Apostol Marcelino Sojo Consolidar

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Apóstol Marcelino Sojo Como hombre preocupado por la consolidación y la conservación de frutos, vengo notando con enorme pena, una crisis escandalosa a nivel mundial, de todo lo que tiene que ver con el discipulado y la tarea de afianzar a los creyentes. Veo que no hay problemas para que la gente confiese a Jesús aceptando a Cristo; la problemática surge con la tarea de retener los frutos, de cerrar la puerta de atrás. Las estadisticas son muy serias. Los grandes evangelistas y las iglesias que más han invertido en cruzadas o campañas coinciden en afirmar que de cada cien personas que dan el paso de fe, solo persisten dos o tres. Es decir que 97 ó 98 personas no quedan en ninguna en ninguna estructura cristiana, se pierden. Esto habla claramente que la inmensa inversión que la iglesia ha realizado durante años en mega eventos se ha dilapidado porque los resultados han sido muy magros. Millones de dólares, millones de esforzadas horas-hombre para una repetitiva frustración de ver que los frutos se pierden. LA CULTURA DE LA PERDIDA El problema es que, como los evangélicos no acostumbramos a evaluar, seguimos repitiendo el error. ¿Esperando qué? En este aspecto, el mundo secular se mueve con mucha más inteligencia. Si el gerente de una compañía pierde 97 de cada 100 clientes potenciales, no hay ninguna duda que será despedido en muy poco tiempo. Porque en la esfera secular se trabaja en función de resultados. ¿Y nosotros por qué no? He llegado a la triste conclusión que los cristianos hemos desarrollado lo que yo llamo la cultura de la pérdida. Y siempre encontramos excusas para justificar nuestro fracaso. Sería bueno comenzar a avergonzarnos asumiendo la responsabilidad porque eso nos llevaría a cambiar de estrategia. Jesucristo dijo de forma muy clara: “Padre te alabo porque ninguno de los que me diste se perdió”. Cristo no practicaba la cultura de la pérdida. ¿LO INCOMODA ESTA SITUACION? Pastor, si por su iglesia pasan 100 personas nuevas por mes y usted pierde 97, algo está mal, algo no funciona. Y si usted no se siente mal, no se siente afligido ante esta realidad, la situación está mucho peor. Si para usted es normal gastar dinero, pagar luz, pagar edificio, pagar personal y gastar los mejores años de su existencia perdiendo infinidad de personas por la puerta de atrás, usted está en medio de un problema muy grave. Si a usted nada de esto le incomoda, usted necesita volver a la verdad porque está sumergido en una enorme mentira. Usted debe replantearse todo lo que está haciendo y debe buscar la verdad.

CONSOLIDACION VS. METODO ¿Dónde ha comenzado el problema que nos ha llevado a esta situación? Como estudioso del tema lo que advierto es que se ha confundido consolidación con método. La consolidación de los nuevos convertidos puede utilizar algún método o alguna estructura, pero hay que dejar en claro que la consolidación no es un método humano. Consolidar personas es una verdad profundamente espiritual y por lo tanto no se puede manejar carnalmente. Lo espiritual no puede ser gerenciado por estrategias o planes humanos por más alto rango que tengan. Lo eterno es lo verdadero, entonces yo no puedo manejar lo verdadero con lógicas humanas. Debo manejarlo con códigos eternos. Ni la manipulación, ni los consejitos que los entrenadores de personal acostumbran a dar en las empresas, ni nada humano, por más brillante que parezca, puede funcionar en algo que tiene un entramado espiritual y eterno. Déjeme decirle tres verdades con respecto a la consolidación. Verdad Nº 1: No existe consolidación efectiva sin una plataforma de oración. Usted puede estar en el evento más bonito y en el edificio más lujoso pero si eso que está sucediendo no está respaldado por una plataforma bien comprometida con oración, todo se diluirá. Hablo del respaldo de una plataforma radical y comprometida de oraciones de fe, no de oraciones de lástima u oraciones pedigüeñas. Me estoy refiriendo a oraciones de poder, de conquista, oraciones proféticas, confesiones de control, de dominio, de atar y desatar, de establecer, de imponer. Oraciones que por su carga de fe permitan controlar los aires. Si no contamos con un ejército que entienda que sin oración todo es fracaso, no espere resultados positivos. Cuando comencé a escribir el libro El poder de la consolidación Dios me habló claramente sobre la necesidad de no mentir a los lectores, de no suavizar las cosas. El Señor me decía que no engañemos a la gente, que le digamos que si no se sigue el ejemplo de Jesús todo será un fracaso.

¿Qué hacía Jesús? Lo dice sencillamente Marcos 1: 35. Jesús siendo aún oscuro se levantaba y oraba. Sin oración todos los planes se caen. Sin oración, aunque hagamos un millón de contactos, no habrá fruto. Conozco iglesias que han concretado más de cien mil contactos en un mes. Y han quedado nada más que en eso: contactos. ¿No cree que hay algo que la Iglesia está haciendo mal para que tanta cosecha se nos escape como agua entre las manos? La Iglesia necesita volver a la oración. Pero repito, no las oraciones lastimeras, sino las oraciones proféticas que son las oraciones de verdadera conquista. La Iglesia debe volver a la oración temprana. A la oración de madrugada. ¡Debemos pelearle al que ha cegado el entendimiento de las personas para que no les resplandezca la luz del Evangelio! ¡Si Cristo no perdió, nosotros no perderemos!

LA COMODIDAD ES UNA ENEMIGA A todo el mundo le gustan los resultados que viene obteniendo el Apóstol Paul Yonggi Cho. Lo que no gusta demasiado es el precio que paga el ejército de Cho. Es un ejército de veinte o treinta mil personas que de día, de noche, con frío, con calor, todos los días del año ora sin cesar en el Monte de Oración de Seúl, Korea. Cho entendió en 40 años de ministerio, y lo comparte cada vez que le dan la palabra, que si no controlamos los aires, donde actúan las legiones de oscuridad, seremos unos fracasados. Se dio cuenta que de no controlar los aires, todos los esfuerzos humanos, toda la energía y todas las inversiones son inútiles a la hora de cuidar los frutos. ¡No perdamos el tiempo! ¡No nos engañemos más! Si nosotros no accionamos en el Espíritu, cualquier cosa que hagamos provocará una frustración. Jesús dijo que cualquier cosa que hagamos a puertas cerradas, se convertirá en resultados que se verán en público. Yo sé muy bien quién eres sin necesidad de vivir contigo. Yo sé muy bien como está tu vida íntima aunque no soy tu amigo cercano. ¿Quién me lo revela? Lo sé por los resultados que muestras afuera. Hay una ley espiritual y eterna que dice que lo que tú hagas a puertas cerradas fácilmente se descubrirá o se manifestará a la luz del día. UN SECRETO PODEROSO ¡Hay que orar de madrugada! ¡Hay que vencer el sueño! ¡Dejemos la comodidad! ¡Hay que echar mano de este secreto espiritual poderoso! ¿Dónde están los guerreros?

No me venga usted con que “algún día comenzaré…” No me venga con que le gustó el mensaje. No me venga con palabras melosas. Yo quiero cosas concretas. Deseo que ya mismo haga un voto, un compromiso de levantarse a orar de madrugada. Quiero escucharlo decir: “Voy a guerrear muy temprano” Quiero escuchar de sus labios: “Estoy cansado de perder tanta cosecha, estoy cansado de que por mi templo pasen miles y quede tan poco” ¡Moléstese! ¡Incomódese! Si los está perdiendo en el día es porque no trabajó de madrugada. ¿Dónde están los guerreros? Abrace esta verdad y no la suelte: De acuerdo a cómo se mueva usted en la intimidad, serán los resultados en la luz. Si usted dice: “Me rindo” y determina tener disciplina en su vida íntima usted convertirá el fracaso en victoria. Y ya no habrá poderes del infierno que puedan detenerlo. Todo lo que quiera entorpecer la obra que Dios le ha confiado prosperará. Todo lo satánico, lo rebelde, lo malintencionado caerá. Y el Reino de Dios prevalecerá. Porque con su accionar en la intimidad usted bajará el poder que viene de Arriba. Y lo que viene de Arriba es sobre todo. El que controla Arriba está sobre todo. Si usted sana sus raíces, si usted trabaja más en donde no se ve, el fruto se manifestará afuera. Verdad Nº 2: La Iglesia debe volver al compromiso. Escribí un libro al que le puse por título SER. Son siglas que significan: Sacrificio, Excelencia y Revelación. Allí me enfoco, en gran parte del libro, en la falta de compromiso, en la falta de amor por servir al Señor y en la ligereza con que tomamos el trabajo en la Obra de Dios. Recorro distintas iglesias en todo el mundo, y si usted me pregunta cómo veo a los cristianos en el servicio de la Obra, yo le respondo que veo al 99% tomando esa sagrada tarea como algo light, sin importancia. Veo una ausencia total de pasión por servir al Señor, veo la presencia de una inconstancia que hace que la mayoría de los proyectos se empiecen pero no se terminen. Con dolor noto que los líderes de células o los responsables de ministerios se sienten como haciéndole un favor a los discípulos. Las multitudes están listas para ser evangelizadas o discipuladas, pero lo que falla es el grado de compromiso de los líderes. Nos gusta la gloria, nos gustan los títulos y los cargos de la Iglesia, pero lo que nos desagrada es pagar el precio. Todo lo bueno que emprendamos tendrá un costo. Para conquistar una ciudad usted tiene que ofrendarse por esa ciudad.

¡Tenemos que quitarnos de encima ese espíritu de ligereza espiritual! ¡Tenemos que rechazar el espíritu de desgano! La Iglesia de los primeros tiempos era una Iglesia comprometida. Todos estaban dispuestos a dar hasta la vida. No crea que la única sangre que se derramó fue la de Cristo. Pablo también dio su sangre. Pedro ofrendó su sangre. Jacobo también regó con su sangre. Miles ofrendaron sus vidas. ¿Sabe por qué? Porque sabían lo que estaban haciendo, para quién lo estaban haciendo y para qué lo hacían. Cuando estamos ante un líder absolutamente comprometido, no existe nada en este mundo más importante para él que cumplir la visión de Dios. Un líder comprometido no presenta excusas ni busca argumentos para no llevar adelante la Obra. Verdad Nº 3: Debemos recuperar la sensibilidad por las casas. En algún momento de aparente éxito, la Iglesia perdió la sensibilidad por las casas. Esto es grave. La Iglesia se concentró en personas y eso es un error porque las personas no son el fin dentro de la misión de Dios. El Señor le habló a Abraham de familias. No le dijo: “En ti serán benditas algunas personas de la tierra” Lo que le dijo es que su misión era una misión global para las familias. ¿Y dónde se alcanzan a las familias? En las casas. Las casas son el útero de la sociedad. Lo bueno o lo malo siempre nace de una casa. Los científicos, los pastores, los profesionales, los filósofos nacen en casas. Los delincuentes, las prostitutas, los corruptos nacen en casas. Las casas son el epicentro donde se genera todo lo que usted ve por las calles. ¡Que pena que la Iglesia, durante años, cambió las casas por estadios! En algún momento Satanás les vendió una idea que afectaría gravemente a la Iglesia: irse a los estadios y dejar las casas. Volvamos a lo sencillo. Volvamos a lo que no produce gastos. Volvamos a lo que realmente rinde. Volvamos a las casas. Volvamos a tocar puertas, recuperemos la sensibilidad, en cada barrio hay cientos de casas que se van a abrir. Hay casas con gente que sufre, con mujeres llorando por el hijo drogadicto, porque un cáncer trajo luto, porque falta el trabajo, porque la gente se siente frustrada y vacía. ¡Y nosotros tenemos el remedio para todas esas enfermedades! En las casas no soportan más tanta violencia, y si usted llega con el Evangelio del Reino de la Paz difícilmente le cierren la puerta

¡Hay que volver a la sencillez! ¡Hay que volver a las casas!¡En las casas está el herido, el enfermo, el triste, el borracho, el niño rebelde, el pecado de la pornografía…¡Y nosotros tenemos el antídoto!