Abigail Roux - Serie Cut and Run 08 - Bola Y Cadena

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ABIGAIL ROUX

BOLA Y CADENA Ty and Zane 8

ARGUMENTO

En casa después de su inesperado despliegue, los ex miembros del equipo Marine Force Recon, Sidewinder, se reunen con sus seres queridos y trataron de recoger las piezas de la vida que se vieron obligados a dejar atrás. Ty Grady vuelve a casa con Zane Garrett, sólo para descubrir que todo lo que le rodea ha cambiado, incluso los hombres con los que fue a la guerra. Apenas tiene tiempo de adaptarse antes de que su hermano, Deuce, le pida que sea su padrino. Pero eso no es todo lo que Deuce le pide a Ty que haga, y éste debe pedir respaldo para ocuparse de los asuntos de negocios del futuro suegro de Deuce. Nick O'Flaherty y Kelly Abbott se unen a Ty y Zane en la boda en una isla en Escocia, pensando que están allí para calmar la paranoia de Deuce. Pero cuando los cuerpos comienzan a caer y los barcos comienzan a hundirse, los cuatro hombres se involucran más con las festividades de lo que habían planeado. Con el reloj corriendo y el asesino tan atrapado en la aislada isla como ellos, Ty y Zane deben navegar por un verdadero campo minado de familiares, amigos y enemigos para impedir que toda la isla sea destruida.

Capítulo 1

Kelly estaba al lado de Zane detrás de una barrera en la estación de autobuses de Camp Lejeune. Zane no lo conocía lo suficiente como para leerlo, y no estaba interesado en intentarlo. No podía superar sus propias mariposas como para analizar el estado de ánimo de su compañero. Habían pasado seis meses desde que vieron a los Sidewinder caminar por la pasarela hasta su avión. Seis meses largos y solitarios de sentimientos confusos y temor cada vez que sonaba el teléfono. Zane se había despertado todas las mañanas esperando escuchar noticias horribles sobre los hombres que consideraba amigos, y no había pasado un día en el que Ty no estuviera en su mente. La llamada que había temido recibir nunca había llegado, gracias a Dios. De hecho, sólo había recibido una llamada por satélite de Ty en todo el tiempo que había estado fuera, la que le decía cuándo volverían a casa. Había sido como una gota de agua para un hombre moribundo, y al llegar semanas antes de Navidad, el mejor regalo que Zane podría haber pedido. Kelly había admitido el mismo tipo de existencia mientras conducían desde el aeropuerto. Cada día una lucha para mantener su mente en algo aparte del hecho de que no estaba allí para ayudar a protegerlos. —¿Estás nervioso? —le preguntó Zane. Kelly respiró profundamente, asintiendo con la cabeza. —Nunca he estado en este lado. —¿Es más fácil en el otro lado? Kelly miró a Zane, encogiéndose de hombros. —Realmente no. Te sientas allí con todos tus compañeros, hombres que han sido tu mundo durante meses y años. Piensas en la gente de tu casa, te preguntas si te han echado de menos. Rezas para que te hayan echado de menos. Tu mente recorre todo lo que podría haber cambiado, y los nervios comienzan a crecer. Incluso la cosa más pequeña puede golpearte como un martillo cuando sales. He visto a tipos romperse y llorar porque sus esposas se cortaron el pelo. —¿Por eso me has hecho afeitarme?

Kelly sonrió y asintió con la cabeza mientras los primeros autobuses comenzaban a llegar. Los nervios atravesaron a Zane mientras marines cansados, con uniformes arrugados, comenzaban a entrar en las áreas de carpas donde las familias esperaban. Kelly inhaló bruscamente. La mano de Zane empezó a temblar. —Dios —dijo en voz baja. —El primer barco tiene mil setecientos hombres. Podríamos estar aquí un rato — advirtió Kelly. Y estuvieron. Una hora y media después, todavía estaban de pie detrás de la zona acordonada, presenciando reuniones y esperando. Zane estaba viendo a un hombre abrazar a dos niños rubios cuando Kelly le golpeó el brazo para llamar su atención. Zane escudriñó a la multitud casi frenéticamente, buscando a quien Kelly hubiera visto. Sólo veía un rostro familiar, y no era el que estaba desesperado por ver. —Creí que estarían juntos —murmuró Zane. Miró a su lado, pero Kelly se había ido. Había saltado la barrera y corría a toda prisa a través de la multitud que celebraba la llegada de sus hombres. Zane se echó a reír cuando Kelly acortó a través de una fila hacia el desprevenido marine. Nick caminaba entre la multitud de jóvenes marineros y marines, asintiendo mientras le saludaban al pasar. Parecía alto y delgado en su uniforme, el pelo corto y la cara afeitada. Tenía más galones en el brazo de lo que Zane recordaba haber visto en las fotos, y caminaba un poco desequilibrado, como si estuviera escondiendo una cojera. Zane se apresuró tras Kelly, pero no pudo continuar. La gente se separó para Kelly, apartándose de su camino como si supieran que no iba a dejar que lo frenara sólo para ser cortés. Empujó a algunas personas recibiendo abrazos, saltó alrededor de unos cuantos niños demasiado pequeños para apartarse de su camino. Probablemente fueron esos movimientos erráticos lo que hizo que Nick lo localizara entre la multitud. Una sonrisa apareció en el rostro bronceado de Nick, y se preparó en el último momento mientras Kelly se lanzaba contra él y lo arrojaba al suelo. Desaparecieron brevemente de la vista de Zane, y corrió a unirse a ellos. A Kelly no le importaba quién los viera, o lo que alguien pensara de su falta de decoro, o incluso lo que pensara Nick. Abrazó a Nick con fuerza. Este cayó debajo de él, atrapado entre Kelly y el petate todavía a su espalda. Finalmente, envolvió sus brazos alrededor de Kelly y dejó de luchar, riendo. —Jesucristo, si ese es el carro de bienvenida, creo que iré a casa caminando —dijo Digger mientras se acercaba. Estrechó la mano de Zane y le dio unas palmaditas en el hombro. Luego arrojó el petate a los pies de Zane y se arrojó encima de Kelly.

Un momento después, Owen apareció desde el mar de rostros y se lanzó sobre los otros tres, envolviendo sus brazos alrededor de todos ellos mientras formaban una pila en medio de la multitud. Zane casi sintió lástima por Nick en el fondo. Casi. Levantó la mirada, escudriñando a la multitud en busca de la única persona que necesitaba ver desesperadamente. Estaba buscando con tanta fuerza que casi pasó por encima, a pocos metros de distancia y mirándole con una sonrisa. Zane se quedó sin aliento. —Ty. —Hola —dijo Ty con una sonrisa más grande. Estaba bronceado y barbudo, por lo que Zane no lo había reconocido inmediatamente. También llevaba el cabello más largo que cuando se había ido, evidente incluso bajo el sombrero que llevaba, y estaba mucho más delgado. Pero sus ojos avellana todavía brillaban como siempre. Zane se dirigió hacia él, sin importarle quién pudiera verlos o cuáles serían las consecuencias. Ty corrió el resto de la distancia y se arrojó a los brazos de Zane. Zane enterró el rostro en el cuello de Ty, disfrutando del calor y la solidez del hombre. Respiró su olor, aunque no era el que Zane usualmente asociaba con Ty. Todavía era él. —Oh, Dios mío –jadeó Zane finalmente. Apretó los brazos alrededor de Ty, aferrándose a su uniforme. —Te echaba de menos —susurró Ty en su oído. Sus manos agarraron el cabello de Zane, y se puso de puntillas para que pudieran aferrarse más estrechamente el uno al otro. La idea de un beso nunca entró en la mente de Zane. Ni siquiera pensó en retroceder para poder mirar la cara de Ty, la cara que había visto en sus sueños y se obligaba a recordar cada noche mientras estaba despierto. Se limitó a cerrar los ojos y se aferró a Ty como si pudieran llevárselo otra vez, se aferraba a él, como se aferraría a su alma en un pozo de mil manos. Ty le abrazó de la misma manera. —¡No puedo respirar! —gritó finalmente una voz aguda, interrumpiendo la alegre reunión. Ty retrocedió lo suficiente como para que él y Zane miraran el enredo de miembros y la risa que eran sus amigos. Nick estaba tratando de salir del fondo, con poca suerte. Ty sacudió la cabeza. —No me importa —murmuró cuando finalmente miró a Zane a los ojos y sonrió ampliamente. Tomó el rostro de Zane entre sus manos—. Hola guapo. Zane devolvió la sonrisa, sólo para que se arruinara cuando Ty presionó sus bocas juntas, besándolo por todos los meses que habían perdido. Por lo general, era en esta etapa de un sueño cuando Zane se despertaba, solo y tan apesadumbrado que pensaba

que podría llorar. Pero el beso siguió. Las manos de Ty en su cara todavía eran cálidas y sólidas. Su barba le raspaba las mejillas. Era real. Esto era real, y Zane no iba a dejarlo escapar. Agarró a Ty y volvió a besarlo con todo lo que tenía. Oyó el chasquido lejano de algunas cámaras, lágrimas de alegría de otras reuniones, voces pequeñas que daban la bienvenida a sus madres y padres a casa, las quejas amortiguadas de Nick para que le dejaran levantarse y poder así al menos tratar de regresar a casa dignamente. Zane sintió a Ty sonriendo contra sus labios y aferrándose a su cuello como si fuera a caerse. Era la emoción más satisfactoria que Zane había experimentado. Mejor que cualquier chute. Cuando finalmente se separaron y soltó a Ty, ambos estaban sin aliento y riéndose. Zane no podía mantener las manos alejadas, deseando mantener el contacto, queriendo tranquilizarse a si mismo que no era un sueño. Ty tomó su mano y no la soltó. —Tienes un aspecto increíble —dijo mientras miraba a Zane. —Tú también. —Zane pasó una mano por el hombro de Ty y la nueva insignia—. ¿Capitán Grady, eh? —Capitán. —Ty asintió, su barba casi escondiendo su sonrisa—. Nos dieron a todos un ascenso de rango equivalente al tiempo que hubiéramos servido si nos hubiéramos quedado en el Cuerpo. A Owen y a mí nos patearon hasta oficiales. —Capitán Grady —repitió Zane. Sacudió la cabeza y pasó los dedos por la barbilla de Ty—. No. Siempre serás sargento para mí. ¿Qué pasa con la barba? —Fuerzas especiales. No te preocupes, se va. —No, me gusta. Déjatela un tiempo. Ty sonrió. —Lo que quieras. Zane lo atrajo a otro abrazo. Percibió periféricamente al resto de Sidewinder levantándose del suelo y tratando de enderezar sus uniformes, y finalmente soltó a Ty el tiempo suficiente para volverse hacia ellos. Todos sonreían de oreja a oreja, abrazando a Kelly varias veces, incapaz de dejar de reír el tiempo suficiente para hablar. Kelly comenzó a burlarse de sus nuevos grados. —Mierda, mierda, el sargento O'Flaherty —dijo con un golpe en la manga de Nick. Nick se sacudió la ropa, recuperando la gorra del suelo con un gruñido. —¿Por qué los nuevos rangos? —preguntó Zane a Ty. Lo miró dos veces, incapaz de apartar los ojos del único hombre que había estado esperando ver.

—No es tan bueno el acuerdo como suena —dijo Ty—. Los grados llegaron con algunas responsabilidades. Fue la razón por la que nos llamaron. Eso es... eso es casi todo lo que puedo decir. —¿Estás fuera ahora? —Preguntó Zane—. Es... ¿es todo? —Sí, es todo —respondió Ty—. Estoy fuera. —Yo también —dijo Digger, casi cantando las palabras. Se agachó para recoger su petate y lo arrojó sobre el hombro. Owen rio tristemente. —Me pidieron que me quedara. Pero, eh… Les dije que se lo quedaran. Vuelta al sector privado para mí. Zane resopló, mirando a Nick. Este estaba mirándose los pies y Kelly lo miraba con los ojos entrecerrados. —¿Nick? —preguntó Kelly—. ¿Te pidieron que volvieras a reincorporarte? —Sí, lo hicieron —respondió Nick sin levantar la vista. —No lo hiciste —susurró Kelly. Nick se aclaró la garganta. —Me pidieron que me quedara como instructor de ejercicios. —Oh, buena elección —murmuró Ty. Zane lo miró y Ty dijo—: Es aterrador. —Les dije que no. —Nick sonrió a Kelly, luego miró a su alrededor antes de recoger su petate—. He terminado lo de llevar un arma. Se alejó. Los demás lo miraron, atónitos y confundidos. Después de unos segundos, Kelly corrió tras él. Zane finalmente encontró su voz y se volvió hacia Ty. —¿Qué diablos os ha pasado, chicos? Ty seguía viendo a Nick abrirse camino entre la multitud, con la boca abierta. Tuvo que apartar su atención para encontrarse con los ojos de Zane. Owen gruñó y golpeó a Digger en el pecho. —Vamos a buscar un maldito batido. —¿Batido? –Repitió Zane. Owen asintió y agarró su petate. —Y carne. —¡Oh, carne! —Digger prácticamente saltó detrás de los otros, dejando a Ty y a Zane en paz. Ty seguía mirándolos, frunciendo el ceño.

—Le pasa algo. —¿Digger? ¿No ha sido siempre así? Ty negó con la cabeza. —Nick. Le pasa algo. —Se volvió hacia Zane y le rodeó el cuello con los brazos—. Te eché de menos. Zane apretó su cara contra el cuello de Ty y cerró los ojos. Él rio. —¿Podemos saltarnos los batidos y simplemente ir a casa? —No. Mala suerte. —Ty besó su mejilla, luego tomó su mano y comenzó a guiarlo a través de la multitud de celebración.

*

*

Cuando Ty entró en el edificio federal en Baltimore, causó bastante alboroto. Zane no le había dicho a nadie que iba a volver a casa porque no había querido lidiar con todas las burlas de sus compañeros de trabajo. Pero también porque había querido salir del ascensor y ver todas sus caras cuando se dieron cuenta de que Ty estaba con él. La conmoción comenzó con su antiguo equipo. Clancy los vio, gritó y se sacudió, lo que hizo que Alston se agachara y cubriera como si estuviera acostumbrado a que ella lo golpeara. Ella fue corriendo y se arrojó en los brazos de Ty, abrazándolo por el cuello y dejando que sus pies colgaran. Ty llevaba un sombrero rojo de Santa con una bola blanca en el extremo, y la bola golpeó a Clancy en la cabeza cuando se abrazaron, pero no pareció importarle. Alston, Perrimore y Lassiter se unieron rápidamente a ella, dándole abrazos y apretones de manos. Otros vinieron a darle la bienvenida a casa, y no tardaron ni cinco minutos en comenzar las bromas y las chanzas. Todos en la oficina, incluyendo a Zane, habían tenido seis meses para acostumbrarse a la idea de que Ty y Zane fueran pareja. Zane había soportado una gran cantidad de bromas bondadosas, con un lado de comentarios desagradables y opiniones desinformadas. En su mayor parte, sin embargo, se había convertido en noticia vieja. La gente lo había superado y aceptado, pero sobre todo lo habían olvidado cuanto más tiempo llevara ausente Ty. Para Ty, sin embargo, todo era nuevo. Y por la mirada en sus ojos, era aterrador. El alboroto en la oficina atrajo la atención del Agente Especial a cargo. McCoy salió de su oficina y comenzó a gritarles, pero se sorprendió cuando vio a Ty en el centro del grupo.

—¡Grady! —Gritó. El grupo se separó y la gente se volvió para mirar a su jefe. Todo el mundo estaba en silencio mientras esperaban a que McCoy continuara. Señaló a Ty ya Zane—. Vosotros dos, a mi oficina. Volvió a su oficina. Ty y Zane compartieron una mirada, y Zane sonrió. —Como estar de nuevo en casa —dijo Ty mientras se dirigían obedientemente a la oficina. McCoy estaba rebuscando en el cajón del escritorio cuando entraron. —Tengo algo para ti —le dijo a Ty. Sacó el arma de servicio y la placa de Ty de su cajón y los puso sobre la mesa. Ty lo miró un momento, una sonrisa jugaba en sus labios. —¿No tengo que pasar el reconocimiento primero? —Has estado viviendo bajo reconocimiento —replicó McCoy. Miró a Zane, pero su sonrisa era vacilante y un poco triste. Bajó la cabeza—. Es bueno verte de nuevo a salvo, Grady. —Gracias, señor. —Toma asiento. Me temo que no tengo buenas noticias desde el frente. Zane gimió. —Por favor, dime que no lo vas a poner de nuevo en trabajo de escritorio. Recuerda lo que pasó la última vez. McCoy giró la silla para apoyar el codo en el escritorio y apoyar la barbilla en la mano. No parecía divertido. De hecho, parecía muy solemne. Después de un largo momento de silencio, respiró profundamente. —Caballeros —dijo mientras examinaba un expediente en su escritorio. Lo tocó como si tratara de decidir qué más decir—. Durante el curso de la licencia de Grady, salieron algunas cosas a la luz que... habría preferido que permanecieran en la oscuridad. Desafortunadamente… Se interrumpió y sacudió la cabeza. El buen humor de Zane se desvaneció mientras miraba a su jefe con ojos entrecerrados. Se sorprendió volviéndose hacia Ty y se detuvo. Ty se recostó en su silla, desplomándose y rascándose la frente. Se quitó el sombrero de Santa. Se había puesto pálido, y su rodilla estaba rebotando. Ambos sabían lo que venía. McCoy alzó la vista hacia Ty desde debajo de las cejas, y luego su mirada se desplazó hacia Zane. Ty sostenía sus temblorosos dedos sobre sus cejas, como si se protegiera del sol.

—Necesito saber una cosa de vosotros dos antes de continuar —dijo McCoy sombríamente—. ¿Estáis ahora o alguna vez habéis estado involucrados... románticamente? Ty cerró los ojos mientras el resto del color se le drenaba de la cara. Zane parpadeó con la pregunta de McCoy y no tenía ni idea de qué decir. ¿Cómo podían responder cuando McCoy ya sabía la respuesta, cuando la verdad probablemente los separaría? McCoy los miró en silencio. Ty finalmente se movió, sentándose en el asiento. —Sí —contestó, el sonido apenas una palabra reconocible. McCoy golpeó su mano sobre su escritorio. —¡Maldita sea, Grady! Todas las veces que me has mentido a lo largo de los años, y ¿escoges este momento para ser honesto? No había nada que Zane pudiera añadir. Realmente no. No se avergonzaba de estar enamorado de Ty. Observó a su compañero cuando Ty se encontró con los ojos de McCoy. Parecía enfermo, pero Zane sabía por qué. Estaban muy bien ahora. Para bien o para mal. Ty lo estaba manejando mejor que lo esperado, de verdad. McCoy apoyó los codos en el escritorio y se dio masajes en las sienes. Finalmente se inclinó hacia atrás y sacudió la cabeza hacia ambos. —Ahora, quiero dejar muy claro que a la Oficina Federal de Investigación le importa una mierda con quien folléis. —Siguió frotándose la barbilla y boca en un hábito nervioso que rara vez manifestaba—. Heterosexual, homosexual, bisexual, omnisexual, transexual... nos importa un bledo. Siempre y cuando os comportéis de una manera digna y discreta, hacéis lo que queráis. Nosotros no os diremos con quién o con quien no involucraros. Dicho esto, mi preocupación aquí, y la de mis superiores, es cómo vuestra relación afecta a vuestro rendimiento laboral y los que os rodean. —Románticamente involucrados o no, éramos uno de los mejores malditos equipos que tenías —dijo Zane. —Y ahora eres su superior. —McCoy sacudió la cabeza y volvió a cubrirse la boca. Se encontró con los ojos de Zane, luego su mirada fue hacia Ty. –Caballeros, si pudiera apagar esto, lo haría en un instante. Pero hiciste una exhibición muy pública antes de que Grady se fuera. Si bien no va en contra de ninguna política específica de la Oficina, está mal visto y se ha tratado de la misma manera en el pasado. —¿Enviando a uno de nosotros a Carolina del Norte? —preguntó Zane con una risa amarga. —Separándoos, sí. —Esto es una mierda —dijo Ty. —Esto es un precedente —replicó McCoy—. Ambos sois buenos agentes, pero ninguno de vosotros habéis estado nunca por encima del reproche. No podemos

permitirnos que vuestra integridad sea cuestionada en el futuro porque estéis follando. Especialmente ahora que Garrett es esencialmente tu jefe. Zane gruñó. —Ya no somos compañeros, no hay nada que separar. McCoy lo miró con verdadero pesar y suspiró pesadamente. —Ahora eres la dirección, Garrett. No hay vuelta atrás. Y no puedes tener a tu... tu novio trabajando debajo de ti. Ty abrió la boca y McCoy levantó la mano. —Si haces una broma, te dispararé. —Sí, señor —murmuró Ty, hundiéndose más en su silla. —Tengo que reasignaros a uno de vosotros. Zane le miró fijamente, horrorizado por este repentino obstáculo arrojado en su camino. Una reasignación podría significar varias cosas, turnos diferentes, departamentos diferentes, la mayoría de ellos no tan propicios para que él y Ty se vieran regularmente. No había manera de que McCoy pudiera hacerse una idea de lo seria que era su relación. Parecía simplemente pensar que estaban durmiendo juntos. Zane miró a Ty, que estaba sentado inmóvil y observaba a McCoy atentamente. —Tenemos varias opciones —les dijo McCoy, obviamente incómodo—. Uno será transferido a otra oficina de campo. DC o Philly estarían relativamente cerca. Incluso Newark. ¿A menos que estéis dispuestos a terminar vuestra relación para quedaros donde estáis? —No —respondió Ty con voz baja y firme. Zane sacudió la cabeza. No renunciaría a Ty ahora que lo había recuperado. McCoy asintió como si hubiera anticipado esa reacción. —Bueno —dijo lentamente—. ¿Cuál de vosotros será? Grady, podríamos enviarte a Filadelfia, más cerca de la familia. Garrett, ya estás familiarizado con DC. Podrías volver fácilmente allí, donde hay más posibilidades de ascenso. Zane dejó caer la mirada en sus manos. Sí, había esperado que les separaran. Pero había pensado que trabajarían en diferentes turnos, no esto. DC fue una buena elección. Cuando había vivido allí, cuando se habían asociado por primera vez, Ty había ido y venido de Baltimore. Pero sólo había sido cuestión de semanas. Zane respiró hondo, tratando de no ofender a McCoy por lo que estaba haciendo. Sin embargo, antes de que pudiera hablar, Ty se estiró entre sus sillas y pasó las yemas de los dedos sobre el codo de Zane, con los ojos todavía fijos en McCoy. Ty no parecía enojado o molesto. De hecho, el compañero habitualmente temperamental de Zane parecía completamente compuesto mientras se ponía en pie. Bajó la cabeza

cuando metió la mano bajo la solapa de su chaqueta y sacó su placa, la placa que acababa de recibir. La dejó sobre el escritorio frente a McCoy, seguido del arma de la Oficina, que aún estaba en su funda. Cuando McCoy lo miró, tenía los ojos abiertos y los labios entreabiertos. Ty negó con la cabeza. —Nadie se muda. Zane se preguntó qué era el ruido de truenos hasta que se dio cuenta de que era el latido de su corazón en sus oídos. Miró fijamente a Ty, incapaz de apartar la mirada. Sabía cuánto amaba y vivía Ty por su trabajo. Tenía miedo de hablar por temor a lo que saldría. —Grady, piensa en esto, ¿de acuerdo? —Dijo McCoy pacientemente—. Lo entiendo, ¿de acuerdo? Es una situación de mierda, y si pudiera barrerla debajo de la alfombra, lo haría. Lo intenté. Ty estaba sacudiendo la cabeza, empujando suavemente la placa en círculos sobre el escritorio con el dedo. —Lo sé, Mac. Pero separarse no es una opción. —A Zane se le hizo un nudo en el estómago mientras Ty usaba el dedo para empujar su placa más cerca de McCoy—. Garrett puede quedarse donde está. Considera esto mi renuncia. —No, no —finalmente logró decir Zane. Se levantó y tomó la placa de Ty del escritorio—. No, no puedo dejar que hagas eso. Ty se volvió hacia él. —Vas a volverte loco si no estás trabajando, Ty —susurró Zane—. Estoy a dos años de la jubilación. Déjame tomar esta bala. —Exactamente, estás a dos años de la jubilación —siseó Ty—. Dos años y se acabó. —Caballeros. —McCoy suspiró—. Si la Oficina pierde a cualquiera de vosotros ahora mismo, es mi culo el que perseguirán. No puedo dejar que ninguno de vosotros renuncie, maldita sea. Eso no es la solución. Ty sacudió la cabeza y le dirigió una pequeña sonrisa. —Es a mi manera o a la calle, Mac. McCoy comenzó a masajearse el puente de su nariz. Ty cogió la mano de Zane y suavemente le quitó la placa que Zane estaba agarrando. La dejó sobre el escritorio de McCoy y la empujó hacia su jefe, sus ojos nunca se apartaron de Zane. Entonces la mueca se convirtió en una sonrisa, la misma hermosa sonrisa que Zane siempre había amado. Las risas de sus ojos aparecieron. Su nariz se frunció. Pero no había luz en sus ojos, el brillo que decía que disfrutaba de la vida. Esa luz no había estado allí desde que había llegado a casa.

—Tengo una pelota de goma que recuperar de mi escritorio —dijo Ty. Le dio unas palmaditas a Zane en el brazo—. Te veré en casa. Salió, dejando a Zane y McCoy mirándolo con la boca abierta. —No puedo creer que haya hecho eso —dijo finalmente McCoy. Zane sacudió la cabeza. —Dame tiempo antes de presentar sus papeles, ¿de acuerdo? —Tú eres el Agente Especial Adjunto al Cargo —dijo McCoy, y metió la placa y la pistola de Ty en un cajón del escritorio—. Tú presentas su maldito papeleo. Sal de mi oficina.

*

*

Ty pasó las dos semanas siguientes reacomodándose a la vida civil. Se levantaba temprano para correr, reaprendiendo su antigua ruta y tomando nota de todo lo que había cambiado. Edificios que estaban siendo rehechos, vecinos que habían desaparecido, una floristería donde solía estar un tugurio, un bar de martinis donde los Foster solían vivir. Todo parecia igual, pero era diferente. Un automóvil petardeaba y él caía y rodaba. Un bebé lloraba y él buscaba un arma que ya no llevaba. Zane lo golpeaba en medio de la noche y él lo agarraba y rodaba fuera de la cama. Bien, eso había sido la diversión habitual después de las misiones. Pero tardaba más en acostumbrarse a estar en su propia piel de nuevo de lo que le hubiera gustado. Tampoco escuchó mucho de los otros chicos. Supuso que todos sufrían la misma sensación de vértigo que él. A veces era más fácil acostumbrarse a la vida real si no hablaban durante un tiempo. Lo habían descubierto hacía años. La única persona a la que Ty esperaba oír era Nick, pero ni siquiera había recibido un mensaje de texto del hombre. Eso en sí era extraño, y parecía que algo faltaba cada día. No trabajar también era desconcertante. Nunca en su vida había estado sin trabajo. Ya le estaba volviendo un poco loco, y sabía que tendría que encontrar algo pronto. Un puesto en la policía de la ciudad como Nick había hecho, o incluso la seguridad privada en alguna parte, porque en lo que a él respectaba, las armas eran lo único que hacía bien. Pero todo lo que tenía que hacer ahora era trabajar en el viejo Mustang en el patio trasero, y examinar los restos de pruebas que Zane le traía sobre su topo. Desde su calvario en Nueva Orleans con Liam Bell resurgiendo y el misterioso conocimiento que él y el cártel de Vega poseían sobre los movimientos de Ty y Zane, Ty estaba tan seguro como Zane de que el topo se había infiltrado en la oficina de Baltimore. Burns lo había confirmado el día en que Ty recibió sus órdenes del Cuerpo

de Marines. Alguien estaba transmitiendo información al cártel de Vega, y Dios sabía quién más. Enemigos que matarían a Ty o Zane sin un parpadeo. El peligro siempre había estado en el fondo de la mente de Ty, sabiendo que Zane estaba en casa, solo, sin nadie en quien pudiera confiar para vigilar su seis. Kelly había pasado mucho tiempo en Baltimore llegando a conocer a Zane, manteniendo el ojo puesto en las cosas de Ty, pero no había sabido cuando se fue, por lo que se inquietaba por la noche, se preocupaba hasta ponerse enfermo cuanto tenía el tiempo libre para hacerlo. Al principio, Nick había intentado distraerlo, pero incluso él había renunciado a tratar de mantener la mente de Ty fuera de la amenaza muy real. Al regresar a casa y encontrar a Zane feliz y saludable, sonriente y guapo, casi había borrado la preocupación de su mente. Pero al salir de la oficina el día en que había renunciado, por lo que se preocupó por la noche, se había dado cuenta de que todavía había un traidor entre ellos y ahora se había retirado del juego. Así que buscó. Examinó los artículos de prensa y los informes policiales sobre el cártel. Intentó encontrar conexiones entre los acontecimientos de Nueva Orleáns y cualquiera de sus casos, ahondando en todo lo que tenía a mano sin poner sobre aviso al topo. Pero sus recursos eran minúsculos, y había poco que seguir. Todo lo que encontraba era callejones sin salida, y con frecuencia se encontraba igual que ahora, de espaldas sobre una plataforma mecánica modificada, en realidad un tablero de madera contrachapada que había reforzado y al que había puesto ruedas, debajo del Mustang. Estaba tarareando con la radio, tratando de mantener su mente clara mientras trabajaba, cuando alguien lo agarró por ambos tobillos expuestos y tiró. Cerró los ojos y tensó todo su cuerpo cuando la plataforma salió disparada desde debajo del Mustang, sorprendido de no golpearse la cabeza en ninguna parte sobresaliente. Cuando salió de debajo del chasis, tenía el arma en la mano, y estaba protegiendo sus ojos del sol de invierno con su llave, a pesar de que estaba bastante seguro de que sabía quién era su agresor. —Vamos dentro —dijo Zane, con diversión en su voz. Ni siquiera se molestó en ayudarle a levantarse, ni parecía perturbado porque un veterano de guerra nervioso acabara de sacarle un arma. Se dirigió a la puerta, tirando ya de su corbata y encogiéndose de hombros para quitarse la chaqueta. —¿Qué has hecho? —le llamó Ty. Zane se rio, y Ty se apresuró a seguirlo. Estaba bastante seguro de que fuera lo que fuese, no quería perdérselo. Zane saltó sobre Ty antes de que pudiera decir hola o limpiarse las manos llenas de grasa en los vaqueros. Lo arrastró a través de la puerta y lo empujó contra la pared, dejando la radio de Ty encendida y todas sus herramientas extendidas en el patio cuando los copos de nieve comenzaron a caer.

El siguiente beso hizo que Ty pensara que podía comprar nuevas herramientas si se las robaban o se oxidaban. Zane tiró de los vaqueros y empujó su pesada camisa de lana, gruñendo para que se lo quitara todo. —Jesucristo, ¿qué ha pasado? –jadeó Ty. —Estaba sentado en mi escritorio, queriendo dispararme —dijo Zane mientras le besaba el cuello—. Y me acordé que estabas en casa, sentado sin hacer nada. Ty hizo un ruido insultado, pero ni siquiera podía discutir porque era cierto. Zane lo besó de nuevo, empujando los vaqueros de Ty por sus caderas y deslizando los dedos contra la piel desnuda de Ty. Luego se detuvo y se encontró con sus ojos con una sonrisa que le provocó arrugas de risa. —Y no podía esperar a llegar a casa. Ty gimió cuando Zane se puso de rodillas. El primer contacto de la lengua de Zane con la suave y sensible piel del pliegue del muslo y la ingle hizo que todo su cuerpo se estremeciera. La rasposa mejilla de Zane rozó el costado de la polla mientras hacía una pausa para chupar con fuerza un trozo de piel justo en el interior de la curva de la cadera de Ty. Este le agarró por la nuca mientras trataba de recuperar el aliento. Este era el tipo de situación pornográfica de los 70 que había imaginado una y otra vez en su mente mientras había estado fuera. Esta era la razón por la que había seguido luchando cuando habían sido superados en número, continuado agachándose cuando las balas volaron. No el sexo, aunque eso era sin duda un extra. Si no volver a casa a esto, a Zane. La respuesta de Zane fue un suspiro muy largo, y no se detuvo hasta que besó la base de la polla de Ty. —Jesús, Zane —gruñó Ty mientras sus dedos se apretaban en el cabello de Zane. No sabía si apartar la cabeza de Zane y preguntarle qué demonios estaba haciendo o sostener su cabeza allí hasta que terminara lo que había empezado. Porque le gustara o no, Zane no volvía a menudo del trabajo listo para ir contra la pared de la cocina. Ty echaba de menos trabajar con él, echaba de menos verlo a todas horas del día. Y odiaba, absolutamente aborrecía, estar fuera del circuito de esta manera, preguntándose qué demonios estaba haciendo Zane cuando hacía avances. A Ty no le importó cuales fueran sus motivos una vez que Zane lamió toda su polla hasta la sensible punta. Gritó sin palabras y se agarró a los hombros de Zane con ambas manos, con la espalda golpeando contra el ladrillo de la pared de la cocina. Trató de empujar las caderas hacia adelante pero no pudo, así que se conformó con mirar a Zane. No era desagradable ni apresurado, Zane se estaba tomando su propio tiempo dulce, lamiendo, besando, saboreando y frotando cada milímetro de piel que sus labios

encontraban. Completa y repetidamente. Sólo la visión de sus labios sobre su polla, era suficiente para que la sangre le bombeara. Contuvo el aliento, su cuerpo entero vibraba de anticipación y provocaba sacudidas de placer. Entonces Zane tomó a Ty en su boca y chupó suavemente, inclinó la cabeza lo suficiente para mirarle. Ty no podía apartar los ojos de él. —No pienses que porque tu boca está llena, no se espera que te expliques. Zane se apartó de Ty lo suficiente para presionar un beso en su vientre. Le sonrió, luego continuó donde lo había dejado, chupando con cuidado, pero con más fuerza mientras los dedos de su mano libre se cerraban en los músculos de la corva de Ty. Ty suspiró y dejó caer la cabeza mientras sus sucios dedos se aplastaban contra el ladrillo áspero detrás de él, y cuando miró hacia abajo, el deseo de hundir esos dedos en los oscuros rizos de Zane fue casi abrumador. Buscó agarrar cualquier otra cosa a la que aferrarse porque sabía lo que le haría a Zane si le ponía las manos encima. —¡Zane! —Jadeó de nuevo mientras sus rodillas comenzaban a doblarse. Ni siquiera estaba lo suficientemente cerca de la escalera para agarrarse a la barandilla. La respuesta de Zane no fue verbal, simplemente agarró las caderas de Ty y lo sujetó contra la pared mientras continuaba su lento y metódico ataque. Ty tuvo que darle a Zane puntos por atención al detalle. Clásico Garrett. —Joder —gruñó Ty, quejumbroso. Golpeó la cabeza contra la pared. Luego, en algún lugar cercano, entre la pila de ropa que Zane le había arrancado, su teléfono móvil comenzó a sonar. Reconoció lejanamente el tono de llamada de su hermano—. Cristo, otra vez no. —¿Necesitas responder? Ty se estremeció por completo y sacudió la cabeza. De ninguna manera podría Deuce tener algo que decirle que fuera más importante que Zane de rodillas con su boca en la polla. —¿Seguro? —Dijo Zane antes de lamer las pelotas de Ty hasta la punta de su polla erecta dejando una franja húmeda—. Podría ser importante. Ty cerró los ojos y gimió con desesperación. —Maldito seas –dijo apretando los dientes. Alcanzó el cabello de Zane y tiró de su cabeza para poder alejarse de la pared y saltar sobre los pantalones vaqueros que había tirado a un lado. Agarró el teléfono y luego se volvió hacia Zane con toda la intención de continuar lo que habían comenzado sin más demora innecesaria. Al parecer, Zane estaba pensando lo mismo, porque se pegó a las caderas de Ty y lo empujó contra la pared. Maldición, estaba decidido. Ty bajó la cabeza y jadeó durante unas cuantas respiraciones frenéticas, tratando de recuperar el control antes de contestar el teléfono. Apoyó una mano en la parte

superior de la cabeza de Zane, cerró automáticamente los dedos cuando respondió con un seco: —Llámame en diez minutos. La lengua de Zane rozó la punta de la polla y Ty se mordió el labio para reprimir un gemido. —Oh Dios. O estás teniendo sexo o te han disparado, ¿verdad? —Preguntó Deuce con temor—. ¿Por qué contestas al teléfono? —Tengo que dejarte —gruñó Ty mientras colgaba y arrojaba el teléfono a su pila de ropa, dejando que la mano se uniera a la otra en el pelo de Zane. Risas amortiguadas enviaron vibraciones a través de la ingle de Ty, y Zane se apartó, chupando todo el camino hasta que la erección de Ty surgió libre y rozó la sombra de barba de la barbilla. —¿Quién era? —Mi hermano idiota —respondió Ty con fuerza. Zane se mordió el labio, mirando a Ty y esperando. —Por favor, Zane —rogó Ty, sin vergüenza. Deslizó la palma de la mano contra la mejilla de Zane y le clavó los dedos en la nuca. Zane asintió ligeramente antes de inclinarse hacia adelante, tomando a Ty en su lengua. No podía meterse toda la polla erecta de Ty en la boca, pero no importaba. Ya no estaba bromeando, se centraba en el final del juego. Ty hizo lo posible para mantener los ojos abiertos, mirando mientras desaparecía entre los labios de Zane. No quería nada más que correrse por la garganta de Zane. Era cuestión de minutos con la estimulación visual, y Ty pronto estuvo jadeando y tirando del pelo de Zane en señal de advertencia. Zane se apartó, envolvió sus dedos alrededor de Ty y bombeó con fuerza, apoyó la frente contra su vientre para besar la piel caliente. Ty rechinó el nombre de Zane mientras se corría con fuerza, mirando lascivamente como salpicaba la garganta y el pecho de Zane, sobre su camisa de vestir. Como si fuera una señal, su teléfono comenzó a sonar de nuevo. Zane lo masturbó a través del orgasmo, obviamente, no le preocupaba lo malditamente libertino que parecía. Ty movió la mano al hombro de Zane y apretó más fuerte mientras sus piernas se debilitaban y empezaba a hundirse hacia el suelo. Zane deslizó el brazo alrededor de su cintura y Ty terminó de rodillas, jadeando con fuerza mientras se besaban. El teléfono seguía sonando, arruinando el clímax con su tono desagradable. Ty lo ignoró durante el tiempo que su conciencia le permitió. Zane lo abrazó durante largo rato antes de mordisquearle el labio inferior, luego cogió el teléfono. —¿Hola?

Ty le gruñó y se dejó caer de espaldas en el suelo de madera, sin vergüenza. Podía oír el sonido metálico de la voz de su hermano a través del teléfono. —Pulsa el botón del altavoz —le dijo a Zane. Zane se rio de algo que dijo Deuce antes de apretar el botón y sostener el teléfono entre ellos. —¿Cómo va todo, Deuce? —Preguntó Zane con calidez. Se limpió la boca y la barbilla con el dorso de una mano. —Espero que al menos compraras la cena antes de hacer eso —dijo Deuce a Zane. —Yo no tengo que sobornar a mis compañeros de cama —gritó Ty al teléfono. Su hermano rio de buena gana. Ty no pudo evitar sonreír. Miró a Zane y le guiñó. —Llamo para pedirte un favor, Ty —dijo Deuce. —Dispara —dijo Ty perezosamente, todavía tendido en el suelo y disfrutando del pico post-orgasmo. —Quiero que seas mi padrino. Zane sonrió. —¿Te vas a casar, por fin? —Sí, hemos concretado los detalles. Ty se sentó, de repente deseó llevar pantalones. —Mejor que yo sea tu padrino —murmuró mientras se arrastraba más cerca de sus vaqueros y se tumbaba para ponérselos. —Cálmate. —Deuce parecía muy satisfecho de sí mismo—. ¿Zane? Espero que seas un padrino de boda también. Vamos a tener una lista de invitados pequeña, y francamente, no conozco a tanta gente que me guste. —Suena como un circo —bromeó Zane—. Sabes que estaremos allí para lo que necesites. — Cuando Ty levantó la vista, Zane alzó una ceja interrogativa y se inclinó para tirar de una de las piernas de los pantalones vaqueros de Ty, tratando de disuadirlo de ponérselos. Ty entrecerró los ojos en señal de advertencia. —Necesito pantalones para hablar de esto —susurró. —Sabes que puedo oírte, ¿verdad? —Dijo Deuce, la voz vacilante de la risa. —¡Entonces no deberías llamar cuando estamos en el medio de algo! ¿Cuándo va a ser esta cosa? —Bien... la próxima semana. —¿La próxima semana? —Soltó Ty—. ¿Cuál es la prisa, hombre? ¡Ya la preñaste! Zane golpeó a Ty en la cabeza antes de que pudiera agacharse.

—Nos vamos a casar en Escocia. Y pensamos, ¿qué mejor momento para hacerlo que Navidad? —¿Escocia? –repitió Zane, animándose—. ¿Eso significa que Ty tiene que llevar una falda escocesa? —Navidad en Escocia suena... frío —agregó Ty. —Contrólate —dijo Deuce—. Dentro de una semana, todos los gastos pagados. Te enviaré un correo con la información. Zane se veía positivamente alegre. Ofreció el teléfono a Ty mientras se movía para levantarse. Ty lo vio alejarse, luego pulsó el botón del altavoz de nuevo y se llevó el teléfono a la oreja. —Deacon —dijo en voz baja. —Beaumont —respondió Deuce en voz baja. —¿Eres feliz? —Muchísimo —dijo Deuce. La respuesta habría sido clara en su voz a pesar de todo. Ty sonrió. —Bien. —Tengo otro favor que pedirte —dijo Deuce rápidamente, su voz perdió su entusiasmo. Ty frunció el ceño. —Cualquier cosa. —¿Puedes llevar a alguien contigo a la boda? —¿Qué quieres decir? —Uno de tus amigos Recon. Ty se sentó, sus vaqueros desabrochados olvidados. —¿Qué? ¿Por qué? —¿Versión corta? El padre de Livi está preocupado por la seguridad. Al parecer, su compañía ha estado recibiendo amenazas. Es por eso que tenemos prisa. Tiene sus propios guardaespaldas privados, pero me sentiría mucho mejor si tuviéramos a alguien allí que pudiera poner toda su atención en el bebé si algo va mal. —¿Quieres un guardaespaldas para la niña en tu boda? —Ty frunció más el ceño. Alzó la mirada cuando Zane volvió a entrar en la cocina, se encogió de hombros ante su mirada interrogante y Zane volvió a dirigirse a la sala de estar. Los ojos de Ty se detuvieron en su culo mientras se alejaba. —Sé que suena exagerado, pero te lo juro, tío, la forma en que su padre habla, me hace sentirme paranoico. Y no quiero tener que preocuparme el día de mi boda.

—Sí, no —dijo Ty rápidamente—. Entiendo. Llamaré a alguien. —Le nombraré padrino por lo que tendrá acceso a toda la porquería que vamos a tener que atravesar. Todo pagado. Y dile que traiga un invitado. Es lo justo. Todo nosotros. —Lo tengo. —Gracias hermano. Ty asintió, sonriendo. —Ahora, si alguna vez me llamas otra vez mientras me hacen una mamada, te mataré. —Entendido —dijo Deuce con una risa, y el teléfono se apagó en el oído de Ty. Ty sonrió, mirando hacia el teléfono un momento antes de ponerse de pie. —¡Garrett! —¿Qué? –gritó Zane. Ty encontró a Zane en el baño, sin camisa, limpiándose con una toalla de mano. —No he terminado contigo. Tenemos que celebrar. Zane sonrió con indulgencia. —¿Celebrar el compromiso de Deuce participando en cantidades copiosas de sexo caliente? Ty extendió los brazos e inclinó la cabeza con una sonrisa. —Suena como un plan, ¿verdad? Zane dejó la toalla en el lavabo y se movió hasta que quedaron pegados uno al otro. Apoyó las manos en las caderas de Ty, le acarició con los dedos la piel desnuda que asomaba por los pantalones vaqueros desabrochados. —Sabes lo que significa la boda, ¿verdad? Una semana entera. Nosotros dos. De vaca… Ty tocó los labios de Zane con dos dedos, callándolo. —No termines ese pensamiento. Zane parpadeó, sonriendo. —¿Qué más necesitaba? —Más tarde —gruñó Ty, decidido a volver al asunto—. Estábamos en una celebración inapropiada, ¿recuerdas? Zane se rio entre dientes, un ruido sordo en el pecho. —No puedes distraerme tan fácilmente.

—Mírame —gruñó Ty.

*

*

Nick tardó mucho rato en convencerse de subir los escalones de la entrada de la casa de dos pisos en la que había crecido. Miró a la ventana de arriba mientras se paraba en la acera. Su padre estaba allí en la cama, muriendo de todo el veneno que había puesto en su cuerpo en los últimos sesenta años más o menos. Quería ver a todos sus hijos antes de su muerte, quería hacer la paz con ellos. Al menos, eso era lo que la madre de Nick les había dicho. Sin embargo, Nick sabía que había algo más en juego. Su madre había tardado dos semanas en ponerse en contacto con él después de que regresara a casa, y las primeras palabras de su boca no habían sido para decir que se alegraba de que estuviera en casa a salvo. Sólo que su padre necesitaba verlo. Subió los escalones de la entrada y llamó antes de decidir largarse. Su madre abrió la puerta, la sonrisa tensa y el abrazo rígido cuando le dio la bienvenida. —Me alegro de que estés aquí —dijo, en voz baja—. Tienes buen aspecto, Nicholas. Tu padre ha estado preguntando por ti. Nick se limitó a asentir, resistiendo la tentación de mirar hacia arriba o en dirección del estudio de su padre. Estaba más cerca de los cuarenta que de los cuatro años, pero todavía sentía que el destello de ansiedad y el miedo absoluto cuando pensaba en ir por ese pasillo. Se quedaron en un silencio incómodo, sin mirarse, sin quererlo realmente. Esta era la primera vez que Nick había estado en la casa de su infancia, desde que les dijo a sus padres que era bi. No había sido bienvenido después de eso. Nick se aclaró la garganta. —Katherine y Erin están aquí —dijo su madre finalmente—. Han estado esperando a que llegaras antes de subir y verlo. Nick asintió de nuevo, quitándose el abrigo cubierto de nieve. Él, Kat y Erin compartían recuerdos a los que las hermanas más jóvenes no habían sido sometidas. —Están abajo… —Sé dónde están —murmuró Nick, y se dirigió a la vieja puerta chirriante del sótano. La luz en la parte superior de la escalera no se encendió, pero claro, no lo había hecho desde que Nick tuvo edad suficiente para encontrar la manera de cortar los cables en el interior del interruptor. Descendió en la oscuridad, esperando que su recuerdo de la escalera le impidiera romperse el maldito cuello. Sus pisadas eran

silenciosas sobre los escalones de cemento. Cuando llegó abajo, un charco de débil luz venía de la esquina, donde los viejos separadores y biombos y los grandes pilares de hormigón dividían un trozo del sótano. Sus dos hermanas estaban juntas en un viejo sofá de la esquina. Una mesita de café maltratada con una pata pegada con cinta adhesiva, asegurada con un palo de hockey roto, se asentaba delante de ellas. Una lámpara en una caja de leche desprendía la única luz. Estaban hojeando un libro de fotos, llorando y riendo a la vez. Nick metió las manos en los bolsillos mientras se acercaba a ellas, tratando de sonreír. Se detuvo al otro lado de la mesita de café. —Pensé que os encontraría aquí abajo. Kat sonrió débilmente y se aclaró la garganta. —¿Recuerdas cuando llegaba a casa borracho y tú nos juntabas a todos y nos traías aquí abajo? Nick luchó para tragar más allá del nudo en la garganta. —Recuerdo. —Nos contabas historias y jugábamos a juegos de mesa o escuchábamos jugar a los Sox hasta que oíamos que se iba a dormir. —Kat se secó los ojos. Nick dio un paso alrededor de la mesita, y las dos se movieron para que pudiera sentarse entre ellas. Extendió los brazos sobre el respaldo del sofá, y las dos mujeres se apoyaron en él. La voz de Kat tembló cuando volvió a hablar. —Nunca tuve miedo cuando estábamos aquí abajo. No cuando estabas con nosotras. —Yo tampoco —susurró Erin. Se abrazó a Nick—. Sabíamos que nos protegerías. Siempre lo hiciste. Nick cerró los ojos, apretando los brazos alrededor de ellas. Los tres se habían reunido para cenar el día después de regresar a Boston, para ponerse al día después de que hubiera estado ausente durante tanto tiempo. Pero esto era algo de lo que nunca hablaban. Kat comenzó a llorar en silencio. Apartó el álbum y apretó la cara contra el pecho de Nick. —Estas fotos… nunca nos dimos cuenta de lo joven que eras. Dios mío, Nick, eras sólo un bebé. Eras más joven de lo que Patrick es ahora. —Su hijo mayor. Acababa de cumplir diez años la semana pasada—. ¿Quién se puso delante de ti? —Está bien —susurró Nick.

Se sentaron en silencio, escuchando el crujido de la casa, a su madre moviéndose en el piso de arriba, la voz de vez en cuando de una de sus dos hermanas más jóvenes preguntando dónde demonios estaban. Las jóvenes no se acordaban del sótano, no recordaban a Nick llevándolas aquí abajo envueltas en mantas y colocándolas sobre pilas de almohadas o cojines y cantándoles para que se durmieran y así estuvieran a salvo. No recordaban buscar a sus hermanos mayores aquí abajo cuando la idea de enfrentarse a su padre era demasiado para ellas. —¡Nicholas! –Gritó su madre desde lo alto de la escalera—. Tu padre está despierto. Pide verte. Nick inhaló profundamente. Los tres se miraron. Parecía como si sus dos hermanas quisieran aferrarse a él para salvar su vida, como habían hecho cuando eran pequeñas. —Vamos a ir a decirle que nos bese el culo –dijo Erin dijo mientras se levantaba. Nick se quedó mirando el rectángulo de luz cerca de la parte inferior de la escalera. Tenía tantos recuerdos de estar sentado en este sofá, con los brazos alrededor de Kat y Erin, sus hermanas pequeñas dormidas en su regazo, escuchando el sonido de su madre llorando arriba. Y esperando. Recordaba el terror de ver la silueta de su padre aparecer en dicho marco de la luz, esperando que el hombre intentara bajar los escalones Nick había puesto trampas con su equipo de deportes, rezando para que tropezara y se rompiera el cuello en el suelo de cemento cuando cayera. Nunca había cogido uno de esos palos o bates en su camino escaleras arriba después de ser convocado, sin embargo. Siempre los había dejado donde estaban, sabiendo que el verdadero campo minado mantendría a sus hermanas seguras. Eso no quería decir que nunca hubiera soñado con tomar ese palo de hockey y ver como se rompía el cráneo de su padre. Una vez, había agarrado un bate de béisbol, el día antes de partir hacia el Entrenamiento Básico. Había sido la última vez que su padre había levantado una mano contra cualquiera de ellos. Una sombra apareció en el suelo, diferente a la que le perseguía. —¿Nick? —Ya voy –dijo. Kat y Erin se arrastraron detrás de él mientras subía los dos pisos a la habitación de su padre. Se detuvo en la puerta, Kat y Erin todavía detrás de él. Sus dos hermanas más jóvenes, Alana y Nessa, estaban sentadas en sillas al lado de la cama, donde Brian O'Flaherty yacía recostado entre varias almohadas, ictérico y débil. Los tres miraron a la puerta cuando se dieron cuenta de que Nick estaba allí de pie. —Hijo —dijo su padre. Se enderezó, tratando de sentarse más derecho. No lo logró. Nick se acercó a la cama. Nessa se levantó y le dio un abrazo rígido. Nick se agarró a ella, inundado por los recuerdos de correr por el pasillo y sacarla de la cuna,

envolverla en la manta y abrazarla contra su pecho mientras él y Kat bajaban al sótano antes que su padre golpeara la puerta delantera. La soltó, Alana y ella se movieron para dejar que se sentara al lado de la cama. Los ojos de su padre permanecieron fijos en él y Nick no apartó la mirada. El contacto visual siempre había sido algo por lo que había luchado. Cuando era pequeño, había cabreado a su padre. Lo había visto como un desafío, como un perro callejero. Había valido la pena un revés por encontrarse con los ojos del hombre —Estás en casa a salvo –dijo finalmente su padre—. Eso es bueno. Nick asintió. —Ni siquiera nos dijiste que te ibas. Habríamos ido a despedirte. Nick resopló. —No me habías hablado en más de un año. Dijiste que me fuera al infierno. Los ojos de Brian se endurecieron. —Estoy muy enfermo para luchar, Nicholas. —Es la primera vez —dijo Nick con los dientes apretados. —Nick, él no puede manejar el estrés en este momento, ¿por qué no tratas de ser civilizado? –espetó Alana. Estaba de pie junto a la puerta, apoyada contra la pared con los brazos cruzados. —¿Por qué no te callas la boca? —espetó Kat. Nick las miró por encima del hombro, luego de vuelta a su padre. —No estoy aquí para que pueda decirme un tierno adiós. ¿Qué quieres? —Quiero hacer las paces contigo, hijo. Tuvimos un camino duro. Pero ahora me estoy muriendo. Y tengo miedo. Nick entrecerró los ojos. Sabía qué tipo de cambios de pensamiento podía traer a una persona la muerte inminente. Lo había sufrido él mismo. Pero también conocía a su padre. El hombre no estaba buscando venganza o perdón. Quería algo, algo que sólo podría darle Nick. Y no era la paz. —Corta. ¿Qué quieres de mí? Brian tomó una respiración profunda y entrecortada. —Sin un hígado nuevo, estaré muerto en tres a seis meses. Una de las hermanas de Nick sorbió. Nick no apartó la mirada de su padre. —Tienes casi mi tamaño así que podrías ser compatible, hijo. Eres el único que podría serlo. Tienes el tipo de sangre O. Nick se echó hacia atrás y cerró los ojos.

—¡No me jodas! —Gritó Erin. —¡Erin! —Exclamó su madre—. ¡Tu lenguaje! —¡Por favor, mamá! —Kat agitó una mano a Nick—. ¿Cómo diablos podéis ninguno de los dos pedirle que haga esto? —Papá se está muriendo —dijo Nessa, su voz pequeña y asustada—. Ni siquiera tú puedes ser tan egoísta para no ayudarle si pudieras. Ni siquiera Nick es tan egoísta. Nick miró por encima a tiempo de reconocer los signos de advertencia de Kat y Erin a punto de explotar de furia. —Todo el mundo fuera —dijo en voz baja. —¡Nick! —Empezó Kat. —Kat, cálmate, ¿de acuerdo? Danos unos minutos. Kat contuvo el aliento, pero asintió. Hizo salir a todos de la habitación y cerró la puerta tras ellos, dejando a Nick y su padre solos. —Mujeres temperamentales —dijo Brian entre dientes—. Vienen de familia. Hay que mantener las riendas apretadas. —La única persona en esta familia que debería ser atado eres tú —espetó Nick. Se miraron el uno al otro durante un largo momento, ninguno dispuesto a mirar hacia otro lado. Brian tragó saliva y se lamió los labios. Nick odiaba disfrutar viendo a su padre asustado. Odiaba el hecho de que quería venganza por todo el terror y el dolor de su infancia. Pero lo hizo. Tendría que vivir con el tipo de persona que le hizo. —Sé que me odias, Nick, y tienes el derecho. Pero, ¿crees que soy un hombre horrible que merece una sentencia de muerte? Nick entrecerró los ojos. —Es probable que no quieras que responda a eso. —¿Vas a considerarlo antes de decir que no? ¿Por tus hermanas? ¿Y tu madre? Nick comenzó a sonreír. —Dime algo, papá. ¿Cómo de jodidamente aterrado estabas cuando te dijeron que yo era el único que podría salvarte? El poco color que había se drenó del rostro de Brian. —Nicholas —intentó. —Tengo que irme —dijo Nick, y se levantó. —Hijo, por favor. Moriré sin tu ayuda. —Probablemente deberías haber pensado en eso hace treinta y siete años y quince huesos rotos —dijo Nick mientras se dirigía a la puerta.

Su padre lo llamó, su voz un pálido eco de los gritos que solían resonar en esta casa. Nick le ignoró. Caminó por el pasillo hacia la escalera, comenzando a enojarse mientras bajaba con fuerza los escalones. El hombre no tenía derecho a pedirle eso. No tenía derecho a poner esa decisión en sus manos. ¿Cuántas veces había rezado por la muerte de su padre a lo largo de los años? Y ahora parecía que la única forma en que ocurriría era si él apretaba el gatillo. No era justo. El resto de la familia estaba reunida en la cocina. La madre de Nick estaba encorvada sobre la mesa de la cocina, Alana y Nessa sentadas a cada lado de ella. Kat y Erin caminando de aquí para allá como leonas hambrientas, y se abalanzaron sobre él cuando le oyeron venir. —¿Qué dijo? —Exigió Erin. —No vas a hacerlo, ¿verdad? —Agregó Kat—. No le debes una mierda. El teléfono de Nick comenzó a sonar antes de que pudiera responder. Miró a las cinco mujeres mientras metía la mano en el bolsillo trasero. Nessa y Alana le observaban, sus expresiones llenas de esperanza, miedo y dolor. Cuántas veces Nick había visto esos ojos, asustados pero sin saber por qué, confiando en él para protegerlas. Su madre se puso de pie. —Nick, por favor —susurró. Nick apartó la vista de ellas para mirar el teléfono. —Tengo que contestar. Agarró su abrigo y se volvió hacia la puerta sin decir nada más, dejando atrás a su familia para salir al aire helado. Sus manos temblaban y se sentía como si fuera a vomitar en los arbustos. El aire frío le ayudó a calmarse y comenzó a regresar a su Range Rover nuevo aparcado junto a la acera. —O'Flaherty —respondió, con la voz ahogada. —Hey, irlandés, ¿estás bien? —Preguntó Ty—. Suenas como una mierda. Nick se aclaró la garganta y echó un vistazo a la casa detrás de él cuando llegó a su coche. —Sí, sólo me has hecho un favor, tío. Me has sacado de un apuro. ¿Qué pasa? —Bueno, para acortar la versión larga, ¿quieres ser uno de los padrinos de Deacon? Todos los gastos pagados. —¿Cuando? —La próxima semana. —¿Dónde? —Escocia.

—¿Escocia? —Escocia. Nick se quedó mirando la ventana por encima de él, frunciendo los labios. —Sí, vale. —Lleva una cita. Nick cerró los ojos y sonrió. —Vale. —Y un arma de fuego. Nick abrió los ojos. —¿Espera, qué? La risa de Ty fue toda la respuesta que Nick consiguió.

Capítulo 2

—No hay un solo nombre de pueblo que pueda pronunciar —dijo Zane mientras miraba un recuadro del mapa de las tierras altas escocesas y de las Hébridas Interiores. Seguía pronunciando las Hébridas mal a propósito, y estaba volviendo loco a Ty. Ty echó el brazo sobre los hombros de Zane, reclinándose en su silla. Tenía los pies apoyados en una maleta. Habían volado a Glasgow vía una infernal escala de dieciocho horas en Islandia, y ahora esperaban en reclamación de equipaje a que Nick y su cita se unieran a ellos. Estaban un poco por detrás del resto de la familia Grady, que había decidido aceptar la oferta de Theodore Stanton de volar en su jet privado. Zane no había podido salir del trabajo a tiempo para hacerlo o Ty lo habría hecho. —No hace falta pronunciarlo —dijo Ty—. Al parecer, los Stanton son dueños de toda la puta isla. Zane sacudió la cabeza. —Jet privado, isla privada, fuerza de seguridad privada. Estoy empezando a pensar que Deuce está muy por encima de su cabeza. Ty gruñó, y una sensación de inquietud revoloteó a través de él otra vez. —Ojalá hubiera podido hablar con él un poco más antes de que saliera de Filadelfia. Nick se va a enojar porque no sé más de lo que está pasando. Zane suspiró. —No, en serio. Nick va a matarme. Zane se echó a reír. —Quizá esta cita que traiga lo haga comportarse. —O al menos le mantendrá distraído —murmuró Ty. Unos minutos después, Ty vio a Nick abriéndose paso entre la multitud. Se levantó para ir a su encuentro, pero se detuvo en seco cuando reconoció al hombre que caminaba con Nick. —¡Doc! —Gritó, y envolvió a Kelly en un abrazo cuando se acercaron—. ¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Dijiste que trajera una cita y un arma —dijo Nick con una sonrisa torcida—. Así que traje una cita con un arma.

Ty rió y dio un paso para dar un abrazo a Nick también. Zane estrechó sus dos manos. —¿Cómo fue el vuelo? —El vuelo fue bueno. La seguridad dura —dijo Kelly. Ty frunció el ceño. Si Nick y Kelly no habían podido traer sus armas, su viaje había sido inútil. —¿Os han puesto problemas con el equipo? Nick sacudió la cabeza. —No, no, no —dijo Kelly antes de que Nick pudiera responder—. Las armas, los cuchillos y las malditas gafas de visión nocturna o lo que sea que tuviera están ahí, esos permisos pasaron bien. Era a él a quien no dejaban pasar. Zane se echó a reír a pesar de que obviamente no quería hacerlo. —¿Por qué no? —¿Cómo son las nuevas máquinas? Toman una foto cuando estás ahí, ¿verdad? — Dijo Nick, levantando los brazos por encima de la cabeza—. La puta metralla en mi muslo hace que parezca que tengo algo afilado en mi bolsillo. Seguían diciéndome que vaciara mis bolsillos, y yo estaba como, “¡No puedo!” Kelly se echó a reír. —Le hicieron bajar los pantalones. Se ganó silbidos. —¡Tuyos! —gritó Nick. Kelly se rio más fuerte. Nick puso los ojos en blanco mientras Ty y Zane se reían. —De todas formas —dijo Nick—. ¿Cuánto tiempo tardaremos en llegar? Ty le pasó el brazo por los hombros. —Un par de horas. ¿Te apetece conducir? —Prefiero hacerlo yo que tú. Ty se rio, y Kelly pinchó las costilla de Zane con el codo. —Nunca le dejes conducir en un país con la conducción a la izquierda. —¿De acuerdo? —dijo Zane con una ceja levantada a Ty. Ty se encogió de hombros y le guiñó un ojo. Nick y Kelly se dirigieron a las cintas de equipaje para recuperar sus maletas, y Ty se acercó a Zane. —Tienen razón, nunca me dejes conducir aquí. La sonrisa de Zane fue cálida. —No puedo creer que O'Flaherty trajera a Doc en lugar de una cita real.

—Pensar en una semana en una boda con una cita real probablemente le provocó un ataque de pánico. –Le dijo Ty a Zane con un espontáneo apretón en la cintura. Recogieron su equipaje, y Nick y Kelly se unieron a ellos para dirigirse a los mostradores de coches de alquiler. Ty le dijo a Nick que fuera al mostrador y arreglara el alquiler porque conocía la suerte de Nick. El hombre estaba jodidamente bendecido cuando se trataba de viajar. Había sido el “especialista en adquisiciones” de los Sidewinder, y había sido muy bueno. Pero incluso más allá de la habilidad venía la suerte, y Nick tenía eso a espuertas. Habían reservado un coche compacto, pero lo cierto es que Nick volvió con una "mejora gratuita" con un nuevo Audi A4 y el número de teléfono de la chica del mostrador. Le entregó el número a Kelly y el recibo a Ty, luego agitó las llaves mientras se dirigía a la puerta del estacionamiento. —¿Cómo demonios hace eso? —preguntó Zane. Kelly se limitó a reír mientras seguían detrás de Nick con su equipaje. Ty y Kelly se quedaron dormidos en la parte trasera del sedán mientras Nick conducía durante el viaje de tres horas a la pequeña ciudad donde iban a coger un barco muy privado a la isla muy privada de los Stanton. Ty se despertaba cada vez que tomaban una curva especialmente aguda o se retrasaban por los ciclistas de montaña, y cada vez que lo hacía, Nick y Zane estaban hablando amigablemente. Varias veces sus risas lo despertaron. A mitad de su despliegue, Nick había sido enviado a casa durante cuarenta y ocho horas. Ty sabía que había sido enviado a Maryland para entregar un mensaje a la Inteligencia Naval porque Ty lo había elegido específicamente para la misión. Cuando regresó, Nick le había dicho que había ido a ver a Zane y había traído una carta, la única comunicación que Ty y Zane habían podido tener durante esos seis meses. Por lo que Ty había observado desde su aterrizaje en Escocia, Zane y Nick habían llegado a un entendimiento durante esa visita. Incluso podrían llamarse amigos. El nivel de alivio que sentía era astronómico, dado su comienzo irregular. La siguiente vez que Ty despertó, Kelly estaba usando su regazo como almohada, y estaban atravesando una pequeña y concurrida ciudad costera. Ty se estiró y palmeó el pecho de Kelly mientras miraba por la ventanilla. Las pintorescas tiendas parecían inclinarse hacia ellos mientras pasaban, y los coches en el lado equivocado de la carretera se acercaban demasiado al coche para su comodidad. Estaba contento de que Nick condujera porque las carreteras del Reino Unido lo ponían nervioso. Podían ver veleros en el puerto y una gran extensión de agua azul profundo más allá. En la lejanía, se veían las cimas de las suaves montañas. La isla privada de los Stanton estaba en algún lugar en las Hébridas Interiores, a dos horas de distancia. No tenía nombre en el mapa.

Ty sacudió a Kelly para despertarlo cuando Nick encontró un pequeño lugar de aparcamiento y apagó el motor. Todos salieron, estirándose y gimiendo. Nick giró el cuello y Kelly le masajeó los hombros para aflojarlos. Eso hizo sonreír a Ty. Había sido extraño desplegarse sin Sánchez y sin Kelly. Ver a Kelly y Nick juntos era como un bálsamo en una herida abierta que no se había dado cuenta de que estaba allí. Recogieron su equipaje y comenzaron a dirigirse hacia el muelle privado escondido en la pintoresca playa cerca del embarcadero más grande de transbordadores. Kelly y Nick iban delante de ellos, las cabezas inclinadas mientras hablaban. Zane tomó el brazo de Ty y lo frenó. —¿Hay algo entre ellos? —¿Qué quieres decir? —Son…. sobones. Ty se echó a reír. —Nick y Kelly siempre han sido así. Cualquiera de ellos se abrazaría a ti si tuvieran la oportunidad. Ty se puso en marcha de nuevo para alcanzar a sus compañeros. Zane se arrastró unos cuantos pasos atrás. —Aja —dijo Zane finalmente.

*

*

Cuando Zane salió del barco, el sol estaba intentando desesperadamente brillar a través de la cubierta de nubes de la tarde. El muelle parecía estar en medio de la nada, con un sendero de tierra sinuoso que supuestamente conducía a la mansión que habitaba la pequeña isla. Había manchas de nieve en la sombra, y el viento era helado. La tripulación comenzó a descargar el correo y los paquetes del barco, y dos hombres los amontonaron en un pequeño vehículo eléctrico. —¿Entonces eres el hermano? —le preguntó un hombre. Zane se volvió hacia él con las cejas levantadas. El hombre era bajo y fornido, con una barba gris salvaje y cejas incluso más salvajes. Llevaba una gorra de lana y gafas pequeñas y redondas. Su chaqueta estaba rasgada y desgarrada, así como sus dedos, que estaban envueltos alrededor de un remo de madera que usaba como bastón. —¿Eres el hermano? —Dijo de nuevo. —¡Oh! No, soy… yo soy el compañero del hermano. —Zane dio un paso más y ofreció su mano—. Zane.

—Llámame Mackie —dijo el hombre. Su acento escocés era tan espeso que Zane tuvo dificultades para descifrar lo que había dicho—. A cargo de los muelles. Necesitas algo para flotar, me llamas. Zane sonrió y asintió con la cabeza. —Lo tendré en mente. Mackie lo dejó para ir a supervisar la carga de los paquetes. Zane echó un vistazo a la isla, silbando entre dientes. Hablando de alejarse de todo. Esta diminuta isla en la frágil costa noroeste de Escocia estaba tan lejos como podías llegar. Sacudió la cabeza y miró a sus espaldas. Ty estaba a horcajadas entre el barco y los escalones de hormigón construidos para bajar al mar desde el muelle. Nick le estaba entregando las maletas y Kelly estaba de pie en el barco, dándoles instrucciones impertinentes, sin duda para molestarlos a ambos Zane sonrió. Ty miró hacia arriba mientras se equilibraba en la borda del barco, con varias portatrajes sobre el hombro. —Échame una mano, ¿eh? —Gruñó. Levantó una de las voluminosas bolsas que llevaban los esmóquines que habían traído desde Baltimore. Zane cogió la bolsa de ropa y la colocó sobre un brazo antes de aceptar la siguiente que Ty le pasó. —Eres una buena mula. —Cállate —gruñó Ty. Lanzó el equipaje de Zane sin ceremonias al muelle. Kelly se echó a reír y se sujetó el costado, usando el hombro de Nick y la mano de Ty para subir los escalones. Ty ayudó a Nick con las dos últimas maletas, luego echó un vistazo a su entorno, tomando nota de las cintas carmesí atadas al muelle y el toque de ruinas antiguas a lo lejos. —Pobre Deacon. Zane ahogó una carcajada. —No está tan mal. Ty frunció el ceño, obviamente no de acuerdo. Nick se equilibró y le dio a la isla su propio examen, con aspecto sombrío. —Voy a morir en Escocia —murmuró. Kelly ladró una carcajada. Nick alargó la mano y agarró su antebrazo para llevarlo al muelle. —Vamos a terminar esto —dijo Ty mientras se agachaba para recoger sus maletas.

Zane decidió que la discreción era la mejor parte y se quedó en silencio. Ty y Nick se habían vuelto más y más cascarrabias a medida que el viaje continuaba, pero claro, horas de escalas, paseos en coche, un viaje agitado en barco a una isla que podía o no podía tener poder, habría sido un desafío para los mayores amantes del viaje, especialmente cuando sólo habían pasado semanas después de seis meses de despliegue. Zane puso una bolsa sobre los hombros, teniendo cuidado con la bolsa del esmoquin. Cuando llegaron al camino de tierra, un carrito de golf apareció en la cima y traqueteó en su dirección, con tres figuras familiares montadas en él. Ty sonrió ampliamente al ver a su hermano. Dejó caer las pesadas bolsas que estaba arrastrando y corrió hacia el carrito de golf, que se detuvo a varios metros de distancia. Livi puso a Amelia en el suelo, y ella se bamboleó hacia Ty, quien se arrodilló y extendió los brazos para abrazarla. Sin embargo, Amelia lo rodeó, corriendo bajo su mano extendida para saltar a los brazos de Zane. Ella rió mientras Zane la hacía girar. Ty dejó caer los hombros y volvió a acercarse a ellos. —Ese fue el rechazo más épico que he visto nunca —dijo Kelly, riéndose detrás de su mano. Amelia sólo tenía quince meses, pero entre el cabello castaño y los ojos del mismo color verde avellana inusual de Ty, iba a ser una damita asesina cuando creciera. No llevaba más que vestidos, cuanto más abultados mejor, e insistía en que sus zapatos coincidieran con sus cintas. Y aparentemente era la única niña que Ty había conocido que no caía bajo ninguno de sus encantos. Sus padres habían pasado la mayor parte de su vida mostrándole fotos de Ty, diciéndole que era su tío que la quería mucho, y Zane le había enseñado varios trucos bajo las estrictas instrucciones de Ty. Pero nada de eso la había convencido de que le diera a Ty la hora del día siquiera. Zane la abrazó, y asintió con la cabeza a Livi, quien les saludó y sonrió brillantemente. Estaba encantadora con un vestido tubo del color de los huevos del petirrojo que hacía juego con sus ojos y un abrigo de lana a juego con su vestido, a pesar de que el viento le despeinaba su pelo rubio plateado y le daba una apariencia desaliñada. A Zane le hizo gracia ver que llevaba botas de agua. Nada de tacones difíciles de manejar para esto, a la mierda la moda. Nick silbó cuando se detuvo junto a Zane. —Maldita sea. Odio decirlo Zane, pero Deacon ganó esta ronda. Zane soltó una carcajada. —Eso no es muy bonito —murmuró Kelly—. Zane podría quitar ese vestido. —No es mi color. Nick y Kelly se rieron entre dientes.

Deuce le dio a Ty un largo abrazo, apretándolo hasta que empezó a luchar por la libertad. Cuando Deuce finalmente lo soltó, ofreció su mano a Zane. —Agente Garrett —dijo, burlonamente formal. Zane puso los ojos en blanco mientras apoyaba a Amelia en una cadera. —Dr. Grady —dijo con voz arrastrada, estrechando la mano con fuerza. Deuce se volvió hacia Nick, estrechando la mano también y sonriendo. —Mordedura de serpiente, ha pasado mucho tiempo. Es bueno verte de nuevo. Nick suspiró pesadamente. —Nunca voy a superar la vergüenza, ¿verdad? Deuce prácticamente soltó risitas. —¿Mordedura de serpiente? —preguntó Kelly. Nick sacudió la cabeza, pero Zane se rió cuando se dio cuenta de que estaba hablando Deuce. —¡Oh, Dios mío, fuiste tú el que salió a caminar y le mordió la serpiente! Nick le fulminó. —Papá te dijo que no lo hicieras —dijo Deuce. —¡Tuve que pincharla, estaba en mi saco de dormir! Kelly rió entre dientes. —¿Cuándo fue eso? —Cuando éramos jóvenes y estúpidos —le dijo Nick. —Algunos de nosotros más que otros —añadió Deuce. Se volvió hacia Kelly, ofreciendo su mano—. Te reconozco. —Kelly Abbott, yo era el doctor de la Armada para los Sidewinder. —Estoy seguro de que nos hemos conocido antes, pero es un placer conocerte de nuevo. —Igualmente. —Gracias a los dos por venir con tan poca antelación. Sé que probablemente queráis algunas respuestas sobre por qué Ty os pidió que vinierais. Pensé dejaros descansar un poco y luego sentarnos a hablar esta noche, si eso está bien. —Suena bien —dijo Nick. Zane estaba un poco más listo para exigir respuestas más rápido, pero Nick y Kelly eran el epítome de sin complicaciones. Ty fue galantemente a ayudar Livi a bajar del carrito de golf, y le ofreció su brazo mientras se reunían con Zane y los demás. Se presentó a Nick y Kelly, agradeciéndoles que vinieran igual que Deacon. Parecía tranquila para ser una futura novia. Le dio un

abrazo a Zane y lo besó en la mejilla, y luego Ty la rodeó con un brazo y lo dejó allí mientras Zane presentaba a Amelia a los demás. —¿Puedes decir hola? —Preguntó. —Hola –repitió Amelia. Zane la levantó un poco más alto, extendiendo el puño para enseñarle. —¿Puedes darle a Nick el saludo del puño? Nick le dirigió a Ty una mirada cautelosa, pero sostuvo el puño hacia la niñita. Los ojos de la niña brillaban cuando extendió el puño, pero no terminó ahí. Echó la mano atrás y abrió los dedos, haciendo un sonido explosivo mientras lo hacía, y luego volvió para un segundo golpe. Nick y Kelly se echaron a reír, mientras Zane la abrazaba con fuerza. —¡Esa es mi chica! —¿Cómo diablos te has convertido en el favorito? —gruñó Ty. Parecía realmente molesto, y Zane le dedicó una sonrisa de disculpa. Realmente había pasado más tiempo con la sobrina de Ty que Ty mismo debido al despliegue, y había superado su incomodidad con los niños hasta sentirse cómodo con ella. La llevó hasta el carrito de golf, dejando que Ty recogiera el resto de las bolsas. Ty y Nick amontonaron las bolsas en la jaula de la parte superior del carro. Nick y Kelly tomaron el asiento trasero, mirando hacia atrás, y Zane colocó a Amelia entre él y Ty mientras Deacon los guiaba hacia la casa principal. —Bastante pijo, Deuce —dijo Ty, inclinándose hacia delante para que no tener que gritar. —Oh Dios mío, espera hasta que veas la casa —dijo Deuce, riendo. —Mi abuelo tenía un gusto por lo dramático —dijo Livi—. Quiero decir, el lugar era bastante dramático para empezar por lo que entiendo, pero él lo derribó y lo rehízo por completo cuando lo heredó. —¿Cuánto tiempo lleva la isla en tu familia? —preguntó Zane. —Un poco más de un siglo. Cuando comenzó el auge del acero y llegó la era de los capitalistas sin escrúpulos, mi tatarabuelo compró la isla y construyó la mansión como una forma de escapar a la protesta pública cuando sus tratos se volvieron turbios. Zane alzó ambas cejas, impresionado por su franco manejo de la historia no tan estelar de su familia. —Vaya. —Voy a morir en Escocia —dijo Nick en voz baja—. Con un kilt. Zane tosió para cubrir su risa.

—Las ruinas del castillo en el lado de sotavento de la isla son del siglo XVI. Pero la casa principal fue construida a finales de 1800 —continuó Livi—. La isla surgió por un volcán extinto, por lo que está plagada de cuevas, tubos de lava y acantilados. La casa está construida cerca del acantilado más alto, en realidad. Deberíais tener un montón de territorio para explorar. Nick se dio la vuelta, poniendo su brazo sobre el hombro de Ty y se inclinó más para oír. —¿Ha dicho lava? Ty sacudió la cabeza. —No vas a morir en Escocia. Livi le sonrió con simpatía. —Deacon me dice que tú y Kelly sois miembros del equipo Recon de Ty. —Sí, señora —respondió Nick. —Sidewinder, ¿verdad? Nick y Kelly asintieron con la cabeza. —¿Entonces todos tenéis el hábito de ser mordidos por serpientes, o eso fue como un viaje personal de descubrimiento para ti? Deuce y Ty se echaron a reír, y Livi se cubrió la boca como si estuviera avergonzada por burlarse. Amelia se rio, aunque no sabía por qué. Zane miró hacia un lado para ver a Nick frunciendo los labios y asintiendo como si estuviera tratando de esconder una sonrisa. —Todo el mundo es un comediante —murmuró finalmente, volviéndose y sacudiendo la cabeza. —Todavía te quiero, cariño —le dijo Kelly, dándole palmaditas en la rodilla. —Cállate. Livi finalmente consiguió controlar su risa y siguió hablando. —Tengo que disculparme, cuando Ty nos dijo que traías una cita, supusimos... la habitación que tienes tiene una cama queen size. —Eso está bien —dijo Nick—. Hemos compartido antes. —¿Estás seguro? Probablemente podríamos hacer un cambio creativo, tal vez encontremos dos gemelas. —No, estaremos bien —insistió Kelly—. Gracias de cualquier forma. Me ha dado una semana gratis en Escocia. Lo menos que puedo hacer es aguantarme. —Tienes razón —dijo Nick. Ambos se rieron.

Tardaron unos minutos en llegar a la casa, e incluso los ojos de Zane se abrieron al ver el lugar. Era una mansión de renacimiento gótico, con agujas, aguilones y antiguas vidrieras que brillaban bajo la débil luz del sol, todo hecho de piedra vieja y ladrillo oscuro. Se sentaron y miraron fijamente mientras Deuce y Livi bajaban del carrito. Kelly se inclinó para mirar hacia la estructura, luego se volvió hacia Nick con gesto sombrío. —Vas a morir en Escocia. Nick solo asintió con la boca abierta. —Jesucristo —susurró Ty. Cuatro criados aparecieron para recuperar su equipaje, dejándolos libres para mirar boquiabiertos la casa mientras Livi los conducía hacia la entrada intimidante. Zane instintivamente abrazó a Amelia mientras entraban bajo el arco delantero y atravesaban la enorme puerta de madera. Sin embargo, el interior de la casa era agradablemente luminoso y aireado, sin lo sombrío y la oscuridad del exterior. Los suelos de madera eran de color gris claro, cubiertos con alfombras de color crema para suavizar su apariencia. Las paredes habían sido pintadas en colores fríos, con la excepción del ocasional y artístico trozo de piedra que mostraba a los visitantes la edad de la casa señorial. Los elementos de iluminación eran todos centros brillantes colgando arriba de sus cabezas, iluminando una decoración sorprendentemente moderna con mobiliario de aspecto cómodo y fotos de familia salpicadas por todas partes, en lugar de cabezas de ciervos o escudos de armas familiares como Zane había esperado. Livi estaba en el vestíbulo, extendiendo los brazos. —Bienvenidos a Stanton Hall. Os puedo ofrecer el gran tour, llevaros directamente a la cocina para comer algo o mostraros donde están vuestras habitaciones para que podáis descansar. Kelly y Nick levantaron las manos, y casi al unísono dijeron: —Descansar, por favor. Livi rió y asintió con la cabeza. Tomó a Amelia de brazos de Zane, frotó la nariz contra la mejilla del bebé. —Os llevaré a vuestra habitación. Nick y Kelly se arrastraron detrás de ella, todavía revisando la enorme casa mientras subían la gran escalera. —No me importaría comer algo —dijo Zane—. Tal vez un poco de café. Ty dio un paso y estiró la cabeza, observando a Nick y Kelly mientras desaparecían en el primer piso. —Me gustaría un tour.

Deuce tomó el brazo de Ty para apoyarse en él mientras caminaba. —Llevaré a Zane a la cocina y te daré un medio tour, ¿qué te parece? —¿Dónde están todos? —preguntó Zane. —Los invitados no llegarán hasta el día de la ceremonia. Hasta entonces, es sólo la familia y la fiesta de bodas. —Jesús, Deacon, ¿en qué diablos te has metido? —Siseó Ty. Deuce bajó la voz, tratando de no reír. —Yo sólo iba a por la chica de yoga sexy, ¿de acuerdo? Zane soltó una carcajada mientras los seguía. Deuce los condujo a través del vestíbulo, señalando diferentes habitaciones a medida que pasaban. Había un estudio de caballeros y una sala de billar, un salón y una salita de recepciones, una oficina con la puerta cerrada, una sala de estar, una sala matutina y un comedor y un pasillo que conducía a más habitaciones, que según informó Deacon incluía una piscina y un teatro. La cocina estaba situada en la parte inferior de un tramo de escaleras de caracol. Zane tuvo que doblar la cabeza. Una mujercita de pelo blanco y aspecto de querubín se paseaba por la cocina, tarareando suavemente mientras preparaba lo que parecía una simple y enorme cena. Se detuvo y sonrió cuando los vio. —Señores, ésta es la Sra. Aileen Boyd. La cocinera de Stanton Hall —les dijo Deuce—. Señora. Boyd, este es mi hermano Ty y su compañero Zane. Aileen se acercó a saludarlos. Tenía una mancha de harina en la mejilla. También tenía un gran cuchillo en una mano con guantes de goma. Ty se apartó discretamente de ella. —Encantado de conoceros a los dos —dijo, su sonrisa genuina y cálida—. Habéis venido a buscar comida, ¿verdad? Zane miró alrededor de la cocina y sacudió la cabeza. —Está tan ocupada aquí, no nos atreveríamos a molestarla. —¡Oh, no seas tonto! —dijo Aileen con un gesto de su mano que cubrió a Ty con una fina niebla de harina—. Habéis estado viajando, y los chicos grandes necesitan mucha comida. Aqui, tomáis lo que necesitéis. —Se dirigió de nuevo a su puesto de trabajo, ofreciéndoles toda la cocina. Ty le lanzó a Deuce una mirada vacilante, y Deuce se encogió de hombros. Se prepararon pequeños platos de comida para aguantar hasta la cena. Zane se encontró admirando la cocina prístina. Había cuatro hornos, dos refrigeradores con puertas de cristal, un gran congelador de acero inoxidable, y lo que parecían kilometros de

mostrador lleno de ollas, sartenes, electrodomésticos y comida. Las paredes eran de piedra, decoradas con figuras talladas. Parecía muy extraño que una cocina estuviera cubierta de ángeles tallados, pero rápidamente se dio cuenta de que una habitación subterránea de este tamaño sólo podría haber comenzado la vida como una cosa: una capilla. —Ahora nos quitaremos de en medio, señora Boyd —dijo Deuce. Ella saludó alegremente, se llevaron los platos con ellos y se dirigieron hacia arriba por la escalera de caracol hasta el vestíbulo principal. Deuce los condujo hacia lo que llamó la sala matinal, y allí encontraron varias mesas pequeñas preparadas para cenar. En uno de ellas, un hombre estaba puliendo un candelabro de bronce con un paño azul. Se sobresaltó cuando aparecieron, luego se llevó una mano al pecho y les sonrió. —Me han sobresaltado. —Lo siento, Hamish —dijo Deuce—. Le estoy dando a mi hermano y a su compañero un pequeño tour. Chicos, este es Hamish Boyd, el mayordomo de la casa. Hamish, éste son Ty y Zane. —¿Boyd? —preguntó Ty—. ¿Acabamos de conocer a su mujer? —Es posible, si estabas explorando la cocina. —Hamish terminó de pulir y volvió a colocar el candelabro en su justo lugar—. ¿Os gustaría alguna cosa? —No, Hamish, gracias —dijo Deuce. Hamish asintió y cogió otro candelero para pulir. Ty se volvió hasta mirar a Deuce, con una sonrisa en sus labios. —¿Qué? —preguntó Deuce. —Tienes un mayordomo. Te juzgo tan duro ahora mismo —dijo Ty en voz baja. Zane intentó desesperadamente ahogar su risa mientras el tour continuaba.

*

*

Nick y Kelly siguieron a Livi a la suite que había designado para ellos. La habitación era moderna, con suelos en tonos plateados y muebles de color ébano. Una cama con dosel con una gasa gris y brillante estaba frente a una intrincada chimenea, con un espejo adornado y repisa tallada con ángeles. Una lámpara de araña de plata proyectaba suaves luces sobre suntuosas sábanas de tonos grises. En el exterior de la puerta había un pequeño letrero de madera con sus nombres tallados en él, un estilizado & entre ellos, colgado con una cinta roja. Livi se sonrojó cuando Nick lo miró.

—Realmente lo siento, lo entendí completamente mal cuando Ty me llamó y me dijo el nombre de tu invitado –dijo—. Puedo hacerte otro cartel. Nick rió y señaló a Kelly con el pulgar. —Culpa al doc, él es el que tiene nombre de niña. Kelly lo golpeó en las costillas. —No te preocupes por nosotros. Estoy seguro de que estás hasta arriba con cosas de las que ocuparte, así que puedes marcarnos directamente fuera de tu lista. Estamos contentos. Nick asintió con la cabeza, tratando de recuperar el aliento. La niñita seguía sonriéndole, extendía la mano hacia él, pero Nick no se sentía cómodo respondiendo. No manejaba bien a los niños. Livi sonrió, sus hombros se relejaron aliviados. Levantó a Amelia en la cadera. —Gracias a los dos. Por tantas cosas. Ni siquiera puedo empezar. Nick dirigió una débil sonrisa a Amelia antes de volver a encontrarse con los ojos de Livi. Podía ver la tensión alrededor de sus ojos y su boca, la preocupación que estaba tratando de ocultar detrás de la tarea de ser anfitriona. Esta no era la forma en que se suponía que una novia candorosa debía sentirse. Por primera vez, Nick empezó a preocuparse. —Bueno, os dejaré descansar —dijo Livi—. Esta noche hay una cena de bienvenida, a las siete en el patio trasero. Después de eso, Deacon y yo trataremos de informaros de lo que está pasando. —Suena bien —dijo Nick, manteniendo su voz suave. Kelly extendió el puño cuando Livi pasó y Amelia lo chocó por encima del hombro de su madre. Rio mientras Livi se la llevaba. Kelly se rio entre dientes y empujó la pesada puerta tras ellas, dejándolo a él y a Nick solos por primera vez en casi veinticuatro horas. Se miraron durante unos segundos, y justo cuando Nick estaba a punto de acercarse, Kelly sonrió astutamente y se alejó. Miró a la chimenea, caminando con las manos en los bolsillos. Nick seguía tras él, observando cómo se movían sus hombros, la forma en que inclinaba la cabeza y exponia el cuello. —Kels —susurró Nick. Kelly se volvió para sonreírle. —¿Cuándo vamos a decírselo? —Si se lo decimos a Ty ahora, se va a poner como un balístico, y arruinaremos la boda de esa pobre chica. Y tú lo sabes. Kelly se echó a reír.

—Entonces… ¿en el avión de vuelta a casa para que no pueda estar armado? —De acuerdo —gruñó Nick. Dio un último paso y agarró a Kelly por la parte superior de los brazos, empujándolo contra la pared de paneles junto a la chimenea. Apretó sus cuerpos y besó a Kelly con avidez. Kelly se echó a reír, extendiendo las manos para agarrarse a lo más cercano para equilibrarse. La mano cayó sobre una de las tallas de ángel, aquel cuya ala doblada estaba unida a la chimenea por una bola y una cadena delicada. Algo resonó dentro de la chimenea, y antes de que pudieran romper el beso, la pared cedió detrás de la espalda de Kelly y ambos cayeron en un espacio hueco detrás de él. Nick trató de agarrarse al borde de la nueva apertura, pero Kelly no lo soltó y se estrellaron sin gracia contra el suelo. Ambos se reían antes de que el polvo se asentara. —Oh –gimió Kelly, todavía riendo—. ¿Qué diablos ha ocurrido? Nick se levantó y miró a su alrededor. Las paredes eran huecas, con al menos un metro de espacio entre la gruesa piedra y el yeso de cada habitación. El pasadizo terminaba en un callejón sin salida donde se hallaba el pasillo, pero en la otra dirección parecía girar en una esquina de la pared exterior. Rayos de luz perforaban la oscuridad en lugares extraños, destacando telarañas y motas de polvo flotantes. —Este lugar se vuelve más y más espeluznante —murmuró Nick. Se impulsó hacia arriba, ayudando a Kelly a levantarse y sacudiéndose el polvo. Miraron por la curva del pasadizo, luego se miraron a los ojos. —¿Quieres ver a dónde va? —preguntó Kelly, con los ojos brillantes. —Infiernos, sí. Sacaron sus teléfonos y encendieron la aplicación de la linterna. Kelly tomó la delantera, la mano de Nick en la parte baja de su espalda mientras se movían juntos en el pequeño espacio con una facilidad practicada. Cuando llegaron a la curva del pasadizo, se estiraba en ambas direcciones como Nick había sospechado, pero también les presentó un conjunto estrecho de escaleras de piedra en espiral. Cada uno apuntaba sus luces en direcciones opuestas. A escasa distancia, la pared bajaba tanto que tendrían que gatear para meterse debajo. Nick suponía que era el marco de la ventana. —¿Arriba o abajo? —Preguntó Kelly. Nick puso sus labios contra la oreja de Kelly, sonriendo. —Abajo. Kelly se estremeció, apoyándose brevemente en la mano de Nick. Lograron no ceder a la tentación en ese momento y en su lugar bajaron por los escalones para ver dónde acababan. Los escalones eran tan estrechos que el pie de Nick no encajaba en ellos, aunque lo volviera de costado. Sus hombros rozaban a ambos lados de la escalera. Se alegraba de no ser claustrofóbico porque se sentía un poco como quedarse atrapado en un agujero mientras descendían.

Kelly lo miró una vez que la escalera fue tan estrecha que tuvo que girar para bajar. —Supongo que esto descarta mostrarle a Ty esta mierda. Nick asintió. Ty se asustaría por completo tratando de bajar por aquí. En la base de la escalera se abrió de nuevo. Había más rayos de luz que Nick supuso que eran mirillas en las habitaciones. También asumió que había más maneras de entrar y salir, pero no vio indicaciones a lo largo de las paredes. Kelly se dirigió a la primera mirilla y miró, luego hizo un sitio para que Nick mirara. La habitación era el estudio de caballeros, decorado con materiales pesados y ricos en lugar de los ligeros y modernos como las otras habitaciones que habían visto. Alfombra verde, madera pesada, asientos de cuero. Las paredes estaban revestidas de cuero, y el olor de puros caros permanecía incluso sobre el olor de madera antigua dentro del pasadizo. Deuce y Zane estaban sentados en sillas de cuero cerca de la chimenea, y Ty estaba sentado en el brazo de la silla de Zane mientras hablaban. Deuce estaba hablando con Ty. —Los Stanton son muy... por favor no agites ningún arma ni mates nada en su presencia. Ty levantó la mano. —Prometido. —Esa es la promesa de las Girl Scouts, Ty —observó Deuce, inexpresivo. Ty miró los dedos que había levantado y luego se burló de Deuce. —En realidad, no esperas que necesitemos armas, ¿verdad, Deuce? —preguntó Zane. —Él nunca necesita una excusa —la respuesta de Deuce fue tan sufrida como su gesto a Ty. Se rieron, pero luego Deuce se puso serio una vez más—. La verdad es que no lo sé. Cuando nos sentemos esta noche con Theodore, creo que todos averiguaremos un poco más al respecto. Ty y Zane asintieron ambos preocupados. —Gracias por traer a tus amigos —añadió Deuce. Parecía cansado. —Siempre. —Ty levantó la mirada y revisó el estudio, como si estuviera sintiendo algo. Se estremeció visiblemente—. Este lugar me da escalofríos, tío. Deuce se echó a reír. —No, en serio, siento ojos sobre mí aquí. Kelly resopló. Nick rápidamente le dio una palmada en la boca y la nariz, mordiéndose el labio para no reírse también.

Ty giró la cabeza y sus ojos se movieron adelante y atrás sobre la sección de la pared que tenían detrás. Su oído agudo había captado algo, y la demostración de sus sentidos depredadores hizo que el vello de la nuca de Nick se erizara. Se agarró Kelly con más fuerza, y ambos contuvieron la respiración. —¿Has oído eso? —Preguntó Ty. Deuce rió más fuerte. —Sí, Ty, las paredes te están hablando —bromeó Zane. —Escuché algo. —Descansad un poco antes de la cena —animó Deuce, todavía riéndose—. Antes de que Ty abra algún tipo de investigación paranormal. —Eso no es gracioso –insistió Ty mientras sus penetrantes ojos recorrían el escondite de Nick y Kelly por última vez. Nick se preguntó cómo demonios estaban ocultas las mirillas si Ty no podía detectarlas. Ty se volvió para seguir a Deuce y Zane fuera, pero Nick podía decir que estaba en estado de alerta sólo por la forma en que se movía. Su voz se apagó al salir de la habitación. —Este lugar es espeluznante, Deacon. Nick y Kelly apenas contuvieron su risa. Kelly sonrió ampliamente. —Esto podría ser divertido. ¿Quieres ver a dónde más lleva? Nick estaba sonriendo y asintiendo con la cabeza. —¿Quieres ir a conseguir el primer desnudo? —Sí. —Tomó la mano de Nick y tiró de él hacia los escalones de piedra.

*

*

Ty podía escuchar a Nick y Kelly discutiendo mientras Zane y él se acercaban a su habitación. Nick y Kelly estaban en la habitación de al lado, con un bonito cartel de madera con sus nombres grabados. Ty rió y se lo señaló a Zane. Aunque por cómo se comportaban Nick y Kelly, era probable que a ninguno de los dos les importara. Probablemente estarían peleando por quien se lo llevaba a casa al final de la semana. Se detuvo ante su puerta y ladeó la cabeza para escuchar, pero no pudo distinguir las palabras de la discusión. Se intercalaban con risas, por lo Ty no estaba demasiado preocupado porque fuera una verdadera pelea. Llamó a la puerta, luego probó la manilla para ver si estaba cerrada con llave y la abrió.

Se detuvo en seco cuando se encontró con Nick y Kelly en la cama de matrimonio que compartían. Nick estaba recostado contra la cabecera con nada más que sus bóxer y una camiseta de los Red Sox desgastada, Kelly estaba arrodillado a su lado sosteniendo un pequeño tubo de algo. —¿Era eso realmente necesario? —preguntó Nick mientras se limpiaba una sustancia blanca que gotea desde su pantorrilla. Kelly se estaba riendo con fuerza. —Lo siento, ¡simplemente disparé fuera! Los dos hombres levantaron la vista cuando se dieron cuenta de que Ty y Zane estaban en la puerta. —Eh —dijo Nick. —¿Qué coño estás haciendo? —Preguntó Ty con horror. Kelly levantó el tubo. —Primeros auxilios. —Está montando un jodido lio, eso es lo que está haciendo —corrigió Nick. Se rascó la pantorrilla. —Está rascándose hasta hacerse sangre, yo estaba tratando de ponerle esta crema de hidrocortisona mientras le tenía inmóvil —explicó Kelly—. Sin embargo, el viaje en avión debe haber hecho que los ingredientes se separen o algo, porque... nunca he visto a esta mierda hacer eso. Nick se rió. Kelly empujó su rodilla para hacerle girar sobre su costado, y luego puso la punta del tubo en su pantorrilla donde la piel estaba roja con arañazos. Cuando apretó, sin embargo, otra corriente delgada de líquido opaco se disparó en lugar de la crema espesa que se suponía que era. —Eso es obsceno —murmuró Zane. Kelly rió más fuerte y limpió la pierna de Nick antes de que pudiera gotear a las sábanas. —¡Oh, Dios mío! —Gritó Nick—. ¿Qué tipo de puto matasanos eres? —¡Lo siento! —Es un tubo de crema, ¿cómo de difícil es eso exactamente? —¡Se han separado! —¡Vas a dormir sobre lo mojado esta noche! —No, no es culpa mía.

Zane finalmente se perdió. Riendo, entró en la habitación y se sentó en el extremo de la cama. —Jesucristo —dijo Ty, acercándose más—. No queréis saber lo que pensé que estaba pasando aquí. Nick levantó la vista, con el ceño fruncido mientras se rascaba la pantorrilla. —No entiendo por qué todavía te pica, no hay mordedura ni nada —se quejó Kelly. —Ni siquiera eres alérgico a nada —añadió Ty—. ¿Dónde has estado? —No lo sé, pero me pica —se quejó Nick—. Creo que este lugar sabe que soy irlandés. Kelly soltó una risa. Colocó el tapón en el tubo y lo sacudió vigorosamente. El mismo líquido persistente se disparó por debajo del tapón apretado y le dio a Nick en la cara. Nick aulló y se dejó caer de lado, cubriéndose la cara y riendo de manera estridente. Kelly se lanzó hacia adelante, riendo con tanta fuerza que tuvo que apoyar la cabeza en la cadera de Nick. Zane prácticamente estalló en carcajadas. —¡Has acertado en mi boca!—gritó finalmente Nick. Rodó de espaldas, arañándose el rostro. Kelly aullaba, resoplaba y se reía con demasiada fuerza como para responder. Enterró la cara contra el estómago de Nick y sacudió la cabeza, sosteniendo el tubo de crema hacia arriba. —¡En mi boca! ¿Esa mierda es venenosa? ¿Voy a morir? —Nick manoteó en la mesita de noche buscando su botella de agua, bebió un trago y se limpió la cara con una almohada frenéticamente. Kelly levantó el tubo de crema de cortisona de nuevo, y cuando Nick lo vio salió de la cama y cayó al suelo de madera. —¡No te atrevas a acercarte a mí con esa mierda! ¡Prefiero la picazón! Kelly trató de discutir, pero no podía recuperar el aliento. —Me voy a dar una ducha —gritó Nick, angustiado. Se quitó la camiseta y se secó la cara con ella, luego desapareció en el cuarto de baño y cerró la puerta. Zane se estaba sosteniendo su estómago, tratando de sentarse y reír al mismo tiempo. Kelly reía. Tapó rápidamente el tubo y luego lo arrojó hacia el cubo de la basura. Miró a su alrededor en busca de algo con lo que limpiarse las manos y Ty se alejó de él. —Había tantas cosas mal con eso –le dijo Ty, cerca de las risas. Kelly resopló. —¿Qué necesitáis chicos?

Ty sacudió la cabeza. —Ni siquiera lo recuerdo. Zane se rió. —Siento que acabo de ver porno gratis. —Oh, mira esta mierda que encontramos antes –dijo Kelly, sonriendo como un niño pequeño mientras saltaba por delante de Ty hacia la chimenea. Alcanzó uno de los ángeles tallados, uno de rodillas con sus manos entrelazadas. Una cadena corría a través de su ala rota y se unía a una bola más arriba de la repisa. Tiró de la cabeza del ángel. No pasó nada. Ty y Zane se miraron, y Ty se llevó dos dedos a los labios para indicar a Kelly que podría haber estado fumando en lugar de descansar. Zane resopló. —Eso es raro —dijo Kelly. Lo intentó de nuevo, tirando de la cabeza del ángel. Una vez más, no pasó nada. Miró por encima del hombro—. Juro por Dios que esto antes abrió una puerta. Ty rio. Kelly lo examinó con el ceño fruncido, empujando la pared junto a la chimenea. —No, en serio. —Te creemos, Doc —dijo Zane amablemente. —¡No! ¡Había una puerta aquí! Las paredes son huecas, y hay unas escaleras y todo —insistió Kelly. Miró a la puerta del baño—. ¡Nick! —¡No! –Gritó Nick desde el baño. El agua se apagó—. No, no, no. Zane se echó a reír de nuevo. Kelly apoyó el hombro en la pared, inclinándose contra ella. Extendió la mano para tirar de la cabeza del ángel de nuevo. —¡Maldición! Nick salió del cuarto de baño con una toalla envuelta alrededor de su cintura. Observó a Kelly durante unos segundos antes de decir. —Tira de su ala. Kelly le miró, luego a la talla. Tiró del ala de aspecto frágil y algo hizo clic dentro de la chimenea. La pared cedió contra su hombro y se tambaleó hacia los lados antes de equilibrarse. Zane se puso de pie, y Ty dio un paso hacia delante, abriendo los ojos. —¡Eso es genial! —Gritó Zane. Ty dio otro paso, mirando hacia el oscuro pasadizo.

—¿Cómo diablos encontrasteis esto? Kelly miró a Nick, abriendo la boca y cerrándola como un pez. —Él, eh —dijo Nick rápidamente—. Él tropezó con el soporte de madera de ahí abajo. Se agarró cuando caía. —¿Lo habéis seguido? —Preguntó Zane, con los ojos marrones brillantes. Ty se quedó sin habla por un momento, la mirada fija en él. Buen Dios, el hombre era hermoso. No sabía si era porque lo había echado tanto de menos, pero estaba bastante seguro de que Zane se había vuelto aún más atractivo mientras había estado desplegado. La plata en el cabello de las sienes se había incrementado, y la luz de sus ojos estaba allí más a menudo que antes. Había adelgazado, perdiendo un poco de la mayor parte de sus músculos, pero seguía siendo delgado, y sus trajes parecían quedarle un poco mejor que antes. Había una ingravidez en él ahora, algo que no había estado allí antes, como si finalmente se hubiera quitado la carga de su pasado. Levantado no. Nadie había levantado la carga de Zane por él, se la había quitado él mismo, como una oruga desplegando sus alas para convertirse en una mariposa. Ty nunca le diría a Zane que pensaba en él como una mariposa, por supuesto. —Lo seguimos un poco —contestó Nick, recordando a Ty que nadie más en la habitación estaba embelesado y que todavía estaban hablando—. Abajo al estudio. Os vimos a los dos allí con Deacon. Ty apuntó con un dedo a su cara. —¡Sabía que alguien me estaba observando! Nick y Kelly rieron. —Me dejasteis pensar que estaba siendo acosada por un fantasma, ¡jodidos locos! Kelly rió más fuerte. Empujó el ala del ángel, y la abertura en la pared crujió al cerrarse. —¿Hay más puertas? —Preguntó Zane. Kelly se encogió de hombros. Ty se quejó a Nick y lo empujó suavemente, y Nick le dio un manotazo. —Podemos volver más tarde y explorar —dijo Kelly, sonriendo como el gato de Cheshire. —Creo que algo ahí me picó —dijo Nick. —Pero no eres alérgico a nada —sostuvo Kelly. —Lo sé, pero me he duchado y ya no me pica. —Un fantasma te metió mano —bromeó Ty. —Cállate.

—Un fantasma te pasó ladillas –añadió Ty mientras saltaba hacia la puerta. —¡Cállate! —Nick estaba mirando a su alrededor buscando algo que tirar, y Ty se precipitó hacia la puerta. Él y Zane escaparon mientras Kelly observaba la pared y el ángel que estaba encadenado a la chimenea y Nick encontraba un proyectil.

Capítulo 3

Zane y Ty tenían el tiempo justo para ducharse y relajarse, y eso fue lo que hicieron. Juntos. Cuando el agua comenzó a correr fría, la cerraron y se quedaron en la ducha durante varios minutos más, hasta que el frío les llevó a la cama bajo las mantas. Se quedaron dormidos envueltos el uno en el otro. Cuando Zane se despertó, salió de los brazos de Ty y se puso una bata. Se dirigió hacia las puertas del balcón y se quedó apoyado en el marco, contemplando los jardines, los acantilados y el océano agitado. La cama crujió y se volvió. Ty estaba sentado en el borde, vistiendo sólo sus pantalones de chándal, observándolo. —¿Qué te parece? —preguntó después de otro momento de silencio. —Es espectacular. No creí que fuera tan jodidamente hermoso. Pero es… áspero y cautivador. Los ojos de Ty se desviaron hacia la vista prístina detrás de Zane, luego de vuelta a Zane. Sonrió lentamente. —Como alguien que conozco —añadió Zane. Alzó una ceja—. Siento la travesura creciendo. Ty se levantó y se unió a Zane junto a las puertas. Este se volvió y Ty se detuvo en la puerta, delante de él con la misma sonrisa torcida en sus labios. Se sentía como si tuviera algo importante que decir, pero el entorno parecía estar superándole. Más allá de los cuidados jardines de abajo, un escarpado acantilado se extendía en cualquier dirección, llevando al mar enojado. —¿Ty? Ty respiró hondo y agarró la mano de Zane. —¿Qué estás haciendo ahora? —preguntó Zane, aún más receloso. —Cásate conmigo, Zane. Zane se quedó sin aliento. Su mano se tensó involuntariamente en la de Ty, y todo lo que pudo hacer fue mirar fijamente a sus ojos. Nunca había soñado que oiría a Ty decir esas palabras, especialmente no tan pronto después de su regreso a casa. Nunca había soñado que experimentaría la mitad de las cosas que Ty le había ofrecido. Se

llevó la mano de Ty a sus labios y besó sus dedos, inhalando profundamente para calmar todo lo que de repente se agitaba dentro de él. Quería casarse con Ty. Pero todavía no, no cuando todavía tenían tanto que aprender sobre sí mismos y entre sí. —No –suspiró. —¿No? —No —repitió Zane tembloroso. Ty resopló. Gracias a Dios se veía perplejo en lugar de molesto, una ceja levantada y una sonrisa suave en sus labios. —¿Ni siquiera vas a pensar en ello? —No —repitió Zane, más confiado esta vez. Se sintió aliviado de que Ty no pareciera herido, pero también sabía lo bien que Ty podía ocultar sus sentimientos. Tomó su cara entre las manos, apresurándose a explicárselo—. Te conozco, Ty. Y sé que el pensamiento probablemente sólo saltó a tu mente. No lo has pensado. No lo has mirado desde otro ángulo que no sea el que podemos ver desde nuestro balcón. —Eso no lo hace menos sincero —dijo Ty frunciendo el ceño. —Ya lo sé, muñeco. —Zane respiró profundamente, deseando tener las palabras para explicarle lo que significaba para él, lo mucho que realmente quería lo que Ty le estaba pidiendo. El tiempo no era el correcto. No se sentía correcto decir que sí, no después de haber estado separados durante tanto tiempo, no después de todo lo que les había pasado. No después de que ambos hubieran cambiado tanto. Sin embargo, nada parecía una explicación adecuada, no cuando tanto de él sólo quería decir que sí. Así que suspiró. —Vamos... vamos a conocernos de nuevo primero. Y piensas en ello tanto como yo hago con todo. Y si puedes convencerme de que has hecho eso, entonces, cuando me lo pidas, te responderé tan rápido como siempre haces tú. Los labios de Ty se arquearon, y no apartó los ojos de los de Zane cuando se inclinó hacia atrás. —¿Estás diciendo que no? Zane se acercó y lo besó. Sus labios se movieron contra Ty cuando murmuró: —Estoy diciendo que no por ahora. Ty acarició su mejilla, sus dedos jugaron con las puntas de los rizos de Zane. —Voy a seguir preguntando hasta que digas que sí. —Eso espero. —Zane sonrió cuando añadió—: Trata de ser creativo la próxima vez, ¿eh? Ty lo besó una última vez, luego le empujó por el pecho y le palmeó la mejilla con fuerza.

—Gilipollas —gruñó antes de darse la vuelta. Zane alcanzó a Ty para agarrar el marco de la puerta, atrapándolo en el sitio. —No te enfades —gruñó. Ty sonrió, levantando la barbilla para un beso. Justo antes de que sus labios se rozaran, hubo un fuerte golpe en la puerta. Zane se apartó, y Ty resopló irritado. —Y así comienza. Zane se rio y soltó a Ty, fue a su maleta para desempaquetar y encontrar ropa para la cena. Cuando Ty abrió la puerta, Mara Grady se arrojó en sus brazos y lo abrazó con fuerza. Él se rio de la sorpresa y le devolvió el abrazo. —Hola, ma. —¡No me digas “hola, ma”! ¿Por qué diablos no viniste a verme tan pronto como llegaste aquí? Te fuiste durante un año… —Menos de seis meses. —Y no puedes venir a ver a tu madre —gruñó ella, sosteniéndole por los anchos hombros y sacudiéndolo. Entonces lo abrazó de nuevo, presionando su mejilla contra su pecho y acariciándole la espalda. —También te eché de menos, ma. Zane se rio entre dientes y se acercó. Mara soltó a Ty y prácticamente lo empujó a un lado mientras entraba en la habitación. —No creas que puedes ocultarte de mí —le dijo a Zane—. Ven aquí y dame un abrazo. —Sí, señora —dijo Zane, y la sonrisa en su rostro era honesta cuando la abrazó. —¡Los dos parecéis tan guapos! —dijo Mara, aunque Zane seguía vistiendo la bata y Ty llevaba un par de pantalones de chándal. Ty rio, pasándose una mano por la barbilla mientras cerraba la puerta. —¿Donde está papá? —Aun tratando de convencer a tu abuelo que no acabamos de golpear la costa de Guadalcanal y de que no debería golpear a nadie en la cabeza con la pala. —Mara soltó a Zane y se puso las manos en las caderas. Ty se mordía el labio con fuerza mientras trataba de no sonreír. —¿Has venido a buscar refuerzos?

—Bueno, no —dijo Mara, pensativa—. Puede que no sea una mala idea. —¿Realmente trajo la pala? ¿En el avión? —preguntó Zane, sin reprimir muy bien su risa. Mara se encogió de hombros. —No vendría de otra manera. —Habrá causado impresión a los suegros —dijo Ty en voz baja—. ¿Sabes dónde está tu habitación, ma? —Estamos en la otra ala. Allí estamos los vejestorios y los casados. Los jóvenes alborotadores están en este lado. Zane se rio antes de poder detenerse. —Hablando de alborotadores, ¿dónde está Nicholas? También tengo un abrazo para él. —Él y Doc están en la habitación de al lado —respondió Ty. —¿Doc? ¿Quien era? —El que perdió a sus padres cuando era joven. Lo llevé a casa para Acción de Gracias una vez. Le dijiste que querías envolverlo y hornearlo en un pastel y nunca regresó. —¡Oh, ése! Oh, es una monada. Un poco asustadizo. Bueno, asegúrate de que Nick venga a saludarnos a tu padre y a mi, ¿entiendes? Earl preguntaba por él. —Sí, señora. —Bueno. Sólo quería darte un abrazo antes de que te metieras en problemas —les dijo mientras se dirigía a la puerta. —¿Por qué todos suponen que me voy a meter en problemas? —preguntó Ty, con la ceja fruncida. —Porque te conocemos, cariño —le dijo Mara. Fue hacia él y le acarició la mejilla— . Muchachos, nos vemos en la cena. Después de cerrar la puerta, Ty le disparó a Zane una sonrisa maligna que casi hizo que llegaran tarde. Afortunadamente, era un asunto informal, o nunca se habrían preparado a tiempo. Como fuera, Ty todavía estaba metiéndose la camisa y arreglando la corbata cuando se dirigían al patio trasero de la enorme casa. Alguien silbó detrás de ellos mientras bajaban corriendo las escaleras. Zane miró por encima del hombro para encontrar a Nick y Kelly, ambos bien descansados y más relajados que antes. También era la primera vez que Zane había visto a los hombres con traje. —Tíos guarros —dijo Nick en voz baja.

—Cállate —murmuró Ty, todavía atándose la corbata. Zane solo sonrió y le dio a Nick un guiño descarado. Se dirigieron a la fiesta con un puñado de otros invitados. Zane no sabía los números, pero estimó que había alrededor de treinta personas en la isla, y otros cien debían aparecer el día de la ceremonia. No era una gran boda para una familia tan prominente. Era sólo la familia y amigos, tal vez, pero no socios de negocios. Zane sabía cómo iban estos asuntos, y lo encontró particularmente extraño. Miró a Ty, su cuerpo calentándose por todas partes. Ty le había pedido que se casara con él. Había sido completamente sincero, también, en la forma en que sólo Ty podía ser cuando pensaba algo de improviso. Le provocó una sonrisa espontánea, y rápidamente cambió su expresión a algo un poco menos embelesado cuando se unieron a la multitud. El patio estaba lleno de calefactores al aire libre y cubierto con una carpa grande de fiesta con ventanas de plástico y lazos para mantener las puertas cerradas contra el viento. La carpa protegía partes del jardín, también, dando al espacio una sensación de exterior sin el congelamiento de estar al aire libre. Ty y Zane habían sido puestos en la mesa de honor con Deuce y Livi, Nick y Kelly estaban en la mesa de al lado con los otros miembros de la fiesta de bodas. Se separaron y se sentaron justo a tiempo, superando a Deuce y Livi por sólo segundos. Zane conocía a todos en su mesa, excepto a la pareja mayor que suponía eran los Stanton, y un hombre más joven que probablemente era el hermano de Livi. No tuvieron tiempo para las presentaciones antes de que un hombre se acercara a la mesa para decir hola. Ty y Deuce se pusieron de pie abruptamente, y Zane y los Stanton se estremecieron cuando lo hicieron. Zane levantó la vista para ver al Subdirector Richard Burns de pie allí. Ty se acercó para estrechar la mano de Burns. —Señor. —Tyler. Deacon —dijo Burns mientras estrechaba las manos de Ty y luego de Deuce. Se volvió hacia el padre de Ty, Earl, quien estaba en el proceso de empujar su silla hacia atrás. Se abrazaron cálidamente. Livi se aclaró la garganta. —Mamá, papá, este es el director Richard Burns, un querido amigo de la familia Grady. El hombre alto y de pelo blanco se puso de pie y ofreció una mano a Burns. —Theodor Stanton. Encantado de conocerle, Director. Esta es mi esposa, Susan. Mientras intercambiaban saludos, Livi continuó. —Y este es Tyler Grady, el hermano de Deacon. Y el agente especial Zane Garrett, compañero de Ty.

—Encantado de conoceros a todos —dijo Zane, poniéndose de pie y estrechando la mano de Stanton cuando se la ofreció, tal como Ty había hecho. Burns tomó la mano de Livi en un saludo delicado y formal. —Enhorabuena, querida, estás preciosa. —Gracias, Director, es muy amable de su parte. Burns asintió con la cabeza a todos, luego le dio un guiño a Earl y se dio unas palmaditas en el bolsillo de la solapa mientras se alejaba. —Earl, te encontraré más tarde. La mano de Ty buscó la de Zane debajo de la mesa, apretando. Entonces su pulgar acarició la palma de Zane, y cualquier cólera o resentimiento dirigido hacia el director que había estado burbujeando dentro de Zane comenzó a desvanecerse. Miró a Ty para encontrar que le observaba. Ty hizo una mueca silenciosa: —Te amo. Zane no pudo evitar sonreír. Se dedicaron a un par de minutos de charla antes de que Deuce y Livi se pusieran de pie y Deuce golpeara su copa cristal con un cuchillo. La habitación se calló rápidamente y todos los ojos se volvieron hacia ellos. —Buenas noches a todos —dijo Deuce, solo lo suficientemente alto para llegar a todas las mesas. Poseía cierta presencia, como un hombre acostumbrado a hablar a grandes multitudes o a estar en el centro de atención. Sonrió mientras hablaba—. Vosotros sois nuestra familia más cercana y querida, y queremos agradeceroslo a todos por hacer este viaje para estar aquí con nosotros. Esperó un segundo y Livi se hizo cargo. —Deacon y yo decidimos que queríamos que nuestras familias y amigos disfrutaran de esto tanto como nosotros, por lo que todos fuisteis invitados a pasar la semana entera con nosotros. —Dirigió una sonrisa cariñosa a Deacon. Él la abrazó por su delgada cintura—. Los ensayos y la planificación se están manteniendo al mínimo. —Lo suficiente para asegurarnos de que no hacemos el tonto —aseguró Deuce, riendo. —Y así todos podemos sacar el máximo provecho de esta experiencia. Os pedimos que os divirtáis esta semana como nuestros invitados más queridos. —Y si participáis del bar abierto, por favor, manteneos alejados de los acantilados. Más risas surgieron de la multitud, y cuando Deuce levantó su copa hasta brindar, fue seguido por aplausos.

Aparecieron camareros para encargarse del buffet. Zane se quedó en su asiento y observó cómo otros se ponían en fila. Sonrió cuando Deuce abrazó a Livi y le besó la frente. Trató de recordar lo que había sentido antes de su boda, pero no recordaba mucho más que nervios. Deuce y Livi parecían algo nerviosos, a pesar de los problemas que aparentemente se estaban produciendo. Eran una buena pareja, y Zane estaba genuinamente feliz por ellos. Cuando sus ojos se encontraron con Ty, encontró a su compañero relajado en su asiento y lo observó con una pequeña sonrisa. Ty le guiñó un ojo, Zane se ruborizó con las mismas convicciones que había experimentado la primera vez que un guiño le había afectado. Levantó su vaso de agua y brindó con Ty antes de levantarse para unirse a la cola del buffet.

*

*

Tan pronto como terminó la cena y la gente se acercó a las bebidas y al baile, Deuce se levantó e inclinó la cabeza hacia Ty para indicar que debían entrar. Ty se volvió para buscar a Nick o Kelly, e inmediatamente encontró los agudos ojos de Nick sobre él. Le hizo un gesto con la mano para que lo siguiera, y Nick asintió. En la entrada del estudio, un hombre estaba de pie con una varita de detección de metales. Ty se detuvo y abrió las piernas con las manos extendidas. Zane hizo lo mismo cuando siguió a Ty al estudio. Ty seguía mirando alrededor de la habitación cuando una conmoción surgió detrás de él. —¿Por qué estoy siendo registrado? —preguntó Kelly. —Solo quédate quieto —ordenó el guardia. —Estoy quieto —dijo Kelly—. ¿Qué, esa cosa no funciona cuando estoy hablando? ¿Se distrae? ¿Es un detector de metales con SDA? —Jesucristo, Kels, solo déjale que pase la varita —dijo Nick, frotándose los ojos mientras estaba detrás de Kelly, esperando su turno. —Por lo general, primero consigo la cena. No, eso es mentira —dijo Kelly mientras el hombre agitaba la varita sobre su pecho. Kelly se aclaró la garganta y asintió con la cabeza, pero sus ojos brillaban cuando entró en la habitación. Nick se quedó obediente y dejó que el hombre pasara la vara, pero tal como Ty sabía, la varita se disparó en el muslo de Nick cerca de su bolsillo. —¿Tiene algún arma, señor? —le preguntó el guardia. Nick se desabotonó la chaqueta y volvió el bolsillo de su bolsillo. —Es metralla en mi muslo. Hay ciertas frecuencias que se disparan.

El hombre le dio unas palmaditas en el muslo, y luego pasó la varita de nuevo después de no encontrar nada en el bolsillo. Nick entrecerró los ojos. Cuando el hombre lo miró, Nick sacudió la cabeza. —No me quites los pantalones, tío. El tipo de seguridad bufó y le hizo un ademán para que entrara. Se juntaron en el estudio del padre de Livi, Theodore Stanton, y su hermano, cuyo nombre se le había escapado a Ty. Los dos hombres siguieron adelante y se colocaron junta a la puerta del estudio, sin ser discretos en absoluto sobre el hecho de que eran la seguridad privada de Stanton. Se llamaban el uno al otro English y Hardin. Ty los había catalogado como ex militares tan pronto como los había visto, y adivinó que los otros también lo habían hecho. Un hombre más se unió a ellos. A pesar de la noche informal, llevaba traje y chaleco. Sus movimientos eran rápidos y nerviosos, y su frente brillaba de sudor. Llevaba una piedra suave en la mano a modo de amuleto y la frotaba suave casi continuamente con el pulgar. Stanton lo presentó como Ernest Milton, el jefe de operaciones de la compañía. Parecía muy joven para una posición tan prestigiosa, lo que probablemente explicaba sus obvias cuestiones relacionadas con el estrés. —Señores —dijo Stanton mientras se servía un trago y sacaba un grueso cigarro de un humidificador sobre un escritorio en un rincón de la habitación—. Entiendo que Deacon os pidió que vinierais aquí como seguridad adicional. Ty enarcó una ceja. Miró por encima del hombro a Nick y Kelly, que fruncieron el ceño con fuerza pero sin parecer todavía a la defensiva. Stanton respiró hondo y miró a su hija, su expresión se suavizó. —Siempre he creído que demasiado es mejor que demasiado poco, así que gracias. Y bienvenidos. Eso sorprendió a Ty, y por el rabillo del ojo vio los hombros de Nick se relajaban. Habían estado esperando un poco de resistencia. Stanton continuó. —Mi familia siempre ha recibido amenazas. Me temo que así es el negocio. Pero cuando las noticias del nacimiento de Amelia salieron, algunas de esas amenazas volvieron su atención a ella. —¿Cómo? –Ty prácticamente gruñó. —Para ser perfectamente contundente: para tener influencia. Ty y Zane se volvieron hacia Deuce. Se había puesto mucho más pálido. Se encontró con los ojos de Ty y asintió con la cabeza. —Secuestrarla y usarla para obligar a Theodore a tomar decisiones para la compañía.

La sangre de Ty empezó a hervir ante el mero pensamiento. Esta gente no tenía idea de a qué tipo de fuego estaban jugando si iban tras Amelia. —Lo siento —dijo Kelly—. ¿Pero qué hace usted que es tan importante para sus competidores como para garantizar amenazas de esa magnitud? —Hace dos años, ofertamos por un contrato de defensa. Superamos a cuatro empresas. Hay algunos… proyectos sensibles empezados. —¿Ha aumentado desde entonces? —preguntó Nick. —Hemos recibido varias amenazas específicas sobre la boda, sí —dijo Deuce, con voz ronca—. No sólo contra Amelia, sino Livi, para mí y contra Theodore y Susan. Por eso hemos cambiado el calendario y reducido la lista de invitados a lo esencial. —Así que en el fondo, esto es un asunto de espionaje corporativo —murmuró Kelly. Él y Nick compartieron una mirada—. Deberías haber pedido a Owen que fueras tu cita. Nick le dio un asentimiento solemne. —Pero por lo menos tú te incomodas. Ty miró hacia atrás con un ceño fruncido. Ninguno de los dos se reía. Zane estaba sentado en el borde del sofá, apoyando los codos sobre las rodillas. Había estado callado hasta ahora, pero finalmente aprovechó la oportunidad para hablar. —¿Había alguna información específica? ¿Alguna indicación de cómo pretendían atacar o de lo que buscaban? —He traído las comunicaciones para que las veáis —dijo Deuce, y se dirigió al escritorio para recuperar una memoria flash. La sostuvo con aspecto culpable—. Lo siento, sé que no trabajas ahora mismo. Me siento mal por echarte esto encima. —Estás hablando de mi sobrina, Deacon, que se joda el trabajo —Ty gruñó. Se levantó y tomó el pen drive, luego se lo entregó a Zane. El nervioso jefe de operaciones, Milton, finalmente habló. —Nuestra seguridad está bien preparada para cualquier eventualidad. No prevemos un problema. Se han verificado los antecedentes de todo el mundo aquí, con la excepción de estos dos —añadió, señalando a Nick y Kelly. Ty levantó la vista a tiempo de ver a Kelly entrecerrar los ojos y a Nick erizarse. Ty se aclaró la garganta. —La autorización de seguridad de tu compañía no es lo suficientemente alta como para verificar sus antecedentes, así que no te molestes. El hombre bufó, rechazando las palabras de Ty con un gesto de la mano.

—Estas son personas en las que confío para proteger a mi hija —dijo Deuce, con voz dura. Examinó a los dos guardaespaldas—. Con todo el debido respeto por su preparación, por supuesto. —En pocas palabras, caballeros, no esperamos problemas —anunció Stanton antes de que se pudieran intercambiar más palabras—. Pero si llega el problema, tenemos la intención de lidiar con esto en casa. —Asintió con la cabeza hacia los dos guardaespaldas en la puerta. —Tenemos cinco hombres en la isla, con patrullas constantes —dijo el hombre llamado English. Sus ojos fueron de Ty a Nick y Kelly—. Nuestros archivos indican que sois marines, ¿no? —Así es —respondió Ty. Examinó al hombre de arriba a abajo. Era enorme, con bíceps de la circunferencia de pequeños árboles, y un pecho que parecía más un barril de cerveza y producía una voz profunda y resonante. Tenía la cabeza afeitada, y sus ojos marrones eran afilados y observadores. —¿Un Boina Verde? —preguntó Nick de improviso. Ty tuvo que mirar rápidamente su mano para ocultar una sonrisa. English se puso rígido. Asintió con la mandíbula apretada. Obviamente, no le gustaba que alguien pudiera catalogarle sin el beneficio de un archivo. —Fuerza Recon, equipo Sidewinder. Ahora no existe. El otro guardaespaldas, Hardin, sonrió, mostrando sus dientes torcidos. —Sidewinder. Como la serpiente. —La habitación estaba en silencio, esperando su explicación—. ¿Sabéis lo que solían llamar a los Boinas Verdes cuando estábamos activos? Ty trató de no poner los ojos en blanco. Detrás de él, Kelly respondió irónicamente: —Comedores de serpientes. Ambos hombres de seguridad se rieron entre dientes. —Tened cuidado, Sidewinder. No queréis que os coman. Nick soltó una carcajada. —Aprecio la oferta, Hoss, pero ya tengo a alguien que me cuida. Hardin cuadró sus hombros, su rostro cada vez más rubicundo. —No te preocupes, encontrarás a alguien especial —le aseguró Kelly, su voz sincera. Zane se volvió hacia Ty, gruñendo en voz baja. —Nos van a matar. Ty golpeó su rodilla contra la de Zane y luchó desesperadamente para no reír. —Creo que hemos terminado aquí —dijo Stanton a Deuce.

—No, espere un minuto —dijo Zane—. Nos está diciendo que no anticipa problemas, pero cada movimiento que ha hecho hasta ahora ha sido en previsión de problemas. Tengo la sensación de que estamos dando un rodeo. Me gustaría toda la historia. Nick y Kelly hicieron sonidos de acuerdo. —Como hemos dicho —gruñó Milton—. Nos ocupamos de todo. Simplemente disfruta de la boda de tu hermano y deja la carga pesada a los profesionales. —Basta –dijo Stanton, su voz suave pero severa. Su expresión era completamente ilegible—. Entiendo lo que son capaces de hacer, y aprecio su dedicación a su familia, y a la mía. El hecho es que no sabemos qué esperar. Mis hombres manejarán la defensa perimetral de las actividades si los cuatro se concentran en la seguridad de mi hija y nieta. —Le dio a Livi una sonrisa cariñosa. Ty y Zane compartieron una mirada. —Señor, estaríamos honrados si confiasen en nosotros con esa tarea —dijo Ty. Stanton se acercó y le estrechó la mano. Su agarre era firme y brusco, hizo contacto visual y lo mantuvo. Luego, estrechó las manos de los otros tres, dándoles las gracias por su comprensión. Salió de la habitación, con sus dos guardaespaldas y Milton detrás de él. Livi se sentó con fuerza, suspirando audiblemente. —Gracias por mantenerlo civilizado con los chicos de papá. Deuce puso los ojos en blanco y cojeó hasta el bar para ponerse una bebida. —¿Dónde está Amelia ahora? —preguntó Ty a Livi—. ¿Tiene una niñera o algo así? —No es habitual, pero la isla emplea a una niñera a tiempo completo, su nombre es Maisie. Amelia fue con ella de inmediato, han sido inseparables desde entonces. —¿Confías en ella? —Su madre fue nuestra niñera cuando éramos jóvenes. —Livi hizo un gesto a su hermano—. Lo siento, creo que no os he presentado. Éste es Theo, mi hermano mayor. Theo, éste son Zane, Ty, Nick y Kelly. Theo alzó la copa hacia ellos. —Un placer. —Su tono no era convincente. —No te emociones demasiado, amigo —dijo Kelly. Livi se aclaró la garganta y se puso de pie, alisándose la falda con las manos. —Bien. Supongo que deberíamos volver a la fiesta.

*

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Ty se sentó en una silla alrededor de una fogata en el borde del jardín, lo bastante lejos de los calefactores para sentir un poco de frío, acunando su bebida y observando a los pocos que quedaban paseando alrededor de la zona de la cena. Amelia llevaba mucho tiempo metida en su cama a salvo, junto con todos sus primos. Nick y Kelly, por supuesto, habían aterrizado en una mesa con tres de las damas de honor, incluida la prima pequeña de Ty, Emma. Ella era una mujer joven y hermosa con una personalidad a juego. Ty tendría que acordarse de amenazar a ambos hombres si incluso pensaban en hacer algo con ella. Nick era el peligro más evidente, pero Kelly tenía una manera de pasar a través de las defensas antes de que notaras que estaba allí. Deuce y Livi estaban haciendo las rondas con los últimos invitados, diciendo buenas noches. Zane estaba de pie al final de la barra, con un vaso de agua en la mano, hablando con otro de los padrinos. Finalmente escapó mientras Ty observaba. Tuvo que sonreír cuando Zane caminó hacia él, con una mano en un bolsillo, los hombros hacia atrás relajados. Se había quitado la corbata y aflojado los botones de su camisa, y lucía una figura impresionante. Ty se mordió el labio. —Cierto –dijo en voz baja. Zane vio su expresión y sonrió mientras se acercaba. Pronto el patio estuvo lo bastante vacío para que Deuce y Livi se retiraran a la oscuridad de los jardines y se sentaran con Ty. Ambos parecían agotados. Ty levantó su copa y la chocó contra la de Livi. —Por la hermosa novia –dijo. —Por mi futuro hermano –respondió ella, sonriendo—. Dios ayúdame. —¿Te molesta si fumo? —preguntó Deuce mientras buscaba en la chaqueta. —Sólo si compartes —replicó Livi con ironía. No era un cigarrillo lo que Deuce sacó del bolsillo, sin embargo. Ty rio exasperado. —¿Cómo lo pasaste a través de la seguridad del aeropuerto? —Avión privado, tío. ¿Creías que me casaba con ella por su personalidad? Livi resopló. Zane se materializó de las sombras y se acomodó junto a Ty, quien colocó su vaso en el suelo y envolvió un brazo alrededor de los hombros de Zane. Este se inclinó hacia él, y compartieron un beso antes de extender los pies hacia el fuego. Justo cuando Deuce se preparaba para encenderlo, se dieron cuenta de que Nick, Kelly y Emma se dirigían hacia ellos. Deuce miró a Ty. —¿Nick todavía es policía? —De algún tipo. Un poco lejos de su jurisdicción.

—¿Es duro? ¿Como…. tipo policía que—olvida—quiénes—son—sus—amigos? Ty frunció el ceño. —¿De qué estás hablando? —Es más probable que te arreste yo que él —dijo Zane a Deuce. Nick y Kelly se acercaron paseando, Emma entre ellos con un brazo enganchado en cada uno de los suyos. Era una rubia natural con notas de fresa y tonos más oscuros en su pelo largo, dividido en dos partes sujetas justo detrás de sus orejas. Estaba bronceada y tenía una estructura atlética, curvilínea y de rasgos delicados, sus ojos eran de un verde intenso. Siempre había sido una chica bonita con una personalidad traviesa, justo el tipo por el que Nick y Kelly se sentirían atraídos. Ty le dio a su vestido de cóctel una mirada desaprobadora. —¿Se olvidaron de venderte el resto de ese vestido, cariño? —le preguntó Ty. —Lo conseguí a mitad de precio —respondió ella con un indiferente encogimiento de hombros. Ty rio y se levantó para abrazarla. Ella soltó a Nick y Kelly y arrojó los brazos alrededor del cuello de Ty, abrazándolo tan fuerte que él se tambaleó hacia atrás. —Pensé que tenías mejor gusto que estos dos —gruñó finalmente Ty con una inclinación de cabeza hacia sus amigos. Ella retrocedió y golpeó a Ty en el costado de la cabeza. —¡No he tenido noticias tuyas desde hace una eternidad! —Se volvió hacia Zane y le tendió la mano—. Tú eres Zane, ¿verdad? —Sí, señora. —Encantado de conocerte, Zane. Soy Emma, la pobre y descuidada prima de Ty. —Deja de quejarte, te llamé por tu cumpleaños. El año pasado —dijo Ty mientras se sentaba de nuevo. Emma les dio una gran sonrisa. —Mara me dijo que sois monos juntos —dijo, completamente desprovista de tacto, al igual que Ty y el resto de la familia. Zane pareció luchar contra esa noticia. —¿Lo hizo? —Se supone que no es un secreto, ¿verdad? —Preguntó preocupada. Ty negó con la cabeza. Ella puso los ojos en blanco de alivio—. Eso es bueno, porque todo el mundo lo sabe.

—Maravilloso –gruñó Ty. Había sabido que toda su familia se enteraría más pronto que tarde, porque así era como funcionaba su madre, pero todavía le provocaba mariposas. Hizo una mueca a Emma—. ¿Bueno o malo? —Yo diría que en su mayoría bueno. A casi nadie le importa porque todos esperaban que estuvieras muerto a los treinta. En realidad, Elliot ganó trescientos dólares en una apuesta que hizo con Tag en el instituto de que eras gay, así que Tag todavía está un poco enfadado contigo. Ty soltó una carcajada. Zane se encogió de hombros y sonrió a Ty. —Demonios, tu opinión es la única que importa de todos modos. —Oh, eso es dulce —dijo Emma mientras miraba a Zane de arriba a abajo. Miró a Ty—. Sí, se lo van a comer vivo. —Lo sé —asintió Ty con un largo gesto de paciencia—. Y en serio, ¿dónde está el resto de tu vestido? —Cállate, estoy haciendo alarde mientras lo tengo. Nick se sentó en la silla junto a Ty, sosteniendo una copa de champán que había estado acunando entre las manos. Extendió los pies hacia el fuego, poniéndolos junto a los de Zane. —Emma nos estaba contando lo que hace. Todavía no he decidido si nos está tomando el pelo o no. Emma se echó a reír. —No estoy jugando contigo. Kelly reposicionó la última silla perdida junto a Nick y se sentó, Emma se encaramó en su rodilla a falta de otro lugar para sentarse. Ty entrecerró los ojos. —Emma tiene un título en arqueología submarina —dijo Deuce. —Eso suena como si fuera interesante. ¿Qué haces con eso? —Le preguntó Zane. —No lo que la mayoría de la gente hace. Soy miembro de un equipo de investigadores que investigan anomalías criptozoológicas, misterios históricos y fenómenos naturales. —¿Criptozoológico? —repitió Zane incrédulo—. Eso es… animales que no son reconocidos científicamente, ¿verdad? —¿Como Bigfoot y el monstruo del Lago Ness? —preguntó Livi. Emma se echó a reír. —Entre otros, sí. —¿En serio? —Preguntó Zane.

Emma rio más fuerte. —Creo que es genial, tío —dijo Kelly, mirando a través de la oscuridad hacia Nick. Nick levantó ambas cejas pero decidió tomar otro sorbo de champán antes que comentar. —El equipo está de descanso ahora mismo —admitió Emma—. Marley, nuestro especialista en cámaras, vino conmigo para filmar la boda. Vamos a hacer un viaje corto y ver si podemos ir al Lago Ness después. Ty frunció el ceño. —¿Por qué estás de descanso? Emma suspiró. —Nuestro jefe de expedición tuvo un pequeño desacuerdo con los productores del programa que están tratando de despegar, y luego se puso en huelga. Están tratando de encontrar a alguien que lo reemplace para no tener que lidiar con él. —¿Entonces no tienes un jefe de equipo? —Pues sí. Y tiene algunos requisitos raros, ¿sabes a qué me refiero? No sólo tenía las habilidades para evitar que fuéramos masacrados en el Amazonas, sino que también tenía los títulos como experto en los campos de historia y antropología. Realizaba dos puestos a pesar de ser una especie de culo arrogante. Entonces nuestra médica va y se queda embarazada, así que estamos abajo por tres lados. —Kelly es médico —le dijo Ty—. Y Nick actualmente es un vagabundo desempleado, además de que sabe todo sobre la historia que hay que saber. Podría guiar tus expediciones. Nick gruñó. —¿De verdad? Erais Recon como Ty, ¿verdad? Nick sacudió la cabeza, pero los ojos de Kelly se iluminaron. —¿De qué tipo de expediciones estamos hablando? —Del tipo con culebras muy grandes para pinchar —respondió Emma, mirando a Nick de soslayo. Todos rieron, y Nick sacudió la cabeza con más fuerza. —Me he estado sintiendo un poco inquieto donde estoy —admitió Kelly—. No me importaría averiguar más sobre esto. Ty se echó a reír cuando Emma se hundió los dientes y comenzó a hablar de los puestos libres en su equipo. Podía ver a Kelly encajar con un grupo de pirados aventureros como Emma y su equipo. Sin embargo, Nick se volvería loco.

Deuce volvió a sacar el porro, inclinándose hacia adelante para encenderlo. Fue capaz de tomar una larga calada antes de que Nick se estirara sobre el fuego y se lo arrancara de la boca. Livi se echó a reír. —Está siendo oprimido por el Hombre. —Maldición. Nick olfateó el porro. —¿Receta médica? Deuce sonrió y se encogió de hombros. —Tengo una pierna mala. Nick se echó a reír y, para sorpresa de Ty, le dio una pequeña calada antes de entregárselo a Kelly. —Es mejor que tus otras cosas —le dijo a Deuce. —Háblame sobre eso —dijo Deuce riendo entre dientes. —¿Cómo sabes de sus otras cosas? —preguntó Ty. Nick y Deuce se rieron de él. —Por favor, ¿crees que chupé el veneno de serpiente de la pierna porque él es un buen tipo? —Preguntó Deuce—. Me alegra que no haya hecho borrón y cuenta nueva desde entonces. Ty jadeó a Nick, que estaba riéndose y bebiendo su champán. —Como si no te conociera –le dijo Ty. Nick se encogió de hombros. Pasaron el porro, Ty y Zane se abstuvieron. Ty realmente no tenía ninguna objeción a la marihuana, pero si no le gustaba cómo le hacía sentir, sabía que tampoco le gustaría algo más fuerte. Nunca lo había probado y no tenía la intención. Emma pasó el porro a Deuce y se volvió a Livi, con los ojos brillantes. —Quiero ver tu vestido mañana. ¡No soporto esperar más! La risa de Livi fue ligera y sin preocupaciones. —No se lo he enseñado a nadie todavía, así que me encantaría. Trae tu vestido de dama de honor así podré ver si es horrible. —¡Oh, graciosa! ¡Lo haré! Debido al número de invitados restringidos, Deuce y Livi habían llenado las filas de su lado de la boda con la familia. El hermano de Livi, Theo, era un padrino de boda,

y Emma era una de las damas de honor de Livi, a pesar de que las dos nunca se habían visto antes de esta semana. Mientras seguían hablando de los colores de la boda, los pasteles y los vestidos, Kelly gimió y se frotó los ojos. Livi se acomodó en el hueco del brazo de Deuce, sonriendo amablemente a Kelly. —Has pasado por esto, ¿eh? —Sí. Estoy seguro de que esto no va a ser un desastre tan grande como la mía —le aseguró Kelly. Nick y Ty hicieron ruidos de acuerdo. Apenas habían conseguido que Kelly llegara con vida a la boda, y mucho menos que saliera del matrimonio. —Recuerdo las historias de la despedida de soltero —dijo Deuce—. Lo cual es una razón por la que no voy a dejar que Ty planee la mía. Ty gruñó. —Oye, no fui yo. Yo fui una víctima inocente. Principalmente. Una especie de inocente. —Fui yo —confesó Nick. —Me desperté la mañana de mi boda en el césped frente a la iglesia, atado, con mi esmoquin cubierto de lentejuelas que habían quitado de trajes de stripper. Nick sonrió. —Les deslumbramos. —El cura me dijo que era el novio más brillante que había visto nunca. Nick se echó a reír, cayendo aún más en su silla. —Yo también tardé un jodido montón de tiempo en recoger esas lentejuelas –añadió Ty—. Tuvimos que pedirlas a todos los bailarines en Jacksonville. —¿Por qué no comprasteis una bolsa de lentejuelas en una tienda de artesanía? — Preguntó Zane. Ty y Nick se miraron, ambos con el ceño fruncido. Nick tomó un trago mientras Ty murmuraba: —Vaya, eso habría sido más fácil. —No tan divertido, sin embargo —añadió Nick. —¿Alguno del resto de vosotros ha estado casado? —Preguntó Livi. Zane levantó la mano. Nick negó con la cabeza y tomó otro sorbo de champán, pero Ty ya estaba riéndose y apuntándole. Nick entrecerró los ojos mientras tragaba. —Nick ha estado casado –dijo Ty arrastrando las palabras.

—¿De qué estás hablando? —Preguntó Kelly. Entonces sus ojos se abrieron—. ¡Oh! ¡Oh, Dios mío, me había olvidado de eso! —No hay nada que olvidar —insistió Nick. Fulminó a Ty—. ¿Por qué demonios lo has mencionado? Ty se rio más fuerte. —O'Flaherty, ¿has estado casado? —balbuceó Zane. —No... no. Una especie de… —tartamudeó Nick—. No es como casarse. —Casado es casado, tío —dijo Ty. —¡Cállate! ¡No puedo creer que hayas sacado esta mierda! —El estatuto de diez años de limitaciones ha pasado. Nick hizo un sonido insultante que salió chirriante. Deuce se inclinó hacia delante. —¿Te casaste borracho en Las Vegas? Nick puso los ojos en blanco y se desplomó en su silla. —Sí. —Interesante. Zane echó la cabeza hacia atrás y rio. Ty lo acercó. Le encantaba cuando Zane se soltaba y comenzaba a disfrutar de sí mismo. Ty se estiró para acariciar el hombro de Nick. Nick lo empujó y sacudió la cabeza. —No me toques, traidor. —¿Qué pasó? —Preguntó Deuce. —Estábamos de permiso antes del despliegue —respondió Nick—. Nos dirigimos a Las Vegas porque ninguno de nosotros había estado antes. —¿Los seis? —Preguntó Zane. Ty sonrió y asintió con la cabeza. —Teníamos dos días. Y todos pensábamos que íbamos a morir en nuestro próximo despliegue, así que fuimos todos. —Me acuerdo de eso —dijo Deuce—. Le dijiste a ma y papá que ibas a hacer un entrenamiento extra o alguna mierda así. —Sí, y si les cuentas otra cosa, arruinaré tu boda. —¡Hey! —Exclamó Livi. Ty se encogió de hombros, completamente sin remordimientos.

—Nick fue al juego de dados. Nunca he visto nada parecido. Tirada tras tirada ganadora. Ganó quinientos mil dólares como en tres horas. —¿A los dados? —Preguntó Zane, impresionado. Nick asintió y tomó un largo trago. —Pura suerte, ninguna habilidad. —La seguridad del casino le cacheó tres veces en busca de dados cargados —agregó Kelly. —A la mañana siguiente nos despertamos todos en la suite luna de miel con seis mujeres que no recordábamos haber conocido —dijo Nick—. Cama en forma de corazón, champán, confeti por todas partes. Digger estaba usando este esmoquin azul pálido con colas, y Johns no tenía nada más que una faja y una tiara difusa que decía “novia”. Ty comenzó a reír sin control. —Fue un pánico masivo instantáneo. Nick trató de añadir algo, pero se reía demasiado para hablar. Zane estaba temblando al lado de Ty, y Ty apenas podía respirar mientras recordaba la escena de esa mañana. Cada hombre había sido entrenado para hacer frente a situaciones de vida o muerte, todos eran tan fríos como podían en lo que se refería al campo de batalla. Pero ante la perspectiva de que uno de ellos se hubiera casado con alguien la noche anterior, todos se habían asustado como un grupo de nuevos reclutas arrojado en una zona caliente. Ty y Nick estaban riendo tan fuerte que no podían respirar. Kelly tuvo que continuar la historia por ellos. —Empezamos a comprobar nuestros dedos en busca de anillos. Era como el juego más terrorífico de sacar la pajita más corta. —Y yo tenía ese hermoso anillo de oro grabado en el dedo —dijo Nick con amargura. Levantó la mano para mirar su dedo anular como si el recuerdo permaneciera con él. Conociendo su miedo al compromiso, como lo conocía Ty, podía imaginar a Nick, literalmente, teniendo pesadillas sobre esa mañana. —Comenzó a maldecir y patear cosas —jadeó Kelly—. Es decir, pocos meses antes de eso, me había ayudado a rescatar toda mi mierda de mi loca ex esposa, por lo que fue doblemente traumático para él. —Eh –gruñó Nick—. El matrimonio es sólo una palabra para algunas personas, pero para otros es una puta sentencia, ¿de acuerdo? Zane se estaba sujetando el costado. —¡Dios mío, juegos de palabras con matrimonio! Oh Dios mío…

Nick estaba tratando de no sonreír, pero finalmente no pudo evitarlo. —Una vez que se estableció que yo era la víctima, entonces tuvimos que encontrar a una chica con un anillo en su dedo para averiguar con cuál me había casado. Ty se apoyó en el brazo de Zane, reía tan fuerte que ya no podía sentarse con la espalda recta. —¡La expresión de su cara! —Él hizo un juego de palabras con matrimonio —jadeó Zane. —Así que estamos en su mayoría sobrios —continuó Nick, cada vez más agitado cuanto más se reían de él—. Y le digo a la chica, mira, tenemos que hacer que anulen esto rápido. El reloj corre. –Se tocó su reloj—. ¡Y la chica dijo que no! Ty y Kelly aullaron y Nick los miró con renovada indignación. —¿Ella no quería darte la anulación? —Preguntó Livi. —¡No! Se negó, dijo que le gustaban los soldados. Le dije que éramos marines y ella dijo, “es lo mismo”. Ty resopló. —Tuvimos que contener a Digger. —Nunca llames soldado a un marine —dijo Kelly serio. —Entonces ella va y me pregunta que cual era su nuevo apellido. —Así que espera, ¿conseguiste el divorcio? —Preguntó Zane. —No, le di la mitad de lo que quedaba de mis ganancias de la noche anterior, y llevé su culo al juzgado para firmar la anulación. —¿Pagaste a una mujer para no casarse contigo? —Preguntó Deuce. Nick asintió solemnemente. —Valió la pena cada centavo. —Levantó su copa de champán hacia Livi—. Sin ofender. Ella se rio y sacudió la cabeza. Zane se cubrió el rostro con la mano cuando Ty finalmente se tranquilizó. —¿Cuánto terminó costándote la libertad? —Preguntó Zane. Nick bebió el resto de su champán. —Cerca de cincuenta mil dólares. El resto de ellos aulló de risa, pero Deuce sacudía la cabeza. —Vaya —dijo finalmente—. Tienes unos algunos problemas de compromiso impresionantes.

—Por favor. —Hablaremos –prometió Deuce. El porro se había acabado y la noche era cada vez más fría. Deuce envolvió la chaqueta sobre los hombros de Livi, y ambos se levantaron. Livi deslizó su brazo alrededor de la cintura de Deuce mientras decían buenas noches y se dirigía hacia el interior. Él se apoyó en ella, el brazo alrededor. Ty les sonrió. Hacían una buena pareja y su hermano era feliz. Eso era todo lo que le importaba. —Que caballero —arrulló Emma—. De acuerdo, ¿quién me deja la chaqueta? Porque me estoy congelando. —Tal vez deberías ir a buscar el resto de tu vestido —dijo Ty. —¡Eres el único que se queja! —¡Porque soy tu primo! ¡Ve a ponerte algo de ropa! Emma se puso de pie, levantándose del regazo de Kelly. Hizo un pequeño giro, mostrando el vestido sin espalda. Dejaba muy poco a la imaginación. Meneó un poco las caderas. Nick y Kelly ladearon la cabeza como cachorros mientras la observaban. Ty les gruñó. —No sé, Tyler, creo que es un vestido bonito –dijo Nick, arrastrando las palabras. Descruzó tobillos, se puso de pie y se quitó la chaqueta del traje. —No creo que sea el vestido —dijo Kelly. Nick ayudó a Emma a ponerse la chaqueta, envolviéndola alrededor de sus hombros con toda la delicadeza como si manejara un jarrón Ming. Ella le dio las gracias y luego se sentó en el banco que Deuce y Livi habían dejado vacante. —Os odio —se quejó Ty. Ellos le ignoraron, y Emma empezó a hablar de los puestos libres en su equipo otra vez, tratando de convencer a Kelly para que se pensara el unirse. Zane deslizó la mano por el hombro de Ty. —No te duele anda —susurró al oído de Ty. Las mejillas de Ty se ruborizaron y no podía sentir la punta de los dedos. Probablemente era por el frío, porque todo lo que había estado sirviendo había sido cosas de calidad, y no había tomado demasiado. Volvió la cara y besó a Zane. Zane se rio entre dientes, luego se empujó a ponerse de pie. —Vamos, vamos a dar un paseo, luego volveremos a nuestra habitación. —Si me caigo cuando me ponga de pie, me vas a coger, ¿verdad? —Por supuesto que te cogeré. Ty tomó la mano de Zane y se levantó. Vaciló cerca de él y le dio un beso suave.

—Eso es lindo —dijo Emma con cariño. Ty se sonrojo en la oscuridad, y Nick y Kelly silbaron. Ty les apuntó con el dedo. —Si alguno de vosotros toca a mi prima pequeña, os mataré. Ambos le dieron un saludo obediente, aunque un poco descuidado. Ty señaló de nuevo. —Os mataré. Zane se deslizó un brazo alrededor de sus hombros y lo volvió hacia la carpa que llevaba que daba a los jardines. Ty deslizó la mano en la Zane mientras caminaban. —¿Te diviertes? —Preguntó. —Tal vez no divertirme, pero ha sido agradable hasta ahora —dijo Zane mientras entrelazaba los dedos—. De hecho, tuve una conversación informal con Burns antes. Fue un poco extraño, pero… lo hice. —Intento que venga para la cena de Acción de Gracias —dijo Ty irónicamente. Llegaron al suelo rocoso que indicaba que los acantilados estaban cerca, y caminaron hasta que sólo quedó la luz de la luna para iluminar el camino. Era tranquilo, y el viento olía a sal y nieve, Ty estaba contento. Era fácil olvidar la suerte que tenía que ser capaz de sostener la mano de Zane, de besarle, de hablar con él cuando quisiera. Se había dicho todas las noches de su despliegue que si volvía a casa, nunca daría eso por sentado de nuevo. El sendero iba hacia abajo, alejándolos de los acantilados hasta que estuvieron al nivel de las olas. La arena bajo sus pies se volvió más suave, y el choque de las olas se entrometió en todos los demás sonidos. Hacía mucho más frío aquí abajo, el viento golpeaba desde las olas. Ty se detuvo de pronto, tirando de Zane más cerca de él. Zane tarareó con admiración y dejó caer su mano libre por la cadera de Ty cuando sus pechos chocaron. Ty pasó la nariz por el costado de la mejilla fría de Zane, finalmente dando el beso adecuado que había estado esperando toda la noche. Cuando escuchó un ruido por encima de las olas, todo su cuerpo se tensó, y Zane se apartó de él. Incluso en este caso, remoto y seguro, al parecer no podía obligar a su mente a relajarse. Se preguntó si alguna vez sería capaz de hacerlo. Se aclaró la garganta y apretó la mano de Zane, negándose a dejar que sus dedos se apartaran. —¿Quién demonios cree que caminar por la playa en la maldita oscuridad es romántico? —Preguntó una mujer sin aliento mientras dos figuras se acercaban suficiente para hacerse oír por encima de las olas. —Tal vez fuera romántico si tú me llevaras –sugirió un hombre.

—¡Mis pantorrillas me están matando! Ty y Zane rieron, intercambiaron saludos tranquilos cuando pasaron ante las dos personas en la oscuridad. La pareja saludó mientras caminaban, alejándose de Ty y Zane y en dirección al sendero a la mansión en lugar de tratar de ser sociable. Ty miró a la playa, a las cabañas en el extremo de la línea de costa, donde se alojaban los empleados. Todos ellas estaban oscuras y en silencio. Un trueno sonó no muy lejos, y el mar fue iluminado por un rayo de luz. Ty y Zane miraron al océano oscuro, momentáneamente mudos por la violenta tormenta que parecía estar acercándose con tan poco aviso. Zane tiró del brazo de Ty. —Venga. Una habitación agradable y privada espera. —Estoy con ellos —dijo Ty mientras permitió que lo volvieron hacia la mansión—. Nos acostumbramos a correr con todo nuestro equipo por la arena hasta vomitar. En realidad nunca vi una playa como algo romántico. —Yo iba a sugerir una carrera por la mañana, pero tal vez no —dijo Zane mientras guiaba a Ty con una mano en el codo—. Y probablemente soy la última persona a quien preguntar acerca de lo que es romántico. Ty señaló con un dedo. —Voy a correr a finales de la mañana o temprano por la tarde. De lo contrario, tengo intención de estar resacoso. —Esperó un segundo antes de mirar de soslayo a Zane—. ¿Dónde te casaste? —En una iglesia en Austin. —Había una nota de curiosidad en la voz de Zane. —¿Fue bonita? —preguntó Ty con cuidado. Zane resopló. —Fue exagerada. Mi madre se ocupó de todo el asunto porque vivíamos en Dallas en ese momento. Pero supongo que estuvo bien. Realmente no recuerdo mucho. — Zane hizo un ruido con la garganta. —¿Qué, el exceso de la despedida de soltero? —No, es sólo que… —Zane hizo un gesto con la mano—. Estás ahí en esa importante ceremonia, nervioso como el infierno porque todo el mundo te está mirando y no quieres tropezar con tus pies, y después se acabó y no recuerdas una sola cosa y parece una pérdida de todo ese tiempo. Ty resopló y sacudió la cabeza. Caminaban sujetos de la mano por la playa, las frías olas lamían la arena rocosa cerca de sus pies, los rayos iluminaban las crestas de las olas en el agua. —¿Te gustaría otro vals bajo la lluvia? —Preguntó Zane, su voz más baja. —Siempre.

Zane lo detuvo cuando el trueno sonó, y tiró de Ty contra él. Comenzaron un paso lento en cuadrado, teniendo cuidado de las rocas y sus pies. —¿Alguna vez has hecho lo de sexo—en—la—playa? —Preguntó Ty mientras sus dedos jugaban sobre la palma de Zane. Este se estremeció. —Sí. Una vez. Me gustó, pero después ella se estuvo quejando de tener arena en lugares extraños durante días. Ty soltó una carcajada de sorpresa. —Siempre pensé que sonaba algo incómodo, cuando te imaginabas la logística — pensó Ty. Empezó a tararear mientras bailaban. Los cielos retumbaban y relámpagos destellaban encima del sonido, lo que significa que la tormenta estaba casi sobre ellos. Ty alzó la mirada hacia Zane, su estómago aleteaba. En lugar de iluminar el castaño cálido de los ojos de Zane, la noche parecía quitar todo el color de él, lo que les dejaba de un gris luminiscente. No pudo evitar mirar a su amante, preguntándose cómo Zane podía resultarle más y más atractivo a medida que pasaban los días. —Eres la única persona con la que he estado con la que me dan ganas de probar cosas por el estilo. Zane sonrió, y su baile se detuvo. —¿Te doy ganas de rodar por la arena? Ty sacudió la cabeza. —Eso salió mal. —No, no lo hizo —murmuró Zane, sin dejar de sonreír mientras se pasaba la mano por el brazo de Ty. —Sólo quiero decir... —Ty contuvo el aliento cuando se encontró con los ojos de Zane otra vez. La cara de Zane era tan sincera, le miraba de esa manera que siempre le hacía sentirse cálido y amado—. Quiero decir que todas las experiencias de las que he oído hablar en mi vida… quiero tenerlas contigo. La sonrisa de Zane se volvió más tierna. Pasó los nudillos por la mejilla de Ty. —Ty. —Cásate conmigo, Zane. Podía sentir los latidos del corazón de Zane acelerarse. Cada parte de él hormigueaba donde Zane le tocaba. Contuvo la respiración. —No —susurró Zane. Ty sonrió, riendo en silencio. Zane le rechazaba y le hacía reír al mismo tiempo. —¿No quieres considerarlo al menos un minuto en esta ocasión? ¿Revisar los números un poco?

—Ty, cállate —murmuró Zane, y presionó los labios sobre los de Ty, envolviendo en un abrazo apasionado y besándolo por todo lo que valía la pena. Ty apretó los brazos a su alrededor, cerrando los dedos. El sonido de la marea y la lluvia se convirtió en un telón de fondo para el sonido del corazón de Ty latiendo en el pecho. Quería que Zane supiera que había pensado en esto, que quería que pasaran el resto de sus vidas juntos. Pero también le gustaba la idea de Zane de obligarle a pedírselo hasta que lo hiciera bien, que le hiciera trabajar para ello. Ty tenía que trabajar para ello. Podían jugar a este juego, porque al final, sabía que Zane diría que sí. Sólo tenía que encontrar el momento perfecto, el lugar perfecto, la forma perfecta. —Te amo —susurró Ty contra los labios de Zane. Zane sonrió y apretó la nariz contra la mejilla de Ty. —Yo también te amo. —Voy a seguir preguntándotelo hasta que digas que sí. Zane sonrió contra su mejilla. —Lo sé. Zane le tomó de la mano y comenzó a dirigirle hacia el camino de nuevo. Ty alzó la mirada a las luces delante de ellos y entrecerró los ojos. —Por favor, dime que sabes que jodida habitación encantada en la maldita mansión encantada es la nuestra. —Sí, sé cuál es la nuestra –le aseguró Zane. El trueno resonó detrás de ellos y aceleraron el paso—. Esto es bonito, que Deuce y Livi puedan hacer algo así. La boda y la luna de miel todo en uno, tumbarse y tomarse su tiempo. Yo tal vez habría ido a un sitio tropical, pero aun así es bonito. —Sí, bueno, Deuce tiene pánico a los aviones, así que supongo que sólo tenía suficientes tranquilizantes para un viaje —dijo Ty—. ¿No llegaste a hacer lo de la luna de miel? —Los dos estábamos trabajando, y ninguno de nosotros queríamos tomarse tiempo libre en ese momento. –No sonaba molesto—. El asunto es que no nos iba ese tipo de cosas. Ty se limitó a asentir. Caminaron en silencio durante un rato. Cuando se acercaron a la casa, se toparon con un camino de piedra y Ty tropezó. Fiel a su palabra, Zane le atrapó por la cintura y lo estabilizó. Ty resopló mientras envolvía un brazo alrededor del cuello de Zane. Este lo acercó cuando empezaron a subir las escaleras. Quinqués parpadeantes iluminaban el pasillo, aunque Ty sospechaba que eran eléctricos. Pero estaba oscuro dentro de su habitación, con sólo la luz de la luna filtrándose a través de los antiguos cristales de las ventanas. Sonidos amortiguados de risas provenían de la habitación de Nick y Kelly. En cierto modo sonaba como si alguien estuviera echando un polvo, y Ty se preguntó vagamente cuál

de ellos había tenido suerte con que dama de honor y cual estaba durmiendo en algún sofá de la planta baja. Se quedó inmóvil cerca de la puerta de su habitación, dejando que sus ojos se ajustaran y sabiendo que terminaría de morros en el suelo si trataba de caminar. La idea le hizo reírse en voz baja, y se llevó una mano a la boca. Luego los brazos de Zane se deslizaron alrededor de su cintura por detrás, seguido de su cuerpo caliente y duro. Ty inclinó la cabeza hacia un lado, mordiéndose los labios en un intento de detener la risa. Se calmó brevemente, pero luego otro ataque lo alcanzó cuando la barba de Zane le cosquilleó el cuello. Cerró los ojos y se sacudió en silencio ante lo absurdo de la ubicación romántica. Él y Zane eran definitivamente una pareja más del tipo asiento—trasero—del—Mustang. El trueno retumbó afuera. —Muy bien, chico divertido —dijo Zane. Le dio un golpecito en la cadera—. No necesitas mi ayuda para entretenerte. Ty alargó la mano hacia su muñeca. Tiró de Zane hacia él en la oscuridad. —No, no lo hagas. Seré bueno. —Que seas bueno no es un problema —gruñó Zane—. Centrado, sí. Bueno, no. Ty asintió con determinación y se aclaró la garganta. —Voy a estar concentrado. Zane se inclinó hacia delante, sus labios rozaron la comisura de la boca de Ty, su mejilla y la oreja. —No haga promesas que no puedas cumplir. Ty trató de encontrarse con los labios de Zane, pero este se apartó demasiado rápido para un beso. Ty envolvió los brazos alrededor de los hombros de Zane. —Creo que deberías hacer algo de lo que me avergonzaré por la mañana. Zane agarró sus caderas y juntó sus ingles. Tarareó pensativamente. —¿Qué podría hacer para que te sonrojes si piensas en mañana? —Si no consigo un beso pronto, voy a llegar a la masa crítica, ¿entiendes? Ty apenas dijo la última palabra antes de la boca de Zane estuviera sobre la suya, caliente y hambriento. Gimió y dejó que Zane tomara el control, con la esperanza de que su amante supiera el camino a la cama. Zane subió una mano por su espalda para acunarle la cabeza mientras profundizaba el beso, la otra mano se movió entre ellos para tirar de la camisa de Ty, atrayéndolo hacia la oscuridad. —Entonces, ¿te avergonzaría si Nick y Kelly mencionaran oír gritos a través de la pared mañana? –Dijo Zane arrastrando las palabras. —Sólo diría que vi un fantasma; nadie va a hacer preguntas.

Zane le sacó la camisa por la cabeza, y luego estaba allí otra vez, músculos todo definidos y piel caliente. Después de otro largo beso, preguntó: —¿Cuál es tu placer, muñeco? —Sabes exactamente lo que quiero —respondió Ty sin aliento. Lo empujó hacia la cama. Cuando un rayo caía fuera podía ver la colcha de color gris pálido, prácticamente azul brillante a medida que sus ojos se acostumbraban a la oscuridad. Atrajo a Zane más cerca de darle un beso mientras caía sobre el suave colchón. Recordó demasiado tarde la red de gasa decorativa que colgaba del dosel de la cama de cuatro postes. El material pegajoso se envolvió alrededor de ellos al caer, quedando atrapado entre ellos y alrededor de sus extremidades, tensándose cuando sus cuerpos tiraron de la red. —Demonios. –Zane se apartó de Ty y manoteó la red, tratando de encontrar la salida—. Mierda, no puedo ver. ¡Deja de moverte! Ty sacudió la cabeza y se dejó caer. Levantó las manos, obediente, tratando de no moverse. Pero estaba encerrado sin remedio en red. Se rio más fuerte, hasta que casi no pudo recuperar el aliento, y el sonido fue alto y resonó entre las paredes de roca de la suite hasta que se quedó en silencio cuando trató de respirar y no pudo tomar aire. Las maldiciones y las luchas de Zane sólo lo volvieron más divertido. Por fin, Zane se soltó y se alejó. —Descansa —dijo Zane en voz baja mientras se movía por la habitación oscura y fuera del alcance visual de Ty. Parecía contrariado—. No quieres tener demasiada resaca mañana. —Espera, Zane, no te vayas. —Ty intentó ir tras él, pero terminó enredado aún más en la red—. No es divertido, te lo juro —intentó, mientras soltaba risitas. Oyó a Zane resoplar desde los pies de la cama. —Ten cuidado. —¿En serio vas a dejarme aquí? –preguntó Ty, su voz un tono más alto de lo que era normalmente. Zane se quedó en silencio durante un largo minuto. Finalmente suspiró. —No. —Se movió, y encendió una luz, brillante y cegadora. Ty se encogió para alejarse y trató de cubrirse los ojos, pero eso sólo sirvió para enredarse aún más, que por alguna razón era tremendamente divertido. Zane levantó las manos. —Ni siquiera voy a lidiar con esto —dijo, con la voz temblando de diversión. Apagó la luz—. Eres un desastre.

—¡No, Zane! ¡No me dejes aquí! —dijo Ty con la voz más lamentable que pudo, que quedó arruinada por las carcajadas de risa que no podía detener. —Buenas noches, Ty. —La cama se hundió cuando Zane se puso en el otro lado. Después de unos largos momentos de tratar desesperadamente de calmarse, Ty finalmente lo logró y llegó a un acuerdo con el hecho de que Zane probablemente no iba a follarle esta noche. Es probable que ni siquiera le fuera a desenredar, y Ty estaba demasiado borracho y gratamente somnoliento para tratar de hacerlo por sí mismo. —Bueno —suspiró, sus movimientos acompañados por el crujido del dosel por encima de él—. Esto no era lo que tenía en mente cuando te dije que quería estar avergonzado de mí mismo por la mañana.

Capítulo 4

Zane observó desde donde estaba tumbado en la cama cómo el sol salía por el lejano horizonte y brillaba sobre el agua. Había dormido algo mientras la tormenta se desataba durante la noche, aunque no tan bien como lo hubiera hecho si hubiera abrazado a Ty, que todavía estaba encerrado en un protector capullo de red. Y si era honesto, había estado un poco nervioso como para dormir profundamente después de la discusión que habían tenido con los Stanton. Esperando problemas o no, Zane sintió que estaban a la vuelta de la esquina. También había pasado la mayor parte de la noche pensando en Ty. Sabía que Ty había dicho en serio cada palabra cuando le había pedido que se casara con él. Y Zane podría estar equivocado, Ty podría haber pensado en ello cada noche mientras estuvo fuera y revisado todas las posibilidades en su mente antes de pedírselo la primera vez. Pero Zane conocía a Ty muy bien, y quería que lo pensara una y otra vez. Y otra vez. Luego una última vez, sólo para estar seguro. También sabía que había hecho algunos cambios muy drásticos en sí mismo. Quería que Ty los viera, que supiera que eran permanentes y que se asegurara de que él era lo que Ty realmente quería. Ty no había vuelto siendo la misma persona. Cuanto más tiempo pasaban juntos, más claro era para Zane. Sonreía menos, bromeaba menos, era más rápido en golpear. Zane casi temía que la propuesta de Ty fuera sólo otro golpe rápido. Sólo necesitaban tiempo. El dosel sobre la cama chirrió cuando Ty se movió dentro de la red. Gimió y rodó, sólo para que su progreso se detuviera por el material enmarañado. Se detuvo, con una mano suspendida sobre el colchón por la red mientras estaba tumbado de espaldas. Murmuró algo en un idioma que podría haber sido o no extranjero y trató de moverse de nuevo. Zane medio quería reír, pero despertar a Ty de esa manera podría hacer que le pateara y le golpeara, en un recuerdo inducido por un ataque de pánico. La cama gimió, y Ty se disparó con un jadeo, todavía envuelto en la red. Zane rodó fuera de la cama, fuera del alcance. —Ty —dijo con cuidado. A veces incluso cuando los ojos de Ty estaban abiertos, no significaba que estuviera allí contigo.

Ty respondió con unas pocas palabras asustadas en farsi, pero no estaba peleando ni luchando. Aún no. Volvió a hablar, fuego rápido cuando le dio un buen tirón al brazo. —¿Dónde está O'Flaherty? —Ty, estás despierto y estás bien. —Zane entró en la línea de visión de Ty—. Nick está durmiendo al lado. Él también está bien. Todo el mundo está bien, muñeco. Deja que te ayude. Ty le observó, su respiración disminuyendo a medida que la realidad parecía atravesar su cerebro. Sus manos todavía temblaban por la adrenalina y probablemente uno o dos gramos de miedo, pero se quedó en silencio mientras dejaba que Zane lo desenmarañara. —La peor mañana de después —dijo Ty, casi lo bastante tranquilo como para engañar a Zane para que creyera que estaba bien si se despertaba con un flashback completo. Casi. Zane siguió desenredando la red, tratando de mover los brazos de Ty sin sujetarlos ni aplastarlos. Soltó uno, pero la otra mano estaba realmente atrapada. ¿Cómo había hecho esto él solo? —Puedo cortarla, muñeco. Ty negó con la cabeza. —Está bien. Empezó a usar la mano que Zane había liberado para desentrañar su otra pierna, tomando largas y lentas respiraciones para tratar de calmarse. Tan pronto como Zane logró liberar su otra mano, Ty salió de la cama como si estuviera en llamas. Utilizó a Zane para empujarse, prácticamente subiendo sobre él para alejarse de la red. Zane suspiró y dejó que lo hiciera; tratar de aferrarse a él o detenerlo habría sido un error. —Gracias, Zane —susurró Ty, frotándose el pecho. El corazón de Zane se hinchó con una confusa mezcla de amor, compasión y cólera por las cosas que Ty había pasado. Se arrodilló en el colchón y extendió la mano, rozándole la mejilla con las puntas de los dedos. Sonrió con ironía cuando Ty le miró a los ojos. —A tu servicio. Ty logró una débil sonrisa. —Mi héroe. Zane aplastó su palma contra la mejilla de Ty. —Ven acá.

Ty se despojó rápidamente de la ropa que Zane no le había quitado la noche anterior y se arrastró de vuelta a la cama junto a Zane. Este se movió y se estiró, acercándose a él. Ty echó las mantas sobre las cabezas y Zane lo agarró para abrazarlo. —Lamento haber arruinado la noche —ofreció Ty—. Lo siento mucho. —Nos reiremos de eso más tarde —dijo Zane, pasando una mano por el pelo de Ty. Ty resopló. —No seas amable conmigo cuando tengo resaca. —Deja de ser un asno. —Zane le dio un fuerte puñetazo en el costado, y Ty rio entre dientes contra su pecho. Zane lo abrazó más fuerte antes de aflojar los brazos. Había aprendido que en momentos como éstos, Ty quería ser retenido, pero a veces no podía tolerarlo, así que Zane lo dejó decidir. Ty apoyó la cabeza en el hombro de Zane, sus dedos jugando con el vello de su pecho. Zane estaba desesperado por saber por lo que los Sidewinder habían pasado para hacer que las pesadillas de Ty fueran tan devastadoras, para hacer que Digger y Owen se alejaran del cuerpo de Marines y que Nick pareciera positivamente acosado cuando pensaba que nadie lo estaba mirando. Pero lo único que Zane podía hacer era ofrecerle el hombro. Literalmente. Zane golpeó la barbilla de Ty y le hizo levantar la cabeza, luego se inclinó para robarle un beso. —¿Estás bien? Ty envolvió los brazos a su alrededor y lanzó una pierna sobre él para acercarlo más. Zane cerró los ojos, con dolor en el pecho. Eran momentos como estos los que hacían que valiera la pena tratar con la mierda de sus pasados, que hicieran posible su futuro. Apretó los labios contra la sien de Ty. —Te amo —susurró. Ty sonrió y resopló contra su cuello. —Lo sé. Ambos estaban en silencio, empapados en la paz y la tranquilidad. Entonces Ty entornó los ojos hacia Zane. —Propuse una playa iluminada por la luna en Escocia. ¿Cómo dices ¡No! a eso? Zane se echó a reír. —Me sorprende que lo recuerdes. Ty murmuró algo más mientras se acurrucaba de nuevo. Zane empezó a relajarse de nuevo, permitiendo que el peso de Ty lo empujara hacia la cama. Ambos estaban

casi dormidos cuando algo resonó en la habitación de al lado, seguido por risas bulliciosas. —Idiotas —dijo Ty. Levantó la cabeza y golpeó la pared por encima del cabecero— . ¡Gilipollas! Unos segundos más tarde, alguien devolvió el golpe. Si dijeron algo, las gruesas paredes lo ahogaron. —¿Qué diablos están haciendo levantados tan temprano? —preguntó Zane. —Follar temprano, qué diablos van a estar haciendo, punto? —Parecía que alguien se cayó de la cama. Apuesto por Kelly. —Yo también. Nick comparte una cama bien, pero Kelly se estira como un jodido charco de gelatina. Te obliga a luchar. —Más risas vinieron desde el otro lado de la pared. Ty apoyó el codo contra el pecho de Zane—. ¿Quieres hacer algo de ruido desde nuestro lado? Zane deslizó los dedos por el brazo definido de Ty, acariciando la cara marcada del tatuaje de bulldog. Una bala había roto la tinta y formaba una cicatriz dentada, pero eso sólo lo hacía parecer más duro. Zane apartó los ojos para mirar a Ty. —¿Qué tenías en mente? —El tipo de ruido al que tienes que aferrarte al cabecero. El cuerpo de Zane estuvo instantáneamente interesado en esta nueva propuesta, y la mirada depredadora en los ojos de Ty dijo que lo sabía. Ty se inclinó y le dio un beso lento y sensual. Zane subió las manos por los brazos de Ty, por encima de sus hombros, y bajó por la espalda para aferrarse a su delgada cintura mientras se besaban. Ty sonrió contra sus labios y subió sobre él, se puso de rodillas a horcajadas sobre los muslos de Zane, poniendo ambas manos sobre sus hombros. Zane inclinó la cabeza hacia atrás, más que feliz de ceder ante las atenciones de Ty. Las manos de Ty se hundieron en su cabello, y la sombra de barba arañó la barbilla y los labios de Zane. La calidez dentro de Zane se agitó y su piel se calentó con cada roce de la lengua de Ty contra la suya. Cuando sus bocas se separaron, Zane susurró: —Hagamos un puto ruido. Ty respiraba con dificultad cuando asintió. Zane arrastró sus manos por el cuerpo de Ty para agarrarle el culo. Ty respondió, sus músculos se tensaron, su polla se revolvió contra la ingle de Zane, levantando un malvado lazo de retroalimentación entre los dos mientras se frotaban uno contra otro y se excitaban más y más. Ty se detuvo antes de que pudieran llegar demasiado lejos, apartó las mantas y salió de la cama. —Ty —dijo Zane, inexpresivo—. No he terminado aquí.

—¿Tienes idea de cuántas veces soñé contigo? —preguntó Ty, yendo a la enorme chimenea. Hacía frío en la habitación, lo que era perfecto para dormir no era tan propicio para otras actividades. Encendió los troncos de gas, sonriendo maliciosamente a Zane—. Cada noche. Zane siguió esa miradita, renunciando a la idea de agarrarse a la cabecera de la cama en favor de ser tendido en esa alfombra delante del fuego. Obviamente, Ty estaba pensando lo mismo. Zane sacó su botella de lubricante de la mesilla de noche y la dejó caer al suelo a los pies de Ty. Tiró de la camiseta por encima de la cabeza, la lanzó a un lado y se unió a Ty en la gruesa alfombra frente a la chimenea. Ty le agarró la barbilla y lo besó, maniobrando lentamente hasta que ambos estuvieron estirados en la alfombra de felpa. De inmediato tumbó a Zane, acomodándose entre sus piernas, agarró las muñecas de Zane para abrazarlo y besarlo profundamente. —Todas las noches —repitió en un susurro. Zane se relajó en la alfombra mientras el peso de Ty se cernía sobre él y cuando cerró las manos alrededor de sus muñecas, emitió un suave gemido. La idea de que Ty tomara el control y lo sujetara abajo le provocó un escalofrío. Era algo que Ty no había hecho desde que volvió a casa, algo que había extrañado. Zane no podía dejar de preguntarse cuánto de Ty nunca volvería a ser el mismo después del año pasado. Tantas cosas seguían desaparecidas. Cada vez que Ty parecía recuperar algo, incluso algo tan trivial como querer dominar a Zane y joderlo en el suelo, era como si un peso se levantara de su mente. —Por favor —susurró Zane. Ty ya estaba duro y se frotó contra la cadera de Zane. Agarró las muñecas de Zane en una mano, apretando con fuerza, y el beso se hizo más exigente cuando respondió a su petición. Deslizó la mano por el cuerpo de Zane, clavando los dedos posesivamente mientras los arrastraron por su pecho y luego sus costillas a su cadera. Ty se levantó para darse espacio para sujetar a Zane mientras le lamía, mordía y chupaba sus labios. Zane gimió y tiró de las manos de Ty, probando su agarre. Ty le gruñó, usando el peso de su cuerpo para sostenerlo. Empujó el muslo de Zane con su rodilla, le abrió las piernas y le quitó cualquier equilibrio que pudiera haber encontrado. Su polla dura empujó contra la cadera de Zane cuando se sentó a horcajadas sobre un muslo. Se balanceó contra él mientras chupaba la lengua de Zane, lenta pero drenando el control de Zane. Zane también estaba duro, tirando contra su bóxer. Gimió, desesperado por más. No era frecuente que Zane quisiera esto de Ty, lo necesitara o suplicara, pero cuando lo hacía, Ty casi se lo comía vivo antes de soltarlo.

Zane quería desesperadamente ser comido vivo en este momento, sólo para reafirmar que todo sería normal de nuevo, que Ty volvería a su yo irascible y que todavía sería capaz de debilitarle las rodillas con una sonrisa. Que un día Ty le pediría que se casara con él de nuevo y Zane diría que sí sin pensárselo dos veces. Ty empujó el bóxer de Zane, levantándose lo suficiente como para bajarlo por sus caderas antes de hundir la mano en el cabello de Zane. Se lo había dejado crecer un poco más, y a Ty parecía encantarle. Lo agarró con fuerza, manteniéndolo inmóvil mientras se apoderaba del beso. Luego tiró de su cabeza hacia atrás y se agachó para besar la tierna piel del cuello. Arqueándose debajo de él, Zane descubrió la garganta. Gimió cuando Ty le mordió. Sabía lo que le iba a hacer por la forma en que lo besaba, por la energía tensa que emanaba de su cuerpo. —Sí... por favor. Ty lo besó de nuevo, cubriendo las palabras con su boca y lamiendo la lengua de Zane antes de abrirse paso sobre la barbilla, bajar por el cuello y cruzar su pecho para morder el músculo duro del hombro. Con cada movimiento, la mano de Ty se tensaba en su cabello. Cada tirón provocaba un gemido suave, y cada gemido hacía que Ty volviera por otro beso. Si continuaba así, nunca iba a alcanzar su objetivo, y Zane se iba a correr mucho antes de que se acercara. Finalmente, Ty soltó el cabello de Zane y deslizó ambas manos bajo sus hombros, empujándolo contra el suelo mientras le besaba y le mordía el pecho. Chupó un pezón entre los labios, moviendo su lengua sobre él. Los gemidos que salían de Zane se hacían cada vez más fuertes. Era vocal en cualquier momento que se estuviera divirtiendo con su amante, no veía ninguna razón para contenerse, especialmente cuando a Ty le encantaba tanto oírlo. No le importaba si todos en la mansión los escuchaban. Ya no tenían que esconderse, de nadie. Parecía que Ty no podía mantenerse alejado de la boca de Zane, y se levantó para besarlo otra vez, murmurando entre los besos duros. Su barba arañó la tierna piel de Zane. Sus manos eran lo bastante fuertes como para hacer que Zane se retorciera. Sus músculos se tensaban bajo los dedos de Zane. Se sentía como un animal salvaje en brazos de Zane, apenas bajo control. Luego volvió a arrastrar el cuerpo de Zane mientras este se movía debajo de él. Las manos de Ty se deslizaron debajo de él cuando finalmente llegó a la cadera y lo mordió, sólo lo bastante fuerte para dejar una marca roja. Zane soltó un grito de placer. Ty se sentó y sacó los calzoncillos de Zane, luego apoyó la parte de atrás del muslo de Zane contra su hombro antes de inclinarse sobre él y lamer la punta de su polla. —Oh Dios, me encanta cuando haces eso. Ty envolvió el brazo alrededor del muslo de Zane. Por alguna razón Zane se sintió vulnerable, apoyando esa pierna en el hombro sólido de Ty, observándolo insinuarse

entre sus piernas para tomar su polla en la boca. Le hacía sentirse vulnerable y le encantaba. Le excitaba porque Ty era la única persona que le había hecho sentir eso. Se estremeció y se aferró a la alfombra mientras empujaba sus caderas hacia la boca pecaminosa de Ty. —Oh Dios, por favor –susurró—. Cariño, por favor. Le rogaría, suplicaría y se humillaría si era necesario. Nunca había hecho eso por nadie antes, pero era irrevocablemente adicto al toque de Ty, a la forma en que le hacía sentir. Y amaba la forma en que sus suplicas estimulaban a Ty. Los dedos de Ty se clavaron en la parte delantera de la cadera de Zane mientras lo mantenía inmóvil y bajaba sobre él. Le tomó unos cuantos intentos, pero finalmente consiguió que la punta de la polla de Zane llegara a la parte posterior de su garganta y tragarla. Un grito estrangulado de Zane resonó en los muros de piedra que los rodeaban, y se esforzó inútilmente por levantar las caderas buscando más. La lengua caliente de Ty deslizándose sobre él era irresistible. Alguien golpeó en la pared, seguido por un grito burlón del público de al lado. Estaba muy lejos del miedo con el que Ty debía de haber vivido toda su vida de ser expuesto, de que sus amigos lo pillaran mientras se follaba a su novio. Ty siguió adelante, aparentemente dedicado a hacer que Zane se perdiera. Pero entonces se detuvo abruptamente, sacando la polla de Zane con una última lamida desde las pelotas a la punta. —No, no, por favor –jadeó Zane, buscando a Ty desesperadamente—. Por favor, no te detengas, cariño. Ty dejó que la pierna de Zane se deslizara fuera de su hombro y se arrodilló entre sus rodillas. Las súplicas de Zane cesaron cuando vio la mirada en los ojos de Ty. Este deslizó ambas palmas por el torso de Zane, sus dedos arrastraron contra los músculos, terminando en los hombros y empujándolo hacia el suelo. Lo besó apasionadamente, prácticamente devorándolo mientras se frotaba contra el muslo de Zane. Este gimió contra su boca, ofreciendo un completo control de su cuerpo y mente. Demonios, su alma si Ty la quería. Eran momentos como estos, cuando Ty se entregaba a la pasión, cuando su verdadera fuerza se revelaba. Era una sensación embriagadora, estar completamente bajo su control. A Zane le encantaba imaginar a veces lo que sería encontrarse con Ty en la batalla, estar a merced de este tipo de poder. Las manos de Ty se movieron por todo el cuerpo de Zane, sujetándolo alternativamente y levantándolo del suelo para adaptarse a los caprichos de Ty. Se necesitaba mucho músculo para manipular a alguien de su tamaño tan fácilmente. Finalmente, buscó la botella de lubricante, luego encontró una de las manos de Zane sin romper su beso y le apretó algo en la palma. Aturdido, Zane abrió los ojos mientras

jadeaba y temblaba bajo Ty, preguntándose qué iba a decirle que hiciera. Zane haría cualquier cosa ahora mismo para complacerlo. Para complacer a ambos. —Prepárame —gruñó Ty. Gimió tan pronto como Zane lo tocó, inclinando la espalda para morder el labio de Zane. Sus frentes se apretaron, sus jadeos se mezclaron, y Ty susurró "Te quiero" entre cada beso. Zane separó más las piernas mientras levantaba a Ty. —Fóllame, cariño –gruñó—. Lo necesito. Las duras respiraciones de Ty recorrieron la mejilla y la oreja de Zane mientras le besaba el cuello y le mordía justo debajo del lóbulo de la oreja. Le tiró del pelo, echando la cabeza a un lado, dejó caer pequeños mordiscos que picaron lo suficiente para que Zane quisiera más. Y Zane rogaba con sonidos rotos y gritos suaves. Ty puso los labios en la oreja de Zane. —Más fuerte. Zane luchó por tragar. Su polla saltó contra la cadera de Ty. —Más fuerte, Zane —ordenó Ty, la voz más aguda. Era una orden, como las que daba en el campo a marines que saltaban a obedecer todas sus órdenes. Como si finalmente estuviera declarando al mundo, a quien quisiera escuchar, que Zane era suyo. Con la otra mano, Ty tiró de la pierna de Zane hacia arriba y hacia el lado hasta que estuvo tumbado de lado, con la pierna apoyada en el pecho. Agarró la muñeca de Zane y la golpeó contra el suelo junto a su cabeza, atrapándolo, retorciéndolo, luego pasó los dientes sobre sus costillas mientras flexionaba las caderas, buscando el lugar más expuesto, el que se sentía más vulnerable. Zane trató de curvarse y no pudo. Un gruñido desesperado salió de él mientras se retorcía debajo de Ty, el cuerpo retorcido, tan excitado que dolía, sacudido por la dulce agonía cada vez que Ty casi entraba en él. —Ty... Ty, oh jodido Dios, por favor —gimoteó, todo su cuerpo temblando—. Por favor… Ty le empujó la cabeza para convertirlo en otro brutal beso. —Más fuerte —gruñó. —¡Por favor! Las manos de Ty se tensaron casi dolorosamente, y flexionó las caderas, el ángulo del cuerpo retorcido de Zane era perfecto para dejarlo empujar la punta de su polla dentro. Se balanceó varias veces, forzando a Zane a separarse, haciéndolo gritar de nuevo, luego empujó con más fuerza, balanceando el cuerpo de Zane contra la gruesa alfombra.

El grito de placer y dolor de Zane resonó en las paredes. Sus jadeos quedaron atrapados entre los labios de Ty, y fue una lucha casi imposible quedarse quieto mientras Ty se mecía en él, mantener sus caderas en ese ángulo perfecto, una pierna recta entre las rodillas de Ty y otra levantada a su pecho mientras Ty le tomaba desde arriba. Necesitaba moverse, aliviar el dolor de la invasión, intensificar la brutal presión. Dios, le encantaba, Ty forzando su entrada, reclamando su cuerpo. Estaba a punto de desmoronarse completamente. Gracias a Cristo que Ty estaba allí para mantenerlo unido, como siempre había estado. Sus gritos se convirtieron en gemidos. —¡Por favor! Ty finalmente lo soltó y sus manos comenzaron a vagar de nuevo cuando empezó un ritmo lento y constante. —Muévete, cariño. —Oh, joder, gracias –jadeó Zane, girando las caderas mientras Ty empujaba en él. Apretó los ojos y los abrió para ver a Ty sobre su hombro. —Eres tan jodidamente hermoso de esta manera –jadeó Ty. Tiró de la pierna de Zane, volviendo a girarlo, tumbándolo boca abajo, el vientre sobre la alfombra, las caderas levantadas y entró en él sin piedad. Los gritos de Zane se hicieron más fuertes y más frecuentes. Miró por encima del hombro para poder ver a Ty follándole, verle perder el control. Ty apretó su mejilla contra el hombro de Zane mientras aumentaba el ritmo, sus respiraciones jadeantes en la oreja de Zane y el sudor cayendo de las sienes. A Zane le encantaba la sensación de las caderas de Ty contra su culo, las rodillas empujaban las suyas con cada empuje, sus dedos se clavaban en los hombros mientras Ty usaba su cuerpo como palanca. Zane no podría haber detenido sus gritos si hubiera querido hacerlo. El placer era abrumador, y ni siquiera el dolor de su propia necesidad de liberación podía distraerlo. Ty frenó y se levantó, arrastrando dedos suaves sobre los omóplatos de Zane. Sus caderas seguían empujando, y todo su cuerpo entero brillaba con el sudor del esfuerzo y el calor del fuego a poca distancia. El cambio de impulso provocó otro gemido ronco de Zane. Su espalda se arqueó casi dolorosamente, y extendió la mano, sus dedos tanteando impotente en busca de algún tipo de apalancamiento de la alfombra. —Será mejor que me esperes, ¿me oyes? —Advirtió Ty. Chasqueó sus caderas hacia adelante, profundizando en Zane con un gruñido de placer, forzando otro grito. Ty había estado tan cerca del borde desde que había vuelto en casa, luchando tanto para mantener el control. Tal vez lo que necesitaba era simplemente dejarlo ir. —No te detengas.

Ty volvió al mismo ritmo de castigo con el que había empezado, obviamente sin preocuparse de que Zane estuviera tratando de prolongarlo. Luego se retiró hasta que la cabeza de su polla forzó a los estrechos músculos del culo de Zane a extenderse y le hizo rodar de nuevo, una pierna hacia arriba mientras empujaba con fuerza en él. Sus ojos se encontraron, ninguno de ellos parpadeó o apartó la mirada mientras Ty se empujaba en él una y otra vez. Ty no pudo mantener el ritmo de castigo mucho más tiempo, a pesar de que Zane le rogaba que continuara. Empujó su rostro contra el cuello de Zane y gritó su nombre. Zane arrastró sus uñas cortas por la espalda de Ty, rogándole que no se corriera todavía, rogándole que siguiera follándole, duro y despiadado. La respuesta de Ty fue otro grito agonizante de su nombre mientras se vaciaba dentro de él. Zane lo empapó todo, temblando incontrolablemente. Ty era sólido y cálido en sus manos, y no lo soltó mientras seguía moviéndose dentro de él. Nunca se cansaría de esa sensación. Las caderas de Ty seguían meciéndose mientras se tumbaba sobre Zane. Gimió, el sonido torturado y agotado. —Jesucristo, eres divertido de follar —retumbó mientras presionaba sus labios contra el cuello de Zane. Zane gimió y tembló con fuerza, volviendo la barbilla para darle a Ty todo el acceso al cuello que quisiera. Aquella barba desaliñada raspando su piel era indescriptiblemente sexy. Cualquiera que fuera la razón por la que Ty se la había dejado crecer mientras estuvo fuera, se alegraba de que se la hubiera dejado. Ty le besó bajo la mandíbula una última vez antes de salir con un gemido quejumbroso. Estaba húmedo y su cuerpo brillaba a la luz del fuego y del sol de la mañana. Zane se movió para ocuparse de sí mismo, pero Ty alargó la mano. Envolvió esos dedos talentosos alrededor de la polla de Zane y le acarició perezosamente mientras se besaban. Luego se desplomó y tomó la polla de Zane en la boca. No tardó mucho, tal vez un minuto o dos, y Zane gritó impotente mientras todo su cuerpo se tensaba, los músculos estirados, los dedos clavados en el cabello de Ty y las caderas se proyectaban hacia arriba. Ahogó un último gemido y se corrió con tanta fuerza que su visión parpadeó, cada chorro recubrió la lengua de Ty mientras chupaba a Zane, haciendo que sus gemidos fueran cada vez más fuertes hasta volverse un grito de dolor y luego un sollozo suplicante. Ty le succionó y le bombeó hasta que Zane soltó la última gota de sí mismo, luego se apartó y le besó la cadera. Se puso de espaldas y se tendió sobre la alfombra, con los ojos cerrados y el pecho subiendo y bajando. La ráfaga de aire del movimiento de Ty envió otro estremecimiento a través de Zane. Todavía podía sentirlo encima de él: marcas de mordiscos, de la barba en la garganta y en los hombros, quemaduras de la alfombra en el pecho, codos y rodillas,

puntos doloridos de los dedos de Ty clavándose en él, y lo mejor de todo, el semen de Ty bajando por su pierna. Se sentía absolutamente vapuleado. Con los ojos todavía cerrados, se acercó a su lado y sus dedos se encontraron con la cadera de Ty. Acarició la piel caliente y húmeda. Un momento después, los dedos de Ty se enredaron con los suyos y los unió. Ty no dijo nada. Se contentaron con tomarse de las manos mientras yacían juntos en el suelo, inmersos en el calor del fuego y el sol de la mañana que se extendía hacia ellos. Una vez que sus respiraciones se calmaron y el zumbido en los oídos de Zane se desvaneció, oyó el sonido apagado de Nick y Kelly en su dormitorio, abucheando y aplaudiendo. Ty también debió oírlo, porque ambos se echaron a reír al mismo tiempo. —¿Está mal que me excite la idea de forzar a tus amigos a que nos escuchen teniendo sexo? —preguntó Zane frunciendo el ceño. Ty se rio más fuerte. —Simplemente no se lo digas a Nick. Se ofrecerá a criticar su desempeño. O peor, unirse a nosotros. —No puedo tener eso. —Zane arrastró a Ty más cerca, acurrucándolo aun cuando ambos estaban sudando y algo pegajosos—. ¿Viste la nota en el baño sobre ahorrar agua ya que la isla tiene un sistema de energía autosuficiente? Ty sonrió contra los labios de Zane. —Debo habérmela perdido. —Significa que probablemente deberíamos ducharnos juntos otra vez, ¿no crees? Ty ya estaba asintiendo. —Por la naturaleza. —Obviamente. Ty rio entre dientes y compartieron un beso lánguido. Estaba sonriendo cuando se separaron. —Cásate conmigo, Zane —susurró. Zane se echó a reír y se sentó. Estas no eran exactamente las condiciones ideales para una propuesta que necesitaban contar a la familia. —No, no. —¡Oh, vamos! —Ty lo llamó mientras se agachaba en el baño—. ¿Estar desnudos en una alfombra delante de una chimenea en un maldito castillo? —No. —Zane se sorprendió sonriendo al espejo, pero ni siquiera intentó borrarlo cuando Ty se le unió. Ty lo empujó contra el lavabo para besarlo. Murmuró contra sus labios.

—Puede que tengas que bajar tus estándares. Zane tarareó. —¿Qué tal si… subes los tuyos? —Es eso... ¿eso es un juego de palabras? Zane sostuvo a Ty cuando trató de alejarse. Ty puso los ojos en blanco. —Imbécil.

*

*

Ty y Zane fueron algunas de las primeras personas en bajar a desayunar, sólo superados por Chester, los padres de Ty, Nick y Kelly. Los cinco estaban sentados en una mesa juntos, hablando. Ty miró alrededor de la sala matinal, sorprendido por los nervios que sentía al ver a Nick con su familia. En la puerta, le dio un tirón a la manga de Zane, impidiéndole que entrara en la habitación antes de que los otros los vieran. Zane se dejó atrapar hacia un lado, fuera de la vista. Ty dudó y volvió a mirar alrededor de la puerta. Earl y Nick estaban llevando a cabo lo que parecía ser una conversación agradable. Earl se reía, y Nick parecía estar contando una historia. Ty se volvió hacia Zane. —¿Cuánto sabes del padre de Nick? Zane levantó ambas cejas, obviamente confundido. —¿Nada? Ty suspiró. —Bueno. Bueno, el padre de Nick solía darle palizas. Quiero decir, legítimamente debería haber pasado tiempo en la cárcel por lo que hizo. Cuando nos graduamos en el entrenamiento básico, todos nuestros padres vinieron para la ceremonia y nos llevaron a cenar esa noche. Empezaron a discutir, y el padre de Nick se lanzó sobre él y luego se largó cuando Nick se defendió. Digamos que papá se ofendió y, básicamente, adoptó a Nick después de eso. Zane asintió, todavía frunciendo el entrecejo confundido. —Pensé que Earl ni siquiera recordaba el nombre de Nick por el incidente de la serpiente. Ty sacudió la cabeza.

—Estaba jugando contigo, tratando de ponerte nervioso por la excursión. Nick pasó prácticamente cada permiso con nosotros después de eso. Ma y papá están muy unidos a él. Te lo estoy contando para que… no dejes que Nick sepa cómo reaccionó papá cuando el abuelo nos descubrió, ¿de acuerdo? La comprensión finalmente llenó la cara de Zane, y la rabia siguió rápidamente. —¿Por favor? —pidió Ty—. Papá puede manejarse, merece lo que consigue, pero Nick... Nick ve a mis padres como si fueran suyos. Zane escondió sus emociones iniciales, asintiendo simplemente con la cabeza. —Lo prometo. Por Nick, no por Earl. —Gracias, Zane —susurró Ty, y pasó el brazo por su cintura mientras se dirigían a la sala de desayunos. Fueron recibidos por los otros con el buenos días de Earl y Mara, y sonrisas conocedoras de Nick y Kelly. Ty se sentó en el asiento junto a Kelly y miró a sus amigos. —¿Qué diablos os pasó esta mañana? Nick empezó a reír y Kelly puso los ojos en blanco mientras tomaba un sorbo de café. —Me caí de la cama. —¿Te caíste? —preguntó Zane—. ¿O te empujaron? —Caída legítima. Rodé fuera de la cosa y me llevé las mantas conmigo. Soñé que me atacaba un calamar gigante y me desperté pensando que me estaba ahogando. —Me desperté frío y muy confundido —agregó Nick. Ty no pudo evitar reír. Kelly sonrió astutamente. —¿Qué te ha pasado a ti esta mañana? —No fui atacado por un calamar gigante, si eso es lo que me estás preguntando — dijo Ty. Miró al final de la mesa a su abuelo, dándole un saludo listillo—. Abu, ¿cómo te va? Chester gruñó sobre su tocino y huevos, apilándolos todos juntos en un pedazo de pan para hacer un bocadillo. Miró a Ty y Zane, entrecerró los ojos antes de dirigir su atención a Nick, que estaba sentado a su lado y ocupándose de sus propios asuntos. Chester apuntó el tenedor a la cara de Nick. —Cuando yo tenía tu edad, hijo, solían decir que los pelirrojos eran las relaciones de Satanás.

Kelly se atragantó con su desayuno, pero Nick le dio a Chester una sonrisa enigmática. —¿Qué dicen de ti ahora? —le preguntó Chester. Nick se encogió de hombros con facilidad. —Dicen que no tenemos alma. Chester frunció los labios, asintiendo pensativamente mientras daba una palmada en el hombro de Nick. —Eh. Es verdad. Nick enarcó ambas cejas, pero luego levantó su zumo de naranja y Chester brindó con él con su café. Kelly todavía estaba tosiendo, tratando de tragar y reír al mismo tiempo. Finalmente tuvo que excusarse y salió tropezando de la habitación para ir a buscar un lugar para escupir. Ty miró a Zane y encontró al hombre escondiendo su cara con ambas manos, riéndose en silencio. Al menos ahora sabía que no era sólo él a quien Chester hablaba de esa manera. Pero Nick siempre había tomado las excentricidades de Chester con calma, probablemente incluso mejor que Ty y Deuce, porque a Nick nunca le importaban. Nick seguía sonriendo, sacudiendo la cabeza mientras comía. Desde la primera vez que Ty lo había llevado a casa, había encajado en la familia Grady sorprendentemente bien. Earl se había interesado especialmente por él después de la escena que el padre de Nick había protagonizado en su graduación. Que el padre de Nick hubiera intentado golpear a Nick delante de todos ellos era cuestionable, porque los hombres como él trabajaban generalmente detrás de puertas cerradas, pero Ty había sabido inmediatamente que tendría que apartar a su padre del de Nick si se lanzaba un golpe. Ty se dio cuenta de que estaba mirando fijamente a Nick, frunciendo el ceño por los recuerdos. Algo sobre Nick había estado apagado desde que habían sido desplegados, y había empeorado una vez que habían vuelto a casa, pero Ty no podía decir que era. Algo se sentía… mal. Nick se estaba guardando algo, algo que le preocupaba. Ty se dijo que encontraría algún tiempo a solas con su mejor amigo para ver si necesitaba hablar. Zane lo dio un codazo en las costillas. —¿Estás bien? —susurró en el oído de Ty. Ty apartó los ojos de Nick y asintió, dándose cuenta tardíamente de que Earl había estado hablando con él. —¿Disculpa, qué? —Pregunté cómo fue tu noche, pero supongo que lo sé —dijo Earl con una breve carcajada.

Chester empezó a cacarear al final de la mesa. —¡Soy el único Grady que no tuve suerte anoche! Nick dejó caer su tenedor y se llevó la mano a los ojos. Chester le agarró del brazo y lo sacudió. —¿Quieres golpear algo también, hijo?, ¡puedes pedir prestada mi pala! Todavía estaban riendo cuando Kelly regresó corriendo a la habitación. Parecía nervioso. —Chicos, ocurre algo fuera. Ty se apartó de la mesa, Nick y Zane en sus talones mientras seguían a Kelly a la puerta principal. Otros varios madrugadores se arremolinaban alrededor, con aspecto preocupado o confundido. Kelly se abrió camino a través de ellos y abrió la puerta, apuntando hacia las casitas del personal cerca de la orilla. Otro pequeño grupo de personas estaba reunido allí. Ty tomó el brazo de Kelly. —Doc, ¿quieres ir a la habitación de Deacon y asegurarte de que están a salvo? —Sí —dijo Kelly, luego se precipitó dentro de la casa. Ty y Zane echaron a correr hacia la conmoción, con Nick vacilando brevemente y luego los siguió en lugar de ir tras Kelly. Cuando llegaron a la multitud de más o menos media docena de personas, Zane tomó inmediatamente el control de la situación, tratando de discernir lo que estaba ocurriendo con una voz alta e imponente. Recibieron una cacofonía de respuestas confusas, pero las palabras que prevalecían parecían estar "muerto" y "asesinado". Un hombre pelirrojo con una nariz aguileña y un bronceado rojizo finalmente se separó del resto del personal y se acercó a Zane. —Jockie Fraser —dijo con acento escocés, ofreciendo su mano. Sus dedos estaban manchados de negro y llevaba un mono de trabajo pesado—. Soy el jardinero. Estaba de camino a los muelles cuando oí gritar a Maisie y vine corriendo. A ella la encontré hiperventilando y a él así. —Los llevó a la escena, retorciendo su sombrero entre las manos. El cuerpo estaba boca abajo en la arena, a sólo unos metros de las olas invasoras. La línea costera alrededor de él estaba completamente pisoteada. Nick maldijo entre dientes. El detective de homicidios en él debía estar tirando del seguro de una granada dentro de su cabeza sólo con mirar esta escena desordenada. Zane se abrió paso con cuidado hacia el cuerpo para verificar si había pulso. No encontró ninguno, como probablemente había esperado, se levantó y retrocedió sobre sus propios pasos.

—Tenemos que asegurar la escena y llamar a las autoridades locales —dijo. Ty sacó el teléfono de su bolsillo, pero pronto descubrió que no tenía ningún servicio. Miró a Nick, que estaba sacudiendo la cabeza ante su propio teléfono. —No tenemos nada —murmuró Ty. Preguntaron al personal sobre su servicio de móviles, puesto que eran locales, y les dijeron que el servicio de la isla era irregular y sólo se encontraba en los lugares más altos. Estaban demasiado lejos. Zane eligió a uno de los espectadores para que fuera a la mansión y que alguien contactara con tierra firme. La chica salió corriendo, y Ty y Zane se quedaron mirando el uno al otro durante largo rato. ¿Por qué les pasaba siempre esto? Cada vez. Otras vacaciones, otro psicópata. Nick golpeó a Ty en la espalda, atrayendo su atención al presente. —¿Reconoces el chaleco, tío? Ty echó un vistazo más de cerca el chaleco fangoso de la víctima. Borgoña con una escena de zorro y sabueso bordada en oro repetida una y otra vez. Su estómago se hundió. Era el jefe de operaciones, el hombre que había insistido que la isla era segura. —Milton.

*

*

—¿Qué quiere decir con que no podemos contactar con tierra firme? —siseó Ty entre dientes al futuro suegro de su hermano. El hombre había bajado desde la mansión cuando había oído las noticias, acompañado por sus dos guardaespaldas y Deuce. Nick asumió que Kelly se había quedado con Livi y Amelia para velar por ellas, pero sus ojos seguían desviándose para tratar de ver su silueta. La voz de Stanton era tensa cuando respondió a Ty. —Los teléfonos de la casa no están funcionando correctamente, hay demasiada estática en la línea. Hamish cree que hay agua en las líneas. Pero tampoco recibimos señal de radio. El más alto de sus dos guardaespaldas, el líder demasiado entusiasta de los comedores de serpientes al que todos llamaban Inglés, se quitó las gafas de sol y se acercó. —Podría ser el trabajo de un bloqueador de señales. Stanton suspiró con fastidio.

—Esa es una posibilidad, tal vez. También hay una enorme tormenta a nuestro alrededor, la misma que pasó por encima anoche. Por eso vamos a cambiar la ceremonia de ensayo de mañana por la noche al interior. Las comunicaciones se interrumpen de esta manera dos o tres veces a la semana durante la temporada de tormentas. No es ningún motivo real de preocupación. —Yo diría que hay una razón para que él esté preocupado —dijo Ty señalando al muerto. —Por supuesto —dijo Stanton, permaneciendo calmado de manera impresionante—. Simplemente estoy diciendo que la falta de comunicaciones no es inusual. Podría ser una coincidencia. —¿Qué pasa con un teléfono por satélite? —Preguntó Zane. —¿Tienes uno? —Preguntó Stanton, su tono esperanzado en lugar de sarcasmo. Zane negó con la cabeza. —Tampoco nadie más. El mío ha desaparecido. —Eso es un poco alarmante, ¿no, jefe? —gruñó Ty. —Amelia estuvo jugando con él en la cena en la primera noche. Maisie estaba tratando de recuperarlo, pero no lo he visto desde entonces. No se sabe dónde está. —Estupendo. —Voy a hacer que el personal comience una tranquila investigación a ver si alguien tiene uno, pero estamos tratando de no alarmar a nadie. —¿Incluso las radios de los barcos están fuera de servicio? —Preguntó Nick. —No tengo noticias del hombre que envié al muelle. No tengo muchas esperanzas. Incluso los walkie—talkies del personal están congelados. —¿Las tormentas suelen hacer eso? —Preguntó Zane. —No por lo que he visto, no. Nick apretó los dientes con frustración. Esto era como estar en los marines de nuevo y tratar de comunicarse con latas y cuerda. —¿Qué pasa con el ferry? –preguntó Ty—. ¿Cuándo se darán cuenta de que han perdido el contacto con nosotros? —Está programado que venga el día de la boda si el tiempo es bueno. Después de eso, la próxima semana. Próximo mes. Tal vez. No hay horario real para el ferry porque la isla es privada. Nick se rascó la ceja, mirando a Ty con un encogimiento de hombros. —Vamos a enviar a alguien en uno de los barcos de la isla, entonces. Las autoridades tienen que ser notificadas, no podemos esperar a que la naturaleza nos permita llamar.

Stanton se volvió hacia uno de los de mantenimiento. —Por favor, envía un mensaje al muelle para que preparen una de las lanchas más pequeñas para cruzar. Y mira que los está manteniendo entretenidos con las radios. Una vez que el hombre desapareció y el resto del personal comenzó a dispersarse hacia sus responsabilidades diarias, Stanton se acercó a Ty y Zane, bajando la voz. —¿Esto es… fue un accidente? —preguntó, obviamente, más sacudido de lo que había dejado ver. Ty y Zane compartieron una mirada. —No lo sabemos. No hemos tocado la escena aparte de para despejarla. Nick se acercó, manteniendo a los dos comedores de la serpiente en su visión periférica porque le irritaban. —Si la ayuda va a tardar mucho tiempo en llegar hasta aquí, tenemos que examinar ese cuerpo —dijo a los otros—. La evidencia está desapareciendo mientras estamos aquí, y se acerca más lluvia. Además no podemos dejar el cuerpo de esta manera durante mucho más tiempo. La marea va a subir. Tendremos que documentar la escena lo mejor que podamos y luego moverlo en alguna parte para preservar lo que haya en él. Ty asintió, todavía con el ceño fruncido. — Ty. Si lo asesinaron... —Probablemente hay un asesino en la isla con nosotros, sí. —Ty asintió, su ceño cada vez más profundo—. Hazlo. Nick levantó ambas cejas, abriendo la boca por la sorpresa. Se agarró el muslo con la mano derecha, cerrándola en un puño. —¿Yo? —Eres el detective de homicidios, ¿verdad? —Ya no. —Irlandés, solo examina el puto cuerpo y mira si crees que es un asesinato o un accidente, ¿de acuerdo? —Espetó Ty. Nick gruñó molesto. —Sí, sí, capitán. —Lo siento. —Ty se pasó una mano por la frente, cerrando los ojos—. Por favor. Nick resopló y pasó junto a él, pisando con cuidado en las huellas de Zane para arrodillarse al lado del cuerpo. No había heridas defensivas en las partes de los brazos que eran visibles, pero el reloj del muerto estaba roto. Nick inclinó la cabeza para leer la hora. Se había detenido a las 3:48 de la mañana.

—Posible hora de la muerte aquí —dijo sin levantar la vista. Presionó los dedos en el cuello del hombre. Estaba frio. Trató de abrir los dedos del hombre muerto y se movieron sin resistencia. Nick frunció el ceño. Si había muerto hacía tan sólo cuatro horas, todavía estaría en rigor. El frío de la noche podría haber acelerado el enfriamiento del cuerpo, pero la evidencia estaba diciendo cosas diferentes acerca de cuándo había muerto el hombre. Miró a su alrededor buscando los trozos de la esfera del reloj de cristal, finalmente, los encontró en el barro junto a una roca a poca distancia de la cabeza del hombre. La playa estaba llena de rocas y cantos rodados, algunos suaves, algunos dentados. Era posible que hubiera resbalado al caminar y se hubiera golpeado la cabeza. Nick cogió uno de los trozos de cristal, pero sus dedos estaban temblando de nuevo. Cerró la mano en un puño y la retiró, frotándola contra el muslo. Necesitaría que alguien tomara fotos de los fragmentos de cristal de todos modos, por lo que los dejó allí. Las huellas eran imposibles de descifrar. La arena estaba demasiado floja, y demasiada gente había pasado por allí. Se inclinó sobre el hombre muerto, tratando de ver su rostro sin más alterar la escena. Lo que encontró fue una herida abierta en el nacimiento del pelo, tan profunda que podía ver la materia ósea y el cerebro. La sangre se había mezclado con el océano y empapaba la arena. La ausencia de un charco de sangre hacía que fuera un shock encontrar la brutal herida. —Tiene el cráneo hundido —anunció. —¿Podría ser debido a una caída? –gritó Zane. Nick negó con la cabeza antes de que incluso pensara de verdad en la cuestión. —Una herida así, hubo cierta violencia detrás. Parece que alguien le aplastó el cráneo con una piedra. No lo vio venir. No presentó batalla. —Fue asesinado —dijo Stanton en voz baja, cubriéndose la boca con la palma de la mano. Hubo un grito desde el camino, y cuando Nick se puso de pie para mirar más allá de los otros, vio a un hombre guiando uno de los carritos de golf por el camino, hacía gestos frenéticamente mientras desviaba el carrito por todas partes. Al acercarse se bajó de un salto y corrió hacia ellos, dejando que el carrito de golf rodara solo por la pendiente. La gente gritó y corrió tras él antes de que llegara al acantilado y saltara por el borde, pero el conductor no se dio cuenta. —Qué demonios —dijo Ty. —No están —soltó el hombre mientras corría hacia ellos. —¿Qué no están, Gillis? —Exigió Stanton. —¡Los barcos! —El joven llamado Gillis jadeaba cuando finalmente se detuvo en seco frente a Stanton—. Todos ellos. Se han ido del muelle. Incluso los botes de remos

y kayaks. Mackie dice que el cobertizo de barcos fue golpeado por un árbol y se han ido todos. —Ido –repitió Stanton. —Puedes verlos, pequeños puntos fuera que flotan en el agua. — El joven estaba todavía sin aliento. Agitó el brazo—. La tormenta los ha soltado. Los que no se hundieron todavía flotan alejándose de los muelles. Los ojos de Stanton estaban muy abiertos cuando se volvió hacia Nick y los demás. Nick sintió que su estómago caía cuando la comprensión se hundió. Estaban atrapados en la isla y no había forma de comunicarse con el mundo exterior, posiblemente durante varios días. Y podría muy bien haber un asesino entre ellos. Respiró hondo y soltó el aire, refunfuñando para sí mismo. —Voy a morir en Escocia.

Capítulo 5

Zane se sentó en silencio en una silla de oficina durante el breve debate sobre si las festividades de la boda debían continuar como estaba previsto, o si los invitados debían ser informados del asesinato y la pérdida de las lanchas de la isla. Ty y Nick discutieron primero con los Comedores de Serpientes, y luego con los demás sobre qué avenida sería más conveniente para mantener a todos a salvo. Kelly seguía con Livi y Amelia, o Zane estaba seguro de que habría podido mantener las cosas más tranquilas. Tal como estaba, Zane se recostó. Ty insistía en mantener a los invitados en la oscuridad, al menos durante un tiempo, evitar un pánico masivo y permitirles tratar de encontrar una solución en relativa paz. Nick estaba convencido de que la gente en peligro merecía saber que estaban en peligro, y se podrían tomar medidas para protegerlos y convencerlos de que cooperaran. Zane sintió como si estuviera presenciando el núcleo de por qué Ty y Nick siempre habían hecho un buen equipo. Eran muy yin y yang. Por último, Nick señaló que la noticia se extendería a pesar de sus intentos de mantenerlo en silencio porque la mayor parte del personal de la isla había visto el cuerpo. —Los rumores son siempre peores que la verdad, y una vez que empiecen, no podremos hacer que la gente confíe en nosotros cuando intentemos empezar a compartir la verdad con ellos. Ty y los Comedores de Serpientes gruñeron al unísono, pero ninguno de ellos pudo pensar en un argumento en contra. Alguien llamó a la puerta del estudio y, un momento después, abrieron la puerta para ver a Kelly allí de pie. Los guardaespaldas lo dejaron entrar y cerraron la puerta detrás de él. —¿Es cierto que apuñalaron a alguien en el oído con una concha rota? —preguntó Kelly incrédulo. Nick tendió la mano a Kelly, con los ojos clavados en Ty. —¿Ves? Ty se estaba masajeando sus sienes, asintiendo con la cabeza.

—De acuerdo, tenías razón. —Hacemos un anuncio —dijo Zane, sonriendo con cariño a Ty. Stanton no parecía divertido, sin embargo. —De acuerdo. Haré una llamada para que todos los invitados y empleados se reúnan en el gran salón. Podemos abordar la situación allí. ¿Quién está con Amelia? —El tipo coreano que no habla —respondió Kelly. —Necesitamos poner en marcha una investigación en ausencia de las autoridades apropiadas —dijo uno de los Comedores de Serpientes a Stanton. Era el líder de la fuerza de seguridad privada, un hombre llamado John English. A Zane le parecía un poco demasiado arrogante, pero parecía eficiente y sensato. —¿Cómo vas a hacer eso? —le preguntó Zane—. No tenemos autoridad para interrogar a estas personas, o detenerlas, o buscar evidencias. English se encogió de hombros. —No lo saben. —Lo que será útil más tarde —añadió Ty. Zane gruñó, empezando a enfadarse con la actitud del equipo de los Comedores de Serpientes. Le inquietaba a varios niveles la facilidad con la que Ty se ajustaba a ellos. A menudo se preguntaba cómo de cerca había estado Ty de tomar el camino mercenario. Definitivamente puso el pie en ello aquí y allá. Stanton empezó a caminar, masticando un cigarro. —Vamos a dejar claro que es una investigación informal, que se realiza simplemente para mantener a todos a salvo. Hay un asesino vagando por la isla, después de todo, la gente merece protección. Cualquier persona que desee no participar será… encerrada en su habitación por la seguridad de los demás. —Sigue sin ser legal —avisó Zane. —Tampoco lo es el asesinato —respondió Theo Stanton. Eran las primeras palabras que el hermano de Livi había pronunciado desde que la reunión había comenzado. —Son circunstancias extraordinarias, me temo. —Stanton se volvió hacia Nick, con las mejillas pálidas y los ojos desorbitados—. Rick, ¿no? ¿Eres detective de policía? Harás la investigación. —¿Disculpe? —Dijo Nick, sin molestarse siquiera en corregir su nombre. —No tienes ninguna conexión de sangre con la familia, ni el negocio. Eres una parte neutral mientras investigamos y estás entrenado para hacer el trabajo. Nick miró a todos, parecía que quería discutir, pero la lógica era buena. Zane asintió con la cabeza alentándolo cuando Nick lo miró a los ojos. Suspiró y sacudió la cabeza hacia un lado.

—Si puedo hacer que Doc me ayude, supongo que no tengo ninguna objeción. —Lo que sea que necesites —convino Stanton. Sacudió distraídamente la mano de Nick—. ¿Qué necesitas? Nick vaciló antes de encogerse de hombros. —Bueno, es una situación inusual en que nuestro grupo de sospechosos es estático, por lo que reunir coartadas sería el primer paso. Pero eso es algo que necesitamos organizar para todos. Si tratara de hacerlo en silencio, los rumores se extenderían y la gente sería capaz de coordinar sus historias. Lo haría inútil. Así que le decimos a la gente que estamos tratando de discernir una línea de tiempo, para ver si alguien fuera de lugar estaba en la isla. Stanton asintió y le entregó distraídamente su cigarro a Nick, quien lo tomó y lo miró como si le hubieran entregado un unicornio mientras Stanton se alejaba. Nick miró a Kelly, que se mordía el labio e intentaba no sonreír. —Todavía no tenemos ninguna forma de decir la hora de la muerte —comentó Theo. —Sin pruebas definitivas, tendremos que seguir su reloj roto —dijo Zane. Nick sacudió la cabeza, volviéndose hacia Kelly. —Necesito que me lo confirmes. —Confirmarlo... ¿Cómo? —Preguntó Kelly. Nick hizo una mueca. —Con un termómetro de pavo probablemente. —Asqueroso, Nick. —Lo digo en serio. —Lo sé, por eso es asqueroso. Incluso Zane estaba un poco disgustado ante la idea, pero Nick probablemente tenía razón. Era mucho más exacto comprobar la temperatura del cuerpo midiendo la temperatura del hígado que asumiendo que el reloj se había roto en la lucha que lo mató en última instancia. Nick le entregó el cigarro a Kelly y comenzó a escribir la información que necesitaría para calcular la hora de la muerte a partir de la temperatura del cuerpo, indicando que aproximadamente cada dos grados y medio que había caído significaba que llevaba muerto una hora. —Pon o quita algo por el frío. No confío en el reloj como la hora de la muerte. — Arrancó la página del cuaderno y se la entregó a Kelly—. Tienes que darse prisa antes de que llegue a la temperatura ambiente, ¿de acuerdo? Y necesito que lo hagas antes de poner el cuerpo en un lugar frío. Como, ahora mismo, en cuanto terminemos aquí.

Kelly asintió con la cabeza y tomó el trozo de papel, la nariz fruncida de disgusto. Stanton seguía caminando, y Kelly sostuvo el cigarro para que lo tomara mientras pasaba. Stanton lo arrancó de los dedos de Kelly y se lo metió en la boca sin ni siquiera darse cuenta de que había renunciado a él. Zane se encontró reprimiendo una carcajada. —Si la temperatura aclara la hora de la muerte, asumiremos que el reloj es correcto —les dijo Nick. No tenía mucho sentido discutir con lo poco que tenían que seguir. —Si el cuerpo y el reloj están diciendo cosas diferentes, ¿es posible que lo hayan matado en otro lugar? —Preguntó Zane a Nick. Era el único que había estado lo bastante cerca del cuerpo para verlo. Nick sacudió la cabeza antes de que Zane pudiera terminar. —No. No había señales en el cuerpo de que lo hubieran movido. —¿Estás seguro? —preguntó Zane. Nick le dirigió una breve mirada, luego asintió. —Llevo haciendo esto mucho tiempo, Garrett, no necesito que me agarren de la mano. Zane levantó ambas manos y se encogió de hombros. No quería problemas con Nick, no ahora. —Si este es el primer paso en una escalada contra la compañía, entonces tenemos motivos —agregó Ty—. Eso podría reducir la primera ola de entrevistas, al menos. —Me gustaría registrar su habitación —dijo Nick a Stanton—. Coger su portátil, teléfono, papeles. Si pudiéramos bloquear eso lo antes posible para evitar que alguien llegara allí. De hecho, Grady y Garrett podrían manejar eso mientras entrevisto a la gente. —Te traeré la llave, pero Grady y Garrett estarán cuidando de Amelia mientras estás haciendo eso, gracias —le prometió Stanton. Se dirigió a la puerta, señalando a sus hombres que lo siguieran—. Caballeros, nos encontraremos en el patio en diez minutos para el anuncio. Serviremos el brunch y te permitiremos hacer tus entrevistas mientras la gente está comiendo. ¿Eso funcionará? Todas las miradas se volvieron hacia Nick, que miraba a Stanton con el ceño fruncido. Cuando se dio cuenta de que el hombre estaba esperando una respuesta, asintió, obviamente nervioso. —Sí, señor, gracias. Stanton asintió y salió de la habitación. La puerta se cerró detrás de Theo, dejando a los cuatro solos en un silencio aturdido. Kelly se sentó en el respaldo del sofá donde Nick estaba inclinado, rozando sus hombros.

—¿Esto es lo que pasa generalmente cuando viajáis, chicos? —Sí —gimieron Ty y Zane. —No —dijo Nick con un doloroso movimiento de cabeza. Kelly pasó un brazo alrededor de sus hombros, abrazándolo. —Está bien, Rick. Nick resopló. Zane se echó a reír, aunque se sentía culpable por reírse. Nick parecía tan angustiado por haber sido elegido para el trabajo, que Zane tuvo que preguntarse por qué. Había sido detective en Boston durante al menos siete años, y por lo que Ty decía de él, era bueno en su trabajo. Ty se sentó al otro lado de Nick y le dio unas palmaditas en la rodilla. —¿Estás bien para hacer esto? —¿Importa? —preguntó Nick. —Estaremos a tus seis, hombre —dijo Kelly. Zane asintió de inmediato. —Pan comido. Nick se pasó los dedos por los ojos. Las puntas de sus dedos temblaban, apenas perceptiblemente. Pero Zane lo notó. Lo había notado también fuera, cuando Nick había intentado alcanzar algo en la arena, pero luego se detuvo. Lo había notado la noche pasada en la cena, cuando Nick había cambiado el tenedor de la mano derecha a la izquierda y luego cerró la mano derecha en un puño antes de esconderla en su regazo. Nick era zurdo, por lo que usar la izquierda en lugar de la derecha no era inusual, pero había captado su atención. El temblor en la mano derecha era del mismo tipo que Zane había desarrollado cuando salía de rehabilitación. Combinado con las otras cosas que Zane había notado, su conducta inusualmente sedada, su temperamento más corto, negándose a volver a un trabajo que todo el mundo decía que había amado, la mirada acosada en sus ojos, estaba casi seguro de que Nick estaba usando algo o tratando de dejarlo. —Creo que deberíamos salir ahí —dijo finalmente Ty. Cuando todos se pusieron de pie para salir de la habitación, Ty gruñó entre dientes—: Tenemos un jodido asesino que encontrar en la boda de mi hermano. —Espero que sea uno de esos chicos de la seguridad —dijo Kelly detrás de Zane. —Tal vez lo haya hecho el mayordomo —le ofreció Nick. Kelly respondió con un gemido. Cuando llegaron al gran vestíbulo donde la gente ya se estaba reuniendo, Ty fue directo con sus padres, susurrándoles la situación. Mara se llevó una mano a la boca y abrió mucho los ojos, pero Earl simplemente asintió sombríamente. Burns estaba

sentado con ellos, y tampoco mostró mucha sorpresa. Parecía que ya se habían enterado de las noticias. Por los bajos murmullos por toda la habitación, muchos otros huéspedes también. Durante unos segundos, Zane se quedó mirando a la gente reunirse antes de decidir que ahora podría ser el mejor momento para apartar a Nick. Cuando todo esto terminara, estarían en el centro de una investigación, por muy extraoficial que fuera. Se acercó a Nick con un atisbo de ansiedad y lo sorprendió siguiendo a Kelly a través de la multitud para regresar al pasillo. Tomó su codo para detenerlo. Nick se volvió hacia él con una sonrisa confusa. —¿Garrett? Trasladaron el cuerpo a la cocina para almacenarlo, nos dirigimos allí. Podrías desear pedir vegetariano esta noche. Zane resopló y miró a su alrededor. —¿Puedo hablar contigo primero? La sonrisa de Nick cayó. Kelly se había detenido a esperarlo, y ahora estaba de pie frunciendo el ceño a poca distancia. Nick miró a su alrededor como Zane había hecho para ver si alguien más estaba prestándoles atención, luego asintió. —Por supuesto. ¿Qué pasa? —En algún lugar privado. Preferiría que Ty no nos viera hablar. La confusión y la súbita aprensión de Nick eran dolorosamente claras, pero se volvió hacia Kelly de todos modos. —Te alcanzaré, Kels. —De acuerdo —dijo Kelly, frunciendo el ceño, pero volviéndose hacia la cocina por su cuenta. Nick salió del gran salón con Zane, pero no hizo preguntas, y Zane se lo agradeció. Condujo a Nick hacia el pasillo y encontró un rincón tranquilo para hablar. Se volvió hacia Nick y echó un vistazo a la puerta detrás de ellos. —¿Qué está pasando, Garrett? —Nick parecía estar perdiendo la paciencia con las cosas de intriga y misterio. —Mira, quiero ayudarte, ¿de acuerdo? —Dijo Zane deprisa. Nick levantó ambas cejas y se inclinó un poco más cerca. —¿No te has inscrito ya para eso? —No con eso. Vi tu mano temblando. Y te vi sacar pastillas ayer en el coche cuando pensabas que estaba dormido. —Zane alcanzó la mano derecha de Nick y la levantó, luego la soltó. Tenía un temblor en sus dedos cuando Nick trató de mantenerla firme. Zane asintió sombríamente—. He estado allí.

Nick miró su mano, luego soltó una risa exhausta y casi aliviada cuando la dejó caer a un lado. Apartó la vista por un momento, luego volvió a encontrarse con los ojos de Zane. —Propranolol. Zane frunció el ceño. —¿Qué? —Eso es lo que estaba tomando en el coche. Lo tomo cada mañana. —Nunca lo oí. —No es un narcótico —dijo Nick con ironía—. Está prescrito. Uno al día. Zane se tomó un momento para dejar que se instalara, pero no alivió su preocupación. De hecho, solo sirvió para doblarla. Su estómago se tambaleó. —¿Estás enfermo, O'Flaherty? Nick bajó la cabeza, suspirando y volviéndose. Se pasó una mano por el pelo. Zane miró por encima del hombro para asegurarse de que todavía estaban solos, luego dio un paso detrás de él. —¿Para qué es? Nick golpeó sus manos contra sus muslos. —Tengo un temblor. Eso es para lo que sirve. La mirada de Zane se deslizó hasta la mano derecha de Nick, que estaba aferrada a su costado. —¿De qué? Nick se encogió de hombros. —Los médicos hicieron pruebas. Nadie lo sabe. Pero la medicina evita que mi mano tiemble, así que la tomo. Si lo olvido, me estremezco como el maldito San Francisco en un terremoto. Zane se rió antes de poder detenerse. Se llevó la mano a la boca. —Lo siento. Nick sonrió. Se pasó los dedos por la frente. —Empeora si estoy cansado. Como si los músculos no pudieran trabajar lo suficiente como para mantenerme firme. —¿Qué creen que lo causa? —preguntó Zane. —El diagnóstico original fue algo llamado temblor esencial. Básicamente, sólo mala genética. Luego la teoría predominante en los documentos militares fue SEPT. Sin embargo, llaman así más o menos a todo lo que no pueden identificar, síndrome de

estrés post traumático. Todo lo que sé con seguridad es que no es esclerosis múltiple o Parkinson. Lo comprobaron. Dos veces. El cuerpo de Zane se llenó de hielo durante un breve instante. —Jesús. —Si es SEPT, quién sabe qué pasará. Puede que mejore, no lo sé. Pero si es el temblor esencial, no desaparecerá. Y aunque la medicina lo controle, probablemente empeorará a medida que envejezco. —Por eso no volviste a la policía de Boston, ¿verdad? —preguntó Zane suavemente. Nick hizo una mueca de dolor y se encogió de hombros. —¿Que se suponía que debía hacer? Si dejo de tomar esas píldoras unos días seguidos, apenas puedo alcanzar un objetivo. Cuando empezó la primera vez, mi mano estaba completamente bloqueada, mi capitán pensó que estaba teniendo una convulsión y llamaron a una ambulancia. —¿Cuando fue eso? Nick se lamió los labios, paralizado. Luego suspiró y apartó la mirada. —Justo antes de Nueva Orleans. Por eso tuve tiempo para ir. Me habrían llevado de vuelta cuando volví a casa, querían hacerlo. Y con los medicamentos, habría estado bien. Tal vez. Pero demonios, si es un efecto secundario del trastorno de estrés postraumático, sólo soy un jodido lastre tembloroso. No podría pedirle a un compañero que dependiera de mí sabiendo eso. —Realmente no crees eso, ¿verdad? —Soy un francotirador con un temblor, Garrett. Es como una mala broma. Se rió, y Zane se rió con él aunque no había nada de gracioso en ello. Nick levantó la mano, frunciendo el ceño como si le hubiese traicionado. —O’Flaherty —susurró Zane, pero no pudo seguir con palabras de consuelo. Se aclaró la garganta, sintiéndose estúpido por pensar lo que había pensado—. Lo siento, pensé que... —No te preocupes por eso. Probablemente yo habría pensado lo mismo. —Está bien, así que si es SEPT, ¿qué crees que lo provocó? Nick se encogió de hombros, sin encontrarse con los ojos de Zane. —Fue lo de Cross y la CIA, ¿no? —Preguntó Zane—. Los llevamos directamente a ti. Fueron a por ti en tu barco. —Claro que lo hicieron, Garrett, pero la gente ha estado tratando de matarme todos los días desde que tenía dieciocho años. Demonios, incluso antes de eso, si quieres contar ser arrojado por las escaleras, así que quién sabe. Se puso muy mal hace unos

meses, sin embargo; casi me enviaron a casa. Tuve que convencerlos de que me mantuvieran desplegado hasta que los otros también fueran liberados. Zane esperó unos golpes. —¿No se lo has dicho a nadie? —Kelly lo sabe. Desde hace un tiempo. —¿Pero no Ty? Nick rió amargamente. —Sí, hay un par de cosas que Ty no sabe. He estado esperando un buen momento para hablar con él. Ya sabes cómo es. Zane asintió tristemente. Ty se asustaría a la primera señal de que Nick estaba enfermo. —Sí. —Quiero decir… ¿cómo le dices a tu mejor amigo que estás enfermo y nadie sabe por qué? Zane sacudió la cabeza, sin saber qué hacer. Un silencio incómodo empezó a deslizarse mientras se encontraban en el pasillo, mirándose fijamente. Zane pensó que quizá Nick estaba conteniendo la respiración, y de repente se dio cuenta de por qué. —Si me pregunta directamente si sé algo, le diré que hable contigo. De lo contrario, no es asunto mío contárselo, ¿verdad? Lo harás cuando estés listo. —Gracias, Garrett. Zane asintió y se adelantó, pero Nick lo tomó el brazo y lo detuvo. —Y... gracias por estar preocupado y listo para ayudar. Sé que no es fácil llegar a alguien así. Eso es sólido. —Me alegro de no tener que darte mi discurso de rehabilitación. Nick soltó una carcajada. Puso el brazo alrededor del hombro de Zane, dándole palmaditas en la espalda y guiándolo hacia el gran salón. Lo soltó antes de que llegaran a la puerta, y se unieron a Ty y Kelly justo antes de que Stanton se dirigiera a la multitud.

*

*

Pusieron a Nick en la sala de juegos. Una mesa de billar y una larga mesa de tejo estaban colocadas a lo largo de una pared, y una cabeza de ciervo desconcertante miraba furiosamente encima de la chimenea. Nick sacó un taburete de la barra y

extendió un bloc de notas, varios bolígrafos y su iPad, sintiéndose ampliamente poco preparado para la tarea que tenía por delante. Después del anuncio de Stanton, la gente estaba nerviosa y alterada, pero nadie se había opuesto al interrogatorio. Nick estaba esperando una cierta hostilidad e iba a ser torpe cuando comenzara a entrevistar a gente que conocía. También se sentía desnudo sin su placa. Susan Stanton estuvo casi inconsolable durante su entrevista. —Ernest era un buen hombre, no merecía morir así. Oh, Dios mío. —Se llevó los dedos a los labios y cerró los ojos—. Pobre, pobre hombre. ¡Ni siquiera se suponía que tuviera que estar aquí! Él y Theodore tenían algunas cosas de última hora con las que trabajar, así que vino en el avión con nosotros. Theodore Stanton estaba menos nervioso cuando Nick lo entrevistó. —Estábamos trabajando en un proyecto, sí. Insistió en venir para poder terminar. Era como un bulldog cuando se trataba del trabajo del gobierno. Livi Stanton lloró durante toda su entrevista. —Si no hubiera sido por el señor Milton, Deacon y yo nunca nos habríamos conocido, ¿lo sabías? Fue a Deacon por sus problemas de estrés, y notó la cojera de Deacon. Él le dio mi tarjeta y le dijo que probara. –Rompió a llorar de nuevo, y Nick se vio obligado a llamar a Deuce para que viniera a buscarla. No consolaba a las mujeres que lloraban a menos que le dispararan. —Sí, ya sabes que lo había olvidado —admitió Deuce—. Me dio su tarjeta. Jesús, ahora me siento mal. Quiero decir que me sentía mal de todos modos, sabes, pero ahora me siento peor. Quiero decir que me siento mal porque haya muerto en mi boda, no porque lo haya matado ni nada. ¿Por qué me miras así? ¿Por qué estás escribiendo eso? Dios mío, Deacon, deja de hablar. Mara Grady balbuceó durante toda su entrevista como su hijo menor. —¿Qué estaba haciendo en la playa por la noche? Eso es tan peligroso, sabes que no estaba ahí abajo para nada bueno. Nicholas, querido, pareces cansado. Necesitas un poco de café. Cuando Earl Grady entró en la habitación, llevaba un plato y una taza humeante. —La esposa me dijo que te trajera esto —dijo mientras los colocaba junto al codo de Nick—. Vi al muerto en la cena. Seguía revisando su reloj como si tuviera algún sitio al que ir. Estaba con su móvil todo el tiempo. Supuse que era un teléfono por satélite ya que todo el mundo parece no tener cobertura por aquí. —No hay una maldita barra de cobertura en esta estúpida isla —le dijo la dama de honor. Era una mujer bonita con el pelo color cobre. Sus ojos fueron atraídos al bloc de notas de Nick—. Oh lo siento. Soy Nikki Webb. Odio estar aquí, ¿de acuerdo? Mi cuerpo entero me pica y no puedo conseguir que se detenga, y mi cabello está muy

rizado por la lluvia, y ni siquiera puedo tener sexo telefónico con mi novio porque estamos en medio de ninguna maldita parte. Me gusta mucho Livi, pero que Dios me ayude, mejor que este matrimonio dure para siempre. Nick ya había conocido a una de las damas de honor, Catalina Cruz, en la cena de la noche previa. Era una observadora, y tenía el tipo de fuego del que Nick disfrutaba. Había pasado un rato hablando con ella, y si no fuera por Kelly, probablemente habrían sido la coartada uno del otro anoche. —Déjame adivinar, ¿Nikki pasó diez minutos quejándose del servicio telefónico? Comparto habitación con ella. La noche pasada, pasó por lo menos una hora vagando por los pasillos, desesperada por una barra de cobertura. Casi se cayó por el balcón sosteniéndolo hacia el cielo. Nadie debería estar así por un tío, ¿sabes a qué me refiero? La siguiente dama de honor que se sentó frente a él deletreó su nombre para él. —Miyoko Mason. —Era alta y posiblemente demasiado delgada para estar sana, con un aspecto exótico que hablaba de una ascendencia asiática—. Hablé con él durante un rato. Podía citar a Sun Tzu. Ese es El arte de la guerra, en caso de que no lo sepas. Era muy suave, como un espía en alguna novela. Seguía diciendo que tenía que reunirse con alguien y comprobaba su reloj. No dijo con quién. Los padrinos no estaban tan impresionados con Milton. Christian Orr, el amigo más antiguo de Deuce, era alto y desgarbado, y su apretón de manos fue firme. —Sí, lo vi en la fiesta. Estaba inventando una especie de conspiración de espías con dos de las damas de honor. Era divertido de ver. No le vi después de que se fuera de la fiesta. Pensé que tuvo suerte, pero… supongo que me equivoqué. Cambié de habitación cuando Matt ligó con la dama de honor morena. Pasé la noche con la chica asiática, ¿Miyoko? Léele un maldito poema y ella es tuya, tío. —Quiero decir, ¿cómo finges que eres un maldito agente secreto en una boda de un psiquiatra y una yogui? —le preguntó Matthew Ferguson a Nick. Era bajo y atlético, con el pelo oscuro y una sonrisa juguetona—. Pasé la mayor parte de la fiesta con Ashlee. ¿La has visto? ¿Ashlee Knight? Es decir, maldición. Estuve con ella hasta las cuatro de la madrugada. Me despertó cuando salió de mi habitación. Nick había empezado a hacer una lista de quién había estado durmiendo con quién y dónde, pero había comenzado a parecerse a una tela de araña. No debería haberse sorprendido, pero las maquinaciones de habitación del personal lo pillaron más desprevenido. —Bien… es una isla pequeña —le dijo Maisie Ross. Jockie y yo crecimos juntos, así que por supuesto que hemos estado juntos. Sólo hay un puñado de personas durante todo el año, y yo soy una de ellos, incluso si soy sólo la niñera cuando la familia está aquí. Trabajo como ama de llaves también, y ayudo a Jockie con la jardinería. Pero cuando Amelia está en la isla, ella es mi único trabajo. Estuve con ella esa noche, dormida. Tengo que dormir cuando ella lo hace o me agota.

La mayoría del personal y los invitados de la boda fueron cooperativos. Otros estaban tan nerviosos que apenas podían recordar sus nombres cuando Nick preguntó, y algunos pocos estaban irritables o francamente combativos por estar allí. Los Comedores de Serpientes, especialmente, estaban furiosos cuando fueron interrogados. Nick puso a los últimos invitados en una lista especial, que incluía a los cinco Comedores de Serpientes, para interrogarlos otra vez. Sólo para irritarlos. —Mis hombres no matarían a alguien golpeando su cabeza con una roca —insistió John English—. Eso es insultante. —Tienes razón, es insultante —refunfuñó Lenny Hardin. Tenía más o menos el tamaño de Nick, con el cabello oscuro y entradas que intentaba esconder manteniendo la cabeza casi afeitada—. Si fuera a matar a algunos de esos putos mocosos como ese tipo Milton, estoy malditamente seguro que no usaría una piedra. Vamos. Apuesto a que incluso las perras Recon saben cómo romperle el cuello a alguien. Solomon Frost era uno de los Comedores de Serpientes que a Nick realmente le gustaba. Era larguirucho y relajado, con el pelo rubio muy recortado y una cara dura que parecía estar en desacuerdo cuando sonreía. —Yo estaba haciendo mis rondas. La playa no era parte de nuestro territorio; nos quedamos cerca de la casa. Sólo estoy aquí para hacer un trabajo. ¿Te pagan por esta mierda? Porque deberían. La única mujer Comedora de Serpientes, Avery Kline, estaba aún más irritada al ser interrogada que los demás. —¿Sabes lo que es ser la única mujer en un equipo como este? Tengo que trabajar dos veces más para demostrarme a mí misma, y sigo recibiendo las tareas de mierda. Me mantuvieron dentro de la casa toda la noche, dijo que haría que las mujeres se sintieran más cómodas. ¿Sabes que mierda es esa? La mitad de esas chicas ni siquiera estuvieron en sus propias camas la mayor parte de la noche. Riddle Park, el silencioso Comedor de Serpiente coreano, no tenía nada que decir sobre la noche anterior. Nick buscaba en su memoria los pocos pedazos de coreano que había averiguado para preguntar si el hombre hablaba inglés cuando Park se inclinó más cerca y le miró por encima de las gafas de sol que llevaba. Un ojo tenía un color blanco lechoso. —No vi nada —dijo, y luego se levantó para irse. Horas después, después de más de treinta interrogatorios, una foto de todos en la isla en su iPad, y un bloc lleno de notas, listas y garabatos, Nick estaba listo para golpearse en la cabeza con un taco. Levantó la vista cuando la puerta se cerró y suspiró aliviado al ver que su próxima entrevista era Kelly.

—Buenas tardes, detective —dijo Kelly con voz ronca. Levantó el taburete frente a Nick y se sentó. —Esto es jodidamente agotador —dijo Nick—. ¿Alguien por ahí parece nervioso? —Todo el mundo parece nervioso. ¿Qué demonios estás haciendo con la gente de aquí? Nick se encogió de hombros impotente. —En el lado positivo, nadie más ha muerto. Nick se frotó los ojos, luchando contra el latido que había comenzado hacía una hora. —¿Estás bien? —preguntó Kelly con voz más suave. Nick se encontró con los ojos multicolores de Kelly, y el calor se extendió a través de él, aliviando el estrés. Se acercó a la parte superior de la barra y tomó la mano de Kelly en la suya, besándole la palma de la mano sin decir una palabra. —¿No vas a tomar mi foto para tus registros y preguntarme dónde estaba anoche? –bromeó Kelly. Nick respondió con un bajo retumbar, porque recordaba cada segundo de donde había estado Kelly anoche. Ambos permanecieron en silencio unos instantes, con las manos entrelazadas. Kelly finalmente recogió el iPad de Nick y se sacó una foto, haciendo una mueca cuando hizo clic. Nick rió entre dientes y se lo quitó, dejándolo a un lado. —¿Recuerdas algo de anoche que estuviera fuera de lugar? Kelly sacudió la cabeza. —He estado intentándolo, pero no puedo pensar en nada. Nick asintió con la cabeza. Esa era la respuesta que había estado recibiendo todo el día. Kelly se levantó y caminó alrededor del extremo de la barra, se acercó a Nick y deslizó los brazos alrededor de sus hombros. Nick apoyó su mejilla contra el pecho de Kelly y cerró los ojos mientras éste apoyaba la barbilla en su cabeza. Envolvió los brazos alrededor de la cintura de Kelly y este se acercó más, abrazándolo con fuerza. Permanecieron así unos largos minutos, dando un descanso a Nick, empapándose en la presencia del otro. —Ty está esperando para la próxima entrevista —dijo finalmente Kelly, su voz de repente tensa. Nick gimió, cerrando los ojos y enterrando el rostro en el pecho de Kelly. Después de entrevistar a Ty, tendrían que cambiarse y Ty lo interrogaría. Esta no era la forma en que había imaginado contarle a Ty lo de Kelly y él, pero supuso que no había otra opción ahora. Después de todo, era su coartada.

—Estará bien —le dijo Kelly. Le dio unas palmaditas en la mejilla y retrocedió. Las manos de Nick se alejaron cuando Kelly se dirigió a la puerta—. Grita si trata de matarte. —Eso no es gracioso. —Es un poco gracioso. Nick gruñó cuando Kelly salió de la habitación, y antes de que la puerta se cerrara, Ty había entrado. —Te ves rudo, colega —dijo Ty con una sonrisa. Puso una botella de agua junto al codo de Nick, junto con un par de aspirinas, y luego tomó el taburete frente a él. —Gracias. Nick miró fijamente la botella, sintiendo que todo su cuerpo estaba lleno de nervios. —¿Alguien destaca? Nick se obligó a encontrarse con los ojos de Ty. —No hay nada llamativo. He estado empezando con la fiesta y llevándolos hasta las cuatro de esta mañana. La mayoría de las respuestas que estoy recibiendo son alcohol o la cama de otra persona. —No me sorprende —dijo Ty con un resoplido—. ¿Por qué la fiesta? ¿Porque tan temprano? —La prueba de temperatura de Doc dijo al menos ocho horas. Incluso teniendo en cuenta la noche siendo fría, nos pone alrededor de medianoche, una hora más o menos. El reloj está equivocado. Ty frunció el ceño con fuerza, apoyando los codos en la barra. —Entonces... probablemente abandonó la fiesta y luego se lo tragaron. ¿Cómo se rompió su reloj a las tres? Nick alzó una ceja y asintió. Se había estado preguntando lo mismo. —No tengo ni idea. Tengo dos teorías, sin embargo. ¿Quieres oírlas? —Sí. —Algunas personas han dicho que se dieron cuenta de que estuvo jugando con su reloj toda la noche. Podría haberse roto, congelado en ese momento. —Huh. ¿Cuál es la otra teoría? Nick se encogió de hombros. —Alguien lo mató sabiendo que la hora de la muerte sería algo complicado de averiguar, así que adelantaron el reloj y lo rompieron. Convirtiéndolo en una fácil hora de la muerte. Se aseguró de que alguien los viera horas después para la coartada. Ty entrecerró los ojos, inclinando la cabeza.

—Eso es lo que yo haría, de todos modos. En un apuro. Esperando que nadie trajera el termómetro de pavo. —Serías un asesino en serie realmente aterrador, irlandés. Nick golpeó la pluma contra el papel y miró fijamente hasta que Ty se movió incómodamente. —Bueno. Camina conmigo por la fiesta. —Bien. Comimos. Tuvimos la reunión con Stanton. Creo que dejé el patio dos veces en el curso de la noche para ir a orinar. Luego terminamos en el jardín viendo cómo fumabas un porro con mi hermano. —Dejaremos eso fuera de las notas —gruñó Nick mientras escribía el resto—. ¿Viste a la víctima en la fiesta? —No después de la reunión en el estudio. Nick añadió a Ty a la lista de personas que no habían visto Milton después de la hora de la reunión. Era obvio que no había regresado al patio esa noche, y eso les proporcionaba una ventana de diez horas para el crimen. —¿Viste a alguien salir de la fiesta después de la reunión, alguien que te sorprendiera por comportarse de manera extraña? Ty pensó antes de sacudir la cabeza. —Honestamente, estaba más preocupado por ti y por Doc charlando con mi prima pequeña que mirando a alguien más. Nick intentó no reír. —¿Adónde fuiste después de que saliste de la fiesta? —Caminamos hacia la playa. Le pedí a Zane que se casara conmigo. Me rechazó. Luego volvimos a la habitación. Nick miró a su mejor amigo por unos instantes antes de decir: —¿Qué? Ty golpeó la parte superior de la barra con la mano. —¡Dijo que no! ¡Dos veces! —Ty. —Nick suspiró, frotándose la sien cuando reconoció las señales de advertencia de Ty. —No, no. ¡Tres veces! ¡Tres veces me ha rechazado! Nick cogió la aspirina que Ty le había traído. —¡Tres veces! —Tyler, escucha, lo siento mucho por… las tres veces, pero pareces estar manejándolo bastante bien hasta aquí, y este no es uno de esos casos en los que necesito

convencerte de que te calmes, por lo que tal vez ¿podrías esperar hasta después de comer? —Mira, ¿una hermosa playa en Escocia? No. ¿Castillo? No, no. ¿Alfombra delante de un fuego? —Oh Dios, para. Ty, por favor —dijo Nick rápidamente. Se puso la cabeza entre las manos—. Eso es… no. Ty se aclaró la garganta y asintió. —Lo siento. Nick lo observó durante unos segundos, todavía se cubría la mitad de su rostro con una mano. Ty parecía absolutamente miserable. Podría parecer como que manejaba bien los rechazos, pero Nick podía ver por debajo de la máscara al igual que siempre había sido capaz de hacer. —Mi pésame por ser derribado. Repetidamente. Ty ni siquiera le miró. Parecía un perrito apaleado, e hizo que Nick quisiera golpearse la cara contra la barra. —¿Necesitas hablar de ello? —Por favor. Me estoy volviendo jodidamente loco tratando de no ponerle… ojos de cachorro y rogarle que lo piense otra vez. —Bueno, puede dejar lo de ponerme a mí ojos de cachorro. ¿Se lo has pedido tres veces? —Preguntó Nick, odiándose a sí mismo por ceder y sentir lástima por Ty en lugar de sentir lástima por sí mismo en este momento. Ty asintió. —Dijo que no lo había pensado bien todavía. —Probablemente tiene razón. —Se supone que debes estar de mi parte –gruñó Ty. —Estoy del lado de los justos; significa que rara vez estoy de tu lado. Ty soltó una risa. —¿De qué tipo de lapso de tiempo estamos hablando aquí? —Se lo pedí la noche que llegamos aquí —dijo Ty mientras empezaba a jugar con uno de los lápices de Nick—. Antes de la cena. —¿Le has pedido que se case contigo tres veces en treinta y seis horas? Ty golpeó la barra de nuevo. —Si te tuviera en el balcón de un castillo con las putas regiones salvajes de Escocia por la ventana y te pidiera que te casaras conmigo, ¿no me dirías que sí? Nick negó con la cabeza.

—No. —¡Maldición! —No es el lugar que va a atraer a Zane, Ty. Ty parecía casi desesperado cuando se dio cuenta de que Nick estaba dispuesto a darle consejos. Se inclinó hacia delante. —¿Qué debo hacer? —Bien… dijo que no habías pensado en ello. Así que piensa en ello. Hazle saber que vas en serio y que estás pensando en la vida en lugar de sólo llevar un anillo. Le conoces. Es decir, piensa en ello, ¿cómo me lo propondrías? Ty esperó un momento y luego dijo: —Entradas de temporada en el Fenway y un anillo en tu cerveza durante la séptima entrada. Nick hizo un gesto con la mano. —Y yo soy tuyo. —Ambos rieron. Nick seguía sonriendo cuando bajó la voz a un tono más serio—. ¿Cuáles son las entradas de temporada de Zane? ¿Qué es lo que le dirá que estás en ello a largo plazo y que le quieres allí contigo? Es seguro como el infierno que no es una playa en Escocia. Ty asintió, su mirada se desenfocó. Nick dejó que lo rumiara durante unos segundos, hasta que finalmente se espabiló. —Gracias, Irlandés. —Al final te dirá que sí. —Nick volvió a mirar sus notas, tratando de recordar dónde habían estado en la entrevista—. Muy bien, así que estabas en la playa siendo derribado por el amor de tu vida. Ty se quejó en voz baja. Nick sonrió y luchó para recuperar una cara seria. —¿Viste a alguien más mientras estabas por ahí? —Sí, había dos personas paseando. Chico y chica. Los pasamos. Nick frunció el ceño a sus notas. Las revisó. —¿Qué hora era? —Tal vez… doce y media. Nick sacó todas las páginas de notas de la entrevista con una mujer. Nadie, hombre o mujer, había mencionado estar fuera en la playa dando un paseo. —¿Qué aspecto tenían? —No lo sé.

Nick levantó la vista, los ojos muy abiertos. —¿No lo sabes? —No… los miré. No lo sé. La chica llevaba un vestido. —Ty, todas las mujeres en la isla llevaban un vestido anoche. —Lo siento, no les presté atención. —¿Eran jóvenes, viejos? ¿Nerviosos, tranquilos? ¿Color del pelo, altura? ¿Estaban buenos, no? ¿Estaban manchados de sangre y llevaban una piedra muy grande? —¡No lo sé! —¡Tyler! —Nick dejó caer el bolígrafo y se frotó el rostro con las manos—. ¿Te das cuenta de que puedes haber visto a los asesinos y ni siquiera puedes decirme de qué color era su puto cabello? —¡Lo siento! Supongo que no compruebo a la gente como antes. Nick gimió. —Me aseguraré de informar a Garrett que tus ojos no se apartaron. ¿Los vio él también? —Sí. Nick sacudió la cabeza con disgusto, mirando a Ty. —Eres el peor testigo del mundo. —Lo sé. Nick gruñó y cogió el bolígrafo de nuevo. —¿Algo más que no viste? —No, pero no tienes por qué ser insolente al respecto. Nick echó humo por un segundo. —¿A qué hora regresasteis a vuestra habitación? —A la una, tal vez. —¿Y quién estaba contigo? Ty suspiró. —Ty, simplemente responde a las putas preguntas, ¿de acuerdo? Ty puso los ojos en blanco. —Zane estaba conmigo. —¿Y te quedaste allí? —Sí. Me quedé enredado en el dosel.

Nick cerró los ojos con fuerza. —¿Por qué me dijiste eso? —No, quiero decir que, literalmente, me quedé atado en las cortinas. Me quedé atascado. Zane me dejó allí. Nick levantó la vista, con el ceño fruncido. Ty puso los ojos en blanco, sonrojándose un poco. —Quedé enredado en las cortinas y no podía parar de reír, por lo que Zane me dejó allí y me quedé dormido. —Quieres decir que te desmayaste borracho. —Si a eso es a lo que llaman “dormir” en Boston, claro. —Entonces… ¿Zane podría haber salido de la habitación en algún momento? Ty frunció el ceño, moviéndose en el taburete. —Supongo. Nick hizo un gesto brusco y lo anotó. —¿Acabas de escribir eso? —Preguntó Ty con un punto acusatorio. —Sí. —¿Por qué? —Porque estoy escribiendo todo, Ty. —¡No anotaste que Deacon y tú os colocasteis en el jardín! —Porque no era pertinente para el asesinato. —¡Tampoco lo es que Zane me dejara desmayado borracho en las cortinas! —Pensé que habías dicho que no estabas borracho. —¡No trates de confundirme para obtener una confesión, maldita sea! —¡Tyler, vamos! —¡Esto es la brutalidad policial! —Juro por Dios, Beaumont... Ty frunció el ceño un momento. —Está bien, ¿eso es todo? —Sí. —¿Tu turno? A Nick se le revolvió el estómago, pero asintió y se deslizó sobre la almohadilla del taburete.

—Ve a por ello. Ty realizó las mismas preguntas que Nick había estado haciendo toda la mañana. Con cada respuesta, Nick se ponía más y más nervioso. Probablemente fallaría una prueba del puto detector de mentiras en este punto. —¿A qué hora regresaste a tu habitación? —Preguntó Ty. —Justo después de la medianoche. —¿Y estuviste allí el resto de la noche? —Sí. —Nick vio que el bolígrafo de Ty se movía. Se limpió las manos sobre las rodillas, tratando de armarse de valor para lo que venía. —¿Qué hiciste en tu habitación el resto de la noche? Nick tragó saliva. —Estuve en la cama. Ty levantó la cabeza. —¿Estabas en la cama o estabas durmiendo? Nick lo miró, conteniendo la respiración. —Estaba en la cama. Las cejas de Ty se dispararon, y se enderezó. Casi parecía como si hubiera estado esperando la respuesta, tal vez porque había oído suficiente a través de la pared la noche anterior para saber que no había estado durmiendo, pero todavía parecía perturbado por ello. —Deduzco que no estabas solo. —No, no lo estaba —respondió Nick. Tomó una respiración profunda y temblorosa—. Mira, Ty, esta no es la forma en que quería contarte esto. Estábamos esperando hasta después de que pasara todo esto de la boda para que no te volvieras loco y te volvieras nuclear cuando ya te encuentras bajo estrés Ty entrecerró los ojos. Colocó el bolígrafo sobre el bloc de papel, el movimiento atrajo brevemente los ojos de Nick. —¿Quién? —Preguntó Ty, su voz baja y peligrosa. —Oh, Ty, no te alteres. —¿Con quién estabas, O'Flaherty? Nick no podía obtener suficiente aire para respirar y tranquilizarse, y mucho menos extraer una promesa de Ty de que mantuviera la calma. —Estaba con Kelly —dijo rápido. Ty le miró fijamente, frunció el ceño y la tensión se filtró de sus hombros.

—¿Kelly, quien? Nick frunció el ceño. —Kelly. Nuestro Kelly. Doc. Ty seguía mirándolo como si no le entendiera, la cabeza inclinada como un cachorro escuchando un nuevo sonido. Miró a la puerta, y luego a Nick de nuevo. —¿Estabas follando con Kelly? —Sí. Ty se quedó en silencio durante varios segundos, y luego soltó una carcajada. —¡Pensé que hablabas de Emma! Nick suspiró de alivio. Esta no era la reacción que esperaba, pero la tomaría. Ty se rió más fuerte, pero pronto se controló y luego se puso de pie. —Espera, ¿estabas tirándote a Kelly? ¿Estabais follando anoche? —Eso no es... no se trata sólo de anoche. —¿Qué significa eso? —Preguntó Ty. —Quiero decir que no era la primera vez. No lo traje porque tiene un arma. —Qué coño, tío, ¿cómo sucedió eso? —Es una historia muy larga. —Tengo tiempo —gruñó Ty—. ¿Cuánto tiempo lleva sucediendo esto? —Todo comenzó después de Nueva Orleans, cuando llegamos a Colorado. —Eso fue... ¡eso fue hace meses! ¿Por qué demonios lo estoy averiguando ahora? Nick se puso de pie para poder estar al mismo nivel que Ty. Se alegró de que la barra estuviera entre ellos. —Es algo que nos tomó por sorpresa a los dos. Luego me desplegué antes de que pudiéramos averiguar nada. Ty, ni siquiera sabíamos lo que había entre nosotros. Lo hemos mantenido en secreto porque queríamos saber si era serio antes de decir nada. —Gilipolleces, podrías haberme dicho algo… Espera, ¿qué quiere decir en serio? Nick se encontró riéndose de nuevo. Parecía que no podía parar, y cuanto más se reía más se agitaba Ty. Levantó una mano para tratar de calmarlo. —Es en serio. —¿Qué tan serio? —Preguntó Ty, todavía mirando escandalizado. Nick medio esperaba que se llevara la mano al corazón de un momento a otro, tal vez apretara un collar de perlas. Nick aulló, doblándose y agarrándose el estómago mientras Ty le fulminaba con la mirada.

—¿Qué es tan gracioso? —Gritó Ty—. ¡Siento que necesito lejía para limpiar mis oídos! —Tú –jadeó Nick. Señaló a Ty y negó con la cabeza, tratando de respirar lo suficiente para hablar. Finalmente se controló y enderezó los hombros para encontrarse con los ojos de Ty. Él sonrió casi con serenidad—. Le amo. Ty parpadeó ante eso, su boca abierta. —Lo amo, Ty. Ty se lo quedó mirando, y luego miró a la barra durante unos largos segundos, a continuación, los subió a Nick con los ojos entrecerrados. —¿Estamos hablando de amor del corazón o amor de la polla? —Preguntó, haciéndose eco de las palabras de Nick de hacía mucho tiempo. Nick se limitó a sonreír. —Bien —Ty dijo en voz baja. —¿Qué? —Bien –repitió. Rodeó la barra y comenzó a sonreír, luego tiró a Nick a un abrazo, abrazándolo y dándole palmaditas en la espalda—. Él va a tratarte bien y te lo mereces. Eso es bueno. Nick se quedó sin aliento cuando el alivio le golpeó. Apretó fuertemente a Ty. —¿No estás cabreado? Ty sacudió la cabeza. Dio un paso atrás, mirando a los ojos de Nick. —Cabreado no. Tal vez un poco confuso, pero... tiene sentido, vosotros dos. Encajáis. Y para ser honesto, me siento aliviado. —¿Aliviado? —Pensé que estabas enojado conmigo, tío. No llamabas, no escribías. —Acarició a Nick con fuerza en la mejilla antes de alejarse—. Capullo. Nick se encontró jadeando cuando Ty se acercó a la puerta. Ty dijo por encima del hombro. —Voy a enviar Zane para que pueda contarte el aspecto de esas personas.

*

*

Ty salió de la sala de juegos con una enorme sonrisa en su rostro. Inmediatamente puso nervioso a Zane. —¿Qué? —preguntó, casi con miedo de obtener una respuesta.

—Te lo diré después –prometió Ty con una palmadita al pasar al estómago de Zane. Zane le dio una mirada de soslayo mientras se dirigía a la puerta. Ty se dirigió a la sala de estar donde Kelly estaba sentado con los otros cuatro niños que estaban en la isla para la boda, todos los hijos de los primos de Ty. Amelia estaba en la rodilla de Kelly. Kelly y Ty habían estado entreteniéndolos durante las entrevistas, contándoles historias de campamento y haciendo trucos de magia. Ambos hombres eran excepcionalmente buenos con los más jóvenes, pero claro, Kelly debería serlo ya que trabajó en un campamento para jóvenes en situación de riesgo. Cuando Zane entró en la sala de juegos, estaba nervioso por alguna razón. Tan pronto como vio a Nick, sin embargo, los nervios desaparecieron. Estaba sentado en un taburete detrás de la barra, la nariz y la frente apoyada en la madera pulida, con las manos aplanadas sobre la superficie como si se hubiera golpeado la cara contra ella. Zane sonrió, comprendiendo la sonrisa de Ty ahora. Nick alzó la cabeza y lo miró. —Lo siento —dijo Zane inmediatamente. Se sentó junto a Nick. —Nunca he tenido que interrogarlo antes. Sólo lo he visto desde el otro lado. Zane se mordió el labio. —No puedo imaginármelo. —Me acusó de brutalidad policial. Zane finalmente cedió y se rió entre dientes. Nick negó con la cabeza. —¿Quieres tomar un descanso? —No, tú eres uno de los últimos cinco en mi lista —dijo Nick. Estaba hojeando sus notas, en busca de una página en blanco. Empezó a hablar antes de aterrizar en una— . ¿Recuerdas haber visto a alguien en la playa anoche durante vuestro paseo? —Sí, pasamos una pareja, un chico y una chica. —¿Les reconocerías? Zane se encogió de hombros. —Tal vez. No lo hice, sin embargo. —¿No eran alguno de los invitados o el personal? —Preguntó Nick. —No que haya visto, no. Pero no he visto a todo el mundo. Nick le entregó el iPad y empezó a mostrar las fotos había tomado de cada persona que había interrogado. Tocó la pantalla. —Comienza a mirarlas, a ver si reconoces a alguien. Zane tomó el IPAD. —¿Qué me puedes decir acerca de ellos? —Preguntó Nick.

Zane se encogió de hombros y empezó a hojear las fotos. —Los dos estaban todavía vestidos para la fiesta. Bastante jóvenes. El tipo era posiblemente rubio, la chica tal vez tenía el pelo oscuro, era difícil de decir, porque no había luna. La chica tenía acento. Nick levantó una ceja, con aspecto esperanzado por primera vez. —¿De qué tipo? Zane hizo una mueca. —No estoy seguro. Sonaba algo así como una mezcla, o tal vez como si tuviera un problema con su paladar. Probablemente Ty podría decírtelo. Nick sonrió irónicamente. Se frotó los ojos con las palmas de las manos, y luego asintió como si se estuviera dando una charla de ánimo para continuar. —¿Os dijeron algo? —No, directamente, no. Estaban hablando de que caminar por la playa no era romántico porque hacía que te dolieran las pantorrillas. Nick dejó de escribir y simplemente observó a Zane por unos momentos, dejando que el silencio se estirara. Zane luchó por no moverse en su asiento. Finalmente, no pudo manejar el escrutinio más y dijo: —¿Qué? —Probablemente deberías saberlo –comenzó Nick, sonando inseguro—. Ty no me pudo contar absolutamente nada acerca de estas personas. Zane frunció el ceño, confundido. —Ni siquiera pudo decirme qué color de cabello tenían. No mencionó el acento. No dirigió al hombre y a la mujer una segunda mirada. Zane sonrió cuando se dio cuenta del punto de Nick. Ty siempre había tenido ojos que se desviaban, y eso nunca le había molestado. Demonios, él también lo hacía a veces. No había nada de malo en mirar a una persona hermosa. Pero allí la noche anterior, de la mano de Zane en la playa, Ty no había notado nada sobre dos personas posiblemente atractivos aparte del hecho de que estaban caminando. —Sí, sonríe todo lo que quieras, pero estas dos personas podrían ser nuestros ejecutores. —¿En serio? Nick tocó sus notas. —Ninguno de las otras declaraciones los ha mencionado. ¿Dejaste tu habitación anoche, después de que Ty se quedara dormido? Zane frunció el ceño ante el repentino cambio en el interrogatorio, pero asintió.

—Bueno, no la habitación. Salí al balcón un momento. No podía dormir. —¿A qué hora fue eso? —Alrededor de las cuatro justo antes de que saliera el sol. No estoy seguro. La expresión de Nick se mantuvo neutral. —¿Viste u oíste algo? ¿Notaste algo inusual? —No lo creo. La tormenta golpeaba bastante fuerte en ese momento. Nick dio una breve inclinación de cabeza y bajó la cabeza. Se quedó mirando sus notas unos cuantos segundos, y luego volvió a levantar la mirada entrecerrando los ojos. Su voz era más baja cuando habló. —¿La tormenta golpeaba? Zane levantó ambas cejas. Cuanto más veía de la fachada profesional de Nick, más impresionado estaba. Como regla general, los agentes federales no solían llevarse bien con los detectives de la policía. Su guerra por el territorio se había convertido en algo de proporciones casi míticas, y con frecuencia se impulsaba mediante el pavoneo, el presumir y disputando cuando se veían obligados a colaborar. Los novatos se tragaban esa rivalidad y la perpetuaban. Zane había trabajado con bastantes detectives que le gustaban, pero también se había visto obligado a tratar con más a los que odiaba. Se preguntaba cómo habría sido si hubiera conocido a Nick en un trabajo en lugar de a través de Ty. Nick dejó el bolígrafo y miró a Zane. —¿Qué? —preguntó Zane finalmente. —¿De dónde sacaste la hora? —¿Qué? —Dijiste que era después de las cuatro –le recordó Nick—. ¿Cómo puedes estar seguro si no sabías la hora exacta? Zane se encogió de hombros, comenzando a sonrojarse. —Yo… no puedes contárselo a Ty. Nick asintió solemnemente. —Recuerdo rodar un momento y mirar el reloj. Eran las 4:201. Me hizo gracia. Nick parpadeó rápidamente, con la boca abierta. Zane bufó. —¿Te estás riendo de mí?

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4:20, 420, 4/20 es un término usado en USA para referirse al consumo de cannabis

Nick se frotó los labios con los dedos y sacudió la cabeza, pero cuando volvió a mirarle estaba riendo suavemente. Se aclaró la garganta y compuso sus rasgos. —Bueno. Entonces eran más de las 4:20. —Sí —gruñó Zane. Cruzó los brazos, sonrojándose más. —¿Cómo de grande era la tormenta cuando saliste? Zane exhaló lentamente, frotándose el cuello. —Era mala. No me sorprende que un árbol cayera sobre el cobertizo de botes. Es decir, estaba lloviendo de lado y el viento aullaba. Era, um... era hermoso. Nick se sentó inmóvil, con los ojos verdes en Zane, con el rostro inexpresivo. Finalmente, su mirada se desvió hacia arriba y pareció estar mirando al techo por encima del hombro de Zane. —¿O'Flaherty? —¿Cómo se rompió ese reloj a través de una tormenta como esa? —Preguntó Nick. Se quedaron sentados en silencio, mirándose el uno al otro, ambos perplejos por la pregunta. Nick apoyó la barbilla en la palma de su mano, golpeándose ligeramente el labio inferior con el dedo. —No podría haberlo hecho. Zane negó con la cabeza. —Las piezas se habrían mojado con seguridad. Los engranajes probablemente se habrían inundado. —Alguien lo mató alrededor de la medianoche, luego regresó después de la tormenta y rompió ese reloj. ¿Por qué? Zane se sentó con el ceño fruncido a Nick, tratando de llegar a una razón de por qué alguien haría eso. —No tengo nada —admitió finalmente. —Tenemos que mirar ese reloj de nuevo. Zane asintió. —Iré contigo tan pronto hayamos terminado. —Sí. Nick se sacudió el misterio del reloj roto y procedió a hacerle algunas preguntas sobre la fiesta, acercándose a varias cosas desde diferentes ángulos en un intento de recoger detalles perdidos de la memoria de Zane. Sin embargo, parecía cansado, y Zane podía ver sus dedos temblando casi imperceptiblemente. Nick casi había terminado con el interrogatorio cuando la puerta se abrió de golpe y Kelly irrumpió en la habitación. Nick y Zane se pusieron de pie.

—Lo siento, sólo será un segundo —dijo Kelly a Zane, y se lanzó en línea recta hacia Nick detrás de la barra. Lo agarró antes de que Nick pudiera decir nada, y lo besó. Zane abrió la boca y se sentó de nuevo con fuerza mientras observaba. Kelly se apartó del beso, dejando a Nick con los ojos abiertos y sin habla. —Ty me contó lo que le dijiste. También te amo. —Lo besó una vez más por si acaso, luego se volvió con un guiño a Zane y salió de la habitación. La puerta se cerró con un chasquido sordo. Nick se quedó mirando a la puerta mientras Zane le miraba a él. Cuando Nick finalmente lo miró, todavía parecía estupefacto, Zane le señaló con el dedo y gritó: —¡Lo sabía!

Capítulo 6

Nick salió de la sala de juegos después de medio día de entrevistas con aspecto agotado e irritable. Ty se sentía mal por él. El grupo de la boda y el personal se habían marchado en su mayoría, los últimos volvieron al trabajo, los primeros para disfrutar de lo que aparentemente era un raro día soleado en la isla. Había una piscina en una de las alas que Ty aún no había explorado, una fuente de azufre en algún lugar de la isla, y había oído hablar de bádminton y croquet. Había rumores de una sala de cine en algún lugar, también, y el gran evento de esta noche incluía una proyección de algo. Ty tenía la sensación de que estaría saltando a eso a favor de otros empeños. Amelia y los otros niños Grady habían sido llevados a la piscina por los abuelos y un muy descontento Comedor de Serpientes. Ty y varios de los otros estaban vagabundeando alrededor de una de las muchas áreas de descanso en el gran salón. Zane y Marley King, el camarógrafo de Emma, estaban involucrados en un juego de ajedrez bastante encarnizado. Livi y Emma estaban jugando a algún tipo de juego que ambas tenían en sus iPhones, compitiendo por altas puntuaciones y hablando entre sí y riéndose. Deuce y Kelly se habían alejado, con la cabeza inclinada en una conversación que Ty estaba bastante seguro de que alguien debería arrestarlos por tenerla. Toma la hierba medicinal de Deuce, reálzala con la mezcla de montaña hecha en casa de Kelly, y probablemente podrían ocupar países pequeños. Dos de los guardaespaldas de los Comedores de Serpientes, un coreano de muy pocas palabras llamado Riddle Park y un rubio llamado Solomon Frost, que nunca parecía agitado por nada, también habían sido atraídos por la multitud. Ty había estado hablando con ellos de sus aventuras un rato. Eran esencialmente mercenarios, pero eran hombres interesantes y habían llevado vidas interesantes. Cuando las entrevistas terminaron, Park y Frost intentaban reclutar a Ty para su compañía, y le estaban dando un buen trato. En un tiempo, Ty habría sido un perfecto mercenario. Cuando Nick se acercó, todos detuvieron sus actividades y lo miraron expectante. Deuce y Kelly regresaron y todos guardaron silencio, observando a Nick.

—Entonces —dijo finalmente Ty después de que el silencio se hubiera vuelto torpe—. ¿Hablamos acerca de sus hallazgos y tus sospechosos, o hablamos sobre el asunto más importante de Kelly y tú follando? Nick señaló a Ty con su libreta. —Y ahí está. Los otros se rieron, y Kelly se acercó para envolver un brazo alrededor de la cintura de Nick. Nick lo acercó para abrazarlo. Ty no pudo evitar sonreír. Admitiría que estaba un poco desconcertado. Y había decidido enfrentarse a la espantosa comprensión de que dos de sus amigos más cercanos se estaban follando el uno al otro simplemente no aceptando el hecho de que lo estaban. Problema resuelto. Pero aparte de eso, Nick y Kelly siempre habían sido cariñosos el uno con el otro, y siempre se habían querido. Esto no era un paso tan grande. Mientras Ty no pensara en ellos follando, todo estaba bien. Hubo un ruido en la mesa del lado donde Zane y Marley estaban jugando al ajedrez, y Ty los miró. Zane miraba por debajo de la mesa. —Mierda, lo siento. No me di cuenta de que estaba allí. —No te preocupes por eso, tío, es un bastardo duro —dijo Marley mientras se inclinaba para recoger algo. Marley era un tipo tranquilo con comienzos de rastas y una sonrisa perpetua. Era alto y atlético, con el tipo de cuerpo largo y delgado que Ty asociaba con los surfistas. Las chanclas, los pantalones cargo y las camisetas gráficas que siempre llevaba reforzaban la imagen, y sus bolsillos parecían llenos de todo tipo de herramientas y trozos diversos. Además, estaba pateando el culo de Zane en el ajedrez. Le gustaba. Se recostó de nuevo, acunando una cámara grande, dándole palmaditas en el costado como un bebé. —Está bien. Zane estaba sonriendo, pero mientras Ty observaba, vio una idea golpear a Zane como si le hubiera golpeado físicamente. Zane se inclinó hacia delante y señaló la cámara. —¿Has estado filmando con eso? —Sí, conseguí la mayor parte de la fiesta anoche. Un poco de paisaje esta mañana. Iba a repasarlo esta noche, poner un poco de rollo B. Zane se volvió hacia Ty, con los ojos muy abiertos. Marley miró entre ellos, frunciendo el ceño. Entonces se dio cuenta de por qué Zane estaba interesado y su rostro se dividió en una enorme sonrisa. —Tal vez grabó algo importante, ¿verdad?

—Vaya, si hubiéramos pensado en eso hace cinco horas habría sido agradable — gruñó Nick. Emma se levantó del sofá. —¡Estamos en eso! —dijo, golpeando a Marley en el hombro—. Quieres que busquemos a alguien que parezca un psicópata violento, ¿verdad? —Por supuesto, sí —dijo Ty—. Encuentra cualquier cosa de Milton que puedas para que podamos rastrear sus movimientos. —Hay una sala de cine —dijo Livi. Se levantó también—. Creo que puedes conectar tu cámara al equipo y ver las imágenes en la pantalla grande. Te mostraré dónde está. Los tres salieron, Marley llevando la cámara sobre el hombro. —¿Cuáles son las probabilidades de que captara el asesinato en la cámara mientras estaba comiendo o algo así y todos podamos volver a ser invitados comunes de la boda? –preguntó Zane en voz baja. Park y Frost sacudieron la cabeza. —Ninguna —dijo Frost. Todos volvieron su atención hacia Nick. Parecía agotado y frustrado. —Oye, irlandés, ¿quieres comer algo de verdad antes de que hagamos una reunión sobre esto? —le preguntó Ty. —Sí. También quería echar otro vistazo al cuerpo, ver si podemos sacar algo de ese reloj, así que voy a ir a la cocina. Kelly le dio un golpe en el culo. —Iremos todos. Zane resopló y se puso de pie. Se despidieron de los dos Comedores de Serpientes, que tenían que ir a sus turnos y dejaron que Deuce fuera a buscar a Amelia dónde su niñera. Los cuatro se dirigieron a la cocina. Estaban a medio camino de la sinuosa escalinata que conducía a la cocina cuando Nick se detuvo bruscamente y Ty chocó contra él por detrás. Apenas se contuvieron de caer por los escalones. —¿Que rayos? —Ese olor —susurró Nick. Retrocedió un paso, moviéndose salvajemente. Su mano aterrizó en el estómago de Ty y se aferró a su camisa. Su otra mano agarró el arma que había metido en la parte baja de su espalda. Ty ni siquiera sabía que Nick la llevaba. Inmediatamente reconoció el pánico en el otro hombre, y supo lo que pasaba cuando Nick se asustaba. Ir a por el arma haría que lo matara, así que agarró a Nick por detrás, envolviéndolo lo levantó para que no pudiera apuntar. Ty sentía como si acabara de agarrar a un tigre por la cola.

—Está bien, está bien —dijo con urgencia. Tiró de Nick hacia atrás, lo levantó y le hizo subir los escalones, lejos de la cocina. Nick golpeó contra la pared de piedra de la escalera, golpeando a Ty contra la pared opuesta. Su aliento salió entrecortado y vio estrellas. Lucharon silenciosamente durante varios segundos más, hasta que Nick estuvo hiperventilando y Ty renunció a subirlo. Zane y Kelly se acercaron. Ty cayó de espaldas en los escalones, usando el peso de su propio cuerpo para arrastrar a Nick hacia abajo. Kelly los alcanzó y Nick lo golpeó. —¿Qué diablos provocó eso? —preguntó Kelly—. ¿Cuándo empezó a hacer esta mierda? —No lo sé. ¡Nunca he visto esto! — contestó Ty, con voz tensa. —Estoy bien –jadeó Nick. Ty podía sentir que Zane estaba detrás de él, obviamente desconcertado. Zane se había hecho experto en cómo manejar sus flashbacks y sus ataques de pánico, pero nunca le había visto reaccionar como Nick acababa de hacer. El instinto de Ty cuando los recuerdos se acercaban demasiado era congelarse y acurrucarse y esperar a que pasaran. Pero el instinto de Nick siempre había sido ponerse de pie y luchar. Iría a la ofensiva antes de poder ser herido. Se exponía a lo que le había provocado hasta que ya no causaba una reacción. Y si se perdía lo suficiente en un flashback, podía ser francamente peligroso para cualquiera cerca de él. Una vez casi había eliminado a todo un equipo médico en el barco antes de que lo sedaran. —Lo siento —dijo Nick con voz ronca y débil—. Estoy bien. —Ni de coña lo estás —dijo Kelly suavemente. Sacudió la cabeza a Ty—. Él ha terminado. Uso mi rango médico. No más de esta mierda hoy. Ty asintió con la cabeza. Kelly no encontraría ningún argumento en él. —¡No! —Gruñó Nick. Respiró profundamente. Todo su cuerpo temblaba, sin embargo, y ni siquiera podía mirar hacia el fondo de la escalera—. Tenemos que ir allí. —Voy a votar no a eso —dijo Zane en voz baja. —Tienes que hacerlo —insistió Nick. Se retorció en los brazos de Ty, flexionando los músculos. Ty le soltó y Nick instantáneamente comenzó a relajarse—. El olor… —¿Cuál era el olor? —preguntó Ty. —Cobre. Sangre. –Alargó la mano a la parte baja de su espalda y sacó su Glock, entregándosela a Ty—. Es sangre, Ty. Bajad allí. Ty dejó a Nick y a Kelly en los escalones, y él y Zane se apresuraron a ir a la cocina. Apuntó con el arma, despejando la cocina en silencio mientras Zane permanecía en la escalera, luego le indicó que se uniera a él.

Zane se detuvo sobre la piscina de sangre oscura y profunda que se extendía por los prístinos azulejos blancos de la cocina gourmet. El olor a cobre era casi abrumador. —Tiene una buena nariz —dijo Zane. Ty asintió, asimilando la espantosa escena. La cocinera estaba tumbada en el suelo, la sangre todavía goteaba de una herida en su espalda. Uno de sus costosos cuchillos sobresalía de su espina dorsal, y su fino cabello blanco estaba cubierto de sangre. Ty se inclinó para comprobar el pulso. Todavía estaba tibia, pero no había latido cardíaco y demasiada sangre en el suelo para que viviera todavía. —¡Doc! —gritó Ty de todos modos. Ty se volvió cuando oyó el ruido de un zapato en las escaleras. Kelly se quedó allí, con la cara llena de preocupación. —¿Sangre? —preguntó. —Mucha —dijo Ty—. No dejes que Nick baje aquí, ¿de acuerdo? Kelly sacudió la cabeza, pero un segundo después Nick apareció a su lado, mirando a la cocina. Estaba pálido y tembloroso, y llevaba la camisa sobre la nariz para evitar otro ataque de pánico inducido por el olor. Pero estaba allí y parecía decidido a quedarse. —¿Víctima? —preguntó con voz ahogada. —La cocinera está muerta. Cuchillo en la espalda —respondió Ty. Kelly se movió hacia ellos y se inclinó para comprobarla de todos modos. Ty estaba mirando a Nick, sin embargo. —Irlandés, no necesitas estar aquí. La aprensión en los ojos de Nick dijo que estaba completamente de acuerdo, pero sacudió la cabeza. —¿Dónde está el cuerpo de Milton? Ty echó una ojeada a su alrededor para ver el congelador, se acercó con cuidado. No había señales de lucha en la cocina, nada fuera de lugar o desordenado. Se cubrió la mano con la manga cuando abrió la puerta del congelador para evitar que sus huellas dactilares contaminaran la escena. No como si pudiera haber huellas dactilares, pero aun así. Miró al congelador y fue inmediatamente derribado por lo que encontró dentro. Giró la cabeza lejos de la vista, con náuseas y cubriéndose la cara con la manga mientas usaba el hombro para cerrar la puerta. —Oh Dios —logró gemir. —¿Qué es? —preguntó Zane, con la voz llena de temor.

—Ha sido eviscerado. Está colgando de un gancho de carne. —Ty cerró los ojos, tratando de borrar esa imagen de los bancos de datos. —Eso parece innecesario —murmuró Kelly. —Y duro —agregó Zane—. Se necesitaron por lo menos dos personas. O una muy grande. —Necesitamos encontrar a ese Comedor de Serpientes grande —dijo Ty. Kelly se acercó, uniéndose a Ty en el congelador para abrir la puerta y mirar dentro por sí mismo. No tuvo la misma reacción que Ty, pero Kelly siempre había sido capaz de compartimentar las heridas, muerte y sangre. Nick se sentó en el escalón inferior y bajó la cabeza entre las rodillas. Ty sabía porque el olor de la sangre arrojaba a Nick en un momento de terror. Se sorprendió de que Nick estuviera logrando mantenerlo bien. —Ha sido destripado —les dijo Kelly, luego entró en el congelador. —Oh, por favor, no —gimió Ty mientras Kelly desaparecía—. Por favor regresa. Kelly. ¡Kelly! ¡Doc! ¡No voy a entrar! No voy a hacerlo. La voz de Kelly resonó desde dentro del congelador. —Lo cortaron bien. Parece que estaban buscando algo. —¿Buscando algo? —preguntó Zane—. ¿Dentro de él? —Quiero decir que lo que sea, es lo suficientemente pequeño como para tragarlo — le ofreció Nick. Parecía muy enfermo—. ¿Todavía tiene su reloj? —No, ha desaparecido. O, vete de aquí —dijo Ty, casi tan desesperado porque Nick se fuera como el mismo Nick lo estaba. Cuando levantó la cabeza, Ty endureció su expresión—. Considéralo una orden si es necesario. En lugar de irritarse con Ty por tirar de rango, Nick asintió agradecido y se retiró por las escaleras. Kelly salió del congelador llevando un par de guantes de carnicero negro que le llegaban hasta los codos. Sostenía una sección de las entrañas de Milton. Se la mostró a Ty y Zane con el ceño fruncido, luego la apretó entre los dedos. Ty se apartó de él, cubriéndose la cara con el brazo. Zane tosió y se llevó una mano a la boca. —No creo que hayan encontrado lo que buscaban —concluyó Kelly con otro apretón experimental. Hizo un sonido húmedo y aplastante. —¿Qué te pasa? —gritó Ty—. ¡Baja eso! ¡Jesucristo! Kelly apartó la mirada de las tripas que tenía en la mano. —¿Qué? Llevo guantes. Ty tuvo náuseas y tuvo que alejarse.

—No puedo —dijo lastimero, y se dirigió a las escaleras para seguir la retirada de Nick.

*

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—¿Por qué no crees que encontraran lo que buscaban? —preguntó Zane a Kelly tan pronto como llegaron a lo alto de las escaleras. —Le cortaron el estómago, que es probablemente donde cualquier cosa que tragó en el último día todavía estaría. Luego empezaron con los intestinos. Pero puedo decirte ahora mismo que no habría llegado tan lejos. Creo que se detuvieron porque fueron interrumpidos por la cocinera, no porque hayan encontrado nada. Zane frunció el labio con disgusto. —A menos que estemos tratando con un psicópata al que le guste jugar con el interior de la gente —añadió Kelly—. Quiero decir, baja probabilidad, pero sois Ty y tú, así que cualquier cosa es posible... Zane levantó una mano para que Kelly dejara de hablar. Kelly palmeó su hombro con simpatía. Después de que Ty y Nick se marcharan de la cocina, Zane envió a Kelly a buscar a Stanton. La noche estaba cayendo, ahora tenían dos cuerpos entre manos, y uno de ellos era la esposa del mayordomo principal. Deuce se había visto obligado a sedar al hombre cuando se lo habían dicho. El personal era un desastre, los miembros del grupo de la boda se habían encerrado en sus habitaciones para la noche, y la familia Stanton estaba empezando a mirar a los Grady como si todo esto fuera de alguna manera su culpa. Los Grady, en su mayor parte, seguían adelante como si todo esto fuera normal. Dos cuerpos muertos en una reunión familiar no habían hecho que muchos de ellos parpadearan. Una cosa que sabía con certeza era que esto seguiría en espiral y más gente saldría herida si no averiguaban cómo llegar al continente de alguna manera. Ni siquiera estaba seguro de que llegar al fondo de la misma y descubrir los por qués y los cómo fuera a ayudar en este momento. Hasta que pudieran obtener ayuda del continente, sin embargo, tendrían que manejar esto por su cuenta. Zane le pidió a Marley que grabara la escena, y el rubio Comedor de Serpientes del que Ty se había hecho amigo, Frost, sacó fotos. Cada centímetro de la cocina estaba siendo grabando mientras John English supervisaba. Tenía una sólida coartada, había estado observando a Amelia y los otros niños nadando, y era el único hombre en la isla que podía haber levantado el cuerpo de Milton a ese gancho solo. Zane no estaba seguro de que necesariamente le gustara

el gran Comedor de Serpientes pero era un líder eficaz y su equipo parecía respetarlo. Eso decía mucho sobre una persona. English le estaba tratando ahora como su contraparte: el líder de la banda de Grady/Sidewinder. Zane no estaba seguro de cómo había ocurrido, pero suponía que con Nick y Ty ambos arriba vomitando, y Kelly más interesado en los patrones de salpicaduras de sangre que en el motivo, Zane era el único que quedaba. Estaba bastante seguro de que habían perdido a Nick como líder en la investigación, y probablemente tendría que tomar el control ahora. Tendría que sentarse con Nick y averiguar lo que había averiguado, pero no era su primera prioridad ahora mismo. Nada de esto era su primera prioridad. —¿Nick va a estar bien? —Le preguntó a Kelly. Kelly se encogió de hombros. —Eso fue nuevo para mí. Nunca ha reaccionado así a la sangre, no delante de mí. Significa que sea lo que sea sucedió mientras estuvieron fuera esta vez. No lo sé. Sin embargo, estoy empezando a entender por qué se negó a volver a trabajar, y no fue porque tenga un puto temblor en la mano. —Ty ha estado haciendo lo mismo. No hasta ese punto, pero… ¿qué les sucedió allí? —Preguntó Zane, la voz se apagó y se dirigió hacia la desesperación. Kelly dejó de caminar y miró a través de las puertas de cristal al patio trasero, donde Ty y Nick estaban sentados en un banco del jardín. Nick tenía la cabeza baja, sosteniéndola con ambas manos. Ty estaba sentado con la mano en la espalda de Nick, balanceándose de un lado a otro. —No tengo ni idea —respondió Kelly. Los miró unos instantes más. Luego cuadró los hombros, y sus labios se movieron como si estuviera dando una silenciosa charla. Luego asintió y marchó hacia las puertas del patio. Zane respiró profundamente para recomponerse, luego lo siguió. Se dirigieron al banco del jardín donde Ty y Nick estaban sentados. Zane no estaba seguro de cómo manejar esto, porque sabía que Ty siempre parecía avergonzado después de asustarse. Lo cubría con bromas, burlándose de sí mismo y esperando que cualquiera que lo hubiera presenciado fingiera que nunca había sucedido. Zane tenía la sensación de que Nick lo manejaría un poco diferente. Ty y Nick levantaron la cabeza al acercarse. Ty parecía sombrío, las líneas alrededor de la boca apretadas y la frente fruncida. Nick, por otro lado, parecía simplemente humillado. Volvió la mirada al suelo. Kelly se sentó a su otro lado, sus hombros rozándose. Esperó un segundo antes de descansar suavemente la mano en la espalda de Nick. Ty quitó su mano, dejando que Kelly se hiciera cargo. Cuando Nick no protestó, Kelly deslizó el brazo a su alrededor y lo abrazó. —¿Estás bien? —preguntó Kelly.

—Me cogió con la guardia baja, es todo —susurró Nick. —Quiero darte algo que te haga dormir el resto de la noche —le dijo Kelly a Nick— . Has llegado demasiado lejos con todo esto. —¿Darle algo? —preguntó Zane. Se estremeció al recordar la vez en que había intentado esa táctica con Ty. No había salido bien, pero Nick y Kelly tenían mucha más historia y confianza detrás de ellos de la que Zane y Ty tenían en aquel momento. Y Kelly estaba preguntando primero en lugar de simplemente meterlo en la bebida de Nick. Kelly lo miró. —Sí, tengo mi equipo conmigo. Y apuesto a que Deacon tiene algo. Lo que sea que haya usado con el mayordomo, si tiene lo suficiente para dormir a Nick. Dudo que lo haga. —Miró a Nick, que lo estaba mirando. Se quedaron mirándose el uno al otro en silencio durante unos segundos antes de que Nick asintiera. Kelly palmeó la rodilla de Nick y se levantó. —Voy a ver lo que puedo encontrar. El resto de ellos permanecieron donde estaban cuando Kelly corrió hacia la casa. Zane volvió su atención hacia Ty y Nick. —¿Ahora qué? Nick se echó hacia atrás, respirando hondo. —Todo el mundo tiene una coartada inestable. La pareja que visteis en la playa es la única anomalía, y no puedo averiguar quiénes demonios podrían ser. —¿Nadie encaja? —Mucha gente encaja. Ese es el problema. Luego está el reloj roto, que está equivocado en cada aspecto que miramos. Quienquiera que regresó y lo abrió, se llevaron ese reloj, así que tiene que ser importante por alguna razón. —¿Tienes las fotos que tomaste? —preguntó Zane. Nick asintió y sacó su iPad de un bolsillo dentro de su chaqueta. Se lo entregó. Zane miró al iPad con el ceño fruncido, rozando sus dedos a lo largo del borde. Nick lo llevaba con él desde esta mañana, pero la pantalla estaba impecable. Tal vez Nick limpiaba obsesivamente como hacía Ty cuando algo le molestaba. Zane volvió a mirarlos, sentados uno al lado del otro, como dos niños que habían sido expulsados de la clase por mal comportamiento. Nick tenía la cabeza baja y los hombros caídos. Ty miraba hacia el horizonte, observando cómo desaparecían los últimos rayos del sol. —Creo que deberíamos retirarnos. Dejar que los dos os recuperéis –dijo Zane. Ty asintió de acuerdo. Distraídamente llevó la mano a la espalda de Nick. Zane no sabía si Ty lo hacía para consolar a Nick o a sí mismo.

—Estas islas tienen fama de ser golpeadas con olas gigantes —dijo Nick sin levantar la cabeza. Ty y Zane cerraron los ojos, ambos frunciendo el entrecejo confundidos. Ambos miraron de nuevo a Nick, esperando a que conectara olas gigantes con lo que había sucedido hoy. Nick levantó la cabeza y los miró a ambos. Luego fijó los ojos en el acantilado no muy lejos. —Los buques atracaban en estas islas remotas donde no había nada más que faros y las encontraban completamente desiertas. Con comida todavía en los platos. Los fuegos simples brasas. Los relojes parados durante semanas. Todo el mundo en la isla desaparecido. Las llamaban las Islas Fantasmas, nadie se acercaba a ellas porque estaban malditas. Ty empezó a pasar la mano por la espalda de Nick en círculos lentos. —Nick —susurró. —La teoría de quien no creía en las maldiciones era olas gigantes. De veinticinco, a veces treinta metros de altura o más, saliendo del azul y llevándoselo todo con ellas. —Nick —dijo Ty con un poco más de fuerza—. No vas a morir en Escocia. Nick se giró para mirarlo a los ojos, y se quedaron allí sentados, mirándose unos instantes. Zane cambió su peso, dándose cuenta de que estaba un poco nervioso por la monótona voz de Nick. Estaba empezando seriamente a preguntarse lo alterada que estaba la mente de Nick, pero entonces Nick se inclinó más cerca de Ty, entrecerrando los ojos. —¿Cuántos lugares crees que atravesamos, dejando a la gente preguntándose de dónde vino la ola? Ty parpadeó rápidamente, obviamente sorprendido por la dirección en que Nick había ido. —¿Qué? Nick miró a Zane, luego miró de nuevo a los acantilados. —Nadie está a salvo en esta isla mientras no tengamos contacto con el continente. Todo el mundo va a morir en Escocia si no detenemos esto. Ty no pudo apartar los ojos de Nick, pero Zane se volvió y miró a la casa. —¿Dónde diablos está Kelly con esos sedantes de mierda? —Dijo en voz baja. Nick estaba empezando a ponerlo nervioso; no necesitaba que Ty perdiera su mierda, también. —Irlandés, tienes que mirar esto como sólo otro caso, ¿de acuerdo? Sólo otro asesinato. Eso es todo. –Estaba diciendo Ty, manteniendo su voz baja mientras se inclinaba más cerca de Nick—. Tienes que quitar la isla y los barcos y los teléfonos de la ecuación.

—¿Por qué? —preguntó Nick. Ty abrió la boca para responder, pero luego la cerró de nuevo. —¿Por qué descartarías todo eso? ¿Por qué, cuando es el telón de fondo perfecto para acabar con una empresa con contratos de defensa? ¿Eliminar un equipo de mercenarios? ¿Ir contra una familia cuya riqueza alimenta Filadelfia? ¿Por qué crees que esa tormenta destruyó esos barcos cuando podía haber sido una persona fácilmente? Ty frunció el ceño con consternación, y Zane se inquietó aún más de lo que estaba. Nick seguía sacudiendo la cabeza cuando Kelly regresó con una bolsa de lona con una cruz roja cosida sobre ella colgada sobre su hombro. Nick se levantó y le hizo un gesto con la mano. —No necesitamos eso –murmuró—. Tengo una mierda más fuerte en mi maleta. Caminó hacia la casa, con los hombros encorvados y la cabeza hacia abajo. Kelly les dirigió a Ty y Zane una mirada desconcertada antes de girar sobre sus talones para seguirlo. —Está loco —le dijo Zane a Ty una vez que se quedaron solos, horrorizados por la comprensión. Siempre había tenido la impresión de que Nick era el único cuerdo, el único cuerdo, el que mantenía a los otros todo en la línea, el que evitaba que Ty se subiera a la montaña rusa de la locura. Ahora parecía que Nick estaba conduciendo la maldita cosa. Ty asintió con la cabeza. —Siempre lo ha estado. Lo controla bien. Es parte de su encanto. Lo malo es que tiene razón. —¿Sobre qué? ¿Olas gigantes y morir en Escocia? Quiero decir, no soy un maldito psiquiatra, pero incluso puedo ver que está bajo mucho estrés. Está divagando, Ty. Se está quebrando. —¿Y qué pasa si lo está? —preguntó Ty, acaloradamente, enfrentándose a Zane—. ¡Lo merece después de lo que pasó! ¿Cuántas veces me has visto romperme y aun así escuchaste lo que estaba diciendo, aunque parecía que estaba perdiendo la cabeza? Zane suspiró y apretó el brazo de Ty para calmarlo. —Tienes razón. Ty lo miró como si hubiera estado esperando que discutiera. Zane lo acercó más, apretando el brazo de Ty. —¿Qué diablos os pasó? –susurró—. Sea lo que sea, os está conduciendo a ambos por el borde.

Ty parpadeó y se lamió los labios, tratando de hablar y fracasó. Finalmente tragó y logró decir: —Sabes que no puedo decírtelo. —Tienes que decírselo a alguien —dijo Zane suavemente—. Los dos. Antes de que te coma por dentro. La mirada acosada en los ojos de Ty volvió brevemente antes de que se girara. —¿Podemos tratar una cosa a la vez aquí? Zane asintió con la cabeza. Sabía cuándo dejar de empujar a Ty, y había llegado a su límite. —No hay mucho más que podamos hacer esta noche. Vamos a la cama. Ty sacudió la cabeza, mirando hacia la casa. —Nick tenía razón. Ni siquiera miramos en el cobertizo de botes. Quiero bajar al muelle. —¿Ahora? Ty, está oscuro, ¿qué esperas encontrar? —No lo sé —dijo Ty con un frustrado encogimiento de hombros—. Pero es hora de que comencemos a ver esto como el lugar perfecto para masacrar a un grupo de personas en lugar de algunos accidentes extravagantes. Zane lo había estado mirando desde el principio, pero se dio cuenta de que también lo había estado mirando estrictamente como “no su problema. Esta no era su jurisdicción”. Las víctimas eran desconocidas para ellos. Y puesto que nadie por quien Zane se preocupara había sido acusado de los asesinatos, simplemente se había encogido de hombros, esperando que llegara la ayuda del continente. Ty también, hasta cierto punto, hasta que las palabras de Nick habían provocado algo. —Si ese cobertizo fue derribado a propósito, significa que alguien tiene la intención de hacerlo a su manera con esta isla y todo el mundo en ella —siseó Ty—. Lo hemos estado mirando como un asesinato. ¿Y si fuera un tiro de advertencia? Zane suspiró. —Esperaba que esto fueran unas vacaciones normales. Ty le dio una colleja. —No uses palabrotas —dijo mientras se alejaba. Siguieron el sendero del acantilado, tomando una ruta indirecta hacia el cobertizo del embarcadero para que nadie les viera y se preguntaran a dónde iban. El camino hacia el muelle estaba arbolado y era algo espeluznante por la noche. También era un largo paseo en el frío, algo de lo que deberían haberse dado cuenta ya que montaron en el carrito de golf cuando llegaron.

—¿Trajiste una linterna? —preguntó Zane mientras miraba los árboles que se extendían sobre ellos, con sus ramas esqueléticas recortadas a la luz de la luna. —Admito que no pensé en esto —murmuró Ty. Buscó en el bolsillo y extrajo su teléfono—. Esto es todo lo que tengo. —Yo también. —Increíble. Siguieron en la oscuridad, usando la luz de luna para mostrar su camino durante el tiempo que pudieron. Cuando salieron del borde del bosque y llegaron al sendero justo antes de los muelles, ambos se detuvieron al mismo tiempo. Había una luz que se movía alrededor de las ruinas del cobertizo, jugando sobre las tablillas rotas y las cuerdas retorcidas. Todo lo demás estaba oscuro. Mientras se quedaban observando, voces desconexas vagaron a ellos, dos o tres personas hablando en voz baja. Ambos se agacharon y se acercaron, silenciosos en el camino de tierra. Cuando se acercaron lo suficiente a los muelles para escuchar las palabras que decían, se alejaron del sendero y se arrodillaron detrás de un montón de canoas rotas. —¿Qué os trae fuera esta noche, chicos? —preguntó una voz. Zane reconoció el acento escocés apenas comprensible de Lachlan Mackie, el barquero que se había reunido con ellos en los muelles la tarde que llegaron. Tenía una linterna, su débil resplandor no alcanzaba las dos figuras a las que se dirigía. —Vinimos a verte, Mackie —respondió uno de los hombres. Ty jadeó cuando reconoció la voz. Zane lo golpeó en el hombro. —Es Kelly —siseó. Ty puso su mano en la cabeza de Zane. —Lo sé, cállate. —Reconozco un alma gemela cuando veo una —continuó Kelly. La luz continuó jugando sobre el cobertizo destrozado. Zane asumió que Nick tenía la linterna—. Mira, tuvimos que pasar por la seguridad del aeropuerto para llegar aquí, dejamos nuestras manos un poco vacías. —Ah, ya veo —dijo Mackie con una risita—. Creo que puedo mostraros algo de hospitalidad. —¿Están aquí comprando hierba? —susurró Zane en el oído de Ty—. ¿Caminamos medio kilómetro a través de los espeluznantes bosques para verlos comprar hierba? Ty le hizo callar, sacudiendo la cabeza. —¿Te alojas aquí, Mackie? —Preguntó Nick.

—Sí. Tengo unas habitaciones camino arriba. —Mackie estaba haciendo algo con sus manos, probablemente sacando o enrollando un porro, si Zane tenía que adivinar. —La tormenta debió causar un tremendo estruendo cuando golpeó —comentó Nick con descuido—. Tomó el cigarrillo enrollado que Mackie le entregó. —Sí, lo fue. Llovía a mares. Salí aquí a tiempo para ver caer el árbol. Estaba justo dónde estás tú. No fue hasta que el rayo golpeó que vi que el muelle había desaparecido, con todos los barcos con él. Nick se acercó, y Mackie le encendió el porro. —Debe haber sido duro, ver que todos los barcos salían al mar sin ti —dijo Kelly. —No fue la primera vez, ni será la última. —¿De verdad? Mackie asintió con la cabeza. —Estas islas, no estaban destinadas a ser habitadas. Ese viejo castillo en la colina, os contará algunas historias. La casa también. Incluso las cuevas en los acantilados, te cantarán sobre la muerte. A la isla le gusta quedarse sola. Nick y Kelly se quedaron uno al lado del otro mientras Mackie se volvía y se dirigía hacia el sendero, usando un viejo remo de madera como bastón. El humo se elevó cuando uno de ellos dio una calada. —Chicos, tened una buena noche. Ty y Zane se agacharon más cuando Mackie pasó. No había razón para revelar su presencia, no hasta que el viejo barquero se hubiese ido. —El tipo es espeluznante —dijo Nick después de que estuviera fuera de la vista. —Eres tú en veinte años. Nick golpeó a Kelly con fuerza en el estómago, haciéndole doblarse con una carcajada. Ty suspiró pesadamente, sacudiendo la cabeza. A la luz de la luna, Zane podía ver a Kelly burlándose tranquilamente de Nick mientras volvía a encender el porro. Pero Nick estaba mirando por encima de la cabeza de Kelly, mirando en su dirección. —Nos ha visto —susurró Ty, abatido. — ¿Grady? —gritó Nick. Kelly se volvió para mirar a la oscuridad. Ty y Zane se pusieron de pie, saliendo de su escondite. —¿Qué nos ha delatado? —preguntó Zane. —Os vi venir por la loma —admitió Nick, sonriendo. Agitó su linterna mientras se dirigía hacia ellos—. ¿Escuchasteis? —La mayor parte —respondió Ty.

—Suena como si estuviera equivocado y realmente fue un accidente. A menos que Mackie soltara los barcos. —Eso significa que el asesino está atrapado aquí como nosotros —suspiró Zane. Kelly asintió con la cabeza. —Y probablemente muy cabreado por eso. Nick lo miró furioso y le quitó la marihuana, sacudiendo la cabeza. Zane entrecerró los ojos cuando Nick se metió el porro en el bolsillo. Kelly se puso una mano sobre su boca, tratando de no reír. —¿Cómo llegasteis aquí tan jodidamente rápido? —preguntó Ty. Golpeó a Nick en un brazo—. ¿Y cómo has pasado de la crisis en toda regla a estar aquí fuera investigando? ¡Divagando sobre olas gigantes y asustándonos! ¡Me acojonaste! —Montamos —respondió Nick, haciendo un gesto hacia la costa a oscuras. Dejó escapar un silbido y hubo un relincho suave en respuesta. Pezuñas pisotearon el suelo mojado. Ty miró a su alrededor. —¿Montar qué? —Caballos. Fuimos a los establos. —¿Hay establos? —Preguntó Zane, su estado de ánimo aligerándose ante la mera mención de ello. —No —dijo Ty. —¿Habéis caminado por ese bosque a lo Sleepy Hollow en la oscuridad? — Preguntó Kelly. —Sí, y ¡daba miedo! —Gritó Ty—. ¿Por qué hay caballos? Nick y Kelly rieron. —¿Queréis uno de nuestros caballos para el camino de vuelta? —Preguntó Nick. —Sí —respondió Zane, al mismo tiempo que el rotundo ¡no! de Ty. Nick encendió su linterna de nuevo, apuntándola al sonido de los cascos. Los dos caballos se acercaron, y Kelly se movió hacia ellos, hablándoles con tonos suaves. Tanto Nick como Kelly parecían cómodos y bien informados en torno a los animales. Uno de ellos le dio un golpe al hombro de Nick y él le palmeó el cuello, luego tomó las riendas. —Ten —dijo, entregándolas a Zane—. Conocen el camino, así que la oscuridad no es un obstáculo. Ni siquiera tienes que guiarlos. —Gracias.

—No voy a montar en esa cosa —insistió Ty. Observaron a Kelly montar, sus movimientos naturales y fáciles. Zane reconoció a un hombre que había trabajado con los caballos en gran medida. Kelly ofreció su mano a Nick, y Nick sacó a la silla detrás de él. Zane miró a Ty, sonriendo ampliamente. Se subió a la silla de montar con facilidad, acomodándose sobre el gran caballo. —Vamos, muñeco, ven a montar conmigo. Ty miró a cada uno de ellos, incluyendo a los caballos. —Os odio —dijo antes de alcanzar la mano de Zane. Ty se abrazó con fuerza a su cintura, negándose a soltarlo, incluso después de que el caballo hubiera adoptado un trote fácil. Alcanzaron a Kelly y Nick, los caballos, lanzando sus cabezas el uno al otro. Era casi imposible ver debajo de la cubierta de los árboles. La linterna de Nick era la única luz. —¿Qué os hizo decidir venir aquí esta noche? —les preguntó Zane, alzando la voz por encima del sonido de los cascos de los caballos. —Lo mismo que a vosotros —respondió Nick—. Necesitaba saber con qué estábamos tratando. —Sacó la linterna, convirtiéndolo en una pequeña luz que sostenía entre ellos. Su otra mano estaba en la cintura de Kelly, descansando allí. No se agarraba a Kelly como Ty se estaba agarrando Zane, y parecía muy a gusto con todo el asunto de los caballos a pesar de que no controlaba al animal. —¿Cómo es que un chico de la ciudad de Boston conoce a los caballos? —Preguntó Zane. Nick miró de Zane a Ty, enarcando ambas cejas. —¿Ty nunca te lo ha contado? Zane miró por encima del hombro. Ty sacudió la cabeza. —Fuimos algunos de los primeros en la provincia de Helmand —explicó Nick— . La misión era despejar Marja, formábamos parte del equipo de avanzada enviado para reconocimiento. Pero no había caminos. No habían enviado ningún equipo. Nada más que lo que podríamos llevar sobre nuestras espaldas. La única manera de llegar de un punto a otro era a caballo. Probablemente pasamos seis semanas a caballo. —Oh Jesús, Digger en un caballo —dijo Kelly—. Siguió amenazando a su caballo con guisarlo. —Lo llamó Stu —añadió Nick. —Y el de Ty siguió mordiéndole. Incluso me cambié con él después de unos días — continuó Kelly—. Pero entonces se ponía a galopar para alcanzarlo y poder morderle. Nick y Kelly se rieron. Su caballo se asustó y saltó a un lado, y Kelly miró hacia el bosque.

—No fue divertido —se quejó Ty en el oído de Zane. En algún lugar en el bosque a su derecha, una rama de árbol se rompió, el sonido tan fuerte que sorprendió a los caballos. Un momento más tarde se produjo un golpe y otro crujido, Zane habría jurado que sonaba como disparos silenciados. Los caballos retrocedieron, relincharon de terror. Las manos de Ty en su cintura se apretaron y los dos lograron mantenerse en la silla. Por el rabillo del ojo, Zane vio a Nick caer al suelo. La linterna que tenía en la mano salió rodando, proyectando sombras llamativas en los árboles a su alrededor antes de desaparecer en la zanja a lo largo del costado de la ruta y apagarse, quedando todo en completa oscuridad. El caballo de Kelly salió disparado y el de Zane galopó tras él. Zane luchó con las riendas, tratando de girar el caballo, detenerlo. Se escucharon disparos detrás de ellos, no silenciados esta vez, pero resonando en la noche húmeda. Kelly tuvo problemas con su caballo, tratando de forzarlo a volver atrás a buscar a Nick, pero estaba demasiado asustado por los disparos. Zane finalmente consiguió que su caballo se detuviera en medio del sendero. Ty se apartó de él, desmontó y golpeó el suelo con un gruñido. —¡Ve a buscarlo! —Gritó. Zane giró el caballo y lo puso a galope en la oscuridad total.

*

*

Nick estaba en medio del sendero, mirando a la luna a través de las ramas espeluznantes y desnudas de los árboles. Tenía el arma en sus manos, apuntando a los árboles en el lado del sendero. No había vaciado su revólver, a pesar de que había sido su primer instinto. Le quedaban dos disparos. Oyó pezuñas golpeando segundos antes de sentir las vibraciones debajo de los hombros. La caída casi le había dejado sin sentido y no creía que pudiera moverse. Ese caballo probablemente iba a pisotearlo, y aun así no podía encontrar la capacidad de arrastrase fuera del camino. En su lugar, levantó una mano, apuntó con el arma hacia el cielo nocturno como si pudiera golpear el cinturón de Orión. Esperó hasta que pudo ver el contorno del animal y luego disparó al aire. El caballo se encabritó, corcoveó y trató de retirarse, y Zane maldijo, tratando de calmarlo. —¡O'Flaherty! —Gritó Zane. —No dejes que esa cosa me pisotee –gritó Nick.

El caballo dio pasos de lado hacia él, todavía nervioso, pero se calmó mientras Zane lo arrullaba. Desmontó a escasa distancia y luego se arrodilló junto a él, manteniendo el caballo entre ellos y el bosque. —¿Estás herido? —Ciervo –le dijo Nick. —¿Qué? —Fue un ciervo. Le disparé. Zane miró por encima del hombro hacia el bosque. —¿No fueron disparos? —No. Ciervo gordo. Ayúdame, ¿eh? Zane lo ayudó a sentarse, dándole un momento para asegurarse de que no se había roto nada antes de ponerlo de pie. Se estiró y se sacudió, logrando no gimotear. —Creo que me rompí el hueso del culo —dijo, y ambos sonrieron. El otro caballo apareció trotando, Kelly y Ty en la silla de montar. —¿Estás bien? —Exclamó Kelly. —Disparé a la cena —dijo Nick. Kelly resopló. —Mira, Hannibal, puedes disparar si están disparándote, pero aun así no está bien comerlos después. Zane recuperó la luz y la convirtió de nuevo en una linterna y la levantó para que pudieran ver el bosque. El ciervo al que Nick había disparado estaba tumbado a unos metros de distancia, los agujeros de bala justo en su corazón, soltaba vapor en la noche. —Buen tiro —murmuró Zane. —¿Fue un ciervo? —Preguntó Ty—. Maldición, habría jurado esos eran disparos. Nick escudriñó el bosque, encogiéndose de hombros. Eso era por lo que había empezado a disparar, pero supuso que los ruidos húmedos en la maleza con el peso de un ciervo de ese tamaño serían tan fuertes como los que habían oído. Si no era así, probablemente ahora todos estarían recibiendo disparos. —Vamos a largarnos de aquí –dijo Zane mientras se levantaba. Tomó las riendas y se alzó a la silla de montar, luego tendió la mano a Nick—. ¿Estás bien para montar? Nick hizo una inclinación de cabeza disgustado y se izó sobre el caballo detrás de Zane. Gimió cuando se levantó, apoyó la frente en la parte posterior del hombro de Zane. —Médico del ejército —dijo lastimosamente. —¿Te rompiste el coxis? —Preguntó Kelly, apenas manteniendo la risa en su voz.

—Puedes comprobarlo por mí esta noche –dijo Nick irónicamente. Ty hizo un sonido ofendido y lo siguió con un sencillo: —¡No! —Antes de arrear al caballo en la oscuridad.

Capítulo 7

—Te molesta, ¿no? —Preguntó Zane mientras Ty se paseaba delante de la chimenea en su habitación. Ni siquiera se había despojado de su ropa sucia, había estado demasiado ocupado pensando en lo que Nick y Kelly probablemente estaban haciendo al lado. —No —insistió Ty. Se estremeció, dándose cuenta de la mentira en su respuesta. Se volvió hacia Zane casi desesperadamente—. Sí. Un poco. ¿Debería? Siento que no debería. —No lo sé, Ty —respondió Zane. Estaba sentado ante el pequeño escritorio, abriendo su portátil. Todavía tenía la unidad flash que Deuce les había dado, y era la primera oportunidad que tenían de mirarla. Ty se detuvo y se pasó las manos por la cara. —Pensé que estaba bien, ¡pero es raro! Zane simplemente sonrió y sacudió la cabeza. —No, no lo es. —Tal vez no para ti. Pero nos conocemos desde hace quince años, y de repente son todos… y es… —Hizo un gesto de desamparo a la pared. —No es el hecho de que estén follando –le dijo Zane. Ty señaló la pared. —¡Eso es exactamente lo que están haciendo! Zane sonrió, asintiendo. —Ty. Estás molesto porque sabes que hay algo más con Nick, y no te ha hablado de ello. —¿Cómo pudo no contármelo? Zane enarcó ambas cejas. —¿Tal vez temiera que reaccionaras así? —¡Bueno, no lo hice delante de él!

—¿Y ahora qué sabes que están juntos? — continuó Zane—. Estás bastante seguro de que le ha dicho a Kelly lo que lo está molestando, y no a ti. Ha hablado de cosas con Doc que solía reservar para ti y eso te molesta. Ty tragó con fuerza. —Cuando lo pones así, me hace sonar como un idiota. Zane se rio entre dientes. Se quedó en silencio un momento, luego maldijo en voz baja. —¡Mi portátil está frito! —gritó Zane—. ¡Hijo de puta! —¿Cómo sucedió? —No lo sé, parece que no le gustó el viaje. Está completamente muerto. Creo que Nick tenía razón, estas islas están malditas. —Te dije que compraras un Mac. Zane cerró de golpe la tapa del portátil y se apartó del escritorio, acercándose a la cama. Ty lo miró, sintiéndose descompuesto y un poco desesperado por entender por qué. Zane se compadeció de él y le pasó una mano por la cabeza. —Es tu mejor amigo, Ty. Duele cuando sientes que tus amigos se están alejando, lo sé. Perdí a cada uno de los míos, pero ninguno de ellos era como Nick es para ti, ¿sabes? No te está reemplazando con nada. Confía en él. Ty hundió los hombros, frunciendo el ceño mientras miraba el anillo de sello del USMC en su dedo. Lo torció, tratando de encontrar la verdad en las palabras de Zane. Aparte de Deuce, Nick era el amigo más consistente y más antiguo que tenía. Habían pasado por todo juntos, compartido todo juntos. Habían vivido en la misma habitación durante casi siete años, de alguna manera eran más íntimos que los hermanos, y no tenían secretos. O no los habían tenido, hasta los últimos años. Ty sacudió la cabeza. No, era antes que eso. Era cuando había firmado para el FBI, para el trabajo de Burns. Había estado tan enfadado porque Nick no quería venir con él, simplemente lo había cortado por completo. Supuso que había sido el principio de los secretos. El comienzo de donde estaban ahora. Se habían reconciliado, pero su amistad había sido diferente desde entonces. Había habido momentos durante su despliegue cuando Ty estaba sentado en la cantina y había visto a Nick entrar, pero Nick no había ido a sentarse y hablar. Unas cuantas veces Nick lo había reconocido, pero recogió su comida y se fue de todos modos. Había habido momentos en que se habían cruzado en el campamento y Nick había saludado y se había puesto a su lado sin ni siquiera una sonrisa consciente ante la rareza del rango de Ty. Ty gimió y se arrojó sobre la cama, mirando el alto techo.

—Me siento como si lo hubiera perdido en alguna parte. Zane se tendió a su lado, tumbado de costado, de modo que estaba frente a Ty. —¿Alguna vez pensaste que tal vez él siente lo mismo? Cuando Ty lo miró, Zane sonreía. —¿Qué? Zane se encogió de hombros. —De todos los problemas de los que pudiéramos estar hablando esta noche, creo que es un poco dulce que te entristezcas por tu mejor amigo. Ty puso los ojos en blanco. Finalmente resopló y se pasó la mano por el rostro. —¿Quieres darte una ducha? —preguntó Zane, bajando la voz sugestivamente. —Sí —susurró Ty. —¿Quiere ensuciarte primero? Ty levantó una ceja en una muestra de interés, tratando de ocultar su sonrisa. Volvió la cabeza, mirando a Zane arriba y abajo. Zane sonrió, con los ojos calientes. Apoyó la mano en el pecho de Ty, desabrochó los botones para conseguir piel. —Vamos al manantial caliente —sugirió, la calidez en sus ojos se convirtió en fuego. —Pero está ahí abajo —protestó Ty, señalando hacia el balcón. —Está en su propia pequeña área… aislada… llena de vapor. Ty empezó a sonreír, pero se mantuvo firme, sacudiendo la cabeza. —Eres un pequeño exhibicionista pervertido. —Sólo estoy sugiriendo que un baño caliente se sentiría muy bien para los músculos doloridos. —Tengo algunos músculos doloridos. Zane asintió y se acercó más, empujando su nariz contra la barbilla de Ty. Ty cerró los ojos y sonrió, deslizando la mano por la espalda de Zane. —Eras sexy en el caballo esta noche. Montando al rescate. Zane le robó un beso. —Puedo pensar en alguien al que me gustaría ver montar. Ty se mordió el labio, disgustado al admitir que disfrutaba de las excitantes maniobras de Zane. Envolvió los brazos a su alrededor y rozó la punta de la nariz contra la de su amante. —Lo que te haga feliz, Lone Star.

Zane se rio entre dientes. —Vamos, capitán. Ya es tarde. No habrá nadie allí. —Pensé que dijiste que necesitabas descanso para los vapores. Pensé que dijiste que estabas cansado. —Lo estaba hasta que pensé en ti y en mí en ese maldito manantial caliente. Ty tarareó cuando su cuerpo respondió favorablemente a la idea. La sonrisa juguetona de Zane era otra razón para decir que sí. No importaba lo que le hubiera sucedido a Ty y al resto de los Sidewinder mientras estuvieron desplegados, Zane definitivamente se había beneficiado de esos seis meses. Parecía desahogarse ahora, más dispuesto a agarrarse la vida y dar un paseo. Ty pasó los dedos por el cabello de Zane con una cariñosa sonrisa. —Sabes que si salimos, voy a pedirte que te cases conmigo de nuevo. La sonrisa de Zane se amplió aún más. —Me arriesgaré. Ty ni siquiera estaba seguro de dónde estaba el maldito manantial termal, por lo que Zane lo condujo a través de la tranquila mansión, por el patio trasero hasta el sendero que se abría camino hacia el interior de la isla. Ty apretó su mano y tiró de él más cerca, disfrutando de una cosa tan simple como caminar por un camino oscuro con los dedos entrelazados. Este sendero en particular estaba iluminado por tenues luces solares encajonadas en el suelo. Zane no se dio prisa. Rozó deliberadamente los brazos mientras caminaban. El calor que Ty había notado cada vez que Zane estaba cerca de él comenzó a extenderse, haciendo que el toque de los dedos de Zane pareciera como rastros de fuego, y una especie de vértigo desenfrenado se arrastró por su interior. Rara vez tenían estos momentos, pero esta noche Ty podía creer que eran normales. Zane no soltó su mano cuando llegaron a la zona del manantial. Estaba desierta, como Zane había adivinado. También estaba a oscuras. —Por aquí —dijo Zane, avanzando por el sendero hasta el borde. Ty miró el agua mientras pasaban. Sólo la luna y el extraño brillo del manantial caliente de agua mineral les mostraban el camino. Zane se sacó la camisa por encima de la cabeza y la dejó caer sobre la hierba al borde del manantial. Luego sus manos cayeron al botón de los vaqueros, y se detuvo. Ty se quedó atrás, observándolo mientras las profundas respiraciones se hacían más difíciles de manejar. No creía que esa emoción de anticipación pudiera desaparecer. Zane alzó una ceja, un claro desafío, y se desabrochó los vaqueros, dejándolos deslizar por sus caderas y muslos para caer al camino de tierra.

Ty abrió el botón de sus pantalones y los dejó caer, quitándose la camisa sin molestarse en desabrocharla. Apartó la ropa a un lado y se dirigió hacia Zane y las aguas que se arremolinaban. La noche era heladora. Zane bajó al manantial, usando los escalones tallados y el agua le golpeó en el pecho cuando se volvió para mirar a Ty y extender una mano. —Está caliente. Los labios de Ty se retorcieron ante el gesto caballeroso. A veces Zane no podía evitarlo. Entró lentamente, disfrutando del calor mientras lamía su fría piel. —Ambos vamos a atrapar una neumonía en el camino de regreso –espetó Ty. Tomó la mano de Zane, acercándose hasta que sus cuerpos apenas se tocaron en el agua burbujeante. Zane enredó las manos mientras daba un paso atrás, tirando suavemente para que Ty le siguiera. A todos los efectos, estaban fuera de la vista a menos que alguien rodeara el camino para mirar directamente al manantial. También era una locura para que cualquiera estuviera fuera cuando hacía este frío. Sin embargo, el conocimiento no le quitaba las mariposas del estómago a Ty. Siguió a Zane de todos modos, dispuesto a arriesgarse a ser atrapado. Zane se sentó en el banco moldeado en la roca bajo el agua, atrayendo a Ty a su lado. Luego suspiró alegremente, reclinándose en el agua humeante. —Ahora bien, esto es agradable. Ty se acomodó en el agua junto a Zane, reconociendo la burla. Se acercó y dejó que los hombros se tocaran mientras inclinaba la cabeza hacia atrás. Enganchó su pierna sobre la rodilla de Zane, descansando allí para que sus pantorrillas se juntaran y poder deslizar los dedos de los pies contra el tobillo de Zane. Este deslizó su palma por el muslo de Ty, acariciándolo distraídamente bajo el agua, luego se movió un poco, deslizando el brazo detrás de la espalda de Ty e inclinándose para que se apoyara contra él. Colocó su mano en la cadera de Ty, frotando la piel bajo las yemas de sus dedos. Ty cerró los ojos y volvió la cabeza hacia Zane, ajustándose para que más de su piel se tocara. Estaba contento de sentarse así, cómodo e íntimo. Era un juego preliminar más suave a lo que estaban acostumbrados, y estaba haciendo cosas muy interesantes para su mente y su cuerpo. Parecía que estaba hormigueando por todas partes, y no era por los minerales del manantial caliente. Apoyó la cabeza en el brazo de Zane, dejando que el agua y la promesa de las caricias de su amante le calentaran. Zane parecía igual de contento de permanecer así, sus cuerpos rozándose, excitándose, relajándose el uno en el otro. El agua caliente giraba alrededor de ellos. Pasó un rato antes de que Zane volviera la cabeza y se inclinara lo suficiente para acariciar el oído de Ty. Ty se volvió hacia sus labios, mordisqueándolo lánguidamente mientras movía la palma sobre los duros abdominales de Zane. Este gruñó y persiguió los labios de Ty,

convirtiéndolo en un juego mientras su mano libre se deslizaba sobre el vientre de Ty bajo el agua. Ty sonrió y le mordió de nuevo, retrocediendo juguetonamente y empujándose hacia el centro del manantial. Su pierna quedó atrapada en Zane mientras se dejaba flotar. Zane rio en silencio y agarró sus caderas, apoyándose contra la pared del manantial para observar. Ty sonrió y cerró los ojos, flotando unos momentos con nada más que el sonido del manantial en sus oídos y la sensación de las manos de Zane en sus caderas para mantenerlo allí. Era el ancla que había echado de menos el año pasado, lo único que podía mantenerlo en la tierra cada vez que empezaba a ir a la deriva. Finalmente, dobló las rodillas y se enderezó, se impulsó hacia Zane y terminó a horcajadas sobre uno de sus muslos. Lentamente deslizó la rodilla sobre la otra pierna de Zane, piel deslizándose contra piel, hasta que se acomodó a horcajadas sobre él, arrodillado en el banco bajo el agua. Las manos de Zane permanecieron en sus caderas. Le miró fijamente a la luz de la luna, con una devoción descarada escrita en su rostro. Ty apoyó los brazos en los hombros de Zane y lo besó profundamente. El calor que nunca se había disipado comenzó a agitarse dentro de él, el amor y el deseo luchando por su atención. Gimió y hundió la lengua entre los labios de Zane, buscando algo más. Zane lo acercó a él mientras se besaban, respondiendo al fervor de Ty con calma y concentración. Ty sonrió contra sus labios y finalmente se obligó a alejarse. El rostro de Zane estaba en sombras, pero conocía todos los rasgos de memoria. Las arrugas de risa que se mezclaban con arrugas del ceño, la curva de su nariz rota, los toques de gris en las sienes. Sus cálidos ojos marrones que podían ser duros como la obsidiana en un abrir y cerrar de ojos. Deslizó su mano por un lado de la cara de Zane. —Cásate conmigo —susurró. Zane sonrió, mordiéndose la lengua mientras entrecerraba los ojos como si lo estuviera considerando. Luego sacudió la cabeza una vez. —No, gracias. Ty resopló. —Tan cortés esta vez. —Ambos sonrieron cuando se besaron de nuevo, pero la decepción fue más aguda para Ty de lo que esperaba. Iba a seguir preguntando hasta que lo hiciera bien, hasta que Zane le perdonara y estuviera listo. Saber que Zane lo amaba no significaba que no doliera. Las manos de Zane se deslizaron a lo largo de su piel bajo el agua. Estaban agachados, tratando de mantener los hombros bajo el agua para que el aire frío no los mordiera. Ty podía sentir a Zane cada vez más duro. Ajustó la forma en que estaba sentado, frotándose contra él para provocar un gemido o dos.

—Ty —susurró finalmente Zane contra sus labios. Sus dedos se clavaron en los músculos de sus muslos. —No puedo creer que me hayas convencido para que viniera aquí contigo —dijo Ty entre besos. Se levantó sobre sus rodillas, dejando que Zane lo guiara hacia abajo. La punta de la polla de Zane empujó con exigencia. Después de las varias semanas pasadas volviendo a familiarizarse, sería una entrada fácil. Ty levantó la cara hacia el cielo, tarareando y suspirando. —¿Podemos hacer esto sin lubricante? —preguntó Zane. Su voz era tensa, y cada músculo de su cuerpo estaba duro y tenso, ya no relajado por las aguas del manantial caliente—. Más importante, ¿deberíamos hacer esto en un manantial mineral? —Buen momento para preguntar —gruñó Ty. Se dejó caer en el regazo de Zane, arrastrando su propia polla contra la de Zane mientras se sentaba—. ¿Qué hay de malo con los manantiales de minerales? —¿No tienen algunas bacterias en ellos? —¡Voy a salir! —gritó Ty, tratando de sonar consternado, pero riendo demasiado para lograrlo. Zane lo agarró mientras se alejaba, sujetándolo. Ambos lograron mantener la cabeza por encima del agua, pero Ty perdió el equilibrio. Se agarró a Zane para mantenerse a flote, y lo besó con hambre para combatir el siguiente ataque de Zane. Este lo empujó hacia el otro lado del manantial, golpeándolo contra la pared de roca y sosteniéndolo sujeto allí mientras su beso se convertía en algo que devoraba y consumía. Ty envolvió las piernas alrededor de Zane, gimiendo cuando la dura polla de Zane amenazó con penetrarlo de nuevo. Se echó hacia atrás, buscando un asidero. Los dedos cayeron sobre piel fría. Se apartó, jadeando y empujando a Zane lejos de su beso. —¡Jesucristo! —Gritó. —¿Qué? —gritó Zane. Se apartó, obviamente pensando que había herido a Ty o algo había provocado un flashback. Pero los ojos de Ty se habían ajustado a la luz de la luna, y pudo distinguir la pálida piel de una pierna y un pie desnudo contra la oscura maleza. Cuando Zane lo vio, se dirigió a su ropa, probablemente tratando de alcanzar uno de sus teléfonos para la aplicación de linterna. Ty se empujó sobre el borde del borde del manantial de agua caliente y alcanzó el pie otra vez, tirando de él. Habría rezado porque fuera una dama de honor borracha, pero ya sabía que se equivocaría. Cuando Zane consiguió la luz e iluminó los arbustos, Ty se dio cuenta de casi había acertado. Definitivamente era una dama de honor.

*

*

Ty dudó tanto tiempo en llamar a la puerta de Nick y Kelly que Zane alargó la mano y llamó por él. Ty le fulminó con la mirada hasta que oyó el cerrojo y la puerta se abrió. La cara de Kelly estaba hinchada por el sueño. Llevaba sólo un par de pantalones de dormir, sin camisa, y tenía el arma de Nick en la mano. Ni siquiera intentaba esconderla. —¿Qué? —gruñó. —Ha aparecido otro cuerpo —dijo Ty en voz baja. Kelly se limitó a mirarlo fijamente, luego se apartó y le hizo un gesto para que entraran. Una lámpara al lado de la cama emitió un tenue resplandor, y Nick se sentó en la cama, frotándose los ojos con una mano. Kelly se arrastró de nuevo a su lado, dejando a Ty y a Zane torpemente a los pies de la cama, sin lugar donde sentarse. Nick les hizo un gesto con la mano, Zane se encogió de hombros y se arrastró hasta el final de la cama, sentándose con las piernas cruzadas como si estuvieran en una fiesta de pijamas. Ty siguió su ejemplo porque había superado la etapa de importarle una mierda. Ty le mostró a Nick su teléfono con la foto de la víctima. —¿La reconoces? Nick tomó el teléfono, asintiendo y frunció el ceño. —Esa es la dama de honor. El estómago de Ty se hundió. Tendría que decirle a Livi que su mejor amiga había sido asesinada en su boda. —Su nombre era Nikki... alguna cosa. Webb. West. No, es Webb. —Nick seguía sonando medio dormido. Ty tenía pocas dudas de que Kelly le había dado algo para que descansara. Ty lo miró y volvió a bajar la foto, sintiéndose enfermo. Notificarlo a la familia de víctimas no era normalmente parte de su trabajo. Notificar a su propia familia la muerte definitivamente no estaba en su curriculum —¿Quieres que se lo cuente yo? —preguntó Nick suavemente—. Tengo algo de práctica con ello. Ty miró a los tres. Todos le estaban frunciendo el ceño con compasión. —No —dijo con dificultad—. Gracias pero… no, yo lo haré.

Nick asintió con la cabeza. Kelly y él compartieron un ceño fruncido preocupado, luego Kelly asintió. Se estaban comunicando en silencio, y eso le molestaba a Ty. Kelly y Nick siempre habían sido capaces de hacer eso, lo que le dijo que solo necesitaba calmarse. Nick respiró hondo. —Tenemos otro problema. —¿Un problema más grande que una dama de honor muerta? —preguntó Zane, incrédulo y lleno de temor. Nick se encogió de hombros. —Discutible, pero... si, probablemente. —Cuando volvimos de los bosques Creepy Hollow, limpié la espalda de Nick — comenzó Kelly. Ty levantó una mano. —Si esto es una historia de sexo, me gustaría pasar. —No lo es —le aseguró Nick. No había humor en su voz—. Pensé que me había golpeado con algo agudo en el camino cuando caí, pero cuando Doc le echó un vistazo, nos dimos cuenta... Bueno, echad un vistazo — dijo. Luego se quitó la camisa, retorciéndose para que Ty y Zane pudieran ver su espalda. Una herida larga y estrecha le recorría de un lado al otro, empezando alrededor de la altura del pecho y luego sobre su omóplato y el tatuaje de la Cruz Celta para desaparecer en el tatuaje de su hombro de la gran águila, el globo y el ancla. Zane se llevó una mano a la boca, apoyando el brazo sobre la rodilla. El pie de Kelly pateó a Ty desde debajo de las mantas y murmuró una disculpa mientras trataba de ponerse cómodo. Ty apenas lo oyó. —Eso es una rozadura —soltó. Nick asintió con la cabeza. —Nick, eso es una rozadura de bala. —Sí —dijo Nick con voz tranquila. Se volvió y dejó caer su camisa, sacudiendo los hombros para que el material se asentara—. Teníamos razón. Lo que oímos fueron disparos con silenciador.

Capítulo 8

El desayuno a la mañana siguiente tardó en llegar, principalmente porque nadie había pensado en prepararlo. Mara asumió el control, dirigiéndose hacia abajo para ver qué podía hacer para cocinar para treinta personas. Tan pronto como anunció que iba a la cocina, Zane y Nick la siguieron, alegando que la ayudarían. Ty sabía que iban más para protegerla que para usar sus considerables habilidades culinarias combinadas. Apreciaba que ambos hombres hubieran asumido la responsabilidad de proteger a su madre lo más rápidamente posible. Ty pasó la mañana en la habitación de Deuce y Livi, rebotando a Amelia sobre su rodilla y compartiendo la noticia del asesinato de Nikki Webb. Deuce se sentó con la cabeza entre las manos, sin ni siquiera tratar de ser estoico. Livi se tomó la noticia un poco mejor de lo que Ty esperaba, sin embargo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero Ty también la había visto sollozar por la muerte de Milton. Livi tenía un corazón más blando que con los que estaba acostumbrado a tratar. —Esto es horrible —dijo Livi—. Ni siquiera la conocía tan bien. No sé cómo ponerme en contacto con su familia. Ty frunció el ceño, y dejó de rebotar a Amelia durante un segundo. —¿Qué quieres decir? Amelia le arrulló, quejándose porque parara. Empezó a rebotarla de nuevo, sonriéndole. —Quiero decir que en realidad no la conocía bien —dijo Livi de nuevo—. La conocí hace unos meses cuando tomó una de mis clases. Tengo tres amigas muy íntimas y… francamente temía elegir una de ellas. No tengo hermanas ni primas. Así que cuando descubrí que Nikki era organizadora de fiestas, simplemente hizo clic. Se convirtió en la dama de honor, planeó todas las cosas antes de la boda, y no tuve que elegir entre mis amigas más cercanas. Ty asintió, todavía un poco confundido. Estaba aliviado, sin embargo, porque había estado absolutamente aterrorizado de hacerla llorar. Amelia le agarró la nariz y soltó una risita. Ty intentó apartar el rostro, pero no pudo salir de su alcance. Livi rio temblorosa, todavía limpiándose los ojos. —Ty, ¿qué está pasando aquí? —Preguntó Deuce. Sonaba desesperado—. ¿Es esta tu mierda siguiéndote, o es una mierda totalmente nueva?

—Estoy bastante seguro de que es una mierda nueva —respondió Ty, su voz nasal mientras Amelia le apretaba la nariz. Casi deseaba poder decir que era culpa suya, que se trataba de su pasado. Pero no iba a mentirle a Deuce para hacerle sentir mejor. Había acabado con las mentiras. —Pero ¿qué tenía que ver Nikki con el señor Milton? —preguntó Livi—. Entiendo que la señora Boyd estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado, pero ¿por qué matar a Nikki? —Buena pregunta. Tengo la intención de averiguarlo. Deuce y Livi asintieron, con idénticos ceños fruncidos. Amelia apretó la nariz de Ty, y este hizo un ruido que la hizo sonreír. —¿Quieres quedarte con ella un rato, Ty? —preguntó Deuce. Ty lo miró, enarcando una ceja. —Quiero decir, cuando no estés investigando la serie de asesinatos en mi boda — dijo Deuce con ironía—. Apenas la has visto. Sé que está a salvo contigo. Y Maisie llega tarde, así que necesitamos una niñera de todos modos. —Maisie es la chica que encontró el cuerpo de Milton —dijo Ty frunciendo el ceño— . ¿Por qué llega tarde? —No se sentía bien —respondió Livi—. No está manejando todo esto… Ty asintió y su ceño más profundo. A veces olvidaba que la gente normal no manejaba bien encontrar cadáveres. Miró a Amelia, que estaba agarrando el colgante de la brújula alrededor de su cuello. Había sacado su pequeña lengua mientras se concentraba. Ty sonrió. —Sí, me quedaré con ella un rato. Deuce le arrojó un cordero gris andrajoso. —No salgas de casa sin él.

*

*

Zane en realidad tuvo una buena mañana, trabajando en la cocina con Mara y Nick tratando de preparar suficiente comida para alimentar a cualquier persona que todavía tuviera apetito. Fue capaz de mostrarle a Mara algunas de las cosas que había aprendido, parecía estar emocionada porque "otro de sus hijos" finalmente había aprendido a alimentarse. También aprendió algunas cosas de Nick, quien le dio a Zane el consejo de doblar los dedos cuando estaba cortando para poder sentir el cuchillo con los nudillos y no tener que mirar lo que estaba haciendo. Se encogió de hombros cuando Zane le

preguntó dónde había aprendido, diciendo que no era más que reconocimiento espacial y la necesidad de apresurarse cuando había estado aprendiendo a cocinar. Parecía estar de un estado de ánimo excepcionalmente malo, por lo que Zane lo dejó a solas. Después del desayuno, Zane se sentó en un recinto aislado del gran salón y comenzó a mirar las fotos en el iPad de Nick, leyendo sus notas, tratando de seguir los saltos de lógica y dar sentido a los garabatos. Nick no había sentido la necesidad de conectarlos cuando los había estado tomando. Zane podía decir cuáles habían sido las primeras entrevistas y las que habían sido las últimas porque, aunque las preguntas seguían siendo exhaustivas, las notas de Nick se hacían menos legibles y los garabatos se convertían en súplicas para que alguien lo matara. Zane resopló mientras los leía. Levantó la mirada cuando vio movimiento por el rabillo del ojo. Ty caminaba a través del gran salón, con Amelia cabalgando sobre sus hombros y agarrándose el pelo como las riendas de un caballo. Tenía el peluche favorito de Amelia metido en el bolsillo trasero de los vaqueros. Zane bajó el iPad y el portátil, relajó los hombros y observó a su amante. Ty dio unos cuantos pasos, luego se detuvo y saltó a un lado, luego se detuvo de nuevo, haciendo un ruido como frenos que chirriaban, y luego se desvió en otra dirección. Zane se dio cuenta de que estaba dejando que Amelia lo guiara tirando de su cabello. Nunca iban a llegar a donde Ty se dirigía si seguían así. Zane recogió sus cosas y se puso de pie, acercándose a ellos y poniendo una barricada en su camino. —¡Oh, oh! —Dijo Ty a Amelia—. ¡Freno! Amelia se reía, sus diminutos dedos se apretaban en su cabello. —¡Freno! —Gritó Ty de nuevo. Ella se inclinó hacia adelante y Ty chocó contra Zane, haciendo el sonido de un desagradable estruendo cuando chocaron. Amelia aulló de risa y se arrastró sobre la cabeza de Ty, deslizándose en los brazos de Zane. Ty le dio a Zane un rápido beso, todavía sonriendo. —¿Cómo has terminado con esto? —preguntó Zane, arrojando a Amelia hacia arriba y volviéndola boca abajo para sujetarla por los pies. Ella gritó de placer. —No lo sé. Soy fácil de engañar, supongo. —Ty la tomó de Zane, poniéndola derecha—. La niñera no está manejando demasiado bien el encontrar ese cuerpo, está desaparecida. Me llevé a Amelia para que ellos pudieran tener una hora para hacer las cosas. —Tiene sentido. Pobre chica. Por cierto, te perdiste el desayuno. Ty sonrió.

—¿Había venado? —En realidad, sí. —Bruto. ¿Son las notas de Nick? Zane asintió con la cabeza. —Todavía estoy tratando de darles sentido sin preguntarle qué significan. —¿Dónde está el? —Probablemente acurrucado en un rincón siseando a la gente mientras pasan. La risa de Ty fue sorprendida. —Mal humor, ¿eh? —Mucho. La última vez que le vi, todavía estaba en la cocina limpiando. —Vamos a buscarlo. Quiero sentarme y oír todo lo que sabemos, ver si podemos conectar algunos puntos. —Ty salió, llevando a Amelia bajo el brazo como un saco de patatas. Sus risitas resonaron en el techo de la gran sala. Zane se apresuró a alcanzarlo. —Espera, Ty, ¿quieres hacer eso con ella con nosotros? —Tiene un año. No comprenderá la muerte y la destrucción por lo menos hasta dentro de un año más. —Si alguna vez decidimos adoptar, eres mudo en las entrevistas. —Entendido. Encontraron a Nick y Kelly afuera, sentados en el patio con Emma y Marley. Kelly tenía un palo en la mano, y parecía estar dibujando cosas en el ladrillo polvoriento. Nick tenía las gafas de sol puestas aunque el día era nublado y bebía de un vaso que Zane dudaba que fuera té. Emma y Marley hablaban animadamente, pero Zane no podía decir si Nick o Kelly estaban escuchando y mucho menos respondiendo. Emma levantó la vista cuando notó a Ty y Zane allí, y su rostro se transformó en una sonrisa brillante. —¡Mi bebé! —Gritó, y le tendió las manos a Amelia. —¡No! —gritó Amelia, aferrándose a la camisa de Ty. —¿Con qué la has sobornado? —le preguntó Emma. —Unicornios, arco iris y diversión —dijo Ty con una sonrisa—. ¿Que estáis haciendo, chicos? —Estábamos previendo el próximo asesinato —dijo Nick antes de tomar un sorbo de su bebida. Emma y Marley levantaron sus propios vasos y bebieron con él. Kelly levantó la vista.

—Le drogué anoche. Puede que esté un poco irritable. —Un poco —aceptó Emma, bufando. Nick se bajó las gafas de sol, entrecerrando los ojos a Zane. Parecía que había terminado completamente con todo en esta isla. —¿Hay alguna pista nueva? —Por eso salimos aquí, en realidad. Es hora de que todos nos sentemos y averigüemos lo que sabemos. —Señaló a Emma y a Marley—. Vosotros también. Nick hizo un breve gesto de asentimiento. Se volvió a poner las gafas de sol y se levantó. Amelia inmediatamente se lanzó hacia él y agarró sus gafas de sol. Nick se aferró a ellas, y después del tirón para recuperarlas, de alguna manera terminó con Amelia en sus brazos, vistiendo sus gafas de sol en su pequeña cara redonda. —¿Qué se supone que debo hacer con esto? —Preguntó. —Haz lo que dice, nadie saldrá herido —dijo Ty, poniendo el cordero encima de la cabeza de Nick antes de ir a buscar más sillas. —¡Ty, sabes que no me llevo bien con los niños! Kelly se levantó para quitarle a Amelia, pero la niña se aferró a él como había hecho con Ty. Nick puso los ojos en blanco y se sentó con ella. Reunieron más sillas y las pusieron en círculo en el patio. Estaba bastante abierto, pero Zane confiaba más que en ninguna de las habitaciones de la casa, ya que había pasajes y mirillas en las paredes. Se inclinaron para que sus voces no llegaran a nadie cerca. —¿Qué encontrasteis en los videos? —preguntó Zane a Emma y a Marley. —Nada —contestó Marley—. Ese tipo evitó la lente como un vampiro. En total, encontré siete encuadres con él. Encuadres. Eso es como menos de medio segundo de video. —Y tampoco encontramos a nadie que gritase “Soy un asesino” —agregó Emma— . Nada realmente sospechoso. Aunque, la chica muerta estaba con su teléfono en casi todos los encuadres en los que aparece, y pensé que era raro porque no hay servicio aquí. —Nikki Webb —dijo Nick—. Mencionó buscar cobertura para mandarle mensajes a su novio. Su compañera de cuarto dijo que estuvo levantada la mitad de la noche tratando de obtener una señal. Y varios testigos declararon que vieron a Milton con su teléfono. Eso es más o menos lo único que sé que las dos víctimas tenían en común. —Demonios —dijo Kelly mientras apoyaba los pies sobre las rodillas de Nick—. He visto a todo el mundo vagando por aquí buscando una señal por lo menos una vez. —Livi me dijo que Nikki apareció hace dos meses y tomó una de sus clases. Así es como se conocieron —dijo Ty a todo el mundo.

—¿Cómo ganó el puesto de dama de honor? —preguntó Nick. Ty se encogió de hombros. —Era planificadora de fiestas. Livi no tuvo que elegir entre sus mejores amigas. Es una lógica de chicas. Emma resopló burlonamente. —Si esa chica era planificadora de fiestas, me comeré mis botas. Ty frunció el ceño ante su prima, con expresión preocupada. Miró a Nick y luego se encontró con los ojos de Zane. Zane asintió, sabiendo exactamente lo que Ty estaba pensando. —Suena como que Nikki Webb era un topo. Nick se sentó hacia adelante, colocando a Amelia en su hombro. Se había quedado dormida sobre él, y se aferró a su camisa mientras roncaba, apoyando la cabeza en su hombro. —Livi me dijo que Milton era la razón por la que ella y tu hermano se conocieron. Dirigió a Deacon hacia su clase. Ty se pasó una mano por la barbilla. —Livi es una chica amable. Sería fácil iniciar una conversación en su clase, hacer contacto con ella como objetivo. Es el miembro menos protegido de la familia, la forma más fácil de entrar en la empresa. Pero, ¿por qué plantar a Deacon con ella? Nick se encogió de hombros. —Sólo te estoy diciendo lo que sé. Lo que realmente me molesta es ese reloj. —Lo que realmente me molesta es recibir un disparo —escupió Kelly. —¿Te han disparado? —exclamó Emma. —Anoche, en el bosque —respondió Ty—. Estábamos comprobando para asegurarnos de que los barcos realmente fueron sacados por la tormenta. En el camino de regreso, se intercambiaron algunos disparos. Hice que Fraser, el jardinero, hiciera un barrido de los bosques. No encontró ningún rastro de que alguien saliera herido. Ni casquillos, ni nada. —Vamos —dijo Kelly enojado—. Sabemos que esos disparos fueron hechos con silenciador, y todos sabemos quién tendría silenciadores en esta isla. Esos Comedores de Serpientes son parte de esto. —Kels, esos Comedores de Serpientes son ex—fuerzas especiales —dijo Nick exasperado. Parecía que habían tenido esta conversación unas cuantas veces—. Si nos hubieran disparado anoche, nos habrían dado. —Te dieron —espetó Kelly sin mirar a Nick.

Nick cerró los ojos y se frotó la nariz con los dedos. —Hay demasiadas armas en esta isla —dijo Emma. Zane se encontró asintiendo. No sólo los Comedores de Serpientes estaban fuertemente armados, sino que había una habitación dedicada a nada más que cazar y acechar, forrada con rifles. Por no hablar todo el equipo que habían traído con ellos. —Podríamos intentar juntarlas todas —sugirió Kelly. —Eso debería servir —dijo Ty—. Vale la pena probarlo, sin embargo. —¿Qué bien va a hacer eso? —preguntó Nick—. Cualquiera que tenga la intención de usar su arma no va a renunciar voluntariamente. Y no necesitas un arma para matar a alguien, incluso sin entrenamiento. ¿Qué vas a hacer, jugar al cluedo con Mr. Green y el Coronel Mustard y reunir todos los candelabros y tubos de plomo, también? Kelly bajó el palo y lo fulminó con la mirada. Nick levantó ambas cejas en desafío silencioso. —No vas a conseguir mi arma. —Deja de ser un idiota —gruñó Kelly. Se puso de pie—. Voy a ir a buscar un paracetamol para el idiota. Nick murmuró mientras Kelly se alejaba. —Tuvisteis una noche divertida —dijo Ty. —Cállate, Tyler. Zane estaba mirando las fotos que Nick había tomado mientras el resto hablaban. Ty se inclinó para mirar por encima del hombro. Cuando llegaron a la foto del reloj de pulsera roto en el que Nick se había fijado, Zane la agrandó y ladeó la cabeza. No había nada especial, pero parecía familiar de alguna manera. Ty le palmeó el hombro. —Yo tenía uno así. Zane levantó la cabeza. —Sí —dijo mientras la comprensión le golpeaba—. El que rompimos en Gettysburg. Tenía un rastreador. —¿Llevabas un rastreador en tu reloj? —preguntó Emma, sonando estupefacta. —Dick me lo dio. —¿Burns? —preguntó Nick, su voz se volvió dura—. Gilipollas. Zane asintió con la cabeza. ¿Por qué alguien aplastaría el reloj, luego volvería y se lo llevaría? ¿Era posible que Ernest Milton hubiera sido uno de los hombres inadaptados de Burns? —Necesitamos hablar con Burns —dijo.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Ty. Nick se inclinó hacia delante. —¿Crees que Milton era suyo? Zane asintió con la cabeza. —Es un reloj común —dijo Ty. Zane se puso de pie. —Común o no, voy a preguntarle a Burns. Ty le frunció el ceño. Zane suspiró pesadamente. —No tienes que venir. Pero yo voy. —Yo iré —dijo Nick con impaciencia, y se puso de pie. Entregó a Amelia a Emma, pareciendo aliviado de tenerla fuera de sus brazos. Ni siquiera intentó quitarle las gafas de sol, y le colocó su cordero suavemente sobre la tripita. —¿Qué, vais a buscarlo y sacarle la verdad a golpes? —Preguntó Ty. —Suena divertido —dijo Nick mientras miraba hacia otro lado. Zane levantó una ceja y luego se encontró con los ojos de Ty. —¿Por qué no buscas a Doc y los dos vais a registrar las habitaciones de Milton y Nikki? O'Flaherty y yo interrogaremos cortésmente a Burns. Nick levantó el vaso. —Siempre en el centro, ¿no? —Burns no tiene nada que ver con esto —replicó Ty. Nick enarcó las cejas. Ty miró entre ellos, luego se levantó a regañadientes. —Prométete que serás civilizado. Zane asintió, pero Nick no respondió. Entrecerró los ojos a Ty, luego sacudió la cabeza y se volvió para irse en busca de Burns. Ty le señaló. —Mantenlo bajo control —siseó—. No le dejes poner las manos alrededor del cuello de Dick. —¿Estamos hablando en sentido figurado o literal? —Ambos —escupió Ty. Volvió a mirar por encima del hombro de Zane—. Nick culpa a Burns por la muerte de Sánchez.

—Oh, Dios –gimió Zane y se giró para correr detrás de Nick.

*

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Ty encontró a Kelly volviendo a bajar los escalones con su bolsa de lona sobre el hombro. Ty levantó la mano. —Se largó, nada de drogas para él. —¿Qué? Ese bastardo. —Kelly se detuvo en la escalera—. ¿A dónde fue? —Zane y él fueron a preguntar a Burns sobre el reloj del muerto. Era el mismo que yo usaba, así que piensan que Milton era uno de los agentes de Burns. Kelly sólo parpadeó rápidamente. Ty no se molestó en intentar explicar más. Subió los escalones hacia él. —De todos modos, se supone que debemos ir a registrar las habitaciones de Milton y Nikki, ver qué podemos encontrar. —Estas son las peores vacaciones de todos los tiempos —dijo Kelly mientras se giraba y seguía a Ty subiendo los escalones. —Sí, nosotros no usamos esa palabra. Llegaron al rellano y recorrieron el pasillo. La habitación de Milton estaba en la misma ala que las suyas, pero más cerca de la escalera. Kelly se apoyó contra la pared mientras Ty buscaba la llave que había sacado del bolsillo de Stanton. —¿Qué estamos buscando? Ty se encogió de hombros. —Motivo. Cualquier cosa por la que valga la pena matar. —Te das cuenta de que no soy policía, ¿verdad? Ty lo miró y sonrió. —No, pero estás follando con uno. Las mejillas de Kelly enrojecieron y se mordió el labio para ocultar una enorme sonrisa. Fracasó miserablemente. —Gracias por estar bien con eso, amigo. Nick se estresó un montón sobre contártelo a ti y a los chicos. —Parece que Nick está estresado por muchas cosas —dijo Ty con otra mirada hacia Kelly—. ¿Está bien? —Tendrás que preguntarle sobre eso.

La no respuesta golpeó Ty más duro de lo que esperaba. Bajó la cabeza y metió la llave antigua en la puerta, retorciéndola para que encajara. Kelly se aclaró la garganta. —Aún le aterra contárselo a los demás. Está observando tu reacción más de cerca de lo que podrías pensar. Creo que temía que todos supusieran que se había aprovechado de que yo estuviera herido y drogado. —¿Lo hizo? —preguntó Ty con neutralidad. —No. De hecho, casi tuve que rogarle que… —Para. El trato es que no me altero y tú no compartes historias de sexo. Kelly se rio. —Vale. Entraron en la habitación y Ty encendió las luces. Había estado medio esperando encontrar la habitación vuelta al revés, destrozada y registrada. Pero todo parecía estar en su lugar. —Oh —ofreció Kelly mientras daba unos pasos dentro y examinaba la habitación— . ¿Le cortaron las tripas pero no lo intentaron con su habitación? —Eso, o buscaron limpiamente. Esta habitación era un poco más espartana que la de ellos, con una cama doble y un pequeño tocador. No tenía balcón. Ni siquiera tenía ventanas. La cama no estaba deshecha. Nada parecía fuera de lugar. Kelly apuntó hacia el pequeño escritorio contra la pared del fondo. —Ordenador portátil. —Mira si puedes ponerlo en marcha —dijo Ty. Se dirigió a la mesilla de noche y registró los pequeños cajones, miró debajo de las almohadas y el colchón, se agachó y miró debajo de la cama. Comprobó debajo de todas las mesas y probó los fondos de cada cajón en busca de cualquier cosa pegada allí. Echó a un lado las alfombras y las levantó para buscar debajo. Luego se dirigió al armario que contenía el equipaje de Milton. Sacó todo y lo puso encima de la cama. —Jesús, tiene una pesada mierda aquí —dijo Ty mientras levantaba la tercera maleta del armario. —Esta cosa está protegida por contraseña —dijo Kelly finalmente—. No puedo entrar. Ty asintió con la cabeza. —Se lo llevaremos a Zane a ver si puede traspasarla. Kelly se acercó para ayudar a Ty a registrar las maletas.

—Trajo un montón de cosas para una semana. Ty asintió, frunciendo el ceño ante las tres grandes maletas llenas de ropa, zapatos, artículos de tocador y artículos electrónicos. —Es casi como si no pensara en volver a casa —dijo. Él y Kelly compartieron una mirada. Kelly sacó un neceser y lo abrió. Estaba lleno de artículos de tocador y botellas de medicina. —¿Por qué metería todo esto? Tenía seis días más, ¿por qué no llevarlo al baño, colocarlo todo? El ceño de Ty se profundizó. Se volvió hacia el gran armario. Estaba vacío. Sin trajes colgando, nada doblado en los cajones. Todas las cosas de Milton estaban bien empacadas. —O nunca sacó las maletas, o estaba planeando salir anoche. Kelly frunció el ceño cuando Ty le miró a los ojos. —Este tipo empieza a sonar sombrío, tío. Ty gruñó de acuerdo. —Tenemos que entrar en ese portátil. Cógelo, nos lo llevaremos con nosotros. —¿Y su teléfono? ¿Lo tenía con él? —Sí, pero se mojó. Es inútil. Kelly se encogió de hombros. —Vamos a ponerlo en un poco de arroz. —¿Arroz? —Sí, absorbe el agua. —Kelly cerró el portátil y se lo metió debajo del brazo—. Una vez dejé caer el mío en el inodoro. Un poco de arroz, un poco de limpiador. ¡Como nuevo! Ty se pasó una mano por su cara cuando salieron de la habitación. —Eso es tan asqueroso.

*

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Zane se acercó a la mesa donde Burns y Earl estaban sentados, bebiendo café y jugando a algún tipo de juego de cartas. Podía sentir a Nick detrás de él. Era una

presencia muy física, y Zane ahora comprendía por qué Ty siempre había confiado en que el hombre estuviera a su espalda. —Earl. Director Burns —dijo Zane con un movimiento de cabeza a cada hombre. —Hey, Zane, Nick. Sentados —invitó Earl con un gesto de la cabeza a las sillas vacías en la mesa—. Hemos oído que hubo otro asesinato. —Sí, señor —dijo Nick suavemente—. Me temo que no hemos venido a jugar a las cartas. Director Burns, nos gustaría hablar con usted sobre algunas cosas. Zane lo miró, sorprendido de que hubiera seguido la ruta directa. Su mandíbula estaba apretada y sus ojos verdes eran duros y brillantes. Zane gimió internamente. Ty había tenido razón. Iba a tener que separar los dedos de Nick del cuello de Burns, lo sabía. Burns y Earl intercambiaron ceños fruncidos, luego Burns colocó sus cartas sobre la mesa y asintió. —¿De qué necesitáis hablar? La dura mirada de Nick permaneció en Burns, pero Zane miró entre los dos hombres mayores. —Tiene que ver con el trabajo. Probablemente sea mejor que hablemos en privado. Burns frunció los labios y se puso de pie. —Volveré —dijo a Earl. Rodeó la mesa, mirando a Nick con una expresión casi curiosa. Zane se volvió para llevarlos a una de las habitaciones desocupadas que bordeaban el gran salón. Se instalaron en el salón. Burns se sentó en una de las sillas cerca de la gran chimenea de piedra, y Zane y Nick se sentaron frente a él en un pequeño sofá. —¿Qué sucede, muchachos? —¿Era Milton uno de tus hombres? —preguntó Nick con voz fuerte. La única reacción de Burns fue una rápida serie de parpadeos. —El reloj que llevaba —dijo Zane—. Era como el de Ty, el que le diste con el GPS. —También está muerto, al igual que la mayoría de tus reclutas —Nick prácticamente gruñó. Burns se aclaró la garganta. —Esto va a ser improductivo con él presente. A menos que tenga la intención de usar sus habilidades de interrogatorio alternativas —dijo apuntando a Nick. Se levantó para irse. Nick se puso de pie tan rápido que Zane ni siquiera tuvo la oportunidad de agarrarlo. Bloqueó el camino de Burns, y los dos hombres se quedaron mirándose el uno al otro, atrapados en el espacio entre la silla y la mesita de café.

—Hijo, no quieres cometer un error aquí —dijo Burns casi con amabilidad—. Tienes que apartarte del camino. —No acepto órdenes suyas. Señor. Siéntese. Burns entrecerró los ojos y levantó la barbilla, pero debió haber visto con la misma claridad que Zane que Nick no iba a dejarle salir de aquella habitación. Asintió brevemente y volvió a la silla junto a la chimenea. Nick permaneció de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho como un gorila en un club. Zane le dirigió una mirada desconfiada antes de volver su atención a Burns. —¿Era uno de tus hombres? Burns se aclaró la garganta y asintió. —Lo era. —¿Estaba plantado en la compañía Stanton? —Él ya era parte de la compañía Stanton —dijo Burns—. Están desarrollando equipos altamente clasificados para los militares, necesitábamos un perro guardián. Lo reclutamos. —¿Por qué diablos no saliste a decir eso cuando encontramos su cuerpo? — preguntó Nick. —Porque Stanton no puede saberlo. No tengo que decirte que sería un desastre si saliera a la luz que un agente del gobierno se había infiltrado en una empresa privada de esa manera. Puedes imaginar cómo reaccionarían Stanton y su junta directiva si se enteraran. —¿Le invitaste a presentar a Deuce y Livi? —preguntó Nick. —¿Qué? No, ¿por qué haría eso? Zane se frotó la sien con los dedos. —¿Entonces, su único trabajo era vigilar que esta tecnología fuera desarrollada? —Por mí, sí. —Eso significa que quien lo mató probablemente lo hizo por la información que estaba protegiendo —dijo Nick a Zane. —Deberías habérnoslo dicho —dijo Zane a Burns. Burns sacudió la cabeza. —Era necesario, Garrett. —¿La vida de esa mujer, la cocinera? Su sangre está en tus manos—gruñó Nick—. Toda esa gilipollez de intriga y suspense, todo lo que hace es que la gente muera. Burns no respondió. Se quedó mirando a Nick, su expresión era ilegible.

—O’Flaherty —dijo Zane suavemente—. ¿Por qué no vas a buscar a Grady y a Abbott, a ver qué encontraron? Nick siguió mirando a Burns, sus fosas nasales dilatadas y su mandíbula tensa mientras apretaba los dientes. Finalmente asintió y se volvió para irse. La puerta se cerró tras él. Cuando Zane devolvió su atención a Burns, el hombre seguía mirando la puerta. Su rostro se había suavizado y parecía casi melancólico. Suspiró pesadamente cuando se encontró con los ojos de Zane. —Admiro su lealtad. Y su fuego. Por eso traté de reclutarlo. —Director Burns —dijo Zane, continuando con su interrogatorio a pesar de la sorpresa de saber que Burns había buscado activamente a Nick, así como a Ty y Elias Sánchez—. ¿Por qué alguien le quitaría el reloj a uno de sus agentes? ¿Hay información almacenada en él? Burns frunció el ceño profundamente. —No. No, todo lo que tiene es el GPS. Y es una conexión directa, no almacena información. Para eso, necesitarías el sistema de software que lo acompaña. —¿Y dónde está eso? —preguntó Zane. Burns se encogió de hombros. —Mi oficina. —¿Hay alguna manera de llegar a él remotamente? —Supongo que podrías con mi tablet o mi portátil. Ninguno de los cuales tengo aquí. Honestamente nunca lo he intentado. Zane asintió, aún más confundido que antes. —¿Romper el reloj corrompería el GPS? —No si la información ya ha sido enviada. ¿Por qué romper el reloj? —Preguntó Burns. —No tenemos ni idea. El reloj no tiene sentido ahora, y ha desaparecido, así que… —Zane se pasó un dedo por la nariz—. ¿Quién sabría que era especial? —¿El reloj? —Sí. —Cualquiera que supiera que tenía GPS. Otro operador. Cualquiera que haya realizado operaciones encubiertas y haya usado un sistema similar, incluyendo a Grady y O'Flaherty. Sospecho que incluso tú hubieras sabido hacer eso, si hubieras reconocido el reloj por lo que era. Zane entrecerró los ojos.

—Así que, quienquiera que supiera que el reloj era un dispositivo de rastreo es a quien buscamos. —Supongo que sí. —¿Y no creías que era necesario saberlo? —preguntó Zane con los dientes apretados. Burns se inclinó hacia delante. —Zane, siempre un gran visionario. Esa es una habilidad única. No debes perderla. Zane no pudo encontrar su voz para responder. —¿Eso es todo? Zane se encontró con sus ojos. Había tantas cosas que quería decirle a este hombre, y la mayoría de ellas probablemente terminarían con un puñetazo. Casi deseaba haber soltado a Nick sólo para poder presenciarlo. Sin embargo, tuvo que recordarse que Burns también era la razón por la que él y Ty estaban juntos. La razón por la que habían permanecido como compañeros durante el tiempo suficiente para solidificar su relación, aunque fuera por motivos ocultos. Burns fue quien le dio a Zane su segunda oportunidad. No podía obligarse a odiar al hombre a pesar de que lo deseaba por todas las cosas turbias que Burns había hecho. Tragó saliva y asintió con la cabeza. —Sí.

*

*

Nick prácticamente se abalanzó sobre Ty y Kelly mientras avanzaban por el gran salón hacia las escaleras de la cocina. Su aparición repentina casi hizo que Nick le golpeara. —¿Qué has encontrado? —preguntó Nick. Ty lo examinó con un creciente matiz de aprensión. Estaba tan tenso como una cuerda de arco, y podía decirle a la siguiente persona que pasara delante del área de objetivo de Nick que iba a tomarla con él. —¿Fuiste violento con alguien? —Sólo en mi mente —gruñó Nick—. ¿Qué encontrasteis? Kelly levantó el portátil. —Está protegido por contraseña. Vamos a dejar que Zane de palos de ciego. Nick lo miró incrédulo.

—¿Dar palos? ¿De verdad? Kelly parpadeó. —Oh. Oh, eso fue un juego de palabras no intencional. Mala elección, lo siento. Nick sacudió la cabeza. Ty resopló, sin embargo, sintiéndose culpable por hacerlo. —Íbamos al armario de carne para conseguir el teléfono de Milton, ver que podíamos sacar —le dijo a Nick—. ¿Qué tiene Burns que decir? —Milton era uno de los suyos. La sangre de Ty pareció fluir un poco más fría. —¿En serio? Nick asintió cortantemente. —Garrett me hizo largarme antes de que oyera algo más. Ty podía imaginar por qué Zane le había dado una patada a Nick si había estado solo la mitad de tenso que estaba ahora. —De acuerdo —dijo con cuidado. Él y Kelly compartieron una mirada. Los ojos de Ty se deslizaron hasta la pequeña bolsa de Kelly de trucos médicos, todavía sobre su hombro. Kelly le hizo una mueca casi imperceptible—. Vosotros id a ver que podéis hacer con el teléfono, yo voy a llevarle el portátil a Zane, a ver si puede superar la seguridad. —¿Ese es el mejor uso de nuestro tiempo ahora mismo? —preguntó Nick. Ty se levantó y le frunció el ceño. —¿Tienes algo mejor que hacer? Nick resopló y se volvió hacia las escaleras de la cocina. Ty siseó a Kelly y señaló su bolsa mientras Kelly le entregaba el portátil. —Sédalo si se descontrola. Kelly resopló y le dedicó un saludo inteligente, luego trotó detrás de Nick. —Mierda —susurró Ty para sí mismo antes de dar la vuelta y salir a buscar a Zane. —Ty. Ty se detuvo en seco sobre el suelo de mármol. Había pasado ante Zane, que salía del salón. Ty se volvió hacia él, con los ojos muy abiertos. —¿Milton era uno de los chicos de Dick? Zane asintió sombríamente. —¿Qué te dijo?

—Bien, Burns dice que Milton estaba protegiendo algún tipo de nueva tecnología o información, no está seguro de cuál. —Así que le abrieron para encontrarla, ¿eh? ¿Pensando que se la tragó? Tiene que ser un chip de memoria o... una unidad flash no bajaría tan fácil. —Probablemente no. Abbott está convencido de que no lo encontraron, sin embargo. Por eso se llevaron el reloj. —¿Para el GPS? —preguntó Ty. —Sí. —Porque probablemente lo guardó en algún lugar, y el reloj puede decirte dónde ha estado. —Sí. —Pero no pueden leerlo sin el equipo adecuado. ¿Por qué se lo llevarían? ¿Y por qué romperlo? Zane se encogió de hombros. —Puede que no sepan nada de eso. Pensarían que era un chip transmisor. No lo sé. ¿Qué pasa con el portátil? Ty lo sostuvo para Zane. —Es de Milton. Protegido con contraseña. ¿Crees que puedes entrar? —Sí —dijo Zane sin dudarlo. Se lo quitó y miró alrededor de la gran sala—. Vamos a buscar un sitio tranquilo. Ty le seguía, con una sonrisa jugando en sus labios. —Eres un poco sexy cuando te haces cargo de esa manera. —Cállate, Ty —dijo Zane, pero su voz temblaba de risa.

*

*

La cocina estaba limpia cuando Nick y Kelly regresaron allí, pero Nick todavía dudaba, como había hecho aquella mañana en el desayuno. Fue jodidamente embarazoso perderse por completo como lo había hecho, incluso si había ocurrido antes delante de Ty y Kelly, aunque los había visto a ambos recuperarse de episodios similares. A Nick no le gustaba no tener el control de sí mismo, y definitivamente no le gustaba la idea de intentar golpear a Kelly sin darse cuenta de lo que estaba haciendo. Kelly le colocó una mano en la parte baja de la espalda en apoyo silencioso antes de ir hacia el congelador donde estaban almacenando los tres cuerpos. No había ningún

guardia aquí, pero ¿por qué lo habría? El cuerpo de Milton ya había sido limpiado de todo lo que los autores querían, la cocinera había sido un simple daño colateral y Nikki acababa de ser colocada allí. ¿Quién habría pensado en proteger los cadáveres en primer lugar? Por lo demás, ¿quién habría esperado cadáveres en una boda? Ty y Zane, esos cabrones. Nick entró en la despensa, explorando los estantes. Cogió un bote de cristal de arroz blanco y se lo metió bajo el brazo, y luego fue en busca de un tazón. —Me pregunto por qué no se llevaron también su teléfono –gritó Kelly desde el congelador—. Es decir, se llevan un reloj roto y lo cortan de arriba abajo bajo la suposición de que se había tragado lo que sea, pero ¿no se llevan su teléfono sólo porque se encontraba lleno de agua? —Obviamente estamos buscando a alguien que nunca ha dejado caer su teléfono en un inodoro —dijo Nick—. Echó el arroz en un recipiente para mezclar de acero inoxidable. —Ja, ja, ja. —Kelly se acercó a estar al lado de Nick en el mostrador y colocó el teléfono junto al recipiente—. Teniendo en cuenta que fuiste tú quien me dijo que lo metiera en arroz, no deberías hacer chistes. —Vivo en un barco, puedo sacar el agua de cualquier cosa. —Nick alcanzó ausente un pequeño frasco de cristal con palillos de dientes y sacó uno para metérselo en la boca. Comenzó a desmontar el teléfono y a meter cada pieza en el arroz por separado. Kelly se inclinó sobre el mostrador para descansar la barbilla en la mano. Nick le miró mientras empujaba la tarjeta SIM y la batería profundamente en el arroz. Kelly le estaba mirando a la cara en lugar de a las manos. —¿Estás bien? —Preguntó, la voz suave e íntima. Nick tragó saliva. —No lo sé. Si Garrett no hubiera estado allí conmigo, habría arrancado la cabeza de Richard Burns. —Se lo merezca o no, ese no eres tú. —Lo sé. Kelly se enderezó, y luego se incorporó para sentarse en el borde de la encimera. —El arroz tardará un tiempo en hacer su magia. ¿Por qué no me dices lo que está pasando contigo, Lucky? Tal vez pueda ayudar. Nick se quedó mirando la encimera, a la mano de Kelly, apoyada en el azulejo blanco, sus ojos trazaron las líneas de largos dedos de Kelly. Daba golpecitos sobre los azulejos y Nick le miró a los ojos.

—Mi padre —comenzó, pero perdió su voz antes de que pudiera ir más allá. Sacudió la cabeza en señal de frustración. —¿Porque está enfermo? —Supuso Kelly. Nick asintió. —¿Qué te dijo cuando te pidió que fueras a verlo? No has estado bien desde entonces. Nick no contestó, masticando el palillo de dientes mientras miraba el arroz. Kelly se quedó en silencio durante unos momentos, luego respiró hondo. —Cuando estuve en el sistema de acogida, vi un montón de niños que estaban allí porque habían sido objeto de abuso. Ese niño, era unos años mayor que yo. Cerca de la edad de salir del sistema. Se enteró que su madre había muerto de una sobredosis. Estaba desolado, y yo no podía entender por qué. Sus cicatrices aún estaban sanando. Así que le pregunté. Y él me dijo que estaba contento de que estuviera muerta. Estaba de luto por la madre que podría haber tenido. Que debería haber tenido. Nick se quedó en silencio, con los ojos en Kelly todo el tiempo. Kelly le dio unas palmaditas en la mejilla y sonrió con tristeza. —Está bien llorar. Lo haces por ti, no por él. Nick asintió y se obligó a tragar más allá del nudo en la garganta. —No estamos en la etapa de duelo por el momento. Necesita un nuevo hígado. Quiere que me haga la prueba para ver si soy compatible. La expresión de Kelly cambió de una de simpatía suave a algo completamente distinto. Sus ojos brillaron, y las líneas alrededor de la boca se endurecieron mientras cuadraba los hombros. —¿Quiere que le dones un trozo de tu hígado? Nick asintió con la cabeza, incapaz de hablar. —¿Vas a hacerlo? —No lo sé —susurró Nick—. No quiero. Quiero dejarlo morir. Kelly asintió, frunciendo el ceño con compasión. Pero luego sacudió la cabeza. —Nunca te perdonarías. Incluso si todo el mundo sabe que se lo merece. Nick bajó la cabeza. —Lo sé. Kelly agarró su camisa y tiró de él hasta que Nick estuvo de pie justo en frente de él, entre sus piernas. Kelly le abrazó con fuerza, y Nick enterró la cara en el cuello de Kelly.

—La decisión que tomes, tómala por ti. No por él —le susurró Kelly al oído—. Lo haces por ti. Y yo estaré allí. Nick se agarró a él con fuerza, abrazándolo como si fuera toda su vida. Kelly bufó y sonrió contra su cuello. —Haz lo que tengas que hacer, Bubú —dijo, su voz temblando de la risa. Nick se apartó de él, luchando contra las lágrimas con un resoplido sorprendido. —Hay algo de malo en ti —Es por eso que me amas.

*

*

Ty no podía quedarse quieto. Rebotaba las rodillas, daba golpecitos con los dedos, hacía crujir los nudillos. Finalmente cogió un bolígrafo y comenzó a hacerlo girar alrededor de los dedos sólo para darles a las manos otra cosa que hacer mientras observaba a Zane juguetear con el portátil. —Está bien, he rodeado la protección de contraseña básica, pero hay un poco de cifrado adicional en esta cosa –le dijo finalmente Zane—. Le llamaría paranoico si no hubiera terminado muerto. —No puedo creer que fuera uno de los chicos de Burns —dijo Ty, moviendo la cabeza—. ¿Fue reclutado antes o después de que Deuce y Livi empezaran a salir? —No sé, Ty —dijo Zane, sin apartar los ojos de la pantalla del portátil. —¿De verdad pondría Dick un espía en la futura familia política de Deacon? Zane le miró. —No lo sé, Ty. —O sea, parece como exagerado incluso para Dick. Me pregunto si que Deuce saliera con ella fue lo atrajo la atención de Dick hacia la compañía Stanton, o si realmente Milton plantó esa semilla. —No lo sé, Ty —repitió Zane obedientemente—. ¿Por qué no vas a preguntarle? Tal vez él te diga más de lo que me dijo a mí. Ty suspiró, sacudiendo la cabeza. —Él no me dirá nada, sólo me fulminará con la mirada como solía hacer cuando yo era pequeño y me hará sentir como si tuviera diez años. ¿Sabes quién debería hablar con él? Papá. Sería tan incómodo como lo fue cuando el irlandés me interrogó, apuesto a que se lo diría todo a papá. ¿Me estás escuchando? —No, Ty.

Ty resopló y ladeó la cabeza. Zane tenía el ceño fruncido y su pelo rizado estaba un poco despeinado de pasarse los dedos tantas veces. Tenía la lengua entre los labios y probablemente ni siquiera se daba cuenta. Ty se puso de pie y dio un paso detrás de Zane para masajearle los hombros tensos. —Lo siento, te estoy distrayendo. Continua. Zane giró el cuello, apoyándose en las manos de Ty. Este se quedó en silencio, dejando que trabajara. Seguía sin entender lo que Zane estaba haciendo, pero por fin se recostó y levantó las manos en el aire triunfante. —¡Cómete esto, Departamento de defensa! —¿Has pasado? Zane asintió e hizo clic en un botón más que convirtió la pantalla azul del ordenador en el escritorio normal de pantalla que Ty estaba acostumbrado a ver. Decenas de archivos cubrían la pantalla, la mayoría de ellos etiquetados en una especie de código numérico. Ty apoyó la barbilla en el hombro de Zane, abatido. —Esto va a tardar un poco, ¿eh? Zane asintió. —Puede que quieras sentarte.

*

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Nick revisó el recipiente de arroz con gran cuidado, colocando cada pieza del teléfono en una toalla de microfibra que había encontrado en un cajón. Kelly miraba por encima de su hombro. Cuando tuvieron todas las piezas, Nick comenzó a montarlo. Sostuvo el teléfono montado en la palma y Kelly y él fruncieron el ceño. —Esperemos que está cargado —dijo Kelly. Nick encendió y contuvo la respiración. El sonido era ilegible y la pantalla era un desastre digitalizado cuando el teléfono se encendió, pero pudieron distinguir lo que estaban viendo. Nick fue primero a la lista de llamadas recientes. Kelly rebuscó para sacar su propio teléfono y tomar fotos de la pantalla. Tenían listas parciales de las últimas llamadas de Milton, luego se trasladaron a los mensajes de texto. Algunos de ellos eran incomprensibles, pero otros eran lo suficientemente claros. Kelly tomó fotos de todos ellos. El teléfono comenzó a hacer un sonido de zumbido metálico. —Oh, eso es un mal sonido —dijo Kelly.

—No, no lo es. —Sí, lo es. —Sólo cállate y sigue tomando fotografías. —Eso es un sonido de “Voy a explotar” —insistió Kelly. —Lo sé, pero sólo tenemos una oportunidad de hacer esta mierda. El teléfono explotó y ambos saltaron. El olor a electrónica quemada acompañó al sonido de chisporroteo, y después de la primera amenaza de fuego, Nick dejó caer el teléfono en el recipiente de arroz. Brilló y se apagó, y el olor a arroz quemado se mezcló con el olor persistente a limpiador industrial en la cocina. Kelly sopló y olfateó el recipiente de arroz. —Te lo dije. Nick miró a su perfil. —¿Qué hemos conseguido? Kelly pasó las fotos de los mensajes de texto a su teléfono. —Parece que estaba preparando una reunión, tal vez. Estas horas son de la otra noche. ¿Cómo demonios tenía cobertura para enviar estos textos? Nick se inclinó y echó un vistazo a las fotos. Eran básicamente pobres copias de un original en bruto, y algunas de las palabras eran ininteligibles. Pero la lectura de la última docena de textos pintaba un cuadro bastante claro, y no era difícil llenar los espacios en blanco. —Estaba planeando una compra. —¿Una compra? ¿Cómo, qué, estaba vendiendo algo? Nick asintió y señaló el mensaje de texto. —Es taquigrafía. Se iba a reunir con un comprador a las once de la noche anterior, y quería una transferencia electrónica. Al parecer, el comprador tenía dinero en efectivo y estaban discutiendo sobre el pago. No puedo decir más, está demasiado borroso. —¿Crees que estaba vendiendo la tecnología del contrato de defensa que la compañía Stanton está desarrollando? Nick asintió con gravedad. —Sí. Lo más probable es que tratara de engañarlos, o cambió de opinión, por lo que su comprador lo mató. Supongo que pensó que tenía la información con él, pero no la tenía. Por eso volvieron a su cuerpo.

—¿Entonces, de que estamos hablando aquí? ¿Una unidad flash? ¿Un chip de memoria? Tiene que ser algo lo bastante pequeño como para tragárselo si es allí donde estaban buscando. Y su habitación no había sido registrada. Nick se encogió de hombros. —No soy aficionado a la tecnología. Se lo llevaremos a Garrett, a ver si él sabe. Ver lo que han sacado del portátil. Kelly asintió y metió su teléfono en el bolsillo. Dejaron el lío que habían hecho. No había nadie para quejarse e todos modos. Kelly miró el congelador mientras se dirigían a las escaleras. —Hey, tal vez uno de ellos donará un hígado a tu padre. Nick miró por encima del hombro a Kelly, sus ojos muy abiertos. —Sólo digo. Tres hígados perfectamente buenos ahí —dijo Kelly, completamente inexpresivo—. Nadie los va a usar. Te conseguiré uno para ti. Nick se lo quedó mirando. —¿Cómo demonios pasaste tus evaluaciones psicológicas? —Copié tus papeles. Nick puso los ojos en blanco y empezó a subir las escaleras. —La Marina da exámenes tipo test de respuestas múltiples. En caso de duda, pon C. —Kelly. —¿Lo pillas? ¿Marina? ¿El mar? —Kels, cállate. —¡Oh vamos! Te encantan los juegos de palabras. Nick se rió, incapaz de detenerse. Kelly tiró de su camisa mientras subían los escalones, deteniéndolo. Nick le devolvió la mirada, con una ceja levantada, esperando otra broma. Pero Kelly estaba girando la cabeza a la cocina de nuevo. —Sabes, la cocinera no llevaba muerta más que unos minutos cuando bajamos aquí antes. Nick asintió, con los ojos como dardos hacia el pie de la escalera. Cayó en la cuenta de a dónde iba Kelly. —¿Cómo salió el asesino? —Sí. —Kelly levantó la mirada hacia Nick—. La escalera es la única entrada o salida, le habríamos visto salir desde la sala de arriba. O demonios, tal vez incluso pasamos ante ellos en los escalones.

Nick contuvo el aliento, luego dio un paso para estar al lado de Kelly. —¿Crees que es posible que se escondieran lo suficientemente bien como para que Ty no los viera? —No —dijo Nick inmediatamente. Bajaron las escaleras de nuevo y se pararon en la parte inferior para mirar alrededor de la enorme cocina. Era abierta. Los armarios tenían frentes de cristal, y las encimeras e islas tenían todos los estantes abiertos por debajo. —No hay ningún lugar donde esconderse aquí abajo, no a menos que entres en uno de los hornos. Kelly gruñó. —Y definitivamente no había nadie en el congelador. Yo entré ahí. Nick caminó unos pasos en la cocina, estirando el cuello para buscar escondites improvisados. —Quiero decir, podrías hacerlo, supongo. Hay... No lo sé. Tendrías que ser muy resbaladizo. —O pequeño —agregó Kelly—. Apuesto a que una mujer podría haberse escondido aquí abajo. —Sin embargo, alguien tan pequeño no habría sido capaz de coger a Milton y colgarlo en ese gancho de carne. Había dos personas. No hay modo de que pudieran haberse escondido, no de Ty. —Es cierto —dijo Kelly, sus hombros caídos. La atención de Nick se apartó de los aparatos brillantes y las encimeras de color blanco brillante a los muros de piedra de la sala. Miró hacia arriba, notando la arquitectura por primera vez, la forma en que la habitación en sí estaba distribuida. —Esto fue una capilla —dijo con sorpresa. Kelly levantó la mirada, apretando los labios. —¿Y qué? —Bueno, una iglesia escocesa construida a finales del siglo XIX, habría habido un púlpito en el lado derecho de la capilla mayor. A veces el púlpito tenía un espacio debajo o detrás. —¿Cómo sabes eso? —Preguntó Kelly. —Creo que lo vi en uno de esos programas de decoración de casas —admitió Nick, encogiéndose de hombros. Retenía todo tipo de información normalmente inútil de libros y programas de televisión que siguió como ruido de fondo cuando estaba trabajando. Nunca había perdido un juego de preguntas. —Está bien, ¿qué lado era el lado derecho?

Nick señaló hacia la pared que lindaba con el resto de la casa. Examinaron las tallas de piedra, los mismos ángeles que habían visto en la chimenea de su habitación. Nick no vio nada que pareciera un espacio oculto o en relieve donde el púlpito habría estado, pero vio algo más que reconoció. —Bola y cadena —dijo, golpeando el brazo de Kelly. —No puedes llamarme eso a menos que estemos casados. Nick sonrió y se acercó a la pared, pasó la mano por un ángel con una cadena a través de su ala. —Bola y cadena –repitió—. Como en nuestra habitación. Kelly se acercó y sacó la pistola de la parte baja de la espalda de Nick, alejándose y apuntando, listo. Nick le dio una inclinación de cabeza, luego tiró del ala del ángel y se aplastó contra la pared cuando algo dentro de la piedra hizo clic. Rechinó sobre el suelo, haciendo que Nick y Kelly se encogieran por el sonido. Kelly mantuvo el arma levantada, sin embargo, apuntando a la oscuridad revelada dentro de la pared. Cuando se hizo evidente que estaba vacía, Kelly bajó el arma y compartieron una mirada. —Genial –resopló Kelly—. Nuestros asesinos conocen el lugar.

Capítulo 9

Ty dejó caer la cabeza, frotándose los ojos. Levantó la mirada ante el pesado suspiro de Zane. —¿Más callejones sin salida? —Hay demasiada paja, aquí —dijo Zane frustrado—. Sin algo para seguir, un número, una palabra clave, no hay manera de encontrar nada. Abandonó las carpetas y en su lugar abrió el correo electrónico de Milton. Estaban escudriñándolo cuando algo pesado resonó detrás de ellos. Ty se giró, buscando un arma que no estaba allí. Zane se paró también, pero ninguno de los dos estaba armado. Se tensaron, preparándose para lo que saliera de la pared. El panel cubierto de cuero que estaba al lado de la chimenea se abrió y Kelly salió con la pistola en mano, barriendo la habitación antes de apuntar a Ty y Zane. Se enderezó rápidamente, bajando la pistola. —Hola –dijo. Nick salió detrás de él un momento después, apartando las telarañas de sus hombros. —¿Qué diablos? —gritó Ty. Miró a su alrededor, en busca de algo, cualquier cosa, que lanzarles—. Nos asustaste a muerte, ¿y si hubiéramos estado armados? ¡Podríamos haberos disparado! —Sí, pero no lo hiciste —dijo Kelly. —¿Cómo acabasteis en las paredes? —preguntó Zane, sonando como una madre cansada regañando a sus hijos. —Doc se dio cuenta de que deberíamos haber visto al asesino cuando bajamos a la cocina. Así que empezamos a buscar lugares en los que podría haberse ocultado. Kelly sonrió ampliamente. —Encontramos otra entrada. —¿Cómo? —preguntó Ty. —Las tallas de ángeles con una bola y una cadena —dijo Nick. Miró por encima de la chimenea a su lado, luego señaló una de las tallas—. Ellos son el camino.

—He visto media docena en la casa. —Zane pareció escandalizarse—. Incluso vi uno en el exterior, en la esquina de la pared cerca del patio. —Ruta de escape –supuso Nick. —Espera, espera —dijo finalmente Ty—. Encontrasteis accidente. ¿Cómo saben nuestros asesinos que están ahí?

los

pasajes

por

Nick se encogió de hombros y se rascó distraídamente el antebrazo. —¿Familia? ¿Personal? —Me pregunto si estarán en los planos públicos de la casa —añadió Zane—. Un poco de investigación podría haberlos expuestos. —Eso es improbable —dijo Nick—. Eran básicamente un laberinto de salas de pánico. Fueron construidos para proteger a la familia de la guerra, la invasión, la rebelión. Habrían sido secretos. —Vamos a tener que sentar a la familia y ver quién sabe sobre ellos –supuso Kelly. Comprobó la pistola y luego la metió en los vaqueros de Nick. —¿Y el teléfono? —preguntó Ty. —Es como…. explotó —respondió Kelly. —Pero obtuvimos fotos de algunas cosas antes de lo hiciera. Por lo que podemos decir, usó mensajes de textos para organizar una reunión anoche. O bien tenía un amplificador de señal o él era quien bloqueaba la señal de todos los demás. Estaba vendiendo algo a alguien en la isla. —Por eso había empaquetado todo –dijo Ty. Kelly asintió con la cabeza—. Iba a recibir su dinero y largarse. Entonces, ¿cómo terminó muerto? —La cosa salió mal —dijo Nick con otro descuidado encogimiento de hombros— . Cambio de opinión. ¿Quién sabe? —¿Ningún indicio de lo que vendía? —preguntó Zane. —Esperábamos que nos lo dijeras. Zane asintió con la cabeza. —Déjeme volver a esto, entonces. Nick y Kelly se acercaron cuando Zane se sentó una vez más, y todos vieron la pantalla mientras Zane abría la lista de correos electrónicos de nuevo. Ty examinó los temas y la ocasional primera línea de cada uno. Todos parecían ser misivas relacionadas con el trabajo bastante inocuas, a excepción de las pocas que parecían recibos de compras online. Finalmente, Ty dio una palmadita en el hombro de Zane y señaló uno de los correos electrónicos. —Mira lo que dice.

—¿Una confirmación de envío de Brookstone? Ty puso los ojos en blanco. —Sólo… sígueme la corriente. Zane encogió de hombros y abrió el correo electrónico. Pero al mirar la confirmación de envío, se dieron cuenta de que en realidad no estaba confirmando la compra o envío de ninguna mercancía. Era simplemente una hora, fecha y dirección a la que el paquete había sido supuestamente enviado. —Es una falsificación —dijo Kelly con sorpresa. —He visto esto —les dijo Nick. Golpeó la pantalla—. He visto esto con las bandas de prostitutas de Antivicio. Haces un pedido, y te envían un recibo que parece que compraste online. Luego, establecen la hora y el lugar, utilizan una confirmación de envío. Oculta el rastro del papel, permite que la gente pague de maneras diferentes, y mantiene tus registros con aspecto limpio si alguien los consigue. —Entonces, ¿qué, estaba ordenando prostitutas? —Preguntó Kelly. Ty frunció el ceño con dificultad, leyendo el correo electrónico de nuevo. —Esa es la dirección de Deacon en Filadelfia —se dio cuenta. Su aliento salió a toda velocidad. La cita era para dentro de dos días—. Ordenó un golpe para mi hermano. —No lo sabes, Ty. —La voz de Zane era tranquila, pero Ty podía oír la ira. Kelly tocó el brazo de Ty, y cuando Ty se encontró con sus ojos, Kelly frunció el ceño con fuerza. —Nadie tiene ningún interés en matar a tu hermano. Amelia es la que tiene valor, ¿verdad? Probablemente no fue un golpe —¿Un secuestro? —preguntó Zane. Ty apretó los dientes. Todo su cuerpo comenzó a temblar, y tuvo que respirar hondo para mantenerse calmado. —Lo mataré. —Está muerto, Ty —le recordó Nick. Ty caminaba de un lado a otro, enfurecido mientras pensaba en la niña inocente de arriba, robada de su cama, tomada por extraños, todo para que alguien en algún lugar pudiera ganar dinero. —¡Voy a matarlo de nuevo, entonces! —gritó Ty. —Sí, alguien ya lo hizo también —señaló Kelly—. ¿Quieres pisotear sus intestinos? Todavía están en una bolsa en el suelo del congelador. —Tío —murmuró Nick. Kelly se encogió de hombros, sin disculpas.

Nick se puso delante de Ty, bloqueando su camino. —¿Quieres respuestas reales, Ty? Ty apretó los dientes y cerró los puños. Nick levantó ambas cejas. —Entonces, ¿qué tal si vas a hablar con Richard Burns y le haces unas preguntas difíciles por una vez? —Claro, irlandés, por qué no apuntar un arma cargada contra el hombre —dijo Kelly con ironía. Se acercó a Ty y le puso las dos manos sobre los hombros, girándolo hasta que pudo obligarlo a sentarse—. Vamos a conseguir un poco más de información antes de ir a atacar el castillo, ¿de acuerdo? —Secundo eso —dijo Zane. Ty estaba sacudiendo la cabeza, todavía furioso incluso cuando Kelly presionó ambos hombros para mantenerlo sentado. —Dick nunca lo habría dejado ir tan lejos si lo supiera. No pondría a Deuce o Amelia en peligro por nada. —¿De veras? —preguntó Nick. Ty lo fulminó con la mirada, pero no estaba tan fuera de control que no se daba cuenta de que estaba buscando un objetivo, un blanco, para desahogar su ira. Nick siempre había reconocido que Ty necesitaba a alguien a quien apuntar, y usualmente le encontraba un objetivo adecuado, aunque fuera él mismo. Pero esta vez Nick no lo hizo. Su mandíbula estaba apretada y sus ojos verdes eran duros, y Ty no entendía por qué. —¿Qué te pasa? —le preguntó Ty, poniéndose de pie para cuadrar los hombros contra los de Nick—. Me has estado interrogando a cada momento desde que nos desplegaron. ¿Quieres hablar conmigo sobre esto, irlandés? ¿O debemos seguir dando vueltas en círculos mientras la gente se está muriendo? Nick aplastó los labios en una delgada línea y asintió. —Nos conocemos desde hace mucho tiempo, Tyler. —Por eso no entiendo por qué coño no me hablas —dijo Ty—. ¿Cuándo hemos dejado que algo cuelgue entre nosotros de esta manera? ¿Cuándo me has guardado secretos tan grandes como él? —Agitó su mano a Kelly—. Y seguro que no es lo único que estás manteniendo cerca del chaleco. ¿Qué está pasando? —Hemos contado muchas mentiras a lo largo de los años —dijo Nick con voz baja y dura. El cuerpo de Ty se enfrió, hormigueando al darse cuenta. Las cosas que había dicho y hecho, había sido capaz de validarlas todas para sí mismo en ese momento: estuvo protegiendo a Zane al no contarle que Burns le había ordenado mantener un ojo en su

compañero. Siguió las órdenes y mantuvo a sus compañeros a salvo cuando no les dijo por qué estaban siendo licenciados. Nick, sin embargo… sus definiciones de verdad y honor eran más en blanco y negro de lo que habían sido las suyas. —Incluso hemos dicho algunas de esas mentiras el uno al otro, pero maldita sea, Ty —dijo Nick entre dientes, dejando finalmente que la ira rompiera a través de su fachada fría—. Me miraste a los ojos y me mentiste. Me mentiste cuando importaba. Nos mentiste, y luego seguiste pidiéndonos que estuviéramos a tu lado como si esas mentiras no importaran. —Nick. —Traté de seguir como si todavía confiara en ti, Ty, pero no lo hago. Ya no. Y no sé si volveré a hacerlo. Este soy yo fingiendo hasta que lo hago, y supongo que no soy muy bueno en eso cuando la mierda comienza a golpear el ventilador. Ty quería vomitar. Era como ser atrapado en flagrante delito por alguien a quien idolatras y ser mirado como si fueras basura. Ty no podía manejar esa clase de mirada de Nick. —¿Por qué no dijiste algo? —¿Cuándo? —Nick apenas controlaba su temperamento, Ty podía oírlo en su voz—. ¿Debería haber levantado mi mano y haber dicho “yo también” cuando tú y Zane estabais destrozando Nueva Orleans? ¿Debería haberlo hecho en el hospital con Kelly tumbado allí con un agujero en el pecho porque tu pasado volvió para mordernos? O tal vez en el barco. Frente a todos los hombres que te llamaban capitán. ¿Debería haberlo hecho entonces? Ty parpadeó con fuerza, asintiendo con la cabeza en comprensión. Nick siempre había puesto el bien del colectivo por encima de sus propios deseos y necesidades. Dejaría que un tema lo destrozara por dentro antes de provocar una onda entre un equipo. La única razón por la que lo decía ahora era porque Ty lo había empujado a hacerlo. —Tienes razón. —No me interesa tener razón —dijo Nick bruscamente—. Me importa mirar a mi mejor amigo y saber que me está diciendo la verdad. ¡Y ya no puedo hacer eso! Ty no pudo tragar. No podía respirar. No podía hacer ningún sonido. No podía hacer otra cosa que mirar a Nick y buscar desesperadamente una razón para que Nick confiara en él otra vez. —Estaba siguiendo órdenes, irlandés —finalmente logró susurrar—. Si alguien va a entender eso, eres tú. —Oh, entiendo. —Nick se golpeó la frente con un dedo—. Entiendo que si te dieran la orden de poner una entre mis ojos, te sentirías mal en mi funeral.

Se dio la vuelta y se alejó, dejando a Ty con la mente girando y el corazón en la garganta. —Chicos —dijo Kelly suavemente—. Entiendo que esto tiene que suceder, pero tenemos que dejar esto para dentro de un par de días más. ¿Podemos hacer eso? Nick no se dio la vuelta. Ty respiró hondo y asintió con la cabeza, tratando de recuperar su voz. Se encontró con los ojos de Zane, sorprendido de encontrar a su amante observándolo tristemente. —Está bien –dijo Ty ronco—. Vamos a ver qué más podemos encontrar. Sabemos que Amelia no era lo que Milton estaba tratando de vender anoche. Así que hay algo más aquí. — Tecnología del Departamento de Defensa —ofreció Zane—. Eso tiene que ser lo que estaba vendiendo. —Descubrimos quién es el comprador, encontramos al asesino —dijo Nick. Su voz seguía siendo baja y enojada. Kelly resopló. —¿Cómo hacemos eso? —Está bien —dijo Ty asintiendo—. Zane y Kelly se quedan aquí, revisan ese portátil en busca de cualquier cosa remotamente relacionada con esto. Nick y yo vamos a hablar con Burns y Stanton. Zane le enarcó una ceja con los ojos clavados en Nick. —¿Es eso una buena idea? —Es la primera buena que ha tenido —gruñó Nick. Ty le fulminó con la mirada, desgarrado entre el dolor y la ira. —¿Por qué no? Somos profesionales aquí. Zane resopló. —Porque... bien, enviaros a vosotros dos juntos es como darle a un niño una cerilla y decirle que vaya a jugar a la artemisa. Nick y Ty compartieron el ceño fruncido. —Estaremos bien —insistió Ty. Se sacudió, cuadrando los hombros—. Nick está calmado. Yo estoy calmado. Todo el mundo está calmado. Asesinos que encontrar, secuestradores que matar. Fue el turno de Zane y Kelly de intercambiar un ceño fruncido. Ambos sacudieron la cabeza. —Nick puede quedarse aquí conmigo y revisar los correos electrónicos, hablaremos de las entrevistas de ayer —propuso Zane—. Tú y Kelly preguntáis a Stanton y a Burns.

Ty bufó, pero asintió. —Bien. Irlandés, déjame esa pistola. —No —dijo Nick, y se sentó en la silla junto a Zane y cruzó los brazos. Kelly agarró el codo de Ty y lo arrastró hacia la puerta.

*

*

La constante presión de la presencia de Nick junto a él empezaba a poner a Zane nervioso. No sabía si era simplemente por la forma en que Nick estaba actuando, o si se trataba de algo acerca de la mentalidad actual de Nick que hacía que sentarse a su lado fuera casi físicamente doloroso. Zane siempre había pensado que Nick era una presencia calmante en una habitación, no el epicentro de algo que parecía que estaba a punto de explotar. Ese era el papel de Ty. —¿Estás bien? —finalmente le preguntó Zane. Nick giró la cabeza pero no le miró. Asintió, pero tenía la mandíbula apretada. —Él arma a la gente y los pone allí fuera, les dice que lo están haciendo bien. Pero los deja colgando. Colgando y… muriendo. ¿Y para qué? ¿Su país? –Sacudió la cabeza—. Es una mierda. Zane ni siquiera tuvo que preguntar de quién estaba hablando. —Burns intentó reclutarte cuando lo hizo con Ty y Sánchez, ¿verdad? Nick asintió cortantemente. —¿Por qué no entraste con ellos? Nick se recostó en su silla, frotándose la cara con las manos. —Se sentía mal. Todo lo que nos dijo, simplemente sentía... es difícil de explicar. Parecía que tal vez no era el tipo bueno. Miró a Zane rápidamente, probablemente para juzgar su reacción. Zane trató de mantener su rostro neutral. —Traté de decirles a Ty y a Eli por qué no me gustaba, por qué no había accedido a hacerlo. Pero no podía explicar la sensación, y no había ni una puta cosa que pudiera apuntar para respaldarme. Ty ya se había decidido, y ya sabes cómo es cuando piensa que tiene razón. Zane sonrió. —Sí. —Y Jesucristo, añade a la mezcla a su padre orgulloso y es un muro de ladrillo. Dejé a Ty, pero le rogué a Eli que viniera a Boston conmigo en vez de inscribirse con Burns.

—Se interrumpió, con los ojos en el escritorio. Sus ojos ya no se centraban en nada más que en el pasado. Zane no pudo evitar mirarlo fijamente. —¿Qué pasó? Nick se sacudió y volvió a encontrarse con los ojos de Zane. —Eli se quedó con Ty. Dijo que preferiría irse con las botas puestas que ser civil. Ty me dijo que era un cobarde por negarme a la oferta y regresar a Boston. —¿De veras? —preguntó Zane, atónito por esa revelación. Siempre había imaginado que Ty y Nick estaban tan unidos que tenían que desatarse para echar un pis. Descubrir que alguna vez habían compartido una palabra áspera era una revelación. Y oír que Ty había llegado a llamar a Nick cobarde, bueno... le hacía vacilar, especialmente después de lo que acababa de presenciar. Que Nick había estado albergando los mismos sentimientos de traición que Zane había sentido... ¿Cómo diablos lo había hecho sin dejar que lo destrozara? Nick asintió. —No oí nada de él durante todo un año. Y tampoco intenté contactar. Después de diez años de seguir los instintos, dolía que ninguno de los dos confiara en mí. —¿Cómo conectasteis de nuevo? —preguntó Zane. Nick guardó silencio, mirando el escritorio, y Zane se dio cuenta de que ya sabía la respuesta. Ty y Nick nunca se habían recuperado. Realmente no. Y entonces Nueva Orleans había ocurrido, con todos esos secretos y mentiras derramándose encima. —Lo siento —susurró Zane. —¿Recuerdas en mi barco, cuando me preguntaste por qué besé a Ty cuando lo hice? —Preguntó Nick. Zane asintió, no deseando revivir esos recuerdos y emociones. —Dijiste que sabías que ya lo habías perdido. Pensé decir... conmigo. Eso no era lo que querías decir, ¿verdad?

que

querías

Nick asintió, sin darse cuenta de que lo estaba haciendo. Los problemas entre los dos hombres eran más profundos de lo que Ty o Nick sabían. Ambos simplemente habían estado jugando con las partes que conocían, leales al núcleo muy doloroso, sin cuestionar por qué se sentía diferente. Algo en ello le puso inexplicablemente triste. Ty y Nick tenían la más pura amistad que había visto, ver que tenía las bases desmoronadas le dolía el corazón. —Burns tomó a un puñado de los mejores marines del Cuerpo y los convirtió en seis piezas de nada. ¿Y toda la mierda que esos pequeños trabajos secundarios les hicieron pasar? A Eli le dispararon como un maldito perro en alguna habitación de

hotel. —Nick se encontró con los ojos de Zane—. Así que sí, estoy teniendo dificultades para controlar el impulso de golpear a Richard Burns en la cara. O a Ty, por cierto. Zane resopló. —Comprensible. —Esperó un golpe, mirando de nuevo a Nick—. Lo sujetaré para ti si decides ir a por él. Nick soltó una carcajada y sonrió irónicamente. Señaló con la barbilla hacia el portátil, rascándose distraídamente el brazo. —De acuerdo, ¿qué buscamos aquí? Zane volvió su atención al ordenador. —Bueno… todavía necesitamos un lugar por donde comenzar. Vamos a revisar los otros correos electrónicos, ver si podemos hacer una línea de tiempo, ver si hay palabras clave o números que se repiten. ¿Has encontrado algo así en tus entrevistas? —¿Palabras claves o números especiales? —preguntó Nick. Zane asintió con la cabeza. —No realmente. Sólo el número que saqué que era la hora del reloj. Maldita sea, ¿por qué me vuelvo a rascar? —Nick se subió la manga y frunció el ceño ante su brazo. Se había rascado casi hasta el punto de hacerse sangre. Miró por encima del hombro hacia la pared de donde él y Kelly habían salido. —Tiene que haber algo en esas paredes, tío. —Kelly no tiene picazón. Me pregunto por qué tú sí. —La maldición del pelo rojo, supongo —dijo Nick con ironía. Dejó de rascarse, mirando el escritorio y su bloc de notas un segundo antes de mirar a Zane con los ojos muy abiertos—. No soy el único de la isla con está picazón.

*

*

Ty y Kelly se dirigieron al comedor, donde se había preparado una especie de almuerzo buffet. Con la cocinera muerta, la señora de la casa todavía sedada, y el personal asustado y afligido, todo el mundo estaba haciendo lo que podía para facilitar la vida. Sin embargo, el buffet estaba siendo retirado. Ty miró el reloj. —No me di cuenta de que fuera tan tarde —dijo Kelly en voz baja. —Sí, el tiempo vuela cuando estás en un congelador jugando con los intestinos de alguien. Kelly resopló. —Ya te digo. Cada vez.

Ty lo miró, pero Kelly mantenía el rostro sin expresión. Se encontró con los ojos de Ty y sonrió pícaramente. —Creo que casi morir te ha hecho algo raro, eres como el comienzo de una película de terror —le dijo Ty. Volvió su atención al gran comedor, buscando a Stanton o Burns. No vio a ninguno de los dos, pero sí vio a Deuce y Earl, sentados en una esquina comiendo. Golpeó el pecho de Kelly y le hizo un gesto para que lo siguiera mientras se dirigía hacia su mesa. Deuce los vio acercarse y les dio una sonrisa desanimada. Ty y Kelly levantaron las sillas y se sentaron. —¿Cómo va la investigación? —preguntó Deuce. Ty negó con la cabeza. —No muy bien. —¿Qué has encontrado? —preguntó Earl. Ty se movió incómodamente. ¿Cómo diablos podría entrar en esto con su padre, que había conocido a Burns desde que eran adolescentes? Sería como si alguien le dijera a él que Nick había estado haciendo todas las cosas que Burns había estado haciendo durante años, usando a su hijo para hacerlo. Se lamió los labios, retrasándolo hasta que pudiera encontrar algo. —Milton era un espía —les dijo Kelly antes de que Ty pudiera hablar. Este se quedó boquiabierto. Kelly extendió la mano y cogió un pepino del plato de Earl. Le señaló— . Para su amigo, Burns. Ty lo miró fijamente mientras masticaba el pepino. Deuce y Earl tenían los ojos de par en par y la boca abierta. Earl finalmente se volvió hacia Ty. —¿Qué? —Yo… básicamente, sí. —Ty miró a Kelly, y Kelly se encogió de hombros—. Burns dirige ciertos agentes para trabajos que... no son oficiales. —Estás hablando de operaciones encubiertas —dijo Deuce—. ¿El tío Dick dirige operaciones encubiertas para el FBI? ¿No eres sólo tú? Ty se aclaró la garganta, preguntándose por qué de repente hacía tanto calor. —Sí. Y el muerto era uno de los suyos. —¿Y tú eres uno de los suyos? —preguntó Earl con voz atónita. Ty miró a los ojos de su padre y asintió. Earl se sentó hacia atrás, exhalando lentamente. —Esa rata bastarda.

Ty levantó una mano tratando de calmarse él más que a los otros. —Vamos a concentrarnos. ¿Sabes dónde está Dick en este momento? —No lo he visto desde que Zane y Nick vinieron a hablar con él —dijo Earl con los dientes apretados—. Volvió a la mesa, dijo que tenía que buscar algo de su habitación. No lo he visto desde entonces. Ty sacudió la cabeza, mirando a su hermano. ¿Debería decirle a Deuce lo que habían encontrado en el portátil? Una mirada más a la cara enojada de su padre y Ty decidió que había encendido suficiente fuego bajo la familia Grady por ahora. Se echó hacia atrás en su silla. —Si lo ves, dile que tenemos que hablar con él, ¿de acuerdo? —Oh, se lo diré bien —gruñó Earl. Ty asintió, retrocediendo con Kelly hacia el gran salón. Una vez que doblaron la esquina, Ty se volvió y golpeó a Kelly en el brazo. —¿Qué diablos fue eso, Doc? —Siseó. Kelly se frotó el brazo, frunciendo el ceño. —¿Qué? Ibas a tardar una puta semana antes de que te pusieras a contárselo. ¿No era más indoloro a mi manera? Ty puso los ojos en blanco. —Nick va a estrangularte cuando duermas en los primeros seis meses, te lo garantizo. Kelly se encogió de hombros. —Lo intenta todas las noches. Ty apretó los ojos cerrados, sosteniendo su cabeza. —Te lo dije, nada de historias de sexo y no me volveré loco. ¡Ese era nuestro trato! Kelly se reía, una risita maligna que Ty conocía bien. —Tengo una imaginación muy gráfica, ¿de acuerdo? ¿Quieres que me vuelva loco? —Es un poco divertido de ver. Me recuerda los viejos tiempos. —Te odio tanto en este momento —gruñó Ty. Se dirigieron hacia el patio trasero en busca de Burns o Stanton, pero estaba desierto. Parecía que la gente se quedaba dentro, pegándose cerca de donde se sentían seguros. —Todo el mundo debe estar encerrado en sus dormitorios o algo así —observó Kelly con ironía. Ty y él fruncieron el ceño—. ¿Y si están acostándose con un asesino?

Ty resopló e inspeccionó el patio una última vez. Entonces las palabras de Kelly realmente se hundieron, y un temor frío empezó a asentarse en su estómago. Se volvió hacia Kelly. —Las puertas cerradas no significan una mierda en este lugar, no con los pasadizos en las paredes. Incluso si no están acurrucados con un asesino, siguen en peligro. Kelly asintió y se encogió de hombros. —¿No ha sido así desde el principio? Él y Ty se miraron el uno al otro, luego Kelly empezó a asentir cuando vio la mirada de los ojos de Ty. —La diferencia es que ahora sabemos que están en peligro —dijo Kelly. —Mierda. —Ty se giró para regresar al interior, caminando hacia el comedor y Deuce. Todavía había unas pocas personas examinando el buffet, pero en su mayor parte la casa parecía desierta. Ty puso ambas manos sobre la mesa donde Deuce y Earl seguían sentados y suspiró pesadamente. —Tenemos que reunir a todos en una habitación. —¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué está pasando? —preguntó Deuce mientras se ponía de pie. Ty sacudió la cabeza. —No te asustes. ¿Nos ayudarás a reunir a todo el mundo para mí, a reunir a todos en ese gran solárium? Te prometo que te lo explicaré. —¿Espera, el solárium? —preguntó Kelly—. Eso no suena seguro en absoluto. —Puedes ver a través de las paredes, Doc —susurró Ty. —Oh, buen punto —resopló Kelly, luego le dio unas palmaditas en el hombro y salió corriendo. Deuce miró a Ty por un momento, luego asintió. —Bien. Ty los dejó allí sin más explicaciones, corriendo tras Kelly para regresar con Zane y Nick. Encontrar el asesino entre ellos no era la prioridad en este momento. Asegurarse de que nadie más terminara en ese congelador, ese era el objetivo de Ty. Se encontraron con Nick y Zane saliendo del estudio, ambos hombres parecían haber descubierto algo importante. —Tenemos que reunir a todos —dijo Ty. —Tenemos que ir al congelador —le dijo Zane a Ty mientras él y Nick pasaban por delante de ellos. Ty y Kelly compartieron un confuso ceño, luego se volvieron y los siguieron.

Estaban casi en los escalones de la cocina cuando las luces parpadearon alrededor de ellos y se apagaron.

*

*

Toda la casa fue arrojada a la oscuridad. El gran vestíbulo no tenía ventanas, nada para iluminar excepto las puertas del patio en el extremo opuesto, que todavía estaban cubiertas con la enorme tienda. La tormenta oscurecía el horizonte, y la luz del invierno se iba apagando. Zane no podía ver ni una maldita cosa. Se dio la vuelta y extendió la mano, golpeando los nudillos contra los músculos duros de alguien y ganándose un buf sorprendido a cambio. —¡Lo siento! —Susurró, agarrando al hombre que había golpeado. —Será mejor que sepas que soy yo si me estás agarrando allí —respondió Ty con ironía. Zane resopló y lo acercó, abrazándolo con fuerza. —¿Qué mierda es esta? —Preguntó Kelly. —¡Maldita sea! —Gritó Nick. Algo golpeó en la oscuridad mientras todos se quedaban quietos para dejar que sus ojos se ajustaran—. ¡Deshazte de la mierda, Escocia! —¿La tormenta golpeó los generadores? —preguntó Ty, esperanzado. —O alguien los golpeó —dijo Zane suavemente. —¿Este lugar está funcionando con un solo generador de energía? —preguntó Kelly incrédulo. —Funciona con energía eólica, solar e hidráulica, como todas las otras comunidades en las islas de las Hébridas. —¿Cómo sabes tanto sobre estas islas? —le gritó Ty. —¡Veo Discovery Channel cuando no puedo dormir! —Gritó Nick. —Yo… no lo sabía —dijo Ty, sonando a la vez airado y disculpándose al mismo tiempo. Zane gruñó. —Muy bien, todo el mundo se calma. Que no haya electricidad no es un gran problema. Tenemos que ir al congelador para revisar ese cuerpo. Tenemos una teoría. —Y todavía tenemos que juntar a todos en el solárium —dijo Ty. —¿Por qué?

—Nadie está a salvo solo en esta casa. Y ahora todo el mundo está separado y solo. Diablos, es el único lugar con luz ahora. ¿Por qué vamos al congelador? Nick encendió su teléfono, iluminando el suelo con la luz del flash. —Sólo… vosotros dos id a los generadores, ved lo que está pasando ahí afuera — dijo Zane mientras seguía detrás de Nick y su luz—. Nos encontraremos en el solárium y ayudaremos a reunir a todos. —Espera —siseó Ty, siguiéndolos y agarrando el codo de Zane—. ¿Estáis armados? —O'Flaherty tiene su arma. —Zane apretó el brazo de Ty—. Estaremos bien. Cuando Nick desapareció por los escalones, la luz se fue con él, y la cara de Ty quedó envuelta por la sombra. —Bueno, eso es genial, Zane, pero Doc y yo no estamos armados, así que prefiero no salir a la noche tempestuosa para comprobar los generadores que algún psico con un hacha probablemente acaba de matar, no sin al menos un palo o algo. Zane casi se echó a reír. —Entonces permaneceremos juntos. Venga. La linterna se reflejó en el acero inoxidable de la cocina, y Nick se movió cuidadosamente hacia el congelador, comprobando cualquier punto ciego y asegurándose de que estaban solos allí abajo. Kelly abrió la puerta del congelador, y Nick iluminó el interior. —¿Qué demonios estamos haciendo aquí abajo, de todos modos? —preguntó Ty otra vez. Zane miró su rostro en sombras. —Nick tiene comezón. —¿Otra vez? —preguntó Kelly. —Son las paredes —dijo Nick. Sacó el cuchillo y cortó la gruesa bolsa de plástico con la que habían envuelto el cuerpo de Nikki Webb. Él y Zane se acercaron y entregaron sus teléfonos a Ty y Kelly. Examinaron los brazos y las piernas de la muchacha, encontrando varios rasguños. La piel estaba enrojecida y desgarrada en algunos lugares, al igual que el antebrazo de Nick. Nick asintió mientras la miraba. —Mencionó picor cuando la entrevisté. No pensé en nada de eso. Pero lo que me está haciendo picar, le ocurrió a ella también. Ha estado dentro de las paredes. —¿Espera un minuto, así que ella es una de nuestras asesinas? —preguntó Ty— . Hija de puta.

—Eso parece —dijo Zane—. Podría ser la mujer que vimos en la playa. Significa que su pareja la mató. Está atando los cabos sueltos. —Los aliados que mueren significan el juego final —dijo Ty—. Y ni siquiera sabemos a qué juego estamos jugando todavía. —¿El escondite? —preguntó Kelly. —Cállate –bufó Ty. —Mira —dijo Nick, gruñendo. Sonaba realmente enojado. Él y Ty se miraron a la luz del teléfono de Kelly. Zane podía percibir que se acercab algo a. Solo esperaba que esperara hasta que estuvieran fuera de la isla. Kelly se movió sutilmente para situarse entre ellos. —Ahora podríamos estar detrás de una sola persona. Eso es bueno, ¿verdad? —No deberíamos asumir eso —le dijo Zane. Tomó su teléfono de Ty—. Vamos a volver arriba, revisar la electricidad y obtener algunas respuestas. Salieron del congelador, cerrándolo cuidadosamente detrás de ellos. Zane tomó el brazo de Ty y lo retuvo cuando Nick y Kelly subieron las escaleras. —¿Qué sucede con vosotros dos? ¿Qué le dispara? —¿Qué quieres decir? —preguntó Ty, aunque sonaba un poco despreocupado para no tener ni idea. —Quiero decir, ¿por qué O'Flaherty parece que quiere derribarte? ¿Y por qué todo sale ahora? Ty se encogió de hombros y miró hacia arriba. —Supongo que el estrés. —No le dijiste nada sobre él y Kelly, ¿verdad? Ty parecía ofendido de que Zane pudiera incluso decir eso. Resopló en respuesta. —No. Lo que le molesta, es nuestro problema. Él y yo. —Apartó su brazo y comenzó a subir los escalones—. Y no sé cómo solucionarlo. Cuando llegaron a la gran sala, Kelly estaba tratando de explicarle a Nick por qué tenían que ir al solárium, pero Nick se había plantado en medio del pasillo, argumentando que necesitaba entrar en la habitación de Nikki Webb y registrar sus cosas. —Puede que ya sea demasiado tarde, pero tenemos que ver lo que tenía allí. Puede que tenga respuestas. —Necesitamos armarnos, eso es lo que necesitamos hacer —replicó Ty—. ¿A quién le importa quién está haciendo esto o por qué si todos estamos muertos por la mañana?

Nick lo miró, luego él y Kelly compartieron una mirada. Kelly asintió, pero Nick apretó la mandíbula. —¿Sala de armas? ¿O nuestras habitaciones? —preguntó Kelly. —Ambos —dijo Ty con una inclinación de cabeza a Nick y Kelly. Lanzó a Kelly la llave de su habitación—. Recoge todo lo que tenemos de nuestras habitaciones. Sabes dónde guardo mi mierda. Iremos a por las armas de caza. Nos encontraremos en el solárium. Sin embargo, antes de que pudieran separarse, Stanton salió disparado de la terraza acristalada, dos de sus guardaespaldas Comedores de Serpientes tras él con linternas. —Espero que tengas una buena razón para causar este tipo de alarma, jovencito — dijo a Ty. Su voz normalmente plácida resonó en las paredes de la gran sala. Ty dio unos pasos para encontrarse con ellos. —Señor, le explicaremos todo, pero en este momento usted y todos los demás están más seguros juntos en el solárium. —Entonces, únete a mí, ¿no? Y explícalo ahora antes de que haya un ataque de pánico. —Stanton hizo un gesto con la mano hacia las puertas de la terraza y Ty no tuvo más remedio que hacer lo que le pedía. Después de todo, la petición no era exactamente irrazonable. Ty hizo un gesto para que los otros fueran con él. Zane preferiría que estuvieran allí como respaldo si las cosas se salían de las manos, así que estaba contento de que Ty estuviera por lo menos en la misma página que él. Los Comedores de Serpientes tomaron sus puestos a ambos lados de las puertas, y no permitieron que Ty siguiera a Stanton hasta que se sometió a un registro. —¿Hablas en serio en este puto momento? —preguntó Ty. English puso una mano carnosa en el pecho de Ty y le empujó un paso atrás. —Estás haciendo tu trabajo. Nosotros estamos haciendo el nuestro. Manos arriba. Ty hizo un trabajo impresionante de mantener las riendas bajo control, haciendo lo que le pidieron. English pasó la varita sobre él, luego lo dejó entrar en la habitación. Los otros pasaron por la misma rutina, con la cadera de Nick haciendo sonar la varita de nuevo. Frost lo palmeó como había hecho la primera noche, bromeando en voz baja que su metralla era inconveniente, y luego lo dejó pasar. Sin embargo, nada más sonó. ¿Dónde y cuándo había escondido Nick su arma? —Señores, tienen la habitación —anunció Stanton una vez que las puertas de cristal se cerraron. Ty miró por encima de la pequeña multitud. Miró a Stanton de nuevo, entrecerrando los ojos en el hombre.

—Eso es bueno, Sr. Stanton —dijo, su tono cambió a uno que hizo gemir a Zane internamente. Estaba a punto de hacer algo imprudente, lo sabía. Por el rabillo de los ojos, Zane vio a Nick y Kelly compartir una mirada y luego moverse sutilmente para separarse. También conocían ese tono de voz. —Hemos determinado que una de las víctimas es en realidad un culpable. Una de las víctimas estaba tratando de vender la tecnología de su empresa. Y una de las víctimas estaba tratando de comprarla —anunció Ty, manteniendo la voz sosa y casi divertida—. ¿Quiere adivinar quién es quién? —¿Es esto una especie de broma? —Preguntó Stanton. —Ty, ¿qué diablos está pasando? —Preguntó Deuce desde una de las áreas de sofás. —¿Ernest Milton tenía acceso a la tecnología del Departamento de Defensa que estaba desarrollando? —Preguntó Zane a Stanton. Stanton le miró brevemente en shock antes de recuperar su ingenio y asentir con la cabeza. —Pero sólo partes. ¿Estaba tratando de venderla? —A alguien en esta isla –proporcionó Ty. —Es bastante obvio que no era la cocinera —añadió Kelly con sequedad. Stanton se frotó el puente de la nariz, sacudiendo la cabeza. —Esto no tiene sentido. Ernest nunca vendería esa tecnología. Sabía lo sensible que era, y era un patriota. —No lo somos todos —murmuró Nick. —Tampoco tenía todas las piezas. Sin los tres conjuntos, es inútil para cualquier comprador. ¿Es eso por lo que le mataron? Zane miró a Ty, ganándose una ceja levantada a cambio. ¿Tres conjuntos? Eso significaba que era posible que Milton hubiera seguido adelante con la venta de la información, esperando que el comprador no supiera cuantas existían. —¿Quién tiene las otras piezas? —Preguntó Nick. —Yo controlo una —respondió Stanton—. Permanece conmigo en todo momento. La otra permanece con el jefe de seguridad. En este momento está en Filadelfia. —Milton no sólo vendía su pieza de la tecnología —dijo Ty a Stanton. Sus ojos se dirigieron a Deuce y Livi. Cuando volvió a hablar, fue a través de los dientes apretados—. Hemos encontrado una confirmación en su portátil. Había contratado a alguien para secuestrar a Amelia de su casa en dos días. Probablemente como pieza de cambio para su pedazo de información.

Deuce se puso en pie, protestando. Stanton se llevó una mano a la boca, volviendo a mirar a Deuce y Livi antes de encontrarse con los ojos de Ty. —Eso… yo le dije a Milton que hiciera eso. —¿Qué? —Exclamó Livi. —No era un secuestro —dijo Stanton, alzando la voz a medida que más personas se manifestaban—. Era una prueba de su seguridad, para ver si alguien podía llegar a ella. —¿Y no pensaste en decírnoslo? —Gritó Deuce. —Una vez que la fecha de la boda se cambió, el punto era discutible. Ty dio un paso atrás y se volvió hacia Zane, frunciendo el ceño mientras los Stanton y los Grady comenzaban a discutir. Los gritos y acusaciones rebotaban en las paredes, gestos salvajes y posturas reflejadas por luz de las velas en el cristal oscurecido. La escena degeneró rápidamente en un caos, pero Ty y Zane ignoraron a las familias enfrentadas. —Algo no está bien, ¿verdad? —Preguntó Zane. Ty asintió—. Si Milton iba a investigar la protección de Amelia, es posible que estuviera haciendo lo mismo la noche que murió. Ty asintió de nuevo, tapándose la boca con la mano mientras hablaba. —Podría haber estado poniendo un cebo a los compradores, tratando de averiguar quiénes eran. Si lo mataron, significa que los reconoció, y que ellos le conocían lo suficiente para saber que no estaba vendiendo esta mierda. —¿Así que nuestro tipo malo muerto es ahora un buen tipo muerto? —Susurró Kelly. Se había acercado por detrás de Zane, tan silencioso en la confusión Zane no se había dado cuenta de que estaba allí. Zane miró por encima del hombro. Kelly estaba allí con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Nick permanecía atrás, alejándose de los tres. Zane dio un respingo cuando vio la mirada en los ojos de Nick, como si estuviera mirando a lo lejos, ya no estaba verdaderamente con ellos. —Mierda —susurró Zane. Ty y Kelly se volvieron a investigar, ambos se tensaron cuando se dieron cuenta de que Nick se estaba acercando a la puerta como si fuera a tratar de escapar. Pero Nick no buscaba una vía de escape cuando sufría sus flashbacks. Él se lanzaba al ataque. Los Comedores de Serpientes se habían metido en la refriega, tratando de separar a Stanton del resto del grupo enojado. Stanton, sin embargo, sujetaba a Livi por ambos brazos, al parecer tratando de explicar sus acciones a su hija mientras ella le gritaba. Uno de los Comedores de Serpientes, la mujer llamada Avery Kline, se acercó a Stanton y apartó las manos de Livi. A continuación, en la confusión, envolvió el brazo alrededor de su cuello y lo tiró hacia atrás, sacando su arma y usándole como escudo

contra los otros Comedores de Serpientes. Luego disparó al aire antes de Zane pudiera moverse para detenerla. El disparo resonó, como fuego rebotando en sus tímpanos. El techo de cristal se hizo añicos y llovieron fragmentos sobre los ocupantes de la habitación. Ty y Kelly se tiraron al suelo, cubriendo sus cabezas. Ninguno de los dos había visto lo que Zane había visto, simplemente habían oído el disparo y reaccionaron. Siguieron gritos de terror y dolor. La gente se lanzó al suelo, protegiendo a sus seres queridos o cubriéndose sus oídos. La lluvia entraba por los cristales rotos. Ty y Kelly se pusieron de pie otra vez. —¡Si alguien hace un movimiento le meto una en la oreja! —Gritó Kline. Dirigió sus palabras a sus compañeros Comedores de Serpientes, que parecían aturdidos por su traición. Ella sabía que eran los únicos en la habitación que estaban armados porque habían registrado a todos a medida que llegaban—. ¡Las armas hacia abajo, ahora! English apartó la solapa a un lado, mostrándole su arma. Miró a Frost y Park, asintiendo con la cabeza para que hicieran lo mismo. Los tres hombres pusieron sus armas en el suelo con gran cuidado. —Vine aquí por una razón, y voy a salir de esta maldita isla. Ahora —dijo Kline a Stanton. Apuntó su arma a la cabeza de Livi—. Llévame a esa unidad de memoria o la mato. Stanton asintió furtivamente. Ella comenzó a retroceder hacia las puertas, arrastrándolo hacia atrás con ella. Apuntó el arma a Zane y los otros, mirando con recelo mientras permanecían con sus manos levantadas. Se burló de ellos. —Putos Recon, mi culo. Otro disparo atravesó el sonido de la lluvia torrencial, y luego la bala atravesó la cabeza de Avery Kline, derribándola mientras Stanton se encogía lejos de la salpicadura de sangre y cerebro. Tropezó, dejando a Nick de pie detrás del cuerpo de la mujer a la que acababa de disparar, con el arma todavía levantada. —Es puta Fuerza Recon para ti —dijo Nick a la mujer muerta—. Puta.

Capítulo 10

Ty y los demás permanecieron en un atónito silencio. El único sonido en la habitación era la lluvia que entraba a través del techo destrozado. Ty miró del cuerpo sangrante a Nick y viceversa. No se atrevió a moverse, y se alegró de que el resto de la habitación pareciera demasiado aturdida para hacer movimientos repentinos que pudieran sobresaltar a Nick. No sabía si estaban perdiendo a Nick por el pasado, o si el hombre había estado prestando más atención a los Comedores de Serpientes que Ty y los demás y simplemente había previsto un movimiento. De cualquier manera, había que tener cuidado alrededor de él. Nick giró su arma contra los otros Comedores de Serpientes cuando English avanzó hacia su pistola. —Déjalas —ordenó Nick—. Las de respaldo también, al suelo. English, Park y Frost obedecieron sin quejarse. Todos eran veteranos endurecidos, reconocían a un hombre en el borde cuando veían uno. Patearon sus armas hacia Nick y se apartaron de ellas, con las manos sobre sus cabezas. Nick miró a Ty y a los demás, asintiendo con la cabeza hacia las armas. Kelly saltó cuando se dio cuenta de que Nick quería que se moviera, y se inclinó para recoger las pistolas y cargadores extras, entregándoles las de respaldo a Ty y Zane y comprobándolos antes de meterse dos de ellas en sus pantalones. Le dio un breve asentimiento a Nick, sin decir una palabra. A Ty le recordaron a Bonnie y Clyde atracando un banco. Nick examinó a la gente en el solárium. Ty también echó un vistazo, preguntándose qué estaría buscando Nick. Varias personas estaban empapadas por la lluvia, incluyendo a Deuce y Livi. Otras estaban sangrando por los cortes causados por la caída de cristales. La mejilla de Mara estaba sangrando, y Earl la estaba sujetando por la barbilla para examinarla, no prestando a Nick y a su pistola ninguna atención. Todos los demás estaban mirando a Nick, sin saber si era un héroe o un nuevo villano. —La siguiente persona que malgaste mi tiempo con una mentira pierde una rótula —anunció Nick. Villano, entonces.

Ty se movió lentamente, acercándose detrás de Kelly para susurrar en su oído. —¿Podemos sacarlo sin herirle? Kelly sacudió la cabeza. —No es necesario. Sólo mira. —Tres piezas de tecnología. Tres objetivos —dijo Nick dirigiéndose a Stanton—. ¿Qué contienen? —Ordenadores. Archivos seguros. No necesitas el arma —dijo Stanton, tratando de sonar tranquilo y fracasando. —Parece más eficaz que ser agradable y confiable —respondió Nick—. ¿Cómo se accede a los archivos? —Un código clave. Un código de seis dígitos. Sólo conozco el mío. Luego, debe introducirse un código de anulación. Yo soy el único que lo sabe. —Bueno, al menos no tendrán que arrancarte los ojos por la seguridad o algo así. La próxima vez, no te conviertas en la clave —dijo Nick con ironía. Bajó la pistola y la metió en la espalda. Miró a Kelly, luego a Ty y a Zane, y se encogió de hombros—. Nos estamos quedando sin tiempo. Ty se quedó boquiabierto. Finalmente se recuperó y se volvió hacia Stanton, sintiendo la necesidad de disculparse y también de gritarle. Los Comedores de Serpientes les miraban con furia, con aspecto rebelde. —¿Dónde está tu otro hombre? —preguntó Ty. —Cuidando de los niños. Ty se acercó a él y le devolvió el arma. Levantó la de respaldo. —Me quedo con esta hasta que pueda encontrar una mejor. English asintió a regañadientes. —Llevad a toda esa gente a una habitación y mantenedla allí. Preferiblemente una sin una talla en la pared de un ángel atado a una bola y una cadena. —¿Perdón? —preguntó English, con el tono apagado y cansado. —Sólo… sígueme. –Ty revisó el cargador y luego se metió la pistola en su cinturón—. Volveremos con más armas. Mantened a todos en calma. Ty se volvió hacia sus hombres, echando una mirada de soslayo a Nick para asegurarse de que no se había roto de verdad. Sin embargo, Nick le sonreía torcidamente. Ty tuvo que luchar contra su propia sonrisa. Nick obviamente lo había disfrutado un poco demasiado. Dio órdenes mientras salían del solárium al gran salón oscuro.

—Conseguid todas las armas, y cualquier invitado o personal con el que os topéis. Los niños están en el cuarto de niños en el tercer piso, bajarlos aquí abajo. Nick y Kelly asintieron y salieron corriendo hacia la gran escalera. Ty y Zane siguieron la luz del teléfono de Zane hacia la habitación que habían visto en su gira del primer día, donde las cabezas de ciervos y aves se mezclaban con rifles de caza y armas antiguas. —¿Qué demonios? —dijo Ty mientras caminaban—. ¿Por qué se volvería loca ahora? No había nadie sobre ella. —No lo sé. Tal vez pensó que teníamos más de lo que tenemos y tomó la ruta ofensiva. —Pft. —No todo el mundo puede manejar la mierda de la intriga como tú, Ty. —No, pero si Nikki Webb era la mujer que mató a Milton en la playa y la cocinera en la cocina, tenía un hombre con ella. ¿Cómo diablos encaja Kline? Eso significa que tenemos tres asesinos en la isla. Y no podemos confiar en los putos Comedores de Serpientes. —Correcto. —Tan pronto como nos armemos, vamos a tomar a Amelia y mantenerla con nosotros. —De acuerdo. Dieron un giro equivocado y tuvieron que retroceder, confundidos con todas las luces apagadas. Zane insistió en que sabía dónde estaban, y Ty confió en sus mapas mentales para llevarlos allí. —Bien, ¿eso fue una locura o no? —finalmente preguntó Zane. —¿Qué? —Nick. ¿Está fingiendo estar loco para asustar a la gente y decirle la verdad? ¿O está realmente loco y asustadizo? Ty respingó encogiéndose de hombros. —A veces no lo sé. Zane resopló. —Eso fue despiadado. Fue un poco caliente. —No empieces conmigo, Zane. Ni siquiera estoy bromeando. Zane se rio, pero se quedó callado cuando encontraron la puerta de la habitación entreabierta. Una sensación de fatalidad inminente comenzó a instalarse en el estómago de Ty.

Zane apagó la luz y Ty abrió la puerta. Había bastante luz todavía que venía a través de las ventanas para que viera el cristal roto del gabinete vacío de armas. —Bien, eso no puede ser bueno —susurró Zane.

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Nick dejó que Kelly los llevara a sus habitaciones para reunir todas las armas que habían metido en las maletas. Nick se detuvo ante la puerta de Nikki Webb. Kelly se volvió y le dio a Nick un encogimiento de interrogación. —¿Qué estás haciendo? —Voy a registrar su habitación. —Pero Six nos dijo que... —Que se joda lo que nos dijo, Kels —gruñó Nick—. Ya no es nuestro Six y esta vez está equivocado. Kelly pareció aturdido un momento antes de asentir con la cabeza. Se acercó más y agarró a Nick por su camisa, tirando de él más cerca para besarlo. —Te veré aquí en cinco. Nick asintió, sin aliento mientras Kelly se alejaba. Vio a Kelly desvanecerse en la oscuridad, luego se volvió hacia la habitación que Nikki Webb y cuál era su rostro, la admiradora de Sun Tzu, habían compartido. Llamó primero, deseando poder recordar el nombre de la otra mujer. Ella se lo había deletreado, por el amor de Dios. No hubo respuesta a su llamada. Llamó de nuevo, luego esperó un segundo antes de probar el pomo de la puerta. Un sonido en la escalera lo detuvo. Se quedó quieto, inclinando la cabeza para escuchar. Hubo un golpe en el piso de arriba, luego un gruñido y un clic silencioso. Se deslizó hacia las escaleras, escuchando atentamente. El único sonido que pudo distinguir fue el suave gemido de un niño pequeño. Estaba tan lejos que no podía decir si venía desde arriba o desde su memoria del pasado. Con una última mirada al pasillo, comenzó a subir los escalones oscuros para investigar.

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Cuando Ty hizo un recuento de la gente que se congregaba en el comedor, se alarmó al ver que sólo la mitad de la gente de la isla estaba presente, y ni Nick ni Kelly estaban entre ellos. —¿Dónde demonios están todos los demás? —le preguntó a Deuce en un susurro que pareció resonar en la gran sala. Deuce se encogió de hombros. Todavía estaba empapado de la lluvia en el solárium. —Todos se niegan a salir de sus dormitorios hasta que el ferry llegue aquí. Y francamente, Ty, con el buen tipo disparando aquí, no les culpo. ¿Por qué quieres a todos nosotros aquí abajo? —¿Quieres traer a Livi aquí, por favor? —preguntó Ty, tratando de mantener su tono tranquilo. Deuce fue a buscarla, murmurándole mientras volvían a Ty cerca de la puerta. —¿Qué está pasando? –Preguntó ella. —¿Sabes de los pasadizos dentro de las paredes de la casa? —le preguntó Ty, decidiendo que dejar de lado las cosas ya no era una opción. Ella parpadeó rápidamente hacia él, sacudiendo la cabeza. —¿El qué? —Ty —dijo Deuce con desaprobación. —No estoy bromeando. Nick y Kelly encontraron una entrada en su dormitorio. Hay pasadizos que atraviesan toda la casa. Así es como los asesinos entraron en la cocina y mataron a la cocinera. Así es como han estado moviéndose sin ser vistos. Deacon, todos los rifles y armas pequeñas usados para la caza han desaparecido. Alguien está armado hasta los dientes, o se están asegurando de que ninguno de nosotros pueda estarlo. Nadie está seguro encerrado en sus habitaciones. Tenemos que bajar a todos aquí, asegurarnos de tener seguridad en el número. Y necesitamos encontrar cada ángel tallado con una bola y una cadena en su ala. Esas son las entradas. También necesito conocer a todas y cada una de las personas de esta isla que sabían de esos pasadizos. Deuce asintió con urgencia, pero Livi parecía aturdida. Incluso cuando Deuce se alejó, permaneció enraizada en el lugar, con la boca entreabierta. Ty puso una suave mano en su hombro. —¿Estás bien? —La bola y la cadena en las alas —dijo ella, con la voz aturdida—. Hay uno en la guardería. A Ty se le cayó el corazón. —¿La que está en el tercer piso?

—Los niños están ahí arriba —susurró Livi—. Pensamos que estarían a salvo con la niñera y un guardaespaldas en la puerta. Ty... Amelia está allí.

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Nick subió las escaleras sinuosas, su mente un remolino de emociones que normalmente no le obstaculizaba. Estaba afligido por la vida que se había visto obligado a tomar. Estaba en conflicto por la combinación de culpa y despreocupación que sentía por la decisión de realizar ese disparo en lugar de la opción más arriesgada de intentar contenerla. Y estaba enfadado. Estaba furioso, de hecho, y ninguna forma de tratar de alejarse parecía ser capaz de enfriarlo. Eso en sí mismo le dijo que estaba más cerca de romperse de lo que había estado en mucho tiempo. Había ido más allá de su nivel de control normalmente impresionante, y con ningún lugar al que ir para lamerse sus heridas, continuaría en espiral a menos que pudiera encontrar una manera de bloquearlo todo hasta que tuviera la oportunidad de descomprimir. Él y Ty habían pasado por muchos fuegos juntos. Habían tenido algunas peleas. Después del año que habían pasado sin comunicarse en absoluto, Ty había sido el que había ido a Nick, primero diciendo que lo echaba de menos y luego añadiendo que necesitaba ayuda de alguien en quien pudiera confiar. Nick no había vacilado. Nunca lo hizo. Ty era su mejor amigo, y sin importar lo que se hicieran el uno al otro, siempre serían hermanos. Su lealtad también era recíproca, con Ty saltando a su lado cuando Nick lo necesitaba. No estaba seguro de poder perdonar a Ty por todas las mentiras que había descubierto en el último año, sin embargo. No había sido capaz de superarlo incluso cuando habían sido desplegados, y ahora que estaban aquí, envueltos en los problemas de otra persona otra vez, Nick no podía conciliar el enojo y la traición. No esta vez. Llegó al último tramo de la escalera, y sus pensamientos fueron interrumpidos por otro golpe y un silencioso gemido. Algo sobre el sonido, un sonido que oía en sus sueños, un sonido que él había hecho cientos de veces siendo un niño hizo que se le erizara el vello de la nuca. Subió los últimos escalones de dos en dos. Se movió rápida y silenciosamente en la oscuridad, teniendo cuidado de que las tablas del suelo bajo sus pies no crujieran. Llegó a la puerta de la guardería y casi tropezó con el cuerpo del Comedor de Serpiente en el suelo. Era Hardin. La sangre fluía de una herida en la frente del hombre. Nick comprobó su pulso y no encontró nada. Puso su mano sobre los ojos fijos de Hardin y los cerró. —Hooah, soldado —susurró. Palmeó al Comedor de Serpientes, pero su arma había desaparecido. Nick cogió su propia pistola y la elevó hacia la puerta.

Dudó un segundo más antes de abrir la puerta. La niñera estaba de pie junto a la enorme chimenea, de espaldas a la puerta. Los cinco primos Grady estaban todos acurrucados en la esquina, el muchacho mayor trataba de proteger a los más jóvenes con su pequeño cuerpo. No tenía más de diez años. —¡No puedes llevártela! —gritó a la niñera. Maisie golpeó al muchacho con tanta fuerza que tropezó a un lado. Rápidamente se recuperó y se puso de nuevo delante de sus primos con un gruñido decidido, la sangre goteaba de sus labios. Nick vio rojo y entró en la habitación. La mujer se volvió cuando lo oyó, sorprendida y dando un rápido paso atrás. Nick caminó hacia ella, sin frenarse cuando sacó una pistola con silenciador de los pliegues de su vestido y le apuntó. Ni siquiera estaba sosteniendo la maldita cosa de la manera correcta. Se estremeció cuando ella apretó el gatillo, pero no sucedió nada. Había olvidado quitarle el seguro. Manoteó con el arma, todavía retrocediendo lejos de él, su cara contorsionada de terror. Gritó pidiendo ayuda, el grito lo bastante estridente para perforar los tímpanos. Finalmente logró quitarle el seguro y disparó con rapidez, una asustada lluvia de balas de una persona que obviamente nunca había manejado un arma antes. Uno de los disparos quemó al rozar las costillas de Nick. Casi tropezó con sus propios pies cuando el disparo ni siquiera frenó a Nick, y éste estuvo ante ella antes de que pudiera pensar en recargar la pistola. Intentó golpearle y darle un rodillazo en la ingle, pero él desvió ambos movimientos fácilmente. Le sujetó la mano de la pistola por la muñeca y envolvió los dedos alrededor de su garganta, cogiéndola por el cuello hasta que los dedos del pie apenas eran capaces de tocar el suelo. Ella luchó por levantar la pistola, ahogándose y escupiendo. Por el modo que luchaba, ciertamente no era la que había eliminado al boina verde en la puerta. No estaba sola. Justo cuando lo pensaba, Nick oyó los fuertes pasos de alguien que venía por el pasillo. Su compañero debía haber estado haciendo una comprobación del perímetro, dejándola para recuperar a Amelia sola. —¿Cuántos? —preguntó Nick, dejando que sus dedos rozaran el suelo para poder respirar para responder. —Obtendrán lo que quieren sin importar lo que hagas —se las arregló para decir— . Medio millón de libras por una niña pequeña. No pude decir que no. Nadie pudo. Nick aflojó la mano y la dejó caer. Le arrancó la pistola de las manos y la tiró, todavía mirándola con intención asesina. Agitó una mano a los niños. —Chimenea —gruñó. Se apresuraron a obedecer. Nick les dijo cómo abrir la puerta secreta. Luego levantó su arma. Maisie dio un paso atrás y tropezó con un juguete en el suelo.

—No eres un asesino. No como ellos. ¡Puedo ver eso! —¿De verdad? —Preguntó Nick con una sonrisa lenta. Empezó a retroceder hacia la chimenea. Los pasos se hicieron más lentos y silenciosos al acercarse. No podía arriesgar a un tiroteo con un número desconocido de asaltantes y cinco niños en la habitación. Tendría que retirarse. —¿Maisie? —Susurró un hombre detrás de la puerta entreabierta. El acento era escocés. Nick aguardó un segundo, hasta que pudo sentir la pared detrás de él, hasta que uno de los niños se acercó y tomó su mano. Luego levantó su arma y disparó contra el hombre en la puerta.

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Ty tuvo que luchar contra el impulso de tirarse en el suelo cuando los angustiados gritos y los disparos resonaron por toda la casa. Todo el mundo se congeló, golpeado momentáneamente por el sonido inesperado de la batalla. Los ojos de Ty se encontraron con los de Zane por un breve momento antes de que ambos se levantaran de sus sillas y salieran corriendo del comedor hacia la escalera. Se encontraron con Kelly que bajaba, sin aliento y asustado. Una mirada a él y Ty supo que algo estaba horriblemente mal. —¿Qué pasa, es Nick? Kelly sacudió la cabeza bruscamente, con los ojos desorbitados hacia la gente del vestíbulo. —No es Nick. —¿Los niños? —exclamó Deuce. Una bandeja de café se estrelló en el vestíbulo. Los gritos de preocupación resonaron en el mármol del gran salón. Hubo jadeos y murmullos mientras el pánico y la confusión se contagiaban. —¿Qué quieres decir, qué pasó? —preguntó Deuce. Su cojera estaba casi ausente mientras corría hacia los escalones. —Se han ido —susurró Kelly—. Nick y yo nos separamos. Cuando volví, él se había ido, y cuando oí los disparos subí al tercer piso, pero la habitación estaba vacía. No hay nadie más que dos cadáveres. —¿Dónde está Nick? —preguntó Ty otra vez. Kelly abrió la boca, pero no salió ninguna palabra. Logró sacudir la cabeza y extendió las manos.

—No está ahí arriba, no está aquí abajo. Se ha ido también. Tal vez fue detrás de quien se haya llevado a los niños. Zane maldijo en voz baja, el sonido provocó escalofríos por la columna vertebral de Ty. —¿Crees que Nick se perdió en un flashback? —Preguntó Zane. Deuce agarró a Ty por la camisa. —¡Dijiste que podíamos confiar en él! —gritó. Ty le agarró los brazos y lo sacudió violentamente. —¡Para! Los encontraremos. Ven conmigo y mantén la boca cerrada. Ty y los otros siguieron a Kelly a la sala de juegos del tercer piso, donde los niños habían sido metidos para mantenerlos a salvo. La niñera que había sido asignada para cuidarlos estaba tendida en el suelo, sangrando por varias heridas de bala. Tenía el rostro ensangrentado. Un cristal de ventana se había roto y el viento azotaba la habitación, tirando de sus ropas y cabellos. Los agujeros de bala cubrían las paredes de roca detrás de ella, y más se habían alojado en la puerta de la guardería, como si ella hubiera disparado contra un asaltante disparando desde la puerta. La habitación en sí era un desastre, con juguetes tirados y muebles derribados. —¿Es esto… normal para la habitación de un niño? —Preguntó Zane cuidadosamente mientras se levantaban e inspeccionaron la escena. —Aparte de la niñera muerta y los agujeros de bala… a veces —contestó Deuce con impotencia. Vio algo y se abalanzó sobre él, recogiendo el gordo cordero de Amelia y levantándolo para que Livi lo viera. Livi se cubrió la boca con los dedos mientras las lágrimas comenzaban a fluir por su rostro. —Los encontraremos —le aseguró Ty—. Que alguien entre en esas malditas paredes y comience a buscar. —¿Puede Nick haber hecho esto? — gritó Deuce—. ¡Alguien eliminó a ese guardia, y era una boina verde! Ty se encontró con los ojos de Kelly, confundido. Ambos sabían que Nick nunca haría daño a un niño, no importaba lo perdido que estuviera en sus recuerdos. ¿Pero haría daño al Comedor de Serpientes que había estado vigilando la puerta? ¿O a la niñera? ¿Si estaban entre él y alguien que pensara que necesitaba rescatar? Sí. Definitivamente. Zane se aclaró la garganta y se acercó a Kelly, hablando tan bajo que Ty apenas podía oír. —El, hum… el medicamento que está tomando, ¿podría causar un comportamiento como este?

Kelly sacudió la cabeza con vehemencia. —¿Qué medicamento? —preguntó Ty. Kelly se frotó los ojos y sacudió la cabeza otra vez. —Toma propranolol por un temblor en la mano. —Temblor –repitió Ty—. ¿Qué coño, desde cuándo? —¿Propranolol? —Dijo Deuce mientras se acercaba—. Eso a veces se prescribe para el TEPT. —Ese no es el problema de Nick —dijo Kelly. —Joder que no –gruñó Zane—. Cada miembro de tu equipo tiene TSPT. —¿Qué eres, un psiquiatra ahora? –Espetó Ty. Zane se encogió de hombros. —Se puede ocultar bien, sobre todo por gente como tú —insistió Deuce con un movimiento de su mano a Ty—. ¿Podría haberse roto y hecho esto? ¿O huir? —¿Qué quieres decir con gente como yo? —Ty dio un paso que lo puso cara a cara con su furioso hermano. Zane se interpuso entre ellos y puso una mano en sus dos pechos. —Algo habría tenido que haberle provocado —dijo Kelly. —Y Nick seguro que no haría daño a esos niños —añadió Ty con una mirada afilada a Deuce. —¡Entonces, encuéntralos, Ty! —gritó Deuce. Zane tomó el hombro de Deuce y lo sostuvo incluso cuando intentó alejarse. —Tienes que calmarte —dijo en voz baja. Livi seguía llorando, pero agarró el codo de Deuce. —Tienen razón. No estamos ayudando al asustarnos. Deuce respiró hondo y se alejó, pasándose las manos por el pelo. Ty le dio a Livi un gesto de agradecimiento, luego vio a varias personas más en la puerta, observando y esperando. Vaciló, momentáneamente indeciso. —¿Estás seguro de que nadie vino de tu lado, Doc? —preguntó Zane a Kelly. —Positivo. Estaba justo allí en la escalera cuando empezó el tiroteo. Cuando llegué aquí, todo estaba así. Nadie me pasó. —Significa que atravesaron las paredes —murmuró Ty. —De acuerdo, tenemos que encontrar a los niños —anunció Zane, tomando el control cuando Ty todavía vacilaba—. Divididos en grupos de cuatro o cinco, nadie va a ninguna parte solo. Revisad todas las habitaciones de arriba a abajo y, a continuación, cerrarlas al salir. Empezad por las alas y trabajar hacia el centro de la casa.

Zane los dividió en grupos y luego asignó a cada grupo un ala y un nivel de la casa. Los grupos se separaron y se dirigieron hacia las áreas asignadas. Ty ya estaba inquieto, tratando de trazar las direcciones que Nick podría haber tomado mientras Zane le hacía un gesto a Emma, que todavía estaba de pie en la puerta. —Ven con nosotros. Rodearemos la casa, veremos si podemos recoger algo afuera. Si Nick estuviera en las paredes, se habría dirigido a esa puerta de escape en la esquina del patio. Deacon, Livi, vosotros dos os quedáis aquí en esta sala en caso de que los niños corrieran y trataran de volver. ¿Entendido? Deuce apretó la mandíbula, pero asintió. —Encuentra a mi pequeña. —Lo haremos. Recogieron linternas, luego Ty llevó a Zane, Kelly y Emma a la puerta principal y afuera. Había habido un respiro en la tormenta, pero Ty no sabía si podrían encontrar cualquier cosa allí fuera o cuánto aguantaría la lluvia. Se separaron y comenzaron a recorrer los terrenos, Ty y Zane moviéndose en un sentido, Kelly y Emma en el otro, buscando en un círculo alrededor de la mansión en busca de pistas o signos de lucha. Tardaron demasiados minutos en llegar a los jardines en la parte trasera de la casa donde los pasadizos interiores habrían llevado a alguien a la salida. Ty estaba demasiado preocupado para hablar, demasiado preocupado para preguntarle a Zane cómo había sabido que Nick estaba tomando medicamentos, o por qué Nick no le había contado ninguna de estas cosas que estaban sucediendo en su vida. ¿Qué tipo de amigo había sido para él si sentía que no podía compartir? Y ahora Nick estaba desaparecido, Dios sabía si estaba bien, y las últimas palabras reales que Ty había intercambiado con él habían contenido desprecio y enojo. Le enfermaba físicamente. La mano que sostenía la linterna comenzó a temblar. —Está bien, Ty —dijo Zane. —No podemos saberlo. —¡Tengo algo! —Gritó Kelly en la oscuridad. Él y Emma agitaban sus linternas, y Ty y Zane se apresuraron a través de la noche oscura como la tinta para encontrarlos. Cuando llegaron al lugar, pudieron ver huellas profundas en la hierba embarrada. Los pasos eran largos y las huellas estaban oscurecidas por el movimiento y el barro. —Alguien corría —dijo Ty. Iluminó el sendero, mirando hacia la casa. Las huellas no venían del patio, sino más bien de la esquina de la pared. La misma esquina donde Zane había visto el ángel tallado con su bola y cadena. Eso demostraba que su teoría era correcta, pero no hizo que se sintiera mejor. Siguieron las huellas varios metros, dándose cuenta de que no había habido ningún intento de cubrirlas. —Si ha sido Nick, es muy descuidado —dijo Kelly finalmente—. No puede ser él.

Ty no hizo ningún comentario. Normalmente habría estado de acuerdo con Kelly, nunca había visto a Nick dejar un rastro tan obvio. Pero si Nick realmente había sufrido un flashback completo o un ataque de pánico, ¿quién sabía en qué estado mental estaba? Todos los niños le conocían y confiaban en él. Le habrían seguido si creyeran que los estaba protegiendo. —Tengo sangre aquí —dijo Ty. Estaban perdiendo pruebas a causa de la lluvia rápidamente, y casi tan pronto como la vio, la sangre fue arrastrada. La bola en el estómago de Ty se hizo más pesada cuando se dio cuenta de que las huellas los llevaban directamente al borde del acantilado. Aumento el ritmo, ya no trataba de leer la historia que las pistas les decían. Kelly se detuvo y recogió algo que brillaba a la luz de su linterna. —Oh Dios —susurró. Levantó un anillo claddagh2 de oro del que Nick rara vez despegaba—. Esto es suyo. Ty echó a correr, siguiendo el camino obvio en la hierba hasta que giraron a la izquierda. Ty perdió momentáneamente el rastro, luego lo recogió de nuevo. El borde del acantilado se abría a su lado como las mandíbulas de algún monstruo primitivo, olas enojadas que chocaban muy abajo. Nick había corrido por el borde del acantilado. —¿Saltó por el acantilado? —preguntó Zane, sonando tan confundido como Ty. —Es posible, no lo sé. —¿Podría haber sobrevivido a esa caída? —Preguntó Emma, sonando atónita y horrorizada. —A la caída, sí, si se libró de las rocas —respondió Kelly—. Al agua, no. No por mucho tiempo. —¿Podría haberse librado de las rocas? —preguntó Zane. Ty se encogió de hombros. —Yo… no lo sé. Sé que yo no podría. —¿Por qué... Por qué haría esto? —Preguntó Emma. Ty no tenía respuesta. Retrocedió, tratando de encontrar alguna pista en el camino. Finalmente vio una en un pedazo de barro, y se inclinó para mirar más de cerca. —Había alguien más aquí. Zane sea cercó para mirar por encima de su hombro, ofreciendo la luz de su linterna también. Ty les mostró la huella de Nick, ligera y apenas marcada en la hierba. Había 2

Anillo tradicional irlandés que se entrega como símbolo de noviazgo, amor o anillo de compromiso. Dos manos que rodean un corazón, complementado con una corona es la expresión del amor verdadero o de la amistad eterna. El corazón simboliza el amor, las manos la amistad y la corona la lealtad y fidelidad.

otra huella más pesada en el barro. Se superponía a la huella de Nick, lo que significa que quien lo había hecho había venido después. —Alguien le estaba persiguiendo —sostuvo Emma—. Había alguien más con ellos. —Sólo es un par —dijo Ty—. ¿Nick estaba huyendo de un tipo? Eso no parece correcto. —¡No me importa si son los malditos perros de los Baskerville! —gritó Kelly—. ¡Nick se habría levantado y peleado! ¡Nada asusta a Nick lo suficiente para hacerle huir, para intentar saltar por un maldito acantilado! ¡Nada! Ty se acercó para tomar el brazo de Kelly, pero el hombre lo empujó y le apuntó a la cara con el dedo. —¡Vino aquí por ti, Ty! ¡Vino aquí porque eres su hermano y haría cualquier cosa por ti! —Lo sé, Doc —replicó Ty, con voz quebrada. —¡Sabes muy bien que él no habría dejado a esos niños desprotegidos, no me importa qué clase de flashback estaba teniendo! ¡Y no habría huido! ¡No habría huido! ¡Habría resistido y habría luchado! ¡Sabes que habría luchado! Ty levantó ambas manos, deseando consolar a Kelly, pero demasiado confundido y con el corazón destrozado para intentarlo. No entendía lo que le decían las huellas. Todo lo que sabía de Nick gritaba que la evidencia estaba mintiendo, porque el maldito Nick habría peleado. Ty lo había visto mantenerse firme en situaciones en las que incluso Ty quería agacharse y cubrirse. Nick habría luchado hasta su último aliento, sin importar a lo que estuviera enfrentando. —Tal vez huiría —dijo Zane después de unos momentos de silencio. Kelly se volvió hacia él, con los ojos brillando a la luz de las linternas. El trueno cayó sobre ellos, y el cielo se abrió de nuevo. Zane levantó una mano para evitar las palabras enojadas de Kelly. —Él huiría de alguien —dijo Zane otra vez—. Si los estaba alejando de algo más. Algo que estaba protegiendo. Kelly lo miró fijamente por un momento, luego él y Ty se miraron los ojos cuando ambos se dieron cuenta de lo que Zane decía. —Nick fue quien trasladó a los niños —dijo Ty rápidamente—. No está persiguiendo a alguien. Se llevó a los niños. Debió haber estado allí antes de que empezara el tiroteo. Kelly se pasó una mano por su boca, mirando las huellas y luego hacia el acantilado. —Debió haber oído algo y no tuvo tiempo de pedir ayuda. Escondió a los niños, luego salió corriendo, dejó un rastro que un idiota podría seguir. —Hey, yo encontré ese rastro —gruñó Emma.

En algún lugar de la oscuridad que había delante de ellos, se oyeron tres disparos en rápida sucesión, luego un grito trémulo a través de la lluvia torrencial. —Oh, Jesús –susurró Ty mientras la débil luz de su linterna iluminaba la noche. Kelly se puso el anillo en el dedo, luego levantó las manos alrededor de su boca y gritó: —¡Nick! Su voz fue tragada por la marejada de abajo y el aguacero arriba. Todos esperaron, conteniendo la respiración, desesperados por una respuesta. Ty no podía distinguir entre el latido de su corazón, el sonido del oleaje y la lluvia, y su desesperado deseo de oír la voz de su mejor amigo. Todos los sonidos de ese momento eran, para sus oídos, Nick pidiendo ayuda. El contacto de la mano de Zane en su hombro le empujó, y siguieron el sonido de los disparos, aferrándose al sendero que se deshacía rápidamente, observándolo zigzaguear como si Nick hubiera estado esquivando algo. A veces se acercaba demasiado al borde. El viento y la lluvia azotaron la delgada camisa de Ty, silbando en sus oídos, picando sus ojos hasta que lloraron. No tenía ninguna duda de que esos disparos no se habían oído dentro de los gruesos muros de la mansión. Subieron la pendiente que conducía a la desmoronada ruina del faro en la colina. Cuando llegaron a la cima, la escena ante ellos puso en marcha los instintos de Ty, y él y Kelly se arrojaron al suelo. Zane los siguió, y Kelly tiró a Emma para que no fueran vistos. Un hombre estaba en el mismo borde del acantilado escarpado, sosteniendo algo envuelto en una manta blanca que prácticamente brillaba a la luz de la luna. Ty podía decir que era Nick simplemente por el conjunto de sus hombros. Otro hombre estaba de espaldas a ellos, apuntándole con un arma. —Dame a la niña y nadie saldrá herido —gritó el hombre con el arma. Su acento era escocés. El aliento de Ty salió en jadeos. —Amelia —jadeó. Nick sostenía a Amelia, apretándola contra su pecho para protegerla. Si Nick dijo algo, su respuesta se perdió en el viento. —¡No la necesito viva! —gritó el hombre armado—. ¡Sólo necesito pedazos de ella para enviar a su abuelo! Zane agarró el brazo de Ty y tiró, intentando evitar que se levantara, pero Zane no fue lo bastante rápido. Ty se levantó y cargó contra el hombre. Lo golpeó por detrás. El arma se disparó mientras Ty y el hombre caían al suelo.

Ty rodó a varios metros de distancia, se enderezó a tiempo de ver a Nick, su costado sangrando por el disparo perdido, perder el equilibrio y caer por el borde del acantilado con Amelia en sus brazos. Ty se puso de pie y se lanzó hacia el borde del acantilado, agarrándose desesperadamente. Sus dedos encontraron los de Nick y cerraron las manos, el impulso le arrastró varios metros sobre la hierba húmeda y rasgó algo dentro de su hombro. Hundió los dedos de los pies, logrando detener su deslizamiento. Terminó con el pecho al borde del acantilado, con los hombros y la cabeza colgando, y sus dedos envueltos alrededor del antebrazo de Nick. Nick colgaba de un brazo, agarrando la muñeca de Ty con una mano de hierro. Se balanceaba libremente sobre las rocas dentadas y el océano helado de abajo. Un osito de peluche cayó de su otra mano, la manta blanca revoloteando tras él. Nick los vio caer, y luego hizo una mueca a Ty. —¡Dame la otra mano! —gritó Ty. Nick levantó la mano y buscó la otra mano de Ty, pero cuando se movió y su peso cambió, Ty comenzó a resbalar otra vez. La tierra debajo de él era suave y fangosa, la hierba mojada. Nick gritó de dolor y bajó la mano, sacudiendo la cabeza. —¡Suéltame, Ty! —¡Que te jodan! ¡Encuentra un punto de apoyo hasta que obtengamos ayuda! Nick trató de alcanzar la cara invertida del acantilado, pero tan pronto como se movió, Ty volvió a resbalar. El acantilado estaba demasiado lejos para que lo tocara, y mucho menos agarrar algo sólido. —¡Ty! —Gritó Nick—. ¡Vamos a caer si no me sueltas! Ty negó con la cabeza, negándose a aceptarlo. Trató de tirar de Nick, pero su hombro desgarrado gritó incluso cuando flexionó los músculos en preparación para moverse. Sintió una mano en el cinturón, oyó a Emma gritarle. Ty abrió los ojos, encontrándose con los de Nick. —No puedo levantarte, vas a tener que trepar. —No puedo trepar —dijo Nick con los dientes apretados. Incluso pendiendo de un hilo sobre una muerte segura, sonaba molesto con Ty por ser un idiota. —¡Inténtalo! —Gritó Ty. —¡No puedo trepar si tú eres sobre lo que estoy trepando porque no estás conectado a nada! ¡Cabrón! —¡Inténtalo de todos modos, Jesucristo! Nick hizo un intento más por alcanzar a Ty con la otra mano, pero simplemente atrajo a Ty más cerca del borde. La gravedad tiraba de él, burlándose de él, haciéndole señas hacia el mar mientras la mitad superior de su cuerpo resbalaba sobre el borde

inclinado. La tierra debajo de él empezó a desmoronarse, cayendo en la cara y el pelo de Nick. Nick se sacudió. Volvió a mirar hacia arriba, mirando a los ojos de Ty. Parecía tranquilo cuando habló. —Suéltame, Ty. —No voy a soltarte –le dijo—. No. —No me hagas ser la razón por la que mueras —gruñó Nick. Relajó sus dedos, dejando a Ty aferrándose solo. Ty dejó escapar un gemido mientras apretaba la mano. —No me hagas esto, Nick, por favor, no. —Suéltame. Ty sacudió la cabeza. —¡Suéltame! —¡No! ¡Tengo ayuda, ya vienen! ¡Sólo espera! —Mientras hablaba, sin embargo, podía sentir que resbalaba. ¿Dónde coño estaban Zane y Kelly? Gritó por encima del rugido del mar—. ¡Ayuda! Nick se agachó, buscando a tientas en su cinturón. —¿Qué estás haciendo? —Preguntó Ty. Sacó un cuchillo de una vaina, mirando a Ty con una sonrisa forzada. —No lo hagas —dijo Ty—. No me apuñales, cabrón. Nick movió el cuchillo sobre sus dedos, la hoja captó el reflejo de un relámpago. —¡Zane! ¡Doc! —Gritó Ty. Sacudió la cabeza a Nick—. ¡No te atrevas apuñalarme con ese cuchillo! —Trató de deslizarse hacia atrás, desesperado por conseguir más suelo, mantener a Nick allí hasta que los otros vinieron en su ayuda. Emma no pesaba lo suficiente para evitar que cayeran por encima del borde. Los ojos verdes de Nick eran ilegibles, con el cuchillo en la mano. Ty sacudió la cabeza. —¡Yo te di ese cuchillo para tu cumpleaños, hijo de puta! Nick hizo un último impulso, deslizando el cuchillo por el aire, apuntando al antebrazo de Ty, con el objetivo de crear una cicatriz que Ty llevaría en sus pesadillas durante el resto de su vida. El movimiento de su cuerpo atrajo a Ty aún más cerca del borde y Ty cerró los ojos con fuerza porque estaría condenado si le soltaba cuando el cuchillo se hundiera. No iba a soltarlo.

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Zane oyó un crujido desagradable cuando Ty hizo contacto con el hombre. No sabía si fueron los huesos de Ty al romperse o los del otro hombre, pero por la forma en que el hombre quedó tendido le dijo que esos huesos rotos probablemente le pertenecían a él. El arma se disparó cuando Ty lo golpeó, luego otra vez cuando cayó al suelo. Zane sintió una bala pasar rozando entre él y Kelly, fallando por poco. Ninguno de los dos se puso a cubierto, sin embargo. Ambos se lanzaron hacia adelante para atacar. Zane cogió la pistola, que se deslizaba por la hierba húmeda y retrocedió para apuntar al atacante misterioso. No tenía por qué haberse molestado porque Kelly se abalanzó sobre el hombre, golpeándolo una y otra vez hasta que sus nudillos estuvieron ensangrentados y en carne viva y el hombre estaba casi irreconocible. —¡Kelly! —Gritó Zane, acercándose mientras continuaba la paliza. —¡Has jodido con mi puto equipo! —Gritó Kelly. Agarró la camisa del hombre y lo levantó, lanzando el siguiente puñetazo—. ¡Lo cazas por un puto acantilado y crees que lo puedes matar! –Lanzó otro golpe brutal, a continuación, tiró de él hacia arriba y acercó las caras. No era posible que el hombre estuviera consciente. Gorgoteó al respirar. Sus ojos se pusieron en blanco. —¡Doc! —Gritó Zane. Kelly se burló del asesino, y dijo entre dientes cuando habló. —Te voy a mostrar cómo hacer tratar a los de tu clase, pequeño hijo de puta lloriqueante. Zane se metió el arma en la parte trasera de su cinturón y fue a apartarlo del hombre antes de que pudiera matarlo a golpes. Kelly trató de soltarse de las manos de Zane, pero este le gritó. —¡Tenemos que ayudar a Ty y Nick! Kelly dejó de luchar de inmediato, y su cabeza giró con brusquedad. Fue entonces cuando Zane vio a Ty estirado, colgando sobre el borde del acantilado. Emma le sujetaba por el cinturón, tirando con todas sus fuerzas. Zane podía ver como sus botas creaban surcos en la hierba mientras resbalaban. Zane y Kelly fueron tropezando. Zane se arrojó sobre la espalda de Ty, esperando que su peso frenara el inexorable tirón de la gravedad. Llegaron justo a tiempo para ver a Nick sacar su cuchillo. Kelly llegó sobre el borde, atrapando el antebrazo de Nick con la mano antes de que pudiera golpear. Le arrancó el cuchillo de la mano y lo tiró a la noche. Le agarró del brazo con ambas manos. Ty gritó de dolor cuando trató de ayudar, pero ninguno de los dos lo soltó. Zane deslizó los brazos por debajo de Ty y lo utilizó como si fuera una cuerda. Los tres trabajaron juntos para tirar de Ty y Nick desde el borde.

Una vez que Ty estuvo en tierra firme, Zane lo soltó y agarró la camisa de Nick, a continuación, su cinturón, ayudando a Kelly a subirlo. Nick escarbó en la hierba mojada, en busca de un asidero, pero nunca lo encontró. Él y Ty habrían caído. Cuando se alejaron lo bastante lejos del acantilado, Nick se tumbó de espaldas, respirando con dificultad. Kelly cayó sobre su culo y le puso una mano sobre el estómago, riendo de alivio. Pero Zane se arrastró hacia el borde, su pánico lo suficiente como para anular su miedo a las alturas. —¿Amelia cayó? —Exclamó. —No fue ella —gimió Ty. Estaba rodando en la hierba, sosteniendo su brazo derecho—. Fue un señuelo. —Se sentó, haciendo una mueca. Algunos de esos huesos rotos, obviamente, le habían pertenecido a él. Miró a Nick, que estaba de espaldas, una mano sobre el estómago—. ¡Gilipollas! Nick respondió con una risa débil. Kelly se arrodilló junto a él y alumbró su torso con la linterna. Tenía la camisa ensangrentada y desgarrada. —¿Está bien? —Preguntó Zane. Kelly negó con la cabeza y metió la linterna en manos de Zane. —Estará bien. Sin embargo, tenemos que llevarlo dentro. Ty se arrastró más cerca. —¿Está consciente? Kelly le dio unos golpecitos con los dedos en la mejilla. —Para, Jesucristo. —Nick golpeó con fuerza la mano de Kelly. —Sí, está consciente —respondió Kelly. Ty se inclinó sobre él. —¿Dónde están los niños, irlandés? —Encontré un lugar para esconderlos —respondió Nick. Arrastraba un poco las palabras—. Le di al mayor una pistola y le dijo que matara a la siguiente persona que girara la esquina. —¿Qué pasó? —Preguntó Zane. Nick levantó la cabeza, mirando al hombre que Kelly había golpeado casi hasta la muerte. —El tipo eliminó al Comedor de Serpientes en la puerta, envió a la niñera a por Amelia. El niño mayor le impidió que la cogiera, fue entonces cuando entré. —Kelly tomó el brazo de Nick y le ayudó a ponerse en pie. Todos ellos se levantaron de la tierra húmeda y se del borde del acantilado traicionero, se pararon sobre la forma gimoteante del atacante de Nick. —Es Jockie Fraser –dijo Ty con los ojos muy abiertos.

—¿Quién diablos es? —Preguntó Emma. —El jardinero. —Espera, ¿el jardinero y la niñera? —Preguntó Kelly—. ¿Esto es asunto de la isla y no de los Comedores de Serpientes? ¡Maldición! —Me debes veinte dólares –le dijo Nick. —!Cabrón! –gritó Ty mientras apartaba los ojos de Fraser para mirar a Nick de nuevo. Zane podía ver las señales de advertencia. Ty agarró la camisa de Nick, haciendo caso omiso de cualquiera de sus lesiones y lo sacudió—. ¡Has intentado apuñalarme para que te soltara! —¡Te hubiera llevado conmigo, Ty! —¡Apuñalarme para que te dejara caer! —Gritó Ty, que no parecía escuchar nada ni a nadie más que lo estaba diciendo mientras Kelly y Emma trataban de calmarlos. Zane se movió hacia delante, poniendo una mano sobre el hombro de Ty pero ni la notó—. ¿No recuerdas la última puta vez? —¡Sí, recuerdo empujar a un amigo por un precipicio para salvar tu vida! — Exclamó Nick. Se apartó de Ty, aferrándose el costado ensangrentado. —¡Estúpido, jodido egoísta hijo de puta! —Ty lanzó un golpe antes de Zane pudiera detenerlo, alcanzó a Nick debajo de la barbilla. Nick se tambaleó hacia atrás contra Kelly, que apenas logró atraparlo y mantenerlo en pie. Zane se lanzó, envolviendo sus brazos alrededor de Ty antes de que pudiera enredarlo más. Ty estaba respirando con dificultad, casi jadeando en cada respiración, y estaba a punto de sollozar. Zane se colocó entre los dos. Ty apoyó la barbilla en el hombro de Zane, luego bajó la cabeza, y Zane lo abrazó, no estaba seguro de qué más hacer por él, excepto asegurarse que no trataba de golpear a nadie más. Nick tenía las manos sobre las rodillas, al parecer tratando de sacudirse las telarañas tras el golpe de Ty. Zane sabía cómo se sentía un golpe bajo de Ty. No muchos hombres podían recuperarse de uno, desde luego, no rápidamente. La cara de enojo de Nick quedó iluminada por un relámpago que golpeó demasiado cerca para su comodidad. La lluvia seguía siendo torrencial, oscureciendo su visión, por lo que era difícil oír. —¿Tienes alguna idea de lo que nos haría si cayeras? –Gritó Ty a Nick, con la voz entrecortada—. ¿Lo que me haría a mí? Nick sacudió la cabeza, con aspecto tambaleante. No había tratado de enderezarse todavía. Cayó de rodillas, y antes de que Kelly pudiera agarrarlo, cayó de cara contra la hierba. Kelly se arrodilló junto a él con una mano en la mejilla. —¡Bueno, eso es sólo cojonudo, Ty!

Zane sostuvo a Ty con más fuerza. Todo su cuerpo estaba temblando. Era como tratar de aferrarse a un rayo de pura energía. —¿Qué pasa con los niños? —Gritó Emma por encima del ruido de la tormenta y las olas que rompían abajo. —Esos niños podrían estar en cualquier parte. ¿Cómo diablos vamos a encontrarlos antes de que alguien más lo haga? —Gruñó Zane. Señaló a Fraser—. Todos sabemos que hay más gente en la isla trabajando con ese idiota. —Oh, Dios —susurró Ty. Al parecer se estaba dando cuenta de que había dejado inconsciente el único hombre en la isla que podía saber dónde estaban ocultos los niños. Amelia podría no ser de la sangre de Zane, pero aún la consideraba su sobrina. Estaba en algún lugar de peligro, siendo cazada por personas sin escrúpulos que ya habían matado para llegar a ella, y todos eran incapaces de encontrarla. —Ty —gruñó Zane—. Tenemos que ir a buscar a Amelia. Doc y Emma se ocuparán de Nick. Venga. Ty le miró a los ojos, moviendo la cabeza, aturdido. Volvió su atención a Kelly. —¿Dónde los escondería Nick? —Dijo que no lo sabía —espetó Kelly—. ¡Tal vez si estuviera consciente podría conducirnos allí! —Si siguió sus instintos, ¿a dónde habría ido? —Yo… no lo sé —balbuceó Kelly—. Hay tantos lugares dentro de esas paredes, él… tiene que ser el sótano. Siempre llevaba a sus hermanas al sótano cuando su padre estaba borracho. Habría bajado hasta que no pudo ir más allá, entonces los habría escondido. Cualquier cosa bajo tierra. Mira abajo. Ty asintió secamente. —Bien. Es un comienzo. —Miró a Nick una última vez, vacilante—. Dile que lo siento cuando despierte. Kelly levantó la mirada brevemente. —Díselo tú mismo. Zane se llevó a Ty antes de que pudiera responder. Se volvieron para regresar rápidamente a la mansión, pero Kelly gritó tras ellas. —¡Siempre ponía trampas en las escaleras! ¡Tened cuidado! ¡Piensa como Nick! Ty se quejó. —Piensa como Nick. Voy a morir en Escocia.

Capítulo 11

Cuando se acercaron a la puerta principal de la mansión, la sensación de presentimiento volvió a meterse en Zane y se acomodó en su estómago. Esta vez, sin embargo, estaba bastante seguro de que tenía una buena razón para ello. Se detuvieron cuando llegaron a la puerta, la dejaron entreabierta para revelar el agujero negro del interior. Ambos sacaron las armas que habían robado a los Comedores de Serpientes, comprobando que estaban cargados, asegurándose de que los seguros estaban quitados. Era algo que habían hecho cientos de veces antes, tal vez miles: prepararse para enfrentarse al peligro, tomándose ese último momento para prepararse. Como compañeros. A veces, uno al lado del otro, a veces con sólo una voz en un auricular para que Zane supiera que Ty estaba con él. Miró a Ty, que estaba metiendo el cargador de nuevo en su arma. Nunca volverían a ser compañeros. Darse cuenta de eso golpeó duramente a Zane. Ty lo miró a los ojos. —Te amo —dijo Zane en voz baja. Ty lo miró fijamente unas cuantas respiraciones. —¿Puedo pedirte que te cases conmigo ahora? Zane no pudo evitar sonreír, pero negó con la cabeza. —Pregúntamelo después de sobrevivir a esto. Ty se acercó y colocó una suave mano en la nuca de Zane mientras lo besaba. —Yo también te quiero —susurró. —Encuentra a Amelia —dijo Zane, con voz ronca cuando Ty se alejó—. Voy a por Stanton, para asegurarme que está a salvo. Probablemente sea el próximo objetivo. Ty asintió, y se dirigieron a la casa. En pocos pasos, Ty se había ido, desapareció en la oscuridad. Era un recordatorio no tan suave de lo que su amante era capaz de hacer, pero le consolaba de una manera que no quería examinar demasiado de cerca. Se dirigió al comedor, donde pudo ver la luz parpadeante de la chimenea, las velas y los quinqués. Bajó la pistola cuando entró en la habitación. Earl estaba sentado en un sillón frente a la puerta, con un rifle apuntando a Zane. Lo bajó y le hizo un gesto con la cabeza, poniendo el arma sobre sus piernas otra vez. Zane miró rápidamente en la habitación.

Mara estaba sentada con el brazo alrededor de Susan Stanton, que estaba llorando en silencio. La mejilla de Mara estaba vendada. Varios otros parecían haber sido heridos por la caída del cristal. Necesitaban traer a Kelly para que les atendiera. Stanton estaba sentado con su hijo, Theo, con la cabeza inclinada sobre una mesa mientras hablaban en voz baja. Estaban examinando un mapa o plano, haciendo marcas en él. Una docena de invitados estaban acurrucados alrededor de mesas de comedor, algunos con mantas o abrigos envueltos sobre sus hombros, otros conversando tranquilamente o simplemente mirando a Zane. Los Comedores de Serpientes se habían ido. —¿Dónde están English y sus chicos? —preguntó Zane a Earl. —¿Has encontrado a los niños? —preguntó Earl. —No. Los hombros de Earl se desplomaron. Parecía más viejo de lo normal, pero las sombras del fuego hacían cosas extrañas en la apariencia de la gente. —Stanton les ordenó que registraran la casa en busca de Amelia. Les dijo que su seguridad era más importante para él que la suya, así que se fueron. —Mierda —siseó Zane—. Ty también está buscando, si se encuentran va a haber algo de... —Sangre —dijo Earl con ironía. Zane gruñó. —Supongo que si Stanton es un objetivo, entonces estás mirando la última línea de defensa —dijo Earl con un golpe en el pecho—. Encontramos este rifle en la pared sobre la chimenea. Está cargado, pero ni siquiera sé si disparará. —¿Tienes un cuchillo? —preguntó Zane. Earl asintió y se dio unas palmaditas en la cadera. Stanton había notado a Zane y se dirigía hacia ellos. —¿Has encontrado a Nick? —preguntó Earl. Zane asintió, esperando a que Stanton y Theo se unieran a ellos. —Interrumpió a la niñera y al jardinero tratando de secuestrar a Amelia. Los detuvo, y envió a los niños a los pasadizos dentro de las paredes. Los escondió en algún lugar dentro de las paredes y luego huyó como señuelo para Fraser. —Se encontró con los ojos de Stanton—. ¿Sabías que esos pasadizos estaban allí? —Sí, solíamos jugar en ellos cuando era niño —respondió Stanton. Estaba casi murmurando, frunciendo el ceño tan fuerte que sus cejas se tocaban—. ¿Jockie Fraser? Lo conozco desde que era pequeño. Fue el compañero de juegos de Theo en la isla durante los veranos cuando veníamos.

—¿Jockie hizo esto? —preguntó Theo, horrorizado. Era la primera vez que Zane había visto al hombre con cualquier tipo de expresión—. No lo creo. —Lo atrapamos con una pistola, amenazando con enviar trozos de Amelia a tu padre. Créelo —gruñó Zane. Theo y Stanton palidecieron. Zane podía oír a Earl gruñir, y respirar hondo, muy tentado de perder el control y rugir por la amenaza a la niña. Otros se habían acercado, escuchando, probablemente queriendo saber si estaban seguros ahora, si todo había terminado. Zane los miró y alzó la voz para que le escucharan. —Nick no puede decirnos dónde escondió a los niños, así que es simplemente cuestión de encontrarlos antes de que otros lo hagan. ¿Quién más sabía lo de las paredes? —Mi mujer. Algunos mayores del personal. Nunca se lo dijimos a los niños cuando eran pequeños, teníamos miedo de que jugaran en ellos y resultaran heridos o se perdieran. Francamente, me había olvidado de ellos. ¿Y Jockie? ¿Habló? ¿Quién más está involucrado? —preguntó Stanton. —Ahora mismo no es capaz de nada —admitió Zane—. Pero cuando lo esté, conseguiremos todo lo que necesitamos de él, puedo garantizártelo. Hamish Boyd, el mayordomo que Zane sólo había conocido el día que llegó, se abrió camino entre la multitud. Utilizó un bastón para hacerlo, empujando a la gente con él para despejar su camino. —¿He oído decir que Jockie y Maisie son los responsables de esto? Zane se encontró con los ojos del viejo. Había perdido a su esposa en este calvario, posiblemente la mayor pérdida de alguien en la isla. Zane no estaba seguro de cómo responderle. —¿Cómo estaban conectados dos lugareños con la dama guardaespaldas? — preguntó Earl—. ¿O la dama de honor? —No lo sabemos todavía —respondió Zane, reflejando su creciente frustración con la suya—. Todo lo que sabemos es el objetivo, y ese es la información que el Sr. Stanton está protegiendo. Hubo un alboroto de varias personas frente a Zane, y cuando miró por encima del hombro, Kelly, Nick y Emma estaban allí, Jockie Fraser apoyado entre Nick y Kelly. Estaba inconsciente. Y muy, muy ensangrentado. Kelly realmente le había golpeado. Zane estaba empezando a ver al doctor bajo una nueva luz. —¿Ha dicho algo? —preguntó Zane. Kelly sacudió la cabeza. Nick no parecía como si debiera estar soportando el peso de nadie en este punto, ni siquiera el suyo propio, y Emma estaba teniendo dificultades para ayudarlo. Despejaron una de las mesas de comedor, y Zane ayudó a Kelly a dejar a Fraser mientras Emma y Earl guiaban a Nick a una silla.

Earl se acercó a Zane y miró al escocés inconsciente sobre la mesa, luego alrededor de la gente reunida y observando. —Que alguien consiga una cuerda.

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Ty subió las escaleras de dos en dos, corriendo hacia el cuarto de niños del tercer piso. Cada paso le sacudía el hombro, pero sabía que colocárselo él mismo en su sitio sólo significaría arriesgarse a un daño permanente. Estaba sin aliento y su brazo en llamas cuando llegó a la puerta. Deuce y Livi se pusieron de pie cuando lo oyeron venir, sus ojos amplios y esperanzados. Se aferraron el uno al otro cuando Ty entró en la habitación. —¿Algo? —preguntó Deuce. —Encontramos a Nick. Él es el que se llevó a los niños. Los escondió para mantenerlos a salvo. —¿Por qué? —preguntó Livi. —Oyó a la niñera tratando de llevarse a Amelia. Estaba trabajando con el jardinero. —¿Jockie? —preguntó Livi horrorizada—. ¡Pero Maisie y Jockie han vivido en esta isla toda su vida! Su madre fue mi niñera, y su padre era el jardinero antes que él. Jugamos con ellos cuando éramos pequeños. —No sé por qué —dijo Ty con impaciencia—. Todavía no tengo respuestas. Lo único que sé es que Nick no pudo decirnos dónde escondió a los niños, sólo que lo hizo, y luego se fue corriendo para llevar a Fraser lejos de ellos. Necesito entrar en las paredes y encontrarlos. Livi echó un vistazo a la entrada abierta junto a la chimenea. —Los hombres de papá entraron allí hace diez minutos para mirar. Dijeron que mi padre insistió. Ty se dirigió bruscamente hacia la abertura, la alarma le atravesó. Un Comedor de Serpientes ya había sido probado como traidor. Y un Comedor de Serpientes estaba muerto. ¿Cómo diablos podían confiar en alguno de los que quedaban? —¿Qué es esa mirada, Ty? —preguntó Deuce. Ty se encontró con los ojos de su hermano. —No sé en quién coño confiar aquí. Estoy en la etapa de “disparar primero y sentirme mal después”. Deuce asintió con la cabeza, luego se llevó la mano de Livi a sus labios y la besó. —Voy contigo.

Ty pensó en discutir, pero sabía por la mirada en los ojos de Deuce que nunca lo mantendría fuera de esos pasajes. Su niña estaba allí. Ty asintió con la cabeza. —Toma la linterna. Yo llevaré el arma. Livi se aferró a la mano de Deuce cuando dio un paso hacia la chimenea. —¡Yo también voy! Ty se detuvo y los miró con las cejas levantadas. Deuce abrió la boca para protestar, pero Livi le apuntó el dedo a la cara. —No me digas que no puedo venir porque soy una chica. Soy más pequeña y más móvil que cualquiera de vosotros, podríais necesitarme en esos pasadizos. —No iba a decir que no puedes venir porque eres una chica —dijo Deuce tranquilizador. Se metió en el pasillo y agarró un puñado de telarañas, con insectos desecados y una araña muy enojada. La sostuvo ante su cara—. Iba a decir que no puedes venir por esto. Livi apenas contuvo un grito, pero logró golpear a Deuce en la cara antes de saltar y hacer un pequeño baile de “quítame eso”. —¡Bien! —Gritó ella. —Baja para no estar sola —le dijo Deuce, y siguió a Ty mientras se agachaba en el pasadizo, dirigiendo su poderosa linterna hacia los escalones de piedra que rodeaban la pared exterior de la casa. Ty ya podía sentirse aterrorizado un poco por la cercanía de las paredes. —¿Vas a estar bien aquí? —preguntó Deuce suavemente. Ty asintió con la cabeza. —Si un grupo de niños puede seguir a un loco con acento de Boston y un arma aquí abajo, puedo hacerlo. Deuce soltó una risita casi desesperada. Cuando llegaron a las escaleras y Deuce apuntó la luz hacia abajo, el aliento de Ty salió entrecortado. Era tan estrecho que ambos tendrían que bajar de lado. Sus hombros no entrarían. Ciertamente no podría apuntar con el arma. —Tienes que estar atento a mí —murmuró Ty. Deuce le dio unas palmaditas alentadoras. Si su hermano podía estar tranquilo y apoyarle cuando su pequeña estaba ahí abajo, en peligro, con nada más que un niño de diez años con un arma y este laberinto de oscuridad para protegerla, entonces Ty podía lidiar con su claustrofobia. Empezó a bajar las escaleras, maldiciendo todo el camino, raspando roca y polvo de las paredes con los hombros, preguntándose si sería más fácil saltarse un escalón y bajar por la maldita cosa como un tobogán en un parque acuático. Era ciertamente

bastante empinada. Las paredes estaban tan apretadas que Deuce ni siquiera tenía problemas con su pierna mala. Todo lo que tenía que hacer era flexionar los brazos y las paredes lo mantenían en su sitio mientras daba cada paso tortuoso. Pareció una eternidad hasta que llegaron al siguiente piso. Los pasadizos iban en tres direcciones. Siguieron los muros exteriores, pero también entraban en el corazón de la casa, probablemente entre dos dormitorios. Deuce iluminaba cada pasadizo, maldiciendo entre dientes. —Habría seguido bajando hasta que no pudieran ir más —dijo Ty, haciéndose eco del consejo de Kelly. —¿Por qué piensas eso? —Porque es Nick. Nick siempre llevaba a sus hermanas al sótano para protegerlas de su padre. Luego volvía a subir y presionaba los botones de su padre para convertirse en el objetivo en lugar de ellas. Es la forma en que trabaja. Deuce guardó silencio, asintiendo tristemente. Continuaron por las escaleras. Ty tenía que respirar profundamente para mantenerse en calma, pero cada vez que lo hacía, inhalaba bocanadas de polvo, telarañas y aire mohoso. Tuvo que luchar para no empezar a toser y alertar a alguien de su presencia. Concentrarse en la lucha era lo único que le impedía entrar en pánico. Al final tendrían que empezar a hacer ruido, llamando a los niños, arriesgándose a que los no amigos se sintieran atraídos por ellos. Los Comedores de Serpientes estaban aquí en alguna parte, y amigos o enemigos, si sobresaltaban a esos hombres, la sangre se derramaría. Ty quería ir por debajo del radar durante el mayor tiempo posible. Cuando finalmente llegaron al fondo de la escalera, sólo había dos pasajes para elegir: a la derecha o a la izquierda. Ty debería haber sido capaz de soltar un suspiro de alivio, pero no había suficiente espacio en los pasillos subterráneos para ello. Cerró los ojos y levantó la pistola para apoyar el cañón frío contra el puente de la nariz. —¿Estás bien? —preguntó Deuce, su susurro duro en el oído de Ty. Ty asintió y tragó el nudo de pánico en su garganta. —Bueno, Nick los habría estado guiando, actuando por instinto —murmuró, tratando de meterse en la mentalidad en la que Nick debía de haber estado. Ahora mismo prefería estar en la mentalidad de Nick que en la suya. —¿Es zurdo o diestro? —preguntó Deuce. —Zurdo, ¿por qué? —Dado que no había tiempo para pensarlo, iría con su lado dominante. Habría escogido a la izquierda. Ty levantó una ceja, y Deuce iluminó hacia su pecho para que pudieran verse. Deuce asintió.

—Créeme. Ve a la izquierda. Ty recorrió el pasillo izquierdo y se apresuraron a bajar, intentando ser silenciosos y escuchar. El agua goteaba, y algún sonido no identificable resonaba a lo lejos. Podrían haber sido las tuberías de la vieja casa, o alguien que se movía en el nivel principal por encima de ellos, o incluso los Comedores de Serpientes aquí abajo. Cuando llegaron a otra intersección, el espacio se abrió. Parecía como si estuvieran acercándose a una parte más antigua de la casa, o tal vez a túneles que precedieron a la mansión. Ty ordenó a Deuce que iluminara la piedra, y cuando lo hizo, la miraron con iguales ceños fruncidos. Había una línea dentada de mampostería. La mitad inferior era piedra lisa y gris, desgastada con el tiempo y colocada con tal precisión y habilidad que no habían utilizado ningún mortero. La parte superior era una mezcla de roca más oscura, ladrillo y mortero. —Esto parece las ruinas de este castillo —dijo Deuce, pasando la mano por la mitad inferior de la piedra. —Oh Dios. Si esto formaba parte del complejo del castillo, estos túneles podrían recorrer toda la isla. Livi dijo que había tubos de lava y cuevas. Los habrían usado para conectar estas cosas. Deuce se puso una mano sobre la boca, sacudiendo la cabeza. Una oleada de desesperación y furia barrió a Ty. Estaba completamente indefenso para hacer cualquier cosa y ayudar a su hermano, o a cualquiera de las personas que amaba, ahora mismo. Rara vez había experimentado ese tipo de impotencia, y no sabía cómo lidiar con ello. —Nick no podría haberlos llevado lejos en el tiempo que estuvo aquí abajo, tienen que estar cerca. —¿Qué pasa si se cansan o se impacientan? ¿Y si algo los asustó y se movieron? —Te la devolveré, Deacon. Te lo juro. Deuce simplemente asintió, todavía cubriéndose la boca. Una voz resonó en las paredes húmedas, y Ty agarró el hombro de Deuce y lo empujó contra la pared, aplastándose junto a su hermano en la esquina de la intersección. —¡Debería haber estado marcando esas putas paredes! —decía alguien. —Nunca vamos a salir de aquí —comentó otra voz, sonando tranquila y contenida a pesar de su profecía de fatalidad. Los ecos hacían imposible saberlo, pero Ty pensó que sonaba como English y Frost. Silbó bajo para llamar su atención. Los pasos se detuvieron y todo quedó en silencio. Una luz tocaba las paredes. —Identifícate —finalmente gritó English.

—Soy Grady. —Ty no entró a la vista, sin embargo. Entregó su arma a Deuce y se llevó un dedo a los labios. Deuce asintió—. ¿La encontraste? —No. No nos dimos cuenta de lo jodidamente grandes que son estos túneles aquí abajo —respondió English—. Gracias a Cristo que estás aquí, sin embargo, ¿sabes dónde estamos? —Sí, puedo llevarte fuera. —Ty extendió una mano en el pasillo para hacerles saber dónde estaba, y luego salió con cuidado a la luz de sus linternas. Los tres Comedores de Serpientes que quedaban parecieron aliviados al verlo. Ninguno de ellos hizo un movimiento desagradable, pero claro, todavía no les había dicho dónde estaban así que no alivió las sospechas de Ty. —Te ayudaremos a seguir buscándola —le ofreció Frost. Ty asintió con la cabeza, agradecido y aún cauteloso. Señaló el camino por el que había venido. —Todo recto escaleras arriba. Por ahí. Si necesitáis salir. Pequeños espacios, tío. — Se palmeó el pecho y luego contuvo la respiración, esperando para ver si iban a hacer un movimiento o si eran honestos. English se adelantó, su luz apuntó hacia el suelo. —¿Tienes algo para marcar cuando regresemos por aquí? Ty soltó un suspiro de alivio. No iba a darles la espalda a estos hombres, especialmente sin poder usar un brazo, pero al menos por ahora habían pasado la prueba. Se inclinó y recogió una pequeña roca, marcando en la pared con ella. Hizo una débil línea calcárea en la piedra. Ty lo hizo con más fuerza, tratando de asegurarse de que la verían. —No puedo volver a subir esas escaleras —dijo English a Frost y Park. Indicó sus hombros y brazos enormes—. Casi me quedé atascado bajando. Tal vez podamos encontrar una salida en este nivel. —La cocina tiene una salida —dijo Deuce. Volvió a encender la linterna y entregó a Ty su pistola. English y Frost saltaron cuando habló, luego se calmaron inmediatamente cuando se dieron cuenta de que era él. Riddle Park no pareció sorprendido, sin embargo. Se había quedado atrás, probablemente por las mismas razones que Deuce. Ty miró a los ojos de English, encogiéndose de hombros. —Te oigo, tío –dijo English—. No se puede ser demasiado cuidadoso. —Sobre todo desde que Kline… —Frost miró de Ty a Deuce. —Esta era su primera misión con la compañía —les dijo Park—. No era uno de nosotros. English asintió.

—Es cosa mía y me haré responsable de eso. Si no quieres confiar en nosotros, no te culpo. Pero estos hijos de puta mataron a Hardin, y él era nuestro hermano. Te tenemos a la espalda, Sidewinder. Ty lo miró a los ojos y no vio nada más que verdad, ira y dolor. —Siento tu pérdida. Murió protegiendo cinco vidas jóvenes. El hombre es un héroe. —Sí, lo es. Ty les informó de lo que habían averiguado, y donde deberían estar buscando a Amelia y a los otros niños. —¿Y si traemos a O'Flaherty aquí abajo? —preguntó Frost—. ¿No puede llevarnos a ellos? ¿Está bien? Ty se estremeció, vacilante en admitir que había golpeado y dejado inconsciente a su única pista sólida durante un ataque de ira. —Estaba herido, pero cuando despierte será el primero en buscar. El problema es que dijo que iba tan rápido, que no está seguro de saber dónde están. También dijo que le dio un arma al chico mayor, así que tenemos que tener cuidado. —¿Hay más Tangos de los que preocuparse por aquí? —preguntó Frost. —No lo sabemos. Fraser está vivo —respondió Ty—. Así que se lo sacaremos a él. Pero tenemos que asumir que alguien más estaba liderando esta cosa. Para poder llegar a tu chica y convertirla, no pudo ser un lugareño. —Chicos —dijo Deuce, su voz temblando—. ¿Podemos encontrar a mi niña, por favor? Ty agarró el hombro de Deuce y lo apretó. —Nos quedaremos juntos, cuando lleguemos a una división, nos dividiremos en grupos. Cubriremos más terreno de esa manera. —¿Por qué no los llamas si están aquí abajo? —preguntó Frost. —Si alguien está aquí abajo buscándolos y responden a nuestras llamadas, no hay ninguna garantía de que lleguemos a ellos primero —respondió English antes de que Ty pudiera—. Deberíamos buscar primero. Ty asintió y volvió a mirar a Deuce. —Esa es tu llamada, tío. —Es mi niña la que está por ahí. No voy a dejar que nadie llegue a ella antes que yo. Los buscaremos. Ty le dio un breve asentimiento. No esperaba otra respuesta. Se volvió hacia English y los demás. —¿Que habéis visto por dónde vinisteis?

—Hay cuartos de almacenamiento —respondió Frost—. Algunos de ellos parecen haber sido una vez celdas de cárcel. Ty y Deuce compartieron una mirada. —Definitivamente es parte del complejo del castillo —gruñó Deuce. —¿Castillo? —preguntó el inglés—. Está en el otro lado de la isla. Ty asintió con la cabeza. —Ves nuestro problema. —Hijo de puta –gruñó English.

*

*

—¿Qué información necesitamos ahora? —preguntó Kelly a Zane. Cuando Fraser recuperó la conciencia, lo ataron a una silla de comedor, y Earl ahora estaba de pie con una escopeta apuntando a su rostro. —Necesitamos saber cuántos, y quién. Los porqués y cómo pueden venir más tarde —susurró Zane. Estaba mirando a Kelly trabajar, fascinado. Kelly estaba parcheando el costado de Nick, con Nick tendido sobre una mesa, su rostro apartado de ellos. La bala le había rozado, fallando una costilla. Había sido suficiente para arrojarlo al borde del precipicio y sacar sangre, pero no había hecho ningún daño permanente. Kelly lo había limpiado y estaba usando algún tipo de pegamento para la piel de su kit médico para cerrarlo. —Tan pronto como obtengamos lo que necesitamos de él, me voy a las paredes a encontrar a Ty —les dijo Zane—. Lleva fuera demasiado tiempo, algo va mal. —Los pasadizos se abren cuando bajas de nivel —dijo Nick, su voz volvió a su habitual tono suave y calmante—. Es un laberinto allá abajo, cuevas naturales y tubos de lava mezclados con túneles y habitaciones hechas por el hombre. Probablemente irán hasta las ruinas del castillo. Zane sintió que la sangre se le drenaba de la cara. Eso era un montón de territorio para cubrir. —¿Puedes encontrar a esos chicos, O'Flaherty? —preguntó Zane, su voz era más áspera y acusatoria de lo que había pensado. Nick giró la cabeza y se encontró con los ojos de Zane. —Sí. Se enderezó cuando Kelly terminó. Kelly le había cortado la camisa hecha jirones, así que no había nada que pudiera volver a ponerse. Sus ojos verdes eran duros cuando aterrizaron en Jockie Fraser, y su mandíbula estaba apretada.

—Dame cinco minutos con él primero. Zane miró de Nick a su prisionero, que los miraba con los ojos muy abiertos. Earl miró por encima del hombro cuando oyó las palabras de Nick. Se encontró con los ojos de Zane, luego asintió. Ya habían intentado hacerle preguntas. No había sido muy eficaz, con Fraser negándose repetidamente a responder y exigiendo un abogado. Era hora de una nueva táctica. Earl y Zane recogieron la silla de Fraser, llevándolo entre ellos a la sala de juegos de al lado, donde la mesa de billar ocupaba la mayor parte del espacio. Nick los siguió, todavía sin camisa. Cogió una toalla de detrás de la barra y se la echó por encima del hombro, luego se sentó para desabrocharse los zapatos y quitárselos. —¿Qué está haciendo? —preguntó Fraser cuando bajaron la silla, con los ojos todavía abiertos. Earl revisó sus ataduras, negándose a contestar. Nick se quitó uno de los calcetines, se levantó y se dirigió a la mesa de billar. Miró a Fraser mientras se metía en uno en los bolsillos, luego sacó una de las bolas de billar y la dejó caer en su calcetín. Su expresión permaneció completamente en blanco todo el tiempo. Fraser empezó a negar con la cabeza. —Estás loco. ¡No puedes hacer esto! —Esto puede evitarse si nos dices lo que necesitamos saber —dijo Zane—. ¿Quién te pago? Fraser miró fijamente a Zane. Su nariz de halcón estaba rota y sus ojos estaban hinchados por la paliza que Kelly le había dado. —Comienza a hablar, Fraser, o se lo permito —dijo Zane con un movimiento de cabeza a Nick. —Es un farol —escupió Fraser. Zane se encogió de hombros. —Puede ser —miró por encima del hombro a Nick, que estaba de pie y miraba fijamente a Fraser con la misma expresión de ojos muertos con la que había despertado—. Pero él no. Earl le dio una palmadita a Zane en el hombro y se dirigió a la puerta. Zane se detuvo, dándole a Fraser la última oportunidad de hablar y mirar a Nick con una sensación de hundimiento en el estómago. Nick se encontró con sus ojos, dejando que la pesada bola de billar oscilara en su calcetín, demostrando lo eficaz que sería como arma. Fraser sacudió su barbilla maltratada, negándose a hablar de nuevo. Zane no dijo nada más antes de retirarse por la puerta. Cuando se volvió para cerrarla, vio a Nick de pie frente a Jockie Fraser, con los pies separados la anchura de

los hombros, la espalda desnuda cubierta con un tatuaje de una cruz celta que seguía su espalda desde la base del cuello hasta la parte baja de su espalda. Tres cicatrices como un látigo se entrecruzaban en su espalda y hombros musculosos. La bola y la cadena improvisada colgaban de su mano, balanceándose cuando Nick envolvió el extremo alrededor de sus dedos. Zane bajó la cabeza y cerró la puerta antes de que el primer grito pudiera atravesar la gran sala.

*

*

Ty dio la vuelta a la esquina y casi chocó contra una pared de ladrillos antes de que Deuce pudiera seguirle con la linterna. Se sostuvo el brazo, tratando de evitar que palpitase mientras se encontraban en el callejón sin salida del corredor, furioso y desesperado. —Retrocede —murmuró Ty, y regresaron al último corredor que se cruzaba. Ty hizo una gran X en la pared, y continuaron para volver sobre sus pasos. —¿Me dejarás al menos atarte el brazo? —Preguntó Deuce. —Lo necesito. Está bien —insistió Ty, y se metió la mano en la cintura como un cabestrillo improvisado. Se encontraron con los otros tres en lo que Ty había considerado la encrucijada, una gran sección de túnel que parecía haber sido cortada en una caverna natural. —¿Algo? —preguntó Deuce a los demás. Todos respondieron con negaciones, y todos parecían compasivos con la creciente desesperación de Deuce. —La encontraremos —le aseguró Frost. Incluso puso una mano en el brazo de Deuce para ofrecerle un poco de consuelo. Ty se pasó la mano por el pelo, inhalando entrecortadamente mientras las paredes se acercaban cada vez más. El peso de la tierra presionaba desde arriba. Aunque sabía que ya no estaban bajo la mansión, todavía estaban bajo toneladas y toneladas de tierra. ¿Y si estuvieran debajo de la colina? ¿Y si las ruinas del faro estuviesen allí, pesadas, desmoronándose, amenazando la integridad de la piedra? —Oh Dios —susurró él, agarrándose el pecho. —¿Ty? —No puedo respirar, tío. Necesitamos darnos prisa. —¿Qué está pasando? —Preguntó English. —Es claustrofóbico —dijo Deuce a los demás. —Entonces vamos a llamarlos y largarnos de aquí.

Ty negó con la cabeza, pero miró a Deuce casi desesperadamente. Deuce se encontró con sus ojos a la luz de las linternas, su mandíbula apretada. —Me prometes que los encontrarás primero. Ty respiró hondo. —Los encontraremos, Deacon. Te lo juro. Lo juro. Deuce entregó a Ty su linterna y caminó hacia uno de los túneles, rodeando con sus manos la boca y llamando a los niños. Su voz tembló cuando resonó a través de los túneles. Cada hombre contuvo el aliento, esperando. La sangre empezaba a rugir en los oídos de Ty cuando una pequeña voz resonó por el pasillo. Deuce jadeó. —¡Ve! —susurró Ty con dureza. Señaló a English—. ¡Ve, ve! Los tres hombres comenzaron a bajar el corredor tras la llamada del niño. Ty robó un momento a su pánico para admirar su precisión. Realmente esperaba que ninguno de ellos resultara ser de los malos, porque le gustaban los tres hombres y odiaba matar a la gente que le gustaba. Deuce tiró del brazo bueno de Ty. —Vamos, Ty, aguanta un poco más. Ty corrió con él, ayudando a Deuce en su pierna mala y confiando en su hermano para guiarlo a través de los espacios oscuros y estrechos. Un disparo con silenciador resonó a través de los pasadizos delante de ellos, seguido de gritos que parecieron resonar y multiplicarse. Deuce maldijo y aceleró su paso. Ty no tenía ni idea de cómo su pierna aguantaba. Supuso que la preocupación de un padre anulaba todo lo demás. Su linterna iluminó las luces de los Comedores de Serpientes, y se encontraron con los tres hombres que se cubrían en un pasadizo que se cruzaba. El llanto sordo de un bebé salía de la esquina. —¿Quién está disparando? —preguntó Ty. —El chico nos disparó cuando intentamos abrir la puerta —contestó Frost—. Están encerrados en una habitación, parece un antiguo sótano. Ty miró a Deuce y asintió con la cabeza para girar la esquina. —Llama, diles quién eres. —¡Cooper! Soy Deacon, amigo, estamos aquí para llevarte de vuelta. Abre la puerta, ¿de acuerdo? Ty escuchó la respuesta amortiguada del muchacho a través del agujero que había hecho el disparo en la gruesa puerta. —¡Nick me dijo que no abriera la puerta a menos que alguien nos diera la contraseña! ¡Podrías estar con alguien que te hace decir que está bien!

Deuce miró a Ty con las cejas levantadas. —Maldita sea, Nick —gruñó Ty. Cerró los ojos ante el pensamiento de los estrechos pasadizos que le apretaban—. Jodida contraseña. —Chico listo –dijo English. Todavía estaba agachado contra la pared, su pistola y su linterna en las manos, su gran cuerpo encorvado para encajar en el estrecho pasillo. Ty cerró los ojos. Estaba empezando a hiperventilar, luchando por respirar y mantener la calma, mantener su mente clara. Nunca saldría de esos malditos túneles si no se iba pronto. Ahora. Tenían que sacar a esos niños y moverse ahora mismo. —¡Cooper, abre la puerta! –Gritó—. ¡Somos Ty y Deacon, chico, tenemos que devolverte a tus padres! —¿Cuál es la contraseña? —Gritó Cooper. —Maldita sea —siseó Ty. —¡Esa no es! Frost y Park se cubrieron la boca para ahogar la risa. Deuce tomó el brazo bueno de Ty. —Vamos, Ty, conoces a Nick mejor que nadie. ¿Qué maldita contraseña les daría a esos niños? Ty sacudió la cabeza, jadeando por respirar. Tanteó los muros de piedra, buscando algo sólido. Fresco, sólido e inamovible. Algo lo suficientemente fuerte para sostener los miles de kilos de tierra y roca sobre ellos. —Oh Dios. Deuce lo agarró y lo empujó hacia la puerta, agarrando la cara de Ty con ambas manos. —Respira, hermano, vamos. Calma tu mente. Piensa. Por favor, Ty, mi pequeña está ahí. Podían oír a Amelia llorar dentro de la habitación. El disparo había salido del arma con silenciador que Nick le había quitado a la niñera, pero probablemente todavía era increíblemente ruidosa y aterradora en aquella habitación de roca cerrada. Cerrada y bloqueada. Cerrada, bloqueado, y debajo de toneladas y de toneladas de roca. Ty descansó la frente contra la gruesa puerta de madera y luchó contra el impulso de estar enfermo. La mano de Deuce estaba sobre su hombro, apretando, manteniéndolo en tierra, pero su cabeza estaba girando de pánico y terror. ¿Qué palabra les daría Nick? Una palabra para hacerles saber que estaban a salvo. Una palabra que confiaría en que alguien más les dijera en su ausencia, ya que había

esperado que le mataran o al menos mutilado por Fraser cuando los dejó. Una palabra. Una palabra que, en la mente de Nick, significara todo. Ty respiró hondo. —Oohrah.

*

*

Zane y Kelly se sentaron juntos en un asiento en el gran salón, observando la puerta de la sala de juegos en silencio. Las paredes eran tan gruesas, que realmente no podían oír nada del interior. Zane estaba agradecido por eso. —Debería estar allí ayudando a buscar a Amelia —insistió Zane. —Deberías estar aquí —dijo Kelly—. Cuando Nick obtenga respuestas, te necesitaremos aquí. Ty es un niño grande, puede manejarse él solo. Zane lo miró, tratando de convencerse de que Kelly tenía razón. Si Fraser les daba información, Zane era el único que tenía suficientes piezas del rompecabezas para hacer algo con ella. Se aclaró la garganta. —Cuando Nick obtenga respuestas. ¿De verdad crees que podrá hacerlo? —Nick tiene una amplia experiencia con, eh... Técnicas de interrogatorio mejoradas —dijo Kelly, su voz plana. —¿Qué? —¿El conjunto alternativo de procedimientos? —preguntó Kelly, volviendo la cabeza para encontrarse con los ojos de Zane. No estaba sonriendo. —¿De qué mierda estás hablando? —Tortura. Nick fue entrenado en tortura. —Kelly volvió a mirar hacia la puerta, su expresión inmutable. Zane miró su perfil durante varios segundos antes de volver su atención de nuevo a la puerta. La oscuridad se había asentado por completo, pero habían encendido cada chimenea, velas, quinqués y linternas que pudieron reunir. Hacía que la mansión se sintiera verdaderamente gótica, con llamas oscilando por todas partes, sombras en todas direcciones, y las chimeneas crepitantes y desprendiendo calor suficiente para hacer que entrar en una habitación se sintiera como salir del frío. Zane habría disfrutado realmente de un apagón como este, en un lugar como este, si no fuera por todos los cadáveres que se acumulaban en el congelador.

Hubo una explosión y un ruido en la cocina, y las voces comenzaron a resonar en las escaleras. Zane y Kelly se pusieron de pie y se dirigieron hacia la escalera, las linternas hacia bajo y sosteniendo sus armas listas. La primera persona en entrar en la vista fue John English, con un niño asustado en cada una de sus enormes brazos, aferrándose a su cuello. Levantó la cabeza cuando las luces le dieron. —¿Los has encontrado, todos están a salvo? —soltó Zane, bajando su arma. English asintió y siguió subiendo. Frost y Park le seguían, los dos chicos mayores entre ellos. Los niños estaban todos manchados con suciedad y telarañas, su ropa polvorienta y cubierta de una especie de polvo de roca blanco. Pero estaban todos a salvo. English y sus Comedores de Serpiente se dirigieron hacia el comedor, donde podrían reunir a los niños con sus padres. Deuce y Ty estaban teniendo dificultad para subir las escaleras, sobre todo porque Deuce se aferraba a Amelia y se negaba a utilizar la barandilla para ayudarlo a subir los escalones, y Zane reconoció al instante que Ty estaba en medio de un ataque de pánico muy real. Él y Kelly se precipitaron por las escaleras para ayudar. Deuce se negó a dejar que su niña saliera de sus brazos, por lo que Kelly le ayudó a subir los escalones, sosteniendo su peso. Una vez Deuce y Amelia estuvieron en buenas manos, Ty se deslizó por la pared del hueco de la escalera y se negó a moverse. Zane se arrodilló delante de él, dejando la linterna en el escalón encima de ellos. —Estás bien, muñeco —susurró. Tocó suavemente la mejilla de Ty. Ty jadeó una y otra vez, sacudiendo la cabeza. No podía abrir los ojos, por lo que Zane simplemente se inclinó y le besó. Ty envolvió los brazos alrededor del cuello de Zane, aferrándose a él, incapaz de hablar. Zane no sabía cómo había logrado salir de esas paredes sin derrumbarse por completo. Deslizó el brazo alrededor de la cintura de Ty y lo levantó. —Venga. Espacios grandes y abiertos. Los dedos de Ty se clavaron en el hombro de Zane mientras le ayudaba a subir los escalones. Tan pronto como salieron del hueco de la escalera, Ty lo soltó y torpemente se sentó en el suelo aplastandose en el frío mármol. Apretó la su mejilla contra el suelo y acarició la baldosa con los dedos. —Pensé que nunca volvería a verte –le susurró. Zane soltó una risa antes de poder detenerse. —Es bueno ver que me echaste de menos. —Se inclinó y apoyó una mano sobre la cabeza de Ty—. ¿Estás bien?

Ty asintió bruscamente y finalmente, abrió los ojos. —La hemos encontrado. —Lo he notado. Vamos. —Zane le ayudó a levantarse y le llevó hacia el banco donde Kelly estaba sentado otra vez. Los pasos de Ty eran tambaleantes, pero parecían estar quitándose el pánico de encima. Siempre lo hacía. Zane se sentó junto a Kelly, y Ty se detuvo un segundo, su ceño fruncido por la confusión. —¿Qué estamos haciendo? —Preguntó. —Esperando a Nick —respondió Kelly. Señaló a la puerta. —¿Está bien? Kelly se encogió de hombros. —Sí. No voy a apostar por Jockie Fraser, sin embargo. Ty miró de él a la puerta de nuevo. —¿Nick está ahí con él? —Obteniendo información –proporcionó Kelly. —Oh, no. No, no —murmuró Ty. Se dirigió hacia la puerta. —Ty, le dimos al hombre la oportunidad de hablar –gritó Zane tras él. —¡No es Fraser el que me preocupa! —lanzó Ty por encima del hombro. La puerta se abrió antes de que Ty pudiera alcanzarla. Se tambaleó hasta detenerse delante de Nick. Zane y Kelly se levantaron de un salto. Nick salió, echó un vistazo alrededor de la sala y a Ty. Se encontró con los ojos de Kelly, luego de Zane, y les hizo una seña con un movimiento de cabeza. —Necesitamos a Earl también —dijo en voz baja. Zane frunció el ceño confuso, pero se volvió y llamó a Earl para que se uniera a ellos. Siguieron a Kelly a la habitación, cerrando la pesada puerta detrás de ellos. Jockie Fraser estaba derrumbado sobre la silla. Su rostro no se veía peor que el que tenía cuando lo dejaron aquí dentro, pero como ya parecía que había tenido una ronda con un luchador de la MMA, eso no era decir mucho. Sus manos, todavía atadas a los brazos de la silla, estaban evidentemente rotas. Zane no tenía ninguna duda de que había otras lesiones que no podían ver. Nick se acercó para quedarse al lado y un poco detrás de la silla de Fraser, y Fraser se encogió lejos de él con un gemido. Zane lo miró con mórbida fascinación. —Diles lo que me has dicho —ordenó Nick.

—El hombre que nos ha contratado —Fraser jadeó. Se humedeció los labios y respiró de manera superficial como si no pudiera obtener suficiente aire—. Su nombre era Burns. Richard Burns.

Capítulo 12

Nick sabía que el nombre causaría una onda de choque, pero estaba tan ansioso por salir de esa habitación y alejarse del hombre que había estado interrogando, que no le había importado qué tipo de respuestas esperasen. Ty permaneció inmóvil, mirando fijamente a Fraser con la expresión en blanco que decía que estaba revisando rápidamente todas las posibles reacciones en su cabeza para encontrar la más apropiada. Zane y Kelly hicieron ruidos de confusión e incredulidad. Y Earl giró sobre sus talones, saliendo de la habitación bajo una nube de maldiciones. —Gilipolleces —susurró finalmente Ty. Nick bajó la cabeza y se dirigió hacia la puerta, rozando a Ty al pasar. No tenía la intención de estar aquí para la segunda ronda de interrogatorios. Ty le agarró del codo y frunció el ceño. —¿Estás bien? Nick lo fulminó con la mirada. —La próxima vez que necesites ayuda, llama a Digger. —Salió de la habitación antes de que Ty pudiera responder y buscó el rincón más oscuro y remoto que pudo encontrar, entrando en el territorio de la casa que no había explorado. No le importaba, sin embargo; sólo necesitaba alejarse de esa habitación y sacarse la sangre de sus manos. Su espalda golpeó la pared de la alcoba que había encontrado, y se deslizó al suelo, presionando los talones de sus manos contra los ojos y pasándose los dedos por su cabello. El capitán que había caminado por el campamento un día hacía quince años había sacado a Nick de la cantina y le dijo que tenía un deber extra para él. Cuando Nick averiguó que querían que entrenara con los interrogadores de la CIA, lo rechazó rotundamente, insistiendo en que no estaba cortado para ese tipo de cosas. Ellos le habían dicho que esa era la razón por la que le habían elegido. Bueno, que se jodan. Nick tenía razón. No estaba preparado para ello.

El roce de un tacón le alertó de que alguien se acercaba y levantó la cabeza. Su visión nocturna todavía estaba arruinada, pero no importaba. El haz de una linterna le barrió los pies descalzos. —¿Nick? —susurró Kelly. Se acercó, la linterna permaneció en los pies de Nick en lugar de subir más alto. Todo lo que Nick podía distinguir era la silueta de Kelly. Se arrodilló y le entregó a Nick un fardo—. Te traje una muda de ropa. ¿Estás bien? Nick asintió y cogió la camisa. Se inclinó hacia adelante y se la puso, dándose cuenta de que había estado helado y que ni siquiera se había dado cuenta. Sus dedos temblaban cuando intentó abotonarla. Kelly los cubrió con los suyos, bajando las manos de Nick al regazo. —Está bien —susurró. Luego tomó ambos lados de la camisa y tiró de Nick hacia él. Abotonó la camisa en silencio, sólo se encontró con los ojos de Nick cuando terminó—. Tenemos otra noche en esta isla. Y todavía hay muchas vidas en peligro. Hiciste lo que tenías que hacer. Nick lo miró fijamente. —Seguiremos diciéndonos eso, ¿eh? Kelly asintió. Luego tomó la mano de Nick y le ayudó a bajar del suelo. —Sal de esos pantalones. Nick logró reírse. —¡Porque están mojados! Pervertido. Nick se despojó del resto de su ropa mojada y se cambió con la ropa seca que Kelly le había traído. Odiaba admitirlo, pero se sentía mejor seco y caliente. Kelly tomó los vaqueros empapados de Nick y se limpió las manos en él, sosteniendo la linterna entre su mejilla y hombro para poder ver la suciedad y la sangre. Nick permaneció callado, incluso cuando Kelly sostuvo su mano y observó sus dedos temblorosos durante unos segundos. No había nada más que decir sobre nada de eso. —Vamos —murmuró Kelly—. Zane tenía una idea sobre los archivos del ordenador. Dijo que quería tu ayuda. Cuando llegaron al estudio, encontraron un fuego ardiendo y emitiendo suficiente luz para ver los rincones más oscuros de la habitación. Zane estaba sentado detrás del portátil de Milton. Él y Ty estaban teniendo una discusión acalorada, una que se cortó bruscamente cuando Nick y Kelly entraron en la habitación. —¿Has encontrado algo? —preguntó Kelly. —Fraser sigue hablando —les dijo Zane—. Dijo que se reunió con un hombre en un pub en el continente hace un mes que le ofreció un millón de dólares por hacer esto. También debía contratar a Maisie. Ninguno de los dos pudo rechazar ese tipo de

dinero por algo que pensaban que terminaría con un rescate y todos volverían a la seguridad. Nick se sentó en una silla junto al fuego, empezando a temblar. Kelly se acercó a él, el fuego proyectaba sombras extrañas sobre las líneas de su ceño. Ty los miraba a ambos, su expresión era ilegible. —Dijo que no sabía quién mató a Milton, sólo que no era ninguno de ellos. No tenían nada que ver con comprar información, su único propósito era llegar a Stanton o Amelia. —¿Es ahí donde entra Nikki? –Supuso Nick—. ¿Milton era su marca? —Sólo podemos asumirlo. —¿Qué hay de Kline? —preguntó Kelly. Nick lo miró. —¿Quién? —La caliente dama dura a la que disparaste en la cara —proporcionó Kelly. —La nuca en realidad –agregó Zane. —¡Sí, gracias! —Replicó Nick. —Ella era el respaldo para asegurarse de que los demás hicieran el trabajo —dijo Ty—. Supongo. No lo sé. Pensó que era el último hombre en pie y se asustó. —A Burns le gustan sus respaldos —dijo Nick. Ty entrecerró los ojos. —¡Pero! —Dijo Zane en voz alta—. Fraser dijo que la mañana en que el cuerpo de Milton fue descubierto, tropezó con Maisie y el cuerpo. Pero Maisie le dijo que le habían metido una nota manuscrita bajo su puerta en medio de la noche. Le dijo que buscara el cuerpo, rompiera el reloj y cambiara la hora. Si eso fallaba, debía cogerlo y deshacerse de él. Nick frunció el ceño con la suficiente fuerza como para que los moretones de su cara le dolieran. —¿Por qué? —Presumiblemente para destruir lo que pensaban que almacenaba información sobre sus movimientos. Jockie no lo sabía y no preguntó. Pero dijo que antes de que Maisie pudiera cambiar la hora, fueron interrumpidos por el resto del personal. —Vaya —susurró Kelly—. Eso significa que si Nikki estaba en las paredes y Maisie era la que quería el reloj, probablemente fueron las que cortaron a Milton. Tío, hablando de niñeras de pesadilla. —Concéntrate. No tienes ninguna prueba de eso —dijo Nick.

—Oh, disculpe señor Ya no soy un poli. Nick puso los ojos en blanco. —Entonces si Maisie rompió el reloj, pero no cambió la hora, ¿por qué está mal? ¿Lo hizo Milton? —Sólo podemos asumir que la hora en el reloj de Milton es algo que quería que supiéramos —dijo Zane—. La pregunta es ¿qué significa? —Es el número de archivo —se dio cuenta Nick. Zane sonrió y asintió. —Eso es lo que estaba pensando. Milton lo dejó como pista en caso de que no lo lograra. Sabía que el reloj era especial, algo conectado a Burns e incluso a Ty. Sabía que sabrían que ese tipo de reloj no mostraría la hora equivocada a menos que estuviera mal puesta. La única razón por lo que no lo notamos fue porque Maisie lo rompió. —Hablando de Burns, ¿dónde diablos está? —Preguntó Kelly. —Papá tiene a los aldeanos con sus horcas buscándolo —dijo Ty. —No fueron los asesinos quienes dejaron esa nota para Maisie, o lo habrían hecho ellos mismos. Ese fue el gran kahuna. Burns seguramente sabría decirle a Maisie que se deshiciera de ese reloj, sin embargo. —Burns no está planeando estos asesinatos, irlandés —replicó Ty. —Nuestro trabajo es entrar en ese archivo —dijo Zane con una mirada afilada a Ty. Volvió su atención hacia Nick—. Creo que el número de archivo que utilizó para esta información también era el código de su parte de la información del Departamento de Defensa. ¿Qué hora era? —3:48 —respondió Nick. —Son nombres de archivo de seis cifras. Nick abrió mucho los ojos. —¿Quieres que recuerde los segundos? —¿Tienes tu iPad con las fotos? —YO… no sé qué le pasó. —Entonces sí, quiero que recuerdes los segundos —dijo Zane. Nick miró a Kelly, incrédulo. Kelly se encogió de hombros y se golpeó la sien. —Estabas obsesionado con eso. Ya sabes qué hora decía. Nick cerró la boca y se inclinó hacia delante, apoyando la barbilla en su mano. —Parecía un rostro sonriente —dijo finalmente. Se levantó y cogió un reloj—. Diez, tal vez. Quita o pon cinco segundos.

—Puedo trabajar con eso. —Zane se volvió al portátil, estirando sus hombros antes de comenzar a escribir. Llevaba casi diez minutos, el tiempo suficiente para que Ty se pusiera nervioso y empezara a pasearse, para que Kelly se recostara en el sofá, y para que la mente de Nick volviera al sonido de una bola de billar rompiendo costillas y a un hombre rogando compasión. —Lo encontré —finalmente anunció Zane—. Era hora militar. Quince, no tres. Se agolparon alrededor de su asiento, todos tratando de ver la pantalla del ordenador. Docenas y docenas de archivos estaban contenidos en la carpeta protegida por contraseña. Mientras Zane hacía clic de uno a otro, comenzaron a contar la historia de en lo que Milton había estado involucrado y lo que había estado tratando de hacer en la isla. Había pruebas y documentación de todas las amenazas que Stanton había recibido. Pruebas de que Amelia era realmente un objetivo. Pruebas de que alguien pretendía golpearlos en la boda de Livi y Deuce. Había fotos de Nikki Webb y su verdadera identidad, sus falsos pasaportes y varios trabajos con los que se sospechaba que estaba involucrada. Era una asesina profesional. —Esto dice que siempre trabaja sola, nunca con un compañero. ¿Por qué cambió su MO? —Preguntó Nick. —Un pago de un millón de dólares lo haría —razonó Ty. Sin embargo, no había nada en los archivos sobre su compañero. Con quienquiera que la habían visto en la playa era todavía un fantasma. Todavía en la isla. Seguía siendo una amenaza. Milton relató en un documento que tenía la intención de involucrar a Nikki aceptando venderle la información que buscaba y luego delatarla. Obviamente, las cosas no habían ido según el plan. Milton no había esperado una segunda persona en su reunión. —Explica el golpe en la parte posterior de la cabeza —dijo Kelly. Había comunicaciones de Richard Burns, etiquetadas con taquigrafía, que Nick reconoció como que un tercero había proporcionado la información. Detallaban a tres de los empleados de la isla de Stanton que estaban involucrados y advertía que los dos grupos podrían ser controlados por la misma gente y, por lo tanto, eran conscientes unos de otros y capaces de unir fuerzas si era necesario. —Burns sabía que todo esto vendría —dijo Nick con los dientes apretados. Se volvió y empujó a Ty—. ¿Por qué diablos no le dijo a Deacon que cancelara esta mierda? Ty estaba sin palabras, todavía mirando la pantalla con incredulidad. —Burns no es responsable de esto. Nick se dio la vuelta y sacudió la cabeza. Kelly se movió con él, acariciándole el estómago como si tratara de mantenerlo tranquilo. Nick sabía, sin embargo, que Kelly

había determinado durante años de práctica que la mejor manera de evitar que Nick atacara era agarrarlo alrededor de las caderas y sujetarlo antes de que pudiera lanzarse. Kelly no le estaba reconfortando, necesariamente, estaba preparándose para derribarlo si lo perdía. Y estaba condenadamente a punto de perderlo.

*

*

Zane podía ver las señales de advertencia, simplemente no sabía qué diablos hacer con ellas. Antes de venir aquí y pasar más tiempo con Nick y Kelly, ni siquiera sabía que Nick era capaz de perder la paciencia, mucho menos las muchas cosas que había demostrado esta noche. Realmente era más como Ty de lo que Zane había imaginado. Mirando entre los dos, a los dos amigos que se alineaban uno contra el otro, en la roca y el huracán, Zane no podía adivinar quién ganaría la pelea venidera. Tampoco quería averiguarlo. —Algo más grande está pasando aquí, Ty, algo que parece jodidamente seguro que Dick Burns sabía que iba a venir. ¡Si no planeó todo para empezar! –siseó Nick. Señaló la escalera—. ¡Ahora, o bien, subes a buscarlo y descubres qué diablos es, o lo haré yo! En lugar de gritarle, Ty levantó las manos para apaciguarlo. —No lo hagas —gruñó Nick. Ty cerró los ojos y asintió. —De acuerdo, cálmate. —Estoy cansado de calmarme —dijo Nick, su voz cayendo a un murmullo medido—. Estoy cansado de ser usado. Esto termina esta noche, ya sea por tu mano o por la mía. Zane era de la opinión de que Nick era mucho más amenazador cuando estaba frío y compuesto que cuando gritaba. Kelly parecía estar de acuerdo, se apartó con cuidado de ellos y se colocó junto a Zane. —Solo dale la noche, ¿de acuerdo? –Intentó Ty—. Todo el mundo está a salvo en este momento. El transbordador viene mañana, y luego tendremos tiempo para lidiar con todo, averiguar esta mierda. Sólo una noche de paz para todos antes de que vayamos exigiendo respuestas y revolviendo la mierda. —¿Una noche de paz? —repitió Nick incrédulo—. ¡Seis personas están muertas! ¡Estamos investigando esta mierda en una isla en el medio de ninguna jodida parte porque estamos atrapados aquí! ¡Hay gente asustada por todo el puto lugar, todas las armas siguen desaparecidas, y somos la cabeza de cerdo en un palo del Señor de las moscas! ¡Una noche de paz salió por la puta ventana cuando aterrizamos, Beaumont!

Zane estaba seguro de que Nick iba a tener un derrame cerebral si Ty abría la boca una vez más. Él y Kelly se acercaron, preparados para interrumpir otra discusión entre ellos. —Burns todavía puede tenerte como un cachorro con una correa, Ty, pero yo no soy su puto golden retriever. Seguridad nacional o no, familia o no, tenemos que obtener respuestas de él. Merecemos las putas respuestas de él, todos en la isla las merecen. Las fosas nasales de Ty se dilataron y apuntó con un dedo a la cara de Nick. —Ni siquiera finjas que esto sobre el asesinato de estas personas, que no es sobre tus quejas de Burns —dijo bruscamente. —No lo hago. Con mucho gusto encerraría a ese bastardo y tiraría la llave. ¡Por lo que a mí respecta, si no fuera por él, Eli seguiría vivo y yo no tendría una caja de sus cosas guardada en mi barco que todavía tengo miedo de revisar! Ty dio un paso hacia él. Nick puso una mano en su pecho, empujándolo hacia atrás. Levantó el dedo como un padre regañando a un niño pequeño, desafiando a Ty a ir a por él. —¡Eli era leal! —gritó Ty—. Si no nos hubieras dejado, si te hubieras quedado con nosotros en lugar de arrastrarte a casa con la cola entre las piernas, ¡tal vez hubiera tenido a alguien vigilándole la espalda y todavía estaría aquí! —Oh —dijo Kelly. Agarró la manga de Zane para impedir que se moviera para interferir—. No. Va a conseguir lo que se merece ahora. Nick agarró la chaqueta de Ty y tiró hasta que estuvieron casi nariz a nariz. —¿Alguna vez te detienes a pensar, Ty, si tú hubieras escuchado lo que decía entonces, escuchado lo que yo estaba tratando de decirte sobre Burns y sus ofertas de trabajo de mierda, nada de esto habría pasado como lo hizo? Ty apretó la mandíbula. Comenzó a sacudir la cabeza, y Nick lo dejó ir, empujándolo lejos. —Por supuesto que no —gruñó Nick—. No está en ti, Ty. Ty todavía se veía furioso, pero Zane podía ver algo más en su expresión: la comprensión de que Nick podría estar en lo cierto. —Eli era leal. Podría haberte enseñado una o dos cosas sobre eso —dijo Nick con cansancio. —¡Que te jodan, O'Flaherty! —gritó Ty—. Yo sé lo que es la lealtad, y ese hombre es como un padre para mí. Si tuvieras un padre al que te importaras, ¡estarías haciendo lo mismo! Nick apretó la mandíbula y dio un paso atrás, poniéndose fuera del alcance de Ty. O tal vez poniendo a Ty fuera de su alcance. Sus siguientes palabras fueron susurradas. —Estoy cansado de arriesgar mi vida por ti, Ty.

Ty retrocedió como si Nick lo hubiera empujado. No pudo dar una respuesta, incluso cuando Nick se volvió y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él y sacudiendo los antiguos cristales de las ventanas. Le vieron irse, todos ellos aturdidos en silencio. Kelly cambió su peso, y la tabla de piso crujió bajo su bota. Ty apartó los ojos de la puerta para parpadear a Kelly ya Zane. —Oh Dios, ¿realmente dije eso? —Preguntó Ty, la voz baja. Kelly se aclaró la garganta, pareciendo indeciso. Finalmente dio un paso hacia la puerta. —Iré tras él. —No –Ty extendió una mano—. No, yo... yo iré a hablar con él. Permaneció enraizado en el lugar durante unos cuantos segundos más antes de parecer reunir la valentía de dirigirse hacia la puerta. Cerró suavemente detrás de él, dejando a Zane y Kelly en el incómodo silencio que quedó. Kelly miró a Zane y sonrió débilmente. —Buenos tiempos, ¿eh? Zane sacudió la cabeza. —Espero que Nick le patee el culo. —Yo también. —Kelly frunció el ceño—. Tal vez deberíamos... —¿Seguirlos? —preguntó Zane—. Sí, definitivamente.

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Ty encontró a Nick sentado en el borde mismo del acantilado, encaramado en un afloramiento rocoso que no amenazaba con dispararle sobre el borde como hacían los parches de hierba, los pies colgando por el borde. Ty vaciló al acercarse, por fin luchó contra su innato temor de caer para subir al acantilado y sentarse. Se acomodó junto a Nick, la gravedad tirando de sus piernas, la roca fría debajo de él amenazando con arrojarlo por el borde al mar rocoso de debajo. —No creo que podamos tener una charla corazón a corazón en algún lugar menos propenso para terminar contigo empujándome por un acantilado, ¿verdad? — Preguntó irónicamente. Nick no respondió. Estaba mirando más allá de sus propios pies a la espuma de las olas que brillaban a la luz de la luna. A Ty le resultaba difícil respirar contra la opresión de su pecho. Habían tenido sus peleas a lo largo de los años, algunas de ellas tan desagradables como las palabras que habían intercambiado hacía unos minutos. Nick siempre daba tan bien como recibía,

sin embargo, que se alejara simplemente le asustaba. Le asustaba de verdad. Todo en Nick se había sentido diferente desde que regresaron a casa del despliegue, y Ty no sabía qué hacer al respecto. —Tan pronto como salió de mi boca, traté de tragármelo —susurró. Nick levantó la cabeza y suspiró. —Tu padre no se merece que te importe. Lo sé, Nick. Lo sé. Y siempre has estado allí para mí, incluso cuando probablemente debiste haberme dicho que me fuera a la mierda. Nick no respondió. Volvió a agachar la cabeza y se pasó la mano por la barbilla. —Estaba equivocado —replicó Ty—. Sé lo que has hecho. Sé lo que eres. Yo… ¿me estás escuchando? —Eres un idiota, Tyler —dijo Nick—. Pero lo he sabido desde el principio. Esa es la razón por la que hemos seguido siendo amigos. —¿Porque los dos somos idiotas? —Sí. ¿Realmente crees que cualquier cosa que digas puede herir mis sentimientos? —Bien… Nick bufó y sacudió la cabeza. —No he sido un buen amigo para ti —dijo Ty, casi asfixiado por el sentimiento—. No tan bueno como te mereces. Nick finalmente le miró. —Te ganaste mi lealtad cuando te sentaste a mi lado en ese autobús a Parris Island. Y todos los días después. Así que tiendo a pasar por alto las veces que quieres ser un completo bocazas como esta noche. Ty trató de no sonreír. Resopló en silencio, luego se mordió el labio para no reír. —Soy consciente de ello. —Cállate. —Vale. Se quedaron sentados en silencio, ambos mirando el agua, ambos sabiendo que la conversación no había terminado. Cuando Nick habló de nuevo, no lo avisó con nada, ni siquiera una inhalación audible. —Tienes que dejar de beber delante de Zane. Ty asintió lentamente. —Me di cuenta la otra noche. ¿Te dijo algo? —No. Pero es difícil para él, y eres un borracho cursi.

Ty asintió de nuevo. No era nada que él no supiera o no se hubiera dicho a sí mismo. Sin embargo, necesitaba oírlo de otra persona. Nick siempre había sido bueno en eso. El silencio amenazó con volver cuando Nick decidió no explicar sus consejos. Cuando habló de nuevo, cambió de tema más rápido de lo que solía hacerlo Ty. —Mi padre se está muriendo. Ty lo miró, luchando con su reacción inmediata ante la noticia. Finalmente, lo soltó. —Bien. Nick asintió con la cabeza. —Ese fue mi primer pensamiento también. La comprensión finalmente se alzó en Ty. —Y te has sentido culpable desde entonces, ¿verdad? Nick se encogió de hombros. —Siempre me sentiré culpable. —¿Eso es lo que te ha pasado? Sé que tienes a Kelly ahora, pero... si necesitas hablar de ello, todavía estoy aquí. Todavía estoy aquí. —Necesita un nuevo hígado —dijo Nick, todavía mirando hacia el agua—. Y yo soy el único de la familia que podría ser compatible con su tipo de sangre y tamaño. —¿Quiere una parte de tu hígado? —exigió Ty—. ¡Bueno, pues que se joda! Nick se echó a reír. Ty flaqueó entre indignación y miedo. —¿Vas a hacerlo? —No lo sé. —Nick... —Si no lo hago —comenzó Nick, su voz era baja y tranquila como casi siempre—, bien podría también poner una pistola en su cabeza y apretar el gatillo. Eso dependerá de mí, no de él. —Nadie te culparía. Nick no respondió. Se quedó mirando la noche durante varios minutos. Ambos guardaron silencio. Entonces Nick bajó la cabeza y se llevó la mano a los ojos. Sus amplios hombros cayeron como si estuviera doblándose bajo un enorme peso, y jadeó en busca de aire. Ty se acercó a él, el borde del acantilado siempre en el fondo de su mente, y puso un brazo alrededor de Nick. Nick se derrumbó contra él, y Ty acunó su cabeza contra el pecho, comenzando el movimiento de balanceo que siempre le traía consuelo cuando lo necesitaba.

No era la primera vez que uno de ellos había sostenido al otro cuando se rompía así, y probablemente no sería la última. Ty acarició el cabello de Nick y apoyó la barbilla en la cabeza. Nick había permanecido como una roca en una tempestad toda su vida, la lluvia le golpeaba, las mareas trataban de arrancar su alma, el aullido incesante del viento siempre en sus orillas. Pero Nick era el primero en sonreír, el primero en reír, el primero en bromear. Era el primero en ofrecerte el hombro cuando la tormenta venía llamando. Merecía más que una familia que le daba la espalda. Más que una vida de segundo mejor. Y malditamente merecía más de Ty que ser sólo una idea tardía cuando necesitaba ayuda. Cuanto más lo pensaba, la forma en que la sonrisa de Nick podía iluminar una habitación entera a pesar de lo roto que siempre había estado, más enojado se ponía. Su cuerpo empezó a temblar y sostuvo a Nick más apretado. Las lágrimas le llegaron a los ojos y bajó la cabeza, avergonzado al darse cuenta de que no era digno de la lealtad que Nick siempre le había dado. Nunca sería digno. —Lo siento —jadeó. Ignoró las lágrimas y siguió hablando—. Lo siento, he sido un amigo de mierda. Y lo siento por Eli. Si te hubiéramos escuchado, entonces seguiría vivo. Tienes razón, y siento tanto que se haya ido. —Maldita sea, Ty —dijo Nick con la voz ahogada por sus propias lágrimas y el pecho de Ty. —Tú tenías razón entonces, y ahora mismo sobre hablar con Burns. Iré contigo, ¿de acuerdo? Hablaremos con él juntos. Nick respiró hondo y sorbió. —Será mejor que no dejes mocos en mi pelo —dijo finalmente. Sus risas fueron una lamentable mezcla de resoplidos y risitas. Era la única forma en que cualquiera de ellos sabía combatir el dolor y la tristeza. —Escucha, tu padre… no quiero que lo hagas porque eres mi hermano, y te quiero, y mereces vivir tu propia vida. —Ty acunó la cara de Nick entre las dos manos. Su voz era más fuerte cuando volvió a hablar—. Has pasado toda tu vida tratando de probarte a ti mismo que eres un buen hombre. Bueno, lo eres. Puedo no serlo, pero conozco uno cuando lo veo, y tú eres el mejor que hay. Así que no te atrevas a irte y arriesgarte por él si estás tratando de demostrarte eso otra vez, ¿entiendes? No quiero que lo hagas. Pero si lo haces, estaré allí contigo. Lo prometo. Nick asintió con la cabeza. —Estaré allí. —Ty se encontró con sus ojos durante unos segundos más, luego lo soltó y se sentó más recto. Se secó la cara, todavía sorbiendo—. Maldición. —Ty —gruñó Nick, golpeando el pecho de Ty con el dorso de su mano—. ¿Es eso un bote?

Ty se secó los ojos de nuevo. —No sé, no puedo ver nada porque estoy llorando como una perra. —Es un bote —insistió Nick. Ty miró hacia el agua. Oyó pasos detrás de ellos y se volvió para ver a Zane y Kelly acercándose cuidadosamente. Nick se puso en pie y se pasó la mano bajo la nariz, protegiendo su visión nocturna del reflejo de la luna frente a las olas. —Creo que es una de las lanchas más grandes. Las mareas la empujan de vuelta. Finalmente, Ty descubrió el faro intermitente de emergencia del barco que Nick había visto. —Está lejos, tío. —¿Puedes nadar eso? —preguntó Zane mientras se ponía de pie junto a Ty. —Joder, seguro que podemos. Necesitaremos trajes de neopreno —respondió Nick. —Oh, no, no —dijo Kelly. Nick le miró. Kelly cruzó los brazos—. Joder no. Espera hasta la luz del día para nadar esa mierda o no te voy a curar la hipotermia. —Menos de treinta horas antes de que llegue el ferry —les recordó Zane—. No hay necesidad de medidas drásticas, ¿de acuerdo? Todos asintieron, aunque Nick pareció renuente. Miró fijamente las luces parpadeantes hasta que Kelly agarró su brazo y lo apartó. —Venga. Pronto se van a reunir para cenar. Necesitamos comer o podríamos empezar a irritarnos unos con otros. No querríamos eso. Nick resopló y dejó que Kelly tirara de él. Ty y Zane los vieron alejarse. Ambos tenían la cabeza baja, observando sus pies, y Kelly pronto pasó la mano alrededor de la cintura de Nick. Nick le pasó un brazo por encima de los hombros, y fue como la cosa más natural del mundo para los dos. Ty aún estaba procesando a los dos como pareja, pero nada de ellos se sentía mal cuando los veía así. Zane le dio unos golpecitos en el hombro. —¿Podemos por favor alejarnos de este acantilado? Ty se movió hacia atrás, luego se arrastró hasta que se sintió a una distancia segura antes de ponerse de pie. Zane se rio de él todo el tiempo. —El bastardo sabe que me asustan las alturas —murmuró Ty. Se sacudió las rodillas y luego el culo, pero la hierba húmeda había empapado sus vaqueros. Se dirigieron hacia los jardines y la mansión. —¿Qué quería decir cuando dijo que te ganaste su lealtad en el autobús a Parris Island? —preguntó Zane en voz baja. Ty suspiró en la oscuridad.

—¿Has oído todo esto? Zane se encogió de hombros con disculpas. —Teníamos miedo de que alguien fuera arrojado por el precipicio. —Vale. —Caminaron en silencio unos segundos antes de que Ty se aclarara la garganta—. Cuando nos metieron en el autobús para el entrenamiento básico, todos éramos bastante jóvenes, estúpidos y asustados, ¿sabes? Chicos de muchos lugares diferentes, con diferentes orígenes. Algunos de ellos estaban nerviosos y habladores, otros estaban demasiado asustados para hablar. Había un par de solitarios a los que todos etiquetamos como chicos que no pasarían el corte psicológico. Zane resopló. —Recuerdo la primera vez que vi a Nick. Un tipo grande, ¿sabes? Quiero decir que es un tipo grande ahora, pero ya era casi de ese tamaño para empezar. La mayoría de nosotros teníamos diecisiete o dieciocho años, podríamos caber tres en un maldito asiento de autobús. El pelo rojo y los ojos verdes, era un poco difícil no verlo. Estaba sentado en un banco, recto. Un par de chicos se burlaron de él por tratar de fingir que ya era un marine con la postura. Y un grupo de nosotros había notado que tenía un ojo morado, pero sus nudillos no estaban magullados. Se acercaron porque obviamente había estado en una pelea, pero no había luchado ni se había defendido. Ty tuvo que detenerse y sacudir el recuerdo un poco antes de poder continuar. Todavía le enojaba. Zane guardó silencio, dejándolo juntar sus pensamientos. —Durante toda la mierda que hablamos, Nick nunca dijo una palabra. Se quedó sentado allí y los miró. No parecía enojado. No parecía divertido. Sólo… se quedó allí sentado, en blanco. Y por alguna razón me fascinaba, así que le observé. Quiero decir, una mirada y podías decir que Nick era un tipo duro. Recuerdo pensar, este es alguien con control. Éste es alguien que aceptará un golpe en la cara y se alejará en lugar de pelear. Es alguien que necesito conocer, porque sabía que yo nunca sería ese tipo de persona. Y cuanta más mierda aceptaba, más enfadado estaba por él. Así que cuando entramos en el autobús, me aseguré de sentarme a su lado. —Comenzó a reír con el recuerdo—. Tuve que empujar a un chico y decirle que siguiera moviéndose para llegar al asiento, y dejé caer mi culo feliz junto a él. Zane sonrió. —Puedo imaginármelo. —Recuerdo la mirada que me dio cuando me senté, como, “Oh, Dios mío, ¿quién es este idiota y por qué está sonriendo?” Me presenté, le estreché la mano. Y me di cuenta, por la forma en que alargó la mano, que la razón por la que había estado sentado así era porque le dolían las costillas. —Jesucristo. —Zane sonó tan enojado como Ty había estado entonces—. ¿Su padre? Ty asintió con la cabeza.

—Un regalo de despedida por abandonar a la familia para ir a jugar al héroe cuando debería haber ido a trabajar y ganar dinero. —Espero que Nick le deje pudrirse —dijo Zane en voz baja. Ty asintió. Sabía que probablemente no sucedería, porque Nick no podría vivir consigo mismo si no hacía lo que podía para salvar a alguien, ni siquiera alguien tan malvado como su propio padre. —De todas formas. Uno de los chicos que estaba sentado frente a nosotros se dio la vuelta para decir algo y le dije que se callara y se volviera antes de que consiguiera mucho de algo para lo que no estaba preparado. Nick me dijo más tarde que fue la primera vez que alguien se había levantado por él sólo porque podía. Nunca. Primera vez en su vida. —Y por eso dice que te ganaste su lealtad cuando te sentaste. —Sí. Cuando le pregunté quién le había roto la costilla, dijo su padre. Cuando le señalé los nudillos y le pregunté por qué no había respondido, me dijo que lo había hecho. Pero había usado un bate de béisbol. —Ty sonrió cuando recordó el silencio que se cernió sobre los chicos sentados a su alrededor, escuchando a escondidas. No había habido ningún error en el tono de Nick como una broma, pero Ty se había reído de él en ese momento—. Le dije que me gustaba su estilo, y después de eso fuimos inseparables. Cuando recibí la noticia de que Deuce había sufrido un accidente, yo estaba… Nick fue el que me impidió desertar. Nos cuidamos mutuamente, nos mantuvimos a las seis del otro. —¿Vais a estar bien los dos ahora? —Sí —dijo Ty sin darle ni un segundo de reflexión—. Tengo que hacerlo mejor por él. Cuando llegaron al patio de la mansión, encontraron una gran cantidad de actividad, mucho más de lo que podría ser justificada por el final de la cena o el hecho de que alguien había reparado parcialmente los generadores. Cuando entraron en el círculo de luz emitida por la iluminación del paisaje, Nick salió corriendo hacia ellos, con Kelly en los talones. —¿Qué está pasando? —preguntó Zane. Nick hizo una mueca, tratando de recuperar el aliento. —Richard Burns está muerto.

Capítulo 13

Trataron de mantener a Ty fuera de la habitación, pero él se abalanzó más allá de los tres, así que lo siguieron. Earl estaba allí, negándose a irse. Richard Burns estaba tendido en el suelo. No había sangre, ni heridas evidentes ni signos de violencia en su cuerpo. La habitación, sin embargo, no había salido indemne. Las mesas estaban volcadas, las imágenes y las lámparas habían sido tiradas al suelo, incluso una pequeña chaise lounge había caído y se había estrellado contra una pared. Las paredes de piedra eran tan gruesas en toda la mansión que nadie había oído lo que parecía haber sido una batalla bastante épica. La electricidad seguía funcionando de nuevo en partes de la mansión, incluyendo esta habitación. Ty no sabía cómo, y no preguntó. —Le han roto el cuello —le dijo Earl a Ty. Su voz era áspera. Se arrodilló junto al cuerpo de Burns, sujetando la mano del hombre. —Papá… —Ty dio unos cuantos pasos y se detuvo de nuevo. Sus rodillas se debilitaron y se habría hundido en el suelo si un brazo fuerte no le hubiese rodeado. Se agarró la camisa de Zane, aferrándose a él. —Lo siento —susurró Zane. Los ojos de Earl recorrieron a los cuatro hombres. —Mirad por esta habitación —dijo, con voz llena de grava y rabia—. Decidme lo que pasó. Y luego averiguad quién hizo esto. Ty asintió, su aliento se endureció, su enfoque se redujo a nada más que el cuerpo en el suelo. Kelly se arrodilló junto al cuerpo. —¿Puedo, señor? —le preguntó a Earl. Earl se negó a soltar la mano de Burns, pero asintió. Kelly empezó a revisar el cuerpo. Zane dejó a Ty donde estaba, moviéndose para registrar la habitación junto con Nick. Ty finalmente apartó su atención del cuerpo de su tío adoptivo y comenzó a recorrer la habitación también.

Burns había luchado obviamente contra su atacante. Había luchado con todas las habilidades y conocimientos que había adquirido con los años. Aun así, alguien había logrado eliminarlo, y para eso habían sido muy buenos, cogieron a Burns cuando su guardia estaba baja, o ambas cosas. La ira y la pena hervían profundamente en el estómago de Ty. Apenas podía concentrarse en la escena del crimen. Zane y Nick habían hecho una ronda por la habitación y regresaron al cuerpo, mientras esperaban a que Kelly terminara su informe. Ty no pudo encontrar más que las evidentes señales de una lucha en la habitación. Si tuvieran equipo de escena del crimen real, podrían ser capaces de hacer algo con esto, pero ninguna evidencia visual había quedado atrás. En una pelea como esta, algo debería haber quedado atrás. Ty tragó con fuerza. —Fue un profesional. Kelly se sentó sobre sus talones, suspirando y mirando a Nick y Zane. —Lleva muerto horas. Probablemente justo después de que te fueras después de tu entrevista con él. Ty seguía moviéndose por la periferia de la habitación, incapaz de mirar hacia atrás. No podía ver a Richard Burns en el suelo así. —¿Podría haber sido Kline? —preguntó Nick. Kelly se encogió de hombros. —Ella ciertamente tenía la capacidad. —Sabemos que hay al menos uno más por ahí, un hombre. El que vimos en la playa —les recordó Zane. —¿Podría haber sido Fraser? —preguntó Kelly. —Dijo que no y… yo le creo —dijo Nick. —¿Has dicho alguna vez la verdad cuando éramos nosotros? —le preguntó Ty. Nick le dio un encogimiento de hombros negligente. —Un hombre como Fraser no ha sido entrenado exactamente para lo que le hice. —No soy médico forense —anunció Kelly, tratando de reducir la tensión—, pero estoy bastante seguro de que le rompieron el cuello. Señaló la barbilla de Burns, evitando levantarla del suelo. Tuvieron que bajar al suelo para ver de qué estaba hablando. Ty se acercó, mirando casi de lado en un intento de ver pero no ver. Había moretones donde Kelly señalaba, como si alguien le hubiera cogido la barbilla y la hubiera retorcido. —El posicionamiento está mal —murmuró Nick. Estaba de rodillas junto a Kelly, inclinando la cabeza para ver.

Kelly asintió. —O no fue alguien con entrenamiento, o Burns luchó como el infierno y jodió su agarre. —O la persona estaba herida —señaló Zane. —Burns era un hombre grande —agregó Nick—. Avery Kline también habría tenido problemas, sin importar lo habilidosa que fuera. Tratar de romper el cuello de alguien cuando es treinta centímetros más alto que tú no es exactamente fácil. —Eso explicaría por qué ella se asustó e hizo ese movimiento sobre Stanton — susurró Zane. Earl estaba mirando a ambos hombres. —No escucho ninguna respuesta de vosotros dos, sólo un puñado de tal vez. Nick y Zane lo miraron culpablemente antes de volver a su examen. Earl se puso en pie y caminó unos pasos, sus ojos se encontraron con los de Ty. Se detuvo frente a él, luego puso su brazo alrededor de los hombros de Ty, liberándolo rápidamente cuando Ty respingó, sosteniéndose el hombro dislocado. Earl tomó de nuevo su brazo bueno y Ty se vio obligado a mirar el cuerpo de Richard Burns. Earl lo señaló. —Mira a ese hombre, hijo. Ty miró a su padre durante unos instantes, luego volvió los ojos al suelo. —Lo conocí en un helicóptero entrando en la selva, Ty. ¿Sabes qué es eso? —Earl agarró el frente de la camiseta de Ty, acercándolo para susurrar en su oído—. Ese es Nick en el suelo, Beaumont. Ve a buscar a quien hizo esto, y lo matas. Ty miró a los hombres arrodillados. Al cuerpo en el suelo. Su estómago se revolvió al pensar en cualquiera de estos hombres en el lugar de Burns, tumbado en el suelo, asesinado. Recordó la angustia de estar en el funeral de Elías Sánchez, de llevar ese ataúd. Recordó la necesidad desesperada de venganza. —Sí, señor. Earl salió furioso de la habitación. Tenía que ir a algún lugar y llorar, a alguna parte lejos del cuerpo de su amigo más antiguo y más querido. Y lidiar con la culpa, porque había pasado las últimas horas enfurecido por las cosas que había averiguado sobre Burns. La familia Grady nunca sería la misma después de esta pérdida. Zane se puso de pie y se acercó a Ty, cogiéndolo por su brazo bueno. —Vamos —le dijo al oído de Ty. Ty sacudió la cabeza, sus fosas nasales se abrieron y su enfoque se hizo más estrecho.

—Alguien más estaba detrás de esto, Zane. Otra persona estaba orquestando esto. —Vamos, Ty, salgamos de aquí. —No era él. —Ty. —¡Alguien más hizo todo esto! —gritó Ty, señalando con el dedo el cuerpo de Burns. —Tyler —ladró Nick—. ¡Coge tu trasero y vete! Ty asintió con la cabeza, moviéndose para obedecer ese tono de voz casi automáticamente. Zane se quedó con él, con los dedos clavados en su brazo. —¿Estás bien? —Preguntó Zane tan pronto como estuvieron en las escaleras. —Lo mataron, Zane. Zane se detuvo a medio camino de los escalones y lo acercó. —Lo sé. —Volvió a Ty hacia él, asegurándose de que le mirara a los ojos—. Has tenido muchos golpes en los últimos días, Ty. Déjame tomar este último por ti. Ty lo miró fijamente, sin aliento, sin palabras. Pasó el brazo por el cuello de Zane y lo abrazó con fuerza. Asintió, todavía incapaz de hablar. —Reuniremos a todos los que sean físicamente capaces de hacer esto —murmuró Zane contra el cabello de Ty—, y averiguaremos quién es, incluso si tenemos que llevar la bola y cadena de Nick a cada uno de ellos.

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Hubo muchas quejas cuando Ty y Zane juntaron a todas las personas capaces en el comedor y los hicieron entrar en el estudio, pero las armas que usaban y la mirada en los ojos de Ty eran suficiente motivación para que todos se movieran y siguieran cooperando. Había dos padrinos: Christian y Matthew. Tres damas de honor: Catalina, Miyoko y Ashlee. El hermano de Livi, Theo, y el cámara de Emma, Marley. Mackie y Hamish Boyd eran los únicos dos miembros del personal que quedaban, ya que Fraser todavía estaba atado en la sala de juegos. Y Ty había convencido de alguna manera a los tres Comedores de Serpientes para que fueran pacíficamente. Zane no sabía cómo había construido esa relación, pero estaba agradecido de no tener que luchar contra John English para meterlo por una puerta por la que no quería pasar. Doce sospechosos. Varios otros se unieron a ellos para ayudar a mantener el orden y para analizar las pruebas. Stanton, Earl, Mara y Chester estaban allí, al igual que Emma, quien seguía

protestando por la inclusión de Marley en el grupo de sospechosos. Deuce y Livi habían dejado a Amelia con la madre de Livi, Susan, y vinieron para participar en la reunión. Nick y Kelly pronto entraron en la habitación también. Varias de las personas que habían oído los gritos de Jockie Fraser se alejaron de Nick cuando entró en la habitación. Zane se movió hacia la esquina, asintiendo con la cabeza para que Nick se uniera a él. —¿Tienes algo con lo que podamos reducir la manada? Nick lo miró unos segundos. —Nunca noté lo inquietante que es tu acento hasta que usas analogías de vacas. Zane se esforzó por mantener su rostro tan inexpresivo como el de Nick. —Sí, está bien, di coche. —Cállate. Kelly redujo el tiempo de la muerte a una ventana de seis horas, pero quiere asegurarse de que todo el mundo sepa que está esencialmente adivinando. Teniendo en cuenta que la última vez que Burns fue visto fue hace seis horas, voy a respaldarlo en su evaluación. —Genial —resopló Zane. —Me dijo que cuando él y Ty fueron a buscar a Burns, Earl dijo que no lo había visto desde su charla contigo y conmigo. Así que... es seguro decir que fue a su habitación y alguien le estaba esperando allí. Zane asintió. —Nadie pudo haber llamado a la puerta de Burns y sorprenderle. Tienes razón, habrían tenido que estar a la espera. Bueno, vamos a ver lo que podemos sacudir. — Le dio una palmadita al hombro y se alejó. —¿Qué demonios está pasando? —preguntó Ashlee Knight. Zane la conocía sólo como el bombón de las notas de Nick. Ella ciertamente tenía ese aspecto. —Ha habido un último asesinato —anunció Zane. Hubo un murmullo de sorpresa y alarma, pero al menos la mitad de la gente de la habitación parecía que sólo querían irse a la cama. La muerte ya no era traumática para la isla. Zane miró a Nick y Ty, conteniendo la respiración. Tenían tan poco con lo que seguir, iba a tener que improvisar. Esperaba que lo siguieran. —Hemos capturado o matado a todos los responsables de esta masacre, todos menos uno —dijo a la gente que se agolpaba en la habitación—. Las damas en la habitación pueden relajarse, el asesino que buscamos es un hombre.

Las tres damas de honor compartieron miradas aliviadas y asustadas antes de sentarse en cerca de la pared del fondo, sosteniéndose las manos y apoyándose unas sobre otras apiñadas. —¿Estás diciendo que el asesino que estás buscando está en esta habitación ahora mismo? —preguntó Christian Orr. Se lo habían presentado a Zane como el mejor amigo de Deuce de Filadelfia. —Espero que así sea —respondió Zane. —Jesucristo —gritó Mathew Ferguson. Miró a la pared, donde Deuce estaba entre los otros observadores—. Deacon, ¿estás hablando en serio ahora mismo? ¡Me conoces desde que fuimos estudiantes de primer año en la universidad! —Te aguantas, Matt —le dijo Deuce—. Son buenos, descubrirán quién hizo esto. No tienes nada de qué preocuparte. A menos que hayas matado a alguien. —¡Como el infierno! — gritó Matthew, pero permaneció sentado. Zane fue a una esquina, llamando a Ty, Nick y Kelly con él. Un zumbido de nerviosa conversación comenzó detrás de ellos. —¿Quién diablos nos gusta para esto? —susurró Zane. Kelly sacudió la cabeza. —Quiero ver si estoy en lo correcto, tío. —¿Quieres apostar, no? —Preguntó Nick, con la voz baja. Ty puso los ojos en blanco y se pasó la mano por la cara. —Lo que realmente necesitamos es una confesión —dijo Nick a Zane—. Aquí no tenemos nada más que presentimientos. Necesitamos que alguien se levante y diga que lo hizo. —Oh, ¿eso es todo? —Zane miró fijamente a Nick mientras se alejaba otra vez. Los otros tres permanecieron en la esquina, observándolo. Zane consideró a los sospechosos restantes. Nueve ahora. Tres militares entrenados en el arte del combate. Dos ancianos que habían trabajado en la isla toda su vida, uno que había perdido a su esposa en este lío. Tres hombres privilegiados y bien educados de Pensilvania, uno de los cuales tenía todo que ganar con la muerte o la caída de su padre. Y luego estaba Marley, el cámara aventurero del que Emma Grady estaba dispuesta a responder. —Nick, ¿cuánto tiempo hace que Fraser fue contactado? —Preguntó Zane. —Dijo tres semanas. —Tres semanas. Y Livi, ¿cuándo conociste a Nikki Webb? —Hace dos meses. Zane miró a Emma, entrecerrando los ojos.

—¿Cuándo fue tu equipo mandado a descansar? —Hace un mes. ¿Por qué? —¿Cuándo te pidió Deuce que trajeras a tu cámara? —La semana pasada, cuando me invitó a la boda. Zane asintió con la cabeza, entrecerrando los ojos en Marley King. Los ojos del hombre se agrandaron y se señaló a sí mismo. —Soy vegetariano –dijo—. Yo no mato cosas. Diablos, ni siquiera me gusta cortar mi hierba, hombre. ¿Ese olor a hierba recién cortada? ¡Son plantas molestas! Kelly se acercó a Zane, bajando la cabeza y cruzando los brazos. —Los nudillos de Burns estaban jodidos, tío. Quien luchara tendría moretones comenzando a asomar. A ver si alguno de ellos está usando maquillaje. Zane lo miró. —¿Maquillaje? Kelly asintió, completamente en serio. —¿Y si fuera Kline? Kelly se encogió de hombros. —Tengo que empezar por alguna parte, ¿verdad? Zane respiró hondo. —¿Alguien tiene algún desmaquillador? Catalina Cruz alzó la mano, al igual que Ashlee, que estaba sentada a su lado. Buscaron en sus bolsos y sacaron varios pañuelos de papel. Kelly los recogió con un murmullo de agradecimiento, luego se volvió hacia Marley mientras sacaba una de las toallitas del paquete. —No estoy usando maquillaje —les dijo Marley, riendo nerviosamente. Agitó una mano en su cara—. Nadie en esta isla puede igualar este tono de piel perfecto. Kelly estaba sonriendo, pero aun así le frotó con una toallita. La examinó y luego la mostró a Zane. —Parece que puedes irte, señor King —dijo Zane. Estaba complacido, porque le gustaba mucho el cámara de Emma. —¿Hablas jodidamente en serio con esto? —preguntó Theo Stanton—. ¿Limpiador de maquillaje? —¿Alguien quiere confesar y hacer que esto vaya más rápido? —preguntó Nick. Estaba apoyado en una mesa lateral cerca de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho.

John English se adelantó. —No, pero me ofrezco voluntario para que me limpies mi maldita cara a continuación. —Yo también —dijeron Matthew y Christian al unísono. Zane atrapó a English lanzándole a Ty un guiño y una sonrisa. Sabía lo que tenía que suceder aquí, y parecía que estaba ayudando. Ty parecía confiar en el hombre, así que Zane lo haría también. Por ahora. Sin embargo, si lanzaba a Ty otro guiño, tendría problemas. Kelly fue a cada hombre, les limpió la cara con las toallitas. Cuando se acercó a Theo, el hombre se levantó y lo miró furioso. —No me tocas con eso. Kelly ladeó su cabeza, y una lenta sonrisa se desarrolló en su rostro. —¿Por qué? —preguntó Ty a Theo—. ¿Alergias? —No, se llama derechos civiles, y los tengo. Yo no he matado a nadie, Jesucristo. – Miró implorante a su padre y a su hermana—. Esto es ridículo, vosotros sabéis que nunca haría esto a nuestra familia. Nick se aclaró la garganta. —Kelly, derríbalo. Kelly se movió con una velocidad sorprendente, envolviendo a Theo y sujetándolo con el brazo. Luego se interpuso entre las piernas de Theo, se volvió y cayó de rodillas, dejando que la gravedad arrojara a Theo sobre su hombro y lo aplastara contra el suelo. Theo se quedó jadeando, conmocionado en la inmovilidad. Livi gritó, y Stanton gritó una protesta sin palabras, pero nadie más se movió. Zane dio un paso adelante y sacó su arma, apuntando a la cara de Theo. —¿Qué tal si respondes a algunas preguntas de la manera más fácil, hmm? Theo asintió con la cabeza, todavía sin aliento. —Si se vendieran los secretos de la empresa, ¿qué pasaría con la compañía? —Perderíamos los contratos del Departamento de Defensa. Los accionistas empezarían a vender a izquierda y derecha. Nos veríamos obligados a liquidar todo en el año siguiente. En dieciocho meses estaríamos en bancarrota. Zane miró por encima de su hombro hacia Stanton. —Él tiene razón. —Si yo fuera parte de esto, estaría cavando mi propia tumba financiera. La empresa vale miles de millones de dólares, ningún rival podría ofrecerme dinero suficiente para

renunciar a eso, y mucho menos traicionar a mi familia —dijo Theo con los dientes apretados. Zane se relajó y volvió a meter el arma en los pantalones. Él y Kelly ayudaron a Theo a levantarse. —La próxima vez, deja que te limpie tu maldita cara —dijo Zane. Le dio a Theo un empujón hacia su familia y se volvió hacia los sospechosos restantes. Hamish Boyd se puso de pie, usando su bastón para dirigirse hacia Zane. —Si realmente me consideras a mí o a Mackie como sospechosos de estos matones contratados, debes ser un triste ejemplo de policía yanqui. —No, ese soy yo —intervino Nick. Había sacado su arma y apuntaba a la cabeza de Hamish. —Nick —susurró Zane. —Su bastón es un arma, Garrett. Los ojos de Zane se lanzaron hacia el bastón de Hamish. —¿Estás hablando en serio ahora mismo? —Los he visto antes —aseguró Nick a Zane—. Es un arma. —¡Eso es absurdo! —gritó Hamish. Levantó el bastón para darle la vuelta, y Ty golpeó a Zane desde un lado, arrojándolo al suelo y cubriendo su cuerpo con el suyo. Hubo un sonido como alguien que abre una caja de galletas, y luego la habitación se convirtió en una locura. Zane se puso de pie, sacando su arma. Solomon Frost, el Comedor de Serpientes rubio que parecía haber hecho amigos con todo el mundo, había derribado a Nick al suelo, y ahora estaban luchando por el arma en sus manos. Se disparó, agujereando los paneles de madera cerca de las cabezas de Deuce y Livi. Livi gritó y Deuce se lanzó delante de ella, protegiéndola y obligándola a bajar al suelo. Se estiró a por la mujer que estaba junto a él, Miyoko Mason, que se sostenía su brazo ensangrentado y gritaba que le habían disparado. La bala disparada por el cañón de Hamish le había dado en lugar de a Zane. Hamish estaba buscando algo frenéticamente en el mango de su bastón, y justo cuando Kelly estaba a punto de correr contra el anciano, encontró el interruptor y un cuchillo corto salió del fondo del bastón. Kelly se detuvo en seco y dio un paso atrás. —¿Qué clase de mayordomo eres tú? —gritó. Hamish sonrió y apuntó con su bastón a la cara de Kelly. —Uno amargo. Zane no sabía qué camino tomar o a quién ayudar primero. Ty no se había levantado todavía. Estaba encorvado de lado, sosteniendo su brazo, pero no estaba claro si le habían disparado o si simplemente había agravado su hombro ya herido.

Nick todavía no había ganado la ventaja frente a Frost, pero había conseguido colocar un codazo o dos en el rostro del hombre y envolver las piernas alrededor de la cintura de Frost para que no pudiera rodar y alejarse. Kelly sacó su arma, apuntando a Hamish y ordenándole que se retirara. Pero no parecía que quisiera apretar el gatillo, y el viejo mayordomo pudo verlo. —Has matado a tu propia esposa —le dijo Kelly. —Obviamente, nunca has estado casado. Kelly frunció los labios pensativamente, encogiéndose de hombros como si pudiera entender ese razonamiento. English y Park se abalanzaron sobre Frost, enterrando a Nick bajo otra pila de miembros. Zane giró su arma contra Hamish, sólo para disparar a la derecha en el último segundo cuando vio a un hombre parado detrás de Hamish, con una pala levantada. Chester la balanceó con fuerza y golpeó a Hamish en la parte posterior de la cabeza. El mayordomo cayó al suelo, su bastón cayó inofensivamente a su lado. English logró someter a Frost, sujetándolo con una llave en la cabeza mientras Nick se arrastraba y salía de debajo de su peso. Zane todavía se encontraba en medio del caos, cada sentido alerta a cada movimiento, cada fibra de su ser diciéndole que todavía había peligro. —¿Qué diablos acaba de pasar? —gritó Deuce. Chester se colocó la pala sobre el hombro y sonrió a Zane. English y Park finalmente tumbaron a Frost boca abajo, sujetándolo con una rodilla sobre su espalda. Kelly estaba ayudando a Ty a levantarse, mirando su hombro y asintiendo. Nick estaba todavía tumbado en el suelo, mirando al techo. —¿Alguien tiene cuerda? —gritó English. Kelly sacó un par de esposas y las arrojó a Park. —¿Por qué demonios tienes eso? —preguntó Ty. Kelly se encogió de hombros y sonrió. —Son de Nick. —Oh Dios, no —dijo Ty, cubriéndose los ojos. Nick se echó a reír. Se dio la vuelta y se impulsó sobre manos y rodillas, pero permaneció allí, incapaz o no dispuesto a levantarse. Miró a Ty y Zane. —También le gusta el uniforme. —¡No, no, no! —gritó Ty. —Bueno, eso es innecesario —dijo Earl desde la puerta. Había agarrado a Mara y a las dos damas de honor ilesas cuando los disparos habían comenzado y las había

empujado fuera de la habitación. También tenía el rifle antiguo del comedor en sus manos. Hamish gimió y empezó a moverse. Zane lo empujó sobre su espalda con la punta de la bota y apuntó su arma a la cara del viejo. —Comienza desde el principio. —No sé quién nos pagó —dijo Hamish, aturdido. Su cabeza estaba sangrando profusamente, pero a nadie le importaba—. Y sabes el resto. —Sígueme la corriente. —Jockie vino a mí con este plan. Dijo que un hombre en una taberna se había acercado a él. Esta isla perteneció a nuestras familias durante siglos, ¡y míranos! ¡Somos criados en nuestra propia casa! —¿Quién más estaba involucrado? —¡Nadie! Mi esposa tuvo dudas y dijo que se lo iba a contar a Stanton, así que votamos por deshacernos de ella. Esa mujer, Nikki, mató a Aileen, entonces ella y Maisie cortaron el cuerpo de Milton para hacerte pensar que Aileen estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. —Asqueroso –gruñó Ty. —Funcionó —agregó Kelly. —¿Quién mató a Milton y por qué? —preguntó Zane. —Creo que tenemos esa respuesta aquí —dijo English. Tenía su arma en la boca de Frost, y la sacó y la presionó contra la mejilla de Frost—. Habla. —Nikki se dio cuenta de que Milton estaba trabajando para el gobierno. Me dijo que necesitaba respaldo para su encuentro —les dijo Frost. Parecía avergonzado y triste, como si todo el asunto hubiera sido algo para lo que le habían convencido en lugar de algo que quisiera hacer—. Lo siento, jefe. —Cállate —gruñó English—. Lenny está muerto por ti. Tú también estás muerto, por todo lo que mereces. Frost le parpadeó, con la mandíbula apretada. —Sigue —dijo Park. Eran las primeras palabras que Zane le había oído decir. —Milton le dio a Nikki una unidad flash. Ella le dio una maleta de dinero. Entonces le golpeé en la cabeza y lo dejamos allí. No nos dimos cuenta hasta más tarde que la unidad flash estaba dañada. Metió un virus en el portátil al que lo subimos y lo borró todo. —¿Pusiste esa unidad flash en mi portátil? —Preguntó Zane, recordando el inexplicable fallo de su nuevo portátil. Frost asintió con la cabeza.

—¿Mataste a Nikki? —Le preguntó Zane. —Sí. Ese era mi trabajo, limpiar después de que ella hubiera hecho su trabajo. Pensé que era el último hombre en pie, así que cuando la gente siguió muriendo, empecé a asustarme también. Y ni siquiera sabía que Kline estaba con nosotros hasta que se volvió loca y puso una pistola contra la cabeza de Stanton. ¡Juro por Dios que no maté al tipo de arriba! Park se levantó y se alejó de él. Se quitó las gafas de sol y se pasó la mano por los ojos, revelando uno blanco lechoso y otro oscuro como la obsidiana. Luego volvió a ponerse las gafas. English empujó el arma con más fuerza contra la cara de Frost. —¿Qué más? —¡Eso es todo lo que sé! —¿Quién te contrató? —le gritó Zane—. ¿Fue Richard Burns? —¡No! Ese fue el nombre que nos dijeron que diéramos, para causar el caos porque estaba en la isla. Los lugareños pensaban que era el tipo, ¿de acuerdo? Era una trampa. Se suponía que lo eliminaríamos al final, ¡pero juro que yo no lo hice! ¡Tuvo que haber sido Kline o ese jodido jardinero! —¡Danos un nombre! —preguntó English, clavando el arma bajo el pómulo de Frost. —¡Era sudamericano! El tipo que me contrató. De la Vega, ¿de acuerdo? ¡Nunca vi su cara! El cuerpo entero de Zane se inundó de hielo. Bajó el arma, parpadeando mientras los bordes de su visión empezaban a oscurecerse. De la Vega. El jefe del cártel Vega, el hombre que había intentado matarlos en Nueva Orleans. Había venido detrás de Zane a través de Ty, y cuando eso no había funcionado, había ido a por los suegros de Deuce. Zane se volvió hacia los ojos de Ty. Ty sacudió la cabeza. —¿Es ese el tipo de Nueva Orleans? —preguntó Kelly. —Sí —susurró Ty. —¿El tipo que le disparó a Kelly? —preguntó Nick con los dientes apretados. Por fin se había puesto de pie. —Los lugareños, todos ellos pensaron que esto era sobre el dinero, sobre recuperar su isla. Pero era sólo porque necesitábamos una pantalla de humo. ¡Ni siquiera era sobre las cosas de la unidad flash! Nuestro trabajo era recuperar la información, luego plantarla en la computadora de Garrett para que fuera acusado del robo —admitió Frost—. Todo lo que de la Vega quería era a Garrett. Eso es. Le pregunté, ¿por qué no matar al tipo? Y dijo que quería que Garrett sufriera. Eso es todo lo que dijo.

Nick y Kelly estaban mirando a Zane, pero el mundo de Zane se estaba estrechando mientras escuchaba. La mano de Ty se posó sobre su espalda. La voz de Frost se elevó suplicando mientras se explicaba. —Pero cuando la unidad flash jodió el portátil, la misión debería haber sido abortada. ¡Juro por Dios, jefe, que fue cuando me retiré! ¡Estos malditos aldeanos de la isla no saben cuándo parar o simplemente nos habríamos largado! Zane se sentó pesadamente, con el corazón y la cabeza palpitando. —Esto nunca fue realmente sobre la compañía de Stanton. Esto fue por mí.

Capítulo 14

Estaban en el borde del acantilado, mirando fijamente la luna que brillaba en las olas. El barco se balanceaba a lo lejos, su faro de emergencia parpadeaba y se reflejaba en el agua como luces de Navidad. Hacía que Nick echara de menos su barco. Siempre colgaba luces de Navidad por todo el barco. —¿Lo intentamos? —Preguntó English. —Quiero irme a casa —gruñó Kelly—. Digo que nademos a por esa perra y a la mierda esperar al ferry. Ty, Nick y Zane murmuraron su acuerdo. Park simplemente asintió. —¿Quién es físicamente capaz de nadar tanto? —preguntó Nick, mirándolos a todos. Ty negó con la cabeza. Kelly había vuelto a ponerle el hombro en la articulación, al ritmo de muchas peleas, palabrotas y Ty gritando al final. Zane no estaba herido en absoluto, pero parecía dudoso. —Puedo intentarlo —dijo—, pero no soy un nadador muy fuerte. —Yo soy bueno —dijo English con un movimiento de cabeza. Nick lo miró de arriba abajo. —Amigo, ¿hay un traje de neopreno que te entre? English se rió. —Probablemente no en esta isla. Nick sacudió la cabeza. El mar estaba demasiado frío para nadar sin un traje de neopreno. Moriría antes de llegar a mitad de camino. —Puedo nadar —dijo Park. Sus brazos estaban cruzados, y todavía llevaba gafas de sol incluso en la oscuridad de la noche—. Pero quizás deberíamos usar esa canoa en la playa. —¿Esa qué? –soltaron Ty y Zane al mismo tiempo.

Park señeló hacia la playa. Ninguno de ellos podía ver lo que estaba viendo, así que Nick se tendió en el borde del acantilado e iluminó hacia allí. Una canoa roja maltratada se reflejó. —¿Cómo diablos? —preguntó Nick por encima del hombro. —Sus gafas de sol tienen visión nocturna —respondió English, serio. —¿En serio? —Dijeron Ty y Kelly. —No. Sus dos hombros cayeron desilusionados y Nick rió. No estaba seguro de si era realmente gracioso o si estaba al final de su cordura. Tampoco le importaba. Se puso de pie y se cepilló la tierra, luego dio unas palmaditas a English en el pecho y señaló con el pulgar por encima del hombro a la playa de abajo. —Es todo tuyo, amigo. English asintió, señalando a Park. —Espera, no podemos enviarlos solos. ¿Y si nos dejan aquí? —preguntó Kelly. Nick levantó una ceja a su amante, pero era una pregunta válida. Miró a English, quien asintió con la cabeza. —Es justo. ¿Quién quiere ir conmigo? —Yo lo haré —se ofreció Zane. Él y Ty intercambiaron una mirada, comunicándose en silencio durante unos segundos. Entonces Zane comprobó la munición en su arma. Nick le tendió el cuchillo con un movimiento de cabeza. Se volvieron hacia English para ver si se opondría. El hombre sacudió la cabeza. —Ya me dijo que no puede nadar. Si quiero matarlo, vuelco la canoa. —Les dirigió una sonrisa pícara y se volvió para bajar a la playa. —Oh —dijo Ty—. Oh, diablos, no. Zane se rió y le dio unas palmaditas en el hombro. Siguió a English, dejando a los cuatro en la parte superior para observar su progreso a través del verdadero conjunto de gafas de visión nocturna que habían encontrado en el alijo de armas que Frost había despejado de la sala de armas de la mansión. Park se volvió hacia ellos, frunciendo el ceño. —¿Garrett sabe cómo manejar un barco así? —No, ¿por qué? —Respondió Ty. Park se encogió de hombros. —John tampoco. Nick puso los ojos en blanco y le ofreció las gafas de visión nocturna a Kelly, y luego comenzó a despojarse de cualquier accesorio innecesario.

—¿Qué tipo de boina verde no sabe cómo manejar un barco? —preguntó Ty. —Él cree que sí —dijo Park, comenzando a sonreír—. Ese es el problema. —¡Esperad! —Nick llamó a los dos hombres, corriendo para alcanzarlos en el sendero de la playa.

*

*

El sol se levantaba cuando el bote se acercó a la orilla. El muelle era el único lugar, incluso remotamente capaz de aceptar un buque del tamaño de la embarcación que habían recuperado, pero había demasiado daño y escombros para acercarse. Tenían que trasladar a dos y tres personas a la vez, usando la canoa y el bote salvavidas que habían encontrado a bordo. Ty ni siquiera podía ayudar a hacer eso debido a su hombro palpitante. Se sentó a un lado y observó desalentado. Dejaron la casa como estaba, los cuerpos donde estaban, salvo Burns, al que habían envuelto en lona y se llevaban consigo. Earl había insistido en que no dejaría a Burns atrás. El equipaje se dejó en las habitaciones, sólo se llevaron lo básico en su vuelta a la parte continental. Hamish, Fraser y Frost estaban todos atados y amordazados para que ninguno de ellos pudiera hablar durante la totalidad del viaje de dos horas en barco de regreso al continente. Mackie había sido dejado en su casitaa de campo y su muelle destruido. Nick trabajaba en la radio, tratando de obtener ayuda. Finalmente captó a alguien, pero no pudieron entender su acento y él no pudo entender el suyo. Terminó maldiciendo en la radio y renunciando a tratar de contactar con alguien más. Ty estaba junto a él al timón, sintiéndose como si todavía tuvieran mucho que decir pero inseguro de por dónde empezar. Todavía tenía problemas para superar el impacto de la muerte de Richard Burns. No podía imaginar pasar por esa pérdida sin Nick para ayudarlo. Nick finalmente lo miró arriba y abajo. —Te ves como un infierno, Ty, ve a sentarte. Ty permaneció varios segundos más. Cuando Nick volvió a mirarlo, Ty le dijo: —Te quiero como a mi propio hermano. ¿Lo sabes, verdad? Nick lo miró fijamente. —Sé que tienes que estar enfadado conmigo por un tiempo. Pero recuerda eso, ¿de acuerdo? Nick asintió brevemente, tragando con fuerza. Ty se alejó de él, saliendo de la cabina de pilotaje. Deuce lo encontró en la puerta, Livi en su brazo.

—¿Estáis los dos bien? —preguntó Ty. —Hoy era el día de nuestra boda —dijo Livi con voz ahogada. Se cubrió la boca, luchando contra las lágrimas. Luego respiró hondo—. Queríamos agradecerte lo que has hecho. Veníamos a darle las gracias a Nick. Nick todavía les daba la espalda, pero volvió la cabeza, escuchando y mirando con su visión periférica. Livi pasó junto a Ty y se acercó a Nick, sin decir una palabra, simplemente abrazándolo. Él se vio obligado a apartar un brazo del timón para devolver el abrazo, su mano grande suave sobre su forma delgada. Livi estaba llorando en silencio cuando lo soltó. Se volvió hacia Ty y Deuce, con lágrimas corriendo por su rostro. —¿Estáis bien? —Preguntó Ty de nuevo, inseguro de qué hacer por ellos. Ella rió temblorosa y asintió con la cabeza, secándose la cara. —Después de todo lo que ha pasado, me siento tan estúpida. Yo solo… pensé que estaríamos casados cuando volviéramos al continente. Ni siquiera era oficial, era sólo una... ¡estúpida ceremonia en una isla estúpida! Deuce la abrazó, apoyando la barbilla en su cabeza. Se encontró con los ojos de Ty, sonriendo débilmente. Ty asintió con la cabeza en comprensión. Entonces le golpeó una idea. Se volvió hacia Nick, entrecerrando los ojos. Nick se puso rígido cuando vio esa mirada. —¿Qué? —Eres el capitán de esta nave. Los ojos de Nick se lanzaron de Ty a Deuce y Livi, que fruncieron el ceño a Ty en confusión. —Puedes casarlos. Nick miró fijamente, con la boca abierta. —Es una idea horrible. —¿Puede casarnos? —preguntó Livi. Ty se encogió de hombros. —Es tan oficial como una ceremonia en una isla estúpida. Los ojos azules de Livi se abrieron esperanzados. Nick le señaló con el dedo. —Soy inmune a esas miradas.

—Cinco minutos, irlandés, puedes casarlos. —¡No sé cómo llevar a cabo una ceremonia de matrimonio, Ty! —Por favor —dijo Deuce en voz baja—. Todo el mundo que queremos está en este barco. Eso es todo lo que importa. Sólo decláranos marido y mujer delante de nuestras familias. Parecía que Nick iba a protestar, pero finalmente maldijo entre dientes y se volvió para frenar el barco. Tan pronto como se volvió, Livi se lanzó hacia él y lo abrazó por el cuello. —Gracias —susurró ella. Luego salió de la cabina para reunir a todos. Deuce le dio a Nick una sonrisa y un movimiento de cabeza antes de irse tras ella. Ty no pudo evitar sonreír cuando Nick lo fulminó con la mirada. —Haré que te arrepientas de esto —advirtió Nick, pasando por delante. Quince minutos más tarde, habían reunido a todos, y Nick estaba en la proa de la nave, Livi y Deuce de pie frente a él. Nadie estaba con ellos, ni padrino ni dama de honor, ni padre de la novia entregándola. Livi se había puesto su vestido de novia, sin todos los accesorios, dejándola con un hermoso vestido blanco que se extendía en una cola detrás de ella. Amelia se sentó en la cola, masticando la costosa seda. Nick respiró hondo. Ty podía decir que estaba nervioso. Probablemente mas cerca de lanzarse por la borda en lugar de hacer esto. Finalmente miró a Deuce y Livi y les dirigió una sonrisa O'Flaherty. —Deacon Grady —comenzó él—. ¿Prometes pasar el resto de tu vida con esta mujer? ¿Amarla, cuidarla, dejarla escoger las cortinas y proteger su cuerpo de las balas futuras? Deuce se rió entre dientes y miró a Livi, cogiendo su mano en la suya. —Sí —dijo suavemente. Deslizó un anillo en su dedo, sin apartar los ojos de su rostro. Nick se volvió hacia Livi. —Olivia Stanton —dijo. —Sí —dijo antes de que él pudiera continuar. Envolvió los brazos alrededor del cuello de Deuce y lo besó. La barca estalló en aclamaciones y aplausos, Deuce tomó a Livi en sus brazos y la giró, inclinándose para un beso. Amelia se agarró a la cola de Livi y se deslizó a través de la cubierta mientras se movía, riéndose alegremente. Nick se quedó con las manos extendidas, incrédulo. —¿Por qué estoy aquí? —preguntó. Livi y Deuce rieron alegremente, besándose de nuevo antes de que Deuce la pusiera de pie nuevamente.

—Sólo otra parte de esto que sé es “¡ahora puedes besar a la novia!” –les dijo Nick, claramente ofendido de que no hubiera podido al menos hacer esa parte. Livi rió de nuevo y se adelantó para darle un beso en la mejilla, y luego ella y Deuce se giraron hacia su familia y seres queridos y levantaron sus manos unidas. Todos les aplaudieron, algunas personas silbaron y aullaron. Deuce se inclinó para recoger a Amelia, y rodeó con su brazo a su esposa, entrando en la multitud con su familia. Ty estaba a un lado, todavía aplaudiendo, mirando a su hermano con una sonrisa en su rostro. Zane estaba a su lado, rozándose contra él mientras aplaudía. Miró hacia el arco del bote sólo para encontrar a Nick observándolos. —¿Alguien más quiere dar el sí mientras estoy aquí? —preguntó Nick, mirando fijamente a Ty y Zane. Ty tragó el repentino nudo de su garganta y se volvió hacia Zane, el calor se extendía a través de él. Los ojos de Zane se habían ensanchado, su boca se separó pero no salió ninguna palabra. Ty agarró su mano y besó sus dedos. —"¿Quieres casarte conmigo, Zane? —Susurró. Zane miró de él a Nick y vuelta, con una sonrisa en los labios. Luego sacudió la cabeza. —No —respondió él riéndose. Ty resopló y luchó por no sonreír. Nick pasó junto a ellos, sacudiendo la cabeza. —Maldita sea, hijo. —Eso es frío —agregó Kelly antes de que se fueran. Ty y Zane los miraron y luego se volvieron el uno al otro, ambos sonriendo. Ty atrajo a Zane y lo besó, sosteniéndolo por el pelo para que no pudiera escapar. —Al final te atraparé, guapo —susurró. —Lo espero con ansias —murmuró Zane contra sus labios.

Capítulo 15

Ty, Nick, y Kelly todavía estaban con los trajes azules. Zane se había aflojado la corbata y se había quitado la chaqueta porque se negaba a llevar un traje funerario más de lo que debía. Se habían retirado del cementerio y se habían instalado en una taberna local, una que Ty aparentemente había frecuentado cuando había estado destinado en Washington, DC. Zane estaba bebiendo Coca—Cola. Ty había ordenado un whisky para brindar por Richard Burns, pero después de eso se había quedado con el Dr. Pepper. Zane había captado una mirada entre Ty y Nick que hablaba claramente del hecho de que Nick en algún momento le había cantado las cuarenta a Ty sobre beber en su presencia. Nick y Kelly estaban bebiendo agua. Zane no sabía si debía agradecérselo o sentirse complacido de que estos hombres, hombres que según los informes habían sido siempre gamberros bebedores y juerguistas, se abstuvieran por él. De cualquier manera, les había dado a cada uno un asentimiento en reconocimiento a lo que estaban haciendo. —No puedo creer que toda esta mierda vuelva a mí —dijo Zane, mirando la mesa. —Si realizas un movimiento de esos “todo lo que amo muere, déjame desaparecer”, te cazaré –le dijo Ty. Zane se rió tristemente. —Anotado. —Este es el topo –le dijo Ty, casi gruñendo—. Sabía que Burns se acercaba. Es el único que podría haber tenido suficiente información para alimentar a De la Vega y sacar esta mierda. —¿Es el mismo topo que montó el lío en Nueva Orleans? —preguntó Kelly. Zane asintió, todavía mirando. —Esto no va a terminar hasta que el cartel haya desaparecido. O yo. La mesa se quedó en silencio y los ruidos de la taberna ruidosa comenzaron a desvanecerse hasta que Zane se quedó sentado en el silencio de su propia cabeza, mirando el grano de madera de la mesa.

—Así que este tipo De la Vega —dijo finalmente Nick. Zane levantó la cabeza, parpadeando para salir de la profunda fantasía en la que se había perdido. Nick estaba descansando en la esquina de su mesa, con el brazo alrededor del hombro de Kelly, su otra mano sobre la mesa como si estuviera acostumbrado a sentarse con gente a la que no ocultaba las manos. Dio golpecitos con sus dedos y se encontró con los ojos de Zane—. ¿Cómo lo eliminamos? Zane sonrió. —Eso tendrá que esperar hasta después de tu pequeña cirugía, ¿no? Nick puso los ojos en blanco y tomó un sorbo de agua. Iba a donar su hígado a un padre que lo había aterrorizado toda su vida. Era una persona mejor que él, eso era seguro. Él se habría sentado y observado al hombre morir. —Investigaremos desde nuestro lado —dijo Ty, sonando decidido y un poco aterrador. A Zane le gustaba—. Para llegar a De la Vega, tenemos que llegar al topo. Ese es nuestro primer paso. Todos asintieron, mirando a su alrededor. —¿Eso significa que vas a volver al FBI? —preguntó Zane a Ty. Ty negó con la cabeza. —Ambos sabemos que no puedo. Creo que lo que ahora me puedes llamar es tu Comodín. Zane se encontró con los ojos de su amante, encantado de ver vida en ellos. Lo que fuera que les había sucedido a Ty y a los Sidewinder por ahí, había socavado la alegría de todos ellos, robado lo mismo que les hacía capaces de caminar a través del infierno y apagarlo. Pero ahora, mirando a estos tres hombres, con un propósito una vez más, con una misión, Zane podía ver que el fuego volvía. De la Vega había pinchado el nido de avispas equivocado esta vez.

*

*

Nick luchó para abrir los ojos cuando oyó voces. Finalmente consiguió hacer caer la cabeza a un lado y miró a través de sus pestañas para ver quién estaba en la habitación. El movimiento debió haber llamado la atención, porque las voces se detuvieron y la habitación se quedó en silencio. Nick cerró los ojos de nuevo. Un momento después, una mano fría estaba en su frente.

—¿Nick? —susurró la voz—. Despierta, nene. —Cuando Nick finalmente abrió los ojos, Kelly le sonreía. Pasó los dedos por la mejilla de Nick y se inclinó para susurrarle al oído—. Hay mucha gente aquí para verte. Una cortina separadora chirrió cuando fue corrida para darles un poco más de privacidad. Todavía estaba aturdido como el infierno, y tardó mucho tiempo en concentrarse, y un tiempo aún más largo en entender lo que estaba pasando. Le había dado un trozo de su hígado, que había logrado mantener saludable por algún milagro, a su padre. Ni siquiera había sido una elección para él. Tan pronto como las pruebas llegaron diciendo que era compatible, supo que tenía que hacerlo. Su padre seguiría viviendo, lo mereciera o no. La conciencia de Nick estaba limpia y la parte que faltaba de su hígado volvería a crecer con el tiempo. Eso esperaba. Casi una docena de personas estaban reunidas, todas con algún tipo de “entrega especial” de regalos para bebés. Empezó a reír pero tuvo que parar cuando el dolor le amenazó. —Gilipollas. Ty y Zane estaban allí, al igual que Owen y Digger. Nick sabía que estarían, sin embargo, porque habían volado anoche para estar con él antes de la operación. Digger estaba al pie de la cama, y Owen estaba sentado en la esquina sosteniendo un enorme osito de peluche que ocultaba la mayor parte de su cuerpo. Cuando se dio cuenta de que Nick estaba despierto, se puso de pie y colocó al oso en la silla para acercarse. —¿Cómo te sientes, O? —preguntó Digger. —Como menos hombre —dijo Nick, riéndose de los demás. —Lo pareces —dijo Digger, y levantó un tarro lleno de líquido y algo como… cosas. Ty agarró rápidamente el frasco y lo ocultó de la vista. —Tío, no. —¡Hígados de caimán! —No. —¡Ayudarán a que el suyo crezca más rápido! —Definitivamente no. Nick gimió y echó la cabeza hacia un lado, tratando de borrar esa imagen visual de su mente antes de que la imagen purgara su estómago. —Que asqueroso —murmuró Ty, y salió de la habitación con el tarro bajo el brazo. El resto seguía riéndose cuando Ty regresó, y Nick finalmente logró mirar hacia el pie de la cama sin sentir la necesidad de vomitar. Kat y Erin estaban allí de pie, ambas con ramos de pequeñas margaritas rosadas y florecillas blancas y globos. Se rieron mientras colocaban los delicados arreglos sobre

la mesa cerca de la pared. Incluso el sobrino mayor de Nick, Patrick, había venido con ellas. Estaba riendo alegremente cuando le entregó a Nick una tarjeta que todos habían firmado. Se leía, “Felicitaciones por tu entrega especial”. —¿Qué hicisteis tíos, enviar un memorándum? —preguntó Nick, todavía tratando de evitar reír. —Parecía apropiado —dijo Ty. Levantó un ramo de galletas con palitos, todos ellas con forma de biberones, zapatitos y gorros, y luego lo dejó sobre la mesa junto a Nick. El florero decía—: “Para el pequeño”. Owen golpeó el pie de Nick, luego hizo un gesto entre él y Kelly. —Vosotros dos tenéis algunas explicaciones que dar, Lucy. A Nick se le hundió el estómago. —¿Quién te lo dijo? —Doc no podía dejar de pasear en la sala de espera. Finalmente, simplemente dejó escapar que necesitaba un abrazo porque te amaba y estaba enloqueciendo. Nick logró una cálida sonrisa. —¿Estás de acuerdo con eso? Owen asintió, frunciendo los labios. —Lo bastante para para dar abrazos en las salas de espera, supongo. Me reservo mi juicio final para toda la historia. ¿Asumiendo que la voy a conseguir? Nick asintió con la cabeza. Digger envolvió un brazo alrededor de los hombros de Owen y le dio unas palmaditas en el pecho como si estuviera orgulloso de él. Kelly rió entre dientes. Apretó la mano de Nick con más fuerza. —Cuando Nick pueda tomar una cerveza de nuevo, nos sentaremos y explicaremos todo lo que quieras. Owen pareció satisfecho con eso. Nick encontró su garganta cada vez más cerrada. Ya no tenía secretos con ninguno de ellos. Su conciencia limpia otra vez, y era un peso enorme apartado de su mente y alma. Todo lo que podía hacer era asentir y parpadear con lágrimas de alivio. Lo único que no encajaba con el tema era el regalo que Zane le había traído. Era una caja de cartuchos de escopeta, el tipo adecuado para la Ithaca 37 de Nick. Sin embargo, eran verdes, con pequeños símbolos radiactivos grabados en ellos. —Rondas de zombies —le dijo Zane con la lengua en la mejilla—. En caso de que salieras de la cirugía casi medio muerto. Esta vez Nick rió aunque le doliera. Se sostuvo su costado con cautela, tratando de evitar reírse más fuerte.

—Eso debería ser útil, Garrett. Gracias. —También te traje la primera temporada de The Walking Dead. Vamos a sentarnos y verla mientras te recuperas. —¿Esto... es una unión zombi? —preguntó Ty. Nick sonrió a Zane, moviendo la cabeza. —Un hombre tras mi propio corazón. —Creía que los zombis iban tras los cerebros —dijo Kelly irónicamente. Señaló a Zane—. Aléjate de su corazón, es mío. El grupo rió entre dientes. Nick puso los ojos en blanco y los cerró otra vez, todavía sonriendo. Y mientras podía oír a los otros arrastrando los pies y murmurando en voz baja, no podía obligarse a abrir los ojos. —Gracias por venir chicos. Lo siento, no puedo… quedarme. La mano de Kelly se posó en su frente una vez más, luego se deslizó hacia abajo para cubrir sus ojos de manera que dejara de luchar para tratar de abrirlos. —Volverán cuando no estés inconsciente, ¿de acuerdo? Duerme. Cada visitante se acercó a la cama y le dio a Nick algún tipo de contacto antes de salir, un beso en la frente de sus hermanas, un apretón en el hombro de Owen, o un puñetazo suave de su sobrino. Todos parecían saber lo que el contacto significaría para él, sin importar si podía abrir los ojos para verlos otra vez. Ty se inclinó sobre él y lo abrazó con fuerza, presionando su mejilla contra la de Nick y llamándolo hermano, diciéndole que le quería. Zane le acarició la cabeza afectuosamente. Los oyó salir hasta que la habitación se sintió vacía. Los dedos de Kelly flotaban por su brazo, por lo que sonrió. —La operación salió bien –le dijo Kelly—. Tu padre está en la UCI, pero está bien. Le traerán aquí más tarde, por lo que no te sorprendas si aparece. Nick asintió con la cabeza. Honestamente podía decir que no le importaba cómo le iba a su padre. Había hecho todo lo posible para darle una oportunidad de luchar, y el hombre estaba solo a partir de ahora. Nick había terminado con él. Apretó la mano de Kelly y respiró profunda y dolorosamente. —¿De verdad hablabas en serio cuando dijiste que habías terminado de llevar una pistola? —Susurró Kelly. Nick forzó un ojo a abrirse. Un ceño fruncía los rasgos de Kelly y sus ojos tenían tristeza y compasión. Se inclinó más hacia Nick. —No quiero que renuncies a algo que amas por mi culpa. Y estoy preocupado de que sea eso lo que estás haciendo.

Nick forzó a ambos ojos cansados a abrirse y parpadeó con fuerza, tratando de no llorar. —Kelly. —¿Es eso lo que estás haciendo? — Preguntó Kelly—. Porque en unos meses estarás curado. En un año estarás como nuevo. La policía de Boston te aceptaría de nuevo en un santiamén, y eres un detective cojonudo. Eres mejor detective de lo que fuiste marine, y Nick, eso es decir mucho porque eras un puto marine cojonudo. —Doc. —Eso es decir mucho, ¿sabes? Y no te des por vencidos en algo en lo que eres tan bueno, Nick, no lo hagas. —Kels. —Siempre te ha gustado tu trabajo. Y te encanta un misterio. No eres feliz sin un misterio que resolver. —Tú eres un misterio —dijo Nick. Estiró la mano para rozar el rostro de Kelly con los dedos—. Te tendría. Kelly resopló. —Quiero que empecemos algo, Kels. Tú y yo. Algo que vivamos. Algo con lo que envejezcamos. No podemos hacer eso si soy poli. Kelly se mordió los labios, y sus ojos eran tan brumosos como los de Nick. —¿Estás seguro? Nick no respondió. Estaba mirando a Kelly, completamente enamorado, preguntándose por qué había tardado tanto puto tiempo en darse cuenta de que amaba al hombre. —Haría cualquier cosa contigo, Kels. Cualquier cosa que quisieras. Kelly agarró la cara de Nick entre sus manos. —He estado tratando de entender algo. Ya ves, puedo decirte que te quiero y son las mismas palabras que siempre te he dicho desde el primer día que me di cuenta de que te tendría a mi espalda en un tiroteo. Te quiero, hermano. Esas son las mismas palabras que les digo a Six, Digger y Ozone. ¿Ya sabes? Eran las mismas palabras que le dije a Eli la última vez que llamó. Eran las mismas palabras que mis padres dijeron la noche que salieron y murieron bajo la lluvia. —Kelly —alcanzó a decir Nick mientras las lágrimas comenzaban a caer por alguna razón. Apretó la mano contra la mejilla de Kelly. Una lágrima aterrizó en su pulgar y se dio cuenta de que ambos estaban llorando. —Pero no entiendo por qué esas son las mismas palabras que tengo que utilizar para un sentimiento que no es el mismo —continuó Kelly, su voz más baja, más íntima

y más confusa—. Yo… te necesito. Te adoro. Quiero despertar cada mañana y hacer que me prepares el desayuno para que pueda verte cocinar. Quiero… quiero pasar el resto de mi vida contigo haciendo cosas que hagan que la vida valga la pena vivir. Quiero hacerte sonreír. Quiero que me lleves a todos los estadios de béisbol y me enseñes cada pequeña cosa que sepas sobre el juego porque me encanta la forma en que tus ojos se iluminan cuando hablas de ello. Quiero… ¿qué palabras puedo usar para esta sensación si “te quiero” ya ha sido utilizado? Nick trató de tragar contra el nudo en la garganta y no podía. Sacudió la cabeza, sin saber qué hacer. Se quedó mirando a los ojos de Kelly un largo momento antes de finalmente intentar hablar. —¿Qué tal... cásate conmigo? Kelly sonrió y se secó los ojos. —Está bien. Kelly se inclinó para darle un beso, sus labios apenas se rozaron. Luego le besó con más fuerza, deteniéndose sólo para sollozar y limpiarse las mejillas de nuevo, usando el camisón de hospital de Nick para hacerlo. Apoyó la cabeza en el hombro de Nick y este envolvió un brazo torpe alrededor de su cuello. —Te quiero, Nick –susurró Kelly—. No importa lo que esas palabras significaban antes, sabemos lo que significan ahora. Ellas son nuestras ahora. Sólo nuestras. Nick susurró las palabras al oído de Kelly, sintiendo un nuevo peso en ellas. En lugar de una sensación de pánico como medio había esperado, sólo sintió calma. Podría casarse con Kelly mañana y nunca mirar hacia atrás, nunca lamentar la decisión. Él y Kelly podían pasar su vida juntos, como novios, como esposos, como socios en el crimen, como cualquier maldita cosa que quisieran, y no había nada en esa perspectiva que le pusiera nervioso. Enterró la nariz en el pelo desordenado de Kelly y cerró los ojos, incapaz de mantenerlos abiertos por más tiempo con el olor de Kelly envolviéndole y arrullándolo para que se durmiera. Kelly le besó suavemente una vez más, y luego puso algo en la mano de Nick y le colocó el pulgar sobre un botón. —Descansa, cariño. Aquí tienes tu dosis de morfina. Disfrútala por mí. Voy a ir a buscar comida con los demás, ¿de acuerdo? Nick consiguió esbozar una sonrisa, y Kelly le besó una vez más, pero seguía sin poder abrir los ojos mientras Kelly salía de la habitación. Cásate conmigo. Le hizo sonreír mientras se dormía. Flotó dentro y fuera de la conciencia un rato. En realidad no tenía dolor, pero no era un sueño reparador tampoco. Los pitidos, pasos amortiguados y palabras susurradas del hospital eran calmantes de alguna manera y por fin incluso la respiración constante

de su padre en la cama de al lado después de que lo trasladaron a la habitación fue algo que alivió su mente. No estaba seguro de qué era lo que le molestaba, pero sus ojos se abrieron antes de que se diera cuenta de que estaba despierto. Un enfermero estaba de pie junto a su cama, revisando sus signos vitales y jugando con las máquinas. Nick lo miró de arriba abajo, moviendo nada más que sus ojos para hacerlo. Entonces, por alguna razón, su mente comenzó a buscar algo, cualquier cosa, que pudiera usar como arma. Sacudió la cabeza como si estuviera sufriendo a través de un sueño intranquilo y luego rodó, dirigiéndose hacia la mesa donde estaba el pesado jarrón de cristal de las galletas de broma de Ty. Una mano se disparó y le agarró la muñeca, le retorció el brazo hasta que gimió. Otra mano se posó en su incisión, haciéndole gritar y curvarse en una bola. Agarró al brazo del hombre tratando de alejarlo, tratando de escapar de la agonía. Miró los ojos del enfermero, el reconocimiento llegó mientras trataba de tomar aire. —Casi conseguiste engañarme, O 'Flaherty –Dijo Liam Bell—. Impresionante. La cama al otro lado de la cortina crujió cuando el padre de Nick se movió. —¿Qué está pasando allí? Liam miró por encima del hombro, aflojó la presión en el brazo y la incisión de Nick. Alargó la mano hacia las máquinas que gritaban y las silenció de alguna manera, luego se bajó la máscara verde por la barbilla. Una sonrisa curvaba sus labios. Nick presionó la mano contra la incisión, sintiendo la sangre filtrarse por los puntos de sutura. Se acurrucó y se meció, incapaz de detenerse. —¿Qué haces aquí? –Dijo apretando los dientes. —He oído que no te sentías bien —dijo Liam, su tono totalmente informal. Acercó una silla y se sentó, luego suavemente tomó la mano de Nick en la suya, sosteniendo el mando de la morfina en la palma de Nick. Envolvió los dedos de Nick alrededor y presionó el pulgar contra el suyo, haciéndole apretar el botón varias veces. —Vamos a subir esto un poco, ¿de acuerdo? No puedes tenerte con dolor. —¿Estás bien por allá, muchacho? —Preguntó el padre de Nick. —Papá, estoy bien –logró decir Nick—. Está bien. Vuelve a dormir. Liam puso los ojos en blanco y se puso de pie. —Ahora vuelvo. –Apartó la cortina a un lado, se quedó en el centro de la habitación para mirar a Brian O 'Flaherty—. Tienes huevos, ¿verdad? –dijo mientras examinaba el equipo alrededor de la cama de Brian. —¿Quién diablos eres? —Sólo un amigo de tu hijo, no importa —murmuró Liam distraídamente.

—Bell, déjalo en paz –trató de decir Nick, aunque su voz era débil y sus palabras eran arrastradas y asustadas. Trató de alcanzar el botón de llamada, que había sido movido fuera de alcance para dejar sitio a la caja de balas zombie. Liam atrapó la línea intravenosa de Brian entre dos de sus dedos, luego sacó una jeringuilla del bolsillo. Silbó mientras inyectaba lo que estaba dentro. —¡Liam! —Gritó Nick. Alcanzó su propia intravenosa para arrancarla de un tirón, con la intención de salir de la cama, pero sus movimientos eran lentos y su mente estaba llena de niebla. No podía. Su mano se posó en los cartuchos de escopeta, preparado para lanzar la caja a la cabeza de Liam. —Relájate, estará bien. Sólo dormirá. —Liam tiró la jeringa en un recipiente y luego se inclinó hacia Brian—. Si alguna vez te veo con una copa en la mano de nuevo, pondré un agujero a través de tu puto cráneo. ¿Entiendes? No te mereces este hombre como hijo. Nick vio la ira y el miedo en los ojos de su padre antes de que la medicina que Liam le había inyectado le hiciera dormir. —Gilipollas —agregó Liam. Cerró la cortina de nuevo y se sentó al lado de Nick. Alejó las manos de Nick de la pesada caja de cartuchos, luego de la intravenosa y del botón de llamada de la enfermera. Sus movimientos fueron extremadamente suaves teniendo en cuenta que acababa de clavar la palma de la mano en la incisión de Nick varios minutos antes. Le dio unas palmaditas en el pecho—. Muy bien, entonces. Nick gimió y trató de empujarlo, pero no pudo. —¿Por qué no puedes escabullirte a algún lugar y morir como debes? —Bueno, eso no es muy agradable. —¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Sabía que ahora sería el mejor momento para verte, ya que cuando estás sano tiendes a golpear primero y hablar después de que me has atado a algo que no es muy divertido. Nick gruñó. —Para abreviar, necesito tu ayuda. —Vete a la mierda —gruñó Nick. Giró la cabeza y se retorció en la cama, luchando contra el dolor. Liam tomó su mano en la suya, presionando el pulgar Nick en el goteo de morfina de nuevo. Esta vez, se aferró a él, como si estuviera ofreciendo consuelo. Nick le miró. —¿Cómo has podido convencerte a ti mismo de que te ayudaría a hacer algo?

Liam miró hacia la puerta. —Porque tengo influencia sobre ti. Los ojos de Nick se dirigieron hacia la puerta. —Tú y Doc, ¿no? Nunca lo vi venir. —Le haces daño y eres hombre muerto. Te cazaré y te haré sufrir, te lo prometo. —Acepto esos términos. Y... estoy adecuadamente intimidado por las declaraciones violentas de un hombre por lo demás amable. Lo que pasa es que voy a necesitar tu ayuda. Los detalles son un poco difusos todavía, pero puedes estar seguro de que es algo que tú y sólo tú me puedes ayudar a hacer. Y cuando llegue el momento, voy a necesitar que te movilices sin preguntas y sin tu mala costumbre de oponerte moralmente a… cosas. —¿Cosas? —Ya sabes. Cosas. La respiración de Nick era cada vez más trabajosa, y era más difícil luchar contra la morfina para mantener los ojos abiertos. La única razón por la que aún estaba consciente era el puro odio. Liam le sonrió amablemente. —Me ayudas en una tarea sencilla, y luego tú y Doc zarpáis hacia el atardecer juntos. Te niegas y termino el trabajo de Nueva Orleans que comenzó con ese agujero en el pecho de Doc. Nick cerró los ojos con fuerza, apretando los dientes contra la mera idea. Pensó que podría vomitar. —¿Tenemos trato? Nick sacudió la cabeza. —Dime que no, O 'Flaherty, y voy abajo en este momento y me lo cargo. Está en la cafetería sentado al lado de una ventana. Un tiro perfecto desde enfrente. ¿Puedes imaginar la cara de Tyler con el cerebro de Doc salpicándole por todas partes? Imagino que quedaría bastante devastado. Nick se acurrucó sobre su costado y se cubrió los ojos con la mano. Se odiaba por hacerlo, pero agarró la mano Liam con fuerza mientras el dolor y la pena sacudían su cuerpo. —Está bien —susurró. —¿Tenemos un trato? —Ninguno de ellos sufrirá daño —dijo Nick. Miró a Liam, desesperado—. Hago lo que quieres y los dejas a todos en paz. Dame tu palabra. Liam sonrió con cariño.

—Siempre me ha gustado eso de ti, O 'Flaherty. Eras el único Sidewinder que decía en serio cuando decía “lo prometo”. Tienes mi palabra. ¿Tengo la tuya? Nick lo fulminó con la mirada, el odio amenazaba con arder a través de su corazón. Se las arregló para sacar la palabra de todos modos. —Sí. Liam sonrió brillantemente y le dio unas palmaditas en la mejilla. —Aquí está mi caballero blanco. Ahora, seguro que no debo recordarte que cualquiera al que le cuentes nuestro pequeño acuerdo se convertirá en un estorbo. Nick no podía hacer nada más que apretar los dientes y fulminar los ojos azul hielo de Liam. —Estaré en contacto. Pronta recuperación y todo eso –dijo Liam arrastrando las palabras y sonriendo como si fuera una broma privada. Luego sacó otra jeringuilla del bolsillo y sacó a Nick de su miseria.

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Zane tiró su insignia y llaves sobre el mostrador y cerró la puerta detrás de él. Los días de trabajo parecían ser cada vez más largos, las responsabilidades pesaban más. No estaba seguro de cuánto tiempo tendría la voluntad de seguir esto. Lo único que lo mantenía allí era la verdadera amenaza que aún flotaba sobre todo el mundo y todo lo que amaba. Tenía una batalla más para luchar. Y luego estaba listo para dormir con su amante, para acurrucarse un domingo y ver el fútbol, para leer un puto libro sin preguntarse cuándo sería llamado a trabajar. —¿Ty? —preguntó. La casa estaba tranquila y silenciosa. El Mustang no estaba aparcado en la parte trasera, así que estaba bastante seguro de que Ty no estaba en casa. La decepción fue sorprendente. Se encogió de hombros para quitarse la chaqueta y comenzó a revisar la pila de correo en el mostrador, pero una pequeña caja llamó su atención. Dejó el correo a un lado y cogió la caja. Era negra con una simple cinta blanca. Una nota en la cinta decía: "Ábreme ahora". Zane sonrió. Casi se había convertido en una broma entre ellos, las muchas y variadas formas de Ty de pedirle que se casara con él. Zane casi temía el día en que estuviera convencido de decir sí porque entonces los intentos y la diversión de decir no se detendría. Quitó la cinta, todavía sonriendo y sacudiendo la cabeza. Dentro había una bolsa de terciopelo púrpura, y cuando Zane miró por dentro encontró un anillo ancho de plata. Su estómago se revolvió cuando la sacó en la palma. No era brillante ni nuevo,

y obviamente había sido hecho a mano. Grabados en un lado había números que Zane reconoció rápidamente como coordenadas de latitud y longitud. —Oh, Dios, Ty —susurró. Estaba riendo entre dientes mientras sacaba su teléfono y tecleaba las coordenadas en su GPS. Le dio indicaciones, diciéndole que el lugar estaba a menos de medio kilómetro de distancia. Al menos estaba cerca. Zane agarró su abrigo y deslizó el anillo en el dedo anular derecho. Ajustaba perfecto. Caminó varias manzanas hacia Fell's Point, luego se volvió hacia donde su teléfono indicaba y empezó a buscar algo que pareciera que se suponía era su objetivo. Cuando encontró su destino, no era lo que esperaba. La única razón por la que sabía que estaba allí era porque Ty estaba sentado en el frente, esperándole. Zane se asomó al edificio de tres pisos. Era de ladrillo, con detalles blancos que se desprendían y caían para revelar el verde debajo. La puerta principal estaba cubierta de pegatinas y grafiti, y las ventanas habían sido cubiertas de bolsas de papel. Una señal negra y naranja rota de “se vende” estaba pegada. Todas las ventanas tenían arcos y madera tallada a mano, pero estaban visiblemente podridos. Los escalones del sótano en la acera conducían a un agujero oscuro que podía o no haber sido casa de vagabundos por la noche. Lo único que se podía decir del edificio era que probablemente tenía una vista increíble del puerto desde la parte de atrás, y que el amante de Zane estaba sentado en sus escalones de hormigón. Zane resopló cuando Ty se puso de pie para recibirlo. Levantó el anillo y movió el dedo. —No puedo decir que este sea tu mejor intento. Ty sonrió. Se volvió y tocó el letrero de venta. —Lo compré. La sonrisa de Zane cayó, y volvió a mirar el edificio destartalado. —¿Tú qué? Ty abrió la puerta. Estaba desbloqueada. —Vamos. —Ty, ¿compraste este edificio? —tartamudeó Zane mientras seguía a Ty al interior— . ¿Con qué, dinero de Monopoly? La risa de Ty resonó en el interior vacío. Dentro, el aspecto del edificio no parecía mucho mejor. Había una vieja barra que se extendía a lo largo de la estrecha habitación delantera, y en la parte posterior unas escaleras subían a lo que pudo haber sido un almacén con una salida trasera. Ty levantó las manos y se volvió hacia Zane, sonriendo casi tímidamente. Zane se quedó boquiabierto ante su entorno.

—Estoy... confuso. Ty dio unas palmaditas en la barra. —Solía ser un bar. —Ya lo veo. —Tiene dos pisos arriba. Necesita una renovación completa, asi que podemos destriparlo y hacer lo que queramos. Zane levantó la mirada de nuevo, imaginando todo el trabajo que requeriría. Ty sin trabajo y sin ninguna pista sobre el topo estaba empezando a ser una perspectiva aterradora. Se volvió hacia Ty, a la espera de que esto se convirtiera en una buena idea. Ty seguía sonriendo suavemente. —Mira, no importa lo que hagamos con la casa adosada, siempre sabremos que era mía primero. No podemos borrar eso y hacerla verdaderamente nuestra. Pero aquí podemos empezar de nuevo. Construir lo que queramos. Zane se mordió el labio, asintiendo. —Está bien. ¿Qué pasa con este piso, sin embargo? Todavía es un distrito comercial. —Me di cuenta de que una cosa que Fell's Point no tenía –dijo Ty, su voz sincera y llena de esperanza—, era una librería. El estómago de Zane saltó. Le encantaban las viejas librerías. Le encantaba el olor de ellas, le encantaba caminar a través de ellas, le encantaba sentarse en ellas y leer en una vieja silla. Ty lo había sabido desde el principio, desde el día en la ciudad de Nueva York cuando le siguió resueltamente a una librería y se sentó allí mientras Zane echaba un vistazo. Los labios de Ty se crisparon. —Y podríamos vender orquídeas en el mercado negro en la parte de atrás. Zane dejó salir el aliento de golpe. Estaba de pie en el centro de la pocilga que Ty le había comprado, y de repente podía ver lo que realmente estaba proponiendo. Una vida donde ninguno de ellos llevara un arma. Una vida donde Zane podría sentarse en una librería todo el día, podría saber que Ty estaría allí cuando regresara a casa, escaleras arriba. Una vida para ellos, juntos. Un futuro. Ty quería que se retiraran. Zane pensó que había experimentado el amor antes. Pensó que había sabido lo que se siente al ser el centro del mundo de alguien. Se había equivocado, porque nunca se había sentido así. Ty cuadró los hombros y se enderezó. Tenía un aspecto impresionante, su presencia tranquila dominaba el entorno polvoriento. Su voz fue tranquila y clara. —¿Quieres casarte conmigo, Zane?

—Sí. Ty se echó a reír y sus hombros cayeron de alivio. Se movió hacia Zane, estirando el dedo para engancharlo a través del agujero de bala en la chaqueta de Zane y acercarlo. —Gracias a Dios, porque me estaba quedando sin ideas después de esto. Zane se rió con él, el sonido resonó en los huesos de su futura casa, resonó en un nuevo capítulo de sus vidas como las campanas de una catedral. Sus risas todavía resonaban contra las paredes cuando Ty tomó el rostro de Zane en ambas manos y lo besó por todo lo que valía la pena. Se envolvieron uno al otro, aferrándose a la promesa de la vida que podían tener.

Fin