Asuntos Inconclusos, Estres y Verasidad

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Instituto de Expansión de la Consciencia Humana F: (09) 22 22 451 (Santiago) Correo Electrónico: [email protected] Postítulo de Psicoterapia Transpersonal

ASUNTOS INCONCLUSOS, STRESS Y VERACIDAD (Introducción de Radical Honesty -Honestidad Radical-, Dell, Nueva York, 1996)

Brad Blanton, Ph.D Tengo 55 años de edad. He sido psicoterapeuta en Washington, D.C, por más de 25 años. La gente llega a mi consulta y me paga por ponerles atención y hacer lo que puedo por ayudarles. Tengo cierta habilidad en ayudar a las personas a descubrir formas de lograr que sus vidas funcionen. Esto es lo que he aprendido: Todos mentimos como condenados. Eso nos hace pedazos. Es el factor más estresante para nosotros los seres humanos. Mentir mata a las personas. El tipo de mentira que es más destructivo es el de guardarnos información y evitar dársela a alguien que creemos será afectado por ella. Las enfermedades psicológicas del peor tipo son consecuencia de este tipo de mentira. La sanación psicológica sólo es posible a través de la libertad que surge de dejar de escondernos. Mantener secretos y escondernos de los demás es una trampa. Los adolescentes pasan la mayor parte de su tiempo jugando a las escondidas de este modo. Mientras mejor seas para jugar a las escondidas durante tu adolescencia, más difícil te será madurar. Los secretos “importantes” y toda la maquinación y reflexión que van con eso son basura innecesaria. La mente es una cárcel construida en base a mentiras. Este libro te explica cómo se construye la cárcel de mentiras de la mente y cómo huir de ella. Este libro trata acerca de la libertad: “cómo lograrla”. El evitar mostrar a los otros cómo nos sentimos o qué pensamos nos mantiene encerrados en la cárcel. Mientras más tiempo permanezcamos en esa cárcel, más rápida es nuestra declinación, nuestro ocaso. Tenemos dos posibilidades: huir de la cárcel o morir. La salida es aprender la habilidad de decir la verdad. Mis clientes son, en su mayoría, personas dentro de un rango de 20 a 65 años que se hallan deprimidos, ansiosos, enojados, extenuados... o con una combinación de todas esas cosas. Trabajo con empleados del Gobierno, abogados, hombres de negocios, profesionales de los medios periodísticos y otros adolescentes sobredesarrollados con mentes

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hipercríticas que no pueden dejar de juzgarse y criticarse a sí mismos y sermonear a otras personas. Trabajo para aliviar su sufrimiento -principalmente el sufrimiento de sentirse medio muertos-. El estar medio muerto1 es una forma de sufrimiento de baja intensidad, y es consecuencia de hallarse en guardia frente a grandes peligros imaginarios. Los grandes peligros que imaginamos se basan en recuerdos de cómo sufrimos en el pasado. Muchos de nosotros aprendimos, cuando niños, que estar totalmente vivos era algo malo, y fuimos castigados por ello; así que bajamos nuestra intensidad, nos amortigüamos: en parte como defensa frente a los mayores y en parte para fastidiarles. El andar medio muertos fue nuestra forma de ocultar que estábamos vivos en formas “impropias”, y la única forma de hacerlo era mantenerlo en secreto. El camino que debemos seguir para superar el sufrimiento de habernos convertido en zombies nos lleva, inicialmente, a más sufrimiento. Por ejemplo, si te has “amortigüado” a ti mismo por largo tiempo para evitar sentir ira, al ponerte iracundo te sentirás peor que estando como zombie. Pero es sólo tu disposición a sentirte peor la que te llevará a sentirte mejor. Es normal intentar mantenerte cuidadosamente a salvo y evitar más dolor, vergüenza y dificultad. La “normalidad” es la clave para evitar el cambio y seguir sufriendo. La gente que desea ser normal generalmente se enorgullece de ello y son víctimas del ideal de la “normalidad”: una normalidad en la que se sufre en silencio y se muere lentamente. Sigmund Freud dijo una vez que la función del psicoanálisis era ayudar a las personas a salir del sufrimiento intenso y alcanzar la infelicidad común, habitual, normal. No creo que debamos conformarnos con eso. Ayudo a las personas a focalizar su atención y a reunir valor para viajar hacia el sufrimiento anteriormente evitado; y luego más allá, hacia una vida realmente “anormal”. El enfrentar lo que uno ha anteriormente evitado nos lleva a intensas emociones y luego a expandirnos hacia una creatividad desbordante. Esa creatividad desbordante es la fuente del poder para cambiar o reformular nuestras vidas. Trabajo como lo hace un mecánico desabollador para arreglar un tapabarros. Cuándo, cómo y especialmente por qué ocurrió un accidente no le importa en lo más mínimo a un desabollador. Sólo está interesado en lograr un resultado. Golpeará la parte exterior del tapabarros con un mazo de goma, le golpeará suavemente desde adentro con un martillo de punta redonda, hará un agujero, atará una vara e intentará jalarla hacia fuera o golpearla con una piedra. Cuando sale del otro lado -si lo logra- lija la pieza, la pinta y la entrega. Si no logra ejecutar la operación con éxito, reemplaza la pieza. Es práctico, experimentado y confía en la flexibilidad esencial del material con el que trabaja. Una atención cuidadosa al detalle 1

Las cifras oficiales de depresión -otra nombre para estar “medio muerto”- en Chile son de un millón y medio de personas; o sea, más del 10 % de la población (Nota del Traductor).

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y la experimentación con cada nueva abolladura traen resultados consistentes. Trabajo con el sufrimiento individual y auto-generado de personas que son responsables de seguir generando su propio sufrimiento. Tal como el desabollador y el dueño del automóvil, nos concentramos en la situación de la máquina y los resultados que deseamos; no es necesario que elucubremos acerca de cómo ocurrió el accidente, y juzgamos el éxito o fracaso de nuestros esfuerzos según cuánto nos hemos aproximado a los resultados que deseamos. Generalmente trabajo con toda la variedad de las neurosis: personas corrientes, básicamente sanas que se hallan ansiosas, deprimidas o las dos cosas. Con frecuencia, estos dos estados generales -ansiedad o depresiónvan acompañados de problemas somáticos o enfermedades, tales como irritaciones de la piel, úlceras, dolores en la parte baja de la espalda, colitis espasmódica, alergias, alta presión arterial e insomnio; o bien, por problemas recurrentes en las relaciones con los demás, en el trabajo o con la familia. Cuando la terapia funciona, los problemas somáticos desaparecen o disminuyen en intensidad, la ansiedad y la depresión desaparecen como estados habituales, y las personas se hacen responsables de lograr que las relaciones con los demás, su vida profesional y su creatividad funcionen en forma satisfactoria. Hacerse responsable significa que dejamos de culpar a las circunstancias externas, a las demás personas o al pasado por la situación de nuestra propia vida. Tanto las molestias físicas como los estados emocionales permanentes e indeseados se van porque ocurre un aprendizaje, y ese aprendizaje siempre implica soltar las exigencias de que el mundo -incluído el que exige- sea diferente de como es ahora. La terapia termina cuando la persona deja de exigir incesantemente que los demás sean diferentes de cómo son, perdona a sus padres y a otras personas con las que se relacionó en el pasado y a quienes guarda rencor, hace suyo el poder para lograr que su vida sea satisfactoria y se hace responsable por lograrlo. La psicoterapia no siempre tiene éxito. Calculo que cerca de un tercio de las veces los resultados son entre buenos y satisfactorios; otro tercio de los clientes realiza unos pocos cambios tibios, y al menos un tercio de las personas que me consulta no logra ningún resultado que valga la pena mencionar. Muy pocas personas sufre algún daño en la terapia, puesto que es tan difícil producir daño como lo es el ayudar. He visto un montón de fracasos y un montón de éxitos. Este libro es un intento de explicar lo que funciona, cuando sí funciona. Cuando la terapia tiene éxito, el resultado es una experiencia de bienestar, de sentirse completo, de sentirse entero. Este libro trata del cómo llegar allí.

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¿Dónde se origina el stress? La gente afirma que la vida moderna es estresante. El stress no es una característica de la vida o de los tiempos, sino que de las personas. El stress no proviene del medio circundante, proviene de la mente del individuo estresado. Realizamos ciertas suposiciones acerca del mundo, y desarrollamos apego por esas suposiciones. El pensar nos hace sufrir. Trabajamos demasiado duro para aprender nuestras ideas acerca del mundo como para soltarlas sin más. Tal como jugadores de póker que ya han perdido demasiado, desesperadamente doblamos la apuesta con la esperanza de forzar al destino a darnos una buena carta. Pensamos demasiado acerca de las cosas y demasiado en serio, y sufrimos en gran medida por intentar hacer que el mundo se adecúe a nuestro pensamiento. Nos quejamos de cómo el mundo no encaja con nuestras expectativas. Pensamos acerca de cómo la vida no cumple sus promesas, y cómo debiera hacerlo, y cómo diablos es que no lo hace, y cómo nosotros debiéramos arreglar las cosas. Muchas personas piensan hasta matarse. Con el fin de sobrevivir, debemos aplicar lo que hemos aprendido de la experiencia. Sin embargo, es igualmente cierto que con el fin de permanecer vivos debemos superar continuamente lo que hemos aprendido con anterioridad. Si no somos de algún modo rescatados de nuestras propias conclusiones respecto a la vida, éstas nos devoran. El rescate implica reconocer que estos supuestos o conclusiones a los que tan tozudamente nos aferramos son, de hecho, decisiones que hemos tomado acerca de “lo que debiera ser verdad”, basados en experiencias del pasado.

La Verdad Cambia Dado que nos extraviamos en nuestras propias mentes, no logramos ver que la verdad cambia continuamente. Cuando la verdad cambia y no logramos reconocer lo que ahora es verdad, mientras nos aferramos a la idea de lo que fue verdad, nos transformamos en suicidas mentirosos. Si a las 8 PM estoy muy enojado contigo y te lo digo y en realidad me exalto mucho, y tú te enojas también y lo conversamos, y permanecemos comprometidos en esa conversación y a la posibilidad de superar nuestro enojo, existe una buena posibilidad de que a las 8.45 PM podamos reírnos y tomarnos un trago y haber superado nuestro enojo. Era verdad que yo te odiaba a las 8 PM, pero ya no lo era en algún punto entre las 8.20 y las 8.45. En contraste, la gente que vive regida por principios, como por ejemplo “te odié en ese momento y por un buen motivo, así que aún te

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odio”, no pueden superar esas situaciones. Esto es razonable pero estúpido. He visto mucha gente razonablemente estúpida en mi vida. La vida sigue y la verdad cambia; simplemente, la vida es así. Lo que en un momento fue verdad con frecuencia ya no lo es sólo un poco de tiempo después. La verdad de ayer es la mentira de hoy. Aún el insight liberador de ayer es la cárcel de la explicación rancia de hoy. Los roles y las normas también son pensamientos; y, cuando nos aferramos a ellos transformándolos en principios, son difíciles de trascender, superar o cambiar. La gente se ahoga intentando vivir de acuerdo a una “autoimagen” elegida -cualquier “autoimagen”-. Muchos adultos permanecen en una perpetua adolescencia, atrapados en el confinamiento protector de un conjunto de normas y reglas. Esta protección mata. De acuerdo con un estudio conducido por el Centro del Control de Enfermedades de Atlanta, 53 % de las personas que muere antes de los 65 años de edad muere por motivos “directamente relacionados a su estilo de vida”. La mitad de las personas que muere antes de lo esperado se matan a través de su estilo de vida. Yo digo que se matan compensando por la hambruna que sufren al ser separados del alimento que otorga la experiencia cotidiana. Fuman, beben, toman drogas, comen carne con grasa, ven televisión y no practican ningún ejercicio. Se esfuerzan trabajando por sobrevivir y para cuidar de sí mismos y de sus familias. Tratan de pasarlo bien y lo hacen lo mejor que pueden. Constantemente hacen lo mejor que pueden... y los resultados no son satisfactorios. Se matan a sí mismos con los mismos venenos socialmente aceptables que todos sus amigos utilizan. Todos estaban muy en contacto con su propia vitalidad en un tiempo, y luego se extraviaron más y más en sus propias mentes. Extrañan algo a lo cual no pueden retornar enteramente. Saben que un renovado amor por la vida tiene algo que ver con escapar de sus mentes y de las condiciones de vida que sus mentes han establecido, pero simplemente no parecen poder lograrlo. El moralismo, una enfermedad que consiste en vivir incesantemente en la mente, les mata. Mueren, atrapados en una canción country, haciéndolo lo mejor que pueden e intentando divertirse un poco, pero sin hacerlo lo suficientemente bien como para satisfacer a alguien -especialmente a sí mismos- o divirtiéndose lo suficiente como para compensar el esfuerzo. La liberación de una “vida” como ésa es un logro psicológico. La libertad lograda por personas que logran madurar más allá de las limitaciones del condicionamiento de su niñez equivale a liberarse de sus propias mentes. Liberarse de la propia mente es libertad para crear. Sin embargo, para poder tener algo que decir en la creación de la vida, debes estar dispuesto a decir la verdad. Decir la verdad nos libera de la trampa de la mente.

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La alternativa a la libertad es vivir de acuerdo a un programa impuesto por resoluciones moralistas prefabricadas e internalizadas. Vivir de este modo es una sofocación gradual, lo que a la vez nos desvitaliza y desespera aún más. La creatividad, el usar la mente en vez de ser utilizado por ella, es la cura para todos los desórdenes derivados del stress. La disposición a decir la verdad con el fin de liberarte de tu mente evaluadora y guardadora de secretos, crea la posibilidad de utilizar tu mente para tener un futuro como artista en lugar de un futuro como víctima.

Bullshit (Mentiras) “Bullshit”2 (mentiras) es un término altamente técnico utilizado en todo este libro. Le robé este término a Fritz Perls, el padre de la Terapia Gestáltica. El confundir las abstracciones de experiencias pasadas con la experiencia misma del presente es el error más desorientador del neurótico común: “He estado contigo durante veinte años: debiera ser obvio que te amo”. La evidencia proveniente del pasado no prueba nada respecto al momento actual. Nosotros los neuróticos somos personas que hacemos grandes generalizaciones para cubrir amplios períodos de tiempo. Decimos cosas como, “Tú siempre...”, y “Tú nunca...”. Le entregamos todo nuestro poder a las circunstancias y decimos cosas como, “Eso me produce...”. Cuando decimos estas cosas, generalmente no tenemos idea de que estamos viviendo en un mundo imaginario creado por nosotros mismos. De hecho, Fritz Perls realizó tres distinciones técnicas entre venenosas asignaciones de valor: chickenshit (mierda de pollo), bullshit (mierda de toro) y elephant shit (mierda de elefante). La mierda de pollo es un saludo “normal” en que no sentimos de veras lo que decimos, como por ejemplo, “¡Hola! ¿Cómo estás?”, “Yo estoy bien, ¿y tú?”. La mierda de toro es una conversación normal en que la gente está simplemente ocupando el tiempo con abstracciones y generalizaciones sin sentido. La mierda de elefante es cualquier discusión de la teoría guestáltica.3 Utilizo palabras que incluyen “mierda” para dar una evaluación peyorativa de las evaluaciones mismas. Deseo que las personas al menos consideren la posibilidad de que sus valores más valiosos no lo sean tanto. Deseo que las personas cuestionen su propia certeza (como dijo Nietzche, “No es la duda, sino la certeza la que lo enloquece a uno”). Así que en pro de la 2

Significa, literalmente, “Mierda de toro”. Se utiliza en EEUU como sinónimo de engaño, mentira o de cualquier intento por adornar o encubrir la verdad (Nota del Traductor). 3 Si bien esta es la definición exacta dada por Perls a la “mierda de elefante”, creo que es demasiado circunscrita y que también debiera aplicarse a cualquier discusión abstracta sin ninguna relación con el mundo práctico e inmediato, como ciertas discusiones “filosóficas” o “espirituales” (Nota del Traductor).

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simplicidad utilizaré “bullshit” como la palabra raíz genérica para todas las abstracciones o resúmenes de experiencias pasadas a las que se les asigna algún valor. El bullshit es cualquier abstracción de la experiencia que tu mente realiza y a la cual le asigna valor. “No me amas”, o “Esa gente tiene rabia”, o “Esto es feo (hermoso, bueno, malo, importante, etc.)”, son todas interpretaciones de la realidad. El bullshit es el intento de vender una interpretación de la realidad que viene junto con cualquier interpretación de la realidad. Todas las interpretaciones de la realidad son mentira (bullshit). La libertad consiste en no ser dominado por tu propia mentira (bullshit). Creemos intensamente en nuestras interpretaciones de la realidad, y queremos que otras personas se unan en nuestras interpretaciones, de modo de sentirnos seguros. Creemos que nuestras interpretaciones son la realidad, y si logramos obtener suficientes votos, probaremos que esto es verdad. Unos pocos de nosotros escapamos ocasionalmente de la cárcel de mentiras de la mente. La mayoría de nosotros muere en la cárcel. Todos tenemos, una y otra vez, la magnífica posibilidad de salir del encierro de nuestras propias mentes. El primer paso de este proceso es dudar de ellas. La verdad se transforma en bullshit en nuestras mentes tal como el alimento se transforma en excremento en el cuerpo humano. Nuestras mentes funcionan de un modo bastante similar al de nuestro sistema gastrointestinal. Una mente se ha desarrollado para recibir una buena y nutritiva verdad, absorber de ella lo que pueda y transformar el resto en excretas. Desgraciadamente, la mente no se deshace de sus desechos en forma automática, como lo hace el cuerpo. Debemos hacer eso en forma voluntaria. Según Hugh Thomas, autor de Una Historia del Mundo, el mayor avance médico de la historia ha sido la recolección de la basura. El mayor avance psicológico se halla a la vuelta de la esquina y también tendrá relación con limpieza. Limpiar las mentiras y ser transparente es un tema que está obteniendo más atención en estos días. Algún día miraremos hacia atrás, a estos años en que estábamos sofocados de bullshit, del mismo modo en que ahora miramos aquellos años en que la gente vivía en medio de sus basuras, infectándose y muriendo a causa de ellas.

Mentir Este libro se desenvuelve secuencialmente, comenzando con un recuento de la forma como una mente crece de la nada hacia lo que es cuando

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llegamos a la adolescencia. El mensaje principal de este libro es que nosotros los seres humanos, en el curso de nuestro desarrollo, nos perdemos en nuestras mentes; y, si no encontramos la forma de salir de allí, éstas eventualmente nos matarán. Todos tenemos una mente, y en todos se nos desarrolla en forma natural. Al aprender a sobrevivir, desde el nacimiento a la adultez, comenzamos a utilizar nuestros sentidos como forma principal de orientación en el mundo, y terminamos siendo seres mentales que utilizan principios de orientación. Nos abstraemos de nuestros sentidos y construímos mentes. A poco andar, es tanto lo que nos absorbemos en desarrollarlas que perdemos contacto con nuestros sentidos y nos extraviamos en nuestras mentes. Estas se forman en base a interpretaciones acerca de la realidad, basadas en réplicas de experiencias. Después de que un bebé experimenta una y otra vez el ser alimentado, comienza a anticipar el ser alimentado de nuevo, basándose en el hambre y en su pequeña memoria, y comienza a llorar por más leche. Cuando ésta llega, pronto surge un pequeño concepto que implica la noción de tiempo. El bebé tiene una interpretación: “Si lloro, obtendré leche”. Esa interpretación incluye un recuerdo y una expectativa respecto al futuro. A medida que crecemos, aprendemos a interpretar nuestra experiencia con el fin de sobrevivir. Eventualmente, somos capaces de cuidar de nosotros mismos, pero nuestras técnicas de supervivencia pueden matarnos -y con frecuencia lo hacen-. Lo que nos mata es el intenso apego a nuestras interpretaciones y nuestra incapacidad de distinguir estas interpretaciones de la realidad sensorial. Este proceso de aprender a categorizar las experiencias y luego olvidar la distinción entre las categorías y la experiencia misma es lo que yo llamo aprender a mentir. Aprender a aparentar, interpretar, evaluar e imaginar es un proceso natural para cada ser humano. Es algo divertido. La mayor parte del aprendizaje que ocurre en la niñez temprana, la época pre-escolar y la escuela básica es una elaboración de estas habilidades. Este aprendizaje de simulación ocurre en todas las culturas del mundo, a medida que los niños crecen. El largo proceso de aprender cómo mentir culmina en la adolescencia. Los adolescentes se pierden en sus imágenes respecto a quiénes son. Erik Erikson afirma que la pregunta que se está respondiendo durante la adolescencia es, “¿Quién soy?”, y la respuesta que eventualmente se obtenga es, o bien fragmentaria (confusión de roles) o unificada (identidad de ego). Con el fin de madurar más allá de la etapa del juego de roles o la simulación, la pregunta “¿Quién soy?”, debe ser respondida en alguna forma unitaria (los numerosos roles que los niños se prueban deben llegar a integrarse en una identidad consistente que permanece, aún cuando se

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adopten nuevos roles). Esta personalidad sintetizada de una forma única debe predominar por sobre otros requerimientos de roles, ya sea demostrados por modelos de roles o por el desempeño de rol ideal. Debe haber una cualidad personal que esté presente todo el tiempo en la forma cómo Susana juega el rol de hija, amante y mesera, mientras ella le habla a su mamá, está con su amante o atiende mesas. Esta cualidad personal y única se destaca, independientemente de si la madre, el amante o los clientes están a la vista, e independientemente de cómo haya visto que estos roles se desempeñan en la TV. La duración de esta etapa de desarrollo -la etapa de simulación y de “prueba” de nuevos roles para establecer o inventar quién eres- depende de la cultura en la cual vivas. Mientras más tecnológica sea la cultura, más prolongada es esta etapa. Los bosquimanos tienen un año -entre los 11 y los 12 años de edad- para formar sus identidades; a los 12 ya han elegido una vocación, se han casado, han comenzado a tener hijos y han asumido roles adultos. En nuestra cultura, la adolescencia se prolonga desde los 11 años hasta los 30 o 35. Esta extensión del período de tiempo para elegir identidad vocacional, sexual y social en las sociedades altamente tecnológicas es algo complejo. En este momento, la tasa de muertes que crece más rápidamente en nuestra sociedad se halla en las personas entre 15 y 24 años. Los suicidios, las sobredosis de drogas, los accidentes y asesinatos encabezan la lista de motivos. Nos damos más tiempo para inventar quiénes somos, pero este trabajo resulta más costoso. Aún cuando la gente sobreviva los años de la adolescencia, la gran mayoría nunca supera la simulación de esa etapa. El extraviarse en esta simulación causa una tremenda cantidad de sufrimiento. Con frecuencia, las “profesiones de ayuda” recomiendan más simulación o una simulación más convencional, porque no comprenden que la función de la psicoterapia es traer de vuelta a las personas al mundo de la experiencia. La tensión que mata o incapacita a la mayor parte de la población proviene de personas que son demasiado severas consigo mismas cuando no logran vivir de acuerdo a lo que imaginan que otras personas esperan de ellos. No sabemos quiénes somos, e intentamos adivinar quiénes debiéramos ser con el fin de hacer lo correcto y ser felices. Nos perdemos en ese proceso y nos acuchillamos a nosotros mismos antes de siquiera darnos cuenta de que estamos dolidos. No hace ningún bien simplemente cambiar lo que imaginamos que los demás esperan de nosotros. Necesitamos recobrar la habilidad de poner atención a algo diferente del remolino de preguntas y dudas acerca de lo que se requiere o se espera para obtener aceptación. Hemos perdido esta habilidad de poner atención -vivir fuera del conjunto de supuestos en que una mente vive- y el único método de orientación que

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nos queda es dado por los roles que hemos estado intentando. Es así que corremos por el mundo mientras damos vueltas en nuestras mentes intentando vivir de acuerdo a estándares que imaginamos que los demás esperan de nosotros, mientras seguimos hambreados, carentes de la nutrición que proviene de la experiencia cotidiana. Terminamos tratando de comernos el menú en lugar de la comida. Los menús no tienen ningún valor nutricional y tienen un sabor pésimo, sin importar lo hermosas que sean las fotos que lo decoran. Los adolescentes echan de menos la seguridad de la infancia, y no pueden tolerar la incertidumbre de hallarse entre la niñez y la edad adulta. Llevados por la ansiedad y la intolerancia ante la ambigüedad, se aferran a roles de estándares rígidos para lograr una identidad, de modo de huir de la interminable lucha respecto a cómo encajar. Se vuelven cristianos o Hari Krishnas o miembros de una banda o hippies, o se casan con una polola de la niñez, sólo para tener un lugar definido. Adoptan los estándares y principios de los grupos con los cuales conviven. Los estándares o principios en los cuales basarse son todos iguales, a este respecto: son abstracciones de la mente, sumatorias basadas en experiencias pasadas, y no la experiencia misma. Los adolescentes de todas las edades se apegan más apasionadamente a los estándares, mientras más inseguros se sientan. Un fuerte apego a principios sólo aumenta nuestra rigidez, lo que aumenta aún más nuestra sensación de inseguridad. Una conducta como ésta no es la más apropiada en el recorrido a través de experiencias cambiantes. El mundo de la experiencia es como un río. Te las arreglas mejor con un bote que con un poste al cual aferrarte mientras el agua te sacude hasta matarte 4. Para superar la adolescencia, la gente debe soltar los principios y estándares a través de los cuales se autodefinen -en lugar de aferrarse aún más a ellos.Esto es, generalmente, muy atemorizante, como lo sería el caer de espaldas hacia lo desconocido. Lo que resulta de esto es la experiencia en el aquí y el ahora. El resurgimiento de esta lucha, la lucha por una identidad -lucha que fue dejada de lado cuando la persona se aferró a una identidad a partir de una intolerancia a la ambigüedad-, es la función más valiosa de la psicoterapia con personas que se hallan congeladas en definiciones de roles. Estas personas renacen al aquí y ahora desde sus cárceles mentales. Tales personas aprenden a tratar los principios, no como normas talladas en la piedra, sino como simples cosas que recordar que deben ser validadas o invalidadas por la experiencia nueva. Las “cosas que recordar” pueden ser revisadas o rechazadas o creadas enteramente de nuevo si las personas que las sostienen dejan espacio para la experiencia nueva. Las personas intensamente apegadas a los principios morales sólo perciben las 4

El libro de Alan Watts, La Sabiduría de la Inseguridad, es una elaboración de este punto.

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experiencias que confirman sus propios principios, y simplemente no ven nada más. Fritz Perls, uno de mis maestros, recomendaba que la gente “dejase de lado sus mentes y volviera a sus sentidos”. A menos que las personas que han desarrollado mentes aprendan a perderlas y a volver a sus sentidos -poniendo atención a la gravedad, a sus propios cuerpos, al mundo de los objetos reales y a los demás seres- se quedan encerrados dentro de aquellas mismas nociones a las que se aferran, respecto a “cómo son las cosas”, y nunca perciben nuevas experiencias. Los yogis, los monjes Budistas, los golfistas profesionales, unos pocos clientes de la psicoterapia, algunos músicos y una mescolanza de otras personas recuperan su capacidad de poner atención, a pesar de las mentes que han desarrollado. De algún modo, estas personas trascienden el lugar en que han estado presas y sido dominadas por la corriente mental, alejadas de cualquier otra cosa. Una mente es una cosa terrible: desházte de ella. Este libro delinea los problemas que resultan de no huir de tu mente interpretadora y mentirosa; de no crecer más allá de la etapa de desarrollo en que se aprende cómo mentir. Entrega ejemplos de cómo el ocultar una verdad frente a otras personas nos mata o desvitaliza gravemente nuestra vida. La psicoterapia es una forma de aprender cómo terminar de crecer: cómo alcanzar la creatividad desde la etapa adolescente intermedia de mentir y fantasear. Lo que he desarrollado es un tratamiento para el problema de quedarse atascado en la adolescencia, un problema que, según creo, es compartido por más del 75 % de la población del mundo tecnológico moderno. El método esencial del tratamiento es una intención clara, acordada en conjunto entre terapeuta y cliente, de decirse la verdad mutuamente y a toda otra persona que el cliente conozca personalmente, con el fin de hallar una salida del laberinto. Esto encierra la gran promesa de conducirnos a un modo más adulto de vivir, basado en la experiencia, en menos superstición y menos moralismo. Irónicamente, para madurar plenamente, debemos redescubrir lo que sabíamos cuando éramos menos sofisticados. Una vez que nos hayamos centrado nuevamente en nuestra experiencia -que es el lugar en que vivíamos cuando niños-, podremos finalmente utilizar nuestras mentes como instrumentos de creación, más que como sistemas de defensa de nuestra imagen de quiénes somos. En último término, podemos unificar el mundo real de la experiencia en el aquí y ahora con el mundo que “conocemos” a través de los recuerdos y la interpretación. El secreto de esta unión consiste en liberar energía viviendo en forma abierta y transparente, en lugar de gastar toda nuestra energía

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reteniendo nuestra expresión con el fin de controlarnos a nosotros mismos y a los demás. El secreto, en otras palabras, es decir la verdad. El crecimiento hacia el poder personal de decir la verdad es la llave hacia una vida más allá del moralismo adolescente. La psicoterapia es un método de rescate de la posibilidad de morir ahogado por conceptos que fueron aprendidos con el fin de alcanzar la eficiencia y evitar la experiencia indeseada. Como dije, esto a veces funciona y a veces no. La efectividad de la psicoterapia depende enteramente del compromiso del cliente por decir la verdad, y esto se aplica a la conducta de éste tanto dentro como fuera de la terapia. Existen muchos antiguos sistemas de pensamiento que se refieren a las etapas de desarrollo que se hallan más allá de la mentira y la apariencia. La mayor parte de las enseñanzas espirituales / religiosas / mitológicas se basan en el crecimiento psicológico de unas pocas personas sabias que delinearon un camino para que otros les siguieran. En nuestra era, la oportunidad nos ha llegado a todos nosotros para aprender el camino completo. Si nosotros los humanos lográramos salvarnos de nosotros mismos -a un nivel individual y también colectivo-, deberemos aprender más acerca del arte y ciencia de decir la verdad. Ninguno de nosotros podrá hacerlo sin una gran ayuda de todo el resto.

Resumen Mis clientes y yo hemos estado aprendiendo unos de otros que el principal requisito para trascender la adolescencia es decir la verdad. Este libro trata acerca de todas las facetas de decir la verdad: la dificultad de hacerlo, cómo no nos daña el decirla, cómo somos todos mentirosos, y cómo va en contra de nuestros propios intereses el mentir. Es común que las personas arruinen sus vidas y se maten a través de ocultar su verdad. Es común que las personas dejen de crecer y mueran de una acumulación -a través del tiempo- de suaves desórdenes derivados del stress. Tener exceso de peso, exceso de tensión, ser un fumador excesivo, ser un bebedor excesivo, tener una vida sedentaria o alguna combinación de estos factores, son consecuencia directa de una dolencia más central de la mente. Estas muertes provienen de quedarse atrapado en la mente -atrapado en mentiras-. El salir de la trampa de las mentiras proviene de aprender la habilidad de decir la verdad, y mejorarla a través de la práctica continua -al igual que jugar golf o tenis-. Todos somos caminantes heridos. La mayoría de nosotros aún estamos interesados en la claridad y la verdad, pero al mismo tiempo estamos

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interesados en dejar muy claro cómo nuestra niñez fue peor que el promedio y cómo somos mejores que todos los demás. La forma convencional de sufrir a través de la vida es hacernos los mártires. Eso es lo que te enseñan a valorar en la escuela parroquial católica y en la Escuela de Leyes, así como en todas las otras escuelas -sólo que no tan eficientemente como en estas dos primeras escuelas-. Sin embargo, al mismo tiempo, todos participamos en un proyecto por descubrir qué significa estar vivos. Y cuando mentimos, ocultamos o evitamos -tácticas esenciales del hacernos mártires- no descubrimos nada nuevo acerca de la vida, y no ayudamos a otros a descubrir nada nuevo. Interesarnos en este proyecto humano común de descubrimiento es parte importante de la gran conversación que los humanos hemos mantenido durante varios miles de años. Por mi propio bien, deseo estar con personas que deseen descubrir cómo sería vivir sin dejar palabras sin pronunciar, sin dejar asuntos inconclusos; deseo estar con personas que estén hambrientas por la verdad, que desean dedicar tiempo a aprender y a compartir lo que han aprendido más que a defender sus imágenes o reputaciones. Este libro es para ese grupo de personas que está creciendo cada día -aquellos cuya sed de conocimiento y disposición por compartir supera sus defensas en contra de la vergüenza-. Estoy escribiendo para personas que desean crecer más allá de la adolescencia que actualmente se confunde con la verdadera adultez, para las parejas que están hastiadas de actuar y culparse mutuamente, para los individuos interesados en la integridad o la totalidad por sobre el moralismo y el encajar en roles. Este libro es un antídoto a ese sufrimiento convencional. Espero que te irrite y te duela y te inspire, y rompa la cadena de tu mente por sobre tu espíritu. Traducción: Alejandro Celis Marzo 1998