Aristocracia: ^^ Y Plebe

La herencia colonial, cuyo dominio sobre el P e r ú contemporáneo resulta cada día más evidente, puede ser e n t e n d i

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La herencia colonial, cuyo dominio sobre el P e r ú contemporáneo resulta cada día más evidente, puede ser e n t e n d i d a zcomo esa e s t r u c t u r a social que la independencia no consiguió abolir y q u e la República " r e p r o d u j o en sus rasgos esenciales- D e s d e Lixna^ y ubicándose en el tránsito e n t r e los sígBos X V I I I y X I X , Aristocracia y. plebe es u n a aproximación a las clases y•aí^g r u p o s sociales^ a sus conflictos y confluenc^s:, fi.^. a- sus a c t i t u d e s y m e n t a l i d a d e s ex£i el. i n t e r i o r efe fa c a p i t a l yfirreinal;^?^? ^-^ííS^'^'^'**'*^5a*^imí*'3e;7:-..- --ÍÍ:^;'. •.. •^----..-.•••.- , _ .,_....„^ &N^-'3@£^l,drc endeudamiento y adelantos hacía que, para los ihabitantes de la ciudad o los magistrados del Superior Gobierno, no -resultara tan evidente la articulación entre personajes de la élite • ' urbana y panaderos; es así como pasó inadvertido el intento de mo- • nopoUzar el abastecimiento de pan. Aquéllos que ansiaban el mono- í^ poUo acusaron de "monopohstas" a quienes eran apenas artesanos dedicados tradicionalmente al oficio de moUneros, pero que, por esto mismo, aparecían como obstáculos para sus proyectos. Un fallo :• judicial favorable permitió, de esta manera, lo que en la práctica ^ podría caUficarse como un despojo. 20

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Años antes, en 1779, en un expediente elaborado por los abaste•^ cedores de pan, se reconocía la vinculación dependiente de los panaderos con el capital mercantil: "De la subsistencia del gremio — [panaderos] resulta la felicidad del Comercio y también la del púbhco de tener un abasto promovido y bueno. . .".^ Lo último no fue tan cierto. — 3. .

LA CUESTIÓN DEL TRIGO: UNA VIEJA POLÉMICA

El trigo fue siempre un cultivo confli ^ 1^

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El andamiaje empírico es demasiado endeble: citas de viajeros, pasajes en las Memorias administrativas de los Virreyes, juicios de autores de la época, añadiéndose que no siempre fueron leídos con rigurosidad. Escasean los testimonios directos. La suma de fuentes tan deleznables, por más abundantes que sean, no avala ningún argumento. Por excepción, uno de los testimonios más interesantes es el recfamo que en 1780 interpusieron los labradores de Lima solicitando una baja en los censos y en el nuevo cabezón que recaían sobre sus propiedades.^ La queja de los hacendados contra el proyecto colonial de elevar los cabezones (el impuesto sobre las propiedades y la producción agropecuaria) es vista como una expresión nítida, evidente, de la crisis agraria que asolaba al siglo. Sin embargo, .habría que preguntarse si la reacción de los reclamantes no era en cierta manera inevitable y predecible, atendiendo a que el "cabezón" o alcabala de hacienda se había mantenido fijo e inalterable -desde tiempo atrás.-•* Tanto los autores del siglo XVIII como los historiadores contemporáneos, unos y otros, en realidad se hicieron eco de argumentos dados por los propios comerciantes para explicar las importaciones de trigo chileno. Pero los supuestos efectos del terremoto y la consiguiente imposibilidad de sembrar trigo en la costa no fue una tesis aceptada por todos, aunque a simple vista pareciera resultado del consenso y hasta de la unanimidad. Precisamente en el juicio que comentábamos páginas atrás, el molinero José Arismendi presentó un recurso en el que, para demostrar los verdaderos propósitos monopolices que escondían tanto el lirigante Francisco Flores como los panaderos, propuso otra explicación sobre la reducción de los campos trigueros en la costa. Decía Ansmendi que este hecho fue consecuencia de las "hostihdades" desplegadas por los panaderos, quienes consiguieron imponer el precio de compra de las cosechas, bajándolo a un nivel tal que restaba cualquier beneficio a los hacendados. Dado que la importación de trigo chileno iba contra el "ideal" económico de la autosubsistencia, fueron frecuentes las quejas frente a lo que cierto autor calificó como "miserable dependencia de otro Reyno".^ No faltaron dispositivos proteccionistas, como anota Arismendi, que buscaron controlar 24

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el precio del trigo y apoyar a los hacendados locales, dando como resultado que hacia 1785 ó 1786 la producción ascendiera a 40 000 fanegas. Los panaderos respondieron consolidando su gremio y bajando el precio del trigo. Los labradores, a su vez, no pudieron resistir estas y "otras molestias insufribles", viéndose obligados a deITjar de sembrar. Diez años después, no llegaba "la cosecha a seis =^u ocho mil fanegas y las siguientes serán menos hasta sii total extinción que es a lo que aspiran los panaderos"." Durante el quinquenio 1785-1789, las importaciones de trigo chileno ascendieron a la suma de 2,'029,973 pesos. Argumentos similares, aunque pasaran inadvertidos para otros historiadores, fueron anotados anticipadamente en la Memoria (1756) del Virrey Manso de Velasco, quien intentó sin éxito, durante su administración, reformar el sistema de comercialización del trigo.-^ Años después, el cabildo de Lima realizó una investigación recabando minuciosos informes de los principales propietarios en los valles cercanos a Lima; Magdalena, Bocanegra, Carabayllo, Ate, Surco. El resultado, luego de un largo acopio sistemático de datos,> fue que podía sembrarse trigo e incluso incrementarse la produc._ ción.^ Parece ser que el grano "criollo" —como se dio en llamar a - la variedad local— era de inferior calidad al chileno y que, a su ,_ vez, en los valles centrales del Reino de Chile, las condiciones eran ,,: adecuadas para alcanzar mayores rendimientos trigueros,-^ pero la invesrigación del cabildo desmintió que" se tratase de un cultivo erradicado de la costa. De hecho, nunca se había dejado de sembrar y, -- aunque se había reducido significativamente su producción, quizá ": por efecto pasajero de una plaga a principios de siglo (la roya), - se había mantenido tercamente en muchos valles. En 1777, tanto u; el trigo criollo como él de Santiago estaban tasados en 28 reales •3&. fanega, pero se calculaba que el primero era en definitiva más ca^' ro, porque molido rendía menos, aproximadamente unos 8 reales ^ por debajo del chileno. Esta información, sin embargo, debe ser to-^ mada con precaución, como proveniente del gremio de panaderos.-^ Zl_ El problema del^ trigo preocupó siempre a la burocracia colonial. Una baja en la producción chilena o la interrupción del comet— ció con Valparaíso, podían tener terribles consecuencias para las" ~'

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economías populares de Lima y alrededores. Por otro lado, el sistema implicaba la subordinación de la ciudad respecto a tm grupo de mercaderes dedicados al comercio intercolonial, dueños de navios y recuas de muías. Manso de Velasco, que gobernó entre 1745 y 1756, se lamentaba que, líó obstante los afanes por fomeaitaj a los hacendados, éstos eran en vano, "porque aumentando los dueños de los navios estudiosamente las conducciones, disminuían exiremadamente el precio de los trigos para dejar el comercio en sa mano, )' de este modo con su acopio hacían pobre la tierra y mantenían su esterihdad con la abundancia".^^ Los comerciantes, al ser también navieros, podían controlar cuándo y en qué cantidad llegaba el trigo al puerto del Callao, con lo que tenían abiertas todas las posibilidades para especular con el precio: podían subirlo v bajarlo, porque además el trigo no era un producto que se deteriorara rápidamente y para su conservación en el país existían las grandes z. bodegas del Callao y Bella\'ista. A más de comerciantes v D£l^^eros, se hicieron bodegueros. Esta confluencia de roles nacía cerneo con- i_ secuencia del control monopólico sobre el comercio del tdgo. — Para el Virrey Manso de Velasco, no había la menor duda sobre la exphcación de los cambios producidos en el paisaje agrario de la costa. Refiriéndose al trigo, decía: "y todos los campos que se ocupaban de estas grandes sementeras, o se los dieron otros destinos, o se dejaron incultos; porque el comercio de los trigos de Chile sofocaba a los labradores embarazándolos la utilidad. . .".^ El verbo sofocar —quitar la respiración, casi ahogar— era el más adecuado para resumir la relación entre comerciantes )' labradores.

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Los opositores a este sistema tuvieron su mejor vocero en la ^ figura de un aristócrata, versado en conocimientos económicos y provisto de indudables cualidades como polemista. Nos referimos a ' Pedro Bravo de Lagunas y Castilla, autor de un Voto Ccmsultivo... sobre la cuestión del trigo, publicado por primera vez en 1755 y re- editado con correcciones y añadidos en 1761. Aunque admitía el ar- " gumento sísmico, precisaba que, poco tiempo después (párrafo que,— al parecer, no fue leído con detenimiento por los partidajios de la "crisis triguera"), las tierras recuperaron su "antigua fecundidad".

^ v o l v i e r o n a cubrirse de espigas, fue por la ^posibilidad ¿ ^ t a ^ i r l m p e t e n c i a desigual que impUcaban las creadas ^ la co p , tg consiguieron que se mandase teaones chilena. ^ ^o ^^^^ ^^^ ^^ ^^^ ié, con Igualdad tanto de ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^^^^ ^^ . e ^ c t u o a porque s p ^^^ ^^^^^^^^ ^^ ^^^ ^^^ - ^ C ¿ e f ^ e ' los'mgos, pusieron tales resistencias sscaudales que '« » , desalentaron en sembrarlos, por emitirla, que los l-bradores e a ^^^,^ ^^ ^ ^ regnir .n penoso ^«^g'";/"^ ^ ' ^ . ¿ A u s t e n t o sólido desde el gütura del Campo . - N o euste n ^^^^^^ ^ ^^^^^^^^ .to de ^ásta a grano a J ^^ 1"^?^^ ,1 « e m a ha persisti, e Í : l i ^ i r t u e s l * d U diversos ag'r6nomos s e h ^ ocu le la coioma .^^^„a Teodoro Boza -corroborando una 10 del tema^ ^^.f ¡""^Z- ¿ efectos de la roya no pudieron ^ .antenor de Pablo Pat on . ^^ ^^^^^ ^iongarse más de "

« b a i o , p L los términos ^ ^ J l ^ S / ^ t ^ ^ ^ ^ sez de población indígena en la costa y an if

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sujetar a los mestizos, la - « V r S c V v o s ' ^ ^ a e l ' ^ ^ n X a e , u e bajo que podían proporcionar los esciavüb. i^ r ^„--QI u jw ^ , 1 . z-^A o Iní nporos que conocían el español requería el culüvo, se prefino a los ^^^^^ ¿ ..^ ¿i^^^.. ,^ 1^_ y estaban babituados a las costumbres del país. ao^^ ar de los '^ozaW'. Ténnino - ^ ^ ^ ^ ^ . f ¿ " ¿ , ^ ^ ^ nominar a ios esclavos recién ambados del Aínca, 9^''"^ miento del español; se decía, haciendo un simii con los perros, que tenían un bozal. En cuanto a la alfaUa, a la inversa de '^ f ' ^ ^ ' l ' ^ J ^ l Z que no tenia mayores exigencias: sembrada P ^ ^ - r e ñ i r vanas^o sachas, sin mayores cuidados porque, en todo caso, lo ^'fj^^^^^ dicarla. De allí que aquellas propiedades dedicadas a te culnvo - n o requirieran más exigencias que unos pocos trabajadores, necesa 28

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CÉi^:Tf^ ^ R J A N A n, UNA .í^UCULTURA DE EXPORTACIÓN

1.

EL

TRIUNFO DE LA CAÑA DE AZÚCAR

La caña de azúcar fue un cultivo tan antiguo como el trigo. Sin embargo, su apogeo recién llegó durante el siglo XVIII, cuando la costa central peruana —especialmente el espacio comprendido entre Santa y Cañete— se convirtió en la región azucarera por excelencia (ver m a p a ) , con rendimientos que estmieron por encima de los alcanzados en los valles del sur y que incluso, como veremos, afectaron sensiblemente a la producción de la costa norte. H'^

CUADRO 1

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Producción de caña de azúcar. Fines del S. XVIII

Costa central Sur (Camaná-Tambo) Aban cay Cusco Costa norte (Saña-Laml Costa norte (Trujillo)

350,000 arrobas 70,000 35,800 24,200 16,000 • 13,000

Fuente: Pablo Macera, Trabajos de histwáa, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1977, 1. IV, p. 29.

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