America Latina

UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER ESCUELA DE HISTORIA AMERICA LATINA I BUCARAMANGA, OCTUBRE 5 DE 2012 EXAMEN FINAL AME

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UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER ESCUELA DE HISTORIA AMERICA LATINA I BUCARAMANGA, OCTUBRE 5 DE 2012 EXAMEN FINAL AMERICA LATINA II LA EPOCA COLONIAL1

INTRODUCCION En este ensayo hablaremos de la colonizacion de America Latina y las bases ideológicas y políticas con que se inició la expansión española en América. En primer lugar, había un ejército muy organizado y ansioso de nuevas conquistas heroicas en nombre del cristianismo. En segundo término, el Catolicismo, el idioma español y el absolutismo de la Corona eran los elementos unificadores de la nueva identidad nacional. Y un tercer factor, no menos importante, era la ambición expansiva, en busca de riquezas para premiar a los héroes de la Reconquista y sostener una economía basada en la guerra y en la posesión de tierras. Ya que el comercio comenzaba a florecer en Europa, la compra y venta de mercancías era una dinámica social fundamental que utilizaba el oro y la plata como monedas de cambio. Los españoles se dedicaron a dominar la política, la economía, la sociedad y la cultura del continente americano. Para lograr esta dominación, los europeos implementaron: La explotación de los recursos, la fundación de ciudades, el 1

Richard Konetzke, AMERICA LATINA II LA EPOCA COLONIAL, Siglo XXI de España Editores, 1982, 397 páginas

abuso a los indígenas para trabajos obligatorios y el establecimiento de las instituciones de gobierno. Para la explotación económica, se utilizaban las actividades de minería, de agricultura y de ganadería. La minería fue la actividad más importante, ya que se extraían los metales preciosos como el oro y la plata. Con las minas aparecieron propiedades de producción agrícola y ganadera, por que se necesitaba alimentos para abastecer a los trabajadores de las minas.

DESARROLLO A partir del siglo XVI las conquistas de los europeos -españoles, portugueses, ingleses y franceses- provocaron el derrumbe político y militar de las civilizaciones indígenas de América. Algunas de ellas, como la de las Antillas, desaparecieron totalmente. Otras más fuertes, como las de Mesoamérica y la región andina, sobrevivieron y lograron conservar muchos rasgos de su cultura, a pesar de la dominación a que fueron sometidas. La conquista y la posterior colonización provocaron una gran destrucción material y humana. Sin embargo, también representan el origen de las modernas naciones de América, porque fue en esos siglos cuando se ocupó el territorio, se crearon las bases de una nueva cultura y se formó una población en la que se combinaron las influencias europeas, indígenas y africanas. De ahí surgieron, al paso del tiempo, los países independientes que hoy existen en nuestro continente. La colonización de América no se desarrolló en una sola época, ni tuvo las

mismas características en todas partes. En primer lugar se llevó a cabo la colonización española y la portuguesa y posteriormente se dieron la colonización inglesa y la francesa. Los españoles se establecieron a lo largo de casi tres siglos en un vasto territorio, que va desde la alta California y Florida, en el actual Estados Unidos de América, hasta el extremo sur de América. Los españoles impusieron a sus colonias la religión católica, su idioma y las leyes de su país. Los territorios colonizados eran considerados un dominio de los reyes de España, quienes designaban a las autoridades que debían gobernar las colonias. También cambiaron poco a poco las formas de vida y las costumbres. La mezcla de influencias culturales produjo algo nuevo, que ya tenía rasgos propios. Aun quienes descendían de europeos, pero habían nacido y crecido en estas tierras, se sentían más americanos -como se llamaba entonces a los habitantes del continente- que españoles. Además de los virreyes, existía en América una institución judicial llamada la Audiencia, constituida por unos ocho oidores que controlaban a las autoridades políticas. Los virreyes, además, eran visitados con frecuencia por representantes del rey para supervisar su fidelidad a la Corona. Este complicado aparato político respondía, en parte, a la preocupación constante de la Corona española por controlar sus territorios en América. Pero también reflejaba los debates internos del gobierno español, que por un lado fomentaba el afán de lucro y el trabajo forzado de indígenas y de africanos, pero por otro lado expedía leyes para proteger los derechos cristianos de los indígenas y prevenir los abusos. La autoridad era contradictoria y difusa. Un dicho común en las colonias era: “la ley se acata pero no se cumple”, es decir, se reconocía el

mandato del rey, pero sus leyes tenían poco impacto en la práctica. Por ejemplo, por razones religiosas y políticas, en todos los territorios españoles estaba prohibido el tráfico de esclavos –los traficantes de esclavos eran ingleses, franceses, portugueses y holandeses–, pero en realidad la compra y venta de esclavos africanos fue una parte fundamental de la economía colonial. La pirámide social de las colonias ibéricas era bastante fija, y estaba basada en una clara distribución desigual de la riqueza, el trabajo y la raza. En la cima de la pirámide, con el mayor poder político y económico, estaban los españoles venidos de Europa. Junto a ellos, pero con menor influencia política, estaban los criollos: americanos de "pura sangre" española que generalmente eran latifundistas y tenían pleno acceso a la educación. En el estrato medio, casi siempre artesanos o pequeños propietarios de tierras, estaban los mestizos: estos eran una mezcla de indígena y español. En escala descendiente había un gran número de otras "castas" o mezclas raciales: mulatos (negro y español), zambos (negro e indígena), etc. Por fin, en la base de la pirámide y destinados a los trabajos más duros en las minas y la agricultura, estaban los indígenas y los esclavos africanos. Estas estructuras políticas y sociales también se expresaban en el desarrollo urbanístico. Las ciudades se organizaban alrededor de una plaza mayor central, donde se hacía el mercado semanal, y donde se encontraba el palacio de gobierno y la iglesia principal o catedral. Cerca de la plaza vivían las personalidades más influyentes –autoridades, familias adineradas de españoles o de criollos–, y estaban los conventos y las universidades. En la periferia vivían los ciudadanos de menor categoría: mestizos, mulatos, indígenas. Así, las ciudades reflejaban la estratificación de la colonia, basada en la “pureza” de sangre española, y con muy pocas posibilidades para ascender en la escala social. Pero esta estructura expresa también el continuo contacto entre clases y grupos diferentes en la plaza mayor, para el mercado, las Audiencias, y las

festividades religiosas que, además del contacto sexual entre las distintas castas, creó el sincretismo cultural y racial que hoy caracteriza a América Latina. La economía colonial tenía tres bases: la agricultura, la minería y el comercio. La mayor riqueza venía de la explotación de minas de oro y de plata, como la de Potosí en Bolivia, o la de Zacatecas en México. Los cultivos de algodón y los ingenios de azúcar también fueron de gran importancia, especialmente en el Caribe y Brasil. Los españoles y los criollos eran los propietarios y administradores de las tierras, mientras que los indígenas y los esclavos africanos eran la mano de obra, tanto en las minas como en los cultivos agrícolas. Era típico de los colonos españoles considerar indigno el trabajo físico, como lo declaró Hernán Cortés al llegar a América.Esta tradición de mantener una minoría privilegiada en el poder político y una mayoría pobre dedicada al trabajo agrícola y manual está todavía hoy arraigada en la organización social de la mayoría de los países latinoamericanos. Los indígenas, que no eran esclavos sino ciudadanos, estaban obligados a trabajar mediante instituciones basadas en los impuestos o en la “protección” militar. Dichas instituciones eran la mita (impuestos que se pagaban con tiempo de trabajo) y la encomienda (tierras “protegidas” por un español que debía asegurarse del bienestar de los indígenas, quienes a cambio trabajaban gratuitamente para él). La metrópoli española tenía el monopolio del mercado, así que era prohibido el comercio de unas colonias con otras: todas enviaban sus mercancías directamente a España. Sin embargo, el contrabando y la piratería eran prácticas comunes. La industria nunca fue una parte muy significativa de este monopolio, y fundamentalmente se concentraba en la manufactura de algunos productos para el consumo doméstico (ropa, alimentos, ladrillos, etc.). Los criollos y los mestizos generalmente controloban este tipo de industrias locales.

Pero no todo en la colonia era explotación económica o burocracia política. La vida cultural también se manifestó a través de instituciones educativas (controladas por la Iglesia), arte y festivales religiosos, periódicos, expediciones científicas, la creación de una dieta nueva y variada, la producción arquitectónica, una rica tradición de leyendas orales y una producción literaria basada en la crónica y en la poesía. En paralelo con la estructura social, los virreinatos españoles en América tenían pocas instituciones educativas para el pueblo en general, pero establecieron desde muy temprano prestigiosas universidades para los españoles y los criollos, los futuros administradores. En Lima, por ejemplo, se fundó la Universidad de San Marcos desde 1552, la cual ha continuado funcionando hasta hoy. La censura de libros por parte de la Inquisición católica fue más estricta en América, donde estaban prohibidas todas las novelas, incluyendo la famosa obra de Miguel de Cervantes. Por lo tanto, el cultivo literario se concentró en las crónicas históricas y en la poesía. En la práctica, sin embargo, había un contrabando continuo de novelas europeas: se ha descubierto que en 1605, el mismo año en que se publicó El Quijote, había en Cartagena (Colombia) y en Lima numerosos volúmenes de esta obra Además, desde 1535, funcionaban muchas imprentas en las ciudades hispánicas de América. La escritora más famosa de la época colonial, y probablemente una de las mentes más brillantes que produjo el Nuevo Mundo, fue Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695). Fue esta herencia múltiple y contradictoria, llena de posibilidades y limitaciones, la que dio forma a lo que hoy se llama América Latina. Su estética barroca, su diversidad étnica, sus paradojas económicas y sociales, encuentran sus raíces en la historia colonial, en la que las nuevas potencias europeas luchaban por la tierra y el trabajo de indígenas y africanos. En el proceso, tanto América como Europa se transformaron e influenciaron mutuamente, en

relaciones verticales en cuanto al poder político y económico, pero horizontales u oblicuas respecto al patrimonio cultural. La economía de la colonia se basó en varios rubros: minería, agricultura, ganadería y comercio. La Minería, contra lo que deseaban, los españoles no encontraron en Nueva España oro en grandes cantidades. En cambio, a partir de 1548 se descubrieron ricas vetas de plata en varios puntos del territorio. El metal produjo grandes riquezas y fue la principal fuente de ingresos para la monarquía de España. Muchas ciudades se fundaron en las cercanías de las minas más ricas. Algunas siguen siendo poblaciones importantes, como Zacatecas, Guanajuato y Durango. Otras, al agotarse la plata, se convirtieron en pueblos fantasmas, llenos de elegantes edificios abandonados Aunque la minería era la fuente más buscada de riqueza, la mayoría de los habitantes de Nueva España se dedicaban a la agricultura y la ganadería. De ellas se obtenían alimentos para la población y productos para comerciar con Europa y Oriente.

Había grandes diferencias entre la agricultura practicada por los españoles y la de las comunidades indígenas. Los españoles explotaban grandes extensiones de tierra, las haciendas, compradas o recibidas como donaciones del monarca. Al principio de la Colonia los grandes propietarios hacían trabajar sus tierras a grupos de indígenas recibidos en encomienda, a quienes supuestamente debían proteger y educar cristianamente, a cambio de tributos y trabajo gratuito. Cuando a mediados del siglo XVI se suprimió la encomienda y se prohibió la

esclavitud de los indios, los propietarios obtenían trabajadores por salarios muy bajos. La ganadería en gran escala también fue practicada por los españoles. Las planicies del Bajío y del norte fueron dedicadas a la crianza de reses, caballos, mulas y ovejas. Los indígenas fueron expulsados de las mejores tierras y tenían constantes problemas para conservar sus propiedades, lo que provocó rebeliones en distintos momentos de la época colonial. Sin embargo, subsistieron centenares de comunidades campesinas dedicadas sobre todo a los cultivos tradicionales de maíz, frijol y chile. De acuerdo con la antigua costumbre indígena, la tierra era propiedad de la colectividad pero cada familia era responsable por su trabajo y dueña de sus productos. La mayor parte de la agricultura en Nueva España era de temporal. A años de buenas cosechas seguían con alguna frecuencia temporadas de sequías, causantes de escasez y hambrunas en las ciudades y el campo. Por otro lado las actividades comerciales importantes, en especial las que se realizaban con el exterior, estaban controladas por los negociantes españoles y eran vigiladas por los funcionarios de la monarquía. La Colonia vendía principalmente plata, azúcar, cacao, pieles de ganado y maderas finas. En cambio compraba vinos, herramientas, telas finas y aceite de oliva. La principal vía comercial era el camino que iba de Veracruz a México y de ahí a Acapulco. En aquella época la región que rodeaba a esos puertos era insalubre. Veracruz sólo tenía gran animación cuando llegaban las flotas de España, y Acapulco al recibir el famoso Galeón de Filipinas (la Nao de China) que transportaba artículos de lujo de Oriente.

El crecimiento del comercio era obstaculizado por un gran número de impuestos que cobraba el gobierno colonial y porque todos los negocios con el exterior tenían que hacerse con la intervención de España. Además, la monarquía se reservaba el derecho de vender ciertos artículos, como el mercurio que era indispensable para la extracción de la minería.