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Algunas consideraciones sobre el franqueamiento del fantasma.* por Amalia Cazeaux

Algunas consideraciones sobre el franqueamiento del fantasma.* por Amalia Cazeaux

En esta oportunidad me dispongo a compartir con uds. algunas consideraciones respecto del franqueamiento del fantasma. Partiendo de la afirmación de que el psicoanálisis en intensión y el psicoanálisis en extensión se anudan, les propongo interrogar cuáles son las implicancias que conlleva el franqueamiento del fantasma no sólo en lo que atañe a la posición subjetiva de alguien que ha podido librarse, de algún modo, de la significación cerrada y enigmática que el fantasma articula sino, también, las consecuencias que tal atravesamiento provoca respecto del lazo social, el enlace con los otros. Haciendo una revisión de los lugares en los cuales Lacan habla, a lo largo de su obra, de cierto “atravesamiento” encuentro al menos dos referencias de las que me serviré para avanzar en la propuesta. En el seminario 10, “La angustia” leemos: “Es por esto que toda función del a no se refiere sino a esa abertura central que separa a nivel sexual el deseo del lugar del goce, que nos condena a una necesidad que quiere que el goce para nosotros no esté, por naturaleza prometido al deseo, que el deseo no pueda hacer más que ir a su encuentro y que, para encontrarlo, el deseo no deba sólo comprender sino atravesar el fantasma mismo que lo sostiene y lo construye, eso que hemos descubierto como el topo llamado angustia de castración...” 1 Resalto, entonces que el deseo debe no sólo comprender sino también atravesar el fantasma que lo sostiene y lo construye, librarse de su enquistamiento. La otra cita, es del seminario 15 “El acto del analista”. En Enero del 68 dirá: “...en el campo del acto hay también un cierto atravesamiento por evocar esta dimensión del acto revolucionario y abrocharlo diferente a toda eficacia de guerra y que se llama suscitar un deseo nuevo”. No se refiere allí al atravesamiento del fantasma específicamente pero sostiene que es por la vía del acto analítico que se produce el franqueamiento de cierto umbral que instaura un deseo nuevo. Entiendo que para llevar adelante su acto el analista se autoriza a efectuar un franqueamiento de la ley, ruptura con un orden significante establecido que implica asumir el “riesgo loco” de no saber qué pasará. Lacan se pregunta en “La experiencia del pase”, “¿Por qué alguien asume el riesgo loco de convertirse en aquello que el objeto a es?”. Está intentando formalizar en ese entonces el dispositivo de pase como experiencia para constatar el final del análisis, el deseo del analista y el pasaje de analizante a analista. Es decir que si alguien ha logrado, a partir de la experiencia analítica, ir más allá de su fantasma, franquearlo, “poner el pié del otro lado”, tal como nos lo dice el poeta, qué lo hace querer volver a esa lógica fantasmática pero ahora en las curas que conduce, semblanteando el objeto a. Ese orden significante establecido, con el que se rompe a partir del acto analítico, no es otro que el fantasma en tanto construcción del sujeto, entramado con los retazos que toma del campo del Otro, que se presenta de “manera mucho más estrecha que todo el resto del inconsciente, estructurado como un lenguaje; ya que el fantasma, al fin de cuentas, es una frase con estructura gramatical”2 . Podemos situar que el fantasma neurótico, argumento cerrado, respuesta que el sujeto se da frente al deseo del Otro, se da a leer. En tanto el sujeto se articula en

discurso es posible captar el deseo coagulado en la trama fantasmática que se jugará en acto, en transferencia. Decía que en tanto respuesta, el fantasma vela la falta del Otro y por eso es perverso. Pero corresponde aclarar que velar no sólo implica la posibilidad de obturar, taponar, aquello de lo que el neurótico nada quiere saber, la castración, sino que, al mismo tiempo, es el borde más allá de la cual hay agujero de significación, guardián de la falta. Resaltemos que sólo es posible fantasear aquello que no se tiene, articulación directa con el deseo, con la falta. El fantasma es un intento fallido de responder al “No hay relación sexual”, dificultad a la que se enfrenta el parlêtre que carece de una sexualidad determinada biológicamente. Dado que las posiciones hombre – mujer no están determinadas, el humano deberá construirse un mito que le haga de soporte para afrontar el encuentro con el otro sexo, tomará prestado del campo del Otro, por la vía de las identificaciones, significantes que le funcionen como nombre ante lo real. El sujeto produce una respuesta, síntoma o fantasma, allí donde surge “el vacío del Otro, lugar infinitamente más temible puesto que allí hace falta alguien”3; de ese modo mantiene a resguardo el objeto en tanto perdido, funcionando como causa, posibilidad de no quedar como puro objeto arrasado por el goce del Otro. Ahora bien, si dijimos que el fantasma se presenta cerrado en cuanto a su significación, la mayoría de las veces inconfesable, de qué modo se puede intervenir para producir una apertura y propiciar una salida, un franqueamiento que de lugar al sujeto posicionado de un modo menos horroroso frente a la falta del Otro, propiciar el surgimiento de un deseo nuevo. El fantasma en tanto “lengua bien hecha”4, “montaje gramatical donde se ordena el destino de la pulsión”5 se ve interrogado por las formaciones del inconsciente, manifestaciones de verdad que posibilitan que el sujeto se ubique en tanto un no soy (-). Es el saber del inconsciente lo que pone en acto el agujero de significación y es por esta vía, la del chiste, el sueño, el acto fallido, el síntoma, que se produce una apertura a lo real, corriendo el velo que el fantasma imprime a la realidad. El saber inconsciente confirma lo imposible de un saber completo, interroga el argumento fantasmático que tiñe de sentido lo real. Son las formaciones del inconsciente las que instalan un enigma acerca de esa significación cerrada que resulta el fantasma. La interpretación de esas formaciones del inconsciente, el acto propiamente dicho, implica la pérdida y eso posibilita que se recree la falta, el a que causa la división del sujeto es asumido como resto de la operación lógica que en el análisis acontece por el analista que se dispone al semblante. Los dos términos que se incluyen en la fórmula del fantasma, el sujeto dividido y el objeto que lo causa, se presentifican en la escena analítica, se ponen en acto en la transferencia, y es el acto que el analista efectúa lo que posibilitará cierto atravesamiento, apertura de los goces a través del deseo. El acto es instauración del sujeto como tal. El analista está ahí para posibilitar que advenga un real y no taponarlo con un fantasma, propicia el encuentro con el significante de la falta del Otro – S ( A ) - . Podrá constatarse que “hay analista” en tanto alguien se autoriza a realizar su acto, habiéndose dejado llevar a ocupar el lugar de objeto a en el discurso analítico, en las curas que conduce y esto es posible a riesgo de franquear de algún modo el fantasma que lo habita.

Ahora bien, les proponía al comienzo que ese atravesamiento del fantasma

también acarrea consecuencias en el lazo social, con los otros. Intentaré, entonces, circunscribir lo que quiero transmitir respecto del trabajo en la escuela. No está de más recordar, otra vez, que ahí no se está como analista pero es esperable que no se esté sin el pasaje por la experiencia del análisis. Como el fantasma se muestra, algunas veces se pavonea por la escena pública, puede que la institución quede tomada por aquello que se presenta como único modo de ver la realidad. Pero también es constatable en la experiencia que en algunas ocasiones es posible desprenderse del argumento fantasmático. Podemos afirmar que “hay clínica de escuela”, es decir, que es posible servirse de los síntomas, leerlos, para producir determinadas maniobras que orienten la dirección. Hacerle un lugar a las formaciones del inconsciente, a los síntomas, leerlos, permite interrogar la realidad fantasmática en juego y eso trastoca lo grupal que se presenta donde está acentuado el registro imaginario, donde prevalecen los liderazgos, narcisismos, rivalidades, etc... costado gozoso que impide el avance y donde hay fijación a determinada posición, donde aparece algún discurso estanco, sin rotación, donde todos deberían llegar al mismo lugar para hacer masa.6 Así como el fantasma se lee en el dispositivo analítico en tanto se establece la transferencia y es interrogado, trabajado a partir de las formaciones del inconsciente, para apostar a su atravesamiento; también son necesarios los dispositivos en la escuela, porque funcionan como marco, como soporte, para que se desplieguen otro tipo de efectos, los efectos discursivos que suceden como relámpagos, destellos luminosos que rompen la masa. Efectos de luces que pueden llegar a esclarecer zonas oscuras de la institución. Ese atravesamiento fantasmático implica el encuentro con lo real de un modo novedoso, no anticipado, tiempo en que la falta propicia la producción, posible salto, franqueamiento que hace escuela. Para concluir, podemos recurrir de nuevo al poeta, con el último fragmento de la poesía que citaba al comienzo: “El otro lado es el mayor contagio. Hasta los mismos ojos cambian de color Y adquieren el tono transparente de las fábulas”. Amalia Cazeaux * Escrito presentado en la Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis en Brasilia. 23 de Septiembre de 2011. 1. Jacques Lacan. Seminario 10 “La angustia”. Clase del 3/7/63 2. Jacques Lacan, Seminario 14 “La lógica del fantasma”. Clase del 14/06/67. 3. Jacques Lacan, “Seminario 9 “La identificación”. Clase del 17/1/62, inédito. 4. Jacques Lacan, Seminario 15 “El acto analítico” clase del 28/2/68. 5. Idem. 6. Este planteo está desarrollado más extensamente en un texto de mi autoría “El cartel como efecto de discurso”, en ficha sobre Jornada Taller “El dispositivo de cartel” que se encuentra en la biblioteca de la Escuela Freud – Lacan de La Plata.

Bibliografía:

- Jacques Lacan. Seminario 10 “La angustia”. - Jacques Lacan, Seminario 14 “La lógica del fantasma”. - Jacques Lacan, “Seminario 9 “La identificación”. - Jacques Lacan, Seminario 15 “El acto analítico” - Jacques Lacan, “La experiencia del pase” Ornicar? Amalia Cazeaux, “El cartel como efecto de discurso”, en ficha sobre Jornada Taller “El dispositivo de cartel”, Escuela Freud – Lacan de La Plata.