Angelus Novus I

Enrique \cR\skrgiii ANGELUS NOVtfö Edición auspiciada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONCYTEC Edici

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Enrique \cR\skrgiii

ANGELUS NOVtfö

Edición auspiciada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONCYTEC

Edición a cargo de Esteban Quiroz Cisneros Carátula: Alberto Escalante Composición de textos: Luis Alberto Quiroz Cisneros Montajes: Jesús Lizarzaburo Impresión: Improffsct, José Gálvez 107, La Victoria © De esta edición, reservados todos los derechos, Ediciones ANTARES. Pasco de la República 5864, Miradores. © Reservados los derechos de acuerdo a ley, Enrique Verástegui. Hecho e impreso en el Perú Printed in Peru

PROLOGO

Quema, transporta y transfigura. Este libro al abrirse -hoja, flor, incendionos abraza (y abrasa) y nos conjura (y conjuga); obra abierta y totalizante, se desnuda y nos desnuda como hombres, como autor y lectores que atinamos a ejercer cabalmente nuestra humanidad, la compartida savia de la especie. Tor­ na a encarnar así la misión principal del lenguaje más radical y auténtico, más anclado en el origen del ser, el de la Poesía: revelación, iluminación, profecía en permanente novedad, "ángelus" perpetuamente "novus ANGELUS = ANUNCIACION Desciende para inaugurar la vida, arde en la zarza, clama en el desierto, se­ para las aguas encontradas, agita tempestades y se posesiona del oyente larga­ mente dispuesto a su mensaje. La Voz que es Creación (poiesis) metamorfosea al escritor, a la página en blanco y al lector en espíritu, oasis, pascua, comunión, utopía. Ave Fénix, prodiga otros cantar de los cantares y otras comedias, entre­ cruza flores de hierba y paraísos recuperados; siempre distinta, siempre igual. La Anunciación se amolda a cada época y a cada sociedad. Se nutre de to­ do el pasado, y aun del porvenir; no excluye ninguna latitud, ninguna persona, pero brota arraigada a sus circunstancias, desde las que convoca a lodos. Por eso la Anunciación es Nueva; mucho más, a partir del anhelo de Modernidad que desencadenaron los románticos alemanes e ingleses. Poeta, en el sentido pleno de la palabra, Enrique Verástegui (Lima, 1950) propala (propaga) este, su, nuestro ANGELUS NOVUS instalado, con intensidad y altura desusadas, en nuestro tiempo, en nuestro ho­ rizonte cultural, plasmando un libro mayor de la poesía actual en cualquier idio­ ma. Luego de la escritura insurrecta y desbordada de A l Paradis; /. Praxis, asal­ to y destrucción del Infierno (escrito antes de los 20 años de edad, pero recién

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publicado en 1980) y del virtuosismo formal -precoz madurez artística- de En los extramuros del mumto (1971), Vcrástegui emprendió una compleja síntesis de ambas experiencias en un ambicioso poemario (de más de doscientas pági­ nas) del que apenas conocemos unas pocas composiciones difundidas en revis­ tas, ya que al parecer se terminó extraviando en la imprenta que proyectaba su publicación hace unos quince años: Monte de goce. (Terrible pérdida, ojalá re­ mediable de alguna manera a corlo plazo). Es decir, muy joven, a los 25 años de edad, ya se encontraba Vcrástegui en condiciones de afrontar la monumental construcción de Angelus Novus. Por un lado, sus excesos expresivos habían dejado de responder a cuestionables facto­ res prosclilistas o dalos vitales insuficientemente integrados al organismo texlual, como acaece en Praxis, asalto y destrucción del Infierno; habían fructificado, más bien, en una escritura libérrima, incandescente, rigurosa y a la vez torren­ cial, "estética" y "comprometida", “pura“ e "impura”, "mística" y de acertado "exteriorismo vital". Por otro lado, ya poseía un diseño creador muy nítido, el tema que caracteriza a los auténticos creadores (sus obras vienen a ser variaciones de ese lema básico): una búsqueda de ribetes utópicos, que re-define en térmi­ nos humanos y terrenos (tanto en el plano erótico de la pareja como cif el de la lucha revolucionaria a nivel social) imágenes y expresiones de abolengo místi­ co, religioso, metafísico, chamánico, alquímico... Basta reparar en los tres títu­ los citados en el párrafo anterior: el primero se relaciona con la oposición Infierno/Paraíso, con claras reminiscencias de Dante y Millón; el segundo, con la travesía del "héroe" que va más allá del mundo conocido o que cubre una tem­ porada en otro mundo, y se asemeja al título Travesía de extramares de Martín Adán; y el tercero, con la rica simbología mística, chamánica y alquímica del "monte" (recuérdese la importancia del Sinaí, Tabor, Carmelo, Olimpo, Mimalaya, etc.), aludiendo especialmente al geniial monte de Venus y sus efluvios amorosos, con ecos del Cantar de los Cantares y San Juan de la Cruz. Fue a los 25 años precisamente, en 1975, que Vcrástegui comenzó a erigir Angelus Novus, título que refrenda su búsqueda utópica, anunciando la reali­ zación integral de la pareja erótica (cantar de los cantares), la sociedad comu­ nitaria (revolución) y el signo como comunicación hmnanizadora (poesía). Un taller de Eros.de Utopía y de anti-Babcl. Un concierto que acoge tod.is las som­ bras y las lacras de nuesira época, sin limitación alguna de vocabulario o técni­ ca a nombre de caducas nociones de lo bello" o lo “poético", y hace estallar el flujo vital que conquista la lu/, la felicidad y la plenitud en lo erótico, lo social y lo verbal. Mensaje salvífico, embriagado de esperanza: ANGELUS, (¡enera lo que Vcrástegui, en su ensayo El motor del deseo (1987), bautiza como orgasmóvil; por cierto que la lectura de dicho ensayo resulta un magnífico com­ plemento de Angelus Novus. Levantar el complejo edificio-concierto de Angelus Novus supuso diez años (aunque, claro está, el poeta haya efectuado algunos cambios y correcciones después de 1985, pero respetando los planos arquitectónicos establecidos en 8

1975-1985). Justamente una década para un libro estructurado por el número 11): ostenta diez cuadernos, la mayoría de ellos conformada por die/, poemas, diferenciándose sólo los cuadernos cuarto, quinto y sexto, aunque en éstos pue­ de hallarse el número diez en la subdivisión en parágrafos o rapsodias de sus composiciones (lo que pasa, por lo demás, con los parágrafos de varios poemas de otros cuadernos del libro). El diez, es una cifra mística, perfecta, "redonda": marca la plenitud y la posi­ bilidad de ingresar a una nueva etapa. Esto, desde diversas perspectivas, lo ha cavilado el esoterismo judío (Zohar, Kabala, Tarot, etc.) y el greco-romano (es­ pecialmente, el pitagorismo y su noción del diez como letractys), sin olvidar la difusión planetaria de la base numérica por decenas. Como muestras sobresalientes del uso del diez en la poesía, recordemos las diez églogas que integran las Bucólicas de Virgilio, la suma de 9 + 1 (nueve círculos y una antesala) en un conjunto de cien (diez veces diez) cantos de la Comedia de Dante v la funcionalidad del diez en la vertcbración (sin ser mi­ limétrica como en Virgilio y Dante, flexible como sucede en Angelus Novus) de Las flores del mal de Baudelaire. Los tres casos celebran una travesía transfi­ gurados: apocalipsis y retorno de la Edad de Oro, para Virgilio; conquista del Paraíso, para Dante; y liberación que permita ir en pos de lo desconocido, pa­ ra Baudelaire. Verástcgui amalgama esas simbologías y acentúa el tono humanizador de Baudelaire, anclado en la tierra, con todo lo que tiene de terra incognita. No deja de ser asombroso, numéricamente hablando, que Verástcgui culmi­ nara su Angelus Novus a los 35 años de edad, cantidad "mágica" de la "mitad de la vida" como ha inmortalizado el primer verso de la Comedia. Pensemos que al filo de los 35 años Baudelaire concluyó [jas flores del mal, y Whitman, la pri­ mera edición de Hojas de hierba (su célebre "Canto a mí mismo" emerge a "los Mí años de mi edad"). ¡Curiosa cabala que traza convergencias entre los poetas que saben ser videntes! Aparte de la simbologia del diez, Verástcgui pone de relieve la del tres. No se trata tanto de Dante y la tradición cristiana; mucho más, de la triada del pen­ samiento dialéctico (vía Marx, medular en la visión del mundo de Verástcgui) y, en sugerente encadenamiento, del anhelo utópico (de raíces mesiánicas y míticas) de un tercer tiempo tres, el de un porvenir realmente diferente del ayer y del hov. El poeta concuerda con el legado socialista que convoca a la revolu­ ción acogiendo la sed humana de la Utopía, ruta en la que ya Vallcjo labró su España. aparta de m i este cáliz. Angelus Novus contiene tres capítulos, compuestos por los cuatro primeros cuadernos, los tres siguientes y los tres últimos, respectivamente. El capítulo I postula la aventura, la exploración, la búsqueda, como contraste de la existencia alienada; el capítulo II se sumerge en la meta del deseo; y el capítulo III sinte­ tiza los dos movimientos previos, "desarrollándolos" (en sentido musical) y "con 9

cenándolos", hasta arribar al cuaderno décimo que opera como epílogo o mi­ cro-libro, anudando las formas y cambios de lenguaje desplegados en los cua­ dernos precedentes, para tantear una visión profctica de Lima como epílogo o micro-cosmos del Perú en proceso. Con gran complejidad, Veráslcgui ha asimilado las experiencias cotidianas y las fuentes culturales (antiguas y contemporáneas, de Occidente y Oriente) más disímiles. Todo ello con un sello patente de "modernidad", de aliento neovanguardista, alerta a los cambios económicos, tecnológicos, políticos, eróticos, científicos, filosóficos, musicales, plásticos, cinematográficos, literarios, etc. Encarna, en consecuencia, el espíritu experimentador de la poesía (y, en gene­ ral, la creación artística) surgida en el Perú durante 1960-1975, siendo exponente privilegiado de la llamada "Generación del 70". No olvidemos que ha bregado en las filas del grupo de poetas de mayor importancia de esos años: el Movi­ miento Hora Zero. Añadamos, finalmente, que su escritura desmesurada, tan virtuosa como de­ satada, tan intelectualista como "embarrada" de vida, lo coloca del lado de los creadores de energía dionisíaca (retomando una expresión acuñada por Nielzsche y matizada por George Steiner). En las letras peruanas, frente a los armo­ niosos autores apolíneos (hasta los temas dionisíacos, llenos de pasión y enigma, los abordan con un estilo enmarcado en pautas y medidas proclives a la mesu­ ra y la contención), llámense Inca Garcilaso, Ciro Alegría, José María Egurcn, Julio Ramón Ribeyro o Mario Vargas Llosa, nos sacuden los dionisíacos: Guamán Poma, El Lunarejo, César Vallcjo, Gamaliel Churata, Martín Adán, José María Arguedas... Las tensiones sociales, culturales y raciales de la hete­ rogeneidad nacional se perciben mejor en los segundos, entre ellos Veráslcgui, nuevo gran fruto de nuestro mestizaje. Ricardo González Vigil

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Para Cannai y Vanessa, la felicidad de hacer belleza.

Hay un cuadro de Klce que se (¡lula Angelus Novas. Se ve en él un ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual cla­ va la mirada. Tiene los ojos desencajados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener esc aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una ca­ dena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera de­ tenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan luerte que el ángel no puede plegarlas. Esta tempestad lo arras­ tra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mien­ tras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso. Walter Benjamín, Tesis de filosofía de la historia, IX.

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NATURALEZA DE UNA COMPOSICION DE VERANO

ENSAYO SOBRE LA RECIPROCIDAD DE LAS OPOSICIONES CONTINUAS I Todo se revuelve: días, noches,*el tiempo vuela y el amor es fuego. ¿A qué se podrá comparar la belleza, la soledad, el olvido? La soledad y el mar soy yo mismo reventando contra la nada y una flor de recuerdo son estos ojos: infancia, adolescencia, todo este mundo que arrojo en una Revista cual­ quiera: esoterismo, o Letras donde poesía y belleza no se intercambian. ¿Será comparable la poesía, el silencio, el sonido de hojas de un bosque a estos muchachos que buscan, entre las flores que vuelan, un lugar para estrecharse a su propia soledad? Hablo tal vez de un apior silencioso una noche en un parque perdido, un verano arrojando estos versos como pétalos de geranio en el mar de la tarde donde todo es tristeza, y la tristeza algo parecido a la realidad de haber volteado el rostro contra el pasado. No son lo mismo deseo y noches de tristeza que no se destro­ cen contra bondad y dulzura. El deseo produce realidad en ti y no soledad en los labios porque producir más nunca ha sido saludable para el cuerpo, producir menos no le asegura ganancias al gobierno: las arcas se repletan cuando la belleza se corrompe y cuando el cuerpo ha producido más, y no salud, su ganancia no es otra que morir. Cuida entonces la riqueza de tu cuerpo, tu energía como el trazo de un artesano es el tranquilo leopardo de mi vida abrevando dulcemente en este sueño de realidad. No estoy solo y en el follaje dulcemente azulado salta hasta mí una mujer que yo contemplo como al mar de mi vida y su salto de una figura graciosa 17

que utiliza un adjetivo de seda

muestra (¿y qué muestra?) el deseo como flecha insatisfecha en su carne. El amor rueda herido en la yerba de tus labios y el cielo es un Vals de las flores de Tchaikovski, eternidad de un tiempo que vuela como un Jet donde poesía y belleza no se intercambian pero lo que florece en nosotros es lo que no se escabulle en la nada. II Tenemos colores, formas, ruidos y yo quisiera saber si todo esto es gris, si todo es turbio como la nada, si todo existe o no y sólo la historia -método, poética- sabe que el presente es tan inapelable como el porvenir donde existe todo lo que se modifica: colores y formas, ruidos conforman el sentido de lo que se trasfunde a la mente y todo es reciprocidad en un mundo en que lo opuesto, día, no­ che, cielo, tierra, se sostiene como una contradicción encadenada a la vida. Se puede discutir una palabra, un concepto, una idea. Tú podrás proponerme un absurdo pero aun el absurdo enaltece a lo cierto. No habrá perspectiva para que tus sentidos capten lo que volve­ rá a ser cuadro, geometría, música si no te sitúas en un lugar adecuado como palabras reveladas en el instante irrecuperable donde lo conocido se presenta desconocido y lo invisible se vuelve más visible que nosotros mismos: no tanto criticar a esta época como a sus sueños, sus momentos de racionalidad equívoca, sus valores irrespetables como máquinas donde el hombre no predomina aún sobre su propia invención son estos sueños, y esta escritura no ha rehuido a su época pe­ ro alude (y no cómodamente) a ciertos desplazamientos como alejamiento de un vivir en común ahora que cada quien ha

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buscado

lo que necesita: Andrómaca un vacío para colgar suspiros de su vuelo en el cielo de abril y la eternidad algo luga/. con que demostrar que el presente es perdurable como una emoción compartida y el extravío de amor una realidad subsanada, o transformada en un error liquidado en tu propia poesía. Todo esto es inquietud y mis sueños son estas cosas, emociones como verdades dibujadas una noche de mayo en que me hundí dulcemente en mis libros como para organizar este tema y me alejó de la cosa para estar más cerca al signo, y entre pasado y futuro pude situar a lo desproporcionado como una palabra todavía infaltable en el equilibrio posible de todas las cosas. Trasfundiendo signo por cosa me alejé de lo empírico pero no de mi vida y toda esta razonable locura de un muchacho que lo dejó todo en la vida por ponerla ante ti fue tu propia conciencia en acción: notas que una orquesta desentraña en la hora del concierto y así este poema destruyó el anterior y es iluminación para un otoño que no existe. III Temprano a la mañana abrí esta página de Epicuro: "el límite cuantitativo del placer" -se dice allí- "está en la supresión de lodo dolor". No recortaba aún estas flores tranquilas de mi menic como versos que yo coloqué en el temblor de tus pechos y esla imagen corresponde al amor, no a la vulgaridad de ese vientre bajo y banal. El placer en Epicuro es lo que no corresponde a la muerte y para algo existimos. En esta vida, ¿qué esperamos? ¿La oposición entre naturaleza y cultura, y entre vida y tra­ bajo debe tener todavía 19

su misteriosa irrealidad bajo esta técnica que transforma la superficie del sueño? No tuve vanos deseos y he puesto elegancia a mi cuerpo dominándolo estoicamente, procurándole un no dolor sin caer bajo el pasado. Permanecí amable y sencillo labrando tercamente estos versos. Maestro Epicuro, y también tú: Demócrito. ¿Oué he podido hacer si se me considera político y no escritor? ¿Si se ha tomado mis palabras como molotovs que un estudiante envuelto en su chalina viole­ ta lanza contra la inercia, y la insuficiencia, contra la esterilidad de este tiempo? ¿Si para todo el mundo soy un agitador haciéndose pasar por escritor? (¿Por qué no se considera mejor que el mejor poema, y no al revés, no es el peor panfleto, o que el mejor panfleto no superará nunca a este poema?). Abandona tus imágenes gastadas, multiplica tu creatividad por el cuadrado de la diferencia que te separa, y te relaciona, a una época terrible como ésta. Yo estaba frente al mar como un verso de Demócrito en los la­ bios y comprendí que todo este furor de olas revolviéndose en mis versos como una espada que ha deshecho la niebla son paisajes que una ideología ha develado mientras otra inmoral como rapiña se ha escandalizado con el cuerpo -su bienestar elimina a lo inmoral del comercio espantosoy lo persigue esclavizándolo a lenguajes que entrechocan como máquinas tristes y sombrías y yo invento entonces un nuevo lenguaje al encontrar este poco de verdad perdida en cada gesto, o seña que la historia olvida. Se acercará la gloria y no me encontrará en su sitio: estaré, como siempre, curvándome sobre esta página como sobre una flor que arranco para colocar en tus manos y la historia no espera: su transcurrir florece contra esta época como contra metáforas inapropiadas a su propia

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desesperación sin salida. El equilibrio está en contraponerse y su energía revuelve a lo que se voltea turbiamente contra mi propia belleza: todo esto son no sólo palabras ama­ bles como un presentador de TV y si busqué comparar estos sueños y verdades fue en la forma de esta realidad surgida en la diferencia entre lo que rechazamos impacientemente i y lo que asombrosamente ha sido develado en la locura de verbalizar nuestra muy discretísima verdad nos lleva sobreponer el canto a la estupidez de la época, a cantar que la época reprime nuestro canto. IV El empirista y el pragmatista dirán que un poema sale extraño si el azufre es la carne de todos los días. Que un poema, si el papel que se emplea no es mucho, no tiene más versos que una dulce pérdida de tiempo y que la tinta, si escasa, sobra donde no sobra este poema. Un buen poema se escribe en lo que puede durar fumarse una cajetilla de cigarrillos y esto sería lo que cuesta un buen poema que un empirista no se atrevió siquiera a so­ ñar el poema que lo describe inactivo y cansado. Pero un empirista no sabe cuánta dificultad es sufrir y qué es contemplar el corazón de una flor que acaricia este coro de pétalos, besar los senos inapreciables de una muchacha que al alejarse quedó como una luz para siempre en este poema. V Al trasfundir este sueño a mis palabras brotó distinto lo real que era sombrío. Lo real en el lenguaje había muerto y la metáfora yacía destrozada en el poema. El lenguaje como un mecanismo cuyo símbolo estaba muy lejos de nosotros se había vuelto moho, estupidez, inercia. ¿Dónde encontrar nuevamente

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a esta ansia de una felicidad misteriosa? Mucha extrañeza y ninguna verdad bajo toda esa retórica inservible. Tu cuerpo gruñó entonces como una flor bajo el furor de mis ojos. Como en todo lo agotado aquella vieja clase buscaba escandalizarse: la caída o el horror, conceptos sobre los que debía hundirse el retroceso de un estilo cuyo pasado se marchita aún bajo el florecer de mi poema. ¿Y en qué consistía el misterio de toda esta felicidad que existe en este cuerpo, esta mente, y el deseo que la profiere? Detrás del sueño como en el reflejo de un paisaje florecía otro mundo no menos translúcido que esta mente en plena actividad -metáfora y sueño del cuerpo que goza el otro cuerpo del espejo convexo y es reverso del mío en la belleza del verano. Este es el conocimiento que yo he obtenido en el mundo y tras los velos transparen­ tes de la belleza una verdad a la que hay que saber llegar como a tu propia mujer permanece fresca y esperándote. Y el que lodo deba sistematizarse es un problema que se resuel­ vo como poner un pistón en la máquina carnal, intuición de un instante apenas en el instante donde nada perece y lo que perece es rencor. A lo lejos los lentos movimientos del amor como el gesto que imiia animales gruñendosc en el pasto, • cuadrúpedos implumcs, o también aves, gatos como llores bajo la brisa eran convulsiones y un desborde de semen en la flor de los labios, senos, vientre, pubis se fundían al pasto de las sábanas, el ciclo de los ojos que yo contemplaba en el espejo: dos pinceladas como dos curvas ondulaban en la noche donde unos muslos dulcísimos se abrían y me engullían en la noche donde lo real era nuevamente cierto y fresa) como estas palabras ahora humedeciéndole labios y mcnic. 22

NATURALEZA DE UNA COMPOSICION DE VERANO I Desplegué al verano como una escena de Bertolucci para comprender tu época. Nada era cierto y todo -sentido, imaginación, análisis- era un pasado planteándose mucho menos iluminación, o futuro, que esa barbarie apolillada en la noche. Tu cuerpo era una flor, yo el cielo donde tus ojos dormían. Entonces desmonté el mecanismo interno de lo que ocurría para conocer lo que se había paralizado en tu ojo y después de haber acariciado tus muslos y pechos, bella muchacha, tratando de procrear belleza perdida en tus labios, todo este polen de una pasión insatisfecha, esta luz natural posándose dulcemente en la amapola de tu cuerpo como sobre este lecho atareado, estos discos y libros con Vivaldi y Rimsky-Korsakov, con Bcla Rartok, sueños y suplementos literarios revelándome algo de las flores de Pushkin -una violenta foto-síntesis vuelca su llanto en mi composición: este haberme hundido en la noche para poder acariciar tus muslos fue conocer un horror que yo mantuve alejado de mí y toda urbe hiede a flora descompuesta, hartazgo, desmonte de imágenes arruinadas como muerte, o silencio. Enciendo la radio: el mundo se incrustra como una pesadilla en mi música y he cambiado el rotor, otra conclusión: no se puede ser tan poco ético como para no dejar a tu vida florecer conmigo y esta noche iremos al cine: un negro leopardo atrapa una flor y se la traga (¿se la traga?) montándola como a una holandesa tras el mostra­ dor donde íbamos a beber cerveza. Primero fue un negro poderoso leopardo 23

y cuando se enconlró contigo salió una llamarada rosa -tú arañabas mis lomos, colcha verde como pasto- antes que la lla­ marada, hambre en la noche, mordiera a tus labios y el orgasmo estremeciera tu cuerpo. ¿Desde cuándo es un delito enamorar al amor, compartir la misma belleza, mantener una vida terriblemente pura como es­ carcha en pétalos abriéndose en tus brazos? Llegó la hora de plantear este nuevo proyecto. Años en que una nueva visión ha ido imponiéndose, otro furor, esta bella sensibilidad abarcando a esta época como un dulce cuerpo -bello leopardo agazapadoen nuestros párpados y he tenido que darte todo lo poco o mucho de belleza -estas páginas esta dignidad- en estos besos dulces como uvas maduras, una caricia sobre tus muslos donde mi eficacia revienta como un mar y esta época -una época terrible para mí y mis palabras tratando de acariciarte contra la noche a pocos kilómetros del alba- es menos propicia a la belleza que todo lo que abandonamos por ponerla a nuestro alcance. Todo es nada en un tiempo considerado deleznable y la urbe hiede a flora descompuesta, esta tarde el brillo del mar tiene el mismo peso de un inatrapablc poema que soñamos, planteamos, y aun nos limpiamos en él: el concepto de perfección son estas flores extrañas como amantes en una calle, flor de un poema sobre esta mesa de trabajo. Critica todo lo que no se adecúe a la verdad y evita confundir acontecer y verdad: el mundo puede cambiar pero no concluir como una película. Un tiempo preciso como un sueño ha de volverse amor o cuerpo o no es un tiempo -ni mi tiempo y todos estos matices has tenido que ir deshojándolos como pétalos en ti mismo porque la realidad cambia a vcccs menos que en el fondo del poema donde toda vida se agita y estas luces: proyecciones de tus versos como un mar bajo la luna, son el estilo a que he sido conde­ nado por el propio maridaje de entendimiento y sentimiento.

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Un tema entonces tiene no sólo exclusivamente palabras, o palabras cruzadas en un sueño. El hombre que acaricia a su mujer en el fondo de la noche es también motivo para un arte tan natural como la primavera que ha llegado, y yo anclo en tus ojos. II He vuelto a escuchar música y te construyo mi poema: música existió siempre pero no este aparato donde Chopin se ha ido despertando lentamente. Esa es la diferencia entre una época que concluye (terminaré esto y nos largamos al mar) y otra, que sin termi­ nar de empezar, se derrumba. Entre la edad medieval y esta espléndida sordidez -cada quien posee sus programas favoritos- cambiamos a Chopin y no la programación de lo sórdido: no se puede decir aún que hayamos aprendido historia del arte fabricando juguetes a nuestros niños y el modo como una sordidez -desajuste entre electrónica y cultura- queda hecha silencio, conmiseración, o pasado se asemeja a un cambio de canal pero no es todavía vida real como una muchacha esperándote en una esquina en Leal, un bar en penumbras a un costado de un hotel de Apurímac donde el amor cortés no será descontrol pero parece un buen muchacho formal y tranquilo haciéndote leer nerviosamen­ te estos versos que amas bajo toda esta desesperación encendida bajo una lámpara donde tú dulcemente me muestras tus pechos y eres belleza ejemplar en un mundo todavía irreal. El poema que no ha sido escrito rabiosamente permanece ilegible a sensibilidad y talento. Salir y volver a tu cuerpo como a un parque en la noche es saluda­ ble como contemplar esta luna suspendiéndose en la niebla lejana y todo lo que huela a ciudad tiene tantos paisajes como capas de pintura se han superpuesto a frescos de Iglesia

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y este vuelo ha quedado delineado como un ángel: arrabales como plantas de hierro, turbinas devorándome en un atardecer dorado al pascar con fondo de chimeneas rojas soñando estos versos, estas muchedumbres como reflexiones se despiertan en nuestros ojos al acariciarnos dulcemente en una calle apurada. Volver de la calle refrescado y con sensaciones frescas como una fruta permite una comprensión interna ahora que todo lo he ordenado para acometer este oficio, este lento ocio de palabras vulgares y hermosas que tienen un sabor a ciruela en los labios como la vida y las llores silvestres, esta sábila y mis llores de yanten que podo y he decorado como un Ikebana en una ciudad donde el viento y la luz son una metáfora extrañamente destructiva en este terrible desequilibrio de nuestro tiempo. Y el arte como un sueño -máquina de belleza- no diluye sino un pasado lentamente consumiéndose en tus ojos: memoria y experiencia me acompañan como trenes halados por esta lucidez -mil caballos de fuerza- en busca siempre de un pasto mejor, una lluvia fructífera como este pensamiento y las llores en la yerba pulida son el arte de escribir que ha durado tanto como el mundo y puede no durar el arte -puede incluso el artista durar menos que su artepero dura más que un mundo su escritura antepuesta a lo que no perdura sino como cambio de luz en la mirada: esta página donde Chopin es aún un programa romántico como sentir la frescura de la noche luego que apago la radio y mis manos buscan acariciar lentamente tus muslos. III Tú, tan perfectamente pronunciable como un sueño -malecón barrido por el viento y tus cabellos, palabras dul­ ces, un mirarse largamente a los ojos- posabas, manojo de trigo, tu tristeza en mis hombros. Te he acariciado luego

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que he escrito estos versos y tú eres ahora interlocución en la escena del poema. Sobre esta página llena de llores y belleza yo he trazado un tropo preciso como un cuerpo desnudándose y le comparé con el viento y la noche donde yo te leía versos de Ovidio. Te comparé con la noche, y con la lluvia, con la escarcha que brilla en las (lores mientras el taxi co­ rría enlrc Arenales ySalaverry, bajaba por Canevaro, daba una vuelta en octubre y la primavera llegaba como una postal con buenas noticias. El mar se agitaba tranquilo y azul, y para nosotros empezaba con un beso fresquísimo a las 10 de la mañana. Tu piel es sonrosada, y tus labios rojos como una ciruela. Allí tienes mi vida -dije: es el mar que pondrá locura y belleza, orden, furia, y prestancia a tu vida. Tú eres lambién ese mar, y este poema como algo de teología -no precisamente Bonhoeffer- en un tiempo deshecho como su economía destruye a la niebla, es un sol que destella en lus ojos. Todo lo hermoso no es más fuga/ que lo que perdura y lo que ha vuelto pasa y es menos real que una muchacha afe­ rrándose ahora contra mi pecho. El taxi dio una vuelta más en diciembre y luego descendió ha­ cia la plaza Unión. Entre una y otra vuelta el mundo había cambiado pero el sentido de belleza permanece: lú aún como una flor y yo como el cielo -vuelvo a cambiar la radiodonde tu belleza se ha desbordado en mi cuerpo.

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REQUIEM POR UN VIEJO PUNK SIN TALENTO takc now as i ani pulí me closc try and understand Patti Smith, Because Ote night I Me has pedido ahora que te enseñe a escribir. Tienes diez años más que yo, un cheque mensual de papá y los cabellos largos y sucios. No ha caído granizo en Lima, y no caerá, pero con los cambios climáticos -lina atmósfera sintcticasc puede prever brotar yerba en tu piel de cera. Tienes diez años más que yo y nada tras tus ojos vacíos. En el Mantaro el ciclo aún es tranquilo y límpido como cuerpo de muchacha que ha hecho el amor bajo esta lluvia de un sueño donde Nana Mouskouri era mi canción preferida. La noche en Colmena fue una borrachera para ti y un aprendizaje dulce y difícil como este cuaderno de Schubcrt donde tú te marchitas y yo lavo los trapos sucios de toda esta época. Todo lo que sean flores tiene silencio armonía cereza noble­ za en los ojos y tú has venido hasta aquí ' y no has osado inclinarte para replicar a mis antiguos pro­ fetas. No he sentido imaginación en tus manos -una lata de cerveza en el estómago nunca fue (ahora lo sabes ya) una inspiración cuidadosa y tu Impala azul & plateado no pudo ser más poderoso que estas circunvoluciones de mi cerebro finalmente atrapándote contra mí y los antiguos profetas. Y no has contribuido a tu tiempo más porque el tiempo no se iluminó en tus ojos que porque no escribiste tan bien -tu justificarte absurda­ mente y el absurdo es, vuelve a saberlo, prevaricador- como lo que has hecho pési-

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mámente, ineptamente (y sin ningún amor por Rimbaud). Demasiado poco intelecto en tus músculos cultivados y el acceso de profunda tranquilidad que sostiene a toda crea­ ción compulsiva no floreció en ti y por esto tu energía se pierde, pura chatarra gris en el trasfondo de tu cerebro agotado. Y yo te comprendo, yo he de enseñarte cómo se predestina a la noche de este mundo incierto y perdido. ¿Por qué no has dedicado tu vida a algo menos profundo y sencillo? Querer hacer muchas cosas es no hacer cosa ninguna. Ya te he visto paletear en la tarde y observando tu poca delicadeza al champear tu lienzo cuya perspectiva me alejaba de ti para acercarme a lo bello puedo aconsejar a tus manos apartarse de mis flores. Te he visto desgañilarte además mordiendo flautas metálicas. ¿Qué más luz para saber que esta luz, esta música florida y abrupta, este durazno, esta sensación intranquila y todo es­ to es sentimiento ordenado, grosellas brotando una noche de amor? Necesitas mucha cerveza, o vino, o champagne helado para apenas poder perder la conciencia de un mundo que no pu­ diste ni podrás ya labrar en tus manos. Y tienes diez años más que yo, un cheque mensual de papá, y los cabellos largos y sucios. Un atardecer te presentaste ante mí. Te acompañaba otro como tú imbécil y ruin, mucho bíceps y ninguna intrepidez en tu vida íntima y sin com­ plicidad con esta belleza aún mirándote chapolear fango contra mi vida que aún se desesperaba por ti, que aún se desespera por ti.

II desire is hunger is the firc i Breathe Patti Smith, op. cit. Ahora hemos ¡do lentamente bajando

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por esta calle de los charangos azules. ¿Qué he podido decirte aún sobre mí y sobre mi poesía sin no poder decirte, además, que ha basta­ do que ignores la belleza por donde vamos para que hayas vuelto a ignorarte a ti mismo, y lo que buscas no es sabiduría sino iniquidad? Yo he tenido cuántos amores cuyas manos he di­ rigido como otros dirigen sus automóviles en forma de bala, sus camionetas bestiales como este tiempo: un librilo de cuen­ tos no necesita estar bien o mal escrito para ser gustado en la noche pero la trama -que se repite, sin orden y sin pureza- me espanta como la truculencia: una fiesta, y unos muertos, un final tan consabido como toda película de horror. Ninguna delicada sinceridad tuviste para conmigo y sin embargo yo aún he permanecido como una flor negándose a abandonarle aquí solo con tu casaca de plástico, sandalias y pezuñas malolientes, tu aire de algarrobo lleno de arañas y sierpes y niebla del norte. Mira este ciclo que se despeja azul fresco como los ojos profun­ dos de una muchacha y ámala dulcemente, dulcemente -luego, escribe o retrátamela -dulcemente, dulcemente- como azucenas en el florero de mi deseo. Y no porque no encuentres amor al poder en mí vas a decirme que yo le he guslado más que un clásico griego y este tiempo, esta luz son un reinado que Píndaro no coloca en tus labios. En tu haber querido pasarme la mano -que fue tan ruin como ha­ ber tratado de pensar por mí- se nota que bien mereces este y muchísimos otros inextinguibles poemas. Sa va bien ? Non sa va, el tu est loin de la virtú. Al venir hasta aquí te has confundido: yo soy mi abogado y mi defensor intachable, este bellísimo trabajo cuya escritura no se improvisa como cualquier consejo de Minis­ tros florece para ti y para todos.

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Tu est loin de la virtú y tu ne pas esl le mal. Apárialc entonces de mí pequeña rama torcida y búscale olro maestro que busque lener discípulos sin tálenlo porque aquel cappo que buscas (ese es tu sueño) no soy yo que apenas he podido darte este poco de calma, esla música, un poco de sabiduría paseándote aquí y allá por eslas calles azules, los algarrobos lloridos, y rectos. III love is a banquet on wich wc leed Patli Smilh, lbídem. ¿Sin haber tenido silencio, luz y murmullo, cómo y qué vas a escribir? Fuiste demasiado poco osado en tu vida como para no haber tenido el cuidado en no escribir algo real­ mente hermoso, esta poesía que vuela aún perfectamente como un avión sobre la noche. Poca explicación liene el argumento, la irama, el lema inoclusivo si no te has podido convulsionar con lo que no has sufrido y tampoco en tus labios la yerba ha sido niebla deshecha, pélalos de luces. Mira que la noche avanza. Mira que sin noche aún más oscura ha sido imposible descender hasta la aurora que rueda como todo -no como tu Impala azul olsillo lleva el carnet 08909627 del Partido que lo eligió para sobrepasar a un pasado no tan verdadero como tu demasiada pericia colocándole en la órbita de un mundo que te saluda ahora en mis versos. No fue Ciagarin un inaplicable símbolo impreciso. Ni el Voslok sólo una gola de rocío en un pétalo de murano. Y la tierra tiene ahora un mejor motivo para rodar lejos de cualquier imprecisión que no sea este tri­ ple pacto de álgebra, sueño y acción. ¿Tu vuelo pudo contemplar la belleza de un mundo que rodaba bajo tus ojos? -Tierra, habla el Cosmonauta. Comprobado el sistema de enlace. La posición inicial de los interruptores en el cuadro de mandos es la dada. El globo se encuentra en la línea divisoria. Presión en la cabina: 1, humedad: 65%; temperatura: 19; presión en el compartimiento: 1, 2; presión en los sistemas de orientación: normal. Me siento bien. Preparado para la salida. Tu rostro sereno como un geranio embellecía la pantalla in­ terna del sistema de TV. 9:7 (hora de Moscú) y Gagarin no se altera aún cuando el Vostok parece un clamor lentamente elevándose antes de salir disparado -Veo la tierra, los bosques, las nubes...-

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hacia este lugar donde Dios (que es todavía el hombre) se renueva como átomos plegados a su núcleo pero no deja de ser el mundo atareado que sobrevuelas límpida­ mente. Tus signos vitales eran una flor tan perfecta como esta saludable sonrisa amable al coger azucenas y palancas de mando en tu cabina. Tensión arterial: 115-75; temperatura: 37,7; pulso: 64, mientras la tierra era una probeta suavemente lim­ piada como una flor de cristal. 9:7 (hora de Lima) y cuando la cuenta regresiva empezó el espacio sideral estuvo a punto de saltar hacia adelante. Agosto para Yuri Gagarin -años antes- fue ser convocado a la estación aeroespacial a pilotear un nuevo sistema de Jet y cuando empezó a sobrevolar el globo terráqueo apenas como una naranja, algo más lindo pero con no todo el poder que la puso como flor aún fresca en mis manos pudo saber entonces que esto no era un triste otoño perdido bajo tus ojos. Dos años después al sintonizar una radio (o abrir el periódico) el cosmonauta volaba como yo en los ciclos de mi muchacha y mis ojos tranquilos como una cápsula en órbita -estepas en el Asia de Shostakovich graficadas ahora como sin­ fonía de máquinassc dirigieron a tus pechos, delicada palanca en mis manos, de vuelta al hangar como a un lecho caliente después de haber estado vagando por un mundo no tan incomparablemente peligroso como cualquier ciudad de occidente. Gagarin es una bella mañana de abril, flores que un charanguista alocado arroja a nuestros ojos como a un cielo de primavera. El cosmonauta abre el micro de 3 bandas simultáneas: onda cor­ ta -m e siento bien- en la frecuencia de 9,019

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y 20,006 megahertzios y 143,625 mgh. -el vuelo transcurre nor­ malmente- para las ondas ultracortas, y comunica: —el vuelo transcurre normalmente. Me siento bien. Los aparatos de a bordo funcionan perfectamente. Delgado, fuerte, alto como un abedul que embellece el Vostok de la URSS. Tremenda maquinaria volante para un hombre perfecto como su propio sistema de mandos. Y en el gráfico de vuelo el Vostok marcaba 28,000 Km/h bajo 6 poderosos propulsores con una potencia de 20 millones de caballos de fuerza y en la cabina una música suave -son Las olas de A m ur- revoloteaba como llores de una estepa guerrera. Soñar con los ojos despiertos y ver desplazarse al ciclo como a un cosmonauta en su cabina -ins­ trumentos de mando manual y sistema automático de orientación, timones, agujas con tintinear de colores en una noche angustiada- parece algo no tan incierto cuando la noche es una manzana que gira tranquilamente en tus manos y te emociona saber que vuelas como esta concentración de energía en una cáp­ sula aún más poderosa que esta ley de la gravedad. No tener más posición que esta mente que se mueve en una historia donde se unen y desunen el humor y lo agrio, manos diseñando maquinarias bellí­ simas, nuestro mundo y su comprensión es lo que siempre ha dado un sentido a la vida, salir a trabajar, o emborracharse bajo escenas de amor en un largo verano antes que todo sea como el último día del mundo, esta conquista final del viejo sueño nunca pospuesto y a las 10 horas 25 minutos se conectaron automáticamente los motores de frenado, llamas de fuego envuelven el clima de primavera -22ocn la cabina y Gagarin continúa con el pulso normal. Su ligero mameluco de abrigo azul celeste con la escafandra anaranjada flota como fresca casulla en verano. Y minutos después lentamente el Vostok -máquina del cielose posa como un pétalo en los campos de Smiélovka

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y esto es esfuerzo legado como una complicada partitura a la historia para dar otro salto, más lejos aún, adentro y afuera -roja casaca granate en el hombro: el amor-, versos como pasto con flores de cólera en tus manos ahora, (iagarin era un muchacho que gustaba colocar sus brazos sobre los hombros de su mujer para conducirla como un navio por los abedules de la Universidad. Y toda precisión es un equilibrar fuerzas como ponerte delicadísimo para acariciar flores como dulces pechos de tu muchacha cuando la amas. Más fortaleza cuanto más equilibrio y hay sólo fortaleza cuando por sobre el desbarajuste predominan iniciativa e inteligencia volviendo a colocar todo en su sitio: astros y circunvoluciones de astronaves que giran sobre un Viejo planeta alocado, este cambio de perspectiva pero no un cambio de trayectoria y lo que siempre ha brotado en tu vista es lo que nunca dejaste de ser, precisión absoluta.

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BELSIZE PARK’S SQUATTING El sol destrozaba el bus donde mi rostro lago de gladiolos se disolvía en llanto pasto mordido por el rocío pastillas que de nada me sirvieron & yo estaba triste y bello aquel día en que & hostess me pronunció en su francés pulcro como cuello de camisa almidonada que el cruce por Ramsgate como por una habitación cerrada sería a la 1.15 pm. & el mar gris como noticia de periódico tenía el mediocre ajetreo de la burocracia deteniéndose y revisándome peor que a un film donde la lucidez parece un grillete roto, hélices como bruscos muslos desgarrándome el corazón. -T e confundieron con traficante de drogas -dijo horas después un amigo- o con terrorista enloquecido. Pero todo mi equipaje es un pasaporte despertándose como un borracho (lo están revisando) en una mesa de Aduana (This is dirty -lo objetan) & yo que vengo de un lugar hermoso como reino de guerreros armados no tengo por qué ser altivo como abedul en la noche -¿también la verdad, estas flores, son un peligro aquí?ni traer tanta belleza en la mirada cuando los mercados en el mundo vuelven a distribuirse & el MCE realiza inversiones tan intolerables (detention for investigaron -dicen) como intentar impedirme leer mañana estos versos ante las carpetas del King’s College ahora que los demás pasajeros ya han pasado y yo estoy aquí como próxima jugada ante estos señores para los que no soy más que un vulgar travailcr inmigrante tratando de jaquear como Caballo Rojo a la Reina Rubia.

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II Fuego Sobre Montaña Y nerviosamente el Bus como lapicero travieso ha ido desenrollando los bellos diagramas de este paisaje donde he rodado a la deriva en busca de un signo que pudiera configurar mi campo de atracciones -danza abriéndose para tus ojosmientras suavemente dejo que el azar: configurado por los signos del I King -decida f por lo menos el momento en que yo al abrir tus párpados trace un rumbo para el mundo FUEGO SOBRE MONTAÑA Christ -dibujo de un vagabundo en el florero de su cuerpo, flor pisoteada del verano perseguido por reflectores y radares que la hieren y hieren a mi belleza mercaderes que no pudieron tener ni un poco de esta lucidez despierta en mis pupilas, pero ahora los ciclos se desgarran y en este viajar -ave posándose en bosques de hastíoveía apenas el pincel de lo que repercutía en mí como sobre hojas de geranio donde yo te dibujaba mi haiku de verano. El camino es un Cezanne que se desarmoniza y equilibra en manchas azules, verdes con pulpa rosa pálido en el imperturbable roble donde el ciclo se recuesta, dando frutos, follajes en un auto que no me pertenece. Una perspectiva aplicada a Matisse, algo parecido a un Kandinsky extrañamente dulce como nosotros -tierra en tierra- que florece menos efecto que causa en esta observación de cosas terribles e inasibles como gasa de neblina desequilibrando ciudades calles hombres que no saben dónde ir cómo emborracharse y quedarse para siempre dormidos en el banco

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de un parque cariado. Este bus acaba de entrar a Londres y en Londres unos squatters, Christ, abren latas de cerveza como slipines para engullirnos a la noche, probar en los labios el sabor a escarcha de la mañana. Ill 24 Packington St. Y cuando el atardecer se destrozó en mis ojos máquina inflexible y lo estéril trató de pisotear el suave alhelí de mi dulzura que brotaba en verano y este hollín de fábricas voraces enturbió el firmamento hindú Christ trazos rápidos líneas y sombras en el papel se apoderaba de mí con una cierta evanescente elegancia cokney que yo devolvía prometiéndole este poema y no otro prometiéndole este jardín de letras donde plásticamente como una sierpe pudiera ella ondular su vientre abultado y perfecto como el higo dulce higo protuberante en la suave línea curva que unía su torso a sus caderas -ram a de belleza en mis manosTRUENO SOBRE CIELO trueno de seda -cuerpo arrinconado en la cocina donde nuestros labios se acarician suavemente brazos elevándose y girando lentamente sus manos tobillos desnudos como flores posándose en mis hombros y cabellos como llamas que salen del frutero Christ licor que embriaga con los ojos latas de pintura ligero pincel tocando el aire en Bloomsbury en Metro Angel en Isllington

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a unas cuantas vueltas de timón por la niebla amarillenta londinense desdibujándonos extrañamente el rostro como si fuésemos inconfundiblemente un Bacon, rojo contra azul granate, blancas lincas cúbicas. El barrio ha sido rcmodclado por los squatters y una comunidad anarquista florece donde antes se marchitó una apacible familia burguesa. En la cama no quedan restos ya de la tan severísima moral victoriana pero es posible que tampoco entonces existiera -amores tan extraños como Wilde y Lord Douglas, o Salomé, o quizá Beardsley-. Cambridge está lejos y fuu a de poseer a Christ no saco nada por leer mis poemas: no acepto -digo y Alcx contempla una postal y dice: provinciano. Cuanto más cierta más bella la vida: respondo. La cerveza se agota, esta madrugada es dulce como Christ que recibe los gladiolos de mis manos. IV The garden party Y el jardín ha sido cuidadosamente entregado a la maleza, bajo todo este aparente descuido ojos grises y aterradores acechan como lobos: ramas secas crujen arrugadas cajetillas de cigarros apretadas bajo una música que sale de algún stereofónico. Algo huele mal aquí y el tono inglés es middlc - class. La pequeña fuente de mármol tiene polvo y hojas secas y este angelito que flecha el amor sobra como yo y los squatters, como nuestra sed y nuestro amor, como todo lo que hacemos. Lord Douglas -en la vida real no es Lord, y ahora, ¿Wilde pensaría lo mismo de este Lord después de es­ cribir De profundis?se ha vestido como Lord Douglas con puños de encaje y una corbatita de lazo. Gracias, digo, pero hace mucho que la mariguana es poca verdad para mi mente. Antes que empiece la fiesta -tragos de vino blanco como flores zurcidas en la solapa- Alcx Christ Carmen David y yo acordamos no hablar inglés

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(o imponemos o nos imponen sus condiciones decimos). Primera maniobra para cuidar esta buena salud: mantener esta distancia, dejar que el enemigo crea que domina la pieza que lo pondrá ante nosotros. El oferente ahora está desconcertado y en la pequeña fuente de mármol donde Cupido apenas se atre­ ve a clavar la punta de un pie entre hojas secas el aburrimiento rueda como el poema que el falso Lord ha escrito a sus mineros. Hemos hechos un círculo en la yerba y con la guitarra en las manos -una peruana, de San Isidro, dice- que ya no habla como peruana -diez años fuera del país, salió de niña- se ha puesto a cantar nuestras canciones armando su antología del vals peruano. Todos vuelven, Puentecito de ¡os suspiros, Nube gris. Y ya estoy borracho abalanzándome sobre Amanda con sus bomba­ chos colorados y transparentes. ¿Amas zarandear muchachas dulces como un sueño, el terror que no posees en tu mente? ¿Jugamos? -dices. Quizá The garden party -digo- pero metí Rey Rojo en tu casille­ ro amarillo y entonces abrí tus muslos y le llenó de furia. Una fuente vuela y se quiebra como la vitrina donde cae. Oh escandalizar a profesores (se dedican a cuestiones respe­ tables y distantes) es tragarse un mal momento. Londrés está bella, pero afuera punks y patrulleros se han cogido a cadenazos, Amanda abrazándome lleva mi cuerpo a su lecho y antes de ponernos a culcar nueva­ mente Ico un ligero esbozo de este poema.

ATARDECER CON POTRANCAS SOBRE ELTIBIDABO Hay un algo seductor y turbio al fondo de los ojos de las chicas mediterráneas -no en aquellas adolescentes aún, cabellos de castaño, muslos como hielo que se abren con un poco de jazz en la neblina. Hay un algo seductor y secreto en el acompasado movimiento de estas catalanas: veinte treinta cuarenta años que van trotando como potrancas por estas calle pétreas, aire límpido y fresco, o helado, ardiente, siempre transparente, ligeramente nervioso en el meneo sensual de unas caderas que se sacuden gruesas gotas de lluvia y con sus cabellos despeinados va mi potranca pasando contra el Tibidabo. Y este cuerpo que se ha cubierto con caricias o flores bajo el vestido ligero (o la falda de cuero) tiene el temblor de un anhelo, un oscuro sacudón nunca satisfecho, insatisfecho. El cuerpo que huele a madurez, pecado, ojos levemente surcados por góndolas floridas en la piel salada, senos turbios desechos en mi boca. Su caminar es delicioso, seductor, tierno como una amapola y en las grupas, balanceo impío, gime para mí una belleza tan incurable como mi deseo. Mi potranca resbala un muslo contra el otro al pisar el pasto, el atardecer, y tiene un ritmo apurado, el sabor de la noche en su hombro. No hay este sereno gesto excitado de mover deliciosamente las ancas, un desconocer el amor: hay incitación a lo tórrido, un cerrar el periódico y meterse desnuda en la noche, sábanas frescas, amplio dominio de manos en el oleaje descoyuntado y piernas que caminan revueltas por los aires. No se detiene, continúa hasta la última nota y violines destrozados en otoño.

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Muchachas como yeguas trotan resonando brevemente sus cascos en el atardecer del Tibidabo. Pechos duros y frescos como alta proa cortando la brisa con el torso, la mirada levantada. En la pálida piel hay flores invisibles, secretos llamados en los ojos. Pero esas grupas que se balancean, discuten, se apretujan, grupas jugosas como peras donde se clavan mis dientes son un secreto encanto que ellas guardan, como un tesoro, en sus ojos. Y en las noches las entregan, deliciosas, entre breves y profundos gemidos, placer de gatas, ronroneo, oh set penetradas y quedar otra vez perfectamente insatisfechas.

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BANDE DESINEE 1. El sueño. Cuando un dulce fulgor se proyecta desde mi ventana entonces sobre la pared de enfrente aparece un ángel tecleando impecablemente a máquina. Un ángel pálido y moreno, rojo como un cassis, un gato mordiendo suavemente las llores de tristeza de la noche. Sobre la pared crema pálido traza cifras imáge­ nes figuras geométricas -el círculo rojo donde belleza y locura combinándose se irradian a tus ojos- como llores de fuego en una noche glacial. Tiene casaca de corduroy rojo encendido y su cuerpo es fuego para los labios que se posan en él, en sus bolsillos sus manuscritos se amontonan como un tesoro cuya ruta sólo conoce aquel muchacho que escribe hace ya muchísimas primaveras sobre la pared llena de extraños cálculos para la pareja que habita en aquel dulce es­ tudio. Toda ciudad es un sistema de signos intcrconectados a distintos niveles como una maquinaria cuyo funcionamiento destroza en toda clase de lecturas el espejo que la refracta y la desesperación, la mente furiosa, el estallido son mi círculo rojo -como un jardín llenándose de extrañas maquinarias radiantes al alba- donde aquel joven maestro trabaja. En ese jardín como en un tiempo que se despliega en la forma de mi vuelo el silencio es una triste flor perdida entre los sonidos de mi maquina tecleando multiplicidades de belleza bajo lo que me despierta entre sensaciones de ahoco -y todas estas palabras son como signos de altímetro en mi ventana que es la cabina de una mente acelerada-. Tener» un vuelo ligeramente tenso y siento una rabia dulce que me corroe hasta esta­ llar en mis ojos: rabia por todo, por nada -no deja nunca de haber una causa en la que no nos sintamos partícipes- y toda esta tecnología aún poco situada (y no reconciliada) a la altura de las necesidades bio-maenéticas de mi cuerpo me precipita en un espacio inverso y tan profundo como la velocidad que se desprende del tiempo. Tengo turbulencias y el limón de mi pequeña cabina se estremece envuelto en llamas verdes: los grandes motores de mi Jet ZT —24 se han incendiado y en el curvo parabrisas sólo veo un hueco negro. Aprieto el botón de exclusión automática y me veo catapultado fuera de esta dulce maqui­ naria de precisión llameante. Mil dos mil tres mil cuatro mil cinco mil metros en caída libre y en los tubos de aluminio adosados a mi espalda salen dos gran­ des alas sexagonales, transparentes, con nervaduras de plástico mientras un pe­ queño radio-a-transistor colocado en el pecho de mi casaca lanza señales de mando a las alas de mi planeador manual ZT —25 (para asumir las funciones de una situación imprevista) que por las turbinas posteriores de mis tubos de aluminio arroja intermitentes llamas rojas al cambiar la dirección de vuelo que me coloca en un círculo rojo como sobre una mesa que sobrevuelo para escri­ bir que no escribo sino de lo que he descifrado en el reverso de los signos que ruedan desde computadoras transparentes. Salta una palanca y vuelvo a asumir

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el control del Z T —24 como al cohete de mi mente en un espacio imposible des­ de donde me dedico a filmar la destrucción de una desesperación arrastrándo­ se entre las concesiones al confor en que toda época cae habituada. Entonces, anoto: Torre de Montpamasse: también iluminas al hombre extraviado. y el joven maestro es belleza para la pareja que lo observa delirar en su jardín de conceptos. Terrible camino: la simetría es un espejo destrozado cuando el tulipán de una muchacha se muda de cuarto -el verano es una maleta que sueña en un montacargas- y en el cuarto donde estoy ella ha vuelto para dejarme el tulipán de sus sueños. No se va la mujer: se va la posibilidad de un dulce deli­ rio, la loca orgía que equivale a cero es un valor positivo cuando tu producto te evita permanecer lejos de ti y esta vida consiste en ir destruyendo lentamente a su caos. Tú/ella/yo nadamos libremente en olas de un deseo cuyo límite es el re­ verso de lo que hacemos pero al salir del reverso -su límite es la nostalgia de un camino olvidado- volvemos a cambiar la trayectoria de nuestro deslino por­ que en esc cambio está el deseo de lo que se mueve y por un instante, como una revelación, tú/yo/clla anulamos el reverso del tiempo y ahora: -ibón jourí Belleza: cuando no te encuentro volteo para buscarle en mí. -tú eras una dulce aparición en mi lecho que extrañaré toda mi vida pero aho­ ra delx> alejarme porque el infierno me llama -ha dicho suavemente aquella dulce holandesa cuya existencia, siendo una continua aparición en mi lecho, me permitía colocar frutas terribles en sus labios cuando yo salía del suyo. Enton­ ces yo era todos tus hombres y tu lascivia de mujer insatisfecha lanzaba llamas de seda tras la puerta contigua a mi soledad que permanecía abierta como un espejo donde no cesábamos de despedirnos como ahora en que me he puesto a acariciar las orquídeas de tu culo en verano. Esto es lo que queda de un rápi­ do encuentro entre dos idiomas distintos: tú tan extraña como yo en las alturas de una ciudad que desconoce a su ciclo y nuestros ojos como gatos saltando en­ tre extrañas urbanizaciones metálicas para llegar donde se celebra el Tantra ri­ tual. Entonces yo era lu sacerdote impronunciable y tú mi alocada discípula dispuesta a propagar mi loca sabiduría sobre la tierra. Caminábamos cogidos de la mano en los atardeceres dorados y cuando llegaba el otoño bajábamos los lentos escalones malolientes de la noche para contemplar Huir lentamente las aguas con charcos de luna del Sena. Un oscuro vino teñía tus labios carnosos y yo me emborrachaba probando el sabor de tus senos. Sabíamos que cielo e in­ fierno se ubican en la mente del hombre -como en un campo donde el propio

hombre debe decidir su destino- y el otoño que se podría bajo nuestro paso era un lecho para la corrupción de los cuerpos pecaminosos. Yo adoraba esperar el hielo azul porque entonces mi piel ardía como un leño encendido con llamas verdes y tú montabas sobre este leño para poseerme como a una fruta. En el cráneo de un esqueleto arrojé semen y tú te manchaste los labios con semen le­ vantando el cráneo para demostrar tu poder a los elementos de la naturaleza. Ah perversión, perversión. -T u corrupción prueba la pureza de tu espíritu-. Mi cuerpo era un odre de vino fresco que tú, antes de levantarte suavemente las faldas, bebías hasta embriagarte. Entonces te sentías dispuesta a probar todos los placeres extraños pero me advertías contra la obsesión fálica del mundo. Para ti yo no era más que un adolescente muy tierno -una dulce manzana roja, una pichula fresca como un manantial- y tú una portera madura pero aún jo­ ven que me ponía tu cuerpo en las manos para pelar el gran plátano que se tra­ gaba todas las tardes. Tú eras una gárgola y te gustaba probar adolescentes inteligentes y peligrosos como yo. Tus manos acariciaban mi cuerpo y derrama­ bas lágrimas sobre mis testículos apretados como racimos de cassis granate pe­ ro continuabas advirtiéndome contra la obsesión fálica del mundo. Yo sólo me atrevía a gemir: -miau miiiaaauuuu miiiiaaaaauuuuuu- para ti y continuábamos caminando con aquel gato de mi dulzura depositada bajo tus párpados de es­ tudiante de Amsterdan perdida en una buhardilla de París. Toda separación es oscura como la noche en que un muchacho despide a su amor y es tan bella aho­ ra que mi corazón se va contigo, y con nadie, con tus labios mordiéndome el pe­ cho como aquella noche donde el círculo se completó en forma perfecta y su perfección fue haber pulverizado los signos de la nada. No eres vacío, página: tu dulce locura delineó su razón en mi mente. Ha llegado el alba y me veo como un tren en verano, un barco lentamen­ te balanceándose al atracar en tu cuerpo -que acaricio como un mar antes de sumergirme en los bajos fondos de tu mente- y este Boing ruge como una tor­ menta de seda cuando estoy sobrevolando el paisaje de tus labios. Mi vuelo es bio químico pero no usa combustible que no produzcan mis propias neuronas. ¡Me basta sentirme tan totalmente incomprendido como perseguido para al­ canzar los estados más extremos de lo que pareciera una drogadicción perfec­ ta! ¡Más, más persecusión contra la dulce inteligencia de este muchacho que os ha enseñado a no pensar con los pies! Tus labios arden con la flor de mi semen: tu cuerpo podrá refractar mi apariencia pero no la profundidad de mi visión. Tienes en tus manos al ángel de la sensibilidad que te permite trazar las bases de tu inteligencia pero lo maltratas, mi dulce puta, como a uno de aquellos es­ tibadores que vienen a aplacar su furia en tu carne: no siendo sensible tampo­ co podrás producir la imagen de tu inteligencia. Me amas -nunca dejaste de ser

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delicada conmigo- sin embargo y lú eres mi intcrpósita persona: no me dirijo a ti sino a tu estupidez, en el otro lado del tiempo, para que despierte bajo mi*, ojos y haga lo que tiene que hacer: rumiar menos y organizar el mundo como un holograma. Esta mañana, por ejemplo, me encuentra escribiendo con lin­ go en el papel de una desesperación que destrozo como a un insulto: mi tini.i roja se esparce cuidadosamente en los dibujos que mi sueño traza cuidador mente en el silencio de tu cuerpo. ¿Quién puede vivir en París sin no sentir el llamado a rebelarse contra el pasado? París se encuentra situada en un futuro que siempre se permitó voltear el rostro hacia atrás: aquella noche como cual quicr noche en una ciudad tecnológica -Londres, Tokio, Hamburgo, New York- es frágil como un espejo quebrado (el que reflejó y no pudo resistir el reflejo de la intensidad de mis ojos profundos) en mil pedazos de la perfección de su incerlidumbrc. Quedamos apenas yo/tú/ella como un cuerpo que aún, v a pesar de todo, es cohesión, o peligro para la noche que no nos refleja a la ilu­ dida del sueño de los girasoles transparentes de nuestra mente. Una perfección es cspecialización cuya diferencia con los signos de una misma cadena lógica produce angustia de un vértigo desconectado al cuerpo total. A mil, diez mil, cien mil kilómetros de París o en cualquier otro sitio queda mi amor por ti y po? mí y por el camino que despidió a los que se fueron vuelves dulcemente a dor mir, como salida de un espejo, sobre mi lecho -única forma de no desprender se en la nada- pero te fuiste llevándote un poco de mi ardor en tus muslos y y«» me quedé sin ti -que se fue contigo. Unos pechos y un culo menos, unos labios húmedos de vulva que no temblará ya cuando se levantaba la falda verde oscu ro para que yo metiera mi negro galo en sus muslos y le daba calor. Sobre un bosque de hielo la noche se hundía en el abismo y quisiera no terminar, como en un dulce, largo, y prolongadísimo coito, este discurso a la noche antes de bajar a la calle y encontrarme contigo.

II Organizar la mecánica de reflexión de la máquina Sobre las pálidas madrugadas aún se escucha sollozar a una máquina de escribir que teclea -su sonido parece un trotar de caballos en el pasto mojado bajo las flores que se desprenden de las melodías cosacas- la prefiguración de un fulgor en tus ojos. Tú continúas en tu habitación -escribe, escribe loco mu­ chacho que le has considerado a li mismo incomprendido- y la mañana de mi ventana se ha reflejado en la luya: así le veo y no sé quién eres ni lo que ator­ menta tu corazón caliente. Apenas vislumbramos tu cuerpo que se ha posesio­ nado en nuestras mentes encorvarse sobre frascos con extraños productos dormidos y apuntar -luego que has hecho exirañas comparaciones- algo en pa­ peles transparentes como películas donde sólo se percibe movimientos ex­ traños. Al cruzarnos en la calle eres amable -vaya, no hay adolescente que no

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sonría sin ironía sobre su casaca desabotonada- pero tu belleza es violenta y hace que mi corazón se acelere. Tienes una risa que estremece los cimientos de mi buena conciencia y las tierras cálidas de donde provienes arden en tus ojos que florecen en la noche. Una noche cuando la luna asaltaba las techumbres oscuras de los edificios el muchacho se levantó de su mesa y entonces -antes de salir a la calle- habló por mis labios en el momento en que yo me colocaba la casaca para salir a encontrarme con una chica en Nanterre. -Eres horroro­ sa como un otoño podrido. -Todo lo horroroso es hermoso porque angustia dijo ella cuando nos vimos. Paseábamos por el bosque de una suave película que se perdía en nuestro reverso. -Tú eres delicado como una guitarra roja -y me locó la nariz, sonriendome. Mi vida era angustiada porque no había otra forma de configurar la vida peligrosa que yo había llevado hasta entonces: no sólo por mí y tampoco no exclusivamente por ella: también porque el mun­ do -una profunda época de represión síquica como bombas nucleares contra millones de millones de seres humanos hacinados en los Metros de las grandes urbes- sólo podía sobrevivir en la angustia de su propia razón perdida: angus­ tiarse era recuperar la razón como una mujer con la que no te veías hace mu­ cho tiempo y la gente se dedicaba a cosas extrañas. Muchos habían alcanzado el olvido de existir pero al precio de vaciar la conciencia de todo interés en el mundo: las calles se habían llenado de animales, y vegetales, el arte había caído en el olvido porque brutalmente impuesto no hubo quien no optara quedar bien consigo abandonando la lectura o las salas cinematográficas. Todo esto ocurría en un tiempo reversible como una casaca de nylon y los muchachos en los ba­ res se divertían maniobrando máquinas -un cassette había previamente toma­ do las constantes sensibles del usuario ocasional- que reflejaban tras pantallas de cristal líquido la imagen ideal de una vida llena de pcrsccusiones y malesta­ res. Preferían esto a cualquier arte que se hubiere estado produciendo en los últimos meses previos al gran crac económico que sacudió las relaciones de los países unificados a través de un solo sistema de intercambio bancario. Fuera de ello nada más importaba en la vida porque la muerte era un animal heráldico que había ya seleccionado a sus víctimas. Se trataba entonces de sobrevivir. Una primera solución había sido hallada y distribuida entre la inteligencia de todos los países: 1. que cada quien hiciera el arte que concernía a la comunidad en la que se movía, 2. que, fuera de este arte, las instrucciones del animal heráldico debían ser obviadas en la vida común, 3. que el arte producido en las comunidades técnicas -un arte a la altura del desarrollo de la sociedad- se intercambiase para acumular expe­ riencias. Bandas de muchachos tecleaban ahora en toda la ciudad produciendo las nociones sensibles -imágenes románticas, lugares campestres con música gita­ na- que la sociedad necesitaba: la imagen de un bello futuro. Sus máquinas de 146

escribir se encargaban de lanzar fuego contra el animal heráldico, sus propias vidas -muchachos con un cigarrillo en los labios que lo daban lodo por salvar a la inteligencia de las estupideces de la m uerte- se constituían como un senti­ do positivo en la vida del mundo. Sólo ello permitía sobrevivir, sólo ello per­ mitía dignidad y belleza. Se escribían millares de páginas pero no todavía algo terrible -algo que sacudiese fuertemente a las conciencias dormidas- como lo que el ángel tecleaba hasta el amanecer. -E l pensamiento es un bárbaro que se descompone en moléculas que remecen tu cuerpo y florecen en tu mente. -U n comportamiento entonces es el producto de un cultivo de moléculas de infor­ mación programada en las gentes -dijiste tú, y pareció que hablabas sola pero yo sabía que conversabas conmigo en un cuarto de hotel que habías alquilado para experimentar la sensación de soledad química. Y la soledad se evaporaba cuando yo aparecía en tus muslos: gato mañoso, decías, pero el vibro-masseur lograba volverte sobre la dimensión presente. -E l pensamiento es el bárbaro pero el pensamiento no barbariza -m i amante escuchaba entreabriendo los la­ bios carnosos, sus cabellos revueltos se llenaban de fuego en la noche- porque caído el mundo en la estupidez, una superficie sin profundidad alguna configu­ rada como estructura, el pensamiento revuelve como un cuchillo a lo falso. -Por eso he dejado a mi cuerpo ser acariciado por ti -dices, y entonces me abres tus muslos para que yo deposite mi lengua en tu vulva aterciopelada. Un deli­ cioso pastel que pruebo lentamente mientras contemplo la llamarada dorada del atardecer transformarse en noche. ¿Qué hace aquel joven tan salvaje como un pensamiento incomprensible -quieres sentir amor, abandonarte a la loca pa­ sión que revuelve tu hastío- caminando por la mente de jóvenes mujeres dedi­ cadas a mecanografiar computadoras ascéticas? ¿Qué hace este cuerpo sufriente -yo me contemplaba gemir en mis horas de insomnio tenaz- como un nuevo profeta, sus sentidos abiertos a las alteraciones del mundo, en un paisa je que es el reflejo de su propia nostalgia? En el espejo de una llamarada cre­ puscular se aparece siempre ella y tiene un falo ensangrentado en sus manos: cuando vuelvo a abrir los ojos sólo un tenue olor a lavanda impregna mi cuar­ to y una fotografía de tu cuerpo desnudo -una pose en la que estás tú como una perra- descansa a un lado de mi mesa. No soy tan impuro como un no-pensamicnlo y en la máquina de computación de mi cerebro cuya máquina óptica es el mundo se concentra el peso del universo: apretando el botón de la inteligen­ cia sensible salla tu pasión desbordada a la que llamaré belleza. Pareciera en­ tonces que tu cuerpo se libera de la otra forma de su presente mordiendo mi pecho y lo que nos separa -una soledad terrible como un fuego- ha terminado por unirnos: tú te fundes en mí como un sueño y son ya siete y algo más de la noche. Enciendo la radio y con música transpuesta a un Sinthctizer escribo: Tan dulce como el verano, es tu cuerpo -mariposa en mi cerebroque vuela en mis manos

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(y es una fórmula sintética) como protesta contra la ausencia de imaginación en el mundo. -Debemos destruir a la parte de la cibernética tornada intoleran­ te, inamable, anticulta -propugno. Estoy tranquilamente contemplando la ca­ lle por mi ventana abierta: todo tiende a tornarse pálido y si no llamean tus ojos no habrá verdad en el mundo -la luz que irradia de mí sólo ha podido ser per­ cibida por los espíritus más generosos. No hay impureza en lo que digo porque tampoco tengo prácticas de confort: leer en la noche es un fuego que alumbra al caminante perdido. En cambio percibo en el contorno de una mano lo que sucedió una vez: las manos pulcras dicen tanto como las manos nudosas. Ma­ nos pulcras en las exposiciones en retrospectiva se pierden bajo comentarios insignificantes. Mi amigo pintor no tiene instrumentos -pantógrafo, aerógrafo, imaginógrafo- para pintar: ha de salir a pegar affichcs sobre paredes de made­ ra, ha de tener que aprender a robar tubos de pintura en magazines automati­ zados y las Galerías de Arte permanecen cerradas (a la cosa mentale). En la calle quienes hacen el trabajo considerado sucio -barredores, etc-, son inmi­ grantes que no reciben consideraciones amables. El hombre tecnológico sólo acepta la pureza del cuerpo (la pureza: esplendor, rabia, deslumbramiento in­ finito): lo germinativamente denso, cuando éste se ha revestido de un modo de ser que lo pueda distinguir del pasado. Aquí en esta época -el tiempo de una rebelión de la inteligencia sobre lo que no le permite avanzar- todo se diluye, se decolora, o está disolviéndose como niebla: no el trazo genital, que los que han atenazado al pensamiento olvidan, como surco dulcemente germinativo en la tierra, sino la acuarela. Esto es la pintura actual: nada. El trabajo del lápiz, del pincel, del color: el trazo y su expresión pulsional sólo podemos vislumbrar­ lo en lo que se asemeja a la bande desineé -algo así como Metal Hurlant y Ah Nana- donde se perciben imaginación, trabajo, luz, vitalidad y todo esto es lo que prefigura a la nueva belleza: El cielo son mis ojos que welan -iJet planeando a tus labios!en tus pechos. ahora que mi cuerpo hecho cuerpo desgarrado destruye la falsedad del no-análisis como pose académica constriñendo al hombre que viaja en el Me­ tro. Estos tiempos han tratado de desgarrarme: mi pensamiento sin embargo me ha liberado y entre mi pensamiento y yo no existe ese abismo de distancia que hay entre mi vitalidad y el pasado que es toda esta época. Sólo tú podías comprenderme, dulce mujer. Enloquecido me encontré contigo para probar la copa del conocimiento prohibido: ante el ojo impasible sólo aparezco como al­ guien que continúa prendido a su máquina como a una mujer (nada producti­ vo) y mi sangre arde, pero mi sangre arde porque tiene la sed de un fruto que debe alimentar a lo que se demacra en la corrupción insensata. Sufro un terri­ ble delirio: hacer avanzar la mente a la misma velocidad que sus neuronas que

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la conforman pero apenas he llegado a concebir que ello es posible una violen­ ta sensación -la sensación de ser tomado por loco- me advierte que puedo caer en el manicomio si continúo con mis experimentos: debo continuar. Sin efecto la repulsión de lo que me persigue aparece mucho menos repulsiva que una gárgola sombría. Yo soy la verdad, yo soy la vida, yo soy el fruto de una juven­ tud crítica y enérgica que no se puede detener sino hasta llegar a su objetivo: dibujar lo que es como lo no posible para que pueda acceder el mañana. Y es­ te dibujo aún cuando es su reverso potencia el mañana, que es el presente: pa­ redes llenas de publicidad, asientos glaciales a la medianoche cuando estas palabras se pierden, y alucinan, y los pétalos de mi cuerpo sangran en tus ojos. La noción de placer es impronunciable si no se la ha vivido pero se encuentra en tu sentirle mal como una daga que se place en herir lo que me rodea entre brumas, saliva tonta, imbecilidad sin voz y desentonada. El hombre que te ha­ bla camina aparentemente abstraído, y no contempla más que las sensaciones que se producen en él: estoy desangrándome, me duele, me saca estas palabras ser como soy: ebullición de energía, volcán arrojando manzanas como dientes clavados al pasto de tu cuerpo: También la noche desaparece como la soledad que tus muslos no brindan. aunque no tus labios sino la forma de tus labios me sedujeron y los he dibu­ jado como cerezos: labios carnosos, palpar en mi léxico la sensualidad de tus labios ardorosamcnic entrecerrándose bajo tus ojos-ojos que me comieron co­ mo quisieron y yo que me dejaba comcr, acariciar, ser abrazado por ti- no sería el lugar donde borbotones de semen florecen más allá de cuatro estaciones y entonces di sentido a tu vida: este lenguaje de flores se inclinó para besar tus piernas bien torneadas y fuertes, piernas de señora que no encuentra marido y se acaricia con una muchacha que te abandonó a mi asedio. Tú te humedecis­ te cuando entreabrí tus muslos como una persiana donde explotaba tu madu­ rez bajo mi juventud que te amaba antes de separarnos cada quien en direcciones contrarias a su encuentro en tu carne, cuando te masturbabas sin nadie en tu cuarto. III La máquina de pensar Bastante infierno tenemos con haber nacido como para que se nos con­ tinúe angustiando la existencia. No ver sino lo que está detrás de lo inmediata­ mente perceptible: el cuerpo, la noche, el silencio, la mente no revelan sino signos que uno debe ensamblar para obtener la imagen de la profundidad: 149

El hombre perfecto destruye el abismo de la desesperación que lo atrapa. porque la profundidad es el proceso de su construcción: la combinación de símbolos lógicos no se diferencia en nada a la música -una música inscrita en una página determinada- y esta es la base estructural en una expresión verbal: una lengua permanece siempre móvil, como explosión, en su desarrollo hacia lo infinito sobre la base de lo que va dejando de ser sombra. El pensamiento barbariza lo que se ha tomado como costumbre y estoy obligado a no dejarme desfallecer ante la poca capacidád mental de mis contemporáneos para com­ prender la estructura del movimiento de la mente que refleja la coherencia re­ vertida -una verdad cruel como un cuchillo- de un hecho tal como* (x colocada en el espejo de la mente es su proceso). Al intentar conocer este hecho -o su imagen, el habla vertida como signos escritos despliego el conocimiento de mi yo: este despliegue soy yo en relación a las páginas que he producido. El cono­ cimiento no es más que la transformación en la página de lo que ocurre fuera de ella: al transformarse en la página es también acontecimiento. No existe ver­ dad sin página porque ésta es el contrapeso de su producto y la transformación sólo puede existir como destello del conocer: lo decisivo es queje es un proce­ so. De la experiencia industrial me interesa lo que no le interesa al resto de lo que pueda expresarse limpiamente (la limpidez es una forma de la inteligencia en gramática): el proceso de los teoremas que sostienen a su materialización en productos tangibles. Este proceso debe ser conformado en un poema como cuerpo activo: un vivir sobresaliéndote por sobre las normas que te impiden co­ municarte. Cuando por ejemplo me extasío en la suavidad protuberante de al­ guna escultura en mármol o vynilo trato de contemplar las relaciones que armonizan sus volúmenes hasta que mi vida salta como un gorrión a otra escul­ tura. Me gusta el cuerpo fresco y maduro como durazno que voy a morder: es­ to es lo que me interesa del mundo (y para eso quedamos citados en este lugar donde hay concierto de música natural) como notas de un Angelus que tus ojos admiran. -L a multiplicación del infinito por lo posible, ¿qué da? -U na pregun­ ta que sólo te la puede resolver no exactamente la matemática sino su filosofía -contestas. -E se punto en que la matemática se transforma en filosofía es la poesía: lo que quiere decir que la ecuación poesía = matemáticas precede a la posibilidad de su uso. -Correcto como que, entonces, lo infinito es posible. -Y no da imposible porque existe un hecho concreto que lo impide: la posibilidad de su multiplicación -explico. Contemplamos que el tiempo no se detiene cuan­ do pasa a través nuestro pero si no se detiene es porque está encarnado en no­ sotros. Un mundo sin sentido es un mundo tan inhumano como un mundo donde no existieran hombres. Lo que da sentido al mundo no es otra cosa que vida y la vida es la producción del sentido como estas palabras: un dulce cuer­ po que al refregarse en ti vuelve nada a la angustia. Hemos vivido largamente 150

angustiados porque todo está hecho para impedirnos pensar: así la única for­ ma de trabajar el pensamiento -que se formula siempre en imágenes: lógicas, o poéticas- es destruir a lo quetaos ha perseguido; en el afecto el pensamiento encuentra su mejor refugio. La inteligencia es un modo de ser de la sensibili­ dad y el pensamiento se expresa como imaginación vuelta a tierra. No sólo es nuestro afecto refugio: también es generador de inteligencia. Siendo el arle la materialización de lo afectivo hemos resuelto refugiarnos en él y desde allí des­ plegaremos palabras de amanecer para arrasar como bárbaros a la estupidez. Se produce entonces metáforas como reino académico: metáforas que entre­ mezclan a lo falso y a la falsa actualidad que es ya pasado. Habiendo perdido el presente toda su curiosidad por desplegar la posibilidad de conocimiento sólo queda la realidad de un arte que se enfrente a la escasa producción de in­ teligencia así como al exceso de estupidez -la retórica, la escasa limpieza en la formulación expresiva, el apelmazado de metáforas como barro- que gobierna al mundo de las letras. Sólo es posible una diferencia entre la matemática y la poesía: sus academias (que en la primera recibe al genio mientras que en la se­ gunda no sólo se lo persigue sino que se lo persigue para instaurar o continuar estupidizando al mundo). Inteligencia es energía limpiamente formulada como un poema: la máquina del ciclo interior puesta ante los ojos -ojos de las imagi­ naciones envejecidas- es el reverso de la realidad recibida como buena costum­ bre. El poeta ha llegado para eso: para producir el genio que su tiempo -la envidia, lo mediocre, lo estúpido, lo estéril- le niega porque él es el producto de su obra apenas leída a escondidas por adolescentes sensibles y valientes. Es­ te tiempo tiene también el estigma de su cobardía: trata estúpidamente en va­ no de destruir a la sensibilidad de quien se ha rebelado volviéndose incluso un ebrio de belleza en las calles oscuras. Son los hombrecitos de papel a los que debemos perforar como a una tarjeta para meterla en nuestra computadora a los que debemos criticar como a una peste bubónica. Incapaces de diseñar una máquina de inteligencia -la máquina de la belleza de las letras sagaces- se de­ dicaron a ventosear por la boca tirándonos piedras desde un ano ulcerado co­ mo un cerebro mongólico que sólo podía aliarse a la apariencia fugaz del poder de las insulsas revistas literarias. Hombrecitos de papel picado que no fueron lo uno ni lo otro, y que pasaron porque no se asumieron -no tenían tampoco la sed de conocimientos, ni se habían transformado ellos mismos en verdaderas enciclopedias mentales, ni el fuego de la alocada pasión, como para ser receta­ dos como frutas a muchedumbres en el desierto- en una rebelión cuya contra­ partida arrincona al genio, y lo escarnece, y lo insulta, y lo escupe, y lo condena a una soledad que él destruye con sus escritos. Este terso lenguaje clásico co­ mo el que usan los analistas de sistema es el producto de una angustia que me arroja a delirar el Proverbio Rojo de mi vida entre maquinarias desiertas. To­ do pensamiento acuchilla la materia moldcable como el espacio en el telesco­ pio -cambia a ese destartalado telescopio- que lo contiene. El tiempo es una

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capacidad cuya cualidad cambia como la materia. El mundo es su teoría, su concepción, su proyección. Estamos no ya en las ciudades sino en los proyec­ tos -muchos de los cuales ignoramos- que pervierten la vida síquica del hom­ bre: no es necesario saber que se nos trata de convertir a la nada. No desde el punto de vista de la individualidad sino desde el hombre -esa unidad naturale­ za/trabajo- es que te hablo: cuando se elimine la creatividad -cosa imposiblecntonces se habrá concluido con el mundo. No ganemos tiempo para detenernos pero el concepto de celeridad es una ilusión: avanzas más -la cele­ ridad es una tumba, todo lo que ella produce se vuelve rápidamente desechosi dejas de tomar al tiempo como medida: tu trabajo es la medida, tu calidad la meta de la que partes para llegar hasta ti. El trayecto de la vida no puede me­ dirse como una línea: la vida se elabora, su trayecto es lo que la vida elaboró como un plano donde habita. Todos sus viajes no alcanzan a medir el conteni­ do de su energía: su energía es el viaje -mental, ideal, concreto, material- co­ mo un no haber perdido esa curiosidad fatal que lo dispone siempre a la aventura (la aventura mental es análoga a lo que lo arroja lejos de la insulsez decrépita, lejos de la estultcz despótica). Cuanto más lejos se aleja de lo estúpi­ do más se acerca a sí mismo por el camino sembrado de flores punzantes de lo que ha construido, o destruido. Nadie puede negarle al hombre su derecho al trabajo. Nadie, y mucho menos las academias de la úlcera, puede cegarse tan­ to como para negarle el proyecto de una construcción en sus dimensiones si­ multáneas -com o una máquina de pensamiento conectada a los diversos instantes en que un hecho tal como x acontece-. Todo el problema del pensa­ miento actual se centra en el planteamiento -tanto como en la solución- de un solo problema: construir una máquina de pensar -no como un ábaco chino, un cuadrado simbólico mágico, una calculadora o una máquina de mantras tibetanos- capaz de resolver el problema que angustia a las muchedumbres: tratar de conferirle un sentido a la vida. No es una solución mecánica sino una solu­ ción mental lo que el presente necesita. Sabemos que: 1. la máquina de imaginar funciona a través de dimensiones simultáneas. 2. la máquina de pensar es análoga a la máquina de imaginar. Por esto se puede deducir: a) que el pensamiento -aquello que produce sentido- se formula como un sentido de la imaginación. b) que la imaginación es el sustento del pensamiento. El teorema 1 es: belleza + imaginación = inteligencia. El teorema 2 es: inteligencia + imaginación = pensamiento. El teorema 3 es: pensamiento + belleza = sensibilidad. El corolario 1 es: proporción + sensibilidad = belleza. El corolario 2 es:

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belleza + inteligencia + pensamiento = imaginación. De este modo la máquina de pensar posibilitada por las anteriores deduc­ ciones se construye como el reverso de la nada: en el anverso están sus precon­ diciones (que determinan los temas tratados) pero la máquina de pensar es una dimensión simultánea en sus reciprocidades compositivas. Su estructura es cúbica y la V del cubo proyectado en la página -la V tal como ella misma da como función valor absoluto- produce una dimensión denotativa: su dimen­ sión connotativa es la totalidad de sus elementos (incluyendo a este producto, siempre distinto, que el propio manipulador de la máquina extrae). La máqui­ na de pensar es un poema concebido como un teorema -un teorema resuelto como un poema-. La máquina de pensar es el cuerpo de la mente en acción: hay que dar sentido a la vida, y la acción de la máquina de pensar -así como de la máquina de imaginar, cuyo funcionamiento es idéntico a la anterior- produ­ ce sentido. El sentido de un viajar a la eternidad desde el punto en que te has situado (el punto en que has encontrado el sentido es tu viajar). Tú eres una muchacha cuya curiosidad te ha permitido llegar hasta mi gabinete de trabajo donde has volado como mariposa en el polen de estas explicaciones: No vuelve la tristeza a ponerse en el camino que dejas. y hallado el sentido has encontrado tu verdadero camino. IV El despertar En los libros se describe (se habla, se interpreta, se comenta) al cuerpo: no todavía el proceso como se formula el pensamiento. En todos los libros, simpo­ sios, conferencias se pretende situar lo siguiente: "el cuerpo es el reverso de la mente" -ese problema así formulado está mal planteado-. El cuerpo no es el reverso de la mente y la mente tampoco lo es del cuerpo: no es empleando el anverso y el reverso como se puede llegar a plantear un problema (los métodos cambian como los estudios sobre el tiempo). Tampoco la relación entre dos puntos es la recta, o la curva -la curva no es sino el reverso de la recta-: una re­ lación entre dos puntos situados a una distancia tal como x es el espacio por­ que a = a (o a1) y b = b (o b1) entonces.a — > bl implican (y: x - b + o 1 porque a — > b). Siendo el espacios + b + a] + b l -el espacio de lovirtualsu tiempo es como el espacio: un tiempo idéntico a la proyección superpuesta de las identidades a = b = a1 + b [. El anverso conduce a lo lineal como el re­ verso a lo relativo: la proyección superpuesta es lo absoluto. Un cuerpo en ac­ ción es exactamente lo que la acción de una mente: configuran el absoluto. El cuerpo al igual que la mente tienen su relación (que es la acción): sin esa rela­

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ción ambos se eliminan, llegan a la nada. El cuerpo es lo que su mente plantea así como la mente es un producto del cuerpo (que, como tal, en sí mismo, no existe). Hablar del cuerpo -tu cuerpo que yo acaricio ahora mientras conver­ samos estas cosas- es describirlo (como fuego, hielo, ciclo, infierno, luz proyec­ tada desde esta página) según un método concerniente a una situación exacta: tú te has desnudado para sentarte junto a la máquina donde yo escribo que te has desnudado como el espejo que me refleja donde yo escribo que te has des­ nudado. Trato de que lo particular al proyectarse como generalidad no elimi­ ne a lo particular: Sientes desesperaren ti al engranaje de una soledad abandonada a su destrucción. porque sucede que uno al unir su piel con otra piel encuentra que 1,2,3,4 sig­ nos de un mecanismo de amor los está no del todo inconcientemente manio­ brando como piezas de ajedrez y son los únicos 2, 3, 4, 5 signos (los signos básicos) que son una iluminación y lo son por necesidad: no se necesita más lógica, o una lógica en dispersión para probar la intensidad de un beso o una mirada o un estrechísimo abrazo. Es lo más bello y también lo más nutritivo de cualquier cultura: arrojarse en las aguas sagradas de una vulva que se abre co­ mo una puerta que se abre a otra puerta y nadar lentamente pero empleando brazadas lentas y profundas: acostarse porque hay que levantarse. No entien­ do el mundo sino como sexo, como resplandor sexual en lo que configura la vi­ da: amar tu cucrpo es transformar la vida, profundizar la vida es delinear la mente. Esta es quizá la finalidad última del conocimiento de un cucrpo al que se ama como a lo no llegado porque delineándolo con nuestro cucrpo el mun­ do se transforma en sentido. El cucrpo puede ser un gran amor tempestuoso pero puede ser también decepción y abulia: menos estupidez hará que el cuer­ po sea un cuerpo y las nociones -quiero decir las muchachas que se pasean en las calles- serán dulces como una ecuación en la que hemos empleado madru­ gadas enteras para hallar sus nuevas variables y tendrán una vitalidad parecida a una fruta madura: esta vitalidad apenas se percibe -aquí los ojos del poeta son su deseo, sentido spinozista- en unas buenas tetas que pugnan por romper la blusa, o en un cucrpo bien delineado (y voy a decirlo, ¿por qué no?) ham­ briento. La palabra hambriento, para designar el cucrpo actual, y también to­ dos los cuerpos -excepto el cucrpo de lo que se aleja de la vida, que es glacial, o no existe- es igual una metonimia que una connotación en todo escrito rebel­ de: cantando tu cuerpo delinco la forma de mi mente. Este es el punto exacto de lo que una basura retórica -aquellas insulsas metáforas que hacen desper­ diciar tiempo y papel a sus lectores- no se ha mostrado capaz de plantear: aman­ do tu cuerpo mi mente delinca una forma. Sólo una lucidez alerta a lo que ocurre a sus sentidos -tus labios dulces como cerezos, el delicado olor de tus cabellos castaños bajo el resplandor de la tarde, tu cucrpo como una pera ancha abajo 154

y los pechos como mandarinas maduras, lu voz cuando me cania suavcmenle al oído, lu cuerpo en donde mi cuerpo se culebrea- puede plantear, como el argumento de este sueño, la forma que no había encontrado aún la estética con­ temporánea: delineando tu cuerpo construyo la forma que la nostalgia ex­ trañaba. Una forma es la perfección absoluta: un tiempo que logra crear una forma es un tiempo que ofrece un sentido a la vida y esc tiempo -cuando lodo esto haya pasado- podrá ser entendido como una forma de la perfección que toda época añora. Un tema es deleznable -com o un hecho cualquiera- y lo que no se destruye es la forma: estación orbital girando en torno al pianola en el que sus instrumentos realizan estudios. Necesito lu cuerpo como tú estas palabras. -Quiero a tus palabras como a ti cuando te desnudas para montarme. -Sin ti no puedo vivir porque eres fruía que alimenta a las neuronas, todavía descono­ cidas, de mi sensibilidad. -Tampoco yo sin li porque cuando no estoy contigo me siento apática, solitaria. -Te necesito como el borracho a su borrachera, co­ mo la puta a los orgasmos que diariamente debe sentir. -Y es que cuando dos cuerpos se acoplan es como si descargaran energía bio-eléctrica. -Todo estre­ mece mis nervios en el orgasmo, me siento liberada. -E l amor es un largo con­ cierto que se produce en nuestros cuerpos cuando se encuentran-. Como encender un fósforo y echar fuego a la estupidez de papel, que tiene su lógica, su convicción absurda como la nada: todo es una larga llamarada y hay que in­ terpretar incluso sus cenizas, saber leer ese lenguaje de la absurda apariencia. Un concierto sin forma no es nada y lo indeterminado se apaga como el faro de un auto en la niebla: si has de transponer tu cuerpo al mundo debes crear algo que te lo haga accesible: La luna que amas desaparece tras el tráiler de la mañana. y todo será un sueño feliz. Tú has venido hasta mí -este gabinete de trabajo don­ de yo te explico estas cosas- pero antes que vuelvas a desaparecer en el espejo le abriré las sábanas de mi pensamiento para que dejes rodar a tu cuerpo co­ mo en un prado con flores -tú serás aquellas dulces flores que yo solía traer cuando me aparecía ante li para meternos en una película cuyas molélucas eran nuestros ojos- y vuelves al lugar de donde llegaste inquieta y con ganas de ha­ cer cosas: desde esta ventana los vemos, así conversan. Para ellos el mundo se ha convertido en algo insufrible -un mundo como una pateadura a su inteligen­ cia- pero su amor, la flor de la desesperación que llamea en sus labios ham­ brientos, los redime de la culpa original -una tecnología que no ha buscado perfeccionar al hom bre- sobre la que el mismo mundo se ha proyectado: en otro nivel de existencia encontrarán la redención de lo que los ha perseguido -ah perdonan, ah todavía se permiten dar piedad a la nada- y serán compren­ sibles si fueron felices porque en arte la imaginación equivale a la ascensión en religión. ¿Podemos realmente existir sin una leve, irrespirable felicidad? Sólo

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en la búsqueda de la felicidad podemos ser felices: un mundo que ha olvidado la felicidad no liene derecho a llamarse mundo y lo que es bello es esta búsque­ da como la emprendida por estos muchachos. Ellos morirán, sus cuerpos serán huesos, o cenizas, sus mentes lo dulce que una vez hubo en nosotros, pero cuan­ do ellos mueran lodo habrá concluido: tuvieron el valor de sacar sus espadas •conira la estupidez y así caen aquellos hombres que una vez osaron rebelarse contra la mierda que les destinamos: Georges Cantor, que transformó el pen­ samiento malcmálico, concluyó su vida en un manicomio, porque dijo lo que era correcto y el mundo -un mundo como una pateadura a su inteligencia- di­ jo que eso no lo comprendía o le hizo la vida imposible. La historia está llena de estas cosas: todavía no aprendemos a respetar lo humano que hay en todo ser humano. Sólo ellos -esc muchacho, esas chicas que se aventuran hasta su cuarto como a un burdel- se respetan a sí mismos puesto que se dedican a es­ tudiar. Sus palabras son un concierto y todo lo que está en ese concierto es nues­ tra vida: me escuchas, te explico todo aquello que una vez te podrá ser útil. Sin embargo continuemos. Esos viejos pueden cantar victoria cuando nos han vis­ to desfallecer. Continuemos. Todo está ya dicho y sólo nos queda ser como es­ tas flores, arrojarnos el uno contra el otro para destrozar la soledad. ¿Hemos perdido ante la estupidez? No. No hemos perdido ante la estupidez puesto que nada existe sin nosotros. En el fondo de la madrugada truenan los caballos del amanecer y el fascismo no ha vencido: que te haya continuado explicando es­ tas cosas prueba que aún existimos, nada se ha perdido -sólo un instante de tranquilidad-. Tu cuerpo es el pecado que destruye mi desesperación y en la tarde cuando nos desnudamos, cuando ya no tiene más sentido hablar en con­ ceptos, yo entro en ti como en un burdel. Entonces tu carne parece la vergüen­ za de lo perdido y yo acaricio desesperadamente tus nalgas en las que penetro hasta escucharte gemir como una bestia pidiendo que el semen sea flor en tu mente, y mi semen florece en tu mente. Un oscuro placer enturbia tus ojos y tu cuerpo se deshace en mis manos. Todo está podrido porque el mundo desea que lodo continúe podrido. Es el atardecer que deja de ser bello en lo que una vez soñamos de él y en este lecho, un lecho de papeles incomprensibles, nada tiene ya la frescura de la madrugada. Nuestra propia adolescencia parece una monja violada y quienes fuimos considerados geniales somos escarnio, carnc inmunda que se restriega borracha en los más oscuros delirios. Unica medida de nuestra existencia: el resto es cadáver, un esputo sanguinolento, esos ojos vi­ driosos que no alcanzan a decir lo que somos. No se pierde la mente pero el mundo cuando la agrede obliga a refugiarse en el cuerpo: tu cuerpo es un tra­ go de licor que enturbia mi cerebro. Estoy solo, estoy golpeado: el infierno ame­ naza lanzarme sus columnas armadas -el último intejnto de lo que no tiene cerebro- para aplastarme. Oh, pueden aplastarme. Oh, pueden hacer mierda conmigo. Será en vano: ahora el pecado perfecciona mi existencia y en este de­ jarme arrasar por un inmundo placer encuentro lo que no he sido todavía: con­ tinúo siendo, eso vale más que cualquier cosa que el poder pueda lanzar contra 156

mí. Tengo las marcas de una rebelión que encuentro en ojos de las muchedum­ bres que vagan en las calles: esc es mi poder, y esc poder no podrá ser vencido todavía pues el pecado forma parte de la virtud: Escarcha helada: no teniendo calentador la brasa de m i mente calentará tus muslos. y la virtud sin pecado es estúpida, el pecado sin virtud es estúpido: tu cuerpo, en virtud de extrañas fórmulas que sólo yo desarrollé, fue engullido por el mío y el mundo se llenó de horror -su cerebro que fue nuestro amor desapareció como escarcha sobre pétalos sombríos- antes que la imagen proyectada sobre la pared de enfrente desapareciera y yo saliera a la callc a perderme entre la muchedumbre incógnita, comuna donde los hombres prefieren olvidar lo que ha destrozado su existencia.

IMPROVISACION N° 7 EN LILA Tú amas

dejar a tu cuerpo

el jcans rosa apretado

bajarse

y quedar desnuda como flor arrecha en mis manos. Tú amas tú forcejeas tú danzas moviendo lentamente tu cuerpo en el fondo de una noche perdida. Tu cuerpo es fruta probada tan dulcemente como esta mañana donde el poema permite a tu cuerpo danzar como sierpe en mis manos. El amor es un ritmo que la mente libera en su cuerpo. El ritmo es esta máquina compaginándose a mi alma que delinca el dulcc mar de tus muslos: Tana á tecleo Variación I. una palabra apenas y una flor turbia brota en tus labios como un sueño.

Variación 2 e introducción al tana.

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de corporizar el ritmo tic tu cuerpo. El ritmo es una máquina prefigurando (no estúpidas retóricas) lo que vendrá: Variación 3 una tormenta de amor & precisión -pechos como fruta deliciosadel tema. son bruscas flores del poema largamente soñado al despertar: ningún cuerpo es irrelecta omisión para la mente que le dibuja contra amaneceres enrojecidos. El amor es un ritmo que el verano libera en tus muslos. Un cuerpo como dulce frutero bajo mi lámpara destruye a la noche y su irrisión. No pierdas el absoluto: el instante donde vivir se vuelve real es orgasmo. ¿Necesitas flores como fuego en tus muslos? Deja a tu cuerpo satisfacerse en lo que anhela: su música impronunciable a la nada es belleza lentamente ondulándose bajo un alud de flores. El cuerpo un verano espléndido parece oscura faucc que te devora. Un cuerpo en su arrcchura se toca se tienta se palpa y la diferencia está en hundirme en ti mientras tú flotas sobre mí. Todo nuestro mundo tiene la dimensión exacta de un placer

159

al que te entregas como azucena: son el tacto

que te estremece

flores pensativas

tus ojos

al cogcr

en el duro cetro acariciado antes de hundirlo en ti. Puedes haberte abandonado lánguidamente a un placer perdido pura como un pecado -no tan pura como el vicio que muerde mi piel— yeso es nostalgia de pureza en tus labios. ¿Por qué buscas tragarte las garras de mi deseo? El mundo está corroído por su ausencia de energía: se mucre como el atardecer que un buitre picotea lentamente. Arruinado ' no ha podido crearse otra mejor existencia: eso es producto de una rto organización -y un no conocimiento profundodcl tema en la mente que florece no sólo en la página. Una página de llores es tu cuerpo acariciado antes de ponerme a dibujar el tema en la mente que tu cuerpo prueba en el lecho. Tu cuerpo

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es una página donde anoto ecuaciones perfectas como un sueño: nada ganamos separándonos de la nada -lengua que miente, y publicidad grasosa, hombre que vive en un medio sin centrosi no permanecemos al centro de lo que florece mutuamente en nosotros. El mundo sólo ha conocido versiones externas sin derrilección de lo interno. Un lenguaje menos límpido que este análisis: no todavía intelección y estructura en movimiento como un Calder -o Duchamp. ¿Tiene sentido tener palabras como, flores . manchadas en azúcar? f fuga que permitiesen expresar la complejidad del movimiento y el siglo XX requería inventar una máquina de lavar hollín en la mente angustiada. El arte verbal es música pero su correlación en el mundo es visión, la flor de tu cuerpo bajo el leopardo que la acaricia. Sin plantear lo indeterminado escribí que lo monocordc prefiguraba el cadáver: -anda ve & dile que no, anda ve & dile que sí -dije y la Muerte, que volvía del pasa­ do, se metió no en su ataúd sino en el WC del olvido. Una muchacha se aprieta a mi cuerpo y sus curvas son el cello de un Conccrto en verano: ves una joven pareja caminar abrazada por la avenida del ros­ tro perfecto. V todo está dulce, tu cuerpo es menos turbio que la nada, o el hastío. II. Descripción 1: Toda frase cuya diferencia se basa en su reverso, con exclusión de sus pre­ posiciones, es tautología. 2: V.gr.:

1 0

2 3 4 5 / 00 ¡ • + 199

4

i

5

+

3

-

1 2 0 00

3:

1 2 3 un gato devora 0 00 -

4 esta i

5 4 5 3 1 2 noche / esta noche devora un gato + i + 000

4: Estas frases pudieron ser otras como otro el predicado -o una distinta cade­ na de signos no necesariamente verbales: álgebra, u operaciones de lógica simbólica por ejemplo- y otra la interpretación (el alfabeto en el reverso del espejo es extraño e incomprensible) que en la escritura se enciende: a) UN = "flor" -tu cuerpo se acerca-, "lecho" -bóveda suave en la n o c h e "flor como un adjetivo" Hu cuerpo no se desdobla en el espejo-, "dulce" -tú te abres la blusa-. b) GATO = "mujer" -campo con flores que yo acaricio-y "posesión" -como una zorrita olvidada-, "vcrbalizar el sustantivo" -y llamearon flores de se­ da tus ojos bajo las llamas de mi cuerpo-, "belleza" -todo es uno superior e indivisible-. c) DEVORA - "vuela" -como el propio mundo que rueda bajo mis manos"acaricia" -tus pechos son ámelas que pruebo en verano-, "sueña" -mis la­ bios vuelan hasta posarse en tus hombros-, "devora como adverbio" -bellamente hambriento-. d) ESTA « "tu cuerpo" -flores brotando en mi florero-, "cuerpo adjetivado por un sustantivo" -tu cuerpo de noche es viento en las flores de mi cabe­ llo-, "enciende" -un televisor luego de apagar la radio-, "pretende" -obser­ var a cuerpos que giran como hojas flores frutos-. e) NOCHE = "primavera" -un gorrión sobrevuela en ¡a máquina transparen­ te-, "como el verano" -dulce temblor rojo en plena oscuridad-, "mariposa" -colores aleteando para t i "porque amanece" -tu cuerpo en mi cuerpo son un dulce mundo esperado-. 200

I 5: Todo cuerpo y sus relaciones con el mundo -com o estas frases que mi máqui­ na de soñar dibuja en la página- son una secuencia de símbolos perfecta­ mente computables según categorías de afinidades prácticas. 6: Estudiar la apariencia -aquello que se presenta ante mí como esbozo de un pintor, o proyección de un análisis cinematográfico verbal- quiere decir evi­ denciar las relaciones internas del hecho que se configura como ser: este he­ cho es gramático y la gramática, que es el reino de la necesidad, puede ser analizada como una estructura finita. 7: Según el teorema enunciado: 0 00 p

q

V V F F

V F V F

i

+

=

p:

p a q- v p A q; — > -

:

i

+

-

0 00

-p >/q. t \ ; p \j q

V V V V

la significación es recíproca. Así estas combinaciones: 0 00 a) 1 2 3 4 5 i + b) 4 5 3 1 2 0 00 c) 3 1 2 4 5 + ¡ d) 3 5 4 1 2 i 00 e) 4 2 3 5 1 sólo pueden conducir a su propio vacío y la significación mecánica de su combinatoria: -

-

0 -

00 +

_

i

¡ 0

+ 00

i

¡

+ 00

_ —

0 +

+ i 0 00 i + &c. 0 00 + 0 es entonces la

00 - 0 000 ¡ + 0 &c.

8: Si yo dejase de realizar estos estudios para contemplar un paisaje de cuerpos en un espejo -tu cuerpo que se desnuda, estas palabras que dicen: tu cuerpo que se desnuda y me invita a penetrar en ti- sólo podría ocurrir: 1) no habría palabras para continuar describiendo el espejo y el sueño del espejo se habría difuminado. 2) entraría en el espejo pero en esa dimensión revertida el anverso signifi­ caría la destrucción de lo que refleja a su sueño. 9: Corolario 1: Todo reverso precisa, por contraste, el sentido. 201

III Máquina de soñar ...el escritor trabaja por el revés: sólo tiene que ver con el len­ guaje, y así es como de repente se encuentra rodeado de sen­ tido. cf. Merlcau-Ponty 10: La frase que mezcló gato y noche olvidó (ese olvido no fue espontáneo) la preposición a. Mi máquina escribe que el viento me trajo metáforas, que el viento me trajo los tropos de mi página en el vuelo de cabellos y hojas, en el balanceo de astros y culos que embellecen toda ciudad cuando esta conoce sus horas de fiesta y descanso: (miradas dulces, labios con deseo, senos propensos a gozar levemente, muslos que se humedecen bajo esta mirada que inventa un placer delicado, combinaciones de cuerpos como colores en un lienzo, falos que se esfuman en unas nalgas carnívoras, ojos con resplandor de un océano profundo, vientres hermosos como un jardín donde mis pasos se pierden al aparecer el otoño, charcos de luz con bor­ des de dalias como una vulva salpicada con vellos oscuros). Mi máquina escribe que el viento me trajo metáforas, que el viento me trajo los tropos de mi página en el vuelo de los desperdicios de una ciudad perdida bajo la noche, en la interacción alegría/dolor marcando la existencia de toda ciu­ dad: (miradas impías, labios con rabia, senos resecos como costras, mus­ los que son cenizas y huesos carcomidos por una época de trabajo maldito, desestructuración de cuerpos como poleas y pernos de máquinas reverti­ das sobre sí mismas, falos y nalgas que se disuelven en un ambiente de ex­ plotación descarada o secreta, ojos sin más intensidad que una bombilla eléctrica, vientres arrugados como el estropajo de refregar ollas, charcos de pus con bordes sanguinolentos en las magulladuras de accidentes de tra­ bajo). Mi máquina escribe que no existe sin el contexto donde ella continúa su Recital de sonido y silencio. 11: Y preciso una velocidad tal como z + 1 para mi máquina. En esa veloci­ dad entremezclo lecturas y paisajes, dolores y alegrías, reflexiones y expe­ riencias como una forma de iluminar la oscura noche en el pasado -el presente que ahora veo está en el pasado- de este tiempo. 12: Al atardecer aluciné en unas hojas serenas el pubis de mi mujer, de mi mu­ jer que ahora se decide a penetrar el espejo (tan desnuda como un pensa­ m iento que brota en el prado del insomnio) y se duerm e como proponiéndome la impureza de un pecado que me consume como la luz nocturna a su proyección. La miré desnudarse como contemplé, lentamen­ te, su contorno sombreado con lilas que se deshacen al viento: ese temblor tan pausado en las ancas que resistieron el peso del ciclo y mis besos como he querido bellamente lamerla con la rapidez de un destello en la noche, 202

escribir que hoy dormiré en el trasfondo callado del espejo como en un re­ flejo invertido del mar a lo lejos donde todo si no es inasible es un brillo de puñal en los ojos (como flores que se doblan bajo el rocío de Botlicclli): la luz de un pincelazo cualquiera: Grassct, Schwabc, Rossctti, Hockncy, Mcl Ramos (etcétera). En la ciudad vacía este espejo contiene el florecer de lo ausente, la primavera que no floreció aún en la piel de la cópula: orgasmo = espíritu real (materialidad del deseo como expresión de toda caricia). Y en una plaza desolada mis ojos dibujaron sin inmovilidad el lago de ter­ ciopelo que abrevé en el cuerpo de mi mujer. Y este dibujo sin eludir lo se­ xual, aludía lo sensual del espejo: llamarada, y noche se mezclaban y se combinaban, se disolvían y se dispersaba, se unían y desunían como estas palabras que escribo a la luz de una fugacidad crepuscular. Por eso inventé la Máquina de soñar (para rescatar el sentido de lo perdido). Por eso he puesto a funcionar esta máquina (para viajar entre los universos que las pa­ labras no llenan) Por eso esta máquina se destroza (para percibir lo que se diluye bajo la apariencia): el escaso sentido en la ciudad como obstáculo a mi vida. 13: Y para reflejar la irracionalidad del tiempo inverso inventé la Máquina de la lucidez sensible que funciona como descomprcnsor en el cabaret de los signos antes de salir a la calle y ponerte a contemplar la belleza de tu pro­ pia naturaleza.

IV Transvisor:

"Quien observa al pintor muy de cerca, con la nariz sobre su pincel, no vería más que el revés de su trabajo. El revés, es un débil movimiento del pincel o de la pluma de Poussin, el de­ recho es la brecha de sol que desencadena”, cf. MerleauPonty.

1. Anvcrso/lectura (dulce conto el alba el Dr. Ití anotaba, y leía): un gato (sujeto) 14: El sujeto cuando pro­ tagoniza un "efecto de metáfora" (el Dr. I o entonces pensó que aquello era m e­ nos real que la calle) es predicado de sí y de toda la frase.

devora (verbo)

esta noche (sujeto)

El verbo no es sólo un punto de relación entre sujeto y sujeto (o entre predicado y sujeto): es también predicado del sujeto que no es pasivo (y recordó que tenía una ci­ ta con X-o, en un parque de mercurio).

El sujeto aquí aún (se co­ locó rouge en los labios) 'siendo pasivo es igual­ mente activo: sin su exis­ tencia (vestido con len teju ela s doradas, sombra marrón en los ojos), el verbo anterior no tiene sentido (ni tam­ poco el sujeto que hace de predicado (y salió pa­ ra encontrarse con Io).

15: Proposición 1.

Todo en la naturaleza de la gramática (como en un sueño) permanece en movimiento: caminando en senti­ do opuesto de donde habían partido, Io & X o ~Xo tomó un carro, Io volaba en su mente- debían encontrarse en ABC

16: Ejemplo.

Tu cuerpo se acerca campo con flores que yo acaricio bellamente hambriento flor verbalizar el sustantivo lecho tus pechos son ciruelas que pruebo en verano como una zorrita perdida.

204

4

2. Revcrso/cscritura (antes que encender el TV. el Dr. 1Qdecidió caminar): esta noche (Xo, belleza perdida) 17: "El sujeto" -intuí pa­ ra ti- "como ele­ mento activo (una suma de cuadros pe­ ro desde un panning: pensé) se traga al pasivo -si su fun­ ción no es ya causaen la frase".

devora (caminaba)

un gato (en busca de amor)

"Su intensidad o lo que fuere -motor, agitación, acción: un láser- es el verbo: ningún verbo es triste y el cerebro actúa" -caminé en mi habita­ ción y abrí la ventana a la noche.

"El sujeto pasivo" -y volví a pen sar en el lingüista- "no deja de em itir significaciones distintas si estuviera en situación contraria: su pasividad -el Dr. 1Qeí galante, y X -o dulceproviene de una cierta elegancia en reconocer­ se como lo no contrario".

18: Proposición 2.

El pasivo de cualquier signo se lee como causa del acti­ vo: Ia volvió a leer y antes de salir barajó su ábaco de sig­ nos.

19: Ejemplos:

Una flor una llama esta noche mis labios vuelan hasta posarse en tus hombros campo con flores que yo acaricio un televisor luego de apagar la radio tu cuerpo no se desdobla en el espejo como el propio mundo que rueda bajo mis manos primavera tú te abres la blusa porque amanece

205

3. Radiología :: anverso/reverso (el cuerpo es cerebro de la historia). Tras los ojos de X-o, el deseo: ¡Qimagina liberarla escisión signolcosa

20: Un gato (dulce hambre)

(acción: —"Muérdanse en el le­ cho")

(tu cuerpo que es mío), esta noche 21: (Saco una tiza y sobre la pizarra, escribo): Estas palabras son también núcleos semánticos y se ven a través del pensamiento con la ecuación:

EP S

ES S

22: cuyo peso central reside en la acción activa de una llama y la noche es un animal pastando bajo llores que se alzan color caramelo en el aire (sección IV, ejemplo 2 del cuadro).

206

4. Transparencia 1 Comprender la estructura (una pareja) es producir funciones 23: un gato (X-o lo contempla suavemente) devora (y él se acerca pero). esta noche (todo es dulce) núcleo 1:

Posee el gato una flor en sus ojos. Todo furor es trabajo obstinado, todo movimiento la reflexión que su gata adora poseer: tus ancas son flores en mi mente, un largo maullido nuestro cuerpo. Si las palabras se pierden nuestras garras serán borradas en la noche y lo que contemplamos serán sombras, no llores ni belleza.

24: núcleos y variables de una determinada estructura -él la invita al cine, ella se acerca- se transparentan en imágenes. 25: Estos labios son gatos (o muslos) y devoran (te encuentro y me aferró a tu cuerpo) la noche (lengua, manos).

207

5. Transparencia 2 Comprender la imagen es mover su estructura 26: La pareja, entonces, se encontró en un bar transparente y los tragos bebi­ dos no fueron tan dulces como sus ojos donde se depositaba su amor.

/

27:

núcleo 2:

ágiles tiernas calurosas

frescos \ suaves \ labios delicados /

bellas húmedas desesperadas

ardientes 1 dulces \ labios salvajes /

(