Adolescencia

CAPÍTULO I: MARCO TEÓRICO 1.1.ADOLESCENCIA La adolescencia, en palabras de McKinney, Fitzgerald y Strommen (2000), es u

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CAPÍTULO I: MARCO TEÓRICO

1.1.ADOLESCENCIA La adolescencia, en palabras de McKinney, Fitzgerald y Strommen (2000), es una etapa del desarrollo humano distinta a las demás, la cual se trata de un periodo de transición de la niñez a la adultez; además, de acuerdo con su definición cronológica, el adolescente es la persona que se encuentra entre los 13 y 19 años, aproximadamente. Este periodo del desarrollo es un fenómeno exclusivo del ser humano, lo cual quiere decir que en ninguna otra especie se distingue esta etapa. A continuación, se explicarán cuáles son las características propias de la adolescencia, partiendo de las áreas del desarrollo del ser humano: físico, cognoscitivo y socioafectivo y de la identidad.

1.1.1. DESARROLLO FÍSICO Durante la adolescencia se observa un notable aumento de la rapidez de crecimiento en las características biológicas y se presentan cambios físicos, los cuales son controlados por procesos hormonales. Las hormonas aumentan su producción a los 10 años en las mujeres y a los 13 en los varones, aproximadamente. Durante este periodo se produce un crecimiento rápido en el tamaño y la fuerza, así como el aumento de tamaño y de la actividad de las glándulas sebáceas de la piel, lo cual puede generar brotes de acné en los adolescentes. Además, aparece una nueva glándula sudorípara, la cual genera un olor más fuerte. También se presenta un incremento de la grasa corporal, la cual, en ambos sexos, se deposita en el área de los senos, siendo de forma permanente en la mujer y temporal en el varón. Así mismo, los varones comienzan a producir una mayor cantidad de andrógenos (la más importantes es la testosterona) y las mujeres una mayor cantidad de progesterona y estrógenos. La secreción de testosterona produce el crecimiento del pene, el ensanchamiento de hombros y la aparición de vello en la zona genital y en la cara. Mientras que la producción de estrógeno provoca que el útero y los senos crezcan y que las caderas se ensanchen (Craig & Baucum, 2009).

Desarrollo de la sexualidad La pubertad se refiere a la maduración de los órganos sexuales y a la capacidad de procrear. La producción de las hormonas gonadales, durante la pubertad, genera el desarrollo de las características sexuales primarias y secundarias (Feldman, 2007; Craig & Baucum, 2009). Entre los cambios en las características sexuales primarias que involucra la maduración sexual en el hombre, se encuentran el crecimiento rápido de los testículos, el pene y del escroto. En cuanto al desarrollo de las características secundarias, destaca la aparición del vello púbico, axilar y facial, el crecimiento en el tamaño del corazón y los pulmones, una mayor producción de eritrocitos (lo cual puede ser causa de mayor fuerza y capacidad atlética durante esta etapa) y el cambio en la tonalidad de la voz. Se produce, también, la primera emisión de semen (entre los 11 y 16 años) y se genera un aumento en la producción de glándulas sebáceas y sudoríparas. Por otro lado, dentro de las características sexuales primarias en la mujer, se da lugar al desarrollo del útero y la vagina, el agrandamiento de los labios vaginales y el clítoris y tiene lugar la menarquia (entre los 9 y 16 años aproximadamente). Entre las características sexuales secundarias, destaca el crecimiento del vello púbico y axilar, el desarrollo de los senos y el ensanchamiento de la cadera y se da un aumento en la producción de las glándulas sebáceas y sudoríparas (Craig & Baucum, 2009; Feldman, 2007; McKinney et al., 2000). Durante la etapa de la adolescencia, los jóvenes comienzan a experimentar su cuerpo a través de contactos homosexuales (Dreyer, 1982; como se cita en Craig & Baucum, 2009), aunque estas primeras experiencias no rigen la futura orientación sexual del adolescente (Craig & Baucum, 2009). Por otra parte, la estimulación autoerótica o masturbación (McKinney et al., 2000), suele ser un desahogo sexual para muchos adolescentes. Aunque la masturbación se presenta más en los varones, esto no quiere decir que las mujeres no la practiquen. Según Craig y Baucum (2009), las mujeres dedican más tiempo a las fantasías románticas y con ello liberan sus impulsos sexuales; mientras que los hombres la practican (la masturbación) con mayor frecuencia. Dependiendo de la cultura, la expresión de la sexualidad se da de manera diferente entre hombres y mujeres. Es también en esta etapa en la que los adolescentes comienzan a tener sus primeras relaciones sexuales y en muchos casos, sin protección alguna, trayendo consecuencias como embarazos

no deseados o infecciones de transmisión sexual (INEGI, 2012). Para Craig y Baucum (2009), los factores más importantes que influyen para que los adolescentes tengan relaciones sexuales tempranas, se encuentran la educación, los factores psicológicos, las relaciones familiares y los factores biológicos. Una vez que se han revisado las características más relevantes del desarrollo físico del adolescente, se continúa con otra área del desarrollo que ayuda a entender mejor qué es lo que pasa a nivel del pensamiento durante la adolescencia.

1.1.2. DESARROLLO COGNOSCITIVO Durante la adolescencia se presenta una mayor independencia por parte de los adolescentes, debido a cambios a nivel cerebral, ya que el número de neuronas sigue creciendo y sus interacciones se vuelven más ricas y complejas, se produce un suministro excesivo de materia gris, la cual, posteriormente, es podada a una tasa de 1% a 2% al año, sin embargo, también hay un incremento en la mielinización, contribuyendo de esta manera al crecimiento de las habilidades cognoscitivas del adolescente, provocando que el pensamiento de éste se vuelva más sofisticado. Asimismo, la corteza cerebral se desarrolla de manera considerable durante este periodo, aunque aún se encuentra inmadura, por lo tanto, la habilidad para inhibir los impulsos no se encuentra desarrollada en su totalidad, lo que da lugar a las conductas impulsivas y de riesgo, típicas de la adolescencia. También hay cambios relacionados con la sensibilidad y la producción de dopamina, lo que provoca que los adolescentes sean menos susceptibles a los efectos del alcohol, dando lugar a un mayor consumo de esta bebida. Estas alteraciones en la sensibilidad a la dopamina hacen más sensibles a los adolescentes al estrés, generando un mayor consumo de alcohol (Thompson & Nelson, 2001; Toga & Thompson, 2003; Sowell et al., 2001; Sowell et al, 2003; Weinberger, 2001; Spear, 2002; como se cita en Feldman, 2007). De acuerdo con lo anterior, durante este periodo, el adolescente sufre de cambios importantes a nivel neural, que se ven expresados en la forma de su pensamiento. Para conocer más sobre la forma en que el adolescente piensa y se desenvuelve conductualmente, es necesario hacer referencia a la teoría de Piaget, quien postula en ella una etapa en el desarrollo cognoscitivo

del ser humano conocido como el periodo de las operaciones formales, el cual coincide, aproximadamente, con la edad del adolescente. Periodo de las operaciones formales Uno de los mayores cambios del pensamiento de los adolescentes, según Feldman (2007) y Keanting (1990; como se cita en González, 2004), es la habilidad de pensar más allá de la situación concreta actual a lo que podría ser, además las habilidades básicas del pensamiento, el aprendizaje y la memoria continúan progresando, así mismo, la atención selectiva se extiende con mayor destreza, las habilidades memorísticas se aumentan, el vocabulario crece a una velocidad acelerada y el adolescente presenta un estilo personal propio de hablar y escribir. De acuerdo con la teoría de Piaget, el adolescente se encuentra en el estadio de las operaciones formales (a partir, más o menos, de los 11 - 12 años), caracterizado por un desarrollo en la habilidad para pensar de manera abstracta (Feldman, 2007). El pensamiento, en este estadio, exige la capacidad de formular, probar y evaluar hipótesis, para lo cual se requiere manipular no sólo lo conocido y verificable, sino también lo contrario a esto (Craig, 2009). El estadio de las operaciones formales describe Piaget (1976), comienza a partir de los 11 o 12 años en un primer estadio, pasando a un segundo estadio a los 13 o 14 años. En este periodo aparecen operaciones tan diferentes unas de otras, como las operaciones combinatorias (capacidad de representar y razonar según dos sistemas de referencia a la vez, las estructuras de equilibrio dinámico, entre otras). También surge “la lógica de las proposiciones, la capacidad de razonar sobre enunciados, sobre hipótesis y no solamente sobre objetos colocados en la mesa o inmediatamente representados” (Piaget, 1976). De tal manera, que, de acuerdo con la Teoría Piagetiana, existen características funcionales del pensamiento formal, las cuales se explican a continuación: 

Lo real es concebido como un subconjunto de lo posible. En el pensamiento formal, Inhelder y Piaget (1955, p. 213; como se cita en Carretero, 2000) argumentan que: lo posible, en vez de manifestarse simplemente bajo la forma de una prolongación de lo real o de las acciones ejecutadas sobre la realidad, subordina por el contrario a lo real: a partir de entonces se concibe a los hechos como el sector de las realizaciones

efectivas en el interior de un universo de transformaciones posibles, ya que sólo se los explica e incluso sólo se los admite como hechos después de una verificación que se refiere al conjunto de las hipótesis posibles compatibles con la situación dada. 

Carácter hipotético-deductivo. De acuerdo con Carretero (2000), los sujetos de esta etapa abordan un problema concibiendo todas o casi todas las relaciones posibles entre sus elementos, esto a través de las hipótesis que el sujeto es capaz de someter a prueba para ver si se confirman o no, y de no confirmarse, desecharlas. Esta capacidad de prueba se lleva a cabo con varias hipótesis simultáneas o de manera sucesiva. Para realizar lo anterior, es necesario aplicar a la acción comprobatoria un razonamiento deductivo que permita saber cuáles son las consecuencias verdaderas y exactas de las acciones realizadas sobre la realidad. En el análisis deductivo tiene un papel importante el control de variables, el cual consiste en aplicar la estrategia de mantener constantes todos los factores de un problema menos uno, que se va variando sistemáticamente. Dentro del pensamiento formal se distinguen dos subetapas: a) operaciones formales incipientes y b) operaciones formales avanzadas. En la primera subetapa, el sujeto es capaz de descartar las hipótesis particulares o incompletas para llegar a una más general que recoja todos los aspectos del fenómeno, sin embargo, no logra entender que esa hipótesis general es verdadera, pero también necesaria, en la medida que al ser correcta de manera general, pasa a ser una ley, lo cual le permite, al sujeto, generalizar la ley descubierta a otros problemas similares. También en esta subetapa, existe un comportamiento que supone que a pesar de que el sujeto sea capaz de formular una hipótesis, no es capaz de comprobarla adecuadamente, ya que no aísla los factores entre sí ni los llega a combinar de todas las formas posibles.



Carácter proposicional. Los sujetos convierten las operaciones directas o de primer orden (operaciones mentales realizadas directamente sobre los datos de la realidad) en proposiciones y operan a su vez sobre ellas, realizando de este modo, operaciones sobre operaciones (las operaciones formales son operaciones de segundo orden) (Carretero, 2000).

Inhelder y Piaget (1955, p. 260; como se cita en Carretero, M., 2000) mencionan los esquemas operatorios formales como una característica del desarrollo cognitivo del adolescente, los cuales especifican de la siguiente manera: Son más generales que las precedentes nociones del estadio anterior y constituyen así esquemas operatorios susceptibles de aplicaciones variadas más que en nociones de sentido estricto; Desde el punto de vista de su formación psicológica, se los descubre menos en los objetos que se los deduce o abstrae a partir de las estructuras del sujeto; y Todos presentan algún parentesco con las estructuras del retículo y del grupo y varios de ellos con el grupo de las inversiones y reciprocidades. De acuerdo con lo anterior, Inheler y Piaget (1955; como se cita en Carretero, 2000) distinguen ocho esquemas operacionales formales: a) operaciones combinatorias; b) proporciones; c) coordinación de dos sistemas de referencia y la relatividad de los movimientos o las velocidades; d) noción de equilibrio mecánico; e) noción de probabilidad; f) noción de correlación; g) compensaciones multiplicativas; y h) formas de conservación que van más allá de la experiencia. González (2004) expresa que, de acuerdo con la teoría de Piaget, durante este periodo, que concuerda con la adolescencia, se presenta el egocentrismo operacional formal, el cual lleva al adolescente a centrarse en sí mismo, considerándose único y con esto excluye a los demás, ya que cree que sus experiencias o pensamientos son singulares, totalmente distintos al de los demás. Este egocentrismo refleja también la búsqueda de identidad del adolescente. Como producto del egocentrismo, de lo que el adolescente imagina que los otros piensan de él, se encuentran tres imágenes distorsionadas de la relación entre sí mismo y el otro, las cuales son: a) Fábula de la invencibilidad. Se refiere a que los jóvenes piensan que nunca caerán víctimas de las repercusiones o consecuencias de una conducta peligrosa o ilegal, por lo cual asumen todo tipo de riesgos sintiéndose seguros de que no pueden enfermarse o que no morirán o serán detenidos por la ley. b) Fábula personal. Quiere decir que los adolescentes piensan que sus vidas son únicas, heroicas o míticas, percibiéndose diferentes a los demás.

c) Audiencia imaginaria. El adolescente se considera siempre en escena, convencido de que es el foco de atención y preocupación del mundo, creyendo que los demás le observan constantemente fijándose en sus reacciones, apariencia y conductas. Hasta aquí se han agotado las principales características del pensamiento del adolescente, con lo cual se procede a explicar cómo es el desarrollo socioafectivo de éste y de qué manera se forma su identidad durante esta etapa.

1.1.3. DESARROLLO SOCIOAFECTIVO Y DE LA IDENTIDAD En el adolescente se presentan cambios en las relaciones sociales, como en su personalidad. Es en esta etapa cuando la estabilidad conductual y psicológica se comienza a forjar y no se forma hasta el final de esta (Fierro, 2000).

Desarrollo de la identidad en el adolescente El elemento más característico del desarrollo de la personalidad en el adolescente, de acuerdo con Fierro (2000), es el de la identidad personal. La identidad personal, menciona González (2004), implica la unida continuidad del yo frente a los cambios del ambiente y del crecimiento individual, caracterizado por la percepción que la propia persona realiza sobre las características personales que la conforman. Gracias al perfeccionamiento de las facultades cognoscitivas el adolescente puede analizar su rol, identificar contradicciones y conflictos en éstos y reestructurarlos para forjar su identidad (Craig & Baucum, 2009). De acuerdo con la teoría propuesta por Erikson, la búsqueda de la identidad lleva a algunos adolescentes a una considerable agitación psicológica conforme suceden las crisis de identidad. Durante esta etapa los jóvenes tratan de entender lo que es único y diferente de sí mismos, se esfuerzan por descubrir sus fortalezas y debilidades particulares, así como los roles que desempeñarían mejor en su vida futura (Feldman, 2007). Así mismo, según Fierro (2000), la teoría de Erikson precisa que la adolescencia constituye un momento clave y crítico de la formación de la identidad, la cual se define como la diferenciación personal inconfundible, a través de la autodefinición de la persona ante otras personas, la sociedad, la

realidad y los valores. A esto se le agregan cuatro elementos o niveles, proporcionados por Erikson: “a) el sentimiento consciente de la identidad individual; b) el esfuerzo inconsciente por la continuidad del carácter personal; c) la síntesis del yo y sus correspondientes actos; d) la interior solidaridad con la identidad e ideales del grupo” (Fierro, 2000). Aunado a lo anterior, Marcia, colaboradora de Erikson, concluye que existen varios niveles de identidad entre los adolescentes, los cuales se caracterizan por la actitud que muestran ante la elección entre varias opciones de elección que se le presenten, las cuales menciona González (2004), son las siguientes: 

Identidad inmadura: caracterizada por ausencia de elecciones autónomas, ya que el adolescente no se guía por sus propias elecciones, sino por las de los demás.



Confusión de identidad: se caracteriza por la ausencia aparente de conflicto, puesto que aquí el adolescente no ha tomado decisiones personales y parece no interesarle aceptar compromisos y no siente presión por tener que elegir.



Identidad negativa: caracterizada por ser una elección reactiva porque se opta por una identidad opuesta a la esperada en el entorno familiar.



Moratoria: es el resultado de una decisión deliberada en la cual se intenta escapar de presiones externas, así como de los compromisos de adultos, teniendo como objetivo principal explorar nuevos roles, ya que el sujeto busca alternativas y no se limita a seguir los pasos establecidos.



Consecución de la identidad: se caracteriza por el aumento de confianza que se tiene en sí mismo proporcionando de esta manera, la capacidad para mantener una identidad propia, continua y estable (Erikson, 1968; como se cita en González, 2004).

Como se puede observar, al hablar de identidad se debe tomar en cuenta que se va construyendo y pasando por distintas fases, pero también es importante tener en cuenta que su construcción depende de múltiples factores interactuando entre sí, como a continuación se menciona.

Factores que influyen en la construcción de la identidad La construcción de la identidad del adolescente se ve permeada por la influencia de diferentes factores, tanto orgánicos, pero sobretodo contextuales. A continuación, se explicarán cuáles son estos factores. De acuerdo con Craig y Baucum (2009), los adolescentes obtienen de los grupos de referencia muchas de las ideas concernientes a los roles y valores. Por otra parte, en ocasiones el adolescente se siente más atraído por los valores y actitudes de un individuo que por los de un grupo, el cual puede ser un amigo íntimo, un profesor a quien admire, un hermano mayor, una estrella del cine, deportiva, etcétera. De esta manera, es como se va construyendo la identidad del adolescente, a través de las interacciones con otro u otros. De acuerdo con Marcia (1980; como se cita en Craig & Baucum, 2009), la identidad se forma a través de cuatro estados: 

Estado de exclusión: se hacen compromisos sin tomar muchas decisiones.



Estado de difusión: todavía no se toman decisiones, se tiene poco sentido de dirección y se rehúye el asunto.



Estado de moratoria: se pasa por una crisis de identidad o por un periodo de toma de decisiones.



Consecución de la identidad: se hacen compromisos después de superar una crisis de identidad.

Durante el proceso de formación de la identidad los adolescentes se ven obligados a juzgar sus valores y conductas con relación a los de la familia. La forma en que los padres interactúan con los adolescentes influye de modo decisivo en la forma en que éstos avanzan hacia la adultez (Craig & Baucum, 2009). Aunque durante esta etapa, de acuerdo con González (2004), se produce el cambio de la influencia de los padres como punto de referencia por el grupo de pares o amigos, ya que para el adolescente los amigos lo son todo. A pesar de esto, el desarrollo de la identidad depende no sólo de los padres y amigos, sino también de las escuelas y comunidades.

Imagen corporal Los cambios fisiológicos, según González (2004), que se producen en la adolescencia llevan al joven a hacer una revisión crítica de su concepción mental y su actitud ante su estado físico. La eficiencia física y el atractivo físico son dos representaciones de la imagen corporal que funcionan como predictores de la autoestima global en la adolescencia. Por esta razón, la valoración del aspecto físico influye de manera más determinante en el adolescente. Sin embargo, como se comentó con anterioridad, los modelos físicos estriban de la cultura, de tal manera que la aceptación o el rechazo de la imagen corporal del adolecente dependerá de la autoevaluación que haga de sí mismo en función del prototipo ideal establecido por la sociedad de lo que es ser hombre y mujer, así como también depende de la aceptación o rechazo por parte de las personas que se encuentren más directamente vinculados al adolescente. Con la llegada de la pubertad aparecen cambios hormonales que incrementan el impulso sexual de los adolescentes. La sexualidad, dice González (2004), está influenciada por el contexto social, las creencias, los valores y los procesos mentales con los que el adolescente ha crecido. La actividad sexual se relaciona con un amplio grupo de variables personales, familiares, educacionales, con la maduración física (temprana o tardía), acontecimientos como la separación y/o divorcio de los padres, el tamaño de la familia, los amigos, hermanos mayores, el rendimiento escolar, las expectativas educativas y sociales, entre otras. Y la orientación sexual, ya sea heterosexual, homosexual o bisexual, aparece en esta etapa, que en primera instancia puede ser homosexual, para adquirir más tarde la orientación heterosexual. Sin embargo, los adolescentes que tienen una tendencia homosexual definida pueden llegar a experimentar un conflicto interno debido a la poca aprobación social, sintiéndose aislados y solos. Por otro lado, el adolescente examina con mayor detenimiento su tipo, proporciones y habilidades corporales. El interés de los varones se concentra en la fuerza física (Lerner, Orlos & Knapp, 1976; como se cita en Craig & Baucum, 2009). Mientras tanto, las mujeres se concentran más en el peso, porque desean que las acepten socialmente (Craig & Baucum, 2009).

En cuanto a los cambios físicos, hormonales y otros, que se presentan durante la adolescencia, según Craig y Baucum (2009), existen diferentes reacciones ante éstos. De acuerdo con la cultura, la educación y la información que reciben por parte de sus padres y/o maestros, las reacciones de los adolescentes distan significativamente. Por esta razón, se dice que la adolescencia no sólo está determinada por factores biológicos y sociales, sino que se trata de una etapa, producto de ambas, ya que es la sociedad quien define, de acuerdo con su cultura, qué tipo de cuerpo es atractivo y adecuado para cada tipo de sexo, es por eso que los jóvenes aprenden de sus compañeros, la familia, la televisión, las películas y la publicidad las características del cuerpo ideal para su cultura (González, 2004). De acuerdo con McKinney et al. (2000), los cambios físicos que se presentan en esta etapa colocan al individuo en una situación en la cual experimenta un nuevo cambio, el cual suele ser tan dramático que hace que el adolescente dude de su normalidad, lo cual le permite considerarse a sí mismo desde el punto de vista de los demás. Aunado a esto, el hecho de madurar muy pronto o muy tarde, de acuerdo con González (2004), tiene dos vertientes: por un lado, puede ser una fuente de orgullo o por el contrario, una fuente de estrés emocional. Por tal motivo, con respecto a las chicas, la maduración sexual tardía es mejor aceptada en la sociedad que la maduración temprana; sin embargo, con el varón pasa todo lo contrario, ya que la maduración sexual temprana es mejor aceptada que la maduración tardía.

Autoconcepto y autoestima Durante la adolescencia, se hace constante una interrogante en el pensamiento del adolescente: ¿quién soy? De tal manera que durante esta etapa se producen modificaciones tanto en el autoconcepto y la autoestima, componentes que propician la identidad. Para entender mejor estos conceptos, se prosigue a dar una explicación de éstos. Cuando un adolescente trata de describirse toma en consideración, para hacerlo, como se mencionó antes, su visión y la de los demás (Harter, 1990; Cole et al, 2001; como se cita en Feldman, 2007) y para esto son más proclives a describirse por su ideología (soy ambientalista) que por sus cualidades físicas (Feldman, 2007). Lo anterior se refiere a la forma en cómo se percibe el adolescente, en otras palabras: el autoconcepto.

Cuando se habla de autoconcepto, de acuerdo con Fierro (1990), se hace referencia al concepto de sí mismo, lo que equivale al autoconocimiento, en el cual entra toda clase de actividades y contenidos cognoscitivos (perceptos, imágenes, juicios, razonamientos, esquemas mnésicos, etcétera). Se tiene entonces que el autoconcepto o autoimagen se refiere al componente descriptivo, o sea, la percepción de sí mismo, el cual está determinado por el cúmulo integrador de información externa e interna, juzgada y valorada mediante la interacción de los sistemas de estilos y valores, lo cual alude a que éste se forma mediante el feedback de uno mismo como por información derivada de los roles desempeñados en interacción social (González, Núñez, González & García, 1997). De acuerdo con un estudio realizado por Amezcua y Pichardo (2000), se encontró que los adolescentes varones obtuvieron mayores niveles de autoconcepto global (percepción en general) y emocional (estados emocionales particulares) a diferencia de las chicas. Sin embargo, las adolescentes mujeres alcanzaron niveles más altos en autoconcepto familiar (relación con los padres). Así mismo, no se hallaron diferencias significativas de género en autoconcepto social (compañeros y otros significativos), total, académico general, académico percibido de los padres y académico percibido de los profesores. Una vez entendido qué es el autoconcepto, es necesario hablar acerca de la valoración que como individuo se le da a aquello que uno percibe de sí mismo. Para esto, es importante mencionar el componente valorativo del autoncepto, el cual se refiere a la autoestima. La autoestima se refiere, de acuerdo con Marsh y Craven (2006; como se cita en Rodríguez & Caño, 2012), al componente global del autoconcepto, la cual es más transitoria, dependiente del contexto e inestable, a diferencia de los componentes específicos del autoconcepto. La autoestima oscila en función de las circunstancias específicas que experimenta el individuo, afectando de forma importante a su motivación. Y debido a que la autoestima depende, principalmente, de los resultados que se producen en ciertas áreas específicas, los adolescentes están motivados por obtener éxito y no fallar en su consecución, experimentando las emociones positivas intensas y elevada autoestima que resultan del éxito, y evitando las emociones dolorosas y baja autoestima que resultan del fracaso (Crocker et

al., 2002; Crocker, Brook, Niiya & Villacorta, 2006; como se cita en Rodríguez & Caño, 2012). La autoestima de un adolescente se ve determinada por múltiples y variados factores, entre los cuales cabe mencionar uno que sin duda es muy importante y diferenciador: el género. De acuerdo con Feldman (2007), las chicas se preocupan más por la apariencia física, el éxito social y el rendimiento académico, creando con esto una dificultad porque es difícil darle prioridad a una cosa de la otra. Mientras tanto, los chicos se ven en apuros ya que las expectativas sociales pueden hacer creer a éstos que deben ser seguros de sí mismos, duros e intrépidos. Todo esto sirve de ejemplo para evidenciar que la construcción de la identidad de los adolescentes se ve permeada por distintos factores, entre los cuales, la cultura y el contexto tienen una gran relevancia al imponer, mediante sus estereotipos, el guion que debe seguir cada adolescente con respecto a su género. Por otro lado, el nivel socioeconómico y la raza influyen también en la construcción de la autoestima durante la adolescencia, ya que pertenecer a uno u otro grupo étnico puede llevar a la discriminación por parte de los otros grupos (sociedad, grupo étnico, etc.) (Feldman, 2007)

Desarrollo socioemocional en el adolescente González (2004) comenta que durante la adolescencia se presentan características típicas que tiene que ver con la afectividad, entre las cuales menciona que hay una hiperemotividad añadida a una inestabilidad del humor porque el adolescente puede pasar de una risa espasmódica a un llanto escandaloso. Así mismo también puede presentarse timidez causada por esta hiperemotividad. Aunque, por el pensamiento formal que empiezan a tener en esta etapa, el adolescente adquiere también la capacidad de autocontrol. La imaginación representa una característica más, que va de la mano de la actividad prospectiva y retrospectiva, las cuales minimizan el interés por el presente y por ende hay una adaptación tan frágil a lo real. El sentimiento es otra característica que se deriva de la emotividad y la imaginación del adolescente, el cual adquiere nuevas formas de expresión. Por su parte, la afectividad del adolescente es más reservada e íntima, pero a su vez, ambivalente.

Así como existen factores que influyen en la construcción de la identidad, también los hay para el desarrollo socioemocional. Dos de estas influencias, más destacadas, son la relación con la familia y la relación entre pares. a) Relación familiar: De acuerdo con la teoría de Vigotsky (1935; como se cita en Arranz, 2004), “el contexto es un complejo entramado de interacciones socio-humanas que el ser humano va interiorizando a lo largo de su desarrollo”, de tal manera que éste es producto de su propia historia interactiva, es decir, no se socializa, sino que se individualiza a través de la interacción social. Y el primer contexto en el cual se ve inmerso el individuo, y a través de todo su desarrollo, es la familia. Desde la teoría ecológica de Bronfrebrenner “la familia es un microsistema interactivo que se encuentra inmerso en los sistemas más amplios formados por el mesosistema, el exosistema y el macrosistema” (Arranz, 2004). El microsistema, según Arranz (2004), va a incluir las interacciones directas que el individuo realiza en su vida cotidiana, por lo cual, la familia influye (como primer microsistema del individuo) de tal manera que en la medida en que aquellas interacciones sociales que a cada individuo le toca experimentar en su familia van a construir su individualidad en una u otra dirección. De acuerdo con lo anterior y teniendo en cuenta, como se mencionó antes, los problemas entre padres e hijos que se presentan cuando llega la adolescencia y aunado el papel que los medios de comunicación juegan en la difusión de la imagen conflictiva de la adolescencia (Casco, 2003; Dorfman y Schiraldi, 2001; como se cita en Arranz, 2004), esto contribuye a crear actitudes de miedo y rechazo hacia este grupo de edad, produciendo así prejuicios que condicionan las relaciones entre adultos y jóvenes (o entre los padres y los hijos), y puede aumentar la conflictividad intergeneracional, especialmente en la familia y la escuela (Arranz, 2004). Existe un cambio relevante en la actualidad: el inicio cada vez más precoz y la terminación más tardía de la adolescencia y con esto las relaciones familiares se pueden ver afectadas, ya que las expectativas de los padres y de los adolescentes con respecto a los comportamientos apropiados durante estos años no coinciden, lo que contribuye a aumentar la conflictividad en el entorno familiar. Esto se debe a que los padres se resisten a la presión de sus hijos no

cediendo a los deseos de una mayor autonomía (Laurse, Coy y Collins, 1998; Parra y Oliva, 2002; como se cita en Arranz, 2004). Aunado a lo anterior, siguiendo a Arranz (2004), si se piensa que, durante la adolescencia de los hijos, los padres están (en promedio) en una edad entre los 30 y 40 años, y sabiendo que durante este periodo hay cambios importantes para el adulto, se debe entender que la situación familiar se torna difícil por todos los cambios presentados por ambas partes (adolescentes y adultos), afectando así el desarrollo socioemocional del adolescente de manera importante. b) Relación entre pares: Se habló acerca de cuál es la relación entre el adolescente y su contexto familiar, así como de los cambios que surgen durante este periodo y el distanciamiento que existe entre padres e hijos, pero cabe mencionar que este distanciamiento es también provocado por la autonomía que el adolescente busca. De acuerdo con esto, la maduración parece relacionarse con un aumento de la autonomía emocional y una menor cercanía con los padres, por lo cual el adolescente busca la compañía de otras personas fuera de su grupo familiar. Este grupo de pares está constituido por sus iguales, que no son necesariamente de su misma edad, sino más bien quienes comparten un mismo nivel de desarrollo o madurez social, emocional y cognitivo; esta relación le sirve de prototipo, al adolescente, para sus futuras relaciones (Paikoff & Brooks Grunn, 1991; Alsaker, 1995; como se cita en García, 2004). Tener amigos, de acuerdo con García (2004), se considera un logro social importante, ya que funciona como un indicador de que el joven posee habilidades sociales y se adapta correctamente. Asimismo, el grupo de compañeros cumple una función importante de apoyo psicológico porque le ofrecen, al adolescente, apoyo emocional, recursos para solucionar problemas y obtener conocimientos, ayuda para adquirir habilidades sociales básicas y son de gran ayuda cuando la situación con la familia no es muy buena (Carles, 2001; como se cita en García, 2004).