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1 Referencias Escuela para Ancianos de Congregacion 2016 2 Lunes Orientación 7 Refs.: w00 1/10 22 Usemos eficazmente

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Referencias Escuela para Ancianos de Congregacion 2016

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Lunes Orientación 7 Refs.: w00 1/10 22 Usemos eficazmente la TNM (con referencias) (parte 1) 9 Refs.: Rbi8 3-14, 1552-1557, 1559- 1595; w00 15/11 27 párr. 3; w85 1/11 28 párr. 5; si 308-309, 325, 326 párrs. 24- 28; 331 párrs. 19-20; yb06 11 párr. 1.

Siervos de Dios ordenados y organizados 34 Refs.: w13 15/7 21, 22 párrs. 8-10; w93 1/4 28-30; w91 15/3 10, 11; od 6-11 impresión 2015, 18-28, 44-47; jl lección 22; ks10 2:3, 6-9.

Reuniones cristianas que incitan al amor y las obras excelentes 47 Refs.: w12 15/4 30, 31 párrs. 14, 15; be 33, 49-55; ks10 2:24-30; od 56-61;impresión 2015 km 3/15 3-6; km 9/10 2; km 10/08 1 párr. 3; km 5/07 3 Sección de preguntas; km 8/96 2 Sección de preguntas; km 12/76 8 La caja de preguntas.

Mantengámonos al día con la iluminación espiritual 61 Refs.: w14 15/12 7-10; w14 15/8 29, 30; w14 15/7 8 párrs. 4-6; w14 15/2 26, 27; w13 15/7 5 párr. 8; 13, 14 párrs. 16, 17, notas finales; 20-25; w11 15/7 24, 28; w10 15/7 20-23; w09 15/4 12, 13; w08 15/2 23, 24; w95 15/5 21, 22, 24-26; w94 15/2 19, 20 párrs. 14-18; kr 11, 12 párrs. 16-20; 90, 91; ia 142 recuadro.

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Martes Usemos eficazmente la TNM (con referencias) (parte 2) 94 Refs.: Rbi8; igw; sgd.

Su papel en promover la unidad cristiana 94 Refs.: w12 15/3 7-9; w07 15/7 22 párr. 11; w06 15/2 26-28 párrs. 3-12; w88 1/10 17; w86 15/8 14, 18; it-1 1188; ks10 2:1, 19, 20, 27-30; 4:7-11; wt 138, 139.

Requisitos bíblicos para ancianos y siervos ministeriales 104 Refs.: w14 15/11 28, 29; w90 1/9 23- 28; w85 1/8 31; od 30-38, impresión 2015 50-54; ks10 3:1-10, 15; km 5/00 8.

Cultiven el arte de enseñar 117 Refs.: w09 15/7 22; it-2 273, 274 párrs. 6-8; be 52-61, 157, 158, 174, 175, 236-239, 244, 245; cf 111-113, 126; od 35-37 impresión 2015; discurso público núm. 36.

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Miércoles Jehová y nuestra relación con él 137 Refs.: it-2 43-50. Perseveren en la oración 147

Adiestren progresivamente a otros 148 Refs.: w14 15/6 21-26; w13 15/11 20 párrs. 16, 17; w09 15/8 30-32; w09 15/6 28-31; w06 1/5 25, 26 párrs. 15, 16; w94 1/10 27, 28; w90 1/9 20 párrs. 9-13; cf 89-93.

Sermón del Monte (parte 1) 163 Refs.: Mt 5:1-48; Lu 6:20-36; w12 1/5 4 párrs. 2, 3; w78 15/11 6; w78 1/9 30; w78 15/8 10, 11.

Presidan su casa y pastoreen a la congregación 171 Refs.: w11 15/6 20; w08 15/8 19; w96 15/3 24-27; ks10 2:12, 23; 4:6, 12-17, 27, 28; 12:24-26; od 71-73 impresión 2015; km 2/07 8; km 1/07 4; km 11/05 3; km 1/05 7 Sección de preguntas; km 4/97 1; km 2/97 7 Sección de preguntas.

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Jueves

El singular papel de Jesucristo en el propósito de Dios 181 Refs.: it-2 79, 80, 87, 88, 93, 95-99, 816-820, 1072 párr. 4; rs 206, 207.

Cómo nos afecta la cuestión de la soberanía 203 Refs.: w10 15/11 25; w07 1/12 29, 30; w06 15/8 21 párr. 9; w96 15/3 10, 12, 13; w90 15/8 14; it-2 195, 820, 1044- 1048; rs 357.

Sermón del Monte (parte 2) 218 Refs.: Mt 6:1-7:29; Lu 6:37-49; w79 15/4 22, 23; w79 1/4 14; w79 1/2 9, 10; w79 1/1 5, 6; w78 1/12 30, 31.

Conserven la pureza de la congregación 228 Refs.: it-1 209-212; ks10 5:1-37, 61, 62; 6:1-14; 7:1-26; 11:3-13; od 144- 158 (132-145)impresión 2015.

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Viernes

Resumen del curso 240 Protejamos la mente y el corazón Geoffrey Jackson Video

Prediquen y enseñen con celo 241

Sigan creciendo como hombres espirituales

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Lunes

Orientación w00 1/10 págs. 21-23 Compremos tiempo para leer y estudiar Cultivemos buenos hábitos alimentarios 13

Para beneficiarnos plenamente de esa “medida de víveres” suministrada al debido tiempo, debemos adoptar buenos hábitos alimentarios. Es esencial tener un horario regular para la lectura de la Biblia y el estudio personal, y atenerse a él. ¿Hemos adoptado buenos hábitos de alimentación espiritual y dedicamos tiempo con regularidad al estudio personal profundo? ¿O solo leemos superficialmente la información que se ha preparado con cuidado para nosotros, engulléndola deprisa, por decirlo así, o incluso saltándonos algunas comidas? Los malos hábitos de alimentación espiritual han hecho que algunos se debiliten en la fe, a veces hasta el grado de abandonarla (1 Timoteo 1:19; 4:15, 16). 14

Hay quienes piensan que ya conocen las doctrinas básicas y que no todos los artículos presentan algo completamente nuevo. Por lo tanto, no ven necesario el estudio sistemático ni la asistencia regular a las reuniones. Sin embargo, la Biblia muestra que necesitamos que se nos recuerden las cosas que ya hemos aprendido (Salmo 119:95, 99; 2 Pedro 3:1; Judas 5). Tal como el buen cocinero prepara los mismos ingredientes básicos de muchas maneras apetitosas, la clase del esclavo suministra el nutritivo alimento espiritual de muy diversas formas. Incluso los artículos sobre temas que ya se han comentado con frecuencia, contienen detalles de interés que no deberíamos perdernos. El hecho es que el grado de aprovechamiento del estudio depende en buena medida del tiempo y el esfuerzo que invirtamos en él. Beneficios espirituales de la lectura y el estudio 15

Los beneficios que obtenemos al leer y estudiar la Biblia son numerosos. Se nos ayuda a cumplir una de nuestras responsabilidades cristianas básicas, a saber, la de convertirnos todos en ‘trabajadores que no tienen de qué avergonzarse, que manejan la palabra de la verdad correctamente’ (2 Timoteo 2:15). Cuanto más leemos y estudiamos la Biblia, más se llena nuestra mente de los pensamientos divinos. Así nos será posible ‘razonar con la gente a partir de las Escrituras, explicando y probando por referencias’ la maravillosa verdad de los propósitos de Jehová, como lo hizo Pablo (Hechos 17:2, 3). La calidad de nuestra enseñanza mejorará, y nuestras conversaciones, discursos y consejo serán más edificantes en sentido espiritual (Proverbios 1:5). 16

Además, el tiempo que dedicamos a examinar la Palabra de Dios nos permite conformar nuestra vida más de lleno a los caminos de Jehová (Salmo 25:4; 119:9, 10; Proverbios 6:20-23). Fortalece nuestras cualidades espirituales, como la humildad, la lealtad y la felicidad (Deuteronomio 17:19, 20; Revelación [Apocalipsis] 1:3). Cuando aplicamos el conocimiento que obtenemos de la lectura y el estudio de la Biblia, el espíritu de Dios fluye libremente en nuestra vida, lo cual resulta en una mayor abundancia de los frutos del espíritu en todo lo que hacemos (Gálatas 5:22, 23). 17

Más importante aún, el tiempo que compramos de otras actividades para leer y estudiar la Biblia mejora nuestra relación con Dios. Pablo pidió a Dios en oración que sus compañeros cristianos estuvieran llenos ‘del conocimiento exacto de Su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual, para que anduvieran de una manera digna de Jehová a fin de que le agradaran plenamente’ (Colosenses 1:9, 10). De igual modo, para que nosotros ‘andemos de una manera digna de Jehová’, hemos de llenarnos del “conocimiento exacto de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual”. Está claro que la

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bendición y la aprobación de Jehová dependen en buena medida de la cantidad y la calidad de nuestra lectura y nuestro estudio personal de la Biblia. 18

“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3.) Este es uno de los textos que más utilizan los testigos de Jehová para ayudar a otras personas a darse cuenta de la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Y no es menos importante para cada uno de nosotros. Nuestra misma esperanza de vivir para siempre depende de que sigamos creciendo en el conocimiento de Jehová y de su Hijo, Jesucristo. Pensemos en lo que eso significa: ¡nunca terminaremos de aprender más de Jehová! Podremos hacerlo por toda la eternidad (Eclesiastés 3:11; Romanos 11:33).

l u n e s

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Usemos eficazmente la TNM (con referencias) (parte 1) Rbi8 págs. 3-4 Portada/Página de los editores Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (Con Referencias) Una traducción revisada basada en la versión de 1984 en inglés, pero consultando fielmente los antiguos textos hebreo y griego —1987— “Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová [‫יהוה‬, YHWH]: ‘[...] ¡Miren!, voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón’.” (Isaías 65:13, 17.) Véase también 2 Pedro 3:13. © 1967, 1985, 1987 WATCH TOWER BIBLE AND TRACT SOCIETY OF PENNSYLVANIA. Todos los derechos reservados Editores WATCHTOWER BIBLE AND TRACT SOCIETY OF NEW YORK, INC. International Bible Students Association Brooklyn, New York, U.S.A. Ediciones de la versión entera se publican en afrikáans, albanés, alemán, árabe, armenio, búlgaro, cebuano, checo, chichewa, chino simplificado, chino tradicional, cibemba, cingalés, coreano, croata, danés, efik, eslovaco, esloveno, español (también en braille), finlandés, francés, georgiano, griego, holandés, húngaro, igbo, ilocano, indonesio, inglés (también en braille), italiano, japonés, kiniaruanda, kirguís, kirundi, lingala, macedonio, malgache, maltés, noruego, osético, polaco, portugués (también en braille), rumano, ruso, samoano, sepedi, serbio, serbio (alfabeto latino), sesoto, shona, sranangtongo, suajili, sueco, tagalo, tsonga, tsuana, turco, twi akuapem, twi asante, xhosa, yoruba y zulú. (Además, partes en amárico, azerí, azerí [alfabeto cirílico], camboyano, chitonga, chitumbuka, congo, criollo haitiano, estonio, ewé, fiyiano, guaraní, gun, hebreo, hiligaynon, hindi, hiri motu, italiano en braille, kannada, kaonde, kazajo, kiluba, kiribatiano, lengua de señas colombiana [en DVD], lengua de señas mexicana [en DVD], lenguaje de señas americano [en DVD], lenguaje de señas brasileño [en DVD], lenguaje de señas coreano [en DVD], lenguaje de señas italiano [en DVD], lenguaje de señas ruso [en DVD], letón, lituano, luganda, luvale, malayálam, maya, myanmar, nepalés, otetela, pangasinán, panjabí, papiamento de Curazao, pidgin de islas Salomón, sango, silozi, suati, tai, tamil, tártaro, tetum, tigriña, tok pisin, tongano, tshiluba, tuvaluano, ucraniano, uzbeko, vendal, vietnamita y waray-waray) Impresión total de la Traducción del Nuevo Mundo completa en todas las ediciones desde 1961: 208.366.928 ejemplares impresión 2015 Rbi8 pág. 5 Prólogo Prólogo ES UNA gran responsabilidad traducir las Santas Escrituras de sus lenguas originales —el hebreo, el arameo y el griego— al habla moderna. Traducir las Santas Escrituras quiere decir verter a otro idioma los

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pensamientos y dichos de Jehová Dios, el Autor celestial de esta biblioteca sagrada de sesenta y seis libros que hombres santos de la antigüedad pusieron, por inspiración, en forma escrita para provecho de nosotros los que vivimos hoy. Ciertamente esta tarea impresiona por su seriedad. Los traductores de esta obra, que temen y aman al Autor Divino de las Santas Escrituras, sienten hacia Él la responsabilidad especial de transmitir Sus pensamientos y declaraciones con la mayor exactitud posible. También se sienten responsables ante los lectores anhelantes de conocimiento que dependen de una traducción de la Palabra inspirada del Dios Altísimo para su salvación eterna. Imbuidos del sentido de tan solemne responsabilidad, en el transcurso de muchos años este comité de hombres dedicados ha producido en inglés la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. Al principio, entre 1950 y 1960, la obra entera se presentó en seis tomos. Desde el comienzo fue el deseo de los traductores unificar todos los tomos en un solo libro, dado que las Santas Escrituras son en realidad un solo libro de un Solo Autor. Aunque los tomos originales contenían referencias marginales y notas a pie de página, la edición revisada que vio la luz pública en 1961, en forma de un solo volumen, no contuvo notas ni referencias marginales. En 1970 se presentó una segunda revisión, y en 1971 la tercera revisión, con notas a pie de página. En 1969 el comité presentó una traducción interlineal, The Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures, que bajo cada línea del texto griego revisado por Westcott y Hort (reimpresión de 1948) interpola una traducción literal, palabra por palabra, al inglés. Durante los pasados 36 años la Traducción del Nuevo Mundo ha sido traducida en parte o por entero a otros diez idiomas, y cuenta con una impresión y distribución total que sobrepasa los 48.000.000 de ejemplares. Esta nueva edición no es simplemente una refinación del texto traducido que supere las revisiones anteriores; incluye una completa actualización y revisión del aparato de notas y de las referencias (remisiones) marginales que originalmente se presentaron en inglés, entre 1950 y 1960. Para información sobre las características de esta edición revisada y cómo puede ayudar a sus usuarios, remitimos al lector a la Introducción. Hemos presentado la revisión de 1984 en inglés a la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania para su impresión, traducción a otros idiomas principales y distribución. La hacemos así asequible, con un profundo sentido de gratitud al Autor Divino de las Santas Escrituras, que nos ha favorecido con tal privilegio, y en cuyo espíritu hemos confiado al realizar esta revisión. Esperamos que Él bendiga a los que usen esta traducción para progresar en sentido espiritual. 1 de enero de 1987, Nueva York, N.Y.

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Rbi8 págs. 6-12 Introducción Introducción LA Santa Biblia es una revelación escrita que el Señor Soberano Jehová ha provisto para toda la gente de esta tierra. El interés en este libro inspirado es universal, por las buenas noticias que contiene respecto a un Reino Mesiánico que es obra de Dios y que establecerá paz y justicia para siempre en una tierra unida, en condiciones paradisíacas. Este libro muestra que Dios amorosamente ha suministrado una provisión legal para redimir de la muerte al mundo de la humanidad caída: el sacrificio de rescate de su Hijo Jesucristo. (Juan 3:16.) Como es propio, a la Biblia completa se le ha llamado la Biblioteca Divina (lat.: Bibliotheca Divina), pues la componen 66 libros oficialmente catalogados (canónicos) que se aceptan como la guía inspirada que

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sirve para determinar la verdad. Aunque muchos dividen las dos secciones principales de la Biblia en “El Antiguo Testamento” y “El Nuevo Testamento”, nosotros denominamos las Escrituras Hebreas a los primeros 39 libros, y las Escrituras Griegas Cristianas a los restantes 27, basando nuestra decisión en las lenguas originales más bien que en una supuesta división en “Testamentos (Pactos)”. (Véase “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa” [si-S], páginas 298-303, y Ap. [Apéndice] 7E.) Esta edición revisada de 1987 de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (traducida de la edición de 1984 en inglés) amplía abundantemente el conocimiento exacto de la Biblia mediante varias características que la distinguen: las referencias (remisiones) marginales, un extenso aparato de notas, una concordancia (Índice de palabras bíblicas) y un apéndice. La computadorización moderna ha contribuido en gran manera a la preparación de estas características. LENGUAS DE LA BIBLIOTECA DIVINA La Biblia fue escrita originalmente en hebreo, arameo (lengua afín al hebreo) y griego común (koi·né). Puesto que hoy día relativamente pocas personas entienden esos idiomas, se ha hecho necesario traducir la Santa Biblia a idiomas modernos para presentar su mensaje dador de vida a la gente de todas las naciones. TEXTO HEBREO: El texto hebreo masorético que se empleó para preparar el texto en inglés de la porción de las Escrituras Hebreas de la Traducción del Nuevo Mundo fue el Códice de Leningrado B 19A (de U.R.S.S.), según se presenta en la Biblia Hebraica de R. Kittel (BHK), ediciones séptima, octava y novena (1951-1955). Se empleó una actualización de esta obra, conocida por el nombre de Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS), edición de 1977, para preparar el aparato de notas de la edición de 1984 en inglés. Las palabras en cursiva con la designación “heb.” se han transliterado de BHS. Ciertas porciones de la Biblia Hebrea realmente están en lengua aramea, pero escritas en caracteres hebreos. Las transliteraciones de estas porciones están precedidas por el símbolo “aram”. Se han indicado otras versiones arameas por sus respectivos símbolos. TEXTO GRIEGO: El texto griego básico que se empleó en la preparación del texto en inglés de la porción de las Escrituras Griegas Cristianas de la Traducción del Nuevo Mundo fue The New Testament in the Original Greek, de Westcott y Hort (publicado originalmente en 1881). También se tomaron en cuenta los textos griegos de Bover, Merk, UBS, Nestle-Aland y otros. Las transliteraciones del griego que aparecen en la porción de las Escrituras Griegas Cristianas de la Biblia, identificadas con la abreviatura “gr.”, se basan en el texto de Westcott y Hort, según se ha reproducido en The Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures (1985). En las Escrituras Hebreas “gr.” se refiere a transliteraciones de la Septuaginta griega (LXX), de A. Rahlfs, Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart, 1935. Otras fuentes griegas están indicadas por sus respectivos símbolos. TEXTO SIRÍACO: “Sir.” indica palabras transliteradas de la Peshitta siríaca (Sy), S. Lee, edición de 1826, reimpresa por United Bible Societies, 1979. Otras versiones siríacas se indican por sus respectivos símbolos. TEXTO LATINO: La edición de la Vulgata latina (Vg) que se ha usado es la Biblia Sacra, Iuxta Vulgatam Versionem, Württembergische Bibelanstalt, Stuttgart, 1975. Con “lat.” se señalan las palabras procedentes de ese texto. Se indican otras versiones latinas por sus respectivos símbolos. LA TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL MÉTODO: Puesto que la Biblia expone la sagrada voluntad del Señor Soberano del universo, sería una gran ofensa —en realidad, una afrenta a su majestad y autoridad— eliminar o esconder su singular nombre

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divino, que aparece claramente en el texto hebreo casi 7.000 veces como ‫( יהוה‬YHWH). Por lo tanto, la característica principal de esta traducción es que restituye el nombre divino al lugar que legítimamente le corresponde en el texto en español. Esto se ha realizado empleando 6.973 veces en las Escrituras Hebreas y 237 veces en las Escrituras Griegas Cristianas la forma “Jehová”, de aceptación general en español. Para un estudio detallado de este asunto, véanse Ap. 1A–1D. En la Traducción del Nuevo Mundo se ha hecho un esfuerzo por captar la autoridad, el poder, el dinamismo y la franqueza de las Escrituras Hebreas y Griegas originales y comunicar estas características en español moderno. No se han hecho paráfrasis de las Escrituras. Más bien, se ha procurado que la traducción sea lo más literal posible en los pasajes donde el español moderno lo permite y donde la traducción literal no oscurece la idea por su pesadez. Así se satisface el deseo de quienes se interesan en obtener una expresión casi palabra por palabra del texto original. Se reconoce que hasta algo aparentemente insignificante como el uso o la omisión de una coma o de un artículo, definido o indefinido, puede alterar a veces el sentido correcto del pasaje original. No se han permitido libertades con los textos solo por brevedad, ni sustituir con alguna expresión paralela moderna lo que traducido literalmente del original tiene de por sí sentido. Se ha mantenido uniformidad en la traducción al asignar un significado a cada palabra principal y atenerse a ese significado siempre que el contexto lo ha permitido. A veces esto ha limitado la selección de palabras, pero ayuda a buscar referencias y a comparar textos relacionados. Se ejerció cuidado especial en la traducción de los verbos hebreos y griegos para captar la sencillez, el calor, el carácter y el vigor de las expresiones originales. Se procuró conservar el sabor de las épocas hebrea y griega antiguas, así como el modo de pensar, razonar y hablar de la gente, sus tratos entre sí, etc. Con esto se impidió traducir según le pareciera al traductor que el hablante o escritor original debió haberse expresado. En consecuencia, se ha ejercido cuidado para no modernizar la traducción de expresiones verbales hasta el grado de alterar su trasfondo histórico, haciéndolo irreconocible. Esto significa que el lector encontrará muchos modismos hebreos y griegos. En muchos casos las notas muestran el carácter literal de ciertas expresiones. El hebreo original es conciso, ya que su estructura lingüística permite brevedad de expresión. Sin embargo, al traducir el significado y sentido de la acción y el estado de los verbos hebreos al español no siempre es posible mantener la brevedad, debido a la falta del matiz correspondiente en las formas verbales del español. Por eso, a veces hay que emplear términos auxiliares, que alargan la expresión, a fin de poner de manifiesto la viveza, las imágenes mentales y la acción dramática de los verbos, así como el punto de vista y el concepto de tiempo expresados por los escritores de la Biblia. Por lo general sucede lo mismo en el caso de los verbos griegos. Así, los verbos en imperfecto se han conservado en el estado imperfecto, que indica acción progresiva. Véase Ap. 3C, donde se considera la traducción de los verbos hebreos. Nótese que algunas palabras de las lenguas originales se han trasladado al español, por ejemplo: “Seol”, “Hades”, “Gehena”, “Amén”, “maná” y “Mesías”. CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS: Por lo general la numeración de capítulos y versículos sigue la de la Versión Reina-Valera, con el propósito de facilitar cualquier comparación, pero en lugar de haber hecho de cada versículo un párrafo separado los versículos se han agrupado en párrafos para dar adecuado desarrollo a la idea en todos sus aspectos. Además, las secciones poéticas de las Escrituras, como los Salmos, se

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presentan al estilo de poemas. También se han indicado las secciones alfabéticas o acrósticas. (Véase el Salmo 119.) Se ha empleado un sistema uniforme de puntuación moderna en todo el libro. Teniendo presentes los antecedentes hebreos de las Escrituras Griegas Cristianas, nos hemos atenido principalmente a la ortografía hebrea de los nombres propios personales y geográficos más bien que a la del texto griego, que imita a la Versión Septuaginta griega (LXX) de las Escrituras Hebreas. Se han acentuado muchos nombres propios de modo que la pronunciación española se aproxime a la de las lenguas originales. TITULILLOS: Aparecen en la parte superior de la mayoría de las páginas del texto de esta traducción. Suplen información útil para la rápida localización de los relatos bíblicos. CORCHETES: Los corchetes simples [ ] encierran palabras que se han insertado para completar el sentido del texto en español. Los corchetes dobles [[ ]] dan a entender interpolaciones (inserciones de información ajena) en el texto original. (Véase Lucas 23:19, 34.) CARACTERÍSTICAS DE ESTA NUEVA EDICIÓN CONCORDANCIAS: Hacia el final de este libro hay una concordancia titulada: “Índice de palabras bíblicas”. Es una lista de palabras escogidas que indica el lugar donde aparecen en el texto y generalmente ofrece una pequeña parte de su contexto. También hay una útil sección titulada: “Índice de palabras de las notas”, que tiene como objeto facilitar el uso de las notas. APÉNDICE: Los artículos del Apéndice están ordenados en categorías dispuestas de modo que sirvan de ayuda para explicar doctrinas básicas de la Biblia y asuntos relacionados. A estos artículos se les ha puesto un número y una letra versalita (por ejemplo: 1A, 1B, 2A, 2B, 2C). Las categorías están numeradas del 1 al 9, y las letras A, B, C, etc., indican subtemas dentro de esas categorías. Hacia el final del Apéndice hay tablas sobre dinero, pesos y medidas, los meses del calendario bíblico, así como información geográfica y mapas de lugares mencionados en la Biblia. Se espera que esta detallada información adicional ayude a muchos a ser estudiantes más concienzudos de las Sagradas Escrituras y a capacitarse mejor para defender la verdad bíblica. (1 Pedro 3:15.) REFERENCIAS MARGINALES: Hay más de 125.000 referencias (remisiones) marginales en esta edición. Estas demuestran que hay por lo menos un segundo testimonio para casi todo asunto bíblico. Una comparación cuidadosa de las referencias marginales y un examen de las notas acompañantes revelarán la armonía interna que entrelaza a los 66 libros de la Biblia, lo cual demuestra que componen un solo libro, inspirado por Dios. La columna central contiene las referencias (remisiones) marginales a los libros de la Biblia, representados por abreviaturas. Las letras voladas que se hallan en el texto dirigen al lector a las referencias respectivas. Cuando en la columna de referencias no caben todas las citas, las restantes se acomodan al pie de la columna derecha de la página. En la lista de referencias se indica el cambio de capítulo. Cuando una referencia va seguida del símbolo “LXX”, eso indica que se trata de una cita de la Septuaginta (LXX), y se puede hallar más información en la nota sobre el versículo citado. Por ejemplo, Romanos 9:17 remite a Éxodo 9:16, LXX. Se dan las referencias con el propósito de indicar ideas, acontecimientos y relatos paralelos; información biográfica; información geográfica; citas sobre profecías bíblicas cuyo cumplimiento ha quedado registrado en la Biblia misma; citas directas de frases, expresiones y versículos enteros de otras partes de la Biblia, y

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la relación que existe entre modelos del pacto de la Ley y su cumplimiento según se relata en las Escrituras Griegas Cristianas. Todo esto confiere un caudal de conocimiento bíblico. NOTAS: Otra característica sobresaliente de esta publicación es la amplitud de información que ofrece en sus más de 11.000 notas. Se ha procurado aportar información textual importante de una manera sencilla. Las notas ayudan a ver que las tres lenguas originales de la Biblia —hebreo, arameo y griego— armonizan en sus expresiones. Además, cuando el texto en español varía de los textos en las lenguas originales las notas muestran la base para la traducción que se ha hecho en español, indicando los manuscritos y las versiones que apoyan tales variaciones. También hemos ofrecido otras maneras de traducir al español porciones de los textos hebreo y griego, junto con las variantes que presentan otros manuscritos y versiones. Aunque el texto mismo es generalmente literal, muchas notas contienen otras traducciones literales valiosas. Estas pueden presentar: 1) el significado lingüístico básico de ciertos términos, 2) la etimología de algunas palabras o 3) definiciones lexicológicas aceptadas de la palabra o frase original. En el caso de las Escrituras Griegas Cristianas se pueden comparar las traducciones literales adicionales con la traducción interlineal que se halla en The Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures. De esta manera, hemos dotado la traducción de un aparato crítico más bien que de un comentario sobre las Escrituras. Sin embargo, también se presenta información útil que no es de naturaleza técnica. Se arroja luz sobre asuntos básicos de la Biblia tales como: “alma”, “Seol”, “rescate”, “resurrección”, “expiación”, “Dios”, “Cristo”, “Reino” y “Milenio”. Se presentan variaciones entre las lecturas hebrea, griega y latina, entre ellas diferencias en la numeración de los versículos, variaciones lingüísticas, palabras tomadas de idiomas ajenos al hebreo y notas textuales significativas que se han tomado de los márgenes de los manuscritos. En las notas también se incluyen otras lecturas valiosas, información sobre el significado literal y razones por las cuales se han preferido variantes al texto básico hebreo o griego. Se provee información respecto al significado de los nombres de los libros de la Biblia y de personas y lugares mencionados en ella, así como datos geográficos. El dinero, los pesos, las medidas y las fechas del calendario se dan en su equivalente moderno. (Véanse Ap. 8A, 8B.) Con el aparato de notas se respalda plenamente la restitución del nombre divino a los lugares correspondientes. Los títulos y términos descriptivos que aplican a Jehová Dios reciben debida atención. En las notas se aportan datos que apoyan la exactitud científica de la Biblia, y puntos que aclaran supuestas contradicciones. Se puede hallar información útil sobre importantes datos de la cronología bíblica. Otros datos ayudan a aclarar términos bíblicos relacionados con la conducta moral, el servicio sagrado, la predicación y la organización. Las notas también contribuyen a mantener clara la diferencia entre ‘el Señor Jehová’ y ‘el Señor Jesús’. En las notas se ofrece información breve sobre estilo de composición, figuras retóricas, juego de palabras, modismos, metáforas y eufemismos con el fin de transmitir el sabor de las lenguas originales de la Biblia. Los datos gramaticales respecto a género, número, casos y formas verbales se dan con referencia a las lenguas originales y no a la traducción en español. Por lo general los paréntesis de las notas encierran palabras o expresiones que se ofrecen como alternativa de la palabra o frase precedente. Generalmente las palabras o frases entre corchetes tienen que ver con información suplementaria o explicativa.

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Cada nota está indicada por uno de una serie de símbolos colocado después de la palabra o frase anotada. La nota, que se halla a pie de columna de texto bíblico, va antecedida del número del versículo en letra negrita y el mismo símbolo. Cuando hay varias notas sobre el mismo versículo, estas se diferencian entre sí mediante los siguientes símbolos: *, #, *, *, *, *. TRANSLITERACIONES: Las notas ofrecen también una abundante colección de esclarecedoras transliteraciones de palabras hebreas, arameas, griegas y siríacas. Las transliteraciones son palabras de otro idioma presentadas en español, con sus caracteres individuales sustituidos por letras romanas. Resultan en una pronunciación que se aproxima a la real y por lo general están divididas en sílabas y acentuadas. Puesto que las palabras latinas no necesitan transliteración, simplemente están divididas en sílabas. Además, puesto que en los manuscritos de las lenguas originales no se diferenciaba entre letras mayúsculas y minúsculas, el empleo de mayúsculas en las transliteraciones obedece a lo que se considera más útil para el lector. Muchas palabras hebreas tienen incorporados en sí prefijos y sufijos, y la combinación ocasional de estas partículas con una palabra básica resulta, al traducirse, en toda una frase. En estos casos, para que la palabra básica resalte, la parte principal de la palabra hebrea transliterada se presenta en letra negrita cursiva y corresponde a la porción en negrita de la frase española en la nota. En algunos casos no es necesario traducir la parte de la transliteración que está en letra redonda cursiva. Este sistema de letras redondas y letras negritas también se emplea en frases de palabras griegas, siríacas y latinas. No obstante, puesto que este contraste aplica principalmente a la lengua hebrea, a veces en los otros idiomas se muestra solamente la palabra o las palabras que son objeto de estudio. Ejemplos: Génesis 23:8: Lit.: “con su alma”, en sentido colectivo. Heb.: ’eth-naf·schekjém; gr.: psy·kjéi. Marcos 10:30: O léase: “orden de cosas”. Gr.: ai·ó·ni; J17,22(heb.): u·va·‛oh·lám, “y en el orden de cosas”. Las transliteraciones sin contraste corresponden a la palabra o frase que se considera en la nota. Además, las transliteraciones indican las palabras citadas, pero no las que se omiten por elipsis. Para más información sobre prefijos y sufijos, véase Ap. 3B. SÍMBOLOS DE OBRAS CONSULTADAS: En nuestras notas, al suministrar información de otras fuentes, hemos tenido que referirnos a muchos manuscritos y papiros antiguos, códices, ediciones impresas y publicaciones recientes de autoridad. A continuación se da una tabla de los símbolos que principalmente se emplean en las referencias de las notas de esta publicación. ‫’( א‬Álef) Códice Sinaítico, gr., siglo IV E.C., Museo Británico, E.H., E.G. A

Códice Alejandrino, gr., siglo V E.C., Museo Británico, E.H., E.G.

ad

Aid to Bible Understanding, Watch Tower Bible and Tract Society, Brooklyn, 1971.

Al

Códice de Alepo, heb., c. 930 E.C., Israel, E.H.

Aq

Traducción gr. de Aquila de las E.H., siglo II E.C.

Arm Versión Armenia, siglos IV a XIII E.C.; E.H., E.G. B

L

Ms Vaticano 1209, gr., siglo IV E.C., Ciudad del Vaticano, Roma, E.H., E.G.

B 19A Véase Leningrado. Bauer A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, de W. Bauer, segunda ed. en inglés, por F. W. Gingrich y F. W. Danker, Chicago y Londres (1979).

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BDB

Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, por Brown, Driver y Briggs, Oxford, reimpresión de 1978.

BHK

Biblia Hebraica, por Kittel, Kahle, Alt y Eissfeldt, Privilegierte Württembergische Bibelanstalt, Stuttgart, ed. séptima a novena, 1951-1955, E.H.

BHS Biblia Hebraica Stuttgartensia, por Elliger y Rudolph, Deutsche Bibelstiftung, Stuttgart, 1977, E.H. C

Códice Ephraemi rescriptus, gr., siglo V E.C., París, E.H., E.G.

Ca

Códice de El Cairo, heb., 895 E.C., El Cairo, Egipto, E.H.

D

Códices de Beza, gr. y lat., siglos V y VI E.C., Cambridge, Inglaterra, E.G.

Gins. Massoretico-Critical Text of the Hebrew Bible, por C. D. Ginsburg, Londres, 1926. Gins.Int

Introduction to the Massoretico-Critical Edition of the Hebrew Bible, por C. D. Ginsburg, Ktav Publishing House, Nueva York, reimpresión de 1966.

Gins.Mas The Massorah, por C. D. Ginsburg, Ktav Publishing House, Nueva York, reimpresión de 1975. GK

Gesenius’ Hebrew Grammar, por E. Kautzsch y A. E. Cowley, Oxford, Inglaterra (1910).

Int

The Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures, Watch Tower Bible and Tract Society, Brooklyn, 1985, una traducción palabra por palabra del griego al inglés.

It

Antiguas versiones latinas, Ítala, siglos II al IV E.C.; E.H., E.G.

J1 Mateo, heb., publicado por J. du Tillet, con una traducción lat. por J. Mercier, París, 1555. J2 Mateo, heb., incorporado como capítulo separado en ’É·ven bó·chan [“Piedra Probada”], de Shem-Tob ben Isaac Ibn Shaprut, 1385. Mss de los siglos XVI y XVII, Jewish Theological Seminary, Nueva York. J3 Mateo y Hebreos, heb. y lat., por Sebastian Münster, Basilea, 1537 y 1557 respectivamente. J4 Mateo, heb., por J. Quinquarboreus, París, 1551. J5 Evangelios litúrgicos, heb., por F. Petri, Wittemberg, 1573. J6 Evangelios litúrgicos, en alemán, lat., gr. y heb., por Johann Clajus, Leipzig, 1576. J7 Escrituras Griegas Cristianas en 12 idiomas, entre ellos heb., por Elias Hutter, Nuremberg, 1599. J8 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por William Robertson, Londres, 1661. J9 Evangelios, heb. y lat., por Giovanni Battista Jona, Roma, 1668. J10 The New Testament [...] in Hebrew and English, por Richard Caddick, tomos I-III, de Mateo a 1 Corintios, Londres, 1798-1805. J11 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por Thomas Fry y otros, Londres, 1817. J12 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por William Greenfield, Londres, 1831. J13 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por A. McCaul, M. S. Alexander, J. C. Reichardt y S. Hoga, Londres, 1838. J14 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por J. C. Reichardt, Londres, 1846.

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J15

Lucas, Hechos, Romanos y Hebreos, heb., por J. H. R. Biesenthal, Berlín, 1855, 1867, 1853 y 1858 respectivamente.

J16 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por J. C. Reichardt y J. H. R. Biesenthal, Londres, 1866. J17 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por Franz Delitzsch, Londres, ed. de 1981. J18 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por Isaac Salkinson y C. D. Ginsburg, Londres. J19 Juan, heb., por Moshe I. Ben Maeir, Denver, Colorado, 1957. J20 A Concordance to the Greek Testament, por W. F. Moulton y A. S. Geden, cuarta ed., Edimburgo, 1963. J21 The Emphatic Diaglott (interlineal griego-inglés), por Benjamin Wilson, Nueva York, 1864, reimpresión por Watch Tower Bible and Tract Society, Brooklyn, 1942. J22 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por United Bible Societies, Jerusalén, 1979. J23 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por J. Bauchet, Roma, 1975. J24 A Literal Translation of the New Testament [...] From the Text of the Vatican Manuscript, por Herman Heinfetter, Londres, 1863. J25 St. Paul’s Epistle to the Romans, por W. G. Rutherford, Londres, 1900. J26 Salmos y Mateo 1:1–3:6, heb., por Anton Margaritha, Leipzig, 1533. J27 Die heilige Schrift des neuen Testaments, por Dominik von Brentano, tercera ed., Viena y Praga, 1796. J28

The New Covenant Commonly Called The New Testament—Peshitta Aramaic Text With a Hebrew Translation, publicado por The Bible Society, Jerusalén, 1986.

JTS Journal of Theological Studies, Clarendon, Oxford. KB

Lexicon in Veteris Testamenti Libros, por L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, Países Bajos, 1953.

KB3 Hebräisches und Aramäisches Lexikon zum Alten Testament, por W. Baumgartner, tercera ed., Leiden, Países Bajos, 1967 —. Leningrado

Códice de Leningrado B 19A, heb., 1008 E.C., E.H., Biblioteca Pública Estatal SaltykovShchedrin, Leningrado, U.R.S.S.

LSJ A Greek-English Lexicon, de H. Liddell y R. Scott, revisado por H. S. Jones, Oxford, 1968. LXX

Septuaginta (Versión de los Setenta), gr., originalmente producida en los siglos III y II a.E.C., E.H. (A. Rahlfs, Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart, 1935).

LXX‫ א‬Véase ‫א‬. LXXA Véase A. LXXB Véase B. LXXBagster Septuaginta (con una traducción en inglés de sir Lancelot Brenton, S. Bagster & Sons, Londres, 1851). LXXL Septuaginta (P. de Lagarde, Göttingen, Alemania, 1883). LXXThomson Septuaginta, traducida por C. Thomson, ed. Pells, Londres, 1904.

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M

Texto masorético hebreo encontrado en el Códice de Leningrado B 19A, conforme se presenta en BHK y BHS.

Nestle-Aland Novum Testamentum Graece, 26.a ed., Stuttgart, 1979. NM Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, Watch Tower Bible and Tract Society, Brooklyn, revisión de 1987. P45 Papiro Chester Beatty 1, gr., siglo III E.C., Dublín, E.G. P46 Papiro Chester Beatty 2, gr., c. 200 E.C., Dublín, Ann Arbor, Michigan, E.U.A., E.G. P47 Papiro Chester Beatty 3, gr., siglo III E.C., Dublín, E.G. P66 Papiro Bodmer 2, gr., c. 200 E.C., Ginebra, E.G. P74 Papiro Bodmer 17, gr., siglo VII E.C., Ginebra, E.G. P75 Papiro Bodmer 14, 15, gr., c. 200 E.C., Ginebra, E.G. 1QIsa El Rollo del Mar Muerto de Isaías, Jerusalén, encontrado en 1947 en la Cueva Núm. 1 de Qumrán. Sam

Pentateuco samaritano, originalmente producido alrededor del siglo IV a.E.C. (Ediciones: Biblia Polyglotta, por Brian Walton, Londres, tomo I, 1657; Der hebräische Pentateuch der Samaritaner, por A. von Gall, 1914-1918 [reimpreso en Berlín, 1963]).

si-S “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”, Watch Tower Bible and Tract Society, Brooklyn, 1968. Sn

Hebrew Old Testament, por N. H. Snaith, Israel, 1970.

Sy, Syp Peshitta siríaca, aram. cristiana, originalmente producida en el siglo V E.C. (editada por S. Lee, Londres, 1826, y reimpresa por United Bible Societies, 1979). Syc Siríaca Curetoniana, originalmente producida en el siglo V (Edición: The Curetonian Version of the Four Gospels, por F. Crawford Burkitt, tomo I, Cambridge, Inglaterra, 1904). Syh Versión siríaca Filoxeniana-Harclense, siglos VI y VII E.C.; E.G. Syhi Versión de Jerusalén (Jerosolimitana), siríaco antiguo, siglo VI E.C.; E.G. Sys Códice Sinaítico siríaco, siglos IV y V E.C., Evangelios. Sym Traducción griega de las E.H., de Símaco, c. 200 E.C. T TJ

Targumes, paráfrasis aram. de partes de las E.H. Targum de Jonatán, Targum de Jerusalén I (Pseudo-Jonatán) y Targum de Jerusalén II (Targum Fragmentario).

TO

Targum de Onkelos (Targum Babilónico), Pentateuco.

TP

Targum Palestinense, Ciudad del Vaticano, Roma, Pentateuco.

TDOT Theological Dictionary of the Old Testament (ed. en inglés), Eerdmans Publishing Company, Grand Rapids, E.U.A., 1974 —. TDNT Theological Dictionary of the New Testament (ed. en inglés), Eerdmans Publishing Company, Grand Rapids, E.U.A., 1964-1976.

19

Th

Traducción griega de las E.H., de Teodoción, siglo II E.C.

TR

Textus Receptus (Texto Recibido) de las E.G., por R. Stephanus, 1550.

UBS The Greek New Testament, por United Bible Societies, 3.a ed., 1975. Vg

Vulgata latina, de Jerónimo, originalmente producida c. 400 E.C. (Iuxta Vulgatam Versionem, Württembergische Bibelanstalt, Stuttgart, 1975).

Vgc Vulgata latina, recensión clementina (S. Bagster & Sons, Londres, 1977). Vgs Vulgata latina, recensión sixtina, 1590. Vgww

Novum Testamentum Latine secundum editionem Sancti Hieronymi Codicum Manuscriptorum Fidem, por J. Wordsworth y H. J. White, Oxford, 1911.

VT

Vetus Testamentum, E. J. Brill, Leiden, Países Bajos.

W

Evangelios de Freer, siglo V E.C., Washington, D.C.

WH

ad

The New Testament in the Original Greek, por Westcott y Hort, ed. de 1948 (reimpreso en Int).

ZorellGr Lexicon Graecum Novi Testamenti, tercera ed., por F. Zorell, París, 1961. ZorellHeb Lexicon Hebraicum et Aramaicum Veteris Testamenti, por F. Zorell, Roma, 1968. *

Lectura según la mano original (primera) de un manuscrito griego.

c

Lectura según algún corrector de un manuscrito griego.

ABREVIATURAS: Aparte de las correspondientes a los nombres de los libros de la Biblia, también se emplean las siguientes abreviaturas. a.E.C. - antes de la era común Ap. - Apéndice aram. - arameo, a y pl. c. - circa, alrededor de cap. - capítulo col. - columna E.C. - era común ed. - edición o ediciones E.G. - Escrituras Griegas E.H. - Escrituras Hebreas Enc - encabezamiento etc. - etcétera E.U.A. - Estados Unidos de América fem. - femenino, a y pl. gr. - griego, a y pl. heb. - hebreo, a y pl. lat. - latín, latino, a y pl. lit. - literalmente masc. - masculino, a y pl. ms; mss - manuscrito(s) (también mss) L n; nn - nota(s) núm. - número

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p.; pp. - página(s) párr. - párrafo p. ej. - por ejemplo pl. - plural(es) s; ss - y siguiente(s) sec. - sección sing. - singular sir. - siríaco, a y pl. U.R.S.S. - Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas v.; vv. - versículo(s) vol. - volumen (de publicación periódica) (Usadas para singular y plural) cm - centímetro g - gramo gal. - galón (E.U.A.) kg - kilogramo km - kilómetro L - litro lb. a. - libra avoirdupois m - metro mi. - milla oz. a. - onza avoirdupois oz. t. - onza troy pt. - pinta (E.U.A.) pt. á. - pinta para áridos (E.U.A.) pul. - pulgada qt. - cuarto de galón (E.U.A.) qt. á. - cuarto para áridos (E.U.A.) CONCLUSIÓN La profusión de referencias marginales e información técnica en esta edición revisada de 1987 de la Traducción del Nuevo Mundo ayuda a comprender cómo los 66 libros de la Biblia constituyen un conjunto inspirado bien entretejido que proporciona la estructura del “lenguaje puro” de la verdad. (Sofonías 3:9.) Gracias a este estudio profundo, se les pueden abrir nuevos horizontes de entendimiento bíblico a los que realmente ‘tiemblan’ ante la Santa Palabra de Jehová. (Isaías 66:2, 5.) Nuestro deseo es que el uso exhaustivo de las diversas características de esta edición de las Santas Escrituras ayude al lector a obtener un conocimiento exacto de la verdad y a ver con mayor claridad que “la palabra de Dios es viva, y ejerce poder”. (Hebreos 4:12.) En verdad, felices son los que continuamente banquetean en la abundante mesa espiritual de Jehová por medio de su Palabra viva, la Biblia. (Mateo 5:3.) Rbi8 págs. 12-13 Tabla de los libros de la Biblia Tabla de los libros de la Biblia (Indica, de cada libro, su escritor, dónde se escribió, cuándo se completó su escritura, y el tiempo abarcado por los sucesos de que trata)

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[Los nombres de los escritores de algunos libros y de los lugares donde fueron escritos no se saben con certeza. Muchas fechas son solo aproximadas; el símbolo a. significa “antes de”, d. “después de” y c. “alrededor de”.] Libros de las Escrituras Hebreas, antes de la era común o cristiana Nombre del libro: Génesis Escritor o escritores: Moisés Dónde se escribió: Desierto Cuándo se completó (a.E.C.): 1513 Tiempo abarcado (a.E.C.): “En el principio” hasta 1657 Nombre del libro: Éxodo Escritor o escritores: Moisés Dónde se escribió: Desierto Cuándo se completó (a.E.C.): 1512 Tiempo abarcado (a.E.C.): 1657-1512 Nombre del libro: Levítico Escritor o escritores: Moisés Dónde se escribió: Desierto Cuándo se completó (a.E.C.): 1512 Tiempo abarcado (a.E.C.): 1 mes (1512) Nombre del libro: Números Escritor o escritores: Moisés Dónde se escribió: Desierto y llanuras de Moab Cuándo se completó (a.E.C.): 1473 Tiempo abarcado (a.E.C.): 1512-1473 Nombre del libro: Deuteronomio Escritor o escritores: Moisés Dónde se escribió: Llanuras de Moab Cuándo se completó (a.E.C.): 1473 Tiempo abarcado (a.E.C.): 2 meses (1473) Nombre del libro: Josué Escritor o escritores: Josué Dónde se escribió: Canaán Cuándo se completó (a.E.C.): c. 1450 Tiempo abarcado (a.E.C.): 1473–c. 1450 Nombre del libro: Jueces Escritor o escritores: Samuel Dónde se escribió: Israel Cuándo se completó (a.E.C.): c. 1100 Tiempo abarcado (a.E.C.): c. 1450–c. 1120 Nombre del libro: Rut Escritor o escritores: Samuel

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Dónde se escribió: Israel Cuándo se completó (a.E.C.): c. 1090 Tiempo abarcado (a.E.C.): 11 años de la gobernación de los jueces Nombre del libro: 1 Samuel Escritor o escritores: Samuel; Gad; Natán Dónde se escribió: Israel Cuándo se completó (a.E.C.): c. 1077 Tiempo abarcado (a.E.C.): c. 1180-1077 Nombre del libro: 2 Samuel Escritor o escritores: Gad; Natán Dónde se escribió: Israel Cuándo se completó (a.E.C.): c. 1040 Tiempo abarcado (a.E.C.): 1077–c. 1040 Nombre del libro: 1 Reyes Escritor o escritores: Jeremías Dónde se escribió: Judá y Egipto Cuándo se completó (a.E.C.): 1 rollo 580 Tiempo abarcado (a.E.C.): c. 1040-580 Nombre del libro: 2 Reyes Escritor o escritores: Jeremías Dónde se escribió: Judá y Egipto Cuándo se completó (a.E.C.): 580 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro:

1 Crónicas

2 Crónicas Escritor o escritores: Esdras Dónde se escribió: Jerusalén(?) Cuándo se completó (a.E.C.): 1 rollo c. 460 Tiempo abarcado (a.E.C.): Después de 1 Crónicas 9:44: 1077-537 Nombre del libro: Esdras Escritor o escritores: Esdras Dónde se escribió: Jerusalén Cuándo se completó (a.E.C.): c. 460 Tiempo abarcado (a.E.C.): 537–c. 467 Nombre del libro: Nehemías Escritor o escritores: Nehemías Dónde se escribió: Jerusalén Cuándo se completó (a.E.C.): d. 443 Tiempo abarcado (a.E.C.): 456–d. 443 Nombre del libro: Ester Escritor o escritores: Mardoqueo Dónde se escribió: Susa, Elam

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Cuándo se completó (a.E.C.): c. 475 Tiempo abarcado (a.E.C.): c. 493-475 Nombre del libro: Job Escritor o escritores: Moisés Dónde se escribió: Desierto Cuándo se completó (a.E.C.): c. 1473 Tiempo abarcado (a.E.C.): Más de 140 años entre 1657 y 1473 Nombre del libro: Salmos Escritor o escritores: David y otros Dónde se escribió: Cuándo se completó (a.E.C.): c. 460 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Proverbios Escritor o escritores: Salomón; Agur; Lemuel Dónde se escribió: Jerusalén Cuándo se completó (a.E.C.): c. 716 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Eclesiastés Escritor o escritores: Salomón Dónde se escribió: Jerusalén Cuándo se completó (a.E.C.): a. 1000 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: El Cantar de los Cantares Escritor o escritores: Salomón Dónde se escribió: Jerusalén Cuándo se completó (a.E.C.): c. 1020 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Isaías Escritor o escritores: Isaías Dónde se escribió: Jerusalén Cuándo se completó (a.E.C.): c. 732 Tiempo abarcado (a.E.C.): c. 778-732 Nombre del libro: Jeremías Escritor o escritores: Jeremías Dónde se escribió: Judá; Egipto Cuándo se completó (a.E.C.): 580 Tiempo abarcado (a.E.C.): 647-580 Nombre del libro: Lamentaciones Escritor o escritores: Jeremías Dónde se escribió: Cerca de Jerusalén Cuándo se completó (a.E.C.): 607 Tiempo abarcado (a.E.C.):

L

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Nombre del libro: Ezequiel Escritor o escritores: Ezequiel Dónde se escribió: Babilonia Cuándo se completó (a.E.C.): 591 Tiempo abarcado (a.E.C.): 613–c. 591 Nombre del libro: Daniel Escritor o escritores: Daniel Dónde se escribió: Babilonia Cuándo se completó (a.E.C.): c. 536 Tiempo abarcado (a.E.C.): 618–c. 536 Nombre del libro: Oseas Escritor o escritores: Oseas Dónde se escribió: Samaria (Distrito) Cuándo se completó (a.E.C.): d. 745 Tiempo abarcado (a.E.C.): a. 803–d. 745 Nombre del libro: Joel Escritor o escritores: Joel Dónde se escribió: Judá Cuándo se completó (a.E.C.): c. 820(?) Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Amós Escritor o escritores: Amós Dónde se escribió: Judá Cuándo se completó (a.E.C.): c. 803 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Abdías Escritor o escritores: Abdías Dónde se escribió: Cuándo se completó (a.E.C.): c. 607 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Jonás Escritor o escritores: Jonás Dónde se escribió: Cuándo se completó (a.E.C.): c. 844 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Miqueas Escritor o escritores: Miqueas Dónde se escribió: Judá Cuándo se completó (a.E.C.): a. 716 Tiempo abarcado (a.E.C.): c. 777-716 Nombre del libro: Nahúm Escritor o escritores: Nahúm

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Dónde se escribió: Judá Cuándo se completó (a.E.C.): a. 632 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Habacuc Escritor o escritores: Habacuc Dónde se escribió: Judá Cuándo se completó (a.E.C.): c. 628(?) Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Sofonías Escritor o escritores: Sofonías Dónde se escribió: Judá Cuándo se completó (a.E.C.): a. 648 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Ageo Escritor o escritores: Ageo Dónde se escribió: Jerusalén reconstruida Cuándo se completó (a.E.C.): 520 Tiempo abarcado (a.E.C.): 112 días (520) Nombre del libro: Zacarías Escritor o escritores: Zacarías Dónde se escribió: Jerusalén reconstruida Cuándo se completó (a.E.C.): 518 Tiempo abarcado (a.E.C.): 520-518 Nombre del libro: Malaquías Escritor o escritores: Malaquías Dónde se escribió: Jerusalén reconstruida Cuándo se completó (a.E.C.): d. 443 Tiempo abarcado (a.E.C.): Libros de las Escrituras Griegas escritos durante la era común o cristiana Nombre del libro: Mateo Escritor: Mateo Dónde se escribió: Palestina Cuándo se completó (a.E.C.): c. 41 Tiempo abarcado (a.E.C.): 2 a.E.C.–33 E.C. Nombre del libro: Marcos Escritor: Marcos Dónde se escribió: Roma Cuándo se completó (a.E.C.): c. 60-65 Tiempo abarcado (a.E.C.): 29-33 E.C. Nombre del libro: Lucas

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Escritor: Lucas Dónde se escribió: Cesarea Cuándo se completó (a.E.C.): c. 56-58 Tiempo abarcado (a.E.C.): 3 a.E.C.–33 E.C. Nombre del libro: Juan Escritor: Apóstol Juan Dónde se escribió: Éfeso, o cerca Cuándo se completó (a.E.C.): c. 98 Tiempo abarcado (a.E.C.): Después del prólogo, 29-33 E.C. Nombre del libro: Hechos Escritor: Lucas Dónde se escribió: Roma Cuándo se completó (a.E.C.): c. 61 Tiempo abarcado (a.E.C.): 33–c. 61 E.C. Nombre del libro: Romanos Escritor: Pablo Dónde se escribió: Corinto Cuándo se completó (a.E.C.): c. 56 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 1 Corintios Escritor: Pablo Dónde se escribió: Éfeso Cuándo se completó (a.E.C.): c. 55 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 2 Corintios Escritor: Pablo Dónde se escribió: Macedonia Cuándo se completó (a.E.C.): c. 55 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Gálatas Escritor: Pablo Dónde se escribió: Corinto o Antioquía de Siria Cuándo se completó (a.E.C.): c. 50-52 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Efesios Escritor: Pablo Dónde se escribió: Roma Cuándo se completó (a.E.C.): c. 60-61 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Filipenses Escritor: Pablo Dónde se escribió: Roma

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Cuándo se completó (a.E.C.): c. 60-61 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Colosenses Escritor: Pablo Dónde se escribió: Roma Cuándo se completó (a.E.C.): c. 60-61 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 1 Tesalonicenses Escritor: Pablo Dónde se escribió: Corinto Cuándo se completó (a.E.C.): c. 50 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 2 Tesalonicenses Escritor: Pablo Dónde se escribió: Corinto Cuándo se completó (a.E.C.): c. 51 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 1 Timoteo Escritor: Pablo Dónde se escribió: Macedonia Cuándo se completó (a.E.C.): c. 61-64 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 2 Timoteo Escritor: Pablo Dónde se escribió: Roma Cuándo se completó (a.E.C.): c. 65 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Tito Escritor: Pablo Dónde se escribió: Macedonia(?) Cuándo se completó (a.E.C.): c. 61-64 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Filemón Escritor: Pablo Dónde se escribió: Roma Cuándo se completó (a.E.C.): c. 60-61 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Hebreos Escritor: Pablo Dónde se escribió: Roma Cuándo se completó (a.E.C.): c. 61 Tiempo abarcado (a.E.C.):

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Nombre del libro: Santiago Escritor: Santiago (hermano de Jesús) Dónde se escribió: Jerusalén Cuándo se completó (a.E.C.): a. 62 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 1 Pedro Escritor: Pedro Dónde se escribió: Babilonia Cuándo se completó (a.E.C.): c. 62-64 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 2 Pedro Escritor: Pedro Dónde se escribió: Babilonia(?) Cuándo se completó (a.E.C.): c. 64 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 1 Juan Escritor: Apóstol Juan Dónde se escribió: Éfeso, o cerca Cuándo se completó (a.E.C.): c. 98 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 2 Juan Escritor: Apóstol Juan Dónde se escribió: Éfeso, o cerca Cuándo se completó (a.E.C.): c. 98 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: 3 Juan Escritor: Apóstol Juan Dónde se escribió: Éfeso, o cerca Cuándo se completó (a.E.C.): c. 98 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Judas Escritor: Judas (hermano de Jesús) Dónde se escribió: Palestina(?) Cuándo se completó (a.E.C.): c. 65 Tiempo abarcado (a.E.C.): Nombre del libro: Revelación Escritor: Apóstol Juan Dónde se escribió: Patmos Cuándo se completó (a.E.C.): c. 96 Tiempo abarcado (a.E.C.):

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Rbi8 págs. 1552-1557 Índice de palabras de las notas Rbi8 1559-1595…Apendice

w00 15/11 pág. 27 Lo que podemos aprender de la primera pareja humana Por último, ambos fueron expulsados del jardín de Edén. Jehová dijo: “Mira que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros al conocer lo bueno y lo malo, y ahora, para que no alargue la mano y efectivamente tome fruto también del árbol de la vida y coma y viva hasta tiempo indefinido...”. El erudito Gordon Wenham observa: “La frase queda en suspenso”, por lo que se permite al lector que continúe el pensamiento de Dios: “lo expulsaré del jardín”, presumiblemente. Por lo general, los escritores bíblicos consignan de manera completa las ideas divinas. Pero en este caso, “la omisión de las palabras finales transmite la celeridad de la acción divina. Dios ni siquiera había terminado de hablar cuando los echó del jardín”, explica Wenham (Génesis 3:22, 23). Con aquel suceso parece haber cesado toda comunicación entre Jehová y la primera pareja. w85 1/11 págs. 28-29 Mayordomía moderna respecto a la Palabra Sagrada de Dios En las Asambleas de Distrito “Aumento del Reino” de los Testigos de Jehová, celebradas en el verano de 1984, se presentó una nueva edición de la Traducción del Nuevo Mundo con referencias, en inglés. Esta edición no solo contiene una revisión del texto de la Traducción del Nuevo Mundo, sino también 125.000 referencias marginales, o cruzadas, como ayuda para el estudio de la Biblia. Además, hay más de 11.400 iluminadoras notas al pie de la página, con importante información textual así como otras posibles maneras de verter ciertos textos, lo que hace que esta Biblia con Referencias en inglés sea, en realidad, una traducción de carácter múltiple. Hay índices de palabras de la Biblia y de palabras relacionadas con las notas, y 43 secciones del Apéndice que dan importante información acerca de la transmisión del texto y la autenticidad de la Biblia. Verdaderamente, esta nueva Biblia con Referencias en inglés hace disponible al estudiante de las Sagradas Escrituras investigación bíblica al día. si Estudio número 5: El texto hebreo de las Santas Escrituras [Gráfico en la página 308] (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación) Fuentes para el texto de la Traducción del Nuevo Mundo Escrituras Hebreas Escritos hebreos originales y copias antiguas Tárgumes arameos Rollos del Mar Muerto Pentateuco Samaritano Septuaginta griega Latina antigua Coptas, etiópica, armenia Texto consonántico hebreo Vulgata latina Versiones griegas—Aquila, Teodoción, Símaco

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Peshitta siríaca Texto masorético Códice de El Cairo Códice de Petersburgo de los Profetas Códice de Alepo Texto hebreo de Ginsburg Códice de Leningrado B 19A Biblia Hebraica (BHK), Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS) Traducción del Nuevo Mundo Escrituras Hebreas—Inglés; del inglés a muchos otros idiomas modernos [Gráfico en la página 309] (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación) Fuentes para el texto de la Traducción del Nuevo Mundo Escrituras Griegas Cristianas Escritos griegos originales y copias antiguas Versión armenia Versiones coptas Versiones siríacas—Curetoniana, Filoxeniana, Harclense, Palestinense, Sinaítica, Peshitta Latina antigua Vulgata latina Textos latinos sixtino y clementino revisados MSS. cursivos griegos Texto de Erasmo Texto de Estéfano Textus Receptus Texto griego de Griesbach Emphatic Diaglott Papiros—(v.g., Chester Beatty P45, P46, P47; Bodmer P66, P74, P75) MSS. unciales griegos antiguos—Vaticano 1209 (B), Sinaítico (‫)א‬, Alejandrino (A), Ephraemi Syri rescriptus (C), de Beza (D) Texto griego de Westcott y Hort Texto griego de Bover Texto griego de Merk Texto griego de Nestle-Aland Texto griego de Sociedades Bíblicas Unidas 23 versiones hebreas (siglos XIV–XX), traducidas o del griego o de la Vulgata latina, que usan el Tetragrámaton para el nombre divino Traducción del Nuevo Mundo Escrituras Griegas Cristianas—Inglés; del inglés a muchos otros idiomas modernos

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si págs. 324-326 párrs. 21-28 Estudio número 7: La Biblia en nuestros tiempos 21

Edición revisada en un solo libro. En el verano de 1961, en una serie de asambleas de los testigos de Jehová en los Estados Unidos y Europa, se presentó para ser distribuida una útil edición revisada de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras en un solo libro en inglés. Esta fue aceptada con gozo por los centenares de miles de asistentes a aquellas asambleas. Encuadernada en tela verde, constaba de 1.472 páginas y tenía una excelente concordancia, un apéndice sobre asuntos bíblicos, y mapas. 22

Otras ediciones. En 1969 se presentó la traducción interlineal The Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures, y en 1985 se publicó una segunda edición. Esta contiene una traducción literal en inglés del texto griego publicado por Westcott y Hort, junto con la versión en inglés moderno de la Traducción del Nuevo Mundo, edición de 1984. Así el estudiante sincero de la Biblia tiene acceso a lo que básica o literalmente dice el griego original. 23

En 1970 se publicó una segunda revisión de la Traducción del Nuevo Mundo en inglés, y a esta siguió en 1971 una tercera revisión con notas a pie de página. Una edición revisada con referencias, en inglés, se presentó en las Asambleas de Distrito “Aumento del Reino” de los Testigos de Jehová, celebradas en 1984. En ella hay una actualización y revisión completa de las referencias (remisiones) marginales que originalmente se presentaron en inglés desde 1950 hasta 1960. Preparada para el estudiante sincero de la Biblia, esta edición contiene más de 125.000 referencias marginales, más de 11.000 notas, una extensa concordancia, mapas y un apéndice de 43 artículos. También en aquel año, 1984, se presentó una edición de tamaño regular de la revisión de 1984 con referencias marginales, pero sin notas a pie de página. Estas últimas dos ediciones en inglés tienen su equivalencia en español en ediciones de 1987. 24

Algunas ventajas. Para ayudar al lector a localizar sin pérdida de tiempo toda materia deseada, tanto la versión regular como la que tiene referencias contienen un titulillo preparado cuidadosamente para cada página. Estos titulillos describen la materia que se abarca debajo, y tienen especialmente el objetivo de ayudar al publicador del Reino a localizar textos rápidamente para contestar preguntas que alguien pudiera hacerle. Para ilustrar esto con la edición regular de 1987 en español: Uno pudiera estar tratando de localizar consejo sobre la educación de los hijos. Al llegar a la página 851 en los Proverbios, primero ve la frase clave: “Buen nombre”. Puesto que este es el primer titulillo, esto indica que ese asunto aparece a principios de esa página, y ahí es donde se encuentra, en Proverbios 22:1. El texto bíblico identificado por el siguiente titulillo: “Entrenar al muchacho”, se encuentra después, más abajo en la página, en el versículo 6, y más adelante en la misma página, en el versículo 15, hay otro pensamiento relacionado. Los titulillos de las páginas pueden ser muy útiles para el publicador del Reino que tiene una idea general de dónde están los textos que busca. Pueden hacer posible el hallar los textos bíblicos con mayor rapidez. 25

En la parte posterior de las ediciones regular y con referencias de esta Biblia hay una sección llamada “Índice de palabras bíblicas“. Ahí se hallan miles de palabras bíblicas importantes junto con líneas del contexto. Así hay a la mano un servicio de concordancia, que abarca la amplia variedad de palabras nuevas y descriptivas que se usan en el texto. A los que están acostumbrados a las traducciones tradicionales se les ayuda para que hagan veintenas de transiciones de palabras bíblicas españolas algo antiguas a los términos bíblicos más modernos. Considere, por ejemplo, la palabra “gracia” que usan muchas versiones en español. Esta aparece en el índice, y se remite al estudiante a “bondad inmerecida”, la expresión moderna que se usa en la nueva traducción. El índice de palabras bíblicas hace posible hallar textos bíblicos para temas doctrinales clave, como “alma” o “rescate”, lo cual hace posible un estudio en detalle directamente de los textos bíblicos. El publicador del Reino a quien se pida que predique sobre alguno de estos asuntos sobresalientes podría usar inmediatamente las porciones breves del contexto que se

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suministran en esta concordancia. Además se dan citas principales donde aparecen nombres propios sobresalientes, tanto geográficos como de prominentes personajes bíblicos. Así, todo estudiante de la Biblia que usa esta traducción recibe ayuda inapreciable. 26

Un apéndice que refleja erudición ofrece información exacta adicional, provechosa para comunicar enseñanza. Los artículos del apéndice se han dispuesto de tal manera que puedan usarse como ayuda para explicar doctrinas bíblicas básicas y materias relacionadas. Por ejemplo, al tratar sobre el asunto “alma”, el apéndice, bajo ocho encabezamientos diferentes, enumera textos bíblicos que muestran los diversos usos de la palabra “alma” (hebreo: né·fesch). También se suministran diagramas y mapas en el apéndice. La Biblia con Referencias contiene un apéndice más extenso, así como útiles notas a pie de página que suministran información textual importante con sencillez. Así que la Traducción del Nuevo Mundo es sobresaliente por la variedad de servicios que suministra para poner rápidamente a disposición de sus lectores conocimiento exacto. 27

Ayuda para pronunciar los nombres bíblicos. En el texto mismo en inglés, todas las ediciones de la Traducción del Nuevo Mundo suministran ayuda para pronunciar los nombres propios. El sistema es igual al que diseñó un experto para la Revised Standard Version de 1952. El nombre propio se divide en sílabas separadas por un punto o por el acento ortográfico (ʹ). El acento va después de la sílaba a la cual debe darse mayor énfasis al pronunciar la palabra. Si la sílaba acentuada termina en vocal, entonces la pronunciación de la vocal es larga. Si una sílaba termina en consonante, entonces la vocal de esa sílaba se pronuncia corta. 28

Para un ejemplo de esto, note Job 4:1 en la Traducción del Nuevo Mundo en inglés. Ahí se habla de “Elʹi·phaz the Teʹman·ite”. Aunque el acento en ambos casos cae en la primera sílaba, la letra “e” ha de pronunciarse de manera diferente en estos dos casos. En “Elʹi·phaz” el acento que va después de la consonante “l” hace corta la vocal “e”, como en la palabra inglesa “end”. Mientras que en “Teʹman·ite”, el acento que se pone directamente después de la vocal “e” la hace larga, como la primera “e” en L la palabra inglesa “Eden”. Cuando las vocales “a” e “i” se combinan, como en “Morʹde·cai” en Ester 2:5 y “Siʹnai” en Éxodo 19:1, el diptongo “ai” se pronuncia simplemente como una “i” larga. si pág. 331 Estudio número 8: Ventajas de la “Traducción del Nuevo Mundo” SE INDICA EL PLURAL 19

En algunas traducciones modernas al inglés se han conservado las formas más antiguas de la segunda persona singular “thee”, “thou” y “thy” en los casos en que se habla a Dios. No obstante, en la Biblia, en sus idiomas originales no se usaba ninguna forma especial del pronombre personal para dirigirse a Dios; se usaba la misma forma que se empleaba cuando alguien hablaba a su prójimo. De modo que la Traducción del Nuevo Mundo en inglés ha eliminado esos usos que ahora son hipócritamente devotos, y emplea el pronombre de la conversación normal en cada caso. Para distinguir la segunda persona plural, “you”, de la segunda persona singular, que también es “you”, y para diferenciar verbos cuyo número plural no se manifiesta con claridad en inglés, esas palabras en plural se escriben del todo en versalitas (mayúsculas de igual tamaño que las minúsculas). Al lector (de inglés) le es útil saber si un texto bíblico dado se refiere a “you” (tú o usted) como individuo o a “YOU” (ustedes o vosotros) como grupo de personas, una congregación. 20

Por ejemplo, en Romanos 11:13 Pablo habla a muchos: “Ahora les hablo a ustedes (en inglés: YOU) los que son gentes de las naciones”. Pero en el versículo 17 el griego cambia al singular “tú”, y la aplicación pasa deliberadamente al individuo: “Sin embargo, si algunas de las ramas fueron desgajadas, pero tú

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[you] [...] fuiste injertado [...]”. En la Traducción del Nuevo Mundo en español no ha sido necesario tomar estas medidas, excepto que la forma plural “ustedes” se ha preferido a “vosotros” por su uso más extenso en países de habla española. yb06 pág. 11 Aspectos sobresalientes del año pasado En vista de estos factores y otros más, el Cuerpo Gobernante ha dado instrucciones para que se dedique más atención a la traducción de la Biblia. En la actualidad, la Traducción del Nuevo Mundo ya está disponible en 35 idiomas, y la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas, en otros veinte. Pero, además, hay 33 equipos de traducción en todo el mundo que están trabajando en la Biblia, diecinueve de ellos en las Escrituras Hebreas, once en las Escrituras Griegas Cristianas y tres en la Biblia con referencias. Los equipos de traducción de la Biblia se componen normalmente de entre tres y seis personas. El empleo de métodos avanzados y de programas informáticos que facilitan la traducción ha permitido que algunos equipos terminen las Escrituras Griegas Cristianas en menos de dos años.

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Siervos de Dios ordenados y organizados w13 15/7 págs. 21-22 ¿Quién es “el esclavo fiel y discreto”? ¿CUÁNDO SE CUMPLE LA ILUSTRACIÓN? 4

El contexto muestra que la ilustración del esclavo fiel y discreto no empezó a cumplirse en el Pentecostés del año 33, sino en este tiempo del fin. Veamos cómo nos llevan las Escrituras a esa conclusión. 5

Esta parábola forma parte de la profecía de Jesús sobre “la señal de [su] presencia y de la conclusión del sistema de cosas” (Mat. 24:3). La primera sección de la profecía, registrada en Mateo 24:4-22, tiene dos cumplimientos. El primero tuvo lugar en los años que transcurrieron desde el 33 hasta el 70, y el segundo —mucho más abarcador— lo estamos viendo en nuestros días. ¿Significa esto que la parábola de Jesús sobre el esclavo fiel también tendría dos cumplimientos? En realidad, no. 6

A partir de las palabras que leemos en Mateo 24:29, Jesús se refirió principalmente a sucesos que ocurrirían en nuestros días (lea Mateo 24:30, 42, 44). Hablando de la gran tribulación, dijo que los habitantes de la Tierra “verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo”. Luego exhortó a quienes vivieran en los últimos días a mantenerse alerta con estas palabras: “No saben en qué día viene su Señor [...], porque a una hora que no piensan que es, viene el Hijo del hombre”. En este contexto —al hablar de sucesos que ocurrirían en los últimos días—, Jesús relató la parábola del esclavo fiel. Así pues, podemos concluir que sus palabras sobre ese esclavo fiel solo empezaron a cumplirse después de 1914, cuando comenzaron los últimos días. ¿Por qué es lógica esta conclusión? 7

Piense en la pregunta que planteó Jesús: “¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto[?]”. En el siglo primero no tenía sentido hacerla. Como vimos en el artículo anterior, los apóstoles realizaban milagros y hasta transmitían dones milagrosos, así que estaba claro que eran ellos los que tenían el apoyo divino (Hech. 5:12). Por eso, ¿por qué iba alguien a preguntar quién había sido nombrado por Jesús para dirigir a sus ovejas? Sin embargo, en 1914 la situación era muy distinta. La temporada de la cosecha había empezado ese año. Por fin era hora de separar la mala hierba del trigo (Mat. 13:36-43). Pero al empezar la temporada de la cosecha, había muchos cristianos falsos que afirmaban ser los verdaderos seguidores de Jesús. Así que surgió esta cuestión fundamental: ¿cómo podría reconocerse el trigo, es decir, los cristianos ungidos? La ilustración de Jesús dio una clave. Los cristianos ungidos serían aquellos que estuvieran bien alimentados espiritualmente. ¿QUIÉN ES EL ESCLAVO FIEL Y DISCRETO? 8

El esclavo fiel debe estar compuesto por cristianos ungidos que vivan en la Tierra. A ellos se les llama “un sacerdocio real”, y se les ha encomendado que “‘declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa” (1 Ped. 2:9). Por esta razón resulta apropiado que miembros de ese “sacerdocio real” participen directamente en enseñar la verdad a sus hermanos en la fe (Mal. 2:7; Rev. 12:17). 9

¿Componen el esclavo fiel todos los ungidos que viven en la Tierra? No, la realidad es que no todos los ungidos participan en proveer alimento espiritual a sus compañeros de creencia de todo el mundo. Es cierto que entre el trigo hay hermanos ungidos que son siervos ministeriales o ancianos. Ellos enseñan de casa en casa y en sus congregaciones y apoyan con lealtad las instrucciones que recibimos de la sede mundial, pero no participan en proveer alimento espiritual a la hermandad. Además, entre los ungidos hay hermanas humildes que nunca intentarían asumir la función de maestros de la congregación (1 Cor. 11:3; 14:34).

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¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de alimentar a muchos por medio de unos pocos, ese esclavo está compuesto por un pequeño grupo de hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento espiritual durante la presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos ungidos que constituyen el esclavo fiel han estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy, ese esclavo es el grupo de cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Ahora bien, note que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más de una persona, la palabra esclavo está en singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo Gobernante actúa como uno solo, es decir, toma sus decisiones de manera conjunta. L w93 1/4 págs. 28-30 Sea feliz y organizado SI SOMOS organizados, realizaremos bien nuestras tareas. Y si somos eficientes, sacaremos el mejor partido de nuestro tiempo y recursos. (Gálatas 6:16; Filipenses 3:16; 1 Timoteo 3:2.) Claro que la organización y la eficiencia no son todo en la vida. El salmista escribió por inspiración: “¡Feliz es el pueblo cuyo Dios es Jehová!”. (Salmo 144:15.) Sin embargo, resulta un tanto difícil ser felices y también organizados en todo lo que hacemos. Organizados y felices Jehová Dios es el mejor ejemplo de buena organización. Todas sus creaciones evocan orden y precisión, sean estas organismos unicelulares o complejas criaturas vivas, átomos microscópicos o inconmensurables galaxias. Sus leyes universales permiten que planeemos con confianza nuestra vida. Nadie duda de que el sol saldrá todas las mañanas, o de que el verano seguirá al invierno. (Génesis 8:22; Isaías 40:26.) Pero Jehová no es solo un Dios de orden; es “el Dios feliz”. (1 Timoteo 1:11; 1 Corintios 14:33.) Su felicidad puede percibirse en la creación. Gatitos juguetones, hermosas puestas de sol, apetitosos alimentos, música que satisface el espíritu, trabajo animador y muchas otras cosas que demuestran que Dios se propuso que disfrutáramos de la vida. Lejos de ser restricciones molestas, las leyes que Jehová ha dictado son medidas de protección para nuestra felicidad. Jesucristo imita a su Padre. Es “el feliz y único Potentado”, y se comporta exactamente igual que Jehová. (1 Timoteo 6:15; Juan 5:19.) Cuando colaboró con su Padre en la creación, fue más que un “obrero maestro” eficiente. Fue feliz al hacer su trabajo, y estuvo ‘alegre delante de Jehová todo el tiempo, pues estuvo alegre por el terreno productivo de su tierra, y las cosas que fueron el objeto de su cariño estuvieron con los hijos de los hombres’. (Proverbios 8:30, 31.) Nosotros también debemos reflejar esa misma bondad, alegría y cariño por la gente en todo lo que hacemos. Algunas veces, no obstante, pudiera ser que, intentando ser eficientes, olvidáramos que ‘andar ordenadamente por el espíritu’ de Dios supone manifestar los frutos de su espíritu. (Gálatas 5:22-25.) Por tanto, sería conveniente que nos preguntáramos cómo podemos ser a la vez organizados y felices tanto al realizar nuestras actividades personales como al dirigir la labor de otros. No sea cruel consigo mismo Reflexione en el buen consejo que se da en Proverbios 11:17. El escritor inspirado nos dice primero que “un hombre de bondad amorosa está tratando recompensadoramente con su propia alma”. Luego hace este contraste: “Pero la persona cruel está acarreando extrañamiento a su propio organismo”. La versión de La Casa de la Biblia (1992) traduce así este versículo: “El hombre compasivo se hace bien a sí mismo, el cruel, en cambio, provoca su propio daño”.

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¿Cómo pudiera alguien ser cruel consigo mismo sin siquiera darse cuenta? Una manera es teniendo buenas intenciones, pero estando completamente desorganizado. ¿Con qué resultados? Dice un experto que “un lapso mental, un expediente mal archivado, una instrucción no muy clara o un recado telefónico mal anotado son fallos insignificantes comparables a termitas que carcomen los soportes mismos de la eficiencia y arruinan las mejores intenciones”. (Teach Yourself Personal Efficiency [Aprenda a ser eficiente].) Lo anterior concuerda con lo que dijo el escritor inspirado: “El que se muestra flojo en su trabajo... hermano es del que causa ruina”. (Proverbios 18:9.) En efecto, las personas desorganizadas e ineficientes pueden causarse calamidad y ruina a ellas mismas y a otros. Por eso, a menudo se las evita y, por su pereza, terminan excluidas de casi todo círculo social. ¿Un perro vivo, o un león muerto? Pero uno puede también ser cruel consigo mismo si se fija normas demasiado altas. El escritor que citamos antes añade que pudiéramos ponernos “una norma de perfección tan inalcanzable” que “con el tiempo acabásemos sufriendo angustia y decepción”. Por más organizado y eficiente que sea un perfeccionista, nunca se siente verdaderamente feliz. Tarde o temprano termina angustiándose. De modo que si tendemos a ser perfeccionistas, nos ayudará recordar que “un perro vivo está en mejor situación que un león muerto”. (Eclesiastés 9:4.) Puede que no nos matemos literalmente esforzándonos por alcanzar cierta perfección utópica, pero sí podemos desgastarnos y perjudicarnos gravemente. Según una autoridad en este campo, esto implica “agotamiento físico, emocional, espiritual, intelectual y hasta hastío por la gente”. (Job Stress and Burnout.) El que alguien se agotara así en pos de metas inalcanzables sería una manera de ser cruel consigo mismo y de privarse inevitablemente de la felicidad. Trátese de manera recompensadora Recuerde: “Un hombre de bondad amorosa está tratando recompensadoramente con su propia alma”. (Proverbios 11:17.) Nos tratamos de manera recompensadora si nos fijamos metas realistas y razonables, teniendo presente que el Dios feliz, Jehová, conoce nuestras limitaciones. (Salmo 103:8-14.) Seremos felices si aceptamos estas limitaciones y luego hacemos “lo sumo posible”, de acuerdo con nuestras circunstancias, por cumplir bien nuestros compromisos. (Hebreos 4:11; 2 Timoteo 2:15; 2 Pedro 1:10.) Por supuesto, siempre existe el peligro de ir al otro extremo: ser demasiado bondadosos con nosotros mismos. Nunca olvidemos la respuesta de Jesús al consejo que el apóstol Pedro le dio en un momento crítico que exigía resolución: “Sé bondadoso contigo mismo, Señor”. Tan peligroso consideró Jesús el razonamiento de Pedro, que le respondió: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres un tropiezo, porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres”. (Mateo 16:22, 23.) El que tratemos recompensadoramente con nuestra alma no debe dar pie nunca a que adoptemos una actitud descuidada e indulgente, pues tal comportamiento también pudiera robarnos la felicidad. Lo que necesitamos es evitar el fanatismo y ser razonables. (Filipenses 4:5.) Trate a otros de manera recompensadora Es probable que los escribas y los fariseos contemporáneos de Jesús pensaran que eran muy eficientes y organizados. En cuanto a su modo de adorar, A Dictionary of the Bible dice: “Habían convertido cada mandamiento bíblico en un laberinto de reglas escrupulosas. Ningún cambio de circunstancias podía alterarlas; a todo judío se le exigía, de manera inexorable, obediencia absoluta hasta al más ínfimo detalle de la Ley [...]. Aquellos detalles legalistas fueron multiplicándose hasta convertir la religión en un oficio, y la vida, en una carga insoportable. Los hombres llegaron a ser autómatas morales, sin conciencia; el poder vivo de la palabra de Dios se había restringido y sofocado bajo aquella gran cantidad de reglas eternas”.

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No es de extrañar que Jesucristo los condenara: “Atan cargas pesadas —dijo— y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas”. (Mateo 23:4.) Los ancianos amorosos evitan cargar al rebaño con una multitud de reglas y normas intolerantes. Lejos de ello, tratan al rebaño de Dios de manera recompensadora imitando el bondadoso y estimulante ejemplo de Cristo Jesús. (Mateo 11:28-30; Filipenses 2:1-5.) Aun cuando se multipliquen sus responsabilidades de organización, los ancianos amorosos nunca deben perder de vista el hecho de que están tratando con personas, personas a quienes Dios ama. (1 Pedro 5:2, 3, 7; 1 Juan 4:8-10.) Nunca han de concentrarse tanto en asuntos o procedimientos de organización que descuiden su papel primordial de pastores, guardianes y protectores del rebaño. (Proverbios 3:3; 19:22; 21:21; Isaías 32:1, 2; Jeremías 23:3, 4.) Por ejemplo, si nos concentráramos demasiado en horarios y cifras, pudiéramos perder interés en el bienestar de los demás. Piense en un conductor de autobús que considera que su deber primordial es atenerse con eficiencia a su horario pase lo que pase. Su única preocupación es ir de la primera parada de la ruta a la última en el tiempo asignado. Lamentablemente, desde su punto de vista los pasajeros son un estorbo. Son lentos y desorganizados, y siempre llegan a la parada justo cuando él arranca. En vez de pensar que el propósito de su trabajo es servir a los pasajeros, los ve como un estorbo para la eficacia y los evita. Interésese en la persona La eficacia fría suele pasar por alto las necesidades de las personas. Los más débiles e ineficientes pueden ser vistos como cargas. Cuando esto sucede, las consecuencias pueden ser graves. Por ejemplo, en Esparta, antigua ciudad estado de Grecia, a los niños que nacían débiles y enfermizos se les dejaba morir, porque nunca serían soldados fuertes y eficientes que pudieran defender un estado fuerte y eficiente. Dice el filósofo Bertrand Russell: “Cuando nacía un hijo, el padre lo llevaba ante los mayores de su familia para que lo examinasen; si era sano se lo devolvían para que lo criase; si no, lo arrojaban a un profundo pozo”. (Historia de la filosofía occidental, traducción de Julio Gómez de la Serna y Antonio Dorta.) En aquel despiadado estado predominó la austeridad y la rigidez, no la felicidad. (Compárese con Eclesiastés 8:9.) Y es muy probable que las autoridades espartanas vivieran convencidas de que su concepción de la eficiencia tenía razón de ser, pero aquella conducta carecía por completo de compasión y bondad. Su camino no era el de Dios. (Salmo 41:1; Proverbios 14:21.) Los superintendentes de la congregación cristiana, por el contrario, siempre han tenido presente que todas las ovejas de Dios son preciosas a su vista, y por eso tratan a cada una de ellas de manera recompensadora. No solo se ocupan de las 99 saludables, sino también de la débil o de la que sufre trastornos emocionales. (Mateo 18:12-14; Hechos 20:28; 1 Tesalonicenses 5:14, 15; 1 Pedro 5:7.) L w91 15/3 págs. 9-12 El carro celestial de Jehová en marcha Ruedas dentro de ruedas 6

Había otro detalle extraordinario. Cada rueda tenía una rueda dentro... una del mismo diámetro y transversal a la rueda base. Solo así podía decirse que las ruedas “iban en sus cuatro lados respectivos” (versículo 17). Las ruedas podían cambiar de dirección instantáneamente porque había un lado de las ruedas hacia cada dirección. Las ruedas ajustaban la dirección de su movimiento a la que tomaban los cuatro querubines. Sobre las cuatro ruedas, la carrocería del carro de Dios podía transportarse sostenida invisiblemente, como lo hace una poderosa embarcación que, sostenida por un colchón de aire, se desliza rápidamente sobre el agua.

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¿De dónde venía este poder de las ruedas de ajustarse a todos los movimientos de los cuatro querubines? Del espíritu santo del Dios Todopoderoso. El versículo 20 dice: “Adondequiera que el espíritu se inclinaba a ir, ellas iban [...] El espíritu de la criatura viviente estaba en las ruedas”. La misma fuerza activa invisible de Dios que estaba en los querubines se hallaba en aquellas ruedas. 8

Se hace referencia a las ruedas por el término “rodaje”. (Ezequiel 10:13.) Es patente que se las llama así por lo que hace cada rueda. Se mueve mediante rodar. El designar así esta parte del carro celestial destaca la velocidad con que se mueve este vehículo. Aunque sus ruedas se movían tan rápidamente, siempre podían ver el camino en que iban, por la plenitud de ojos que tenían. 9

Pero alcemos la mirada ahora y veamos qué hay más arriba de estas cuatro altísimas ruedas de rápido movimiento. El versículo 22 del capítulo 1 de Ezequiel dice: “Y sobre las cabezas de las criaturas vivientes había la semejanza de una expansión como el chispear de hielo sobrecogedor, extendida sobre sus cabezas por encima”. La expansión, aunque sólida, era translúcida, “como el chispear de hielo sobrecogedor”. Chispeaba como miles de diamantes al dar el sol contra ellos. Sí; ¡una vista muy impresionante! El glorioso Conductor del carro 10 Evidentemente el carro se detiene para que su Conductor hable a Ezequiel. Por encima de la expansión

hay algo semejante a un trono con la apariencia del zafiro, o de color azul intenso. Sobre el trono hay Alguien cuya apariencia es como la de un hombre terrestre. La forma humana era la mejor manera de ayudar a Ezequiel a comprender esta manifestación divina. Pero aquella forma humana está envuelta en gloria, de modo que resplandece como el electro, una brillante aleación de plata y oro. ¡Qué refulgente belleza! Desde la cintura de esta forma semejante a la de un hombre, esta elegante gloria se extiende tanto hacia arriba como hacia abajo. Por lo tanto toda aquella forma estaba rodeada de gloria. Esto indica que Jehová es indescriptiblemente glorioso. Además, el Conductor del carro va acompañado de un hermoso arco iris. ¡Qué calma y tranquilidad comunica un arco iris después de una tormenta! Por esa actitud de calma, Jehová mantiene en perfecto equilibrio sus atributos de sabiduría, justicia, poder y amor. 11

El carro y el trono de Jehová están rodeados de luz y hermosos colores. ¡Qué contraste con Satanás, el príncipe de las tinieblas y de lo oculto! ¿Y cómo afectó todo esto a Ezequiel? “Cuando llegué a verla — dice—, entonces caí sobre mi rostro, y empecé a oír la voz de uno que hablaba.” (Ezequiel 1:28.) Lo que representó el carro 12

¿Qué representa este carro maravilloso? A la organización celestial de Jehová Dios. Está compuesta de todas sus santas criaturas celestiales de la región invisible: serafines, querubines y ángeles. Puesto que Jehová es el Dios Altísimo, todas sus criaturas de espíritu —celestiales— están sujetas a él, y él las conduce en el sentido de que las domina benévolamente y las utiliza según su propósito. (Salmo 103:20.) 13

Jehová conduce a esta organización como si estuviera en un carro, y la mueve hacia donde Su espíritu la impele. La organización no está en desenfreno, sin control ni supervisión inteligente. Dios no deja que esta organización vaya en cualquier dirección que ella quiera ir; más bien, ella sigue las direcciones de él. Juntos, todos los que la componen se mueven adelante en unidad hasta el logro pleno de los objetivos de Dios. ¡Qué maravillosa organización celestial se revela en esta visión del carro celestial de cuatro ruedas de Jehová en marcha! En conformidad con esto, se representa a la organización de Jehová como una estructura cuadrada, en perfecto equilibrio.

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Nombrado atalaya 14

Pero ¿a quién representa el profeta Ezequiel? Por los hechos de la historia está claro que el grupo de los testigos de Jehová ungidos por espíritu ha estado asociado con el carro celestial. Por eso, Ezequiel es una buena representación del resto ungido de los testigos de Jehová desde 1919. Espiritualmente, la organización celestial de Dios se comunicó con el resto ungido en aquel año, para revivificarlos como testigos de Jehová para todo el mundo. (Compárese con Revelación 11:1-12.) En aquel tiempo esa organización semejante a un carro estaba en marcha, tal como lo está hoy. De hecho, sus ruedas de progreso se mueven más rápidamente que nunca. ¡Jehová se transporta adelante con rapidez! 15

Ezequiel quiso saber por qué había llegado este carro celestial hasta donde él y se había detenido allí. Supo esto cuando oyó la voz de Aquel que estaba sentado sobre el carro. Ezequiel se postró ante la grandeza de este impresionante espectáculo. Escuche mientras la voz del Conductor del carro celestial dice: “Hijo del hombre, plántate sobre tus pies para hablar contigo”. (Ezequiel 2:1.) Jehová entonces comisiona a Ezequiel para que sirva de atalaya y dé advertencia a la casa rebelde de Israel. Hasta se le comisiona a hablar en el nombre de Dios. El nombre de Ezequiel significa “Dios Fortalece”. Así que Dios ha fortalecido a la clase Ezequiel y los ha enviado al nombrarlos atalaya para la cristiandad. 16

La visión del carro celestial fue importante y asombrosa para Ezequiel, pero también lo preparó para efectuar su comisión de atalaya que diera advertencia sobre la venidera destrucción de Jerusalén. Lo mismo ha sido cierto respecto a la clase del atalaya hoy. Su entendimiento de la visión del carro celestial de Jehová en marcha ha tenido un profundo efecto en el resto ungido. En 1931 el resto ungido aprendió más sobre la visión de Ezequiel, como se reveló en Vindicación (el primer tomo). En aquel tiempo el resto ungido se llenó de tan profundo aprecio que desde el número del 15 de octubre de 1931 hasta el del 1 de agosto de 1950 el diseño de la portada de La Atalaya mostró en su esquina superior derecha un dibujo que presentaba el concepto de un artista de la visión que se le dio a Ezequiel del carro celestial. Así, la clase Ezequiel ha cumplido con la comisión que se le dio, y ha estado sirviendo de atalaya, dando la advertencia divina. ¡Nunca había estado más cerca el tiempo de la ardiente destrucción de la cristiandad por L Jehová entronizado en su carro celestial! Od 6-11, CAPÍTULO 1 Organizados para hacer la voluntad de Jehová 1

POR todo el mundo hay organizaciones religiosas, políticas, comerciales y sociales, cada una con sus propias características, objetivos, criterios e ideologías. Ahora bien, hay una organización que no se parece a ninguna otra. La razón es que todo lo que hace está basado en las enseñanzas de la Biblia. Se trata de los testigos de Jehová. 2

Estamos contentos de que usted forme parte de la organización de Jehová. Ha entendido cuál es su voluntad y la está haciendo (Salmo 143: 10; Romanos 12: 2). Es un ministro de Dios que sirve junto con sus hermanos de todo el mundo (Segunda a los Corintios 6: 4; Primera de Pedro 2: 17; 5: 9). Cuenta con la bendición de Jehová y se siente feliz, tal como promete la Biblia (Proverbios 10: 22; Marcos 10: 30). Además, al hacer la voluntad divina, se está preparando para un futuro maravilloso (Primera a Timoteo 6: 18,19; 1 Juan 2: 17). 3

Nuestro Creador tiene una organización mundial única porque está dirigida de forma teocrática. Eso significa que Dios la gobierna, que él es su máxima autoridad. Es nuestro Juez, Legislador y Rey, y nosotros

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confiamos completamente en él (Isaías 33: 22). Jehová también es un Dios ordenado, y ha organizado todo para que colaboremos con él (Segunda a los Corintios 6: 1,2). 4

El fin de este mundo corrupto está más cerca que nunca, y es imprescindible que sigamos la dirección de Jesús, el rey que Dios ha nombrado (Isaías 55: 4; Revelación 6: 2; 11: 15). Jesús mismo dijo que sus seguidores harían obras más grandes que las que él hizo (Juan 14: 12). Eso sería posible porque ellos predicarían a más gente, por más tiempo y en más lugares. Llevarían las buenas noticias del Reino a todos los rincones del mundo (Mateo 24: 14; 28: 19,20; Hechos 1: 8). 5

Tal como puede comprobarse en el Anuario de los testigos de Jehová, el mensaje del Reino ya se está anunciando por toda la Tierra. Pero esta labor no durará para siempre. Jesús explicó que acabará en el momento establecido por Jehová. Las profecías bíblicas indican que está muy cerca “el gran día de Jehová”, un día en el que sucederán cosas impresionantes (Joel 2: 31; Sofonías 1: 14-18; 2: 2,3; Primera de Pedro 4: 7). 6

Puesto que sabemos cuál es la voluntad de Jehová en estos últimos días, debemos esforzarnos cada vez más por cumplirla. Por lo tanto, necesitamos conocer bien cómo funciona la organización de Dios y cooperar al máximo con ella. El fundamento de todo lo que hace esta organización son los principios, mandatos, leyes, órdenes, reglas y enseñanzas de la Palabra de Dios (Salmo 19: 7-9). 7

Cuando los siervos de Dios obedecemos las instrucciones basadas en la Biblia, trabajamos en paz y nos mantenemos unidos (Salmo 133: 1; Isaías 60: 17; Romanos 14: 19). ¿Qué fortalece esa unidad y la amistad con nuestros hermanos? El amor. Hacemos las cosas por amor y tratamos a los demás con amor (Juan 13: 34,35; Colosenses 3: 14). Gracias a Jehová, su pueblo está unido. Y solo así podemos seguir el ritmo de la parte celestial de su organización. LA PARTE CELESTIAL DE LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ 8 Los profetas

Isaías, Ezequiel y Daniel tuvieron visiones de la parte celestial de la organización de Jehová (Is., capítulo6; Ezeq., capítulo1; Daniel 7: 9,10). El apóstol Juan tuvo ese mismo privilegio, y lo que escribió en el libro de Revelación nos ayuda a hacernos una idea de cómo es la parte celestial de la organización de Dios. Él contempló a Jehová en su glorioso trono y a ángeles que proclamaban: “Santo, santo, santo es Jehová Dios, el Todopoderoso, que era y que es y que viene” (Revelación 4: 8). Jesucristo, “el Cordero de Dios”, estaba de pie ante el trono (Revelación 5: 6,13,14; Juan 1: 29). 9

En esta visión se representa a Jehová sentado en un trono. Eso indica que él es la Cabeza de esta parte de su organización. Las Escrituras describen así el alto puesto que ocupa: “Tuya, oh Jehová, es la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza sobre todo. Las riquezas y la gloria las hay debido a ti, y tú lo estás dominando todo; y en tu mano hay poder y potencia, y en tu mano hay facultad para hacer grande y para dar fuerzas a todos” (Primera de las Crónicas 29: 11,12). 10

Jesucristo también tiene un puesto elevado en el cielo. Colabora con Jehová, que le ha dado gran autoridad. Dios puso todo bajo su mando y “lo hizo cabeza sobre todas las cosas en cuanto a la congregación” (Efesios 1: 22). El apóstol Pablo dijo sobre Jesús: “Dios lo ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del suelo, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre” (Filipenses 2: 9-11). Estamos seguros de que Jesucristo es nuestro legítimo líder. 11

En una visión, el profeta Daniel vio al Anciano de Días sentado en su trono celestial. Cientos de miles

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de ángeles le servían, y millones más estaban de pie delante de él (Daniel 7: 10). La Biblia dice que este gigantesco ejército está al servicio de Dios y que a los ángeles se les envía “para servir a favor de los que van a heredar la salvación” (Hebreos 1: 14). También dice que están organizados en tronos, señoríos, gobiernos y autoridades (Colosenses 1: 16). 12

Cuando reflexionamos en lo que dice la Biblia sobre la parte celestial de la organización de Dios, podemos entender la reacción que tuvo Isaías al “ver a Jehová, sentado en un trono excelso y elevado”, y a “serafines de pie por encima de él”. Se dio cuenta de que era un simple humano imperfecto y temió por su vida. Entonces dijo: “Mis ojos han visto al mismo Rey, Jehová de los ejércitos”. Esta maravillosa visión lo ayudó a comprender la grandeza de esta organización y lo hizo más humilde. Isaías quedó tan impresionado, que cuando desde el cielo se le invitó a anunciar los mensajes de juicio de Jehová, respondió: “¡Aquí estoy yo! Envíame a mí” (Isaías 6: 1-5,8). 13 Lo

mismo nos ocurre a nosotros. El agradecimiento que sentimos al conocer la organización de Jehová nos impulsa a responder con entusiasmo. Así pues, nos esforzamos por seguir el ritmo que marca esta organización y demostrar que confiamos en ella. Comentario de la página 9: Debemos esforzarnos cada vez más por cumplir con la voluntad de Dios. Por lo tanto, necesitamos conocer bien cómo funciona su organización LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ AVANZA 14

En el capítulo 1 de Ezequiel se describe a Jehová dirigiendo un enorme carruaje celestial. Este extraordinario vehículo representa la parte invisible de su organización. En la visión, Ezequiel vio a Jehová al mando del carruaje. Esto significa que él dirige su organización con amor y la utiliza para cumplir su maravilloso propósito (Salmo 103: 20). 15

Cada rueda del carro tiene en su interior otra rueda, que es del mismo diámetro y encaja transversalmente en la rueda que le sirve de base. Solo así puede ir el carro en cualquiera de las cuatro direcciones (Ezequiel 1: 17). Aunque las ruedas pueden cambiar de dirección en un instante, el carro no avanza sin control. Jehová supervisa su organización y no permite que esta decida por sí misma adónde ir. Según Ezequiel 1: 20, las ruedas van adonde el espíritu santo las impulsa. Dicho de otro modo, Jehová usa su espíritu para indicar la dirección que debe tomar su organización. Por tanto, hacemos bien en preguntarnos: “¿Avanzo en la dirección que Jehová indica y al ritmo de su organización?”. 16

Para avanzar al ritmo de la organización de Jehová, no basta con ir a las reuniones y predicar. Es necesario seguir madurando espiritualmente. Por eso queremos poner en primer lugar las cosas más importantes y mantenernos al día con el programa de alimentación espiritual (Filipenses 1: 10; 4: 8,9; Juan 17: 3). Para hacer la voluntad de Jehová, también tenemos que usar bien todo lo que él nos ha dado: recursos materiales, cualidades espirituales y habilidades personales. Es importante cooperar con la organización de Dios, pues una organización solo funciona si hay coordinación y cooperación. En realidad, avanzar al ritmo del carruaje celestial de Jehová implica vivir de acuerdo con el mensaje que predicamos. 17

Gracias a la ayuda que nos da la organización, podemos seguir haciendo la voluntad de Jehová. No olvidemos que es él quien dirige el carruaje celestial. Por tanto, cuando seguimos ese carro, demostramos que lo respetamos y que confiamos en él (Salmo 18: 31). La Biblia dice que a cambio Jehová da fuerzas y paz a su pueblo (Salmo 29: 11). Y nosotros ya disfrutamos de ambas cosas, pues somos el pueblo de Dios. No cabe duda, si hacemos su voluntad, siempre contaremos con su bendición. L

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Od 18-28 ¿QUIÉN ES EL “ESCLAVO FIEL Y DISCRETO”? 4

¿Quiénes son parte de este grupo? Es lógico que, para alimentar espiritualmente a sus seguidores, Jesús use a cristianos ungidos. La Biblia los llama “un sacerdocio real”, y dice que Dios los sacó de la oscuridad y los comisionó para que anunciaran las cosas maravillosas que ha hecho (Primera de Pedro 2: 9; Malaquías 2: 7; Revelación 12: 17). Esto no significa que todos los ungidos son parte del “esclavo fiel”. Pensemos en algo que Jesús hizo cuando alimentó a 5.000 hombres, además de mujeres y niños. Él les dio la comida a sus discípulos, y ellos la repartieron entre la gente (Mateo 14: 19). En esa ocasión, Jesús alimentó a muchos por medio de pocos. En la actualidad sigue el mismo método para darnos alimento espiritual. 5

Esto quiere decir que el esclavo o “mayordomo” está formado por un pequeño grupo de cristianos ungidos que preparan y dan alimento espiritual durante la presencia de Cristo (Lucas 12: 42). Durante los “últimos días”, estos hermanos ungidos han trabajado en la central mundial y forman lo que conocemos como Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. 6

Cristo usa a este grupo para explicar cómo se cumplen las profecías bíblicas y para ayudarnos a vivir de acuerdo con los principios de la Biblia. El esclavo distribuye el alimento espiritual mediante las congregaciones de los testigos de Jehová (Isaías 43: 10; Gálatas 6: 16). En tiempos bíblicos, el mayordomo cuidaba a los demás siervos que vivían en la casa de su amo. De la misma manera, al “esclavo fiel y discreto” se le ha confiado el cuidado de los siervos fieles de Dios de nuestros días. Esto significa que supervisa la predicación y produce publicaciones bíblicas, prepara el programa de las asambleas y nombra hermanos para que se encarguen de diferentes responsabilidades. También administra dinero y propiedades. Toda esta labor beneficia a los “domésticos” (Mateo 24: 45). 7

¿Y quiénes son los domésticos? En pocas palabras, son todos los que reciben el alimento espiritual. Al principio, todos los domésticos eran ungidos. Pero más tarde se les unió una gran muchedumbre de “otras ovejas” (Juan 10: 16). 8

Durante la gran tribulación, cuando Jesús venga a juzgar y destruir a este mundo malvado, pondrá al esclavo a cargo de “todos sus bienes” (Mateo 24: 46,47). Los miembros del esclavo fiel recibirán su recompensa cuando vayan al cielo, donde compartirán la autoridad de Jesús junto con el resto de los 144.000. Entonces ya no habrá un esclavo fiel en la Tierra, pero Jehová y Jesús nombrarán “príncipes” que dirigirán a los súbditos del Reino mesiánico (Salmo 45: 16). POR QUÉ DEBEMOS TENER PRESENTES A QUIENES DIRIGEN LA OBRA 9

Hay muchas razones para tener presentes a quienes dirigen la obra. La primera está en Hebreos 13: 17. Allí, el apóstol Pablo dice que estos hombres se preocupan por nuestro bienestar espiritual. Nos recuerda que si no colaboramos con ellos, no harán su labor con alegría y nosotros nos perjudicaremos. Por eso es vital que seamos obedientes y sumisos cuando nos den instrucciones. Comentario de la página 19: Es vital que seamos sumisos a los hombres que se preocupan por nuestro bienestar espiritual 10

¿Cuál es la segunda razón? Cuando estos hermanos toman decisiones que afectan al pueblo de Dios, se basan en el amor (Primera a los Corintios 16: 14). Pablo dijo sobre esta magnífica cualidad: “El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la

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injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta. El amor nunca falla” (Primera a los Corintios 13: 4-8). ¿Verdad que nos hace sentir seguros que el amor guíe sus decisiones? Y no olvidemos que la dirección que nos dan es una prueba del amor de Jehová. 11

Es cierto que Jehová utiliza a hombres imperfectos para dirigir su organización, pero también en el pasado se valió de hombres imperfectos para cumplir su propósito. Por ejemplo, le encargó a Noé que construyera un arca y que predicara que venía un diluvio (Génesis 6: 13,14,22; Segunda de Pedro 2: 5). Comisionó a Moisés para que sacara a Israel de Egipto (Éxodo 3: 10). Usó a hombres para escribir la Biblia (Segunda a Timoteo 3: 16; Segunda de Pedro 1: 21). Y en el siglo primero les encomendó la dirección de su pueblo a personas imperfectas. Así que el que use a hombres imperfectos para dirigir la obra de predicar no debilita nuestra confianza en su organización. Por el contrario, la fortalece. ¿Por qué lo decimos? Porque, sin la ayuda de Jehová, esta organización no habría logrado tanto, no habría vencido tantos obstáculos ni habría recibido tantas bendiciones como vemos en la actualidad. Todo esto demuestra que el espíritu de Dios está guiando al esclavo fiel. Por consiguiente, debemos confiar en la organización de Jehová y apoyarla incondicionalmente. CÓMO DEMOSTRAMOS NUESTRA CONFIANZA 12

Los hermanos que tienen responsabilidades en la congregación demuestran que confían en Jehová y su organización cuando cumplen con entusiasmo las tareas que se les asignan (Hechos 20: 28). Todos los proclamadores del Reino de Dios demostramos nuestra confianza cuando nos esforzamos por predicar de casa en casa, hacer revisitas y dar clases de la Biblia (Mateo 24: 14; 28: 19,20). También la demostramos cuando aceptamos el alimento espiritual que el esclavo nos ofrece. ¿Cómo podemos aprovecharlo al máximo? Preparándonos para las reuniones y asistiendo a todas ellas, incluidas las asambleas. Además, en esas ocasiones disfrutamos de la compañía de nuestros hermanos, que nos animan y fortalecen (Hebreos 10: 24,25). 13

Otra manera de mostrar confianza en la organización es ofreciendo donaciones monetarias (Proverbios 3: 9,10). Los siervos de Jehová respondemos de inmediato cuando nos enteramos de que nuestros hermanos necesitan ayuda material (Gálatas 6: 10; Primera a Timoteo 6: 18). Lo hacemos porque los amamos, y estamos alerta a las oportunidades que se nos presentan de demostrar gratitud a Jehová y a su organización por todo lo que han hecho por nosotros (Juan 13: 35). 14 Por último, demostramos confianza en la organización cuando apoyamos sus decisiones. Esto significa

seguir con humildad las instrucciones de los hermanos que ocupan puestos de responsabilidad, como los superintendentes de circuito y los ancianos. Debemos ser obedientes a estos hermanos porque ellos también forman parte de quienes dirigen la obra (Hebreos 13: 7,17). Y debemos serlo incluso si no entendemos bien por qué toman algunas decisiones, pues sabemos que es lo mejor para nosotros. Obedecer a la organización de Dios y lo que dice la Biblia prueba que reconocemos a Jesús como nuestro Líder. Si hacemos esto, Jehová nos bendecirá. 15

¿Verdad que nos sobran razones para confiar en el esclavo fiel y discreto? Claro que sí. Pero debemos estar en guardia, porque Satanás está decidido a apartar de Jehová al mayor número posible de personas (Segunda a los Corintios 4: 4). No caigamos en su trampa (Segunda a los Corintios 2: 11). Satanás sabe que le queda poco tiempo, y por eso está haciendo todo lo que puede por manchar el nombre de Jehová y a su organización (Revelación 12: 12). Cuanto más se esfuerce el Diablo por apartarnos de Jehová, más cerca tenemos que estar de nuestro Dios. Por tanto, confiemos siempre en Jehová y en el medio que usa hoy para dirigir a su pueblo unido. L

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Od 44-47 LOS SUPERINTENDENTES DE CIRCUITO 41

El Cuerpo Gobernante nombra a ancianos capaces para que sirvan de superintendentes de circuito. La sucursal les asigna las congregaciones que visitarán, por lo general dos veces al año. También visitan con cierta frecuencia a los precursores que están en lugares aislados. Los superintendentes de circuito preparan un programa de visitas y avisan con suficiente antelación a las congregaciones para que estas se beneficien al máximo. 42

El coordinador del cuerpo de ancianos se encarga de que todo esté listo para la visita. Así, esta fortalecerá la fe de todos (Romanos 1: 11,12). Cuando recibe más información sobre la visita y sobre las necesidades del superintendente y de su esposa, el coordinador se comunica con otros hermanos para conseguir alojamiento y otras cosas necesarias. Les informa a todos, incluido el superintendente de circuito, de los preparativos que se han hecho. 43

El superintendente se comunicará con el coordinador para hablar sobre el horario de las reuniones, incluidas las reuniones para la predicación. Se programarán siguiendo las sugerencias del superintendente y las cartas de la sucursal. Todos deben estar al tanto de dónde y cuándo se celebrarán las reuniones de congregación, así como la reunión con los precursores, la reunión con los ancianos y siervos ministeriales y las salidas para predicar. 44

El coordinador del cuerpo de ancianos se asegura de que el superintendente reciba las tarjetas Registro de publicador de la congregación, las de asistencia a las reuniones, los registros de territorios y la contabilidad de la congregación. El martes por la tarde, el superintendente revisa estos documentos y ve si es necesario ayudar a los hermanos que se encargan de mantenerlos. Este análisis también le permite ver posibles necesidades de la congregación. Si tiene alguna pregunta sobre los documentos, se reunirá con el coordinador o con otro anciano antes de la reunión de esa noche. 45 Durante

la semana de la visita, el superintendente aparta tiempo para conversar con los hermanos en las reuniones, en la predicación, en las comidas y en otras ocasiones. Cuando se reúne con los ancianos y los siervos ministeriales, los anima y les da consejos basados en la Biblia que los ayuden a pastorear el rebaño (Proverbios 27: 23; Hechos 20: 26-32; Primera a Timoteo 4: 11-16). También se reúne con los precursores para animarlos y ayudarlos a enfrentarse a los problemas que pudieran tener para cumplir su labor. 46

Cuando haya otros asuntos que requieran atención, el superintendente hará lo posible durante la visita para ayudar a resolverlos. Por ejemplo, dedicará tiempo a ayudar a los ancianos en caso de que alguien haya cometido un pecado grave y ellos necesiten ayuda para tratar el caso. Si esa semana no pueden resolverlo, indicará a los ancianos o a otros hermanos implicados cómo encontrar lo que la Biblia dice sobre el tema. Si es necesario que la sucursal dé seguimiento al asunto, el superintendente y los ancianos le enviarán un informe detallado. 47

El superintendente asiste a las reuniones de la congregación que está visitando. Estas pueden sufrir cambios de acuerdo con lo que digan las cartas de la sucursal. Dará varios discursos para animar, motivar, instruir y fortalecer a la congregación. Tratará de que los hermanos sientan amor por Jehová, Jesús y la organización. 48

Uno de los objetivos de la visita es animar a los hermanos a predicar con entusiasmo y darles sugerencias prácticas. Por eso, invitar al superintendente o a su esposa a hacer revisitas o estudiar la Biblia con una persona puede hacer mucho bien. Cualquiera que lo desee puede solicitar que lo acompañen en

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el ministerio. Además, es posible que muchos publicadores puedan salir más a predicar durante esa semana e incluso hacer el precursorado auxiliar. Los esfuerzos adicionales que se hagan para apoyar la predicación durante la semana de la visita son muy valiosos (Proverbios 27: 17). 49

Se organizan dos asambleas de circuito al año. A una de ellas, la sucursal envía a un hermano, que será el orador visitante. El superintendente de circuito es el responsable de la organización de estas asambleas. Nombra al superintendente de asamblea y al superintendente auxiliar. Ellos lo ayudan a organizar la asamblea, lo que le permite a él concentrarse en la supervisión del programa. El superintendente de circuito también asigna a otros hermanos para que se encarguen de los diversos departamentos. Al finalizar la asamblea, le pide a alguien que haga una auditoría de la contabilidad del circuito. A veces, los circuitos se dividen en secciones debido a las distancias o a que no hay locales del tamaño adecuado. Cada sección tiene su propia asamblea. 50

El superintendente de circuito envía su informe de predicación mensual a la sucursal. También puede enviar un informe de los gastos básicos que haya tenido y que no haya cubierto la congregación que ha visitado, como transporte, alimentación, hospedaje o cualquier otra cosa necesaria para cumplir con su labor. Jesús les prometió a quienes pusieran el Reino en primer lugar que nunca les faltaría lo necesario, y los superintendentes viajantes confían plenamente en esa promesa (Lucas 12: 31). Por su parte, las congregaciones no deben olvidar el privilegio que tienen de ser hospitalarias con estos hermanos (3 Juan 5-8). L jl lección 22 ¿Qué se hace en una sucursal? Los miembros de la familia Betel trabajan en diversos departamentos con el fin de apoyar la predicación en uno o más países; puede ser traduciendo, imprimiendo, encuadernando, almacenando publicaciones o realizando producciones de audio y video, entre otras cosas. Un Comité de Sucursal supervisa las actividades. El Cuerpo Gobernante delega el funcionamiento de las sucursales en comités compuestos de tres o más ancianos bien capacitados. Estos lo mantienen informado sobre los avances en su región y los problemas que puedan surgir, lo que le permite determinar qué temas se tratarán en futuras publicaciones, así como en reuniones y asambleas. Periódicamente, el Cuerpo Gobernante envía representantes a las sucursales para proporcionar a los Comités de Sucursal pautas que les ayuden a cumplir su comisión (Proverbios 11:14). Durante la visita se celebra una reunión especial en la que el representante de la central mundial pronuncia un discurso para estimular a quienes viven en el territorio de la sucursal. Se brinda apoyo a las congregaciones. En la sucursal se aprueba la formación de congregaciones. También se dirigen las labores de los precursores, los misioneros y los superintendentes de circuito del territorio. Se organizan asambleas, se coordina la construcción de Salones del Reino y se envían publicaciones a las congregaciones. Todo lo que se realiza en una sucursal contribuye a llevar a cabo la predicación de manera sistemática (1 Corintios 14:33, 40). ▪ ¿Cómo apoyan los Comités de Sucursal al Cuerpo Gobernante? ▪ ¿Qué actividades se realizan en una sucursal?

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[Ilustración y recuadro de la página 25] PARA SABER MÁS Quien así lo desee puede hacer un recorrido guiado en cualquiera de nuestras sucursales de lunes a viernes. ¿Por qué no nos visita? Recuerde venir arreglado como si fuera a una reunión. Verá como se fortalece su fe al conocer el lugar que nosotros llamamos Betel. Ks10 2:3, 6-9

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Reuniones cristianas que incitan al amor y las obras excelentes w12 15/4 págs. 30-31 Jehová nos resguarda para la salvación DIOS NOS SOSTIENE DÁNDONOS ÁNIMO 14 David

afrontó muchas circunstancias difíciles en la vida (1 Sam. 30:3-6). Las palabras que escribió bajo inspiración muestran que Jehová era muy consciente de sus sentimientos (léanse Salmo 34:18 y 56:8). Y claro, también está al tanto de los nuestros. Cuando nos invade la tristeza y estamos “quebrantados de corazón” o “aplastados en espíritu”, él se acerca a nuestro lado. Esto en sí ya nos reconforta, como le sucedió a David, quien dijo en uno de sus cánticos: “Estaré gozoso y me regocijaré en tu bondad amorosa, puesto que has visto mi aflicción; has sabido acerca de las angustias de mi alma” (Sal. 31:7). Pero Dios no solo conoce nuestros problemas, sino que nos sostiene dándonos consuelo y ánimo. Y uno de los medios que emplea para ello son las reuniones cristianas. 15

La experiencia de Asaf nos ayuda a comprender uno de los beneficios de asistir a las reuniones. Este sacerdote había visto tantas injusticias que llegó a dudar de que adorar a Dios sirviera de algo y se desanimó. “Mi corazón se había agriado, y en mis riñones yo sentía dolores agudos”, admitió. Como consecuencia, casi había dejado de servir a Jehová. Pero ¿qué le ayudó a recobrar el equilibrio? Él mismo señaló que fue “entrar en el magnífico santuario de Dios”. Allí, rodeado de sus hermanos en la fe, recuperó la perspectiva correcta. Comprendió que el éxito de los malvados era temporal y que Jehová terminaría poniendo todo en orden (Sal. 73:2, 13-22). Hoy nos encontramos en una situación parecida. Puede que nos sintamos agotados por tener que soportar las injusticias del mundo controlado por Satanás. Pero al reunirnos con nuestros hermanos recibimos alivio y ayuda para seguir sirviendo a Jehová con L gozo. be pág. 33-pág. 34 La investigación eficaz La investigación eficaz EL REY SALOMÓN “meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos proverbios ordenadamente”. ¿Por qué? Porque se interesó en escribir “palabras correctas de verdad” (Ecl. 12:9, 10). Por su parte, Lucas indagó “todas las cosas desde el comienzo con exactitud”, a fin de narrar en orden lógico los sucesos de la vida de Cristo (Luc. 1:3). Ambos siervos de Dios llevaron a cabo una investigación. ¿Qué es investigar? Es buscar con detenimiento información sobre un asunto concreto. Para ello es preciso leer, aplicar los métodos y técnicas de estudio, y quizá preguntar a otras personas. ¿En qué situaciones se requiere investigar? He aquí algunos ejemplos: en su estudio o lectura personal de la Biblia le surgen incógnitas que considera importantes; alguien a quien predica le formula una pregunta que usted desearía contestar aportando datos exactos, o se le ha encomendado pronunciar un discurso. Centrémonos en este último caso. La información que debe abarcar tal vez dé la impresión de ser muy general. ¿Cómo podría aplicarla a las circunstancias locales? Enriquézcala investigando. Un aspecto en apariencia obvio resulta informativo y hasta motivador cuando lo apoya algún dato estadístico o un ejemplo adecuado con el que se identifiquen los oyentes. Es posible que la información con la que trabaja se haya publicado pensando en lectores de todo el mundo, pero usted debe ampliarla, ilustrarla y adaptarla a una congregación o persona en particular. ¿Cómo lo logrará?

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Antes de iniciar la investigación, piense en su auditorio. ¿Qué es lo que ya sabe? ¿Qué necesita saber? Luego determine su objetivo. ¿Es explicar, convencer, refutar, o motivar? Explicar significa ampliar la información a fin de esclarecer un asunto; aunque los hechos fundamentales se entiendan, quizá tenga que indicar el cuándo o el cómo. Convencer requiere dar razones que muestren el porqué, e incluye la exposición de los hechos correspondientes. Refutar exige un conocimiento exacto de los dos lados de una cuestión, además de un análisis detenido de las pruebas. Claro está, no solo procuramos emplear argumentos de peso, sino también exponerlos con tacto. Motivar supone tocar el corazón de los oyentes, incentivarlos, infundirles el deseo de actuar en consonancia con lo que se dice. Para ello son muy útiles los ejemplos de personas que hayan obrado así pese a afrontar diversas dificultades. ¿Ya está listo para empezar? No del todo. Piense en la cantidad de información que necesita. El tiempo suele ser un factor importante. Si va a hablar en público, ¿de cuánto dispondrá? ¿De cinco minutos? ¿De cuarenta y cinco? ¿Está la duración ya fijada, como en las reuniones de la congregación, o es más flexible, como en un estudio bíblico o una visita de pastoreo? Por último, ¿qué fuentes de información están a su alcance? Aparte de las que tiene en casa, ¿hay más en la biblioteca del Salón del Reino? ¿Le permitirían los hermanos que llevan muchos años sirviendo a Jehová examinar las que poseen? ¿Existe alguna biblioteca pública cercana con obras de L consulta que podría utilizar? be pág. 49-pág. 51 La preparación de discursos dirigidos a los hermanos Reunión de Servicio Los discursos basados en un artículo de Nuestro Ministerio del Reino presentan un reto algo distinto, pues lo que suele requerirse no es seleccionar los aspectos más apropiados, sino transmitir al auditorio toda la información programada. Ayude a los asistentes a comprender cómo los textos bíblicos respaldan los consejos que se dan (Tito 1:9). En la mayoría de los casos, el tiempo limitado de que disponga no le permitirá incorporar otros puntos. Por otra parte, quizá se le invite a pronunciar un discurso que, en vez de basarse en Nuestro Ministerio del Reino, haga referencia a un artículo de La Atalaya o tenga que desarrollarse a partir de unas pocas frases. En su función de maestro, a usted le corresponde examinar las necesidades de la congregación a la luz de la información asignada. Tal vez convenga emplear una ilustración breve y pertinente, o quizá relatar alguna experiencia oportuna. Recuerde que su misión no es solo hablar del tema, sino hacerlo de tal modo que contribuya a que la congregación cumpla la tarea que la Palabra de Dios encomienda y halle gozo en llevarla a cabo (Hech. 20:20, 21). Al prepararse, piense en las circunstancias de quienes componen la congregación. Elógielos por los logros que ya estén alcanzando. ¿De qué manera contribuiría a aumentar su eficacia y gozo en el ministerio el que pusieran en práctica las recomendaciones que aparecen en la información programada? ¿Incluye su asignación alguna demostración o entrevista? En ese caso, prepárela con bastante antelación. Quizá se sienta tentado a delegar en alguien esta tarea, pero eso no siempre produce los mejores resultados. Haga todo lo posible por ensayar estos aspectos de su intervención antes del día de la reunión, y cerciórese de que se presenten de tal forma que realcen la instrucción que se imparta.

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Asambleas Es posible que a hermanos con excelentes cualidades espirituales que sean oradores y maestros eficientes se les solicite con el tiempo que tomen parte en el programa de una asamblea. Las reuniones de este tipo constituyen verdaderos hitos en la educación teocrática. Para tales asignaciones quizá se facilite un discurso que será leído textualmente, un bosquejo, las instrucciones para la escenificación de un drama bíblico que tiene aplicación moderna o un párrafo con algunas directrices. Si se le concede este privilegio, estudie con detenimiento la información hasta apreciar por qué es valiosa. El discurso leído debe exponerse con total fidelidad al texto escrito, sin cambiar la redacción ni reestructurarlo. El orador designado lo estudia para percibir con claridad cuáles son los puntos principales y cómo se explican. Practica la lectura en voz alta hasta que puede pronunciarlo con el énfasis, entusiasmo, afecto, sentimiento, sinceridad y convicción debidos. Además, procura que el volumen y la intensidad de la voz sean adecuados para un auditorio numeroso. Si el discurso se basa en un bosquejo, el orador debe organizar la información ciñéndose a él. En vez de leer algunas de sus frases durante la intervención o redactar con él un discurso leído, ha de expresarse con naturalidad y sentimiento. Es importante que se ajuste al tiempo indicado a fin de presentar con claridad todos los puntos clave, valiéndose de las ideas y pasajes bíblicos que los apoyan. No debe permitir que, por incluir ideas adicionales de su preferencia, quede excluida alguna de las que figuran en el bosquejo. La Palabra de Dios, claro está, es el fundamento de nuestra enseñanza, y los ancianos cristianos tienen la responsabilidad de “predica[r] la palabra” (2 Tim. 4:1, 2). Por consiguiente, el conferenciante prestará especial atención a los pasajes bíblicos citados, utilizándolos para razonar y señalando su aplicación. No postergue la preparación ¿Sirve en una congregación donde dispone de muchas ocasiones para pronunciar discursos? ¿Cómo puede cumplir bien con todas ellas? No preparándose a última hora. Los discursos que realmente benefician a la congregación exigen reflexión previa. Por tanto, acostúmbrese a leer la información en cuanto se le notifique que ha de presentarla, pues así podrá pensar en ella mientras realiza otras actividades. En los días o semanas que precedan al discurso, tal vez oiga comentarios que le permitan dar una mejor aplicación, o quizá surjan situaciones que pongan de relieve lo oportuno del tema. Aunque leer y meditar tan pronto reciba la asignación le tomará tiempo, será tiempo bien invertido. Cuando por fin se siente a preparar la exposición de las ideas del bosquejo, cosechará las ventajas de haber pensado en ellas con suficiente antelación. Seguir este consejo reducirá considerablemente el nerviosismo y contribuirá a que la disertación sea práctica y llegue al corazón de los hermanos. En la medida en que valoremos el don que se nos ha otorgado de participar en el programa educativo que Jehová brinda a su pueblo, honraremos a Dios y seremos una bendición para quienes lo aman (Isa. 54:13; Rom. 12:6-8). L be pág. 52-pág. 55 La preparación de discursos públicos La preparación de discursos públicos EN CASI todas las congregaciones de los testigos de Jehová se pronuncian discursos públicos semanales sobre un tema bíblico. Si usted es anciano o siervo ministerial, ¿muestran sus discursos que es un orador competente, un maestro? En tal caso, quizá se le asigne un discurso público. La Escuela del Ministerio

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Teocrático ha capacitado a decenas de miles de hermanos para este privilegio de servicio. ¿Por dónde debe empezar si se le encarga un discurso público? Estudie el bosquejo Antes de emprender cualquier investigación, lea el bosquejo y medite en él hasta captar su sentido. Tenga presente el tema, que se expone en el título del discurso. ¿Qué pretende enseñar usted al auditorio? ¿Cuál es su objetivo? Familiarícese con los encabezamientos principales y analícelos. ¿Qué relación guardan con el tema? Debajo de cada uno hay ideas secundarias, seguidas a su vez por los puntos que las respaldan. Fíjese en la forma en que cada sección del bosquejo se apoya en la anterior, conduce a la siguiente y contribuye al objetivo del discurso. Una vez comprenda el tema de la conferencia, así como su propósito y el modo en que los conceptos principales permiten alcanzarlo, podrá empezar a elaborar la disertación. Al principio, quizá vea conveniente considerar que el discurso se compone de cuatro o cinco porciones más cortas, cada una con un punto principal, y entonces prepararlas por separado. El bosquejo que se le facilita es solo un instrumento de trabajo, y no se pretende que constituya el esquema final con el que pronuncie el discurso. No es más que un esqueleto al que tendrá, por así decirlo, que añadirle carne, implantarle un corazón e insuflarle vida. Empleo de la Biblia Jesucristo y sus discípulos basaron su enseñanza en las Escrituras (Luc. 4:16-21; 24:27; Hech. 17:2, 3). Usted puede seguir su ejemplo. La Palabra de Dios debería ser el fundamento de su discurso. En lugar de limitarse a explicar las declaraciones que figuran en el bosquejo y señalar su aplicación, determine qué respaldo bíblico tienen y centre su enseñanza en las Escrituras. Al preparar el discurso, examine los versículos citados y observe su contexto. Puede que algunos de ellos solo faciliten información general útil, así que no será preciso que los lea o comente todos. Más bien, seleccione los más adecuados para su auditorio. Si se concentra en los pasajes que se citan en el bosquejo impreso, es probable que no necesite ninguna otra referencia bíblica. La eficacia de un discurso no depende de la cantidad de textos bíblicos que se empleen, sino de la calidad de la enseñanza. Al dar introducción a los versículos, indique la razón por la que se utilizan. Dedique tiempo a mostrar su aplicación. Si después de leerlos mantiene la Biblia abierta mientras los explica, es probable que los oyentes hagan lo mismo. ¿Cómo puede despertar su interés y ayudarlos a obtener más provecho de la Palabra de Dios? (Neh. 8:8, 12.) Lo logrará explicando los textos bíblicos, ilustrándolos y señalando su aplicación. Explicaciones. Cuando prepare la explicación de un pasaje clave, pregúntese: “¿Qué significa? ¿Por qué motivo lo empleo en el discurso? ¿Qué pudieran preguntarse los oyentes sobre este versículo?”. Tal vez se requiera que examine el contexto, el marco histórico, las circunstancias, la fuerza de las palabras o la intención del escritor inspirado. Para ello necesita investigar, y en las publicaciones del “esclavo fiel y discreto” hallará todo un caudal de información (Mat. 24:45-47). No intente explicar todo aspecto del versículo. Más bien, señale su relación con el punto que esté tratando y que esa es la razón por la que solicita al auditorio que lo lea. Ilustraciones. Tienen el propósito de llevar a los oyentes a un nivel superior de comprensión o de ayudarlos a que recuerden algún punto o principio, permitiéndoles relacionar lo que usted les dice con lo que ya conocen. Jesús empleó este recurso en su famoso Sermón del Monte. “Las aves del cielo”, “los lirios

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del campo”, una “puerta angosta”, una “casa sobre la masa rocosa”, entre otras muchas expresiones, contribuyeron a que su enseñanza fuera enérgica, clara e inolvidable (Mat., caps. 5–7). Aplicaciones. Aunque explicar e ilustrar un pasaje bíblico imparte conocimiento, es la aplicación de tal conocimiento lo que produce resultados positivos. Y si bien es cierto que la responsabilidad de actuar en consonancia con el mensaje bíblico corresponde a los oyentes, usted puede ayudarlos a percibir lo que se espera de ellos. Una vez esté convencido de que comprenden tanto el versículo en cuestión como su relación con el tema, deténgase a mostrarles el efecto del pasaje en materia de doctrina y conducta. Recalque los beneficios de desechar las ideas erróneas o el comportamiento contrario a las verdades que enseñe. Cuando reflexione sobre la aplicación de los textos, recuerde que los integrantes de su auditorio poseen muy diversos antecedentes y circunstancias. Entre los asistentes tal vez haya recién interesados, personas jóvenes o ancianas, y otros quizá luchen con una amplia gama de problemas personales. Procure, pues, que su discurso sea práctico y realista. Por otro lado, no dé consejos que parezcan dirigirse a una minoría de oyentes. Decisiones que corresponden al orador Algunos aspectos de su discurso ya están determinados. Por ejemplo, las ideas principales se indican con claridad, así como el tiempo en que abarcar cada una. Sin embargo, otras decisiones le corresponden a usted. Quizá vea oportuno dedicar más tiempo (o menos) a ciertos puntos secundarios. No piense que ha de dar el mismo tratamiento a cada uno de ellos, pues eso podría inducirlo a ir tan rápido que abrume al auditorio con una avalancha de información. ¿Cómo determinar qué aspectos tratará con detalle y cuáles mencionará brevemente o de pasada? Pregúntese: “¿Qué puntos me ayudarán a transmitir la idea central del discurso? ¿Cuáles, probablemente, beneficiarán más al auditorio? ¿Quedarán debilitados los argumentos por la omisión de una cita bíblica y de la idea correspondiente?”. Guárdese de expresar conjeturas u opiniones personales. Ni siquiera Jesús, el Hijo de Dios, ‘habló por sí mismo’, es decir, por su cuenta (Juan 14:10). No olvide que la gente acude a las reuniones de los testigos de Jehová para oír hablar de la Biblia. Si a usted se le considera un buen orador, probablemente se deba a que no dirige la atención a sí mismo, sino a la Palabra de Dios. Esta es la razón por la que se aprecian sus discursos (Fili. 1:10, 11). Una vez haya convertido lo que no es más que un bosquejo en una explicación bíblica sustanciosa, habrá llegado el momento de ensayar. Le será útil practicar en voz alta, pero lo importante es que se asegure de que todos los puntos quedan bien grabados en su mente. Debe ser capaz de expresarse con el corazón, llevar a cabo una exposición entusiasta de la verdad e insuflar vida al discurso. Antes de pronunciarlo, piense en lo siguiente: “¿Qué pretendo lograr? ¿Se destacan los puntos principales? ¿He conseguido que las Escrituras constituyan la base del discurso? ¿Se van sucediendo con naturalidad los puntos principales? ¿Infunde el discurso aprecio por Jehová y sus dádivas? En cuanto a la conclusión, ¿guarda relación directa con el tema, indica a los oyentes qué deben hacer y los impulsa a ello?”. Si la respuesta a estas preguntas es sí, entonces ya puede ‘hacer el bien con el conocimiento’, para beneficio de la congregación y la alabanza de Jehová (Pro. 15:2). L

[Recuadro de la página 55] DISCURSOS CON LA ASISTENCIA DE UN INTÉRPRETE Puesto que a menudo existen muchos grupos lingüísticos en un país, es posible que se solicite a los oradores que pronuncien discursos bíblicos con la asistencia de un intérprete. Si se ve en esta circunstancia, las siguientes pautas les serán de utilidad a usted y al traductor.

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• La eficacia del discurso dependerá en buena medida del intérprete. Incluso si este tiene experiencia, hará un mejor trabajo si usted lo ayuda a prepararse. • Por lo general, deberá acortar el discurso en al menos un tercio, a fin de permitir tiempo para la interpretación. (El lenguaje de señas es una excepción, pues la interpretación puede ser casi simultánea.) • Antes de su intervención, repase con el intérprete el esquema general y el objetivo de la conferencia. Si se trata de un discurso que haya de leerse en una asamblea, muéstrele el texto al intérprete con bastante antelación. • Indíquele los pasajes bíblicos que utilizará. Compruebe que la Biblia vernácula transmita la misma idea que la suya. Señale al intérprete qué expresiones de los versículos destacará o explicará. • Determine si los textos bíblicos se leerán en ambos idiomas o en uno solo. Tal vez baste con la lectura en la lengua de destino. • La rápida enunciación de fechas, números o textos bíblicos puede dificultar la interpretación. Haga las pausas oportunas y, si es posible, dé las cifras en números redondos. • Mencione al intérprete las ilustraciones, los modismos y las expresiones poco comunes que piensa utilizar. Cerciórese de que las entiende y de que es posible transmitir los conceptos en la lengua de destino. • Hable con frases cortas. Exprese pensamientos completos antes de ceder la palabra al intérprete, pues este traducirá ideas, no necesariamente palabra por palabra. Deje que el intérprete termine de exponer cada idea antes de proseguir. • La labor del intérprete depende de que usted hable con el suficiente volumen y articule bien las palabras. Ks10 2:24-30

Od 56-61 LA REUNIÓN PÚBLICA 5

Normalmente, los fines de semana se celebra la Reunión Pública junto con el Estudio de La Atalaya. Se llama “Reunión Pública” porque en ella se presenta un discurso bíblico pensado para el público en general. Algunas personas quizás asistan por primera vez. Estos discursos no solo ayudan a satisfacer las necesidades espirituales de quienes comienzan a reunirse con nosotros, sino también las de quienes ya son miembros de la congregación (Hechos 18: 4; 19: 9,10). 6

Jesús, sus apóstoles y otros cristianos también tuvieron reuniones públicas parecidas a las de hoy. No cabe duda de que Jesús fue el mejor orador de la historia. De hecho, se dijo que nunca había hablado nadie como él (Juan 7: 46). Asombraba a la gente porque hablaba con autoridad (Mateo 7: 28,29). Las personas que tomaron en serio sus palabras disfrutaron de muchas bendiciones (Mateo 13: 16,17). Los apóstoles imitaron a su maestro. Encontramos un ejemplo en Hechos 2: 14-36. Allí leemos el convincente discurso que dio Pedro el día del Pentecostés del año 33, discurso que motivó a miles de L personas a hacer cambios en su vida. Años después, Pablo dio un discurso en Atenas que resultó en que algunos de sus oyentes se hicieran cristianos (Hechos 17: 22-34).

53 7 Hoy día, millones

asisten a los discursos públicos que se presentan cada semana en las congregaciones, así como a los que se pronuncian en las asambleas. Estos discursos nos ayudan a recordar las enseñanzas cristianas y a no dejar de servir al Reino. Invitemos a las personas interesadas y al público en general a estas reuniones, pues así conocerán mejor las enseñanzas básicas de la Biblia. 8

¿De qué se habla en esta reunión? Se tratan temas doctrinales o proféticos, principios bíblicos o consejos sobre el matrimonio o la familia, los desafíos que enfrentan los jóvenes y la moral cristiana. Algunos discursos hablan de la maravillosa creación de Jehová. Y otros se centran en las lecciones que aprendemos de los sobresalientes ejemplos de fe, valor e integridad que encontramos en la Biblia. 9 Para

aprovechar al máximo esta reunión, debemos escuchar con atención y buscar y leer en la Biblia los textos que el orador lea y explique (Lucas 8: 18). Así nos “aseguraremos de todas las cosas” que se digan y nos resolveremos a aplicar en nuestra vida lo que aprendamos (Primera a los Tesalonicenses 5: 21). 10

Las congregaciones tendrán un discurso público cada semana. Para ello contarán con los oradores de su congregación y de otras cercanas. Si no encuentran oradores suficientes, presentarán discursos públicos tan a menudo como sea posible. EL ESTUDIO DE LA ATALAYA 11

El Estudio de La Atalaya suele hacerse después del discurso público. En esta reunión se analizan, por medio de preguntas y respuestas, artículos de la edición de estudio de la revista La Atalaya. Mediante esta revista Jehová nos da el alimento espiritual al tiempo apropiado. 12

Estos temas nos ayudan a aprender a usar los principios bíblicos en nuestra vida. Nos hacen fuertes para que resistamos “el espíritu del mundo” y no hagamos cosas malas (Primera a los Corintios 2: 12). Nos aclaran las doctrinas y profecías bíblicas, lo que nos permite estar al día con la manera de entender la verdad y permanecer en la “senda de los justos” (Salmo 97: 11; Proverbios 4: 18). Asistir a esta reunión y participar en ella nos ayuda a esperar felices las promesas de Jehová de un mundo justo (Romanos 12: 12; Segunda de Pedro 3: 13). También contribuye a que crezca nuestro deseo de servir a Dios con entusiasmo y a que cultivemos el fruto del espíritu (Gálatas 5: 22,23). Nos fortalece para que resistamos las pruebas y nos ayuda a poner un buen fundamento para que alcancemos “la vida que realmente lo es”, la vida eterna (Primera a Timoteo 6: 19; Primera de Pedro 1: 6,7). 13 Desde luego, para aprovechar al máximo este alimento, tenemos que prepararnos, solos o con nuestra

familia, buscar los textos y comentar en la reunión con nuestras palabras. Estas expresiones de fe benefician a quienes nos escuchan, y al mismo tiempo nosotros nos beneficiamos al escuchar atentamente los comentarios de los demás. Todo esto hace que se nos grabe en el corazón lo que aprendemos. VIDA Y MINISTERIO CRISTIANOS 14

La congregación se reúne todas las semanas en el Salón del Reino para celebrar una reunión de tres partes llamada Vida y Ministerio Cristianos. Su objetivo es ayudarnos a cumplir mejor con el trabajo que Dios nos ha encargado (Segunda a los Corintios 3: 5,6). Todos los meses recibimos la publicación Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos, donde aparece el programa de la reunión, la información que se analizará y también los bosquejos de algunas presentaciones para la predicación. 15

La primera parte de la reunión se llama Tesoros de la Biblia. Nos ayuda a conocer el marco histórico y el contexto de los relatos bíblicos y a sacar lecciones prácticas. Esta sección consta de un discurso, una lectura bíblica y un análisis con el auditorio de la lectura semanal de la Biblia. En la Guía de actividades aparecen ayudas para la enseñanza, como dibujos, gráficos y ejercicios. Gracias a este análisis profundo de

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la Biblia, seremos mejores maestros y mejores cristianos, y estaremos preparados para efectuar “toda buena obra” (Segunda a Timoteo 3: 16,17). 16

La segunda parte de la reunión se llama Seamos Mejores Maestros y está pensada para ayudarnos a predicar mejor. Se analizan videos y artículos de la Guía de actividades y de otras publicaciones. Además, se asigna a hermanos y a hermanas para que demuestren cómo iniciar conversaciones, hacer revisitas y dar cursos bíblicos. Esta sección de la reunión nos ayuda a tener “la lengua de los enseñados” y nos prepara para saber “responder al cansado” (Isaías 50: 4). 17 La

tercera parte de la reunión se llama Nuestra Vida Cristiana y nos ayuda a guiarnos por los principios bíblicos en nuestra vida diaria (Salmo 119: 105). La parte principal de esta sección es el Estudio Bíblico de la Congregación. Al igual que en el Estudio de La Atalaya, la información se analiza por preguntas y respuestas: se leen los párrafos, se hacen las preguntas, se escuchan los comentarios del auditorio y se leen algunos textos bíblicos. Antes de concluir con una canción y la oración, se hace un breve repaso de toda la reunión y se dice qué se analizará la semana siguiente. 18

Cuando llega el nuevo ejemplar de la Guía de actividades, el coordinador del cuerpo de ancianos o un colaborador suyo lo repasa con detenimiento y asigna cada una de las intervenciones. Al hacerlo, tendrá en cuenta los comentarios del superintendente de la reunión Vida y Ministerio. Este hermano u otro anciano que sea un buen maestro y que haya sido aprobado por el cuerpo de ancianos presidirá la reunión. Debe encargarse de que esta comience y termine puntualmente y de dar consejo a algunos de los participantes en el programa. 19

Prepararnos para esta reunión, asistir regularmente y participar en ella nos ayudará a conocer y comprender mejor la Biblia y los principios que contiene. Además, nos hará ganar confianza en la predicación y ser mejores maestros. Esta reunión también beneficiará a los que todavía no son testigos de Jehová, pues disfrutarán de compañía agradable y de magnífica enseñanza espiritual. A fin de prepararnos para esta y para las demás reuniones, contamos con la Watchtower Library, la aplicación JW Library, la BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower (si están disponibles en nuestro idioma), la Guía de estudio para los testigos de Jehová y la biblioteca del Salón del Reino. Esta biblioteca contiene las publicaciones editadas por los testigos de Jehová, el Índice de las publicaciones Watch Tower, diferentes versiones de la Biblia, una concordancia, un diccionario y otras obras de consulta. Cualquiera puede usar esta biblioteca L antes o después de las reuniones. km 3/15 págs. 3-6 Reuniones para el servicio del campo que cumplen su objetivo Reuniones para el servicio del campo que cumplen su objetivo 1

En una ocasión, Jesús se reunió con 70 de sus discípulos antes de enviarlos a predicar (Luc. 10:1-11). Los animó recordándoles que no estaban solos y que quien los guiaba era el “Amo de la mies”, Jehová. Además, les dio instrucciones que los ayudaron a cumplir con su comisión y los organizó para que fueran “de dos en dos”. Hoy en día, las reuniones para la predicación tienen el mismo objetivo: animarnos, instruirnos y organizarnos. 2

Hasta ahora, las reuniones para el servicio del campo duraban entre 10 y 15 minutos. En ese tiempo se organizaban los grupos, se asignaban los territorios y se hacía una oración. Pero a partir de abril, estas reuniones durarán entre 5 y 7 minutos. Y si se hacen después de otra reunión de congregación, deberán durar menos todavía, puesto que quienes asistan ya habrán disfrutado de un buen programa espiritual. El que las reuniones para el servicio del campo sean más breves permitirá a los publicadores pasar más

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tiempo en el ministerio. Además, para los precursores y publicadores que hayan empezado a predicar antes de la reunión solo significará una breve interrupción. 3

Las reuniones para el servicio del campo deben organizarse de la manera que sea más práctica para los publicadores. Muchas congregaciones han visto las ventajas de que cada grupo de predicación se reúna en un lugar distinto, y así las reuniones para el servicio del campo y el territorio tal vez les queden más cerca a todos. De ese modo es más fácil organizar a los hermanos y que los superintendentes de grupo atiendan a quienes tienen a su cargo. El cuerpo de ancianos decidirá qué es lo mejor para la congregación teniendo en cuenta las necesidades locales. Antes de concluir la reunión con una oración breve, todos deberían saber dónde irán a predicar y quién será su compañero. 4

Tan importantes como las demás reuniones de congregación. A estas reuniones solo asisten los publicadores que van a salir a predicar, no necesariamente toda la congregación. Sin embargo, eso no significa que puedan tomarse a la ligera o que sean menos importantes que otras reuniones. Como todas las demás, son un regalo de parte de Jehová que nos motiva a mostrarnos amor unos a otros y a hacer buenas obras (Heb. 10:24, 25). De ahí que quienes las dirijan deban ir bien preparados a fin de que la reunión dé honra a Jehová y sea beneficiosa para quienes asistan. Siempre que sea posible, los publicadores que salgan a predicar deberían hacer el esfuerzo de estar presentes. 5

Cómo prepararse para dirigirla. Para que alguien se prepare bien una asignación, tiene que recibirla con suficiente antelación. En el caso de las reuniones para el servicio del campo ocurre lo mismo. Cuando los grupos de predicación se reúnan en diferentes sitios, los superintendentes de grupo y sus auxiliares llevarán a cabo las reuniones. Pero cuando toda la congregación salga a predicar desde un mismo lugar, el superintendente de servicio asignará a alguien para que la dirija. Algunos superintendentes de servicio les dan un programa a todos los hermanos que están asignados y también lo cuelgan en el tablero de anuncios. Como la calidad de la reunión dependerá de la capacidad de enseñar y organizar que tengan estos hermanos, el superintendente de servicio elegirá con buen criterio a quienes dirijan la reunión. Si algunos días no hay ningún anciano, siervo ministerial o hermano bautizado cualificado que las dirija, el superintendente de servicio debe asignar a una hermana bautizada con experiencia. (Vea el apartado “Si una hermana tiene que dirigir la reunión”.) 6

Cuando se nos da una asignación en la Escuela del Ministerio Teocrático o la Reunión de Servicio, la tomamos en serio y nos preparamos bien. Pocos esperarían a estar de camino a la reunión para ponerse a pensar en lo que dirán. Si nos asignan dirigir una reunión para el servicio del campo, deberíamos verlo de la misma manera. Ahora que la reunión será más corta, es importante prepararnos bien para que sea instructiva y acabe a tiempo. La buena preparación también implica que consigamos territorio antes de la reunión. 7

De qué hablar. Las circunstancias varían de un lugar a otro, por lo que el esclavo fiel no ha preparado un bosquejo para cada reunión de este tipo. El recuadro “Qué incluir en las reuniones para el servicio del campo” plantea varias posibilidades. Por lo general, en estas reuniones se pedirá la participación de los presentes. De vez en cuando, también se puede incluir una demostración o algún video de jw.org apropiado para la predicación. Al prepararse, quien dirija la reunión para predicar debe pensar en lo que animará y servirá de instrucción a los hermanos que vayan a salir ese día. 8

Los sábados, la mayoría de los publicadores ofrecen las revistas La Atalaya y ¡Despertad! Muchos que salen a predicar los sábados no pueden hacerlo durante la semana, así que tal vez les cueste acordarse de la presentación que practicaron en su Noche de Adoración en Familia. Por esa razón, podría ser conveniente que el hermano que dirija la reunión repase alguna de las presentaciones que aparecen en la

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última página de Nuestro Ministerio del Reino. Otra posibilidad sería analizar cómo incorporar a la presentación de las revistas alguna noticia, evento o festividad de la zona. También se podría comentar cómo preparar el terreno para volver a visitar a alguien que se quedó con las revistas. Además, si entre los presentes hay algún publicador que ya haya estado ofreciendo las revistas del mes, se le puede pedir que dé brevemente alguna sugerencia o que cuente alguna experiencia animadora que haya tenido. Los domingos se podría hacer algo parecido con las publicaciones que se estén ofreciendo ese mes. En las reuniones para el servicio del campo también se puede hablar de cómo presentar algunas publicaciones, por ejemplo los folletos Buenas Noticias y Escuche a Dios o el libro Enseña, que ofrecemos cualquier día y usamos en nuestros cursos bíblicos. 9

Cuando la congregación esté participando en una campaña especial, los fines de semana se podría analizar cómo ofrecer las revistas junto con la invitación o el tratado, o qué hacer en caso de que alguien muestre interés en el mensaje. Otra idea sería contar experiencias que destaquen la importancia de nuestras campañas. 10 Cómo pueden

prepararse los publicadores. El éxito de la reunión también depende de los publicadores que asistan. Si se preparan de antemano para predicar —quizás durante su adoración en familia—, harán comentarios significativos en la reunión. Para estar bien preparados, debemos obtener antes de la reunión las publicaciones que necesitamos. Así no nos demoraremos en llegar al territorio. 11

Es igualmente importante esforzarnos por llegar a la reunión unos minutos antes de que empiece, como hacemos en el caso de las demás reuniones de congregación. Si llegamos tarde, además de interrumpir, podríamos complicar los planes que ya se hayan hecho. ¿En qué sentido? Bueno, el hermano que lleva a cabo la reunión toma en cuenta varios factores antes de organizar al grupo. Por ejemplo, si hay pocos en la reunión, tal vez envíe a todos a un territorio que no se ha terminado de predicar. En caso de que el territorio esté lejos, tal vez asigne a quienes no tienen vehículo con quienes sí tienen. Y si van a predicar a una zona peligrosa, quizás les pida a algunos de los hermanos que prediquen cerca de un grupo de hermanas o con ellas. Si algún publicador está enfermo, tal vez lo envíe a una calle sin cuestas o a casas con pocas escaleras. O puede que les pida a los publicadores más experimentados que salgan con los más nuevos. Pero si llegamos tarde, lo más seguro es que el hermano tenga que reorganizar las parejas y cambiar los planes. Por supuesto, a todos nos puede pasar alguna vez que lleguemos tarde por una razón de peso. Sin embargo, si lo hacemos por costumbre, tal vez tendríamos que pensar si es porque nos falta aprecio por las reuniones para predicar o si es porque tenemos que organizarnos mejor. 12

Los publicadores pueden llegar con planes para predicar con alguien o pueden esperar a que el hermano que dirige la reunión les asigne un compañero. Pero si somos de los que normalmente salimos con los mismos hermanos, ¿podríamos ampliar nuestro círculo y predicar con otros publicadores? (2 Cor. 6:11-13.) ¿Podríamos de vez en cuando salir al ministerio con un publicador nuevo y ayudarlo a hacerse mejor maestro? (1 Cor. 10:24; 1 Tim. 4:13, 15.) Durante la reunión, prestemos atención a cualquier instrucción que se nos dé, como el sitio donde debemos empezar a predicar. Una vez concluida, intentemos no cambiar los planes y vayamos hacia el territorio lo antes posible. 13

Los 70 discípulos que Jesús organizó para predicar “volvieron con gozo” (Luc. 10:17). Sin duda, el que Jesús se reuniera con ellos antes de aquella misión contribuyó a que tuvieran éxito. Nuestras reuniones para el servicio del campo tienen un efecto parecido. Si todos ponemos de nuestra parte, estas reuniones nos animarán, nos instruirán y nos ayudarán a organizarnos para llevar a cabo la comisión de dar “testimonio a todas las naciones” (Mat. 24:14).

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[Recuadro de la página 6] Si una hermana tiene que dirigir la reunión La hermana deberá cubrirse la cabeza cuando dirija la reunión y, por lo general, estará sentada. Tratará la misma información en la reunión que si un hermano la dirigiera. Aunque no dará la apariencia de estar enseñando, podrá iniciar el análisis de un tema entre los asistentes. Si le pide a otra hermana bautizada que haga la oración, esta también tendrá que cubrirse la cabeza. En el caso de que llegue un hermano bautizado mientras la hermana lleva a cabo la reunión, ella le pedirá al hermano que continúe. Es responsabilidad del superintendente de servicio prever situaciones incómodas y dar las debidas instrucciones para evitarlas. Por ejemplo, puede darse el caso de que un jovencito que esté bautizado asista a una reunión para el servicio del campo y una hermana la esté dirigiendo. Si los ancianos opinan que el joven no está preparado para encargarse de la reunión pero sí para orar en público, el superintendente de servicio hablará de antemano con ambos para que ella lleve a cabo la reunión y él haga la oración. O puede que haya un hermano bautizado que no deba dirigir las reuniones o hacer la oración por razones que los ancianos conocen. Sin revelar detalles confidenciales, los ancianos deberían informar a la hermana que dirige la reunión que es ella quien debe encargarse y hacer la oración aunque el hermano esté presente. A su vez, los ancianos deben informar al hermano de los días en que habrá hermanas encargadas de dirigir las reuniones para predicar. [Recuadro de la página 6] Qué incluir en las reuniones para el servicio del campo:

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• Alguna presentación tomada de Nuestro Ministerio del Reino. • Un video de jw.org apropiado para la predicación. • Una explicación de cómo hacer una buena introducción, preparar el terreno para volver o mencionar el sistema de donaciones cuando dejemos publicaciones. • Un texto bíblico que nos anime o nos enseñe algo que tenga que ver con la predicación. • Alguna experiencia que haya tenido lugar en la zona o que haya salido en nuestras publicaciones. • Puntos interesantes de algún artículo de Nuestro Ministerio del Reino. • Algún tema que se haya tratado recientemente en la Reunión de Servicio. • Un artículo de La Atalaya que tenga que ver con la predicación. • Información tomada de los libros Benefíciese y “Ven, sé mi seguidor” que esté relacionada con la predicación. • Cómo usar jw.org en el ministerio. • Características de la Traducción del Nuevo Mundo que sean útiles para predicar. • Cómo iniciar una conversación con un ateo, un evolucionista, un hindú, un budista, etc. • Cómo responder a posibles objeciones. • Cómo ayudar a nuestro compañero a ser más eficaz en la predicación. • Qué hacer cuando encontramos a alguien que no habla nuestro idioma.

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• Una explicación de cómo buscar a personas que hablan otros idiomas, predicar por teléfono, participar en la predicación pública, hacer revisitas o dirigir cursos bíblicos. • Recordatorios sobre la importancia de cuidar de nuestra seguridad, ser flexibles y positivos, mostrar buenos modales, etc. km 9/10 pág. 2 Instrucciones para la Reunión de Servicio Instrucciones para la Reunión de Servicio A partir de este número se cambiarán algunos de los términos que describen las secciones de la Reunión de Servicio. Lo que sigue son varias aclaraciones y actualizaciones de lo que se explicó en el artículo “Cómo prepararse para la Reunión de Servicio”, de Nuestro Ministerio del Reino de mayo de 2009. ▪ Discurso. Consiste en una exposición oral de la información asignada. El auditorio no participará. El orador se centrará en lo que sea más útil para la congregación. ▪ Preguntas y respuestas. Se presenta de forma similar al Estudio de La Atalaya, formulando preguntas en todos los párrafos. Se incluirán una introducción y una conclusión muy breves. Quien dirige esta sección deberá limitar al máximo sus comentarios. Las principales citas bíblicas se pueden leer en función del tiempo disponible. Salvo que se indique lo contrario, no hay que leer los párrafos. ▪ Análisis con el auditorio. En esta sección, el auditorio también participa con algunos comentarios. Se podría decir que es una mezcla entre un discurso y una sección de preguntas y respuestas. ▪ Demostraciones y entrevistas. Cuando el programa indique que se incluya una demostración, el orador es el responsable de que esta se lleve a cabo, aunque no es necesario que la presente él mismo. Debe seleccionar publicadores ejemplares que puedan hacer una buena presentación. La demostración ha de prepararse con suficiente antelación, siempre que sea posible. Es preferible que los más nuevos no presenten demostraciones; si se les quiere dar la oportunidad de participar, se puede usar a algunos como ayudantes. Quienes hagan demostraciones deben asegurarse de no dar la espalda al auditorio. Por otro lado, las entrevistas se realizarán con la persona en la plataforma, no en el asiento. Es necesario ensayar las entrevistas y demostraciones. Si un orador se está quedando sin tiempo y necesita abreviar su intervención, no debe recurrir a eliminar las entrevistas o demostraciones. Los siervos ministeriales consultarán al coordinador (u otro miembro del cuerpo de ancianos) antes de seleccionar a los participantes. Si alguna sección contiene instrucciones especiales, estas se deben seguir al pie de la letra. Confiamos en que las directrices de este artículo contribuirán a que “todo se haga en forma digna y ordenada” en la Reunión de Servicio (1 Cor. 14:40, La Nueva Biblia Latinoamérica, 2004). km 10/08 pág. 1 párr. 3 Nuevo programa de reuniones de la congregación 3

El Estudio Bíblico de la Congregación. Seguirá el modelo del Estudio de La Atalaya. No hay que repasar la información de la semana anterior, lo que permitirá que la introducción sea muy breve. Así, todos los presentes podrán hacer comentarios concisos. El superintendente presidente preparará un programa en el que se asignará cada semana a un anciano distinto para dirigir esta reunión. L

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km 5/07 pág. 3 Sección de preguntas Sección de preguntas ▪ ¿Quién debe anunciar el cántico de introducción de la Escuela del Ministerio Teocrático, la Reunión de Servicio, la Reunión Pública y el Estudio de La Atalaya? El cántico de introducción de la Escuela del Ministerio Teocrático figura en el programa de la Escuela del Ministerio Teocrático que se distribuye en el suplemento de Nuestro Ministerio del Reino del mes de octubre. Los cánticos de introducción y conclusión de la Reunión de Servicio se indican en la página 2 de Nuestro Ministerio del Reino. Asimismo, los que se entonarán en el estudio semanal de La Atalaya aparecen en la página 2 de dicha revista. Los cánticos se consideran parte de la reunión a la que están vinculados y, por tanto, los anunciará el hermano encargado de dirigir la reunión en cuestión, no el hermano que ha conducido la reunión anterior. Por ejemplo, el superintendente de la Escuela del Ministerio Teocrático dará la bienvenida al auditorio, anunciará el cántico de introducción, conducirá la escuela y luego invitará a subir a la plataforma al primer participante de la Reunión de Servicio. El hermano que tiene la primera intervención de la Reunión de Servicio es quien anunciará el cántico que sirve de introducción a dicha reunión. De igual manera, en la Reunión Pública, el presidente dará una cordial bienvenida e invitará a todos a entonar el cántico que ha elegido el orador. El presidente (u otro hermano capacitado asignado de antemano) hará la oración de introducción. A continuación presentará al orador y mencionará el título del discurso. Cuando termine el discurso, el presidente agradecerá brevemente la instrucción recibida, pero sin resumir lo que ha dicho el orador. Luego anunciará el título del discurso público para la siguiente semana y animará a los presentes a quedarse para el Estudio de La Atalaya. No hace falta que pregunte al auditorio si desea enviar el amor y los saludos a la congregación del orador visitante. A continuación, el presidente invitará a subir a la plataforma al conductor del Estudio de La Atalaya. El conductor del Estudio de La Atalaya anunciará el primer cántico vinculado al estudio. Este hermano conducirá el estudio en conformidad con las instrucciones que se han suministrado y anunciará el cántico de conclusión. Normalmente, el conductor le pedirá al hermano que pronunció el discurso público que haga la oración de conclusión. Si seguimos estas pautas generales, nuestras reuniones se conducirán de la misma manera en todas las congregaciones. L

km 8/96 pág. 2 Sección de preguntas Sección de preguntas ▪ ¿Qué debe hacerse cuando el orador asignado a presentar el discurso público no llega a tiempo a la reunión? A veces, causas de fuerza mayor impiden al hermano asignado llegar a tiempo y presentar su discurso. Si tienen razones para creer que llegará en breve, los ancianos quizás decidan empezar con el Estudio de La Atalaya, seguido de la Reunión Pública. ¿Qué hacer si es obvio que el orador no va a llegar? Uno de los conferenciantes locales pudiera presentar un discurso que ya tenga preparado. Este problema por lo general se evita preparando todo bien de antemano. El coordinador de los discursos públicos debe comunicarse con cada orador por lo menos con una semana de antelación para

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recordarle su asignación. El recordatorio incluirá la hora de la reunión, la dirección y el teléfono del Salón del Reino, e instrucciones claras sobre cómo llegar al salón. El discursante debe apuntar cuidadosamente estos datos. Debe tomar en serio dicha asignación y hacer los ajustes necesarios en sus actividades personales a fin de cumplir con su responsabilidad. Si surge una situación inevitable que le impida presentar el discurso, debe comunicarse inmediatamente con el coordinador de los discursos públicos para que pueda conseguirse un sustituto. Debe hacerse todo lo posible por evitar cancelaciones de última hora. Si el orador se retrasa y va a llegar unos minutos tarde, debe encargarse de que se telefonee al Salón del Reino para que los hermanos sepan cómo proceder. El aprecio por las asignaciones de los discursos públicos, la buena planificación, los recordatorios y la cuidadosa supervisión garantizarán que la congregación disfrute de un provechoso discurso público todas las semanas. km 12/76 pág. 4 La caja de preguntas La caja de preguntas ● ¿A qué grado pueden usarse en el programa de la reunión de servicio los siervos ministeriales que no son muy buenos oradores? Aunque algunos siervos ministeriales no son muy buenos oradores sin embargo son una fuente de estímulo y una ayuda para otros, apoyan leal y regularmente todos los arreglos de la congregación, son celosos en el servicio del campo y por eso cuentan con el respeto y el amor de la congregación. Los ancianos tienen que decidir hasta qué grado se les puede usar en la reunión de servicio. Se podría asignar a un anciano o siervo ministerial más capacitado como presidente de la porción y se puede usar a otros para participar en la asignación de acuerdo con su habilidad. Así la congregación se beneficia al escuchar a estos hermanos de vez en cuando en la reunión de servicio, y ellos se animan al ser usados apropiadamente desde la plataforma. Hay algunos hermanos que aún no han sido nombrados como siervos ministeriales pero tienen buena habilidad para hablar, muestran buen espíritu, y cuentan con el respeto de la congregación. ¿Se les puede usar en la reunión de servicio? De nuevo, los ancianos tienen que decidir. Quizás se les pueda incluir en una asignación bajo la presidencia de un anciano. El hacer arreglos para asignar así a estos hermanos podrá añadir interés y variedad al programa. No obstante, siempre querremos tener presente la alta norma que la Biblia fija para los que enseñan y la necesidad de usar solo a oradores capacitados como presidentes. (Sírvanse ver La caja de preguntas del Ministerio del Reino de marzo y abril de 1975.) El arreglo para que los hermanos de menos edad y los nuevos reciban entrenamiento y experiencia en oratoria no es por medio de la reunión de servicio, sino medio de la Escuela Teocrática, el comentar en las reuniones y el servicio del campo. Son los ancianos quienes tienen la responsabilidad principal de enseñar en la reunión de servicio. Esperamos que lo susodicho suministre un punto de vista equilibrado sin rebajar la alta norma de instrucción que deberíamos recibir en nuestras reuniones de servicio.

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Mantengámonos al día con la iluminación espiritual w14 15/12 págs. 6-10 Escuchemos para entender el significado CÓMO APROVECHAR LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS 3

Debemos seguir el ejemplo de los discípulos de Jesús, que eran humildes. Él les dijo: “Felices son los ojos de ustedes porque contemplan, y sus oídos porque oyen” (Mat. 13:16). ¿Por qué ellos sí podían entenderle? Primero, se hacían preguntas y buscaban el verdadero significado de las palabras de Jesús (Mat. 13:36; Mar. 7:17). Segundo, estaban dispuestos a aceptar nuevas ideas e incorporarlas a lo que ya sabían (lea Mateo 13:11, 12). Tercero, querían usar lo que habían oído y entendido, no solo en su vida sino también para ayudar a otras personas (Mat. 13:51, 52). 4

Al igual que los discípulos, necesitamos seguir tres pasos si queremos entender las parábolas de Jesús. Primero, debemos dedicar tiempo a estudiar lo que Jesús dijo, investigar sobre las preguntas que nos surjan y meditar en lo que aprendemos. Así obtenemos conocimiento (Prov. 2:4, 5). Segundo, necesitamos ver cómo ese conocimiento encaja con lo que ya sabemos y pensar en cómo nos beneficia. Eso es el entendimiento (Prov. 2:2, 3). Y tercero, debemos usar lo que hemos aprendido, es decir, ponerlo en práctica en nuestras vidas. Así demostramos sabiduría (Prov. 2:6, 7). 5

¿Qué diferencia hay entre el conocimiento, el entendimiento y la sabiduría? Pongamos un ejemplo sencillo: imaginemos que estamos de pie en medio de una calle y que un autobús viene hacia nosotros. Primero, distinguimos que es un autobús, eso es conocimiento. Luego, nos damos cuenta de que si no nos movemos, el autobús nos va a atropellar, eso es entendimiento. Así que nos apartamos de inmediato, eso es sabiduría. Con razón la Biblia destaca la importancia de tener “sabiduría práctica”, pues puede salvarnos la vida (Prov. 3:21, 22; 1 Tim. 4:16). 6

En este artículo y el siguiente, analizaremos siete parábolas de Jesús. Mientras estudiamos cada una, responderemos estas preguntas: ¿Qué significa? (Eso nos ayuda a obtener conocimiento.) ¿Por qué la usó Jesús? (Esa pregunta nos ayuda a lograr entendimiento.) ¿Cómo podemos utilizar esa información para nuestro bien y para ayudar a otras personas? (Eso es sabiduría.) Y, por último, ¿qué nos enseña sobre Jehová y Jesús? EL GRANO DE MOSTAZA 7

(Lea Mateo 13:31, 32.) ¿Qué significa la parábola sobre el grano de mostaza? El grano de mostaza representa tanto el mensaje que predicamos sobre el Reino como la congregación cristiana. Del mismo modo que la mostaza es “la más pequeña de todas las semillas”, la congregación cristiana tuvo un comienzo pequeño en el año 33, pero en poco tiempo creció con rapidez y de manera sorprendente gracias a la predicación (Col. 1:23). Tal crecimiento fue beneficioso, pues Jesús dijo que “las aves del cielo [hallaban] albergue entre sus ramas”. Eso representa a las personas de buen corazón que hallan alimento espiritual y refugio en la congregación (compare con Ezequiel 17:23). 8

¿Por qué usó Jesús esta parábola? Él usó el crecimiento asombroso de la semilla de mostaza para dar un ejemplo de cómo el Reino de Dios se expande, sirve de protección y supera todos los obstáculos. Desde 1914, el incremento de la parte visible de la organización de Dios ha sido extraordinario (Is. 60:22). Los que pertenecen a esa organización disfrutan de magnífica protección espiritual (Prov. 2:7; Is. 32:1, 2). Además, el aumento de la congregación es constante, no se detiene con nada y vence todo tipo de oposición (Is. 54:17).

62 9 ¿Qué aprendemos de la parábola del grano de mostaza? Puede ser que vivamos

en una zona donde hay pocos Testigos y no veamos que nuestra predicación produzca resultados inmediatos. Aun así, saber que el Reino supera cualquier obstáculo nos da fuerzas para aguantar. Por ejemplo, cuando el hermano Edwin Skinner llegó a la India en 1926, no había muchos Testigos en ese país, y la obra parecía ir cuesta arriba porque el crecimiento era muy lento. Pero él siguió predicando y llegó a ver cómo el mensaje del Reino superaba grandes obstáculos. Ahora hay más de 37.000 Testigos en la India, y más de 108.000 personas estuvieron presentes en la Conmemoración el año pasado. También hay ejemplos de cómo el Reino se expande de manera impresionante. El mismo año en que el hermano Skinner llegó a la India, se inició la predicación en Zambia. Ahora hay más de 170.000 publicadores en ese país, y 763.915 personas asistieron a la Conmemoración en el 2013, o sea, 1 de cada 18 habitantes. ¡Qué crecimiento tan asombroso! LA LEVADURA 10

(Lea Mateo 13:33.) ¿Qué significa la parábola de la levadura? Esta parábola también se refiere al mensaje del Reino y el efecto que produce. “La masa” representa a personas de todas las naciones, y el efecto de la levadura, a la manera como se propaga el mensaje del Reino gracias a la predicación. A diferencia del crecimiento de la semilla de mostaza, que se ve a simple vista, la acción de la levadura es imperceptible al principio. Los resultados solo se ven con el tiempo. 11

¿Por qué usó Jesús esta parábola? Con ella mostró que el mensaje del Reino tiene el poder de expandirse “hasta la parte más distante de la tierra” y de transformar la vida de las personas (Hech. 1:8). Claro, esos cambios no siempre son tan obvios al principio. Pero sabemos que ocurren, no solo porque cada vez más personas aceptan el mensaje, sino por los cambios que hacen en su personalidad (Rom. 12:2; Efes. 4:22, 23). 12

Muchas veces, el efecto de la predicación se empieza a ver años después de que se inicia la obra. Por ejemplo, en 1982, Franz y Margit, un matrimonio que servía en la sucursal de Brasil, fueron a predicar a un pequeño pueblo. Comenzaron a dar clases de la Biblia a varias personas, entre las que se contaban una mujer y sus cuatro hijos. El mayor, que tenía 12 años, era muy tímido y muchas veces se escondía antes del estudio. Como a Franz y Margit se les envió a servir en otro lugar, no pudieron continuar dándoles clases, pero veinticinco años después se llevaron una gran alegría cuando regresaron de visita al pueblo. Se encontraron con una congregación de 69 publicadores, entre ellos 13 precursores regulares, que tenía un Salón del Reino nuevo. Y aquel niño tímido era ya un adulto que servía de coordinador del cuerpo de ancianos. Tal como la levadura de la comparación de Jesús, el mensaje del Reino se había expandido y había cambiado muchas vidas. 13

El mensaje del Reino tiene el poder de cambiar a la gente incluso en países donde la ley prohíbe a los hermanos predicar con libertad. Muchas veces nos sorprendemos de ver cuánto se ha propagado el mensaje en esas tierras. Tomemos como ejemplo a Cuba. El mensaje del Reino llegó allí en 1910, y el hermano Russell visitó la isla en 1913. Aunque el progreso fue lento al principio, ¿qué vemos hoy en día en Cuba? Hay más de 96.000 predicadores de las buenas nuevas, y 229.726 personas asistieron a la Conmemoración en el 2013, es decir, 1 de cada 48 habitantes. Por otra parte, en países donde no está prohibido predicar, el mensaje del Reino ha llegado hasta rincones donde los Testigos del lugar pensaban que no se puede lograr mucho (Ecl. 8:7; 11:5). 14

¿Cómo nos ayuda la parábola de la levadura? Al reflexionar en el significado de esta comparación de Jesús, nos damos cuenta de que no es necesario preocuparnos demasiado por cómo llegará el mensaje del Reino a millones de personas que todavía no lo han escuchado. Jehová tiene todo bajo control. Pero ¿qué nos corresponde hacer a nosotros? La Palabra de Dios responde: “Por la mañana siembra tu semilla, y hasta

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el atardecer no dejes descansar la mano; pues no sabes dónde tendrá éxito esto, aquí o allí, o si ambos a la par serán buenos” (Ecl. 11:6). Además, no olvidemos pedirle a Jehová que bendiga la predicación, especialmente en países donde nuestra obra está prohibida (Efes. 6:18-20). 15

Tampoco debemos desanimarnos si vemos que nuestra predicación no produce fruto de inmediato. No hay que despreciar “el día de las cosas pequeñas” (Zac. 4:10). Con el tiempo, los resultados quizá sean mucho mejores de lo que pudiéramos haber imaginado (Sal. 40:5; Zac. 4:7). EL COMERCIANTE VIAJERO Y EL TESORO ESCONDIDO 16

(Lea Mateo 13:44-46.) ¿Qué significan la parábola del comerciante viajero y la del tesoro escondido? En el siglo primero, algunos comerciantes viajaban hasta el océano Índico para buscar perlas de primera calidad. El del ejemplo de Jesús representa a las personas de buen corazón que hacen lo imposible por satisfacer su necesidad espiritual. La “perla de gran valor” representa la preciosa verdad del Reino. Al darse cuenta del valor de esa perla, el comerciante estuvo dispuesto a vender enseguida todas las cosas que tenía para poder comprarla. Por otra parte, Jesús habló de un hombre que trabajaba en el campo y halló “un tesoro escondido”. A diferencia del comerciante, este hombre encontró el tesoro sin querer, pero también estuvo dispuesto a vender todo lo que tenía para quedarse con él. 17

¿Por qué usó Jesús estas dos parábolas? Para mostrar que hay varias maneras de descubrir la verdad. Algunas personas la buscan usando todo lo que está a su alcance. Otras la encuentran aunque no la estén buscando; quizás alguien les habla de ella. De cualquier modo, en ambas parábolas, cada hombre reconoció el valor de lo que había hallado y estuvo dispuesto a hacer enormes sacrificios para no perderlo. 18

¿Cómo nos ayudan estas dos parábolas? (Mat. 6:19-21.) Pregúntese: “¿Tengo la misma actitud de aquellos dos hombres que mencionó Jesús? ¿Atesoro la verdad como ellos? ¿Estoy dispuesto a hacer sacrificios para no perderla, o permito que otros asuntos, como las preocupaciones de la vida diaria, me distraigan?” (Mat. 6:22-24, 33; Luc. 5:27, 28; Filip. 3:8). La alegría que sentimos por haber hallado la verdad fortalecerá nuestra determinación de ponerla en primer lugar en nuestra vida. 19

¿Hemos prestado atención y entendido el significado de estas parábolas del Reino? En ese caso, no solo podremos explicarlas, sino que llevaremos a la práctica lo que aprendimos de ellas. En el próximo artículo estudiaremos otras tres parábolas y las lecciones que nos enseñan. L w14 15/8 págs. 29-30 Preguntas de los lectores PREGUNTAS DE LOS LECTORES Jesús les dijo a los saduceos que los resucitados “ni se casan ni se dan en matrimonio” (Luc. 20:34-36). ¿Se estaba refiriendo a la resurrección terrestre? ▪ Esta es una pregunta importante, sobre todo para los que han perdido a su amado cónyuge y quizás anhelan volver a estar casados con esa persona cuando resucite en el nuevo mundo. Un viudo comentó: “Mi esposa y yo no decidimos poner fin a nuestro matrimonio. Deseábamos de corazón seguir sirviendo a Jehová para siempre como marido y mujer. Y yo sigo sintiendo lo mismo”. ¿Hay razones para esperar que los resucitados puedan casarse? Sencillamente, no lo sabemos. Durante años, nuestras publicaciones han señalado que lo que Jesús dijo sobre la resurrección y el matrimonio probablemente se refería a la resurrección terrestre y que, por tanto, quienes volvieran a la vida en la Tierra no se casarían (Mat. 22:29, 30; Mar. 12:24, 25; Luc. 20:34-36). Aunque no podemos ser dogmáticos, ¿es posible que Jesús se refiriera a la resurrección celestial? Examinemos sus palabras.

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Veamos primero en qué circunstancias las pronunció (lea Lucas 20:27-33). Los saduceos, que no creían en la resurrección, trataron de entrampar a Jesús con una pregunta sobre la resurrección y el matrimonio de cuñado. Él les respondió: “Los hijos de este sistema de cosas se casan y se dan en matrimonio, pero los que han sido considerados dignos de ganar aquel sistema de cosas y la resurrección de entre los muertos ni se casan ni se dan en matrimonio. De hecho, tampoco pueden ya morir, porque son como los ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección” (Luc. 20:34-36). ¿Por qué han dicho nuestras publicaciones que es probable que Jesús se refiriera a la resurrección terrestre? Esta conclusión se basaba principalmente en dos argumentos. El primero era que, puesto que los saduceos sin duda pensarían en una resurrección terrestre, Jesús se debió referir a ella al contestarles. El segundo era que Jesús terminó su respuesta hablando de Abrahán, Isaac y Jacob, fieles patriarcas que resucitarán aquí en la Tierra (Luc. 20:37, 38). Sin embargo, es posible que Jesús estuviera pensando en la resurrección celestial. ¿Qué razones tenemos para llegar a esa conclusión? Analicemos dos frases claves. “Los que han sido considerados dignos de ganar [...] la resurrección de entre los muertos.” A los ungidos fieles “se les [considera] dignos del reino de Dios” (2 Tes. 1:5, 11). Han sido declarados justos, dignos de vivir para siempre, sobre la base del rescate. Por tanto, no mueren como pecadores condenados, pues Jehová los considera libres de pecado (Rom. 5:1, 18; 8:1). A cada uno de ellos se le llama “feliz y santo” y se le considera digno de resucitar en el cielo (Rev. 20:5, 6). En cambio, entre quienes resucitarán en la Tierra habrá “injustos” (Hech. 24:15). ¿Podría decirse que a estos “se les [considera] dignos” de resucitar? “Tampoco pueden ya morir.” Jesús no dijo: “Ya no morirán”, sino: “Tampoco pueden ya morir”. Los ungidos que finalizan su vida en la Tierra siendo fieles son resucitados para vivir en el cielo y reciben inmortalidad, es decir, vida indestructible y sin fin (1 Cor. 15:53, 54). La muerte ya no tiene ningún poder sobre quienes experimentan la resurrección celestial. En vista de lo anterior, ¿a qué conclusión llegamos? A la conclusión de que es posible que las palabras de Jesús sobre el matrimonio y la resurrección se refieran a la resurrección celestial. En ese caso, lo que dijo sería aplicable a los que resucitan para vivir en el cielo: que no se casan, que no pueden morir y que en algunos aspectos son como los ángeles, criaturas que viven en la región espiritual. Sin embargo, esta conclusión hace surgir varias preguntas. En primer lugar, ¿por qué se referiría Jesús a la resurrección celestial al responder a los saduceos, que probablemente pensaban en una resurrección terrestre? Pues bien, Jesús no siempre respondió a sus enemigos según lo que ellos pensaban. Por ejemplo, a los judíos que le pidieron una señal les dijo: “Derriben este templo, y en tres días lo levantaré”. Jesús seguramente sabía que ellos pensarían en el edificio del templo, “pero él hablaba acerca del templo de su cuerpo” (Juan 2:18-21). Puede que Jesús no viera necesario contestarles aquella pregunta a los saduceos, quienes eran hipócritas y ni siquiera creían en la resurrección o en los ángeles (Prov. 23:9; Mat. 7:6; Hech. 23:8). Más bien, tal vez quisiera revelar verdades sobre la resurrección celestial a sus discípulos, quienes eran sinceros y un día iban a recibir esa resurrección. En segundo lugar, ¿por qué acabaría Jesús su explicación haciendo referencia a Abrahán, Isaac y Jacob, los cuales serán resucitados en la Tierra? (Lea Mateo 22:31, 32.) Observemos que Jesús inició su comentario sobre esos patriarcas con las palabras “respecto a la resurrección de los muertos”. Con esa frase tal vez quiso marcar un cambio de pensamiento para pasar a hablar de la resurrección terrestre. Luego, como sabía que los saduceos aceptaban los escritos de Moisés, utilizó las palabras que Jehová le dirigió a Moisés en la zarza ardiente como prueba adicional de que la resurrección terrestre es parte del propósito divino y se cumplirá sin falta (Éx. 3:1-6).

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En tercer lugar, si las palabras de Jesús sobre la resurrección y el matrimonio solo se cumplen en la resurrección celestial, ¿significa eso que quienes resuciten en la Tierra podrán casarse? La Palabra de Dios no da una respuesta directa a esta pregunta. Y es que si Jesús en verdad no hablaba de la resurrección terrestre, entonces sus palabras tampoco aclaran si podrán casarse o no quienes resuciten en la Tierra. Mientras tanto, sabemos que la Biblia sí dice claramente que la muerte rompe los lazos matrimoniales. Por lo tanto, un viudo o una viuda no debe sentirse culpable si decide volver a casarse. Esa es una decisión personal, y no se debe criticar a nadie por buscar la afectuosa compañía de un cónyuge (Rom. 7:2, 3; 1 Cor. 7:39). Es lógico que nos preguntemos muchas cosas sobre la vida en el nuevo mundo, pero no debemos andar haciendo suposiciones. Tendremos que esperar a estar allí para conocer las respuestas. Ahora bien, de esto sí podemos estar seguros: los seres humanos fieles serán felices, pues Jehová satisfará todas sus necesidades y deseos del mejor modo (Sal. 145:16). [Notas] Vea La Atalaya del 1 de junio de 1987, páginas 30 y 31. En tiempos bíblicos se celebraba el matrimonio de cuñado, o de levirato. Esta costumbre consistía en que un hombre tomaba por esposa a la viuda de su hermano cuando este fallecía sin dejar hijos. El objetivo era que tuviera descendencia con ella para que el linaje de su hermano no se perdiera (Gén. 38:8; Deut. 25:5, 6). Quienes resuciten en la Tierra tendrán la oportunidad de recibir vida eterna, no inmortalidad. Para una explicación de la diferencia entre vida eterna e inmortalidad, vea la obra Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1, páginas 1229 y 1230. L w14 15/7 pág. 8 “Jehová conoce a los que le pertenecen” “YO SOY JEHOVÁ; NO HE CAMBIADO” 4

Pablo estaba seguro de que Jehová podía diferenciar entre quienes lo adoraban sinceramente y quienes solo fingían hacerlo. Por eso eligió las palabras que eligió al escribir su carta inspirada a Timoteo. Tras referirse al daño espiritual que los apóstatas ya les estaban causando a algunos miembros de la congregación, señaló: “Con todo, el fundamento sólido de Dios queda en pie, y tiene este sello: ‘Jehová conoce a los que le pertenecen’, y: ‘Que renuncie a la injusticia todo el que nombra el nombre de Jehová’” (2 Tim. 2:18, 19). 5

¿Qué tienen de particular las palabras que Pablo eligió al redactar este pasaje? Que esta es la única vez que en las Escrituras se menciona “el fundamento sólido de Dios”. La Biblia utiliza la palabra fundamento para representar varias cosas, como, por ejemplo, la ciudad de Jerusalén como capital del antiguo Israel o el papel que Jesús desempeña en el propósito de Dios (Sal. 87:1, 2; 1 Cor. 3:11; 1 Ped. 2:6). Entonces, ¿a qué se refirió Pablo con la expresión “el fundamento sólido de Dios”? 6

El apóstol la utilizó en el mismo contexto en que mencionó las palabras de Moisés sobre Coré y sus partidarios registradas en Números 16:5. Se refirió a los sucesos de los días de Moisés para animar a Timoteo y recordarle que Jehová puede reconocer a los rebeldes y evitar que se salgan con la suya. Igual que Coré no había podido impedir que se cumpliera el propósito divino, tampoco podrían hacerlo los apóstatas que había en la congregación. Pablo no explicó en detalle el significado de la expresión “el

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fundamento sólido de Dios”. Sin embargo, sus palabras sin duda fortalecieron la fe y confianza de Timoteo en que Jehová siempre actúa de la mejor manera. 7

Los elevados principios de Jehová no cambian jamás. Salmo 33:11 señala: “Hasta tiempo indefinido el mismísimo consejo de Jehová subsistirá; los pensamientos de su corazón duran hasta una generación tras otra”. Otros textos bíblicos hablan de que el reinado, el amor leal, la justicia y la veracidad de Jehová duran para siempre (Éx. 15:18; Sal. 106:1; 111:3; 117:2). Malaquías 3:6 dice: “Yo soy Jehová; no he cambiado”. Y Santiago 1:17 nos asegura que “con él no hay la variación del giro de la sombra”. w14 15/2 págs. 26-27 Preguntas de los lectores PREGUNTAS DE LOS LECTORES ¿Qué razones tenían los judíos del siglo primero para estar “en expectación”, pendientes de la llegada del Mesías? ▪ En los días de Juan el Bautista, “el pueblo [estaba] en expectación, y todos [estaban] razonando en sus corazones acerca de Juan: ‘¿Acaso será él el Cristo?’” (Luc. 3:15). ¿Qué razones había para que los judíos esperaran que el Mesías se presentara por aquellas fechas? Veamos algunas. Después de que Jesús nació, el ángel de Jehová se apareció a unos pastores que cuidaban sus rebaños en los campos cercanos a Belén. El ángel proclamó: “Les ha nacido hoy un Salvador, que es Cristo el Señor, en la ciudad de David” (Luc. 2:8-11). A continuación se le unió “una multitud del ejército celestial, alabando a Dios y diciendo: ‘Gloria en las alturas a Dios, y sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad’” (Luc. 2:13, 14). Ese anuncio tuvo un profundo efecto en aquellos humildes pastores. Inmediatamente fueron a Belén y, cuando hallaron a José y María con el bebé, “dieron a conocer el dicho que se les había hablado respecto a este niñito”. Como resultado, “cuantos oyeron se maravillaron de las cosas que les dijeron los pastores” (Luc. 2:17, 18). La expresión “cuantos oyeron” implica que no solo les hablaron a José y María, sino también a otras personas. Luego, al volver a casa, los pastores siguieron “glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, así como estas se les habían dicho” (Luc. 2:20). Está claro que no guardaron en secreto las buenas noticias que habían oído sobre Cristo, sino todo lo contrario. Cuando María llevó a su primogénito a Jerusalén para presentarlo a Jehová tal como exigía la Ley mosaica, la profetisa Ana “empezó a dar gracias a Dios y a hablar acerca del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén” (Luc. 2:36-38; Éx. 13:12). De ese modo, las noticias en cuanto a la llegada del futuro Mesías siguieron difundiéndose. Posteriormente, “astrólogos de las partes orientales vinieron a Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el que nació rey de los judíos? Porque vimos su estrella cuando estábamos en el Oriente, y hemos venido a rendirle homenaje’” (Mat. 2:1, 2). Al oír esto, “el rey Herodes se agitó, y toda Jerusalén junto con él; y, habiendo reunido a todos los sacerdotes principales y a los escribas del pueblo, se puso a inquirir de ellos dónde había de nacer el Cristo” (Mat. 2:3, 4). Así que muchísima gente se enteró de la noticia: ¡el futuro Mesías había llegado! Lucas 3:15, citado antes, indica que algunos judíos pensaron que Juan el Bautista podía ser el Cristo. Pero el propio Juan refutó por completo esa idea al decir: “El que viene después de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de quitarle las sandalias. Ese los bautizará con espíritu santo y con fuego” (Mat. 3:11). Su modesto comentario sin duda avivó aún más las expectativas en torno al Mesías.

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¿Es posible que los judíos del siglo primero calcularan el momento de la llegada del Mesías basándose en la profecía de las 70 semanas registrada en Daniel 9:24-27? Aunque esa posibilidad no se puede descartar, tampoco se puede confirmar. Lo cierto es que en los días de Jesús había muchas interpretaciones distintas de la profecía de las 70 semanas, y ninguna de ellas se parecía a la explicación que ahora tenemos. Los esenios, que según muchos fueron una secta monástica judía, enseñaron que hacia el final de un período de cuatrocientos noventa años aparecerían dos Mesías, pero no podemos asegurar que sus cálculos se basaran en la profecía de Daniel. Aun si ese fue el caso, cuesta imaginar que los judíos en general llegaran a conocer los cálculos cronológicos de un grupo que llevaba una vida tan recluida. En el siglo segundo de nuestra era, ciertos judíos creyeron que las 70 semanas habían abarcado el período comprendido entre la destrucción del primer templo, en el año 607 antes de nuestra era, y la destrucción del segundo templo, en el 70 de nuestra era. Otros judíos relacionaban el cumplimiento de la profecía con sucesos del período macabeo, que comenzó en torno al año 170 antes de nuestra era. Así pues, no había un consenso en cuanto a cómo contar las 70 semanas. Si en el siglo primero se hubiera sabido calcular cuándo debía cumplirse esa profecía, lo más seguro es que los apóstoles y otros cristianos de aquel entonces la habrían utilizado para demostrar que Jesucristo era el Mesías prometido, pues había aparecido justo en el momento predicho. Pero no hay pruebas de que los primeros cristianos hicieran eso. Hay otro factor que cabe destacar. Con frecuencia, los evangelistas se refirieron a determinadas profecías de las Escrituras Hebreas que se cumplieron en Jesucristo (Mat. 1:22, 23; 2:13-15; 4:13-16). Curiosamente, ni uno de ellos conecta la llegada de Jesús a la Tierra con la profecía de las 70 semanas. En resumen, no podemos confirmar que los contemporáneos de Jesús entendieran correctamente la profecía de las 70 semanas; pero, como hemos visto, los Evangelios aportan razones sólidas que explican por qué estaban “en expectación”, pendientes de la llegada del Mesías. [Notas] La Biblia no dice que los ángeles cantaran cuando Jesús nació. ¿Cómo es que los astrólogos asociaron la aparición de la “estrella” en el oriente con el nacimiento del “rey de los judíos”? ¿Podría ser que oyeran las noticias sobre el nacimiento de Jesús mientras viajaban a través de Israel siguiendo la “estrella”? Para saber cómo entendemos ahora la profecía de las 70 semanas, consulte el libro Prestemos atención a las profecías de Daniel, capítulo 11 L

w13 15/7 pág. 5 párr. 8 ¿Cuándo serán estas cosas? 8

¿Qué sucederá tras la primera fase de la gran tribulación? Las palabras de Jesús indican que pasará algún tiempo antes del inicio del Armagedón. Pero ¿qué ocurrirá en ese intervalo? Hallamos la respuesta en Ezequiel 38:14-16 y Mateo 24:29-31 (léalo). Después vendrá el Armagedón, que se corresponde con la destrucción de Jerusalén en el año 70 (Mal. 4:1). Alcanzando su punto culminante en la batalla del Armagedón, la gran tribulación será una experiencia única, “como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo” (Mat. 24:21). Y cuando haya pasado, comenzará el Reinado de Mil Años de Cristo. w13 15/7 págs. 13-14 párrs. 16-17 “Estoy con ustedes todos los días”

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Quinto: los justos resplandecerían brillantemente. Jesús concluyó su profecía diciendo: “En aquel tiempo los justos resplandecerán tan brillantemente como el sol en el reino de su Padre” (Mat. 13:43). ¿Cuándo y dónde será esto? Lo que Jesús predijo aún está por venir. Se cumplirá en el futuro y en el cielo, no ahora en la Tierra. ¿Cómo llegamos a esta conclusión? Veamos dos razones. 17

En primer lugar, analicemos cuándo se cumplirían las palabras de Jesús. Él dijo: “En aquel tiempo los justos resplandecerán”. La expresión “en aquel tiempo” obviamente se refiere al suceso que Jesús acababa de mencionar, a saber, que se arrojaría la mala hierba en el horno de fuego. Esto sucederá en la parte final de la gran tribulación. Por lo tanto, también será en ese tiempo futuro cuando los ungidos “resplandecerán brillantemente”. En segundo lugar, veamos dónde ocurrirá. Jesús especificó que los justos “resplandecerán [...] en el reino”. ¿Qué quiere decir esto? Que todos los ungidos fieles que aún queden en la Tierra después de que haya pasado la primera fase de la gran tribulación ya habrán recibido su sello final. Entonces, como indicó Jesús en su profecía sobre la gran tribulación, serán reunidos en el cielo (Mat. 24:31). Allí es donde resplandecerán “en el reino de su Padre” y donde, poco después de la batalla de Armagedón, formarán parte de la gozosa novia de Jesús en “las bodas del Cordero” (Rev. 19:6-9). w13 15/7 “Estoy con ustedes todos los días” [Notas] Párrafo 2: Para repasar las otras partes de la parábola, le animamos a leer el artículo “Los justos resplandecerán tan brillantemente como el sol”, de La Atalaya del 15 de marzo de 2010, páginas 19 a 21, párrafos 1 a 9. Párrafo 3: Puesto que los apóstoles de Jesús habían muerto y los ungidos que quedaban en la Tierra no estaban representados por los esclavos, sino por el trigo, es obvio que los esclavos representan a los ángeles. Jesús indicó posteriormente en la ilustración que quienes juntan la mala hierba son ángeles (Mat. 13:39). Párrafo 6: Este es un cambio en nuestro modo de entender este punto. Antes pensábamos que la inspección de Jesús había tenido lugar en 1918. Párrafo 7: Desde 1910 hasta 1914, los Estudiantes de la Biblia distribuyeron casi cuatro millones de libros y más de doscientos millones de tratados y folletos. Párrafo 14: Este es un cambio en nuestro modo de entender Mateo 13:42. En el pasado, nuestras publicaciones han explicado que los cristianos falsos llevan décadas llorando y haciendo crujir sus dientes, lamentándose porque “los hijos del reino” los desenmascaran como “hijos del inicuo” (Mat. 13:38). Sin embargo, hay que tener en cuenta que la idea de “crujir los dientes” se relaciona con destrucción (Sal. 112:10). Párrafo 16: Daniel 12:3 declara: “Los que tengan perspicacia [los cristianos ungidos] brillarán como el resplandor de la expansión”. Mientras aún están en la Tierra, “brillan” al participar en la predicación. Sin embargo, Mateo 13:43 señala al momento en que resplandecerán brillantemente en el Reino celestial. Antes pensábamos que ambos pasajes se referían a la misma actividad: la predicación. Párrafo 18: Vea el libro Acerquémonos a Jehová, páginas 288 y 289. w13 15/7 págs. 20-25 ¿Quién es “el esclavo fiel y discreto”? ¿Quién es “el esclavo fiel y discreto”?

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“¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto a quien su amo nombró sobre sus domésticos [...]?” (MAT. 24:45) BUSQUE LAS RESPUESTAS ¿Quién es el esclavo fiel y discreto? ¿Quiénes son los domésticos, y cuándo nombró Jesús al esclavo fiel sobre ellos? ¿Cuándo nombrará Cristo al esclavo fiel sobre todos sus bienes, y cuáles son estos? “HERMANOS, he perdido la cuenta de las veces que han llegado a mis manos artículos que decían justo lo que yo necesitaba cuando más lo necesitaba.” Así expresó una hermana su gratitud en una carta dirigida a nuestra sede mundial. ¿Le ha pasado a usted lo mismo que a ella? A muchos de nosotros sí. Y eso es algo que no debería sorprendernos. 2 El oportuno alimento espiritual que recibimos

es prueba de que Jesús, Cabeza de la congregación, está cumpliendo su promesa de alimentarnos. ¿Por medio de quién lo hace? Cuando dio la señal de su presencia, dijo que usaría al “esclavo fiel y discreto” para darles “alimento al tiempo apropiado” a sus domésticos (lea Mateo 24:45-47). Ese esclavo fiel es el conducto mediante el cual Jesús alimenta a sus verdaderos discípulos en este tiempo del fin. Es vital identificarlo: nuestra salud espiritual y nuestra amistad con Dios dependen de ese conducto (Mat. 4:4; Juan 17:3). 3

Entonces, ¿cómo debemos entender la ilustración sobre el esclavo fiel y discreto? En el pasado, nuestras publicaciones han explicado lo siguiente: Jesús nombró al esclavo fiel sobre sus domésticos en el Pentecostés del año 33; el esclavo representa al conjunto de cristianos ungidos que a partir de ese año han vivido en la Tierra en cualquier momento dado; los domésticos son esos mismos ungidos, pero vistos como individuos, y en 1919 Jesús nombró al esclavo fiel “sobre todos sus bienes”, es decir, sobre todos los intereses del Reino en la Tierra. Sin embargo, después de volver a estudiar y meditar cuidadosamente este asunto con la ayuda de la oración, vemos necesario modificar nuestra forma de entender las palabras de Jesús sobre el esclavo fiel y discreto (Prov. 4:18). Examinemos dicha parábola y veamos qué tiene que ver con nosotros, sea que abriguemos la esperanza celestial o la terrenal. ¿CUÁNDO SE CUMPLE LA ILUSTRACIÓN? 4

El contexto muestra que la ilustración del esclavo fiel y discreto no empezó a cumplirse en el Pentecostés del año 33, sino en este tiempo del fin. Veamos cómo nos llevan las Escrituras a esa conclusión. 5

Esta parábola forma parte de la profecía de Jesús sobre “la señal de [su] presencia y de la conclusión del sistema de cosas” (Mat. 24:3). La primera sección de la profecía, registrada en Mateo 24:4-22, tiene dos cumplimientos. El primero tuvo lugar en los años que transcurrieron desde el 33 hasta el 70, y el segundo —mucho más abarcador— lo estamos viendo en nuestros días. ¿Significa esto que la parábola de Jesús sobre el esclavo fiel también tendría dos cumplimientos? En realidad, no. 6

A partir de las palabras que leemos en Mateo 24:29, Jesús se refirió principalmente a sucesos que ocurrirían en nuestros días (lea Mateo 24:30, 42, 44). Hablando de la gran tribulación, dijo que los habitantes de la Tierra “verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo”. Luego exhortó a quienes vivieran en los últimos días a mantenerse alerta con estas palabras: “No saben en qué día viene su Señor [...], porque a una hora que no piensan que es, viene el Hijo del hombre”. En este contexto —al hablar de sucesos que ocurrirían en los últimos días—, Jesús relató la parábola del esclavo fiel. Así pues, podemos concluir que sus palabras sobre ese esclavo fiel solo empezaron a cumplirse después de 1914, cuando comenzaron los últimos días. ¿Por qué es lógica esta conclusión?

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Piense en la pregunta que planteó Jesús: “¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto[?]”. En el siglo primero no tenía sentido hacerla. Como vimos en el artículo anterior, los apóstoles realizaban milagros y hasta transmitían dones milagrosos, así que estaba claro que eran ellos los que tenían el apoyo divino (Hech. 5:12). Por eso, ¿por qué iba alguien a preguntar quién había sido nombrado por Jesús para dirigir a sus ovejas? Sin embargo, en 1914 la situación era muy distinta. La temporada de la cosecha había empezado ese año. Por fin era hora de separar la mala hierba del trigo (Mat. 13:36-43). Pero al empezar la temporada de la cosecha, había muchos cristianos falsos que afirmaban ser los verdaderos seguidores de Jesús. Así que surgió esta cuestión fundamental: ¿cómo podría reconocerse el trigo, es decir, los cristianos ungidos? La ilustración de Jesús dio una clave. Los cristianos ungidos serían aquellos que estuvieran bien alimentados espiritualmente. ¿QUIÉN ES EL ESCLAVO FIEL Y DISCRETO? 8

El esclavo fiel debe estar compuesto por cristianos ungidos que vivan en la Tierra. A ellos se les llama “un sacerdocio real”, y se les ha encomendado que “‘declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa” (1 Ped. 2:9). Por esta razón resulta apropiado que miembros de ese “sacerdocio real” participen directamente en enseñar la verdad a sus hermanos en la fe (Mal. 2:7; Rev. 12:17). 9

¿Componen el esclavo fiel todos los ungidos que viven en la Tierra? No, la realidad es que no todos los ungidos participan en proveer alimento espiritual a sus compañeros de creencia de todo el mundo. Es cierto que entre el trigo hay hermanos ungidos que son siervos ministeriales o ancianos. Ellos enseñan de casa en casa y en sus congregaciones y apoyan con lealtad las instrucciones que recibimos de la sede mundial, pero no participan en proveer alimento espiritual a la hermandad. Además, entre los ungidos hay hermanas humildes que nunca intentarían asumir la función de maestros de la congregación (1 Cor. 11:3; 14:34). 10

¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de alimentar a muchos por medio de unos pocos, ese esclavo está compuesto por un pequeño grupo de hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento espiritual durante la presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos ungidos que constituyen el esclavo fiel han estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy, ese esclavo es el grupo de cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Ahora bien, note que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más de una persona, la palabra esclavo está en singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo Gobernante actúa como uno solo, es decir, toma sus decisiones de manera conjunta. ¿QUIÉNES SON LOS DOMÉSTICOS? 11

Debe destacarse que, en la ilustración de Jesús, el esclavo fiel y discreto recibe dos nombramientos distintos. En primer lugar, se le pone a cargo de los domésticos, y en segundo lugar, de todos los bienes del amo. Puesto que la parábola se cumple exclusivamente en este tiempo del fin, ambos nombramientos tendrían que producirse después de 1914, cuando comenzó la presencia de Cristo como Rey. 12

¿Cuándo nombró Jesús al esclavo fiel sobre sus domésticos? Para averiguar la respuesta, debemos retroceder al año 1914, al comienzo de la temporada de la cosecha. Como ya aprendimos, en ese entonces había muchos grupos que afirmaban ser cristianos. ¿De entre cuál de ellos seleccionaría y nombraría Jesús al esclavo fiel? La pregunta se respondió una vez que él y su Padre vinieron a inspeccionar el templo —el sistema de adoración que Dios ha establecido—, lo que tuvo lugar desde 1914 hasta principios de 1919 (Mal. 3:1). ¡Cuánto se alegraron al ver a un pequeño grupo de leales Estudiantes de la Biblia que demostraban un profundo amor por Jehová y su Palabra! Por supuesto, necesitaban pulirse en algunos

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aspectos, pero humildemente se dejaron moldear durante un breve período de prueba y limpieza (Mal. 3:2-4). Aquellos fieles Estudiantes de la Biblia eran auténtico trigo. En 1919, año en que experimentaron un resurgimiento espiritual, Jesús seleccionó de entre ellos algunos hermanos ungidos capacitados para que compusieran el esclavo fiel y discreto y los nombró sobre sus domésticos. 13

¿Quiénes, entonces, son los domésticos? Dicho sencillamente, los que son alimentados. Al comienzo de los últimos días, todos los domésticos eran cristianos ungidos. Pero más tarde, el grupo de los domésticos llegó a incluir a la gran muchedumbre de otras ovejas. Estas componen ahora la inmensa mayoría del “solo rebaño” que sigue a Cristo (Juan 10:16). Tanto los ungidos como las otras ovejas se benefician del mismo alimento espiritual que el esclavo fiel proporciona “al tiempo apropiado”. ¿Y qué puede decirse de los miembros del Cuerpo Gobernante que hoy componen ese esclavo fiel y discreto? Ellos también necesitan alimentarse espiritualmente, así que con humildad reconocen que a nivel individual son domésticos como todos los demás cristianos verdaderos. 14 Jesús puso una seria responsabilidad sobre los hombros del esclavo fiel y discreto. En

tiempos bíblicos, un esclavo de confianza, o mayordomo, tenía a su cargo a todos los siervos de la casa de su amo (Luc. 12:42, nota). De igual modo, el esclavo fiel y discreto tiene a su cargo a todos los siervos de Jehová. Entre sus deberes figura supervisar el uso de bienes materiales, la obra de predicar, la preparación de asambleas y la producción de las publicaciones bíblicas que se emplean en el ministerio, en el estudio personal y en las reuniones cristianas. Los domésticos dependen de todos los recursos espirituales que proporciona este esclavo compuesto. ¿CUÁNDO SE LE NOMBRA SOBRE TODOS LOS BIENES DEL AMO? 15

¿Cuándo hace Jesús el segundo nombramiento, el que consiste en poner al esclavo a cargo de “todos sus bienes”? Él dijo: “¡Feliz es aquel esclavo si su amo, al llegar [o, literalmente, “habiendo venido”, según la nota], lo hallara haciéndolo así! En verdad les digo: Lo nombrará sobre todos sus bienes” (Mat. 24:46, 47). Observe que Jesús efectúa el segundo nombramiento después de llegar y ver que el esclavo ha estado “haciéndolo así”, es decir, que ha estado suministrando fielmente alimento espiritual. Así que habría un intervalo entre los dos nombramientos. Entonces, ¿cómo y cuándo nombra Jesús al esclavo sobre todos sus bienes? Para contestar esta pregunta, debemos saber dos cosas: cuándo llega él y cuáles son esos bienes. 16 ¿Cuándo llega Jesús? El

contexto lo aclara. Recuerde que cuando los versículos previos dicen que Jesús “viene”, esa palabra se refiere al tiempo en que llega a dictar y ejecutar su sentencia al final de este sistema (Mat. 24:30, 42, 44). Por lo tanto, la llegada, o venida, de Jesús mencionada en la ilustración del esclavo fiel tiene lugar durante la gran tribulación. 17

¿Cuáles son “todos [los] bienes” de Jesús? Él no dijo que fueran únicamente sus bienes en la Tierra. En realidad, Jesús tiene una inmensa autoridad en los cielos. “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra”, declaró (Mat. 28:18; Efes. 1:20-23). Ahora sus bienes incluyen el Reino mesiánico, que le ha pertenecido desde 1914 y que compartirá con sus discípulos ungidos (Rev. 11:15). 18 ¿A qué conclusión nos llevan estos hechos? Cuando Jesús venga como Juez durante la gran tribulación,

verá que el esclavo fiel ha estado suministrando lealmente alimento espiritual a los domésticos al tiempo apropiado. Entonces se complacerá en efectuar el segundo nombramiento: lo nombrará sobre todos sus bienes. Quienes componen el esclavo fiel recibirán ese nombramiento cuando obtengan su recompensa celestial y lleguen a ser reyes con Cristo.

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¿Es la recompensa que el esclavo fiel recibe en los cielos mayor que la del resto de los ungidos? La respuesta es no. Aunque una recompensa se le haya prometido a un grupo pequeño en un momento determinado, también pueden acabar recibiéndola otras personas. Por ejemplo, piense en lo que Jesús les dijo a sus 11 apóstoles fieles la noche antes de morir (lea Lucas 22:28-30). Él le prometió a ese pequeño grupo de hombres una magnífica recompensa por su lealtad: compartiría con ellos su autoridad de Rey. Sin embargo, años después indicó que todos los ungidos, los 144.000 sin excepción, se sentarían en tronos y reinarían con él (Rev. 1:1; 3:21). De modo parecido, según indica Mateo 24:47, Jesús le prometió a un pequeño grupo de hombres —los hermanos ungidos que componen el esclavo fiel— que lo nombraría sobre todos sus bienes. Pero, realmente, son los 144.000 en su totalidad los que compartirán la inmensa autoridad celestial de Cristo (Rev. 20:4, 6). 20

Mediante el esclavo fiel y discreto, Jesús está siguiendo el mismo patrón que estableció en el siglo primero: alimentar a muchos por medio de unos pocos. Nombró a ese esclavo para asegurarse de que en estos últimos días sus verdaderos discípulos —sean de los ungidos o de las otras ovejas— tuvieran un suministro constante de alimento espiritual “al tiempo apropiado”. ¡Cuánto lo agradecemos! Pues bien, demostremos nuestra gratitud apoyando lealmente a los hermanos ungidos que componen ese esclavo fiel y discreto (Heb. 13:7, 17). NOTAS FINALES: (Deben leerse como notas a pie de página en los párrafos correspondientes.) [Notas] Párrafo 2: En una ocasión anterior, Jesús relató una parábola similar en la que se refirió al “esclavo” como un “mayordomo” y a los “domésticos” como “su servidumbre” (Luc. 12:42-44). Párrafo 6: La “venida” (del verbo griego érkjomai) de Cristo es distinta de su “presencia” (parousía). Su presencia invisible comienza antes de que venga a ejecutar su sentencia. Párrafo 12: Vea el artículo “Estoy con ustedes todos los días” en esta misma revista, páginas 10 a 12, párrafos 5 a 8. Párrafo 16: Vea el artículo “¿Cuándo serán estas cosas?” en esta misma revista, páginas 7 y 8, párrafos 14 a 18. [Recuadro de la página 22] ¿LO HA CAPTADO? “El esclavo fiel y discreto”: Un pequeño grupo de hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento espiritual durante la presencia de Cristo. Hoy, esos hermanos ungidos componen el Cuerpo Gobernante “Sus domésticos”: Todos los que son alimentados, tanto ungidos como otras ovejas “Su amo [lo] nombró sobre sus domésticos”: En 1919, Jesús seleccionó hermanos ungidos capacitados para componer su esclavo fiel y discreto “Lo nombrará sobre todos sus bienes”: Quienes componen el esclavo serán nombrados sobre todos los bienes del amo al recibir su recompensa en los cielos. Junto con los demás de los 144.000 compartirán la inmensa autoridad celestial de Cristo [Ilustración de las páginas 22 y 23] Sea que abriguemos la esperanza celestial o la terrenal, todos somos domésticos y necesitamos el mismo alimento espiritual al tiempo apropiado

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[Recuadro de la página 24] SI ALGUNA VEZ AQUEL ESCLAVO MALO... Jesús ha colocado sobre los hombros del esclavo fiel y discreto la más pesada de las responsabilidades: cuidar de los domésticos y proporcionarles alimento espiritual al tiempo apropiado. Jesús sabía que a quienes más responsabilidades tienen, más se les exige (Luc. 12:48). Por consiguiente, concluyó su parábola sobre el esclavo fiel y discreto con una seria advertencia. Jesús habló de un esclavo malo que, creyendo que su amo tarda en volver, se pone a golpear a sus coesclavos. Cuando el amo llega —dijo Jesús—, lo castiga “con la mayor severidad” (lea Mateo 24:48-51). ¿Estaba prediciendo Jesús que habría un simbólico esclavo malo en los últimos días? No. Es verdad que algunos han manifestado un espíritu similar al descrito por Jesús. A estos se les podría llamar apóstatas, sean ungidos o de la “gran muchedumbre” (Rev. 7:9). Pero esas personas no componen un “esclavo malo”. Jesús no dijo que nombraría a un esclavo malo; más bien, sus palabras constituyen una advertencia dirigida al esclavo fiel y discreto. Observemos que Jesús comienza su advertencia con las palabras “si alguna vez”. Cierto especialista señala que en el texto griego esta expresión denota una “idea de condición o hipótesis”. En otras palabras, Jesús dijo: “En el supuesto caso de que el esclavo fiel y discreto maltratara así a sus compañeros, esto es lo que el amo haría al llegar” (vea también Lucas 12:45). Sin embargo, el esclavo fiel y discreto en conjunto se ha mantenido alerta proporcionando alimento espiritual nutritivo. Los hermanos ungidos que componen el esclavo fiel reconocen que rendirán cuentas al Amo por el modo como cuiden de sus domésticos. Desean de corazón cumplir lealmente su responsabilidad para que, cuando por fin llegue el Amo, puedan escuchar que les dice “bien hecho”. [Ilustración de la página 25] Todos los ungidos, los 144.000 sin excepción, compartirán la inmensa autoridad celestial de Jesús (Vea el párrafo 19) L

w11 15/7 págs. 24-28 ¿Qué es el descanso de Dios? ¿Qué es el descanso de Dios? “Queda un descanso sabático para el pueblo de Dios.” (HEB. 4:9) EL LIBRO de Génesis explica en su primer capítulo que Jehová pasó seis “días” —es decir, seis largos períodos de tiempo— acondicionando la Tierra para la llegada del ser humano. Después de la descripción de cada uno de estos días aparecen estas palabras: “Llegó a haber tarde y llegó a haber mañana” (Gén. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Pero no ocurre lo mismo con el séptimo. Al llegar a este punto, se indica que “Dios procedió a bendecir el día séptimo y a hacerlo sagrado, porque en él ha estado descansando de toda su obra que Dios ha creado” (Gén. 2:3). 2

Estas palabras las escribió Moisés en el año 1513 antes de nuestra era. Por lo tanto, la expresión “ha estado descansando” nos permite deducir que, al menos hasta ese momento, no había concluido el séptimo día, el día de descanso de Jehová. ¿Y en la actualidad? ¿Nos hallamos aún en ese día? ¿Podemos entrar en el descanso divino, es decir, tomar parte en él? Ambas cuestiones son muy importantes para cada uno de nosotros. ¿Sigue hoy Jehová “descansando”? 3 Hay dos

razones que nos permiten afirmar que, en el siglo primero, el séptimo día aún seguía en curso. La primera se desprende de la respuesta que Jesús les dio a quienes lo acusaron de no respetar el sábado.

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Según ellos, hacer curaciones milagrosas equivalía a trabajar, algo que la Ley mosaica prohibía hacer ese día. Notemos cómo les contestó el Señor: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando” (Juan 5:16, 17). Al afirmar: “Mi Padre ha seguido trabajando”, se defendió de su acusación. Es como si hubiera dicho: “Mi Padre y yo estamos realizando el mismo tipo de trabajo. Él está trabajando durante su sábado, que ya ha durado miles de años, así que no tiene nada de malo que yo también trabaje en sábado”. Por consiguiente, Jesús dio a entender que, en lo que respecta a la Tierra, en aquel entonces seguía en curso el gran día sabático de Dios, o sea, su día de descanso. 4

La segunda razón la encontramos en un argumento que Pablo utilizó por inspiración divina. Hablando sobre el descanso de Dios y justo antes de citar de Génesis 2:2, el apóstol escribió: “Nosotros los que hemos ejercido fe sí entramos en el descanso” (Heb. 4:3, 4, 6, 9). Estas palabras dejan claro que, en aquella época, el séptimo día no había terminado. Ahora bien, ¿hasta cuándo duraría el día de descanso? 5 Para saber cuándo termina el séptimo día, debemos

tener claro el motivo por el que Dios lo estableció. Génesis 2:3 lo revela al indicar que el Creador “procedió a bendecir el día séptimo y a hacerlo sagrado”. Jehová hizo santo ese día al separarlo para un fin especial: llevar a cabo su propósito para la Tierra. ¿Y cuál es ese propósito? Llenar el planeta de seres humanos obedientes que cuiden de él y de todos los seres vivos (Gén. 1:28). Ese es el objetivo con el que han “seguido trabajando hasta ahora” tanto Jehová como Jesucristo, a quien la Biblia llama “Señor del sábado” (Mat. 12:8). Así pues, el gran día de descanso continuará hasta que el propósito de Dios para la Tierra quede cumplido por completo. ¿Cuándo sucederá esto? Al final del Reinado de Mil Años de Cristo. No caigamos en el mismo “modelo de desobediencia” 6

Jehová les explicó claramente a Adán y Eva en qué consistía su propósito, pero ellos se negaron a colaborar. Y a lo largo de la historia, millones de personas han seguido sus pasos. Así sucedió incluso con la antigua nación de Israel, que era el pueblo elegido. Más tarde, Pablo advirtió a los primeros cristianos que hasta algunos de ellos podían cometer ese mismo error. Les escribió: “Hagamos [...] lo sumo posible para entrar en ese descanso, por temor de que alguien caiga en el mismo modelo de desobediencia” (Heb. 4:11). Fijémonos en que el apóstol establece una relación entre ser desobediente y no entrar en el descanso de Dios. Estas palabras encierran una advertencia para nosotros. ¿Qué nos sucedería si de algún modo actuáramos en contra del propósito divino? ¿Estaríamos poniendo en peligro nuestra entrada en el descanso de Jehová? Sin duda, es necesario analizar bien estas cuestiones. Y lo haremos más adelante. Pero antes veamos qué mal ejemplo dieron los israelitas y por qué no entraron en el descanso de Dios. “No entrarán en mi descanso” 7

En el año 1513 antes de la era cristiana, Jehová le reveló a Moisés lo que se proponía hacer con los israelitas que vivían esclavos en Egipto: “Estoy procediendo a bajar para librarlos de la mano de los egipcios y para hacerlos subir de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel” (Éxo. 3:8). ¿Con qué fin los libertó? Para convertirlos en su pueblo, tal como le había prometido a Abrahán (Gén. 22:17). Además, les dio un código de leyes que les permitiría disfrutar de paz con él (Isa. 48:17, 18). Pero les impuso una condición: “Si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto [de la Ley], entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí” (Éxo. 19:5, 6). Como vemos, los israelitas tendrían el privilegio de ser el pueblo de Dios siempre y cuando fueran obedientes. 8

¡Qué futuro tan maravilloso les prometía Jehová! Mientras le obedecieran, bendeciría sus campos, sus viñas, sus rebaños y su ganado. Disfrutarían de paz y prosperidad, y ningún enemigo lograría derrotarlos (léase 1 Reyes 10:23-27). Ni siquiera podría dominarlos alguna potencia mundial. Y cuando llegara el

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Mesías, probablemente seguirían siendo una nación independiente, en vez de encontrarse bajo el poder de Roma, como en realidad sucedió. Serían la envidia de los demás reinos, una prueba evidente de que el Dios verdadero bendice física y espiritualmente a quienes le obedecen. 9 Actuar en conformidad con el propósito divino era un honor inmenso que les habría reportado grandes

beneficios a ellos y, con el tiempo, a todas las naciones (Gén. 22:18). Por desgracia, la mayor parte de aquella generación despreció el privilegio de ser el único pueblo gobernado directamente por Dios y un modelo para las demás naciones. ¡Hasta pretendieron regresar a Egipto! (Léase Números 14:2-4.) Pero ¿de qué les habría servido volver allí? ¿Acaso les habría ayudado a trabajar mejor a favor del propósito de Jehová? Todo lo contrario. Se habrían convertido de nuevo en esclavos de los paganos y jamás habrían podido obedecer la Ley mosaica ni recibir el perdón de sus pecados. Su obstinación con volver a Egipto demostraba lo ciegos que estaban y lo egoístas que eran. Con toda razón, Jehová recordó más tarde: “Quedé asqueado de esta generación y dije: ‘Siempre se descarrían en su corazón, y ellos mismos no han llegado a conocer mis caminos’. De modo que juré en mi cólera: ‘No entrarán en mi descanso’” (Heb. 3:10, 11; Sal. 95:10, 11). 10

Con su necia actitud, demostraron que valoraban muy poco las cosas espirituales. Lo único que les importaba eran los puerros, las cebollas y los ajos de Egipto (Núm. 11:5). Fueron tan ingratos como Esaú, quien no dudó en renunciar a su valiosa herencia espiritual por un plato de lentejas (Gén. 25:30-32; Heb. 12:16). 11

La falta de fe de quienes salieron de Egipto no impidió que Jehová, el Dios que siempre “ha seguido trabajando”, continuara adelante con su propósito. Para ello, se concentró en los israelitas de la siguiente generación, quienes fueron más obedientes que sus antecesores. Cuando Jehová les ordenó que entraran en la Tierra Prometida y comenzaran a conquistarla, siguieron sus instrucciones. Su buena disposición se describe en Josué 24:31: “Israel continuó sirviendo a Jehová todos los días de Josué y todos los días de los ancianos que extendieron sus días después de Josué y que habían conocido toda la obra de Jehová que él había hecho por Israel”. 12

Después de aquella generación fiel, vino “otra [...] que no conocía a Jehová ni la obra que él había hecho por Israel”. ¿Cómo actuaron estos israelitas? “Se pusieron a hacer lo que era malo a los ojos de Jehová, y a servir a los Baales.” (Jue. 2:10, 11.) Por culpa de su desobediencia, ni disfrutaron de paz con Dios ni convirtieron la Tierra Prometida en “un lugar de descanso”. Refiriéndose a ellos, Pablo explicó: “Si Josué los hubiera conducido a un lugar de descanso, Dios no habría hablado después de otro día. De modo que queda un descanso sabático para el pueblo de Dios” (Heb. 4:8, 9). ¿A quiénes llamó el apóstol “el pueblo de Dios”? A todos los cristianos, fueran o no de origen judío. Entonces, ¿quiere decir esto que los cristianos de la actualidad podemos entrar en el descanso de Dios? Desde luego que sí. Algunos cristianos no entraron en el descanso de Dios 13

En su carta a los Hebreos, Pablo señaló con preocupación que algunos cristianos no se mantenían al paso con el desarrollo del propósito divino, sino que estaban actuando en su contra (léase Hebreos 4:1). ¿Cuál era el problema? Curiosamente, que insistían en seguir cumpliendo la Ley mosaica. Es cierto que, durante mil quinientos años, todo el que quería colaborar con el propósito de Jehová tenía que obedecerla. Pero tras la muerte de Jesús, quedó abolida. Al parecer, algunos cristianos no comprendieron este hecho y se empeñaron en continuar acatando algunos de sus preceptos. 14

¿Qué les explicó el apóstol a aquellos cristianos tan apegados a la Ley mosaica? Que contaban con un templo espiritual, un nuevo pacto y un sumo sacerdote —Jesús— que eran muy superiores al templo, el pacto y el sumo sacerdote que hubo en Israel (Heb. 7:26-28; 8:7-10; 9:11, 12). Además, aludiendo

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probablemente a la ley del sábado, les habló del privilegio que tenía el cristiano de entrar en el día de descanso de Jehová: “Queda un descanso sabático para el pueblo de Dios. Porque el hombre que ha entrado en el descanso de Dios ha descansado él mismo también de sus propias obras, así como Dios de las suyas” (Heb. 4:8-10). Aquellas palabras encerraban una lección que debían tener muy clara: ya no era posible obtener el favor divino realizando las obras que exigía la Ley mosaica. Desde el día de Pentecostés del año 33, la única forma de recibir la aprobación de Dios era demostrando fe en Jesucristo. 15

¿Por qué no entraron en la Tierra Prometida los israelitas de la época de Moisés? Por su desobediencia. ¿Y por qué no entraron en el descanso de Dios algunos cristianos de tiempos de Pablo? Por la misma razón. No aceptaron que la Ley ya había cumplido su objetivo y que Jehová estaba dirigiendo a su pueblo por un camino diferente. Cómo podemos entrar hoy en el descanso de Dios 16

Hoy día, a ninguno de nosotros se nos ocurriría insistir en que nuestra salvación depende de que obedezcamos ciertos mandatos de la Ley mosaica. A fin de cuentas, en su carta a los Efesios, Pablo dice sin rodeos: “Por esta bondad inmerecida, en verdad, ustedes han sido salvados mediante fe; y esto no debido a ustedes: es dádiva de Dios. No, no es debido a obras, a fin de que nadie tenga base para jactarse” (Efe. 2:8, 9). Entonces, ¿qué debemos hacer si queremos entrar en el descanso de Dios? Recordemos que Jehová separó el séptimo día —su día de descanso— para un fin especial: llevar a cabo su propósito para la Tierra. Por lo tanto, para entrar en el descanso de Jehová —es decir, tomar parte en él—, debemos obedecerle y colaborar en el cumplimiento de su propósito según nos lo va aclarando su organización. 17

Jamás debemos quitarles importancia a los consejos bíblicos del esclavo fiel ni guiarnos por nuestras opiniones personales. Si lo hiciéramos, nos pondríamos en contra del propósito divino y nos arriesgaríamos a perder la amistad con Jehová. Ahora bien, ¿qué situaciones ponen hoy día a prueba nuestra obediencia? En el próximo artículo analizaremos algunas y veremos cómo las decisiones que tomamos en esos casos revelan si hemos entrado en el descanso de Dios. [Notas] Jesús explicó que los sacerdotes y los levitas no eran culpables de ningún delito por trabajar en el templo los sábados. De modo que Jesús, el Sumo Sacerdote del gran templo espiritual de Dios, tampoco violaba la ley del sábado al cumplir la labor que su Padre le había asignado (Mat. 12:5, 6). No sabemos si, después del Pentecostés del año 33, algún cristiano de origen judío llegó al extremo de ofrecer sacrificios en el Día de Expiación. Tal acto habría sido una falta de respeto hacia el sacrificio de Jesús. En todo caso, es seguro que algunos se aferraban a varias tradiciones de la Ley (Gál. 4:9-11).

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w11 15/7 págs. 28-32 ¿Ha entrado usted en el descanso de Dios? ¿Ha entrado usted en el descanso de Dios? “La palabra de Dios es viva, y ejerce poder.” (HEB. 4:12) EN EL artículo anterior vimos que, para entrar en el descanso de Dios, debemos obedecerle y actuar en conformidad con su propósito. Ahora bien, no siempre resulta fácil. Por ejemplo, si descubriéramos que

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algo que nos gusta hacer le desagrada a Jehová, ¿nos resistiríamos a cambiar? Sin duda, esa actitud no sería propia de una persona que está “lista para obedecer” (Sant. 3:17). En este artículo analizaremos varias situaciones donde podemos demostrar que somos obedientes, o, lo que es lo mismo, que de verdad queremos vivir de acuerdo con el propósito de Dios. 2

¿Nos cuesta a veces aplicar los consejos bíblicos que recibimos? La Biblia dice que Dios quiere reunir “las cosas deseables de todas las naciones”, es decir, personas a las que considera muy valiosas porque aman la justicia (Ageo 2:7). Siendo sinceros, antes de conocer la verdad, la mayoría de nosotros dejábamos mucho que desear. Pero llegamos a amar tanto a Jehová y a su Hijo que hicimos grandes cambios en nuestra forma de ser y actuar. A fin de agradar a Dios, seguramente tuvimos que hacer muchos esfuerzos y muchas oraciones, pero lo logramos. Y, finalmente, llegó el feliz día en el que pudimos bautizarnos (léase Colosenses 1:9, 10). 3

Ahora bien, ¿terminó ahí nuestra batalla? Claro que no. Sabemos que, mientras seamos imperfectos, tendremos que seguir en la lucha. Pero estamos convencidos de que si no aflojamos el paso, Jehová bendecirá nuestros esfuerzos por agradarle cada día más. Aceptemos los consejos 4

El primer paso para luchar contra nuestros puntos débiles es identificarlos. ¿Cómo nos ayuda Jehová a lograrlo? Puede valerse de un discurso que nos haga reflexionar o de un artículo que nos cale hondo. Pero si no captamos el consejo o no lo ponemos en práctica, puede utilizar a nuestros hermanos para que nos lo recuerden (léase Gálatas 6:1). 5

No siempre es fácil aceptar los consejos de otro ser humano, por muy prudente y bondadoso que sea, pues sabemos que es tan imperfecto como nosotros. Con todo, conviene recordar que es Jehová quien ordena a los responsables de la congregación que “traten de reajustar [a los hermanos] con espíritu de apacibilidad”, es decir, que los corrijan con cariño (Gál. 6:1). Si aceptamos lo que nos dicen, seremos aún más “deseables”, o valiosos, a los ojos de Dios. Es curioso que, cuando hablamos con Jehová, todos admitimos sin problemas que cometemos errores. Pero quizá no nos resulte tan fácil reconocer un error concreto cuando un anciano nos lo señala. Puede que cuestionemos sus intenciones, nos quejemos de su falta de tacto, restemos importancia al problema o pongamos excusas (2 Rey. 5:11). Y si se trata de un asunto delicado —como la conducta de un familiar, la apariencia, la falta de higiene o las diversiones que Jehová desaprueba—, tal vez hasta nos enojemos y hagamos sentir mal al consejero. Pero, más tarde, cuando lo pensamos en frío, comprendemos que reaccionamos mal y que el consejo era oportuno. 6

El versículo que encabeza este artículo nos recuerda que “la palabra de Dios [...] ejerce poder”. En efecto, consigue que hagamos grandes cambios en nuestra vida, cambios que no solo se producen antes de bautizarnos, sino también después. En el mismo pasaje, Pablo añade que “la palabra de Dios [...] penetra hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y su tuétano, y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón” (Heb. 4:12). Aquí, el “alma” se refiere a nuestro exterior, lo que parecemos ser, y el “espíritu”, a nuestro interior, lo que en realidad somos. ¿Qué quiso decir el apóstol? Que cuando examinamos la Biblia y entendemos lo que Dios espera que hagamos, nuestra reacción revela cómo somos realmente. ¿Qué se puede decir de cada uno de nosotros? ¿Concuerda siempre nuestro exterior con lo que hay en nuestro interior? (Léase Mateo 23:27, 28.) Pensemos en qué haríamos en las siguientes situaciones. Vayamos al paso de la organización de Jehová

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Muchos de nosotros conocemos muy bien Proverbios 4:18: “La senda de los justos es como la luz brillante que va haciéndose más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido”. Estas palabras indican que nuestra conducta cristiana y nuestra comprensión del propósito divino van mejorando con el tiempo. 8

En el artículo anterior vimos que, después de la muerte de Jesús, muchos discípulos suyos de origen judío seguían apegados a la Ley mosaica (Hech. 21:20). En sus escritos inspirados, Pablo les demostró magistralmente que los cristianos no tenían que obedecer dicha Ley, pero hubo quienes se negaron a aceptarlo (Col. 2:13-15). ¿Por qué? Tal vez porque creían que cumpliendo la Ley —o al menos algunos de sus preceptos— evitarían que los judíos los persiguieran. En su carta a los Hebreos, el apóstol les dejó claro que para entrar en el descanso de Jehová era indispensable que se mantuvieran al paso con el desarrollo del propósito divino (Heb. 4:1, 2, 6; léase Hebreos 4:11). Si querían que Dios los aprobara, tendrían que aceptar que él estaba dirigiendo a su pueblo por un camino diferente. 9

En la actualidad también hemos visto cómo se han ido aclarando diversas doctrinas bíblicas. Lejos de inquietarnos, estas actualizaciones refuerzan nuestra confianza en el esclavo. Sabemos que el Cuerpo Gobernante, que actúa en nombre de este, no duda en revisar o corregir algún punto cuando comprende que es necesario. Y no tiene miedo a las críticas. Para estos hermanos, lo más importante es mantenerse al día con el desarrollo del propósito de Dios. ¿Qué hay de nosotros? ¿Cómo respondemos cuando se modifica una explicación bíblica? (Léase Lucas 5:39.) 10

Examinemos ahora otra situación. A finales del siglo XIX y principios del XX, entre los Estudiantes de la Biblia —como se llamaba entonces a los testigos de Jehová— había excelentes oradores. Pensaban que, en su caso, la mejor forma de predicar era presentando buenos discursos. Les encantaba hablar en público, y algunos parecían disfrutar con las adulaciones de los presentes. No obstante, llegó un momento en que el pueblo de Dios comprendió que la voluntad divina era que también se emplearan otros métodos de predicación, como las visitas casa por casa. Cuando eso sucedió, algunos excelentes oradores se negaron de plano a intentarlo. Daban la imagen de ser hombres espirituales y entregados al servicio del Señor, pero cuando se les demostró lo que Jehová esperaba que hicieran, salieron a la superficie sus verdaderas intenciones y motivaciones. Su actitud los llevó a ser desaprobados por Dios y a terminar abandonando su organización (Mat. 10:1-6; Hech. 5:42; 20:20). 11

¿Qué sucedió con los que permanecieron leales? ¿Acaso les resultó fácil ir de puerta en puerta? Claro que no. A muchos se les hizo cuesta arriba, sobre todo al principio. La diferencia es que ellos fueron obedientes. Poco a poco vencieron sus temores, y Jehová los bendijo abundantemente. ¿Y usted? ¿Qué hace cuando se le invita a probar un método de predicación al que no está acostumbrado? ¿Está dispuesto a intentarlo? Cuando un ser querido deja a Jehová 12 Como

bien sabemos, Jehová solo acepta a quienes se mantienen puros física, moral y espiritualmente (léase Tito 2:14). Ahora bien, este principio puede plantearnos pruebas de lealtad especialmente duras. Por poner un ejemplo, imaginemos que un matrimonio ejemplar ve cómo su único hijo abandona la verdad. El joven desprecia la relación espiritual que lo une a Jehová y a sus padres, opta por “disfrutar temporalmente del pecado” y acaba siendo expulsado (Heb. 11:25). 13

Sus padres quedan destrozados. Por supuesto, ellos conocen perfectamente las instrucciones bíblicas para estos casos: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre” (1 Cor. 5:11, 13). Comprenden que la palabra “cualquiera”

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también incluye a los familiares que no vivan en la misma casa que ellos. Pero experimentan emociones encontradas, pues quieren mucho a su hijo. Por eso, tal vez razonen: “Si limitamos al máximo la relación con él, ¿cómo vamos a ayudarlo a volver a Jehová? ¿No sería mejor ser un poco más flexibles?”. 14

Compartimos el dolor de tales padres. Ellos no se encuentran en esta situación por voluntad propia. Fue el propio hijo quien, cuando tuvo en sus manos la decisión de corregirse, prefirió seguir en el mal camino, aun sabiendo que eso afectaría gravemente la relación con ellos y con la congregación. Es natural que los padres sientan desconsuelo e impotencia. 15 Pero ellos también tienen en sus manos una decisión: ¿obedecerán las claras instrucciones de Jehová?

Es cierto que, en contadas ocasiones, será preciso reunirse con el hijo para atender algún asunto familiar importante. Pero ¿utilizarán esta excepción como excusa para relacionarse sin que haya necesidad? Al decidir lo que van a hacer, no deben pasar por alto lo que piensa Jehová. Él estableció la expulsión con un propósito: mantener limpia su organización y, si es posible, lograr que el pecador recapacite. ¿Cómo pueden contribuir los padres a que se cumpla este propósito? 16

Aarón, el hermano de Moisés, se enfrentó a una situación parecida con dos de sus hijos, Nadab y Abihú. Jehová los castigó con la muerte por haber cometido la grave ofensa de ofrecerle incienso de forma impropia. ¡Qué doloroso debió de ser para su padre saber que nunca más volvería a verlos, hablarles ni estar con ellos! Pero eso no fue todo. Aarón y sus demás hijos recibieron la orden divina de evitar las muestras de duelo acostumbradas: “No vayan a dejar sus cabezas desaseadas, y no deben rasgar sus prendas de vestir, para que no mueran ustedes y para que no se indigne [Dios] contra toda la asamblea” (Lev. 10:1-6). De este episodio extraemos una clara lección: nuestro amor a Jehová siempre debe estar por encima de nuestro amor a un familiar, y más aún si no se arrepiente de sus pecados. 17 En la actualidad, Dios no

ejecuta de inmediato a quienes violan sus leyes. En su gran amor, les concede la oportunidad de demostrar arrepentimiento. Claro, si un hijo es expulsado, es porque no ha aprovechado esta oportunidad. Por tanto, ¿qué sucedería si sus padres siguieran relacionándose con él innecesariamente? ¿No consideraría Jehová que lo están poniendo a prueba? 18

Muchos cristianos que estuvieron fuera de la congregación y fueron readmitidos reconocen que la firmeza de sus familiares y amigos fue lo que les hizo recapacitar. En una carta que recomendaba la readmisión de una joven, los ancianos de su congregación escribieron que algo que la ayudó a cambiar fue que “su hermano respetó las medidas disciplinarias de la expulsión”. Ella reconoció que ver a este miembro de su familia “obedecer fielmente los principios bíblicos la animó a regresar”. 19 Tal como hemos visto en este artículo, no

podemos dejarnos llevar por el corazón. Aunque nos cueste obedecer algún principio bíblico, debemos hacerlo con la absoluta seguridad de que la mejor manera de afrontar los problemas es la que Jehová nos enseña. “La palabra de Dios es viva” 20

Cuando Pablo afirmó en Hebreos 4:12 que “la palabra de Dios es viva”, no se refería específicamente a la Biblia. El contexto muestra que estaba hablando del conjunto de las promesas divinas. La idea principal es que estas no son palabras muertas, vacías, sino que siempre se cumplen. Eso mismo es lo que había destacado el propio Jehová al asegurar: “Así resultará ser mi palabra [...]. No volverá a mí sin resultados, sino que [...] tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado” (Isa. 55:11). Por tanto, no hay razón para que nos impacientemos si las cosas no avanzan tan rápido como quisiéramos. Jehová “ha seguido trabajando” y lo seguirá haciendo hasta que su propósito termine de cumplirse (Juan 5:17).

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Hay miembros de la “gran muchedumbre” que llevan décadas sirviendo a Jehová (Rev. 7:9). Muchos no esperaban tener que llegar a la vejez, pero no han permitido que eso los desanime (Sal. 92:14). ¿Por qué? Porque saben que “la palabra de Dios es viva”, pues Jehová está trabajando para que sus promesas se cumplan sin falta. A él le importa mucho su propósito y le alegra comprobar que a nosotros también. Durante el séptimo día en el que vivimos, Jehová ha estado descansando, con la certeza de que su voluntad se cumplirá y de que su pueblo siempre vivirá en conformidad con ella. Como hemos aprendido, todos podemos entrar en el descanso de Dios. ¿Lo ha hecho usted ya? [Notas] Aunque muchos líderes judíos obedecían la Ley mosaica al pie de la letra, cuando llegó Jesús no lo reconocieron como el Mesías. El problema fue que no quisieron ver cómo estaba desarrollando Dios su propósito. Hallará más información en las páginas 207 a 209 del libro “Manténganse en el amor de Dios”. En nuestros tiempos, Dios nos habla por medio de la Biblia, la cual consigue que hagamos grandes cambios en nuestra vida. Por lo tanto, la explicación de Pablo en Hebreos 4:12 también es aplicable a las Escrituras. L w10 15/7 págs. 20-24 “El espíritu escudriña [...] las cosas profundas de Dios” “El espíritu escudriña [...] las cosas profundas de Dios” “El espíritu escudriña todas las cosas, hasta las cosas profundas de Dios.” (1 COR. 2:10) ¡CUÁNTO agradecemos las muchas funciones que desempeña el espíritu santo de Jehová! Las Escrituras dicen que es un ayudante y una dádiva de Dios, e indican que da testimonio y aboga por nosotros (Juan 14:16; Hech. 2:38; Rom. 8:16, 26, 27). Pero el apóstol Pablo señaló otra de sus importantísimas funciones: “El espíritu escudriña todas las cosas [o “investiga todo a fondo”], hasta las cosas profundas de Dios” (1 Cor. 2:10; Nueva Traducción Viviente). Jehová usa su fuerza activa para sacar a la luz verdades espirituales profundas. Después de todo, ¿hasta qué punto comprenderíamos los propósitos divinos si no contáramos con esa ayuda? (Léase 1 Corintios 2:9-12.) Ahora bien, ¿cuál es la forma en que “el espíritu escudriña [...] las cosas profundas de Dios”? ¿A quiénes usó Jehová en el siglo primero para revelar sus verdades? ¿Cómo investiga hoy día el espíritu estas cosas profundas, y a quiénes emplea para sacarlas a la luz? 2 Jesús

habló de dos formas en las que actuaría la fuerza activa de Dios. Poco antes de morir, les aseguró a sus apóstoles: “El ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he dicho” (Juan 14:26). Primero, el espíritu serviría como maestro para los cristianos, pues les permitiría comprender verdades que antes no entendían, y segundo, les ayudaría a recordar y aplicar correctamente las enseñanzas recibidas.

En el siglo primero 3

Aunque Cristo les enseñó a sus discípulos muchas verdades que eran nuevas para ellos, aún les quedaba mucho por aprender. De hecho, les comentó: “Tengo muchas cosas que decirles todavía, pero no las pueden soportar ahora. Sin embargo, cuando llegue aquel, el espíritu de la verdad, él los guiará a

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toda la verdad” (Juan 16:12, 13). Como indican las palabras de Jesús, el espíritu santo sería el medio por el cual se revelarían gradualmente las cosas profundas de Dios. 4 “El

espíritu de la verdad” llegó en el Pentecostés del año 33, al ser derramado sobre unos ciento veinte cristianos reunidos en Jerusalén. Aquel suceso vino acompañado de pruebas que se podían ver y oír (Hech. 1:4, 5, 15; 2:1-4). Los discípulos empezaron entonces a hablar en diversos idiomas “acerca de las cosas magníficas de Dios” (Hech. 2:5-11). Había llegado el momento de que se hiciera una nueva revelación. En el pasado, Joel había predicho que Jehová derramaría su fuerza activa (Joel 2:28-32). Y ahora la gente estaba observando cómo se cumplía esa profecía de una forma que nadie se había imaginado. Entonces, el apóstol Pedro, sirviendo de portavoz, aclaró el significado de lo ocurrido (léase Hechos 2:14-18). ¿Cómo logró dar esa explicación? Gracias al espíritu santo, el cual actuó como maestro y le permitió comprender que aquel suceso estaba cumpliendo las palabras de Joel. Además, el espíritu le ayudó a recordar, pues Pedro no solo pudo citar de esa profecía, sino también de dos salmos de David (Sal. 16:8-11; 110:1; Hech. 2:25-28, 34, 35). Lo que vieron y oyeron aquellas personas realmente formaba parte de las cosas profundas de Dios. 5

Sin embargo, había muchos asuntos que los cristianos del siglo primero aún tenían que comprender mejor. Por ejemplo, no estaba claro qué implicaciones tendría el nuevo pacto que entró en vigor en Pentecostés. ¿Se permitiría que solo fueran parte de él judíos y prosélitos? ¿O se incluiría también a gente de otras naciones y se les ungiría con espíritu? (Hech. 10:45.) En el caso de los varones gentiles, ¿tendrían primero que circuncidarse y cumplir la Ley de Moisés? (Hech. 15:1, 5.) Sin duda, se trataba de preguntas importantísimas. Había que investigar estas cosas profundas de Dios y para ello se requería espíritu santo. Pero ¿mediante qué personas actuaría? 6

Sería mediante los cristianos encargados de dirigir la obra. En efecto, fueron ellos quienes plantearon estas cuestiones. Por ejemplo, Pablo, Bernabé y Pedro estuvieron presentes en una reunión especial del Cuerpo Gobernante y mostraron con ejemplos que Jehová estaba dirigiendo su atención a los gentiles incircuncisos (Hech. 15:7-12). Con la ayuda del espíritu santo, los miembros de aquel consejo evaluaron las pruebas a la luz de las Escrituras Hebreas, llegaron a una decisión y la comunicaron por escrito a las congregaciones (léanse Hechos 15:25-30 y 16:4, 5; Efe. 3:5, 6). 7

Más adelante se fueron aclarando muchos otros asuntos mediante los escritos inspirados de Juan, Pedro, Santiago y Pablo. Posteriormente, cuando ya habían quedado completas las Escrituras Cristianas, desaparecieron los dones de profetizar y las revelaciones milagrosas (1 Cor. 13:8). ¿Seguiría el espíritu enseñando a los cristianos y ayudándoles a recordar? ¿Continuaría iluminándolos en su estudio de las cosas profundas de Dios? Las profecías señalan que sí. Durante el tiempo del fin 8

Un ángel predijo lo que sucedería en el tiempo del fin: “Los que tengan perspicacia brillarán como el resplandor de la expansión; y los que traigan a los muchos a la justicia, como las estrellas hasta tiempo indefinido, aun para siempre [...], y el verdadero conocimiento se hará abundante” (Dan. 12:3, 4). ¿Quiénes son estos que tendrían esa perspicacia, o comprensión espiritual, y brillarían con tanta intensidad? Jesús dio una clave en su parábola del trigo y la mala hierba. Hablando de la “conclusión de un sistema de cosas”, señaló: “En aquel tiempo los justos resplandecerán tan brillantemente como el sol en el reino de su Padre” (Mat. 13:39, 43). Al explicar la ilustración, Jesús dijo que “los justos” eran “los hijos del reino”, los cristianos ungidos (Mat. 13:38). 9

¿Brillarían todos los ungidos? En cierto sentido sí, pues todos ellos tendrían que predicar, hacer discípulos y fortalecerse mutuamente en las reuniones, dando así el ejemplo para los demás cristianos (Zac. 8:23). Pero en el tiempo del fin ocurriría algo más: se revelarían cosas profundas de Dios. Por ejemplo, se

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aclararían las profecías de Daniel, que hasta entonces estarían selladas (Dan. 12:9). Pero ¿de qué manera investiga hoy día el espíritu estas cosas profundas, y a quiénes emplea para sacarlas a la luz? 10

En la actualidad, cuando llega el momento de aclarar verdades profundas que hasta la fecha no se comprendían plenamente, el espíritu santo concede discernimiento a los hermanos responsables de la sede mundial que actúan como representantes del “esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45; 1 Cor. 2:13). El Cuerpo Gobernante en pleno examina cualquier posible modificación (Hech. 15:6). Y, para beneficio de todos, publica las conclusiones a las que llega (Mat. 10:27). Si en ocasiones es necesario hacer aclaraciones posteriores, se exponen con total honestidad (véase el recuadro “El espíritu revela el significado del templo espiritual”). Cómo nos beneficiamos de que el espíritu revele las verdades profundas 11

Todos los cristianos nos beneficiamos de que el espíritu revele las cosas profundas de Dios. Al igual que en tiempos de los apóstoles, nos ayuda primero a entender la información que estudiamos, y luego a recordarla y ponerla en práctica (Luc. 12:11, 12). En realidad, no hace falta tener una gran preparación académica para comprender las verdades profundas que se explican en nuestras publicaciones (Hech. 4:13). Ahora bien, ¿qué podemos hacer para entenderlas mejor? Veamos algunas sugerencias. 12

Pida espíritu santo. Cuando se siente a analizar información bíblica, solicite la guía del espíritu santo. No olvide hacerlo aunque vaya a estudiar a solas o durante poco tiempo. Esas humildes peticiones complacerán a su Padre celestial. Tal como indicó Jesús, él le dará su espíritu con generosidad si se lo pide de todo corazón (Luc. 11:13). 13

Prepárese para las reuniones. El esclavo tiene la comisión de darnos “alimento al tiempo apropiado”. Y la cumple editando publicaciones bíblicas y organizando un programa de reuniones donde se estudian dichas publicaciones. Siempre que le pide a “toda la asociación de hermanos” que analice cierta información, tiene razones de peso para hacerlo (1 Ped. 2:17; Col. 4:16; Jud. 3). Cuando nos esforzamos por seguir los consejos que nos da, estamos cooperando con el espíritu santo (Rev. 2:29). 14

Al prepararse para las reuniones, acostúmbrese a buscar los textos bíblicos y trate de entender su relación con el tema que está analizando. Así crecerá su comprensión espiritual (Hech. 17:11, 12). Si lee los pasajes directamente de la Biblia, la información se le grabará mejor y luego podrá recordarla con la ayuda del espíritu. Además, podrá visualizar en qué parte de la página se encuentran los versículos y después tardará menos en localizarlos. 15

Manténgase al día. Toda la información que recibimos —incluso la que no se analiza en las reuniones— tiene el propósito de beneficiarnos. Aun las revistas que se distribuyen entre el público han sido preparadas pensando en nosotros. En este mundo tan ajetreado, no es raro que por una u otra razón tengamos que pasar tiempo esperando. Podríamos aprovechar esos momentos para leer algún artículo o publicación que tengamos pendiente. Hay quienes se mantienen al día escuchando las grabaciones mientras caminan o conducen. No hay que olvidar que toda la información se prepara con cuidado y se redacta de forma que cualquiera pueda disfrutarla y llegar a apreciar más los asuntos espirituales (Hab. 2:2). 16 Medite. Dedique tiempo a reflexionar en lo que lee en la Biblia y en nuestras publicaciones. Al

ir viendo cómo se relacionan las ideas entre sí, de seguro le surgirán preguntas. Anótelas e investíguelas más tarde. Por lo común cuando un tema despierta nuestra curiosidad, lo estudiamos más a fondo. De este modo va aumentando nuestro caudal de conocimientos, un “tesoro” al que podremos recurrir cuando sea necesario (Mat. 13:52).

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Programe tiempo para la adoración en familia. El Cuerpo Gobernante nos anima a dedicar cada semana una noche, o algún otro momento, para el estudio personal o en familia. Y nuestro nuevo horario de reuniones nos facilita seguir este consejo. ¿Qué actividades pueden incluirse en esas ocasiones? Algunos leen las Escrituras, buscan información sobre los versículos que les llaman la atención y anotan breves explicaciones en su Biblia personal. Muchos se centran en la forma en que pueden aplicar como familia lo que están estudiando. Hay padres que seleccionan temas que consideran necesarios para los miembros de su casa o que estos desean analizar. Y de seguro, con el tiempo a cada uno se nos irán ocurriendo más ideas. 18

Jesús prometió que el espíritu sería nuestro ayudante, de modo que no tenemos por qué evadir los temas más profundos de las Escrituras. Esas verdades también son parte del valioso “conocimiento de Dios” y debemos estudiarlas (léase Proverbios 2:1-5). Mediante ellas, Jehová revela muchas de “las cosas que [...] ha preparado para los que lo aman”. Por eso, esfuércese por aprender más sobre su Palabra. Contará con la ayuda del espíritu santo, el cual “escudriña todas las cosas, hasta las cosas profundas de Dios” (1 Cor. 2:9, 10). [Nota]

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Véase también Nuestro Ministerio del Reino de octubre de 2008, página 8. [Recuadro de la página 22] El espíritu revela el significado del templo espiritual Una de “las cosas profundas de Dios” que se revelaron en el siglo primero fue el hecho de que el antiguo tabernáculo y los templos que posteriormente hubo en Jerusalén simbolizaron una realidad espiritual muy superior. A esta realidad, Pablo la llamó “la tienda verdadera, que Jehová levantó, y no el hombre” (Heb. 8:2). Se trata de un gran templo espiritual, el cual representa el sistema que Dios ha establecido para que podamos acercarnos a él gracias al sacrificio y el sacerdocio de Jesucristo. “La tienda verdadera” surgió en el año 29, cuando Jesús se bautizó y fue reconocido por Jehová como aquel que llegaría a ser un sacrificio perfecto (Heb. 10:5-10). Una vez que murió y resucitó, Cristo entró en el Santísimo del templo espiritual y presentó el valor de su sacrificio “delante de la persona de Dios” (Heb. 9:11, 12, 24). Pablo ya había dicho en otra de sus cartas que los cristianos ungidos estaban “creciendo para ser un templo santo para Jehová” (Efe. 2:20-22). ¿Sería este templo lo mismo que “la tienda verdadera” de la que el apóstol habló después en su carta a los Hebreos? Por décadas, los siervos de Jehová creyeron que sí. Les parecía que los cristianos ungidos estaban siendo preparados en la Tierra para llegar a ser “piedras” del templo celestial de Jehová (1 Ped. 2:5). No obstante, alrededor del año 1971, los representantes de la clase del esclavo comenzaron a entender que el templo mencionado en Efesios no podía ser el gran templo espiritual de Jehová. Si “la tienda verdadera” hubiera estado formada por cristianos ungidos resucitados, no habría podido existir sino hasta “la presencia del Señor”, pues durante ese período empezaron a resucitar (1 Tes. 4:15-17). Sin embargo, Pablo indicó lo siguiente sobre el tabernáculo: “Esta misma tienda es una ilustración para el tiempo señalado que está aquí ahora” (Heb. 9:9). Al comparar detenidamente estos y otros pasajes, se comprendió que el templo espiritual no está en proceso de construcción y que los cristianos ungidos no son “piedras” que estén siendo preparadas en la Tierra para formar parte de dicho templo. Más bien, ellos están sirviendo en el patio y en el Santo del templo espiritual y ofrecen a diario “sacrificio de alabanza” a Dios (Heb. 13:15).

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w09 15/4 págs. 12-13 Preguntas de los lectores Preguntas de los lectores Si una criatura muere en el vientre materno, ¿volverá a la vida en la resurrección? A quienes no han sufrido una pérdida de esa clase puede que les cueste trabajo imaginar lo que sienten los padres que han pasado por ese trance. Algunos de ellos experimentan un dolor muy intenso. Por ejemplo, una cristiana sufrió cinco abortos. Y aunque con el tiempo pudo dar a luz a dos hijos y criarlos, recordaba perfectamente cada uno de sus embarazos malogrados. Hasta el día de su muerte supo la edad que hubieran tenido todos sus hijos si hubieran sobrevivido. ¿Pueden esos padres abrigar la esperanza de ver en la resurrección a esas criaturas que no llegaron a nacer con vida? La respuesta es muy sencilla: no lo sabemos, pues la Biblia no trata directamente el asunto de si las criaturas que murieron antes de nacer van a resucitar. Lo que sí encontramos en la Palabra de Dios son principios relacionados con este tema que pueden ofrecernos cierto grado de consuelo. Antes que nada, analicemos dos preguntas muy relacionadas entre sí. En primer lugar, ¿cuándo considera Jehová que comienza la vida humana: en la concepción, o en el nacimiento? Y en segundo lugar, ¿cómo considera Dios a la criatura no nacida: como un ser individual, o como un simple conjunto de células y tejidos? Los principios bíblicos nos permiten obtener respuestas claras a ambas preguntas. De acuerdo con la Ley mosaica, la vida no comienza en el nacimiento, sino mucho antes. Por eso, quien causara la muerte de una criatura no nacida podía ser castigado con la pena de muerte. La Ley mandaba: “Tienes que dar alma por alma” (Éxo. 21:22, 23). Por tanto, la criatura que se encuentra en la matriz es un alma, una vida humana. Esta verdad fundamental ha ayudado a millones de cristianos a entender que deben rechazar la práctica del aborto, el cual es un grave pecado contra Dios. Como vemos, la vida comienza en la concepción. Ahora bien, ¿cuánto valor tiene esa vida para Jehová? La ley que acabamos de mencionar decretaba la pena de muerte para quien provocara la muerte de la criatura. Está claro, pues, que dicha vida era muy valiosa para Dios. Además, muchos otros pasajes bíblicos revelan que Jehová considera a la criatura no nacida como un ser individual. Por ejemplo, el rey David dirigió a Jehová las siguientes palabras inspiradas: “Me tuviste cubierto en resguardo en el vientre de mi madre. [...] Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días en que fueron formadas” (Sal. 139:13-16; Job 31:14, 15). Jehová también ve los rasgos distintivos de la criatura y el potencial que tiene. Por citar un caso, cuando Rebeca, la esposa de Isaac, estaba embarazada de Jacob y Esaú, estos empezaron a pelear en su vientre. Entonces, Jehová pronunció una profecía sobre los bebés, lo que parece demostrar que vio en ellos ciertas características que tendrían consecuencias de largo alcance (Gén. 25:22, 23; Rom. 9:10-13). Juan el Bautista es otro caso interesante. Uno de los Evangelios dice: “Al oír Elisabet el saludo de María, la criatura saltó en su matriz; y Elisabet se llenó de espíritu santo” (Luc. 1:41). En este pasaje, el médico Lucas utilizó una palabra griega que podría aludir tanto a un bebé no nacido como a uno que acaba de nacer. De hecho, esa fue la palabra que utilizó para referirse a Jesús cuando estaba en el pesebre (Luc. 2:12, 16; 18:15). Teniendo en cuenta todos estos factores, ¿podemos decir que la Biblia hace una distinción entre una criatura que se encuentra en el vientre materno y una que acaba de nacer? Parece que no. Además, esta manera de ver el asunto concuerda con los hallazgos de la ciencia moderna. Por ejemplo, los investigadores

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han descubierto que una criatura no nacida es capaz de sentir los estímulos externos y responder a ellos. Por eso, no es de extrañar que una madre desarrolle un vínculo tan estrecho con el hijo que está gestando. Además, la llegada de un bebé puede variar de un embarazo a otro. Pensemos en una madre que da a luz un bebé prematuro que fallece pocos días después. Ahora pensemos en otra que tiene un embarazo normal, pero cuyo bebé muere pocos días antes del parto. ¿Es razonable pensar que solo la primera de las dos puede esperar que su hijo resucite simplemente porque este nació antes de tiempo por una razón u otra? En resumen, la Biblia enseña claramente que la vida comienza en el momento de la concepción y que Jehová ve a toda criatura no nacida como un ser humano único cuya vida es muy valiosa. En vista de estas verdades, a algunos cristianos tal vez les parezca ilógico afirmar que las criaturas que mueren antes de nacer no serán resucitadas. Incluso podrían pensar que tal afirmación debilita nuestra postura bíblica en contra del aborto, la cual se basa principalmente en esas verdades. En el pasado, esta revista ha planteado algunas preguntas que parecen cuestionar la posibilidad de que las criaturas que mueren antes de nacer vayan a resucitar. Una de esas preguntas fue si en el Paraíso Dios implantará un embrión en fase de desarrollo en la matriz de una mujer. Sin embargo, después de mucho estudiar, meditar y orar, el Cuerpo Gobernante ha llegado a la conclusión de que tales cuestiones realmente no cambian en nada nuestra esperanza de la resurrección. Jesús dijo: “Todas las cosas son posibles para Dios” (Mar. 10:27). La propia experiencia de Jesús confirma la verdad de esa declaración, pues su vida fue transferida desde el cielo hasta la matriz de una joven virgen, algo totalmente imposible desde el punto de vista humano. ¿Quiere decir lo anterior que los bebés que mueran antes de nacer serán resucitados? Pues bien, queremos dejar claro que la Biblia no responde categóricamente esta pregunta, por lo que no podemos ser dogmáticos. Como este tema puede generar una cantidad interminable de preguntas, es mejor no hacer ningún tipo de especulaciones. Lo que sí sabemos es que este asunto está en manos de Jehová y que él es un Dios sumamente amoroso y misericordioso (Sal. 86:15). No hay duda: él desea de todo corazón compensar con la resurrección todo el sufrimiento que ha causado la muerte (Job 14:14, 15). Podemos estar seguros de que siempre hará lo que es justo. Él curará todas las heridas que este mundo malvado nos ha provocado, pues le ha encargado a su Hijo “desbaratar las obras del Diablo” (1 Juan 3:8). [Nota] En algunas versiones de la Biblia, la traducción de este pasaje da a entender que solo la muerte de la madre podría acarrear la pena de muerte. Sin embargo, el texto hebreo original muestra que dicha sentencia también podría aplicarse a quien causara la muerte de la criatura.

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w08 15/2 págs. 23-24 ¿Qué significa para usted la presencia de Cristo? ¿Quiénes reconocerían la señal? 8

En cierta ocasión en que los fariseos le preguntaron cuándo vendría el Reino, Jesús contestó que no vendría de modo que fuera “llamativamente observable” para ellos (Luc. 17:20, 21). Así es: los

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incrédulos no entenderían. ¿Cómo iban a entender, si ni siquiera reconocieron a Jesús como su futuro Rey? Entonces, ¿quiénes reconocerían la señal de la presencia de Cristo y, además, comprenderían su significado? 9

Jesús pasó a decir que sus discípulos verían la señal tan claramente como si vieran un “relámpago [...] [que] resplandece desde una parte debajo del cielo hasta otra parte debajo del cielo” (léase Lucas 17:2429). Es interesante observar que Mateo 24:23-27 establece una relación directa entre esta misma comparación y la señal de la presencia de Cristo. La generación que vería la señal 10

Hace algunos años, esta revista explicó que la expresión “esta generación” de Mateo 24:34 se refería, en lo que respecta al siglo primero, a “la generación contemporánea de judíos incrédulos”. Esta explicación parecía razonable debido a que el término generación tenía una connotación negativa en todos los demás pasajes en que Jesús lo utilizó. De hecho, en la mayoría de los casos, Jesús tachó a la generación de “inicua” o la calificó con otros términos negativos (Mat. 12:39; 17:17; Mar. 8:38). Por eso se creyó que, en el cumplimiento moderno, Jesús se estaba refiriendo a la “generación” inicua de incrédulos que verían tanto los aspectos que caracterizarían “la conclusión [syntéleia] del sistema de cosas” como el fin (télos) de dicho sistema. 11

Es verdad que Jesús empleó la palabra generación con un sentido negativo cuando se dirigía a las personas malvadas de su día o cuando hablaba de ellas. Pero ¿se refirió necesariamente a tales personas cuando pronunció las palabras que leemos en Mateo 24:34? Recuerde que los cuatro apóstoles conversaron con él “privadamente” (Mat. 24:3). Puesto que Jesús no empleó términos negativos cuando les habló de “esta generación”, seguramente los apóstoles entendieron que ellos y los demás discípulos formaban parte de la “generación” que no pasaría “hasta que suced[ieran] todas estas cosas”. 12

¿Cómo llegamos a esa conclusión? Examinando detenidamente el contexto. Según Mateo 24:32, 33, Jesús dijo: “Aprendan de la higuera como ilustración este punto: Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así mismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca, a las puertas” (compárese con Marcos 13:28-30; Lucas 21:30-32). Entonces, en Mateo 24:34, leemos: “En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”. 13

Según Mateo 24:33, Jesús dijo que sus discípulos, que pronto iban a ser ungidos con espíritu santo, serían quienes podrían llegar a ciertas conclusiones cuando vieran ocurrir “todas estas cosas”. De modo que Jesús debió de haberse referido a sus discípulos cuando declaró: “De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”. 14

A diferencia de los incrédulos, los discípulos de Jesús no solo verían la señal, sino que también comprenderían su importancia. ‘Aprenderían’ al contemplar los distintos aspectos de esa señal y, por tanto, ‘sabrían’ su verdadero significado. No tendrían ninguna duda de que “él está cerca, a las puertas”. Es verdad que tanto los judíos incrédulos como los fieles cristianos ungidos del siglo primero vieron un cumplimiento limitado de las palabras de Jesús. No obstante, solo sus discípulos ungidos ‘aprendieron’ de aquellos sucesos, es decir, comprendieron su verdadero significado. 15 En

nuestros días, las personas que no comprenden los asuntos espirituales consideran que la señal de la presencia de Jesús no se ha visto de una manera “llamativamente observable”. Les parece que todo continúa igual que siempre (2 Ped. 3:4). Por otro lado, los fieles hermanos ungidos de Cristo, la clase Juan de nuestros días, han reconocido la señal como si de un relámpago se tratara y han comprendido lo que

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realmente significa. Como grupo, estos ungidos componen en tiempos modernos la “generación” de contemporáneos que no pasará “hasta que sucedan todas estas cosas”. Esto parece indicar que algunos hermanos ungidos de Cristo aún estarán vivos en la Tierra cuando comience la predicha gran tribulación. w95 15/5 págs. 21-23 Destellos de luz: grandes y pequeños (parte 2) Destellos de luz: grandes y pequeños (parte 2) “Por luz de ti podemos ver luz.” (SALMO 36:9.) EL LIBRO bíblico de Revelación ha intrigado a los cristianos desde los primeros tiempos del cristianismo. Es un buen ejemplo de cómo la luz de la verdad sigue haciéndose cada vez más clara. En 1917, el pueblo de Jehová publicó una explicación de Revelación en el libro The Finished Mystery (El misterio terminado). Este desenmascaró sin temor a los líderes religiosos y políticos de la cristiandad, pero muchos de sus comentarios se tomaron de diversas fuentes. Sin embargo, este libro puso a prueba la lealtad de los Estudiantes de la Biblia al conducto visible que utilizaba Jehová. 2

Se recibió un notable destello de luz respecto al libro de Revelación en el artículo “Nacimiento de la nación”, que apareció en The Watch Tower del 1 de marzo de 1925. Antes se creía que el capítulo 12 de Revelación se refería a una guerra entre la Roma pagana y la papal, y que el hijo varón representaba al papado. Sin embargo, el artículo mostró que las palabras de Revelación 11:15-18 están relacionadas con el significado del capítulo 12, lo que indica que tiene que ver con el nacimiento del Reino de Dios. 3 Toda esta información desembocó en un entendimiento mucho más claro de Revelación que se publicó

en la obra de dos tomos titulada Luz (en inglés, 1930; en español, 1932). Se refinaron aún más las explicaciones en los libros “¡Babilonia la Grande ha caído!” ¡El reino de Dios domina! (en inglés, 1963; en español, 1972) y “Entonces queda terminado el misterio de Dios” (en inglés, 1969; en español, 1971). No obstante, aún había más que aprender acerca del libro profético de Revelación. En 1988 se arrojó una luz más brillante por medio de la publicación Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación! Pudiera decirse que la clave de esta iluminación progresiva radica en el hecho de que la profecía de Revelación tiene su aplicación en “el día del Señor”, que empezó en 1914. (Revelación 1:10.) Por ello, el libro de Revelación se comprendería mejor a medida que transcurriera ese día. Aclaración sobre “las potestades superiores” 4

Se recibió un brillante destello de luz en 1962 con respecto a Romanos 13:1, que dice: “Sométase toda persona a las potestades superiores [“autoridades superiores”, Traducción del Nuevo Mundo]”. (Versión Moderna.) Los primeros Estudiantes de la Biblia entendían que “las potestades superiores” mencionadas aquí eran las autoridades mundanas. Pensaban que, en conformidad con este versículo, si el cristiano era reclutado en tiempo de guerra, estaba obligado a ponerse el uniforme, llevar un arma e ir al frente, a las trincheras. Se pensaba que, como el cristiano no puede matar a su prójimo, en el peor de los casos tendría que disparar al aire. 5

Los números de La Atalaya del 15 de mayo y del 1 de junio de 1963 (en inglés, 15 de noviembre y 1 de diciembre de 1962) arrojaron luz clara sobre este asunto al analizar las palabras de Jesús recogidas en Mateo 22:21: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”. Relacionado con esa postura está lo que los apóstoles dijeron en Hechos 5:29: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. Los cristianos estamos en sujeción a César —“las potestades superiores”— siempre que no nos exija desobedecer la ley de Dios. Se entendió que la sujeción a Cesar era relativa,

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no absoluta. Los cristianos pagamos a César únicamente lo que no está en conflicto con los requisitos de Dios. Fue una gran satisfacción entender con claridad ese asunto. Destellos de luz sobre asuntos de organización 6

También surgió la cuestión de quiénes debían ser ancianos y diáconos de la congregación. Para evitar la estructura jerárquica común en la cristiandad, se llegó a la conclusión de que los miembros de cada congregación debían elegirlos democráticamente por votación. No obstante, la nueva luz que apareció en The Watchtower del 1 de septiembre y 15 de octubre de 1932 (en español se publicó una porción de dicha información en el número de enero de 1933) señaló que no había base bíblica para elegir a los ancianos por votación. De modo que estos fueron sustituidos por un comité de servicio, y la Sociedad nombró un director de servicio. 7

Los números de La Torre del Vigía de noviembre y diciembre de 1938 (en inglés, 1 y 15 de junio) contenían destellos de luz que mostraban que los siervos de congregación no debían ser elegidos, sino nombrados, es decir, nombrados teocráticamente. En 1971, otro destello de luz mostró que la congregación no debía ser dirigida únicamente por un siervo de congregación, sino por un cuerpo de ancianos, o superintendentes, a quienes nombraría el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Por tanto, gracias a este aumento de luz producido durante un período de unos cuarenta años, quedó claro que los ancianos y los diáconos, conocidos hoy como siervos ministeriales, debían ser nombrados por “el esclavo fiel y discreto” a través de su Cuerpo Gobernante. (Mateo 24:45-47.) Tal procedimiento estaba en armonía con lo que se hacía en tiempos apostólicos. El cuerpo gobernante del siglo primero nombró superintendentes a hombres como Timoteo y Tito. (1 Timoteo 3:1-7; 5:22; Tito 1:5-9.) Todo esto cumplió de manera notable las palabras de Isaías 60:17: “En vez del cobre traeré oro, y en vez del hierro traeré plata, y en vez de la madera, cobre, y en vez de las piedras, hierro; y ciertamente nombraré la paz como tus superintendentes, y la justicia como los que te asignan tus tareas”. 8 Otra cuestión era el funcionamiento de la Sociedad Watch Tower. Durante muchos años se identificaba

al Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová con la junta de directores de la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania, y muchos asuntos se dejaban en manos del presidente. El Anuario de los testigos de Jehová para 1977 (páginas 258, 259) indica que en 1976 se formaron seis comités del Cuerpo Gobernante, cada uno de los cuales atiende ciertos aspectos de la obra mundial. El Comité de Personal se encarga de todo lo relacionado con el personal, que incluye los intereses de todos los miembros de la familia mundial de Betel. El Comité de Publicación se ocupa de todos los asuntos seculares y legales, como los relacionados con propiedades e imprentas. El Comité de Servicio se encarga de la obra de predicar y supervisa a los superintendentes viajantes, los precursores y la actividad de los publicadores de congregación. El Comité de Enseñanza es responsable de las reuniones de congregación, los días especiales de asamblea, las asambleas de circuito, de distrito y las internacionales, así como de las diversas escuelas para la educación espiritual del pueblo de Dios. El Comité de Redacción supervisa la preparación y traducción de todas las publicaciones, y se asegura de que toda la información esté en conformidad con las Escrituras. El Comité del Presidente atiende emergencias y otros asuntos urgentes. Desde los años setenta, las sucursales de la Sociedad Watch Tower han estado bajo la dirección de un comité y no de un superintendente. L

w95 15/5 págs. 24-26 Destellos de luz: grandes y pequeños (parte 2) Más refinación

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También hubo más luz respecto a la cantidad de llaves simbólicas que Jesús entregó a Pedro. Los Estudiantes de la Biblia sostenían que Pedro había recibido dos llaves para abrir el camino a las personas que heredarían el Reino: había utilizado una en el Pentecostés de 33 E.C. para los judíos, y la otra, en el año 36 E.C. para los gentiles, cuando predicó a Cornelio. (Hechos 2:14-41; 10:34-48.) Con el tiempo fue evidente que había un tercer grupo: los samaritanos. Pedro usó la segunda llave cuando les abrió a ellos la oportunidad de entrar en el Reino. (Hechos 8:14-17.) De modo que utilizó la tercera llave cuando predicó a Cornelio. (La Atalaya del 15 de marzo de 1980, páginas 16-23, 25, 26; en inglés, 1 de octubre de 1979.) 13

Otro rayo de luz mostró que Jesús habló de tres apriscos de ovejas, no de dos únicamente. (Capítulo 10 de Juan.) Estos eran: 1) el aprisco judío, del que Juan el Bautizante era el portero, 2) el aprisco de los herederos ungidos del Reino y 3) el aprisco de las “otras ovejas”, que abrigan la esperanza terrestre. (Juan 10:2, 3, 15, 16; La Atalaya del 15 de septiembre [en inglés, 15 de febrero] de 1984, páginas 21-31.) 14

También se aclaró el entendimiento sobre el Jubileo antitípico. Bajo la Ley, cada año quincuagésimo se celebraba el gran Jubileo, en el que se devolvía a los propietarios originales sus pertenencias. (Levítico 25:10.) Por mucho tiempo se entendió que este Jubileo prefiguraba al Reinado de Mil Años de Cristo. Sin embargo, últimamente se ha visto que el Jubileo antitípico empezó en realidad en el Pentecostés de 33 E.C., cuando se libertó de la esclavitud al pacto de la Ley de Moisés a los que recibieron el espíritu santo que se derramó aquel día. (La Atalaya del 1 de enero de 1987, páginas 18-28.) Más luz sobre la terminología 15 “El congregador procuró hallar las palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad.”

(Eclesiastés 12:10.) Estas palabras bien pudieran aplicarse al tema que estamos examinando, pues no solo se ha arrojado luz sobre asuntos importantes de doctrina y conducta, sino también sobre la terminología cristiana y su significado exacto. Por ejemplo, una de las publicaciones más queridas de los Estudiantes de la Biblia era el tomo 1 de Estudios de las Escrituras, titulado: El Plan Divino de las Edades. Sin embargo, con el tiempo se observó que la Palabra de Dios indica que los seres humanos son los únicos que hacen planes. (Proverbios 19:21.) Las Escrituras nunca dicen que Jehová los haga. Él no tiene que planear nada. Todo lo que se propone hacer se cumple de seguro porque es infinito en sabiduría y poder, como se indica en Efesios 1:9, 10: “Es según su beneplácito que él se propuso en sí mismo para una administración al límite cabal de los tiempos señalados”. Con el tiempo, se vio que el término “propósito” era más apropiado cuando se hacía referencia a Jehová. 16

También era necesario entender mejor Lucas 2:14. Según la versión Reina-Valera, 1909, este texto dice: “Gloria en las alturas a Dios. Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”. Se observó que esta traducción del versículo no comunica la idea correcta, pues Dios no expresa su buena voluntad para con los inicuos. Los Testigos entendían que el texto se refería a la paz que reciben los hombres de buena voluntad para con Dios. De modo que siguieron refiriéndose a los interesados en la Biblia como personas de buena voluntad. No obstante, luego comprendieron que lo que estaba implicado no era la buena voluntad de parte de los hombres, sino de parte de Dios. Por ello, la nota de Lucas 2:14 en la Traducción del Nuevo Mundo dice: “Hombres a quienes él [Dios] aprueba”. Todos los cristianos que viven en conformidad con su voto de dedicación gozan de la buena voluntad de Dios. 17

Durante mucho tiempo los Testigos hablaron de la vindicación del nombre de Jehová. Ahora bien, ¿había puesto Satanás en tela de juicio el nombre de Jehová? ¿Lo había hecho alguno de sus agentes, como si a Jehová no le correspondiera ese nombre? De ninguna manera. No fue el nombre de Jehová lo que se desafió y lo que necesitaba ser vindicado. Por eso, las publicaciones actuales de la Sociedad Watch Tower

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no mencionan la vindicación del nombre de Jehová, sino la vindicación de la soberanía de Jehová y la santificación de su nombre. Tal proceder está en conformidad con lo que Jesús nos dijo que pidiéramos en oración: “Santificado sea tu nombre”. (Mateo 6:9.) Jehová dijo en muchas ocasiones que santificaría su nombre, el cual los israelitas habían profanado, no desafiado. (Ezequiel 20:9, 14, 22; 36:23.) 18

Cabe señalar que en 1971 (en español, 1973), el libro “Las naciones sabrán que yo soy Jehová”... ¿cómo? hizo esta distinción: “Jesucristo [...] combate [...] por la vindicación de la Soberanía universal de Jehová y por la glorificación del nombre de Jehová” (páginas 364, 365). En 1973 (en español, 1975), el libro El reino de mil años de Dios se ha acercado comentó: “La venidera ‘grande tribulación’ es la ocasión en la cual el Dios Todopoderoso Jehová vindicará su soberanía universal y santificará su digno nombre” (página 410). Luego, en 1975, ¡El hombre al umbral de ser salvo de la angustia mundial! comentó: “El mayor acontecimiento de la historia universal habrá sido consumado entonces, la vindicación de la soberanía universal de Jehová y la santificación de su nombre sagrado” (página 279). 19

¡Qué bendición tiene el pueblo de Jehová de disfrutar de toda esta luz espiritual! Hay una gran diferencia con la oscuridad espiritual en que se encuentran los líderes de la cristiandad, como lo demuestra el siguiente comentario de un clérigo: “¿Por qué existe el pecado? ¿Por qué hay sufrimiento? ¿Por qué existe el Diablo? Quiero hacerle estas preguntas al Señor cuando vaya al cielo”. Los testigos de Jehová pueden decirle por qué: es por la cuestión que se planteó sobre la legitimidad de la soberanía de Jehová y la cuestión de la integridad de los seres humanos a pesar de la oposición del Diablo. 20 Con el paso de los años ha habido destellos de luz, tanto grandes como pequeños, que han alumbrado

la senda de los siervos dedicados de Jehová. De esta forma se han cumplido textos bíblicos como Salmo 97:11 y Proverbios 4:18. Nunca olvidemos que el andar en la luz implica apreciar la luz cada vez más clara que recibimos y vivir en conformidad con ella. Como hemos visto, dicha luz tiene que ver tanto con nuestra conducta como con nuestra comisión de predicar. w94 15/2 págs. 19-20 “Dinos: ¿cuándo serán estas cosas?” ¿Qué tribulación ocurrirá antes de los fenómenos celestes? 14

El cumplimiento de la profecía de Joel, en armonía con otras profecías que emplean expresiones semejantes, nos ayuda a comprender el significado de Mateo 24:29. Evidentemente, lo que Jesús dijo concerniente a ‘la oscuridad del sol y la luna y la caída de las estrellas’ no se refiere a sucesos que ocurrirían durante las muchas décadas de la conclusión del presente sistema, tales como lanzamientos espaciales, alunizajes, etc. No; él aludió a sucesos relacionados con “el día de Jehová, grande e inspirador de temor”, es decir, la destrucción que ha de venir. 15

Esto nos permite entender mejor cómo es que los fenómenos celestes ocurrirían “inmediatamente después de la tribulación”. Jesús no se estaba refiriendo a la tribulación que culminó en 70 E.C. Más bien, aludía al comienzo de la gran tribulación que le sobrevendrá al sistema mundial en el futuro, con la cual finalizará su prometida “presencia”. (Mateo 24:3.) Dicha tribulación no ha llegado aún. 16

¿Qué puede decirse de las palabras de Marcos 13:24: “Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz”? Las palabras “aquellos” y “aquella” son formas del pronombre demostrativo griego e·keí·nos, que indica algo distante en el tiempo. Puede usarse para señalar un suceso que pertenece al pasado distante (o mencionado anteriormente), o algo que sucederá en el futuro lejano. (Mateo 3:1; 7:22; 10:19; 24:38; Marcos 13:11, 17, 32; 14:25; Lucas 10:12;

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2 Tesalonicenses 1:10.) Así, cuando Marcos 13:24 habla de “aquella tribulación”, no se refiere a la que trajeron los romanos, sino a la acción poderosa de Jehová que marcará el fin del presente sistema. 17

Los capítulos 17 a 19 de Revelación armonizan con Mateo 24:29-31, Marcos 13:24-27 y Lucas 21:2528, y confirman la explicación actualizada de estos últimos. ¿De qué manera? Los Evangelios muestran que esta tribulación no comenzará y terminará de una vez. Después del inicio de la tribulación, todavía habrá humanos desobedientes vivos que verán “la señal del Hijo del hombre”, se lamentarán y, como dice Lucas 21:26, ‘desmayarán por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada’. Se sobrecogerán de terror al ver “la señal” que presagia su inminente destrucción. 18 Según la Revelación, el ataque de los “cuernos” militarizados de la “bestia salvaje” internacional contra

“la gran ramera”, Babilonia la Grande, marcará el comienzo de la venidera gran tribulación. (Revelación 17:1, 10-16.) No obstante, quedarán con vida muchas personas, pues los reyes, los comerciantes y los capitanes de barco, entre otros, lamentarán el fin de la religión falsa. Sin duda, muchos se percatarán de que su juicio se ha acercado. (Revelación 18:9-19.) L

kr cap. 1 págs. 11-12 párrs. 16-20 “Venga tu reino” 16 “Esta generación.” ¿Se refería Jesús

a personas que no creían en él? En realidad, no. Primero notemos con quiénes hablaba Jesús: él dio esta profecía a los apóstoles que “se acercaron a él [...] privadamente” (Mat. 24:3). No faltaba mucho para que se ungiera a todos los apóstoles con espíritu santo. Ahora fijémonos en el contexto. Antes de hablar de “esta generación”, Jesús dijo: “Ahora bien, aprendan de la higuera como ilustración este punto: Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así mismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca, a las puertas”. Los seguidores ungidos de Cristo podrían ver las cosas que predijo y comprender su significado: que él estaría “cerca, a las puertas”. Las personas que no creyeran en él no podrían hacerlo. Por lo tanto, cuando Jesús habló de “esta generación”, se estaba refiriendo a sus discípulos ungidos. 17

“De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas.” ¿Cómo se cumplirán estas palabras? Para descubrirlo, debemos entender el significado de las expresiones “generación” y “todas estas cosas”. En la Biblia, la palabra “generación” suele referirse a personas de diferentes edades cuyas vidas se traslapan, es decir, coinciden durante un período de tiempo. Una generación tiene fin, y su duración no es demasiado larga (Éx. 1:6). La expresión “todas estas cosas” se refiere a los acontecimientos que tendrían lugar desde 1914 hasta la “gran tribulación”, sucesos que, según profetizó Jesús, ocurrirían durante su presencia (Mat. 24:21). 18

¿Cómo debemos entender entonces lo que Jesús dijo sobre “esta generación”? Dicha generación consta de dos grupos de ungidos cuyas vidas coinciden durante algún tiempo. El primer grupo está compuesto de los ungidos que vieron el inicio del cumplimiento de la señal en 1914, y el segundo está formado por los ungidos que fueron contemporáneos del primer grupo por un espacio de tiempo. Al menos algunos miembros de este segundo grupo verán el comienzo de la tribulación que se avecina. Los dos grupos forman una sola generación porque sus vidas como cristianos ungidos coincidieron durante algún tiempo. 19

¿A qué conclusión podemos llegar? Pues bien, sabemos que la señal de la presencia de Jesús como Rey puede verse claramente por todo el mundo. También sabemos que los ungidos que forman parte de “esta generación” ya están entrados en años, aunque no todos morirán antes de que comience la gran tribulación. Por lo tanto, es lógico llegar a la conclusión de que el Reino de Dios vendrá muy pronto y

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gobernará toda la Tierra. Será maravilloso presenciar el cumplimiento de lo que Jesús nos enseñó a pedir en oración: “Venga tu reino”. 20

Nunca olvidemos la orden que Jehová dio desde el cielo respecto a Jesús: “Escúchenle”. Los cristianos verdaderos estamos más que dispuestos a obedecer ese mandato. Tenemos un enorme interés en todo lo que Jesús dijo y enseñó sobre el Reino de Dios. En este libro se examinará un asunto de gran importancia: lo que este Reino ya ha conseguido y lo que hará en el futuro. En el siguiente capítulo analizaremos los emocionantes sucesos relacionados con el nacimiento del Reino de Dios en el cielo. kr cap. 9 págs. 90-92 Resultados de la predicación: “Los campos [...] están blancos para la siega” Parábolas que predijeron los resultados de la cosecha 10

En sus parábolas del Reino, Jesús predijo de manera muy gráfica los resultados de la cosecha. Examinemos la del grano de mostaza y la de la levadura. Nos centraremos específicamente en el cumplimiento que han tenido durante el tiempo del fin. 11

La parábola del grano de mostaza. Cierto hombre siembra un grano de mostaza. Este crece y llega a ser un árbol en el que se cobijan las aves (lea Mateo 13:31, 32). ¿Qué aspectos del crecimiento de la semilla se destacan en esta parábola? 1) La magnitud del crecimiento es asombrosa. “La más pequeña de todas las semillas” se convierte en un árbol con “grandes ramas” (Mar. 4:31, 32). 2) El crecimiento está garantizado. “Cuando [la semilla] se ha sembrado, sale.” Jesús no dice que tal vez salga; él dice que “sale”. Nadie puede impedir que crezca. 3) El árbol que brota de la semilla ofrece albergue. “Vienen las aves del cielo” y hallan “albergue bajo su sombra”. ¿Cómo se cumplen estos tres aspectos en la cosecha espiritual de hoy día? 12 1)

La magnitud del crecimiento: La parábola destaca la difusión del mensaje del Reino y el crecimiento de la congregación cristiana. A partir de 1919 fueron entrando cosechadores entusiastas en la congregación cristiana purificada. Al principio eran pocos, pero la cantidad aumentó rápidamente. De hecho, su crecimiento desde principios de la década de 1900 hasta el día de hoy ha sido espectacular (Is. 60:22). 2) El crecimiento está garantizado: Nadie ha podido impedir que la congregación cristiana crezca. A pesar de la gran oposición que los enemigos de Dios han ejercido contra la minúscula semilla, esta ha ido superando los obstáculos y ha seguido creciendo (Is. 54:17). 3) El árbol ofrece albergue: “Las aves del cielo” que hallan albergue en el árbol representan a los millones de personas sinceras de unos 240 países y territorios que han respondido al mensaje del Reino y han llegado a ser miembros de la congregación cristiana (Ezeq. 17:23). En ella encuentran alimento, descanso y protección espirituales (Is. 32:1, 2; 54:13). 13

La parábola de la levadura. Una mujer agrega un poco de levadura a un montón de harina, y toda la masa fermenta (lea Mateo 13:33). ¿Qué aspectos del crecimiento se destacan en esta parábola? Analicemos dos. 1) El crecimiento ocasiona una transformación. La levadura creció “hasta que toda la masa quedó fermentada”. 2) El crecimiento se extiende por toda la masa. La levadura fermenta las “tres grandes medidas de harina”, es decir, toda la masa. ¿Qué cumplimiento tienen estos dos aspectos en la cosecha espiritual de nuestros tiempos? 14

1) Transformación: La levadura representa el mensaje del Reino, y la masa de harina representa a la humanidad. Tal como la harina se transforma cuando se le añade levadura, el mensaje del Reino hace que el corazón de quienes lo aceptan se transforme (Rom. 12:2). 2) Propagación: El proceso de fermentación simboliza la difusión del mensaje del Reino. Tal como la levadura tiene un efecto sobre toda la masa, el mensaje del Reino se ha difundido “hasta la parte más distante de la tierra” (Hech. 1:8). Este aspecto de la

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parábola nos ayuda a ver que el mensaje del Reino se difundirá incluso en países en los que nuestra obra está prohibida y tiene que efectuarse con mucha discreción. 15

Unos ochocientos años antes de que Jesús narrara esas parábolas, Jehová utilizó a su profeta Isaías para predecir de manera memorable el alcance de la cosecha espiritual de nuestros días y la alegría que esta produciría. Jehová indica que muchas personas acuden “desde lejos” a su organización. Y dirigiéndose a una “mujer”, que hoy día está representada por los cristianos ungidos que aún viven en la Tierra, añade: “Verás, y ciertamente te pondrás radiante, y realmente se estremecerá tu corazón y se ensanchará, porque a ti se dirigirá la riqueza del mar; los recursos mismos de las naciones vendrán a ti” (Is. 60:1, 4, 5, 9). ¡Qué ciertas son esas palabras! Hoy día, cristianos con muchos años de servicio a sus espaldas están radiantes de alegría al ver que el número de publicadores del Reino en sus respectivos países ha aumentado de un simple puñado a muchos miles. ia cap. 16 pág. 142 Actuó con sabiduría, valor y altruismo [Recuadro de la página 142] Una profecía cumplida Al proteger al pueblo de Dios, Ester y Mardoqueo cumplieron una antigua profecía de la Biblia. Más de mil doscientos años antes, Jehová había inspirado al patriarca Jacob para que profetizara sobre uno de sus hijos: “Benjamín seguirá desgarrando como lobo. Por la mañana se comerá el animal prendido, y al atardecer dividirá el despojo” (Gén. 49:27). En la “mañana”, o comienzo, de la historia de los reyes de Israel hubo valientes guerreros —como el rey Saúl y otros— que eran descendientes de Benjamín y defendieron al pueblo de Dios. Y durante el “atardecer” de la nación de Israel, cuando ya no había reyes sobre el trono, otros dos descendientes de la tribu de Benjamín —Ester y Mardoqueo— vencieron a los enemigos de Jehová. Puede decirse que se repartieron el despojo porque recibieron las riquezas que pertenecían a Hamán.

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Martes

Usemos eficazmente la TNM (con referencias) (parte 2) Rbi8 Igw sgd

Su papel en promover la unidas cristiana w12 15/3 págs. 7-9 ¿Cómo aconseja a otros? ¿Le han pedido un consejo alguna vez? Quizás le han hecho preguntas como: “¿Qué debería hacer?”, “¿Debería ir a esta fiesta?”, “¿Debería dedicarme a esta carrera?”, “¿Debería concertar citas con esta persona?”. Es posible que alguien le pida sinceramente ayuda para tomar decisiones que podrían influir en la relación que tiene esa persona con sus amigos y familiares, o incluso con Jehová. ¿En que basará su respuesta? ¿Qué suele hacer cuando aconseja a otros? Sea cual sea la importancia del asunto, Proverbios 15:28 aconseja: “El corazón del justo medita para responder”. A continuación veremos cinco principios bíblicos útiles a la hora de dar consejos. 1 Determine cuál es la verdadera situación. “Cuando alguien responde a un asunto antes de oírlo, eso es tontedad de su parte y una humillación.” (PRO. 18:13) A fin de dar buenos consejos, hay que comprender las circunstancias y el punto de vista de quien los pide. Para ilustrarlo: supongamos que alguien le llama por teléfono para preguntarle cuál es la mejor ruta para llegar a su casa. ¿Qué necesitaría saber usted para ayudarlo? ¿Podría decirle cuál es la mejor ruta sin primero saber dónde se encuentra? Claro que no. De la misma manera, para dar un buen consejo a alguien, primero es necesario saber “dónde se encuentra” la persona, es decir, cuáles son sus circunstancias y puntos de vista. ¿Podría haber factores que influyeran en la respuesta? Si uno no conoce bien la situación, quizás ofrezca un consejo que deje a la persona aún más confundida (Luc. 6:39). Averigüe cuánta información ha buscado la persona. Otra medida sensata sería hacerle preguntas a quien pide consejo, como por ejemplo: “¿Qué principios bíblicos crees que son aplicables a esta situación?”, “¿Cuáles parecen ser las ventajas e inconvenientes de las opciones que tienes?”, “¿Cuánta información has buscado ya?”, “¿Qué ayuda te han dado otros, como los ancianos de congregación, tus padres o el hermano que estudia la Biblia contigo?”. Es posible que sus respuestas le ayuden a determinar cuánto se ha esforzado la persona por encontrar una solución, o qué recomendaciones se le han dado ya. Por otra parte, también podrá discernir si lo que está buscando es un consejero que le regale los oídos diciéndole lo que en realidad quiere oír (2 Tim. 4:3). 2 No dé respuestas precipitadas. “Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar.” (SANT. 1:19)

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Aún con las mejores intenciones, no sería sabio responder muy rápido, sobre todo si no hemos investigado el tema lo suficiente. Proverbios 29:20 dice: “¿Has contemplado a un hombre que es apresurado con sus palabras? Hay más esperanza para alguien estúpido que para él”. Dedique tiempo para asegurarse de que su enfoque armoniza con la sabiduría divina. Pregúntese: “¿Se han infiltrado en mis consejos el ‘espíritu del mundo’ y su forma de pensar?” (1 Cor. 2:12, 13). Recuerde que no basta con las buenas intenciones. El apóstol Pedro, al saber la difícil asignación que tenía encomendada Jesús, le dijo: “Sé bondadoso contigo mismo, Señor; tú absolutamente no tendrás este destino”. Su reacción nos enseña que aun alguien sincero, si no tiene cuidado, podría fomentar, no “los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mat. 16:21-23). ¡Qué importante es pensar antes de hablar! No olvidemos que nuestra experiencia es muy limitada en comparación con la sabiduría divina (Job 38:1-4; Pro. 11:2). 3 Aténgase humildemente a la Palabra de Dios. “No hago nada por mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado.” (JUAN 8:28) ¿Le dirá a quien pregunte: “Si yo fuera tú... “? Aunque la solución a un problema parezca obvia, conviene imitar el ejemplo de humildad y modestia de Jesús. Él era mucho más sabio y experimentado que cualquier otro ser humano; aun así, reconoció: “No he hablado de mi propio impulso, sino que el Padre mismo [...] me ha dado mandamiento en cuanto a qué decir y qué hablar” (Juan 12:49, 50). Las enseñanzas y consejos de Jesús se basaron siempre en la voluntad de su Padre. Por ejemplo, en Lucas 22:49 leemos que antes de que fuera arrestado, sus discípulos le preguntaron si debían pelear para protegerlo. De hecho, uno incluso utilizó una espada. En el relato paralelo de Mateo 26:52-54 vemos que, hasta en esas circunstancias, Jesús dedicó tiempo a razonar con el discípulo sobre cuál era la voluntad de Jehová. Jesús conocía los principios que se hallan en Génesis 9:6 y las profecías del Salmo 22 e Isaías 53. Por eso pudo dar consejos sensatos que sin duda salvaron vidas y agradaron a Jehová. 4 Utilice su biblioteca teocrática. “¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto a quien su amo nombró sobre sus domésticos, para darles su alimento al tiempo apropiado?” (MAT. 24:45) Jesús ha nombrado a la clase del esclavo fiel para dispensar el alimento espiritual que necesitamos. Si usted tiene que dar consejo y guía respecto a asuntos importantes, ¿dedica tiempo a investigar a fondo en las publicaciones bíblicas? El Índice de las publicaciones Watch Tower y la Watchtower Library ponen a nuestro alcance un gran caudal de información clara. Sería un gran error pasarla por alto. Se citan miles de temas, y hay muchos artículos para ayudar a quienes buscan consejo. ¿Es usted capaz de enseñar a otros a buscar información sobre los principios bíblicos y razonar sobre la Palabra de Dios? Tal como un aparato conectado al sistema de posicionamiento global (GPS) puede decirle a una persona donde está y guiarla hasta su destino, de la misma manera las herramientas de investigación pueden ayudarle a ver en qué situación está y discernir cómo permanecer en el camino que lleva a la vida. Muchos ancianos han enseñado a los publicadores a buscar artículos utilizando el Índice o la Watchtower Library, ayudándolos así a razonar a partir de las Escrituras. De ese modo, los hermanos no solo aprenden a encontrar la respuesta a sus preguntas, sino que también cultivan el hábito de investigar y de confiar en las dádivas espirituales de Jehová. Como resultado, “tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto” (Heb. 5:14).

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5 No tome decisiones por otros. “Cada uno llevará su propia carga de responsabilidad.” (GÁL. 6:5) En última instancia, cada persona tiene que decidir por sí misma qué consejos seguirá. Jehová nos ha dado a todos la libertad de decidir si obedeceremos sus principios o no (Deu. 30:19, 20). En algunas situaciones hay varios principios bíblicos implicados y, en realidad, es la propia persona la que debe tomar la decisión. Dependiendo del asunto en cuestión o de la edad de quien le pida el consejo, también convendrá que usted se pregunte: “¿De verdad tengo yo autoridad para tratar este tema?”. Hay asuntos que es mejor dejar en manos de los ancianos de la congregación, o si quien pregunta es joven, en manos de sus padres. [Nota] En la actualidad, el CD-ROM Watchtower Library está disponible en 39 idiomas, y el Índice de las publicaciones Watch Tower en 45. [Ilustración y recuadro de la página 8] Propuesta de investigación para la Adoración en Familia Una propuesta útil de estudio es investigar sobre preguntas que nos hayan hecho recientemente. ¿Puede buscar artículos y principios bíblicos que ayudarían a otras personas a encontrar respuesta a sus preguntas? Por ejemplo, suponga que un hermano o una hermana le pregunta si está bien concertar citas con alguien con quien desea casarse. Primero podría buscar en el Índice o en la Watchtower Library bajo entradas principales como “Concertar citas” o “Matrimonio”, y luego buscar artículos relevantes en las entradas secundarias. Cuando pase la vista por una entrada principal, fíjese en si hay alguna indicación “Véase también”, pues podría remitirle a otra entrada que guarde más relación con su búsqueda. [Recuadro de la página 9] Las ayudas que Jehová pone a nuestro alcance mediante su organización nos permiten dar y recibir los mejores consejos. Eclesiastés 12:11 asegura: “Las palabras de los sabios son como aguijones, y justamente como clavos hincados son los que se entregan a las colecciones de sentencias; han sido dadas por parte de un solo pastor”. Como si fueran “aguijones” —las varas puntiagudas que se utilizaban para guiar a los animales de tiro—, los consejos sensatos y amorosos guían a las personas sinceras en la dirección correcta. Los “clavos hincados” sirven para estabilizar las estructuras. De la misma manera, los buenos consejos pueden lograr resultados estabilizadores. Los sabios “se entregan”, es decir, encuentran gran satisfacción en analizar “las colecciones de sentencias” que reflejan la sabiduría de su “solo pastor”, Jehová. Repitamos las palabras del Pastor al dar consejos. Es un privilegio escuchar con atención y dar consejos útiles siempre que podamos. Y si estos se basan realmente en los principios bíblicos, serán sensatos y contribuirán al bienestar eterno de quienes los reciban. M

w07 15/7 págs. 22-23 ¿Seguiremos “andando por espíritu”? La paz y la gran paciencia 11

La paz —otro aspecto del fruto del espíritu— puede definirse como un estado de tranquilidad y como la ausencia de disturbio. Nuestro Padre celestial es el Dios de la paz, y se nos asegura que él “bendecirá a su pueblo con paz” (Salmo 29:11; 1 Corintios 14:33). Jesús dijo a sus discípulos: “La paz les dejo, mi paz les doy” (Juan 14:27). ¿Cómo los ayudaría esta paz? 12

La paz que Jesús dio a sus discípulos les tranquilizó la mente y el corazón, apaciguando sus temores. Y cuando recibieron el espíritu santo prometido, sintieron una paz aún mayor (Juan 14:26). Hoy en día, bajo

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la influencia del espíritu y en respuesta a nuestras oraciones, disfrutamos de la incomparable “paz de Dios”, que nos calma la mente y el corazón (Filipenses 4:6, 7). Además, el espíritu de Jehová nos ayuda a ser pacíficos con nuestros hermanos y también con las demás personas (Romanos 12:18; 1 Tesalonicenses 5:13). w06 15/2 págs. 26-28 Caminemos en la senda de la iluminación progresiva Iluminación que lleva al refinamiento de la organización 3

Jehová anunció por medio del profeta Isaías: “En vez del cobre traeré oro, y en vez del hierro traeré plata, y en vez de la madera, cobre, y en vez de las piedras, hierro” (Isaías 60:17). Tal como reemplazar un material de calidad inferior por uno de mayor calidad supone una mejora, así los testigos de Jehová han experimentado mejoras en su organización durante “la conclusión del sistema de cosas”, o “los últimos días” (Mateo 24:3; 2 Timoteo 3:1). 4

Al comienzo de los últimos días se elegía democráticamente a los ancianos y los diáconos de las congregaciones de los Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de Jehová). Sin embargo, había ancianos que carecían del verdadero espíritu evangelizador; otros no solo eran reacios a predicar, sino que intentaban disuadir a los demás de que lo hicieran. Por lo tanto, en 1919 se creó una nueva función en las congregaciones: la de director de servicio. En vez de ser elegido por la congregación, el director de servicio era nombrado de manera teocrática por la sucursal de los siervos de Dios. Entre sus deberes figuraban organizar la predicación, asignar territorios y fomentar la participación en el ministerio del campo. Dicho cambio dio a la obra de evangelizar un extraordinario impulso en los años siguientes. 5

Los miembros de las congregaciones cobraron nuevos bríos en 1922, cuando, en la asamblea de los Estudiantes de la Biblia celebrada en Cedar Point (Ohio, EE.UU.), se les exhortó: “Anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino”. Para 1927 se había organizado hasta tal punto el servicio del campo, que se designó el domingo como el día más conveniente para predicar de casa en casa. ¿Por qué el domingo? Porque para la mayor parte de la gente era su día de descanso. En la actualidad, los testigos de Jehová demostramos el mismo espíritu al visitar a las personas en los momentos en que es más probable que estén en casa, como los fines de semana y al anochecer. 6 La predicación del Reino recibió gran ímpetu

la tarde del domingo 26 de julio de 1931 al adoptarse una resolución, primero en una asamblea realizada en Columbus (Ohio, EE.UU.), y luego en todo el mundo. La resolución decía en parte: “Somos siervos de Jehová Dios comisionados a hacer una obra en su nombre, y, en obediencia a su mandamiento, a entregar el testimonio de Jesucristo, y dar a conocer a la gente que Jehová es el verdadero y Omnipotente Dios; por lo tanto gozosamente aceptamos el nombre que la boca de Jehová Dios ha pronunciado, y deseamos ser conocidos como y llamados por el nombre de testigos de Jehová” (Isaías 43:10). ¡Con cuánta claridad definió el nuevo nombre cuál era la principal actividad de sus portadores! En efecto, Jehová tenía mucho trabajo para todos sus siervos, y la respuesta general fue muy entusiasta. 7

Aun cuando muchos ancianos se dedicaron humildemente a predicar, hubo algunos que opusieron bastante resistencia a la idea de que todos los miembros de la congregación debían participar en el ministerio público. Pero aún vendrían otras mejoras. Mediante la revista La Torre del Vigía, las congregaciones recibieron en 1932 la directriz de que cesaran de elegir a los ancianos y los diáconos, y que, en su lugar, eligieran un comité de servicio formado por hombres espirituales que predicaran públicamente. De este modo, la superintendencia quedó a cargo de quienes participaban activamente en el ministerio, y la obra siguió adelantando.

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La luz más clara trae nuevas mejoras 8

La luz iba “haciéndose más y más clara”. En 1938 se eliminaron por completo las votaciones. Todos los siervos de la congregación serían nombrados de manera teocrática bajo la supervisión del “esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45-47). Prácticamente todas las congregaciones de los testigos de Jehová aceptaron el cambio de buena gana, y la obra de dar testimonio continuó produciendo fruto. 9

A partir del 1 de octubre de 1972 rigió un nuevo cambio en la supervisión de las congregaciones de los testigos de Jehová por todo el mundo: se sustituyó al siervo, o superintendente, de congregación por un cuerpo de ancianos. Dicho sistema se ha convertido en un poderoso incentivo para que hermanos maduros reúnan las condiciones necesarias para dirigir a la congregación (1 Timoteo 3:1-7). En consecuencia, cada vez más hermanos adquieren experiencia en atender las obligaciones de la congregación. ¡Cuánto valoramos su contribución en el pastoreo de la multitud de personas nuevas que han aceptado la verdad bíblica! 10

El Cuerpo Gobernante fue organizado en seis comités, los cuales asumieron desde el 1 de enero de 1976 la supervisión de todas las actividades de la organización y de las congregaciones del mundo. ¿Acaso no ha sido sumamente beneficioso contar con una “multitud de consejeros” que dirija todo aspecto de la obra del Reino? (Proverbios 15:22; 24:6.) 11

El año 1992 fue testigo de otro refinamiento, uno comparable a lo que ocurrió después de que los israelitas y otras personas regresaron del exilio en Babilonia. Como hacían falta levitas que sirvieran en el templo en ese entonces, se asignaron más tareas a los netineos, que no eran israelitas. De manera parecida, en 1992 se dieron mayores responsabilidades de servicio a algunos miembros de las “otras ovejas” para que colaboraran con la clase del esclavo fiel y discreto en el cuidado de los intereses terrestres, que van en aumento. Se les nombró ayudantes de los comités del Cuerpo Gobernante (Juan 10:16). 12 ¿Qué efecto ha producido todo lo anterior? “Nombraré la paz

como tus superintendentes, y la justicia como los que te asignan tus tareas”, dice Jehová (Isaías 60:17). Hoy día reina “la paz” entre los siervos de Jehová, y el amor a “la justicia” ha llegado a ser ‘el que les asigna sus tareas’, es decir, la fuerza que los impulsa a servir a Dios. Están muy bien organizados para realizar la obra de predicar el Reino y hacer discípulos (Mateo 24:14; 28:19, 20). M w88 1/10 págs. 17-18 párrs. 9-13 “Sigan teniendo aprecio a hombres de esa clase” 9

La modestia, la mansedumbre y la humildad cristianas impedirán que cualquier anciano trate de dominar a sus hermanos e imponer su opinión. (Proverbios 11:2; Colosenses 3:12.) Puede que un superintendente cristiano tenga puntos de vista muy vigorosos y sinceros en cuanto a cierto asunto. Pero si ve que sus compañeros ancianos tienen razones bíblicas y teocráticas para diferir de él ‘se portará como uno de los menores’ y mostrará que es “razonable” mediante ceder al punto de vista de la mayoría. (Lucas 9:48; 1 Timoteo 3:3.) Seguirá el excelente ejemplo del cuerpo gobernante del primer siglo, que después de una consideración fundada en las Escrituras, y bajo la guía dada por Cristo mediante el espíritu santo, llegó a “un acuerdo unánime”. (Hechos 15:25.) 10

El que se nombre a un cuerpo de ancianos en cada congregación, a fin de que lleven la delantera en ella, se basa en el ejemplo de la congregación cristiana primitiva. (Filipenses 1:1; 1 Timoteo 4:14; Tito 1:5; compárese con la nota sobre la palabra “presbíteros” en Tito 1:5 en la Biblia de Jerusalén.) El libro Organizados para efectuar nuestro ministerio (página 37) resume como sigue lo sabio de este arreglo: “Algunos ancianos sobresaldrán más en una cualidad que en otra, mientras que otros del cuerpo superarán

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en las cualidades en que algunos quizá sean débiles. El efecto, entonces, es que, en términos generales, como conjunto el cuerpo de ancianos tendrá dentro de sí todas las excelentes cualidades que se necesitan para ejercer la superintendencia apropiada de la congregación de Dios”. Respeto mutuo entre cuerpos de ancianos 11

Como se ve, un cuerpo de ancianos es una entidad bíblica en la cual el total representa más que la suma de sus partes. Cuando se reúnen y oran por la dirección de Jehová mediante Cristo y el espíritu santo, pueden tomar decisiones a las cuales no habrían llegado si se les hubiera consultado individualmente. Cuando los ancianos se reúnen, sus diversas cualidades entran en función y producen resultados que reflejan la dirección de Cristo en los asuntos. (Compárese con Mateo 18:19, 20.) 12

El que Cristo trató con los cuerpos o conjuntos de ancianos como tales se indica por los mensajes que envió a “las siete estrellas” o “ángeles de las siete congregaciones” de Asia Menor. (Revelación 1:11, 20.) El primero de aquellos mensajes se envió a la congregación de Éfeso vía su ‘ángel’, o cuerpo de superintendentes ungidos. Unos 40 años antes, el apóstol Pablo hizo que el cuerpo de ancianos de Éfeso viajara a Mileto para una reunión especial con él. Les recordó que prestaran atención a sí mismos y que pastorearan la congregación. (Hechos 20:17, 28.) 13 Los cuerpos

de ancianos deben prestar atención particular a mantener un espíritu excelente, positivo, entre sí y en la congregación. (Hechos 20:30.) Tal como el cristiano individual manifiesta cierto espíritu, de igual manera los cuerpos de ancianos y congregaciones enteras pueden desarrollar un espíritu particular. (Filipenses 4:23; 2 Timoteo 4:22; Filemón 25.) A veces sucede que ancianos que se respetan unos a otros dentro de su propia congregación manifiestan alguna discordia con otro cuerpo de ancianos. En ciudades donde varias congregaciones se reúnen en el mismo salón, a veces se desarrolla un desacuerdo entre los cuerpos de ancianos con relación a horarios para las reuniones, límites de los territorios, instalaciones del Salón del Reino, y así por el estilo. Los mismos principios de modestia, mansedumbre, humildad y disposición a ser razonables que rigen a los ancianos dentro de cada cuerpo deben regir la relación entre cuerpos de ancianos. El apóstol Pablo aconsejó: “Efectúense todas las cosas para edificación”. M (1 Corintios 14:26.) w86 15/8 págs. 14-15 Guárdese de abusar del poder Ancianos cristianos 4

Para comenzar, considere el caso de los ancianos, los superintendentes de la congregación cristiana. Cuando pensamos en sus cualificaciones, podemos recordar las palabras de Jetró a Moisés con relación a escoger hombres para que estuvieran sobre millares, centenas, cincuentenas y decenas: “Pero tú mismo debes seleccionar de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres dignos de confianza, que odien la ganancia injusta”. (Éxodo 18:21.) A tales hombres se les podía confiar la superintendencia. No abusarían de las ventajas que vienen junto con el puesto de superintendente, puesto que el temor de Dios significa odiar la maldad. Tales hombres realmente ‘odiarían la ganancia injusta’ en vez de procurarla o amarla. 5

El apóstol Pedro era consciente del peligro del abuso del poder por parte de los ancianos y, por eso, dio el siguiente consejo a los superintendentes de la congregación cristiana: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena gana; tampoco por amor a ganancia falta de honradez, sino con empeño; tampoco como enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño”. (1 Pedro 5:2, 3.) Pastorear el rebaño de Dios para obtener ganancia falta de

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honradez sería abusar del poder. Así mismo, el enseñorearse sobre el rebaño sería aprovecharse egoístamente del poder que uno tiene. Por ejemplo, un anciano quizás tenga una opinión definida sobre cómo debe vestir su familia. Pero debe ejercer cautela de no tratar de imponer su punto de vista personal al rebaño; el hacer eso sería enseñorearse de ellos. 6

A menos que los ancianos sean cuidadosos, estos pudieran hacerse culpables de nepotismo, lo cual también sería abusar del poder. ¿Nepotismo? Sí, este es un término que proviene de una palabra latina que significa “sobrino”. Se creó este término debido a la notoria costumbre de los papas y otros funcionarios de la iglesia de conceder favores religiosos y materiales a sus parientes y en particular a los hijos de sus hermanos y hermanas. Al papa Nicolás III incluso se le conoció como “el patriarca del nepotismo papal”. A menos que los ancianos cristianos sean muy cuidadosos, pudieran dejarse influenciar indebidamente por lazos familiares más bien que por principios espirituales. Un anciano estaba convencido de que a su hijo se le debería recomendar como superintendente a pesar de que el resto de los ancianos no estaba de acuerdo. Por ello, el padre se mudó a otra congregación. Años más tarde, el hijo aún no era anciano. Evidentemente, el padre había dejado que la relación familiar le influyera. 7

Otra manera nepotista de abusar del poder se presenta cuando los ancianos no actúan ante los males cometidos por sus parientes. (Compárese con 1 Samuel 2:22-25, 30-35.) Hace unos años, en ciertas congregaciones de la región central de los Estados Unidos se presentó una situación escandalosa de mala conducta. Recientemente esta misma situación se desarrolló en ciertas congregaciones de Europa. Muchos jóvenes se envolvieron en fornicación, uso de drogas y cosas semejantes. De estos, no pocos eran hijos de ancianos, algunos de los cuales aparentemente toleraron el mal comportamiento de sus hijos. Cuando los hechos salieron a la luz, varios de esos ancianos fueron removidos debido al mal uso que dieron a sus prerrogativas como ancianos, o más específicamente, debido a que no usaron su autoridad debidamente. 8

A veces, parece que existe una tendencia a seguir esta misma línea de conducta cuando un anciano o siervo ministerial dirige una parte de la reunión que requiere participación del auditorio. Tiene que cuidarse de no ser parcial. Los miembros de su familia pueden cooperar por medio de estar alerta a ofrecer comentarios cuando otros no contestan y no estar demasiado ansiosos de comentar cuando muchos otros se ofrecen voluntariamente para hacerlo. M w86 15/8 pág. 18 párrs. 16-19 Guárdese de abusar del poder 16

En un informe de un periódico se dijo: “Hay un aumento alarmante en la cantidad de ‘niños embriagados por el poder’ en América del Norte, que dominan y manipulan la vida de sus padres”. Sin embargo, el remedio no está en aconsejar a los niños, sino a los padres. Los padres deben mostrar ante los hijos que ellos están unidos. Los jovencitos notan rápidamente la desunión entre los padres y hacen que uno de los padres se ponga en contra del otro para obtener lo que ellos desean. Los padres también deben ser firmes en cuanto a lo que es correcto y a la vez asegurar a sus hijos que los aman. Los padres cristianos disciplinan a sus hijos por amor, al igual que lo hace Jehová. (Hebreos 12:5, 6.) En otras relaciones 17

La relación entre patrono y empleado también presenta tentaciones para el abuso del poder. Teniendo esto presente, Pablo aconsejó lo siguiente a los dueños de esclavos, quienes en cierto modo corresponden a los patronos del día moderno, supervisores y jefes: “Ustedes, amos [...] dejen de usar de amenazas, porque ustedes saben que el Amo tanto de ellos como de ustedes está en los cielos, y con él no hay parcialidad”. (Efesios 6:9; Colosenses 4:1.) Los cristianos que supervisan asuntos seglares deberían

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evitar abusar del poder. Se pudiera mencionar a Boaz como una persona que tuvo excelentes relaciones con los que trabajaban para él. (Rut 2:4.) 18

Solamente por mencionar otro aspecto en el cual los cristianos deben evitar el abuso del poder, está el asunto de la atracción sexual. La naturaleza propia de las hermanas jóvenes inclina a muchas de ellas a querer casarse y tener hijos. En consecuencia, a veces los hermanos hallan fácil el jugar con los sentimientos de las hermanas. Esto ciertamente es un abuso del poder. Pablo aconsejó a Timoteo a que ‘tratara a las mujeres de más edad como a madres, a las de menos edad como a hermanas, con toda castidad’. Por otra parte, a las mujeres cristianas se les aconseja que “se adornen en vestido bien arreglado, con modestia y buen juicio”. Sea que estén casadas o solteras ellas deben desplegar una “conducta casta”. (1 Timoteo 2:9; 5:2; 1 Pedro 3:2.) 19

Nuestra literatura bíblica ha tratado mucho acerca de cómo los cristianos son guiados por sabiduría divina, de cómo ejercer justicia en todos nuestros tratos y sobre el ser motivados por amor basado en principios, amor agape. Lo antes mencionado muestra que todos los siervos de Jehová también deben interesarse en la cualidad, atributo, o posesión del poder. Nunca deberían abusar de él, sino usarlo siempre correctamente. En verdad, la Palabra de Dios muestra la sabiduría divina de los consejos que da tocante a este tema. Al prestar atención cuidadosa a estos consejos honraremos el nombre de Jehová, seremos una bendición para otros y ganaremos la aprobación de Dios. M it-1 pág. 1188 Humildad Las palabras de Jehová a Israel antes de la destrucción de Jerusalén advirtieron y consolaron a los humildes, pues Él dijo que actuaría en favor suyo a su debido tiempo: “Entonces removeré de en medio de ti a los tuyos que altivamente se alborozan; y nunca más serás altiva en mi santa montaña. Y ciertamente dejaré permanecer en medio de ti un pueblo humilde y de condición abatida, y realmente se refugiarán en el nombre de Jehová”. (Sof 3:11, 12.) La humildad verdaderamente resultará en la salvación de muchos, tal como está escrito: “A la gente humilde la salvarás; pero tus ojos están contra los altivos, para rebajarlos”. (2Sa 22:28.) De modo que tenemos la seguridad de que el rey Jesucristo, que cabalga en la causa de la verdad, de la humildad y de la justicia, salvará a su pueblo, que se humilla ante él y ante su Padre, Jehová. Los cristianos deben cultivar la humildad. Después que el apóstol Pablo aconseja a sus compañeros cristianos que se vistan de la nueva personalidad que “va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que la ha creado”, dice: “De consiguiente, como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia”. (Col 3:10, 12.) Citando del excelente ejemplo de Cristo, les exhorta a considerar “con humildad mental que los demás [siervos de Dios] son superiores a [ellos]”. (Flp 2:3.) De nuevo hace el llamamiento: “Estén dispuestos para con otros del mismo modo como lo están para consigo mismos; no tengan la mente puesta en cosas encumbradas, sino déjense llevar con las cosas humildes. No se hagan discretos a sus propios ojos”. (Ro 12:16.) En esta misma línea Pablo dice a los cristianos de la ciudad de Corinto: “Porque, aunque soy libre respecto de toda persona, me he hecho el esclavo de todos, para ganar el mayor número de personas. Y por eso a los judíos me hice como judío, para ganar a judíos; a los que están bajo ley me hice como bajo ley, aunque yo mismo no estoy bajo ley, para ganar a los que están bajo ley. A los que están sin ley me hice como sin ley, aunque yo no estoy sin ley para con Dios, sino bajo ley para con Cristo, para ganar a los que están sin ley. A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me he hecho toda cosa a gente de toda

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clase, para que de todos modos salve a algunos”. (1Co 9:19-22.) Se necesita verdadera humildad para hacer esto. Obra en favor de la paz. La humildad promueve la paz. La persona humilde no lucha contra sus hermanos cristianos para defender sus supuestos “derechos” personales. El apóstol razonó que aunque tenía libertad para hacer todas las cosas, haría solo lo que fuera edificante, y si algo en particular molestaba la conciencia de un hermano, dejaría de hacerlo. (Ro 14:19-21; 1Co 8:9-13; 10:23-33.) También requiere humildad el mantener la paz poniendo en práctica el consejo de Jesús de perdonar a los demás los pecados que cometan contra nosotros. (Mt 6:12-15; 18:21, 22.) Cuando alguien ofende a otra persona, supone una prueba para su humildad obedecer el mandato de dirigirse al ofendido y admitir el error pidiendo perdón (Mt 5:23, 24), y en el caso de que sea el ofendido el que se dirige al ofensor, solo el amor y la humildad podrán mover al ofensor a reconocer su error y a actuar inmediatamente para enderezar los asuntos. (Mt 18:15; Lu 17:3; compárese con Le 6:1-7.) No obstante, la paz que tal humildad produce tanto al individuo como a la organización sobrepasa cualquier sentimiento de humillación; además, esa acción humilde desarrolla y fortalece en la persona la excelente cualidad de la humildad. Esencial para la unidad de la congregación. La humildad ayudará al cristiano a estar contento con lo que tiene y a mantener el gozo y el equilibrio. La interdependencia de la congregación cristiana, según lo ilustró el apóstol en 1 Corintios, capítulo 12, se basa en la obediencia, la humildad y la sumisión al orden teocrático. Por lo tanto, aunque a los varones de la congregación se les dice: “Si algún hombre está procurando alcanzar un puesto de superintendente, desea una obra excelente”, también se les recuerda que no busquen ambiciosamente un puesto de responsabilidad, como, por ejemplo, el de ser maestros de la congregación, puesto que estos “[recibirán] juicio más severo”. (1Ti 3:1; Snt 3:1.) Todos, tanto hombres como mujeres, deberían ser sumisos a los que llevan la delantera y esperar que Jehová les dé cualquier nombramiento o asignación de servicio, puesto que de Él procede el nombramiento. (Sl 75:6, 7.) Tal como dijeron algunos de los levitas, hijos de Coré: “He escogido estar de pie al umbral en la casa de mi Dios más bien que ir de acá para allá en las tiendas de la iniquidad”. (Sl 84:10.) Lleva tiempo desarrollar tal humildad verdadera. Cuando las Escrituras enumeran de aquellos a quienes se nombraría para el puesto de superintendente, especifican que no debería nombrarse a nadie recién convertido, “por temor de que se hinche de orgullo y caiga en el juicio pronunciado contra el Diablo”. (1Ti 3:6.) M ks10 2:1, 19,20, 27-30; 4:7-11 wt cap. 15 págs. 137-140 párrs. 5-10 Escuchemos el consejo, aceptemos la disciplina 5

El rey Uzías de Judá “actuó infielmente contra Jehová su Dios y entró en el templo de Jehová para quemar incienso” (2 Crónicas 26:16). No obstante, solo los sacerdotes estaban autorizados para ofrecer incienso. Cuando el sumo sacerdote trató de detener a Uzías, este se enfureció. ¿Qué sucedió entonces? La Biblia dice: “La lepra misma relumbró en su frente [...], porque Jehová lo había herido. Y Uzías el rey continuó leproso hasta el día de su muerte” (2 Crónicas 26:19-21). 6

¿Por qué les resultó difícil a Saúl y Uzías aceptar la disciplina? El problema básico fue el orgullo: los dos tenían una opinión muy elevada de su valía personal. Mucha gente se causa daño a sí misma por esta razón. Según parece, creen que aceptar los consejos implica cierta deficiencia de su parte o perjudica su reputación. Pero el orgullo es una debilidad; nubla el juicio del individuo y hace que se resista a aceptar la

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ayuda que Jehová ofrece mediante su Palabra y su organización. De ahí que él nos advierta: “El orgullo está antes de un ruidoso estrellarse; y un espíritu altivo, antes del tropiezo” (Proverbios 16:18; Romanos 12:3). Aceptemos los consejos 7

Las Escrituras contienen también ejemplos instructivos de personas que se dejaron aconsejar. Pongamos por caso a Moisés, cuyo suegro le recomendó una forma de atender su enorme carga de trabajo. Moisés lo escuchó y puso en práctica su sugerencia de inmediato (Éxodo 18:13-24). ¿Por qué fue tan receptivo a los consejos un hombre que tenía tanta autoridad? Porque era humilde. “Moisés era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo.” (Números 12:3.) ¿Cuánta importancia reviste la mansedumbre? Sofonías 2:3 indica que nuestra vida depende de ella. 8

El rey David cometió adulterio con Bat-seba e intentó ocultarlo haciendo que mataran a su esposo, Urías. Cuando Jehová envió al profeta Natán a censurar a David, este se arrepintió de lo que había hecho y admitió enseguida: “He pecado contra Jehová” (2 Samuel 12:13). Si bien Dios aceptó su arrepentimiento, no lo eximió de las consecuencias de su mala conducta. Le dijo que “una espada no se apartar[ía] de [su] propia casa”, que sus esposas serían entregadas “a [su] semejante” y que el hijo nacido de su relación adúltera “positivamente morir[ía]” (2 Samuel 12:10, 11, 14). 9

El rey David sabía que es provechoso escuchar los consejos sensatos. En algunas ocasiones agradeció a Dios que hubiera alguien que se los ofreciera (1 Samuel 25:32-35). ¿Nos parecemos a él en este aspecto? Si así es, nos ahorraremos decir y hacer muchas cosas que luego tal vez lamentemos. Pero ¿y si nuestro comportamiento exige que se nos aconseje o incluso se nos discipline? En ese caso, nunca olvidemos que tal medida sería prueba del amor de Jehová y de su interés por nuestro bienestar eterno (Proverbios 3:11, 12; 4:13). Cualidades inestimables que podemos cultivar 10 Para disfrutar de una buena relación con Jehová y con nuestros hermanos cristianos, debemos cultivar

ciertas cualidades. Jesús se refirió a una de ellas cuando colocó a un niño en medio de sus discípulos y dijo: “A menos que ustedes se vuelvan y lleguen a ser como niñitos, de ninguna manera entrarán en el reino de los cielos. Por eso, cualquiera que se humille como este niñito, es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:3, 4). Los discípulos de Jesús tenían que ser más humildes, pues habían estado discutiendo sobre quién era el mayor (Lucas 22:24-27).

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Requisitos bíblicos para ancianos y siervos ministeriales w14 15/11 págs. 28-29 Preguntas de los lectores ¿Cómo se nombra a los ancianos y siervos ministeriales? ▪ En el siglo primero, el apóstol Pablo les dijo a los ancianos de la congregación de Éfeso: “Presten atención a sí mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes, para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre del Hijo suyo” (Hech. 20:28). Y hoy, ¿cómo interviene el espíritu santo en el nombramiento de ancianos y siervos ministeriales? Primero, el espíritu santo impulsó a los escritores de la Biblia a poner por escrito los requisitos que debían cumplir los ancianos y los siervos ministeriales. En 1 Timoteo 3:1-7 encontramos 16 requisitos para los ancianos, y en otros pasajes, como Tito 1:5-9 y Santiago 3:17, 18, se incluyen algunos más. Los que deben reunir los siervos ministeriales se encuentran en 1 Timoteo 3:8-10, 12, 13. Segundo, tanto quienes hacen las recomendaciones como quienes efectúan los nombramientos le piden a Jehová específicamente que el espíritu santo los guíe al determinar si un hermano cumple los requisitos bíblicos a un grado razonable. Y tercero, el hermano recomendado debe estar reflejando en su vida el fruto del espíritu (Gál. 5:22, 23). Así pues, el espíritu santo interviene en todo el proceso de nombramiento. Pero, en la práctica, ¿quién hace el nombramiento? Hasta ahora, todas las recomendaciones para nuevos ancianos y siervos ministeriales se enviaban a la sucursal. Allí, hermanos designados por el Cuerpo Gobernante las analizaban y hacían los nombramientos. A continuación, la sucursal comunicaba la decisión al cuerpo de ancianos. A su vez, los ancianos informaban del nombramiento al hermano en cuestión y le preguntaban si deseaba aceptarlo y si no había nada que se lo impidiera. Por último, se hacía un anuncio a la congregación. Ahora bien, ¿quiénes hacían los nombramientos en el siglo primero? A veces, los apóstoles hicieron nombramientos concretos, como cuando eligieron a siete hombres para supervisar la distribución diaria de alimento a las viudas (Hech. 6:1-6). Sin embargo, este ejemplo no muestra que los apóstoles hicieran nombramientos de ancianos y siervos ministeriales, pues aquellos hombres quizás ya eran ancianos antes de recibir esa tarea especial. Entonces, ¿quiénes nombraban a los ancianos y siervos ministeriales? Aunque la Biblia no explica en detalle cómo se hacía cada nombramiento, sí da algunas indicaciones. Nos dice que, mientras regresaban de su primer viaje misionero, Pablo y Bernabé “nombraron ancianos en cada congregación y, haciendo oración con ayunos, los encomendaron a Jehová, en quien habían llegado a creer” (Hech. 14:23). Años después, Pablo escribió estas palabras a Tito, otro ministro viajante: “Te dejé en Creta, para que corrigieras las cosas defectuosas e hicieras nombramientos de ancianos en ciudad tras ciudad, como te di órdenes” (Tito 1:5). Y parece que Timoteo, quien viajó mucho con Pablo, recibió esa misma autoridad (1 Tim. 5:22). Como vemos, quienes hicieron estos nombramientos fueron superintendentes viajantes, no los apóstoles y ancianos de Jerusalén. Teniendo en cuenta este precedente bíblico, el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová ha modificado el proceso de nombramiento de ancianos y siervos ministeriales. Desde el 1 de septiembre de 2014 se siguen estos pasos: cada superintendente de circuito examina con cuidado las recomendaciones de los ancianos de su circuito. En sus visitas a las congregaciones, se esfuerza por conocer a los recomendados y, si es posible, sale con ellos a predicar. Tras analizar las recomendaciones con cada cuerpo de ancianos, es el superintendente de circuito quien tiene la responsabilidad de nombrar ancianos y siervos

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ministeriales en las congregaciones de su circuito. De este modo, el proceso se parece más al que se seguía en el siglo primero. ¿Quiénes desempeñan las distintas funciones en este proceso? Como siempre, “el esclavo fiel y discreto” tiene la responsabilidad fundamental de alimentar a los domésticos (Mat. 24:45-47). Con ayuda del espíritu santo, busca en las Escrituras pautas sobre cómo debe organizarse hoy la congregación mundial y luego da instrucciones para aplicarlas. El esclavo fiel también nombra a todos los superintendentes viajantes y miembros de Comités de Sucursal. A su vez, cada sucursal ayuda a poner en práctica las instrucciones recibidas. Por su parte, los cuerpos de ancianos tienen el deber de evaluar con mucho cuidado si los hermanos que recomiendan para servir en la congregación de Dios reúnen los requisitos bíblicos. Y, por último, los superintendentes de circuito tienen la seria responsabilidad de examinar con ayuda de la oración las recomendaciones del cuerpo de ancianos, y entonces nombrar a los hombres que cumplen los requisitos. Al ver cómo se hacen los nombramientos, comprobamos que el espíritu santo está presente en todo el proceso. Como consecuencia, confiamos más en quienes han sido nombrados en la congregación cristiana y sentimos mayor respeto por ellos (Heb. 13:7, 17). M w90 1/9 págs. 23-28 ¿Está usted capacitado para servir? “El estar nosotros adecuadamente capacitados proviene de Dios.” (2 CORINTIOS 3:5.) JEHOVÁ DIOS y Jesucristo son trabajadores. Jesús dijo: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando”. (Juan 5:17.) Dios no aprueba a personas que rehúsan trabajar; tampoco aprueba a las que quieren responsabilidad para conseguir poder sobre otros. En la congregación cristiana no hay lugar para holgazanes ni para ambiciosos egoístas. (Mateo 20:25-27; 2 Tesalonicenses 3:10.) 2

Los testigos de Jehová tienen “mucho que hacer en la obra del Señor”, especialmente ahora cuando tantas personas afluyen a “la montaña” de la adoración verdadera. (1 Corintios 15:58; Isaías 2:2-4.) Hay gran necesidad de hombres espiritualmente capacitados que asuman responsabilidad en la congregación. Esos hombres ensalzan a Jehová y no se ensalzan a sí mismos, pues no los impulsa la ambición egoísta. (Proverbios 8:13.) Saben que Dios les ayuda a capacitarse para sus deberes en la congregación, tal como ‘capacita adecuadamente a los ministros del nuevo pacto’. (2 Corintios 3:4-6.) 3

Como sucedía entre los cristianos primitivos, hoy hay hombres nombrados por espíritu santo y mediante el arreglo de organización de Jehová para servir como ancianos y siervos ministeriales. (Hechos 20:28; Filipenses 1:1; Tito 1:5.) Los ancianos pastorean espiritualmente al rebaño de Dios y suministran supervisión protectora. Tienen la ayuda de los siervos ministeriales, cuyos deberes no envuelven directamente la superintendencia espiritual. (1 Pedro 5:2; compárese con Hechos 6:1-6.) Al igual que el Hijo de Dios, quien vino para ministrar, estos hombres nombrados desean servir a sus compañeros de creencia. (Marcos 10:45.) Si usted es un hombre cristiano, ¿tiene ese espíritu? Requisitos en común 4

Particularmente en 1 Timoteo 3:1-10, 12, 13 y Tito 1:5-9 el apóstol Pablo expone los requisitos que deben satisfacer los hombres a quienes se encomienda responsabilidad en la congregación. Al considerar estos requisitos, algunos de los cuales aplican tanto a ancianos como a siervos ministeriales, no debemos considerarlos según normas mundanas. Más bien, debemos verlos en su marco del primer siglo y como normas que pueden aplicarse en el pueblo de Jehová. No exige perfección cumplir con estos requisitos,

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porque entonces ningún humano los satisfaría. (1 Juan 1:8.) Pero si usted es hombre cristiano, sea que tenga ahora deberes en la congregación o no, ¿por qué no se examina para ver si satisface estos requisitos? 5

Irreprensible; que tenga excelente testimonio de los de afuera; libre de acusación. (1 Timoteo 3:2, 7, 8, 10; Tito 1:6, 7.) Al tiempo de ser nombrados y mientras sirven en esa capacidad los siervos ministeriales y los ancianos deben ser irreprensibles, es decir, estar libres de culpa y de que se les tenga que censurar por una acusación justificada de conducta o enseñanza incorrecta. Las acusaciones falsas hechas por “falsos hermanos” u otros no hacen que un hombre sea reprensible. Para descalificar a un hombre de servir en la congregación el cargo que se levante contra él no debe ser de poco peso, y tiene que ser probado según las normas bíblicas. (2 Corintios 11:26; 1 Timoteo 5:19.) El que reciba un nombramiento en la congregación “debe también tener excelente testimonio de los de afuera, para que no caiga en vituperio y en un lazo del Diablo”. Si un hombre ha cometido algún pecado grave en el pasado, solo puede ser nombrado si por la vida que ha llevado ha borrado cualquier vituperio y se ha hecho un buen nombre para sí mismo. 6

Esposo de una sola mujer. (1 Timoteo 3:2, 12; Tito 1:6.) Esto no significa que solo hombres casados pueden ser siervos ministeriales y ancianos. Sin embargo, si el hombre es casado, solo debe tener una esposa viviente, y debe ser fiel a ella. (Hebreos 13:4.) A diferencia de lo que se veía entre muchos hombres no cristianos del primer siglo, no puede ser polígamo. 7 Que presida su propia casa excelentemente, con hijos en sujeción. (1

Timoteo 3:4, 5, 12; Tito 1:6.) Puede que a algunos les parezca que los ancianos deben tener por lo menos 30 años de edad, pero la Biblia no fija ninguna edad mínima. Sin embargo, la persona debe actuar como hombre mayor en sentido espiritual. Los siervos ministeriales y los ancianos deben ser hombres con suficiente edad como para ser padres. El hombre casado que se comporta de manera piadosa en otros lugares pero es un tirano en el hogar no está capacitado para servir. Tiene que haberse ganado el respeto por presidir su propia casa según los principios bíblicos, y su objetivo debe ser tener éxito al tratar con cada miembro de la familia en lo referente a lo espiritual. Como regla general, los hijos menores del anciano que es padre deben comportarse bien y ser “creyentes”. Van progresando hacia dedicarse a Dios o ya son testigos bautizados de Jehová. Es poco probable que un hombre que no pueda infundir fe en el corazón de sus hijos pueda hacerlo en el de otros. 8

Antes de que un hombre de familia pueda ser anciano con aptitud para proveer superintendencia espiritual en una congregación, tiene que aprender a dirigir su propia casa. ‘Si algún hombre no sabe presidir su propia casa, ¿cómo cuidará de la congregación de Dios?’ (1 Timoteo 3:5.) Es cierto que un hombre pudiera recibir oposición de una esposa incrédula. (Mateo 10:36; Lucas 12:52.) O puede que uno de sus hijos cometa un pecado grave, aunque los demás estén progresando en sentido espiritual. Sin embargo, si el hombre ha hecho todo lo que pudiera esperarse, y especialmente si ha tenido éxito en cuanto a lo espiritual con relación a otros miembros de su casa, el que un miembro de la familia rechazara su buena dirección no lo descalificaría necesariamente de ser siervo ministerial o anciano. 9

No un borracho pendenciero ni dado a mucho vino. (1 Timoteo 3:3, 8; Tito 1:7.) El que es siervo ministerial o anciano no debe abusar de las bebidas alcohólicas. La adicción a estas puede llevarlo a perder el dominio de los pensamientos y las emociones, lo cual llevaría a las pendencias o peleas del borracho. No debe ser ‘dado a mucho vino’ ni tener la reputación de ser un bebedor empedernido ni uno que beba en exceso. (Proverbios 23:20, 21, 29-35.) ¡Qué trágico sería que una visita de pastoreo fuera estropeada por la intemperancia! Si algún hermano usa bebidas alcohólicas, no debería hacerlo mientras participa en las reuniones, en el ministerio ni en ninguna otra forma de servicio sagrado. (Levítico 10:8-11; Ezequiel 44:21.)

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No amador del dinero ni ávido de ganancia falta de honradez. (1 Timoteo 3:3, 8; Tito 1:7.) Los amadores del dinero están en peligro espiritual, y las “personas dominadas por la avidez” no heredarán el Reino de Dios. Por eso, tales hombres no satisfacen los requisitos para ser ancianos ni siervos ministeriales. (1 Corintios 6:9, 10; 1 Timoteo 6:9, 10.) La palabra griega que se vierte “falta de honradez” significa básicamente “deshonroso”, y el término traducido “ganancia” se refiere a cualquier clase de beneficio o ventaja. (Filipenses 1:21; 3:4-8.) Desde luego, el hombre cuya disposición indica que trataría a las “ovejas” de Dios con falta de honradez no está capacitado para asumir responsabilidad en la congregación. (Ezequiel 34:7-10; Hechos 20:33-35; Judas 16.) La necesidad de ejercer cautela al recomendar a alguien aumenta cuando nos damos cuenta de que un hombre ya nombrado a quien se hubieran confiado fondos pudiera sentirse tentado a sustraer parte del dinero. (Juan 12:4-6.) 11

No un hombre recién convertido; probado en cuanto a aptitud. (1 Timoteo 3:6, 10.) La persona recién bautizada no ha tenido tiempo para dar prueba de que puede atender fielmente los deberes que se le asignen. Puede que no se conduela de los afligidos ni tenga la sabiduría necesaria para ayudar a sus compañeros de adoración, y quizás hasta vea con desprecio a otros. Por eso, antes de que un hombre sea recomendado para siervo ministerial, y especialmente para anciano, debe ser ‘probado en cuanto a aptitud’ y debe demostrar que ejerce buen juicio y que es confiable. No se da un tiempo fijo para esta prueba, y el paso del progreso espiritual de las personas varía. Pero los ancianos no deben apresurarse a recomendar a un hermano nuevo, “por temor de que se hinche de orgullo y caiga en el juicio pronunciado contra el Diablo”. Que primero el hombre manifieste humildad como la de Cristo. (Filipenses 2:5-8.) Lo que debe verse en los siervos ministeriales 12

Se estipulan algunos requisitos para los siervos ministeriales. No obstante, si los ancianos no satisficieran esos requisitos también, no estarían capacitados para servir. Como hombre cristiano, ¿satisface usted esos requisitos? 13

Serio. (1 Timoteo 3:8.) El hombre que está capacitado para servir como siervo ministerial no debe tomar sus responsabilidades a la ligera. Debe comportarse con dignidad que se gane el respeto de otros. Aunque el desplegar en ciertas ocasiones un sentido del buen humor es aceptable, no satisfaría los requisitos si constantemente manifestara frivolidad. 14

No de lengua doble; que tenga una conciencia limpia. (1 Timoteo 3:8, 9.) Los siervos ministeriales (y ancianos) tienen que ser veraces, no chismosos ni tortuosos. Puesto que no son de lengua doble, no deben manifestar hipocresía diciendo una cosa a cierta persona y precisamente lo contrario a otra. (Proverbios 3:32; Santiago 3:17.) Estos hombres también tienen que apoyar fielmente la verdad revelada, “manteniendo el secreto sagrado de la fe con una conciencia limpia”. Ante Dios, la conciencia de tal hombre debería dar testimonio de que es recto y no practica nada solapado ni contaminador. (Romanos 9:1; 2 Corintios 1:12; 4:2; 7:1.) Nadie satisface los requisitos para servir al rebaño de Dios a menos que se adhiera a la verdad y a los principios piadosos. Enfoque de los requisitos para los ancianos 15

Hay ciertos requisitos que aplican particularmente a los ancianos, y en gran parte se relacionan con su obra de pastores y maestros. Como hombre cristiano, ¿satisface usted estos requisitos? 16

Moderado en los hábitos; que ejerza autodominio. (1 Timoteo 3:2; Tito 1:8.) El anciano tiene que ser templado y no estar esclavizado a malos hábitos. Cuando afronte pruebas, Dios le ayudará a mantener equilibrio si ora como lo hizo el salmista: “Las angustias de mi corazón se han multiplicado; de los apuros en que me hallo, oh, sácame”. (Salmo 25:17.) El superintendente también debe orar por el espíritu de Dios

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y desplegar sus frutos, incluso el de autodominio. (Lucas 11:13; Gálatas 5:22, 23.) Si el anciano domina sus pensamientos, habla y acciones, podrá evitar extremos mientras da guía espiritual a la congregación. 17

De juicio sano. (1 Timoteo 3:2.) El anciano tiene que ser sensato, discreto y prudente. Su habla y acciones deben tener propósito y ser racionales. Su modo de pensar humilde y equilibrado se basa en la sabiduría piadosa y en las enseñanzas saludables de la Palabra de Jehová, de la cual debe ser estudiante diligente. (Romanos 12:3; Tito 2:1.) 18

Ordenado. (1 Timoteo 3:2.) La palabra griega que se emplea aquí se traduce “bien arreglado” en 1 Timoteo 2:9. De modo que el anciano debe tener un patrón de vida caracterizado por la decencia y el buen arreglo. Por ejemplo, debe ser puntual. Parece que los cristianos del primer siglo no recalcaron al extremo el asunto de llevar registros, y no es necesario que un superintendente hoy sea un contador u oficinista experto. Los siervos ministeriales podrían encargarse de lo que se requiera en estos asuntos. Pero el término griego para “ordenado” puede indicar buen comportamiento, y un hombre ciertamente no estaría capacitado para ser anciano si fuera ingobernable o desordenado. (1 Tesalonicenses 5:14; 2 Tesalonicenses 3:6-12; Tito 1:10.) 19

Hospitalario. (1 Timoteo 3:2; Tito 1:8.) El anciano ‘sigue la senda de la hospitalidad’. (Romanos 12:13; Hebreos 13:2.) La palabra griega para “hospitalario” significa literalmente “encariñado con extraños”. Por eso el anciano hospitalario da la bienvenida a los nuevos que asisten a las reuniones cristianas y muestra el mismo interés tanto por los pobres como por los que disfrutan de prosperidad material. Es hospitalario con los que rinden servicio como ministros viajantes para el adelanto del cristianismo, y pone a estas personas en camino “de una manera digna de Dios”. (3 Juan 5-8.) Sí, el anciano muestra hospitalidad especialmente a sus compañeros de creencia según las necesidades que tengan y al grado que se lo permitan sus circunstancias. (Santiago 2:14-17.) 20

Capacitado para enseñar. (1 Timoteo 3:2.) Lo apto del anciano como maestro espiritual no proviene de habilidad mental ni sabiduría mundana. (1 Corintios 2:1-5, 13.) Es el resultado de que se “adhiera firmemente a la fiel palabra en lo que toca a su arte [o manera] de enseñar, para que pueda exhortar por la enseñanza que es saludable y también censurar a los que contradicen”. (Tito 1:9; compárese con Hechos 20:18-21, 26, 27.) Debe poder ‘instruir con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos’. (2 Timoteo 2:23-26.) Aunque un anciano no sea el mejor orador público de la congregación, debe ser tan buen estudiante de la Palabra de Dios que sea lo suficientemente hábil como para instruir y aconsejar a los creyentes, que también estudian la Biblia. (2 Corintios 11:6.) Tiene que estar capacitado para impartir “enseñanza saludable” que ayude a familias e individuos a llevar una vida piadosa. (Tito 2:1-10.) 21

No un golpeador, sino razonable, no belicoso. (1 Timoteo 3:3; Tito 1:7.) Puesto que es pacífico, el anciano no golpea físicamente a las personas ni las intimida mediante comentarios abusivos o cortantes. (Compárese con 2 Corintios 11:20.) (El comentario anterior, de que “no [es] un borracho pendenciero”, indica que evita abusar del alcohol, pues ese abuso muy a menudo lleva a contiendas.) Porque es “razonable” (o ‘dispuesto a ceder’) y no es autoritario ni difícil de complacer, no hace cuestiones mayores de pequeñeces. (1 Corintios 9:12; Filipenses 4:5; 1 Pedro 2:18.) Puesto que el anciano no es belicoso o contencioso, evita las disputas y ‘no es propenso a la ira’. (Tito 3:2; Santiago 1:19, 20.) 22

No es voluntarioso. (Tito 1:7.) Literalmente, esto significa “que no procura complacerse a sí mismo”. (Compárese con 2 Pedro 2:10.) El anciano no debe ser dogmático, sino que debe considerar sus aptitudes con humildad. Porque no opina que pueda manejar los asuntos mejor que toda otra persona, humildemente comparte la responsabilidad con otros y aprecia tener una multitud de consejeros. (Números 11:26-29; Proverbios 11:14; Romanos 12:3, 16.)

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Amador del bien; justo. (Tito 1:8.) Para ser anciano, uno tiene que amar el bien y ser justo. El amador del bien ama lo que es bueno a la vista de Jehová, efectúa hechos bondadosos y útiles y muestra aprecio por la bondad de otros. (Lucas 6:35; compárese con Hechos 9:36, 39; 1 Timoteo 5:9, 10.) El ser justo significa someterse a las leyes y normas de Dios. Entre otras cosas, ese hombre es imparcial y piensa en cosas justas, castas y virtuosas. (Lucas 1:6; Filipenses 4:8, 9; Santiago 2:1-9.) Puesto que la bondad difiere de la justicia en el sentido de que va más allá de lo que exige lo justo, el amador del bien hace más a favor de otros de lo que se requiere de él. (Mateo 20:4, 13-15; Romanos 5:7.) 24

Leal. (Tito 1:8.) El hombre capacitado para ser anciano mantiene devoción inquebrantable a Dios y se adhiere a la ley divina, prescindiendo de cómo se someta a prueba su integridad. Hace lo que Jehová espera de él, y esto incluye servir como proclamador fiel del Reino. (Mateo 24:14; Lucas 1:74, 75; Hechos 5:29; 1 Tesalonicenses 2:10.) Cómo satisfacer los requisitos 25

La mayoría de los requisitos que acabamos de considerar abarcan cosas que se exigen de todo testigo de Jehová, y podemos satisfacerlos mediante la bendición de Dios sobre el estudio, el esfuerzo, la buena compañía y la oración de cada uno de nosotros. Puede que algunos se destaquen más por satisfacer ciertos requisitos que por satisfacer otros. Pero los siervos ministeriales y los ancianos tienen que satisfacer a grado razonable todos los requisitos para su privilegio particular. 26

Todo testigo de Jehová debe querer hacer cuanto le sea posible en el servicio a Dios. Este espíritu impulsa a los hombres cristianos a ofrecerse para asumir responsabilidad en la congregación. ¿Es usted hombre dedicado y bautizado? Si lo es, ¡procure adelantar, y haga todo esfuerzo posible por capacitarse para servir! [Nota a pie de página] Véase también La Atalaya del 15 de julio de 1983, página 29, bajo el subtítulo “Divorcio que tiene base bíblica”.

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w85 1/8 pág. 31 Preguntas de los lectores ▪ ¿Cómo obra el espíritu santo junto con el Cuerpo Gobernante del día moderno en el nombramiento de ancianos? El apóstol Pablo dijo a ancianos cristianos de Éfeso: “Presten atención a ustedes mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes, para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre del Hijo suyo”. (Hechos 20:28.) Pablo no dio una explicación detallada de cómo funcionaba el espíritu de Dios en esos nombramientos. No obstante, nosotros podemos hacernos una idea por lo que sucedió cuando el cuerpo gobernante del primer siglo consideró la cuestión acerca de la circuncisión. Al resumir la conclusión a que ellos llegaron, escribieron: “Porque al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias” (Hechos 15:28). ¿Cómo contribuyó el espíritu de Dios, su fuerza activa impersonal, a la decisión obligatoria que se tomó en aquel tiempo? El capítulo 15 de Hechos muestra que primero Pablo y Bernabé presentaron la cuestión. Luego hubo una discusión. El apóstol Pedro relató lo que había llevado al bautismo del gentil incircunciso Cornelio y de su casa. Pedro explicó que ‘Dios dio testimonio dándoles el espíritu santo, así como nos lo dio a nosotros

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también’ (Hechos 15:7, 8; 10:9-48). Después Pablo y Bernabé ‘contaron las muchas señales y portentos que Dios hizo por medio de ellos entre las naciones’ (Hechos 15:12). Así, mediante su funcionamiento sobre Pedro, Cornelio, Pablo y Bernabé, el espíritu santo indicó que los gentiles no tenían que circuncidarse. Sin embargo, la decisión que tomó el cuerpo gobernante envolvió aun otros funcionamientos del espíritu. Podemos suponer que ellos habían pedido la ayuda del espíritu sobre sus deliberaciones. Tal ayuda quizás haya movido al discípulo Santiago a recordar la profecía de Amós 9:11, 12 y a ver la aplicación de ella. Claro, esa profecía había sido escrita bajo la inspiración del espíritu santo (Hechos 15:13-20). Además, “los apóstoles y ancianos en Jerusalén”, que componían el cuerpo gobernante, eran cristianos que habían sido ungidos con espíritu santo y que manifestaban en su vida el funcionamiento de éste, tal como al producir los frutos de este. (Hechos 15:2; Romanos 8:14-17; 1 Corintios 7:40; Gálatas 5:22, 23.) De modo que, sin que hubiera alguna instrucción audible desde el cielo sobre la cuestión de la circuncisión, los del cuerpo gobernante podían decir con certeza que ‘el espíritu santo’ los había llevado a la decisión. Es parecido en el caso del nombramiento de hombres cristianos para que sean ancianos, o superintendentes, en las congregaciones hoy día. De vez en cuando un grupo de ancianos (que probablemente incluya a un superintendente viajante de la Sociedad) se reúne para considerar la recomendación de algunos hermanos para ser nombrados superintendentes. Los que componen el grupo han sido nombrados ancianos y manifiestan en su vida que tienen el espíritu. La consideración de ellos comienza con oración para pedir la guía del espíritu. Entonces, durante la reunión, analizan a cada hermano que está siendo considerado para ver si está a la altura de los requisitos para ancianos que se delinean en la Biblia, los cuales se han registrado bajo la dirección del espíritu santo (1 Timoteo 3:2-7; Tito 1:5-9). También consideran si el modo de vivir del hermano demuestra que está ‘lleno de espíritu y de sabiduría’ (Hechos 6:3). Si concuerdan en que él es de esa clase de hombre y satisface los requisitos a un grado razonable, su recomendación se envía al Cuerpo Gobernante, designado por espíritu, o a los representantes escogidos por tal cuerpo. Más tarde a la congregación se le puede informar que dicho hermano ha sido nombrado. Se sobreentiende que el anciano nombrado aún es imperfecto y puede que tenga limitaciones. Pero los apóstoles eran imperfectos, tanto antes que Jesús los escogiera como después, cuando ellos sirvieron en el cuerpo gobernante (Lucas 9:46, 54; 22:54-62; Gálatas 2:11-14). No obstante, ciertamente tenían el espíritu de Dios y habían sido nombrados bajo la guía de dicho espíritu. De modo comparable, los hermanos y las hermanas de la congregación pueden estar seguros de que ‘el espíritu santo ha nombrado a los superintendentes, para pastorear la congregación’ (Hechos 20:28). Es respecto a tales hombres que se da el siguiente consejo: “Acuérdense de los que llevan la delantera entre ustedes, los cuales les han hablado la palabra de Dios, y al contemplar detenidamente en lo que resulta la conducta de ellos, imiten su fe”. (Hebreos 13:7.) M

Od 30-38 LOS REQUISITOS BÍBLICOS 4

Jehová desea que la congregación reciba el cuidado debido, y por eso puso en su Palabra los requisitos que deben satisfacer los superintendentes. De los hombres que cumplen estos requisitos se puede decir que han sido nombrados por espíritu santo (Hechos 20: 28). Es cierto que los requisitos son elevados, pero también es cierto que ser superintendente es una responsabilidad seria. Ahora bien, los requisitos no son

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tan elevados que no los puedan llenar los cristianos que de verdad aman a Dios y que están dispuestos a hacer lo que él les pida. Lo que debe ser evidente es que estos hombres ponen en práctica los consejos bíblicos en su vida. 5

La Biblia nos indica los requisitos básicos que debe cumplir un superintendente. Están en la primera carta que el apóstol Pablo escribió a Timoteo y en su carta a Tito. En 1 Timoteo 3: 1-7 leemos: “Si algún hombre está procurando alcanzar un puesto de superintendente, desea una obra excelente. El superintendente, por lo tanto, debe ser irreprensible, esposo de una sola mujer, moderado en los hábitos, de juicio sano, ordenado, hospitalario, capacitado para enseñar, no un borracho pendenciero, no un golpeador, sino razonable, no belicoso, no amador del dinero, hombre que presida su propia casa excelentemente, que tenga hijos en sujeción con toda seriedad (si de veras no sabe algún hombre presidir su propia casa, ¿cómo cuidará de la congregación de Dios?); no un hombre recién convertido, por temor de que se hinche de orgullo y caiga en el juicio pronunciado contra el Diablo. Además, debe también tener excelente testimonio de los de afuera, para que no caiga en vituperio y en un lazo del Diablo”. 6

A Tito le escribió lo siguiente: “Por esta razón te dejé en Creta, para que corrigieras las cosas defectuosas e hicieras nombramientos de ancianos en ciudad tras ciudad, como te di órdenes; si hay algún hombre libre de acusación, esposo de una sola mujer, que tenga hijos creyentes no acusados de disolución, ni ingobernables. Porque el superintendente tiene que estar libre de acusación como mayordomo de Dios, no ser voluntarioso, ni propenso a la ira, ni borracho pendenciero, ni golpeador, ni ávido de ganancia falta de honradez, sino hospitalario, amador del bien, de juicio sano, justo, leal, que ejerza autodominio, que se adhiera firmemente a la fiel palabra en lo que toca a su arte de enseñar, para que pueda exhortar por la enseñanza que es saludable y también censurar a los que contradicen” (Tito 1: 5-9). 7

Algunos cristianos podrían pensar que estos requisitos son demasiado difíciles. Pero en vez de desanimarse, deberían esforzarse por cumplirlos. Además, cuando muestren estas buenas cualidades, otros miembros de la congregación se sentirán animados a imitarlos. Al escribir sobre estos hombres que Jehová ha dado como un regalo a la congregación, Pablo dijo que Dios lo hizo para el “reajuste de los santos, para obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo, hasta que todos logremos alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios, a un hombre hecho, a la medida de estatura que pertenece a la plenitud del Cristo”, es decir, hasta que alcancemos la madurez propia de un cristiano (Efesios 4: 8,12,13). 8

Los superintendentes no son jovencitos ni recién convertidos, sino que tienen experiencia en la vida cristiana. Tienen un conocimiento y una comprensión profundos de las Escrituras, y aman sinceramente a la congregación. Son valientes y no les da miedo corregir a quienes actúan mal, protegiendo así a las ovejas de los que tratan de aprovecharse de ellas (Isaías 32: 2). La congregación ve claramente que son hombres con madurez espiritual que se preocupan sinceramente por el rebaño de Dios. 9

Quienes deseen ser superintendentes deben mostrar sabiduría. Los que están casados obedecen las normas cristianas sobre el matrimonio, es decir, tienen una sola esposa y presiden su casa excelentemente. Si tienen hijos creyentes, que están en sujeción con toda seriedad, a los que no se puede acusar de disolución —o sea, de llevar una vida de excesos— y que tampoco son ingobernables, o rebeldes, la congregación les pedirá con confianza consejos sobre la vida de familia y el vivir cristiano. El superintendente es irreprensible, está libre de acusación y tiene buena reputación, incluso entre quienes no son cristianos. Nadie puede acusarlo justificadamente de haber hecho algo que manche el nombre de la congregación. Además, no debe haber sido censurado recientemente por algún pecado grave. Por lo tanto, los hermanos de la congregación se sienten seguros, porque saben que su bienestar espiritual está en buenas manos, y desean

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imitar su buen ejemplo (Primera a los Corintios 11: 1; 16: 15,16). 10

Hombres como estos realizan una labor parecida a la de los ancianos del antiguo Israel. Ellos eran hombres sabios, sensatos y experimentados (Deuteronomio 1: 13). Los ancianos son humanos imperfectos, pero tanto fuera como dentro de la congregación se les conoce como hombres de principios y temerosos de Dios, que han demostrado durante cierto tiempo que viven de acuerdo con los principios divinos (Romanos 3: 23). Su conducta intachable les permite hablar a la congregación con franqueza. 11

Estos hombres son moderados en los hábitos y no esperan demasiado de los demás. En lugar de ser fanáticos o extremistas, son equilibrados y tienen autodominio. Son moderados en campos como el entretenimiento, las aficiones, la comida y la bebida. Si consumen alcohol, lo hacen con prudencia, de manera que no se les pueda acusar de beber en exceso o emborracharse. Quien bebe demasiado pierde con facilidad el control, y en ese estado no puede atender la espiritualidad de la congregación. 12 Para

cuidar de la congregación, el superintendente debe ser ordenado. Tiene buenos hábitos, y eso se nota en su apariencia, su casa y sus actividades diarias. No deja siempre las cosas para el último momento, sino que es previsor. Además, respeta los principios de la Biblia. 13 El

superintendente tiene que ser razonable. Debe ser capaz de colaborar con los demás ancianos de la congregación. Tiene una opinión realista de sí mismo y no exige demasiado de otros. Como es razonable, no cree que su opinión siempre sea más acertada que la de los demás ancianos. Reconoce que le faltan cualidades que otros tienen. Basa sus conclusiones en la Biblia y trata de imitar el ejemplo de Jesús (Filipenses 2: 2-8). El anciano no es belicoso ni golpeador. Eso quiere decir que no le gusta discutir ni es violento, sino que respeta a los demás y los considera superiores. Tampoco es voluntarioso: no se obstina en que siempre se hagan las cosas como él dice. No es propenso a la ira. En vez de enojarse con facilidad, es una persona pacífica. 14

Quien sirve de superintendente tiene juicio sano. Esto significa que sabe mantener la calma en situaciones difíciles, y no es impulsivo ni juzga las cosas de manera precipitada. Alguien que tiene juicio sano comprende bien los principios divinos y sabe usarlos. Es una persona que escucha los consejos, sigue las instrucciones y no es hipócrita. 15

Pablo le recordó a Tito que el superintendente debe amar el bien y ser justo y leal. Estas cualidades se reflejan en cómo trata a los demás y en su postura firme a favor de lo que es bueno. Siempre respeta y obedece los justos principios de Jehová, y nada ni nadie puede acabar con la devoción que siente por él. Sabe guardar secretos. Además, es hospitalario, un hombre dispuesto de corazón a dar de sí mismo y a usar sus bienes para ayudar a otras personas (Hechos 20: 33-35). 16

Un buen superintendente está capacitado para enseñar. En su carta a Tito, Pablo dijo que tiene que “[adherirse] firmemente a la fiel palabra en lo que toca a su arte de enseñar, para que pueda exhortar por la enseñanza que es saludable y también censurar a los que contradicen” (Tito 1: 9). Sabe razonar con otros, presentar pruebas y responder a las objeciones. Utiliza las Escrituras para convencer y para fortalecer la fe de los demás. Enseña en momentos favorables y en momentos difíciles (Segunda a Timoteo 4: 2). Tiene la paciencia que hace falta para corregir con apacibilidad a quien ha cometido un error, así como para ayudar a quien tiene dudas y motivarlo a servir a Jehová con fe. Es un buen maestro tanto desde la plataforma como a nivel individual. 17

Es importante que los ancianos prediquen con entusiasmo. Debe ser evidente que se esfuerzan por imitar a Jesús también en este campo. Para él la predicación del Reino era una prioridad, y se interesó por ayudar a sus discípulos a ser buenos evangelizadores (Marcos 1: 38; Lucas 8: 1). Al igual que él, los ancianos

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hacen todo lo posible por dedicar tiempo al ministerio a pesar de llevar vidas muy ocupadas, y eso impulsa a los demás a mostrar el mismo entusiasmo. Y cuando los ancianos salen a predicar con su familia y con otros hermanos, el resultado es un “intercambio de estímulo” en la congregación (Romanos 1: 11,12). 18

Podría parecer que se espera mucho de los ancianos. Por supuesto, nadie puede cumplir a la perfección estos elevados requisitos, pero ningún anciano debería tener una deficiencia grave en alguno de estos campos. Algunos ancianos destacarán en unas cualidades, y otros en otras. Así, el cuerpo de ancianos en conjunto contará con las cualidades necesarias para cuidar bien a la congregación de Dios. 19

Cuando el cuerpo de ancianos recomiende a un hermano para que sea superintendente, tendrá en cuenta este consejo del apóstol Pablo: que nadie “piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar; sino que piense de tal modo que tenga juicio sano, cada uno según le haya distribuido Dios una medida de fe” (Romanos 12: 3). Los ancianos deben pensar que los demás son superiores a ellos. Ninguno debe ser “justo en demasía” cuando analice si otro hermano puede ser anciano (Eclesiastés 7: 16). Entender bien los requisitos para los superintendentes les permitirá determinar si un hermano los cumple a un grado razonable. Cuando hagan una recomendación, demostrarán que respetan las normas divinas y se interesan por la congregación si evitan la hipocresía y la parcialidad y recuerdan que todos somos imperfectos. Le pedirán a Jehová que los guíe con su espíritu y analizarán con cuidado si el hermano cumple con los requisitos bíblicos. Recomendar a un hermano como superintendente es una seria responsabilidad, y por eso los ancianos deben seguir el consejo de Pablo: “Nunca impongas las manos apresuradamente a ningún hombre” (Primera a Timoteo 5: 21,22). PRODUCEN EL FRUTO DEL ESPÍRITU 20

Los ancianos dan prueba de que los dirige el espíritu de Dios al manifestar su fruto. Pablo dice cuáles son los nueve aspectos de este fruto: “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio” (Gálatas 5: 22,23). Los ancianos que tienen estas cualidades animan y consuelan a los hermanos de la congregación y los ayudan a servir unidos a Jehová. Su conducta y los buenos resultados de su labor demuestran que han sido nombrados por espíritu santo (Hechos 20: 28). PROMUEVEN LA UNIDAD 21

Es esencial que los ancianos cooperen para fomentar la unidad en la congregación. Aunque tienen personalidades muy diferentes, mantendrán la unidad entre ellos si se escuchan con respeto, sin importar si están de acuerdo o no. Siempre que no se viole ningún principio bíblico, todos estarán dispuestos a ceder y apoyar la decisión final que tome el cuerpo de ancianos. La persona que está dispuesta a ceder demuestra que se deja guiar por “la sabiduría de arriba”, que es pacífica y razonable (Santiago 3: 17,18). Ningún anciano debe pensar que es superior a los demás ni debe tratar de dominarlos. Los ancianos trabajan unidos por el bien de la congregación. Al hacerlo, están de hecho colaborando con Jehová (1 Cor.,capítulo12; Colosenses 2: 19). ESFUÉRCESE POR CUMPLIR CON LOS REQUISITOS 22

Quien desea ser superintendente tiene que esforzarse por cumplir con los requisitos bíblicos. Este deseo es una muestra de madurez espiritual (Primera a Timoteo 3: 1). Sin embargo, ser anciano implica trabajo y sacrificio. Significa estar dispuesto a atender las necesidades de los hermanos y cuidar de su espiritualidad.

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Od 50-54 CAPÍTULO 6 Los siervos ministeriales prestan servicios valiosos 1 EN SU carta a los Filipenses, el apóstol Pablo escribió lo siguiente: “Pablo y Timoteo, esclavos de Cristo

Jesús, a todos los santos en unión con Cristo Jesús que están en Filipos, juntamente con los superintendentes y siervos ministeriales” (Filipenses 1: 1). Observamos que en su saludo a la congregación incluyó a los siervos ministeriales. Su servicio valioso era un gran apoyo para los ancianos. Hoy también los siervos ministeriales ayudan mucho a los ancianos y contribuyen a que las congregaciones funcionen bien. 2

¿Conocemos a los siervos ministeriales de nuestra congregación? ¿Sabemos qué servicios prestan y cómo nos ayudan? Jehová valora mucho la labor de estos cristianos, tal como indicó Pablo: “Los hombres que sirven excelentemente están adquiriendo para sí mismos una excelente posición y gran franqueza de expresión en la fe con relación a Cristo Jesús” (Primera a Timoteo 3: 13). LOS REQUISITOS BÍBLICOS PARA LOS SIERVOS MINISTERIALES 3

Pablo indicó a Timoteo cuáles eran los requisitos que debían llenar los siervos ministeriales. Escribió: “Los siervos ministeriales, igualmente, deben ser serios, no de lengua doble, no dados a mucho vino, no ávidos de ganancia falta de honradez, manteniendo el secreto sagrado de la fe con una conciencia limpia. También, que primero se pruebe a estos en cuanto a aptitud; entonces que sirvan como ministros, al estar libres de acusación. Que los siervos ministeriales sean esposos de una sola mujer, y presidan de manera excelente a sus hijos y sus propias casas” (Primera a Timoteo 3: 8-10,12). Como vemos, son requisitos elevados. Se espera que estos hombres lleven una vida cristiana, que sean responsables y que cumplan debidamente con sus asignaciones. De esta manera, no se puede acusar a la congregación de utilizar a hombres inadecuados para ocupar puestos de responsabilidad. 4

Sin importar su edad, los siervos ministeriales predican con entusiasmo todos los meses. Imitan así el celo de Jesús y el interés de Jehová por la salvación de la humanidad (Isaías 9: 7). 5

Los siervos ministeriales son ejemplares en su manera de arreglarse y hablar, en su actitud y en su conducta. Su buen juicio les gana el respeto de otros. Además, se toman en serio su relación con Jehová y las responsabilidades que reciben en la congregación (Tito 2: 2,6-8). 6

Pablo dijo que han sido probados “en cuanto a aptitud”. Esto significa que ya han demostrado ser hombres dedicados que ponen el Reino en primer lugar y que se esfuerzan por alcanzar más privilegios. Son, sin duda, ejemplos dignos de imitar (Primera a Timoteo 3: 10). LOS SERVICIOS QUE PRESTAN 7

El cuerpo de ancianos decide qué asignación atenderá cada siervo ministerial teniendo en cuenta sus aptitudes y las necesidades de la congregación. Gracias a que los siervos ministeriales prestan estos servicios necesarios, los ancianos pueden dedicar más tiempo a la enseñanza y el pastoreo. 8

Veamos cuáles son algunas de sus asignaciones. Algunos se encargan de las publicaciones o las revistas que usamos en casa y en el ministerio. Otros, de los micrófonos, la contabilidad, los territorios y el sonido, o sirven de acomodadores. La limpieza y el mantenimiento del Salón del Reino requieren mucho trabajo, y los siervos ministeriales suelen encargarse de ello. Además, los ancianos pueden pedirles que colaboren en otros asuntos. 9

En algunas congregaciones hay suficientes siervos ministeriales como para que cada uno reciba una

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asignación. En otras, puede que más de un siervo ministerial realice una sola tarea. Y puede haber casos en los que uno tenga que atender varias responsabilidades. Si no hay suficientes siervos ministeriales, el cuerpo de ancianos puede usar a hermanos bautizados que sean ejemplares. Eso les permite adquirir una experiencia que les será útil cuando llenen los requisitos para ser siervos ministeriales. Si no hay varones disponibles, los ancianos pueden asignar a una hermana ejemplar, aunque está claro que no se la nombrará siervo ministerial. Se considera que un cristiano es ejemplar cuando es un modelo para los demás en todo aspecto de la vida, como la asistencia a las reuniones, la predicación, la vida familiar, las diversiones y la manera de vestir. 10

En las congregaciones con muy pocos ancianos, los siervos ministeriales capaces pueden analizar las preguntas sobre asuntos doctrinales con los que desean bautizarse. Están en la primera parte del Apéndice, “Las enseñanzas bíblicas fundamentales”, y en la tercera, “La organización de Jehová”. Un anciano debe encargarse de la segunda parte, “Las normas justas de Jehová”, pues trata asuntos personales delicados. 11

Es mucho mejor que los siervos ministeriales atiendan la misma asignación durante un tiempo para que ganen experiencia y habilidad. Pero si los ancianos lo ven conveniente, puede que de vez en cuando decidan cambiar de asignación a uno o más siervos ministeriales. 12

De acuerdo con las circunstancias de la congregación, se pueden dar otras responsabilidades a los siervos ministeriales cuyo progreso sea evidente (Primera a Timoteo 4: 15). Si no hay suficientes ancianos, un siervo ministerial puede ser el auxiliar de grupo o, en algunos casos, el siervo de grupo, pero siempre bajo la atenta supervisión de los ancianos. Los siervos ministeriales también pueden presentar discursos públicos y asignaciones en la reunión Vida y Ministerio y, en caso necesario, dirigir el Estudio Bíblico de la Congregación. Y si hay una necesidad concreta y están capacitados, pueden recibir otros privilegios (Primera de Pedro 4: 10). Los siervos ministeriales siempre deben estar dispuestos a ayudar a los ancianos. 13

Las labores de los siervos ministeriales son distintas a las de los ancianos, pero también son servicio sagrado y contribuyen al buen funcionamiento de la congregación. Con el tiempo, a los siervos ministeriales se les puede recomendar como ancianos si cumplen bien con sus obligaciones y llenan los requisitos para ser pastores y maestros. 14 Los

jóvenes y los que acaban de bautizarse hacen bien en preguntarse si se están esforzando por llenar los requisitos para ser siervos ministeriales (Primera a Timoteo 3: 1). Todos los años entran en la verdad muchísimas personas, y hacen falta hombres espirituales que atiendan las necesidades de las congregaciones. Así que cultive el deseo de ayudar a sus hermanos. ¿Cómo? Meditando en el buen ejemplo de Jesús (Mateo 20: 28; Juan 4: 6,7; 13: 4,5). Su deseo también aumentará cuando vea lo feliz que se siente al hacer cosas por otros (Hechos 20: 35). Por eso, ayude a los demás siempre que lo necesiten, colabore en el mantenimiento del Salón del Reino y ofrézcase para hacer sustituciones en la reunión Vida y Ministerio. También es importante que fortalezca su espiritualidad con un buen programa de estudio personal (Salmo 1: 1,2; Gálatas 5: 22,23). Sea un hombre fiel al que se puedan confiar asignaciones en la congregación (Primera a los Corintios 4: 2). 15

Los siervos ministeriales son nombrados por espíritu santo para el bienestar de la congregación. Por tanto, demostremos que agradecemos su trabajo cooperando siempre con ellos. Así mostraremos nuestro agradecimiento por todo lo que Jehová hace para cuidar de la congregación (Gálatas 6: 10).

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ks10 3:1-10,15

km 5/00 pág. 8 ¿Cómo se les ‘prueba en cuanto a aptitud’? 1

Por causa del constante aumento en la organización de Jehová, existe una necesidad continua de hermanos competentes que sean siervos ministeriales. La mayoría de los que aún no han sido nombrados, incluidos los adolescentes, desean servir en la congregación. Cuando se les da más trabajo, se sienten útiles y tienen un sentido de logro. El que progresen más depende de que se les “pruebe [...] en cuanto a aptitud” (1 Tim. 3:10). ¿Cómo se hace eso? 2

El papel de los ancianos. Como parte de la evaluación que hacen los ancianos de los hermanos a la luz de los requisitos bíblicos para los siervos ministeriales de 1 Timoteo 3:8-13, deben probar su aptitud para cargar con responsabilidades. Pueden asignarles algunos servicios útiles relacionados con entregar las revistas y otras publicaciones, atender los micrófonos, el mantenimiento del Salón del Reino, etc. Los ancianos observarán cómo responden y atienden sus asignaciones. Las cualidades que buscarán son confiabilidad, puntualidad, diligencia, modestia, buena disposición y la capacidad de llevarse bien con los demás (Fili. 2:20). ¿Son ejemplares en su manera de vestir y arreglarse? ¿Tienen sentido de la responsabilidad? Los ancianos deben ver en “su conducta excelente sus obras con una apacibilidad que pertenece a la sabiduría” (Sant. 3:13). ¿Verdaderamente se están afanando por ser de ayuda en la congregación? ¿Están llevando a cabo el mandato de Jesús de “[hacer] discípulos de gente de todas las naciones” al participar con celo en el ministerio del campo? (Mat. 28:19; véase La Atalaya del 1 de septiembre de 1990, págs. 18-28.) 3

Aunque la Biblia no fija una edad mínima para nombrar a los siervos ministeriales, dice que son “hombres que sirven”. Esperaríamos, por tanto, que al menos hubiesen entrado en los últimos años de la adolescencia, sobre todo porque se menciona la posibilidad de que tengan esposa e hijos (1 Tim. 3:12, 13). Esos hombres no deberían ceder a “los deseos que acompañan a la juventud”, sino comportarse con seriedad, tener buena posición y una conciencia limpia ante Dios y los hombres (2 Tim. 2:22). 4

Aunque la habilidad natural es útil, lo realmente importante es la actitud y el espíritu de la persona. ¿Desea humildemente alabar a Dios y servir a sus hermanos? En ese caso, Jehová bendecirá su empeño por progresar en la congregación.

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Cultiven el arte de enseñar w09 15/7 págs. 22-23 párrs. 11-16 Imite a Jesús: predique con valor 11

Lo que sí le dijo Jesús a Pilato fue lo siguiente: “Para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad” (Juan 18:37). Su Padre celestial lo había comisionado para predicar las buenas nuevas, y como Jesús lo amaba profundamente, cumplió esa comisión con mucho gusto (Luc. 4:18, 19). Jesús también amaba a la gente y conocía los muchos problemas que tenían. Del mismo modo, nosotros predicamos con valor porque amamos a Dios y al prójimo (Mat. 22:36-40). El espíritu santo nos da valor para predicar 12

En las semanas posteriores a la muerte de Jesús, sus discípulos tuvieron la dicha de ver cómo atraía Jehová a más personas. Tan solo en un día se bautizaron 3.000 judíos y prosélitos que habían venido de muchos países a Jerusalén con motivo del Pentecostés. ¡Qué conmoción debió de haber causado aquello en Jerusalén, el corazón del judaísmo! La Biblia dice que “empezó a sobrevenirle temor a toda alma” y que ocurrieron “muchos portentos presagiosos y señales [...] mediante los apóstoles” (Hech. 2:41, 43). 13

Los líderes religiosos se enfurecieron y arrestaron a Pedro y a Juan; los mantuvieron toda la noche bajo custodia y les ordenaron que dejaran de hablar de Jesús. Una vez que fueron liberados, los dos apóstoles informaron a los hermanos lo que había ocurrido. Preocupados por la oposición, todos juntos le oraron a Jehová y le pidieron: “Concede a tus esclavos que sigan hablando tu palabra con todo denuedo”. ¿Cuál fue el resultado? “Todos sin excepción quedaron llenos del espíritu santo, y hablaban la palabra de Dios con denuedo.” (Hech. 4:24-31.) 14

Es de notar que los discípulos obtuvieron el valor que necesitaban para proclamar el mensaje gracias al poderoso espíritu santo de Jehová. De igual modo hoy día, nosotros hablamos de la verdad con todos, incluso con nuestros adversarios, no porque seamos valientes por naturaleza, sino porque Jehová nos da su espíritu santo; solo es cuestión de que se lo pidamos. Así es, con la ayuda de Jehová podremos resistir con valor todo tipo de oposición (léase Salmo 138:3). Los cristianos predicamos con valentía 15

Tal como en el pasado, hoy día la verdad divide a la gente. Algunos responden favorablemente mientras que otros no entienden ni respetan la manera en que adoramos a Dios. Hay quienes nos critican, se burlan de nosotros y hasta nos odian, tal como predijo Jesús (Mat. 10:22). Y en ocasiones somos el blanco de maliciosas campañas de desinformación y desprestigio en los medios de comunicación (Sal. 109:1-3). Pero a pesar de ello, el pueblo de Jehová sigue declarando con valor las buenas nuevas por toda la Tierra. 16 Ahora bien, nuestra valentía puede hacer que la

gente cambie su manera de ver el mensaje del Reino. Una hermana de Kirguistán relata lo siguiente: “En la predicación, un señor me dijo: ‘Yo creo en Dios, pero no en el de los cristianos. ¡Si vuelve a mi casa, voy a soltar a mi perro!’. Detrás de él alcancé a ver un enorme bulldog atado con una cadena. De todos modos, unos días después, durante la campaña de distribución del tratado Noticias del Reino número 37, titulado ‘¡Se acerca el fin de la religión falsa!’, decidí volver a aquella casa para ver si lograba hablar con otro miembro de la familia. Pero me abrió la puerta el mismo señor. De inmediato hice una oración y le dije: ‘Hola, recuerdo nuestra conversación de hace tres días y también recuerdo a su perro, pero no podía pasar por alto su hogar porque tal como usted, yo creo en el único Dios verdadero. ¿Sabía que dentro de poco él va a castigar a las religiones que lo deshonran? Este tratado tiene más información sobre el tema’. Para mi sorpresa, el señor lo aceptó. Me despedí y pasé a la

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siguiente casa. Pero unos minutos después lo vi venir corriendo con el tratado en la mano. Al llegar a donde yo estaba, me dijo: ‘Ya lo leí. ¿Qué tengo que hacer para no sufrir la cólera de Dios?’”. Este hombre empezó a estudiar la Biblia y a asistir a las reuniones. M

it-2 págs. 273-275 Maestro, enseñanza Persona que transmite información o enseña un trabajo de palabra o por el ejemplo. Un buen maestro fundamenta lo que dice con explicaciones, pruebas o por el empleo de otros métodos, a fin de ayudar al que le escucha a aceptar y recordar lo que oye. Jehová Dios, el Creador, es el Magnífico Instructor o Maestro de sus siervos. (1Re 8:36; Sl 27:11; 86:11; 119:102; Isa 30:20; 54:13.) Las mismas obras creativas enseñan que existe un Dios Omnisapiente y son en sí mismas un campo para investigación y aprendizaje que solo se ha aprovechado de manera parcial. (Job 12:7-9.) Además, Jehová Dios ha enseñado a los humanos su nombre, sus propósitos y sus leyes por medio de revelaciones. (Compárese con Éx 4:12, 15; 24:12; 34:5-7.) Tales revelaciones se hallan en la Palabra de Dios, la Biblia, y sirven de base para enseñar a otros cuál es Su voluntad. (Ro 15:4; 2Ti 3:14-17.) El espíritu de Dios también ejerce la función de maestro. (Jn 14:26.) La enseñanza entre los israelitas. Dios dio a los padres israelitas la responsabilidad de enseñar a sus hijos. (Dt 4:9; 6:7, 20, 21; 11:19-21; Sl 78:1-4.) No obstante, los profetas, los levitas, en especial los sacerdotes, y otros sabios, servían de maestros de la entera nación. (Compárese con 2Cr 35:3; Jer 18:18; véase EDUCACIÓN.) Profetas. Los profetas enseñaban al pueblo los atributos y propósitos de Jehová, denunciaban la mala conducta de los israelitas y señalaban el camino correcto que debían seguir. Su enseñanza solía ponerse por escrito. (Compárese con 1Sa 12:23-25; Isa 7:3, 4; 22:15, 16; Jer 2:2.) Entre sus métodos de enseñanza estaban: las preguntas (Jer 18:13, 14; Am 3:3-8; Ag 2:11-14), las ilustraciones (2Sa 12:1-7; Isa 10:15; Jer 18:3-10), los enigmas (Eze 17:2) y las representaciones simbólicas. (1Re 11:30-32; Jer 13:4-11; 19:1-12; 27:2; 28:10-14; Eze 4:1–5:4.) Sacerdotes y levitas. Los sacerdotes y los levitas tenían la responsabilidad de enseñar la ley de Dios a la nación de Israel (Le 10:11; 14:57; 2Cr 15:3; 35:3), una tarea que desempeñaban de diversas maneras. Todos los años sabáticos, se leía toda la Ley al pueblo entero: hombres, mujeres, niños y residentes forasteros, durante la fiesta de las cabañas. (Dt 31:9-13.) A veces los levitas se valían de las respuestas audibles del pueblo para inculcar las leyes divinas en los oyentes. (Compárese con Dt 27:14-26.) Aparte de leer la Ley al pueblo, los sacerdotes y los levitas también explicaban su significado. (Compárese con Ne 8:8.) Sus decisiones judiciales enseñaban al pueblo los principios de la justicia divina. (Dt 17:8-13; 1Cr 26:29; 2Cr 19:8-11.) Escribas. En los días de Jesús, los escribas eran maestros prominentes de la Ley. Pero no se preocuparon nunca por los verdaderos problemas y necesidades del pueblo. Al igual que los fariseos, los escribas daban más importancia a las reglas y tradiciones que a la misericordia, la justicia y la fidelidad. Convirtieron la Ley en una carga para el pueblo. (Mt 23:2-4, 23, 24; Lu 11:45, 46.) Debido a su actitud de superioridad hacia las personas comunes, no fueron un ejemplo digno de imitar, por lo que su enseñanza no tuvo el efecto que pudo haber tenido. (Compárese con Mt 23:3, 6, 7; Jn 7:48, 49; véase ESCRIBA, ESCRIBANO.)

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¿Qué hizo que la enseñanza de Jesús fuera tan eficaz? Aunque los líderes religiosos del judaísmo no eran sinceros cuando se dirigían a Jesucristo como “Maestro [gr. Di·dá·ska·los]”, él tuvo el reconocimiento tanto de los creyentes como de los no creyentes. (Mt 8:19; 9:11; 12:38; 19:16; 22:16, 24, 36; Jn 3:2.) Los oficiales que fueron a detenerle quedaron tan impresionados por su enseñanza que regresaron con las manos vacías y dijeron: “Jamás ha hablado otro hombre así”. (Jn 7:46.) Jesús enseñó “como persona que tiene autoridad, y no como [los] escribas”. (Mt 7:29.) Dios era la Fuente de su enseñanza (Jn 7:16; 8:28), y Jesús la transmitió con sencillez, lógica irrefutable, preguntas penetrantes, metáforas llamativas e ilustraciones significativas basadas en cosas conocidas. (Mt 6:25-30; 7:3-5; 24-27; véase ILUSTRACIONES.) También empleó lecciones prácticas: lavó los pies a sus discípulos con el fin de enseñarles que deberían servirse los unos a los otros. (Jn 13:2-16.) Jesucristo tenía un amplio conocimiento gracias a la relación íntima que había tenido con su Dios y Padre antes de venir a la Tierra, por lo que conocía a Dios como nadie y podía hablar sobre su Padre con el mejor conocimiento de causa. Jesús mismo dijo: “Nadie conoce plenamente al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie plenamente al Padre sino el Hijo, y cualquiera a quien el Hijo quiera revelarlo”. (Mt 11:27; Jn 1:18.) Jesús también conocía a cabalidad la Palabra escrita de Dios. Cuando se le preguntó qué mandamiento era el mayor de la Ley, resumió sin vacilar toda la Ley en dos mandamientos, citando de Deuteronomio (6:5) y Levítico (19:18). (Mt 22:36-40.) En el transcurso de su ministerio, se refirió, directa e indirectamente, a pasajes de aproximadamente la mitad de los libros de las Escrituras Hebreas: Génesis (2:24; Mt 19:5; Mr 10:7, 8), Éxodo (3:6; Mt 22:32; Lu 20:37), Levítico (14:2-32; Mt 8:4), Números (30:2; Mt 5:33), Deuteronomio (5:16; Mt 15:4; Mr 7:10), 1 Samuel (21:4-6; Mt 12:3, 4), 1 Reyes (17:9; Lu 4:26), Job (42:2; Mt 19:26), Salmos (8:2; 110:1; Mt 21:16; 22:44), Proverbios (24:12; Mt 16:27), Isaías (6:9, 10; Mt 13:14, 15; Jn 12:40), Jeremías (7:11; Mt 21:13; Mr 11:17; Lu 19:45, 46), Lamentaciones (2:1; Mt 5:35), Daniel (9:27; Mt 24:15), Oseas (6:6; Mt 9:13), Jonás (1:17; Mt 12:40), Miqueas (7:6; Mt 10:21, 35, 36), Zacarías (13:7; Mt 26:31) y Malaquías (3:1; Mt 11:10). Además, el ejemplo perfecto de Jesús le daba a su enseñanza mucho más peso. (Jn 13:15.) No era como los escribas y fariseos, de quienes dijo: “Todas las cosas que les digan, háganlas y obsérvenlas, pero no hagan conforme a los hechos de ellos, porque dicen y no hacen”. (Mt 23:3.) Otros aspectos que hicieron que la enseñanza de Jesús tuviera autoridad y fuera eficaz fueron su comprensión del ser humano y su interés amoroso. Su agudo discernimiento complementó el conocimiento milagroso de los antecedentes y la manera de pensar de las personas. (Mt 12:25; Lu 6:8; Jn 1:48; 4:18; 6:61, 64; 13:11.) “Él mismo conocía lo que había en el hombre.” (Jn 2:25.) Se compadecía de las personas hasta tal grado que sacrificaba su descanso para enseñarles. En una ocasión Jesús y sus discípulos fueron en barca a un lugar solitario para descansar un poco. “Pero la gente los vio ir y muchos llegaron a saberlo, y de todas las ciudades concurrieron allá a pie, y se adelantaron a ellos. Pues, al salir, él vio una muchedumbre grande, y se enterneció por ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Y comenzó a enseñarles muchas cosas.” (Mr 6:31-34.) Jesús fue comprensivo con sus oyentes. Cuando sus discípulos no entendían una ilustración, se la explicaba pacientemente (Mt 13:10-23), aunque, consciente de sus limitaciones, no les daba demasiada información (Jn 16:4, 12), y les repetía la misma enseñanza cuando era necesario. (Mr 9:35; 10:43, 44.) A menudo añadía a su respuesta una parábola o ilustración, que dejaba en sus oyentes una honda impresión y los hacía pensar. (Mt 18:1-5, 21-35; Lu 10:29-37.) El espíritu de Dios enseña. Durante los tres años y medio de su ministerio terrestre, Jesús enseñó a sus apóstoles para que continuaran la obra que él había comenzado. Como eran humanos imperfectos,

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no podrían recordar todo detalle de su enseñanza, pero Jesús les prometió: “El ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he dicho”. (Jn 14:26.) Con ello quiso decir que el espíritu de Dios les enseñaría todo lo que necesitaran para cumplir con su ministerio. Les aclararía especialmente lo que habían oído con anterioridad pero que no habían entendido, y les recordaría las cosas que Jesús había dicho mientras estuvo con ellos. Como maestro, les revelaría la aplicación correcta de sus palabras. (Compárese con Jn 2:19-22; véase VERDAD [“El espíritu de la verdad”].) Cuando los llevaran ante asambleas públicas, reyes y otros gobernantes, los discípulos de Jesús podían confiar plenamente en que el espíritu de Dios les haría recordar y les serviría de maestro. Como un amigo, les ayudaría a recordar lo que podían decir y a aplicar este conocimiento. Como resultado, se daría un buen testimonio y acallaría a los opositores. (Mt 10:18-20; Mr 13:11; Lu 12:11, 12; 21:13-15.) Por esa razón Pedro y Juan pudieron hablar con valentía cuando el más alto tribunal judío, el Sanedrín, los interrogó sobre la curación de un hombre cojo de nacimiento. Su arrojo, inusitado en “hombres iletrados y del vulgo”, maravilló a los miembros del Sanedrín. Las palabras de Pedro y la presencia del hombre curado dejaron a estos hombres instruidos sin “nada que replicar”. (Hch 4:5-14.) Puesto que toda la Palabra de Dios se escribió bajo inspiración (2Ti 3:16), solo ella contiene la enseñanza del espíritu. Por consiguiente, los cristianos no deben prestar la más mínima atención a la enseñanza que esté en conflicto con la Palabra de Dios. El apóstol Juan escribió: “No necesitan que nadie les esté enseñando; antes bien, como la unción de él les está enseñando acerca de todas las cosas, y es verdad y no es mentira, y así como les ha enseñado, permanezcan en unión con él”. (1Jn 2:27.) Juan dirigía estas palabras a los cristianos ungidos por espíritu, que conocían a Jehová Dios y a su Hijo Cristo Jesús y entendían perfectamente la verdad de Dios, por lo que no necesitaban maestros que negasen al Padre y al Hijo. Tales maestros solo podían extraviarles de la verdad que les había enseñado el espíritu de Dios en armonía con lo que los Escritos Sagrados claramente exponen. (1Jn 2:18-26.) Por esa razón los cristianos no deberían recibir a maestros apóstatas en sus hogares, ni siquiera darles un saludo. (2Jn 9-11.) M be pág. 52-pág. 55 La preparación de discursos públicos EN CASI todas las congregaciones de los testigos de Jehová se pronuncian discursos públicos semanales sobre un tema bíblico. Si usted es anciano o siervo ministerial, ¿muestran sus discursos que es un orador competente, un maestro? En tal caso, quizá se le asigne un discurso público. La Escuela del Ministerio Teocrático ha capacitado a decenas de miles de hermanos para este privilegio de servicio. ¿Por dónde debe empezar si se le encarga un discurso público? Estudie el bosquejo Antes de emprender cualquier investigación, lea el bosquejo y medite en él hasta captar su sentido. Tenga presente el tema, que se expone en el título del discurso. ¿Qué pretende enseñar usted al auditorio? ¿Cuál es su objetivo? Familiarícese con los encabezamientos principales y analícelos. ¿Qué relación guardan con el tema? Debajo de cada uno hay ideas secundarias, seguidas a su vez por los puntos que las respaldan. Fíjese en la forma en que cada sección del bosquejo se apoya en la anterior, conduce a la siguiente y contribuye al objetivo del discurso. Una vez comprenda el tema de la conferencia, así como su propósito y el modo en que los conceptos principales permiten alcanzarlo, podrá empezar a elaborar la disertación.

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Al principio, quizá vea conveniente considerar que el discurso se compone de cuatro o cinco porciones más cortas, cada una con un punto principal, y entonces prepararlas por separado. El bosquejo que se le facilita es solo un instrumento de trabajo, y no se pretende que constituya el esquema final con el que pronuncie el discurso. No es más que un esqueleto al que tendrá, por así decirlo, que añadirle carne, implantarle un corazón e insuflarle vida. Empleo de la Biblia Jesucristo y sus discípulos basaron su enseñanza en las Escrituras (Luc. 4:16-21; 24:27; Hech. 17:2, 3). Usted puede seguir su ejemplo. La Palabra de Dios debería ser el fundamento de su discurso. En lugar de limitarse a explicar las declaraciones que figuran en el bosquejo y señalar su aplicación, determine qué respaldo bíblico tienen y centre su enseñanza en las Escrituras. Al preparar el discurso, examine los versículos citados y observe su contexto. Puede que algunos de ellos solo faciliten información general útil, así que no será preciso que los lea o comente todos. Más bien, seleccione los más adecuados para su auditorio. Si se concentra en los pasajes que se citan en el bosquejo impreso, es probable que no necesite ninguna otra referencia bíblica. La eficacia de un discurso no depende de la cantidad de textos bíblicos que se empleen, sino de la calidad de la enseñanza. Al dar introducción a los versículos, indique la razón por la que se utilizan. Dedique tiempo a mostrar su aplicación. Si después de leerlos mantiene la Biblia abierta mientras los explica, es probable que los oyentes hagan lo mismo. ¿Cómo puede despertar su interés y ayudarlos a obtener más provecho de la Palabra de Dios? (Neh. 8:8, 12.) Lo logrará explicando los textos bíblicos, ilustrándolos y señalando su aplicación. Explicaciones. Cuando prepare la explicación de un pasaje clave, pregúntese: “¿Qué significa? ¿Por qué motivo lo empleo en el discurso? ¿Qué pudieran preguntarse los oyentes sobre este versículo?”. Tal vez se requiera que examine el contexto, el marco histórico, las circunstancias, la fuerza de las palabras o la intención del escritor inspirado. Para ello necesita investigar, y en las publicaciones del “esclavo fiel y discreto” hallará todo un caudal de información (Mat. 24:45-47). No intente explicar todo aspecto del versículo. Más bien, señale su relación con el punto que esté tratando y que esa es la razón por la que solicita al auditorio que lo lea. Ilustraciones. Tienen el propósito de llevar a los oyentes a un nivel superior de comprensión o de ayudarlos a que recuerden algún punto o principio, permitiéndoles relacionar lo que usted les dice con lo que ya conocen. Jesús empleó este recurso en su famoso Sermón del Monte. “Las aves del cielo”, “los lirios del campo”, una “puerta angosta”, una “casa sobre la masa rocosa”, entre otras muchas expresiones, contribuyeron a que su enseñanza fuera enérgica, clara e inolvidable (Mat., caps. 5–7). Aplicaciones. Aunque explicar e ilustrar un pasaje bíblico imparte conocimiento, es la aplicación de tal conocimiento lo que produce resultados positivos. Y si bien es cierto que la responsabilidad de actuar en consonancia con el mensaje bíblico corresponde a los oyentes, usted puede ayudarlos a percibir lo que se espera de ellos. Una vez esté convencido de que comprenden tanto el versículo en cuestión como su relación con el tema, deténgase a mostrarles el efecto del pasaje en materia de doctrina y conducta. Recalque los beneficios de desechar las ideas erróneas o el comportamiento contrario a las verdades que enseñe. Cuando reflexione sobre la aplicación de los textos, recuerde que los integrantes de su auditorio poseen muy diversos antecedentes y circunstancias. Entre los asistentes tal vez haya recién interesados, personas jóvenes o ancianas, y otros quizá luchen con una amplia gama de problemas personales. Procure, pues,

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que su discurso sea práctico y realista. Por otro lado, no dé consejos que parezcan dirigirse a una minoría de oyentes. Decisiones que corresponden al orador Algunos aspectos de su discurso ya están determinados. Por ejemplo, las ideas principales se indican con claridad, así como el tiempo en que abarcar cada una. Sin embargo, otras decisiones le corresponden a usted. Quizá vea oportuno dedicar más tiempo (o menos) a ciertos puntos secundarios. No piense que ha de dar el mismo tratamiento a cada uno de ellos, pues eso podría inducirlo a ir tan rápido que abrume al auditorio con una avalancha de información. ¿Cómo determinar qué aspectos tratará con detalle y cuáles mencionará brevemente o de pasada? Pregúntese: “¿Qué puntos me ayudarán a transmitir la idea central del discurso? ¿Cuáles, probablemente, beneficiarán más al auditorio? ¿Quedarán debilitados los argumentos por la omisión de una cita bíblica y de la idea correspondiente?”. Guárdese de expresar conjeturas u opiniones personales. Ni siquiera Jesús, el Hijo de Dios, ‘habló por sí mismo’, es decir, por su cuenta (Juan 14:10). No olvide que la gente acude a las reuniones de los testigos de Jehová para oír hablar de la Biblia. Si a usted se le considera un buen orador, probablemente se deba a que no dirige la atención a sí mismo, sino a la Palabra de Dios. Esta es la razón por la que se aprecian sus discursos (Fili. 1:10, 11). Una vez haya convertido lo que no es más que un bosquejo en una explicación bíblica sustanciosa, habrá llegado el momento de ensayar. Le será útil practicar en voz alta, pero lo importante es que se asegure de que todos los puntos quedan bien grabados en su mente. Debe ser capaz de expresarse con el corazón, llevar a cabo una exposición entusiasta de la verdad e insuflar vida al discurso. Antes de pronunciarlo, piense en lo siguiente: “¿Qué pretendo lograr? ¿Se destacan los puntos principales? ¿He conseguido que las Escrituras constituyan la base del discurso? ¿Se van sucediendo con naturalidad los puntos principales? ¿Infunde el discurso aprecio por Jehová y sus dádivas? En cuanto a la conclusión, ¿guarda relación directa con el tema, indica a los oyentes qué deben hacer y los impulsa a ello?”. Si la respuesta a estas preguntas es sí, entonces ya puede ‘hacer el bien con el conocimiento’, para beneficio de la congregación y la alabanza de Jehová (Pro. 15:2). [Recuadro de la página 55] DISCURSOS CON LA ASISTENCIA DE UN INTÉRPRETE Puesto que a menudo existen muchos grupos lingüísticos en un país, es posible que se solicite a los oradores que pronuncien discursos bíblicos con la asistencia de un intérprete. Si se ve en esta circunstancia, las siguientes pautas les serán de utilidad a usted y al traductor. • La eficacia del discurso dependerá en buena medida del intérprete. Incluso si este tiene experiencia, hará un mejor trabajo si usted lo ayuda a prepararse. • Por lo general, deberá acortar el discurso en al menos un tercio, a fin de permitir tiempo para la interpretación. (El lenguaje de señas es una excepción, pues la interpretación puede ser casi simultánea.) • Antes de su intervención, repase con el intérprete el esquema general y el objetivo de la conferencia. Si se trata de un discurso que haya de leerse en una asamblea, muéstrele el texto al intérprete con bastante antelación. • Indíquele los pasajes bíblicos que utilizará. Compruebe que la Biblia vernácula transmita la misma idea que la suya. Señale al intérprete qué expresiones de los versículos destacará o explicará.

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• Determine si los textos bíblicos se leerán en ambos idiomas o en uno solo. Tal vez baste con la lectura en la lengua de destino. • La rápida enunciación de fechas, números o textos bíblicos puede dificultar la interpretación. Haga las pausas oportunas y, si es posible, dé las cifras en números redondos. • Mencione al intérprete las ilustraciones, los modismos y las expresiones poco comunes que piensa utilizar. Cerciórese de que las entiende y de que es posible transmitir los conceptos en la lengua de destino. • Hable con frases cortas. Exprese pensamientos completos antes de ceder la palabra al intérprete, pues este traducirá ideas, no necesariamente palabra por palabra. Deje que el intérprete termine de exponer cada idea antes de proseguir. • La labor del intérprete depende de que usted hable con el suficiente volumen y articule bien las palabras.

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¿QUÉ pretende lograr como maestro? Si hace poco que es publicador del Reino, sin duda deseará aprender a dirigir estudios de la Biblia, pues Jesús dio a sus seguidores la comisión de hacer discípulos (Mat. 28:19, 20). En caso de que ya tenga experiencia en esta actividad, tal vez se proponga llegar más eficazmente al corazón de aquellos a quienes procura ayudar. Si es padre o madre, de seguro anhela ser la clase de maestro o maestra que motive a sus hijos a dedicar su vida a Dios (3 Juan 4). Y si es anciano o aspira a ello, es probable que quiera ser un orador que infunda aprecio por Jehová y sus caminos. ¿Cómo podrá alcanzar estos objetivos? Aprenda una lección del Gran Maestro, Jesucristo (Luc. 6:40). Fuera que hablara a una multitud en una ladera o a un puñado de personas mientras andaban por el camino, tanto lo que decía como la manera de decirlo dejaban huella. Jesús ponía a trabajar la mente y el corazón de la gente, y señalaba prácticas aplicaciones fáciles de comprender. ¿Puede usted lograr lo mismo? Confíe en Jehová Jesús perfeccionó su enseñanza gracias a la relación íntima que lo unía a su Padre celestial y a la bendición del espíritu de Dios. ¿Ruega usted sinceramente a Jehová que le conceda habilidad para impartir cursos de la Biblia? Si tiene hijos, ¿le solicita sin cesar que lo guíe para enseñarles? ¿Acude de corazón a él cuando se prepara para pronunciar discursos o dirigir reuniones? Tal confianza en Jehová expresada mediante la oración hará de usted un mejor maestro. La dependencia de Jehová también se demuestra confiando en su Palabra, la Biblia. La última noche de su vida como ser humano perfecto, Jesús oró a su Padre: “Yo les he dado tu palabra” (Juan 17:14). Pese a su vasta experiencia, jamás enseñó nada que no hubiera aprendido de su Padre, y de ese modo nos dio el ejemplo (Juan 12:49, 50). La palabra de Dios, conservada en la Biblia, tiene el poder de influir en los seres humanos: en sus actos, pensamientos más recónditos y emociones (Heb. 4:12). A medida que aumente nuestro conocimiento de las Escrituras y aprendamos a utilizarlo en el ministerio, cultivaremos las cualidades docentes que atraen al prójimo hacia Dios (2 Tim. 3:16, 17). Honre a Jehová Ser un maestro a semejanza de Cristo entraña más que pronunciar discursos interesantes. Es cierto que Jesús maravilló a la gente con “palabras llenas de gracia” (Luc. 4:22). Sin embargo, ¿con qué propósito hablaba así? No con el de convertirse en el centro de atención, sino para honrar a Jehová (Juan 7:16-18).

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Además, dio esta exhortación a sus discípulos: “Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” (Mat. 5:16). Este consejo ha de influir en nuestra enseñanza, así que debemos evitar cuanto nos desvíe de tal objetivo. Por consiguiente, al pensar en qué decir y cómo decirlo, conviene que nos preguntemos: “¿Infundirá aprecio por Jehová, o centrará la atención en mi persona?”. Por ejemplo, las ilustraciones y las experiencias de la vida real pueden ser eficaces en la enseñanza, pero si incluimos demasiados detalles, quizá eclipsemos la idea que pretendemos destacar. De igual modo, las historias que no hacen más que entretener nos distraen del propósito de nuestro ministerio. En tal caso, el maestro se haría el centro de atención y dejaría de cumplir el verdadero objetivo de la educación teocrática. ‘Haga distinción’ Para que alguien se convierta en un verdadero discípulo, es preciso que entienda con claridad lo que se le enseña. Debe oír la verdad y ver cómo difiere de otras creencias. De ahí que resulte útil establecer contrastes. Vez tras vez, Jehová instó a su pueblo a “hacer distinción” entre lo limpio y lo inmundo (Lev. 10:9-11). Dijo que quienes le sirvieran en Su gran templo espiritual enseñarían “la diferencia entre una cosa santa y una cosa profana” (Eze. 44:23). En el libro de Proverbios a menudo se contrapone la justicia con el desafuero, o la sabiduría con la tontedad. Hasta elementos que no son opuestos se diferencian unos de otros. El apóstol Pablo distinguió entre el hombre justo y el bueno, como leemos en Romanos 5:7. En el libro de Hebreos mostró la superioridad del servicio de Cristo como sumo sacerdote, en comparación con el de Aarón. Es tal como escribió Johann Amos Comenius, pedagogo del siglo XVII: “Enseñar no tiene otro sentido que mostrar cómo difieren las cosas en sus diferentes propósitos, formas y orígenes. [...] Por lo tanto, quien diferencia bien enseña bien”. Supongamos, por ejemplo, que usted está hablando con alguien acerca del Reino de Dios. Si la persona no comprende en qué consiste, podría mostrarle que la enseñanza bíblica difiere de la idea de que el Reino no es más que una condición en el corazón de la gente, o quizá indicarle cómo se distingue de los gobiernos humanos. No obstante, si su interlocutor conociera estas verdades fundamentales, podría profundizar más y explicarle cómo difiere el Reino mesiánico del reino universal de Jehová descrito en el Salmo 103:19, o del ‘reino del Hijo del amor de Dios’ mencionado en Colosenses 1:13, o de la “administración” a la que se alude en Efesios 1:10. Los contrastes facilitan a los oyentes la clara comprensión de esta importante enseñanza bíblica. Jesús empleó a menudo este método didáctico. Comparó el entendimiento popular de la Ley mosaica con el auténtico sentido de aquellos preceptos (Mat. 5:21-48). Señaló las diferencias entre la verdadera devoción piadosa y los actos hipócritas de los fariseos (Mat. 6:1-18). Contrapuso la actitud de quienes “se enseñorean” de los demás al espíritu abnegado que deberían manifestar sus discípulos (Mat. 20:25-28). Y, según Mateo 21:28-32, en una ocasión invitó a quienes lo escuchaban a determinar por sí mismos el contraste entre la santurronería y el arrepentimiento verdadero. Este pasaje nos revela, además, otra valiosa faceta de la enseñanza. Estimule a los oyentes a pensar En Mateo 21:28 leemos que Jesús acompañó una comparación con estas palabras introductorias: “¿Qué les parece?”. El maestro competente no se limita a exponer hechos y dar respuestas, sino que estimula a los oyentes a cultivar la facultad de raciocinio (Pro. 3:21; Rom. 12:1). En parte, lo logra formulando preguntas. En Mateo 17:25 se recoge esta serie de interrogantes que Jesús planteó: “¿Qué te parece,

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Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de la tierra contribuciones o la capitación? ¿De sus hijos, o de los extraños?”. Con estas preguntas que invitaban a la reflexión, Pedro llegó a la conclusión correcta en cuanto al pago del impuesto del templo. De igual modo, cuando cierto hombre le dijo a Jesús: “¿Quién, verdaderamente, es mi prójimo?”, él le contestó comparando el comportamiento de un sacerdote y un levita con el de un samaritano, para luego preguntarle: “¿Quién de estos tres te parece haberse hecho prójimo del que cayó entre los salteadores?” (Luc. 10:29-36). Una vez más, Jesús, en lugar de pensar por su interlocutor, lo animó a responder a su propia pregunta (Luc. 7:41-43). Apele al corazón Los maestros que captan el sentido de la Palabra de Dios se dan cuenta de que la adoración verdadera no consiste simplemente en memorizar hechos y conformarse a ciertas normas. Más bien, está basada en una buena relación con Jehová y en el aprecio por sus sendas, de modo que el corazón entra en el cuadro (Deu. 10:12, 13; Luc. 10:25-27). En las Escrituras, el vocablo corazón suele referirse a la persona interior en su conjunto, e incluye, entre otros aspectos, sus deseos, afectos, sentimientos y motivos. Jesús sabía que los seres humanos se dejan llevar por la apariencia externa, mientras que Jehová mira el corazón (1 Sam. 16:7). Lo que debe impulsarnos a servir a Dios es el amor que le tenemos, no el deseo de impresionar a los demás (Mat. 6:5-8). Los fariseos, en cambio, efectuaban muchas cosas para lucirse. Hacían hincapié en cumplir los detalles de la Ley y las reglas que ellos mismos establecían, pero no reflejaban cualidades que los vincularan al Dios que decían adorar (Mat. 9:13; Luc. 11:42). Jesús enseñó que la obediencia a los requisitos divinos es importante, pero también que el valor de tal obediencia depende de lo que anide en el corazón (Mat. 15:7-9; Mar. 7:20-23; Juan 3:36). Si imitamos a Jesús, obtendremos los mejores resultados. Aunque es primordial que enseñemos a los demás lo que Dios espera de todos nosotros, también lo es que conozcan la personalidad de Jehová y lo amen, de modo que su conducta refleje lo mucho que valoran su buena relación con el Dios verdadero. Claro está, para beneficiarse de tal enseñanza, la gente tiene que hacerse un examen de conciencia. Jesús animó a sus oyentes a evaluarse en cuanto a sus motivos y sentimientos. Cuando corregía una idea errónea, les preguntaba por qué pensaban, decían o hacían algo determinado. Sin embargo, iba más allá, pues acompañaba sus preguntas con alguna declaración, ilustración o acto que les hiciera ver las cosas desde la perspectiva correcta (Mar. 2:8; 4:40; 8:17; Luc. 6:41, 46). Usted también puede sugerir a quienes lo escuchen que se hagan preguntas como: “¿Por qué me atrae este proceder?” o “¿Por qué reacciono así ante esta situación?”. Después motívelos para que adopten los puntos de vista de Jehová. Señale la aplicación El maestro competente sabe que “la sabiduría es la cosa principal” (Pro. 4:7). La sabiduría es la capacidad para aplicar el conocimiento a la hora de resolver problemas, evitar peligros, alcanzar objetivos o ayudar al prójimo. Corresponde al maestro enseñar cómo hacerlo, pero no decidir por el estudiante. Al tratar diversos principios bíblicos, lo guiará en el razonamiento, tal vez refiriéndose a una situación cotidiana y preguntándole cómo lo ayudaría a enfrentarse a ella el principio recién estudiado (Heb. 5:14). El apóstol Pedro demostró lo que esto significa cuando pronunció un discurso en Pentecostés de 33 E.C. y señaló una aplicación práctica que transformó vidas (Hech. 2:14-36). Después de analizar tres pasajes bíblicos en los que la muchedumbre afirmaba creer, mostró su aplicación a la luz de los sucesos que todos habían presenciado. Como consecuencia, los presentes vieron la necesidad de actuar en armonía con lo que acababan de escuchar. ¿Tiene su enseñanza una influencia similar en sus oyentes? En vez de limitarse a exponerles los hechos, ¿los ayuda a entender las razones? ¿Los anima a pensar en la repercusión que debería tener en su vida lo que aprenden? Tal vez no reaccionen clamando “¿Qué haremos?”, como

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sucedió en Pentecostés, pero si señalamos la correcta aplicación de los textos bíblicos, se sentirán impulsados a dar los pasos oportunos (Hech. 2:37). Cuando los padres leen las Escrituras a sus hijos, disponen de una ocasión magnífica para acostumbrarlos a buscar aplicaciones prácticas a los principios bíblicos (Efe. 6:4). Usted podría seleccionar, por ejemplo, unos cuantos versículos de la lectura bíblica semanal y, tras explicarlos, hacerles preguntas como estas: “¿Qué orientación nos dan estos versículos? ¿Cómo podríamos emplearlos en el ministerio? ¿Qué revelan en cuanto a Jehová y su modo de actuar, y cómo nos ayudan a apreciarlo más?”. Estimule a su familia a comentar tales aspectos cuando se expongan los puntos sobresalientes de la lectura de la Biblia en la Escuela del Ministerio Teocrático. Es muy probable que los versículos que comenten sean los que se graben en su memoria. Dé el ejemplo No solo enseñamos por lo que decimos, sino por lo que hacemos. Nuestros actos constituyen un ejemplo práctico de la aplicación de nuestras palabras. Así es como aprenden los niños: cuando imitan a sus padres, revelan que quieren ser como ellos y saber qué se siente al hacer lo mismo que ellos. De igual modo, cuando sus estudiantes ‘se hagan imitadores de usted, así como usted lo es de Cristo’, comenzarán a experimentar las bendiciones de andar en los caminos de Jehová (1 Cor. 11:1). De esta forma, la bondad de Dios para con ellos se hará parte de sus propias vivencias. He aquí un recordatorio que nos invita a reflexionar en la importancia de dar el ejemplo: la “clase de personas [que seamos] en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa” contribuirá en gran medida a que brindemos un ejemplo vivo de la aplicación de los principios bíblicos (2 Ped. 3:11). Si alienta a un estudiante a leer la Biblia con asiduidad, hágalo usted mismo con diligencia. Si desea que sus hijos se rijan por los principios bíblicos, asegúrese de que cuanto le vean hacer corresponda con la voluntad divina. Si anima a la congregación a predicar con celo, procure participar de lleno en tal obra. Cuando practicamos lo que enseñamos, estamos en condiciones de motivar a los demás (Rom. 2:21-23). A fin de mejorar sus aptitudes docentes, pregúntese: “¿Influye mi enseñanza en la actitud, el lenguaje o los actos de mis oyentes? ¿Aclaro las cuestiones diferenciando unas ideas y formas de actuar de otras? ¿Qué hago para que mis estudiantes, mis hijos o mi auditorio recuerden lo que digo? ¿Les indico claramente la forma de poner en práctica lo que aprenden? ¿Les doy el ejemplo? ¿Consigo que se den cuenta de cómo puede influir en su relación con Jehová el asunto del que les hablo?” (Pro. 9:10). Hágase un buen maestro teniendo presentes estas preguntas y siga la exhortación del apóstol Pablo: “Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza. Persiste en estas cosas, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan” (1 Tim. 4:16). [Recuadro de la página 61] PARA ENSEÑAR CON EFICACIA • Confíe en Jehová, no en su propia aptitud • No subestime el poder de la Palabra de Dios y aprovéchelo bien • Propóngase honrar a Jehová y no centre la atención en sí mismo • Establezca contrastes para facilitar la comprensión • Estimule a los oyentes a pensar • Invítelos a evaluarse en cuanto a sus motivos y sentimientos

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• Anímelos a reflexionar en la influencia que debe tener en su vida el conocimiento bíblico • Dé un ejemplo digno de imitar

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be estudio 23 pág. 157-pág. 158 Resaltar el valor práctico ¿Qué implica? Ayudar al auditorio a ver cómo le atañe el tema o cómo puede serle útil la información. ¿Por qué es importante? Si su interlocutor no ve el valor práctico de la información, quizá le diga que no le interesa o se desconecte mentalmente y piense en otros asuntos. SEA que hablemos a una persona o a un auditorio grande, no es prudente suponer que a los oyentes les atraerá el tema solo porque a nosotros nos interese. Nuestro mensaje es importante, pero si no resaltamos su valor práctico, será difícil que retengamos por mucho tiempo el interés de los presentes. Esto es cierto incluso en el Salón del Reino. El auditorio suele prestar atención cuando utilizamos una ilustración o experiencia que no ha oído con anterioridad. Pero quizá se distraiga si le hablamos de algo que ya sabe, sobre todo si no construimos sobre la base de esa información. Debemos ayudarle a ver por qué y cómo le beneficia lo que estamos diciendo. La Biblia nos anima a pensar en términos prácticos (Pro. 3:21). Jehová se valió de Juan el Bautista para dirigir a la gente a “la sabiduría práctica de los justos” (Luc. 1:17). Tal sabiduría se fundamenta en el temor sano de Jehová (Sal. 111:10). Ayuda a quienes la valoran a enfrentarse con éxito a la vida ahora y a asirse de la vida que realmente lo es, la vida eterna por venir (1 Tim. 4:8; 6:19). Cómo hacer práctico el discurso. Para que el discurso sea práctico, no hay que pensar solo en la información, sino también en el auditorio. No vea únicamente a un grupo de personas, sino a individuos y familias. Puede que haya niños, adolescentes, adultos y ancianos. Quizá también haya personas recién interesadas, así como otras que empezaron a servir a Jehová antes de que usted naciera. Es posible que algunas de ellas hayan alcanzado la madurez espiritual, mientras que otras quizá aún sientan la fuerte influencia de ciertas actitudes y prácticas del mundo. Pregúntese: “¿Cómo puede beneficiar a los componentes de este auditorio la información que voy a presentar? ¿Cómo los ayudaré a entender lo que trato de decir?”. Puede optar por centrarse en uno o dos de los grupos antes mencionados, sin pasar por alto a los demás. ¿Y si se le asigna una disertación sobre una enseñanza básica de la Biblia? ¿Cómo puede lograr que el discurso beneficie a un auditorio que ya cree en ella? Esforzándose por fortalecer su convicción al respecto. ¿Cómo? Razonando sobre las pruebas bíblicas que la apoyan. También puede profundizar su aprecio por esa enseñanza explicando cómo armoniza con otras verdades bíblicas y con la personalidad de Jehová. Use ejemplos —de ser posible, experiencias reales— que muestren cómo ha ayudado a otras personas la comprensión de esta doctrina en particular y ha influido en su actitud en cuanto al futuro. No limite la aplicación práctica a unos breves comentarios en la conclusión del discurso. Todos y cada uno de los oyentes deberían pensar desde el mismo principio: “Esto me atañe”. Una vez colocado el fundamento, siga señalando la aplicación práctica de la información al desarrollar los diferentes puntos principales, tanto en el cuerpo del discurso como en la conclusión.

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Al resaltar el valor práctico, no olvide seguir los principios bíblicos. ¿Qué significa esto? Que debe hacerlo con amor y empatía (1 Ped. 3:8; 1 Juan 4:8). El apóstol Pablo no pasó por alto los aspectos positivos del progreso espiritual de sus hermanos cristianos de Tesalónica, ni siquiera cuando trató problemas difíciles que habían surgido en aquella congregación. Además, expresó su confianza en que desearían corregir la situación (1 Tes. 4:1-12). Este es un ejemplo digno de imitar. ¿Tiene el discurso la finalidad de promover la participación en la obra de predicar y enseñar las buenas nuevas? Fomente el entusiasmo y el aprecio por ese privilegio. Sin embargo, recuerde que no todos pueden participar al mismo grado en esas actividades, hecho que la Biblia toma en consideración (Mat. 13:23). No debemos provocar en nuestros hermanos sentimientos de culpabilidad. Hebreos 10:24 nos exhorta a “incitarnos al amor y a las obras excelentes”. Si incitamos al amor, se producirán obras basadas en una buena motivación. Tengamos presente que Jehová no desea que impongamos reglas, sino que promovamos “obediencia por fe” (Rom. 16:26). Así pues, lo que pretendemos es fortalecer la fe, tanto la nuestra como la de nuestros hermanos. M be estudio 27 pág. 174-pág. 175 Improvisar las palabras a partir del bosquejo ¿Qué implica? Preparar a conciencia las ideas del discurso, pero seleccionar espontáneamente las palabras en el momento de pronunciarlo. ¿Por qué es importante? El discurso que se pronuncia improvisando las palabras a partir de un bosquejo mantiene el interés del auditorio y lo motiva con mayor eficacia. PUEDE que haya invertido muchas horas en la preparación del discurso, que su contenido sea informativo y el desarrollo sea lógico, y que lo pronuncie con fluidez. Pero si la atención del auditorio está dividida —solo oye fragmentos de lo que decimos porque está pensando en otros asuntos—, ¿será eficaz la exposición? Si a los oyentes les resulta difícil mantenerse concentrados en el discurso, ¿será probable que les llegue al corazón? ¿Dónde radica el problema? Puede obedecer a muchos factores. En la mayoría de los casos, se debe a que el orador no deja que le fluyan de manera espontánea las palabras del discurso. Dicho de otro modo, consulta sus notas con demasiada frecuencia, o su exposición es demasiado formal. Ahora bien, estos problemas están directamente relacionados con el modo de preparar la disertación. Si primero escribe el discurso y luego intenta convertirlo en un esquema, o bosquejo, posiblemente le resulte difícil improvisar a partir de lo que lleva escrito. ¿Por qué? Porque ha escogido las palabras exactas que piensa emplear. Aunque utilice el esquema en la exposición, intentará recordar las palabras de la versión original. El lenguaje escrito es más formal que el hablado, y la estructura de sus frases, más compleja. Su discurso reflejará esa realidad. En vez de escribir el contenido de su intervención con todo detalle, intente lo siguiente: 1) Seleccione un tema y los aspectos fundamentales de este que vaya a exponer. En el caso de una disertación corta quizá baste con dos puntos principales; una más larga puede tener hasta cuatro o cinco. 2) Bajo cada punto, anote los textos que va a emplear al desarrollarlo; incluya también las ilustraciones y argumentos clave.

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3) Piense en la introducción que utilizará. Puede incluso escribir una o dos oraciones. Haga lo mismo con la conclusión. Si bien la preparación es muy importante, no repita la disertación palabra por palabra con la intención de memorizarla. Cuando se prepare para hablar a partir del bosquejo, no ponga el acento en las palabras, sino en las ideas. Repase estas en su mente hasta que una siga a la otra con facilidad. Si el discurso tiene un desarrollo lógico y está bien estructurado, no debe resultarle difícil. Así, las ideas le acudirán libre y fácilmente a la memoria durante la exposición. Piense en los beneficios. Una ventaja importante de improvisar las palabras tras haber preparado a conciencia las ideas, es que hablará con un estilo llano al que la gente suele responder muy bien. Su disertación será más animada y, por lo tanto, más interesante para el auditorio. Este método le permite tener un contacto visual máximo con su público, lo que mejora la comunicación. Ya que no depende de los apuntes para escoger las palabras con que formulará cada frase, sus oyentes se sentirán más inclinados a pensar que conoce bien el tema y que sinceramente cree lo que está diciendo. Así pues, esta forma de exposición por lo general es más cálida y natural, y llega de verdad al corazón del auditorio. El discurso que no se ha preparado palabra por palabra también permite mayor flexibilidad. La información no está fijada con rigidez de modo que no admita cambios. Imagínese que el día que va a pronunciar el discurso oye una noticia sobresaliente por la mañana que tiene que ver directamente con el tema. ¿No sería apropiado referirse a ella? O quizá se da cuenta mientras habla de que hay muchos niños de edad escolar en el auditorio. Sin duda convendría ajustar las ilustraciones y la aplicación con el fin de ayudarlos a ver cómo les afecta personalmente lo que dice. Otra ventaja de dejar que las palabras fluyan de manera espontánea en el momento de disertar es que se estimula el intelecto. Cuando el auditorio demuestra aprecio y es receptivo, el orador se entusiasma y amplía algunas ideas o dedica tiempo a recalcar ciertos puntos. Si se da cuenta de que el interés de los presentes decae, puede tomar medidas para solucionar el problema, en vez de seguir hablando a personas que están pensando en otros asuntos. M

be estudio 44 pág. 236-pág. 239 Uso eficaz de las preguntas ¿Qué implica? Utilizar las preguntas para obtener un resultado en particular. Quizá se espere una contestación verbal o, más bien, que los oyentes respondan mentalmente. La eficacia de las preguntas depende de su contenido y del modo como se formulan. ¿Por qué es importante? Ayuda a los oyentes a interesarse en el asunto que se está tratando. Por otra parte, el maestro puede obtener información valiosa sobre sus estudiantes si les plantea preguntas bien pensadas. COMO las preguntas exigen una respuesta —sea verbal o mental—, contribuyen a que los oyentes centren la atención en lo que usted les dice. Puede valerse de ellas para entablar conversaciones y disfrutar de un estimulante intercambio de ideas. Tanto en su función de orador como de maestro, empléelas para despertar el interés, ayudar a razonar sobre un tema o hacer hincapié en ciertos puntos. Si las utiliza bien,

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animará a otras personas a reflexionar en vez de limitarse a escuchar. Póngase un objetivo y formule las preguntas de forma tal que lo alcance. Para entablar conversaciones. Cuando participe en el ministerio del campo, procure invitar a las personas a expresarse, si así lo desean. Muchos Testigos comienzan diálogos interesantes con solo decir: “¿Se ha preguntado alguna vez...?”. Si el asunto al que se refieren preocupa a mucha gente, está casi garantizado que disfrutarán de su predicación. Aun en el caso de que la persona no haya pensado nunca en la cuestión, tal vez se despierte su curiosidad. Con expresiones como “¿Qué piensa sobre...?”, “¿Qué le parece...?” y “¿Cree usted que...?”, se puede plantear gran variedad de temas. Cuando el evangelizador Felipe abordó a un funcionario etíope que leía en voz alta una profecía de Isaías, se limitó a preguntarle: “¿Verdaderamente sabes [es decir, entiendes] lo que estás leyendo?” (Hech. 8:30). El interrogante preparó el terreno para que Felipe le explicara las verdades acerca de Jesucristo. Con preguntas similares, algunos Testigos de la actualidad han encontrado personas ansiosas de entender con claridad la verdad bíblica. Mucha gente está más dispuesta a escuchar si antes se le da la oportunidad de expresar su parecer. Por tanto, cuando haga una pregunta, escuche atentamente la contestación de su interlocutor. Responda a su comentario con amabilidad, y no con crítica. Siempre que sea posible, encómielo de manera sincera. En cierta ocasión, un escriba “contest[ó] inteligentemente” a Jesús, y este lo elogió con las palabras: “No estás lejos del reino de Dios” (Mar. 12:34). Aunque no esté de acuerdo con la persona, puede darle las gracias por haber expresado su opinión. Quizá lo que le ha dicho revele una actitud que usted deba tener en cuenta al hablarle de la verdad bíblica. Para dar paso a ideas importantes. Cuando hable en público o converse con alguien, procure servirse de las preguntas para dirigir la atención a puntos importantes. Asegúrese de que estas aludan a asuntos de verdadero interés para sus oyentes. También puede emplear preguntas que intriguen por no tener respuesta obvia. Si tras formularlas hace una pausa breve, su auditorio probablemente escuchará lo que sigue con mayor interés. En cierta ocasión, el profeta Miqueas planteó una serie de interrogantes. Para empezar, inquirió qué pide Dios de quienes lo adoran y, a continuación, formuló cuatro preguntas más que sugieren posibles contestaciones. Todas esas preguntas preparan al lector para la sabia respuesta con que concluye el razonamiento (Miq. 6:6-8). ¿Por qué no prueba usted a hacer algo parecido cuando enseñe? Para razonar sobre un tema. También pueden emplearse preguntas para ayudar a los oyentes a seguir la lógica de una argumentación. Jehová se valió de este recurso al dirigir una seria declaración formal contra los israelitas, como muestra Malaquías 1:2-10. En primer lugar les dijo: “Los he amado”. Puesto que ellos no reconocieron su amor, les preguntó: “¿No fue Esaú el hermano de Jacob?”. Entonces Jehová señaló a la desolación de Edom como prueba de que, a causa de la maldad de esta nación, él no la amó. A continuación utilizó varias ilustraciones intercaladas con interrogantes que ponían de relieve que Israel no respondía debidamente a Su amor. Algunas de tales preguntas se ponen en boca de los sacerdotes infieles, mientras que otras se las plantea Jehová a ellos. El emocionante diálogo nos cautiva con su lógica irrefutable y su impactante mensaje. Algunos oradores usan con eficacia las preguntas de un modo parecido. Aunque no esperen recibir una contestación verbal, logran que los oyentes respondan mentalmente a lo que les dice, como si de un diálogo se tratara.

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Cuando dirigimos estudios bíblicos, empleamos un método que requiere la participación oral del estudiante. Si este se limita a repetir la respuesta impresa, es obvio que no se beneficiará plenamente. Así pues, con un tono afable, hágale preguntas auxiliares que le ayuden a razonar. En las ideas clave anímelo a basar su respuesta en la Biblia. También pudiera preguntarle: “¿Qué relación hay entre este punto y [otra cuestión que ya hayan estudiado]? ¿Por qué es importante? ¿Qué efecto debería tener en nuestra vida?”. Con este método obtendrá mejores resultados que expresando sus propias convicciones o dando explicaciones detalladas, pues ayudará al estudiante a utilizar su “facultad de raciocinio” para adorar a Dios (Rom. 12:1). Si el estudiante no capta una idea, sea paciente. Quizás esté comparando lo que usted le dice con lo que él ha creído por muchos años. Trate de enfocar el asunto desde un ángulo diferente. A veces, sin embargo, hay que recurrir a razonamientos muy elementales. Utilice las Escrituras con frecuencia. Emplee ilustraciones acompañadas de preguntas sencillas que induzcan a razonar sobre la base de las pruebas. Para que la persona exprese lo que realmente opina. Las respuestas de la gente a las preguntas no siempre revelan su verdadera opinión. Tal vez nuestro interlocutor dé la contestación que piensa que esperamos oír. Por tanto, debemos tener discernimiento (Pro. 20:5). Pudiéramos imitar a Jesús y preguntarle: “¿Crees tú esto?” (Juan 11:26). Cuando muchos discípulos de Jesús se ofendieron por lo que les dijo y lo abandonaron, él invitó a sus apóstoles a expresar su parecer. Les preguntó: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?”. Pedro reveló el sentir de todos ellos al responder: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna; y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el Santo de Dios” (Juan 6:67-69). En otra ocasión, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”. Entonces les formuló otra pregunta para que expresaran su opinión sincera: “Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo” (Mat. 16:13-16). En los estudios bíblicos posiblemente obtenga buenos resultados empleando un enfoque parecido en ciertos temas. Pudiera preguntar: “¿Qué piensan tus compañeros de clase (o de trabajo) de este asunto?”. Entonces añada: “¿Y qué piensas tú?”. Al saber lo que de verdad cree su estudiante, estará en situación de ofrecerle la mejor ayuda. Para dar énfasis. También puede utilizar preguntas para dar énfasis a ciertas ideas. Así lo hizo el apóstol Pablo, como muestra Romanos 8:31, 32: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿por qué no nos dará bondadosamente también con él todas las demás cosas?”. Note que las dos preguntas de estos versículos amplían la idea expresada en la frase que las antecede. Tras dejar constancia escrita de la sentencia divina contra el rey de Babilonia, el profeta Isaías añadió con total convicción: “Jehová de los ejércitos mismo ha aconsejado, y ¿quién puede desbaratarlo? Y su mano es la que está extendida, y ¿quién puede volverla atrás?” (Isa. 14:27). Tales preguntas llevan implícito que nadie puede hacerlo. No necesitan respuesta. Para poner de manifiesto ideas incorrectas. Las preguntas bien pensadas son también muy útiles para sacar a la luz ideas incorrectas. Antes de sanar a cierto hombre, Jesús preguntó a los fariseos y a algunos entendidos en la Ley: “¿Es lícito curar en sábado, o no?”. Tras curar al enfermo, agregó: “¿Quién de ustedes, si su hijo o su toro cae en un pozo, no lo saca inmediatamente en día de sábado?” (Luc. 14:1-6). No hubo respuesta, aunque tampoco Jesús la esperaba. Las preguntas pusieron de manifiesto la forma de pensar errónea de aquellos hombres.

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A veces, hasta los cristianos verdaderos tienen ideas equivocadas. Algunos corintios del siglo primero llevaron a sus hermanos a los tribunales para resolver problemas que deberían haber zanjado entre ellos. ¿Cómo trató el apóstol Pablo la cuestión? Planteó una serie de preguntas directas destinadas a corregir su manera de pensar (1 Cor. 6:1-8). Con la práctica aprenderá a usar eficazmente las preguntas. No obstante, esfuércese por ser respetuoso, sobre todo al dirigirse a gente mayor, a personas con las que no tenga confianza y a quienes ocupen puestos de autoridad. Utilice preguntas para exponer la verdad bíblica de forma atractiva. [Recuadro de la página 237] CÓMO LOGRARLO Para entablar conversaciones, utilice preguntas que aludan a asuntos de verdadero interés para su interlocutor. Antes de mencionar una idea importante, pruebe a plantear un interrogante que despierte expectación. Emplee preguntas para mostrar la base de sus afirmaciones, la lógica de las verdades que expone y los buenos efectos que estas pueden tener en la vida de sus oyentes. Válgase de preguntas para que el estudiante, en vez de repetir datos, exprese su opinión sobre lo que ha aprendido. [Recuadro de la página 239] EJERCICIOS: 1) Teniendo presente la zona en la que predica, prepare varias preguntas que pueda utilizar para entablar conversaciones significativas. 2) Lea el capítulo 3 de Romanos y fíjese en el uso que Pablo hace de las preguntas para razonar sobre la posición que judíos y gentiles tienen ante Dios. M

be estudio 46 pagin 244. Ilustraciones basadas en situaciones conocidas ¿Qué implica? Emplear ilustraciones que remitan a actividades que el auditorio realice o a asuntos con los que esté familiarizado. ¿Por qué es importante? Las ilustraciones basadas en situaciones conocidas llegarán al corazón de los oyentes. NO HAY duda de que es fundamental que las ilustraciones se adapten al tema que se está tratando. Sin embargo, para que sean más eficaces, es igualmente importante que sean adecuadas al auditorio. ¿Qué efecto debe tener en sus ilustraciones el tipo de público al que se dirija? ¿Qué hizo Jesucristo? Tanto si enseñaba a las muchedumbres como a sus discípulos, no habló de culturas diferentes a la israelita, pues ello les habría resultado extraño a sus oyentes. Por ejemplo, no se refirió a la vida en la corte de Egipto o a las prácticas religiosas de la India. Más bien, basó sus ilustraciones en actividades comunes a todos los pueblos, tales como remendar ropa, hacer negocios, perder un objeto valioso y asistir a banquetes de boda. Sabía cómo reaccionaban las personas en distintas circunstancias y aplicó ese conocimiento (Mar. 2:21; Luc. 14:7-11; 15:8, 9; 19:15-23). Puesto que su predicación pública se dirigía en particular al pueblo de Israel, generalmente aludía a artículos y tareas que eran parte de la vida diaria de la gente. Se refirió, por tanto, a las labores del campo, a la respuesta de las ovejas al pastor y a los odres de cuero en que se guardaba el vino (Mar. 2:22; 4:2-9; Juan 10:1-5). También recurrió a episodios históricos conocidos, como

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el de la creación de la primera pareja humana, el Diluvio de los días de Noé, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y la muerte de la esposa de Lot, entre otros (Mat. 10:15; 19:4-6; 24:37-39; Luc. 17:32). Al seleccionar las ilustraciones, ¿tiene usted presentes, de la misma manera, las actividades con las que sus oyentes están familiarizados, así como sus antecedentes culturales? Ahora bien, ¿qué hacer si no se dirige a un público numeroso, sino a un grupo reducido, o incluso a una sola persona? Ponga todo su empeño en encontrar una ilustración que sea adecuada para tales oyentes. Jesús, al predicarle a una samaritana junto a un pozo cercano a Sicar, le habló de “agua viva”, de que ‘no le daría sed jamás’ y de la ‘fuente de agua que brotaría para impartir vida eterna’, utilizando así figuras retóricas estrechamente relacionadas con las tareas de aquella mujer (Juan 4:7-15). Cuando conversó con unos pescadores que habían estado lavando las redes, eligió una ilustración vinculada a ese oficio (Luc. 5:211). En ambas circunstancias, podría haber hecho referencia a las labores del campo, ya que vivían en una zona agrícola y ganadera; sin embargo, al aludir a las tareas que les eran propias, la imagen mental que evocó en sus oyentes adquirió mayor realismo y eficacia. ¿Se esfuerza usted por imitarlo? A diferencia de Jesús, que centró su atención en “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, el apóstol Pablo recibió la comisión de ir, no solo a Israel, sino también a las naciones de origen gentil (Mat. 15:24; Hech. 9:15). ¿Significó esto un cambio en la manera en que Pablo predicó? Claro que sí. Al escribir a los cristianos de Corinto, mencionó las carreras pedestres, la costumbre de comer en los templos de los ídolos y las procesiones triunfales, actividades con las que aquellos gentiles estaban familiarizados (1 Cor. 8:1-10; 9:24, 25; 2 Cor. 2:14-16). ¿Elige usted con el mismo esmero que Jesús y Pablo los ejemplos y demás ilustraciones que utiliza? ¿Tiene en cuenta los antecedentes y los quehaceres cotidianos de sus oyentes? De más está decir que el mundo ha cambiado desde el siglo primero. Innumerables personas se informan de las noticias mundiales por la televisión y a menudo están enteradas de acontecimientos de tierras lejanas. Si es así donde usted vive, está claro que no hay ningún inconveniente en extraer de tales noticias las ilustraciones. No obstante, lo que más suele atraer a la gente es aquello que atañe a su vida misma: su hogar, su familia, su trabajo, los alimentos que come o el clima del lugar. Si una ilustración le exige dar demasiadas explicaciones, probablemente usted se esté refiriendo a algo que no les resulta conocido a sus oyentes, lo cual puede eclipsar con facilidad lo que pretende enseñar. Como resultado, el auditorio tal vez recuerde la ilustración, pero no la verdad bíblica que deseaba transmitirle. En lugar de intrincadas comparaciones, Jesús planteaba asuntos simples, cotidianos. Se valía de las cosas pequeñas para explicar las grandes, y de lo sencillo para esclarecer lo complicado. Conectaba las verdades espirituales que enseñaba con sucesos del diario vivir, haciéndolas así más fáciles de captar y recordar. Sin duda, nos dejó un magnífico ejemplo. [Recuadro de la página 245] CÓMO ADQUIRIR MAYOR DESTREZA Habitúese a pensar en sus oyentes, y no solo en lo que desea decir. Observe los detalles de lo que ocurre a su alrededor. Póngase la meta de utilizar todas las semanas por lo menos una buena ilustración que no haya empleado antes. M

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cf cap. 11 págs. 111-114 “Jamás ha hablado otro hombre así” Preguntas adecuadas 8

Jesús utilizó las preguntas de manera admirable. Incluso las empleó en ocasiones en que se hubiera tardado menos explicando directamente el punto. Pero entonces, ¿para qué hacía las preguntas? Pues bien, a veces las planteaba con la intención de sacar a la luz los motivos de sus adversarios y así hacerlos callar (Mateo 21:23-27; 22:41-46). Sin embargo, en otros casos las utilizaba para lograr que sus discípulos le expresaran lo que pensaban o para estimular y desarrollar su capacidad de razonamiento. Por eso, empleaba fórmulas como “¿Qué les parece?” y “¿Crees tú esto?” (Mateo 18:12; Juan 11:26). Con estas preguntas, lograba llegarles al corazón. Veamos un ejemplo. 9

En cierta ocasión, unos recaudadores le preguntaron a Pedro si Jesús pagaba el impuesto del templo. Sin pensarlo dos veces, Pedro respondió que sí. Más tarde, Jesús razonó con él: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de la tierra contribuciones o la capitación? ¿De sus hijos, o de los extraños?”. Pedro le contestó: “De los extraños”. Y Jesús repuso: “Entonces, realmente, los hijos están libres de impuestos” (Mateo 17:24-27). Sin duda, el punto que destacaban las preguntas era obvio para Pedro, pues todos sabían que las familias de los reyes estaban exentas de tributos. Por consiguiente, estaba claro que Jesús, al ser el Hijo unigénito del Rey celestial al que se adoraba en el templo, no estaba obligado a pagar el impuesto. Notamos que, en vez de decirle directamente a Pedro la respuesta acertada, Jesús empleó con tacto las preguntas para ayudarle a sacar la conclusión correcta, y tal vez para ayudarle a ver que en el futuro era mejor que pensara un poco más antes de responder. 10

¿Cómo lograremos emplear hábilmente las preguntas en el ministerio? Al predicar de casa en casa, usémoslas para despertar el interés de la gente, pues así tal vez consigamos que escuche nuestro mensaje. Por ejemplo, si sale a la puerta una persona mayor, pudiéramos preguntarle con respeto: “¿Le parece a usted que el mundo ha cambiado a lo largo de su vida?”. Cuando nos conteste, pudiéramos añadir: “En su opinión, ¿qué haría falta para que el mundo fuera mejor?” (Mateo 6:9, 10). Y si nos atiende una madre con niños pequeños, quizás podríamos decirle: “¿Se ha preguntado cómo será el mundo cuando sus hijos sean grandes?” (Salmo 37:10, 11). En muchos casos, observar con atención la vivienda nos permitirá pensar en preguntas que sean apropiadas para los intereses del ocupante. 11

¿Cómo podríamos usar eficazmente las preguntas al conducir estudios bíblicos? Pues bien, podemos plantear preguntas bien pensadas para saber lo que la persona tiene en su corazón (Proverbios 20:5). Imaginémonos que estamos estudiando el libro ¿Qué enseña realmente la Biblia? y llegamos al capítulo “El modo de vida que le agrada a Dios”, que habla de cómo ve Jehová la inmoralidad sexual, la mentira, la borrachera y otras prácticas. Las respuestas del estudiante tal vez indican que entiende lo que enseña la Biblia, pero ¿lo acepta de verdad? Para averiguarlo, quizás convenga decirle: “¿Le parece razonable lo que piensa Dios sobre estos temas?”. O también: “¿Cómo podría aplicar usted esta información en su vida?”. Claro, no debemos olvidar que hay que tener tacto y respetar la dignidad del estudiante, pues no hay por qué abochornarlo (Proverbios 12:18). Lógica aplastante 12

Con su mente perfecta, Jesús era capaz de razonar magistralmente con las personas. Podía valerse de argumentos muy convincentes para refutar las acusaciones de sus adversarios. Pero también podía emplear razonamientos muy persuasivos cuando quería enseñar a sus discípulos lecciones útiles. Veamos algunos ejemplos.

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Cuando Jesús curó a un endemoniado que no podía ver ni hablar, los fariseos protestaron: “Este no expulsa a los demonios sino por medio de Beelzebub [Satanás], el gobernante de los demonios”. Reconocían que había sido necesario algún poder sobrehumano para expulsar a los demonios, pero lo atribuían a Satanás. Aquella acusación no solo era falsa, sino absurda. Para ilustrar lo equivocada que era esa línea de pensamiento, Jesús replicó: “Todo reino dividido contra sí mismo viene a parar en desolación, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá en pie. Así mismo, si Satanás expulsa a Satanás, ha llegado a estar dividido contra sí mismo; entonces, ¿cómo podrá estar en pie su reino?” (Mateo 12:22-26). En otras palabras, lo que Cristo estaba diciendo era lo siguiente: “Si yo soy un agente de Satanás y estoy deshaciendo lo que él ha hecho, entonces Satanás está obrando en contra de sus propios intereses y no va a tardar en caer”. ¿Quién iba a contradecir un razonamiento tan lógico? cf cap. 12 págs. 125-127 párrs. 18-20 “Sin ilustración no les hablaba” 18

¿Cómo podemos aprender a usar ilustraciones extraídas de la creación? Las características peculiares de los animales pueden servirnos de inspiración para hacer comparaciones sencillas pero efectivas. ¿Dónde hallamos información sobre las creaciones de Jehová? La Biblia constituye una rica fuente de conocimientos sobre una gran variedad de animales, y a veces se refiere a sus características en sentido metafórico. Por ejemplo, habla de ser veloz como la gacela o el leopardo, cauteloso como la serpiente e inocente como la paloma (1 Crónicas 12:8; Habacuc 1:8; Mateo 10:16). Otras fuentes útiles son las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, así como diversas publicaciones de los testigos de Jehová. Podemos aprender mucho observando cómo estas utilizan comparaciones sencillas basadas en las maravillosas e innumerables creaciones de Jehová. Extraídas de ejemplos familiares 19

También podemos tomar ilustraciones eficaces de lo que sucede en la vida real. En cierta ocasión, Jesús se valió de un suceso reciente para rebatir la creencia falsa de que las tragedias son un castigo merecido. Dijo: “Aquellos dieciocho sobre quienes cayó la torre de Siloam, matándolos, ¿se imaginan ustedes que con eso se probó que fueran mayores deudores [pecadores] que todos los demás hombres que habitaban en Jerusalén?” (Lucas 13:4). Aquellas dieciocho almas no murieron porque hubieran pecado y hubieran caído en el desagrado divino, sino que su trágica muerte se debió al “tiempo y el suceso imprevisto” (Eclesiastés 9:11). Jesús, pues, refutó una enseñanza falsa aludiendo a un incidente que sus oyentes conocían bien. 20

¿Cómo podemos usar ejemplos y experiencias de la vida real al enseñar? Supongamos que estamos hablando del cumplimiento de la profecía de Jesús sobre la señal de su presencia (Mateo 24:3-14). Podemos citar noticias recientes sobre guerras, hambrunas o terremotos para demostrar el cumplimiento de rasgos concretos de la señal. O imaginémonos que queremos utilizar una experiencia para ilustrar los cambios que implica ponerse la nueva personalidad (Efesios 4:20-24). ¿Dónde encontraremos una? Podemos pensar en los diversos antecedentes de nuestros hermanos en la fe o valernos de algún M relato que haya aparecido en nuestras publicaciones. Od 35-37 16

Un buen superintendente está capacitado para enseñar. En su carta a Tito, Pablo dijo que tiene que “[adherirse] firmemente a la fiel palabra en lo que toca a su arte de enseñar, para que pueda exhortar por la enseñanza que es saludable y también censurar a los que contradicen” (Tito 1: 9). Sabe razonar con otros,

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presentar pruebas y responder a las objeciones. Utiliza las Escrituras para convencer y para fortalecer la fe de los demás. Enseña en momentos favorables y en momentos difíciles (Segunda a Timoteo 4: 2). Tiene la paciencia que hace falta para corregir con apacibilidad a quien ha cometido un error, así como para ayudar a quien tiene dudas y motivarlo a servir a Jehová con fe. Es un buen maestro tanto desde la plataforma como a nivel individual. 17 Es

importante que los ancianos prediquen con entusiasmo. Debe ser evidente que se esfuerzan por imitar a Jesús también en este campo. Para él la predicación del Reino era una prioridad, y se interesó por ayudar a sus discípulos a ser buenos evangelizadores (Marcos 1: 38; Lucas 8: 1). Al igual que él, los ancianos hacen todo lo posible por dedicar tiempo al ministerio a pesar de llevar vidas muy ocupadas, y eso impulsa a los demás a mostrar el mismo entusiasmo. Y cuando los ancianos salen a predicar con su familia y con otros hermanos, el resultado es un “intercambio de estímulo” en la congregación (Romanos 1: 11,12). 18

Podría parecer que se espera mucho de los ancianos. Por supuesto, nadie puede cumplir a la perfección estos elevados requisitos, pero ningún anciano debería tener una deficiencia grave en alguno de estos campos. Algunos ancianos destacarán en unas cualidades, y otros en otras. Así, el cuerpo de ancianos en conjunto contará con las cualidades necesarias para cuidar bien a la congregación de Dios. 19

Cuando el cuerpo de ancianos recomiende a un hermano para que sea superintendente, tendrá en cuenta este consejo del apóstol Pablo: que nadie “piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar; sino que piense de tal modo que tenga juicio sano, cada uno según le haya distribuido Dios una medida de fe” (Romanos 12: 3). Los ancianos deben pensar que los demás son superiores a ellos. Ninguno debe ser “justo en demasía” cuando analice si otro hermano puede ser anciano (Eclesiastés 7: 16). Entender bien los requisitos para los superintendentes les permitirá determinar si un hermano los cumple a un grado razonable. Cuando hagan una recomendación, demostrarán que respetan las normas divinas y se interesan por la congregación si evitan la hipocresía y la parcialidad y recuerdan que todos somos imperfectos. Le pedirán a Jehová que los guíe con su espíritu y analizarán con cuidado si el hermano cumple con los requisitos bíblicos. Recomendar a un hermano como superintendente es una seria responsabilidad, y por eso los ancianos deben seguir el consejo de Pablo: “Nunca impongas las manos apresuradamente a ningún hombre” (Primera a Timoteo 5: 21,22). PRODUCEN EL FRUTO DEL ESPÍRITU 20

Los ancianos dan prueba de que los dirige el espíritu de Dios al manifestar su fruto. Pablo dice cuáles son los nueve aspectos de este fruto: “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio” (Gálatas 5: 22,23). Los ancianos que tienen estas cualidades animan y consuelan a los hermanos de la congregación y los ayudan a servir unidos a Jehová. Su conducta y los buenos resultados de su labor demuestran que han sido nombrados por espíritu santo (Hechos 20: 28). Discurso público número 36

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Miércoles

Jehová y nuestra relación con él it-2 págs. 42-50 Jehová Por lo tanto, el profesor de hebreo D. H. Weir dice que los que alegan que en Éxodo 6:2, 3 se revela por primera vez el nombre Jehová “no han estudiado [estos versículos] a la luz de otros textos; de otro modo se hubieran dado cuenta de que la palabra nombre no hace referencia a las dos sílabas que componen la voz Jehová, sino a la idea que esta expresa. Cuando leemos en Isaías cap. LII. 6, ‘Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre’, o en Jeremías cap. XVI. 21, ‘Sabrán que mi nombre es Jehová’, o en los Salmos, Sl. IX [10, 16], ‘Y en ti confiarán los que conocen tu nombre’, vemos en seguida que conocer el nombre de Jehová es algo muy diferente de conocer las cuatro letras que lo componen. Es conocer por experiencia que Jehová es en realidad lo que su nombre expresa que es. (Compárese también con Is. XIX. 20, 21; Eze. XX. 5, 9; XXXIX. 6, 7; Sl LXXXIII. [18]; LXXXIX. [16]; 2 Cr. VI. 33.)”. (The Imperial Bible-Dictionary, vol. 1, págs. 856, 857.) La primera pareja humana lo conocía. El nombre Jehová no se reveló por primera vez a Moisés, pues el primer hombre ya lo conocía. El nombre aparece por primera vez en el registro divino en Génesis 2:4, después del relato de las obras creativas de Dios, e identifica al Creador de los cielos y la Tierra como “Jehová Dios”. Es razonable pensar que Jehová Dios informó a Adán sobre este relato de la creación. El registro de Génesis no especifica que lo hiciera, pero tampoco dice explícitamente que Jehová le revelara a Adán cuando despertó el origen de su esposa Eva. Sin embargo, las palabras que Adán pronunció al recibir a Eva muestran que se le había informado sobre cómo Dios la había creado a partir de su propio cuerpo. (Gé 2:21-23.) Sin duda hubo mucha comunicación entre Jehová y su hijo terrestre que no se refleja en el breve relato de Génesis. Eva es el primer ser humano de quien se dice específicamente que usó el nombre de Dios. (Gé 4:1.) Es obvio que su esposo y cabeza, Adán, le enseñó ese nombre, y también fue él quien le comunicó el mandato de Dios concerniente al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo (aunque tampoco en este caso lo especifica el registro). (Gé 2:16, 17; 3:2, 3.) Como se muestra en el artículo ENÓS, el “invocar el nombre de Jehová” que empezó en los días de Enós, nieto de Adán, fue con falta de fe y de una manera que no tenía la aprobación divina, pues entre Abel y Noé solo de Enoc (no Enós), el hijo de Jared, se dice que ‘anduvo con el Dios verdadero’ en fe. (Gé 4:26; 5:18, 22-24; Heb 11:4-7.) Noé y su familia transmitieron el conocimiento del nombre divino al período posterior al Diluvio, hasta después del tiempo de la dispersión de los pueblos en la Torre de Babel, y llegó al patriarca Abrahán y sus descendientes. (Gé 9:26; 12:7, 8.) La Persona identificada por el Nombre. Jehová es el Creador de todas las cosas, la gran Primera Causa; por lo tanto, no fue creado, no tuvo principio. (Rev 4:11.) “En número, sus años son inescrutables.” (Job 36:26.) Es imposible determinarle una edad, pues no hay un punto de partida desde el que contar. Aunque no tiene edad, se le llama apropiadamente “el Anciano de Días”, ya que su existencia se remonta al pasado infinito. (Da 7:9, 13.) Tampoco tendrá un fin en el futuro (Rev 10:6), pues es incorruptible y no muere, por lo que se le llama el “Rey de la eternidad” (1Ti 1:17), y para Él mil años son tan solo como una vigilia de unas pocas horas durante la noche. (Sl 90:2, 4; Jer 10:10; Hab 1:12; Rev 15:3.) A pesar de su intemporalidad, Jehová es preeminentemente un Dios histórico, pues se identifica con tiempos, lugares, personas y acontecimientos específicos. En su relación con la humanidad ha actuado en armonía con un horario exacto. (Gé 15:13, 16; 17:21; Éx 12:6-12; Gál 4:4.) Debido a que su existencia eterna

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es innegable y constituye el hecho más fundamental del universo, Él ha jurado por ella con las palabras: “Como que vivo yo”, garantizando de este modo la absoluta certeza de sus promesas y profecías. (Jer 22:24; Sof 2:9; Nú 14:21, 28; Isa 49:18.) También ha habido hombres que han jurado por el hecho de la existencia de Jehová. (Jue 8:19; Rut 3:13.) Solo los insensatos dicen: “No hay Jehová”. (Sl 14:1; 10:4.) Descripciones de su presencia. Ya que es un Espíritu que los humanos no pueden ver (Jn 4:24), cualquier descripción de su apariencia en términos humanos tan solo puede suministrar una idea aproximada de su gloria incomparable. (Isa 40:25, 26.) Aunque no vieron realmente al Creador (Jn 1:18), algunos siervos de Dios recibieron visiones inspiradas de su corte celestial. La descripción de su presencia no solo muestra su gran dignidad y majestad imponente, sino también serenidad, orden, belleza y agradabilidad. (Éx 24:9-11; Isa 6:1; Eze 1:26-28; Da 7:9; Rev 4:1-3; véase también Sl 96:4-6.) Como se puede observar, estas descripciones emplean metáforas y símiles que asemejan la apariencia de Jehová a cosas que el hombre conoce, como las joyas, el fuego y el arco iris. Incluso se le describe como si tuviera ciertos rasgos humanos. Aunque algunos eruditos han dado demasiada importancia a lo que llaman expresiones antropomórficas de la Biblia (como las referencias a los “ojos”, los “oídos”, el “rostro” [1Pe 3:12], el “brazo” [Eze 20:33], la “diestra” [Éx 15:6] de Dios, etc.), es obvio que tales expresiones son necesarias para que el hombre comprenda la descripción. El que Jehová Dios hubiese dado al hombre una descripción de sí mismo en términos propios de espíritus, sería como plantear ecuaciones de álgebra superior a personas que solo tuviesen los más elementales conocimientos de aritmética, o intentar explicar los colores a una persona ciega de nacimiento. (Job 37:23, 24.) Por lo tanto, los llamados antropomorfismos nunca deben tomarse de manera literal, así como no se ven literalmente otras referencias metafóricas a Dios, como, por ejemplo, el que se le llame “sol”, “escudo” o “Roca”. (Sl 84:11; Dt 32:4, 31.) La vista de Jehová (Gé 16:13), a diferencia de la de los humanos, no depende de los rayos de luz, por lo que puede ver los actos efectuados en completa oscuridad. (Sl 139:1, 7-12; Heb 4:13.) Su visión puede abarcar toda la Tierra (Pr 15:3), y no necesita ningún equipo especializado para ver crecer el embrión dentro de la matriz humana. (Sl 139:15, 16.) Su oído tampoco depende de las ondas sonoras que se transmiten en la atmósfera, pues puede “oír” expresiones aunque se pronuncien en silencio en los corazones humanos. (Sl 19:14.) El universo es tan inmenso que el hombre no puede llegar a medirlo; sin embargo, ni siquiera los cielos físicos pueden abarcar o contener el lugar de residencia de Dios, mucho menos puede hacerlo una casa o templo terrestre. (1Re 8:27; Sl 148:13.) Por medio de Moisés, Jehová advirtió de manera específica a la nación de Israel que no hiciese ninguna imagen de Él, ya fuese de forma humana o de cualquier otra creación. (Dt 4:15-18.) El relato de Lucas registra la referencia de Jesús de expulsar demonios “por medio del dedo de Dios”, en tanto que el relato de Mateo aclara que Jesús se refería al “espíritu” o fuerza activa de Dios. (Lu 11:20; Mt 12:28; compárese con Jer 27:5 y Gé 1:2.) Las cualidades personales reveladas en la creación. Ciertas facetas de la personalidad de Jehová se revelan en sus obras creativas, incluso antes de la creación del hombre. (Ro 1:20.) El mismo acto de la creación revela su amor, pues Jehová es autosuficiente y no le falta nada. Por lo tanto, aunque creó cientos de miles de hijos celestiales, ninguno podía añadir nada a Su conocimiento ni contribuir ninguna cualidad deseable o emoción que Él no poseyese ya en grado superlativo. (Da 7:9, 10; Heb 12:22; Isa 40:13, 14; Ro 11:33, 34.) Naturalmente, esto no significa que Jehová no halle placer en sus criaturas. Como el hombre fue creado “a la imagen de Dios” (Gé 1:27), es lógico que el gozo que un padre humano encuentra en su hijo, sobre todo si este muestra amor filial y actúa con sabiduría, refleje el gozo que Jehová halla en las criaturas inteligentes que le aman y le sirven. (Pr 27:11; Mt 3:17; 12:18.) Este placer no proviene de ninguna ganancia

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material o física, sino de ver a sus criaturas adherirse voluntariamente a sus normas justas y mostrar altruismo y generosidad. (1Cr 29:14-17; Sl 50:7-15; 147:10, 11; Heb 13:16.) Por el contrario, Jehová ‘se siente herido en su corazón’ cuando algunas de sus criaturas adoptan un mal camino, desprecian su amor, acarrean oprobio a su nombre y hacen sufrir cruelmente a otras personas. (Gé 6:5-8; Sl 78:36-41; Heb 10:38.) A Jehová también le agrada ejercer su poder, bien sea creando o de otro modo, pues sus obras siempre tienen un propósito definido y un buen motivo. (Sl 135:3-6; Isa 46:10, 11; 55:10, 11.) Como el Dador generoso de “toda dádiva buena y todo don perfecto”, se deleita en recompensar con bendiciones a sus hijos e hijas fieles. (Snt 1:5, 17; Sl 35:27; 84:11, 12; 149:4.) Sin embargo, aunque es un Dios de afecto y ternura, su felicidad no depende en absoluto de sus criaturas, ni tampoco sacrifica los principios justos por sentimentalismo. Jehová también mostró amor al conceder al primer Hijo celestial que creó el privilegio de participar con Él en toda la obra creativa posterior, tanto espiritual como material. Además, bondadosamente hizo que este hecho se llegase a conocer, con la consiguiente honra para su Hijo. (Gé 1:26; Col 1:15-17.) De modo que no temió una posible competencia, sino, más bien, ejerció completa confianza en su propia y legítima Soberanía (Éx 15:11), así como en la lealtad y devoción de su Hijo. Dios da a sus hijos celestiales una libertad relativa en el desempeño de sus deberes, incluso al permitirles en ciertas ocasiones ofrecer sus puntos de vista en cuanto a cómo llevarán a cabo cierta asignación en particular. (1Re 22:19-22.) Como señaló el apóstol Pablo, las cualidades invisibles de Jehová también se manifiestan en su creación material. (Ro 1:19, 20.) Su vasto poder nos deja maravillados; las enormes galaxias de miles de millones de estrellas son simples ‘obras de sus dedos’ (Sl 8:1, 3, 4; 19:1), y la riqueza de su sabiduría es tal, que el entendimiento que los hombres tienen de la creación física aún después de miles de años de investigación no es más que un “susurro” comparado con un poderoso trueno. (Job 26:14; Sl 92:5; Ec 3:11.) La actividad creativa de Jehová con respecto al planeta Tierra siguió un orden lógico y un programa definido (Gé 1:231), lo que hizo de la Tierra una joya en el espacio (como la han llamado los astronautas de este siglo XX). Cómo se reveló al hombre en Edén. ¿Con qué personalidad se dio a conocer Jehová a sus primeros hijos humanos? Como hombre perfecto, Adán tendría que haber concordado con las palabras posteriores del salmista: “Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma”. (Sl 139:14.) Por lo que veía en su propio cuerpo — sobresalientemente adaptable entre las criaturas terrestres— y en todo lo que le rodeaba, el hombre tenía razón sobrada para sentir un respeto reverencial a su Creador. Cada nuevo animal, ave y pez; cada diferente planta, flor y árbol, y cada campo, bosque, colina, valle y arroyo que el hombre veía, impresionaría en él la profundidad y amplitud de la sabiduría de su Padre y su atrayente personalidad reflejada en la gran variedad de sus obras creativas. (Gé 2:7-9; compárese con Sl 104:8-24.) Todos los sentidos del hombre —vista, oído, gusto, olfato y tacto— indicarían a su mente receptiva que el Creador era sumamente generoso y considerado. Tampoco se pasaron por alto las necesidades intelectuales de Adán, su necesidad de conversación y de compañerismo, pues su Padre le proveyó una compañera inteligente. (Gé 2:18-23.) Ambos bien pudieron haber cantado a Jehová como lo hizo el salmista: “El regocijo hasta la satisfacción está con tu rostro; hay agradabilidad a tu diestra para siempre”. (Sl 16:8, 11.) Por haber sido objeto de tanto amor, Adán y Eva habrían tenido que saber que “Dios es amor”, la fuente y ejemplo supremo de amor. (1Jn 4:16, 19.) Mi

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Más importante aún, Jehová satisfizo las necesidades espirituales del hombre. El Padre de Adán se reveló a su hijo humano, comunicándose con él y encargándole trabajos, cuya realización constituiría la parte principal de la adoración del hombre. (Gé 1:27-30; 2:15-17; compárese con Am 4:13.) Un Dios de normas morales. El hombre pronto llegó a conocer a Jehová no solo como un Proveedor sabio y generoso, sino también como un Dios de moralidad, con normas definidas sobre lo que es propio e impropio. Pero, además, si Adán conocía el relato de la creación, como se ha indicado, sabría que Jehová también tenía otras normas, pues el relato dice que Jehová vio que sus obras creativas ‘eran muy buenas’, que satisfacían su norma perfecta de calidad y excelencia. (Gé 1:3, 4, 12, 25, 31; compárese con Dt 32:3, 4.) De no existir normas, no habría manera de determinar o juzgar lo que es bueno o malo ni de medir y reconocer grados de exactitud y excelencia. A este respecto, son de interés las siguientes observaciones de la Encyclopædia Britannica (1959, vol. 21, págs. 306, 307): “Lo que el hombre ha conseguido [en lo que respecta a normalizar o estandarizar] palidece cuando se compara con lo que se observa en la naturaleza. Las constelaciones; las órbitas de los planetas; las propiedades inmutables de conductividad, ductilidad, elasticidad, dureza, permeabilidad, refracción, fuerza o viscosidad de los materiales de la naturaleza, [...] o la estructura de las células, son unos cuantos ejemplos de la asombrosa estandarización de la naturaleza.” La misma obra realza la importancia de la existencia de normas invariables en la creación material al decir: “Solo mediante la estandarización que se halla en la naturaleza es posible reconocer y clasificar [...] las muchas clases de plantas, peces, aves y animales. Dentro de esas clases, los individuos se parecen unos a otros en los más mínimos detalles estructurales, funcionales y de comportamiento que los caracterizan. [Compárese con Gé 1:11, 12, 21, 24, 25.] Si no fuera por esta estandarización del cuerpo humano, los médicos no sabrían si una determinada persona tiene ciertos órganos ni dónde buscarlos. [...] En realidad, sin las normas de la naturaleza, no podría existir ni una sociedad organizada, ni educación, ni medicina; cada uno de estos conceptos depende de similitudes subyacentes y comparables”. Adán vio la estabilidad de las obras creativas de Jehová: el ciclo continuo de día y noche, el descenso constante del agua del río de Edén como resultado de la fuerza de la gravedad y un sinnúmero de otros ejemplos que probaban que el Creador de la Tierra no era un Dios de confusión, sino de orden. (Gé 1:1618; 2:10; Ec 1:5-7; Jer 31:35, 36; 1Co 14:33.) El hombre sin duda vio que esta estabilidad era provechosa para desempeñar la labor y actividades que se le habían asignado. (Gé 1:28; 2:15), pudiendo planear el trabajo con confianza, sin ningún tipo de incertidumbre. En vista de estos hechos, no le debería parecer extraño al hombre inteligente que Jehová fijara normas que rigieran la conducta humana y su relación con el Creador. La gran calidad de la creación de Jehová le sirvió de ejemplo a Adán para cultivar y cuidar el Edén. (Gé 2:15; 1:31.) Adán también aprendió la norma de Dios para el matrimonio, la monogamia, así como la relación que debía existir entre los cónyuges. (Gé 2:24.) La obediencia a las instrucciones de Dios se subrayaba de manera especial como algo esencial para la vida misma. Puesto que Adán era un humano perfecto, Jehová esperaba de él obediencia perfecta. Él le dio a su hijo terrestre la oportunidad de mostrar amor y devoción al obedecer su mandato de abstenerse de comer de uno de los muchos árboles frutales que había en Edén. (Gé 2:16, 17.) Este mandato era sencillo, pero las circunstancias de Adán entonces también eran sencillas, libres de las complejidades y la confusión que con el tiempo han llegado a existir. Que esta prueba sencilla manifiesta la sabiduría de Jehová, lo subrayan las palabras que Jesucristo pronunció unos cuatro mil años después: “La persona fiel en lo mínimo es fiel también en lo mucho, y la persona injusta en lo mínimo es injusta también en lo mucho”. (Lu 16:10.)

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Tanto el orden como las normas establecidas, lejos de restar disfrute a la vida humana, contribuirían al mismo. El artículo sobre “normas” citado de la Encyclopædia Britannica observa lo siguiente acerca de la creación material: “A pesar de todas las muestras de estandarización que hallamos en la naturaleza, nadie la acusa de monotonía. Aunque el espectro de colores consta básicamente de una banda limitada de longitudes de onda, las variaciones y combinaciones que se pueden obtener para deleitar la vista son casi ilimitadas. De manera semejante, todas las bellas melodías de la música llegan al oído mediante un grupo también pequeño de frecuencias”. Asimismo, los requisitos de Dios para la pareja humana le permitían toda la libertad que un corazón justo pudiera desear. No había necesidad de cercarlos con una multitud de leyes y reglas. El ejemplo amoroso que el Creador les puso, así como el respeto y amor que le tenían, los protegería de traspasar los límites propios de su libertad. (Compárese con 1Ti 1:9, 10; Ro 6:15-18; 13:8-10; 2Co 3:17.) Por lo tanto, Jehová Dios, por su propia Persona, proceder y palabras, era y es la Norma Suprema para todo el universo, la definición y suma de todo lo bueno. Por esa razón, cuando su Hijo estuvo en la Tierra, pudo decirle a un hombre: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno solo, Dios”. (Mr 10:17, 18; también Mt 19:17; 5:48.) Se debe santificar y vindicar Su nombre. Como todo lo relacionado con la persona de Dios es santo, su nombre personal, Jehová, también lo es y por lo tanto debe santificarse. (Le 22:32.) Santificar significa “hacer santo, apartar o estimar algo como sagrado” y, en consecuencia, no usarlo como algo común u ordinario. (Isa 6:1-3; Lu 1:49; Rev 4:8; véase SANTIFICACIÓN.) Debido a la Persona que representa, el nombre de Jehová es “grande e inspirador de temor” (Sl 99:3, 5), “majestuoso” e “inalcanzablemente alto” (Sl 8:1; 148:13), y merecedor de un respeto reverente. (Isa 29:23.) Profanación del nombre. Así se consideró el nombre divino hasta que los acontecimientos del jardín de Edén resultaron en su profanación. La rebelión de Satanás puso en tela de juicio el nombre y la reputación de Dios. A Eva le hizo ver que hablaba en nombre de Dios al decirle “Dios sabe”, pero en realidad hizo que dudara del mandato divino, comunicado a Adán, sobre el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. (Gé 3:1-5.) Dado que Adán había sido comisionado por Dios y era el cabeza terrestre mediante el que transmitía sus instrucciones a la familia humana, era Su representante en la Tierra. (Gé 1:26, 28; 2:15-17; 1Co 11:3.) Se dice que los que sirven a Dios de este modo ‘ministran en el nombre de Jehová’ y ‘hablan en su nombre’. (Dt 18:5, 18, 19; Snt 5:10.) Por lo tanto, aunque su esposa Eva ya había profanado el nombre de Jehová por su desobediencia, el que Adán también lo hiciera fue un acto especialmente reprensible de falta de respeto al nombre que representaba. (Compárese con 1Sa 15:22, 23.) La cuestión suprema es de naturaleza moral. Es evidente que el hijo celestial que se convirtió en Satanás sabía que Jehová es un Dios de normas morales, no una persona caprichosa y voluble. Si hubiera sabido que Dios era dado a estallidos violentos e incontrolados, solo podía haber esperado la exterminación instantánea por el proceder que había emprendido. De modo que la cuestión que Satanás hizo surgir en Edén no era simplemente una prueba del poder destructor de Jehová. Más bien, era una cuestión de naturaleza moral: el derecho moral de Dios a ejercer soberanía universal y requerir obediencia y devoción absoluta de todas sus criaturas en todas partes. Las palabras de Satanás a Eva revelan este hecho. (Gé 3:16.) De igual manera, el libro de Job relata cómo Jehová hace pública ante una asamblea de hijos angélicos la posición adoptada por su Adversario. Satanás alegó que la lealtad de Job (y, por inferencia, de cualquiera de las criaturas inteligentes de Dios) a Jehová no era sincera, no estaba basada en verdadera devoción y amor genuino. (Job 1:6-22; 2:1-8.)

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De modo que la cuestión de la integridad de las criaturas inteligentes era secundaria, o subsidiaria, y se derivaba de la cuestión primaria del derecho de Dios a la soberanía universal. Se requería tiempo para demostrar la veracidad o falsedad de los cargos, para probar la actitud de corazón de las criaturas de Dios y para zanjar tales cuestiones más allá de toda duda. (Compárese con Job 23:10; 31:5, 6; Ec 8:11-13; Heb 5:7-9; véanse INIQUIDAD; INTEGRIDAD.) Por lo tanto, Jehová no ejecutó inmediatamente a la pareja humana rebelde ni al hijo celestial que hizo surgir la cuestión, de modo que llegaron a existir las predichas descendencias que representaban lados opuestos de la cuestión. (Gé 3:15.) El encuentro de Jesucristo con Satanás en el desierto después de cuarenta días de ayuno confirma que esta cuestión seguía vigente en aquel tiempo. La táctica serpentina que empleó el Adversario de Jehová cuando tentó al Hijo de Dios siguió el modelo puesto en Edén hacía cuatro mil años, y la oferta de Satanás de darle la gobernación sobre los reinos terrestres demostró claramente que la cuestión sobre la soberanía universal no había cambiado. (Mt 4:1-10.) El libro de Revelación muestra que la cuestión seguiría vigente hasta que llegara el tiempo en que Jehová Dios declararía zanjado el caso (compárese con Sl 74:10, 22, 23) y ejecutaría juicio justo sobre todos los opositores mediante su Reino celestial para la completa vindicación y santificación de su sagrado nombre. (Re 11:17, 18; 12:17; 14:6, 7; 15:3, 4; 19:1-3, 11-21; 20:1-10, 14.) ¿Por qué es de importancia fundamental la santificación del nombre de Dios? Todo el relato bíblico gira en torno a esta cuestión y su solución, y manifiesta el propósito principal de Jehová Dios: la santificación de su nombre. Esta santificación hacía necesario limpiar el nombre de Dios de todo oprobio y falsos cargos, es decir, vindicarlo. Pero requería mucho más que eso: requería que todas las criaturas inteligentes de los cielos y de la Tierra honraran ese nombre como sagrado, lo que, a su vez, significaba que reconocían y respetaban voluntariamente la soberanía de Jehová, y que estaban deseosos de servirle, deleitándose en hacer su divina voluntad por el amor que le profesan. La oración de David a Jehová registrada en el Salmo 40:5-10 expresa bien esta actitud y verdadera santificación del nombre de Jehová. (Obsérvese la aplicación que hace el apóstol de partes de este salmo a Cristo Jesús en Heb 10:510.) Por lo tanto, el orden, la paz y el bienestar de todo el universo y sus habitantes dependen de la santificación del nombre de Jehová. Así lo mostró el Hijo de Dios, a la vez que señaló el medio de Jehová para realizar su propósito, cuando enseñó a sus discípulos a orar a Dios: “Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mt 6:9, 10.) Este propósito fundamental de Jehová provee la clave para entender la razón de sus acciones y el modo de relacionarse con sus criaturas, según se da a conocer en toda la Biblia. Así, notamos que a la nación de Israel, cuya historia ocupa un buen número de páginas del registro bíblico, se la escogió para ser un ‘pueblo para el nombre’ de Jehová. (Dt 28:9, 10; 2Cr 7:14; Isa 43:1, 3, 6, 7.) Según el pacto de la Ley que Dios hizo con esa nación, la cuestión que cobraba mayor importancia era dar devoción exclusiva a Jehová como Dios y no tomar su nombre de manera indigna, “porque Jehová no dejará sin castigo al que tome su nombre de manera indigna”. (Éx 20:1-7; compárese con Le 19:12; 24:10-23.) Como consecuencia de la manifestación de su poder para salvar y destruir cuando liberó a Israel de Egipto, el nombre de Jehová fue “declarado en toda la tierra”, y la fama de este nombre precedía a Israel en su marcha a la Tierra Prometida. (Éx 9:15, 16; 15:1-3, 11-17; 2Sa 7:23; Jer 32:20, 21.) Como lo expresó el profeta Isaías, “así condujiste a tu pueblo para hacer para ti mismo un nombre hermoso”. (Isa 63:11-14.) Cuando los israelitas manifestaron una actitud rebelde en el desierto, Jehová los trató con misericordia y no los abandonó. Sin embargo, reveló la razón fundamental por la que obró así, al decir: “Me puse a actuar

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por causa de mi propio nombre para que no fuera profanado delante de los ojos de las naciones”. (Eze 20:8-10.) A lo largo de la historia de esa nación, Jehová mantuvo ante ellos la importancia de su sagrado nombre. Jehová escogió a Jerusalén, la ciudad capital, con su monte Sión, “para colocar allí su nombre, para hacerlo residir”. (Dt 12:5, 11; 14:24, 25; Isa 18:7; Jer 3:17.) El templo edificado en esa ciudad era la ‘casa para el nombre de Jehová’. (1Cr 29:13-16; 1Re 8:15-21, 41-43.) Lo que se efectuaba en ese templo o en esa ciudad, fuese bueno o malo, afectaba inevitablemente al nombre de Jehová y Él no lo pasaba por alto. (1Re 8:29; 9:3; 2Re 21:4-7.) Profanar el nombre de Jehová en ese lugar resultaría en la destrucción segura de la ciudad y en que Dios abandonara el templo. (1Re 9:6-8; Jer 25:29; 7:8-15; compárese con las acciones y palabras de Jesús en Mt 21:12, 13; 23:38.) Por eso, Jeremías y Daniel rogaron a favor de su pueblo y ciudad pidiendo que Jehová concediese misericordia y ayuda ‘por causa de su propio nombre’. (Jer 14:9; Da 9:15-19.) Al predecir que purificaría al pueblo que llevaba su nombre y que lo repatriaría a Judá, Jehová les hizo saber de nuevo su interés primordial, al decir: “Y tendré compasión de mi santo nombre [...]. ‘No por causa de ustedes lo hago, oh casa de Israel, sino por mi santo nombre, el cual ustedes han profanado entre las naciones adonde han ido’. ‘Y ciertamente santificaré mi gran nombre, que estaba siendo profanado [...]; y las naciones tendrán que saber que yo soy Jehová —es la expresión del Señor Soberano Jehová— cuando yo sea santificado entre ustedes delante de los ojos de ellas.[’]”. (Eze 36:20-27, 32.) Estos textos y otros muestran que Jehová no concede a la humanidad una importancia desmesurada. Debido a que todos los hombres son pecadores, en justicia merecen la muerte, y solo se podrá alcanzar la vida gracias a la bondad inmerecida y la misericordia de Dios. (Ro 5:12, 21; 1Jn 4:9, 10.) Jehová no le debe nada a la humanidad, y la vida eterna será un don para los que la alcancen, no un salario merecido. (Ro 5:15; 6:23; Tit 3:4, 5.) Es verdad que Él ha demostrado un amor incomparable a la humanidad (Jn 3:16; Ro 5:7, 8); no obstante, el ver la salvación humana como la cuestión principal o el criterio por medio del cual se puede calibrar la equidad, justicia y santidad de Dios, es contrario a la realidad bíblica y demuestra una perspectiva equivocada. El salmista mostró la perspectiva correcta cuando exclamó con humildad y admiración: “Oh Jehová Señor nuestro, ¡cuán majestuoso es tu nombre en toda la tierra, tú, cuya dignidad se relata por encima de los cielos! Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hombre terrestre para que cuides de él?”. (Sl 8:1, 3, 4; 144:3; compárese con Isa 45:9; 64:8.) La santificación del nombre de Jehová Dios significa con toda razón más que la vida de la humanidad entera. Por lo tanto, según lo expresó el Hijo de Dios, el hombre debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo, pero debe amar a Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerzas. (Mr 12:29-31.) Esto significa amar a Jehová Dios más que a los parientes, los amigos o la vida misma. (Dt 13:6-10; Rev 12:11; compárese con la actitud de los tres hebreos en Da 3:16-18; véase CELOSO [CELO, CELOS].) Este punto de vista bíblico no debería disgustar a nadie, antes bien, debería acrecentar el aprecio por el Dios verdadero. Dado que Jehová podía, con toda justicia, haber puesto fin a la humanidad pecaminosa, el que hiciera provisión para que algunos se salvaran enaltece aún más la grandeza de su misericordia y su bondad inmerecida. (Jn 3:36.) No se deleita en la muerte de los inicuos (Eze 18:23, 32; 33:11); sin embargo, no va a permitir que escapen de la ejecución de su juicio. (Am 9:2-4; Ro 2:2-9.) Es paciente y sufrido, y tiene preparada la salvación para los obedientes (2Pe 3:8-10); no obstante, no va a tolerar indefinidamente una situación que ocasione oprobio a su encumbrado nombre. (Sl 74:10, 22, 23; Isa 65:6, 7; 2Pe 2:3.) También muestra compasión y comprensión en lo que tiene que ver con las debilidades humanas, perdonando “en gran manera” a los arrepentidos (Sl 103:10-14; 130:3, 4; Isa 55:6, 7); de todas Mi formas, no excusa a las personas de las responsabilidades por sus propias acciones y las

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consiguientes repercusiones en ellos mismos y en sus familias. Cada uno siega lo que siembra. (Dt 30:19, 20; Gál 6:5, 7, 8.) De este modo, Jehová muestra un equilibrio hermoso y perfecto entre la justicia y la misericordia. Los que entienden estas cuestiones correctamente, según se revelan en su Palabra (Isa 55:8, 9; Eze 18:25, 29-31), no cometerán el grave error de tratar a la ligera su bondad inmerecida o ‘dejar de cumplir su propósito’. (2Co 6:1; Heb 10:26-31; 12:29.) Cualidades y normas inmutables. Jehová dijo al pueblo de Israel: “Yo soy Jehová; no he cambiado”. (Mal 3:6.) Estas palabras se pronunciaron unos tres mil quinientos años después de la creación de la humanidad, y habían pasado unos mil quinientos años desde que Dios había hecho el pacto con Abrahán. Aunque hay quien alega que el Dios que se revela en las Escrituras Hebreas difiere del que revelaron Jesucristo y los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas, la investigación muestra que esta alegación carece de fundamento. El discípulo Santiago dijo correctamente de Dios: “Con él no hay la variación del giro de la sombra”. (Snt 1:17.) No hubo ningún tipo de ‘ablandamiento’ de la personalidad de Jehová Dios con el transcurso de los siglos, pues no era necesario. Su severidad, según se revela en las Escrituras Griegas Cristianas, no es menor, ni su amor mayor, que al principio de su relación con la humanidad en Edén. Las aparentes diferencias de personalidad en realidad no son más que aspectos diversos de su misma personalidad inmutable. Estas diferencias son el resultado de las diversas circunstancias que se presentan y de las personas con las que se trata, lo que hace necesarias distintas actitudes o relaciones. (Compárese con Isa 59:1-4.) No fue Jehová quien cambió, sino Adán y Eva, que se colocaron en una posición en la que las normas justas e inmutables de Jehová ya no permitían una relación con ellos como parte de su amada familia universal. Siendo perfectos, eran completamente responsables de su transgresión deliberada (Ro 5:14), y por lo tanto estaban más allá de los límites de la misericordia divina. De todos modos, Jehová les mostró bondad inmerecida, proveyéndoles vestiduras y permitiéndoles vivir por siglos fuera del santuario de Edén y dar a luz hijos antes de que a la postre murieran debido a los efectos de su propio proceder pecaminoso. (Gé 3:8-24.) Parece ser que después de su expulsión de Edén, cesó toda comunicación divina con Adán y su esposa. Por qué puede tratar con humanos imperfectos. Las normas justas de Jehová hicieron posible que tratara de manera distinta con la prole de Adán y Eva que con ellos mismos. ¿Por qué? Debido a que la prole de Adán heredó el pecado, empezaron involuntariamente su vida como criaturas imperfectas con una inclinación innata hacia el mal. (Sl 51:5; Ro 5:12.) Siendo así, existía base para mostrarles misericordia. La primera profecía de Jehová (Gé 3:15), dada cuando pronunció juicio en Edén, mostró que la rebelión de sus primeros hijos humanos (y uno de sus hijos celestiales) no había amargado a Jehová ni acabado con su amor. Aquella profecía señaló en términos simbólicos hacia el enderezamiento de los efectos de esa rebelión y el restablecimiento de las condiciones a su perfección original, aunque su significado completo no se reveló hasta miles de años después. (Compárense los simbolismos de la “serpiente”, la “mujer” y la “descendencia” en Rev 12:9, 17; Gál 3:16, 29; 4:26, 27.) Jehová ha permitido que los descendientes de Adán continúen viviendo sobre la Tierra por miles de años, aunque imperfectos y en una condición moribunda, no siendo capaces de liberarse por sí mismos de las garras mortíferas del pecado. El apóstol cristiano Pablo explicó por qué permitió Jehová esta situación, diciendo: “Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel [a saber, Jehová Dios] que la sujetó, sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora”. (Ro 8:20-22.) Como se expresa en el artículo PRESCIENCIA, PREDETERMINACIÓN, no hay nada que indique que Jehová se decidiera a ejercer su presciencia para prever la desviación de la pareja original. Sin embargo, cuando esta

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se produjo, Jehová sí predeterminó los medios para corregir sus consecuencias. (Ef 1:9-11.) Por fin, este secreto sagrado, encerrado en la profecía simbólica de Edén, se reveló por completo en el Hijo primogénito de Jehová, enviado a la Tierra para que pudiese “dar testimonio acerca de la verdad” y “por la bondad inmerecida de Dios gustase la muerte por todo hombre”. (Jn 18:37; Heb 2:9; véase RESCATE.) Por consiguiente, el que Dios tuviese tratos con ciertos descendientes del pecador Adán y los bendijese, no indicó ningún cambio en las normas de justicia perfecta de Jehová. Con ello no aprobaba su condición pecaminosa. Debido a la absoluta seguridad de que sus propósitos se cumplirán, Jehová “llama las cosas que no son como si fueran” (como cuando a Abrán le llamó “Abrahán”, que significa “Padre de una Muchedumbre [Multitud]”, aunque todavía no tenía hijos). (Ro 4:17.) Como Jehová sabía que al debido tiempo (Gál 4:4) proveería un rescate, el medio legal para perdonar el pecado y eliminar la imperfección (Isa 53:11, 12; Mt 20:28; 1Pe 2:24), y que sobre esa base siempre podría relacionarse con hombres imperfectos, herederos del pecado, y tenerlos a su servicio. Podía hacerlo porque tenía la base legal para ‘contarlos’ o considerarlos como personas justas debido a la fe en sus promesas y, finalmente, en el cumplimiento de dichas promesas en Cristo Jesús como el sacrificio perfecto por los pecados. (Snt 2:23; Ro 4:20-25.) Así, el rescate que proveyó Jehová y los beneficios que de él se derivaron no solo dan un testimonio innegable del amor y la misericordia de Dios, sino también de su fidelidad a sus propias normas elevadas de justicia, pues mediante el rescate manifiesta “su propia justicia en esta época presente, para que él sea justo hasta al declarar justo [aunque sea imperfecto] al hombre que tiene fe en Jesús”. (Ro 3:2126; compárese con Isa 42:21; véase DECLARAR JUSTO.) Por qué pelea el ‘Dios de paz’. La declaración que Jehová hizo en Edén de que pondría enemistad entre la descendencia de su adversario y la descendencia de la “mujer”, no significó que dejara de ser el ‘Dios de paz’. (Gé 3:15; Ro 16:20; 1Co 14:33.) Puede compararse con lo que sucedió en tiempo de Jesucristo, quien, después de referirse a su unión con su Padre celestial, dijo: “No piensen que vine a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada”. (Mt 10:32-40.) El ministerio de Jesús provocó divisiones, incluso dentro de las familias (Lu 12:51-53), pero tales divisiones se debieron a su adherencia a las normas y verdades justas de Dios, así como a la proclamación de ellas. Las divisiones se produjeron porque muchas personas endurecieron sus corazones con respecto a estas verdades, mientras que otros las aceptaron. (Jn 8:40, 4447; 15:22-25; 17:14.) No podía ser de otro modo si habían de seguirse y sostenerse los principios divinos; pero la culpa descansaría sobre aquellos que rechazaran estos principios rectos. Del mismo modo, se predijo que habría esa enemistad porque las normas perfectas de Jehová no permitirían pasar por alto el proceder rebelde de la “descendencia” de Satanás. Dios desaprobaría a estos y bendeciría a aquellos que se adhiriesen a un proceder justo, con el consiguiente efecto divisivo (Jn 15:18-21; Snt 4:4), como en el caso de Caín y Abel. (Gé 4:2-8; Heb 11:4; 1Jn 3:12; Jud 10, 11; véase CAÍN.) El proceder rebelde que escogieron los hombres y ángeles inicuos constituyó un desafío a la soberanía legítima de Jehová y al orden universal. Para enfrentarse a este desafío, Jehová ha tenido que hacerse una “persona varonil de guerra” (Éx 15:3-7), y así defender su propio buen nombre y normas justas, luchar a favor de aquellos que le aman y le sirven, y ejecutar juicio sobre los que merecen destrucción. (1Sa 17:45; 2Cr 14:11; Isa 30:27-31; 42:13.) Él no duda en usar su fuerza omnipotente, a veces devastadora, como en el Diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra y la liberación de Israel de Egipto. (Dt 7:9, 10.) Tampoco teme dar a conocer cualquier detalle de su guerra justa, y no necesita disculparse, pues no tiene nada de qué avergonzarse. (Job 34:10-15; 36:22-24; 37:23, 24; 40:1-8; Ro 3:4.) El respeto a su propio nombre y la justicia que este representa, así como su amor a los que le aman, impulsan su actuación. (Isa 48:11; 57:21; 59:15-19; Rev 16:5-7.)

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Las Escrituras Griegas Cristianas enseñan lo mismo. El apóstol Pablo animó a sus compañeros cristianos con las palabras: “El Dios que da paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes en breve”. (Ro 16:20; compárese con Gé 3:15.) También mostró que es justo que Dios pague con tribulación a los que causan tribulación a sus siervos y traiga destrucción eterna sobre tales opositores. (2Te 1:6-9.) Estas declaraciones están en armonía con la enseñanza del Hijo de Dios, que no dejó lugar a dudas en cuanto a la firme determinación de su Padre de acabar por la fuerza con toda la iniquidad y los que la practican. (Mt 13:30, 38-42; 21:42-44; 23:33; Lu 17:26-30; 19:27.) En el libro de Revelación se describen muchas acciones de guerra autorizadas por Dios; sin embargo, todo ello lleva, según la sabiduría de Jehová, a que llegue a haber paz universal duradera, fundada sólidamente en el derecho y la justicia. (Isa 9:6, 7; 2Pe 3:13.) Relación con el Israel carnal y el espiritual. De igual manera, muchas de las diferencias entre las Escrituras Hebreas y las Griegas Cristianas obedecen fundamentalmente a que las primeras tratan sobre la relación de Jehová con el Israel carnal y las segundas recogen sobre todo su relación con el Israel espiritual, la congregación cristiana. De modo que por un lado tenemos a una nación cuyos millones de miembros lo son por ascendencia carnal y forman un conglomerado donde se conjuga lo bueno y lo malo, y por otro, una nación espiritual formada por personas que se han acercado a Dios mediante Jesucristo, que aman la verdad y la justicia y que se dedican personal y voluntariamente a hacer la voluntad de Jehová. Como es lógico, la manera de actuar de Dios con los dos grupos tenía que ser diferente, siendo el primero Mi más proclive a merecer las expresiones de la ira y la severidad de Dios que el segundo. En cualquier caso, sería un grave error no percibir los aspectos aleccionadores y reconfortantes de la personalidad de Jehová manifiestos en sus tratos con el Israel carnal. Abundan ejemplos excelentes que muestran que Jehová es la clase de Persona que Él mismo le dijo a Moisés que era: “Jehová, Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad, que conserva bondad amorosa para miles, que perdona error y transgresión y pecado, pero de ninguna manera dará exención de castigo, que hace venir el castigo por el error de padres sobre hijos y sobre nietos, sobre la tercera generación y sobre la cuarta generación”. (Éx 34:4-7; compárese con Éx 20:5.) Las facetas sobresalientes de la personalidad de Jehová son el amor y la gran paciencia, aunque equilibradas por la justicia, como muestra la historia de Israel, un pueblo altamente favorecido que en su mayor parte fue de “dura cerviz” y “duro corazón” al tratar con su Creador. (Éx 34:8, 9; Ne 9:16, 17; Jer 7:21-26; Eze 3:7.) Las fuertes denuncias y condenas que Jehová dirigió a Israel en repetidas ocasiones mediante sus profetas solo sirven para recalcar la grandeza de su misericordia y el sorprendente alcance de su gran paciencia. Al término de más de mil quinientos años de tratar con ellos e incluso después de que su propio Hijo murió por instigación de los líderes religiosos de la nación, Jehová siguió favoreciendo a los judíos durante tres años y medio, limitando misericordiosamente la predicación de las buenas nuevas a ese pueblo y extendiéndole de este modo una oportunidad más de que se beneficiara del privilegio de reinar con su Hijo, oportunidad que miles de arrepentidos aprovecharon. (Hch 2:1-5, 14-41; 10:24-28, 34-38; véase SETENTA SEMANAS.) Jesucristo debió aludir a la declaración de Jehová citada antes en cuanto a ‘traer el castigo sobre los descendientes de los ofensores’ cuando dijo a los escribas y fariseos hipócritas: “Dicen: ‘Si hubiéramos estado en los días de nuestros antepasados, no hubiéramos sido partícipes con ellos en la sangre de los profetas’. Así que dan testimonio contra ustedes mismos de que son hijos de los que asesinaron a los profetas. Bueno, pues, llenen hasta el colmo la medida de sus antepasados”. (Mt 23:29-32.) A pesar de sus pretensiones, estas personas demostraron por su proceder que aprobaban las malas acciones de sus antepasados y probaron que ellos mismos seguían estando entre ‘los que odian a Jehová’. (Éx 20:5; Mt 23:33-36; Jn 15:23, 24.) Por ello, a diferencia de los judíos que se arrepintieron y prestaron atención a las

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palabras del Hijo de Dios, sufrieron los efectos del juicio divino contenido cuando años después tuvo lugar el sitio y la destrucción de Jerusalén, que resultó en la muerte de la mayor parte de su población. Podían haber escapado, pero escogieron no aprovecharse de la misericordia de Jehová. (Lu 21:20-24; compárese con Da 9:10, 13-15.) Su personalidad reflejada en su Hijo. Jesucristo fue en todos los aspectos un fiel reflejo de la hermosa personalidad de su Padre, Jehová Dios, en cuyo nombre vino. (Jn 1:18; Mt 21:9; Jn 12:12, 13; compárese con Sl 118:26.) Jesús dijo: “El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre. Porque cualesquiera cosas que Aquel hace, estas cosas también las hace el Hijo de igual manera”. (Jn 5:19.) De esto se desprende, por lo tanto, que la bondad y la compasión, la apacibilidad y la ternura, así como el intenso amor a la justicia y el odio a la iniquidad que Jesús demostró (Heb 1:8, 9), son cualidades que había observado en su Padre, Jehová Dios. (Compárese Mt 9:35, 36 con Sl 23:1-6 e Isa 40:10, 11; Mt 11:27-30 con Isa 40:28-31 y 57:15, 16; Lu 15:11-24 con Sl 103:8-14; Lu 19:41-44 con Eze 18:31, 32 y 33:11.) Todo amador de la justicia que lee las Escrituras inspiradas y que verdaderamente llega a “conocer” con entendimiento el significado completo del nombre de Jehová (Sl 9:9, 10; 91:14; Jer 16:21), no le faltan razones para amar y bendecir ese nombre (Sl 72:18-20; 119:132; Heb 6:10), alabarlo y ensalzarlo (Sl 7:17; Isa 25:1; Heb 13:15), temerlo y santificarlo (Ne 1:11; Mal 2:4-6; 3:16-18; Mt 6:9), confiar en él (Sl 33:21; Pr 18:10) y decir con el salmista: “Ciertamente cantaré a Jehová durante toda mi vida; ciertamente produciré melodía a mi Dios mientras yo sea. Sea placentera mi meditación acerca de él. Yo, por mi parte, me regocijaré en Jehová. Los pecadores serán acabados de sobre la tierra; y en cuanto a los inicuos, ya no serán. Bendice a Jehová, oh alma mía. ¡Alaben a Jah!”. (Sl 104:33-35.) Mi

Perseveren en la oracion

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Adiestren progresivamente a otros w14 15/6 págs. 28-32 Ayudemos a los hermanos a desarrollar todo su potencial “Te aconsejaré con mis ojos puestos en ti.” (SAL. 32:8, La Biblia de las Américas) ¿QUÉ RESPONDERÍA? ¿Qué ejemplos bíblicos demuestran que Jehová ve el potencial que tienen sus siervos? ¿Por qué debemos fijarnos en las cosas buenas de los demás? ¿Cómo podemos ayudar a los jóvenes y los recién bautizados a desarrollar todo su potencial? CUANDO los padres ven jugar a sus hijos, muchas veces se asombran de las habilidades de los pequeños. Puede que usted mismo lo haya observado. Un niño quizás tenga dotes para el deporte, mientras que a su hermano tal vez le gusten más el dibujo o los trabajos manuales. Pero sin importar las capacidades que tengan sus hijos, a los padres les encanta ayudarles a que las desarrollen al máximo. 2

Jehová también se interesa profundamente en sus hijos. De hecho, considera que sus siervos son “las cosas deseables de todas las naciones” (Ageo 2:7). Lo que los hace “deseables”, o valiosos, es sobre todo su fe y devoción. Además, usted tal vez haya observado que los fieles Testigos de nuestros días tienen una gran variedad de habilidades. Algunos son oradores excepcionales, mientras que otros son buenos organizadores. Muchas hermanas tienen facilidad para aprender idiomas y los usan en el ministerio, mientras que otras son muy comprensivas y siempre están ahí para apoyar a quienes necesitan estímulo o para cuidar a algún enfermo (Rom. 16:1, 12). ¿Verdad que agradecemos tener a todos estos cristianos en la congregación? 3

Sin embargo, algunos hermanos —como los jóvenes o los recién bautizados— quizás no han encontrado todavía su lugar en la congregación. ¿Cómo podemos ayudarles a desarrollar todo su potencial? ¿Por qué debemos fijarnos en sus cosas buenas y así verlos como Jehová los ve? JEHOVÁ VE LO BUENO EN SUS SIERVOS 4

Varios relatos bíblicos dejan claro que Jehová no solo ve lo bueno que sus siervos ya tienen, sino también su potencial. Veamos el ejemplo de Gedeón. Cuando Dios lo eligió para liberar al pueblo de Israel de la opresión de los madianitas, debió quedarse sorprendido por el saludo que le dirigió el ángel: “Jehová está contigo, oh valiente y poderoso”. En ese momento, Gedeón no se sentía “poderoso” ni mucho menos. Más bien, admitió que tenía dudas y que se veía insignificante. Pero la conversación que siguió después reveló que Jehová tenía un punto de vista mucho más positivo sobre él (lea Jueces 6:11-16). 5

Jehová había observado las cualidades de Gedeón, y por eso confió en él para liberar a Israel. Por un lado, el ángel de Jehová había notado cómo golpeaba el trigo con todas sus fuerzas para separar el grano de la paja. Pero algo más le llamó la atención al ángel. En tiempos bíblicos, los agricultores solían trillar el grano en un lugar abierto para que luego el viento se llevara la paja. Sin embargo, Gedeón lo estaba golpeando en un lagar de vino para que los madianitas no vieran su escasa cosecha y la robaran. ¡Qué idea tan buena! Con razón Jehová lo vio, no solo como un agricultor laborioso, sino como un hombre muy cauteloso, capaz de tomar decisiones sabias para evitar peligros. Así pues, teniendo en cuenta su potencial, le encargó aquella misión. 6

También en el caso del profeta Amós vemos que Jehová se fijó en su potencial. A muchos podía parecerles que Amós era un hombre común, de poca importancia. Él mismo se describió como un pastor

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de ovejas y como un punzador de higos de sicómoro, una fruta que servía de alimento a los pobres. Cuando Jehová lo nombró para llevar su mensaje de condena al idólatra reino de 10 tribus de Israel, algunos israelitas quizás pensaron que él no era la persona apropiada para aquella misión (lea Amós 7:14, 15). 7

Amós procedía de un pueblo aislado, pero su conocimiento de las costumbres y los gobernantes de su época indica que no era ningún ignorante. Probablemente estaba bien informado de la situación de Israel, y puede que supiera lo que pasaba en las naciones vecinas gracias a sus tratos con mercaderes (Amós 1:6, 9, 11, 13; 2:8; 6:4-6). Algunos biblistas opinan que tenía grandes dotes de escritor. No solo utilizó palabras sencillas y llenas de fuerza, sino también comparaciones y juegos de palabras. Sin duda, su valiente respuesta al corrupto sacerdote Amasías confirmó que Jehová había elegido a la persona indicada para transmitir su mensaje. El profeta tenía aptitudes que no se veían a primera vista, pero Jehová sí las vio (Amós 7:12, 13, 16, 17). 8

En efecto, Jehová se fija en el potencial de cada uno de sus siervos. Al rey David le garantizó que siempre lo guiaría y lo aconsejaría con sus ojos puestos en él (lea Salmo 32:8). ¿Cómo nos anima esto? Quizás dudemos de nosotros mismos, pero Jehová puede ayudarnos a alcanzar metas que ni siquiera imaginamos que podemos alcanzar. Tal como un instructor observa atentamente a un escalador sin experiencia para ayudarle a encontrar los mejores lugares de donde agarrarse, Jehová está dispuesto a guiarnos para que progresemos espiritualmente. Y una forma en que lo hace es empleando a hermanos cristianos que nos ayudan a desarrollar todo nuestro potencial. ¿De qué maneras? FIJÉMONOS EN LAS COSAS BUENAS DE LOS DEMÁS 9

Pablo animó a todos los cristianos a interesarse por sus hermanos (lea Filipenses 2:3, 4). Este consejo incluye la idea de tomar nota de las cualidades que otros tienen y felicitarlos por ellas. ¿Cómo nos sentimos cuando alguien observa que hemos hecho algo bien y nos lo dice? Eso saca lo mejor de nosotros y nos estimula a seguir mejorando. Del mismo modo, cuando felicitamos a nuestros hermanos por lo bueno que hemos visto en ellos, se sienten motivados a crecer espiritualmente. 10

¿Quiénes en particular pueden necesitar que les prestemos atención? Por supuesto, todos necesitamos de vez en cuando que otros se interesen por nosotros. Pero en especial los jóvenes y los recién bautizados necesitan sentirse incluidos en las actividades de la congregación. Así comprenderán que tienen un lugar entre nosotros. En cambio, si no les damos el reconocimiento que merecen, pudiera apagarse su deseo de asumir más responsabilidades, un deseo que la Palabra de Dios les anima a tener (1 Tim. 3:1). 11

Ludovic es un anciano que se ha beneficiado de que otros le mostraran ese interés en su juventud. Él dice: “Cuando me intereso sinceramente por un hermano, progresa más rápido”. Entonces comenta lo siguiente sobre Julien, un joven más bien tímido: “Por su falta de seguridad en sí mismo, a veces quería hacerse notar y se comportaba de una manera poco natural. Pero yo veía que era muy amable y que de verdad deseaba ayudar en la congregación. Así que, en vez de dudar de sus motivos, me centraba en sus buenas cualidades y trataba de animarlo”. Con el tiempo, Julien llegó a ser siervo ministerial, y ahora es precursor regular. AYUDEMOS A LOS HERMANOS A DESARROLLAR TODO SU POTENCIAL 12

Claro está, para ayudar a otros a desarrollar todo su potencial tenemos que ser observadores. Como lo ilustra la experiencia de Julien, quizás tengamos que ver más allá de sus puntos débiles y descubrir las cualidades y aptitudes que podrían manifestar a mayor grado. Eso fue lo que Jesús hizo con el Mi apóstol Pedro. Aunque Pedro parecía inestable a veces, Jesús le dio el nombre de Cefas, que significa “roca”. Así indicó que llegaría a ser tan firme como una roca (Juan 1:42, nota).

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Bernabé demostró un discernimiento similar en el caso de Juan, quien tenía el sobrenombre romano de Marcos (Hech. 12:25). En el primer viaje misional de Pablo con Bernabé, Marcos fue su “servidor”, quizás en el sentido de que atendía sus necesidades físicas. Sin embargo, al llegar a Panfilia los abandonó sin previo aviso, justo cuando tenían que viajar hacia el norte atravesando una región frecuentada por bandidos (Hech. 13:5, 13). ¿Qué hizo Bernabé? Parece que en vez de centrarse en sus puntos débiles, se fijó en sus cualidades y más adelante aprovechó la oportunidad de seguir capacitándolo (Hech. 15:37-39). Como resultado, aquel joven se convirtió en un siervo de Jehová maduro. Es interesante que estuviera en Roma atendiendo a Pablo, quien se hallaba en prisión, cuando este escribió su carta a los Colosenses. En ella, el apóstol incluyó los saludos de Marcos y habló bien de él (Col. 4:10). Imaginemos la satisfacción que Bernabé debió de sentir cuando, en otra ocasión, Pablo incluso solicitó la ayuda de Marcos (2 Tim. 4:11). 14

Veamos un caso de nuestros días. Alexandre, un anciano recién nombrado, recuerda cómo se benefició de la ayuda de un hermano perspicaz: “Cuando era más joven, orar en público era un verdadero sufrimiento para mí. Un anciano me enseñó a prepararme y a estar más tranquilo. Y en vez de no volver a contar conmigo, con regularidad me dio oportunidades de orar en las reuniones para el servicio del campo. Gracias a eso, poco a poco fui ganando confianza”. 15

¿Qué hacemos cuando observamos alguna cualidad en otro cristiano? ¿Lo felicitamos? En el capítulo 16 de su carta a los Romanos, Pablo elogió a más de veinte hermanos por cualidades que hacían que les tuviera cariño (Rom. 16:3-7, 13). Por ejemplo, reconoció que Andrónico y Junias llevaban sirviendo a Cristo más tiempo que él y así subrayó su aguante cristiano. También expresó su afecto por la madre de Rufo, quizás refiriéndose a que ella lo había cuidado amorosamente en el pasado. 16

Los elogios sinceros pueden tener magníficos resultados. Pensemos en Rico, un niño de Francia que se desanimó cuando su padre, que no compartía sus creencias, se opuso a que se bautizara. Rico pensó que tendría que esperar hasta ser mayor de edad para servir a Jehová de lleno. Además, se sentía triste por las burlas de sus compañeros de escuela. Frédéric, un anciano de la congregación al que le pidieron que le diera clases de la Biblia, relata: “Felicité a Rico porque esa oposición demostraba que había tenido suficiente valor para hablar de su fe”. Esas palabras lo animaron a seguir progresando y a mejorar su relación con su padre. Al final, pudo bautizarse a la edad de 12 años. 17

Cada vez que les decimos a nuestros hermanos cuánto apreciamos algo que han hecho bien, los animamos a servir aún más a Jehová. Sylvie, que lleva años en el Betel de Francia, comentó que las hermanas también pueden elogiar a los hermanos, pues como mujeres notan detalles que los hombres pasan por alto. Así, “sus palabras de estímulo pueden complementar las de hermanos de experiencia”. Y añadió: “Para mí, elogiar a otros es una obligación” (Prov. 3:27). Jérôme, quien es misionero en la Guayana Francesa, ha ayudado a muchos varones jóvenes a llegar a ser misioneros. Él cuenta: “He notado que cuando los felicito por aspectos concretos de su ministerio o por ofrecer comentarios bien pensados, adquieren más confianza y mejoran sus habilidades”. 18

También podemos estimular a los hermanos a progresar espiritualmente invitándolos a trabajar con nosotros. Si un joven es hábil con la tecnología, un anciano podría pedirle que imprimiera alguna información de jw.org que animara a los hermanos mayores que no tienen computadora. O si estamos efectuando trabajos de limpieza o reparación en el Salón del Reino, ¿por qué no pedirle a un joven que nos ayude? Eso nos permitirá observarlo, así como felicitarlo y ver el efecto que esto tiene en él (Prov. 15:23).

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TRABAJEMOS PARA EL FUTURO 19 Cuando Jehová nombró a Josué para dirigir a los

israelitas, le mandó a Moisés: “Anímalo y fortalécelo” (lea Deuteronomio 3:28). Más y más personas están entrando en la congregación mundial, y todos los cristianos con experiencia —no solo los ancianos— pueden ayudar a los jóvenes y a los recién bautizados a desarrollar todo su potencial. De ese modo, cada vez habrá más hermanos que sean ministros de tiempo completo y que estén “capacitados para enseñar a otros” (2 Tim. 2:2). 20

Sea que pertenezcamos a una congregación bien establecida o a un grupo pequeño que está esforzándose para llegar a ser congregación, trabajemos pensando en el futuro. Y recordemos: un factor clave es ver siempre lo bueno en los hermanos, igual que hace Jehová. Mi

w13 15/11 pág. 20 ¿Quiénes son hoy los siete pastores y ocho adalides? LECCIONES PARA NOSOTROS 16

La profecía sobre los siete pastores y los ocho adalides tiene su cumplimiento principal en nuestros días. Los habitantes de la antigua Jerusalén fueron atacados por los asirios. Dentro de poco, el pueblo de Jehová, aparentemente indefenso, sufrirá el ataque del “asirio” moderno, que tendrá la intención de exterminarlo. Las Escrituras hablan de esa agresión, así como del ataque de “Gog de la tierra de Magog”, del ataque del “rey del norte” y del ataque de “los reyes de la tierra” (Ezeq. 38:2, 10-13; Dan. 11:40, 44, 45; Rev. 17:14; 19:19). ¿Se trata de ataques distintos? No necesariamente. La Biblia podría referirse al mismo ataque llamándolo de distintas formas. Y según la profecía de Miqueas, ¿qué “arma secreta” levantaría Jehová contra “el asirio”, ese implacable enemigo? Una muy poco común: ¡“siete pastores, sí, ocho adalides”! (Miq. 5:5.) Los pastores y adalides (o “príncipes”, LBLA) de este ejército tan débil en apariencia son los ancianos de congregación (1 Ped. 5:2). Hoy Jehová ha proporcionado gran abundancia de hombres espirituales para pastorear a sus valiosas ovejas, para fortalecer a su pueblo ante el futuro ataque del “asirio” moderno. La profecía de Miqueas declara que ellos “pastorearán la tierra de Asiria con la espada” (Miq. 5:6). En efecto, entre “las armas de [su] guerrear” se halla “la espada del espíritu”, la Palabra de Dios (2 Cor. 10:4; Efes. 6:17). 17

Los ancianos que están leyendo este artículo pueden sacar algunas conclusiones útiles de lo que acabamos de estudiar. 1) La medida más práctica que pueden tomar para prepararse ante el cercano ataque del “asirio” es fortalecer su fe en Dios y ayudar a los hermanos a hacer lo mismo. 2) Cuando “el asirio” ataque, los ancianos tendrán que estar totalmente convencidos de que Jehová nos librará. 3) En ese momento, las instrucciones que reciban de la organización de Jehová quizás no les parezcan aconsejables desde un punto de vista estratégico o humano. Pero todos nosotros debemos estar listos para obedecer todas las instrucciones que se nos den, nos parezcan o no prácticas, pues obedecerlas nos salvará la vida. 4) Ahora es el momento de que cualquiera que esté poniendo su confianza en la educación seglar, las posesiones o las instituciones humanas cambie su modo de pensar. Por eso, los ancianos deben estar listos para ayudar a todos los que ahora estén tambaleando en la fe.

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w09 15/8 págs. 30-32 ¿Le gustaría recuperar su privilegio de servicio? ¿Le gustaría recuperar su privilegio de servicio? ¿TUVO usted alguna vez un privilegio de servicio en la congregación que por alguna razón acabó perdiendo? Tal vez en el pasado fue anciano o siervo ministerial, o participó en alguna faceta del ministerio de tiempo completo, y sin duda su asignación le dio muchas satisfacciones y alegrías. Pero quizá tuvo que renunciar a su privilegio por la edad, la mala salud o para atender a algún familiar. Si ese fue su caso, recuerde que eso no significa que haya fracasado (1 Tim. 5:8). En el siglo primero, Felipe fue misionero durante un tiempo, pero luego se estableció en Cesarea, donde cuidó de su familia (Hech. 21:8, 9). En su vejez, el rey David del antiguo Israel tuvo que disponer lo necesario para que su hijo Salomón lo sucediera en el trono (1 Rey. 1:1, 32-35). Pese a todo, Jehová siguió amando a Felipe y a David. Y de hecho, hasta el día de hoy, todos nosotros respetamos a esos dos siervos de Dios. Ahora bien, es posible que los ancianos de su congregación le pidieran que dejara su privilegio por algún error de juicio que cometió o por ciertos problemas que surgieron en su familia (1 Tim. 3:2, 4, 10, 12). Quizá usted no estuvo de acuerdo con la decisión de los ancianos y todavía se sienta dolido por ello. Usted puede recuperar su privilegio ¿Es posible volver a disfrutar de un privilegio que se haya perdido? En la mayoría de los casos sí. Pero recuerde que si quiere recuperarlo, debe estar dispuesto a esforzarse (1 Tim. 3:1). ¿Y cuál debe ser su motivación? La misma que lo llevó a dedicarse a Dios: el amor que siente por él y por sus hermanos. Si ese amor lo impulsa a servir de nuevo, tenga la seguridad de que Jehová volverá a utilizarlo, pues usted adquirió valiosa experiencia mientras disfrutaba de su privilegio y ha seguido adquiriéndola desde que lo perdió. Recuerde lo que les aseguró Jehová a los israelitas después de quitarles la posición de la que disfrutaban: “Yo soy Jehová; no he cambiado. Y ustedes son hijos de Jacob; ustedes no se han acabado” (Mal. 3:6). Jehová seguía amando a los israelitas y seguía contando con ellos. Y lo mismo siente por usted. Ahora bien, ¿qué puede hacer en sus circunstancias actuales? No olvide que nuestro servicio a Dios depende más de nuestra salud espiritual que de nuestras habilidades. Por eso, ahora que no tiene tantas obligaciones en la congregación, aproveche el tiempo para fortalecer su espiritualidad. Para fortalecer su fe, procure “hallar a Jehová y su fuerza” (Sal. 105:4; 1 Cor. 16:13). Una manera de conseguirlo es orando con fervor. Cuando hable con Jehová de su situación, dígale cómo se siente y pídale su espíritu. Ya verá que así se sentirá más cerca de Jehová y más estable espiritualmente (Sal. 62:8; Fili. 4:6, 13). Otra manera de fortalecer la fe es estudiando la Palabra de Dios. Ahora que tiene menos responsabilidades en la congregación, ¿por qué no aprovecha para dedicar más tiempo al estudio personal y de familia? Si se le ha hecho difícil seguir un horario de actividades cristianas, este es un buen momento para volver a intentarlo. Usted sigue siendo un representante de Jehová, pues es su Testigo (Isa. 43:10-12). El mayor privilegio que podemos tener es el de ser “colaboradores de Dios” (1 Cor. 3:9). Participar de lleno en el ministerio del campo es una magnífica manera de fortalecer nuestra espiritualidad y la de quienes nos acompañan. Cómo combatir los sentimientos negativos Es posible que perder su privilegio le haya provocado sentimientos de vergüenza o tristeza. O quizá tenga la tendencia a justificar su conducta. También podrían surgir sentimientos negativos si los hermanos encargados de atender su caso determinaron, después de escucharle, que debía dejar su privilegio. Pero si

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esos sentimientos lo dominan, limitarán su progreso y le harán más difícil aprender de lo ocurrido. Veamos cómo pueden ayudarnos a combatir los sentimientos negativos las experiencias de Job, Manasés y José. Job tenía el privilegio de representar a otras personas ante Jehová y de ser anciano y juez en una sociedad patriarcal (Job 1:5; 29:7-17, 21-25). Pero cuando mejor le estaba yendo en la vida, lo perdió todo: su riqueza, su salud e incluso a sus hijos; además, su reputación quedó en entredicho. “Se han reído de mí, aquellos más jóvenes que yo”, se lamentó él (Job 30:1). Este patriarca, que se consideraba totalmente inocente, trató de justificarse ante Dios (Job 13:15). Sin embargo, esperó en Jehová, y eso produjo buenos resultados. Se dio cuenta de que necesitaba que se le corrigiera, sobre todo por su manera de reaccionar ante las pruebas (Job 40:6-8; 42:3, 6). Al final, la humildad de Job resultó en que Jehová lo bendijera generosamente (Job 42:10-13). Tal vez usted perdió su privilegio debido a que cometió un pecado, y ahora se pregunta si Jehová y los hermanos alguna vez lo perdonarán y olvidarán lo sucedido. Recuerde el ejemplo de Manasés, uno de los reyes de Judá. Él “hizo en gran escala lo que era malo a los ojos de Jehová, para ofenderlo” (2 Rey. 21:6). Sin embargo, la Biblia indica que al momento de su muerte Dios lo consideró un rey fiel. ¿Por qué? Porque Manasés terminó por aceptar la disciplina que recibió. En un principio había pasado por alto las advertencias divinas, y Jehová había enviado contra él a los asirios, quienes lo encadenaron y lo llevaron al exilio en la lejana Babilonia. Pero una vez allí, Manasés “ablandó el rostro de Jehová su Dios, y siguió humillándose mucho a causa del Dios de sus antepasados. Y siguió orando a Él”. Así es: este rey se arrepintió sinceramente y lo demostró con su conducta, por lo que fue perdonado (2 Cró. 33:12, 13). Cuando alguien pierde sus privilegios, rara vez le es posible recuperarlos todos a la vez. Por lo general, los va recuperando poco a poco. Si usted acepta las tareas que se le encargan y las cumple lo mejor que pueda, seguro que se le irán confiando más responsabilidades. Claro, este no es un camino fácil; habrá obstáculos que superar. Pero si pone todo su empeño y persevera, con el tiempo verá el resultado. Veamos ahora el ejemplo de José, el hijo de Jacob. Cuando tenía 17 años de edad, sus hermanos lo vendieron como esclavo (Gén. 37:2, 26-28). Sin duda, él no esperaba que los hijos de su padre lo trataran así. No obstante, siguió adelante a pesar de sus circunstancias, y gracias a la bendición de Jehová, “vino a estar sobre la casa de su amo” (Gén. 39:2). Posteriormente, José fue encarcelado, pero también entonces se mantuvo fiel, y Jehová siempre le dio su favor. Con el tiempo llegó a tener diversas responsabilidades en la prisión donde estaba (Gén. 39:21-23). José no sabía que todos sus sufrimientos tenían un propósito. Él se limitó a hacer las cosas lo mejor que podía. Pero gracias a ello, Jehová lo utilizó para preservar la línea genealógica de la que vendría la Descendencia prometida (Gén. 3:15; 45:5-8). Aunque nosotros difícilmente vamos a desempeñar un papel tan importante como el de José, el relato bíblico nos enseña que Jehová interviene en los privilegios que reciben sus siervos. Por eso debemos imitar a José y estar siempre listos para que Dios nos utilice. Aprenda de las experiencias difíciles Job, Manasés y José pasaron por amargas experiencias. Pero los tres aceptaron las cosas que Jehová permitió que les sucedieran y sacaron valiosas lecciones de ello. Y usted, ¿qué puede aprender de su experiencia personal? Trate de ver si hay algo que Jehová quiere enseñarle. En su desesperación, Job se centró demasiado en sí mismo y perdió de vista lo que era más importante. Con todo, gracias a que Jehová lo corrigió con amor, recuperó el equilibrio y admitió: “Hablé, pero no entendía” (Job 42:3). Si usted se siente dolido por haber

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perdido su privilegio, “no piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar; [...] piense de tal modo que tenga juicio sano” (Rom. 12:3). Aunque usted no lo entienda del todo, tal vez Jehová está tratando de ayudarlo a mejorar. Acepte la disciplina. Es posible que al principio Manasés haya pensado que no se merecía la corrección tan severa que recibió. Aun así, la aceptó, se arrepintió y abandonó su mala conducta. Sin importar qué piense usted de la disciplina que ha recibido, humíllese “a los ojos de Jehová, y él [lo] ensalzará” (1 Ped. 5:6; Sant. 4:10). Tenga paciencia y una buena actitud. Por todo lo que vivió, José fácilmente podría haber albergado odio y deseos de venganza. Pero en vez de eso, actuó con perspicacia y misericordia (Gén. 50:15-21). Si usted se siente descorazonado, tenga paciencia, manifieste una buena actitud y deje que Jehová le enseñe. ¿Ocupó usted alguna vez un puesto de responsabilidad en la congregación? Si así es, permita que Jehová le dé otros privilegios. Fortalezca su espiritualidad y controle sus sentimientos negativos siendo paciente y humilde. Esté dispuesto a aceptar cualquier asignación que le ofrezcan. Y jamás dude de que “Jehová mismo no retendrá nada que sea bueno de los que andan exentos de falta” (Sal. 84:11). Mi

w09 15/6 págs. 28-31 ¿Por qué delegar, y cómo hacerlo? LA ACCIÓN de delegar es más antigua que nuestro planeta. Jehová creó a su Hijo unigénito y, después, valiéndose de él como “obrero maestro”, hizo el universo (Pro. 8:22, 23, 30; Juan 1:3). Cuando Dios formó a la primera pareja humana, les encomendó: “Llenen la tierra y sojúzguenla” (Gén. 1:28). En efecto, confió a los seres humanos la tarea de extender el paraíso de Edén hasta abarcar toda la Tierra. Como vemos, delegar ha sido un rasgo característico de Jehová y de su organización desde el principio. ¿Qué implica delegar? ¿Por qué deben los ancianos cristianos aprender a delegar en otros ciertas tareas de la congregación? ¿Cómo pueden hacerlo? ¿Qué significa delegar? Básicamente, delegar es “autorizar una persona a otra para que obre en representación suya en algún asunto” (Diccionario de uso del español, de María Moliner). En otras palabras, requiere contar con la colaboración de otras personas para cumplir ciertos objetivos, lo que implica, lógicamente, darles autoridad. Los hermanos que reciben una tarea en la congregación han de cumplir con ella, informar de los progresos y, por lo general, consultar con quien se la delegó. Con todo, el principal responsable del asunto es el hermano nombrado que lo encargó originalmente, y él debe asegurarse de que se está realizando y dar asesoramiento si es necesario. Ahora bien, algunos quizás se pregunten: “¿Para qué delegar algo que uno mismo puede hacer?”. Razones para delegar Meditemos en el hecho de que Jehová creara a su Hijo unigénito y le permitiera participar en las obras creativas posteriores. Sabemos que “por medio de él todas las otras cosas fueron creadas en los cielos y sobre la tierra, las cosas visibles y las cosas invisibles” (Col. 1:16). El Creador podría haberlo hecho todo él solo, pero quiso que su Hijo experimentara la alegría de realizar un trabajo productivo (Pro. 8:31). Esto ayudó al Hijo a conocer mejor las cualidades de Dios. En cierto sentido, el Padre aprovechó la oportunidad para capacitar a su Hijo unigénito.

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Mientras vivió en la Tierra, Jesucristo supo delegar, en imitación de su Padre. Preparó gradualmente a sus seguidores. Envió a los doce apóstoles, y después a otros 70 discípulos, a que encabezaran la predicación (Luc. 9:1-6; 10:1-7). Así, cuando él llegaba a un lugar, ya tenía un buen fundamento sobre el que edificar. Al dejar la Tierra, Jesús delegó en sus discípulos capacitados responsabilidades mayores, como la obra mundial de predicar (Mat. 24:45-47; Hech. 1:8). La congregación cristiana también se caracterizó por delegar y dar capacitación. El apóstol Pablo dijo a Timoteo: “Estas cosas encárgalas a hombres fieles, quienes, a su vez, estarán adecuadamente capacitados para enseñar a otros” (2 Tim. 2:2). En efecto, quienes tienen experiencia deben enseñar a otros, que a su vez enseñarán a otros más, y así sucesivamente. El anciano que delega parte de sus tareas comparte con otros el gozo de enseñar y pastorear. La capacidad humana tiene límites, y reconocerlo es una razón más para que los ancianos pidan a otros hermanos que se encarguen de ciertas responsabilidades. La Biblia dice: “La sabiduría está con los modestos” (Pro. 11:2). La modestia incluye ser consciente de las propias limitaciones. Si uno trata de hacerlo todo, puede agotarse y quedarse sin tiempo para dedicarle a su familia. Así que lo más sabio es compartir la carga. Por ejemplo, el coordinador del cuerpo de ancianos puede pedir a otros ancianos que intervengan las cuentas de la congregación. Al repasar los registros, esos ancianos estarán al tanto de la situación económica de la congregación. Si bien delegar proporciona a otros una oportunidad de adquirir la habilidad y la experiencia necesarias, también permite a la persona que delega observar las aptitudes de aquellos a quienes asignó una tarea. Es decir, delegando tareas apropiadas, los ancianos pueden probar “en cuanto a aptitud” a los siervos ministeriales en perspectiva (1 Tim. 3:10). Por último, al delegar, los ancianos demuestran que confían en otros. Pablo preparó a Timoteo llevándolo consigo en el servicio misional. Entre ellos se forjó un estrecho vínculo, por lo que Pablo llamó a Timoteo “un hijo genuino en la fe” (1 Tim. 1:2). Igual ocurrió entre Jehová y Jesús mientras trabajaban juntos en la creación de todas las demás cosas. De manera que los ancianos pueden establecer una buena relación con otros al confiarles tareas. ¿Por qué algunos se retraen? Aunque conocen las ventajas de delegar, a algunos ancianos les cuesta hacerlo, y quizás hasta se retraen, porque piensan que de esa manera pierden autoridad. Tal vez crean que siempre deben estar al timón, por así decirlo. No obstante, conviene recordar que antes de ascender al cielo, Jesús autorizó a sus discípulos para llevar a cabo una labor de peso, aun sabiendo desde el principio que efectuarían obras mayores que las suyas (Mat. 28:19, 20; Juan 14:12). Un anciano tal vez haya delegado trabajos en el pasado —sin resultados satisfactorios— y por ello piense que él puede hacer la tarea mejor y más rápido. No obstante, analicemos el ejemplo de Pablo: él sabía que era importante delegar, pero también comprendía que las personas a quienes preparara no siempre estarían a la altura de sus expectativas. En su primer viaje misionero, Pablo preparó a su joven compañero de viaje, Marcos, pero se sintió muy decepcionado cuando este abandonó la asignación para volver a su casa (Hech. 13:13; 15:37, 38). Sin embargo, eso no impidió que Pablo capacitara a otros. Como ya se ha mencionado, invitó a Timoteo para que lo acompañara, y cuando el joven estuvo preparado para asumir mayores responsabilidades, lo dejó en Éfeso y le confió la autoridad de nombrar superintendentes de congregación y siervos ministeriales (1 Tim. 1:3; 3:1-10, 12, 13; 5:22).

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En nuestros días, los ancianos tampoco deben dejar de capacitar a los hermanos solo porque uno de ellos no haya respondido bien a la preparación. No solo es importante, sino también sensato, aprender a confiar en otros y ayudarlos. Ahora bien, ¿qué factores se han de tener en cuenta al delegar? Cómo delegar Hay que analizar las aptitudes de los hermanos en quienes se quiere delegar algún deber. Cuando en Jerusalén surgió la necesidad de ocuparse de la distribución diaria de alimentos, los apóstoles escogieron a “siete varones acreditados [...,] llenos de espíritu y de sabiduría” (Hech. 6:3). Por eso, si usted le pide a una persona poco confiable que realice algo, es probable que no lo haga. Así que empiece por delegar pequeñas tareas, y cuando la persona demuestre que es confiable, tal vez pueda darle responsabilidades más importantes. No obstante, hay otros aspectos implicados. Las personalidades, las aptitudes y la experiencia varían de una persona a otra. Es probable que un hermano amistoso y agradable sea un buen acomodador, mientras que alguien ordenado y sistemático tal vez resulte más útil como ayudante del secretario de la congregación. A una hermana con dotes artísticas se le pueden encargar los arreglos florales para la Conmemoración. Por otra parte, la persona que asigna responsabilidades debe indicar claramente lo que espera. Antes de enviar mensajeros a Jesús, Juan el Bautista les explicó lo que quería saber y con qué palabras debían preguntarlo (Luc. 7:18-20). Y cuando Jesús encargó a sus discípulos que recogieran las sobras del alimento provisto milagrosamente, dejó que ellos se encargaran de los detalles (Juan 6:12, 13). Mucho dependerá de la naturaleza de cada tarea y de las aptitudes del ayudante. Sea como sea, tanto quien delega el trabajo como la persona a la que se le encarga deben saber bien qué se espera y con cuánta frecuencia se debe informar de los progresos. Ambos deben saber cuánto se deja a discreción de la persona asignada. Si hay que fijar una fecha para terminar, es posible que la persona se sienta más motivada si puede opinar al respecto, en vez de que simplemente le impongan la fecha. El hermano asignado debe recibir las herramientas, la ayuda y los fondos necesarios para realizar su labor. También sería bueno que los demás supieran que él está a cargo. Cuando Jesús le entregó a Pedro “las llaves del reino de los cielos”, lo hizo en presencia de otros discípulos (Mat. 16:13-19). De la misma manera, en algunos casos sería bueno que la congregación supiera quién es el responsable de cierta tarea. La prudencia también ayudará. Si un anciano trata de seguir controlando la labor que ha delegado en otro hermano, dará la impresión de que en realidad no confía en él. Es cierto que en ocasiones el resultado no será el esperado. No obstante, si al hermano a quien se ha confiado una responsabilidad se le permite cierto margen de actuación, probablemente adquirirá confianza y experiencia. Como es natural, eso no significa que al anciano no debe interesarle cómo se está efectuando la tarea. Por ejemplo, aunque le confió a su Hijo un papel en el proceso de la creación, Jehová siguió tomando parte activa en el trabajo. Le dijo al Obrero Maestro: “Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Gén. 1:26). Así que usted, por sus palabras y acciones, apoye la tarea y encomie al hermano por sus esfuerzos. También puede ayudarlo haciendo un análisis de cómo van las cosas. Si la tarea no se está realizando bien, no dude en ofrecer más apoyo o consejos. Recuerde que usted tiene la responsabilidad final como persona que delega (Luc. 12:48). Muchos hermanos se han beneficiado de que los ancianos de la congregación les delegaran tareas, como prueba de su interés en ellos. De hecho, todos los ancianos deben comprender por qué es importante delegar y cómo pueden hacerlo, en imitación de Jehová.

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[Recuadro de la página 29] AL DELEGAR, • compartimos el sentido de logro • hacemos más • demostramos sabiduría y modestia • capacitamos a otros • mostramos confianza en los demás [Recuadro de la página 30] CÓMO DELEGAR • Elija a personas apropiadas para cada tarea • Explíquese y comuníquese claramente • Especifique lo que debe realizarse • Suministre los recursos necesarios • Interésese por la tarea y exprese su confianza • Esté dispuesto a asumir la responsabilidad final [Ilustraciones de la página 31] Delegar implica asignar una tarea y darle seguimiento

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w06 1/5 págs. 24-26 Jehová capacita a los pastores de su rebaño Educados por la Palabra de Dios 13

La Palabra de Dios, la Biblia, contiene las leyes, los principios y los ejemplos que el pastor necesita para ser “enteramente competente y [estar] completamente equipado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17). Por mucha cultura o educación que tenga un hermano, lo que hará de él un pastor eficaz es su conocimiento de las Escrituras y la forma en que lo emplee. Pensemos en Jesús, el pastor espiritual de mayor conocimiento, discernimiento y sabiduría en la historia de la humanidad. Sin embargo, él no se apoyó en sus propias ideas cuando instruyó a las ovejas de Jehová, pues dijo: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado”. ¿Por qué atribuyó el mérito a su Padre celestial? Él mismo responde: “El que habla por sí mismo busca su propia gloria” (Juan 7:16, 18). 14

Los pastores leales no buscan su gloria. No basan sus consejos y expresiones de ánimo en sus propias ideas, sino en la Palabra de Dios. Reconocen que el deber de un pastor es contribuir a que las ovejas alcancen “la mente de Cristo”, y no la de los superintendentes (1 Corintios 2:14-16). Pensemos en un anciano que estuviese ayudando a una pareja a resolver ciertos problemas matrimoniales. ¿Qué pasaría si apoyara sus consejos en su experiencia personal más bien que en los principios bíblicos y la información publicada por “el esclavo fiel y discreto”? (Mateo 24:45.) Pudiera ocurrir que sus consejos estuvieran demasiado influidos por las costumbres locales y condicionados por su limitado conocimiento. Naturalmente, hay costumbres que no son malas en sí mismas, y el anciano tal vez tenga mucha experiencia en la vida. Pero las ovejas obtienen mayores beneficios cuando los pastores las animan a escuchar la voz

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de Jesús y los dichos de Jehová, en vez de dejarse llevar por ideas humanas o costumbres populares (Salmo 12:6; Proverbios 3:5, 6). Preparados por “el esclavo fiel y discreto” 15

Los apóstoles Pedro, Juan y Pablo eran pastores que pertenecían al grupo que Jesús llamó “el esclavo fiel y discreto”. Esta clase la forman los hermanos ungidos de Jesús que están en la Tierra y que esperan gobernar con él en el cielo (Revelación 5:9, 10). Durante los últimos días de este sistema, la cantidad de hermanos de Cristo que quedan en la Tierra ha disminuido inevitablemente. En cambio, la obra que Jesús les encomendó —es decir, la predicación de las buenas nuevas del Reino antes de que venga el fin— ha adquirido proporciones nunca antes vistas. Aun así, la clase del esclavo la ha desempeñado con gran éxito. ¿Por qué? En parte porque ha preparado a miembros de las “otras ovejas” para que le asistan en la obra de predicar y enseñar (Juan 10:16; Mateo 24:14; 25:40). Hoy, la mayor parte de esta obra la realiza este grupo leal. 16

¿Cómo imparte la clase del esclavo esta preparación? En el siglo primero, los representantes de la clase del esclavo estaban autorizados para capacitar y nombrar superintendentes en las congregaciones, quienes a su vez preparaban a las ovejas (1 Corintios 4:17). Lo mismo ocurre hoy día. El Cuerpo Gobernante —el pequeño grupo de ancianos ungidos que representa a la clase del esclavo— autoriza a sus representantes para capacitar y nombrar siervos y ancianos en las decenas de miles de congregaciones en todo el mundo. El Cuerpo Gobernante también organiza escuelas para enseñar a los miembros de los Comités de Sucursal, superintendentes viajantes, ancianos y siervos ministeriales a cuidar de las ovejas de la mejor manera. Además, estos reciben instrucciones mediante cartas y artículos publicados en La Atalaya y otras publicaciones, como el libro Organizados para hacer la voluntad de Jehová. 17

La confianza que Jesús ha depositado en la clase del esclavo es tal que lo ha nombrado sobre “todos sus bienes”, es decir, sobre todos sus intereses espirituales en la Tierra (Mateo 24:47). Los pastores nombrados demuestran que también confían en la clase del esclavo al seguir las instrucciones que reciben del Cuerpo Gobernante. Por lo tanto, fomentan la unidad entre el rebaño cuando capacitan a otros, permiten que la Palabra de Dios los eduque y ponen por obra los consejos que les da la clase del esclavo. ¿Verdad que estamos agradecidos a Jehová por preparar a hombres que se interesan profundamente en cada miembro de la congregación? Mi w94 1/10 págs. 27-28 ¿Está ayudando a su hijo a escoger a Jehová? Por qué abandonan a Jehová algunos jóvenes Uno de los factores más comunes es que algunos jóvenes nunca llegan a conocer a Jehová ni sus caminos. Aunque asisten a las reuniones cristianas desde la infancia, lo hacen de manera rutinaria y no buscan realmente a Jehová. (Isaías 55:6; Hechos 17:27.) El muchacho mencionado arriba se aburría en las reuniones cristianas porque no entendía lo que los oradores decían en la plataforma. Algunos hijos, a pesar de que se ha sembrado en ellos la semilla de la verdad, permiten que el estilo de vida aparentemente despreocupado y materialista del mundo de Satanás atraiga su corazón. Algunos no son capaces de hacer frente al intenso deseo de estar con sus compañeros y ser como ellos. (1 Crónicas 28:9; Lucas 8:12-14; 1 Corintios 15:33.) Sin embargo, por todo el mundo muchos hijos de familias cristianas han escogido el lado de Jehová. ¿Puede aprenderse algo de las medidas que adoptaron sus padres a este respecto?

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Empiece pronto Para ayudar a sus hijos a escoger a Jehová, es esencial empezar temprano. En la mayoría de los casos, las impresiones recibidas y las lecciones aprendidas cuando el corazón es tierno y receptivo duran toda la vida. (Proverbios 22:6.) De modo que empiece pronto a hablar a sus hijos de la bondad, el amor y la grandeza de Jehová, a fin de cultivar en su corazón amor a él y aprecio por lo que ha hecho por ellos. Para lograrlo, muchos padres han utilizado con éxito la gran variedad de artículos sobre la creación de Jehová que se hallan en las publicaciones de la Sociedad Watchtower. La obediencia y el respeto a Jehová y su adoración son algunas de las cualidades que deben inculcarse temprano en la vida. Es reconfortante ver a niños en edad preescolar esforzarse en las reuniones cristianas por tomar apuntes sencillos y buscar los textos en su propia Biblia, o ir con sus padres al baño para lavarse la cara con agua fresca cuando les entra sueño. Son detalles sencillos, pero muy importantes, para impresionar en la mente joven que se debe respetar y obedecer a Jehová. También debe empezar pronto la instrucción bíblica personal seria. Un matrimonio comenzó a leer a sus hijos de 2 años de edad el libro Escuchando al Gran Maestro. Más tarde, cuando los niños empezaron a ir a la escuela, se levantaban temprano y estudiaban todas las mañanas con su madre los libros Mi libro de historias bíblicas y Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra. Después, el padre dirigía el comentario del texto del día antes del desayuno. El esfuerzo de los padres fue recompensado recientemente cuando sus hijos escogieron servir a Jehová, simbolizando su dedicación mediante el bautismo en agua a las edades de 10 y 11 años. Un joven excelente que sirve en la sucursal de la Sociedad Watch Tower de Japón recuerda que de niño su madre le ayudó a cultivar una relación con Jehová, pues todas las noches se sentaba a su lado y le ayudaba a orar. Nunca olvidó la lección: sin importar dónde fuera o lo que hiciera, Jehová siempre estaba cerca y listo para ayudar. Los padres que tienen éxito saben reconocer las malas inclinaciones de sus hijos debido a la imperfección heredada, y los ayudan a corregirlas desde temprana edad. (Proverbios 22:15.) Debe combatirse pronto la tendencia al egoísmo, la terquedad, el orgullo y la crítica. En caso contrario, estas semillas se convertirán más tarde en rebelión contra Dios y sus caminos. Por ejemplo, los padres que, a pesar de sus buenas intenciones, son demasiado tolerantes, suelen permitir que sus hijos desarrollen actitudes egocéntricas. A estos hijos les resulta difícil respetar a sus padres y a Jehová, y se hacen ‘ingratos’, como explica la Biblia. (Proverbios 29:21.) Por otra parte, los hijos a quienes se dan trabajos domésticos y se enseña a estar pendientes de las necesidades ajenas suelen ser más agradecidos a sus padres y a Jehová. Otro factor importante es empezar pronto a fijar metas teocráticas que el niño pueda alcanzar razonablemente. Si esto no se hace temprano y con constancia, otras personas pueden introducir en su mente y corazón metas diferentes. Leer la Biblia de principio a fin, estudiar personalmente una de las publicaciones de la Sociedad Watchtower, participar en la Escuela del Ministerio Teocrático, ser proclamador de las buenas nuevas y bautizarse pueden ser algunas de estas metas. Takafumi recuerda que su madre le inculcó el hábito de leer las revistas La Atalaya y ¡Despertad! planteando preguntas sencillas y dejándolas en la mesa de la cocina para que él buscara las respuestas cuando llegara de la escuela. Yuri recuerda que vivir unos cuantos días con precursores que servían donde la necesidad de ministros cristianos era grande, salir con ellos al ministerio, verlos cocinar buenas comidas y observar su celo y gozo, influyó mucho en su deseo de servir a Jehová del mismo modo. Muchos jóvenes cuentan que sus padres los llevaban regularmente a Betel (nombre que reciben la central y las Mi sucursales de la Sociedad Watch Tower), donde podían observar a otros jóvenes servir felizmente

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a Jehová. Muchos de los niños que visitaron Betel en el pasado ahora sirven en diferentes hogares Betel alrededor del mundo. w90 1/9 págs. 20-21 ¿Procura usted adelantar? Dios da el deseo de servir 9

¿Es dádiva de Dios el deseo de servir como superintendente? Sí, pues el espíritu de Jehová suple motivación, ánimo y fortaleza para que le rindamos servicio sagrado. Por ejemplo, ¿qué sucedió cuando los seguidores de Jesús, bajo persecución, oraron por denuedo para predicar? “El lugar donde estaban reunidos fue sacudido; y todos sin excepción quedaron llenos del espíritu santo, y hablaban la palabra de Dios con denuedo.” (Hechos 4:27-31.) Puesto que el espíritu santo produjo aquellos resultados, también puede hacer que uno procure adelantar hacia un puesto de responsabilidad. 10

¿A qué podría deberse el que un cristiano maduro no estuviera procurando adelantar en ese sentido? Puede que sea un hombre espiritual, pero quizás le parezca que no está capacitado. (1 Corintios 2:14, 15.) Por supuesto, debemos tener un punto de vista modesto de nosotros mismos, porque estamos al tanto de nuestras limitaciones. (Miqueas 6:8.) En vez de pensar, presuntuosamente, que somos los más capacitados para cumplir con cierta responsabilidad, es bueno recordar que “la sabiduría está con los modestos”. (Proverbios 11:2.) Pero también debemos comprender que si Dios nos concede algún privilegio de servicio también nos dará la fortaleza necesaria para cumplir con él. Como dijo Pablo: “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder”. (Filipenses 4:13.) 11

Tal vez el cristiano no se esfuerce por alcanzar un puesto de superintendencia porque piense que no es lo suficientemente sabio como para dar consejo. Pues bien, quizás él pueda adquirir sabiduría mediante estudiar la Palabra de Dios con mayor diligencia, y ciertamente debería orar por sabiduría. Santiago escribió: “Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a sabiduría, que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a todos, y sin echar en cara; y le será dada. Pero que siga pidiendo con fe, sin dudar nada, porque el que duda es semejante a una ola del mar impelida por el viento y aventada de una parte a otra. De hecho, no vaya a figurarse ese hombre que recibirá cosa alguna de Jehová; es un hombre indeciso, inconstante en todos sus caminos”. (Santiago 1:5-8.) Dios contestó la oración de Salomón y le dio “un corazón sabio y entendido” que le ayudó a discernir entre lo bueno y lo malo al juzgar. (1 Reyes 3:9-14.) Aunque el caso de Salomón fue especial, mediante el estudio diligente y la ayuda de Dios los hombres a quienes se ha confiado responsabilidad en la congregación pueden aconsejar a otros en justicia. “Jehová mismo da la sabiduría; procedentes de su boca hay conocimiento y discernimiento.” (Proverbios 2:6.) 12

Puede que haya alguna inquietud tras el que un hombre se retraiga de adelantar. Quizás piense que no podría llevar la seria responsabilidad de ser anciano. Hasta Pablo confesó: “Hay lo que se me viene encima de día en día, la inquietud por todas las congregaciones”. (2 Corintios 11:28.) Pero el apóstol sabía qué hacer si experimentaba inquietud, pues escribió: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús”. (Filipenses 4:6, 7.) Sí, la oración y la confianza en Dios son útiles para aliviar la inquietud. 13

Si persiste alguna inquietud, el hombre que se cohíbe de adelantar hacia mayores responsabilidades pudiera orar como lo hizo David: “Escudríñame completamente, oh Dios, y conoce mi corazón. Examíname, y conoce mis pensamientos inquietantes, y ve si hay en mí algún camino doloroso, y guíame en el camino de tiempo indefinido”. (Salmo 139:23, 24.) Sin importar cuál sea la causa de nuestros pensamientos

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“inquietantes”, Dios puede ayudarnos a afrontarlos para que progresemos en sentido espiritual. Bien lo expresa otro salmo: “Cuando dije: ‘Mi pie ciertamente se moverá con inseguridad’, tu propia bondad amorosa, oh Jehová, siguió sustentándome. Cuando mis pensamientos inquietantes llegaron a ser muchos dentro de mí, tus propias consolaciones empezaron a acariciar mi alma”. (Salmo 94:18, 19.) cf cap. 9 págs. 88-94 “Vayan [...] y hagan discípulos” Por qué hacen falta más trabajadores 4

Cuando Jesús inició su ministerio en el año 29, sabía que no completaría la obra que estaba emprendiendo. El corto tiempo que le quedaba en la Tierra limitaba la cantidad de territorio que podría abarcar, así como la cantidad de personas a las que llevaría el mensaje del Reino. Es verdad que predicó mayormente a judíos y prosélitos, “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 15:24). Pero, aun así, aquellas “ovejas perdidas” se hallaban dispersas por todo Israel, país con una extensión de miles de kilómetros cuadrados. Además, con el tiempo sería necesario anunciar las buenas nuevas en el resto del mundo (Mateo 13:38; 24:14). 5

Consciente de que después de su muerte quedaría mucho por hacer, Jesús dijo a sus once apóstoles fieles: “Muy verdaderamente les digo: El que ejerce fe en mí, ese también hará las obras que yo hago; y hará obras mayores que estas, porque yo estoy siguiendo mi camino al Padre” (Juan 14:12). Puesto que el Hijo regresaría al cielo, sus seguidores —no solo los apóstoles, sino también sus futuros discípulos— tendrían que continuar con la obra de predicar y enseñar (Juan 17:20). Jesús reconoció humildemente que las obras de estos serían “mayores” que las suyas. ¿En qué sentido? De tres maneras. Veamos cuáles son. 6

En primer lugar, los seguidores de Jesús abarcarían más territorio. Su testimonio llega hoy hasta los confines del mundo, mucho más allá de las fronteras dentro de las que él predicó. En segundo lugar, llegarían a más personas. Al pequeño grupo que Jesús dejó en la Tierra se sumaron rápidamente miles y miles de discípulos (Hechos 2:41; 4:4). En la actualidad ascienden a millones, y cada año se bautizan centenares de miles. Y en tercer lugar, los discípulos cristianos predicarían durante más tiempo, hasta nuestros días, casi dos mil años después de que terminara el ministerio de Jesús, que duró tres años y medio. 7

Al decir que sus seguidores harían “obras mayores”, Jesús manifestó su confianza en ellos, ya que les estaba encomendando una tarea que consideraba de suma importancia, a saber, predicar y enseñar “las buenas nuevas del reino de Dios” (Lucas 4:43). Jesús estaba convencido de que cumplirían fielmente su encargo. ¿Qué significado tiene este hecho para nosotros? Cuando participamos en el ministerio con celo y devoción, demostramos que él no se equivocó al confiar en sus seguidores. ¿No es este un gran privilegio? (Lucas 13:24.) Mi Preparados para dar testimonio 8

Jesús preparó de manera extraordinaria a sus discípulos para el ministerio. Ante todo, les dio un ejemplo perfecto (Lucas 6:40). En el capítulo anterior analizamos su actitud hacia el ministerio. Pues bien, pensemos por un momento en aquellos que lo acompañaron en sus viajes de predicación. Estos lo vieron predicar dondequiera que había gente: junto a lagos y colinas, en ciudades y plazas de mercado, y en casas particulares (Mateo 5:1, 2; Lucas 5:1-3; 8:1; 19:5, 6). También observaron su laboriosidad: se levantaba temprano y se mantenía ocupado hasta bien entrada la noche. Sin duda alguna, el ministerio no era para él un simple pasatiempo (Lucas 21:37, 38; Juan 5:17). Seguramente, ellos percibieron que la motivación de Jesús era el profundo amor que sentía por la gente; tal vez pudieron ver en su rostro la compasión que

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sentía en el corazón (Marcos 6:34). ¿Qué efecto cree usted que produjo en ellos el ejemplo de Jesús? ¿Qué efecto habría producido en usted? 9

Como seguidores de Cristo, copiamos su ejemplo en nuestro ministerio. Por eso hacemos el máximo esfuerzo a fin de dar un “testimonio cabal” (Hechos 10:42). Al igual que Jesús, vamos a los hogares de las personas (Hechos 5:42). Y si es necesario, adaptamos nuestro programa de actividades diarias para visitarlas cuando haya más probabilidades de hallarlas en su casa. Además, predicamos con discreción en lugares públicos —como calles, parques y tiendas—, así como en el lugar de empleo. Seguimos “trabajando duro y esforzándonos” en nuestro ministerio porque lo tomamos muy en serio (1 Timoteo 4:10). El amor sincero y profundo por nuestros semejantes nos mueve a seguir buscando oportunidades para predicarles a cualquier hora y en cualquier lugar (1 Tesalonicenses 2:8). 10

Otra forma en que Jesús capacitó a los discípulos fue dándoles instrucciones detalladas. Antes de enviar a predicar primero a los doce apóstoles y después a los setenta discípulos, celebró con ellos lo que pudiéramos llamar sesiones de preparación (Mateo 10:1-15; Lucas 10:1-12). Tal adiestramiento fue muy eficaz, pues según Lucas 10:17, “los setenta volvieron con gozo”. Examinemos dos de las importantes lecciones que enseñó Jesús, teniendo presente que sus palabras han de entenderse dentro del marco de las costumbres judías en tiempos bíblicos. 11

En primer lugar, Jesús enseñó a sus discípulos a confiar en Jehová. Les ordenó: “No consigan oro, ni plata, ni cobre para las bolsas de sus cintos, ni alforja para el viaje, ni dos prendas de vestir interiores, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su alimento” (Mateo 10:9, 10). Los viajeros acostumbraban llevar una bolsa para el dinero en el cinto, un morral o alforja para las provisiones y un par extra de sandalias. Al mandar a sus discípulos que no se preocuparan por tales cosas, Jesús en realidad les estaba diciendo: “Tengan plena confianza en que Jehová les proveerá lo necesario”. ¿Cómo haría Jehová eso? Impulsaría a quienes aceptaran las buenas nuevas a que los recibieran con hospitalidad, una cualidad muy común en Israel (Lucas 22:35). 12

En segundo lugar, Jesús enseñó a sus discípulos a evitar las distracciones innecesarias. “No abracen a nadie en saludo por el camino”, les dijo (Lucas 10:4). ¿Estaba enseñándoles a ser descorteses o antipáticos? ¡Por supuesto que no! Lo que sucedía era que en aquellos tiempos el saludo no se limitaba a un simple “hola”, sino que incluía múltiples formalidades y largas conversaciones. Cierto biblista comenta: “Los saludos entre los orientales no consistían —como sucede en las culturas occidentales— en una leve inclinación de cabeza o en extender la mano, sino en muchos abrazos, reverencias y hasta el acto de postrarse en tierra, todo lo cual requería mucho tiempo”. Al decir a sus discípulos que evitaran saludar de la manera acostumbrada, Jesús en cierto modo estaba diciéndoles: “No pierdan ni un minuto porque el mensaje que llevan es urgente”. 13

Nosotros también tomamos a pecho las instrucciones que Jesús dio a los discípulos del siglo primero. Depositamos nuestra total confianza en Jehová al realizar nuestro ministerio (Proverbios 3:5, 6). Sabemos que, si seguimos “buscando primero el reino”, nunca careceremos de lo indispensable para la vida (Mateo 6:33). Por todo el mundo hay predicadores del Reino de tiempo completo que dan fe de que la mano de Jehová nunca se queda corta, ni siquiera en los momentos más difíciles (Salmo 37:25). Reconocemos asimismo la necesidad de evitar las distracciones, pues si nos descuidamos, este mundo puede desviarnos fácilmente de nuestro objetivo (Lucas 21:34-36). Ahora no es momento para distraernos: hay vidas en juego, y el mensaje que llevamos es urgente (Romanos 10:13-15). Mantener vivo en el corazón el sentido de urgencia impedirá que las distracciones de este mundo nos roben el tiempo y la energía que sería mejor emplear en el ministerio. No olvidemos que el tiempo es corto, y la cosecha, abundante (Mateo 9:37, 38).

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Sermón del Monte (parte 1) (Mateo 5:1-48) Cuando vio las muchedumbres, subió a la montaña; y después que se sentó, vinieron a él sus discípulos; 2 y él, abriendo la boca, se puso a enseñarles, diciendo: 3 “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos. 4 ”Felices son los que se lamentan, puesto que ellos serán consolados. 5 ”Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra. 6 ”Felices son los que tienen hambre y sed de justicia, puesto que ellos serán saciados. 7 ”Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia. 8 ”Felices son los de corazón puro, puesto que ellos verán a Dios. 9 ”Felices son los pacíficos, puesto que a ellos se les llamará ‘hijos de Dios’. 10 ”Felices son los que han sido perseguidos por causa de la justicia, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos. 11 ”Felices son ustedes cuando los vituperen y los persigan y mentirosamente digan toda suerte de cosa inicua contra ustedes por mi causa. 12 Regocíjense y salten de gozo, puesto que grande es su galardón en los cielos; porque de esa manera persiguieron a los profetas antes de ustedes. 13 ”Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal pierde su fuerza, ¿cómo se le restaurará su salinidad? Ya no sirve para nada, sino para echarla fuera para que los hombres la huellen. 14 ”Ustedes son la luz del mundo. No se puede esconder una ciudad cuando está situada sobre una montaña. 15 No se enciende una lámpara y se pone debajo de la cesta de medir, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. 16 Así mismo resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos. 17 ”No piensen que vine a destruir la Ley o los Profetas. No vine a destruir, sino a cumplir; 18 porque en verdad les digo que antes pasarían el cielo y la tierra que pasar de modo alguno una letra diminuta o una pizca de una letra de la Ley sin que sucedan todas las cosas. 19 Por eso, cualquiera que quiebre uno de estos mandamientos más pequeños y enseñe así a la humanidad, será llamado ‘más pequeño’ con relación al reino de los cielos. En cuanto a cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado ‘grande’ con relación al reino de los cielos. 20 Porque les digo a ustedes que si su justicia no abunda más que la de los escribas y fariseos, de ningún modo entrarán en el reino de los cielos. 21 ”Oyeron que se dijo a los de la antigüedad: ‘No debes asesinar; pero quienquiera que cometa un asesinato será responsable al tribunal de justicia’. 22 Sin embargo, yo les digo que todo el que continúe airado con su hermano será responsable al tribunal de justicia; pero quienquiera que se dirija a su hermano con una palabra execrable de desdén será responsable al Tribunal Supremo; mientras que quienquiera que diga: ‘¡Despreciable necio!’, estará expuesto al Gehena de fuego. 23 ”Por eso, si estás llevando tu dádiva al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja tu dádiva allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dádiva. 25 ”Ocúpate en arreglar prestamente los asuntos con el que se queja contra ti en juicio, mientras estás con él en camino hacia allá, no sea que el querellante te entregue al juez, y el juez al servidor del tribunal, y seas echado en prisión. 26 Te digo en verdad: De seguro no saldrás de allí hasta que hayas pagado la última moneda de ínfimo valor. 27 ”Oyeron ustedes que se dijo: ‘No debes cometer adulterio’. 28 Pero yo les digo que todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. 29 Ahora bien, si ese ojo derecho tuyo te está haciendo tropezar, arráncalo y échalo de ti. Porque más provechoso te es que uno de tus miembros se pierda y no que todo tu cuerpo sea arrojado en el Gehena. 30 También, si tu mano derecha te está haciendo tropezar, córtala y échala de ti. Porque más provechoso te es que uno de tus miembros se pierda y no que todo tu cuerpo vaya a parar al Gehena. 31 ”Además se dijo: ‘Cualquiera que se divorcie de su esposa, déle un certificado de divorcio’. 32 Sin embargo, yo les digo que todo el que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación, la expone al adulterio, y cualquiera que se case con una divorciada comete adulterio. 33 ”También oyeron ustedes que se dijo a los de la antigüedad: ‘No debes jurar y no cumplir, sino que tienes

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que pagar tus votos a Jehová’. 34 Sin embargo, yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza debes jurar, porque no puedes volver blanco o negro un solo cabello. 37 Simplemente signifique su palabra Sí, Sí, su No, No; porque lo que excede de esto proviene del inicuo. 38 ”Oyeron ustedes que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. 39 Sin embargo, yo les digo: No resistan al que es inicuo; antes bien, al que te dé una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. 40 Y si alguna persona quiere ir al tribunal contigo y hacerse dueño de tu prenda de vestir interior, deja que se lleve también tu prenda de vestir exterior; 41 y si alguien bajo autoridad te obliga a una milla de servicio, ve con él dos millas. 42 Da al que te pida, y no le vuelvas la espalda al que quiera pedirte prestado [sin interés]. 43 ”Oyeron ustedes que se dijo: ‘Tienes que amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo’. 44 Sin embargo, yo les digo: Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen; 45 para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos, ya que él hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen? ¿No hacen también la misma cosa los recaudadores de impuestos? 47 Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hace la misma cosa también la gente de las naciones? 48 Ustedes, en efecto, tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto. (Lucas 6:20-36) Y él alzó los ojos sobre sus discípulos y se puso a decir: “Felices son ustedes, los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios. 21 ”Felices son ustedes los que tienen hambre ahora, porque serán saciados. ”Felices son ustedes los que lloran ahora, porque reirán. 22 ”Felices son ustedes cuando los hombres los odien, y cuando los excluyan y los vituperen y desechen su nombre como inicuo por causa del Hijo del hombre. 23 Regocíjense en aquel día y salten, porque, ¡miren!, su galardón es grande en el cielo, porque esas son las mismas cosas que hacían los antepasados de ellos a los profetas. 24 ”Mas ¡ay de ustedes los ricos, porque ya disfrutan de su consolación completa! 25 ”¡Ay de ustedes los que están saciados ahora, porque padecerán hambre! ”¡Ay, ustedes que ríen ahora, porque se lamentarán y llorarán! 26 ”¡Ay, cuando todos los hombres hablen bien de ustedes, porque cosas como estas son las que los antepasados de ellos hicieron a los falsos profetas! 27 ”Pero les digo a ustedes los que escuchan: Continúen amando a sus enemigos, haciendo bien a los que los odian, 28 bendiciendo a los que los maldicen, orando por los que los insultan. 29 Al que te hiera en una mejilla, ofrécele también la otra; y al que te quite tu prenda de vestir exterior, no le retengas siquiera la prenda de vestir interior. 30 Da a todo el que te pida, y al que te quite lo tuyo, no [lo] pidas de vuelta. 31 ”También, así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, háganles de igual manera a ellos. 32 ”Y si ustedes aman a los que los aman, ¿de qué mérito les es? Porque hasta los pecadores aman a los que los aman. 33 Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿de qué mérito, realmente, les es a ustedes? Hasta los pecadores hacen lo mismo. 34 También, si prestan [sin interés] a aquellos de quienes esperan recibir, ¿de qué mérito les es? Hasta los pecadores prestan [sin interés] a los pecadores para que se les devuelva otro tanto. 35 Al contrario, continúen amando a sus enemigos y haciendo bien y prestando [sin interés], sin esperar que se les devuelva nada; y su galardón será grande, y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso para con los ingratos e inicuos. 36 Continúen haciéndose misericordiosos, así como su Padre es misericordioso.

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w12 1/5 pág. 4 ¿Qué contestaría Jesús? Deben influir en la vida de otros Jesús explicó cuál debía ser la actitud de sus seguidores respecto al mundo cuando dijo: “Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal pierde su fuerza, ¿cómo se le restaurará su salinidad? Ya no sirve para nada, sino para echarla fuera para que los hombres la huellen. Ustedes son la luz del mundo. [...] Así mismo resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” (Mateo 5:13-16). ¿Por qué comparó Jesús a sus discípulos con la sal y la luz? Para empezar, no dijo que sus seguidores tenían que ser la sal y la luz para unas pocas personas. Al contrario, dio a entender que tenían que ser la sal de toda la humanidad y dar luz a todo el que quisiera conocer a Dios. Así pues, es obvio que Jesús no quería que sus seguidores se aislaran de la sociedad. Al fin y al cabo, ¿cómo va la sal a conservar los alimentos si no está en contacto con ellos? ¿O cómo va una lámpara a iluminar un sitio oscuro si no está ahí? Por eso, Jesús nunca mandó a sus discípulos que se mudaran a un apartado rincón del planeta y formaran allí su propia comunidad. Tampoco los animó a vivir encerrados en un recinto religioso. Para cumplir su función, la sal tiene que estar en contacto con los alimentos y la luz debe estar rodeada de oscuridad. De igual modo, los cristianos tienen que estar en contacto con los demás para poder influir positivamente en sus vidas. “No son parte del mundo” Claro, lo que dijo Jesús hace que algunos se planteen cuál debería ser la actitud de los cristianos hacia la política. ¿Por qué? Porque poco antes de morir, mientras oraba por sus discípulos, Jesús le pidió a Dios: “Te solicito, no que los saques del mundo, sino que los vigiles a causa del inicuo. Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo” (Juan 17:15, 16). Entonces, ¿cómo iban los cristianos a influir positivamente en la vida de otros y, al mismo tiempo, no ser parte del mundo? Para obtener la respuesta, antes hay que contestar otras tres preguntas: • ¿Qué opinión tenía Jesús de la política? • ¿Qué deben hacer los cristianos de hoy? • ¿Qué efecto tienen las enseñanzas cristianas en la comunidad?

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w78 15/11 págs. 5-6 El Sermón del Monte... ‘Sea perfecto’: Ame a sus enemigos Según Jesús, los que estaban ‘escuchando,’ es decir, realmente tomando en serio sus dichos, tenían que hacer frente a un aspecto triple del odio con una correspondiente expresión triple de amor: (1) ‘Hacer bien a los que los odian,’ por medio de responder a los sentimientos de animosidad del enemigo con obras bondadosas. (2) Si el odio estalla en insulto verbal, ‘bendecir a los que los maldicen.’ En vez de devolver maldición por maldición, los seguidores de Jesús deben hablar con bondad y consideración a los que se les oponen. (3) Si la enemistad se extiende hasta más allá del abuso verbal y efectivamente es ‘persecución’ de los discípulos de Cristo por medio de violencia física u otro tratamiento ‘insultante,’ deben ‘orar por’ los perseguidores, y suplicar amorosamente a Dios que los opositores cambien de opinión y entren en el favor de Dios.—Compare con Romanos 12:14-21; 1 Corintios 4:12; 1 Pedro 3:8, 9.

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Jesús entonces dio una poderosa razón para mostrar amor a los enemigos de uno: “Para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos.” (Mat. 5:45a) Para el beneficio de sus lectores gentiles, Lucas reemplaza la frase: “su Padre que está en los cielos,” con “el Altísimo.”—Luc. 6:35a. Las personas que prestan atención al consejo de Jesús llegan a ser “hijos” de Dios en el sentido de que lo imitan por medio de reflejar su benevolencia imparcial para con amigo y enemigo igualmente. (Compare con Mateo 5:9; Efesios 4:31-5:2; 1 Juan 3:9-12.) Dios da el ejemplo perfecto porque “hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos” (Mat. 5:45b); “es bondadoso para con los ingratos e inicuos.”—Luc. 6:35b. Para dar énfasis a lo importante que sería el que sus oyentes ‘continuaran amando a sus enemigos,’ Jesús añadió: “Porque si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen? ¿No hacen también la misma cosa los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hace la misma cosa también la gente de las naciones?”—Mat. 5:46, 47. Las personas que desean imitar a Dios no deben limitar sus expresiones de amor a individuos que pagan de la misma manera. Esto no merecería ningún “galardón” o favor especial ante Dios. Hasta los “recaudadores de impuestos” estaban acostumbrados a desplegar amor a los que los amaban, aunque los judíos consideraban a éstos como personas que estaban entre la gente más despreciable.—Luc. 5:30; 7:34. El saludo común entre los israelitas incluía la palabra shalom (“paz”), que daba a entender un deseo de que la persona a quien se saludaba tuviera salud, bienestar y prosperidad. El limitar tal saludo a personas a las que se consideraba “hermanos” no sería “cosa extraordinaria,” porque algo similar podía observarse entre “gente de las naciones,” a quienes los judíos consideraban impíos, inmundos y personas a las cuales evitar. El evangelio de Lucas, escrito con consideración para los que no eran judíos, reemplaza las expresiones “recaudadores de impuestos” y “gente de las naciones” (que en este contexto solo tendrían significado para judíos) con el término más general “pecadores.” Leemos: “Y si ustedes aman a los que los aman, ¿de qué mérito les es a ustedes? Porque hasta los pecadores aman a los que los aman a ellos. Y si hacen bien a los que les hacen bien, realmente, ¿de qué mérito les es a ustedes? Hasta los pecadores hacen lo mismo. También, si prestan sin interés a aquellos de quienes esperan recibir, ¿de qué mérito les es? Hasta los pecadores prestan sin interés a los pecadores para que se les devuelva otro tanto.”—Luc. 6:32-34. Jesús concluyó esta porción del Sermón del Monte con la declaración: ‘“Ustedes en efecto tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto.”—Mat. 5:48. Esto no es un mandato para que los discípulos de Jesús lleguen a ser física y moralmente intachables, porque en la actualidad eso es imposible debido al pecado heredado. (Rom. 3:23; 5:12) Más bien, estas palabras estimulan a la gente a imitar al “Padre celestial,” Jehová, por medio de perfeccionar su amor, haciendo que llegue a la medida plena y completándolo por medio de incluir a sus enemigos en su alcance. En armonía con esto, el relato paralelo de Lucas dice: “Continúen haciéndose misericordiosos, Mi así como su Padre es misericordioso.”—Luc. 6:36. w78 1/9 págs. 30-31 El Sermón del Monte... “No vine a destruir, sino a cumplir” Después, en su sermón, Jesús declaró: “En verdad les digo que antes pasarían el cielo y la tierra que pasar de modo alguno una letra diminuta o una pizca de una letra de la Ley sin que sucedan todas las cosas.”—Mat. 5:18.

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Como se muestra en The Kingdom Interlinear Translation, Jesús aquí usó la palabra “Amén,” que significa “en verdad,” “así sea.” En su posición de Hijo ungido de Dios, el Mesías prometido, él ciertamente podía dar seguridad de que las cosas que decía eran verdad.—Compare con 2 Corintios 1:20; Revelación 3:14. El cumplimiento de la ley de Dios llegaría hasta la “letra diminuta o una pizca de una letra.” En el alfabeto hebreo entonces corriente, la letra diminuta era yod (‫)י‬. Ciertas letras hebreas llevaban un trazo diminuto, o ápice o “tilde.” Los escribas y fariseos consideraban muy significantes, no solo las palabras y letras de la ley de Dios, sino también estos trazos o ‘pizcas diminutas.’ Una leyenda rabínica pone en boca de Dios estas palabras: “Salomón y miles como él pasarán, pero no permitiré que una tilde tuya (de la Tora [el Pentateuco]) sea erradicada.” Tan remota era la posibilidad de que dejara de cumplirse siquiera el detalle más minúsculo de la ley de Dios que “antes pasarían el cielo y la tierra.” Esto era equivalente a decir “nunca,” porque las Escrituras indican que los cielos y la Tierra literales permanecerán para siempre.—Sal. 78:69; 119:90. Jesús dio más énfasis a lo mucho que estimaba la ley de Dios al decir: “Cualquiera, pues, que quiebre uno de estos mandamientos más pequeños y enseñe así a la humanidad, será llamado ‘más pequeño’ con relación al reino de los cielos. En cuanto a cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado ‘grande’ con relación al reino de los cielos.”—Mat. 5:19. Uno pudiera ‘quebrar’ uno de los mandamientos por medio de desobedecerlo voluntariosamente. O pudiera hacer lo que se consideraba como peor que eso, a saber, enseñar a compañeros judíos que estaban sujetos a la Ley que algunos de sus mandamientos no eran obligatorios. Mientras el pacto de la Ley estaba en vigor, era una expresión de la voluntad de Dios para su pueblo. La transgresión o el enseñar cosas contrarias a los mandamientos que algunos quizás hubieran considerado hasta ‘más pequeños’ en importancia sería apostasía contra Dios.—Compare con Santiago 2:10, 11. La Ley se dio para llevar a los israelitas al Mesías, quien sería el gobernante principal en el reino de Dios. (Gál. 3:24; Isa. 11:1-5; Dan. 7:13, 14) Por eso, en lo que se refiere a entrar en el reino de Dios, a las personas que quebraran los mandamientos de Dios se les ‘llamaría “más pequeñas.”’ No entrarían de ninguna manera en el reino.—Mat. 21:43; Luc. 13:28. Por otra parte, a los que observaran la ley mosaica en la medida de su capacidad se les ‘llamaría “grandes” con relación al reino de los cielos.’ Serían como las personas que aceptaron a Jesús como el Mesías y a quienes con el tiempo se llamó a participar en la gobernación con él en el Reino. (Luc. 22:28-30; Rom. 8:16, 17) Es interesante el hecho de que las Escrituras llaman “grandes” a los miembros de la realeza.—Pro. 25:6; Luc. 1:32. Jesús después hace una declaración que puede haber sorprendido a los que le oían: “Les digo a ustedes que si su justicia no abunda más que la de los escribas y los fariseos, de ningún modo entrarán en el reino de los cielos.”—Mat. 5:20. Los “escribas” del día de Jesús eran una clase de hombres especialmente instruidos en la Ley. Aunque algunos de ellos quizás hayan pertenecido al grupo de los saduceos, muchos escribas eran de la “secta” de los fariseos, cuyas exigencias con referencia a limpieza ceremonial, el pago de diezmos y otros deberes religiosos iban más allá de los requisitos mosaicos.—Hech. 15:5. Aquellos líderes religiosos tenían un punto de vista estrecho y legalista acerca de la obtención de la justicia. Creían que ésta venía solamente de hechos que literalmente se conformaran a la letra de la ley. Según la tradición judía, cada vez que un individuo observaba un mandamiento ganaba “mérito.” Se creía

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que toda transgresión incurría en “deuda.” Se entendía que un exceso de méritos hacía que la persona fuera “justa,” mientras que una gran abundancia de deudas la hacía “inicua.” Sin embargo, ese punto de vista legalista quedaba muy lejos de la norma de lo correcto de Dios. (Rom. 10:2, 3) Se daba poca atención al desarrollo de cualidades como el amor, la justicia, la mansedumbre, la bondad y la fidelidad. Sin embargo, Dios considera a éstas más importantes que la observación literal de preceptos legales. (Deu. 6:5; Lev. 19:18; Miq. 6:8) Con buena razón exclamó Jesús: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque dan el décimo de la hierbabuena y del eneldo y del comino, pero han desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber, la justicia y la misericordia y la fidelidad.”—Mat. 23:23; compare con Luc. 11:42. La justicia cristiana tendría que ‘abundar más que la de los escribas y fariseos.’ Según Jesús, todos los que desean ser adoradores verdaderos de Dios tienen que ‘adorar al Padre con espíritu y con verdad.’ (Juan 4:23, 24) Su adoración tiene que ser, no simplemente actos externos de piedad en armonía con un código legal, sino “con espíritu,” motivada de corazones que estén llenos de fe y amor.—Mat. 22:37-40; Mi Gál. 2:16. w78 15/8 págs. 10-11 El Sermón del Monte... Los cristianos como “sal” y “luz” DESPUÉS de las nueve ‘felicidades’ de su Sermón del Monte, Jesús hizo un comentario en cuanto a cómo afectarían a la humanidad sus seguidores. Dijo: “Ustedes son la sal de la tierra.”—Mat. 5:13, compare con Mar. 9:50; Luc. 14:34, 35. La sal era cosa bien conocida a los que escuchaban a Jesús. Servía tanto para dar mejor sabor al alimento como para preservarlo de corromperse. Patentemente porque la sal representaba libertad de corrupción o decadencia, Dios ordenó que la sal acompañara “toda ofrenda” que se hiciera sobre su altar. (Lev. 2:13) En los días de Jesús los sacerdotes que desempeñaban sus funciones en el templo de Jehová en Jerusalén salaban las ofrendas animales, de grano y de incienso que se presentaban sobre el altar de la ofrenda quemada. La historia judía dice que con este fin había un enorme montón de sal cerca de la subida plana que conducía al altar. En la zona del templo había un gran almacén, conocido como “la cámara de la sal,” para asegurar un suministro amplio. Los discípulos de Jesús habían de ser “la sal de la tierra.” Esto sería cierto tanto en sus actividades de testificar a otros acerca del reino de Dios como en su conducta personal. El testificar cristiano ha resultado en que muchas personas acepten a Jesús como el Mesías prometido y ejerzan fe en su sacrificio que hace expiación por los pecados. Esto ha presentado a esos creyentes la oportunidad de ver sus vidas preservadas para la eternidad. (Juan 6:47; Rom. 10:13-15) Además, por influir en la gente y llevarla así a vivir según los principios bíblicos, los seguidores de Jesús demoran el aumento de la decadencia moral y espiritual en la sociedad humana. Sin embargo, Jesús añadió una nota de advertencia, al decir: “Si la sal pierde su fuerza, ¿cómo se le restaurará su salinidad? Ya no sirve para nada, sino para echarla fuera para que los hombres la pisoteen.” El comentador bíblico Albert Barnes hace notar que, a diferencia de la sal común de mesa (cloruro de sodio), la sal con la cual estaban familiarizados Jesús y sus contemporáneos “era impura, mezclada con sustancias vegetales y de la tierra; de modo que pudiera perder toda su salinidad, y todavía quedar una cantidad considerable de materia terrestre. Esto no servía para nada, excepto que se usaba, como se dice, para colocarlo en sendas, o paseos, tal como nosotros usamos la grava.”

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Los cristianos tienen que tener cuidado para no descontinuar sus esfuerzos de compartir las “buenas nuevas” del reino de Dios con su prójimo. (Mar. 13:10) Además, deben vigilar para no caer en patrones o modelos de conducta que no armonicen con las pautas bíblicas. De otro modo, sufrirán deterioro en sentido espiritual y llegarán a ser como sal dañada —insípida, sin sabor, sin gusto— que ya no sirve para nada.—Compare con Hebreos 6:4-8; 10:26-29. LUZ QUE BRILLA PARA LA GLORIA DE DIOS Dando otra indicación del efecto beneficioso que tendrían sus seguidores en la humanidad, Jesús dijo: “Ustedes son la luz del mundo.”—Mat. 5:14. De la Palabra inspirada de Dios, especialmente de las enseñanzas y ejemplo de Jesucristo, viene luz espiritual que ayuda a las personas a ver las cosas como Dios las ve. (Pro. 6:23; Isa. 51:4; Mat. 4:16; Luc. 1:79; 2:32; Juan 1:4-9; 3:19-21; 8:12; 9:5) Por sus actividades de testificación pública, los discípulos de Jesús iluminan a la gente con relación a la condición pecaminosa de la humanidad, el propósito de Dios de remover el pecado por medio de Jesucristo, y su arreglo del Reino para bendecir con vida eterna a todos los que ejercen fe en Jesús.—Juan 3:16, 36; Rom. 3:23, 24. Pero el ser “la luz del mundo” envuelve más que eso. El apóstol Pablo escribe: “Sigan andando como hijos de luz, porque el fruto de la luz consiste en toda clase de bondad y justicia y verdad.” (Efe. 5:3-9) Los cristianos deben ser ejemplos brillantes de conducta que concuerde con los principios bíblicos. Respecto a sus discípulos como portadores de luz, Jesús declaró además: “No se puede esconder una ciudad cuando está situada sobre una montaña. No se enciende una lámpara y se pone debajo de la cesta de medir, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.”—Mat. 5:14, 15. Una ‘ciudad situada sobre una montaña’ se vería con facilidad, hasta desde considerable distancia. De manera similar, a las personas que imitan a Jesucristo se les reconoce fácilmente como un pueblo “celoso de obras excelentes.” (Tito 2:14) Sus esfuerzos por manifestar cualidades de devoción piadosa tales como las de moderación, castidad, diligencia en el trabajo, habla sana y unidad familiar impresionan favorablemente a otras personas. (Tito 2:1-12) Ellos también están resueltos a ‘no ser parte del mundo,’ no participar en su política, ni en su guerrear y modo inmoral de vivir. (Juan 15:19; 17:14-16) A veces esto hace que otros se mofen de los cristianos concienzudos y los persigan.—Mat. 24:9; 1 Ped. 4:4. Con buena razón, por lo tanto, Jesús añade que la gente pone una lámpara, “no debajo de la cesta de medir [griego, modios, con capacidad de dos galones],” sino “sobre el candelero,” donde puede iluminar una habitación entera. Los seguidores de Jesús no deben permitir que la oposición del mundo los lleve a esconderse o a mantener para sí las verdades que han llegado a conocer acerca de Dios. Tampoco pueden ellos adoptar la práctica de conducta que no concuerde con los principios bíblicos, porque, aun si las personas que hicieran eso continuaran proclamando celosamente la verdad bíblica, sus acciones arrojarían sombra sobre el valor de ésta.—2 Ped. 2:2. Con referencia a una lámpara que brillara sobre un candelero, Jesús después declaró: “Así mismo resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus obras excelentes y den gloria a su Padre que está en los cielos.” (Mat. 5:16) ¡Qué poderosa razón para continuar ‘resplandeciendo como iluminadores en el mundo’! (Fili. 2:15) Al observar las “obras excelentes” del cristiano, las personas pueden percibir la excelencia del Dios de ellos. Con frecuencia, esos observadores se sienten movidos a ‘dar gloria’ a Dios por medio de llegar a ser sus adoradores también. Por eso, el apóstol Pedro dio esta amonestación: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que, en la cosa en que hablen contra ustedes

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como de malhechores, ellos, como resultado de las obras excelentes de ustedes de las cuales ellos son testigos oculares, glorifiquen a Dios en el día para la inspección por él.”—1 Ped. 2:12.

Mi

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Presidan su casa y pastoreen a la congregación w11 15/6 págs. 20-21 “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia” “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena gana.” (1 PED. 5:2) CUANDO Pedro escribió su primera carta, faltaba poco para que el emperador Nerón comenzara a perseguir a los cristianos de Roma. El apóstol quería fortalecer a todos sus hermanos en la fe, pues el Diablo merodeaba como un león que quería devorarlos. Para resistir, tenían que “[mantener] su juicio” y someterse humildemente a “la poderosa mano de Dios” (1 Ped. 5:6, 8). Además, necesitaban permanecer unidos. No podían darse el lujo de estar “mordiéndose y devorándose”. De lo contrario, acabarían “aniquilados los unos por los otros” (Gál. 5:15). 2

La situación actual es muy parecida. El Diablo anda en busca de oportunidades para devorarnos (Rev. 12:12). Además, se avecina una “gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo” (Mat. 24:21). Y al igual que los cristianos del siglo primero, tenemos que evitar los conflictos entre nosotros. Para lograrlo, muchas veces necesitamos la ayuda de los ancianos de la congregación. 3

¿Qué contribuirá a que los ancianos valoren aún más el honor de pastorear “el rebaño de Dios bajo su custodia”? (1 Ped. 5:2.) ¿Cómo deben desempeñar dicha labor? En este artículo analizaremos ambas cuestiones. Y en el próximo veremos cómo pueden todos los miembros de la congregación aplicar la siguiente exhortación: “Respeten a los que trabajan duro entre ustedes y los presiden” (1 Tes. 5:12). Esta información nos ayudará a hacer frente al Enemigo y a no olvidar que nuestra pelea es contra él (Efe. 6:12). “Pastoreen el rebaño de Dios” 4

Pedro aconsejó a los ancianos del siglo primero que vieran con la debida actitud el rebaño que se les había encomendado (léase 1 Pedro 5:1, 2). Notemos que, aunque Pedro era una columna de la congregación, no se dirigió a ellos con aires de superioridad, sino como un anciano más (Gál. 2:9). Pues bien, esa es la misma actitud con la que el Cuerpo Gobernante les pide a los superintendentes que cumplan con la seria responsabilidad de pastorear el rebaño de Dios. 5 El apóstol puntualizó que los ancianos tenían bajo su custodia “el rebaño de

Dios”. Debían comprender que las ovejas eran de Jehová y de Jesucristo, y que responderían ante ellos por la forma en que las atendieran. Pongamos un ejemplo: digamos que un amigo se ausenta por un tiempo y nos pide que nos encarguemos de sus hijos. ¿Verdad que nos esmeraríamos en cuidarlos y alimentarlos? Y si alguno se enfermara, seguramente nos encargaríamos de que recibiera atención médica de inmediato. De igual modo, los superintendentes saben que tienen a su cargo “la congregación de Dios, que él compró con la sangre del Hijo suyo” (Hech. 20:28). No olvidan que cada una de las ovejas fue comprada con la sangre preciosa de Jesucristo. Como saben que se les va a pedir cuentas, se aseguran de alimentar, Mi proteger y cuidar el rebaño. w08 15/8 pág. 19 párrs. 9-12 Jehová cuida con ternura a sus siervos de edad avanzada 9

¿Qué “cargas” tienen que llevar los hermanos de edad avanzada? Hay quienes se agotan enseguida y se sienten abrumados ante tareas bastante sencillas, como ir al médico, hacer algún trámite, limpiar la casa o preparar la comida. Puesto que con la edad disminuyen el apetito y la sed, algunos no se alimentan bien ni toman suficientes líquidos. Y algo similar puede ocurrirles con las cosas espirituales. A muchos hermanos

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con problemas en la vista y el oído les resulta difícil leer las publicaciones y escuchar en las reuniones. Tan solo prepararse para asistir a una reunión puede dejarles extenuados. ¿Qué pueden hacer los demás para ayudarlos? Cómo ayudarlos 10

Muchas congregaciones cuidan de manera ejemplar a los hermanos que han envejecido. Les hacen las compras, les limpian la casa y les preparan comidas. Además, los ayudan a estudiar, a ir a las reuniones y a participar regularmente en el ministerio. También los llevan a donde necesiten ir. Y si no pueden salir de casa, les graban las reuniones o disponen lo necesario para que las escuchen por teléfono. Los superintendentes cristianos hacen todo lo posible a fin de que se atiendan las necesidades de los hermanos mayores de su congregación. 11

Además, cada uno de nosotros puede tomar la iniciativa y ser hospitalario y generoso con los hermanos de edad avanzada. Veamos una experiencia. Cierto hermano mayor enviudó y ya no pudo pagar el alquiler, pues ahora recibía una sola pensión. Él y su esposa les habían dado clases de la Biblia a un matrimonio y a sus dos hijas adolescentes. En vista de la situación del hermano, la familia decidió acogerlo en su casa, que era bastante grande, y cederle dos habitaciones. Él llegó a ser uno más de la familia, y durante quince años pasaron muy buenos momentos juntos. Las muchachas aprendieron mucho de su fe y experiencia, y a él le vino muy bien una compañía tan alegre. El hermano vivió con ellos hasta que falleció, a los 89 años de edad. La familia le está muy agradecida a Dios por la bendición que representó tener a este hermano en su hogar. En efecto, esta familia ya ha recibido un inmenso galardón por haber ayudado a un hermano en la fe (Mat. 10:42). 12

Quizá no nos sea posible ayudar a nuestros hermanos como lo hizo esta familia, pero tal vez sí esté en nuestra mano llevarlos a las reuniones o ir con ellos a predicar. A lo mejor podríamos invitarlos a nuestro hogar o a alguna excursión que hagamos. Y si se encuentran enfermos o no pueden salir de casa, acordémonos de visitarlos. En cualquier caso, nunca olvidemos tratarlos como lo que son: personas adultas. Mientras conserven sus facultades mentales, debemos tomarlos en cuenta en todas las decisiones que tengan que ver con ellos. Hasta las personas que tienen mermada su capacidad mental perciben si se les trata con dignidad o no. Mi w96 15/3 págs. 24-27 Cómo le sirven a usted los pastores cristianos EN MUCHOS países es posible ver cómo cuidan los pastores a sus rebaños. Ellos dirigen, protegen y alimentan a las ovejas. Este oficio es de interés para los ancianos cristianos, ya que su labor incluye pastorear. De hecho, es su responsabilidad “pastorear la congregación de Dios” y ‘prestar atención a todo el rebaño’. (Hechos 20:28.) Si usted es miembro de la congregación cristiana, ¿cómo pueden servirle los pastores espirituales? ¿Cómo debe reaccionar a los esfuerzos de ellos por ayudarlo? ¿Por qué necesita la congregación su ayuda? ¿De qué hay que proteger? En la antigüedad, los leones y otros animales salvajes suponían un peligro para los rebaños y atacaban a las ovejas individualmente. Así que los pastores tenían que protegerlas. (1 Samuel 17:34, 35.) Pues bien, Satanás el Diablo “anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien”. (1 Pedro 5:8.) No solo guerrea airado contra la organización terrestre de Jehová en conjunto, sino contra cada uno de los

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siervos de Dios. ¿Cuál es su objetivo? Desanimar al pueblo de Jehová e impedir que ‘observe los mandamientos de Dios’ y efectúe “la obra de dar testimonio de Jesús”. (Revelación [Apocalipsis] 12:17.) Jehová acusó de negligencia a los pastores gubernamentales del Israel antiguo porque sus ovejas se habían convertido en “alimento para toda bestia salvaje del campo”. (Ezequiel 34:8.) Sin embargo, los ancianos cristianos desean proteger sinceramente a los miembros de la congregación para que ninguno se pierda por causa de su negligencia o por la influencia de Satanás, el mundo o los “lobos” apóstatas. (Hechos 20:29, 30.) ¿Cómo ayudan los pastores a todo el rebaño a mantener el juicio y ser vigilante? Una manera consiste en presentar discursos bíblicos bien preparados en las reuniones del Salón del Reino. Otra consiste en entablar conversaciones positivas y edificantes antes y después de las reuniones. Otra manera eficaz implica visitar personalmente a las “ovejas” en sus hogares. (Compárese con Salmo 95:7.) Ahora bien, ¿qué constituye una visita de pastoreo? ¿Cómo debe llevarse a cabo? ¿Y a quiénes debe visitarse? ¿Qué es una visita de pastoreo? No es una simple visita social para conversar sobre asuntos triviales. Un anciano dijo: “A la mayoría de los publicadores les encanta leer un texto o hablar de un personaje bíblico. Claro está, el anciano no es el único que habla. Por lo general, al publicador del Reino que recibe la visita le gusta expresar lo que piensa en cuanto a la Biblia, lo cual fortalece su propia fe. El anciano puede llevar un ejemplar de La Atalaya o ¡Despertad! para comentar algún artículo animador. Quizás esta conversación espiritual es lo que distingue una visita de pastoreo de una visita social”. Otro anciano de experiencia comentó: “Antes de la visita, el anciano medita en las necesidades del publicador. ¿Qué puede edificarlo? El encomio sincero es una parte esencial de las visitas de pastoreo, pues fortalece a la persona para que siga aguantando”. En realidad, la visita de pastoreo es más que una simple visita amigable de un miembro de la congregación. ¿Por qué lo visita un pastor? Cuando un anciano visita un hogar, va preparado para animar a sus compañeros de creencia y ayudarlos a permanecer firmes en la fe. (Romanos 1:11.) Por eso, ¿cómo reacciona usted cuando uno o dos ancianos desean visitarlo? Un superintendente viajante dijo: “Si las visitas de pastoreo solo se efectúan cuando surgen problemas, la reacción inicial de la persona a quien se va a visitar pudiera ser: ‘¿Qué he hecho mal?’”. Los pastores espirituales amorosos imitan a Jehová, quien cuidó al salmista y siempre ‘refrescó su alma’, particularmente en tiempos de angustia y necesidad especial. (Salmo 23:1-4.) El objetivo de la visita de pastoreo es ‘edificar, no demoler’. (2 Corintios 13:10.) Anima mucho a la persona escuchar palabras de aprecio por su aguante, celo y fiel servicio. Cierto anciano comentó: “No es conveniente dar la impresión de que se ha ido con el propósito de detectar problemas y hablar de estos. Desde luego, pudiera ser que el publicador deseara hablar de cierta dificultad. Y si una oveja está cojeando o aislándose del rebaño, el anciano debe tomar medidas para ayudarla”. Los pastores cristianos sin duda cuidarán de manera especial de cualquiera que se encuentre en la siguiente situación: “A la perdida buscaré [dice Jehová], y a la dispersada traeré de vuelta, y a la quebrada vendaré y a la doliente fortaleceré”. (Ezequiel 34:16.) Tal vez sea necesario buscar a la oveja perdida, traerla de vuelta, vendarla y fortalecerla. Los pastores de Israel no cumplieron con tales responsabilidades. Esta labor exige que el pastor se acerque a la oveja y atienda a sus necesidades. Este aspecto, en esencia, debe distinguir toda visita de pastoreo hoy en día.

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Las ovejas sanas requieren atención ¿Debemos concluir, entonces, que los pastores espirituales de hoy no tienen que dar atención especial a las ovejas sanas? Pues bien, cuando una oveja literal se mete en dificultades, es mucho más fácil ayudarla si confía en el pastor. Un manual comenta que “por naturaleza las ovejas temen a los seres humanos, y no siempre es fácil ganarse su confianza”. Entre otras recomendaciones, el manual da la siguiente pauta para ganarse su confianza: “Hábleles regularmente. Se acostumbrarán a su voz y eso las tranquilizará. Visite con frecuencia a las ovejas en los pastos”. (Alles für das Schaf. Handbuch für die artgerechte Haltung [Todo para las ovejas. Manual sobre cómo cuidarlas apropiadamente]). Por tanto, el contacto personal es fundamental para que exista una relación de confianza entre el pastor y las ovejas. Lo mismo puede decirse de la congregación cristiana. Cierto anciano comentó: “Ser conocido en la congregación como un anciano que visita regularmente a las ovejas facilita visitar a la que tiene problemas”. De modo que los pastores espirituales no deben tratar de alimentar y cuidar a las ovejas únicamente en el Salón del Reino. Según lo permitan las circunstancias, deben llegar a conocer a las ovejas haciendo visitas de pastoreo en sus hogares. Un cristiano recuerda una ocasión, al poco de ser nombrado anciano, en que el superintendente presidente lo llamó por teléfono y le pidió que visitara y consolara a un hermano que acababa de perder a su hija en un terrible accidente automovilístico. El anciano confiesa: “¡Qué mal me sentí, pues nunca había visitado al hermano y ni siquiera sabía dónde vivía! Fue un alivio que un anciano maduro se ofreciera para acompañarme”. Sí, los ancianos se ayudan mutuamente en las visitas de pastoreo. En algunos casos, el anciano puede ir acompañado de un siervo ministerial que procure adelantar y participar en la “obra excelente” de superintendente. (1 Timoteo 3:1, 13.) ¡Cuánto aprecia el siervo ministerial ver al anciano servir a las ovejas durante las visitas de pastoreo! De este modo, los ancianos y los siervos ministeriales se acercan más a los miembros de la congregación, y así se fortalecen los vínculos de amor y unidad cristianos. (Colosenses 3:14.) Cuándo apartar tiempo para las visitas de pastoreo Cuando un cuerpo de ancianos dejó la responsabilidad de hacer visitas de pastoreo en manos de los conductores de Estudio de Libro de Congregación, el resultado fue que en algunos grupos todos los publicadores recibieron una visita en un período de seis meses, mientras que en otros grupos no se visitó a nadie. Esta circunstancia movió a un anciano a decir: “Parece que algunos ancianos toman la iniciativa y hacen muchas visitas de pastoreo, mientras que otros necesitan que sus compañeros ancianos los animen a hacerlo”. Por eso, algunos cuerpos de ancianos preparan un programa para visitar a todos los publicadores dentro de un período definido. Por supuesto, cualquier anciano o publicador puede visitar a los miembros de la congregación sin que haya recibido una asignación especial. Antes de hacer la visita de pastoreo, un anciano llama por teléfono y dice: “Visito a una familia cada mes. ¿Puedo visitarlos a ustedes el próximo mes por una hora aproximadamente? ¿Qué día sería conveniente?”. Las bendiciones de las visitas de pastoreo Al aumentar las presiones de este inicuo sistema, las visitas animadoras de pastores comprensivos cobran cada vez más valor. Cuando todo el rebaño recibe estímulo y ayuda mediante las visitas de pastoreo, cada oveja se siente segura. Con respecto a una congregación en la que todos los publicadores del Reino recibían regularmente visitas de los pastores, se informó: “Los publicadores llegaron a ver de manera muy positiva las visitas de

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pastoreo. Era común que ellos se acercaran a los ancianos y les preguntaran cuándo los visitarían de nuevo, pues habían disfrutado de la conversación edificante que habían mantenido durante la última visita. Estas visitas fueron un factor que ayudó a mejorar el espíritu de la congregación”. Otros informes indican que cuando los pastores ministran amorosamente de esta manera, la congregación crece en amor, unidad y cariño. ¡Qué bendición! Los pastores cristianos efectúan estas visitas para fomentar el bienestar espiritual de las ovejas. Los ancianos quieren animar y fortalecer a sus compañeros de creencia. Si durante la visita surge un problema que requiera consejo, tal vez sea mejor hacer planes para tratarlo en otro momento, especialmente si el anciano va acompañado de un siervo ministerial. De todas maneras, es apropiado concluir la visita con oración. ¿Desea visitarlo un pastor espiritual en su hogar dentro de poco? Si así es, espere con anhelo el ánimo que recibirá. Él va con el fin de servirle y de fortalecer su resolución de permanecer en el camino que lleva a la vida eterna. (Mateo 7:13, 14.) [Recuadro de la página 26] SUGERENCIAS PARA HACER VISITAS DE PASTOREO □ Concierte una cita: Normalmente es mejor concertar una cita. Si el anciano piensa hablar de un problema serio, es apropiado que se lo informe de antemano al publicador. □ Preparación: Tome en cuenta la personalidad y la situación de la persona. Dé encomio sincero. Que su objetivo sea impartir un “don espiritual” que estimule y fortalezca la fe. (Romanos 1:11, 12.) □ A quién llevar de compañero: A otro anciano o a un siervo ministerial capacitado. □ Durante la visita: El anciano debe estar relajado, ser amoroso, positivo y flexible. Pregunte cómo está la familia, etc. Escuche cuidadosamente. Si surge un problema serio, tal vez sea mejor programar una visita especial. □ Duración: Respete el tiempo acordado y despídase mientras la persona aún está disfrutando de la ocasión. □ Cómo concluirla: Es apropiado hacer una oración, la cual será muy apreciada. (Filipenses 4:6, 7.)

Mi

ks10 2:12,23; 4:6, 12-17, 27,28; 12:24-26

Od 71-73 CUANDO UN NIÑO DESEA SER PUBLICADOR 13

Los niños también pueden ser publicadores. Jesús los acogió con gusto y los bendijo (Mateo 19: 1315; 21: 15,16). Los principales responsables de los niños son sus padres, y su buen ejemplo en el ministerio los motivará a servir a Dios con entusiasmo. Por supuesto, todos los miembros de la congregación queremos ayudar a los niños que desean de corazón predicar el Reino. Cuando un niño que tiene buena conducta expresa el deseo de hablar de su fe a otras personas, ¿qué puede hacerse para que siga progresando? 14

El padre hablará con un miembro del Comité de Servicio de la Congregación sobre si el niño llena los

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requisitos para ser publicador. El coordinador se encargará de que dos ancianos (uno de ellos, del comité de servicio) se reúnan con el niño y uno o ambos padres creyentes o su tutor. Dos factores que indican el progreso del niño son que tenga un conocimiento básico de la Biblia y que demuestre que de verdad quiere salir a predicar. Pero además los ancianos comentarán con él los mismos puntos que tratarían con un adulto, excepto aquellos que no sean aplicables a un niño. Una vez hecho esto, podrán decidir si se le acepta como publicador no bautizado (Lucas 6: 45; Romanos 10: 10). 15

Los ancianos aprovecharán la oportunidad para felicitar al niño por su progreso y para animarlo a que se ponga la meta de bautizarse. También felicitarán a los padres, pues sin duda han puesto todo de su parte para inculcarle la verdad. Además, les dirán que lean la sección “Unas palabras para los padres” (páginas 165 y 166), donde encontrarán ideas sobre cómo seguir ayudando a su hijo. LA DEDICACIÓN Y EL BAUTISMO 16

La persona que ha llegado a conocer y amar a Jehová, obedece sus mandamientos y sale a predicar tiene que afianzar su relación con él. ¿De qué manera? Dedicándose y bautizándose (Mateo 28: 19,20). 17 En

este contexto, dedicar significa apartar algo para un uso sagrado. Nos dedicamos a Dios cuando le prometemos solemnemente en oración que usaremos nuestra vida para servirle y andaremos en sus caminos. Al hacerlo, nos comprometemos a darle devoción exclusiva para siempre (Deuteronomio 5: 9). Esta es una decisión personal, que nadie puede tomar por nosotros. 18 Pero no

basta con decirle a Jehová en privado que deseamos ser de su propiedad. Tenemos que hacer pública nuestra dedicación. ¿Cómo? Bautizándonos, al igual que hizo Jesús (Primera de Pedro 2: 21; 3: 21). Si hemos decidido servir a Jehová y queremos bautizarnos, hablemos con el coordinador. Él les pedirá a varios ancianos que se reúnan con nosotros para asegurarse de que llenamos los requisitos bíblicos para el bautismo. Encontraremos más información en la sección “Unas palabras para el publicador Mi no bautizado” (páginas 167 a 169) y “Preguntas para quienes desean bautizarse” (páginas 170 a 208). km 2/07 pág. 8 No olvidemos a los inactivos 1

¿Conoce a alguien que se ha hecho inactivo? Es posible que predicando de casa en casa hayamos encontrado a alguien que dejó de relacionarse con la congregación y se fue a la deriva. Debemos tener presente que esa persona sigue siendo nuestro hermano espiritual. Queremos confirmarle nuestro amor y ayudarle a regresar a la congregación y “al pastor y superintendente de [nuestras] almas” (1 Ped. 2:25). 2

Mostremos interés. Una breve llamada telefónica o una visita tal vez convenza al inactivo de que no lo hemos olvidado. ¿Qué podemos decir? Asegurémosle que estábamos pensando en él; eso lo animará. También hablemos de cosas positivas y edificantes (Fili. 4:8). Por ejemplo, mencionemos algún punto que se trató en una reunión reciente y que nos gustó. También podemos invitarlo a una reunión o una asamblea que se aproxima y ofrecernos a reservarle un asiento o suministrarle transporte. 3

A una hermana que llevaba más de veinte años inactiva la encontraron en el territorio. Aunque ella no quiso aceptar el estudio bíblico que una hermana le ofreció, esta siguió llevándole las revistas más recientes. En una visita que le hizo después de la asamblea de distrito, la publicadora le mencionó algunos puntos sobresalientes que se presentaron. Esto contribuyó a que con el tiempo se reactivara. 4

Cuando alguien regresa. ¿Cómo debemos tratar a un hermano inactivo que empieza a asistir a las reuniones de nuevo? Pues bien, ¿cómo trató Jesús a sus discípulos después de que lo abandonaron

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temporalmente? Los llamó cariñosamente “mis hermanos” y mostró que les tenía confianza, pues hasta les dio una importante asignación (Mat. 28:10, 18, 19). Poco después, ellos se pusieron a declarar las buenas nuevas “sin cesar” (Hech. 5:42). 5

Antes de ofrecernos para estudiar la Biblia con alguien que ha estado inactivo por mucho tiempo o antes de invitar a esta persona al ministerio, debemos buscar la dirección de los ancianos. Si encontramos a un publicador inactivo en el territorio, debemos avisar a los ancianos para que den la ayuda necesaria. 6

La Biblia muestra con claridad que los que corren la carrera hasta terminarla recibirán la salvación (Mat. 24:13). Por eso, prestemos atención a quienes han tropezado o se han ido a la deriva. Si reflejamos con paciencia el amor de Jehová al interesarnos sinceramente en tales hermanos, quizás Mi experimentemos el gozo de verlos reanudar su servicio sagrado junto con nosotros (Luc. 15:4-10). km 1/07 pág. 4 ¿Está preparado para un desastre natural? 1

Cada año, millones de personas de todo el mundo, incluso muchos de nuestros hermanos, sufren por terremotos, tsunamis, monzones, huracanes, tornados e inundaciones. Ya que estos desastres ocurren inesperadamente y cualquiera de nosotros pudiera verse afectado, lo prudente es que nos preparemos (Pro. 21:5). 2

Antes de que ocurra el desastre. A veces las autoridades pueden advertirnos de desastres inminentes. Cuando eso sucede, es vital que les prestemos atención (Pro. 22:3). En tales situaciones, los ancianos procuran comunicarse con todos los miembros de la congregación para ayudarles a hacer los preparativos necesarios. Y después de un desastre, ellos se esfuerzan por ponerse en contacto con todos los que se relacionan con la congregación para asegurarse de que estén bien y para averiguar si necesitan ayuda. Ahora bien, se puede perder tiempo valioso si los ancianos no mantienen al día el listado de direcciones y números telefónicos de los hermanos. Por eso es importante que los publicadores informen al secretario y al superintendente de estudio de libro cuando cambie alguno de estos datos. 3

Si la congregación se encuentra en una zona propensa a desastres, los ancianos quizás pidan a los publicadores que suministren el nombre y el número telefónico de algún pariente o amigo que no viva en la zona y con quien deban comunicarse en caso de una emergencia. Este paso permitirá que los ancianos localicen a quienes hayan abandonado sus hogares. Tal vez los ancianos también deseen idear un plan de contingencia para la congregación que incluya, entre otras cosas, una lista sencilla de las provisiones de primera necesidad que cada persona debe tener disponible, y los preparativos para la evacuación y para ayudar a quienes tengan necesidades especiales. Es esencial que todos cooperen con estas medidas amorosas (Heb. 13:17). 4

Después del desastre. ¿Qué debe hacer usted si ocurre un desastre en su zona? Asegúrese de que se atiendan las necesidades físicas inmediatas de su familia. Según lo permitan sus circunstancias, ayude a otros que hayan sido afectados. Trate de ponerse en contacto con su superintendente de estudio de libro u otro anciano lo antes posible. Debe hacerlo incluso si está bien y no necesita ayuda. Si necesita ayuda, tenga la plena seguridad de que sus hermanos están haciendo cuanto pueden por suministrársela (1 Cor. 13:4, 7). Recuerde que Jehová está al tanto de su situación; confíe en que él lo sustentará (Sal. 37:39; 62:8). Permanezca alerta para dar apoyo espiritual y emocional a los demás (2 Cor. 1:3, 4). Reanude sus actividades teocráticas cuanto antes (Mat. 6:33). 5 Es cierto que la amenaza de desastres causa mucha inquietud en el mundo, pero nosotros los cristianos

confiamos en que pronto todos los desastres serán cosa del pasado (Rev. 21:4). Mientras tanto, podemos

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tomar medidas razonables a fin de estar preparados para tiempos difíciles a medida que seguimos declarando las buenas nuevas con celo. km 11/05 pág. 3 ¿Cómo podemos ayudar? 1

Esta es la pregunta que a menudo se hacen los testigos de Jehová al enterarse de que ha ocurrido un desastre en algún lugar del mundo. Como muestra el relato de Hechos 11:27-30, los cristianos del siglo primero prestaron ayuda a los hermanos de Judea cuando se produjo una hambruna. 2

En tiempos modernos, de acuerdo con los estatutos de nuestra organización se han destinado fondos a obras benéficas y humanitarias a favor de las víctimas de catástrofes, ya sean naturales o provocadas por el hombre, y de otras situaciones difíciles. 3

El año pasado, por ejemplo, una gran cantidad de hermanos enviaron ayuda económica para los damnificados del tsunami en el sur de Asia. Agradecemos mucho tales donaciones desinteresadas a los fondos de socorro de la organización. Ahora bien, si estas se destinan a un desastre en concreto, la ley de algunos países obliga a utilizar ese dinero solo para el fin especificado por el donante y en un plazo de tiempo determinado, sin importar si ya se han atendido localmente o no las necesidades de nuestros hermanos. 4

Por esta razón, se recomienda que los donativos en concepto de ayuda humanitaria se hagan al fondo para la obra mundial. Este fondo se utiliza para financiar las operaciones de socorro, así como para satisfacer las necesidades espirituales de nuestra hermandad cristiana. Si alguien desea, por algún motivo, donar dinero concretamente para fines humanitarios aparte de las contribuciones para la obra mundial, puede hacerlo con la seguridad de que se empleará dondequiera que se necesite dicha ayuda. Se agradecería, sin embargo, que si se opta por este tipo de donativos, no se especifique el lugar al que deben destinarse ni el modo como deben emplearse. 5

Al canalizar nuestras donaciones principalmente hacia la obra mundial, disponemos de más fondos para usarlos en las distintas facetas de la obra del Reino, en vez de reservarlos solo para futuras labores de socorro. Este modo de obrar concuerda con el espíritu de Efesios 4:16, donde se nos anima a trabajar unidos a fin de contribuir con lo necesario para el “crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”. Mi km 1/05 pág. 7 Sección de preguntas ▪ ¿Cuál es la mejor manera de hacer donaciones para los hermanos necesitados de otros países? En ocasiones nos enteramos de hermanos que pasan necesidades en otros países debido a persecución, catástrofes u otras circunstancias difíciles. Algunos publicadores han enviado dinero directamente a las sucursales de esos países solicitando que se utilice para ayudar a alguna persona en concreto o a cierta congregación, o para un determinado proyecto de construcción (2 Cor. 8:1-4). Si bien es encomiable dicha preocupación por nuestros hermanos en la fe, muchas veces hay necesidades más urgentes que las que tiene en mente el donante. Incluso puede ser que ya se haya cubierto la necesidad en la que él pensaba. En cualquier caso, cuando se envían a la sucursal donaciones para colaborar con la obra mundial, el Fondo para Salones del Reino o las labores de socorro, podemos tener la certeza de que se van a usar con el propósito que se indica.

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En todas las sucursales, los hermanos han recibido la debida capacitación para responder con rapidez a necesidades imprevistas, y en todos los casos mantienen informado al Cuerpo Gobernante. Si hace falta más ayuda, el Cuerpo Gobernante pide la colaboración de otras sucursales cercanas o se envían fondos directamente de la sede mundial (2 Cor. 8:14, 15). Por lo tanto, si alguien quiere hacer donaciones para la obra mundial, para alguna construcción en otro país o para labores de socorro, es mejor que las mande a la sucursal de su propio país, sea directamente, o mediante la congregación. De este modo, “el esclavo fiel y discreto”, valiéndose de los mecanismos que ha dispuesto el Cuerpo Gobernante, podrá atender las necesidades de la hermandad mundial de manera ordenada (Mat. 24:45-47; 1 Cor. 14:33, 40). Mi

km 4/97 pág. 1 Se añaden multitudes al número de creyentes 1

Al igual que en el siglo I, la congregación cristiana hoy crece a un ritmo espectacular. (Hech. 2:41; 4:4.) El año pasado se bautizaron 366.579 nuevos discípulos, un promedio de más de mil por día. Más de un millón se bautizaron en el último trienio. Es obvio que Jehová sigue añadiendo multitudes al número de creyentes. (Hech. 5:14.) 2

La muchedumbre de nuevos bautizados, sin experiencia en la vida cristiana, necesitan que los que son fuertes en la fe los ayuden y preparen. (Rom. 15:1.) Entre los primeros cristianos había algunos que, aun años después de su bautismo, no habían ‘pasado adelante a la madurez’. (Heb. 5:12; 6:1.) A ello se debe que en su carta a los Hebreos, Pablo resaltara ciertas facetas en las que el cristiano debe crecer en sentido espiritual. ¿Cuáles son estas, y cómo puede brindarse la ayuda requerida? 3 Adquirir buenos hábitos de estudio: En armonía con la instrucción de Pablo, para ser un buen estudiante

hay que aprender activamente, repetir y utilizar el “alimento sólido” que suministra la organización de Jehová. (Heb. 5:13, 14; véase La Atalaya del 15 de agosto de 1993, páginas 12 a 17.) Usted puede estimular a los nuevos creyentes a que adquieran buenos hábitos de estudio, conversando con ellos sobre asuntos espirituales y hablando de las preciosas joyas de la verdad que descubra como fruto de su propia investigación. De vez en cuando tal vez pueda invitar a uno de ellos a acompañarlo en su estudio personal o de familia. 4

Asistir con regularidad a las reuniones: Su fiel ejemplo y sus palabras cariñosas y animadoras ayudarán a los nuevos miembros de la congregación a evitar otro de los motivos de preocupación de Pablo, a saber, la “costumbre” de algunos de faltar a las reuniones cristianas. (Heb. 10:24, 25.) Hágales ver que las reuniones son su único medio de contacto espiritual con la congregación. Tome la iniciativa para que se sientan bienvenidos como parte de nuestra hermandad. 5

Acercarse a Jehová con confianza: A fin de vencer las debilidades carnales y los defectos de la personalidad, tenemos que acudir a Jehová en oración, expresarle nuestros pensamientos más recónditos y nuestras preocupaciones más íntimas. Los nuevos necesitan aprender que si le suplican a Jehová que los ayude, como instó Pablo, no tambalearán. (Heb. 4:15, 16; 10:22.) Relatarles nuestras propias experiencias sobre el particular fortalecerá su confianza en que Jehová escucha las oraciones sinceras. 6

Apartar tiempo para el ministerio: Pablo también mostró que ‘ofrecer siempre a Dios sacrificio de alabanza’ nos vigoriza espiritualmente. (Heb. 13:15.) ¿Puede invitar a un nuevo publicador a acompañarlo en el servicio del campo semanal? Quizás pueda preparar con él las presentaciones o examinar algún aspecto del ministerio en que el nuevo aún no haya participado.

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El número creciente de adoradores de Dios es causa de gran alegría. Nuestros esfuerzos por adiestrar y exhortar a los nuevos miembros de la congregación les ayudará a cultivar la fe firme que necesitan para “conservar viva el alma”. (Heb. 3:12, 13; 10:39.) km 2/97 pág. 7 Sección de preguntas ▪ ¿Qué debe hacerse cuando azota un desastre que afecta directamente a los hermanos? Si azota un desastre en su zona: No se alarme. Permanezca calmado y concéntrese en lo que es verdaderamente valioso: la vida, no los bienes. Atienda las necesidades físicas inmediatas de su familia. Entonces informe a los ancianos sobre sus circunstancias y ubicación. Los ancianos y siervos ministeriales desempeñan un papel decisivo en prestar socorro. Si se avisa de antemano del desastre, como en el caso de algunas tormentas grandes, ellos deben cerciorarse de que todos los hermanos estén en un lugar seguro y, si el tiempo lo permite, conseguir y distribuir provisiones que tal vez sean necesarias. Después, los conductores de estudio de libro deben localizar a cada familia y averiguar cómo están. Se debe informar al superintendente presidente o a otro anciano sobre la situación de cada familia, incluso si todo está bien. Si alguien resulta herido, los ancianos intentarán encargarse de que reciba atención médica. También suministrarán los bienes materiales que se necesiten, como alimento, ropa, abrigo y artículos domésticos. (Juan 13:35; Gál. 6:10.) Los ancianos locales apoyarán a la congregación en sentido espiritual y emocional, y se encargarán de que las reuniones de congregación se vuelvan a celebrar lo antes posible. Después de hacer una evaluación minuciosa, un anciano se comunicará con el superintendente de circuito en nombre del cuerpo de ancianos para ponerlo al tanto de los heridos, los daños causados al Salón del Reino o a los hogares de los hermanos, así como de cualquier necesidad especial. Entonces el superintendente de circuito llamará por teléfono a la sucursal para dar un informe de la situación. La sucursal coordinará las medidas de socorro en gran escala que sean necesarias. Si azota un desastre en otra zona: Incluya en sus oraciones a los hermanos que viven en la zona del desastre. (2 Cor. 1:8-11.) Si desea ayudar monetariamente, puede enviar sus donaciones a la Sociedad, donde se tiene un fondo de socorro para ese propósito. La dirección es la siguiente: Watchtower, 25 Columbia Heights, Brooklyn, NY 11201-2483. (Hech. 2:44, 45; 1 Cor. 16:1-3; 2 Cor. 9:5-7; véase La Atalaya del 1 de diciembre de 1985, páginas 20-22.) No envíe materiales ni provisiones a la zona del desastre a menos que los hermanos encargados pidan específicamente que se haga. Así, la ayuda se suministrará de manera ordenada y los bienes se distribuirán de forma apropiada. (1 Cor. 14:40.) Sírvase no telefonear a la sucursal innecesariamente, pues esto pudiera ocupar las líneas disponibles para atender las llamadas procedentes de la zona del desastre. Después de evaluar bien la situación, la Sociedad determinará si debe formarse un comité de socorro. Se notificará a hermanos responsables. Todos deben cooperar con los ancianos que llevan la delantera a fin de satisfacer apropiadamente las necesidades fundamentales de todos los hermanos. (Véase Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios, páginas 310-315.)

Mi

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Jueves

El singular papel de Jesucristo en el propósito de Dios it-2 págs. 79-81 Jesucristo Nombre y título del Hijo de Dios desde que fue ungido en la Tierra. El nombre Jesús (gr. I·ē·sóus) corresponde al nombre hebreo Jesúa (o Jehosúa, su forma completa), que significa “Jehová Es Salvación”. Era un nombre bastante común en aquel tiempo. Por eso, con frecuencia se precisaba especificar diciendo “Jesús el Nazareno”. (Mr 10:47; Hch 2:22.) El título Cristo viene del griego Kjri·stós, cuyo equivalente en hebreo es Ma·schí·aj (Mesías), que significa “Ungido”. Aunque el término “ungido” se aplicó apropiadamente a otros hombres anteriores a Jesús, como Moisés, Aarón y David (Heb 11:24-26; Le 4:3; 8:12; 2Sa 22:51), el puesto, cargo o servicio para el que se les ungió solo prefiguró o tipificó el puesto, cargo y servicio superiores de Cristo Jesús. Por consiguiente, Jesús es por excelencia y de modo singular “el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. (Mt 16:16; véanse CRISTO; MESÍAS.) Existencia prehumana. La persona que llegó a ser conocida como Jesucristo no empezó su vida aquí en la Tierra. Él mismo habló de su existencia celestial prehumana. (Jn 3:13; 6:38, 62; 8:23, 42, 58.) En Juan 1:1, 2 se da el nombre celestial del que llegó a ser Jesús, al decir: “En el principio la Palabra [gr. Ló·gos] era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios [“era divina”, Sd; compárese con An American Translation, Moffat (ambas en inglés); o: “de esencia divina”, Böhmer; Stage (ambas en alemán)]. Este estaba en el principio con Dios”. Dado que Jehová es eterno y no tuvo principio (Sl 90:2; Rev 15:3), el que la Palabra estuviera con Dios desde el “principio” debe referirse al principio de las obras creativas de Jehová. Esta conclusión la confirman otros textos que identifican a Jesús como “el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios”. (Col 1:15; Rev 1:1; 3:14.) De modo que las Escrituras identifican a la Palabra (Jesús en su existencia prehumana) como la primera creación de Dios, su Hijo primogénito. Las mismas declaraciones de Jesús prueban que Jehová era verdaderamente el Padre o Aquel que dio vida a este Hijo primogénito, de modo que este Hijo era en realidad una creación de Dios. Él señaló a Dios como la Fuente de su vida, cuando dijo: “Yo vivo a causa del Padre”. Según el contexto, eso significaba que su vida procedía de su Padre o había sido causada por Él, de la misma manera que los hombres encaminados a la muerte podrían conseguir vida si ejercían fe en el sacrificio de rescate de Jesús. (Jn 6:56, 57.) Si los cálculos de los científicos modernos sobre la edad del universo material se aproximan a la realidad, la existencia de Jesús como criatura celestial empezó miles de millones de años antes de la creación del primer ser humano. (Compárese con Miq 5:2.) El Padre se valió de su Hijo primogénito celestial para crear todas las demás cosas (Jn 1:3; Col 1:16, 17), entre ellas los millones de otros hijos de la familia celestial de Jehová Dios (Da 7:9, 10; Rev 5:11), así como el universo material y las criaturas que al principio se colocaron en él. Lógicamente, Jehová se dirigía a este Hijo primogénito cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”. (Gé 1:26.) Todas estas otras cosas no solo fueron creadas “mediante él”, sino también “para él”, como el Primogénito de Dios y el “heredero de todas las cosas”. (Col 1:16; Heb 1:2.) No fue un cocreador. No obstante, la participación del Hijo en las obras creativas no lo hicieron un cocreador de su Padre. El poder para la creación procedía de Dios mediante su espíritu santo o fuerza activa. (Gé 1:2; Sl 33:6.) Y como Jehová es la Fuente de toda la vida, toda la creación animada, visible e

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invisible, le debe la vida a Él. (Sl 36:9.) Más que un cocreador, fue el agente o instrumento por medio del que Jehová, el Creador, realizó sus obras. Jesús mismo atribuyó la creación a Dios, como lo hacen todas las Escrituras. (Mt 19:4-6; véase CREACIÓN.) Sabiduría personificada. Lo que las Escrituras dicen sobre la Palabra encaja de modo sobresaliente con la descripción de Proverbios 8:22-31. En este pasaje se personifica a la sabiduría, se la representa como si pudiera hablar y actuar. (Pr 8:1.) Muchos escritores cristianos de los primeros siglos de la era común entendieron que este pasaje se refería simbólicamente al Hijo de Dios en su estado prehumano. En vista de los textos ya analizados, no puede negarse que Jehová ‘produjera’ al Hijo “como el principio de su camino, el más temprano de sus logros de mucho tiempo atrás”, ni que el Hijo estuviera al “lado [de Jehová] como un obrero maestro” durante la creación de la Tierra, como dicen estos versículos de Proverbios. Es verdad que en hebreo, cuyos sustantivos tienen género (como en español), la palabra para “sabiduría” está siempre en femenino. El que se personifique a la sabiduría no cambia su género, pero tampoco impide que se use figuradamente para representar al Hijo primogénito de Dios. La palabra griega para “amor” en la frase “Dios es amor” (1Jn 4:8) también está en femenino, aunque el término Dios es masculino. Salomón, el escritor principal de Proverbios (Pr 1:1), se aplicó el título qo·hé·leth (congregador) (Ec 1:1), aunque el género de esta palabra también es femenino. La sabiduría solo se manifiesta cuando se expresa de algún modo. La sabiduría de Dios se expresó en la creación (Pr 3:19, 20) mediante su Hijo. (Compárese con 1Co 8:6.) Del mismo modo, el propósito sabio de Dios concerniente a la humanidad también se hace manifiesto mediante su Hijo, Jesucristo, y se sintetiza en él. Por eso el apóstol pudo decir que Cristo representa “el poder de Dios y la sabiduría de Dios”, y que Cristo Jesús “ha venido a ser para nosotros sabiduría procedente de Dios, también justicia y santificación y liberación por rescate”. (1Co 1:24, 30; compárese con 1Co 2:7, 8; Pr 8:1, 10, 18-21.) En qué sentido es “Hijo unigénito”. El que a Jesús se le llame “Hijo unigénito” (Jn 1:14; 3:16, 18; 1Jn 4:9) no significa que las otras criaturas celestiales creadas no sean hijos de Dios, puesto que también se las llama hijos. (Gé 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:4-7.) Sin embargo, por ser la única creación directa de su Padre, el Hijo primogénito fue único, diferente de todos los demás hijos de Dios, a los que Jehová creó o engendró mediante ese Hijo primogénito. De modo que “la Palabra” era el “Hijo unigénito” de Jehová en un sentido especial, igual que Isaac también lo fue de Abrahán en un sentido particular (su padre ya había tenido otro hijo, pero no de su esposa Sara). (Heb 11:17; Gé 16:15.) Por qué se le llama “la Palabra”. Parece ser que el nombre (o quizás título) “la Palabra” (Jn 1:1) identifica la función que el Hijo primogénito de Dios desempeñó después de crear otras criaturas inteligentes. Una expresión similar aparece en Éxodo 4:16, donde Jehová le dijo a Moisés con respecto a su hermano Aarón: “Y él tiene que hablar por ti al pueblo; y tiene que suceder que él te servirá de boca, y tú le servirás de Dios”. Como portavoz del representante principal de Dios sobre la Tierra, Aarón hizo las veces de “boca” para Moisés. Ese fue también el caso de la Palabra o Logos, quien llegó a ser Jesucristo. Es probable que Jehová usara a su Hijo para transmitir información e instrucción a otros miembros de su familia de hijos celestiales, como hizo para entregar su mensaje a los humanos. Como prueba de que era la Palabra o portavoz de Dios, Jesús dijo a sus oyentes judíos: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea hacer la voluntad de Él, conocerá respecto a la enseñanza si es de Dios o si hablo por mí mismo”. (Jn 7:16, 17; compárese con 12:50; 18:37.) En su existencia prehumana como la Palabra, Jesús debió servir de vocero de Jehová para personas en la Tierra. Aunque algunos textos parecen indicar que Jehová habló a seres humanos directamente, otros aclaran que lo hizo a través de un representante angélico. (Compárese Éx 3:2-4 con Hch 7:30, 35; también

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Gé 16:7-11, 13; 22:1, 11, 12, 15-18.) Es razonable pensar que en la mayoría de estos casos Jehová habló a través de la Palabra. Quizás lo hizo también en Edén, pues en dos de las tres ocasiones que se dice que Dios habló, el registro muestra con toda claridad que alguien estaba con Él, y es lógico concluir que fuera su propio Hijo. (Gé 1:26-30; 2:16, 17; 3:8-19, 22.) El ángel que guió a Israel por el desierto y cuya voz los israelitas tenían que obedecer estrictamente, porque el ‘nombre de Jehová estaba en él’, también pudo haber sido el Hijo de Dios, la Palabra. (Éx 23:20-23; compárese con Jos 5:13-15.) J it-2 págs. 86-93 Jesucristo Su bautismo. El derramamiento del espíritu santo en el bautismo de Jesús marcó el momento en que llegó a ser el Mesías o Cristo, el Ungido de Dios (cuando los ángeles usaron ese título al anunciar su nacimiento fue en un sentido profético; Lu 2:9-11; nótense también los vss. 25, 26). Juan había estado ‘preparando el camino’ para “el medio de salvar de Dios” durante seis meses. (Lu 3:1-6.) A Jesús se le bautizó cuando tenía “como [...] treinta años”, a pesar de las objeciones iniciales de Juan, que hasta entonces solo había bautizado a pecadores arrepentidos. (Mt 3:1, 6, 13-17; Lu 3:21-23.) Sin embargo, Jesús no tenía pecado, así que su bautismo fue un testimonio de que se presentaba para hacer la voluntad de su Padre. (Compárese con Heb 10:5-9.) Después que Jesús “salió del agua”, y mientras oraba, “vio que los cielos se abrían”, el espíritu de Dios descendía sobre él en forma corporal de paloma y se oyó la voz de Jehová desde el cielo decir: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado”. (Mt 3:16, 17; Mr 1:9-11; Lu 3:21, 22.) Es probable que el espíritu de Dios derramado sobre Jesús aclarara muchos puntos en su mente. Sus propias expresiones a partir de entonces y en particular la íntima oración a su Padre la noche de la Pascua de 33 E.C., muestran que recordaba su existencia prehumana y lo que había oído decir a su Padre y le había visto hacer, así como la gloria de que disfrutó en los cielos. (Jn 6:46; 7:28, 29; 8:26, 28, 38; 14:2; 17:5.) Es posible que se le devolvieran estos recuerdos cuando fue bautizado y ungido. Cuando se ungió a Jesús con espíritu santo, se le nombró y comisionó para llevar a cabo su ministerio de predicar y enseñar (Lu 4:16-21), y para servir en calidad de Profeta de Dios. (Hch 3:22-26.) Pero, más importante aún, este ungimiento lo nombró y comisionó como el Rey prometido de Jehová, el heredero del trono de David (Lu 1:32, 33, 69; Heb 1:8, 9) y de un reino eterno. Por esta razón, más adelante pudo decir a los fariseos: “El reino de Dios está en medio de ustedes”. (Lu 17:20, 21.) De modo similar, a Jesús se le ungió para actuar como el Sumo Sacerdote de Dios, no como descendiente de Aarón, sino según la semejanza del rey-sacerdote Melquisedec. (Heb 5:1, 4-10; 7:11-17.) Jesús había sido el Hijo de Dios desde su nacimiento, igual que Adán había sido “hijo de Dios”. (Lu 3:38; 1:35.) Así lo identificaron a partir de ese momento los ángeles. Por consiguiente, cabe pensar que la declaración que acompañó a la unción por el espíritu de Dios, cuando después del bautismo de Jesús se oyó decir: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado” (Mr 1:11), fue más que solo un reconocimiento de la identidad de Jesús. Según todos los indicios, entonces Jesús fue engendrado o producido por Dios como su Hijo espiritual, ‘nació otra vez’, por decirlo así, con el derecho de recibir vida de nuevo como Hijo celestial de Dios en los cielos. (Compárese con Jn 3:3-6; 6:51; 10:17, 18; véanse BAUTISMO; UNIGÉNITO.) Su posición fundamental en el propósito de Dios. Jehová Dios tuvo a bien hacer que su Hijo primogénito fuese la figura central o clave en el cumplimiento de todos sus propósitos (Jn 1:14-18; Col 1:18-20; 2:8, 9), la persona en la que convergería la luz de todas las profecías y desde la que se irradiaría esta luz (1Pe 1:1012; Rev 19:10; Jn 1:3-9), la solución a todos los problemas que había ocasionado la rebelión de Satanás (Heb 2:5-9, 14, 15; 1Jn 3:8) y el fundamento sobre el que Dios edificaría todos sus preparativos futuros para

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el bien eterno de su familia universal en el cielo y en la Tierra. (Ef 1:8-10; 2:20; 1Pe 2:4-8.) Debido a la función vital que desempeña en el propósito de Dios, Jesús pudo decir apropiadamente y sin exageración: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”. (Jn 14:6.) El “secreto sagrado”. El propósito de Dios según se reveló en Jesucristo permaneció como un “secreto sagrado [o misterio] [...] guardado en silencio por tiempos de larga duración”. (Ro 16:25-27.) Durante más de cuatro mil años, desde la rebelión en Edén, hubo hombres de fe que aguardaban el cumplimiento de la promesa de Dios de que habría una “descendencia” que magullaría la cabeza del adversario semejante a una serpiente, y con ello traería alivio a la humanidad. (Gé 3:15.) Por casi dos mil años ellos habían basado su esperanza en el pacto que Jehová hizo con Abrahán, según el cual, una “descendencia” ‘tomaría posesión de la puerta de sus enemigos’ y por medio de ella se bendecirían todas las naciones de la Tierra. (Gé 22:15-18.) Cuando por fin “llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo”, y a través de él reveló el significado del “secreto sagrado”, dio la respuesta definitiva a la cuestión que había hecho surgir el adversario de Dios (véase JEHOVÁ [La cuestión suprema es de naturaleza moral]) y suministró los medios para redimir a la humanidad obediente del pecado y la muerte gracias al sacrificio de rescate de su Hijo. (Gál 4:4; 1Ti 3:16; Jn 14:30; 16:33; Mt 20:28.) De este modo Jehová Dios eliminó cualquier incertidumbre o ambigüedad que pudiera haber en la mente de sus siervos con respecto a su propósito. Por eso el apóstol dice que “no importa cuántas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante [Cristo Jesús]”. (2Co 1:19-22.) El “secreto sagrado” no consistía tan solo en identificar a Jesús como el Hijo de Dios, sino en definir el papel que se le asignó en el propósito predeterminado de Dios y la revelación y realización de ese propósito a través de Jesucristo. Tal propósito, que por tanto tiempo había sido un secreto, era “para una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber: reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están] en la tierra”. (Ef 1:9, 10.) Uno de los aspectos del “secreto sagrado” cristalizado en Cristo Jesús es que él encabeza un nuevo gobierno celestial, cuyos miembros serán personas (judías y no judías) tomadas de la población de la Tierra, y cuyo dominio abarcará tanto el cielo como la Tierra. En la visión registrada en Daniel 7:13, 14 aparece alguien “como un hijo del hombre” (título que más tarde se aplicó con frecuencia a Cristo: Mt 12:40; 24:30; Lu 17:26; compárese con Rev 14:14) en la corte celestial de Jehová, y se le da “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él”. La misma visión, sin embargo, muestra que los “santos del Supremo” también van a compartir con este “hijo del hombre” su reino, gobernación y grandeza. (Da 7:27.) Mientras Jesús estuvo en la Tierra, seleccionó de entre sus discípulos a los primeros de los futuros miembros de ese gobierno del Reino. Después que ‘continuaron con él en sus pruebas’, hizo un pacto con ellos para un reino, orando a su Padre para que los santificase (o los hiciera “santos”) y pidiéndole que ‘donde él estuviera, ellos también estuvieran con él, para que contemplaran su gloria que le había dado’. (Lu 22:28, 29; Jn 17:5, 17, 24.) Por estar así en unión con Cristo, la congregación cristiana también desempeña su papel en el “secreto sagrado”, como más tarde expresa el apóstol inspirado. (Ef 3:1-11; 5:32; Col 1:26, 27; véase SECRETO SAGRADO.) “Agente Principal de la vida.” Por bondad inmerecida de su Padre, Cristo Jesús entregó su vida humana perfecta en sacrificio, lo que hizo posible que sus seguidores escogidos pudiesen estar en unión con él reinando en el cielo y que hubiera súbditos terrestres de dicho Reino. (Mt 6:10; Jn 3:16; Ef 1:7; Heb 2:5; véase RESCATE.) De este modo llegó a ser el “Agente Principal [“Príncipe”, ENP; Ga; NC, 1981; Besson; “Caudillo”, BC] de la vida” para toda la humanidad. (Hch 3:15.) El término griego que se usa en este pasaje

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significa básicamente “caudillo principal”, y es una palabra emparentada con la que se aplicó a Moisés (Hch 7:27, 35) en su papel de “gobernante” de Israel. Por tanto, en su función de “caudillo principal” o “pionero de la Vida” (Moffat [en inglés]), Jesús introdujo un elemento nuevo y esencial para conseguir la vida eterna: su papel de intermediario o mediador, que también lo desempeña en sentido administrativo. Es el Sumo Sacerdote de Dios que puede limpiar por completo del pecado y liberar de los efectos mortíferos de este (Heb 3:1, 2; 4:14; 7:23-25; 8:13); es el Juez nombrado en cuyas manos se encomienda todo juicio, de modo que administra con prudencia los beneficios de su rescate a las personas de la humanidad que merezcan vivir bajo su gobernación (Jn 5:22-27; Hch 10:42, 43); mediante él también se consigue la resurrección de los muertos. (Jn 5:28, 29; 6:39, 40.) Debido a que Jehová Dios quiso utilizar así a su Hijo, “no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos”. (Hch 4:12; compárese con 1Jn 5:11-13.) Como su “nombre” también abarca este aspecto de la autoridad de Jesús, mediante él sus discípulos, en calidad de representantes del Agente Principal de la vida, podían curar a personas de sus enfermedades ocasionadas por el pecado heredado e incluso podían levantar a los muertos. (Hch 3:6, 15, 16; 4:7-11; 9:3641; 20:7-12.) El pleno significado de su “nombre”. Aunque la muerte de Jesús en un madero de tormento desempeña un papel vital en la salvación humana, la aceptación de esta verdad no es de ningún modo todo lo que conlleva el hecho de ‘poner fe en el nombre de Jesús’. (Hch 10:43.) Después de su resurrección, Jesús dijo a sus discípulos: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra”, mostrando así que encabeza un gobierno de dominio universal. (Mt 28:18.) El apóstol Pablo aclaró que el Padre de Jesús “no dejó nada que no esté sujeto a él”, con la lógica excepción de “aquel que le sujetó todas las cosas”, es decir, Jehová, el Dios Soberano. (1Co 15:27; Heb 1:1-14; 2:8.) El “nombre” de Jesucristo es más excelso que el de los ángeles de Dios, en el sentido de que abarca o representa la enorme autoridad ejecutiva que Jehová ha delegado en él. (Heb 1:3, 4.) Solo podrán conseguir la vida eterna los que reconozcan ese “nombre” voluntariamente y se inclinen ante él, sujetándose a la autoridad que representa. (Hch 4:12; Ef 1:19-23; Flp 2:9-11.) Deben amoldarse sinceramente y sin hipocresía a las normas que Jesús ejemplificó, y obedecer con fe los mandamientos que dio. (Mt 7:21-23; Ro 1:5; 1Jn 3:23.) ¿Qué es el “nombre” de Jesús que hace que todas las naciones odien a los cristianos? Algo que también ilustra este otro aspecto del “nombre” de Jesús es la advertencia profética de que sus seguidores serían “objeto de odio de parte de todas las naciones por causa de [su] nombre”. (Mt 24:9; también Mt 10:22; Jn 15:20, 21; Hch 9:15, 16.) Es evidente que este odio no se debería a que su nombre representaba a un Rescatador o Redentor, sino, más bien, a que representaba al Gobernante nombrado de Dios, el Rey de reyes, ante quien todas las naciones deben inclinarse en sumisión si no quieren ser destruidas. (Rev 19:11-16; compárese con Sl 2:7-12.) Del mismo modo, es seguro que los demonios obedecieron la orden de Jesús de salir de los posesos, no debido a que Jesús fuese el Cordero sacrificatorio de Dios, sino a la autoridad que conllevaba su nombre como el representante ungido del Reino, aquel que tenía autoridad para llamar, no solo a una legión de ángeles, sino a una docena de legiones capaces de expulsar a cualquier demonio que tercamente resistiera la orden de salir. (Mr 5:1-13; 9:25-29; Mt 12:28, 29; 26:53; compárese con Da 10:5, 6, 12, 13.) Los apóstoles fieles de Jesús recibieron autoridad para emplear su nombre con el fin de expulsar demonios, tanto antes como después de su muerte. (Lu 9:1; 10:17; Hch 16:16-18.) Sin embargo, cuando los hijos del sacerdote judío Esceva trataron de utilizar el nombre de Jesús de este modo, el espíritu inicuo desafió su derecho a

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invocar la autoridad que ese nombre representaba e hizo que el hombre poseído los atacara y lastimara. (Hch 19:13-17.) J

it-2 págs. 88-94 Jesucristo ‘Dar testimonio acerca de la verdad.’ A la pregunta de Pilato: “Bueno, pues, ¿eres tú rey?”, Jesús contestó: “Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz”. (Jn 18:37; véase CAUSA JUDICIAL [El juicio de Jesús].) Como muestran las Escrituras, la verdad acerca de la que dio testimonio no era solo la verdad en general, sino que se trataba de la verdad de máxima importancia en cuanto a lo que eran y lo que son los propósitos de Dios. Esta verdad estaba basada en el hecho fundamental de la voluntad soberana de Dios y su aptitud para cumplir dicha voluntad. Jesús reveló mediante su ministerio que esa verdad, contenida en el “secreto sagrado”, era el reino de Dios con él mismo, el “Hijo de David”, sentado como Rey Sacerdote en el trono. Este fue también, en esencia, el mensaje que proclamaron los ángeles antes de su nacimiento y una vez que este se produjo en Belén de Judea, la ciudad de David. (Lu 1:32, 33; 2:10-14; 3:31.) Para que Jesús cumpliera en su ministerio con la comisión de dar testimonio acerca de la verdad, era necesario que no se limitase a hablar, predicar y enseñar. Además de abandonar su gloria celestial para nacer como humano, tuvo que cumplir todo lo que estaba profetizado acerca de él, entre lo que se contaban las sombras o modelos contenidos en el pacto de la Ley. (Col 2:16, 17; Heb 10:1.) A fin de sostener la verdad de la palabra y las promesas proféticas de su Padre, Jesús tuvo que vivir de tal modo que esa verdad se hiciera realidad, cumplirla de hecho y de palabra, tanto por su modelo de vida como por su muerte. Tenía que ser la verdad, de hecho, la personificación de la verdad, como él mismo dijo que era. (Jn 14:6.) Por esta razón, el apóstol Juan pudo escribir que Jesús “estaba lleno de bondad inmerecida y verdad”, y que aunque “la Ley fue dada por medio de Moisés, la bondad inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo”. (Jn 1:14, 17.) La verdad de Dios ‘vino a ser’, es decir, llegó a su realización, por medio de estos hechos históricos: el nacimiento humano de Jesús, la presentación de sí mismo a Dios mediante bautismo en agua, sus tres años y medio de servicio público a favor del reino de Dios, su muerte en fidelidad y su resurrección al cielo. (Compárese con Jn 1:18; Col 2:17.) Por lo tanto, toda la vida terrestre de Jesucristo consistió en “dar testimonio acerca de la verdad”, acerca de lo que Dios había jurado. De modo que Jesús no fue la sombra de un Mesías o Cristo, sino el verdadero Mesías que se había prometido. No fue la sombra de un rey sacerdote, sino, en esencia y de hecho, el verdadero Rey Sacerdote que se había prefigurado. (Ro 15:8-12; compárese con Sl 18:49; 117:1; Dt 32:43; Isa 11:10.) Esta verdad sería la que ‘libraría a los hombres’ que demostrasen que estaban “de parte de la verdad” al aceptar el papel de Jesús en el propósito de Dios. (Jn 8:32-36; 18:37.) Quien no haga caso del propósito de Dios concerniente a su Hijo, edifique esperanzas sobre cualquier otro fundamento y oriente su vida a partir de cualquier otra base, se engañará a sí mismo, creerá una mentira y seguirá la dirección del padre de la mentira, el adversario de Dios (Mt 7:24-27; Jn 8:42-47), lo que significará que ‘morirá en sus pecados’. (Jn 8:23, 24.) Por eso Jesucristo no se retuvo de declarar su lugar en el propósito de Dios. Es verdad que dio orden rigurosa a sus discípulos de que no declararan a nadie su condición de Mesías (Mt 16:20; Mr 8:29, 30) y que en muy pocas ocasiones se refirió a sí mismo directamente como el Cristo, excepto cuando estaba en privado con ellos. (Mr 9:33, 38, 41; Lu 9:20, 21; Jn 17:3.) Pero con denuedo y regularidad hizo notar que tanto las profecías como sus obras probaban que era el Cristo. (Mt 22:41-46; Jn

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5:31-39, 45-47; 7:25-31.) Cuando Jesús, “cansado del viaje”, habló con una mujer samaritana al lado de un pozo, se identificó como el Cristo, quizás a fin de despertar la curiosidad de los ciudadanos y hacer que salieran de la ciudad para verle, como por fin sucedió. (Jn 4:6, 25-30.) El mero hecho de que alegara ser el Mesías no significaría nada si no lo respaldaba con pruebas. De todos modos, se requería fe de los que lo vieran y oyeran para aceptar la conclusión a la que esas pruebas señalaban inequívocamente. (Lu 22:66-71; Jn 4:39-42; 10:24-27; 12:34-36.) J it-2 págs. 95-99 Jesucristo Seguía teniendo libre albedrío. Jesús mismo dijo que todas las profecías sobre el Mesías iban a realizarse, “tenían que cumplirse”. (Lu 24:44-47; Mt 16:21; compárese con Mt 5:17.) No obstante, esto no eximió al Hijo de Dios del peso de la responsabilidad, ni coartó su libertad para escoger entre ser fiel o infiel. La cuestión no era unilateral, no dependía solo del Dios Todopoderoso, Jehová. Su Hijo tenía que hacer su parte para que las profecías se realizaran. Dios aseguró la certeza de las profecías por medio de su sabia selección del que tenía que llevar a cabo la asignación, el “Hijo de su amor”. (Col 1:13.) Es evidente que su Hijo retuvo su libre albedrío y lo ejerció como humano en la Tierra. Jesús habló por propia voluntad, demostró que se sometía de manera voluntaria a los deseos de su Padre (Mt 16:21-23; Jn 4:34; 5:30; 6:38) y trabajó conscientemente por el cumplimiento de esa asignación como estaba expuesta en la Palabra de su Padre. (Mt 3:15; 5:17, 18; 13:10-17, 34, 35; 26:52-54; Mr 1:14, 15; Lu 4:21.) Por supuesto, Jesús no tenía el control del cumplimiento de otros rasgos proféticos, pues algunos sucedieron después de su muerte. (Mt 12:40; 26:55, 56; Jn 18:31, 32; 19:23, 24, 36, 37.) El registro de lo que ocurrió la noche antes de su muerte revela de manera impresionante el intenso esfuerzo personal que tuvo que hacer para someter su voluntad a la de Aquel que le superaba en sabiduría, su propio Padre. (Mt 26:36-44; Lu 22:42-44.) El registro también indica que aunque era perfecto, reconocía que en su condición de hombre dependía de su Padre, Jehová Dios, para conseguir fuerzas en momentos de necesidad. (Jn 12:23, 27, 28; Heb 5:7.) Por consiguiente, Jesús tenía mucho en lo que meditar y mucho con lo que fortalecerse durante los cuarenta días que ayunó (como Moisés) en el desierto después de su bautismo y ungimiento. (Éx 34:28; Lu 4:1, 2.) Allí tuvo un encuentro directo con el Adversario de su Padre, adversario al que se asemeja a una serpiente. Satanás el Diablo utilizó tácticas similares a las que había usado en Edén, para intentar inducir a Jesús al egoísmo, a exaltarse a sí mismo y a negar la posición soberana de su Padre. A diferencia de Adán, Jesús, el “último Adán” mantuvo su integridad, y al citar repetidas veces la voluntad declarada de su Padre, hizo que Satanás se retirase “hasta otro tiempo conveniente”. (Lu 4:1-13; 1Co 15:45.) Sus obras y cualidades personales. Como “la bondad inmerecida y la verdad” llegarían a ser por medio de Jesucristo, tenía que mezclarse con la gente para que lo oyeran, y vieran sus obras y cualidades. De este modo podrían reconocerlo como el Mesías y poner fe en su sacrificio cuando muriera por ellos como el “Cordero de Dios”. (Jn 1:17, 29.) Jesús visitó las muchas regiones de Palestina, y recorrió a pie centenares de kilómetros. Habló a la gente en las orillas de lagos y en las laderas de colinas, así como en ciudades y pueblos, en sinagogas y en el templo, en plazas de mercado, calles y casas (Mt 5:1, 2; 26:55; Mr 6:53-56; Lu 4:16; 5:1-3; 13:22, 26; 19:5, 6), y se dirigió a grandes muchedumbres y a personas en particular, hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, ricos y pobres. (Mr 3:7, 8; 4:1; Jn 3:1-3; Mt 14:21; 19:21, 22; 11:4, 5.) La tabla que acompaña este artículo presenta una posible combinación cronológica de los cuatro relatos de la vida terrestre de Jesús. También ayuda a entender las diversas “campañas” o giras que llevó a cabo durante su ministerio de tres años y medio.

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Jesús fue para sus discípulos un ejemplo de hombre trabajador. Se levantaba temprano y trabajaba hasta bien entrada la noche. (Lu 21:37, 38; Mr 11:20; 1:32-34; Jn 3:2; 5:17.) Más de una vez pasó la noche orando, como la noche anterior a que pronunciara su Sermón del Monte. (Mt 14:23-25; Lu 6:12–7:10.) En una ocasión, después de haber ayudado a otros hasta entrada la noche, se levantó mientras todavía estaba oscuro y se fue a un lugar solitario para orar. (Mr 1:32, 35.) Aunque las muchedumbres a menudo interrumpían su intimidad, ‘los recibía con amabilidad y les hablaba del reino de Dios’. (Lu 9:10, 11; Mr 6:31-34; 7:24-30.) Experimentó cansancio, sed y hambre, y a veces hasta se privaba de comer debido al trabajo que tenía que hacer. (Mt 21:18; Jn 4:6, 7, 31-34; compárese con Mt 4:2-4; 8:24, 25.) Punto de vista equilibrado de las cosas materiales. Sin embargo, no era un asceta que practicaba la austeridad a un grado extremo, sino que más bien obraba en consonancia con cada situación. (Lu 7:33, 34.) Aceptó muchas invitaciones a comidas, e incluso a banquetes, y visitó las casas de personas de cierto nivel económico. (Lu 5:29; 7:36; 14:1; 19:1-6.) Contribuyó al disfrute de una boda al convertir agua en buen vino. (Jn 2:1-10.) También apreció las cosas buenas que se hacían por él. Cuando Judas se indignó porque María, la hermana de Lázaro, usó una libra de aceite perfumado (cuyo valor era de más de 220 dólares [E.U.A.], aproximadamente el salario de un año de un trabajador) para ungir los pies de Jesús, y fingió preocupación por los pobres que podían haberse beneficiado de la venta de ese aceite, Jesús dijo: “Déjala, para que guarde esta observancia en vista del día de mi entierro. Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. (Jn 12:2-8; Mr 14:6-9.) La prenda interior de vestir que llevaba cuando lo detuvieron, “tejida desde arriba toda ella”, debió ser una prenda de calidad. (Jn 19:23, 24.) No obstante, siempre puso en primer lugar lo espiritual; nunca se preocupó en demasía por lo material, como aconsejó a otros que hicieran. (Mt 6:24-34; 8:20; Lu 10:38-42; compárese con Flp 4:10-12.) Libertador valeroso. Durante todo el ministerio de Jesús, se destacan su gran valor, su hombría y su fuerza. (Mt 3:11; Lu 4:28-30; 9:51; Jn 2:13-17; 10:31-39; 18:3-11.) Al igual que Josué, el rey David y otros, Jesús luchó a favor de la causa de Dios y a favor de los amadores de la justicia. En su calidad de “descendencia” prometida, tuvo que encararse a la enemistad de la ‘descendencia de la serpiente’ y luchar contra los miembros de ella. (Gé 3:15; 22:17.) Libró una batalla contra los demonios y contra su influencia en la mente y el corazón de los hombres. (Mr 5:1-13; Lu 4:32-36; 11:19-26; compárese con 2Co 4:3, 4; Ef 6:10-12.) Los líderes religiosos hipócritas demostraron que en realidad estaban en oposición a la soberanía y la voluntad de Dios (Mt 23:13, 27, 28; Lu 11:53, 54; Jn 19:12-16), pero Jesús los derrotó por completo en una serie de enfrentamientos verbales. Blandió la “espada del espíritu”, la Palabra de Dios, con fuerza, control perfecto y estrategia, y respondió de tal modo a los argumentos sutiles y las preguntas capciosas de sus opositores, que los ‘arrinconaba’ o colocaba ‘entre la espada y la pared’. (Mt 21:23-27; 22:15-46.) Jesús puso al descubierto sin temor lo que eran: maestros de tradiciones humanas y formalismos, guías ciegos, una generación de víboras e hijos del Adversario de Dios, que es el príncipe de los demonios y un mentiroso asesino. (Mt 15:12-14; 21:33-41, 45, 46; 23:33-35; Mr 7:1-13; Jn 8:40-45.) No obstante, nunca fue temerario; no buscó la dificultad y evitó siempre el peligro innecesario. (Mt 12:14, 15; Mr 3:6, 7; Jn 7:1, 10; 11:53, 54; compárese con Mt 10:16, 17, 28-31.) Su valor se basaba en la fe. (Mr 4:37-40.) Cuando se le vilipendió y maltrató, no perdió el dominio, sino que conservó la calma, “encomendándose al que juzga con justicia”. (1Pe 2:23.) Jesús, aquel que sería mayor que Moisés, cumplió con el papel profético de Libertador al luchar con valor a favor de la verdad y revelar el propósito de Dios a la gente. Proclamó libertad a los cautivos. (Isa 42:1, 6, 7; Jer 30:8-10; Isa 61:1.) Aunque muchos se retrajeron por razones egoístas y por temor a la clase gobernante (Jn 7:11-13; 9:22; 12:42, 43), otros cobraron valor para liberarse de sus cadenas de ignorancia y sumisión abyecta a los líderes falsos y a las falsas esperanzas. (Jn 9:24-39; compárese con Gál 5:1.) El

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ministerio de Jesús, el Rey mesiánico de Dios, tuvo un efecto devastador en la religión falsa de su día (Jn 11:47, 48), similar al que tuvieron las campañas emprendidas por los reyes fieles de Judea para eliminar del reino la adoración falsa. (2Cr 15:8; 17:1, 4-6; 2Re 18:1, 3-6.) Véase más información sobre el ministerio terrestre de Jesucristo en MAPAS, vol. 2, págs. 540, 541. Sensibilidad y afecto profundos. Jesús era también un hombre de gran sensibilidad, algo que se requiere para servir de Sumo Sacerdote de Dios. Su perfección no lo hizo hipercrítico ni arrogante o autoritario, como eran los fariseos ante las personas imperfectas y pecaminosas entre las que vivió y trabajó. (Mt 9:1013; 21:31, 32; Lu 7:36-48; 15:1-32; 18:9-14.) Incluso los niños se sentían a gusto con él. Cuando usó a un niño como ejemplo, no se limitó a ponerlo de pie delante de sus discípulos, sino que además “lo rodeó con los brazos”. (Mr 9:36; 10:13-16.) Fue un verdadero amigo y un afectuoso compañero de sus seguidores, y “los amó hasta el fin”. (Jn 13:1; 15:11-15.) No usó su autoridad para ser exigente ni para aumentar las cargas de la gente; al contrario, dijo: “Vengan a mí, todos los que se afanan [...], yo los refrescaré”. Sus discípulos pudieron comprobar que era “de genio apacible y humilde de corazón”, y que su yugo era suave y ligero. (Mt 11:28-30.) Los deberes sacerdotales incluían el cuidado de la salud física y espiritual de la gente. (Le 13–15.) La piedad y la compasión movieron a Jesús a ayudar a la gente que sufría de enfermedades, ceguera y otras aflicciones. (Mt 9:36; 14:14; 20:34; Lu 7:11-15; compárese con Isa 61:1.) La muerte de su amigo Lázaro y el dolor de las hermanas del difunto hicieron que ‘gimiera y cediera a las lágrimas’. (Jn 11:32-36.) De ese modo, Jesús el Mesías, ‘llevó las enfermedades y cargó los dolores’ de otros, de manera anticipada, para lo cual tuvo que salir poder de él. (Isa 53:4; Lu 8:43-48.) No hizo esto solo en cumplimiento de profecías, sino porque ‘quiso’. (Mt 8:2-4, 16, 17.) Más importante aún, les otorgó salud espiritual y perdón de los pecados. Como era el Cristo, tenía autoridad para ello, pues estaba predeterminado a proveer el sacrificio de rescate, y de hecho ya estaba experimentando el bautismo en la muerte que culminaría en el madero de tormento. (Isa 53:4-8, 11, 12; compárese con Mt 9:2-8; 20:28; Mr 10:38, 39; Lu 12:50.) “Maravilloso Consejero.” El sacerdote era responsable de educar a la gente en la ley y la voluntad de Dios. (Mal 2:7.) Como Mesías regio, la predicha “ramita del tocón de Jesé [el padre de David]”, Jesús también tenía que manifestar el ‘espíritu de Jehová en sabiduría, consejo, poderío, conocimiento junto con el temor de Jehová’. Por lo tanto, las personas temerosas de Dios encontrarían “disfrute por él”. (Isa 11:13.) La sabiduría sin paralelo que se halla en las enseñanzas de Jesús, que era “más que Salomón” (Mt 12:42), es una de las pruebas más sólidas de que era en realidad el Hijo de Dios, y de que los relatos del evangelio no podían ser el mero producto de la mente o imaginación de hombres imperfectos. Jesús probó que era el “Maravilloso Consejero” prometido (Isa 9:6) por su conocimiento de la Palabra y la voluntad de Dios, su entendimiento de la naturaleza humana, su aptitud para llegar al fondo de las cuestiones y por mostrar la solución a los problemas de la vida cotidiana. El famoso Sermón del Monte es un excelente ejemplo. (Mt 5–7.) En este sermón mostró cómo alcanzar la verdadera felicidad, cómo zanjar disputas, cómo evitar la inmoralidad, cómo tratar a los que muestran enemistad, cómo practicar verdadera justicia sin hipocresía, la actitud correcta hacia las cosas materiales de la vida, la confianza en la generosidad de Dios, la regla áurea para tener una buena relación con otros, los medios para detectar fraudes religiosos y cómo conseguir un futuro seguro. Las muchedumbres se “quedaron atónitas por su modo de enseñar; porque les enseñaba como persona que tiene autoridad, y no como sus escribas”. (Mt 7:28, 29.) J Después de su resurrección, siguió siendo la figura clave en la comunicación de Jehová con la humanidad. (Rev 1:1.)

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Maestro de maestros. Su manera de enseñar era notablemente eficaz. (Jn 7:45, 46.) Presentaba asuntos de gran peso y profundidad con sencillez, brevedad y claridad. Ilustraba lo que quería enseñar con aquello que era familiar a sus oyentes (Mt 13:34, 35), fueran pescadores (Mt 13:47, 48), pastores (Jn 10:1-17), labradores (Mt 13:3-9), constructores (Mt 7:24-27; Lu 14:28-30), comerciantes (Mt 13:45, 46), esclavos o amos (Lu 16:1-9), amas de casa (Mt 13:33; Lu 15:8) o cualquier otro tipo de persona. (Mt 6:26-30.) Usó cosas simples —pan, agua, sal, odres o prendas viejas— como símbolos de otras de gran importancia, como se había hecho en las Escrituras Hebreas. (Jn 6:31-35, 51; 4:13, 14; Mt 5:13; Lu 5:36-39.) Su lógica, con frecuencia expresada por medio de analogías, disipaba las objeciones y enfocaba los asuntos en su justa perspectiva. (Mt 16:1-3; Lu 11:11-22; 14:1-6.) A fin de dirigir su mensaje principalmente al corazón de los hombres, se valía de preguntas que les hiciesen pensar, llegar a sus propias conclusiones, examinar sus motivos y tomar decisiones. (Mt 16:5-16; 17:24-27; 26:52-54; Mr 3:1-5; Lu 10:25-37; Jn 18:11.) Jesús no se esforzó por ganarse a las masas, sino por despertar el corazón de los que anhelaban con sinceridad la verdad y la justicia. (Mt 5:3, 6; 13:10-15.) Aunque tomaba en consideración la comprensión limitada de su auditorio y hasta de sus discípulos (Mr 4:33), y dosificaba su enseñanza (Jn 16:4, 12), nunca ‘diluyó’ el mensaje de Dios para ganar popularidad o buscar favor. Su habla era franca, e incluso tajante en algunas ocasiones. (Mt 5:37; Lu 11:37-52; Jn 7:19; 8:46, 47.) El tema de su mensaje era: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”. (Mt 4:17.) Como habían hecho los profetas de Jehová en tiempos anteriores, anunció con claridad a la gente “su sublevación, y a la casa de Jacob sus pecados” (Isa 58:1; Mt 21:28-32; Jn 8:24), y les señaló la ‘puerta angosta y el camino estrecho’ que les conduciría de vuelta al favor de Dios y a la vida. (Mt 7:13, 14.) “Caudillo y comandante.” Jesucristo demostró estar capacitado para ser “caudillo y comandante”, así como un “testigo a los grupos nacionales”. (Isa 55:3, 4; Mt 23:10; Jn 14:10, 14; compárese con 1Ti 6:13, 14.) Al tiempo debido, varios meses después de empezar su ministerio, se dirigió a algunos que ya conocía y les extendió la invitación: “Sé mi seguidor”. Hubo hombres que abandonaron la pesca y la recaudación de impuestos para responder sin demora. (Mt 4:18-22; Lu 5:27, 28; compárese con Sl 110:3), y mujeres que contribuyeron tiempo, esfuerzo y posesiones materiales a fin de satisfacer las necesidades de Jesús y sus seguidores. (Mr 15:40, 41; Lu 8:1-3.) Este pequeño grupo formó el núcleo de lo que llegaría a ser una nueva “nación”, el Israel espiritual. (1Pe 2:7-10.) Jesús pasó una noche entera orando a su Padre para conseguir la guía necesaria antes de seleccionar a los doce apóstoles, quienes llegarían a ser los pilares de la nueva nación si se mantenían fieles, como los doce hijos de Jacob en el Israel carnal. (Lu 6:12-16; Ef 2:20; Rev 21:14.) Igual que Moisés tuvo 70 hombres junto a él como representantes de la nación, Jesús más tarde asignó a otros setenta discípulos al ministerio. (Nú 11:16, 17; Lu 10:1.) A partir de entonces, concentró su enseñanza e instrucción en estos discípulos. De hecho, pronunció el Sermón del Monte principalmente para ellos, según demuestra su contenido. (Mt 5:1, 2, 13-16; 13:10, 11; Mr 4:34; 7:17.) Jesús asumió todas las responsabilidades de su jefatura; tomó la delantera en todo respecto (Mt 23:10; Mr 10:32); asignó a sus discípulos responsabilidades y tareas, además de su obra de predicación (Lu 9:52; 19:29-35; Jn 4:1-8; 12:4-6; 13:29; Mr 3:9; 14:12-16), y también los animó y los censuró (Jn 16:27; Lu 10:1724; Mt 16:22, 23). Además, dio órdenes con autoridad, y su principal mandamiento era que debían ‘amarse unos a otros tal como él los había amado’. (Jn 15:10-14.) Podía controlar a muchedumbres de miles de personas. (Mr 6:39-46.) La enseñanza útil y constante que dio a sus discípulos, que en su mayoría tenían una educación limitada y una posición humilde, fue de una extremada eficacia. (Mt 10:1–11:1; Mr 6:7-13; Lu 8:1.) Más tarde, incluso a hombres de una elevada educación y posición social les admiró el habla convincente y enérgica de los apóstoles. Estos “pescadores de hombres” consiguieron resultados

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asombrosos; miles de personas respondieron a su predicación. (Mt 4:19; Hch 2:37, 41; 4:4, 13; 6:7.) El entendimiento de los principios bíblicos que Jesús había implantado en su corazón los hizo aptos para ser buenos pastores del rebaño en años posteriores. (1Pe 5:1-4.) De esta manera, en el corto espacio de tres años y medio, colocó un fundamento sólido para una congregación internacional unida, compuesta por miles de miembros procedentes de muchas razas. Proveedor capaz y juez justo. Una muestra de que su gobernación resultaría en una prosperidad superior a la de Salomón se ve en la capacidad que demostró para dirigir la pesca de sus discípulos, con unos resultados que los dejaron atónitos. (Lu 5:4-9; compárese con Jn 21:4-11.) El que este hombre nacido en Belén (que significa “Casa de Pan”) alimentara a miles de personas y convirtiera el agua en buen vino, fue un anticipo en pequeña escala del futuro banquete que el Reino mesiánico de Dios proveería “para todos los pueblos”. (Isa 25:6; compárese con Lu 14:15.) Su gobernación no solo pondrá fin a la pobreza y al hambre, sino que también se “tragará a la muerte”. (Isa 25:7, 8.) Por otra parte, en conformidad con las profecías mesiánicas, había muchas razones para confiar en lo justo y recto del juicio que su gobierno traería. (Isa 11:3-5; 32:1, 2; 42:1.) Demostró el máximo respeto a la ley, en particular a la de su Dios y Padre, pero también a la de las “autoridades superiores”, a las que se ha permitido ejercer su gobernación en la Tierra. (Ro 13:1; Mt 5:17-19; 22:17-21; Jn 18:36.) Se opuso a que le introdujesen en la escena política en un intento de “hacerlo rey” por proclamación popular. (Jn 6:15; compárese con Lu 19:11, 12; Hch 1:6-9.) No se excedió de los límites de su autoridad. (Lu 12:13, 14.) Nadie podía ‘probar que fuese culpable de pecado’, no solo porque había nacido perfecto, sino porque siempre observó la Palabra de Dios (Jn 8:46, 55), y además llevaba la justicia y la fidelidad ceñidas como un cinto. (Isa 11:5.) Su amor a la justicia iba aunado al odio a la iniquidad, la hipocresía y el fraude, así como a la indignación que sentía hacia los que eran avarientos e insensibles para con los sufrimientos de otros. (Mt 7:21-27; 23:1-8, 25-28; Mr 3:1-5; 12:38-40; compárese con los vss. 41-44.) Los mansos y humildes podían cobrar ánimo ante la expectativa de que su gobernación eliminase la injusticia y la opresión. (Isa 11:4; Mt 5:5.) Demostró un gran discernimiento de los principios, del verdadero significado y propósito de las leyes de Dios, e hizo hincapié en los “asuntos de más peso” de estas leyes: “la justicia y la misericordia y la fidelidad”. (Mt 12:1-8; 23:23, 24.) Fue imparcial; no demostró favoritismo, aunque sintió un afecto especial por uno de sus discípulos. (Mt 18:1-4; Mr 10:35-44; Jn 13:23; compárese con 1Pe 1:17.) Aunque una de sus últimas acciones mientras agonizaba en el madero de tormento fue mostrar interés por su madre humana, nunca antepuso los lazos familiares humanos a sus relaciones espirituales. (Mt 12:46-50; Lu 11:27, 28; Jn 19:26, 27.) Como se había predicho, nunca trató los problemas de modo superficial, solo por la “mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni [censuró] simplemente según lo que [oyeron] sus oídos”. (Isa 11:3; compárese con Jn 7:24.) Podía ver lo que había en el corazón de los hombres y discernir sus pensamientos, razonamientos y motivos. (Mt 9:4; Mr 2:6-8; Jn 2:23-25.) Mantuvo su oído atento a la Palabra de Dios y buscó, no su propia voluntad, sino la de su Padre. Esto era una garantía de que cuando desempeñase el papel de Juez nombrado por Dios, sus decisiones siempre serían justas y rectas. (Isa 11:4; Jn 5:30.) Profeta sobresaliente. Jesús cumplió con los requisitos de un profeta como Moisés, pero fue mayor que él. (Dt 18:15, 18, 19; Mt 21:11; Lu 24:19; Hch 3:19-23; compárese con Jn 7:40.) Predijo sus propios sufrimientos y cómo moriría, la dispersión de sus discípulos, el asedio de Jerusalén y la destrucción completa de la ciudad y su templo. (Mt 20:17-19; 24:1–25:46; 26:31-34; Lu 19:41-44; 21:20-24; Jn 13:1827, 38.) En conexión con estos últimos acontecimientos, pronunció las profecías que se cumplirían en el tiempo de su presencia, cuando su Reino empezara a gobernar. Al igual que los profetas anteriores, ejecutó señales y milagros como prueba de que Dios lo había enviado. Sus credenciales superaron a las de Moisés,

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pues Jesús calmó la tormenta en el mar de Galilea y anduvo sobre sus aguas (Mt 8:23-27; 14:23-34); sanó a ciegos, mudos y cojos; también curó enfermedades tan graves como la lepra, e incluso levantó a personas que habían muerto. (Lu 7:18-23; 8:41-56; Jn 11:1-46.) Magnífico ejemplo de amor. De todos esos aspectos de la personalidad de Jesús, la cualidad predominante es el amor: amor a su Padre por encima de todo y también amor a su prójimo. (Mt 22:3739.) De modo que el amor debería ser la marca distintiva que identificara a sus discípulos. (Jn 13:34, 35; compárese con 1Jn 3:14.) Su amor no era sentimentalismo. Aunque expresó sentimientos profundos, siempre se guió por principios (Heb 1:9), y el hacer la voluntad de su Padre fue en todo momento su principal interés. (Compárese con Mt 16:21-23.) Demostró su amor a Dios guardando sus mandamientos (Jn 14:30, 31; compárese con 1Jn 5:3) y buscando la glorificación de su Padre en toda ocasión. (Jn 17:1-4.) Durante la última noche que pasó con sus discípulos, habló más de treinta veces del amor y de amar, y tres veces repitió el mandamiento de que ‘se amaran unos a otros’. (Jn 13:34; 15:12, 17.) También les dijo: “Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando”. (Jn 15:13, 14; compárese con Jn 10:11-15.) En prueba de su amor a Dios y a la humanidad imperfecta, permitió que se le ‘llevara justamente como una oveja al degüello’; le juzgaron, le abofetearon, le dieron puñetazos, le escupieron, le azotaron con un látigo y finalmente le clavaron en un madero entre delincuentes. (Isa 53:7; Mt 26:67, 68; 27:26-38; Mr 14:65; 15:15-20; Jn 19:1.) Por medio de su muerte en sacrificio, ejemplarizó y expresó el amor de Dios a la humanidad (Ro 5:8-10; Ef 2:4, 5), e hizo posible que los hombres tuvieran la absoluta convicción de que profesaba amor inquebrantable a sus discípulos fieles. (Ro 8:35-39; 1Jn 3:16-18.) Como la imagen que se puede obtener del Hijo de Dios a través del registro escrito —aunque este sea breve (Jn 21:25)— es magnífica, mucho más debe haberlo sido la realidad. Su ejemplo conmovedor de humildad y bondad, unido a su firmeza por la rectitud y la justicia, garantiza que el gobierno de su Reino será lo que los hombres fieles han estado anhelando a través de los siglos; de hecho, sobrepasará las más altas expectativas. (Ro 8:18-22.) Fue un ejemplo en todos los sentidos, demostrando con su conducta la aplicación de la norma que había dado a sus discípulos. (Mt 20:25-28; 1Co 11:1; 1Pe 2:21.) Aunque era su Señor, les lavó los pies. Así puso el modelo de solicitud, consideración y humildad que caracterizaría a su congregación de seguidores ungidos no solo en la Tierra, sino también en el cielo. (Jn 13:3-15.) Aunque estén en sus tronos celestiales, compartiendo con Jesús ‘toda la autoridad en el cielo y en la tierra’ durante el reinado de mil años, deberán cuidar de las necesidades de sus súbditos terrestres con humildad y atenderlas de modo amoroso. (Mt 28:18; Ro 8:17; 1Pe 2:9; Rev 1:5, 6; 20:6; 21:2-4.) Declarado justo y merecedor. Por su entero derrotero de vida en integridad a Dios, incluido su sacrificio, Jesucristo cumplió con el “solo acto de justificación” que demostró que estaba preparado para ser el Rey Sacerdote ungido de Dios en el cielo. (Ro 5:17, 18.) Fue “declarado justo en espíritu” mediante su resurrección de entre los muertos a vida como un Hijo celestial de Dios. (1Ti 3:16.) Las criaturas celestiales lo proclamaron “digno de recibir el poder y riquezas y sabiduría y fuerza y honra y gloria y bendición”, al ser como un león a favor de la justicia y juicio, y al mismo tiempo, como un cordero, al sacrificarse a sí mismo para la salvación de otros. (Rev 5:5-13.) Había cumplido con su propósito principal de santificar el nombre de su Padre. (Mt 6:9; 22:36-38.) No solo logró esto empleando ese nombre, sino también dando a conocer a la Persona que dicho nombre representa, desplegando las magníficas cualidades de su Padre — amor, sabiduría, justicia y poder— y ayudando a las personas a conocer o experimentar lo que ese nombre representa. (Mt 11:27; Jn 1:14, 18; 17:6-12.) Y lo hizo, sobre todo, apoyando la soberanía universal de Jehová, y así demostró que su gobierno del Reino estaría basado sólidamente en esa Fuente Suprema de autoridad. Por lo tanto, pudo decirse de él: “Dios es tu trono para siempre”. (Heb 1:8.)

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El Señor Jesucristo es, por consiguiente, el “Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe”. Debido a que en él se cumplieron las profecías y a que reveló los propósitos futuros de Dios, así como debido a lo que dijo e hizo y a lo que fue, conforma el fundamento sólido sobre el que debe descansar la fe verdadera. (Heb 12:2; 11:1.) J

it-2 págs. 816-820 Reino de Dios En tiempo de Babilonia y Medo-Persia. El inexorable decreto de Dios contra la poderosa Babilonia se llevó a cabo súbita e inesperadamente; sus días estaban contados y habían llegado a su fin. (Da 5:17-30.) Durante el posterior gobierno medopersa, Jehová reveló más detalles sobre el reino mesiánico, relativos a cuándo aparecería el Mesías, que sería “cortado” y también que habría una segunda destrucción de la ciudad de Jerusalén y su lugar santo. (Da 9:1, 24-27; véase SETENTA SEMANAS.) Como había hecho anteriormente durante la gobernación de Babilonia, Jehová Dios volvió a demostrar su poder sobre los elementos naturales y sobre las bestias salvajes a favor de los que reconocen su soberanía, a pesar de la cólera oficial y de las amenazas de muerte. (Da 3:13-29; 6:12-27.) Hizo que las puertas de Babilonia se abrieran de par en par cuando estaba previsto, lo que permitió que su pueblo tuviese la libertad de regresar a su propia tierra y reedificar la casa de Jehová. (2Cr 36:20-23.) Debido a su acto de libertar a su pueblo, a Sión se le podría hacer el anuncio: “¡Tu Dios ha llegado a ser rey!”. (Isa 52:7-11.) Después, se frustraron diversas conspiraciones contra su pueblo, así como acusaciones falsas de oficiales subordinados y decretos gubernamentales adversos, debido a que Jehová inducía a los diversos reyes persas a cooperar con el cumplimiento de Su voluntad soberana. (Esd 4–7; Ne 2, 4, 6; Est 3–9.) Por lo tanto, durante miles de años el propósito inmutable e irresistible de Jehová Dios siguió hacia adelante. Sin importar qué giros tomaron los acontecimientos en la Tierra, siempre demostró estar al mando de la situación, sin verse afectado por la oposición humana o demoniaca. No permitió que nada interfiriera en el desarrollo progresivo y perfecto de su propósito o de su voluntad. La historia de la nación de Israel suministró tipos proféticos de cómo trataría Dios con los hombres, y además ilustró que si no hay un reconocimiento y una sumisión de todo corazón a la jefatura divina, no puede haber armonía, paz y felicidad duraderas. Los israelitas disfrutaban de los beneficios de tener en común la ascendencia, la lengua y el país. También se encaraban a enemigos comunes. Pero solo tenían unidad, fuerza, justicia y disfrute genuino de la vida cuando adoraban y servían a Jehová Dios con lealtad y fe. Cuando sus lazos con Jehová Dios se debilitaban, la nación degeneraba rápidamente. El reino de Dios ‘se acerca’. Puesto que el Mesías tenía que ser un descendiente de Abrahán, Isaac y Jacob, un miembro de la tribu de Judá y un “hijo de David”, había de nacer como hombre; según se declaró en la profecía de Daniel, debía ser un “hijo del hombre”. Cuando “llegó el límite cabal del tiempo”, Jehová Dios envió a su Hijo, quien nació de una mujer y cumplió todos los requisitos legales para heredar el “trono de David su padre”. (Gál 4:4; Lu 1:26-33; véase GENEALOGÍA DE JESUCRISTO.) Seis meses antes de su nacimiento, nació Juan, al que llamarían el Bautista y que sería precursor de Jesús. (Lu 1:13-17, 36.) Las expresiones de los padres de Juan y de Jesús indicaron que vivían con la ansiosa expectativa de contemplar la gobernación divina. (Lu 1:41-55, 68-79.) Cuando Jesús nació, las palabras que pronunció la delegación angélica enviada para anunciar el significado de aquel acontecimiento también se refirieron a actos gloriosos de Dios. (Lu 2:9-14.) Igualmente, Simeón y Ana expresaron en el templo su esperanza de salvación y liberación. (Lu 2:25-38.) Tanto el registro bíblico como el seglar muestran que los judíos estaban a la expectativa de la venida del Mesías. Sin embargo, el interés principal de muchos de ellos era conseguir libertad del pesado yugo de la dominación romana. (Véase MESÍAS.)

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Juan tenía la comisión de ‘volver los corazones’ de las personas a Jehová, a sus pactos, al “privilegio de rendirle servicio sagrado sin temor, con lealtad y justicia”, y de este modo “alistar para Jehová un pueblo preparado”. (Lu 1:16, 17, 72-75.) Dijo sin ambages a las personas que se encaraban a un tiempo de juicio de Dios y que ‘el reino de los cielos se había acercado’, por lo que era urgente que se arrepintieran y abandonaran su proceder de desobediencia a la voluntad y la ley de Dios. Esto volvía a poner de relieve la norma de Jehová de tener únicamente súbditos bien dispuestos, personas que reconocieran y apreciaran la justicia de sus caminos y sus leyes. (Mt 3:1, 2, 7-12.) La venida del Mesías tuvo lugar cuando Jesús se presentó a Juan para bautizarse y fue ungido por el espíritu santo de Dios. (Mt 3:13-17.) Así pasó a ser el Rey nombrado, reconocido por el tribunal de Jehová como el que tenía el derecho legal al trono davídico, un derecho que nadie había tenido en los anteriores seis siglos. (Véase JESUCRISTO [Su bautismo].) Pero Jehová introdujo además a su Hijo aprobado en un pacto para un reino celestial, en el que Jesús sería Rey y Sacerdote a la manera del Melquisedec de la antigua Salem. (Sl 110:1-4; Lu 22:29; Heb 5:4-6; 7:1-3; 8:1; véase PACTO.) Como la prometida ‘descendencia de Abrahán’, este Rey-Sacerdote celestial sería el Agente Principal de Dios para bendecir a personas de todas las naciones. (Gé 22:15-18; Gál 3:14; Hch 3:15.) Al principio de la vida terrestre de su Hijo, Jehová manifestó su poder real en su favor. Dios desvió a los astrólogos orientales que iban a informar al tirano rey Herodes sobre el paradero de Jesús, e hizo que los padres del niño se lo llevaran a Egipto antes de que los agentes de Herodes llevaran a cabo la matanza de niños en Belén. (Mt 2:1-16.) Como la profecía original de Edén había predicho enemistad entre la “descendencia” prometida y la ‘descendencia de la serpiente’, este atentado contra la vida de Jesús solo podía significar que el Adversario de Dios, Satanás el Diablo, estaba tratando, aunque sin éxito, de frustrar el propósito de Jehová. (Gé 3:15.) Después que Jesús, ya bautizado, pasó unos cuarenta días en el desierto de Judá, el principal oponente de la soberanía de Jehová se enfrentó a él. Ese adversario celestial le presentó argumentos sutiles con el propósito de inducirlo a cometer actos que violaran la voluntad y la palabra expresada de Jehová. Satanás incluso le ofreció al ungido Jesús el dominio sobre todos los reinos de la Tierra sin necesidad de luchar ni de sufrir, a cambio de que le rindiese un acto de adoración. Una vez que Jesús se negó y reconoció que Jehová era el único Soberano verdadero, de quien procede con todo derecho la autoridad y a quien debe dirigirse la adoración, el adversario de Dios adoptó otras tácticas, otra “estrategia de guerra” contra el Representante de Jehová, valiéndose en diversas ocasiones de agentes humanos, como ya había hecho mucho tiempo antes en el caso de Job. (Job 1:8-18; Mt 4:1-11; Lu 4:1-13; compárense con Rev 13:1, 2.) ¿En qué sentido estaba el Reino ‘en medio’ de aquellos a quienes Jesús predicó? Con confianza en que Jehová tenía el poder de protegerle y de concederle éxito, Jesús emprendió su ministerio público, anunciando al pueblo que estaba en pacto con Jehová que ‘el tiempo señalado se había cumplido’, lo que significaba que el reino de Dios estaba cerca. (Mr 1:14, 15.) Para determinar en qué sentido estaba ‘cerca’ el Reino, pueden examinarse las palabras que dirigió a ciertos fariseos: “El reino de Dios está en medio de ustedes”. (Lu 17:21.) Algunos comentaristas citan frecuentemente este versículo como un ejemplo del ‘misticismo’ o ‘introversión’ de Jesús. Esta interpretación se basa principalmente en la expresión “dentro de vosotros”, que es como traducen un buen número de versiones la última parte de esta cita (AFEBE, Enz, Leal, NBE, Rule, Scío y otras). Sin embargo, muchas otras difieren. Por ejemplo, Torres Amat lee: “Ya el reino de Dios, o el Mesías, está en medio de vosotros”. Cantera-Iglesias dice: “El reino de Dios está entre vosotros”, y en una nota comenta: “ENTRE VOSOTROS (no ‘dentro de vosotros’, ‘en vuestro interior’): en la persona de Jesús, presente entre los fariseos”. Asimismo, Straubinger traduce “ya está [...]

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en medio de vosotros”, y en una nota comenta: “El sentido no puede ser que el reino está dentro de sus almas, pues Jesús está hablando con los fariseos”. (Véanse también las notas de Besson, BJ, NTI y Petite.) Como “reino [ba·si·léi·a]” puede significar “dignidad real”, es evidente que Jesús se refería a que él, el representante real de Dios, el ungido por Dios para ejercer la gobernación real, estaba en medio de ellos. No solo estaba presente en calidad de futuro rey del Reino, sino que también tenía autoridad para realizar obras que manifestaban el poder regio de Dios y preparar a quienes iban a ocupar puestos en su venidero gobierno del Reino. A eso se refería la ‘proximidad’ del Reino; era un tiempo en el que se daban unas circunstancias muy especiales. Un gobierno con poder y autoridad. Los discípulos de Jesús entendieron que el Reino era un verdadero gobierno de Dios, aunque no comprendieron el alcance de su dominio. Natanael le dijo a Jesús: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. (Jn 1:49.) Ellos conocían lo que la profecía de Daniel decía en cuanto a “los santos”. (Da 7:18, 27.) Jesús prometió claramente a sus apóstoles que ocuparían “tronos”. (Mt 19:28.) Santiago y Juan buscaron ciertas posiciones privilegiadas en el gobierno mesiánico, y Jesús reconoció que las habría, si bien dijo que el asignarlas dependía de su Padre, el Gobernante Soberano. (Mt 20:20-23; Mr 10:35-40.) Por tanto, aunque sus discípulos creyeron erróneamente que la gobernación regia del Mesías se circunscribía a la Tierra —y específicamente al Israel carnal— e incluso lo manifestaron así el día de la ascensión del resucitado Jesús (Hch 1:6), entendieron correctamente que se trataba de un verdadero gobierno. (Compárese con Mt 21:5; Mr 11:7-10.) El Representante real de Jehová demostró visiblemente de muchas maneras el poder regio de Dios sobre su creación terrestre. Por medio del espíritu o fuerza activa de Dios, su Hijo controló el viento y el mar, la vegetación, los peces y hasta los elementos orgánicos del alimento, como cuando lo multiplicó. Estas obras poderosas hicieron que sus discípulos llegaran a tener un profundo respeto por su autoridad. (Mt 14:2333; Mr 4:36-41; 11:12-14, 20-23; Lu 5:4-11; Jn 6:5-15.) Aún causaba una impresión más profunda su manera de ejercer el poder de Dios sobre los cuerpos humanos, al sanar afecciones como la ceguera y la lepra y devolver la vida a los muertos. (Mt 9:35; 20:30-34; Lu 5:12, 13; 7:11-17; Jn 11:39-47.) Jesús dijo a algunos leprosos sanados que se presentaran a los sacerdotes, quienes generalmente no creían a pesar de su autorización divina, “para testimonio a ellos”. (Lu 5:14; 17:14.) Por último, mostró el poder de Dios sobre los espíritus sobrehumanos. Los demonios reconocían la autoridad conferida a Jesús, y en lugar de exponerse a una prueba decisiva del poder que le respaldaba, acataban sus órdenes de dejar libres a los posesos. (Mt 8:28-32; 9:32, 33; compárese con Snt 2:19.) Como este poder para expulsar demonios procedía del espíritu de Dios, se podía decir que el reino de Dios realmente había “alcanzado” a sus oyentes. (Mt 12:25-29; compárese con Lu 9:42, 43.) Todo esto era prueba sólida de que Jesús tenía autoridad real y de que esta no procedía de ninguna fuente política humana. (Compárese con Jn 18:36; Isa 9:6, 7.) A unos mensajeros enviados por Juan el Bautista —preso por aquel entonces— que habían sido testigos de las obras poderosas de Jesús, este les mandó volver a Juan y decirle lo que habían visto y oído como confirmación de que Jesús era realmente “Aquel Que Viene”. (Mt 11:2-6; Lu 7:18-23; compárense con Jn 5:36.) Los discípulos de Jesús estaban viendo y oyendo la prueba de la autoridad de Reino que los profetas habían anhelado presenciar. (Mt 13:16, 17.) Además, Jesús podía delegar autoridad a sus discípulos para que tuvieran poderes similares como sus representantes nombrados, y de este modo daba fuerza y peso a su proclamación: “El reino de los cielos se ha acercado”. (Mt 10:1, 7, 8; Lu 4:36; 10:8-12, 17.) La entrada en el Reino. Jesús destacó que había llegado un período especial de circunstancias favorables. De su precursor, Juan, dijo: “Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor

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que él. Pero desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor [bi·á·ze·tai] los hombres, y los que se adelantan con ardor [bi·a·stái] se asen de él. [Compárese con BC, nota; Besson; Mensajero; Mod; PNT; RH; VHA; Vi.] Porque todos, los Profetas y la Ley, profetizaron hasta Juan”. (Mt 11:10-13.) Por lo tanto, los días del ministerio de Juan, que pronto terminarían con su ejecución, señalaron la conclusión de un período y el comienzo de otro. En cuanto al verbo griego bi·á·zo·mai, empleado en este texto, W. E. Vine dice que sugiere “un empeño esforzado”. (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, 1987, vol. 4, pág. 246.) El erudito alemán Heinrich Meyer escribió sobre Mateo 11:12: “Así se describe ese esfuerzo y esa lucha ansiosa e irresistible en pos del reino Mesiánico que se acerca [...]. Tan ansioso y enérgico (ya no calmado y expectante) es el interés con respecto al reino. Los [bi·a·stái] son, por consiguiente, creyentes [no enemigos agresores] que luchan vigorosamente por poseerlo”. (Critical and Exegetical Hand-Book to the Gospel of Matthew, de H. Meyer, 1884, pág. 225.) Así pues, pertenecer al reino de Dios no se conseguiría con facilidad; no sería como acercarse a una ciudad abierta en la que muy poco, o nada, dificultase la entrada. Al contrario, el Soberano Jehová Dios había colocado barreras para excluir a cualquiera que no lo mereciera. (Compárese con Jn 6:44; 1Co 6:911; Gál 5:19-21; Ef 5:5.) Los que entraran tendrían que recorrer un camino estrecho, pasar por una puerta angosta y pedir, buscar y tocar con insistencia. Solo entonces se les abriría el camino. El camino es “estrecho” en el sentido de que restringe a los que caminan por él para que no hagan cosas que puedan perjudicar a otros o a ellos mismos. (Mt 7:7, 8, 13, 14; compárese con 2Pe 1:10, 11.) Quizás tuvieran que perder un ojo o una mano en sentido figurado a fin de conseguir la entrada. (Mr 9:43-47.) El Reino no sería una plutocracia en la que se pudiera comprar el favor del Rey; sería difícil que un rico (gr. plóu·si·os) entrase. (Lu 18:24, 25.) No sería una aristocracia mundana; una posición social elevada no contaría. (Mt 23:1, 2, 612, 33; Lu 16:14-16.) Los que parecieran “primeros”, con unos antecedentes religiosos impresionantes, serían los “últimos”, y los ‘últimos serían los primeros’ en recibir los benditos privilegios relacionados con ese Reino. (Mt 19:30–20:16.) Los fariseos hipócritas, hombres prominentes que confiaban en su posición ventajosa, verían entrar en el Reino antes que ellos a las rameras y a los recaudadores que habían reformado su conducta. (Mt 21:31, 32; 23:13.) Aunque llamaran a Jesús “Señor, Señor”, a todos aquellos hipócritas que no respetasen la palabra y la voluntad de Dios revelada por medio de Jesús, se les rechazaría con las palabras: “¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obradores del desafuero”. (Mt 7:15-23.) Conseguirían entrar los que pusieran los intereses materiales en segundo lugar y buscaran primero el Reino y la justicia de Dios. (Mt 6:31-34.) Al igual que Cristo Jesús, el Rey ungido de Dios, estas personas amarían la justicia y odiarían el desafuero. (Heb 1:8, 9.) Los futuros miembros del Reino tendrían una inclinación espiritual, serían misericordiosos, de corazón puro y pacíficos, aunque otros hombres los vituperarían y perseguirían. (Mt 5:3-10; Lu 6:23.) El “yugo” que Jesús ofreció a tales personas significaba sumisión a su autoridad regia. Pero para los “de genio apacible y [humildes] de corazón”, como era el Rey, se trataba de un yugo suave y una carga ligera. (Mt 11:28-30; compárese con 1Re 12:12-14; Jer 27:1-7.) Esto debió conmover a sus oyentes, pues les aseguraba que su gobernación no tendría ninguna de las cualidades indeseables que habían mostrado muchos gobernantes anteriores, tanto israelitas como no israelitas. Les dio razón para creer que bajo su gobierno no habría impuestos opresivos, trabajos forzados o explotación de cualquier tipo. (Compárese con 1Sa 8:10-18; Dt 17:15-17, 20; Ef 5:5.) Como mostraron las palabras posteriores de Jesús, no solo el Cabeza del venidero gobierno del Reino demostraría su abnegación hasta el punto de dar la vida por su pueblo, sino que todos los que estuvieran asociados con él en ese gobierno también procurarían servir al prójimo en vez de ser servidos. (Mt 20:25-28; véase JESUCRISTO [Sus obras y cualidades personales].)

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La sumisión de buena gana es fundamental. El propio Jesús sentía el respeto más profundo por la voluntad y la autoridad soberana de su Padre. (Jn 5:30; 6:38; Mt 26:39.) Mientras estaba en vigor el pacto de la Ley los seguidores judíos de Jesús tenían que practicar y recomendar a otros la obediencia a dicho pacto; Jesús rechazaría de su Reino a todo el que adoptara un proceder opuesto. No obstante, este respeto y obediencia debía proceder del corazón, y no tenía que limitarse a observar la parte formal o ritual de la Ley, enfatizando solo mandatos específicos. Por el contrario, debían obedecerse principios básicos, como la justicia, la misericordia y la fidelidad. (Mt 5:17-20; 23:23, 24.) Jesús dijo que ‘no estaba lejos del reino de Dios’ al escriba que reconoció la posición singular de Jehová y que admitió que el “amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y esto de amar al prójimo como a uno mismo, vale mucho más que todos los holocaustos y sacrificios”. (Mr 12:28-34.) Por lo tanto, Jesús hizo patente en todos los aspectos que Jehová Dios solo busca a súbditos dispuestos, que prefieren Sus caminos justos y desean fervientemente vivir bajo su autoridad soberana. La relación de pacto. Durante la última noche que Jesús pasó con sus discípulos, habló de un “nuevo pacto” con ellos que sería validado por su sacrificio de rescate (Lu 22:19, 20; compárese con 12:32); él sería Mediador entre el Soberano Jehová y ellos. (1Ti 2:5; Heb 12:24.) Además, Jesús hizo un pacto personal con sus seguidores “para un reino”, a fin de que pudieran participar con él de sus privilegios reales. (Lu 22:2830; véase PACTO.) Vencer al mundo. Aunque la detención, juicio y ejecución de Jesús podían dar la impresión de que su posición real era débil, en realidad constituyeron un claro cumplimiento de las profecías divinas, por lo que Dios lo permitió. (Jn 19:10, 11; Lu 24:19-27, 44.) Mediante su lealtad e integridad hasta la muerte, Jesús demostró que “el gobernante del mundo”, el Adversario de Dios, Satanás, no tenía “dominio” sobre él y que él había “vencido al mundo”. (Jn 14:29-31; 16:33.) Además, aunque su Hijo había sido fijado en un madero, Jehová manifestó su poder sin igual: la luz del Sol desapareció temporalmente, hubo un fuerte terremoto y se rasgó en dos la gran cortina que había en el templo. (Mt 27:51-54; Lu 23:44, 45.) Al tercer día, dio aún más prueba de su Soberanía cuando resucitó a su Hijo a la vida celestial, a pesar de los frágiles esfuerzos humanos por impedir la resurrección apostando guardas ante la tumba sellada de Jesús. (Mt 28:1-7.) ‘El reino del Hijo de su amor.’ Diez días después de la ascensión de Jesús a los cielos, en el Pentecostés del año 33 E.C., sus discípulos tuvieron prueba de que había sido “ensalzado a la diestra de Dios” cuando derramó espíritu santo sobre ellos. (Hch 1:8, 9; 2:1-4, 29-33.) De esta manera entró en vigor el “nuevo pacto”, y ellos se convirtieron en el núcleo de una nueva “nación santa”, el Israel espiritual. (Heb 12:22-24; 1Pe 2:9, 10; Gál 6:16.) Entonces Cristo estaba sentado a la diestra del Padre y era el Cabeza de la congregación. (Ef 5:23; Heb 1:3; Flp 2:9-11.) Las Escrituras muestran que a partir del Pentecostés del año 33 E.C. se estableció un reino espiritual sobre los discípulos. Cuando el apóstol Pablo escribió a los cristianos colosenses del primer siglo, indicó que Jesucristo ya tenía un reino: “[Dios] nos libró de la autoridad de la oscuridad y nos transfirió al reino del Hijo de su amor”. (Col 1:13; compárese con Hch 17:6, 7.) El reino de Cristo que empezó en el Pentecostés de 33 E.C. es de carácter espiritual, al igual que el Israel sobre el que rige: los cristianos engendrados por el espíritu de Dios para ser Sus hijos espirituales. (Jn 3:3, 5, 6.) Cuando tales cristianos engendrados por espíritu reciben su recompensa espiritual, dejan de ser súbditos terrestres del reino espiritual de Cristo para pasar a ser reyes con Cristo en los cielos. (Rev 5:9, 10.) “El Reino de nuestro Señor y de su Cristo.” A finales del siglo I E.C., el apóstol Juan tuvo una revelación divina del tiempo futuro en el que Jehová Dios produciría una nueva forma de gobernación divina mediante

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su Hijo. En aquel tiempo, como cuando David llevó el Arca a Jerusalén, podría decirse que Jehová ‘había tomado su gran poder y había empezado a reinar’. Sería entonces cuando fuertes voces en el cielo proclamarían: “El reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará para siempre jamás”. (Rev 11:15, 17; 1Cr 16:1, 31.) “Nuestro Señor”, el Señor Soberano Jehová, impone su autoridad sobre “el reino del mundo” produciendo una nueva expresión de su soberanía sobre la Tierra. Concede a su Hijo Jesucristo una participación subsidiaria en ese Reino, de modo que se le llama “el reino de nuestro Señor y de su Cristo”. Este reino es de proporciones y dimensiones mayores que “el reino del Hijo de su amor”, del que se habla en Colosenses 1:13. “El reino del Hijo de su amor” empezó en el Pentecostés del año 33 E.C. y ha gobernado sobre los discípulos ungidos de Cristo; “el reino de nuestro Señor y de su Cristo” se inicia al fin de “los tiempos señalados de las naciones” y gobierna sobre toda la humanidad en la Tierra. (Lu 21:24.) Después de recibir participación en “el reino del mundo”, Jesucristo toma las medidas necesarias para eliminar la oposición a la soberanía de Dios. La acción inicial tiene lugar en la región celestial; se derrota a Satanás y sus demonios y se les arroja al ámbito terrestre. Como resultado, se hace la siguiente proclamación: “Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo”. (Rev 12:1-10.) Durante el corto período de tiempo que le queda, este principal adversario, Satanás, continúa cumpliendo la profecía de Génesis 3:15 al guerrear contra “los restantes” de la “descendencia” de la mujer, los “santos” que están en vías de gobernar con Cristo. (Rev 12:13-17; compárese con 13:4-7; Da 7:21-27.) No obstante, los “justos decretos” de Jehová se hacen manifiestos, y sus expresiones de juicio caen como plagas sobre sus opositores, lo que lleva a la destrucción de la mística Babilonia la Grande, la perseguidora principal de los siervos de Dios en la Tierra. (Rev 15:4; 16:1–19:6.) Después, “el reino de nuestro Señor y de su Cristo” envía sus ejércitos celestiales contra los gobernantes de todos los reinos terrestres y sus ejércitos para pelear la batalla de Armagedón, en la que estos últimos son destruidos. (Rev 16:14-16; 19:11-21.) Esta es la respuesta a la petición hecha a Dios: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mt 6:10.) A continuación se abisma a Satanás y empieza un período de mil años en el que Cristo Jesús y sus asociados gobiernan como J reyes y sacerdotes sobre los habitantes de la Tierra. (Rev 20:1, 6.) Cristo “entrega el reino”. El apóstol Pablo también describe la gobernación de Cristo durante su presencia. Después de resucitar a sus seguidores, Cristo procede a reducir “a nada todo gobierno y toda autoridad y poder” (lógicamente, todo gobierno, autoridad y poder en oposición a la voluntad soberana de Dios). Más tarde, al final del reino milenario, “entrega el reino a su Dios y Padre”, y se somete a “Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos”. (1Co 15:21-28.) Puesto que Jesucristo “entrega el reino a su Dios y Padre”, ¿en qué sentido es su reino “eterno”, como se repite una y otra vez en las Escrituras? (2Pe 1:11; Isa 9:7; Da 7:14; Lu 1:33; Rev 11:15.) Del siguiente modo: su Reino “nunca será reducido a ruinas”, sus logros serán perpetuos y él recibirá honra eterna por su papel de Rey Mesiánico. (Da 2:44.) Durante el reinado milenario, el gobierno de Cristo sobre la Tierra desempeñará un papel sacerdotal a favor de la humanidad obediente. (Rev 5:9, 10; 20:6; 21:1-3.) De este modo terminará el dominio del pecado y la muerte como reyes sobre la humanidad obediente, ahora sujeta a su “ley”; la bondad inmerecida y la justicia serán las cualidades imperantes. (Ro 5:14, 17, 21.) Como los habitantes de la Tierra ya no estarán sujetos al pecado y la muerte, también terminará la necesidad de que Jesús rinda un servicio propiciatorio como “ayudante para con el Padre” por los pecados de los humanos imperfectos. (1Jn 2:1, 2.) La humanidad habrá recuperado la posición que tenía originalmente cuando el hombre perfecto Adán

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estaba en Edén. En aquel tiempo Adán no necesitaba a nadie entre él y Dios para hacer propiciación. De igual modo, al final del gobierno milenario los habitantes de la Tierra estarán en posición —de hecho, tendrán la obligación— de responder por su proceder ante Jehová Dios como Juez Supremo, sin recurrir a nadie como intermediario o ayudante legal. De ese modo Jehová, el Poder Soberano, pasa a ser “todas las cosas para con todos”. Esto significa que se habrá realizado en su totalidad el propósito de Dios de “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están] en la tierra”. (1Co 15:28; Ef 1:9, 10.) El gobierno milenario de Jesús habrá cumplido completamente su propósito. La Tierra, en un tiempo foco de rebelión, habrá sido restaurada a una posición plena, limpia e indiscutida en el dominio del Soberano Universal. No quedará ningún reino subsidiario entre Jehová y la humanidad obediente. Sin embargo, después de esto se someterá a esos súbditos terrestres a una prueba final de integridad y devoción. Satanás será soltado del abismo. Los que permitan que él los seduzca lo harán por la misma cuestión que surgió en Edén: la legitimidad de la soberanía de Dios, pues se dice que atacan el “campamento de los santos y la ciudad amada”. Como el Tribunal del cielo habrá zanjado judicialmente esa cuestión y habrá cerrado el caso ya no se permitirá otra rebelión prolongada. Los que no permanezcan leales al lado de Dios no podrán apelar a Cristo Jesús como un ‘ayudante propiciatorio’, sino que Jehová Dios será “todas las cosas” para ellos. No habrá ninguna apelación o mediación posible. Todos los rebeldes, espíritus y humanos, recibirán la sentencia divina de destrucción en la “muerte segunda”. (Rev 20:7-15.) J it-2 págs. 1072-1073 Sumo sacerdote El sacerdocio de Melquisedec. El primer sacerdote que se menciona en la Biblia es Melquisedec, quien fue “sacerdote del Dios Altísimo” y rey de Salem (Jerusalén). Abrahán se encontró con este rey-sacerdote cuando volvió de derrotar a los tres reyes que se habían aliado con el rey elamita Kedorlaomer. Abrahán reconoció el origen divino de la autoridad de Melquisedec, pues aceptó su bendición y le dio el décimo del botín. En la Biblia no aparece el registro de los antepasados de Melquisedec ni tampoco se dice nada de su nacimiento ni de su muerte. No tuvo ni predecesores ni sucesores. (Gé 14:17-24; véase MELQUISEDEC.) El sumo sacerdocio de Jesucristo. El libro bíblico de Hebreos dice que desde que Jesucristo resucitó y entró en el cielo, es un “sumo sacerdote a la manera de Melquisedec para siempre”. (Heb 6:20; 7:17, 21.) Para indicar la grandeza del sacerdocio de Cristo y su superioridad en contraste con el sacerdocio aarónico, el escritor muestra que Melquisedec ocupaba los puestos de rey y sacerdote por designación del Dios Altísimo, no por herencia. Cristo Jesús, que no era de la tribu de Leví, sino de la de Judá, y de la línea de David, no heredó su puesto por ser descendiente de Aarón, sino por nombramiento directo de Dios, como en el caso de Melquisedec. (Heb 5:10.) La promesa registrada en el Salmo 110:4: “Jehová ha jurado (y no sentirá pesar): ‘¡Tú eres sacerdote hasta tiempo indefinido a la manera de Melquisedec!’”, convierte a Cristo en un Rey-Sacerdote celestial. Pero Cristo, además, posee la autoridad del Reino debido a ser descendiente de David, el heredero del Reino prometido en el pacto davídico. (2Sa 7:11-16.) De manera que Jesucristo ejerce las funciones combinadas de rey y sacerdote al igual que Melquisedec. La sobrepujante excelencia del sumo sacerdocio de Cristo se muestra también por el hecho de que Leví, el progenitor del sacerdocio judío, presentó diezmos a Melquisedec, pues estaba en los lomos de Abrahán cuando el patriarca dio un diezmo al rey-sacerdote de Salem. Además, según ese razonamiento, Leví también fue bendecido por Melquisedec, y la regla es que el menor es bendecido por el mayor. (Heb 7:410.) El apóstol también subraya con respecto a Melquisedec que estuvo “sin padre, sin madre, sin

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genealogía, sin tener principio de días ni fin de vida”, por lo que pudo representar el sacerdocio eterno de Jesucristo, quien ha sido resucitado a “una vida indestructible”. (Heb 7:3, 15-17.) Sin embargo, aunque Cristo no recibe su sacerdocio por ser descendiente carnal de Aarón ni tiene ningún predecesor ni sucesor en su puesto, cumple con el modelo ejemplificado por el sumo sacerdote Aarón. El apóstol deja este hecho muy claro cuando muestra que el tabernáculo en forma de tienda que se construyó en el desierto era un modelo de “la tienda verdadera, que Jehová levantó, y no el hombre”, y que los sacerdotes levíticos rendían “servicio sagrado en una representación típica y sombra de las cosas celestiales”. (Heb 8:1-6; 9:11.) También dice que Jesucristo, quien ofreció su propio cuerpo perfecto en lugar de ofrecer sacrificios animales, abolió la validez o la necesidad de aquellos sacrificios y luego “[pasó] por los cielos”, “no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre[,] una vez para siempre en el lugar santo, y obtuvo liberación eterna para nosotros”. (Heb 4:14; 9:12; 10:5, 6, 9.) Él entró en el lugar santo tipificado por el Santísimo en el que entraba Aarón, a saber, “el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor de nosotros”. (Heb 9:24.) No era necesario repetir el sacrificio de Jesús como el sumo sacerdote antitípico, como ocurría con los sacrificios de los sacerdotes aarónicos, porque el de Jesús quitó definitivamente el pecado. (Heb 9:13, 14, 25, 26.) Además, en el tipo o sombra, ningún sacerdote del sacerdocio aarónico podía vivir suficiente tiempo para salvar completamente, es decir, llevar a una salvación y perfección completas a aquellos a quienes ministraba, pero Cristo “puede salvar completamente a los que están acercándose a Dios mediante él, porque siempre está vivo para abogar por ellos”. (Heb 7:23-25.) Además de su responsabilidad de ofrecer los sacrificios, el sumo sacerdote también bendecía al pueblo y lo instruía en las justas leyes de Dios. En Jesucristo también se combinan estas tres funciones. Al comparecer ante su Padre en los cielos, “ofreció un solo sacrificio por los pecados perpetuamente, y se sentó a la diestra de Dios, esperando desde entonces hasta que se coloque a sus enemigos como banquillo para sus pies”. (Heb 10:12, 13; 8:1.) Además, “la segunda vez que aparece será aparte del pecado y a los que lo están esperando con intenso anhelo para la salvación de ellos”. (Heb 9:28.) La superioridad de Jesucristo como Sumo Sacerdote se ve también en otro sentido. Llegó a ser un hombre de carne y sangre como sus “hermanos” (Heb 2:14-17), y fue probado completamente; sufrió toda clase de oposición, persecución y finalmente una muerte ignominiosa. Como dice el registro bíblico, “aunque era Hijo, aprendió la obediencia por las cosas que sufrió; y después de haber sido perfeccionado vino a ser responsable de la salvación eterna para todos los que le obedecen”. (Heb 5:8, 9.) El apóstol Pablo explica cuál es uno de los beneficios que se deriva del hecho de que Jesús haya sido probado, al decir: “Pues por cuanto él mismo ha sufrido al ser puesto a prueba, puede ir en socorro de los que están siendo puestos a prueba”. (Heb 2:18.) Todo aquel que lo invoque puede tener la seguridad de que recibirá un trato misericordioso y considerado, pues, como Pablo dice: “No tenemos como sumo sacerdote a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a uno que ha sido probado en todo sentido J igual que nosotros, pero sin pecado”. (Heb 4:15, 16.) rs pág. 206-pág. 208 Jesucristo Jesucristo Definición: El unigénito Hijo de Dios, el único Hijo traído a la existencia directamente por Jehová. Este Hijo es el primogénito de toda la creación. Por medio de él fueron creadas todas las otras cosas del cielo y de la Tierra. Es el segundo personaje en cuanto a importancia en el

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universo. Es el Hijo a quien Jehová envió a la Tierra para que diera su vida como rescate por la humanidad, y así abrió, a los de la prole de Adán que ejercieran fe, la oportunidad de obtener vida eterna. Este mismo Hijo, restaurado a la gloria celestial, gobierna ahora como Rey, y tiene autoridad para destruir a todos los inicuos y efectuar el propósito original de su Padre para con la Tierra. La forma hebrea del nombre Jesús significa “Jehová Es Salvación”; Cristo es el equivalente de la palabra hebrea Ma·shiʹach (Mesías), que significa “Ungido”. ¿Fue Jesucristo un personaje histórico, real? La Biblia misma proporciona la prueba principal de que Jesucristo es un personaje histórico. El relato escrito de los Evangelios no consiste en una narración vaga de sucesos que hubieran tenido lugar en algún tiempo no especificado y en una localidad sin nombre. Se declaran específicamente, con lujo de detalles, el tiempo y el lugar de los sucesos. Por ejemplo, véase Lucas 3:1, 2, 21-23. Josefo, historiador judío del primer siglo, se refirió al apedreamiento de “Santiago, hermano de Jesús a quien llamaban el Cristo” (The Jewish Antiquities, [Antigüedades judaicas], Josefo, Libro XX, sección 200). Una referencia directa y muy favorable a Jesús, que se encuentra en el Libro XVIII, secciones 63, 64, ha sido puesta en tela de juicio por algunos que afirman que la misma fue agregada más tarde o fue cambiada por los cristianos para darle realce; pero se reconoce que el vocabulario y el estilo son básicamente los de Josefo, y el pasaje se encuentra en todos los manuscritos disponibles. Tácito, historiador romano que vivió a fines del primer siglo E.C., escribió: “Christus [forma latina de “Cristo”], del cual el nombre [cristiano] se originó, sufrió la pena capital durante el reinado de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato” (The Complete Works of Tacitus [Obras completas de Tácito], Nueva York, 1942, “The Annals” [“Anales”], Libro 15, pár. 44). En cuanto a las primeras referencias históricas no cristianas a Jesús, The New Encyclopædia Britannica declara: “Estos relatos independientes demuestran que en tiempos antiguos ni siquiera los adversarios del cristianismo dudaron alguna vez de la historicidad de Jesús, la cual varios autores de a fines del siglo XVIII, del siglo XIX y de a principios del siglo XX pusieron en tela de juicio por primera vez y por razones de poco peso” (1976, Macropædia, tomo 10, pág. 145). ¿Fue Jesucristo sencillamente un hombre bueno? Es interesante el hecho de que Jesús reprendió a un hombre que se dirigió a él usando el título de “Buen Maestro”, porque Jesús reconocía que él mismo no era el modelo de la bondad, sino su Padre (Mar. 10:17, 18). No obstante, para estar a la altura de lo que las personas generalmente quieren decir cuando dicen que alguien es bueno, Jesús ciertamente ha debido ser una persona que decía la verdad. De hecho, hasta sus enemigos reconocían que era tal clase de persona (Mar. 12:14). Él mismo dijo que había existido antes de haber llegado a ser humano, que era el Hijo unigénito de Dios, que era el Mesías, aquel cuya venida había sido predicha por todas las Escrituras Hebreas. O era lo que afirmaba ser, o era un impostor craso, pero ninguna de las dos opciones dejan margen para que se le considere como sencillamente un hombre bueno. (Juan 3:13; 10:36; 4:25, 26: Luc. 24:44-48.) ¿Fue Jesús tan solo un profeta cuya autoridad fuera semejante a la de Moisés, Buda, Mahoma y otros líderes religiosos? Jesús mismo enseñó que era el singular Hijo de Dios (Juan 10:36; Mat. 16:15-17), el predicho Mesías (Mar. 14:61, 62), que había existido en el cielo antes de llegar a existir como humano (Juan 6:38; 8:23, 58), que se le daría muerte y que entonces sería resucitado al tercer día, después de lo cual regresaría a los

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cielos (Mat. 16:21; Juan 14:2, 3). ¿Fueron verídicas estas afirmaciones?, y, por lo tanto, ¿fue él realmente diferente de todos los demás profetas verdaderos de Dios y contrasta marcadamente con todos los supuestos líderes religiosos? La verdad se haría patente al tercer día después de su muerte. ¿Lo resucitó entonces Dios de entre los muertos, y confirmó así que Jesucristo había dicho la verdad y que realmente era el singular Hijo de Dios? (Rom. 1:3, 4.) De hecho, más de 500 testigos vieron a Jesús vivo después de su resurrección, y sus apóstoles fieles fueron testigos oculares cuando él empezó a ascender nuevamente al cielo y entonces desapareció de la vista de ellos en una nube (1 Cor. 15:3-8; Hech. 1:2, 3, 9). Quedaron tan completamente convencidos de que él había sido levantado de entre los muertos que muchos de ellos arriesgaron su propia vida para dar a conocer ese hecho a otros. (Hech. 4:18-33.)

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Cómo nos afecta la cuestión de la soberanía w10 15/11 págs. 24-26 Jehová es nuestro Soberano Cuestiones implicadas en el drama 4

En este drama universal entran en juego dos asuntos estrechamente ligados entre sí: la soberanía de Dios y la integridad del ser humano. Las Escrituras llaman muchas veces a Jehová “Señor Soberano”. Por ejemplo, un salmista dijo lleno de confianza: “En el Señor Soberano Jehová he puesto mi refugio” (Sal. 73:28). La palabra soberanía se refiere a la autoridad suprema del gobierno. Por tanto, quien ejerce el poder o autoridad en grado máximo recibe el nombre de soberano. Sin duda, tenemos sobradas razones para llamar así a Jehová, el Ser Supremo (Dan. 7:22). 5

Puesto que Jehová ha creado todo, es el legítimo Soberano de la Tierra y del resto del universo (léase Revelación 4:11). Además, también es nuestro Juez, Legislador y Rey, combinando así en su persona los poderes judicial, legislativo y ejecutivo, las tres ramas del gobierno universal (Isa. 33:22). Dado que le debemos la existencia y dependemos de él, tenemos que verlo como nuestro Señor Soberano y defender su elevadísima posición. Algo que nos moverá a hacerlo es tener siempre presentes estas palabras: “Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y sobre toda cosa su propia gobernación real ha tenido la dominación” (Sal. 103:19; Hech. 4:24). 6

Si queremos defender la soberanía de Jehová, debemos mantenernos íntegros. Ahora bien, ¿qué implica ser íntegro? Como lo ilustra el caso del patriarca Job, la integridad exige demostrar entereza moral, ser intachable y actuar con rectitud (Job 1:1). Da comienzo el drama 7

Hace seis mil años, un espíritu se rebeló contra Jehová. Con sus palabras y acciones, cuestionó la legitimidad de la soberanía divina. Y lo hizo por puro egoísmo: porque quería ser adorado. Por eso indujo a nuestros primeros padres, Adán y Eva, a ser desleales al Soberano Universal. También intentó ensuciar el buen nombre de Jehová insinuando que era un mentiroso (léase Génesis 3:1-5). Aquel rebelde se convirtió en el gran enemigo de Dios. Con el tiempo llegó a ser conocido como Satanás, el Diablo, la serpiente y el dragón, nombres que lo identifican como opositor, calumniador, engañador y devorador, respectivamente (Rev. 12:9). 8

Satanás se alzó como gobernante rival. Ante ese desafío contra su soberanía, ¿qué haría Jehová? ¿Destruirlo de inmediato junto con Adán y Eva? Sin duda, tenía poder de sobra para eliminar a los tres rebeldes. Si lo hubiera hecho, habría probado que es el Dios omnipotente. Por otro lado, habría demostrado que no mentía cuando les advirtió del castigo que recibirían si violaban su ley. Entonces, ¿por qué no tomó esa medida? 9

Con sus mentiras, Satanás consiguió que Adán y Eva se apartaran de su Creador. Y así puso en duda que Dios tuviera derecho a exigirles obediencia a los seres humanos. Además, al inducir a nuestros primeros padres a rebelarse contra Jehová, cuestionó la lealtad de todas las criaturas inteligentes. Como se vio más tarde en el caso de Job —quien sí se mantuvo fiel a la soberanía divina—, el Diablo estaba afirmando que era capaz de apartar de Dios a toda persona (Job 2:1-5). 10

Al no zanjar de inmediato la cuestión de la soberanía, Jehová le dio tiempo a Satanás para que intentara probar sus acusaciones. Y, además, nos concedió a los seres humanos la oportunidad de demostrarle lealtad. ¿Qué ha sucedido en el transcurso de los siglos? Satanás ha formado una poderosa red criminal. Pero Dios terminará destruyéndolo a él y a su organización, y de este modo dejará establecido

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que es el legítimo Soberano. Jehová siempre ha estado seguro de su victoria. Tanto es así que la anunció tan pronto como se produjo la rebelión del hombre (Gén. 3:15). 11

Muchos seres humanos han demostrado fe y lealtad poniéndose del lado de Jehová en la cuestión de la soberanía y la santificación de su nombre. Entre ellos figuran Abel, Enoc, Noé, Abrahán, Sara, Moisés, Rut, David, Jesús, los primeros cristianos y millones de hombres y mujeres íntegros de nuestros días. Estos defensores de la soberanía divina han contribuido a probar que Satanás es un mentiroso. Con su fidelidad, también han ayudado a limpiar el nombre divino de todo el lodo que le ha lanzado el Diablo al J asegurar que podía apartar de Jehová a cualquier persona (Pro. 27:11). w07 1/12 págs. 28-30 ¿Apoya usted la soberanía de Jehová? Un modelo digno de imitar 12

Hoy día, como predijo Jesús, las buenas nuevas del Reino se están predicando en muchos países (Mateo 24:14). Como resultado, millones de personas han dedicado su vida a Dios. Todas ellas están encantadas con las bendiciones que traerá el Reino. De hecho, están deseando vivir para siempre en paz y seguridad en una Tierra hecha un paraíso, y por eso disfrutan de hablar de su esperanza con la gente (Salmo 37:11; 2 Pedro 3:13). ¿Es usted uno de estos evangelizadores? Si así es, ha tomado una excelente decisión. Ahora bien, hay algo en lo que todos debemos pensar. 13 El apóstol Pedro escribió: “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles

dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Pedro 2:21). ¿No le parece interesante que aquí Pedro resalte los sufrimientos de Jesús, y no el entusiasmo con el que predicaba ni su gran habilidad como maestro? El apóstol sabía de lo que hablaba, pues fue testigo ocular del sufrimiento que Cristo estuvo dispuesto a soportar a fin de someterse a la soberanía de Jehová y demostrar que Satanás es un mentiroso. Y nosotros, ¿cómo podemos seguir los pasos de Jesús? Preguntémonos: “¿Cuánto estoy dispuesto a sufrir para apoyar la soberanía de Jehová? ¿Demuestran mi vida y mi ministerio que para mí lo más importante es defender la soberanía divina?” (Colosenses 3:17). 14

A diario nos enfrentamos a todo tipo de pruebas y decisiones. ¿Cómo deberíamos reaccionar en cada caso? Por ejemplo, ¿qué haremos si nos vemos tentados a hacer algo que pudiera amenazar nuestra integridad cristiana? Pues bien, ¿qué le dijo Jesús a Pedro cuando este le sugirió que fuera bondadoso consigo mismo? “¡Ponte detrás de mí, Satanás!”, exclamó Jesús. Y añadió: “Porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mateo 16:21-23). Y cuando surge la posibilidad de progresar en nuestra profesión o elevar nuestro nivel económico a costa del bienestar espiritual, ¿reaccionamos como lo hizo Jesús? Cuando él se dio cuenta de que algunos que habían visto sus milagros “estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey”, se alejó rápidamente de ellos (Juan 6:15). 15

¿Por qué reaccionó Jesús con tanta determinación en estas y en otras ocasiones? Porque se daba perfecta cuenta de que había algo más importante que su seguridad o su conveniencia. Por encima de todo, quería hacer la voluntad de su Padre y apoyar la soberanía divina (Mateo 26:50-54). ¿Y eso qué nos enseña? Que nosotros también debemos tener siempre presente la cuestión de la soberanía, porque de lo contrario podríamos fallarle a Jehová. Fácilmente podríamos caer en las trampas de Satanás, un especialista en despertar el deseo por lo prohibido, como quedó demostrado en el caso de Eva (2 Corintios 11:14; 1 Timoteo 2:14). 16 En el ministerio tratamos de mostrar a las personas

la solución que dan las Escrituras a sus problemas, y sin duda esta es una buena manera de despertar su interés en el estudio de la Biblia. Sin embargo, nuestro

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objetivo no es únicamente que la gente llegue a conocer el mensaje bíblico o las bendiciones del Reino de Dios. Ante todo, queremos que comprendan la cuestión de la soberanía de Jehová. ¿Están dispuestos a ser cristianos verdaderos, a tomar su “madero de tormento” y sufrir por causa del Reino? (Marcos 8:34.) ¿Están listos para unirse a los que apoyan la soberanía de Jehová y demostrar así que Satanás es un mentiroso? (Proverbios 27:11.) ¡Qué gran privilegio tenemos! No solo podemos apoyar la soberanía divina, sino que también podemos ayudar a otros a hacer lo mismo (1 Timoteo 4:16). El día en que Dios sea “todas las cosas para con todos” 17

Sigamos esforzándonos por demostrar con nuestra conducta y nuestro ministerio que apoyamos la soberanía de Jehová. Así podremos esperar con confianza el día en que Jesucristo entregue “el reino a su Dios y Padre”. ¿Cuándo será eso? El apóstol Pablo explica: “Cuando haya reducido a nada todo gobierno y toda autoridad y poder. Porque él tiene que reinar hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies [...;] entonces el Hijo mismo también se sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos” (1 Corintios 15:24, 25, 28). 18

El día en que Jehová sea “todas las cosas para con todos” será un momento realmente glorioso. El Reino habrá logrado su objetivo. Todos los enemigos de la soberanía de Jehová habrán sido eliminados, y el universo habrá recuperado la paz y el orden. Como escribió el salmista, la creación entera cantará: “Atribuyan a Jehová la gloria que pertenece a su nombre [...]. Digan entre las naciones: ‘Jehová J mismo ha llegado a ser rey’” (Salmo 96:8, 10). w06 15/8 pág. 21 párr. 9 Job, ejemplo de integridad y aguante 9

¿Cómo podemos hacer frente a estos problemas? Viéndolos como oportunidades para demostrar que amamos a Jehová y nos sometemos a su soberanía pase lo que pase (Santiago 1:2-4). Si comprendemos bien la importancia de ser leales a Dios, mantendremos el equilibrio espiritual sin importar cuál sea la causa de nuestra angustia. El apóstol Pedro escribió a los cristianos: “Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está sucediendo para prueba, como si algo extraño les sobreviniera” (1 Pedro 4:12). Y Pablo explicó por qué: “Todos los que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos” (2 Timoteo 3:12). Tal como hizo con Job, Satanás sigue poniendo a prueba la integridad de los testigos de Jehová. Es más, la Biblia indica que el Diablo ha incrementado sus ataques contra el pueblo de Dios en estos últimos días (Revelación [Apocalipsis] 12:9, 17). w96 15/3 pág. 10 ¡Contemplen a los leales! “¿Quién no te temerá verdaderamente, Jehová, y glorificará tu nombre, porque solo tú eres leal?” (REVELACIÓN 15:4.) JOSEPH F. RUTHERFORD, quien en 1917 sucedió a C. T. Russell en la presidencia de la Sociedad Watch Tower, empezó el discurso funeral de este diciendo: “Charles Taze Russell fue leal a Dios, leal a Cristo Jesús, leal a la causa del Reino del Mesías. Fue leal hasta la médula, sí, leal incluso hasta la muerte”. En verdad, un hermoso tributo a un siervo fiel de Jehová Dios, pues nada enaltece más a una persona que el que se diga que superó la prueba de la lealtad, que fue leal hasta la médula. 2

Ser leal supone una prueba. ¿Por qué? Porque rivaliza con el interés propio. El clero de la cristiandad va a la cabeza de los que son desleales a Dios. Además, nunca se había generalizado tanto la deslealtad

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como en el matrimonio hoy día; el adulterio es una práctica corriente. También en el mundo de los negocios reina la deslealtad. A este respecto se nos informa: “Hoy día muchos gerentes y otros profesionales [...] creen que solo los tontos e incautos son leales a sus empresas”. Se menosprecia a las personas “demasiado leales”. “Hay que ser leal primero y únicamente a uno mismo”, aseveró el presidente de una firma dedicada a la consultoría gerencial y la búsqueda de ejecutivos. No obstante, hablar de lealtad a uno mismo es prostituir el significado del término. Tal actitud nos recuerda las palabras de Miqueas 7:2: “El leal ha perecido de la tierra”. 3

En un plano mucho más significativo, Satanás y sus demonios se han alineado contra nosotros y están empeñados en quebrantar nuestra lealtad a Dios. Por esta razón, Efesios 6:12 alerta a los cristianos: “Tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales”. En consecuencia, es preciso hacer caso de la advertencia: “Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien”. (1 Pedro 5:8.) 4

Otro factor que dificulta ser leal son las tendencias que hemos heredado de nuestros padres, como afirma Génesis 8:21: “La inclinación del corazón del hombre es mala [y egoísta] desde su juventud”. Todos adolecemos del mismo problema que confesó el apóstol Pablo: “Lo bueno que deseo no lo hago, J pero lo malo que no deseo es lo que practico”. (Romanos 7:19.) w96 15/3 págs. 12-13 párrs. 9-16 ¡Contemplen a los leales! 9

La historia de la nación de Israel en particular contiene abundantes testimonios de la lealtad de Jehová a su pueblo. En los días de los jueces, Israel se apartó del culto verdadero una y otra vez; sin embargo, Jehová sintió pesar reiteradas veces y lo salvó. (Jueces 2:15-22.) Durante los cinco siglos que duró la monarquía, Jehová fue leal a la nación. 10

Por su lealtad, Jehová fue paciente con su pueblo, como se observa en 2 Crónicas 36:15, 16: “Jehová el Dios de sus antepasados siguió enviando avisos contra ellos por medio de sus mensajeros, enviando vez tras vez, porque sentía compasión por su pueblo y por su morada. Pero ellos continuamente estuvieron burlándose de los mensajeros del Dios verdadero y despreciando sus palabras y mofándose de sus profetas, hasta que la furia de Jehová subió contra su pueblo, hasta que no hubo curación”. 11

En razón de que Jehová es el Leal por excelencia, el apóstol Pablo pudo escribir las palabras de Romanos 8:38, 39: “Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”. Efectivamente, Jehová nos asegura: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé”. (Hebreos 13:5.) Saber que Jehová siempre es leal nos brinda verdadero consuelo. Jesucristo, el Hijo leal 12

En cuanto a mostrar lealtad, Jesucristo, en perfecta imitación de Jehová, fue y sigue siendo leal. Con razón el apóstol Pedro aplicó Salmo 16:10 a Jesucristo en Hechos 2:27: “No dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que el que te es leal vea corrupción”. A Jesucristo se le llama merecidamente el “leal”. Él es totalmente leal a su Padre y al prometido Reino divino. Al principio, Satanás intentó quebrantar su integridad valiéndose de tentaciones que apelaban al interés propio. En vista de su fracaso, recurrió a la

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persecución hasta causar la muerte de Jesús en el madero de ejecución. Pero Jesús nunca dejó de ser leal a su Padre celestial, Jehová Dios. (Mateo 4:1-11.) 13

Jesucristo ha sido leal a sus seguidores al mantener su promesa registrada en Mateo 28:20: “¡Miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas”. En cumplimiento de su palabra, ha ejercido lealmente la jefatura sobre su congregación desde el día de Pentecostés del año 33 E.C. Humanos imperfectos que fueron leales 14

Ahora bien, ¿qué hay de los seres humanos imperfectos? ¿Pueden ser leales a Dios? Tenemos el ejemplo excepcional de Job. Satanás dejó bien clara la cuestión en su caso: ¿Era Job leal a Jehová Dios, o le servía solo por interés personal? Satanás fanfarroneó afirmando que si afligía a Job, podría apartarlo de Jehová. Cuando Job perdió todos sus bienes, sus hijos y hasta la salud, su esposa le dijo: “¡Maldice a Dios, y muere!”. Mas él fue leal, y le respondió: “‘Como habla una de las mujeres insensatas, tú también hablas. ¿Aceptaremos solamente lo que es bueno de parte del Dios verdadero, y no aceptaremos también lo que es malo?’. En todo esto Job no pecó con sus labios”. (Job 2:9, 10.) De hecho, Job replicó a sus falsos consoladores: “Aunque [Dios] me matara, en él esperaré”. (Job 13:15, Nueva Reina-Valera.) No sorprende, pues, que Job recibiera la aprobación de Jehová. Por consiguiente, Jehová dijo a Elifaz el temanita: “Mi cólera se ha enardecido contra ti y tus dos compañeros, porque ustedes no han hablado acerca de mí lo que es verídico, como mi siervo Job”. (Job 42:7, 10-16; Santiago 5:11.) 15

Los hombres y mujeres piadosos cuyos nombres figuran en el capítulo 11 de Hebreos pueden ser calificados de leales. No solo fueron fieles, sino también leales ante las presiones. Así pues, leemos de aquellos “que por fe [...] taparon bocas de leones, detuvieron la fuerza del fuego, escaparon del filo de la espada [...]. Sí, otros recibieron su prueba por mofas y azotes, en verdad, más que eso, por cadenas y prisiones. Fueron apedreados, fueron probados, fueron aserrados en pedazos, murieron degollados a espada, anduvieron de acá para allá en pieles de oveja, en pieles de cabra, hallándose en necesidad, en tribulación, bajo maltratamiento”. (Hebreos 11:33-37.) 16

Las Escrituras Griegas Cristianas también suministran el magnífico ejemplo del apóstol Pablo, quien con justicia dijo a los cristianos tesalonicenses respecto de su ministerio: “Ustedes son testigos, Dios también lo es, de cuán leales y justos e inculpables demostramos ser para con ustedes los creyentes”. (1 Tesalonicenses 2:10.) Hallamos otras pruebas de su lealtad en las palabras recogidas en 2 Corintios 6:4, 5: “De toda manera nos recomendamos como ministros de Dios, por el aguante de mucho, por tribulaciones, por necesidades, por dificultades, por golpes, por prisiones, por desórdenes, por labores, por noches sin dormir, por veces sin alimento”. Todo ello atestigua el amor propio que J el apóstol Pablo sentía debido a su lealtad. w90 15/8 págs. 13-15 Lealtad... ¿a qué precio? La lealtad que no tiene precio 16

Aunque Satanás alega que toda persona tiene su precio, lo cual fue cierto en el caso de Absalón, no fue cierto de José y nunca ha sido cierto de los adoradores leales de Jehová. Con todo, Satanás ofrece cualquier cosa para quebrantar nuestra lealtad al Creador. El apóstol Pablo expresó su temor de que “de algún modo, así como la serpiente sedujo a Eva por su astucia”, nuestro modo de pensar fuera corrompido, lo cual nos llevaría a transigir en cuanto a nuestra lealtad a Jehová y su adoración. (2 Corintios 11:3.) 17

Es apropiado que nos preguntemos: ‘¿Aceptaría yo algún precio a cambio de mi privilegio de adorar lealmente a mi Creador?’. Es lamentable que, a diferencia de José, algunos que eran siervos dedicados de

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Jehová aceptaron muy poco a cambio de su privilegio. Hasta algunos ancianos han cambiado sus inestimables privilegios de servicio sagrado por el disfrute temporal de placeres sensuales inmorales. Fueran ancianos o no, muchos de los que han hecho esto han perdido —sin poder ganar de nuevo— la unidad familiar, el amor y respeto de la congregación y la aprobación de Jehová... el Mismísimo que puede suministrar la fortaleza que uno necesita para mantenerse leal y resistir toda tentación que traiga Satanás. (Isaías 12:2; Filipenses 4:13.) 18

Otros, resueltos ambiciosamente a progresar en el mundo, se han “acribillado con muchos dolores” a pesar de las advertencias claras de la Biblia. (1 Timoteo 6:9, 10.) Demas, cristiano a quien Pablo mencionó, salió perdiendo temporal o permanentemente debido a eso. (2 Timoteo 4:10.) Nunca podemos violar nuestra integridad a Jehová sin experimentar resultados desastrosos. “De Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gálatas 6:7.) 19 A veces el precio se presenta de manera muy sutil. Por ejemplo, un informe procedente de los Estados

Unidos dice que muchas familias pasan cerca de la mitad del tiempo en que están despiertas en su hogar viendo programas de televisión, y especialmente los jóvenes son adictos a esto. Si ante todo el cristiano alimentara su mente con lo que viera en la televisión, con la inmoralidad sexual y la violencia que se presentan, eso pronto podría socavar sus principios cristianos. Fácilmente podría llevarlo a la deslealtad y a que se apartara de Jehová. Esa mala compañía sí echa a perder los hábitos útiles. (1 Corintios 15:33.) No debemos olvidar que las Escrituras nos aconsejan que dediquemos tiempo al estudio de la Palabra de Jehová y a meditar sobre ella. ¿Vale la pena pasar demasiado tiempo descansando enfrente de un aparato de televisión en vez de dedicarlo a adquirir conocimiento que conduce a uno a la vida eterna como adorador leal de Jehová? Muchos que han llegado a conocer la verdad hoy han tenido que hacer grandes ajustes en su modo de pensar al respecto. (1 Timoteo 4:15, 16; 2 Timoteo 2:15.) 20

Takashi es un negociante japonés que vive en Inglaterra. Solía pasar de tres a cuatro horas la mayoría de las noches ante el televisor con su familia. Después que él y su esposa se bautizaron, hace tres años, él se resolvió a dar más importancia a su estudio bíblico personal y al que tenía con su familia. Al reducir el tiempo que pasaba ante la televisión a un promedio de solo 15 o 30 minutos diarios, pudo dar excelente dirección a su familia. Aunque Takashi tiene que usar dos Biblias al estudiar, una en inglés y la otra en japonés, su progreso espiritual ha sido rápido, y ahora es siervo ministerial en una congregación de habla inglesa. Su esposa es precursora auxiliar. “Para salvaguardar la espiritualidad de nuestros dos hijitos —dice él—, cada día también controlo lo que mi esposa y yo les permitimos ver en la televisión.” Esa autodisciplina trae recompensas. J it-2 pág. 195 Lealtad En las Escrituras Hebreas el adjetivo ja·sídh se utiliza con relación a alguien “leal” o “de bondad amorosa”. (Sl 18:25, nota.) El sustantivo jé·sedh se refiere a la bondad, pero aunque comprende la tierna consideración o bondad que se deriva del amor, va más allá. Es la bondad que se adhiere amorosamente a un objeto hasta que su propósito con relación a ese objeto se ha realizado. Esta es la clase de bondad que Dios muestra a sus siervos y que ellos le muestran a Él. Por lo tanto, entra en el campo de la lealtad, una lealtad justa, devota y santa, por lo que se traduce “bondad amorosa” y “amor leal”. (Gé 20:13; 21:23; véase BONDAD.)

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En las Escrituras Griegas el sustantivo ho·si·ó·tēs y el adjetivo hó·si·os conllevan la idea de santidad, justicia, reverencia, devoción o piedad, la observancia cuidadosa de todos los deberes para con Dios. Supone una buena relación con Dios. No parece que haya ninguna palabra española que exprese exacta y plenamente el significado de los términos correspondientes en hebreo y en griego, pero como “lealtad” implica devoción y fidelidad cuando se usa con relación a Dios y su servicio, sirve para transmitir una idea parecida. La mejor manera de determinar el significado pleno de los términos bíblicos en cuestión es examinar su uso en la Biblia. La lealtad de Jehová. Como Jehová Dios, el Santísimo, es justo, muestra incesante bondad a sus siervos e incluso trata con justicia y de modo coherente a sus enemigos, es confiable en grado sumo. De Él se declara: “Grandes y maravillosas son tus obras, Jehová Dios, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de la eternidad. ¿Quién no te temerá verdaderamente, Jehová, y glorificará tu nombre, porque solo tú eres leal?”. (Rev 15:3, 4.) La lealtad de Dios a la justicia y al derecho, así como el amor que le tiene a su pueblo, le mueven a dictar sentencia. Por ello, un ángel se sintió impulsado a decir: “Tú, Aquel que eres y que eras, el Leal, eres justo porque has dictado estas decisiones”. (Rev 16:5; compárese con Sl 145:17.) Jehová es leal a sus pactos. (Dt 7:9.) Por causa del pacto con su amigo Abrahán, durante siglos tuvo gran paciencia con la nación de Israel y le mostró misericordia. (2Re 13:23) Por ello, mediante su profeta Jeremías hizo este llamamiento a Israel: “‘De veras vuélvete, oh renegada Israel’, es la expresión de Jehová. ‘No haré caer mi rostro airadamente sobre ustedes, porque soy leal’”. (Jer 3:12.) Los que son leales a Jehová pueden confiar plenamente en Él. David pidió la ayuda de Dios en oración y dijo: “Con alguien leal tú actuarás en lealtad; con el poderoso, exento de falta, tratarás de un modo exento de falta”. (2Sa 22:26.) David hizo un llamamiento al pueblo y le pidió que se volviera del mal a fin de practicar el bien, “porque Jehová es amador de la justicia, y no dejará a los que le son leales. Hasta tiempo indefinido ciertamente serán guardados”. (Sl 37:27, 28.) Los que son leales a Jehová pueden confiar en que Él está cerca y los ayudará hasta el mismo final de su proceder fiel, y pueden tener la plena seguridad de que los recordará en cualquier situación. Él guarda su camino (Pr 2:8) y sus vidas o almas. (Sl 97:10.) Jesucristo. Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, le fortaleció saber que Dios había predicho de él, Su principal “leal”, que no dejaría su alma en el Seol. (Sl 16:10.) En el día del Pentecostés de 33 E.C. el apóstol Pedro aplicó esta profecía a Jesús, diciendo: “[David] vio de antemano y habló respecto a la resurrección del Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne vio corrupción. A este Jesús lo resucitó Dios, del cual hecho todos nosotros somos testigos”. (Hch 2:25-28, 31, 32; compárese con Hch 13:32-37.) En un comentario sobre Hechos 2:27, The Expositor’s Greek Testament dice que la palabra hebrea ja·sídh (usada en Sl 16:10) “no solo aplica a alguien piadoso y devoto, sino también al que es objeto de la bondad de Jehová” (edición de W. R. Nicoll, 1967, vol. 2). Dios requiere lealtad. Jehová exige lealtad de sus siervos, que han de imitarle. (Ef 5:1.) El apóstol Pablo dice a los cristianos que “deben vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad”. (Ef 4:24.) Cuando Pablo recomienda la oración a la congregación, dice: “Por lo tanto, deseo que en todo lugar los hombres se ocupen en orar, alzando manos leales, libres de ira y debates”. (1Ti 2:8.) La lealtad es una cualidad esencial que capacita a un varón para un puesto de superintendencia en la congregación de Dios. (Tit 1:8.) J

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it-2 págs. 819-820 Reino de Dios “Nuestro Señor”, el Señor Soberano Jehová, impone su autoridad sobre “el reino del mundo” produciendo una nueva expresión de su soberanía sobre la Tierra. Concede a su Hijo Jesucristo una participación subsidiaria en ese Reino, de modo que se le llama “el reino de nuestro Señor y de su Cristo”. Este reino es de proporciones y dimensiones mayores que “el reino del Hijo de su amor”, del que se habla en Colosenses 1:13. “El reino del Hijo de su amor” empezó en el Pentecostés del año 33 E.C. y ha gobernado sobre los discípulos ungidos de Cristo; “el reino de nuestro Señor y de su Cristo” se inicia al fin de “los tiempos señalados de las naciones” y gobierna sobre toda la humanidad en la Tierra. (Lu 21:24.) Después de recibir participación en “el reino del mundo”, Jesucristo toma las medidas necesarias para eliminar la oposición a la soberanía de Dios. La acción inicial tiene lugar en la región celestial; se derrota a Satanás y sus demonios y se les arroja al ámbito terrestre. Como resultado, se hace la siguiente proclamación: “Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo”. (Rev 12:1-10.) Durante el corto período de tiempo que le queda, este principal adversario, Satanás, continúa cumpliendo la profecía de Génesis 3:15 al guerrear contra “los restantes” de la “descendencia” de la mujer, los “santos” que están en vías de gobernar con Cristo. (Rev 12:13-17; compárese con 13:4-7; Da 7:21-27.) No obstante, los “justos decretos” de Jehová se hacen manifiestos, y sus expresiones de juicio caen como plagas sobre sus opositores, lo que lleva a la destrucción de la mística Babilonia la Grande, la perseguidora principal de los siervos de Dios en la Tierra. (Rev 15:4; 16:1–19:6.) Después, “el reino de nuestro Señor y de su Cristo” envía sus ejércitos celestiales contra los gobernantes de todos los reinos terrestres y sus ejércitos para pelear la batalla de Armagedón, en la que estos últimos son destruidos. (Rev 16:14-16; 19:11-21.) Esta es la respuesta a la petición hecha a Dios: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mt 6:10.) A continuación se abisma a Satanás y empieza un período de mil años en el que Cristo Jesús y sus asociados gobiernan como reyes y sacerdotes sobre los habitantes de la Tierra. (Rev 20:1, 6.) Cristo “entrega el reino”. El apóstol Pablo también describe la gobernación de Cristo durante su presencia. Después de resucitar a sus seguidores, Cristo procede a reducir “a nada todo gobierno y toda autoridad y poder” (lógicamente, todo gobierno, autoridad y poder en oposición a la voluntad soberana de Dios). Más tarde, al final del reino milenario, “entrega el reino a su Dios y Padre”, y se somete a “Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos”. (1Co 15:21-28.) Puesto que Jesucristo “entrega el reino a su Dios y Padre”, ¿en qué sentido es su reino “eterno”, como se repite una y otra vez en las Escrituras? (2Pe 1:11; Isa 9:7; Da 7:14; Lu 1:33; Rev 11:15.) Del siguiente modo: su Reino “nunca será reducido a ruinas”, sus logros serán perpetuos y él recibirá honra eterna por su papel de Rey Mesiánico. (Da 2:44.) Durante el reinado milenario, el gobierno de Cristo sobre la Tierra desempeñará un papel sacerdotal a favor de la humanidad obediente. (Rev 5:9, 10; 20:6; 21:1-3.) De este modo terminará el dominio del pecado y la muerte como reyes sobre la humanidad obediente, ahora sujeta a su “ley”; la bondad inmerecida y la justicia serán las cualidades imperantes. (Ro 5:14, 17, 21.) Como los habitantes de la Tierra ya no estarán sujetos al pecado y la muerte, también terminará la necesidad de que Jesús rinda un servicio propiciatorio como “ayudante para con el Padre” por los pecados de los humanos imperfectos. (1Jn 2:1, 2.) La humanidad habrá recuperado la posición que tenía originalmente cuando el hombre perfecto Adán estaba en Edén. En aquel tiempo Adán no necesitaba a nadie entre él y Dios para hacer propiciación. De igual modo, al final del gobierno milenario los habitantes de la Tierra estarán en posición —de hecho, tendrán la obligación— de responder por su proceder ante Jehová Dios como Juez Supremo, sin recurrir a

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nadie como intermediario o ayudante legal. De ese modo Jehová, el Poder Soberano, pasa a ser “todas las cosas para con todos”. Esto significa que se habrá realizado en su totalidad el propósito de Dios de “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están] en la tierra”. (1Co 15:28; Ef 1:9, 10.) El gobierno milenario de Jesús habrá cumplido completamente su propósito. La Tierra, en un tiempo foco de rebelión, habrá sido restaurada a una posición plena, limpia e indiscutida en el dominio del Soberano Universal. No quedará ningún reino subsidiario entre Jehová y la humanidad obediente. Sin embargo, después de esto se someterá a esos súbditos terrestres a una prueba final de integridad y devoción. Satanás será soltado del abismo. Los que permitan que él los seduzca lo harán por la misma cuestión que surgió en Edén: la legitimidad de la soberanía de Dios, pues se dice que atacan el “campamento de los santos y la ciudad amada”. Como el Tribunal del cielo habrá zanjado judicialmente esa cuestión y habrá cerrado el caso ya no se permitirá otra rebelión prolongada. Los que no permanezcan leales al lado de Dios no podrán apelar a Cristo Jesús como un ‘ayudante propiciatorio’, sino que Jehová Dios será “todas las cosas” para ellos. No habrá ninguna apelación o mediación posible. Todos los rebeldes, espíritus y humanos, recibirán la sentencia divina de destrucción en la “muerte segunda”. (Rev 20:7-15.) J it-2 págs. 1044-1048 Soberanía Dominio; dignidad del gobernante, rey, emperador u otra persona que ejerce o posee la autoridad suprema del poder público; fundamento del poder de una persona o grupo en los que se halla depositada la máxima autoridad de un Estado. En las Escrituras Hebreas aparece con frecuencia la palabra ʼAdho·nái, y 285 veces la expresión ʼAdho·nái Yehwíh. ʼAdho·nái es una forma plural de ʼa·dhóhn: “señor; amo”. Otra forma plural, ʼadho·ním, puede aplicarse a hombres simplemente como pluralidad: “señores” o “amos”. Pero el término ʼAdho·nái sin sufijo siempre se utiliza en las Escrituras con referencia a Dios, indicando el plural excelencia o majestad. Los traductores lo suelen traducir por “Señor”. Cuando acompaña al nombre de Dios (ʼAdho·nái Yehwíh), como, por ejemplo, en el Salmo 73:28, la expresión se traduce “DIOS el Señor” (BAS), “Señor Dios” (DK, PIB), “Jehová el Señor” (Mod, Val), “Señor Jehovah” (Val, 1989), “ʼǍdonay Yahveh” (CI), “Señor Yavé” (NC), “Yahweh Dios” (BR), “Señor Soberano Jehová” (NM). Aunque la Versión Valera de 1960 utiliza la palabra “soberano” en Job 31:28 y Ezequiel 38:2 y 39:1, no lo hace como traducción de ʼAdho·nái. La palabra griega de·spó·tēs designa a la persona que posee la autoridad suprema o tiene la posesión absoluta y el poder sin control alguno. (Véase el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, de W. E. Vine, vol. 1, 1984, pág. 93; vol. 4, 1987, págs. 44, 73.) Se traduce “señor”, “amo” y “dueño”. Cuando se utiliza para dirigirse directamente a Dios, se traduce “Señor” (NC, CI y otras), “Soberano” (Besson), “Soberano Señor” (ENP, VHA) y “Señor Soberano” (NM) en Lucas 2:29, Hechos 4:24 y Revelación 6:10. Otras versiones la traducen en este último texto “Soberano” (Mod, NBE, SA, Sd, VP), “Soberano Señor” (HAR; NVI; Val, 1989), “Dominador” (RH), “Dueño” (BJ, JT, NTI) y “(el) Amo” (AFEBE, CEBIHA, CJ). Por tanto, aunque los textos hebreos y griegos no tienen una palabra específica para “soberano”, las palabras ʼAdho·nái y de·spó·tēs comunican esta idea cuando las Escrituras hacen referencia a Jehová Dios, indicando la excelencia de su señorío. La soberanía de Jehová. Jehová Dios es el Soberano del universo (“Señor del universo”; Lu 2:29, Sd) debido a que es el Creador y a su Divinidad y supremacía como el Omnipotente. (Gé 17:1; Éx 6:3; Rev

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16:14.) Es el Dueño de todas las cosas y la Fuente de toda autoridad y poder, el Gobernante Supremo de todos los gobiernos (Sl 24:1; Isa 40:21-23; Rev 4:11; 11:15); de Él dijo el salmista: “Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y sobre toda cosa su propia gobernación real ha tenido la dominación”. (Sl 103:19; 145:13.) Los discípulos de Jesús oraron dirigiéndose a Dios: “Señor Soberano, tú eres Aquel que hizo el cielo y la tierra”. (Hch 4:24, NM; véanse también CEBIHA; HAR; NTI; NVI; Val.) Para la nación de Israel, Dios mismo constituía los tres poderes del gobierno: el judicial, el legislativo y el ejecutivo. El profeta Isaías dijo: “Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro Dador de Estatutos, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará”. (Isa 33:22.) Moisés da una notable descripción de Dios como Soberano en Deuteronomio 10:17. Por ser Jehová el Soberano, tiene el derecho y la autoridad de delegar responsabilidades gubernativas. Hizo a David rey de Israel, y aunque las Escrituras hablan del ‘reino de David’, este rey reconoció a Jehová como el Gran Gobernante Soberano al decir: “Tuya, oh Jehová, es la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza sobre todo”. (1Cr 29:11.) Gobernantes terrestres. Los gobernantes de las naciones ejercen su limitada gobernación por tolerancia o permiso del Señor Soberano Jehová. Los gobiernos políticos no reciben su autoridad de Dios, es decir, no desempeñan su cargo debido a que Dios les haya concedido autoridad o poder, como se muestra en Revelación 13:1, 2, donde se dice que la bestia salvaje de siete cabezas y diez cuernos consigue “su poder y su trono y gran autoridad” del dragón, Satanás el Diablo. (Rev 12:9; véase BESTIAS SIMBÓLICAS.) De modo que aunque Dios ha permitido que se sucedan los gobiernos humanos, uno de sus reyes poderosos tuvo que reconocer por experiencia propia: “Su gobernación es una gobernación hasta tiempo indefinido, y su reino es para generación tras generación. Y a todos los habitantes de la tierra se está considerando como meramente nada, y él está haciendo conforme a su propia voluntad entre el ejército de los cielos y los habitantes de la tierra. Y no existe nadie que pueda detener su mano o que pueda decirle: ‘¿Qué estás haciendo?’”. (Da 4:34, 35.) Por ello, mientras Dios permita la existencia de los gobiernos humanos, aplicará la admonición del apóstol Pablo a los cristianos: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores, porque no hay autoridad a no ser por Dios; las autoridades que existen están colocadas por Dios en sus posiciones relativas”. Luego el apóstol explica que cuando estos gobiernos actúan para castigar al que hace el mal, la ‘autoridad superior’ o gobernante (aunque no sea un fiel adorador de Dios) actúa indirectamente como ministro de Dios en esta misión particular, al expresar ira sobre los malhechores. (Ro 13:1-6.) En cuanto a que estas autoridades están “colocadas por Dios en sus posiciones relativas”, las Escrituras indican que esto no significa que Dios haya constituido estos gobiernos ni que los apoye. Más bien, los ha utilizado para realizar su buen propósito en relación con su voluntad para sus siervos terrestres. Moisés dijo: “Cuando el Altísimo dio a las naciones una herencia, cuando separó a los hijos de Adán unos de otros, procedió a fijar el límite de los pueblos con consideración para el número de los hijos de Israel”. (Dt 32:8.) El hijo de Dios como Rey. Después de que se destronó al último rey que se sentó en el “trono de Jehová” en Jerusalén (1Cr 29:23), el profeta Daniel recibió una visión en la que contempló el nombramiento futuro del propio Hijo de Dios para ser Rey. La posición de Jehová sobresale claramente cuando Él, el Anciano de Días, concede la gobernación a su Hijo. El relato dice: “Seguí contemplando en las visiones de la noche, y, ¡pues vea!, con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquel. Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su

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gobernación es una gobernación de duración indefinida que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas”. (Da 7:13, 14.) Cuando se compara este texto con Mateo 26:63, 64, no queda ninguna duda de que el “hijo del hombre” mencionado en la visión de Daniel es Jesucristo. Él obtiene acceso a la presencia de Jehová y recibe autoridad para gobernar. (Compárese con Sl 2:8, 9; Mt 28:18.) Se desafía la soberanía de Jehová. La iniquidad ha existido durante la práctica totalidad de la existencia de la raza humana en la Tierra. La humanidad ha ido muriendo, y los pecados y las transgresiones contra Dios se han multiplicado. (Ro 5:12, 15, 16.) Como la Biblia indica que Dios dio al hombre un comienzo perfecto, han surgido las siguientes preguntas: ¿cómo empezaron el pecado, la imperfección y la iniquidad?, y ¿por qué ha permitido el Dios Todopoderoso que estas cosas continúen por siglos? Las respuestas tienen que ver con un desafío a la soberanía de Dios que planteó una cuestión suprema relacionada con la humanidad. Lo que Dios quiere de los que le sirven. Durante el transcurso de los siglos, Jehová Dios ha probado mediante sus palabras y acciones que es un Dios de amor y bondad inmerecida, que ejerce justicia y juicio perfectos, y que extiende misericordia a los que intentan servirle. (Éx 34:6, 7; Sl 89:14; véanse JUSTICIA; MISERICORDIA.) Ha expresado su bondad hasta a los desagradecidos e inicuos. (Mt 5:45; Lu 6:35; Ro 5:8.) Se deleita en el hecho de que su soberanía se administra con amor. (Jer 9:24.) Por ello desea que en su universo haya exclusivamente personas que le sirvan por amor a Él y a sus excelentes cualidades, que le amen primero a Él y después a su prójimo (Mt 22:37-39); que amen, deseen y antepongan Su soberanía a cualquier otra (Sl 84:10), y que, aunque puedan independizarse, escojan Su soberanía porque saben que Su gobernación es mucho más sabia, más justa y mejor que cualquier otra. (Isa 55:8-11; Jer 10:23; Ro 7:18.) Tales personas no sirven a Dios simplemente por temor a su omnipotencia ni por razones egoístas, sino por amor a Su justicia, derecho y sabiduría y debido a que conocen la grandeza y la bondad amorosa de Jehová. (Sl 97:10; 119:104, 128, 163.) Exclaman junto con el apóstol Pablo: “¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus caminos! Porque ‘¿quién ha llegado a conocer la mente de Jehová, o quién se ha hecho su consejero?’. O, ‘¿Quién le ha dado primero, para que tenga que pagársele?’. Porque procedentes de él y por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria para siempre. Amén”. (Ro 11:3336.) Tales personas llegan a conocer a Dios, y en realidad conocerle implica amarle y apegarse a su soberanía. El apóstol Juan escribe: “Todo el que permanece en unión con él no practica el pecado; nadie que practica el pecado lo ha visto ni ha llegado a conocerlo”. Y: “El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor”. (1Jn 3:6; 4:8.) Jesús, quien conocía a su Padre mejor que ningún otro, dijo: “Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie conoce plenamente al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie plenamente al Padre sino el Hijo, y cualquiera a quien el Hijo quiera revelarlo”. (Mt 11:27.) No se cultivó amor y aprecio. Por consiguiente, el desafío a la soberanía de Jehová provino de una criatura que, aunque disfrutaba de los beneficios de Su soberanía, no apreciaba su conocimiento de Él ni lo había cultivado, y, por ello, no había profundizado su amor a Él. Era una criatura celestial de Dios, un ángel. Cuando se instaló en la Tierra a la primera pareja humana, Adán y Eva, este ángel vio una oportunidad de atacar la soberanía de Dios. Primero intentaría desviar a Eva de la sumisión a la soberanía de Dios, y luego a Adán, y lo logró. Su deseo era establecer una soberanía rival. Eva, la primera a la que se puso a prueba, no había cultivado aprecio a su Creador y Dios, y no aprovechó la oportunidad que tuvo de conocerlo. Escuchó la voz de una criatura inferior, en apariencia la J serpiente, pero en realidad la voz de un ángel rebelde. La Biblia no dice que Eva se sorprendiera

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de oír hablar a la serpiente, pero sí dice que la serpiente era “la más cautelosa de todas las bestias salvajes del campo que Jehová Dios había hecho”. (Gé 3:1.) Nada se comenta en cuanto a que la serpiente primero comiera del fruto prohibido del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” y luego aparentase hacerse sabia y pudiera hablar. El ángel rebelde, valiéndose de la serpiente para que le hablase, le presentó a la mujer (según ella supuso) la oportunidad de hacerse independiente, “de ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”, y logró convencerla de que no moriría. (Gé 2:17; 3:4, 5; 2Co 11:3.) Adán, que tampoco demostró tener aprecio y amor a su Creador y Proveedor cuando se enfrentó a la rebelión en el seno de su propia familia, no apoyó lealmente a Dios y sucumbió ante la persuasión de Eva. Perdió la fe en Dios y en Su poder de proporcionarle a su siervo leal todo buen don. (Compárese con lo que Jehová le dijo a David después de su pecado con Bat-seba, en 2Sa 12:7-9.) Adán también dio la impresión de sentirse ofendido por la pregunta de Jehová sobre su mala acción, pues respondió: “La mujer que me diste para que estuviera conmigo, ella me dio fruto del árbol y así es que comí”. (Gé 3:12.) Él no dio crédito a la mentira de la serpiente en cuanto a que no moriría, como sí había hecho Eva, pero tanto Adán como Eva emprendieron un derrotero de libre determinación, de rebelión contra Dios. (1Ti 2:14.) Adán no pudo decir: “Dios me somete a prueba”. Más bien, lo que sucedió estuvo en armonía con el principio: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte”. (Snt 1:13-15.) De modo que los tres rebeldes —el ángel, Eva y Adán— emplearon la facultad del libre albedrío que Dios les había dado para pasar de la perfección a un comportamiento pecaminoso deliberado. (Véanse PECADO; PERFECCIÓN.) El punto en cuestión. ¿Qué es lo que aquí se cuestionó? ¿A quién criticó y difamó este ángel que más tarde recibiría el nombre de Satanás el Diablo, cuyo desafío apoyó Adán mediante su acción rebelde? ¿Era el hecho de la supremacía de Jehová, la existencia de su soberanía? ¿Estaba la soberanía de Dios en peligro? No, pues Jehová tiene autoridad y poder supremos, y nadie, ni en el cielo ni en la Tierra, puede arrebatárselos. (Ro 9:19.) Por lo tanto, el desafío tiene que haber sido en cuanto a lo propio, merecido y justo de la soberanía de Dios, si ejercía su soberanía de una manera digna, justa y para los mejores intereses de sus súbditos, o no. Prueba de esto se halla en la manera de dirigirse a Eva: “¿Es realmente el caso que Dios ha dicho que ustedes no deben comer de todo árbol del jardín?”. Con esas palabras la serpiente insinuó que tal cosa era inaceptable, que Dios era indebidamente restrictivo, que retenía algo que la pareja humana merecía legítimamente. (Gé 3:1.) ¿Qué era el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo? Al tomar del fruto del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, Adán y Eva expresaron su rebelión. El Creador, como Soberano Universal, estaba en su pleno derecho de promulgar la ley sobre el árbol, pues Adán, por ser persona creada, y no soberana, tenía limitaciones y necesitaba reconocer este hecho. Para que hubiera paz y armonía universal, sobre todas las criaturas racionales recaía la responsabilidad de reconocer y apoyar la soberanía del Creador. Adán demostraría que reconocía este hecho si se abstenía de comer el fruto de aquel árbol. Como padre en perspectiva de una Tierra poblada de criaturas humanas, tenía que demostrar su obediencia y lealtad hasta en lo más mínimo. El principio implicado era: “La persona fiel en lo mínimo es fiel también en lo mucho, y la persona injusta en lo mínimo es injusta también en lo mucho”. (Lu 16:10.) Adán tenía la capacidad de mostrar esa obediencia perfecta. Es evidente que no había nada intrínsecamente malo en el fruto del árbol en sí. (La prohibición no tenía nada que ver con las relaciones sexuales, pues Dios había mandado a la pareja que ‘llenasen la tierra’. [Gé 1:28.] Era el fruto de

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un árbol literal, como dice la Biblia.) La nota al pie de la página que aparece en Génesis 2:17 en la Biblia de Jerusalén expresa bien qué representaba el árbol: “Esta ‘ciencia’ [conocimiento] es un privilegio que Dios se reserva y que el hombre usurpará por el pecado, [Génesis] 3 5, 22. No es, pues, ni la omnisciencia, que el hombre caído no posee, ni el discernimiento moral, que ya poseía el hombre inocente y que Dios no niega a su criatura racional. Es la facultad de decidir uno por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, y de obrar en consecuencia: una reclamación de autonomía moral, por la que el hombre no se conforma con su condición de criatura [...]. El primer pecado ha sido un atentado a la soberanía de Dios, un pecado de orgullo.” Se acusa a los siervos de Dios de egoísmo. Una expresión posterior de esta cuestión se halla en lo que Satanás dijo a Dios en cuanto a su siervo fiel Job. Estas fueron sus palabras: “¿Ha temido Job a Dios por nada? ¿No has puesto tú mismo un seto protector alrededor de él y alrededor de su casa y alrededor de todo lo que tiene en todo el derredor? La obra de sus manos has bendecido, y su ganado mismo se ha extendido en la tierra. Pero, para variar, sírvete alargar la mano, y toca todo lo que tiene, y ve si no te maldice en tu misma cara”. Después, Satanás de nuevo presentó la siguiente acusación: “Piel en el interés de piel, y todo lo que el hombre tiene lo dará en el interés de su alma”. (Job 1:9-11; 2:4.) De ese modo acusaba a Job de no estar en armonía con Dios de corazón, que servía obedientemente a Dios solo por motivos egoístas, por lucro. Satanás calumnió a Dios respecto al ejercicio de Su soberanía, y a los siervos de Dios, en cuanto a su integridad a esa soberanía. Dijo a todos los efectos que no habría ningún hombre sobre la Tierra que mantuviese integridad a la soberanía de Jehová si a él, Satanás, se le permitía ponerle a prueba. Jehová aceptó el desafío. No lo hizo debido a que dudara de la justicia de su soberanía. Él no necesitaba que se le probase nada. Permitió tiempo para que se analizara esta cuestión debido al amor que sentía por sus criaturas inteligentes. Dejó que Satanás pusiese al hombre a prueba ante todo el universo. Dio a sus criaturas el privilegio de demostrar que el Diablo es un mentiroso y de quitar la calumnia que manchaba, no solo el nombre de Dios, sino también el suyo propio. Satanás, con su actitud egotista, fue ‘entregado a un estado mental desaprobado’. Su enfoque al abordar a Eva fue totalmente contradictorio. (Ro 1:28.) Por una parte acusó a Dios de ejercer su soberanía de manera injusta y parcial, pero por otra debía contar con Su imparcialidad: al parecer pensó que Dios se consideraría obligado a dejarle vivir si podía probar su acusación con respecto a la infidelidad de las criaturas de Dios. Era vital zanjar la cuestión. El que se zanjara la cuestión en realidad era un asunto vital para todos los vivientes en lo que respecta a su relación con la soberanía de Dios. Pues, una vez resuelta la cuestión nunca haría falta probarla de nuevo. Jehová deseaba que se dieran a conocer en detalle los pormenores relacionados con dicha cuestión, para que todos pudieran entenderla cabalmente. La medida que Dios tomó engendra confianza en su inmutabilidad, realza su soberanía, la hace aún más deseable y la deja firmemente establecida en la mente de todos los que la escogen. (Compárese con Mal 3:6.) Una cuestión moral. Por tanto, no se trata de una cuestión de poder o fuerza; es principalmente una cuestión moral. Sin embargo, debido a que Dios es invisible y Satanás ha hecho todo esfuerzo posible por cegar la mente de los hombres, a veces se ha puesto en duda el poder de Jehová o incluso su existencia. (1Jn 5:19; Rev 12:9.) Los hombres han interpretado mal la razón por la que Dios ha ejercido paciencia y bondad, y se han vuelto más rebeldes. (Ec 8:11; 2Pe 3:9.) Debido a ello, el servir a Dios con integridad ha requerido ejercer fe y experimentar sufrimiento. (Heb 11:6, 35-38.) No obstante, Jehová se propone dar a conocer a todos su soberanía. En Egipto le dijo a Faraón: “En realidad, por esta causa te he mantenido en existencia, a fin de mostrarte mi poder y para que mi nombre sea declarado en toda la tierra”. (Éx 9:16.)

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De igual manera, Dios ha permitido un tiempo para que tanto este mundo como su dios, Satanás el Diablo, existan y desarrollen su iniquidad, y también ha fijado un tiempo para su destrucción. (2Co 4:4; 2Pe 3:7.) La oración profética del salmista fue: “Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra”. (Sl 83:18.) Jehová mismo había jurado: “Ante mí toda rodilla se doblará, a mí toda lengua jurará, y dirá: ‘De seguro en Jehová hay plena justicia y fuerza’”. (Isa 45:23, 24.) El alcance de la cuestión. ¿Cuál fue el alcance de la cuestión? Puesto que se indujo al hombre a pecar y un ángel había pecado, la cuestión llegó a incluir a las criaturas celestiales de Dios, hasta a su Hijo unigénito, el que estaba más cerca de Jehová Dios. Este, que siempre hacía las cosas que le agradaban a su Padre, estaría muy ansioso de servir para la vindicación del nombre y la soberanía de Dios. (Jn 8:29; Heb 1:9.) Dios lo seleccionó para esta asignación, y lo envió a la Tierra, donde nació como hijo varón de la virgen María. (Lu 1:35.) Jesús fue perfecto y mantuvo su perfección y su condición intachable durante toda su vida, incluso aguantando una muerte deshonrosa. (Heb 7:26.) Antes de su muerte dijo: “Ahora se somete a juicio a este mundo; ahora el gobernante de este mundo será echado fuera”. También: “El gobernante del mundo viene. Y él no tiene dominio sobre mí”. (Jn 12:31; 14:30.) Como Satanás no pudo conseguir quebrantar la integridad de Cristo, el juicio fue que había fracasado y estaba listo para ser echado fuera. Jesús ‘venció al mundo’. (Jn 16:33.) Jesucristo el Vindicador de Dios. Así, de una manera totalmente perfecta, Jesucristo demostró que el Diablo era un mentiroso y zanjó por completo la cuestión: ¿habrá algún hombre fiel a Dios bajo cualquier tentación o prueba que pudiera presentársele? Por lo tanto, el Dios Soberano lo nombró Ejecutor J de sus propósitos, el que erradicaría del universo la iniquidad e incluso al Diablo. Él ejercerá esta autoridad, y ‘toda rodilla se doblará y toda lengua reconocerá abiertamente que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre’. (Flp 2:5-11; Heb 2:14; 1Jn 3:8.) En el dominio que se otorga al Hijo, gobierna en el nombre de su Padre, ‘reduciendo a la nada’ todo gobierno y toda autoridad y poder que se opone a la soberanía de Jehová. El apóstol Pablo revela que después Jesucristo ofrecerá el más alto tributo a la soberanía de Jehová que se puede ofrecer, pues, “cuando todas las cosas le hayan sido sujetadas, entonces el Hijo mismo también se sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos”. (1Co 15:24-28.) El libro de Revelación muestra que una vez que concluya el Reino de mil años de Cristo, en el que acabará con toda autoridad que intente rivalizar con la soberanía de Jehová, se soltará al Diablo por un corto período de tiempo. Intentará revivir la cuestión, pero no se concederá mucho tiempo para aquello que ya está zanjado. Satanás y los que le siguen serán completamente aniquilados. (Rev 20:7-10.) Otros vindicadores. Aunque la fidelidad de Cristo ha demostrado que la razón esta de parte de Dios en esta gran cuestión, se permite que otros participen en apoyarlo. (Pr 27:11.) Los efectos del proceder íntegro de Cristo, que incluyó su muerte sacrificatoria, están señalados así por el apóstol: “Mediante un solo acto de justificación el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos para vida”. (Ro 5:18.) Cristo ha sido nombrado Cabeza de un “cuerpo” o congregación (Col 1:18), cuyos miembros participan en su muerte de integridad, y él está contento de que ellos participen con él como coherederos, como reyes asociados en su gobernación del Reino. (Lu 22:28-30; Ro 6:3-5; 8:17; Rev 20:4, 6.) Hombres fieles de la antigüedad que estaban a la expectativa de esta provisión de Dios mantuvieron integridad aunque tenían un cuerpo imperfecto. (Heb 11:13-16.) Y los otros muchos que finalmente doblarán las rodillas en reconocimiento de la Soberanía de Dios, también lo harán, reconociendo de corazón lo justo y merecido de dicha soberanía. Como cantó proféticamente el salmista, “toda cosa que respira... alabe a Jah. ¡Alaben a Jah!”. (Sl 150:6.)

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rs pág. 357 Satanás el Diablo Cómo llegó a existir Satanás? Todas las obras de Jehová son perfectas; él no es autor de injusticia; por tanto, él no creó a nadie inicuo (Deu. 32:4; Sal. 5:4). La criatura que llegó a ser Satanás fue originalmente un hijo celestial de Dios en perfección. Al decir que el Diablo “no permaneció firme en la verdad”, Jesús indicó que en un tiempo aquella criatura había estado “en la verdad” (Juan 8:44). Pero, como en el caso de todas las criaturas inteligentes de Dios, este hijo espiritual de Dios estaba dotado de libre albedrío. Dio mal uso a la libertad que le permitía escoger, permitió que en su corazón se desarrollaran sentimientos de presunción y empezó a ansiar adoración que pertenecía solo a Dios, por lo cual incitó a Adán y Eva a escuchar a él en vez de obedecer a Dios. Así, por su proceder él mismo se hizo Satanás, que significa “adversario”. (Sant. 1:14, 15; véanse también las páginas 282, 283 en la sección titulada “Pecado”.) ¿Por qué no destruyó Dios a Satanás tan pronto como este se rebeló? Satanás hizo surgir cuestiones serias: 1) Lo justo y correcto de la soberanía de Jehová. ¿Estaba reteniendo Jehová de la humanidad alguna libertad que contribuiría a la felicidad humana? ¿Dependía en verdad de que se obedeciera a Dios el que la humanidad pudiera gobernar sus asuntos con éxito y pudiera seguir viviendo? ¿Había sido poco honrado Jehová al dar a los humanos una ley que declaraba que la desobediencia conduciría a su muerte? (Gén. 2:16, 17; 3:3-5.) Por eso, ¿tenía realmente Jehová derecho a gobernar? 2) La integridad de las criaturas inteligentes para con Jehová. Debido a que Adán y Eva se desviaron, se planteó la pregunta: ¿Era realmente el amor lo que movía a los siervos de Jehová a obedecerle, o pudiera ser que todos abandonaran a Dios y siguieran el ejemplo que estaba dando Satanás? En los días de Job, Satanás dio más abundante desarrollo a esta última cuestión. (Gén. 3:6; Job 1:8-11; 2:35; véase también Lucas 22:31.) Estas cuestiones no podían resolverse simplemente ejecutando a los rebeldes.

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Sermón del Monte (parte 2) (Mateo 6:1-7) ”Cuídense mucho para que no practiquen su justicia delante de los hombres a fin de ser observados por ellos; de otra manera no tendrán galardón ante su Padre que está en los cielos. 2 Por eso, cuando andes haciendo dádivas de misericordia, no toques trompeta delante de ti, así como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los glorifiquen. Les digo en verdad: Ellos ya disfrutan de su galardón completo. 3 Mas tú, cuando hagas dádivas de misericordia, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que tus dádivas de misericordia sean en secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará. 5 ”También, cuando oren, no deben ser como los hipócritas; porque a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de los caminos anchos para ser vistos de los hombres. En verdad les digo: Ellos ya disfrutan de su galardón completo. 6 Tú, sin embargo, cuando ores, entra en tu cuarto privado y, después de cerrar tu puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará. 7 Mas al orar, no digas las mismas cosas repetidas veces, así como la gente de las naciones, porque ellos se imaginan que por su uso de muchas palabras se harán oír. (Mateo 6:29) pero les digo que ni siquiera Salomón en toda su gloria se vistió como uno de estos.

(Lucas 6:37-49) ”Además, dejen de juzgar, y de ninguna manera serán juzgados; y dejen de condenar, y de ninguna manera serán condenados. Sigan poniendo en libertad, y se les pondrá en libertad. 38 Practiquen el dar, y se les dará. Derramarán en sus regazos una medida excelente, apretada, remecida y rebosante. Porque con la medida con que ustedes miden, se les medirá en cambio”. 39 Entonces les habló también una ilustración: “Un ciego no puede guiar a un ciego, ¿verdad? Ambos caerán en un hoyo, ¿no es cierto? 40 El alumno no es superior a su maestro, pero todo el que esté perfectamente instruido será como su maestro. 41 ¿Por qué, entonces, miras la paja que está en el ojo de tu hermano, pero no observas la viga que está en tu propio ojo? 42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, permíteme extraer la paja que está en tu ojo’, mientras que tú mismo no miras la viga en ese ojo tuyo? ¡Hipócrita! Primero extrae la viga de tu propio ojo, y entonces verás claramente cómo extraer la paja que está en el ojo de tu hermano. 43 ”Porque no hay árbol excelente que produzca fruto podrido; de nuevo, no hay árbol podrido que produzca fruto excelente. 44 Porque cada árbol es conocido por su propio fruto. Por ejemplo, no se recogen higos de espinos, ni de la zarza se cortan uvas. 45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón produce lo bueno; pero el hombre inicuo produce lo que es inicuo de su [tesoro] inicuo; porque de la abundancia del corazón habla su boca. 46 ”Entonces, ¿por qué me llaman ‘¡Señor! ¡Señor!’, pero no hacen las cosas que digo? 47 Todo el que viene a mí y oye mis palabras y las hace, les mostraré a quién es semejante: 48 Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la masa rocosa. Por consiguiente, cuando sobrevino una inundación, el río rompió contra aquella casa, pero no tuvo la fuerza para sacudirla, porque estaba bien edificada. 49 Por otra parte, el que oye, y no hace, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra sin fundamento. El río rompió contra esta, y esta inmediatamente se desplomó, y la ruina de aquella casa vino a ser grande”.

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w79 15/4 págs. 22-23 El Sermón del Monte... “Sigan pidiendo” DESPUÉS de aconsejar a sus oyentes que evitaran juzgar adversamente a su congénere, Jesús dijo: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá.”—Mat. 7:7. Con estas palabras, el Hijo de Dios instó a sus discípulos a perseverar en oración. Había una necesidad apremiante para esto. En el Sermón del Monte se había mostrado claramente que el ser justo a la vista de Dios no era simplemente un asunto de ejecutar actos religiosos y caritativos. (Mat. 5:20; 6:1) Para que los actos de adoración sean significativos, tienen que brotar de motivaciones apropiadas del corazón, y eso incluye el saber perdonar, ser casto y veraz y ejercer amor. (Mat. 5:22, 27, 28, 33-37, 43-48) Puesto que estas cualidades son contrarias a la naturaleza humana pecaminosa, con regularidad los discípulos tendrían que pedir ayuda a Dios para satisfacer Sus requisitos relacionados con la adoración verdadera. Por lo tanto, tenían que ‘seguir pidiendo’ para recibir la fortaleza y sabiduría necesarias para llevar una vida de piedad o devoción. (2 Cor. 4:7; 2 Ped. 1:3) Los discípulos deberían ‘seguir buscando’ esta ayuda de la misma manera que buscarían un tesoro escondido. (Compare con Mateo 13:44.) Tenían que ‘seguir tocando’ para asegurarse de que se les admitiera por completo a las bendiciones que Dios tiene para los que reciben su aprobación.—Note Lucas 13:24, 25. Los que oran encarecidamente por estas bendiciones y obran en armonía con sus oraciones pueden obtener estímulo de las siguientes palabras de Jesús: “Porque todo el que pide recibe, y todo el que busca halla, y a todo el que toca se le abrirá.” (Mat. 7:8) Esto no significa que la gente puede orar por cualquier cosa que desee y recibir respuesta. Para que una oración sea apropiada, siempre tiene que estar en armonía con la voluntad de Dios. (1 Juan 5:14) Sin embargo, los discípulos de Jesús podían estar seguros de que Dios contestaría las oraciones que hicieran en petición de ayuda para efectuar la adoración verdadera. A este respecto, el Hijo de Dios dio una ilustración: “De veras, ¿quién es el hombre entre ustedes a quien su hijo pide pan,... no le dará una piedra, ¿verdad? O, quizás, le pida un pescado,... no le dará una serpiente, ¿verdad?”—Mat. 7:9, 10. Durante el primer siglo de la E.C., en Palestina se cocía el pan en forma de tortas planas que se asemejaban a ciertas piedras. Algunas serpientes pequeñas se parecían al pescado que frecuentemente se comía con pan. (Vea Juan 6:9) Si un muchachito le pidiera a su padre pan, el padre no tendería a engañar ni molestar a su prole por medio de darle una piedra. Si el hijo pidiera pescado para comer con pan, su padre no le extendería una serpiente. El afecto natural entre padre e hijo impediría que el padre hiciera aquello. “Por lo tanto,” continuó Jesús, “si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos dones a sus hijos, ¿con cuánta más razón dará su Padre que está en los cielos cosas buenas a los que le piden?”—Mat. 7:11. Los padres aquí en la Tierra, “aunque son inicuos” debido al pecado heredado, no dan a sus hijos cosas dañinas que solo se parezcan a las cosas que ellos hayan solicitado. En vez de eso, los padres humanos se esfuerzan por suministrar “buenos dones” a su descendencia. “Con cuánta más razón” contestará Dios, cuyo amor es perfecto, las oraciones de sus adoradores devotos. (1 Juan 4:8) Concederá “cosas buenas” a sus siervos, especialmente espíritu santo, que puede fortalecerlos para que continúen rindiendo el servicio sagrado que satisface los requisitos de Dios. (Compare con Lucas 11:13.) Sin embargo, el Altísimo hará esto solo con las personas que persisten en ‘pedirle.’

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En seguida, Jesús añadió una regla de conducta que ha alcanzado fama considerable: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho es lo que significan la Ley y los Profetas.”—Mat. 7:12. Dios despliega una disposición paternal hacia sus siervos por medio de contestar las oraciones que le hacen. “Por lo tanto” ellos, en cambio, deben tratar a su congénere apropiadamente. Solo de esta manera pueden probar que son hijos de Dios, es decir, personas que imitan la benevolente disposición de Dios y cuyas oraciones reciben pronta respuesta del Padre celestial.—Compare con Mateo 5:44-48; 1 Pedro 3:7. Respecto a esta “regla áurea,” el libro A Pattern for Life (Un modelo para la vida) declara: “Tanto en fuentes judías como en fuentes gentiles se pueden hallar paralelos a la Regla, como para probar que Dios no había dejado a los hombres sin conocimiento de la más alta moralidad antes de la venida de Cristo. En Tob[ías, uno de los libros apócrifos] 4:15 leemos: ‘Lo que odies no lo hagas a nadie.’ Hillel [un rabino que vivió alrededor del tiempo de Jesús] dijo: ‘Lo que te es odioso no lo hagas a nadie más.’ Los estoicos tenían una máxima que decía: ‘No hagas a otro lo que no quieres que te suceda a ti.’ En las enseñanzas de Confucio encontramos: ‘No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti.’” Sin embargo, todos estos dichos son negativos, estimulan a la gente a no tratar a otros de la manera que a ellos no les gustaría que los trataran. Sin embargo, las personas que pusieran atención al Hijo de Dios irían más allá de simplemente evitar el maltratar a otros. Tendrían que tomar la iniciativa y hacer cosas buenas a su congénere, sí, “todas las cosas que quieren que los hombres les hagan.” Al comparar este consejo con las declaraciones semejantes de tipo negativo en los escritos que no son bíblicos, A. B. Bruce hace la siguiente observación en The Expositors Greek Testament: “Lo negativo nos confina a la región de la justicia; lo positivo nos lleva a la región de la generosidad o la gracia, y por lo tanto comprende a la ley y los profetas. Deseamos mucho más de lo que podemos demandar... que se nos ayude cuando estamos en necesidad, que se nos dé estímulo cuando nos estamos esforzando, que se nos defienda cuando se nos represente erróneamente, y que se nos muestre amistad cuando nos tienen acosados. Cristo quiere que hagamos todo esto de modo magnánimo y benigno; que seamos, no simplemente [justos], sino [buenos].”—Vea Romanos 5:7. La expresión “la Ley y los Profetas” señala a sumamente importantes e inspiradas Escrituras Hebreas. Cuando la gente trata a otros de la manera que les gustaría que otros los trataran, actúan en armonía con el verdadero espíritu que hay detrás de la ley de Dios. “No deban a nadie ni una sola cosa,” escribe el apóstol Pablo, “salvo el amarse los unos a los otros; porque el que ama a su semejante ha cumplido la ley. Porque el código de la ley: ‘No debes cometer adulterio, No debes asesinar, No debes hurtar, No debes codiciar,’ y cualquier otro mandamiento que haya, se resume en esta palabra, a saber: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’ El amor no obra mal al prójimo; por lo tanto el amor es el cumplimiento de la ley.”—Rom. 13:8-10; compare con Mateo 22:37-40. “Persistan en la oración.”—Romanos 12:12.

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[Nota] Las palabras de Jesús en Mateo 7:7-11 también aparecen en Lucas 11:9-13 en un marco de circunstancias que tuvo lugar en Judea cerca de año y medio después que Jesús presentó el Sermón del Monte. Parece que Jesús consideró apropiado repetir el consejo. w79 1/4 pág. 14 El Sermón del Monte... ¿Entran todos en el Reino? DESPUÉS de advertir a los que le oían acerca de falsos profetas a los cuales pudieran llegar a conocer durante el primer siglo E.C., Jesús dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”—Mat. 7:21; compare con Lucas 6:46. Para disfrutar de las bendiciones del reino de Dios, es necesario que las personas reconozcan el señorío de Jesucristo. (Rom. 10:9; Fili. 2:11) Pero esto envuelve más que solo dar lealtad de dientes afuera al Hijo de Dios por medio de llamarlo “Señor, Señor.” A la plenitud de bendiciones del Reino solo se admite al “que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” Esa “voluntad” se expresa adecuadamente en el Sermón del Monte. Exige hacer “obras excelentes” de declarar las verdades del Reino a otras personas. También incluye transformar la personalidad de uno para desplegar cualidades como las de Dios, tales como apacibilidad, castidad, confiabilidad, altruismo, amor, sinceridad y fe.—Vea Mateo 5:16, 21, 22, 27-30, 33-48; 6:1-18, 25-34. Las palabras que Jesús dice después muestran que muchas personas que alegarían ser sus seguidores fallarían respecto a eso: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obreros del desafuero.”—Mat. 7:22, 23. “En aquel día,” cuando Dios ejecute juicio contra sus enemigos (Zac. 14:1-3; 2 Tes. 2:1, 2; 2 Ped. 3:1012), “muchos” procurarán que se les considere favorablemente por medio de alegar que han logrado cosas sorprendentes ‘en Su nombre,’ es decir, como si fueran representantes de Jesucristo y por medio de poder divino que hubieran obtenido mediante él. Preguntarán: “¿No profetizamos [es decir, expresar comunicaciones divinas y quizás predicciones de acontecimientos futuros] en tu nombre?” Pero tal ‘profetizar’ no es una identificación segura del discipulado cristiano verdadero. Según las Escrituras, falsos profetas también proclamaron predicciones que a veces se realizaron, así como mensajes que entregaron como si fuera por autoridad divina.—Deu. 13:1-3; Jer. 14:14. Algunos se jactarían de haber ‘expulsado demonios en el nombre’ de Jesús. Hoy en la cristiandad hay personas que alegan que tienen tal poder. Pero la práctica de exorcizar demonios (por medio de ritos místicos) siempre ha sido un rasgo de religiones que no son bíblicas. Además, ciertos judíos del primer siglo E.C. expulsaban demonios por medio de fórmulas mágicas que creían que habían sido entregadas desde el rey Salomón.

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w79 1/2 págs. 9-10 El Sermón del Monte... ‘Acumulen tesoros en el cielo’ DESPUÉS de su consejo acerca de que era necesario evitar la hipocresía en la adoración, Jesús consideró el lazo del materialismo. Empezó diciendo: “Dejen de acumular para ustedes tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan.”—Mat. 6:19. Jesús conocía bien la tendencia humana de confiar en una acumulación de cosas materiales. Dio a sus oyentes la amonestación de ‘dejar’ de hacer aquello, puesto que los tesoros terrestres no tienen valor duradero. Sean vestiduras costosas, dinero u otros artículos materiales, estas cosas valiosas acumuladas pueden sufrir deterioro. Por ejemplo, ‘las polillas’ pueden arruinar telas valiosas; los metales preciosos pueden sucumbir al “moho.” (Compare con Santiago 5:1-3.) Hasta antes de que comience el deterioro hay peligro de robo. En la antigua Palestina los ladrones ‘entraban por fuerza y hurtaban’ por medio de abrirse una grieta para ello a través de las paredes de barro o de yeso de las casas. Por eso, Jesús declaró: “Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan.” (Mat. 6:20) Uno puede acumular tesoros incorruptibles por medio de hacerse un registro de obras excelentes “en el cielo” (es decir, ante Dios). Con relación a esto el apóstol Pablo dio a los cristianos acaudalados la amonestación de que “trabajen en lo bueno, que sean ricos en obras excelentes, que sean liberales, listos para compartir, atesorando para sí mismos con seguridad un fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que lo es realmente.”—1 Tim. 6:17-19; Tito 3:8. Jesús dio como razón para evitar el materialismo esto: “Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón.” (Mat. 6:21) El “tesoro” de uno es lo que uno considera verdaderamente valioso. En esto uno pone su “corazón,” el asiento de los motivos, deseos y afectos. Si el tesoro que le roba el corazón a uno es simplemente lo que este mundo puede ofrecer, eso le causa daño a la relación de uno con Dios, quien requiere servicio de “corazón completo.”—1 Cró. 28:9; Mat. 22:37. Para ayudar a los que le escuchaban a evitar el lazo del materialismo, Jesús presentó dos ilustraciones. Empezó la primera diciendo: “La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará brillante.”—Mat. 6:22. Es apropiado llamar al ojo “la lámpara del cuerpo,” puesto que la luz llega al centro visual del cerebro por medio de los ojos. En vez de estar continuamente saltando de un lugar a otro para avistar todo objeto que se presenta a la vista, el ‘ojo sencillo’ enfoca la mirada en una sola cosa. En sentido figurado, aquello en lo cual el individuo ‘fija su ojo’ como objeto de intensa concentración y meditación afecta su personalidad entera. Si la meta principal de uno en la vida es hacer la voluntad de Dios, ‘todo su cuerpo estará brillante.’ En todo aspecto de la vida uno reflejará una iluminación que glorifica a Dios y beneficia a su congénere humano.—Compare con Proverbios 4:18, 25-27; Mateo 5:14-16. “Pero si tu ojo es inicuo,” continuó Jesús, “todo tu cuerpo estará oscuro.” (Mat. 6:23a) El ‘ojo inicuo’ enfoca la atención con anhelo codicioso en cosas incorrectas. (Note Mateo 5:28; 2 Pedro 2:14.) Para el que hace que lo principal en su vida sea buscar las riquezas de este mundo, ‘todo su cuerpo estará oscuro.’ Una meta materialista de esa índole lleva a conducta incorrecta que manifiesta oscuridad espiritual en todo aspecto de la vida. “Los que están determinados a ser ricos,” escribe el apóstol Pablo, “caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y haciendo esfuerzos por realizar este amor algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores.”—1 Tim. 6:9, 10.

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Mostrando la seriedad de esto, Jesús dijo en seguida: “Si en realidad la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande oscuridad es ésa!” (Mat. 6:23b) Como seres humanos tenemos la imperfección en nosotros desde el nacimiento. (Rom. 5:12) Sin embargo, la condición de uno empeora si uno da dirección incorrecta a las facultades que tiene para adquirir iluminación (el ojo figurativo). El codicioso anhelar de riquezas mancha todo aspecto de la vida de uno. (Pro. 28:20) “¡Cuán grande,” exclamó Jesús, es la “oscuridad” de aquellos cuyo amor a los tesoros materialistas los conduce a empujar a un lado los asuntos espirituales!— Mat. 13:22. Jesús añadió entonces una segunda ilustración: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro.”—Mat. 6:24a. Los que estaban escuchando el Sermón del Monte estaban familiarizados con la esclavitud, que era regulada por la ley mosaica. (Éxo. 21:2; Lev. 25:39-46) El dueño de un esclavo podía esperar que su esclavo hiciera cuanto a cabalidad pudiera en su servicio. (Compare con Lucas 17:7-10.) Es interesante el hecho de que en La Mishna se consideran los derechos del “esclavo que pertenece a condueños,” lo que indica que a veces un esclavo podía estar sujeto a dos amos. Acerca de las palabras de Jesús respecto a esto, leemos en el Theological Dictionary of the New Testament (Diccionario teológico del Nuevo Testamento): “Mat. 6:24 y Luc. 16:13 presuponen la posibilidad de que un esclavo tuviera dos dueños que hubieran hecho inversiones iguales en él y por lo tanto tuvieran derechos iguales a sus servicios. Esta es una situación que podía existir y existía. De hecho, había esclavos a quienes un amo ponía en libertad, pero otro no, de modo que eran mitad libres y mitad esclavos. Por supuesto, en tal relación [de servidumbre doble] era casi imposible el que el esclavo desplegara la misma devoción a ambos, especialmente cuando los deseos e intereses de éstos pudieran variar muy ampliamente. Jesús expresó esto en el lenguaje de sus contemporáneos y Su pueblo al decir que el esclavo [amaría] a un amo y [odiaría] al otro, es decir, que le tendría menos apego.” Jesús remachó el punto de esta ilustración al decir: “No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas.” (Mat. 6:24b) Esta declaración no condena el poseer riquezas, sino que, más bien, da énfasis al hecho de que uno no puede ‘servir como esclavo’ a las riquezas y a la misma vez dar a Dios la devoción exclusiva que él requiere. El que verdaderamente ama a Dios y desea servirle de manera aceptable, ciertamente tiene que ‘despreciar’ la esclavitud que es el resultado de hacer que los tesoros en la Tierra sean la meta principal de uno en la vida. J w79 1/1 págs. 5-6 El Sermón del Monte... “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera” DESPUÉS de haber dado a sus discípulos la amonestación de evitar el comportamiento hipócrita de llamar atención a sí mismos cuando oraban, Jesús presentó la famosa Oración Modelo, comúnmente conocida como el padrenuestro. Le dio como introducción las palabras: “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera.”—Mat. 6:9a. La palabra “ustedes” se refiere a los que estaban escuchando a Jesús, a distinción de los hipócritas a quienes había mencionado antes. (Mat. 6:5) La expresión “de esta manera” introduce un contraste con las personas que se habían acostumbrado a decir “las mismas cosas repetidas veces.” (Mat. 6:7) Por eso, claramente se debe ver que Jesús no estaba animando a los que le escuchaban a sencillamente repetir de memoria la oración que iba a darles.

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La Oración Modelo tiene siete peticiones. Las primeras tres piden que Dios obre respecto a la santificación de su nombre; las otras cuatro son solicitudes que tienen que ver con las necesidades humanas. Considerémoslas individualmente. (1) “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.” (Mat. 6:9b) Porque Dios es el Creador de la humanidad y mora mucho más allá de la Tierra, es propio que sus criaturas lo llamen “Padre nuestro que estás en los cielos.” (Hech. 17:24, 28; 2 Cró. 6:21; Isa. 66:1) Durante el primer siglo E.C., esta expresión era especialmente apropiada para los judíos, puesto que Dios había obrado como padre para con aquel pueblo al librarlos de la esclavitud en Egipto y entrar en una relación de pacto con ellos. (Deu. 32:6, 18; Éxo. 4:22; Isa. 63:16) El uso del término “nuestro,” un término en plural, encierra reconocimiento de que otras personas además de la que ora están en relación estrecha con Dios y son parte de su familia de adoradores. A veces la palabra “nombre” aparece en las Escrituras como sinónimo para la persona misma. Por ejemplo, en Revelación 3:4 leemos: “Sí tienes unos cuantos nombres [personas] en Sardis que no contaminaron sus prendas exteriores de vestir.” (Compare con Isaías 30:27; Malaquías 3:16.) “Santificado sea tu nombre” encierra el pensamiento de que Dios tome acción para santificarse por medio de limpiar de su nombre memorial o conmemorativo, Jehová, el oprobio que se ha amontonado sobre él desde la rebelión de la primera pareja humana en el jardín de Edén. (Sal. 135:13; Ose. 12:5) En respuesta a esta oración, Dios quitará de la Tierra la iniquidad. Acerca de ese tiempo, leemos: “Ciertamente me engrandeceré y me santificaré y me daré a conocer delante de los ojos de muchas naciones; y tendrán que saber que yo soy Jehová.”—Eze. 38:23; también 36:23. (2) “Venga tu reino.” (Mat. 6:10a) Ese “reino” es la gobernación soberana de Dios expresada por medio de un gobierno celestial mesiánico en manos de Cristo Jesús y sus “santos” asociados. (Isa. 9:6, 7; 11:1-5; Dan. 7:13, 14, 18, 22, 27) El orar para que el reino “venga” es pedir que el reino de Dios venga contra todos los opositores de la gobernación divina en la Tierra. Según el libro de Daniel, ‘el reino [de Dios] triturará y pondrá fin a todos estos reinos [terrestres], y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.’ (Dan. 2:44) Después de eso, la gobernación por Dios transformará la Tierra en un paraíso mundial de justicia y paz.— Sal. 72:1-15; 2 Ped. 3:13; Rev. 21:1-5. (3) “Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:10b) Con esto no se solicita que los seres humanos hagan la voluntad de Dios como la hacen los ángeles en el cielo, aunque ciertamente eso acontecerá. (Sal. 103:19-22; 148:1-14) Más bien, lo que se pide es que Dios mismo obre en armonía con su voluntad para la Tierra. Es similar a esto esta declaración del salmista: “Todo cuanto a Jehová le deleitara hacer lo ha hecho en los cielos y en la tierra, en los mares y en todas las profundidades acuosas. Aquel que dio golpe de muerte a los primogénitos de Egipto, lo mismo a hombre que a bestia. Envió señales y milagros en medio de ti, oh Egipto, sobre Faraón y sobre todos sus siervos; aquel que derribó a muchas naciones y mató a reyes potentes.”—Sal. 135:6, 8-10. El pedir que Dios haga su voluntad en la Tierra es solicitar que efectúe sus buenos propósitos con relación a nuestro planeta, entre ellos el de remover de una vez para siempre a sus opositores, como lo hizo en escala menor en la antigüedad.—Rev. 19:19-21; Sal. 83:9-18. (4) “Danos hoy nuestro pan para este día.” (Mat. 6:11) En el relato evangélico de Lucas esta solicitud se presenta así: “Danos nuestro pan para el día según la necesidad del día.” (Luc. 11:3) El pedir que Dios suministre artículos necesarios “para este día” promueve fe en que él puede atender las necesidades de sus adoradores de día en día. No es una petición de provisiones sobreabundantes, sino una por las

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necesidades diarias según surgen. Esto nos recuerda el mandato divino de que los israelitas recogieran el maná que se suministraba milagrosamente “cada cual su cantidad día por día,” y no más.—Éxo. 16:4. (5) “Y perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.” (Mat. 6:12) Lucas muestra que por “deudas” Jesús quería decir “pecados.” (Luc. 11:4) La única manera en que la gente puede alcanzar el perdón de Dios es si ya ‘ha perdonado’ a las personas que han pecado contra ella. (Vea también Mar. 11:25.) Dando amplitud a este pensamiento, Jesús añadió: “Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también los perdonará a ustedes; mientras que si no perdonan a los hombre sus ofensas tampoco perdonará su Padre las ofensas de ustedes.” (Mat. 6:14, 15) Dios otorga perdón solamente a personas que perdonan generosamente a otras.—Compare con Efesios 4:32; Colosenses 3:13. (6) “No nos metas en tentación.” (Mat. 6:13a) Con esto no se quiere dar a entender que Dios tienta a la gente a cometer males, porque la Biblia declara: “Con cosas malas Dios no puede ser probado ni prueba él mismo a nadie.” (Sant. 1:13) El verdadero “Tentador” que se esfuerza por manipular a la gente para que peque contra Dios es Satanás el Diablo. (Mat. 4:3; 1 Tes. 3:5) Sin embargo, a veces los escritores de la Biblia dicen que Dios hace o causa cosas que él simplemente permite.—Rut 1:20, 21; Ecl. 7:13; 11:5. Con la solicitud a Dios de que ‘no nos meta en tentación’ le estamos pidiendo que no permita que sus adoradores fieles sucumban o ‘se desplomen’ cuando se les someta a presión para que desobedezcan a Dios. Con relación a esto el apóstol Pablo escribe: “Ninguna tentación los ha tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación él también dispondrá la salida para que puedan aguantarla.”— 1 Cor. 10:13. (7) “Líbranos del inicuo.” (Mat. 6:13b) Así se pide que no se le permita al Diablo vencer a los adoradores fieles de Dios. (Compare con Salmo 141:8, 9.) Los discípulos de Jesús pueden confiar en que Dios J puede contestar tal petición. El apóstol Pedro escribe: “Jehová sabe librar de la prueba a personas de devoción piadosa.”—2 Ped. 2:9; compare con Revelación 3:10. w78 1/12 págs. 30-31 El Sermón del Monte... ‘Que sus dones de misericordia sean en secreto’ DESPUÉS de su advertencia sobre la manera apropiada de tratar al congénere de uno, Jesús dio consejo acerca de la clase de adoración que verdaderamente cuenta ante Dios. Empezó esta parte de su Sermón del Monte diciendo: “Cuídense mucho de no practicar su justicia delante de los hombres a fin de ser observados por ellos.”—Mat. 6:1a. En este caso, “justicia” significa conducta que se amolda a la norma divina de lo que es correcto. (Compare con Mateo 5:6, 20.) Dios desea que la gente despliegue justicia en todo aspecto de la vida. Esto debe incluir las acciones de la persona cuando está sola y sus relaciones con Dios y los congéneres humanos. Las palabras de Jesús no quieren decir que nunca se deben hacer actos de piedad delante de otras personas, porque eso sería contrario al consejo que él dio anteriormente en el sentido de que los que le oyeran ‘dejaran resplandecer su luz delante de los hombres.’ (Mat. 5:14-16) Pero el motivo jamás debería ser “para ser observados por ellos.” El individuo no debe procurar hacerse un espectáculo como si estuviera en el escenario de un teatro.

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Jesús declaró lo siguiente a todos los que pudieran inclinarse a ostentar como en un teatro sus virtudes: “No tendrán galardón con su Padre que está en los cielos.” (Mat. 6:1b) Ese ‘galardón del cielo’ que incluye una relación íntima con Dios y las bendiciones eternas de su gobernación del Reino, no es para individuos que tengan como motivo para adorar a Dios el atraerse atención a sí mismos. Para los judíos del primer siglo E.C., tres aspectos principales de la adoración eran el dar limosnas, la oración y el ayuno. Acerca del primero de éstos, Jesús declaró: “Cuando andes haciendo dones de misericordia, no toques trompeta delante de ti, así como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los glorifiquen los hombres.”—Mat. 6:2a. La expresión “dones de misericordia” significa donaciones caritativas para el sostenimiento de los empobrecidos. A menudo las Escrituras Hebreas dan énfasis a la importancia de ayudar a individuos necesitados. (Pro. 14:21; 28:27; Isa. 58:6, 7) En tiempos posteriores, cada comunidad judía tenía un fondo para los pobres que se recogía y distribuía desde las sinagogas cada semana. Se esperaba que cada residente contribuyera según su condición financiera. Muchos individuos iban más allá de esta obligación y daban apoyo extra a los necesitados por contribuciones voluntarias. Es interesante que Jesús y sus apóstoles tenían un fondo común para los pobres.—Juan 12:5-8; 13:29. Sin embargo, respecto al dar limosnas, Jesús dio esta amonestación a sus discípulos: “No toques trompeta delante de ti.” En otras palabras: ‘No des publicidad al hecho de que das limosnas.’ Con regularidad los fariseos hacían esto, y Jesús los llamó “hipócritas,” es decir, personas que fingían ser lo que no eran. En cuanto a dar publicidad a las donaciones caritativas “en las sinagogas y en las calles,” leemos en el Theological Dictionary of the New Testament (un diccionario teológico): “Los escritos rab[ínicos] dan abundante testimonio sobre la naturaleza teatral de la justicia farisaica. . . . Aunque por asignación y tasa se suministraban los medios para sostener como comunidad a los pobres, el dar limosnas por encima de esto se fundaba en dones gratuitos. Se informaba de éstos a la congregación en las sinagogas y en servicios de ayuno en la vía pública.” (Tomo III, pág. 974) “En las sinagogas, esp[ecialmente] en los ayunos cuando en crisis serias se celebraba adoración en lugares públicos de la ciudad . . . , había individuos que solían prometer en público sumas específicas para la caja de fondos para los pobres. . . . También se nos dice que a los que daban grandes cantidades se les honraba permitiéndoles sentarse al lado de los rabinos en la adoración.”—Tomo VII, pág. 86. Acerca de aquellos hipócritas, Jesús declaró: “Verdaderamente les digo a ustedes: Ellos ya disfrutan de su galardón completo.” (Mat. 6:2b) Papiros del primer siglo E.C. revelan que la Palabra griega para “disfrutan . . . completo” (apékho) muchas veces aparecía en los recibos e indicaba posesión plena de un artículo o una suma de dinero. En su obra Bible Studies (Estudios de la Biblia), G. Adolf Deissmann declara que, en vista de esto, las palabras de Jesús “adquieren el significado más cáusticamente irónico de que pueden firmar el recibo de su galardón: se ha realizado su derecho de recibir su recompensa, precisamente como si ya hubieran dado un recibo por él.” El aplauso de los hombres y quizás un asiento delantero en la sinagoga al lado de rabinos conocidos era toda la recompensa que aquellos hipócritas conseguirían.— Compare con Mateo 23:6. “Mas tú,” dijo Jesús a los que le escuchaban, “cuando hagas dones de misericordia, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.” (Mat. 6:3) La mano derecha y la mano izquierda son los más cercanos de los miembros corporales por el hecho de que están a cada lado del torso y por lo general se mueven en cooperación. A veces pudiera ser que una mano funcionara en independencia de la otra. Por lo tanto, el ‘no dejar que la mano izquierda supiera lo que la derecha estuviera haciendo’ significaría que uno no daría

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publicidad a sus acciones caritativas, ni siquiera a personas en tan estrecha o cercana relación con uno como la mano izquierda lo está con la derecha. Según Jesús, la proclamación jactanciosa del dar limosnas debería evitarse para “que sus dones de misericordia sean en secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará.” (Mat. 6:4) Puesto que el Creador mora en los cielos y es invisible a los ojos humanos, permanece “en secreto” en lo que se refiere a la humanidad. (Juan 1:18; 1 Juan 4:20) El ‘pago’ que viene del que “mira en secreto” incluye el que Dios ponga a los adoradores humildes en relación íntima consigo, que les perdone sus pecados y les otorgue vida eterna en medio de condiciones de perfección. (Pro. 3:32; Efe. 1:7; Rev. 21:1-5) ¡Cuánto se debe preferir eso a la alabanza de otras criaturas humanas!

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Conserve la pureza de la congregación it-1 págs. 209-213 Arrepentimiento El verbo “arrepentirse” significa “sentir pesar, contrición o compunción, por haber hecho o haber dejado de hacer alguna cosa”. También entraña la idea de “cambiar de actitud con respecto a cierta acción o conducta del pasado (o a algo que se pretendía hacer) debido a pesar o descontento”. En muchos textos esta es la idea de la palabra hebrea na·jám, término que puede significar “sentir pesar; estar de duelo; arrepentirse” (Éx 13:17; Gé 38:12; Job 42:6), y también: “consolarse” (2Sa 13:39; Eze 5:13), “liberarse” o “desembarazarse (por ej.: de los enemigos)”. (Isa 1:24.) Sea que se refiera a sentir pesar o a sentir consuelo, el término hebreo implica un cambio en la actitud mental o el sentir de la persona. En griego se usan dos verbos en conexión con el arrepentimiento: me·ta·no·é·ō y me·ta·mé·lo·mai. El primero se compone de me·tá, “después”, y no·é·ō (relacionado con nous, mente, disposición o consciencia moral), que significa “percibir; discernir; captar; darse cuenta”. Por consiguiente, el significado literal de me·ta·no·é·ō es “conocer después” (en contraste con “pre-conocer”), y se refiere a un cambio en la manera de pensar, la actitud o el propósito de una persona. Por otro lado, me·ta·mé·lo·mai viene de mé·lō, que significa “preocupar; interesar”. El prefijo me·tá (después) le da al verbo el sentido de “sentir pesar” (Mt 21:30; 2Co 7:8) o “arrepentirse”. Por consiguiente, me·ta·no·é·ō recalca el cambio de punto de vista o disposición: el rechazo del modo de proceder pasado o que se ha pensado emprender por considerarlo indeseable (Rev 2:5; 3:3); por otro lado, me·ta·mé·lo·mai subraya el sentimiento de pesar que experimenta la persona. (Mt 21:30.) El Theological Dictionary of the New Testament (edición de G. Kittel, vol. 4, pág. 629; traducción al inglés de G. Bromiley, 1969) dice: “Por lo tanto, cuando el Nuevo Testamento separa los significados de [estos términos], muestra un claro discernimiento de la naturaleza incambiable de ambos conceptos. En contraste, el uso helenístico acercó el significado de las dos palabras”. Por supuesto, un cambio de punto de vista suele ir acompañado de un cambio de sentimientos, o es posible que sea el sentimiento de pesar el que provoque un decidido cambio en el punto de vista o la voluntad de la persona. (1Sa 24:5-7.) Se deduce, entonces, que estos dos vocablos, aunque de distinto significado, son muy afines. Arrepentimiento humano de los pecados. El pecado, el no cumplir con los justos requisitos de Dios es lo que hace necesario el arrepentimiento. (1Jn 5:17.) Ya que Adán vendió a toda la humanidad al pecado, todos sus descendientes han tenido la necesidad de arrepentirse. (Sl 51:5; Ro 3:23; 5:12.) Como se muestra en el artículo RECONCILIACIÓN, el arrepentimiento (seguido de la conversión) es un requisito previo para reconciliarse con Dios. Puede ser que el arrepentimiento afecte el proceder de la vida de una persona, es decir, un derrotero de vida contrario al propósito y la voluntad divinas y, por lo tanto, en armonía con el mundo controlado por el adversario de Dios (1Pe 4:3; 1Jn 2:15-17; 5:19), o quizás solo afecte un aspecto en particular de la vida, una práctica impropia que estropea y mancha un derrotero que de otra manera sería aceptable; es posible que se sienta arrepentimiento debido a un solo acto de mala conducta o hasta por una tendencia, inclinación o actitud incorrecta. (Sl 141:3, 4; Pr 6:16-19; Snt 2:9; 4:13-17; 1Jn 2:1.) Por consiguiente, las faltas que lo causan pueden ser o bien de carácter muy general o bien bastante específicas. De manera similar, una persona puede desviarse de la justicia mucho o poco, y, como es lógico, el grado de pesar estará en proporción al grado de desviación. Los israelitas fueron “a lo profundo en su

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sublevación” contra Jehová y se ‘pudrieron’ en sus transgresiones. (Isa 31:6; 64:5, 6; Eze 33:10.) Por otro lado, el apóstol Pablo aconseja que cuando un “hombre dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello”, los que tienen las debidas cualidades espirituales han de tratar “de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad”. (Gál 6:1.) Ya que Jehová tiene misericordia de las debilidades carnales de sus siervos, estos no necesitan estar en una constante condición de remordimiento debido a los errores que cometen por su imperfección inherente. (Sl 103:8-14; 130:3.) Si andan concienzudamente en los caminos de Dios, pueden sentirse gozosos. (Flp 4:4-6; 1Jn 3:19-22.) Entre los que necesitan arrepentimiento puede que estén aquellos que ya han disfrutado de una relación favorable con Dios, pero que se han desviado y han sufrido la pérdida de su favor y bendición. (1Pe 2:25.) Israel estaba en una relación de pacto con Dios, eran un “pueblo santo”, escogido de entre todas las naciones (Dt 7:6; Éx 19:5, 6); los cristianos también llegaron a estar en una posición justa ante Dios mediante el nuevo pacto mediado por Cristo. (1Co 11:25; 1Pe 2:9, 10.) En el caso de aquellos que se desviaron, el arrepentimiento los conducía a la restauración de su buena relación con Dios y a los consiguientes beneficios y bendiciones que les reportaría esa relación. (Jer 15:19-21; Snt 4:8-10.) Para los que no han disfrutado con anterioridad de tal relación con Dios —como los pueblos paganos de naciones no israelitas durante el tiempo en que estuvo en vigor el pacto de Dios con Israel (Ef 2:11, 12) y todas aquellas personas de cualquier raza o nacionalidad que están fuera de la congregación cristiana—, el arrepentimiento es un paso principal y esencial para llegar a estar en una posición justa delante de Dios, con vida eterna en mira. (Hch 11:18; 17:30; 20:21.) El arrepentimiento puede ser tanto colectivo como individual. Por ejemplo: la predicación de Jonás movió a toda la ciudad de Nínive a arrepentirse, desde el rey hasta “el menor de ellos”, pues a los ojos de Dios todos habían participado en la maldad. (Jon 3:5-9; compárese con Jer 18:7, 8.) A instancias de Esdras, la entera congregación formada por los israelitas que regresaron del exilio reconoció su culpabilidad colectiva ante Dios y expresó arrepentimiento por medio de sus príncipes representantes. (Esd 10:7-14; compárese con 2Cr 29:1, 10; 30:1-15; 31:1, 2.) Asimismo, la congregación de Corinto se arrepintió de haber tolerado la presencia de alguien que practicaba males crasos. (Compárese con 2Co 7:8-11; 1Co 5:1-5.) Incluso los profetas Jeremías y Daniel no se eximieron por completo de culpabilidad cuando confesaron los males que había cometido Judá y que resultaron en su caída. (Lam 3:40-42; Da 9:4, 5.) Qué requiere el verdadero arrepentimiento. El arrepentimiento envuelve tanto la mente como el corazón. Hay que reconocer lo malo del proceder o la acción, y para ello se precisa aceptar como justas las normas y la voluntad divinas. Ignorar u olvidar su voluntad y normas es una barrera para el arrepentimiento. (2Re 22:10, 11, 18, 19; Jon 1:1, 2; 4:11; Ro 10:2, 3.) Por esta razón, Jehová, en su misericordia, ha enviado a profetas y predicadores para que hagan una llamada al arrepentimiento. (Jer 7:13; 25:4-6; Mr 1:14, 15; 6:12; Lu 24:27.) Al hacer que se publiquen las buenas nuevas por medio de la congregación cristiana, y en particular desde el tiempo de la conversión de Cornelio en adelante, Dios ha estado “diciéndole a la humanidad que todos en todas partes se arrepientan”. (Hch 17:22, 23, 29-31; 13:38, 39.) La Palabra de Dios (escrita o hablada) es el medio para ‘persuadirles’, para convencerles de lo justo del camino del Creador y de lo incorrecto de sus propios caminos. (Compárese con Lu 16:30, 31; 1Co 14:24, 25; Heb 4:12, 13.) La Ley de Dios es “perfecta, hace volver el alma”. (Sl 19:7.) El rey David habla de ‘enseñar a los transgresores los caminos de Dios para que se vuelvan a Él’ (Sl 51:13), obviamente una referencia a sus compañeros israelitas. A Timoteo se le dijo que no pelease cuando tratase con los cristianos de las congregaciones a las que servía, sino que ‘instruyese con apacibilidad a los que no estuvieran favorablemente dispuestos’, ya que Dios tal vez les daría ‘arrepentimiento que conduciría a un conocimiento exacto de la verdad, y recobrarían el juicio fuera J

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del lazo del Diablo’. (2Ti 2:23-26.) Por consiguiente, la llamada al arrepentimiento se puede dar tanto dentro de la congregación del pueblo de Dios como fuera de ella. La persona debe entender que ha pecado contra Dios. (Sl 51:3, 4; Jer 3:25.) Esto puede ser bastante obvio cuando existe blasfemia pública contra el nombre de Dios o adoración de otros dioses, como por medio de imágenes idolátricas. (Éx 20:2-7.) Sin embargo, hasta en lo que se pudiera considerar como un “asunto privado” o algo entre dos personas, ha de reconocerse que los males cometidos son pecados contra Dios, una falta de respeto a Jehová. (Compárese con 2Sa 12:7-14; Sl 51:4; Lu 15:21.) Hay que admitir que incluso las faltas en las que se incurre por ignorancia o equivocación hacen que se sea culpable ante el Gobernante Soberano, Jehová Dios. (Compárese con Le 5:17-19; Sl 51:5, 6; 119:67; 1Ti 1:13-16.) Una parte importante de la labor de los profetas consistió en convencer a Israel de sus pecados (Isa 58:1, 2; Miq 3:8-11), bien de idolatría (Eze 14:6), injusticia, opresión de un semejante (Jer 34:14-16; Isa 1:16, 17), inmoralidad (Jer 5:7-9) o falta de confianza en Jehová al apoyarse en el hombre y en el poderío militar de las naciones. (1Sa 12:19-21; Jer 2:35-37; Os 12:6; 14:1-3.) El mensaje que Juan el Bautista y el propio Jesucristo dirigieron al pueblo judío fue una llamada al arrepentimiento. (Mt 3:1, 2, 7, 8; 4:17.) Ambos pusieron al descubierto la condición pecaminosa de la nación al despojar a la gente y a sus guías religiosos del halo de santurronería que les amparaba y del embozo de tradiciones humanas y simulaciones hipócritas que les encubría. (Lu 3:7, 8; Mt 15:1-9; 23:1-39; Jn 8:31-47; 9:40, 41.) Captar el sentido con el corazón. Por consiguiente, para que exista arrepentimiento, primero debe haber un corazón receptivo que posibilite el que la persona vea y escuche con entendimiento. (Compárese con Isa 6:9, 10; Mt 13:13-15; Hch 28:26, 27.) La mente puede percibir y recoger lo que el oído escucha y el ojo ve, pero es mucho más importante que la persona que se arrepiente ‘capte el sentido [“la idea”, Jn 12:40] de ello con el corazón’. (Mt 13:15; Hch 28:27.) De esa manera no solo se produce un reconocimiento intelectual del proceder pecaminoso, sino también una respuesta apreciativa, desde el corazón. Para los que ya conocen a Dios, tal vez solo sea necesario ‘hacer volver a su corazón’ el conocimiento de Dios y de sus mandamientos (Dt 4:39; compárese con Pr 24:32; Isa 44:18-20) con el fin de ‘recobrar el juicio’. (1Re 8:47.) Si tienen una recta motivación de corazón, serán capaces de ‘rehacer su mente y probar para sí mismos la buena, acepta y perfecta voluntad de Dios’. (Ro 12:2.) Si una persona tiene fe y amor a Dios en su corazón, sentirá un pesar sincero y tristeza debido a su mal proceder. El aprecio por la bondad y la grandeza de Dios hará que los transgresores sientan un profundo remordimiento por haber ofendido Su nombre. (Compárese con Job 42:1-6.) Por otra parte, el amor al prójimo les hará lamentar el daño que han causado a otros, el mal ejemplo que han puesto y quizás hasta la manera de manchar la reputación del pueblo de Dios ante los de afuera. Dichos transgresores buscan el perdón porque desean honrar el nombre de Dios y trabajar para el bien de su prójimo. (1Re 8:33, 34; Sl 25:7-11; 51:11-15; Da 9:18, 19.) Arrepentidos, se sienten “quebrantados de corazón”, ‘aplastados y de espíritu humilde’ (Sl 34:18; 51:17; Isa 57:15), están ‘contritos de espíritu y tiemblan ante la palabra de Dios’ (Isa 66:2), palabra que hace un llamamiento hacia el arrepentimiento, y, en realidad, ‘van retemblando a Jehová y a su bondad’. (Os 3:5.) Cuando David obró tontamente al ordenar un censo, su “corazón [...] empezó a darle golpes”. (2Sa 24:10.) Por consiguiente, es necesario que haya un rechazo definitivo, que se sienta un odio de corazón y una gran repugnancia por el mal proceder. (Sl 97:10; 101:3; 119:104; Ro 12:9; compárese con Heb 1:9; Jud 23.) Esto es así porque “el temor de Jehová significa odiar lo malo”, y eso incluye odiar el ensalzamiento propio, el orgullo, el mal camino y la boca perversa. (Pr 8:13; 4:24.) Además, tiene que haber amor a la justicia y una firme determinación de adherirse a partir de entonces a un proceder justo. Sin este odio a lo que es

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malo y amor a la justicia, el arrepentimiento no tendría ninguna fuerza genuina que llevara a la verdadera conversión. Debido a esto, aunque el rey Rehoboam se humilló ante la expresión de la cólera de Jehová, después “hizo lo que era malo, porque no había establecido firmemente su corazón en buscar a Jehová”. (2Cr 12:12-14; compárese con Os 6:4-6.) Tristeza piadosa, no como la del mundo. En la segunda carta que Pablo escribe a los corintios, el apóstol hace referencia a la “tristeza de manera piadosa” que estos expresaron como resultado de la reprensión que les había dado en la primera carta. (2Co 7:8-13.) Había ‘sentido pesar’ (me·ta·mé·lo·mai) por haberles tenido que escribir con tanta severidad y como consecuencia haberles causado dolor, pero dejó de sentirlo al ver que su reprensión había producido en ellos tristeza piadosa, una tristeza que les había llevado a un arrepentimiento sincero (me·tá·noi·a) de su actitud y proceder incorrectos. Sabía que el dolor que les había causado había obrado para su bien y no les haría ningún “daño”. La tristeza que conducía al arrepentimiento no era algo por lo que ellos tuvieran que sentir pesar, pues les mantenía en el camino de la salvación, evitando que reincidieran o apostataran, y les daba la esperanza de vida eterna. Contrasta esta tristeza con “la tristeza del mundo [que] produce muerte”, tristeza que no se deriva de la fe y del amor que se le tiene a Dios y a la justicia, sino que nace del fracaso, la decepción, la pérdida, el castigo por el mal y la vergüenza (compárese con Pr 5:3-14, 22, 23; 25:8-10), y suele dar lugar a amargura, resentimiento y envidia, por lo que no conduce a beneficio duradero alguno, ni a mejoras ni a una esperanza genuina. (Compárese con Pr 1:24-32; 1Te 4:13, 14.) La tristeza del mundo se lamenta por las consecuencias desagradables del pecado, pero no por el pecado en sí ni por el oprobio que este le ocasiona al nombre de Dios. (Isa 65:13-15; Jer 6:13-15, 22-26; Rev 18:9-11, 15, 17-19; contrástese con Eze 9:4.) El caso de Caín sirve de ejemplo, pues fue la primera persona a la que Dios instó al arrepentimiento. Lo instó, advirtiéndole que se dirigiese “a hacer lo bueno”, para que el pecado no llegase a dominarlo. Sin embargo, en lugar de arrepentirse de su odio asesino, Caín dejó que este lo impulsara a matar a su hermano. Cuando Dios lo interrogó, respondió con evasivas y solo manifestó algún pesar al escuchar la sentencia que recayó sobre él, un pesar debido a la severidad del castigo, no al mal cometido. (Gé 4:5-14.) Al obrar de ese modo, demostró que se ‘originaba del inicuo’. (1Jn 3:12.) También manifestó la tristeza propia del mundo Esaú, cuando supo que su hermano Jacob había recibido la bendición de primogénito (derecho que él había vendido desdeñosamente a Jacob). (Gé 25:29-34.) Esaú clamó “de una manera extremadamente fuerte y amarga”, buscando con lágrimas un “arrepentimiento” (me·tá·noi·a), no el suyo, sino un “cambio de parecer” de su padre. (Gé 27:34; Heb 12:17, NTI.) Sintió pesar por la pérdida, no por la actitud materialista que le hizo ‘despreciar la primogenitura’. (Gé 25:34.) Después de haber traicionado a Jesús, Judas “sintió remordimiento [forma de me·ta·mé·lo·mai]”, intentó devolver el soborno que había concertado y después se ahorcó. (Mt 27:3-5.) Por lo visto le abrumó la monstruosidad de su delito y probablemente también la espantosa seguridad de que recibiría el juicio divino. (Compárese con Heb 10:26, 27, 31; Snt 2:19.) Sintió remordimiento por su culpabilidad, abatimiento, desesperación, pero no hay nada que muestre que expresara la tristeza piadosa que genera arrepentimiento (me·tá·noi·a). Para confesar su pecado no buscó a Dios, sino a los líderes judíos, y es probable que les devolviera el dinero con la idea equivocada de que así atenuaría hasta cierto grado su delito. (Compárese con Snt 5:3, 4; Eze 7:19.) Al delito de traición y de contribuir a la muerte de un hombre inocente, añadió el de suicidio. Su proceder está en marcado contraste con el de Pedro, cuyo amargo llanto después de haber negado a su Señor fue el reflejo de su arrepentimiento de corazón, lo que hizo posible que se le restableciese. (Mt 26:75; compárese con Lu 22:31, 32.)

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Como puede verse, el pesar, el remordimiento y las lágrimas no son en sí mismos pruebas de arrepentimiento genuino; el factor determinante es el motivo del corazón. Oseas dice que Jehová denunció a Israel debido a que en su aflicción “no clamaron a [Él] por socorro con su corazón, aunque siguieron aullando en sus camas. A causa de su grano y vino dulce siguieron holgazaneando [...]. Y procedieron a regresar, no a nada más elevado [...]”. Era el egoísmo lo que estaba detrás de su ruego por alivio en tiempo de calamidad, y si se les concedía ese alivio, no aprovechaban la oportunidad para mejorar su relación con Dios adhiriéndose más estrechamente a sus elevadas normas (compárese con Isa 55:8-11); eran como un “arco flojo” que nunca da en el blanco. (Os 7:14-16; compárese con Sl 78:57; Snt 4:3.) El ayuno, el llanto y el plañir eran manifestaciones válidas, pero solo si los arrepentidos ‘rasgaban sus corazones’ y no simplemente sus prendas de vestir. (Joe 2:12, 13; véanse AYUNO; DUELO.) La confesión del mal. La persona arrepentida se humilla y busca el rostro de Dios (2Cr 7:13, 14; 33:1013; Snt 4:6-10), suplicando su perdón. (Mt 6:12.) No es como el fariseo santurrón de la ilustración de Jesús, sino como el recaudador de impuestos a quien describió golpeándose el pecho y diciendo: “Oh Dios, sé benévolo para conmigo, que soy pecador”. (Lu 18:9-14.) El apóstol Juan dice: “Si hacemos la declaración: ‘No tenemos pecado’, a nosotros mismos nos estamos extraviando y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia”. (1Jn 1:8, 9.) “El que encubre sus transgresiones no tendrá éxito, pero al que las confiesa y las deja se le mostrará misericordia.” (Pr 28:13; compárese con Sl 32:3-5; Jos 7:19-26; 1Ti 5:24.) La oración que pronunció el profeta Daniel y que se halla en Daniel 9:15-19 es un modelo de J confesión sincera, en la que la principal preocupación es el buen nombre de Jehová y la súplica se basa, no en “nuestros actos justos [...], sino según tus muchas misericordias”. Véase, además, la humilde confesión del hijo pródigo. (Lu 15:17-21.) Las personas arrepentidas sinceramente ‘elevan a Dios su corazón y las palmas de sus manos’, para confesarle sus transgresiones y buscar Su perdón. (Lam 3:4042.) Confesar los pecados los unos a los otros. El discípulo Santiago aconseja: “Confiesen abiertamente sus pecados unos a otros y oren unos por otros, para que sean sanados”. (Snt 5:16.) Esta confesión no significa que algún humano tenga que servir como “ayudante [“abogado”, NC]” para el hombre delante de Dios, ya que solo Cristo desempeña ese papel en virtud de su sacrificio propiciatorio. (1Jn 2:1, 2.) Los humanos no son capaces de enderezar por sí mismos el mal que hayan cometido contra Dios, ni a favor suyo ni a favor de otros, ya que no pueden proporcionar la expiación necesaria. (Sl 49:7, 8.) No obstante, los cristianos pueden ayudarse los unos a los otros, y aunque sus oraciones a favor de sus hermanos no afecten la manera de aplicar Dios la justicia (ya que solo el rescate de Cristo sirve para perdonar los pecados), sí pueden servir para pedir a Dios que Él dé la ayuda y la fuerza necesarias al que ha pecado y busca dicha ayuda. (Véase ORACIÓN [La respuesta a las oraciones].) La conversión: un volverse. El arrepentimiento cambia el proceder incorrecto de la persona, hace que rechace el mal camino y se determine a emprender un proceder correcto. Al arrepentimiento genuino le sigue la “conversión”. (Hch 15:3.) Tanto en hebreo como en griego, los verbos relacionados con la conversión (heb. schuv; gr. stré·fō; e·pi·stré·fō) significan simplemente “volver; volverse; retroceder”. (Gé 18:10; Pr 15:1; Jer 18:4; Jn 21:20; Hch 15:36.) Usados en sentido espiritual, pueden referirse a un apartarse de Dios, y por lo tanto volverse a un proceder pecaminoso (Nú 14:43; Dt 30:17), o a un volverse a Dios de un mal camino anterior. (1Re 8:33.) La conversión implica más que una simple actitud o expresión verbal; debe haber “obras propias del arrepentimiento”. (Hch 26:20; Mt 3:8.) Hay que ‘buscar’ a Jehová e ‘inquirir’ de Él de manera activa, con

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todo el corazón y el alma. (Dt 4:29; 1Re 8:48; Jer 29:12-14.) Esto significa forzosamente buscar el favor de Dios ‘escuchando su voz’ según se expresa en su Palabra (Dt 4:30; 30:2, 8), ‘mostrar perspicacia en su apego a la verdad’ por medio de un mejor entendimiento y aprecio de sus caminos y voluntad (Da 9:13), observar y ‘poner por obra’ sus mandamientos (Ne 1:9; Dt 30:10; 2Re 23:24, 25), ‘guardar bondad amorosa y justicia’ y “esperar en [...] Dios constantemente” (Os 12:6), abandonar el uso de imágenes religiosas o el culto a la criatura para ‘dirigir el corazón inalterablemente a Jehová y servirle solo a Él’ (1Sa 7:3; Hch 14:11-15; 1Te 1:9, 10) y andar en sus caminos y no en el camino de las naciones (Le 20:23) ni en el de uno mismo. (Isa 55:6-8.) Las oraciones, los sacrificios, los ayunos y la observancia de fiestas sagradas carecen de sentido y de valor para Dios a menos que vayan acompañados de buenas obras, se busque la justicia, se J elimine la opresión y la violencia y se ejerza misericordia. (Isa 1:10-19; 58:3-7; Jer 18:11.) ks10 5:1-37,61,62; 6:1-14; 7:1-26; 11:3-13

Od 132-145 CAPÍTULO 14 Conservemos la paz y la limpieza en la congregación 1 TODOS los años, miles de personas van a la casa de Jehová para adorarlo, como dice la profecía bíblica

(Miqueas 4: 1,2). Los recibimos en la “congregación de Dios” con los brazos abiertos (Hechos 20: 28). Estas personas valoran mucho servir a Jehová con nosotros y estar en el paraíso espiritual, que es limpio y pacífico. El espíritu santo y los consejos de la Biblia nos ayudan a mantener la congregación limpia y en paz (Salmo 119: 105; Zacarías 4: 6). 2

Cuando aplicamos los principios bíblicos, nos ponemos “la nueva personalidad” (Colosenses 3: 10). Pasamos por alto los asuntos de poca importancia y las diferencias de opinión. Si vemos las cosas como Jehová las ve, superaremos las barreras que dividen a la gente y le serviremos como una familia internacional (Hechos 10: 34,35). 3

A pesar de todo, pueden presentarse situaciones que roben la paz de la congregación y causen divisiones. ¿Por qué? Normalmente, porque no se siguen los principios bíblicos. Además, como todos somos imperfectos y pecadores, tenemos que luchar contra nuestras debilidades (1 Juan 1: 10). Puede que sin querer digamos o hagamos algo que ofenda a alguien, o que nosotros tropecemos por culpa de otros. Hasta puede ocurrir que alguien dé un paso en falso que ponga en peligro la limpieza moral o espiritual de la congregación (Romanos 3: 23). ¿Qué se puede hacer para corregir estos problemas? 4 Como Jehová nos quiere, ha tomado en cuenta todos estos factores. Nos dice en su Palabra qué hacer

cuando hay problemas. Los ancianos también nos dan ayuda personal. Si seguimos los consejos bíblicos de estos pastores cariñosos, volveremos a tener una buena relación con nuestros hermanos y seguiremos siendo amigos de Jehová. Y podemos estar seguros de que la disciplina que recibimos cuando cometemos un error es una prueba del amor de Dios (Proverbios 3: 11,12; Hebreos 12: 6). LAS PEQUEÑAS DIFERENCIAS 5

A veces, los cristianos tienen roces o desacuerdos de poca importancia, que hay que resolver de inmediato con amor (Efesios 4: 26; Filipenses 2: 2-4; Colosenses 3: 12-14). El apóstol Pedro dijo: “Tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados”. Con toda probabilidad

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veremos que este consejo ayuda a resolver los desacuerdos entre cristianos (Primera de Pedro 4: 8). La Biblia dice que todos tropezamos muchas veces (Santiago 3: 2). Si hacemos lo que enseña la Regla de Oro —tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros—, perdonaremos y olvidaremos las ofensas de poca importancia (Mateo 6: 14,15; 7: 12). 6

Si creemos que dijimos o hicimos algo que ofendió a un hermano, hagamos las paces con él lo antes posible, porque también se podría dañar nuestra amistad con Jehová. Jesús dio este consejo a sus discípulos: “Por eso, si estás llevando tu dádiva al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu dádiva allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dádiva” (Mateo 5: 23,24). Tal vez haya sido un malentendido; así que hablemos de ello. Los problemas surgen porque somos imperfectos, pero si tenemos buena comunicación, será menos probable que haya malentendidos y será más fácil resolverlos. LOS ANCIANOS DAN CONSEJOS BÍBLICOS 7

A veces, los ancianos ven necesario ayudar a alguien a cambiar su actitud, pero no siempre es fácil. Pablo escribió a los gálatas: “Hermanos, aunque un hombre dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello, ustedes los que tienen las debidas cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad” (Gálatas 6: 1). 8

Los ancianos cuidan del rebaño y así lo protegen de muchos peligros espirituales y evitan que surjan problemas graves. Tratan de estar a la altura de la promesa que Jehová hizo mediante Isaías: “Cada uno tiene que resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la J tempestad de lluvia, como corrientes de agua en país árido, como la sombra de un peñasco pesado en una tierra agotada” (Isaías 32: 2). SEÑALAR A LOS DESORDENADOS 9

El apóstol Pablo advirtió que algunos cristianos podrían ser una mala influencia en la congregación: “Les damos órdenes [...] de que se aparten de todo hermano que ande desordenadamente y no según la tradición que ustedes recibieron de nosotros”. Y añadió: “Pero si alguno no es obediente a nuestra palabra mediante esta carta, mantengan a este señalado, dejen de asociarse con él, para que se avergüence. Y, no obstante, no estén considerándolo como enemigo, sino continúen amonestándolo como a hermano” (Segunda a los Tesalonicenses 3: 6,14,15). 10

En ocasiones, una persona no comete un pecado por el que podría ser expulsada, pero demuestra un desprecio total a las normas que nos ha dado Dios. Tal vez sea alguien extremadamente perezoso, crítico o sucio, que se meta en asuntos ajenos, que intente aprovecharse económicamente de los demás o que escoja entretenimiento claramente inapropiado (Segunda a los Tesalonicenses 3: 11). Se trata de una conducta desordenada tan grave que puede manchar la reputación de la congregación y contagiarse a otros hermanos. 11

Lo primero que harán los ancianos es tratar de razonar con el desordenado usando la Biblia. No obstante, si rechaza la ayuda y sigue despreciando los principios bíblicos a pesar de los repetidos intentos de los ancianos, estos pueden decidir que se dé un discurso de advertencia. Ejercerán buen juicio para determinar si la situación es tan grave y perturba tanto la paz de la congregación que haga falta dar ese discurso. El orador no dirá nombres; solo expondrá lo que dice la Biblia sobre la conducta desordenada. Quienes conocen la situación evitarán el trato social con el desordenado, pero seguirán relacionándose con él en el contexto espiritual, “amonestándolo como a hermano”. 12

Si los miembros de la congregación obedecen lealmente estas instrucciones, es probable que el

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desordenado se dé cuenta de que está actuando mal y corrija su conducta. Cuando esté suficientemente claro que ha cambiado, ya no habrá que tratarlo como señalado. CÓMO SOLUCIONAR ALGUNOS PROBLEMAS GRAVES 13

No es lo mismo perdonar y olvidar que cerrar los ojos a la maldad y aprobarla. No todos los pecados son culpa de la imperfección, y no podemos pasar por alto las ofensas graves (Levítico 19: 17; Salmo 141: 5). En la Ley dada a Israel se reconocía que algunos pecados eran más graves que otros. Los cristianos pensamos igual (1 Juan 5: 16,17). 14

Jesús dijo qué hacer para solucionar problemas graves entre cristianos. Estos son los pasos que hay que dar: “Si tu hermano comete un pecado, [1] ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no escucha, [2] toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto. Si no les escucha a ellos, [3] habla a la congregación. Si no escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos” (Mateo 18: 15-17). 15

Al tomar en cuenta la ilustración que Jesús dio después (Mateo 18: 23-35), podemos llegar a la conclusión de que hablaba sobre problemas graves relacionados con bienes materiales, como el fraude o no devolver un préstamo. El pecado también podría ser la calumnia, es decir, manchar seriamente la reputación de alguien. 16

Si tenemos pruebas de que un hermano ha cometido uno de estos pecados contra nosotros, no vayamos de inmediato a pedirles a los ancianos que intervengan. Hagamos lo que dijo Jesús: primero, hablemos con él. Tratemos de resolver la situación entre los dos, sin meter a nadie más. Pero recordemos que Jesús no dijo que fuéramos solo una vez a hablar con nuestro hermano. Eso quiere decir que si él no reconoce su error y no pide perdón, podríamos tratar de hablar con él más adelante. Si así se resuelve el problema, el hermano agradecerá que no le hayamos contado a nadie lo que pasó y no hayamos manchado su reputación. Habremos ganado a nuestro hermano. 17

Cuando el hermano acepta su responsabilidad, pide perdón y toma medidas para corregir el error, no es necesario hacer nada más. Una ofensa de esta clase, aunque es seria, puede resolverse entre las partes implicadas. 18

Quizás hablar a solas con el hermano no baste para que reconozca su error. Entonces, podemos dar el siguiente paso que recomendó Jesús: pedirles a una o dos personas que nos acompañen a hablar de nuevo con él. Su intención debe ser la misma que la nuestra: ganar al hermano. Es preferible que hayan sido testigos del supuesto mal; pero si no hubo testigos, podemos pedirles a una o dos personas que estén presentes en la conversación. Podrían tener experiencia en el tipo de problema que queremos resolver y así ayudar a determinar si el hermano cometió de verdad un error. Si se escoge a ancianos, hay que tener en cuenta que no representan a la congregación, pues no se trata de una asignación del cuerpo de ancianos. 19

Si no hemos podido resolver el problema a pesar de haberlo intentado una y otra vez (hablando a solas con él y ante testigos) y nos parece que no podemos dejarlo pasar, debemos informarlo a los ancianos. Recordemos que una de sus responsabilidades es que la congregación esté limpia y en paz. Una vez que hayamos hablado con ellos, dejemos el problema en sus manos y confiemos en Jehová. No permitamos jamás que la conducta de otro hermano nos haga tropezar o nos quite la alegría de servir a nuestro Dios (Salmo 119: 165). 20

Los ancianos, pastores del rebaño, investigarán el asunto. Si se demuestra que la persona ha pecado

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gravemente contra nosotros, no está arrepentida y no tiene intención de hacer lo posible por reparar el daño, tal vez un comité judicial decida expulsarla. Esto se hace para proteger a las ovejas y para que la congregación esté limpia (Mateo 18: 17). CÓMO SE TRATAN LOS PECADOS GRAVES 21

Algunos pecados graves, como el adulterio, la homosexualidad o la apostasía, exigen más que simplemente el perdón de una posible víctima (Primera a los Corintios 6: 9,10; Gálatas 5: 19-21). Estos pecados amenazan la limpieza moral y espiritual de la congregación y deben informarse a los ancianos (Primera a los Corintios 5: 6; Santiago 5: 14,15). En ocasiones, un pecador confiesa su falta a un anciano. En otras, alguien informa de que se ha cometido un pecado (Levítico 5: 1; Santiago 5: 16). No importa cómo se enteren los ancianos de un pecado cometido por un miembro bautizado de la congregación, dos de ellos harán una investigación inicial. Si el informe tiene base y existen pruebas de que se ha cometido un pecado, el cuerpo de ancianos formará un comité judicial compuesto de por lo menos tres ancianos. 22

Los ancianos se preocupan del rebaño y tratan de que no sufra daño espiritual. Usan la Palabra de Dios para corregir a los que cometen errores y ayudarlos a recuperarse espiritualmente (Judas 2 1-23). Al hacerlo, siguen las instrucciones que Pablo le dio a Timoteo: “Solemnemente te encargo delante de Dios y de Cristo Jesús, que está destinado a juzgar a los vivos y a los muertos [...]; censura, corrige, exhorta, con toda gran paciencia y arte de enseñar” (Segunda a Timoteo 4: 1,2). Todo esto les consume mucho tiempo a los ancianos, pero es parte de su duro trabajo. Los hermanos agradecen su esfuerzo y los consideran “dignos de doble honra” (Primera a Timoteo 5: 17). 23

Aun si se demuestra que alguien es culpable, el objetivo principal de los ancianos es que recupere la salud espiritual. Si está arrepentido de verdad y por tanto pueden ayudarlo, lo censurarán. Pueden hacerlo en privado o delante de los que hayan dado su testimonio en la audiencia judicial. La censura sirve de disciplina al pecador y de advertencia a “los presentes” (Segunda de Samuel 12: 13; Primera a Timoteo 5: 20). Siempre que hay censura judicial, se imponen restricciones para ayudar al hermano a enderezar su vida (Hebreos 12: 13). Según vaya mejorando su salud espiritual, estas se irán eliminando. EL ANUNCIO DE LA CENSURA 24

Si el comité judicial considera que la congregación debe tener cuidado con el pecador, aunque se haya arrepentido, o cree que el pecado se va a conocer entre los hermanos o en la comunidad, hará este breve anuncio en la reunión Vida y Ministerio: “[Nombre de la persona] ha sido censurado”. El coordinador del cuerpo de ancianos debe aprobar el anuncio.

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LA EXPULSIÓN 25

En ocasiones, el pecador endurece su actitud, rechaza la ayuda y no abandona su mala conducta. También puede ser que los ancianos no vean suficientes “obras propias del arrepentimiento” durante la audiencia judicial (Hechos 26: 20). ¿Qué se hace entonces? Es necesario expulsarlo para impedir que siga relacionándose con los siervos limpios de Jehová. Al eliminar esta mala influencia, se protege el buen nombre de la congregación y se preserva su limpieza moral y espiritual (Deuteronomio 21: 20,21; 22: 23,24). Cuando Pablo supo de la mala conducta de un miembro de la congregación de Corinto, les dijo a los ancianos: “Entreguen a tal hombre a Satanás, [...] a fin de que el espíritu [de la congregación] sea salvado” (Primera a los Corintios 5: 5,11-13). Pablo también habló de otros cristianos que se habían vuelto contra la verdad y habían sido expulsados (Primera a Timoteo 1: 20). 26

Cuando el comité judicial decide expulsar a un pecador que no se ha arrepentido, debe indicarle claramente los motivos bíblicos de dicha decisión. Entonces le dirán que si cree que se ha cometido un

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grave error de juicio y desea apelar la decisión, debe indicar claramente por escrito por qué piensa así. Tiene un plazo de siete días a partir del momento en que el comité le notifica su decisión. Cuando el comité reciba la carta de apelación, los ancianos se comunicarán con el superintendente de circuito. Él escogerá a ancianos capacitados para que formen el comité de apelación que celebrará la nueva audiencia. Estos harán todo lo posible para que no pasen más de siete días entre el momento en que se recibe la carta y la audiencia de apelación. En estos casos se pospone el anuncio de la expulsión. Mientras tanto, el hermano no podrá comentar ni orar en las reuniones ni atender privilegios de servicio especiales. 27 La apelación es una muestra de consideración hacia el hermano y una oportunidad para que exprese

qué le preocupa. Si decide no presentarse a la audiencia después de que el comité haya intentado comunicarse con él en varias ocasiones, debe anunciarse la expulsión. 28

Si la persona no quiere apelar, los ancianos del comité judicial le indicarán la importancia de arrepentirse y los pasos que debe dar para que con el tiempo sea readmitida. Al darle esta ayuda le demuestran su amor, y lo hacen con la esperanza de que cambie su manera de actuar y regrese a la organización de Dios (Segunda a los Corintios 2: 6,7). EL ANUNCIO DE LA EXPULSIÓN 29

Cuando hay que expulsar a un pecador que no se ha arrepentido, se hace este breve anuncio: “[Nombre de la persona] ya no es testigo de Jehová”. No hay que añadir nada más. Con este anuncio, los miembros de la congregación sabrán que deben dejar de relacionarse con él (Primera a los Corintios 5: 11). El coordinador del cuerpo de ancianos debe aprobar el anuncio. LA DESASOCIACIÓN 30 Llamamos “desasociación” a la renuncia a ser cristiano de un miembro bautizado de la congregación.

Puede hacerlo expresando que ya no quiere que se le conozca como testigo de Jehová o mediante sus acciones, como por ejemplo, al unirse a una organización que tiene objetivos contrarios a la Biblia y que por lo tanto está condenada por Dios (Isaías 2: 4; Revelación 19: 17-21). 31

El apóstol Juan escribió estas palabras sobre los que habían renunciado a la fe cristiana: “Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros” (1 Juan 2: 19). 32

No es lo mismo renunciar a ser cristiano que ser inactivo. El inactivo es quien ha dejado de predicar. Los problemas personales, la persecución o descuidar el estudio de la Biblia pueden hacer que una persona pierda el entusiasmo en el servicio a Dios y se haga inactiva. Tanto los ancianos como los demás hermanos seguirán dando ayuda espiritual a los cristianos inactivos (Romanos 15: 1; Primera a los Tesalonicenses 5: 14; Hebreos 12: 12). 33

Cuando alguien renuncia a ser cristiano, se hace este breve anuncio a la congregación: “[Nombre de la persona] ya no es testigo de Jehová”. Se le tratará igual que a un expulsado. El coordinador del cuerpo de ancianos debe aprobar el anuncio. LA READMISIÓN 34

Quien haya sido expulsado o haya renunciado a ser cristiano puede ser readmitido en la congregación cuando dé prueba evidente de arrepentimiento. Tiene que haber demostrado J durante un tiempo razonable que ha abandonado el pecado y que desea ser amigo de Dios. Los ancianos dejarán pasar tiempo suficiente —muchos meses, un año o incluso más, dependiendo de las circunstancias— para que el expulsado demuestre que su arrepentimiento es sincero. Cuando el

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cuerpo de ancianos recibe por escrito una solicitud de readmisión, el comité judicial original, si es factible, hablará con el expulsado. El comité evaluará si hay suficientes pruebas de que está arrepentido y decidirá si se le readmite (Hechos 26: 20). 35

Si la persona que pide ser readmitida fue expulsada en otra congregación, se formará un comité judicial local que se reunirá con ella y analizará su petición. Dicho comité se comunicará con el cuerpo de ancianos de la congregación original y le dará su recomendación. Ambos comités colaborarán para que se tengan en cuenta todos los factores y se tome una decisión justa. Pero la decisión de readmitir al expulsado la toma el comité judicial original. En caso de que algunos miembros del comité original ya no estén en la congregación o no puedan participar en el comité, otros ancianos de la congregación original pueden sustituirlos. EL ANUNCIO DE LA READMISIÓN 36

Cuando el comité judicial está convencido de que el expulsado está de verdad arrepentido y decide readmitirlo, se hace un anuncio en la congregación donde se le expulsó. Si la persona asiste a otra congregación, también allí se hace el anuncio. Se dirá simplemente: “[Nombre de la persona] ha sido readmitido como testigo de Jehová”. El coordinador del cuerpo de ancianos debe aprobar el anuncio. CASOS DE MENORES BAUTIZADOS 37

Es necesario informar a los ancianos cuando un menor bautizado comete un pecado grave. Es preferible que los padres bautizados del menor estén presentes cuando los ancianos se reúnan con él. Los padres no tratarán de protegerlo de la disciplina; más bien, colaborarán con el comité judicial. El objetivo principal de estos ancianos es corregir al menor y ayudarlo a recuperarse espiritualmente, igual que harían con un adulto. Si el menor no se arrepiente, tendrán que expulsarlo. CASOS DE PUBLICADORES NO BAUTIZADOS 38

A un publicador no bautizado no se le puede expulsar formalmente. Entonces, ¿qué se hace si comete un pecado grave? En principio, los ancianos le darán consejo con cariño para que enderece su vida, pues tal vez no comprende bien las normas bíblicas (Hebreos 12: 13). 39

Si no se ha arrepentido después de que dos ancianos han tratado de ayudarlo, hay que informar a la congregación. Se hace el siguiente anuncio breve: “[Nombre de la persona] ya no es publicador no bautizado”. La congregación lo considerará entonces como alguien del mundo. Aunque no se le ha expulsado, los cristianos serán prudentes en su trato con él (Primera a los Corintios 15: 33). No se aceptarán sus informes de predicación. 40

Puede que después de un tiempo quien fue publicador no bautizado (sea un adulto o un menor) desee volver a serlo. En ese caso, dos ancianos se reunirán con él y evaluarán su progreso espiritual. Si llena los requisitos, se hará este breve anuncio a la congregación: “[Nombre de la persona] vuelve a ser publicador no bautizado”. JEHOVÁ BENDICE LA PAZ Y LA LIMPIEZA EN LA CONGREGACIÓN 41

Todos los que formamos parte de la congregación de Dios tenemos el placer de vivir en el próspero paraíso espiritual que Jehová nos ha dado. En él disfrutamos de mucho alimento espiritual y de las aguas refrescantes de la verdad. Además, Dios nos cuida mediante su organización, que dirige Cristo (Salmo 23; Isaías 32: 1,2). En estos tiempos difíciles, ¿verdad que nos sentimos seguros en este paraíso espiritual? 42

La luz de la verdad seguirá brillando si conservamos la paz y la limpieza en la congregación. Así, con la ayuda de Jehová, más y más personas lo conocerán y le servirán junto con su pueblo (Mateo 5: 16;

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Santiago 3: 18). J

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Viernes

Resumen del curso

Protejamos la mente y el corazón… Geoffrey Jackson

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Prediquen y enseñen con celo

Sigan creciendo como hombres espirituales

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