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CAPTANDO EL MENSAJE Un plan para la interpretación y aplicación de la Biblia Dr. Daniel M. Doriani Manuscrito traducid

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CAPTANDO EL MENSAJE Un plan para la interpretación y aplicación de la Biblia

Dr. Daniel M. Doriani

Manuscrito traducido por Ruth Martinez Gómez Manuscrito editado por Elvis Castro www.proyectonehemias.org

Manuscrito Preliminar No permitido la publicación o distribución Permiso limitado otorgado para cursos ofrecidos por Misión al Mundo (Mission to the World) y la Academia Teológica Reformada (IPA-Chile) mientras se prepara la versión publicada.

PREFACIO

1. Introducción 2. Observa lo que hay ahí 3. El contexto literario 4. El contexto histórico 5. Análisis de narraciones 6. Análisis del discurso 7. Resolución de problemas 8. Desarrollo de temas 9. El reto de la aplicación 10. La práctica de la aplicación 11. Reflexión sobre la idea central del texto 12. Reflexión sobre el enfoque redentor de la Escritura 13. Comienzo

Apéndice A: Lección modelo Apéndice B: Selección de un texto Apéndice C: Principios avanzados para el análisis del discurso Apéndice D: Aplicación de los géneros de la Escritura Apéndice E: Biblioteca de referencia básica para el hogar cristiano

1 INTRODUCCIÓN ____________________________________________________________

¿Hay un intérprete en casa? Cualquier persona que ame a Dios y crea que Él ha hablado con autoridad única en la Biblia, tiene razón suficiente para aprender métodos eficaces de estudio bíblico. No obstante, el estudio bíblico requiere esfuerzo, y todos tenemos trabajo de sobra que hacer, una realidad que pone a prueba nuestra motivación para aprender a interpretar las Escrituras. A veces Dios usa situaciones problemáticas para avivar nuestro deseo de entender mejor Su Palabra. Supongamos que es domingo en la mañana y tu pastor está fuera de la iglesia. Un conferencista invitado ha leído algunos pasajes del Antiguo Testamento que hablan de la poligamia, y comienza el sermón. Mis experiencias en África y mi estudio de la Escritura me han convencido de que es hora de que reevaluemos las enseñanzas de nuestra iglesia con respecto a la poligamia. Como muchos maestros, yo sostuve la línea tradicional de enseñanza y simplemente salía del paso cuando mis estudiantes me preguntaban cómo es que Dios pudo permitir que sus líderes fueran polígamos durante el antiguo pacto, si la poligamia es pecado. Entonces, cuando comencé mi trabajo en África, el Señor me permitió tener cierto éxito con los jefes del pueblo en Burkina Faso. Cuando ellos confesaron a Jesucristo como Salvador y fueron bautizados, hice que renunciaran a todas sus esposas, excepto la principal, y que las dejaran ir junto con sus hijos. Pero, en lugar de preservar la dignidad del matrimonio, esto destruyó a sus otras esposas, que se vieron forzadas a mendigar y prostituirse, y a sus hijos, que se convirtieron en huérfanos y parias. Algunos jefes, al ver la vergüenza que esto causaba en sus hijos, se negaron a volverse cristianos, aún cuando sus corazones habían sido tocados. Hombres de menor rango, que tenían sólo una esposa, se convirtieron en líderes de la iglesia, pero nadie en el pueblo los respetaba y la iglesia perdió su prestigio. Es más, en este lugar a las mujeres no les preocupa la poligamia. Una de ellas me dijo, “cuando mi esposo tomó a su segunda esposa fue el día más feliz de mi vida. Ahora tengo a alguien con quién compartir el trabajo, y ella es mi amiga, como una hermana.” Entonces comencé a estudiar la cuestión de la poligamia. Abraham, Jacob y David fueron todos polígamos. El Señor reprendió a estos tres hombres por sus pecados, pero nunca los condenó por su poligamia. Génesis y Samuel muestran el segundo matrimonio de Jacob, con Raquel, y el cuarto matrimonio de David, con Abigail, como sucesos positivos y hasta románticos. Además, a pesar de que Jesús condena los juramentos, el divorcio, y otras prácticas del Antiguo Testamento, nunca prohíbe la poligamia, ni lo hace ninguno de sus apóstoles. Es cierto que la poligamia ha sido inusual en la historia de la iglesia, pero esto se debe principalmente a que la iglesia Católica con dificultad aprobó siquiera el matrimonio. Cuando vino la Reforma y comenzó a presentar una perspectiva más positiva del matrimonio, los teólogos pronto consideraron la posibilidad de la

poligamia. Martín Lutero hasta incentivó al líder político luterano, Philip de Hesse, a que tomara una segunda esposa, ya que él no podía vivir castamente sólo con una. Existen muchas razones para reconsiderar el tema de la poligamia hoy en día. Sin duda la monogamia es ideal, pero no vivimos en un mundo ideal. ¿Qué les diríamos, por ejemplo, a mujeres cristianas que anhelan casarse pero no han podido encontrar a un compañero idóneo, ya que muchos hombres son inmaduros, inmorales, no creyentes, o no se interesan por las mujeres? Muchos hombres pueden sostener a dos o más esposas, tanto financiera como emocionalmente. ¿No es la poligamia entonces mejor para todos que una vida de soledad para las potenciales segundas esposas?1 Sermones como este pueden dar lugar a largas discusiones a la salida de la iglesia mientras que los niños corren desenfrenados y el hambre aumenta. Aunque algo perturbadoras, las historias de África y Lutero pueden ser persuasivas. Y si nadie es capaz de demostrar bíblicamente los errores del predicador invitado, tal incapacidad puede terminar siendo más preocupante que el sermón mismo. ¿Es suficiente decir que el pastor tendrá una respuesta cuando regrese? ¿O deberían los creyentes ser capaces de formular por sí mismos cuando menos una respuesta rudimentaria? Después de todo, ¿no oímos a menudo a oradores, o leemos libros que afirman haber descubierto verdades olvidadas o esclarecer pasajes que por cientos de años han sido malinterpretados por la iglesia? Sus posturas pueden sonar muy interesantes, casi convincentes; sin embargo, algo parece no estar bien. Pero a menos que contemos con una abultada biblioteca, o podamos llamar al pastor inmediatamente, a menudo nos sentiremos perdidos. Y nos preguntaremos si nuestras viejas ideas simplemente deben morir, o si hay algo erróneo en el mensaje que escuchamos, algo que no alcanzamos a identificar exactamente. Aunque nunca tengamos la oportunidad de ir al seminario, ¿no deberíamos saber cómo distinguir entre enseñanzas verdaderas y falsas? ¿No has deseado a menudo poder manejar la Biblia con más seguridad? Quizás te has confundido cuando maestros de la Biblia se contradicen, o cuando un sermón va más allá de tus pensamientos básicos acerca de un texto. O te das cuenta de que el material de escuela dominical que existe en tu iglesia no va a funcionar para tu clase, pero no tienes idea de cómo preparar tu propia lección. ¿Por qué los cristianos no tienen la capacidad de evaluar sermones, o de aprovechar más su lectura devocional, o de preparar lecciones propias? Es porque carecen de un método de estudio de la Biblia. Este libro presenta un método directo para el estudio bíblico efectivo. La meta de este estudio no es simplemente entender mejor la Biblia, sino también poder aplicarla a la vida.

La necesidad de instruirnos En muchas comunidades, un estudio bíblico consiste en leer un pasaje de la Escritura y preguntar, “¿qué me dice este pasaje a mí?” En otras palabras, “cuando leo este texto, ¿qué pensamientos o sentimientos surgen dentro de mi?” Plantear esa pregunta de una forma tan subjetiva les permite a las personas “descubrir” casi cualquier idea que a ellas les guste en el texto. De este modo, se fomenta en los cristianos la idea de aferrarse a un pedazo de verdad – moralismo, o un texto que pruebe una doctrina favorita – mientras se ignora todo lo demás. Cuando observamos esta práctica en otros (cuesta descubrirla en nosotros mismos), nos damos cuenta de que la Biblia tiende a “decir” cosas seguras, de moda, o egoístas.

Sí, es verdad que los creyentes deberían esperar oír la voz de Dios durante su estudio bíblico. Sí, todos los creyentes son sacerdotes (1 Pedro 2:5,9; Apocalipsis 5:10) y tienen acceso directo a Dios y a su Palabra sin la intervención de sacerdotes o expertos. Sí, Dios es el maestro por excelencia de todo aquél que lo conoce (Jer 31:33-34). Y su unción nos guía hacía la verdad (1 Juan 2:27). Pero nosotros abusamos de este privilegio cuando dejamos que nuestras impresiones ahoguen a los profetas y apóstoles. Precisamente porque creemos en la autoridad de la Biblia, necesitamos un método objetivo para determinar, de la mejor manera posible, lo que la Biblia intentaba decir originalmente, y lo que significa hoy en día. Necesitamos instrucción porque vivimos en un mundo muy distante del mundo de la Biblia ―en tiempo, lenguaje, y costumbres. Nosotros hablamos español, inglés, o alemán; ellos hablaban hebreo, arameo, o griego. Nosotros vivimos en una sociedad tecnológica, conformada por carros, refrigeradores, teléfonos, videos, y redes computacionales; todos bajo el gobierno de oficiales electos, moneda canjeable, y mercados mundiales. Ellos vivían en una sociedad agraria conformada por burros, arados de madera, vasijas de barro y caminos de tierra; todos bajo el gobierno de un emperador Romano y sus ejércitos. Debido a las diferencias entre los tiempos bíblicos y los nuestros, necesitamos instrucción en el lenguaje y costumbres bíblicas. Con respecto al lenguaje, ¿cuántos de nosotros sabemos con exactitud qué significan los términos expiación, justificación, redención y propiciación? En cuanto a las costumbres, incluso los lectores casuales de los evangelios pueden observar que, en contraste con los hábitos de la gente “religiosa” de sus días, Jesús se asociaba con parias, pecadores, y gente de otras razas; pero no logran percibir que Jesús quebrantó otras costumbres sociales. Por ejemplo, en la cultura occidental actual, hombres y mujeres conversan libremente casi en cualquier situación o lugar, así que difícilmente nos impacta que los evangelios muestren a Jesús hablando con mujeres. Pero, de hecho, cuando los discípulos encontraron a Jesús hablándole a una mujer samaritana en Juan 4, el texto dice que se sorprendieron, no de encontrarlo hablando con un samaritano despreciable, sino de encontrarlo hablando con una mujer (4:27). Los discípulos estaban sorprendidos porque los rabinos creían que enseñar a las mujeres era una pérdida de tiempo. Un rabino dijo “Sería mejor que las palabras de la Ley fueran quemadas antes que fueran dadas a una mujer.”2 En su opinión, todas las mujeres eran peligrosamente seductoras. A menos que estemos conscientes de dichas actitudes, no podemos apreciar que la conversación de Jesús con la mujer samaritana fue muy audaz y arriesgaba la condenación. Por razones como éstas, necesitamos saber acerca de la vida y la religión judías para sacar el mayor provecho a la lectura bíblica. De hecho, el problema de la distancia cultural ya había surgido durante la época en que el Nuevo Testamento fue escrito. Es por eso que Marcos, Lucas y Juan, escribiendo para una audiencia gentil, explicaron términos arameos y costumbres judías que surgían en sus narrativas. Por ejemplo, Marcos interrumpió su historia del conflicto entre Jesús y los fariseos sobre la limpieza ritual para explicar a sus lectores gentiles que los Judíos tenían tradiciones que requerían limpiezas ceremoniales (Marcos 7:1-5). También explicó términos arameos que surgieron durante la crucifixión de Jesús (15:22, 34; para ejemplos similares véase 5:41; 7:19; 9:6; 11:32; 15:16). Juan incluso interpreta términos judíos comunes como Rabí, Mesías, y el nombre Cefas (Juan 1:38-42). Por lo tanto, costumbres y términos extraños ya impedían la comunicación con gente que vivía quizás a pocos cientos de kilómetros de distancia, y tan sólo a unas pocas décadas después de los acontecimientos. ¡Cuánto más necesitamos instrucción ahora, dos mil años después y en una cultura extranjera, si esperamos entender el lenguaje y la cultura de la Biblia!

Entrenar nuestra mente también nos ayuda a aplicar la Biblia a nuevas situaciones. Por ejemplo, nos ayuda a determinar quién está en la posición de la mujer samaritana en nuestra sociedad de hoy. Por otro lado, los cristianos que trabajan con tecnología médica tienen que luchar con dilemas éticos de cuestiones como la inseminación artificial o el uso de “medidas heroicas” en pacientes terminales. Cada discípulo debe decidir cómo usar la televisión y la radio. ¿Deberíamos ver programas con actores y escritores de calidad, pero que regularmente emplean lenguaje obsceno y muestran inmoralidad? ¿Podemos ver dicho programa si la inmoralidad es ocasional e incidental? ¿Y si es permanente? Y hablando de la música popular, ¿importa que ésta use vulgaridades si no podemos entender las palabras? O, ¿es la industria de la música popular en su totalidad corrupta y poco digna de nuestro apoyo? La Biblia nunca aborda ni estas ni muchas otras cuestiones similares directamente. De hecho, no lo puede hacer, ya que ella debe hablar a todas las épocas y culturas. Si Dios hubiera decidido dictar instrucciones acerca de las computadoras o de sistemas de apoyo a la vida a Pedro o a Ezequiel, éstas no habrían tenido ningún sentido para nadie, excepto para los lectores de finales del siglo veinte. Por lo tanto, los textos de prueba aislados raramente responden a preguntas que surgen de situaciones nuevas o contemporáneas. “No matarás” no resuelve cada dilema ético que se presenta en un hospital. Necesitamos buscar en toda la Biblia para encontrar principios relevantes, y la instrucción nos ayudará a hacer más rápida la búsqueda. Hasta ahora, hemos dicho que la interpretación exitosa depende de métodos sensatos de interpretación. Sin embargo, debemos añadir que también depende de intérpretes sensatos. La mayor parte de este libro se enfoca en técnicas usadas para interpretar o hacer exégesis de la Biblia. Pero de vez en cuando debemos volvernos hacia los intérpretes, ya que el espíritu con el que hagan exégesis de la Biblia es tan importante como las técnicas que utilicen.

El estado del corazón: ¿Qué hay del intérprete? El investigador serio debe usar métodos adecuados; sin embargo, el dominio de los métodos por sí mismo no garantiza que Dios va a bendecir su labor. El estudio bíblico, en su mejor expresión, es un encuentro con el Dios personal, no sólo con un texto. Sólo cuando unimos métodos efectivos con un corazón receptivo podemos esperar que el estudio bíblico lleve fruto en la vida de la persona y de la iglesia. La receptividad personal es vital porque la meta propia de la interpretación es la aplicación.3 Como dice el apóstol Pablo, “Toda escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16-17). La gente demuestra que ha entendido un concepto cuando lo aplica a situaciones nuevas, especialmente en sus propias vidas. Un discípulo evidencia una verdadera comprensión del principio de hablar la verdad en amor cuando él o ella expresa una verdad difícil sin herir a nadie. Por otro lado, si un hombre afirma que ha comprendido las enseñanzas bíblicas sobre el matrimonio, pero echa a su esposa de su casa, se divorcia, y rápidamente se casa con otra mujer, entonces tenemos que cuestionar su comprensión.4 Por lo tanto, debemos decir, “¡cuidado con usar únicamente el método!” Tanto creyentes como no creyentes pueden adquirir técnicas válidas de interpretación. Muchos de ellos las aplican a cualquier libro, ensayo, o poema. Los escépticos pueden entender la

gramática y la terminología de la Biblia perfectamente bien. Los investigadores pueden entrar temporalmente al mundo bíblico para obtener información.5 Pero a menos que Dios les conceda la disposición a someterse a la autoridad bíblica, podrán leer todo el día y no sacarán ningún provecho. A menos que se arrepientan de sus pecados, ellos se resistirán y se negarán a aplicar la Palabra de Dios, aun mientras la leen. A consecuencia de ello, usarán métodos inapropiados, como tratar de dar explicaciones meramente naturales para eventos sobrenaturales, o dudar sistemáticamente de todo, hasta establecer un núcleo inquebrantable de hechos fiables. Desafortunadamente, sus hechos fiables acerca de Jesús terminan siendo poco más que decir que Jesús enseñó, sanó gente, y fue ejecutado por los romanos. El cristiano sin mucho compromiso también se encuentra en una situación precaria. Se interna en la Biblia como un niño que, al cenar con su tía Alberta, come apartando las verduras, sin estar seguro de si la meta es comer o evitar comer. Tantas cosas en el texto parecen poco apetitosas: “Esto no puede significar lo que parece decir... de seguro esto ya no aplica hoy en día”, se dice a sí mismo cuando las afirmaciones bíblicas ofenden sus gustos. El cristiano poco comprometido apenas puede tener hambre del estudio de la Biblia. No está seguro de si realmente quiere conocer su mensaje. ¿Qué ventaja tiene, entonces, un creyente sobre los escépticos y los fluctuantes? ¿Será la espiritualidad en general? ¿Una sensibilidad a las cosas espirituales? ¿Una capacidad de empatía religiosa? ¿La convicción de que los hechos sobrenaturales pueden ocurrir?6 La ventaja esencial del creyente es que él toma la postura adecuada frente a la Biblia. No la mira a los ojos como si fuera su igual, con derecho a criticarla sobre cualquier punto.7 El creyente no la enfrenta meramente, esperando conocer nuevos horizontes, o nuevos mundos de pensamiento que puede que toquen su corazón y lo transformen, o puede que no.8 Más bien, él se somete a su autoridad, pues la considera la Palabra misma del Señor Soberano a quien ama. Los cristianos están en ventaja porque su alto compromiso con la Biblia puede hacer que trabajen por más tiempo y más arduamente en el texto. Con todo, la ventaja del cristiano depende menos del trabajo que él hace en el texto, y más del trabajo que Dios hace en él mientras se somete al mismo.9 Una vez más, un escéptico que use métodos adecuados puede descubrir las ideas presentadas en la Biblia. Los creyentes no tienen una ventaja mística para comprender la gramática o costumbres de la Biblia. Pero, puesto que Dios opera en el corazón, convenciéndonos del pecado y de su gracia sublime, el cristiano está dispuesto a recibir el mensaje, aun si éste duele. La ventaja del creyente radica en su buena disposición para aplicar la Biblia. Ésta no es una ventaja menor, si, como hemos dicho, la meta de la interpretación es la aplicación. Los escépticos pueden malinterpretar la Biblia por muchas razones, pero seguramente es su escasa disposición para someterse al Dios que nos dio la Escritura lo que en definitiva más influye. El tema de la oración ilustra cómo debemos unir corazón y método. Algunos autores enfatizan los métodos correctos de oración – horas y lugares adecuados (temprano, y en un rincón), y el contenido correcto (adoración, confesión, gratitud, y súplica). Sin embargo, a pesar de ser instrucciones sabias, éstas no van al corazón del asunto, ya que uno puede establecer la hora, lugar, y estructura adecuadas para orar, y aún así tener una vida de oración muy pobre. Por esta razón, cuando Jesús enseñó a sus discípulos qué orar (un aspecto del método), también les enseñó cómo orar - cómo tener la actitud correcta delante de Dios (Mateo 6:5-15; Lucas 11:1-13). Tanto para la interpretación bíblica, como para la oración, hay tres elementos necesarios: métodos apropiados, condiciones correctas del corazón, y metas adecuadas.

Métodos sin devoción pueden alimentar el orgullo o una búsqueda de ventajas egoístas. “La meta adecuada para el estudio de la hermenéutica,” dice D. A. Carson, no es la acumulación de conocimiento elitista, sino “un mejor entendimiento de, y obediencia a las Santas Escrituras.”10 Por lo tanto, antes de proceder, cada lector se debe preguntar, “¿qué tipo de lector soy yo?” No cabe duda de que la Biblia no es el tipo de libro que los críticos y holgazanes quieran leer. Con todo, un autoexamen es necesario. ¿Estás comprometido a creer y a aplicar cualquier cosa que descubras a medida que estudias la Biblia, sin importar el costo?11

Tres fallas del corazón Aunque la pregunta anterior pide un simple sí o no como respuesta, hay mucho más que decir. Aun si damos un sí provisional, podemos seguir fallando a causa de nuestra inmadurez o insensibilidad espiritual, o incluso por rebelión. 1. Inmadurez. La inmadurez obstaculiza nuestra capacidad de interpretar la Escritura. Conforme la gente madura y aprende principios fundamentales, también logra incrementar su capacidad de aprender más. Por ejemplo, uno debe tener un cierto nivel de madurez para comprender las enseñanzas bíblicas sobre el amor. Si bien a los niños pequeños les gusta hablar del amor, no tiene sentido discutir con ellos mas allá del amor entre familiares y amigos. Los niños pueden regalar todo su dinero – pero no tienen el concepto del poder del dinero. ¿Cómo le puedes hablar del amor desinteresado a un niño que con gusto comparte su comida favorita con sus padres, pero grita y llora apenas su hermana se acerca a su plato? Asimismo, el concepto de la disciplina eclesiástica sorprende a algunos nuevos creyentes, ya que ésta es contraria a las ideas populares acerca de la ternura de Dios y el “derecho” a impedir que los demás interfieran en nuestras vidas. En consecuencia, a menos que entendamos nuestro pecado y la santidad de Dios, la enseñanza bíblica sobre la disciplina de la iglesia no tendrá mucho sentido. Por lo tanto, la inmadurez reduce nuestra capacidad de recibir las enseñanzas de la Escritura. 2. Insensibilidad. La insensibilidad se parece a la inmadurez, pero surge más de la pereza, o de una necia confianza en falsas ideas, que de la simple ignorancia o rebelión. Por ejemplo, los discípulos malentendieron las predicciones de Jesús acerca de su crucifixión a causa de su apego a las falsas ideas que tenían del Mesías. Aunque Jesús les habló reiteradamente acerca de su muerte, ellos no lo aceptaron sino hasta después de que ya había sucedido. Cuando Él predijo su crucifixión, ellos no podían comprender, y tenían miedo de preguntar al respecto (Lucas 9:45). Pedro llegó a reprender a Jesús por hablar de su muerte (Mateo 16:13-23). Los discípulos no podían oír a Jesús porque su concepto de un Mesías sufriente era contrario a sus esperanzas de un Mesías triunfante. Nosotros a menudo hacemos lo mismo cuando la Biblia dice algo que nos parece extraño. Podemos sentirnos confundidos por un tiempo, pero después ignoramos el pasaje o lo reinterpretamos de manera que se ajuste más cómodamente a nuestras ideas. Por ejemplo, durante el periodo de las Cruzadas, los cristianos de Europa Occidental creían que era su obligación conquistar, o cuando menos detener, a los musulmanes. No existe ningún historial que muestre algún impulso evangelístico hacia ellos hasta que San Francisco de Asís y sus seguidores comenzaron a movilizarse en el siglo trece. ¿Por qué nadie les predicó a los musulmanes hasta entonces? Los cristianos no ignoraban las bases bíblicas

para las misiones; simplemente creyeron que éstas no aplicaban a los sarracenos, a quienes ellos consideraban infrahumanos y destinados a la destrucción.12 Por lo tanto, ellos permitieron que sus preconcepciones nulificaran el mensaje bíblico. Lamentablemente, los cristianos del futuro sin duda también se estremecerán ante nuestra insensibilidad. ¿Qué será lo que los haga menear la cabeza con desaprobación? ¿Nuestro materialismo e indiferencia hacia los pobres? ¿Nuestra fácil aceptación de las divisiones denominacionales? ¿Los excesos en la mercadotecnia de la iglesia, y en los movimientos para el crecimiento de la iglesia? No existe una cura sencilla para los puntos ciegos espirituales, pero ayuda tener un método de estudio bíblico que nos dé la confianza para declarar: “quizás no lo pueda entender completamente todavía, pero sé y acepto lo que la Biblia dice.” 3. Rebelión. Cuando Cornelio se encuentra con Pedro a su puerta, en Hechos 10, él exhibe el espíritu que conduce a escuchar y estudiar la Biblia en forma provechosa. Él declara, “Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado” (Hechos 10:33) Lamentablemente, si muchos supuestos cristianos fueran sinceros, admitirían, “ahora, pues, estamos todos aquí en presencia de la humanidad para oír todo lo que satisfaga cualquier necesidad que sintamos, preserve nuestra comodidad, y confirme nuestras presuposiciones.” La rebelión, sea ingenua o deliberada, alimenta muchas distorsiones de las Escrituras. Una mujer se despierta una mañana con un sudor frío y decide que su matrimonio es una carretera desierta y sin salidas visibles, y comienza a planear su divorcio. No ha habido infidelidad, abuso, o abandono; simplemente quiere escapar. Ella puede estudiar las Escrituras, cambiar de opinión y esforzarse por mejorar su matrimonio, o puede tramitar un divorcio aun cuando la Biblia lo prohíbe. Así que, se aferra a la frase: “Dios es amor,” y concluye para sí misma que, “si Dios es amor, Él no quiere que yo sufra en este matrimonio miserable por el resto de mi vida.” O quizás alguien en la familia se convierte al budismo, o entra en una relación homosexual. Y de repente, los miembros de la familia se ven tentados a manipular las Escrituras para encontrar un punto de vista más tolerante de otras creencias o estilos de vida. En poco tiempo, el arte de torcer textos bíblicos se convierte en algo tan sofisticado como la papiroflexia avanzada. Al final, si la Biblia no está de acuerdo con sus metas, ¡qué lástima por la Biblia! Ellos han aprendido a prescindir de la Biblia cuando ésta difiere de ellos, y poco a poco se ha convertido en un libro cerrado para sus duros corazones. En conclusión, el Espíritu de Dios es el único remedio para la inmadurez, la insensibilidad, y la rebelión. Pero el Espíritu se agrada de usar Su Palabra para curar almas. Por esta razón, la iglesia sigue necesitando maestros de la Palabra que sean hábiles y tenaces – quizás como tú (Efesios 4:11; 2 Tim 5:17). Pero antes de ser apto para enseñar a otros, también necesitas ser apto para aprender.

¿Por qué este libro?: Un plan de acción Este libro está muy lejos de ser el primero en presentar un método de estudio de la Biblia. Entonces, ¿qué es lo que lo hace diferente del resto? Primero, es un manual de interpretación Bíblica. Está escrito para aquellos que están listos para pasar de una lectura devocional casual de la Escritura a una lectura más teológica y exegética. 13 No hay nada de malo con leer la Biblia de manera devocional, pero el reino necesita líderes que hayan

adquirido mayores habilidades. Este libro es una guía de nivel básico para aquellos que quieren tomarse la exégesis en serio. Segundo, como un manual, este libro utiliza un plan fácil de recordar para la interpretación. Muchos libros dispersan los principios básicos de interpretación a lo largo de muchos capítulos que están organizados de acuerdo a los “géneros literarios” de la Escritura, como son la ley, poesía, profecía, y epístolas.14 Este libro presenta los pasos de interpretación en el orden que realmente se usarán y resume los principios primordiales de la interpretación en una sola palabra, el acrónimo CAPTAR: C = Contexto A = Análisis P = Problemas T = Temas A = Aplicación R = Reflexión Existen dos aspectos del contexto (capítulos 3 y 4). El contexto histórico es la cultura y circunstancias en las que un libro o pasaje fue escrito. El contexto literario de un pasaje es el texto que va antes y después de éste. En el análisis, estudiamos el flujo de acontecimientos en una historia, o el fluir de ideas en una enseñanza (capítulos 5 y 6). Nuestros problemas son las palabras, costumbres, frases, o nombres que quizá no podemos entender en el texto (capítulo 7). Los temas son las ideas principales de un pasaje – las cuales pueden recorrer toda la Biblia (capítulo 8). Aplicación es lo que nuestro pasaje requiere que hagamos o pongamos en práctica (capítulos 9 y 10). En reflexión intentamos descubrir el punto central y la aplicación principal de nuestro pasaje (capítulos 11 y 12). La reflexión incluye una consideración acerca de la forma en que nuestro pasaje presenta a Jesús y su redención. Utilizando estos seis conceptos, cualquiera que esté dispuesto a leer atentamente, a pensar arduamente, y a disciplinarse para seguir un método, puede interpretar la Biblia con una exactitud substancial, aun cuando tenga una educación formal limitada. Tercero, este libro es distinto por su énfasis en la aplicación. Demasiados libros asumen que la aplicación se llevará a cabo si tan sólo escuchamos el llamado del Espíritu Santo y hablamos honestamente acerca de los problemas que vemos en nosotros mismos y en otras personas. Desafortunadamente, no es tan simple. Una aplicación consistente y sólida requiere tanto del corazón como de la mente (método). Cuarto, este libro incluye ejercicios. Nadie puede dominar las técnicas de exégesis sin practicar. Si tratas a un trabajo de interpretación como a cualquier otro libro, te beneficiará muy poco. La exégesis es una técnica, un arte, y sólo podemos adquirir esta habilidad a través de la práctica. Si queremos aprender plomería, a cocinar, o a jugar golf, los libros ayudan, pero el progreso genuino comienza cuando tenemos las herramientas en nuestras manos y un proyecto frente a nosotros. Recuerda cómo aprendiste a andar en bicicleta: no fue por medio de las instrucciones de tu padre, sino cuando te subiste, lo intentaste, y te caíste una y otra vez hasta que lo lograste. ¿Cómo aprendimos a cocinar una tortilla de huevo? Sobrecalentando el sartén y quemando los huevos la primera vez, rellenándolo con demasiados ingredientes la siguiente vez, y así sucesivamente, hasta que por fin logramos aprender a prepararlo bien, o cuando menos a nuestro gusto. Quizá te gusten los libros de recetas, pero leer no se puede comparar con cocinar y comer. Lo mismo ocurre con la interpretación bíblica. Por esta razón, te animo a que resuelvas los ejercicios al final de cada capítulo para que alcances beneficios duraderos.

Conclusión Este capítulo y el siguiente tratan sobre las condiciones que fomentan una buena interpretación bíblica. En primer lugar, debes creer en el Dios de la Biblia, o cuando menos estar dispuesto a escucharlo. También debes creer que Él se ha revelado a la humanidad a través de la Biblia. Segundo, debes desear involucrarte directamente con la Palabra y con el Señor que la entrega. Tienes que anhelar la capacidad de evaluar sermones y libros y producir estudios de calidad por ti mismo. Esa aspiración te motivará a leer y practicar los principios de este libro. Espero que estés leyendo con un deseo de conocer mejor al Dios vivo y su verdad, y de compartir tus conocimientos con muchas personas cuyas vidas puedas tocar. Mi oración es que este libro te ayude de alguna forma, por pequeña que sea, a convertirte en un obrero que emplee adecuadamente la Palabra de Verdad, y a encontrar tesoros, nuevos y antiguos, para compartir con el pueblo de Dios. ____________________ Notas 1 Este sermón es ficticio, pero está basado en los reportes de Bill Myers, misionero de Togo, el Obispo Francis Ntiruka y el Reverendo Angolwisye Malumbugi, ambos de Tanzania, y del misiólogo de África, Adrian Hastings. Ninguno de ellos es partidario del punto de vista expresado. 2

El Talmud de Jerusalén, citado por James B. Hurley, Man and Woman in Biblical Perspective (Grand Rapids: Zondervan, 1981), 72. 3

Muchas obras sobre la interpretación parecen asumir que la meta de la interpretación es la aplicación, pero relativamente pocas lo afirman abiertamente. Vea Gerhard Maier, Biblical Hermeneutics, trad. al ingles Robert Yarbrough (Grand Rapids: Baker, 1994), 57-58, 62; Bernard Ramm, Protestant Biblical Interpretation, 1a edición. (Boston:W.A. Wilder, 1950), 88ff.; Jay Adams, Truth Applied: Application in Preaching (Grand Rapids: Zondervan, 1990), passim; Bryan Chapell, Christ Centered Preaching: Redeeming the Expository Sermon (Grand Rapids: Baker, 1994), 199-204. En la hermenéutica secular, Hans-Georg Gadamer toma una posición similar en Truth and Method, trad. Garrett Barden y John Cumming, 2ª. Edición (New York: Seabury Press, 1965), 289-99. Calvino constantemente habla implícitamente de la centralidad de la aplicación sin afirmarla abiertamente. Vea capítulo 9, nota 17. 4

Por supuesto, es posible entender lo que la Biblia dice y estar en desacuerdo con ella, pero estamos hablando de tomar la enseñanza bíblica de corazón, y no simplemente comprenderla en forma abstracta. 5

George Lindbeck, “Scripture, Consensus and Community,” This World 23 (Otoño, 1988): 19-24. Para un análisis extensor del rol que desempeña el corazón en el quehacer teológico, vea John Frame, The Doctrine of the Knowledge of God (Phillipsburg, N.J.: Presbyterian and Reformed, 1987), 319-28. 6

Para una encuesta sobre los puntos de vista respecto a esta cuestión, vea Maier, Biblical Hermeneutics, 4763. 7 Para una descripción simpatizante de la exégesis que no fluye de un compromiso religioso o un respeto especial por la autoridad de la Escritura, vea James Barr, Holy Scripture: Canon, Authorithy and Criticism (Philadelphia: Westminster Press, 1983), 110-16, y James Barr, The Bible in the Modern World (New York: Harper & Row, 1973), 5-12, 23-34. 8

9

Gadamer, Truth and Method, 236-74.

Vea John Calvin, Institutes of the Christian Religion, ed. John T. McNeil (Philadelphia: Westminster Press, 1960), 1.7.4-5; Maier, Biblical Hermeneutics, 53-55. (O la publicación en español, Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, Rijswijk-ZH, Holanda: Fundación Editorial de Literatura Reformada, 1967)

10

D.A. Carson, “Hermeneutics: A Brief Assessment of Some Recent Trends,” Themelios 5 (January 1980):20. 11

Calvino trató brevemente esta pregunta en su Institución, 1.7.4.-5; 1.8.1, 11-13, y asume la importancia central de una respuesta afirmativa a esta pregunta en su descripción de la vida cristiana como autonegación, en la Institución, 3.6-8. 12

William Carver, The Course of Christian Missions: A History and an Interpretation, ed. Rev. (Westwood, N.J.: Revell, 1969), 83-85; Kenneth Latourette, A History of the Expansion of Christianity, vol.2: The Thousand Years of Uncertainty: A.D. 500 - A.D. 1500 (New York: Harper and Brothers, 1938), 400. 13

Para un breve análisis de las diferentes formas de leer la Biblia, vea a Richard Longenecker, “On Reading the Bible Devotionally, Homiletically, and Exegetically,” Themelios 20 (Octubre 1994): 4-8. 14

Por supuesto, explicar la interpretación género por género no tiene nada intrínsicamente erróneo; de hecho, el apéndice D hace justamente esto. Sin embargo, los principiantes necesitan un método que funcione para todo género antes de aprender los pasos especiales necesarios para un trabajo más avanzado.

2 OBSERVA LO QUE HAY AHÍ ____________________________________________________________

¡Mira esto! Tal vez ya has escuchado la historia del maestro de ciencias y su ansioso grupo de estudiantes de primer año. Mostrándoles un matraz lleno de un líquido amarillento, el maestro comenzó su primera clase diciendo: “La esencia del método científico, desde los microscopios de electrones hasta el telescopio de Hubble, es la observación. Sin importar qué herramientas inventemos, los sentidos humanos siguen siendo el conducto para toda información. Además, aún nuestros sentidos humanos sin ayuda de instrumentos tienen una enorme capacidad. Por ejemplo, aquí tenemos un frasco que contiene sudor de caballo; vamos a ver qué podemos aprender de él. Por favor, hagan lo que yo haga.” Él profesor entonces sumergió su dedo índice en el matraz, y se chupó el dedo. Desanimados, pero bajo la influencia de la autoridad que tenían por delante, los alumnos sumisamente procedieron a sumergir sus dedos índices en el frasco y a chuparlos. “¿Qué han aprendido de esto?” Preguntó el profesor, explorando sus rostros sorprendidos. “¡Ya han descubierto la importancia de la observación! Verán”, dijo él, mostrándoles sus dedos, “Yo me chupé mi dedo anular.” La capacidad fundamental para la interpretación bíblica, como para muchas cosas en la vida, es la observación. Todas las demás habilidades dependen de ella. Tal como en la vida, hay muchas cosas de la Biblia que no advertimos porque la examinamos precipitada y descuidadamente. Miramos un árbol en otoño, resplandeciente de amarillo, naranja, morado, y verde oscuro y decimos “¡Ay, qué bonito!”, sólo para luego voltearnos sin haberlo visto realmente. El mensaje de la Biblia se nos escapa de la misma manera. Leemos apresuradamente, quizás pensando, ya sé lo que este pasaje dice y significa. Sin esperar ver algo que nos afecte, miramos los textos fijándonos únicamente en lo que ya sabemos de antemano o lo que alguien alguna vez nos dijo que debíamos ver. Así, la belleza y sutileza de la Biblia pasan inadvertidas.1 Los niños pueden enseñar a los adultos en este respecto. Ellos ven el mundo como es y no como alguien les ha dicho que debe ser. Una tarde de invierno, salí a caminar en la nieve con mi hija mayor, que entonces tenía tres años y medio. Conforme el sol se ponía, las sombras comenzaron a posarse en el suelo. “¿De qué color es la nieve, Abigail?” le pregunté. Un adulto respondería, “blanca.” Pero mi pequeña niña miró a la nieve bajo las sombras y la luz lánguida, y replicó lenta pero deliberadamente “Azul. La nieve es azul.” Le contesté, “¿Nada más? ¿No es la nieve de algún otro color?” Ella volvió a mirar y respondió observante, “Es gris, la nieve es gris – y también un poco morada.” De la misma manera, nosotros necesitamos aprender a describir lo que realmente vemos cuando leemos la Biblia, y no simplemente lo que alguien nos dijo alguna vez qué debíamos ver.

 Principio 1: Cuidado con las ideas preconcebidas. Observa lo que los textos bíblicos realmente dicen. Por ejemplo, observa el relato de las preguntas de Juan el Bautista con respecto a la identidad de Jesús como el Mesías. Jesús ya estaba sufriendo oposición de líderes Judíos cuando los discípulos de Juan se acercan. “Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos. Al oír Juan en la cárcel los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos a preguntarle: ‘¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro?’ Respondiendo Jesús, les dijo: ‘Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí’” (Mateo 11:1-6). Dado que Juan fue el primero en testificar que Jesús era verdaderamente “el que había de venir,” la gente frecuentemente se extraña de la pregunta de Juan. ¿Cómo podía ahora tener dudas el profeta que preparó el camino del Señor, el que presentó a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo? Él bautizó a Jesús, y confesó que Jesús era totalmente limpio de pecado, vio a los cielos abrirse, y miró cómo el Espíritu descendió sobre Él en forma de paloma, mientras oyó al Padre decir, “Tu eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lucas 3:22). ¡Y ahora ni siquiera está seguro si Jesús es el Cristo! En la iglesia primitiva, así como en la era de la Reforma, muchos comentaristas negaron que Juan haya preguntado genuinamente, aduciendo que el profeta no podía haber vacilado tanto. En lugar de esto, ellos sugirieron que Juan realmente preguntó para beneficio de sus discípulos. Quería que ellos oyeran la respuesta de Jesús, aunque él mismo no tenía ninguna duda.2 Nuestro primer principio nos pide que tengamos precaución al ignorar la pregunta de Juan con base en una interpretación tradicional. Observamos que el texto describe a Juan haciendo una pregunta, algo que no debemos pasar por alto. Pero, ¿qué debemos pensar de la interpretación tradicional? Nuestro segundo principio guía nos ayuda a responder esa pregunta.  Principio 2: Primero observa el texto, después explícalo. Conforme la explicación avanza, asegúrate de que concuerde con tus observaciones. ¿Era genuina la pregunta de Juan o no? Primero podemos observar que Jesús se tomó la pregunta en serio, tal como fue preguntada (11:4). Cuando Jesús responde, no simplemente informa a los discípulos de Juan, sino que les da instrucciones para que lleven su respuesta a Juan. Segundo, el texto nunca insinúa que Juan no estuviera siendo sincero, y nosotros como lectores, debemos esperar de Mateo alguna indicación si es que Juan carecía de dudas genuinas. Alguien podría objetar, “No hace mucha diferencia para nosotros el que Juan haya dudado verdaderamente o no. De cualquier forma, el pasaje nos enseña lo mismo: Jesús es el Cristo, como ha sido comprobado por el cumplimiento de las profecías mesiánicas.” Este comentario es sólo una media verdad como teología; la cristología del pasaje es la

misma de cualquier forma. Pero está completamente errado como una aproximación a la Biblia. Si Juan realmente titubeó, el texto implica que casi cualquier persona puede tener dudas. Observa también la respuesta de Jesús a los mensajeros de Juan. A pesar de que Juan debería haber sabido la respuesta, Jesús honró su pregunta al contestarla, alabando entonces a Juan por su servicio valiente y estratégico. Estos puntos pueden ayudar a aquellos que dudan a poner sus problemas en la perspectiva adecuada, pero si vemos este episodio como una farsa interpretada únicamente para beneficio de los discípulos de Juan, habremos pasado por alto estas enseñanzas.

El rol de la teología Nuestra breve mirada a las preguntas de Juan nos recuerda que no debemos permitir que las preferencias teológicas influyan negativamente sobre la forma en que leemos la Biblia. Debemos admitir que Juan tenía dudas, aún si eso lo hace ver mal. Si sus dudas muestran que el líder más valiente puede titubear, entonces que así sea. Es más, debemos incorporar esta lección a nuestra teología de la fe y liderazgo, aún si al principio la encontramos algo incómoda. De igual manera, tampoco debemos atrevernos a decir que Juan realmente dudó solo porque nos gusta la teología de la duda que esto implica.  Principio 3: Rehúsate a modificar tus observaciones para que ellas respalden tu teología favorita. Si ya “sabemos” lo que un pasaje debe decir, y permitimos que eso anule nuestras observaciones, ¿cómo podemos aprender entonces lo que realmente dice? Si estamos demasiado comprometidos con alguna teología en particular, será imposible corregir cualquier defecto en el sistema. Así se vuelve cada vez más difícil aprender algo nuevo. Si nos negamos a permitir que la Biblia hable por sí misma, al final nuestro sistema teológico puede convertirse en una tradición cuya autoridad reemplaza a la de la Biblia misma. Desde luego, debemos escuchar a los teólogos del pasado. Actuar como si nosotros fuésemos los primeros lectores perspicaces e imparciales de las Escrituras sería absolutamente arrogante. Aún si nuestros anteriores maestros cometieron errores o percibieron solo parte de la verdad, ellos tenían una enorme sabiduría, o cuando menos, razones interesantes para las interpretaciones que quizás rechacemos. Desafortunadamente, para cuando la sabiduría de nuestros antiguos maestros llega al cristiano promedio, ésta ya ha sido domesticada, sistematizada, y simplificada. Y puede parecer anticuada si trata los temas controversiales de una generación distante. Por lo tanto, aunque respetamos a los eruditos del pasado, nada puede sustituir a la interpretación fresca de la Biblia de cada cristiano en cada generación. Cada generación debe observar el texto de la Palabra de Dios, aprendiendo a escuchar todo lo que éste responda a las preguntas de su época.

La importancia de los detalles Pero, ¿cómo debemos observar un texto? Básicamente, el resto de este libro responde esta pregunta. Aquí nos enfocaremos en observar los detalles y puntos sutiles de un texto. La observación comienza con nuestra motivación para poner atención. Cuando dos jóvenes entablan un noviazgo, por ejemplo, ellos observan todo acerca del otro, para saber si su relación puede tener un futuro. Una mujer, según me dice mi esposa, se fija en la ropa de un hombre, sus zapatos, su cabello, sus modales, su aroma, sus manos, y hasta sus uñas (¿limpias o sucias?, ¿lisas o ásperas?). ¿Qué nos revelan esos detalles? Las personas de ambos sexos escuchan cuidadosamente para oír comentarios que revelen calidez, humor, e interés romántico. Nosotros debiéramos comenzar nuestro estudio de un pasaje de las Escrituras con igual interés en los detalles. Eso significa leerlo como si fuera la primera vez ―lentamente, poniendo atención a los términos exactos, al fraseo y a los detalles. Léelo con lápiz y papel (o computadora) a la mano, tomando nota de todo lo que sea digno de atención o intrigante.  Principio 4: Toma nota de cualquier detalle que, por alguna razón, sea especialmente llamativo. Pon atención a todos los detalles inesperados. Fíjate en cualquier detalle que a primera vista parezca irrelevante. Recuerda cualquier cosa que revele los motivos y sentimientos de la gente. Observa las frases idiomáticas, palabras inusuales, y formas gramaticales, como los pronombres y las conjugaciones verbales. Date el tiempo para considerar la importancia de los detalles.

Detalles que cuentan: sombrillas y cabello Un dramaturgo dijo una vez que si un personaje pone una pistola sobre la mesa en el primer acto, mas vale que alguien la use antes del final del último acto. Por ejemplo, el héroe ficticio Indiana Jones tiene un padre excéntrico que en las primeras escenas de la película Indiana Jones y la última cruzada, carga una sombrilla con un ademán peculiar. ¿Por qué aparece la sombrilla en la película? ¿Estará allí meramente porque las sombrillas y bastones muestran excentricidad? Finalmente lo descubrimos cuando Indiana y su padre caminan en la playa, considerándose a salvo de los malvados que los persiguen. De repente, un aeroplano de ataque, listo para disparar, apunta a Indiana y a su padre, mientras ellos permanecen de pie, indefensos en playa abierta. Pero en lugar de salir huyendo, cuando el padre de Indiana ve el aeroplano, camina directamente hacia una bandada cercana de pelícanos, abriendo y cerrando rápidamente su sombrilla. Asustadas, las aves se levantan, y vuelan directamente en dirección al aeroplano, dañando su motor hasta que se estrella. Ahora sabemos por qué el dramaturgo hizo que el padre cargara su sombrilla. De la misma manera, los detalles bíblicos frecuentemente reaparecen algún tiempo después de que los vemos por primera vez.3 Por supuesto, la Biblia escatima detalles más

que el drama moderno, que usa muchos detalles simplemente para rellenar una historia. La Biblia registra menos detalles, pero usualmente éstos hacen la diferencia antes de que la historia termine.4 Tomemos el cabello como ejemplo. La Biblia raramente describe el cabello de sus personajes, así que es fácil recordar las pocas ocasiones en las que lo hace: Esaú era un hombre velludo; Sansón tenía cabello largo, y después nada de cabello; Absalón tenía cabello largo y grueso; Eliseo era calvo. En Daniel leemos acerca del cabello que no se quemó de Sadrac, Mesac, y Abed-nego, y del cabello largo de Nabucodonosor (Daniel 3 y 4). En Lucas conocemos a una mujer que lavó los pies de Jesús con su cabello. Ninguno de estos detalles acerca del cabello carece de importancia, pero sólo en unos pocos casos el cabello desempeña un papel crucial. La belleza del cabello de Absalón es esencial en su historia. Contribuye a su complejo de superioridad, y posiblemente a su rebelión contra su padre David. Entonces, cuando sus fuerzas pelean contra las de David, su cabello contribuye a su derrota. Al huir sobre su mula, después de que su ejército pierde una batalla esencial, su cabello flotante se enreda en las ramas de un árbol, y él queda colgado, sin poder liberarse. Finalmente, los hombres de David lo encuentran, y Joab, el general de David, lo mata. La rebelión de Sansón también gira alrededor de su cabello. Cuando permite que Dalila se lo corte, él esta rechazando a Dios, sus votos, y su función como juez. Más tarde, el regreso de su cabello es parte de su arrepentimiento y su vindicación. A veces, los detalles acerca del cabello simplemente completan una escena. Por ejemplo, ya que Esaú era un hombre velludo, su hermano Jacob tuvo que cubrir su propia piel cuando entró a robar la bendición de su padre ciego, para que Isaac no lo descubriera al tocarlo. Ese pequeño engaño añade a la imagen de Jacob de mentiroso calculador. El cabello también muestra el pecado de Isaac. Isaac comenzó rechazando el decreto de Dios de que Jacob debía ser el líder. Él acabó con sus cinco sentidos deteriorados mientras trataba de tomar decisiones espirituales por medios naturales: ojos ciegos, oídos que no podían distinguir voces, narices oliendo las ropas de Esaú, dedos que intentaban palpar sus vellos, y la decisión final tomada sobre la base de su gusto.5

Detalles imprescindibles: Betel y la calvicie Ocasionalmente, podemos lograr que una narrativa bíblica tenga sentido únicamente a través de los detalles. Un episodio así es el que marcó el principio de la carrera profética de Eliseo. Poco después de que Elías ascendió al cielo, dejando atrás su manto, Eliseo hizo un milagro “sanando” las aguas de Jericó. Luego leemos: “Después Eliseo salió de allí hacia Betel; y subiendo por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡Calvo, sube! Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos. De allí fue al monte Carmelo, y de allí volvió a Samaria.” (2 Reyes 2:23-25). ¿Cómo pueden los detalles ayudarnos a comprender un pasaje inquietante que a primera vista parece mostrar a un profeta enfadado que usa su poder para infligir un castigo desproporcionado a unos jóvenes malcriados? Primero, observamos la escena. Eliseo iba camino a Betel. Betel era una de las dos ciudades en donde Jeroboam I, el primer rey del

reino del norte, estableció centros de adoración para evitar que su gente fuese a adorar a Jerusalén. La gente supuestamente adoraba al Señor, pero lo hacía frente a altares de becerros de oro bajo supervisión de sacerdotes ilegítimos. La ciudad rápidamente cayó en la idolatría y el paganismo. Peor aún, después de varias generaciones, los sacerdotes de Betel consideraban el templo de ese lugar como el “santuario del rey y el templo del reino” (Amós 7:13). El rey esperaba mensajes agradables y pagaba a los sacerdotes para que así fuera (1 Reyes 22; Amos 7:10-17). Los mensajes proféticos de Elías, sin embargo, habían sido una piedra en el zapato de los reyes del norte. Ellos comenzaron a verlo como enemigo (1 Reyes 18:17) y todos consideraban a Eliseo su sucesor (2 Reyes 2:15,19). Así que, cuando leemos que los jóvenes de Betel se mofaban de Eliseo, dudamos que haya sido una simple burla hacia un hombre calvo. En segundo lugar, necesitamos investigar la burla de los muchachos, “¡Calvo, sube!” Eliseo era un hombre joven en ese tiempo, y, a juzgar por representaciones que han sobrevivido del antiguo Cercano Oriente, la calvicie era rara en hombres jóvenes. Más aun, dado que los viajeros usualmente cubrían sus cabezas, los muchachos no podían haber visto que Eliseo era calvo. Los jóvenes sabían (o pensaban que sabían) que él era calvo por otras razones. Quizás reconocieron a Eliseo y sabían que, de hecho, era calvo. También puede que sus ropas hayan señalado que era profeta.6 Los profetas de muchas religiones orientales antiguas rasuraban sus cabezas, como lo hacen algunos monjes hoy en día.7 La religión en Betel era ecléctica, y como los muchachos habían crecido cerca de profetas, probablemente habían visto a muchos que eran calvos. Así que, ya sea que Eliseo realmente fuera calvo o no, los jóvenes se burlaron de él y del Dios que representaba.8 En tercer lugar, las palabras usadas en la burla indican que los jóvenes se mofaban de Eliseo por su papel como profeta de Dios. Ellos decían “Sube,” no “Fuera” o “Vete.” Asumiendo que ellos reconocieron a Eliseo, la burla “¡Sube!” lo urgía a imitar la reciente “subida” de Elías. Por lo tanto, los detalles de esta historia explican por qué el profeta pidió que bajara juicio sobre la pandilla. Eliseo no era un profeta malvado dando rienda suelta a su poder en contra de niños bromistas. Más bien, idólatras de una ciudad rebelde se mofaban del profeta del Señor, y el Señor mandó juicio sobre ellos y sus familias.

Detalles que enriquecen: conjugaciones verbales, elección de pronombres, y detalles culturales. Raramente los detalles desempeñarán un papel tan vital como sucede en la historia de Eliseo. Más a menudo ellos enriquecen nuestra apreciación de un texto que ya comprendemos. Por ejemplo, considera la conocida parábola del hijo pródigo (Lucas 15). ¿Qué tan miserable es el hijo pródigo antes de regresar a casa de su padre? Cada detalle responde esa pregunta. Ha tomado una de las ocupaciones más bajas ante los ojos de los judíos: cuidar rebaños. Peor aún, él cuida cerdos ―animales impuros. Es más, su agonía se hace más clara cuando observamos la conjugación del verbo en el versículo 16: “Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba”9. Él deseaba la comida de los puercos, pero, como indica la forma verbal, nunca logra entregarse a ello. Ahí lo tienen, desgarrado entre un hambre terrible y el deseo de conservar una pizca de dignidad. Cuando el hijo prodigo regresa a casa, varios detalles culturales ayudan a describir la bienvenida del padre (15:22). Por ejemplo, él ordena que alguien ponga sandalias en sus

pies, ya que los esclavos en los tiempos de Jesús regularmente andaban descalzos, pero los hijos vestían sandalias. Esta acción, junto con darle una túnica y un anillo, muestra que el padre hace caso omiso de la petición de su hijo de ser un siervo, y lo restituye como hijo. Finalmente, los pronombres y otras palabras en el diálogo entre el padre y el hijo mayor profundizan nuestro entendimiento de la segunda fase crucial de la parábola. Nota los pronombres de escarnio en las protestas del hijo mayor hacia la bienvenida del pródigo por parte del padre: “Pero cuando vino éste tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, [tú] has hecho matar para él el becerro gordo.” (v.30). El padre responde, “Hijo, tú siempre estás conmigo y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos” (v.31, 32a). “Hijo” o “Hijo mío” (NVI) es una forma cálida e interesada de referirse a él, en contraste con las palabras frías del hijo enojado. Entonces, al decir “era necesario hacer fiesta y regocijarnos” en lugar de decir “regocijarme”, el padre amorosamente invita a su hijo a unirse a la celebración.* Los pronombres también ayudan a interpretar el encuentro entre Samuel y Saúl en 1 Samuel 15. Después de que Saúl vence a los Amalecitas siguiendo órdenes de Samuel, ¿habla honestamente al informar que únicamente guardó lo mejor de los rebaños Amalecitas para ofrecerlos como sacrificio? Nota que hay tres pronombres importantes en la autodefensa de Saúl, en el versículo 15: “Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos.” Primero, Saúl intenta culpar a su pueblo –“(ellos) los han traído” – a pesar de que la decisión fue suya (véase v.9). En segundo lugar, trata de apropiarse el crédito de lo que fue hecho correctamente al decir: “pero lo demás (nosotros) lo destruimos.” Finalmente, Saúl hace obvia su propia deslealtad cuando dice que es su intención ofrecer sacrificios a “Jehová tu Dios,” en lugar de decir “mi Dios” o “nuestro Dios.”10 A propósito, yo aprendí a poner mucha atención a los pronombres cuando era pastor. Sabía que los visitantes habían tomado la decisión de unirse a nuestra iglesia, cuando menos informalmente, cuando dejaban de decir “tu” o “su iglesia” y comenzaban a decir “nuestra iglesia.” Y, al dar consejería familiar, me estremecía al oír que alguno de los cónyuges se refiriera a los niños como “tuyos” en lugar de “nuestros.”

¿Son importantes todos los detalles? Los detalles también arrojan luz sobre 2 Samuel 9, un capítulo que describe la relación entre David y Mefiboset, el hijo de Jonatán, amigo de David. Este episodio muestra que el peso de los detalles varía. Podemos distinguir entre detalles que podríamos llamar esenciales, accidentales, y capciosos. Un detalle es esencial si es difícil que la historia se sostenga por ella misma sin él. Detalles accidentales son aquellos que juegan un papel mínimo o nulo en un texto. Los detalles capciosos puede que sean o no importantes. Por favor, lee 2 Samuel 9 antes de proseguir y anota los detalles que parezcan esenciales o accidentales. Nota de la traductora: * En la versión Reina Valera 1960 es aún más evidente el uso de pronombres al final del versículo 32. En éste, el padre responde al hijo mayor, quien se ha referido al pródigo como “tu hijo”, diciendo “porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”

El linaje de Mefiboset es un detalle esencial. Si no sabemos que Mefiboset es hijo de Jonatán y nieto de Saúl, la historia tiene escaso impacto. David se interesó en este hombre precisamente por su linaje. Su bondad es sorprendente, porque Mefiboset, como heredero potencial al trono de Saúl, pudo haber sido usado en contra de David por alguno de sus rivales. La bondad de David también muestra su fidelidad a la promesa que había hecho mucho tiempo antes a Jonatán, el padre de Mefiboset. El juró que mostraría misericordia a los hijos de Jonatán, aun si esto le fuera inconveniente (1 Samuel 20), y ahora lo está cumpliendo. El siervo Siba también es esencial ya que su servicio constituye parte del honor dado a Mefiboset. Lodebar es un detalle accidental. La localización de Mefiboset en Lodebar no ayuda a que avance la historia. Lodebar no tenía ningún papel especial durante el tiempo de Saúl, ni ninguna importancia simbólica. La referencia a este lugar simplemente da información, pero no conlleva ningún significado especial. Los hijos de Siba y el hecho de que Mefiboset estuviera tullido son capciosos. Estos detalles son “pistolas sobre la mesa,” aparentemente sin sentido, pero intrigantes precisamente por esa misma razón. Si Siba tenía quince hijos y veinte siervos (v. 10), quiere decir que era un hombre prominente. Si David hizo que este hombre prominente fuera el sirviente personal de Mefiboset, entonces David estaba estableciendo a Mefiboset de por vida. Así que la magnitud de la generosidad de David crece. En segundo lugar, Mefiboset estaba lisiado de ambos pies. Los inválidos no podían hacer gran cosa en aquellos días. Las prótesis eran desconocidas y los trabajos “detrás de un escritorio” eran muy inusuales. Ya que un lisiado era tal carga, la generosidad de David crece nuevamente. Al ser tomados juntos, los detalles elevan los hechos de David del ámbito de la generosidad rutinaria al del sacrificio, lealtad, y piedad. En cierta forma dicen más acerca de él que sus conquistas militares. Puede que algunos lectores se inquieten con la sugerencia de que categoricemos detalles como esenciales y accidentales, como significativos o insignificantes. Ciertamente existe una buena razón para esta inquietud. Para que el proceso de observación sea muy fructífero, necesitamos dejar de analizar el método de observación y empezar a hablar de la actitud del observador, que es el tema de la siguiente sección.

Observaciones y observadores Como vimos en el capítulo 1, los intérpretes necesitan acercarse al texto bíblico con fe y humildad. Esa fe puede disminuir conforme comenzamos a ver el texto como un mero artefacto; un objeto a ser sometido a escrutinio por un ojo crítico e indiferente. La fe se puede desvanecer conforme adquirimos larguísimas listas de cosas que analizar. Esas listas son una parte indispensable de la educación teológica. Así como los oradores preparados no pueden evitar notar el fraseo, ademanes, modulación vocal, cadencia, y estructura en cada discurso o plática que escuchan, asimismo los intérpretes instruidos no pueden evitar notar ciertas cosas en un texto. Mientras mayor sea la instrucción, más difícil es regresar a una simple lectura devocional de la Palabra. La persona enteramente preparada ha perdido su ingenuidad. Para beneficio de la familia de la fe, algunos intérpretes capacitados – eruditos, pastores, y teólogos laicos—tienen que renunciar a los placeres de escuchar pasivamente.

Estos intérpretes deben adquirir capacidades analíticas, ya que una enseñanza efectiva no resulta de ninguna otra manera. La iglesia necesita expertos, gente que haya adquirido el conocimiento y métodos para entender la Biblia más profundamente. Dichos líderes son los que enseñan a la iglesia, aplicando las verdades históricas de la fe a las situaciones actuales. Ellos detectan y resisten la invasión del espíritu del siglo en el pensamiento y vida de la iglesia. Pero el precio de su servicio es la pérdida de la ingenuidad, el fin de la lectura casual.11 Nada conseguimos con negar esta dificultad. Pero tenemos que estar en guardia contra la apatía o arrogancia. Mientras los desarrollados métodos analíticos pueden profundizar nuestra fe al mismo tiempo que profundizan nuestro entendimiento, el peligro está en que ellos también pueden aniquilar nuestra piedad. Con el incremento de las capacidades analíticas, algunos intérpretes se resisten a someterse a la autoridad de un texto y comienzan a pararse sobre él como analistas críticos. La humildad nos enseña a admitir los límites de nuestra percepción. Siempre pasaremos por alto gran parte del mensaje de un texto porque nuestra habilidad para observar está limitada por nuestra cultura y tradiciones. Nuestra cultura, en primer lugar, dirige nuestra atención implícitamente hacia algunos aspectos de un texto y la aleja de otros. Con facilidad podemos ignorar las cosas más comunes, los puntos en los que todos están de acuerdo.12 Pero es difícil observar las cosas que están “siempre frente a nuestros ojos.” Como vimos en el capítulo anterior, nosotros asumimos que las mujeres pueden ser educadas, por lo tanto, apenas y nos percatamos cuando los Evangelios muestran a Jesús hablando con mujeres. Pero un lector del siglo I estaría asombrado de oír a Jesús decirle a Marta que María había escogido la mejor parte al dejar la cocina para sentarse a sus pies (Lucas 10:38-42). Asimismo, cuando una mujer clama a Jesús diciendo “Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste” (11:27), sus palabras reflejan la noción de que las mujeres encontraban grandeza o bendición en casarse con un gran hombre o en tener un gran hijo. Ella estaba elogiando a Jesús al alabar a su madre. Pero Jesús responde que las mujeres pueden tener bendición por derecho propio al decir “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” (v.28). Nuevamente, la mayoría de los occidentales nunca notan cuán radical es este diálogo, ya que actualmente ésta es la perspectiva común. Las cosas más importantes pueden estar escondidas porque son simples y familiares para nosotros.13 Nuestras tradiciones también limitan nuestra percepción. Al hablar de tradiciones me refiero a las presuposiciones o creencias fundamentales que usamos para categorizar y analizar ideas. Las tradiciones teológicas lo hacen, lo mismo que una más amplia mentalidad occidental que incluye ideas acerca de la naturaleza humana, la propiedad, la buena vida, lo que cuenta como evidencia, etcétera. La mente humana no puede operar en lo abstracto, sin tradiciones o presuposiciones. Por lo tanto, traemos ciertos compromisos y preconcepciones a cada texto que leemos. Dichos compromisos nos llevan a realizar juicios respecto a los textos antes de que todos los elementos que determinan el caso hayan sido dados. Ellos limitan nuestra capacidad de escuchar un texto. Nos llevan a hacer predicciones o proyecciones preliminares sobre lo que un texto dice. Estos prejuicios pueden ser verdaderos o falsos. En última instancia, no causan daño si nos mantenemos dispuestos a revisarlos, de tal manera que el texto pueda seguir cautivándonos y asombrándonos. Las tradiciones no son enemigas de la mente. Son parte de nosotros y pensamos el interior de ellas. Pero debemos estar

conscientes de nuestros prejuicios y examinarlos para descubrir su veracidad; debemos tener cuidado de la tiranía de las presuposiciones escondidas.14 Las tradiciones pueden servirnos para bien o para mal. Positivamente, son anclas mentales que impiden que seamos llevados de aquí para allá por la ráfaga de cada idea nueva. Ellas nos proporcionan herramientas mentales, incluyendo una terminología que nos permite observar, etiquetar, y recordar cosas. Negativamente, las tradiciones son peligrosas si nosotros (1) rechazamos inmediatamente cualquier cosa que parezca contradecirlas, (2) reinterpretamos rápidamente las nuevas ideas para hacer que concuerden con nuestras tradiciones, (3) o estamos tan sumergidos en nuestras tradiciones que no las podemos ver. No podemos despojarnos de nuestra cultura y tradiciones como si fueran un viejo abrigo, ni debemos como cristianos intentar hacerlo. Pero sí debemos filtrarlas, “distinguiendo entre prejuicios verdaderos, a través de los cuales entendemos, y falsos, a través de los cuales malinterpretamos.”15 Las tradiciones y culturas son como microscopios. Un microscopio es muy eficaz para ver objetos pequeños cercanos, pero al ver a través de un microscopio estamos eliminando, al menos momentáneamente, cualquier otra forma de ver las cosas. Un ejemplo asombroso de esto aparece en un relato escrito por una mujer estadounidense del siglo XVII acerca de su captura por parte de los indios Pequot. Al describir su encuentro con Felipe, el jefe indio que estaba dirigiendo devastadores ataques contra las colonias inglesas, ella no relata nada de interés estratégico para la guerra, como la fuerza de sus ejércitos o la localización de su campamento; y casi nada que le interesaría a un antropólogo o a un historiador hoy en día, como sus creencias, ecología, o la estructura social de su tribu. En lugar de eso, el informe de esta mujer se concentra casi exclusivamente en la invitación del jefe a fumar tabaco con él, hábito que ella una vez había tenido, después había rechazado, y durante ese tiempo lo desaprobaba fuertemente. ¿Por qué explotar escribiendo acerca de las maldades del tabaco? Porque fumar era un tema moral que había sido debatido acaloradamente dentro de su tradición Puritana. Su tradición le enseñó a ver el tabaco, pero no cuestiones ecológicas o militares.16 Podemos menear la cabeza ante la forma en que el poder de la tradición puede cegar a alguien, pero nosotros también estaremos ciegos a menos que nos esforcemos por expandir nuestros horizontes. La meta de la observación consiste en superar nuestros puntos ciegos tanto como nos sea posible. A continuación presentamos algunas sugerencias: 1. Recuerda la distancia entre tu cultura y las culturas bíblicas. Existe continuidad y discontinuidad entre ellas. Aprende tanto como puedas acerca de los tiempos bíblicos, para que no vayas a introducir ingenuamente formas occidentales en el mundo bíblico, o asumir perezosamente que “todo era diferente en aquellos tiempos”. 2. Trata de entender a los escritores bíblicos en sus propios términos. Entra en su cultura, su forma de pensar, su tradición. Únete al mundo de la Biblia lo mejor que puedas. 3. Mira más allá de la comodidad de lo que conoces con certeza ―las cosas que repites una y otra vez― para que puedas expandir tu rango de visión. El objetivo no es abandonar tu tradición, sino más bien dejarla crecer conforme ella se encuentra con nuevas ideas, aceptando algunas y desarrollando una respuesta para otras.17

Conclusión Este capítulo ha continuado examinando las condiciones necesarias para un estudio bíblico eficaz. La primera condición, la cual no hemos argumentado, sino más bien asumido con base en la doctrina bíblica de la inspiración, es la convicción de que los autores de la Escritura fueron hombres hábiles e inspirados. Todo lo que ellos escribieron es verdad, y todo importa. Por lo tanto, amerita un estudio minucioso. La segunda condición es una actitud de diligencia y atención. Las actitudes opuestas, pereza y orgullo, socavan todo. La diligencia significa leer detenidamente, observando detalles y elecciones precisas de fraseo. El hombre perezoso lee rápidamente, pensando que ya lo sabe todo. El diligente se queda con el texto, suspendiendo cualquier preconcepción acerca de lo que el pasaje “debe” decir y más bien le permite que hable por sí mismo. La pereza y el orgullo hacen que el texto se adecúe a las nociones preconcebidas de lo que éste dice. Algunas guías de estudio bíblico instan a los cristianos a leer la Biblia y preguntarse, “¿qué me dice a mí este texto?” Pero quizás sea mejor preguntar, “¿qué dice este pasaje contra mí ―contra mis preconcepciones y prejuicios? ¿Qué dice, no estrictamente a mí, sino a cualquiera que observe diligentemente cada una de sus palabras?”

Ejercicios Antes de leer el siguiente capítulo, observa los detalles en los siguientes pasajes. Cada uno tiene detalles importantes; ve si puedes observarlos y entonces determina cómo te pueden ayudar a entender el texto. 1. Lee 1 Samuel 17:1-27. Primero, ¿qué contribuyen al pasaje los detalles de la armadura de Goliat? Segundo, fíjate en la redacción exacta de las preguntas de David en el versículo 26. ¿Qué nos revela sobre lo que se desarrolla más adelante? 2. Lee Lucas 15:11-32. ¿Qué contribuyen los detalles del comportamiento del padre en los versículos 20 y 22-24 a la parábola y a nuestro concepto de Dios? Mira (más allá de lo que observamos anteriormente) la redacción del diálogo entre el padre y el hijo mayor en los versículos 28-32. ¿Cómo contribuye esto a tu apreciación del padre? 3. Ejercicio desafío: ¿Existe alguna pista en Génesis 4:1-7 sobre de la razón por la cual Dios aceptó el sacrificio de Abel y no el de Caín? ____________________ Notas 1

Las clases sobre los idiomas bíblicos prueban este hecho una y otra vez. Mientras los estudiantes se esfuerzan por obtener el sentido de cada palabra en un versículo en griego o hebreo, se ven forzados a ir más despacio y a fijarse en todo. A menudo dicen, “este enunciado es sorprendente. ¿Porqué ninguna de las traducciones expresan lo que acabamos de ver?” Luego buscamos la forma en que las Biblias en nuestro idioma traducen el versículo y encontramos que sí expresan el nuevo matiz que acabamos de descubrir. Los estudiantes simplemente han estado leyendo en su propia lengua tan rápidamente y sin cuidado que nunca se habían percatado de ello.

2

Para una lista de nuestros padres de la iglesia que han tenido este punto de vista, vea Ante-Nicene Fathers, ed. Alexander Roberts y James Donaldson, 10 vols. (Grand Rapids: Eerdmans, 1985-87), 3:375, nota 15. 3

Sorprendentemente, la sombrilla simplemente desaparece (no la tiran, ni es robada o perdida de ninguna otra manera) después de que juega su papel en la escena de la playa. 4

Leland Ryken, Words of Delight (Grand Rapids:Baker, 1987), 75ss.; Robert Alter, The Art of Biblical Narrative (New York: Basic Books, 1981), 114-30, esp. 126; Meir Sternberg, Poetics of Biblical Narrative: Ideological Literature and the Drama of Reading (Bloomington:Indiana University Press, 1985), 331-37, passim. Para un ejemplo del uso de los detalles para ayudar a la interpretación, ver Bruce Waltke, “Cain and His Offering,” Westminster Theological Journal 48 (Fall 1986): 363-72. 5

Derek Kidner, Genesis: An Introduction and Commentary (Downers Grove, Ill.; InterVarsity Press, 1967), 156. El cabello también tiene un papel menor en las historias de Daniel y Lucas. 6

Johannes Lindblom, Prophecy in Ancient Israel (Philadelphia: Muhlenberg Press, 1962), 66-67. Para el mismo relato de los hechos, pero con un punto de vista de la historia muy diferente, ver John Gray, I and II Kings: A Commentary, 2a ed. (Philadelphia: Westminster Press, 1964), 480. 7

William L. Reed, “Baldness,” en The Interpreters Dictionary of the Bible, ed. George Arthur Buttrick (Nashville: Abingdon, 1962) 1:343-44. 8

El Antiguo Testamento prohibía rasurarse la cabeza, cuando menos a los sacerdotes (Levítico 21:5) y a las personas de luto (Deut. 14:1), pero no a los profetas. 9

Mi traducción. Los tres verbos están en tiempo imperfecto en el griego, tiempo que se usa para una acción continua o intentada en el pasado (entre otras cosas). La NASB y RSV, como de costumbre, se acercan más a la traducción literal. La NVI, como frecuentemente lo hace, intercambia precisión por facilidad de lectura. 10

Robert Alter, The World of Biblical Literature (New York: Basic Books, 1992), 149-51.

11

Donald Carson describe este peligro, que él denomina “distanciamiento,” en Exegetical Fallacies (Grand Rapids: Baker, 1984), 19-22, 129-30, 136-37. 12

Anthony Thistleton, The Two Horizons: New Testament Hermeneutics and Philosophical Description (Grand Rapids: Eerdmans, 1980), 305-6, 371-72; Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations, trad. G.E.M. Anscombe (Oxford: Basil Blackwell, 1958), sec. 129, 109; Wittgenstein, Remarks on the Foundations of Mathematics (Oxford: Basil Blackwell, 1964), 1, sec. 141 (p.43e). 13

Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations, sec 129 (p. 50e), 66 (p.31e); Wittgenstein, Remarks on the Foundations of Mathematics, 1, sec. 141 (p.43e). 14

Hans-Georg Gadamer, Truth and Method, trad. Garrett Barden y John Cuming, 2 a ed. (New York: Seabury Press, 1965), 236-45. 15

Ibid., 263-66

16

Jane Tompkins, “Indians: Textualism, Morality, and the Problem of History,” Critical Inquiry 13 (1986): 111-13. 17

Gadamer, Truth and Method, 272-73.

3 EL CONTEXTO LITERARIO ____________________________________________________________

¿Qué hay en un contexto? Ciertos cristianos se oponían a la radio en los comienzos de este medio. Ellos creían que era satánica y encontraron un texto para apoyar su caso: “Satanás es el príncipe de la potestad del aire.” Este tipo de abuso de la Biblia produce una fácil carcajada hoy en día. Después de todo, cualquier maestro cristiano experimentado conoce el lema, “Texto sin contexto es un pretexto.” Aun así, con frecuencia cometemos errores similares y tomamos declaraciones bíblicas fuera de contexto en formas sutiles. ¿Por qué? En la práctica, toma tiempo y esfuerzo el estudiar el contexto de un pasaje. Aún si sabemos que el contexto es importante, quizás no sepamos cómo estudiarlo efectivamente. Además, “contexto” significa cosas distintas para distintas personas.

Dos tipos de contexto Debemos distinguir sus dos tipos básicos, el contexto histórico y el contexto literario, como lo ilustra la siguiente escena. Imagina por un momento que, a media semana, estás caminando a través del edificio de tu iglesia. Tus pies hacen el único sonido que se escucha en el edificio vacío, pero cuando te acercas a una esquina comienzas a oír una animada conversación. De hecho, sólo es la mitad de una discusión –alguien se encuentra en el teléfono. Logras escuchar una o dos palabras, y entonces oyes tu nombre. Al darte cuenta de que tú eres el tema de conversación, te diriges hacia la voz, casi en contra de tu voluntad. Conforme la conversación se vuelve más fuerte, te convences de que el que está hablando por teléfono es un compañero del coro. Lo oyes decir, “Es que tú no conoces a Juan como yo lo conozco. No puede ser él. Eso es totalmente contrario a su naturaleza. Simplemente él no sería capaz de eso. Tiene que ser alguien más.” La conversación empieza a concluir y tú te alejas de puntillas, preguntándote, ¿Quién estaba del otro lado de la línea? ¿De qué hablaban? ¿Qué estaba diciendo la otra persona? ¿Qué pensará de mí mi “amigo” del coro? Naturalmente, todo depende del contexto de sus comentarios. Pero razonando un poco advertimos que podría haber varios contextos. Los comentarios de la otra persona en la conversación son centrales. ¿Te estaba acusando de empezar un malicioso chisme? Si es así, el miembro del coro tiene una buena imagen de ti y te estaba defendiendo. Pero si la otra persona estaba proponiéndote para una posición de liderazgo, entonces tu “amigo” te estaba menospreciando. Si la conversación fuera transcrita, las palabras antes y después de lo que escuchaste serían el contexto literario de la discusión. El contexto literario consiste en las oraciones y párrafos que van

antes y después del texto que estás estudiando. (Yo uso la frase “contexto literario” porque la Biblia es un cuerpo de obra escrita, o literatura). Pero, supongamos que la otra mitad de la conversación se pierde irremediablemente. Aún sin el contexto verbal o literario, los contextos social, moral, eclesiástico, auditivo y visual te podrían ayudar a decidir si la persona que oíste por casualidad te apoyaba o no. ¿Es tu relación con ese miembro del coro cercana o distante; cálida o fría? ¿Han trabajado juntos en el coro exitosamente o no? ¿Es esa persona propensa a chismear o a defender a otros? ¿Habla en forma callada y discreta o ruidosa y despreocupada, sin importarle quién pueda oír? Finalmente, ¿cuál es su postura? ¿Está agachado sobre el teléfono, mirando hacia abajo o de aquí para allá? ¿O está parado erguido, moviéndose libremente y gesticulando abiertamente? Todos estos factores ponen la conversación en contexto y te permiten llegar a ciertas conclusiones. Vamos a denominar contexto histórico a esos factores relacionales, morales, y eclesiásticos. En la Biblia, el contexto histórico incluye cosas como la identidad del autor y sus lectores, el tiempo, tema y razones para escribir. También podemos tratar de descubrir si el autor y su audiencia tenían una relación histórica o si la audiencia tenía algunas necesidades o retos extraordinarios.

Definiciones El contexto literario consiste en las palabras, oraciones, párrafos, o capítulos que rodean y se relacionan con, un texto.1 El estudio del contexto literario (1) describe cómo un párrafo o cualquier otra unidad se adecua a una sección mayor del texto, o incluso a toda la obra. (2) Accede al contexto literario a través de la lectura atenta del documento original. El estudio del contexto literario puede continuar, aun si no sabemos nada acerca del autor y su tiempo, o nada acerca de los lectores originales y sus inquietudes. (3) Exagerando un poco, el contexto literario nos permite ignorar al autor y la audiencia y estudiar las palabras del texto por sí mismas. El contexto histórico está conformado por la cultura, costumbres, lenguajes, creencias e historia del autor y su audiencia original. El estudio del contexto histórico (1) describe cómo una porción de la Biblia encaja en su mundo. (2) Accede al contexto histórico a través del estudio del trasfondo del idioma, historia, costumbres, y filosofía del autor y su audiencia. El estudiante del contexto histórico duda que podamos entender completamente las palabras en cualquier página sin algún conocimiento de la gente que las escribió o los que las leyeron. (3) Exagerando un poco, el contexto histórico permite que los lectores superen la sensación de que el texto pertenece a otro tiempo y cultura y les permite entrar al mundo de los oradores, escritores, y lectores originales.

Cómo estudiar los contextos Los métodos para estudiar contextos históricos y literarios difieren considerablemente, pero ambos comienzan por encontrar los temas y propósitos principales del libro a estudiar. Si tu plan es estudiar o enseñar una serie de lecciones sobre un libro de

la Biblia, el primer paso es leer el libro completo para obtener un panorama del todo. ¿Cuál es el tema principal? ¿Cuáles son las divisiones principales? ¿Qué asuntos aparecen repetidamente? ¿Quién es el autor? ¿Qué lo impulsó a escribir? ¿Cuál es la audiencia para la que se escribe? ¿Son creyentes o no, fieles o no, judíos, gentiles, o un grupo mixto? ¿Cuánto saben ellos? ¿Cuáles son sus necesidades y preocupaciones? Puedes responder muchas de esas preguntas por ti mismo al leer el libro cuidadosamente, observando las declaraciones de propósito del autor. Por ejemplo, Pablo usa los primeros 16 versículos de Romanos para introducir su gran tema, “El justo por la fe vivirá.” Los escritores del Nuevo Testamento frecuentemente declaran su propósito al principio o al final de su epístola o evangelio. Por ejemplo, Juan escribió su evangelio para llevar a la gente a la fe y la vida eterna (Juan 20:31). Él escribió su primera epístola para dar a los creyentes genuinos seguridad de su fe y salvación (1 Juan 5:13). Judas escribió para contender por la fe en contra de falsos maestros (Judas 3). Pablo escribió la epístola a los Romanos conforme se preparaba para visitar Roma en camino a España. Su carta es un regalo, dado para preparar el camino para un buen recibimiento (Ro. 1:8-15; 15:23-24). Lucas escribió para dar a sus lectores un recuento ordenado y preciso de la vida de Cristo, para fortalecerlos en su fe (Lucas 1:1-4). Si no puedes encontrar una declaración de propósito en un libro, trata de formular uno. Por ejemplo, Pablo escribió Gálatas para refutar a falsos maestros que estaban pervirtiendo su evangelio, y para restablecer a los gálatas en el evangelio de gracia y justificación sólo por fe. En contraste, los libros del Antiguo Testamento rara vez hacen declaraciones explícitas de propósito, pero podemos ver con facilidad que Génesis se trata de los principios de la humanidad y del pueblo del pacto, y que Éxodo trata de la salida de Israel de Egipto y del principio de su vida nacional. Después de haber examinado el libro tú mismo, lee una introducción que cubra el mismo terreno y compara notas. Si tienes poco tiempo, o si sólo estás estudiando un texto de ese libro en lugar de estar haciendo una serie, quizás necesites ir directamente a una obra de referencia (ver Apéndice E). Los contextos literario e histórico se superponen, influenciando e informándose mutuamente. Pero después de una revisión inicial del libro, los contextos histórico y literario se separan. En el resto de este capítulo analizaremos el contexto literario y el próximo capítulo explicará cómo estudiar el contexto histórico.

Contexto Literario Piensa en el contexto literario a través de dos imágenes: una escalera y un estanque. Imagina que el pasaje que estás estudiando es una escalera, una escalera de ideas. Tal como escalamos desde el piso hasta el techo, un peldaño a la vez, así los textos bíblicos presentan sus enseñanzas un paso a la vez, en forma ordenada, conforme cada idea nos lleva a la siguiente. Y así como sería ridículo tratar de subir una escalera saltando del primer al séptimo peldaño, y después pisar el tercero y saltar al octavo, así también es absurdo saltar de aquí para allá en la Biblia, sin poner atención a su “escalera” de ideas y eventos.

Tu libro es también como un estanque. Cuando alguien arroja una piedra al estanque, una serie de anillos rodea el punto donde la piedra cayó. El punto de impacto corresponde al pasaje que estas estudiando, y los círculos concéntricos corresponden al resto del libro. Mientras más cercano esté el círculo al centro (el texto), más influenciará tu pasaje.

Por lo tanto, para examinar un contexto literario, es necesario tener ideas provisionales acerca del libro que se está estudiando. Con este recurso provisorio, puedes dar los siguientes pasos.  Principio 1: Interpreta versículos individuales a la luz de su contexto inmediato. Por ejemplo, lee Lucas 17:5. Tomada por sí sola, la petición de los apóstoles, “Auméntanos la fe”, aparentemente es algo loable. Pero si leemos Lucas 17:1-10, comenzaremos a dudar al respecto. En los versículos 3-4, Jesús pide a los discípulos que se perdonen el uno al otro siete veces en un día, si es necesario. A la luz de esto, “Auméntanos la fe” se vuelve ambiguo. Ellos podrían estar diciendo, “Danos más fe, para que te podamos obedecer,” o quizás, “No podemos obedecerte a menos que nos des más fe.” La respuesta de Jesús (vs. 6-10) muestra que son culpables de la segunda actitud. Cuando Jesús dice que una semilla de mostaza de fe puede mover montañas, Él está insinuando que ya tienen suficiente fe (v. 6). Después, Jesús cuenta una breve parábola acerca de un siervo cumpliendo sus obligaciones (vs. 7-10). Esta historia implica que la acción de perdonar a nuestros hermanos no es un servicio extraordinario – ni un gran acto de fe, sino simplemente la obligación de un siervo (vs. 7-10). Por lo tanto, el contexto demuestra que la petición, “Auméntanos la fe,” lejos de ser loable, es más bien una excusa para la desobediencia. La aplicación cambia significativamente una vez que entendemos el contexto. Aunque algunos textos sí nos

animan a orar y pedir fe, Lucas 17:5 no es uno de ellos. Más bien, nos exhorta a no esconder nuestra desobediencia detrás de palabras piadosas.  Principio 2: Interpreta párrafos y episodios a la luz de los párrafos o eventos que los rodean. Grupos de párrafos, o aun grupos de capítulos, pueden irse apoyando en otros. Por ejemplo, supongamos que deseas estudiar el tema de premios y castigos. Mateo 19:28-30, que promete recompensas y tronos a los discípulos, está en tu lista. ¿Cómo puede el contexto dar luz a este pasaje? El contexto comienza con la historia del joven rico, que se negó a vender sus posesiones y seguir a Jesús. Él se alejó de Jesús entristecido. Entonces, Jesús comentó a sus discípulos, “Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (v.24). Pedro respondió, “Nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?” (v. 27). Pedro estaba diciendo que los discípulos, a diferencia del joven rico, habían dejado todo para seguir a Jesús. Pedro está pensando, “nosotros hemos entrado en el reino, y el rico que se negó a hacerlo será castigado. Pero, ¿cuál es nuestra recompensa?” Jesús le respondió a Pedro y describió las generosas recompensas que los discípulos tendrían (19:28-29). Pero también los previno en contra de una mentalidad hambrienta de recompensas. “Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros,” dijo enigmáticamente (v. 30). ¿Qué puede significar esto? Jesús se explica en el siguiente capítulo, en la parábola de los obreros de la viña. En esa parábola, un terrateniente contrata a varios grupos de obreros por día. Contrata a algunos por doce horas, por un sueldo de un denario. Otros trabajan nueve horas, seis horas, o una hora, y el dueño promete pagarles lo justo. Al final del día, aquellos que laboraron sólo una hora reciben un denario completo. Por lo tanto, aquellos que trabajaron más tiempo a pleno sol empiezan a esperar que recibirán más. Pero cuando reciben el mismo pago que los otros, comienzan a refunfuñar. “¿Por qué se quejan?” les pregunta el terrateniente. “¿No les pagué lo que acordamos? ¿Por qué deben envidiar mi generosidad hacia otros?” Jesús concluye repitiendo, “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.” (20:16). Así, Jesús le advierte a Pedro ―y a todos los demás― que un interés indebido hacia las recompensas puede causar que fijemos nuestros ojos en esa recompensa, y apartemos nuestro corazón del dueño, y por lo tanto arriesguemos la recompensa más alta de todas, el gozo en el Señor mismo. El contexto de las enseñanzas de Jesús sobre las recompensas muestra, por lo tanto, que si bien las preguntas acerca de las recompensas son naturales (19:16-26), y Dios sí premia a su pueblo (19:28-29), un interés egoísta en esas recompensas puede causar un alejamiento de Dios, quien es nuestra mayor recompensa. Cuando la madre de Santiago y Juan aparece un poco después, pidiendo tronos para sus hijos (20:20-28), vemos que la búsqueda de recompensas no muere tan fácilmente, y tiene una faceta fea e ignorante. Al situar la enseñanza sobre las recompensas en este contexto, Mateo advierte a los discípulos que no busquen recompensas, sino más bien sigan a Cristo, buscando servirle, aun si es a un alto precio (20:26-28).2  Principio 3: Intenta determinar por qué el texto está ubicado precisamente en donde está, y no en otro lugar.

Cuando preguntamos por qué un pasaje está aquí, y no en otro lugar, estamos adentrándonos en la eficacia de su ubicación. Por ejemplo, Lucas 15 comienza, “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle [a Jesús], y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Éste a los pecadores recibe, y con ellos come.’” Las quejas de los fariseos impulsaron a Jesús a contar tres parábolas, cada una de las cuales defiende su hábito de asociarse con pecadores. Si un pastor tiene cien ovejas y pierde una, ¿estará contento con noventa y nueve? No, y así como un pastor busca incluso una sola oveja perdida hasta que la encuentra, así también Jesús busca a la gente perdida hasta que la encuentra (15:3-7). Una vez más, si una mujer con diez monedas pierde una, ¿se conforma con tener nueve? No, y así como ella busca su moneda perdida hasta que la encuentra, así también Jesús busca a la gente perdida hasta que la encuentra (15:8-10). Finalmente, si un padre tiene dos hijos y pierde uno (15:32), ¿se contenta con tener uno? No, y cuando el pródigo regresa, él corre a recibirlo, de igual forma que Jesús corre a recibir a los israelitas perdidos que regresan a Él. Así que la parábola del hijo pródigo se ubica allí para responder las quejas de los fariseos, y se ubica al final de la serie porque es la analogía culminante. Podemos ir más allá con este principio. Las tres parábolas de cosas perdidas (una oveja, una moneda, y un hijo) parecen ser una defensa atractiva, completa y razonable de la asociación de Jesús con pecadores. Ciertamente, la segunda parte de la historia final (frecuentemente ignorada, como lo demuestra el nombre común de la parábola) parece ser superflua. Pero, ¿por qué, entonces, está allí? Porque Jesús no quiere simplemente responderles a los fariseos, sino que quiere involucrarlos. Por lo tanto, crea a un personaje, al hermano mayor, que se asemeja a ellos. Como los fariseos, el hermano mayor exagera su propia rectitud, se queja de la bienvenida dada a un pecador, y se encuentra más distante del Padre de lo que se da cuenta. Así como el hijo mayor debe decidir finalmente si recibirá a su hermano, pecador pero restaurado, y entrará a la fiesta, así también los fariseos deben decidir si ellos recibirán a pecadores restaurados y se unirán a la celebración del reino. Jesús deja la decisión final del hijo mayor en suspenso, para mantener a los fariseos involucrados, e invitarlos a terminar la historia ellos mismos. A veces puede resultar difícil determinar por qué un texto tiene una ubicación en particular. Por ejemplo, Proverbios tiene capítulos completos en que el contexto no significa mucho. Lo mismo es verdad de algunas profecías y algunos grupos de dichos de Jesús. Las narraciones históricas pueden estar enlazadas únicamente por la secuencia de eventos. Pero usualmente existe algún tipo de vínculo, y encontrarlo ayuda grandemente a la interpretación.  Principio 4: Busca enunciados temáticos que presenten o interpreten una sección completa. Muchos pasajes abren o cierran con una gran verdad que el resto de la sección desarrolla. A continuación se muestran algunos ejemplos; y aparecerán más de ellos en los ejercicios para este capítulo.3 Génesis 1:1 dice, “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Esto introduce y resume la narrativa de la creación de Génesis 1 y 2. Jueces 17:6 y 21:25, ambos dicen, “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.” Estos versos introducen y explican los terribles hechos descritos en Jueces de los capítulos 17 al 21.

1 Samuel 23:14b dice, “...y [a David] lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.” Esto resume la mayor parte de 1 Samuel 20-27, que relata el tiempo en que huyó David de Saúl. En Mateo 5:20, Jesús les dice a sus discípulos, “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” En Mateo 5:21 al 6:33, Jesús presenta sus estándares de justicia que sobrepasan aquellos de los escribas y fariseos. En Gálatas 1:11-12, Pablo niega que el evangelio que él predica haya sido inventado o le fuera enseñado por hombres, “sino por revelación de Jesucristo.” El resto de Gálatas 1 y 2 describe lo que Pablo era antes de recibir el evangelio y cómo el evangelio lo cambió a él y a sus relaciones con la iglesia. Santiago 1:26-27 dice que la religión verdadera significa tener un firme control de la lengua, tener cuidado de los huérfanos y viudas (el pobre y desvalido), y el guardarse de la contaminación del mundo. Los capítulos 2, 3, y 4 desarrollan cada tema.  Principio 5: Busca palabras o frases que se repitan. La repetición frecuentemente indica el tema de una sección. Libros enteros a veces repiten palabras claves o frases. Por ejemplo, la palabra santo aparece más en Levítico que en cualquier otro libro, y Levítico está preocupado por la santidad de Israel. Los libros de Reyes, siempre evaluando la fidelidad de Israel, comparan a los reyes del sur al justo “David, su padre,” y a los reyes del norte al malvado “Jeroboam, hijo de Nebat.” Mateo, Marcos, y Lucas enfatizan el reinado y majestad de Jesús al mencionar “el reino” alrededor de cien veces. Juan enfatiza la identidad de Jesús al registrar muchos de sus dichos que comienzan con “Yo Soy.” Los términos justicia y justificación aparecen frecuentemente en Romanos y Gálatas. Los lectores meticulosos de Filipenses se dan cuenta de la frecuencia con que Pablo usa las palabras “gozo” y “regocijo,” aun cuando él permanece en prisión. Una sección también puede tener su propio estribillo o coro. Conforme Génesis 1 y 2 relatan cómo Dios crea mundo, escuchamos el coro “Y vio Dios que era bueno” varias veces, hasta la creación de la humanidad, que es “muy buena.” Este cambio sugiere que la creación del hombre es la cúspide de la obra de Dios. Pero entonces, en el 2:18, cuando Dios crea a Adán antes que a Eva, leemos, “No es bueno que el hombre esté solo.” La frase “No es bueno” debería saltar de la página, impulsando al lector a preguntarse cómo es posible que la creación ahora no sea suficiente, y qué vendrá a continuación. Los términos reino y justicia aparecen más de una docena de veces en Mateo 5 y 6, y ciertamente el tema del Sermón del Monte es la justicia del reino. Pablo usa el término sabiduría dieciséis veces en 1 Corintios 1:17-3:19, en frases como “sabiduría de Dios,” “sabiduría de los hombres,” y “sabiduría del mundo.”4 Por lo tanto, decidimos conducir nuestro propio análisis de cualquier texto más pequeño en 1 Corintios 1-3 dentro del contexto de la amplia discusión de Pablo sobre la sabiduría. Versículos individuales también pueden estar relacionados por una palabra o frase repetitiva. Por ejemplo, Santiago 1 abre con un enunciado central en el libro entero: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” (vs. 2-4). El versículo 5

continúa, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” Al repetir el término “falta,” Santiago sugiere algo así: Las pruebas desarrollan cristianos maduros, a quienes no les falta nada. Pero para pasar las pruebas, para madurar a través de ellas, se necesita (no debe faltar) una cosa: sabiduría. Los siguientes versículos (6-8) comienzan entonces a describir cómo uno obtiene sabiduría.  Principio 6: Ubica tu texto dentro del propósito de su sección y de todo el libro. Pequeños episodios bíblicos pueden desconcertarnos hasta que los ubicamos dentro de una unidad más grande. Por ejemplo, podemos preguntarnos: por qué 2 Samuel 9 nos cuenta la historia de la bondad de David hacia Mefiboset (también discutida en el capítulo anterior). ¿Es esto realmente una parte significativa del gobierno de David, comparado con todas sus proezas militares y actos de fe? Sí lo es, si reconocemos que la totalidad de 2 Samuel 6-9 retrata el reino de David en su apogeo. Dios habita en el centro del reinado de David (cap. 6). El reino es regalo y bendición de Dios, gobernado en última instancia por el Mesías (cap. 7), y su rey disfruta la victoria sobre sus enemigos (cap. 8). La historia del tratamiento generoso de David para con Mefiboset, por lo tanto, demuestra las cualidades morales de su reino. Hay justicia y misericordia para el débil; el rey es fiel a su palabra y a su pueblo. La historia, lamentablemente, también tiene algunos vínculos con la larga sección del declive de David (caps. 11-20), ya que allí vemos cómo David rescinde abruptamente de mucho de su favor hacia Mefiboset (caps. 16 y 19).

Ilustración del contexto El contexto es tan importante para la interpretación y aplicación de las Escrituras que vale la pena ilustrar sus principios con cierta extensión. Supongamos que una mujer piadosa está casada con un patán que nunca asiste a la iglesia. Misteriosamente, él anuncia una mañana dominical que asistirá a los cultos con la familia. Resulta que el pastor está predicando sobre la familia. Ese domingo, después de haber hablado por un mes acerca de la esencia del matrimonio, comienza una serie sobre las responsabilidades de los esposos y esposas, según Efesios 5, y comienza a hablar de las esposas primero. Después del culto, el esposo se frota las manos de regocijo. “¡Qué bueno que vine a la iglesia hoy!” dice: “¿Escuchaste lo que dijo el predicador? ‘Las casadas estén sujetas a sus propios maridos.’ Me gustó la forma en que lo explicó también: ‘como al Señor.’ Tienes que someterte a mí en la misma forma que te sometes al Señor, y yo sé qué significa esto: ¡obediencia absoluta en todo! Así que, amorcito, voy a darte la oportunidad de aplicar el sermón de inmediato. En media hora va a empezar un gran partido de fútbol y quiero verlo completito. Quiero mi comida en una charola para las 12:45. Entonces cierra la puerta del cuarto de televisión y mantén a los niños callados. A los 30 minutos de juego, quiero que me traigas una bebida, y cuando grite ‘¡medio tiempo!’, no quiero a nadie en el baño.” La esposa bien puede responder, sin embargo, que su esposo cabeza dura ha violado casi todos nuestros principios (¡un destino que pudo haber evitado si hubiera leído nuestro libro!). Ansioso por reclamar Efesios 5:22, ha ignorado el versículo 21, “Someteos unos a

otros en el temor de Dios,” así como los versículos 25-29, “Maridos, amad a vuestras mujeres... como también Cristo a la iglesia.” Así que él infringió los principios 1 y 5: Interpreta versículos individuales a la luz de su contexto inmediato, y busca palabras o frases que se repiten. Su uso egoísta de Efesios 5:22 también pasa por alto el contexto más amplio del pasaje. Todo Efesios tiene interés en la unidad cristiana. Cristo une a judío y gentil al reconciliar a ambos con Dios por medio de la Cruz (2:11-22). El Señor ha unido a todos los cristianos al hacerlos un solo cuerpo, al darles una sola fe, un bautismo, y un Espíritu (4:15). La diversidad de dones y oficios lleva a la unidad y madurez, no a tomar ventaja egoístamente (4:11-16). Esto nos recuerda el principio 6: Ubica tu texto dentro del propósito de su sección y de todo el libro. Desafortunadamente, la mayoría de las traducciones a nuestro idioma* obscurecen un aspecto crucial de nuestro contexto. La idea de sujeción mutua de hecho explica el 5:18, “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.” “Sed llenos” es el mandato principal, que rige la sección entera del 5:18-21. Los verbos de los versículos 19-21, que la Nueva Versión Internacional traduce “Anímense unos a otros con salmos... Canten y alaben... dando siempre gracias... Sométanse unos a otros,” son todos participios en el griego. Gramaticalmente, cada verbo depende del enunciado principal. El efecto de esto es que cada uno explica lo que Pablo quiere decir con la orden “Sed llenos del Espíritu.” Un pequeño parafraseo puede ser: “Sed llenos del Espíritu Santo, hablando entre vosotros con Salmos,... cantando y haciendo melodía en sus corazones al Señor, dando gracias siempre... sometiéndose uno a otro en el temor de Cristo, las esposas sometiéndose a sus esposos y los esposos amando a sus esposas.” Así, la oración “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos” en 5:22, lejos de permitir que los esposos impongan su señorío sobre sus esposas, realmente describe la llenura del Espíritu, que viene en parte a través de la sujeción mutua. Si alguno objeta que estas ideas están ocultas para aquellos que no tienen conocimiento del griego, debemos admitir que el manejo del griego enriquece el estudio bíblico personal. Sin embargo, uno no necesita saber griego para ver esos puntos. Primero, la versión NASB**, así como la RV95, traducen esos versículos literalmente, de manera que se puedan apreciar los puntos que hemos estudiado en el último párrafo. Más allá de esto, al leer del 5:21 al 6:9 como una unidad, notamos que la sección completa desarrolla el 5:21, “Someteos unos a otros en el temor de Dios.” Aunque el significado preciso de este enunciado es controversial, con seguridad está excluyendo todos los usos egoístas de autoridad. Esto nos recuerda los principios 2 y 4: Interpreta párrafos y episodios a la luz de los párrafos o eventos que los rodean, y busca enunciados temáticos que presenten o interpreten una sección completa.

Notas de la traductora: * Aquí el autor se refiere específicamente a las traducciones hechas al idioma inglés. Pero también aplica a algunas traducciones al idioma español. ** La versión aquí mencionada es “The New American Standard Bible” (La Nueva Biblia Estándar Americana). La versión Reina Valera 1960 también es una buena traducción literal al español. Ésta expresa en participio la mayoría de los verbos del texto estudiado.

Conclusión Este capítulo describe la primera de la serie de técnicas resumidas por el acrónimo CAPTAR: Contexto, Análisis, Problemas, Temas, Aplicación, y Reflexión. El estudio del contexto literario ilumina a un texto a través del examen de palabras, enunciados, párrafos, y capítulos que rodean y explican un texto. Primero, se estudian los versículos que van inmediatamente antes y después del texto. Luego se arroja una red más ancha, para ver de qué manera el texto está inserto en una discusión más amplia, y para determinar de qué forma el texto contribuye a esa discusión. El estudio del contexto literario es el primer y quizás más importante método de todos. El contexto literario es distinto del contexto histórico, el cual consideraremos en el capítulo 4.

Ejercicios Los ejercicios de este capítulo brindan la oportunidad de practicar los seis principios para examinar el contexto literario. 1. Interpreta versículos individuales a la luz de su contexto inmediato. a. Santiago 2:23 b. 1 Samuel 15:26, 31 c. Ejercicio desafío: 1 Samuel 10:7 2. Interpreta párrafos o capítulos a la luz de aquellos que los rodean. a. Interpreta las enseñanzas sobre la venganza en Romanos 12:17-21 a la luz del 13:1-5. b. Lee 1 Samuel 24-26 como una unidad que describe las lecciones que David aprendió cuando llevaba la ventaja, aun como refugiado. 3. Intenta determinar por qué el texto está ubicado precisamente en donde está. a. ¿De qué manera Génesis 6:1-8 forma un puente entre Génesis 5 y la narrativa del diluvio? b. ¿Por qué Romanos 4:1-8 sigue a Romanos 3? ¿De qué manera avanza en la enseñanza iniciada en el capítulo 3? c. Ejercicio desafío: ¿De qué manera Mateo 13:1-17 es una respuesta al 12:22-45? 4. Busca enunciados temáticos que introduzcan o interpreten una sección completa. a. ¿De qué manera introduce Romanos 1:18 la sección del 1:18-3:20 sobre el pecado humano? Intenta encontrar otro versículo que resuma esta sección. b. ¿De qué manera introduce Romanos 12:1-2 la vida de obediencia descrita en

Romanos 12-15? c. ¿Cómo interpreta Romanos 14:23 al 14:1-23? d. ¿De qué manera Jueces 2:10-19 introduce Jueces 3-16? 5. Busca palabras o frases que se repitan. a. ¿Por qué se repite “Rey de reyes y Señor de señores” en Apocalipsis 17:14 y 19:16? b. ¿Qué palabras repetidas encuentras en Mateo 5 y 6? ¿Y en Mateo 24:36-25:46? ¿De qué manera explican sus secciones? 6. Ubica tu texto dentro del propósito de todo el libro y de su sección. a. ¿De qué manera la promesa hecha a Abraham (Gen. 12:1-3) configura el resto de Génesis? b. ¿De qué manera la promesa hecha a David (2 Samuel 7:8-29) introduce el resto de Samuel y Reyes? c. Ejercicio desafío: ¿De qué manera Hebreos 1:1-4 introduce todo el libro, y de qué manera lo aplica el verso 12:1? ____________________ Notas 1

Los lingüistas a veces denominan esto el “cotexto.” El cotexto es “las oraciones, párrafos y capítulos que rodean al texto y están relacionados con él.” Ver Peter Cotterell y Max Turner, Linguistics and Biblical Interpretation (Downers Grove, Ill.: Inter Varsity Press, 1989), 16. Al llamar “cotexto” a las palabras que rodean un texto, se puede limitar el significado de “contexto” al escenario social e histórico de un pasaje. Si bien este es un uso más preciso, el capítulo actual sigue el uso en boga. 2

La unidad estudiada abarca desde el 19:16 al 20:28, mostrando así que las divisiones de los capítulos a menudo dividen las discusiones unificadas; ver el apéndice B, sobre cómo elegir un texto. 3

Para más información acerca del tema de la repetición de una frase al principio y final de un pasaje, ver la discusión acerca de la inclusión en el apéndice B, sobre cómo elegir un texto. 4

El predominio de la palabra sabiduría en este pasaje es aun más sobresaliente si tomamos en cuenta que Pablo aquí usa el término dieciséis veces, pero solo once veces más en el resto de sus escritos.

4 EL CONTEXTO HISTÓRICO ____________________________________________________________

Comprensión del panorama Mi mejor amigo en mi época en el seminario ahora da clases en un seminario cerca de San Diego. Después de haber pasado su primer año viviendo allí con su familia, me llamó por teléfono y comenzó a alabar las virtudes del sur de California. “La playa está a menos de una hora al oeste; las montañas están a dos horas al este. El clima es tan seco que nunca te acaloras en el verano y, en el invierno, la temperatura rara vez baja a menos de los 100C en la noche. Uno puede salir a comer. Se puede jugar tenis o softball todo el año.” Yo ya sabía todo eso; ¿por qué me lo estaba recordando? Además, a pesar de que nos llamamos un par de veces al año, siempre lo hacemos cuando tenemos algún acontecimiento o algún negocio que provee un pretexto. Su presunción también parecía fuera de lugar para su forma de ser. Entonces cambió de tema: “Bueno, Dan, déjame decirte por qué te estoy llamando. Hay una plaza abierta aquí, en el departamento de Nuevo Testamento, y...” ¡Ah!, ¡ahora todo tenía sentido! Las palabras de mi amigo habían sido bastante claras, pero solo las comprendí cuando me dijo la razón de su llamada. Eso puso sus palabras “en contexto.” Así como el conocimiento de la situación de un amigo, sus metas, y motivos clarifican una conversación, también el conocimiento de contextos bíblicos aumenta nuestra comprensión de las Escrituras. Una de las principales metas del estudio bíblico es discernir los propósitos de los autores y determinar las necesidades de los primeros lectores. Si lo logramos, podremos recorrer los espaciosos cuartos de la Biblia en lugar de sólo asomarnos por sus ventanas. Cuando estudiamos el contexto histórico, descubrimos el carácter histórico de la Biblia, lo que fluyó del corazón de un autor y tocó las almas de los oyentes – asustados o confiados, necios o ávidos – que vivieron hace mucho tiempo. El estudio del contexto histórico (en este capítulo) y el del contexto literario (estudiado en el capítulo anterior) tienen importantes puntos en común. Ambos permiten que el lector de hoy toque la mente del autor y de la audiencia original de la Biblia. Ambos comienzan con la lectura del libro completo que será estudiado, en busca de sus propósitos y temas. Sin embargo, después de este primer paso, sus métodos siguen direcciones diferentes.

Contraste de los métodos de estudio de los contextos literario e histórico. Contexto Literario

Contexto Histórico

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Estudia el texto escrito.

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Puede ignorar la identidad del autor y la audiencia. Puede estudiar las palabras en sí mismas. Considera lo que cualquier lector competente escucha. Es accesible a cualquier lector atento. Premia el estudio intensivo de un texto.

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Estudia la gente y la cultura que recibe un texto. Enfatiza la identidad del autor y la audiencia. Enfatiza la intención del autor en su forma de usar palabras. Considera lo que escuchó la audiencia original. Es accesible a los lectores con conocimiento del trasfondo. Premia el estudio acumulativo de muchos textos.

Cuando estudiamos contextos históricos, intentamos capturar el panorama general, la escena completa al interior y alrededor de un libro. ¿Quién es el autor y por qué está escribiendo? ¿Cuál es la necesidad de esos tiempos y qué espera lograr al escribir? ¿Quién está leyendo y por qué? ¿Cómo viven y piensan los lectores en forma cotidiana? Un estudio del contexto histórico tiene tres objetivos: (1) recuperar, tanto como sea posible, el mundo de la Biblia; (2) descubrir las circunstancias en las que se escribieron y se leyeron libros específicos; e (3) investigar a los individuos y grupos de gente que desempeñan un papel en el drama bíblico.

El mundo bíblico El mundo de la Biblia incluye su política, geografía, agricultura, economía, costumbres sociales, métodos de guerra, estructuras familiares, y los roles de hombres y mujeres. Un poco de conocimiento de la vida cotidiana – cómo comía, vestía, trabajaba y dormía la gente – ilumina a cientos de pasajes. Considera cómo el estar conscientes de la vida cotidiana clarifica los siguientes conocidos textos del evangelio: 1. ¿Por qué estaban los escribas y fariseos enojados al ver a Jesús comiendo con pecadores (Lucas 15:1-2; 19:1-7)? La costumbre social dictaba que la convivencia en la mesa significaba intimidad, aceptación, y amistad cercana. La costumbre religiosa decía que un hombre santo debía evitar todo contacto con gente ordinaria e ignorante, a quienes ellos llamaban despectivamente “la gente de la tierra,” ya que dicho contacto lo contaminaría.1 La aversión de ellos era tan fuerte que hasta decían: “Que ningún hombre se relacione con el malvado, ni siquiera para traerlo ante la ley.”2 Con respecto a la comida, la Mishnah dice: “Aquel que se promete ser confiable [esto es, un diezmador fiel] diezma 1) de lo que come, 2) de lo que vende, 3) de lo que compra, y 4) no acepta la hospitalidad de un Am-ha-aretz [gente de la tierra].” Un rabí no lo haría porque no podía estar seguro de que el anfitrión hubiera diezmado lo que le servía.3 Y ya que los escribas y fariseos

consideraban que Jesús era un rabí, su disposición para cenar con gente ignorante les parecía impropia, y se oponían a ello. 2. En la parábola de Jesús sobre la oración en Lucas 11:5-8, ¿cómo podía haber un “amigo” que se negara a levantarse y darle algo de comida a su vecino que tenía visitas inesperadas a media noche? De hecho, el negarse era vergonzoso, pero la parábola tenía cierto rasgo de credibilidad ya que las casas palestinas típicamente tenían solo un cuarto (arquitectura), en el cual toda la familia trabajaba, comía, y dormía la mayor parte del año (en el verano dormían en el techo). A veces también los animales pasaban la noche en el mismo cuarto. Al intentar obtener un pan a media noche, sin luz (tecnología), y con niños acostados desordenadamente alrededor de él en tapetes (no en camas) habría sido como tratar de cruzar un campo de minas. 3. ¿Por qué entró Jesús a Jerusalén sobre un pollino en lugar de un caballo (cría de ganado)? Los caballos eran escasos en Palestina, y comúnmente se usaban para la guerra. Al cabalgar hacia la ciudad sobre un burro, Jesús indicaba que venía en paz, no para un conflicto militar. 4. ¿Por qué lavó Jesús los pies de los discípulos en la última cena (Juan 13)? Las carreteras palestinas eran simplemente de tierra comprimida. Era costumbre que el sirviente más bajo lavara los pies de todos los presentes antes de comer (costumbres para comer). Pero Jesús y los doce no tenían sirvientes, así que uno de ellos lo tenía que hacer. Sin embargo, como todos los discípulos querían posiciones honorables en el reino de Jesús (Mateo 20:20-28; Lucas 22:24-30), ninguno estaba dispuesto. Cuando Jesús se levantó y comenzó a lavar los pies de los discípulos, todos ellos estaban estupefactos y avergonzados —y listos para aprender una lección acerca del servicio. 5. Un poco de conocimiento acerca de las vestimentas palestinas explica o profundiza varios pasajes. La ropa era muy costosa en los tiempos bíblicos, porque la materia prima era escasa y su manufactura era muy laboriosa. Una persona típica tenía menos de diez prendas en la época del Nuevo Testamento. Así que cuando Jesús dijo, “y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa” (Mateo 5:40), él estaba pidiendo un sacrificio doloroso; nadie tenía otras cinco chamarras o diez suéteres en su closet. Si alguna vez te preguntaste por qué los soldados en la crucifixión de Jesús querrían jugar por las vestimentas sucias de un criminal convicto, el costo de la ropa es la respuesta. Los verdugos recibían las ropas de los muertos como una especie de “bono,” ya que incluso las prendas usadas eran valiosas. Todos estos hechos habrían sido de conocimiento común para el autor y su audiencia original. Pero cuando ignoramos costumbres básicas como éstas, la Biblia puede confundirnos. Un conocimiento del contexto histórico nos permite volver a entrar al mundo de la Biblia ―sus costumbres, lenguaje, y formas de pensar. Un conocimiento de ese mundo profundiza aun más nuestra comprensión de historias que creemos conocer al derecho y al revés, como la parábola del hijo pródigo (o “el hijo perdido”) que contó Jesús. Considera la petición del hijo menor para recibir su parte de la herencia. Al pedir su herencia mientras su padre aún vive, el hijo expresa implícitamente su deseo de que su padre muera para que él pueda tener su herencia.4 Su derroche desperdicia más que dinero, despilfarra la herencia familiar y el futuro sustento. Al oír que el padre corrió a recibir a su hijo que regresaba, lo rodeó con sus brazos y le dio un beso, la audiencia pudo haber cuchicheado a causa de esta imagen de un comportamiento tan indigno. Al levantarse la túnica para poder correr, puede que el padre haya expuesto su ropa interior. Pero a él le

importaba más su hijo que actuar de manera correcta. Cuando el padre le dio la túnica, el anillo y las sandalias, la audiencia original sabía que el hijo menor era parte de la familia nuevamente. La ignorancia del trasfondo a veces lleva a la gente de hoy en día a simpatizar con el hijo mayor, aun cuando no fuera esa la intención de Jesús. En cierta medida, nosotros leemos la parábola como un ejemplo de cómo los hijos menores usualmente se pueden salir con la suya mientras que los mayores actúan con responsabilidad. Pero la audiencia en los tiempos de Jesús habría pensado que el hijo mayor era un muchacho grosero que quebrantó el orden y honor de la familia. Él se negó a participar en la fiesta de bienvenida de su hermano, a pesar de que las costumbres requerían que fuera él quien estuviera a cargo de las festividades.5 Sus palabras hacia su padre estaban llenas de ingratitud y autocompasión: “¡Mira! Todos estos años he trabajado como un esclavo para ti... y tu nunca me diste” una fiesta (v. 29). Si estudiamos más detenidamente al hijo mayor, nos damos cuenta de que la parábola cuando menos se trata tanto de su dureza de corazón legalista como del pecado del hijo pródigo. Así que, la parábola de Jesús tiene dos metas. Invita a los pecadores —como los publicanos y aquellos con quienes se asociaba (15:1-2)— a regresar al hogar, ya que su Padre les daría la bienvenida. Asimismo, invita a aquellos que se consideran justos —como los fariseos— a entrar y unirse a la fiesta. Ya hemos ilustrado la importancia de saber sobre la vestimenta, arquitectura, vida familiar, tecnología, cría de ganado, así como sobre las costumbres religiosas, sociales y culinarias. También ayuda conocer acerca de la geografía, ecología, la historia política y las costumbres militares. Por ejemplo, ¿te has preguntado alguna vez por qué hay tantas guerras en el Antiguo Testamento? Una razón es que Israel está situado en el puente territorial que conecta a Europa y Asia con África. Cuando los babilonios, asirios y egipcios estaban en guerra entre ellos o con otras naciones, tenían que viajar a través de Israel, y por lo tanto Israel terminaba involucrado en sus campañas. ¿Has notado cuántas guerras incluyen un sitio o una tregua? Las guerras podían involucrar sitios porque los ejércitos se retiraban a fuertes bien abastecidos construidos sobre las colinas. Jerusalén estaba construida sobre un monte bajo y tenía un suministro de agua modesto, lo que la hacía casi ideal para una guerra defensiva. Los invasores sitiaban a Jerusalén en lugar de atacarla inmediatamente, para evitar pelear cuesta arriba. Esta serie de ejemplos nos muestra lo importante que es conocer la época y las costumbres de la Biblia. Ellos nos llevan a nuestro primer principio para el contexto histórico.  Principio 1: Cuanto más conozcamos acerca del mundo de la Biblia, tanto mejor entenderemos la Biblia misma. Este conocimiento ayuda a nuestro estudio de cada libro, aun si, como en el caso de Josué, Samuel, Reyes, Crónicas, y Hebreos, nadie sabe quién los escribió o cuándo fueron terminados.

Cómo aprender acerca de la Antigüedad Si estás convencido de la importancia de conocer el trasfondo histórico, tal vez te estés preguntando qué debes hacer ahora. Permíteme sugerirte varios pasos. 1. Incrementa tu sensibilidad a la información del trasfondo. Conforme escuches sermones, asistas a estudios bíblicos, y leas la Biblia u otros libros, toma nota de cualquier referencia a las costumbres, geografía, economía, formas de transporte, la vida animal y vegetal, etc. 2. Si te diste a la tarea de un estudio serio de algún libro bíblico en particular, léelo todo, buscando cualquier rastro de información que te pueda dar una idea del mundo del autor y sus lectores. Anota tus observaciones y preguntas. 3. Desarrolla y usa una biblioteca cristiana. Consulta tu diccionario o enciclopedia bíblicos cada vez que tengas tiempo de dedicarte a investigar alguna cuestión. Si eres responsable de enseñar sobre algún libro de la Biblia y quieres dominar su trasfondo, debes conseguir un comentario exegético actualizado. Cualquier obra publicada hace más de treinta años, así como cualquier obra reciente que ignora el trasfondo no será de ayuda ―cuando menos en éste momento. 4. Una biblioteca cristiana básica te dará información sobre la mayoría de las cosas que deseas saber, aunque la literatura vasta y compleja será sumamente atractiva para el curioso. Su información proviene de la arqueología y documentos antiguos. La arqueología estudia edificios antiguos, cerámica, suministros de agua, caminos y carreteras, y herramientas de todo tipo. Los documentos antiguos incluyen literatura sacra, testamentos, recibos, cartas, crónicas, recuerdos, libros de texto, obras teatrales, e inscripciones en edificios y tumbas. Consulta el apéndice E para sugerencias de libros que pueden formar tu biblioteca de referencia en casa.

Las situaciones locales de los autores bíblicos y sus audiencias Si una sensibilidad general hacia los detalles de la cultura antigua fuera una moneda de plata, entonces el conocimiento de las condiciones que impulsaron a los profetas y apóstoles a escribir algún libro en particular sería la de oro. Aquí exploramos por qué los autores dijeron lo que dijeron cuando lo hicieron. ¿Cuál era el tema del momento? ¿En dónde clamaba la mente humana por la mente de Dios? ¿Dónde fue que el fuego de la batalla espiritual se avivó? Aquí debemos preguntarnos, “¿qué fue lo que incitó a Moisés, Jeremías, Pablo, o Lucas a escribir? ¿Qué esperaban conseguir?” Por ejemplo, hace unos dos años decidí escribir un artículo sobre la planificación familiar. Por varios años, había dado clases acerca del tema ocasional y casualmente. Pero en un corto periodo de tiempo leí un par de libros gravemente equivocados y conocí a varios matrimonios que estaban en fuerte desacuerdo conmigo en cuanto al asunto, en gran medida porque habían leído uno de esos libros mal enfocados. Me pareció que alguien

debía hacer un análisis crítico de esos libros, y de pronto me encontré en la biblioteca frente a la computadora, y allí emergió un artículo. De un modo relativamente análogo, muchos de los libros de la Biblia fueron escritos cuando el Espíritu Santo usó las crisis locales para inspirar a sus siervos a escribir. Igualmente importante, aunque más difícil, es localizar a los primeros lectores del libro y considerar de qué forma los impactó. ¿Cuáles eran sus necesidades, problemas, y esperanzas? ¿Qué acontecimientos los atemorizaban o incitaban? Detrás de varios libros del Nuevo Testamento se esconde la persecución. La lujuria constante del pueblo de Israel hacia otros dioses estimuló la escritura de la mayor parte del Antiguo Testamento. Pero, ¿qué forma tomaron precisamente esas tentaciones, y qué otros asuntos aquejaban a Israel o la iglesia?

La relación entre autores y lectores De forma levemente distinta, a menudo resulta útil rastrear la relación de la audiencia con el autor. ¿Eran viejos amigos (Hebreos), extraños (Pablo y los romanos), o antagonistas (Isaías, Jeremías, o Ezequiel y la mayoría de los Israelitas)? Podemos reconstruir la relación al examinar cómo trata el autor a su audiencia. ¿Espera que ellos compartan sus creencias o que las resistan? ¿Espera que sus lectores reciban su mensaje con gran gozo o molestos? Existen quizás tres tipos generales de relaciones entre los lectores y los autores en la Biblia: 1. De aceptación. Puede que los autores esperen que su audiencia acepte su mensaje sin reservas. Sus libros nunca revelan que sus lectores puedan cuestionar o rechazar lo que se escribe. En esta categoría podríamos pensar en Génesis, Jueces, Ruth, Salmos, Proverbios, Mateo, Filipenses, 1ª. y 2ª. a Timoteo, Tito, 1ª. de Pedro, y 1ª. de Juan. 2. Ambivalente. El Señor mismo describe al segundo tipo de audiencia cuando le dice a Ezequiel, “Me halagan de labios para afuera, pero después sólo buscan las ganancias injustas. En realidad, tú eres para ellos tan sólo alguien que entona canciones de amor con una voz hermosa, y que toca bien un instrumento; oyen tus palabras, pero no las ponen en práctica.” (Ezequiel 33:31b-32). Varios otros libros proféticos e históricos caben en esta misma categoría: son respetados pero ignorados. 3. De rechazo. En unos cuantos libros, como Jeremías, Amós, Gálatas y 2 Corintios, los profetas y apóstoles tuvieron que enfrentar una auténtica oposición. Los falsos profetas de Judá acusaron a Jeremías de traicionar a su pueblo. Muchos querían matarlo, y lo tiraron a un pozo (Jeremías 26:37-38). Cuando Amós profetizó en contra del reino corrupto del norte de Israel, un profeta falso pagado por el rey del norte le saludó diciendo, “Vidente, vete, huye a tierra de Judá, y come allá tu pan, y profetiza allá” (Amós 7:12). El profeta falso estaba insinuando que el rey de Judá (en el sur) quizás estaría dispuesto a pagarle a Amós por profetizar contra el reino del norte ―¡con tal de que hiciera su trabajo en el sur!

 Principio 2: Para evaluar la relación entre un escritor y sus lectores, busca preguntas y objeciones mordaces, reprensiones fuertes, y términos de cariño. Sabemos que hay tensión cuando un autor tiene que defender su autoridad, contestar preguntas desafiantes, o regañar fuertemente a su auditorio. Pero no todas las preguntas significan rebelión. Tanto Romanos como Santiago responden a objeciones, pero éstas son más teológicas que personales. Pablo y Santiago sabían que sus lectores podrían vacilar en aceptar sus mensajes por razones espirituales o intelectuales. Su estatus como portavoces de Dios no estaba en juego, pero sabían que tenían que atravesar ciertas defensas. Algunos de sus oyentes eran personas apáticas que quizás asentían perezosamente solo para luego despertar y hacer lo que les placiera. En forma similar, reprimendas fuertes, por sí solas, sólo comprueban que los lectores son culpables de pecado. En libros como Hebreos, Números, y partes de Isaías y Ezequiel, los autores lanzan agudas reprimendas, pero todavía esperan que su pueblo escuche con respeto. En Jeremías y Gálatas, sin embargo, el hombre de Dios tiene que luchar simplemente para que le escuchen. Santiago tiene que reprenderlos, sin embargo, frecuentemente habla con afecto a sus lectores. Los llama “amados hermanos míos” (Santiago 1:16, 19; 2:5). Juan muchas veces se dirige a sus lectores como “amados,” “hijitos míos,” y “hermanos míos.” Similarmente, Pablo llama a Timoteo “hijo amado” (2 Timoteo 1:2). Ocasionalmente, podemos detectar cuánto espera el autor que sus lectores sepan. Por ejemplo, Samuel y Reyes dan por sentado que sus lectores conocen la ley del Antiguo Testamento, porque aluden a ella frecuentemente. Por ejemplo, la descripción del reinado de Salomón en 1 Reyes 1:28-11:8 invita a la comparación con las leyes para los reyes de Israel descritas en Deuteronomio 17. Pero Reyes no explicita detalladamente que Salomón quebrantó todas las normas. El autor confiaba en que sus lectores lo verían por sí mismos. Muchos dicen que Mateo escribió su evangelio para los judíos, Marcos para los romanos y Juan para todos. Estas aseveraciones surgen tras leer los Evangelios y preguntarse a qué tipo de audiencia le vendría mejor cada uno de ellos. Mateo cita las Escrituras con frecuencia y rara vez explica costumbres judías, lo cual es apropiado para un Evangelio escrito teniendo en mente a los judíos. Marcos rara vez cita las Escrituras y explica las costumbres y palabras judías en términos familiares a los romanos. Juan rara vez cita las Escrituras, pero esparce alusiones sutiles a las Escrituras y a las costumbres judías por todo su evangelio. Esto sugiere que quiere llegar tanto a los gentiles sencillos como a los judíos sofisticados.

La tercera dimensión: Los actores bíblicos Hasta ahora, hemos analizado la mente de autores y lectores. Esto nos dice la mayor parte de lo que necesitamos saber para las Epístolas, los profetas y los libros sapienciales. Nuestro tercer principio concierne a los escritos históricos.

 Principio 3: En los libros históricos, necesitamos entender la cultura de la gente que actuó en los dramas bíblicos. Por ejemplo, Abraham y Elías no escribieron ninguna parte de la Biblia, pero para poder sacar mayor provecho de Génesis o Reyes, necesitamos caminar unos cuantos kilómetros en sus zapatos. Antes de que Abraham llegara a Palestina, por ejemplo, la Biblia menciona que vivió en Ur y Harán. Ur era una ciudad grande y rica de la antigüedad, llena de bibliotecas y casas elegantes de dos pisos (además de un sistema completamente desarrollado de adoración a la luna).6 En contraste, en Palestina Abraham fue un nómada que vivía en tiendas. Este contraste nos ayuda a apreciar el sacrificio que hizo Abraham cuando siguió el llamado de Dios. A muchos lectores del Nuevo Testamento encuentran les cuesta creer que Herodes ordenara una matanza de todos los infantes de dos años o menos en Belén. ¿Qué rey mataría a docenas o cientos de niños en su propio reino, a unos cuantos kilómetros de la ciudad capital? Pero historiadores como Josefo nos aseguran, tristemente, que tal acción fue completamente consistente con el carácter de Herodes. Herodes asesinó a su propia esposa y a varios de sus hijos cuando sospechó que ellos conspiraban contra él. Era un hombre de guerra y mató a muchos. De hecho, al final de su vida dio órdenes para que mataran a cientos de líderes judíos en el día en que él muriera – ¡para asegurarse de que no tramaran nada en contra de él y para que hubiera dolor en Israel en el día de su muerte! Afortunadamente, los sucesores de Herodes ignoraron su decreto, pero esto muestra una crueldad de carácter que es consistente con su matanza de los niños de Belén.7

Cómo aprender sobre los actores bíblicos Hay formas de descubrir los rasgos de los actores en las historias bíblicas. Primero, lee el libro completo, anotando los nombres de los personajes y haciendo seis preguntas básicas respecto a ellos ―¿quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo?― conforme lees. Segundo, lee una introducción seria sobre tu libro, buscando respuestas a las mismas preguntas. ¿Quién? ¿Quiénes son las personas y grupos mencionados en el libro? ¿Tienen una historia? Considera a Jacob y Esaú, David y Saúl, los israelitas y los filisteos, Jesús y los fariseos, Pablo y los judaizantes. Es útil enumerar a todos los individuos y grupos de mayor importancia en un libro, y mejor aun hacer una lista de todos los personajes y grupos que participan en un suceso (ver el capítulo siguiente para detalles). ¿Cuándo? ¿Cuándo se llevaron a cabo los sucesos descritos, y cuándo fue escrito el libro? ¿Qué habían hecho Dios y su pueblo recientemente? ¿En qué lugar de la historia de la redención cabe el suceso? ¿Cuánto sabía la gente respecto del camino de la salvación? Recuerda cómo era la vida en esa etapa de la historia bíblica. Si el evento está escrito en el Antiguo Testamento, ¿es la gente fiel o infiel, próspera u oprimida? Si el evento está en el Nuevo Testamento, ¿sucede antes o después de la resurrección?

¿Dónde? ¿En qué tierra y cultura ocurrieron los sucesos? La mayoría de los eventos en la Biblia tuvieron lugar en Palestina, pero la cultura cambió con el paso de los años. Abraham viajó a través de Palestina como un nómada sencillo, cuando estaba ligeramente poblada. Cuando Josué conquistó la misma tierra más de quinientos años después, ésta sostenía una vida agrícola avanzada, aunque degradada. Jerusalén era una fortaleza rocosa y aislada cuando David la capturó. La Jerusalén de Jesús se expandía desordenadamente y las influencias greco-romanas se infiltraban por cada rincón. Por supuesto, cuando la acción se desplaza a Babilonia o Roma, a Filipos o Antioquia de Siria, necesitamos asegurarnos de que sabemos algo de aquellas tierras. ¿Qué? y ¿Por qué? ¿Qué quería enseñar el autor a su pueblo por medio de la historia que relata? ¿Y por qué actuaron los personajes como lo hicieron? ¿Qué sabían o no sabían? ¿Cuál es su historia? Estas preguntas nos ayudan a encontrar la perspectiva correcta del libro y nos señalan hacia sus ideas principales. Una vez más, después de que hayas leído el libro por ti mismo, buscando las respuestas a las seis preguntas básicas, consulta un artículo en un diccionario o enciclopedia bíblicos o incluso en una Biblia de estudio. Si has leído con cuidado, ellos confirmarán muchas de tus ideas y añadirán algunos puntos que pasaste por alto. Si no tienes mucho tiempo, simplemente puedes leer un libro de referencia, pero aprenderás mucho más si haces tus propias indagaciones primero. El estudio del contexto histórico nos recuerda que la Biblia fue escrita originalmente para personas cuyo mundo difería mucho del nuestro. Nos recuerda que todo lo que la Biblia nos dice, se lo dijo a ellos primero, así que la Palabra viene a nosotros casi por segunda mano. El estudio del contexto histórico nos otorga acceso a mundos de expresiones, costumbres y problemas misteriosos. También previene errores al recordarnos que todo lo que significa la Biblia hoy, primero lo significó para otra persona. Así que un texto no puede significar hoy lo que nunca significó a la audiencia original.8 Las aplicaciones pueden cambiar, por supuesto. “No robarás” ahora incluye hornos de microondas y programas computacionales. Pero cada principio que encontramos en la Biblia debe ser uno que ellos pudieron haber encontrado primero. Ahora volteemos la vista hacia algunas enseñanzas bíblicas que nos muestran cuán valioso puede ser el conocimiento del contexto histórico.

Fe y obras en Santiago y Gálatas Todo joven creyente aprende que somos salvos por fe, no por obras. Como dice Pablo, “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo… Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá… Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Gal. 2:16; 3:11; Rom. 3:28). Los cristianos jóvenes que cuentan con guías confiables aprenderán rápidamente que las obras justas sí tienen un lugar importante en la vida redimida. Pero esta sencilla verdad no los preparará para cuando descubran lo que dice Santiago sobre la fe y las obras.

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?9... ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia… Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Así mismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por las obras...? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta (Santiago 2:14-16). ¡Esto suena muy diferente a la doctrina de Pablo de la justificación por fe! ¿Por qué difieren tanto Santiago y Gálatas? ¿Están realmente enseñando cosas opuestas? Una reconstrucción del contexto histórico resolverá nuestro problema. ¿Quién? Santiago, el hermano de Jesús, escribió la epístola de Santiago.10 Aunque Santiago dudó de Jesús antes de su resurrección, le creyó después y al final llegó a ser el líder principal de la iglesia en Jerusalén y sus alrededores (Hechos 15: 13-21; 21:17ss.; Gálatas. 2:6-13). Como líder, Santiago manifestó un celo por la ley y por la salvación de los judíos (Hechos 15; 21; Santiago 2). El apóstol Pablo, el gran misionero a los gentiles, escribió Romanos y Gálatas. ¿A quiénes? ¿Cuándo? y ¿Dónde? Santiago dirigió su carta a “las doce tribus que están en la dispersión.” La frase “doce tribus” sugiere que Santiago escribió para los judíos. Cinco citas del Antiguo Testamento y numerosas alusiones adicionales a ello confirman esta impresión. Sin embargo, Santiago también escribió para los cristianos, como podemos ver por sus referencias a Cristo y sus enseñanzas. Las ilustraciones que utiliza Santiago concuerdan con la vida en Palestina, así que podemos saber que su primera audiencia vivía en Palestina. Por ejemplo, el labrador paciente de Santiago 5:7 espera por las lluvias tempranas y tardías, un fenómeno climático limitado al extremo Este del Mediterráneo.11 La carta también menciona la pobreza repetidamente (1:9-11,27; 2:1-5, 14-16; 4:1-4, 135:6) y los historiadores saben que la pobreza se había extendido por Palestina, sobre todo entre los creyentes, en el siglo I. Santiago también describe a los pobres como obreros contratados por día (5:3-4), como sucedía en Palestina, en vez de esclavos, como eran muchos en el resto del imperio Romano. Pablo escribió Gálatas a un grupo de cristianos gentiles que vivían en la provincia romana de Galacia en Asia Menor. Pablo los había evangelizado en su primer viaje misionero, y respondieron con entusiasmo al evangelio de gracia (4:13-15). Más tarde, sin embargo, algunos “cristianos” judíos (conocidos como judaizantes) visitaron las mismas iglesias, insistiendo en que los convertidos gentiles de Pablo siguieran ciertos ritos del Antiguo Testamento, como la circuncisión. Los judaizantes declararon que Pablo no tenía derecho a ser apóstol. Además, dijeron que él había quitado algunos de los requisitos legales de Dios para poder hacer su evangelio más atractivo a los gentiles (Pablo contesta la acusación en 1:10).

¿Qué? y ¿Por qué? Tanto Santiago como Pablo querían enseñar a sus iglesias acerca de la relación adecuada entre la fe y las obras. Pero sus oyentes necesitaban oír diferentes cosas acerca de la fe y las obras porque habían caído en errores opuestos. Los amigos gálatas de Pablo necesitaban saber que nadie puede hacer nada para ganar el favor de Dios o la salvación. Si seguían los rituales judíos para poder añadir sus buenas obras a la expiación de Cristo, ya no estaban confiando únicamente en Él. Ponían en juego su gozo, su libertad e incluso su salvación. Cuando los falsos maestros decían que los cristianos debían añadir sus buenas obras a la de Cristo si querían ser salvos, Pablo responde, “El hombre es justificado sólo por la fe.” Santiago les escribió a los cristianos judíos. Por siglos los judíos tendían a saber más de lo que practicaban. Ellos se enorgullecían por su conocimiento de la doctrina ortodoxa. A veces actuaban como si solo el conocimiento bastara, como si el saber lo correcto los eximía del tener que hacerlo. (Ver Mateo 2:1-12 y 23:2. Los escribas le dijeron a Herodes y a los magos dónde tenía que nacer el Cristo, pero nunca se unieron a ellos en su peregrinaje para verlo.) Ésta es la preocupación central de Santiago. Él dice, “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre… Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado (1:22; 3:13; 4:17). Al parecer, los lectores de Santiago pensaban que si confesaban la doctrina ortodoxa, serían justificados. Santiago responde que aún los demonios poseen doctrina ortodoxa ―y tiemblan (2:19). Por sí solo, el conocimiento de la doctrina nunca salva. Si un judío piensa que es cristiano sencillamente porque cree las doctrinas correctas, Santiago le dice que ese tipo de fe debe completarse con obras. Sólo las obras pueden probar que aquella fe es viva. El libro de Santiago, por lo tanto, es para personas que creen que son justificados porque han sido bautizados, catequizados, y desinfectados de todos los pecados mayores. Aquella fe está muerta, dice Santiago, a menos que sea completada con obras. ¿Cómo? Algunos capítulos posteriores detallarán los métodos que los autores usan para comunicarse efectivamente. Por ahora, basta con observar el tono de un libro y ver de qué forma el escritor hace contacto con sus lectores. En Gálatas, Pablo recurre en parte a los recuerdos compartidos de la cálida relación que alguna vez tuvo con los gálatas y del gozo que ellos sintieron cuando recién fueron salvos. Santiago intenta sacudir a sus lectores. Les hace preguntas provocativas: ¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?” No, la fe no puede salvar a alguien de esa forma, sugiere Santiago.12 Tales comentarios probablemente aturdieron tanto a los lectores tempranos de Santiago como a nosotros, y los animaron a examinarse a sí mismos, para ver si su fe podía salvarlos. Después de tomar en cuenta las diferencias entre las situaciones tratadas por Pablo y Santiago, concluimos que los dos tomaron exactamente la misma posición en cuanto a la relación entre la fe y las obras.

La siguiente tabla resume las principales alternativas: (La flecha significa “produce(n)”). 

Buenas obras  salvación



Fe + buenas obras  salvación



Fe  salvación + buenas obras



Fe  salvación (sin obras)



Ni siquiera los judaizantes creían que las obras por sí solas ameritan la salvación.



Los judaizantes decían que la fe + las obras legales traen salvación.



Tanto Santiago como Pablo dicen que las obras deben seguir a la salvación.



Ningún apóstol enseñó que las buenas obras no tienen su lugar

Algunos libros ofrecen mayores desafíos que otros. En Romanos, por ejemplo, sabemos que el autor es el apóstol Pablo. En los capítulos 1 y 15 él nos dice exactamente por qué está escribiendo. Isaías y Jeremías nos dicen precisamente cuándo sirvieron como profetas, y cómo fueron esos tiempos. Pero nadie conoce el autor o fecha de algunos libros. En libros que tratan temas universales (como Génesis, Salmos, Proverbios y Romanos), la importancia de las circunstancias específicas de su escritura disminuye. El contexto histórico importa más para libros que responden a una necesidad especial, como Habacuc, Nehemías, 1 y 2 Corintios, y Hebreos.

Conclusión Este capítulo ha intentado mostrar cómo el dominio de los contextos históricos resuelve problemas de interpretación y enriquece innumerables pasajes. Recabar información acerca de los trasfondos históricos es una tarea de toda la vida. La dificultad de realizar estudios de trasfondo radica en que lleva mucho más tiempo de lo que una persona ordinaria puede destinarle a una sola lección. Pero su belleza consiste en que solamente tienes que hacer una lectura extensiva sobre el trasfondo una vez por cada libro que estudias. Nadie tiene el tiempo de hacer tanta investigación para una plática o un sermón. Pero si un estudio da fruto para cuatro meses, seguramente podremos reunir la energía para hacerlo. Además, cada vez que estudies el trasfondo para un tema y lo enseñes a otros, guardarás una parte de ese estudio para toda la vida. La idea de trabajar toda una vida para adquirir esta destreza me recuerda el verano en que me gradué de la preparatoria y trabajé en el equipo de mantenimiento de una compañía procesadora de leche. Las cajas de un kilo y medio de queso se vendían lo bastante bien como para que la compañía hiciera sus propias cajas. Un día, el señor que hacía las cajas enfermó, y como yo tenía cierta reputación de poder hacer funcionar las máquinas más tercas, el jefe me asignó la tarea de hacer cajas por un día. Antes de las 10:00a.m., ya había aprendido a la perfección el proceso repetitivo y pasé el resto del día alternadamente sintiendo lástima por la persona que hacía las cajas regularmente y dando gracias porque dentro de poco iría a la universidad. Uno puede aprender en algunas horas lo esencial para trabajos irrelevantes y aburridos, como hacer cajas. Pero las tareas más nobles de la vida nunca se logran en “cinco lecciones sencillas.” Desde la música al liderazgo, la maestría es acumulativa, y nunca termina. Aprender el contexto histórico de la Biblia es una de las tareas más nobles. Empezar es uno de los pasos más difíciles, pero mientras más se aprende, se hace más fácil aprender aun más. Si estás comenzando estudios bíblicos serios, adquiere un diccionario o enciclopedia bíblica, ten paciencia, investiga un asunto cada semana, y sigue leyendo la Biblia, siempre poniendo atención a sus temas básicos y pasajes centrales. La excelencia se desarrolla despacio, pero otorga magníficas recompensas.

Ejercicios 1. Libros completos: Lee uno de los libros que más discutimos en éste capítulo, Gálatas o Santiago, y añade lo que puedas conforme contestas las siguientes preguntas. a. ¿Quién escribió el libro? Describe el carácter e intereses del autor. ¿Quién lo recibió? ¿Cuál era su relación con el autor? b. ¿Cuáles son los temas principales del libro? c. ¿Cuándo fue escrito? Olvídate de la fecha, más bien, intenta sentir el espíritu de la época. Describe la cultura y la tierra de la audiencia. d. ¿Qué quiso lograr Pablo o Santiago al escribir esta carta? 2. Contexto histórico general: Lee un artículo sobre algún aspecto de la vida en tiempos bíblicos ―quizás la ropa, la comida, la guerra, el dinero, Roma, o la esclavitud. Aplica lo que leas a algunos pasajes que hayas leído recientemente. 3. Historia al interior de un libro: a. Lee Mateo 16:1-4 ¿De qué manera la historia previa de Jesús y los fariseos arroja luz sobre la negativa de Jesús de darles una señal? (Ver Mateo 9 y 12). b. Lee 1 Samuel 17:1-11, 25-26, 32-41. Haz una lista de todos los miembros de la audiencia de la batalla de David y Goliat. ¿Qué estaría pensando cada grupo al ver a David acercarse a Goliat? ____________________ Notas 1

Ver Mishnah: A New Translation, trad. y ed. Jacob Neusner (New Haven: Yale University Press, 1988), passim. Ver, por ejemplo, 1050-53 (Tohorot 7: 1-8:3) La Mishna es una compilación de las creencias y costumbres de los rabinos judíos. Las tradiciones escritas en ella datan de tiempos más lejanos, pero probablemente fue compilada más de cien años después de que fuera completado el Nuevo Testamento. 2

De un comentario acerca del Éxodo, citado por I. H. Marshall, Commentary on Luke (Grand Rapids: Eerdmans, 1978), 599. 3

Mishnah, 37 (Demai 22)

4

El griego de 15:12-13 dice en parte, que el Padre “dividió su vida entre ellos” y que el hijo “despilfarró su existencia viviendo de forma licenciosa.” 5

Kenneth Bailey, Poet and Peasant and Through Peasants Eyes, ed. Combinada, Grand Rapids: Eerdmans, 1976), 1:194ss. 6

Este es el tipo de información con que debe contar todo buen diccionario o enciclopedia bíblicos ―como los mencionados en el apéndice E.

7

Para más información sobre Herodes, ver Josefo, Antigüedades, y Josefo, La Guerra de los judíos, que se pueden encontrar en varias ediciones. Ver también Bo Reicke, The New Testament Era, (Philadelphia: Fortress, 1968). Para más información sobre la importancia de entender a los personajes bíblicos, ver capítulo 5 y apéndice D. 8

Gordon Fee y Douglas Stuart, How to Read the Bible for All Its Worth (Grand Rapids: Zondervan, 1982), 27. 9

La mayoría de las traducciones en inglés formulan esta pregunta como: “Tal fe no puede salvarlo, ¿o si?” Sin embargo, la palabra “tal” no está en el griego. El fraseo de Santiago pone al asunto tan directamente como sea posible ―“la fe.” La versión Reina Valera respeta éste énfasis diciendo: “¿Podrá la fe salvarle?” 10

Esto es el consenso de la mayoría de los estudiosos evangélicos modernos. Ver las siguientes introducciones evangélicas destacadas: Donald Guthrie, New Testament Introduction (Downers Grove, ILL.: InterVarsity Press, 1991), 723-33; D. A. Carson, Douglas J. Moo, and Leon Morris, An Introduction to the New Testament (Grand Rapids: Zondervan, 1992), 412-13. 11 12

Peter Davids, The Epistle of James (Grand Rapids: Eerdmans, 1982), 171-72, 183.

Al hacer la pregunta “¿Podrá la fe salvarlo?”, Santiago usa una forma griega que requiere que la respuesta sea “No, no puede.” Aun sin saber griego, el lector puede ver la convicción de Santiago de que la fe sin obras no puede salvar.

5 ANÁLISIS DE NARRACIONES ____________________________________________________________

Qué gran historia “Había una vez cuatro pequeños conejitos, y sus nombres eran Flopsy, Mopsy, Colita de Algodón, y Pedrín. Vivían con su Mamá en un banco de arena, bajo las raíces de un gran abeto…” “Había una vez un pescador que vivía con su esposa en una pobre casucha al lado del mar…” “Había una vez un rey muy rico cuyo nombre era Midas. . . .” “Estos son los viajes de la Nave Espacial Enterprise. . . .” Frases como éstas nos invitan a acomodarnos en el asiento y relajarnos, porque viene una historia. Cuando ésta comienza con las palabras “Había una vez,” sabemos que a continuación viene cierto tipo de historia. En el momento en que oímos que Pedrín es un conejito travieso, cada niño sabe o puede adivinar que Pedrín va a meterse en problemas, pero que, después de aprender una lección, logrará salir de ellos. Y, de hecho, Pedrín sí desobedece a su mamá. Se mete en el jardín del Sr. McGregor, donde mordisquea lechugas y zanahorias hasta que casi choca con el Sr. McGregor, quien lo persigue y por poco lo atrapa. Después de deambular atemorizado por un largo tiempo, Pedrín ve el portón abierto, se lanza hacia él y logra escapar. Exhausto, Pedrín se va a la cama con nada más que un té de manzanilla en el estómago, mientras que sus buenos hermanos disfrutan de leche, pan y zarzamoras. Por sencillas que sean las aventuras del Conejo Pedrín, siguen la estructura más común del drama, desde Cervantes hasta Shakespeare, de la Guerra de las Galaxias a la Biblia. En esa estructura, los lectores conocen a un héroe (Pedrín) en un escenario (el jardín del Sr. McGregor) que trae aventuras (mordisquear comida robada), seguidas por una tensión que alcanza un clímax (la persecución) y una resolución (el escape del jardín). Al final, leemos algún comentario acerca del relato que nos ayuda a interpretarlo después de que se ha desarrollado. En el cuento de Pedrín, el pequeño conejito cojea hasta su casa y va a la cama sin cenar, lo cual sugiere que la rebelión no deja nada bueno. En términos generales, la verdad bíblica viene en 2 formas literarias básicas: la narrativa y el discurso. La narrativa incluye historias y dramas. Cerca de una tercera parte de la Biblia es narrativa. Con unas pocas excepciones, como las parábolas de Jesús, las narraciones bíblicas son históricas. Nos dicen lo que les pasó en el espacio y el tiempo a las personas que aparecen en la historia. La narrativa es la forma o “género” literario más

común en la Biblia, con más páginas que la ley, la profecía, las epístolas, o las visiones. En este libro, agruparemos todos los demás géneros de la Biblia bajo el término discurso. El discurso incluye leyes, cartas, profecías, proverbios, salmos, homilías, oraciones, y visiones. Dentro del formato CAPTAR (Contexto, Análisis, Problemas, Temas, Aplicaciones, Reflexión), procederemos ahora a la primera parte del análisis. El capítulo 6 presenta métodos para analizar el discurso bíblico, mientras que el presente capítulo describe métodos para analizar narrativas. En un sentido importante, toda la Biblia es una larga narración. Relata la historia de la creación, la caída y la redención del mundo. Poco después del pecado de Eva y Adán, la Biblia empieza a narrar el plan de Dios de restaurar a la humanidad para sí mismo. Cada parte de la Biblia se ajusta a algún lugar de esta narración. Dentro de la historia global, en un nivel intermedio, hay sub-historias de los diferentes períodos bíblicos. Hay una unidad entre las narraciones acerca de los patriarcas, el éxodo, los reyes; el exilio y el regreso; y Jesús y los apóstoles. En el nivel más básico tenemos las narrativas individuales, como la historia de Sansón y Dalila o el recuento de la petición de sabiduría de Salomón. Usualmente estudiamos la Biblia a este nivel, pero siempre debemos situar las narraciones individuales en el contexto de su época y del plan general de Dios.1 Pero, ¿qué es precisamente la narrativa? La narrativa es historia, hace más que reportar lo sucedido. Transmite lecciones morales, pero es más que un cuento con moraleja. Las narraciones bíblicas describen los hechos redentores de Dios. Todos ellos nos dirigen a la obra cumbre de Cristo en su vida, muerte y resurrección. Los autores de las narraciones bíblicas presentan la perspectiva de Dios acerca de estos sucesos redentores. Los autores bíblicos utilizan varios métodos para involucrar a sus lectores y permitirles ver los hechos como Dios los ve. Repiten ideas cruciales. Anticipan el futuro, para que los lectores puedan saber hacia dónde los llevarán esos hechos. Repasan sucesos pasados, para que los lectores puedan ver las conexiones entre los sucesos. Presentan personajes con quienes nos podemos identificar. Dejan algunas cosas sin explicar, para que el lector se involucre en la tarea de la interpretación. De estas formas (y otras) el autor usa la historia para enseñar a sus lectores acerca de Dios, la humanidad, y la relación entre ellos.

Tipos de narrativa Todas las narraciones reportan acontecimientos y cuentan historias, pero pueden seguir uno de varios patrones. En este capítulo definiremos los tres tipos más comunes de narrativa. Estudiaremos los tipos de narrativa para facilitar nuestro descubrimiento del punto principal de cada pasaje. 1. Los reportes son breves registros de cosas como batallas (por ejemplo, la derrota de los amonitas por parte de David, 2 Samuel 10), proyectos de construcción (por ejemplo, el templo y el palacio de Salomón, 1 Reyes 6-9), sueños, o el reinado de un rey menor. Los reportes presentan hechos o eventos sencillos. Típicamente carecen de personajes vívidos o

tensión dramática. Aunque quizás no nos revelen demasiado por sí solos, los reportes frecuentemente desarrollan o aluden a importantes temas recurrentes en textos más amplios.  Principio 1: Para descubrir el punto central de un reporte, compáralo con otros reportes o analiza varios reportes juntos. Cuando recopilamos y comparamos reportes, comienzan a surgir los temas. Por ejemplo, cuando comparamos el reporte de la construcción de la casa de Salomón con el reporte de la construcción de la casa de Dios, y observamos que el rey invirtió más tiempo y dinero en su propia casa, eso nos dice algo acerca de sus prioridades. Cuando el libro de Hechos reporta, en seis ocasiones por separado, el crecimiento constante de la iglesia, nos damos cuenta de que ciertamente la iglesia se está expandiendo hasta lo último de la tierra, como Jesús dijo que sucedería (Hechos 1:8). 2. Los relatos de una disertación* principalmente reportan lo que alguien dijo en un contexto histórico.  Principio 2: En un relato de una disertación, el suceso principal es la disertación, no la historia que lo contiene. Lo que se dice es lo más importante. Los relatos de una disertación incluyen los discursos de Moisés al Faraón (Ex. 5-10), el discurso y oración de Salomón en la dedicación del templo (1 Reyes 8), y los sermones de Pedro y Pablo (Hechos 2; 13; 17). En las narrativas de una disertación, hay personajes en un escenario y tal vez acción limitada, pero el discurso es la acción principal. Para interpretar el relato de una disertación, debemos preguntar, ¿por qué dio su discurso el orador? ¿Cuáles eran las cuestiones del momento y cuál era su postura al respecto? ¿Qué quería el orador que pensaran o hicieran sus oyentes?2 Los relatos de una disertación (a veces llamados relatos de una declaración*) ocurren con frecuencia en los Evangelios. Puede ocurrir un milagro breve, un encuentro, o un conflicto, seguido de una declaración crucial que presenta un punto importante. Por ejemplo, en Mateo 8, un centurión romano le pide a Jesús que sane a su siervo. Jesús ofrece ir a sanar al hombre. El centurión, quizás consciente de que Jesús transgrediría las normas judías si entraba en la casa, le dice, “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará” (vs. 8). Esta sorprendente confesión hace que Nota de la traductora: * Se ha escogido el término “narrativa o historia de una declaración” en lugar de “historia de un discurso” para enfatizar que se refiere a un tipo de narrativa, y evitar confusión con el concepto de “discurso” definido en este texto como incluyente los otros géneros literarios representados en la Biblia, aparte de la narrativa. (Alternativa sugerida: “relatos de una disertación”… a veces llamados “relatos de una declaración” [Nota del revisor]).

Jesús se maraville: “De cierto os digo, que ni aún en Israel he hallado tanta fe. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” (vs. 10-12). Dado que las declaraciones de Jesús sobre la fe del centurión y la infidelidad de Israel son más largas que el reporte del milagro propiamente tal, y parecen ser más importantes, llamamos a este pasaje un relato de una disertación. El llamamiento de Mateo (Leví) es similar (Mateo 9:9-13, Marcos 2:13-17). Como lo describe el propio Mateo, el llamado de Leví, el cobrador de impuestos, carece de desarrollo de los personajes o tensión: Jesús llama a Leví para que le siga y él responde inmediatamente, sin dificultad aparente. Entonces, él invita a “pecadores” a conocer a Jesús en una cena. Cuando los fariseos protestan, Jesús responde, “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.” Por supuesto, el llamamiento de Mateo es importante, pero el evangelio subordina el llamamiento de Mateo al comentario que hace Jesús acerca de su misión. En los relatos de una disertación, por lo tanto, nos enfocamos en el discurso, aun cuando de hecho estemos leyendo una narración. El punto principal del discurso generalmente viene al principio o al final del mismo. Si es suficientemente largo, podemos interpretar el discurso por sí solo de acuerdo a los principios detallados en el siguiente capítulo. En el resto de este capítulo, pondremos atención a los principios para interpretar verdaderos dramas. 3. Los dramas, el tipo de narrativa más largo y complejo en la Biblia, son el enfoque de este capítulo. Podemos reconocer los dramas por la presencia de uno o más personajes vívidos, incluyendo un héroe, y una progresión desde la tensión (algún problema en la vida del héroe o de la gente con quien se encuentra) a la resolución.3 Antes de continuar, quiero enfatizar que mi uso de las palabras relato y drama no implican de ninguna forma que sean meros relatos o dramas. Aparte de la ficción obvia, como las parábolas, los dramas bíblicos son informes verídicos que describen sucesos reales. Algunos críticos consideran a las narrativas bíblicas como relatos independientes que no se refieren al mundo externo. Lo que realmente pasó es irrelevante, dicen ellos, siempre y cuando estemos dispuestos a entrar en el mundo imaginario de la Biblia y le permitamos estimular nuestra fe. Pero la Biblia constantemente da por hecho que Adán, Abraham, Moisés y David, por nombrar sólo unos cuantos, fueron personas reales, cuyas acciones forjaron la historia. En el Nuevo Testamento, Pablo dice que todo depende de la historicidad de los relatos de la vida de Jesús: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.” (1 Co. 15:14; 15:17). Los estudios en arqueología, historia y lingüística respaldan la confiabilidad de la narrativa bíblica, y es correcto que busquemos dichas confirmaciones, porque nuestra fe descansa en la certeza de que Dios realmente cumplió su plan de redención en la historia. Los dramas bíblicos, por lo tanto, no siguen el patrón de los dramas literarios en que alguien “manipuló” las historias para hacerlas caber en el molde. Más bien, Dios ha

estructurado la naturaleza humana y la creación de tal forma que ciertos elementos estén presentes en todas las historias que vale la pena contar. Si los dramas bíblicos tienen la misma estructura que la ficción, es porque el arte imita la vida, no porque la Biblia imite al arte.

Aspectos del drama bíblico Casi todas las historias dramáticas, incluso muchos relatos breves, tienen determinadas fases. Primero, conocemos a los personajes en su ambiente. Los personajes principales rebosan de vida y enfrentan luchas tan parecidas a las nuestras que es difícil olvidarse de ellos, aún si lo intentamos. La acción puede comenzar despacio, pero, a poco andar, surgen los problemas. Éstos progresan hasta un clímax, seguido de una resolución. Después, la historia se relaja hacia una conclusión tranquila. Entonces alguien, ya sea el narrador o un personaje en la historia, típicamente dice o hace algo que interpreta el evento y sus consecuencias. Si analizamos una historia bíblica que abarque menos de un capítulo, pocas de estas etapas tendrán un desarrollo extenso. A veces el patrón varía. Un clímax puede llevar rápidamente a otro problema y a un segundo clímax, como es el caso en algunos de los conflictos de Jesús con los líderes judíos o en su juicio (Mateo 12; Lucas 22-23). A veces un comentario explica varias historias desarrolladas a lo largo de varios capítulos. Por ejemplo, la oración “Y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos” (1 Sam. 23:14) interpreta la mayor parte de 1 Samuel 21-23. A veces el autor interpreta una serie de eventos antes de que sucedan. Esto es especialmente cierto de las predicciones de Jesús acerca de su muerte (Lucas 9:44, 51; Mateo 20:25-28). El clímax y los comentarios finales de un drama generalmente se unen para presentar el punto central. Principalmente exploraremos de qué manera esto se aplica a sucesos individuales, como los milagros de Jesús. Pero también se aplica a libros enteros, como Rut y Ester, y a historias que se desarrollan en varios capítulos, como la narrativa de José (Gn. 37-45), el escape de Egipto (Ex. 1-20), la vida de Sansón (Ju. 13-16), y los años de David antes de su coronación (1 Sam. 17-31). A continuación presentamos algunos de los elementos principales de los dramas bíblicos:

1. Montaje del escenario. El escenario establece la atmósfera de una historia y nos indica dónde se lleva a cabo en el tiempo y el espacio. Tiempo. ¿La acción ocurre en un solo episodio o en el transcurso de un periodo de tiempo? ¿Durante el día o por la noche? Por ejemplo, Nicodemo visitó a Jesús de noche; Pedro caminó sobre las aguas durante una tempestad en la noche; los interrogatorios de Jesús y su juicio se llevaron a cabo de noche. ¿Cómo cambia la idea de la oscuridad la

manera en que vemos estas tres narraciones? Por otro lado, ¿qué aprendemos acerca de Abraham cuando leemos que salió muy de mañana para ofrecer a su único hijo Isaac al Señor (Gn. 22:3)? Escenario espacial. ¿La historia ocurre en el interior o en el exterior? ¿En espacios sagrados (templo, sinagoga) o comunes? ¿Están los personajes principales en casa, o en territorio enemigo o pagano? ¿Está el héroe seguro o amenazado; libre o preso; aislado o en medio de una muchedumbre? En los Evangelios aprendemos poco a poco que el templo y la sinagoga, que deberían ser santos y seguros, en realidad son peligrosos y profanos; las montañas resultan ser más probablemente los verdaderos lugares santos (considere el Sermón del Monte y la Transfiguración).4 A veces el escenario espacial es absolutamente esencial para un relato. El combate entre David y Goliat depende de su escenario espacial. En primer lugar, los ejércitos de Israel y Filistea se encuentran cerca de Soco, próximo a la frontera entre Israel y Filistea, pero solamente a 24 kilómetros del pueblo natal de David, Belén, en el centro de Israel. En segundo lugar, los ejércitos filisteos y los israelitas se enfrenten desde dos colinas, con un valle de por medio. Día tras día (¡habla de tiempo!) cada ejército espera que el otro ataque, mientras defienden el terreno elevado. Goliat se ofrece a sí mismo para un combate individual contra un héroe de Israel, aprovechando la costumbre militar para resolver el empate – y abrir un camino al corazón de Israel. Escenario social. El tiempo y el lugar pueden combinarse para formar situaciones sociales especiales, como las comidas. Es más probable que los escenarios sociales contribuyan al significado de los dramas cuando varias escenas similares ocurren en un libro. Por ejemplo, numerosos episodios se llevan a cabo en torno a las comidas en el evangelio de Lucas. Al proveer comida para la muchedumbre hambrienta, Jesús muestra que el reino ha llegado, porque los hambrientos están satisfechos (Lucas 9:10-16; compara 6:21). Mientras que Jesús frecuentemente se revela a sus seguidores durante una comida con ellos (9:10-16; 22:14-38; 24:30-32), las comidas que se llevan a cabo en las casas de los fariseos están cargadas de conflicto (7:36-50; 11:37-54; 14:1-24).5

2. Comprensión de los personajes. Después de establecer el lugar, el tiempo y el escenario social de una historia, haz una lista de todos los personajes en ella. Recuerda que Dios es personaje, por lo menos en el trasfondo, de cada drama bíblico. Los personajes pueden ser individuos o grupos, nuevos o conocidos. Si tu historia tiene fariseos o filisteos, endemoniados, discípulos u otro grupo conocido, haz uso de lo que conoces de ellos de otras partes de la Biblia. Estas son algunas sugerencias para poder entender a las personas en los dramas bíblicos. Busca por lo menos un creyente, un no creyente y un grupo o individuo indeciso. Por supuesto, es probable que haya más o menos de tres personajes. Pero el trío básico

representa las reacciones típicas de la gente a través de los tiempos ante la obra de Dios en el drama bíblico: fe, incredulidad, e inseguridad. Espera que la Biblia muestre o diga las características de cada personaje6. A veces la Biblia dice a sus lectores que Moisés era humilde (Nu. 12:3) o que José era justo (Mt. 1:19). Pero aquellas evaluaciones explícitas son raras. La Biblia prefiere mostrar las características de una persona por medio de sus palabras y acciones. Compara los pensamientos, palabras y hechos de un personaje. La coherencia entre palabras y hechos desarrolla confianza en un personaje; la discrepancia indica problemas. Por ejemplo, en los años en que Saúl perseguía a David, dos veces David le perdonó la vida a Saúl cuando hubiera podido matarlo. Saúl lloró y proclamó la inocencia de David. Así que, cuando Saúl continuó la persecución, se muestra débil así como malvado. Por otro lado, cuando Juan el Bautista llama a los fariseos una generación de víboras, y después ellos conspiran contra Jesús, entonces ciertamente los reconocemos como víboras. Mantente dispuesto a reconsiderar tu estimación de un personaje. Nuestra opinión de Sansón y Judas se hunde con el paso del tiempo. Otros personajes, como José, Moisés y Pedro, crecen a medida que sus historias se desarrollan. Algunos, como Jacob y Pablo, son renovados. Cuando el texto muestra en vez de decir, tenemos que decidir cómo entender cada personaje. Cuando ellos experimentan un cambio para mejor o peor, es posible que necesitemos releer sus historias y revisar nuestra evaluación. Apóyate en el diálogo. El diálogo desempeña un rol considerable en las narraciones bíblicas, sobre todo al revelar el carácter. El carácter aparece tanto en el contenido como en la manera de hablar. Las personas que hablan, ¿son amables o groseros; condescendientes o respetuosos, sinceros o manipuladores; confundidos o perspicaces? ¿Tuercen las palabras de Dios (Gen. 3) o declaran una verdad divina?

3. Conflicto. Poco después de conocer a los personajes, surge un problema o conflicto. El conflicto frecuentemente tiene etapas en las que el problema se hace más complejo. Un drama bíblico generalmente tiene por lo menos uno de tres tipos de puntos centrales: una prueba, una búsqueda, o una elección. En una prueba, los acontecimientos examinan o ponen a prueba el carácter mental, moral o espiritual del héroe de la historia. El combate de David contra Goliat prueba su aptitud para ser rey (1 Sam. 17). La tentación y las aflicciones de Jesús lo prueban (Mt. 4; 26-27, y paralelos). En una búsqueda, el personaje principal persigue una meta, la cual normalmente consigue, a pesar de los obstáculos en el camino. La vida de Abraham en su mayor parte es una búsqueda de las bendiciones que Dios le ha prometido, especialmente la promesa de un heredero (Gn 12-22). En los Evangelios, tanto la mujer pecadora como Zaqueo se embarcan en una búsqueda para ver a Jesús (Lc 7:36-50 y 19:1-10).

En una elección, el o los personajes principales tienen que escoger entre dos posibles acciones. En dos ocasiones, David tuvo que decidir si iba a vengarse de Saúl o no (1 Sam. 24, 26). Como veremos enseguida, el mismo suceso puede resultar ser una prueba para un personaje en el drama y una elección para otro. Pero uno de los tres puntos centrales dominará la historia principal.

4. Crisis y clímax El conflicto se hace más severo conforme los obstáculos se amontonan o se acerca una gran prueba. Prepárate para sorpresas o reveses. Espera que el diálogo haga progresar la historia tanto como lo hacen otros eventos. El clímax es el momento de mayor tensión, el momento cuando los testigos originales contenían el aliento. El clímax ocurre cuando el lector por primera vez pregunta, “¿qué va a pasar ahora? ¿Quién va a tener éxito y quién va a fracasar?” En la historia de David y Goliat, la crisis y el clímax ocurren cuando David marcha a enfrentar al gigante. Localizar y apreciar la crisis puede ser difícil para personas que han oído las grandes historias de la Biblia numerosas veces. El suspenso se ha perdido desde hace tiempo porque ya saben precisamente lo que pasa y cuando. Los lectores experimentados deben tratar de imaginar, de vez en cuando, que están escuchando la historia por primera vez ―para suspender su conocimiento y permitir que la historia los envuelva una vez más.

5. Desenlace Aquí, descubrimos qué sucedió, lo que nos lleva a nuestro tercer principio para analizar narraciones.  Principio 3: Cuando encuentras la crisis y resolución de un drama, generalmente también encuentras el punto principal. El Señor resuelve la crisis de David dándole la victoria. Esto comprueba el punto principal, que Dios da la victoria a su ungido, y que la batalla es del Señor (1 Sam. 17:45). La mujer pecadora también cumple su búsqueda; encuentra a Jesús y él perdona sus pecados (Lc. 7:36-50). Esto demuestra el poder de Jesús para perdonar pecados y su buena disposición para recibir a los pecadores.

6. Acción subsecuente Un dicho o acción subsecuente comúnmente interpreta un drama bíblico. Puede indicar la lección principal o mostrar de qué manera los sucesos se enmarcan en la historia

de redención. Puede que los testigos de un evento hagan comentarios que lo interpretan. Puede que el Señor mismo hable, o que el narrador hable por él. El episodio tratado más adelante puede ayudar a explicar la importancia de un drama. A modo de ilustración, cuando leemos sobre la ocasión cuando Jesús resucitó al único hijo de la viuda de Naín (Lc. 7:11-17), podríamos estar inseguros sobre cuál es el punto principal de Lucas. ¿La lección es que Jesús tiene el poder de la resurrección? ¿…que es compasivo? ¿…que él es el Cristo? El relato enseña las tres lecciones. Pero la multitud comenta especialmente acerca de quién es Jesús: un gran profeta, cuyo milagro significa que Dios ha visitado a su pueblo. Por supuesto, la multitud ha discernido una parte de la verdad, pero Jesús es más que un gran profeta. El siguiente pasaje declara la verdad más grande acerca de Jesús: que él es el que había de venir, el Mesías. Y ya que ambos, el diálogo subsecuente y el siguiente pasaje se enfocan en la identidad de Jesús, asumimos que ése es el punto principal de la historia. Las otras ideas, de la compasión y el poder de Jesús, sirven a la mayor. Muestran que Jesús es más que un gran profeta: es el Mesías compasivo, que viene con el poder de la resurrección.

Traza tu historia Hay dos buenas maneras de seguir una historia. Primero, puedes parafrasearla, escena por escena, resumiendo cada una a medida que la trama avanza hacia su clímax y desenlace. Segundo, puedes hacer una breve lista de los sucesos de cada escena en una gráfica visual. Puedes trazar la gráfica de los dramas usando el sencillo patrón dado a continuación. Cada número representa una de las etapas del drama.

4. Crisis

5. Desenlace

3c. El conflicto crece 3b. Comienza el conflicto 3a. El problema se desarrolla

6. Acciones subsecuentes

2. Personajes 1. Ambiente He aquí una pista para reconocer una nueva escena dentro de un drama: una escena generalmente tiene solamente dos personajes o grupos. Las escenas cambian cuando un drama continúa en un nuevo lugar o cuando ocurre un pequeño cambio de personajes. Pero no te preocupes si no puedes decir claramente en dónde comienza cada fase; las fases de un drama pueden traslaparse.

Ilustración: curación de un paralítico (Lucas 5:17-26) Jesús estaba enseñando y sanando a la gente en una casa en Galilea (compare con Marcos 2). Los fariseos y los escribas se juntaron con la multitud que excedió la capacidad de la casa. Algunos amigos de un paralítico lo llevaron a Jesús para que fuera sanado. Determinados a llevarlo hasta Jesús, pero bloqueados por la muchedumbre, decidieron bajarlo por el techo. Hicieron un hoyo en el techo, amarraron cuerdas al lecho, y bajaron al paralítico a través del agujero. Podemos imaginar que la gente abajo oyó el martilleo, sintió los escombros cayendo sobre ella, y miró con asombro mientras el agujero crecía ante sus ojos. Todos los ojos y oídos convergían en el paralítico, hasta que Jesús, viendo la fe del hombre y de sus amigos, declaró, “hombre, tus pecados te son perdonados” (Lucas 5:20). Preparación del escenario. El paralítico fue llevado a Jesús en un tiempo cuando “el poder del Señor estaba con él para sanar” (vs. 17). El ambiente, una casa abarrotada, es vital para esta historia. La gran muchedumbre genera un desarrollo impactante en la historia ―un hombre es bajado a través de un techo― y aumenta el drama (v. 19). Una casa por lo general es un espacio protegido e íntimo, pero una casa llena, atestada de fariseos y maestros de Jerusalén, es otra cosa (vv. 17, 19). Y nos preguntamos qué pensaba el dueño de todo lo que estaba pasando en y a su casa. Los personajes. En esta historia aparecen Jesús, los discípulos, la muchedumbre, escribas y fariseos, el dueño (se supone), el paralítico y sus amigos, y “el poder del Señor” (vs. 17). Dentro de este grupo tenemos creyentes, no creyentes y espectadores no comprometidos. Lucas nunca dice que los fariseos fueran hostiles con Jesús. Más bien su reporte de la reacción interna de ellos, “¿quién es éste que habla blasfemias?” (vs. 21), nos muestra su hostilidad. Lucas primero nos muestra la fe del paralítico y sus amigos, y después nos dice que Jesús vio su fe. Conflicto. El drama empieza cuando una gran muchedumbre obstaculiza la intención de un paralítico y sus amigos de llegar a Jesús para que lo sane. El cuarto abarrotado es un obstáculo que sortean rápidamente, al quitar una parte del techo. Cuando lo bajan a través del techo, el fin de su búsqueda está a la vista. Para Jesús, el suceso mismo es una prueba. Esta no es una sencilla prueba de su poder para sanar. Al perdonar los pecados del hombre antes de hacer cualquier otra cosa, Jesús sube la apuesta; dice que puede perdonar pecados, pero, ¿puede comprobarlo? Los fariseos perciben la declaración “tus pecados te son perdonados” como una pretensión de deidad. ¿Por qué perdonaría Jesús a un hombre que nunca antes había conocido? Aquella declaraación implica que de alguna forma el paralítico pecó en contra de él. Pero eso es imposible si Jesús es un hombre ordinario, ya que el paralítico no tuvo oportunidad de pecar contra él. Por otro lado, Dios es ofendido con cada pecado, y también tiene el derecho de perdonar todos los pecados.

Así que, cuando Jesús perdona al hombre, está declarando su deidad. Los fariseos captan todo esto y gruñen, pensando, este hombre es un blasfemo. Entonces, ¿es Jesús un blasfemo o tiene los derechos y poderes que afirma tener? Todo dependerá de lo que pase después. Crisis y clímax. El diálogo lleva a la historia a una crisis más profunda. Jesús, conociendo los pensamientos de los fariseos, incita una crisis, un enfrentamiento. “¿Qué caviláis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: levántate y anda? Pues, para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (vs. 22-24). En efecto, Jesús les dice a los fariseos, “He perdonado a este hombre, en verdad declaro que soy Dios, y probaré ambas cosas sanándole ahora.” Cuando Jesús mandó al paralítico a levantarse frente a todos, el cuarto probablemente estaba tan quieto que podías haber oído el más mínimo crujido de su lecho. ¿Qué pasaría después? ¿Se levantaría el hombre o no? ¿Realmente tenía poder Jesús para perdonar pecados o no? ¿Es Jesús el Señor o un blasfemo? Desenlace. “Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios” (vs. 25). Aquí, mientras la crisis encuentra una resolución, encontramos el punto principal del pasaje: ¡Jesús sí tiene el derecho y el poder para perdonar pecados; él es el Señor, tal como lo dice! Este episodio involucra tanto una búsqueda como una prueba. El paralítico y sus amigos persisten en su conmovedora búsqueda, destruyendo el techo cuando es necesario. Pero en el clímax vemos que la prueba de Jesús es el corazón del pasaje. ¿Quién es él? ¿Cuál es el alcance de su poder? Acción subsecuente. Sabemos que el asunto principal es la autoridad de Jesús para perdonar pecados porque surge tres veces cerca del clímax de la historia (5:20, 21, 24). La sanación comprueba el punto principal del drama: Jesús puede perdonar pecados, por lo tanto debe ser Dios. Puede parecer extraño que nadie en el escenario comprenda la lección. La multitud alaba a Dios (hasta aquí todo va bien) y dice, “hoy hemos visto maravillas” (no tan bien). El lector cristiano cuidadoso sabe con certeza que ésta es una respuesta imperfecta. Pero aun un buscador sincero puede reconocer que los eventos requieren una confesión más fuerte. Así que se mete en la historia, preguntándose, “¿qué deberían haber dicho y hecho los judíos? ¿Cómo debo yo responder hoy?” Dos pistas más: Trazar la acción es efectivo, pero la naturaleza del drama bíblico requiere que estemos atentos para notar unas cuantas cosas más cuando interpretamos una historia. Primero, busca palabras o ideas repetidas. En esta historia, notamos la frase repetida “perdonar pecados,” y en verdad ese es el asunto primordial del pasaje. Segundo, recuerda que las narraciones bíblicas proporcionan muy pocos detalles. Las descripciones

físicas, el diálogo interno y la revelación de motivos se dan muy frugalmente. Esto significa que la mayor parte de los detalles incluidos son importantes (vea el capítulo 2). Por otro lado, la Biblia a veces omite detalles que quisiéramos saber. El intérprete entonces debe entrar en la historia y “llenar los vacíos” con imaginación. Esto nos recuerda que, aun después de que hayamos dado todos los pasos correctos, raramente tendremos la lección completa en mano, definida y nítida como un billete nuevo. En lugar de ello, tenemos que rascarnos la cabeza y meditar un poco antes de que el punto principal de una narración fluya de nuestra lengua. Podríamos decir que los dramas bíblicos dicen la verdad y nada más que la verdad, pero toda la verdad viene en susurros, no a gritos ―es decir, a través de pistas implícitas más bien que explícitas.7

Cómo aplican hoy los dramas bíblicos Hasta ahora, hemos dado pasos para descubrir lo que significaban las narraciones cuando fueron escritas por primera vez. Pero, ¿qué significan o cómo se aplican hoy en día? Después de haber dado todos los pasos descritos anteriormente, podemos hacer dos tipos de preguntas que nos llevarán a aplicaciones actuales. Primero, ¿qué nos muestra este drama acerca de la vida que Dios bendice o juzga? ¿Hay acciones aquí que debemos imitar o evitar? ¿Cómo podríamos hacerlo hoy en día? Segundo, ¿qué revela este pasaje acerca de Dios y su manera de actuar con la humanidad?

La vida que Dios bendice Las narraciones tienen pocos mandatos que podamos aplicar de forma directa en nuestras vidas. Aun cuando el Señor mismo da un orden, generalmente es imposible o innecesario hacer esa cosa precisa hoy. Dios mandó a Adán y a Eva no comer de cierto árbol, pero ahora que el Edén y el árbol no están, ¿qué debemos hacer? Así que, aunque muchas narraciones bíblicas contienen mandatos, muy pocos se aplican a nosotros en una forma directa y literal. En vez de buscar mandamientos directos, debemos preguntar qué revela esta narración acerca de la vida que Dios juzga o bendice. Para hacer esto, necesitamos leer la historia desde adentro, como si estuviésemos allí. Primero, ve tu lista de los personajes en tu drama. Trata de ver la historia a través de los ojos de uno de ellos. Busca los tres tipos principales de personajes: creyentes, incrédulos y observadores indecisos. Como observamos anteriormente, pocas historias tienen precisamente tres personajes. Puede haber dos creyentes y ningún observador, etc. Aún así, estos tres tipos ofrecen a cada lector ―creyente, incrédulo o indeciso― a alguien con quien el o ella pueda identificarse. Se convierten en un espejo, mostrando a los lectores cómo respondió aquel tipo de persona a los sucesos. Por ejemplo, enumera a todos los que presenciaron la pelea de David contra Goliat (1 Sam. 17).8 Considerando todo lo que sabemos de ellos, ¿qué podría estar pensando cada grupo a medida que los combatientes se acercaban el uno al otro? ¿Qué pensamientos

giraban en las mentes de Saúl, los hermanos de David y el ejército de Israel? ¿Y en la mente de Goliat y los filisteos? ¿Qué pensaba David? ¿Qué pensaba Dios? O toma el papel de Zaqueo o la gente de Jericó cuando Jesús anunció que iba a cenar con aquel infame pecador (Lc.19). ¿Puedes ver por qué gruñía la gente? ¿Puedes ver por qué Zaqueo prometió restitución cuadruplicada a todos los que había defraudado? Por supuesto, no podemos simplemente ignorar las reacciones de los no creyentes e imitar a los creyentes. ¡Eso no funcionaría cuando leemos acerca de los doce discípulos! De hecho, siempre que conocemos al héroe humano de una narración, tendemos tanto a identificarnos con él como a evaluarlo. Es decir, nos vemos reflejados en él y a la vez guardamos nuestra distancia. Aspiramos a su fidelidad, pero admitimos que nos falta mucho. Desaprobamos sus fallas, pero podemos admitir que fallamos en maneras similares. Y, por supuesto, reconocemos que algunas de sus acciones no tienen ningún paralelo en nuestras vidas. Pero a pesar de las limitaciones, los personajes de un drama nos muestran cómo debemos responder a Dios. Así como no podemos obedecer cada mandato que leemos en una narración, tampoco podemos imitar directamente cada acto justo que encontramos. Por ejemplo, no nos atreveríamos a imitar a Jesús cuando llamó discípulos para sí, o cuando dominó a la naturaleza, o leyó las mentes. Tenemos que recordar la singularidad de Cristo cada vez que consideremos imitar alguna de sus acciones. Por otro lado, el apóstol Pablo dice que debemos ser como Jesús en bondad, compasión, perdón, amor y humildad (Ef. 4:32; 5:2, 25; Ro. 15:7; Fi. 2:5-8). Ciertamente el destino del cristiano es ser transformado a la imagen del Hijo (Ro. 8:29; 2 Co. 3:18; Ef. 4:13). Así que, aunque no podemos ser crucificados por el pecado, si podemos frenarnos en insultar a aquellos que nos maltraten (1 Pe. 2:18-23). Por lo tanto, aunque si no podamos imitar las obras puntuales de Jesús, podemos imitar al Espíritu con el cual realizó aquellas obras. Como dice Juan Murray, “Aspirar a ser como Dios es en un sentido la esencia de la virtud; aspirar a ser como él en otro sentido es iniquidad. Preservar esta línea de distinción es indispensable para todo pensamiento correcto en cuanto a la verdad y el bien”.9

El trato de Dios hacia los hombres Dios es el primer actor en cada drama bíblico. Nada pasa por casualidad en la Biblia; los eventos se llevan a cabo porque Dios los ordena. Si, cuando leemos la Biblia, únicamente vemos quién hizo qué a quién, y cómo el héroe pasó las pruebas y escapó a sus crisis, perderemos el impulso central de la narrativa bíblica. La Biblia no se trata de las proezas de hombres y mujeres, sino de los poderosos actos de Dios. En consecuencia, la historia bíblica muestra constantemente la manera en que Dios actúa hacia sus criaturas, especialmente los humanos. Dios no trata a toda la gente de la misma manera todo el tiempo; ni siquiera trata a la misma persona de igual manera todo el tiempo. No obstante, Dios siempre actúa según su carácter y planes inmutables. Si conoces quién es Dios, si sabes lo que él ha dicho acerca de su justicia, misericordia, santidad, sabiduría y verdad, página tras página rebosa de ejemplos de cómo aquellos atributos

tuvieron un papel en su trato hacia los hombres. Puesto que él no cambia, podemos ver entonces cómo tratará a la gente de hoy.

Conclusión Este capítulo ha mostrado que las narraciones bíblicas son similares en forma a las narraciones en todo el mundo. Podemos analizar reportes, relatos de disertaciones y dramas; podemos inspeccionar a los personajes y trazar gráficas de la acción. El contenido y propósito de los dramas bíblicos, sin embargo, son muy diferentes a los de otras historias. Las narraciones bíblicas transmiten lecciones acerca de la vida bajo las bendiciones y maldiciones del pacto. Aun más importante, describen los hechos redentores de Dios ―sus hechos a favor de su pueblo y su fidelidad al pacto para con ellos.10 Son historias― y mucho, muchísimo más.

Ejercicios 1. Haz un bosquejo de una historia no bíblica usando los pasos descritos en este capítulo. Usa un libro, un artículo del periódico, una película o una aventura personal. ¿Qué aprendiste de este ejercicio? 2. Analiza el drama de Génesis 22 usando los mismos pasos que usamos para Lucas 5:17-26. 3. Analiza Hechos 10 como un relato de una disertación. ____________________ Notas 1

Gordon Fee y Douglas Stuart, How to Read the Bible for All It’s Worth (Grand Rapids: Zondervan, 1982), 74-75. 2

William Klein, Craig Blomberg, y Robert Hubbard, Introduction to Biblical Interpretation (Waco: Word, 1993), 270-271. 3

Las mejores guías para la narración bíblica son: Robert Alter, The Art of Biblical Narration (New Cork: Basic Books, 1981), Leland Ryken, Words of Delight (Grand Rapids, Baker, 1987), Meir Sternberg, Poetics of Biblical Narrative: Ideological Literature and the Drama of Reading (Bloomington: Indiana University Press, 1985). Ver también Mark Allen Powell, What Is Narrative Criticism? (Minneapolis: Fortress, 1990). 4

Elizabeth Struthers Malbon, Narrative Space and Mythic Meaning in Mark (San Francisco: Harper & Row, 1986), 84-89, 131-37; Powell, What Is Narrative Criticism? 76-77 5

Ver Robert Tannehill, The Narrative Unity of Luke-Acts: A Literary Interpretation (Philadelphia: Fortress, 1986), 1:170-171, 217-19, 289-92. Algunos libros, como Lucas, sitúan un serie de episodios en escenarios notablemente similares; los académicos los llaman escenas tipológicas (ver Tannehill, 1:170-72).

6

Powell, What Is Narrative Criticism? 52-53.

7

Sternberg, Poetics of Biblical Narrative, 230-63; Robert Fowler, Let the Reader Understand (Minneapolis: Fortress, 1991), 127-94. Como señalan tanto Fowler como Sternberg, las pistas a veces traen más perplejidad que certeza, por lo menos a corto plazo. 8

Fueron: Saúl, los hermanos de David, el ejército de Israel, el ejército filisteo, David y Goliat y el Señor.

9

John Murray, Principles of Conduct (Grand Rapids: Eerdmans, 1957), 177. Los profetas y apóstoles también tuvieron posiciones, poderes y conocimiento que nos han sido negados. No podemos secar los cielos, llamar fuego del cielo o establecer estándares para la iglesia. Sin embargo, podemos imitar su fe (Heb. 11). Ver también el apéndice D. 10

Vea el cap. 13 y S. G. DeGraff, El Pueblo de la Promesa, 4 vols. (Grand Rapids, Subcomisión Literatura Cristiana de la Iglesia Cristiana Reformada, 1990).

6 ANÁLISIS DEL DISCURSO ___________________________________________________________

¿Me entiendes? Hace algunos años, coleccioné un archivo de editoriales sorprendentes, opiniones que desafiaban la sabiduría convencional. Los primeros artículos, escritos cuando Mikhail Gorbachev todavía gobernaba la Unión Soviética comunista, argumentaban que debíamos dar ayuda financiera a una potencia nuclear cuyas armas todavía apuntaban hacia nosotros. En otro, un cazador atacaba la Asociación Nacional de Rifles por perjudicar los verdaderos intereses de los cazadores.1 Después, un cronista liberal anunciaba que iba a comenzar a enviar pequeñas contribuciones a grupos políticos conservadores.2 Finalmente, un analista político escribió para aplaudir el hecho de que pocas personas votaran. No todas las columnas editoriales eran de igual seriedad, pero todas necesitaban convencer a un público que resistiría sus ideas poco comunes. Por ejemplo, Charles Krauthammer argumentaba que la baja asistencia a votar mostraba que el desastroso proyecto social del siglo XX, que intentó redimir a la sociedad a través de la gran maquinaria política, había fallado. La escasa votación significa que la política ya no nos importa tanto. Sabemos que la historia no puede ser mejorada por la política. Ahora los Demócratas y los Republicanos debaten detalles insignificantes de administración. El hecho de que pocos se preocupen por votar implica que la gente ve la política al margen de su vida, y que eso es saludable. El hecho de que pocos se preocupen por votar es “un fuerte indicador de contentamiento.” Muestra que la gente ha decidido correctamente que “el mejor gobierno es aquel que gobierna menos.”3 Es irrelevante si estás o no de acuerdo con estos escritores. Ellos demuestran que cuando quieres persuadir a alguien de una idea, debes presentar razones. Los autores bíblicos, desde Moisés y Oseas hasta Pedro y Pablo, lo sabían. A menudo ellos estuvieron en la misma posición de los escritores modernos que tratan de promover nuevas ideas. “Toma tu cruz y sígueme” es un mandato, pero Jesús se digna a dar razones para que lo obedezcamos. Los profetas y apóstoles querían convencer a su auditorio, pero ese auditorio incluía a escépticos. Para convencer a los que se resistían, respaldaron su enseñanza con evidencias racionales y apelaciones emotivas. A algunos maestros les encanta el viejo dicho, “la Biblia lo dice, yo lo creo, y punto.” Pero se les olvida que en todas las iglesias crecientes hay gente buscando, dudosa e incrédula echada en las bancas. Inseguras de sus convicciones, estas personas no comparten nuestra pasión por la Biblia. La simple autoridad de la Biblia para ellos no es suficiente para decir “y punto”. Ellos quieren saber no sólo lo que la Biblia dice, sino por qué lo dice. Quieren pruebas para las aseveraciones y razones para los mandatos. Frecuentemente Dios sí tiene en consideración las debilidades humanas concediendo razones de por qué debemos creer y obedecer. Si no hacemos lo mismo,

explicando estas razones a los escépticos sentados en nuestros templos, podemos perderlos. Dado que casi cualquier dogma de la fe puede ser cuestionado hoy en día, es necesario en primer lugar que el maestro entienda los conceptos bíblicos, y luego que capte el razonamiento que Dios ha revelado junto con ellos. Por supuesto, a veces la fe debe operar en ausencia de razones, o aún en contra de lo que parece razonable (ver Gn. 22). A veces la obediencia “ciega” habla de una lealtad suprema a Dios (2 Co. 5:7; He. 11:1). Normalmente, sin embargo, las Escrituras revelan algunas razones para sus afirmaciones y mandatos. Y regularmente, mujeres y hombres piadosos tratan de entenderlas y comunicarlas a otros. El análisis cuidadoso también fortalece al creyente maduro. Desentraña textos difíciles e ilumina textos claros. Cuando comprendemos el argumento para afirmar una idea, cuando sentimos su poder emocional por nosotros mismos, entonces la hacemos verdaderamente nuestra. Podemos explicarla, defenderla, e inferir verdades adicionales de ella. Así que, aun si ya aceptamos lo que la Biblia enseña en su propia autoridad, el análisis del discurso es provechoso.

¿Qué es el análisis del discurso? El análisis del discurso es el estudio de la manera en que los autores arman sus oraciones y párrafos para plantear su argumento.4 Un discurso puede ser una carta, un sermón, una conferencia pública, una conversación, o incluso un poema, un canto o una oración, siempre y cuando haga afirmaciones. El discurso bíblico incluye los sermones de Moisés sobre la ley en Deuteronomio, el Sermón del Monte, el sermón de Pedro en Pentecostés y las cartas del Nuevo Testamento. El análisis del discurso descubre las ideas principales de secciones de la Biblia y explora la manera en que los autores bíblicos presentan y defienden sus ideas por medio de la lógica y la retórica. La meta de este capítulo es explicar cómo descubrir los puntos principales del discurso bíblico. Analizar un discurso nos ayuda a iniciar por lo menos con una idea general del tema antes de empezar el análisis detallado. Afortunadamente, los buenos autores esparcen pistas que ayudan al lector a encontrar los temas e ideas principales: 1. Ubicación. Frecuentemente la idea principal se encuentra en la primera o la última oración de una sección o párrafo, o en ambos lugares. 2. Reafirmación. Los autores recapitulan, repiten, o regresan al concepto principal. Por ejemplo, Santiago dice tres veces en Santiago 2:14-26, en maneras levemente distintas, que la fe sin obras es muerta.5 3. Frases dirigidas a la audiencia. Los autores pueden dirigirse a sus oyentes antes de expresar una idea clave. Los escritores bíblicos se han dirigido a su audiencia usando frases como: “Oye, oh Israel,” “Hermanos,” y “Amados amigos.”

4. Fórmulas de introducción. Para llamar la atención a sus puntos principales, los autores los introducen con frases como: “Quiero que sepan,” o “Les escribo estas cosas para que…” 5. Fórmulas de conclusión. Busca las palabras que resuman una discusión, como “por esto,” “por lo tanto,” o “así que.” Una persona solo aprenderá el análisis del discurso estudiando ejemplos y haciéndolo por sí misma. Tu primer pasaje es Mateo 18:15-20, impreso a continuación. He señalado en cursiva las palabras que marcan una transición entre un pensamiento y el que sigue. Lee el texto con cuidado, tratando de observar cómo procede la enseñanza. Primero, usando los principios escritos arriba, trata de encontrar la idea principal. Después, nota las conexiones entre los conceptos que la desarrollan. Escribe tus observaciones en un papel. Mateo 18:15-20 15

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que “en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.” 17Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. 18De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20

Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. El tema general, que aparece en la primera oración y repetidamente después, es qué hacer si tu hermano peca contra ti. Jesús presenta una serie de pasos a dar, uno tras otro, si un hermano peca contra otro. Notamos inmediatamente cinco ocurrencias de “si” en la primera sección (vs. 15-17), indicando cinco oraciones condicionales (se da por entendido el “entonces” en la siguiente cláusula de cada uno). Específicamente, la persona ofendida debe (1) ir (2) a reprender a su hermano (3) a solas y (4) con el propósito de ganar a su hermano. Cuando alguien da estos pasos, el hermano que está pecando puede arrepentirse o resistirse. Si falla la reprensión, entonces él debe conseguir la ayuda de la iglesia para verificar la ofensa y reforzar la corrección (vs. 16-18). Si el ofensor rehúsa arrepentirse, entonces debe ser expulsado de la iglesia. Mateo no especifica la conexión entre los versículos 15-17 y los versículos 18-20. Es implícito, así que tenemos que descifrarlo nosotros mismos. Afortunadamente, queda claro que los versículos 18-20 están comentando el proceso de disciplina descrito en los versículos 15-17. Jesús les asegura a los apóstoles y a los cristianos posteriores que cuando emprendan la tarea solemne de resolver conflictos, el cielo apoyará sus decisiones. El Padre estará con ellos, escuchando sus oraciones y concediéndoles su presencia. A primera vista, las palabras “si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren” podrían sugerir que estamos leyendo verdades generales sobre la oración. Pero el contexto apunta a las ofensas que acaba de mencionar. Es decir, donde dos o tres se

reúnan para resolver cualquier asunto, cualquier conflicto, cualquier ofensa, allí estará Dios con ellos y oirá sus súplicas pidiendo ayuda.6 La respuesta de Pedro nos recuerda que tratar con el pecado implica más que seguir un procedimiento; también hay un elemento humano. 21

Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aún hasta setenta veces siete. 23Por lo cual el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos…” (Mt. 18:21-23) La palabra “entonces” conecta explícitamente la pregunta de Pedro con el versículo anterior, aunque, técnicamente, solamente dice que a continuación le hizo una pregunta. Pero podemos asumir que sigue tratando la cuestión de la resolución de ofensas. Podemos expandir su pregunta en el versículo 21 de esta manera: “Entiendo que si mi hermano peca contra mí, debo confrontarlo. También sé qué hacer si rehúsa a escuchar. ¿Pero qué pasa si el primer paso funciona? ¿Qué pasa si escucha? Supongo que tengo que perdonarlo. Pero, ¿qué hago si me ofende repetidamente? ¿Cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Son suficientes siete veces?” No, contesta Jesús (18:22), tienes que perdonarlo una y otra vez.7 Ésta es una enseñanza difícil; “por lo cual” (18:23) Jesús les cuenta una historia a sus discípulos para motivarlos a perdonar. Ya que algunos de los pasos lógicos en estos versículos están implícitos, no podemos comprobar que hemos descubierto la lógica del pasaje. Sin embargo nuestro análisis tiene un alto grado de probabilidad si asumimos simplemente que Mateo reporta un evento real economizando palabras.

Principios generales del análisis de discurso La introducción anterior ejemplificó dos principios cruciales para el análisis del discurso.  Principio 1: Busca palabras y frases que conecten explícitamente una idea con otra. Algunas de las palabras más comunes de conexión aparecieron en el pasaje anterior: y, pero, si, entonces, por lo tanto, porque, para que. Cada palabra enlazaba una oración o una cláusula con otra. Otras palabras comunes son porque, así que, puesto que, cuando, así como, para que, aunque, después de y muchas más. Considera que estos términos conectan frases dentro de las oraciones, y no sólo enunciados completos.  Principio 2: Busca conexiones implícitas o muy sutiles.

Hemos observado que la conexión entre los versículos 17 y 18 es implícita; ningún término nos señaló cómo relacionar los dos párrafos. La conexión entre los versículos 20 y 21 es muy sutil. Es decir, aunque leemos que “entonces” Pedro hizo una pregunta, no fue algo que simplemente pasó enseguida; Pedro estaba respondiéndole a Jesús. A veces los autores explican su razonamiento; a menudo no lo hacen. Muchas porciones de la Biblia, leídas con cuidado, tienen una lógica implícita. Para sacar un mejor provecho de la Biblia, por lo tanto, tenemos que descubrir los pasos lógicos que siguen medio enterrados, como mantas en una playa azotada por el viento. Tal vez hayas notado que el análisis del discurso hace uso de destrezas conocidas. Así como el estudio de contextos literarios, el análisis del discurso pregunta cómo una serie de enunciados se relaciona entre sí. Ambos análisis preguntan cómo un pensamiento nos lleva a otro. Consideran por qué el autor puso este pensamiento o evento aquí, y no en otro lugar. Como el análisis dramático (ver capítulo 5), el análisis del discurso progresa hacia una cúspide, tal como la pregunta de Pedro. Sin embargo, existen diferencias. El clímax de un análisis del discurso es su verdad central, en lugar de un evento cumbre, y llegamos a él siguiendo pensamientos en vez de trazar eventos. Las narrativas se asemejan más a montañas rusas que a disertaciones; hay razones para las vueltas y caídas, pero el recorrido en sí es esencial. Si bien un discurso puede tener momentos de destello y emoción, éste apela principalmente al intelecto.

Análisis de párrafos y secciones más extensas Para captar el mensaje de la Biblia, necesitamos estudiar párrafos más que palabras individuales u oraciones.8 Es decir, el análisis del discurso funciona en párrafos, capítulos enteros, y aun en segmentos más grandes de libros, tanto como en oraciones.9 El análisis de párrafos extensos y secciones mayores puede ser extremadamente gratificante, como veremos enseguida, al analizar Gálatas. Desde el inicio, recuerda el contexto histórico del libro. El apóstol Pablo escribió Gálatas a un grupo de iglesias que había fundado en la provincia romana de Galacia durante su primer viaje misionero. Éstas parecían seguras hasta que un grupo de judíos (llamados judaizantes) las visitó, enseñándoles dos errores: (1) decían que los gentiles tenían que obedecer las leyes ceremoniales judías en cuanto a la circuncisión, la comida y el guardar los días santos para poder ser salvos. Esencialmente, que los gentiles tenían que vivir como judíos para ser cristianos. (2) Sostenían que el evangelio de Pablo carecía de autoridad, ya que no era apóstol. Los judaizantes persuadieron a muchos de los gálatas, y confundieron a más. Cuando a Pablo le llegaron noticias de las intrusiones de los judaizantes, él respondió con la epístola llamada Gálatas. Es posible ver todo el libro como un discurso sencillo. Primero, Pablo declara que él es un apóstol, comisionado por Jesús y aceptado por los demás apóstoles, quienes aprueban su evangelio, como un igual (1:1-2:14). Por ser apóstol, el mensaje de Pablo tiene autoridad

(1:6-10). En segundo lugar, el evangelio de Pablo dice, “un hombre no es justificado por observar la ley, sino por la fe en Jesucristo” (2:15-21). Pablo entonces demuestra (3:1-18) y expande (3:19-4:31) su mensaje. Tercero, si bien no se requiere que los cristianos obedezcan la ley para ser salvos, deben probar su fe con actos de servicio y amor, y manifestando el fruto del Espíritu (5:1-6:10). Con el panorama establecido, podemos comenzar el análisis de discurso de Gálatas 3.

Pensar en párrafos: Análisis de Gálatas 3 Conforme empiezas, recuerda que Pablo escribió Gálatas 3 para comprobar la veracidad del evangelio presentado en el 2:15-21. Al leerlo, trata de formarte por lo menos una idea provisional del punto clave de cada párrafo en Gálatas 3, y observa cómo desarrolla el tema. Aunque las divisiones en párrafos de nuestras Biblias fueron ideadas por los traductores, generalmente son confiables. Así que, vamos a seguir las divisiones de los capítulos en la Nueva Versión Internacional.* Busca el tema de estos párrafos: 3:1-5, 6-9, 10-14, 15-18, 19-25 (tres párrafos cortos que están muy relacionados). Anota tus ideas conforme lees; resiste la tentación de hojear nuestras respuestas hasta que hayas terminado. Al terminar, compara tu análisis con el que está provisto a continuación. Párrafo 1 (3:1-5): Su experiencia confirma el evangelio de Pablo. Al hacer una serie de preguntas retóricas, Pablo desafía a los gálatas a recordar que la experiencia de ellos está de acuerdo con su evangelio. ¿Cómo recibieron el Espíritu Santo? ¿Cómo empezaron su nueva vida? ¿Cómo hizo Dios milagros entre ellos? ¿Fue a causa de su fe, o de su obediencia? Cinco preguntas retóricas consecutivas incitan y provocan emociones, mostrando a los gálatas que sus errores causan a Pablo profunda pena y consternación, y no simplemente desaprobación. Jesús, Santiago y el autor de Hebreos también usaron una serie de preguntas retóricas para mostrar asombro y dolor a causa de los errores de la gente (vea Marcos 8:14-21; Hebreos 3:16-18; Santiago 2:5-7). Y, al articular sus preguntas, esperaban que el lector se uniera a ellos en su juicio. En otras palabras, el lenguaje de Pablo, “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó…?” (3:1), hubiera sido muy insultante de no ser tan evidente que él había agonizando por ellos y ahora creía que ellos conocían la verdad. Párrafo 2 (3:6-9): La experiencia de Abraham confirma el evangelio de Pablo. Tal como la experiencia de los gálatas prueba que son justificados y gozan de los beneficios de la salvación por fe, así también ocurre con la experiencia de Abraham.10 La Escritura dice que Abraham “creyó a Dios y le fue contado por justicia.” Somos hijos de Abraham, afirma Pablo, bendecidos junto con él. Este párrafo promueve la misma idea que Nota de la traductora: * La división de párrafos en la Nueva Versión Internacional en español concuerda con la “New International Version” a excepción del versículo 6, que se incluye en el primer párrafo (3:1-6) y por lo tanto el segundo párrafo incia en el vs. 7. Hemos respetado la división de la NIV que presenta el autor, sin embargo, la nota 11 al final de éste capítulo provee una alternativa plausible para el estudio con la división de la NVI en español.

el primero, pero la base del argumento es ahora la experiencia de Israel. El ambiente emocional también cambia de angustia a confianza, conforme Pablo dice a los gálatas que ellos son los hijos de Abraham, bendecidos junto con él.11 Párrafo 3 (3:10-14): La ley confirma el evangelio de Pablo. La ley también está de acuerdo con el evangelio de Pablo. La ley maldice a todos los que no continúan haciendo todo lo que está escrito en ella (v. 10). Pero nadie puede ser perfectamente obediente (v. 11). Por lo tanto, el justo vivirá por la fe (v. 11), no por las obras. Cristo fue maldecido por nosotros, no para posibilitar que nosotros nos esforcemos más para obedecer la ley, sino para redimirnos y bendecirnos (v. 13-14). Retóricamente notamos que Pablo cambia de los pronombres indefinidos “todos…todo aquel…ninguno” al discutir la maldición (v.10-11), a los pronombres personales más cálidos y alentadores cuando habla de la redención: “Cristo nos redimió…a fin de que…(nosotros) recibiésemos la promesa del Espíritu” (v. 13-14). Párrafo 4 (3:15-18): El pacto de Dios con Abraham confirma el evangelio de Pablo. Dios prometió dar tierra, descendencia y bendición a Abraham y a su linaje, 430 años antes de que Dios diera la ley a Israel. Si en el pacto él prometió dar la herencia gratuitamente, legalmente no puede hacer a un lado aquel pacto y luego añadir nuevos términos (vs. 16-17). Para ilustrarlo, supongamos que les digo a mis hijos sin condiciones, “voy a llevarlos a comprar helado en la noche.” Sería un padre injusto si después de la cena anunciara, “si alguien todavía quiere helado, acérquese para recibir su lista de quehaceres.” Hoy tenemos el dicho, “No puedes cambiar las reglas en medio del juego.” Pablo dice, en efecto, “Dios no cambió las ‘reglas’ de sus pactos en medio de la historia redentora.” Dios otorgó las primeras y más básicas bendiciones del pacto por gracia, no por ley, y sus bendiciones subsiguientes se ajustan a aquel patrón. Párrafos 5-7 (3:19-25): El propósito de la ley confirma el evangelio de Pablo. Pablo anticipa una objeción: si guardar la ley no desempeña un papel en alcanzar la salvación, entonces, ¿cuál es su propósito? La ley fue añadida a causa de las transgresiones, contesta Pablo, para mostrar a la humanidad su pecado, y así llevarnos a Cristo (vs.18, 2224).

Principios adicionales para el análisis de párrafos Nuestro estudio de Gálatas 3 ilustra los principios más importantes para el análisis de párrafos.  Principio 1: Encuentra la idea principal de cada párrafo.

Una vez que tienes el tema de tus párrafos, busca términos que muestren la conexión entre ellos. Gálatas 3 tiene términos conectores (y aquí los traduzco directamente del griego) tales como “así como” (3:6), “porque” (3:11), “hermanos, hablo como un hombre” (3:15) y “¿para qué entonces?” (3:19).  Principio 2: Determina la relación entre los párrafos. Pero Gálatas 3 tiene un aspecto emotivo al igual que un aspecto lógico. Pablo regaña a los gálatas al principio del capítulo (3:1- 6). Pero pronto los anima, incluyéndolos entre objetos del amor salvador de Dios (3:7-14).  Principio 3: Observa señales de la atmósfera emocional. Este es otro principio, que ya mencionamos en el capítulo sobre el contexto, y que también se aplica aquí.  Principio 4: Algunas proposiciones funcionan en dos formas a la vez, terminando una línea de pensamiento en un enunciado o párrafo y simultáneamente conduciéndonos hacia el siguiente. Cuando hablo de una “proposición” me refiero a cualquier expresión en la que un verbo o predicado afirma o niega algo acerca de su sujeto. Las proposiciones pueden ser tan cortas como un fragmento de una oración.

Análisis detallado de un solo párrafo Para el principiante, el análisis del discurso es más fructífero en el estudio de los párrafos. Sin embargo, hay ocasiones en que los autores, como viajeros que se preparan para un largo viaje, empacan apretadamente tanto significado en un párrafo, que vale la pena hacer un estudio más intensivo. Dado que las herramientas del análisis pueden ser nuevas para ti, vamos a practicar usándolas primero en un texto conocido, Romanos 12:1-2. La siguiente traducción es muy literal, para sacar a la luz el sentido de ciertas palabras griegas. He marcado nuevamente las transiciones de pensamiento que son explícitas. Trata de encontrar las implícitas a medida que lees. Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. [Y] No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

La idea central de Pablo es el mandato “Que presentéis vuestros cuerpos. . . a Dios.” De las cinco claves principales que los autores usan para indicar su idea principal, cuatro aparecen aquí. “Que presentéis vuestros cuerpos” es (1) la primera proposición en el párrafo, y está señalada por (2) la frase dirigida a la audiencia: “hermanos,” (3) la fórmula introductoria “os ruego,” y (4) la frase conclusiva “por lo tanto.” “Por lo tanto” muestra que Pablo ve este mandato como la conclusión a algunas cosas que había dicho antes. ¿Se refiere a la doxología en el capítulo 11? ¿A todo lo que Pablo ha dicho acerca del plan salvador de Dios para los judíos? ¿A la descripción completa de la salvación de Dios del 1:17 en adelante? La respuesta parece ser sí a las tres preguntas. La frase “por las misericordias de Dios” presenta el medio o la base del ruego de Pablo. El plural “misericordias” sugiere que el lector puede buscar en todo el libro de Romanos las muchas razones por las cuales ofrecerse a Dios.12 Las frases “vivo, santo, y agradables a Dios” y “que es vuestro culto racional” modifican o especifican la naturaleza del sacrificio. Por lo menos “vivo” significa que el lector debe presentarse a lo largo de toda su vida, no solamente una vez; “santo” significa que debemos consagrarnos a Dios; “agradable a Dios” significa que debemos ofrecernos a Él según sus indicaciones ―para agradarle a Él, no a nosotros mismos. Para descubrir el significado completo de los términos, uno tiene que investigar cada palabra individualmente y estudiar los rituales de sacrificios y otras costumbres de la época. “Vuestro culto racional” evalúa el sacrificio. “Y”** (v. 2) simplemente parece añadir otro mandato. No obstante, después de reflexionar, notamos que presenta dos mandatos subordinados que apoyan al mandato principal, “Que presentéis vuestros cuerpos... a Dios.” Ambos les dicen a los romanos cómo ofrecer sus cuerpos. Negativamente, deben resistir las presiones del mundo de conformarse a él. “Sino” establece un contraste; positivamente tienen que transformarse a sí mismos por la renovación de su mente. “Para que” introduce el propósito (y posiblemente también el resultado) de obediencia a los mandatos de Pablo. Si los romanos se resisten al mundo, renovando sus mentes y ofreciéndose a sí mismos a Dios, tendrán la oportunidad de probar la voluntad de Dios y descubrir que ciertamente es buena, agradable y perfecta. Nuestro análisis de Romanos 12 ha seguido los principios de análisis mencionados anteriormente. Como antes, el primer paso fue identificar el tema del párrafo y decirlo en una oración sencilla medular. “Presenten sus cuerpos a Dios” es el tema del párrafo, y cada palabra que sigue lo respalda, presentando razones, métodos y el resultado. Encontrar la oración clave nos permitió seguir la línea de pensamiento del apóstol conforme la desarrolla. Una vez que lo hicimos, ubicamos términos que explícitamente mostraran relaciones entre ideas o proposiciones. Después buscamos conexiones implícitas y sutiles.

Nota de la traductora: ** En inglés aparece la palabra “and” trad. “y” que no se encuentra en la versión Reina Valera 1960. [La Reina Valera Contemporánea sí incluye el conector “y”. (N. del revisor)].

Análisis de la poesía hebrea Hasta ahora en este capítulo hemos estudiado el análisis de la prosa encontrada en epístolas y discursos, pero también debemos decir algo en cuanto a la poesía bíblica, ya que está presente a lo largo de los libros proféticos, los Salmos, los libros sapienciales e incluso en los Evangelios. La poesía bíblica usa paralelismo: la exposición de ideas similares en una estrofa de dos o tres líneas divididas por una pausa corta. Por ejemplo: Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. (Salmo 112:1) En el paralelismo, la segunda línea mira hacia la primera, completándola, comentándola, replanteándola, expandiéndola o intensificándola.13 Oh, Dios, oye mi oración, escucha las razones de mi boca. (Salmo 54:2 ―replantea) Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón. (Salmo 31:24 ―completa) El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. (Isaías 1:3 ―intensifica) Los primeros dos ejemplos no requieren comentario, pero el texto de Isaías muestra que el paralelismo puede ser más complejo. En la primera comparación de Isaías, el buey, no es especialmente digno de alabanza; sin embargo, los bueyes sí trabajan duramente y obedecen bien. Aún el asno, un animal famoso por ser reacio, por lo menos sabe en donde recibe su comida. Pero Israel ni siquiera llega a eso: ni sabe ni obedece. Muchas líneas paralelas se asemejan al ejemplo de Isaías. Tienen la forma “A, y, de hecho, B” o “No sólo A, sino aun B.” El hecho de que la segunda línea añada a o intensifique la primera, produce una agudeza y quizás un toque de misterio en muchos textos. Proverbios 26: 9 (traducido literalmente del original) posee ambas cosas. Una espina sube a la mano de un borracho,

y un proverbio a la boca de un necio. El proverbio claramente quiere hacer una comparación entre las dos líneas, pero no explica su naturaleza precisa y por lo tanto nos presenta un misterio menor. Probablemente la idea sea que nadie debe impresionarse por un proverbio en la boca de un necio, porque ha entrado allí tan al azar como entra una espina en la mano de un borracho que se revuelca en los matorrales.14 El objetivo con la poesía bíblica no consiste en clasificarla, sino en ver de qué modo los pares de líneas funcionan juntos. James Kugel y otros analistas recientes critican la idea, otrora la norma, de que haya tres tipos o formas de paralelismo poético: sinónimo, antitético y sintético. Las tres categorías son demasiado rígidas según Kugel. Él dice que en el paralelismo bíblico la segunda línea siempre añade algo a la primera, pero que esa adición toma docenas de formas ligeramente diferentes. “El paralelismo bíblico es de un tipo, ‘A, y lo que es más, B’, o bien de cien tipos; pero no de 3 [tipos].”15 El Nuevo Testamento también usa el paralelismo. Los principios de interpretación son similares a los del Antiguo Testamento. A continuación un ejemplo, en el que domina la recapitulación.16 Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá. porque todo aquel que pide recibe, y el que busca, halla, y al que llama, se le abrirá. (Mateo 7:7-8)

Relaciones entre las proposiciones: Un modelo sencillo Para desarrollar cualquier destreza poderosa y gratificante, hay que pagar el precio. En la película Una liga muy especial, que muestra la vida en la liga femenina de béisbol en la década de 1940, la receptora estelar del equipo decide renunciar justo antes del campeonato de la liga. “Se puso demasiado difícil,” explica. El entrenador explota, “¡Se supone que debe ser difícil! Si no fuera difícil, todo el mundo lo haría. Lo ‘difícil’ es lo que lo hace grandioso.” El entrenador tenía toda la razón, tanto en relación al béisbol como a la exposición bíblica. Si quieres ir más allá de la mediocridad y alcanzar la excelencia, este es el momento de calcular el costo. Es difícil enseñar la Biblia fielmente y con exactitud. Precisamente por esta razón, no muchos lo hacen. Las siguientes páginas son para aquellos que están dispuestos a hacer el esfuerzo. Hasta ahora, hemos examinado las relaciones entre proposiciones de forma inductiva, observándolas entre párrafos y oraciones, pero sin etiquetarlas. Ahora nos

volveremos a una discusión más sistemática de las relaciones entre proposiciones. A continuación presentamos una breve lista de las relaciones más comunes. (Descripciones largas y más técnicas sobre las relaciones entre proposiciones aparecen en el apéndice C. Una aplica a todos los idiomas; la segunda, al griego del Nuevo Testamento.) Esta lista ofrece un poco más de precisión de la que se puede obtener encerrando palabras claves. En primer lugar, describe las relaciones más comunes entre ideas. Esto es especialmente útil cuando solo tenemos indicadores implícitos. En segundo lugar, muchos términos que señalan relaciones lógicas tienen dos o más significados. Cuando tratamos de decidir cual sentido de la palabra era el que se pretendía expresar, necesitamos conocer todas las opciones. Por ejemplo, “entonces” puede denotar secuencia (una acción sigue a otra) o causalidad (una acción causa a otra). Nuestro sencillo sistema dividirá las posibles relaciones en tres grupos: adición y sustracción, causa y efecto, clarificación y explicación.

Adición y sustracción La adición se lleva a cabo cuando leemos una secuencia sencilla de eventos, cosas, o ideas, como en la oración “cenamos y luego caminamos en la playa.” Las tres posibilidades principales son: pero, y, luego. 1. Las declaraciones con pero contrastan dos proposiciones. Sustraen o restan algo de otra declaración, por ejemplo, “Kevin anotó el punto que ganó el partido, pero el pase de Jorge lo dejó en posición de tirar.” Palabras como aun así, por el contrario, por otro lado, no obstante y sin embargo, también expresan contrastes. 2. Las declaraciones con y añaden ideas. Palabras similares a y son, también, además, y asimismo. Las comas frecuentemente funcionan como la palabra y. Por ejemplo, “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,… mansedumbre y templanza” (Gálatas 5:22-23). 3. Las proposiciones con luego describen secuencias de eventos. Entre las palabras como “luego” están antes, después, entonces, a continuación y enseguida. Describimos eventos simultáneos con palabras como durante, mientras, conforme, y mientras tanto.

Causa y efecto Las relaciones de causa y efecto existen cuando una afirmación da las razones, resultados, medios, condiciones, o conclusiones que se puedan inferir de otra, por ejemplo, “Estábamos muy satisfechos después de una gran cena, así que fuimos a caminar a la playa.” Para estas relaciones de causa y efecto, es conveniente recordar estos cinco tipos: propósito, razonamiento, si-entonces, concesión, y efecto.

1. Las afirmaciones de propósito describen acciones realizadas para obtener resultados específicos. Ellas nos dicen por qué se lleva a cabo una acción. Algunas palabras de propósito son para que, con el fin de, y, en algunas oraciones, sólo para. 2. Las afirmaciones de razonamiento sacan conclusiones de declaraciones anteriores o dan la base para conclusiones que ya han sido expresadas. Algunas palabras de razonamiento son por lo tanto, por esto, entonces, así, así que, por consiguiente, por esta razón, porque y otras combinaciones que incluyen estas palabras u otras. 3. Las afirmaciones de si-entonces expresan posibilidad. Algunas describen lo que es realmente posible. Otras explican que a causa de ciertas condiciones, algo ya no es posible: las declaraciones si-entonces generalmente empiezan con si, pero dan por sentado el entonces. 4. Las afirmaciones de concesión conceden que algo es verdad, aun cuando tenemos razones para esperar otra cosa, como en “Tuvimos un maravilloso día de campo, aunque llovió.” Algunas palabras comunes para introducir concesiones son: aunque, sin embargo, no obstante, a pesar de, con todo y si bien. 5. Las declaraciones de efecto vienen en parejas. Una proposición describe lo que pasó o lo que es verdad y la segunda explica cómo o porqué sucedió. Por ejemplo, “Como llovió tan fuerte, tuvimos que cancelar el juego.” Las palabras que expresan efecto incluyen ya que, puesto que, dado que, porque, entonces, en consecuencia, y ocasionalmente como. Recuerda, sin embargo, que una declaración puede seguir a otra sin tener necesariamente alguna conexión causal con la primera. Sencillamente pueden ser dos hechos o reportes de eventos que ocurrieron juntos, sin que uno haya ocasionado el otro.

Clarificación y explicación Las ideas se relacionan entre sí de muchas otras formas; aquí mencionaremos algunas y dejaremos otras para el apéndice C. 1. Las introducciones. La Biblia usa fórmulas como: os ruego, quiero que sepan, de cierto os digo, así dice el Señor y como está escrito para preparar a los lectores a recibir las declaraciones importantes que seguirán. 2. Los resúmenes y repeticiones le recuerdan al lector lo que ya ha pasado, a menudo antes de empezar un nuevo tema. 3. Las ilustraciones usan acontecimientos, historias o figuras retóricas para hacer más concreta una idea abstracta o para añadir un componente emocional al pasaje. Esta discusión ha presentado algunas maneras específicas en que las proposiciones se relacionan entre sí. No esperes aprender todas estas categorías a la vez; la meta es alertar

tu conciencia sobre la forma en que funciona la Biblia. Si lees la Biblia con más cuidado y notas algunas de las palabras y frases enumeradas, comenzarás a detectar otras. Entonces (¡secuencia y resultado!) te encontrarás a ti mismo percibiendo más y más la fluidez del argumento. El apéndice C explica estos conceptos con mayor detalle.

Conclusión Este capítulo ha completado la segunda parte del bosquejo CAPTAR. Hemos estudiado dos aspectos tanto del Contexto como del Análisis; aún queda el trabajo sobre Problemas, Temas, Aplicación y Reflexión. Puede que el análisis del discurso sea el aspecto más difícil de este libro. Afortunadamente, uno no necesita dominar todos los conceptos presentados aquí para sacarle provecho a la discusión. Si te has vuelto sensible a estas cuestiones, si estás dispuesto a ir más despacio y observar con atención el flujo del pensamiento, has dado un significativo paso adelante. El análisis del discurso es más como jugar tenis que como hacer cajas. No puedes dominarlo antes del almuerzo, ni siquiera antes de la cena. La gente alcanza logros solamente a través de la práctica y del deseo de comunicar a otros los resultados. Sin embargo, como muchas otras habilidades exigentes, ésta concede grandes recompensas. Si Dios te ha llamado a hacerlo, el trabajar arduamente en la Palabra es amar a Dios con tu mente. A través de ello, tu enseñanza puede adquirir un fuego, una confianza y una fidelidad a la palabra de Dios que nunca antes has experimentado.

Ejercicios Recuerda, el análisis del discurso es más importante cuando un texto clave es difícil de seguir. Requiere tiempo, así que no lo uses en cada texto. Si puedes seguir la lógica del autor sin dificultad, dedica la mayor parte de tu tiempo a otra investigación. 1. Analiza el grupo de párrafos en Mateo 6:19-24, que tiene tres secciones: vs. 19-21, 22-23 y 24. ¿Cuál es el tema global? ¿Cuál es el tema de cada sección y cómo se relacionan entre si? 2. Analiza las proposiciones en estos párrafos independientes: a. Gálatas 3:6-9. Primero marca los términos que indiquen el flujo del pensamiento. Luego busca otras pistas menos obvias que dan forma al discurso. b. Mateo 6:19-21. Esta breve sección tiene varios marcadores de pensamiento explícitos, pero algunos de ellos, como “donde” funcionan de una manera inusual. Otras conexiones están implícitas.

c. El Antiguo Testamento por lo general tiene menos marcadores explícitos, pero puedes intentarlo con el Salmo 25. 3. Analiza estas secciones más extensas (este ejercicio toma más tiempo): a. ¿Cuál es el tema de 1 Samuel 24-26? ¿Cómo desarrolla o modifica el tema global cada capitulo? b. ¿Cuál es el punto principal de Romanos 1-3? ¿Cuáles son las secciones principales? ¿Cómo se respaldan una a otra y construyen una sobre otra? ____________________ Notas 1

Robert Hughes, “The NRA in a Hunter’s Sights,” Time (April 3, 1989), 86.

2

Michael Kinsley, “The Check Is in the Mail,” Time (April 9, 1990), 98.

3

Charles Krauthammer, “In Praise of Low Voter Turnout,” Time (May 21, 1990), 88.

4

El análisis del discurso es en realidad una disciplina muy sofisticada con varias ramas o subcampos. Para una introducción más sofisticada, consulta a Peter Cotterell y Max Turner, Linguistics and Biblical Interpretation (Downers Grove, ILL.: InterVarsity Press, 1989), 188-292; John Beekman y John Callow, Translating the Word of God (Grand Rapids: Zondervan, 1974), 212-342; y Robert E. Longacre, The Grammar of Discourse (New York: Plenum Press, 1983). El análisis de la retórica tiene algunas afinidades con el análisis de discursos. Para una introducción, ver Burton Mack, Rhetoric and the New Testament (Philadelphia: Augsburg, 1990), y George A. Kennedy, New Testament Interpretation Through Rhetorical Criticism (Chapel Hill, N.C.: University of North Carolina Press, 1984). La definición de análisis del discurso dado aquí es deliberadamente más amplia que aquella dada en algunas obras técnicas. 5

Típicamente, cada oración es un poco diferente: “La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. . . . La fe sin obras es muerta. . . . La fe sin obras está muerta” (Stg 2:17, 20, 26). Una afirmación doble del punto principal es muy común, de hecho existen también declaraciones triples. 6

El griego respalda esta interpretación, en que la palabra traducida como “cosa” en “cualquier cosa” en 18:19 (pragma) típicamente refiere a una “cuestión” o “asunto” (Ro 16:2), con posible maldad (1 Ts 4:6; 2 Co. 7:11), o aun la posibilidad de un juicio legal (1 Co 6:1). Vea la documentación completa en Duncan M. Derretí, “`Donde están dos o tres congregados en mi nombre. . .: un triste malentendido,” Expository Times 91 (Diciembre 1979): 83-86.´ 7

En el cap. 7 vamos a estudiar los números que Jesús usaba.

8

Gordon Fee, New Testament Exegesis: A Handbook for Students and Pastors (Philadelphia: Westminster Press, 1983), 34-35, 128-129. 9

También funciona en segmentos más pequeños, como cláusulas y frases dentro de oraciones. Esa exigente tarea puede ser seguida a través de las fuentes mencionadas en la nota 4. 10

La NIV no tiene una palabra correspondiente al termino griego kathos (“tal como”), que inicia el vs. 6. La NIV añade el mandato “considere” para compensar y sugerir vagamente que el lector necesita pensar acerca de algo. La NASB dice “aun así”; la RSV, “por lo tanto.” Esto ilustra otra vez el valor de tener varias traducciones, y de saber cuales son más literales y cuales son más dinámicas, y de tener un pastor que sepa griego. [Nota de la traductora: El autor aquí se refiere a las versiones en inglés: The New International Version, The New American Standard Bible, and the Revised Standard Version en inglés. En español, las tres versiones: Reina Valera 1960, la Nueva Versión Internacional, y la Biblia de las Américas traducen el griego kathos con la palabra “Así”]

11

Incidentalmente, el v. 6 además de introducir los versículos 7-9, también concluye 3:1-5, diciendo, “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.” La idea es esta: Dios suple el Espíritu y obra milagros entre los gálatas por fe (3:1-5); aún así justificó a Abraham por fe (3:7-9). En capítulos anteriores de este libro hemos visto que Efesios 5:21 y Santiago 1:5 concluyen una sección e inician otra. [Nota de la traductora: Esto explica la diferencia en la división de párrafos entre la New International Version y la Nueva Versión Internacional, que incluye el vs. 6 en el primer párrafo, y provee una alternativa válida para la división en el estudio de éste pasaje.] 12

La palabra “misericordias” también podría estar en plural sencillamente porque el lenguaje del versículo evoca patrones hebreos, y el término hebreo para misericordia es plural. 13

Ver James Kugel, The Idea of Biblical Poetry (New Haven: Yale University Press, 1981), 1-58, esp. 1-12. Para más información en cuanto a la poesía bíblica, ver Robert Alter, The Art of Biblical Poetry (New York: Basic Books, 1985); David L. Peterson y Kent Harold Richards, Interpreting Biblical Poetry (Minneapolis: Fortress Press ), 1992. 14

Kugel, The Idea of Biblical Poetry, 11. El siguiente versículo (26:10) introduce explícitamente el tema del comportamiento aleatorio, fortaleciendo la probabilidad de esta interpretación. 15 16

Ibid., 58.

Ver Robert Stein, The Method and Message of Jesus (Philadelphia: Westminster Press, 1978), 27-32. Las categorías de Stein básicamente siguen el esquema que Kugel rechaza. No obstante, Stein demuestra la frecuencia del paralelismo en las enseñanzas de Jesús.

7 RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS ___________________________________________________________

Gallinas de mediana edad y otros problemas Un día, cuando sentí un especial aprecio por todo lo que mi esposa había hecho por mí, decidí demostrarle mi gratitud cocinando para ella una cena gourmet sorpresa. Hojeando su libro de cocina favorito, buscaba algo que se viera y sonara impresionante, hasta que el encabezado “Coq au Vin,” atrajo mi atención. El título en francés me impresionó y noté que sólo me faltaban uno o dos ingredientes. Pero, ¿a qué sabría? Oportunamente, el libro daba una descripción al final de la receta: “Un platillo maravillosamente robusto, lleno de sabores amigables en una rica salsa oscura — y una buena manera de usar una gallina de mediana edad”. Esto me dejo preguntándome, ¿qué es un sabor amigable? ¿Cómo puede alguien saber si el pollo en el congelador es de edad mediana, especialmente cuando ya no está vivo? Para entender la receta y después tomar una decisión informada acerca de ella, tenía que resolver estos dos problemas. (Como te podrás imaginar, aquella noche cenamos afuera.) Para principiantes, leer la Biblia es como leer un libro de recetas o un manual sobre el mantenimiento de aviones. Desde el principio se sienten vagamente incómodos, fuera de lugar. Y si encuentran varias frases y conceptos complejos, pueden estar en peligro de perder el mensaje por completo. Al no saber cómo proceder, quizás quieran rendirse. Los cristianos experimentados también encuentran incógnitas. Mientras que los lectores maduros probablemente puedan captar el punto principal, es posible que pasen por alto el enfoque preciso o algún punto secundario significativo. Para estudiar la Biblia de forma efectiva, debemos aprender a reconocer y resolver los problemas que encontramos cuando leemos un texto. Reconocemos los problemas al leer despacio y cuidadosamente, tomándonos el tiempo para hacer una pausa, y reflexionar sobre cualquier cosa que no entendamos. Este capítulo define un problema como cualquier término, frase, concepto, costumbre, o enseñanza que escapa de nuestra comprensión. Muchos problemas se solucionan con un conocimiento extenso del trasfondo histórico.1

Tipos de problemas Podemos distinguir tres tipos de problemas: 1. Problemas obvios. Estos incluyen lugares, nombres, palabras o costumbres de las que sabemos poco o nada. Los nombres de personas o lugares desconocidos, las frases o términos nuevos o inusuales, y las referencias a sucesos casi

olvidados son todos problemas típicos. Por ejemplo, cuando Moisés dice “No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah” (Dt. 6:16), tienes que saber qué pasó en Masah para entender el punto. Los capítulos tres y cuatro de Rut están llenos de problemas para un lector novato. ¿Por qué recoge Rut grano en el campo de otra persona? ¿Por qué se esperaba que Booz tuviera interés en casarse con Rut? ¿Por qué la persona que compra el terreno de Noemí adquiere una esposa como parte del trato? ¿Por qué discute Booz el asunto con diez ancianos en el portal de la ciudad? 2. Problemas de maestros. Quizá alguien sepa todas las respuestas a las preguntas sobre Rut. Pero los maestros todavía deben determinar si el grupo también las sabe. 3. Problemas ocultos. Los problemas también pueden incluir términos o frases que hemos encontrado anteriormente. Puede ser que tengamos una opinión o un recuerdo vago de la persona, asunto, término o la costumbre en cuestión. Pero si leemos despacio y honestamente, nos daremos cuenta de que en realidad sabemos muy poco al respecto. Por ejemplo, probablemente pensamos que entendemos lo que significa el término desierto. Pero, si éste se refiere a un lugar donde no hay agua, ¿cómo podían todo Jerusalén y Judea ir a ver a Juan en el desierto sin perecer? La respuesta es que un “desierto” bíblico es un área no poblada, y no necesariamente un área sin agua.

El más fundamental de los problemas Para reconocer y resolver los problemas, debemos estar conscientes de nuestras áreas de ignorancia. Por decirlo de forma paradójica, necesitamos saber lo que no sabemos. Aunque nunca podremos comprender del todo nuestros límites (¿Tendríamos que saber todo para poder hacerlo?), conocer la extensión de nuestra ignorancia es en sí un tipo de sabiduría. La clave está en leer despacio, considerando cada frase y preguntándose, “¿sé qué significa esto? ¿O tan solo recuerdo algo que pienso que oí de alguien en algún lugar hace mucho tiempo?” A menos que estemos leyendo varios capítulos de las Escrituras al mismo tiempo para obtener el panorama de un libro, no hay necesidad de apresurarnos a través de un pasaje. Esto no implica que nos revolquemos en un mar de ignorancia tan vasto que el escepticismo radical sea la mejor opción. Generaciones de eruditos han dado suficiente luz a la antigüedad para que podamos reconstruir lo esencial de las costumbres y lenguas antiguas. Por otro lado, el mensaje bíblico no es tan difícil e intrincado que tengamos necesidad constante de correr a los expertos. Aunque los maestros tienen su lugar, los autores de la Biblia presuponen que la comunidad del pacto puede comprender su mensaje. En otras palabras, cuando Pedro mismo dice que las cartas de Pablo contienen “algunas (cosas) difíciles de entender…” (2 Pe 3:16), debemos enfatizar la palabra “algunas.” Algunas cosas son difíciles de entender, pero es casi imposible que un creyente adulto malinterprete o tergiverse las verdades básicas de la Biblia.

Podemos comparar los problemas en la interpretación bíblica con enigmas en el trabajo de un detective. Al tratar de solucionar un crimen, los investigadores generalmente llegan a un punto donde saben quién lo hizo, aun cuando su evidencia no sea legalmente infalible. De igual forma, los cristianos pueden estar confiados en que entienden el punto principal, aún si no han resuelto cada problema en cada versículo. Los nuevos creyentes pueden trabajar en preguntas básicas. Si los cristianos maduros siguen estudiando, progresarán hacia áreas más avanzadas. Así que, si podemos reconocer y resolver los problemas más significativos, podremos encontrar el sentido del pasaje. Pero, ¿cómo reconocemos los problemas?

Identificación de problemas: Tres pasajes de ejemplo Podemos empezar leyendo un pasaje especialmente rico en problemas potenciales y haciendo una lista de ellos. Conforme lees el siguiente texto, enumera los problemas potenciales en una hoja, usando las categorías de problemas (1) obvios, (2) del maestro y (3) ocultos, antes de leer el siguiente párrafo del libro.

Hechos 13:1-3 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Tu lista de problemas obvios podría incluir estas preguntas objetivas. ¿Dónde está Antioquia? ¿Qué sabemos de la iglesia en ese lugar? ¿Qué sabemos acerca de los hombres Simón, Lucio y Manaén? ¿Es “Saulo” la misma persona que el apóstol Pablo?, y, si es así, ¿por qué tiene dos nombres? Preguntas teológicas obvias incluyen: ¿Cómo reveló el Espíritu que debían apartar a Bernabé y a Saulo? ¿Oyeron una voz con sus oídos? ¿Oyeron algo internamente? ¿Algunos de ellos o todos tuvieron una impresión potente al respecto? Los maestros tal vez querrán investigar el ayuno, la oración y el acto de imponer las manos. Casi todos los adultos tienen un conocimiento superficial de estas prácticas, pero buenos maestros quieren llevar su clase a un nivel más profundo. ¿Cómo ayunaron y oraron? ¿Bebieron líquidos o no? ¿Uno debe ayunar todo un día para que cuente, o puede uno ayunar sólo una parte del día? Si es así, ¿cuál es la diferencia entre ayunar y saltarse una comida o comer sólo un poco? ¿Qué significa la imposición de manos? ¿Es algo

formal, como la ordenación, o un acto de comunión? ¿Es sacramental? ¿Impartió poder espiritual verdadero para la misión, o fue simplemente un acto de bendición y aprobación? 2 Los problemas ocultos empiezan con algo que pensamos que sabemos. Entonces vemos un aspecto del texto que nos hace preguntarnos si nuestra confianza está bien fundamentada. En estos versículos, los profetas y maestros podrían ser un problema escondido. El texto es tan casual respecto a ellos que nos preguntamos qué tipo de profetas eran. ¿Eran profetas menores, como los hombres en las escuelas de los profetas con Samuel y Elías? ¿Son iguales todos los profetas? ¿Son iguales todos los maestros? ¿Pueden profetas y maestros ser muy parecidos? No es el momento de contestar todas las preguntas que hemos hecho, por valioso que ello pudiera ser. La tarea del momento es reconocer los problemas. Así que, sigamos con otro pasaje.

1 Samuel 17:1-10 Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim. También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos. Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. Este pasaje está lleno de preguntas de observación obvias, pero la mayoría de la gente primero quiere saber de Goliat. ¿Qué tan grande era? (2.97 m) ¿Cuánto pesaba su armadura? (la armadura que cubría su torso pesaba más de 56 kilos) ¿Cómo podía ser tan grande? Los Maestros podrían preguntar si su tamaño tenía relación con alguna actividad demoníaca, y si estaba relacionado de alguna forma – espiritualmente, no genéticamente, por supuesto – a los Nefilim [raza de gigantes] que vivieron antes del diluvio. ¿Era él una

figura satánica o solamente un guerrero enemigo? ¿Sabía que los israelitas declaraban ser el pueblo de Dios? ¿Fueron sus insultos más cortantes porque sabía que los israelitas despreciaban a los filisteos? Algunas personas encuentran interesantes las costumbres militares. ¿Cómo eran las líneas de batalla? ¿Qué hay detrás de la idea de dos héroes peleando? ¿Era una práctica común, o simplemente la propusieron los filisteos porque pensaban que tenían ventaja? ¿El ejército del perdedor realmente se sometería al ejército del ganador sólo porque un hombre hubiera derrotado al otro? El panorama militar y político podría ser nuestro juego de preguntas ocultas. ¿Quiénes eran exactamente los filisteos? ¿Qué tipo de desafío representaban para los israelitas? ¿Dónde estaban las ciudades que se mencionan en el capítulo? ¿Estaban en Filistea, en Israel, o en la frontera? (Estaban varios kilómetros al interior de Israel.) ¿Cómo eran? ¿Alguna de ellas tiene una importancia especial en la Biblia? (No.) ¿Tenían un valor estratégico? (Sí.) Si es así, ¿era esta una pequeña contienda en la frontera o una invasión mayor que amenazaba la integridad de Israel? (Posiblemente fue una invasión mayor.) Las respuestas cortas que has estado leyendo entre paréntesis vienen todas del trabajo de detective con mapas, diccionarios y enciclopedias, todos los cuales son herramientas que vas a aprender a usar. Para comenzar, lee un texto más, plantea sus problemas, resuelve algunos de ellos y observa como la investigación trae a la vida el pasaje. Haz una pausa y enumera algunos problemas de este pasaje antes de leer la siguiente sección de este capítulo. Entonces verás qué tan útil puede ser investigar las cosas por ti mismo.

Mateo 18:21-35 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A este, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.

Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, lo entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que debía. Así también mi Padre Celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas. Hay docenas de problemas obvios en esta parábola. ¿Por qué ofrece Pedro perdonar a su hermano precisamente siete veces? ¿Por qué algunas versiones dicen que Jesús respondió: setenta y siete veces, mientras que otras dicen setenta veces siete? (Respuesta: El griego es ambiguo.) ¿Es muy importante saber si quería decir setenta y siete veces o setenta veces siete? (Respuesta: No muy importante. Podríamos perdonar siete veces con autodisciplina, pero después de siete, o explotamos o el perdón se convierte en una forma de vida en nosotros antes de que contemos hasta setenta y siete, y mucho antes de llegar a setenta veces siete.) El destino final del primer siervo y su comportamiento también nos dejan perplejos. El hecho de que podía ser vendido implica que era más como un esclavo. Pero, por otro lado, ¿qué tipo de siervo es éste, que maneja tanto dinero y acumula deudas tan enormes? ¿Cuánto dinero está involucrado en la historia? ¿Por qué es tan duro el primer siervo con su compañero? ¿Por qué es encarcelado y torturado al final? ¿Está creando Jesús una historia fantástica, o nos hace falta conocimiento sobre algunas costumbres cruciales del día? Los maestros pueden interesarse en todos estos problemas, pero también podrían explorar el simbolismo de la parábola. ¿A quiénes representan los personajes? ¿Por qué crea Jesús un rey misericordioso y un siervo ingrato y cruel? El fin del siervo que no perdonó hace surgir una pregunta escondida - ¿Es esta una parábola de gracia, o trata fundamentalmente las raíces y consecuencias de un espíritu que no perdona?

¿Cómo resolver problemas? Hasta ahora, hemos enfocado nuestra atención en los problemas que se atienen a los hechos.  Principio 1: Los lectores pueden resolver la mayoría de los problemas objetivos usando diccionarios bíblicos y enciclopedias. El apéndice E proporciona una lista de libros recomendados para formar una biblioteca de calidad en el hogar. La mayoría de las enciclopedias y los diccionarios bíblicos son fáciles de usar. Si no puedes encontrar un artículo sobre el tema que buscas, consulta el índice. La información que buscas sobre las espadas puede estar contenida bajo el título “Guerra”; Los leones pueden aparecer en un artículo acerca de la “Flora y Fauna” o “Plantas y Animales de la Biblia.” Los artículos por lo general proveen más información de la que necesitas. Muchos artículos largos enumeran su contenido al principio. La mayoría

de ellos tratan primero lo referente al Antiguo Testamento y después avanzan a lo del Nuevo. Hojea el artículo hasta que encuentres lo que necesitas, ya que sólo unos cuantos puntos se aplicarán específicamente a tu problema. No trates de saturar de conocimiento enciclopédico tu lección; selecciona lo que realmente ilumina el asunto en cuestión. Por supuesto, las enciclopedias no cubrirán todas las cuestiones, pero los buenos comentarios también explican muchas preguntas objetivas. Si un enunciado teológico te confunde, busca el asunto relevante en un manual de teología. Si un personaje en una narración hace algo que te sorprende, trata de reconstruir la razón detrás de aquella acción dentro de la historia misma (vea cap. 5). Ahora podemos poner estos principios en práctica en Mateo 18, comentando solamente dos de los problemas más complejos, las cantidades de dinero y la naturaleza de la servidumbre. Antes de seguir leyendo, quizás quieras tratar de resolverlos por ti mismo. Si es así, busca ambos términos, “siervo” y “esclavo” (o “esclavitud”), ya que los dos estaban estrechamente relacionados. Para el tema del dinero, quizás encontrarás artículos separados sobre el talento y el denario, o pueden aparecer bajo “dinero” o “pesos y medidas”. Pero, abrochen sus cinturones; se viene una turbulencia.

El talento y el denario Tanto en el inglés como en el español modernos se usa el término talento para describir capacidades y habilidades dadas por Dios. Pero en los tiempos del Nuevo Testamento el talento era una unidad de dinero o un peso de metales preciosos. Las Biblias de estudio y los comentarios varían en cuanto a los cálculos aproximados del valor de un talento, y por esto difieren bastante con respecto al valor de los diez mil talentos de Mateo 18:21-35. Las notas en diferentes Biblias también varían al sugerir que diez mil talentos es igual a “millones de dólares,” “millones y millones de dólares,” o “alrededor de $10,000,000 dólares de contenido en plata, pero de un valor mucho mayor en cuanto a su poder adquisitivo.” Dos versiones de la Biblia en inglés del año 1970 hicieron completamente a un lado el término talento y lo sustituyeron por “diez millones de dólares” en un caso y “veinte millones de dólares” en el otro. Los comentaristas también leen estas sumas en forma diferente. Daniel Patte casualmente asegura que la deuda “equivalía a millones de dólares.”3 Leon Morris, después de observar que un talento es “una gran cantidad de dinero,” llama a la deuda “una vasta suma,” pero no va más allá.4 Josefo asegura que el ingreso total de impuestos de Palestina era de 8,000 talentos, con Judea contribuyendo 600 talentos al año, lo cual indica el tamaño enorme de la deuda.5 De hecho, los números son tan elevados que por lo menos un comentarista crítico especula que Mateo infló los números que Jesús usó en la parábola original.6 Pero Duncan Derret cree que los números y la historia tienen sentido si el siervo es un jefe de impuestos regionales.7 O, quizás, ya que diez mil era el número más grande de uso común en la antigüedad, podemos redondear la deuda, y llamarla “un billón de dólares” o “un billón de libras”* y dejarlo así.8 Pheme Perkins dice, “varios miles de millones” y

Nota de la traductora:

sugiere que la historia apela a la imaginación popular sobre los “reyes fabulosamente ricos del oriente.”9 Craig Blomberg, citando a Perkins, sugiere que el número se tambalea sobre la línea fronteriza entre la realidad y la fantasía.10 El denario presenta un enigma menor, pero genuino. Las notas en los márgenes de las traducciones bíblicas al inglés puede que digan que el denario vale dieciocho centavos de dólar (KJV), veinticinco centavos de dólar (Berkeley), o unos cuantos dólares (NIV). Los comentarios y obras de referencia están todos de acuerdo en que un denario era el salario de un día para un peón, algo comparable a un salario mínimo. Por lo tanto, la deuda del segundo siervo es el salario de cien días ―una cantidad mucho menor que la deuda del primer siervo, pero aun así, una deuda sustanciosa. Todo esto hace una verdadera diferencia en la interpretación de la parábola. Una deuda de diez mil dólares, aunque muy abultada, es comprensible y quizás se podría pagar. Una deuda de mil millones de dólares, por otra parte, va casi más allá de la imaginación o de la posibilidad de pagarla. ¿Cuál expresa mejor el concepto de nuestra gran deuda ante Dios y su asombrosa misericordia? ¿Qué número expresa mejor la deuda del segundo siervo? ¿Dieciocho dólares o el salario de cien días? Al llegar a este punto, uno podría decir, “Esto es muy complejo; hasta los expertos están divididos en sus opiniones. ¿Quién soy yo para meterme en este lío? Pero es mucho mejor decidir, “necesito investigar esto. Quizás existan algunos hechos básicos que todo el mundo está interpretando en forma diferente. Quizás una o dos malas interpretaciones son la causa de todo el problema.” He aquí, entonces, lo básico. Tanto factores antiguos como modernos causan que varíe el cálculo aproximado del valor del talento y denario. En primer lugar, el talento era una medida de peso, que variaba entre veintiséis y treinta y seis kilogramos, dependiendo del lugar y de la época. Aunque el talento era comúnmente un peso de monedas de plata, también podía ser un peso de oro o de cobre. En segundo lugar, la inflación complica todo, ya que el valor de los metales preciosos y de otros tipos de dinero sigue cambiando. Cuando las notas de estudio de una Biblia fijan el valor de un denario entre dieciocho y veinticinco centavos de dólar, tenemos que preguntar, “¿dieciocho centavos en qué época, en la de Inglaterra bajo los reyes Tudores? ¿En la que los exploradores pioneros llegaban a asentarse en la zona fronteriza de Estados Unidos? ¿En la Gran Depresión? ¿En el año 2000? Desafortunadamente, muchas guías de estudio sencillamente repiten valores del pasado distante mientras que la inflación sigue su curso.  Principio 2: Después de reunir la información sin procesar, el maestro debe expresarla de tal manera que transmita algo a la gente común. Con dinero, la mejor manera de evaluar y comunicar los datos sobre monedas y metales es pensar en términos de poder adquisitivo. La mejor forma de medirlo ―y comunicarlo― es el tiempo que tomó ganarse la moneda. Todos están de acuerdo en que un *

Aunque 1 billion (U.S.) se traduce al español como mil millones, el redondear libremente al número más grande de uso común hoy en día nos lleva a pensar en un billón, mas que en mil millones. Sin embargo, más adelante cuando se expresan cantidades específicas que buscan hacer comparaciones aproximadas a la realidad, se ha respetado la traducción apropiada de mil millones.

jornalero ordinario ganaba un denario al día. Así que el siervo malvado en la parábola tenía cierta razón para estar molesto con su compañero. Aquella deuda de cien denarios igualaba el salario de cien días, ¡No eran sólo unos cuantos dólares! Pero, por el otro lado, aquella deuda se vuelve insignificante en comparación con la cantidad debida al rey, ya que tomaba casi veinte años para que un peón llegara a ganar un talento. Si un talento iguala a veinte años de salario, entonces ¡La deuda del siervo con el rey por diez mil talentos llegaba a un total del salario de doscientos mil años!11 Fijar un equivalente en moneda actual es difícil, porque los sistemas y estándares económicos antiguos y modernos son muy diferentes. Sin embargo, para satisfacer al curioso, si ponemos el salario de un año en diez mil dólares, el valor de la deuda es de dos mil millones de dólares, un número enorme y redondeado, como los diez mil talentos. El número de mil millones refuerza la lección principal de la historia: el siervo debió haber perdonado, porque se le había perdonado muchísimo más.

Esclavos y siervos El segundo problema tiene que ver con los siervos en el pasaje. Ya que el primer siervo podía ser vendido, debe haber sido un esclavo. Pero, ¿cómo podría un esclavo adquirir tal deuda? La esclavitud era diferente en el mundo antiguo. Los esclavos no tenían libertad para ir y venir como querían, o para casarse, y tenían pocos derechos legales. Sin embargo, no eran segregados por raza, lenguaje o ropa, como en Estados Unidos. Ellos podían recibir salario, tener propiedades (hasta sus propios esclavos) y tomar casi cualquier tipo de trabajo. Muchos se convertían en esclavos al ser capturados en una guerra, al contraer demasiadas deudas o por nacimiento. Pero unos cuantos se vendían a sí mismos como esclavos para obtener seguridad o recibir una educación a expensas de su dueño. Ciertas posiciones altas, como la tesorería de una ciudad, tenían que ser ocupadas por esclavos. Algunos personajes prominentes fueron esclavos, y nuestro siervo que se rehusó a perdonar parece ser uno de ellos. Así que, la historia de Jesús tiene sentido, aun si es algo extravagante ―como a menudo es el caso de muchas parábolas.12 Estos dos estudios, por sí solos, no descubren el enfoque de Mateo 18: 21-35. Pero son un paso vital en el proceso de exégesis. En algunas ocasiones, la exposición es esencialmente un ejercicio de resolución de problemas, como en el caso de Eliseo maldiciendo a los muchachos de Betel (ver el capítulo 2). Sin embargo, la mayor parte del tiempo, el resolver problemas es solamente un paso en el proceso de interpretación bíblica; un paso importante, pero limitado en su alcance. La resolución de problemas tiene una destreza hermana, el desarrollo de temas, el cual estudiaremos en el siguiente capítulo. Ambas constituyen dos poderosas herramientas en el taller del estudio bíblico.

Resumen La resolución de Problemas es la tercera fase de nuestro plan de exégesis (CAPTAR), que sigue al Contexto y Análisis y precede a Temas, Aplicación y Reflexión. La resolución de problemas comienza cuando reconocemos la amplitud de nuestra

ignorancia. Descubrimos los problemas cuando leemos despacio, preguntando constantemente, “¿entiendo qué significa esto?” Hay tres tipos de problemas. Los problemas obvios incluyen lugares, nombres, palabras, o costumbres de los cuales sabemos poco o nada. Los maestros buscan problemas de una manera diferente; y preguntan cosas que posiblemente sus alumnos no puedan entender. Los problemas ocultos se esconden en el campo de un viejo y vago conocimiento a medias. Resolver problemas muchas veces implica la investigación de cosas un tanto familiares. Ordinariamente, debemos buscar ayuda en libros de referencia para resolver nuestros problemas y así mejorar nuestra enseñanza.

Ejercicios Enumera todos los problemas que puedas encontrar en los siguientes pasajes. Puedes categorizarlos como obvios, ocultos, o para maestros. ¿Cuáles te parecen más importantes para poder entender el pasaje? Resuelve algunos en cada pasaje. 1. Enumera los problemas en Mateo 10:1-16 por párrafo (vs. 1-4, 5-10, y 11-16). ¿Cuáles parecen ser los más importantes? Resuelve unos cuantos, usando un diccionario bíblico o una enciclopedia. Sugerencia de un problema sencillo: ¿Qué significa la referencia a Sodoma y Gomorra? Y uno más difícil: ¿Por qué Jesús prohibió a los discípulos ir a los gentiles? 2. Para un pasaje rico del Antiguo Testamento, ver 1 Samuel 24 o Génesis 15:1-19. Aun después de consultar pacto y sacrificio, probablemente necesites un comentario para poder entender completamente Génesis 15. 3. Para un texto del Nuevo Testamento que tiene pocos problemas obvios, intenta Romanos 8:1-4 o 12:1-2. ____________________ Notas 1

Para detectar problemas, necesitamos la habilidad de observación (cap. 2). Para resolverlos, con frecuencia necesitaremos conocer el contexto histórico del pasaje (cap. 4). 2

Comprueba tu capacidad de descubrir preguntas comparándolas con el contenido de un comentario confiable. Probablemente pasarás por alto algunas cuestiones importantes y el comentario probablemente se saltará algunas de tus buenas preguntas. Un buen comentario algo popular sobre Hechos es I.H. Marshall, Acts (Grand Rapids: Eerdmans, 1980). Un comentario respetable en el campo académico es F.F. Bruce, Hechos de los Apóstoles, Introducción, Comentario y Notas (Buenos Aires – Grand Rapids: Nueva Creación, 1998). No es necesario empezar a adquirir comentarios todavía. Pídelos prestados ocasionalmente hasta que puedas reconocer uno bueno.

3

Daniel Patte, The Gospel According to Matthew: A Structural Commentary on Matthew´s Faith (Philadelphia: Fortress, 1987), 257. 4

Leon Morris, The Gospel According to Matthew (Grand Rapids: Eerdmans, 1992), 473.

5

Josefo, Antigüedades, 17.318-20.

6

W.D. Davies y Dale C. Allison, The Gospel According to Matthew (Edinburgh: T. & T. Clark, 1991), 2:79598. 7

Duncan Derrett, Law in the New Testament (Londres: Darton, Longman & Todd,; 1970), 34-37. Joachim Jeremias cree que Mateo exageró los números pero que la audiencia original hubiera podido pensar en un sátrapa regional encargado de los impuestos. Vea Jeremías, The Parables of Jesus, 2a. ed. (New York: Scribners, 1963), 28, 210. 8

Para dólares, ver Morris, Gospel According to Matthew, 473, n. 71; para libras, ver David Hill, The Gospel of Matthew (London: Oliphants, 1972), 278. 9

Pheme Perkins, Hearing the Parables of Jesus (New York: Paulist Press, 1981), 123-24.

10

Craig Blomberg, Interpreting the Parables (Downers Grove, ILL.: InterVarsity Press, 1990), 241-42.

11

E. M. Cook, “Weights and Measures,” en The International Standard Bible Encyclopedia, ed. Geoffrey W. Bromiley, ed. rev. (Grand Rapids: Eerdmans, 1979-88), 4:1046-55; H. W. Perkin, “Money,” en The International Standard Bible Encyclopedia 3:402-09. The International Standard Bible Encyclopedia puede ser la mejor fuente del tipo de información citada aquí. El valor de un denario, el peso de un talento y otra información factual similar se puede encontrar en cualquier buen libro de referencia o comentario. 12

Muchas fuentes describen cómo era la esclavitud en la época bíblica. Ver Wayne Meeks, The First Urban Christians: The Social World of the Apostle Paul (New Haven: Yale University Press, 1983), 20-22, 63-64; S. S. Bartchy, “Slavery,” en The International Standard Bible Encyclopedia, 4:539-46.

8 DESARROLLO DE TEMAS ___________________________________________________________

La pregunta del millón de dólares La pregunta “¿qué harías por un millón de dólares?” fue impuesta a mi comunidad en 1994. Anuncios que promovían la lotería del estado inundaron los medios locales. Vendedores sonrientes forzaban sus micrófonos en la cara de actores y ciudadanos comunes, preguntando, “¿qué harías por un millón de dólares?” Un octogenario decrépito ofreció besar a una tortuga, una bella joven prometió rasurar su cabeza, etcétera. Pero la pregunta perdió su inocencia cuando dejó los anuncios publicitarios para entrar a los encabezados de los noticieros. Oficiales de la CIA habían arrestado a Aldrich y Rosario Ames por traicionar a su nación con la antigua Unión Soviética por dos millones de dólares. La propaganda de la lotería y los ansiosos analistas de noticias estaban yuxtapuestos: ¿qué haría un hombre o una mujer por un millón de dólares? La seducción de las apuestas y otros planes para enriquecerse rápidamente iban en ascenso, y el tiempo parecía oportuno para un estudio sobre los temas del dinero y la avaricia. Hasta ahora, hemos considerado los principios para el estudio bíblico inductivo. Pero con frecuencia los maestros de la Biblia quieren estudiar un tema. El impulso podría venir de un acontecimiento reciente, de las sacudidas de la vida diaria, o de la lectura misma de las Escrituras. Los maestros sabios usan cualquier oportunidad para dirigirse a las necesidades del momento, y hacerlo con un público interesado. 1. Temas candentes en la cultura. Los maestros acertadamente sacan algunos estudios temáticos de los encabezados del noticiero. Los sucesos de actualidad provocarán interés por asuntos importantes, como lo muestra el escándalo de los espías. 2. Preguntas personales. Las peticiones de estudios temáticos también surgen de la experiencia personal. Una esposa abandonada quizás pida un estudio acerca del divorcio y el casarse de nuevo. Un afro-americano quizá pida un estudio acerca de la dignidad. Cualquier experiencia, desde el nacimiento de un niño hasta la aparición de una enfermedad, desde el desempleo hasta una bendición inesperada, puede sugerir un estudio temático. 3. Temas candentes en la iglesia. La iglesia también tiene preguntas que requieren respuestas completas. Un pastor renuncia a su posición o llega el tiempo de nominar oficiales en la iglesia. ¿Cuáles son los requisitos para el liderazgo cristiano? Quizás llegue un músico invitado, dispuesto a acompañarse con… una guitarra eléctrica. ¿Qué dice la Biblia en cuanto a instrumentos musicales y estilos de alabanza y adoración?

4. Temas de temporada. La Navidad y Semana Santa proporcionan excelentes oportunidades para mensajes acerca de la persona y obra de Cristo, estudios que quizá la gente consideraría demasiado densos en otras épocas del año. 5. Preguntas provocadas por la propia Escritura. La lectura de la Biblia también estimula las preguntas. En estudios bíblicos donde toda pregunta genuina está permitida, los participantes van a interrumpir diciendo: “Sabes, siempre me he preguntado acerca de ese versículo. ¿Podríamos hacer una pausa y hablar de ello un momento?” Es posible que la gente quiera saber más acerca del tema de un pasaje, pero con mayor frecuencia es algo incidental o secundario lo que le llama la atención. Aun los temas conocidos pueden generar preguntas, especialmente si la sabiduría convencional no puede dar sentido al texto. O el texto puede estar tratando un tema que la iglesia ha ignorado erradamente.

Resumen e ilustración del origen de los estudios temáticos 1. ‘Temas candentes en la cultura: las apuestas, la lotería, las huelgas, guerras entre los géneros, ética sexual. 2. Preguntas personales: nacimiento y muerte; prosperidad y tragedia; y la búsqueda de amor y dignidad. 3. Temas candentes en la iglesia: requisitos para el liderazgo, estilos de alabanza. 4. Temas de temporada: Navidad, Semana Santa, Día del Amor y la Amistad, Día de las Madres, Día del Padre. 5. Preguntas provocadas la propia Escritura: ¿Se salvan las mujeres por tener hijos? Así que, los estudios temáticos surgen cuando alguien le hace una pregunta a la Biblia o cuando la Biblia provoca una pregunta. Las preguntas pueden brotar de un encabezado, una experiencia personal, una prueba en la iglesia o un acertijo en la Biblia. Los maestros sabios ven oportunidades para dar estudios temáticos útiles desde varias semanas antes, y se preparan. Los estudios temáticos son importantes porque preparan a los cristianos a pelear donde la batalla arrecia, a tomar una posición firme frente a las controversias del momento. Por otro lado, debemos proclamar todo el consejo de Dios, y no simplemente correr de un debate al siguiente. Debemos estar dispuestos a tratar cada tema bíblico, aún cuando parezca irrelevante para el momento.

Presentación temas y estudio de palabras ¿Cómo podemos entonces desarrollar estudios temáticos efectivos que quiten la confusión y satisfagan las necesidades actuales? El análisis empieza con la pregunta, “¿qué dice la Biblia respecto a este asunto?” El asunto puede ser la hipocresía, el divorcio, los ángeles, la justicia, el sufrimiento, o cualquier cosa.  Principio 1: Aún cuando se examina un tema que se extienda a lo largo de toda la Biblia, es sabio partir por un texto central y de allí pasar a los otros.

Ejemplo: el dinero Ya que el dinero es un asunto de actualidad, así como bíblico, empezaremos por ahí, usando Mateo 6:19-24 como nuestro texto central. No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón... Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas [o Mamón]. Partiendo por este pasaje, necesitamos descubrir lo que enseña la Biblia en su totalidad acerca del dinero.  Principio 2: Al preparar estudios temáticos, es vital distinguir entre el concepto y el término o términos bíblicos que lo describen. En el caso del dinero, tenemos que distinguir entre el concepto de dinero y las palabras usadas para describirlo, como riquezas, tesoros, Mamón y dinero. Por supuesto, los estudios de palabras y de temas están relacionados. Hablamos de temas con palabras, y usamos palabras para expresar conceptos. Aún así, el estudio de las palabras es un asunto más estrecho. Pensando que son la misma cosa, alguien podría buscar dinero en una concordancia en español y pasar por alto otros términos importantes. U otra persona podría atorarse en docenas de referencias irrelevantes a compras y colecciones. Podría aprender que el término para dinero en Mateo 6 es “Mamón” (en algunas traducciones) (Griego: mamonas), y entonces encontraría que aquella palabra se usa únicamente cuatro veces en el

Nuevo Testamento. Como resultado, podría llegar a la conclusión de que la Biblia dice poco acerca del aspecto espiritual del dinero. Entonces ¿cuál es la diferencia entre la palabra dinero y el concepto del dinero? Hablando estrictamente, el dinero no es nada más que el medio aceptable de pago e intercambio económico, desde una moneda de oro hasta la tarjeta de crédito doradas. Pero el concepto de dinero en Mateo 6 es otro asunto. Éste abarca al concepto del dinero como tesoro, como el objeto de nuestro afecto, como una fuente de poder y prestigio, y como el objeto de la sugerente pregunta, “¿qué harías por un millón de dólares?” Así que, el estudio de éste concepto implicaría la búsqueda de referencias del amor al dinero y del dinero como una mujer seductora, como Babilonia (Ap. 18), y como una alternativa a Dios. Este concepto sólo concuerda parcialmente con el término dinero. Por lo tanto, un recorrido por la concordancia no sería suficiente; necesitamos otros métodos para localizar textos que describan el amor al dinero o el dinero como un dios falso. Dinero

Tema

Dinero

Palabra

Cómo desarrollar un tema  Principio 3: El desarrollo de un tema tiene dos etapas, la búsqueda de información y la síntesis de esa información. En la búsqueda, recabamos tanto del testimonio bíblico como sea posible. En la síntesis, tratamos de resumir la enseñanza bíblica y mostrar su coherencia. Este proceso se puede dividir en seis pasos, cuatro de los cuales se enfocan en la búsqueda y dos en la síntesis. (Sin embargo, toma en cuenta que inconscientemente ejecutamos ambas tareas todo el tiempo.) Paso 1: Haz más preguntas. Las declaraciones llenas de significado de Jesús sobre los tesoros en Mateo provocan preguntas más específicas. Si nos mantenemos alerta a las respuestas, esto agudizará nuestro enfoque. Podríamos preguntar: 

¿En qué sentido el dinero, una mera herramienta de comercio, se hace rival del Señor del universo?



¿Acepto la dicotomía, “No podéis servir a Dios y a las riquezas”? Después de todo, si estoy del lado de Dios y Él está de mi lado, ¿no es probable que me bendiga tanto económica como espiritualmente?



¿Qué enseña el resto de la Biblia acerca del dinero? ¿Hay otros pasajes que traten la tendencia del dinero a convertirse en un dios? ¿Explican cómo es que esto sucede, y cómo romper su control?



¿Qué piensa Dios de mis posesiones, mi manera de gastar el dinero, mis ahorros, y mis sueños financieros?

Paso 2: Haz una lluvia de ideas. Ahora, pasa 15 minutos con una hoja en blanco. Anota las cosas más importantes que ya sabes acerca del dinero. Haz memoria de todo, desde tus lecturas más recientes hasta tus recuerdos más antiguos. Si el tema es el dinero como un dios, he aquí algunas ideas que quizás tengas. 

El joven rico rehusó vender sus posesiones y darlas a los pobres cuando Jesús hizo de ello una condición para el discipulado. Por otro lado, Pedro, Santiago, Juan y Andrés dejaron atrás sus barcos para la pesca y sus ingresos cuando siguieron a Jesús. Y Zaqueo dio la mitad de sus posesiones a los pobres cuando Jesús lo visitó en su casa.



Cuando Dios bendecía a un hombre en el Antiguo Testamento, con frecuencia éste se hacía rico, como lo muestran Abraham, Jacob, José, Job, David, Salomón, Josafat, Josías y otros. Así que el dinero no siempre se ve como una amenaza.



Jesús les dijo a algunas personas que dejaran todo para seguirle, y Él mismo no tenía donde reclinar su cabeza. Sin embargo, tenía seguidores ricos, como José de Arimatea, quien conservó algunos de sus bienes.



Proverbios 30:8-9 considera a la riqueza como un peligro: “No me des pobreza ni riqueza,” dice, “Mantenme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.”



1 Timoteo 6:9 también nos advierte del amor al dinero. “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero.” Sin embargo, Pablo recomienda el contentamiento y el gozarse de las riquezas.

Si notaste que la palabra dinero se encuentra muy poco en las citas mencionadas arriba, podrás ver por qué es sabio tener una lluvia de ideas al comenzar. La mente hace conexiones que desafían a las concordancias y a las búsquedas en la computadora; si simplemente buscáramos el término dinero, las perderíamos. Como ejemplo, considera la ocasión en que Jesús demostró su humilde amor lavando los pies de los discípulos. Ya que

Juan nunca usa las palabras amor o humildad, un estudio de estas palabras nunca nos llevaría a Juan 13. Por lo tanto, empieza con una lluvia de ideas. Paso 3: Usa referencias cruzadas para encontrar pasajes relacionados. Los editores han diseñado las referencias cruzadas para guiar al lector de un texto a otros que traten el mismo tema o usen las mismas palabras. En el mejor de los casos, apuntarán a textos con similitudes tanto verbales como conceptuales. En ocasiones mencionarán pasajes contrastantes, como Santiago 2 y Gálatas 3. Y en el peor de los casos, nos llevarán a textos que compartan la misma palabra, pero no el mismo significado. Las Biblias con referencias en cadena dirigen a los lectores a docenas de pasajes sobre miles de temas. Las referencias cruzadas para Mateo 6:24 incluirán a Lucas 16:13, que es virtualmente un texto idéntico. Por eso, la referencia a Lucas 16:13 añade poco en sí misma, no obstante concluye con una discusión más larga y muy diferente sobre el dinero. Algunas notas bíblicas hacen referencia a Lucas 14:26, y la necesidad de los discípulos de dejar a sus familias. Las notas de la Biblia de Referencia Thompson con versículos en cadena temática para Mateo 6:24 se refieren a seis cadenas temáticas, etiquetadas como: “Tibieza,” “No se debe ser neutral,” “Doble ánimo,” “Indecisión,” “Servicio no dividido,” y “Mundanalidad.” De éstos, sólo la cadena de mundanalidad produce un paralelo útil (Santiago 4:4). Con todo, las notas de la Biblia Thompson sobre Mateo 6:19-21 sugieren docenas de versículos reveladores sobre las riquezas terrenales y espirituales.1 Algunas Biblias tienen mejores sistemas de referencias cruzadas que otras. Evita aquellas que comúnmente recomienden textos con una similitud al tuyo únicamente superficial. Prueba varias citas antes de decidirte por una. Paso 4: Revisa la concordancia. Para un estudio sencillo, los pasos del uno al tres probablemente proveerán todo lo que necesitas. Pero, para un análisis completo, necesitas saber cómo usar una concordancia. Las concordancias completas, ya sea en libros o software, te permiten localizar cada uso del término en cualquier edición o traducción de la Biblia en particular. (Hay concordancias en hebreo y griego, así como para varias traducciones, como la Reina Valera o la NVI.) El hecho de que las concordancias sean tan completas es tanto su fortaleza como su debilidad. En primer lugar, al suplir (aparentemente) todos los datos, ¡muchas veces proveen demasiada información! Por lo tanto, ya que pueden saturarte con más de lo que quieres saber, debes saber cómo usar una concordancia eficazmente.  Principio 4: Lee la concordancia de manera cautelosa, intensiva, selectiva, y general, de acuerdo a las familias de libros. Lee intensivamente. Cuando una concordancia te lleva a un paralelo prometedor, lee el versículo en su propio contexto en la Biblia, para evitar sacarlo de contexto. Lee selectivamente. Si tu palabra es común, y ocurre docenas de veces en la Biblia, no trates de buscar cada pasaje. La palabra dinero aparece más de 130 veces in la NIV. Un

vistazo rápido de las frases en la concordancia te mostrará que la mayor parte tiene muy poco en común con Mateo 6:24. Por lo tanto, echa un vistazo a la concordancia, buscando textos familiares y genuinamente informativos. Lee ampliamente. Busca más que la palabra original en cuestión. Para aprender acerca del dinero como un dios falso, investiga palabras relacionadas como riquezas y posesiones. Asimismo, si quieres aprender sobre perseverar y la perseverancia, examina también soportar y paciencia, especialmente porque perseverar no es un término común. Los sinónimos ofrecen otra ventaja. Si podemos identificar las palabras relacionadas que no usó el autor, podríamos descubrir el significado preciso que él buscaba expresar. Hay una brecha entre anunciar y declarar, entre ternura y compasión, entre asesinar y matar, entre poder y autoridad, entre compromiso y negociación. Entender la diferencia entre términos relacionados nos ayuda a descubrir los matices del autor. Por tanto, ya que el hebreo, el arameo, y el griego ―los lenguajes de Palestina en el tiempo de Jesús― tenían otros términos comunes para la propiedad y el dinero, con justa razón nos podemos preguntar por qué Jesús lo llamó “tesoro” y “Mamón.” La palabra tesoro no sugiere propiedad simplemente, sino algo apreciado por el dueño. Mamón, un término arameo relativamente raro, se refería a posesiones que tuvieran un valor monetario. Pero el término con frecuencia tenía connotaciones negativas, asociadas con ganancias deshonestas. Algunos expertos creen que Jesús escogió la palabra Mamón por su origen en el verbo arameo aman o el verbo hebreo amen. Ambos expresan una noción de confianza, y podrían ser usados para describir una declaración o una persona digna de confianza. (A propósito, la idea tras nuestra costumbre de terminar nuestras oraciones con “amén,” es que estamos declarando que estas peticiones transmiten fidedignamente nuestros compromisos y deseos.) Al añadir una m a amen, el verbo se convierte en un sustantivo que significa “aquello en lo que uno confía” ―¡un nombre bastante ingenioso para el dinero cuando éste funciona como el rival de Dios!2 Conoce las familias de libros dentro de la Biblia. La lectura selectiva implica que no necesitas recopilar cada versículo sobre dinero. Puedes leer solamente las incidencias de dinero en Mateo, o en los cuatro Evangelios, ya que es probable que allí encuentres los paralelos más cercanos. Este atajo funciona en toda la Biblia. Primero, busca todas las incidencias de tu palabra en el libro en que aparece tu texto principal. En segundo lugar, examina los usos en la familia de libros que más directamente se relaciona con tu texto. Para hacer esto eficazmente, necesitas conocer las familias dentro de la Biblia. Aquí hay una agrupación común y útil: Los Libros de Moisés: Génesis a Deuteronomio Los Libros Históricos: Josué a Ester Los Libros Sapienciales: Job a Cantar de los Cantares Los Libros Proféticos: Isaías a Malaquías Los Evangelios: Mateo a Juan Historia: Hechos Epístolas: Romanos a Judas Apocalipsis

Sin embargo, las relaciones entre los diversos libros de la Biblia son más complejas que lo que esta sencilla lista indica. Por ejemplo, Josué continúa los temas que aparecen de Génesis a Deuteronomio. La historia del Antiguo Testamento se divide lógicamente en los libros escritos aparentemente antes o durante el exilio (Josué a Reyes) y los que fueron escritos después del regreso (Crónicas a Ester). Las cartas de Pablo forman un grupo natural dentro de las epístolas del Nuevo Testamento. Algunos libros pertenecen a más de una familia. Los cuatro Evangelios van juntos, pero el evangelio de Juan también pertenece a una familia junto con las cartas de Juan y Apocalipsis. Lucas y Hechos forman una pareja porque Lucas escribió ambos libros. Mateo, Marcos y Lucas pintan retratos muy similares de la vida de Cristo. Ezequiel, Daniel, Zacarías y Apocalipsis tienen algunas visiones, símbolos y temas muy similares. El mismo profeta escribió Jeremías y Lamentaciones. Dentro de las cartas de Pablo, I y II a Timoteo y Tito deben estar juntas, ya que las tres fueron escritas a líderes cristianos individualmente. Un manual o diccionario bíblico puede dirigirte a otras categorías útiles. Cuidado con la concordancia. Los estudios de palabras pueden llegar a ser contraproducentes si consumen tanto tiempo que excluyen otros estudios. Las unidades básicas de significado en la Biblia y en todo lenguaje son el enunciado y el párrafo, no la palabra por sí sola. Podemos olvidar esto en medio de un estudio exhaustivo de una palabra. Algunos maestros se entusiasman demasiado con el estudio de palabras y dejan a su auditorio enterrado bajo una avalancha de información sobre un solo término. Estudios de palabras demasiado entusiastas pueden caer en un error conocido como transferencia total ilegítima, esto es, una tendencia a verter varios posibles significados de una palabra en un solo uso de ella.3 Para ilustrarlo, imagínate que estás aprendiendo inglés y llegas a la palabra post en la oración “The ambassador was reluctant to take up his new post in Albania” [El embajador estaba renuente a tomar su nuevo “post” en Albania]. Al abrir tu diccionario, aprendes que un “post” (para crear una lista parcial) puede ser (1) un pedazo de madera o metal fijado en una posición vertical, (2) la punta de metal de un arete, (3) el lugar donde un soldado está asignado, (4) un oficio, deber o posición a la cual alguien está designado, o (5) una posición ofensiva en un equipo de básquetbol. Ahora, sabemos que sería absurdo pensar que el embajador estaba renuente a ir a Albania porque lo forzarían a usar aretes y a sujetar verticalmente pedazos de madera mientras jugaba básquetbol con los soldados. Sin embargo, la gente comete el mismo error cuando dice que la palabra griega parakaleo significa “consolar, animar, exhortar y llamar a alguien a tu lado.” Hacemos algo parecido cuando encontramos toda una teología del discipulado en un solo uso del término seguir. Evita la tentación de atribuir varios significados de una palabra a una sola incidencia de ella. Entre los significados posibles, determina aquel que sea más apropiado a tu oración en su contexto e ignora los demás. Paso 5: Para el estudio profundo, lee un artículo en un diccionario o enciclopedia bíblicos. De página en página y de peso en peso, no hay nada más valioso para un estudiante serio que un diccionario o una enciclopedia bíblicos. En los artículos más extensos sobre temas como la ley, el pecado, la encarnación y la redención, los expertos condensan meses de investigación, o hasta la esencia de libros enteros, en pocos miles de palabras. Los artículos

más cortos recopilan información esencial en algunos cientos de palabras. La mayoría de los artículos sugieren otras lecturas. Cualquier enciclopedia respetable tendrá por lo menos un artículo sobre el dinero y las riquezas. Paso 6: Como paso final, consulta un manual de teología bíblica o sistemática. Los pasos anteriores deben haber generado una gran cantidad de información. No siempre será fácil ver cómo la coherencia entre las variadas enseñanzas de la Escritura. Por ejemplo, encontramos que las enseñanzas acerca del divorcio en Nehemías y Mateo son algo diferentes. Y hay un duro contraste entre las descripciones del estado en Romanos 13 y en Apocalipsis. También hay tensión entre la costumbre de Jesús de asociarse con cobradores de impuestos y pecadores y el mandato para el pueblo de Dios de salir y apartarse de los pecadores. No existe una fórmula rápida para resolver estas cuestiones. Más que nada, necesitamos llenar nuestra mente de principios bíblicos y usarlos para probar todas las cosas. Si es necesario, aquí podemos volvernos a la teología sistemática. Ésta nos permite recoger la cosecha escrita de una mente que se ha llenado de pensamientos bíblicos. Las mejores teologías sistemáticas presentan los elementos esenciales de la verdad bíblica en forma temática. Algunas presentarán la historia del pensamiento cristiano o debatirán sobre un tema antes de presentar sus propias conclusiones. Otras empiezan con una declaración en un credo, o un texto bíblico crucial y parten de allí. Otras enfatizan el desarrollo de temas, de Génesis a Apocalipsis. Esto te permite ver cómo se desarrollan los conceptos bíblicos, ya sea en forma creciente, por la adición de verdades en armonía, o dialécticamente, cuando las ideas se presentan en tensión.4 Sea cual fuere el método que escojan, las mejores teologías muestran cómo se desarrollan las ideas. Quizás las teologías sistemáticas no tengan una sección especial sobre el dinero, pero una búsqueda en los índices probablemente mostrará alguna mención de dinero o riqueza, quizás bajo los encabezados de creación o discipulado.

 Principio 5: Conoce los tiempos. Si bien la verdad nunca cambia, las perversiones de ella transmutan constantemente. Ideas rivales y estilos de vida alternativos brotan como malas hierbas. Para saber cómo refutar y prevenir el error, los maestros eficaces escuchan a su cultura. Por supuesto, a nuestra cultura le cuesta esconder su punto de vista con respecto al dinero. Ya sea que vivamos en un suburbio adinerado, donde los profesionales se esfuerzan por obtener más riquezas, o en un pueblito pequeño o sección de la ciudad en donde nunca parece haber suficiente, pareciera que todos creen que el dinero soluciona prácticamente todos los problemas. Eso es precisamente lo que Jesús tenía en mente cuando advirtió a sus discípulos que no hicieran su tesoro en la tierra ―cuando declaró que “no puedes servir a Dios y al Dinero.” En nuestra sociedad, el dios Dinero simplemente ofrece solucionar nuestros problemas. El Dinero es una deidad modesta, de ninguna forma el tipo de dios que

demanda lealtad exclusiva. Está satisfecho con incienso y unos cuantos días santos ―¡no hay necesidad de arrodillarnos frente a él! El Dinero es un dios politeísta; solamente quiere un lugar en el panteón* ―un panteón que tenga lugar para otras cuantas deidades más, como el estatus, el poder, el placer, la comodidad, la reputación y la camaradería. En nuestra cultura, el Dinero hasta permite que sus adoradores sean “cristianos.” Ya sea que los posibles orígenes del término Mamón discutidos anteriormente tengan alguna validez o no, la gente con frecuencia se refiere al Dinero como una deidad en la que puede confiar.5 ¿Cómo se le llama comúnmente a nuestras inversiones? ¡Seguridad financiera! ¿Y a nuestro plan nacional de jubilación? ¡Seguro social! Hasta a veces decimos que los fideicomisos son “fondos de confianza”, como si debiésemos confiar en ellos y ellos pudieran darnos seguridad. Los planes de seguros así como los de ahorros con frecuencia tienen el mismo fin. Como discípulos sabemos que solamente el Señor puede darnos seguridad, sin embargo a veces la buscamos tanto en Mamón como en Dios. Nuestra sociedad vuelve al Dinero en un dios de otras formas. Le damos un nombre divino: el Dólar Todopoderoso. Nos sentimos sobrecogidos ante el Dinero y lo reverenciamos en silencio. ¿Cuál es la tienda más silenciosa en un centro comercial? ¡La joyería! ¿Cuál es el lugar más silencioso del museo? ¡La sala donde se exhiben piedras preciosas! Como un dios, el Dinero también intenta doblegar todo hacia sus valores. Todo lo reduce a compra y venta, al valor y las ganancias ―incluso a las personas. Dice que la gente puede ser comprada y vendida. Obviamente, los esclavos tienen un precio. Pero, como dice el dicho, todo mundo tiene un precio. Como un dios, el Dinero también trata de juzgar al mundo. Cuando el Dinero pregunta “¿y él, cuánto vale?”, quiere decir, “¿Cuánto dinero y bienes tiene él?” Pero el lenguaje sugiere que el valor de una persona y sus recursos están estrechamente ligados. Así que un vistazo a la cultura nos confirma la sabiduría de Jesús. El Dinero era un rival de Dios en su día, y sigue siéndolo ahora. Mientras más clara sea la perspectiva del problema en nuestra cultura, más fácil será aplicar nuestro estudio del dinero al mismo de forma eficaz.

Leer con los ojos abiertos Hasta ahora hemos discutido métodos para los temas que traemos a la Biblia. Sin embargo, también surgen temas conforme leemos las Escrituras. Cuando leí el Evangelio de Lucas con mis hijos, ellos hacían por lo menos una pregunta temática cada noche: ¿Cómo supieron los demonios quién era Jesús? ¿Por qué pidió Jesús a sus discípulos que dejaran todo para seguirle? ¿Cómo podía Jesús leer los pensamientos de la gente? ¿Por qué el propio pueblo de Jesús no creyó en él? Los niños pueden encontrar temas sin esfuerzo, pero los adultos hemos sido forzados a frenar la curiosidad sin límite de la juventud para poder cumplir con nuestro trabajo. Con el tiempo, es posible que hasta olvidemos cómo hacer

Nota de la traductora: * Se refiere a un templo de la antigüedad dedicado a todos los dioses. [La segunda parte de la oración hace innecesaria esta nota (N. del revisor)]

preguntas. Así que, ¿cómo podemos entrenarnos para identificar temas importantes? A continuación algunas pautas: 1. Algunos temas se repiten casi en cada pasaje. Cada texto dice algo acerca de naturaleza de Dios y de la humanidad. Todos tratan nuestra condición caída y remedio de Dios para este problema. Así que, siempre busca respuestas a pregunta, “¿qué nos enseña este pasaje acerca de Dios, la humanidad y redención?”

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2. Los temas a menudo empiezan con un problema. En el capítulo anterior, hicimos una lista de los problemas en Hechos 13:1-3 que necesitaban respuestas concretas. ¿Dónde estaba Antioquia? ¿Cómo era la ciudad? Pero al poco tiempo nos comenzamos a preguntar por qué la iglesia en Antioquia llegó a ser la primera en mandar misioneros a los gentiles. ¿Cómo empezó la iglesia? ¿Quiénes eran los profetas mencionados en el versículo 1? ¿Revelan algo sus nombres acerca de la congregación a la que pertenecían? Las respuestas a estas preguntas nos llevan al tema del crecimiento de la iglesia y el evangelismo. Nuevamente, la pregunta “¿de qué forma reveló a todos el Espíritu Santo que deberían apartar a Bernabé y Saulo?” puede llevarnos al tema, “¿cómo se comunica Dios con el hombre?” El texto también menciona el ayuno, la oración y la imposición de manos ―todos temas muy valiosos. La última cuestión podría llevarnos a un estudio sobre la ordenación― un término escaso, pero un concepto significativo. 3. Algunos temas surgen solamente cuando leemos porciones extensas de las Escrituras. Si leemos todo Génesis en una semana, por ejemplo, estamos listos para ver ciertos temas. Notamos que el Señor se relaciona con su pueblo, desde Adán hasta José, por medio de los pactos y promesas que hace con ellos y sus descendientes. También vemos que el Señor providencialmente garantiza sus promesas a pesar de las amenazas por doquier: dos patriarcas no tienen hijos por mucho tiempo, un tercero inicialmente desprecia el pacto, y un cuarto es vendido como esclavo. 4. Algunos temas surgen al volver a leer. En Lucas uno puede pasar por alto la costumbre de Jesús de asociarse con parias, porque esto se menciona sólo ocasionalmente y carece de un vocabulario especial. Sin embargo, en su primer sermón, Jesús declaró que había venido a predicar las Buenas Nuevas a los pobres y oprimidos (4:18). Al poco tiempo hizo eso precisamente al ministrar a los leprosos, a endemoniados, y a mujeres con enfermedades inmundas (Lucas 5:12-16; 8:26-39, 40-56). Jesús se acercó públicamente a los rechazados morales de la sociedad. Un cobrador de impuestos llegó a ser uno de los doce, y Jesús se invitó a la casa de un jefe de los recaudadores de impuestos, Zaqueo, a quien convirtió en un modelo de arrepentimiento y salvación (5:27-32; 19:1-10). Reprendió a los Fariseos por no invitar a los pobres, lisiados, ciegos y cojos a sus fiestas (14:12-14), y entonces narró una historia acerca de un rey con características divinas que invitó a gente como aquella de todo el país a su banquete (14:15-24). Jesús no era dueño de una casa, así que no podía seguir su propio consejo de hacer fiestas para los rechazados, mas hizo lo más cercano, yendo a sus fiestas y comiendo con ellos (15:1-2; 19:5-

7).6 Aparte de pasar tiempo con estas personas, Jesús las bendijo. Aún en la cruz, por ejemplo, se acercó a un absoluto paria, el ladrón ejecutado a su lado, y lo bendijo (23:40-43). Estos puntos sugieren que el amor de Dios hacia los marginados está muy cerca del corazón del evangelio.7 Si es así, ¿por qué los púlpitos y atriles descuidan este punto? Quizás el exclusivismo es para los adultos lo que la falta de respeto es a los adolescentes ―casi invisible para aquellos que lo practican. No podemos ver que menospreciamos a personas de otros estratos sociales, porque pensamos que es digno de loor el saludar a nuestros amigos, y dar la bienvenida a visitantes que se parecen a nosotros. O quizás la razón sea que la bienvenida a los parias adorna la periferia del texto, pero nunca ocupa el centro. ¿Cómo podemos escapar de nuestro culpable descuido? En primer lugar, si en realidad practicáramos lo poco que sabemos, avanzaríamos grandemente en nuestra consciencia de la situación. En segundo lugar, los maestros de la iglesia deben reconocer que el tema de dar la bienvenida a los rechazados se extiende a lo largo de toda la Biblia. Debemos saber que Dios recibe a los pecadores, y que nosotros debemos hacerlo también.

Conclusión Siguiendo al Contexto, Análisis, y Problemas, este capítulo presentó la cuarta parte del plan del método CAPTAR, Temas. Solamente nos falta estudiar Aplicación y Reflexión. Hasta ahora, hemos leído un texto muy de cerca. En este capítulo enfatizamos la destreza de leer buscando una amplia selección de conexiones teológicas. Los buenos maestros desarrollarán temas si el asunto es importante en su cultura o en la comunidad cristiana, o si surge repetidamente en la Biblia. Para poder hacerlo bien, necesitas relajarte un poco. Las herramientas para el estudio temático incluyen referencias cruzadas, concordancias, enciclopedias y diccionarios bíblicos, y teologías, pero no vas a poder producir un buen estudio temático simplemente escudriñando palabras clave o consultando fuentes de información. Debes conocer las Escrituras, conocer a la gente, conocer los tiempos, y arriesgarte un poco para reunirlos de manera creativa.

Ejercicios 1. Haz una lista de los temas que vale la pena desarrollar, que surjan de algunos pasajes que hemos estudiado, como Mateo 18:21-35, I Samuel 17, y Romanos 12:1-2. 2. Estudia un tema de interés que parezca no tener un texto específico. Por ejemplo,

a. ¿Qué se debe hacer si un jefe o patrón manda a su empleado a hacer algo que es éticamente “gris” –no inmoral ni ilegal, pero sí lejos de lo ideal? b. ¿Qué enseña la Biblia como un todo acerca del medio ambiente? ¿Y acerca del proceso de envejecimiento? ____________________ Notas 1

Biblia de Referencia Thompson con Versículos en Cadena Temática, Versión Reina Valera 1960 (Miami: Kirk Bride Bible Company, Inc y Editorial Vida, 1987), 920. 2

Colin Brown, “mamonas,” en Dictionary of New Testament Theology, ed. Colin Brown (Grand Rapids: Zondervan, 1967-71), 2:837. 3

James Barr, The Semantics of Biblical Literature (Oxford: Oxford University Press, 1961), 218 ss.; Moisés Silva, Biblical Words and Their Meaning (Grand Rapids: Zondervan, 1983), 22-32. 4

A veces llamada “teología bíblica.” Este método examina especialmente la manera en que la verdad bíblica se desarrolla en las diferentes eras de la historia redentora. La obra de un evangélico en este campo, quien hizo época, es Geerhardus Vos, Biblical Theology: Old and New Testaments (Grand Rapids: Eerdmans, 1948). 5

Este párrafo lo debemos a Jacques Ellul, Money and Power (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1984), 9-33, 73-93. 6

En tiempos bíblicos, el compartir la comida con alguien indicaba un grado de amistad o intimidad mucho más fuerte que en la actualidad. 7

Por el contrario, la auto-justificación, la característica que definía a la élite de los religiosos de Israel, lo destierra a uno del reino. Ver Mark Alan Powell, “Religious Leaders in Luke: A Literary-Critical Study,” Journal of Biblical Literature 109 (Spring 1990): 93-110, esp. 95-99; Jack Dean Kingsbury, Conflict in Luke: Jesus, Authorities, and Disciples (Minneapolis: Fortress, 1991), 23, 82-83.

9 EL RETO DE LA APLICACIÓN ___________________________________________________________

¿No necesitan aplicación los patos? En una templada mañana dominical, en la tierra de los patos, todos los patos se despertaron, se acicalaron las plumas, y caminaron balanceándose hasta la iglesia. Al encontrar sus respectivas bancas se acuclillaron, y el Pastor pato se dirigió al púlpito meneándose vigorosamente. Abriendo la Biblia de los patos, empezó a leer acerca del gran regalo de Dios para los patos: las alas. “Con las alas,” pontificó el pato predicador, “ustedes patos pueden volar. Pueden remontar los aires como águilas y elevarse hasta los cielos. Pueden conocer la libertad fuera de las cercas y corrales. Deben darle gracias a Dios por un don tan grande como las alas.” Todos los patos en la congregación asintieron efusivamente, gritando “¡Amén!” Y entonces, todos caminaron meneándose de regreso a casa.1 Esta parábola de los patos ilustra algunos de los desafíos en la aplicación de la Escritura. El pastor pato fue demasiado cognitivo, apelando únicamente a la mente de los patos. Los instó a agradecer a Dios por las alas, pero no a usarlas. O quizás sus propias deficiencias ―él también se balanceó hacia la iglesia― lo cegaron a la aplicación correcta. Sería vergonzoso que un pato que no sabe volar anime a otros a hacerlo, y más vergonzoso verlos hacer lo que él no podía o no estaba dispuesto a hacer. Así que, el pastor pato le facilitó a su congregación el descuido de la aplicación. En realidad, probablemente haya más nudos y rompecabezas en la aplicación que en cualquier otro aspecto de la interpretación bíblica. Tanto liberales como conservadores, protestantes y católicos, fieles maestros de Biblia y maestros agnósticos de literatura, todos ellos están de acuerdo en que la interpretación válida de los textos depende de las habilidades descritas en los capítulos anteriores. Están de acuerdo, en gran medida, en los procedimientos de la exégesis.2 Pero surgen diferencias cuando tratamos de establecer nuestras obligaciones morales y espirituales.3 Primero, ¿quién aplica las Escrituras? ¿Dios, el lector, o el maestro? Segundo, ¿cómo se lleva a cabo la aplicación? ¿Podemos dejársela al testimonio interno del Espíritu? ¿O es el resultado de un esfuerzo intensivo y de introspección? Si llegamos a la Escritura con un corazón dispuesto, ¿surgirán desde el interior las aplicaciones correctas? Tercero, ¿cuál es la meta principal de la aplicación? ¿Mayor felicidad humana? ¿Decisiones éticas correctas? ¿La formación del carácter? ¿Comunión con Dios? Algunos críticos niegan que los textos antiguos puedan tener autoridad moral absoluta en la sociedad moderna. Insisten que una obra “compuesta en una época y cultura antigua tiene su significado en aquella época y cultura, pero en las nuestras puede tener un significado diferente o, ciertamente podría no tener ningún significado en absoluto.”4 James Gustafson dice que la Biblia informa a nuestros ideales, juicios morales, motivos y metas, pero que hay demasiados factores en una evaluación moral, y demasiados temas

divergentes en la propia Escritura, como para que un hecho bíblico específico determine una decisión moral.5 Los críticos han dudado especialmente que los pasajes históricos de la Biblia puedan tener autoridad moral. Ellos preguntan si podemos estar seguros de que los sucesos reportados realmente sucedieron. Si no, ¿cómo pueden tener autoridad moral?6 Además, ¿cómo puede la historia antigua guiar el comportamiento moderno? Los críticos afirman con toda razón que las culturas cambian y que el proceso de la toma de decisiones es complejo. Pero el cambio y la complejidad de ninguna manera minan la autoridad de la Escritura. Solamente muestran que necesitamos ser meticulosos cuando aplicamos las Escrituras a nuevas situaciones. Puede ser que los lineamientos básicos de una conducta recta nunca cambien, pero sí lo harán los ataques contra ella. Cuando prolifera la confusión y las marañas del pecado se vuelven densas, no se disolverán con la estocada de un solitario texto base. Sin comprometer ni una jota de la autoridad bíblica, podemos decir que el discernimiento moral no es un asunto sencillo. El celo simplista ejerce presión por un lado y las preguntas espinosas por el otro, pero los eruditos evangélicos han prestado poca atención teórica a la tarea de aplicar la Biblia.7 Aún así, la necesidad ciertamente existe, ya que con demasiada frecuencia los maestros cristianos evitan las cuestiones difíciles y se limitan a repetir aplicaciones añejas, subjetivas, vagas e irrelevantes. Por lo tanto, examinemos dos enfoques incorrectos a la aplicación, demos respuesta a ellos y propongamos un programa positivo.

Tres perspectivas de la aplicación Perspectiva 1. Deja que fluya Esta perspectiva considera que la aplicación es fácil; que fluye de nuestra espiritualidad personal. Según este punto de vista, la aplicación depende de la vida espiritual privada de los maestros y predicadores, por un lado, y de sus oyentes cristianos, por el otro. La aplicación es un asunto subjetivo y personal. Los maestros y predicadores se preparan para aplicar los textos meditando en ellos conforme los estudian. Al profundizar en las Escrituras, alguna verdad sobre el temor o el dominio propio, por ejemplo, hace eco muy dentro de ellos. Ellos piensan, “sí, es verdad; necesito desafiar mis temores; necesito controlar mis apetitos.” Por consiguiente aplican el pasaje a ellos mismos, y sólo medio conscientes de lo que están haciendo. Para algunos pastores, la mayoría de las aplicaciones cuando menos empiezan con esta experiencia subjetiva. Después se preguntan, “¿Soy yo el único que lucha con esto, o es algo universal?” Un pastor expresó esta idea diciendo: “En todos mis sermones, me predico a mí mismo; y la congregación sólo escucha.”8 Llevada a su conclusión extrema, la perspectiva de la “espiritualidad personal” ve la reflexión teórica sobre la aplicación como algo superfluo. Si el orador oye fielmente el texto, sabrá qué decir. Si un predicador tiene en mente a su congregación conforme prepara su sermón, “lo que sabe sobre ellos sugerirá ideas y asociaciones inesperadas.”9 Por lo tanto, desde el punto de vista del orador, la aplicación ocurre sin un esfuerzo especial. El usar métodos de aplicación es rechazar la vida espiritual propia a cambio de una fastidiosa

preocupación sobre la metodología. Según esta opinión, la aplicación es mejor cuando se contagia que cuando se enseña. Los estudiantes y novatos la aprenden observando a predicadores sabios hablar desde el corazón. Conforme ellos son atraídos a los pastores que proclaman sin temor lo que obviamente han aprendido en la escuela de la vida, la escuela del alma, aprenderán a hacer lo mismo. Este punto de vista contiene ideas tanto loables como cuestionables. Es verdad que una devoción servil a los métodos anula nuestro deleite espontáneo en la Palabra de Dios. Es cierto que debemos dar lugar a la voz de Dios en la interpretación bíblica; ciertamente los maestros no necesitan dar ocho pasos antes de oír al Maestro. Demasiado método puede excluir a Dios del estudio. Pero, no seamos ingenuos. Aquellos que meditan silenciosamente en la Palabra oyen otras voces, no solamente los susurros del Señor, y algunas de ellas no son tan confiables. Las experiencias recientes tendrán mucho peso en aquellos que meditan sin estructura. ¿Qué libros están leyendo? ¿Qué males de la sociedad han notado? ¿Qué personas atribuladas han entrado a sus oficinas? ¿Qué canciones han estado cantando? ¿Y qué pasa si estas experiencias recientes tienen poco que ver con el texto? Además, no nos atrevemos a pasar por alto el papel del corazón humano corrompido en el proceso de la aplicación. ¿Cuáles son los deseos y sueños frustrados del maestro? ¿Quién lo ha ofendido y de qué forma? ¿Qué desearía que sus oidores hicieran por él? Algunos líderes pueden encontrar, en una variedad amplia de textos, evidencia de que sus metas y sus programas son exactamente la voluntad de Dios para ellos o su iglesia. En suma, la meditación libre tiene pocos salvaguardias contra las infecciones de un corazón engañoso.

Perspectiva 2. Deja que Dios lo haga Según la perspectiva 2, ya que la aplicación es problemática, es mejor dejársela a Dios. La aplicación que realmente produce una decisión por Dios es obra de la gracia soberana. Estamos demasiado ciegos a nuestras propias transigencias, demasiado dedicados a nuestros propios planes, y demasiado ignorantes de las necesidades reales de los demás para aplicar la Palabra de Dios con éxito. Es difícil para el hombre “ser fiel al texto y también veraz a la vida en la era presente.” Por lo tanto, debemos dejarle la aplicación a Dios, pues la verdadera aplicación es, como dijo Kart Barth, el resultado de un “encuentro directo entre el hombre y Dios.”10 Algunos le dejan la aplicación a Dios por una razón diferente. Tienen miedo de que si nos tomamos la tarea de decidir cómo debemos actuar, entraremos en un vórtice que nos arrastrará a las profundidades del abismo del legalismo. Pronuncia una sola palabra respecto a guardar el Día del Señor, por ejemplo, y dentro de poco tendrás al fariseísmo tocando a la puerta. Se imaginan que cualquier intento de prescribir algún comportamiento pronto se centrará en las obras y anulará el evangelio. Otros alegan que la Biblia presenta principios para la vida, no leyes. La aplicación precisa traiciona al espíritu de la vida cristiana, y canjea la libertad del creyente por reglitas quisquillosas. Algunos partidarios del movimiento de la teología bíblica evitan la aplicación por otra razón. Con un saludable énfasis en el pacto de Dios y su soberana obra redentora en la

historia, se oponen al uso moralista de la Biblia. De acuerdo con esta escuela, la meta del maestro al enseñar la historia de Abraham o Salomón no es mostrarnos qué pecados evitar y qué buenas obras emular. Los maestros no deben ofrecer lecciones morales sobre lo que Dios recompensa o castiga, porque la Escritura es la auto-revelación de Dios, dada para que la gente sea movida a la fe. Dios es el “protagonista” en cada historia. La Biblia es la autorevelación de Dios, dada para que Él y su pueblo puedan “intercambiar el amor más profundo de sus corazones.” Por lo tanto, “debemos poner a Dios en el centro” de cada historia. Sin embargo, si hablamos del amor de María o de Juan por Jesús, o el odio de Judas, no debemos enfocarnos en María o en Judas, sino en “Aquel que despertó tal amor... [y] originó tan grande odio.” Enfatizar el rol de María y Judas como ejemplos de amor a ser imitado y de pecado a evitar es, según esta escuela, desviarse del evangelio a una religión centrada en el hombre.11 Aquí, una vez más tenemos que evaluar los méritos y desméritos. La perspectiva de “déjaselo a Dios” apunta correctamente a la capacidad inherente de la Palabra para tocar nuestras vidas y mantenerse perpetuamente contemporánea, mucho más allá de nuestros esfuerzos de hacerla relevante. Este punto de vista también conoce los límites del predicador. Oradores elocuentes pueden persuadir a las personas a cambiar su comportamiento, dar dinero, o inscribirse en un programa. Pero ningún orador, trabajando por sí sólo, puede cambiar el corazón humano (2 Co. 4:1-7). El Dios Trino es quien aplica la Escritura. Vi esto no hace mucho tiempo cuando alguien se me acercó y dijo, “no puedo olvidar algo que dijiste en un sermón hace unas semanas… He estado pensando en ello constantemente.” El visitante pausó, titubeando por la emoción. “¿Sí?, ¿y qué fue lo que dije?” pregunté, tratando de ayudarle. Pero su contestación me dejó pasmado: “Dijiste que tendemos a esperar que alguien note cuando hacemos algo noble, y esperamos que de alguna forma seamos recompensados por ello. Y de repente me di cuenta de que yo hago justamente eso casi todo el tiempo. Siempre estoy esperando que me recompensen por mis buenas obras.” Me sentí complacido al ver que mi visitante estaba lidiando con un asunto importante, pero también desconcertado, porque no me acordaba de haber dicho tal cosa ―por lo menos no en esa conferencia. El visitante, percibiendo mi perplejidad, persistía, describiendo mis declaraciones con mucho mayor detalle, añadiendo que lo recordaba muy vívidamente. Después de mucho, se me ocurrió la explicación. Sí, por un momento, en un punto menor y tangencial, en una acotación no planeada, lo dije. Dios había preparado a nuestro oyente, por lo que sólo se requirieron unas cuantas palabras para alcanzarlo. La aplicación es verdaderamente la obra de Dios. Sin embargo, debemos trabajar en la aplicación. En primer lugar, debemos hacer algo para terminar con la percepción común de que la Biblia es irrelevante para los tiempos modernos. Aún los cristianos no logran darse cuenta de qué tiene que ver la Biblia con sus luchas económicas y el deterioro emocional en el hogar, o con las tentaciones y las presiones para transigir en el trabajo. Pareciera que la Biblia se queda muda ante los asuntos del día: interrogantes que surgen debido al cambio constante, la economía mundial, la tecnología médica y la pobreza crónica.

En segundo lugar, los pastores y los maestros se vuelven complacientes; caen en la rutina y se estancan allí. Semana tras semana animan a la gente a orar, a confiar en Dios, a observar la ley, a leer la Biblia, a evangelizar y a “mostrar su compromiso involucrándose.” Descansan en clichés y evitan las luchas reales, y las preguntas difíciles de la actualidad. Como diría John Stott, están demasiado cómodos en el mundo bíblico y demasiado incómodos con el mundo contemporáneo. Contribuyen a la aparente irrelevancia de la Escritura al crear puentes que desembocan en el aire, y que nunca conectan al mundo antiguo con el moderno.12

Perspectiva 3. Trabajemos en ello El punto de vista 3 reconoce que la aplicación sólida es difícil, y por lo tanto, merece nuestra mayor atención.13 Las dos secciones previas han mostrado que, si la aplicación es un don de Dios, es como el don del pan diario. Oramos por pan y esperamos en Dios, pero también tenemos que trabajar por él. Sin su provisión, los corazones “reciben” los sermones de la misma forma que las llamas “reciben” al papel. El Señor hace que las palabras alcancen su objetivo y vayan mucho más allá. Sin embargo, nuestra pereza y pasividad destruirán aplicaciones sólidas, por varias razones. 1. Para hacer una aplicación con excelencia, se necesita capacitación en exégesis ―las habilidades que este libro presenta. Los pastores y los estudiosos también necesitan dominar los idiomas bíblicos y un conocimiento extenso del mundo antiguo. Como la mayoría de las destrezas, esto es en gran medida algo amoral y abierto a todos.14 Los agnósticos con entrenamiento son intelectualmente capaces de comprender la Biblia ―hasta que llegan a la aplicación. 2. Para hacer una aplicación con excelencia, se necesita tener carácter. Un espíritu abnegado libera una empatía que ve las luchas ―tratadas en el texto― en toda la gente. El amor dice lo que debe decir, tierna pero claramente. La intrepidez observa con atención nuestra cultura, para que podamos enfrentarla como realmente es, y no como los guetos cristianos la imaginan. La osadía se arriesga a la crítica y al rechazo que enfrentan todos los que hablan con franqueza sobre asuntos reales. La paciencia escucha serenamente la historia de gente igual a nosotros, así como de gente completamente distinta a nosotros, sea joven o anciana, rica o pobre, sencilla o sabia, tranquila o quebrantada, para poder contarle la historia bíblica. La mansedumbre aplica cada texto a sí misma primero, ahuyentando así las indicaciones petulantes sobre cómo deben vivir los demás. La integridad provee consistencia entre la palabra proclamada y la palabra vivida, no sea que, por ejemplo, los excelentes sermones sobre el dominio propio sean destrozados por los bien conocidos berrinches del predicador. Además, las fallas morales obstaculizan la interpretación. No entendemos plenamente algunas cosas a menos que sepamos cómo aplicarlas.15 Un hombre no “entiende” su guía de “hágalo usted mismo” para reparaciones en casa si tiene todas las herramientas pero todavía no puede arreglar la llave del lavabo. Un juez no entiende la ley y los precedentes si no los puede aplicar a nuevos casos. De la misma manera, los maestros de la Biblia pretenderán tontamente entender la fidelidad si rompen sus promesas cada vez que éstas son

inconvenientes. Ellos pueden tratar asuntos que no han experimentado. Puede que la explicación de una persona soltera sobre el amor matrimonial sea poco profunda, pero no estará corrompida por la falta de experiencia. Lo mismo es cierto respecto a muchas situaciones (desempleo, cáncer, etc.) que los maestros quizás tengan que abordar. Pero el fracaso en ejercitar una virtud cristiana, cuando una prueba provee la oportunidad de usarla, es otro asunto. La persona que permanentemente falla en ser honesto o puro o generoso no sabe casi nada acerca del discernimiento y la resistencia necesarios para desarrollar aquellas virtudes. 3. Para hacer una aplicación con excelencia, uno debe estar preparado para todo tipo de oyentes reacios. Algunos son flojos. Los predicadores no pueden aventurarse simplemente a impartirles información, dijo Juan Calvino, sino que deben aplicar y amenazar, ya que “si dejamos a la elección de los hombres seguir lo que les es enseñado, nunca moverán un pie.” Por sí sola, la doctrina puede “no servir de nada,” a menos que esté acompañada de exhortaciones.16 Otros son escépticos; exigen aplicación o dejan de escuchar. Algunos cristianos vienen a la iglesia buscando mayormente estímulo intelectual. Ven a sus maestros como intérpretes espirituales. Olvidan que la meta de la exposición bíblica es el vivir cristianamente, no solamente pensar cristianamente. Olvidan que la fe sin obras es vana. De igual manera, la instrucción que no produce amor, misericordia, servicio y comunidad cristiana es vana y, en última instancia, carece de vida. 4. Para hacer una aplicación con excelencia, uno debe estar preparado para los oyentes entusiastas ―personas que quieren ser piadosas, pero que enfrentan preguntas desconcertantes. Como los soldados penitentes que se pararon ante Juan el Bautista, preguntándose cómo comprobar su arrepentimiento, los fieles vienen a su maestro preguntándose qué hacer. Quieren saber cómo amar a sus adolescentes, cómo responder a las presiones para transigir en el trabajo y mucho, mucho más. 5. Para hacer una aplicación con excelencia, hay que combinar las facultades aparentemente opuestas de disciplina e imaginación. La disciplina da un paso a la vez, perseverando en el estudio de un texto conocido, para que no se pierda nada de él. Desarrolla las varias fases de la aplicación. Plantea los principios de una vida piadosa y sugiere formas de cumplirlos. La imaginación salta de aquí para allá, conectando ideas de maneras inesperadas, trayendo una comprensión fresca al proceso de la aplicación. Por medio de la imaginación, el maestro localiza respuestas a preguntas que nunca surgen explícitamente en la Biblia. Encuentra conexiones oscuras entre las culturas bíblicas y las modernas. Olfatea las formas en que las personas pueden objetar a la verdad. Sabe que van a inclinarse ante la verdad, y después evadirla. Anticipa obstáculos a la obediencia e ingenia planes para esquivarlos. Ofrece sugerencias específicas a personas de buen corazón que quieren hacer lo correcto, pero no pueden distinguir el siguiente paso. Tomemos, por ejemplo, el tema del servicio. En un nivel, cada discípulo entiende lo que significa servir. Pero las personas están tan llenas de malos hábitos, malos ejemplos y egoísmo puro que no nos atreveríamos a dar por hecho que saben cómo servir. La imaginación reconoce la incongruencia del hombre que dice creer en el servicio pero actúa como un holgazán en casa y como visitante en la iglesia, y completa la tarea de la

aplicación sugiriendo lo qué debe significar el servicio para él, en detalle, con incidentes concretos. Dice algo como esto: Hombres, si quieren servir en casa, levántense y ayuden a recoger la mesa después de la próxima comida, en vez de buscar un pretexto para huir. Si hay abrigos en el piso, si la leche se está asoleando, o si hay toallas amontonadas en un rincón, pónganlas en su lugar, en vez de gritarle a tu esposa o hijos para que hagan algo al respecto. Limpien el auto antes de que el vestido de alguien se arruine. Cuando hayan terminado el quehacer, dejen que sea un secreto. En la iglesia, no eviten las tareas desagradables diciendo, “¡ese no es mi don!” Como un examen diagnóstico, pregúntese ¿cuándo fue la última vez que ayudé en el salón de cuna? O en general, “¿estoy haciendo algo por alguien de quien no obtenga nada ―ni salario, ni favores, ni alabanza?” Para recapitular, el primer principio de la aplicación es:  Principio 1: La aplicación es una fase de la enseñanza tanto difícil como necesaria, y no puede simplemente “dejarse a Dios.” La aplicación convincente depende de la destreza exegética, el carácter y la preparación para todo tipo de oyentes. La siguiente sección ilustra el reto de la aplicación en dos situaciones comunes. En la primera, la aplicación es clara, pero pocos cristianos la practican. En la segunda, consideramos una cuestión común, pero ajena al mundo bíblico.

Dos ilustraciones de la aplicación Caso 1: un texto sencillo En Mateo 18:15, Jesús abre una sección sobre la reconciliación diciendo, “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.”17 Aparentemente, nada podría ser más sencillo que aplicar este texto.18 Sin embargo, a juzgar por el comportamiento del cristiano, nos damos cuenta de que entender el texto y hacerle caso son dos cosas muy diferentes. Los cristianos frecuentemente actúan como si Jesús hubiera dicho, “Si tu hermano peca contra ti, retírate, enfurrúñate, quéjate y chismea.” Con frecuencia los pastores deben soportar conversaciones como ésta: El ofendido: “Mi dizque amigo se ha aprovechado de mí otra vez, y no sé qué hacer al

respecto. Estoy desesperado.” Pastor: “¿Qué te dijo cuando hablaste con él sobre esto?” Ofendido: “Bueno, no hablé con él al respecto. Pensé que no valía la pena hacerlo.” Pastor: “Pero Jesús dijo que la primera cosa que debes hacer es hablar con la persona que te

ha ofendido. Si no has hablado con él, ni siquiera deberíamos estar discutiéndolo ahora.”

Ofendido: “Pero nunca podría hablar con él.” Pastor: “¿Por qué no?”

(Las contestaciones varían: el ofensor es susceptible y delicado, ilógico, malo, intimidante, vengativo, etc.) ¿Cómo podemos explicar tales conversaciones? La raíz del problema no es la rebelión, sino el miedo. El miedo al rechazo, a causar una escena desagradable y a un contraataque, supera el deseo de obedecer. Un maestro sabio debe motivar a sus alumnos y abordar los posibles obstáculos a la obediencia. Para motivarlos, un maestro puede hacer la observación de que un verdadero amigo ama lo suficiente como para arriesgarse a lastimar los sentimientos de aquellos a quienes ama. Además, si alguien es un amigo, es posible que podamos idear una forma de confrontarlo sin perder su amistad. El principal obstáculo para obedecer las palabras de Jesús en Mateo 18:15, seguramente, es que aquel que señala un pecado rara vez recibe una bienvenida cordial. Los pastores pueden abordar este tema al resaltar la obligación implícita en el versículo 15. Cuando alguien viene a reprender nuestro pecado, debemos escuchar con cuidado y con gratitud. Debemos ser agradecidos, porque su presencia muestra que le importamos lo suficiente para dar este paso desagradable. Una vez más, debemos ser agradecidos porque no tenemos nada que perder de una reprimenda sincera. Si alguien nos acusa equivocadamente ―lo cual es una posibilidad genuina― no perdemos nada vital y podemos crecer al auto-examinarnos. Si somos reprendidos correctamente, tenemos la oportunidad de deshacernos del pecado. Por esto, la Escritura dice, “Corrige al sabio, y te amará” (Prov. 9:8).19 Aun una reprimenda maliciosa hace un daño limitado. Después de todo, conocemos la verdad, como también el Señor, y Él vindicará al justo. Como muchas aplicaciones, y muchas verdades de todo tipo, estos puntos son obvios, una vez que son expresados. Sin embargo, a causa de nuestra fragilidad y la complejidad de la vida, lo que debería ser evidente con frecuencia nos elude. Por esta razón, los maestros sabios enseñarán con gusto doctrina y ética básicas. Ellos “se atreven a ser aburridos.” Repetirán verdades antiguas y conocidas ―de formas frescas, por supuesto― con tanta frecuencia como la situación lo amerite.  Principio 2: La aplicación sólida a menudo consiste en reiterar verdades y eliminar obstáculos comunes a la obediencia.

Caso 2: una pregunta oscura Nuestro segundo caso aborda una pregunta que la Biblia nunca trata: ¿Cómo debe orar un creyente antes de una competencia deportiva? Los cristianos preguntan esto con frecuencia, pero, por varias razones, los maestros rara vez contestan. La pregunta tiene un vergonzoso olorcillo a interés personal. Sospechamos que quizás los deportes nos importan más de lo que deberían. Y no sabemos dónde buscar una respuesta. Los argumentos sensatos de ambos lados tienen más o menos el mismo peso. Por un lado, no, no podemos orar por nuestro triunfo. Orar por ello es egoísta, porque mi victoria es necesariamente la pérdida de otra persona. Por otro lado, sí podemos orar por la victoria, porque nuestro Padre

celestial quiere que pongamos delante de él todo lo que nos importa, y nos importan los deportes. El siguiente es un método para tratar preguntas oscuras: (1) Enuncia la pregunta con tanta precisión como sea posible. (2) Enuncia lo obvio, o ciertas partes claras de tu respuesta y úsalas como anclas o parámetros para el resto de tu reflexión. (3) Apóyate en tantos textos bíblicos como sea posible. (4) Si es imposible llegar a una respuesta con autoridad, no trates de forzarla. Sean cuales fueren los obstáculos, la pregunta es genuina y merece una respuesta. ¿Cómo deben orar los creyentes sobre los deportes? Obviamente, podemos orar que nadie se lastime o que nadie pierda los estribos. Y luego, ¿qué? ¿Podemos orar para que ganemos? Una oración apostólica (Fil. 1:9-11) contiene algunas pistas. Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. Notamos que este texto carece de cualquier petición por beneficios materiales, sean salud o prosperidad, buenos trabajos u hogares felices. Más bien, Pablo pide virtudes espirituales más amplias: amor, conocimiento, entendimiento, discernimiento y una vida intachable. El resto del libro muestra que los filipenses sí tenían necesidades concretas, pero Pablo declinó orar por las necesidades concretas y particulares.20 Quizás él razonó, “si Dios les concede las cosas grandes ―amor, discernimiento, y pureza― las dificultades más pequeñas se arreglarán solas.” El enfoque bíblico sobre beneficios espirituales parece descartar la petición ingenua, “querido Señor, permítenos ganar.” Sospecho que “querido Señor, déjanos jugar lo mejor que podamos” también tiene un elemento egoísta, ya que virtualmente está pidiendo un triunfo ―o, en el peor de los casos, una derrota digna. ¿Podemos entonces orar que nos esforcemos lo más que podamos? Esto parece mejor, ya que el esforzarnos con todo es una virtud. Sin embargo no le hace justicia a las peticiones centrales de Pablo, de amor, discernimiento, pureza y rectitud. ¿Cómo, entonces, mostramos discernimiento y amor en una competencia atlética? La pureza y rectitud requieren que juguemos según las reglas, aun cuando –―y esto puede ser atroz― nuestro oponente esté haciendo trampa. Sin importar qué deporte, el amor disipa “palabrotas”―lenguaje abusivo― y “golpes bajos”―dados con la intención de herir o provocar a un oponente. Necesitamos discernimiento para distinguir entre explotar una debilidad para derrotar a nuestros oponentes, y explotar una debilidad con el fin de humillarlos. Meditar en estas cualidades nos lleva a preguntarnos si hay otras virtudes cristianas que apliquen en forma particular a las competencias deportivas. El dominio propio y la honestidad vienen a la mente. Sin embargo, erraremos si simplemente hacemos una lista de los rasgos del carácter cristiano y oramos para que el atleta los produzca todos. Pedir que los futbolistas cristianos sean amables y gentiles (Ga. 5:22-23) es, por decir lo menos, una petición incompleta. Pasa por alto la naturaleza del fútbol, y en última instancia evita la cuestión que nos ocupa. El impulso para esta virtud, entonces, tiene que ser redirigido. En última instancia, en una competencia deportiva la meta es conducirnos en una manera digna de nuestro llamado, mientras nos divertimos y ejercitamos. Si nuestros

compañeros de equipo y rivales no comparten nuestra fe, queremos evitar especialmente cualquier cosa que comprometa nuestra confesión de Cristo. En forma negativa, podemos orar que evitemos hechos que permitan a los observadores concluir que las convicciones cristianas no tienen ningún efecto en la conducta cristiana. Positivamente, podemos orar que nuestro juego, aunque en forma muy tenue, represente el carácter de Dios. Dios es fiel; por esto, debemos ser fieles a nuestro equipo, llegando listos para jugar con la concentración que desvanece al juego descuidado. Dios es poderoso; por esto, podemos orar que juguemos reflejando su poder. El reto de Pablo en I Corintios 16:13 parece aplicarse: “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.” El cristiano tiene todo derecho de orar que pueda jugar como hombre ―como el hombre Adámico en su grandeza original, como un hombre de Dios sintiendo las primicias de la restauración. Jugar como hombre es jugar con una intensidad y fuerza que desmienta la idea de que los cristianos son debiluchos que usan la religión como muleta porque son débiles. Así que, podemos orar que corramos rápidamente y peguemos con fuerza; podemos orar por buenos rebotes, dobles brillantes, bloqueos limpios, bolas rápidas, y remates arrasadores. La oración por virtud y fuerza finalmente nos lleva de nuevo a la victoria, no como un fin en sí, sino como la consecuencia de la virtud y fuerza que buscamos rectamente. Darnos cuenta de que la victoria no es nuestra meta final debe permitirnos jugar sin temor, y por lo tanto, más libremente. Entonces, ¿debemos orar pidiendo que ganemos o no? Cada uno deberá responder por sí mismo. Pero todos podemos pedir que manifestemos las virtudes divinas que tienden a producir victoria en cualquier competencia ―deportiva u otra―, ya sea que ganemos o no.

Conclusión Habiendo reunido la información CAPTAR de los estudios en el Contexto, Análisis, Problemas y Temas, en este capítulo y el siguiente empezamos a dirigir nuestra investigación hacia lo que atañe a la vida, a nuestras obligaciones éticas. El estudio de casos prácticos ha mostrado que la Aplicación no es tan fácil como para que se pueda dejar al oyente, ni tan problemática que tengamos que dejársela a Dios. Más bien, es un reto que demanda un esfuerzo sostenido. Tenemos puntos ciegos y el pecado opaca nuestro juicio. Es difícil, pero vital, trazar las líneas entre las verdades bíblicas y las preguntas específicas de una vida honesta. En el siguiente capítulo, intentaremos mostrar cómo hacer eso precisamente.

Ejercicios 1. Haz una lista de las obligaciones básicas que se encuentran en Gálatas 6:2-5, un texto claro. Enumera las formas en que la gente se resiste a obedecer el mandamiento de llevar cada uno las cargas de los otros. Contesta algunas de ellas.

2. Esta es una pregunta muy polémica que la Biblia nunca aborda específicamente: ¿Debe una mujer permanecer en su casa, en un matrimonio con un esposo abusivo? Usa todos tus recursos para desarrollar una conclusión convincente. ____________________ Notas 1

En ocasiones se atribuye esta historia a Soren Kierkegaard, quien contó muchas parábolas, pero aparentemente esta no es una de ellas, según los índices de sus obras y algunos expertos a quienes he consultado. 2

No están completamente de acuerdo. Los cristianos conservadores creen que todas las partes de la Escritura son verdad y concuerdan entre sí, y normalmente tratan de demostrar esto en sus sermones expositivos. Los críticos pueden creer o no que un pasaje sea verdadero y coherente. Además, algunas escuelas de exégesis (deconstrucción, algunos tipos de teoría de la respuesta del lector, y algunas hermenéuticas feministas) practican lo que se denomina “la hermenéutica de la sospecha.” Estas escuelas pueden negar que (a) los autores bíblicos fueran capaces de presentar un mensaje recuperable, o que (b) el significado aparente de los textos bíblicos sea su verdadero significado. 3

Una confesión: Hablo de “obligaciones” para poder meter la O en el acróstico CAPTOR [versión en inglés]. Sin embargo “aplicación” es el término más común para las destrezas descritas en este capítulo. [Incidentalmente, la A de “Aplicación” funciona a la perfección en el acróstico CAPTAR en Español]. 4

James Barr, The Bible in the Modern World (New Cork, Harper & Row, 1973), 39-44. Esta es la descripción de Barr del “relativismo cultural,” un punto de vista que él generalmente rechaza, aunque lo encuentra “estimulante y provechoso.” 5

James Gustafson, “The Place of Scripture in Christian Ethics,” Interpretation 24 (October 1970): 444-55, esp. 450-51. En este sofisticado artículo, Gustafson está bastante interesado en la autoridad bíblica, pero conscientemente se abstiene de otorgarle autoridad moral suprema. 6

Los filósofos como Lessing han argumentado que los sucesos históricos no pueden comprobar verdades morales. Las verdades morales son universales. Toda la gente racional puede ver la necesidad de las verdades morales básicas. Pueden ver que debe existir una prohibición al asesinato, la mentira y la traición, por ejemplo, o la sociedad humana sería imposible. En el mejor caso, los reportes históricos ilustran verdades morales. Pero solamente la razón puede establecer la verdad moral. Vea Gotthold Lessing, “On the Proof. Of the Spirit and of Power,” en Lessing’s Theological Writings, trad. y ed. Henry Chadwick (Stanford: Stanford University Press, 1957), 51-56. 7

Como dice I. H. Marshall, “La discusión sobre la hermenéutica bíblica nos ha brindado una cantidad bastante razonable de orientación sobre cómo elucidar lo que el texto dijo ―su sentido original y su significado para sus lectores originales. No han hecho mucho para ayudarnos a llevar el pasaje desde lo que el texto dijo a lo que dice” a los lectores hoy en día (“New Occasions Teach New Duties? 2. The Use of the New Testament in Christian Ethics,” Expository Times 105 [February 1994]: 136). En su texto de hermenéutica, Klein, Blomberg, y Hubbard comentan que la destreza en la aplicación es más bien algo que se contagia que algo que se enseña, y luego añaden irónicamente, “pero la aplicación sólida muchas veces parece muy difícil de encontrar, mucho menos contagiarse de ella.” William Klein, Craig Blomberg, y Robert Hubbard, Introduction to Biblical Interpretation (Waco: Word, 1993), 403. 8

Las citas en esta sección vienen de una serie de entrevistas con pastores en 1994 y 1995. La mayoría de los pastores que entrevisté articularon alguna forma de esta postura, aunque a veces la combinaron con elementos de otras perspectivas. Los libros de interpretación no abogan explícitamente por este punto de vista, aunque uno puede detectarlo entre líneas. 9

Karl Barth, Prayer and Preaching, trans. B. E. Hooke y Sara F. Terrien (London: SCM Press, 1964), 107.

10

Ibid., 66, 108-9.

11

S. G. DeGraff, Promise and Deliverance, 4 vols. (St. Catherine’s, Ont.: Paideia Press, 1977-81), 1: 17-23.

12

John Stott, La predicación: puente entre dos mundos (Grand Rapids, Libros Desafío, 2000).132-138.

13

Tres libros semi populares que representan este punto de vista son: Jay Adams, Truth Applied: Application in Preaching (Grand Rapids: Zondervan, 1990); Jack Kuhatschek, Taking the Guesswork out of Applying the Bible (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1990); Dave Veerman, How to Apply the Bible (Wheaton, Ill.: Tyndale, 1993). 14

Son amorales en el sentido de que uno no necesita ser una buena persona para poder ser una buena actriz, violinista, poeta, carpintero o un buen exégeta. La moral no es totalmente irrelevante, por supuesto. Fallas morales como la pereza, deshonestidad o alcoholismo afectan el uso de cualquier destreza. 15

Este párrafo depende en gran parte de Hans-George Gadamer, Truth and Method, trad. Garrett Barden y John Cumming, 2a ed. (New York: Seabury Press, 1965), 277-305. 16

Juan Calvino, Sermons on Epistles to Timothy and Titus (1579; reimp., Edinburgh: Banner of Truth, 1983), 947. 17

Vea la discusión de este pasaje en el capítulo 6.

18

A veces sueño con leer un pasaje como éste y predicar un sermón de un minuto sobre él. El bosquejo sería algo así como: “Has oído lo que dice el texto, y sabes que no lo estás haciendo. Dios te perdonará por tu falla, pero aún así debes empezar a obedecer ahora.” De hecho, lo hice una vez en un escenario casual, con el conocimiento y aprobación de los que me invitaron. Sin embargo, el pastor malentendió mi intención y pronunció con voz profunda una “oración de despedida” de diez minutos que cubría el texto entero. 19 20

Vea también Prov. 3:11; 15:31; 17:10; 19:25; 25:12; 27:5; Ecl. 7:5.

Esto es común en las oraciones de Pablo: por ejemplo, Ef. 1:15-21; 3:14-19. Ver W. B. Hunter, “Prayer,” en Dictionary of Paul and His Letters, ed. Gerald Hawthorne, Ralph Martin y Daniel Reid (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1993), 733-34.

10 LA PRÁCTICA DE LA APLICACIÓN ___________________________________________________________

Aplicación a las cartas y apuestas Habíamos comido todo lo que quisimos en el almuerzo tipo buffet del Restaurante Pekín; hicimos a un lado nuestros platos y nos enfocamos en nuestros negocios ―una discusión sobre el desafío de la aplicación de la Biblia. Mi amigo acababa de predicar sobre 1 Corintios 10:14-33, la enseñanza de Pablo respecto a la carne ofrecida a los ídolos. “El mensaje de Pablo,” declaró, “es perfectamente claro, pero perfectamente irrelevante a un nivel literal hoy en día. Pablo tiene tres puntos,” continuó. “Primero, los corintios no pueden comer carne en una fiesta a un ídolo, porque van a estar involucrados en algo más grande que una cena (vs. 18-22). Pero, en segundo lugar, en privado pueden comer lo que quieran, porque la carne realmente le pertenece al Señor, no a un ídolo (vs. 23-26). Sin embargo, en tercer lugar, si un pagano invita a algunos de ellos a comer y dice, “Esto fue ofrecido a los ídolos,” los corintios no deben comerlo, porque el pagano pensará que ellos están violando su propia conciencia (vs. 27-28).” Estuvimos de acuerdo en que el problema radica en que los cristianos contemporáneos no enfrentamos la situación que Pablo trata. Después de todo, ¿cuántos cristianos norteamericanos alguna vez se han sentado ante una cena servida con esta advertencia: “Antes de empezar, quizás le interesaría saber que esta carne asada fue ofrecida a un ídolo en la mañana”? “Así que, ¿cómo aplicaste el pasaje a tu congregación?” le pregunté. “Lo apliqué a las cartas y las apuestas,” contestó. “Como la carne, las cartas en sí no son moralmente buenas ni malas. Así que, en privado, puedes usarlas. Sin embargo, les dije, no jueguen cartas en el casino del barco.* Te puedes enredar en algo que es más grande que las cartas, algo mucho más allá de tu control. Como un festival de ídolos, las apuestas son parte de un sistema impío que involucra más de lo que parece en la superficie.” Pensé que mi amigo había hecho una aplicación sólida, pero también me pregunté, “¿cómo llegaste a conectar la carne con la apuesta? ¿Qué te hizo estar tan confiado de que era lo correcto?” Su enérgica sonrisa se desvaneció en un pensativo ceño fruncido. “No sé,” respondió. “Solamente me vino a la mente. Las cartas y las apuestas son problemas en mi iglesia, y la enseñanza sobre la carne parecía venir al caso.”

*

Nota de la traductora: El término hace referencia a los casinos a bordo de barcos fluviales, muy comunes a mediados del siglo XVII en ríos como el Mississippi. Actualmente es una atracción turística en varios estados, además de ser el único lugar en dónde es legal apostar en estados como Missouri.

Nuestra discusión ilustra varios asuntos claves en la aplicación de la Biblia. Muestra que aún a los mejores maestros les sería útil un método para la aplicación. Si dependemos de un destello de inspiración, de ideas que vienen a la mente, ¿qué haremos cuando la creatividad se seque? Y si no sabemos de dónde vienen nuestras aplicaciones, ¿cómo podemos confirmar que son sólidas y confiables? Esta historia también nos muestra que la aplicación a menudo comienza al enfrentar los asuntos de la vida y traerlos a la Escritura. ¿Es un accidente que mi amigo haya aplicado 1 Corintios a las apuestas justo cuando los juegos de apuestas en barcos era un tema en las elecciones de nuestro estado? Muchas veces la aplicación empieza cuando reconocemos nuestra necesidad de la dirección divina y llevamos nuestras necesidades a las Escrituras, esperando respuestas. Somos mucho mejores aplicando la Biblia cuando la leemos teniendo preguntas en mente. Por ejemplo, cuando estamos enfermos o hemos sido abusados, encontramos más orientación para los que sufren. O, si hemos llegado a tener mayor conciencia del pecado en nuestra vida, los pasajes acerca de la penitencia, misericordia y perdón saltan de la página. Hablando en términos generales, la clave está en buscar en cada texto un remedio para algún aspecto de nuestra condición humana caída.1 La aplicación siempre debe mostrar cómo Dios sana alguna parte de nuestro pecado y quebrantamiento. No quiero decir que siempre debemos estar buscando instrucciones en cuanto al camino de la salvación; hay relativamente pocos pasajes que proveen esto. Sino que toda la Escritura dice algo acerca de la salvación de Dios y nuestra vida nueva. Nuestra tarea, en la aplicación de la Biblia, es examinar toda la Biblia para encontrar respuestas a las preguntas que surgen durante toda la vida. El objetivo de este capítulo es presentar un método para la aplicación rica, variada, y sensata, en varios pasos. Primero, veremos en mayor detalle por qué la aplicación es difícil, y requiere de un método. Segundo, veremos que podemos encontrar una aplicación en todo tipo de pasajes de las Escrituras, no solamente las porciones éticas. Tercero, presentaremos un método para construir puentes desde lo preceptos bíblicos antiguos hasta la cultura contemporánea. Después de ver algunos estudios ilustrativos, consideraremos el rol de la voluntad en la aplicación. Ideas más detalladas para aplicar géneros particulares de la Escritura, tales como narraciones y literatura sapiencial, aparecen en el apéndice D.

Aplicación: tan difícil que requiere un método Si lees la Biblia en forma devocional, generalmente puedes encontrar algo edificante en tus lecturas diarias, algo que llena una necesidad actual. Pero si quieres enseñar a otros con precisión y profundidad, si quieres hacer más que recordarte a ti mismo verdades familiares, necesitas un método. No puedes depender de la intuición y la oración únicamente, por las siguientes razones2: 1. La Biblia no es ni un registro de casos prácticos para decisiones personales ni una guía detallada para el comportamiento cotidiano. No nos dice, directamente, con quién debemos casarnos o cuál debe ser nuestro llamado en la vida. No va a dictar respuestas a

preguntas éticas complejas, tales como ¿qué debo hacer cuando sospecho, pero no puedo comprobar, que un compañero de trabajo está engañando a un cliente? 2. La Biblia no trata explícitamente algunos asuntos contemporáneos. Por ejemplo, ¿cómo debo usar los medios de comunicación? ¿Qué tan rápido debo conducir cuando todos alrededor manejan exceden el límite de velocidad? ¿Cómo aplica el mandato de amar a mi prójimo en relación a la competencia en los negocios? ¿Es mi competidor mi enemigo? Si lo es, ¿cómo amo a mi enemigo, cuando su ganancia es mi pérdida? 3. La Biblia no es un texto de filosofía moral. No provee una lista de los primeros principios y postulados. No bosqueja un sistema teórico para el análisis moral ni presenta un plan de pasos múltiples para hacer juicios morales. 4. Nos preguntamos cuánto de la Biblia es para todos y cuánto se aplica solamente a los creyentes. En el Antiguo Testamento, ¿cuánto es estrictamente para Israel? ¿Cómo debemos entender los mandatos dados a individuos como Abraham o Pedro? ¿Debemos esperar que los paganos, a quienes les hacen falta ciertos motivos y capacidades espirituales, observen los mandamientos sobre el amor desinteresado, cuando nosotros mismos luchamos con guardarlos? 5. ¿Cómo podemos aplicar las Escrituras que no tienen mandamientos? ¿Qué requieren de nosotros las narraciones, promesas y cantos? Por ejemplo, ¿debemos buscar en las narraciones ejemplos de vidas piadosas e impías, ejemplos a seguir o evitar? ¿Debemos ver los métodos misioneros apostólicos como modelos para nuestro trabajo en misiones? 6. ¿Cómo podemos saber si un mandamiento bíblico está limitando el daño de una estructura social corrupta o si aprueba dicha estructura? Jesús dice que Moisés permitió a una nación de corazón duro operar con regulaciones de divorcio poco rígidas. Pero el ideal de Dios para el matrimonio es mucho más alto (Mt. 19:3-12; 5:33-42). Vemos la tolerancia de la Biblia por la poligamia y la esclavitud de la misma manera. ¿Hay otras instituciones sociales parecidas? 7. Leer la Biblia es como entrar en conversación con alguien de otra cultura; alguien con una historia, un lenguaje y un juego de costumbres únicos. La naturaleza humana es lo bastante constante para que la comunicación sea posible, pero el esfuerzo por comunicarnos prueba que existe una distancia entre las culturas. 8. La Biblia es la historia de la salvación, no un manual de cómo vivir moralmente. Los evangelistas escribieron para que pudiéramos creer que Jesús es el Cristo y tener vida en su nombre (Jn. 20:31). Sí, Jesús mandó a los apóstoles “Id, y haced discípulos a todas las naciones... enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mt. 28:19-20). Sin embargo, el evangelio nunca empieza describiendo lo que el pueblo de Dios debe hacer por Él. Empieza describiendo lo que Dios hizo por nosotros cuando no podíamos hacer nada por nosotros mismos. Por lo tanto, nuestro deseo de aplicar la Biblia se enfrenta con obstáculos. Por sobre todo, la Biblia es la historia de la salvación, no un manual de ética o liderazgo de la iglesia. Más aún, las culturas cambian constantemente, lo cual crea aparentes brechas entre los mandatos bíblicos y asuntos contemporáneos. Por un lado, los enunciados bíblicos sobre carne, ídolos, bueyes, festivales y sacerdotes parecen irrelevantes. Por el otro, a veces

buscamos en vano respuestas en la Biblia a preguntas que surgen como resultado de una sociedad tecnológica – preguntas en cuanto a la ética médica, los medios, y mucho más. Por lo tanto, debemos tener una estrategia para encontrar nuestros deberes. Algunos acercamientos están claramente equivocados. Si alguien nos dice que ha encontrado un versículo en Ezequiel que resuelve la cuestión de la ingeniería genética o de los viajes interplanetarios, debemos ser cautelosos. Sin embargo, dado que la Escritura capacita al siervo de Dios para toda buena obra, no podemos descartar ningún asunto con el arrogante comentario, “oh, la Biblia no trata ese tema.” Así que, la interrogante permanece: ¿Cómo encontramos dirección ética para una sociedad contemporánea en los antiguos mandatos de la Biblia?

En todo tipo de pasajes de la Escritura hay aplicaciones  Principio 1: Al aplicar la Biblia, debemos esperar encontrar aplicaciones en todo tipo de textos, no solamente en los mandamientos. Para ser precisos, podemos identificar siete lugares parcialmente superpuestos donde encontrar aplicaciones en la Escritura.3 Esta amplia lista muestra que, aunque no es un conjunto de instrucciones, la Biblia en su totalidad es instructiva.4 1. Las leyes o reglas requieren obediencia a mandatos específicos. Algunos de estos se transfieren a nuestra cultura fácilmente, y otros no. Por ejemplo, Moisés dijo, “Si. . . [un] buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño” (Ex. 21:29). Asimimo, Pablo dijo a los romanos que se saludaran con ósculo santo (Ro. 16:16). Más tarde mostraremos cómo se aplican hoy en día algunas de estas reglas. 2. Los ideales o principios orientan un amplio rango del comportamiento humano, sin especificar hechos particulares. Por ejemplo, Jesús dijo, “Amad a vuestros enemigos. . . . Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” y “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mt. 5:44,48; 6:33). En Oseas, el Señor dice, “Misericordia quiero, y no sacrificio” (Os. 6:6), y Pablo declaró, “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Ro. 12:18). Los principios no mandan ni prohíben una acción en particular, pero proveen la base para muchos hechos. 3. Los hechos en las narraciones muestran ejemplos positivos a imitar y negativos a evitar. Es posible que la Biblia nos diga qué imitar, o quizás tengamos que verlo por nosotros mismos. Pablo y Pedro nos dicen que vivamos como vivió Cristo, poniendo a los demás en primer lugar, sacrificándonos por otros y sufriendo pacientemente (Fi. 2:3-8; Ef. 5:25 y ss.; 1 Pe. 2:18-25). De igual manera, cuando los Israelitas hicieron su becerro de oro, Moisés condenó explícitamente su rebelión (Ex. 32). Pero cuando David muestra valentía en su batalla con Goliat, la Biblia deja que saquemos conclusiones por nosotros mismos (1

Sam 17). Cada narrativa también nos enseña algo acerca de Dios y su plan redentor, y por lo tanto requiere que creamos algo acerca de Él. 4. Las imágenes y símbolos bíblicos crean nuevas formas de ver las cosas, nuevas oportunidades de ver la vida como Dios la ve y actuar de acuerdo a ello. La mayoría de los símbolos son objetos concretos que representan un concepto abstracto. Por ejemplo, la cruz, como un símbolo de la obra de Cristo y nuestro compañerismo en sus sufrimientos, nos llama a la fidelidad, a cualquier precio. Nos libera de los cálculos egoístas de costos y beneficios de la obediencia. Nos anima a hacer lo correcto y a confiar los resultados a Dios. La imagen de Dios como Padre calma nuestros temores cuando nos sentimos heridos, preocupados o solos. La imagen del perezoso en Proverbios nos advierte contra la pereza con mayor eficacia que la de un mandamiento sencillo. Lo podemos ver dando vueltas en su cama como una puerta en sus bisagras, gritando, “El león está en el camino,” y metiendo su mano en la comida, demasiado flojo como para llevarla a su boca (Pv. 19:24; 26:13-16). No hace falta añadir, “no seas como el perezoso.” Entendemos el cuadro y resolvemos que nunca haremos el papel del perezoso. 5. Las doctrinas, es decir, las creencias primordiales de la fe, requieren que actuemos según nuestras convicciones. Si creemos que Jesús es el único Salvador, debemos evangelizar. Si creemos que Dios creó a toda la gente a su imagen, tenemos que tratarla con dignidad. Si creemos que los redimidos son una nueva creación, entonces tenemos que deshacernos del viejo yo y sus deseos. 6. En las promesas divinas, Dios se compromete a hacer algo en el futuro.5 Las promesas nos enseñan qué acciones Dios aprueba y recompensa, y cuales desaprueba y disciplina. Ellas guían al pueblo de Dios mostrándoles cómo vivir para que descansen bajo la bendición de Dios, aun si no hay garantías de una vida libre de problemas. 7. Los cantos y las oraciones nos enseñan cómo adorar y orar. Los Salmos son ejemplos divinamente aprobados de la alabanza y gratitud del creyente. Las oraciones de los justos nos muestran lo que debemos desear.6 Unas pocas, como la del fariseo que se auto-justifica en Lucas 18:9-14, nos enseñan cómo no orar. Vemos, entonces, que podemos encontrar aplicaciones en cada texto. En cada uno, un mandato, principio, acción, símbolo, doctrina o promesa nos mostrará de qué manera la obra salvadora de Dios nos libera del pecado y de la Caída. Pero, ¿cómo aplicamos lo que encontramos a las culturas contemporáneas? ¿Existe un método para trasladarnos confiablemente de la carne sacrificada a los ídolos a las apuestas? A modo de respuesta, pensemos en una vereda y en un puente.

Aplicación de antiguas verdades a nuestra cultura La vereda  Principio 2: A veces la aplicación de un texto es hoy básicamente la misma que la de hace miles de años.

Cruzar la brecha desde la antigüedad hasta el presente puede no ser más cansador que una caminata por la vereda. Ningún término o costumbre misteriosa interrumpe el proceso de la comunicación. La Biblia dice exactamente lo que parece decir, y el cuerpo de Cristo siempre lo ha entendido esencialmente de la misma manera.7 La iglesia debate docenas de asuntos y se equivoca sobre todo tipo de cosas, pero es casi imposible cometer ciertos errores. Aun los lectores casuales deben ver que el Dios de la Biblia ofrece salvación por gracia por medio de la fe, que el robo y el adulterio son inmorales, etc.8 Por supuesto, aun así puede ser difícil cumplir un mandamiento claro. Por ejemplo, sabemos que codiciar es tan malo hoy como lo fue en los días de Moisés, pero los anuncios de los medios nos prueban fuertemente, y quizás no sabemos cómo evitar la tentación. ¿Debemos prohibir la televisión en nuestras casas, o tirar los catálogos, como si fueran residuos tóxicos, en el momento en que lleguen? Una vez más, sabemos que debemos honrar a nuestros padres, pero quizás no sabemos cómo honrar a nuestros padres ancianos cuando nos dan malos consejos o cuando temores tontos se apoderan de ellos. Debemos hablarles respetuosamente y honrarlos, pero, ¿y después? Así que, aunque tratar con textos fáciles tenga algo de arte, sólo reconocemos que existen y pasamos a los que son más difíciles.

El puente El mayor reto intelectual en la aplicación de la Escritura consiste en hacer un puente entre las culturas de la Biblia y las culturas actuales. Aunque el reto de hacer lo que sabemos que debemos hacer puede ser aun mayor, de todos modos necesitamos aprender a construir un puente del pasado al presente, para que por lo menos sepamos qué debemos obedecer. El Puente

El primer soporte de este puente es una exégesis sólida del texto (cap. 1-8). El segundo es el conocimiento de nuestra cultura. Para leer devocionalmente, tenemos que conocernos a nosotros mismos. Para estudiar y poder enseñar a otros, debemos conocer a otros. Tenemos que escuchar, franca y tendidamente, a choferes de camiones, ingenieros, agentes de seguros, vendedores de coches, y mamás de preescolares; a jóvenes y viejos, ricos y pobres, sencillos y sabios, hombres y mujeres. Debemos leer todo tipo de revistas: Rolling Stones, Casa y Hogar, Fortuna, Cosmopolitan, Redbook, Selecciones, y People. Y, sí, incluso echar un vistazo al Teleguía o Mecánica Popular. Lee, no para condenar, sino para aprender qué es lo que mueve a estas personas. ¿Qué atesoran? ¿Qué creen? Se dice que, “hay que lidiar con el mundo tal y como es para poder hacerlo como uno quiere que sea.” Debemos esperar ensuciarnos las manos un poco, tal como Jesús lo hizo cuando comió y bebió con cobradores de impuestos y pecadores.9 A continuación, viene el camino, el tramo entre los fundamentos. El tramo está construido de un principio que aplica tanto a la vida antigua como a la moderna.  Principio 3: Hacemos un puente entre los profetas, los apóstoles y nuestra sociedad al aplicar principios establecidos a situaciones nuevas.

Ilustración: ¿de darse un beso a estrechar la mano? Ilustremos esto con el mandato de Pablo, “Saludaos los unos a los otros con ósculo santo” (Ro. 16:16; 1 Co. 16:20; 2 Co. 13:12; cf. 1 Pe. 5:14). Paso 1: Determina el significado original. El adjetivo santo, junto con la oposición general de la Biblia a la sensualidad, comprueba que Pablo no está ordenando besos románticos. La investigación muestra que un beso santo era un saludo estándar, dado tanto en la sociedad secular como en la iglesia, para demostrar confianza y afecto. Fue ritualizado, y puede no haber implicado más que el tocarse mejilla con mejilla en ambos lados. Además, solamente personas del mismo género intercambiaban este “beso”. Paso 2: Encuentra el principio.10 Pablo no enuncia el principio detrás del beso santo, pero esto sí nos recuerda que todos los cristianos pertenecemos a la misma familia. Debemos sentir amor fraternal hacia ellos y darles alguna muestra de nuestro afecto (Ro. 12:10; Ef. 4:32). Aunque el principio detrás del beso no se expresa, el texto a veces anuncia sus principios. En el caso de la carne ofrecida a ídolos y los juegos de apuestas (arriba), el texto fue parte de una larga discusión sobre la libertad cristiana (1 Co. 6-10). La mayor parte de los mandatos de Pablo en esa sección desarrollan uno de tres axiomas explícitos de alguna forma: (1) Todas las cosas son lícitas, pero no todas convienen (6:12; 10:23). (2) Todas las cosas son lícitas, pero no debemos dejarnos dominar por ninguna (6:12). (3) Todo lo que hacemos debemos hacerlo para la gloria de Dios (10:31). Estos principios dirigen la discusión de Pablo en cuanto a la libertad y la sexualidad, el matrimonio y la comida. Cambiando a un ejemplo del Antiguo Testamento, el principio, “Sed santos, porque yo, el Señor, soy santo,” está detrás de muchas regulaciones en Levítico (11:44-45; 19:2; 20:7).

Como regla general, podemos decir que un mandato descansa en un principio eterno si está fundado, como los dos últimos, en el orden de la creación, la naturaleza de Dios, la obra de redención, o la vida redimida por venir.11 A veces tenemos que deducir el principio fundamental. Por ejemplo, muchos proverbios descansan en la idea de que la calamidad alcanza al necio. Por ejemplo, el sabio ordena a su hijo a evitar a los hombres malos porque asechan su propia vida; y acabarán por destruirse a sí mismos (Prov. 1:18). Debe evitar a las rameras porque le robarán la fuerza y darán sus bienes a extraños, y lo arruinarán delante de la asamblea (5: 8-14). Debe rehuir la pereza porque al perezoso le llega la “necesidad como caminante, y [la] pobreza como hombre armado” (6:11). El principio detrás de estos dichos (y muchos más) es que los hacedores de maldad se destruyen a sí mismos. “Prenderán al impío sus propias iniquidades” (5:22; cf. 1:25-27). Los principios para el comportamiento también pueden derivarse de las doctrinas. Por ejemplo, Pablo exhortó a los gálatas a no observar los días judíos de celebración (4:9-11) ni a circuncidarse (5:2-3), porque algunos esperaban ganar el favor de Dios por medio de ellos, lo cual se opone al evangelio de la justificación por fe (2:16-17). Los símbolos también nos pueden proveer principios. Usando la cruz como símbolo, Pablo le encomendó a los filipenses poner a los demás en primer lugar, porque están unidos a Cristo, quien puso a los demás en primer lugar, aún cuando esto le costó la vida (2:1-8). Paso 3: Aplica el principio a una situación similar hoy en día. Aquí necesitamos conocer nuestra cultura y confiar en una intuición guiada por el Espíritu Santo y amigos sabios. Volviendo al beso fraternal, sabemos que un beso de saludo literal hoy en día causaría espanto en una sociedad como la de Estados Unidos. La pregunta para construir un puente es: ¿qué saludo expresa aceptación y calidez en nuestra sociedad? Entre mujeres, quizás sea un abrazo; entre hombres, un firme apretón de mano. A veces una cálida sonrisa y un saludo serán suficientes1. Nuestra cultura ha desarrollado otras muestras de amistad, como llamar por teléfono para charlar o enviar una tarjeta (¿o correo electrónico?). Por medio de estas acciones algo ritualizadas, vivimos y expresamos el ideal de saludarnos los unos a los otros con un beso santo. Paso 4: Si es posible, verifica tus conclusiones comparándolas con otros textos. Es imposible comprobar que los apretones de mano son equivalentes al ósculo santo. Pero ciertos pasajes sí confirman que los cristianos deben ser afectuosos los unos con los otros (Ro. 12:10; Ef. 4:32), y sabemos que el amor tiene que probarse en los hechos. Hasta aquí, hemos explorado el caso sencillo del beso santo. Para reafirmar nuestra comprensión de la tarea de construir puentes, examinemos el caso más difícil de un buey que tiene el hábito de cornear.

Un caso de prueba: de bueyes a tractores En Éxodo 21:28-29 leemos, “Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del buey será 1

Nota del revisor: si bien esta aplicación es válida para sociedades como la estadounidense, seguramente no lo es para Hispanoamérica, donde el saludo de beso es muy común y aceptado ―no menos entre cristianos―, sin distinción de género, incluso entre hombres en algunos lugares. Quizá sería necesaria una nota que explique este punto, o una adaptación del texto.

absuelto. Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño.” Hoy en día esta ley parece irrelevante para todos excepto granjeros y rancheros. Pero, ¿es así? Sigamos los pasos para construir un puente y veremos. Paso 1: Determina el significado original. Aquí preguntamos cómo funcionó el mandato en Israel. ¿Qué hacían los bueyes, y cuándo podría un buey cornear a un hombre? Los bueyes eran bestias de carga, entrenados para arar, cosechar y trillar. Trabajaban más eficientemente que los hombres, pero podían dañarlos si trabajaban juntos en las granjas. Por lo tanto, el paralelo más cercano al buey en nuestra cultura no es un animal peligroso, como un perro de ataque. La analogía más cercana es el riesgo en el trabajo, quizá especialmente con la maquinaria agrícola como tractores, rastras, y trilladoras, ya que este tipo de equipamiento, al igual que los bueyes, trabaja en lugar de los humanos y puede dañarlos. Paso 2: Encuentra el principio detrás del mandato específico de los bueyes. El mandato sobre los bueyes se encuentra en el pasaje de Éxodo que trata de lesiones y accidentes (Ex. 21:12-36). Las enseñanzas prohíben y castigan tanto el matar como el herir, ya sea premeditada o accidentalmente. Puesto que el pasaje describe la prevención de muerte y lesiones accidentales, ordena a los dueños matar a sus bueyes si cornean a alguien a muerte. El principio del puente, entonces, es éste: el asesinato está prohibido, y también cualquier cosa que se asemeje al asesinato, como el poner a otros en peligro imprudentemente. Paso 3: Descubre una situación similar hoy en día. Yo propuse que una máquina peligrosa de cualquier tipo es similar al buey de la antigüedad. Al igual que los bueyes, el equipamiento de producción, los químicos explosivos, la construcción y la ingeniería industrial, y los rubros de las aerolíneas y los camiones de carga, todos éstos sirven a la humanidad, y sin embargo pueden causar daño accidentalmente. El mandato de Moisés probablemente aplica también a la operación imprudente de máquinas potencialmente peligrosas, como un automóvil. Quizás un chofer temerario es a las placas metálicas de su vehículo lo que el dueño imprudente es a los cuernos de su buey. El texto requiere que la familia del pacto preserve la vida previniendo accidentes. En este paso 3, nos volvemos un poco indecisos, porque es difícil estar seguros de que un buey es equivalente al equipo de fabricación. Así que vamos al siguiente paso para verificar esta conclusión provisional. Paso 4: Compara nuestra aplicación con otros textos. Esto prueba el buen estado del puente. Una mente saturada de la Escritura tiene menos probabilidad de cometer un error garrafal. Además, cuando una aplicación concuerda con varios pasajes bíblicos, aumenta nuestra confianza en ella. Por lo tanto, observamos la preocupación de la ley por la seguridad en regulaciones concernientes a la muerte accidental y las peleas (Ex. 21:12-13. 18-19) o golpes a mujeres embarazadas (Ex. 21:22-23). Esto reaparece en Deuteronomio 22:8, donde Moisés ordena a los israelitas poner un parapeto (una pared baja) alrededor de sus techos. Los techos en Palestina eran planos, y la gente pasaba tiempo sobre ellos (Jo. 2:62; 2 Sam. 11:2), y hasta dormían allí en las noches calurosas. Otros textos que tratan del homicidio accidental o negligente incluyen Génesis 9:5 (por hombre o animal), Números 35:6-34 (diferenciación

entre un accidente y un asesinato; ciudades de refugio), y Josué 20-21 (ciudades de refugio). Ciertamente, la Biblia trata con frecuencia la preservación de la vida, quizás porque es la naturaleza de Dios dar vida y cuidarla (Sal. 37; 91; 121; Lc. 12:7; 1 Pe. 5:7). Vistos en conjunto, estos textos confirman que Dios requiere que tomemos medidas razonables para prevenir accidentes.12 En suma, cuando encontramos un mandato que parece lejano a nuestros días, no debemos descartarlo. La intuición nos dará algo de comprensión sin esfuerzo. Sin embargo, cuando falla la intuición o hay necesidad de verificarla, seguimos este método: (1) Determina el significado original. (2) Encuentra el principio. (3) Aplica el principio a una situación similar hoy en día. (4) Verifica tus conclusiones comparándolas con otros textos.

Principios y mandamientos juntos Este capítulo ha asumido que los principios generales y las reglas particulares ―por ejemplo, “No matarás,” y “Vigila a tu buey”― son inseparables si deseamos crecer en santidad. Al igual que las carreteras principales y las calles residenciales, tenemos que viajar en las dos si queremos llegar a nuestro destino, es decir, a una vida llena de pensamientos, palabras y acciones justas. Si los principios son como carreteras de carriles múltiples que atraviesan un vasto terreno, las reglas son como las calles más pequeñas que nos llevan a casa. Para su propia pérdida, muchos cristianos leen la Biblia buscando principios como amor y justicia, y pasan por alto sus reglas.13 Otros dicen que toman todos los mandatos como leyes universalmente vinculantes. Es mejor ver a los mandatos específicos como aplicaciones inspiradas de principios universales. Ellos nos impulsan a hacer algo concreto. Quizás podremos aplicar aquellos mandatos hoy en día exactamente como los creyentes lo hicieron hace mucho tiempo. Si no es así, de todas formas funcionan como señales del tránsito, que nos dirigen a aplicaciones correctas para las nuevas situaciones de hoy.14 Tomemos, por ejemplo, el principio de preocuparnos por los pobres. Dios cuida de los pobres (Sal. 14:6; 35:10; 112:9; Is. 25:4; Mt. 11:5; Lc. 4:18; 7:22) y condena a sus opresores (Am. 2:7; 4:1; 5:11; Stgo. 2:2-6). Por lo tanto, los hijos de Dios deben protegerlos, ser generosos con ellos (Dt. 15:7,11; Lc. 12:33; 14:13,21), hacerles justicia (Ex. 23:6; Lv. 19:15; Stgo. 5:4), y ministrarlos (Stgo. 1:27). Pero ¿cómo podemos aplicar concretamente el principio “cuida de los pobres” hoy en día? ¿Qué hacemos, por ejemplo, con aquellos mendigos que muy posiblemente son adictos? Ellos podrían usar tu donación para comprar más alcohol o drogas. Las leyes específicas de Israel sobre recoger espigas ofrecen ayuda. “Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada. Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios” (Lv. 19:9-10). La obediencia literal a esta regla sería de poca ayuda para la mayoría de los pobres de hoy. La regla se adecúa a una sociedad rural, agrícola, mientras que la mayoría de los pobres hoy en día viven en las ciudades. Sin embargo la ley contiene un principio vital: debemos dar al pobre sin fomentar la pereza o la dependencia. Aunque no podemos aplicarlo literalmente, el mandamiento sobre espigar es más que una cáscara que se desecha, una vez que encontramos en ella el grano de verdad universal. Es un paradigma inspirado para el cuidado de los pobres; y debe estimular nuestra imaginación para crear nuevas maneras de cuidar de ellos.15

Y así sucede con muchos principios; su aplicación varía de cultura en cultura. Sin embargo, una vez que localizamos un paralelo contemporáneo, debemos aplicar el principio, si respetamos la autoridad de la Escritura. Así que, los principios forman los cimientos, el techo y los castillos del edificio de la ética cristiana. Las reglas específicas y las acciones que están aprobadas en las narraciones bíblicas terminan las paredes, la iluminación y el alfombrado. Ya hemos concluido la discusión del trabajo mental de la aplicación, pero quedan dos asuntos que tienen más que ver con la voluntad. El primero tiene que ver con ser imaginativo. El segundo es el reto de realmente decirle a la gente lo que debe hacer.

¿Un método para la imaginación? Tomás Edison dijo, “Ser genio es uno por ciento inspiración y noventa y nueve por ciento transpiración.” Su máxima sigue en pie en cuanto a la aplicación bíblica. A veces las ideas se presentan solas, pero la imaginación no es una bestia domesticada que responda a nuestro llamado. ¿Qué hacemos, entonces, cuando tenemos ideas generales sobre la aplicación, pero nada concreto viene a la mente? Si estás leyendo la Biblia en forma devocional, esto rara vez es un problema. Si te estás preparando para un estudio bíblico en casa, puedes conseguir el apoyo de tus amigos. Diles, “este pasaje requiere que hagamos esto y aquello. ¿Quién de ustedes ha tenido que enfrentar este asunto últimamente? ¿Qué pasó? ¿Qué aprendieron?” Pero si enseñas más formalmente, o quieres estar bien preparado para reuniones casuales, debes estimular tu imaginación de vez en cuando. A continuación algunas ideas: 1. Empieza el estudio de la lección con mucha anticipación y mantén los ojos abiertos para ver aplicaciones en el trabajo, en la casa, o en las noticias. Lee extensamente. Escucha a la gente; y pídeles que te hablen de lo que más les importa. 2. Sumérgete en los fundamentos de las Escrituras. Regresa a la persona de Dios, sabiendo que su imagen es nuestro destino. (Ro.8:29; Ef. 4:24; 5:1). Reflexiona sobre la humanidad caída y redimida. Domina los fundamentos de la ética cristiana ―los Diez Mandamientos, el Sermón del Monte, el significado del amor, la rectitud, y la gratitud. En tu aplicación, como en otros lugares, tienes que atreverte a ser aburrido (ver cap. 9). 3. Trata de ver el pasaje desde una nueva perspectiva. ¿Cómo lo entendería un nuevo creyente o un niño? ¿Cómo lo veremos desde el cielo? ¿Qué diría un cristiano nominal? ¿Cómo lo resistirían algunos no creyentes con varios estilos de vida: un hombre de negocios, un ama de casa, un estudiante, una persona jubilada? ¿Cómo ve Dios el asunto? 4. Si tienes los recursos, ve cómo aplicaron el pasaje algunos líderes cristianos en el pasado. 5. Suponiendo que el mandamiento es claro, pregunta, ¿qué obstáculos impiden la obediencia? ¿Qué excusas damos para desobedecer? Al reflexionar sobre estas cosas, invitamos al relámpago de la inspiración a caer sobre nosotros. Alimenta tu imaginación con estos ejercicios y se seguirá fortaleciendo. Por supuesto, aunque nos esforcemos al máximo, algunas lecciones nunca remontan el vuelo. Es entonces cuando debemos contentarnos con gatear, si es en la dirección correcta.

¡Abre la boca! Como el pastor pato del capítulo anterior, a muchos maestros les cuesta trabajo abrir la boca para dejar salir un mandato vehemente. Odian decirle a la gente lo que debe hacer. Dirán que algo es sabio, que Dios lo bendice, o que debemos pensar en ello, pero mandatos puros rara vez salen de sus labios. Yo también he batallado con esto. Como mis estudios doctorales se enfocaron en la familia, las iglesias ya estaban pidiéndome que enseñara sobre el matrimonio y la crianza de los hijos cuando tenía 27 años y ningún hijo después de cinco años de matrimonio. Al entregarme a la tarea, ofrecí consejos y mandatos con brío. Entonces mi esposa se embarazó y empecé a tartamudear un poco, pensando, “todavía no tengo un hijo propio; ¿cómo me atrevo a instruir a personas con tres? ¿Qué si mis hijos se convierten en salvajes rebeldes, desmintiendo todo lo que he dicho?” Con el tiempo, la duda de mí mismo me silenció, y rehusé toda petición de hablar sobre el tema. Hay algo de mérito en dicha vacilación. Jesús quiere que practiquemos lo que predicamos (Mt. 23:3). Además, ¿quién confía en un nutriólogo obeso, un dermatólogo cacarizo, o un terapeuta familiar divorciado? Sin embargo, la precaución puede caer en un silencio mal encaminado. El Señor encarga a sus vigilantes que proclamen toda la verdad y hagan que sus oyentes sean responsables por lo que oyen (Ez. 3:16-19; 33:1-20; Mt. 13:9; Ap. 2:7, 11, 17). Después de todo, el valor de la proclamación descansa en la verdad del mensaje, no la virtud del mensajero. Por lo tanto, cuando enseñas, tienes que articular los requisitos de Dios, aún cuando tú mismo estés fallando en obedecerlos por completo. En resumen, para proclamar los mandatos bíblicos, los maestros necesitan ambas cosas, osadía y humildad. Necesitan osadía para vencer una renuencia indebida a hablar, pero necesitan humildad para reconocer que es posible que fallen en practicar lo que predican ―y en ocasiones lo harán. Cuando efectivamente pronuncies mandatos, sé concreto. Ve más allá de las vagas generalizaciones sobre el amor y servicio cristiano. Háblale a la gente sobre lavar trastes, servir en la guardería de la iglesia, e invitar a gente fastidiosa a comer. Si piensas que estás diciendo algo que nunca antes han oído, sugiere como podrían empezar a hacerlo. Tomemos por ejemplo el área del devocional personal. En primer lugar, la vida devocional de la mayoría de los maestros es una desgracia. Segundo, si bien la Biblia a menudo muestra acciones devotas de los justos, nunca bosqueja un programa para la adoración privada. Así que, ¡tenemos dos excusas para quedarnos callados respecto al tema! Sin embargo, no nos atrevemos hacerlo, porque queda absolutamente claro que los creyentes debemos orar diariamente, y es absolutamente seguro que muchos no lo hacen.16 Así que, si el tema de la oración surge mientras estás dirigiendo un estudio, no tienes derecho a disculparte, diciendo, “mi propia vida devocional está lejos de ser ejemplar; ¿cómo me atrevería a decir a otros como vivir?” Tampoco podemos decir, “esperen hasta que desarrolle mi teología de la devoción, y entonces hablaré.” Por supuesto, menospreciamos el legalismo que dice, “haz tus devocionales diarios o Dios te castigará”, o, “si no tienes devocionales no puedes considerarte un creyente serio.” Pero los excesos del legalismo tampoco justifican el silencio. Algunas personas sinceramente quieren saber qué hacer y quizás tengan la esperanza de que tú puedas guiarlos. Así que, si surge el tema del devocional, debemos callar nuestros miedos, armarnos de valor, y sugerir un plan, aún

si es tan sencillo y mínimo como este: “Sobre todo, haz algo. Cada cristiano debe leer la Biblia y orar un poco cada día. En cuanto a los devocionales familiares, Dios requiere que los padres cristianos capaciten a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor, y los devocionales familiares proveen una excelente oportunidad para hacerlo”. Entonces sugiere algunas formas de llevar a cabo devocionales con eficacia. Cuando a mí me preguntan, digo algo como: “mi familia tiene devocionales familiares casi todos los días, pero no a diario. Los tenemos después de la cena cuando es posible, pero a veces esperamos hasta la hora de ir a la cama. Cambiamos el formato de vez en cuando, ya que la variedad parece ayudar a los niños. Después de algunas semanas con una guía devocional, leemos un libro o dos en la Biblia y examinamos cualquier pregunta que surja.” Al presentar algunas reglas (“Lee y ora diariamente”), algunas opciones, y algo de testimonio, trato de dar directrices sin llegar a ser legalista. Debemos evitar dos malentendidos. Primero, no necesitas tener un plan detallado, o una aplicación para cada versículo antes de hablar. Las obligaciones típicamente fluyen de un pasaje entero más bien que de sus partes. Segundo, podemos aplicar la Biblia sin enunciar mandatos, animando a la gente a pensar sobre carácter, sus metas y una perspectiva piadosa de la vida. Verdaderamente aplicamos la Biblia cuando instamos a la gente a adorar a Dios por rescatarnos de nuestra insensatez y rebelión. Verdaderamente aplicamos la Biblia cuando les animamos a descansar en la misericordia de Jesús. Una plena descripción de la obra salvífica de Jesús y sus consecuencias ya ha comenzado la tarea de la aplicación.

Conclusión A veces, las aplicaciones sólidas vienen fácilmente. Un pasaje es directo, y se aplica hoy tal como se hizo hace mucho tiempo, u obviamente trata con un asunto muy actual. En tales ocasiones, podemos revisar nuestro trabajo pero no necesitamos esforzarnos con métodos. Este capítulo presenta un método para encontrar aplicaciones cuando son menos obvias. Urge, en primer lugar, a que los estudiantes de la Escritura busquen aplicaciones en cualquier tipo de pasaje: leyes, principios, narrativa, doctrina, símbolos, promesas, cantos y oraciones. Segundo, determina el significado original de un texto antes de aplicarlo. Tercero, encuentra el principio fundamental del texto. Cuarto, aplica el principio a una situación similar actual. Quinto, deja que las reglas particulares y los principios generales se interpreten mutuamente. Finalmente, habla. Evita el legalismo y enfócate en Cristo, pero no vaciles en decirle a la gente qué hacer. Con este capítulo, hemos terminado todo excepto el paso final en el plan CAPTAR. Habiendo reunido la información de nuestro trabajo en Contexto, Análisis, Problemas, Temas y Aplicaciones, sólo nos queda el proceso de Reflexionar sobre la idea central y su aplicación.

Ejercicios

Encuentra la aplicación principal de los siguientes pasajes. Examina una o dos de ellas de la siguiente forma: (1) piensa en maneras especificas en que tú o tus amigos podrían ponerlas en práctica, (2) enumera algunas de las objeciones u obstáculos a la obediencia, y (3) dales una respuesta ―y, si es apropiado, propón pasos para una obediencia fiel. 1. Narraciones. a. El casi sacrificio de Isaac por parte de Abraham (Gn. 22) b. La liberación de Ezequías de los Asirios invasores (2 Re. 18-19) c. La predicación de Pedro a la familia de Cornelio (Hch. 10) 2. Textos éticos. a. Las instrucciones de Jesús para la primera misión evangelística de los discípulos (Mt. 10.1-16) b. La ley del pacto para la conducta del rey de Israel (Dt. 17:4-10) 3. Textos doctrinales. a. La ausencia de condenación (Ro. 8:1-4) b. Los nombres de Cristo (Is. 9:6-7)

___________________ Notas 1

Para más información sobre aplicación y nuestro estado caído, ver Bryan Chapell, Christ-Centered Preaching: Redeeming the Expository Sermon (Grand Rapids: Baker, 1994), 40-44, 263-66. Regresaremos a este tema en el capítulo 12. 2

Para una lista más detallada de los desafíos de la aplicación, ver la lista de los once obstáculos para la aplicación de I. Marshall en su “New Occassions Teach New Duties? 2. The Use of the New Testament in Christian Ethics,” Expository Times 105 (February 1994): 131-32. 3

Esta lista está en deuda con listas más breves de Richard B. Hays, “Scripture-Shaped Community: The Problem of Method in New Testament Ethics,” Interpretation 44 (January 1990): 47-51, y Richard Longnecker, New Testament Social Ethics for Today (Grand Rapids: Eerdmans, 1984), 1-15. 4

Richard Bauckham, The Bible in Politics: How to Read the Bible Politically (Louisville, KY: Westminster/John Knox, 1989), 6; Richard Pratt, He Gave Us Stories: The Bible Student’s Guide to Interpreting Old Testament Narratives (Phillipsburg, N.J.: Presbyterian and Reformed, 1990), 313-14. 5

Las promesas pueden considerarse un tipo especial de doctrina porque afirman algo acerca de Dios.

6

Ver Gordon Fee y Douglas Stuart, How to Read the Bible for All Its Worth (Grand Rapids: Zondervan, 1982), 169-86. 7

Este es otro sermón soñado (el primero está en el cap. 9, nota 19): “A lo largo de toda la historia de la iglesia, los teólogos han pensado que el sentido de este pasaje es ‘x’. La mayoría de ustedes probablemente han tendido a leerlo de la misma manera. Hoy quiero decirles que, durante todo este tiempo, todos han estado absolutamente… en lo cierto”.

8

Ver Richard N. Longenecker, “On Reading a New Testament Letter – Devotionally, Homiletically, Academically,” Themelios 19 (December 1994): 5. 9

Alistair E. McGrath, “New Occasions Teach New Duties?” 4. The Reformation,” Expository Times 105 (April 1994): 198. 10

Para más información sobre cómo encontrar principios, ver cap. 12 y Jack Kuhatschek, Taking the Guesswork out of Applying the Bible (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1990). 57-61. 11

William Larkin, Culture and Biblical Hermeneutics: Interpreting and Applying the Bible in a Relativistic Age. (Grand Rapids: Baker, 1988), 108-9 12

Al tomar un ejemplo de la Ley de Moisés, no es mi intención declarar algo en particular referente a la continuidad entre los pactos, la teonomía, o temas de esa índole. La suposición de esta sección es modesta: que la ley civil de Israel descansa en principios perdurables de justicia. 13

Considera, por ejemplo la monomanía por el amor en la obra de Joseph Fletcher, Situation Ethics: The New Morality (Philadelphia: Westminster Press, 1966). Muchas feministas cristianas de igual manera decretan que todos los textos que sugieren el liderazgo masculino deben subordinarse al marco establecido por Gal. 3:28. Ver Andreas Kostenberger, “Gender Passages in the NT: Hermeneutical Fallacies Critiqued,” Westminster Theological Journal 56 (Fall 1994):273-79. 14

Richard Longenecker, New Testament Ethics for Today (Grand Rapids: Eerdmans, 1984), 27-28; Larkin, Culture and Biblical Hermeneutics, 104-7. Para una discusión simplificada, ver R. C. Sproul, Knowing Scripture (Downers Grove, Ill.:InterVarsity, 1977), 106-8. 15 16

Richard Bauckham, The Bible in Politics, 12-13

La prueba no descansa en una ley, sino en el patrón de la Biblia entera. Vemos a Abraham, Moisés, Nehemias, Esteban, y Jesús en ferviente oración. Vemos a Daniel orando tres veces al día (Dan. 6:10) y a David clamando “en la noche, mañana, y tarde” en su sufrimiento (Sal. 55:17). Sabemos que los fieles claman a Dios día y noche (Sal. 88:1;Lc 18:7), y que muchos pasajes instan a la oración continua (1 Cr 16:11; Ef 6:18; 1 Ts 5:17; Stg. 5:13).

11 REFLEXIÓN SOBRE LA IDEA CENTRAL DEL TEXTO ____________________________________________________________

Conduciéndonos Hacia la Meta Cuando apenas comenzaba mi labor de pastor, un miembro de mi congregación me dijo que aunque en general le gustaba mi predicación, a menudo mis sermones lo dejaban frustrado. “No sé exactamente cómo decir esto,” comenzó, “pero imaginemos que usted es el mariscal de campo de un equipo de fútbol americano. El equipo avanza hacia la meta haciendo pases increíbles, pero siempre alguien deja caer el balón quince yardas antes de anotar.” Yo llegué a entender que dejaba caer el balón durante el juego cuando uno de mis sermones no lograba comunicar una idea que mi amigo pudiera llevar a casa. Mis sermones contenían muchas afirmaciones verdaderas pero no lograban conectarse con un mensaje central. Aún con ilustraciones o información interesante, mi predicación a veces era poco provechosa, porque carecía de un objetivo único y claro. Los grandes maestros no tienen miedo de plantear muchos puntos a la vez, pero sí se preocupan de enfatizar la idea principal. Para los maestros de la Biblia, aquella idea única debe fluir de los versículos en particular que constituyen el texto del día. Sin embargo, los mensajes verdaderamente cristianos también deben tener coherencia con el mensaje cristocéntrico de toda la Biblia.  Principio 1: La reflexión es el arte vital de encontrar y aplicar la idea principal de un texto bíblico y relacionarla con el mensaje redentor de toda la Biblia. En este capítulo, veremos cómo planificar lecciones que hagan eso precisamente.

El objetivo de la reflexión Si podemos comparar las lecciones de la Escritura con partidos de fútbol, también los podemos comparar con comidas. Algunos maestros ofrecen un refrigerio cuando sus estudiantes esperan una cena. Llegan sin ninguna prisa a las reuniones con unas cuantas ideas ligeramente organizadas, una historia y una pregunta ingeniosa, pero los alumnos se van a casa con hambre. Otros hacen que los alumnos se sientan como glotones después de haber comido en un buffet de comida pesada. Generan montañas de datos y, en su entusiasmo, tratan de presentar todo. Pero su celo puede jugarles en contra si los líderes comienzan a preocuparse por abarcar todo el material en lugar de llegar a las personas. En

palabras de un alumno, el resultado es como si alguien pidiera un vaso de agua y se la arrojaran con una manguera de bombero a la boca. El objetivo de la reflexión es descubrir y enseñar la lección principal de los textos bíblicos. La reflexión ayuda a los maestros a planificar lecciones que nutran a los alumnos y eviten tanto la glotonería como la inanición. Impulsa a los super-entusiastas dueños de mangueras y buffets a destilar su cúmulo de información, a pasar por el tamiz sus enormes cantidades de notas y a desarrollar lecciones unificadas.1 Diagnostica el descuido al evaluar si los maestros han localizado una necesidad humana y la solución que su texto tiene para ella. Convence al maestro flojo para que retorne al estudio, ya que tener un punto clave requiere más que poseer una idea o dos. Finalmente, preserva la honestidad de sus devocionales privados, pues les exige meditar en la lección central, y no solamente en fascinantes tangentes. El punto central lo encontramos mediante una serie de pasos o preguntas. Primero, ¿cuál es el tema del texto? Segundo, ¿qué enseña el texto acerca del tema y cuál es el punto principal de la enseñanza? Tercero, ¿cómo se aplica el punto principal a tu auditorio? Aquí se debe ser específico. Cuarto, ¿cuál es el enfoque redentor? ¿De qué manera el texto va más allá de ser una mera lista de cosas que hacer y creer, para apuntar hacia Cristo?

Tema

Punto Principal

Mensaje

Aplicación

Cristo

¿Cuál es el tema? [Se relaciona con] No solamente un tema, sino un punto; ¿cuál es el mensaje sobre ese tema? No solamente un mensaje, sino una aplicación específica No solamente algo que hacer o creer; sino algo que apunta a nuestra vida en Cristo. Al seleccionar, investigar y analizar un texto, los estudiantes y maestros sabios de la Palabra con frecuencia regresan a la pregunta, ¿cuál es el punto principal? En muchos textos, vemos fácilmente una respuesta. En otros, tenemos que examinar las pistas.

Determinación del tema El proceso de determinar el tema depende de si clasificamos un texto como una narración o un discurso. El tema de una narración o una historia es generalmente obvio por los tres subtipos, que hemos llamado reportes, relato de una declaración, y dramas (ver cap. 5). Los reportes y los relatos de discursos anuncian de qué se trata. En los dramas, el tema se encuentra cerca de la crisis y clímax de la historia, es decir, el momento de la verdad. Los personajes en un drama también pueden plantear el tema principal en el diálogo. Para ilustrar esto, el tema de la historia de David y Goliat en 1 Samuel 17 es claramente la batalla entre los dos personajes principales, David y Goliat. Pero el amplio diálogo, en que cada uno afirma que su Dios lo llevará a la victoria, cambia el enfoque del combate físico a la guerra espiritual. Los temas pueden ser menos obvios en los discursos como cartas, profecías, salmos y sermones. Normalmente vemos el tema de un discurso en la primera o última oración, o en palabras o frases repetidas. Por ejemplo, la repetición de las palabras ley y hacer muestra que el tema de Romanos 7:14-25 es nuestra capacidad – o mas bien, nuestra dolorosa incapacidad – de guardar la ley. De la misma forma, en Hebreos 11, la frase repetida “por la fe” anuncia el tópico del capítulo. En Hebreos 11:32-39, la aparición repentina de leones, espadas (dos veces), llamas, prisión, tortura, muerte (dos veces), vituperios, azotes, pedradas y persecución introduce un nuevo subtema: nuestra necesidad de tener fe cuando enfrentamos la amenaza del sufrimiento violento.

Determinación del tema específico Una vez determinado el tema, la lección cobra fuerza al enunciarlo claramente. Una gran cantidad de lecciones se ha ahogado en un mar de imprecisión. Por maravillosa que pueda ser la gracia de Dios, no surgirá ninguna respuesta de atención intensa si el maestro anuncia, “El tema de la lección de hoy es la gracia de Dios.” Un maestro eficaz anunciará algo específico sobre la gracia de Dios. Enunciar el tema en forma precisa, clara y finamente articulada lo vuelve llamativo. Muchísimos maestros hacen que un texto y otro suenen igual. Reducen la Biblia a diez o veinte lecciones que cuentan y vuelven a contar, acerca del amor de Dios, la santidad, la oración, la fe, y otros cuantos caballitos de batalla. Es cierto que tenemos que adherirnos a los fundamentos de la fe y enunciarlos a menudo. Sin embargo si repetimos sin cesar unas cuantas lecciones fundamentales y entretejemos poco que sea nuevo o específico, es como servirles a los niños atole aguado.

No hace mucho observé a un visitante sonreír y llorar, y sonreír y llorar, mientras yo daba un sermón. Cuando hablamos más tarde, me explicó, “uno de mis hijos murió hace tres años, y he tenido dudas desde entonces. Semana tras semana voy a la iglesia y escucho que Jesús es la respuesta a todas nuestras preguntas. Pero en tres años, este es el primer sermón que realmente trató mis preguntas.” La familia de Dios merece más que la repetición de unos cuantos lemas favoritos. Además, una alta estimación de la Escritura va en contra de la noción de que docenas de pasajes dicen lo mismo. Cada texto tiene un propósito o perspectiva única, una verdad o aplicación distintiva. Los buenos maestros permiten que esa verdad emerja y enuncian el tema de tal manera que puedan preparar a su auditorio para ella. Para crear un enunciado de un tema específico, se requiere tanto diligencia como precisión. Los maestros mediocres conocen tan solo unos cuantos hechos sobre su tema. Apuntan a la nada y le atinan, como dice el adagio. Los maestros excelentes afinan su conocimiento. Ellos responden las grandes preguntas: ¿Qué sobresale o es único en el mensaje del autor? ¿Cómo podemos verificar que es verdad, que realmente hace una diferencia? Los maestros descuidados tienen ideas vagas de lo que quieren decir. Se agarran de algo atrayente, aún si es un asunto menor aislado del punto principal. Los maestros precisos atienden primero a lo primero. Después de descubrir la idea central única de su pasaje, se preparan para explicarlo, ilustrarlo, responder objeciones a él y aplicarlo. Quizás alguien pueda preguntarse por qué tengo en tan alta estima la diligencia y la precisión, cuando seguramente lo que más necesitan los maestros es amor. Eso es cierto, pero la diligencia y la precisión son los instrumentos del maestro verdaderamente amoroso. La precisión es una expresión de amor, ya que distingue a los maestros que se esfuerzan para saber lo que necesitan sus alumnos y para encontrar respuestas escriturales a aquellas necesidades.

Un método para determinar el tema Los estudiantes diestros de la Palabra a menudo descubren el tema de un pasaje intuitivamente. En seguida proveeremos algunas pistas para aquellos momentos en que la intuición necesita un leve empujón.2  Principio 2: Usa cada recurso necesario para asegurarte de que has descubierto el tema de tu pasaje. 1. Asegúrate de que el tema del pasaje corresponda a su contexto. Cabe esperar que el tema del pasaje se adecúe a su unidad de múltiples capítulos.3 Si no es así, es posible que tu tema sea erróneo. Por ejemplo, la batalla de David contra Goliat presenta a David ante el pueblo de Israel como un héroe y un líder. Esto corresponde al contexto de 1 Samuel 13-16, donde Dios rechaza al infiel Saúl y escoge a David para ser el siguiente rey. A primera vista, el tema de Romanos 7, nuestra incapacidad de guardar la ley, pareciera no concordar con Romanos 6 (ya no somos esclavos al pecado) y Romanos 8 (ahora no hay

condenación). Pero de hecho califica y clarifica la enseñanza de Pablo sobre el pecado, la renovación y la misericordia en Romanos 6-8. Pablo declara que aunque ya no somos esclavos del pecado (cap. 6), el poder del pecado todavía no está acabado (cap. 7). Sin embargo, Cristo nos ha librado de la condenación y nos ha dado vida nueva en el Espíritu (cap. 8). 2. Aprende dónde encontrar el tema. Como vimos anteriormente, el punto principal de un discurso típicamente viene en la primera o la última oración del texto (ver cap. 6). Por ejemplo, en Mateo 6:1-18, Jesús nos da el tema al principio del pasaje: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.” En palabras ligeramente distintos, Jesús repite este enunciado varias veces. Él la desarrolla bosquejando los peligros de realizar tres “actos de justicia” ante los hombres: dar a los necesitados, orar y ayunar.4 En una narración, busca el punto principal en el clímax del drama o en los comentarios de cierre después de que el drama ha sido resuelto (ver cap. 5). En Lucas 5:1726, aprendemos que Jesús tiene la autoridad de perdonar pecados cuando el paralítico, con las cuerdas todavía colgando, se levanta de su camilla y camina por el mandato de Jesús. Las narraciones también terminan con enunciados que aíslan el asunto clave. De esa manera, al fin del encuentro controversial con Zaqueo, un jefe de cobradores de impuestos, Jesús explica por qué fue a la casa de un hombre despreciado: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). 3. Observa las repeticiones. Por miles de años, la gente ha enfatizado sus ideas principales repitiéndolas. Si al autor le importa una idea, buscará la manera de repetirla. Por ejemplo, las promesas del pacto de Dios se repiten más de una vez a todos los patriarcas en Génesis, porque son muy importantes. La repetición toma muchas formas, pero es especialmente prominente en el paralelismo poético y el argumento retórico. El capítulo 6 ya trató el paralelismo. Aquí notamos que la retórica es un método prominente para desarrollar un punto principal en el Nuevo Testamento.5 Según los principios de la retórica, los oradores comúnmente enuncian su proposición, o punto principal, tanto para abrir un discurso como para resumir todo al final. Las epístolas frecuentemente hacen esto precisamente. Cuando Pablo les dice a los Corintios que confíen en que pueden servir a Dios sin importar cuál sea su situación en la vida, lo hace tres veces, para que no podamos pasarlo por alto. “Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga. . . . Cada uno en el estado en que fue llamado en él se quede. . . . Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios” (1 Cr. 7:17, 20, 24). 4. Escucha el diálogo. El diálogo hace resaltar la lección de un drama, especialmente cuando aparece justo antes o después del clímax. Como observamos anteriormente, la guerra verbal entre David y Goliat antes de su combate físico indica que su batalla es espiritual, que “la batalla es del Señor” (1 Sa. 17:44-47). Asimismo, cuando el ángel del Señor detiene la mano de Abraham justo antes de que mate a Isaac, le revela la cuestión principal de la prueba: “Ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Gn. 22:12).

El contexto, el lugar, la repetición y el diálogo son los que más pesan, pero la Biblia deja otras pistas que silenciosamente dirigen a los lectores al punto principal. Los autores siempre han escrito de tal forma que hacen su pensamiento accesible (cuando menos hasta la llegada de métodos literarios experimentales en el siglo veinte). Ellos esperan conducir a los lectores cuidadosos a sus intereses centrales. Las siguientes son tres pistas: 5. Fíjate en los detalles inusuales o extravagantes, tanto en las narraciones de acontecimientos reales como en las parábolas.6 Por ejemplo, la descripción detallada de la enorme e impenetrable armadura de Goliat destaca, cuando David lo mata, la verdad de que el Señor ganó la batalla. 6. Observa las referencias a otros pasajes. Las citas y alusiones a otros textos nos indican que un autor quiere situar sus ideas dentro del curso de las Escrituras. Así, las citas de Deuteronomio que Jesús repite durante su tentación muestran que quiere que veamos su exitosa resistencia a la tentación como lo contrario al fracaso de Israel en resistir al pecado. Las alusiones invitan a los lectores a interpretar un suceso a la luz de otro. Por ejemplo, en Jueces 19, la historia trágica del Levita y su concubina asesinada, en los versículos 22-24 utiliza un lenguaje muy similar al lenguaje usado en la historia de Sodoma y Gomorra (Gn. 19:4-8). En ambos textos, hombres malvados se paran afuera de una casa y exigen tener sexo con un visitante varón. En ambos casos, el anfitrión reprende a sus “amigos” y les ofrece a una mujer en su lugar (Gn. 19:7; Ju. 19:23). De este modo el autor da a entender que la maldad de Israel ha crecido a las proporciones de Sodoma. Listo para juicio, Israel necesita urgentemente un nuevo liderazgo.7 7. Interpreta la ironía. En la ironía, la interpretación correcta de palabras o eventos es opuesta al significado aparente. La llamamos ironía verbal cuando un orador intencionalmente dice una cosa, cuando realmente quiere decir lo opuesto, confiando en que su audiencia “lo capte.” En la ironía dramática, el narrador de la historia permite que su audiencia tenga conocimiento de lo que está escondido para los actores de la historia. Los evangelios están llenos de ironías.8 Por ejemplo, Jesús usa ironía verbal cuando les dice a los líderes judíos que cena con cobradores de impuestos y pecadores porque hay “más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:7; ver también 15:10; 5:32). Por supuesto, los líderes no son verdaderamente justos, sino con pretensiones de superioridad moral, y con una necesidad mucho más grande de arrepentimiento, como lo muestran las subsecuentes parábolas del hijo perdido (15:11-32) y del fariseo y el cobrador de impuestos. (18:9-14). La ironía dramática abunda en los días finales de Jesús. En Juan 11:49, Caifás, el sumo sacerdote, determina que Jesús debe morir: “Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.” Esta es precisamente la verdad, como nos lo hace notar Juan, pero no en la forma que se propuso Caifás (11:51-52). Más tarde, los soldados romanos quieren actuar irónicamente poniendo una corona de espinas en la cabeza de Jesús, hincándose delante de él y diciendo “¡Salve, Rey de los judíos!” Sus verdaderos pensamientos se muestran en la manera en que le escupen y le pegan una y otra vez (Mt. 27:27-31). Sin embargo, hay un segundo nivel de ironía, porque, sin saberlo ellos, ¡Jesús es exaltado como rey precisamente en y a través de su sufrimiento!

En pasajes como estos, la ironía destaca el punto principal del autor al invitarnos a examinar y rechazar el significado superficial del texto. Cuando los lectores determinan lo que significa el texto, ven las cosas como el autor las ve. Hemos hecho una lista de siete cosas a considerar o buscar para poder detectar el punto principal de una narración o discurso: contexto, lugar, repetición, diálogo, detalles, referencias a otros pasajes e ironía. Como es de esperarse, varios de estos criterios pueden dirigirnos al mismo tema. Por ejemplo, el tema de Génesis 22, de que Dios prueba y aprueba a Abraham, aparece en un diálogo cerca del clímax (v. 12) y se repite al final del pasaje (vv. 16-18). En Lucas 15, la idea de que Dios recibe a los pecadores que regresan a Él se pone de relieve a través de la ironía (v. 7), de la alusión a otro texto (v. 7, haciendo referencia al 5:32), por medio de la repetición (vv. 7, 10, 20-24), y a través de detalles extravagantes (vv. 20, 22-23). Usando estas pautas, podemos articular enunciados de tema muy específicos.

La lección dirigida a su punto central Enunciar temas precisos representa un enorme avance sobre expresiones somnolientas tales como “El tema de hoy es la santidad.” Pero tenemos que aspirar a más que enunciar eficazmente el tema. Primero, debemos conectar nuestros temas con la persona y obra de Cristo, nuestro Señor y Salvador, para evitar ofrecer meras ideas verdaderas y consejos sensatos. Segundo, debemos evaluar nuestras aplicaciones para encontrar aquella que complemente nuestro tema. La meta es conectar el tema con sus consecuencias en la vida. Los libros de homilética llaman a este paso el desarrollo de una proposición, pero funciona aún si uno nunca predica.  Principio 3: La proposición lleva a la lección a su punto principal cuando une la verdad central de la lección con la aplicación central para la vida.9 Las proposiciones pueden ser declarativas o llamativas. Puedes declarar lo que se debe hacer como una consecuencia de la verdad: “Ya que X es verdad, debemos creer o hacer Y.” O puedes atraer a tus oyentes invitándolos a decidir que es verdad: “Si X es verdad, entonces debemos creer y hacer Y.” Veamos cómo funciona esto con algunos pasajes que ya hemos examinado. El tema de 1 Samuel 17 es “David demuestra que la batalla es del Señor al usar las armas más pequeñas para derrotar a un enemigo satánico totalmente preparado para el combate.” Debemos condensar este enunciado del tema si queremos conectarlo con la aplicación y lograr una oración de extensión razonable. Entonces llegamos a lo siguiente: “Puesto que la batalla es del Señor, debemos enfrentar a nuestros enemigos con confianza, aún cuando parezca que estamos en desventaja”.

Romanos 7:14-25 presenta un caso más difícil, porque el mensaje de Pablo es multifacético. Pablo dice, “Tengo un ser doble. Pero mi ser mejor es incapaz de evitar que haga lo malo (vv. 14- 17) o de llevarme a hacer lo bueno (vv. 18-20). Por lo tanto, existe un conflicto constante dentro de mí; me deleito en la ley de Dios, pero el pecado obra lo opuesto dentro de mí. No puedo liberarme a mí mismo de este conflicto, pero, gracias a Dios, la liberación viene por medio de Jesucristo (vv. 22-25)”10. Aquí oímos tres temas incapacidad, conflicto y liberación – cada uno de los cuáles podría ser la base para una proposición. 1. Incapacidad. Ya que nuestra naturaleza pecaminosa nos impide la obediencia, debemos rendirnos en nuestros esfuerzos de autocontrol moral y recibir la liberación de nuestros pecados a través de la fe en Cristo Jesús. 2. Conflicto. Aunque nuestra naturaleza pecaminosa frustra nuestro deseo de obedecer la ley de Dios, aún así debemos deleitarnos en su ley. 3. Liberación. Ya que nuestra naturaleza pecaminosa nos impide obedecer la ley, pongamos nuestra esperanza únicamente en la misericordia de Jesús, que nos ha liberado de la condenación. Si las tres proposiciones tienen validez, ¿cuál debemos usar? Eso puede depender de tu audiencia. Los expositores sabios dan forma a su mensaje para llenar las necesidades de audiencias diversas. El no creyente necesita el primer mensaje. Los creyentes libertinos pueden necesitar la segunda. Puede que los cristianos esforzados con tendencias legalistas necesiten la tercera.

¿Tiene cada pasaje un único punto central? ¿Tengo que enfocarme en ese punto? La invitación a escoger entre las tres proposiciones de Romanos 7 hace surgir una pregunta vital. ¿Tiene cada pasaje un único punto central? O, ¿tienen los textos dos o tres puntos principales, de manera que podemos enfocarnos en cualquiera de ellos que sea más relevante? ¿Estamos obligados a descubrir y presentar ese punto único? O, ¿Podemos reconocer la idea principal, pero luego enfocarnos en algo que nos toque más de cerca?11 Este mismo asunto surgió una vez en un devocional familiar en nuestro hogar. Mis tres hijas (en aquel entonces de seis a doce años) normalmente se llevaban bastante bien, pero recientemente la casa se había llenado de alaridos, lágrimas y peticiones a mi esposa y a mí para que castigáramos a las hermanas malvadas cuyas infracciones nos habían informado. En este ambiente, leí la historia de la visita de Jesús a la casa de María y Marta (Lucas 10:38-42). Al leer la línea de Marta, “Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? ¡Dile, pues, que me ayude!” la vergüenza se hizo notar en sus caras. “Ya sé por qué estás leyendo eso,” dijo la mayor, en parte con cautela, y en parte confesando. “Últimamente hemos sonado bastante como María y Marta.”

En realidad, estábamos leyendo el evangelio según Lucas de manera continuada, y la noche anterior habíamos leído 10:25-37, así que su suposición era incorrecta. Pero ahora yo me enfrentaba a un dilema exegético. La tensión entre María y Marta solamente es una circunstancia que pone el escenario para el clímax y la lección de una historia sobre el discipulado. ¿Debía entonces decir, “No, niñas, estos versículos tienen poco que ver con sus riñas recientes; el punto es...”? Eso sería fiel al texto, pero también habría desaprovechado una oportunidad de oro para la reconciliación. Así que, de hecho, el devocional cubrió dos asuntos aquella noche: (1) Puede ser que las hermanas discutan cuando una no está de acuerdo con lo que hace la otra, y (2) escuchar a Jesús es lo más importante, aún si alguien piensa que debes estar al cuidado de los asuntos en la cocina. Pero, ¿fui infiel a mis principios cuando hablé de hermanas pendencieras?

Un punto principal, muchas aplicaciones a personajes distintos Primero, fíjate en que muchos textos tienen varios puntos interrelacionados que giran alrededor del tema principal.12 Por ejemplo, el tema de Lucas 5:17-26 es este: al sanar al paralítico, Jesús demostró que él es el Redentor divino que tiene derecho a perdonar pecados (ver cap. 5). La proposición de la historia puede ser articulada de diferentes maneras, sin embargo, esto depende de cómo queramos aplicar el tema. De hecho, hay una aplicación para cada personaje en la historia. Cada uno sugiere una aplicación para aquellos que se encuentran en la misma situación hoy en día. Los fariseos. En la medida que la curación del paralítico prueba que Jesús tiene el poder de perdonar pecados –una prerrogativa que pertenece solamente a Dios –los fariseos deberían reconocer la deidad de Jesús y creer en Él. Hasta hoy, el milagro desafía a los que dudan y a los escépticos a reconocer la evidencia a favor de Jesús y a creer en Él. El paralítico. Ya que su enfermedad está relacionada con su pecado personal, el paralítico necesita completar su búsqueda de sanidad recibiendo el perdón que Jesús ofrece. Aún hoy, el pecado y los problemas están conectados. El orgullo y la sofisticación se resisten a esta idea, pero a veces es necesario aceptarla para poder ser sanados. Los amigos. Creyendo que Jesús tenía el poder de sanar, actuaron con audacia, abriendo un hoyo en el techo para presentar su amigo al Señor. También hoy, debemos llevar a nuestros amigos a él, actuando con audacia si es necesario. A veces tenemos que romper las reglas de buenos modales para agradar a Dios. Jesús. La curación del paralítico demuestra tanto la compasión como el poder divino de Jesús, y llama a los que dudan a la fe y a los creyentes a la confianza en su bondad. Como la historia del paralítico, la parábola del hijo perdido (o del “hijo pródigo”) tiene un tema que puede ser presentado de varias maneras. El tema de todo Lucas 15 es que Dios busca comunión tanto con “los justos” como con los pecadores. La proposición podría ser, “Puesto que Dios busca comunión tanto con los justos como con los pecadores, todos deben venir y disfrutar su acogida.” El punto principal es teocéntrico. Dios el Padre recibe a todos a su banquete de celebración. Dios el Hijo ha venido a llamar a todos los que están

perdidos, ya sea abiertamente en pecado o en el pecado de la auto-justificación. Pero esta lección puede generar proposiciones más específicas. Para pródigos. Si regresas, Dios te dará la bienvenida con un amor tan fuerte, tan extraordinario, tan generoso, tan perdonador, que va a molestar a la gente “justa.” Si recapacitas, si admites que has pecado contra Dios y tu prójimo, él pondrá sus sandalias en tus pies, su anillo en tu dedo y su túnica en tu espalda. Para los que se justifican por sí mismos. Dado que Dios recibe a pecadores, también nosotros debemos darles la bienvenida, aunque huelan como si hubiesen estado con puercos y se vean como si hubiesen estado con prostitutas. Aún hoy, la gente “cristiana” que imagina que ha hecho algo para merecer las misericordias de Dios debe cuidarse de juzgar a los demás. Si la gracia de Dios te parece de mal gusto, si mides cuánto tiempo y cuán arduamente has trabajado para él, ¡ten cuidado, porque podrías quedar fuera de la puerta! Sin embargo, el Señor da la bienvenida incluso a todos los que se han considerado superiores, aún si su orgullo los ha descarriado más lejos que todos.

Un punto principal, nuevas aplicaciones para una época distinta. Segundo, en una vertiente muy distinta, las lecciones pueden tener hoy un punto que difiere del punto original, debido al progreso en el plan de redención de Dios. Esto es especialmente cierto para el Antiguo Testamento, pero también es verdad para parte de los Evangelios e incluso para Hechos. Por ejemplo, sabemos que el tabernáculo, el templo y el sistema sacrificial apuntan más allá de sí mismos a la obra expiatoria de Cristo. Sabemos que los ministerios de profeta, sacerdote y rey sugieren aspectos del ministerio de Jesús. Entendemos claramente que Dios eligió a Israel no como un fin en sí mismo, sino como un paso en el proceso de ofrecer el evangelio a las naciones.13

Un punto principal, visto a través de muchos ojos Tercero, la mayor parte de los textos históricos muestra a varios personajes. Tal como los colores de luz que emergen de un prisma nos permiten ver de qué está compuesta la luz que entra al prisma, así también los personajes en una narración nos permiten ver la historia, a través de sus ojos, de diversas formas. Por medio de ellos podemos detectar cómo percibieron el drama sus distintos testigos. Como hemos visto, debemos buscar primero la acción de Dios, que es el personaje principal. Después exploramos cómo responden los seres humanos a sus dichos y obras, buscando específicamente a un creyente, a un incrédulo y a un indeciso. En los Evangelios, por ejemplo, conocemos a Jesús, el hombre verdaderamente fiel; a los discípulos, que son fieles pero débiles; a los líderes judíos, que son hostiles, y las multitudes, que tienen “buena disposición” hacia Jesús pero no tienen fe.14 Además de ellos, encontramos a gente que busca, gente que vacila, a mujeres amigables, y otros. Pero los tres tipos básicos de personas reaparecen continuamente, y representan las reacciones típicas que la gente siempre ha tenido a la revelación de Dios: confianza, incredulidad y vacilación. Los personajes en un drama nos proporcionan ángulos

para ver el mensaje hoy en día. Podemos leer las epístolas y los escritos proféticos de la misma manera. Entre sus lectores, tanto entonces como ahora, hay discípulos, adversarios, y personas no comprometidas. En resumen, los maestros fieles se mantienen apegados al tema principal de su pasaje, para evitar que el texto se convierta en un pretexto para sus propias ideas. Sin embargo, el enfoque de una lección no necesita ser idéntico a su tema. Al considerar las necesidades de cada alumnado, los maestros podrían decidir enfocarse en un aspecto del tema. Los líderes sabios oran por la capacidad de discernir lo que sus alumnos necesitan escuchar. A veces necesitarán escuchar más sobre algo que está cerca del tema principal del pasaje, pero que no es, en sí mismo, la idea central. Concluimos, por lo tanto, que los maestros pueden rodear el punto principal de un pasaje para poder atender una idea secundaria importante.

Conclusión Este capítulo ha iniciado el paso final en el plan CAPTAR, la Reflexión. La Reflexión es el arte de encontrar y aplicar el punto único de un texto bíblico y de relacionar aquel punto con el mensaje redentor de toda la Biblia. Al construir sobre el conocimiento del Contexto, Análisis, Problemas, Temas y Aplicación, los buenos maestros reúnen todo vinculando la enseñanza principal con la aplicación principal en un enunciado. Este tipo de reflexión ayuda a prevenir algunos errores comunes de los maestros: presentar demasiada información en bruto, reducir la vida cristiana a una serie de creencias y mandatos, y fallar en establecer un objetivo para la lección. Una vez que encontramos el punto central del texto, debemos presentarlo a nuestros oyentes, aunque los maestros pueden decidir enfocarse en una idea secundaria, si ésta llena una necesidad clara. Si bien siempre nos esforzamos por preservar la diversidad de las Escrituras a lo largo de este proceso, también debemos proteger su unidad vital. Esa unidad, que será examinada en el siguiente capítulo, es el testimonio de toda la Biblia de que el único Dios verdadero ha redimido a la humanidad caída por medio de Jesucristo, su único Hijo.

Ejercicios Estos ejercicios repasan algunos pasajes que ya hemos visto en varias ocasiones. Léelos nuevamente, siguiendo los métodos analizados en este capítulo. Para cada texto, encuentra el tema, enuncia el tema específico, una proposición, y el enfoque a la redención. 1. Génesis 22: 1-18 2. Romanos 12:1-2

3. Gálatas 1: 6-9 4. Mateo 18: 21-35 ____________________ Notas 1

Ahorra las ideas extra, que pueden caber en lecciones posteriores o contestar preguntas que surjan en la discusión. 2

Richard Pratt describe de qué manera se usan cinco de las siguientes siete pistas en el Antiguo Testamento, en He Gave Us Stories (Phillipsburg, N.J.: Presbyterian and Reformed, 1990), 244-50. 3

Generalmente esto no aplica para Proverbios o los oráculos autocontenidos en los libros proféticos.

4

Estas tres obras eran el arquetipo de buenas obras para los judíos piadosos. Como lo expresa una obra judía apócrifa, “La oración es buena cuando está acompañada por el ayuno, el dar limosnas y la justicia” (Tobías 12:8; Tobías probablemente fue escrito entre el 200 y el 170 a.C.). 5

Ver George A. Kennedy, New Testament Interpretation Through Rhetorical Criticism (Chapel Hill, N.C.: University of North Carolina Press, 1984); Burton Mack, Rhetoric and the New Testament (Philadelphia: Augsburg, 1990). La retórica aparece en el Nuevo Testamento porque era la materia fundamental de una educación formal en aquel tiempo. Usada en las cortes, los lugares públicos y la literatura, permeaba el imperio romano, incluyendo a Palestina. Al estar tan expuesta a ella, era difícil que la gente promedio no supiera algo sobre retórica, ya sea que la hubieran estudiado formalmente o no. Esto permitió que Jesús y los apóstoles utilizaran algunas de sus técnicas. 6

Craig Blomberg, en Interpreting the Parables (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1990), 45, 166, 176, passim, muestra que los detalles extravagantes llaman la atención hacia puntos con peso simbólico en las parábolas. Ver también el cap. 2. 7

Pratt, He Gave Us Stories, 246-47.

8

Robert Fowler, Let the Reader Understand (Minneapolis: Fortress, 1991), 11-14, 156-75; Mark Allen Powell, What Is Narrative Criticism? (Minneapolis: Fortress, 1990), 30-32. La obra definitiva sobre la ironía quizas sea Wayne Booth, The Rhetoric of Irony (Chicago: University of Chicago Press, 1974). 9

Se las denomina las formas consecuenciales y condicionales. Ver Bryan Chapell, Christ-Centered Preaching: Redeeming the Expository Sermon (Grand Rapids: Baker, 1994), 142-43. 10

Esta paráfrasis está basada en la de William Sanday y Arthur C. Headlam, A Critical and Exegetical Commentary on the Epistle to the Romans, 5th ed. (Edinburg: T. and T. Clark, 1902), 176. 11

Esta es una de las preguntas más comunes que hacen los alumnos sobre la interpretación.

12

Dos autores respetados que argumentan que las parábolas tienen varios puntos o una agrupación de puntos son Craig Blomberg, Interpreting the Parables, 166ss., y Kenneth Baily, Poet and Peasant y Through Peasant’s Eyes, ed. Combinada (Grand Rapids: Eerdmans, 1976), 1:107, 133, 205; 2:21, 55-56, 70-71, 87, 111-12, passim. 13

Ver Geerhardus Vos, Biblical Theology: Old and New Testaments (Grand Rapids: Eerdmans, 1948); Willem Van Gemeren, The Progress of Redemption (Grand Rapids: Zondervan, 1988); Gerard Van Groningen, Messianic Revelation in the Old Testament (Grand Rapids; Baker, 1990). 14

El lenguaje proviene de Jack Dean Kingsbury, Conflict in Luke: Jesus, Authorities, and Disciples (Minneapolis, Fortress, 1991), 28-31. En este libro y los volúmenes acompañantes, Conflict en Mark (Minneapolis: Fortress, 1989) y Matthew as Story, 2a ed. (Philadelphia: Fortress, 1988), Kingsbury analiza los Evangelios contando por separado la historia de Jesús, la de los discípulos y la de las autoridades. Ver también el cap. 5.

12 REFLEXIÓN SOBRE EL ENFOQUE REDENTOR DE LA ESCRITURA _______________________________________________________________

El enfoque correcto Cuando estaba en el seminario, poco antes de que predicara por primera vez en mi iglesia de ese entonces, el pastor me mostró una placa que colgaba por encima del pasillo que llevaba de su estudio al púlpito. Ésta decía, “Señor, queremos ver a Jesús” (Juan 12:21). Más tarde, cuando yo era un pastor joven, uno de mis ancianos me dijo, “creo que necesitamos oír el mensaje del evangelio, al menos por unos cuantos minutos, en cada sermón.” Recientemente, en una iglesia de dos mil personas, justo antes de subir los escalones hacia el púlpito, el pastor titular se inclinó hacia mí y dijo, “en un domingo promedio, asisten doscientos interesados.* ” Aunque lo expresaron en formas muy distintas, cada líder quería ver si yo compartía con ellos una convicción vital, una convicción que espero que también compartas tú: cada mensaje verdaderamente cristiano lleva la atención a Jesucristo, Redentor y Señor. En cambio, no importa cuan verdadero, moral, informativo, conmovedor, o práctico sea un sermón, es sub-cristiano si fracasa en presentar a Jesús a este mundo caído. Este capítulo sugiere dos maneras en que los maestros pueden enfocarse en Cristo: el “enfoque en la condición caída” y el “enfoque redentor-histórico.”1 El enfoque en la condición caída (ECC) es un sendero mas experiencial. Cuando preparas un mensaje, éste pregunta, “¿qué aspecto de la condición caída de la humanidad trata este pasaje?” Entonces muestra cómo se presenta a Jesús en aquel texto como el remedio para nuestra experiencia de pecado, inmadurez, sufrimiento o quebrantamiento. Si el enfoque en la condición caída es una perspectiva más experiencial, el enfoque redentor-histórico (ERH) es una perspectiva mucho más teológica. El ERH parte afirmando que Dios tiene un plan soberano y misericordioso para redimir a su pueblo. Éste enfoque pregunta, “¿qué aspecto del plan divino revela este pasaje?” Y entonces muestra de qué manera se presenta a Jesús en aquel pasaje como el único Redentor verdadero.

* Nota de la traductora. En términos generales ‘seeker’ (aquí traducido como ‘interesado’) se refiere a la persona no creyente que asiste a la iglesia con cierto interés en cosas espirituales. Este término o el adjetivo “seeker-sensitive” se ha relacionado con las mega-iglesias en los Estados Unidos que han surgido desde finales del siglo XX y que enfatizan la sensibilidad al contexto sociológico de la población que buscan alcanzar.

 Principio 1: Cada pasaje de la Biblia presenta a Cristo tanto como el remedio para la condición caída de la humanidad, como el punto final del plan de Dios para la salvación.2

Comparación y contraste del ECC y el ERH Característica

Enfoque en la Condición Caída

Enfoque Redentor Histórico

Fuente de autoridad

La Escritura

La Escritura

Énfasis teológico

Doctrina del hombre: la Caída y el pecado

Doctrina de Dios: gracia y soberanía

Apelación inicial

La experiencia de la necesidad humana

El desarrollo del plan divino

Comprensión especial

Cada texto muestra cómo Cristo satisface una necesidad humana universal.

Cada texto manifiesta la necesidad de un redentor, la obra del Redentor, o las consecuencias de la redención.

Objetivo final

Presentar a Cristo desde cada texto

Presentar a Cristo desde cada texto

Jesús y el Enfoque en la Condición Caída (ECC) El ECC se centra en la persona y obra de Cristo observando las muchas formas en que la gente lo necesita. Cuando hablo de la “condición caída” me refiero a cualquier aspecto de la naturaleza humana que requiera de la gracia de Dios. Aun si es indirectamente, cada pasaje de la Biblia señala algún aspecto de nuestra condición caída y algún aspecto del remedio de Dios.3 La condición caída en cuestión puede ser un pecado individual o colectivo. Incluye la codicia, la rebelión, la dureza de corazón, o cualquier violación de los Diez Mandamientos. La condición caída también incluye las consecuencias de vivir en un mundo con cicatrices del pecado, como son el vivir con enfermedad, perder a un ser amado o vivir bajo la autoridad de una persona malvada, ya sea en la casa o en el trabajo. Nuestros

anhelos frustrados también son parte de nuestra condición caída. Esto incluye la búsqueda de una vida mejor, ya sea buscando una pareja con quien casarse o intentando ganar mayor dignidad en el trabajo. Incluye la búsqueda de logros morales más altos ―más autodisciplina o un corazón más abierto. También incluye una búsqueda de paz interior o una adecuada aceptación de sí mismo. Podemos ilustrar el ECC al preguntar por qué sufrimos. Comúnmente experimentamos nuestra condición caída a través del sufrimiento, pero podemos sufrir por muchas razones. 1. Podemos sufrir a consecuencia de nuestro propio pecado. Por ejemplo, los borrachos comúnmente sufren resacas, pierden sus trabajos y viven en la pobreza. 2. Sufrimos porque vivimos en un mundo devastado por el pecado. Sufrimos, por ejemplo, cuando un ser amado muere, sobre todo cuando parece algo prematuro. Asimismo, sufrimos cuando ocurren sequías o inundaciones, solo porque vivimos en un mundo desordenado. En estos casos, muy probablemente, ningún pecado ha causado el sufrimiento. 3. Sufrimos aun cuando no pecamos personalmente, si estamos conectados con malhechores. Los ciudadanos sufren las guerras insensatas de sus líderes. Los niños sufren cuando sus padres pierden su dinero apostándolo. 4. Los cristianos sufren persecución y opresión satánica. Ambas son consecuencias de la Caída, pero los cristianos que son perseguidos por causa de la justicia no han pecado. De hecho, sufren precisamente a causa de su justicia. 5. Podemos sufrir por ignorancia. Las personas presionan los botones equivocados, escogen palabras ofensivas, toman medicamentos dañinos y mucho más, todo por ignorancia, quizás aun con la convicción de que sus acciones son apropiadas. Observando las causas del sufrimiento, vemos que la condición caída es una categoría más amplia que la pecaminosidad. 

Principio 2: Cada pasaje de la Biblia toca algún aspecto de la condición caída de la humanidad y presenta alguna parte del remedio de Dios en Cristo.

Como dice Pablo, toda la Escritura redarguye, enseña, corrige e instruye en justicia (2 Tim. 3:16). Al estudiar la condición caída, simultáneamente somos atraídos a Jesús y a la necesidad universal que conecta el texto antiguo con los lectores modernos. Los maestros que piensan en términos de un ECC concentran sus lecciones en la respuesta bíblica a la pregunta universal de la humanidad. Esto ayuda a los maestros a eludir la tentación de enumerar todos sus pensamientos sobre un texto, posiblemente en una caótica mezcolanza de “ideas que a mí me parecen importantes.” Si el ECC dirige a los maestros a asuntos genuinos, convencerá a los oyentes de que necesitan escuchar el mensaje. Una vez que ellos ven cómo un texto aborda un problema humano común, estarán más preparados para la solución bíblica, que viene a través de la gracia de Dios en Cristo.

Para comprender como funciona el ECC, necesitamos ver algo concreto y particular. Podemos regresar brevemente a Mateo 6:24 y el tema del dinero (del cap. 8) para ser más específicos. Allí Jesús dice, “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” El ECC, compartido tanto por antiguos como modernos, es la tendencia a tratar al dinero como un rival a Dios. Es decir, el ECC es más específico que “la gente tiene problemas con el dinero.” Casi cualquier persona admitirá que su actitud hacia el dinero a veces se sale de control, ya sea al preocuparse en exceso, gastar demasiado, o envidiar a otros. El ECC específico de este pasaje es que el dinero realmente pretende ser un dios alternativo, aún para los creyentes, que podrían considerarse por encima de esto. Pero la enseñanza de Jesús sugiere que la tentación de adorar al dinero generalmente es sutil (ver especialmente la doble advertencia “Mirad, y guardaos de toda avaricia” en Lucas 12:15). Es decir, el Dinero no es el tipo de dios que exige adoración directa y exclusiva. No necesitas postrarte ante él, y está dispuesto a darle cabida a otros dioses. Así, el dinero no parece tan peligroso. Considera otra pregunta de “¿qué harías por un millón de dólares?” (ver el cap. 8 para la anterior). En esta ocasión el encuestador le preguntó a la gente si estaría dispuesta a pasar dos años en la cárcel, mudarse permanentemente a un país extranjero, nunca volver a ver a su mejor amigo, o tirar a su mascota del precipicio por un millón de dólares. Cuarenta y dos por ciento de los encuestados dijeron que harían por lo menos una de esas cosas por un millón de dólares. Aunque la encuesta era más una broma que un estudio (especialmente para los dueños de periquitos), nuestro mero interés en tales preguntas revela nuestra fascinación con el dinero. Esto seguramente es parte de la condición caída tratada en el pasaje. Pero muchos de nosotros reprimimos esto, pues quisiéramos guardar tesoros tanto en el cielo como en la tierra. Quisiéramos poder servir a dos señores; quisiéramos no tener que escoger entre Dios y el Dinero. Como sugiere el caso del dinero, a veces tenemos que persuadir a la gente de que el ECC del texto realmente tiene importancia para ellos. Cuando, por ejemplo, la Biblia insiste en la pureza doctrinal, quizás tengamos que persuadir a la gente de que la verdad doctrinal importa. Una vez más, muchos pasajes de la Escrituras presentan el remedio de Dios para la culpa humana. Pero gran parte de la psicología popular niega la existencia de la verdadera culpa. Se dice que sólo tenemos sentimientos de culpa, y que debemos deshacernos de ellos lo antes posible. Nosotros debemos mostrar que, si bien efectivamente existe tal cosa como la falsa culpa, también existe la culpa genuina. Hay un remedio para ella, y necesitamos ese remedio.

Jesús y el Enfoque Redentor Histórico (ERH) El ERH se centra en Cristo al observar cómo cada texto de la Biblia presenta algún aspecto de su persona y obra. El enfoque redentor histórico examina el desarrollo del plan salvífico de Dios en el tiempo y el espacio. Dentro de ese plan, cada profecía, cada evento, cada ley y cada canto cumple su papel. La comprensión esencial del ERH es que Jesús es el punto

focal de la Escritura. En el primer día de la resurrección, cuando Jesús encontró a sus discípulos desconcertados y les explicó su muerte y resurrección, dijo, “Era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” (Lucas 24:44-47) Más temprano aquel día, Jesús dijo a dos discípulos en el camino a Emaus que el Cristo tenía que sufrir y después entrar en su gloria. “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (24:27). 

Principio 3: Ya que Jesús mismo dice que toda la Biblia habla de él, entonces cada lección cristiana debe, a su manera, presentar a Jesús como Redentor y Señor.

Él cumple todas las esperanzas del Antiguo Testamento y constituye el centro del Nuevo. Por supuesto, Jesús dijo esto aun antes de que el Nuevo Testamento fuera escrito. Así que, cuando Jesús explicó lo que “todas las Escrituras” decían acerca de él, estaba pensando en el Antiguo Testamento. ¿En qué sentido se refieren todas las Escrituras a Jesús? ¿Qué tienen que ver con Jesús los Proverbios o las narrativas de los reyes malvados del norte? En primer lugar, cuando Jesús habló, estaba pensando en el Antiguo Testamento como una unidad, y no en testimonios individuales. En Lucas 24:46, Jesús usa la expresión “está escrito,” que comúnmente introduce una cita del Antiguo Testamento. Pero en esta ocasión, no sigue ninguna cita, lo cual indica que Jesús estaba pensando en el Antiguo Testamento en su totalidad.4 Cuando Jesús dice que “Moisés y todos los profetas” (24:27) o “la ley de Moisés, los profetas y los salmos” (24:44) testifican de su sufrimiento y gloria, está comunicando lo mismo, ya que los judíos usaban ambas frases para referirse a su Biblia completa.5 Está anunciando, por lo tanto, que el tema del Antiguo Testamento como un todo es su sufrimiento y gloria para el perdón de los pecados. Cada porción del Antiguo Testamento anticipa el sufrimiento y la gloria de Cristo a su propia manera. Los desarrollos históricos preparan a Israel para la venida del Mesías. Las desgracias muestran la necesidad de un Salvador. Los triunfos dan una pista de su futura gloria y reino. Algunas profecías lo predicen en forma específica. Un número mucho más grande describe el fracaso de la gente en guardar el pacto y la advertencia del juicio, el cual Jesús vino a quitar. O prometen la misericordia que Jesús vino a proveer. Pocos negarán que el Nuevo Testamento se centra en Jesús. En términos generales, los Evangelios relatan la historia de su vida, ministerio, muerte y resurrección. Hechos

narra la extensión del evangelio de Cristo y las Epístolas explican y aplican la obra de Cristo a la iglesia y al mundo. Así, cada época de la historia bíblica, cada libro de la Biblia y muchos pasajes individuales revelan rasgos únicos del plan de Dios para la salvación. El resto de este capítulo dará una explicación más específica, aunque todavía algo básica, de la manera en que la totalidad de la Biblia presenta a Cristo.

Jesús y la Ley (Génesis a Deuteronomio) Los libros de la Ley apuntan la necesidad humana universal de Cristo en varias maneras. 1. Al describir la entrada del pecado al mundo y después su extensión y desarrollo (Gn. 3-6), los libros de la Ley claman por un redentor. La primera promesa de un salvador llega ya en Génesis 3:15. De este modo, desde el principio, el lector del Antiguo Testamento espera la venida de aquel que aplastará la cabeza de la serpiente que introdujo el pecado a la humanidad. Pero ninguno de los patriarcas de Génesis y ninguno de los primeros líderes de Israel podrían ser aquel salvador, porque todos ellos pecaron y murieron y tuvieron la necesidad de redención para ellos mismos. 2. Muchas personas no ven ningún problema especial en el pecado humano universal. Ellos razonan, “sólo somos humanos y Dios es misericordioso. Si todos están reprobando un curso, los buenos maestros elevan las notas y bajan un poco los estándares. Así debe ser con Dios. Él nos perdonará; ¡ese es su trabajo!” Pero la ley no podría estar más en desacuerdo. Ésta codifica los estándares de justicia y santidad propios de Dios, que fluyen de su misma naturaleza. Cada transgresión de su ley viola su buena estructura para el mundo. Por lo tanto, el pecado universal produce culpa universal y la necesidad del castigo. La Ley le recordaba constantemente esta realidad a Israel al establecer un sistema de ofrendas de sacrificio para el pecado.6 Día tras día, año tras año, los sacerdotes ofrecían sacrificios por el pecado. La repetición sin fin de los rituales sugerían que, de hecho, ninguno de ellos quitaba la culpa humana. La sangre de toros y machos cabríos no puede hacer expiación por el pecado humano (Heb. 10:1-4,11). 3. La gente moderna propone una segunda solución al problema del pecado. Ellos imaginan, “Tal vez no podamos hacer nada para expiar los pecados pasados, pero podemos reformarnos a nosotros mismos y vivir mejor. Nuestras buenas obras y buenas intenciones van a pesar más que nuestros errores.” Aquí, nuevamente, la Ley muestra su desacuerdo al demostrar nuestra esclavitud al pecado. Si la gente continúa pecando después de conocer las consecuencias, eso sugiere que, o son débiles y no pueden cambiar, o son rebeldes y rehúsan cambiar. Por lo tanto, la Ley puede informar, pero no puede transformar. En efecto, lejos de refrenar el pecado, la Ley a veces nos tienta a pecar. Si la Ley prohíbe el adulterio, algunos cuestionarán por qué; y se preguntarán qué es lo que se están perdiendo (Ro. 7:112). Así que, cada estudio de la Ley lleva lógicamente a una discusión sobre Jesús, el único que puede liberar a su pueblo de la esclavitud del pecado. Por lo tanto, cada vez que leemos la Ley, encontramos nuestra debilidad, culpabilidad, y necesidad de un libertador. Cada vez que leemos sobre un sacrificio por el pecado, nuestra atención se dirige a Jesús, el sacrificio final y perfecto.

Jesús y los Libros Históricos (Josué a Ester) Cada líder de Israel –cada rey, sacerdote, profeta y juez – apunta hacia Jesús de alguna manera. Los líderes justos dan indicios de su redención; los malos sugieren la necesidad de un verdadero líder. Por supuesto, aun el mejor tuvo fallas, así que nadie pudo guiar perfectamente al pueblo de Dios. 1. La realeza de Israel ilustra la forma en que la historia del Antiguo Testamento nos conduce a Cristo. El relato empieza en el desastroso periodo de los jueces. En aquel tiempo no había rey en la tierra y “cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jue. 21:25, también 17:6). Así que pidieron un rey, uno “como tienen todas las naciones” (1 Sa. 8:5). Y consiguieron eso precisamente en Saúl; como los reyes de las naciones, él era orgulloso y autocomplaciente, propenso al motín desde el principio y un rebelde total y un desastre militar al final.7 Después de los días de gloria relativamente cortos de David y Salomón, aproximadamente la mitad de los reyes del sur y todos los reyes del norte llevaron a Israel por el mal camino, con algunos promoviendo activamente la adoración a deidades paganas. Los líderes fracasados como Jeroboam, Acab, Manasés y Acaz nos enseñan a anhelar al rey verdadero. Nos muestran cómo no reinará Jesús, el buen rey. 2. Israel disfrutó de unos cuantos reyes nobles, pero graves fallas mancharon aun a los mejores de ellos, como a David, Josías y Ezequías, sin mencionar los reinados totalmente mixtos de reyes como Salomón y Uzías (2 Cr. 26:16-23). Los reyes justos cumplieron tareas reales vitales. Protegieron a Israel de sus enemigos, proveyeron prosperidad, respaldaron la ley y establecieron justicia. Pero Jesús cumple perfectamente todas estas misiones, para siempre. 3. Otros oficiales no fueron mucho mejores que los reyes. Muchos sacerdotes se unieron a los reyes malvados para pervertir a la nación. Sirvieron a otros dioses, a veces al mismo tiempo que al Señor, y otras echándolo a un lado para dar lugar a las deidades paganas ―a veces en las colinas de Israel, otras veces incluso en el templo (Ez. 8). Los jueces tampoco podían ofrecer redención final. La mayoría de los profetas que encontramos en la historia bíblica fueron fieles. Sin embargo, como regla general, la nación los ignoró. Sus palabras, por sí mismas, no pudieron restaurar la lealtad de Israel al Señor. Al igual que los profetas, aun los sacerdotes fieles tuvieron poco efecto, ya que sus sacrificios no podían hacer remisión del pecado y pocas personas hicieron caso a su buena instrucción. 4. La historia de Israel es esencialmente una espiral descendente. Después de su prometedor comienzo, primero con Moisés, después con el rey David, la nación siguió en declive, hasta que primero la parte del norte y después la parte del sur del reinado sufrieron una devastadora derrota militar y el exilio. La nación nunca se recuperó completamente de estas tribulaciones. En todos estos fracasos reconocemos las señales del conflicto cósmico entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente (Gn. 3:15). Los pesares de Israel muestran que Jesús es aquella semilla de la mujer que puede aplastar la cabeza de Satanás. 5. La historia de la batalla de David contra Goliat ilustra varios de estos puntos. Israel enfrentaba una invasión debido en gran parte a que los pecados de Saúl causaron que Dios retirara de él su favor. Saúl mismo debió haber peleado contra el gigante, ya que él era el

rey alto y bien armado (1 Sa. 9:2; 10:23). Su cobardía causó que los demás se hundieran en el miedo y nadie respondió a las provocativas burlas del gigante. Sin embargo, detrás de los insultos y amenazas de muerte de Goliat hacia David, detectamos un conflicto cósmico entre las fuerzas de Dios y las de Satanás; David ciertamente vio su combate de esa manera, y con buena razón (1 Sa. 17:45-47). Repetidamente, los filisteos habían invadido a Israel y tratado de exterminarlo (Jue. 13:16; 1 Sa. 4-6; 29-31). Goliat en particular intentaba matar a David, el ungido de Dios y un ancestro del Mesías. Cuando David derrotó a Goliat, simultáneamente libró a Israel de un enemigo ―una tarea vital de la realeza― y de forma tenue prefiguró la derrota de Satanás por Jesús. Con toda la nobleza de corazón que tuvo David, más adelante cometerá pecados atroces, lo cual nos recuerda que incluso aquellos que prefiguraron al Redentor también lo necesitan.8

Jesús y los Profetas (especialmente Isaías a Malaquías) 1. Tendemos a enfocarnos en un pequeño grupo de oráculos proféticos que predicen la venida del Mesías. Ellos son muy importantes, pero los profetas dirigen su mirada a Cristo de otras formas también. Llaman al pueblo a una obediencia al pacto y al amor a Dios. Advierten sobre el precio de la infidelidad. Cuando la gente se hundió en el pecado, los profetas predijeron a un Mesías que llevaría su castigo y los perdonaría. Algunos textos, como Isaías 7, 9, 42, 49, y 52-53 predicen este hecho explícitamente. Un número mayor promete que Dios tendrá misericordia, sin especificar cómo. 2. A modo de ilustración, Oseas 1 y 2 comparan a la esposa adúltera del profeta con Israel, a quien Dios castigará por su infidelidad. Llamó a su hija Lo-Ruhama, porque Israel sería “no compadecido” ante Dios. Uno de sus hijos fue llamado Lo-Ammi, porque Israel “no es mi pueblo.”9 Sin embargo, al final de Oseas 2, el profeta de repente predice que el Señor va a restaurar su pacto con Israel y lo hará su esposa para siempre. Cómo y cuándo sucederá esto, Oseas nunca lo dice; sólo lo hace el Nuevo Testamento. 3. La carrera de algunos de los profetas prefiguró ciertos elementos del ministerio de Jesús. Como Cristo, proclamaron sin temor la verdad, aún a su propio riesgo. Otros, especialmente Elías y Eliseo, hicieron milagros, como multiplicar comida, sanar leprosos y levantar a los muertos (2 Reyes 4-5 por ejemplo). Sus obras anticiparon las más grandes obras de Cristo, el último y más grande profeta. Él hizo más milagros multiplicando más comida y sanando más leprosos. Cuando Israel rechazó a los profetas, ese acto prefiguró el rechazo más grande de Jesús (Lc. 4:24; Mt. 21: 33-40). 4. Al igual que los profetas, Jesús amenazó con juicios (Mt. 23: 13-29) y prometió bendiciones (Mt. 5: 3-11) en el porvenir. Como los profetas, tuvo una comprensión sobrenatural de los pensamientos de aquellos a su alrededor (Mr. 2: 5, 8). Sus prodigios hicieron que la gente concluyera que él debía ser un gran profeta, incluso el profeta por quien habían esperado tanto tiempo (Lucas 7:16; Juan 6:14; 7:40). Pero Jesús es más que un profeta (Mt. 12:38-41), porque ni siquiera el ministerio del mayor de los profetas redimirá a Israel (Mt. 11:20-30).

Jesús y la literatura sapiencial (Job a Cantares) 1. Los diversos libros de sabiduría nos dirigen a Cristo de varias maneras. Por excelente que pueda ser la Ley de Moisés, estos libros, especialmente Proverbios, presuponen que ésta apenas comienza a sondear el corazón humano. Proverbios investiga los puntos más delicados de la vida, los puntos que la Ley no puede regular.10 Su crítica de la necedad nos dirige al consejo con respecto a la mente y actitud de los fieles. Jesús lleva este aspecto de la sabiduría a su más alto nivel, examinando los pensamientos y motivos de todos (Mt. 5:21-48; 23:1-33). 2. La enseñanza de Jesús es más pura que la literatura sapiencial. Tanto Job como Eclesiastés deliberadamente usan falsedades parciales para hacer resaltar y estimular nuestro deseo por la verdad. Pero la enseñanza de Jesús no tiene aleaciones. Los aspectos más oscuros de Eclesiastés y Job también muestran que nuestra existencia es impredecible, breve y vana, de manera que la mera sabiduría no puede otorgarnos una vida satisfactoria. Aquí, nuevamente, Jesús sobrepasa la sabiduría al abrir la puerta a la vida eterna. 3. Dado que los Salmos son tan diversos, apuntan hacia Jesús de diversas maneras. Algunos predicen aspectos de su vida y ministerio. Por ejemplo, el Nuevo Testamento repetidamente cita la predicción del Salmo 118:22-23 de que la gente rechazaría a Jesús, la piedra del ángulo elegida por Dios. Jesús mismo usó algunos de los Salmos para explicar su ministerio. Usó un salmo de lamento para expresar su dolor en la cruz (Sal. 22 en Mt. 27:46). Y cumplió los salmos que elogian a los humanos ―ora toda la humanidad, ora un rey― con un lenguaje que parece demasiado extravagante para meros mortales (Sal. 45 en Heb. 1:5-6; Sal. 8 en Heb. 2:6-9). 4. Jesús también encarnó el concepto de la sabiduría. Salomón fue el hombre más sabio del antiguo pacto, pero en Jesús alguien mayor que Salomón estaba presente (Mt. 12:42). En Mateo 11 y Lucas 7, Jesús se compara a sí mismo y a Juan el Bautista con los profetas y la sabiduría. Esa generación no escucharía su sabiduría. Sin embargo la sabiduría de Jesús y de Juan sería vindicada por sus hijos (Lucas 7:35). Jesús revelaría su sabiduría a ellos (Mt. 11:25-27) y sus obras vindicarían su enseñanza (Mt. 11:19). Proverbios 8:22-31 personifica la sabiduría que Dios usó para crear al mundo y formarlo adecuadamente. El Nuevo Testamento revela que Jesús es la sabiduría verdadera y personal que se unió con el Padre en la creación de todas las cosas (Jn. 1:1-14; 1 Co. 1:24, 30; Col. 1:16; Heb. 1:1-4). Vemos, por lo tanto, que el Antiguo Testamento señala a Cristo de muchas formas. La Ley demuestra que necesitamos un salvador. La historia de Israel demuestra que la nación no puede salvarse a sí misma. Aún los mejores líderes fallan activamente y en forma pasiva se quedan cortos ante el tipo de liderazgo que la humanidad necesita. Jesús es el único y verdadero profeta, sacerdote, rey y hombre sabio de Dios.

Jesús y los Evangelios y Hechos (Mateo a Hechos) Los Evangelios, obviamente, se centran en la persona y obra de Jesús de varias formas. Libros enteros se han escrito sobre tales formas. Mencionamos unas cuantas que poseen una más amplia importancia mostrando, primero, que Jesús cumplió los oficios del Antiguo Testamento de rey, profeta, sacerdote y hombre sabio. 1. Rey. Los Evangelios constantemente presentan a Jesús como el señor de un reino. Tanto Juan como Jesús inauguraron sus ministerios anunciando, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2; 4:17). Como rey, Jesús liberó a la persona completa, no solamente su alma. Los milagros comprobaron especialmente que Jesús era el amo tanto de la naturaleza como de la esfera sobrenatural. Sanó a los enfermos, resucitó a los muertos y calmó las tormentas. Estas señales fueron anticipos de la eternidad, cuando él restaurará todas las cosas. Jesús también reinó al promover la justicia y defender a la gente en contra de sus adversarios. Al echar fuera demonios, Jesús derrotó a Satanás, lo ató y despojó de su casa (Lc. 11:14-22, Mt. 12:28-29). Algunas sanidades liberaron a la gente de la esclavitud de Satanás (Lc. 13:10-16) Sus obras de poder real proveyeron completo bienestar. Algunas promovieron la fe (Mr. 9:17-24; Jn.9:1-38), el arrepentimiento y perdón (Lc. 5:17-26; Jn. 5:2-14). Jesús restauró a la gente aun socialmente, cuando, por ejemplo, sanó a leprosos y tuvo comunión con los marginados. Jesús reinó aun en su muerte y resurrección, porque por ellos salvó a su pueblo del enemigo final, la muerte. 2. Profeta. La gente de Israel vio a Jesús como un profeta, y él aceptó el título. Vino como un profeta, anunciando las buenas nuevas a los pobres (Lc. 4), y murió como todos los profetas murieron, en Jerusalén, por mano de la gente que debería haberlo recibido (Lc. 13:3-35; cf. Jn. 1:10-11). Sin embargo, Jesús se distinguió a sí mismo de todos los demás profetas. Habló de forma diferente. Ellos decían, “Así dice el Señor,” pero Jesús dijo, “De cierto os digo.” El combinó los roles de profeta y juez cuando leía los pensamientos y evaluaba los corazones.11 Como un profeta, también predijo su propia muerte y resurrección y hasta explicó su significado (Mt. 16:21-23; 17:22-23; 20:17-28). 3. Sacerdote. De la mitad de los Evangelios en adelante, Jesús se dirigía a Jerusalén. Una vez allí, actuando como sumo sacerdote, ofrecería su vida como el sacrificio perfecto y final para quitar los pecados de la gente para siempre. La obra sacerdotal de Jesús fue entretejida con su actividad real y profética. Como rey, declaró los pecados perdonados. Como sacerdote, se ganó el derecho a hacer dicha declaración. Como rey, silenció a Satanás, el acusador de los santos. Como sacerdote, ganó el derecho de silenciarlo, al quitar la única queja cuasi-legítima de Satanás de que somos pecadores y merecemos ser castigados. Como profeta, esbozó los estándares más altos posibles de la justicia, sin embargo también consoló a los culpables con la promesa de misericordia para el penitente. Como sacerdote, ofreció el sacrificio para quitar el castigo por el pecado de aquellos que conocían su culpabilidad.

4. Maestro. Jesús es llamado maestro o rabí sesenta y cinco veces en los Evangelios, y nunca rechaza el título.12 En manos inexpertas, la enseñanza ética de Jesús, como el Sermón del Monte, puede reducirse a una mera ley, como si él hubiera dicho, “Haz esto para servir a Dios, para ser un verdadero discípulo.” Algunos hasta le dan un giro legalista, como si dijera, “Haz esto para poder ganar la bendición de Dios. Haz esto y Dios te va a amar por ello.” Para evitar estos errores, tenemos que poner la ética de Jesús en su contexto. a. La ética de Jesús es dada a sus discípulos (Mt. 5:1-2), a gente que ya está en el reino y quiere saber como conducirse en él, no a gente que espera hacer algo para poder entrar a él (Mt. 5:3, 10, 12, y 45 todos describen al reino como la posesión presente de los discípulos). b. Jesús promete misericordia a aquellos que transgreden los estándares de Dios, si se duelen y lamentan por su pecado (5:3-5). También promete fuerzas para aquellos que carecen de capacidad para obedecer (7:7-11). c. El Nuevo Testamento enseña que la gratitud y el deseo de honrar a Dios son los motivos primordiales para la obediencia. A nadie se le anima a obedecer para poder merecer algo de Dios. No obedecemos con el fin de poner a Dios en una posición de debernos algo. 5. Hijo de Dios. Jesús es el Hijo de Dios, de una sustancia con el Padre y la representación exacta del carácter de Dios (Heb. 1:1-3). Por lo tanto, Jesús manifiesta en forma única el carácter de Dios a la humanidad. Verlo a él es ver al Padre (Juan 14:9). Si alguien pregunta, “¿cómo puedo saber cómo es Dios?”, la mejor respuesta podría ser, “lee los Evangelios, fijando tu atención en Jesús.” 6. Hijo del Hombre. Día a día, Jesús se comportó como el verdadero hombre y en silencio trazó los contornos de una verdadera humanidad.13 Este proceso ya había empezado con la Tentación, cuando Jesús pasó las pruebas que Adán y Eva reprobaron. A diferencia de ellos, Jesús resistió el impulso de satisfacer sus deseos de probar comida o cualquier otro placer físico que no era suyo para disfrutar. También rehusó tentar a Dios o postrarse ante Satanás, sin importar los beneficios que Satanás pusiera ante sus ojos para incitarlo. A lo largo de toda su vida, Jesús modeló la aceptación amorosa que le debemos al pobre y al marginado, la compasión y generosidad que debemos a los débiles, y el valor que debemos mostrar ante los fuertes y malvados. 7. El verdadero israelita, fiel al pacto. Jesús fue el verdadero israelita, el único que permaneció fiel al pacto hasta el final. Resistió las tentaciones a las que Israel sucumbió en el desierto (compara Mt. 4:4 con Dt. 8:3; Mt. 4:7 con Dt. 6:16 y Ex. 17:1-7; Mt. 4:10 con Dt. 6:13). Él cumplió la ley del pacto. Y entonces, al final de su ministerio terrenal, cargó voluntariamente las maldiciones del pacto que debían caer sobre aquellos que fracasaron en guardar el pacto.

El libro de los Hechos describe el esparcimiento del evangelio de Cristo, a través del cual gente de todas las naciones viene a Dios. En Hechos oímos que los apóstoles proclaman a Jesús, el único nombre “dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:12).

Jesús, las Epístolas, y Apocalipsis Generalizando, los evangelios cuentan la historia de la vida de Jesús y las epístolas la interpretan. Las epístolas de Pablo han gozado de un lugar predilecto en la teología cristiana, pero todas las otras epístolas desarrollan el mensaje de Cristo a su propia manera. 1. Las Epístolas de Pablo explican especialmente cómo la muerte y resurrección de Jesús expían del pecado, otorgan perdón y restauran a la familia de Dios. Para Pablo, toda la doctrina se relaciona con Jesús. Él describe al Dios que salva en Cristo, a pesar de su ira contra el pecado. Su antropología comienza con la maldad de la humanidad y su incapacidad de reformarse a sí misma. Él fundamenta su ética en la gratitud por la obra de Cristo y en un deseo de vivir nuestra nueva identidad en Cristo. 2. Hebreos investiga a Jesús como el gran y último Sumo Sacerdote, el sacrificio perfecto, que limpia a su pueblo del pecado, una vez para siempre. El autor de esta epístola también considera a Jesús como el paladín que derrota al gran enemigo, Satanás. Jesús solidariza con nosotros mientras corremos la difícil carrera de la vida, mas él también abre y despeja el camino en que corremos y nos espera en la meta. 3. Martín Lutero llamó a Santiago “una epístola de paja” porque carece de una teología de la cruz. Pero Santiago escribió a creyentes judíos que se contentaban con el mero conocimiento de la doctrina correcta, sin practicarla. Él escribió para sacudir a aquellos que pensaban que la ortodoxia doctrinal garantizaba una relación de pacto con Dios. Haciendo eco de las enseñanzas de Jesús en docenas de puntos, Santiago presenta a Jesús como el Señor de nuestra vida ética, ya que la verdadera fe en Cristo necesariamente conlleva obediencia y buenas obras (Stgo. 2:14-26). 4. Pedro ve la crucifixión de Jesús como un sacrificio expiatorio así como un modelo de la perseverancia cristiana en medio de la persecución (1 Pe. 2:18-25). Jesús “llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (2:24). Pero también insta a los cristianos a soportar la aflicción injusta como Cristo lo hizo: sufriendo silenciosamente, encomendándose al Padre, quien pronto lo vindicaría. Jesús ejemplificó el consejo pastoral de Pedro a una iglesia perseguida (2:18- ; 3:14- ; 4:12- ). 5. Si el evangelio de Juan fue escrito para inspirar fe (Jn. 20:31), 1ª de Juan fue escrito para asegurarles a los creyentes que ellos realmente tienen fe, aun si las pruebas y las herejías los rodean (1 Jn. 5:13). La epístola proclama a Cristo como el poder que mora en ellos, y que permite a los creyentes aprobar las tres pruebas de la fe genuina: doctrina verdadera, amor verdadero y obediencia verdadera. 6. El Apocalipsis es una serie de visiones de Cristo (1:12-18; 19:11-21) y su triunfo sobre Satanás y sus aliados: la bestia que sale del mar representa el poder político impío; la bestia que sale de la tierra representa el falso poder religioso; y Babilonia representa las

seducciones de la riqueza y el placer (caps. 12-14, 18-20). Las visiones prometen repetidamente la derrota de la maldad y reúnen tanto a santos como a ángeles para adorar al Cordero, quien enjugará toda lágrima de sus ojos. Lleno de títulos de Cristo, el Apocalipsis ha inspirado un sinnúmero de himnos. Si Apocalipsis es profecía, como algunos dicen, es profecía en el sentido de que “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (19:10).

Conclusión Un pasaje puede llevarnos a Cristo de muchas maneras. Podemos meditar en el carácter de Dios el Padre, y cómo éste lo llevó a enviar a su Hijo. Podemos considerar el carácter y conducta de Cristo como un modelo para los nuestros. Podemos ponderar el rol de la gratitud a Cristo o enfocarnos en el don del Espíritu Santo en nuestro camino hacia la madurez. Este capítulo ha enfatizado dos maneras de asegurarnos de que todas nuestras exposiciones miren hacia Jesús: el “enfoque en la condición caída” y el “enfoque redentor histórico.” Cada uno es un aspecto de la reflexión, es decir, el arte de encontrar y aplicar el punto principal de un texto bíblico y relacionar dicho punto al mensaje redentor de toda la Biblia. Estos dos métodos previenen que preparemos mensajes que contienen enunciados verdaderos y un buen consejo pero que en última instancia son sub-cristianos porque no hay nada del Salvador en ellos. Este capítulo completa el plan CAPTAR para la interpretación bíblica, que muestra los elementos de Contexto, Análisis, Problemas, Temas, Aplicaciones y Reflexión. Completada la presentación de los métodos, me permito enfatizar nuevamente que los métodos no tendrán ningún beneficio duradero a menos que los sometamos a los objetivos del Espíritu. Es necesario que los maestros siempre enfaticen una idea principal de cada texto. Aquella idea única siempre testifica del Señor, quien es la meta final tanto de la vida como de la Escritura.

Ejercicios Toma los mismos pasajes usados en los ejercicios del capítulo 11 y ve de qué forma cada texto apunta a la persona y obra de Jesús en una de las maneras descritas en este capítulo. 1. Génesis 22: 1-18 2. Romanos 12:1-2 3. Gálatas 1: 6-9

4. Mateo 18: 21-35 __________________ Notas 1

El término “enfoque en la condición caída” ha sido tomado de Bryan Chapell, Christ-Centered Preaching: Redeeming the Expository Sermón (Grand Rapids: Baker, 1994). La sección sobre ese tema depende de Chapell, aunque mi concepto difiere ligeramente del suyo. 2

Para una explicación del concepto de un “pasaje,” ver el apéndice B, “Selección de un texto.”

3

Chapell, Christ-Centered Preaching, 40-44, 201-2, 231-36, 263-66.

4

El griego es gegraptai, “está escrito.” Lucas 18:31 y 21:22 y Hechos 13:29 también se refieren a “todas las cosas escritas” sin referirse a un sólo texto. Por supuesto, Lucas cita textos específicos en otras ocasiones: vea Lucas 4:17-21 (citando Is. 61:1-2 ) y Lucas 22:37 (citando Is. 53:12.) Vea también Hechos 4:11 (citando Sal. 118:22) y Hechos 4:25-26 (citando Sal. 2:1-2). 5

En 24:27, “Moisés” se refiere a los cinco libros de Moisés, de Génesis a Deuteronomio. “Los Profetas” refiere de Josué a Reyes, pero puede incluir a los libros proféticos y la literatura sapiencial. En 24:44, “los Salmos” se refiere a todos los libros de sabiduría. 6

De hecho, muchos sacrificios expresaban gratitud o comunión con Dios, pero dentro de la teología bíblica, las ofrendas de expiación por el pecado tienen mayor prominencia. 7

Con respecto a la rebelión de Saúl desde el principio, ver V. Philips Long, “The Art of Biblical History,” en Foundations of Contemporary Interpretation, vol. 5 (Grand Rapids: Zondervan, 1994), cap. 6. Para un análisis más técnico, ver Long, The Reign and Rejection of King Saul: A Case for Literary and Theological Coherence, SBL Dissertation Series, vol. 118 (Atlanta: Scholars Press, 1989). 8

Para un extenso, y a veces excesivamente entusiasta tratado de Cristología en la historia del Antiguo Testamento, ver S.G. DeGraff, Promise and Deliverance, 4 vols. (St. Catherine;s, Ont.: Paideia Press, 197781), vols. 1-2. Disponible en Español como El Pueblo de la Promesa, 4 vols. (Grand Rapids, MI: Subcomisión de Literatura Cristiana, 1981). 9

Los nombres significan “no compadecida” y “no es mi pueblo.”

10

Para más sobre sabiduría, ver el apéndice D.

11

Dan Doriani, “The Deity of Christ in the Synoptic Gospels,” Journal of the Evangelical Theological Society 37 (September 1994): 340-43. 12 13

Robert Stein, The Method and Message of Jesus (Philadelphia: Westminster, 1978), 1-2.

Michael Griffiths, The Example of Christ (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1984); E. J. Tinsley, “Some Principles for Reconstructing a Doctrine of the Imitation of Christ,” Scottish Journal of Theology 25 (February 1972): 45-57; Alistair McGrath, “In What Way Can Jesus Be a Moral Example for Christians?” Journal of the Evangelical Theological Society 34 (September 1991): 289-98.

13 COMIENZO ____________________________________________________________

Entretenimiento e “info-tenimiento” El entretenimiento le añade chispa a la vida. Los cristianos generalmente rechazan el entretenimiento en bares de jazz, clubes de comedia y películas atrevidas, pero todavía nos encanta la distracción de una película familiar o visitas al zoológico, un concierto, o hasta una conferencia pública. De hecho, muchos cristianos leen libros, toman clases, escuchan oradores y acumulan información como un tipo de entretenimiento espiritual o intelectual. Comúnmente, esto no es un problema; una plática que omite el análisis serio para dar lugar a chistes e historias puede aun así comunicar la verdad. Sin embargo, debemos tener cuidado con la mentalidad del “info-tenimiento”, especialmente cuando se aplica erróneamente al área de las habilidades. La información pura, recolectada pasivamente, resulta útil si la podemos llevar a la acción en el momento apropiado. Entrenar para desarrollar habilidades no tiene sentido a menos que las practiquemos. Piensa en todos los programas de aeróbicos televisados. ¿De qué te sirve observar un ejercicio para dar tono a los muslos mientras las migajas de papas fritas se acumulan en tu sudadera? ¿De qué sirve ver un programa de cocina gourmet si nunca sacas los utensilios de cocina? Ni siquiera podrás oler la comida, mucho menos saborearla. Lo mismo es cierto respecto a la capacitación en la interpretación bíblica. Es vano llegar a ser un espectador ligeramente mejor informado ―más consciente, pero igual de pasivo que antes. Si bien hay información útil en este libro, su objetivo es presentar métodos de estudio, y su programa es casi inútil si jamás se practica. El óxido nunca descansa. Una destreza que cae en desuso se va a corroer con el tiempo. O la usamos o la perdemos.

Comienzo con devocionales privados1 El lugar más fácil para empezar a usar el plan CAPTAR es en los devocionales privados, porque solamente tienes que persuadir a una persona de que vale la pena. Primero, decídete a cambiar tus devocionales privados para bien. Entonces pregúntate cuál podría ser una meta razonable para tu lectura privada. ¿Quieres leer una cantidad específica de la Biblia en un mes o un año? ¿O quieres pasar una cantidad fija de tiempo en el estudio, sin preocuparte por cuánto material estas cubriendo? Yo recomiendo la segunda opción inicialmente, porque el plan CAPTAR busca calidad más que cantidad, y la calidad requiere tiempo. Por esta razón, es mejor empezar con un libro corto, como Filipenses, Rut

o 1 Pedro, los cuales podrás terminar en poco tiempo. Cuando termines un libro o dos, intenta con un libro más grande, como un evangelio. En segundo lugar, organízate. Decide cuándo, dónde, y aproximadamente cuánto tiempo vas a estudiar. Entonces reúne tus materiales: una Biblia, pluma y papel (o computadora), y las obras básicas de referencia, como una Biblia con referencias cruzadas, un diccionario o una enciclopedia bíblica, y una concordancia. Considera decirle a un amigo lo que estás haciendo, y pedirle que te de la oportunidad de rendirle cuentas. Tercero, comienza, siguiendo los pasos analizados en este libro. Empieza por el contexto histórico de tu libro: ¿quién lo escribió? ¿Cuándo y por qué fue escrito? Y entonces sigue con el análisis, solución de problemas, temas, aplicaciones y reflexión. Después de una semana aproximadamente, y luego nuevamente después de un mes, detente y evalúa cómo te está yendo. ¿Cuánto has progresado? ¿Necesitas hacer algunos ajustes?

Comienzo en grupo Algunas personas avanzarán más rápidamente al estudiar en grupo. De esa manera podrán compartir descubrimientos y sortear juntos los obstáculos que se presenten en el camino. La comprensión, pregunta u objeción de una persona impulsa a los demás a pensar más profundamente. Los expertos dicen que el tamaño ideal para un grupo pequeño es de seis a ocho participantes, pero puedes empezar con un grupo de tres a doce. Un grupo de estudio bíblico necesita tres cosas: un líder dedicado, estar de acuerdo respecto a su propósito, y personas que estén comprometidas con ese propósito. El líder por lo general es la clave. Él o ella necesita tener varias destrezas y varios rasgos de carácter.

Las destrezas del líder 1. Organización. El líder eficaz llega a tiempo y comienza la reunión. Prepara una hoja para la discusión, incluyendo quizás algunos hechos clave sobre el pasaje, un bosquejo corto del pasaje y algunas preguntas abiertas. 2. Discusión. Los líderes eficaces involucran a todos los integrantes. Animan a la gente callada y piden que los miembros parlanchines esperen la participación de otros. No le temen al silencio ni tratan de llenar cada pausa, pues saben que pensar sobre algunas de las preguntas toma tiempo. También mantienen el grupo enfocado en la Biblia y el tema a tratar. 3. Facilitación. Los líderes efectivos también tratan de encontrar algo positivo en cada pregunta y comentario honesto. Escuchan y ayudan a la gente a articular sus preguntas y observaciones. Saben cuándo una discusión está completa y la cierran haciendo un resumen de los mejores descubrimientos del grupo.

Cualidades del carácter del líder Si bien cada virtud bíblica realzará el trabajo de un líder, Timoteo y Tito distinguen las cualidades que aplican especialmente a los líderes cristianos. Varias de ellas corresponden al líder de estudio bíblico. 1. Amor. El amor a Dios, a su Palabra y a su pueblo motiva a los líderes a prepararse para guiar a un grupo fielmente, semana tras semana. 2. Paciencia. Los líderes piadosos no pueden ser contenciosos o propensos a discutir. La explicación amable y la persuasión ganan a la gente hacia la verdad. Un líder también debe ser paciente con alguien que habla abruptamente y demasiado a menudo; sin embargo, también saben cuándo es necesario intervenir, por el bien de los demás. 3. Humildad. Los líderes sabios no se promueven a sí mismos o sus propios intereses. Respetan las contribuciones de todos, pero resguardan la verdad. 4. Honestidad. La honestidad guía al líder excelente de varias maneras. La honestidad hace que un líder admita su ignorancia cuando no conoce las respuestas, en vez de esconderse bajo una nube de palabras vacías. La honestidad requiere que el líder se enfrente a preguntas difíciles, sin negar las diferencias reales de opinión. Esta no es una invitación a la polémica, pero no llegaremos a ningún lado si negamos que los cristianos tengan diferencias de opinión con el mundo y entre ellos mismos.

El propósito y la gente del grupo Para que haya fruto, los miembros del grupo deben estar de acuerdo en que su propósito principal es examinar las Escrituras y aplicarlas a la vida. La estimulación intelectual, el compañerismo y la comida están en segundo lugar. Recluta a personas que estén de acuerdo con el propósito de tu reunión.

Presentaciones más grandes Aquellos que ya son maestros o aspiran a serlo deben recordar que el plan CAPTAR es un método de investigación, no un bosquejo para oradores públicos (ver apéndice A). Después de haber reunido tu material, todavía necesitas encontrar una forma adecuada de presentarlo. Este no es el lugar para empezar a explicar el arte de la oratoria, pero estos son algunos principios ampliamente aceptados. 1. La introducción estimula el interés de la audiencia. Ya sea que partas con una ilustración o no, debes mostrarles que el tema que vas a abordar importa. Una introducción podría investigar algún aspecto de nuestra condición caída y promover un interés en el remedio de Dios para ella (cap. 12). Por lo general, intenta expresar tu proposición al

principio de tu exposición, para que todos sepan cómo se aplica la Palabra de Dios a esta situación (cap. 11). 2. Deja que el flujo natural del pasaje que descubriste durante tu análisis dicte el bosquejo de tu mensaje. Conforme desarrolles tus puntos, resume tus notas de investigación sobre el análisis, problemas y temas para crear una exposición ininterrumpida. Es posible que desees detenerte y aplicar tus puntos frecuentemente, o puedes introducir tu aplicación al final de cada sección. 3. La conclusión debe hacer hincapié en tus ideas principales. Es tentador improvisar la conclusión, pero escoge tus palabras con cuidado aquí también. Asegúrate de cimentar tu plática en la gracia de Dios y la persona de Cristo. Ten cuidado de no dejar la impresión de que el conocimiento de las ideas es suficiente, o que estás meramente dando consejos sobre moral o cómo manejar la vida. 4. Enfócate en Cristo, no en el esfuerzo humano. ¿Necesita el mundo más buenos consejos realmente? La mayor parte del tiempo, la gente sabe lo que debería estar haciendo. El problema no es la ignorancia, sino la incapacidad o indisposición a hacer lo que ya sabemos. El mundo no necesita otro filósofo de la ética; necesita un Redentor que perdona nuestras fallas y nos fortalece para la obediencia agradecida.

Conclusión Este libro empezó presentando tres razones por las cuales los cristianos serios necesitan tener un método para el estudio bíblico inductivo. Oímos sermones problemáticos pero no podemos determinar la raíz del error; nos volvemos demasiado dependientes de comentarios y manuales de lección; y nuestros devocionales personales están muy lejos de nuestro ideal. En los capítulos que siguieron, recibiste una gran cantidad de información sobre cómo estudiar y aplicar la Biblia, y sé que, a menos que ya haya sido familiar para ti, vas a olvidar mucho de ella. Pero también hay simplicidad en todo lo que has leído. De hecho, puede que olvides muchos detalles, pero si recuerdas el acróstico CAPTAR, ya habrás dado un gran paso adelante. Cada vez que quieras desentrañar el significado de la Escritura, los pasos básicos son sencillos: C = Contexto

Establece el contexto en tu libro y en la cultura bíblica.

A = Análisis

Analiza el flujo del pensamiento o el flujo de una historia.

P = Problemas

Resuelve tus problemas: las palabras y costumbres que nos desconciertan.

T = Temas

Desarrolla un tema, un idea principal que recorra toda la Escritura.

A = Aplicaciones

Descubre tus deberes, la manera en que la Biblia aplica a ti hoy en día.

R = Reflexión

Reflexiona sobre el punto principal y la obra de Cristo.

El siguiente paso lo debes dar tú. Que nuestro Señor te guíe mientras adquieres destreza en interpretar la Palabra; que tu deseo de obediencia crezca junto con esa destreza. Que él te infunda valor para guiar a otros hacia el redescubrimiento de la verdad bíblica en tiempos de gran ignorancia de la Escritura. El apóstol Pablo llama a los líderes cristianos a convertirse en trabajadores adiestrados en la Palabra, que usen correctamente la Palabra de Verdad (2 Tim. 2:15). Es mi deseo que leas y estudies adecuadamente la Palabra de Dios. Y que entonces, al meditar en ella, encuentres consuelo, desafío y dirección, tanto para ti como para otros, y que así demuestres ser, como dice Jesús, una luz para el mundo. ___________________ Notas 1

Debo algunas de las ideas sobre cómo empezar un grupo pequeño a Howard G. Hendricks y a William D. Hendricks, Living by the Book (Chicago: Moody Press, 1991), 324-40.

Apéndice A ________________________________________ Lección modelo Las siguientes páginas ilustran cómo pongo en práctica el plan CAPTAR en mi predicación y enseñanza. Esta lección modelo es un sermón ligeramente revisado que preparé usando los métodos de este libro. En los títulos a la izquierda, etiqueto los pasos que di para que puedas reconocerlos. Este es un registro escrito de un sermón real y, como todos mis sermones, utiliza CAPTAR como plan para la investigación, pero difiere un poco de él en la presentación.

Jesucristo, un rescate para muchos (Mateo 20:20-28) La mayoría de nosotros somos tardos para servir. Bueno, serviremos al final, si es necesario, pero preferiríamos no hacerlo. Preferiríamos mejor que el trabajo y los problemas desaparecieran por sí solos, y que la belleza y el honor llegaran a nosotros por sí solos. Tomemos, por ejemplo, algo sencillo como el final de una comida familiar. Con estómagos saciados con comidas sabrosas, y mentes animadas por la placentera conversación, miramos la mesa satisfechos. Vagamente nos damos cuenta de que la mesa es un desastre, que se necesita hacer algo al respecto. Pero nosotros no queremos hacer nada al respecto. Esperamos que el hijo bueno recuerde que le toca levantar la mesa, y que no tenga algún compromiso antes. De repente suena el teléfono, y varias personas saltan para contestarlo. Después de todo, no podemos limpiar la mesa cuando atendemos el teléfono, ¿verdad? Cierto, el teléfono es inalámbrico, pero sería de mala educación que el que llama escuchara el ruido de los trastes, aún si resulta ser un viejo amigo de la compañía telefónica ansioso por hablar con nosotros de sus nuevos y emocionantes planes de servicio. Introducción y Enfoque en la Condición Caída

Sucede lo mismo en diversas áreas. Los hombres postergamos proyectos de la casa hasta tres meses después de que ya es vergonzoso. Entonces, cuando finalmente desocupamos nuestros taladros y martillos después de terminar nuestros proyectos, esperamos que nuestra esposa corra a nosotros, consumida y ruborizada de amor, y que nos abrace, proclamando, “¡mi héroe!” Así que, no sólo queremos evitar tanto trabajo como sea posible, sino que también queremos recibir tanto honor como sea posible cuando finalmente hacemos algo. Estas fallas no son nada nuevo. En nuestro pasaje y su contexto, también vemos a los discípulos tardos para servir y ansiosos por recibir honor. También vemos cómo Jesús les contesta tanto a ellos como a nosotros.

Jesús tiene una doble solución para nuestra renuencia a servir. Nos Enunciación del redime del pecado y se ofrece a sí mismo como un modelo para la tema vida nueva. Jesús dice, “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” El sabía que cuando hiciera estas cosas, pocas personas iban a lanzarse para abrazarlo. Sabía que si alguien tenía que consumirse, sería él, y no con placer. Como cristianos, sabemos que Jesús vino a dar su vida como un rescate por nosotros. Su vida es la fuente de nuestra vida. Pero en este pasaje también dice que su vida es el patrón para la nuestra. Este pasaje nos llama a creerlo y a vivir de esa manera. Contexto literario amplio

Durante el viaje final de Jesús a Jerusalén, el tema del servicio surge varias veces. De hecho, el asunto del servicio, incluyendo el deseo de evitarlo o de recibir honor por él, domina Mateo 19-20. La discusión comienza en 19:3, cuando algunos fariseos le preguntan a Jesús, “¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?” En otras palabras, “¿Tengo el derecho a tratar a mi esposa casi de cualquier forma que yo quiera? ¿Cuál es el mínimo absoluto que le debo a mi esposa? ¿Puedo divorciarme de ella tan pronto como me empiece a desagradar?” Contexto amplio, Parte 1: Los fariseos en 19:1-12

Contexto histórico

Algunos rabinos de la época decían que un hombre podía divorciarse de su esposa casi por cualquier razón: por quemar su comida, por “girar en la calle” (que quizás sugería libertinaje), por volverse impertinente, y quizás hasta por dejar de ser atractiva y agradable a sus ojos. Así que, Mateo 19 empieza con la pregunta, “¿Qué tan poco podemos dar?”

Esta sigue siendo la pregunta motivadora de muchas personas que buscan el divorcio hoy en día. Quieren saber, “¿Cuánto es lo Breve aplicación mínimo que puedo dar? ¿Cuál es el menor tiempo que puedo ser fiel a mis votos matrimoniales? ¿Puedo dejar mi matrimonio tan pronto este me parezca un mal negocio? ¿Puedo dejarlo cuando parezca que estoy dando más de lo que estoy recibiendo? Después, en 19:16, un joven rico se acerca a Jesús y pregunta, “¿Qué bien haré para tener la vida eterna?” En otras palabras, “si hago algo sobresaliente, ¿puedo contar con recibir un premio?” Él asume que uno tiene que guardar los mandamientos. Quiere saber, “¿qué gran obra extra puedo hacer para ganar crédito ante Dios, para que, aun si peco, él vea esta gran obra, me perdone y me dé la vida eterna?”

Contexto amplio, Parte 2: El joven rico en 19:1-30

Después de algo de plática, Jesús finalmente le dice, “muy bien, quizás haya sólo una cosa.” Pero rápidamente nos damos cuenta de que “una cosa” es todo: “Si quieres hacer algo, vende todos tus bienes, y da el dinero a los pobres, y sígueme.” Ahora, esta es una obra grandiosa, no porque sea tan extraordinario regalar algo, sino porque dice que un hombre rico tiene que amar a Dios y a su reino lo suficiente para renunciar a sus riquezas. Ese regalo sería grande, no porque tuviera mérito en sí mismo,

sino porque mostraría que amaba a Dios más que a su riqueza. Mostraría que había dado a Dios su corazón. Pero este hombre rico no puede llevar a cabo esta obra, porque el dinero es su dios, y se va triste. Aquí, una vez más, vemos una actitud muy común hacia el servicio. A veces decimos, “Señor, ¿qué puedo hacer por ti? Haré cualquier cosa. Sólo dilo.” El Señor la menciona, y entonces decimos, “bueno, quise decir cualquier cosa menos esa.” Cuando el hombre rico se va, Jesús comenta, “Difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.” Pero Pedro no está escuchando. Todavía está observando al joven rico alejarse lentamente, y se le ocurre un pensamiento. El hombre rico se rehusó a hacer un sacrificio por el bien del reino, pero Pedro expresa con urgencia “Nosotros sí hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?” (19:27)

Aplicación

De hecho, Pedro tiene razón. Los Evangelios nos dicen que Pedro, Santiago, Juan y Andrés eran dueños de sus barcos. Un barco de pesca del primer siglo D.C., aproximadamente del tiempo de Jesús y sus discípulos, fue descubierto intacto cerca del Mar de Galilea en 1989. Yo he tenido la oportunidad de cruzar el Mar de Galilea en una réplica un poco más grande de aquel barco. Era una nave robusta, capaz de contener una gran cantidad de pescados, y se habría requerido una inversión grande comprar o construir una de ellas. El mero hecho de que ellos fueran dueños de sus propios barcos los colocaba en lo que llamaríamos la clase media alta. Así que la pregunta de Pedro era genuina.

Contexto histórico

Jesús dice que Pedro recibirá su premio, tanto en esta vida como en la vida venidera (19:28:30). Pedro y los demás que siguieron a Jesús “se sentarán sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.” Pero Jesús les advierte guardarse del orgullo, porque, “muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.” ¿Cuál es el peligro? El orgullo del servicio. El orgullo del servicio es el tema de aquella temida parábola de los obreros trabajando en una viña (20:1-16). En aquella parábola, como recordarán, todos los siervos recibieron el mismo pago, el salario de un día de trabajo, ya fuera que hubiesen trabajado una, tres, seis o doce horas. Cuando los que habían trabajado todo el día vieron a la gente que había trabajado solamente una hora recibir el salario de todo un día, pensaron que ellos debían recibir más. Cuando no lo recibieron, se quejaron contra el amo, quien, después de todo, les había dado lo prometido.

Contexto amplio, Parte 3: Los obreros en la viña en 20:1-16

La historia nos advierte de no servir al maestro con el fin de sacar provecho de ello. Cuidado con esperar la recompensa que piensas Aplicación que mereces ―la recompensa que piensas que él te debe. Con tal actitud puedes ser el último en el reino, ya que amas a tu recompensa tanto como amas a tu maestro. En realidad, este mensaje nos toca más de cerca que el primero. La mayoría de los cristianos son un poco como el joven rico. Ocasionalmente decimos, “Señor, haré cualquier cosa por ti,” y después nos retractamos. Pero la mayoría de nosotros verdaderamente nos

hemos dado al Señor. Somos demasiado conscientes de nuestros deberes como para retractarnos de nuestros ofrecimientos a Dios. Así que somos un poco como el joven rico. Pero nos parecemos mucho a Pedro. Frecuentemente esperamos recompensas generosas. Esperamos que Dios note y recompense cada cosa buena que hacemos. Y esperamos que el trabajo no nos rompa la espalda o nuestro cronograma. Jesús sabe esto. Sabe que queremos dar el mínimo y recibir el máximo. Para llevar a Pedro y a nosotros a la madurez, él nos dice más acerca de su punto de vista sobre el servicio y su manera de servir. A medida que aprendemos lo que él va a hacer, descubrimos cómo va a salvarnos y cómo va a guiarnos. Eso es lo que hace Jesús cuando predice su crucifixión, ahora por tercera vez en Mateo. La primera vez, dijo que tenía que ir a Jerusalén y padecer mucho en manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día (16:21). Después, predijo que los judíos le harían “todo lo que quisieran” y que iba a “padecer a manos de ellos” tal como “Elías” (es decir, Juan el Bautista) había sufrido (17:12). Ahora él predice, con mayor detalle que nunca, que pronto será traicionado, condenado, insultado, azotado y crucificado. Luego, al tercer día, será levantado a la vida (20:18-19).

Contexto inmediato (20:17:19)

La siguiente secuencia de hechos es asombrosa. Poco después de que Jesús termina de advertirles acerca del interés excesivo en las recompensas, tan pronto como termina de describir el precio que pronto pagaría para poder abrir el reino a sus discípulos, la madre de Santiago y Juan se le acerca con una petición. La petición muestra que ni ella ni sus hijos desean oír en particular lo que Jesús tiene que decir acerca de la crucifixión. Es como si estuvieran pensando, no sabemos nada acerca de este asunto de la crucifixión, así que, ¿podemos por favor regresar a lo que estabas diciendo acerca de sentarnos en doce tronos y juzgar las doce tribus de Israel? Así que ella pide, con palabras que se asemejan a un mandato, “Concede que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda” (20:21). Para parafrasear, ella dice, “Ahora, Jesús, puedes escoger cualquiera que quieras para sentarse a la derecha y la izquierda, pero por favor ordénalo.”

Exposición, Parte 1: La petición de una madre (combina análisis, contexto histórico y resolución de problemas) (20:20-23)

La derecha y la izquierda eran las posiciones de más proximidad al rey. Así que ella está pidiendo que Jesús conceda a sus hijos las posiciones de más alto honor, después de la suya, en su reino. Si bien es algo un poco tonto y egoísta, la petición también muestra fe. La frase “en tu reino” asume que Jesús va a reinar y que Santiago y Juan van a sentarse en tronos, tal como Jesús lo dijo. Por otro lado, ellos piensan que esto va a llegar pronto, sin la cruz. Sin embargo creen en la promesa lo suficiente para preguntar cuáles tronos van a ocupar. La pregunta “¿en dónde me sentaré?” es la pregunta de un creyente. Aplicación

Para ellos, así como para nosotros, la esperanza de honor en el reino no es completamente mala. Ser bueno en algo y recibir reconocimiento por ello es bueno. El problema viene cuando no

estamos contentos con el honor. Queremos altos honores; queremos ser honrados más que cualquier otro. A veces el deseo de altos cumplidos es inocente. Nos gusta oír decir a nuestros hijos, “eres un gran papá, una gran mamá.” Pero se siente aun más dulce oír, “¡Eres el mejor papá, la mejor mamá de todo el mundo!” ―sobre todo cuando tienen más de diez años y ya no se espera que digan tales cosas. El desear honor como padre es una cosa, pero anhelar honor en el trabajo, en la escena social, en la música o en los deportes puede ser otra. Las altas aspiraciones pueden ser muy buenas o pueden tener un matiz decididamente egoísta. Supongamos que queremos ser el mejor músico o atleta, no solo “bastante bueno,” sino magnífico: “el mejor.” Es posible tener un deseo inocente de ser el mejor, pero este deseo se agria si también estamos pensando, “quiero que todos los demás estén debajo de mí.” Además, nos gustaría que nuestra excelencia llegara naturalmente, sin mucho esfuerzo. Si es posible, también nos gustaría tener bastante tiempo de sobra. La respuesta de Jesús está dirigida a Santiago y a Juan, así que suponemos que ellos estaban detrás de la petición de su madre. Quizás pensaron que a Jesús le resultaría más difícil decir no a una encantadora señora mayor que podía haber sido su tía. Pero Jesús miró más allá de la madre a sus hijos. Tanto con bondad como con severidad, Jesús les dijo, “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber?”

Continuación de la exposición (20:22-23)

Este es el punto: Cuando pedimos grandeza, pedimos los problemas que ésta conlleva. Pedir riquezas es pedir responsabilidad, ansiedad y envidia. Pedir una alta posición que te hace el centro de atención es pedir que todo el mundo quiera tu atención. Ellos, por su lado, pondrán atención a cada palabra que digas, hasta que la conversación casual se vuelva imposible. Pedir una alta posición es pedir una gran labor y un gran sufrimiento. Para poder compartir la gloria de Cristo, uno tiene que compartir sus sufrimientos, porque esto es lo que significa la imagen de la copa. En el Antiguo Testamento, la “copa” que Jesús describe significa juicio, ira y retribución. Por ejemplo, en Jeremías 25:14-17, después de que el Señor promete pagar a las naciones y sus grandes reyes por sus hechos malvados, le dice a Jeremías, “Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío. Y beberán, y temblarán y enloquecerán, a causa de la espada que yo envío entre ellas.” Jeremías reporta, “Y tomé la copa de la mano de Jehová, y di de beber a todas las naciones, a las cuales me envió Jehová.”

Tema

Unos versículos más adelante (25:27-29), el Señor Todopoderoso ordena a las naciones a tomar de la copa que Jeremías tiene: “Bebed, y embriagaos, y vomitad, y caed, y no os levantéis, a causa de la espada que yo envío entre vosotros. . . .Tenéis que beber. Porque he aquí que a la ciudad en la cual es invocado mi nombre yo comienzo a hacer mal; ¿y vosotros seréis absueltos? No seréis absueltos; porque espada traigo sobre todos los moradores de la tierra, dice Jehová de los ejércitos.” En Isaías, también, el Señor promete

castigar a Israel por sus pecados al hacerla beber la copa de su ira hasta la última gota, trayendo ruina y destrucción, hambre y espada (Is. 51:17-18). Babilonia hizo que las naciones bebieran “del vino del furor de su fornicación,” y al final Dios va a requerir que tome una doble porción de su propia copa (Ap. 18:3-6). Así que la copa es un símbolo bíblico del principio de que el culpable no quedará sin castigo. Cuando Jesús dice que beberá la copa de la ira de Dios, está prometiendo llevar el castigo divino contra el pecado humano cuando va a la cruz. Así que, cuando Jesús pregunta, “¿Podéis beber del vaso que yo he de beber?” y ellos dicen, “Podemos,” Jesús pudo fácilmente haber contestado, “No tienen idea de lo que están diciendo.” Santiago y Juan no podrían tomar la copa como lo hizo Jesús. Sin embargo, un día participarían en ella. Santiago fue el primer apóstol que fue martirizado (Hechos 12:2) y Juan sufrió el exilio en su vejez en la isla penitenciaria de Patmos (Ap. 1:9). Por supuesto, es difícil que ellos pudieran haberse imaginado tales cosas, y Jesús permitió que su afirmación, “Podemos,” quedara en pie. Solamente contestó, “A la verdad, de mi vaso beberéis. . . pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre.” Cuando los otros diez discípulos oyeron la petición de Santiago y Juan, se indignaron (20:24). Tal vez querían que todos fueran iguales; Tal vez ellos querían hacer la misma petición. Pero Jesús percibió su consternación y los reunió a todos para instruirlos. Empezó comparando dos maneras, la manera de los gentiles y su manera. “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.” Los términos para “enseñorear” y “ejercer autoridad” no son despectivos en el griego. Jesús sencillamente está afirmando un hecho; desde los tiempos antiguos, el mundo ha medido la grandeza de una persona según el número de siervos que tenga. La antigua sociedad greco-romana contaba el número de esclavos que uno poseía. Hoy, juzgamos el éxito por el número del personal que esté bajo nuestra autoridad. Preguntamos en dónde estamos y dónde están otros en los organigramas. Preguntamos quién recibe órdenes y quién las da. Así sucede con los gentiles, y con el mundo, entonces y ahora.

Exposición, Parte 2: La manera de Jesús y la manera de los Gentiles (análisis, contexto y problemas sobre la obra única de Cristo) (20:24-27)

Pero Jesús interrumpe su breve análisis social. “Más entre vosotros no será así,” anuncia. “Desechen sus sueños de subir la cumbre.” Y describe su manera en tres enunciados paralelos. Tienen la forma poética llamada paralelismo climático, en el que tres aseveraciones sucesivas culminan en el enunciado más fuerte: Análisis

El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, Y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

Es importante que no suavicemos lo que dice Jesús aquí. La palabra “servicio” ha perdido su filo en nuestro lenguaje, al hablar de departamentos de servicio, refacciones y servicio, servicios legales, servicios financieros y el sector de servicio de la economía. Uno puede subir la escalera, uno puede hacerse rico, ofreciendo “servicios” por una cuota significativa. Pero Jesús no está pensando en tales formas de servicio con gratificación. Está hablando del tipo de servicio que un esclavo podría rendir. El servicio de un esclavo: ese es su camino a la grandeza. Pero, ¿qué significa, exactamente, servir como el Hijo del Hombre vino a servir? Problema/ Exposición: Definiendo el Servicio

Primero, Jesús es “el Hijo del Hombre.” Esta es su autodesignación favorita en los Evangelios. Segundo, hay dos facetas de su servicio. Un aspecto lo podemos imitar; el otro no. Examinaremos primero el servicio que no podemos imitar. “No vine para ser servido, sino para servir” manifiesta la misión e identidad de Jesús. “Vine” implica su preexistencia. El estaba en otro lugar y vino a nuestro mundo para cumplir algo. Jesús dice con frecuencia que vino con una misión. Él describe su misión de diferentes formas, pero hay un hilo común en sus declaraciones. Dice, “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lu. 5:32); “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lu. 19:10); “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. . . porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo” (Juan 12:46-47). Pablo resume todo cuando dice: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (1 Tim. 1:15).1

Problema/tema: Definición de “Hijo del Hombre” y “rescate”

Jesús dice que vino a dar su vida “en rescate por muchos.” Un rescate es el precio de una compra. Es el pago que hace alguien para recuperar a un rey o un general que ha sido capturado en la guerra, o para comprar de nuevo a un amigo o pariente que de alguna forma ha caído en la esclavitud. Cuando la Biblia dice que Jesús dio su vida en rescate por muchos, quiere decir que dio su vida para poder comprar la libertad de ellos. El dio su vida a cambió de la vida de muchos otros. El tomó la copa de la ira de Dios que estaba destinada a que ellos tomasen. Vino a tomar la copa que estaba puesta en nuestra mesa. Vació la copa de la ira de Dios. Este es su regalo para nosotros, y necesitamos hacer solamente dos cosas para recibirlo; entregar el pecado que lo hizo necesario, y decir, “Lo acepto. Voy a recibir este regalo.” Esto en realidad no es algo que nosotros hagamos. Como un niño decimos, “Jesús, confiaré en que tú harás esto por mí.” El regalo de Jesús de entregarse a sí mismo como un rescate para muchos es único e irrepetible. Sin embargo, notamos el término “como.” Dice que debemos servir “como” el Hijo del Hombre vino a servir. Así que la vida de Jesús, el servicio de Jesús, son un modelo para los nuestros. Pero, ¿cómo puede ocurrir eso? Exposición, Parte 2, B: La manera de Jesús y la manera de los gentiles (análisis, contextos y problemas en cuanto a la imitación de Cristo) (20:24-27)

En realidad, Jesús dijo muchas veces que su vida era un modelo para sus discípulos. Fue a la cruz y dijo, “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Ma. 8:34). Lavó los pies a los discípulos y dijo, “Lavaos los pies los unos a los otros” (Jn. 13:14).

Gozó de compañerismo en la mesa con marginados y pecadores, y esperaba que otros hicieran lo mismo (Lu. 1415). Si un discípulo entiende esto, tiene que comprometerse a ello. Hay un momento tanto para nosotros, como para los Doce, cuando “se nos prende el foco” y decimos, “ya entiendo.” Aplicación Jesús nos dice, “yo doy mi vida por ti. Mi muerte te redimió. Ahora, si me llamas Salvador y Señor, tienes que hacer lo que yo he hecho por ti. Si quieres ser grande, también tienes que convertirte en un siervo.” Es muy fácil y letal ser abstractos aquí. Manifestamos, “quiero servir,” pero de alguna manera nuestro servicio también se preocupa por nuestros programas, nuestras necesidades, nuestro honor. Recuerdo a un joven que asistía a un estudio bíblico que yo dirigía. Una tarde, cuando estábamos hablando de nuestras metas en la vida, declaró, en forma bastante elocuente, que su propósito en la vida era servir al Señor, mostrar el amor y servicio a Cristo en sus acciones hacia todos los que estuvieran a su alrededor. Fue una declaración realmente bien hecha. Sin embargo los demás nos quedamos atónitos. No podíamos pensar ni en un rastro de evidencia que verificara sus elevadas afirmaciones. De hecho, era una persona muy egoísta; la mayor parte de su vida estaba estructurada alrededor de su propio provecho o comodidad, tanto en el hogar como en el trabajo y en sus relaciones sociales. Sus elocuentes palabras eran vanas. El servicio de Jesús fue concreto. Lavó los pies a los que necesitaban ser lavados. Curó a la gente que necesitaba sanidad. Fue a la cruz cuando había pecado y una necesidad para la expiación. Nosotros también necesitamos ser concretos en nuestro servicio.

Tema

En casa, necesitamos levantarnos y ayudar a limpiar la mesa en vez de buscar cualquier pretexto para evitarlo. Si hay un abrigo tumbado en el piso, levántalo. Si las toallas se están enmoheciendo en el rincón, cuélgalas en vez de gritarle a tu cónyuge o a los niños para que hagan algo con ellas. En términos más generales, pregúntate, “¿estoy haciendo algo para alguien de quién no gano nada personalmente ―ni salario, ni favores, ni alabanza?” Y cuando termines el quehacer, no presumas sobre tu labor, ni culpes a otros que lo hicieron necesario. Que sea tu secreto.

Aplicación

En la iglesia, asegúrate de hacer algo pequeño, insignificante, invisible. No te escondas tras la teología de los “dones”: “no puedo ayudar a organizar el día de campo, no es mi don.” Déjame hacerte un examen diagnóstico: para aquellos de ustedes que no tienen niños pequeños, ¿cuándo fue la última vez que ayudaste en la sala cuna? Para cualquiera, ¿cuándo fue la última vez que ofreciste ayudar con la limpieza después de una comida, día de campo

o retiro de la iglesia? ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo que nadie nota, que nunca recibe una recompensa y que no tiene nada de prestigio? En el trabajo, ¿estás dispuesto a invertir el tiempo necesario para cerrar la brecha entre un reporte aceptable y uno excelente, entre una presentación interesante y una convincente, entre un buen intento y un éxito? Por supuesto, no siempre podemos poner mayor empeño y por más tiempo. Tenemos otras obligaciones. Hasta puede ser contraproducente querer hacer lo mejor en todo. A veces solo necesitamos terminar el trabajo. Pero cuando algo realmente importa, el servicio significa tener la disposición para dedicar tiempo extra, aun si nadie lo nota. En casa, en el trabajo o en la iglesia, prueba y ve si estás haciendo algo por lo cual no puedes ganar absolutamente nada como recompensa. Esa es la marca del servicio. Algunos de ustedes quizá estén en desacuerdo con estos ejemplos. Está bien. Son ilustraciones, no leyes, ni un código exhaustivo. Pero esto si sé: un compromiso abstracto con el servicio, sin hechos concretos, es cobardía e hipocresía. Es menos que inútil. Yo vi esto en mí mismo recientemente. Mientras estaba estudiando este mismo pasaje, algunas personas que trabajaban con un grupo de jovencitos me preguntaron si tendría interés en hablar en un retiro de estudiantes de secundaria de toda el área en noviembre. Mi reacción emocional interna a esta invitación fue, “esto está por debajo de mi dignidad. Yo no me dedico a niños de secundaria; me dedico a adultos”. Las reglas no escritas de la ética cristiana me prohibieron decir tal cosa, por supuesto. La gente no dice no cuando quiere rechazar una invitación; mas bien dice, “oraré por ello” o “tendré que consultar mi agenda.” Entonces uno puede decir que no. Pero la edad de la secundaria es la única que no entiendo, y los chicos de esta edad lo saben. Pueden olerlo. Cuando tenía veintitantos años, trabajé con un grupo de jóvenes de secundaria durante más o menos un año. Fue un desastre absoluto. Venían doce chicos; su única razón discernible de asistir era para torturarme. Dieciocho años después, todavía seguía recuperándome. Así que dije no. Ni siquiera un “oraré por ello.” Solamente “No.” Era algo demasiado lejos de mi zona de comodidad. Pero las personas encargadas eran estudiantes de mi seminario a quienes yo conocía bien, y no iban a aceptar un no como respuesta. Persistieron, según este lineamiento: Líder de jóvenes: “Tu hija [una estudiante de primero de secundaria] puede venir gratis.” Dan: “No.” Líder: “Podrías conocer a sus amigos. Sería bueno que conocieras cómo son los muchachos de secundaria ya que tus hijos están entrando a esa edad.” Dan (ablandándose): “Es un buen punto, pero la respuesta sigue siendo no.” Líderes de jóvenes (esperanzados): “¡¿Te pagaremos mucho dinero?!” Dan (riéndose): “Es interesante, pero es una mentira.” Líderes de jóvenes (con risitas): “La comida va a estar realmente buena.” Dan: “Esa es otra mentira.”

Líderes de jóvenes: “Te podemos conseguir una cabaña aislada, a medio kilómetro del edificio central.” Dan (ablandándose más): “Pues, quizás lo pensaré.” Líderes de Jóvenes (con seriedad): “Te lo estamos pidiendo porque creemos que eres la persona indicada para llevarles el mensaje que necesitan. Por favor.” Así que me adularon y me suplicaron por varias semanas, hasta que al fin cedí y dije que sí. Tan pronto lo hice, me asombré de cuánto tiempo me tomó asentir en hablar. Comparo mi titubeo con la disposición de Jesús para venir y redimirnos ―y él si estaba completamente fuera de su zona de comodidad. Si estuviéramos en sus zapatos, supongo que algunos de nosotros hubiéramos dicho, “yo no ‘me dedico’ a crucifixiones.” Sin embargo Jesús vino sin ruegos, sin la promesa de una placentera cabaña aislada para el orador, sin beneficios extra. Como los discípulos, queremos evitar el trabajo siempre que sea posible y ganar la recompensa máxima por todo lo que hagamos. Queremos la gloria sin el sufrimiento. Jesús vino para perdonar nuestra floja indiferencia, para redimirnos de dichos pecados. Pero Jesús también vino para establecer un nuevo patrón. Como nuestro maestro, tenemos que aprender a contar el número de aquellos a los que servimos, no el número de los que nos sirven a nosotros. El mundo piensa que los grandes ejercen poder mientras que los insignificantes sirven. Pero los discípulos aprendieron a reconocer que Jesús es el Señor aun cuando les lavó los pies (Juan 13:1-9). Adoramos al Hijo del Hombre por morir la muerte de un esclavo, para rescatarnos de la destrucción.

Conclusión (enunciados finales acerca del punto principal y la aplicación principal)

Un admirador una vez le preguntó a Leonardo Bernstein cuál era el instrumento más difícil de tocar en la orquesta. Respondió, “Segundo violín. Puedo encontrar muchos primeros violinistas, pero encontrar a alguien que toque el segundo violín con el mismo entusiasmo, eso sí es un problema. Y, sin embargo, si nadie toca la segunda parte, no tenemos armonía.” Bernstein dio en el clavo: la disposición de subordinarse a uno mismo por el bien de todos. Jesús estableció el modelo del servicio al percibir a nuestras verdaderas necesidades, identificarse con los necesitados, y suplir sus verdaderas necesidades. ¿Cómo podemos combinar la humildad y la grandeza, como hizo Jesús? Eso va en contra de nuestra naturaleza. Los dos lados de nuestro texto permanecen como los dos lados de nuestra respuesta. Primero, debemos amar al Señor que nos redime de nuestra negativa al servicio. Él nos rescata de la esclavitud de aquel pecado y de todos los demás. En segundo lugar, tomamos su vida como el patrón o modelo de la nuestra. Eso quiere decir que debemos olvidar la búsqueda egoísta de grandeza y honores. Jesús ya nos ha dado toda la grandeza que necesitamos. Podemos observar a la gente a nuestro alrededor y entonces hacer cualquier cosa que podamos para servirles genuinamente. Entonces llegará la grandeza, cuando ni siquiera estemos buscándola. ____________________

Notas 1

En algunos otros enunciados en cuanto a su propósito, Jesús dijo, “Para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad” (Juan 18:37), y, “Fuego vine a echar en la tierra” (Lucas 12:49).

Apéndice B _______________________________________________________________

Selección de un texto La necesidad de esta habilidad No hay ninguna fórmula para determinar la extensión apropiada de un texto, el número de versículos necesarios para una buena lección. La idea más sencilla es escoger un pasaje que presente un punto principal o narre una historia.xv Los textos pueden estar auto-contenidos o pueden tener relaciones complejas con otros pasajes. Pueden tener subtemas e intereses paralelos. Sin embargo, un texto bien escogido va a presentar un punto principal. La capacidad de escoger un texto ayuda a los maestros al proveerles un fundamento firme para la aplicación y la reflexión. La aplicación es altamente efectiva si propone un punto específico, basado en un texto, y después lo defiende respondiendo cualquier tipo de dudas que los oyentes puedan tener, y lo enriquece presentando motivos y pasos hacia la obediencia. La selección de un texto acertado obviamente también ayuda a la reflexión, ya que casi es imposible vincular la verdad central con la aplicación central si uno ha escogido un texto tan largo que contenga varios puntos y aplicaciones principales. Los textos cortos crean el problema opuesto. Algunos quizás piensen que pueden confiar en las divisiones de capítulo, versículo y párrafos de su Biblia. Ciertamente estas divisiones pueden ser útiles, pero tienen sus límites. Capítulos enteros muchas veces son demasiado extensos, porque contienen varias unidades de pensamiento. Pero un solo versículo es generalmente demasiado corto para poder transmitir una idea completa con precisión. Por otra parte, no puedes atreverte a confiar ciegamente en los párrafos o encabezados de secciones, ya que varían de una versión de la Biblia a otra. Además, ninguna de esas divisiones pertenece al texto original. Son útiles para la lectura y referencias, pero aún un lector casual puede ver problemas, tales como versículos que empiezan a la mitad de una oración y divisiones de capítulos que interrumpen el fluir de un pensamiento. Las divisiones de los versículos frecuentemente rompen en pedazos las oraciones y las divisiones de los capítulos frecuentemente cortan partes de un discurso unificado. Por ejemplo, la discusión sobre el hogar cristiano abarca de Efesios 5:18 al 6:9, y el nuevo encabezado de Isaías 53 divide sin razón el canto del Siervo Sufriente en dos capítulos (52:13-53:12). Muchas narraciones bíblicas incluyen varios capítulos. Como no podemos confiar en las divisiones en nuestra Biblia de capítulos, versículos y párrafos, necesitamos saber cómo reconocer un texto del tamaño correcto. Obviamente, uno puede errar en este proceso solamente de dos maneras: seleccionando demasiados versículos o muy pocos. Los maestros novatos frecuentemente tratan de cubrir demasiados textos o temas en una lección. Mientras que las lecciones de múltiples capítulos pueden proveer beneficiosos panoramas, las investigaciones generales frecuentemente entierran al auditorio bajo una avalancha de información. Los muchos

puntos se vuelven superficiales y generalizados porque no hay tiempo para desarrollarlos. La ilustración y la aplicación precisa se encogen o desaparecen y se pierde la unidad. Por otro lado, un fragmento de un texto produce solamente un fragmento de una lección. Los textos se vuelven indescifrables sin el desarrollo de las razones y las consecuencias que el resto de un párrafo proporciona. Sacados de su contexto, pueden ser usados para lecciones moralistas o la mera presentación de información. En un texto aislado es fácil leer nuestras nociones favoritas, y no la intención del autor. O puede llamarnos la atención una palabra clave y la usamos para un estudio temático del término en toda la Biblia, en vez de una verdadera exposición del texto. Por supuesto, el estudio intensivo de un versículo, o aun de una frase o una palabra, tiene su lugar. Pero es difícil entender lo que el autor quiso decir enfocándonos solamente en una o dos oraciones. La unidad principal de pensamiento en un discurso, en la que un autor quiere informar o persuadir a su auditorio, es un párrafo. Los autores comúnmente necesitan por lo menos un párrafo, que abarque un conjunto de oraciones relacionadas (probablemente un mínimo de cinco versículos), para poder transmitir ideas complejas con precisión. xvi Una unidad narrativa puede abarcar un grupo de párrafos, lo que sea necesario para contar una historia completa, como se define en el capítulo 5.

La búsqueda de un texto. Principios generales 1. Los textos de un tamaño adecuado tienen una idea prominente y coherente. Como en Ricitos de Oro, queremos textos que no sean demasiado largos, ni demasiado cortos, sino justo a la medida. Pero, ¿cómo encontramos un texto que sea “justo a la medida”? Una oración raramente transmitirá una idea completa, ya que la mayoría de las oraciones necesitan un contexto donde cobrar sentido.xvii Pero un capítulo completo puede presentar tantas ideas que la coherencia se vuelve esquiva. Ordinariamente, un texto a la medida tendrá de uno a cinco párrafos. Un párrafo es el conjunto de oraciones caracterizadas por su coherencia y prominencia.xviii Coherencia significa que todas las oraciones tratan una idea o acción principal. Prominencia significa que se hace énfasis en una idea, de manera que todas las demás desarrollen, expliquen o preparen para esa idea principal. La meta, por lo tanto, es localizar un grupo de versículos en los cuales una idea o un tema tenga prominencia y los subtemas la desarrollen. 2. Los textos unificados comúnmente tienen un vocabulario distinto. El uso repetido de terminología especial a menudo señala una unidad de texto. El tema de Marcos 7 es obviamente “tradición,” ya que el término aparece cinco veces en Marcos, todas en 7:1-13. ¿Termina entonces el pasaje en el 7:13? No, el vocabulario especial de cosas limpias e inmundas empieza en el 7:2 pero continúa hasta el versículo 23, después del cual estos términos también dejan el vocabulario de Marcos. En Marcos 7, el vocabulario por sí solo podría revelar los límites del texto. (Confirmando la pista dada por el vocabulario, Marcos 7:24 empieza, “Levantándose de allí, se fue. . . .”) En 1 Corintios, Pablo repite el término “sabiduría” unas dieciséis veces del 1:17 al 2:13, y entonces desaparece hasta el capítulo 8, así que sabemos que la sabiduría es el tema en los capítulos 1 y 2. Asimismo, Pablo habla repetidamente de la “justicia” en Romanos 6, indicando que ese es su tema.

3. Los textos unificados frecuentemente repiten frases o ideas claves. Génesis 1 repite la frase, “Y fue la tarde y la mañana del día ‘x.’” En el Sermón del Monte, la repetición de una frase clave delinea varias secciones. La frase de Jesús de “Bienaventurados los...” caracteriza las Bienaventuranzas (Mat. 5:1-12). Cuando deja de usarla, sabemos que se ha terminado la sección. Más tarde, la oración “Tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público,” unifica la sección sobre la hipocresía en Mateo 6:1-18. La sección también usa términos como Padre, mostrar/no mostrar, secreto y saber una y otra vez. La inclusión (también llamado inclusio), un tipo especial de repetición, es el uso de la misma frase o idea al principio y al final de una sección. El enunciado, “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen;” aparece al principio y al final de la larga discusión de Pablo sobre la libertad cristiana en 1ª a los Corintios (1 Cor. 6:12; 10:23). En Mateo 19:30 leemos, “Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.” A esto le sigue una parábola sobre cosas invertidas, y concluye, “Así los primeros serán postreros, y los postreros, primeros” (20:16). Conceptos paralelos también pueden crear una inclusio. Por ejemplo, el pasaje que incluye la parábola del rico insensato (Lucas 12:13-21) empieza y termina con una pregunta sobre quién va a recibir una herencia. 4. Consulta el contexto más amplio para ver de qué manera tu pasaje se adecúa dentro de él. Cada pasaje contribuye algo a la sección más amplia. Los temas de secciones extensas generalmente están claros; un texto escogido para el estudio debe aportar una idea definida a dichos temas. Por ejemplo, Romanos 1:18-3:20 describe la condición pecaminosa de la raza humana. Cada texto en la sección desarrolla la forma, el origen o el significado de la pecaminosidad humana. Cada texto coherente pertenece de alguna forma a la sección más grande en la que está. Si no puedes ver una conexión con la unidad más grande, quizás no tienes un texto adecuado. Estos cuatro principios aplican a todos los textos. Algunos principios más especializados aplican a los principales tipos de textos: narraciones y discursos.

Búsqueda de una narración de adecuada extensión Los textos narrativos cuentan una historia, típicamente en un lugar, en un tiempo y con un grupo de personajes. Hemos visto que la historia termina cuando la acción ha llegado a su fin, cuando la tensión ha relajado, cuando el protagonista “gana” y el antagonista sufre una derrota. Ahora vamos a añadir que cuando el tiempo, el lugar o los personajes cambian, probablemente está empezando una nueva historia. 1. Nuevos personajes. Raramente cambiarán todos los personajes de un pasaje al siguiente; con frecuencia solo ocurren una o dos variaciones. Algunos personajes, como Saúl en 1 Samuel o los Fariseos en los Evangelios, entran y salen. Pero un cambio de personaje puede marcar el principio de una nueva historia, si aquel personaje es central. 2. Nueva geografía. A través de los libros históricos de ambos testamentos, comienzan nuevos acontecimientos cuando los actores principales se mudan a un nuevo lugar.

3. Nuevo período de tiempo. A veces un libro menciona un intervalo específico de tiempo (por ejemplo, “seis días después”). Un nuevo episodio puede empezar refiriéndose a la última historia: por ejemplo, “Después de que pasó tal cosa...” Reyes y Crónicas mencionan tiempos en el reinado de un rey. Los Evangelios pueden establecer el tiempo en referencia a los días festivos de los judíos. Aún un vago indicador del tiempo, tal como, “después de esto,” “entonces,” o “un día,” pueden indicar el principio de un nuevo suceso. 4. Comentarios de resumen. Las secciones extensas a menudo concluyen con un comentario de resumen. Por ejemplo, “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hechos 6:7). Especialmente en el Antiguo Testamento, el resumen puede venir en la mitad o al principio. El enunciado “Y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos” (1 Sa. 23:14) resume 1º de Samuel 21-23. (Ver también 1 Sa. 15:34-35, 18:30, o 1 Re. 13:34-35; 2 Re.17:40-41). Los comentarios de resumen pueden delinear una historia o una serie de historias relacionadas que deberían estudiarse por varias semanas.

Búsqueda de un discurso de extensión adecuada No hay una señal única que marque el principio de una nueva unidad en un discurso. Busca cualquiera de las siguientes señales de que un autor está abordando un nuevo tema en su carta, disertación o profecía: 1. Términos para dirigirse a la audiencia. Para enumerar unos cuantos ejemplos, los autores se dirigen a sus oyentes y lectores como “hermanos,” “queridos amigos,” “gálatas insensatos,” “O Israel,” o “mi hijo.” 2. Preguntas. Las preguntas retóricas hacen que el lector responda a la enseñanza recientemente presentada. Por ejemplo, la pregunta “¿Qué pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” abre una sección de reflexión sobre la salvación misericordiosa de Dios (Ro. 8:31-39). Las preguntas también presentan potenciales objeciones a enseñanzas anteriores. Romanos 6:1 inicia una sección sobre la santificación comprendida del 6:1 al 14 con “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” (La inclusio, “¿Qué, pues? ¿Pecaremos. . .? En ninguna manera” del versículo 15, que hace eco de los versículos 1-2, también distingue la sección.) Las preguntas “¿Está alguien entre vosotros afligido? . . . ¿Está alguno alegre? (Santiago 5:13) nos preparan para el texto que nos dice cómo responder a los gozos y las tristezas de la vida. 3. Actos de comunicación. Los escritores bíblicos frecuentemente instan a su audiencia a escuchar, poner atención, o usar sus oídos para oír. También hacen pausa para decirles a sus oyentes lo que están haciendo y lo que quieren cumplir, usando frases como “Quiero que sepáis,” “No os engañéis,” “No quiero que ignoréis,” “Les escribo para,” “Lo

que digo es,” etcétera. Asimismo, los autores a veces le dicen al lector lo que están haciendo: “Os ruego”, “Os exhorto”, “Os suplico.” 4. Fórmulas para la conclusión de una unidad de pensamiento. “Por lo tanto,” “así que,” y “ahora” son comunes; se mencionan otras en el capítulo 6. Estos términos pueden empezar una nueva unidad o concluir una anterior. Cada autor en particular desarrolla su propio estilo y pautas para terminar una sección. Por ejemplo, en puntos cruciales el autor de Hebreos usa la fórmula “Por lo tanto + ya que, o viendo que tal cosa es cierta + hagamos tal cosa.”xix 5. Marcadores múltiples. Puedes sentirte bastante seguro de que una nueva unidad está iniciando cuando dos o tres marcadores aparecen juntos. Considera la frase, “Así que, hermanos, os ruego” (Ro. 12:1). Esta contiene una fórmula de conclusión (“así que”), un acto de comunicación (“os ruego”) y una forma directa de referirse a su audiencia (“hermanos”). Estos verifican nuestro presentimiento de que una nueva unidad empieza en Romanos 12. Nota algunas otras oraciones que muestran señales múltiples de que una nueva idea principia. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis” (1 Juan 2:1). “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras?” (Santiago 2:14). “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos” (Rom. 11:25).

Arte y ciencia Si bien estas pistas te capacitaran para escoger bien los textos en la mayoría de las ocasiones, no debemos pensar en escoger un texto de la misma manera en que pensamos en rebanar un pedazo de pan ―como un procedimiento sencillo y automático que se realiza para generar pedazos del tamaño de un bocado. A veces los maestros tienen que pintar saliéndose un poco de la raya para lograr que se noten las extrañas conexiones entre las ideas. Por ejemplo, las partes posteriores de un libro con frecuencia aludirán a las anteriores. Así, los diversos paralelos entre el ministerio de Pablo en Hechos 13-19 y el de Pedro en Hechos 2-12 muestran que Dios está trabajando por medio de ambos. xx Dos narraciones también pueden entrelazarse, de tal forma que cada historia interpreta a la otra.xxi Por ejemplo, en Marcos 5:21-43, la historia de la mujer con el flujo de sangre “interrumpe” la historia de la resurrección de la hija de Jairo, para que la curación de la mujer dé esperanza para la aún más milagrosa sanidad de la niña muerta. A veces es plausible dividir o conservar unidos los textos. Por ejemplo, uno podría tomar Romanos 12:1-13:7 como una unidad, como la respuesta del cristiano al evangelio. O bien, uno puede estudiar 12:1-2 como una obertura a la vida cristiana, y después examinar 12:3-8 sobre el creyente en la sociedad cristiana, 12:9-16 sobre el creyente y su relación con cristianos individuales, 12:17-21 sobre el creyente e individuos no-creyentes y 13:1-7 sobre el creyente y la sociedad no cristiana. Con todo, la selección de textos no es una decisión arbitraria en la exégesis; existen muchas certezas.

Conclusión

El cuerpo de este libro se enfocó en la interpretación correcta de textos establecidos o asignados. Pero los alumnos y los maestros de la Palabra con frecuencia deben escoger los textos por sí mismos. Ciertamente no puedes confiar en que las divisiones de capítulo, versículo y párrafo en la Biblia hagan el trabajo por ti. Si el texto que has escogido es demasiado pequeño, es más fácil sacarlo de su contexto y caer en interpretaciones subjetivas y moralistas. Si es demasiado extenso, tu lección puede tener demasiados puntos y perder su enfoque. Este apéndice ha presentado sugerencias específicas para establecer unidades textuales que enseñen historias enteras y presenten ideas completas. La elección de un texto es tanto un arte como una ciencia y muchos pasajes pueden ser divididos convincentemente en una variedad de maneras. Aún así, algunas elecciones de divisiones de textos son mejores que otras, y la selección sabia fomenta lecciones coherentes.

Ejercicios 1. ¿Cuáles son las unidades textuales de 1 Samuel 16-22? Defiende tu razonamiento.

2. Determina las unidades textuales de una epístola paulina corta como Filipenses, Gálatas o Efesios.

3. Divide Mateo 5 en dos series de lecciones: una para presentarse en tres o cuatro semanas, y la otra para la cual tienes aproximadamente de ocho a diez semanas. Haz lo mismo para la vida de Abraham, Jacob o José.

Apéndice C __________________________________________________________________

Principios avanzados para el análisis del discurso En un libro que no es técnico, uno no puede hacer más que introducir conceptos complejos y destrezas avanzadas. Este apéndice introduce a los lectores en un estudio más profundo de las relaciones entre las proposiciones. Este apéndice primero introduce el tipo de relaciones que todos los idiomas usan. Después describe relaciones entre proposiciones en el Nuevo Testamento.

Relaciones comunes entre proposiciones en todos los idiomas Todo discurso coherente tiene un tema principal, una idea predominante que trata de explicar o probar. Dentro de un libro entero, las secciones más grandes desarrollan los subpuntos principales del tema, los párrafos desarrollan las secciones, y las oraciones y cláusulas desarrollan los párrafos. Sin importar su cultura y lengua, la mayoría de la gente relaciona una idea con otra de ciertas maneras universales. Las proposiciones individuales y los grandes temas se relacionan unos con otros en una de dos formas: o añaden la una a la otra; o se apoyan mutuamente. Cuando las ideas añaden una a la otra, estas desarrollan el tema. Uno puede añadir cronológicamente, al describir sucesos. Los sucesos pueden ser secuenciales (por ejemplo, “Pablo fue a Atenas y luego a Corinto”) o simultáneos (por ejemplo, “Cuando Jesús estaba saliendo de Jericó, dos hombres ciegos clamaron a él”). Uno puede añadir todo tipo de proposiciones no cronológicas. Por ejemplo, uno puede añadir razones: “Tomé el trabajo porque la labor era más interesante y porque redujo mi tiempo diario de traslado de una hora a cinco minutos.” O uno puede también añadir circunstancias: “Me estaba sintiendo enferma y acababa de llegar a la casa cuando sonó el teléfono.” Uno también puede añadir conclusiones, medios, circunstancias, etc., y también añadir ideas no cronológicas. Podemos añadir alternativas en enunciados de “ya sea esto/o aquello”. O podemos hacer una lista de una serie de ideas conjuntas (enunciados “y”). Por ejemplo, “Cuando estoy de vacaciones, me gusta dormir hasta tarde y comer fuera.” Cuando las ideas se apoyan entre sí, una idea es la cabeza y la otra la sostiene de una de tres maneras principales: La proposición secundaria puede clarificar a la otra, argumentar a su favor, u orientar al lector respecto a ella. Una proposición puede clarificar el tema principal volviéndolo a expresar o no. Replantear clarifica una proposición al expresar la misma idea en palabras diferentes. Con mayor frecuencia, una proposición de apoyo da un poco más de información, al expandir, ilustrar, o dar un ejemplo específico de la idea central. Por ejemplo, un enunciado general puede ser clarificado diciendo un caso específico de la idea general. “A ella le fascina

cantar” puede hacerse más específica con “A ella le gusta cantar a voces con su familia especialmente en los días festivos.” Los autores también pueden reformular el tema principal haciendo un resumen de una serie de oraciones que lo amplifiquen. Sin replanteamiento, los autores pueden comparar o contrastar la idea principal con otras ideas. También describen la manera en que un suceso se lleva acabo o la forma en que una proposición es verdadera. Las proposiciones pueden argumentar a favor de su tema al proveer el razonamiento que llevó a ella o al describir las consecuencias que le siguen. Los lingüistas especifican seis tipos de argumentos lógicos, seis maneras de razonamiento de causa a efecto.2 Estas son: 1. Razón-resultado. Se da un resultado, con las razones para ello. “Las chuletas se quemaron porque puse muy alta la temperatura del horno.” 2. Medios-propósito. Describe las acciones tomadas para conseguir algunos resultados deseados, sin decir si el resultado se llevó a cabo o no. “José salió corriendo a comprar pollo frito.” 3. Medios-resultado. Esto describe cómo (los medios por los cuales) se obtuvo un resultado. “José salvó el día al salir corriendo y comprar pollo frito.” 4. Condición-consecuencia. Se dan las condiciones bajo las cuales una consecuencia propuesta podría actualizarse. “Si vuelvo a hacer chuletas en aquel horno, pondré más baja la temperatura.” A menudo se trata de enunciados si…entonces, con el entonces implícito. 5. Concesión-contraexpectación. El resultado es inesperado, pues invalida los factores que apuntaban en otra dirección. “Aunque arruiné las chuletas, pasamos un tiempo agradable.” De Pablo: “Aún cuando éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” 6. Bases-conclusión. Un escritor saca conclusiones con base en ciertos hechos. La conclusión puede ser una nueva proposición. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios.” O puede ser un mandato: “Si pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba.” Finalmente, las proposiciones pueden apoyar un tema orientando a los lectores a él. (“Finalmente” orienta al lector de este párrafo, al identificarlo como el último en una serie.) Pueden apoyar la idea principal al proveer el contexto de tiempo (“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías” [Lc. 1:5]) o de lugar (“Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá” [1 Sa. 17:1]). O pueden indicar otras circunstancias acompañantes, otras cosas incidentales que estaban pasando al mismo tiempo. Una proposición puede introducir una idea al dar el escenario o transfondo o preparar de alguna otra forma al lector para lo que sigue. Pensamos en frases paulinas como “Os ruego,” “Os recuerdo”, “Quiero que sepáis”, “No quiero que ignoréis”, etc. Considera la primera oración en 1 Corintios 7, “En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer.” Esta orienta al lector a la primera proposición, “Un hombre no debe ‘tocar’ (sexualmente) a una mujer,” en dos maneras. Primero, la proposición se identifica como respuesta a una carta. En segundo lugar, evalúa: “Bueno le sería.”

Complemento: relaciones de las proposiciones en referencia al griego del Nuevo Testamento Esta sección es para personas que leen el Nuevo Testamento en griego. Describe las palabras más comunes en griego que indican las relaciones entre dos proposiciones en el Nuevo Testamento. Recuerda que las proposiciones pueden estar relacionadas implícitamente, sin las palabras mostradas abajo. En ese caso, los lectores deben ejercitar su propio juicio. Los lectores del griego también recordarán que ciertas construcciones lingüísticas tienen una habilidad intrínseca para sugerir algunas de las relaciones mostradas adelante. Por ejemplo, un infinitivo simple, puede connotar propósito y un simple dativo puede connotar medios. Las palabras en griego citadas aparecen cuando menos quince veces en el Nuevo Testamento. Las relaciones aquí descritas no aplican sólo a las proposiciones contiguas. Más aun, cualquier proposición puede relacionarse con una o muchas más. Por ejemplo, en la declaración “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 5:20), la primera cláusula expresa una condición para la segunda. Pero, tomadas juntas, introducen el resto de las proposiciones del capítulo 5, las cuales explican cómo un discípulo realmente sobrepasa a los fariseos y maestros de la ley en justicia. Pero cada una de esas proposiciones también contrasta con la segunda proposición en su párrafo, ya que cada una comienza diciendo, “Habéis oído lo que fue dicho… pero yo os digo…” Nombre

Definición

Palabras clave

Proposiciones que añaden la una a la otra Serie

Cada proposición o frase hace una y, en adición, por otra parte, contribución independiente a la idea además; , , , principal. …ί, ί …

Progresión

Como la serie, excepto que cada idea y, entonces, añade a la precedente, construyendo además; ί hacia un clímax.

Alternativa

Las proposiciones expresan dos o, ya sea… o, por un lado…; posibilidades teóricamente viables en εἰ, μέν…δέ, ἤ, ἀντί una situación o argumento dados.

Contraste

Como la alternativa, excepto que dos posibilidades se excluyen mutuamente; una afirmada para negar la otra.

pero, no…sino, contrario;

también,

por

el

ἀλλά, δέ, οὔτε, μήτε, καί (escaso)

Proposiciones que apoyan una idea principal a través de un argumento lógico Razón o base

La verdad de una proposición Dado que, descansa en hechos o argumentos. La +accus. aseveración viene primero, seguida de la razón para ella.

por,

porque;

Inferencia

Una o más proposiciones; eventos que llevan a una conclusión. Como el caso anterior, excepto que la prueba precede a la conclusión.

Mayor-menor

Argumento por analogía. Proposición cuanto más, ya que, tanto apoyada o explicada apelando a un que, si, etc. caso paralelo similar pero de mayor o menor peso.

Medios/ propósito

Una acción se lleva a cabo para de manera que, a fin de, que, obtener otra. Describe los medios para para que, para; un fin, sin decir si el fin se obtiene.

Razón/resultado

Resultado dado, junto con las razones A fin de que, para que; que lo causaron o previnieron.

Por lo tanto, entonces, por eso, así que, consecuentemente, si…entonces;

Instrumento/ Resultado expresado, junto con los por, por medio de; medios para un medios para obtenerlo. La meta o dativo únicamente. fin resultado se obtiene por medio de ciertos medios.

caso

Condicionales

Una acción o idea y una consecuencia si… entonces (el entonces a real o teórica de ésta. menudo va implícito)

“Real”

Condición vista como una posibilidad si; + verbo indicativo. genuina en este caso.

“General”

Condición vista como algo que aplica si alguno, quienquiera, a toda la gente que cumple con un siempre que; +subjuntivo grupo de condiciones específico.

“Contrario a los Condición vista como incumplible marcado por el contenido de hechos” porque las condiciones no se pueden la oración y si ()+subjuntivo. reunir. Concesión

La idea principal se mantiene a pesar no obstante, sin embargo, si de hechos, argumentos, o sentimientos bien, aun, aunque, a pesar contrarios. de…;

Un participio adverbial simple puede sugerir varias de estas relaciones causales, incluyendo cualquier cosa que pueda traducirse como “porque” y las concesiones.

Proposiciones que apoyan la idea principal clarificando con una reafirmación Generalespecífico

Una proposición expresa la idea Usualmente no hay completa. Otra la desarrolla ilustrando marcador explícito. o dando detalles con respecto a algunas partes.

Especificación/

La proposición clarifica o explica el Es decir, quiero decir; significado de una anterior, pronombres relativos; , y expandiéndola con más información o más exacta.

Interpretación

Resumen

un

Una proposición replantea varias otras Puede introducirse de varias resumiéndolas. maneras.

Proposiciones que apoyan una idea principal clarificando sin reafirmación Comparación

Una idea, acción, o cosa seguida de así como, asimismo, de igual otra que la clarifica al compararla con manera, tal como, ilustra; otra.

Manera

Proposición o suceso y cómo o de qué cómo, de este modo; forma es verdadera o sucede. participios, dativo simple.

Proposiciones que orientan al lector hacia la idea principal Introducción

Cualquier preposición que prepare a no hay términos especiales, los lectores para la idea principal que puede ser introducida de viene a continuación. muchas formas.

Tiempo

Establece el tiempo, duración u cuando, entonces, después, y; ocasión de la idea principal. Este tipo de relación no describe secuencias de eventos.

Lugar

Dónde el ocurre el suceso principal, o donde, dondequiera, lugares; dónde es verdad la idea principal. Esta nombres de lugares. relación es diferente a la secuencia de eventos iguales.

Circunstancias

Cualquier cosa que suceda o sea No hay términos especiales; verdad al mismo tiempo que la idea pueden introducirse de principal, pero menos importante que muchas maneras. la idea principal.

Relaciones que surgen en textos y diálogos históricos Pregunta respuesta

y Expone una pregunta y quizás su respuesta. Puede ser una pregunta verdadera, una pregunta retórica, o una deliberación interna.

Signo de interrogación; el subjuntivo es señal de deliberación y algunas preguntas retóricas; acentuado.

Situación reacción

y Presenta la respuesta a un suceso o Determinadas por el contexto idea.

Proposiciones que no tienen relación directa con las proposiciones a su alrededor. Afirmación

Proposiciones que se sostienen solas, Puede tener un sin apoyo o consecuencias explícitas. performativo. Les ruego, prometo, etc.

Apartereanudación

El comentario interrumpe el flujo de Paréntesis, guiones. pensamiento o eventos, a los cuales el autor regresa.

verbo digo,

Apéndice D _____________________________________________________________________

Aplicación de los géneros de la Escritura Este apéndice complementa los capítulos sobre la aplicación al ofrecer pautas para aplicar tipos o géneros específicos de la Escritura. Sugiere puntos básicos a evaluar cuando te preparas para aplicar cada género de la Escritura. El apéndice empieza con comentarios sobre textos históricos, teológicos y éticos. Después analiza los géneros más específicos de profecía, sabiduría, promesas, y cantos y oraciones. Cualquiera que sea el género del texto, encuentra su mensaje siguiendo las reglas normales de la exégesis, como están bosquejadas en el resto de este libro. Luego haz una serie de preguntas de diagnóstico: 1. ¿Este pasaje llama primordialmente a la fe o la acción? ¿Habla primordialmente a la mente (con información) o al corazón (con un mandato)? 2. ¿Qué tipo de texto es? En términos generales, ¿es historia, teología, o instrucción moral? ¿Estás leyendo profecía, sabiduría, un canto, una oración o una promesa? 3. ¿Qué asuntos importantes de la fe cristiana y la vida humana surgen? Haz una lista y bosqueja lo que dice el pasaje sobre ellos.

I. Aplicación de los textos históricos Aproximadamente una tercera parte de la Biblia es narrativa histórica. Cada narración entra en algún lugar del plan de Dios de salvación. Dentro de ese plan, el Antiguo Testamento describe la obra de Dios con Israel, mientras que el Nuevo Testamento describe la extensión de la salvación a las naciones. En cierta manera, toda la Biblia es una narración, pero aquí consideramos la aplicación de narraciones específicas más cortas, que abarquen de unos pocos versículos hasta uno o dos capítulos. La historia bíblica difiere de la historia ordinaria en que Dios es el personaje principal en cada narración. Estas narraciones nunca documentan meramente lo que pasó sino que describen la forma en que Dios ha obrado en la historia. Describen su acción de establecer y mantener un pacto con su pueblo.

A. Empieza con preguntas básicas Probablemente tengas que deducir las respuestas a estas preguntas; rara vez se dan en forma explícita.

1. ¿Qué revela este pasaje acerca de Dios? ¿Acerca de la manera en que trata con la gente? 2. ¿Qué nos muestra acerca de la vida del pacto – la vida que Dios bendice o juzga? 3. ¿Hay aquí algún comportamiento que debamos evitar? ¿Algún comportamiento que debemos imitar? 4. ¿Cómo describe este pasaje a la comunidad del pacto y su vida en conjunto?

B. Observa a los personajes principales de la historia 1. Haz una lista de todos los personajes en la narración. Trata de ver la historia a través de los ojos de cada uno. Espera por lo menos una lección y una aplicación para cada persona o grupo. 2. Busca a estos personajes y sus áreas de aplicación: Dios o el representante de Dios, un creyente fiel, un creyente infiel, un no creyente y una persona o grupo no decidido o ambivalente. No busques solamente individuos. Algunos grupos, tribus y aun naciones pueden ser una de las partes. Las narraciones pueden tener solamente dos personajes o un gran reparto. Moisés y Elías encontraron a Dios a solas en montañas desoladas. Pero en la historia de David y Goliat, tenemos a Dios, al protagonista (David), a su aliado fiel (Jonatan), a varios antagonistas (Saúl, los hermanos celosos de David, Goliat, el ejército de los filisteos), y a dos grupos semi-neutros, el ejército de los israelitas y las mujeres israelitas que animan a David. Los diversos participantes humanos pueden ser catalogados como fieles, infieles u observadores neutrales. 3. Dios es un personaje en cada narración, aun si lo es implícitamente. Como él actúa según su naturaleza inmutable, sus acciones en el pasado nos enseñan lo que ordinariamente hace en circunstancias similares hoy en día. 4. Los personajes fieles generalmente revelan la forma en que uno debe responder en situaciones similares actuales. Los infieles muestran lo opuesto. El grupo neutro puede mostrar las diversas maneras en que la gente trata de evitar el compromiso.

C. Ubica ejemplos de comportamiento y actitudes que imitar o evitar 1. No todo el mundo está de acuerdo con la idea de buscar ejemplos.xxii Pero el Nuevo Testamento muchas veces exhorta a los lectores a imitar al justo y evitar la vida del malo.xxiii 

Jesús mandó a sus discípulos a seguir su ejemplo (Jn.13:15; Mat. 16:21-25; 20:28).



Pedro y Pablo presentan a Jesús como un ejemplo en sus cartas (Fil. 2:3-11; 1 Tim. 1:16; 1 Pe 2:21).



Pablo se considera a sí mismo como un ejemplo para sus iglesias (1 Co. 11:1; Fil. 3:17; 4:9; 2 Tes. 3:7).



Otros líderes deben ser ejemplos para la congregación (1 Ti. 4:12; Ti. 2:7; 1 Pe. 5:3).



Hebreos 11 elogia la fe y la perseverancia de muchos héroes del Antiguo Testamento.



Tanto Pablo como la carta a los Hebreos prohíben a los cristianos rebelarse como lo hizo Israel (1 Co. 10:6-11; He. 4:11).

2. El Antiguo Testamento rara vez menciona la imitación, pero sus historias ilustran las leyes de Dios sutilmente. 

El relato de Deuteronomio de las bendiciones por la obediencia y las maldiciones por el pecado nos invitan a evaluar las narrativas posteriores como ejemplos de conducta bendecida o maldecida (Dt. 28-32).



El libro de Rut muestra la bendición que la obediencia a la ley trajo a algunos israelitas durante el periodo de los jueces.



El libro de Jueces anima a los creyentes a leer su historia como una advertencia contra las consecuencias de la rebelión (Jue. 2:16-23).



1º y 2º de Samuel presentan a David con defectos, y no obstante, a menudo como un rey ejemplar, cuya fidelidad a Dios es el estándar por el cual medimos a los monarcas postreros (1 Re. 11:4,6; 14:8; 2 Re. 16:2).

3. El pueblo de Dios ―primero Israel, luego la iglesia― es instado con frecuencia a imitar a Dios o a imitar a Cristo, y a vivir vidas dignas de él, dignas de la pertenencia a su familia. 4. La idea de que los cristianos deben seguir los ejemplos mostrados en la Biblia ha sufrido amplio abuso. La búsqueda de ejemplos ha llevado a algunos a reducir la Biblia a un mero cuento de moralidad. Ciertamente es insensato para los cristianos pensar en imitar los hechos específicos, versículo por versículo, de Abraham, Moisés, David o Pedro (abajo). Pero no podemos permitir que los abusos impidan el correcto uso de los ejemplos.

D. Pautas para el uso apropiado de los ejemplos bíblicos No podemos repetir cada buena acción descrita en las Escrituras. A veces la imitación de Cristo es la cumbre de virtud; otras veces intentar imitarle sería la cúspide de la blasfemia.xxiv Por lo tanto, necesitamos algunas pautas para la imitación.xxv

1. ¿Tienes alguna razón para creer que la intención del autor era que la acción de un protagonista o antagonista sentara un ejemplo o un precedente? ¿Esa acción claramente guarda o transgrede algún mandamiento? 2. ¿Establece un patrón la acción? Por ejemplo, la Biblia menciona como modelo de la manera de actuar de Dios su castigo a Egipto simultáneo a la liberación de Israel (Sal. 78; 80; Os. 2:15; 12:9; Amos 4:10; Miq. 7:14-ss.). Las oraciones de Jesús también deben ser modelo para las oraciones de los discípulos. 3. La lección extraída del ejemplo, ¿es consistente con el resto de la ética bíblica? ¿Ilustra mandatos bíblicos? ¿Expresa virtudes e ideales bíblicos? 4. Las acciones del héroe, ¿inspiran valor o excelencia moral? Las acciones de los villanos, ¿inculcan repulsión hacia la maldad? 5. ¿Establece la narración la forma de vida del pacto? ¿Describe la manera correcta de vivir en la familia y en el reino de Dios? 6. Busca lecciones morales que surjan de la historia completa, no de hechos particulares tales como el viajar a un lugar específico o conseguir un objeto específico. Al examinar una acción, pregunta si las razones para ella son universales y permanentes o locales y temporales. Además, si las acciones de un personaje surgen de una considerable ignorancia de la revelación bíblica, es menos probable que sean para nuestra imitación. 7. Cuando los agentes de Dios muestran poderes y conocimiento únicos, no podemos imitarlos. No podemos secar los cielos o llamar fuego del cielo como los profetas; no podemos leer los pensamientos, perdonar pecados, expulsar demonios o sanar a alguien por nuestra propia autoridad, como lo hizo Jesús.

E. Ilustración 1. La historia del paralítico (Mr. 2:1-12; Lc. 5:17-26) muestra a cuatro personajes: Jesús (Dios Hijo), el paralítico y sus amigos (hombres fieles), los escribas y fariseos (no creyentes/ antagonistas), y la muchedumbre en la casa (neutral). Cada uno de los cuatro grupos nos enseña algo. 2. El pasaje revela varias cosas acerca de Jesús. Debemos creer y descansar en ellas. 

Él es el Mesías prometido en el Antiguo Pacto. Cumple las profecías de los milagros mesiánicos en Isaías 35:5-6 y 61:1.



Él es tierno y compasivo. Los Evangelios frecuentemente dicen que la compasión de Jesús lo movió a la acción (Mt. 9:36; 14:14; 15:32; 20:34; Lucas 7:11-15). El habló afectuosamente al paralítico, llamándole “amigo” e “hijo.”



Jesús salva tanto al sanar cuerpos como al perdonar pecados. Él es el Redentor, porque como el Hijo de Dios poseía el derecho de perdonar al paralítico con una palabra.



Podemos imitar a Jesús en su compasión, franqueza e interés por la totalidad de la persona. No podemos imitar su remisión de pecados o su lectura de las mentes, porque estos hechos fluyen de su exclusivo derecho divino.

3. El paralítico y sus amigos muestran el carácter de la verdadera fe, algo de lo que todos podemos aprender. 

Estos hombres ejercieron su fe juntos: “Jesús vio su fe” (Lucas 5:20). Al igual que ellos, muchas veces progresamos mucho más cuando ejercitamos nuestra fe en comunidad.



La fe lucha aun en medio de obstáculos. Ellos no hicieron lo que dice el dicho: “espera a que se abra una puerta.” La puerta no se abrió, así que hicieron un agujero en el techo. No debemos tomar esto como una justificación para la imprudente destrucción de propiedad (abrir un agujero en el techo no era tan destructivo en aquel entonces como lo sería hoy en día), sino como una ilustración de la perseverancia.



La fe y el conocimiento imperfecto pueden coexistir. Aunque los hombres actuaron obedientemente, no sabían exactamente qué buscar. Los hombres buscaron sanidad física y Jesús la concedió, pero primero perdonó los pecados del paralítico.

4. Los escribas y fariseos muestran ciertos rasgos de incredulidad. Niegan la deidad de Jesús, y consecuentemente critican su perdón del pecado. Cuando Jesús, al sanar al hombre, prueba que sí tiene el derecho de perdonar, ellos no se retractan de sus acusaciones. Este grupo nos da una limitada comprensión de la incredulidad contemporánea, ya que los escribas y fariseos fueron un grupo religioso estricto y conocedor que no tiene un equivalente cercano hoy en día. 5. El asombro de la muchedumbre también es instructivo. Ellos vieron lo suficiente en el milagro y el perdón de Jesús como para confesar su deidad. Pero solamente se asombraron de haber “visto maravillas.” Esto es típico de aquellos que han visto lo suficiente para venir a la fe, pero solamente admiran a Jesús a la distancia.

F. Observaciones concluyentes 1. Existen dos bases para la aplicación de las narrativas bíblicas hoy: Dios es el mismo ayer y hoy, y, cuando menos en cuanto a su naturaleza espiritual, las personas también son fundamentalmente iguales.

2. Por otro lado, las culturas cambian constantemente. Los lenguajes y las costumbres se desarrollan, los sucesos históricos alteran las estructuras sociales, y el conocimiento se gana y se pierde. Por lo tanto, tenemos que ser cautelosos cuando aplicamos narrativas antiguas a la vida moderna. Lessing se equivoca al ver una “zanja fea y ancha” entre los hechos pasados y la ética presente, tan ancha que nadie puede cruzarla.xxvi Hay una zanja, pero podemos cruzarla si lo hacemos con cuidado. Esto puede involucrar un compromiso de rediseñar nuestro mundo para que refleje la estructura y valores positivos de las sociedades bíblicas.

II. Aplicaciones de textos teológicos Una porción relativamente pequeña de la Escritura presenta estrictamente doctrina. Sin embargo, casi cada texto contiene alguna verdad teológica. Como siempre, usamos los medios ordinarios de la interpretación para establecer el significado de un pasaje teológico. Y entonces podemos pensar en la aplicación.

A. Empieza con un conocimiento de las áreas básicas de la doctrina Examina tu texto para encontrar la instrucción doctrinal central así como la tangencial. Busca la instrucción doctrinal especialmente en las siguientes áreas: 1. Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. 2. Los pactos y la obra salvífica de Dios. 3. La Creación ―en cuanto creada, caída y perfeccionada en la eternidad. 4. La Humanidad ―en cuanto creada, caída, restaurada, y perfeccionada en la eternidad. 5. Este mundo y sus patrones de comportamiento. 6. La comunidad del pacto y su vida, ya sea Israel o la iglesia. 7. Otros temas, incluyendo la Escritura, ángeles, demonios y las últimas cosas.

B. Pautas para la aplicación de la doctrina La aplicación de la doctrina parte con una pregunta: ¿cuáles son las implicaciones de las verdades doctrinales de este pasaje? Si la doctrina es verdadera, ¿qué sigue? Deja que tu mente explore la totalidad de la vida, no solamente acciones externas e individuales.

1. ¿De qué manera habla a la mente? ¿Qué deben creer los cristianos? ¿Qué falsedades deben rechazar? ¿De qué debemos estar pendientes en nosotros, en la iglesia, en el mundo? 2. ¿De qué manera habla al corazón, a nuestras emociones y sentimientos? Si la doctrina es verdadera ¿qué temores o ansiedades debemos dejar? ¿Qué consuelo o ánimo debemos recibir? 3. ¿Cómo afecta este pasaje nuestras actitudes y nuestra forma de hablar, ya sea a Dios o al ser humano?

C. Ilustraciones 1. Génesis 1:26-27 y 2:15 declaran que la humanidad es creada a la imagen de Dios y comisionada a reinar sobre la creación y cuidar de ella. Si esto es cierto, ¿qué acciones y actitudes deben seguir? 

¿Cómo debemos actuar hacia la creación, considerando nuestra comisión?



¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia los demás, si Dios formó a cada persona a su imagen? Específicamente, ¿qué implica esto con respecto a nuestro trato a niños, ancianos y gente de nuestra edad? ¿Cómo afecta el hecho de ser creados a imagen de Dios a la manera en que tratamos a los ricos e influyentes? ¿A los pobres e indefensos? ¿A vecinos y compañeros de trabajo no creyentes? ¿A personas molestas? ¿A personas moralmente cuestionables?



¿Cómo debemos pensar acerca de nosotros mismos y nuestras capacidades, nuestros éxitos y fracasos?

2. Gálatas 1:6-10 enseña que cualquiera que predique un evangelio diferente al evangelio de Cristo está condenado. Para la mayor parte de este pasaje, podemos sencillamente enunciar la enseñanza de Pablo y después preguntar, “Si esto es verdad, ¿qué sigue?” 

Observa las emociones de asombro y enojo en Pablo al describir el falso evangelio de los judaizantes. Si Pablo siente tal rechazo por la mentira, ¿cuál debe ser nuestra actitud hacia las enseñanzas heréticas? ¿Y hacia las enseñanzas ortodoxas?



Pablo dice que el evangelio de los judaizantes no es evangelio en absoluto. Entonces ¿qué debemos decir cuando encontramos “evangelios” que exigen la realización de obras para la salvación?



Pablo dice que si cualquiera ―aun él mismo, o un ángel― llegara a predicar un evangelio diferente al que él predicó, esa persona sería eternamente condenada. ¿Qué ocurre, entonces, si oímos a alguien predicando otro evangelio? ¿Debemos denunciarlo? ¿Debemos tratar de persuadirlo?

¿Debemos estar dispuestos a romper la comunión con alguien que pervierte el evangelio? 

Pablo concluye diciendo que nadie que trata de agradar a los hombres es un verdadero siervo de Cristo. Ciertamente no siempre es malo agradar a otros. ¿Qué quiere decir Pablo?

3. La pregunta “¿qué sigue?” no puede resolver cada pregunta práctica de la aplicación. Por ejemplo, no puede decirnos cómo distinguir entre errores doctrinales fundamentales, sobre los cuales debemos estar dispuestos a contender, y errores menores, que debemos resolver calladamente o hasta pasar por alto (vea Juan 17:2023).

D. Teología y la vida cristiana La teología propiamente tal es el estudio del Dios trino. Cuando un texto revele la naturaleza de Dios, debemos detenernos, porque somos hijos de Dios, miembros de su familia. Por ejemplo, en el Éxodo, Dios liberó a los pobres esclavos de Egipto. Él amó a los forasteros. Por lo tanto, Israel tiene que mostrar compasión a los pobres y a los forasteros (Dt. 26:1-15).xxvii

E. Conclusión Aplicamos doctrina al encontrar la enseñanza doctrinal primordial y entonces preguntar, “¿Qué pensamientos, emociones, actitudes y acciones son consistentes con las verdades del pasaje?”

III. Búsqueda de aplicaciones en textos éticos Como vimos en el capítulo 10, cada pasaje tiene implicaciones éticas, pero sólo una modesta porción de la Biblia es abiertamente ética. Gran parte del capítulo 10 explicó la aplicación de textos específicamente éticos, pero no abordó cada punto.

A. Principios básicos 1. Fácilmente comprendemos el enfoque de muchos mandatos bíblicos, tales como “No robarás” (Ex. 20:15), “Amad a vuestros enemigos y orad por los que os ultrajan

y os persiguen” (Mt. 5:44), “Aborreced lo malo, seguid lo bueno” (Ro. 12:9), y “[Hablad] la verdad en amor” (Ef. 4:15). Para tales mandatos, lo difícil es más el hacer que el entender. En ese nivel, aun los pasajes más claros plantean retos. Por ejemplo, ¿cómo habla uno la verdad en amor? En Estados Unidos, la cultura del sur enfatiza la cortesía y los buenos modales, pero la cortesía a veces enmascara la verdad. La cultura del norte enfatiza decir la verdad, pero a veces usa la verdad para herir, castigar o manipular a otros. 2. Otros mandatos son más difíciles de aplicar. Rara vez podemos aplicar directamente un mandato que está inserto en una narración. No tenemos ninguna obligación de obedecer el mandato de Dios a Abraham, “Toma ahora tu hijo… y ofrécelo allí en holocausto” (Gn. 22:2), y ninguna obligación de tomar en cuenta el mandato de Jesús a sus discípulos de, “Echad vuestras redes para pescar” (Lc. 5:4). 3. Unos cuantos mandatos hasta parecen contradecir a otras Escrituras. Cuando Dios manda a Israel a no asociarse con las naciones de Canaán (Jos. 23:7), o cuando Jesús dice a sus discípulos, “Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis” (Mt. 10:5), notamos la tensión con el impulso misionero del Nuevo Testamento. La siguiente sección sugiere cómo resolver tales tensiones.

B. Pautas para la aplicación de pasajes difíciles 1. Determina el significado original. 

¿Estás seguro de que has entendido el texto correctamente? Por ejemplo, parece imposible obedecer la traducción de la Biblia King James de 1 Tesalonicenses 5:22, que dice, “Absteneos de toda apariencia de mal.” Después de todo, muchas acciones buenas o inocentes parecen ser malas a alguien. Pero revisa otra traducción (o el lenguaje original, si puedes) y la dificultad se esfuma. La NVI dice, “Eviten toda clase de mal,” y la Reina Valera dice, “Absteneos de toda especie de mal.” Estas traducciones son más acertadas y la obediencia está al alcance.



¿Arrojaría más luz sobre texto el conocimiento adicional de la cultura?

2. ¿Ha cambiado la situación histórico-redentora? Si el pasaje está en el Antiguo Testamento, pregunta si Dios estaba gobernando a su pueblo del pacto de una forma diferente. Además, ¿le faltaba algún conocimiento a la audiencia original que los creyentes posteriores tenemos? Por ejemplo, Jesús les dijo a los discípulos que no fueran a los samaritanos (Mt. 10:5) en parte porque todavía no sabían que el evangelio era para todas las naciones. Todavía veían a los samaritanos como mestizos y herejes. Con tal disposición, en este tiempo los discípulos aún no estaban capacitados para tener un ministerio efectivo entre los samaritanos. Así que Jesús no los envió todavía.

3. Si un mandato ya no aplica a nosotros literalmente debido a cambios en nuestra cultura o el tiempo en la historia de la salvación, busca el principio expresado en el mandato. Ve las discusiones sobre toros y recoger espigas en el capítulo 10. 4. Consulta Escrituras paralelas. Compara tu mandato con otra instrucción más clara. Por ejemplo, sabemos que no debemos aplicar Mateo 10:5 (“Por camino de gentiles no vayáis. . . .”) en forma literalista porque Mateo 28 claramente enseña que los seguidores de Jesús deben hacer discípulos de las naciones. La aplicación correcta de Mateo 10:5 hoy no es, entonces, poner fin a la obra misionera. Pero sí implica que no debemos mandar a evangelistas a personas que ellos menosprecian. Todavía necesitamos explicar las características únicas de algunos géneros especiales de la Escritura y su relación con la aplicación. Como siempre, los principios claves de la interpretación deben ser tu punto de partida. Una discusión precisa de cualquiera de estos géneros tomaría un capítulo entero. Aquí ofrecemos unos pocos principios específicos para la aplicación de textos de sabiduría, profecía, promesas, y cantos y oraciones.

IV. Profecía A. Lo básico 1. Las herramientas principales para la interpretación de la profecía son iguales a las de cualquier otro género. Un conocimiento del trasfondo y los términos históricos y una familiaridad con la poesía hebrea son especialmente útiles. El análisis de los contextos literarios no es tan importante, porque los oráculos proféticos pueden estar auto-contenidos. Como resultado, dos textos vecinos pueden tener poco que ver el uno con el otro. 2. Los profetas tanto predicen como predican. Con “predicar” queremos decir que los profetas declaran el punto de vista de Dios acerca de todas las cosas, no solamente el futuro. De hecho, los profetas ven y anuncian el punto de vista de Dios en cuanto al pasado, el presente y el futuro con igual facilidad. La predicción no constituye la esencia de la profecía. Solamente un porcentaje pequeño de las profecías del Antiguo Testamento describe al Mesías o aun la nueva era del pacto. Los profetas hablan mayormente a su propio tiempo y su futuro cercano. 3. El mensaje profético no es enteramente original, porque en gran parte reaplica la ley a Israel. Los profetas son los voceros para los pactos de Dios, recordándole a la gente sus obligaciones hacia él. Exponen y hacen cumplir las bendiciones para la obediencia y las maldiciones para la desobediencia, como fueron expuestas en Deuteronomio 4 y 28-32.xxviii 4. Las profecías toman muchas formas: ayes, himnos, reportes de visiones, predicciones de desastre o de salvación y más. 5. Una forma prominente es el litigio. En éste, el profeta “procesa” al pueblo por fallar en guardar su pacto con Dios. Convoca al pueblo y lo acusa de transgredir las

normas (llamadas “estipulaciones del pacto”) de su rey. Cita la evidencia contra ellos y pronuncia su veredicto.

B. Aplicación de la profecía 1. No necesitas encontrar un cumplimiento futuro de una profecía para poder aplicarla. Muchas veces los profetas hablaron de circunstancias y eventos de su propio día o en su futuro cercano ―ahora en nuestro pasado distante. Para aplicar tales pasajes hoy en día, pregunta si la iglesia o nuestra cultura se parecen al escenario que los profetas presenciaron. Dado lo que dijeron acerca del pasado, ¿qué dirían acerca del presente? 2. Los profetas nos recuerdan que estamos en una relación con un Dios redentor. Comparten el énfasis doble de la Biblia tanto en ortodoxia (doctrina correcta) como en ortopraxis (práctica correcta).

V. Sabiduría A. Lo básico 1. A los libros de Job, Eclesiastés y Proverbios se les llama “literatura sapiencial o de la sabiduría.” Libros tales como Santiago y 1 Timoteo ocasionalmente operan como la literatura sapiencial. 2. Se puede definir la sabiduría como la destreza en las artes de la vida. El término hebreo para “sabio” muchas veces describe a hombres que son competentes en cualquier destreza, incluyendo labor manual (Ex. 31:3, 6; 35:35; 36:8; 1 Reyes 7:14; Is. 40:20; Jer. 9:17; 10:9; Eze. 27:8) e incluso intriga política (2 Sa. 13:3).xxix Los animales sabios son los que saben cómo vivir bien (Prov. 30:24-28). 3. La sabiduría, especialmente la sabiduría de Proverbios, es en parte un don de Dios y en parte el resultado del esfuerzo de personas que cultivan, preservan y expresan lo que es comúnmente sabido, de una manera que nos hace detenernos frente a ello y verlo en forma nueva.xxx Es la “disciplina de aplicar la verdad a la vida propia a la luz de la experiencia.”xxxi

B. Tipos de sabiduría Los libros sapienciales son diferentes los unos de los otros en maneras cruciales. 1. Job contiene sabiduría para los días oscuros, las tormentas y las tragedias de la vida. Refuta la noción simplista de que la justicia prevalece en esta vida. 2. Eclesiastés es sabiduría a la hora de la puesta del sol en un día caliente del verano. El autor de Eclesiastés lo tenía todo; él debería haber sido un hombre feliz. Sin embargo, al mirar con escepticismo el sol ponerse sobre sus goces mundanos,

lamenta lo efímero, lo débil, lo vano de todo. Solamente en ocasiones nos señala la forma de vida correcta. 3. Tanto Job como Eclesiastés contienen una gran cantidad de falsedad que sirve para resaltar la verdad. Los amargados “consoladores” de Job se toman un largo tiempo para presentar interpretaciones erradas de su sufrimiento. Las secciones de “vanidad” de Eclesiastés describen la vida y la “sabiduría” como uno los ve estrictamente “bajo el sol,” es decir, sin la perspectiva de la eternidad. Como agua salobre a un hombre sediento, sus medias verdades estimulan nuestro deseo de la verdad pura. Aplicamos estas secciones tomándolas como patrones de pensamiento que los fieles deben evitar. Las secciones bien fundamentadas de Eclesiastés y partes de Job generalmente funcionan como proverbios. 4. El libro de Proverbios describe la sabiduría para un día soleado, un día normal. Dice, “Vive de esta forma y, comúnmente, te irá bien en la vida”.

C. Proverbios 1. Como género, un proverbio es un enunciado de verdad corto, claro y memorable, aprendido a través de la destilación de la amplia experiencia humana. 2. Los proverbios individuales aparecen en el Nuevo Testamento, tal como en el Antiguo. Los Evangelios, por ejemplo, contienen muchos proverbios, tales como, “El obrero es digno de su alimento” (Mt. 10:10) y “Por el fruto se conoce el árbol (Mt. 12:33). Pablo da proverbios tales como “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.” (I Cr. 15:33). Si los aislamos un poco, muchos de los enunciados de Santiago suenan como proverbios: “Sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (1:19) y “La amistad del mundo es enemistad contra Dios” (4:4). Como otros proverbios, estos enunciados son concisos y expresivos, llaman la atención y son auto-contenidos, así que pueden ser usados en diferentes lugares.xxxii

D. Cómo no aplicar los proverbios y la sabiduría 1. Los proverbios no son promesas. Los proverbios describen la vida como es en arranques breves y gráficos, usando lenguaje figurado para captar la atención y quedarse en la memoria. Dejan su huella por ser imponentes, sin dar excepciones, calificaciones o matices. En consecuencia, los proverbios articulan verdad probable, no verdad absoluta; verdad general, no reglas automáticas; tendencias, no garantías de Dios. Son el camino de sabiduría, incluso de astucia, en el mundo, no el camino al éxito garantizado.xxxiii Los siguientes proverbios ilustran este punto. 

“Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados” (Prov. 16:3). Esto es generalmente verdadero, pero no cubre los planes de robar un banco. Planes egoístas y mal enfocados no tienen éxito automáticamente si han sido consagrados a Dios.



“El que labra su tierra se saciará de pan” (Prov. 28:19). Sí, pero la guerra, sequías, inundaciones y plagas de insectos a veces traen hambre aun a los diligentes.

2. Los proverbios no son estrictamente ley. Son, en parte, consejos dados a un joven empezando en la vida (Prov. 1:8; 2:1; 3:1; 4:1). No dictan la acción correcta para cada situación. Algunos sencillamente indican las situaciones en las que los sabios nunca deben entrar. Por ejemplo, los sabios se quedan lejos de una mujer contenciosa, porque saben que nada la refrena; una casa en un desierto o en el techo es mejor que una casa con ella (Prov. 21:9, 19; 27: 15-16). Esto no quiere decir que el hombre que percibe que su esposa es contenciosa deba cambiarse al techo para conseguir algo de paz. En vez de esto, el proverbio advierte a un joven tener cuidado de con quien se case. 3. Ningún proverbio solitario debe ser leído como toda la verdad acerca de un asunto, como muestra un par famoso: “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él” (Prov. 26:4). “Responde al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión” (Prov. 26:5). Solamente en yuxtaposición nos dicen estos dos proverbios lo que debemos hacer cuando un necio suelta necedades. A veces debemos quedarnos callados; hablarle es bajarnos a su nivel. En otras ocasiones, tenemos que quebrar la burbuja de su confianza ridícula por su propio bien. El sabio sabe qué cosa hacer y cuando.

E. Sabiduría y la totalidad de la Escritura 1. La sabiduría descansa más en la teología de la creación que en la de la redención. A diferencia de las epístolas de Pablo, la sabiduría no se basa en la historia redentora o una revelación profética. Aun el lenguaje de la sabiduría refleja este hecho. No dice, “Así dice el Señor,” sino, “Yo vi . . .” 2. El potencial de que la sabiduría llegue a ser calculadora, al contar los costos y las consecuencias de cada acción, se frena por la ley y por Dios. Por esto, Proverbios sabe que los regalos abren puertas (18:16). Sin embargo, no recomienda el uso de sobornos, porque sigue la ley al menospreciar a los que usan sobornos para pervertir la justicia (17:23, cf. Ex. 23:8; Dt. 16:19). Así que, la sabiduría se sujeta a la sabiduría de Dios y a la ley del pacto. Como dice Derek Kidner, “Tienes que ser sabio para poder ser realmente bueno,” pero también tienes que ser piadoso, como Dios define la piedad, para ser realmente sabio.xxxiv 3. La sabiduría refina la ley. La ley no lo cubre todo; algunos detalles de carácter y de juicio son “suficientemente pequeños para escapar de la red de la ley,” pero son decisivos en los tratos personales. Tales detalles son el campo de la sabiduría.xxxv

F. La sabiduría en el contexto teológico

1. La sabiduría invita a aquellos que aman la vida y desean buenos días a escucharla (Sal. 34:12-14; 1 Pe. 3:10-12), pero no aconseja la felicidad a cualquier precio. Dice repetidamente que el temor del Señor es el principio de la sabiduría (Prov. 1:7; 9:10; 15:33; Job 28:28; Sal. 111:10). Los sabios actúan justamente porque la maldad trae su propio castigo (Prov. 26:27). Pero, lo que es más importante, saben que Dios recompensa lo bueno y castiga la iniquidad, que él trae paz y calamidad (Prov. 5:2123; 15:29; 16:6-7; Job 9:22-24).xxxvi 2. Dios es sabio, y da sabiduría a su pueblo cuando la pide (1 Reyes 3:9; Santiago 1:5). Pero la idea de orar por sabiduría puede ser engañosa. Por algunas cosas podemos orar solamente. Por otros, tales como nuestro pan diario, tenemos que tanto orar como trabajar. La sabiduría cae en la segunda clase; tenemos que elevar nuestras peticiones y también poner atención a la voz de los sabios (Prov. 8) y a las escenas de la vida a nuestro alrededor. Los sabios muestran su sabiduría en sus vidas bellas (Santiago 3:13); por esto, los que tienen discernimiento mirarán la vida de los sabios y la tomarán en cuenta, del mismo modo que observan el camino del necio y toman precauciones (Prov. 5:1-14; 6:6-11).

G. Cómo beneficiarse de la sabiduría Busca la vida excelente, como la sabiduría la define, tanto observando la vida como dominando la Escritura. Adopta la mentalidad del hombre sabio. Mantén los ojos y oídos abiertos. Deja que cualquiera que sea sabio te instruya, sean expertos, pares o principiantes. Déjales enseñarte por sus palabras y sus caminos, para que tú también puedas decir, “He visto. . . .”

VI. Promesas A. Lo básico 1. Una definición: Una promesa divina es un enunciado por el cual Dios se compromete a hacer (o no hacer) algo en el futuro. Las promesas guían el comportamiento al decirnos cuáles hechos Dios aprueba y recompensa, y cuáles hechos le desagradan y merecen disciplina.xxxvii 2. Para aplicar correctamente las promesas, uno tiene que aprender a reconocerlas y saber determinar si aplican o no. Los proverbios no son promesas, sino enunciados generales acerca de los caminos de la vida. Por ejemplo, Proverbios 22:6; “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él,” es un proverbio, una regla general, no una promesa absoluta de que todos los padres fieles van a tener buenos hijos.



Un número considerable de las promesas del Nuevo Testamento son solamente para creyentes. Considera la promesa de que nada puede separarnos del amor de Cristo (Ro. 8:35-39), o la promesa de que Dios va a completar la buena obra que ha empezado en nosotros (Fil. 1:6).



Algunos enunciados funcionan como promesas aun cuando no lo son, hablando técnicamente. Por ejemplo, después de que Pedro hiciera su confesión, Jesús dijo, “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt. 16:18). Esto es un enunciado teológico, pero funciona como una promesa de que, aunque iglesias particulares pueden perecer, la iglesia de Cristo nunca morirá.

B. Los receptores de las promesas 1. Dios hace algunas promesas a personas, algunas a grupos y algunas a todos. Las promesas hechas a personajes bíblicas no deben ser tomados automáticamente como promesas para nosotros. El juramento de Dios de dar a Abraham un hijo no quiere decir que va a darnos hijos. Todos los creyentes nos gozamos por las consecuencias de la promesa de Dios a Abraham, pero no como una promesa directa a nosotros. 2. Algunas promesas a personas sí tienen una aplicación secundaria para nosotros. Así que, Dios prometió a Josué que nunca le abandonaría, y que iría con él a dondequiera que fuera, cuando preparaba a Israel para la guerra contra los Cananeos (Jos. 1:5-9). Esta promesa a Josué no nos garantiza la victoria en la batalla o protección física. No obstante, Hebreos 13:5 aplica la misma promesa (también se encuentra en Dt. 4:24) a los creyentes bajo la amenaza de persecución.xxxviii 3. Si una promesa se da a un grupo, tenemos que determinar si pertenecemos a aquel grupo. Podemos dar por entendido que las promesas dadas a la iglesia como un todo aplican a nosotros. Pero no podemos presuponer que las promesas hechas a Israel aplican a la iglesia. Por ejemplo, la promesa de bendición material para Israel si diezma (Mal. 3:8-12) se aplicaba a aquella nación, no a otras naciones hoy en día. Pero sigue para la iglesia el principio de que es bueno dar generosamente a Dios, y que él recompensa a aquellos que lo hacen.xxxix 4. Muchas promesas de bendición o maldición son condicionales; quiere decir, la bendición prometida solamente se otorgan a los fieles, mientras que la maldición cae solamente sobre el impenitente. Esto aplica especialmente a las promesas del Antiguo Testamento, aunque no es ajeno al Nuevo Testamento (por ejemplo, Ro. 11:22). 

En Génesis 8:20-22, Dios promete absolutamente que nunca destruirá el mundo y sus ritmos otra vez, sin importar lo que haga la humanidad.



En Deuteronomio 28, el Señor promete que bendecirá a Israel, pero solamente si la gente es fiel a su pacto.



Jonás plantea lo que parece ser la promesa o amenaza incondicional de Dios de destruir a Nínive. Sin embargo, cuando los Ninivitas se arrepientan, él cede (Jonás 3:4-10; cf. Ez. 18).

5. La Biblia claramente espera que actuemos según las promesas universales. La promesa “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Ro. 10:13) llama a todos a invocar su nombre.

C. Compara las promesas con el resto de la Escritura Puede ser difícil determinar si una afirmación es una promesa o un proverbio y si una promesa es limitada o universal. Confirmamos o negamos que tenemos una promesa universal al consultar el resto de la Escritura. 1. Sabemos que la promesa “Nunca te dejaré, ni te abandonaré” es universal, porque aparece varias veces, sin condiciones y en varios contextos bíblicos. Se da a la iglesia en Hebreos 13:5, a Israel en Deuteronomio 31:6, y al líder de Israel en Josué 1:5, 9. Jesús hace promesas similares a sus discípulos en Mateo 28:20, Juan 14:23 y Hechos 18:10. 2. Marcos 11:24 parece ser una promesa universal acerca de la oración: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” Pero esta promesa está limitada por otras declaraciones acerca de la oración. Específicamente, Dios oye nuestras peticiones si pedimos según su voluntad (1 Juan 5:14). No concederá peticiones que buscan solamente gratificar nuestros propios deseos (Santiago 3:3). Si recordamos estas calificaciones, no caeremos en los errores del evangelio de salud y prosperidad y su fantasía de que cada bendición terrenal es nuestra con sólo pedirla.

VI. Cantos y oraciones A. Lo básico 1. En los Salmos y otras oraciones bíblicas, los autores le hablan a Dios en primera persona.xl Los Salmos y otras oraciones bíblicas son las palabras personales de creyentes a Dios. Pero, ¿cómo pueden las palabras humanas dirigidas a Dios ser de todos modos la Palabra de Dios para nosotros? ¿Cómo puede la expresión de fe de otra persona guiar nuestras expresiones de piedad?

2. Los Salmos adoptan un estilo poético, lleno de imágenes y metáforas, y un tono emocional. Hablan el lenguaje del corazón. Como lo expresó Lutero, los vientos tormentosos de la vida “nos enseñan a hablar con sinceridad, a abrir el corazón y derramar lo que queda en lo más profundo de ello. . . .¿Cuál es la cosa más grande del Salterio sino el hablar sincero en medio de estos tormentos y vientos de cada tipo? ¿Dónde encuentra uno palabras más finas de gozo que en los Salmos de alabanza y acción de gracias?” ¿Dónde encuentra uno “palabras más lastimeras de tristeza que en los salmos de lamentación?” El Salterio, concluye, es el libro donde todos los santos encuentran palabras que se ajustan a su condición.xli Así, los Salmos informan la vida emocional del creyente. 3. Los Salmos moldean nuestras sensibilidades, no solamente nuestras emociones. El hábito de meditar en ellas moldea nuestra sensibilidad, así que atesoramos la gratitud, la alabanza, la humildad, el respeto reverencial, la justicia y la rectitud, igual a los salmistas.xlii 4. El lenguaje de los Salmos es general, nunca específico. Los escritores lloran sobre aflicción y enemigos, pero nunca derraman detalles tales como, “Mi esposa ha muerto, mi espalda y mis dientes me duelen y mis enemigos robaron todos mis camellos.” La falta de detalle nos permite identificarnos con los salmistas. Las listas específicas de problemas no establecen una brecha entre sus aflicciones y las nuestras. Podemos identificar sus angustias con las nuestras.xliii

B. Tipos de oraciones en los Salmos Hay varios tipos de salmos, cada uno con una forma reconocible y una función en la vida de Israel. Los eruditos han diferido en sus categorías y algunos de los salmos son inclasificables, pero de todos modos las categorías principales ayudan a explicar y aplicar los Salmos. A continuación una lista: 1. Lamentos. Hay sesenta o más lamentos individuales o corporativos en los Salmos. Podemos usar los lamentos para expresar cualquier tipo de angustia ante Dios. Los lamentos desahogan una queja acerca de un opresor o una aflicción física o espiritual. Los lamentos dirigen cada llanto a Dios, y después suplican su ayuda. Los salmos de lamento esperan que Dios oiga y salve, y casi siempre terminan con una nota de alabanza confiada. Algunos Salmos de lamento son el Salmo 3, 22, 31, y 94. Ver también 2 Samuel 1:19-27. 2. Acción de Gracias. Unos quince salmos alaban a Dios, especialmente por la liberación de su pueblo en tiempos de dificultad. Éstos típicamente dan gracias a Dios, describen un periodo de aflicción y después relatan su misericordiosa provisión. Ver Salmos 18, 34, y 107, y Éxodo 15:1-18. 3. Alabanza. Los salmos de alabanza son parecidos a los salmos de acción de gracias, pero exaltan a Dios por su carácter y su obra como creador, redentor, proveedor y regidor, sin enfocarse en un acto particular de liberación. Estos son especialmente apropiados para la adoración y el canto, e incluyen los Salmos 8, 100, 103, 104, y 145-47. Ver también 1 Samuel 2:1-10. Algunos de estos salmos se enfocan en Sión

(por ejemplo, Sal. 46, 48 y 76). Puede parecer un poco extraño si no recordamos que Sión fue la ciudad del rey David, el hogar del templo y por esto el punto focal de la presencia de Dios. 4. Sabiduría. Instructivos, meditativos y pronunciados en tercera persona, estos salmos se parecen a la literatura sapiencial. Contrastan al justo con el malvado, dan consejo para la conducta e instan a las personas a temer al Señor. Al igual que la sabiduría, el ancla de estas oraciones es la ley y la experiencia humana, más que la salvación de Dios. Ver Salmos 1, 32, 34, 37, 49, 111 y 112. 5. Salmos de venganza o imprecación. Muchos de los salmos piden a Dios que lleve a los malhechores a la justicia, pero unos pocos, conocidos como los salmos imprecatorios, incitan nuestro enojo, lo canalizan hacia Dios y le piden enérgicamente que envíe sus maldiciones del pacto sobre los malvados. Dado que el llamado a juicio ocupa el centro de estos salmos, nos pueden hacer sentir incómodos. ¿Cómo podemos aplicar los salmos que declaren la bendición de aquellos que matan a los hijos de los babilonios (Sal. 137:7-9) o declaran de los malhechores, “Los aborrezco por completo” (139:22)? La verdad en el centro de la imprecación es que la fe en un Dios justo requiere su juicio sobre un mundo injusto. Nuestro sentido de justicia y de la rectitud de Dios genera un deseo de retribución. El llamado para hacer justicia se dirige a Dios y la disposición final queda en sus manos.xliv 

Los salmos imprecatorios describen a aquellos que personifican la maldad. La posibilidad del arrepentimiento ni siquiera se plantea. En estos casos, el rechazo del malvado es un afirmación de lealtad a Dios (Sal. 139:19-22); el salmista odia a aquellos que tienen un odio establecido contra Dios.



Si el tono de odio y venganza de los salmistas parece fuera de lugar, deja de tratar de identificarte y orar con el salmista, y trata de escucharle. Ve si te pareces al malvado en alguna manera.

6. Algunos expertos proponen listas de salmos de historia de la salvación, de celebración y afirmación, de renovación del pacto, de confianza, y de entronización real. Los salmos de confianza y renovación nos parecen naturales, pero tenemos que esforzarnos para poder apropiarnos de los salmos reales. 7. Si bien esta sección se enfoca en los salmos, la Escritura contiene muchas otras oraciones. Otras peticiones se abstienen de solicitudes egoístas y atienden primero al Dios que oye y actúa (Neh. 1:5-11; Da. 9:4-19; Mt. 6:9-13; Ef. 1:17-19; Fil. 1: 911). Las peticiones dentro de estas oraciones se enfocan en grandes cosas ―la salvación del Señor y la necesidad de la piedad― no en deseos insignificantes y egoístas. En todos estos puntos, son un buen modelo para nosotros.

C. Aplicación de los cantos y oraciones 1. Las oraciones bíblicas nos enseñan a orar. Todos los cristianos oran, pero, ¿cuántos han aprendido a orar? Al faltarnos instrucción, decimos peticiones y poco más. O repetimos el Padrenuestro, u oraciones que hemos oído de padres o líderes. Al contemplar la variedad de oraciones en la Biblia, adquirimos variedad en nuestra vida de oración. Aprendemos presentar nuestras tristezas, gozos y perplejidades, ¡no solamente nuestras necesidades! Las oraciones bíblicas nos ayudan a dejar atrás hábitos añejos. 2. Las oraciones bíblicas profundizan nuestra adoración, tanto en privado como en público. Nos invitan a considerar por qué amamos a Dios. Sus imágenes, tal como “Jehová es mi pastor,” son universales, y todavía nos hablan. El lenguaje denso y las formas poéticas nos sosiegan y nos llevan a la contemplación. 3. Los cantos y oraciones bíblicas nos enseñan a relacionarnos honestamente con Dios. Nos invitan a expresar cada emoción, positiva o negativo, tenue o incontenible. Nos animan a llevar cada experiencia a Dios, dejar cada carga delante de él y recordar su presencia especialmente en los momentos de necesidad. Las oraciones bíblicas nutrieron a Jesús y los apósteles, Agustín, y Calvino y Lutero, y nos nutrirán también a nosotros, si se lo permitimos.

Conclusión Este apéndice ha complementado la discusión general de aplicación al presentar unas pautas para aplicar textos que tienen un énfasis ético o teológico, y algunas propuestas para los géneros de narración, profecía, sabiduría, promesa y canto y oración. Estos puntos no son más que una carta de navegación imprecisa y nunca pueden reemplazar al piloto, el maestro.

Apéndice E _________________________________________________________________

Biblioteca de referencia básica para el hogar cristiano Este apéndice describe el comienzo de la estantería de referencia para el cristiano que quiera involucrarse en el tipo de estudio Bíblico descrito en este libro. Estos libros de referencia son necesarios en el hogar de un anciano, diácono, maestro de escuela dominical, o líder de estudio bíblico. Sin importar qué otros libros puedas tener, estas son obras básicas que consultarás una y otra vez para establecer contextos, resolver problemas, y desarrollar temas. Por supuesto, con regularidad aparecen buenas obras de referencia nuevas; las obras recomendadas aquí son las más asequibles actualmente disponibles.

Traducciones bíblicas1 El estudio bíblico eficaz comienza con varias traducciones del griego y hebreo original que sean precisas pero diferentes. La cuestión principal es la teoría de traducción que guía a cada versión.2 La primera opción, una traducción literal, se mantiene tan cerca como sea posible de las palabras exactas y las frases del idioma original. Aunque una buena traducción literal tiene sentido en español, suena más distante de nuestra cultura y pronunciación. La segunda opción, una traducción libre, busca transferir ideas de un idioma a otro, sin ser tan precisa con respecto a las palabras y frases originales. Las traducciones libres actualizan tanto el lenguaje como las referencias culturales del idioma original. Éstas se sienten más contemporáneas, pero sacrifican cierta exactitud. La tercera opción, la equivalencia dinámica, traduce palabras, frases, y modismos a palabras, frases y modismos equivalentes en el español. Actualizan el lenguaje pero no las referencias culturales. Los traductores hoy en día por lo general prefieren abordar la traducción con equivalencia dinámica. Consulta los tres tipos cuando un versículo o frase resulte confusa. La siguiente tabla sitúa algunas de las versiones populares de la Biblia en español e inglés de acuerdo a estas tres opciones. Literal

Equivalencia

Libre

Dinámica Español

3

Reina Valera (1909, 1960, 1995) Biblia de las Américas Versión Moderna

Dios Habla Hoy Traducción en Lenguaje Actual Nueva Versión Internacional Biblia Interconfesional Biblia del Peregrino

La Biblia al Día

Biblia Latinoamericana

Inglés

New American Standard

New Revised Standard Ver.

Good News Bible

King James Version

New International Version

The Message

New King James Version

New American Bible

New English Bible

Revised Standard Version

Phillips Bible Translation Living Translation Jerusalem Bible

Cada cierto tiempo aparecen nuevas Biblias de estudio, así que no recomendaré alguna versión en particular. Sin embargo, te aconsejo lo siguiente: usa una antes de comprarla. Pregúntate, ¿son informativas las notas? ¿Dónde se puede verificar la exactitud de las notas? ¿Son sólidas y de sana doctrina? ¿Es exhaustivo y útil su sistema de referencias cruzadas? Trata de usarla varias veces antes de decidir si la compras o no.

Diccionarios bíblicos Los capítulos 4 y 7 enfatizaron el valor de los diccionarios y enciclopedias. Si sólo tienes trescientos pesos2, gástalos en un buen diccionario de un volumen. Los mejores contienen una valiosa información de trasfondo sobre nombres, lugares, términos, y costumbres en tiempos bíblicos, y sobre los autores y escenarios de los propios libros de la Biblia. Algunas buenas opciones son: Diccionario Bíblico Mundo Hispano. Ed. Por J.D. Douglas y Merrill C. Tenney, Editorial Mundo Hispano, 1997 Manual Bíblico de Unger. Por Merrill F. Unger, Editorial Portavoz, 1985. Nuevo Diccionario Bíblico. Ed. Por J.D. Douglas. Editorial Desafío. Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Ediciones Certeza Unida, 2003.

Enciclopedias bíblicas El siguiente paso, que puede costar desde 600 hasta 2000 pesos, es comprar una enciclopedia bíblica. A continuación se encuentran tres buenas opciones. Baker es la más sencilla, y la Enciclopedia Internacional de la Biblia Estándar es la más exhaustiva y técnica de las tres.

2

Nota del revisor: quizá lo más “universal” y apropiado para el mundo hispanoparlante sea hablar de dólares, tanto en éste como en los casos a continuación.

Otras obras de referencia 1. Una concordancia. Esta es la primera del resto de tus herramientas. A menos que sepas hebreo o griego, consigue una que esté basada en la traducción de la Biblia que más uses, y que tenga un sistema para encontrar la terminología hebrea y griega. 2. Un manual de teología sistemática. Aquí hay tres buenas opciones: Berkhof, Louis. Teología Sistemática. Ed. T.E.L.L. 4ª Edición española rev. 1979 Erickson, Millard Teología Sistemática, Ed. CLIE. 2009. Grudem, Wayne. Teología sistemática: Una introducción a la doctrina bíblica. Ed. Vida, 2007. 3. Un Atlas bíblico contiene docenas o cientos de mapas del mundo bíblico, y provee muchos más detalles que los pocos mapas que tiene una Biblia de estudio común. 4. Los comentarios también ameritan consideración. Dado que los comentarios son costosos, cómpralos conforme los vayas necesitando, en lugar de comprar sets completos. Los maestros cuidadosos nunca deberían necesitar adquirir comentarios devocionales. Sin importar qué tan intuitivo pueda ser un autor, si él vive en otro lugar o época, el maestro local que conoce a su audiencia está en ventaja. Busca más bien comentarios que te informen sobre las áreas donde el plan CAPTAR te enseñaría a esperar información. Finalmente, al igual que con los estudios bíblicos, es sabio pedir prestado un comentario de la biblioteca para determinar su valor antes de comprarlo. Busca las siguientes categorías de información: a. Trasfondo histórico, lo cual incluye costumbres sociales, geografía, el estado de la religión y la historia secular durante ese periodo, y el contexto de un libro. b. Un análisis del flujo del pasaje, incluyendo su lugar en el contexto más amplio del libro. c. El significado del griego o hebreo original, que abarque el significado de las palabras, construcciones gramaticales, modismos, juegos de palabras, y énfasis sutiles en el texto original. d. Referencias a otros pasajes bíblicos especialmente relevantes para tu texto. e. Para pasajes controversiales, un bosquejo de las opciones interpretativas y sus fortalezas y debilidades. f. El punto principal de un pasaje, cuando menos para la audiencia original. Este apéndice ha proporcionado una lista de bastantes libros, pero no temas: sólo necesitas cinco libros, que costarán menos de mil quinientos pesos, para iniciar una biblioteca de estudio. Necesitas dos buenas traducciones (con referencias cruzadas), un diccionario bíblico, una concordancia, y una teología sistemática.

Notas 1

Para un estudio breve pero profundo sobre los estilos de traducción y las fortalezas y debilidades de cada uno, ver Gordon Fee y Douglas Stuart, Lectura Eficaz de la Biblia (Editorial Vida, 1985). El siguiente párrafo fue tomado de la página 35. 2

El segundo asunto es el texto que la traducción esté usando. Generalmente, mientras más nueva sea la traducción, hay más posibilidades de que esté basada en manuscritos más antiguos y más confiables. La Versión King James, y otras traducciones más antiguas simplemente no tenían acceso a las copias manuscritas más confiables del Nuevo Testamento que circularon antes de la invención de la imprenta. 3

Nota de la Traductora: Agradecemos al Dr. Mariano Ávila su contribución en la categorización de las traducciones bíblicas en español presentadas en esta tabla, así como sus recomendaciones bibliográficas del suplemento a este Apéndice. El Dr. Ávila fue miembro del Comité de Traducción Bíblica (International Bible Society) que produjo la Nueva Versión Internacional y también es uno de los traductores de la Traducción en Lenguaje Actual (United Bible Societies). Actualmente es Director del programa de Maestría en Teología (ThM) y profesor de Nuevo Testamento en Calvin Theological Seminary en Grand Rapids, Michigan, así como profesor de Hermeneútica bíblica y social en Prodola (Programa doctoral en Teología en Latinoamérica y Brasil).

Suplemento: Bibliografía general recomendada3 en español y portugués La siguiente lista contiene recomendaciones bibliográficas para un estudio más serio de la hermenéutica y otros temas particulares relacionados con la ciencia de la interpretación bíblica en Latinoamérica. Ciencias bíblicas: Ávila, M. (1996). Towards a Latin American contextual hermeneutics. The contextual hermeneutics of the Fraternidad Teológica Latinoamericana. Ph.D. dis, Westminster Theological Seminary. Ávila, M. (2000). Análisis Exegético de los Evangelios. Miami, EE.UU.: FLET. Ávila, M. (2002). Principios de la Exposición Bíblica. Miami, EE,UU.: FLET. Ávila, M. (2008). Comentario exegético sobre Efesios. Miami, EE, UU.: SBU. Barton, J. ed. (2001). La interpretación bíblica hoy. Presencia Teológica. Santander, España: Sal Terrae. Branson, M. L. y C. R. Padilla, eds. (1986). Conflict and context: hermeneutics in the Americas. Grand Rapids, EE.UU.: Eerdmans. Brueggemann, W. (1995). “Bounded by Obedience and Praise. The Psalms as Canon”, en The Psalms and the Life of Faith. Ed. de Patrick D. Miller. Minneapolis, EE.UU.: Fortress

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