Aproximaciones Al Concepto de Grupo

Facultad de Psicología Grado en Psicología Trabajo de Fin de Grado Aproximaciones al concepto de grupo, una revisión b

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Facultad de Psicología Grado en Psicología

Trabajo de Fin de Grado

Aproximaciones al concepto de grupo, una revisión bibliográfica.

Presentado por: Rebeca Escobedo Romero Tutor/a: Jose Vicente Esteve Rodrigo Valencia, a 03 de Junio de 2019

ANEXO 3. SOLICITUD PARA LA PRESENTACIÓN Y DEFENSA DEL TRABAJO FIN DE GRADO

DATOS DEL ALUMNO/A APELLIDOS: ESCOBEDO ROMERO NOMBRE: REBECA D.N.I: 47736615-T TÍTULO DEL TRABAJO: APROXIMACIONES AL CONCEPTO DE GRUPO, UNA REVISIÓN BIBLIOGRÁGICA. CONVOCATORIA: PRIMERA-03 DE JUNIO

Tras haber aprobado 198 ECTS del Grado en Psicología1: SOLICITA que se le autorice la Defensa del Trabajo de Fin de Grado, bajo la dirección del profesorado que se indica a continuación: DATOS DEL PROFESOR/A DIRECTOR/A: JOSE VICENTE ESTEVE RODRIGO

Como alumno/a de la Universidad Católica San Vicente Mártir de Valencia autoriza2 por este escrito la publicación total o parcial de su trabajo de Fin de Grado para uso didáctico y académico. En Valencia, a 03 de JUNIO

de 2019

Firmado: El/la alumno/a

1

Excepto alumnos de Doble Titulación

2

En caso de que no autorice la publicación total o parcial de su trabajo de Fin de Grado para uso didáctico y académico, indíquelo por

escrito en este pie de página.

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Aproximaciones al concepto de grupo, una revisión bibliográfica. Rebeca Escobedo Romero Universidad Católica de Valéncia. RESUMEN El estudio del grupo ha sido una de las áreas de investigación más importantes de la psicología social, en este trabajo se realiza una revisión teórica focalizada en el grupo social, su definición, características y atributos comunes, sus funciones y tipología, así como el acercamiento teórico a la intervención grupal, especialmente la que tiene que ver con el campo comunitario que implica a colectivos en riesgo de exclusión, marginación y pobreza. Este trabajo teórico está enmarcado en un proyecto colaborativo entre la universidad católica de Valencia y la universidad CES de Medellín, que tiene también como objetivo formar parte de un manual teóricopráctico más amplio, enfocado en la intervención social en un contexto de complejidad donde los profesionales de las ciencias de la salud, humanas y/o sociales se ven enfrentados a las continuas demandas institucionales que le llaman a estructurar propuestas de intervención que trasciendan los modelos clínicos individuales aludiendo a la importancia de fomentar procesos de promoción y prevención de la salud, desarrollo social y gestión comunitaria. Palabras clave: psicología social, grupo, intervención, comunidad, participación.

ABSTRACT The study of the group has been one of the most important research areas of social psychology, in this work a theoretical review focused on the social group, definition, characteristics and common attributes, its functions and typology, as well as the approach theoretical to the group intervention, especially the one that has to do with the community field that involves groups at risk of exclusion, marginalization and poverty. This theoretical work is framed in a collaborative project between the Catholic University of Valencia and the CES University of Medellín, with the aim of being part of a broader theoretical-practical manual, focused on social intervention in a context of complexity where professionals of the health, human and / or social sciences are faced with the continuous institutional demands that call it to structure intervention proposals that go beyond the individual clinical models alluding to the importance of promoting processes of health promotion and prevention, development social and community management. Keywords: social psychology, group, intervention, community, participation.

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1. Introducción.

El trabajo aquí presentado responde a un doble objetivo estando enmarcado en un convenio de colaboración entre la Universidad Católica de Valencia y la Universidad CES de Medellín (Colombia) para diseñar e implementar propuestas de intervención en lo ámbitos de la psicología de la salud, educativa, de la promoción social y comunitaria. Dicho programa, que en el futuro implicará el intercambio de experiencias, estudiantes y profesores, se inicia desarrollando un cuerpo teórico compartido. Este Trabajo Fin de Grado (TFG) constituye uno de los capítulos del manual teórico-práctico compartido doctrinalmente por ambas universidades sobre el que basar iniciativas, programas y acciones de intervención social comunitaria. Así, debe entenderse el presente TFG como un capítulo del inminente manual que será publicado conjuntamente. En concreto, este capítulo se constituye como una revisión teórica focalizada en el grupo social, su definición, sus funciones y tipología, para fundamentar teóricamente las posteriores intervenciones sobre colectivos en riesgo y entornos comunitarios. De este modo se pretende dotar al profesional de un repertorio de herramientas teóricas y modelos que le permitan su desempeño profesional generando impactos positivos en los distintos escenarios colectivos, comunitarios y sociales. Para la realización del capítulo se ha llevado a cabo una revisión bibliográfíca en la literatura psicológica, pero también incluyendo las aportaciones de otras disciplinas vecinas como la sociología, el trabajo social y las ciencias de la educación. 2. Objetivos El objetivo general del presente trabajo es fijar una síntesis teórica que ofrezca una visión general de los consensos alcanzados por la investigación. Para organizar la información se ha optado por dividir el material en cinco grandes apartados. Concepto y definiciones de grupo, características y atributos compartidos por los grupos, tipologías grupales, funciones que desempeña el grupo y finalizando, se introduce el concepto de intervención grupal. 4

3. Metodología Se ha partido de una búsqueda bibliográfica en las bases de datos Google Academy, PubMed, Scielo, Ebsco, Redalyc, Pepsic y Dialnet. En ellas se han introducido los siguientes tópicos de interés: psicología social, grupos, intervención, comunidad, participación, acción social, dinámicas grupales, dando prioridad a las publicaciones especializadas en ciencias sociales y humanidades en el periodo 2000-2019. Una vez seleccionadas y clasificadas las fuentes de información primarias y secundarias, se procedió al análisis de la información según las categorías consideradas (tópicos de investigación) y según a su correspondencia con los cinco apartados en que se estructura el texto. 4. Marco teórico 4.1 Concepto de grupo Tanto el término francés “groupe”, como el castellano grupo, reconocen su origen en el término italiano “groppo o gruppo”. Groppo con el que en un principio se aludía a un conjunto de personas esculpidas o pintadas, pasando hacia el siglo XVIII a significar una reunión de personas, divulgándose rápidamente su uso coloquial (Fernández, 1995). Para Anzieu citado por Zamanillo (2002, p. 16) “en el vocablo grupo se puede encontrar su sentido etimológico en dos líneas de fuerza, estas son, nudo y círculo. El significado de nudo nos da la idea de cohesión y el de círculo reunión de personas”, así en el rastreo etimológico de esta autora, grupo es entendido como una pluralidad de seres o cosas que forman un conjunto, material o mentalmente considerado. Según Canto (1998) es posible identificar, en los diferentes acercamientos a la definición de grupo, dos acepciones a la hora de comprender la realidad grupal, una de tipo individual y otra colectivista. Al respecto el autor afirma: “en el cómputo global de las definiciones, hay las que ponen el énfasis en el individuo y otras lo ponen en el grupo; como las hay con carácter unidimensional y las que poseen un carácter más integrador” (p.72) 5

Concepción colectivista Sobre los primeros estudios realizados, se encuentran aquellos que proponían al grupo como algo que configura una realidad propia, con capacidad de trascender el individuo ejerciendo poder y control sobre él. Dentro de sus principales representantes se encuentran, Gustave Le Bon, impactado por las muchedumbres revolucionarias francesas del siglo XIX se dedicó a investigar cómo influía la presencia de otros en el comportamiento individual. En sus postulados planteaba que el sujeto cuando actúa como miembro de una muchedumbre se comportaba como un ser primitivo, violento, amoral y destructivo, es decir, que iba en contra de todas las características que la modernidad le había otorgado al ser humano de la época (racionalidad, capacidad de conocimiento, cultura civilizada) (Canto y Moral, 2005). Por otro lado Emile Durkheim acuñó el concepto de “conciencia colectiva” con el que trataba de sostener que fenómenos como la religión, las costumbres, el lenguaje, entre otros, son hechos sociales que están por fuera del sujeto y cumplen la función de limitarle y ofrecerle los patrones de conducta social (Díaz, 2009). En otra vía pero en la misma dirección, William Mc Dougall propuso la existencia de un “espíritu de grupo” como el sistema organizado de fuerzas mentales o propositivas con vida propia que desborda las mentes individuales (Quiroz, 2011). Una forma de recoger el postulado central de los estudios realizados por estos autores podría ser, a juicio de Morales (1994), que los grupos se caracterizan por una psicología distintiva, imposible de reducir a la psicología individual, pero igualmente real. Postulaban alguna versión de la idea según la cual, en los contextos grupales o colectivos, los individuos eran poseídos por una mente de grupo que transformaba de forma cualitativa su psicología y conducta.

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Sin embargo, el punto en común de estos autores es visible cuando Mc Dougall (1920), citado por Apodaka (2004), defiende la idea de que “los grupos, grandes y pequeños, son algo tan real como lo son las personas y tienen vida independientemente de las personas que los constituyen” (p.11). En esta tesis colectivista, o también llamada de enfoque grupal, emerge el concepto de “mente grupal” que funciona indistintamente al individuo, existen entonces mecanismos psicológicos de desindividuación, contagio y sugestión que podrían dar sentido a ciertos comportamientos que las personas tienen en contextos grupales (González, 1999). Así el comportamiento individual no explicaría lo social sino que por el contrario sería lo social lo que daría sentido a las conductas individuales. Concepción individualista Como respuesta a la corriente colectivista emerge una concepción individualista. Esta concepción es liderada por Floyd Allport (1920), citado por Apodaka (2004), el cuál dice que el grupo “no es más que una colección de personas y nada más. Un grupo es solamente la abstracción que cualquiera podría hacer de las semejanzas reales que existen entre los individuos que lo componen” (p.11). Desde esta tradición se niega al grupo como algo propio que exista por fuera de las personas que lo componen, así el grupo estaría operando según los procesos psicológicos de los individuos que lo forman, es decir, que el grupo solo existiría en sus mentes (González, 1999). Este giro trae como consecuencia el rechazo a la tesis de la mente grupal, potenciado por el Behaviorismo, e incluso llega a desaparecer el concepto de grupo de la psicología, al entenderlo como el producto de las actividades que realizaban los miembros en sus relaciones. La psicología del individuo pasa a dominar el campo de interés de la psicología social y la tarea va a centrarse, desde ese momento, en cómo los procesos mentales del sujeto constituyen los fenómenos grupales. Lo que había perdido valor, regresa como el punto culmen de la investigación: el individuo.

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Concepción interaccionista En una tercera posición aparece la concepción interaccionista donde se defiende que la conducta individual produce la vida social a la vez que es transformada por ella. El reconocimiento de esta bidireccionalidad individuo – contexto se da gracias a que Kurt Lewin (1952), citado por González (1999), desarrolla la teoría de campo bajo la influencia de la psicología de la Gestalt, según la cual, la concepción de grupo es entendida como un todo que es mayor que la suma de sus partes en su interacción. Continuando con la idea, Fernández (1995), habla de ese todo como “una unidad de análisis que crea un campo dinámico, es decir un sistema de fuerzas en equilibrio” (p.63). Este mismo autor, citando a Lewin, habla del grupo y su ambiente como un campo social en movimiento cuyos principales elementos son los subgrupos, los miembros, los canales de comunicación y las barreras. Para Lewin “el grupo es pensado como totalidad, es decir, como una gestalt, la cual está determinada por casualidades progresivas y constantes; así́, lo sucedido en uno de sus elementos, conlleva modificaciones continuas en el conjunto” (Andrade, 2011, p. 198). Posteriormente, Gil y Alcover (2003), amplían el argumento lewiniano planteado en términos de propiedades emergentes donde “a medida que los sistemas se hacen más complejos se dan comportamientos que no se pueden prever sobre la base que compone el sistema” (p.35). Con esta idea de que un cambio en el estado de alguna de sus partes altera el estado de las demás subpartes, aparece el concepto de interdependencia, “considerado como uno de los más significativos desde el punto de vista teórico en la propia configuración más dominante en la propia psicología social” (Canto, 1998, p. 73). Y cuya importancia y sentido se puede recrear en la siguiente cita: Ni la similitud de los miembros, ni la igualdad de objetivos, ni el hecho de tener un enemigo común, ni el sentimiento de pertenencia de sus miembros, son suficientes por sí solos para constituir un grupo; todos estos elementos pueden definir a un grupo, a condición de que den lugar a una interdependencia entre los miembros. Dicha interdependencia es algo que debe construir el mismo grupo. (Etxeberria, 2012, p. 5) 8

Desde la aparición del concepto de interdependencia dentro de la psicología de los grupos este se ha vuelto transversal a los desarrollos teóricos, al punto que Shaw (1981), citado por Canto (1998), propone que las definiciones más precisas son las que se basan en la interdependencia o interacción. Un grupo se definiría como “dos o más personas que interactúan mutuamente de tal modo que cada persona influye en todas las demás y es influida por ellas” (p.25) la razón es que el concepto de interacción se constituye como la bisagra que logra articular posturas individualistas y colectivistas en una misma realidad. Así, para Apodaka (2004) “el grupo es una realidad en la medida en que existen interacciones entre las personas, una vida afectiva en común, unos objetivos comunes, participación de todas ellas” (p.11). Según este autor un conjunto de personas se convierte en grupo en el momento en que surgen una serie de lazos entre ellas, dándoles una unidad en su estar y ser colectivo. El grupo como una compilación de atributos Algunos autores centran la atención a la hora de definir los grupos en un conjunto de atributos que le dan su especificidad y permiten diferenciarlos de otros tipos de agrupaciones de personas, aparecen características como: “el número de individuos, su grado de interacción y afinidad, su entidad administrativa, su estructura organizativa, la identidad social, la existencia de objetivos compartidos, la responsabilidad compartida sobre los resultados, y la propia dinámica de los grupos”. (Rocha, Sempere y Sebastián, 2008, p. 745) Respecto a número de individuos, Macionis y Plummer (2012) consideran que un grupo se forma a partir de “dos o más personas que se identifican e interactúan… ofrecen a las personas experiencias compartidas, lealtades e intereses…al mismo tiempo que mantienen su «yo», los miembros de los grupos sociales también piensan en sí mismos como en un «nosotros»” (p.148). Aunque por otro lado se han encontrado discusiones de sí la díada puede considerarse un grupo o no, debido a que: faltando un miembro el grupo desaparecería, que no sean posibles las coaliciones, que se experimentan emociones distintas que en los grupos, además de que las investigaciones en díadas o grupos son distintas. (Huici, Molero, Gómez y Morales, 2011).

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Al respecto Fischer (1990) define al grupo como “un número restringido de individuos en el interior del cual éstos establecen unos lazos recíprocos y desempeñan unos roles conforme a unas normas de conducta y valores comunes en la persecución de sus objetivos” (Moscosio y de Sevilla, 2012, p. 251). Otra definición que muestra la importancia de otros atributos grupales es la propuesta por Pichón Riviere (1975), citado por Andrade (2011), que habla de la importancia de la tarea, que constituye una finalidad para el grupo, sería la meta que el grupo se propone alcanzar y que orienta al grupo hacía una dirección. Diegoli (2003) menciona que “otro factor básico para la definición de “grupo” es el hecho de que los miembros tengan conciencia de pertenecer al grupo” (p.87). Brown, 1988; Turner, 1990; Bar-Tal, 1990 y Munné, 1995c, citados por Diegoli (2003), según estos autores, la aceptación consciente por parte de los integrantes es fundamental para la formación del grupo, aquí entraría el concepto de voluntad que proviene de una racionalidad consciente de pertenecer y aceptar estar en ese lugar. Finalmente, para Tajfel (1978) la existencia del grupo requiere reconocimiento tanto externo, reconociendo al grupo como tal desde la mirada de los otros, como interno, el que proviene de uno mismo. En dicho reconocimiento interno hay tres componentes imprescindibles: el cognitivo (yo me reconozco parte del grupo), el evaluativo (valoro pertenecer a ese grupo de forma positiva o negativa) y el emocional (tengo emociones tanto hacia el endogrupo como hacía el exogrupo). Posteriormente a Tajfel, Turner (1990) propone que existen criterios que dan validez a la existencia del grupo. Los criterios utilizados son tres: el de identidad (conciencia colectiva como entidad diferenciada), el de estructura social (sistema de roles, estatus, normas y valores compartidos) y el de interdependencia (más allá de la unidad mental de Lewin se trata de una perspectiva motivacional)

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4.2 Características de los grupos. Desde el origen de los tiempos se tienen registros de que los individuos se insertaban en grupos precisamente porque el grupo suponía protección frente a los peligros del entorno, así una de las características principales y quizás más importantes, a la vez que primitivas, es la de seguridad y la de su contribución a la supervivencia. Según Gallego (2011) “gracias a esta unión o vinculación en colectivos, grupos o redes hemos sobrevivido a lo largo del tiempo superando todo tipo de advenimientos, desde catástrofes naturales, hasta las guerras más duras” (p.114). Se puede afirmar que no podemos vivir en aislamiento, necesitamos de los demás para cimentarnos y completarnos. Respecto a la naturaleza de los grupos, Moscosio y de Sevilla (2012) la orientan a la promoción del encuentro y la comunicación entre personas interesadas por compartir e intercambiar experiencias con otras personas de intereses similares. Estos mismos autores, citando a Núñez y Loscertales (1997 p.24), describen nueve características esenciales y definitorias de un grupo que se presentan a continuación: 1- Objetivos compartidos: Ramírez (2005) lo define como “un conjunto de personas, que tienen unos objetivos en común, con un sentimiento de identidad, organizados y con valores compartidos, que mantienen unas relaciones personales mínimas y de comunicación” (p.3). Andrade (2011) añade que el encuentro que se da dentro de un grupo en un espacio y tiempo determinado se da como una reunión social orientada a un fin específico, como puede ser el desarrollar algún tipo de tarea que implica al grupo en su conjunto. Las personas se unen a grupos porque sienten que estos les satisfarán alguna necesidad, puede ser a nivel individual o en lo que tiene que ver con metas grupales. 2- Estructura y los roles: cualquier grupo, cuando comienza a funcionar como tal, establece una distinción de roles (Romero, 1992). “Así, cada uno de sus miembros cumple determinadas funciones (roles funcionales) que son necesarias para el desarrollo de una tarea” (Guiñazú, 2004, p. 5) Como apunta Ayestarán (1993): 11

El grupo es una construcción socio-cognitiva de sus miembros que se traduce en una estructura y una dinámica determinadas (construcción de significados y construcción de roles), pero esa construcción socio-cognitiva no se realiza en el vacío social y cultural, sino que es una reconstrucción de la realidad social y cultural en la que se forma el grupo (p.210). 3- Cultura del grupo: así como las creencias y valores que emergen del mismo. Se trata de un conjunto de esquemas que definen el mundo en el que vive el grupo y son posibles porque el individuo dentro del mismo deja su “yo” personal para participar de un “yo” colectivo, la psicología del grupo depende de este “yo colectivo”, sus creencias, posibilidades y limitaciones perceptivas (Diegoli, 2003). Como consecuencia, dentro de los grupos emerge una especie de control social, que en la búsqueda del cumplimiento de los objetivos colectivos, da lugar a los límites y normatividades, así el grupo actuaría como un reorganizador de lo social en lo grupal, propiciando una reinstitucionalización del sujeto (Andrade, 2011). La cultura de lo grupal según Sánchez (2002, p. 292), citado por Andrade (2011), se traduciría entonces en “un sistema general de normas que gobiernan los significados en los grupos, es un esquema representativo históricamente desarrollado y socialmente mantenido” (p.207). 4- Normas de funcionamiento: dentro del grupo, éstas regulan su situación como unidad organizada, se traducen en reglas de comportamiento establecidas por los propios miembros que otorgan a cada individuo un manera de proceder, a la vez que ayudan a predecir las conductas del resto de miembros (Gómez y Acosta, 2003). Estas normas tienen que ver con la manera de ver el mundo, valores y conductas de los grupos, como cada grupo funciona de forma distinta, las normas de un grupo determinado no tienen porque coincidir con las normas de otros grupos o las de la propia sociedad, González (1999) al respecto, habla del poder de los grupos en el sentido de que “el poder implica el hecho de que los miembros adopten las actitudes y formas de comportarse del grupo, a veces incluso en contraposición del contexto social más amplio” (p.129). Esto ha sido foco de interés en las investigaciones

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sociales, sobre todo en lo que respecta a grupos disfuncionales donde el papel de las normas tiene un peso importante. 5- Interdependencia de sus miembros: que permite la formación del grupo (Diegoli, 2003). Según Arroyave y Mejía (2006) debe haber una intención por parte de los miembros del grupo de verse cara a cara, participando en interacciones regulares y medibles durante un período de tiempo sustancial. El aumento de las interacciones y participación grupal “está relacionada positivamente con un incremento en la similaridad de las percepciones, cogniciones y conductas de los miembros del grupo” (Klein et al., 2000) citado por Picazo, Abad y Peiró (2009, p. 205). 6- Cohesión: se trata de la fuerza que integra al conjunto. Se expresa en la solidaridad y el sentido de pertenencia al grupo, cuanto más cohesión existe, más probable es que el grupo comparta valores, actitudes y normas de conducta comunes. (Gómez y Acosta, 2003) Un grupo alcanza lo que se propone cuando está cohesionado, de allí que la unidad de esfuerzos y objetivos comunes lo fortifica, le facilita sus logros y lo lleva a altos niveles de desarrollo, de manera que la cohesión es imprescindible, de ella depende la buena imagen del conjunto, su atractivo e incluso su fuerza de pertenencia o el deseo de mantenerse en él (Rosas, 2001). Según Rosas (2001, p. 2) los indicadores que se tienen en cuenta para medir los niveles de cohesión son los siguientes: a.

Atracción entre los miembros del grupo.

b.

Atracción hacia el grupo.

c.

Motivación de los miembros para trabajar en grupo.

d.

Coordinación de esfuerzos para obtener el logro de los objetivos.

Como bien afirma la misma autora, la cohesión es una característica fundamental que aporta al grupo mayores ventajas, pues permite alcanzar las metas más rápidamente, desarrollar el sentido de pertenencia de los miembros y generar fuerte atracción hacía el grupo y dentro del grupo. 13

7- Clima o atmósfera grupal: la importancia de esta característica la vemos con la afirmación de Barreiro (2000) : Un buen clima grupal es un clima o atmósfera psicológica en que la gente se siente bien, cómoda y a gusto, con libertad para participar y para expresarse; no tiene miedo de hablar; se siente, al menos la mayor parte del tiempo, relajada y sin tensión. Podríamos decir que se trata de una atmósfera psicológica donde es frecuente que circule, en general, una afectividad de signo positivo entre sus miembros (p.100). Esta misma autora afirma que una de las condiciones para que sea posible el buen clima es que todos los miembros sean confirmados como parte del grupo, sin sentirse descalificados de forma sistemática. Si aparecen sentimientos de malestar en algún miembro de forma prolongada, el clima se habría viciado y no estaríamos hablando de un grupo sano. Una de las cosas que propicia un grupo sano es la apertura de los miembros al grupo, “el abandono de las "máscaras" y las actitudes defensivas que obstaculizan la comunicación, posibilita el encuentro y la producción grupal, en suma, los aspectos más constructivos de los miembros del grupo” (Barreiro, 2000, p. 100). La misma autora dice que aunque el grupo esté inmerso en un sistema de valores o ideología dominante, sería “un error concebir al grupo como una entidad pasiva, enquistada en un medio, que se limita a sufrir la influencia de este entorno” (p. 105). Remarcamos el hecho de que el entorno del grupo no es determinante para señalar el clima al interior del grupo, ya que el grupo puede incidir en el propio entorno, entrar en una cierta dialéctica con él (Barreiro, 2000). 8- Emociones grupales: tienen fuerte impacto en el grado de adherencia de los miembros al grupo, según Ripoll, González, Zornoza y Oregon, (2004) la conducta socioemocional positiva predispone y facilita la obtención de buenos resultados ya que los miembros se muestran más amistosos y respetuosos, a la vez que escuchan las opiniones de los otros. El grupo puede tener alto impacto en las emociones de los miembros y ser facilitador de la creación de vínculos, potenciador de la ayuda mutua, promotor de iniciativas auto gestionadas y un espacio de reflexión compartida en el que cuestionar y cuestionarse (Martín y García, 2008).

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9- Comunicación: tanto en el interior del grupo, como con el exterior. Diegoli (2003) citando a Bales (1965) al respecto habla de un sistema de comunicación dentro del grupo que funciona en dos niveles, uno consciente y abierto y el otro inconsciente y oculto, el primero es explícito y observable, el segundo haría referencia a todo aquello que causa malestar pero que no se puede expresar abiertamente: El primero fluye por la comunicación normal y está volcado en el trabajo explícito del grupo. El segundo es oculto y no se expresa verbalmente, sin embargo, es subentendido por todos por su significado inconsciente. Este último hace referencia a las ansiedades y al sufrimiento psíquico del grupo (p. 103). Todas las características mencionadas promueven la comunicación dentro del grupo, factor imprescindible para trabajar en grupalidad, facilitan así la discusión y activan a los participantes a comentar y opinar aún en aquellos temas que se consideran como tabú, lo que permite generar una gran riqueza de testimonios (Hamui y Varela, 2013).

4.3 Tipos de grupos En la revisión realizada encontramos que Gil y Alcover (2003) proponen una síntesis de las clasificaciones más habituales, con cinco criterios clave: 1) tamaño 2) carácter temporal 3) tipo y origen de pertenencia, 4) nivel de formalidad y 5) carácter del origen de la formación. El resto de la literatura referenciada recoge también todos estos criterios de clasificación de grupos que a continuación detallamos brevemente. Tamaño: sabemos que hay grupos pequeños y grupos grandes, aún así no hay clasificación específica sobre un número que diferencie pequeño de grande, ya que en la literatura no hay un criterio fijo y definitivo. Por ejemplo, Ibáñez (1979), citado por Diegoli (2003), propone que el número mínimo de integrantes de un grupo pequeño sea de cuatro elementos de forma que llegue a montarse un número mínimo de interrelaciones que permita la emergencia de propiedades grupales. Otro dato interesante es que el número de miembros de un grupo puede implicar la aparición de atributos nuevos. Munné (1995), citado por 15

Diegoli (2003), menciona que “con el paso de dos a tres miembros y por lo tanto con las interacciones a tres bandas, surgen fenómenos radicalmente nuevos, de gran relevancia psicológica y social, como son los celos y las coaliciones” (p.88). Gil y Alcover (2003) consideran que a partir de 20 o 30 miembros ya podría considerarse un grupo grande, conocidos también como grupos sociales. Aún así, los autores recalcan que el tamaño nunca podrá ser determinante, ya que todas las características que definen a un grupo pueden no estar presentes aunque se cumpla el tamaño, como por ejemplo la interacción solo sería posible en un grupo relativamente pequeño, en cambio la identidad social es aplicable a grupos más extensos. Temporalidad: entraría en consideración si los grupos son de estado permanente o por el contrario son temporales. La definición de Gil y Alcover (2003) es que los grupos permanentes son aquellos en que su existencia pertenece a lo largo del tiempo, son estables, el claro ejemplo de este tipo de grupos es la familia, por otro lado los grupos temporales se crean con el objetivo de completar una tarea, una vez cumplida su función el grupo desaparece, suelen ser de carácter discontinuo e irregular, ejemplo sería grupos de trabajo en organizaciones creados para cumplir tareas concretas. Origen y pertenencia: dos de las clasificaciones más usadas en las ciencias sociales, se tratan de, por una parte, grupos primarios y grupos secundarios (origen) y por otra, grupos de pertenencia y grupos de referencia (pertenencia). El origen del término “primario” viene de Cooley (1909), citado por Huici et al. (2011), quien caracteriza a estos grupos por la asociación cara a cara, la fusión de las individualidades en un todo colectivo, la identificación con la vida y los objetivos del grupo y fundamentalmente por el sentimiento de nosotros que implica simpatía e identificación. Por otro lado, Macionis y Plummer (2012) añaden en su definición la asociación cara a cara, la no especialización, relativa duración, reducido número de miembros y relativa intimidad entre ellos, pasan juntos gran parte de su tiempo, ocupados en un conjunto amplio de actividades comunes y sienten que se conocen entre sí bastante. 16

Gallego (2011) por su parte resalta la importancia de estos grupos, ya que su desaparición o destrucción puede tener un impacto muy negativo en el individuo, al nacer en el seno de grupos primarios nuestra identidad se fragua en ellos así como nuestra evolución y desarrollo, la importancia de ellos deriva del grupo primario por excelencia que es la familia. Bezanilla y Miranda (2013) definen la familia como ese grupo humano que se diferencia de los otros por los vínculos de sangre o adopción y la coloca en un lugar único frente al resto de grupos, ya que la persona desde que nace se encuentra inmersa en él y es donde adquiere las habilidades y las experiencias que le servirán para su posterior desarrollo en la vida en los distintos ámbitos. El grupo primario adquiere la responsabilidad que otros grupos no tienen, la de educar y formar a sus miembros. El objetivo es que las personas que lo integran desarrollen su máximo potencial humano y pueden adaptarse a la sociedad adecuadamente, posibilitan la adquisición del yo social del individuo (Bezanilla y Miranda, 2013). Otra característica que aporta Gallego (2011) es que dentro de un grupo primario cada individuo percibe y siente que ocupa un lugar determinado, por lo que otra persona no podría substitirle lo que lo convierte en un miembro imprescindible para el grupo. Respecto al grupo secundario, Macionis y Plummer (2012) lo definen así: “un grupo social grande e impersonal cuyos miembros persiguen un interés o actividad específica…las relaciones secundarias involucran lazos emocionales débiles y un escaso conocimiento mutuo” (p.148). En contraposición a los primarios, Gallego (2011) complementa el hecho de que las personas no nacen dentro de estos grupos, o eliges o eres elegido como miembro, las relaciones suelen ser poco profundas, frías y con metas establecidas, así las interacciones sería más en el órden de lo funcional, son grupos más extensos y numerosos, más abiertos, cambiantes, versátiles y volubles que los primarios, de ahí que los vínculos que se generan no sean fuertes y estables.

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Tabla 1: Grupos primarios y secundarios: un resumen. Grupo Primario Calidad de las relaciones Duración de las relaciones

Orientación hacia las personas Normalmente a largo plazo

Grupo Secundario Orientación hacia las metas Variable; a menudo a corto plazo

Amplitud de las

Amplias: normalmente

Estrechas: normalmente involucran pocas

relaciones

involucran muchas actividades

actividades

Un fin en sí mismas

Un medio para alcanzar unos fines

Percepción subjetiva de las relaciones Ejemplos típicos

Familias; círculos de amigos

Compañeros de trabajo; organizaciones políticas

Fuente: Macionis y Plummer (2012, p. 150).

Respecto a la segunda tipología de grupo, la que tiene que ver con la pertenencia, Marín y Medina (1997), citado por Moscosio y de Sevilla (2012, p. 262), distinguen entre grupos de pertenencia y de referencia. Los grupos a los que pertenece o quiere pertenecer el sujeto serían los llamados de pertenencia. Cuando el sujeto puede elegir entre ciertas normas de otros grupos, éstos para el sujeto serán los grupos de referencia. Macionis y Plummer (2012) definen el grupo de referencia como “un grupo social que nos sirve como un punto de referencia a la hora de hacer evaluaciones o tomar decisiones, los grupos de referencia pueden ser primarios o secundarios” (p.152). Canto (1998) añade que pertenecer a un grupo no implica obligatoriamente la identificación con el mismo, ya que puede identificarse con otro de referencia alternativo. Es precisamente en este tipo de situaciones donde en mayor medida se revaloriza el grupo de referencia, ya que sitúa al individuo en un contexto intergrupal, superando la hipótesis de que los miembros obligatoriamente tienen que seguir las normas del grupo de pertenencia. Entran en escena los conceptos de comparación y autoevaluación que aparecen en el sujeto frente a los grupos de 18

referencia, ya que estos grupos originan objetivos y aspiraciones en las expectativas de la persona. Formalidad: existen grupos formales que surgen de una planificación pensada y creada para algo, tienen normas, ya que los comportamientos están regulados y orientados a un fin. Por otro lado los grupos informales aparecen de forma espontánea en la propia interacción, expresando mayormente el lado afectivo y generando acuerdos informales entre los miembros, están orientados a satisfacer ciertas necesidades de los individuos que se alimentan de sus propias experiencias (Canto, 1998). Carácter de la formación: están los de carácter espontáneo, llamados grupos naturales y los que se crean con objetivos determinados, conocidos como grupos artificiales o experimentales. Gil y Alcover (2003) los diferencian así: “grupos naturales aquellos que existen con independencia de las actividades y los propósitos de un investigador, los grupos artificiales o experimentales son grupos creados para la ocasión, en un contexto de investigación” (p.100). Otra característica que puede añadirse a la propuesta de Gil y Alcover (2003) es que los grupos pueden ser homogéneos o heterogéneos. Los grupos son homogéneos cuando sus miembros tienen necesidades, motivos, conocimientos y personalidades muy similares; los heterogéneos no presentan estas similitudes (Gómez y Acosta, 2003). 4.4 Funciones de los grupos Las personas se unen a grupos principalmente de forma voluntaria, en este punto entra en cuestionamiento la función de dicha afiliación ¿para qué sirven los grupos? Existen distintos posicionamientos para hablar de las funciones de los grupos, por ejemplo, para Huici et al. (2011) hay tres tipos de circunstancias o funciones que tienen los grupos: 1) lograr algún objetivo que no sería alcanzable individualmente, 2) obtener algunas satisfacciones de necesidades que de manera aislada tampoco se podrían conseguir, es en esta función con la

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que mayor número de autores coinciden, la tabla 2 resume las principales necesidades que pueden satisfacer los grupos: Tabla 2: Necesidades que puede satisfacer un grupo.

Necesidades psicológicas: necesidad de afiliación y necesidad de poder.

Necesidades interpersonales: búsqueda de apoyo social.

Necesidades de información: procesos de comparación social.

Necesidades colectivas: consecución de metas que solo un grupo puede alcanzar.

Fuente: Gil y Alcover (2003, p. 107), basado en Forsyth, 1990.

Y 3) la de identidad social, Huici et al (2011) señalan que hay personas que pasan a formar parte de un grupo porque otros los reconocen como parte de ese grupo, por algún tipo de característica compartida, las funciones serían la de “simplificar la realidad social para los de fuera y las de adquirir una identidad social para los de dentro” (p.221). Para Shaw (1994) las personas se unen a grupos porque estos satisfacen alguna necesidad individual que abarcaría como mínimo 1) atracción hacía los miembros del grupo 2) la atracción hacia las actividades del grupo 3) atracción hacía los objetivos del grupo y 4) la pertenencia misma a un grupo. Para que sea posible la atracción por los miembros del grupo deben darse ciertas variables que a la vez posibilitan que el resto se den, primero la proximidad, contacto e interacción; segundo la atracción física y tercero la semejanza. Para Moscosio y de Sevilla (2012) las funciones propias del grupo serían dos fundamentalmente: la normativa, que se refiere al establecimiento de normas que se toman como referencia para el comportamiento dentro del grupo y la de comparación, que traslada la imagen del sujeto en relación con el grupo en el que se encuentra insertado, de manera que se evalúa a sí mismo en relación con sus compañeros.

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Blanco, Caballero y de la Corte (2005) por su parte afirman que los grupos cumplen una doble función, una sería la de satisfacer necesidades emocionales y la otra, una función orientada a la tarea para alcanzar los objetivos. Introducen también la dimensión emocional como característica de la mayoría de los grupos, relacionado a las necesidades afectivas que son imprescindibles para el equilibrio psicológico de las personas. Asuntos como “el sentimiento de pertenencia, necesidad de tener unas raíces, el calor y el apoyo emocional, el reconocimiento…quedan garantizadas normalmente a través de los grupos” (p.33) sobre todo se da en grupos pequeños. Como complementario a la función emocional, Andrade (2011) añade que lo grupal es “una experiencia de acogimiento, identificación, pertenencia, solidaridad, catarsis y apoyo intergrupal y debe tener siempre como meta, la implementación de una tarea explícita o manifiesta” (p.200). Por otra parte Apodaka (2004) hace referencia a la importancia que tiene la influencia de los grupos sobre la socialización de las personas, ya que “estos interfieren en la personalidad de sus miembros potenciando o inhibiendo capacidades y características, transmitiendo, reforzando y reproduciendo estereotipos y roles sociales, homogeneizando en cuanto a las normas, etc” (p.4). Cantos y Álvaro (2015) redondean muy bien la idea de la influencia del grupo, proponen que el individuo desde el nacimiento está inmerso en grupos, el más notable como bien mencionamos en apartados anteriores, es el grupo primario, por lo que los grupos contribuyen notablemente al desarrollo de la personalidad así como la conformación de las creencias que tenemos todas las personas sobre el mundo que nos rodea y las actitudes que conforman nuestra identidad. Otros autores hablan también sobre objetivos o metas grupales, que al hilo del tema aquí tratado amplían los datos sobre funcionalidad de los grupos. Ramírez (2005) refiere dos tipos de objetivos: por un lado los explícitos, que serían aquellos definidos y conocidos por todos los miembros y por otro lado los implícitos, serían los que no están explícitamente indicados ni conscientemente conocidos. Dentro de este grupo se citan algunos como: la necesidad de compañía, buscar reducir la ansiedad, mejorar el autoconcepto y la autoestima, 21

recibir apoyo para enfrentar asuntos externos al grupo, poner a prueba ideas y capacidades propias, reducir sentimientos de inseguridad e indefensión, búsqueda de entretenimiento evitando el aburrimiento, desarrollo de necesidades de poder, entre otros. Por su parte Barranquero (2016), citando a Gaviria y Morales (2013), describe tres metas principales que se encuentran en los grupos: 1) utilitaria: son los resultados tangibles, lo observable 2) conocimiento: dependencia de información con el fin de reducir la incertidumbre, el grupo contribuye al acceso de conocimiento a la vez que define la realidad social 3) identidad: conocerse mejor a uno mismo (autoconcepto) a la vez que aumenta la autoestima, ya que el grupo tiende a las comparaciones favorables (respecto al exogrupo). El mismo autor, citando a Stangor (2004), también realiza una clasificación de ocho beneficios que se obtienen de formar parte de un grupo, identifica los siguientes: 1. supervivencia: la especie humana requiere de normas y estructura además de la necesidad innata de la socialización para sobrevivir y prosperar. 2. reducir la ansiedad: evaluar el peligro a través de la comparación social disminuyendo el malestar. 3. autoestima positiva: comparación con personas que se estiman peores aumenta la sensación de estar bien con uno mismo. 4. precisión social: los grupos permiten validar opiniones, actitudes y valores de sus miembros. 5. identidad social: identificarse con otros miembros produce satisfacción 6. productividad: en grupo se da mayor productividad e innovación permitiendo finalizar tareas complejas. 7. pertenencia: previenen la soledad propiciando las relaciones positivas. 8. apoyo social: emerge la afectividad y la emocionalidad teniendo impacto positivo sobre la salud.

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4.5 Intervención grupal. Las diferentes definiciones encontradas en la literatura sobre el concepto de intervención, coinciden conceptualizándola como una serie de acciones planificadas, que se orientan a una meta alcanzable dentro de un contexto grupal, la cual implica un cambio observable. Al respecto Rentería (2004) define intervención como “conjuntos de técnicas incluidas en métodos que buscan alcanzar objetivos o metas para personas o grupos específicos” (p.44). En los diccionarios, la definición de intervención implica un elemento que viene de fuera, consiste en “interposición o intermediación de una autoridad”, “entrada, ocurrencia o aportación de un elemento extraño entre dos eventos o momentos” o “ser un tercero entre dos partes en conflicto o discusión” (Sánchez, 2002). En la literatura se encuentran referencias sobre autoridad e intencionalidad como características centrales de la intervención, Barriga (1987) es el que define el término en un sentido de mediación usando esas dos condiciones distintivas (Montero, 2012). Así intervenir comporta un “proceso intencional de interferencia o influencia y persigue un cambio” (Sánchez, 2002, p. 261) que es llevado a cabo con un propósito, proveniente de una fuente externa de autoridad y en la mayoría de las ocasiones este propósito se basa en la necesidad de hacer frente a un obstáculo. Para que pueda cumplir su objeto de ser, toda intervención tiene que responder a una observación analítica del grupo y su proceso y los efectos solo serán visibles una vez ha sido ejecutada (Muñoz, 2002). Las intervenciones, más allá de esas características centrales y más tradicionalistas, implican otro tipo de condicionantes imprescindibles para ser llevadas a cabo con éxito. Así el concepto de “autoridad” empieza a ser muy discutido en las ciencias humanas y sociales, objeto y sujeto ya se ponen en entredicho. El papel de los participantes ha cogido cada vez más fuerza en los contextos sociales, así se vuelve imprescindible contar con sus voces para la planificación de los procesos de la intervención, la cuál “involucra una estrategia en la cual la participación implica a su vez incluir un número mayor de personas yendo más allá de los 23

planeadores-especialistas” (Rentería, 2004, p. 47) en este sentido, los miembros y el grupo en sí mismo son protagonistas de la intervención. 4.5.1

Objetivos de la intervención.

Como ya se ha comentado anteriormente, la intervención tiene un propósito, un para qué, el objetivo principal siempre será provocar o influenciar un cambio o una transformación dentro de su campo de acción. Los objetivos específicos dependerán de las diversas necesidades que cada grupo tenga. De forma general Arroyave y Mejía (2006, p.82) clasifican la intervención en distintos objetivos que funcionarían en base al grupo de la siguiente forma: a) para el grupo: objetivo es mejorar la dinámica grupal y el clima de interacción colectiva b) con el grupo: reunión de varias personas con una dificultad en común, objetivos individuales trabajados en grupo c) en el grupo: objetivo abordar dificultad individual y se utiliza el grupo como medio de intervención d) por el grupo: se abordan conflictos grupales o individuales generados por el mismo grupo Con el fin de que los objetivos puedan llevarse a cabo y tenga lugar la transformación o cambio esperado en cualquier intervención, diversos autores han advertido de la importancia que tienen ciertos ingredientes que el grupo necesita adquirir y desarrollar para que los objetivos propuestos en la intervención puedan alcanzarse. A continuación, se mencionan algunos de ellos: Concientización: concepto encontrado en Chesney (2008) basado en el pensamiento de Paulo Freire, el educador brasileño más reconocido del S.XX. El objetivo de esta corriente de Freire es la de integrar al individuo en el proceso histórico, así como también alentarle a organizar personalmente su vida en la comunidad. Para Freire la concientización es 24

inseparable de la liberación, así la liberación que implica la concientización promueve una mirada lo más crítica posible de la realidad, desvelándola para conocerla y de esa forma sacar a la luz aquellos mitos que engañan y que ayudan a mantener la estructura dominante que somete (Chesney, 2008). Participación: la relación que se establece en la participación implica que mientras los individuos forman parte de algo, también reciben parte de ese algo, ya que desarrollan conjuntamente un proceso de reflexión y acción que les pertenece y en el que comparten opiniones e ideas. La participación, por tanto, implica un proceso en el que los individuos influyen -y son influidos- en las decisiones de un colectivo en relación con asuntos que son de su interés (Montenegro, 2004, p. 79). Autogestión: se refiere al momento en que el equipo interventor se retira del proceso comunal y el grupo comunitario, formado para llevar a cabo las acciones del proceso, sigue trabajando independientemente (Montenegro, 2004, p. 78). Empoderamiento: encontramos referencias a este concepto desde los años 60, con el conocido movimiento afroamericano y con la teoría de la conciencia crítica de Paolo Freire. El empoderamiento implica adquirir poder sobre los recursos y las decisiones que afectan a la propia vida, lo que sin lugar a dudas facilita cualquier proceso que implique movilización social orientada a una meta. A nivel individual se toma conciencia sobre la fortaleza personal y a nivel colectivo se entra en un proceso en que la relación entre los miembros con un objetivo común adquiere una dimensión mucho más trascendente (Pineda, 2014). 4.5.2

Tipos de intervención

Perspectiva Ecológica La propuesta analítica de Brofenbrenner (1987) es el sobradamente conocido modelo ecológico, que se ha constituido en uno de los pilares para el desarrollo teórico de la psicología social ya que posibilita el análisis comunitario desde la perspectiva de los sistemas 25

interrelacionados. Se llama ecológica porque el término deriva de la biología, al referirse a un intercambio entre el animal y su ambiente que permite comprender los comportamientos, sobre todo en el territorio y en las relaciones que se dan entre ellos. Si es posible leer el sistema de relaciones de la conducta animal con su entorno, esta teoría propone aplicarlo de la misma manera al contexto en que se mueven las personas. Así el pensamiento ecológico se encarga de “analizar los sistemas sociales, su estructura, los procesos y las múltiples interrelaciones que se producen entre diferentes sistemas sociales” (Herrero, 2004, p. 55) con el objetivo de intervenir en los contextos en los que se desarrollan las personas. Para comprender mejor la propuesta ecológica, es necesario plantear aquí la importancia que tuvo en dicho modelo la influencia de la lógica de los sistemas en el desarrollo de la misma. Aplicado al ámbito social, la teoría de los sistemas nos habla de un sistema social caracterizado por personas que interactúan en un contexto determinado al que atribuyen un significado compartido. De esta forma, la unidad de análisis se amplía desde el individuo al sistema, fruto del cual aparecen ciertos elementos característicos y procesos dentro del mismo, y de su análisis se llega a entender y explicar el comportamiento de sus miembros (Herrero, 2004). Los sistemas sociales no operan aisladamente si no que se encuentran en interdependencia con otros sistemas a los que afectan y a su vez, se ven afectados por ellos. Es, por tanto, un proceso de doble dirección (Herrero, 2004, p. 59) : a) Respondiendo al entorno, mediante la flexibilidad del sistema como algo dinámico permite la actuación de los miembros contribuyendo al sistema a la vez que se posibilita el ajuste tanto dentro como fuera del sistema. b) Transformando el entorno, frente a la adaptación que se da dentro y fuera de los sistemas surge la transformación del entorno social y esto es gracias a la naturaleza dinámica de los sistemas sociales.

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Tener en cuenta los sistemas y subsistemas sociales favorece que el profesional pueda moverse en interacción dentro de esos sistemas en los que se mueven los individuos para que juntos logren compartir ese mismo universo simbólico. En palabras de Capra (1996): “un grupo representado como sistema no solo es capaz de producir nuevos elementos sino que puede aprender de ellos, las propiedades esenciales de un grupo son propiedades del todo que ninguna de las partes posee, emergen de las interacciones y relaciones entre las partes” Queda claro que el grupo-sistema posee el potencial creador desde donde pueden emerger nuevos estados, nuevas formas de comportamiento (Diegoli, 2003). Continuando con la propuesta ecológica de Bronfenbrenner, los sistemas sociales muestran un patrón de relaciones que opera en distintos niveles. Se podría escenificar en una estructura anidada en círculos concéntricos. En el centro se encuentra la persona en desarrollo, que se ve afectada por entornos que van de lo más inmediato -son los círculos más próximos- a los más distantes (son los círculos exteriores), así, lo que sucede en un sistema social influye en lo que sucede en otros sistemas sociales y todo ello, a su vez, influye en la persona en desarrollo (Herrero, 2004). Se trata de una propuesta con un esquema de cuatro niveles de intervención, que podría sintetizar algunas de esas tipologías (Musitu, Herrero, Cantera y Montenegro, 2004). Figura 1: Niveles de análisis y de intervención.

Nivel 4 MACROSOCIAL Sociedad (ciudad, país, mundo) Nivel 3 MESOSOCIAL (vecindad, escuela, servicios básicos) Nivel 2 MICROSOCIAL (familia, grupos primarios)

Nivel 1 INDIVIDUAL (personal)

Fuente: Blanch (2000) Psicología social aplicada. UAB

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Investigación acción participativa La investigación-acción participativa (IAP) es un tipo de intervención comunitaria que defiende que las personas afectadas por los problemas sociales son las que deben ser la solución de los mismos. Por ello, toda intervención exige diálogo y otorga protagonismo a los miembros de la comunidad (Montenegro, 2004). Desde esta perspectiva, se plantea una posición crítica al “status quo” presente en la sociedad actual al que culpabiliza por las desigualdades, los procesos de exclusión, el elitismo político y económico. La IAP emerge como una vía, entre otras, de liberación social (Ioe, 1993, p. 65) que invita a la participación activa de las personas en su propia vida rompiendo con la explotación y sumisión binaria sujeto vs objeto para llegar a una relación simétrica sujeto vs sujeto. Desde esta corriente de pensamiento, la intervención tradicional sería puesta en entredicho por su limitada visión de la realidad al contemplar a los individuos como entidades autónomas, sin tener en cuenta todos los niveles del sistema social y por basarse en una pirámide de necesidades desde la óptica de los sistemas de poder, con lo que de esa forma estarían manteniendo la relación de dependencia “necesitados” vs “instituciones estatales” (Montenegro, 2004). En Latinoamérica el máximo exponente de este planteamiento es Orlando Fals Borda, sociólogo colombiano que desde ámbitos académicos propone la IAP como una escuela alternativa de ciencia social a escala mundial, que trata de acercar la corriente cientifista instrumental a la racionalidad empírica o cotidiana. Proponía dos visiones distintas de la ciencia, la intervencionista y la participativa, la primera apta para las ciencias puras en la búsqueda de su desarrollo tecnológico y la segunda necesaria para el gran reto actual, el que tiene que ver con las clases marginadas y los problemas sociales. Así Fals Borda introduce la idea de que la Razón no puede caminar sola, debe equilibrarse con el concepto de Sentimiento, porque el científico para poder hacer de la ciencia algo real requiere de lo cotidiano, de lo popular, de donde también forma parte. Y de ahí parte la IAP, con el claro objetivo de producir un nuevo tipo de conocimiento participativo, más útil y completo, que ayude a la humanidad a resolver sus conflictos, de ahí el reto (Fals Borda, 1993).

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En España nace una variante de la IAP latinoamericana, es la propuesta por Tomás Villasante la cual plantea las redes sociales como la base de la investigación, aunque mantiene el espíritu de cambio social y de participación de las personas afectadas propuesto por Fals Borda. Para este autor más que las mismas identidades de los grupos, lo que interesa son las redes de relaciones entre grupos que son las que estarían condicionando sus conductas, ideologías y estilos de hacer (Montenegro, 2004). En las propias palabras de Villasante (1993) sería un error quedarse encerrados en grupos que sólo autoafirmen nuestras propias ideas, la IAP debería buscar otra cosa, salirse de las redes sociales preestablecidas e incorporarse a otras o juntarse para crear unas nuevas, de esta forma se estaría fabricando la disposición para la transformación. Pero si solo se da vueltas a la ideología personal sería difícil salir de los círculos de ideas de la propia investigación, hay que investigar con otros, ampliando la visión del contexto. Así Villasante va más allá de esa “necesidad sentida” e introduce la idea de interpretaciones contradictorias que provocan distintas pasiones e imaginarios en unas y otros. La realidad no engendra una sola posibilidad, sino varias y son esas en las que la IAP debe descubrir en su análisis social. 4.5.3

Campos de aplicación de las intervenciones grupales

Grupos en las organizaciones En un ámbito económico, como es la empresa o la organización, donde en los últimas décadas la productividad ha adquirido grandes dimensiones, por lo tanto mayor necesidad de eficiencia en los procesos, se hace cada vez más necesario contar con variedad de grupos y equipos de trabajo para dar una rápida respuesta a las demandas de un entorno cada vez más complejo y con mayor diversidad de competencia. Se trata entonces de la búsqueda de posibilidades de aumento de la productividad en el ámbito económico y los grupos demuestran que ejercen una influencia muy importante en el proceso de trabajo, en orden a la productividad. (Apodaka, 2004) Un grupo de trabajo tiene el objetivo primario de realizar una tarea profesional, establecer relaciones sociales, mantener interacciones con el resto de miembros y una comunicación continua con la organización con el objetivo de lograr la acción conjunta (Diegoli, 2003). 29

Grupos en la educación La tarea educativa es indudablemente social, es así como la educación prepara situaciones en las que se da el proceso de influencia dentro de los grupos. Más allá de las interacciones dentro de las clases, existen espacios como son el recreo, las pandillas, el círculo barrial, donde el alumnado se convierte en agente educativo precisamente por todas esas relaciones de influencia que se dan entre iguales en el marco de grupos dentro del sistema educativo (Roca y Martínez, 1999). Según Roca y Martínez (1999, p. 201) las funciones de los grupos de intervención educativa son cuatro: a) Función mediadora: el grupo es usado como medio para alcanzar los objetivos educativos. b) Función instrumental: la actividad grupal es usada como instrumento y método de producción. c) Como objeto de aprendizaje: los conocimientos acerca de los grupos se convierten en contenido de formación y estudio d) Función nula: el conjunto es considerado como individualidades, el grupo es ignorado. Respecto a los lugares de intervención del trabajo educativo en grupo y con el grupo, se aplica a los diversos ámbitos sociales de educación, tanto en la educación no reglada como en la formal: en la enseñanza infantil, primaria, secundaria y superior así como en la formación profesional continuada y la de adultos (Roca y Martínez, 1999). Grupos en la clínica Se trata de un ámbito con gran difusión en la actualidad y la fuerza de aplicabilidad coge forma en las distintas modalidades prácticas en torno a grupos de trabajo terapéutico. Existen diversas modalidades de intervención grupal dentro del ámbito clínico y el enfoque 30

dependerá de si las finalidades son terapéuticas formativas o reivindicativas o bien, podrían usarse también como contextos de apoyo social o refuerzo de actitudes y conductas (Villegas, 1999) Según Villegas (1999), citado por Gil y Alcover (2003, p.394), se pueden reconocer en la psicoterapia de grupo tres modalidades: 1. Terapia en grupo: cuando cada miembro de forma alterna presenta como foco de atención su propio problema 2. Terapia de grupo: cuando el foco es la interacción entre los miembros. La riqueza de estos grupos es la presencia de pares implicados y comprometidos en un proceso de cambio terapéutico. 3. Coterapia grupal: todos los miembros asumen en cierto modo el papel de terapeutas, el profesional sería un facilitador o una figura prescindible en los grupos de autoayuda. Grupos sociales y comunitarios Entre los años 50 y 70 utilizar la palabra intervención en cualquier proyecto social generaba desconfianza y cierto recelo ya que estaba relacionado a grandes proyectos interventores que, de forma arbitraria, pretendían incidir en la vida de comunidades, grupos y países. El fin era el de ideologizar y manipular los intereses de las personas y poblaciones objeto de intervención. Con el desarrollo de las ciencias sociales, especialmente en América Latina, nace una nueva perspectiva del concepto de intervención, ya no se trata de proyectos diseñados exclusivamente desde instituciones externas ni se busca manipular lo existente o paliar las deficiencias, sino que el enfoque de la intervención se centra en la transformación y se incluye a los beneficiarios a la propia acción transformadora. La intervención social se convierte de esta forma en un ejercicio de democracia participativa (Montero, 2012). Actualmente estamos inmersos en sociedades donde cada vez más hay mayor conciencia de la necesidad de alcanzar óptimos recursos para el bienestar y la calidad de vida de las personas que las conforman. Así, unos de los objetivos sociales que priman son el de la promoción social y el de la mejora sistemática de la vida de los ciudadanos. Esto sería 31

posible gracias a unos mínimos básicos, lo que daría respuesta a lo que se conoce como Estado del Bienestar con dominios como la vivienda, la educación, el trabajo o el medio ambiente (Martínez y Palacín, 1999). Es en este contexto que el grupo o la comunidad como tal ofrece una serie de ventajas, que se convierten en los motivos para su utilización en las intervenciones, con el fin de obtener resultados en la satisfacción vital de los individuos. Así la práctica grupal estaría enfocada a tres dimensiones diferenciadas: prevención de la pérdida del bienestar psicosocial, intervención concreta ante la pérdida de este bienestar y mantenimiento del bienestar del grupo o grupos que se hayan intervenido (Martínez y Palacín, 1999). 5. Conclusiones y Discusión. Entre los años 80 y 90 del siglo pasado Medellín encabezaba las listas de las ciudades más peligrosas del mundo, uno de los principales motivos de esto fueron los conflictos armados llevados a cabo por diversos actores colectivos, tanto políticos como criminales. Y es que Colombia se ha mantenido en una guerra permanente entre varios poderes de fuerzas, por un lado los contraestatales (guerrilla y algunas milicias urbanas), por otro lado los paraestatales (autodefensas y paramilitares) y a estos dos bandos enfrentados se añade la delincuencia organizada (carteles de la droga, de los precursores químicos, del lavado de dólares, del tráfico de armas, etc.). Esta conflictividad es lo que contribuyó a “fijar y definir territorios, fronteras y autoridades; a crear sociabilidades y lealtades; a consolidar organizaciones sociales, a que se establecieran diversos dominios y controles sobre las poblaciones locales a través de nexos de obediencia y de ofertas de seguridad” (Ceballos, 2000, p. 383) Después de más de 50 años de guerra civil, en el año 2012 se inicia uno de los acontecimientos políticos más relevantes en la historia reciente de Colombia, favorecido por la mediación cubana (proceso de negociaciones de La Habana). Con el gobierno de Juan Manuel Santos se instaura un proceso conocido como Proceso de paz, que es posible gracias 32

a las conversaciones entre el Estado y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Es en 2016 cuando este proceso llega a su culminación al oficializarse un acuerdo de paz entre ambas partes. Es en este punto que inicia una nueva era para el país (Jurado y Cortés, 2018). En este escenario se plantea la necesidad de generar investigaciones con fines prácticos desde la universidad que puedan tener un impacto positivo contribuyendo a la pacificación y a la transformación social en Colombia. De ahí la trascendencia de este estudio, con el enfoque en la urgente necesidad de conceptualizar el grupo social en contextos con tremendas condiciones de vida como Medellín, entendiendo al propio grupo como una fuerza poderosa de cambio social, “un facilitador de la experiencia personal, que puede tener repercusiones más allá de la vida en grupo y se traslucirá en otras experiencias y relaciones sociales” (Rosell, 1998, p.16). El objetivo del presente TFG es delimitar y someter a consenso constructos teóricos sobre los que basar programas de intervención. Esa finalidad empírica ha distorsionado el enfoque teórico, dada la intensidad de los dramas existenciales protagonizados por amplios colectivos sociales en Colombia y las propias dificultades políticosociales inherentes a un proceso de pacificación tras un conflicto de más de medio siglo de duración. Las tensiones sociales, las brechas y heridas abiertas exigen sin demora intervenciones inmediatas y efectivas, ya que los costes sociales son muy elevados. Al realizar la revisión teórica hemos hallado que cada disciplina (psicología, salud mental, sociología, trabajo social, educación) se aproximan al concepto de grupo y de intervención desde su propia posición paradigmática, lo que nos limita en cuánto a la especificidad del término como concepto psicológico. Esta limitación se ha constituido en una oportunidad ya que nos ha permitido adoptar una posición más amplia sobre el campo de la vida grupal. Un aspecto destacable en esta revisión es que la mayor parte de la literatura desarrolla un sistema de citación cruzada, lo que, por la urgencia y prestigio asociado al acto de publicar, 33

genera la sensación de que el campo teórico se va desarrollando y evolucionando, cuando en realidad encontramos un ciclo cerrado en el que unos se nutren y a la vez alimentan endogámicamente la producción teórica. Así, se ha intentado romper este círculo ampliando las perspectivas de debate con autores de otras latitudes (geográficas y académicas), especialmente en la parte de intervención. Encontrando formas distintas de leer la realidad desde países con diferentes contextos sociales que requieren otras formas de enfrentar las problemáticas grupales. En los acercamientos teóricos del presente estudio respecto a posiciones paradigmáticas frente al grupo, creemos que solo desde una perspectiva interaccionista sobre el concepto de grupo, es posible comprender realidades sociales tan complejas como las de Colombia y siendo justos, en general de cualquier otro contexto de intervención. El grupo no puede ser visto únicamente como “una colección de personas y nada más” propia de la concepción individualista de Allport, como tampoco puede ser visto bajo la propuesta colectivista de Le Bon como “una única unidad que funciona con la idea de mente grupal” despojando así a los individuos de razonamiento crítico y sometidos a la lógica de grupo. Nuestra posición, inspirados por Lewin, es que el grupo es resultado de una función interactiva de ambas posturas. El grupo es mucho más que la suma de sus partes. De la misma forma que el individuo transforma al grupo, el grupo impacta al individuo y esto es gracias a la interacción que se da entre ambos. En el campo de lo grupal no basta con asignar individuos, sino que tiene que existir interacción y un sistema de interrelaciones donde todos colaboran con ese aprendizaje de cada una de las individualidades que lo componen (Guiñazú, 2004). Por otra parte, con Tajfel y Turner entendemos que los miembros del grupo deben sentirse como parte del propio colectivo, a la vez que deben ser reconocidos por otros como parte de ese grupo. Con esta propuesta florece el interés en analizar por qué las personas necesitan de los grupos y cómo estos pueden transformar la vida del individuo, mediante la interacción entre 34

grupo y componentes, se acaba generando impacto en el seno del propio grupo. Es por ahí que surge la vía de transformación así como de cambio social y personal. De este modo pensamos que el grupo trasciende mucho más allá de la tarea u objetivo de creación, ya que ofrece un sentido de experiencia emocional, que no necesariamente se desvanece cuando los miembros dejan de reunirse. Así, el grupo puede entenderse como un contenido mental que pervive como una experiencia y como un referente para cada una de las personas participantes. (Rosell, 1998) Reconocemos así que el tema de grupo es muy relevante para las ciencias sociales y humanas, todos los estudios demuestran que el grupo puede percibirse como una de las herramientas que sin duda puede potenciar la participación ciudadana y la configuración armónica de la sociedad civil, especialmente en procesos que buscan, mediante la democracia, asegurar el bienestar y calidad de vida de las personas. De esta idea parte el objetivo final del trabajo, abrir espacios de participación-acción ciudadana para que las personas que conforman los diversos grupos del área de intervención en la ciudad de Medellín puedan concientizarse de forma crítica de la necesidad del cambio social hacia valores, actitudes y acciones más equitativas, más justas y menos violentas que faciliten la paz en el país a la vez que el propio trabajo pueda ser extrapolado a otros contextos de intervención. En palabras de Ludwig Gumplowicz (1885): “la cooperación armónica de los grupos sociales es la única solución posible a las cuestiones sociales”, citado por Ayestarán (1993). Es por eso que desde nuestra mirada humanista y sistémica (y en ocasiones ingenuamente utópica) pretendemos creer en la posibilidad de generar contextos sociales multinivel en los que los sujetos, que son los protagonistas y dueños de su propia existencia, generen las condiciones de su cambio vital. Alineados con Fals Borda y con la dosis de realidad obsequiada por Villasante en lo que tiene que ver con la IAP, asumimos que las investigaciones y cualquier intervención tienen que ir de la mano de las personas que protagonizan esas realidades. Son los propios

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sujetos los que mejor conocen su experiencia de vida. Son ellos los que podrán arrojar luz allá donde la teoría de libro no llega. Sólo si como profesionales del campo de las ciencias sociales y humanas, somos capaces de trascender la óptica intervencionista -más propia de la ciencia pura- pasando a una lógica más horizontal, más simétrica, apostando siempre por procesos de abajo hacía arriba (down-top), mediante investigaciones acordes con las necesidades reales de la población y con el firme objetivo de emancipar, concientizar y empoderar a todos los individuos menos favorecidos, sólo así podremos superar el reto de enfrentar parte de los conflictos sociales de la humanidad. El presente trabajo genera nuevos retos, nuevas cuestiones. En este contexto tan positivo y optimista de las bondades de los grupos que aquí se expone, no puede dejarse de lado la otra cara de la moneda, cuestiones como el efecto pernicioso de ciertos grupos, aquellos que promueven la violencia, la mayoría de veces a causa de la ceguera de la propia identidad fusionada con el grupo que acaba distorsionando la realidad. El estado emocional que predomina en este tipo de grupos es tan irracional que queda invadido por sentimientos que impiden reflexionar a los miembros que lo componen, provocando una fuerte intolerancia hacia lo diferente, lo que se traduce en un caldo de cultivo del odio intergrupal, ya sea por condición económica, raza, género, clase, etnia, cuestiones políticas o cualquier asunto de esta índole. ¿Cómo superar desde la psicología social de los grupos dichas dificultades? ¿Cómo se podría generar más autoconciencia en el seno del propio grupo, sin que sus radicalismos sean determinantes de las conductas individuales? ¿Realmente es posible que las diferencias intergrupales dejen de ser vistas como amenazas para convertirse en riquezas diversas compartidas entre los pueblos?

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6. Referencias

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