171d0fc2 eBook Recursos Para Escribir Una Novela

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¿Qué vas a encontrar en este libro?  En este libro vamos a ver diferentes puntos que debes tener en cuenta a la hora de empezar a escribir una novela. ​Te mostraremos diferentes recursos que ayudarán a que tu historia tome una forma coherente y estructurada, además de poder sacar el máximo jugo a tu escrito y mejorar tus técnicas narrativas. Pero antes de empezar con el tema, vamos a definir algo muy importante que debes saber y diferenciar, y que sin ello, tu libro puede acabar siendo un completo desastre.

IDEA, PREMISA, ARGUMENTO E HISTORIA. (FUNDAMENTAL PARA TU NOVELA) ¿Es lo mismo una idea que una premisa?, ¿y un argumento que una historia? A menudo, en literatura, solemos confundir muchos términos como estos. A simple vista, no parece muy importante tenerlos en cuenta, ¿verdad? Pensarás: «¿Qué más me da llamar a una cosa argumento o historia? Lo importante es que pueda escribir sobre lo que tengo en mente y que llegue a los lectores». ​En realidad, saber diferenciar entre idea, premisa, argumento e historia te guiará a la hora de escribir tu novela.

ѣ Idea: ​Es el chispazo​, el momento de inspiración fortuito que te ha alertado de que, si eres constante, puedes desarrollar tu próxima novela a partir de ese punto concreto. Será algo así como la locomotora de un tren, que lleva la fuerza para andar por sí sola. Ejemplo: Una bibliotecaria busca vengarse de un clan mafioso.



ѣPremisa:E​ s el mensaje que subyace, como un ruido de fondo, a lo largo de todo el libro. Son los cimientos sobre los que pivota tu obra; así que estas serán las vías por las que transite la locomotora. Nunca puede apartarse de ellas. ​Y solo puede haber una​, una sola, que vertebre la acción principal; de lo contrario, puede que el lector no sepa cuál es el sentido de tu obra o qué mensaje quieres transmitirle. Por si aún no lo ves claro, te diremos que muchas están fundamentadas en moralejas, clichés o verdades universales. Ejemplo: La venganza es inútil y no sustituye a la justicia.

 ѣArgumento: ​Es

la forma de traducir la idea en conflictos narrativos

concretos. ​De modo que aparecerán problemas que los protagonistas han de resolver. Y, como en los vagones de un tren, siempre ha de haber una conexión entre unos y otros, una causa y un efecto. Ejemplo: Una bibliotecaria busca vengar a su marido, fallecido a mano de unos sicarios, matando al capo de la mafia a la que estos pertenecen. Para ello, cuenta con el apoyo y el entrenamiento de un clan rival, pero para ganarse su confianza tendrá que enfrentarse a unas pruebas muy duras.

ѣLa historia: P​ ara definirla, podríamos aplicarle todo lo que hemos dicho en el punto anterior. Todo… salvo un «pequeño detalle»: a diferencia del argumento, ​la historia no tiene por qué interconectar unos pasajes con otros. Aquí no ha de haber un principio causa-efecto. Se puede dar una historia sin argumento, pero no un argumento sin historia, pues, para hilvanar unos sucesos con otros, se necesita precisamente eso: sucesos, hechos. ¿O acaso se puede tejer un jersey de lana.… sin lana?

EL ​INFODUMPING  ¡Infodumping! ¿Te suena esta palabra? ​Infodumping​, o ​infodump​, no es más que ​ofrecer datos insustanciales en un texto literario​, ofrecerlos torpemente, de manera inadecuada, cuando no hay razón para hacerlo. Infodumping viene del inglés: info, de información, y dumping, que significa desechar, tirar a la basura, al vertedero. Seguro que más de una vez has leído alguna novela en la que creías que sobraban páginas y en la que quizás se podía haber contado lo mismo pero con muchas menos palabras y de forma más precisa. Ejemplo típico que me encuentro en mi trabajo como editor​: imagina que el protagonista, a menudo un detective o un periodista, entra en un hotel o en un bar de un pueblecito y pide información sobre un habitante local, sobre un vecino al que llamaremos Sinforoso el destripaovejas, por ejemplo. ​¿Qué fallo suelen cometer muchos escritores en una situación como esta? Pues que harán que el dueño del local no solo dé detalles de Sinforoso el destripaovejas al detective, sino que además le cuente al pobre hombre la historia del pueblo, sus costumbres y hasta las disputas con el pueblo de al lado. Si todo eso tiene algún tipo de función más adelante en el relato, no pasa nada. Hay progresión argumental. No hay problema. Pero, si la historia y costumbres del pueblo no pintan nada en la trama, si no tienen razón de ser en esa historia, salvo llenar páginas y páginas con cosas que al lector ni le van ni le vienen, ¿qué interés puede tener? En principio, eso no hace que la historia avance, ¿verdad? Eso es ​infodumping. Pero, cuidado, ​no toda la información que está de más se puede calificar como infodumping​. Conviene matizar: a veces, el problema no está en ofrecer una sobrecarga de información, sino en ofrecer información plana, insulsa, redundante... y, lo que es peor, contada con un estilo impersonal, con un estilo insípido, como si se tratara de la wikipedia.

¿Qué llama más la atención del público, el diálogo sobre el ​Like a Virgin​ o el del tiempo? Ambos no aportan nada esencial a la trama, ¿verdad? Sin embargo, uno puede llamar más la atención del lector que el otro. A eso me refiero con hacer diálogos más atractivos, aunque no ayuden a desarrollar la historia.

CÓMO TRAZAR UNA TRAMA  La trama es la espina dorsal de una historia. Es la línea general que la articula, como si fuera un espina dorsal. Es por eso que, al crearla, debes ​llevar mucho cuidado para que esta no tenga agujeros​; es decir, para que no haya partes inconexas, personajes que de repente dejan de aparecer sin venir a cuento o detalles que no aportan nada a la lectura, ni siquiera desde el punto de vista estilístico.

¿CÓMO TRAZAR UNA TRAMA? Normalmente, ​cuando empezamos escribir, lo hacemos desde la espontaneidad absoluta. No nos dan un guión desordenado para que pongamos sus partes en orden, como si fuera un rompecabezas. Se nos van ocurriendo ideas, vamos trazando pasajes, escribimos vaguedades… y de repente todo lo que estamos escribiendo empieza a tomar forma. ​Es ahí cuando necesitamos articular todas esas ideas en una trama. ѝ¿Y cómo lo hacemos? De lo general a lo particular. Para trazar la trama de una historia, podemos ir de lo general a lo particular; es decir, vemos primero las partes que la van a componer y, a continuación, vamos

LAS ELIPSIS  En ficción, entendemos por elipsis aquella ​información que ocultamos deliberadamente​, se elude hablar de un asunto porque no tiene ningún interés dentro de la trama. Uno de los tipos que más se utiliza en este campo es la ​elipsis temporal. De hecho, se usa tanto que muchos autores se refieren a ella como elipsis, a secas. Hablamos de elipsis temporal en la ficción cuando ​nos referimos a los saltos de tiempo en los que no pasa nada importante en la trama. No importa el lapso de tiempo que cubran estos saltos. Pueden ser minutos, semanas, años… ѝ¿Cómo podemos usar las elipsis temporales? Hay dos formas principales de hacerlo. De forma explícita. ​Quizás no sea la más imaginativa, pero sí es la más sencilla y la que mejor podemos usar para que el lector no se pierda. Aquí recurriremos a las típicas fórmulas, “seis años después”, “al verano siguiente”… De forma implícita. ​En este caso nos referimos al cambio físico de un personaje o a las modificaciones que el paso del tiempo ha provocado en un objeto: aquí hablamos de modificaciones derivadas del envejecimiento, de oxidación, pero también de las del rejuvenecimiento y la renovación. ѝ¿Cuándo podemos usar las elipsis temporales? Muchos escritores se creen en la obligación de rellenar lapsos de tiempo, por ejemplo entre un capítulo y otro, con un tipo de información que suele ser muy poco valiosa, con el llamado ​infodumping​. Si no te aclaras con las elipsis, quizá sea buena opción meter un pasaje de una subtrama o algún tipo de reflexión que ponga a prueba la capacidad de razonar del lector o algún tipo de pasaje interesante. ѝ¿Para qué sirven las elipsis temporales? Se usan para ​agilizar el ritmo narrativo. De lo contrario, sería harto difícil terminar una novela, porque tendríamos que contar pasajes que no tendrían nada que ver con la trama. Supongamos que queremos centrarnos en dos etapas distintas de la vida de una persona; concretamente en su niñez y en su senectud, para mostrar esos cambios. Así, el lector puede valorar lo que ha pasado en ese tiempo y le damos cierto margen para imaginar.

 CÓMO MEJORAR DIÁLOGOS INSUSTANCIALES  Pero si no puedes usar elipsis o recurrir a subtramas para rellenar huecos en el argumento, procura que esos párrafos o esos diálogos insustanciales sean atractivos: ¿cómo hacerlo? Hay muchas formas recurre a los aforismos, ​añade ideas que despierten algún tipo de emoción en el lector, modifica el estilo dándole un toque poético al pasaje, de modo que lo importante no sea tanto el fondo como la forma​, plantea algún tipo de reto mental al lector, algo que le sorprenda. En cualquier caso, nunca dejes que los planteamientos previsibles hundan tu historia. Es más, si recurres a estas pequeñas técnicas, quizás no solo consigas evitar que un pasaje o un diálogo sea tedioso. ¿Te imaginas que, en reservoir dogs, de Tarantino, el diálogo sobre el origen de Like a Virgin de Madonna hubiese sido por el típico diálogo de ascensor del tipo...? -Pues parece que refresca. -Vaya que sí. -Pues el año pasado, por estas fechas, hacía más calor. -Puede ser.

visualizando las escenas que componen cada pasaje​​. Vamos profundizando más en los detalles. Por supuesto, no vamos a planificar al cien por cien cada detalle. Hay que dejar espacio para las ideas que surgen de forma espontánea y analizar cómo encajarían en nuestros planes. Al fin y al cabo, la imaginación no es algo cuadriculado y matemático. No es algo que se pueda atornillar, como si fuera un mueble. Uno no planifica todo lo que va a pasar por su mente a lo largo del día. ¿Os lo imagináis? «Hoy, a las 11 de la mañana voy a reflexionar sobre esto, a las tres de la tarde esto otro y a las ocho tal cosa. Nuestra razonamiento se mueve constantemente. Es dinámico. De lo particular a lo general. Por supuesto, también lo podemos hacer al revés, aunque es mucho más complicado. Podemos ir escribiendo ideas pequeñas, detalles, pasajes cortos que van tomando forma y, a partir de ahí, pensar «en grande», empezar a tirar y conectar cables; es decir, a unir unos pasajes con otros y a darles a todo eso un sentido general, algo consistente, con su planteamiento, su nudo y su desenlace. Aquí hablamos de escribir primero y planificar después. Es un poco arriesgado hacerlo así, sobre todo si nos dejamos llevar continuamente por la espontaneidad y no apelamos a la coherencia. Hemos de ser coherentes al escribir.

LA ESCENA Y SUS PARTES  Se estructura en tres bloques, como decíamos: ​objetivo, conflicto y desastre. El objetivo: aquí, algo ha de mover al protagonista, ha de tener una motivación. Su principal deseo, su necesidad, es lo que va a poner en marcha todo el engranaje. Si no tiene aspiraciones, si no necesita algo urgentemente, el principio ya cojea. Algo falta. No tienes por qué inventarle un gran objetivo; basta que este personaje tenga un anhelo muy pequeño para que se desencadene una especie de efecto mariposa. De hecho, quizás sea mejor ponerle pequeñas metas que vayan desembocando progresivamente en una mayor, en la meta general. Veamos un ejemplo: imagina que el protagonista de tu novela está secuestrado y maniatado en una casa en medio de ninguna parte, como el de en Misery. La meta final es escapar —indemne, a poder ser—, pero las metas más pequeñas (conseguir desatarse, no llamar la atención de los captores, sortear peligros varios, etc.) son las que van a ir jalonando toda la trama hasta llegar a satisfacer esa necesidad final.

Cuanto antes fijes esa pequeña meta dentro de la escena, mejor. Así, conseguirás que lector tenga las cosas claras y evitarás que se distraiga. El conflicto: si todo le saliera al protagonista a pedir de boca… no habría historia. Sería un tostón. ​Los problemas son parte de nuestra realidad, y la literatura es un reflejo de ella. Por tanto, debe haber problemas en tu historia, conflictos narrativos. Para una pequeña meta, un problema a su medida. Seguimos con el ejemplo de antes: en un momento dado, el protagonista ha conseguido desatarse. Se le presenta un nuevo objetivo:​ conseguir las llaves de la puerta de la celda. Conflicto: esas llaves están atadas al collar de un rottwailer con cara de pocos amigos que le vigila todo el tiempo. En cuanto logre hacerse con las llaves, nuevamente se le presentará otro objetivo: llegar a la salida (y otro conflicto narrativo). Es vital que en ese conflicto se ponga a prueba la integridad, no necesariamente física, del personaje. En la secuela ese conflicto se resuelve firmemente. ¡Pero… cuidado! Deja algún cable suelto para que la historia siga avanzando, no hagas que todo salga a pedir de boca. Un conflicto debe derivar en otro. Si todo se resuelve felizmente a la primera de cambio, bloquearás el siguiente paso y… fin de la novela. Desastre: ¿De verdad un conflicto narrativo en una escena ha de acabar en desastre? No necesariamente, ​podemos bajar la intensidad del desastre y dejarlo en un resultado más neutros,​​ según el tipo de historia que estemos contando. Para que lo veas mejor, ponemos un ejemplo un poco absurdo, pero esclarecedor: 1. Un padre compra un helado para su hijo, que está en el extremo opuesto del parque. 2. Ha de llegar, con el helado intacto, hasta el niño (objetivo) 3. El padre va sorteando como puede a la gente que conforma la multitud apelotonada en el parque. 4. Al niño no le gusta el helado que tanto esfuerzo le ha supuesto a su padre llevárselo (desastre).

MISERY, novela de Stephen King y posterior recreación cinematográfica

EL ARCO DE TRANSFORMACIÓN DE LOS PERSONAJES Y SU APLICACIÓN

 A menudo tendemos a clasificar personajes y argumento como dos cosas totalmente distintas, sin tener en cuenta que ​el desarrollo del argumento recae principalmente en la evolución de los personajes. ¿No te has dado cuenta de que, en narrativa, una cosa no puede existir sin la otra? El desarrollo del argumento corre en paralelo al desarrollo de los personajes, y estos no resultarán creíbles si no hay una evolución, una transformación. Por eso te vamos a explicar qué es el arco de transformación de los personajes. Como supondrás, los protagonistas de tu novela difícilmente serán seres estáticos y carentes de capacidad reflexiva. Lo natural es que vayan evolucionando conforme les vayamos imponiendo desafíos. Este proceso evolutivo, que cambia su forma de pensar y de actuar, se llama ​arco de transformación.

Para que lo veas aún más fácil, te hemos puesto algunos arcos de transformación bastante utilizados en narrativa:

CÓMO APLICAR DE FORMA PRÁCTICA EL ARCO DE TRANSFORMACIÓN. Según el escritor sudafricano Nadine Gordimer, todos nuestros personajes tienen algo de nosotros. Están formados a partir de retazos de nuestros sueños, nuestros miedos, nuestras debilidades, de cómo vemos a quienes se mueven en nuestro entorno… Da lo mismo que esos personajes sean seres humanos, animales, criaturas fantásticas… ​De algún modo, hay algo de nosotros, de nuestra forma de entender el mundo, en nuestros personajes.​ Están hechos a partir de distintas capas sacadas de nuestra forma de entender el mundo. Esto quiere decir que, si queremos evitar que los personajes se conviertan en reflejos de nosotros mismos, o de partes de nosotros mismos y de la forma de ver nuestra realidad -para ser más precisos-, debemos hacer un esfuerzo para para trascender estos límites.

ѝ¿Cómo hacer este esfuerzo, cómo lo podemos dirigir? Hay varias formas de hacerlo. Lo más normal es que dejes que las acciones tengan eco en la conciencia de los personajes. Toda acción repercutirá en su vida, moldeará su psicología y lo hará de forma progresiva. Una buena noticia, un trauma, un reto, los hechos que harán que ganen o pierdan empatía… son cosas que hacen que se replanteen constantemente su existencia, igual que hacemos nosotros a diario aunque no nos demos cuenta. Por otra parte también deberías contrastar distintas evoluciones psicológicas. Los personajes raramente evolucionan de forma aislada. Por ejemplo​ imagina a dos hermanos que han crecido en un entorno desestructurado, con padres que han pasado de ellos, con broncas continuas en casa, maltrato… que han visto trapichear con drogas desde pequeños en el barrio donde viven, donde el desempleo es estructural… En un principio, uno de ellos puede ir repitiendo todos los comportamientos delictivos que ha visto en su entorno, mientras que el otro intentará huir de ello; tratará de meterse en una esfera social distinta a través de la educación, por ejemplo. En la vida de cada uno habrá cambios que modificarán sus maneras de actuar respectivamente. Por ejemplo, el delincuente puede darse cuenta de todo el mal que ha hecho y tratar de mejorar, de tener un comportamiento ético, honesto… En cambio, el que ha conseguido una posición social más cómoda puede caer en la corrupción, en las grandes estafas… Ha perdido los valores que tenía en un principio..., los valores que ha descubierto el otro hermano. Este es un ejemplo en el que he recurrido un poco a los clichés, pero creo que ilustra claramente ese contraste entre las distintas evoluciones psicológicas de los personajes.

Juega también con los flashbacks, es una forma rápida de que el lector aprecie el cambio psicológico de los personajes. No hagas que todos evolucionen en el mismo grado. Hay personajes secundarios que prácticamente hacen de figura decorativa, de sparring para otros, por decirlo así. Por lo tanto, no es una obligación que todos los personajes hayan de evolucionar. Además, estos te sirvan para contrastarlos con aquellos en los que sí se aprecia un cambio de actitud. Y por último te invito, a reflexionar con un par de preguntas. ¿Hay una evolución clara en los personajes protagonistas? ¿Lo han hecho de distinta forma, de modo que haya variedad en los cambios de unos y otros? ¿Puedo ser objetivo con mis personajes mientras combino simultáneamente las funciones de autor, protagonista y lector?

Te dejamos una tabla que te servirá como guía a la hora de crear tus personajes y darles ese carácter propio y el rol que les pertenece:

PUNTO FINAL: SIN MOTIVACIÓN NI FORMACIÓN NO HAY ESCRITOR  Para terminar este libro, quiero hacer a modo de reflexión este último punto, donde quiero plasmar que a la hora de enfrentarse al oficio de escritor, no solo vale con querer escribir un libro, sino que tienes que estar dispuesto a dedicar tiempo y esfuerzo en ello, ​LA MOTIVACIÓN Y EL APRENDIZAJE​, son necesarios, sin estos ingredientes ni escribirás, ni crecerás como escritor, así que aquí te dejo ​12 recomendaciones para mantenerte motivado al escribir y además que tus conocimientos no paren de crecer. 1. Busca la soledad para evitar distracciones​. En muchas webs, lo primero que nos dicen es que para mantener la motivación intentes rodearte de escritores con más experiencia que tú, para compartir perspectivas o disentir. Realmente, esa no es un mala idea. Es un forma de conocer hasta qué punto somos capaces de mantener nuestras convicciones o modificarlas. No está nada mal tener un círculo social de escritores. No hace falta que el tuyo no sea precisamente el del café Gijón. Pero si lo que queremos es escribir, yo haría, primero, justo lo contrario: buscar la soledad y encerrarme con mis pensamientos. Son muchos los grandes escritores que piensan que escribir es un acto íntimo. Ya habrá tiempo para socializar. Procura escribir en un lugar con pocas distracciones alrededor. 2. Márcate unos objetivos a corto plazo​; por ejemplo, escribir una o dos páginas al día o resolver una subtrama, para así poder seguir con la trama o la idea principal de tu libro. Algunas veces no te sentirás con fuerzas para crear contenido nuevo. En ese caso, prueba a corregir aquellas partes que no te convenzan, que consideres que han quedado muy endebles. Reescribir para pulir defectos también es un pequeño objetivo, y muy necesario, además. 3. Aprende, mejora y formate: Cuando empieza en el mundo de la escritura, hasta los genios siguen aprendiendo cada día cosas nuevas, el conocimiento no tiene límites, así que te recomiendo que asistas a clubs de lectura, leas sobre como escribir o ​apúntate a cursos o escuelas online que te ofrezcan la posibilidad de mejorar tus escritos, aprender cosas nuevas y hacerlo adaptándose a tus necesidades y horarios. Esto te ofrece tener siempre a mano información valiosa para poder consultar, revisar o aprender.

4. Trata de escribir con frecuencia​​, pero tampoco seas demasiado estricto. Hay días en que te apetecerá hacer cualquier cosa salvo escribir: hacer calceta, pasear al perro, vagabundear por las redes sociales… En cualquier caso, es importante que no pierdas el hábito. Una vez sientas ganas de volver a la tarea haz lo siguiente: espera unos minutos antes de ponerte a teclear y visualiza el pasaje que quieres narrar. Cuéntatelo a ti mismo en voz alta, aun a riesgo de sentirte un poco absurdo. 5. No te obsesiones con el trabajo que aún te queda por hacer​. «¿Pero eso no contradice de lo «márcate unos objetivos a corto plazo?», dirás. No, una cosa es planificar y otra muy distinta es desesperarse por terminar, para poder publicar cuanto antes, sin prestar atención al valor de lo que estás escribiendo. Es como cuando en la cola de la caja del supermercado miras la hora a cada rato; eso no hará que la cola avance más deprisa. Lo único que consigues obsesionándote con el trabajo que te queda por hacer, o con el tiempo que aún le tienes que dedicar, es desesperarte. Es muy probable que esa actitud tenga un efecto negativo en el resultado. 6. Pregúntate qué te motivó a empezar a escribir lo que ahora tienes entre manos. ¿Por qué has perdido la ilusión? Dedica unos minutos a reflexionar sobre esto cada vez que notes que las musas empiezan a hacer las maletas. Además, te vendrá bien para preparar respuestas ante posibles entrevistas. 7. Piensa en tus lectores potenciales​. A partir del punto en que has dejado tu obra, ¿cómo crees que les gustaría que continuara? Ponerte en su piel favorecerá que tengas nuevos puntos de vista. Otra opción es que pidas a alguien que lea todo el trabajo que llevas hecho hasta el momento y le preguntes, directamente, cómo crees que acabará tu libro. No se trata de que le copies sus sugerencias, simplemente de que estas te ayuden a meditar sobre lo que los lectores van a encontrar en las siguientes páginas. 8. Sé realista​. Sabes que no siempre vas a estar inspirado y que habrá distracciones, imprevistos… No vas a estar escribiendo las 24 horas del día. Lo mejor es que seas lo más honesto que puedas a la hora de planificar el tiempo que dedicas a escribir. No se trata de ser metódico, sino práctico. 9. Mantén una actitud positiva​. Si no mantienes la ilusión por lo que estás escribiendo, difícilmente acabarás tu obra.

10. Céntrate en lo que estás haciendo. Seguro que es una frase que has escuchado trillones de veces. ¡¡¡Pero… es que es verdad!!! Ya habrá tiempo de pensar en maneras de publicar; primero, acaba lo que has empezado. 11. Anota las ideas​​. ¿Y si mientras escribo se me van ocurriendo ideas para otras historias? Anótalas. Todo lo que ayude a incrementar tu potencial creativo… bienvenido sea. Si eres capaz de escribir varias a obras a la vez, adelante. Pero, ojo, asegúrate de que puedes con todo. ¿Podrás? 12. Apóyate en la ayuda visual​. Si lo que estás escribiendo es una obra de ficción, ¿por qué no pruebas a dibujar a tus personajes? Recrea alguna escena, algún rasgo típico de alguno de ellos… No hace falta ser Goya; con que hagas unos bosquejos será suficiente. Si se te da bien y te sientes con energías, prueba a hacer un ​story board​. 13. Haz autocrítica​. Si eres de los que al leer lo que han escrito piensan «Dios, ¿cómo he podido escribir esto?», no te apures: aprovecha para hacer autocrítica y corregir todo aquello que no te convenza. Cuanto más madures tus ideas, mejor. Cualquier cosa antes que abandonar.