Antologia de Textos

Para hacer oración y para la predicación © Francisco Fernández-Carvajal, 2003 © Ed iciones Palabra, S.A. , 2003 Paseo

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Para hacer oración y para la predicación

© Francisco Fernández-Carvajal, 2003 © Ed iciones Palabra, S.A. , 2003 Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España) Diseño de la cubierta: Marta Tapias LS _B.N. : 84-8239-791-5 Depósito Legal : M. 47_442-2003 Impresión: Gráficas Rógar Printed in Spain - Impreso en España

Todos los derechos reservados. no está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

Francisco Fernández - Carvajal

Para hacer oración y para la predicación DECIMOTERCERA EDICIÓN REVISADA Y AUMENTADA

EIHCI()\~S

P \L \BR\

PRESENTACIÓN

Por necesidades pastorales comencé hace más de quince años una pequeña colección de notas de Santos Padres Doctores de la Iglesia y autores cldsicos -antiguos y modernos- de espiritualidad que me ayudaran en mi vida interior personal y a la hora de la abundante predicación que gracias a Dios he tenido desde que recibí el Sacramento del Orden. Nunca pensé publicadas. El fichero iba creciendo de modo irregular, dependiendo del mayor o menor tiempo que podía dedicar a la lectura (viajes, una pequeña enfermedad, etc.) y de las obras de estos autores que poco a poco llegaban a mis manos. Descubrí, sin proponérmelo expresamente, una buena parte de ese inmenso tesoro literario y espiritual formado en estos veinte siglos de Cristianismo. Es sorprendente comprobar cómo, en lo esencial, el hombre sigue siendo el mismo: un «homo viator» un caminante hacia Dios; los medios de que dispone para alcanzar su fin no han variado (la oración, la mortificación, los sacramentos, el ejercicio de las virtudes . . .); las dificultades son bastante parecidas a las que nos describen esos libros que han resistido la prueba del tiempo (¡'qué actuales siguen siendo en cada hombre aquellas «viejas amigas» de San Agustín -sus pasionesque le tiraban «para abajo»!); y la actitud salvadora del Señor para los hombres seguird siendo la misma hasta el final de los siglos. Hace unos años, un buen amigo me insinuó que esa colección de citas podrían ser útiles a otros en la preparación de meditaciones, homilías, charlas, citas para la preparación de un artículo o un libro. Otro me sugirió, cuando lentamente y de modo discontinuo seleccionaba y OJdenaba el mate,'ial, que añadiera una pequeña meditación al comienzo de cada apartado que pudiera servir de base a una homilía o a una chada. Así, casi sin queredo nació este libro. He procurado que el Índice pueda sugerir ideas despertar algún nuevo enfoque. He intentado que abarque un amplio sector de la vida ascética y que puedan localizarse las citas con focilidad. Ha sido mi intención ajustarme fielmente a las versiones mds conocidas de los autores antiguos. Cuando estas versiones, sobre todo por la época en que fueron escritas, tenían un castellano deficiente o forragoso y de dificil lectura, he confrontado con el original, haciendo los mínimos retoques y cuidando la fidelidad a la intención del autor, teniendo en cuenta lo que antecede y precede. Este, por ejemplo, es el caso de las citas de la Catena Aurea. Cuando utilizo una versión más libre he dejado constancia. Al concluir este trabajo me siento deudor de sus verdaderos autores: San Ambrosio, San Agustín, Santo Tomds, Santa Teresa ... , por las citas que de ellos he tomado. Yal hablar de deudas, merece una mención muy especial la que este autor y su trabajo tienen con San Josemaría Escrivd, Fundador del Opus Dei. Deuda, no ya por las numerosas citas que tomo en préstamo de sus obras, sino 7

PRESENTACIÓN A NTOLOGIA DE T EXTOS

también por ideas, formas de decir, con las que me he identificado al meditar sus escritos y al haberle oído directamente en meditaciones, charlas, tertulias, pequeños comentarios en días corrientes, especialmente durante los tres años que, por haber estado cerca de él y haber recibido de modo muy directo la riqueza y el vigor de su espiritualidad, fueron los mds importantes de mi vida. En otro aspecto, no puedo tampoco dejar de agradecer a aquellas personas que con su paciente colaboración de mecanografiar y confrontar los textos hicieron posible este trabajo. Por último, me es grato recordar aquí y hacer propias aquellas palabras que Paul Claudel, ya anciano, dirigía en una carta a su amigo Arthur Fontaine: «Serd dulce para mí -decía el ilustre escritor-, cuando esté en el lecho de muerte, pensar que mis libros no han contribuido a aumentar la espantosa suma de tinieblas, de duda, de impurezas, que aflige a la humanidad, sino que aquellos que los han leído no han encontrado en ellos mds que motivos para creer, para alegrarse, para esperar». FRANCISCO FERNÁN DEZ- CARVAjAL

Madrid, 19 de marzo de 1983

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N

OTA DEL AUTOR A LA DECIMOTERCERA EDICIÓN

Este libro de citas estructuradas según los principales conceptos de la ascética cristiana apareció por vez primera en agosto de 1983. Desde entonces han tenido lugar 12 reimpresiones con alguna que otra modificación. A lo largo de estos veinte años han ido apareciendo documentos trascendentales para la vida de la Iglesia. Entre ellos destaca el Catecismo de la Iglesia Católica. También no pocas encíclicas, exhortaciones y cartas del papa Juan Pablo II, que constituyen textos fundamentales para la meditación personal, la predicación, la catequesis ... A la vez se han publicado nuevas obras de autores reconocidos, que podían ser olvidados en esta Antología. Todo esto me ha llevado a incluir unas 900 nuevas citas, que al menos dan noticia de estas obras y documentos. A la vez he llevado a cabo una revisión del texto anterior, de modo especial de las introducciones a las diversas voces. Los criterios de selección, como en 1983, han sido puramente personales. A la hora de incluir estas nuevas citas he respetado la numeración primitiva y he añadido las nuevas citas con las letras a, b, c, d, etc. Esto permite conservar las referencias de quienes han utilizado esta Antología en sus meditaciones, charlas o escritos. Madrid, 6 de octubre de 2003

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ACCIONES DE GRACIAS

1. En una narración propia de San Lucas, nos cuenta el Evangelista que Jesús, en el camino hacia Jerusalén, encuentra a diez leprosos que se detuvieron a lo lejos (cfr. Lc 17, 11-19). En el grupo va un samaritano, a pesar de no tratarse judíos y samaritanos. La desgracia les ha unido, como ocurre en tantas ocasiones de la vida. Y a voces -pues están lejos- dirigen a Cristo esta oración llena de respeto: jesús, Maestro, ten piedad de nosotros. El Señor les manda ir a mostrarse a los sacerdotes como estaba preceptuado en la Ley (Lev 14, 2), yen la obediencia encontraron su curación. Uno -el samaritano- volvió atrás, hacia donde estaba Jesús, para darle gracias. Es esta una acción profundamente humana y bella. 2. A Dios se le deben dar gracias siempre y en todas partes. La Sagrada Escritura exhorta a la gratitud en todas sus páginas: ¿ Cómo podré pagar a Dios todo el bien que me ha hecho? (Sal 115,

12) . Dad siempre gracias por todo a nuestro Dios y Padre, en nombre de nuestro Señor jesucristo (El 5,20; cfr. Col 1, 12; etc.). San Pablo considera que la ingratitud a Dios es una de las causas del paganismo (Rom 1, 21), Yla gratitud a Dios, uno de los rasgos fundamentales de nuestra fe. San Juan Crisóstomo señala que la mejor custodia de los beneficios recibidos consiste en tenerlos presentes siempre y dar gracias por haberlos recibido. 3. La falta de fe lleva consigo la negación de Dios como fuente de todos los bienes. En consecuencia, el hombre de poca fe da pocas gracias: todo le parece «natural», o algo a lo que tenía derecho. Normalmente, quien no es agradecido con Dios tampoco lo es con sus semejantes. «Es ingrato el que niega el beneficio recibido; ingrato es quien lo disimula; más ingrato quien no lo descubre y más ingrato de todos quien se olvida de él» (SÉNECA, De beneficiis, IlI). Otro autor de la antigüedad pagana dice que «no ha producido la tierra peor planta que la ingratitud» (AUSONIO, Sátiras, 11). La gratitud nos mueve a reconocer y corresponder a los favores recibidos. La mayor deuda de gratitud la tenemos para con Dios, y después de Dios, con nuestros progenitores. Los Padres de la Iglesia indican cuatro motivos de agradecimiento a Dios: por la Creación de todas las cosas; por su Conservación constante y la Providencia especial sobre los hombres; por el inmenso beneficio de la Redención; y, finalmente, por nuestra llamada a la fe verdadera ya la especial vocación que cada uno ha recibido. San Buenaventura señala tres grados en esta virtud. Un alto grado de la gratitud consiste en ponderar y agradecer los bienes naturales del cuerpo; en un segundo grado más alto se ponderan y agradecen los dones naturales del alma; y, por último, el grado más alto consiste en valorar y dar gracias con frecuencia por los dones gratuitos y sobrenaturales del alma (Sobre los grados de la virtud, VII, 20) . II

ACCIONES DE GRACIAS ANTOLOGIA DE TEXTOS

4. Como virtud humana, la gratitud constituye un eficaz vínculo entre los hombres y revela la calidad interior de una persona: «Es de bien nacido el ser agradecido», dice la sabiduría popular. Si falta esta virtud, se hace dificultosa la convivencia humana. S. El samaritano que fue a dar gracias se marchó con un don todavía mayor: la fe y la amistad de Cristo. Levdntate -le dice ]esús-, vete: que tu fe te ha salvado. Los nueve leprosos desagradecidos se quedaron sin la parte mejor que les había reservado el Señor. Porque «a quien humildemente se reconoce obligado y agradecido por los beneficios -dice San Agustín-, con razón se le prometen muchos más. Pues el que se experimenta fiel en lo poco, con justo derecho será constituido sobre lo mucho, Así como, por el contrario, se hace indigno de nuevos favores quien es ingrato a los que ha recibido antes» (Soliloquios, c. 31).

CITAS DE LA SAGRADA ESCRITURA 1. Debemos dar gracias a Dios por todos los beneficios .:. ¿Qué podré yo dar a Yavé, por todos los beneficios que me ha hecho? Levantaré e! cáliz de la salvación e invocaré e! nombre de Yavé. Sal115, 12. .:. iBendice, alma mía, a Yavé, y bendiga todo mi ser su santo nombre! iBendice, alma mía, a Yavé y no olvides ninguno de sus favores! Sal 102, 1, 2. .;. No olvides e! beneficio de tu fiador, pues se empeñó por ti. Eclo 29, 20. 2. Frecuentes gracias del Señor al Padre: Mt 15,36; Me 14, 23;jn6, 11. 3. Debe ser lit a.ctitud nomwl del cristiano .:. y la paz de Cristo reine en vuestros corazones, pues a ella habéis sido lIanlados en un solo cuerpo. Sed agradecidos. Col3, 15. .:. Por nada os inquietéis, sino que en todo tiempo, en la oración y en la plegaria, sean presentadas a Dios vuestras peticiones acompañadas de acción de gracias. Fil 4,6. .:. Orad sin cesar. Dad en rodo gracias a Dios, porque tal es su voluntad en Cristo Jesús respecto de vosotros. 1 Tes 5, 17.

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4.. Dar gJ·(tcias en toda ocasión .:. y todo cuanto hacéis de palabra o de obra, hacedlo todo en el nO,mbre de! Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por El. Col3 , 17. .:. Entre las diversas virtudes cristianas, San Pablo recomienda la gratitud. Col3, 15 . .:. A Timoteo le ruega que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por los reyes y por todos tos constituidos en dignidad, a fin de que gocemos de vida tranquila y quieta con toda piedad y dignidad. 1 Tim 2, 1. .:. San Pablo da también gracias al Señor por haberle fortalecido y haberle juzgado fiel para el ministerio: 1 Tim 13; por la gracia otorgada en Cristo jmís. 1 COI' 1; Y recomienda a los primetos cristianos que den en todo

gracias a Dios, porque tal es SIl voluntad en Cristo jeslís respecto a vosotros. 1 Tes 5, 17. .:. Dar gracias por la fe. Rom 1, 8; 1 COI' 1, 4 . .:. Dar gracias por la caridad fraterna. Col 1, 3-4; 2 Tes 1, 3; etc. .:. Acciones de gracias de los bienaventurados en el cielo. Apoe4, 9; 7,12 . .:. Del samaritano leproso. Le 17, 16. .:. Del fariseo soberbio en el templo. Le 18, 11.

ACCIONES DE GRACIAS FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVA)AL

SELECCIÓN DE TEXTOS Innumerables motivos para dar gracias a Dios

Dale gracias por todo, porque todo es bueno (SAN JOSEMARÍA EscRIVÁ, Camino, n. 268).

1 Oremos solemnemente con acción de gracias, al despuntar el nuevo día, al salir de casa, antes de comer y después de haber comido, a la hora de ofrecer incienso, al entregaros al descanso. Y aun en la misma cama quiero que alternes los salmos con la oración dominical (... ), para que el sueño te coja libre de pensamientos mundanos y ocupado en los divinos (SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, 3, 18-19).

5 No dejemos pasar un solo día sin agradecerle tantas gracias como durante nuestra vida nos ha concedido (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el primer precepto del de-

2 ¿Qué cosa mejor podemos traer en el corazón, pronunciar con la boca, escribir con la pluma, que estas palabras, « Gracias a Dios»? No hay cosa que se pueda decir con mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer con mayor utilidad (SAN AGUSTíN, Epist., 72). 3 Él nos da, por un poco de fe, la tierra inmensa, para cultivarla; agua para beber yagua para navegar; el aire para respirar, el fuego para trabajar, el mundo para habitar. .. Si los bienes de los amigos son comunes y si el hombre es amigo de Dios, todo se hace propiedad del hombre, pues todo pertenece a Dios (CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, Protréptico, 12). 4 Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. -Porque te da esto y lo otro. -Porque te han despreciado. -Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. -Porque creó el Sol y la Luna, y aquel animal y aquella otra planta. -Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso ...

cdlogo). 6 (Recibimos) beneficios que superan en número a las arenas del mar. (SAN JUAN CRIS6STOMO, Homilías sobre San Mateo, 25, 4). 7 Mal procede;: quien se llena de soberbia a causa de su riqueza y no reconoce haber recibido de Dios todo lo que tiene, pues todos nuestros bienes, espirituales o temporales, de Dios son (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, en Escritos de catequesis, Madrid, 1976, p. 151). 8 El pecado es lo único que no has recibido de Él. Fuera del pecado, todo lo demás que tienes lo has recibido de Dios (SAN AGUSTíN, Sermón 21) . 9 ¡Nos parece demasiado dedicarle algunos minutos para agradecer los bienes que en todo momento nos concede! Quieres dedicarte a tu tarea, dices. Pero, amigo mío, te engañas miserablemente, ya que tu tarea no es otra que agradar a Dios y salvar tu alma; todo lo demás no es tu tarea: si tú no la haces, otros la harán; mas, si pierdes el alma, ¿quién la salvará? (SANTO CURA DE ARs, Sermón so-

bre la oración) .

10 Da gloria a Dios por el feliz éxito de los asuntos que te han sido encomendados, y no te atribuyas a ti mismo más que los fallos que haya habido; solo estos te pertenecen, todo lo bueno es de Dios y a Él se debe la gloria 13

ACCIONES DE GRACV\.S ANTOLOGfA DE TEXTOS

y gratitud Q. PECCI -León XIII-, Práctica de la humildad, 45) .

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Al conocer lo que Dios nos ha dado,

enc~ntraremos

muchísimas cosas por las que dar gracias continuamente (SAN BERNARDO, In Dom. VI pos. Pent., 25, 4).

12 (Dios) nos hace muchos regalos, y la mayor parte los desconocemos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre San Mateo, 25, 4). 13 No dejes nunca de dar gracias a Dios con todo tu corazón y dale gracias, sobre todo, por los cuidados con los que te rodea, y pídele en todo momento que no te falte la ayuda que solo Él te puede dar Q. PECCI -León XIII-, Práctica de la humildad, 43) . 14

de los cuales se escribió precisamente para que no murmuremos del tiempo presente contra Dios? ¿Cuáles fueron aquellos tiempos? ¿No es verdad que todos, al leer sobre ellos, nos horrorizamos? Por esto, más que murmurar de nuestro tiempo, lo que debemos hacer es dar gracias por él (SAN AGUSTíN, Sermón, 2).

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Si no me hubiese retenido el amor que os tengo, no hubiese esperado a mañana para marcharme. En toda ocasión yo digo: «Señor, hágase tu voluntad: no lo que quiere este o aquel, sino lo que tú quieres que haga»: Este es mi alcázar, esta es mi roca inamovible, este es mi báculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así se haga. Si quiere que me quede aquí, le doy gracias. En cualquier lugar donde me mande, le doy gracias también (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. antes del exilio, 1-3).

Cuando el alma recuerda los beneficios que antaño recibió de Dios y considera aquellas gracias de que la colma en el presente, o cuando endereza su mirada hacia el porvenir sobre la infinita recompensa que prepa19 Al igual que en la oración de petira el Señor a quienes le aman, le da gracias en . ción, todo acontecimiento y toda necesidad medio de indecibles transportes de alegría pueden convertirse en ofrenda de acción de (CASlANO, Colaciones, 9). gracias. Las cartas de San Pablo comienzan y 15 . El cielo y la tierra, el mar y todo lo terminan frecuentemente con una acción de que hay en ellos nos hablan de la bondad y gracias, y el Señor Jesús siempre está presente omnipotencia del que los ha creado, y la ad- en ella. «En todo dad gracias, pues esto es lo mirable belleza de los elementos puestos a que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros» nuestro servicio exige de la criatura racional (J Tes 5, 18). «Sed perseverantes en la orael justo tributo de la acción de gracias (SAN ción, velando en ella con acción de gracias» LEÓN MAGNO, Sermón 6 sobre Cuaresma, 1). (CoI4, 2) (Catecismo de la Iglesia Católica, n . 16 Conviene mucho que el favorecido 2638) . tenga agradecimiento y dé las gracias, aunque 20 ¿Has presenciado el agradecimiento el bienhechor no tenga necesidad de ello de los niños? - Imítalos diciendo, como ellos, (TEÓFlLO, en CatenaAurea, vol. IV, p. 47). a Jesús, ante lo favorable y ante lo adverso: 17 Desde el primer Adán hasta el de hoy, fatiga y sudor, cardos y espinas. ¿Acaso ha caído sobre nosotros el diluvio? ¿O aquellos tiempos difíciles de hambre y de guerras, 14

«¡Qué bueno eres! ¡Qué bueno!. ..». Esta frase, bien sentida, es camino de infancia, que te llevará a la paz, con peso y medida de risas y llantos, y sin peso y medida de

ACCIONES DE GRACIAS FRANCISCO F ERNÁND EZ-CARVAjAL

Amor (SAN JOSEMARÍA ESCRIvÁ, Camino, n.

894). A quien reconoce los beneficios recibidos, se le prometen muchos más 21 Es menester sacar fuerzas de nuevo para servir y procurar no ser ingratos, porque con esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran estado en que nos pone, nos lo tornará a tomar y nos quedaremos muy más pobres, y dará Su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a los otros. Pues ¿cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que está rico? Es imposible, conforme a nuestra naturaleza, a mi parecer, tener ánimo para cosas grandes quien no entiende está favorecido de Dios (SANTA TERESA, Vida, 10,3).

22 Si la fe salvó a aquel que se postró para dar gracias (se refiere al leproso samaritano), la malicia perdió a los que no se cuidaron de dar gloria a Dios por los beneficios recibidos (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, p.278). 23 A quien humildemente se reconoce obligado y agradecido por los beneficios, con razón se le prometen muchos más. Pues el que se experimenta fiel en lo poco, con justo derecho será constituido sobre lo mucho, así como, por el contrario, se hace indigno de nuevos favores quien es ingrato a los que ha recibido antes (SAN BERNARDO, Serm. sobre el Salmo 50). 24 [... ] porque, si no conocemos qué recibimos, no despertamos al amor (SANTA TERESA, Vida, 10,3).

Las acciones de gracias, anticipo de la alabanza a Dios en el cielo

25 Toda nuestra vida presente debe discurrir en la alabanza de Dios, porque en ella consistirá la alegría sempiterna de la vida futura; y nadie puede hacerse idóneo de la vida futura si no se ejercita ahora en esta alabanza (SAN AGUSTfN, Comento sobre el Salmo 148). Dar gracias es muestra de sabiduría

26 En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de sabiduría: si confiesas tus propias miserias, si de tu boca sale la acción de gracias y la alabanza, y si de ella salen también palabras de edificación para los demás (SAN BERNARDO, Sermón 15, sobre materias diversas). 26b Muchos son los cristianos que solo dan gracias a Dios cuando progresan en sus negocios. Salen de la cárcel y alaban a Dios; les sale bien un negocio y alaban a Dios; heredan una propiedad y alaban a Dios; pero, si sufren algún daño, blasfeman de Dios. ¿Qué hijo eres, que cuando el padre corrige, te mo-. lestas y entristeces? (SAN AGUSTfN, Comentario a los Salmos, 48, 2, 9). Gratitud, con obras, para con los padres

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Honra a tu padre ya tu madre. Este

honor se les hace no solo por el respeto, sino también por la asistencia: porque es un honor reconocer sus beneficios. Alimenta a tu padre, alimenta a tu madre; que aunque así lo hagas no habrás pagado los trabajos y los dolores que tu madre ha padecido por ti. Le debes lo que tienes a tu padre, ya tu madre lo que eres (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 310). 15



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ACCIONES DE GRACIAS ANTOLOGIA DE TEXTOS

El respeto a los padres (piedad filia~ Se invita en este texto a los fieles a alegrarse está hecho de gratitud para quienes, mediante en el nacimiento de sus hijos, y se advierte a el don de la vida, su amor y su trabajo, han los padres la obligación de dar gracias a Dios: traído sus hijos al mundo y les han ayudado a no es beneficio pequeño de Dios dar hijos crecer en estatura, en sabiduría y en gracia. (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. V, «Con todo tu corazón honra a tu padre, y no ol- p.22). vides los dolores de tu madre. Recuerda que por 30b La Sagrada Escritura y la práctica ellos has nacido, ¿cómo les pagarás lo que contitradicional de la Iglesia ven en las familias go han hecho?» (Si 7, 27-28) (Catecismo de fa numerosas un signo de la bendición divina y Iglesia Católica, n. 2215). de la generosidad de los padres (cfr. GS 50, 27 e Los cristianos están obligados a una 2) (Catecismo de fa Iglesia Católica, n. 2373). especial gratitud para con aquellos de quienes recibieron el don de la fe, la gracia del bautis- Gratitud al Ángel Custodio mo y la vida en la Iglesia. Puede tratarse de 31 Somos también deudores de nuestro los padres, de otros miembros de la familia, Ángel Custodio, quien contempla siempre el de los abuelos, de los pastores, .de los catequistas, de otros maestros o amigos. «Evoco el rostro del Padre que está en los cielos (ORírecuerdo de la fe sincera que tú tienes, fe GENES, Trat. sobre fa oración, 28, 3). que arraigó primero en tu abuela Loída y en tu La virtud humana de la gratitud madre Eunice, y sé que también ha arraigado en tÍ» (2 Tim 1, 5) (Catecismo de la Iglesia Ca- 32 Existe también una deuda respecto a tólica, n. 2220). los ciudadanos y, asimismo, una deuda común para con todos los hombres; una deuda Gratitud por la vocación recibida para con los huéspedes y otra para con las 28 Ninguno hay, a poco que reflexione, personas de edad; otra, en fin, para con alguque no halle fácilmente en sí mismo podero- nos a los que es justo honrar como a hijos o sos motivos que le obliguen a mostrarse agra- hermanos. Así pues, quien no hace lo que se decido a Dios. Y nosotros especialmente, debe cumplir con el hermano, queda deudor porque el Señor nos escogió para sí y nos re- de lo que ha omitido (ORíGENES, Trat. sobre cibió para servirle a Él solo (SAN BERNARDO, la oración, 28, 1). Serm. Dom. VI después de Pentec., 2, 1). Gratitud por haber sido preservados 29 No lo dudes: tu vocación es la gracia de muchos pecados mayor que el Señor ha podido hacerte. Debemos dar gracias a Dios, tanto - Agradécesela (SAN JOSEMAIÚA EseRNA, Ca- 33 de los pecados de que nos preservó como de mino, n. 913). los que tuvo la misericordia de perdonarnos (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre fas tentaGratitud por los hijos recibidos de Dios ciones). 30 ... y tu mujer Isabel parird un hijo, y le dards el nombre de Juan. y tendrds gozo y 34 Hemos de mostrarnos agradecidos alegría, y se gozardn muchos con su nacimiento. por los beneficios que a diario nos hace su

27b

r .. }

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ACCIONES DE GRACIAS FRANCISCO F ERNANDEZ-CARVAj AL

Providencia; por librarnos de las asechanzas de nuestros enemigos; por cooperar con nosotros, para poder superar los vicios de la carne; por protegernos ante el peligro, incluso ignorándolo nosotros; por fortalecernos en la lucha contra el pecado; porque nos ayuda e ilumina; porque nos hace comprender y reconocer dónde está nuestro auxilio [... ]. Asimismo, debemos expresarle nuestro agradecimiento porque nos inspira secretamente la compunción de nuestras faltas y negligencias; porque se digna visitarnos con avisos saludables; por atraernos muchas veces, a pesar nuestro, al buen camino; por dirigir nuestro albedrío por otros cauces, a fin de que podamos cosechar mejores frutos, aunque nuestra tendencia hacia el mal sea tan acusada. Porque se digna, en fin, orientar esa tendencia y cambiarla, merced a saludables sugestiones, hacia la senda de la virtud (CASIANO, Instituciones, 12, 18). Agradecimiento en la Misa y en la Comunión

34b La Eucaristía, sacramento de nuestra salvación realizada por Cristo en la cruz, es también un sacrificio de alabanza en acción de gracias por la obra de la creación. En el Sacrificio Eucarístico, toda la creación amada por Dios es presentada al Padre a través de la muerte y resurrección de Cristo. Por Cristo, la Iglesia puede ofrecer el sacrificio de alabanza en acción de gracias por todo lo que Dios ha hecho de bueno, de bello y de justo en la creación y en la humanidad (Catecismo de la Iglesia Católica, n . 1359). 34c La Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la re-

dención y la santificación. «Eucaristía» significa, ante todo, acción de gracias (Catecismo de/a Iglesia Católica, n. 1360). 35 La acción de gracias después de la Misa no habría de terminar sino con el día [... ]. El tiempo que sigue a la Misa es tiempo de negociar con Dios y de hacerse con tesoros celestiales (SAN ALFONSO Ma DE LIGORlO, Misa y Oficios atropellados, pp. 422-423). 36 La misma naturaleza del Sacramento reclama (la acción de gracias) para que su recepción produzca en los cristianos abundancia de frutos de santidad: Ciertamente ha terminado la reunión pública de la comunidad, pero cada cual, unido con Cristo, conviene que no interrumpa el cántico de alabanza,

dando siempre gracias a Dios Padre en nombre de Nuestro Señor jesucristo (El 5, 20) [... ]. Tan lejos está la Sagrada Liturgia de reprimir los íntimos sentimientos de cada uno de los cristianos, que más bien los reanima y los estimula para que se asemejen a Jesucristo, y por Él se encaminen al Eterno Padre; por lo cual ella misma quiere que todo el que hubiere participado de la Hostia santa del altar, rinda a Dios las debidas gracias, pues a nuestro Divino Redentor le agrada oír nuestras súplicas, hablar con nosotros de corazón a corazón, y ofrecernos un refugio en el suyo ardiente (Pío XII, Enc. Mediator Dei, n. 30). 37 [... ] No os alejéis del templo apenas recibido el Santo Sacramento. ¿Tan importante es lo que os espera, que no podéis dedicar al Señor diez minutos para decirle gracias? No seamos mezquinos. Amor, con amor se paga (SAN JOSEMAIÚA EscRIVÁ, Homilía 134-1973, Sacerdote para la eternidad, 1. c., p.43). 38 Habiendo ya rezado las oraciones para después de la Comunión, llamaréis en 17

ACCIONES DE GRACIAS ANTOLOGfA D E TEXTOS

vuestra ayuda a la Santísima Virgen, a los ángeles y a los santos, para dar juntos gracias a Dios por el favor que acaba de dispensaros (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre la Comu-

nión) . 39 La unión espiritual con Cristo, a la que se ordena el mismo sacramento, no se ha de procurar únicamente en el tiempo de la celebración eucarística, sino que ha de extenderse a toda la vida cristiana, de modo que los fieles cristianos, contemplando asiduamente en la fe el don recibido y guiados por el Espíritu Santo, vivan su vida ordinaria en acción de gracias y produzcan frutos más abundantes de caridad. Para que puedan continuar más fácilmente en esta acción de gracias, que de un modo eminente se da a Dios en la Misa, se recomienda a los que han sido alimentados con la sagrada comunión que permanezcan algún tiempo en oración (PABLO VI, Enc. Eucharisticum mysterium, n. 38).

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No solo has de avivar tu devoción antes de la comunión, sino que la has de conservar solícitamente después de recibir el sacramento. No ha de ser menor el cuidado de después que la preparación de antes. Porque el buen cuidado posterior es otra óptima preparación para conseguir mayor gracia. En cambio, se indispone grandemente para ella el que enseguida se entrega a exteriores entretenimientos. Evita conversaciones, permanece solo y goza de tu Dios, pues tienes al que nadie te puede quitar. Yo soya quien debes darte del todo, de manera que ya no vivas más en ti, sino en Mí, sin ninguna preocupación (ToMÁs DE KEMPIS, Imitación de Cristo, IV, 12, 4).

41 Aquel tiempo que sigue después de la comunión es el mejor que hay para nego18

ciar con Dios y para abrazarle dentro de tu corazón. y así debe el hombre estar este tiempo en la iglesia o donde comulgó dando gracias al Señor por este beneficio y ocupando su corazón en santos pensamientos y oraciones (FRAY LUIS DE GRANADA, Del Sacramento

de la Eucaristía). 42

La Misa acabada, recójase media hora a dar gracias y hólguese con El que en sus entrañas tiene, y aprovéchese de Él, no de otra manera de como cuando acá vivía fue recibido de Zaqueo o de Mateo, o de otro que se lea; porque el más quieto tiempo de todos es aquel mientras el Señor está en nuestro pecho, el cual tiempo no se ha de gastar en otras cosas, si extrema necesidad a otra cosa no nos constriñese (SAN JUAN DE ÁVILA, Obras es-

pirt. Carta 5tt; . 43 Estaos vos con Él de buena gana; no perdáis tan buena sazón de negociar, como es la hora después de haber comulgado [...]. Este es buen tiempo para que os enseñe nuestro Maestro, y que le oigamos y besemos los pies porque nos quiere enseñar, y le supliquéis que no se vaya de con vos [... ] (SANTA T ERESA, Camino de perfección, 34, 10).

44 Se ha de procurar que a la sagrada comunión le preceda una diligente preparación y le siga una conveniente acción de gracias, adaptada a las posibilidades, condición y deberes de cada uno (SAN Pío X, Denz. 2383). 45 El amor a Cristo, que se ofrece por nosotros, nos impulsa a saber encontrar, acabada la Misa, unos minutos para una acción de gracias personal, íntima, que prolongue en el silencio del corazón esa otra acción de gracias que es la Eucaristía (SAN JOSEMAIÚA EsCRIVÁ,

Es Cristo que pasa, 92).

ACCIONES DE GRACIAS - ADULACIÓN F RANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAjAL

46

Después que lo haya recibido, invita a tu corazón a rendirle homenaje a este" Rey de salud; trata con Él de tus asuntos íntimos; contémplale en tu interior, donde Él ha venido a morar para dicha tuya; finalmente, hazle la mejor acogida posible y compórtate de manera que en todas tus actuaciones se eche de ver que Dios está contigo (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 2, 21).

47 Se alejan del recto camino de la verdad los que, ateniéndose más a la palabra que al sentido, afirman y enseñan que, acabado ya el Sacrificio, no se ha de continuar la acción de gracias, no solo porque el mismo Sacrificio del altar es de por sí una acción de gracias; sino también porque pertenece a la piedad privada y particular de cada uno y no al bien de la Comunidad (Pfo XII, Enc. Mediator Dei, n. 30).

ADULACIÓN

1. Dice Jesús:

Yo soy la Verdad Un 14, 6). De Él dice el Evangelista que tiene la plenitud de la

Verdad, y que esta nos vino por medio de Él Un 1, 14 Y 17). Toda su enseñanza, también su vida y su muerte, constituyen un testimonio de la verdad Un 18, 37) . Y aquel en quien está la verdad Un 8, 44) es de Dios, y, por tanto, oye también a Dios. La verdad tuvo su origen en Dios y la mentira en la oposición consciente a Él. Por eso llama Jesús al demonio padre de la mentira, porque la mentira comenzó con él. Y todo el que miente tiene al diablo como padre Un 8,42 ss). La falta de veracidad que se manifiesta como hipocresía, revela una discordia interior, una rotura de la personalidad. Una persona así es como una campana hendida. Tampoco ella puede emitir un sonido claro. El testimonio que el Señor dio de Natanael, diciendo que era un israelita en quien no había doblez Un 1, 47), es lo más bello que se puede decir de un hombre. El cristiano, si quiere serlo de verdad, debe desprenderse de la mentira (El 4, 25); ninguna falsedad debe salir de su boca (Apoc 14, 5). Por consiguiente, si la mentira se extiende en algún lugar, señal de que el poder diabólico ha entrado en acción. 2. Entre las muchas clases y formas de mentira, existe una con nombre propio: la adulación. Se caracteriza por el afán desmedido de agradar, traducido en servilismo, en elogios innecesarios, o con el fin de obtener alguna ventaja personal. Dice la Sagrada Escritura a este propósito que mejor es la corrección del sabio que la adulación del necio (Eccl7, 5). Se opone a la virtud social de la afabilidad, que orienta las relaciones ordinarias de la vida social para hacer más grata la convivencia (cfr. Suma Teológica, 2-2, q. 115, a. 1). La adulación es hermana de la seducción. San Pablo advierte que se eviten los discursos piadosos y solemnes que intentan seducir los corazones de los fieles (Rom 16, 18) . Con cierto orgullo confiesa el Apóstol que nunca usó de adulaciones (J Tes 2, 5). Lo mismo debe decir el cristiano de sí mismo. La adulación es indigna del cristiano. Pero debe también cuidarse de no prestar oídos a las adulaciones y escuchar las palabras de la seducción. Mejores son los enemigos que los aduladores. «El adulador -dice San Juan Clímaco- es ministro del demonio [... ] 19

ADULACIÓN ANTOLOGIA DE TEXTOS

(y) maestro del error» (n. 55). La persona seducida por adulación pierde pronto el sentido de la realidad y caminará de error en error. Con dificultad verá sus faltas, ocultas por falsas alabanzas, y tendrá abierta de par en par la puerta de la vanagloria. La adulación puede causar mucho daño. Se opone, entre otras, a las siguientes virtudes: la veracidad, la justicia, frecuentemente a la caridad, y hace imposibles la amistad y la verdadera convivencia. 3. Como es lógico, no todo elogio y alabanza, que hemos de prodigar resaltando lo bueno de quienes nos rodean, es una adulación hipócrita. «Es bueno -dice Santo Tomás- querer agradar a los demás y animar al prójimo a progresar en la virtud», pero «es pecado quererles agradar por motivos de vanagloria, o de interés personal, o en cosas malas» (Suma Teológica, 2-2, q. 115, a. 1, ad 1). Concretamente: «Es adulación cuando la alabanza recae sobre algo que no debería alabarse, ya sea porque se trate de una obra mala, o porque no esté claro el fundamento para tal alabanza, o cuando es de temer que la alabanza sea, para el otro, motivo de vanagloria» (Ibídem). El cristiano no debe utilizar esta forma de hipocresía y de mentira que es la adulación; y ha de aprender a rectificar la intención ante las alabanzas, sabiendo que pasan «como el sonido de las palabras» y que toda gloria es para Dios.

SELECCIÓN DE TEXTOS «Cuantos me alaban , en realidad, me dañan »

él (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 10, 4748).

48

50 El adulador conduce al mal a su prójimo, porque es incapaz de saber qué es lo que le conviene (TEOFILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 475).

Mis pensamientos en Dios son muy elevados, pero me pongo a raya a mí mismo, no sea que perezca por mi vanagloria. Pues ahora sobre todo tengo motivos para temer y me es necesario no prestar oído a quienes podrían tentarme de orgullo. Porque cuantos me alaban, en realidad, me dañan. Es cierto que deseo sufrir el martirio, pero ignoro si soy digno de él (SAN IGNACIO DE ANTIOQUíA, Carta a los Tralianos).

49

Muchas veces, nuestra débil alma, cuando recibe por sus buenas acciones el halago de los aplausos humanos, se desvía [... ], encontrando así mayor placer en ser llamada dichosa que en serlo realmente [... ]. Y aquello que debía serle un motivo de alabanza en Dios se le convierte en causa de separación en 20

51

Es necesario fijarnos mucho cuando quiere entrar (la alabanza y la adulación); como si se tratara de estar en guardia contra una fiera presta a arrebatar a aquel que no la vigila. Entra calladamente y comienza a destruir lo que encuentra en el interior (SAN JUAN CRISOSTOMO, en CatenaAurea, vol. 1, p. 336).

52

Los muertos sepultan también a los muertos cuando los pecadores favorecen a los pecadores; pues quien alaba al que peca, le esconde ya muerto bajo la losa de sus palabras (SAN JERONIMO, en Catena Aurea, vol. 1, p.495) .

ADULACIÓN FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAjAL

El adulador, «un ministro del demonio»

53 El adulador es ministro del demonio, doctor de la soberbia, destructor del arrepentimiento, aniquilador de las virtudes, maestro del error (SAN JUAN CLfMACO, Escala

vez dicen bien, presto tornan a decir mal (SANTA TERESA, Fundaciones, 27, 21) . Aprender a rechazar las alabanzas

del paraíso, 22).

57 El desprecio de las alabanzas es lo primero y lo principal que hemos de aprender (SAN JUAN CRIS6STOMO, Sobre el sacerdo-

Falta contra la caridad

cio).

54 La adulación unas veces se opone a la caridad, y otras no. Se opone a la caridad de tres modos. Uno, por su mismo objeto, como alabar un pecado; esto contraría a la caridad con Dios, contra cuya justicia se profiere tal alabanza, y a la caridad para con el prójimo, a quien se alienta en su mala acción [.. .]. Otro modo, por razón de la intención, cuando con la adulación se pretende dañar corporal o espiritualmente [... ]. El tercer modo es por la ocasión, como cuando la alabanza del adulador es ocasión de pecado para otro, aun prescindiendo de la intención del adulador (SANTO ToMAs, Suma Teológica, 22, q. 115, a. 2).

58 De nada debe huir el hombre prudente tanto como de vivir según la opinión de los demás (SAN BASILIO, Discurso a los jó-

Superficialidad de la alabanza vana

55 Los mismos que alaban son nada, y pasarán con el sonido de sus palabras. En cambio, la fidelidad del Señor dura por siempre (ToMAs DE KEMPIS, Imitación de Cristo, 3, 14). 56 Tengo entendido que quien se dejare llevar por cosas de la tierra o dichos de alabanzas de los hombres, está muy engañado por la poca ganancia que en esto hay; una cosa les parece hoy, otra mañana; de lo que una

venes). 59 Rechaza las alabanzas que te hagan por el éxito obtenido, porque no se deben a un vil instrumento como tú, sino a Él, que, si así lo quiere, puede servirse de una vara para hacer brotar el agua de una roca, o de un poco de tierra para devolver la vista a los ciegos [...] Q. PECCI -León XIlI-, Práctica de la hu-

mildad, 45) . Rectificar la intención ante la alabanza 60 Todo motivo de alabanza lo ha dado Dios para que aproveche a los demás, de donde se sigue que, en tanto debe agradarle al hombre el testimonio que los demás le dan de su excelencia, en cuanto contribuya al bien ajeno (SANTO ToMAs, Suma Teológica, 22, q. 131, a. 1).

61 Cuanto más me exalten, Jesús mío, humíllame más en mi corazón, haciéndome saber lo que he sido y lo que seré, si Tú me dejas (SAN JOSEMAIÚA ESCRIvA, Camino, n. 591).

21

AFABILIDAD A NTOLOG(A DE T EXTOS

AFABILIDAD

1. Todo el Evangelio es una continua muestra del respeto con que Jesús trata a todos aquellos con quienes se encuentra: sanos, enfermos, ricos, pobres, niños, mayores, mendigos, pecadores ... Es el ejemplo a imitar en nuestra convivencia diaria. Nos encontramos con personas muy diferentes en nuestro trabajo, en la propia familia, en la calle, etc., con caracteres y modos de ser muy diversos, y es muy necesario que nos ejercitemos en la convivencia con todos. Santo Tomás señala que se requiere una virtud especi~ -que encierra en sí otras muchas pequeñas virtudes- que cuide de ordenar «las relaciones de los hombres con sus semejantes, tanto en los hechos como en las palabras» (Suma Teológica, 2-2, q. 114, a. 1). Esta virtud especial de la convivencia es la afabilidad, que nos lleva a hacer la vida más grata y amable a quienes nos rodean, porque es difícil «aguantar un solo día el trato con una persona sumida en la tristeza o con una persona desagradable» (ibíd., a. 2). Todos estamos obligados, «por un cierto deber natural de honestidad, a ser afables con quienes nos rodean, salvo que sea útil entristecer a alguno, en alguna ocasión determinada» (ibíd.), para su propio bien. Porque tampoco se trata de agradar a toda costa: «la afabilidad, aunque tenga por objeto propio agradar a quienes nos rodean, sin embargo no debe temer, si es necesario, desagradar para conseguir un bien o para evitar un mal» (ibíd., q. 115, a. 1). Un padre o un superior, por ejemplo, harían un mal (en algunas ocasiones grave) si, cuando es preciso, no corrigiera por el temor a causar un disgusto. Con todo, se debe cuidar la forma de hacerlo para no producir heridas innecesarias. 2 . La afabilidad no causa una admiración ruidosa; sin embargo, cuando falta se echa de menos y se hacen tirantes las relaciones entre los hombres; a veces, muy difíciles o quizá imposibles. Esta virtud hace amable la vida cotidiana (familia, trabajo, tráfico, etc.). Es virtud opuesta, por su misma naturaleza, al egoísmo, al gesto destemplado, al malhumor, a las faltas de educación en el trato mutuo, al desorden, a los gritos, a vivir sin tener en cuenta a quienes nos rodean. «Una palabra buena se dice pronto; sin embargo, a veces se nos hace difícil pronunciarla. Nos detiene el cansancio, nos distraen las preocupaciones, nos frena un sentimiento de frialdad o de indiferencia egoísta. Así sucede que pasamos al lado de personas a las cuales, aun conociéndolas, apenas les miramos el rostro y no nos damos cuenta de lo que frecuentemente están sufriendo por esa sutil, agotadora pena que proviene de sentirse ignoradas. Bastaría una palabra cordial, un gesto afectuoso, e inmediatamente algo se despertaría en ellas: una señal de atención y de cortesía puede ser una ráfaga de aire fresco en lo cerrado de una existencia, oprimida por la tristeza y por el desaliento. El saludo de María llenó de alegría el corazón de su anciana prima Isabel (cfr. Le 1,

44) ) (JUAN PABLO II, Hom. 11-II-1981) . Formando parte de la afabilidad se encuentra la benignidad, la indulgencia ante los pequeños defectos y errores de los demás, la educación y la urbanidad en palabras y modales, la simpatía, la cordialidad, la gratitud, el respeto, el elogio oportuno ... 22

AFABILIDAD FRANCISCO F ERNÁNDEZ-CARVAjAL

3. A la afabilidad se oponen la adulación, que intenta agradar de manera desordenada para obtener alguna ventaja personal; el llamado espíritu de contradicción, que consiste en oponerse frecuente o sistemáticamente a la opinión de los demás, con la intención de contristarles o, al menos, de no complacerles. No viven tampoco esta virtud los violentos, que se irritan por cualquier motivo; los rencorosos, que conservan durante largo tiempo el recuerdo de la injuria recibida; y los obstinados, que no descansan hasta devolver mal por mal. 4 . El cristiano sabrá convertir los múltiples detalles de la virtud humana de la afabilidad en otros tantos actos de la virtud de la caridad, al hacerlos también por amor a Dios. La caridad hace de la misma afabilidad una virtud más fuerte, más rica en detalles y con un horizonte mucho más elevado. El cristiano, mediante la fe y la caridad, sabe ver en sus hermanos los hombres a hijos de Dios, que siempre merecen el mayor respeto y las mejores muestras de atención y consideración.

SELECCIÓN DE TEXTOS La afabilidad, virtud para la convivencia 62 En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre (Lc 1, 44) [.. .]. El sobresalto de alegría que sintió Isabel, subraya el don que puede encerrarse en un simple saludo cuando parte de un corazón lleno de Dios. ¡Cuántas veces las tinieblas de la soledad, que oprimen a un alma, pueden ser aliviadas por el rayo luminoso de una sonrisa o de una palabra amable! QUAN PABLO I1, Hom. Roma, ll-I1-1981).

63 El espíritu de dulzura es el verdadero espíritu de Dios [... ]. Puede hacerse comprender la verdad y amonestar siempre que se haga con benevolencia. Se debe sentir indignación contra el mal y estar resuelto a no transigir con él; sin embargo, hay que convivir dulcemente con el prójimo (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm .11 O, en Obras Completas, BAC, Madrid 1954, p. 744). 64 Ansí que, hermanas, todo lo que pudiéredes sin ofensa de Dios procurad ser afa-

bIes y entender con todas las personas que os trataren, de manera que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar, y no se atemoricen y amedrenten de la virtud. A la religiosa importa mucho esto: mientras más santas, más conversables con sus hermanas, que aunque sintáis mucha pena si no van sus pláticas todas como vos las querríades hablar, nunca os extrañéis dellas y ansí aprovecharéis y seréis amadas, porque mucho hemos de procurar ser afables y agradar y contentar a las personas que tratamos (SANTA TERESA, Camino de perfección, 41, 7).

65

De estas virtudes de convivencia es necesario tener gran previsión y muy a mano, pues se han de estar usando casi de continuo (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 1) .

66 Del mismo modo que no es posible vivir en sociedad sin la verdad, es necesaria en la vida social la afabilidad, porque, como dice Aristóteles, «nadie puede aguantar un solo día de trato con un triste o con una persona desagradable». Por consiguiente, cada hombre está 23

AFABILIDAD ANTOLOGrA DE TEXTOS

obligado, por un cierto deber natural de honestidad, a ser afable con quienes le rodean, salvo el caso de que sea útil entristecer a alguno (SANTO ToMÁS, Suma Teológica, 22, q. 114, a. 2). Para ser afable es preciso ser humilde 67 Si por pereza dejas de poner los medios necesarios para alcanzar la humildad, te sentirás pesaroso, inquieto, descontento, y harás la vida imposible a ti mismo y quizá también a los demás y, lo que más importa, correrás gran peligro de perderte eternamente (J. PECCI -León XIII-, Prdctica de la humil-

dad, 49). 68 La humildad es la virtud que lleva a descubrir que las muestras de respeto por la persona -por su honor, por su buena fe, por su intimidad-, no son convencionalismos exteriores, sino las primeras manifestaciones de la caridad y de la justicia (SAN JOSEMAlÚA EsCRIvÁ,

Es Cristo que pasa, 72).

La afabilidad, necesaria al cristiano 69 Como mejor podemos emplear la dulzura es aplicándola a nosotros mismos, sin enfadarnos nunca contra nosotros y nuestras imperfecciones; pues, aunque es razonable que cuando cometemos una falta nos aflijamos y entristezcamos, sin embargo, hemos de procurar no ser víctimas de un malhumor desagradable y triste, despechado y colérico. En esto faltan muchos que se enfadan por haberse enfadado, se entristecen de haberse entristecido y se desesperan por haberse desesperado; con este sistema, su corazón está sumergido en cólera, y parece que la segunda cólera arruina a la primera, de tal suerte que sirve de apertura e invitación para un nuevo enfado en la primera ocasión que se presente; aparte de que estos enfados, despechos y asperezas contra uno 24

mismo tienden al orgullo y no tienen más origen que el amor propio, que se turba e inquieta por vernos imperfectos (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd a la vida devota, III, 9) . 70 Caras largas ... , modales bruscos .. . , facha ridícula ... , aire antipático: ¿Así esperas animar a los demás a seguir a Cristo? (SAN JOSEMAlÚA ESCRIVÁ, Camino, n. 661) . La afabilidad, especialmente necesaria al sacerdote 71 Los hombres, para su trato con sus semejantes en la vida social, si son buenos e inteligentes, cultivan -ordinariamente solo por razones humanas- una virtud que suele llamarse sociabilidad. También el sacerdote ha de hacer suya esta virtud, si no quiere encontrarse en situación de inferioridad al tratar a los demás hombres. Lo que otros practican por motivos humanos, llévelo él a su conducta por una razón sobrenatural, es decir, por caridad (A. DEL PORTILLO, Escritos so-

bre el sacerdocio, p. 32). Mabilidad y justicia 72 La amistad o afabilidad es parte de la justicia como virtud aneja que se agrega a la principal. Conviene, en efecto, con la justicia en su razón de alteridad; pero difiere de ella en que no es exigida por un deber estricto ... Solamente es exigida por un deber de honestidad que obliga más al mismo virtuoso que al otro, en cuanto que el hombre afable trata a sus semejantes como es decoroso y es su deber hacerlo (SANTO TOMAS, Suma Teológica, 22, q. 114, a. 2) . Mabilidad y prudencia 73 No debemos mostrarnos afables con quienes fácilmente pecan, tratando de agradarles, para no parecer que condescendemos

AFABILIDAD - ALEGRÍA FRANCISCO FERNÁN D EZ-CARVAjAL

con sus vicios y les damos cierto ánimo para caer en ellos (SANTO ToMAs, Suma Teológica, 22, q. 114, a. 1). El elogio oportuno y ponderado, muestra de afabilidad

74

Si la alabanza pretende, observando las debidas circunstancias, contentar a uno y serle motivo de aliento en sus trabajos o animarle en la prosecución de las buenas obras, es un fruto de la virtud de la afabilidad (SANTO ToMAs, Suma Teológica, 22, q. 115, a. 1). A la afabilidad se opone el «espíritu de contradicción»

75 El espíritu de contradicción [... ] se origina cuando no se tiene ningún reparo en

contristar mediante la contradicción [... ] y se opone a la virtud de la amistad o afabilidad, cuya función es convivir agradablemente con otros (SANTO TOMAS, Suma Teológica, 22, q. 116, a. 1).

76 La afabilidad tiene dos vicios contrarios: por una parte, la excesiva severidad, y por otra, el halago palabrero. La virtud de la afabilidad se mantiene en el punto medio, entre lo mucho y lo poco, usando de afectuosidad cuando lo pidan quienes se acercan, y conservando aun entonces una suave gravedad, conforme a la diversa condición de quienes tratemos (SAN FRANCISCO DE SALES, Conversaciones espirituales, IX, pp. 628-629).

1. En cierta ocasión, el Señor se dirigió a sus discípulos y les dijo: Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen (Mt 13, 16). Les llama dichosos, felices, y les da el motivo de su felicidad: no ciertamente porque sean ricos y poderosos, o sean invulnerables al dolor, a la enfermedad y a las dificultades, sino porque sus ojos ven y sus oídos oyen lo que tantos hombres esperaron anteriormente. Son dichosos, exclusivamente, porque están abiertos a la fe, a Cristo. La alegría -escribe Santo Tomás- es el primer efecto del amor y, por tanto, de la entrega (Suma Teológica, 2-2, q. 28, a. 4) . Se podría decir que hay tantas clases de alegría como clases de amor: la alegría de quien ama una buena comida es bien distinta de la que goza quien acaba de enamorarse. La alegría de amar a Dios no puede compararse con ninguna otra. El cristiano debe estar siempre alegre porque la esencia de su vida consiste en amar a Dios. 2. La alegría verdadera es la de todos aquellos que se encontraron con Dios en las situaciones y circunstancias más diversas de la vida y supieron ser consecuentes. ¿Por qué no le habéis prendido?, preguntó el jefe de la guardia del templo a aquellos que posiblemente se buscaron un serio contratiempo al desobedecer. Es que jamás hombre alguno -, y os obedecería. Le 17, 5-6 . .:. (... A los discípulos) . No habéis podido echarlo (al demonio) por vuestra poca fe. Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte [...] y nada os será imposible. Mt 17,20 . .;. (A dos ciegos) . Entonces les tocó los ojos diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe. Mt9, 29.

SELECCIÓN DE TEXTOS Origen sobrenatural de la fe

2255 Cuando San Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido «de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos» (Mt 16, 17) (cfr. Cal 1, 15-16; Mt 11, 25). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él. «Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con los auxilios interiores del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede "a todos gusto en aceptar y creer la verdad"» (DV 5) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 153). 2255h La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo 10 que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe, «el hombre se entrega entera y libremente a Dios» (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de

Dios. «El justo [... ] vivirá por la fe» (Rom 1, 17). La fe viva «actúa por la caridad» (Cal 5, 6) (Catecismo de/a Iglesia Católica, n. 1814).

2256 Dios es luz sobrenatural de los ojos del alma y sin ella está en tinieblas (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cdntico espiritual, 10,8). 2257

El verdadero y auténtico católico es el que ama la verdad de Dios y de la Iglesia, Cuerpo de Cristo; aquel que no antepone nada a la religión divina y a la fe católica: ni la autoridad de un hombre, ni el amor, ni el genio, ni la elocuencia, ni la filosofía; sino que, desprendiendo todas estas cosas y permaneciendo sólidamente firme en la fe, está dispuesto a admitir y a creer solamente 10 que la Iglesia siempre y universalmente ha creído (SAN VICENTE DE LERINS, Con monitorio, 20).

2258

... Si un experto afirmase algo dentro de su competencia, y un ignorante dijese que no era como enseñaba el experto porque él no le entendía, sería considerado bastante estúpido el ignorante. Pero es sabido que el 419

FE ANTOLOCIA DE TEXTOS

2263

entendimiento de un ángel supera al entendimiento del mejor filósofo más que el de este al de un ignorante. Por tanto es estúpido el filósofo que no quiera creer lo que afirman los ángeles; mucho más si no quiere creer lo que dice Dios (SANTO ToMAs, Sobre el Credo, 1. c., p. 32).

La fe nos da y nos comunica al mismo Dios, pero cubierto con plata de fe; pero no por eso no nos lo da en la verdad. El que da un vaso de oro plateado, no porque el vaso esté plateado deja de ser de oro (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cdntico espiritual, 12,4).

2259 Nadie debe dudar acerca de la fe, si-

que conoce, ni siquiera podría vivir en este mundo. ¿Cómo podría vivir sin creer a alguien? ¿Cómo creería, por ejemplo, que fulano es su padre? Por consiguiente, es necesario que el hombre crea a alguien acerca de las cosas que no puede saber totalmente por sí solo. Pero a nadie hay que creer como a Dios; por tanto, los que no creen las enseñanzas de la fe no son sabios, sino estúpidos y soberbios, como dice el Apóstol: Soberbio es, nada sabe (J Tim 6, 4) (SANTO TOMAs, Sobre el Credo, 1. c., p. 33).

no creer las cosas de la fe más que las que puede ver, porque la vista del hombre puede engañarse, pero la sabiduría de Dios jamás se equivoca (SANTO ToMAS, Sobre el Credo, 1. c., p.34).

2260 Nuestro conocimiento es tan débil que ningún filósofo pudo jamás investigar totalmente la naturaleza de una mosca, y así se cuenta que un filósofo vivió treinta años en soledad tratando de conocer la naturaleza de la abeja. Si nuestro entendimiento es tan débil, ¿no es necedad empeñarse en creer de Dios tan solo lo que el hombre puede averiguar por sí mismo? (SANTO ToMAs, Sobre el Credo, 1. c., p. 32).

2261

Mi madre me decía cuando era ya mayor: De pequeño estuviste muy malo; tuve que llevarte de un médico a otro y velar noches enteras; ¿me crees? ¿Cómo habría yo podido decir: Madre, no te creo? Pero sí que creo, creo lo que me dices, mas te creo especialmente a ti. Y así ocurre con la fe. No se trata solo de creer lo que Dios ha revelado, sino a Él, que merece nuestra fe, que nos ha amado tanto y tanto ha hecho por nuestro amor QUAN PABLO 1, Aloe. 13-IX-1978).

2262 (La fe en Dios comporta tres dimensiones que S. Agustín enunció con esta expresión): «credere Deo, credere Deum, credere in Deum», creer en Dios, creer a Dios -aceptar todo lo que Él ha revelado- y creer a Dios (SAN AGUSTíN, Sermón 144). 420

2264 Si uno no quisiera creer más que lo

Propiedades de la fe

2265 Abrazar la fe cristiana es comprometerse a continuar entre las criaturas la misión de Jesús (SAN JOSEMARfA ESCRIvA, Es Cristo

que pasa, 183). 2266

Gran apoyo es la fe íntegra, la fe verdadera, en la cual nada puede ser añadido o quitado por nadie; porque la fe, si no es única, no existe en modo alguno (SAN LEÓN, Sermón 24, en la Natividad del Señor).

2267

Por diversos que sean los lugares, los miembros de la Iglesia profesan una misma y única fe, la que fue transmitida por los Apóstoles a sus discípulos (SAN lRENEO, Trat. contra las herejías, 1, 10).

2268 Y es para nosotros motivo de alegría lo que sigue a continuación. Dichosos los que sin ver han creído. En esta sentencia el Señor nos designa especialmente a nosotros, que le

FE FRANCISCO F ERNÁNDEZ-CARVAj AL

guardamos en nuestra mente sin haberle visto corporalmente. Nos designa a nosotros, con tal de que las obras acompañen nuestra fe, porque el que cree de verdad es el que obra según su fe (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.

26 sobre los Evang.). 2269 ¿Te persuades de cómo ha de ser nuestra fe? Humilde. ¿Quién eres tú, quién soy yo, para merecer esta llamada de Cristo? ¿Quiénes somos, para estar tan cerca de Él? Como a aquella pobre mujer entre la muchedumbre, nos ha ofrecido una ocasión. Y no para tocar un poquito de su vestido, o un momento el extremo de su manto, la orla. Lo tenemos a Él. Se nos entrega totalmente, con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad. Lo comemos cada día, hablamos íntimamente con Él, como se habla con el padre, como se habla con el Amor (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,

Amigos de Dios, 199).

2270 La fe no es propia de los soberbios, sino de los humildes (SAN AGUSTíN, en Catena Aurea, vol. VI, p. 297). 22 70h Solo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas. Ya en las relaciones humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo que otras personas nos dicen sobre ellas mismas y sobre sus intenciones, y prestar confianza a sus promesas (como, por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan), para entrar así en comunión mutua. Por ello, es todavía menos contrario a nuestra dignidad «presentar por la fe la sumisión plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios que revela» (Cc. Vatica-

no 1: DS 3008) y entrar así en comunión íntima con Él (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 154) . Frutos de la fe

2271 La fe es la escalera que lleva al conocimiento; el conocimiento es el premio de la fe (SAN AGUSTíN, Sermón 126). 22 7 1h La fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión beatífica, fin de nuestro caminar aquí abajo. Entonces veremos a Dios «cara a cara» (I Cor 13, 12), «tal cual es» (I Jn 3, 2). La fe es, pues, ya el comienzo de la vida eterna: «Mientras que ahora contemplamos las bendiciones de la fe como reflejadas en un espejo, es como si poseyésemos ya las cosas maravillosas de las que nuestra fe nos asegura que gozaremos un día» (S. Basilio, Spir. 15, 36; cfr. S. TOMÁs DE A., S. Th. 2-2, 4, 1) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 163). 2272

La fe nos proporciona cuatro bienes: 1° Por la fe, el alma se une a Dios [... ]. 2° Por la fe se incoa en nosotros la vida eterna; pues la vida eterna no es otra cosa que conocimiento de Dios [... ]. 3° La fe dirige la vida presente [... ]. 4° Con la fe vencemos las tentaciones (SANTO TOMÁs, Sobre el Credo, 1. c., pp. 29-31) .

2273 Únicamente la fe puede captar estos misterios, esta fe que es el fundamento y la base de todo aquello que excede la experiencia y el conocimiento natural (SAN MÁXIMO, Centuria 1,8). 2274

Es imposible penetrar en el conocimiento de las Escrituras si no se tiene previamente infundida en sí la fe en Cristo, la cual es como la luz, la puerta y el fundamento de toda la Escritura. En efecto, mientras vivimos 421

FE ANrOLOGtA DE T EXTOS

en el destierro lejos del Señor, la fe es el fundamento estable, la luz directora y la puerta de entrada de toda iluminación sobrenatural (SAN BUENAVENTURA, Breviloquio, prólogo). 2275 La fe, si es fuerte, defiende toda la casa (SAN AMBROSIO, Comento sobre el Salmo 18, 12, 13). 2276 ... Ningún filósofo antes de la venida de Cristo, aun con todo su esfuerzo, pudo saber acerca de Dios y de las cosas necesarias para la vida eterna lo que después de su venida sabe cualquier viejecilla por medio de la fe (SANTO TOMÁs, Sobre el Credo, 1. c., p. 31).

tólica. Lo que te ha sido confiado es lo que debes custodiar junto a ti y transmitir. Has recibido oro; devuelve, pues, oro. No puedo admitir que sustituyas una cosa por otra. No, tú no puedes desvergonzadamente sustituir el oro por plomo, o tratar de engañar dando bronce en lugar de metal precioso. Quiero oro puro, y no algo que solo tenga su apariencia (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 22).

2280 Y ni el que posee dotes oratorias, entre los que presiden las Iglesias, enseñará algo diverso a lo que hemos dicho (ya que nadie está por encima de su maestro), ni el que está 2277 El primer beneficio de los que creen privado de esas dotes aminorará por ello el consiste en recibir del Espíritu Santo el percontenido de la tradición. En efecto, siendo dón de los pecados (SAN AGUSTÍN, Sobre el la fe única e idéntica para todos, ni la amplía Sermón de la Montaña, 11). el que es capaz de hablar mucho sobre ella, ni 2278 La fe se asemeja a una antorcha, por- la aminora el que no es capaz de tanto (SAN que por ella se ilumina la marcha del hombre IRENEO, Trat. contra las herejías, 1, 10) . interior (SAN REMIGIO, en Catena Aurea, vol. 2281 Que la religión de las almas imite el 1, p. 390) . modo de desarrollarse los cuerpos, cuyos elementos, aunque con el paso de los años se deEl «depositum fidei » (contenido senvuelven y crecen, sin embargo permanecen de la fe). Errores doctrinales siendo siempre ellos mismos. Hay gran dife2279 Pero ¿qué es un depósito? El depósi- rencia entre la flor de la infancia y la madurez to es lo que te ha sido conEado, no encontra- de la ancianidad; no obstante, quienes ahora do por ti; tú lo has recibido, no lo has excogi- son viejos son los mismos que fueron adolestado con tus propias fuerzas. No es el fruto centes. El aspecto y el porte de un individuo de tu ingenio personal, sino de la doctrina; cambiará, pero se tratará siempre de la misma no está reservado para un uso privado, sino naturaleza y de la misma persona (SAN VICENque pertenece a una tradición pública. No sa- TE DE LERINS, Conmonitorio, n. 29). lió de ti, sino que a ti vino: a su respecto tú no puedes comportarte como si fueras su au- 2282 Quizá alguien diga: ¿ningún progreso tor, sino como su simple custodio. No eres tú de la religión es entonces posible en la Iglesia quien lo ha iniciado, sino que eres su discípu- de Cristo? lo; no te corresponderá dirigirlo, sino que tu Ciertamente que debe haber progreso, iY grandísimo! ¿Quién podría ser tan hostil a los deber es seguirlo. Guarda el depósito, dice; es decir, conserva hombres y tan contrario a Dios que intentara inviolado y sin mancha el talento de la fe ca- impedirlo? Pero a condición de que se trate 422

FE F RANCISCO FERNÁNDEz-CARVAjAL

verdaderamente de progreso por la fe, no de modificación. Es característica del progreso el que una cosa crezca, permaneciendo siempre idéntica a sí misma; es propio, en cambio, de la modificación que una cosa se transforme en otra. Así pues, crezcan y progresen de todas las maneras posibles la inteligencia, el conocimiento, la sabiduría, tanto de la colectividad como del individuo, de toda la Iglesia, según las edades y los siglos; con tal de que eso suceda exactamente según su naturaleza peculiar, en el mismo dogma, en el mismo sentido, según una misma interpretación (SAN VICENTE DE LERlNS, Conmonitorio, n. 27).

2283 Siempre resultará provechoso esforzarse en profundizar el contenido de la antigua tradición, de la doctrina y la fe de la Iglesia católica, tal como el Señor nos la entregó, tal como la predicaron los apóstoles y la conservaron los santos Padres. En ella, efectivamente, está fundamentada la Iglesia, de manera que todo aquel que se aparta de esta fe deja de ser cristiano y ya no merece el nombre de tal (SAN ATANASIO, Carta 1 a Serapión, 28-30). 2284 Los católicos han tenido siempre la costumbre, y la tienen todavía, de determinar la verdadera fe de dos maneras: con la autoridad de la Escritura divina y con la tradición de la Iglesia católica. No porque la Escritura, por sí sola, no sea suficiente en todos los casos, sino porque muchos, interpretando a su capricho las palabras divinas, acaban por inventar una cantidad increíble de doctrinas erróneas. Por este motivo es necesario que la exégesis de la Escritura divina vaya guiada por la única regla del sentir católico, especialmente en las cuestiones que tocan los fundamentos de todo el dogma católico (SAN VICENTE DE LERlNS, Conmonitorio, n. 29).

2285 Velad, pues, hermanos, y conservad cuidadosamente la tradición que ahora recibís y grabadla en el interior de vuestro corazón. Poned todo cuidado, no sea que el enemigo, encontrando a alguno de vosotros desprevenido y remiso, le robe este tesoro, o bien se presente algún hereje que, con sus errores, contamine la verdad que os hemos entregado. Recibir la fe es como poner en el banco el dinero que os hemos entregado; Dios os pedirá cuenta de este depósito (SAN CrRILO DE JERUSALÉN, Catequesis 5, sobre la fe y el símbolo). 2286 Lo que todos, o al menos la mayoría, han afirmado claramente, a modo de concilio de maestros perfectamente unánimes, y que han confirmado al aceptarlo, conservarlo y transmitirlo, eso es lo que debe ser mantenido como indudable, cierto y verdadero. Al contrario, todo lo que fuera de la doctrina común, e incluso contra ella, haya pensado uno solo, aunque sea un santo y un docto, un obispo, un confesor, un mártir, debe ser relegado entre las opiniones personales, no oficiales, privadas, que no tienen la autoridad de la opinión común pública y general; no nos suceda, con sumo peligro para nuestra salvación eterna, que abandonemos la antigua verdad de la doctrina católica para seguir el error nuevo de un solo individuo, según la sacrílega costumbre de los herejes y cismáticos (SAN VICENTE DE LERlNS, Conmonitorio, n. 27) . 2287 Es legítimo que los antiguos dogmas de la filosofía celestial, al correr de los siglos, se afinen, se limen, se pulan; pero sería impío cambiarlos, desfigurarlos, mutilarlos. Adquieran, al contrario, mayor evidencia, claridad, precisión; pero es necesario que conserven siempre su plenitud, integridad, propiedad (SAN VICENTE DE LERlNS, Conmonitorio, n. 23). 423

FE A NTOLO GIA DE T EXT 0S

2288 La Iglesia, habiendo recibido esta

aprendéis de memoria, después, en la iglesia, no se lo habéis de oír todos los días al pueblo. Y, en aprendiéndole bien, decidle a diario para que no se os olvide; al levantaros de la cama, al ir a dormiros, dad vuestro símbolo, dádselo a Dios, procurando hacer memoria de ello, y sin pereza de repetirlo. Es cosa buena repetir, para no olvidar. No digáis: «Ya lo dije ayer, y lo digo hoy, y a diario lo digo: téngale bien grabado en la memoria». Sea para ti como un recordatorio de tu fe y un espejo donde te mires. Mírate, pues, en él: examina si continúas creyendo todas las verdades que de palabra dices creer y regocíjate a diario en tu fe. Sean ellas tu riqueza: sean a modo de vestidos para el aderezo de tu alma (SAN AGUSTíN, Sermón 58).

predicación y esta fe, aunque esparcida por todo el mundo, la guarda con diligencia, como si todos sus hijos habitaran en una misma casa; y toda ella cree estas mismas verdades como quien predica, las enseña y las transmite como quien tiene una sola boca. Porque si bien en el mundo hay diversidad de lenguajes, el contenido de la tradición es uno e idéntico para todos. y lo mismo creen y transmiten las Iglesias fundadas en Germania, así como las de los iberos, las de los celtas, las del Oriente, las de Egipto, las de Libia y las que se hallan en el centro del mundo; pues, del mismo modo que el sol, criatura de Dios, es uno e idéntico en todo el mundo, así también la predicación de la verdad brilla en todas partes e ilumina a todos los hombres que quieren llegar al conocimiento de la verdad (SAN IRENEO, n-at. contra las herejías, 1, 10).

Un poco de fe puede mucho (SAN JUAN CRIS6STOMO, en Catena Aurea, vol. VI,

2289

p.269).

[.. .] las verdades de fe y de moral no

Poder de la fe

2292

se determinan por mayoría de votos: componen el depósito -depositum fidei- entregado por Cristo a todos los fieles y confiado, en su exposición y enseñanza autorizada, al Magisterio de la Iglesia (SAN JOSEMAIÚA ESCRIvÁ, Hom. El fin sobrenatural de la Iglesia, 28-V1972).

2293 Jesucristo pone esta condición: que vivamos de la fe, por- que después seremos capaces de remover los montes. Y hay tantas cosas que remover... en el mundo y, primero, en nuestro corazón (SAN JOSEMAIÚA ESCRIvÁ, Amigos de Dios, 203).

2290 Todo lo que halle que, no por uno o dos solamente, sino por todos juntos de pleno acuerdo, haya sido mantenido, escrito y enseñado abiertamente, frecuente y constantemente, sepa que él también lo puede creer sin vacilación alguna (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 3).

bién mujeres, niños pequeños y muchachas han combatido por ella (por la fe) en todas las partes del mundo hasta derramar su sangre. Esta fe ha puesto en fuga a los demonios, desterrado las enfermedades, resucitado a los muertos (SAN LE6N MAGNO, Sobre la Ascensión del SeñmJ.

2291 Así pues, el sábado próximo, en que celebraremos la vigilia, si Dios quiere, habréis de dar no la oración (el Padrenuestro), sino el símbolo (el Credo): porque si ahora no lo

2295 Si tuvierais fe {..}, diréis a este árbol: Arráncate de raíz y n-asplántate en el mar, y os obedecerá (Le 17). Si los Apóstoles no llegaron a trasladar ningún árbol, no los acuséis;

424

2294 No solamente hombres, sino tam-

FE F RANCISCO FERNÁN D EZ-CARVA) AL

porque no dijo: trasladaréis, sino podréis trasladar; pero no lo hicieron porque no era necesario, habiendo hecho cosas de mayor importancia (SAN JUAN CruS6STOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 269) .

2296 Les invita a la fe con la parábola del grano de mostaza; y les hace ver que, de todos modos, se propagará la predicación del Evangelio. Es necesaria la fe para comprender esto: los más pequeños, los más débiles entre los hombres eran los discípulos del Señor; pero como había en ellos una eficacia divina grandiosa, esa fuerza se desplegó y se difundió por todo el mundo. Con esto quiso dar el Señor una prueba de su grandeza (SAN JUAN CRIS6sTOMO, Hom . sobre S. Mateo,

46). 2297 Viendo jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (Me 2, 1 ss). Es digno de consideración cuánto debe valer para Dios la fe propia de cada uno, cuando vale tanto la ajena que por ella se levanta un hombre curado de repente interior y exteriormente, y por el mérito de unos se perdonan a otros sus pecados (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. rv, p. 51) .

2298 «Si habueritis fidem , sicut granum sinapis!» -¡Si tuvierais fe tan grande como un granito de mostaza!. .. -¡Qué promesas encierra esa exclamación del Maestro! (SAN JOSEMAIÚA ESCRIVÁ, Camino, n . 585). Seguridad de la fe

2299 Aquí, en Roma, hubo un gran poeta, Trilussa, que trató también él de hablar de la fe . En cierta poesía suya dejó dicho: «aquella viejecita ciega, que encontré / la tarde que me perdí en medio del bosque / me dijo: Si el camino no lo sabes / te acompaño yo, que lo conozco. / Si tienes el valor de acompañarme,

/ de vez en cuando te daré una voz: hasta allá en el fondo, donde hay un ciprés; / hasta allá en la cima, donde hay una cruz. Yo respondí: Bueno ... pero encuentro extraño / pueda guiarme quien no ve .. . / La ciega, entonces, me cogió la mano / y suspiró: -Camina-o Era la fe». Como poesía, graciosa; como teología, defectuosa . Defectuosa, porque cuando se trata de la fe, el gran conductor es Dios QUAN PABLO 1, Aloe. 13-IX- 1978).

2300 Nada es demasiado difícil de creer acerca de Aquel para quien nada es demasiado difícil de hacer (CARO . J. H. NEWMAN, Sermón sobre Dom. IV después de Epifanía -Cato S. Chand 1848) . 2301 ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Si hubieran tenido una idea clara de su omnipotencia habrían estado seguros de que Él podía sacarlos del peligro. Pero como lo veían dormido en la barca, no pudieron creer que estaban a salvo, no comprendieron que Él, despierto o dormido, era omnipotente. Esta idea es muy importante para nosotros hoy, porque será un medio de sostener nuestra fe . ¿Por qué creéis todos los hechos extraños y maravillosos recogidos en la Escritura? Porque Dios es omnipotente y puede hacerlos. ¿Por qué creéis que una Virgen concibió y dio a luz un Hijo? Porque es un acto de Dios y Él puede hacer cualquier cosa. Como el Ángel Gabriel dijo a la Santísima Virgen: Nada es imposible para Dios (CARO. J. H. NEWMAN, Sermón sobre el Dom. IV después de Epifonía). 2302 No seré reacio, no dudaré, porque creo en aquello que aleja toda duda. Todos los actos de poder divino caen dentro y son ejemplo de este atributo universal en el cual yo creo: la omnipotencia. Si Dios puede hacerlo todo, puede hacer esto. Puede hacer 425

FE A NT O LO GfA D E T EXTOS

mucho más que esto. Por más maravilloso que esto o aquello pueda ser para nuestras limitadas inteligencias, si conociéramos todo, veríamos que esto, sea lo que fuere, es solamente una cosa entre muchas (CARD . J. H. NEWMAN, Sermón sobre el Dom. IV después de

Epifanía).

2303 No quieras que te llene nada que no sea Dios. No desees gustos de Dios. No desees tampoco entender de Dios más de lo que debes entender. La fe y el amor serán los lazarillos que te llevarán a Dios por donde tú no sabes ir. La fe son los pies que llevan a Dios al alma. El amor es el orientador que la encamina (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cdntico espiritual, 1, 11). 2304 Esa certeza que nos da la fe hace que miremos lo que nos rodea con una luz nueva, y que, permaneciendo todo igual, advirtamos que todo es distinto, porque todo es expresión del amor de Dios (SAN J OSEMARÍA EsCRIvA, Es Cristo que pasa, 144) .

2305

No somos solo náufragos a los que Dios ha prometido salvar, sino que esa salvación obra ya en nosotros. Nuestro trato con Dios no es el de un ciego que ansía la luz pero que gime entre las angustias de la obscuridad, sino el de un hijo que se sabe amado por su Padre (SAN JOSEMARÍA ESCRIvA, Es Cristo

que pasa, 142).

2306 En esto consiste, en efecto, la fuerza de los espíritus verdaderamente grandes, esto es lo que realiza la luz de la fe en las almas verdaderamente fieles; creer sin vacilación lo que no puede alcanzar nuestra mirada. ¿Cómo podría nacer esta piedad en nuestros corazones, o cómo podríamos ser justificados por la fe, si nuestra salvación consistiera tan solo en lo que nos es dado ver? (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 2, sobre la Ascensión). 426

Deber de confesar externamente la fe

2307

Cuando el honor de Dios o la utilidad del prójimo están en peligro, no debe contentarse el hombre con estar unido con su fe a la verdad divina, sino que debe confesarla exteriormente (SANTO TOMAs, Suma Teológica, 2-2, q. 3, a. 2 ad 1).

2307b El discípulo de Cristo no debe solo guardar la fe y vivir de ella, sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: «Todos [oo.] vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia» (LG 42; cfr. DH 14) . El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: «Todo [oo.] aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos» (Mt 10,32-33) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1816).

2308 Alégrate cada día de tu fe. Sus artículos sean tus riquezas, y como los vestidos de cada día para tu alma. Cuando te levantas, ¿no te vistes? Así también, recordando el Credo, viste tu alma, para que el olvido no te desabrigue y quedes desnudo. Hemos de vestirnos con nuestra fe (SAN AGUSTÍN, Sermón 58).

2309 No solo niega a Cristo quien dice que no existe, sino también quien niega su condición de cristiano (RABANO MAURO, en Catena Aurea, vol. III, p. 340). 2310 No se contenta el Señor con una fe interna, sino que pide una confesión exterior de ella, urgiéndonos a una mayor confianza y a un mayor amor (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 35).

FE FRANCISCO FERN ÁN DEZ- C ARVAjAL

2311 Si hubiese sido Jesucristo un puro hombre, ¿cómo se hubiera podido pensar que habían de preferirle los padres a sus hijos, los hijos a sus padres, los maridos a sus mujeres, y no en una casa o en ciento, sino en todo el mundo? Y no solo lo predijo, sino que se ha cumplido con hechos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en CatenaAurea, vol. VI, p. 118). 2312 El Señor pregunta a los apóstoles qué piensa la gente acerca de Él, y su respuesta concuerda en cuanto que expresa la desorientación de la ignorancia de los hombres. Pero tan pronto como interroga a sus discípulos sobre la convicción que ellos tienen, el primero entre ellos en dignidad es el primero también en confesar al Señor (SAN LEÓN MAGNO,

Sermón 4).

Pecados contra la fe

2313 No tienen fe. -Pero tienen supersticiones. Risa y vergüenza nos dio aquel poderoso que perdía su tranquilidad al oír una determinada palabra, de suyo indiferente e inofensiva -que era, para él, de mal agüeroo al ver girar la silla sobre una pata (SAN JoSEMARfA ESCRIVÁ, Camino, n. 587). 2313b Ahora, sin embargo, «caminamos en la fe y no [... ] en la visión» (2 Cor 5, 7), Y conocemos a Dios «como en un espejo, de una manera confusa [... ], imperfecta» (I Cor 13, 12). Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentación (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 164).

2314 (La infidelidad es el mayor de los pecados, ya que es) lo que más aleja de Dios, porque priva hasta de su verdadero conocimiento, y el conocimiento falso de Dios no acerca, sino que aleja al hombre de él (SANTO TOMAs, Suma Teológica, 2-2, q. 10, a. 4). 2315

(La apostasía es un pecado de infidelidad que) nace de la soberbia, por la que el hombre no se somete a las reglas de la fe (SANTO ToMAs, Suma Teológica, 2-2, q. 10, a. 1).

2316 Los que le niegan son primeramente los que pospusieron la fe por temor a una inminente persecución, y después los doctores de la herejía y sus discípulos (SAN CIRILO, en CatenaAurea, vol. VI, p. 70) . 2317

[... ] y les tributaron honores divinos

y culto: tales son los cuerpos celestes, el sol, la luna y las estrellas. A estos les ocurrió lo que a uno que va a la curia regia, y queriendo ver al rey piensa que es el monarca todo lo que encuentra bien vestido o con cargo (SANTO ToMAs, Sobre el Credo, 1. c., p. 36).

2318

Debemos considerar en todas las señales que fueron dadas tanto al nacer como al morir el Señor, cuánta debió de ser la dureza de corazón de algunos judíos, que no llegaron a conocerle ni por el don de profecía, ni por los milagros. Todos los elementos han dado testimonio de que ha venido su Autor. Porque, en cierto modo, los cielos le reconocieron como Dios, pues inmediatamente que nació lo manifestaron por medio de una estrella. El mar le reconoció sosteniéndole en sus olas; la tierra le conoció porque se estremeció al ocurrir su muerte; el salle conoció ocultando a la hora de su muerte el resplandor de sus rayos; los peñascos y los muros le conocieron porque al tiempo de su muerte se rompieron; el infierno le reconoció restituyendo a los muertos que conservaba en su 427

FE A NTOLOG fA DE T EXTOS

poder. Y al que habían reconocido como Dios todos los elementos insensibles, no le quisieron reconocer los corazones de los judíos infieles y más dutos que los mismos peñascos (SAN GREGORIO, Hom . 10 sobre los Evang.).

2319 La infidelidad nace de la soberbia, por la cual el hombre no somete su entendimiento a las reglas de la fe y a las enseñanzas de los Padres (SANTO ToMAS, Suma Teológica, 2-2, q. lO, a. 1).

2320 No es pequeña acusación contra los judíos el hecho de que estos ciegos, sin ojos, por solo el oído, reciban la fe; mientras aquellos que contemplaban los milagros de Jesús y tenían por testigos de sus hechos no menos que sus propios ojos, hacían todo lo contrario (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 82) . 2321

Si se cede en cualquier punto del dogma católico, después será necesario ceder en otro, y después en otro más, y así hasta que tales abdicaciones se conviertan en algo normal y lícito. Y una vez que se ha metido la mano para rechazar el dogma pedazo a pedazo, ¿qué sucederá al final, sino repudiarlo en su totalidad? (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 23).

2322 De la misma manera que la luz presente está ausente a los ciegos y a los que cierran los ojos, así el reino de Dios, aunque nunca se ausenta de la tierra, está sin embargo ausente a quienes lo ignoran (SAN AGUSTíN, Sobre el Sermón de la Montaña, 2, 20) . Fe y dificultades

2323

En otros tiempos se incitaba a los cristianos a renegar de Cristo; en nuestra época se enseña a los mismos a negar a Cristo. 423

Entonces se impelía, ahora se enseña; entonces se usaba de la violencia, ahora de insidias; entonces se oía rugir al enemigo, ahora, presentándose con mansedumbre insinuante y rondando, difícilmente se le advierte. Es cosa sabida de qué modo se violentaba entonces a los cristianos a negar a Cristo: procuraban atraerlos a sí para que renegasen; pero ellos, confesando a Cristo, eran coronados. Ahora se enseña a negar a Cristo y, engañándolos, no quieren que parezca que se los aparta de Cristo (SAN AGUSTíN, Comento sobre el Salmo 39).

2324 Enhorabuena vuele lejos la paja de una fe superficial y ligera, en cuanto sienta el soplo de la prueba; tanto más limpio será así el montón de trigo que se habrá de guardar en los graneros del Señor (TERTULIANO, De praescriptione haereticorum, 3).

2325 Amenazas, lisonjas, esperanza de vida, temor a la muerte, guardias, corte, emperador, autoridades, no sirvieron de nada: hombres y demonios fueron impotentes ante ellos. Su tenaz firmeza en la fe recibida los hizo dignos, a los ojos del Señor, de una gran recompensa. Por medio de ellos, Él quiso levantar las Iglesias postradas, volver a infundir nueva vida a las comunidades cristianas agotadas, restituir a los sacerdotes las coronas caídas (SAN VICENTE DE LERINS, Con monitorio, n.5). 2326

Como ciego que oye las pisadas de Cristo que pasa [... ], cuando haya comenzado a realizar estos pasos (que me acercan a Cristo), mis parientes, vecinos y amigos comenzarán a bullir. Los que aman el siglo se me ponen enfrente. ¿Te has vuelto loco? ¡Qué extremoso eres! ¿Por ventura los demás no son cristianos? Esto es una tontería, esto es una locura. Y cosas tales clama la turba para que

FE FRANCISCO F ERNÁN DEZ-CARVAj AL

no clamemos los ciegos (SAN AGUSTÍN, Sermón 88).

2327 Hay personas muy sensibles a las dificultades de la religión; yo soy también sensible a ellas como cualquiera; pero nunca he podido ver la conexión entre percibir estas dificultades, por vivas que sean y mucho que se multipliquen, y la duda, por otra parte, sobre las doctrinas a que van inherentes. A mi entender, diez mil dificultades no hacen una duda; dificultad y duda son cantidades inconmensurables (CARO. J. H. NEWMAN, Apología «pro vita sua», p. 187). 2328 Esta fe, aumentada por la ascensión del Señor y fortalecida con el don del Espíritu Santo, ya no se amilana por las cadenas, la cárcel, el destierro, el hambre, el fuego, las fieras ni los refinados tormentos de los crueles perseguidores. Hombres y mujeres, niños y frágiles doncellas han luchado, en todo el mundo, por esta fe, hasta derramar su sangre (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 2 sobre la Ascensión) .

2329

He aquí lo que es la fe: rendirse a Dios, pero transformando la propia vida. Agustín contó el itinerario de su fe. Especialmente en las últimas semanas fue terrible; leyéndole se siente su alma como estremecerse y retorcerse en conflictos interiores. Aquí Dios que le llama e insiste; y allí, las antiguas costumbres. «Viejas amigas -escribeme tiraban dulcemente de mi vestido de carne y me decían: Agustín, ¿cómo?, ¿nos abandonas? Mira que no podrás ya hacer esto, no podrás ya hacer aquello otro, ¡y para siempre! ». ¡Difícil! «Me encontraba -dice- en el estado de uno que está en la cama por la mañana. Le dicen: Fuera, Agustín, levántate. Yo, a mi vez, decía: Sí, pero más tarde, todavía un poquito. Finalmente, el Señor me dio un empujón, me echó fuera».

Así pues, no hay que decir: Sí, pero .. .; sí, pero más tarde. Hay que decir: ¡Señor, sí! ¡Ahora mismo! Esto es la fe. Responder con generosidad al Señor. Pero ¿quién dice este sí? Quien es humilde y se fía completamente de Dios OUAN PABLO 1, A loe. 13-IX-1978) .

2330 Aquel discípulo que había dudado, al palpar las heridas del cuerpo de su Maestro curó las heridas de nuestra incredulidad. Más provechosa fue para nuestra fe la incredulidad de Tomás que la fe de los otros discípulos, ya que al ser él inducido a creer por el hecho de haber palpado, nuestra mente, libre de toda duda, es confirmada en la fe. De este modo, en efecto, aquel discípulo que dudó y palpó se convirtió en testigo de la realidad de la resurrección (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 26 sobre los Evang.). 2331 Sabéis que la verdadera religión ha de estar llena de misterios, y por esta razón se aplica al catolicismo más que a cualquier profesión o grupo de hombres en general el proverbio que dice que un necio puede hacer cien preguntas que un hombre sensato no puede contestar (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón en la inauguración del Seminario de S. Bernardo,3-X-187 3). 2332 Dios nos contempla, Cristo y sus ángeles nos miran, mientras luchamos por la fe. Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo (SAN CIPRIANO, Carta 58).

Fe y milagros 2333 Si un rey enviara una carta sellada con su sello, nadie osaría decir que aquella carta no provenía de la voluntad del rey. Ahora bien, todo lo que los santos creyeron y nos transmitieron sobre la fe de Cristo, está sellado 429

FE A NTOLOG íA DE TEXTOS

con el sello de Dios. Este sello son las obras que ninguna criatura puede hacer, es decir, los milagros, con los que Cristo confirmó las palabras de los Apóstoles y de los santos (SANTO

TOMÁs, Sobre el Credo, 1. c., p. 33).

2334 Los milagros fueron precisos al principio para confirmar con ellos la fe. Pero, una vez que la fe de la Iglesia está confirmada, los milagros no son tan necesarios (SAN JERÓNIMO, Comento Evang. S. Marcos). 2335

Si Dios juzgase que resucitando a los muertos había de venir alguna utilidad a los vivos, no lo omitiría, porque todo lo hace en beneficio nuestro; pero si los muertos resucitasen con frecuencia, esto se depreciaría a su vez con el tiempo; porque el diablo introduciría con facilidad doctrinas perversas, imitando esto mismo por sus oráculos, no resucitando verdaderamente a los muertos, sino engañando a los hombres con alucinaciones o enseñando con ingenio a algunos a fingir la muerte (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 258).

Fe y oración

2336 Cuando insistimos en la oración con toda vehemencia, Dios se detiene en nuestro corazón y recobramos la vista perdida (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol.

VI, p. 326).

2337 (En ocasiones) tenemos cerrados los ojos del corazón y pasa Jesús para que clamemos (SAN AGUSTíN, Sermón 88). 2338 Si la fe falta, la oración es inútil. Luego, cuando oremos, creamos y oremos para que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la firmeza de la fe (SAN AGUSTíN, en Catena Aurea, vol.

VI, p. 297). 430

2339 El ciego contestó al punto: Señor, que yo vea. El ciego no pide al Señor oro, sino el ver. Poco le importa cualquier otra cosa fuera de la vista, porque, aunque puede tener el ciego alguna cosa, sin la vista no puede ver lo que tiene. Imitemos, pues [... ], al que acabamos de oír que fue curado de cuerpo y de alma. No pidamos al Señor falsas riquezas, ni bienes terrenos, ni fugaces honores, sino la luz [... ] que no tiene principio ni fin. El camino para alcanzar esta luz es la fe (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

2340 Es necesario, pues, que nuestra fe sea viva, que nos lleve realmente a creer en Dios y a mantener un constante diálogo con Él (SAN J OSEMARlA EscRIVÁ, Es Cristo que pasa, 116). 2340b Se entra en oración como se entra en la liturgia: por la puerta estrecha de la ft. A través de los signos de su presencia, es el rostro del Señor lo que buscamos y deseamos, es su palabra lo que queremos escuchar y guardar (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2656). Fe y vida de fe

2341 No intente saber el porqué de las obras divinas, cierre el ojo de la razón y abra solo el de la fe, porque este es el instrumento con que se han de tantear las obras de Dios. Para mirar las obras humanas muy bueno es el ojo de la razón humana; mas para mirar las divinas, no hay cosa más desproporcionada que él (SAN PEDRO ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 2, 4, av. 4°). 2342

La fe y la vocación de cristianos afectan a toda nuestra existencia, y no solo a una parte. Las relaciones con Dios son necesariamente relaciones de entrega, y asumen un sentido de totalidad. La actitud del hombre de fe es mirar la vida, con todas sus dimensiones, desde una perspectiva nueva: la que

FE FRANCISCO FERNAN D EZ-CARVA)AL

nos da Dios (SAN JOSEMARfA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 46). 2342b Urge recuperar y presentar una vez más el verdadero rostro de la fe cristiana, que no es simplemente un conjunto de proposiciones que se han de acoger y ratificar con la mente, sino un conocimiento de Cristo vivido personalmente, una memoria viva de sus mandamientos, una verdad que se ha de hacer vida. Pero una palabra no es acogida auténticamente si no se traduce en hechos, si no es puesta en práctica. La fe es una decisión que afecta a toda la existencia; es encuentro, diálogo, comunión de amor y de vida del creyente con Jesucristo, Camino, Verdad y Vida (cfr. Jn 14, 6). Implica un acto de confianza y abandono en Cristo, y nos ayuda a vivir como él vivió (cfr. Gal2, 20), o sea, en el mayor amor a Dios ya los hermanos OUAN PABLO 11, Enc. Veritatis splendor, n. 88).

lante de vuestro Padre, que os ama más que a sí mismo, y os llama al pie de sus altares, como en otro tiempo llamó a los pastores, para colmarlos de toda suerte de beneficios. Si estuviésemos bien penetrados de esto, ¡con qué amor y con qué diligencia vendríamos aquí como los Reyes Magos, para hacerle ofrenda de todo lo que poseemos, es decir, de nuestros corazones y de nuestras almas! ¿No vendrían los padres y madres con mayor solicitud a ofrecerle toda su familia, para que la bendijese y le diese las gracias de la santificación? ¡Y con qué gusto no acudirían los ricos a ofrecerle una parte de sus bienes en la persona de los pobres! (SANTO CURA DE ARs,

Sermón sobre el misterio).

2346 Si no sabes leer, no estás excusado de oír, diciendo que no te lo han enseñado. La fe es una posesión no de los sabios de este mundo, sino de aquellos que lo son según Dios; y se enseña también sin letras. Su libro, popular 2343 Todas tus obras se deben basar en la fe, porque el justo vive de la fe y la fe obra y al mismo tiempo divino, se llama caridad: es por el amor (SAN AGUSTÍN, Comento sobre el un código espiritual. Se puede escuchar la sabiduría divina, se la puede poner por obra; es Salmo 32). más, no se nos prohíbe ocuparnos santamente, 2344 Seguir a Cristo no significa refugiarsegún Dios, de los asuntos terrenos (CLEMENse en el templo, encogiéndose de hombros TE DE ALEJANDRÍA, Pedagogo, 3, 11). ante el desarrollo de la sociedad, ante los aciertos o las aberraciones de los hombres y Medios para conservar y aumentar la fe de los pueblos. La fe cristiana, al contrario, nos lleva a ver el mundo como creación del 2347 Si nuestra fe es débil, acudamos a Señor, a apreciar, por tanto, todo lo noble y María. Cuenta San Juan que por el milagro todo lo bello, a reconocer la dignidad de cada de las bodas de Caná, que Cristo realizó a persona, hecha a imagen de Dios, y a admirar ruegos de su Madre, creyeron en Él sus discípuese don especialísimo de la libertad, por la los (jn 2, 11). Nuestra Madre intercede siemque somos dueños de nuestros propios actos pre ante su Hijo para que nos atienda y se y podemos -con la gracia del Cielo- cons- nos muestre, de tal modo, que podamos contruir nuestro destino eterno (SAN JOSEMARÍA fesar: Tú eres el Hijo de Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 285). ESCRIvÁ, Es Cristo que pasa, 99). 2345 Vosotros no conocéis vuestra ventura cuando tenéis la dicha de presentaros de-

2348 ¡Desde el momento en que un cristiano abandona las lágrimas, el dolor de sus 431

FE A NTOLO CrA D E T EXTOS

pecados y la mortificación, podemos decir que de él ha desaparecido la religión! Para conservar en nosotros la fe, es preciso que estemos siempre ocupados en combatir nuestras inclinaciones yen llorar nuestras miserias (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre la penitencia).

2349 Como serpientes -dice-o Así como a la serpiente no le importa perderlo todo, aunque sea seccionando su cuerpo, con tal de conservar la cabeza, así también tú -dice- debes estar dispuesto a perderlo todo, tu dinero, tu cuerpo y aun la misma vida, con tal de que conserves la fe. La fe es la cabeza y la raíz; si la conservas, aunque pierdas todo lo demás, lo recuperarás luego con creces (SAN JUAN CRlSOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 33) .

2350 Las buenas obras mueven la fe del corazón, y dan confianza al alma para dirigirse a Dios (SAN JUAN CRlSOSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 345).

2351

La verdad conviene aprenderla allí donde están los carismas del Señor; en aquellos que en la Iglesia poseen la sucesión desde los Apóstoles y que han conservado la palabra sin corromper ni adulterar (SAN IREN EO, Trat. contra las herejías, 4, 26).

2352 De la Iglesia recibimos la predicación de la fe, y bajo la acción del Espíritu de Dios la conservamos como un licor precioso guardado en un frasco de buena calidad (SAN lRENEO, Trat. contra las herejías, 3, 3). 2353

Lo que ayuda a nuestra fe es el temor y la paciencia, y nuestra fuerza reside en la tolerancia y la continencia. Si estas virtudes perseveran santamente en nosotros, en todo lo que atañe al Señor, poseeremos, además, la alegría de la sabiduría, de la ciencia y del perfecto conocimiento (Epístola de Bernabé, 1). 432

2354 Por lo tanto, hermanos, tratad de conservar la enseñanza de la fe que ahora se os entrega y grabadla profundamente en vuestro corazón. Observadla con fidelidad para que no os la arrebate el enemigo, si os encuentra abúlicos e indolentes, y para que tampoco ningún hereje deforme algo de lo que se os ha enseñado. La entrega de la fe es como ingresar en el banco un dinero que se nos ha prestado. Día vendrá en que Dios nos pedirá cuenta de este tesoro entregado. Te recomiendo -como dice el Apóstol- en la presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de jesucristo, que ante Poncio Pi/ato rindió tan solemne testimonio, que esta fe que se os entrega la conservéis sin tacha hasta la manifestación de nuestro Señor jesucristo. Ahora se te ha hecho entrega del tesoro de la vida, mas el Señor buscará este préstamo el día de su Manifestación. Manifestación que a su debido tiempo hará ostensible el bienaventurado y único soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores, el único que posee inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien no ha visto ningún ser humano ni lo puede ver. A él la gloria, el honor y el poder por los siglos de los siglos. Amén. (SAN CIRlLO DE JERUSALÉN, Catequesis 5, sobre la fe y el símbolo).

2355

Estoy lejos de negar que los conocimientos científicos se hallen en efectivo crecimiento, pero es a tontas y a locas; las hipótesis se levantan y caen; es difícil prever cuáles se mantendrán y cuál será el estado de los conocimientos respecto a ellas de un año a otro. En estas condiciones me ha parecido realmente indigno de un católico lanzarme al trabajo de cazar algo que puede convertirse en un fantasma, y devanarme los sesos para inventar una teoría en respuesta a algunas objeciones especiales, teoría que, antes de estar acabada, ten-

FE FRANCISCO FERNÁNDEz -CARVAJAL

drá que dar paso a otra más nueva, por razón de que las viejas objeciones habrán sido reducidas a nada por otras recién nacidas. Me ha parecido ser este un tiempo especialmente en que los cristianos están llamados a tener paciencia, y en que no tienen otra manera de ayudar a quienes están alarmados sino exhortándolos a tener un poco de fe y de fortaleza y «a guardarse -como dice el poeta- de dar pasos peligrosos» (CARD. ]. H. NEWMAN, Apología ',OS

4. De manera especial, el sacerdote es, en el sentido más ele~ado de la palabra, el representante de Dios por la doble potestad que le ha sido conferida de absolver a los fieles y de consagrar la Sagrada Eucaristía. En el día de la ordenación, el obispo impone las manos sobre la cabeza del nuevo sacerdote y le dice: «Recibe el Espíritu Santo: aquellos a quienes perdonares los pecados, les serán perdonados». Le ha sido conferida una autoridad que Dios no quiso dar a los Ángeles y ni siquiera a la Virgen Santísima; una autoridad respecto de la cual observaban los judíos: ¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios? (Mc 2, 7). Además, en la ordenación le fue dicho: «Recibe la potestad de ofrecer el sacrificio a Dios y de celebrar la Misa por los vivos y por los difuntos». Celebra la Santa Misa, y llama a Jesús del cielo al altar con solo decir una palabra omnipotente que pronuncia en nombre del Salvador: Esto es mi Cuerpo. 5. Siempre que el sacerdote habla y obra en sus ministerios, es Jesucristo quien habla y obra en él. No dice: «Este es el Cuerpo de Jesús», sino: «Esto es mi Cuerpo». No dice «Jesús te absuelve», sino «Yo te absuelvo». A él ha dado Jesús su misión, sus títulos, sus poderes, la participación en sus padecimientos y en su gloria, y su dignidad. Ha dicho: EL que os escucha a vosotros me escucha a Mí, y el que os desprecia a vosotros a Mí me desprecia.

CITAS DE LA SAGRADA ESCRITURA -:. Es preciso que los hombres vean en nosotros a los ministros de Cristo y a los administradores de los misterios de Dios. 1 Cor 4, l. .:. Co n toda tu alm a honra al Señor y reverenci a a los sacerdotes. Eclo 7, 3 l. .:. Los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría y de su boca ha de salir la doctrina, porque es un enviado de Yavé de los ejércitos. Mn12, 7. .:. Yo soy el buen pastor; el buen pasto r d a su vida po r sus ovejas. JII 10, 11 . .;. Apacentad el reba ño de Dios que os ha sido confiado, gobern ando no por fuerza, sino espontánea mente, según Dios; no por só rdido lucro, si no con prontitud de ánimo. 1 Pelr 5, 2. '. Sed santos para mí , porque yo, Yavé, soy sa nto, y os he

BSO

separado de las gentes para que seáis míos. Lev 20,26. .:. Entre todos los vivientes le escogió el Señor para presentarle las ofrendas, el incienso y el aroma en memorial, y hacer expiación por su pueblo. EcLo 45,20. .;. Pues todo pontífice tomado de entre los hombres, en favor de los hombres es instituido para las cosas que miran a Dios, para ofrecer ofrendas y sacrifi cios por los pecados. Heb 5, l . .:. Pero vosotros sois lin aje esco ndido, sacerdocio regio, gente sa nta, pueblo adquirido para prego nar las excelencias del que os llam ó de las tinieblas a su luz admirable. 1 Pdr 2, 9. .:. El que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotrOS desecha a mí me desecha, y el que me desecha a mI, desecha al que me envió. Le 10, 16.

SACERDOCIO F RANCISCO F ERNANDEZ- CARVAj AL

SELECCIÓN DE TEXTOS La entrega del Cenáculo

4663b Jesús expresó de forma suprema la ofrenda libre de sí mismo en la cena tomada con los doce Apóstoles (cfr. Mt 26, 20), en «la noche en que fue entregado» (J COl' 11, 23). En la víspera de su Pasión, estando todavía libre, Jesús hizo de esta última Cena con sus Apóstoles el memorial de su ofrenda voluntaria al Padre (cfr. 1 COl' 5, 7), por la salvación de los hombres: «Este es mi Cuerpo que va a ser entregado por vosotroS» (Le 22, 19) . «Esta es mi sangre de la Alianza que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados» (Mt 26, 28) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 610). 4663c La Eucaristía que instituyó en este momento será el «memorial» (cfr. 1 COl' 11, 25) de su sacrificio. Jesús incluye a los Apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla (cfr. Le 22, 19). Así Jesús instituye a sus apóstoles sacerdotes de la Nueva Alianza: «Por ellos me consagro a mí mismo para que ellos sean también consagrados en la verdad» (In 17, 19) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 611). 4663d ¡Acoged estas reflexiones, meditadas en la sugestiva atmósfera del Cenáculo! Sería difícil encontrar un lugar que pueda recordar mejor el misterio eucarístico y, a la vez, el misterio de nuestro sacerdocio. Permanezcamos fieles a esta «entrega» del Cenáculo, al gran don del Jueves Santo. Celebremos siempre con fervor la Santa Eucaristía. Postrémonos con frecuencia y prolongadamente en adoración delante de Cristo Eucaristía. Entremos, de algún modo, «en la escuela» de la Eucaristía. Muchos sacerdotes, a través de los siglos, han encontrado en ella el consuelo prometido por Jesús la noche de la

última Cena, el secreto para vencer su soledad, el apoyo para soportar sus sufrimientos, el alimento para retomar el camino después de cada desaliento, la energía interior para confirmar la propia elección de fidelidad. El testimonio que daremos al pueblo de Dios en la celebración eucarística depende mucho de nuestra relación personal con la Eucaristía. ¡Volvamos a descubrir nuestro sacerdocio a la luz de la Eucaristía! QUAN PABLO Il, Carta desdeJerusalén, 23-I11-2000, n . 14). El ministerio sacerdotal

4664 Por el sacramento del orden se configuran los presbíteros con Cristo sacerdote, como ministros de la Cabeza para construir y edificar todo su Cuerpo, que es la Iglesia, como cooperadores del Orden episcopal (CONC. VAT. II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 12). 4665 El sacerdocio es fundamentalmente una configuración, una transformación sacramental y misteriosa del cristiano en Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, único Mediador. El sacerdote no es más cristiano que los demás fieles, pero es más sacerdote, e incluso lo es de un modo esencialmente distinto (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 114). 4666 El sacerdote es verdadero mediador entre Dios y los hombres (SANTO ToMAs, Suma Teológica, 3, q. 22, a. 1). 4666b La falta de sacerdotes es ciertamente la tristeza de cada Iglesia QUAN PABLO Il, Discurso final al Sínodo, 27-X-1990). 4667 Si elegir sacerdotes entonces era gran beneficio, ¿qué será en el Nuevo Testamento, en el cual los sacerdotes de él somos como sol en comparación de noche y como verdad en comparación de figura? (S. JUAN DE ÁVILA, 851

SACERDOCIO A NTOLOGIA DE T EXTOS

Plática en el Sínodo de la diócesis de Córdoba, 1563).

4668 El ministerio en favor de los hombres solo se entiende como servicio prestado a Dios (cfr. Rom 1, 9) y, a su vez, la gloria de Dios exige que e! presbítero sienta ansia de unir a su alabanza la de todos los hombres (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio,

p.42).

4669

(El sacerdote que sube al altar presta a Jesucristo su gesto 4669 y su voz) pues e! sacerdote consagra este sacramento hablando en la persona de Cristo (CONC. FLORENTINO, Bula Exsultate Deo).

4670 Llamados, consagrados, enviados. Esta triple dimensión explica y determina vuestra conducta y vuestro estilo de vida. Estáis «puestos aparte»; «segregados», pero «no separados» (Presbyterorum Ordinis, 3). Así os podéis dedicar plenamente a la obra que se os va a confiar: el servicio de vuestros hermanos. Comprended, pues, que la consagración que recibís os absorbe totalmente, os dedica radicalmente, hace de vosotros instrumentos vivos de la acción de Cristo en el mundo, prolongación de su misión para gloría del Padre. A ello responde vuestro don total al Señor. El don total que es compromiso de santidad. Es la tarea interior de «imitar lo que tratáis», como dice la exhortación del Pontifical Romano de las ordenaciones. Es la gracia y el compromiso de la imitación de Cristo, para reproducir en vuestro ministerio y conducta esa imagén grabada por e! fuego de! Espíritu. Imagen de Cristo sacerdote y víctima, de redentor crucificado OVAN PABLO 11, Hom. en la ordenación de nuevos sacerdotes. Valencia, 8-XI-1982) .

4 671 Somos necesarios a los hombres, somos inmensamente necesarios, y no a medio 852

servicio ni a medio tiempo, como si fuéramos unos «empleados». Somos necesarios como el que da testimonio, y despertamos en los otros la necesidad de dar testimonio. Y si alguna vez puede parecer que no somos necesarios, quiere decir que debemos comenzar a dar un testimonio más claro, y entonces nos percataremos de lo mucho que el mundo de hoy necesita de nuestro testimonio sacerdotal, de nuestro servicio, de nuestro sacerdocio OVAN PABLO 1, Aloe. 9-IX-1978).

4672 El sacerdote es fundamentalmente un hombre consagrado, un hombre de Dios (J Tim 6, 11). En la vida peregrinante del Pueblo del Señor a través de la historia de la humanidad, el sacerdote ha sido siempre un elegido, un ungido, un homo ex hominibus assumptus (cfr. Heb 5, 1). La figura y la vida del llamado a ser ministro del culto al único Dios verdadero queda traspasada por un halo y un destino de segregación, que lo pone en cierto modo fuera y por encima de la común historia de los demás hombres: sine patre, sine matre, sine genealogia, dice San Pablo de la figura a la vez arcana y profética de Melchisedech (cfr. Heb 7,3) (A. DEL PORTILLO, Escri-

tos sobre el sacerdocio, p. 76).

4673 Es talla condición del sacerdote que no puede ser bueno o malo solo para sí, pues el modelo de su vida influye poderosamente en e! pueblo. El que cuenta con un buen sacerdote, ¡qué bien tan grande y precioso tiene! (SAN Pío X, Exhort. Haerent animo, 4VIII-1908). Sacerdocio común de los fieles

4674 El sacerdocio común de los fieles yel sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no solo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues

SACERDOCIO FRANC ISCO F ERNÁN D EZ-CARVA)AL

ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo (CONC. VAT. II, Consto Lumen gentium, 10).

4675

El sacerdocio ministerial, por la potestad sagrada de que goza, forma y dirige al pueblo sacerdotal, confecciona el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo y lo ofrece en nombre de todo el pueblo a Dios. Los fieles, en cambio, en virtud de su sacerdocio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía y lo ejercen en la recepción de los sacramentos, en la oración y acción de gracias, mediante el testimonio de una vida santa, en la abnegación y caridad operante (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 10).

efecto, estos, en virtud de su condición bautismal y de su específica vocación, participan en el oficio sacerdotal, profético y real de Jesucristo, cada uno en su propia medida (JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Christifideles laici,

n.23). 4678 Todos somos ungidos por la gracia del Espíritu para ser miembros del reino de Dios y formar parte de su sacerdocio (S. AMBROSIO, Thlt. sobre los misterios, 29-30). Son llamados sacerdocio regio para que se acuerden de esperar el reino eterno y de ofrecer sin cesar a Dios el sacrificio de una vida sin tacha (S. BEDA, Sobre la Epístola de S.

4679

Pedro, 2).

4676

Nuestro sacerdocio «ministerial», radicado en el sacramento del orden, se diferencia esencialmente del sacerdocio universal de los fieles. Ha sido instituido a fin de iluminar más éticamente a nuestros hermanos y hermanas que viven en el mundo [... ] acerca del hecho de que todos somos en Jesucristo «reino de sacerdotes» para el Padre. El sacerdote alcanza este objetivo a través del ministerio que le es propio, el ministerio de la palabra y de los sacramentos, y sobre todo a través del sacrificio eucarístico para el cual solo él está autorizado; todo ello el sacerdote lo lleva a cabo asimismo a través de un estilo de vida apropiado OUAN PABLO 11, Aloe. 9-XI-1978).

4677 Una sola misión, de contenido universal, y, para cumplirla, un solo sacerdocio, el de Cristo, del que participan, aunque de modo diverso, todos los miembros del Pueblo de Dios [... ] (A. DEL PORTILLO, Escritos

sobre el sacerdocio, p. 40). 4677b La misión salvífica de la Iglesia en el mundo es llevada a cabo no solo por los ministros en virtud del sacramento del Orden, sino también por todos los fieles laicos. En

Dignidad del sacerdote

4680

El sacerdote [...] es el intercesor público y oficial de la Humanidad cerca de Dios, y ha recibido el encargo y el mandato de ofrecer a Dios en nombre de la Iglesia no solo el real y verdadero Sacrificio del Altar, sino también el sacrificio de alabanza (cfr. Sa149, 14). Con salmos, preces y cánticos tomados en gran parte de los libros inspirados ofrece a Dios cada día varias veces el debido tributo de adoración y cumple el necesario deber de rogar por la Humanidad, hoy más afligida que nunca, y más que nunca necesitada de Dios. ¿Quién podrá decir cuántos castigos aparta de la humanidad la plegaria del sacerdote y cuántos beneficios consigue para ella? (pro XI, Ad catholici sacer-

dotii,20-XII-1935). 4681

Por el Sacramento del Orden, el sacerdote se capacita efectivamente para prestar a Nuestro Señor la voz, las manos, todo su ser; es Jesucristo quien, en la Santa Misa, con las palabras de la Consagración, cambia la sustancia del pan y del vino en su Cuerpo, su Alma, su Sangre y su Divinidad. 853

SACERDOCIO A NTOLOG(A DE TEXTOS

En esto se fundamenta la incomparable dignidad del sacerdote. Una grandeza prestada, compatible con la poquedad mía. Yo pido a Dios Nuestro Señor que nos dé a todos los sacerdotes la gracia de realizar santamente las cosas santas, de reflejar, también en nuestra vida, las maravillas de las grandezas del Señor (SAN JOSEMARfA ESCRIVA, Hom. Sacerdote para la eternidad, 13-IV-1973) .

4682

(Los sacerdotes fueron elegidos por Dios para esta dignidad suprema entre todas las dignidades creadas (S. IGNACIO DE ANTIOQUfA, Epístola a los de Esmirna).

4 683

¿Por qué los sacerdotes no son santos, pues es lugar donde Dios viene glorioso, inmortal, inefable, como no vino en los otros lugares? Y el sacerdote le trae con las palabras de la consagración, y no lo trajeron los otros lugares, exceptuando a la Virgen. Relicario somos de Dios, casa de Dios y, a modo de decir, criadores de Dios; a tales nombres conviene gran santidad (S. JUAN DE ÁVILA, Plática en el Síno-

do de la diócesis de Córdoba de 1563). 4 684 Esta es la identidad del sacerdote: instrumento inmediato y diario de esa gracia salvadora que Cristo nos ha ganado. Si se comprende esto, si se ha meditado en el activo silencio de la oración, ¿cómo considerar el sacerdocio una renuncia? Es una ganancia que no es posible calcular. Nuestra Madre Santa María, la más santa de las criaturas - más que Ella, solo Dios- trajo una vez al mundo a Jesús; los sacerdotes lo traen a nuestra tierra, a nuestro cuerpo y a nuestra alma, todos los días: viene Cristo para alimentarnos, para vivificamos, para ser, ya desde ahora, prenda de la vida futura (SAN JOSEMARfA ESCRIVA, Hom. Sacerdote para la eternidad, 13-IV-1973). 854

4685

El sacerdocio cristiano está, pues, Íntimamente unido al misterio, a la vida, al crecimiento y al destino de la Iglesia, Esposa virginal de Cristo (cfr. Apoc 19, 7; 21, 2 Y 9; 22, 17; 2 Cor 11,2). El sacerdote es el padre, el hermano, el siervo universal; su persona y su vida toda pertenecen a los demás, son posesión de la Iglesia, que lo ama con amor nupcial y tiene con él y sobre él-que hace las veces de Cristo, su Esposo- relaciones y derechos de los que ningún otro hombre puede ser destinatario (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 81).

4 686 Saboreo la dignidad de la finura humana y sobrenatural de estos hermanos míos, esparcidos por toda la tierra. Ya ahora es de justicia que se vean rodeados por la amistad, la ayuda y el cariño de muchos cristianos. Y cuando llegue el momento de presentarse ante Dios, Jesucristo irá a su encuentro, para glorificar eternamente a quienes, en el tiempo, actuaron en su nombre y en su Persona, derramando con generosidad la gracia de la que eran administradores (SAN JOSEMARfA ESCRIvA, Hom . Sacerdote para la eternidad, 13-IV-1973). Misión del sacerdote

4687

En la administración de los sacramentos se unen a la intención y caridad de Cristo, cosa que hacen de manera especial cuando se muestran en todo momento y de todo punto dispuestos a ejercer el ministerio del sacramento de la penitencia cuantas veces se lo piden razonablemente los fieles (CONC. VAT. II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 13).

4688 En la recitación del Oficio divino prestan su voz a la Iglesia, que, en nombre de todo el género humano, persevera en la oración, juntamente con Cristo, que vive siempre

SACERDOCIO FRANC ISCO FERNÁNDEZ- CARVAj AL

para interceder por nosotros (Heb 7,25) (CONC. VAT. I1, Decr. Presbyterorum Ordinis, 13).

4688b Los presbíteros son llamados a prolongar la presencia de Cristo, único y supremo Pastor, siguiendo su estilo de vida y siendo como una transparencia suya en medio del rebaño que les ha sido confiado. (... ) Los presbíteros son, en la Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental de Jesucristo, Cabeza y Pastor, proclaman con autoridad su palabra; renuevan sus gestos de perdón y de ofrecimiento de la salvación, principalmente con el Bautismo, la Penitencia y la Eucaristía; ejercen, hasta el don total de sí mismos, el cuidado amoroso del rebaño, al que congregan en la unidad y conducen al Padre por medio de Cristo en el Espíritu. En una palabra, los presbíteros existen y actúan para el anuncio del Evangelio al mundo y para la edificación de la Iglesia, personificando a Cristo, Cabeza y Pastor, y en su nombre OVAN PABLO 11, Exhort. Apost. Pastores dabo vobis, 25-I1I-1992, n. 15) .

4688c Este es el modo típico y propio con que los ministros ordenados participan en el único sacerdocio de Cristo. El Espíritu Santo, mediante la unción sacramental del Orden, los configura con un título nuevo y específico a Jesucristo, Cabeza y Pastor, los conforma y anima con su caridad pastoral y los pone en la Iglesia como servidores autorizados del anuncio del Evangelio a toda criatura y como servidores de la plenitud de la vida cristiana de todos los bautizados OVAN PABLO 11, Exhort. Apost. Pastores dabo vobis, n. 15).

4689 No temáis así ser separados de vuestros fieles y de aquellos a quienes vuestra misión os destina. Más bien os separaría de ellos el olvidar o descuidar el sentido de la consagración que distingue vuestro sacerdocio. Ser

uno más, en la profesión, en el estilo de vida, en el modo de vestir; en el compromiso político, no os ayudaría a realizar plenamente vuestra misión; defi-audaríais a vuestros propios fieles, que os quieren sacerdotes de cuerpo entero: liturgos, maestros, pastores, sin dejar por ello de ser, como Cristo, hermanos y amigos. Por eso, haced de vuestra total disponibilidad a Dios una disponibilidad para vuestros fieles. Dadles el verdadero pan de la palabra, en la fidelidad a la verdad de Dios y a las enseñanzas de la Iglesia. Facilitadles todo lo posible el acceso a los sacmmentos, y en primer lugar al sacramento de la penitencia, signo e instrumento de la misericordia de Dios y de la reconciliación obrada por Cristo (cfr. Redemptor hominis, 20), siendo vosotros mismos asiduos en su recepción. Amad a los enfermos, a los pobres, a los marginados; comprometeos en todas las justas causas de los trabajadores; consolad a los afligidos; dad esperanza a los jóvenes. Mostraos en todo «como ministros de Cristo» (2 COl' 6, 8) OVAN PABLO I1, Hom. en la ordenación de nuevos sacerdotes. Valencia, 8-XI-1982) .

4690 Su servicio no es el del médico, del asistente social, del político o del sindicalista. En ciertos casos, tal vez, el cura podrá prestar, quizá de manera supletoria, esos servicios, y en el pasado los prestó de forma muy notable. Pero hoy, esos servicios son realizados adecuadamente por otros miembros de la sociedad, mientras que nuestro servicio se especifica cada vez más claramente como un servicio espiritual. Es en el campo de las almas, de sus relaciones con Dios y de su relación interior con sus semejantes, donde el sacerdote tiene una función especial que desempeñar. Es ahí donde debe realizar su asistencia a los hombres de nuestro tiempo [... ], ayudar a las almas a descubrir al Padre, abrir855

SACERDOCIO ANTOLOGfA DE TEXTOS

se a Él y amarlo sobre todas las cosas 0UAN PABLO II, Hom. 2-VII-80).

celestiales (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

4691 En el misterio del sacrificio eucarístico, en que los sacerdotes cumplen su principal ministerio, se realiza continuamente la obra de nuestra redención, y, por ende, encarecidamente se les recomienda su celebración cotidiana, la cual, aunque no pueda haber en ella presencia de fieles, es ciertamente acto de Cristo y de la Iglesia (CONC. VAT. II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 13).

4695 El ministerio sacerdotal [oo.] no es una mera ocupación que empeñe parcialmente la inteligencia y la efectividad de la persona, o que exija solamente la dedicación de un número mayor o menor de horas al día. El sacerdote, cualquiera que sea la situación concreta en que se encuentre, lleva siempre consigo la responsabilidad vocacional de ser representante de Jesucristo Cabeza de la Iglesia, y no hay esfera de su vida o de su actividad que pueda escapar a esta radical exigencia de totalidad (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 105).

4692 [oo.] ¿Qué quieren, qué esperan los hombres del sacerdote, ministro de Cristo, signo viviente de la presencia del Buen Pastor? Nos atrevemos a afirmar que necesitan, que desean y esperan, aunque muchas veces no razonen conscientemente esa necesidad y esa esperanza, un sacerdote-sacerdote, un hombre que se desviva por ellos, por abrirles los horizontes del alma, que ejerza sin cesar su ministerio, que tenga un corazón grande, capaz de comprender y de querer a todos, aunque pueda a veces no verse correspondido; un hombre que dé con sencillez y alegría, oportunamente y aun inoportunamente (cfr. 2 Tim 4, 2), aquello que él solo puede dar: la riqueza de gracia, de intimidad divina, que a través de él Dios quiere distribuir a los hombres (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 109-110). 4693 Aquel que se acerque a un sacerdote debe quedar condimentado con el sabor de la vida eterna, como la carne con el contacto de la sal (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 11 sobre los Evang.). 4694 Quien ha tomado a su cargo el ministerio de la predicación, no es conveniente que tome sobre sí la carga de los negocios seculares, no sea que ocupándose de estas cosas haga poco caso de la predicación de las cosas 856

4696 Cuando desempeñes las funciones sacerdotales, actúa de la mejor manera posible, y líbranos del peso de nuestros pecados al tocar la Víctima relacionada con la resurrección [oo.]. No dejes de orar y abogar en favor nuestro, cuando traigas al Verbo con tu palabra, cuando con sección incruenta cortes el Cuerpo y la Sangre del Señor, usando como espada tu voz (S. GREGORIO NACIANCENO, Epístola 111) . 4697 Si el sacerdote descuida la santidad, de ninguna manera podrá ser sal de la tierra; porque lo que está podrido y contaminado no sirve para conservar: y donde falta la santidad es inevitable que se introduzca la corrupción. Cristo, continuando la comparación, llama a esos sacerdotes sal insípida, que ya no sirve para nada más que para tirarla afuera, y ser pisoteada por los hombr'es (Mt 5, 13) (SAN Pío X, Exhort. al Clero católico, 4-8-

1908). 4698 El Sacerdote habla en las oraciones de la Misa en nombre de la Iglesia, en cuya unidad está. Mas en la Consagración habla en nombre de Cristo, cuyas veces hace por la

SACERDOCIO F RANCISCO F ERNÁND EZ- CARVA)AL

potestad de Orden (SANTO TOMAS, Suma Teológica, 3, q. 82, a. 7) .

La alegría del sacerdote

4699 Seguid con alegría a Cristo, que os ha amado y llamado; aun cuando, con el paso de los años, el cuerpo sienta el peso del cansancio y del desgaste, el corazón esté siempre vigilante y despierto, ardiendo en celo por las almas que Dios ha puesto en vuestro camino OUAN PABLO II, Aloe. 23-I1I-1980).

4700 Que sea (vuestra alegría) como la de los 72 discípulos al regresar junto a Jesús después de su misión (cfr. Le 10, 17-20); si después va unida a padecimientos sufridos en favor de la Iglesia (cfr. Col1, 24; 2 Cor 12, 10), entonces estará mucho más arraigada y fecunda. Esta alegría nadie os la podrá quitar (In 16, 22), especialmente porque brota del contacto continuo con Cristo, que hace de nosotros los hombres consagrados para renovar su Sacrificio redentor, hombres de Eucaristía, en la que debe encontrar nuestra vida su fervoroso e irradiante centro OUAN PABLO II, Aloe. Turín 13-IV-1980).

4701

Para dejaros poseer de esta alegría [... ] es necesario ser fieles a la gracia que Dios nos comunica, tomando conciencia cada vez más profundamente del don recibido y haciéndonos conscientes, al mismo tiempo, de nuestra indignidad: Soy un hombre de labios

de sus solicitudes, ayuden en lo posible, por la oración y de obra, a sus presbíteros, a fin de que estos puedan superar mejor sus dificultades y cumplir más fructuosamente sus deberes (CONC. VAT. 11, Decr. Presbyteromm

Ordinis, 9).

4703 Si no tienes veneración suma por el estado sacerdotal y el religioso, no es cierto que ames a la Iglesia de Dios (SAN JOSEMAlÚA ESCRIvA, Camino, n. 526).

4704 (Santa Catalina de Siena pone en boca del Señor estas palabras): no quiero que mengüe la reverencia que se debe profesar a los sacerdotes, porque la reverencia y el respeto que se les manifiesta no se dirige a ellos, sino a Mí, en virtud de la Sangre que yo les he dado para que la administren. Si no fuera por esto, deberíais dedicarles la misma reverencia que a los seglares, y no más [.. .]. No se les ha de ofender: ofendiéndolos, se me ofende a Mí, y no a ellos. Por eso lo he prohibido, y he dicho que no admito que sean tocados mis Cristos (SANTA CATALINA DE SIENA, El Diálogo, cap. 16).

4705

Como los hijos buenos de Noé, cubre con la capa de la caridad las miserias que veas en tu padre, el Sacerdote (SAN JOSEMAlÚA ESCRIvA, Camino, n. 75).

Amor y veneración al sacerdote

4706 Los fieles honten aun a los malos sacerdotes en razón de los buenos, para que no sean despreciados los buenos por los malos: pues mejor es favorecer, aunque sea injustamente, a los malos, que quitar lo que sea justo a los buenos (S. JUAN CRISOSTOMO, en CatenaAurea, vol. IV, p. 99).

4702 En cuanto a los fieles mismos, dense

4707 Tú que te llamas cristiano, has de vi-

cuenta de que están obligados a sus presbíteros, y ámenlos con filial cariño, como a sus pastores y padres; igualmente, participando

vir la Sagrada Liturgia de la Iglesia, poniendo verdadero interés en orar y en mortificarte por los sacerdotes -especialmente por los

impuros (Js 6, 1): Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador (Le 5, 8) OUAN PABLO II, Hom. 16-II-1980).

857

SACERDOClO A NTOLoclA DE T EXTOS

nuevos sacerdotes-, en los días señalados para esta intención, y cuando sepas que reciben e! Sacramento de! Orden (SAN JOSEMARfA EsCRIVÁ, Forja, n. 646) .

[...] al sacerdote que reza y se esfuerza por ser fiel al don recibido, Dios le ayuda siempre (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el samdocio, p. 160).

Virtudes del sacerdote

4712b Ciertamente, el Espíritu del Señor es el gran protagonista de nuestra vida espiritual

4708 Mucho contribuyen a lograr este fin las virtudes que con razón se estiman en e! trato humano, como son la bondad de corazón, la sinceridad, la fortaleza de alma y la constancia, e! continuo afán de justicia, la urbanidad y otras (CONC. VAT. I1, Decr. Presby-

terorum Ordinis, 3).

4709 Nunca estaremos bastante convencidos de lo importante que es para los cristianos, y especialmente para los sacerdotes, e! esforzarse en practicar la humildad y e! arrojar de! espíritu toda presunción, toda vanidad, todo orgullo. No hay que ahorrar esfuerzo ni fatiga para salir airosos en una empresa tan santa; y como es cosa que no se puede lograr sin la gracia de Dios, hay que pedirlo insistentemente, sin cansarse nunca (J. PECCI -León XIII-,

Práctica de la humildad) .

4710 En todas las cosas hay siempre un algo que las perjudica; así, está e! gusano para e! tronco, y la polilla para e! vestido: por esto también e! demonio se esfuerza por corromper e! ministerio de los sacerdotes, que ha sido establecido para fomentar la santidad [... ]. Quitemos el mal proceder de! clero y todo saldrá bien sin esfuerzo (S . JUAN CRISÓSTOMO, en CatenaAurea, vol. III, pp. 102-103) .

4711 Si ha habido un tiempo en que un sacerdote es un espectáculo para los hombres y para los ángeles, es en esta época que se abre ante nosotros (CARO. J. H. NEWMAN, Sermón en la inauguración del Seminario S. Bernardo,2-X-1873). 858

4712

Él crea e! «corazón nuevo», lo anima y lo guía con la «ley nueva» de la caridad, de la caridad pastoral. Para e! desarrollo de la vida espiritual es decisiva la certeza de que no faltará nunca al sacerdote la gracia de! Espíritu Santo, como don totalmente gratuito y como mandato de responsabilidad. La conciencia de! don infunde y sostiene la confianza indestructible de! sacerdote en las dificultades, en las tentaciones, en las debilidades con que puede encontrarse en el camino espiritual OUAN PABLO I1, Exhort. Apost. Pastores dabo vobis, n. 33).

4713

Esto es ser sacerdotes: que amen a Dios cuando estuviere, ¡ay! enojado con su pueblo; que tengan experiencia de que Dios oye sus oraciones y les da lo que piden, y tengan tanta familiaridad con él (S . JUAN DE Á VILA, Plática en el Sínodo de la diócesis de Córdoba de 1563).

4714 Los ministros de la gracia sacramental se unen íntimamente a Cristo, Salvador y Pastor, por medio de la fructuosa recepción de los sacramentos, especialmente por e! frecuente acto sacramental de la penitencia, como quiera que, preparado por e! diario examen de conciencia, favorece en tanto grado la necesaria conversión al amor de! Padre de las misericordias (CONC. VAT. II, Decr. Presbyte-

rorum Ordinis, 18).

4715

El sacerdocio requiere una peculiar integridad de vida y de servicio, y precisamente esta integridad conviene profundamente a nuestra identidad sacerdotal. En ella

SACERDOCIO F RANCISCO F ERNÁN D EZ-CARVA) AL

se expresa, al mismo tiempo, la grandeza de nuestra dignidad y la «disponibilidad» adecuada a la misma: se trata de humilde prontitud para aceptar los dones de! Espíritu Santo y para dar generosamente a los demás los frutos de! amor y de la paz, para darles la certeza de la fe, de la que derivan la comprensión profunda de! sentido de la existencia humana y la capacidad de introducir e! orden moral en la vida de los individuos y en los ambientes humanos (JUAN PABLO I1, Carta Novo incipiente, n. 4).

4716 En definitiva, resultará siempre necesario a los hombres únicamente e! sacerdote que es consciente de! sentido pleno de su sacerdocio: e! sacerdote que cree profundamente, que manifiesta con valentía su fe, que reza con fervor, que enseña con íntima convicción, que sirve, pone en práctica en su vida e! programa de las Bienaventuranzas, que sabe amar desinteresadamente, que está cerca de todos y especialmente de los más necesitados OUAN PABLO I1, Carta Novo incipiente, n.7).

e! mundo (CONC. VAT. I1, Decr. Presbyterorum Ordinis, 16).

4719 Si se considera que Cristo, de cuya acción e! sacerdote es instrumento vivo, dedicó la integridad de su naturaleza humana -alma y cuerpo, y a lo largo de toda su vida- al cumplimiento amoroso de! ministerio de reconciliación (cfr. Rom 5, 11) para e! que había sido enviado, se comprende bien que e! sacerdote vea tan ligada a su consagración ministerialla conveniencia, por Amor de Dios y de los hombres, de configurar su vida a la virginidad de Jesucristo, plenamente dedicada a Dios y a los hombres: para unirse así cada vez más íntimamente a Aque! que le eligió y transformarse más plenamente en Él (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 78-79).

4720 Que los presbíteros tengan entrañas

consigo pero que exige cosas graves a los demás, es como un mal repartidor de contribuciones en una ciudad: se dispensa él de pagar, y carga a los que no pueden (S. JUAN CRlSOSTOMO, en CatenaAurea. vol. III, pp. 101-102).

de misericordia y se muestren compasivos para con todos, tratando de traer al buen camino a los que se han extraviado; que visiten a los enfermos [... ], que procuren e! bien no solo ante Dios, sino también ante los hombres; que se abstengan de toda ira, de toda acepción de personas, de todo juicio injusto; que vivan alejados del amor al dinero, que no se precipiten creyendo fácilmente que los otros han obrado mal, no sean severos en sus juicios, teniendo presente que todos estamos inclinados al pecado (S. PoLICARPO, Carta a los Filipenses, 6, 1-6).

4718 La perfecta y perpetua continencia

4721

4717 El sacerdote que es condescendiente

por amor de! reino de los cielos, recomendada por Cristo Señor, aceptada de buen grado y laudablemente guardada en e! decurso de! tiempo y aun en nuestros días por no pocos fieles, ha sido siempre altamente estimada por la Iglesia de manera especial para la vida sacerdotal. Ella es, en efecto, signo y estímulo al mismo tiempo de la caridad pastoral y fuente particular de fecundidad espiritual en

No comprendo los afanes de algunos sacerdotes por confundirse con los demás cristianos, olvidando o descuidando su específica misión en la Iglesia, aquella para la que han sido ordenados. Piensan que los cristianos desean ver, en e! sacerdote, un hombre más. No es verdad. En e! sacerdote, quieren admirar las virtudes propias de cualquier cristiano, y aun de cualquier hombre honrado: la comprensión, la justicia, la vida de trabajo 859

SACERDOCIO A NTOLOGfA DE TEXTOS

-labor sacerdotal en este caso-, la caridad, la educación, la delicadeza en el trato. Pero, junto a eso, los fieles pretenden que se destaque claramente el carácter sacerdotal: esperan que el sacerdote rece, que no se niegue a administrar los Sacramentos, que esté dispuesto a acoger a todos sin constituirse en jefe o militante de banderías humanas, sean del tipo que sean (cfr. Decr. Presbyterorum Ordinis, 6); que ponga amor y devoción en la celebración de la Santa Misa, que se siente en el confesonario, que consuele a los enfermos y a los afligidos; que adoctrine con la catequesis a los niños y a los adultos, que predique la Palabra de Dios y no cualquier tipo de ciencia humana que -aunque conociese perfectamente- no sería la ciencia que salva y lleva a la vida eterna; que tengan consejo y caridad con los necesitados (SAN JOSEMAlÚA EsCRIVÁ, Hom. Sacerdote

para la eternidad, 13-N-1973). 4722 Volved a vuestros recuerdos personales. ¿Acaso no se halla en los principios de vuestra vocación un sacerdote ejemplar que guió vuestros primeros pasos hacia el sacerdocio? ¿No es verdad que. vuestro primer pensamiento, vuestro primer deseo de servir al Señor, están ligados a la persona concreta de un sacerdote-confesor, de un sacerdote amigo? Vaya a este sacerdote vuestro recuerdo agradecido, vuestro corazón rebosante de gratitud. Sí, el Señor tiene necesidad de intermediarios, de instrumentos para hacer oír su voz y su llamada. Queridos sacerdotes: Ofreceos al Señor para ser instrumentos suyos en la llamada a nuevos obreros para su viña. Jóvenes generosos no faltan OUAN PABLO 11, Discurso al clero romano, 9-XI-1978). 4723 Sé, pues, oh hombre, sacrificio y sacerdote para Dios; no pierdas lo que te ha sido dado por el poder de Dios; revístete de la vestidura de santidad, cíñete el cíngulo de la 860

castidad; sea Cristo el casco de protección para tu cabeza; que la cruz se mantenga en tu frente como una defensa; pon sobre tu pecho el misterio del conocimiento de Dios; haz q ue arda continuamente el incienso aromático de tu oración; empuña la espada del Espíritu; haz de tu corazón un altar; y así, puesta en Dios tu confianza, lleva tu cuerpo al sacrificio (S. PEDRO CRISOLOGO, Sermón 108).

4724 No puede, pues, esconderse una ciudad colocada sobre un monte, aun cuando ella quiera: el monte que la tiene sobre sí la hace visible a todos. Así, los Apóstoles y los sacerdotes que han sido establecidos por Cristo no pueden esconderse, aun cuando quieran, porque Jesucristo los pone de manifiesto (S. JUAN CRISOSTOMO, en CatenaAurea, vol. 1, p. 264). 4725 Escuchar a un sacerdote habitualmente unido a Dios es hoy el deseo de muchos buenos fieles. Ellos razonan como el abogado de Lyon a la vuelta de una visita al Cura de Ars. «¿Qué habéis visto en Ars?», le preguntaron. Respuesta: «He visto a Dios en un hombre». Análogos son los, razonamientos de S. Gregorio Magno. Él desea que el pastor de almas dialogue con Dios sin olvidar a los hombres, y dialogue con los hombres sin olvidar a Dios OUAN PABLO 1, Aloe. 7-IX-1978) . 4726 Solo la santidad nos hace tales como nos quiere nuestra vocación divina, es decir, hombres crucificados para el mundo y para quienes el mundo mismo está crucificado; hombres que caminan en una nueva vida y que [... ] se muestran como ministros de Dios, que tienden exclusivamente a las cosas del cielo y ponen todo su empeño en llevar también a los demás hacía ellas (SAN Pío X, Exhort. Haerent animo, 4-VIII-1908). 4727 Cuando los sacerdotes son buenoS, toda la Iglesia resplandece; pero si no lo son,

SACERDOCIO FRANCISCO F ERNÁND EZ- CARVA)AL

toda la fe se debilita. De la misma manera que cuando ves un árbol que tiene las hojas amarillas, conoces que tiene algún vicio en la raíz, del mismo modo, cuando veas un pueblo indisciplinado, debes comprender que sus sacerdotes no son buenos (S. JUAN CRIS6STOMO, en CatenaAurea, vol. III, p. 14).

pueblo, porque quien está habituado a descansar en el Dios invisible, no se atará realmente a ninguna criatura. Y así se producirá una elevación de la mente, que es la verdadera arma que debe usar contra la incredulidad del futuro (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón en la inaugura-

4728 Consciente de su propia flaqueza, el

4731 La ciencia del ministro sagrado debe ser sagrada, porque se toma de fuente sagrada y a fin sagrado se ordena (CONe. VAT. 11, Decr. Presbyterorum Ordinis, 19) .

verdadero ministro de Cristo trabaja con humildad, indagando cuál sea el beneplácito de Dios (cfr. E/S, 10), y, como atado por el Espíritu (cfr. Hech 20, 22), se guía en todo por la voluntad de Aquel que quiere que todos los hombres se salven; voluntad que puede descubrir y cumplir en las circunstancias cotidianas de la vida, sirviendo a todos los que le han sido encomendados por Dios en el cargo que se le ha confiado y en los múltiples acontecimientos de su vida (CONe. VAT. 11, Decr.

Presbyterorum Ordinis, 15).

4729 Consagrados por el Espíritu Santo y enviados por Cristo, mortifican en sí mismos las obras de la carne y se consagran totalmente al servicio de los hombres, y de esta manera, por la santidad con que están enriquecidos en Cristo, pueden avanzar hacia el hombre perfecto (CONe. VAT. 11, Decr. Presbyterorum Ordinis, 12; cfr. Decr. Perftctae caritatis, 12). 4730 Debemos adquirir la costumbre de sentir que estamos en la presencia de Dios, que Ve lo que hacemos; debemos sentir gusto de que sea así, amor ante el hecho de saberlo, placer en la reflexión: «Tú, Dios, me ves». Un sacerdote que sienta esto profundamente nunca se comportará mal en la sociedad; le guardará de excesiva familiaridad con algunas de sus gentes, le preservará de demasiadas palabras, de hablar imprudentemente o sin discreción, le enseñará a ordenar sus pensamientos. Será un principio de separación entre él y su propio

ción del Seminario S. Bernardo,3-X-1873).

4732 [ ... ] es preciso estudiar constantemente la ciencia de Dios, Orientar espiritualmente a tantas almas, oír muchas confesiones, predicar incansablemente y rezar mucho, mucho, con el corazón siempre puesto en el Sagrario [... ] (SAN JOSEMAlÚA ESCRIVÁ, Hom. Sacerdote para la eternidad, 13-N-1973). 4733 Todo aquel que se acerque al sacerdote debe volver sazonado con la sal de su palabra (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang). 4734 Me ocurrió, en una ocasión, ver en la estación de Milán a un maletero que, apoyada la cabeza en un saco de carbón, detrás de una pilastra, dormía beatíficamente. Los trenes salían silbando y llegaban retumbando con las ruedas; los altavoces daban continuos avisos atronadores, la gente iba y venía con gritos y ruidos; pero él -continuando dormido- parecía decir: «Haced lo que queráis, que yo tengo necesidad de estar quieto». Algo semejante deberíamos hacer nosotros, sacerdotes: en torno a nosotros hay un continuo movimiento y hablar de las personas, periódicos, radio y televisión. Con medida y disciplina sacerdotal debemos decir: «Hasta ciertos límites, para mí, que soy sacerdote del Señor, vosotros no existís; yo debo tomarme un poco de silencio para mi al861

S \.CERDOCIO ANTOLOGIA DE TEXTOS

ma; me separo de vosotros para unirme a mí Dios» (JUAN PABLO 1, Aloc. 7-IX-1978).

4735 Convertirse significa retornar a la gracia misma de nuestra vocación, meditar la inmensa bondad y e! amor infinito de Cristo, que se ha dirigido a cada uno de nosotros y, llamándonos por nuestro nombre, ha dicho: «Sígueme». Convertirse quiere decir dar cuenta en todo momento de nuestro servicio, de nuestro celo, de nuestra fidelidad, ante e! Señor de nuestros corazones, para que seamos ministros

de Cristo y administradores de los misterios de Dios (I Cor 4, 1). Convertirse significa darnos cuenta también de nuestras negligencias y pecados, de la cobardía, de la falta de fe y esperanza, de pensar únicamente «de modo humano», y no «divino». Recordemos a este propósito la advertencia hecha por Cristo al mismo Pedro (cfr. Mt 16, 23). Convertirse quiere decir para nosotros buscar de nuevo e! perdón y la fuerza de Dios en el Sacramento de la reconciliación y así volver a empezar siempre, avanzar cada día, dominarnos, realizar conquistas espirituales y dar alegremente, porque Dios ama al que da con alegría (2 Cor 9, 7) (JUAN PABLO II, Carta Novo incipiente, n. 10).

4736 Es la oración la que señala e! estilo esencial de! sacerdocio; sin ella, e! estilo se desfigura. La oración nos ayuda a encontrar siempre la luz que nos ha conducido desde el comienzo de nuestra vocación sacerdotal, y que sin cesar nos dirige, aunque alguna vez da la impresión de perderse en la oscuridad. La oración nos permite convertirnos continuamente, permanecer en e! estado de constante tensión hacia Dios que es indispensable si queremos conducir a los demás a Él. La oración nos ayuda a creer, a esperar y amar, incluso cuando nos lo dificulta nuestra debilidad humana (JUAN PABLO II, Carta Novo incipiente, n. 10). fl(í2

4737 Nada es tan necesario a todos los eclesiásticos como la oración mental que precede todas nuestras acciones, las acompaña y le sigue [oo .]. Si administras los sacramentos, oh hermano, medita lo que haces; si celebras la Misa piensa en lo que ofreces; si cantas en el coro piensa a quién y de qué cosas le hablas; si diriges almas medita con qué sangre han sido redimidas [oo.]. Así tendremos fuerza para generar a Cristo en nosotros y en los demás (S. CARLOS BORROMEO, Acta Ecclesiae Mediolanensis, Milán 1599, 11 77-1178). María, Madre de los sacerdotes

4738 Deseo, por consiguiente, que todos vosotros, junto conmigo, encontréis en María a la Madre de! sacerdocio, que hemos recibido de Cristo. Deseo, además, que confiéis particularmente a Ella vuestro sacerdocio. Permitid que yo mismo lo haga, poniendo en manos de la Madre de Cristo a cada uno de vosotros -sin excepción alguna- de modo solemne y, al mismo tiempo, sencillo y humilde. Os ruego también, amados hermanos, que cada uno de vosotros lo realice personalmente, como se lo dicte su corazón, sobre todo e! propio amor a Cristo-Sacerdote, y también la propia debilidad, que camina a la par con el deseo de! servicio y de la santidad. Os lo ruego encarecidamente (JUAN PABLO n, Carta Novo incipiente, n. 11). 4738b Cultivad siempre e! deseo sincero de estar siempre muy cerca de María al pie de la Cruz, serenos y alegres, con la certeza de que solo en este lugar privilegiado -iuxta Crucern et Matrem- obtendréis la fuerza necesaria para desarrollar vuestro ministerio pastoral como sacerdotes de Cristo (J. ECHEVARlÚA, Para servir a la Iglesia, pp. 74-75).

SACR.AMENTOS F RANCISCO F ERNÁNOEZ-CA RVAj tl L

ACRAMENTOS

1. Jesús dispuso los medios para que, en cualquier tiempo y lugar, pudiéramos recibir todas las gracias necesarias: instituyó los sacramentos, canales divinos por los que fluye la gracia. Cada vez que los recibimos nos ponemos en contacto vital con Cristo, fuente de toda gracia. Por los sacramentos, los méritos infinitos que Cristo nos ganó pueden llegar a todos los hombres de todas las épocas y son para todos firme esperanza de vida eterna. Como «al hombre le es natural llegar a las cosas inteligibles por medio de las cosas sensibles» (Suma Teológica, 2-2, q. 60, a. 4 c), la Verdad de Dios se ha revestido de formas bien sensibles que nos manifiestan la eficacia redentora de la Cruz. Cada sacramento, tomando una forma sensible, representa ante los ojos lo que de un modo invisible realiza la gracia en el alma. Cada uno de ellos remedia una necesidad particular y son una muestra especial de la acción misericordiosa de Jesús. 2. Todos los sacramentos contienen y confieren la gracia santificante a quienes no ponen obstáculo; además comunican la gracia sacramental, que es un auxilio divino para conseguir el fin específico de cada uno de ellos. Nuestra Madre la Iglesia procura que ese ropaje sencillo que Jesús puso a los sacramentos -agua, aceite, palabras- vaya acompañado de vistosos adornos, cuando sea posible: vasos sagrados de metales preciosos, ornamentos, luces, música, canto y toda una rica gama de ceremonias, gestos, etc., que forman parte de la liturgia. 3. Es una manifestación de fe y una buena preparación para recibir un Sacramento el esfuerzo que se ponga en vivir bien todas estas indicaciones litúrgicas, haciendo bien la señal de la Cruz, una genuflexión, una inclinación de cabeza, etc. Son expresiones externas y una ayuda para recibirlos digna y fructuosamente. Todos los sacramentos son ocasión de un encuentro personal con el Señor. A través de ellos, sucede lo que escribe el Evangelista: salía de él ur,¡a virtud que daba la salud a todos. Y Jesús espera que nos acerquemos con fe y con deseos de ser curados. 4. Los sacramentales son ciertas cosas o acciones instituidas por la Iglesia a semejanza de los sacramentos, para obtener por su impetración efectos principalmente espirituales. Entre ellos se encuentran bendiciones (agua bendita), rogativas (p. ej., para pedir lluvia para el campo), los exorcismos, etc. Los sacramentales no producen la gracia por sí mismos como los sacramentos, pero por la intercesión de la Iglesia nos obtienen muchos beneficios, sobre todo espirituales.

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SACRAMENTOS ANTOLOGfA D E TEXTOS

CITAS DE LA SAGRADA ESCRITURA BAUTISMO

.:. En verdad te digo que quien no renaciera del agua y del Espíritu Santo no puede entrar en el reino de Dios. JI1 3, 5. .:. Yo Ouan Bautista) os he bautizado con agua, mas Oesús) os bautizará con el Espíritu Santo. Me 1, 8; Mt 3,

2;JI11,33. .;. Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Mt28, 19; Me 16,15-16. .;. Jesús fue con sus discípulos a la Judea, y allí moraba con ellos y bautizaba. JI1 3, 22; J1I4, 2. .:. Llegaron (Felipe y el Eunuco) a un paraje en que había agua, y dijo el Eunuco: aquí hay agua, ¿qué me impide el ser bautizado? [... j, bajaron ambos al agua y Felipe lo bautizó. Heeh 8, 36-38. .:. Entonces dijo Pedro: ¿Quién puede negar el agua del bautismo a los que, como nosotros, han recibido el Espíritu Santo? Heeh 10,47. .:. Cristo santificó a su Iglesia, limpiándola en el bautismo del agua con la palabra de vida. Ef5, 26 . .;. Ellos (los Efesios) dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Pues ¿con qué bautismo, les replicó (Pablo), fuisteis bautizados? Heeh 19, 2-3. .:. Luego que creyeron la palabra de Dios que Felipe (diácono) les anunciaba, hombres y mujeres se hacían bautizar. Heeh 8, 12. .;. Todos los que estáis bautizados en Cristo estáis revestidos de Cristo. Ya no h-ay distinción de judío, ni de griego; ni de siervo, ni de libre; ni de hombre ni de mujer. GaL3, 27-28. .:. El Señor abrió el corazón de Lidia para recibir bien las cosas que Pablo decía, y fue bautizada ella y su familia. Heeh 16, 14-15. .:. Recibió luego el bautismo, él (el carcelero de Filipos) y toda su familia. Heeh 16, 33. .;. Crispo, Jefe de la Sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia, y muchos ciudadanos de Corinto, oyendo a Pablo, creyeron, y todos fueron bautizados. Heeh 18, 8. .:. Dios nos ha salvado por el Bautismo de regeneración y renovación del Espíritu Santo. Tit 3, 5. .;. Todos los que habéis sido bautizados en Cristo estáis revestidos de Cristo. GaL 3, 27. .:. En el Bautismo hemos quedado sepultados con Cristo, a fin de que así como Cristo resucitó de muerte a vida [.. .] así también nosotros vayamos con nueva vida. Rom 6, 4. 864

.;. Sea bautizado cada uno de vosotros [...] para remisión de vuestros pecados. Heeh 2, 38 . .;. Cristo amó a su Iglesia, y se sacrificó por ella para santificarla, limpiándola con el bautismo del agua con la palabra de vida. Ef5, 25-26 . .;. Aquellos que recibieron su doctrina fueron bautizados, y se añadieron aquel día (a la Iglesia) cerca de tres mil personas. Heeh 2, 41 . .;. Todos nosotros hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para componer un solo cuerpo. 1 COI' 12, 13. CONFIRMACIÓN

.;. Yo voy a enviaros el que mi Padre os ha prometido; entre tanto permaneced en la ciudad, hasta que seáis revestidos de la fortaleza de lo alto. Le24, 49. .;. Vosotros habéis de ser bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días. Heeh 1, 5. .;. El Espíritu Santo aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. Heeh 8, 16-17 . .;. Oído esto se bautizaron (los efesios) en nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles Pablo impuesto las manos descendió sobre ellos el Espíritu Santo. Heeh 19, 5-6. SAGRADA EUCARISTÍA

.;. Yo soy el pan vivo que he bajado del cielo. Quien comiere este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi misma carne para la vida del mundo. JII 6, 51-52 . .;. Mi carne verdaderamente es comida, y mi sangre verdaderamente es bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre en mí mora y yo en él. J116, 56-57. .;. Estando cenando, tomó Jesús el pan, y lo bendijo, lo partió, y se lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed, este es mi cuerpo. Y tomando el cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed todos de él, porque esta es mi sangre del Nuevo Testamento. Mt 26, 2628; Me 14, 22-24; Le 22, 19-20, 1 COI' 11, 24-26 . .:. Yo aprendí del Señor [.. .] que el Señor Jesús, la noche misma en que había de ser entregado, tomó el pan Y dijo: Tomad y comed, este es mi cuerpo [... j, haced ~s­ to en memoria mía. Y de la misma manera el cálIz, después de haber cenado, diciendo: Este cáliz es el Nuevo ,Testamento en mi sangre: haced esto cuantas veces 16 bebiéreis, en memoria mía. 1 COI' 11, 23-25; Mt26, 26-28; Me 14,22-24 Y Le22, 19-20. .:. Quien comiere este pan, o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del cuerpo y de la sangre del Señor [... j, porque quien lo come y bebe indignamente se traga y bebe su propia condenación . 1 COI' 11, 27-29.

SACRAMENTOS FRANCISCO FERNANDEz -CARVAjAL

.:. Si no comiereis la carne del Hijo del hombre y no bebiereis su sangre no tendréis vida en vosotros . jn 6 , 54. .:. Trabajad para tener no tanto el manjar que se consume, sino el que dura hasta la vida eterna, el cual os dará el Hijo del hombre. Jn6, 2? .:. He venido para que tengan vida y la tengan en más abundancia. j//10, 10. ~.

Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Quien come este pan vivirá eternamente. jn6, 55-59.

PENITENCIA

.:. Como mi Padre me envió así os envío yo a vosotros [...). Recibid el Espíritu Santo; quedan perdonados los pecados a aquellos a quienes los perdonareis y quedan retenidos a quienes se los retuviereis. j//20, 21-23 . .:. Os empeño mi palabra, que todo lo que atareis sobre la tierra será eso mismo atado en el cielo; y todo lo que desatareis sobre la tierra será eso mismo desatado en el cielo. Mt 18,18. .:. Si dijéremos que no tenemos pecado, nosotros mismos nos engañamos [...); pero si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonárnoslos y lavarnos de toda iniquidad. 1 jn 1, 8-9. .;. Hijos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; mas si alguno pecare, tenemos por abogado para con el Padre a Jesucristo, que es la víctima de propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo. 1 Jn2, 1-2. SACRAMENTO DEL ORDEN

.:. Tomad y comed; este es mi cuerpo que por vosotros será entregado (a la muerte); haced esto en memoria mía [.. .). Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre; haced esto cuantas veces lo bebiereis en memoria mía. 1 Cor 11,24-25. .;. A mí se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra [... ). Id, pues, e instruid a todas las naciones [.. .) enseñándolas a observar todas las cosas que yo os he mandado. Mt28, 18-20. .:. Los elegidos (para Diáconos) fueron presentados a los Apóstoles, los cuales, haciendo oración, les impusieron las manos. Heeh 6, 6. ~.

Habiendo (San Pablo y San Bernabé) ordenado sacerdotes en cada una de las Iglesias, después de oraciones y ayunos, los encomendaron al Señor. Heeh 14, 22.

.:. Te exhorto a que avives la gracia de Dios que reside en ti por la imposición de mis manos. 2 Tim 1, 6. .:. La causa por la que te dejé en Creta es para que [.. .) establezcas en cada ciudad presbíteros, conforme yo te prescribí. Tit 1, 6. UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

.:. Habiendo convocado a los doce, comenzó a enviarlos de dos en dos [... ). De esta suerte salieron a predicar [.. .) y lanzaban muchos demonios, y ungían a muchos enfermos con óleo y los sanaban. Me 6, 12-13. .:. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia y oren por él, ungiéndole con el óleo en el nombre del Señor, y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le aliviará, y si se halla con pecados se le perdonarán. Sant5, 14-15 . MATRIMONIO

.:. Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se juntará con su mujer y serán los dos una carne. Sacramento es este grande, hablo con respecto a Cristo y a la Iglesia. Ef5,31-32. .:. Vosotros, esposos, amad a vuestras mujeres así como Cristo amó a su Iglesia y se sacrificó por ella para santificarla. Ef5, 25. .:. Jesús les dijo: ¿No sabéis que Aquel que al principio crió al linaje humano crió un hombre y una mujer y dijo: Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá con su mujer, y serán los dos una sola carne? Mt 19,4-5; Me 10,6-8. .:. Viva cada uno con su mujer, y cada una con su marido. 1 Cor?, 2. .:. Cualquiera que desechase a su mujer y tomare otra, comete un adulterio contra ella. Y si la mujer se aparta de su marido y se casa con otro, es adúltera. Me 10, 11-12; Mt 19,9. .:. Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio; y lo comete también el que se casa con la repudiada por su marido. Le 16, 18. .:. Una mujer casada está ligada por la ley (del matrimonio) al marido, mientras este vive [... ], pero si el marido muere, queda libre del vínculo y puede casarse con otro sin ser adúltera. Rom?, 2-3; 1 Cor?, 39. .:. A las personas casadas mando, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe del marido; que si se separa, no pase a otras nupcias o bien reconcíliese con su marido. Ni tampoco el marido repudie a su mujer. 1 Cor ?, 10-11 .

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SAl :RAl\fENTOS A NT OLOCfA DE TEXT OS

SELECCIÓN DE TEXTOS «Canales de la gracia »

4739 Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación de! Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero en cuanto signos, también tienen un fin pedagógico. No solo suponen la fe, sino que a la vez la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas; por eso se llaman sacramentos de la fe (CONC. VAT. I1, Consto Sacrosanctum Concilium, n. 59) . 4740 [... ] aunque nos concede su gracia de muchos otros modos, ha instituido expresa y libremente -solo Él podía hacerlo- estos siete signos eficaces, para que de una manera estable, sencilla y asequible a todos, los hombres puedan hacerse partícipes de los méritos de la Redención (SAN jOSEMAlÚA ESCRIvÁ, Es Cristo que pasa, 78). 4741 Los Sacramentos son acciones de Cristo, que los administra por medio de los hombres . Y así los sacramentos son santos por sí mismos y por la virtud de Cristo; al tocar los cuerpos, infunden gracia en las almas (PABLO VI, Mysteriumfidei, 3-IX-1965). 4742 Cuando una persona se pone enferma, ocurre en ocasiones que no se logra encontrar la medicina. En lo sobrenatural, no sucede así. La medicina está siempre cerca: es Cristo jesús, presente en la Sagrada Eucaristía, que nos da además su gracia en los otros Sacramentos que instituyó (SAN jOSEMARÍA ESCRIvÁ, Es Cristo que pasa, 160). 4743 Lo que fue visible en nuestro Redentor pasó a los sacramentos (S . LE6N MAGNO, Sermón 2, sobre la Ascensión) . 866

4744 Dios nos envía amigos, ora sea un santo, ora un ángel, para consolarnos [... ], nos hace sentir con mayor fuerza la eficacia de sus gracias a fin de fortalecernos y armarnos de valor. Mas, al recibir los sacramentos, no es un santo o un ángel, es Él mismo quien viene revestido de todo su poder para aniquilar a nuestro enemigo. El demonio, al verle dentro de nuestro corazón, se precipita a los abismos; aquí tenéis, pues, la razón o motivo por e! cual e! demonio pone tanto empeño en apartarnos de ellos, o en procurar que los profanemos. En cuanto una persona frecuenta los sacramentos, e! demonio pierde todo su poder sobre ella (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre la perseverancia). Necesarios para la perseverancia

4745 Hemos abandonado también a Dios, desde e! momento en que ya no frecuentamos los Sacramentos (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre el pecado). 4746 Se ha de enseñar que, cuando se administran, está allí para auxiliamos la gracia eficacísima de! Espíritu Santo, que penetra hasta lo más íntimo de nuestro corazón; asimismo, que están dotados de la virtud admirable y cierta para sanar las almas; y también que por medio de ellos se nos comunican las inmensas riquezas de la pasión de! Señor. y enseñen, por último, que todo e! edificio cristiano se funda sobre e! cimiento solidísimo de la piedra angular; pero que, si no se afianza por todas partes con la predicación de la palabra divina y e! uso de los sacramentos, es muy de temer que, debilitado en gran parte, se venga a tierra; porque, de! mismo modo que por los sacramentos somos admitidos a la vida, así también con esta especie de alimen-

SACRAMENTOS F RA NCISCO F ERNÁNDEZ- CARVAj AL

to nos sostenemos, nos conservamos y nos enriquecemos (Catecismo Romano, I1, 1, 32).

Cristo quien bautiza (S . AGUSTfN, Trat. Evang. S. Juan, 6).

4747

4750 La fuerza espiritual del Sacramento es como la luz: llega pura a los objetos que ilumina, y no se mancha aunque pase por medios inmundos. Sin embargo, los ministros deben ser santos, y no" deben buscar la propia gloria, sino la de Aquel a quien sirven (S. AGUSTfN, Trat. Evang. S. Juan, 5).

Los sacramentos nos dan tanta fuerza para perseverar en la gracia de Dios, que jamás se ha visto a un santo apartarse de los sacramentos y perseverar en la amistad de Dios; en los sacramentos hallaron cuantas fuerzas les eran necesarias para no dejarse vencer del demonio (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre la perseverancia).

4748 Los Sacramentos, medicina principal de la Iglesia, no son superfluos: cuando se abandonan voluntariamente, no es posible dar un paso en el camino del seguimiento de Jesucristo: los necesitamos como la respiración, como el circular de la sangre, como la luz, para apreciar en cualquier instante lo que el Señor quiere de nosotros (SAN JOSEMAIÚA ESCRIvÁ, Es Cristo que pasa, 80). 4748b ¡No tengdis miedo de los riesgos! ¡La fuerza divina es mucho más potente que vuestras dificultades! Inmensamente más grande que el mal, que actúa en el mundo, es la eficacia del sacramento de la reconciliación, llamado acertadamente por los Padres de la Iglesia «segundo bautismo» . Mucho más impacto que la corrupción presente en el mundo tiene la energía divina del sacramento de la confirmación, que hace madurar el bautismo. Incomparablemente más grande es, sobre todo, la fuerza de la Eucaristía OUAN PABLOII, Cartaalasfomilias,2-I1-1994,n.18). 4749 Cuando Pedro bautiza, es Cristo quien bautiza [oo.]; cuando Judas bautiza, es

4751 Así como sacan poca agua de una fuente los que van allí con vasos pequeños y sacan mucha quienes los llevan mayores, no distinguiendo la fuente las medidas, y como sucede también a la luz, que extiende más o menos su claridad según las ventanas que se abren, así se recibe la gracia, según la medida de las disposiciones (S. JUAN CRlSOSTOMO, en CatenaAurea, vol. VI, p. 324) . 4752 Como estos ministros en las funciones sagradas no representan su persona, sino la de Cristo, resulta de aquí que, ya sean buenos, ya malos, con tal que usen de la forma y de la materia que observó siempre la Iglesia católica por institución de Cristo, y tengan intención de hacer lo que hace la Iglesia en su administración, hacen y administran verdaderos sacramentos; de manera que nadie ni nada puede impedir el efecto de la gracia, a no ser que quienes los reciben quieran privarse a sí mismos de tan grande bien y resistir al Espíritu Santo, y esta fue siempre doctrina cierta y reconocida en la Iglesia (Catecismo Romano, I1, 25).

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SAGHADA ESCHITURA. A NTOLOGfA DE T EXTOS

SAGRADA ESCRITURA

l. San Juan Crisóstomo llama a las Sagradas Escrituras cartas enviadas por Dios a los hombres (cfr. Hom. sobre el Génesis, 2, 2). Y San Jerónimo exhortaba a un amigo suyo con esta recomendación: «Lee con mucha frecuencia las divinas Escrituras; es más, nunca abandones la lectura sagrada» (Epístola 52). El Concilio Vaticano II «recomienda insistentemente a todos los fieles [...] la lectura asidua de la Sagrada Escritura para que adquieran la ciencia suprema de jesucristo (Flp 3, 8), pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo (S. Jerónimo). Acudan con gusto al texto mismo: en la liturgia, tan llena de las palabras divinas; en la lectura espiritual [... ]. Recuerden que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos las divinas Escrituras» (CONC. VAT. II, Consto Dei Verbum, 25) . La Carta a los Hebreos enseña: Que la palabra de Dios es viva y eficaz (cfr. Heb 4, 12) . Y quizá nos quiera decir que es siempre actual, nueva para cada hombre, nueva cada día, y, además, palabra personal porque va destinada expresamente a cada uno. No será difícil reconocernos -de modo especial en el Evangelio- en un determinado personaje de una parábola o sentir en nuestra alma unas palabras pronunciadas por Jesús como dichas especialmente para nosotros. Muchas veces y

de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros padres por ministerio de los Profetas; últimamente, en estos días, nos ha hablado por su Hijo (cfr. Heb 1, 1). Estos días son también los nuestros. Jesucristo sigue hablando. Sus palabras, por ser divinas y eternas, son siempre actuales. Leer el Evangelio con fe es creer que todo lo que se dice en él está, de alguna manera, ocurriendo ahora. Es actual la marcha y la vuelta del hijo pródigo; la oveja que anda perdida y el Pastor que ha salido a buscarla; la necesidad de la levadura para convertir la masa y de la luz para que ilumine la tremenda oscuridad que, a veces, se cierne sobre el mundo y el hombre, etc. 2. En el Santo Evangelio está descrita la historia profunda de nuestra vida; es decir, la historia de nuestras relaciones con Dios. El Evangelio nos revela lo que es y vale nuestra vida y nos traza el camino que debemos seguir. El Verbo -la Palabra- es la luz que ilumina a todo hombre Un 1, 9). Y no hay hombre al que no haya sido dirigida esta Palabra de vida sobrenatural. Di una sola palabra y [oo.]. Una sola palabra de Cristo aquieta, serena los sentidos, llena de esperanza, puede cambiar el sentido de la vida en un hombre. Si meditamos el Evangelio, encontraremos la paz. Según una antigua costumbre cristiana, cuando alguien se encontraba en un apuro o en una duda, abría el Evangelio al azar y leía el primer versículo encontrado. Muchas veces no se encontraba la respuesta adecuada, pero siempre se encontraba un poco de paz, de serenidad; se había entrado en contacto con Jesús. Salía de Él una virtud que sanaba a todos (cfr. Mc 6, 56), comenta en cierta ocasión el Evangelista. Y esa virtud sigue saliendo de Jesús ahora, cuando entramos en contacto con Él. El Evangelio debe ser el primer libro del cristiano porque nos es imprescindible conocer a Cristo; hemos de mirarlo y contemplarlo hasta conocer de memoria todos los rasgos de sU 868

SAGRADA ESCRITURA FRANCISCO FERNAN DEZ-CARVAjAL

rostro. El Santo Evangelio nos permite meternos de lleno en el misterio de Jesús, especialmente hoy, cuando tantas y tan confusas ideas circulan sobre el tema más trascendental para la Humanidad: Jesucristo, Hijo de Dios, piedra angular, fundamento de todo hombre. 3. Ningún libro, ninguna lectura tiene la virtud de acercarnos tanto a Dios como la que está escrita bajo la misma inspiración divina. Por eso en el Santo Evangelio debemos aprender la ciencia suprema de jesucristo (Flp 3, 8). No podemos pasar las páginas de la Escritura Sagrada como si se tratara de un libro cualquiera. «En los libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos» (CONC. VAT. I1, Consto Dei Verbum, 21). Nuestra lectura ha de ir acompañada de oración, pues en el Santo Evangelio está «el alimento del alma, la fuente límpida y perenne de la vida espiritual» (Ibídem).

CITAS DE LA SAGRADA ESCRITURA .;. Todo cuanto esrá escriro, para nuesrra enseñanza fue escriro, a fin de que por la paciencia y por la consolación de las Escrituras esremos firmes en la esperanza. Rom 15, 4. .;. La palabra de Dios es viva y eficaz, y más rajante que una espada de dos filos, y penerra hasra la división del alma y del espíritu, las coyunturas y la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Heb4,12. .;. Yo les he comunicado las palabras que Tú me disre, y ellos ahora las han recibido, y conocieron verdaderamente que Yo salí de Ti y creyeron que Tú me has enviado. Jn 17, 8. .;. [... ] Él les dijo: Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la ponen en prácrica. Le 11, 28. .;. El que es de Dios oye las palabras de Dios; por eso vosorras no las oís, porque no sois de Dios. JI! 8, 47. .~ Poned, pues, en vuesrro corazón y en vuesrra alma las palabras que Yo os digo; aradlas a vuesrras manos para recordarlas y ponedlas como fronral anre vuesrros ojos. Dt 11, 18. .:. [... ] os hago saber, hermanos, que el evangelio por mí predicado no es de los hombres. Gal1, 11 . .;. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ri ene ya quien le juzgue: la palabra que yo he hablado, esa le juzgará en el úlrimo día. JI! 12, 48.

.;. [... ] el que escucha esras palabras y no las pone por obra, será semejante al necio, que edificó su casa sobre arena. Mt7, 26. .;. [... ] recibid con mansedumbre la palabra injerrada en vosorros, capaz de salvar vuesrras almas. Ponedla en prácrica y no os contenréis solo con oírla [.. .], pues quien se contente con solo oír la palabra, sin pracricarla, será semejante al varón que conrempla en un espejo su rosrro y, apenas se conrempla, se va y al insrante se olvida de cómo era. Sal!t 1,21-24. .;. Vienen días, dice Yahvé, en que mandaré yo sobre la rierra hambre, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Yahvé [... ]. Am 8, 11 . .;. Y renemos aún algo más firme, a saber: la Palabra, a la cual hacéis muy bien en arender, como a lámpara que luce en lugar renebroso, hasra que luzca el día y ellucero se levante en vuesrros corazones. 2 Pdr 1, 19 . .:. Tu palabra es para mis pies una lámpara, la luz de mi sendero. Sall18, 105. .;. Toda la palabra de Dios es acrisolada, es el escudo de quien en Él confía. Prov 30, 5 . .;. Tomad el yelmo de la salvación y la espada del espíriru, que es la palabra de Dios. E16, 17 . .;. ¡Cuán dulces so n a mi paladar tus palabras, más que la miel para mi boca! Sall18, 103.

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SAGRADA ESCRITURA A NTOLOGfA D E TEXTOS

SELECCIÓN DE TEXTOS Luz para nuestra vida y medio para consolidar la fe

4753 Si se da una razón contra la autoridad de las divinas Escrituras, por muy aguda que sea, engaña con semejanza a la verdad, pues no puede ser verdadera (S. AGUSTíN, Epístola 143). 4 754 Las enseñanzas de la ley y los profetas, cristianamente entendidas, son como la estrella que conduce al conocimiento del Verbo encarnado a todos aquellos que han sido llamados por designio gratuito de Dios (S. MAxIMO, Centuria 1). 4755 Después que uno estudia la Escritura se vuelve sensible, es decir, adquiere el discernimiento y gusto de la razón para distinguir lo bueno de lo malo, lo dulce de lo amargo (SANTO ToMAS, en Catena Aurea, vol. 1, p. 51). 4756 La fe tiene cierta luz propia en las Escrituras, en la profecía, en el Evangelio, en las epístolas apostólicas. Todos estos documentos, que se nos leen en tiempos oportunos, son lámparas colocadas en lugar oscuro para que nos dispongan a recibir la luz del día (S. AGUSTíN, Comento sobre el Salmo 126). 4757 Los preceptos evangélicos no son sino enseñanzas divinas, fundamentos para edificar la esperanza, medios para consolidar la fe, alimento para inflamar el corazón, guía para indicar el camino, amparo para obtener la salvación; ellos, instruyendo las mentes dóciles de los creyentes en la tierra, los conducen a la vida eterna (S. CIPRIANO, Trat. sobre la oración) . 870

4758 El instruido en las Escrituras se hace fuerte para arrostrar todas las adversidades (SANTO ToMAs, en CatenaAurea, vol. 1, p. 52). 4759 Se equivocan los que no conocen las Escrituras, y cuando las desconocen, desconocen también el poder de Dios (S. JERÓNIMO, en CatenaAurea, vol. I1I, p. 78) . Veneración por la Sagrada Escritura

4760 La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues, sobre todo en la sacra liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. La Iglesia ha considerado siempre como suprema norma de su fe la Escritura unida a la Tradición, ya que, inspirada por Dios y escrita de una vez para siempre, nos transmite inmutablemente la palabra del mismo Dios; y en las palabras de los Apóstoles y los Profetas hace resonar la voz del Espíritu Santo. Por tanto, toda la predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y regir con la Sagrada Escritura (CONC. VAT. 11, Const. Dei Verbum, 21). 4760b De aquella ciudad con respecto a la cual nosotros hemos de considerarnos como peregrinos nos han llegado algunas carras: son las mismas Escrituras (SAN AGUSTÍN, Contra adversarios Legís et Prophetarum, 1, 17,35). 4761 En los Libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Yes tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida

S.\.GRADA ESCRITUl~A FRANCISCO FERNÁN DEZ·CARVAJAL

espiritual. Por eso se aplican a la Escritura de modo especial aquellas palabras: La palabra de Dios es viva y enérgica (Heb 4, 12), puede

edificar y dar la herencia a todos los consagrados (Hech 20, 32; cfr. 1 Tes 2, 13) (CONC. VAT. 11, Consto Dei Verbum, 21).

4762 Todo lo que dicen las Escrituras lo dice el Señor, por lo que son más dignas de fe que el que un muerto resucite, o que un ángel del Señor baje del cielo (S. JUAN CRISÓSTOMO, en CatenaAurea, vol. VI, p. 258). «Tesoros ocultos» que encierra

4763 A los israelitas se les dio el maná en el desierto, como a nosotros la dulzura de las Escrituras, para que nos mantengamos animosos en este yermo de la vida humana (S. AGUSTÍN, Sermón 4).

4764 Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos a que evocara su reflexión. La palabra de Dios es el árbol de vida que te ofrece el fruto bendito desde cualquiera de sus lados, como aquella roca que se abrió en el desierto y manó de todos lados una bebida espiritual (S. EFRÉN, Comento sobre el Diatessaron, 1).

4765

Podría muy bien compararse la Escritura a una tierra exuberante y fértil. En ella nacen y se desarrollan gran abundancia de frutos que han de sustentar y nutrir la vida humana (CASIANO, Colaciones, 8).

4766 No os descarriéis entre la niebla, escuchad más bien la voz del pastor. Retiraos a los montes de las santas Escrituras, allí encontraréis las delicias de vuestro corazón, nada hallaréis allí que os pueda envenenar o dañar, pues ricos son los pastizales que allí se encuentran (S. AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).

Lectura y meditación de la Sagrada Escritura

4767

Nos valemos de ordinario de la lectura asidua y de la meditación de las Escrituras, para procurar a nuestra memoria pensamientos divinos (CASIANO, Colaciones, 1).

4767b Es sobre todo el Evangelio lo que me ocupa durante mis oraciones; en él encuentro todo lo que es necesario a mi pobre alma. En él descubro siempre nuevas luces, sentidos escondidos y misteriosos (SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS, Manuscritos autobiográficos, A, 83v).

4768

La Escritura divina es como un campo en el que se va a levantar un edificio. No hay que ser perezosos, no contentarse con edificar en la superficie; hay que cavar hasta llegar hasta la roca viva: esta roca es Cristo (S. AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 23) .

4769

Que de este modo, por la lectura y estudio de los Libros sagrados, se difonda y brille la palabra de Dios (2 Tes 3); que el tesoro de la revelación encomendado a la Iglesia vaya llenando el corazón de los hombres. Y como la vida de la Iglesia se desarrolla por la participación asidua del misterio eucarístico, así es de esperar que recibirá nuevo impulso de vida espiritual con la redoblada devoción a la palabra de Dios, que dura para siempre (Js 40, 8; 1 Pdr 1, 23-25) (CONC. VAT. 11, Consto Dei Verbum, 26).

4770 No basta con tener una idea general del espíritu de Jesús, sino que hay que aprender de Él detalles y actitudes. Y, sobre todo, hay que contemplar su paso por la tierra, sus huellas [... ]. Porque hace falta que la conozcamos bien (la vida de Jesús), que la tengamos toda entera en la cabeza y en el corazón [...]; de forma que, en las diversas situaciones de nuestra conducta, acudan a la memoria las 871

SAGRillA ESCRITURA A NTOLOGfA DE T EXTOS

palabras y los hechos del Señor (SAN JOSEMAlÚA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 107).

4771

La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo espíritu con que fue escrita (S. JERÓNIMO, Comento Epístola a los Gálatas, 5).

4772

(A la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo entre Dios y el hombre, pues) a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras (SAN AMBROSIO, Sobre los oficios, 1, 20, 25).

4773

Es preciso que meditemos continuamente la Palabra de Dios [... ]; esta meditación ayuda poderosamente en la lucha contra el pecado (SANTO ToMAs, Sobre el Credo, 2, 1. c., 52).

Alimento del pueblo de Dios

4774 La Iglesia, esposa de la Palabra hecha carne, instruida por el Espíritu Santo, procura comprender cada vez más profundamente la Escritura para alimentar constantemente a sus hijos con la palabra de Dios; por eso fomenta el estudio de los Padres de la Iglesia, orientales y occidentales, y el estudio de la liturgia. Los exegetas católicos y los demás teólogos han de trabajar en común esfuerzo y bajo la vigilancia del Magisterio para investigar con medios oportunos la Escritura y para explicarla, de modo que se multipliquen los ministros de la palabra capaces de ofrecer al pueblo de Dios el alimento de la Escritura, que alumbre el entendimiento, confirme la voluntad, encienda el corazón en amor a Dios (CONC. VAT. II, Consto Dei Verbum, 23).

«Alma de la teología »

4775

La Sagrada Escritura contiene la palabra de Dios, y en cuanto inspirada es real-

872

mente palabra de Dios; por eso la Escritura debe ser el alma de la teología. El ministerio de la palabra, que incluye la predicación pastoral, la catequesis, toda la instrucción cristiana y en puesto privilegiado la homilía, recibe de la palabra de la Escritura alimento saludable y por ella da frutos de santidad (CONC. VAT. II, Const. Dei Verbum, 24) .

También el diablo utiliza la Sagrada E scritura para en señar y hacer el mal

4 776 Alguien podría quizá preguntar: ¿cómo se explica que el diablo utilice las citas de la Sagrada Escritura? No tiene más que abrir el Evangelio y leer. Encontrará escrito: Entonces el diablo lo tomó -se trata del Señor, del Salvador-

y lo puso sobre lo alto del templo y le dijo: si eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo; pues está escrito: te he encomendado a los ángeles, los cuales te tomarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra (Mt4, 5-6). ¿Qué no hará a los pobres mortales el que tuvo la osadía de asaltar, con testimonios de la Escritura, al mismo Señor de la majestad? (S. VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 26).

4777 Mas alguien se dirá: ¿es que quizá los herejes no se sirven de los testimonios de la Sagrada Escritura? Ciertamente que se sirven iY con cuánta apasionada vehemencia! Se les ve pasar de un libro a otro de la Ley Santa: desde Moisés a los libros de los Reyes, desde los Salmos a los Apóstoles, desde los Evangelios a los Profetas. En sus asambleas, con los extraños, en privado, en público, en los discursos y en los escritos, durante las comidas Y en las plazas públicas, es raro que mantengan alguna cosa si antes no la han revestido con la autoridad de la Sagrada Escritura (S. VICENTE DE LERINS, Commonitorio, n. 25).

SAGRADA ESCRITURA F RANCISCO FERNAND EZ-CARVAjAL

4778 Porque ahora y siempre hay personas que, con la Escritura en sus manos, en su memoria y en sus bocas, cometen grandes errores en cuanto a su interpretación, y esto porque tienen prejuicios contra su verdadero sentido (CARD. J. H . NEWMAN, Dom. de Quincuagési-

ma, Homilía sobre el prejuicio y la fe). Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio

4779 La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas; manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el mismo fin. La Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo . La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación (CONC. VAT. n, Consto Dei Verbum, 9).

4780 La Escritura es clara en sus palabras, pero el espíritu humano es oscuro y, como la lechuza, no puede ver la claridad [... ]. El espíritu de Dios nos ha dado la Escritura, y nos revela su verdadero sentido, pero solo a su Iglesia, columna y apoyo de la verdad; Iglesia por cuyo ministerio el espíritu divino guarda y mantiene su verdad, es decir, el verdadero sentido de su palabra; Iglesia, en fin, que es la única que cuenta con la asistencia del Espíri-

tu de la verdad para encontrar adecuada e infaliblemente la verdad en la palabra de Dios. El que busque la verdad de la palabra divina fuera de la Iglesia, que es su custodia, nunca la encontrará; y el que quiera poseerla por medio distinto al de su ministerio, en vez de desposarse con la verdad, lo hará con la vanidad; en vez de poseer la claridad del Verbo sagrado, seguirá las ilusiones del ángel mentiroso, que se transfigura en ángel de luz (S. FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm . 118, 1. c., p. 752).

4781

El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo. Pero el Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para se creído (CONC. VAT. n, Consto Dei Verbum, 10) .

4782 Así pues, la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas (CONC. VAT. n, Consto Dei Verbum, 10).

87:3

SAN JOSÉ ANTOLOGIA DE T EXTOS

SAN JOSÉ 1. Podemos pensar que los primeros devotos de José fueron María y Jesús. Ellos nos dieron ejemplo de amor al Santo Patriarca. Luego aparecieron las primeras comunidades cristianas. Los destinatarios de los Evangelios de San Mateo y San Lucas se muestran ya devotos de San José y dicen de él todas sus grandezas: su papel en la historia de la salvación, sus virtudes, su sencillez y su silencio. La vida de José se entiende por su cometido aquí en la tierra. Dios había previsto que su Hijo naciera de la Virgen, en una familia, y que en ella se desarrollara humanamente. La vida de Jesús en este mundo había de ser como la de un hombre más; debía nacer indefenso, necesitado de un padre que le protegiera y le enseñara lo que todos los padres enseñan a sus hijos. En el cumplimiento de esta misión de padre habría de estar toda la esencia de la vida de José y su último sentido. En el «ser padre de Jesús» habría de estar la vocación de José, toda su vida. Vino al mundo para hacer de padre del Hijo de Dios, de la misma manera que cada hombre viene al mundo con un peculiar encargo divino, en lo cual radica el sentido de su vida. Cuando el Ángel le revela el misterio de la concepción virginal de Jesús, aceptó plenamente su misión, a la que permanecería fiel hasta su muerte. Su fin en la vida fue ser cabeza de la Sagrada Familia. Su gloria y su felicidad consistió en haber sabido entender la voluntad de Dios y en haberla llevado a cabo fielmente hasta el final. A San José no se le oye en el Evangelio. No es que fuese tímido o desempeñase un papel intrascendente, sino que vivió para adentro todo el misterio de la Encarnación. Cuando encuentran a Jesús en el Templo, es María la que habla: Mira que tu padre y yo, apenados, andábamos buscándote (Le 2, 48). Pero nos muestra su vida de varón justo, verdadero israelita, cumplidor de los planes de Dios. Su vida estuvo llena de gozo y de cruz: la aceptación de las circunstancias en que se encontraba María, las dificultades de Belén, las palabras oídas a Simeón en el Templo, la huida a Egipto; la vida sin recursos en un país extraño; la vuelta de Egipto a la muerte de Herodes; la necesidad de ganar el sustento diario para la Sagrada Familia. Todo esto manifiesta las virtudes humanas de S. José, poniendo en cada momento los medios que cada situación requería.

2. La vocación de San José se prolonga a través del tiempo, y su paternidad no alcanza solo a Jesús, sino a la misma Iglesia -Cuerpo místico de Cristo-, que continúa su acción salvadora. Así lo reconoció el Papa Juan XXIII cuando incorporó su nombre en el Canon Romano y lo declaró Patrono universal de la Iglesia, recogiendo el sentir de toda la tradición. Cuando aquel otro José -hijo del Patriarca Jacob- estaba al frente de la casa del faraón, hubo hambre en todas fas tierras, mientras había pan en fa tierra de Egipto (..). y el faraón decía a todos fas egipcios: id a José y haced fo que él os diga (Gen 41, 54-55). Son palabras que la Liturgia aplica al padre de Jesús, porque también San José vela sobre la Iglesia, necesitada -como JesÚs niño- de protección y de continuos desvelos. Este es el sentido del patrocinio de San José sobre la Iglesia y sobre todos los cristianos. 874

SAN JOSÉ F RANCISCO F ERNÁNDEz -CARVAjAL

Para los hombres y mujeres de nuestro tiempo, como para los de cualquier época, constituye S. José no solo una figura entrañable, venerable, cuya vocación y dignidad admiramos, y cuya fidelidad en servicio de Jesús y María agradecemos. Nos proporciona, además, un modelo, cuya enseñanza callada podemos y debemos seguir: «Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además, Maestro de vida interior: porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con Él, a sabernos parte de la familia de Dios. San José nos da esas lecciones siendo, como fue, un hombre corriente, un padre de familia, un trabajador que se ganaba la vida con el esfuerzo de sus manos. Y ese hecho tiene también para nosotros un significado que es motivo de reflexión y de alegría [...]. »José era, efectivamente, un hombre corriente, en el que Dios se confió para obrar cosas grandes. Supo vivir, tal y como el Señor quería, todos y cada uno de los acontecimientos que compusieron su vida [... ]. »Dios le va revelando sus designios y él se esfuerza por entenderlos. San José, como ningún hombre antes o después de él, ha aprendido de Jesús a estar atento para reconocer las maravillas de Dios, a tener el alma y el corazón abiertos [... ]. ))Maestro de vida interior, trabajador empeñado en su tarea, servidor fiel de Dios en relación continua con Jesús: este es José. Ite ad Ioseph. Con San José, el cristiano aprende lo que es ser de Dios y estar plenamente entre los hombres, santificando el mundo)) (S. JOSEMAlÚA ESCRIvA, Es Cristo que pasa, nn. 39, 40,54,56). 3. San José enseñó a trabajar a Jesús, y desde el taller de su padre adoptivo el Señor redime también el mundo. Nuestro trabajo nos hace colaborar con Dios en la obra de la creación y en la obra de la Redención. Ese mismo trabajo de cada día nos relaciona con los hombres, a los que hemos de servir y acercar a Dios. San José, si se lo pedimos y contemplamos su vida, nos enseña a corredimir con Jesús a través de nuestro trabajo de cada día. San José es también abogado de la buena muerte, porque nadie como él tuvo una muerte más dulce y llena de paz, entre Jesús y María.

CITAS DE LA SAGRADA ESCRITURA .:. El patriarca, figura de S. José. , nn. 5169-51 74.

El valor cristiano del tiempo, nn. 5175-5185 . Tiempos litúrgicos Adviento, nn. 2411-2414. Navidad, nn. 2415-2423. Epifanía, nn. 2424-2427. Cuaresma, nn. 2428-2431. Pasión, nn. 2432-2445. Resurrección, nn. 2446-2458. Ascensión, nn. 2459-2462. Pentecostés, nn. 2463-2467.

TRABAJO Valor ejemplar y apostólico del trabajo, nn. 371-373. - Y Comunión de los Santos nn. 1054-1063. El trabajo doméstico, nn. 2251-2254. Laboriosidad, nn. 4193-4199. - y presencia de Dios, nn. 4325-4332. Santificación del trabajo, nn 4833-4837. El ejemplo de Jesucristo, nn. 5186-5187. Medio y camino de santidad y apostolado, nn . 5188-5197. Frutos sobrenaturales y humanos del trabajo, nn. 5198-5203b. El trabajo y la dignidad del hombre, nn. 5204-5211.

Trinidad Santísima Devoción a la Sma. Trinidad, nn. 1641-1647. Nuestro Padre Dios, nn. 2468-2471. Dios Hijo, nn. 3084-3213. Dios Espíritu Santo, nn. 2033-2074.

TRISTEZA y actuación del demonio en ese estado, nn. 1523-1524. - Yamargura del pecado, nn. 4080-4088. - Ysoberbia, nn. 5008-5014. Dos clases de tristeza, n. 5212-6215. Origen de la tristeza, n. 5216-5221. Consecuencias, nn. 5222-5227. Remedios, nn . 5228-5229. -

1067

ÍNDICE ANALÍTICO ANrOLOGlA DE TEXTOS

Unción de los enfermos

VERACIDAD

Efectos de este sacramento, n. 1911. La Virgen y los enfermos en peligro de muerte, nn. 1912-1913.

La humildad es la verdad, nn. 2793-2799. Amor a la verdad, nn. 5286-5293. La veracidad y las demás virtudes, nn. 5294-5299. Rectificar cuando sea necesario, nn. 5300-5301. Alguna vez es lícito ocultar la verdad, pero nunca es lícito mentir, nn. 5302-5304. Ignorancia y error, nn. 5305-5315.

UNIDAD Se refuerza por el amor a Dios, nn. 236-237. - en la Garidad, nn. 781-790, 2969-2975. - YComunión de los Santos, nn. 1082-1087. Una única Iglesia de Cristo, nn. 2958-2968. La Santa Misa, sacramento de la unidad en la Iglesia, nn. 3504-3506. «La caridad es madre de la unidad», nn. 5230-5237. Unidad de la Iglesia, nn. 5238-5245. Unidad, fortaleza y eficacia, nn. 5246-5249. Unidad de vida, nn. 5250-5253. La Sagrada Eucaristía, fuente de unidad, n. 5254. María, «Madre de la unidad» n. 5255.

Universalidad - del apostolado, nn. 379-386. - Ycatolicidad de la Iglesia, nn. 2985-2992. El cristiano ha de tener espíritu universal, nn. 325-331.

VANAGLORIA - y adulación, nn. 48-61. Actuar de cara a Dios, nn. 4520-4531. Rectificar muchas veces la intención, nn. 4532-4537. Huir del aplauso humano, nn. 4538-4541. Peligros de la vanagloria, nn. 5256-5267. Se manifiesta de formas muy diversas, nn. 5268-5270. Destruye la bondad de muchas obras, nn. 5271-5275. Toda gloria es para Dios, nn. 5276-5281. El premio para quienes rechazan la vanagloria, nn. 5282-5285.

Via Crucis Devoción a la Sagrada Pasión, nn. 1653-1662.

VIDA SOBRENATURAL - y comunión frecuente, nn. 1032-1037. Ayuda de la dirección espiritual, nn. 1801-1810. - y S. Eucaristía, nn. 2156-2161. Necesidad del examen de conciencia, nn. 2165-2168. - Ylucha ascética, nn. 3365-3426. La Santa Misa, centro y raíz de la vida cristiaqa, n. 3516. Necesidad de los sacramentos, nn. 4739-4744. San José, Maestro de ; ida interior, nn. 4791-4792. La vida sobrenatural está destinada a crecer, nn. 5316-5319. «Recomenzan, muchas veces, nn. 2001-2004; 3381-3384. Vida sobrenatural y deseos de Dios, nn. 5320-5329. Manifestaciones, nn. 5330-5341. Vida sobrenatural del sacerdote, nn. 5342-5345. La vida sobrenatural y los demás, nn . 5346-5354.

VIGILANCIA «No sabemos ni el día ni la hora», nn. 5355-5359. En la doctrina, nn. 5360-5361. - y virtud de la prudencia, nn. 5362-5364. Para custodiar el amor a Dios, nn. 5365-5368. Para no caer en la tentación, nn. 5369-5374.

Vanidad (Ver ADULACIÓN, Gloria de Dios, RECTITUD DE INTENCIÓN, VANAGLORIA) . 1068

Violencia -

y odio, nn. 3062-3065.

ÍNDICE ANALÍTICO FRANCISCO FERNANDEZ-CARVAjAL

VIRGEN SANTÍSIMA Reina de los Apóstoles, n. 417. Maestra y modelo de caridad, n. 823. - Ysanta pureza, nn. 864-866. «Muchas conversiones han sido precedidas por un encuentro con María», nn. 1339-1340. Santo Rosario, nn. 1673-1689. Angelus, Sábado mariano, y otras devociones marianas, nn. 1690-1696. Escapulario de N tra. Señora del Carmen, nn. 1697-1699. Acudir a Ella en las dificultades, nn. 1795-1800. La Virgen y los enfermos en peligro de muerte, nn.1912-1913. Esperanza nuestra, nn. 2030-2032. El Espíritu Santo y María, nn. 2073-2074. Nuestra fortaleza, n. 2670. Medianera de todas las gracias, n. 2759. Presente en la Santa Misa, n. 3529. Madre de la misericordia, nn. 3594-3595. Obediencia de la Virgen, n. 37 12. Nos enseña a pedir, nn. 3965-3966. Acudir a Ella para perseverar, n. 4237. Presencia de Dios a través de la Virgen, nn. 4368-4369. Recogimiento de la Virgen, n. 4519. Madre de los sacerdotes, n. 4738. Acudir a Ella en las tentaciones, nn. 5121-5122. El amor a la Virgen, remedio contra la tibieza, nn. 5159. «Madre de la unidad», n. 5255. El nombre de María, nn. 5375-5380. «Su dignidad es casi infinita», nn. 5381-5387. Predestinación de María, nn. 5388-5390. Concepción Inmaculada, nn. 5391-5393. Plenitud de gracia y exención de todo pecado, nn. 5394-5398. Virginidad perpetua, nn. 5399-5407; 5511-5513. Madre de Dios y Madre nuestra, nn. 5408-5419; 3214-3215. Confianza y trato filial, nn. 5420-5423. Omnipotencia suplicante, nn. 5424-5429 . Madre de la Iglesia, nn. 5430-5434; 3017-3024. Corredentora del mundo, nn. 5435-5442b; 4580.

Mediadora universal, nn. 5443-5448. Dispensadora universal de todas las gracias, nn. 5449-546l. Asunción en cuerpo y alma al cielo, nn. 5462-5465. Reina y Señora de cielos y tierra, nn . 5466-5467. Devociones a Santa María, nn. 5468-547l. María, ejemplo de todos los cristianos, nn. 5472-5485; 1874-1877. Hontar a María es alabar a Dios, nn. 5486-549l. Amor a la Virgen, nn. 5492-5494. María, «escuela de virtudes», nn. 5550-555l. Aprender de Ella a cumplir la voluntad de Dios, n.5658.

VIRGINIDAD Estímulo de la caridad, nn. 744-745. - perpetua de María, nn. 539-95407. Elección libre por amor a Dios, nn . 5495-550l. Virginidad, humildad y caridad, nn. 5502-5504. Matrimonio y virginidad, nn. 5505-5510; 2233-2235. En María quedó consagrada la virginidad, nn. 5511-5513.

VIRTUDES Virtud humana de la gratitud, n. 32. Sin caridad, no existe propiamente ninguna virtud, nn. 627-645. Las virtudes naturales, también consecuencia de la caridad, n. 808. Las dificultades pueden ayudarnos a crecer en las virtudes, nn. 1737- 1748. La virtud cardinal de la fortaleza, nn. 2636-2642. La humildad, «guardiana de todas las virtudes», nn. 2769-2792. Todas las virtudes presuponen la justicia, nn. 3272-3277. Magnanimidad y audacia, nn. 3445-3463. Mansedumbre, nn. 3464-3475. Paciencia, nn. 3967-3969; 4000-4004. Laboriosidad y diligencia, nn . 4193-4199. Prudencia, nn. 4421-4457. Propias del sacerdote, nn. 4708-4737. Sinceridad, nn. 4919-4949. 1069

ÍNDICE ANALÍTICO A NTOLOGfA DE TEXTOS

Sencillez, nn. 4950-4954. Templanza, nn. 5029-506l. Crecimiento de las virtudes, al luchar contra las tentaciones, nn. 5090-5103. La veracidad, nn. 5286-5293. Cualidades de la verdadera virtud, nn. 5514-5522. Virtudes humanas y virtudes sobrenaturales, nn. 5523-553l. Relaciones de las virtudes entre sí, nn. 5532-5543. Crecimiento en las virtudes, nn. 5544-5546. Virtudes del sacerdote, nn. 5547-5549. Santa María, «escuela de virtudes», nn. 5550-555l.

- de San José, nn. 4787-4790. La vocación cristiana comporta una llamada a la santificación personal y al apostolado, nn. 5566-5568. Especiales llamamientos de Dios, nn. 5569-5578. Respuesta personal a la llamada de Dios. Dios llama en el momento oportuno, nn. 5579-5584b. Dios da las gracias necesarias para perseverar, nn. 5585-5587. El Señor llama de muchas y diferentes maneras, nn. 5588-5592. La Iglesia tiene necesidad de vocaciones, nn. 5593-5596. Los padres y la vocación de los hijos, nn. 55975604.

VISITA AL SANTÍSIMO Fuente de gracias, nn. 5552-5554. Fortaleza para la vida cristiana, nn. 5555-5557. El Señor «espera nuestra visita», nn. 5558-5560. Fácil de hacer y abundancia de frutos, nn. 5561-5562. Prueba de gratitud, signo de amor, deber de adoración, nn. 5563-5565b.

VOCACIÓN Dar gracias por la vocación recibida, nn. 28-29. El camino de Dios es un camino alegre, nn. 85-88. La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación al apostolado, nn. 325-331. La vocación cristiana supone una entrega, nn. 1915-1919. - al matrimonio, nn. 2217-2220. Los padres y la vocación de los hijos, nn . 2236-2238; 5597-5604. Perseverancia y fidelidad a la vocación, nn. 4211-4219.

1070

VOLUNTAD DE DIOS Es necesario cumplirla para entrar en el cielo, n. 93l. La voluntad de Dios, norma a la que se debe ajustar la conciencia, nn. 1099-1102. Amar la voluntad de Dios en las dificultades y contrariedades nn. 1749-1754. - Y libertad personal, nn. 3327-3330. - Y paz del alma, nn. 4011-4014. El cumplimento de la voluntad de Dios, camino cierto de salvación y de felicidad, nn. 5605-5619. Dios quiere lo mejor para nosotros, aunque, en ocasiones, no lo entendamos. «Dios sabe más», nn. 5620-5628. Abandono en Dios, nn. 5629-5639. Cumplimiento de la voluntad de Dios en los pequeños deberes de cada día, nn. 5640-5642. Amor a Dios y cumplimiento de su Santa Voluntad, nn. 5643-565l. Frutos del abandono en Dios, nn. 5652-5657. Aprender de la Virgen, n. 5658.

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INDICE DE FUENTES

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ÍNDICE DE FUENTES ANrOLOGfA DE TEXTOS

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ÍNDICE DE FUENTES FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAjAL

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ÍNDICE DE FUENTES FRANCISCO FERNÁNDEz-CA RVAjAL

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ÍNDICE DE FUENTES ANrOLOGIA DE TEXTOS

Motu Proprio SacrorumAntistitum. 1-XI-191O. BENEDICTO

XV:

Ene. Humanumgenus. 15-VI-1917. PIoXI: Ene. Casti connubii. 31-XII-1930. Ene. Ad. catholici sacerdotií. 20-XII-1935. Ene. Ingraves centibus malis. 29-IX-1937. Ene. Lux veritatis. 25-XII-1931. PIO XII: Ene. Mystici COlporís. 29-VI-1943. ConstoApost. Menti Nostrae. 23-IX-1950. Consto Apost. Muníficentissimus Deus. 1-XI-1950. Ene. Ingruentium malorum. 15-IX-195 1. Ene. Sacra virginitas. 25-III-1940. Aloe. En la Realeza de María. 1-XI-1954. Ene. Haurietis aquas. 15-V-1956. JUAN XXIII: Ene. Sacerdotií nostri primordia. 1-VIII-1959. Ene. Mater et Magistra. 15-V-l961. Ene. Pacem in terris. 11-IV-1963. Ene. Grata recordatio. 26-IX-1959. Carta Apost. "J! religioso convegno». 29-IX-1961. PABLO VI: Ene. Ecclesiam suam. 6-VIII-1964. Ene. Mysterium fidei. 3-IX-l96 5. Ene. Populorum progressio. 24- III -1967. Ene. Sacerdotalis coelibatus. 24-VI-1967. Exhort. Apost. Mariális cultus. 2-1-1974. Exhort. Apost. Mense maio. 29-IV-1967. Exhort. Apost. Christi Matri Rosarií. 15-IX-1966. Exhort. Apost. Gaudete in Domino. 9-V-1975. Exhort. Apost. Evangelii nuntiandi. 8-XII-1975. Ene. Humanae vitae. 25-VII-1968. Carta Apost. Octogesima adveniens. 14-V-1971. CONCILIO VATICANO II: Constituciones:

Lumengentium.21-XI-1964. Dei Verbum. 18-XI-1965. Sacrosanctum Concilium. 4-XII-1966. Gaudium et spes. 7-XII-1965. Decretos:

Presbyterorum Ordinis. 7-XII-1965. Optatam totius. 28-X-1965. Apostolicam actuositatem. 18-XI-1965. Adgentes.7-XII-1965. 1078

ÍNDICE DE FUENTES F RANC ISCO F ERNÁN DEZ- CARVAj AL

Inte1mirifica. 4-XII-1963. Declaraciones: D ignitatis humanae. 7-XII -196 5. Gratissimum educationis. 28-X-1965 . JUAN PABLO 1: Aloe., Angelus, Homilías. En Enseñanzas al Pueblo de Dios. Libreria Editrice Vaticana. Roma 1978. JUAN PABLO Il: Enc. Redemptor hominis. 4-IlI-1979. Carta Magnus dies. 8-IV-1979. Carta Novo incipiente. 8-IV-1979. Exhort. Apost. Catechesi tradendae. 16-X-1979. Carta Dominicae Cenae. 24-Il-1980. Enc. Dives in misericordia. 30-XI-1980. Enc. Laborem exercens. 14-IX-198l. Exhort. Apost. Familiaris consortio. 22-XI-198l. Carta Salvifici DolOlis. 11-Il-1984. Exhort. Apost. Reconciliatio et poenitentia. 11-XII-1984. Ene. Slavorum Aposto/i. 2-VI-1985 . Ene. Dominum et vivificantem. 18-V-1986. Enc. Redemptoris mate/: 25-IlI-1987. Enc. Sollicitudo rei socialis. 30-XII-1987. Carta Mulieris Dignitatem. 15-VIIl-1988. Exhort. Apost. Christifideles laici. 30-XII-1988. Exhort. Apost. Redemptoris cttStos. 15-VIIl-1989. Enc. Redemptoris missio. 7-XII-1990. Enc. Centesimus annus. 1-V-1991. Exhort. Apost. Pastores dabo vobis. 7-lV-1992. Enc. Veritatis splendOl: 6-VIIl-1993. Carta Tertio Millennio Adveniente. 10-XI-1994. Ene. Evangelium vitae. 25-IlI-1995 . Ene. Utunumsint. 25-V-1995. Carta Dies Domini. 31-V-1998. Enc. Fides et Ratio. 14-XI-1998. Carta Novo Millennio Ineunte. 6-1-200l. Carta Rosarium Virginis Mariae, 16-X-2002. Enc. Ecclesia de Eucharistia, 17-IV-2003.

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