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LA LINEA Angel Martinez

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Esta prohibida la venta de esta historia. Esta es una traducción de Fans para Fans sin animo de lucro solo con el deseo de compartir una historia en idioma español. *** Traducción: Zury y Hime-chan Diseño de Formato y Edición: Hime-chan Coordinadores del Proyecto: Rub y Hime-chan *** Esta historia contiene relación M/M (Hombre x Hombre).

No olvides apoyar a los Autores siempre que te sea posible comprando su trabajo, para que ellos continúen creando estas deliciosas historias para nosotros.

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Sinopsis: Rafael Schiller, vampiro y dios sexual sin igual, se cree el primero de la cadena alimenticia, hasta que una extraña criatura alimentándose en un callejón lo asusta como el infierno. Rafael Schiller ha recorrido un largo camino y ha olvidado el significado de varias palabras humanas en el camino. ¿Compromiso? ¿Relación? ¿Amor, por todos los dioses? ¿Para qué necesita un vampiro esas? Está completamente satisfecho tratando a su larga cadena de amantes de una noche como bocadillos de medianoche. Él lo hace bueno para ellos y no tiene ningún motivo de culpa o pena. Algunas noches aún provocan un dolor extraño y hueco, pero puede ahogarlo en la próxima conquista. Maestro de su universo, vive sin cuidado ... hasta que encuentra a una extraña criatura alimentándose en un callejón. Ha captado su olor, y ahora lo está buscando, Rafael recuerda una palabra de su infancia. Krsnik: los cazadores, los monstruos que se alimentan de la sangre de los vampiros. Podía huir, pero estaría huyendo para siempre, y eso definitivamente le quitaría la diversión a la vida. Es hora de descubrir qué es realmente la criatura, qué puede derrotarla y por qué se siente tan atraído por esta.

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Dedicado Para Silvia, por arrastrarme a esta alegre locura.

Reconocimiento de marcas registradas El autor reconoce el estado de la marca registrada y propietarios registrados de las siguientes marcas mencionadas en esta obra de ficción: Starbucks: Starbucks Corporation Barnabas Collins: Warner Bros. Chevy: General Motors LLC Camino por la línea: Johnny Cash

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Capítulo Uno ―Tranquilo, ―susurró Rafael, acariciando círculos calmantes en el estómago de su comida―. Respiraciones profundas. El joven debajo de él gimió cuando Rafael raspó relucientes colmillos sobre su garganta. Con sus manos atadas a la cabecera, el humano no tenía forma de defenderse y el sabor del miedo envió lanzas de delicioso deseo a través del núcleo de Rafael. La comida se retorció nuevamente y Rafael siseó con exasperación. ―¡Quédate quieto, Denny! ¿Quieres un trozo arrancado de tu garganta? ―Empujó con fuerza, fijando la próstata de su cena. Denny se arqueó y aulló de placer. ―Rafael, hermoso Rafael, por favor tómame. Tomar todo de mí. Toma lo que necesites. ¿Por qué, oh, por qué tienen que ser tan melodramáticos? Con una mano firme en la frente de Denny, Rafael lamió su línea de pulso, preparando la piel. Él chasqueó las caderas con cada embestida, complacido cuando las piernas de Denny se envolvieron alrededor de su cintura. La precisión era la clave. Ciertamente, un vampiro podría apuñalar sus colmillos y chupar la vida de una comida, pero ¿dónde estaba la diversión en eso? La vida era un buffet y era mucho mejor poder regresar por una segunda vez.

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Placer construyéndose en la base de su columna y la mandíbula, Rafael pinchó a través de la piel delicada, dejando dos heridas de entrada de calibre quirúrgico. La sangre caliente golpeó su lengua mientras él cerró su boca sobre los agujeros y chupó. Él gimió y se resistió, perdiendo el ritmo pero no el entusiasmo cuando la sangre golpeó su sistema, enviando placer perverso a través de su ingle y cabeza. El gemido de Denny cuando se corrió podría haber sido desagradable, pero solo era consciente de ello de una manera distante, sensualmente ahogada. Rafael dejó que su cuerpo se derrumbara sobre su adorable comida, finalmente quieto y aturdido, mientras liberaba el coagulante de su glándula de alimentación. Regla número cinco, siempre lame tu plato y no dejes un desastre. ―Eso fue trascendente, ―susurró Denny en su cabello. ¿Trascendente? De Verdad? ¿Qué siglo es este otra vez? ―Me alegra que lo hayas disfrutado. Eres muy sabroso. ―Rafael sacó su polla del culo maravillosamente apretado de Denny y se estiró para deshacer sus manos―. Quédate ahí y ve a dormir. Saldré por mi cuenta, dulce. ―¿No te vas a quedar? ―La decepción en esos ojos azules podría haber sido desgarradora si a Rafael le hubiera importado. Rafael se detuvo a mitad de abotonarse la camisa y se inclinó sobre la cama para darle a Denny un suave beso. ―¿Y cuando los cazadores rompan la puerta? ¿Entonces que? ¿Lucharás contra ellos por mí? Pobre corderito. No

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puedes pelear ni contra un par de zapatillas de conejito poseídas. Ve a dormir, Denny. Te veré de nuevo pronto. Denny murmuró algo somnoliento y arrepentido, pero se acurrucó bajo las mantas como un niño bueno mientras Rafael terminaba de vestirse y se dejaba salir. Soltó un suspiro de alivio cuando cerró la puerta del departamento. Ese debería ir en la lista de tal vez de cenas potenciales. Todos esos indicios de comportamiento posesivo encendieron sus alarma de fastidio. La relación de la presa era menos desordenada cuando estaban felices de verte cuando decidías aparecer. Saciado, Rafael tarareaba mientras trotaba por las escaleras. Hace mucho tiempo, en su vida humana, todas las mentiras le habrían costado dormir. No, no había cazadores en Olympia. No, no iba a estallar en llamas si la luz del sol lo golpeaba. La luz del sol causaba migrañas y quemaduras solares desagradables, pero ninguna de esas cosas había resultado mortal. Pequeños detalles. Los humanos eran alimento y los dejaba en charcos derretidos de éxtasis. ¿Por qué debería sentirse culpable? La multitud de esencias de la ciudad lo golpeó cuando salió a la acera. Respiró profundamente, disfrutando de la cantidad de olores que podía ordenar e identificar de inmediato. ―¿Buena alimentación? ―La ronroneante voz detrás de su hombro izquierdo lo hizo encogerse. Se giró, apenas controlando el impulso de poner los ojos en blanco. ―Priapus. El vampiro regordete sonriéndole era molesto en el mejor de los casos, un ladrón de territorio en el peor. Ya -8-

era bastante malo él utilizara el nombre del dios griego de los genitales masculinos como propio, el colmo del mal gusto pretencioso, pero también era un bastardo obsequioso. ―¿Un buen bocado? ―Príapus asintió con la cabeza hacia el edificio de apartamentos de Denny. Rafael apuñaló con un dedo el pecho del otro vampiro. ―Ese es mío. Las manos, los dientes y todo lo demás fuera de él. ―No importa que casi había decidido no volver a ver a Denny. Era una cosa de principios. De hecho, el tiempo con Denny mejoraría mucho con una simple mordaza de pelota. ―¡Quisquilloso! Era solo una pregunta. Una charla educada. ―Priapus se inclinó más cerca, respirando profundamente―. Aunque huele delicioso. Suertudo Raf. ¿Nunca te duchas después? ―Ew. No. No hasta que esté en casa y en mi propio baño. Si te huelo en ese edificio, nuestra tregua se acaba, ¿me oyes? Priapus levantó ambas manos en señal de rendición, sonriendo perversamente. ―No soy un idiota machista, Raf. No tendría ninguna oportunidad contra ti y me gusta aquí. ―Su sonrisa se desvaneció mientras miraba hacia abajo por la calle―. Cuida tu espalda de todos modos. ―¿Es eso una amenaza? ―No. ―Priapus lo miró de nuevo, su mirada preocupada―. Raf, algo está aquí. En nuestra ciudad. No sé qué... todavía. Pero me asusta. Asustado de su propia sombra. ―Voy a estar atento. -9-

Aun así, un escalofrío recorrió su cuerpo al ver a Príapus alejarse. La noche y sus aromas repentinamente se apretujaron demasiado cerca. Rafael giró sobre sus talones y corrió a su casa.

* * *

La salida de la luna despertó a Rafael la noche siguiente, actuando como su despertador. Si bien no tenía necesidad de alimentarse durante al menos una semana, quería visitar el nuevo club en la Cuarta Avenida, amigable con los homosexuales y según todos los informes atraía a los chicos más populares. La mayoría de los humanos, el barbero, el dueño de su librería favorita, nunca sabrían lo que era. Podía bromear con ellos sobre ser un vampiro si alguien hacía un comentario sobre su piel pálida y se reían, seguros de que simplemente estaba anémico o que necesitaba más sol. Escogía sus cenas cuidadosamente, por olor, por actitud, por ciertas reacciones. Había quienes lo sabían, tanto cazadores como alimentadores, pero el resto del mundo nunca les creería. Una breve cacería a través de su vestidor produjo un par de pantalones de cuero, negros, y una camiseta ajustada y sin mangas, azul eléctrico. Con la ventana abierta para atrapar la brisa de la noche, Rafael yacía en la cama moviéndose y retorciéndose hasta poder ajustar su pantalón de cuero. Cuando se sentó para alcanzar sus botas de cinco hebillas, se congeló. Un aroma entró flotando, débil, tentador y extraño. Un toque de canela - 10 -

sobre algo más terroso, más exótico. Su corazón se aceleró. Abrió la boca para absorber todo el aroma que pudo y un escalofrío lo atravesó. Depredador. No era otro vampiro, pero algo grande había vagado en su territorio. ¿Puma? ¿Oso pardo? Sin embargo, ninguno se sentía correcto. Se había encontrado con grandes felinos cuando vivía en la India y los osos en las Smoky Montains. Las variaciones de las especies tendrían algo de familiaridad. Este aroma era extraño... foráneo. Probablemente era solo una nueva colonia de diseño, destinada a contener feromonas u otras tonterías similares. Se encogió de hombros ante la sensación de temor y agarró su chaqueta de cuero de la percha junto a la puerta, su mente ya estaba construyendo escenarios de la próxima noche en Clyde's. Varios centímetros sobre los seis pies en sus botas, su estatura y gracia antinatural garantizaban la entrada y la atención. Mientras caminaba por la manzana, entretuvo fantasías encantadoras acerca del baile y los giros en un mar frenético de Adonis. De todos los vicios de su juventud humana malgastada, beber, apostar, fumar opio, solo el baile había sobrevivido como algo que anhelaba después del cambio. A la mitad de la manzana siguiente, los pelos de sus brazos se alzaron. El extraño y amenazante aroma se estrelló contra él con un cambio del viento, poniendo todos los nervios en su cuerpo en alerta máxima. Un gruñido de baja frecuencia vibró en su pecho, el primer signo de rabia territorial. Maldición. No te vayas en modo todo bestia de la noche ahora. Tengo que mantener la cabeza despejada El olor lo atrajo en una cadena invisible hacia su fuente, el temor golpeaba en contra de su ira en su cabeza. - 11 -

Fuera lo que fuese, no tenía nada que hacer en sus terrenos de caza. Uno de ellos debería irse y no iba a ser Rafael. Su caminar se convirtió en una carrera completa mientras corría por la calle, zigzagueado alrededor de los pocos peatones asustados que se cruzaban en su camino, sin querer pensar en lo enloquecido que probablemente parecía. Sonidos llegando a él sobre el golpeteo de sus botas, un gruñido espeluznante que ensombrecía un gemido asustado. No solo era el depredador invasor en su territorio, se había atrevido a acorralar a su presa. Dobló la esquina dentro de un callejón oscuro y sin salida. Sus ojos nocturnos adaptándose rápidamente a la oscuridad. Su presa se agachó sobre un contenedor de basura cerrado, con algo sujeto a la tapa. Era… Santos infiernos, ¿qué es eso? Mas o menos de forma humana, era difícil discernir los detalles más allá de las piernas largas, ya que las alas de plumas negras se extendían a cada lado de su cuerpo, cubriendo su presa. Cuando alzó la cabeza para rugir, la sangre brillaba como el agua oscura del pantano contra sus labios pálidos, Rafael se detuvo, horrorizado. Largo cabello blanco rodeaba su cabeza en un halo de apelmazada maraña. Sus orejas terminaban en afiladas puntas y sus ojos brillaban con un terrible y frío fuego blanco. El color debería haber significado que era ciego, pero Rafael lo sabía mejor. Lo tenía en su punto de mira y esos ojos transformaron sus huesos en temblorosa gelatina. Su víctima luchó hacia atrás en un intento desesperado de escapar, y Rafael captó una pizca de rasgos cuando la persona aterrorizada volvió la cabeza. - 12 -

―¡Príapus! ―¡Raf, aléjate! ―Priapus susurró roncamente―. ¡Corre! Su terror se había expandido a la mayor parte de su cerebro y casi corrió. Cada onza de sentido le decía que debería. Los imperativos territoriales aumentaron, sin embargo, y pisotearon el sentido en poco tiempo. ―Bestia, esta es mi ciudad. No te di permiso para cazar aquí. La cosa gruñó, bajando de la tapa del contenedor de basura para mirarlo. ―Priapus ... ¿puedes correr? ―Creo que sí. ―Priapus se arrastró al otro lado para poner el contenedor entre él y el monstruo―. Raf, no puedes luchar contra esto. No puedes. ―Preocúpate por escapar, Pri. Yo me encargaré de esto. ―Rafael hizo crujir sus nudillos. Era casi un pie 1 más alto que Príapus, más ancho, más fuerte y más experimentado en peleas. El pequeño y robusto vampiro no tenía ninguna posibilidad contra esto. Rafael la tenia. No es que fueran amigos, ni que le debía algo al otro vampiro. Príapus vivía en esta ciudad por su tolerancia, pero eso también significaba que este era su territorio, su lucha, y ambos lo sabían. Rafael cayó en cuclillas, el peso se movió hacia las puntas de sus pies. La cosa extendió sus alas. Tal vez había sido humano una vez. Sin embargo, los gruñidos suaves y entrecortados que hizo nunca hubieran salido de una garganta humana o de vampiros. Apresurados y débiles 1 1 pie = 30.48 centímetros

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pasos registrados de forma distante. Príapus había escapado. ―No perteneces aquí, ―le dijo al monstruo―. No estoy seguro de que pertenezcas a algún lado. La cosa rugió y saltó hacia él, un salto imposible atravesando la mitad del largo del callejón. Alas. No es una ventaja justa. Rafael apenas tuvo tiempo para pensarlo antes de que el monstruo lo golpeara. Giraron juntos en una horrible parodia de baile. Rafael agarró las muñecas de la cosa, evitando que sus garras lo rasgaran. Apoyó su hombro contra la pared a su derecha para mantener el equilibrio y lo pateo apuntando donde un desgarre en sus jeans mostraba su rodilla. ¿Pantalones? ¿Los monstruos usan jeans y botas? Un crujido satisfactorio le hizo saber que había conectado con suficiente fuerza, pero en lugar de colapsarse hacia un lado o romperse aullando de dolor, el golpe solo enfureció al monstruo. Arrastró a Rafael muy cerca, aliento caliente en su cara, y luego hizo girar a los dos para estrellarlo contra la pared. Aturdido, seguro de que algo se había dislocado, Rafael tuvo un momento terrible de desorientación cuando sus pies no lograron encontrar el suelo. El monstruo lo mantuvo a un pie de la acera, usando sus antebrazos para inmovilizarlo, aunque Rafael todavía sostenía sus dos muñecas. No debería ser capaz de hacer eso. Estoy tan jodido. Abrió su boca, dejando al descubierto dientes de sable manchados con sangre. - 14 -

―Realmente deberías cepillarte entre comidas, ―dijo Rafael en un tono tan razonable como una voz temblorosa podía manejar―. Grosero, ya sabes, morder tu próximo bocadillo con los restos de los últimos metidos entre tus dientes. La cosa vaciló, mirándolo con sus ojos plateados. Parpadeó y Rafael pensó que había notado un cambio, de plateado a un hermoso color verde. Tenía que ser su imaginación aterrorizada ya que la plata estaba firmemente en su lugar en su próximo aliento jadeante. El monstruo rugió y se lanzó hacia delante, hundiendo los dientes en la garganta de Rafael. Él gritó de dolor, un miedo enfermizo que amenazaba con detener su corazón. Luego, en el momento siguiente, como si alguien hubiera cerrado una compuerta, el miedo desapareció. Rafael flotaba en un cálido lago de felicidad, mecido por fuertes y suaves brazos, acariciado por suaves oleadas de placer. ¿Era esto como se sentía para los humanos cuando se alimentaba? No es de extrañar que muchos de ellos quisieran ofrecer sus gargantas. Era celestial, pacífico y tan lleno de deleite sensual … Estoy muriendo. La pequeña parte de su cerebro todavía preocupada por la autopreservación lo golpeó y le dijo que era un idiota. El monstruo no se detendría en un momento y le diría que estaba delicioso. Lo estaba drenando. Rafael pateó, de repente desesperado por obtener alguna ventaja. La cosa gruñó y soltó los dientes con un gruñido. Rafael giró su cabeza y hundió sus dientes profundamente en el músculo del antebrazo del monstruo.

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Aulló y lo dejó caer, chillando cuando Rafael aún colgaba y el músculo se rompió. Oh, no le gusta eso. Ni un poco. La cosa liberó su brazo y retrocedió, aparentemente aturdida de que su presa luchara tan brutalmente. Rafael giró y corrió con toda la velocidad antinatural que su cuerpo de no-muerto podía manejar.

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Capítulo Dos Incluso con todos los cerraduras aseguradas y las cortinas cerradas, el pánico se apoderó de Rafael. Por qué la cosa había elegido no perseguirlo lo desconcertó, pero no podía permitirse creer que se había rendido. Por primera vez, deseó haber seguido el ejemplo de algunos de sus hermanos más paranoicos y haber construido una habitación segura en su apartamento. Sus respiraciones jadeantes sonaban como sollozos rotos, agarró una bolsa de sangre de su suministro de emergencia en la nevera y se encerró en el baño. Las heridas en su garganta habían dejado de sangrar. La sangre de vampiro tenía mejores agentes de coagulación que la sangre humana, por lo que era condenadamente difícil desangrarse hasta la muerte. Aún así había perdido demasiado. Peor aún, la sangre de la cosa quemó la boca y la garganta de Rafael y la parte que había tragado le envió espinas de dolor a través del estómago. Cayó de rodillas e hizo algo que no había hecho en siglos. Él abrazó la porcelana y vomitó. Acurrucado en la alfombra del baño en una bola miserable unos minutos más tarde, se permitió comenzar a preguntarse. ¿Qué demonios fue esa cosa? ¿Y por qué quería sangre de vampiro ...? Oh. Mierda. Una historia apareció en su cerebro lleno de miedo, contada por su abuela cuando era pequeño. Krsnik, los - 17 -

asesinos de vampiros. Estos temidos seres bebían la sangre de los vampiros para vivir. Lo había probado. ¿Lo cazaría por siempre ahora? ¿Era eso parte de la historia? Su vida de lobo solitario de repente parecía menos atractiva. No tenía a quién acudir en busca de ayuda. Ciertamente, tenía tiempos en los que tenía raros momentos de soledad, rápidamente silenciados enterrando las bolas y los colmillos en lo más profundo de su siguiente comida bonita, pero nunca había querido la ayuda de alguien antes, nunca había necesitado consuelo. Maldito el monstruo por arruinar su sibarita existencia perfecta. Si sobrevivía a la noche, necesitaría más información. Cada monstruo tenía debilidades. En lugar de formular un brillante plan de acción mientras yacía temblando sobre el piso de su baño, el cerebro traumatizado de Rafael insistió en obsesionarse con las increíbles sensaciones de la alimentación del monstruo.

* * *

El hermoso vampiro vivía aquí. Su rastro de olor había sido fácil de seguir. Tantos vampiros eran feos, por dentro y por fuera, como el egoísta que había atrapado en el callejón. Este, sin embargo, con el cabello negro y los ojos grises como el mar, estaba lejos de ser feo. Se había movido con la gracia y la velocidad de una pantera para salvar a otro. Sus duros músculos habían despertado recuerdos mejor - 18 -

olvidados. Su sangre tenia el sabor de prados bañados por el sol y claros cubiertos de sombra. Le había cantado, lo había calmado. Lan estaba en la acera, mirando hacia las ventanas. Él podría simplemente volar y atravesar el cristal. La duda tenía que tener una fuente firme además de la confusión, pero no pudo encontrarla. El sol saldría pronto, la ciudad se movería. Se tomaría su tiempo con este, acechándolo con cuidado. Tal vez desenredaría el extraño nudo a medio formar alojado en su estómago.

* * *

Rafael no tenía una biblioteca propia. Su vida potencialmente infinita lo obligaba a mudarse cada pocas décadas y transportar cajas de libros de una ciudad a otra no era práctico, especialmente si uno tenía que moverse apurado. En consecuencia, pasó las últimas tres horas en la Biblioteca Regional de Timberland, se instaló en un rincón tranquilo con varios libros sobre el folclore eslavo y la tradición chamánica. Internet había sido de poca ayuda y la biblioteca no estaba probando ser mejor. Las fuentes a veces describían krsniks como ángeles oscuros y a veces como demonios, no había dos capaces de ponerse de acuerdo sobre una explicación razonable. El que dijo que eran una raza especial de ángel vengador enviado para matar vampiros requería una creencia en Dios, y como Rafael había visto demasiadas cosas para refutar la existencia de Dios, lo - 19 -

descartó como absurdo. Otro dijo que eran espíritus convocados por un chamán para proteger su aldea o que el krsnik era el chamán, transformado a través de la magia de la sangre y otros rituales dolorosos. ―Bueno, ¿cuál es? ―Rafael dejó el libro a un lado y se frotó las sienes, donde un dolor de cabeza lo amenazaba. No era de extrañar, ya que la luz había cambiado mientras leía y ahora estaba sentado en un rayo de sol. Se desdobló de su silla, preparándose para moverse hacia el que todavía estaba a la sombra, cuando el vello de sus brazos se erizó. Una aguda punzada de pánico se estrelló contra su pecho cuando vio a la figura que lo miraba desde el otro lado de la biblioteca. Con un gorro ajustado, gafas oscuras para ocultar sus rasgos inhumanos y una larga gabardina que cubría sus alas, el krsnik descansaba en una silla cerca de las revistas, fingiendo leer un periódico. Tal vez realmente estaba leyendo el periódico. ¿Cómo lo sabría Rafael? Lo había visto ahora, así que los puntos más finos de la situación ya no importaban. Regla número ocho, los vampiros son los primeros de la cadena alimentaria. No dejes que otro depredador te asuste. Estaba aterrorizado, sin embargo, y la maldita regla necesitaba revisión. La cosa aparentemente tenía algunas buenas costumbres, algo de sentido, ya que vacilaba en atacar en un edificio lleno de clientes de la biblioteca los domingos por la mañana, incluidos pequeños grupos de niños. Bueno saberlo. Tal vez podría tomar un trabajo en una guardería o en un orfanato. Claro. ¿Quién contrataría a un chico vampiro para que cuide niños pequeños? - 20 -

Dejó sus libros y se dirigió hacia la salida, luchando contra el impulso de echar a correr. Multitudes. Él se quedaría donde la gente se congregaba. Tal vez la cosa se cansaría del juego y se daría por vencida. Una vez afuera, Rafael corrió hacia su auto, quitó las gafas de sol de su lugar sobre la visera y arranco a toda velocidad. Es hora de ver si el señor Alas tenebrosas puede seguir el ritmo de un Mercedes. No tenía dudas de que el krsnik lo localizaría, pero se había vuelto importante ver cuánto tardaría.

* * *

Su vampiro quería jugar juegos. Lan tuvo que admitir cierta admiración por el valor y la inteligencia de su presa. Solo se había encontrado con una resistencia fugaz a lo largo de los siglos, nada que se acercara a un desafío. Esto lo tenía curioso y, si era sincero consigo mismo, el vampiro de ojos grises era fascinante de ver. Su voz mientras susurraba para sí mismo había llegado a Lan a través de la habitación y hacía que su corazón saltara contra su esternón. Ansioso, sí, pero era la misma hermosa voz que le había hablado en el callejón. Ya nadie más le hablaba. Ellos suplicaban y rogaban sin pensar. Ellos gritaban. Nadie se dirigió a él como alguien capaz de entender el habla. Si la necesidad de sangre hubiera sido menos urgente en ese momento... aún así, la presa era presa. Lan se levantó de su silla, se encogió de hombros para acomodar sus alas más cómodamente bajo su abrigo y siguió el pulso de su presa a un ritmo pausado. - 21 -

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El Starbucks a pocos minutos del centro comercial proporcionaba un buen lugar para detenerse y observar a la multitud. Rafael se quedó afuera y observó con interés que la llegada de su acosador era un diez por ciento más lenta que su primera aparición en Westfield. Tal vez lo que sea que haga para seguirme lo cansa. Tal vez se agotará. Esquivó a un grupo de adolescentes, sonriendo y saludando cuando un par de ellos levantaron la vista de sus mensajes de texto para mirarlo soñadoramente, y corrió hacia su auto. El edificio del Capitolio era su siguiente parada, con su campus luminoso y abierto y la garantía de gente. Una vez más, su cazador llegó de manera predecible, pero unos minutos más lento de lo esperado. Rafael repitió el proceso en tres lugares más, entusiasmado con cada éxito en probar su hipótesis. En el último, un restaurante al sur de su casa, esperó al krsnik durante cuarenta minutos. Nunca vino. ¡Ja! Te agote, ángel de la muerte! En su camino a casa, busco sitios de viaje en su teléfono, desesperado por reservar un vuelo fuera del país esa noche. Si su acosador necesitaba un descanso, él tomaría ventaja y se alejaría lo más posible. Nada podía cazar a través de los océanos, sin importar cuán fuerte fuera la magia de la cosa. Para cuando llegó a casa, tenía reservado un vuelo en SeaTac, rumbo a Venecia vía Philly International. Saco su maleta del fondo del armario y amontonó las cosas - 22 -

necesarias, ropa, zapatos apropiados, los pocos libros de los que se negaba a separarse y la mayoría de los contenidos de su baño. Chucherías y artículos para el hogar los podía abandonar, pero no la pasta de dientes adecuada y su buena navaja de afeitar. Su computadora portátil y su cuaderno también estaban en su estuche. Las maravillas del mundo moderno significaban que podía mantener funcionando su negocio de diseño web, incluso en la carrera. Cerró el condominio ‒podía deprimirse por su pérdida más tarde‒ y se dirigió cautelosamente hacia el automóvil. Ningún indicio del rastro del monstruo lo alcanzó, nada de esa extraña sensación de ser observado. Tal vez su risa era un poco histérica, pero él había ganado. No había forma de que el monstruo lo alcanzara a tiempo. Él había vencido a un krsnik.

* * *

La mayoría simplemente corría. Este había querido probarlo primero, al parecer. Él era tan ... diferente. Calculadores, sí, la mayoría de los vampiros lo eran, pero no de una manera tan metódica. Una extraña y persistente compasión molestó a Lan mientras él se apoyaba contra la pared fuera de las salidas. Se había quedado lo suficientemente atrás como para que el vampiro no hubiera sido capaz de sentirlo, pero Lan había sido capaz de observar mientras su presa se estacionaba y se apresuraba hacia la terminal. El vampiro había estado sonriendo, su andar levantando una - 23 -

confianza arrogante mientras se acercaba a las puertas. Parecía malo de alguna manera estropear esa sonrisa. Lan se sacudió a sí mismo. Él estaba siendo tonto. Este era un vampiro, un vampiro malvado, sanguinario y asesino. El estacionamiento proporcionaba una excelente cobertura. Dobló su gabardina, extendió las alas y voló sobre la terminal para aterrizar en el techo del edificio correcto. Después de unos minutos de observación, se dio cuenta de dónde entraban y salían los trabajadores, desde el edificio hacia la pista. Fue fácil deslizarse en un lugar desierto, volver a ocultar las alas bajo el abrigo y deslizarse dentro. El otro lado de la terminal estaba fuertemente custodiado. En este lado, todos asumían que uno pertenecía. Caminó hacia el vestíbulo de pasajeros, navegando por el tirón en su sangre. Su presa estaba cerca y estacionaria. En la puerta S3, su vampiro descansaba en una silla demasiado pequeña para su poderoso cuerpo. Hojeaba una revista, mirando de vez en cuando al tablero de mandos. Lan se movió más cerca, esperando la realización, ese sorprendente tirón de reconocimiento. Llegó antes de lo que debería. De alguna manera, el vampiro podía sentirlo también. Levantó la cabeza, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Toda la alegría previa se le escapó y el estómago de Lan se apretó. De repente, él quería que terminara. Ya no quería jugar con su presa si tenía que ver esa mirada de decepción horrorizada dirigida hacia él. No tenía sentido. Nunca había sentido nada por su presa más allá de la ira y el hambre. La terminal abarrotada impedía su alimentación aquí. Ambos lo sabían, pero fácilmente podía evitar que su presa - 24 -

abordara un avión para ... Filadelfia. La palabra en la pizarra invocaba recuerdos y fantasías extrañas. El verde exuberante de Fairmount Park en la primavera, el palpitante latido del corazón de la música de los clubes ... qué maravilloso sería simplemente disfrutar de esas cosas. En sus fantasías, se imaginaba a sí mismo como lo había sido antes del cambio, ágil y esbelto, sin alas. Se imaginó caminando de la mano junto al Schuylkill2 con el hermoso vampiro. Lan resopló con irritación. Qué tonterías entretenía su mente cansada y solitaria algunos días. Él se limpió las telarañas y se adelantó, enfocándose en su objetivo. La presa, como se esperaba, asustada. En algún momento, él iría a la tierra. Los vampiros podían manejar períodos largos sin descanso ni comida, pero no para siempre. Cuando se detuvo para alimentarse o dormir, Lan estaría allí. El vampiro se levantó y se preparó para correr otra vez, aunque dio un paso cuidadoso alrededor de un grupo de niños pequeños mientras salía de las filas de sillas. Se inclinó brevemente para devolverle un juguete a uno de los pequeños antes de que se marchara. Lan observó el intercambio con el ceño fruncido.

2 Es un rio que atraviesa la ciudad de Filadelfia, Pensilvania, EEUU.

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Capítulo Tres ¿Cómo llegó tan rápido? ¿Cómo podría ser eso posible? Lo cronometré. Fui muy cuidadoso. Rafael regresó a su departamento desesperado, y se sentó en el sofá con la cabeza entre las manos. Llamó a la aerolínea para que retirara sus maletas del vuelo, sin saber por qué se molestó. Dos opciones permanecían. Podría correr para siempre, alimentarse apresuradamente, dormir en habitaciones seguras, siempre mirando por encima del hombro, o podría pararse y enfrentar a su adversario. Él perdería. Él moriría. Al menos la carrera terminaría. ¿De qué le servía aferrarse a la vida si algo le quitaba toda la alegría? Lo supo en el momento en que el krsnik llegó por el pequeño escalofrío en sus venas. Empeoraba con cada contacto cercano, por lo que ahora sabía exactamente dónde estaba el objeto. Cansado, desconsolado, se dirigió a la ventana de su sala y la abrió. El krsnik estaba de pie al otro lado de la calle mirándolo. Con la puesta de sol, era ... él, Rafael tenía que dejar de pensar en este inteligente cazador como una cosa ... se había quitado las gafas de sol y el gorro. Su largo cabello probablemente era hermoso cuando estaba limpio. Rafael se estremeció. ¿Puedes pedirle a tu asesino que se duche antes que haga una comida de ti?

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Abrió el mosquitero y se asomó. ―Sube. No puedo hacer mas esto. El krsnik inclinó la cabeza hacia un lado, considerando. Luego se quitó el abrigo y dejó que sus alas se abrieran de golpe detrás de él. El sol se reflejaba en sus plumas, la última luz bailaba en vetas iridiscentes a lo largo de las alas. Puede que no se haya duchado en semanas, pero esas alas eran gloriosas. Ahora que ya no corría ni se asustaba, Rafael miró a su cazador por primera vez. Era alto, aunque seguramente no los siete pies que Rafael había imaginado en su miedo. Impresionante pecho y los músculos de los hombros se flexionaron mientras aleteaba con sus alas, su abdomen plano tenso y ciñéndose en una cintura estrecha. Inmensamente digno de baba, si no intentara matarme. Era tarde, las calles estaban desiertas, por lo que ningún peatón presenció el vuelo sin esfuerzo del krsnik hacia la ventana. Rafael retrocedió mientras se agachaba en el alféizar y se deslizaba cuidadosamente dentro. Los perturbadores ojos plateados del krsnik estaban ausentes, reemplazados por el verde brillante que había visto tan brevemente antes. Su ángel de la muerte parecía más razonable esta noche, así que tal vez los ojos plateados aparecieron durante algún tipo de estado berserker. ―¿Quieres una bebida primero? ¿Deberíamos conversar un poco? No estoy seguro de cuál es el protocolo para invitar a tu propio asesino a tu casa. El krsnik no dijo nada. Tal vez había perdido la capacidad de hablar. Se adelantó, sus gráciles movimientos

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extrañamente sensuales como si estuviera a punto de seducir a Rafael en vez de arrancarle la garganta. Rafael retrocedió un paso nervioso y otro hasta que su talón golpeó la pared que separaba su sala de su estudio. ―No es que quiera morir. Seamos claros en eso. Pero no creo que vaya a salir de esto. Ha sido una vida larga y hermosa. He tenido más que mi parte de buenos tiempos. El krsnik colocó su mano con garras debajo del codo derecho de Rafael, extrañamente suave considerando su primer encuentro. El krsnik se acercó y, a pesar de que su aroma mostraba noches de vida difícil y de dormir en condiciones no sanitarias, el tono subyacente llenó la cabeza de Rafael con las complejas melodías de lugares salvajes. El olor lo excitó y le provocó un terrible dolor en el pecho. Quería caer de rodillas y llorar, y no era del todo debido a su inminente desaparición. Se encontró con la mirada del monstruo y no vio a un demonio, sino a un ser inteligente que llevaba una pena y una frustración terrible en sus ojos. Al menos la muerte sería una fiesta sensual en lugar de una experiencia solitaria y dolorosa. ―¿Puedes hacer esto con cuidado? Así esto no ... ¿No creo que puedas abrazarme mientras muero? Oh, por el amor de ... ¿de dónde vino eso? Rafael cerró los ojos, mortificado y, sí, asustado. Su corazón aparentemente había decidido que su esternón era una buena mesa para el flamenco. Alguien había succionado todo el aire de la habitación sin consideración. El krsnik deslizó un fuerte brazo alrededor de su cintura, algo bueno ya que pensó que sus rodillas se - 28 -

doblarían, y ahuecó la cabeza de Rafael en su otra mano. El aliento caliente acarició la garganta de Rafael y anticipó los afilados dientes, preparándose para la breve punzada de dolor … Nunca vino. Los ojos de Rafael se abrieron de golpe. El krsnik se inclinó sobre él, con las alas extendidas a su alrededor como para proteger un acto tan íntimo de ojos curiosos, pero tenía los ojos muy abiertos y llenos de angustia mientras miraba la cara de Rafael. Se apartó, dejando a Rafael colgado contra la pared. ―No. ―La voz del krsnik era profunda y áspera, como si alguien hubiera raspado una lija sobre sus cuerdas vocales―. No, no puedo ... No puedo hacer esto. Dio dos pasos atrás tambaleantes, luego giró y saltó por la ventana. Rafael corrió a ver esas enormes alas negras abrirse justo a tiempo para evitar que se convirtiera en una extraña e interesante mancha en la calle de abajo. Durante un largo momento, Rafael parpadeó en estado de shock mientras miraba el vuelo de su asesino en la ciudad. ―Entonces puedes hablar. Y eres un maldito cobarde. No te estás saliendo de esto tan fácil. Oh diablos, no. Probablemente había perdido la razón, pero se calzó las botas y se puso un abrigo, decidido a perseguir a su cazador.

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Lan se inclinó más hacia la sucia manta que había recogido de la basura, temblando incontrolablemente. Debería haber encontrado el sentido para recuperar su abrigo, pero su único pensamiento había sido huir. La tristeza que se había ido acumulando en su corazón había elegido el momento en que miró a los ojos del vampiro para erupcionar. Enterró la cabeza entre las manos, luchando contra las lágrimas y la confusión. Siglos, los había perseguido durante siglos, aunque no siempre había sido así. Éste, este hermoso, quería saborearlo, beber -oh, tanto que la necesidad quemaba en sus venas- pero ¿perderse en la alimentación? ¿Sentir esa vida desvaneciéndose lentamente en sus brazos? No. Fue la única muerte que no pudo hacer. Le costaba recordar por qué todavía continuaba como lo hacia. Ya nadie más lo obligaba, no desde hacia muchos años. Con un poco de imaginación, él podría hacer que todo se detenga. Podría terminar ahora … Queridos dioses, mi vampiro viene. ¿Él quiere morir? Las botas crujían sobre grava, pasos firmes y decididos. Un crujido indicó que el vampiro se había sentado en el banco. ―Oye. Lan se pasó las manos por el pelo enmarañado. ―Por favor, vete. Corre lejos y rápido. No voy a perseguirte. Por favor. ―¿En serio? ¿Después de todo eso? ―El vampiro resopló y arrojó algo en el regazo de Lan. Era su abrigo―. No, ¿sabes qué? Después de tratar de matarme y hacerme correr por toda la creación preguntándome si mi siguiente aliento sería el último, después de todo eso, digo 'está bien - 30 -

tu ganes', ofrezco mi garganta y tu te escapas de mi? Creo que una explicación sería cortés, al menos. Miró al vampiro, posado en el brazo del banco, con las botas en el asiento. ―Estoy hecho para matarte. No tengo otra opción. ―Sí, sí. Escuché a la gente decir eso durante algunos siglos. Pero es un balido lastimoso. Siempre hay una opción. ―El vampiro agitó una mano desdeñosa―. Soy Rafael Schiller. ¿Los krsniks tienen nombres? Ahora que sé que puedes hablar, un nombre sería agradable. ―Lan. El vampiro ... Rafael ... guardó silencio un momento. ―¿Eso es? ¿Solo Lan? ―Sí. ―¿Siempre hablas en una sola sílaba? ¿Lo hacia? ―'Perseguir' tiene dos. La risa de Rafael fue inesperada, una risa suave y musical que desgarró el corazón de Lan. ―Touché. Ahora bien, si no quieres matarme, ¿por qué te esfuerzas tanto? ―Es lo que me obligaron a hacer. ―Eso dijiste. Tengo esa parte. ―Rafael se deslizó hacia abajo en el asiento del banco, con sus largas piernas estiradas frente a él―. Hecho. ¿Hecho de qué? ¿Hecho cómo? Sé que esto suena grosero, pero ¿qué diablos eres? ¿o eras? ―Yo soy ... yo era … ―Lan negó con la cabeza, tratando de calmarse. Apartaba el pasado cada vez que

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podía, viviendo para la caza, para matar. Él forzó las palabras. Cada una raspó contra su alma―. Yo era fae. ―Buen comienzo. Fui humano una vez. Creo que sabes lo que me pasó. ¿Qué te ha pasado? El viejo enojo se elevó, un terrible magma fluyó bajo su piel, pero también lo forzó a retroceder. ―Hace unos siglos, había una aldea en Eslovaquia plagada de vampiros. Su chamán conocía un camino, una forma terrible, de proteger a su pueblo. Atrapó a un vampiro mientras dormía, lo estaco al suelo en el sol. Luego me llamó, el guardián del bosque local. La gente del pueblo arrojó una red de hierro sobre mí y me arrastraron hasta el vampiro donde fui atado boca abajo sobre él. El chamán ató a un cuervo vivo a mi espalda. Atravesaron una gran estaca de roble envuelta en muérdago a través de nuestros tres cuerpos, debajo de mi corazón, pero a través de los del vampiro y cuervo mientras el chamán cantaba sus horribles hechizos. El vampiro y cuervo murieron. Yo estaba ... ―Lan levantó una sola pluma de su ala―. Cambiado. ―Eso es realmente desagradable. Lo siento. ―Lo fue … ―Lan detuvo su narración para mirar a su antigua presa. Rafael tenía la mandíbula apretada, la ira brillando en sus ojos. Él quiso decir lo que dijo―. Gracias. ―No consigues mucha simpatía estos días, ¿verdad? Entonces, ¿qué pasó entonces? Podrías haberlos matado a todos, a esta gente que te torturó. Lan había intentado con todas sus fuerzas no pensar en esos momentos, y ahora esta extraña presa a su lado lo obligaba a hacerlo. ―Hechizo de compulsión. Estaba - 32 -

obligado a la aldea y su gente. No podía dañarlos. No podía alejarse mucho de los límites de la aldea. Intenté volar una vez. Mis alas se detuvieron y me caí. Cada generación, el nuevo chamán o jefe o alcalde posterior renovaría los glifos del hechizo. ―Pero espera. Después de unos años, todos los vampiros de la aldea se habrían ido. Necesitas beber sangre de vampiro, ¿verdad? ¿Para sobrevivir? ―Sí. Debo tener la sangre de los vampiros. No puedo tener nada más ahora. ―¿Sin ella? ―Me vuelvo loco después de unos meses. ―Lan negó con la cabeza, recordando que había habido una pregunta―. Me mantuvieron en un sueño antinatural y solo me despertaban cuando me necesitaban. ―Déjame adivinar. No eres exactamente una persona madrugadora y te despiertas todo gruñón. ―Enloquecido por la necesidad de sangre, no recuerdo haber despertado ninguno de esas veces. ―Mas o menos lo que dije. ―Rafael se movió en el banco, aunque no se acercó más―. Esto no es Eslovaquia. ¿Por qué estás aquí? Sí. Aquí. Contigo. ―Durante una terrible guerra humana, los invasores incendiaron la aldea hasta sus cimientos. Mataron a todos los habitantes. Yo era libre. Hasta cierto punto. ―Libre de los bastardos que te lastimaban. Todavía necesitabas la sangre.

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―Sí. ―¿Y la parte de aquí? ¿Todo el camino desde Europa? ―Barco mercante. Yo quería un lugar nuevo. Rafael se inclinó para mirar dentro de la cara de Lan. ―Tengo una propuesta. Una tregua. He compartido ciudades con otros depredadores antes. ―Te mataré cuando la locura golpee de nuevo. ―No tienes que dejar que llegue tan lejos. Como no tienes a nadie que te diga que tienes que matar, ya no tienes que hacerlo. Lan lo miró de reojo. ―Dice el vampiro. ―¿Que se supone que significa eso? ―Eres un vampiro. Matas cuando te alimentas. Un borde de hielo rodeo las siguientes palabras de Rafael. ―Habla por ti mismo. Nunca he matado. ¿Podría ser cierto? Lan se echó hacia atrás para estudiar el hermoso rostro de Rafael, que estaba ofendido y cauteloso, pero sin dar ninguna indicación de mentira. ―¿Nunca? Pero... ―Nunca. Tu tampoco tienes que hacerlo. Lan se estremeció. ―Nunca he podido parar. El vampiro lo sorprendió, extendiendo la mano para acariciar su rodilla. El contacto hizo que cada nervio saltara y temblara de alarma, pero un extraño deseo se concentró en la sección media de Lan, latiendo al ritmo de su acelerado corazón.

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―Tu puedes. Lo hiciste. Te alimentaste de mí y ahora estás cuerdo. Tú paraste. ―Porque me mordiste. ―Lan extendió su brazo aún sanando. ―Er, sí. Lo siento por eso. Pero demuestra que puedes. ―La voz de Rafael adquirió una calidad persuasiva―. No me importaría hacerlo de nuevo. Fue el mejor momento de morir que tuve alguna vez. ¿Quieres probarlo? Tregua, compañero de alimentación, ¿no mas preguntarte cuándo te volverás loco? ―¿Y cuando te mate? Rafael se encogió de hombros, su indiferencia una obvia bravuconada. ―Entonces estaré muerto y no me importará, ¿verdad? ―Se levantó elegantemente y tendió una mano―. Vamos. Por la forma en que te ves, dudo que tengas un lugar donde quedarte, y la próxima vez que quieras alimentarte, espero que estés limpio, maldita sea. Demasiado aturdido para convocar una protesta o incluso una discusión válida, Lan tomó la mano ofrecida y lo siguió.

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Capítulo Cuatro La ducha duró un tiempo ridículamente largo, pero entonces Rafael se dio cuenta de que su nuevo huésped y sus duchas no habían sido amigos en meses. Un nuevo cepillo de dientes también estaba en el mostrador del baño, con la sincera esperanza de que Lan entendiera la indirecta. Sin embargo, Rafael tenía que hacer concesiones y concentrarse en ser un buen anfitrión. Si pensaba demasiado tiempo en convertirse en el anfitrión de un krsnik, era probable que corriera gritando. Primero, estos vaqueros tienen que irse. Levantó el vaquero roto y sucio entre el pulgar y el índice y lo tiró a la basura de la cocina. Las botas también eran una causa perdida, pero eran demasiado grandes para el pequeño cubo de basura plateado. La mayoría de los días, era más que suficiente para su pequeño trozo de basura de la cocina. Los arreglos para dormir eran un rompecabezas. Lan nunca cabría en el sofá y Rafael nunca tuvo invitados, así que nunca se le ocurrió comprar una cama de invitados. Podría mover la mesa de café y traer algunas mantas aquí. Déjalo dormir en el suelo. Eso también se sintió mal. La manija de la puerta del baño hizo clic y Rafael se giró para dar a su cazadorinvitado la opción. ―Ian, ¿preferirías un lugar en el suelo o estarías bien compartiendo la cama King... conmigo...

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La visión que emergió del vapor del baño llevó a su cerebro a un chirriante choque a mitad de su pensamiento. Lan estaba allí totalmente desnudo, solo la toalla que tenía suelta frente a su ingle escondiendo algo. Su pelo blanco como la nieve, aún mate y maltratado, brillaba en un halo alrededor de su cabeza. Poderosos muslos afilados para perfeccionar las pantorrillas y, oh, el destello burlón de ese magnífico trasero. ―Lo siento. ―Lan bajó la mirada a la alfombra―. Debo verme ridículo. Mis alas....necesito extenderlas para que se sequen apropiadamente y pensé que era mejor no usar tu cepillo en mi pelo. ―Ridículo, ―repitió Rafael mientras se preguntaba si su mandíbula podría estar bajo los pies en alguna parte. ―No es una palabra que hubiera elegido. ―La obvia incomodidad de Lan le dio una patada en el cerebro―. Cepillo. Tengo un extra en alguna parte. Hay chándales para ti en la cama. Ve a sentarte ahí. Déjame ayudarte con tu cabello. Por favor, déjame cepillarte el pelo mientras trato de no babearte. Lan se dirigió al dormitorio, con alas cuidadosamente sostenidas para evitar las paredes y dando a Rafael una vista de su trasero que le hizo querer cantar himnos. Unas cuantas respiraciones profundas y una búsqueda frenética en el armario del pasillo más tarde, Rafael agarró un nuevo cepillo todavía en plástico y se dirigió con pasos temblorosos al dormitorio. No va a pasar nada aquí. Aquí no puede pasar nada. ¿Has perdido la cabeza por completo? Probablemente ni siquiera sea - 37 -

gay. Sólo porque un hombre te vea como el plato principal, no significa que sea gay. Lan se sentó en la cama con los chándales negros que le dejaron. Pasaron por encima de sus tobillos, pero al menos estaban limpios. Rafael esperó a que Lan extendiera sus alas húmedas para poder arrodillarse detrás de él en la cama. Escalofríos intermitentes sobre la piel de Lan, quizás frío o nervios. ―Sé que esto es raro para los dos, ―dijo Rafael mientras agarraba con firmeza una sección de cabello y comenzaba a aliviar los gruñidos―. Pero mientras no me amenaces, no intentaré hacerte daño. Promesa. Después de otro pequeño escalofrío, Lan asintió. ―Vale. Entonces, ¿por qué no me dices por qué dejaste de intentar convertirme en tu bebida vampírica preferida? Esto pareció requerir un poco de reflexión. Lan suspiró y sacudió sus alas, rociando gotas de agua sobre la cama y sobre Rafael. Rafael se limpió la cara en la manga, haciendo todo lo posible para no enfadarse. ―Tú... eres diferente. ―Hmm, sí. Eso es lo que mi madre siempre decía. ¿Diferente de qué? ―Intentaste salvar al otro vampiro. ―Más o menos. No me conviertas en un paladín altruista. Era más un caso de no querer que alguien más cazara furtivamente en mi territorio.

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―Te he observado. Hablas con los humanos con respeto. Tú... haces sonreír a los niños. ―La voz de Lan se enganchó un poco. ―Ya veo. Así que todos los vampiros a los que has acechado antes han sido unos gilipollas arrogantes y pensaste que todos lo éramos. ―La mayoría parecen serlo. Asesino, sanguinario... ―Oye, eso es territorio de ollas y teteras. ―Supongo. ―Lan hizo un gesto de dolor cuando Rafael tuvo que atravesar una maraña obstinada―. Aunque siempre he actuado como un guardián. ―Protegiendo a los humanos que odias. ―Proteger a los inocentes. Rafael se rió. ―He conocido a muchos humanos y más allá de cierta edad, tendrías que buscar durante mucho tiempo la inocencia. Se arrepintió inmediatamente de su comentario sarcástico. Lan enterró su cara en sus manos, los escalofríos aislados evolucionando en violentos temblores. ¿Está llorando? Mierda, por favor, no llores. ―Hey... hey, ahora. ―Rafael dejó el cepillo y se deslizó alrededor del ala izquierda de Lan para arrodillarse frente a él―. No se te dio una oportunidad. Has estado así tanto tiempo. Lan lo sorprendió poniendo su cabeza sobre el hombro de Rafael, aunque sus manos se mantuvieron apretadas en su regazo.

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―Pobre espíritu del bosque. Nunca quisiste enredarte con humanos en primer lugar, ¿verdad? ―Rafael le acarició el cabello, ahora liso, esperando que los temblores se detuvieran. Estaba tan fuera de su zona de confort que había perdido de vista lo que parecía. Qué cosa tan terrible te hicieron. Lo siento mucho. Un suave gemido vibró contra el hombro de Rafael. Lan se deslizó de la cama para envolverlo con poderosos brazos. Tiró de Rafael desde el borde de la cama hasta que se arrodillaron de pecho en pecho. Libre de cualquier mancha persistente de basura y sudor, el olor puro de Lan llenó la cabeza de Rafael con resultados vertiginosos. Sutiles flores silvestres y madera, canela y el tenue rastro de humus bajo los pies, la combinación hizo que una doble lanza de la necesidad atravesara su corazón y su ingle. Se movió, tratando de aliviar una erección incómodamente doblada mientras Lan empezaba a acariciar su garganta. Oh. Tal vez seamos gays después de todo. O bisexual. O tal vez los espíritus del bosque son omnisexuales... pansexuales, ¿cómo voy a saberlo? No hay forma de que esto ocurra. Sea lo que sea esto. ―Lan, esto es una mala idea. No me importa abrazarte si necesitas que te abracen. ―Ni un poquito―. Sé que lo más probable es que te sientas solo. Por supuesto que sí. Pero esto es-mmmphh. Los labios le aprisionaron con tanta ferocidad que Rafael trató de retroceder sólo para encontrarse con un par de alas húmedas que lo cercaban. La feroz necesidad apenas lo escandalizó, pero el tierno fuego que vino con Lan delicado trazado de sus costillas y espina dorsal ciertamente lo hizo. Su cerebro está desconectado de todos - 40 -

los puertos. Encontró sus manos en el pelo de Lan antes de darles permiso para moverse. En vez de alejarse, evitando un error colosal, su cuerpo se adelantó para presionar contra el pecho desnudo de Lan. Devoró los labios que se le ofrecieron con tanta ansiedad. Deberíamos levantarnos del suelo. Tan pronto como mis piernas vuelvan de la tierra de los charcos. Es bueno saber que está familiarizado con todo eso del cepillado de dientes. ―Lan.... ―Rafael trató de mantener la cordura mientras Lan arrastraba los labios calientes a lo largo de su mandíbula―. ¡Lan! Ojos verdes le parpadeaban, confundidos, cuando Lan se echó hacia atrás. ―¿No... disfrutas de eso? ―Oh, sí. Lo estaba disfrutando como el demonio. Pero no estoy seguro de que esto sea sensato. teniendo un momento de Carly Rae Jepsen aquí. ―¿Perdón? ―Sabes, acabo de conocerte y así sucesivamente? Hmm. No, probablemente no. ―Rafael alisó el pelo blanco que había despeinado―. No es algo que normalmente es un problema para mí, pero no suelo llevar a la cama a tipos que intentaban matarme hace unas horas. Lan enroscó tres de sus dedos de garras y trazó la parte superior de la oreja de Rafael con su garra índice. ―Eres hermoso. Rafael arqueó la frente. ―Que hace que todo lo demás se desvanezca hasta la insignificancia? ―Sí.

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Los ojos que le miraban eran extraños, ojos que nunca habían sido humanos, pero la necesidad, la sinceridad de la necesidad, la súplica abierta y sin protección brillaban. Regla número dos, no te involucres con otros depredadores. ―Infierno y condenación. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo? ―Antes. ―¿Antes de tu cambio? Oh, mierda. ―Se frotó la cara con ambas manos. Un poco de desesperación sexual puede hacer que las cosas sean emocionantes. Esto podría rayar en lo ridículo―. Sobre la cama, por favor. Al menos pongámonos cómodos. Las alas de Lan se agitaron, creando una brisa en la nuca de Rafael, antes de que se dieran la vuelta y se doblaran. Estaba temblando mientras se levantaba y usaba una mano con garras para agarrar la muñeca de Rafael, como si temiera que su anfitrión pudiera correr hacia la puerta. Retrocedió hacia la cama, un paso con cuidado y luego dos. Rafael se dejó llevar, con la mirada fija en la de Lan. Habría sido absurdo decir que hubo un relámpago entre sus ojos, pero el fuego esmeralda ciertamente sacó pequeñas sacudidas eléctricas de su núcleo. Puso sus brazos alrededor de la cintura de Lan, con cuidado con las plumas primarias húmedas. Mientras sus cuerpos se apretaban, Rafael dejó que su mejilla descansara sobre un ancho y blanco hombro. ¿Cuándo fue la última vez que un tipo fue lo suficientemente alto? Cuando era... oh, dioses. ¿Cuándo fue la última vez que toqué fondo? Hace unos doscientos cincuenta y seis años, más o menos.

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―¿Lan? ¿Alguna vez has tenido sexo mientras comías? Los músculos duros temblaban bajo las manos de Rafael. ―No. Eso habría sido....terrible. ―Vale, entiendo el factor de chillido. No es que me importe que tengas problemas con matar y tener sexo juntos. Eso es algo bueno. Pero como no lo has hecho, tal vez podríamos posponer la penetración hasta que sepamos cómo te sientes con esto. ―Muy sabio. Puedo hacerte daño. ―Lan enterró una mano en el pelo de Rafael y levantó la cabeza para un beso de lengua enredada. Con su mano libre, tiró de la camisa de Rafael y se la clavó en la espalda y en la cabeza. Puedes hacerme daño de todos modos, Alto, Pálido y Sexy. ―Soy bastante resistente, ―dijo Rafael cuando se separó para desabrocharse los pantalones. De alguna manera, no creía que las garras y las bragueta se mezclarían―. Pero hasta yo tengo mis límites. El calor en la mirada de Lan se elevó varias docenas de grados cuando Rafael salió de los vaqueros y calzoncillos. Su polla no compartía ninguna de sus reservas y trató de impresionar con su mejor imitación de un toallero. Lan extendió la mano reverentemente, y trazó una punta de garra por la parte inferior, haciendo que Rafael se estremeciese. Sus amantes rara vez se molestaban en tratar de complacerlo en algo más que en las formas más básicas de “tómame ahora”. El simple toque le recordó lo maravilloso que era que alguien tratara de seducirlo. Justo cuando pensaba que tendría que hacer los siguientes movimientos, después de desesperarse de que - 43 -

Lan se volviera más agresivo, el krsnik lo agarró por la cintura y lo elevó a la cama donde aterrizó con un suave impulso, su erección se movió con entusiasmo. Extendió los brazos sobre su cabeza y le ofreció a Lan su mejor sonrisa de gato perezoso, dejando que sus colmillos se extendieran sólo un pelo mientras crecía su propia excitación. Lan estaba al pie de la cama en toda su gloria de músculos duros, gruñendo profundamente en su pecho. Abrió sus alas y echó hacia atrás su cabeza con un gruñido salvaje antes de abalanzarse sobre la cama y treparse por el cuerpo de Rafael. Su cabello acariciaba los muslos de Rafael, luego sus costillas. Sus alas se abrieron hacia adelante para crear un emparrado privado de amantes, a salvo de los confines del mundo de afuera. A salvo. No debería sentirme seguro. Podría perder el control en cualquier momento, pero no tenia miedo. Tal vez fue simplemente un alivio. La huida, el miedo momento a momento había cesado y la paz se había desbordado para sustituir a demasiadas horas de pánico desgarrador. Rafael levantó los brazos, dando la bienvenida a su antiguo asesino en su abrazo, gimiendo cuando Lan se asentó encima de él. Lan se agarró del brazo y le lamió el interior del codo con un quejido de necesidad. No era muy hablador durante el sexo, aparentemente. Me gustó eso. ―Eso es todo. Eso es bueno, ―susurró Rafael mientras los lametones y besos subían por su pecho―. Despacio y con calma.

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Se atrevió a acariciar con el dedo índice una pluma del ala. Esto arrastró un gemido de Lan y aumentó la succión de sus besos, así que Rafael pensó que había llegado a un punto caliente. Lan se puso en su contra mientras acariciaba cada ala que podía alcanzar, sus pollas deslizándose juntas con una creciente y deliciosa fricción. Rafael le forzó los dientes, consciente de que había hecho de la alimentación una parte tan habitual del sexo que luchó por mantener sus colmillos para sí mismo. Albergó la sospecha de que tener a su amante enfermo y quemado en la sangre probablemente no era un gran atractivo para Lan. La fiesta de las sensaciones tendría que hacerse en su lugar y era un buffet de delicias mientras Lan exploraba con ágiles dedos, garras y lengua. Sus toques se mantuvieron suaves, pero su agarre fue ineludible cuando inmovilizó las muñecas de Rafael en el colchón. Aspiró el lóbulo de la oreja de Rafael hacia el calor de su boca mientras sus caderas empujaban con más fuerza. ―Oh, maldición, eso es tan bueno. ―Rafael se abalanzó sobre él, queriendo más, queriendo todo, queriendo a Lan dentro de él―. No esperes. Lan, oh, joder....ni un segundo más. Una onda de miedo corrió a través de él cuando Lan gruñó y se levantó, con los colmillos al aire. El dolor le atravesó mientras Lan se hundía y esos dientes perforaban la piel, un momento de calor abrasador. Luego desapareció bajo olas de éxtasis mientras Lan bebía profundamente, chupándole la garganta. Eso dejará un moretón.

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El lejano pensamiento se alejó en nubes de felicidad. Su conciencia se redujo a la dura succión y a los frenéticos empujones de sus caderas unidas. La paz que flotaba escaló a un torrente enfurecido y Rafael se corrio con una fuerza que adormecía la mente, gritando tonterías que nunca recordaría del todo. Lan gruñó y gruñó contra su garganta, sus caderas empujando a Rafael hacia el colchón mientras la fricción de sus pollas se deslizaba una contra la otra con cada chorro de semen. La última célula cerebral sensible que Rafael poseía se le acercó, recordándole que Lan aún se alimentaba. ―Hola. ―Su voz emitió un susurrante graznido, luchando contra las amortiguadas capas de placer―. Lan....hey. Es hora de parar. No me hagas morderte. Justo cuando Rafael estaba seguro de que había cometido un terrible error y su vida estaba a punto de llegar a un final abrupto y hermoso, Lan levantó la cabeza para lamer las heridas de la comida. Envolvió a Rafael en sus brazos y rodó sobre su costado, tirando del cuerpo de Rafael, rápidamente escalofriante, y cubriéndolo con un ala enorme. Cubierto con su esperma mezclado y usado como osito de peluche y almohada para un krsnik ligeramente sudoroso y perfumado por el sexo, los pensamientos de Rafael se volvieron automáticamente hacia la ducha. Sin embargo, tenía demasiado sueño y se sentía demasiado cómodo bajo su suave manta de alas como para moverse, y los hábitos quisquillosos serían condenados. ―¿Ves? Lo hiciste, ―murmuró mientras acariciaba el brazo de Lan. - 46 -

―Gracias. Rafael suspiró contento. Sabía que la lasitud le perturbaría, pero le resultaba difícil de cuidar. ―Voy a tener que alimentarme cuando nos levantemos. El brazo de Lan se apretó alrededor de su cintura. ―No te aparearás cuando te alimentes. ―¿No lo haré? ―Rafael parpadeó en estado de shock. Nadie le dijo qué hacer, ni en su vida pasada ni en ésta―. Lan, no es como si... ―No. ―Pero yo... ―No. ―Lan levantó la cabeza para darle a Rafael un suave y tierno beso―. Por favor. ―Oh. Bueno. Ya que lo dices así, tal vez vea qué puedo hacer.

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Capítulo Cinco ―Mira la tele, duerme la siesta, lo que quieras, ―explicó Rafael mientras Lan lo seguía por el condominio. Señaló el equipo de su estudio―. Pero no toques la estación de trabajo, ¿de acuerdo? Eso es importante. Incluso si tienes un deseo loco de desempolvar, por favor deja en paz las cosas de la computadora. ―¿Estás seguro de que deberías hacer esto? ―Los dedos de Lan se retorcieron alrededor de los suyos―. No tienes buen aspecto. ―¿Qué, quieres traerme el desayuno a la cama? ―Rafael hizo todo lo que pudo para reprimir su risa ante la mirada herida de Lan. Volvió al dormitorio para terminar de vestirse para el club―. Lo siento. Sólo necesito un bocadillo y estaré bien. Pero necesito uno pronto o me pondré de mal humor y mareado. No me gusta dejar que llegue demasiado lejos. ―¿Alguna vez.... te has vuelto loco? Rafael se inclinó para acariciar la mejilla de Lan. ―Sólo cuando me desperté después del cambio. Me prometí a mí mismo que nunca más. Lan lo acompañó hasta la puerta mientras se encogía de hombros dentro de su chaqueta. ―¿Estás seguro? ―Deja de preocuparte. Estoy bien. ―Rafael le dio un empujón juguetón. ―Volveré en dos horas, máximo. Promesa. - 48 -

Dirigiéndose a Clyde's, trató de formular la mejor manera de llevar a cabo esta alimentación. ¿Un rapidito en el baño? ¿Un rincón oscuro en el club? Esta sería la primera vez en muchos años que dejaría al completo Monty fuera de la ecuación. Se detuvo en la esquina, desconcertado por ese pensamiento. Además de la necesidad de la conveniencia nutricional, ¿por qué estaba considerando esto? Se enojará conmigo y es muy peligroso. No, eso se sintió mal. Preferiría no enfadar a Lan, pero fue más que eso, un extraño tirón en el centro de su pecho. No quiero que se decepcione conmigo. Por el amor de Dios, ¿qué es lo que me pasa en toda la creación? Para su completo horror, Clyde's estaba celebrando una noche de C&W. Su mirada y su sonrisa lo llevaron más allá del gorila de la puerta, pero se sintió claramente fuera de lugar entre todos los sombreros de vaquero y las camisas de estilo occidental. Al menos estaban jugando a Johnny Cash. Sus vaqueros negros y su chaqueta de cuero podrían funcionar con eso y le gustó The Man in Black. Encontró un poste cerca de la barra en el que apoyarse, pequeños escalofríos corriendo por los músculos de la pantorrilla. Lan tenía razón. Se sentía como una mierda y esta no era su mejor idea del siglo. Aún así, él estaba aquí. Hora de cazar. Los tipos habituales abarrotaban la pista de baile y la zona del bar. Rafael revisó la selección, buscando un parpadeo solitario y desesperado, alguien a quien tentar rápidamente en un

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rincón oscuro, de quien alimentarse y regresar a casa para que Lan dejara de preocuparse. La voz profunda y aterciopelada de Johnny lo invadió, calmando sus nervios, y de repente se dio cuenta de qué canción estaba sonando. Yo vigilo de cerca este corazón mío. Mantengo los ojos bien abiertos todo el tiempo. Una risa atrapada en el pecho de Rafael y saltó como una risa en toda regla, agradecido por el ruido del club. Porque eres mío, yo camino por la línea.... Él se envolvió los brazos alrededor de sus costillas, riendo impotente. Si! La línea como un ejercicio meticuloso para no desviarse. Eso era exactamente lo que estaba haciendo, tratando de mantenerse al margen y evitar enredos, no por una necesidad de independencia sino por lo que Lan podría pensar. Oh, joder. Es demasiado rico, demasiado irónico para tener esta canción....esta canción sonando ahora. ¿Cómo ha podido pasar esto? ¿Qué es lo que me pasa? Todavía se reía cuando llamó la atención de una linda rubia al final de la barra. Se empujó del poste y se pavoneó un poco mientras se dirigía hacia el bar. La monada era bastante follable, y maldición, Rafael Schiller hizo lo que quiso. Al diablo con Lan y sus demandas. Solicitudes. Fingió no darse cuenta de los tristes ojos esmeralda que le perseguían desde la parte de atrás de su cerebro. Era él, sin importarle en absoluto. Subió el voltaje de la sonrisa, enderezó sus hombros. ―¿Rafael?

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La mano en su codo lo detuvo. Se giró, luchando contra la molestia que quería arrastrarse en su expresión. Ah. Denny. ―Bueno, hola, ahí. ―No llamaste. Se volvió para dar a su comida de una sola vez toda su atención. ―He estado un poco ocupado, dulzura. ―No lo prometí, ¿verdad? Nunca lo hago. Sofocó un suspiro. El rubio lindo tendría que esperar hasta otro momento a menos que quisiera una escena con Denny. El chico olía a desesperación, a necesidad y... miedo. Acechar a un vampiro podría poner nervioso a un ser humano, supuso. Rafael trazó un dedo sobre la mejilla de Denny. ―Bueno, ahora estoy aquí. ¿Eso servirá? ―Sí. ―Denny se apiñó más cerca, sin aliento y con los ojos abiertos―. Necesitas alimentarte, ¿no? Algo ha pasado, ¿verdad? Rafael mantuvo la sonrisa firmemente pegada en su lugar. ―¿Por qué dirías eso? ―Estás demasiado pálido y tienes esos anillos oscuros bajo los ojos. El look de Barnabas Collins no es muy bueno para ti. ―Muchas gracias. Sabes cómo alimentar el ego de un hombre. Denny se puso rígido, pero le puso una mano en el brazo a Rafael. ―Lo siento. No quise decir eso. Parece que te vendría bien un poco. Estoy aquí para ti. Ya lo sabes. ¿Por qué no? Aquí estaba Denny, listo y dispuesto, sin seducción ni explicaciones necesarias. Rafael se inclinó para susurrar al oído de Denny: ―Estoy necesitado. ¿Te - 51 -

estás ofreciendo, cordero? ¿Tienes algún lugar en mente para un bocado rápido? ―Oh....sí. ―Los ojos de Denny se cerraron por un escalofrío, su aliento acariciando la garganta de Rafael en pantalones rápidos―. Mi... mi coche está cerca. ―Perfecto. ―Un bocadillo rápido para él, un arreglo rápido para el vampiro de Denny, todo el mundo se fue feliz, justo como le gustaba. Arrojó un brazo alrededor de los hombros de su bocadillo y lo dirigió hacia la puerta―. Guíame. En el estacionamiento, un extraño escalofrío golpeó a Rafael y lo desestimó como tormentos de hambre. ―Tengo un favor que pedir, ―murmuró Denny mientras se acercaban a su pequeño Chevy. ―¿Oh? Denny le pasó una mano por el pelo. Aparentemente, la petición lo puso nervioso. ―Tómame en el capó del auto. Siempre he tenido una fantasía con eso. Rafael echó un vistazo rápido a sus alrededores. Él hubiera preferido dentro del auto, pero Denny había estacionado lejos de cualquier iluminación. Parecía algo pequeño para hacer feliz su cena. ―Tendremos que hacerlo realidad entonces, ¿no? Puso una mano en la parte posterior del cuello de Denny y lo empujó para doblarlo sobre el capó, con los dedos separados a ambos lados. Oh, tan tentador, ese culito apretado que se exhibe sólo para mí. Rafael dejó que su mano se deslizara sobre la cadera cubierta de demanda de Denny, sólo para ver cómo se retorcía. Le dijo a esa mano - 52 -

que tenía que zambullirse por debajo y deshacer la bragueta, pero la extremidad en cuestión vaciló. ¿Por qué tengo las manos tan obstinadas estos días? Pero su conciencia era culpable, no su mano. Una promesa a medias a un hermoso monstruo alado lo detuvo. Sí, admito que soy un tonto por ti.... Maldita canción. Maldito krsnik. Maldición, maldición, maldición, maldición. Acarició la espalda de Denny mientras vacilaba, manteniéndolo quieto y dándose un momento. A Denny le gustaba la alimentación, la había llamado “trascendente” por el amor de Dios, así que el sexo era secundario. Rafael separó los muslos de Denny con la rodilla y se acercó para poder cubrirlo. Le dolían los dientes, tenía tanta hambre. Un vampiro más joven, uno menos experimentado, ya se habría rendido a la locura alimenticia. Incluso con todos los años detrás de él, Rafael sabía que estaba cerca. Necesitaba su merienda ahora. Le lamió la yugular a Denny, el olor de la emoción y el miedo que hace que su necesidad aumente unas cuantas docenas de muescas. Presionó a Denny en el capó, y mordió esa vena tan cerca de la piel. Denny soltó un gemido tembloroso, agitándose debajo de él. La sangre golpeó fuertemente el sistema de Rafael, enviando ondas de vértigo de alivio a través de él. El mundo giró y se inclinó. Tragó y dejó que el glorioso calor se deslizara por su fría garganta. Rafael estaba tan perdido en la alimentación, que recogió los olores de los otros tres humanos demasiado - 53 -

tarde. Una mano le agarró el pelo y se lo arrancó a Denny. Una repentina agonía le clavó una lanza en la espalda cuando fue arrojado fuera del coche. Su corazón vaciló, el dolor ardiente se extendió por su pecho en un estanque cada vez más profundo. Cuando miró hacia abajo, vio con horror que una estaca de madera sobresalía de su pecho. ―Mierda....oh, mierda. ―Se tambaleó hacia delante y arañó al costado del coche, tratando de conseguir suficiente espacio para encontrar el equilibrio, para correr. Todo lo que logró fue poner su espalda contra la puerta para poder enfrentar a sus atacantes. Está bien, me equivoqué al decir que no había cazadores en Olimpia. Qué tonto soy. Decidió que lo mejor sería la inocencia herida, aunque cualquier enfoque pronto sería un punto discutible. Su visión había comenzado a hacer un túnel. ―¿Qué carajo, hombre? ―Ni siquiera lo intentes, vampiro. Te vimos alimentándote, ―dijo el más grande y feo de los cazadores. ―Un segundo hombre, más delgado y un poco menos casero, se metió. ―Darren falló, idiota. No me tocó el corazón. Oh, genial. Me sacan de quicio los cazadores incompetentes e ignorantes. No pudo haber sido uno con clase que se parece a Hugh Jackman, oh, no. Decirles que clavar una estaca en el corazón de un vampiro no resultó en polvo instantáneo al estilo Buffy probablemente no fue un buen uso de energía, sin embargo.

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Lo peor de todo es que el tercer hombre estaba ayudando a Denny a levantarse del auto, dándole un pedazo de gasa para su garganta. La forma en que asintieron el uno al otro.... maldición. ―¿Denny? ―Rafael se las arregló para susurrar con dolor mientras se deslizaba por el costado del auto. Espero dejar un desastre―. Me tendiste una trampa. ―Mi pobre Rafael. ―Denny tenía lágrimas en los ojos, pero no se apresuraba a ayudar―. No llamaste. Quería darte todo. Habría sido tu compañero, te habría amado y protegido. Mira lo que me hiciste hacer. ¿Compañero? Sabía que era un problema, pero no creí que fuera un psicópata. ―Has estado leyendo demasiados romances vampíricos malos, cariño. No funciona así. ―¡Cállate, Gary! ¿No trajiste otra maldita estaca? Denny retrocedió por la violencia, el miedo aún le asalta. Su voz era plana, sus palabras sonaban ensayadas mientras decía: ―Eres un malvado mentiroso tramposo, Rafael. Tienes que morir. Tal vez no tan psicópata. Creo que mi pequeño bocadillo fue coaccionado. Rafael mostró sus colmillos y gruñó mientras el Tipo Más Feo se acercaba. Ese dudó, estaca en mano, aparentemente no tan valiente cara a cara. Rafael necesitaba la última música de pie, así que empezó a tararear Yo Camino por La Linea. La maldita canción lo había estado persiguiendo toda la noche y fue buena por un momento desesperado. Sus piernas se habían enfriado y entumecido. La canción podría ser la única resistencia que podría ofrecer.

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Maldita sea, me están haciendo romper mi promesa. Dije que volvería en dos horas. Lo siento, Lan, lo siento mucho. Miró fijamente a sus estúpidos atacantes mientras intentaban reunir el coraje para acabar con él. De repente, uno de ellos desapareció en la oscuridad. Rafael parpadeó, seguro de que su vista estaba desapareciendo. No, Alto y Feo se había ido. Huh. Denny gritó y el segundo atacante desapareció, se elevó al cielo con los pies en alto. Oh, arriba, podría ayudar si mirara hacia arriba. Lean y Stupid colgaban de una mano con garras y esa mano, por supuesto, estaba unida a la criatura más bella del planeta. Rafael no pudo evitar sonreír cuando Lan dejó caer su captura en el capó de un auto cercano y se lanzó para aterrizar entre él y el resto de los cazadores potenciales. El hombre cayó de rodillas, la estaca cayendo de sus manos con un estruendo. ―Oh, Dios mío, un verdadero ángel. Lan se inclinó y le rugió en la cara al hombre. El olor a orina fresca de repente se extendió por el aire. ―Esta es mi ciudad, bajo mi protección, ―gruñó Lan―. No vas a cazar en mi ciudad. ―Sí, señor. Quiero decir, no, señor. Apuntó con el dedo a Rafael. ―Este es mi vampiro. Mío. ¿Me oyes? El aterrorizado hombre asintió desesperadamente, un cabeza de chorlito viviente.

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―Ve. Toma a tus compañeros y corre. Reza, reza mucho para que no te busque de nuevo. El hombre se puso en pie y tropezó dos veces tratando de escapar, pero se las arregló para arrastrar a sus amigos y salir corriendo con ellos. Denny seguía arrodillado en la acera, sollozando histéricamente. Lan se acercó a él, con la cabeza a un lado. ―Tú... ¿debería matarte? ¿Fue un accidente o una traición? ―¡No lo sabía, no lo sabía! ―Denny sollozó en sus manos―. Dijeron... fue tan difícil... ¡lo siento mucho! ―Lan, ―Rafael consiguió un susurro de repuesto que sabía que los oídos de krsnik podían oír―, no fue culpa del chico. Lan se agachó y olfateó a Denny. Todo lo que encontró pareció satisfacerlo desde que se enderezó y regresó con Rafael. Se agachó y tocó el punto que sobresalía del pecho de Rafael. ―Esto no puede ser bueno. ―No, no, no lo es. No creo que vaya a salir de esta. Lan le besó en la cabeza y lo recogió como a un juguete de peluche. El fuerte tirón cuando Lan tomó el vuelo dolió como el demonio, pero el vuelo se alisó cuando alcanzó la altitud, sus alas se extendieron para elevarse. Rafael dejó descansar su cabeza contra el cálido pecho de Lan mientras las luces de la ciudad se extendían por debajo de él. No era una mala última vista, considerando todas las cosas. ―Gracias por venir por mí. ―Estaba preocupado. Veo que tenía un motivo. Mi pobre y hermoso Rafael. - 57 -

Eso también estuvo bien, la voz profunda de Lan retumbando contra su oído. Ni siquiera le molestó que Lan se hubiera referido a él en el posesivo no una sino tres veces. Las luces pasaban a toda velocidad por debajo en hermosos desenfoques de la corriente estelar, y luego se apagaron abruptamente.

* * *

Lan estaba junto a la cabecera de la cama de Rafael, retorciéndose las manos. Había quitado la estaca y detenido la hemorragia lo mejor que pudo. Rafael se había vuelto loco por la necesidad de sangre, sus heridas eran demasiado severas para sanar sin alimentarse. Había sido tan débil, que dominarlo había sido algo sencillo, o lo habría sido de no ser por las lágrimas que nublaban la visión de Lan. Después de una corta lucha, había luchado con Rafael en la cama y sujetado sus muñecas a la cabecera con corbatas de seda de su armario. Rafael gruñó y golpeó, pero sus luchas se debilitaron con cada intento de liberarse. Se está muriendo. La culpa golpeó a Lan. Si hubiera dejado de comer antes, si hubiera tomado menos, Rafael habría estado más fuerte, más alerta. Ningún simple humano habría podido tomarle por sorpresa. Ahora....oh, dioses, ahora Rafael yacía delirante, su fuerza se desvanecía. Necesitaba alimentarse. Lan lo habría - 58 -

alimentado con gusto, habría dado la última gota de su sangre para salvar a su bello cazador, pero Rafael había dejado claro que la sangre de krsnik le había quemado la boca y lo había enfermado. Sangre humana, ¿cómo iba a conseguir sangre humana? Rafael tenía dos bolsas en su refrigerador, pero Lan ya había probado una. Incluso después de calentarlo, Rafael apartó la cabeza de la fragancia. Quizás ya no era lo suficientemente fresco. Podía escoger a un humano para Rafael, sacarlo de la calle y traerlo aquí, pero Rafael obviamente nunca había empleado la violencia o la coerción en su alimentación. Secuestrar a un humano para su cena parecía un error. ¿Cómo se alimentaban otros seres humanos en las ciudades? Ya no la cultivaban ni la cazaban. No, ellos lo pagaban. Sí. Sí, le compraba comida a Rafael. Tendría que tener cuidado o la presa... la comida se asustaría, pero creía que se podía hacer. Algunos humanos vendían sus cuerpos, siempre lo habían hecho. Incluso sabía dónde estaban los que vendían sus mercancías en esta ciudad. Encontró la cartera de Rafael en sus vaqueros. Las facturas lo desconcertaron. ¿Cuánto pagaría uno por un compañero humano por la noche? Se lo dirían, tal vez. Varios de los billetes con el número veinte en las esquinas parecían una buena elección. Se metió el dinero en el bolsillo de su abrigo, enrolló todo en un paquete y se lo metió bajo el brazo antes de usar el alféizar de la ventana de la sala como punto de partida. - 59 -

Pronto vio la calle donde los jóvenes humanos se apoyaban en edificios y farolas, y ocasionalmente se acercaban a un coche que se detenía a lo largo de la acera. En una azotea baja, aterrizó y se tiró de su ropa. Aunque la gota era sólo de unos pocos pisos, la midió cuidadosamente, asegurándose de que nadie la viera mientras aterrizaba con un suave golpe de botas en un callejón. La preferencia de Rafael por los hombres llevó a Lan a rechazar las ofertas de varias mujeres y continuar hasta que llegó a un nudo de hombres jóvenes y variados. Lo miraron con cautela, susurrándose el uno al otro. Capturó fragmentos de palabras “loco”, “de ninguna manera en el infierno, hombre” y “raro” entre ellas. A pesar de sus obvios recelos, uno se pavoneó hacia él con una sonrisa arrogante. Un cabello negro y con rayas azules caía sobre un ojo y aunque sus ropas estaban apretadas, sin duda querían ser atractivas, a Lan le pareció triste ver cómo enfatizaban su cuerpo desnutrido. Se detuvo justo fuera de su alcance, la cabeza inclinada hacia un lado mientras miraba a Lan. ―¿Buscas algo especial? Lan aclaró su garganta, intentando mantener su voz suave y libre de gruñidos. ―Necesito un.... un compañero para la noche de un amigo. El joven se rió. ―Un amigo, ¿eh? Lan frunció el ceño, seguro que era el blanco de una broma que no entendía. ―Sí. Es incapaz de salir de su cama.

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―Oh, esa clase de amigo. ―Las perspicaces especulaciones volvieron a los ojos del joven―. No es tan viejo, enfermo y asqueroso, ¿verdad? ―Es viejo y no está bien, pero es muy guapo. El joven metió las manos en los bolsillos de la chaqueta. ―No me gustan los juegos rudos. Nadie me ata. Dinero por adelantado. Ah, negociación. Tal vez esto funcione. ―¿Cuánto? ―Sesenta. ―La sonrisa del vendedor supuso un reto, como si Lan no fuera capaz de pagar su precio. Lan buscó en el bolsillo de su abrigo y sacó tres de los billetes. ―Te daré esto ahora y si haces lo que él necesita, habrá tres más. Los ojos del joven se abrieron de par en par por un momento, pero cogió el dinero con la suficiente rapidez. ―Trato hecho. Vamos. Mas tarde, Lan se preguntó si el joven estaría lo suficientemente limpio para Rafael, aunque en su condición actual, sería menos probable que se diera cuenta. Caminó por la calle, su compra corriendo por detrás con piernas mucho más cortas. ―¡Oye! ¿No tienes un auto o algo así? ¿Hasta dónde vamos? Lan se detuvo y se giró frunciendo el ceño para encontrar al joven casi media cuadra detrás de él. Tenían que darse prisa. Esto no sería suficiente. Corrió por la acera desierta hasta la cena de Rafael, desabrochando el abrigo mientras corría.

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―¿Qué eres, algún tipo de pervertido? ―El tono sarcástico se convirtió en uno de asombro cuando Lan se despojó del abrigo―. Oh, wow. Quiero decir....wow. ¿Son de verdad? ―Sí. ―Lan extendió una mano―. Te llevaré por aire. Será más rápido. De repente tímido, el joven puso su mano suavemente en la de Lan y crujió cuando Lan le cubrió con el abrigo y lo recogió. En el vuelo, Lan explicó la verdad de la situación y se enteró de que el nombre de su pasajero era Seth. ―¿Cómo puede un ángel llegar a ser amigo de un vampiro? ¿No es un poco raro? ―preguntó Seth sin aliento, sus brazos apretados alrededor del cuello de Lan. Lan nunca había conocido a un ángel en todos sus siglos. ―Tal vez. Rafael es valiente y de buen corazón, sin embargo. Ha sido amable conmigo, en cualquier caso. ―¿Por qué no le das de comer? ―Mi sangre lo enferma. Seth asintió. ―Eso tiene sentido, vampiro alérgico a la sangre de ángel. ―Se quedó callado un momento y luego preguntó con una vocecita: ―¿Te duele? ―Me han dicho que es muy placentero. Estaré contigo para asegurarme de que no tome demasiado. ―Porque no sabe lo que está haciendo ahora mismo. ―Sólo así. En el edificio de Rafael, Lan pasó a Seth por la ventana antes de seguirle. Se quitó la gorra del pelo, haciendo un - 62 -

gesto con ella para que Seth le siguiera. ―Aquí dentro. Deprisa, por favor. Seth se quedó sin aliento cuando entró por la puerta del dormitorio. ―Oh, hombre. ¿Está... muerto? ―No. ―Lan se inclinó sobre Rafael con una mano sobre su corazón herido. No, no, no debes estarlo. Por favor. Rafael había pasado de ser demasiado pálido a gris. Sus ojos ya no se abrieron cuando Lan lo tocó. Un pulso débil golpeó contra su palma, demasiado lento incluso para un vampiro, pero su corazón seguía latiendo―. No. Llegamos a tiempo. Creo que es mejor que te acuestes a su lado. ―¿Por qué está atado? ―Luchó contra mí mientras yo trataba de ver sus heridas. Ya no es razonable. ―¿Cómo sabes que no me hará daño? Lan quería gritarle al chico. ¡No tenemos tiempo para esto! En vez de eso, respiró hondo y movió una mano hacia la cama. ―Está demasiado débil. Sólo espero que sea lo suficientemente fuerte para alimentarse. ―Esto es una locura. ―Seth se paró en la puerta, temblando. ―Habrá tres billetes adicionales si lo haces ahora, ―gruñó Lan, a medio paso de arrojarlo a la cama y sujetarlo para que Rafael pudiera alimentarse. Aparentemente, el dinero era un factor de motivación mayor que la compasión o los ángeles enojados. Seth dio un paso hacia el dormitorio, luego, con una respiración profunda, se quitó la chaqueta y corrió a la cama como si temiera que pudiera cambiar de opinión. Se relajó al lado - 63 -

de Rafael, colocándose de tal manera que la cara de Rafael yacía enterrada en el codo de su garganta. ―No está haciendo nada, ―susurró Seth después de un momento de ansiedad. Cierto. Ni siquiera un tic. Quizá necesite un empujoncito. ―Dame tu mano. ―Lan extendió la mano y sin pedir permiso, pinchó el dedo índice de Seth con su garra. ―¡Ay, carajo! ¿Por qué fue eso? ―Dale tu dedo. Déjalo chupar eso primero. Seth miró entre la gota de sangre que brotaba de la punta de su dedo y la cara de Rafael. Finalmente, puso su dedo en los labios de Rafael. El olor a sangre provocó una reacción. La lengua de Rafael salió corriendo para lamer la ofrenda. Su suave gemido sonaba más como el silbido de un fuelle roto, pero empezó a chupar cuando Seth se metió el dedo en la boca. ―Ahora ofrece tu garganta mientras tienes su atención, ―susurró Ian. El joven hizo lo que se le dijo, ahora más fascinado que asustado. Rafael le acarició la garganta y, con un gruñido, hundió profundamente los dientes. El jadeo de dolor de Seth fue seguido por un gemido de éxtasis tan sensual que Lan tuvo que mirar hacia otro lado. Sabía que tenía que mirar, tenía que evitar que Rafael tomara demasiado, pero la furia fría se enroscó en su estómago al ver a su vampiro entrelazado en un abrazo tan íntimo con otra persona. Esto es absurdo. Le hice el amor una vez. Ha tenido cientos de compañeros de cama. Cientos. Pero se sentía tan bien en mis

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brazos, dormía tan dulcemente, tan confiadamente a mi lado. Lo quiero a mi lado cada vez que me despierto. Con un comienzo, se dio cuenta de que Rafael aún se alimentaba. Seth se había relajado completamente contra él, con los ojos cerrados, respirando hondo e incluso. ―Rafael, ―dijo Lan en voz baja, aunque no recibió respuesta. Se posó en el borde de la cama, acariciando el cabello del cuervo de Rafael―. Tienes que parar ahora. Rafael, mi hermoso cazador, ¿me oyes? Un pequeño gruñido fue su única respuesta. Lan enredó sus dedos en el pelo de Rafael y le dio un fuerte tirón. ―¡Basta! Lo vas a matar. ¿No me has dicho que no matas cuando te alimentas? La garganta de Rafael detuvo su convulsiva deglución. Lloriqueó y se estremeció. ―Eso es todo. Levanta los dientes. Ese es mi Rafael. Por un latido más, se mantuvo obstinadamente apegado. Entonces, con un suave suspiro, Rafael levantó la cabeza y lamió las heridas que había hecho. Volteó su cabeza en la mano de Ian, sus ojos aturdidos pero cuerdos. ―¿Lan? ―Estoy aquí, estoy aquí, ―susurró Lan mientras se apresuraba a desatar las manos de Rafael y reunirlo en un fuerte abrazo―. Pensé que te había perdido. Meció a Rafael, tratando de juntar todo el cuerpo largo y delgado que pudo, tan perdido en su olor, en su calor de regreso, que la garganta despejada del otro lado de la cama le causó una sacudida de sorpresa. - 65 -

―Um, lo siento. Pero, ¿podrían pagarme? ―Seth se sentó al final de la cama con la chaqueta torcida en las manos―. Parece que necesitas un tiempo a solas. Rafael torció la cabeza, aunque no hizo ningún movimiento para dejar los brazos de Lan. ―Hola, precioso. Lan, ¿quién es este? ―Este es Seth. Le compré algo de su tiempo para ti porque necesitabas alimentarte tan mal. Los ojos de Rafael se entrecerraron al recibir a su invitado. ―Lo hiciste, ¿verdad? ―Después de un momento, Rafael se rió, el bajo y gutural sonido fue un bálsamo para el corazón aterrorizado de Lan. ―¿Qué es tan gracioso? ―preguntó Seth, hosco y frágil. ―Lo siento, chico. Me burlé de Lan por traerme el desayuno a la cama antes. Parece que me aceptó. ―Rafael se apoyó en Lan, aún exhausto pero mucho más cerca de su tono normal de pálido―. Dale a Seth lo que le prometiste, Lan. Estaré aquí. Seth dudó en la puerta del dormitorio, flotando allí en una obvia incertidumbre. ―Lo haría de nuevo por ti cada vez que me necesites. Fue.... muy bonito. Rafael hizo una cansada ola desde donde se apoyó en la cabecera. ―No puedo alimentarme del mismo humano muy a menudo, chico. No es seguro para ti. Una vez cada tres meses es el límite. ―La oferta sigue en pie. ―Seth inclinó la cabeza hacia atrás para mirar a Lan―. Ya sabes dónde encontrarme.

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Con el resto del pago prometido en la mano, Seth dejó el condominio tarareando suavemente. Lan soltó un fuerte suspiro, medio aliviado, medio preocupado. Con las alas revoloteando contra su espalda con la energía nerviosa que le quedaba, regresó a Rafael, quien mantuvo los brazos extendidos hasta que Lan cayó sobre ellos. ―Ya son dos las veces que me salvaste. Empiezo a pensar que ya no quieres matarme. ―Por favor, no hagas bromas como esa. ―Lan extendió sus alas detrás de él para que pudiera recostarse contra las almohadas y colocar la cabeza de Rafael sobre su hombro―. No, no lo sé. Ya te he dicho que no puedo. Rafael se acurrucó cerca, acariciando el estómago de Lan. ―Lo sé. Lo recuerdo. No lo entiendo todavía, pero lo recuerdo. Suaves besos bajo la mandíbula de Lan enviaron relámpagos dentados a través de su cuerpo. ―Creo que te quiero, ―dijo Ian. Los besos de Rafael se detuvieron. Rafael se sentó y se pusieron de acuerdo. ―Bueno, eso explica todo el asunto del ángel vengador, supongo. Lan.... gracias, por ambos rescates. Me dejó sin aliento, viéndote ir todo dios de la destrucción por mí. Pero tengo problemas con la logística. Tengo que alimentarme. Especialmente si te alimentas de mí a veces. El problema es que eres muy....posesivo. ―No creo que lo fuera antes. Los ojos de Rafael brillaban de humor. ―¿Entonces es sólo por mí?

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La pregunta de la broma lo desconcertó. Recordó a los amantes de antes de su cambio y, no, nunca había estado celoso. Un fae se deleitaba donde podía, amaba a los que lo amaban, pero nunca envidiaba a sus amantes otras relaciones. ―Sí. Eso parece. ―Oh. ―Las burlas se agotaron en la expresión de Rafael. Tocó la mejilla de Lan con una mano temblorosa―. Creo que yo también te amo, sabes. Es ridículo y peligroso, pero no puedo sacarte de mi cabeza. Estoy dispuesto a intentarlo, a ver si puedo caminar por esta extraña y estrecha línea para ti, pero tienes que ser paciente conmigo. Mi equilibrio moral está un poco fuera de lugar a veces. ―Si eres paciente con mi ignorancia del mundo, de mis rarezas y mis celos. ―No sé por qué una idea tan mala se siente tan bien. Lan puso un dedo bajo su barbilla e inclinó la cara de Rafael hacia arriba para un tierno beso, dejando que su lengua explorara las profundidades y las crestas de su boca, burlándose de sus colmillos, tragándose el gemido que resonaba en los suyos. ―Sí, está bien. ―La sonrisa soñolienta de Rafael contenía toda la alegría de un nuevo amanecer―. Eso sería el por qué.

* * *

―¡Lan! ¡Vamos a llegar tarde! ―Rafael llamó mientras se ataba las botas. - 68 -

El krsnik salió del dormitorio sin nada más que sus pantalones de yoga verde jade, mirando el último manuscrito con el ceño fruncido. ―Amor, ¿qué es esta palabra? La diversión se unió a la irritación de Rafael. Sabía que nunca conseguiría que Lan se moviera en la dirección correcta si estaba tan absorto en sus pensamientos. Siguiendo el dedo de Lan, encontró la palabra ofensiva. ―¿Robar? Deberías ser capaz de leer eso. ―Sí, ¿pero por qué está ahí? No tiene sentido. ―Es una palabra de argot para, ah, partes femeninas. ―Horrible. ―Lan agitó la cabeza―. Horrible. No puedo leer este. ―¿Por lo de las chicas? ―No, porque está muy mal escrito. Después de que Lan se había establecido oficialmente, Rafael había pensado largo y tendido sobre el empleo para él. Un krsnik acostumbrado a cazar no podía simplemente estar tumbado viendo telenovelas y masticando las llaves del coche. Oh, sí, Lan tenía un extraño fetiche por masticar metal. Había dejado algunas marcas extrañas en las patas de la mesa de la cocina. Una tarde, Rafael había necesitado una voz en off para el sitio web de un cliente, sólo un eslogan de cinco palabras, pero la voz profunda y encantadora de Lan era perfecta para ello. Al cliente le había encantado y Rafael no pensó más en ello hasta que ocurrió algo extraño. Más clientes empezaron a pedir “ese actor de doblaje sexy” y

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las compañías de audiolibros empezaron a llamar. ¿Lan trabajaba como freelance? ¿Hacía novelas? ¿Erotica? Lan había encontrado trabajo. Nunca tuvo que conocer a nadie cara a cara y Rafael tenía todo el equipo necesario, así que se convirtió en un empleo estable y bien pagado. ―Lo enviaremos de vuelta con arrepentimientos. No tienes que leer nada que creas que apesta. Es tu reputación la que está en juego. ―Rafael señaló a los pies de su amante―. Ahora, ¿no crees que es hora de vestirse? Seth está esperando. ―Oh. ¿Ya es tan tarde? ―Sí, querido. Sólo he estado gritando por ti durante los últimos veinte minutos. ―Perdóname. He estado distraído por esto... esto... ―Lan agitó la gavilla de papeles. ―¿Naufragio? ―sugirió Rafael. ―Sí.― Lan se alejó de nuevo, todavía moviendo la cabeza. Al menos tiene el pelo arreglado. Esa noche, una sola trenza bajó por su espalda entre sus alas. Salió del dormitorio momentos después con sus nuevas zapatillas de deporte y un par de vaqueros muy apretados, con su plumero negro sobre el brazo. ―¿Estamos volando? ―Vamos a conducir. Tengo cosas en el coche. Aunque al principio Rafael estaba descontento de pagar por su comida, ya que se sentía como un golpe a su imagen de dios del sexo, había pasado tiempo con los jóvenes que estaban en Pacific Avenue. Cambiaron de - 70 -

opinión, estos niños, a menudo sin hogar, a menudo asustados, fingiendo ser duros. Si pudiera cuidarlos, tal vez sacarlos de las calles, lo haría. Sólo a Seth se le permitió saber dónde vivían y sólo Seth sabía la verdad sobre Lan. La mayoría de las alimentaciones tuvieron lugar en habitaciones de hotel, y en la rotación regular de Rafael de nueve además de Seth, el resto simplemente pensó en Lan, el amante pervertido que se negó a dejar que Rafael se alimentara sin supervisión. Esta noche, tendrían un picnic en el parque Watershed, los tres. Lan merendaba con Rafael mientras él merendaba con Seth y, sí, algunos podrían pensar que era un poco pervertido, ya que habría satisfacción sexual para todos durante la merienda. Entonces Seth comía la comida humana que Rafael había empacado mientras él y Lan trataban de convencerlo, una vez más, de que volviera a la escuela. Por lo menos ahora tenía un lugar propio en lugar de vivir con quienquiera que se ofreciera. Rafael esperó hasta que Lan se había acomodado en el desempolvador y tomó su mano ofrecida, con las garras cortas. ―¿Te das cuenta de cuántas de mis reglas he roto por ti? Lan le miró de reojo con una incierta sonrisa. ―Siempre limpias tu plato. ―Oh, sí, la regla cinco sigue en pie, pero nunca oíste la regla original. Regla número uno, que ciertamente he roto en pedacitos. ―No, no creo que lo haya hecho. ¿Qué era?

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―Regla número uno: Ni siquiera pienses en el amor. El amor es para los humanos y los tontos. Lan suspiró. ―Lo siento si te he puesto en ridículo. ―No te lo tomes a mal.― Habían llegado al auto y Rafael apoyó a Lan contra la puerta, con las manos en las caderas de su amante―. Sólo porque soy un tonto por ti, no significa que me hayas hecho quedar como un tonto. Claro, tengo que dejar mis maneras de chico fiestero, ¿pero sabes qué? No me lo he perdido. Viste algo valioso en mí que nadie ha visto en varias vidas. ―Deslizó sus manos hasta la cara de Lan―Como la canción, bebé. Porque eres mío, camino por la línea. Lan lo miró con esa sonrisa de dientes afilados, una de las cinco cosas más bellas del mundo. Se inclinó para capturar los labios de Rafael en un beso duro y con la rodilla doblada. ―Mío. Sí. Pero también soy tuyo. Tuyo. Diablos, sí, a Rafael le gustaba cómo sonaba eso. Puede que haya roto la mitad de las reglas de su lista de Cómo Navegar con Seguridad por el Vampirismo para Lan, pero en serio? Hacer que el ángel de la muerte diga que era tuyo negó casi todas las reglas del planeta. Descartar todas las reglas y hacer una nueva. Mantén a Lan contento, no importa lo que cueste. Camina por la maldita línea.

Fin.

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Sobre el Autor La improbable oveja negra de una familia intelectual de torre de marfil, Ángel Martínez, ha logrado abrirse paso en la vida razonablemente indemne. A pesar de una juventud salvajemente malgastada, consiguió un título en inglés, se casó una vez y lo hizo bien la primera vez (el mismo esposo durante casi veinticuatro años) dio a luz a un hijo increíble (ahora en la universidad) y se dio cuenta de que señalar que ella podría recibir un pago por escribir. Publicado desde 2006, el corazón cínico de Angel encierra un romántico desesperado. Encontrará que el drama y el humor tienen el mismo peso en sus escritos y no espera tristes finales. La vida es triste. Actualmente vive en Delaware, en un pueblo donde bebe, tiene un problema con la universidad y escribe Ciencia Ficción y Fantasía centrada en héroes homosexuales.

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