Anima Sola

ANIMA SOLA. Es justo la media noche, no hay luna pero todo ésta tranquilo. Ella se levanta sigilosamente, en la habitaci

Views 162 Downloads 0 File size 95KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

ANIMA SOLA. Es justo la media noche, no hay luna pero todo ésta tranquilo. Ella se levanta sigilosamente, en la habitación duermen también sus padres y hermanos. Descalza y en camisón apenas alcanza a tomar un rebozo y se lo pone a los hombros. Sale a la noche. Justo en el centro del corral comienza a escarbar con las manos, desentierra un envoltorio rojo, es un amuleto, el cadáver de un chupamirto envuelto en una plegaria. Entre asustada y ansiosa comienza a recitar más que a leer…¡Anima sola, tú que en el campo, gimes y moras..!. Afuera de la casa comienzan a ladrar los perros, el viento también aúlla sobre las hojas, pero nadie más se despierta. Ella siente que su piel se eriza pero decide continuar…-¡Qué si ojos tiene, a mi me vea, qué si boca tiene, a mi me hablé, traémelo a la puerta de mi casa! La puerta del patio empieza a crujir, alguien la empuja, ella puede escuchar sus pasos blandos acercándose, afuera los perros no paran de aullar, pero el viento de pronto se calma, solo se siente mucho frio. Ella cierra los ojos, acaricia el vientre dónde crece su hijo, el miedo desaparece y empieza a saborear anticipadamente la alegría de ese momento tantas veces imaginado. Detrás de ella Pablo, Don Pablito, nada menos que el hijo del patrón se aproxima a ella. Ella recuerda todo, desde el primer momento en que se conocierón. Como don Pablito, nada menos que el niño de la casa, comenzó a acosarla con palabras, con suspiros, con miradas, y como ella, de tanto ir el agua al pozo, se dejó seducir por el joven señorito. También recordó la frialdad de él y de su familia al enterase del embarazo de ella, de cómo fue echada a la calle con todo e hijo, de su angustia y el pavor que sentía ante la necesidad inminente de decir todo a sus padres y hermanos. Pero todo aquello quedó atrás, Pablo detrás de ella le pediría perdón y ella luego de hacerlo sufrir un poquito se echaría en sus brazos. -¡Venga, venga y no se detenga! Recita, pero nada sucede. -¡Venga, venga y no se detenga! Repite con más fuerza, de pronto una mano huesuda toca su hombro. Pablo, el niño Pablito había muerto justo una semana antes, cuando los zapatistas tomaron e incendiaron la casa grande. Detrás del árbol, el anima sola sonríe, tres almas en una sola noche, son un botín que merece celebrarse