1968 (Muy Interesante)

Los controvertidos Juegos Olímpicos Revolución cultural en China Do c MA50 A ume YO ÑOS nt o FR AN DEL CÉ S co 28 d

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Los controvertidos Juegos Olímpicos Revolución cultural en

China

Do c MA50 A ume YO ÑOS nt o FR

AN DEL CÉ S

co 28 d C r ó n s ía s nic i prognas turb a de t ag , e ul e on s ce n t o is t na s, a s r io ... s ,

Efervescencia por un mundo mejor Racismo, violencia y conflicto social Surge la Teología de la Liberación ¿Nació una sociedad más abierta? El punto álgido en Vietnam ¿Qué queda del 68?

1968

EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

49.00 pesos El Salvador 3.75 Guatemala 23 Costa Rica 1,550

sumario Mayo en París: el epicentro del cambio 04 Después ya nada

61

El revolucionario 1968 tuvo su “capital”, la Ciudad de la Luz. Repasamos las fases del movimiento francés, sus principales protagonistas y eslóganes...

sería igual...

Fue una explosión de efervescencia contestataria que no cambió nada y al mismo tiempo lo cambió todo.

10 Un socialismo con

“rostro humano”

En los primeros meses de 1968, se ensayó en Checoslovaquia uno de los intentos más serios de conjugar comunismo y democracia, experimento que no dio el resultado esperado.

Por Alberto Porlan

Crónica de 28 días de lucha Pág. 62

Figuras con nombre propio Pág. 66

La imaginación al poder Pág. 70

Escenarios y testigos Pág. 74

30 México negro

16 El conflicto se agrava

Lo que empezó con la dura represión de una pelea estudiantil, culminó con uno de los capítulos más amargos de la historia del país. Los jóvenes mexicanos encabezaron un movimiento que dejó al descubierto los vicios del gobierno.

en Vietnam

La guerra entró en una nueva fase con la ofensiva del Tet. A partir de entonces la sociedad estadounidense comenzó a abogar por la retirada de sus tropas.

24 EUA: un país

en llamas

El año empezó con una gran ofensiva de los comunistas vietnamitas y acabó con Nixon elegido presidente. Protestas estudiantiles, motines raciales y el asesinato de dos líderes.

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sumario 40

Olimpiadas 1968 Fueron los Juegos Olímpicos que mostrarían al mundo la modernidad mexicana. La sombra de Tlatelolco sin embargo empañó aquella imagen.

78 Nace una

sociedad más libre

Los movimientos contestatarios y juveniles surgidos en la década de 1960 se caracterizaron por el pacifismo, la apuesta por las drogas y una nueva sexualidad y la actitud inconformista hacia las estructuras vigentes hasta entonces.

Editorial Ventas José Alberto Sánchez Montiel Chief Content Officer Jorge Morett Chief Print Officer Gerardo Sifuentes Marín Director Editorial Sarai J. Rangel Coordinadora Editorial Benjamín Solís Corrector de Estilo

lo viejo

Cuando el terror de los Guardias Rojos estaba en su punto álgido, Europa volvió la mirada hacia el maoísmo y el Libro Rojo se volvió un best seller.

84 La Iglesia

se abre para los pobres

Una corriente en el catolicismo se posicionó del lado de los desheredados e intentó devolverles la esperanza.

Licencia Zinetmedia Global, S. L. S. EN C.

Arte Manuel Arrubarrena Luna Coordinador de Arte Carlos E. Balan Lara Diseñador

Portada José Antonio Díaz de León Fotoarte

Colaboradores

46 Derribar todo

Marielos Rodríguez Directora General de Ventas Karla Piña Directora de Eventos Diana Bonardel Directora General de Agencias

Adriana Palma Salinas Víctor Manuel Martínez Rodríguez Diseño Luis Felipe Brice Mondragón Redacción Adriana Cataño Vergara Información

a o par fónic ciones: e l e t rip ero Núm s de susc2-2000 a 00-22 t n e v 01-8 ores: cript s u s a ción VISTA Aten 800 RE -47-82) 01

Digital

(738

EB: m o NA W PÁGIripciones.c

sc tbgsu

Sandra Pérez González Editora Web España Mohar Coeditora Web

TELEVISA PUBLISHING INTERNATIONAL

Porfirio Sánchez Galindo Director General LA REVISTA MENSUAL PARA SABER MÁS DE TODO Suscripciones: 01-800-222-2000 Página web: tbgsuscripciones.com Atención a suscriptores: 01 800 REVISTA (738-47-82)

52 Pidamos lo

imposible

Encabezadas por estudiantes, las movilizaciones de 1968 ocuparon las portadas de los medios de comunicación, lo mismo que otras impactantes imágenes de violencia y eventos que se dieron en todo el planeta ese año.

[email protected]

90 ¿Qué queda del

espiritu del 68?

A 50 años de las movilizaciones de 1968, averiguamos qué ha sobrevivido, y qué no, de sus ansias de libertad.

96 Días clave La película que marco un antes y un después en la ciencia ficción cumple 50 años de ser estrenada. El que no haya sido superada dice mucho del espíritu de aquella época, y pone en perspectiva el uso de ideas y tecnología en el arte.

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© MUY INTERESANTE HISTORIA. Marca Registrada. Año IV N° 61. Fecha de publicación: 13-09-2018. Revista bimestral, editada y publicada por EDITORIAL ZINET TELEVISA, S.A. DE C.V., Av. Vasco de Quiroga N° 2000, Edificio E, Col. Santa Fe, Del. Alvaro Obregón, C.P. 01210, México, D.F., tel. 52-61-26-00, mediante convenio con GRUPO TELEVISA, S.A. Contenido licenciado por ZINETMEDIA GLOBAL, S. L. S. EN C. bajo los derechos exclusivos de EDITORIAL ZINET TELEVISA, S.A. DE C.V. Editor responsable: Porfirio Sánchez Galindo. Número de Certificado de Reserva de derechos al uso exclusivo del Título MUY INTERESANTE HISTORIA: 04-2015-030213083500-102 de fecha 18 de abril de 2018, ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Certificado de Licitud y Contenido en No. 16611 de fecha 25 de noviembre de 2016 ambos con expediente No. CCPRI/3/TC/15/20545 ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas. Distribuidor exclusivo en México: Distribuidora Intermex S.A. de C.V., Lucio Blanco N° 435, Azcapotzalco, C.P. 02400, México D.F. Tel. 52-30-95-00. Distribución en zona metropolitana: Unión de Expendedores y Voceadores de los Periódicos de México A.C., Barcelona N° 25, Col. Juárez, México D.F. Tel. 55-91-14-00. ATENCIÓN A CLIENTES: a toda la República Mexicana tel. 01 800 REVISTA (7384782). Impresa por: Reproducciones Fotomecánicas, S.A. de C.V. Durazno No. 1 Esquina Ejido, Col. Las Peritas, Tepepan Xochimilco, México, D.F. CP 16010. Tel 5334-1750 EDITORIAL GyJ TELEVISA S.A. DE C.V. investiga sobre la seriedad de sus anunciantes, pero no se responsabiliza con las ofertas relacionadas por los mismos. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial del contenido e imágenes de la publicación sin previa autorización de Editorial Televisa, S.A. de C.V. IMPRESA EN MÉXICO - PRINTED IN MEXICO. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. ALL RIGHTS RESERVED. © Copyright 2018

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Las revoluciones de 1968

Después ya nada sería igual...

Fue una explosión de efervescencia contestataria que no cambió nada y al mismo tiempo lo cambió todo, con el Mayo francés como epicentro y símbolo. Por Manuel Montero

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vían a su cauce. Nada cambió, pero ya nada sería igual. Las secuelas de aquella conmoción tendrían gran alcance. Muchas actitudes culturales o políticas posteriores son reconocibles a partir de propuestas entonces rupturistas. Fueron revoluciones peculiares, pues no buscaron tomar el poder, sino sólo cambiarlo. No por eso deben minusvalorarse ni reducirse a un conflicto generacional. Fue mucho más: evidenció una crisis del sistema gestado en la posguerra.

Reivindicando un mundo mejor No estallaron por apuros económicos, causa frecuente en fenómenos de este tipo. “Never had it so good” (“Nunca han vivido tan bien”), fue en 1957

FOTO: GETTY IMAGES

U

na oleada de movimientos revolucionarios sacudió al mundo en 1968. París simboliza esa efervescencia, pero participaron de ella lugares tan distintos como la Ciudad de México, Berkeley, Tokio, Varsovia, Berlín, Praga o Roma, mientras China vivía la Revolución Cultural, la Guerra de Vietnam entraba en su momento crítico y en la España franquista tomaba cuerpo la contestación contra la dictadura. El mundo salido de la Segunda Guerra Mundial fue alterado súbitamente. Al terminar el 68, las aspiraciones revolucionarias habían fracasado y parecía que las aguas vol-

“Bajo los adoquines, la playa”. Fue uno de los muchos eslóganes del Mayo francés, un movimiento el cual, más que pretender la transformación del mundo, respondía al postulado de Rimbaud de “cambiar la vida”. En la foto, el 6 de mayo de 1968, en el Bulevar Saint-Germain, un manifestante lanzando adoquines.

el lema electoral del conservador inglés Harold Macmillan. Tenía razón. Nunca se había producido un crecimiento comparable. Las transformaciones afectaron profundamente a la vida cotidiana: se difundieron el automóvil, los electrodomésticos, el teléfono, etc. El Estado del bienestar se consolidó. La educación básica se generalizaba y creció la enseñanza universitaria de una forma sin precedentes. Pese a esta prosperidad, los disturbios indicaban graves descontentos. Las reivindicaciones hablaban de esperanzas, de un mundo mejor. Discutían las estructuras políticas, que sentían como autoritarias, amén de un modelo consumista-capitalista obsesionado por la rentabilidad. Hasta entonces, los procesos revolucionarios habían estado vinculados a clases sociales concretas o a grupos políticos definidos. Los del 68 respondieron a los estados de conciencia de la generación nacida tras la guerra, que cuestionó los mecanismos económicos, moldes políticos reactivos y comportamientos anquilosados. Los protagonistas fueron esos universitarios, que por primera vez en la historia aumentaban masivamente, cuando la educación superior dejó de ser el privilegio de unas cuantas minorías.

Apología del activismo Estas revoluciones no tuvieron grandes desarrollos teóricos: se trataba de cambiar el mundo, no de entenderlo. En las movilizaciones de aquel Mayo de 1968 hubo toda una retórica de izquierdas, la cual entremezclaba planteamientos de distinta índole, fuesen anarquistas, maoístas, trotskistas o liberales. No encontramos las clásicas estructuras argumentales cerradas y compactas. Hubo una apología del activismo, de la revolución, del cambio, aunque sin propuestas concretas. Se buscaron nuevos instrumentos de transformación social que no eran ya el proletariado, pues se le veía integrado al sistema. En el nuevo imaginario, lo sustituían los estudiantes, los guerrilleros tercermundistas o los radicales negros de Estados Unidos. Eran poco y mal conocidas, pero fueron idealizadas las revoluciones de China y Cuba. También las formas de actuación resultaron novedosas. Se impuso una suerte de táctica de protestas “guerrilleras”, en un momento en el que se idealizaba la guerrilla como mecanismo de cambio. Ernesto Guevara, “el Che”, muerto en Bolivia el año anterior, se convirtió en uno de los íconos más reconocibles del Mayo francés. Éste fue un movimiento breve, de objetivos imprecisos y limitados, pero con enorme impacto por la simbología revolucionaria de París y la gran atención de los medios de comunicación. Los acontecimientos fueron seguidos detenidamente: el estallido en la Universidad de Nanterre, el

desplazamiento del movimiento estudiantil a La Sorbona, el Barrio Latino convertido en escenario de enfrentamientos. La retórica marxista se entremezcló con un espíritu anarquista. Pedían cambios en el anquilosamiento académico, el final de las censuras morales y, sobre todo, contestaban a la autoridad. Idealizaban la revolución, repudiaban el sistema y sus alternativas estalinistas e imitaban los estilos revolucionarios con barricadas, ocupaciones, luchas en la calle, etc. No hubo, sin embargo, una apología de la violencia ni los disturbios tuvieron graves consecuencias mortales.

Desde París al resto de Europa La convulsión estudiantil alcanzó al mundo laboral, con acciones compartidas, aunque a finales de mayo el poder conservador había recuperado el control de la situación, no sin alguna indecisión de Charles de Gaulle, que tuvo serias dificultades para interpretar los acontecimientos. ¿Todo había acabado? En realidad, sobrevivieron muchas de las rebeldías expresadas en el Mayo parisino: las propuestas de nuevos comportamientos, el final de los resortes de control tradicionales. Influyeron en la posterior evolución política por la vía reformista, no por la revolucionaria. Los acontecimientos parisinos se dejaron sentir en otras convulsiones. En Italia, por ejemplo, la radicalización tuvo lugar después, sobre todo en el “otoño caliente” de 1969, gestándose un movimiento más duradero, el cual buscaba alianzas entre estudiantes y obreros. En Alemania, la rebelión se agudizó por el atentado contra un líder estudiantil; incluyó ocupaciones universitarias y protestas hacia la presencia de otrora nazis en el poder, además de expresiones antioccidentales o la propuesta de comunas estudiantiles. En ambos países esta agitación propició la aparición de grupos terroristas anticapitalistas, tales como las Brigadas Rojas y la banda Baader-Meinhof, esta última también conocida como Fracción del Ejército Rojo (RAF). En 1968, ETA cometió sus primeros asesinatos, dentro de la fascinación por las guerrillas tercermundistas. Pero la influencia específica del Mayo francés en España se dejó notar en la universidad, no tanto por un incremento de la agitación ese año, como por el movimiento estudiantil de los siguientes. Alentó la contestación a la dictadura, también con una gran proliferación de grupos de izquierda. Las revoluciones del 68 tuvieron su vertiente más sangrienta en México. La movilización de estudiantes comenzó en verano y protestaba contra el autoritarismo del PRI. Fue brutalmente reprimida por el ejército y grupos paramilitares en la matanza de Tlatelolco (2 de octubre), cuyo número de víctimas se desconoce, quizás varios cien-

Nacimiento de guerrillas urbanas. Desde 1970

hasta 1998, una de las organizaciones terroristas revolucionarias de izquierda más activas de la República Federal de Alemania fue la RAF (arriba, su emblema), cuyas acciones armadas se dirigieron a objetivos que identificaban como “fascistas”.

1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

”El Che”, un ícono universal. El retrato

del argentino Ernesto “Che” Guevara, asesinado en Bolivia un año antes del Mayo francés, acompañó a los estudiantes de toda Europa durante las movilizaciones de 1968. Encarnaba la figura de un luchador por las libertades neutralizado por el poder. En la foto, su cartel en una manifestación estudiantil en Múnich.

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tos. El gobierno echó tierra sobre lo sucedido en vísperas de los Juegos Olímpicos de México, que se inauguraban el 12 de octubre.

Mientras tanto, en Estados Unidos... Uno de los íconos de aquellas Olimpiadas fue el saludo puño en alto de dos atletas estadounidenses, símbolo del Black Power (Poder Negro). En abril había sido asesinado Martin Luther King –en junio lo sería Robert F. Kennedy–, el líder de la lucha por los derechos civiles. En 1968, aumentaba la protesta contra la Guerra de Vietnam. En enero, la ofensiva del Vietcong, con éxito, fue contestada por una escalada militar. Las manifestaciones en oposición a la política belicista tuvieron su principal escenario en la Universidad de Berkeley (California), que fue ocupada. Pronto hubo ramificaciones en todo el país, en particular en Michigan, Nueva York y Washington. A estos acontecimientos no se les adjudicó el carácter de ‘revolucionarios’ –pedían la paz y la igualdad jurídica que prometía la Constitución–, aunque fueron un hito en este proceso. Asimismo, un cariz diferente tuvieron los sucesos en Europa del Este. En Polonia, hubo protestas de estudiantes e intelectuales contra el régimen comunista, que dieron lugar a manifestaciones, hasta que en marzo fueron reprimidas mediante detenciones masivas. En Checoslovaquia, el gobierno de Dubcek intentó, en 1968, democratizar el régimen con la Primavera de Praga. El “socialismo de rostro humano” incluía libertad de expresión, derecho a la huelga, participación en la gestión económica y la posibilidad a medio plazo de elecciones democráticas. Moscú consideró inadmisible la liberalización de una democracia popular y decidió la invasión militar, que confió al Pacto de Varsovia. En 1968, la Revolución Cultural china, empezada unos años antes, llegó a su cenit. Muchos revolucionarios europeos la ensalzaban, entendiéndola como una revuelta contra un poder anquilosado,

Cronología de un año convulso Enero 1-E: Ofensiva del Tet, en Vietnam. Inicia la batalla de Hue. 5-E: Dubcek asume el liderazgo en Checoslovaquia y empieza la Primavera de Praga.

Febrero 1-F: las brutales imágenes de Eddie Adams de la Guerra de Vietnam impactan al mundo.

Marzo 16-M: matanza de My Lai, Vietnam. 22-M: encierro en la Universidad de Nanterre, Francia. 28-M: en Memphis, EUA, disturbios y represión racial.

Abril 2-A: Premiere en la ciudad de Washington, D.C., de la película británica 2001: Odisea espacial. Dirigida por Stanley Kubrick. 4-A: asesinato del pastor y activista Martin Luther King.

Mayo Los enfrentamientos entre los Guardias rojos y el Ejército Popular se recrudecen en China en la llamada Revolución Cultural. 10-M: la Noche de las Barricadas en París, punto de inflexión del Mayo francés. 14-M: Los Beatles anuncian la creación de Apple Records.

Junio 5-J: asesinato del senador Robert F. Kennedy, favorito en las primarias demócratas de Estados Unidos.

FOTO: GETTY IMAGES

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO Julio 25-J: Pablo VI condena el uso de anticonceptivos en la encíclica Humanae Vitae.

Agosto 2-A: primer asesinato reconocido por ETA en España. Festivales de rock como el de Venice Beach muestran el apogeo de la contracultura y la liberación sexual. 20-A: la URSS invade Checoslovaquia. 26-29-A: protestas masivas contra la Guerra de Vietnam ante la Convención Demócrata Nacional en Chicago.

Septiembre

en junio, el cuerpo de Robert “Bobby” Kennedy fue trasladado en tren desde Nueva York a Washington y, a lo largo del camino, miles de personas le rindieron respeto. En la foto, ciudadanos al pie de la vía homenajeando al candidato demócrata.

tomado por “aburguesados y burócratas”. Fuera del protagonismo de los jóvenes, resulta difícil encontrar paralelismos, pues el movimiento lo lanzó Mao contra sus adversarios dentro del partido: no fue una revolución antiautoritaria. Basándose en el Libro Rojo, las agresiones provocaron una elevada mortandad y grandes destrucciones culturales.

Nuevas propuestas de estilos de vida En el ambiente del 68 tuvieron su peso los movimientos contraculturales, enarbolados por grupos de jóvenes que contestaban a la sociedad de consumo con formulaciones antiautoritarias, nuevas expresiones musicales o propuestas de vida alternativas. Entre las novedades rupturistas de aquel año se cuenta la Teología de la Liberación, cuyo principal arranque fue la Conferencia de Medellín del mes de agosto. También cuestionaba el poder establecido al afirmar la opción por los pobres, construir la religiosidad desde esta perspectiva y propiciar la lucha por la justicia social en las comunidades cristianas. Tuvo particular difusión en América Latina, también afectada así por la estela de los cambios. ¿Queda algo de las revoluciones de 1968, medio siglo después? Terminaron con sucesivas derrotas, pero aquella explosión política permaneció en la memoria como la principal referencia para los movimientos progresistas. Ha jugado el papel de impulso fundacional para las generaciones que hoy se mueven en torno a los sesenta-se-

Pedían cambios en el anquilosado mundo académico, el inal de las censuras morales y, sobre todo, contestaban a la autoridad. 8

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Octubre 2-O: matanza de la plaza de las Tres Culturas en Ciudad de México. 12-27-O: XIX Juegos Olímpicos en la capital mexicana.

Noviembre 5-N: las elecciones en Estados Unidos dan la victoria a Richard Nixon.

Diciembre 22-D: Mao Zedong lanza la campaña de “reeducación” de jóvenes de las ciudades enviados a campos de trabajo rurales en China. 24-D: el Apolo 8 entra en la órbita lunar y los astronautas Borman, Lovell y Anders ven por primera vez en la historia la cara oculta de la Luna. tenta años, que se han venido reconociendo en aquel movimiento juvenil: no hubo después otra convulsión de rasgos novedosos y creativos comparable a aquella generación. Olvidadas las facciones en que se fragmentó y algunos dogmatismos, queda la memoria de la lucha contra las formas autoritarias del poder, la exaltación de la libertad individual o el protagonismo de la sociedad civil. Quizás sea impensable que el espíritu sobreviva a quienes lo idealizaron, una vez que la edad los va jubilando. Pero sí persiste el recuerdo de una efervescencia revolucionaria que no cambió nada y que al mismo tiempo lo cambió todo.

FOTOS: GETTY IMAGES

La maldición de los Kennedy. Asesinado

Hans Küng publica el manifiesto Declaración por la libertad de la teología y nace la Teología de la Liberación.

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Primavera de Praga

Un socialismo con “rostro humano”

La derrota de una ilusión. De enero a

agosto de 1968, Checoslovaquia vivió una emocionante etapa de cambios democráticos, finalmente abortada por las armas (en la imagen, un joven se enfrenta a los invasores).

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En los primeros meses de 1968, A. Dubcek ensayó en Checoslovaquia uno de los intentos más serios de conjugar comunismo y democracia. La Guerra Fría se llevó por delante el experimento y sumió al país en la frustración. Por Rodrigo Brunori

FOTO: JOSEF KOUDELKA / MAGNUM PHOTOS / CONTACTO

L

a noche del 20 de agosto de 1968, las imponentes fuerzas combinadas de cinco Estados miembros del Pacto de Varsovia, con la URSS a la cabeza, cruzaron la frontera checoslovaca e invadieron el país. De madrugada, el líder reformista Alexander Dubcek y otros miembros del gobierno fueron detenidos por tropas especiales de paracaidistas y conducidos a un lugar secreto. Mientras tanto, la población se echaba de forma espontánea a la calle a defender las conquistas democráticas de los meses anteriores. Fue una resistencia completamente pacífica y cargada de imaginación, muy en consonancia con el espíritu del 68, que dejó para la posteridad imágenes icónicas: personas enfrentándose a tanques, vehículos acorazados arrollando tranvías, ciudadanos intentando razonar con soldados impasibles; una actitud civilizada, la cual no evitó que las tropas abrieran fuego contra civiles desarmados. Terminó así la llamada Primavera de Praga y con ella el “socialismo con rostro humano”, el intento de construir una sociedad más libre dentro del propio bloque comunista en plena Guerra Fría. La última vez que los soldados soviéticos habían entrado en Checoslovaquia había sido como héroes, en 1945, para liberar el país de la ocupación nazi, despertando grandes simpatías hacia la URSS. Además, Checoslovaquia había sido traicionada por las potencias democráticas occidentales en 1938 –Acuerdos de Múnich–, cuando Inglaterra y Francia le entregaron a Hitler la región checa de los Sudetes, cosa que al año siguiente le facilitó invadir a la nación entera con total impunidad. En las elecciones de 1946, el Partido Comunista de Checoslovaquia fue el más votado (38%) y su líder, Klement Gottwald, formó gobierno. Menos de dos años más tarde, en febrero de 1948, los comunistas checoslovacos dieron un golpe de Estado que alineó en definitiva a Checoslovaquia con la URSS, así se suprimieron las elecciones libres e inició una feroz represión de cualquier disidencia. A comienzos de los cincuenta, Checoslovaquia sufrió las purgas de Stalin, llevando a la ejecución a Rudolf Slánský –uno de los cabecillas del golpe del 48– y otros dirigentes comunistas, acusados de simpatizar con la herejía yugoslava de Tito. En los sesenta, el país entró en una severa crisis económica debido a la subordinación de todo su aparato productivo a los intereses de la Unión Soviética. Se produjo una escasez de alimentos que hizo a la población padecer hambre. Antes de la guerra, Checoslovaquia era el país más industrializado y democrático de Europa centro-oriental. La introducción del comunismo, con sus colectivizaciones forzosas y su economía planificada, había supuesto un claro empobrecimiento. En 1967, tras dos décadas actuando al dictado de Moscú, la crisis se hizo evidente. A las purgas les habían seguido los procesos de desestalinización que, aunque lentos e incompletos, permitieron la expresión de una cierta disconformidad, algo que se manifestó en un floreciente movimiento artístico, en las obras de escritores como Kundera, Ivan Klíma o Pavel Kohout, y las películas de los directores Miloš Forman, Jirí Menzel y otros de la nuemuyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

El gobierno de A. Dubcek no planteó abrazar el capitalismo, sino crear la vía checoslovaca al socialismo democrático. más determinantes y profundos de la Primavera de Praga: la abolición de la censura.

Utopía neosocialista en libertad

Poco se sabía de Alexander Dubcek (1921-1992), un miembro más del Partido Comunista checo, cuando encabezó el cambio, pero enseguida se ganó al pueblo (arriba, en 1968).

va ola del cine checoslovaco. En junio de 1967, el congreso de la Unión de Escritores se convirtió en el escaparate de ese estado de opinión. El descontento se tradujo en un claro rechazo al presidente de la República, Antonín Novotny, un comunista de la línea dura, en el poder desde 1953, que empezó a ser seriamente cuestionado dentro del propio partido. En octubre hubo manifestaciones estudiantiles en Praga, duramente reprimidas, y a eso se sumó la oposición eslovaca al centralismo checo. La conjunción de todos esos factores heterogéneos desencadenó el cambio.

El desconocido y osado Dubcek El 5 de enero de 1968, Novotny fue reemplazado por Alexander Dubcek como secretario general del Partido Comunista. Novotny había tratado de conseguir el apoyo de L. Brézhnev para mantenerse en el cargo, pero éste fue a Praga en diciembre y, una vez comprobado el rechazo que despertaba, lo dejó caer (continuaba, no obstante, siendo el mandatario de la República). Dubcek, secretario general de los comunistas eslovacos, resultaba un candidato aceptable para todos. Era un marxista convencido que había vivido en Rusia 16 años y hablaba perfectamente el idioma; quizás por eso no suscitó ningún tipo de recelo en el Kremlin. La población sabía de él poco o nada y su nombramiento tampoco despertó grandes pasiones. Parecía más bien un hombre de transición destinado a durar poco. Pero, a lo largo de las primeras semanas, Dubcek empezó a actuar de una forma que Moscú no había previsto: reemplazó a cargos ministeriales de la vieja estructura estalinista por gente nueva y se le oyó a hablar frente a campesinos sobre la necesidad de democratizar el socialismo. La sorpresa, no obstante, llegó a comienzos de marzo, cuando, de forma discreta y sin carácter oficial, introdujo uno de los cambios 12

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Libertad de prensa. La abolición de la

censura y la posibilidad de expresarse libremente fueron el primer gran logro de la Primavera. Aquí, un grupo de ciudadanos lee en plena calle de Praga las noticias sobre las reformas.

FOTOS : GETTY IMAGES

El carisma de un hombre sencillo.

El país se despertó de pronto pudiendo hablar con libertad, tanto del presente como del pasado, y los periódicos empezaron a publicar los horrores de las purgas estalinistas, a preguntarse por la suerte de los represaliados políticos y a dar opiniones distintas a las oficiales sobre todo tipo de asuntos. Esto creó un estado de entusiasmo en la sociedad checoslovaca similar al que ese mismo año de 1968 parecía sacudir al resto del orbe. En la Universidad Carolina de Praga se organizaron grupos de debate iguales a los de sus pares americanas, en las que por esos mismos días se arremetía contra la Guerra de Vietnam. Los estudiantes reanudaron las protestas y tanto el mundo académico como los periodistas, artistas e intelectuales se volcaron en apoyo del nuevo y desconocido líder. En marzo tuvo lugar el segundo acto de la defenestración de Novotny, siendo obligado a renunciar a la presidencia de la República. Le sustituyó un héroe nacional, el general Ludvík Svoboda, combatiente en las dos guerras mundiales y víctima de las purgas de Stalin. El expresidente checo –y activista en la Primavera de Praga– Vaclav Havel ha destacado que el gobierno de Alexander Dubcek tenía muchas ilusiones y éstas eran compartidas y apoyadas por la mayor parte de la población, aunque se engañaba respecto a las posibilidades de que la URSS le permitiera llevarlas a cabo. “Los miembros del gobierno querían explicarles a los líderes sovié-

La muerte de Jan Palach

E

l 16 de enero de 1969, un joven desconocido llegó a la plaza de Wenceslao, en el centro de Praga, se quitó la chamarra, se roció con gasolina y se prendió fuego. Luego corrió unos metros envuelto en llamas antes de caer. Los transeúntes consiguieron socorrerlo y el joven fue trasladado a toda prisa a un hospital, donde murió tres días más tarde. Era Jan Palach, de 21 años, estudiante de Economía Política e Historia en la Universidad Carolina de Praga. Esto ocurrió cinco meses después de la intervención soviética. Antes de morir, Jan Palach entregó una carta en la que exigía la abolición de la censura y pedía la convocatoria de una huelga general.

Pero, sobre todo, Palach animaba a los checoslovacos a no resignarse. El entierro se convirtió en un acto multitudinario de protesta contra el régimen, al que acudieron más de 750,000 personas. El suicidio de Palach fue una muestra de la desesperación que se extendió entre la población checa por el desmantelamiento de las reformas democráticas. En las semanas siguientes, hubo unas 20 acciones similares repartidas por toda la nación, varias de las cuales acabaron también en muertes: Josef Hlavaty en Pilsen, Miroslav Malinka en Brno, Jan Bereš en Cheb, Jan Zjíc en Sumperk, Evzen Plocek en Jihlava... Un antecedente en Polonia. La primera inmolación de este tipo, sin embargo,

ticos que tenían buenas ideas y que las reformas sólo pretendían cambiar la cara del comunismo, hacerlo más atractivo, pero que el comunismo en ningún momento se vería amenazado. Era una posición muy ingenua”. El gobierno de Dubcek nunca pretendió abrazar el capitalismo, sino simplemente hacer reformas que la sociedad estaba pidiendo a gritos y explorar su propia vía checoslovaca, construir lo que llamaron “socialismo con rostro humano”. Dubcek era un comunista convencido y no estaba dispuesto a llegar tan lejos como pretendían muchos de sus conciudadanos. Nunca cuestionó, por ejemplo, el alineamiento de Checoslovaquia con la URSS en la Guerra Fría, una de las cosas que más preocupaban a Moscú. Pesaba además el antecedente de la Revolución húngara de 1956, cuando el intento de implantar la democracia a rebufo del deshielo de Kruschev acabó en un baño de sangre y con sus líderes –Imre Nagy y otros– ejecutados.

FOTOS : GETTY IMAGES

Pasando a la acción El 5 de abril de 1968, se publicó el programa de acción elaborado por el Partido Comunista, en el que se hacía explícito el alcance del “socialismo con rostro humano” y se establecía una serie de pasos a dar a lo largo de 10 años. Era un plan verdaderamente transformador que hacía gran hincapié en la restauración de las libertades públicas –expresión, reunión y manifestación; libertad de culto y de movimiento, lo que incluía viajar a países occidentales– y limitaba radicalmente la intromisión del Estado en la esfera privada del individuo (se hablaba de justicia independiente y control de la policía). En el aspecto económico, se

Sobre estas líneas, la madre y el hermano de Jan Palach durante el multitudinario entierro de éste, el 25 de enero de 1969.

no fue la de Palach ni tuvo lugar en Checoslovaquia. Varios meses antes, el 8 de septiembre de 1968, el antiguo miembro de la resistencia polaca Ryszard Siwiec se quemó a lo bonzo ante 100,000 personas en el estadio Dziesieciolecia de Varsovia, en protesta por la invasión de Checoslovaquia y la participación de Polonia en la operación.

mantenía la propiedad colectiva de los bienes básicos de producción, pero se estimulaban las cooperativas y las asociaciones de productores, se abogaba por la descentralización y la producción de bienes demandados por los consumidores –en oposición a la concentración en la industria pesada, impuesta por la URSS– y se permitía la iniciativa privada en la pequeña industria. También se defendían el derecho a la huelga y a la existencia de sindicatos independientes. Muy importante era la reorganización federal que se hacía del Estado, de forma que hubiera un mayor equilibrio entre Chequia y Eslovaquia. El plan no estaba libre de contradicciones, especialmente en el apartado político, ya que aceptaba el liderazgo del Partido Comunista y, a la vez, introducía una suerte de democracia con elecciones libres, multiplicidad de partidos y voto secreto. El programa de acción fue aprobado por el comité central por unanimidad, pero la realidad era que los comunistas checos libraban una guerra sin

El precedente de Hungría. El recuerdo

de la Revolución húngara de 1956 (abajo, destrucción de una estatua de Stalin en Budapest), abortada por N. Kruschev con un baño de sangre, pesó como una losa sobre las posibilidades de éxito de la Primavera de Praga.

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Del 68 a la Revolución de Terciopelo

E El escritor Vaclav Havel (izda.) pasó de

disidente a presidente de Checoslovaquia en 1989.

l 17 de abril de 1969, Dubcek tuvo que renunciar por presiones soviéticas y fue sustituido por Gustav Husák, con lo que terminó la Primavera de Praga y comenzó la “normalización”. Husák había formado parte del gobierno de Dubcek, pero luego se hizo partidario de la rectificación y se postuló para encabezar el Partido Comunista al dictado de la URSS. La “normalización”, que en sentido amplio duró 20 años, supuso la vuelta a la situación anterior. Hubo intensas purgas, se derogaron casi todas las reformas y se reforzaron los lazos con los países del Pacto de Varsovia. Checoslovaquia pasó a ser uno de los países comunistas en los que las libertades públicas estaban más restringidas; en el aspecto cultural, la represión fue particularmente intensa.

A finales de 1989, Checoslovaquia recuperó la libertad por medio de las protestas pacíficas que se conocen como la Revolución de Terciopelo. Las referencias a la Primavera de Praga fueron en esos días innumerables, como si se reconociera que se estaba recogiendo lo sembrado entonces, pero la URSS de Gorbachov, que había sustituido la Doctrina Bréznev por la Doctrina Sinatra –cada país puede seguir su propio camino–, esta vez se negó a enviar tropas para reprimir a la población. Husák y el resto de comunistas del gobierno tuvieron que dimitir y el poder pasó al antiguo activista Vaclav Havel. Y en los actos públicos, Alexander Dubcek, que en los 20 años anteriores había trabajado como modesto guarda forestal, aparecía a menudo junto a Havel convertido en un símbolo.

Primavera agostada. El 3 de agosto de

1968, los líderes del movimiento checo –en la foto, de izquierda a derecha, Svoboda y Dubcek–se vieron forzados por la URSS a firmar la Declaración de Bratislava, una muestra de adhesión inquebrantable al marxismo-leninismo. No resultó suficiente: sólo sería el preludio de la invasión del día 20.

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cuartel entre progresistas y conservadores. Éstos boicotearon las reformas siempre que les fue posible y, en efecto –aunque este punto ha sido discutido–, solicitaron la intervención de la URSS. A medida que la primavera avanzaba, las presiones soviéticas se fueron haciendo cada vez más intensas. El proyecto de Dubcek era a largo plazo, pero la sociedad checoslovaca había cambiado en tres meses de una forma que para Moscú era intolerable. En especial irritante le resultaba al Kremlin la ausencia de cualquier control sobre lo que se decía y publicaba, por lo que comenzó un martilleo constante de peticiones para que se restableciera la censura.

Diálogo de sordos En los meses previos a la intervención, A. Dubcek y L. Brézhnev hablaron y se encontraron en varias ocasiones, y el resultado fue siempre una completa falta de entendimiento. Dubcek, que se enfrentaba a una creciente presión de la ca-

lle para avanzar en el camino de la democracia, pretendía convencer a Brézhnev de que nada de lo acontecido en su plan suponía una amenaza para el comunismo; antes al contrario, lo haría más atractivo. Pero para el líder soviético ése era un argumento inaceptable, entre otras cosas porque sufría la presión de sus aliados –en particular, la RDA y Polonia–, quienes entendían que el experimento checoslovaco constituía un peligro para todos. Y, en efecto, el posible contagio del reformismo era una de las principales preocupaciones de la Unión Soviética. La otra era que Checoslovaquia se planteara abandonar el Pacto de Varsovia, como había ocurrido con Hungría en el 56, algo que no estaba en la mente de Dubcek, aunque sí en el ambiente, pues se empezaba a mencionar como posibilidad. Eran dos líneas rojas que, por razones geoestratégicas, la URSS no iba a permitir que se traspasaran. El comienzo del verano fue frenético. El 26 de junio, la censura fue abolida de forma oficial y, al día siguiente, varios periódicos publicaron a la vez el “Manifiesto de las Dos Mil Palabras”, redactado por el escritor Ludvík Vaculík y firmado por 70 intelectuales, en él se pedía ir más allá en las reformas y se criticaba el liderazgo del Partido Comunista y el papel de la Unión Soviética. Era una alternativa radical al programa de acción; asimismo, Dubcek rechazó el Manifiesto, pero aun así, enfureció a Moscú. A mediados de julio, los líderes de varios países comunistas se reunieron en Varsovia, donde calificaron de “contrarrevolución” a las reformas de Dubcek y le dieron un ultimátum para que las frenara. Por esas fechas, hubo también

FOTOS : GETTY IMAGES

El in de la Primavera de Praga provocó la emigración de más de 70,000 checoslovacos, algunos tan famosos como Milan Kundera.

distintas maniobras militares cerca de la frontera checoslovaca. La URSS y sus aliados mandaban así una clara advertencia. El 3 de agosto, después de varios días de conversaciones, Dubcek se vio obligado a firmar, junto con otros líderes comunistas, la Declaración de Bratislava, en ella se afirmaba la lealtad inquebrantable al marxismo-leninismo y la lucha contra la ideología burguesa. Fue en esa ocasión cuando se expresó por primera vez la Doctrina Brézhnev, según la cual el Pacto de Varsovia intervendría militarmente, sin importar el costo, en cualquier país del este europeo que quisiera abandonar el comunismo. Las garantías otorgadas por Dubcek no fueron suficientes y, a mediados de agosto, el ministro de Defensa soviético, Andrei Grechko, anunció que la invasión de Checoslovaquia se llevaría a cabo “incluso si conducía a la III Guerra Mundial”. La noche del 20 de agosto, 250,000 soldados del Pacto de Varsovia –que pronto se convertirían en medio millón–, 2,000 tanques (luego más de 6,000) y 800 aviones ocuparon el país. Además del Ejército Rojo, participaban fuerzas de Polonia, Hungría, Bulgaria y, en menor medida –para no despertar amargos recuerdos del dominio nazi–, la RDA. Toda esta operación venía envuelta en una retórica de ‘ayuda fraternal’ supuestamente pedida por los propios checoslovacos. Pero la primera medida fue que Dubcek y sus colaboradores fueron ‘fraternalmente‘ secuestrados y conducidos a la Unión Soviética, donde permanecieron varios días en una situación de total aislamiento.

Controlado el país, objetivo cumplido en pocas horas, las fuerzas invasoras le pidieron al presidente de la República, Svoboda, que nombrara un “gobierno de campesinos y obreros”, pero éste se negó y fue a Moscú a negociar con Brézhnev. Allí consiguió la liberación de Dubcek y su equipo, quienes volvieron a Praga el día 27. Antes, sin embargo, se vieron obligados a firmar el Protocolo de Moscú, por el cual se comprometían a restaurar la censura, desmantelar la mayor parte de las reformas y aceptar la presencia de tropas soviéticas. Debido a la presión popular, Dubcek fue mantenido como secretario general del Partido Comunista hasta abril del año siguiente, cuando fue sustituido por Gustáv Husák con la excusa de unos incidentes registrados tras un partido de hockey entre Checoslovaquia y la URSS. Por consiguiente, se inició entonces la etapa conocida como “normalización”.

Debate e imaginación contra los tanques. La misma

noche de la entrada de las tropas del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia, empezó una resistencia pacífica –muy en consonancia con el espíritu del 68– cuya imagen más emblemática fue la de los jóvenes dialogando con los operadores de tanques intentando convencerlos para que dieran marcha atrás, como vemos arriba.

FOTO: JOSEF KOUDELKA / MAGNUM PHOTOS / CONTACTO

Resistencia pacífica a la invasión Esa noche, la población salió masivamente a defender los avances democráticos conseguidos en los meses anteriores. Se inició así un movimiento de resistencia de varias semanas en el que los manifestantes utilizaron métodos completamente pacíficos –no hubo resistencia armada de ninguna clase– y recurrieron al diálogo y la imaginación. Una de las imágenes características de la Primavera de Praga es la de ciudadanos subiéndose a los tanques e intentando convencer a los soldados de que volvieran a sus países, porque, a diferencia de lo sucedido al final de la II Guerra Mundial, ya no eran bienvenidos. Y así, uno de los recursos más habituales fue modificar la señalización de carreteras y calles, lo que llevó a los soldados del Pacto de Varsovia a vagar perdidos por distintas partes del país. Sin embargo, eso no evitó la violencia: la operación dejó 137 muertos y cientos de heridos checoslovacos y más de cien muertos entre las fuerzas de ocupación (prácticamente todos en accidentes con vehículos o armas).

Entre el éxodo y la represión La interrupción de la Primavera de Praga provocó la emigración de entre 70,000 y 300,000 personas, especialmente profesionales cualificados, intelectuales y artistas, algunos de los cuales –Miloš Forman, Milan Kundera...– desarrollaron exitosas carreras en Occidente. La imagen de los tanques rusos en Checoslovaquia produjo un hondo impacto en todo el mundo, pero las respuestas no pasaron de las previsibles declaraciones de condena. Estaba claro que, en el contexto de la Guerra Fría, ningún país occidental iba a entrar en un conflicto que pertenecía a la esfera de intereses de la URSS. Estados Unidos, por ejemplo, tenía demasiados problemas en ese momento en Vietnam. Sí tuvo su importancia en la evolución de partidos comunistas europeos que, como el italiano y el francés –a diferencia del portugués, firme aliado de Moscú– condenaron la invasión. Pero Checoslovaquia se hundió en un abismo de represión y tristeza del que no saldría hasta 20 años más tarde. muyinteresante.com.mx

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Vietnam: un año clave

El

conflicto se ag

La guerra entró en su punto álgido en 1968. Se inició una fase en la que cambió el signo de la contienda y la sociedad estadounidense comenzó a abogar por la retirada de sus tropas. Por Juan Carlos Losada

en el M

L

os servicios de inteligencia de los ejércitos de Estados Unidos y Vietnam del Sur no se percataron de las movilizaciones que, desde mediados de 1967, se estaban dando en el norte. Tampoco, de la infiltración en el Sur de 90,000 soldados enemigos. Confiaban en la solidez de sus posiciones y en que los esfuerzos desarrollados en los años previos para debilitar a los comunistas habían dado sus frutos. Por eso, fue una sorpresa total cuando, a finales de enero de 1968, el ejército de Vietnam del Norte y la guerrilla del Vietcong lanzaron la Ofensiva del Tet, que supuso el ataque simultáneo sobre cientos de objetivos militares, incluyendo 38 capitales en las provincias del sur, en algunas de las cuales llegaron a ocupar barrios enteros por semanas. También fueron atacados centenares de cuarteles, bases y puestos militares. Entre los objetivos más importantes estaba la vieja ciudad imperial de Hue, cerca de la frontera con el norte, que durante más de dos meses estuvo en poder del Vietcong y les costó a los estadounidenses grandes esfuerzos recuperarla. Sobre ella cayeron por sorpresa, el 30 de enero, unos 11,000 vietnamitas, tanto del ejército regular del norte como del Vietcong, quienes la tomaron casi totalmente (a excepción de dos bases militares, las cuales permanecieron aisladas y cercadas). La operación comunista supuso la ejecución de miles de civiles, acusados de colaborar con las fuerzas estadounidenses y survietnamitas. Al cabo de unos días, comenzaron a llegar los socorros de Saigón y de EUA, sobre todo mediante los helicópteros que pudieron aterrizar en las bases cercadas dentro de Hue y que, junto con la ayuda enviada por tierra –básicamente, blindados y artillería–, sumaron un total de 20,000 soldados. La reconquista fue ardua, edificio por edificio, llevando a la destrucción la mayor parte de la urbe y miles de muertes entre los pobladores que resultaron atrapados. Hasta el 3 de marzo la localidad no fue liberada, asimismo, el costo pagado fue muy alto. Entre los estadounidenses hubo 216 muertos y 1,584 heridos; de los survietnamitas, 452 y 2,123, respectivamente. Las bajas de las tropas de Vietnam del Norte son más difíciles de precisar, pero se pueden evaluar en aproximadamente 3,000 fallecidos y un incierto número de heridos (aparte de unos 9,000 civiles).

Ofensivas sobre puntos estratégicos vietnamitas Mucho más costoso y duro fue el ataque sobre la gran base aérea de Khe Sanh –algo más al norte que Hue y cerca de la frontera con Laos–, un obstáculo importante a la penetración de las fuerzas del norte al estar 16

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Escalada bélica. En 1968 los combates

alcanzaron su cota más alta, pero también se iniciarían unas titubeantes conversaciones de paz que, a la postre, fracasaron. En la foto, refugiados de Saigón –actual Ciudad Ho Chi Minh– tras un bombardeo estadounidense.

grava

Mekong

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Batalla de Hue: una de las más largas y sangrientas de la Guerra de Vietnam (enero-marzo del 68). Tres batallones del cuerpo de marines de EUA derrotaron a 10,000 efectivos vietnamitas. En la foto, el arrasado centro de la ciudad en mayo de ese año.

Saigón: destrucción a cada paso. La

batalla vivida en 1968, en la que entonces era la capital de Vietnam del Sur, la dejó devastada. En la fotografía de abajo, un tanque avanza en pleno ataque al barrio chino de Cholon, en la ciudad.

muy próxima a la Ruta Ho Chi Minh con la que se abastecía el Vietcong. Disponía de un gran polvorín, pista de aterrizaje y hangares para aviones y helicópteros, defendida por una abundante artillería y un total de 12,000 hombres. Como medio de distracción de la Ofensiva del Tet, que preparaba Hanoi, desde finales de 1967 comenzaron los planes para tomar la base. Al frente del operativo iba a estar nada menos que el general en jefe de las fuerzas de Vietnam del Norte y héroe de Dien Bien Phu, Vo Nguyen Giap, reunió a unos 28,000 hombres para el ataque, junto con armamento pesado como artillería y tanques. El objetivo primordial no era su ocupación, sino distraer el mayor número posible de soldados para su defensa facilitando, con ello, el asalto general que suponía la Ofensiva del Tet, aunque sin renunciar a su conquista si ello fuera factible. El 20 de enero, un desertor del Vietcong se presentó en la base avisando del asalto y, aunque se desconfió de

su información, se reforzaron las defensas. Horas después se desató el ataque, siendo desastroso para los defensores: miles de obuses impactaron en el recinto destruyendo el polvorín con todas las reservas de municiones y combustible, dejando la pista de aterrizaje inservible. A principios de febrero, Khe Sanh estaba totalmente rodeada. Para evitar el desastre, el general en jefe de EUA, William Westmoreland, envió apoyo aéreo lanzando hombres y pertrechos desde paracaídas, que sirvieron a los defensores para mantener las líneas. Al mismo tiempo, unos 7,000 hombres avanzaron por tierra en misión de socorro, con la intención de tomar las colinas circundantes a la base y expulsar de ellas a los vietnamitas. Ante la dureza de los combates y para mantener alta la moral estadounidense, se izaban banderas cuando se tomaba un objetivo y se tocaba el himno por las mañanas, acciones que no estaban permitidas, en principio, al encontrarse oficialmente en territorio de Vietnam del Sur y bajo la supervisión de sus autoridades. Mientras tanto, en el interior de la base la situación no dejaba de empeorar: escaseaban las medicinas y comida, las bajas por enfermedad no cesaban de aumentar y el ánimo descendía con peligro (se dieron decenas de casos de soldados que se autolesionaban para así ser evacuados). Por suerte para los defensores, los bombarderos estadounidenses B-52 machacaron las posiciones enemigas, lanzando sobre ellas más de 100,000 kilos de bombas y napalm durante las más de 2,500 salidas realizadas.

Victoria táctica estadounidense Finalmente, tras 77 días de asedio, la base fue liberada. Habían luchado en su defensa más de 25,000 18

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FOTOS: GETTY IMAGES; MARC RIBOUD / MAGNUM PHOTOS / CONTACTO

En Saigón, los combates degeneraron en una lucha casa por casa que arrasó parte de los barrios de la ciudad durante 37 días.

Los horrores de My Lai

E

l 16 de marzo de 1968, en el marco de una supuesta operación contra el Vietcong, soldados estadounidenses bajo el mando del alférez William Laws Calley llegaron en helicóptero a la aldea de My Lai. Allí, durante cuatro horas, violaron a mujeres y niñas, luego mataron a toda la población, al ganado y quemaron las chozas. La masacre se ejecutó lanzando granadas al interior de las viviendas y después ametrallando a los supervivientes. Se calcula que hubo 504 víctimas, entre las que había 182 mujeres (17 de ellas embarazadas) y 173 niños. Civiles desarmados. El ejército trató de ocultar la matanza arguyendo que los muertos –que redujeron a 120– eran todos miembros de la guerrilla comunista caídos en combate (aunque en realidad sólo se encontraron tres armas en todo el poblado). Hasta finales del año siguiente la matanza no fue revelada por la prensa, lo que provocó una conmoción en la opinión pública internacional y llevó al procesamiento de Calley. Al parecer, su proceder criminal se debió al deseo de ascender haciendo pasar por feroces guerrilleros a simples campesinos. A pesar de ser condenado a cadena perpetua, sólo estuvo tres años bajo arresto domiciliario, pues fue indultado por Nixon. Únicamente dos soldados (Larry Colburn y Hugh

FOTOS: GETTY IMAGES

Líder de Vietnam del Norte. En 1968, el general Vo Nguyen Giap dirigió dos acciones muy controvertidas y dañinas para sus fuerzas: el sitio de Khe Sanh y la Ofensiva del Tet.

efectivos del ejército de EUA, de los que resultaron muertos unos 3,300, heridos o enfermos unos 8,500 y prisioneros 257. Serían las bajas más importantes sufridas en una sola acción bélica por parte de Estados Unidos en toda la guerra. Entre los atacantes, las bajas estimadas entre muertos y heridos, se evalúan en unas 10,000. Pero a pesar de las pérdidas materiales y humanas, la base acabó siendo abandonada, el 5 de julio, con el argumento de que ya no era necesaria y había cumplido su misión de distraer a gran parte de las fuerzas enemigas. La verdad era que se había demostrado lo peligroso que resultaba tener una instalación tan alejada de Saigón y de los puntos de abastecimiento, lo cual

La matanza de My Lai provocó un escándalo mundial cuando, en noviembre de 1969, el periodista y editor Seymour Hersh dio a conocer imágenes como ésta.

Thompson) y un oficial (Glenn Andreotta) se enfrentaron a sus compañeros y amenazaron con dispararles si no cesaban en la matanza. Aproximadamente una decena de lugareños se salvaron gracias a la acción de estos tres militares. Los dos primeros –Andreotta cayó en combate el 8 de abril de ese mismo año– volvieron más tarde al lugar de los hechos, donde inauguraron una escuela y recibieron el homenaje de los vietnamitas. Sin embargo, en Estados Unidos no serían recompensados, sino hasta 1998, cundo se les impuso la Medalla del Soldado (a Andreotta, a título póstumo). Según las autoridades que se las entregaron, habían sido “verdaderos ejemplos del patriotismo estadounidense en su máxima expresión”.

además, se reveló inútil para detectar e impedir la infiltración comunista hacia el sur. A pesar de la victoria táctica, fue un nuevo revés para la estrategia estadounidense en la guerra. Saigón también fue atacada durante más de un mes. Como en el resto de ciudades y bases, la ofensiva acabó siendo rechazada. La estación de radio fue ocupada por unas horas, lo mismo que la propia Embajada de EUA y varias bases militares. Al final, los combates degeneraron en una lucha casa por casa arrasando parte de los barrios de la localidad, esto se prolongó durante 37 días. Pero el choque militar pasó a la historia, sobre todo, por una famosa y terrible foto –le valió el Premio Pulitzer al fotógrafo Eddie Adams– en la que un general survietnamita ejecutaba de un tiro en la sien y a sangre fría, el 1 de febrero, a un miembro destacado del Vietcong. Una imagen demoledora que compensó con creces la derrota militar de los comunistas. Porque, a pesar de la victoria militar, el elevado número de bajas sufrido y las noticias sobre las matanzas indiscriminadas afectaron negativamente a la percepción del público estadounidense de la guerra e hicieron que cayera con fuerza el apoyo político. En esas mismas fechas, fuerzas de EUA perpetraron la masacre de civiles en la aldea de My Lai [ver recuadro], que según algunas fuentes supuso el asesinato de 504 pobladores y tuvo un fuerte impacto en la opinión pública internacional. Por su parte, EUA sufría en la primera semana de mayo la peor cifra de bajas de toda la guerra: 562 soldados muertos. Westmoreland, desesperado, pidió el muyinteresante.com.mx

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Estados Unidos perdió más de mil aviones en tres años, debido a la tupida red de defensa antiaérea vietnamita. en las zonas controladas por el Vietcong gozaba de unas condiciones de vida mucho mejores que las que padecía el campesinado bajo el gobierno de Vietnam del Sur. Esta diferencia terminó siendo también un elemento sumamente esencial en el resultado de la guerra.

Una ratonera sin salida

Las fuerzas norvietnamitas instauraron un sistema antiaéreo de tal magnitud que logró derribar a una gran cantidad de bombarderos estadounidenses. Arriba, patrullas aéreas de EUA sobrevuelan los bosques cercanos a Saigón.

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urgente envío de 206,000 hombres más, que se debían añadir a los casi 500,000 que ya combatían en el territorio de Vietnam, pero el presidente Lyndon B. Johnson no se los mandó.

La batalla de la propaganda La respuesta estadounidense fue dura. Los bombardeos siguieron siendo atroces: a finales de 1968 se habían lanzado sobre Vietnam del Norte 643,000 toneladas de bombas, y 1,500,000 sobre las zonas controladas por los comunistas en el mismo Vietnam del Sur. Sin embargo, Estados Unidos perdió más de mil aviones en sólo tres años, debido a la tupida red de defensa antiaérea que los vietnamitas habían dispuesto para proteger los objetivos más importantes. Asimismo, estaba claro que Vietnam estaba ganando la batalla de la propaganda y supo explotar, mediante imágenes publicadas en la prensa internacional, a las víctimas inocentes de los bombardeos masivos que afectaron a la población civil. Estos reportajes, que igualmente llegaban a la prensa occidental, evidenciaban las crueldades que los mandos del ejército de Vietnam del Sur cometían contra los presos del Vietcong o contra la población civil sospechosa de apoyarlo o que protestaba contra la dictadura del gobierno militar. Las informaciones sobre la corrupción que reinaba en las esferas de poder, en contraste con el sufrimiento de los habitantes, eran igualmente demoledoras. Obviamente, los norvietnamitas y el Vietcong también cometían crueldades, represalias y asesinatos masivos contra los sospechosos de colaborar con los estadounidenses o con el régimen del sur, ya fueran militares enemigos como civiles, pero las noticias de estos hechos apenas fluían, lo que provocaba la impresión de que ellos eran las únicas víctimas de la guerra. Además, resultaba claro que la población campesina ubicada

Movilización contra la guerra El resultado de todo ello fue el giro progresivo de la opinión pública internacional, empezando por la de EUA, que pasó de una cierta indiferencia al

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Para proteger enclaves relevantes.

A partir de mayo y hasta septiembre de 1968, se dieron dos nuevas fases de la Ofensiva del Tet para reforzar las posiciones negociadoras de Vietnam del Norte en las conversaciones de París. En mayo se produjo la batalla de Dai Do, en el interior, así como ataques sobre Saigón, los cuales se prolongaron hasta el mes de septiembre. Aunque los contraataques estadounidenses hicieron retroceder al enemigo con enormes bajas, se puso de manifiesto que la situación política y militar estaba cada vez más deteriorada y la confrontación sería interminable. En ese año morirían unos 50,000 guerrilleros y soldados del Vietnam del Norte y decenas de miles de civiles, pero también 14,000 militares de EUA y el doble de survietnamitas. El general Giap había sufrido una derrota táctica en la Ofensiva del Tet, pero había obtenido a cambio una victoria estratégica y propagandística. Sabía que podía permitirse esta enorme desproporción de bajas, pues mientras la sociedad vietnamita lo asumía y aceptaba como un mal necesario, Estados Unidos sufría cada vez que llegaban los féretros de sus muchachos, cubiertos con la bandera. Además, con la Ofensiva del Tet de ese año, los estadounidenses percibieron la certeza de que los comunistas podían infiltrarse y atacar en cualquier punto del sur; de que no había base, ciudad ni reducto a salvo de una incursión. No existía una línea de frente estable ni, por tanto, ninguna retaguardia segura. A partir de 1968, se fue extendiendo la convicción entre las altas esferas políticas y militares de Washington de que Vietnam era una ratonera sin salida, pero de la cual era preciso escapar como fuera. Lo malo fue que esa sensación también se dispersó, rápidamente, al conjunto de la sociedad estadounidense, misma que se empezó a movilizar activamente contra el conflicto y por la repatriación de sus soldados.

La derrota de Lang Vei

L

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ang Vei era un puesto cercano a Khe Sanh, en donde los Boinas Verdes (las fuerzas especiales) de Estados Unidos tenían su base. Eran sólo 24, aunque los acompañaban 500 soldados de Vietnam del Sur y 350 del Ejército de Laos, aunque estos últimos carecían de ánimo combativo. Sorprendidos por el avance comunista, el 6 de febrero de 1968, se vieron rodeados y atacados con tanques y artillería que los norvietnamitas habían llevado a través de la jungla y a los que

no podían oponer gran resistencia. Pidieron apoyo aéreo urgente, pero fue imposible porque todo el socorro estaba centrado únicamente en defender Khe Sanh, quedando los resistentes abandonados a su suerte. Bajas americanas. Al día siguiente, la posición fue tomada. Los defensores sufrieron casi 400 bajas entre muertos y heridos, de los que 18 eran estadounidenses, y 253 cayeron prisioneros, de los cuales tres eran de EUA. Sólo tres de ellos pudieron escapar.

principio de la confrontación a un clamor contra la presencia americana en el país. Prueba de ello fue el editorial del Wall Street Journal del 23 de febrero, al poco de desencadenarse la Ofensiva del Tet, en donde se afirmaba: “Creemos que el pueblo estadounidense debe prepararse para aceptar, si no lo ha hecho ya, la posibilidad de que toda la campaña vietnamita esté abocada al fracaso”. En medio de la guerra, en el mes de mayo de 1968, se iniciaron finalmente en París las primeras negociaciones entre Vietnam del Norte, Vietnam del Sur y Estados Unidos para tratar de explorar vías de paz. Las posiciones estaban muy alejadas y el sur no estaba dispuesto a renunciar a la presencia de las fuerzas de EUA, porque sabía que ello lo llevaría a la derrota y a la unificación del país bajo la hegemonía comunista del norte. A las dificultades propias de las conversaciones se añadió que en ese año había elecciones en la Unión Americana, a las que aspiraba el republicano Richard Nixon en competencia con el demócrata Hubert Humphrey, que por entonces era el vicepresidente de Lyndon B. Johnson, quien había anunciado no contender por la reelección. En septiembre, la administración demócrata, que deseaba poner fin a la guerra lo antes posible, planteó en la mesa de pacificación el cese de los bombardeos sobre el norte como una

Contestación en las calles. En el movimiento de

protesta contra la Guerra de Vietnam participaron estudiantes, madres de soldados, afroamericanos, hippies, militares veteranos y, en general, todos los sectores de la sociedad estadounidense. Abajo, una manifestación celebrada en Central Park, Nueva York, el 27 de abril de 1968, 23 días después del asesinato de Luther King.

El 6 de febrero de 1968, los Boinas Verdes sufrieron un ataque en su base de Lang Vei.

posible oferta. Nixon, ansioso de conseguir la presidencia, buscaba el desprestigio de la candidatura demócrata, y el fracaso de las conversaciones de paz sería un golpe a su favor.

Iniciativa de paz traicionada Así, enterado de la propuesta del cese de los bombardeos, el equipo de Nixon –con la colaboración estrecha de Henry Kissinger– se la reveló a los dirigentes de Vietnam del Sur. Al mismo tiempo, les aseguró que su régimen estaría mucho más firme apoyado por una administración republicana (Nixon) que la demócrata, pues estaba dispuesta a cesar los ataques aéreos, y asimismo no debían firmar ningún acuerdo hasta que se celebraran las elecciones en Estados Unidos. De esta manera, los delegados survietnamitas en París elevaron cada vez más sus exigencias al norte hasta hacer imposible cualquier acuerdo de paz. Johnson, en un último intento desesperado, ordenó el 31 de octubre cesar los bombardeos, sin embargo, al día siguiente los delegados de Vietnam del Sur se levantaron de la mesa desautorizándolo por completo. Cuatro días más tarde, Nixon fue elegido presidente por escaso margen de votos. Sin duda fue un sabotaje, una “traición” –así la llegó a calificar el mismo presidente Johnson– orquestada para desprestigiar la iniciativa de paz demócrata y lograr la presidencia para Nixon. Lo grave es que años después, en 1973, el nuevo presidente llegaría a acuerdos de paz en términos mucho más claudicantes de los que había denunciado en 1968, pues se acordó que EUA evacuaría totalmente Vietnam del Sur, traicionando (ahora sí) a los dirigentes survietnamitas. El precio pagado fue enorme, porque aparte del desprestigio político, durante esos años murieron 20,000 soldados estadounidenses más y centenares de miles de vietnamitas, laosianos y camboyanos. Muertes que se revelaron, por tanto, absolutamente inútiles, sólo provocadas por las ambiciones políticas de Nixon. muyinteresante.com.mx

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Bajo tierra: la guerra en la oscuridad Tras la batalla, la infantería consolidaba el terreno y la zona quedaba asegurada, pero ¿qué sucedía debajo, a los pies de los fusileros?

Una tupida red de túneles El primer atisbo tuvo lugar dos años atrás, en la región de Cu-chi. Las patrullas estadounidenses empezaban a sentir un temor paranoico cada vez que se movían por los sembradíos o bosques. Al poco tiempo, una unidad caía en una emboscada y, aunque los soldados respondían con todo lo que tenían a la mano y recibían apoyo artillero y aéreo, al acabar la lucha no hallaban ni rastro de sus atacantes. Ni un herido, ni un cadáver. Como si pelearan contra fuerzas fantasmas. Finalmente, una patrulla, más afortunada que las anteriores, encontró la respuesta al misterio. Los guerrilleros habían llenado la zona de túneles. Surgían del suelo rodeando al enemigo, atacaban y,

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antes de que los sorprendidos militares pudieran sembrar de plomo cada metro cuadrado del terreno, ya habían desaparecido de nuevo bajo tierra. El Vietcong no sólo utilizaba estos túneles en los distritos rurales. El país estaba rodeado por miles de ellos desde el delta hasta las ciudades, formando redes interconectadas que iban más allá de las fronteras y penetraban en Camboya; auténticas ciudades subterráneas donde los guerrilleros vivían durante meses, saliendo sólo para combatir, aprovisionarse o llevar a cabo misiones de infiltración y reconocimiento. La propia Saigón estaba minada. Uno de ellos llevaba hasta las mismas puertas de la Embajada de Estados Unidos, y una observadora pasó allí varios años, sin ver la luz del día, tomando nota de todo lo que se movía en la sede diplomática y asistiendo en primera fila al asalto que tuvo lugar a finales de enero de 1968, al comienzo de la Ofensiva del Tet. La mayoría de los túneles fue destruida por los bombardeos masivos de los últimos años de la guerra o se derrumbaron al quedar abandonados a partir de 1975, pero algunos han sido mantenidos como lugares históricos e incluso se han construido otros nuevos, un poco más anchos y más iluminados: una atracción para los turistas occidentales que quieren sentir el escalofrío de pasar unos minutos en algo que se parece mucho a una tumba. Y tumba fueron, porque los túneles se usaban de cementerio para los muertos del Vietcong. Y de comedor, hospital, maternidad, escuela... Fueron el hogar de docenas de miles de hombres y mujeres que vivieron y murieron sin ver la luz del sol, mientras su enemigo pisaba con miedo la superficie, preguntándose por dónde le vendría la próxima bala.

Blindado M-113 ACAV

Trinchera oculta

Salida secundaria

Generador

Las ”ratas” El Ejército de EUA pidió voluntarios para luchar bajo el suelo. Las “ratas de túnel” se arrastraban en la oscuridad más absoluta respirando un aire enrarecido, cuando no pútrido, siempre pendientes de una emboscada o una trampa, chapoteando en fango, excrementos e incluso cadáveres, ya que los vietcongs enterraban allí a sus muertos. Solían ser hombres pequeños. Bajaban al agujero con una linterna, una pistola, una bayoneta, algunas granadas y una cuerda atada a la cintura, para que sus compañeros pudieran sacarlos si caían heridos o muertos o si les vencía el pánico. Como bien decían los especialistas, una vez abajo, Non gratus anus rodentum (“Tu vida no valía más que el culo de una rata”).

TEXTOS E INFOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO PEÑAS

C

uando empezó la Ofensiva del Tet, los mandos estadounidenses vieron por fin la oportunidad que llevaban años esperando: en vez de escapar, el Vietcong había tomado posiciones. Era el escenario ideal, ahora podrían usar toda la devastadora potencia de fuego de sus tropas para aniquilar al enemigo. Pero los soldados de a pie, marines, GI, paracaidistas... no lo veían tan fácil. Ellos sabían demasiado bien que, incluso en una batalla convencional, los vietcongs surgirían de debajo de las piedras, literalmente para pelear.

Las misiones de búsqueda y destrucción llevaban a las patrullas al corazón de las zonas controladas por el Vietcong. Pese al apoyo aéreo y las armas pesadas, los soldados sabían que entraban en un avispero.

Los lanzallamas eran un arma muy socorrida para barrer las zonas con napalm a la más mínima sospecha de una emboscada.

En 1968, el napalm o agente naranja había destruido gran cantidad de bosques, y la lucha se libraba en espacios bastante abiertos.

El apoyo aéreo cercano se llevaba a cabo con los helicópteros UH-1, los célebres Huey, que se convirtieron en un ícono del conflicto vietnamita, como lo reflejó Coppola en Apocalypse Now (1979).

“Bombardearemos Vietnam hasta que lo devolvamos a la Edad de Piedra”

Cocina Pozo de tirador Trampa cazabobos Túnel trampa para minas Trinchera

Depósito de combustible y municiones

Almacén de provisiones

Pozo de drenaje

Dormitorio

Estas palabras del general Curtis LeMay pesaron mucho en el ánimo de los estadounidenses tras la Ofensiva del Tet. Deseosos de forzar al gobierno de Hanoi a sentarse en la mesa de negociaciones, pero con la urgencia de reducir la presencia de tropas de EUA sobre el terreno, la USAF incrementó la campaña de bombardeos masivos sobre Vietnam del Norte, que concluyeron con las operaciones Linebacker I y II. En estas misiones intervinieron cientos de bombarderos pesados B-52 y miles de aviones tácticos, con el objetivo de destruir la infraestructura de comunicaciones y el tejido industrial del país. En los últimos cuatro años del conflicto, se lanzaron sobre territorio norvietnamita más de dos millones de toneladas de bombas (siete millones en toda la guerra). Ni siquiera los túneles estaban a salvo de los bombardeos. Los B-52 arrojaban bombas de penetración, que se clavaban profundamente en el suelo antes de explotar. El temblor ocasionado derrumbaba los túneles en varios metros a la redonda del impacto y debilitaba las estructuras supervivientes. Cientos, puede que miles de vietcongs murieron enterrados vivos, pero pasado el ataque los guerrilleros volverían a cavar, y la próxima patrulla que se adentrara en la zona se llevaría otra desagradable sorpresa. Un B-52 suelta su carga de 30

toneladas de bombas sobre Vietnam.

El suelo indochino, formado por siglos de aluvión, era fácil de excavar. El principal problema para los vietcongs era mantener sus instalaciones a salvo del agua durante el monzón, una tarea que podía ser tan dura como combatir a los especialistas en túneles –las “ratas” del ejército enemigo–: soldados de talla pequeña expertos en el combate cuerpo a cuerpo.

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Racismo, violencia y conflicto social

EUA:

un país en llamas El año empezó con una gran ofensiva de los comunistas vietnamitas y concluyó con Nixon elegido presidente. En medio, protestas estudiantiles, motines raciales y el asesinato de dos íconos: Luther King y Bobby Kennedy. Por José Ángel Martos 24

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Brutalidad policial. Un agente

golpea con la macana a un joven afroamericano durante los disturbios y saqueos que siguieron a la Marcha por los Derechos Civiles en Memphis, Tennessee, el 28 de marzo de 1968.

L

a memoria suele ser más llevadera cuando está edulcorada, y el recuerdo de 1968 en Estados Unidos nos trae hoy ecos de las coloridas comunidades hippies y contraculturales en San Francisco, con una banda sonora de “buenas vibraciones” por cortesía de The Beach Boys. Pero lo cierto es que la mayor parte de los estadounidenses vivió ese año como un periodo fundamentalmente violento, en donde la agresividad y muerte estuvieron presentes casi desde el primer tañido de las campanas del nuevo año, provenientes de los escenarios de la Guerra de Vietnam, más encarnizada que nunca. Además, sin necesidad de ser llamado a filas y enviado al infierno de la península Indochina, en su propio país cualquier estadounidense temía por su seguridad (si era blanco) o por el maltrato de sus conciudadanos (si era negro o de otra minoría racial). En este contexto, los afroamericanos empezaron a mostrar su hartazgo frente a la insoportable segregación cotidiana.

FOTO: AP

Del “verano caliente del 67” a la Ofensiva del Tet El relato de lo que ocurrió en 1968, en EUA, no puede entenderse sin situarse en medio de ese clima de violencia que inundaba la vida del país. En 1967, se había más que doblado el número de soldados estadounidenses muertos en Vietnam: 9,353 de un total de 15,997 desde el inicio del conflicto, con una cifra de heridos que rozaba los 100,000. Y los primeros datos del 68 presagiaban un empeoramiento de las cosas: el 2 de enero, minutos antes del fin de la tregua de Año Nuevo, el Vietcong mató en una sola acción a 26 soldados yanquis; al cabo de la primera semana del año, ya eran 185 los caídos. Ello a pesar de que el ejército estadounidense tenía una potencia letal temible: en esos mismos siete días había acabado con la vida de 1,438 enemigos y la semana siguiente batió su récord absoluto de toda la guerra, al eliminar a 2,968 combatientes del régimen comunista norvietnamita. Frente a esta realidad, los estadounidenses no encontraban alivio en el interior de su propia nación, donde la inestabilidad e inseguridad se estaban convirtiendo en la norma. El conflicto racial había desbordado su marco tradicional –los estados del sur, siempre anclados en las inercias de su pasado esclavista– para llegar a las grandes urbes del norte. El año anterior se habían producido en ellas gravísimos disturbios, hasta un número de 159, lo que llevó a acuñar la frase “El largo verano caliente de 1967”, ya que la mayoría de enfrentamientos tuvieron lugar en esas fechas. El más destructivo fue en Detroit, el cual duró cinco días con un saldo de 43 muertos, 1,189 heridos y 2,000 edificios dañados. Si la situación ya era de por sí problemática, aún podía empeorar, y así ocurrió en todos los frentes: en Vietnam, la guerrilla comunista lanzó por sorpresa, el 31 de enero, la llamada Ofensiva del Tet (nombre de la fiesta de Año Nuevo en ese país). No fue una operación militar más, sino el primer caso de ataques suicidas con un gran componente mediático; algo que hoy, por desgracia, resulta habitual, pero que entonces era una absoluta novedad como táctica de guerra o guerrillera. Sus acciones se desarrollaron primordialmente en Saigón, la capital de Vietnam del Sur, donde organizaron pequeños comandos contra seis objetivos: la Embajada de EUA, la estación de radio nacional, el palacio de la Independencia y tres cuarteles generales. Con el efecto sorpresa a su favor, los asaltantes de la legación norteamericana lograron introducirse en ella, igual que en la radio, donde tenían que cumplir una de sus principales misiones, de corte propagandístico: emitir a la nación un mensaje de Ho Chi Minh, algo que no consiguieron, ya que se cortaron antes las líneas de sonido que comunicaban con la torre de transmisiones. Sin embargo, lo sorpresivo de la ofensiva, su originalidad y el hecho de realizarse en muyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

¡Abajo el sistema!

El abismo generacional que se abrió en 1968 en EUA fue de una magnitud nunca vista antes. Arriba, una multitud de estudiantes protesta contra la Guerra de Vietnam, el racismo y el sistema, en Des Moines, Iowa, el día de las elecciones (5 de nov.).

El pastor Martin Luther King, líder de los derechos civiles, fue abatido con un rifle el 4 de abril en Memphis. la capital, donde estaba la mayoría de enviados especiales de la prensa, le proporcionaron una gran cobertura en EUA, noticias que fueron favorecidas por las primeras emisiones vía satélite.

Reclutas en rebeldía

El funeral de King.

Fue multitudinario. Aquí, su viuda, Coretta, junto al actor, cantante y activista Harry Belafonte.

Al día siguiente, el 1 de febrero, se iba a producir un hecho que, aunque aislado, daría la vuelta al mundo: en plenas represalias contra los autores de la ofensiva, el jefe de la policía nacional de Vietnam del Sur, Nguyen Ngoc Loan, ejecutó en plena calle y ante las cámaras a un detenido disparándole con su pistola. La brutalidad de la acción fue captada por la cámara del fotógrafo Eddie Adams, de Associated Press, y la imagen se convirtió en un acicate para todas las conciencias, alentando el movimiento contra la guerra en Estados Unidos. La evolución del conflicto y la política de Johnson hacían que se requirieran más soldados, por

lo que su administración anunció la abolición de las prórrogas estudiantiles para alumnos de posgrado. Esto provocó un clamor entre los jóvenes, que multiplicaron sus protestas en las universidades. Sus acciones fueron cada vez más llamativas, con el objetivo de captar la atención de los medios de comunicación. Así surgieron, por ejemplo, los plantones en lugares públicos, pioneros por entonces y que hoy forman parte de las herramientas de todo colectivo de manifestantes. También se convocaron huelgas de hambre, otro caso, entre los estudiantes de Harvard. Entre quienes tenían más próxima la espada de Damocles del reclutamiento, arreciaron las acciones para boicotear el llamado a filas. “Fuck the draft” (“Al carajo el reclutamiento”) decía, con grandes letras, un popular cartel que mostraba a un joven quemando su cartilla militar. Muchos aprovecharon becas en el extranjero, como Bill Clinton, que con 22 años se oponía a la guerra y estuvo en 1968 y 1969 en Oxford con una beca. Allí fue uno de los principales organizadores de una gran manifestación transnacional llamada “Moratoria para el fin de la guerra en Vietnam”.

Otros estudiantes optaron directamente por la deserción y se marcharon del país; su principal refugio fue Canadá. Una consecuencia profunda de esta protesta estudiantil sería aumentar la brecha generacional, ya que los jóvenes se sentían arrastrados por sus mayores a un destino que rechazaban. El rector de la Universidad de Columbia, Grayson Kirk, lo explicó así, reconociendo su 26

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Un abismo generacional

Feministas, nativos y chicanos: los otros colectivos contestatarios

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as protestas de 1968 no sólo las protagonizaron estudiantes universitarios y afroamericanos. Hubo más colectivos que alzaron su voz y trataron de llamar la atención sobre otras reivindicaciones. Así lo hicieron, por ejemplo, las feministas, que crearon grupos de liberación de la mujer escindidos a menudo de las asociaciones estudiantiles, que consideraban dominadas por hombres. Versus Miss America. Su primera gran acción fue una protesta contra la celebración de Miss America en Atlantic City, en septiembre. Consideraban el concurso “una subasta de ganado” y se manifestaron con carteles que decían “Todas las mujeres son bellas” o “No seas el accesorio de un playboy”. Como

acción simbólica, lanzaron a la basura fajas, rizadores de pelo, zapatos de tacón alto y sujetadores. Por cierto, aunque es popular la creencia de que quemaron estos últimos, no ocurrió así, pues no obtuvieron el permiso para hacerlo. Menos conocidos, aunque también muy significativos, fueron los actos protagonizados por los emigrantes nacidos en México o de padres mexicanos. Las huelgas chicanas comenzaron el 1 de marzo en Los Ángeles como protesta por la desigualdad de condiciones, y en ellas llegaron a participar miles de estudiantes de la ciudad. Fueron apoyados personalmente por Robert Kennedy. Los nativos americanos también se harían notar, aunque algo más tarde. En 1969 ocuparon la isla de Alcatraz, cuyo

Bajo estas líneas, las feministas del Movimiento Nacional de Liberación de la Mujer se manifiestan ante la sede del concurso de Miss America, en Atlantic City.

penal había sido cerrado, apelando nada menos que al Tratado de Fort Laramie (firmado un siglo atrás, en 1868). Según éste, las tierras abandonadas por el gobierno federal debían devolverse a los indios que previamente las habían habitado. La ocupación duró dos años, hasta que los expulsó la autoridad en 1971.

perplejidad: “Nuestros jóvenes, en cantidades alarmantes, parecen rechazar cualquier forma de autoridad, venga de donde venga, y se han refugiado en un nihilismo turbulento e incipiente. No sé de ningún otro periodo de nuestra historia en que el abismo generacional haya sido mayor o más potencialmente peligroso”. El ambiente antibélico se fue extendiendo, propiciado también por la percepción que empezaron a trasladar los propios medios tras la Ofensiva del Tet: la impresión era que, a pesar de los enormes recursos empleados, la guerra no se estaba ganando, como reconoció el mítico presentador televisivo Walter Cronkite en un programa especial que tuvo una gran influencia; incluso sobre el presidente, el demócrata Lyndon B. Johnson, quien había apostado por la implicación estadounidense en la contienda desde el inicio de su mandato.

King y los Panteras Negras

Año de elecciones

En ese complicado momento, y como en una tormenta perfecta, el problema racial también alcan-

A la incertidumbre en Vietnam y la gran contestación juvenil venía a sumarse la inquietud propia de un año electoral. En noviembre se elegiría nuevo presidente y las opciones estaban muy abiertas. Johnson, debilitado por el fracaso de su agresiva política bélica, anunció por sorpresa a finales de marzo que no concurriría a la reelección por el Partido Demócrata, al mismo tiempo que empezaba a reducir los bombardeos. Entre los candidatos demócratas, Eugene McCarthy, el primero que se había mostrado contrario a la continuidad de la guerra, estaba consiguiendo excelentes –e inesperados– resultados en las elecciones primarias. Robert Kennedy, que entró en campaña después de que Johnson anunciara su

renuncia, buscó de manera clara empatizar con la juventud y sus demandas sociales intentando ganar el voto popular, ya que el establishment de su partido apoyaba a Hubert Humphrey, un candidato business friendly, favorito de los actores económicos, que veían a Bobby Kennedy con prevención, temiendo que sus programas sociales acabarían en subidas de impuestos. En el campo republicano, además de un representante clásico del conservadurismo, Richard Nixon, inasequible al desaliento de sus anteriores derrotas, emergía la figura de Nelson Rockefeller, perteneciente a la multimillonaria familia, pero considerado liberal (similar a izquierdista en el argot político estadounidense) e incluso progresista o, como mínimo, moderado.

“Soy un hombre”.

Con tan sencillo como evidente eslogan –el de la huelga de los basureros afroamericanos– desfilan en marzo del 68 estos defensores de los derechos civiles en Memphis, por un estrecho pasillo formado por tanques y soldados de la Guardia Nacional con las bayonetas caladas. Más contundente fue la proclama de la estrella del soul James Brown, que tuvo un gran éxito ese año con la canción “Say it loud! I’m black and I’m proud” (“¡Dilo bien alto! Soy negro y estoy orgulloso”).

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Star Trek y el primer beso interracial en televisión

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a serie de culto Star Trek tiene a gala haber sido la primera que mostró un beso interracial a los telespectadores. Ocurrió en el episodio que se emitió el 22 de noviembre de 1968 por la NBC: el capitán Kirk besaba a la teniente afroamericana Uhura, bajo la influencia de los poderes telepáticos de unos alienígenas que manipulaban sus voluntades. El rodaje no estuvo exento de tensión, pues se temía que las cadenas locales de los estados del sur se negaran a pasar el episodio, así que los censores de la NBC intentaron que se filmara una alternativa. Esta idea finalmente fue boicoteada por el actor protagonista, William Shatner,

Black Power. Los

Panteras Negras –señalados de amenaza a la seguridad nacional por el FBI– iban armados y pugnaban la autodefensa violenta. Uno de sus líderes, Huey P. Newton, fue juzgado por los crímenes de Oakland. En la imagen, sus compañeros piden su liberación en Nueva York.

intérprete de Kirk, que evitó ofrecerles ninguna escena carente de beso. En este mismo episodio, dicho personaje pronunciaba una frase muy significativa: “De donde vengo, el tamaño, la forma o el color no suponen ninguna diferencia”. La escena no se podría haber filmado si su protagonista femenina, la actriz Nichelle Nichols, hubiera cumplido su propósito de abandonar la serie en 1966, tras la primera temporada, para trabajar en Broadway, ya que sentía más vocación por el teatro musical. Por suerte para la causa negra, fue convencida de continuar por el propio Martin L. King, quien en una fiesta de recaudación de fondos en Beverly Hills le comentó que

zó proporciones dramáticas. Una huelga de los basureros afroamericanos en Memphis, celebrada en marzo bajo el eslogan “I am a man” (“Soy un hombre”), fue declarada ilegal por el alcalde de la ciudad y reprimida violentamente, con el resultado de un joven negro de 16 años muerto. Martin Luther King apoyaba a los huelguistas y se encontraba en un motel de esta ciudad sureña cuando, el 4 de abril por la tarde, fue asesinado por disparos de un rifle mientras despedía a sus colaboradores en el patio del establecimiento. Este magnicidio acabó de dar carta de naturaleza a la reacción violenta de la población afoamericana, misma que promovió revueltas en las principales ciudades del norte, de Boston a Washington y Chicago, con un balance de 46 muertos. Esta actitud llevaba tiempo germinándose y se considera que, a la fecha de su muerte, el líder bautista estaba perdiendo posiciones en su apuesta por la no violencia frente a otras organizaciones que defendían acciones mucho más contundentes. Una

Este apasionado beso entre los actores

Nichelle Nichols y William Shatner, emitido el 22 de noviembre de 1968 por la cadena de televisión NBC, causó no poca controversia.

era la única serie televisiva para la que él y su mujer permitían a sus hijos quedarse despiertos hasta más tarde de la hora habitual. El líder de los derechos civiles le dijo directamente que no podía abandonar la serie: “En ella, por primera vez, somos vistos cada día en televisión como debe ser: como personas inteligentes, de calidad y bellas que pueden viajar al espacio”, dijo King.

de las principales era el Partido de los Panteras Negras (Black Panther Party). “La mayor amenaza a la seguridad interna del país”. Así definía a los Panteras Negras el todopoderoso jefe del FBI, J. Edgar Hoover, ese mismo año. Muy al contrario de lo propugnado por Martin Luther King, los Panteras animaban a sus militantes a llevar armas y a defenderse activamente contra la violencia. Protagonizaron asesinatos en peleas contra la policía, en particular en Oakland, populosa ciudad industrial al norte de San Francisco con mayoría de población negra. En lo político, proponían un decálogo programático muy radical el cual incluía puntos como la exención de los afroamericanos del servicio militar, así como el “poder para determinar el destino de nuestra comunidad negra”. Este “nacionalismo negro”, como se le llamó, se sintetizaba en un objetivo final: “Queremos tierra, pan, vivienda, educación, ropa, justicia y paz”.

En mayo, EUA aceptó finalmente entablar negociaciones con Vietnam del Norte. Las conversaciones comenzaron el día 3 de ese mes y pareció abrirse una rendija para la paz. No obstante, otros dramáticos acontecimientos irrumpieron en el frente político: al filo de la medianoche, del 4 al 5 de junio, Robert Kennedy fue asesinado en Los Ángeles, al final de un mitin, por un joven militante palestino. El suceso tendría una profunda incidencia en muchos ámbitos, entre ellos la problemática racial. Kennedy había dado el mejor y más recordado discurso de su carrera como reacción al asesinato de Luther King, al poco de conocer la noticia. En campaña, uno de sus ejes centrales ha28

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Empoderamiento afroamericano

Jack y Dick. Richard Nixon –apodado por sus críticos “Dick el

Tramposo”– venció en las primarias republicanas de 1968. Aquí, el asno Jack, mascota de los demócratas, “reacciona” ante el titular. Más tarde, Nixon ganó las presidenciales de noviembre.

Protesta histórica. Los medallistas

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negros Smith y Carlos bajan la cabeza y alzan el puño al son de su himno en las Olimpiadas de México (16 de octubre).

bía sido “la justicia racial y social”, de forma que había sido visto como una esperanza también entre la comunidad afroamericana. Con la repentina orfandad de líderes moderados, la filosofía del Black Power fue ganando relevancia entre la atribulada población negra. El apogeo reivindicativo de esta facción llegaría durante los Juegos Olímpicos celebrados en México en octubre. Allí, los atletas estadounidenses afroamericanos Tommie Smith y John Carlos lograron las medallas de oro y bronce, respectivamente, en la prueba de los 200 metros. Al escuchar desde el podio su himno nacional, agacharon la cabeza y levantaron el puño, enfundado en un guante negro. Smith alzó el derecho, representando el “Black Power”, y Carlos, el izquierdo, en homenaje a la “Unidad Negra”. De esta forma, ambos puños pretendían formar “un arco de unidad y poder”. Además, habían subido al podio sin zapatos y con calcetines negros, para simbolizar la pobreza de su gente. Smith llevaba un pañuelo negro al cuello, mientras que Carlos portaba un collar de abalorios cuyas cuentas representaban, según dijo, a las personas linchadas o asesinadas. Su protesta les acarrearía la expulsión del equipo olímpico e incontables críticas, aunque el paso del tiempo la ha convertido en un acto de importancia histórica por su atrevimiento. En la rueda de prensa posterior a la obtención de la medalla, Smith resumió así la esencia del problema racial, incluso para una estrella del deporte: “Si gano soy un americano, no un afroamericano. Pero si hago algo mal, entonces dicen que soy un negro”. Hay que explicar que en EUA, tradicionalmente y todavía en aquellos años, se utilizaba el término “negro” para designar despectivamente a los pertenecientes a este grupo poblacional. Una de las consecuencias de las protestas del 68 sería, precisamente, su progresivo abandono.

El 5 de junio, Robert Kennedy fue asesinado a tiros por un joven palestino después de dar un mitin en Los Ángeles. Todas las tensiones de ese tremendo año parecieron confluir en las elecciones presidenciales del martes 5 de noviembre. El perfil de los candidatos no auguraba que ninguno de ellos tuviera la capacidad de recoger el aliento de quienes protestaban: finalmente, el Partido Demócrata había escogido al preferido del establishment, Hubert Humphrey, mientras que los republicanos habían optado por el muy conservador Richard Nixon. Para complicar las cosas, también concurrió como independiente el gobernador de un estado del sur, Alabama. Se trataba de George Wallace, que era el más reconocido y desacomplejado partidario de continuar segregando a la población negra estadounidense.

Empieza la era Nixon El resultado final demostró que todo lo sucedido ese año no había hecho sino atemorizar a los votantes, que se refugiaron en los brazos de Nixon, claro vencedor con 301 votos electorales frente a los 191 de Humphrey. Para mayor tensión, Wallace consiguió el mejor resultado de un tercer candidato en un sistema tan bipartidista como el de Estados Unidos: logró 46 votos electorales al ganar en cinco entidades del sur profundo: Alabama, Georgia, Misisipi, Luisiana y Arkansas. En su discurso de investidura, el 20 de enero de 1969, el nuevo presidente acertó al describir la situación de su país como una crisis no material, sino “de espíritu”. Declaró: “Somos ricos en bienes, pero estamos desgarrados en espíritu; alcanzamos la Luna con magnífica precisión, pero fracasamos, en discordia estridente, en la Tierra... Estamos atrapados en la guerra queriendo la paz”. Pero, aunque su diagnóstico resultara por momentos brillante –posiblemente, mérito del asesor que escribía sus intervenciones, el periodista Ray Price–, el gran drama de Nixon fue que no sería el adecuado para coser las múltiples heridas y desgarros que 1968 dejaba. muyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

El gobierno mexicano reprime a los estudiantes

La matanza de

Tlatelolco En México, 1968 fue un año de ebullición revolucionaria entre los sectores más oprimidos, de los cuales la juventud sufrió todo el peso del gobierno, que orquestó en la noche del 2 de octubre una cruel masacre que conmovió al mundo. Por Beatriz González

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l año 1968 estaba destinado a ser el de la gran presentación de México como el país del progreso. Después de ganar la batalla a Buenos Aires, Detroit y Lyon, las Olimpiadas iban a celebrarse, por fin, en la capital mexicana, y que su candidatura fuera la elegida suponía un gran reto: por primera vez en la historia, una ciudad latinoamericana sería la encargada de organizar el acontecimiento deportivo más importante del mundo. Llevaba años peparándose para ello. Tras completarse el tramo mexicano de la carretera Panamericana y estrenarse el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el país pensaba que estaba listo para dar su mejor imagen en el gran escaparate que suponían unos Juegos Olímpicos. Por eso se había organizado una ceremo-

Más de medio millar de heridos.

En las horas siguientes a los tiroteos, no menos de 500 heridos fueron atendidos aquella noche del 2 de octubre de 1968.

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nia de inauguración espectacular con sorpresas como el encendido del pebetero olímpico, que por primera vez correría a cargo de una mujer, la atleta Enriqueta Basilio. Sin embargo, 10 días antes de la gran apertura de los Juegos Olímpicos, una masacre tiñó de tragedia las calles de la capital. Los hechos ocurridos en la plaza de las Tres Culturas (o de Tlatelolco) hicieron que el año, el cual debía haber sido el de la consagración de una nación, acabara siendo recordado como el de la matanza de Tlatelolco, el lugar donde la historia de México cambió la tarde del 2 de octubre de 1968.

El contexto de la tragedia Las cuatro esquinas de la plaza de las Tres Culturas estaban ocupadas por soldados que vigilaban el mitin del movimiento estudiantil que se estaba celebrando aquella tarde. Todo transcurría con normalidad hasta que, poco después de las seis, comenzaron los disparos contra los estudiantes. Los allí reunidos se miraban unos a otros sin comprender qué pasaba e intentaban huir del lugar esquivando las balas. No todos lo lograron. Los cuerpos de quienes murieron en el acto político empezaron a amontonarse por todas partes mientras la plaza se teñía literalmente de sangre. A pesar de lo que ocurrió esa tarde, la jornada del 2 de octubre no era una de las que se preveían violentas. Los dirigentes del Consejo Nacional de Huelga –el movimiento estudiantil que aquel verano había comenzado a pedir más libertad y me-

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nos autoritarismo por parte del Estado– habían convocado un mitin. Sin embargo, no era uno de los más multitudinarios. Se calcula que no eran más de 15,000 personas, una cifra pequeña en comparación con las manifestaciones que llegaron a reunir hasta a 200,000 jóvenes en la plaza del Zócalo. Y, según testigos de lo sucedido, en las horas previas tampoco se respiraba la tensión de otras convocatorias. El día anterior, el ejército se había retirado de la Ciudad Universitaria, y esa misma mañana, una delegación del Consejo Nacional de Huelga se entrevistó con dos representantes del gobierno, éstos eran, Andrés Caso y Jorge de la Vega Domínguez. Sin embargo, tras las investigaciones realizadas años después de la masacre, todo apunta a que aquella mañana el presidente Gustavo Díaz Ordaz ya había dado luz verde a una operación que se saldaría con centenares de muertos. La principal razón para esa drástica intervención fue que el gobierno veía en las revueltas estudiantiles una gran amenaza. “En 1968, el sistema presidencialista conoce su apogeo... Todo es gobierno y casi nada oposición”, escribiría años más tarde el periodista y escritor Carlos Monsiváis. Por esa razón, cualquier manifestación antagónica a la actuación del Estado mexicano era considerada un peligro. Tanto que, mientras los jóvenes de media Europa se manifestaban contra el materialismo occidental, y la Guerra de Vietnam vivía sus peores momentos, los dirigentes mexicanos parecían ver en toda protesta estudiantil un conato de revolución comunista. Pero la realidad es que la ambición del movimiento juvenil no iba más allá de conseguir aumentar las cuotas de democracia, evitando que el gobierno interviniera en todos los ámbitos, entre ellos el universitario. De hecho, fue la actuación de las autoridades en una pelea, ocurrida en las instalaciones universitarias, lo que propició el nacimiento del Consejo Nacional de Huelga, creado el 2 de agosto de aquel año a la luz del Mayo francés y de todo el levantamiento juvenil. Una riña por un partido de futbol acabó enfrentando a dos pandillas, los Arañas y los Ciudadelos, algunos de cuyos miembros pertenecían a la Escuela Isaac Ochoterena, contra los estudiantes de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN). En poco tiempo, las fuerzas policiales intervinieron violentamente en las instalaciones de las vocacionales, dejando varios heridos y detenidos, lo que se consideró un atentado a la autonomía de las universidades públicas. Esto se convirtió en la gota que colmaba el vaso para miles de estudiantes y también para los propios profesores e incluso el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, quienes se unieron a las protestas contra la opresión gubernamental.

Una mujer sostienen un cartel con la imagen del expresidente Luis Echeverría, en un aniversario de la matanza de Tlatelolco.

Un único acusado

H

ace 16 años, el entonces presidente de México, Vicente Fox, creó la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado. Uno de los objetivos de ésta era, precisamente, investigar de forma oficial la matanza de Tlatelolco y depurar responsabilidades. Al frente de la fiscalía se encontraba Ignacio Carrillo Prieto, quien pidió el procesamiento del que fuera secretario de Gobernación en 1968, Luis Echeverría Álvarez, quien dos años después de los sucesos de la plaza de las Tres Culturas fue elegido presidente de México. Hasta la fecha es la única persona que ha sido llevada a juicio por aquellos hechos, aunque un tribunal federal lo exoneró de los cargos de genocidio en 2007. Tras la decisión del tribunal, el abogado del expresidente, Juan Velázquez, aseguró que su cliente fue víctima de una “persecución quien no tuvo una motivación jurídica, sino política”, añadiendo que no había “una sola prueba” contra Echeverría. Dos años más tarde, el Quinto Tribunal Colegiado en materia penal confirmó la resolución que había sido dictada en 2007, en donde el juez argumentaba que las pruebas presentadas por la fiscalía no demostraban la participación del exmandatario en la “preparación, concepción y consecución del genocidio”.

Voces contra la corrupción y el autoritarismo Fue entonces cuando se creó el Consejo Nacional de Huelga (CNH), integrado por la UNAM, el IPN, El Colegio de México, la Escuela Nacional de Agricultura, Chapingo; la Universidad Iberoamericana, la Universidad La Salle y otras universidades de los estados del país. Sus armas fueron las brigadas de información, manifestaciones y asambleas en los dos grandes centros educativos mexicanos, la UNAM y el IPN. Y sus reivindicaciones principamuyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Todo listo para el ataque. Tras unos meses agitados en cuanto a reivindicaciones sociales, que recibían como respuesta cada vez más represión, el 2 de octubre de 1968, durante un mitin estudiantil y por orden del Estado, el llamado Batallón Olimpia y el ejército mexicano (arriba) se coordinaron para reprimir brutalmente la movilización.

La operación sigue su curso. A la

mañana siguiente de la masacre, las tropas del ejército (en la foto) hicieron cateos en los edificios aledaños a la plaza de la Tres Culturas, en busca de estudiantes que se hubieran refugiado en ellos durante la refriega del día anterior.

les se concretaban en la supresión del artículo –145 y 145 bis– del Código Penal Federal sobre el delito de disolución social, éste se aplicaba para reprimir cualquier muestra de descontento y por el que varios estudiantes habían sido detenidos aquel verano, además de la desaparición del temido cuerpo de granaderos –la policía antidisturbios–, la liberación de los estudiantes presos e indemnizaciones por parte del gobierno a los estudiantes heridos y a los familiares de los fallecidos por la intervención de las fuerzas policiales. Mientras las voces contra la corrupción y el autoritarismo empezaban a oírse en la capital mexicana, el gobierno se volcaba en la preparación de los Juegos Olímpicos, para los que llevaba trabajando más de un año. Pero la construcción

de villas olímpicas e instalaciones no servía para acallar las protestas de los estudiantes, a los que miembros del gobierno llamaban “antipatriotas” por gritar frases como: “No queremos olimpiadas, queremos revolución”. Por su parte, los jóvenes forjaban un movimiento festivo cada vez más popular. El 27 de agosto de 1968, tras varias manifestaciones y mítines, que cuentan cada vez con más respaldo, los médicos del Hospital General comienzan una huelga en solidaridad con los estudiantes. Se acuerda una marcha para ese día desde el Museo Nacional de Antropología al Zócalo, y la respuesta es masiva. Al llegar a la plaza mayor, los estudiantes hacen tocar las campanas de la catedral y alguien iza una bandera rojinegra en el asta central. En el mitin, se exige diálogo público y la liberación de los presos políticos. Cuatro días después, el entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, presenta su Cuarto Informe de Gobierno. En él dice que han sido “tolerantes hasta excesos criticados, pero todo tiene un límite y no podemos permitir ya que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo mundo ha venido sucediendo”. Después saldría a la luz que la marcha del 27 de agosto había sido uno de los detonantes que llevaron a autorizar la operación que se llevó a cabo en la plaza de las Tres Culturas. Fulton Freeman, amigo personal de Díaz Ordaz y embajador de Estados Unidos en México, informó a su gobierno de que el presidente mexicano se había mostrado “profundamente ofendido por la toma de la catedral y por el izamiento de un estandarte rojinegro en el asta de la bandera del Zócalo”.

Es entonces cuando el CNH aclara en un comunicado que no tiene como objetivo impedir los Juegos Olímpicos, como insinúan los gobernantes. Mientras tanto, muchos de los asistentes a los mítines y los miembros de las brigadas estudiantiles son arrestados, mientras tanto, las cárceles se llenan de jóvenes. El movimiento acuerda realizar el 13 de septiembre una Marcha del Silencio para probar que ellos no son los provocadores. Y ocurre un hecho insólito: alrededor de 250,000 personas acuden, por primera vez desde la Revolución mexicana, a una marcha en la que todos caminan en completo silencio. 34

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Operación Galeana

Literatura

Letras para no olvidar

D

esde hace 50 años, la frase “2 de octubre no se olvida” forma parte de la memoria colectiva de los mexicanos, inspirando a escritores que han dado a luz lo mismo poemas, cuentos y novelas que relatos testimoniales, crónicas y ensayos acerca de los sucesos ocurridos en torno a esa trágica fecha. Entre los poemas referidos a la masacre de esa noche de 1968, destaca el “Memorial de Tlatelolco”, en donde las palabras de Rosario Castellanos, paradójicamente, nos aclaran que: “La oscuridad engendra la violencia/ y la violencia pide oscuridad/ para cuajar el crimen./ Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche para que nadie viera la mano que empuñaba el arma, sino sólo su efecto de relámpago. […]”. Asimismo sobresale “Tlatelolco 68”, en el cual Jaime Sabines denuncia: “[…] aquí han matado al pueblo;/ no eran obreros parapetados en la huelga,/ eran mujeres y niños, estudiantes,/ jovencitos de quince años,/ una muchacha que iba al cine, /una criatura en el vientre de su madre,/ todos barridos, certeramente acribillados por la metralla del Orden y Justicia Social. […]”. Mientras en “México: Olimpiada de 1968”, Octavio Paz —quien renunció a su cargo de embajador en India en protesta por la matanza— dice: “[…] Sí/ Una nación entera se avergüenza/ Es león que se agazapa/ Para saltar./ (Los empleados/ municipales lavan la sangre/ en la Plaza de los Sacrificios)./ Mira ahora,/ manchada/ antes de haber dicho algo/ Que valga la pena,/ la limpidez”. Varias son las novelas que aluden a lo ocurrido en el 68, pero sólo en algunas es el tema central. Tal es el caso de la crónica novelada y autobiográfica Los días y los años (1970), de Luis González de Alba, líder del movimiento estudiantil y encarcelado por ello en la penitenciaría de Lecumberri. Fue ahí donde escribió su relato testimonial, del que se desprende este pasaje de la matanza: “[…] Otra muchacha […] pasó toda la noche oculta entre un montón de cadáveres. ‘El suelo estaba empapado de sangre —me dice—. Cuando el fuego era más intenso y no se podía ni levantar la cabeza, nos cubríamos con los cuerpos de los muertos; la plaza es completamente lisa, ¿te imaginas?’”. Casi 40 años después, el propio autor complementaría esta narración vivencial con Otros días, otros años (2008). Otra novela descollante del 68 es La plaza (1972), de Luis Spota. Sin embargo, no se trata del relato testimonial de un miembro del movimiento estudiantil. Muy por el contrario, es una ficción narrativa que arremete contra éste y justifica la

represión gubernamental que culminaría con la masacre del 2 de octubre. En específico, se acusa a los estudiantes de ser “encubiertos, solapados enemigos del país” y se considera que la ofensiva del gobierno fue “drástica, impopular, pero necesaria”. Curiosamente, en la primera versión de esta novela, Spota utilizó fragmentos de —entre otros textos ajenos— el libro de González de Alba, mismos que debió eliminar de la siguientes ediciones por exigencia de este autor. En virtud de que en la práctica todos los medios masivos de comunicación de la época vociferaron en contra de los estudiantes movilizados, aclamaron la violenta reacción del gobierno hacia ellos y guardaron un silencio cómplice tras la matanza, sólo en algunas crónicas y ensayos sobre este conflicto es posible encontrar información para hacerse de una opinión al respecto. El más destacado libro de testimonios es indudablemente La noche de Tlatelolco (1971), de Elena Poniatowska. Este clásico del 68 está conformado —como el subtítulo lo indica— por “Testimonios de historia oral” lo mismo de estudiantes, profesores, líderes del movimiento (entre ellos el mismísimo González de Alba), que de padres de familia y ciudadanos en general: desde obreros, profesionistas y comerciantes, hasta funcionarios públicos, soldados y policías; desde periodistas, escritores y artistas, hasta presos políticos, sacerdotes y hippies. A las voces de todos ellos se suma la reproducción de documentos de distinta índole: lo mismo textos periodísticos, desplegados de prensa y pliegos petitorios, así como poemas, canciones y consignas de protesta, además de fotografías y mensajes en carteles, muros y volantes. No faltan, desde luego, las palabras de la propia autora: “¡Fuego! El relámpago verde de una luz de bengala. ¡Fuego! Cayeron, pero ya no se levantaban de golpe impulsados por un resorte para que los volvieran a tirar al turno siguiente; la mecánica de la feria era otra; los resortes no eran de alambre, sino de sangre; una sangre lenta y espesa que se encharcaba, sangre joven pisoteada en este reventar de vidas por toda la plaza de las Tres Culturas”. Más allá de la poesía, narrativa y crónica acerca del 68, está la reflexión en torno a sus causas, implicaciones y consecuencias por parte de escritores como Octavio Paz, en Posdata (1970); Carlos Monsiváis, en Días de guardar (1970) y Parte de guerra: Tlatelolco 1968 (1999, en coautoría con el periodista Julio Scherer); Carlos Fuentes, en Tiempo mexicano (1978); José Revueltas, en México: 68: juventud y revolución (1978), y Jorge Volpi, en La imaginación y el poder: una historia intelectual de 1968. muyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Los infiltrados del Batallón Olimpia

C

reado para garantizar la seguridad en los Juegos de Tlatelolco, recoge declaraciones de atestiguantes que Olímpicos, el grupo paramilitar Batallón Olimpia acabó afirman el relevante papel del Batallón Olimpia. Entre ellos, interviniendo en las protestas estudiantiles de aquel el de Gilberto Guevara, del Consejo Nacional de Huelga, que verano de 1968. A él pertenecían los misteriosos afirma que el edificio Chihuahua fue ocupado por el grupo civiles infiltrados en Tlatelolco el 2 de octubre; éstos llevaban paramilitar: “A nosotros, con las manos en alto y de cara a la guantes o pañuelos blancos en el brazo izquierdo para que las pared, se nos prohibió estrictamente voltear hacia la plaza; al fuerzas policiales los reconocieran. menor movimiento recibíamos un culatazo en la cabeza o en Según los especialistas que han investigado los hechos, y los las costillas. Cerrada la trampa, se inició el asesinato colectivo”. propios testigos de la masacre, el Batallón Olimpia, formado por militares que provenían de distintas partes de México, jugó un importante rol en la matanza. Al ir vestidos de civiles y pasar por unos estudiantes más, se encontraban en el centro de las manifestaciones y formaban parte del público del acto de aquella tarde. Por eso tenían más acceso a los estudiantes, a quienes –según los testigos– cercaron en el edificio Chihuahua, donde se encontraban los oradores del mitin. Las imágenes de la noche de aquel miércoles, que saldrían después a la luz, muestran a hombres sin uniforme, vestidos como la mayoría de los estudiantes. Y son ellos, portando armas, quienes ponen en fila a los detenidos. Todos lucen el misterioso guante blanco que más tarde se sabría que era la señal con la que los miembros de los cuerpos policiales los identificaban. La investigaPara que la policía distinguiera a los estudiantes de ción de Elena Poniatowska, publicada en La noche

Los detenidos fueron puestos contra la pared hasta que llegaron los camiones que los conducirían al Campo Militar Número 1. De nada había servido que, el día anterior, varios helicópteros sobrevolaran la ciudad dejando caer mensajes en papeles en los que se recomendaba a los cabezas de familia que impidieran a sus hijos participar “en la manifestación silenciosa, porque serían enfrentados con el ejército”, según recoge el libro El movimiento estudiantil de México, de Ramón Ramírez. Para entonces, el gobierno del PRI (Partido Revolucionario Institucional), que tras tres décadas en el poder afrontaba una oposición seria entre la población, ya había anunciado que usaría todo lo que estuviera a su alcance para controlar las protestas. Por su parte, el Senado había manifestado su “apoyo total” al presidente para que dispusiera del ejército, la fuerza aérea y la armada “en defensa de la seguridad interna y externa de México, cuando fuera preciso”. A pesar de que gobierno y estudiantes estaban enfrentados, nadie sospechó que se estaba preparando la llamada Operación Galeana, que culminaría con la trágica matanza que comenzó la 36

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tarde del 2 de octubre. “Estábamos prevenidos de persecuciones, detenciones y eventualmente alguna acción de violencia con resultados fatales. Pero no de una acción militar de esa magnitud”, afirmaría años después Raúl Álvarez Garín, un dirigente del Consejo Nacional de Huelga. El día anterior, se celebraron dos asambleas en donde los estudiantes reafirmaron su decisión de no volver a las clases mientras no fueran atendidas sus demandas, invitando a todos los interesados a un mitin en la plaza de las Tres Culturas que tendría lugar a la tarde siguiente. Cumpliendo el programa, el discurso comenzó sobre las 15:30 horas de aquel 2 de octubre. Casi tres horas más tarde, un helicóptero que sobrevolaba la plaza lanzó unas bengalas verdes. Fue la señal para que diera comienzo la Operación Galeana, por la que el ejército bloqueó los accesos a la plancha y disparó contra los ahí presentes, según contaron testigos de la matanza en el documental Tlatelolco: las claves de la masacre. Una de las sobrevivientes, citada por la escritora Elena Poniatowska en su libro La noche de Tlatelolco, describiría así la escena: “Los gritos, los lamentos de dolor, los lloros, las plegarias y el continuo y ensordecedor ruido de las armas hacían de la plaza de las Tres Culturas un infierno de Dante”.

FOTO: AP

los oficiales infiltrados, éstos llevaban un guante blanco.

Cine

Imágenes imborrables

E

n agosto de 2018, como parte de la conmemoración por los 50 años de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, la Universidad Nacional Autónoma de México estrenó, a través de TVUNAM, la serie Verano de 68. Se trata de la versión extendida de la película Tlatelolco, verano del 68, dirigida por Carlos Bolado en 2013. La cinta narra la historia de Ana María, estudiante de una universidad privada y Félix, alumno de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Ambos se conocen, enamoran y viven su romance en el contexto del conflicto entre el movimiento estudiantil y el gobierno, que desembocaría en la masacre del 2 de octubre de 1968. Según Bolado, debido a la censura del Estado mexicano, luego de su estreno, este largometraje de ficción no pudo exhibirse durante varios años. Fue la Universidad Nacional, como una de las instancias productoras, la que rescató el material fílmico para ahora transmitirlo como serie de televisión. Sin embargo, el primer largometraje sobre el movimiento estudiantil fue realizado en 1968, también por la UNAM, específicamente por estudiantes del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), dirigidos por Leobardo López Aretche. Con guion de la periodista, escritora y activista italiana Oriana Fallaci, El grito es un documental en blanco y negro integrado por imágenes y testimonios de las movilizaciones y la represión filmados por alumnos de la máxima casa de estudios, uno de los principales escenarios de aquellos hechos. Respecto a este filme, el historiador de cine mexicano, Emilio García Riera escribió: “Esa cinta muy imperfecta nunca pudo tener exhibición comercial, como era de esperar, pero fue vista en exhibiciones privadas por un gran público juvenil que la convirtió en bandera de sus luchas”. Otra obra cinematográfica acerca del 68 es Rojo amanecer, dirigida en 1989 por Jorge Fons. Esta producción —de ficción— relata lo sucedido el día de los trágicos acontecimientos, a través de la mirada y experiencia en carne propia de una familia que habita en uno de los edificios que rodean la plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Tal fue el lugar exacto donde se efectuó el mitin estudiantil, que culminaría con la muerte, encarcelamiento y desaparición de muchos de los manifestantes a manos de la fuerzas represoras del Estado mexicano. Por su contenido político, esta cinta fue objeto de un intento de censura, del cual da cuenta el crítico de cine Leonardo García Tsao: “Después de una larga espera, la Dirección de Cinematografía […] no otorgó el permiso de exhibición a Rojo amanecer y se temía que ésta fuera

prohibida. […] El asunto se hizo público y alcanzó matices de escándalo, intervinieron autoridades superiores y, finalmente, fue el propio presidente de la república, quien dio la autorización. El hecho debe ser visto como histórico porque señala un importante avance en la libertad de expresión del cine mexicano”. Un tercer largometraje de ficción referido al 68 es Borrar de la memoria, dirigido en 2010 por Alfredo Gurrola. La trama combina el thriller en torno a la investigación de un hecho real de la época, el brutal asesinato de una joven llamada “la Empaquetada”, y —sí, como en Tlatelolco, verano del 68— una historia de amor juvenil, en medio de la convulsión social de aquel año en la CDMX. En vísperas de su estreno, en 2011, el productor de la cinta, Bosco Arochi comentaba: “La he visto siete veces y cada vez identifico más la situación actual del país con lo que plantea la película: una corrupción brutal, una policía que no sirve para nada, un país que tiene 50,000 muertos [...] ésa es la importancia de la película, que nos cuenta una historia de hace 40 años [hoy 50], pero tan vigente que hoy aparecen descuartizados y descabezados por todos lados”. El resto de la filmografía del 68 es fundamentalmente material documental. Entre ellos destaca Los rollos perdidos (2012), acerca de la misteriosa desaparición y posterior —y no menos enigmática— destrucción de las filmaciones de la matanza del 2 de octubre ordenadas por el gobierno mexicano. Otros títulos dignos de, por lo menos, mencionar son: Tlatelolco. Las claves de la masacre (2003), Ni olvido, ni perdón (2004) y La masacre de Tlatelolco (2008).

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO Permanece en el recuerdo.

Formando parte de la noticia. La periodista italiana Oriana Fallaci (1929-2006), resultó herida por una ráfaga de metralleta cuando se encontraba cubriendo el mitin en la plaza de las Tres Culturas. En la foto, mientras se recupera en el hospital recibe al entonces embajador italiano en México, Enrico Guastone Belcredi.

Una escena terrorífica

El show debe continuar. Diez días

después de los hechos de Tlatelolco, el 12 de octubre de 1968, se inauguraron los XIX Juegos Olímpicos en la Ciudad de México, bautizados como la “Olimpiada de la Paz”. Abajo, el estadio de CU durante la apertura del acontecimiento deportivo.

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El tiroteo cesa sobre las 19:00 horas (aunque se reanudaría más tarde). A partir de entonces, el ejército ocupa varios edificios de la zona, en una operación que se calcula fue ejecutada por centenares de soldados armados. Los detenidos son puestos contra la pared, desnudados, hasta que llegan los camiones que conducirá a la mayoría de ellos al Campo Militar Número 1. Las armas no dejan de disparar definitivamente hasta entrada la noche. Además de decenas de cadáveres, hay cientos de heridos y los centros sanitarios se encuentran desbordados. Algunos vecinos de los inmuebles colindantes se atreven a mirar por la ventana y aseguran que la escena parecía algo irreal. A pesar de que esa noche llovía, fueron necesarias varias mangueras de bomberos para limpiar la sangre derramada en la plaza. Al día siguiente, el periódico Excelsior titulaba: “Recio combate al dispersar el Ejército un mitin de huelguistas. 20 muertos, 75 heridos y 400 presos”. Por su parte, el diario Novedades decía en su porta-

da: “El Ejército mantiene la tranquilidad y se informa oficialmente de 29 muertos”. La misma línea siguió el resto de la prensa nacional, con titulares como “24 civiles muertos y más de 500 heridos” o “Barrió el Ejército con un foco de subversión en Tlatelolco”. El presidente Gustavo Díaz Ordaz no habla sobre la masacre hasta 11 meses después, cuando dice reconocer “íntegramente la responsabilidad personal, ética, social, jurídica, política e histórica por las acciones del gobierno en relación con los sucesos del año pasado”. No declarará de cifras ni valorará si fue una acción acertada o no, sino hasta ocho años más tarde, cuando culpabilice a los propios estudiantes de lo ocurrido asegurando, en una rueda de prensa, que dispararon contra los soldados y contra sus propios compañeros y ratificándose en que no hubo centenares de muertos: “Tengo entendido que pasaron de treinta y no llegaron a cuarenta”. Sin embargo, los datos que manejaron algunos periódicos extranjeros fueron muy distintos: el periodista John Rodda, presente en la plaza de las Tres Culturas, publicó en The Guardian la cifra de 500 muertos, aunque una investigación realizada a posteriori por el mismo medio fijó el número final en 325. Esa cantidad es la que a día de hoy se maneja como la más probable. En cuanto a los heridos, se habla de miles, igual que los detenidos, que fueron más de 2,000 según el documental Tlatelolco: las claves de la masacre. El ejército mexicano se mantuvo en la plaza de Tlatelolco hasta el 9 de octubre, cuando se había cumplido una semana de la matanza. Diez días después del 2 de octubre, se celebró la gran ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, misma que transcurrió sin altercados. La XIX Olimpiada fue aprovechada por dos atletas estadounidenses, Tommie Smith y John Carlos, para protestar contra la segregación racial. Tras ganar el oro y el bronce en la carrera de 200 metros, alzaron el puño enfundado en un guante negro mientras sonaba el himno estadounidense, como gesto de apoyo al Black Power (Poder Negro).

FOTOS: AP; GETTY IMAGES

La represión contra miles de estudiantes el 2 de octubre de 1968, continúa en la memoria de la población mexicana y cada año se realizan actos conmemorativos. En la foto, jóvenes durante un aniversario de la matanza de Tlatelolco.

Expresión gráfica en movimiento

P

ara conmemorar la cinco décadas del movimiento estudiantil y la matanza del 2 de octubre de 1968 en la Ciudad de México, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC, de la UNAM), presenta la exposición “Gráfica del 68. Imágenes rotundas”. Se trata de una muestra de trabajos realizados con fines propagandísticos, pero resultados estéticos y testimoniales, por alumnos de la Antigua Academia de San Carlos, de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Integran la exhibición carteles, pancartas, volantes y pegatinas, entre otros medios impresos utilizados por los estudiantes en sus manifestaciones en 1968. El antecedente de esta producción gráfica está en los grabados de crítica política y social creados en el taller de José Guadalupe Posada, a fines del siglo XIX y principios del XX. Esta tradición continuaría a lo largo del siglo pasado, con la fundación en 1923 del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores, encabezado por los muralistas David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco. Diez años después surgiría, siguiendo la misma línea, la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, a partir de la cual estos últimos decidieron fundar en 1937, el Taller de la Gráfica Popular (TGP), liderado por el destacado grabador Leopoldo Méndez, considerado “sucesor de Posada”. Es con este legado que “durante el movimiento estudiantil de 1968 se produjo una explosión de gráfica sin precedente. Con el aparato estatal en contra, los estudiantes crearon una gráfica de agitación donde lo mismo se valían de las formas heredadas del TGP, adaptadas de carteles del Mayo Rojo francés o parodias del arte popularizado por los diseñadores del Comité Organizador de las XIX Olimpiadas”, explica Humberto Musacchio, autor de El Taller de Gráfica Popular (2007). Sin embargo, la gráfica del 68 presentaba evidentes especificidades respecto a sus fuentes de inspiración. Su producción respondía a la necesidad de informar a la opinión pública acerca

FOTO: GETTY IMAGES

Las consecuencias de la matanza Ninguna delegación se retiró de los Juegos Olímpicos por la masacre de Tlatelolco y pocas voces se alzaron en contra de lo ocurrido, aunque sí hubo algunas relevantes. Mientras James Hines hacía historia en la final de los cien metros planos, al convertirse en el primer hombre en lograr un tiempo de menos de 10 segundos en unos Juegos Olímpicos, y Bob Beamon conseguía un récord en salto de longitud, alcanzando 8.9 metros que tardarían 22 años en batirse, el poeta Octavio Paz, embajador de México en India, renunciaba a su puesto tras los acontecimeintos del 2 de octubre. Otro personaje que sonó con fuerza por lo ocurrido fue la periodista italiana Oriana Fallaci, quien se encontraba en la plaza de las Tres Culturas la tarde de la matanza, siendo una de las víctimas de la intervención militar. Convalecía en el Hospital Francés recuperándose de tres ba-

de la causa del movimiento estudiantil, de una manera eficaz, inmediata y masiva. Esto a fin de contrarrestar la campaña de difamación gubernamental a través de medios de comunicación públicos y privados. Además, su elaboración tenía lugar en condiciones desfavorables por su carácter clandestino y escasez de recursos. Para colmo, su distribución ponía en riesgo la libertad, integridad física e incluso la vida de los encargados de repartir volantes en las calles o pegar carteles en los muros de la ciudad. Ello debido a la persecución de la que eran objeto por parte del aparato represivo del Estado. Por eso mismo, la autoría de los creadores debía mantenerse en el más absoluto anonimato. Además de su valor testimonial, la gráfica del 68 tiene un innegable valor artístico. Al respecto, Arnulfo Aquino Casas, investigador del INBA y quien donó las piezas que conforman la exhibición, expone que “en principio, estas producciones estaban ligadas con el Taller de Gráfica Popular o se resolvían con monos caricaturizados, pero en el transcurso de los acontecimientos los estudiantes desarrollaron nuevos códigos visuales […]. Después aparecieron otros elementos figurativos; […] en algunos casos, la forma se fue simplificando hasta llegar a la abstracción […]; la imagen se diversificó acorde con los estilos de la época, y cumplió su función de denuncia y propaganda”.

Desde el mes de julio de 1968, las autoridades parecían ver en cualquier protesta estudiantil un conato de revolución. lazos recibidos cuando aseguró no haber visto, ni siquiera en la guerra, una masacre de tales magnitudes. Su asombro alcanzaba también a la cobertura informativa de aquella atrocidad. Tal fue su indignación contra unos medios de comunicación que, según la periodista, ocultaban la verdad y contra un gobierno silencioso que atemorizaba a la sociedad, que llegó a prometer que no volvería nunca a México. El 27 de octubre, a tres semanas de los sucesos de Tlatelolco, concluían los Juegos Olímpicos de México 1968. Un mes y medio más tarde, los jóvenes universitarios regresaban a las aulas donde todo había comenzado. muyinteresante.com.mx

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N

o bien habían transcurrido 10 días de la masacre en la Plaza de las Tres Culturas, cuando el 12 de octubre de 1968 se inauguraron los Juegos de la XIX Olimpiada en la capital del país. Según versiones, en buena medida, la matanza del 2 de octubre había sido ordenada por el gobierno para evitar manifestaciones del movimiento estudiantil que pudieran opacar el brillo de la justa deportiva. A decir de Nelson Vargas, entonces entrenador del equipo mexicano de natación, “estábamos tan

metidos, tan dedicados a lo que iba a ser la inauguración y la participación, tanto de los nadadores como de todos los deportistas, que no teníamos ni idea de lo que estaba pasando”. Muy distinta es la visión de Elena Poniatowska, autora de La noche de Tlatelolco, quien asegura que “en 1968, las Olimpiadas se inauguraron en medio de guaruras y un gran despliegue de seguridad. Lo único libre que hubo en esos juegos fue cuando soltaron las palomas al aire y volaron [...] Eso fue lo único libre. […] Había guaruras en toda Ciudad Universitaria, detrás de todos los árboles y había cientos de estudiantes presos en Lecumberri y otros en el Campo Militar Número 1”.

FOTOS: GETTY IMAGES

Bajo la sombra de la matanza del 2 de octubre de 1968, la Ciudad de México fue sede de la máxima justa deportiva en el mundo. Por Luis Felipe Brice

XIX Olimpiada

Los juegos de la

polémica

Vigilantes. Soldados mantienen

guardia el día de la inauguración de los Juegos Olímpicos en el estadio de Ciudad Universitaria.

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Modernidad (Izq.) La Alberca

Olímpica del arquitecto Manuel Rosen en su última fase de construcción. (Aquí) El Palacio de los Deportes, de Félix Candela.

Milagro mexicano De cualquier manera, los Juegos Olímpicos México 68 se celebraron del 12 al 27 de octubre, como culminación de los esfuerzos de varias décadas por parte del gobierno para llevarlos a cabo en la capital del país. Tales empeños se remontan a 1923, cuando se creó la Sociedad Olímpica Mexicana (antecedente de la actual Comité Olímpico Mexicano [COM]). Al siguiente año, México envió su primera delegación a los Juegos Olímpicos de París. Luego, en 1949, el entonces presidente Miguel Alemán Valdés presentó por primera vez la candidatura de la Ciudad de México ante el Comité Olímpico Internacional (COI), para obtener la sede olímpica de 1956, sin lograrlo. Lo propio hizo su sucesor, Adolfo Ruiz Cortines, seis años después, para conseguir la justa de 1960, con el mismo decepcionante resultado. Transcurridos dos años, el presidente Adolfo López Mateos lo volvió a intentar, con miras al año de 1968, y por fin ganó frente a las aspiraciones de Detroit (EUA), Lyon (Francia) y Buenos Aires (Argentina). Según el COM, “la exitosa candidatura de México a los Juegos Olímpicos de 1968 se basó fundamentalmente en las instalaciones existentes y la experiencia en eventos anteriores”. En efecto, el país ya había sido anfitrión de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en 1926 y 1954, así como de los Juegos Panamericanos, en 1955. asimismo, dicho organismo deportivo declaraba que “un punto a favor de México fue el desarrollo económico que comenzaba a tener respecto a los demás países del continente, consecuencia del Milagro mexi42

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cano. Este desarrollo se reflejó, entre otras cosas, con magnas construcciones, como la Torre Latinoamericana, el Estadio Olímpico Universitario y la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México”. Una de las principales objeciones a la candidatura y elección de la capital mexicana como sede olímpica fue su altitud (2,240 metros sobre el nivel del mar), la cual se consideraba que podía afectar el desempeño, e inclusive la salud de los atletas participantes de otras latitudes. Sin embargo, las autoridades olímpicas mexicanas argumentaron que unos cuantos días de adaptación a tal altitud les bastarían a los atletas para revertir esa poco probable afectación. Es más, ofrecieron cubrir los costos del periodo de “aclimatización” de los deportistas que así lo requirieran. Con el mismo propósito, organizaron en tres ocasiones la competencia preolímpica denominada Semana Deportiva Internacional. Con ello, se logró el respaldo del COI en torno al polémico tema de la altitud.

Capital olímpica y cultural Una vez conseguida la candidatura en 1963, el Comité Organizador de la XIX Olimpiada puso manos a la obra, primero encabezado por el ex presidente López Mateos y luego por el insigne arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. En las múltiples tareas de preparación de los juegos se involucraron, prácticamente, todas las dependencias de Estado, con la participación de universidades e iniciativa privada. Para empezar se reacondicionaron instalaciones existentes, como el Estadio Olímpico Universitario, escenario de inauguración y clausura del evento, así como de las competiciones de atletismo; la Arena México, boxeo; el Campo Marte, equitación; el Estadio Azteca, futbol; el Auditorio Nacional, gimnasia; el Teatro

FOTOS: GETTY IMAGES

Tommie Smith y John Carlos, al subir al pódium, alzaron sus puños derechos cubiertos por un guante negro.

Reporte. El entonces

presidemte mexicano, Gustavo Díaz Ordaz, habla ante el Comité Olímpico Internacional.

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de los Insurgentes, levantamiento de pesas, y la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, hockey sobre pasto, entre otros relevantes establecimientos de la gran capital y en algunas ciudades de los estados, tales como Guadalajara, Puebla, León, Acapulco y Monterrey. Además se construyeron nuevas instalaciones, entre ellas, el Palacio de los Deportes y la Sala de Armas; las pistas de remo y canotaje, el velódromo, la alberca, el gimnasio y el polígono de tiro olímpicos, así como la villa olímpica, donde se albergarían las delegaciones deportivas; los centros de telecomunicaciones, para efectuar las transmisiones, y de prensa, pensados en el trabajo de los comunicadores nacionales y extranjeros. Asimismo se remodelaron vialidades, parques y jardines; se dispuso la infraestructura turística para los visitantes de otros países, y se puso a disposición el sistema de boletaje para los asistentes a los distintos eventos deportivos. Por si fuera poco, se organizó la llamada Olimpiada Cultural, que consistió en un vasto programa de actividades artísticas de México y otras

naciones: desde espectáculos de música, teatro y danza, hasta exposiciones de pintura, escultura, artesanías y filatelia, incluyendo exhibiciones de cine y presentaciones científicas, entre muchas otras, no sólo en la Ciudad de México, sino también en varios puntos de la república. Adicionalmente se estableció un programa de identidad de los Juegos Olímpicos, a partir del cual se diseñó un logotipo inspirado en el optical art que se estampó lo mismo en carteles, pegatinas, estampillas postales, banderolas, papelería e impresos en general, que en mobiliario urbano, anuncios espectaculares, distintivos, juguetes y souvenirs. No se estilaba aún la presencia de una mascota oficial del evento. Sin embargo, la emblemática paloma de la paz formó parte de la iconografía olímpica, a pesar de que en la ciudad sede esa ave no parecía volar libremente por esos días.

Acto. Ceremonia de

clausura de los Juegos Olímpicos de México, 27 de octubre de 1968.

Tensión y entusiasmo La apertura tuvo lugar, tal como estaba programado, el 12 de octubre en el Estadio Olímpico Universitario. De acuerdo con la crónica publicada por el

Protagonistas (Izq.) La gimnasta

checoslovaca Vera Caslavska. (Aquí). Los atletas estadounidenses Larry James, Lee Evans y Ronald Freeman.

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La Ruta de la Amistad y otras aumentarse de tamaño, aunque la mayoría conservó sus dimensiones originales. En conjunto, el resultado fue una obra de arte público única y el corredor escultórico más largo del mundo en su tiempo. Acerca del devenir de esta singular creación, el curador de arte estadounidense Andrew Rebatta escribió: “Su meta era llevar el arte a las calles. Estas esculturas se convirtieron en parte del tejido de la vida de la ciudad, y habitantes y turistas las disfrutaron durante muchos años. Sin embargo, con el crecimiento explosivo de la urbe, y después de años de negligencia y actos vandálicos surgidos en los setenta, en la actualidad quedan pocas obras accesibles.” Además de ser el artífice de la Ruta de la Amistad, Goeritz colaboró con el arquitecto Luis Barragán y el pintor Jesús Reyes Ferreira en la creación de las emblemáticas Torres de Satélite, que desde 1958 se alzan en la misma vialidad de la Ruta, pero hacia el norte de la zona metropolitana de la Ciudad de México. En lo individual, es autor de Corona del Pedregal, en el Espacio Escultórico de la Ciudad Universitaria de la UNAM, entre otras grandes piezas de arte al aire libre.

diario El Nacional: “Ante una atmósfera tensa por los recientes acontecimientos de Tlatelolco […] fueron inaugurados los primeros juegos olímpicos en territorio latinoamericano. El presidente Gustavo Díaz Ordaz arribó a Ciudad Universitaria alrededor del mediodía para dar por iniciada la edición número XIX de la Olimpiada. Instantes después, un público notoriamente entusiasmado entonó al unísono el himno que identifica a nuestra nación. […] El Jefe del Estado Mexicano emitió entonces un breve discurso y, al finalizar éste, el presidente del Comité Olímpico Internacional,

A favor de México estaba el aparente desarrollo económico que mostraba frente a otros países de Latinoamérica. 44

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Avery Brundage, reconoció la grandiosa ceremonia de la que era testigo: ‘Nunca antes nadie mejor”, mencionó empático y emocionado. […] Poco después arribó al estadio la antorcha olímpica. Enriqueta Basilio, joven atleta bajacaliforniana, ostentaba orgullosa la gloriosa llama que viajó durante 50 días y recorrió 14,800 kilómetros, desde el Bosque de Altis en Grecia hasta las alturas del estadio de Ciudad Universitaria”. Y he aquí uno de los hitos de los Juegos de México 68: Enriqueta fue la primera mujer en encender el pebetero olímpico. Al atleta Pablo Garrido le tocó pronunciar el juramento olímpico y al pentatleta David Bárcenas Ríos, ser el abanderado nacional. Tras la inauguración, vinieron dos semanas de intensa actividad deportiva en la cual participaron 5,516 atletas (4,735 hombres y 781 mujeres)

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omo parte del programa cultural de los Juegos de la XIX Olimpiada, en 1966, el artista plástico y arquitecto Mathías Goeritz propuso crear un corredor escultórico al sur de la Ciudad de México, con piezas de artistas representativos de los cinco continentes. Fue así como se integró al paisaje urbano la llamada Ruta de la Amistad, conformada por 19 esculturas de gran formato distribuidas a lo largo de 17 km del anillo periférico (una de las principales vialidades de la gran capital). A ellas se sumaron tres más colocadas a las afueras del Estadio Azteca, el Estadio Olímpico Universitario y el Palacio de los Deportes. Se trata, respectivamente, de Sol rojo, de Alexander Calder; Hombre corriendo, de Germán Cueto, y La Osa Mayor, del propio Goeritz. Según el proyecto de este último, las esculturas debían cumplir tres requisitos: diseño abstracto, escala monumental y concreto como principal material de construcción. Con una altura de entre siete y 22 metros, y una distancia entre una y otra de aproximadamente kilómetro y medio, algunas piezas debieron reducirse

Medallero olímpico México 68

de 112 países, que compitieron Lugar en 172 pruebas de 20 disciplinas: 1 acuáticos, atletismo, baloncesto, 2 boxeo, canotaje, ciclismo, equi3 tación, esgrima, futbol, gimnasia, 4 halterofilia, hockey, lucha, pen5 tatlón moderno, remo, tiro, vela 6 y voleibol, así como tenis y pelota 7 vasca, en calidad de actividades 8 de exhibición. 9 Durante el desarrollo de estos 10 juegos se rompieron varios ré11 cords olímpicos, como el del ve12 locista estadounidense James 13 Hines, de 22 años, quien fue el 14 primer hombre en recorrer cien 15 metros planos en menos de 10 segundos (9.95), registro que nadie logró superar durante los siguientes 15 años. Por otro lado, su compatriota de la misma edad, Bob Beamon, logró un salto récord de 8.90 metros de altura, marca que tardó 22 años en ser rebasada en una competencia internacional. Y a propósito de las hazañas de los estadounidenses, si bien éstos encabezaron la tabla del medallero con un total de 107 preseas (con 45 de oro, 28 de plata y 34 de bronce), el atleta que más galardones se colgó fue el gimnasta soviético Mijaíl Voronin (siete en total: dos de oro, cuatro de plata y una de bronce). Cosas de la Guerra Fría. De los deportistas mexicanos participantes, además de Enriqueta Basilio, figuraron los medallistas que obtuvieron oro, Felipe “Tibio” Muñoz (200 metros de pecho), el primero en conseguir una presea aurea para el país, así como Ricardo Delgado y Antonio Roldán, en boxeo (categorías pluma, 57 kg y mosca, 51 kg, respectivamente). Asimismo quienes ganaron plata, José Pedraza Zúñiga (20 km de caminata), Álvaro Gaxiola (salto de plataforma de 10 m) y María del Pilar Roldán (florete individual), siendo la primera mexicana en obtener una presea olímpica. E igualmente los galardonados con bronce: Agustín Zaragoza y Joaquín Rocha, en boxeo (categorías medio, 75 kg y completo, 81 kg, respectivamente), así como María Teresa Ramírez (800 m de nado libre). En total nueve medallas (tres de cada metal), récord de preseas que hasta hoy día no ha sido superado por México en unos Juegos Olímpicos.

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Hitos y momentos estelares Más allá de las hazañas deportivas, México 68 legó para la historia uno de sus momentos cumbres, en plena efervescencia de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos y en medio de la polémica, porque el COI había prohibido la asistencia de la delegación de Sudáfrica, debido a

País

Oro

Plata

Bronce

Total

Estados Unidos Unión Soviética Japón Hungría Alemania Oriental Francia Checoslovaquia Alemania Occidental Australia Reino Unido Polonia Rumania Italia Kenia México

45 29 11 10 9 7 7 5 5 5 5 4 3 3 3

28 32 7 10 9 3 2 11 7 5 2 6 4 4 3

34 30 7 12 7 5 4 10 5 3 11 5 9 2 3

107 91 25 32 25 15 13 26 17 13 18 15 16 9 9

la persistencia de la segregación racial (apartheid) en esa nación. El suceso crucial lo protagonizaron los atletas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos, ganadores de las medallas de oro y bronce, respectivamente, en los 200 metros planos. En la ceremonia de premiación, al subir al pódium, alzaron sus puños derechos cubiertos por un guante negro (emblema del movimiento Black Power en la Unión Americana). Por su osadía, fueron abucheados por la multitud del estadio, suspendidos de la delegación estadounidense y expulsados de la villa olímpica donde se hospedaban. Sin embargo, y a pesar de que fueron vetados como deportistas el resto de sus vidas, pasaron a la historia como héroes de la causa antirracista en el mundo. Entre los hitos de estos juegos, destaca también el uso inaugural de cronómetros electrónicos que se utilizaron a la vez que los relojes manuales para medir el tiempo en las competencias de atletismo, remo, ciclismo, natación y equitación. También por primera ocasión, deportistas fueron sometidos a pruebas antidopaje, para comprobar que no hubieran consumido alguna sustancia prohibida por el COI. Fue así como se detectó alcohol en el pentatleta sueco Hans-Gunnar Liljenwall y, por ello, su equipo fue descalificado y despojado de las medallas que había ganado. Igualmente, se implantó la aplicación exámenes médicos para comprobar el género de los competidores. Tras estos y otros hechos deportivos y extradeportivos ocurridos a lo largo de dos semanas, el 27 de octubre de 1968, concluyeron los “esperados y calamitosos Juegos Olímpicos” —como los califica el escritor José Agustín en su Tragicomedia mexicana 1— que “con todo y su espectacularidad, que por supuesto abundó en México, en verdad estuvieron ensombrecidos por la sangre de los muertos de Tlatelolco”. muyinteresante.com.mx

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Apogeo de la Revolución Cultural china

Derribar tod

lo viejo

De Oriente a Occidente. En 1968, el líder de

la Revolución china, Mao Zedong, se convirtió en un equívoco ícono para ciertos sectores del Mayo francés. En la foto, una demostración de varias Guardias Rojas durante la Revolución Cultural.

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En 1968, justo cuando el terror de los Guardias Rojos estaba en su punto álgido, Europa volvió la mirada hacia el maoísmo y el Libro Rojo se convirtió en un best seller. Por Roberto Piorno

V

agamente inspirada en Los demonios de Dostoievski, La Chinoise, una de las cintas más controvertidas de Jean-Luc Godard, vio la luz en julio de 1967 en una proyección durante el Festival de Aviñón. Un mes después se estrenó en salas comerciales francesas, con una acogida tibia por parte de la crítica y el público. La Chinoise es y siempre ha sido un Godard menor, pero también un hito generacional y un manifiesto político que prefiguraba de manera nítida el Mayo del 68 que estaba por llegar. La Guerra de Vietnam, la Rusia soviética, el rechazo frontal de la juventud francesa al modelo universitario imperante, la militancia anticapitalista, la ruptura de la izquierda radical gala con la tibieza del comunismo europeo, incluso la lucha armada…; todos estos asuntos configuran el incendiario debate de la que es, sin duda, una de las películas más políticas del director de Sin aliento (1960). Pero sobre todo, la cinta estaba llena de guiños a una revolución proletaria que acaecía en el otro extremo del mundo. En vísperas de 1968, Occidente miraba con complicidad y simpatía absolutamente naïf los principios de la Revolución Cultural que había puesto a China completamente patas arriba desde 1966, un año antes del estreno del largometraje. En realidad, era muy poco lo que se sabía sobre la vida cotidiana en la China comunista. Mao era un ícono de la contracultura –y no sólo la francesa– y los principios teóricos de su pensamiento, contenidos en el Libro Rojo (un best seller en las librerías del Viejo Continente), eran uno de los motores de la ideología revolucionaria más radical. Pero la fascinación por el maoísmo apuntaba exclusivamente a estos principios teóricos y a la utilidad, muy oportuna, de los mismos en el proceso de transformación ideológica y política que muchos intelectuales y activistas de izquierdas demandaban para Europa. El propio Godard se apoyaba en Mao y su Libro Rojo para esbozar el hartazgo ante las limitaciones, prácticas y doctrinales del anquilosado comunismo francés. De algún modo, Mao y las tesis fundacionales de la Revolución Cultural constituían el combustible ideológico de un cambio necesario.

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La moda del maoísmo y el Libro Rojo La Chinoise materializó esa fascinación gala por el espejismo chino y la importancia sustancial que el maoísmo tendría en la consolidación de los impulsos sociales y políticos del Mayo francés. Se trataba, no obstante, de una mirada distorsionada y muy romántica de un fenómeno completamente descontextualizado y comprendido de manera superficial. Sencillamente, el maoísmo y la Revolución Cultural estaban de moda en 1968. En los dos años anteriores, el Libro Rojo de Mao, en un inicio concebido como un manifiesto para consumo interno del Ejército de Liberación Popular, había desembarcado en las librerías de Europa, convirtiéndose en el título más impreso en aquel periodo. Desde su llegada a Occidente en 1966 hasta 1971, el libro fue traducido a más de 30 idiomas, vendiendo en todo el mundo hasta mil millones de ejemplares. Era inevitable que el comunismo chino, por conmuyinteresante.com.mx

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El líder y sus cachorros. La Revolución Cul-

tural fue un movimiento lanzado por Mao (izq., su imagen preside una lectura del Libro Rojo) y sus aliados para zanjar las luchas de poder dentro del Partido Comunista Chino. Lo ejecutaron los jóvenes Guardias Rojos (arriba, en Pekín en 1966).

siguiente, se consolidara como uno de los pilares ideológicos de los acontecimientos de 1968. Mao cuajó como un mito, más que como un político de referencia.

Una falsa equivalencia

De la urbe al campo. En este perio-

do, 17 millones de estudiantes de las ciudades fueron enviados a áreas rurales para su “reeducación”. En la foto, un grupo de chicas ara la tierra en la provincia de Jilin, en 1968.

En realidad, el maoísmo tuvo una vigencia por completo residual en el conjunto de la política europea; en tanto, los partidos y formaciones leales a las doctrinas del Gran Timonel no sólo no ejercieron influencia alguna en la escena política, sino que tampoco la tuvieron en las dinámicas que estaban a punto de ocurrir en la primavera de 1968. Se trataba más bien de una moda exótica que caló entre la intelectualidad progresista y los estudiantes, que sólo veían y conocían la punta el iceberg. Políticamente, el maoísmo en Francia fue por entero marginal: penetró en el país a través de un grupo de estudiantes de la École Norma-

le Supérieure, seguidores de las enseñanzas del filósofo marxista-leninista Louis Althusser, que encajaría como grupúsculo radical a la izquierda del Partido Comunista Francés. Algo más de peso tuvo en Italia, donde las tesis del Gran Timonel, curiosamente, calaron entre las filas de algunos partidos minoritarios de extrema derecha, que veían en Mao un perfecto antídoto para contestar la hegemonía global estadounidense. La Revolución Cultural se leía desde algunos sectores como el modelo a seguir para la revolución proletaria europea. Sin embargo, a los intelectuales que defendían estas tesis se les escapaba lo esencial: Mayo del 68 movilizó a la ciudadanía para protestar contra las instituciones y el sistema, mientras que la Revolución Cultural, lejos de surgir desde la espontánea iniciativa popular, cobró cuerpo desde el propio sistema y las instituciones. El término “revolución”, de hecho, era meramente propagandístico. No era una rebelión contra lo establecido, sino de lo ya constituido para perpetuarse en el poder a cualquier precio. Es decir, la Revolución Cultural de Mao estaba en realidad, por mucho que le sirviera de inspiración ideológica, en las antípodas del espíritu del Mayo parisino. De hecho, se trataba –y de eso la intelectualidad de izquierdas europea que la aplaudía no era consciente– poco más que de las maniobras de un dictador en horas bajas para liquidar a la oposición y retomar el control total de su régimen.

De hecho, el 68 chino no se parece en nada al Mayo francés, pese a que ambos países se encontraban inmersos en una dinámica “revolucionaria”. Habían pasado dos años desde el inicio de la Revolución Cultural, y los Guardias Rojos campaban a sus anchas, totalmente fuera de control, provocando el terror en una inercia represiva contra los presuntos elementos “contrarrevolu48

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Veinte años perdidos

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cionarios” desbocada y sin precedentes. El faccionalismo se había desbordado por completo en las universidades y, en la práctica, el país, tras dos años de caza de brujas, estaba al borde de la guerra civil. En julio de 1968, ante la gravedad de la situación, finalmente Mao optó por poner coto al caos desmovilizando a los Guardias Rojos y proyectando el proceso, hasta entonces un fenómeno eminentemente urbano, hacia el campo: dispersó a los jóvenes radicales con el fin de expandir la Revolución en el ámbito rural y devolvió el poder al ejército, desplazado hasta entonces a un segundo plano por la emergencia de las milicias paramilitares de los Guardias Rojos. La Revolución Cultural estaba en plena ebullición en 1968, causando estragos porque, en realidad, era ése el propósito de su nacimiento. Los años finales de los cincuenta y el decenio sucesivo inauguran lo que el historiador John King Fairbank denominó “los veinte años perdidos de China”. Tras el espejismo de la Campaña de las Cien Flores, en 1956, en la que fugazmente el régimen alentó el debate y la crítica, tratando de lograr la adhesión de los intelectuales, el maoísmo comenzó a mostrar su peor cara. Muchos autores defienden que las Cien Flores (“que cien flores florezcan y cien escuelas discutan”) no fueron, sino una trampa de Mao para identificar a los pensadores críticos con el partido y el régimen y abrir la veda de la represión ideológica. La campaña antiderechista de 1957, en la que se persigue sin cuartel a la intelectualidad no alineada o simplemente equidistante, inaugura este periodo negro de la historia de China marcado no sólo por la persecución paranoica del discrepante, sino también por un faccionalismo cada vez más acusado en el seno de un Partido Comunista Chino en el que Mao estaba perdiendo peso, poder y respaldo. El liderazgo del Gran Timonel era cada vez más contestado y las erráticas políticas económicas de Mao no ayudaban nada. El estrepitoso fracaso del Gran Salto Adelante (1958-1961), un paquete de medidas políticas, sociales y económicas que pretendía obrar el milagro de una transición relámpago de una economía agraria a una economía industrial, no hizo sino comprometer aún más la hasta entonces indiscutida hegemonía de Mao, exacerbando las disputas y las maniobras “conspiratorias” en el seno del PCCh. Es ese contexto, el de un líder discutido intentando eliminar a la oposición y hacerse con las riendas del

El rostro del terror rojo

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urante el Gran Salto Adelante, el músculo revolucionario había sido el de las masas campesinas, el gran sostén de Mao desde su asalto al poder. La Revolución Cultural, al menos inicialmente, fue un movimiento urbano; por ello, los Guardias Rojos eran, en su mayoría, estudiantes urbanitas, muchos de ellos adolescentes. Estas milicias paramilitares ciudadanas fueron el principal protagonista de la Revolución entre 1966 y 1968, cuando fueron desmovilizadas. Sin embargo, pronto surgieron faccionalismos en sus filas, sobre todo en torno a dos grupos: por un lado estaban los hijos de familias de intelectuales, con una educación y trayectoria académica exquisita; por el otro, los hijos de la nueva clase gobernante, con un nivel de erudición mucho menor, pero mejores contactos y un radicalismo más acusado. En breve, el enfrentamiento entre ambas partes se haría insostenible. Una cosa, con todo, las unía: su afán destructivo y estudiantes en Pekín el 18 de agosto represor. Arrasaron libros, que- Arriba, de 1966. Acudieron a la llamada de Mao como maron manuscritos, hostigaron voluntarias para colaborar en la Revolución Cultural que el líder chino ponía en marcha. a intelectuales en sus hogares... La mayoría de ellos no superaba los 18 años; se distinguían por el brazalete rojo que portaban en el brazo. Estos estudiantes acudieron en gran número a la llamada de Mao Zedong en 1966, movilizados por primera vez en Pekín, adonde concurrieron no menos de 10 millones de voluntarios procedentes de todo el territorio. Ellos, en esencia, fueron durante este periodo el rostro del terror rojo.

partido y del régimen tras una década de mala gestión y del consecuente desgaste derivado de tales errores, lo que empujó a Mao, en 1966, a abrir un nuevo periodo de presunta reestructuración y reinvención de la revolución proletaria.

Poner el país patas arriba El objetivo era devolver a la Revolución china sus ideales primigenios, reconducir el rumbo de la misma, restituirle al pueblo el protagonismo perdido y restaurar la pureza ideológica del movimiento, socavando el poder de los burócratas en beneficio de los ciudadanos de a pie. En realidad, lo que Mao hacía era instrumentar al pueblo para la obtención de fines mucho más prácticos. El Gran Timonel interpretaba la aparición de élites en el régimen, que él mismo había alimentado, como un síntoma inequívoco de la deriva de la revolución. La Revolución Cultural no fue otra

El Libro Rojo de Mao, escrito para consumo interno del Ejército de Liberación Popular, llegó a las librerías de Europa en 1966. muyinteresante.com.mx

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LIBRO La Revolución Cultural china,

Roderick MacFarquhar y Michael Schoenhals. Crítica, 2009. Esta obra revela las luchas por el poder que se desencadenaron en la China de Mao durante los años de la Revolución Cultural (1966-1976).

cosa que una purga interior salvaje, un intento de desarticular la fuerza de la clase dirigente, descentralizar la administración y reconquistar el poder absoluto dentro de un partido con demasiados elementos díscolos. Sencillamente, Mao había creado un monstruo –exacerbado además con el fiasco del Gran Salto Adelante– y en 1966 quería destruirlo, aunque para ello fuera necesario poner a la nación patas arriba. La Revolución Cultural arrancó oficialmente a mediados de mayo de 1966 con la discusión y presentación pública del documento Notificación del 16 de mayo, que advertía sobre una aguda crisis en el seno del PCCh causada por la infiltración de revisionistas contrarrevolucionarios quienes conspiraban para instaurar una dictadura de la burguesía. En consecuencia, Mao y sus seguidores demandaban una movilización sin precedentes del pueblo, instando –con palabras ambiguas y, a la vez, absolutamente temerarias– a implicarse en la eliminación de los malos hábitos de la vieja sociedad, combatiendo para ello sin cuartel a “monstruos y demonios” que amenazaban el éxito de la revolución. La respuesta popular no se hizo esperar y el entusiasmo cristalizó en el

llamado Agosto Rojo, en el que, espoleados por la invitación de Mao a “derribar todo lo viejo” (y, en concreto, a destruir a los “cuatro viejos”: las viejas ideas, las viejas costumbres, los viejos hábitos y la vieja cultura), los Guardias Rojos, la mayoría estudiantes universitarios, echaron sus divisiones a la calle contra el orden feudal, paralizando virtualmente el país: cerraron escuelas y facultades y se lanzaron contra santuarios, templos, negocios privados y viviendas particulares en busca de revisionistas, burgueses y contrarrevolucionarios. Mao se aseguró de que las milicias estudiantiles gozaran de total impunidad, dando órdenes al ejército de no intervenir ni entorpecer las acciones de los Guardias Rojos. El resultado fue devastador y sangriento. Sólo en Pekín y durante los meses de agosto y septiembre de 1966, unas 1,800 personas fallecieron a consecuencia de las correrías sin freno por parte de los enfervorecidos guardias. La carta blanca a la represión arbitraria desató una caza de brujas nunca antes vista a la que pronto se unieron también trabajadores, ampliando así la base social de la Revolución Cultural, sembrando el caos y perpetrando toda clase

Conflictos fronterizos con la Unión Soviética

En la foto, tropas soviéticas

cerca del río Ussuri, área de la disputa con China, marzo de 1969.

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siguiente. Las relaciones con la Unión Soviética se habían deteriorado extraordinariamente a lo largo de la década de 1960. Diferencias “doctrinales” irreconciliables, recelos y acusaciones mutuas fueron generando un clima de tensión cada vez mayor. Los 6,400 kilómetros de frontera entre ambos países comenzaron a registrar incidentes habituales entre sus fuerzas militares. El 2 de marzo de 1969, China envió un destacamento a una

isla en disputa del río Ussuri, tomando a los soviéticos por sorpresa. La presión aumentó a un nivel crítico y el régimen chino comprendió que debía dedicar toda su atención a ese problema, al cual se sumaba la preocupación creciente por la Guerra de Vietnam. Así, la inestabilidad en las fronteras y el miedo a una escalada en ambos conflictos precipitó el cierre oficial de la Revolución Cultural en el IX Congreso del PCCh.

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ás allá del hecho de que la Revolución Cultural hubiera escapado por completo al control de Mao y degenerado hasta convertirse en algo muy diferente a lo que su ideólogo y promotor pretendía en un primer momento, hubo otros factores que llevaron a finales de 1968 al Gran Timonel a optar por el “cierre” de este movimiento, culminado en abril del año

Mientras que el Mayo francés fue un movimiento desde abajo, la Revolución Cultural china estuvo dirigida por la cúpula. de abusos. Pronto surgieron disensiones entre las diferentes milicias y los heterogéneos grupos que participaban en los tumultos y persecuciones, creándose facciones, a cual más agresiva, lo que llevó a China al borde de una guerra civil.

De la destrucción a la reeducación

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La Revolución Cultural, por tanto, estaba muy lejos de la imagen idílica e ingenua que de ella proyectaban muchos intelectuales europeos. El movimiento estaba arruinando la economía, propagando la miseria en el campo y las ciudades y destruyendo la vida de millones de personas, todo alrededor de una represión brutal sin filtros ni antecedetes. En 1968, mientras Europa vivía la eclosión libertaria y la resurrección de la utopía, China se hallaba al borde del colapso. El Mayo francés fue un movimiento revolucionario desde abajo, mientras que el 68 chino estuvo dirigido por la cúpula para perpetuar en el poder a Mao. Con todo, a finales de ese año, el Gran Timonel ya era muy consciente de que la situación se le había ido de las manos. Fue entonces cuando disolvió las divisiones de Guardias Rojos, devolvió sus atribuciones al ejército –propiciando con ello, a medio plazo, una militarización del régimen– y dispersó a los “revoltosos” enviando a los jóvenes revolucionarios al campo, a participar en el proceso de reeducación al que ya estaban siendo sometidos millones de ciudadanos chinos víctimas del desarraigo, arrojados al medio rural para “purificar” sus ideas y conocer de primera mano las bondades del comunismo agrario de Mao. La Revolución Cultural se prolongó de manera oficial hasta abril de 1969, cuando en el transcurso del IX Congreso del PCCh se dio finalmente por concluida confirmando a Mao como líder

Divulgación revolucionaria. Mao instó a la juventud china (a través de carteles propagandísticos como el de aquí, entre otros medios) a “purgar” a la sociedad para preservar la ideología comunista frente al capitalismo.

indiscutible y a su línea de pensamiento como la ortodoxia. El Congreso estableció que la Revolución Cultural había sido un éxito en donde se limpió el país de revisionistas y contrarrevolucionarios, preservando la esencia del ímpetu revolucionario original. La realidad era muy diferente. Una segunda fase de la Revolución Cultural iba a tener lugar entre 1971 y 1976, ya que las heridas provocadas por el catastrófico trienio 1966-1969 habían quedado abiertas.

Fiasco económico.

Una de las medidas tomadas por el gobierno chino fue el Gran Salto Adelante (19581961), que buscó sin éxito transformar la tradicional economía agraria mediante una rápida industrialización y colectivización (arriba, granjeros de una comuna).

Sombras sin luces El PCCh, en la práctica, estaba roto a consecuencia de las purgas y las rencillas pendientes. Pero lo más importante era el desolador legado del movimiento. Se estima que entre medio millón y dos millones de personas perdieron la vida durante este negro episodio de la historia china. Se registraron masacres, ejecuciones masivas y torturas en todo el país, y muy especialmente en la región de Guangxi, donde los efectos colaterales del seísmo político, económico y social incluyeron sucesos de canibalismo. Profesores golpeados en plena calle hasta la muerte, pensadores y políticos humillados y vejados en los llamados “mítines de lucha” hasta empujarlos al suicidio, agresiones brutales en la vía pública por el mero hecho de vestir ropas consideradas “burguesas”, millones de familias divididas a causa de los procesos de reeducación. La Revolución Cultural dejó una huella honda, extremando la obsesión del régimen por el control político y los mecanismos de represión de la discrepancia, pero por encima de todo fue una catástrofe social y económica incontestable. El modelo que los intelectuales y activistas del Mayo francés creían ver en el “68 chino” no era más que un espejismo, basado en una percepción muy sesgada y superficial de un proceso en el que, en verdad, no había luces, sino sólo sombras. muyinteresante.com.mx

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Instantáneas que dieron la vuelta al mundo

Pidamos lo imposible

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Encabezadas por estudiantes, las movilizaciones de 1968 ocuparon las portadas de los medios de comunicación, lo mismo que otras impactantes imágenes de violencia y cambios sociales que se dieron en todo el orbe ese año. Por María Fernández Rei

El rostro del terror

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FOTO: AP

jecución en Saigón (título de esta imagen), además de ganar el Premio Pulitzer en 1969, es una de las fotografías más impactantes del siglo XX y ejemplifica, como pocas, la brutalidad y el horror de la Guerra de Vietnam. La toma muestra a Nguyen Ngoc Loan, jefe de la policía nacional de Vietnam, a punto de dispararle en la cabeza a un prisionero esposado en medio de una calle de Saigón situada en el sector sur, donde se habían disputado feroces combates desde el estallido de la Ofensiva del Tet en el mismo año en que fue capturada la imagen, 1968. La víctima se llamaba Nguyen Van Lem, también conocido como capitán Bay Lop, y era militante del Frente Nacional de Liberación de Vietnam (Vietcong). Lem había sido capturado cerca de una fosa común con 34 cuerpos de civiles y admitió que estaba orgulloso de haber llevado a cabo la orden de su jefe de unidad de matar a aquellas personas. Fue entonces cuando el general Loan lo ejecutó a sangre fría con un revólver Smith & Wesson 38 Bodyguard, en plena calle y ante el objetivo del fotógrafo Eddie Adams (también lo recogió un camarógrafo del canal estadounidense NBC News). La imagen dio la vuelta al mundo e impulsó el movimiento contra la guerra. Aún se usa esta instantánea de Adams –quien, afectado por ella, abandonó el reporterismo bélico– para ilustrar el horror de la violencia durante la Guerra de Vietnam.

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Japón no quedó al margen

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n el país asiático, las protestas de 1968 tuvieron como bastión revolucionario la Universidad de Tokio, donde afloró un movimiento social que protestaba por la colaboración del gobierno nipón con EUA en la Guerra de Vietnam. El alumnado japonés ya tenía experiencia en estas movilizaciones, porque desde 1948 existía la Zengakuren (Federación Japonesa de Asociaciones Estudiantiles), de ideología comunista y formada por jóvenes con un sentimiento antiestadounidense y descontentos con la política social de su nación. En 1968, los estudiantes japoneses tomaron conciencia de que formaban parte de una ola de protestas juveniles mucho mayor, que estaba extendiéndose por Europa y Estados Unidos, y en su retórica reverberaron los ecos de la Revolución Cultural china. Además, a diferencia del Viejo Continente, aunque hubo jóvenes que no se implicaron en acciones violentas, la naturaleza de la protesta se fue definiendo cada vez más por quienes sí lo hacían. Así, comenzaron a lanzar cocteles molotov durante las manifestaciones y el número de arrestos se elevó rápidamente y de modo indiscriminado, mientras aumentaba también el de heridos, tanto en las filas de la policía como entre los jóvenes. Aquel año fueron arrestados alrededor de 6,000 estudiantes nipones durante las protestas. En la foto, una manifestación en octubre de 1968 en la ciudad de Tokio.

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FOTO: EFE ZUMA /PRESS

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El ritmo de los tiempos, la voz de los excesos

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ra el 14 de septiembre de 1968 en la ciudad de Frankfurt, entonces parte de la llamada República Federal de Alemania. The Doors, uno de los grupos de música rock más polémicos del momento, procedente de Estados Unidos, hacía su aparición durante una gira promocional de 17 días por Europa. Jim Morrison, el carismático y polémico líder de la banda, había cumplido las expectativas para el deleite de los asistentes reunidos en el Kongreshalle de aquella localidad. Las estaciones de radio programaban “Hello I Love You” y “Light My Fire”, canciones convertidas en éxitos a nivel mundial y una especie de himnos para toda una generación de jóvenes. Días antes, durante sus presentaciones en Reino Unido, junto con los grupos The Jefferson Airplane y Canned Heat, serían calificadas por el propio Morrison como entre los mejores temas que había dado en su carrera. Pero el festejo duraría poco para el vocalista. La siguiente presentación de The Doors en Amsterdam, Países Bajos, se haría sin su ayuda: incapacitado por el exceso de drogas y alcohol en el camerino del Concertgebouw, la agrupación decide dar el concierto sin su presencia, con el tecladista Ray Manzarek haciendo las vocales. La voz fue tan similar que el público no extrañó la presencia de Morrison. El 17 de septiembre, en Copenhagen, Dinamarca, Jim se mostró tan agresivo en el escenario, que el público decidió abandonar la sala de eventos Falkoner. Su carrera y estado mental irían en picada con el final de la década.

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Las armas de la paz

D

entro de Estados Unidos, 1968 también marcó el comienzo de un gran movimiento de protesta que rechazaba la política belicista del gobierno; fueron muchos los jóvenes quienes se negaron a acudir al reclutamiento para combatir en la Guerra de Vietnam. Este poderoso tsunami estudiantil recorrió el país de punta a punta, desde la Universidad de Michigan a Nueva York, Washington o San Francisco. Las protestas contra la Guerra de Vietnam se iniciaron en la Universidad de Berkeley (California) guiadas por el Free Speech Movement, que alentó asimismo la “ocupación y defensa” de la Universidad de Columbia. Para demostrar su oposición a la guerra, en agosto de 1968, otra organización estudiantil –el Partido Internacional de la Juventud– aprovechó la celebración en Chicago de la Convención Nacional Demócrata para manifestarse en contra, y se produjeron violentos disturbios. Durante seis días, se libró una auténtica batalla campal entre estudiantes y policías por el control de las calles de la ciudad. En la foto, una manifestante pacifista planta cara sonriente a las fuerzas del orden antes de los disturbios de Chicago. Por otra parte, la lucha de los afroamericanos por sus derechos civiles se vio trágicamente puesta a prueba el 4 de abril de 1968 con el asesinato de Martin Luther King, que levantó una poderosa ola de indignación, también reprimida por la Guardia Nacional en las calles.

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FOTO: RAYMOND DEPARDON / MAGNUM PHOTOS / CONTACTO

Mayo en París: el epicentro El revolucionario 1968 tuvo su “capital”, la Ciudad de la Luz. Repasamos las fases del movimiento francés, sus principales protagonistas y eslóganes... Por Alberto Porlan

Crónica de 28 días de lucha Pág. 62

Revolución con nombres propios Pág. 66

La imaginación al poder Pág. 70

Testimonios de primavera Pág. 74

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO DOCUMENTO MAYO EN PARÍS: EL EPICENTRO “Nuevo” antiguo régimen. Diez años antes del Mayo, 1958, De Gaulle asume la presidencia de la “nueva” V República (en la foto, su discurso en París).

Los acontecimientos de París en 1968

Crónica de 28 días de lucha

A

partir de 1946, la IV República francesa emprendió con afán –y con la estimulante ayuda del Plan Marshall– la tarea de reconstruir el país y devolverlo al grupo de las grandes naciones. Sin embargo, le resultó imposible mantener su anterior estatus de potencia colonial. Entre 1946 y 1962 se encadenaron sin solución de continuidad dos

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guerras en ultramar, la de Indochina (1946-1954) y la de Argelia (1954-1962), que terminaron en sendas proclamaciones de independencia. En especial, la de Argelia fue decisiva para la caída de la IV República en 1958 y la asunción por Charles de Gaulle de la presidencia de la V República, que sigue en vigor. Transcurrían los “treinta gloriosos”, tres décadas (1945-1975) de progre-

so económico en Occidente a partir del final de la II Guerra Mundial, con fuerte industrialización, libertades democráticas y pleno empleo; 30 años que incubaron el huevo de la sociedad de consumo en la que continuamos instalados. En Francia, la economía marchaba cada vez mejor a pesar de las pérdidas coloniales, cuyo mantenimiento y control (incluyendo las

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El estallido revolucionario en Francia, que tomó al mundo por sorpresa, llevaba fraguándose años en una sociedad cada vez más polarizada. Éstos fueron los antecedentes y las etapas del conflicto.

FASES DEL MAYO FRANCÉS dos guerras) había venido siendo una enorme sangría para el país. Una de las primeras acciones del gobierno gaullista de 1958, la reforma monetaria que impuso el franco nuevo (equivalente a cien de los antiguos), situó el cambio oficial a cinco francos por dólar y logró reafirmar el crédito internacional de la moneda francesa. Excepto en la península Ibérica, donde convivían dos dictaduras espalda contra espalda, en Europa occidental parecían estar cambiando las mentes. Nacía una conciencia ciudadana mucho menos obediente y silenciosa, contestataria, que buscaba formas alternativas de organización política. Fueron los tensos años iniciales de la era atómica, la Guerra Fría, la intervención imperialista de EUA en Latinoamérica, Cuba, el “Che” Guevara, la expansión comunista en Oriente, la Revolución Cultural china o la Guerra de Vietnam –la antigua Indochina francesa, que después de Dien Bien Phu se había mostrado imposible de someter al yugo colonial–, donde el enfrentamiento directo entre comunismo y capitalismo se estaba dilucidando a costa de mares de sangre. En Francia, los progresos sociales eran alentados y promovidos por numerosas organizaciones izquierdistas. El Partido Comunista Francés (PCF) entró en crisis tras su apoyo oficial a la represión soviética en Budapest (1956), que provocó numerosas fugas de militantes e intelectuales y dio un giro a su rígida orientación estalinista. El país estaba muy polarizado. La izquierda, reunida en las elecciones de 1965 en torno a la figura única de François Mitterrand, obtuvo el 45.5% de los votos en segunda ronda frente al general De Gaulle. Pero aquella aparente unidad sólo fue una coalición electoral; en realidad, no sólo estaba fragmentada, sino en constante guerra interior. El PCF denunciaba como reaccionarios a trotskistas, maoístas, anarquistas y ultraizquierdistas en general. Y los más activos eran los estudiantes universitarios.

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La fase estudiantil Uno de los efectos del progresivo bienestar económico de aquellos “treinta gloriosos” años fue la masificación de las universidades francesas

La Universidad de Nanterre, fundada cerca de París para desahogar a La Sorbona, fue el núcleo de la rebelión. consecuente al ingreso en las aulas de muchos hijos de familias humildes, que llegaban con profunda conciencia de clase y ganas de luchar por una sociedad más igualitaria. Además, la falta de salidas para los universitarios, así como sus críticas a los obsoletos métodos de enseñanza, convirtieron a los sindicatos universitarios en asociaciones reivindicadoras, primero gremiales y después políticas. Al principio, nadie sabía lo que pretendían aquellos jóvenes. Tal vez, mejoras en el sistema universitari o más centros de estudio. Pronto se vio que iban mucho más lejos: no sólo exigían cambios

Efímera unidad. En las elecciones del 65, la

izquierda se aglutinó en torno a Mitterrand, que perdió frente a De Gaulle por muy poco.

en su ámbito –la liquidación de la universidad burguesa, nada menos–, sino en el sistema político general. Parecían una derivación del movimiento hippie que, años atrás, había izado la bandera contracultural en los campus californianos y que en 1969 reuniría a medio millón de jóvenes en Woodstock, EUA. Sin embargo, la juventud francesa era menos seráfica que la yanqui. Estaba por cambios profundos, libertad, armonía, amor libre y rechazo de la autoridad, pero además tenían la conciencia íntima de que esos cambios sociales y morales serían imposibles sin un vuelco político completo.

La Universidad de Nanterre, establecida en 1964 en las proximidades de París para desahogar a La Sorbona, fue el epicentro del terremoto. Las interminables reuniones estudiantiles, ocupaciones y huelgas desembocaron el 22 de marzo de 1968 en la asamblea posterior a una manifestación contra la Guerra de Vietnam en la que se produjeron detenciones. Los pasquines estudiantiles publicaron recetas para hacer cocteles molotov. Poco a poco, todo se convirtió en un vasto caos protagonizado por siglas: UEC (Unión de Estudiantes Comunistas), CLER (Comité de Relaciones entre Estudiantes Revolucionarios), UNEF (Unión Nacional de Estudiantes Franceses, socialista), FNEF (Federación Nacional de Estudiantes Franceses, de centro derecha), etc. En algunas, como la UNEF, cada día se enfrentaban más o menos abiertamente comunistas ortodoxos ante trotskistas y maoístas. En cuanto a los anarquistas, ellos iban por su cuenta, como siempre. Pero en primera fila. Nanterre suspende las clases el 3 de mayo, sus estudiantes ocupan La Sorbona y, a las cuatro de la tarde, entra la policía y ordena el desalojo, pero retiene a los que considera cabecillas. Los que ya han salido exigen la libertad de sus camaradas y la fuerza pública carga duro contra ellos. Ése es el primer estallido de violencia. La furia estudiantil se desata por las calles del Barrio Latino. Se levantan las primeras barricadas, que serán asaltadas violentamente el 10 de mayo por los CRS (Cuerpos Republicanos de Seguridad, fuerzas represoras gaullistas) con el resultado de 32 heridos graves y 350 aporreados. Calles enteras aparecen desadoquinadas mostrando “la arena de la playa”. Pero no todos los adoquines se usan para alzar barricadas: esa noche, uno arrojado diestramente desde una azotea hiere gravemente al comandante Journiac, que morirá un año después a consecuencia de las heridas. Arden 200 automóviles y se ve a la policía perseguir a estudiantes por el muyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO DOCUMENTO MAYO EN PARÍS: EL EPICENTRO

Estudiantes en el Barrio Latino. Sobre estas líneas, una pareja

de universitarios participando en la manifestación de la CGT, 29 de mayo, que fue de la Bastilla a Saint-Lazare.

interior de los edificios. La consecuencia de la represión estudiantil es la declaración sindical de huelga general para el día 13, que obtiene un enorme éxito y da paso a la segunda fase de los acontecimientos, protagonizada por los obreros y sus organizaciones. Pero los estudiantes siguen activos, aunque sin ayuda de los comunistas, que se han posicionado contra ellos. El día 16, el Comité de Ocupación de La Sorbona emite un comunicado que termina diciendo: “La humanidad sólo será feliz cuando el último burócrata sea ahorcado con las tripas del último capitalista”. El día 24, se producen los dos primeros muertos –un policía y un estudiante– y saltan todas las alarmas.

La fase social La represión de la revuelta estudiantil desencadena a mediados de mayo una respuesta por parte de la clase trabajadora. Al fin y al cabo, las cabezas que aporreaban los policías eran las de sus

hijos y sus correligionarios izquierdistas más jóvenes. Por otra parte, los sindicatos de clase franceses, poderosos y bien organizados en general, estaban hartos de las míseras conquistas que obtenían con sus demandas. El 13 de mayo, en plena represión, convocan a una huelga general que es seguida mayoritariamente, como nunca desde el final de la guerra. Cerca de un millón de ciudadanos se echan a la calle mientras los estudiantes toman La Sorbona. El día 14, los trabajadores de la Sud-Aviation en Nantes se apoderan de la fábrica y mantienen secuestrado al gerente. Es el detonante para la ocupación de una multitud de industrias, talleres y empresas por los obreros, que alzan banderas rojas. Al constante goteo de ocupaciones y de secuestros o retenciones de directivos se une la mayor fábrica de Francia, la Renault de Billancourt. Las reivindicaciones exigen inicialmente aumento de salarios y disminución de horas de trabajo; los comités de huel-

El Partido Comunista Francés osciló entre el desdén hacia los estudiantes y el temor de no poder controlar la revuelta. 64

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ga fraternizan con técnicos, estudiantes y vecinos de la zona. Las asambleas son constantes y en los debates va subiendo el tono y el nivel de las reivindicaciones. El 20 de mayo se alcanza la cifra récord de 10 millones de huelguistas, lo que supone las dos terceras partes de los trabajadores franceses. Para todos se hace evidente que el gobierno ha perdido el control efectivo de la nación, donde se vive de hecho una situación revolucionaria. De Gaulle habla por televisión el día 24 y promete una mayor participación de los obreros y los estudiantes en las empresas y universidades. Su gesto no tiene ninguna trascendencia: el movimiento ya considera amortizado al viejo general. En esas horas, el poder político efectivo ha pasado a manos del Partido Comunista (350,000 miembros y el 25% de los sufragios de 1967) y de su sindicato, la CGT (Confederación General de Trabajadores), quienes desde el principio habían visto con desdén aquellas revueltas estudiantiles que consideraban inmaduras y poco serias, pero a los que en realidad temían, conscientes de su incapacidad para controlarlos. Los líderes comunistas, tanto políticos como sindicales, habían manifestado sus opiniones contrarias a aquel movimiento espontáneo de cien cabezas que cada día creaba nuevas consignas y cuestionaba la autoridad de sus propios dirigentes. Lo veían plagado de utopistas, trotskistas y anarquistas, aunque sus verdaderos antagonistas eran la CFDT (Confederación Francesa Democrática del Trabajo), el antiguo sindicato católico ahora en manos del PSU (Partido Socialista Unificado), mismo que se había alineado con los estudiantes desde el inicio y cuyo mantra era la autogestión, y la FO (Fuerza Obrera), la cual vindicaba la independencia de su sindicato de cualquier partido. En vista de la situación, el gobierno pacta con la CGT. Pompidou, Chirac y Balladur se reúnen con Séguy, líder del sindicato comunista, y firman los llamados Pactos de Grenelle. Sin embargo, cuando Séguy acude a la Renault y explica su acuerdo a los huelguistas, éstos lo despiden con cajas destempladas considerando que las conquistas arrancadas a la patronal son exiguas. Mien-

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FASES DEL MAYO FRANCÉS

El general se esfuma

L También los obreros. El día 14, los trabajadores de Sud-Aviation, en Nantes, se sumaron a la revuelta y tomaron la fábrica (arriba).

tras tanto, comienza la tercera fase de los sucesos, misma que se desarrolla en el plano político.

La fase política En mayo de 1968, la V República francesa presidida por De Gaulle se encaminaba a cumplir su décimo aniversario. Los últimos seis años había ejercido como primer ministro el brazo derecho del viejo general, Georges Pompidou. En 1967, los gaullistas habían conseguido 244 diputados y Pompidou compuso un gobierno monocolor con nombres como André Malraux, Edgar Faure o Jacques Chirac. Los movimientos estudiantiles de mayo tomaron por sorpresa al gobierno, que inicialmente les quitó importancia y se limitó a enviar a la policía, pero pronto se vio que no se trataba de un brote esporádico de inconformidad. Los estudiantes respondieron épicamente a la represión y los sucesos de la noche del 10 de mayo (la llamada Noche de las Barricadas) y pusieron de manifiesto la gravedad de los acontecimientos. Pompidou volvió precipitadamente de

a mañana del 29 de mayo de 1968, en lo más agudo de la crisis, De Gaulle se esfumó de repente. Al calor del desconcierto que provocó aquella espantada, surgieron numerosos rumores que cayeron por tierra al día siguiente, cuando en su mensaje por radio –la TV estaba en huelga– su tono resonó más firme, reUn grupo de jóvenes gaullistas durante la marcha progubernamental del 30 de suelto y autoritario que nunca. Tuvieron mayo, tras el discurso del general De Gaulle. que pasar muchos años para conocer los detalles de la misteriosa desaparición. Fiel a su carácter, De Gaulle llevó a cabo un movimiento personal al margen de su gobierno. Ante el mar de banderas rojas que llenaban las calles, temió un golpe de Estado comunista en Francia. Acompañado de su esposa y pretextando un viaje a Colombey-les-Deux-Églises, donde tenía su finca privada, se reunió en secreto al otro lado de la frontera, en Baden-Baden, con su hijo Philippe y su familia: De Gaulle temía que los suyos fueran secuestrados como represalia. Tras obtener garantías del respaldo del ejército, volvió a Francia y pronunció el discurso que frenó los acontecimientos.

Irán, donde se encontraba en viaje oficial. Haciendo gala de su capacidad de encaje político y su temperamento apaciguador, cedió a las exigencias principales de los estudiantes. En un discurso a la nación, prometió liberar a los jóvenes encarcelados y reabrir La Sorbona, no obstante, los trabajadores ya habían tomado el relevo de los estudiantes con la huelga general del día 13, prolongada de manera indefinida. Para dar la sensación de que no pasaba nada, De Gaulle desdeñó cancelar un viaje oficial a Rumania entre los días 14 y 18, y en ese periodo la huelga alcanzó proporciones dramáticas y afectó las mayores factorías, los ferrocarriles, la Radio Televisión Francesa, los taxis parisinos... Comenzó a escasear la gasolina. La Noche de las Barricadas. Fue el

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punto de inflexión de las movilizaciones. La furia estudiantil se desató por las calles del Barrio Latino, donde se levantaron barricadas (aquí), y en la noche del 10 de mayo las fuerzas gaullistas las asaltaron.

El día 20, el gobierno no es dueño de la situación. La oposición no comunista exige elecciones generales; los comunistas, la creación de comités populares revolucionarios. Hasta en la Iglesia surgen voces apoyando a los sublevados. La atención del mundo está centrada en Francia. El 24, con cientos de miles de manifestantes clamando por un gobierno popular, tras las muertes de un estudiante y un policía en Lyon y el saqueo de la Bolsa de París, el gobierno da dos pasos: De Gaulle anuncia un referéndum para el 16 de junio; y Pompidou y Chirac se reúnen con representantes sindicales y patronales. Los comités de trabajadores consideran insuficientes los acuerdos y las huelgas continúan. De Gaulle desaparece misteriosamente durante un día entero [ver recuadro]. Al día siguiente, 30 de mayo, pronuncia un discurso duro, con timbres amenazantes; Mitterrand lo considera una llamada a la guerra civil. Pero una hora y media después las calles de París se llenan de manifestantes gaullistas, el gobierno decreta la subida de salarios, las gasolineras vuelven a llenarse y, poco a poco, los obreros retornan a las fábricas. Al cabo de una semana, la Bolsa reabre sus puertas. El 12 de junio se ilegalizan muchas organizaciones izquierdistas. A finales de mes, las elecciones otorgan 300 escaños a los gaullistas, 56 más que antes de la crisis. muyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO DOCUMENTO MAYO EN PARÍS: EL EPICENTRO Trío revolucionario. Foto de

la gran marcha sobre París del 13 de mayo de 1968, al centro levantando el puño, de izquierda a derecha, los líderes estudiantiles Alain Geismar, Daniel Cohn-Bendit y Jacques Sauvageot.

Las caras más conocidas del 68

Revolución con nombres propios

L

os acontecimientos revolucionarios de Mayo del 68 fueron eminentemente colectivos y “anónimos”. No obstante, hay que destacar a una serie de figuras y organizaciones de ambos bandos por su papel en los hechos.

Los líderes estudiantiles Daniel Cohn-Bendit. También llamado “Pelirrojo Sublime” y “Dany el Rojo”, nació en el seno de una familia alemana-judía que se había refugiado en Francia durante la II Guerra Mundial. Su padre, trotskista, fue amigo de Wal66

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ter Benjamin, Bertolt Brecht y Theodor W. Adorno. En mayo de 1968, Dany tenía 23 años, estudiaba en Nanterre y era anarquista. El azar lo hizo líder de los sucesos del 22 de marzo y del movimiento homónimo, que se convirtió en la punta de lanza de los sucesos del Mayo francés. La prensa comunista lo desacreditó tratándole de “anarquista judío-alemán”, lo que se convirtió en eslogan: los estudiantes se manifiestaron al grito de “¡Todos somos judíos alemanes!”. El grupo de Dany ocupa el Teatro Odeón el 16 de mayo. El 21, cuando regresa de un viaje relámpago a Ale-

mania es rechazado en la frontera, pero vuelve a París cuatro días más tarde y se deja ver en la universidad. Cuando se hace evidente que la policía va a por él, huye a Cerdeña. No volverá a ser autorizado a pisar territorio francés hasta 1978. Su carrera política lo lleva al Parlamento Europeo en 2004 por el grupo de Los Verdes, y en 2014 regresa a su antigua Universidad de Nanterre para recibir el doctorado honoris causa. Alain Geismar. Físico e ingeniero de minas, tenía 28 años cuando los sucesos de mayo y era profesor y secretario general del SNESUP (Sindicato

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Unos, como De Gaulle, llevaban décadas en primera línea. Otros, como Dany el Rojo, emergieron a raíz de estos hechos. Y otros jugaron un rol clave como inspiradores o detractores del movimiento.

PROTAGONISTAS DEL MAYO FRANCÉS

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Nacional de la Enseñanza Superior, comunista heterodoxo). De familia alsaciana-judía, Geismar fue desde el inicio muy crítico de Stalin y denunció la represión soviética en Budapest en 1956. Estaba contra el comunismo ortodoxo y fue uno de los puntales de las manifestaciones y luchas estudiantiles junto a Cohn-Bendit, Sauvageot y Krivine. Tras la disolución por el gobierno de las organizaciones izquierdistas, en junio de 1968, Geismar y Benny Lévy fundan GP (Izquierda Proletaria), una organización maoísta-espontaneísta (partidaria del estallido revolucionario espontáneo) ligada a intelectuales como Althusser, Foucault y Sartre, del que Lévy fue su último secretario personal. En 1990, Geismar fue nombrado inspector general de educación, y en 2001, consejero del alcalde de París para asuntos relacionados con la universidad y la investigación. Jacques Sauvageot. Con 25 años en 1968, estudiaba en La Sorbona y era vicepresidente de la UNEF. Fue uno de los 570 estudiantes detenidos el 3 de mayo de 1968 cuando intentó negociar la salida de La Sorbona de los CRS. El día 13 encabezó, con Geismar y Cohn-Bendit, la gran manifestación de París. Años después, entre 1983 y 2009, dirigió la Escuela de Bellas Artes de Rennes. En septiembre de 2017 fue atropellado por una moto y murió el 28 de octubre. Alain Krivine. De familia judeo-ucraniana refugiada en Francia, fue el fundador de la trotskista JCR (Juventud Comunista Revolucionaria), luchadora incansable contra la Guerra de Vietnam. El 22 de marzo, sus miembros estaban presentes junto a los anarquistas de Cohn-Bendit en la manifestación que dio origen al movimiento estudiantil, y desarrollaron luego un importante papel en la guerra de las barricadas. Más adelante, Krivine se presentó dos veces a las elecciones presidenciales (1969: 1.06 % ; 1974: 0.37%), fue diputado europeo entre 1999 y 2004 y portavoz de LCR (Liga Comunista Revolucionaria) hasta 2009.

El cuarto gobierno Pompidou Charles de Gaulle. Convertido por la II Guerra Mundial en héroe nacional, el viejo general había cumplido 77

años en 1968, e iba a cumplir 10 como presidente de la república. Los acontecimientos de mayo lo desbordaron. Para él, aquellos desórdenes no eran, sino una chienlit (farsa) que había que sofocar por la fuerza, cosa que le desaconsejaban vivamente sus ministros, y en especial Pompidou. Entre el 14 y el 18 de mayo, con las calles de París hirviendo, viaja a Rumanía y a su vuelta pronuncia un discurso conciliador, prometiendo reformas. Pero en vista del escaso éxito de los Pactos de Grenelle, el 29 viaja en secreto a Baden-Baden, sede de las fuerzas militares francesas en Alemania, para entrevistarse con el general Massu, que le asegura la lealtad del ejército. Al día siguiente, de vuelta en París, reúne a sus ministros, disuelve la Asamblea Nacional y lanza una proclamación en donde declara su propósito de continuar en el poder. Hace un llamamiento a la sociedad civil y amenaza con utilizar “otros medios” para mantener la Constitución. Esa misma tarde, París se llena de sus partidarios y la crisis comienza a disiparse. En una entrevista con Malraux, declarará: “¿Revolución? El único revolucionario de entonces fui yo”. En 1969, tras perder el referéndum que había anunciado, deja el poder. Morirá al año siguiente en su casa de campo. Georges Pompidou. El veterano político gaullista, que en Mayo del 68 tenía 57 años y era primer ministro desde 1962, ejerció en todo momento el papel que se esperaba de él. Era un hombre de letras, conciliador, racional, pactista y moderado, que supo calmar las iras del presidente y trató por todos los medios de devolver las aguas a su cauce. Puso en libertad a los estudiantes detenidos y prometió grandes reformas universitarias. Inspiró los Pactos de Grenelle, y generó acuerdos entre los demás actores. Tras la retirada de De Gaulle, fue presidente de la república entre 1969 y el 2 de abril de 1974, cuando murió víctima de cáncer de sangre. Maurice Grimaud. Era el prefecto de la policía de París y tenía 54 años en

El presidente y su primer ministro.

Pompidou (izq.), conciliador, aplacó las iras de De Gaulle (der.), muy beligerante. Gracias al primero no hubo un baño de sangre.

Mayo del 68. Su actitud resultó clave en los acontecimientos, evitando lo que pudo haber sido fácilmente un gran derramamiento de sangre. Había sido aviador de la Francia Libre y amigo de Saint-Exupéry. Una de sus consignas a los policías fue no golpear a los manifestantes caídos en el suelo. De joven había militado en la izquierda y sus contactos de entonces le permitieron manejar la difícil situación en las calles. Su proximidad a los postulados conciliadores de Pompidou, los cuales eran los mismos que los del ministro del Interior, el diplomático Christian Fouchet, hicieron posible el milagro. Pierre Grappin. En Mayo del 68 era el decano de la Universidad de Nanterre, origen del conflicto. De formación académica germanista, su actitud durante los sucesos estuvo enfocada en evitar violencias innecesarias. Fue él quien suspendió las clases en Nanterre el 3 de mayo. Aunque los estudiantes de entonces lo trataron de nazi, recibió en 2014 el tributo debido a su gestión por parte de su viejo antagonista Daniel Cohn-Bendit, cuando éste recibió el doctorado honoris causa por la Universidad de Nanterre, donde se habían conocido y enfrentado.

Héroe de la II Guerra Mundial, De Gaulle tenía 77 años en 1968 y llevaba casi 10 como presidente. muyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO DOCUMENTO MAYO EN PARÍS: EL EPICENTRO

Los intelectuales de M68

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Malraux

Godard

Althusser

Combustible intelectual. Como ministro de Cultura, André Malraux (1901-1976), escritor antifascista, apoyó a De Gaulle. Jean-Luc Godard prefiguró el movimiento estudiantil en su filme La Chinoise (1967). Y el filósofo Louis Althusser (1918-1990) fue uno de los inspiradores de Mayo del 68.

inestabilidad mental. Desde su inicial catolicismo saltó a un marxismo profundo; aunque se adhirió al PCF, su antiestalinismo lo hizo muy esquivo con el partido y sus líderes. Empezó a interesarse por el maoísmo y de entre sus alumnos surgió el núcleo de la UJC (ml) (Unión de Juventudes Comunistas marxistas-leninistas), muy activa en la universidad y en la calle. A finales de 1980, Althusser estranguló a su esposa y el tribunal lo declaró inocente a causa de su demencia. Aún vivió 10 años más, hasta cumplir los 72, edad a la que falleció en el hospital psiquiátrico en el que estaba internado. Jean-Luc Godard. Elemento central de la nouvelle vague (Nueva Ola) del cine francés, Godard ya había filmado por entonces Pierrot le Fou (1965), que lo convirtió en un cineasta de culto. En 1967 rodó La Chinoise, considerada más tarde una prefiguración de los acontecimientos de 1968: el filme se

desarrolla en el seno de un grupo de estudiantes de Nanterre que intenta convivir según las tesis maoístas. En mayo, con el movimiento en su plenitud, Godard, Truffaut, Polanski, Lelouch y Malle exigen la suspensión del Festival de Cannes, lo que consiguen después de que Miloš Forman, Alain Resnais y Carlos Saura deciden retirar sus películas.

Los partidos y los sindicatos Comunistas ortodoxos. Eran la organización no gubernamental más fuerte y mejor posicionada. Disponía del partido (PCF), el sindicato obrero (CGT), el sindicato estudiantil (UEC) y su órgano de propaganda L’Humanité. El secretario general del PCF era el sexagenario Waldeck Rochet, aunque como estrella emergente ejercía Georges Marchais, de 48 años, quien tomaría el relevo de Rochet en 1970 y lo mantendría hasta 1990. Marchais fue el primero (3 de

El olor a nuevo del 68 se debió a los izquierdistas “independientes”: los eslóganes, los carteles, el recurso a la imaginación...

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Jean-Paul Sartre. Fue un escritor y filósofo comprometido con la izquierda antes y después de 1968. Prisionero de los alemanes durante la guerra, es liberado por la intervención del escritor colaboracionista Drieu La Rochelle. A partir de 1945, su fama crece hasta hacerse universal. Marxista, pero muy crítico con el régimen soviético, su gran actividad y desgaste intelectual –así como su afición por el tabaco y el alcohol– lo deterioran prematuramente. Se posiciona contra la guerra de Indochina y la de Argelia. Viaja a Cuba, con su inseparable Simone de Beauvoir, y conoce a Fidel Castro y al “Che” Guevara. En 1968, con 63 años, desarrolla una actividad frenética durante los sucesos de mayo. Acude a las fábricas, a las manifestaciones y a la universidad, donde los estudiantes lo escuchan ávidos. Entrevista a Daniel Cohn-Bendit y, cuando De Gaulle propone elecciones, emite su famoso eslogan: “Elections, pièges á cons” (“Elecciones, trampas para imbéciles”). Continuó militando en la izquierda hasta que murió en 1980, rodeado de la admiración intelectual del mundo entero. André Malraux. Gran escritor, hombre de acción y antifascista –luchó en la Guerra Civil Española–, Malraux sentía una admiración incondicional por De Gaulle y desempeñaba el cargo de ministro de Cultura en Mayo del 68. Los motines estudiantiles, que ahora estaba obligado a contemplar desde el lado del poder, calentaron sin duda su viejo corazón izquierdista. Unos meses antes se había enemistado con buena parte de la intelectualidad por haber depuesto al director y fundador de la Cinemateca francesa, Henri Langlois, al que finalmente repuso en el cargo. Su afecto por De Gaulle lo llevó a encabezar la manifestación de apoyo al general del 30 de mayo, decisiva para la restauración del orden republicano. Permaneció ligado al gaullismo toda su vida, hasta su fallecimiento en 1976. Louis Althusser. Las enseñanzas de este filósofo marxista tuvieron gran influencia en los sucesos de mayo. Pasó los cinco años de la guerra en un stalag nazi, donde empezaron a manifestarse los primeros síntomas de su

Los jóvenes políticos republicanos de 1968

E

l futuro de los actores que intervinieron en los sucesos de Mayo del 68 fue desigual para quienes se encontraban en aquellos momentos a uno u otro lado de los cordones policiales. Mientras que sólo unos pocos de los líderes estudiantiles llegaron, andando el tiempo, a desempeñar modestas funciones en el gobierno (Geismar fue inspector general de educación; Krivine dirigió una escuela de Bellas Artes provincial) o en la política europea (Cohn-Bendit y Krivine fueron eurodiputados), los jóvenes políticos republicanos que intervinieron en aquellos acontecimientos representando al gobierno alcanzaron ulteriormente los cargos más

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mayo) en atacar a Cohn-Bendit calificándolo de “anarquista alemán” y en desacreditar el movimiento 22 de Marzo como “un grupo de falsos revolucionarios contrarios a los intereses de las masas estudiantiles, que alientan las provocaciones fascistas y a los que hay que desenmascarar”. Por su parte, Georges Séguy, secretario general de la CGT, enjuició así a los estudiantes el 7 de mayo: “Esos elementos provocadores denigran a la clase obrera acusándola de aburguesada, llegan con la pretensión de inculcarle teoría revolucionaria y dirigir su lucha. El movimiento obrero francés no tiene la menor necesidad de dirigentes pequeño-burgueses. Y ese tal Cohn-Bendit, ¿de dónde ha salido?”. Su rama estudiantil, la UEC, era casi marginal

altos de la V República. Valéry Giscard d’Estaing, exministro de Finanzas tan prudente que apenas abrió la boca en el 68, sería presidente de la república entre 1974 y 1981. Luego hubo de ceder la silla presidencial a François Mitterrand, un socialista que había sido ministro seis veces antes del 68 y que, en lo más agudo de la crisis, pidió públicamente el relevo de De Gaulle; finalmente, ganó las elecciones presidenciales de 1981 con lo que parecía un eslogan del Mayo francés (Cambiar la vida). Mitterrand presidió Francia 14 años, hasta 1995, cuando perdió ante Jacques Chirac, a quien Pompidou llamaba cariñosamente “mi bulldozer”. Chirac era secretario de Estado de Empleo en 1968,

y estaba desacreditada por su sectarismo y seguidismo ciego hacia el PCF. Solamente después de la violentísima Noche de las Barricadas decide la CGT convocar una huelga general en apoyo a los estudiantes, sin embargo, la consigna a sus miembros era no confraternizar con los jóvenes. En junio, una vez que todo hubo terminado, el PCF se elogió a sí mismo “por haber sido el único en denunciar desde el principio las provocaciones y violencias de los anarquistas, los trotskistas, los maoístas y los ultras de izquierda”. Izquierda no comunista. Bajo la dirección de François Mitterrand, quien había sorprendido a todos con sus resultados en las elecciones de 1967, se agruparon con la FGDS (Federación de Izquierda Demócrata y Socialista) cin-

El papel de los comunistas. El PCF y su sindicato, la CGT, fueron reacios a abrazar la causa estudiantil y pronto se desligaron (arriba, Marchais al frente de la manifestación del 29 de mayo).

A la izquierda, cartel de

Chirac para las municipales de París de 1977. Fue su alcalde hasta 1995.

con 35 años, y participó decisivamente en los Pactos de Grenelle. Más adelante, se convirtió en uno de los hombres de Estado más activos de Francia: ministro del Interior, de Agricultura, de Relaciones con el Parlamento, alcalde de París, cuatro años primer ministro y 12 presidente de la república, entre 1995 y 2007, cuando la presidencia pasó a Nicolas Sarkozy (quien sólo tenía 13 años en mayo de 1968).

co organizaciones. Además había que sumar a otra coalición encabezada por Michel Rocard (que llegaría a primer ministro en 1988 bajo la presidencia de Mitterrand). En mayo de 1968, el sindicato socialista CFDT se pone de parte de los estudiantes desde el principio y busca apoyos con la UNEF y la FO, trotskista, cuyo bastión obrero es la fábrica de Sud-Aviation, en Nantes, la primera gran industria tomada por los trabajadores en ese entonces. Izquierda heterodoxa. En los hechos de mayo intervino una pléyade de organizaciones trotskistas, maoístas, anarquistas e izquierdistas de muy distinto carácter, algunas de ellas surgidas al calor de los acontecimientos e integradas casi en su totalidad por grupos estudiantiles. Fueron ellas las que recibieron los primeros palos y afrontaron las oleadas represivas iniciales, y las que, en definitiva, hicieron movilizarse a los partidos y los sindicatos de clase. Sin embargo, su relación con las organizaciones de trabajadores fue muy variable, e incluso inexistente u hostil con los comunistas ortodoxos. A aquellos izquierdistas “independientes” se debió el olor a nuevo que caracterizó muchos acontecimientos: los eslóganes, los carteles, el recurso a la imaginación... En realidad, podría decirse que fueron estos grupos los que aportaron la esencia y la peculiaridad que conserva la historia de aquellas semanas revolucionarias. muyinteresante.com.mx

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Filosofía detrás de la revuelta

La imaginación al poder Frente al origen habitual de otros levantamientos históricos –una injusticia objetiva y concreta–, el de la rebelión parisina fue un rechazo generacional e intelectual hacia la autoridad por parte de los jóvenes.

Símbolo del capitalismo opresor. El 22 de marzo de 1968,

estudiantes asaltaron las instalaciones de American Express en París. La fotografía recoge ese acto vandálico.

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incuenta años después de los sucesos del Mayo francés, se pueden extraer algunas conclusiones de entre el gran caudal de información recuperada sobre aquellas semanas atípicas. La primera de ellas es que el germen común en el estallido de las protestas fue una vaga y poco racionalizada sensación de asco y desdén hacia la autoridad por parte del estamento estudiantil, una sensación que revistió todo el movimiento de un tinte netamente antiautoritario, que fue como lo definió Cohn-Bendit más tarde. El origen habitual de las revueltas populares históricas había sido hasta entonces el rechazo a una situación agudamente injusta, ya se debiera a causas políticas, sociales o económicas. Los levantamientos que produjeron la Revolución francesa, la soviética o las guerras coloniales obedecían a

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El fermento de Mayo de 68 hay que buscarlo en el nuevo humanismo surgido en el siglo XX. motivos concretos: eran respuestas desesperadas, y en muchos casos inevitables, a situaciones de abuso por parte de una minoría opresora. Los insurgentes tenían objetivos y dianas específicos para su acción, sentían que se rebelaban en defensa propia. En cambio, los jóvenes parisinos que prendieron la mecha de la subversión de mayo no lo hicieron por esas razones; no se sentían particularmente oprimidos ni tenían razones insoportables para alzarse, como el hambre o la tiranía. La política tradicional los consideraba “rebeldes sin causa”, haciéndose eco del título de la famosa película de Nicholas Ray interpretada por James Dean. El fermento de Mayo de 68 hay que buscarlo en las nuevas ideas humanistas del siglo XX y en los movimientos políticos influidos por las vanguardias artísticas que surgieron tras el psicoanálisis, como el dadaísmo y el surrealismo. Los surrealistas habían nacido con base política, pero los excesos de Stalin segaron la hierba bajo los pies de personajes como Aragon, Picasso o Sartre, que continuaban ligados al PCF. En 1957 apareció el situacionismo, una corriente de “vanguardia total”. Los situacionistas reivindicaban como herramienta de acción la poesía no literaria, que a sus ojos era la puesta en marcha de conductas personales absolutamente nuevas en momentos especiales de la vida a los que llamaban “situaciones”. Perseguían la liberación individual y detestaban el marketing, el espectáculo político, la sociedad de consumo, el arte de consumo, la Guerra de Vietnam y el comunismo oficial. Cualquier enrolamiento político que exigiera militancia y jerarquía les parecía pura alienación, así como todo trabajo remunerado. Uno de sus eslóganes era: “No trabajes nunca”, eran anarquistas, desde luego. El 22 de marzo de 1968, un grupo de 300 estudiantes situacionistas, trotskistas y maoístas se manifiesta contra la Guerra de Vietnam y, ya puestos, asaltan las instalaciones de American Express en París. Se producen seis

arrestos y el resto del conjunto vuelve a Nanterre, ocupa la sala de profesores y funda un movimiento de resistencia al que llaman 22 de Marzo, uno de cuyos responsables es Cohn-Bendit. La agitación se extiende como la pólvora por las aulas de Francia y, cuando corre el rumor de que Dany el Rojo va a ser expulsado, se produce el estallido. La Universidad de Nanterre suspende las clases y sus estudiantes toman La Sorbona el 3 de mayo. En ese momento es cuando empieza todo.

Los eslóganes revolucionarios Durante aquellos días, los estudiantes produjeron una enorme cantidad de consignas con las que cubrieron los muros y escaparates de la ciudad, también imprimieron miles de pasquines que luego fijaron en las esquinas y los troncos de los árboles. Algunas de aquellas sencillas frases perduraron para siempre, como “Prohibido prohibir”, “Bajo los adoquines está la playa” o “Soy marxista de tendencia Groucho”. Otras estaban dedicadas a los habitantes de los barrios ricos que mantenían sus paredes impolutas: “Pared en blanco, pueblo mudo”, “Acabarán reventando de confort” o “Si las paredes tienen oídos, sus oídos tienen paredes”. Unas cuantas se plantaron en las iglesias, como la célebre “Aunque existiera Dios, convendría suprimirlo”, o también “Dios debe de ser un intelectual de izquierdas”. Otros muchos eslóganes estaban destinados al consumo interno: “Corre, camarada; el mundo viejo te per-

sigue”; “Vine, vi, creí”; “No se puede dormir tranquilo una vez que se han abierto los ojos”; “Exagerar es empezar a inventar”; “Pueden cortar las flores, pero no impedirán la primavera”; “Exploremos el azar”; “Nuestra esperanza sólo puede venir de los desesperados”; “La libertad es el crimen que contiene todos los crímenes: nuestra arma absoluta”; “La poesía está en la calle”; “La obediencia empieza por la conciencia y la conciencia por la desobediencia”. En muchos casos, el núcleo del eslogan era puramente político, de índole más o menos elevada, como el sorprendente “Mutación lava más blanco que revolución o reformas”, y a menudo ácidamente crítica: “Estalinistas: sus hijos están con nosotros”; “El socialismo sin libertad no es más que un cuartel”; “La anarquía es YO”; “No hay pensamientos revolucionarios; sólo actos revolucionarios”; “El Estado es cada uno de nosotros”; “El aburrimiento es contrarrevolucionario”; “Obrero: tienes 25 años, pero tu sindicato es del siglo pasado”; “Las barricadas cierran la calle y abren la vida”; “¡Viva la democracia directa!”... También tomaban forma de consejos, a veces imperativos: “Si piensas por los demás, ellos pensarán por ti”; “También tú puedes volar”; “¡Inconfórmense!”; “¡No trabajen nunca!”. Como es natural, la liberación y la revolución se extendieron también al terreno sexual. Los estudiantes franceses ya gozaban de una libertad en este ámbito, que incluso la sociedad francesa de la época, muy abierta y comprensiva, llamaría promiscuidad. Debemos tener en cuenta que la píldo-

“¡Ni dios ni patrón!”: fue una de las muchas consignas anarquistas que pudieron verse pintadas en las fachadas de París aquellos días. Y es que, como afirmaban otros lemas que causaron furor en Mayo del 68, “Pared en blanco, pueblo mudo” y “Si las paredes tienen oídos, sus oídos tienen paredes”.

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Los “Katangueses”

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Sobre estas líneas, un grupo de “Katangueses” posa en un despacho de La Sorbona con un póster de Fidel Castro detrás. 72

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Creador del situacionismo. El pensador Guy Debord (en la imagen, el segundo de der. a izq., en la Universidad de Nanterre) fue el gran ideólogo de la Revolución del 68.

ra anticonceptiva acababa de liberalizarse y nadie quería pasar por rígido. De este modo, aparecieron las consignas sexuales, que nunca llegaron a ser procaces ni obscenas. He aquí algunas muestras escogidas: “Amaos los unos sobre los otros”; “Las reservas impuestas al placer excitan el placer de vivir sin reservas”; “Bésense sin caretas”; “Hacer el amor y volver a hacerlo”; “Abraza a tu amor sin soltar el fusil”; “Desabotonar el cerebro tan a menudo como la bragueta”; “Vivir sin tiempos muertos y gozar sin trabas”; “Cuanto más hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución; cuanto más hago la revolución más ganas me entran de hacer el amor”. Cuando todo acabó, en la manifestación del 1 de junio pudo leerse: “Esto ha sido el principio. Sigamos el combate”.

Un ideólogo: Guy Debord La figura de Guy Debord (1931-1994), fundamental en los acontecimientos del Mayo francés, es muy difícil de resumir, porque la originalidad de su talento deslumbra tanto como su magnífica capacidad para expresarlo. Debord fue poeta, activista, filósofo, cineasta y un lúcido crítico de la sociedad. En suma, un personaje revolucionario, un estratega cuyo “modesto” empeño era contribuir a la construcción de “una vida distinta que merezca ser vivida”. Explicó el propósito de uno de los movimientos que fundó, la Internacional

Situacionista (IS), de esta manera: “Trabajamos para establecer, consciente y colectivamente, una nueva civilización”. En Debord, lo menos importante es la biografía. Lo esencial es asomarse a la altura de su pensamiento. Considera, por ejemplo, que la crisis del arte es sólo un síntoma de un fenómeno mayor: “La unión de la vida con el arte para elevar nuestras existencias a lo que el arte prometía antes de agonizar”. En 1967 aparece su contribución nuclear: La sociedad del espectáculo. Se trata de una denuncia de la alienación consecuente a la sociedad de consumo a través del espectáculo asociado a las mercancías (cualesquiera que sean, desde los estropajos a la política) o de las mercancías convertidas en un mero show. Para Debord, espectáculo es toda relación entre personas mediatizadas por imágenes. Sumidos en ese universo ilusorio, necesitamos un esfuerzo extra para comprender y liberar nuestras propias vidas, diferenciándolas de la existencia virtual que propone el omnipresente espectáculo que nos rodea. En realidad, el enemigo es la propaganda en todas sus formas, el falseamiento de la realidad que nos llega por fuera y que asimilamos inevitablemente en nuestro interior. Pensando así, Debord considera a Marshall McLuhan el principal cómplice de esa alienación, y lo trata simplemente de imbécil. Es evidente que Debord anticipó con clarividencia la situación a la

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n mayo de 1968, se presentaron en La Sorbona ocupada dos docenas de veinteañeros, que no eran estudiantes, pero se definían revolucionarios y querían hablar con los líderes estudiantiles; algunos de ellos llevaban ropas militares. Cuando los líderes los atendieron, explicaron que su voluntad era ofrecerse como miembros del servicio de orden que garantizaría la seguridad en La Sorbona. Tenían dos motivos para ello: el primero era que decían ser exmercenarios de la guerra del Congo, y el segundo, que disponían de armas. Anarquistas, maoístas, situacionistas, trotskistas y comunistas ortodoxos los aceptaron como un regalo caído del cielo, pero se equivocaron de principio a fin. Los “Katangueses”, como los llamaron, no eran sino un grupo de bravucones sin nada que ver con operaciones militares, y sí con hurtos y peleas callejeras. Se reunieron pensando que la universidad estaba llena de chicas guapas y que encontrarían cobijo y sustento, como así sucedió. Sin embargo, su verdadera naturaleza los delató muy pronto: una vez instalados en La Sorbona y emparejados algunos de ellos con estudiantes, empezaron a extorsionar y violentar a cuantos caían a su alcance, con la amenaza de que estaban armados. Tuvo que pasar un mes hasta que los estudiantes salieron de su error y, por fin, los expulsaron. Su famoso arsenal consistía en unos cuantos cuchillos oxidados y una escopeta vieja e inservible. Un par de semanas después, su líder, el famoso Jimmy “el Katangués”, fue asesinado de un tiro en la nuca a consecuencia de lo que popularmente se denomina un lío de faldas. Hasta entonces se supo que su verdadero nombre era Jean-Claude Lemire.

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que hemos llegado en nuestros días, en la que, de manera absoluta, todo se ha convertido en un circo, y la verdad, apenas reconocible, importa mucho menos que la manera de presentarlo. Sus críticas, tan vastas, agudas y novedosas como demoledoras, están montadas en un pensamiento político muy refinado que se funda en la individuación, en la conciencia y persigue, por encima de todo, la liberación personal en el seno de una colectividad libre y consciente. De ahí su eslogan “¡No trabajen nunca!”, pues considera el trabajo asalariado la base de toda enajenación. Desde esa óptica, Debord ve el mundo como una inmensa trampa montada por la burguesía capitalista, de la que sólo puede escaparse con lucidez crítica y a través de medios radicales, de métodos revolucionarios. La curiosidad y el talento de este protagonista intelectual de Mayo del 68 –expresados por sus seguidores en unión de otros muchos jóvenes “contestatarios” (una expresión que nació en aquellos momentos)– lo llevaron también a profundizar en el estudio de la estrategia a partir de la teoría de juegos. En 1987, publica su Juego de la guerra, un tratado sobre estrategia que, de acuerdo con su propia opinión, fue la actividad mental más prolongada y constante que desarrolló a lo largo de su vida. Admirado por unos y despreciado por otros, se retiró a su propiedad del Loira aquejado de una neuropatía debida a su alcoholismo crónico. Su amigo el homeópata Michel Bounan lo siguió y se ocupó de él hasta que Debord se pegó un tiro, el 30 de noviembre de 1994.

La revolución se extendió también al terreno sexual, dando lugar a numerosos eslóganes. Los de enfrente Además de los flics (policías), los gendarmes móviles y los CRS, los manifestantes del Mayo de 68 tenían ante sí a dos organizaciones nacionalistas y paramilitares, el SAC y el grupo nacionalista Occident. El SAC (Servicio de Acción Cívica), fundado en 1960 por Charles Pasqua, Jacques Foccart y otros seguidores de Charles de Gaulle con el propósito expreso de aportar una ayuda ‘sin condiciones’ al general y su política nacionalista. No eran muy escrupulosos con la selección de sus miembros: abrieron sus puertas a policías, gente del hampa y miembros de la resistencia colonial en Argelia. El partido gaullista ignoró siempre a este grupo, aunque se sabía que estaba dirigido a distancia por Foccart, un íntimo de De Gaulle. Parece ser que, durante aquellos sucesos, Pasqua, quien tenía muchos enemigos al interior del SAC, quiso imponerse a Foccart alineándose con los estudiantes y, a finales de ese mismo año, Foccart expulsó a Pasqua. Durante los disturbios, el SAC protagonizó diversos incidentes. Con frecuencia actuaron como provocadores infiltrados en la muchedumbre y, en cierta ocasión, usando una ambulancia robada y uniformes de enfermeros, recogieron a manifestantes heridos y los trasladaron al sótano de su cuartel general en la calle Solferino, donde los golpearon a conciencia. Pero cuando su ayuda resultó decisiva fue en la gran manifestación gaullista del 30 de mayo, que abarrotó de segui-

Occident. Los miembros de este grupo fascista (aquí, junto a

las oficinas del periódico comunista L’Humanité) protagonizaron frecuentes peleas callejeras contra la izquierda del Mayo francés.

dores del general los Campos Elíseos y decantó la balanza política del lado del gobierno. En cuanto al grupo Occident, fundado en 1964, era una organización estudiantil de extrema derecha nacionalista que contaba en 1968 con 1,500 miembros. No tenía empacho en declararse fascista arguyendo que, al menos, en los países fascistas los jóvenes no se aburrían. Su anticomunismo era visceral; una de sus consignas era “¡Mata a los comunistas allá donde los encuentres!”. Eran supremacistas, antisemitas y partidarios de la Guerra de Vietnam. Se pretendían los defensores de la pureza de los valores occidentales, de donde procede su nombre. Fueron ellos quienes provocaron los primeros enfrentamientos entre universitarios en Nanterre. Cuando estalló el movimiento en toda su dimensión, se vieron ante una disyuntiva: o luchar en la calle junto a los izquierdistas contra los gaullistas, a los que detestaban, o bien, pelear contra los izquierdistas apoyando a las fuerzas armadas. Esto produjo una disparidad de acción que en ocasiones enfrentó en la acción callejera a los propios miembros de la organización. Después de los sucesos, cuando en junio se propuso la disolución de los grupos políticos extremistas, Occident no se vio afectado, pues, según dijo (escandalosamente) el propio ministro de Justicia, “si bien los militantes de Occident desarrollaron durante los hechos de mayo una conducta violenta, no puede deducirse de ella que hayan de ser considerados elementos subversivos”. Algo después, a finales de octubre, destruyeron el local del SNSUP, y al día siguiente un comando maoísta-anarquista regó de gasolina el café donde se reunían los líderes de Occident y arrojó un coctel molotov en su interior. Esa misma tarde, los de Occident hicieron explotar una librería maoísta y los anarquistas intentaron incendiar, a su vez, una librería derechista. El día 31 de octubre, el ministro del Interior decretó por fin la disolución de Occident. muyinteresante.com.mx

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Sartre entrevista a Cohn-Bendit

Testimonios

de primavera Durante un mes vibrante e intenso, los cimientos del Viejo Mundo salido de la II Guerra Mundial temblaron y se atisbó uno nuevo. Dos íconos de ambas generaciones debatieron sobre ello.

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l 20 de mayo de 1968, la prestigiosa revista parisina Le Nouvel Observateur publicó un número especial para tratar de entender lo que estaba ocurriendo en Francia. Entre sus interesantes artículos, podía leerse una entrevista realizada por Jean-Paul Sartre al líder estudiantil

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anarquista Daniel Cohn-Bendit. A continuación, se ofrece una traducción de un extracto de la misma: J-PS: Lo que no entiende mucha gente es que no quieren establecer un programa, procurarle una estructura a su movimiento. Les reprochan querer derribarlo todo sin saber (o, en todo caso,

El viejo filósofo y el joven líder. Sartre entrevistó a Cohn-

Bendit en Mayo del 68. Esta foto es posterior, durante una rueda de prensa conjunta en Stuttgart, 1974.

sin explicar) lo que pondrían en su lugar. DC-B: ¡Ah, sí! Todos se tranquilizarían –y Pompidou el primero– si fundáramos un partido declarando: “Todas estas personas están de nuestro lado. Éstos son nuestros objetivos y así es como pensamos alcanzarlos”. De ese modo, sabrían cómo atajarnos, y a quiénes. Ya no se verían cara a cara con la “anarquía”, el “desorden” y “la efervescencia incontrolable”. La fuerza de nuestro movimiento se apoya precisamente en una espontaneidad “incontrolable” que produce el impulso sin querer canalizarlo ni utilizar en su beneficio la misma acción que ha desencadenado. Para nosotros, hay dos soluciones hoy por hoy. La primera es reunir a cinco personas con buena formación política, pedirles un programa con las reivindicaciones que parezcan más sólidas y luego decir: “He aquí la posición del movimiento estudiantil. Hagan lo que les dé la gana”. Ésa es la mala. La segunda consiste en hacer comprender la situa-

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LUGARES Y FECHAS DEL MAYO FRANCÉS

Una manifestación contra la Guerra de Vietnam inició el 20 de marzo las protestas.

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ción a un buen número de estudiantes y manifestantes, para lo cual hay que evitar crear ahora mismo una organización y definir un programa, lo cual inevitablemente resultaría paralizante. La única alternativa del movimiento se encuentra precisamente en ese desorden que permite a la gente hablar con toda libertad y que puede desembocar en alguna forma de organización. Ahora, por ejemplo, hay que renunciar a los mítines espectaculares y dedicarse a formar grupos de trabajo y acción. Eso es lo que intentamos en Nanterre. Pero, como la palabra ha sido súbitamente liberada en París, conviene que la gente se exprese. Dicen cosas confusas y faltas de interés porque ya se habían dicho cien veces, pero eso les permite preguntarse después de haberlas dicho: “¿Y ahora qué?”. Eso es lo importante, que el mayor número posible de estudiantes se pregunte: “¿Y ahora qué?”. Sólo entonces se podrá empezar a hablar de programas y estructuras. J-PS: Lo interesante en su movimiento es que sitúa a la imaginación en el poder. Disponen de una imaginación limitada, como todos, pero con muchas más ideas que sus predecesores. Nosotros hemos sido hechos de tal modo que tenemos una idea precisa de lo que es o no es posible. La clase obrera ha imaginado a menudo nuevos medios de lucha, pero siempre en función de la situación concreta en que se encon-

traba. En 1936, inventó la ocupación de fábricas porque era su única arma para explotar y consolidar un éxito electoral. Ustedes tienen una imaginación mucho más rica; las fórmulas que se han leído en las paredes de La Sorbona lo demuestran. De ustedes ha salido algo que sorprende y conmueve, algo que reniega de cuanto ha venido haciendo de nuestra sociedad lo que es hoy. Yo lo llamaría una extensión del campo de probabilidades. No renuncien. Más tarde, el 1 de junio, cuando la derrota de los revolucionarios era evidente, Sartre declaró: “El Partido Comunista ha traicionado la Revolución de Mayo. Se ha posicionado objetivamente con De Gaulle y ambos se han rendido un servicio mutuo”.

Algunos escenarios revolucionarios El American Express de la calle Scribe. El 20 de marzo de 1968, un grupo de estudiantes anarquistas y situacionistas de la Universidad de Nanterre se manifiesta contra la Guerra de Vietnam. A continuación, asaltan las oficinas de American Express. Hay media docena de detenciones. Como respuesta, surge el Movimiento 22 de Marzo, que será el germen de la protesta estudiantil. Las universidades de Nanterre y La Sorbona. El inmenso corredor central de Nanterre, con las paredes cubiertas por afiches multicolores, se encuentra

Espacios para la lucha. El 3 de mayo de 1968, tras la suspensión de las clases y el cierre de la Universi-

dad de Nanterre, el Movimiento 22 de Marzo ocupó La Sorbona, en París (arriba). La policía los desalojó tres días más tarde, pero volvieron a tomarla al cabo de una semana.

al rojo vivo desde los sucesos de marzo. A finales de abril, se producen altercados entre estudiantes izquierdistas y provocadores derechistas. El 3 de mayo, el decano de Nanterre, Grappin, decide suspender las clases y cerrar la Universidad. Sus estudiantes ocupan entonces La Sorbona, que es desalojada por la policía el día 6 y vuelta a ocupar por los estudiantes una semana después. El Barrio Latino. Tras el desalojo de La Sorbona, las manifestaciones se extienden por el Barrio Latino. El día 7, el bulevar Saint-Michel se llena con 40,000 manifestantes, entre los cuales hay muchos obreros jóvenes, a pesar de la prohibición de los sindicatos. Se manifiestan gritando: “Sí, somos un grupúsculo”. El Teatro Odeón, tomado por los universitarios, se convierte en un foro abierto. La noche del 10 de mayo, el Barrio Latino se llena de barricadas. A pesar las molestias oculares y respiratorias producidas por los gases lacrimógenos, los jóvenes levantan los adoquines y los transportan haciendo largas cadenas humanas para construir barricadas –como las famosas de las calles Gay-Lussac y Le Goff– que los CRS tienen que tomar al asalto. Las calles del Barrio Latino se iluminan con las llamas de los automóviles ardiendo. La última barricada de esa noche, la de la calle Blainville, se toma al amanecer. El día 24 regresan las barricadas y las hogueras, y se asaltan dos comisarías de policía. Cuando vuelve la calma, a las cinco de la mañana, se cuentan unos 800 heridos. Por otra parte, la plaza de Saint-Michel, cerca del río, se convierte en un punto de encuentro habitual de manifestaciones. El 13 de mayo, pasan por ella unos 800,000 manifestantes. Otros distritos de la ciudad también son escenarios de graves disturbios. Por ejemplo, Montparnasse, en cuya plaza Denfert-Rochereau el servicio de orden de la CGT impide que los estudiantes continúen marchando junto a los obreros en la manifestación conjunta que debía culminar en el Campo de Marte, lo cual produce serios enfrentamientos. La Bolsa. El día 24, los insurgentes asaltan el edificio de la Bolsa de París y tratan de incendiarlo sin éxito. Luego intentan dirigirse al ayuntamiento, pero la policía está enterada y consigue muyinteresante.com.mx

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taciones estudiantiles en París y provincias. Esa noche –la Noche de las Barricadas– tienen lugar los enfrentamientos más serios. Arden dos centenares de automóviles. La policía se emplea a fondo con todo su arsenal. El saldo es de 35 heridos graves y otros 350 leves.

Fase social

mayo, sus calles se llenaron de barricadas, coches volcados e incendiados, hogueras... La imagen es de la famosa calle Gay-Lussac, escenario de violentos choques entre los jóvenes y los Cuerpos Republicanos de Seguridad (CRS).

Muchos policías se negaron a atacar a los manifestantes por motivos de conciencia. impedirlo. Se produce el primer muerto: se trata de un estudiante alcanzado en el pecho por una granada. Ese mismo día, muere en Lyon un policía herido por un disparo. La ORTF. En los locales de la Oficina de la Radio-Televisión Francesa se viene librando una guerra sorda por la libertad de información. La presión gubernamental para ignorar los sucesos estudiantiles en TV se hace tan descarada que provoca las iras tanto de los profesionales de la comunicación como de los manifestantes. El día 16, tras el discurso de Pompidou, los estudiantes se plantean marchar contra la ORTF. Los líderes revolucionarios lo desaconsejan. Se produce una huelga: 12,000 profesionales la siguen. Durante cinco semanas cruciales, del 17 de mayo al 23 de junio, la televisión sólo ofrece servicios mínimos de transmisión.

1º de mayo. En el desfile del Día del Trabajo

se vivieron grandes tensiones. En la imagen, sindicalistas de la CGT agreden a unos estudiantes.

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Cronología de los sucesos (1968) Fase estudiantil Marzo 22: Creación del movimiento que lidera Daniel Cohn-Bendit. Abril 6: Congreso nacional del MJC (Casas de Jóvenes y de Cultura). 23: André Malraux repone en su puesto a Henri Langlois, director de la Cinemateca de París. 29-30: Enfrentamientos entre estudiantes de izquierdas y de derechas en el Barrio Latino y en Nanterre. Mayo 1: Desfile del 1º de mayo. Se detecta entre los manifestantes una actitud amenazante. 3: Clausura de Nanterre. Los estudiantes toman La Sorbona. La policía la desaloja y los expulsados ocupan el Barrio Latino. De madrugada, los CRS cargan contra ellos y el resultado es un montón de heridos. Para el PCF, se trata de “un grupo de falsos revolucionarios que conviene desenmascarar”. 5: Son encarcelados seis estudiantes. 6: Barricadas en el Barrio Latino. La policía las asalta, con un balance de 500 heridos. 7: De Gaulle advierte de que no tolerará altercados en la vía pública. 9: Las conversaciones entre los estudiantes y las autoridades francesas fracasan por completo. 10: Durante el día, grandes manifes-

Fase política mayo 18: De Gaulle regresa a Francia. 19: Grandes debates sobre la situación en el seno del gobierno. 20: La ORTF deja de emitir su programación habitual. 21: El Banco de Francia, en huelga. 22: De Gaulle gana la moción de censura mientras cientos de estudiantes rodean el edificio de la Asamblea. Los taxis se declaran en huelga por tiempo ilimitado. A Cohn-Bendit, de viaje en Alemania, se le impide regresar a Francia. 23: Los sindicatos policiales avisan de

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Barrio Latino: campo de batalla. Del 7 al 24 de

mayo 11: CGT y FEN (Federación de la Educación Nacional) responden al fin y declaran la huelga general para el día 13. Esa misma tarde, Pompidou da a conocer su “buena disposición”: libera a los estudiantes detenidos y ofrece cambios en la educación. 13: Éxito de la huelga general. Un millón de manifestantes inundan París. 14: Los obreros ocupan la gran factoría de Sud-Aviation en Nantes. De Gaulle viaja a Rumania. La Asamblea Nacional plantea una moción de censura. 15: Titular de Le Figaro: “El poder está en la calle”. La huelga estudiantil se generaliza en el país. Ocupación de la Renault por sus obreros. Toma del Teatro Odeón por los estudiantes. Los taxis de París se declaran en huelga. 16: Multiplicación de las huelgas y las ocupaciones. Se producen contactos entre estudiantes y obreros en huelga. Pompidou avisa por televisión de que el gobierno impondrá el orden. Los estudiantes proponen marchar contra la ORTF. El Festival de Cine de Cannes queda suspendido. 17: El PCF se declara ahora del lado de los estudiantes. Las huelgas se multiplican y alcanzan incluso a la estratégica SNCF (Ferrocarriles Franceses).

LUGARES Y FECHAS DEL MAYO FRANCÉS

Los muertos de la revolución

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iempre se ha visto con cierta perplejidad el escaso número de víctimas mortales que produjeron los alborotos y enfrentamientos del Mayo francés, habida cuenta de la cantidad ingente de personas involucradas y de la violencia con que se manifestaron, que causó miles de heridos. Pero es que los estudiantes no eran asesinos, y los mandos policiales, dirigidos por sus jefes políticos, tampoco actuaron con la intención de masacrarlos, lo que hubieran podido hacer de haberse empleado a fondo. Los muertos oficialmente reconocidos son cinco, sólo uno de ellos en París: Philippe Mathérion, de 26 años, cuyo cadáver se descubrió al amanecer del

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que, si se les utiliza sistemáticamente contra los manifestantes, empezarán a considerar sus intervenciones como casos de conciencia. Por la noche, desórdenes en el Barrio Latino con un centenar de heridos. 24: Unos 200,000 campesinos se manifiestan en todo el país. El cómputo de huelguistas alcanza la cifra de 10,000,000. Llegan voces de la jerarquía católica simpatizando con las reivindicaciones estudiantiles y obreras. La Bolsa de París es saqueada. Comienza a sentirse el desabastecimiento de gasolina. De Gaulle propone un plebiscito para el 16 de junio, que la oposición rechaza unánimemente. Manifestaciones con heridos en Burdeos y Grenoble. Una

día 25 en la barricada de la rue des Écoles. El día 24 también murió en Lyon, mientras protegía el puente Lafayette, el comisario René Lacroix, arrollado por un camión vacío dirigido contra el puente, con el volante atado y el acelerador forzado. Las otras tres víctimas mortales se produjeron en junio, en la época del aparente apaciguamiento estudiantil y la vuelta al trabajo de los obreros en huelga. El día 10, el estudiante maoísta de 17 años Gilles Tautin participaba en una manifestación de apoyo a los huelguistas de la Renault de Flins cuando fueron localizados por un grupo de gendarmes. Los muchachos decidieron cruzar el Sena a nado para huir de los guardias. Tautin no

marea humana recorre el centro de París exigiendo un “gobierno popular”. Se producen los dos primeros muertos. 25: Se inician en el Ministerio de Trabajo (calle de Grenelle) las conversaciones tripartitas entre el gobierno –cuyo negociador principal es el secretario de Estado, Jacques Chirac–, la organización patronal y cinco sindicatos. La huelga de la ORTF se endurece y se amplía. 27: Se firman los llamados Pactos de Grenelle, que recogen pequeñas mejoras laborales y algunos aumentos de salarios. Los trabajadores los rechazan considerando que son insuficientes y que no están a la altura de la posición de fuerza en que se sienten. Comienzan nuevas huelgas en provin-

La revuelta en el campo. El 24 de mayo,

200,000 campesinos y granjeros se manifestaron en toda Francia. Aquí, un grupo de agricultores de Nantes con una pancarta contra Pompidou.

Sobre estas líneas, estudiantes

portando la foto de Gilles Tautin (que se ahogó en el Sena huyendo de la policía) en su funeral, el 15 de junio.

consiguió imponerse a la fuerza del río y desapareció arrastrado por la corriente. Los últimos dos muertos fueron dos obreros de la Peugeot de Sochaux, Pierre Beylot y Henri Blanchet, que recibieron sendas balas “perdidas”. Esos cinco son los oficiales, pero es posible que el número fuera mucho mayor, ya que durante los sucesos se registró más de un centenar de denuncias por desaparición de personas.

cias. La izquierda no comunista convoca un gran mitin. 28: Dimite el ministro de Educación, Alain Peyrefitte. Mitterrand se ofrece como candidato a la presidencia si fracasa el plebiscito planteado por De Gaulle. La SNCF rompe las negociaciones para concluir la huelga. 29: Grandes manifestaciones en todo el país. Los comunistas reúnen a 800,000 personas en París. Vuelven los gritos de “gobierno popular”. De Gaulle desaparece de escena para mantener una conversación secreta con los mandos del ejército. Se forman corrillos dentro del propio gobierno. Mendès-France se postula como candidato de la unión de izquierdas. 30: Mientras el PCF endurece sus posiciones tras una reunión de su comité central, Charles de Gaulle convoca a los ministros y a continuación se dirige por radio a los ciudadanos en tono severo y amenazante. Avisa de que Francia puede caer en manos de una dictadura comunista y llama a la respuesta cívica. Esa misma tarde, los partidarios del general llevan a cabo una gran manifestación, con los ministros a la cabeza, que reúne a 300,000 personas con banderas nacionales y regionales. Es el punto de inflexión a partir del cual las aguas volverán poco a poco a su cauce en los días sucesivos; pero no sin que antes se produzcan otros tres muertos en provincias. muyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Otra forma de ver el mundo. La gris realidad

que se le presentaba a toda una generación la llevó a cuestionarse los paradigmas sociales establecidos, los cuales acabaría rehuyendo para abrirse a nuevos horizontes, más libres y creativos. En la foto, una chica baila en primer plano ante una multitud en el Venice Beach Rock Festival de 1968.

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Contracultura y revolución sexual

Nace

una

sociedad más libre

Los movimientos contestatarios y juveniles surgidos en la década de 1960 se caracterizaron por el pacifismo, la apuesta por las drogas, una nueva sexualidad y la actitud inconformista hacia las estructuras vigentes. Por Fernando Cohnen

E

n 1968, la juventud occidental se declaró en estado de insumisión. Fue una inesperada explosión de rebeldía y deseo de cambio cuyas primeras manifestaciones se habían producido antes en Estados Unidos, donde los jóvenes se sentían hijos de un mundo sin futuro, unas instituciones represoras, unos padres autoritarios, anclados en el falso confort del consumismo, así como gobiernos que sólo ofrecían violencia y control en lugar de libertad y fraternidad. Esos muchachos eran los retoños de una clase media bien asentada que disfrutaba de uno de los momentos de mayor prosperidad económica de la posguerra. Aquel tsunami emergente de descontento, que derivó en uno de los choques generacionales más intensos de la historia, fue bautizado como “contracultura”, una rebelión que pasó de Estados Unidos al Reino Unido y posteriormente floreció en el resto del mundo occidental, entre los primeros años sesenta y mediados de los setenta. Su mayor efervescencia coincidió con el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, la irrupción de los Panteras Negras y los hippies, la eclosión de diversos grupos políticos de la nueva izquierda, ajenos a los partidos y sindicatos tradicionales.

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Los tiempos están cambiando Los grupos musicales –Frank Zappa & The Mothers of Invention, Crosby, Stills & Nash, The Doors...–, los happenings, la prensa alternativa y los comics underground contribuyeron a dar forma a la contracultura. Muchos de aquellos jóvenes que, pocos años antes del crucial 1968, habían escuchado

las canciones de Bob Dylan “The Times They Are A-Changin’” y “Like a Rolling Stone” buscaban hacer un mundo propio, libre de violencia, engaño, competitividad y tecnología, un mundo totalmente ajeno al que habían puesto en pie sus padres. Mientras los hippies optaban por la psicodelia y la exaltación de la naturaleza, los jóvenes afroamericanos y latinos reclamaban a gritos su lugar en una nación que los había dejado de lado. A ellos se unieron los estudiantes blancos que se rebelaron en los campus universitarios. Esta generación condenaba la corrupción política en Washington y el racismo imperante en la sociedad estadounidense, dos males que facilitaron los asesinatos de Malcolm X –en 1965– y Martin Luther King –en abril del 68–, activistas de los derechos civiles afroamericanos, así como el de Robert F. Kennedy (acaecido sólo dos meses después que el de King).

No a la violencia Los jóvenes que integraban la contracultura acusaron al gobierno de mantener oscuras relaciones con la mafia y denunciaron las presiones del lobby de la industria armamentística para que el Pentágono incrementara su implicación en la Guerra de Vietnam, lo que supuso la llamada a filas de miles y miles de ellos. Muchos reaccionaron quemando sus cartillas militares y huyendo de su país para exiliarse en el extranjero. Nacida de la violencia, la sociedad estadounidense no cesaba de generar lo mismo. Fueron los padres de esos jóvenes contestatarios los que apoyaron el lanzamiento de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, y ahora aprobaban la política intervencionista de los presidentes Jomuyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO Beatniks, el antecedente

Voces de la angustia vital. Los

escritores de la Generación Beat, como Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Gregory Corso (en la foto, de 1957, en ese orden), dieron rienda suelta a un lirismo cargado de compromiso social que anticipó los sesenta.

Del caos a la obra de arte. Jackson

Pollock (abajo, con un lienzo expresionista abstracto) revolucionó la forma de pintar con el dripping (pintura salpicada), técnica que eliminaba el concepto de composición.

hnson y Nixon y miraban para otro lado cuando la prensa develaba una matanza en alguna aldea perdida de Vietnam. Por ejemplo, el aquelarre criminal que se produjo el 16 de marzo de 1968 cuando tropas estadounidenses lanzaron una operación en la región de Son My, supuestamente para localizar grupos de resistencia del Vietcong. El oficial William Laws Calley y sus hombres fueron asignados a la aldea de My Lai. A lo largo de cuatro horas, los soldados violaron a las mujeres y niñas, mataron al ganado y prendieron fuego a las casas, arrasando por completo el poblado. Luego reunieron a los supervivientes y los acribillaron sin piedad junto a una acequia. En total, murieron más de 500 civiles inocentes. Esos crímenes y la escalada de bombardeos sobre Vietnam del Norte, Camboya y Laos, así como los gravísimos disturbios raciales en Washington, Newark o Detroit, movilizaron a la población afroamericana y a buena parte de la juventud estadounidense y europea. Al mismo tiempo que los canales de televisión informaban abiertamente de la crudeza de las cargas policiales en los grandes guetos y de los estragos de la guerra en el sureste asiático, la opinión pública comenzó a entender que las cosas no estaban yendo tan bien como aseguraba el gobierno.

Pero ¿cuáles fueron los orígenes de la contracultura? Sus raíces se remontan a la década de 1950, cuando emergieron los hipsters, bohemios estadounidenses que se sentían atrapados en una sociedad puritana, aburrida y muy autoritaria. Junto a ellos aparecieron los beatniks, jóvenes que querían hacer oír sus propias voces en un sentido más existencial que político. Si muchos hipsters cayeron en el lado oscuro de la heroína, los beatniks abrazaron la mariguana, misticismo y filosofía oriental, así como el disfrute del sexo libre y los fraseos jazzísticos del bebop de Charlie Parker. El beatnik era un tipo pacifista que criticaba la hipócrita sociedad en la que vivía y que rechazaba de plano el talante militarista del gobierno estadounidense. Mientras que los hipsters se extinguieron sumidos en el sueño letal de los opiáceos, los beatniks dieron voz propia a su angustia en novelas como En el camino, de Jack Kerouac (1957), y poemas como “Aullido”, de Allen Ginsberg (1956). Las principales influencias de Ginsberg fueron los textos literarios de Walt Whitman, Herman Melville y William Blake, filtrados a través de las tesis izquierdistas de los años treinta, lo que daba a su obra un tono lírico y espiritual, así como de protesta y compromiso social. Pero la mayoría de los beatniks no estaba comprometida con ningún programa social. Para ellos lo fundamental era el concepto de impulso, que identificaban con la energía vital del bebop. Uno de los grandes artistas de la época, Jackson Pollock, el padre de la action painting, consideraba el lienzo como un terreno abierto sobre el cual habría que actuar con impulso y rebosante energía. Esa energía era la que podía llegar a sublimar la angustia desgarrada del beatnik, una de cuyas preocupaciones giraba en torno al peligro que representaba la proliferación de bombas atómicas en su propio país y en la entonces Unión Soviética. Una vez finalizadas la Guerra de Corea y la caza de brujas llevada a cabo por el senador Joseph McCarthy, Estados Unidos vio cómo la Unión Soviética instalaba misiles de cabeza atómica en Cuba, lo que intensificó la Guerra Fría entre las dos superpotencias. Fue el momento en que el mundo estuvo más cerca del desastre nuclear.

En 1967, el cantante Scott McKenzie acudió al primer Festival de Monterey (California), que reunió a más de 100,000 jóvenes que corearon con él la letra de la canción San Francisco: “If you’re going to San Francisco, be sure to wear some flowers in your hair” (“Si vas a San Francisco, asegúrate de llevar algunas flores en el pelo”). Compuesta por John Phillips, del grupo The Mamas & The Papas, 80

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Himnos del movimiento hippie

se convirtió en himno del movimiento hippie. Algunos de los jóvenes que acudieron a Monterey ya vivían en comunidades ubicadas en las californianas localidades de Berkeley y Sausalito (desde donde se puede admirar una magnífica vista de San Francisco). Allí practicaban el amor libre y experimentaban con ácido lisérgico (LSD) y otras sustancias alucinógenas. Los hippies rechazaron la participación política y muchos se replegaron o autoexiliaron en la naturaleza, lo que les acercó a Henry David Thoreau (1817-1862), un filósofo y naturalista de mediados del siglo XIX que alertó de que la obsesión por la industrialización y el progreso provocaría el alejamiento del ser humano de la naturaleza. Aquella visión del mundo encajaba plenamente con el movimiento Flower Power, cuyos integrantes también seguían los dictados de un gurú llamado Timothy Leary, un extravagante psicólogo entusiasta del uso de drogas psicotrópicas que enseñaba en la Universidad de Harvard. El rock psicodélico de Jefferson Airplane hizo un homenaje a ese mundo en su canción “White Rabbit”, cuya letra establece paralelismos entre Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, y los efectos del LSD. Otra parte importante de la banda sonora de 1968 fue el álbum Super Session, ideado por tres grandes músicos: Bloomfield, Kooper y Stills.

En lucha contra el sistema Para los conservadores estadounidenses y europeos, los hippies eran una molesta pandilla de harapientos y holgazanes, cuyo estilo de vida en torno a las drogas los alejaba de toda realidad. Para algunos grupos de la nueva izquierda, la actitud beatífica de aquellos jóvenes alucinados era

Celebración colectiva. En las fiestas hippies de la ciudad de Los Ángeles, para exaltar la paz y el amor, llamadas Love-in, miles de jóvenes ocupaban el parque Elysian y bailaban como refleja esta foto de 1968.

Los estudiantes universitarios rechazaban la corrupción política de Washington y el racismo en EUA. absolutamente insolidaria, ya que no contribuía en nada a la lucha contra el sistema. El interés de los hippies por la filosofía y las religiones orientales embarcó a muchos de ellos en una larga peregrinación a la India, donde se agruparon en comunas para practicar una vida más sosegada y pacífica que sus padres. El amor, que era el símbolo de su resistencia pasiva, las flores, las amplias túnicas batik y las largas melenas fueron algunos de sus rasgos de identidad. Naturalmente, cómo no, la industria de la moda enseguida fagocitó la estética del Flower Power.

El filósofo del underground

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H

erbert Marcuse (1898-1979) fue un judío-alemán que se vio obligado a emigrar a Estados Unidos en 1934, ante el imparable ascenso de los nazis. Este filósofo de la Escuela de Frankfurt recaló en la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde continuó desarrollando su análisis crítico de la sociedad capitalista, cuya síntesis se encuentra en dos de sus obras principales: Eros y civilización (1955) y El hombre unidimensional (1964). Pensaba que el ser humano y la sociedad habían pasado a ser unidimensionales. La huida de ese círculo vicioso sólo era posible mediante la negación; en parte, a través de la crítica, pero también mediante la

“gran negativa” a seguir el juego social. Pensador influyente. El capitalismo avanzado, afirma Marcuse, ha generado, a través del Estado del bienestar, una mejora insignificante en el nivel de vida de los trabajadores y al tiempo ha provocado la desaparición del movimiento proletario. Para él, la sociedad industrial moderna ha logrado rebajar la libido del ser humano, reduciéndola al ámbito de la genitalidad. El freno a la sublimación del instinto sexual y su encasillamiento en los genitales permiten a la sociedad industrializada disponer del resto del cuerpo humano para la producción capitalista. Como cabría esperar, estas ideas calaron profundamente en los movimientos estudiantiles

El filósofo y sociólogo judío Herbert Marcuse fue una de las principales figuras de la primera generación de la Escuela de Frankfurt.

y en los hippies de la década de 1960, mismos que se encontraban inmersos en plena revolución sexual. Así, las reflexiones de Marcuse tuvieron gran influencia sobre la contracultura en Estados Unidos y Europa.

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

“Conecta, sintoniza y despréndete”.

Este lema del psicólogo Timothy Leary (19201996) fue seguido por el movimiento Flower Power, en el que se perseguía la liberación –en ocasiones, a través de las drogas– de cualquier atadura. Arriba, en un parque de Los Ángeles en 1967.

La evolución del Movimiento de los Derechos Civiles hacia la confrontación, y la del movimiento estudiantil hacia la difusión de las guerrillas urbanas, dejó a los hippies como el único grupo que favorecía la resistencia pasiva. Los militantes afroamericanos que se acercaron a los Panteras Negras y a otras organizaciones que confluían en la corriente del Black Power (Poder Negro) se fueron apartando de los objetivos políticos y métodos de rebelión de los movimientos estudiantiles. Éstos, a su vez, se implicaron todavía más en la oposición a la Guerra de Vietnam y en la resistencia a la llamada a filas de nuevos reemplazos. En noviembre de 1969, el grupo Creedence Clearwater Revival presentó un tema cuya cara B contenía “Fortunate Son”, una canción que pasó a ser una especie de himno contra la guerra y los poderosos. El creciente impulso de las protestas por la carnicería que se estaba produciendo en el sureste asiático derivó hacia grandes marchas por

la libertad, la ocupación de los campus universitarios, los levantamientos urbanos espontáneos y las manifestaciones de masas. El objetivo era sobrepasar la burocracia del poder establecido, ya fueran los partidos políticos o los sindicatos tradicionales. La liberación sexual reivindicó la desnudez del cuerpo humano, tal y como se pudo ver en 1969 en el Festival de Woodstock, donde algunas parejas deambulaban desvestidas sin ningún tipo de pudor entre las tiendas de campaña y el barrizal del entorno. Siguiendo a rajatabla la consigna de hacer el amor y no la guerra, esos jóvenes cuestionaron el papel tradicional de la mujer y del matrimonio. La revolución sexual facilitó la aceptación de las relaciones sexuales prematrimoniales, el reconocimiento de la homosexualidad y el surgimiento de otras formas de sexualidad. Uno de los pensadores que más influyeron en ese proceso de liberación fue Wilhelm Reich, un psicoanalista y sexólogo austriaco nacionalizado estadounidense que había muerto en 1957. En su libro La psicología de masas y el fascismo, Reich analizaba la relación existente entre la aceptación de la ideología fascista y la represión autoritaria de los impulsos sexuales. Los movimientos juveniles de la contracultura descubrieron en él al profeta de la revolución sexual.

La eclosión del feminismo En ese crucial año de 1968 nació The Feminists, una organización política que preconizaba la eliminación del matrimonio y de la familia. Sus seguidoras pensaban que los niños no pertenecían a nadie y debían ser cuidados y educados por la sociedad. También anunciaron el desarrollo de medios de reproducción extrauterinos, lo que dejaba de lado las relaciones sexuales por estar

Theodore Roszak, teórico de la contracultura

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portamiento concreto de la conciencia, y que el consumo de drogas psicotrópicas era una herramienta útil para lograr ese objetivo. En su libro analizaba la confluencia de diversos grupos, en apariencia dispersos, que tuvieron protagonismo en la contracultura: el pacifismo antibélico, una primera conciencia ecológica, los intentos de experimentar la realidad de diferente forma y la revolución sexual, entre otras manifestaciones. Revisión de su teoría. Veinte años después de las rebeliones de 1968, Roszak recordó que aquel movimiento llevó a un callejón sin salida, aunque tuvo momentos estelares. Fue la época en la

Roszak acuñó el término “contracultura” y reflexionó sobre el rechazo juvenil de los valores dominantes.

que los jóvenes ocuparon los campus universitarios para discutir sobre la paz, la justicia, la libertad y el gobierno, con un rechazo al control de arriba abajo. Tras una vida dedicada a impartir conferencias por medio mundo, falleció en 2011.

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E

ste profesor de Historia, nacido en Chicago en 1933, acuñó el término “contracultura”, que hacía referencia al rechazo de los valores dominantes por parte de la juventud de los países desarrollados. En 1968, Roszak publicó El nacimiento de una contracultura (reedición española en Kairós, 2005), un libro en el que acertaba a ver el malestar de una parte de los jóvenes con la tecnocracia y los esquemas de relación familiar y sexual tradicionales. Roszak afirmaba que existen otras formas de conciencia distintas a las del hombre mediocre. Pensaba que la experiencia psicodélica era una exploración del com-

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La psicodelia hecha música. Jefferson Airplane (en la foto) fue la banda de música pionera del movimiento influido por el LSD en la escena de San Francisco, la cual gozó de gran éxito comercial y crítico.

basadas en relaciones de dominación por parte de los hombres, por lo que había que encontrar nuevos modos de satisfacción sexual. Hubo otros grupos feministas menos radicales, como la National Organization for Women, cuyo programa incluía peticiones legislativas para la abolición de las leyes contra el aborto. En 1961, la empresa farmacéutica alemana Schering había sacado al mercado “la píldora”, el primer método anticonceptivo hormonal. El conservadurismo y puritanismo imperantes en Europa y Estados Unidos llevaron a pensar que ese fármaco “infernal” traería una ola de promiscuidad imparable, así como un deterioro de la moral y las costumbres. Lo que sí trajo la píldora fue la libertad sexual de las mujeres, que ya no tenían que temer el embarazo indeseado o recurrir al aborto clandestino. Fue sin duda un gran paso hacia la emancipación del género. Pero ¿cómo pudo ser que, casi de improviso, la contracultura se produjera de forma simultánea en muchos países? Algunos apuntan a la música.“Desde los primeros conciertos de los Beatles en 1963, la música era la principal forma de contestación juvenil [...]. Los Rolling Stones, Jimi Hendrix o Janis Joplin no captaron el espíritu de su generación sólo en Estados Unidos y Gran Bretaña. Gracias a las nuevas técnicas de comunicación, fueron oídos y admirados en todo el planeta”, señalan Daniel Cohn-Bendit y Rüdiger Dammann en el libro La rebelión del 68. La televisión y las emisoras de FM permitieron que los jóvenes estadounidenses y europeos escucharan a la vez el “We Gotta Get out of This Place” de Eric Burdon and The Animals, una canción que expresaba el deseo de muchos de ellos: huir del hogar paterno, huir lejos de la escuela, huir de una pequeña ciudad de provincias y viajar a lo desconocido. Mientras los estudiantes de Berkeley tomaban el campus de su universidad, la capital británica se convertía en el Swinging London (Londres a la moda) de Carnaby Street, de Twi-

Imponente Pearl. Intérprete de poderosa voz y gran intensidad, Janis Joplin (1943-1970), apodada Pearl, fue un símbolo de la contracultura y la primera mujer en ser considerada una gran estrella del rock. Su disco Cheap Thrills fue uno de los más icónicos de 1968.

La liberación sexual reivindicó la desnudez del cuerpo humano, tal y como se pudo ver en el Festival de Woodstock. ggy, de The Who, Pink Floyd y de la minifalda de Mary Quant (popularizada desde 1965).

Una semilla bien germinada La contracultura jugó con el concepto de juventud como nación, como pueblo y como clase revolucionaria, lo que era muy peligroso. De hecho, esa fue una de las causas de su volatilidad y de su decadencia final. La creación de un hombre nuevo y de una nueva cultura dentro del viejo sistema, para corroerlo desde sus entrañas, no funcionó. El no-arte, los comics underground –como los del genial Robert Crumb–, la revolución sexual, los infinitos músicos que animaron la rebeldía (como The Doors, Neil Young o el grupo neoyorquino The Velvet Underground), las drogas duras, las blandas, los alucinógenos, los happenings, la diversión y toda la rabia y autodestrucción que uno pueda imaginar sólo consiguieron aliviar el dolor, no curar el mal. Era evidente que un Occidente altamente industrializado y a punto de entrar en la era cibernética no podía ser intimidado por el rechazo de sectores más o menos amplios de la juventud. Pero ¿queda algo de la contracultura? La primera impresión es que no sobrevive nada de aquello: la Guerra de Vietnam es historia y los hippies son una reliquia. Pero esa sensación es falsa. En 2010, Theodore Roszak, uno de los teóricos de aquel movimiento [ver recuadro], afirmó que el ecologismo creció en esos años y que hoy día es un movimiento a considerar en EUA y Europa. Otros signos de pervivencia de la contracultura los encontramos en la música, en algunas manifestaciones del arte pop, en la liberación de las conductas sexuales, en el orgullo del feminismo y del movimiento homosexual y en la tendencia a la “liberación” personal, a mirar la vida desde una perspectiva propia, ajena a los dictados externos.

LIBRO Cartas, Jack Kerouac y Allen Ginsberg. Anagrama, 2012. Esta correspondencia entre los dos miembros más célebres de la Generación Beat constituye un activo laboratorio en el que ambos compartían y discutían sin cesar sus ideas, en evolución constante.

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Nace la Teología de la Liberación

La Iglesia

se abre a los

pobres

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A finales de los años sesenta, irrumpió en el catolicismo una nueva corriente que se posicionó del lado de los desheredados e intentó devolverles la esperanza, aunque ello supusiera desafiar a la oligarquía dominante en algunos de los países más castigados de América. Por José Luis Hernández Garvi, escritor

M

ucho antes de que la Teología de la Liberación ocupara titulares de prensa y generara encendidas polémicas entre los poderes establecidos, tanto eclesiásticos como civiles, sus principios básicos fueron establecidos por unos precursores que fueron un claro exponente de un humanismo de naturaleza cristiana y cuyos logros han sido casi siempre relegados al olvido por el peso abrumador de la Leyenda Negra. En este sentido, algunos autores y teólogos afirman que ya en el siglo XVI, muchos de los misioneros españoles enviados al Nuevo Mundo para evangelizar estas remotas tierras se anticiparon en cuatro siglos a la experiencia teológica liberadora que sacudió los cimientos más conservadores y reaccionarios existentes en la Iglesia católica en 1968. Uno de los primeros habría sido el fraile dominico Antonio de Montesinos, quien a principios del siglo XVI contempló horrorizado cómo en América los conquistadores españoles, dejándose arrastrar por la codicia y mediante el uso de la fuerza, explotaban cruelmente a los indígenas. En sus escritos llegó a denunciar que los nativos habían sido “... destruidos en cuerpo y alma...” y que, bajo las condiciones que padecían, nunca podrían “... ser cristianos ni vivir”. En un sermón pronunciado en diciembre de 1511 en la ciudad de Santo Domingo ante un grupo de fieles formado en su mayoría por brutales encomenderos, Montesinos los acusó de estar en pecado mortal por “... la tiranía que usáis contra estas inocentes víctimas”, frase que acabó siendo esculpida en la base del monumento que se dedicó a la figura del fraile en la capital de la República Dominicana.

FOTO: LARRY TOWELL / MAGNUM PHOTOS / CONTACTO

Los frailes precursores

Un reino de este mundo. La lucha del sector de la Iglesia partidario de la Teología de la Liberación en América superó el ámbito religioso para alcanzar la naturaleza de movimiento social. En la foto, dos miembros del Ejército salvadoreño custodian la iglesia de Santa Lucía en la localidad de Cabanas, próxima al cerro de Guazapa, una de las zonas de mayor conflicto en la época de la guerra en El Salvador.

Las palabras de Montesinos causaron una profunda conmoción entre los colonizadores, y el virrey Diego Colón exigió su expulsión inmediata por poner en evidencia los métodos inhumanos empleados por los encomenderos. La polémica se trasladó hasta España, donde una junta de teólogos discutió las razones presentadas por ambas partes. Fruto de sus deliberaciones nacieron las Leyes de Burgos, compendio legislativo que abolió la esclavitud indígena en el Nuevo Mundo. En este breve repaso de los pioneros de la teología liberadora, la personalidad de Bartolomé de las Casas es posiblemente la más relevante y recordada. Menos conocidas son su participación en la conquista sangrienta del Caribe y su faceta como encomendero. Fue en 1514, con 40 años de edad, cuando se produjo su radical conversión al criticar con dureza las injusticias cometidas contra los indígenas y denunciar ante el rey los horrores de la conquista sin ahorrar en detalles. Defensor de la liberación de los esclavos y la eliminación de las encomiendas, el principal fundamento filosófico y teológico de su discurso era el reconocimiento de los derechos humanos de la población, partiendo de la igualdad de todos los hombres ante Dios. Se puede considerar al también dominico Antonio de Valdivieso, discípulo de Bartolomé de Las Casas y tercer obispo de Managua, como otro de los pilares sobre sobre los que se asentó la génesis primitiva de la Teología de la Liberación. En sus escritos dirigidos al rey, Valdivieso describió el sometimiento y la falta de libertad en la que vivían los indios del Nuevo Mundo bajo el yugo de los conquistadores ávidos de riquezas. Enfrentado a Rodrigo de Contreras, gobernador de Nicaragua, Valdivieso murió asesinado de varias estocadas a manos de un grupo de sicarios enviados por el propio Contreras. muyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Conquista y evangelización. Los primeros cristianos que hubo en la Nueva España fueron bautizados por el fraile Bartolomé de Olmedo, que acompañó a Hernán Cortés en su conquista de territorios del Nuevo Mundo. Arriba, se representa un bautismo en esta obra de Miguel y Juan González de 1698.

Sermón de denuncia. El domi-

nico Antonio de Montesinos (representado en este monumento, Santo Domingo) se preocupó de defender a los indígenas americanos de los abusos y malos tratos que se estaban cometiendo contra ellos en 1511.

Mucho tiempo después, en la década de 1950, la mayor parte de América Latina se encontraba lastrada por un retraso económico y social endémico, con una población empobrecida que sufría unas condiciones de vida que, salvando las distancias, no eran muy distintas de las que padecieron los indígenas bajo el dominio de los conquistadores siglos antes. Una minoría oligárquica oprimía a unas clases populares para las que no había esperanza. Fue en este caldo de cultivo donde surgieron los primeros movimientos sociales que buscaban el cambio, implicándose en una lucha que encontró eco en algunos sectores de la Iglesia católica. En los documentos en los que se recogieron las conclusiones finales del Concilio Vaticano II (1962-1965) no se hizo referencia a la “Iglesia de los pobres”, concepto sólo planteado de forma tímida por algunos representantes de la jerarquía eclesiástica. A pesar de este injustificable olvido, algunos destacados obispos latinoamericanos no dudaron en manifestar su compromiso con los más pobres. Y así, en 1968, tres años después de la clausura del Concilio, un nutrido grupo de estos obispos concienciados asistió a la Conferencia General de Medellín, donde, del 26 de agosto al 8 de septiembre y asesorados por teólogos, sociólogos y economistas, hicieron un análisis de la realidad latinoamericana y llegaron a la conclusión de que era posible, a través de un proyecto de evangelización liberadora aplicable a toda Hispanoamérica, cambiar las estructuras insolidarias que se cebaban con los más desfavorecidos. Este proyecto quedó plasmado en el Documento de Medellín, piedra fundacional de la Teología de la Liberación junto con

la Declaración por la libertad de la teología, redactada y publicada ese mismo año por el teólogo suizo Hans Küng y suscrita por 1,322 eclesiásticos; entre ellos, el entonces progresista Joseph Ratzinger. Por tanto, 1968, como en los diferentes ámbitos de la sociedad y en todos los lugares del mundo, también fue un año revolucionario en la Iglesia sudamericana.

El germen: el Pacto de las Catacumbas Más tarde, la Conferencia Episcopal de Puebla, celebrada en 1979, apuntalaría las bases sobre las que se levantó el edificio doctrinal de la Teología de la Liberación, poniendo en práctica los principios de la “Iglesia de los pobres”. Como era de esperar, los sectores políticos y económicos más reaccionarios de las sociedades latinoamericanas no estaban dispuestos a consentir que un determinado sector de la Iglesia católica, hasta entonces sumisa a los dictados emanados de la voluntad de las élites privilegiadas, agitara la conciencia de las grandes masas empobrecidas, instrumentalizando la religión desde un punto de vista social y hasta político. De la misma forma, el poderoso y paternalista amigo del norte, que en medio de las tensiones de la Guerra Fría veía con recelo cualquier sospechoso intento de cambio que pudiera alterar el frágil equilibrio que se mantenía en Latinoamérica, consideró la fuerza con la que la Teología de la Liberación irrumpió en las sociedades de su ámbito de actuación como una amenaza contra el sistema establecido, que tal vez fuera necesario cortar de raíz. Como reflejo de estos nuevos aires que, a mediados de la década de los sesenta, empezaron a soplar en la cúpula de la jerarquía eclesiástica, se produjo un acontecimiento que es señalado por la mayoría de los autores como el momento en que la Teología de la Liberación –aún sin tal

FOTO: MADRID, MUSEUM OF AMERICA; ANTONIO CASTELLANOS

1968, Hans Küng y la Conferencia de Medellín

Los textos fundacionales de la Teología de la Liberación son de 1968: el Documento de Medellín y la Declaración... de Hans Küng. y necesitados. Con este gesto se buscaba “el advenimiento de otro orden social, nuevo, digno de los hijos del hombre y de los hijos de Dios”.

Una Iglesia acorde a los tiempos

El evento conciliador. Convocado por el papa Juan XXIII en 1962, en el Concilio Vaticano II se pretendió abrir un diálogo con el mundo moderno, actualizando la vida de la Iglesia para adaptarla a nuevos métodos y necesidades. Aquí, un instante de una sesión del Concilio ecuménico en octubre de ese año.

nombre– se presentó ante el mundo. Durante la celebración de las últimas sesiones del Concilio Vaticano II en Roma, un nutrido grupo de obispos firmó un documento, después de oficiar la eucaristía en la Catacumba de Domitila, en virtud del cual se comprometían a abandonar cualquier signo de ostentación, a llevar una vida sencilla y volcar su labor pastoral hacia los más pobres. El que acabaría siendo conocido como Pacto de las Catacumbas constaba de 13 cláusulas que describían los principios por los que se debían regir a partir de entonces los actos de los firmantes, rechazando los símbolos de estatus y la proximidad a los poderosos para concentrarse en el ejercicio de la virtudes cristianas, en especial la caridad y la justicia, hacia los más pobres

Los impulsores del Pacto de las Catacumbas fueron obispos latinoamericanos que mantuvieron en secreto su identidad, en un intento de no interferir en las deliberaciones del Concilio. Posteriormente se sumaron al texto prelados europeos, africanos y asiáticos, en un movimiento teológico y social sin precedentes que se extendió rápidamente entre las comunidades cristianas de base. Por primera vez en mucho tiempo, la jerarquía eclesiástica se había mostrado receptiva ante los graves problemas sociales que padecían los países del Tercer Mundo y había sabido adaptarse a las necesidades de su tiempo, decidida a tomar parte activa en las soluciones. Cumpliendo con los preceptos recogidos en el Pacto, los obispos se mostraron dispuestos a presionar a sus respectivos gobiernos para que pusieran en práctica leyes y medidas que, bajo la autoridad moral de un ejercicio responsable de los principios de justicia legal y social, buscasen la igualdad de todos los hombres, en un contexto de libertad que amparase un nuevo orden digno para todos los hijos de Dios. También hicieron un llamamiento a seglares y no creyentes para co-

Monseñor Romero, beato y mártir de la Iglesia

FOTO: EFE ZUMA /PRESS

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esde el púlpito, Óscar Arnulfo Romero (1917-1980), arzobispo metropolitano de San Salvador, dirigió su dedo acusador contra el brazo ejecutor de la oligarquía de su país. A finales de los años ochenta, sus homilías expresaban sin rodeos su más enérgica repulsa contra las violaciones de los derechos humanos que cometían en su país las fuerzas del orden y los paramilitares. Sus palabras se convirtieron en la única esperanza de todos aquellos que eran víctimas de un sistema explotador y corrupto, que sumía en la miseria a las clases más desfavorecidas. Monseñor Romero se posicionó del lado de los más débiles, defendiendo sus derechos frente a los crímenes co-

metidos por los siniestros escuadrones de la muerte, que sembraban el terror por todo el país. Situado en el punto de mira de aquellos a los que denunciaba, el 9 de marzo de 1980 fue descubierta una bomba que no llegó a estallar bajo el altar mayor de la basílica del Sagrado Corazón, donde Romero iba a oficiar una misa. Aquel atentado frustrado no desanimó a los que estaban decididos a terminar con su vida. Inspiración para sus compañeros. El lunes 24 de marzo de 1980, monseñor Romero murió de un disparo certero en el corazón mientras oficiaba misa en la capilla del Hospital Divina Providencia de San Salvador. Aunque en varias ocasiones negó expresamente su militancia dentro de la corriente de la Teología

Canonizado, Romero

saluda a los feligreses a la salida de la iglesia, en 1979.

de la Liberación, su ejemplo y sacrificio inspiraron a muchos de sus más destacados representantes. Beatificado en mayo de 2015, el proceso de canonización está pendiente de la confirmación eclesiástica de alguno de los milagros que se atribuyen a su intercesión.

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Los curas obreros donde fueron conocidos como “curas villeros”, expresión que hacía referencia a la labor pastoral y benéfica que desarrollaban en las conocidas como “villas miseria”, los inmensos asentamientos de barracas en los suburbios de las capitales sudamericanas. Fue en una de estas villas miseria donde un sacerdote llamado Jorge Bergoglio, el actual papa Francisco, realizó su labor de ayuda a los más necesitados. Identificado plenamente con los principios doctrinales de la Teología de la Liberación, el movimiento de los curas obreros también llegó a la España de los últimos años del franquismo, donde desplegó una intensa actividad en defensa de los derechos de los trabajadores, lo que convirtió a sus más destacados representantes en objetivo de la represión del régimen. Así, algunos de ellos pagaron con penas de cárcel su compromiso con los más débiles, compartiendo destino con los sacerdotes latinoamericanos que les habían inspirado.

En esta fotografía, tomada en

marzo de 2008, el entonces cardenal argentino J. Bergoglio –hoy papa Francisco– lava los pies de unos drogodependientes en Buenos Aires.

laborar juntos a la hora de alcanzar dichos fines. La respuesta a esta iniciativa por parte de los respectivos gobiernos aludidos no se hizo esperar, adquiriendo la forma de una dura represión, a la que no le importó pasar por encima de aquellos representantes de la Iglesia que se habían erigido en defensores de unos pobres a los que hasta entonces nadie había prestado atención. 88

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Lucha antirracista. El obispo inglés Trevor Huddleston (1913-1998) fue un activista contra el apartheid. En la foto, en un acto contra la venta de armas a Sudáfrica en Londres,1971.

La delgada línea roja Aquellos que atacaron la Teología de la Liberación, acusándola de instigar movimientos subversivos y revolucionarios en Latinoamérica, argumentaron que había sido contaminada por el marxismo, ideología que debía ser considerada en el polo opuesto de los valores defendidos por el cristianismo. En medio de esta controversia, agitada por denuncias generalizadas y en muchos casos sin fundamento, hubo tendencia a confundir las críticas contra los abusos del poder establecido y la defensa de los derechos humanos con una militancia activa en una ideología próxima al marxismo. Así, dejando a un lado polémicas interesadas, que fueron propagadas para desprestigiar a todo un movimiento, lo cierto es que algunos representantes de la Teología de la Liberación caminaron por la delgada línea roja roja que separaba política de religión. A principios de la década de los cincuenta, algunos pensadores cristianos latinoamericanos se sirvieron de conceptos del marxismo para intentar analizar la sociedad y buscar soluciones a los graves problemas que afectaban a sus países. En este mismo sentido, la violencia que desde el Estado se ejercía contra aquellos que elevaban la voz reclamando justicia les llevó a ponerse del lado de los movimientos guerrilleros, que combatían con la fuerza de las armas los abusos del poder establecido. Existe la tendencia generalizada a creer que la Teología de la Liberación fue un movimiento renovador exclusivo de la Iglesia católica. Sin embargo, sus principios fueron también adoptados por otras confesiones cristianas, como por ejemplo la protestante, la evangélica o la anglicana. Teniendo presentes los elementos de denuncia social y política que definieron esta corriente teológica, en países como Estados Unidos o Sud-

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a presencia de los llamados curas obreros – también conocidos como “curas rojos”– se hizo patente en los centros de trabajo industriales y en las barriadas obreras de la Europa de la década de los cincuenta. Su deseo de integrarse plenamente en las comunidades de las que formaban parte para realizar su labor evangelizadora les llevó a aceptar los mismos puestos de trabajo de baja cualificación que eran el modesto sustento de muchos de sus feligreses. Militancia activa. La jerarquía eclesiástica de aquellos años no vio con buenos ojos el acercamiento, y en algunos casos la militancia activa, de los curas obreros hacia organizaciones sindicales y políticas de ideología izquierdista, a las que consideraban más próximas a la realidad de pobreza y marginalidad que azotaba a la sociedad. El veto a su actuación provocó que algunos de ellos abandonaran Europa para instalarse en América Latina,

La Teología de la Liberación fue acusada por los sectores conservadores de instigar movimientos revolucionarios. áfrica se identificó con la lucha pacífica que se mantenía por defender los derechos civiles de la población afroamericana, en el primer caso, o contra el apartheid de la minoría blanca, en el segundo, un racismo violento que avergonzaba la conciencia del mundo.

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Los reaccionarios contraatacan Representante del ala más conservadora dentro de la Iglesia católica, el papa Juan Pablo II encargó a la Congregación para la Doctrina de la Fe la redacción de un extenso informe sobre la Teología de la Liberación. Los argumentos en los que se fundamentaba esta petición pusieron en evidencia algunos prejuicios, al presentar a esta corriente como defensora de “una interpretación innovadora del contenido de la fe y de la existencia cristiana que se aparta gravemente de la fe de la Iglesia; aún más, que constituye la negación práctica de la misma”. Los resultados del estudio fueron presentados en los documentos Libertatis Nuntius y Libertatis Conscientia. El primero fue publicado en 1984 y hacía referencia a los aspectos más reseñables de la Teología de Liberación, mientras que el segundo, aparecido en 1986, establecía una comparación entre Libertad Cristiana y Liberación. Muy críticos con la aproximación hacia el marxismo del movimiento, estos escritos contribuyeron decisivamente a la imagen nada favorable que Juan Pablo II se formó en torno a la Teología de la Liberación, opinión negativa que se manifestó con ocasión de la visita apostólica del papa a Nicaragua en 1983. En el gobierno sandinista nicaragüense de corte socialista, surgido tras la guerra civil que había depuesto al dictador Somoza, había dos

Cambio de bando.

Encabezando al sector más reaccionario de la Iglesia, el cardenal Joseph Ratzinger –futuro papa Benedicto XVI– denunció en 1984 en el Vaticano (aquí) la perniciosa ideología de la Teología de la Liberación, que en 1968 había defendido.

sacerdotes católicos, representantes locales de la Teología de la Liberación y de la Iglesia popular fomentada por las nuevas autoridades del país. Miguel d’Escoto era ministro de Asuntos Exteriores y Ernesto Cardenal desempeñaba la cartera de Cultura. Sandinistas convencidos, los dos sacerdotes buscaban poner en práctica lo que hasta entonces habían sido utopías pronunciadas por los teóricos de la Teología de la Liberación.

El papa viajero, en contra. En 1983,

el pontífice que más kilómetros ha recorrido, Juan Pablo II, recaló en la Nicaragua sandinista dentro de su gira centroamericana. Arriba, saluda a los congregados en Managua con un retrato de Sandino tras él.

Compromiso con los olvidados A su llegada al país, Juan Pablo II no tardó en escenificar el profundo disgusto que le provocaba la actitud política defendida por el sector de la Iglesia nicaragüense más próximo a esta corriente. En la misma pista del aeropuerto donde su avión había aterrizado, el papa dio una imagen para la historia cuando, ante las cámaras de televisión que transmitían en directo, regañó severamente a Ernesto Cardenal mientras éste permanecía arrodillado ante él. Este enérgico gesto, que dio la vuelta al mundo, adquirió su verdadera trascendencia cuando, el 4 de febrero de 1984, Juan Pablo II suspendió a divinis del ejercicio del sacerdocio a Cardenal, su hermano Fernando y Miguel d’Escoto, condena canónica directamente relacionada con sus manifiestas simpatías hacia la Teología de la Liberación. Hubo que esperar al 4 de agosto de 2014 para que el papa Francisco desautorizara la pena impuesta a los sacerdotes, dejándola sin efecto. Parece claro que la actitud mantenida por Juan Pablo II sirvió para que el movimiento de la Teología de la Liberación perdiera fuerza, falta de apoyo que también explicaría el silencio cómplice de una parte de la jerarquía eclesiástica hacia la represión de la que fueron víctimas religiosos y sacerdotes que militaron en esta corriente regeneradora. En la actualidad, su legado continúa presente, sobre todo en algunos países de Latinoamérica, recordando el compromiso de la Iglesia con los olvidados por las políticas insolidarias del sistema. muyinteresante.com.mx

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

La huella del Mayo francés

¿Qué queda del e

A 50 años de las movilizaciones de 1968, viajamos a través de los vestigios del estallido social parisino para averiguar qué ha sobrevivido, y qué no, de sus ansias de libertad. Por Cristian Campos

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ocaso de la Guerra Fría y la victoria inapelable de la democracia liberal, que es lo mismo que decir del libre mercado. Su veredicto, sin embargo, se demostró apresurado. No por lo que respecta a la democracia, que sigue siendo considerada a día de hoy, y en palabras de Winston Churchill, como “el menos malo de los sistemas de gobierno”, sino porque la resistencia al capitalismo está muy lejos de haber amainado. Esa resistencia ha adoptado nuevas formas que no son ya las de Mayo del 68, aunque comparten con él ciertas características. Las huellas del sesentayochismo pueden rastrearse hoy en los colectivos feministas y LGBT, pero también en los movimientos antiglobalización y ecologistas y, sobre todo, en los nuevos populismos a uno y otro lado del Atlántico: Syriza en Grecia, Bernie Sanders en Estados Unidos, Jeremy Corbyn en Gran Bretaña y Podemos, junto con el 15-M, en España. Son manifestaciones que comparten con Mayo del 68 su crítica radical al poder establecido, ya sea ese dominio el capitalismo, patriarcado, casta, élites, monarquía, Unión Europea o el sistema bancario internacional.

¡Muerte al capitalismo!

Adhesión a lo colectivo y repudio del individualismo

Pero el éxito o el fracaso del 68 no debe juzgarse por el destino final de sus protagonistas. En este sentido, ni los más fervientes defensores del movimiento pueden negar que el capitalismo logró reciclar en pocos años sus disruptivas proclamas y transformarlas en inofensivos eslóganes publicitarios. Hoy no resulta difícil encontrar en cualquier tienda de souvenirs de París una camiseta, una taza o un imán de refrigerador con el lema “Debajo de los adoquines está la playa” o “Seamos realistas: pidamos lo imposible”. Aunque las protestas de aquella primavera nunca fueron parte de un movimiento comunista, la caída del Muro de Berlín en 1989 supuso un duro golpe para las ideologías colectivistas. El politólogo Francis Fukuyama llegó a decretar en su libro El fin de la Historia y el último hombre el

Cientos de artistas participaron en las movilizaciones de 1968, la mayoría de ellos ilustrando carteles en imprentas clandestinas, gratuitamente y sin firmar. Miles de parisinos alimentaron y aprovisionaron a los estudiantes, los huelguistas y los obreros encerrados en las facultades y las fábricas, sin pedir nada a cambio. Los estudiantes presumieron de su rechazo del individualismo y de la carencia de líderes, aunque con el tiempo algunos nombres (Daniel Cohn-Bendit, Jacques Sauvageot, Alain Geismar y Alain Krivine) brillaron más que otros en los libros de Historia. ¿Qué queda ahora de esa filosofía del anonimato, de adhesión a lo colectivo y repudio del individualismo? Bastante. El movimiento Anonymous o las licencias copyleft, por ejemplo, serían hoy muy diferentes de no haber existido un Mayo del 68.

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icen sus defensores que la victoria de Mayo del 68 fue el simple hecho de que haya existido. Que su éxito no debe ser juzgado por las heridas infligidas al capitalismo, al patriarcado o al Estado, sino por su habilidad a la hora de poner en práctica nuevas formas de lucha y organización social. Por la creación, en definitiva, de una nueva conciencia colectiva que unió a estudiantes, obreros, mujeres y grupos marginales en contra del poder establecido. Aunque fuera sólo durante un breve periodo de tiempo. Esta visión contemporánea de los hechos de aquellos días de 1968 choca, sin embargo, con la realidad de lo que ocurrió meses después de la revuelta, cuando se hizo evidente que sólo unos pocos de sus objetivos a corto plazo habían sido alcanzados. Según Christophe Schimmel, un joven maoísta francés por aquel entonces, al menos la mitad de las 30 personas que captó su organización durante aquellas semanas o cayeron en la depresión, las drogas o la marginalidad. No fue un hecho aislado.

espíritu del 68?

El anonimato como norma. El máximo representante del street art, Banksy (en la foto, uno de sus grafitis en Londres), un artista anónimo, imprevisible e incontrolable por el sistema, encarna con su aire contestatario los ideales del 68.

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1968 EL AÑO QUE CAMBIÓ AL MUNDO

Tomar la calle. Movimientos muy diversos (arriba, marcha española del colectivo LGBT en el Día Internacional contra la Homofobia de 2017) han hecho suya la ocupación del espacio público característica del 68.

Anonymous –en realidad, un seudónimo utilizado desde 2008 por cientos de grupos e individuos de todo el mundo para llevar a cabo acciones de sabotaje contra organismos y entes de todo tipo (desde ISIS a la Iglesia de la Cienciología)– carece de líderes y de sede central, lo que imposibilita determinar qué es, qué quiere o quiénes forman el colectivo. Aunque algunos le atribuyen una vaporosa ideología anarquista, las víctimas de sus ataques han sido organizaciones y entidades a uno y otro lado del espectro político. Lo único que une a sus miembros, en resumen, es el canal a través del cual llevan a cabo sus acciones: internet. Internet es también el principal terreno de juego de las licencias copyleft, que permiten el libre uso y distribución de una obra siempre y cuando esa gratuidad se extienda también a la obra copiada o derivada. El copyleft es al día de hoy una alternativa muy popular frente a las restriccio-

Cartelismo y vanguardias. Durante el

Mayo francés se diseñaron unos 250 carteles políticos con reminiscencias de las vanguardias de principios del siglo XX. En la foto, varios de ellos pegados en la fachada de la Facultad de Medicina parisina en 1968.

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nes impuestas habitualmente por los propietarios de las obras de la industria cultural y del entretenimiento (libros, películas, canciones, videojuegos...). Aunque masificados durante el siglo XXI, el copyleft tiene su origen en los años setenta, durante la prehistoria del desarrollo de los primeros programas informáticos y en plena resaca sesentera. Pero la utopía antiindividualista de Mayo del 68 tiene también herederos fuera de la web. Sobre todo, en las filosofías que preconizan la vuelta a la naturaleza y que tanto le deben al filósofo suizo Jean-Jacques Rousseau, al movimiento hippie y del 68. En sus vertientes más puras, esas corrientes se concretan en la defensa de la agricultura biológica, el vegetarianismo o la lucha contra el cambio climático. También, en el llamado “movimiento lento”. En sus vertientes más comerciales, en la moda de la vuelta al mundo rural o en la de la recuperación de oficios artesanales perdidos (zapateros, panaderos, madereros, sastres, etc.) por parte de jóvenes bohemios de clase media y media-alta que intentan recobrar el encanto perdido de los productos hechos a mano, con mimo exquisito y en pequeñas cantidades. Dicen los coleccionistas que Mayo del 68 produjo aproximadamente 250 carteles en total, la mayoría serigrafías a dos colores impresas en el famoso Atelier Populaire (Taller popular) y muy

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El capitalismo logró reciclar en pocos años las disruptivas proclamas de Mayo del 68 y transformarlas en eslóganes publicitarios inofensivos.

influidas estéticamente por las vanguardias artísticas de principios del siglo XX. Pero en este terreno, el movimiento tuvo un hijo pródigo, quizá la manifestación más pura de 68 de los últimos 50 años: el punk.

Movimientos contestatarios Nacido en Gran Bretaña a mediados de la década de los setenta, el movimiento punk fue el destilado perfecto de esa amalgama de rebeldía, anarquía, protesta, situacionismo y desencanto generacional producida por Mayo del 68. Pero, como todos los hijos, el punk también luchó por desprenderse de la influencia paterna añadiendo a la mezcla un ingrediente de cosecha propia: el nihilismo. De ahí su lema No future (“No hay futuro”). El punk tuvo una vida breve aunque intensa y dejó apenas media docena de discos míticos, cuyos verdaderos méritos musicales siguen siendo aún hoy tema de debate entre los seguidores del género. Pero, como movimiento estético y artístico, su impacto fue mucho más allá del de cualquier otro género musical de los últimos cien años, incluido el rock. Su influencia se dejó notar no sólo en la música, sino también en la moda, la literatura, el cine e incluso la política. Pero sobre todo en el arte. Resulta tentador atribuirle un papel al movimiento francés en la popularización del grafiti y del fenómeno del arte urbano. Pero el grafiti como emblema de las culturas marginales afroamericanas y latinas, inicialmente, y de la cultura hip hop posteriormente, nació en Estados Unidos a principios de los setenta y sólo de manera tangencial como expresión de inquietudes políticas. Fue más tarde, ya en los años noventa y la primera década del siglo XXI, cuando, llegado

Los hijos pródigos. El punk nació

como un fenómeno estético-musical en los setenta y, más tarde, fue convirtiéndose en un movimiento de filosofía nihilista. Arriba, varios punks en el parque londinense de Brockwell.

a su fase de madurez artística, giró la vista hacia el punk y el Mayo del 68 hasta dar a luz a una figura capital del arte urbano: Banksy. Este misterioso artista británico es un emblema de inspiración sesentera. Anónimo, irónico e imprevisible, y por lo tanto incontrolable por el sistema, Banksy es la imagen capital del arte urbano de la última década. Aunque se le supone una fortuna multimillonaria, nadie sería capaz de afirmar que sea una figura integrada, en el sentido contemporáneo del término. Banksy es puro Mayo del 68. Más allá de él, la influencia del Mayo francés puede rastrearse en técnicas de arte urbano como la de las plantillas, fáciles, baratas de producir y que permiten replicar cientos de veces un mismo diseño en unos pocos segundos, y en portadas de discos como la del Push the Button de The Chemical Brothers. Musicalmente, el Mayo del 68 es conocido por sus cantautores (Moustaki, Dutronc, Ferré, Nougaro, etc.), pero si se puede

Movilizaciones más allá de París

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n realidad no hubo un solo Mayo del 68, sino tres. El primero y más importante tuvo lugar en París; los otros dos sucedieron en México y Praga. Pero, mientras que en Francia el Partido Comunista abandonó a los estudiantes y pactó con De Gaulle, demoliendo buena parte de los motivos para continuar la lucha en las calles, en México y Praga los estudiantes fueron reprimidos duramente sin siquiera el consuelo de una victoria pírrica frente al sistema al que se enfrentaban. La Primavera de Praga supuso una derrota inapelable de los aperturistas frente a las tropas del Pacto

de Varsovia, que invadieron Checoslovaquia en agosto de 1968, pero años después, tras la caída del régimen socialista durante la Revolución de Terciopelo, Vaclav Havel, uno de los participantes en la Primavera, alcanzó la presidencia del país. No son pocos los historiadores que sostienen que la Primavera de Praga fue la primera grieta en el muro del comunismo, que con los años aumentó Aquí, pintura El beso (L. Brézhnev y E. Honecker) en el Muro de Berlín, que aún se conserva. hasta desembocar en la caída del Muro de Berlín en 1989. desencadenó una reacción en cadena En México, tras la matanza en la plaza que, con los años, cuajó en una serie de de las Tres Culturas o de Tlatelolco, el esreformas y avances democráticos que tallido social de estudiantes, profesores, quizá se habrían demorado décadas de obreros y ciudadanos de toda condición no haber sido por la revuelta estudiantil.

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Queda mucho por hacer. La lucha por al-

canzar una sociedad en la que la mujer no sea discriminada ni sufra abusos por su género fue planteada por los colectivos feministas en el París de 1968. Hoy día, esta batalla aún no se ha ganado. En la foto, una protesta en contra de la violencia machista en febrero de 2017, Madrid.

entrever algún heredero claro del espíritu de la revuelta parisina ése es, sin duda alguna, el hip hop en sus vertientes más contestatarias y menos comerciales. El movimiento social de 1968 produjo una ironía difícil de esquivar. Todos sus objetivos feministas (libertad sexual, aborto libre y seguro, acceso a la píldora y a otros métodos anticonceptivos) fueron logrados en una amplia mayoría de los países occidentales y en distintos grados, pero no como consecuencia directa de la revuelta, sino como fruto de la evolución de las costumbres y de la moral social mayoritaria. En definitiva, el 68 intuyó la inminencia del cambio y se puso a la cabeza de la reivindicación de los derechos sexuales de la mujer. No obstante, hoy parece legítimo sospechar que esas demandas se habrían logrado igualmente, aunque el Mayo francés no hubiera tenido lugar jamás.

Empoderamiento de la mujer El feminismo actual (el de la tercera ola) no es el de la década de los sesenta (segunda ola) ni sus objetivos son los mismos. Pero una parte de él ha heredado de aquel Mayo su recelo frente al poder y adoptado una posición peculiar respecto a los arquetipos de lo masculino y lo femenino. Es ese feminismo que se basa en el trabajo de psicólogas como la canadiense Susan Pinker, quien critica la búsqueda a toda costa de la igualdad profesional de mujeres y hombres, por considerarla una rendición a un sistema patriarcal que sacraliza las profesiones arquetípicamente masculinas, las

En las teorías pedagógicas, conceptos como memoria, contenidos o autoridad se sustituyeron por otros alternativos, entre ellos, motivación, igualdad o participación. 94

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que se pueden interpretar como juegos de suma cero y en las que los participantes suelen asumir cotas muy altas de riesgo económico o personal, en detrimento de las arquetípicamente femeninas, más identificadas con los juegos cooperativos. Es ese feminismo que rechaza a Simone de Beauvoir cuando ésta se queja de que “las mujeres en Francia son secretarias y no jefas de empresas, y enfermeras más que médicos, porque las carreras más interesantes nos están prácticamente prohibidas”. Según la historiadora Ariane Gransac, esa visión de la realidad confunde lo interesante con lo importante y asume una lógica masculina de la sociedad basada en las relaciones de poder. Pero todos esos debates académicos sobre el concepto de lo femenino y lo masculino palidecen ante evidencias como la de que millones de mujeres y niñas de todo el mundo no tienen aún acceso a la educación o la sanidad. O frente a la de que cientos de miles de mujeres de todo el orbe no disfrutan de los derechos civiles más básicos de los que sí gozan las occidentales. O la de que incluso en Occidente queda mucho camino que recorrer frente a lacras como los abusos sexuales o la violencia de género. En este sentido, si una estudiante universitaria del París de 1968 viajara en una máquina del tiempo hasta el siglo XXI, vería cómo muchas de sus reivindicaciones han sido asumidas con total normalidad por una amplia mayoría de la sociedad occidental. Pero, al mismo tiempo, no tardaría demasiado en encontrar motivos para continuar una lucha que en buena parte del mundo está lejos de haber sido ganada.

Los comités de acción y la antipedagogía Los llamados comités de acción de estudiantes y trabajadores del Mayo francés se propusieron demoler las estructuras educativas tradicionales para establecer una nueva relación entre los profesores y el alumnado, sin atributos de jerarquía ni catedráticos revestidos con “el manto divino de la sabiduría”. Asimismo, consiguieron su objetivo de forma parcial. Aunque las teorías pedagógicas libertarias no nacieron en la década de los sesenta, sino 50 años atrás en el seno de los diferentes movimientos anarquistas europeos, Mayo del 68 tuvo un impacto claro en la pedagogía posterior. A partir de aquel momento, conceptos como memoria, contenidos o autoridad fueron sustituidos progresivamente por otros alternativos como motivación, igualdad y participación. Después del 68, la enseñanza tradicional cayó en el desprestigio hasta el punto de que en algunos

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La semilla del ecologismo

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ayo del 68 no fue una revolución estrictamente ecologista aunque, como dijo en cierta ocasión Daniel Cohn-Bendit, sí portó la semilla que permitió el posterior florecimiento del movimiento verde. Una corriente que a lo largo de los años, y después de unos primeros pasos a tientas, acabó cuajando en partidos y colectivos políticos con representación en varios parlamentos europeos, como el alemán, gracias en parte a la concienciación de buena parte de la sociedad a raíz de catástrofes como la de Chernóbil, el hundimiento del barco Rainbow Warrior en 1985 por parte de los servicios secretos franceses,

el de los petroleros Jacob Maersk y Showa Maru en 1975 o el del Exxon Valdez en 1989. Este último generó una marea negra de 6,700 m2 que está considerada como uno de los mayores vertidos de crudo de la historia. Asimismo, el emblema del ecologismo a lo largo de los últimos 50 años ha sido, sin duda alguna, el movimiento antinuclear, germen de ese Partido Verde Europeo al que se han sumado con el tiempo organizaciones feministas, medioambientalistas, a favor de los derechos humanos y de lucha contra la exclusión social. Actualmente, el Partido

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manuales pedagógicos es descrita como “asociada a prácticas negativas y opuesta a cualquier intento innovador”, mientras se pone el acento en teorías alternativas, como la llamada Escuela Nueva del suizo Adolphe Ferrière, o contemporáneas, como las pedagogías constructivista y la crítica. Pero el debate está lejos de cerrarse y no son pocas las voces que abogan ahora por un retorno a los métodos tradicionales y el fin de los experimentos libertarios en la educación. Los profesores universitarios y líderes estudiantiles de Mayo del 68 corrieron suertes dispares tras el fin del estallido social. Los filósofos Jacques Lacan, Julia Kristeva y Gilles Deleuze, emblemas intelectuales de la revuelta parisina, fueron ridiculizados en 1997 por los físicos Alan Sokal y Jean Bricmont en uno de los libros más polémicos del siglo XX, Imposturas intelectuales. Su prestigio, más allá de los pequeños círculos académicos en

Política de ayer y hoy. En abril de 2016, el actual presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, creó el movimiento político-socioliberal En Marche! (¡En marcha!). Durante su campaña, tuvo el apoyo de una figura esencial del Mayo francés: Daniel Cohn-Bendit, parlamentario europeo ecologista (abajo, con Macron en un acto de abril de 2017).

El lema “¿Nuclear? No gracias” o “Sol sonriente” es un símbolo

internacional adoptado por los movimientos cívicos antinucleares en todo el mundo. Hoy continúa en uso.

Verde Europeo, creado de la fusión de 32 partidos ecologistas, cuenta con un total de 52 eurodiputados en el Parlamento Europeo, formando un grupo propio (llamado Grupo de Los Verdes / Alianza Libre Europea) junto con diputados de izquierda, regionalistas e incluso parlamentarios del Partido Pirata Europeo. La agrupación fue presidida entre 2004 y 2014 por el otrora líder estudiantil Daniel Cohn-Bendit junto a Monica Frassoni y Rebecca Harms.

los que todavía a día de hoy se les rinde admiración, nunca se recuperó del golpe. El relativismo posmoderno, del que ellos eran santo y seña, sigue hoy día vigente entre algunos sectores de la izquierda académica y política, aunque su influencia es cada vez menor, en parte por la deliberada oscuridad de sus planteamientos.

Adalides de “la imaginación al poder” Los líderes políticos más destacados del movimiento corrieron, sin embargo, suertes más dispares. Daniel Cohn-Bendit abjuró del anarquismo, fue eurodiputado verde y apoyó durante las últimas elecciones presidenciales francesas al candidato centrista Emmanuel Macron, aunque nunca ha dejado de abogar por una “reinvención” de la democracia. Alain Geismar, el segundo de los tres principales activistas en aquel Mayo francés, fue condenado dos veces tras la ilegalización de Izquierda Proletaria, su partido, sin embargo, pasó pronto a integrarse en el sistema contra el que años antes había luchado formando parte del gabinete de consejeros del primer ministro socialista Lionel Jospin. Desde 1990 es inspector general honorario de Educación Nacional y nunca ha dejado de reivindicar la herencia del 68, especialmente frente a un Nicolas Sarkozy cuya obsesión siempre ha sido enterrarla. El tercero de los cabecillas del Mayo francés, Jacques Sauvageot, falleció en 2017 a consecuencia de un accidente de moto. Era el más discreto de los líderes del movimiento estudiantil. Abandonó la lucha política, decepcionado, en 1976, y se convirtió en profesor de Historia del Arte y, posteriormente, en director de la Escuela de Bellas Artes de Rennes hasta 2009. muyinteresante.com.mx

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