos puede llevar a la advertencia que da el sabio Salomón cuando dice en su proverbio: “Como las moscas muertas dan mal olor al perfume del perfumista, así una pequeña locura al que es estimado como sabio.”6 Viven para servir a los demás La Madre Teresa de Calcuta fue entrevistada por un periodista que mostró gran admiración y respeto por la tarea que la extraordinaria monja realizaba. Recorrió varios días la ciudad de Calcuta entrevistando a unos y a otros para preparar un material que luego de editado lo pasarían por uno de los canales más importantes de la ciudad de Buenos Aires. Para concluir el recorrido, filmaron a la Madre Teresa realizando algunas rutinas diarias: levantando indigentes por las calles, atendiendo a enfermos casi moribundos que sucios y mal olientes estaban tirados por las calles de Calcuta. Luego de ver estas escenas, el periodista, a modo de elogio, le dijo a la Madre Teresa: “Creo que yo no haría el trabajo que usted hace aunque me pagaran un millón de dólares”. Teresa contestó: “Yo tampoco lo haría por ese dinero”. Ella estaba convencida de que lo hacía como resultado de un corazón lleno de amor y no por intereses mezquinos. La vida puede ser muy fructífera y de gran beneficio para 6

Eclesiastés 10:1

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otros cuando lo que hacemos es resultado de un corazón lleno de satisfacción interior. Cuando estamos vacíos por dentro, tampoco podemos dar nada a los demás. Jesús dijo: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno.”7

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Lucas 6:45

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capítulo 8

NO SEAS MEDIOCRE La mediocridad es ese estilo de vida que hace de los hombres y mujeres personas incapaces de lograr grandes objetivos, de hacer las cosas con excelencia, de llegar a la meta deseada. Es esa la trampa en la que caen los ingenuos convencidos de que ellos no pueden y que nacieron para arrastrarse en el polvo, como los gusanos, sin poder imaginarse que podrían volar como las mariposas. Si se animan a levantar vuelo, lo harán “volando bajo”, por temor a caerse o por el miedo al qué dirán. La verdadera razón es que no se atreven a levantar alas como las águilas, a correr el riesgo de los que se animan y a pagar el precio de los triunfadores. José Ingenieros dice algo muy interesante refiriéndose a los mediocres: 49

Ellos siguen el camino de las menores resistencias, nadando a favor de toda corriente y variando con ella; en su rodar aguas abajo no hay mérito: es simple incapacidad de nadar aguas arriba. Crecen porque saben adaptarse a la hipocresía social, como las lombrices a la entraña.

¿Cuándo una persona está transitando por mediocridad?

la

Ensayaré algunas respuestas que están sacadas de la observación directa de la vida cotidiana y que nos ayudarán a ver con cuánta facilidad hacemos lo mismo y luego nos lamentamos de estar tan lejos del podio de los triunfadores. Te desafío a leerlas con atención y a tomar en cuenta estos asuntos para huir del fracaso que, como trampa de cazador, está esperando a los incautos para atraparlos. Cuando hacemos solo lo que corresponde La mayoría de las personas utilizan la famosa “ley del menor esfuerzo”. Esto hace que las personas trabajen, como dicen en Argentina cuando los gremios toman alguna medida contra sus empresas, “a reglamento”. Esto significa que no se hará ni una pizca más de lo que establece la ley. En otras palabras, quiere decir que no se esforzarán, no pondrán ningún empeño y se despreocuparán si las cosas salen mal. Es más, si salen mal se habrá cumplido el objetivo. Lamentablemente muchas personas utilizan esta norma para sus vidas, consciente o inconscientemente y con esta manera de conducirse llevan vidas mediocres, acarreando grandes perjuicios que nunca desearon pero que cultivaron. 50

El sabio de la antigüedad decía: “¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes y nunca será un Don Nadie.”8 Cuando despreciamos la preparación A veces la mediocridad se debe a la falta de preparación en lo que hacemos. Esto puede ser por ignorancia o por dejadez. Por esta razón debemos ser personas inquietas y reflexivas mirando permanentemente cómo superarnos en nuestros conocimientos. Debemos procurar capacitarnos todo el tiempo. Como decimos los docentes: “Quien deja de aprender hoy, dejará de enseñar mañana”. En todas las profesiones la actualización es una exigencia continua. No importa a qué nos dediquemos, debemos proponernos estar cada día mejor preparados para poder hacer las cosas, como dicen los japoneses, “de una sola manera: bien”. Debemos aprovechar todo lo que esté al alcance de nuestras posibilidades: estudiar nuevas carreras, tomar cursos, asistir a charlas, conferencias, seminarios y congresos. Ilustrarnos con buena literatura, investigar en Internet sobre aquello que nos ayude a mejorar lo que hacemos y nos cultive. No olvides que podemos crecer hasta el día de nuestra muerte. Cuando no valoramos el resultado de lo que hacemos Con un sentido de falsa humildad, muchos se resisten a darle el valor que merece su esfuerzo y a tener en alta estima el resultado que se está obteniendo. Pocas veces las personas se detienen a mirar qué resultados está produciendo el trabajo que realizan. Si 8

Proverbios 22:29

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lo hicieran periódicamente, esto les ayudaría a tomar nuevas fuerzas ya que podrían apreciar cómo el esfuerzo que hacen vale la pena realmente. Poder mirar lo que hacemos nos permite evaluar, revisar, valorar y disfrutar. Pero, además, nos ayuda a mejorar nuestro hacer, nos permite ver si estamos cayendo en la mediocridad. Cuando no nos atrevemos a ser diferentes Para muchos, el comportarse como todos lo hacen es símbolo de madurez, esta es una media verdad. En muchas ocasiones tendremos que salirnos del molde establecido por la mayoría. Conformarnos al statu quo (al estado del momento actual) es una característica de aquellos que no se atreven a ser diferentes. Es un tanto incómodo salir del molde preestablecido e intentar otro modelo. Recibirás opiniones contrarias a tu nuevo estilo y abundante crítica catalogándote de innovador y pretencioso. El pastor José Bongarrá —fundador de ECEA, una escuela para más de 2500 alumnos en la Ciudad de Buenos Aires, y de cinco escuelas en el interior de Argentina—, en un reportaje que le realicé, expresó: “Mis críticos nunca apoyaron mis proyectos pero siempre admiraron las obras que realicé, por eso decidí no compartirles tanto qué es lo que haría, sino mostrarles lo que ya había hecho”. Cuando comenzamos a huir de la mediocridad, empezamos a transitar el camino de la excelencia, es decir, el camino que nos conduce al éxito, sea este un éxito visible o no. Este camino nos dará mucha satisfacción porque nos dejará en paz con nosotros mismos, sabiendo 52

que no estamos arrastrándonos como mendigos por un poco de dignidad. Cuando mis dos hijos varones eran adolescentes tenían, como todos los adolescentes, su habitación empapelada de recortes con fotografías de artistas, cantantes y deportistas famosos. Siempre me llamó la atención una fotografía en particular. Era la del reconocido campeón mundial de boxeo norteamericano, el famoso Cassius Clay, conocido también como Muhammad Alí, el boxeador más grande del planeta. En realidad su foto no era lo que más me conmovía, sino la escritura que se leía debajo. Era una frase utilizada para la publicidad de una marca deportiva muy conocida que se aplicaba perfectamente a esta leyenda de Alí: Imposible es una palabra que usan los hombres débiles para vivir fácilmente en el mundo que se les dio sin atreverse a explorar el poder que tienen para cambiarlo. Imposible no es un hecho, es una opinión. Imposible no es una declaración, es un reto. Imposible es potencial. Imposible es temporal. Nada es imposible.

Para los mediocres, todo es imposible e inalcanzable porque no se atreven a aceptar desafíos, no quieren explotar su potencial y se rehúsan a luchar por sus ideales… quizás porque no los tienen. ­­­­­ Buscar la excelencia es luchar contra la mediocridad, es declararle la guerra, es no aceptar su dominio. Es interesante el desafío que lanza Charles R. Swindoll cuando hace un llamado a la excelencia en la 53

introducción a su gran libro Cómo vivir sobre el nivel de la mediocridad: Un llamado a la excelencia El peor desperdicio de nuestros recursos naturales son aquellas personas que nunca alcanzan su potencialidad. Avance por la senda de la vida, dejando atrás el nivel de la mediocridad, y extiéndase hacia nuevos horizontes: ¡la excelencia! Si usted piensa que no puede hacerlo: ¡no podrá! Si piensa que sí puede, con toda seguridad lo logrará. Solo el esfuerzo de alcanzar la excelencia lo hará sentirse como nuevo. Una reputación se gana realizando lo que parece imposible. Apunte bajo: ¡Mediocridad! Apunte alto: ¡Excelencia!

El camino a la excelencia ¿Cómo una persona puede llegar a la excelencia? A la excelencia no se llega, porque si llegáramos no tendríamos necesidad de mejorar. La excelencia es un camino que transitamos en el que vamos mejorando y superándonos día a día. Algunas pautas nos mostrarán que estamos yendo por el camino de la excelencia. Cuando tomamos conciencia Quizás escuchaste o leíste la historia que contaba un indio norteamericano: él contaba que un guerrero encontró un huevo de águila y lo colocó en el nido de una perdiz. El aguilucho nació junto con los demás polluelos de perdiz y creció junto a ellos. Durante toda su vida el aguilucho, pensando que era una perdiz, hizo todo lo que hacen las perdices. Cada día buscaba semillas y gusanos, escarbaba en la tierra como hacen las perdices para poder comer. Cloqueaba como las perdices, volaba como las perdices, 54

agitaba sus alas como las perdices, pero no era una perdiz. Al pasar los años, el pequeño aguilucho se convirtió en un águila muy vieja que seguía considerándose una perdiz. Un día vio un ave que volaba muy alto y que con una majestuosidad única surcaba el aire sin siquiera aletear demasiado. Al preguntar a su vecina qué clase de ave era aquella, su amiga le respondió: “Es un águila, la reina de las aves”. Al ver el entusiasmo que ponía su interlocutora, agregó: “Ni lo pienses, jamás volarás como ella, ni siquiera te parecerás a ella”. El águila nunca volvió a preguntar y murió creyendo que era una perdiz. Este relato es triste porque nos ilustra la tragedia de muchos que nacieron para volar como las águilas pero solo viven como perdices y si no toman conciencia a tiempo, morirán como perdices. ¡Qué pena! Es tiempo de darte cuenta de que Dios no te hizo para volar bajo, para conformarte con poco, para quedarte a mitad de camino, para ser un fracasado. Fuiste creado para llegar lejos, para alcanzar la cima, para llegar a la meta que Dios puso para vos. Pero debés tomar conciencia y comenzar a transitar el camino de la excelencia. Debés hacer bien las cosas, ser serio en tus compromisos, cumplidor con los acuerdos, respetuoso de los demás, aun cuando no estés de acuerdo con ellos. Cuando estamos dispuestos a esforzarnos Para alcanzar grandes objetivos en la vida, hay que estar dispuestos al sacrificio y al esfuerzo personal. La conocida frase “lo que cuesta vale” sigue teniendo vigencia a pesar de que muchos quieran encontrar atajos. Terminar una carrera universitaria implicará quedarse muchas veces 55

sin horas de sueño para preparar un examen. Terminar de pagar una hipoteca implicará privarse de algunos gustos y dedicar más horas al trabajo que a la recreación. Ser un gran deportista demandará mucha práctica y disciplina, pero solo se llega al podio si físicamente se está en condiciones y para ello es necesaria una dieta estricta y los ejercicios adecuados. El café que tomamos por la mañana o las sopas que almorzamos pueden hacernos pensar que todas las demás cosas también son instantáneas. Es verdad que se nos bombardea con publicidad como “aprenda inglés en tres meses”, “adelgace 5 kg en quince días”, “haga una carrera universitaria en dos años” y tantas otras mentiras que creemos. Basta con pensar un poco y nos daremos cuenta de que nada de esto es posible. Todo demanda esfuerzo de nuestra parte, siempre fue así y es posible lograrlo. Cuando tenemos una actitud responsable La excelencia es el resultado de una correcta actitud. Cuando una persona tiene una actitud responsable no se conformará con hacer las cosas más o menos, sino que luchará para que su tarea salga muy bien y en el menor tiempo posible. Las personas irresponsables siempre estarán reñidas con la excelencia. Cuando vivimos agradecidos Estamos rodeados de personas desagradecidas, lo están con sus padres, con sus maestros, con sus amigos, con sus jefes y con todo aquel que alguna vez les contradijo en algo. Esto hace que vivan vidas amargadas e infelices. Las personas agradecidas siempre están contentas, 56

felices y viven satisfechas. No hablamos de personas conformistas, esto es otra cosa. Los conformistas son mediocres que no se atreven a modificar nada en ellos ni en su entorno, creen que todo el mundo les debe algo y por ello no tienen nunca nada que agradecer. En cambio, los que transitan por el camino a la excelencia son personas alegres y llenas de gratitud, saben que el decir “gracias” llena el corazón de los demás y abre nuevas puertas.

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capítulo 9

VOS PODÉS LLEGAR A LA CIMA La felicidad se nos escapa todo el tiempo de las manos como el agua entre los dedos; no podemos controlarlo. Somos felices por momentos y con demasiada rapidez esos momentos se terminan. Si entendemos el verdadero sentido de la felicidad, descubriremos que es posible vivir felices. La felicidad es el estado de satisfacción interior que vive una persona cuando se siente plena. El gran tema es que la mayoría de las personas supone que ser feliz es sinónimo de no tener que enfrentar problemas. Esto es un error, porque no es posible vivir sin problemas ni contradicciones. Jesús, quien vivió una vida plena, nos advirtió: “En el mundo 59

tendrán aflicciones”, esto muestra que los problemas serán siempre parte de nuestra existencia. La búsqueda de la felicidad es la lucha incansable de todos los seres humanos. La gran mayoría de las personas se siente frustrada y fracasada porque no lo ha logrado. ¿Cuál es la razón por la que no alcanzamos la felicidad? La respuesta la encontramos en el relato bíblico en el que Dios dice: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas”. Esto significa que perdimos el rumbo y que nos desorientamos. Luego el texto bíblico agrega: “Cada cual se apartó por su camino”, es decir que cada uno quiso buscar su propio camino hacia la felicidad y procuró por sus medios encontrarse nuevamente con ese estado de satisfacción plena, pero no fue posible. El texto termina diciendo: “Dios cargó en su Hijo el pecado de todos nosotros”9. Esto significa que Dios mismo se encargó de asumir nuestro fracaso. Fue su Hijo Jesucristo quien llevó en su muerte toda nuestra desdicha, nuestra carga y nuestro pecado. Cuando Jesús dijo: “Yo vine para darles vida en abundancia”, se refería a la clase de vida plena que todos estamos buscando. Debemos reconocer que nos encontramos perdidos y que no sabemos cómo volver al camino. Si le declaramos esto a Dios, él se encarga de toda nuestra situación. Cuando le confesamos nuestro fracaso y nuestro pecado de habernos apartado, Dios nos perdona y nos vuelve al camino. Y entonces sí podemos ser felices porque habrá armonía entre nuestro estado interior y Dios, nuestro creador. Así lo declara la Biblia: “Dios nos ha aceptado 9

Isaías 53:6

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porque confiamos en él. Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo. Por eso ahora vivimos en paz con Dios”10. Solo la armonía con nuestro creador nos permite disfrutar de ese estado de satisfacción. Esta armonía no depende de las cosas externas que podamos conseguir, ni siquiera de las relaciones de amistad que podamos conquistar, sino de nuestra buena relación con Dios, teniendo como mediador a Jesucristo. Mientras escribía este libro, fui repasando algunas etapas de mi vida y en algunas de ellas me sentí derrotado. Eso no me hace una persona fracasada, más bien me anima a seguir en el camino del triunfo para lograr nuevos objetivos y procurar estar encolumnado en las filas de los que intentan ser triunfadores. Si estás viviendo en un período en el que te sentís derrotado, espero que al leer estos capítulos hayas sido desafiado, como yo, a emprender la carrera de los triunfadores. Si todos pueden triunfar, vos también podés, porque nada te hace diferente a otros. Lo importante es que puedas encontrar el verdadero sentido del triunfo. El saber que no es un juego, sino un desafío serio, es una carrera que se debe correr, es una batalla que se debe ganar. Solo lo logran los que no abandonan, los que no se bajan antes de tiempo, los que persisten hasta el final, los que están dispuestos a pagar el precio, los valientes, “los que le ponen el pecho a las balas”. Como decía Martín Fierro: “No me hago a un lao’ de la güeya ni aunque vengan degoyando”. 10

Romanos 5:1

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Demasiadas personas quedan a mitad de camino porque abandonan antes de llegar a la meta, no están dispuestas a pagar el precio de llegar al final. Ser un triunfador no es llegar a destino, sino seguir en el camino. El éxito es un trabajo diario en el que debemos poner todo de nosotros y para ello debemos ocuparnos en asuntos que nos despierten pasión, no dejándonos entretener con cosas que solo ocupan nuestro tiempo y no nos brindan ningún beneficio duradero para nosotros ni para quienes nos rodean. Algunos viven pensando que un día se despertarán por la mañana y aparecerá el hada que los tocará con su varita mágica y se convertirán en un abrir y cerrar de ojos en las personas más exitosas del planeta. Esto es solo una ilusión, nunca sucedió así y nunca sucederá, solo ocurre en los cuentos, pero no en la realidad de este mundo, en el que a vos y a mí nos ha tocado vivir. Cuando el conocido evangelista internacional Luis Palau visitó la Argentina en el año 2008, fue requerido por muchos medios de comunicación. Un renombrado periodista argentino le realizó una entrevista para un canal abierto de televisión, en ella elogió mucho a Palau y le manifestó su asombro por la tremenda convocatoria que había tenido en una concentración de casi cuatrocientas mil personas en el Obelisco de la ciudad de Buenos Aires. Fue interesante la respuesta que le dio el entrevistado al periodista cuando este le preguntó: “¿Cómo hizo, Palau, para hacerse tan famoso en tan poco tiempo en una ciudad tan grande?” Su respuesta no se dejó esperar: “Trabajé más de 30 años de mi vida 62

para hacerme famoso de la noche a la mañana”. Muchos suponen que el éxito viene de la noche a la mañana, esto no es así, y nunca será así. Los triunfadores, las personas de éxito verdadero y sostenido, saben que se requiere de mucho tiempo, de trabajo y de esfuerzo para lograr grandes objetivos en la vida. Por eso te desafío a que te atrevas, porque ¡vos también podés llegar a la cima!

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BIBLIOGRAFÍA GENERAL Burka, J. y Yuen, L. (1992). El hábito de posponer. ¿Por qué Ud. siempre deja para mañana lo que puede hacer hoy? Buenos Aires: Javier Vergara Editor. Byrd, B. (2005). 12 hábitos de los líderes efectivos. Buenos Aires: Editorial Peniel. Ciccone, D. (2009). El estanque de las ranas. Asunción: SER Group International. Dobson, J. (1991). Haciéndole frente a la frustración. Miami: Editorial Unilit. Edwards, G. (1986). Perfil de tres monarcas. Saúl, David y Absalón. Deerfield: Editorial Vida. Engstrom, T. W. (1996). Alas de águilas. En busca de la excelencia. Deerfield: Editorial Vida. Fuentes, P. (2004). Liderando en el servicio. Buenos Aires: Sembrar Ediciones. Hendricks, H. (1990). Enseñando para cambiar vidas. Miami: Editorial Unilit. 65

Ingenieros, J. (1977). El hombre mediocre. Buenos Aires: Editorial Losada. Lecuona, M. L. y Terragno, D. (2009). Tu dinero en tiempos de crisis. Manual de supervivencia para tu bolsillo. Buenos Aires: Arte Gráfico Editorial Argentino. López Quintás, A. (2003). El libro de los valores. Buenos Aires: Ediciones Consudec. Maquiavelo, N. (2003). El Príncipe. Buenos Aires: Plaza Dorrego Editores. Massat, H. Revista Al Frente;  Resumen por: Makius. Publicación. 2007 Maxwell, J. (1996). Desarrolle los líderes que están alrededor de usted. Cómo ayudar a otros a alcanzar su potencial pleno. Nashville: Editorial Caribe. Palau, L. (1978). Éxito. Miami: Editorial Caribe. Palau, L. (1993). Grande entre los grandes. Deerfield: Editorial Vida. Rojas, E. (2005). El hombre light. Buenos Aires: Grupo Editorial Planeta. Swindoll, C. (1990). Cómo vivir sobre el nivel de la mediocridad. Un llamado a la excelencia. Deerfield: Editorial Vida. 66

Taylor, R. (1979). La vida disciplinada. Estudio sobre el magnífico arte de la disciplina cristiana. Miami: Editorial Betania.

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Otros títulos de Sembrar Ediciones

¡Podemos Triunfar! Te desafío a mirar algunos personajes que fracasaron y tal vez te identifiques con ellos a lo largo de la lectura. Pero eso no alcanza si no buscas claves que te ayuden a tomar caminos seguros que te conduzcan al triunfo. Las claves no son recetas baratas ni se encuentran en quioscos de revistas, será mejor descubrirlas en las vidas de aquellos que de verdad triunfaron y dejaron un ejemplo a seguir. Para más información puede ingresar a nuestro sitio web www.sembrarediciones.com.ar o consultar a nuestro email [email protected]

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Otra serie de Sembrar Ediciones

VIVAMOS

COMO JESÚS Vivamos como Jesús es una serie de 49 devocionales para 7 semanas que te ayudará a reflexionar sobre el cristianismo que debemos vivir, imitando la vida de Jesús. Cada edición aborda una temática particular y es ideal para trabajar con grupos pequeños, campañas en la iglesia o como devocional personal. La serie está compuesta por: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

El fruto del Espíritu La otra cultura Siguiendo sus pisadas Las parábolas del Maestro Los milagros del Salvador Más que preguntas Encuentros

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Impreso en agosto de 2017 por Grancharoff Impresores Tapalqué 5868, Buenos Aires [email protected]