Apuntes romanticismo

POR FAVOR, NO PIERDAN NUNCA LA FELICIDAD. Literatura romántica. Literatura Española II. 2, 7 y 9 de Octubre de 2008. Co

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POR FAVOR, NO PIERDAN NUNCA LA FELICIDAD. Literatura romántica.

Literatura Española II. 2, 7 y 9 de Octubre de 2008. Contexto histórico y social del Romanticismo español. La tensión política entre Gran Bretaña y Francia afectó a la rivalidad entre las principales potencias europeas, como consecuencia, se forjaron alianzas decisivas que dirigieron el curso de las diferentes guerras que explotaron en Europa. Es España un claro ejemplo de esto. España, que había vivido el Despotismo Ilustrado con Carlos III (“todo para el pueblo pero sin el pueblo”), había pasado a manos, tras la muerte del monarca, de su hijo Carlos IV, que intentó continuar la política reformista y autoritaria de su padre, no obstante, su reinado marcó el inicio de la crisis del Antiguo Régimen en sus dos pilares fundamentales: la sociedad estamental y la monarquía absoluta. Además, con él se estableció lo que algunos historiadores han denominado el “Despotismo Ministerial”. La Revolución Francesa, iniciada en 1789, tuvo un gran impacto en la política española, dividiendo a la sociedad que era partidaria o no de la misma. Debido al miedo de los conservadores a que se extendieran las ideas revolucionarias por su proximidad geográfica y las relaciones familiares entre sus reyes, se mantuvieron algunas prevenciones y neutralizaciones de la propaganda liberalista francesa entre otras cosas. Carlos IV, aunque intentó mantener el equipo político de su padre, acabó por ascender a Manuel Godoy, un joven guardia sin linaje noble, a valido, por influencia de su mujer, lo que ocasionó una desvalorización del monarca entre los nobles por haber dado ese puesto a un plebeyo que prácticamente llevó el gobierno de España. La situación económica era catastrófica, las deudas heredadas del reinado de Carlos III y las guerras contra los británicos pusieron a la Monarquía al borde de la bancarrota. Como solución, Godoy llevó a cabo la desamortización de bienes a la Iglesia consistente en convertir en bienes nacionales las propiedades de instituciones menores vinculadas a la Iglesia. Resultó ser insuficiente, lo que, además, repercutió sobre las clases bajas de la sociedad que no podían sostener el aumento general del precio que, a su vez, provocó numerosas protestas populares; no hay que olvidar, que a parte, la sociedad se había visto mermada por varias epidemias que devastaron la península. Estos últimos acontecimientos provocaron que Godoy, y por ende Carlos IV, se hubieran ganado la enemistad del pueblo español. Napoleón, temiendo una invasión inglesa, propone a Godoy lo que se denominó el Tratado de Fontainebleau, que permitía a las tropas francesas atravesar España para conquistar Portugal, país aliado de Gran Bretaña, de él se harían tres partes de las cuales una sería entregada al propio Godoy. Para ello, Napoleón introdujo un número de soldados ingente que hizo pensar que no sólo se pretendía invadir Portugal, sino toda la península. El mismo Godoy comenzó a sospechar que había sido engañado por el Emperador de Francia e, intentando

poner a salvo a la Familia Real y a sí mismo, planeó una huída secreta a Andalucía desde donde pasarían a los territorios españoles en las Indias. Cuando el pueblo conoció este plan se sublevó en Aranjuez, y las masas marcharon hacia el palacio donde se encontraba la Familia Real y el valido. Es lo que se conoce como el motín de Aranjuez, en marzo de 1808, cuyas consecuencias inmediatas fueron el encarcelamiento de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su heredero, Fernando VII. Esperando su reconocimiento como Rey de España por Napoleón, amo de los destinos europeos, Fernando VII decidió ratificar la presencia de las tropas napoleónicas en España, que entraron en Madrid como símbolo de alianza y amistad. Pero, ¿cómo llegó a oídos del pueblo la huída a América? En realidad, había sido la camarilla organizada en torno a Fernando VII, compuesta por aristócratas y clérigos apartados del poder por Godoy, la organizadora de la revuelta. Fue esa camarilla la que fomentó el descontento entre los grupos populares y desveló los planes de la Familia Real. El que un rey legítimo fuera derrocado por una revuelta promovida por su propio hijo era un hecho sin precedentes en la historia de España y ponía de manifiesto el grado de descomposición de nuestra monarquía. Esta situación fue la que hizo que Napoleón ideara acabar con Fernando VII e instaurar una monarquía dirigida por algún familiar. Una vez que Carlos IV empezaba a arrepentirse de su abdicación y deseaba recuperar la Corona, escribiéndole incluso a Napoleón reclamando su ayuda. Es entonces cuando Napoleón decide no reconocer a Fernando VII como rey de España ofreciéndose para ayudar a Carlos IV y actuar como árbitro entre padre e hijo. Así, consiguió atraer a Bayona al padre y al hijo. Los madrileños, que consideraban que Carlos IV y Fernando VII habían sido hechos prisioneros por Napoleón, se sublevaron, pues no estaban dispuestos a someterse a los franceses que reprimieron muy duramente la revuelta. Mientras eso ocurría en España, en Bayona Napoleón hizo que Fernando renunciara a sus derechos al trono a favor de su padre, Carlos IV, y que éste renunciara a sus derechos a favor de Napoleón; a su vez éste, depositario ya de los derechos al trono español, los pasó a su hermano José Bonaparte, quien se convirtió en Rey de España con el título de José I. Según se fueron conociendo los acontecimientos, se extendió la insurrección contra los franceses por toda España, iniciándose así el 2 de mayo de 1808 la Guerra de la Independencia española, que fue básicamente una guerra de liberación de los españoles frente al invasor francés. Durante la guerra, y tras ella, la sociedad quedó dividida en diferentes sectores. En primer lugar, encontramos a los afrancesados, burgueses liberales en su mayoría, que fueron considerados los traidores a la patria por apoyar la ideología traída de Francia y el gobierno de José I; este sector estaba constituido por una minoría. Dentro de la mayoría, se fraguan diferentes tendencias, los patriotas liberales, que de alguna forma era una variante de los afrancesados, con deseos de un estado liberal pero sin una dominación francesa; a su vez, este sector diverge en dos, los jovellanistas y los doceañistas; los primeros pretendían que el monarca compartiera sus poderes con las Cortes bicamerales (Senado –nobleza y clero-, y Congreso –estado llano-), crear una constitución que reúna valores de el antiguo régimen y las ideas revolucionarias; los segundos, más radicales, proponen construir una constitución completamente nueva, de la nada, provocando una ruptura radical con el antiguo régimen, con una única cámara en las Cortes. Y finalmente, el último sector, el mayoritario, constituido por el estado llano, comparten la hostilidad hacia el gobierno francés y no están de

acuerdo con los liberalismos, son absolutistas convencidos que pretenden la vuelta de Fernando VII apodado ‘El deseado’, y la vieja monarquía. Hay que señalar, que el 90 por ciento de la población española es analfabeta, no se mueve pues por razocinio sino por sentimientos, un sentimiento religioso católico nacional unido por el sentimiento monárquico. La Guerra de la Independencia se puede sistematizar en tres etapas: -La incapacidad del ejército francés para controlar la península. Ciudades como Zaragoza o Gerona se sublevaron y fueron sitiadas impidiendo el avance francés por Levante. Las tropas francesas fueron derrotadas en la batalla de Bailén. Era la primera vez que las tropas napoleónicas eran derrotadas a campo abierto. A raíz de esto, José I que acababa de entrar en Madrid se vio obligado a retirarse al norte. -Cambia el surco inicial de la guerra y se impone la hegemonía militar francesa. La resistencia local organizada en guerrillas dificultaba el avance francés. Ello hizo que Napoleón se presentara en España al mando de la Gran Armada, los cuales restablecieron a José Bonaparte. Zaragoza y Gerona terminaron cayendo en manos franceses, aunque no pudieron tomar Cádiz, principal foco de resistencia contra el invasor, gracias a la ayuda inglesa que llegaba por mar. -Se lleva a cabo la ofensiva aliada, dirigida por los ingleses, que propició la derrota y expulsión de los franceses. El ejército aliado, formado por británicos, portugueses y españoles, y dirigido por el Duque de Wellington, obligó primero a que José I abandonara Madrid y el repliegue hacia el norte de las tropas francesas, y finalmente, ser expulsadas de la península. Se completa la victoria sobre las tropas napoleónicas con la firma del Tratado de Valençay (diciembre de 1813), por el cual Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España y las Indias. Durante la Guerra, se creó un nuevo régimen político promovido por los españoles contrarios a José Bonaparte. Enseguida aparecieron instituciones que proclamando el nombre de Fernando VII, defendían su legitimidad al trono rechazando la aceptación de las abdicaciones de Bayona. Entre estas instituciones, destacaron las Juntas locales. Para coordinarlas se crearon las Juntas Provinciales. Como el movimiento juntista iba en aumento se creó la Junta Suprema Central, en Aranjuez, destacando algunos nombres como el de Jovellanos. Su función era la de coordinar y dirigir la acción de los patriotas y mantener una autoridad fiel al legítimo rey Fernando VII frente a José I. Ante el desarrollo de la guerra y el avance francés, la Junta Suprema Central se trasladó a Cádiz, ciudad protegida y abastecida por la marina británica. Ya en 1810 pasó su poder a un Consejo de Regencia, una especie de gobierno provisional. De éste, partió la idea de reunir Cortes Constituyentes encargadas de redactar una Constitución para España. Las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de medidas que desmantelaban gran parte de los fundamentos políticos, sociales y económicos del Antiguo Régimen, al tiempo que procedieron a sentar las bases para la creación del nuevo Estado liberal. Pero la principal labor de las Cortes de Cádiz, fue redactar la Constitución de 1812, primera Carta Magna de la Historia de España propiamente dicho. Finalmente, cuando Fernando VII vuelve a Madrid, de nuevo proclamado rey, suprime tanto las Cortes como la Constitución, restablece el tribunal de la Inquisición, y restablece el absolutismo. A esta situación, los liberales

no cesan en su intento de que el monarca jure la Constitución, y dada su negativa, confabulan contra él. En 1820 tiene lugar el pronunciamiento llevado a cabo por el general Riego que encuentran apoyo en distintas capitales y el rey se ve obligado a aceptar la Constitución del 12. Comienza así una nueva etapa: El Trienio liberal. En 1815 Austria, Rusia y Prusia, firman la Santa Alianza que consistía en apoyos militares para reprimir el liberalismo a escala internacional, en 1822 el Consejo de Verona acuerda derribar el sistema constitucional de España y envía un ejército invasor llamado los Cien mil hijos de San Luís, y así, en 1823 se restablece el absolutismo y da por terminado el Trienio liberal. El Antiguo Régimen se prolongará durante diez años, lo que ha sido denominado la Década Ominosa. Fernando emprende una dura represión hacia los liberales que se exiliarán. Es en Inglaterra donde se refugian los exiliados españoles tomando contacto así con la moda romántica. En 1829 se muere la tercera esposa de Fernando VII, que no tenía descendencia. Se plantea quien deberá sucederlo al trono, que en teoría correspondería a su hermano Carlos María Isidro y que tiene el apoyo de los absolutistas más convencidos. Fernando VII contrae matrimonio con su sobrina María Cristina de Borbón, quien concibe dos hijas, Isabel y Luisa Fernanda, que plantea un problema dinástico, en 1713 el “Auto acordado” estableció la llamada ‘Ley Sálica’, que excluía a las mujeres de la sucesión, pero se establece en 1789 por acuerdo borbónico la “Pragmática Sanción”, que derrocaba la primera ley; la ley se había redactado pero no había sido promulgada y por lo tanto no era válida. Entre 1830-1833 María Cristina sustituye a Fernando VII quedando como regenta. Intenta que antes de morir Fernando señalara a su sucesor y él decide en el mismo año 30 dar publicidad a la Pragmática Sanción que se hace entonces oficial; sin embargo, presionado por su hermano, en 1832 la derroca. Tras el caótico criterio de Fernando, la hermana de María Cristina, con los fernandinos moderados organiza una reunión donde se decide que Isabel le sucederá como rey. Así, darán comienzo las guerras carlistas, apaciguadas por el convenio de Vergara. Tras el convenio de Vergara los militares asumirán el gobierno del país bajo la regencia de María Cristina, el general Espartero se convierte en el presidente del gobierno, tan liberal, que la reina se verá obligada en 1840 a exiliarse. Y el propio Espartero se erige regente y presidente del gobierno. Entra en negociaciones con el imperio británico para venderle territorios africanos, que exacerbo a las masas pues el pueblo español vivía con la ilusión de ser un Imperio, tal disconformidad llegó a que nunca se llevará a cabo la venta de los territorios, así como en los diferentes golpes de estado en pos de María Cristina. En 1842 se produce en Cataluña un levantamiento de República progresista para abolir la monarquía, que es reprimido por Espartero bombardeando Barcelona. En 1843 otro levantamiento en Andalucía secundada por Cataluña consigue la abolición de Espartero. En ese momento, las Cortes de Cádiz actúan y deciden adelantar la mayoría de edad de Isabel II, y establecer a Narváez, liberal moderado, como presidente del gobierno. Desde 1844-1878 da comienzo la época isabelina caracterizada por una política moderantista.

9, 14, 16, 21 de Octubre 2008 Orígenes, desarrollo y cronología del Romanticismo. El movimiento romántico tiene su origen más remoto en la filosofía individualista cartesiana. Por otra parte, la Ilustración ya había proclamando la individualidad del ser humano y la libertad de derechos. Más cerca aún tenemos a Rousseau, naturalista paisajista (frente a la sociedad que lo corrompe todo, está la naturaleza filosófica), que le dio a la Ilustración la llamada ilustración sentimental dejando a la razón un poco desplazada, un gran descubrimiento en las últimas fases de la Ilustración. PRERROMANTICISMO INGLÉS. Los orígenes inmediatos se encuentran en Inglaterra y Escocia a mitad del siglo XVIII, el movimiento que aquí se dará será denominado “prerromántico”. Tales como James Thomson, “The season”, poema en varias partes que describe la evolución de la naturaleza; en 1726 comienza a publicarse causando impacto por lo infrecuente que resulta darle esa relevancia al paisaje en textos anteriores. El tratamiento que antes del romanticismo se le da al paisaje aparece junto a otros argumentos que son los que se quiere acentuar en función alegórica o simbólica, no como función estética, por lo general, la naturaleza sólo constituía un marco en el que ocurrían unos hechos relevantes. A través de este autor se abre un camino que tendrá su repercusión en el romanticismo europeo. Otro autor es Edward Young “Night Thoughts” (Pensamientos nocturnos), que marcará la “escuela del sepulcro” con es carga trágica el carácter nocturno y siniestro que tendrá un eco muy directo con España. Otra obra a destacar, con un gran valor técnico, es “Conjures on original composition” (Conjeturas de composición original) que separa a los antiguos autores clásicos o clasicistas, sus normativas y la idea de imitación – mimesis, imitación de la naturaleza tal como es según la teoría aristotélica, e imitatio, imitar las obras grecolatinas-; frente a la poesis, que rompe la realidad y crea su universo, que no está gobernado por reglas ni pretende imitar la naturaleza, sino que existe un genio creador que carga de originalidad el texto. Esta idea marca una ruptura importante con respecto al movimiento neoclásico, ya que lo neoclásicos estaban seguros de que la única manera de crear una obra literaria era cumplir las reglas como leyes naturales. Junto a estos autores, se une James Hervey con sus “Meditations among the tombs” (Meditaciones entre los sepulcros); igual de cerca está Thomas Gray, “Eleggy written in a country churchyard” (Elegía escrita en campo santo); o Mark Akenside, “The pleasure of imaginations” (Los placeres de la imaginación), en el que se reivindica el poder creador de la imaginación; a partir de este momento, el yo racional y el yo espiritual se declaran la guerra, y el poder de la mente cobra un nuevo sentido, hecho que culminara en la obra de este último autor. Comienzan a aparecer en Inglaterra los “Fragmentos de poesía antigua” de Ossian, un bardo del siglo tercero, ciego –como Homero- y escocés que había escrito en gaélico-escocés poemas épicos que se publicaron traducidos en prosa inglesa con una gran intensidad sentimental y sublime con la naturaleza del cosmos. Tienen una acogida fabulosa en occidente y pasan a ser considerados el paradigma de la poética del norte frente a la clásica, lo que significa que la estética de Aristóteles no era ni la única ni la posible. No tardó en

descubrirse que era una invención por James Macpherson, aunque de hecho fue irrelevante pues siguió teniendo una gran influencia. En 1765 Thomas Percy, hace una recopilación de poemas ingleses en “Reliques of Ancient English Poetry” (Reliquias de antiguas poesías inglesas), que se convierte en un síntoma del reflejo del alma de una sociedad, la necesidad de acentuar el folklore y la tradición popular, en busca de una identidad nacional; práctica que repelían los neoclásicos. Así también remarcaremos a Horace Wolpole, “El castillo de Otranto”, que ilumina la narrativa terrorífica, cercana al género de las sepulturas pero en este caso, se trata de una novela, dando pie a lo que sería la novela gótica germánica años después. ROMANTICISMO ALEMÁN. Pero el principal impulso del movimiento romántico va a darse en Alemania, no de una manera brusca, sino sucesiva. Uno de los alemanes que rompe definitivamente con la Ilustración es Johann Georg Hamann, consecuencia de operarse en él una conversión estética paralela a una conversión religiosa. Aunque sus textos no circularon demasiado, sus obras no pasaron desapercibidas, influirá en grandes románticos como Goethe, Herder, o Jacobi. Tras su muerte, salen sus obras póstumas en una época en la que sus relatos ya son aceptados e incluso, venerados, acogido como un profeta o visionario teológico, filosófico y espiritual, que dará origen a un secta de ‘hamanianos’ que darán culto a este autor. En sus textos, expone las ideas de forma asistemática. G. E. Lessing se convierte en una de las manifestaciones más importantes del Romanticismo. Propone a Shakespeare como modelo fundamental y lo reivindica como romántico, como también hará con Calderón. Aboga por una dramaturgia que refleje la geografía y etnografía del lugar donde proceda el autor sin que se vea sujeto a las normas neoclásicas. Sus obras más destacadas son: “Sara Sampson” y “Emilia Gallotti”. Frente a Lessing, está J. Gottfriel Von Herder. Alumno de Kant y Hamann. Gran lector y admirador de Homero y Rousseau. Así también hacia la poética intuitiva de Shakespeare. Antes de él, la crítica literaria era un proceso muy mecánico y objetivo obligado a seguir las normas neoclásicas, independientemente del autor; él pretende precisamente lo contrario, comprender mejor la obra de forma subjetiva y a su autor, pues si conoces al autor se puede comprender mejor la obra. Sainte-Beure, gran crítico romántico que proponía examinar la biografía del autor en cuestión y consideraba que la obra buena se entiende como esa especie de proyección del yo del autor en el papel. Decía que mientras que todos los autores siguieran unas reglas predeterminadas para crear una obra no podría existir una historia de la literatura ya que la literatura del siglo XVI tenía los mismos patrones que las del siglo XIV. Pero dado que en el Romanticismo aparece el genio creador, existe ese sentido de la historia. Para SainteBeure es necesario conocer la época y el lugar en el que vivió el autor. Llegó a proyectar una indagación sobre los orígenes, crecimiento y decadencias de la literatura a lo largo de la historia. Para él, tiene sentido hacer un seguimiento de la historia de la literatura nacional ya que ahora existen modelos diferentes. Existe un abandono de la estética universalista neoclásica que tiene como consecuencia la comparación entre las diferentes corrientes de la literatura, que es el germen de la literatura comparada como disciplina; los padres de ésta son: Amepére, Villemain y Chasles.

Herder, su poesía no sigue las reglas clásicas, refleja el alma y el espíritu de una colectividad, el pueblo. Dejó huella en Jean Paul, Novalis, Shlegel y sobretodo en el llamado movimiento alemán “tempestad y empuje” – Sturm und Drang-, en el que existe un perfil propio de la literatura alemana frente al universalismo nacionalista del neoclasicismo; el primero, apoyado en Herder y en Jean Paul, crean el ideal romántico: abandono de las reglas, genio creador, originalidad, etc. Ejemplo de ello es Bürger, con una poesía de alma colectiva tan característica; o Stolberg, con una gran expresión del sentimiento; ambos miembros de este grupo. Pero como en la poesía, también en la prosa se reflejará la personalidad de estos autores. Goethe, en principio escritor neoclásico, tras u episodio de tuberculosis, llega a Estrasburgo y tiene un encuentro con Herder, y queda deslumbrado con él. Nada más leer sus obras, y ver el valor del sentimiento, imaginación, espontaneidad; decide acoplarse a ese movimiento romántico. Goethe, que había encontrado su propia identidad abriendo su mirada al exterior, vuelve la mirada al neoclasicismo, a sus orígenes, un, digamos, neo-neoclasicismo, tras su ruptura radical que le llegó al Romanticismo. Lo clásico representa el reconocimiento del mundo objetivo mientras que lo romántico significa subjetivismo, individualismo, etc. Lo primero se asocia a la razón, lo segundo a las emociones. Lo clásico, para Goethe, con esa dimensión racional, significa la salud mental, la racionalidad, y el Romanticismo un desbordamiento emocional, una salud enferma. Lleva a tal extremo su neoclasicismo que reivindica los cinco actos en el teatro y reclama las unidades. Escribirá “Ifigenia en Táuride” rescatando la tragedia griega. Junto a ese texto universal, nace el drama “Los bandidos” de Shiller, que tendrá una larga descendencia romántica; a éste le siguen otras piezas dramáticas “Don Carlos” tocando el tema del despotismo ilustrado español llevado por el rey Carlos III. Un poco más tarde, “Guillermo Tell”. Hay que señalar un texto sobre poesía ingenua y sentimental donde Shiller distingue y contrapone esta forma de entender la poesía. Por ingenua cree natural, objetiva, que describe el mundo externo, el mundo plástico, propio del mundo clásico; a esta visión propone su contraposición de poesía sentimental, introspectiva, marcadamente musical, nacida en el mundo moderno, propia de la era cristiana, fruto del conflicto que a juicio de Shiller surge entre el yo y el otro. En torno a 1798 aparece un grupo de la universidad de Jena como una contaminación del Sturm und Drang. Nos encontramos sobretodo con teorizadores como Novalis, Ludwig Tieck, Schlegel, el teólogo Schleiermacher, y Schelling. Tendrá un gran impacto en una revista llamada Athenaeum que será el órgano de éste. Como consecuencia acabará por destruirse todo lo clásico y van a contribuir a la difusión de Shakespeare y Calderón de la Barca, en favor de la poesía sentimental. Promoverán la narrativa fantástica, la filosofía idealista y la identificación de la poesía con la vida. Dos grandes componentes de esta corriente serán los hermanos Schlegel, y en especial, Augusto Schlegel, en un principio neoclásico convencido, y después seguidor de Herder que lo aproxima al Sturm und Drang. En el círculo de Jena se acerca a Tieck -que había traducido “El Quijote” al alemán-, el cual le recomienda que lea a Calderón. Su primer contacto con Calderón no fue muy bueno, le puso reparos a su literatura. Hizo un segundo intento más profundo a los textos de Calderón y Lope de Vega. Dará unas conferencias donde exaltará la figura de Dante, Lope y, sobretodo a Calderón como máximo autor literario, en este entusiasmo se dedicará a traducir varias series cómicas del teatro de Calderón. Hace un ensayo sobre el teatro español, un tributo a Calderón, “Lecturas sobre arte y literatura dramática”, en tres tomos, dictadas antes de su publicación en Viena. Retoma la antinomia de lo clásico y lo romántico. A partir de este momento la contraposición va a ser muy habitual, la razón es algo limitada, sin embargo, el alma

permite ir más allá. Esta teoría romántica está inspirada en la situación política de España, ya que se trata de un país gobernado por una ideología absolutista, un país religioso, manteniendo los valores caballerescos del medievo; se encuentra en España la reserva de todo lo que Europa ha perdido; para él la literatura española en su conjunto es puramente romántica. Federico Schlegel, se encuentra con las traducciones de su hermano y se interesa por Calderón, también él da una serie de conferencias históricas de la antigua y nueva literatura; convertido al catolicismo, también él encuentra ese espiritualismo español. Criticará mucho a Francia, país del naturalismo, ateismo y republicanismo. Los dos hermanos van a influir en la difusión del espíritu romántico tradicionalista y conversadurista.

ROMANTICISMO INGLÉS. Hacia 1990 se produce la “vuelta al hogar” del romanticismo, ya que las corrientes románticas alemanas se extrapolan a Inglaterra debido al entusiasmo inglés hacia el teatro de Shiller y el acercamiento de autores ingleses hacia los alemanes. Alemania será concebida como un lugar de peregrinación por Coleridge o Wordsworth, que trajo de la mano la novela gótica en su viaje a Alemania, un ejemplo es “Udolpho” de Ann Radcliff, novela característica inglesa con sus raíces fantásticas en Alemania. Da comienzo el Romanticismo inglés sin una conciencia de ruptura sino que fue un movimiento progresivo primero de ascenso y después de descenso. “Lyrical Ballads” por Wordsworth y Coleridge en el que escriben un prólogo con una advertencia la cual avisaba de un experimento que incorporaba a la poesía el lenguaje plebeyo, con lo cual pretendían romper con la lengua nobiliaria. Coleridge se inclina por una poesía fantástica, imaginativa, en un estilo sobrio; mientras que Wordsworth se inclina más hacia la vida cotidiana acercándose más a una posición realista con un lenguaje más convencional. Junto con W. Blake, pintor y poeta que ilustraba sus obras como “Cantos de inocencia y experiencia”, son la primera ola de la poesía romántica. Habría que mencionar en el género narrativo a Walter Scott como novelista histórico. 28-10-08 En Alemania se documenta desde 1663 romantik y romantisch. En el Wheter de Goethe nos habla de la “romantisch Uberspannig” la exaltación romántica. En Wieland y en Schiller, así como en Federico Schelleger, en un artículo ya mencionado. Ahora se trata de contraponer autores románticos frente a clásicos, no como antes, que se oponían los paisajes y las ideas. Aparece el término Klassik o Klassisch en contraposición. La literatura romántica se engloba en el periodo cristiano según este escritor, por eso habla de Dante Shakespeare y Cervantes como románticos. Todos los que se salen de la cultura aristotélica son considerados románticos. Para Augusto Guillermo Schelleger el romántico por excelencia es Calderón. Los primeros que se califican como románticos es el grupo de Hiderlberg. Esa idea de romántico como algo nuevo. En este momento se mezclan Calderón y Dante con los autores nuevos. Por influencia francesa se va a utilizar romantique, a partir de 1810. En España hay una curiosa aparición el padre Feijo, a mediados del siglo XVIII. Escribe una crítica que ya nos habla de una narración romancesca, en el sentido de fabuloso y fantástico. Encontramos la palabra en Don

Nicolás Böhl de Faber es un personaje clave para la introducción del romanticismo en España. Era alemán, y en el año 1793, en su diario, habla de lo romántico que es el paisaje y de las ideas románticas de su mujer. Leandro Fernández de Moratín, en su “Viaje de Italia” hablando de unas comedias de un autor italiano, siendo perseguidor del barroco por sus ausencia reglas, asocia esas comedias con algo irreal y romancesco, impropias del género. Böhl de Faber publica en una revista un artículo sobre los nuevos escritotes alemanes, y los llama de romancista, los que no siguen las normas aristotélicas. Este propio autor coprotagonizar entre 1814 y 1820 la querella calderoniana. Se discute en ella sobre la validez de Calderón y de la doctrina neoclásica. Comienza a aparecer todos estos términos referidos anteriormente: romanesco, romántico, románico, romanesco. Dice que prefería la palabra romancesco, y no le gustaba usar romántico en ese sentido. La verdad es que desde el año 18 se impone la forma romántico.

Caracteres generales del romanticismo. En su libro de ensayo, Octavio Paz escribe unas palabras que pueden ser útiles en referencia a que el romanticismo fue algo más que una estética, Casio como una religión, una manera de vivir y de morir. La literatura es una de las manifestaciones de esta forma de vida, una de las muchas. Esto es especialmente cierto en los casos de Inglaterra y Alemania, una forma de estar en la vida. En España un poco menos aunque tenemos existencias románticas, como la de Larra, Espronceda o Zorrilla. Mucho menos en Francia, porque el romanticismo es como una opción estética y no una función vital. Como en Inglaterra y Alemania se fundó, ocurre que sucede lo genuinamente romántico. Hay diferencias entre romanticismo y románticos. El rasgo básico es el idealismo subjetivista. Una actitud que se opone al empirismo y el racionalismo de la ilustración. La idea ilustrada de que el conocimiento arranca de los sentidos y que nuestra razón es un arma poderosa para ver lo real se cuestiona en el romanticismo. La mejor expresión de esto está en la obra filosófica de J.G Fichte, que parte de Kant, que veía en el sujeto un valor absoluto. Avanza más que Kant, porque para el universo no tiene existencia propia, tiene existencia objetiva. La única realidad es el yo. La conciencia del yo, que la de la realidad, es el principio absoluto de todo saber. Schelling no está muy lejos de estas teorías. Según él, a lo absoluto se puede acceder a través de la autocomplaciencia. No existe el mundo exterior, sino las ideas. “Todo cuanto existe para los hombres no es sino su fantasía. Fabricamos la realidad a nuestra medida” Hugo Fosko. Friedrich, el pintor romántico, dice que el pintor tiene que pintar no solo lo que ve, sino lo que está en é, tiene que pintar sus sentimientos y su alma. Esto es el idealismo. Cada individuo crea su realidad. La primera consecuencia es una exaltación del yo. Gabriel García Tasara dice que “Mi dios soy yo, mi sociedad yo mismo.” Es un reflejo exacto del pensamiento romántico. En España, el subjetivismo es menos acentuado que en otros países. La realidad exterior se volatiliza menos que en otros romanticismos. Predominan las evocaciones del pasado en la literatura española y la recuperación de la memoria como algo patriótico y nacionalista. Predomina el romanticismo conservador sobre el liberal, un romanticismo liberal que es menos conforme con la realidad. Se piensa que el poeta es un elegido desde lo alto, y a la que se le ha concedido una misión para llevar un mensaje sublime a la sociedad. Ese poeta es un ser más sensible que los demás, sufre y goza más. Por eso viene esa idea de incomprendido y de soledad con esa superioridad. Esto será un tópico romántico. Ya lo vamos viendo en el prerromanticismo, con Menéndez Valdés en su oda a la mañana, donde

aparece el hombre solo y huérfano, incluso incomprendido. El ser aislado es el arquetipo romántico. Uno de los tópicos de la literatura y de las artes plásticas es la idea del héroe romántico que aparece en la cumbre de una montaña, en un acantilado, la soledad frente a los demás porque es superior. Esto está en Wheter, en “El infinito” de Leopardi. Así comienza el distanciamiento entre el héroe romántico y la sociedad. Este yo es el lugar en el que existe la realidad. El yo es el universo. Este yo tiende a crear más realidad, a tenerlo todo, ser o más rico posible. El yo que quiere esperar al infinito se encuentra con el tiempo y el espacio. Hay una limitación del tiempo expansivo. Ese conflicto que enfrenta al yo y al otro, los límites. Los alemanes llaman a esta sensación como “Sehnsucht”, afán, anhelo. El deseo de algo más. La sed insaciable. Pero el autor romántico no sabe lo que es, quiere traspasar esos límites. Es ese “no se que” que agobia al autor. De aquí viene el espíritu trágico del romanticismo. Cuando encuentras los límites y las barreras. El resultado de este conflicto se manifiesta en la melancolía radical, en el tedio, lo que en Inglaterra se llamó el “Spleen”, más tarde aparece en España la palabra esplín. Por eso se popularizó tanto el suicidio como medio de salvación para esa angustia, para salir de esta melancolía perpetua. Un dolor cósmico que lo abarca todo. El pensamiento nacional da autonomía de la cosas, la desconecta del yo y le da objetividad y consistencia propia. Pero si las cosas que pensamos racionalmente empiezan a solidificarse chocamos con ellas. Es un límite en el que se tropieza. En el contexto del romanticismo se exalta al sujeto, pero no a sus pensamientos racionales. Se exalta el espíritu, no la razón. Los estratos no racionales del yo. Porque la razón es una fábrica de realidades subjetivas que nos confunde. Los sentimientos, la fantasía, la imaginación, los sueños, los ensueños, todos estos estratos no racionales del yo van a chocar con el yo que reflexiona. El segundo gran conflicto romántico es que en el interior del yo enfrenta al yo razón con el yo espíritu. La razón bloquea al hombre libre del romanticismo. Esto aparece muy bien en “El estudiante de Salamanca” de Espronceda, donde dice: “que es la razón un tormento y más vale delirar sin juicio, que el sentimiento cuerdamente analizar.” 30-10-08 En muchos románticos va aparecer un sentimiento cristiano y religioso, con un nivel no lógico y no racional del sujeto. No se trata de un renacimiento religioso, es un interés estético y sentimental. Más que la religión en sentido autentico, se refiere al sentimiento religioso. A las manifestaciones culturales y artísticas del cristianismo. Al interés por las catedrales góticas, los conventos, los claustros, los hábitos monacales, la liturgia, el canto gregoriano, la imaginería religiosa, las procesiones, la oración vocal, todos estos estímulos emocionales y afectivos. El impacto estético sentimental desemboca en la confesión, en la creencia. Junto a este sentimiento religioso podríamos hablar de una ideología cristiana. Más que la vivencia cristiana es la doctrina, la teoría. Tiene una presencia muy fuerte en el romanticismo restaurador. Se mezcla el cristianismo con el medievalismo. Se hace toda una mitología de esto. Al privilegiarse los aspectos espirituales el cristianismo se prima. Esto lleva consigo otro fenómeno, la sensibilidad de las evoluciones del mundo infra natural, es decir, el más allá, fantasmas, brujas, hadas, nomos, milagros... Todo esto se opone al racionalismo de la ilustración.

El sueco Emmanuel Swedenborg (1688-1772), filosofo, naturalista místico que defendía que hay una duplicidad en el mundo. Existe un mundo terreno y material, pero que también hay un mundo celeste, el trasmundo. Entre estos dos mundos hay paralelismos y correspondencias. Todo lo que existe en un mundo tiene su paralelo en el otro. Esto influye mucho en el simbolismo y en Boudelair. La naturaleza es un bosque de símbolos. Existe otro personajes, Martines de Pasqually (1727-1779) que sostenía que todo hombre puede tener u debe tener visiones, que es un don que todos tenemos que desarrollar, y él afirmaba tener contacto con criaturas extraterraqueas, tuvo muchos seguidores en Bourdeos y en París. Todas estas doctrinas, en el siglo XVIII quedaron en una posición marginal por la influencia racionalista de la ilustración. Por eso se llaman ciencias ocultas, porque se mantienen en círculos esotéricos y misteriosos. Estos seguidores están en minoría, escondida y desplazada por el cientificismo racionalista, y en el siglo XIX encontraran su lugar con la llegada del romanticismo. Obermann escribe unos sueños premonitorios que abre el camino al surrealismo en el romanticismo. Hay unas consideraciones sobre los sueños de este autot con un valor proféticos y sobre todo con mucha numerología, que nos permite acceder a ese plano oculto. No es raro que en fechas románticas aparezca el fenómeno de espiritismo. La familia Fox, en su casa comienza a sonar ruidos extraños e inexplicables. La familia mantiene una conversación con los fantasmas a través de los golpes en las paredes. Se extiende este movimiento desde mediados del XIX. Víctor Hugo practicaba el espiritismo, así como Gautier. Rubén Darío y Leopoldo Lugones, Valle-Inclán también se interesaban por esto. Lo sobrenatural se considera normal. Esta atracción se nos muestra en los cuentos de Hoffman, en la novela gótica inglesa, en los hermanos Green, en “El estudiante de Salamanca” de Espronceda, en las “Leyendas” de Becquer. Con este problema el espíritu y la razón tienen varios frentes. Los conceptos de la razón se comunican a través del lenguaje humano. La razón encuentra en el lenguaje un cauce apropiado para la comunicación. Pero para los parámetros del espíritu el lenguaje les viene pequeño. Los románticos pensaban que los contenidos espirituales desbordan las posibilidades comunicativos del lenguaje. Un texto de Beethoven “Carta a la amada inmortal” expresa muy bien este significado. La imposibilidad de expresar el sentimiento. Lamartine, en su novela Jocelyn evoca esta figura de la incapacidad de expresar los sentimientos con palabras: “solo el corazón puede expresar en su lenguaje con otro corazón.” En las rimas de Becquer, en las primeras, encontramos con insistencia esta idea. Si hay que comunicar los sentimientos y el lenguaje es insuficiente hay que recurrir a las interjecciones, palabras que son pura expresión, una descarga emocional. Se usan mucho los signos de exclamación y de interrogación. La intensidad del sentimiento se transcribe con elementos no conceptuales del lenguaje, los puntos suspensivos. Todo este tipo de recursos abundan en cualquier texto romántico, sobre todo en los más líricos. En la poesía y en el teatro sobre todas las cosas. Otros elementos que ya no son ni lenguaje verbal, que son los suspiros. El llanto es un lenguaje para los románticos, las miradas, la música. Beethoven dice” La música es una revelación superior a toda ciencia y a toda filosofía” Mendelson compone unas romanzas sin palabras. Solamente los sonidos bastan para mostrar lo que se siente. En “La educación sentimental”, el protagonista dice “A veces la música le parecía lo único capaz de expresar situaciones interiores, entonces soñaba sinfonías”. En Gustavo Adolfo Becquer “Yo se un himno gigante y extraño”. En este mundo del espíritu, inefable, tienen en primero lugar una gran importancia los sentimientos en el concepto del romanticismo, que prevalecen por encima de los pensamientos. Esto determina el carácter de los héroes románticos, tanto en la vida real como en la literatura. El fundador de la caracterología fue La Senne, psicólogo que propuso establecer una serie propiedades constitutivas que son:

-

La emotividad

-

La actividad

-

La resonancia: el efecto que las cosas producen entre nosotros. Existen dos, la primaria y la

secundaria. La secundaria en la que dura en cuanto a los sentimientos. Establece una serie de tipos: -

EAP: la persona que tiene un alto nivel de emoción y actividad. Se mueve por una

predisposición natural y las cosas le afectan. El colérico. -

EnAP; el nervioso.

-

nEAP: el sanguíneo.

-

nEAS: flemático.

-

EAS: apasionado.

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EnAS: sentimental.

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nEnAP: amorfo.

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nEnAS: apático.

Todo romántico tiene que tener emotividad, por eso no puede ser romántico un sanguíneo, ni un flemático, ni amorfo ni apático. Los personajes románticos y los autores reunirán estas características. El sentimentalismo es un rasgo muy acusado en el romanticismo español. Asoma ya en el prerromanticismo de finales del siglo XVIII. Encontramos en ellos una fuerza sentimental en dos vertientes: la expresión de la amistad, un sentimiento nuevo que se descubre que tiene componentes afectivos. Rousseau descubre la amistad como sentimiento. Se va a dar tanto en la literatura como en la correspondencia entre los escritores. Este sentimentalismo se manifiesta también en la principal faceta, en la exaltación compasiva de ciertas figuras y hechos. Esa solidaridad con los mendigos, campesinos y demás gentes que viven en durísimas condiciones, así como los sitios de América, a los que la civilización aniquila y corrompe. Todo esto se intensifica en el romanticismo, y se va a polarizar de manera muy característica, de forma de simpatía hacia dos tipos de personajes: los niños espositos, los huérfanos y desterrados, los peregrinos, gitanos, suicidas y enfermos, serán personajes muy idealizados. Por otra parte, esta identificación sentimental se dirige hacia los rebeldes políticos, los bandidos, los criminales, los piratas… en cambio, el llanto es bastante infrecuente en nuestro romanticismo. Ya lo era en el prerromanticismo, a pesar de que el llanto fue una moda, era de buen ver que la gente llorara, pero en España hay poco llanto. Todo se concentra en Jovellanos. Aparece con mucha frecuencia el motivo de la lágrima solitaria, llorar una sola lágrima. Una furtiva lágrima de Donizzeti es un claro ejemplo de esto. Esta prioridad del sentimiento nos explica la biografía misma de muchos románticos. En ellas podemos encontrar una serie de rasgos que se interpreta esta forma de vivir. Gente que con quince años comienzan a escribir, con una vida errante, casados a temprana edad, con una profunda rebeldía que los asfixia contra la sociedad, el poder, los padres. Casi todos ellos conocen la cárcel, el exilio, el destierro y sobre todo la muerte prematura. Casi todos mueren antes de los cuarenta y cinco años, y por su propia mano, el suicidio. Dentro de este mundo del sentimiento, las claves son el amor, la libertad y la melancolía. -

El Amor: se basa en que la idea de Rousseau del modo naturalista. En el trasfondo está la

negación del pecado original. Para el filosofo la naturaleza es buena, los productos naturales son también buenos, la madre naturaleza, la civilización es el mal que corrompe la naturaleza. Dice que los sentimientos

son naturales y por ello bueno, los que surgen espontáneamente, y no tienen que ser reprimidos. El amor por un sentimiento, no por una obligación. El amor por una monja será una visión muy típica, el rapto, la violación de clausura, suicidios por amor, asesinato del amor. Se rinde culto a determinados personajes que se convierten en símbolos de la pasión amorosa, como Mazias el trovador, Romeo y Julieta, Los amantes de Teruel, Abelardo y Eloisa. Este sentimiento se desarrolla en el romanticismo en un proceso de tres fases. Hay considerar una situación social en la que contar con la mujer era algo excepcional. De aquí viene lo de los balcones y las ventanas, las serenatas. Había muchos códigos de comunicación. a)

Primera fase: idealización de la dama: a partir de algún dato o hecho se crea el ser bello y

perfecto. b)

Choque con

la realidad. El romántico descubre la mujer real y queda en evidencia con

respecto al sueño. Se hunde la quimera y se viene abajo todo el montaje formado. c)

La tercera fase es la desilusión y la amargura. El romántico se siente desengañado, en una

crisis existencial y una actitud nihilista. El ansia de algo más le llega al poeta a esa desesperación. Podemos ver esto en leyenda del Claro de Luna de Becquer, en sus Rimas. d)

Otro de los sentimientos básicos es el de la libertad. Convergen una serie de fuerzas

determinantes, como el liberalismo filosófico (Look, los franceses) y liberalismo político. Comenzó siendo una doctrina filosófica que predica la igualdad natural de todo hombre, los derechos innatos, la necesidad de desconcentrar el poder para evitar abusos. La libertad aparece como un derecho del hombre. En 1789 ocurre la revolución francesa con el lema: Libertad, igualdad, fraternidad, lo que hará fomentar más esa idea. En 18081813, es España es invadida por Francia y hay un levantamiento popular defendiendo la libertad española contra el invasor. La libertad va a ser algo muy presente, lo que explica que se rinda culto a los héroes de la libertad, empezando por los orígenes del universo como Satanás, Caín, los bandidos, los insurrectos, los gitanos, gente que despliega su yo frente a la sociedad. en otro nivel se va a pedir la libertad de expresión para el artista, porque las reglas aristotélicas de los neoclásicos es también un choque. e)

El otro gran sentimiento es el de la melancolía. Va unido al fastidio universal. La melancolía era

según la medicina hipocrática uno de los cuatro humores fundamentales, idea que parte de los presocráticos. El hombre está constituido por cuatro humores: flema, fuego, melancolía… la palabra humor etimológicamente proviene de un significado material, físico, una sustancia. La melancolía, que es un humor, se relaciona con la locura, con el furor, con la manía, y por tanto, puesto que se entiende que la inspiración poética es manía y enajenación, arrojo, se considera que se relaciona con la inspiración poética, con el ingenio. Robert Burton publica en 1621 “Anatomía de la melancolía”. Distingue de l melancolía espiritual de física. Hay una melancolía espiritual que no es propiamente física. Explica las causas de la melancolía como la voluntad de Dios, la actuación del demonio, los hechizos, la mala alimentación, el cansancio físico, la soledad, la ociosidad, estar dominado por los vicios, el mucho estudio, el duelo. Explica los remedios también y comienza una división espiritual con esta obra. Kant insiste en el tema de la melancolía. Dice que el melancólico se preocupa poco de la opinión de los más. No le influye nada la sociedad. Valora por encima de todo la libertad, dice que los melancólicos abominan toda clase de cadenas. El melancólico tiene un gran deseo de justicia, y la injusticia provoca en el melancólico un deseo de venganza. Tienen una capacidad especial para experimentar el sentimiento de lo sublime. En el prerromanticismo nos encontramos, desde la escuela del sepulcro, con la melancolía.

Junto a los sentimientos dentro de ese yo, está la fantasía y la imaginación. Dos facetas no racionales del yo. El neoclasicismo ilustrado entiende la poesía como imitación de la naturaleza “mimesis”. Esto impone una actitud pasiva frente a la naturaleza en el romanticismo. Los neoclásicos admiten el papel de la imaginación en la creación poética, pero dominada por el juicio. Las imágenes no pueden ser demasiado libres. Por una parte el poeta esta sometido al hombre real que tenía que imitar, y por otra parte su imaginación tenían que estar sometidas a la razón. Pero los románticos serán mucho más libres, más como “poiesis”, no es tanto imitar objetos interiores, sino describir su propia realidad. El poeta crea su propia realidad. No se siente obligado a imitar la naturaleza, sino de volcar su yo en el papel. No tiene que copiar nada. La imaginación es el instrumento creador por excelencia. Por eso se habla de algo divino en la creación poética. Bowra establece una diferencia entre los poetas ingleses y alemanes en el concepto de imaginación. Los alemanes emplean la imaginación como una medida para evadirse de la realidad, para crear otros mundos, de esa jaula, los ingleses lo entiende para penetrar la realidad más profundamente. Es un arma más poderosa. Cuando se trata de conocer la realidad a través de la imaginación no se trata de la realidad física, sino que con la imaginación entramos mejor en el mundo de la conciencia. Los románticos desdeñan y olvidan la realidad objetiva, la naturaleza porque para ellos la verdadera realidad es la que se creen con su propia imaginación. La realidad subjetiva se suplanta por las creaciones del propio espíritu. Para el siglo XVIII el Quijote era un personaje absurdo porque ha perdido la razón y se concibe como una obra cómica. Para los románticos se convierte en un personaje metafísico, es un héroe de la creación. Es admirable porque es lo que todo romántico quiere hacer. En la segunda mitad del siglo XVIII un prerromántico como Cadalso dice que en el Quijote hay algo más que disparates para reír un rato, hay un conjunto de materias importantes e interesantes. Si partimos de la idea de que la imaginación es creadora de la realidad, en el yo romántico se desprende que la imaginación es el medio fundamental. Kant, en la “Crítica del Juicio” distingue la imaginación reproductora y la productora. Aquella sería la capacidad de evocar y visualizar en la conciencia de una forma muy vívida y pormenorizada una realidad que no está presente. La imaginación productora es en la cual creamos cosas que no existen en la vida real. La imaginación reproductora tiene más que ver con la mímesis, representar la naturaleza. En cambio, la imaginación productora tiene más sentido con la poiesis. Esto también lo hace Collegich distingue la Fancy de la Imagination. La imaginación productora es la forma suprema para los románticos. Es el individualismo subjetivista. El yo va a recurrir a la imaginación productora sustituye la realidad objetivas por realidades productos de la imaginación reproductora, buscando como una fuga o un escape. Fugas en el tiempo. Los románticos a través de la imaginación viajaban en el tiempo y se escapaban. En España esto será muy importante, una característica primaria. El medievalismo es característica primaria. Se juntan varios motivos: de la Edad Media se sabía bastante poco porque las ciencias investigadoras comenzaban a dar sus primeros pasos. Al tener pocos conocimientos era una zona oscura, que atrae, que se nos impone pocas cosas. La Edad Media se ve como una época dominada por los valores espirituales; caballería, monarquía, religiosidad… Va a ver una fascinación notables sobre el arte gótico, que viene de Europa y rompe con lo Clásico. Ejerce una atracción muy fuerte sobre los románticos. En España, Antonio de Capmang dice que la arquitectura gótica imprime cierto género de ánimo de soledad. La misma morfología del gótico subraya muy bien el espíritu del romántico, con un impulso que se eleva hacia el cielo. Por otra parte no podemos olvidar que España se constituye la unidad Española. La reconquista con los Reyes Católicos crean

la nación española, por el eso las figuras de la reconquista tienen un papel muy importante. Entre todo esto, podríamos decir que es el romanticismo más medievalista de todos los europeos en proporción. Ribot y Fontseré escribe acerca de este término: “Los tiempos de la caballería parecen en efecto tiempos soñados, tiempos creados en los felices delirios de una imaginación acalorada por el entusiasmo que emplean los sentimientos.” Dentro del romanticismo hay una afición enorme por las ruinas, tanto medievales como clásicas, castillos y fosos. Las ruinas permiten que la imaginación reproductora juegue un papel decisivo. Es como un papel en blanco. Por esos e prefiere la noche al día porque en la noche se puede imaginar, se puede crear. Hay también un tipo de fuga que se produce en el espacio. Se huye a otros territorios. El exotismo es lo que llamamos la fuga espacial. Para los europeos el mundo oriental será crucial, un mundo del que se sabe poco y podemos desplegar la imaginación reproductora. Para los románticos mediterráneos serán las nieblas de Europa del Norte, como para los del Norte Andalucía y el sur.

6-11.07 En una noche de 1816, en la villa de Deodati se reúnen Lod Byron, Polidori, Mary Scheller y su marido, se reúnen para contar reatos fantásticos, alemanes y fueras del mundo de lo verosímil. Cada uno se propone escribir un relato lo más terrorífico posible. Mary Scheller escribe Frankestein, un monstruo que mata a todos los seres más queridos de su creador y mata a su creador. Es un estudiante ocultista que crea esta criatura. Hay un mensaje interesante, un parábola sobre los efectos desastrosos de la modernidad. El hombre aniquilado por sus propias creaciones. Se edita en 1918. Polidori escribe el Vampiro también en esa noche. Sobre esta literatura terrorífica es la visionaria, en la cual las creaciones de una mente alterada y perturbada se proyectan en el mundo exterior a través de una obra literaria, como “El estudiante de Salamanca” y las leyendas de Becquer. Hablamos de imaginación hasta este punto, pero hay un paso más allá, que es el mundo de los sueños, que es el tercer aspecto espiritual del yo romántico. Los románticos se fijaran mucho en los sueños. Béguin escribe un libro sobre este hecho. La única realidad es la del yo, por lo tanto el que sueña crea una realidad propia desconectada del mundo real. El soñar es la máxima expresión del ser. La máxima actividad idealista posible. “El hombre es un Dios cuando sueña, un mendigo cuando razona.” Se enfrenta la actividad del yo racional con el subjetivo. El hombre en los sueños crea un mundo, transforma la realidad, soñar nos libera. Se entiende el sueño como un medio de conocimiento superior a la razón. Tenemos intuiciones de más largo alcance. Los sueños iluminan las visiones. La doctrina surrealista partirá de esta base, la que dice que el sueño es el estado natural del hombre, es algo continuo pero cuando nos despertamos salimos de ese plano y desde la vigilia entramos de nuevo en ese mundo. Esto es una teoría de Bretón. “Kubla Kahn” es un poema difícil de descifrar porque es la versificación de un sueño. Se mira a Don Quijote porque es como si viviera en un sueño. Ser un soñador pasa a ser un elogio. El soñador es alguien que ve más lejos. En otras situaciones el yo no lo es todo. Encontramos que se admite la realidad objetiva y el mundo externo. Se respeta la entidad del mundo normal, pero en cualquier caso, esta realidad aparece siempre en estrechísima vinculación con el yo, no es algo independiente y ajeno. El gran punto de referencia en esto es el tema del paisaje. El romántico puede inventar un paisaje o no. En España hay poco interés por el paisaje. Las descripciones paisajistas en general en España son bastante convencionales. Lo cual es chocante porque

algunos de nuestros grandes autores románticos tenían una gran sensibilidad sensual, como el Duque de Rivas, que era pintor, que durante su destierro en Francia se gana la vida pintando. Zorrilla también tenía una gran visión sentimental, la pasión de los colores y de las formas. Pero es curioso que España el romanticismo es decepcionante en el tratamiento del paisaje. Hay que tener en cuenta que España ofrece una variedad de paisajes enormes. Destaca en este campo Enrique Gil y Carrasco, sobre todo por su novela histórica “El señor de Bembibre”, donde hay paginas descriptivas. Durante muchos siglos el paisaje natural aparece con poca frecuencia en la literatura. Aparece como instrumento para otras cosas, no tiene autonomía. Es convencional. Llega hasta el barroco esta situación porque el Manierismo cambia algo las cosas, en el sentido de que los autores y poetas, como Góngora de las Soledades, si prestan una notable atención al paisaje. Este paisaje se presenta no en términos convencionales, son paisajes que han sido vistos, pero los propios planteamientos artísticos de estos poetas llevaban a presentar esta naturaleza irreconocible debido al lenguaje. La naturaleza estaba camuflada y no se la reconocía. Hasta finales del siglo XVII la situación no va a cambiar sustancialmente. Van a observar los prerrománticos sin prejuicios, sin dejarse lelvar por las tradiciones prestigiosas, olvidándose de Virgilio y Teócrito. Gente como el francés Sanit-Lambert y Thomson, el suizo Salomón Gessner, Menéndez Valdés serán pintores a través de la escritura. La importancia de estos prerrománticos está en que el paisaje va a tener importancia por si misma. Va a ser un paisaje observado y descrito así como las transformaciones de la naturaleza. Hay algo más novedoso, y es que estos autores descubren lo que podíamos llamar las corrientes secretas que comunican en las dos direcciones la naturaleza y el espíritu del que la contempla. La naturaleza ya no es algo ajeno a las pesadumbres y alegrías, hay una relación. Los estados de ánimo se proyectan sobre el paisaje. Doña Frasquita dice ”Es también cierto que los diferentes aspectos de la naturaleza nos afectan de una manera análoga a la situación de nuestro espíritu. Cuando este está tranquilo vierte un tinte suave sobre todos los objetos, y aun ene los sitios mas lóbregos, los lagos y el hielo pueden entonces no desagradarnos.” El paisaje lo vemos en función de nuestro estado de ánimo, pero también el paisaje pue8de despertar en nosotros un determinado sentimiento. Modifica nuestro estado de ánimo. Estos prerrománticos atisban que entre el espíritu y el paisaje, puesto que influye sobre el ser y yo puedo influir sobre él, entonces descubren que entre el microcosmo y el macrocosmo,

existe una

analogía, un paralelismo. Puedo sentir que el lugar ante el que yo estoy acompaña al estado de ánimo. La naturaleza se solidariza con el estado de ánimo. 11-11-08 Como el espíritu esta asociado a la naturaleza y es un espíritu atormentado, el romántico se adentra hacia las impresiones más sobrecogedoras de la naturaleza, unos paisajes en correspondencia con ese personaje atormentado. Goethe, en Wherter presenta a su protagonista atormentado, contemplando una imitación desde un sitio elevado, y hace decir al personaje: “era un espectáculo sobrecogedor ver a la luz de la luna sobre la cima de una roca…” En España Martínez de la Rosa escribe en “la Tormenta”: “Todo con vida a medida, la noche el mundo envuelve el tenebroso vuelo…todo inspira terror.” Todos estos tópico como la luz de la luna, el abismo, el huracán, la noche, la tempestad, el viento que brama, la montaña más alta, lo agreste, el sepulcro, los gusanos, son manifestaciones de lo que se llamará lo sublime. Este tipo de paisajes imponentes, conmocionados que sobrecogen a todos lo que se le ponen delante. Lo sublime tiene una historia curiosa. El concepto se pone en circulación en los últimos compases del XVII, a raíz de una traducción de Boileau de   del falso Longinos, es un tratado de retórica. En la retórica clásica se distinguían tres

niveles: el sublimis, mediocris y humilis stilus. El lenguaje sublime nos deja atónitos porque es grandioso, produce la sensación de que hay un poder por encima de nosotros, un poder que nuestra razón no puede comprender. Lo sublime consiste en este lenguaje imponente que asombra, que bloquea al que lee uno de estos textos. Otro autor, John Dennis, que en 1704 sostiene que el máximo poeta es el que despierta en sus lectores pasiones más intensas y que esto se logra mediante el lenguaje sublime. El poeta grandioso provoca terror entusiástico, y esto se logra mediante motivos poéticos como dioses, demonios, espíritus y almas humanas, el infierno, inundaciones, volcanes, monstruos, guerras, peste, hambre… En Inglaterra, Joseph Addison habla de la grandiosidad con un sentido análogo. El dice que el placer estético puede ir asociado a la sensación de terror, que hay un cierto placer de sentirse aterrorizado. John Baille va a insistir en un ensayo en la idea de la grandeza, pero concentrada en el paisaje y en la naturaleza. El que va a establecer una teoría articulada contraponiendo lo sublime y lo bello será Edmund Burke, en un libro de 1757 “Una investigación sobre el origen de nuestras ideas de lo sublime y lo bello”. Se apoya en Addison al decir que el placer se apoya en el terror. Contrapone los conceptos de lo bellos y lo sublime. Lo bello es aquello que despierta en nosotros una inclinación amorosa, nos atrae porque reúne ciertas condiciones que provocan placer y un estado de relajación que llama sopor. Se detiene en estas condiciones para que un objeto nos produzca placer y nos resulta amable, condiciones como lo pequeño, la tersura, es decir, el de ser liso, las variaciones graduales y no abruptas, la delicadeza, los colores claros y no los vivos, en cambio lo sublime es aquello que suscita en nosotros emociones de terror, peligro y sufrimiento. Son las más intensas. Lo sublime nos provoca estas emociones a través de cualidades como la grandiosidad, la oscuridad, la sensación de poderío, de fuerza, de potencia, la carencia de algo, la dificultad de construcción, la riqueza y el lujo, el estrépito, el ruido intenso, la sorpresa, la pestilencia, el hedor, en lugar de provocar amor todo esto nos asombra, nos pasma. Lo sublime sobrecoge nuestra razón porque la supera, no podemos reaccionar intelectualmente y todo el espacio queda entregado al espíritu. Las potencias no racionales. Esa expansión del yo espiritual es una de las explicaciones básicas, es un campo estupendo para el ser romántico porque la razón no domina. También asocia el inglés lo sublime a lo masculino y lo bello a lo femenino. A partir de aquí esto se desarrollará mucho. Blair, en 1762 se pregunta qué escenas de la naturaleza elevan el espíritu al máximo y provocan el sentimiento de lo sublime. Kant en sus observaciones sobre lo bello y lo sublime va a determinar que lo sublime es una provocación del sujeto, no del objeto. El vértigo de la pequeñez del hombre ante la inmensidad. En los primeros años del siglo XIX esto será común. La alta montaña simbolizada por los Alpes y sobre todo los lagos alpinos, los glaciares. Tiegham escribe “El sentimiento de la naturaleza en el prerromanticismo europeo” en donde insiste en todas estas imágenes. El fenómeno del alpinismo como espacio sutil. A comienzos del siglo XVIII los Alpes eran un territorio desconocido, plagado de misterios. El desconocimiento hacia que circulasen leyendas y misterios sobre aquello. Decían que ningún ser humano podría sobrevivir una noche en los Alpes. Un obispo hizo exorcizar aquellos glaciares. Quintana en España refleja ese terror ancestral a la alta montaña, en los Apeninos. Existía una leyenda terrorífica que los ilustrados van a intentar desmantelar. Un naturalista suizo manda una carta a pastores suizos para reunir información sobre los Alpes, le preguntan sobre dragones. Nos aparece la figura de Saussure, uno de los pioneros en 1760, en plena Ilustración, que ofreció una recompensa a quien encontrase una ruta de acceso al Mont Blanc. Para vencer el desconocimiento ofreció una cantidad de dinero. En Agosto del 86 encontró respuesta y Michelle Gabriel Paccard, acompañado de un nativo, hace la primera ascensión al

Mont Blanc y queda desvelado el misterio. Eran dos hombres de ciencia que intenta explicar por medio de la razón estas supersticiones. Este grupo, unas veinte personas, suben al Mont Blanc y se pasan más de cuatro horas en la cima de la montaña haciendo mediciones. Él era el típico sabio ilustrado que quiere propagar la razón, pero en la segunda mitad del siglo XVIII, por muy cientificista que fuera el empeño de Saussure no pudo escapar de la atracción de lo sublime. Escribe en unos cuadernos: “La sexta y ultima tarde que pasamos en Mont Blanc fue de una belleza extraordinaria, me aprecia que las altas cumbres no querían que les abandonásemos…todo el horizonte de Italia parecía un ancho cinturón de púrpura… que momento para la meditación, que cuantas penas y privaciones compensan situaciones semejantes… y en medio de este majestuoso silencio el alma se eleva a los horizontes del espíritu… ” En España, Casiano del Prado será el máximo ejemplo. La segunda consecuencia de este gusto por lo sublime es la mitificación de Suiza, ya que es el país alpino por excelencia. por otra parte, Suiza era un país con una tradición pacífica y democrática, y esto provoca una atracción para aquellos seguidores de Rousseau. Por un parte la naturaleza sublime concentrada en Suiza junto con esta tradición no beligerante, un país que da acogida a los prójimos hace que se dignifique el país, como una Arcadia con una naturaleza sobrecogedora. Aparecerá en Thompson “Liberty” en el cual se celebra la libertad en que viven los campesinos Suizos. Hay también un suizo que por esas fechas, Albert von Haller, escribe un poema que se llama “Los Alpes” que sigue la línea del anterior pero hablando de todo lo que envuelve a ese paisaje. Presenta la vida de los campesinos suizos como una especia de idealización. Todos comparten sus bienes y ayudan. Keate, Schwyz,

Hirschfeld, el Marqués de Pezay, Rivarol, ramón de

Carbonnieres, todos estos escritores tratarán el tema de los Alpes y de Suiza, así como el propio Rousseau. En el gran Tour muchos de estos ingleses románticos van a prestar una atención muy especial a Suiza. La tercera consecuencia será el reflejo que esto tiene en el arte de la jardinería. Durante el siglo XVIII se tenía presente el modelo del jardín francés. El jardín racionalista o absolutista, como el de Versalles, un jardín en el que las plantas se distribuyen en una organización metódica, se aplican capacidades geométricas, todo muy cuidado. Esto se abandona a favor de un jardín naturalista o paisajista, un jardín liberal, como el modo inglés, sin ponerle normas, pasará de ser una plasmación del poder rector de la razón a presentarse como un trozo de naturaleza aparentemente libre, con bosques asimétricos e irregulares, con cascadas y arroyos, ocultando la intervención humana. 18-11-08 La absolutización del yo, el reconocimiento del mundo exterior pero en correlación con el yo, la analogía del paisaje y del yo. Una obra literaria está siempre con el entorno del autor, el contexto espacial en el que se describe la obra tiene relación con el contexto histórico y será el tercer punto. Los problemas del momento, las circunstancias políticas del momento, los aspectos sociales, la situación y posicionamiento ante los conflictos. La obra tiene relación también con el público al que se dirige. Tiene relación con el autor y puede ser considerada también aparte de todo esto como un objeto autónomo y cerrado en si mismo. A lo largo de la historia las distintas metodologías han enfocado las obras desde distintos puntos de vista. La mayoría de las teorías desvinculan el autor y el contexto geográfico, social e histórico de la obra. La sociología de la literatura se ha ocupado de difusión de los libros. Desde el romant9icismo hay un interés en la dimensión nacional y las obras literarias, el énfasis se va a poner en el autor. La obra literita es como una epifanía de la persona, una manifestación de la subjetividad del autor. Una personalidad única y diferenciada, irrepetible, el yo. La obra

romántica va a entenderse como una expresión del autor. Esto nunca puede interpretarse de una manera literal. No es la mera transposición del autor, hay siempre una elaboración estética. Incluso en la poesía lírica, aunque solo porque se usa la métrica tradicional, vemos un encauzamiento del yo poético. El yo poético y el empírico no coinciden. El momento en que esa elaboración se produce es el romanticismo. Ellos son quien menos intervienen en el material intimo en la elaboración literaria. Hay menos distancia entre el yo poético y el empírico. Se comprenden las opiniones de muchos románticos, como Goethe: “Lo que convierte a un hombre en poeta es un corazón henchido de emociones.” El tener una emoción intensa desemboca en la obra literaria. En España, Ventura de la Vega: “Son aunque malos, la expresión verdadera del estado de mi alma de algún tiempo a esta parte.” “No hallé en ellos más poesía que el verso y la rima.” Se puede decir que en el contexto del romanticismo la obra literaria se ve como un reflejo del espíritu, desde ninguna instancia ajena a ese yo se puede intentar influir en esa obra literaria. El autor se expresa con su propia manera, el escritor tiene que ser libre en escribir, en escribirse. Abrirse a través del lenguaje. Esa manera forma parte de mi yo común. No tiene otro modelo que su propia invención, cuando alguien escribe queriendo escribir su propio ser. El ser define el género, los elementos que maneja, la obra determina su propia forma. Los recursos expresivos los elige el autor en función de sus necesidades de expresión. Solo ese yo determina como va a ser la obra literaria. Por eso tiene tanta importancia en la literatura romántica el capricho del autor. Es un italianismo “capriccio, que proviene de capra (cabra)” fuera del orden establecido. Es como un impulso sentimental. Lo que el cuerpo pide en cada momento. Friederich: “El sentimiento del artista es su ley.” Espronceda en “El diablo mundo”: “Sin regla ni compás canta mi lira, ¡Solo mi ardiente corazón me inspira!” El corazón representa el mundo del espíritu, la cabeza el pensamiento. Demócrito sostenía que la inspiración poética era un soplo que venía de Apolo, la musa o Baco que aumentaba los átomos de fuego. El poeta inspirado es un poeta que se acalora porque ha recibido la inspiración. Por eso el poeta es ardiente y no tiene ni reglas ni compás. En el poema tiene dos sentidos, la regla como norma, pero también el instrumento que sirve para trazar líneas completamente rectas, un instrumento racional. El compás también tiene un sentido musical, pues es el ritmo en la música. El yo sin subsecciones, que se edita sus propios criterios de expresión. Por eso, a partir del romanticismo algunos géneros o subgéneros desaparecen, como la Égloga. Los románticos se resisten a escribirla porque la Égloga estaba cargada de normas, era muy convencional. Los pastores, el lugar idealizado, el arroyo, con sentimientos afinados y con cantos en dialogo, contando penas amorosas. Ahí el ardiente corazón no encuentra su medio de expresión. Es un subgénero que no es dado a las expresiones originales, se interponen muchas convenciones. También tiene que ver con esto los cambios en el éxito poético. Los sublime es lo poético y tragedia, el estilo medio se emplea para personas comunes y el bajo y humilde para los pastores. Todo esto estaba estratificado con rigor. El estilo humilde, en el romanticismo se infiltra en los otros dos. Los poetas escriben odas y dramas en los que aparece un lenguaje coloquial. El estilo humilde sube al nivel medio e incluso alto, como ejemplo puede ser “El diablo mundo.” Lo que importa es la expresión del yo y estorban estos convencionalismos. Otra relación serán las emociones, fantasías, que son cosas fugaces en mayor medida. Todo este mundo del yo espiritual es inestable. Los sueños son situaciones pasajeras. Si la obra literaria es la expresión de esas emociones, de esas imaginaciones, nos vamos a encontrar con textos inacabados e incompletos. Si se pasa la situación anímica no tiene sentido acabar la obra. Cadalso en sus “Noches Lúgubres” es el primer ejemplo en el prerromanticismo español. El

texto de Mesoneros dice que el sobrino escribe fragmentos, desahogos momentáneos. Schubert tiene una sinfonía inacabada. En la pintura algunos pintores se quedan en el esbozo. Esto se explica por la fugacidad de estas emociones y caprichos. De la misma manera que desde el punto de vista del creador se entiende que desde una instancia exterior se puede aspirar a la representación de la obra, desde la perspectiva de la crítica, ocurre algo análogo. Se dejan a un lado todos los criterios que no sean aquella empatía que predicaba Helber. No se juzgan las obras según los requisitos de composición. La mejor crítica es la que trata de ponerse en el lugar del autor y tratar de explicar la obra desde su posición. Comprender al autor, la obra ya no es buena por cumplir ciertas condiciones. Se trata de que la obra refleje fielmente la fuente de donde ha surgido. Que el yo del autor lleva la plasmación primera. Esta fidelidad a la personalidad del autor, este reflejar auténticamente la personalidad del que ha escrito la obra, el que ser fiel al origen es la originalidad. El hacer las cosas que solamente las puede hacer uno, de algo irrepetible. Es un invento prerromántico. Ahora ya no se trata de modelar lo ya conocido, sino de diferenciarse. El gran crítico del romanticismo fue el francés Charles.Augustin de Sainte-Beuve, nacido en 1804 y muerto en 1869. Fue un escritor acomplejado que nunca alcanzó un buen nivel, frustrado. Por ello, se dedica a la crítica. En sus inicios sigue la teoría mecanicista del neoclasicismo. Comienza para él una nueva orientación con “Lundis”, un suplemente literario en las revistas “Le constituionel” y en “Le Moniteur”. Sus artículos fueron muy reconocidos por toda la Europa romántica. Agrupaba sus artículos en libros: “Causeries u lundi” y “Nouveaux lundis”. Puesto que la obra es una manifestación del autor, a la hora valorar cualquier obra es esencial valorar al autor: “Puede gustar una obra, pero imposible juzgarla sin tener conciencia de su autor.” La investigación biográfica pasa a ser el concepto de la obra crítica. Se ve obligado a dar unos pasos previos antes de hablar de una obra, pues tiene que recopilar muchos datos minuciosos sobre el autor. Por eso, había gente que en el contexto de los 30 y 40 decía que la erudición no sirve para nada. Para un crítico romántico la minuciosidad era importantísima. Agrupaba escritores con un tipo de personalidad o de otra hasta cierto punto, porque no llevó esto hasta el extremo, porque el propio francés mantuvo siempre con fijeza de que cada yo era una cosa irrepetible, un mundo diferente, y por tanto: “no hay dos autores iguales.” Porque se oponía a la idea de catalogación de los escritores se opuso siempre a las teorías positivistas de Hipólito Taine, que sostenía que el hombre estaba determinado, no solamente influido, por la raza, el medio y el momento. Se desprende de aquí el gran problema y la gran cuestión de la crítica romántica, que es la originalidad de la obra, si la obra responde a la verdad del autor. En otros contextos puede resultar un valor ético, como en el siglo XX si nos referimos a Pablo Neruda, pero en el romanticismo no se refiere a lo ético, sino a lo estético. Un crítico romántico no puede decir que un poeta es bueno si no refleja su vida. Por ejemplo, en el caso de Espronceda, podemos decir que su ser era un mundo aparte universo dentro de él. Cada obra es como un detalle de la personalidad del autor, pero interiormente tiene más, por eso hay una especie de distorsión. La fuente de todas esas obras es más importante que la obra. El Lazarillo de Tormes sería un problema, porque no conocemos al autor. Que ocurre con obras anónimas, obras de culturas remotas. Las opciones a estos problemas son, o bien se callan, lo cual es bastante triste porque es una limitación, o se hace una trampa, sacando información de la misma obra. Se inventa una personalidad a base de datos puramente literarios. Como metodología crítica el romanticismo se nos muestra bastante débil, por ello ha tenido una vigencia muy corta. Fue efímera como metodología y se

sustituyó rápidamente. La crítica romántica es limitada por esa resistencia a mantenerse fiel a sus normas. En este punto, el antirromanticismo es tan malo como el romanticismo. Si decimos que el único determinante de las obras literarias es el yo del autor, los géneros literarios tampoco tienen razón de ser. Si uno quiere expresarse no debe ajustarse a los géneros literarios. El concepto de género literario va a ser cuestionado radicalmente. En el “Strung und Drang” tenemos los primeros enfrentamientos y declaraciones de romper con ellos. La reacción más sonora y definitiva está en Víctor Hugo, en su obra “Cromwell” de 1827. Viene a decirnos que desde el cristianismo se abre tanto en los hombres como en el mundo, una escisión que enfrenta la materia y el espíritu. El cuerpo con el alma inmortal, y por tanto lo ridículo, que es la materia, sujeta al alma, que es sublime. Según Hugo en cada hombre a partir de la era cristiana hay un conflicto interior. La vida a partir del cristianismo es un drama, un conflicto y una tensión, por eso piensa que el drama, como modalidad literaria es la más específica de la era cristiana. Porque los dramas son sustancialmente enfrentamiento. No puede haber drama sin disputa. El modo de expresión más característico será el drama. Entonces, la vida, al ser tensión y contraposición, es esencialmente heterogénea. La vida es una mezcla de cosas contrapuestas, de miserias y grandezas. El algo de experiencia común. Por eso reivindica el concepto de lo grotesco, pero en el sentido actual, sino el sentido de mezcla espiritual con lo material. Son grotescas por ejemplo, en “La conjuración de Venecia” los conjuradores vestidos de Carnaval entre la multitud que está de fiesta. La alegría de la gente y la tensión de los conjuradores sería lo grotesco. La alternancia de lo cómico y lo trágico. Hace Hugo una gran apología de lo grotesco, como la imagen más fiel de la realidad de la vida. En la vida no tenemos más remedio que hacerlo a través de lo grotesco. El hombre es grotesco porque convivimos con alegrías y tormentos. La vida, si queremos representarla tal como es, hay que hacerla grotesca. Esta reclamando Víctor Hugo la verosimilitud. Hay que mezclar, no hay carriles en los que hay que ir, porque la vida lo mezcla todo. Con esto se derriban las barreras entre los géneros. La épica, lírica y drama se derriban en sus fronteras, y por tanto se diluye el concepto mismo de género. 20-11-08 En la épica se narra en verso, no en prosa. Y en la novela de vez en cuando e nos presentan personajes de este tipo, aunque no encajen con el molde. La épica representa hazañas, grandes trabajos, y en la novela a veces no se cuentan hazañas, sino cosas domésticas y triviales. En la novela se nos describen paisajes, estados anímicos, algo muy común en la poesía lírica. Emociones ante determinadas cosas, y por supuesto, los diálogos y monólogos. En la novela encontramos estas reflexiones autorales, típicas del drama, coincidiendo con el ensayo o la literatura doctrinal. En una novela hay ciertos elementos que se asimilan a los tratados y ensayos. Aparecen muchos personajes. La perceptiva neoclásica hablaba de no más de diez personajes. En las teorías aristotélicas los personajes estaban un tanto desprestigiados. En la poesía cómica han de ser plebeyos, en las bucólicas pastores. En la novela se mezcla todo. En la poética neoclásica tiene una fuerte intensidad la dramática y la unidad de tiempo, porque ocurre una historia en el mismo espacio temporal, no como en la novela, que incluso se suceden lugares distintos. La novela es muy libre en este sentido. La imaginación corre sin tramas en detrimento de la verosilimitud. No hay una vigilancia neoclásica. La novela es un género caprichoso y que no se atiene a las normas. Se opone al canon neoclásico. Jerónimo Borao, muy conocido en su casa dice: “Su etimología nos indica el punto de donde viene, romanesco, romanesco y romántico expresan todo lo que se parece a la novela.”

En los últimos momentos del medievo se crea una especie de novela con los libros de caballerías, y la novela sentimental. Y esto se va a confirmar ampliamente en la edad de oro con la novela pastoril, la novela picaresca, Cervantes, pero la novela en el XVIII, sobre todo en Inglaterra o en Francia, a partir de ahí será un ascenso continuo. En el siglo XIX aparecen los grandes novelistas de todas las naciones. Este género anómalo a espaldas de lo neoclásico va a tener en el contexto romántico y en Francia un gran auge, a partir de 1836. Los libros resultaban caros no solo para las masas, sino que también para la misma clase media. La gente es reacia a comprar libros, pero los periódicos tienen un precio asequible. En este panorama, los periódicos estaban marcados por los problemas políticos, y mucha gente, sobre todo del género femenino no se interesaba de estos contenidos, y aparece un periodista francés, Émile de Girardin, en el 1 de Julio de 1836 funda un periódico llamado La Presse, con la pretensión de tener más lectores que los periódicos al uso. Entonces para este fin, para conseguir acaparar lectores decide reducir los contenidos políticos y decide introducir contenidos literarios, sobre todo la novela, la novela por entregas, llamado folletón. La Presse consiguió en muy poco tiempo veinte mil subscriptores, más los compradores diarios. Esto tiene dos resultados, que las novelas tendrán más lectores todavía y los novelistas van a integrarse en este cauce de difusión. El primero será Balzac, y la primera novela será “La solterona”, que se publica entre octubre y noviembre del 39. Detrás irán Dumas, Súe, Dickens en Inglaterra. Esto aumenta la popularidad del género novelístico, y como la novela es un género romántico, refuerza el propio romanticismo. La novela a desbancar el poema épico. Esa necesidad de expresar el mundo exterior llevaba a abandonar la égloga y el poema épico por la novela. El Pelayo de Espronceda se queda inacabado y no por la pérdida de la intuición, sino porque ese género está en detrimento. La novela, con este gran desarrollo, va a influir en los demás géneros y de manera muy especial en el teatro, un género muy reglamentado en las poéticas clasicistas. La opinión más acertada es la de que Aristóteles no hablaba de lírica porque no representaba acciones. La lírica es sincrónica. En todo caso, dice que los tratadistas aristotélicos lo que más hablan es de la poesía verbal, y justamente en este terreno es donde más se va a notar este género romántico, la novela. En los últimos del XVIII, existe esta moda del comedia sentimental se introducen muchos elementos arguméntales procedentes de la novela sentimental inglesa. No solo elementos sentimentales, sino también elementos inverosímiles. En “El delincuente honrado” de Jovellanos, ocurre en el acto V algo meta literario, Don Simón dice a los demás personajes que cuando pasa, ocurre una novela. Moratín, viendo una fábula en Italia, en Venecia, hablará de las circunstancias romancescas y propias de la novela. Cuando llegamos al romanticismo, con Don Álvaro, del Duque de Rivas, el periódico La Abeja, el 10 de Abril de 35, dice que la fábula es más propio para la narración que para el movimiento. Pasan muchas cosas en poco tiempo, se mezclan muchos personajes, es algo más novelesco. Se empieza a ver como elementos novelescos se van introduciendo en el teatro. Hay algo muy significativo en este sentido, y es que el teatro no es sólo literatura, en el romanticismo, a partir de Víctor Hugo, se tiene costumbre a poner título a los actos. Esto lo cogerán muchos dramaturgos románticos, se aproxima la actitud del autor romántico al de la novela. No ocurre solo en el teatro, sino también en todos los géneros y se produce una mezcla y confusión de elementos y formas del esquema clasicista. En el teatro encontraremos abundantes elementos líricos, poemas, cantos, pasajes poéticos, algo ocurrido en la comedia barroca, poemas en prosa. Pero hasta este momento el verso y la poesía estaban muy ligados, no puede haber poesía desprovista de versos y en el romanticismo se separan. Y aparece el poema en prosa, a partir de Aloysius Bertrand, que publicará en 1842 “Caspard de la Nuit”, y Boudeler, así como Rubén Darío y “Platero y yo”, y artículos de

costumbres redactados en verso. Hay una poesía narrativa situada al margen de la teoría aristotélica, historias muy largas pero con héroes, métrica y estilo alejado de la lírica. Encontramos en la novelas paisajes líricos, con en Gil y Carrasco, como poemas en prosa donde se expresa esa conexión con el paisaje. En las antípodas vemos aquella discriminación de los elementos naturales. Al comienzo del “Diablo mundo” de Espronceda hay unos versos muy reveladores de esta cuestión: “En varias formas, con diverso estilo, en diferentes géneros, ora el coturno de Esquilo, ora la trompa épica sonando, ora cantando placido y tranquilo, ora el trivial lenguaje, conforme esté mi humor, porque es mi estilo, hallaba versos…” Espronceda insiste en la idea de mezcla de géneros. Por eso, a partir de este momento, en diferentes géneros, no tiene mucho sentido seguir hablando de géneros literarios, sino que había de hablar de elementos que se mezcla en distinta proporción según el criterio del autor en cada momento. Otro punto es que en el romanticismo se subraya la individualidad, y de la misma manera se va a sentir que en el conjunto del universo se van a distinguir varias personalidades. Cada nación constituye su yo colectivo, su propio Volksgeist, el alma del pueblo, común un espíritu que se va sosteniendo a través del tiempo. Se exaltará esto con el mismo entusiasmo que el de la persona. De aquí viene el fuerte componente nacionalista y patriótico de todo romántico. En Alemania y en Italia esto se dará más con la proclamación de las naciones y en España con el propio yo colectivo de las colonias. Esto favorece el liberalismo y sobre todo, el sentimiento de independencia ocurrirá con la invasión napoleónica y los acechos de la marina inglesa en el Mediterráneo. La autoafirmación nacional frente a las tropas de Napoleón unirá a los españoles menos los afrancesados, este fuerte nacionalismo había arraigado tanto que algunos autores se opusieron al romanticismo porque consideraron que era algo que venía de fuera, algo contrario a la tradición casta. España era visto como un país espiritualista y la literatura española lo representaba con la mística, el romancero, Cervantes, aunque a pesar de esa resistencia de algunos, a la larga el romanticismo en España se va a arraigar muy bien porque se considera y se identifica con el nacionalismo. Habrá una asimilación evidente. Este nacionalismo, que se siente orgulloso de su identidad, impulse una colección de libros en el año 1839 y que se continuará hasta 1865, titulado “Recuerdos y bellezas de España”. La importancia de la palabra recuerdo nos dice que no se trata solo de contar la belleza, sino España en el sentido histórico. Esto explica por qué aunque los románticos españoles tienen una gran admiración por los románticos extranjeros como Walter Sccot, Lord Byron o Víctor Hugo, y se les imita nacionalizándolos y ajustándolos a las necesidades de la historia de España. Existe también el patriotismo de la patria chica. Hay en este sentido como unos círculos concéntricos, que se exalta el yo frente al otro, pero se exalta la región frente a otras. De aquí viene el interés por el tipismo, por lo pintoresco. En España se va a desarrollar el artículo de costumbres. 25-11-08 El romanticismo español. El territorio español era muy propicio para el ambiente romántico. El barroco se había movido muy lejos de las teorías aristotélicas. Las actitudes irracionalistas y de alta temperatura emocional eran frecuentes en toda la literatura, los elementos sobrenaturales, un alto grado de religiosidad, un espíritu monárquico, el sentido caballeresco, se había practicado la heterogeneidad de elementos y géneros, así como de personajes y lenguajes, como en Quevedo, con ese gusto por lo feo o lo grosero. Para muchos románticos, la literatura española era romántica en su conjunto, en la medida en que se había desenvuelto al margen de la poética clasicista. Como la literatura era un reflejo del autor, la literatura en conjunto era un símbolo de todo el país. Va

a ser considerada a partir de los hermanos Schelleger un país espiritualista y romántico. El teatro español hasta calderón, la poesía con la mística y el romancero. El suizo Sismonde de Sismondi, en un libro de 1812, dice que la literatura española es enteramente romántica y caballeresca. Nicolás Bohl de Faber, en 1814 también lo dirá, así como Byron “¡Oh, encantadora España, famosa tierra romántica!” Washington Irvin dice: “la tendencia romántica del carácter español, se manifiesta en todas las fases y épocas de su literatura” Por todo ello, muchos románticos buscan la inspiración en nuestra historia, tradiciones, temperatura. En los últimos momentos del siglo XVIII, se consideraban románticos tanto a ciertos autores del pasado, Dante, calderón… como los autores nuevos aparecido en el prerromanticismo a partir del Strung und Drang. La etiqueta romántica se mezclaba en el tiempo. Esto llevaba a confusiones, y el siglo XIX se va a vislumbrar, porque el término romántico ser designará a los nuevos autores. En España, el primero que hace esta distinción será Alcalá Galiano, que en el prologo de 1834 al libro del Duque de Rivas a su libro “El expósito” dice que los autores del pasado tienen su lugar y no deben ser considerado románticos. Esto tiene su razón pues no tenía sentido llamar románticos a Calderón, San Juan de la Cruz, Quevedo, el Romancero viejo, porque entre estos y Leopardi, Byron, Víctor Hugo han pasado muchas cosas y muchos acontecimientos históricos. El romántico del XIX contempla la literatura de una forma diferente al hombre del XVII. Existe otra cuestión, pues el romanticismo liberal por muy romanticismo que sea, no comparte muchos valores que tenía España en aquel momento, valores de la tradición. Gente liberal o con actitudes republicanas no pueden estar de acuerdo con ideas de trono o del altar, por ello, algunos ideales se oponen en un principio al romanticismo. Pero también hay diferencias entre el romanticismo conservador y el antiguo régimen, pues por muy tradicionalistas que sean sentimentalmente y estéticamente, los románticos conceden una prioridad al yo y a lo irracional, y esta primacía de lo irracional les hace chocar con la dogmática cristiana y con el catecismo. No hay una conciencia absoluta entre los románticos y los autores antiguos considerados antiguos. Con el barroco es normal pensar que muchas obras románticas se basen es aquella época, como el “Don Juan Tenorio” Para los españoles el romanticismo no era algo que se sintiese como ajena, porque cuando se encuentra con una poesía romántica tiene la preparación de la tradición barroca. Hay una continuidad entra la tradición literaria por lo romanesco, como en Inglaterra. Hay que darse cuenta que en los últimos compases del siglo XVIII aparece un movimiento prerromántico, como en el resto de Europa. En España lo representan autores como el padre Feijó, y sobre todo obras como “Las noches Lúgubres” de Cadalso, Jovellanos, la comedia sentimental, todo ello alude al sentimentalismo romántico. Cuando llega el romanticismo, España está preparada también por los autores del siglo XVIII. Algunos autores hablan de un primer romanticismo a partir de 1770 hasta 1800, y un segundo romanticismo que iría desde 1830 hasta Becquer, en 1830. el primero estaría muy marcado por el empirismo y Cadalso sería la figura central. Este romanticismo se ve truncado por una serie de cuestiones ideológicas y políticas. A partir de la revolución francesa, las autoridades españolas se asustan y surge un frenazo en el progresismo español. Después viene la guerra en 1808 hasta 1813, y durante ese periodo se para el desarrollo de este romanticismo. Cuando llega Fernando VII, la censura absolutista no permitirá el desarrollo de ese movimiento. En los últimos momentos de la década de los 20 se abre la mano y la regente María Cristina concede un amnistía, reanudándose un segundo momento del romanticismo. Sebold es el autor de esta teoría, pero es una idea muy arriesgada. También alude al romanticismo simplemente en la primera etapa, y el de la segunda sería el romanticismo manierista. Ese vacío que existe es lago muy difícil, porque no tenía ningún tipo de razón que

Fernando VII prohibiera ese romanticismo que hablaba de la nostalgia del antiguo régimen. No hay que creer demasiado esta tesis. Hay que decir que en España hay un movimiento prerromántico que se abre una brecha hasta que se consolide. Jovellanos, Valdés y Cadalso serán los iniciadores para el romanticismo. La diferencia entre estos autores prerrománticos y los románticos puros es una cuestión de continuidad. Los prerrománticos no tienen del todo una seguimiento del espiritualismo, del paisaje y de personajes fantásticos y elementos románticos, pero en un contexto clásico. El caso de Cadalso es excepcional, pues se educó en Francia, sus “Noche Lúgubres” son pinceladas. A partir de 1820 esos rasgos que en los prerrománticos aparecen casualmente, abarcaran todo el grueso de la obra. España, tanto por su tradición romántica, como además por este prerromanticismo en 1770, estaba muy bien dispuesta para que triunfase el romanticismo. La introducción del romanticismo en España. Bohl de Faber es el pionero del romanticismo español. El primer asalto tiene como protagonista a este autor, y como terreno de juego es Calderón, una polémica que inicia la difusión del romanticismo en España pero enlazando con hechos que venían del siglo XVIII, pues a mediados de este siglo se venía hablando de los partidarios del neoclasicismo y los partidarios de la tradición barroca. Es un episodio más de esta disputa del siglo XVIII, pero ahora ya hay refuerzos alemanes. En esto primeros momentos del XIX se editaba en Madrid una revista titulada “Variedades de Ciencia, Literatura y Artes”, el director era Tomás García Suelto, había defendido la tradición del teatro barroco frente a los ilustrados partidarios del neoclasicismo. En esta revista, en Noviembre de 1805 aparece un artículo llamado “Reflexiones sobre la poesía”, firmado con las iniciales A.P.P y en Chiclana, Cádiz. Este artículo glosa algunas ideas de Schiller y otros discípulos de Kant, donde podemos recoger la filosofía idealista. Al hilo de estas reflexiones el autor dice que el cristianismo inaugura una etapa que hace que desde la Edad Media surja una tradición literaria distinta, con una estética diferente a la grecorromana. Con este se rompe el monolitismo de las reglas universales según las teorías de Aristóteles. En estas reflexiones se declara a Shakespeare la mayor figura del teatro mundial, y alude a los nuevos escritores que llama romancistas. Detrás de estas iniciales se escondía Juan Nicolás Bohl de Faber. Nació en 1770, en Hamburgo, en una familia de la burguesía comercial y luterana. Recibe una educación ilustrada, es decir, con todos los valores del racionalismo, una educación en la que tuvo un peso importante Rousseau, una educación con un acento deísta (movimiento religioso originado en Inglaterra que se sitúa entre la existencia de Dios pero limitan su poder a la creación, es una religión natural) y algo panteísta. En el año 1785, después de una estancia en Inglaterra, es enviado a Cádiz porque su familia tenía un negocio de importación de vinos andaluces. Tiene contacto con las dos culturas, tanto la alemana como la española. A los diez años de venir a España, comienza una crisis religiosa que le lleva a leer místicos alemanes y españoles. Comienza un proceso que va a ir lentamente avanzando. En esta crisis se casa con una gaditana, Larrea, una señora muy de derechas y con mucho carácter. En 1803, ya casado, es nombrado cónsul de la Hansa (liga de ciudades comerciales) en Andalucía occidental. Si él ya tenía contactos intensos con Alemania, ahora que es cónsul con más motivo, por ello comprende a todos los romancistas alemanes. En este contexto es cuando publica este artículo, informando de las nuevas corrientes surgidas en Alemania. Por estas mismas fechas se va con Doña Frasquita a Alemania, pero su mujer no aguanta el clima, el luteranismo y se vuelve a Cádiz en 1806, dejando a su marido. Al poco tiempo de llegar, estalla la guerra de la independencia, y Cádiz será el núcleo de la resistencia contra el ejército napoleónico. El sigue en Alemania hasta 1812, y mientras es España sigue la

guerra, el sigue ese proceso espiritual. Dice el 14 de Febrero: “He sido educado en los principios de l utilidad, pero no pudieron mudar mi naturaleza que anhelaba siempre goces más elevados, el amor perfecto, Suiza, la vida campestre. Llegué a conocer con alguna anticipación a mis contemporáneos que lo que mi corazón me impida buscar era el infinito, a Dios, y pregunté por el Dios de los filósofos, pero nada era para mí y necesitaba un dios hombre para el consuelo de mi corazón.” En 1811 le escribe a un amigo judía: “He llegado a la certeza de que si dios imaginado por mi en la naturaleza no es un dios revelado, es potente y grande pero no ha escuchado mi suplica”. En 1813 se vuelve a España, se convierte al catolicismo. El 16 de septiembre de 1814, n el periódico el “Mercurio Gaditano” “reflexiones de Schelleger sobre el teatro”, este artículo es fruto de un mayor conocimiento del romanticismo alemán. Este artículo no es literalmente una traducción, sino una adaptación de un texto de Schelleger, encontramos en el la oposición entre la forma orgánica, que nace del yo, y la mecánica, la clasicista. En nombre de esa libertad arremete contra el siglo XVIII, pero en contrapartida a ese neoclasicismo ilustrada ensalza la tradición barroca, el romancero. Faber pretendía contribuir a un cambio político en España. Era un conservador, junto a su mujer, e interpreta parcialmente

el pensamiento de

Schelleger. Este artículo es de una gran importancia histórica porque inicia esta disputa calderoniana. Hay dos libros sobre este tema, el de Pitollet y el de Carnero. La respuesta de los neoclásicos no se hace esperar y en el mismo períodico, publica otro artículo con el pseudónimo “Mirtillo Gaditano”, que resulta ser José Joaquín de Mora, que hasta el año 1808 había sido un gran amigo del matrimonio Faber, y antifrancés en la guerra de la independencia, intervino en Balien, prisionero durante la guerra, preso en Francia, y al volver de este periodo de prisión cuando publica “En nombre de las reglas”, donde refuta las ideas de Schelleger, rechaza por ejemplo la heterogeneidad de los elementos y géneros. Dice que no es verdad que el romanticismo sea una tradición natural, se opone a la defensa de Calderón y en general se opone a lo que el llama las nuevas paradojas germánicas. Empiezan enfrentándose ideas, a los ataques personales y las descalificaciones. 4-12-08 Fue muy importante la incidencia de la prensa en el mundo romántico y literario. Son importantes los álbumes y abanicos como soportes de textos. En los años treinta aparecen publicaciones periódicas en revistas, de corte romántico que se prolongan de forma muy definida lo que apuntaba el europeo, la revista en el año 1823-1823. “Cartas españolas” es una revista que empieza a publicarse en 1831, durará un año y dirigida por José María Carnerero, ligado al mundo del costumbrismo, colaboran dos grandes articulistas como Serafín Estébanez Calderón y Mesonero Romanos. “Revista española” sustituirá a la anterior, con otro articulista más, el más importante de todos, Mariano José de Larra. Dura hasta el año 1835, y al desaparecer, su puesto es ocupado por “Semanario Pintoresco español”, publica desde el 1836 hasta 1857, fundado por Mesonero y en la línea costumbrista. Se fijo en dos modelos extranjeros “Penny Magazine” ingles y “Magasin Pittoresque”, dos revistas que cultivaban mucho el costumbrista. Van a figurar en estas revistas, no solo con artículos sino con texto, autores como Gil y Carrasco, Patricio de la Escosura, Zorrilla, Carolina Colorado. En Barcelona se publica en el año 1833 “El vapor” y acaba en el 1838. Esta revista merece una referencia por su significado histórico en cuanto que fue donde se publico la oda a la patria (Cataluña) de Buenaventura, que desencadenará el movimiento de la Renaixença Catalana, un canto nacionalista sobre el renacimiento de la cultura catalana. “El artista” entre el 1835-1836, dirigida por Eugenio Madrazo y Federico de Ochoa. “No me olvides” fundado por Jacinto Salas y Quiroga, especializado en poesía, publicado entre los año 1837 y1838, aparecen versos del

joven Campoamor, que luego sera un contraproducente del romanticismo, y Zorrilla. “El liceo artístico y literario” era el vehiculo de expresión de la cultura del liceo de Madrid, en 1838, publican Bretón, Zorrilla. “La voz de la religión” es una revista que se alinea en el sector del romanticismo conservador, del 1837 al 1841. “El alba”, “El panorama” “Revista de Madrid”, “El entreacto” “El iris” “El pensamiento”, otra al conservadurismo “El arpa del creyente” “El laberinto”. Estas revistas van recogiendo colaboraciones de autores románticos, no solo de primera fila, sino inferiores, gente que son los que mejor manifiestan los rasgos de una escuela, porque no tienen ingenio y no tienen más que la escuela, donde recogen los trucos expresivos, los tópicos. Se difunde el romanticismo también gracias a la vida editorial. Hay que destacar por algunos editores que apostaron de una forma clara por la novela romántica, como el valenciano Mariano de Cabrerizo, editor liberal, represaliado por la censura, exiliado y encarcelado, en plena guerra de la independencia había montado una librería con gabinete de lectura anejo. En el año 1818 saca su primera gran colección de novelas y fomenta el gusto por la novela en la sociedad. Cabrerizo, a partir del año 1825 desarrolla un plan de traducciones de novela española, y traduce Lord Byron, D’Arlincourt, Madamme Genlis, y como la novela es un género romántico y de autores románticos, la novela subiera a partir de este editor. Tenía una tertulia literaria a la que asistieron Soler, Padre Arolas, Gallego, Vayo. En el año 1830 se atreve a editar de Soler “Los bandos de Castilla” una de las primeras noveleas románticas. En valencia también estaban Ferrer de Orga y Mompié. En Barcelona nos encotntramos con Anotnio Berges de las Casas, profesor de griego en la universidad, se mete a editor y edita entre el 1831 y1833, lo que llamo Biblioteca selecta portátil, libros de bolsillo. Después esta biblioteca desapareció para convertirse en la Biblioteca de las damas debido al poder del público femenino. Edita Walter Scott, Fenimoore Cooper, autor de “El último Mohicano”. Otros editores son Vila, Tomas y Oliva, este ultimo autor de una edición de novelas escogidas. Dos editores de Madrid, Olivé, creador de una biblioteca universal de Novelas, de las primeras en los años 1810, y Repullés, con su colección de novelas historias españolas originales. Gracias a todos estos editores se empieza a difundir en España la literatura romántica y prerromántica extranjera. Rousseau había sido prohibido en el índice de libros prohibidos por la Inquisición, pero desde finales del siglo XVIII empieza a ser traducido y se publican. Rousseau se traduce al castellano en el año 1814, con numerosas ediciones. Se tradujeron muchas obras escritas por él, pero también a Alejandro Dumas, Victor Hugo, George Sam, Byron, Walter Scott, Manzzoni, Hofman, Goethe. Pero aquí no solamente cuenta la edición de libros de autores nuevos, también reediciones de cosas antiguas de tipo romancesco. Se consideraba románticos autores barrocos, por eso se editan antologías líricas o de teatro anterior a Lope de Vega. Hay que mencionar especialmente a Don Agustín Duran, que defiende la estética romántica, y recopila la poesía de tradición popular que refleja el genio colectivo. “Publica romances amatorios y festivos” en 1839, después “Romances caballeresco e históricos”, y por último, un “Romancero general”. El mejor conocimiento de la literatura medieval potencia el romanticismo, porque se basa en el mundo de los trovadores, en el espíritu. Se van formando tertulias y asociaciones de literatos que comparten los gustos románticos. Desde 1827 sabemos de otra tertulia diferente a la de Cabrerizo, en la casa de don José Gómez de la Cortina, a la que acude Larra, Bretón de los Herreros, Mesoneros Romanos. Don Salustiano Ogaza, ministro liberal, también tiene otra tertulia importante. Pero de la más importantes será la “Tertulia del Parnasillo”, en unas condiciones muy malas, contadas por Mesonero, porque no había iluminación, en mesas de pino, pero se reúnen José María Carnerero, Espronceda, Escosura, Ventura de la Vega. Es una tertulia muy informal, pero en este otro orden, en el año 1835, se refunda el Ateneo de Madrid, en el año 1820 apareció muy ligado al liberalismo, por

eso se clausuró con la llegada de los cien mil hijos de Saint Louis. Mesoneros, Juan Miguel de los Ríos y otros muchos deciden resucitar el Ateneo. Se abre con un aire de debate, fue presidente el Duque de Rivas, hecho curioso porque era uno de los introductores del romanticismo. La idea era que hablara todo el mundo, pacíficamente, hablaron Alberto Olista, Espronceda, y otras personalidades. Con el Liceo ocurre algo parecido, fundado en 1837, en casa de Jose Fernández de la Vega, pero cuando empezó a tomar cierto auge se traslado al palacio de Villahermosa. Lo presidió Bretón, después Patricio de la Escosura, el Marqués de Molins, y gozó de la simpatía de la reina regente María Cristina simpatía con el liceo, lo que le dio una gran promoción, organizaron revistas y concursos, hasta llegó a tener su propio teatro, dirigido por Ventura de la Vega. El avance del romanticismo en España ya no se puede ver como un proceso lineal. A partir del retorno de los exiliados liberales, es algo que se va planeando. En 1834, el Duque de Rivas publicará su poema “El moro expósito”, y de importancia capital es el prólogo de Antonio Alcalá, y en este momento los umbrales del triunfo del romanticismo en España aparece este prologo que es un hito en el pensamiento literario español. Escribe ese prologo para dar una explicación de las doctrinas literarias, antes un público que no estña muy familiarizado con la estética romántica, se cree en la obligación de explicar la doctrina literaria seguida por Rivas. Constata Alcalá que en esos momentos se produce un enfrentamiento entre clásicos y Románticos, venidos desde Faber. Los límites entre el romanticismo y el clasicismo esta confuso. El movimiento romántico dice que nace en Alemania, un país diferente al de Grecia y Roma, por lo tanto, una estética distinta a la clásica. En la poesía española italianizante, Garcilaso de la Vega, dice que es básica y rigorosa, o sea, imitadora. Siguen las mismas doctrinas que los autores clásicos, pero a la vez que esta tradición italianista, hay otra natural, la del romancero, la del teatro del siglo de oro. A finales del siglo XVII, se produce una decadencia en la literatura española. En esto coincide con todos los neoclásicos. Mientras esto ocurre en España, en Francia crece el esplendor político y literario. Dice que hay que distinguir los clásicos de los clasicistas, porque los clasicistas franceses imitan a los clásicos en el exterior, no el espíritu, si las formas. Por ello decía que el estilo francés era muy estirado, académico. Los españoles, ante esa crisis, en el XVIII echan mano del modelo francés. Desterró el mal gusto barroco pero introdujo otra que no era mejor. La reacción producida en España, en lugar de poesía en el sentido verdadero del término. Se salvan Jovellanos y Menéndez Valdés, por su temperatura prerromántica. Ese neoclasicismo afrancesado es hoy día lo nominal de nuestra literatura. Pero existe otra estética nacida de Alemania, que arrastra a los italianos e ingleses, y los españoles se han quedado atrás. Los románticos han aportado una actitud crítica frente a la actitud clasicista. Se pueden concebir obras magnificas al margen del sentido aristotélico. Dice que los románticos han abandonado el tema de Roma y Grecia y que han rechazado la mitología clásica, y como recambio, han acudido a la Edad Media y a tierras lejanas y exóticas. Poetizan las emociones de la vida real, por eso se habla en la poesía de la patria y de la situación política. en este punto aparece el Duque de Rivas. En los primero años de los 1830 alcanza su plenitud la fiebre romántica. El año 1833, una revista no romántica, “El boletín del comercio” profetiza que se ha formado una juventud que arde en deseos de ser útil a su patria, y eso influirá en la literatura con una época de gran producción. Esto fue cierto porque se publican de 1834 a 1845 el romanticismo español vive su época dorada. Se reinventan las tradiciones romancescas. Alison Peers, anotó en su libro que en las regiones orientales, Cataluña, levante y Baleares, el romanticismo prevalece en la vertiente restauradora, en la línea de Walter Scott. Pero Byron, representante del romanticismo liberal apena era leído. Pero en Andalucía, hay que recordar en el romanticismo entra en España por Cádiz, prevalece y

después se extiende a Madrid, la vertiente liberal. A partir de 1837 se va a ir recuperando el romanticismo restaurador y le liberal en todas las partes, porque no hay crispación al acabar las guerras Carlistas, y por la muerte de Larra. Desde el año 1840 domina el romanticismo restaurador en toda la península. El romanticismo va a llevar un sentido patriótico y nacionalista. El artículo de costumbres será muy usado por todos, y el resurgimiento de las lenguas y las culturas regionales. En el artículo de costumbres debemos resaltar a tres autores que se sentían afines: Mesonero Romanos, Estébanez de Calderón y Larra. El género está estrechamente ligado a las revistas “Cartas españolas” y “Revista española”. En “Cartas españolas” en su primer libro empieza a publicar Estébanez Calderón, y en el tomo cuarto comienza Mesoneros Romanos bajo pseudónimo del “curioso parlante”. Larra hace una revista por su cuenta titulada “El pobrecito hablador”. Lara, en 1828, con diecinueve años había publicado otra revista, llamado “El duende satírico”, publicado un artículo de costumbres describiendo el ambiente de un café. Será el primero en toda España. Con el pseudónimo Fígaro. 09-12-08 Mesoneros se especializa en Madrid y ayuda a crear todo ese ambiente que tenían los barrios de Madrid. Estébanez se especializa en Andalucía. Larra es general porque nos e adscribe a ningún territorio. Sus artículos de costumbre tienen un planteamiento más intelectual y de más altura. Hay una muchedumbre y de periodistas cultivan el artículo de costumbres. Se publicó un libro “Los españoles pintados por si mismos” que pretendía reflejar la sociedad española. La realidad española pintada por los escritores españoles. Este es un género muy asociado a la prensa. Hay algunos en verso también, y dos modalidades básicas. Los artículos de costumbres sobre tipos que nos describen un personaje: el gitano, contrabandista, ama de cría, torero… y otros que describen escenas: romerías, cafés… A medida que avanza la década de 1830 el primer modelo se va a imponer. Cada vez son más escasos los artículos sobre escenas. Esto es un hecho literario y sin embargo los hechos literarios tienen motivaciones extraliterarias, porque los artículos llevaban un grabado normalmente. La misión plástica era muy importante. Estas publicaciones son semanales o periódicas, y van a contrarreloj. Ocurre que los grabadores que ilustran estos artículos necesitaban más tiempo para dibujar una escena que un personaje. Una vez concedido el dibujo requiere un proceso de elaboración para imprimirlo, por eso tardaba mucho más. Preferían los artículos sobre personajes, por la facilidad de la ilustración. El artículo de costumbres no solamente es una búsqueda de o esencial, de lo característico, lo que suele ocurrir con todo, tiene un trasfondo tradicionalista o conservador. Estamos en un mundo, la década de los treinta, donde se están produciendo transformaciones muy serias, ha terminado la guerra en España y desaparece un mundo, por eso el artículo de costumbres pretende guardar la imagen tradicional de España. Con las modernidades en Europa se tenía miedo a perder la identidad. Es la máxima expresión de ese interés romántico de lo peculiar, pero Larra lo hará at través de la modernidad. El costumbrismo aparece en todas partes, como en los dramas “Don Álvaro y la fuerza del sino”, en la novela, sobre todo en el Duque de Rivas con la importancia en Andalucía y sobre todo Córdoba, Zorrilla con Granada. La España de la pandereta viene de esto, los extranjeros que buscan el exotismo en Andalucía, en el flamenco y la vida popular. Este interés por lo local o regional, explica el nacimiento de los estudios del folklore, el fenómeno que empieza de la mano con el romanticismo, la recopilación de romanceros y cancioneros populares. Este tipo de materiales que habían dejado indiferentes a los ilustrados, despierta un gran interés para su estudio, la imitación de los cantos populares. Empieza en España en 1789, cuando el romanticismo no ha hecho su entrada, pero en Alemania había entrado ya en la

cultura popular con Haelder. A. Iza Zamácola hizo una recopilación en el año 1799 “colección de las mejores coplas, seguidilla del cancionero popular que se han compuesto para tocar con la guitarra.” En este mismo año recopila A. Valladares de Sotomayor “Colección de seguidilla y de cantares.” Enrique Ataide y Portugal recopila “Almacén de chanzas y veras para instrucción de recreo” en 1802. Este mismo año una recopilación anónima “Colección de coplas, seguidilla, boleras y tiradas”, se reedita en el 16 y en el 25. Pasan unos años y nos encontramos con Fernán Caballero que publica en el año “Colección de cantos, coplas y trovos” y “Cuentos y poesías populares andaluzas”. En 1862 Tomás Segarra “Poesías populares”, Enrique Lafuente Alcántara hace un cancionero popular en el 65. En Cataluña, FranÇes Pelay Briz escribe “Cansons de la terra” en 1866. En la restauración nos encontramos con la figura de Antonio Machado Álvarez recopiló los cantos flamencos, con una primera recopilación en 1881, y en 1887 hará una más extensa con “Cantos flamencos y cantares”. Francisco Rodríguez Marín publica entre los años 1882-1883 “Cantos populares españoles”, a partir de aquí se recogen cantos populares de cada región. También se recogen colecciones de refranes, los trajes regionales, porque hasta los últimos tiempos del siglo XIX, todavía se vestía con el traje popular. En las novelas realistas de Pardo Bazán o Galdós se puede identificar estas modas. La artesanía y la cerámica popular, las fiestas típicas, todo esto va a ser objeto de un gran interés en el romanticismo porque va a ser objeto diferenciador de un yo que da identidad. Junto al costumbrismo hay una segunda consecuencia del yo comarcal y regional, y es el auge de las lenguas y literaturas regionales que van de manera inevitable unidas a las lenguas regionales. En Andalucía o La Mancha se hace a través del castellano, pero en Cataluña, País Vasco o Galicia es a través de sus lenguas. En Galicia, hasta el siglo XIX, expresaban sus conciencias nacionales en castellano. Hay excepciones como José Fernández y Neira, que en 1813 escribe “Proezas de Galicia”. Otro caso es Manuel Pardo de Andrade en el mismo año, que escribió un romance condenado por la Inquisición, restablecida por Fernando VII, “Os rogos d’un galego.”. Pedro Boado publicó un bilingüe “Dialogo entre dos labradores gallegos”, y la excepción más importantes sería Nicomedes Pastor Díaz, que escribió poesía Neoclásica pero en lengua Gallega, haciendo una Égloga “Belmiro e Benigno”, dos pastores que cantan bucólicamente en gallego. El querer usar el gallego es un gesto romántico pero en un género literario antirrománticos. “La alborada” es otro poema gallego de este autor. Hasta muy dentro del XIX el galleguismo se expresa en castellano. En fechas cercanas a los años 40 van a aparecer otros que siguen este camino como Francisco Añón, Alberto Camino, Xan Manuel Pintos. Se mezclan cosas literarias y no literarias, pues hay un músico con el nombre Canuto Verea se dedica a mover orfeones para interpretar la música tradicional gallega. Se dedicaba a promover que se publicasen composiciones de músicos gallegos, ese nacionalismo musical. Partir de la música popular para hacerlo culto. Estos coros cantaban la música popular. En el año 46 se produce la revolución gallega, un pronunciamiento militar, intento de golpe de estado contra el general Narváez, brazo derecho de Isabel II, que tratan no solo de derribar el gobierno, sino una cierta reivindicación nacionalista. Encontraron respaldo civil y se constituye la junta superior del gobierno gallego. Es la primera vez que se intenta dar una configuración política al galleguismo. Será reprimida y sus dirigentes serán fusilados en Carral. Esto no significa que desaparezca el sentimiento galleguista. En esa década de los cuarenta, antes y después de la revolución, aparecen varios periódicos con orientación nacionalista: “El correo compostelano”, en el año 1845 “el porvenir”, “El faro de Vigo” en el 1842, “Revolución” en el 1846, pero el impulso definitivo será con “El banquete de Conxo”, que es un pueblo a las afueras de Santiago de Compostela, y el dos de Marzo de 1856, se organiza una comida de

estudiantes y obreros unidos por la común conciencia galleguista. Todo esto va muy ligado al liberalismo progresista. En este banquete hay dos alumnos de la universidad, poetas, Eduardo Pondal y otro menos importante, Aurelio Aguirre, el “Espronceda gallego”. Intervienen con sendos discursos de una exaltación tremenda, y las autoridades civiles y eclesiásticas responden con horro a este manifiesto. Se escandalizaron con aquellas palabras. Una de las consecuencias es que se decide convocar un concurso literario que quería retomar los jeugos florarles que se hacían en las cortes provenzales de la Edad Media. En la A Coruña, el dos de Junio de 1861 se convocan los “Xogos Florais”, impulsados por X.P López Cortón. Se admitía tanto el gallego como el castellano. Al año siguiente se publican en un libro y se otras poesías al margen de este concurso. Este libro que se hizo con fines benéficos se llamo “Álbum de la caridad”, el autentico manifiesto del renacimiento gallego. Rosalía de Castro colabora con seis poemas en gallego, y va a ser tomada como la guía de la restauración literaria de la lengua nacional. Esto ocurre poco a poco, hasta que publica “Canteares Gallegos”, titulo en español porque el gallego que ella conocía de sus tiempos en Ortoño o Padrón, ciudades cerca de Santiago y con muchos castellanismos, muy contaminado. A partir de 1863, Rosalía será considerada la cabeza por la calidad estética del libro y por el título del libro, que ya es reivindicativo y tiene una conexión con lo popular. Rosalía destaca en el “Álbum de la caridad” y destaca en el Rexurdimento, que consistía en el resurgir de la literatura gallega. A partir del siglo XIII se considera que la lengua gallega es especialmente acta para lo lírico. Alfonso X, el Marques de Santillana mismo lo decía. Existe este momento de esplendor entre el siglo XIII-XV, pero cuando la capital de Portugal baja al sur se va diferenciando el gallego del Portugués. A partir de este momento, que los Reyes Católicos pretende la unidad, tendrán interés en reforzar la unidad lingüística, por eso envían a Galicia a gentes no gallegas y a los gallegos funcionarios fuera de Galicia. Rosalía será la cabeza, la figura materna del galleguismo. Pero a su vez hay que mencionar a Eduardo Pondal, porque no siendo un poeta de primer orden, enriquece el gallego literario, que antes era una lengua de pobres, campesinos e ignorantes. Pondal incorpora al gallego helenismos y latinismos que le dan una dignidad intelectual a la lengua. Sobre todo, a parte de dignificar el gallego, difunde el mito céltico. El pueblo gallego que desciende de los celtas, aquí se busca la diferencia en un punto romántico. Se escriben leyendas y relatos célticos, el Breogan, fundador mitológico de Galicia. Va a ser muy importante porque casi todos los nacionalismos coinciden en tener un origen mitológico. El tercer elemento y poeta es Manuel Curros Envíquez utiliza un lenguaje muy prosaico, pero de sentimientos liberales que lo convirtieron en el gran poeta nacionalismo del movimiento. Los ideales del progreso van de la mano de su literatura. En este movimiento nunca se tiene presente que es un fenómeno sobre todo poético, porque no se escribe en gallego. No llegará hasta finales del siglo XIX. A la vez que se va produciendo el rexurdimento, paralelamente se hacen las primeras investigaciones lingüísticas sobre el gallego: Juan Cuveiro, Marcial Valladares, que hablaran de la gramática histórica, y el marido de Rosalía de Castro, Manuel Martínez Murguia y Benito Vicetto escriben su historia de Galicia. Tanto estas investigaciones lingüísticas como las historias de Galicia están empapadas de espíritu galleguista pero escritas en castellano. Hay un fenómeno muy curioso, y es que todas estas personas, que reivindicaron el empleo del gallego en la literatura, en su casa y entre ellos hablaban castellano. En 1907 se emplea el gallego por primera vez en un mitin político. En el año 1936, el estatuto de Galicia reconocerá la oficialidad del gallego y del castellano. Hasta los años de 1970 no se recupera la oficialidad del gallego compartida con el castellano.

11-12-08 antes Cataluña que Galicia. Cambiar el orden. El movimiento gallego tiene un paralelo en la Renaixença Catalana. En 1815 nos encontramos con un primer gesto reivindicativo de la lengua catalana, lengua con un espíritu colectivo, que es la “Gramàtica a apologia de la llengua catalana” de José Pablo Ballot. Primer texto catalanista de la lingüística. Cinco años después, en 1820, Antonic Puigblanch, monje cartujo que se convirtió en un liberal, escribió un poema titulado “Les comunitates de Castella”, sobre el levantamiento comunero, alabándolos como defensores de la liberta frente a la opresión. Este poema se ha perdido casi todo, solo se conservan las dos primeras estrofas gracias a que las recogió Víctor Balaguer. La Renaixença coincide con la eclosión del romanticismo. El romanticismo penetra en la península por el sur, a través de Faber en Cádiz, pero después, por Cataluña, Valencia y Baleares. Triunfa este movimiento con “La oda a la Pátria”, que es la patria catalana, publicada en la revista “El Vapor”. En 1833, esta oda a la patria es la primera muestra de la poesía romántica en catalán antes que en castellano. Es el primer texto romántico peninsular, algo plenamente romántico. Rubió á Ors, escribió poesías en catalán, firmadas con el pseudónimo “Lo gayter del Llobregat”, manifestando el arraigo a la patria chica. La gaita representa la tradición popular. Se asocia con lo regional con la gaita. Apareció en el año 1839 en “La revista de Barcelona”. Víctor Balaguer es una de las principales figuras de la literatura catalana. Próspero Bofarull se dedicó a la historia de Cataluña, su principal obra es “Los condes de Barcelona”, en el año 1836. Antonio Ribot i Fontseré y otros nombres cómo Juan Cortada, que intentarán escribir las novelas históricas, escritas en castellano sobre el pasado catalán, con una gran influencia de Walter Scott. En el año 1837 se restablece la universidad de Barcelona, lo que generará un gran impulso. Será un foco de catalanismo literario y político. En el año 1840 se publica el primer periódico en catalán, “Lo Pare Arcangel”. En Cataluña, José Anselmo Clavè empieza en el año 1845 a actuar como creador y director de coros. Primero se llamo el coro de la Aurora, después la Fraternidad. Clavè era republicano, antimonárquico y catalanista, estos coros iban asociados a sociedades nacionalistas. Esto culmina en los famosos “Los coros Clavè”. Fueron la última reencarnación de estos coros anteriores. Comienzan a actuar en público en los años 1850, y Clavè pretendía que los coros fueran como la voz musical de Cataluña. Reclutó como cantores a gentes de las clases trabajadoras. En Cataluña hay una importante industrialización y una clase proletaria. Llegó a reunir a más de diez mil personas. En el año 1859, estos Victor Balaguer y Própsero Bofarull, así como Milá i Fontanals, promueven la restauración de los juegos florales. Era algo muy típico de la Provenza medieval. Se recuperó a mediados del siglo XIX en el País Vasco francés. Los catalanes quisieron tener también sus “Jocs Florals”, a los que se vincula el renacimiento de la literatura catalana. En Cataluña se anima mucho a la escritura en catalán. Podemos decir que se desarrolla un catalanismo literario y el político. Desde los años 1830 estos dos sentidos se aproximan cada vez más y terminan identificándose por completo. Esto se va a plasmar en las “Bases de Manresa” en 1892. Se conocen textos en Vascuence desde mediados del siglo XVI, en el renacimiento. En la prosa, hasta el siglo XIX va a consistir de manera casi exclusiva en textos religioso escritos por clérigos, catecismos, sermonarios, obras devotas. En la poesía tendrá desde Bernará Etxepare, va a tener un motivo intermitente, con lagunas hasta el siglo XIX. Nos referimos a la poesía culta escrita, porque hay en paralelo una corriente de poesía popular oral que es la de los “bertsolariak”. En los años 1830, nos encontramos con un vasco francés, llamado Chaho, que escribió en francés reivindicando la identidad vasca. Este escritor tenía como modelos a los mundos gaélicos con elementos de esoterismo, lo cual no le impedía tener acercamientos carlistas y

republicanos, con un tono nacionalista. Escribió un “Viaje a Navarra” donde habla de un tal Aitor, un personaje mitológico que funda la raza vasca. Aitor es un personaje imaginario que adquiere para muchos una realidad. Otro caso interesante es en 1835, Eugenia Garay de Monglave, publica en Bayona una poema sobre la derrota de Roncesvalles. Se narra el episodio de Roncesvalles poniendo en boca el relato de un montañés vasco. Aparece otro vasco francés, Louis Duhalde que decide traducir al vascuence el poema anterior, que estaba en francés. Duhalde pone como título vasco al poema “Altabiz carreco Mantua”, pero inspirándose a los poemas osiánicos, hace pasar este poema como uno medieval. Lo pone en el merado diciendo que era un texto medieval, y fue tomado como fundamento de la identidad nacional. La mitología juega un papel especialmente importante en este canto nacional de los montañeses vascos. José María Iparraguirre, componía canciones para campeonatos y la transcribía cantándolas. En Madrid, compone “El árbol de Guernica”, un símbolo de la identidad vasca. Terminará por ser el himno vasco. Este autor participó en lar evolución francesa de 1844, y luchó con Garibaldi, a favor de la unificación italiana. Como en Cataluña y en Galicia, se toman los juegos florales como un elemento de identidad a través de la poesía. Los “Lore Jokuak”, 1853 se celebran. Será un estimulo para la creación poética en lengua vasca. En el año 1859, el capitán Duvoisin, acomete la empresa de traducir la Biblia en Vasco. Desde las fechas de mediados del siglo XIX se va a ir propagando las leyendas mitológicas del pueblo Vasco. A partir del año 1860 se va a ir incrementando. Como los orígenes del pueblo vasco y oscuro, y la lengua vasca es misteriosa y desconocida, es algo totalmente romántico. Se comienza a forjarse esa mitología con una gran conciencia de ser distinto, con una lengua extraña, costumbres ajenas. “Los Robinsones vascos” de Jammes, critica a todos estos movimientos del siglo romántica. Dentro del romanticismo español podríamos establecer como tres generaciones diferentes, tres estratos. No todos los románticos tienen la misma edad. Una primera generación es la que nace entre 1775 y 1800. Esta gente se forma como Neoclásicos porque el romanticismo en España empieza muy tarde. Esta gente, en su juventud recibe una educación ilustrada, incluso comienzan sus carreras literarias como neoclásicos. Precisamente, estos autores participan en las cortes de Cádiz con actitudes liberales. Al llegar a cierta etapa de su vida se adhieren al romanticismo. No pocos casos, este cambio se debe a la experiencia del exilio liberal. Muchos de ellos que en la década ominosa están en Inglaterra y les hacen abandonar la estética neoclásica. Esta conversión no es siempre profunda, sino superficial y pasajera, como Bretón de los Herreros. Está gente muere entre los años 1860-1865, como Martínez de la Rosa, Alcalá Galiano, el Duque de Rivas, Agustín Duran, Bretón, Aribau, Estébanez Calderón, Gil de Zarate. Una segunda generación romántica la constituyen los nacidos entre 1800 y 1810. Se forman también en el neoclasicismo. En plena juventud, con la llegada de Fernando VII, tienen que optar entre liberalismo y absolutismo. La mayoría se inclina hacia posiciones liberales, otros tienen que emigrar. Cuando empiezan a escribir son ya románticos. No tienen una trayectoria primera en el neoclasicismo. En este grupo, muchos mueren jóvenes, antes que los de la generación precedente, como Espronceda o Larra. Pocos llegan a vivir la restauración, salvo Mesoneros, padre Arolas, Ramón Pérez Soler, Escosura, Ventura de la Vega, Espronceda y Larra, Juan Donoso Cortés… La tercera generación, la de los nacidos entre el año 1810 y 1820, entre la guerra de la independencia o en una España Absolutista. Reciben una educación plenamente romántica. Admiran a figuras como Larra o Espronceda. Ante los problemas políticos que se van a ir planteando, adoptan en general posiciones moderadas o reaccionarias. El afán de originalidad, el deseo de no ser tomado por epígonos, les lleva a hacer

evolucionar el romanticismo, incluso reaccionar contra el romanticismo, como Campoamor. En otros casos se trata de modularlo, hacer un romanticismo que hable más en voz baja, más confidencial, más cuidado. Ejemplos serían Pastor Díaz, García Gutiérrez, Gómez de Avellaneda, Zorrilla (que vivió muchísimo, incluso leyó el primer gran libro modernista de Darío, “Azul”), Navarro, Carolina Coronado. En el museo de arte moderno de Madrid, podemos ver “La lectura de Zorrilla” que es una viva imagen de la época. Alison Peers, hablando del ocaso del romanticismo, piensa que decae en el año 1847, algo que puede resultar asombroso, y que comienza un eclecticismo. El entiende como un empeño de integrar ciertos elementos románticos con otros elementos recuperados de la doctrina neoclásica, una fusión. Dicho esto, se podría decir que el romanticismo español ha tenido una vida muy corta, al más que unos años. Se diriía que fracaso en España, y según el se debe a que había una gran diversidad de modos de entender el mundo romántico y no hubo un jefe de escuela que sirviera de guía. Para el señor d’Ors esto es totalmente falso, y lo rechaza porque Lista no se opuso al romanticismo, solo que le molesto, que era sacerdote, era el romanticismo liberal exaltado derivado de los franceses, como Víctor Hugo. Lo segundo es que en todos los países hay una diversidad grande de romanticismos, como en Inglaterra, Francia, Italia, en todas partes, por lo tanto no se puede hablar de un fracaso por la diversidad de ideas. Y lo que hubiese un líder sólo ocurre en Francia, con Víctor Hugo, a parte de su temperamento humano, fue muy bueno en todos los géneros literarios y vivió muchos años. Es un caso muy especial, pero en Alemania no hay un líder, no hay una figura. No es necesario que haya un jefe, son especulaciones caprichosas. Los hechos en España que hasta el estreno del Tenorio, en 1844, está plenamente vigente. Podríamos hablar de más tiempo, como las obras de Zorrilla, es del 1849 “Traidor, confeso y mártir”. Luego ya, desde mediados de los 1840 comienza una etapa de transición, no es que desaparezca el romanticismo, es que empieza a transformarse, representado en

Fernán Caballero, con su “Gaviota” primera

novela de transición donde coexisten un idealismo de claro linaje romántico y una atención realista al mundo cotidiano, popular, con un interés casi documental, que la escribe en 1849. En torno al 1860, los últimos restos del romanticismo han desapareado. Ya existe el realismo. 16-12-08 REALISMO Y NATURALISMO 1.

Era isabelina 1843-1868.

2.

periodo revolucionario 1868-1874

3.

Restauración 1874-1902.

En la época isabelina habrá una recuperación económica. Se aplicará el sentido común cogiendo la doctrina empirista, los sentidos son nuestra fuente primordial de conocimiento, y que nuestra razón puede explicar las cosas, nace el sentido común. Queda atrás el idealismo y los valores espiritualistas. Se retorna al mundo de la experiencia sensible, con un sentido utilitario, sirven en la medida que son útiles, todo debe ser práctico. La laboriosidad será también muy importante. Desde el momento en que se rompe el viejo orden, el trabajo es muy importante porque mediante el trabajo se asciende en esta sociedad de clases. Escala puestos y llega a ser un hombre rico y respetado por su trabajo. La honradez viene a sustituir al honor. Es una característica típicamente burguesa. El hombre honrado es el hombre formal en sus convicciones, que paga con puntualidad, que es leal con los negocios, que respeta la propiedad. En la mujer no tiene que ver con lo económico sino con lo sexual. El amor a la familia y al hogar, porque en la literatura realista se insiste mucho en las descripciones familiares, en las salas donde se desarrolla la escena familiar. El orden público y la tranquilidad. Campoamor

decía “Quiero ver cuanto dura un hombre bien cuidado”, es una idea muy burguesa porque en el trasfondo hay una actitud de conformismo. En términos objetivos, la burguesía en España no es cuantitativamente importante, solo uno de cada diez españoles es burgués. La burguesía es débil en si misma porque no es un sector importante numéricamente, pero si en términos relativos, porque en España no existe un proletariado en el sentido estricto, una masa de gente trabajadora pero no rural. La idea del proletariado tiene que ver con la idea del asalariado. Pero como no había industria, salvo situaciones mínimas en levante y Cataluña, no existe un proletariado. Tampoco hay un movimiento obrero. El país sigue siendo sustancialmente rural y el peso de la burguesía tiene su importancia. A propósito de esta condición rural nos debemos dar cuenta de que en 1841 el 90,79 % de la población española era analfabeta. El analfabetismo crecía. Dentro del liberalismo que casi todo el mundo admite, hay sin embargo tensiones entre moderados y progresistas, que vienen a heredar las que tuvieron los jovellanistas y doceañistas. El moderantismo se instala en las clases medias superiores, los terratenientes que se han visto por la desamortización beneficiados, el alto funcionario, los empresarios, los profesionales liberales (abogados, jueces, médicos…) y en el ejercito los jefes y oficiales. En cambio, los progresistas se engloban en artesanos, comerciantes y los suboficiales del ejercito (sargentos). Durante la era isabelina predominan los gobiernos moderados, los que gobernaba el partido moderado cuyos líderes eran el general Narváez y González Bravo. La constitución del 45 respira moderantismo, en el sentido de que matiza la idea de la soberanía popular diciendo que se comparte el pueblo y el rey. Sólo entre los años 1854-1856 se produce el bienio progresista, que es un pequeño paréntesis ante el moderantismo. Comienza con el pronunciamiento militar de O’Donnell, en Baracaldo, y raíz de esto se elabora una nueva constitución más progresista pero que no llegó a entrar en vigor, porque ya en Julio de 1856, se produce un cambio de gobierno y entra Narváez. Hasta el 1868 todos los gobiernos son moderados, y por tanto el progresismo, salvando este paréntesis, hace el papel de oposición, y funciona como mecanismo de control y de freno ante el inmovilismo y la corrupción que comportan la sucesión de gobiernos moderados. El ascenso del progresismo marca el año 1868 el comienzo de un período revolucionario. Estaba sostenido en pequeños comerciantes, artesanos, suboficiales, pero empieza a asomar un proletariado incipiente en el levante y en el sur que se identifica con la causa progresista. Sumándose estas primeras fuerzas proletarias hace derrocar a Isabel II se establece un gobierno provisional presidido por el general Serrano, progresista. Se promulga la libertad de reunión, de expresión, se quita la censura, y se convocan unas cortes constituyentes mediante sufragio masculino y después restringido en función de la renta. Estas cortes elaboran una nueva constitución, la quinta, liberal y democrática, que sin embargo establece como régimen y forma de gobierno la monarquía parlamentaria. España todavía no se proclama como república, pero una monarquía borbónica. Entonces se trata de buscar a alguien que pueda ocupar el trono. Mientras tanto el general Serrano quedará como regente. El general Prim será el encargado de buscar un sustituto a Isabel II. Se decidirá al final por la figura de Amadeo de Saboya en 1871. El problema de Amadeo es que viene como rey constitucional, pero encuentra oposición por los republicanos federales, sobre todo en las regiones orientales, donde se encuentra la industria más incipiente. Los republicanos se sublevan en todo el levante y Cataluña, y se sublevan no contra Amadeo, sino en contra de la monarquía. Por el otro lado reaparecen los Carlistas, que desde el año 1840 estaban al margen, y no es que se opongan a la monarquía, sino a la monarquía parlamentaria de Don Amadeo, porque tienen su propio sustituto. De la misma manera que los republicanos se sublevan, los carlistas volverán a tomar las armas en la tercera guerra carlista en el año 1872, en Navarra y el País Vasco. Pero había

más oposición en el centro, que son los liberales moderados, que fieles a los Borbones, que son los Alfonsinos. La situación es bastante complicada, porque el general Prim es asesinado en Diciembre de 1870, antes de la llegada de Amadeo a Madrid. El reinado de Amadeo, a pesar de sus dotes y de sus buenas intenciones, fue muy problemático. El mismo sufrió un atentado y Amadeo abdica a comienzos de 1873, y a comienzos de Febrero se proclama la primera republica (según d’Ors de manera ilegal). Duró muy poco, de Febrero a Enero, en 1874. Primero tuvo forma de republica federal y al final de forma muy militares. Tuvo que afrontar desordenes públicos, que soportar los levantamientos cantonalistas, como el de Cartagena, llegando a tener su propia moneda. También la guerra de Cuba, en 1868, con una insurrección en Cuba que dura diez años. Además la tercera Guerra Carlista. En medio de esta situación se produce el golpe del general Pavía que derriba el orden republicano. Pavía vuelve a entregar el poder a Serrano. Este, forma un nuevo gobierno provisional que disuelve las cortes y en 1874, Martínez Campos, un moderado alfonsino, se pronuncia en Sagunto y proclama rey a Alfonso XII. Con esto se cierra el periodo revolucionario y comienza la restauración. 17-12-08 Listado de libros para el realismo. Obligatorios. B. Pérez Galdós, Misericordia. Clarín: La regenta. G.A Becquer: Rimas Leyendas. R. de Castro En las orillas del Sur. Optativos: Pedro Antonio de Alarcón: el sombrero de tres picos. José María de Pereda “Peñas arribas” Pardo Bazán Los pazos de Oviedo. Palacio Valdés: la espuma. R. de Campoamor: antología. Julián Sanz del Río se va al extranjero para formarse en París para alcanzar la cátedra. Se da cuenta de que existe la filosofía ecléctica. El perseguía el krausismo y por eso se traslada a la universidad de Heidelberg, en el año 1843. Sanz del Río era un gran estudioso de Kant, de Hegel, pero se intereso especial mente por Krause, porque veía que en el sistema de Krause había muchas posibilidades de aplicación práctica en España, en su vida social. Krause no propone una filosofía pura, meramente teórica, sino que concebía su sistema como un perfeccionamiento en la vida del hombre en tres facetas: inteligencia, alma y cuerpo. Su teoría del conocimiento es esencial para Krause. Sostiene que el conocimiento se articula o se logra en dos fases: una fase analítica y otra sintética. El espíritu del hombre conoce inmediatamente lo que tiene alrededor, que son múltiples y además heterogéneas, pero el conocimiento va elevándose a partir de las generalizaciones. Lo inmediato va formando como grupos. Se produce un ascenso de síntesis sucesivamente cada vez más, de manera que el espíritu se va formando hasta llegar a la unidad, homogeneidad, lo total, el ser absoluto. Como hemos hecho este ascenso, ahora, desde arriba, todo lo vemos unificado por ese vértice desde

el que depende todas las situaciones. Todo depende de Dios. Todo es Dios. Es una forma de Panteísmo. Krause lo llamó Panenteísmo. De ahí viene el amor a la naturaleza y al hombre, porque Dios está en todo. La meta que propone Krause es una religión en la que se accede a lo divino a través de este ascenso, sin ataduras ni sistemas. En octubre de 1834 vuelve a España Sanz del Río y renuncia a la cátedra que tenía de derecho. En el año 1854 ocupará la cátedra. Y en los años en el que el romanticismo está cayendo, en los 50, empieza desde la universidad central y desde el Ateneo, a difundir el pensamiento de Krause, originando el Krausismo, que es un fenómeno puramente español porque en Alemania no existía. Las figuras principales serán Fernando de Castro, que era franciscano y capellán de la reina, y además rector de la universidad de Madrid. Fue el que tomo el relevo en la dirección del Krausismo. Nicolás Salmerón, político republicano. También Azcárate, Emilio Castelar, gran orador parlamentario, Segismundo Moret, Francisco Giner de los Ríos, Manuel de la Revilla, Francisco de Paula Canalejas, Laureano Figuerola… Fue protagonizado especialmente por profesores universitarios. Durante la era Isabelina y durante la restauración, para ser catedrático de universidad, era concisión indispensable ser monárquico y monárquico. El krausismo no es tanto un sistema de filosofía como una actitud vital y civil. Una actitud de profundo sentido ético. Ya en Krause estaba indicado para incidir en la vida práctica. Pero el krausismo era mucho más todavía un movimiento orientado a lo vital. Los krausistas abogan por una regeneración de España, renovar España. Se entiende por regeneración, para el krausismo, europeización de España, poner a España al mismo nivel que Europa, sacándolo del atraso culturas y técnico desde el siglo XVII. Asimilar una serie de valores típicos de la modernidad que en España estaban muy poco instruidos. Valores como el racionalismo, el liberalismo, el laicismo. Esta europeización se debe basar en la educación, y en la educación no de la instrucción pública en un sentido general, sino de unas minorías dirigentes, para que desde arriba fueran impregnando la totalidad de la sociedad. Esto requiere una revisión pedagógica del sistema educativo. Los krausistas fueron debatidos desde los sectores más tradicionalistas, sobre todo con los neocatólicos, que eran todos aquellos intelectuales que sostenían que la religión no era un asunto privado, que no se podía admitir que las condiciones de la fe quedasen excluidas de la organización social y defendían el estado confesional. Estos enfrentamientos entre krausistas y neocatólicos fueron el ingrediente esencial que precede a la Gloriosa. Los neocatólicos eran Francisco Navarro Píos Lava, Muñoz Caminero, Don Cándido Nocedal, Manterola, Pidal y Mon, José Manuel Ortí, y también Meléndez Pelayo. El periódico “El pensamiento español” era un reducto anti-krausista. A comienzos del año 1867, se producen unos sucesos llamados la noche de san Daniel; una serie de gente se echan a la calle alborotando contra la reina y el gobierno reprime desde la policía enérgicamente a los manifestantes y hay varios muertos. La situación llega a tener una cierta gravedad, y la universidad de Madrid acuerda enviar una carta de adhesión a la reina, respaldándola frente a los alborotadores. Pero los profesores krausistas no lo firman. Cómo era condición imprescindible ser monárquico y católico son procesados. Pero como no se encuentran pruebas todo se soluciona, pero por esta vez, porque más adelante, en el mismo año, se reanuda la persecución, y Salmerón, Sanz del Río, Fernando de Castro y Giner, son expulsados de la universidad (se gesta el instituto libre de enseñanza). En el 1868 cae la reina y se establece un orden progresista vuelven a sus cátedras, y comienza el apogeo del krausismo. Le liberalismo fue condenado por la iglesia y los krausistas siempre habían estado en situaciones difíciles con la iglesia, pero en el año 1870, en pleno período revolucionario se proclama el dogma según el cual, el papa,

cuando habla en calidad de representante de Jesús, no puede equivocarse. Los krausistas rompen con la Iglesia porque se resisten a la opinión del Papa. Este momento de esplendor acaba con el proceso revolucionaria. Vuelven a ser expulsados de las cátedras y les prohíben estabilizarse en Madrid. Desde el 1876, el concepto de krausismo va ir quedando arrinconado, sustituido por institucionista. Esto es decisivo para la literatura porque formó a los noventayochistas. En los primeros tiempos del siglo XIX, el francés Auguste Comte, inicia el positivismo. La raíz de este pensamiento está la ley de los tres estados. Según esta ley, el espíritu humano, considerado tanto colectivamente como individualmente, pasa por tres estados: primer estado, mitológico teológico, que es la fase en la que la humanidad se explica los fenómenos atribuyéndolos a la intervención de los seres sobrenaturales. Segunda fase, la metafísica, en este período los fenómenos se suceden gracias a ideas abstractas como naturaleza. El tercer estado es el positivo, aquel en el que los fenómenos se explican desde principios de ciencias positivas, principios que se descubren a partir de la observación experimental y el raciocinio. Ya no importa tanto el por qué del fenómeno, sino el cómo. El único conocimiento es el de las ciencias positivas. El positivismo privilegia las ciencias experimentales, con un empeño por trasferir a las ciencias humanas los procedimientos, y también a la crítica y al arte. El pensamiento de Comte, se divulgará a través de Èmile Littrè, y tendrá muchísimos ecos. Una parte del positivismo se va a deber el fisiologismo, el hombre ha de ser estudiado porque es una entidad corpórea. El peso de la herencia se asocia al desarrollo de la genética. Esta visión de que el legado genético pesa sobre nosotros es clave. Y el evolucionismo entendido como un proceso de adaptación al medio. Las especies y el mismo hombre van mutando y evolucionando presionados por la necesidad de adaptarse al medio. El determinismo también se extiende mucho, porque si sobre él pesa todo lo anterior, está totalmente determinado, se niega el libre albedrío, se niega la libertad. Esto marcará la segunda mitad del siglo XIX. Algunas obras son: el doctor Lucas “Tratado filosófico, psicológico de la herencia natural” el carácter determina la vida porque la especie te va llevando en esa dirección, Claude Bernard publica “Introducción al estudio de la medicina experimental.”, Michelet “L’amore y La fame” en donde se cuenta la relación entre cuerpo y espíritu, y de Charles Darwin “El origen de las especies”. Emilio Deschaned “Psicología de los escritores y de los artistas o ensayo de la crítica natural.” Letourneau “Psicología de las pasiones”, Hipólito Taihe fusionó la filosofía con la medicina. Va a resaltar la importancia de la raza, el medio y la época, son los principales factores de selección y determinación. En España, el positivismo se empieza a difundir a principios de la restauración, en 1875. Pero en España ese espacio lo ocupaba el krausismo, por eso el positivismo tiene muchísimo menos importancia que en Francia. Hay una confrontación entre krausistas y positivistas. Esta confrontación se refleja de una forma muy sutil en un ceunto de Clarín llamado “Zurita”. En ese cuento se plasma la polémica y la tensión entre positivistas y krausistas. En el año 1881 se traduce al español “El darwinismo” de Hartmann. En el año 1880 se traduce en libro de Bernard y comienzan a salir positivistas españoles como Prudencio Sereñana y Partagas “La prostitución en la ciudad de Barcelona” 13-01-09 Los positivistas más importantes son Pedro Mata, José Miguel Guardia y Santiago Ramón y Cajal. Este es el trasfondo del realismo en España.

El realismo. El realismo nace en Francia en el segundo imperio, y va muy adscrito a su cultura. En 1848 se produce una revolución, en verano, que hace abdicar a Luis Felipe de Orleans, e instaura la segunda república francesa. El presidente será Luis Napoleón, y una vez elegido, se autoproclama emperador y crea otro imperio. Será Napoleón III, y perseguirá a los republicanos. En esta persecución va a contar con un gran respaldo de las clases medias, de las burguesías que eran la mayoría en Francia. Estas burguesías ya no tienen la misma mentalidad que en el siglo XVIII, ahora consideran conseguidos sus objetivos y sus aspiraciones y es una burguesía muy conformista. La burguesía había sostenido en la Francia del XVIII ideas liberales, habían degollado al rey, pero ahora sólo querían conservar la revolución, no hay un espíritu de revolución, lo que hay es la conservación, el pragmatismo, rechazar toda clase de aventuras. Van contra el idealismo clasicista, de embellecer la realidad y por la experiencia sensitiva de lo empírico. Se fija una realidad real. El término realismo se documenta por primera vez en un texto romántico (realisme 1826). Este término se va a prodigar bastante, en los años 30 con la revista “L’Artiste”, o en “Revne de Oeux Mondes”. Algunos autores como Stendall, Balzac, serán considerados como precursores para los realistas. Tienen sus antecedentes en el propio realismo. Surge a partir del 1848. Se desarrolla en las décadas de 1850 y 1860. No sería caricaturizar las cosas si hablamos de veinte años nada más. Nace como una réplica y protesta frente a ese conformismo burgués que predomina en el segundo imperio. El realismo tiene su origen en la pintura, concretamente a la figura de Gustave Coubert. A los temas bíblicos e históricos del romanticismo, en la pintura oficial, se suplanta el estilo de Coubert. Con asuntos intrascendentes como campesinos, asuntos revolucionarios. El artista fue muy admirado por el socialista Proudhon. Escenas de la vida cotidiana, de caza, que contrastan con la épica. Dibujó muchos animales, así que temáticamente rompe con la tradición académica. No añade ningún tipo de aurea poética o moral a sus imágenes. No se trata de embellecer la figura. Se tratan de cuadros muy grandes. En el año 1855 se celebra una exposición universal en Paris. El presenta dos cuadros y se lo rechazan desde la mentalidad burguesa. El pintor entonces, que siempre fue orgulloso, decide como reacción montar un pabellón para él sólo, el Pabellón del Realismo, en la avenida Mounten. Con este motivo publica un folleto de los cuadros y un manifiesto donde defiende sus posiciones frente a la pintura académica. Esto le hace precursor de un uso muy típico después en todos los movimientos de vanguardia. Es algo propio de la modernidad, de la contemporaneidad, porque el artista no es un simple creador, sino que teoriza su poesía, como Boudelaire o Edgar Allan Poe. Su pensamiento revolucionario hizo que en el año 1870 fuera nombrado presidente de la comisión de museos. Entonces propuso que se derribase la columna de Vendôme de París, porque representaba la Francia conservadora. Llega la comuna de París y participa en las luchas callejeras. En la comuna le nombran delegado de bellas artes y concejal del ayuntamiento parisino. Dimite al poco tiempo y queda desvinculado de la comuna de manera oficial, pero los que habían recogido la propuesta de tirar la columna deciden derribarla. No se llegó a cumplir este proyecto, pero como Coubert había tenido la idea, fue detenido como ideológico del atentado. Lo juzgaron con seis meses de cárcel y se escapa a Suiza, muriendo allí. Coubert es el responsable del realismo en el sentido que le damos nosotros. Esta doctrina irá pasando al mundo literario. En mayo del 1855, el crítico y novelista Champflening, publica en la “Revne de Paris” dos artículos defendiendo el realismo literario. El poeta Ferdinand de Desnoyers, en la revista “L’Artist”, publica otro manifiesto en el que dice que hay que representar la naturaleza real, y seleccionar los aspectos más significativos. Finalmente, el

crítico, Duranty fundará una revista llamada “Realisme”, que va a publicar siete números, desde la cual se atacará al idealismo clasicista y romántico. El uso de temas históricos se considera una idealización del pasado. En la práctica nos encontramos con la figura de Gustav Flaubert, rompiendo con las novelas históricas, empezará a publicar en “La Revne de Paris”, por entregas “Madame Bouvarí”. Se va a convertir en el modelo de lo que tiene que ser la literatura realista. En este periodo, aparecerán una legión de escritores y pintores esgrimiendo los enunciados románticos que se consideran precursores del realismo. Los escritores realistas se asociarán sobre todo a la novela. La poesía lírica y la épica no son muy utilizados por que ambas son la antítesis del realismo. Es difícil también una dramática realista, no solo por lo que dice Aristóteles. El realismo en el teatro es muy difícil, porque es difícil que reciba un guiño o una sonrisa, no existe el primer plano. La novela es el gran género realista, y el realismo es la gran era de la novela. En la etapa anterior, en el romanticismo, los novelistas eran también poetas, como Víctor Hugo, Goethe, Manzonni, pero Clarín, Galdós, Balzac, no son poetas. El realismo y la poesía son cosas contrarias. Para los realistas, el realismo es la representación del mundo contemporáneo, porque si hablan del pasado el conocimiento no es exacto. Se habla de ideas sobre el pasado, de algo exacto. En general la novela realista, salvo episodios nacionales, se refleja el mundo contemporáneo. Se refleja con actitudes empiristas, con el testimonio de lo sensorial, los escenarios, los paisajes, los personajes, siempre los datos sensibles. Esto ya lo habían hecho los románticos, pero ahora se trata de fotografiar con exactitud todo. Se trata de recoger lo que los sentidos pueden captar, por la materialidad. Algo que los naturalistas trataran con muchísima exactitud. En abordar puntos de vista empiristas facilita la manera material. Una condición básica es la heterogeneidad social, la mezcla de personajes de distinta condición. Recogen el mundo socialmente complejo, la mezcla de todos. Y también, en analogía con lo anterior, los planos de las tonalidades afectivas. En la poética clasicista se dice que la tragedia no puede tener escenas jocosas, pero en la novela se altera esto. Encontramos capítulos en los que reímos y otros en los que lloramos. Es la poética de lo grotesco de Víctor Hugo. Otra cosa que también es muy interesante es que en el realismo hay una preferencia muy clara por el hombre en su dimensión social, en sus relaciones con los demás, y dentro de estas relaciones una que se priva por encima de todas es la laboral. Los hechos que se presentan en la novela realista suelen ser hechos fingidos. Se inventan los personajes y sus acciones. Estamos en la tradición del narrador omnisciente, que conoce por dentro y por fuera sus personajes. Es como un Dios que conoce a sus personajes. En algunos casos, son novelas de tesis, que sirven a una doctrina. Se escribe para por ejemplo, combatir la ignorancia, algo político... Aspira a dar la sensación de que ese mundo no depende de él, que se lo ha encontrado hecho, como en Galdós o en Balzac, hacer aparecer a personajes en una novela y en otra. Como si fuera un mundo autónomo. Otra cuestión dentro de la objetividad es que se rechaza el estilo literario, las formulas fijas desaparecen para adaptarse a un lenguaje coloquial, no en el narrador, sino en los personajes. Es una de las grandes aportaciones de la narrativa realista. Emplean un léxico vulgar, una sintaxis conversacional, despreocupada, dialectos. Frases hechas, refranes, incluso incorrecciones, y este hecho es llamativo, porque nos vamos a encontrar con buena literatura mal escrita. La importancia del dialogo, sus distintos tipos, ponen ante el lector las conversaciones en estilo directo, con verbos dicendi. Hay monólogos perfectamente ordenados. Las cartas tienen mucha importancia, algunas novelas aceptan este género epistolar. Descripciones detalladas y concisas, muy empiristas.

Una derivación peculiar del realismo será el naturalismo. El positivismo está en la base de todo esto, que aparece de la mano de Counte, y se desarrolla durante todas las décadas siguientes. En 1867 Emile Zola, publica una novela titulada “Thérése Raquin”, es el primer intento de llevar a la literatura el pensamiento positivista. Se trata de introducir a los seres humanos en la novela de misma forma que el científico estudia la naturaleza. El término naturalista o naturalismo aparece en el prologo de la segunda edición, en 1868, que es como una especia de manifiesto naturalista. 15-01-09 Se crea en la corriente positivista el grupo de Médan, donde están los hermanos Goncourt, Maupassant, Haysmans. Este grupo va consolidando una doctrina que expondrá sobre la novela experimental. No en el sentido moderno, algo de vanguardia que trata de buscar nuevos caminos, sino en el sentido de las ciencias experimentales. Es un intento de que la novela sea una rama de la ciencia, tener ese reconocimiento. El contenido de este ensayo la desarrolla y amplía en otros ensayos, en 1881, que lo titula “Los novelistas naturalistas”. Las bases de esta doctrina son aplicar a la existencia humana los métodos de las ciencias experimentales. De aquí vienen, de esta especie de cientificismo, las grandes características de la narrativa naturalista. Primero, la idea de que solo es real lo físico y lo material. Los sentimientos se explican por procesos fisiológicos. Es el materialismo básico, todo se puede explicar por la ciencia. La segunda idea es que las conductas humanas de esos cuerpos, movidos por el determinismo físico, están determinadas por la herencia y por el medio, como las leyes de Mendel. El medio es el ambiente en el cual se crea la educación. Es el determinismo, se niega el libre albedrío, el hombre no tiene opción a elegir, está obligado a actuar de tal manera. Se busca a partir de estos sucesos, el observar los modos de vida de las personas con gran detallismo. Se trata de observar ascéticamente con la neutralidad del químico las leyes que rigen los comportamientos humanos. Además, hay un trasfondo progresista. Pensaban que el conocimiento científico de la humanidad llevaría de forma natural a un perfeccionamiento de lo humano. Hay predilección por los casos más morbosos, porque permiten un mayor comentario experimental. Se busca el mundo de las condiciones más penosas del trabajo, las patologías mentales, los vicios. El hombre es como un animal que se debe estudiar. Los naturalistas parece que sólo ven la basura del mundo. Por ultimo, hay que señalar que cuando se desarrolla la novela naturalista, una de las principales aportaciones es la lengua conversacional. En el caso de la narrativa naturalista, se intensifica este hecho. Lo curioso, que no aparece en los realista, es que como hay un propósito científico, este vocabulario con vulgarismo, alterna con metodología científica. Las décadas de los años 1870 y 1880 será el esplendor de la novela naturalista. No fue fácil porque en Francia había una doctrina básica muy arraigada. No solamente entran cuestiones de teoría, sino que los autores de la novela naturalista tenían unas posiciones ideológicas muy radicales. Criticaban a través de su novela al ejercito, como en “La debâcle”, o “París”, “Roma” o “Lourdes”. Eran cuestiones muy delicadas. La irrupción de la narrativa naturalista formó un frente muy heterogéneo donde se juntaban personas de distinta ideología frente a un enemigo común. Se vieron en un frente de resistencia, de manera que en Francia, que es donde más auge adquiere, es en donde más rechazo obtiene. Se dan los dos polos. En torno a 1890 y los primeros años del siglo XX, se va a producir una reacción. Después de tanto tiempo leyendo libros fisiológicos y deterministas, de pronto hay una especie de movimiento neo espiritualista. Se vuelve a los valores ideales, no todo es material, se vuelve a la religiosidad. Es el momento del post-

impresionismo en la pintura, el momento de Van Gogh o de Gaugen. El impresionismo pictórico se asocia con el empirismo porque no representan los conceptos de las cosas sino las impresiones. Ahora se trata de una impresión espiritualista. Se pintan las cosas como ellos las ven, no como son. Están pintándose porque intervienen los sentimientos. La valoración ideal de las cosas. Ya no estamos en el mundo de los naturalistas que seguían a Coubert. Es el momento del simbolismo en la literatura, es contemporáneo al postimpresionismo. Utilizan la realidad como código para expresar su realidad. Esta reacción idealista va muy asociado al descubrimiento occidental de la novela rusa, sobre todo Tolstoy o Dovstoiesky. Hay un libro primordial de E.M de Vogüé, que descubre a los franceses que los novelistas rusas, sin dejar de ser realistas, son psicológicos. Hay una especie de abismos. Estos autores vienen de un fondo cultural distinto al occidental, un alma velada al misterio, al misticismo, a la religiosidad, chocaba con el positivismo. “Crimen y Castigo” es la antitesis de la novela positivista. Esto hace que se den cuenta que se puede ser realista sin dejar de ser espiritualista. El mundo del amor y del odio, de los impulsos criminales y filantrópicos, todo forma parte de este mundo. Se ponen de moda en los años 1890 las novelas rusas. En el caso de Francia esto corresponde al fin de siglo, pero en España esto coincide con el modernismo, período que inicia Rubén Darío con “Azul”. El naturalismo en España termina en este momento, cuando se reivindica lo estético. Se cierra de esta manera el ciclo realismo naturalista. El realismo y naturalismo en España. Desde los últimos años del romanticismo, en los 1840 y 1860, está en declive. Esto no es una transición instantánea, es un proceso que hace que entre los 50 y los 60 se viva una época vaga. Persisten elementos románticos y sentimentales, costumbristas, pero asoman los nuevos planteamientos realistas. Fernán Caballero será una figura primordial en esta época, con “La gaviota”. Este autor está a medio camino. Estas pervivencias románticas y los primeros atisbos realistas coinciden en el rechazo de la grandilocuencia y de lo retórico, y la aspiración a la sencillez y la simplicidad. Con un vocabulario más modesto, con menos ruido. En España, el realismo comienza después de la revolución de 1868, la Gloriosa. En España tenemos la fecha clave de 1870 y “La Fontana de Oro” de Benito Pérez Galdós. Esta novela es muy importante porque por una parte inaugura el ciclo del realismo, abre una nueva tendencia, superando la novela histórica romántica. Pero no sólo es esto, sino que Galdós es el gran impulsor de la novela en España. La novela española se viene abajo en el siglo XVIII. Será en el realismo y con Galdós la restauración de la novela. 19-01-09 A partir del año ochenta se traducen al español tres novelas de Zola e irrumpe en la sociedad española con un éxito enorme. “L’assomomoir”, “Naná”, “La ralea” y “Germinal” se traducen en la década de los ochenta y la sociedad española las recibe con mucho agrado. Se produce un fenómeno a partir del año 85, porque son inmediatas las traducciones de Zola, no se espera como en los primeros momentos. El tirón de Zola hace que se traduzcan a otros autores franceses de relevancia. esto corresponde a una primera fase. En la segunda fase, comienza en España a comentarse el naturalismo tras las primeras lecturas. Desde el año 1876 se encuentran en la prensa española artículos sobre Zola y el naturalismo, de carácter informativo, pero desde el 1879, en Mayo, Manuel de la Ardilla, hombre krausista, publica en “Revista de España” un artículo que habla del inicio de las discusiones sobre el naturalismo. A partir de este punto, vienen otra serie de

escritos, como el de Emilia Pardo Bazán, en su novela “El viaje de novios”, en el prólogo se plantea la validez del naturalismo. Como se está poniendo de moda, va a seguir una serie de debates. El Ateneo de Madrid organiza en el curso 1881-1882, un debate sobre el naturalismo, en varias sesiones. Urbano González Serrano publica en la revista “Hispanoamericana” un artículo sobre el naturalismo pictórico. La referencia fundamental es Pardo Bazán, con una serie de 20 artículos que publica en la revista “Época”. La tercera fase viene cuando los grandes escritores españoles, que eran conscientes de la superioridad literaria francesa, quieren europeizar la literatura española. A partir del conocimiento que tienen del naturalismo tanto por las traducciones francesas como por otros motivos, intentarán incluir la estética naturalista en sus obras, y lo inaugura Galdós de nuevo, “La desheredada”. Detrás irán Pardo Bazán, “La regenta” de Clarín. El último gran escritor naturalista será Blasco Ibáñez. De la mano de autores de tercera o cuarta fila el naturalismo llegará a ser mucho más intenso, llamándolo el “Naturalismo radical”. Son autores secundarios que exacerban las características de la escuela. El doctor Emilio Sola es un claro ejemplo de esta segunda fila. También López Bago, Rivera, Sánchez Seña.

El profesor Iván Lissorgues, en un articulo publicado en la revista

“Hispánica”, apunta como el naturalismo, ese reducir el hombre a una realidad física, lleva al interés por la sexualidad, que de manera casi inevitable conduce al tremendismo. Se insiste mucho en la patología sexual. Otro gran estudioso, Bortel, señala como también el naturalismo en España da lugar a libros sobre la mujer, enfocándolo desde esa perspectiva fisiológica y centrada en la sexualidad. Menciona “Las extraviadas”, “Lola la costurera”, “Historia de una mujer bonita”, “Las mujeres que pagan, y las mujeres que pegan” “Las Venus del Manzaneras” “La mujer de todo el mundo”…No es un fenómeno puramente español, porque en la literatura francesa o rusa también lo encontramos. Desde los años 1880 se produce un naturalismo español. De todo esto se desprende que el naturalismo llega en seguida a España, si aparece en el 1867, se produce en España en los años 1870 y 1880 se produce el naturalismo en estado puro. pero se encuentra con muchas barreras, y no desbanca el realismo. La oposición al naturalismo está en que por una parte encuentra u8na oposición inicial por parte de la Iglesia Católica, y de sus fieles. Esto tiene unas explicaciones claras, pues la novela no es un género aristotélico, entonces el género novelesco está exento de las cuestiones moralizantes de la poética clasicista. Los autores no están obligados de moralizar. Por otra parte, en la poética clasicista se insiste mucho que los sentimientos tienen que estar dominados por la razón. La novela no, porque no hay nada que frene el impulso imaginativo y emocional del autor. La iglesia católica, siempre había tenido recelos frente a la novela porque era peligroso. Con

el

romanticismo la novela experimenta un gran auge y ya desde el romanticismo, al novelarse los demás géneros, aumentan estas reservas. Se populariza la falsa etimología de que se llaman novelas porque lo mejor es noverlas. Lissorgues ha estudiado este debate del 1880 en adelante, complementando las antiguas opiniones. Los predicadores en sus sermones y las revistas católicas: “L hormiga de oro”, en Madrid y “Popular” de Barcelona critican a muerte el género novelesco, no sólo la novela naturalista. El obispo de Jaca, don Antonin Gómez Peláez, publica un libro que se titula “Los daños del libro”. En la década de 1890 se produce un fenómeno curioso, porque estos mismos sectores que criticaban el naturalismo, se dan cuentan que no pueden quedarse al margen. Piensan que se pueden aprovechar ciertos recursos de ella para hacer denuncia de la corrupción con intenciones moralizadoras. Promover los valores sociales y de las gentes. En los años 1890 se abre esta posibilidad que en la práctica tendrá los escritores: Luís Coloma y Perera.

La oposición al naturalismo también se manifiesta en otros términos. El primer texto donde se discute el naturalismo, el de Revilla, dice que no puede rechazarse, pero como toda doctrina revolucionaria peca de radical. Emilia cuenta que durante su estancia en Vichy, yendo al balneario, en 1980, conoce la obra de Zola y su escuela y la admira. La novela es también un estudio social y psicológico. En este prologo de “El viaje de novios” y en otras obras comienza a arremeter contra Fernán Caballero, una narrativa de transición que no es ni realista ni romántica. Por mucho que la novela de dignifique por la ciencia positivista, sin embargo, someter el pensamiento y las pasiones a una leyes podría ser excesivo. Además del determinismo y el positivismo, también insiste Doña Emilia en los asuntos más cochambrosos.

Se acepta el cientificismo porque en el

realismo podemos asumir ciertas sustancias provechosas del naturalismo sin caer en sus excesos. La estética realista es más rica que el naturalismo, abarca más aspectos de la humanidad. La novela española, desde el Lazarillo, y el ciclo que reinaugura Galdós, Bazán hace una alabanza de la tradición realista. Niega el libre albedrío. Clarín insiste a favor del realismo. Alarcón, de joven anticlerical, tuvo un duelo con un escritor mexicano y le perdonó la vida, haciendo con este suceso una crisis espiritual y se convirtió al catolicismo. En estas fechas, junto a Menéndez Pelayo, esta muy próximo al círculo católico y se oponen al naturalismo, lo mismo que “La hormiga de oro”. Estudios sobre el naturalismo en España son: “El naturalismo español” de Pattison y “El naturalismo en España” de López Jiménez. 22-01-09 “Azul” de Rubén Darío, es el primer libro modernistas, dejando atrás el naturalismo. Pardo Bazán da unas conferencias en el Ateneo de Madrid sobre el realismo ruso. La novela rusa, con su misticismo y espiritualismos, venían muy bien para la mentalidad española. Se enlaza de esta manera con el modernismo. La reacción contra el naturalismo nos pone a las puertas de “Sonatas” de Valle Inclan, de “San Manuel Bueno Mártir”. Dentro de los naturalistas hay dos generaciones: -

la de 1868. La caída de la monarquía borbónica y la influencia del Krausismo. Esta primera

generación comprende a una serie de autores nacidos bajo el reinado de Fernando VII o la regencia de María Cristina. Alcanza su madures por los años de la Gloriosa. Es la primera generación educada en un estado liberal. Se ha establecido la burguesía como clase hegemónica. A) autores mayores, que empiezan publicar antes de la restauración. No hay un gran novelista. Podemos citar a Augusto Ferrán, Becquer, Tamayo y Abelardo López de Ayala. La novela no había aparecido con fuerza. B) los que publican en la restauración. Está Valera, Pedro Antonio de Alarcón, Perera, Galdós, Rosalía de Castro, Echegarai y Gaspar Núñez de Arce. C) esta es una generación plenamente realista e incluye a los grandes nombres de la narrativa como el padre Coloma, Clarín, Pardo Bazán, Palacio Valdés. Menéndez Pelayo. -

La de 1850, nacidos en esos años, donde incluimos a los anteriores.

Se mueve esto en cuatro direcciones principales: - Hay un número de novelas adscritas a la novela de tesis. Escrita para defender o criticar determinados comportamientos o principios. Con frecuencia estos principios tienen

que ver con índole religioso moral

o social. No es raro que aparezcan en un contexto general polémico. La novela se suma a un clima tenso. Las

novelas de Galdós contra la intransigencia religiosa son novelas que se publican cuando se debate en el parlamento la libertad religiosa. Pedro Antonio de Alarcón también podemos englobarlo aquí, y a Valera. - la novela regional. Se impulsa por los románticos, pero hay que decir que en estas novelas no se busca tanto el pintoresquismo, el color local, sino algo más documental, más etnológico. Perera, Peñas Sarriba, Palacio Valdés, Pardo Bazán, Blasco Ibáñez. - Se incorporan ciertos elementos del naturalismos de Zola, con Galdós o Pardo Bazán, Clarín… - reacción neo espiritualista. Se abre esta nueva vía. Galdós con “Misericordia”. Estas cuatro visiones no son rígidas y pueden mezclarse.