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Arte nuevo de hacer comedias (1609) de Félix Lope de Vega

Mansilla Camacho, Santiago

Podríamos llamar manifiesto dramático al Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, publicado en 1609, pues es una defensa que Lope de Vega expone ante la Academia de Madrid, para justificar su forma de hacer teatro. Escrito en endecasílabos, en un tono sentencioso e irónico por momentos, el autor expone sus apreciaciones sobre la Poética de Aristóteles y realiza un alegato en favor de su arte. El extenso poema nos ofrece una introducción a manera de justificación. En esta se menciona el motivo por el cual ha emprendido tal empresa: presentar, por pedido de la Academia, un arte de comedias. Para empezar, no puede dejar de mostrar el conocimiento que posee de los antiguos. Para esto hace una breve historia del teatro clásico, pasando por Epicarmo, Magnetes, Tepsis, Aristófanes, Menandro, etc. Sin embargo, señala, “cuando he de escribir una comedia, / encierro los preceptos con seis llaves, / saco a Terencio y Plauto de mi estudio”. Con esto deja claro que, aunque conoce la tradición, se ciñe muy poco a ella, basándose más bien en los preceptos que expondrá en lo sucesivo. En primer lugar, abordará la definición de tragedia y comedia. Para Aristóteles hay una distinción entre estas dos especies: la tragedia debe tratar temas elevados, correspondientes a los sectores elevados de la sociedad, como la realiza o la nobleza; mientras que la comedia aborda acciones humildes o plebeyas. Lope de Vega propone que en la comedia nueva no importa si el sujeto es rey o campesino, pueden incluirse por igual en la una obra. Además, puede mezclarse lo

cómico y lo trágico, pues es algo que gusta mucho al público. Sobre este último punto ampliaremos al final. A continuación, comentará acerca de las unidades de acción y tiempo propuestas por Aristóteles. La primera planteaba que el “sujeto” realice solo una acción, la cual no debe ser episódica ni desviarse en digresiones. En este punto, se muestra seguidor de Aristóteles. Sin embargo, en cuanto a la unidad de tiempo introduce algunas modificaciones. Según el autor griego, la acción no debe superar las veinticuatro horas. Para Lope, debe pasar el menor tiempo posible, pero si la trama debe abarcar algunos años más, el tránsito debe hacerse entre los actos, pues en cada uno de ellos no debe interrumpirse el término de un día. En cuanto a la estructura, rompe también con la tradición clásica que dividía la obra en cinco partes. Lope propone que sean solo tres o cuatro actos. En el primero debe presentarse el caso o conflicto; en el segundo, los sucesos que advienen tras el conflicto; a mediados del tercero, se debe dar lugar al desenlace. Cabe precisar que este debe ser inesperado, que es como prefiere el vulgo. Otro punto importante es el del lenguaje. La recomendación de Lope es que no se gasten pensamientos ni conceptos en las cosas domésticas. Sugiere un lenguaje puro, claro y fácil, es decir, que no se presenten vocablos exquisitos. Solo pueden transgredirse esta regla si es necesario aconsejar, para esto deben presentarse sentencias y conceptos afines al tema tratado. Defiende, por tanto, el decoro al hablar: un rey debe poseer la gravedad real; el viejo, la modestia sentenciosa; el amante debe mover al afecto y el lacayo no debe tratar cosas altas. De esta manera, el autor se guarda de lo imposible, pues solo se ha de imitar lo verosímil. En este punto es también un seguidor de Aristóteles. En cuanto a la métrica, pide acomodar los versos con prudencia: para las quejas son adecuadas las décimas; para los que aguardan, los sonetos; para las narraciones, romances y octavas; para cosas graves, los tercetos; y para el amor, las redondillas. Asimismo, es válido utilizar figuras retóricas como la repetición, la anadiplosis, la anáfora, las ironías, las adubitaciones, los apóstrofes, etc. En cuanto al tema, son dos los preferidos por el público: el honor y la virtud. Aconseja engañar al vulgo con los juegos lingüísticos tales como el hablar equívoco y la incertidumbre anfibológica.

De manera general, hemos expuesto los preceptos que, según Lope de Vega, deben guiar la comedia nueva en lo que hemos denominado su manifiesto dramático. Anteriormente habíamos mencionado el tema del público, a quien el autor se refiere en reiteradas ocasiones. Para Lope, el gusto del púbico es más importante que los preceptos de Aristóteles. Esto tiene una explicación pues, como sabemos, para el tiempo en que el autor escribe el Arte nuevo, los teatros habían pasado de ser itinerantes a ser fijo, es así como encontramos los famosos corrales de comedias. Muchas de las obras de Lope de Vega se representaron en estos lugares, por tanto, justifica satisfacer al vulgo que era quien pagaba la representación, así que el autor estaba obligado a darle gusto. El arte antiguo, el que teoriza Aristóteles, se basa en el equilibrio, la belleza y la razón, sin embargo, para Lope, el arte nuevo se basa en el gusto popular. Esto explica por qué el Fénix de los ingenios fue tan popular en su tiempo. En conclusión, la propuesta de Lope de Vega es una actualización del aristotelismo, pues no representa una negación total. Respeta la unidad de acción, así como la verosimilitud y el decoro en el lenguaje. Sin embargo, la renovación que significó el teatro lopesco y el Arte nuevo tiene una importancia incalculable. Fue un teatro que se adaptó a su tiempo y, en su intento por democratizar la comedia, expandió sus posibilidades dramáticas.