1-Frankfort - El Pensamiento Prefilosofico - La Naturaleza Del Universo

Cap. I. Frankfort, H y otros: El pensamiento prefiíosófico. Egip Mesopotamia . F.C.E. México, 1980 LA NATURALEZA D E L

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Cap. I. Frankfort, H y otros: El pensamiento prefiíosófico. Egip Mesopotamia . F.C.E. México, 1980

LA NATURALEZA D E L UNIVERSO CONSIDERACIONES

GEOGRÁFICAS

La separación de estos capítulos en partes destinadas a Egipto, Mesopotamia y los hebreos se ha hecho respondiendo a una necesidad, ya que las tres culturas exhiben su uniformidad general en términos individuales de desarrollo muy diferente. T a l como se ha expuesto en la introducción, una actitud mental común hacia los fenómenos del universo se manifiesta en cada una de las tres partes. En consecuencia, no sostenemos que los fenómenos egipcios fueran únicos, a pesar de que nuestra preocupación exclusiva por Egipto pueda dar la i m presión de que ignoramos los muchos elementos comunes que había entre Egipto y sus vecinos. Los rasgos comunes son importantes para quienes quieren investigar el desarrollo de la mentalidad humana y no la mentalidad egipcia en particular. Por lo tanto, estimamos que el material documental que aquí aportamos ilustra el desenvolvimiento de la mentalidad primitiva y preclásica por medio de ejemplos tomados de estas tres culturas. Dentro de esta uniformidad de concepción las culturas fueron diferentes, de la misma manera que la cultura británica difiere de la del continente europeo o de la de los Estados Unidos. La geografía no es el determinante^ único por lo que a la diferenciación cultural se refiere, pero las características geográficas pueden sujetarse a una descripción que es prácticamente incontrovertible, de tal manera aue la consideración de la singularidad geográfica de Egipto sugerirá algunos, de los factores que intervienen en la diferenciación. En todo el Cercano Oriente se nota el contraste entre el desierto y las tierras de cultivo; pero, en Egipto, este contraste parece ser todavía mayor. 47

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La porción fundamental de Egipto es una faja verde rebosante de vida que atraviesa los desolados desiertos. La línea de demarcación entre la vida y la carencia de vida está perfectamente trazada; es posible pararse al borde de las tierras de cultivo, con un pie en la irrigada tierra negra y el otro en la arena del desierto. _E1 país es fundamentalmente seco; lo único que hace posible la vida es_el agua del N i l o , ya que, de no ser por ella, se tendría solamente una extensión interminable de arenas y rocas. Pero, ¿qué clase de vida es la que el N i l o hace posible? Las pequeñas comunidades agrícolas se reducen por sí mismas a un pequeño espacio para no pasar los límites de los fértiles campos de arroz, algodón, trigo o caña de azúcar. Cuando se le cultiva con esmero, el suelo puede producir dos cosechas al año. Naturalmente, Egipto dispone de grandes excedentes de productos agrícolas para la exportación. Esta riqueza se encuentra confinada al verde Valle del N i l o . Únicamente el 3.5 por ciento de la extensión del Egipto a es cultivable y habitable. E l 96.5 por ciento restante es un árido desierto inhabitable. E n la actualidad, tal vez el 99.5 por ciento de la población vive en ese 3.5 por ciento formado por la tierra habita ble. Esto establece un contraste aún mayor entre el desierto y los sembradíos, y hace que en las tierras cultivables exista una concentración de habitantes que se encuentra cerca del punto de saturación. Actualmente, en el Egipto habitable se cuéntan*465 personas por kilómetro cuadrado. E n Bélgica, el país más densamente poblado de Europa, las cifras son de unos 270 habitantes por kilómetro cuadrado; en Java, de unos 345 por kilómetro cuadrado. En consecuencia la densjdad de la población en el Egipto moderno es tan grande, que la concentración se aproxima más a Ja de un país i n dustrial y urbano que a la de una nación agrícola y cam pesina. Sin embargo, por la fertilidad de su suelo, Egipto sigue siendo un país esencialmente agrícola. r

N o disponemos de las cifras correspondientes al.anti-

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guo Egipto, pero, desde luego, podemos suponer que la población no pudo haber sido mayor que la actual; sin embargo, puede decirse con seguridad que sus características principales ya eran las mismas: una franja fatalmente limjtada, en la que había una concentración humana que se aproximaba al punto de saturación. Estas dos características de su población confinada y semiurbana, al combinarse, hacen a Egipto diferente de sus vecinos. E n la actualidad, los árabes de Palestina y del Irak aceptan a Egipto como guía cultural, ya que es el más refinado de los países árabes; y, sin embargo, se cree que los egipcios no son verdaderos árabes. Los egipcios, en efecto, no se encuentran sujetos al control altamente conservador del desierto de Arabia. Los desiertos adyacentes a Palestina y al Irak son tierras en donde se encuentran potencialmcntc los elementos de ferocidad y de puritanismo que caracterizan a la población de estos países. E n Egipto, en cambio, donde hay una riqueza agrícola y donde las personas viven hacinadas, se ha desarrollado desde un principio un refinamiento que se expresó intelectualmcntc en las tendencias hacia el universalismo y el sincretismo. E n Egipto se aceptaban tolerantemente las concepciones más divergentes, entretejiéndolas en lo que los modernos podemos considerar como una falta total de sistema filosófico, pero que los antiguos egipcios no consideraban así. E l comportamiento de los semitas, que se mantenían en contacto con el desierto, consistía en apegarse fieramente a la tradición, resistiendo las innovaciones que trastornaban la pureza y la simplicidad de sus vidas. E n cambio, la conducta de los egipcios era la aceptar las innovaciones, incorporándolas a su pensamiento, sin descartar, por ello, lo antiguo y lo anacrónico. Esto significa que es imposible encontrar en el antiguo Egipto un sistema, en el sentido en que nosotros lo entendemos, o sea, algo ordenado y consecuente. L o viejo y lo nuevo se unen suavemente, al modo de una pintura surrealista que representara a la juventud y a la ancianidad en un solo rostro. • -

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Pero del hecho de que el egipcio fuera tolerante con los conceptos divergentes no se desprende que lo fuera con otros pueblos. T_enía una mentalidad semiurbana y_ refinada y creía que los extranjerps_eran_rústicos"y zafios. Como estaba aislado de sus vecinos por el mar y por el desierto, creía que le era posible mantenerse en una actitud aislacionista, que se le antojaba superior. Así, establecía una distinción entre los "hombres", por una parte, y los libios, los asiáticos o los africanos, por la otra. E n este sentido, la palabra .."hombre" significaba ogipejos^pero también usaban el término "hombres" para distinguirse de los dioses o de los animales. E n otras palabras, los egipcios eran "personas"; cosa que no eran los extranjeros. E n las épocas de miseria nacional, cuando se quebrantaba la estabilidad del viejo orden y se alteraban las condiciones sociales, surgía la acusación de que "los extranjeros han entrado en Egipto. . . Los forasteros se han convertido en personas". Por lo visto, la idea de que únicamente nuestro grupo es "gente" y de que los extranjeros carecen un tanto de humanidad, no es exclusivo del mundo moderno. Sin embargo, el aislacionismo o.nacionalismo de los egipcios era más bien asunto de geografía y de costumbres que de una teoría racial o una xenofobia dogmática. "Las personas" eran todos aquellos que vivían en Egipto, sin distinción de raza o de color. Cuando un extranjero venía a residir a Egipto, aprendiendo a hablar en egipcio y adoptando las vestimentas egipcias, podía llegar a ser aceptado, finalmente, como una "persona" y dejaba de ser objeto de manifestaciones de desprecio. Los asiáticos, los libios o los negros podían aspirar a ocupar una posición elevada, una vez que se hubiesen aclimatado —pudiendo, incluso, ascender a la posición suprema, la del rey-dios que era el dueño de la nación—. Con la misma palabra egipcia se denomina al "territor i o " de Egipto y a la "tierra". E n consecuencia, hay razón para afirmar que cualquier elemento que se en1

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Cliaiiipollion,

2 Admon.,

3:

MOII.,

238--10.

1 ; 1 : 9.

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contrara dentro de su territorio tenía méritos suficientes para que se le dispensara una aceptación completa y tolerante. La creencia de los antiguos egipcios..de que su territorio era el único "realmente importante, era fomentada por el conocimiento que tenían de que los otros países, con los que estaban en contacto directo, no_ habían alcanzado u n desarrollo cultural tan avanzado como el suyo. Babilonia y la región hitita estaban demasiado distantes para que se pudiera .establecer una comparación correcta; en cambio, los territorios cercanos habitados por libios, nubios y beduinos asiáticos tenían, sin lugar a dudas, u n desenvolvimiento cultural inferior. Palestina y Siria fueron colonizadas, en ocasiones, por egipcios, o bien se encontraban otras veces bajo la hegemonía cultural y comercial de Egipto. Hasta el momento en que los asirios, los persas y los griegos pudieron emprender conquistas y lograr dominios, fue posible que los egipcios mantuvieran la sensación reconfortante de que su civilización era superior a todas las demás. E n un relato egipcio, se pone en boca de un príncipe sirio esta afirmación rotunda, hecha a un enviado que había llegado de las tierras del N i l o : "Porque Amón [el dios imperial] estableció todas las tierras. Él fue quien las fundó, pero primero fundó la tierra de Egipto, de la cual has venido. Porque la destreza para trabajar apareció allá y después se extendió hasta este lugar en que me encuentro y la enseñanza ha venido de allá hasta este lugar en que me encuentro." Como la fuente es egipcia, no es posible asegurar que un príncipe de Siria hubiera pronunciado realmente tales palabras, reconociendo la primacía egipcia en la enseñanza y en la artesanía, pero el relato es una afirmación de que se trataba de una doctrina alentadora para quienes creían vivir en el centro del mundo. E n estas condiciones, puede sostenerse que el aislamiento geográfico de Egipto produjo un ensimisma3

3 W c n a i n o n , 2:

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míenlo, un sentimiento de separación, a pesar del cual Egipto tuvo un desarrollo intelectual que comprendía una mezcla de diversos elementos. Nuestro papel consiste en tratar de resolver algunas de estas incongruencias aparentes y darles un orden exterior que el lector pueda comprender. Lo cierto es que sería injusto tener la impresión de que se trataba de un caos anárquico; ningún pueblo pudo haber mantenido un mismo modo de vida durante dos milenios, sin haber establecido ciertos fundamentos. Encontramos las piedras que sirven de cimientos y las estructuras erigidas sobre dichos cimientos; pero, a veces, es un acertijo para el visitante el hallar una entrada principal en cada uno de los cuatro costados de un edificio. Pero volvamos a la geografía de Egipto. Tenemos ya la imagen de una verde franja de vida que atraviesa la dilatada extensión de los desiertos sin vida. Examinemos, ahora el mecanismo que anima esta escena. E l N i l o corta la parte norte de África, pasando por cinco cataratas labradas en la roca, para desembocar, finalmente, en el Mediterráneo. Estas cataratas forman la barrera natural que defiende a Egipto de los pueblos camiticos. y_. negros .del sur, de una manera tan efectiva como los desiertos y el mar respecto a los libios y a los pueblos semíticos por el norte, el occidente y el oriente. E n las mañanas, el sol sale por el levante, cruza el cielo durante el día, y se oculta en la tarde por el poniente. Claro está que esto se sabe de sobra; pero en el caso de Egipto es muy importante el tenerlo siempre presente, porque el nacimiento del día, lo mismo que e} tránsito y el ocaso del sol, constituían elementos dominantes de la vida y del pensamiento de los egipcios. En, un país esencialmente seco, el curso. diarig_dgL.s.pL.tiene_jLina importancia especial. Podría pensarse que en Egipto hay tanto sol que la sombra sería bienvenida; pero, enrealidad, el egipcio aborrecía la oscuridad y el frío, sintiéndose extremadamente feliz cuando daba la bienvenida al sol naciente. Advertía, así, que el sol era la fuente de su vida. Por la noche, " l a tierra se encuentra

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sumida en las tinieblas, como si estuviera muerta".' De esta manera, el dios-sol, como personificación del poder solar, era el supremo dios y el dios-creador. Es curioso que los egipcios dieran relativamente poca importancia a otra fuerza — e l viento—. E n Egipto, los vientos dominantes vienen del norte, llegando al Valle del N i l o después de cruzar el Mediterráneo. M i t i g a n así el incesante calor y hacen de Egipto un lugar más habitable; como contraste, se tienen los vientos cálidos y secos, que soplan al final de la primavera, arrastrando arena y un calor sofocante, desde el sur. E l viento norte era considerado como benéfico, y los egipcios le expresaron su aprecio al convertirlo en una deidad menor; sin embargo, en comparación con la poderosa omnipresencia del sol, el viento era prácticamente ignorado. Estp_es algo distinto en el caso del N i l o . E l río era, de manera evidente, _una fuente de vida, que tenía reservado un lugar especial en el esquema del mundo, aun cuando tampoco pudiera competir con la posición ocupada por el sol. E l N i l o tenía su ciclo anual de nacimiento y muerte, en correspondencia con el surgimiento y la desaparición diarias del sol. E n el verano, el río permanece quieto y fluye por su estrecho cauce, en tanto que las tierras situadas en sus márgenes se resecan y se pulverizan, siendo arrastradas hacia el desierto. A menos que el agua se saque del río, valiéndose de diversos aparejos, o perforando pozos profundos, el desarrollo de los cultivos se detiene y los habitantes y sus ganados adelgazan, enfrentándose al espectro del hambre. E n ese momento, justamente cuando la vida ha llegado a su nivel mínimo, el N i l o empieza a agitarse y a dar muestras de su poderío. Durante_todo_ el verano crece, con lentitud, pero continuamente,, hasta"que sus aguas principian a correr de, prisa, desbordando su cauce y precipitándose hasta.cubrir ..miles., y_.mil.es de kilómetros de las tierras Uanas_que se. encuentran en sus dos riberas. Enormes extensiones de tierra quedan enton1

* Himno a Atón,

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ees cubiertas por las fangosas aguas en movimiento. E n los años en que la creciente es alta, el N i l o llega hasta las pequeñas comunidades que se elevan como isletas sobre los campos, dañando las casas de. adobe y derribando algunas de ellas. Las tierras áridas, polvosas y estériles reciben una abundante capa de cieno que las hace fértiles. Entonces, culmina la inundación y las aguas vuelven lentamente a su cauce. Emergiendo de la corriente empiezan a aparecer pequeñas prominencias de tierra renovadas por el lodo fecundo. Desaparece el letargo entre los hombres; y vadeando el grueso fango empiezan impacientes la primera siembra de pastos o de grano. La vida ha vuelto a Egipto. M u y pronto, una extensa cubierta verde de campos en cultivo, viene a completar el milagro anual del triunfo de la vida sobre la. muerte. [Éstas, eran, por consiguiente,., las ..dos .características / principales de Egipto: el triunfante.renacimiento diario del sol y el victorioso renacimiento anual del río. De |¡ ambos milagros deducían los egipcios la certeza de que íj Egipto era el centro del universo y de que la.vida reno* vada acaba siempre por vencer a la muerteJ Pero es necesario hacer algunas consideraciones acerca del panorama que se ha presentado como un don gratuito de vida y de fertilidad. Egipto es rico, pero no pródigo, los frutos no caen del árbol a las manos de campesinos indolentes. Es cierto que el sol y el N i l o se combinan para producir la renovación de la vida, pero ésta sólo se logra a costa de una reñida batalla contra la muerte. E l sol C a l i e n t a , pero, en verano, también agosta. E l N i l o acarrea agua y tierra fertilizantes, pero su avenida anual es incontrolable e imprevisible. Cuando su nivel se eleva demasiado el N i l o destruye los canales, las represas y las propias habitaciones de los pobladores. E n cambio, cuando su nivel es excepcionalmente bajo trae consigo el hambre. La inundación a v a n z a violentamente y se retira con rapidez, haciendo necesaria u n a labor tenaz, edificando defensas, para contener, retener y distribuir el agua por la más amplia superficie !

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posible. E l desierto siempre se encuentra presto a arrasar los cultivos y a convertir el aluvión fértil en árida arena. E l desierto fue siempre considerado como un lugar terrible en el'cual habitaban serpientes venenosas, leones y monstruos fabulosos. E n las partes cenagosas del delta tenían que practicarse zanjas y veredas entre el fango y los matorrales para convertirlas en suelo cultivable. Durante la tercera parte del año los cálidos vientos del desierto, el sol agobiante y el escaso volumen del N i l o producen una apariencia de desolación, hasta que el tiempo cambia y las aguas fluyen con abundancia. En estas condiciones, Egipto era un país rico y bendito, en contraste con sus vecinos inmediatos, pero, dentro de su propio territorio experimentaba las luchas, las privaciones y los peligros que hacían que su victoria fuera, año. con año, algo real. Así, adquirieron los egipcios la profunda creencia de que el triunfo no era un privilegio automático, sino algo que tenía que conquistarse con esfuerzo. Ya hemos apuntado que los egipcios eran un pueblo ensimismado y poseían una especie de aislacionismo satisfecho. Recordemos que empleaban la palabra " h u manos" para distinguir a los egipcios de los extranjeros. La concepción de Egipto como centro del universo los llevó a establecer un patrón según el cual lo normal en Egipto era lo normal y lo justo en el universo. La característica principal de Egipto es el N i l o , que fluye hacia el norte y conduce el agua necesaria para la vida. Por lo tanto, observaban lo que sucedía en los otros pueblos enfocándolo desde ese punto de vista. La palabra egipcia con que se expresa " i r hacia el norte" signi fica "seguir la corriente"; y el término para " i r al sur" quiere decir " i r río arriba", contra la corriente. Cuando los egipcios conocieron otro río, el Eufrates, que fluía hacia el sur en vez de al norte, se vieron obligados a expresar el contraste diciendo: "Esta agua remolinea, fluyendo contra la corriente"; lo que también podría :

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interpretarse diciendo: "Esta agua fluye al revés, corriendo hacia el sur." , Para navegar por el N i l o hacia el norte, se utiliza la propia fuerza de la corriente. E n cambio, para dirigirse al sur las naves extienden sus velas aprovechando el impulso de los vientos dominantes del norte para avanzar, de este modo, contra la corriente. Como esto era lo normal en Egipto, se convirtió en lo ideal para cualquier otro mundo, incluyendo el de la vida ultraterrena. Dentro de las tumbas egipcias se colocaban dos modelos distintos de naves que, por procedimientos mágicos, se proyectarían hasta el otro mundo para navegar ahí. U n o de los barcos tenía las velas recogidas para avanzar en el otro mundo a favor de la corriente; el otro, en cambio, tenía las velas desplegadas para servirse del i m pulso del viento al viajar hacia el sur, tal como era la norma de todo l o existente, aquí y en dondequiera. Las lluvias eran explicadas, asimismo, solamente p o r comparación a lo que acaecía en Egipto. Dirigiéndose al dios, el egipcio lo reverenciaba por su benevolencia para con Egipto, reconociendo: " T ú formaste al N i l o en el mundo de las tinieblas y l o trajiste donde fue t u voluntad para sustento de la humanidad, manteniendo así lo que es t u obra." Después, con u n interés poco común hacia el extranjero, seguía la plegaria: " T ú hiciste posible que todos los países remotos vivieran. Colocaste [otro] N i l o en el cielo, de manera que pudiera fluir hacia ellos y se precipitara sobre las montañas como un mar, para humedecer sus campos y sus poblados. . . E l N i l o en el cielo lo proveíste para los pueblos extranjeros y [para] todas las bestias de las tierras altas que cami-" nan sobre patas, en tanto que el N i l o [real] lo trajiste del mundo de las tinieblas para [el pueblo de] Egipto." Si invertimos nuestro concepto de que el agua cae, normalmente, del cielo y admitimos^como apropiado u n sistema en el cual el agua sale dé las cavernas profundas, siendo el único sustento apropiado para la 15

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5 Tombos, 1 , 1 3 . 6 H i m n o a A t ó n , 9-10.

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vida, nos podremos referir a la lluvia e m p l e a n d o IUICS tros propios términos. No se trata, pues, de que Egipto sea un país sin lluvia, sino de que los otros países tienen un N i l o que fluye desde el firmamento. En el pasaje que acabamos de citar, es notable el • agrupamiento que se hace entre los extranjeros y las bestias de las tierras altas. Esto no significa que tuvieran interés en reunir a los bárbaros con el ganado, aunque ésta sea una implicación menor. Se trata, más bien, de la semejanza que encontraban entre el medio ambiente de los bárbaros y los animales, en contraste con las condiciones del Valle del N i l o . Egipto era representado por una tortilla de fértil tierra negra (c Cualquier país extranjero era expresado por una especie de teja acanalada de arena roja. El mismo signo jeroglífico servía para "país extranjero", para "tierra alta" o para "desierto" (______]); un signo muy parecido se empleaba para "montaña" ( ) , va que las estribaciones montañosas que rodean al Nilo son, a la vez, extranjeras y desérticas. De esta manera, el egipcio representaba pictóricamente al extranjero junto con la bestia del desierto y le negaba las bendiciones de la fertilidad y de la uniformidad. Del mismo modo como los habitantes de las llanuras del oeste de los Estados Unidos tienen la sensación de encontrarse encerrados cuando se hallan en'las colinas de la Nueva Inglaterra, los egipcios experimentaban una claustrofobia similar al encontrarse en algún país en donde no pudieran dominar una planicie o en donde les fuera imposible observar el sol en todo su curso. U n escriba egipcio le decía a otro: " T ú no has hecho el camino a Meger Jen Siria], en donde el cielo se oscurece de día y todo, está cubierto de cipreses, robles y cedros que llegan hasta el cielo. Allí hay más leones que panteras o hienas y se encuentra rodeado de beduin o s p o r [todos] l a d o s . . . Se apodera de t i un estremecimiento, [los cabellos], de, la cabeza se te ponen de punta y traes el alma en un h i l o . . E l recorrido está lleno de piedras y peñascos, s i n q u e haya ningún cami1

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no transitable, porque todos están cubiertos de cañaverales, de abrojos, de zarzas y de huellas de lobos. A un lado tienen la barranca y, por el otro, se elevan las montañas." Encontramos en las siguientes palabras una creencia análoga considerando que una tierra con montañas, lluvias y bosques es un sitio lúgubre: " E l desdichado asiático carga con la calamidad de la tierra donde ha nacido, [tierra] afligida por las lluvias, inaccesible por la gran cantidad de árboles y con malos caminos a causa del suelo montañoso." D e l mismo modo que esta tierra era mala en todos sus aspectos, así también el asiático era un hombre inexplicable: " N o vive en un solo sitio, sino que vaga sin cesar. Ha estado combatiendo desde la época de Horus, pero no es n i conquistador n i vencido, y nunca anuncia el día de la batalla. . . Es capaz de saquear un campamento solitario, pero nunca puede rendir una ciudad populosa. . . Pero no te preocupes por él: es [solamente] un asiático." Son nuestras propias normas de vida las que aplicamos a los otros, y a partir de este patrón Ies encontramos defectos. Hay otra característica topográfica del Valle del N i l o - que tiene también su correlato en la psicología egipcia. X:Se trata de la uniformidad del paisaje. Placia abajo, la ^ tierra está cortada por el curso del N i l o . E n ambas márgenes se extiende la tierra fértil, y la ribera occidental corresponde enteramente a la oriental. Después sigue el desierto, elevándose hacia las dos franjas montañosas que limitan el valle. Igualmente, las áridas montañas del poniente corresponden a las del levante. Quienes habitan esta tierra negra pasan la vista a través del aire transparente y, prácticamente, contemplan el mismo panorama por todas partes. Si emprenden un viaje de una jornada hacia el sur, o de dos hacia el norte, el paisaje sigue siendo el mismo. Los campos son amplios y llanos, los árboles son escasos y pequeños, nada excepcional interrumpe la vista, a no ser los templos eri7

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7 Anast, I , 19: 2-4; 8 M e r i k a r a , 91-98.

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gidos por el hombre, o las dos cadenas montañosas que forman, en realidad, las fronteras de Egipto. E n la amplia superficie del Delta la uniformidad es todavía más impresionante. Aquí se ensancha la planicie de los campos, dentro de una monotonía sin relieves. E l único suelo que tiene importancia en Egipto posee uniformidad y simetría. La uniformidad destaca, en consecuencia, cualquier pequeño detalle que, por excepción, rompa la monótona regularidad. E n el desierto se advierte cualquier ondulación del terreno, el menor indicio de un animal, la más leve tormenta de arena, el movimiento más sigiloso. La rareza de lo irregular impresiona mucho dentro de un ambiente de regularidad universal. Adquiere animación, es algo que posee vida en el seno de la carencia de vida dominante. Así también, e n E g i p t o , la uniformidad que prevalece en "el paisaje destaca todo aquello._que se escapaba esa uniformidad. U n árbol solitario de cualquier tamaño, una loma de forma peculiar o un valle recortado por la tormenta era tan excepcional, que cobraba individualidad. Los hombres que vivían en estrecho contacto con la naturaleza atribuían animación al detalle excepcional; su mente lo dotaba de un espíritu. Mostraban esta misma actitud hacia los animales que habitaban en los contornos, el halcón que se desliza en el aire, sin otra fuerza motriz aparente que la del sol; el chacal que pasa rápidamente, como un espectro, por los límites del desierto; el cocodrilo que acecha, haciéndose pasar por una simple protuberancia, en los lodazales; o el poderoso toro, en el que se encuentra la simiente de la procreación. Estas bestias eran fuerzas que escapaban a la normalidad del panorama, y que trascendían la naturaleza de los animales, tal como la habían observado. Por consiguiente, adquirían una gran importancia y se las consideraba como revestidas de fuerzas misteriosas o inescrutables, relacionadas con un mundo extrahumano. Esto parece ser una simplificación de la perspectiva

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animista de la naturaleza, CJUC .se observa entre los hombres primitivos. Desde hic_o, es cierto que todo pueblo agrícola guarda un sentimiento especial para las fuerzas que obran en la naturaleza y llega a personificar a cada fuerza por separado. Antes de que hubiera naturalistas que explicaran las funciones de las plantas y los ani_ males siguiendo la cadena de razonamientos de causa a efecto que se emplea para dar cuenta y razón de otras cosas dentro de nuestro mundo, la única medida de normalidad del hombre era la propia humanidad: aquello que conocía de sí mismo y de su propia experiencia era lo humano y lo normal; por lo tanto, cualquier desviación de la normalidad era extrahumana y, en consecuencia, potencialmente sobrehumana. Así, como se señaló en la Introducción, lo humano viene a aplicarse a lo extrahumano, en términos de intercambio entre los hombres. E l mundo de los fenómenos no era un " e l l o " sino un " t ú " , sin que fuera necesario que el objeto llegara a convertirse, por último, en sobrehumano y que se le venerara como un dios, para que se le pudiera concebir en los términos personales de un " t ú " . E n su calidad de extrahumano, aun cuando no tuviera naturaleza divina, el hombre lo trata de " t ú " , mejor que en forma impersonal. Los egipcios podían personificar — y de hecho lo h a c í a n — casi todas las cosas: la cabeza, el vientre, la lengua, la percepción, el gusto, la verdad, el árbol, la montaña, el mar, el poblado, la oscuridad y la muerte. Pero sólo unas cuantas eran personificadas regularmente o con reverencia; esto es, sólo algunas se convertían en u n dios o un semidiós. Se trataba de fuerzas con las que el hombre mantenía una relación personal. Es difícil pensar en algo, dentro del m u n d o . d e los fenómenos, con lo cual no sé hubiera establecido esta relación, tal como lo indican las pinturas y los textos. E l hombre antiguo habíS, trabado esta ' relación personal de " t ú " con todas las cosas que for_man el mundo de los fenómenos. X 1 Otroaspecto del jpanorama uniforme de Egipto era el de su simetría: la margen izquierda equilibja a la

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derecha, y la cordillera oriental equilibra a la cordillera de occidente. Ya sea que esta simetría bilateral del paisaje fuera o no la causa, lo cierto es que el egipcio tenía un agudo sentido del equilibrio, de la simetría y de la geometría. Esto se advierte claramente en su arte; en sus mejores manifestaciones se aprecia la fidelidad de laproporción y la esmerada contraposición de los elementos para asegurar un equilibrio armonioso. Se advierte también en la literatura; en.sus .mejores producciones se manifiesta un paralelismo, deliberado y eufórico, entre los nombres, para lograr dignidad y cadencia, aun cuando esto suene monótono a los oídos modernos. Este equilibrio literario puede ilustrarse con el siguiente pasaje, tomado de la declaración de uno de los reyes egipcios: E s c u c h a mi exposición / óyela con a t e n c i ó n T e hablo yo / para enterarte D e que soy el hijo de R a / quien m e e n g e n d r ó de su cuerpo. M e siento en su trono con regocijo / puesto que m e estableció como rey / como señor de esta tierra. jvlis determinaciones son convenientes / mis planes se realizan. Y o protejo a E g i p t o / yo lo defiendo.O

E l equilibrio buscado por el artista puede ejemplificarse por medio de las esculturas o las pinturas egipcias. E n este sentido citaremos la inscripción de un "maestro artesano, pintor y escultor", que entra en detalles acerca de la habilidad de su técnica. Sobre el modelado, decía, "sé cómo trabajar la arcilla, cómo proporcionarla conforme a regla, cómo moldearla o introducirla, quitando o añadiendo hasta que [cada] miembro se encuentre en su lugar [apropiado]". Respecto a su dibujo, decía: "Se [cómo expresar] el movimiento de una figura, el continente de una mujer, la postura de un solo instante, la sumisión del prisionero, o cómo un ojo mira al otro." Lo que destaca en su afirmación es la proporción, el equilibrio y el porte. 1 0

o M e d . H a b u I I , 83, 11. 10 L o u v r c , C 14, 8-10.

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También en la cosmología y en la teología egipcias _ n ° t a este equilibrio, pues se busca un contrapeso para cada fenómeno observado o para cada elemento sobrenatural. Si existe arriba un cielo, debe existir otro abajo; cada dios debe tener una diosa consorte, aun cuando ésta no tenga una función divina diferente, sino sea simplemente la contrapartida femenina del dios. Algunos de sus esfuerzos por mantener esta simetría bilateral nos parecen absurdos e, indudablemente, surgieron conceptos artificiosos del intento de hallar un contrapeso para todo aquello que es observado o concebido. N o obstante, el deseo psicológico de equilibrio que hacia nacer el concepto artificioso, no era artificial en sí mismo, sino que correspondía a un impulso profundamente arraigado por equiparación simétrica. Este profundo deseo de equilibrio podrá parecer contradictorio por la falta de orden que lamentamos al ver la facilidad con que los egipcios aceptaban cualquier concepto nuevo, ya fuera que concordara o no con los anteriores, lo mismo que por su mantenimiento simultáneo de conceptos que se hallaban en contradicción manifiesta. Existe una contradicción, en efecto, pero creemos que puede ser explicada. E l egipcio antiguo poseía un notable sentido de la simetría y del equilibrio, pero, en cambio, era poco sensible a la incongruencia: estaba siempre dispuesto a equilibrar las cosas incompatibles. Asimismo, no tenía muy desarrollado el sentido de la causalidad, es decir, que de A se produzca como consecuencia B, y de B se produzca como consecuencia C. Tal como se señala en la Introducción, el hombre antiguo no consideraba la causalidad como algo impersonal y obligatorio. Es muy superficial decir que el pensamiento egipcio se expresaba mejor en términos de geometría que en términos de álgebra, pero, con esto, se dará una idea de su limitación. E n su filosofía, el orden consiste en la colocación física y no en la integración sistemática y consecuente. se

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COSMOLOGÍA

Consideramos ahora la concepción de los egipcios sobre el universo físico, teniendo siempre como punto de.referencia su propio territorio. Se orientaba, sobre todo, por el río N i l o , la fuente de su vida. Como miraban hacia el sur, de donde venía la corriente, una de las palabras para expresar "sur" significa también "cara"; en tanto que el término común para " n o r t e " se relaciona, probablemente, con la palabra que expresa "la parte posterior de la cabeza". E l oriente se encontraba a su izquierda y el occidente a su derecha. Una misma palabra significa "oriente" e "izquierda" y, también, un solo término indica "occidente" y "derecha". Sin embargo, es incorrecto, desde un punto de vista técnico, afirmar que la orientación básica de los egipcios era el sur; de manera más precisa, puede decirse que los egipcios se "australizaron" hacia las fuentes del N i l o . Es notable que no hayan tomado al oriente como dirección primaria, ya que señala la tierra del sol na-' ciente, la región que nombraban la "Tierra de D i o s " . Como veremos más adelante, la teología más elaborada da importancia al oriente. Pero, en la época prehistórica, antes de que la teología se hubiera formulado, al formarse los vocablos del lenguaje egipcio, los habitantes del N i l o vivían mirando hacia el sur, de donde provenía la fertilización anual de su suelo. De este modo, la primacía teológica del sol parece ser fruto de un desenvolvimiento posterior. Puede ser que intervinieran dos observaciones diferentes sobre la dirección. E n el Alto Egipto, donde el N i l o , fluye claramente desde el sur, como una característica dominante del terreno, la atención del hombre se volvía hacia el sur. En el Delta, donde las amplias extensiones de tierra no tienen el influjo magnético de una dirección, el fenómeno más importante era la salida del sol por el oriente. Así, el culto al sol pudo haber sido más importante en el norte y es posible que se extendiera a todo el territorio, como una teología del

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EGIPTO

Estado, por medio de alguna conquista prehistórica del sur por el norte. T a l conquista pudo haber establecido la primacía teológica del sol y hacer del oriente, como región en que ocurría el renacimiento del sol, el punto de importancia religiosa, pero sin afectar por eso las palabras que manifiestan la polaridad del hombre dirigida originalmente hacia el sur. La teología ya elaborada, tal como la conocemos en la época histórica, hizo del oriente —tierra en que el sol se levanta— la región del nacimiento y del renacimiento, y del occidente —tierra donde el sol se p o n e — la región de la muerte y de la vida después de la muerte. E l Oriente era ta-netjer, la "Tierra de D i o s " , debido a que el sol surge de el con renovado esplendor. E l mismo término general se aplicaba aun a algunos países extranjeros, que de otra manera eran despreciables. Siria, Sinaí y la tierra de Punt, situadas al oriente, podían estar plagadas de montañas, árboles y lluvias, y estar habitadas por los "desdichados asiáticos", pero pertenecían al joven dios-sol y, por lo tanto, eran designadas también como "Tierra de D i o s " y disfrutaban de un esplendor reflejo, producido por el accidente geográfico y no por méritos intrínsecos. E l bienestar que se producía en estas tierras orientales se adscribía, implícitamente, al dios-sol, y no a sus pobladores. "Todas las maderas preciosas de la Tierra de Dios: la profusión de mirra, los frescos árboles de resina, los ébanos y el limpio marfil. . . los mandriles, los monos, los lebreles y las panteras", o "los cedros, los cipreses y los enebros. . . todas las maderas preciosas de la Tierra de Dios". :

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E n el dogma que se establece con la glorificación del sol naciente se expresa, en forma repetida, el jubiloso agradecimiento de toda la creación ante lá aparición renovada del sol por la mañana. E l contraste entre lá tarde y la mañana era el contraste entre la muerte y la vida. "Cuando te ocultas en el horizonte, por el

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U r k . I V , 329. Urk. I V , 373.

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poniente, la tierra se sume en la oscuridad, como si le llegara la muerte. . . [pero] cuando irrumpe el día, porque surges en el horizonte. . . se despiertan y se levantan todos. . . y viven porque tú has salido para e l l o s " . Y no es sólo la humanidad la que se asocia en esta renovación de la vida, sino que "todas las bestias corren y saltan, lo mismo que todo lo que vuela o se a g i t a " , y "los monos te rinden homenaje; ¡Alabado seas! [dicen] todas las bestias a coro". " En las pinturas egipcias se representa esta adoración matinal de los animales al sol: los monos estiran sus miembros, que se habían enfriado por la noche, en una aparente salutación al calor del sol, o bien, los avestruces se ponen en pie y danzan una pavana señorial cuando aparecen los primeros rayos del sol. La observación de estos fenómenos constituía una prueba evidente de la comunión que existía entre los hombres, las bestias y los dioses. Pero volvamos al concepto que los egipcios tenían del mundo en que vivían. Trataremos de presentarlo en un solo cuadro, lo que únicamente se justifica en parte. En primer lugar, se trata de algo que tiene tres m i l años de historia conocida, en la que aún son parcialmente visibles los vestigios del desarrollo prehistórico; y que experimentó cambios constantes, aunque lentos, durante ese largo período. E n segundo lugar, los antiguos egipcios no dejaron una formulación única de sus ideas, que pudiera sen/ir como material básico; así, cuando, seleccionamos y tomamos ideas fragmentarias de las fuentes dispersas, cumplimos con. la exigencia moderna de integrar un sistema único. O sea, que la aspiración moderna por llegar a captar un solo cuadro es fotográfica y estática; en tanto que la imagen egipcia era cinemática y fluida. Por ejemplo, nosotros necesitamos saber si, en nuestro cuadro, el cielo estaba sostenido por columnas o si se apoyaba en un dios; el egipcio, en cambio resolvería el problema, diciendo: "Efectivamente, se apo13

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n

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13 H i m n o a A t ó n , 3-6. 14 H i m n o a A t ó n , 5. I B B D , H i m n o Preliminar.

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EGIPTO

ya en columnas, o lo sostiene un dios; o descansa sobre muros, o sobre una vaca, o sobre una diosa cuyos brazos y piernas tocan la tierra". Cualquiera de estas representaciones era satisfactoria para explicar el hecho y, en un solo cuadro, podían encontrarse dos apoyos diferentes para el cielo: la diosa cuyos brazos y piernas tocaban la tierra, y el dios que sostenía a la diosa-cielo. Esta posibilidad de mantener puntos de vista complementarios se muestra también en otros conceptos. E n estas condiciones, escogeremos un solo cuadro, a sabiendas de que se trata de un relato característico, pero no único. Los egipcios concebían la tierra como una plancha plana con los_bordes ondulados. E l interior de la plancha era la planicie aluvial de Egipto, y los bordes ondulados constituían la_cadena jnpntañpsa en que se asentaban los países extranjeros. Esta plancha flotaba sobre el agua. Abajo se hallaban las aguas del abismo, en las que descansaba la plancha, y que los egipcios denominaban " N u n " . Así, N u n eran las aguas del mundo inferior y, conforme a un concepto de continuidad, eran las aguas primitivas de las que había surgido la vida. D e estas aguas del mundo inferior todavía seguía manando la vida, ya que el sol renacía todos los días de N u n y el N i l o fluía délas cavernas alimentadas por N u n . Además de ser las aguas del mundo inferior, N u n era también las aguas que circundaban al mundo, el Okeanos que formaba la última frontera era llamado igualmente el "Gran Contorno" o el " G r a n Verde". De esta manera, se pone en claro que el sol, después de su travesía nocturna por debajo del mundo, debía renacer más allá del horizonte, en el oriente, de las aguas circundantes, tal como todos los dioses habían surgido originalmente de N u n . Encima de la tierra se encontraba la comba invertida del cielo, asentada en los confines del universo. Como ya hemos señalado, la exigencia de la simetría y el sentido de la limitación del espacio hacían necesaria la existencia de un ciclo opuesto, situado debajo ele la tierra, que sirviera de frontera al mundo inferior.

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Éste era el universo dentro del cual se movían el hom' bre, los dioses y los astros. Desde luego, es necesario hacer algunas consideraciones acerca deteste cuadro. E n él, la bóveda celeste parece suspendida sobre la tierra por levitación. Cosa que los antiguos egipcios estimaban como peligrosa, por lo que buscaron los medios visibles que la sostienen. Como ya hemos dicho, encontraron este sostén en diversos conceptos, cuya incompatibilidad se pasaba fácilmente por alto.' Elmecanismo más simple consistía en cuatro columnas apoyadas sobre la tierra que soportaban el peso del cielo. Éstas eran los últimos límites de la tierra, tal como se indica en pasajes como el siguiente: " M e sobrecoge. . . el temor de t i , tanto como las cuatro columnas del c i e l o " ; el número cuatro parece indicar que estaban colocadas en los cuatro puntos cardinales. Por fortuna para el egipcio, esta disposición parecía ser enteramente firme y permanente. " [ T a n firme] como el cielo descansando sobre sus cuatro columnas", es un símil que se emplea más de una vez. 10

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Pero el cielo también podía tener otros apoyos. Entre el ciclo y la tierra se encontraba Sbu, el dios-aire, cuya función consistía en pararse firmemente sobre la tierra para aguantar el peso del ciclo. E n los Textos de la Pirámide ( 1 1 0 1 ) , se dice: "Los brazos de Shu están bajo el cielo, que debe sostener". Otra versión de este texto nos presenta una variante de importancia: "Los brazos de Shu están bajo N u t , a la cual debe sostener", porque el cielo estaba representado por una deidad, la diosa-cielo, N u t . Se la representaba inclinada sobre la tierra, tocando el suelo con los dedos de los pies y de las manos, en tanto que el sol, la luna y las estrellas ornaban su cuerpo. E n esta posición podía, sostener su propio peso o bien, el dios-aire Shu podía ayudarla, levantándola con sus manos. La bóveda celeste podía representarse, igualmente, como el bajo vientre de una vaca celestial, tachonado de estrellas y con la Vía Láctea dispuesta para que la nave del sol pudiera trazar su curso celeste. Estos conceptos son otras tantas alternativas, pero esto no parecía incomodar a los egipcios. E n un mismo texto podían emplear diferentes concepciones del cielo; cada una de ellas resultaba adecuada y tenía un valor pertinente dentro de un universo fluido, en el que casi todas las cosas eran posibles para los dioses. Ya dentro de sus propias normas acerca de lo que es creíble y convincente mantenían cierta consecuencia. Todas las concepciones del cielo y de sus apoyos les proporcionaban seguridad y no incertidumbre,. puesto que todas ellas eran estables y permanentes y porque cada concepto podía considerarse como complemento de otro y no como su contradicción. Bajo la bóveda del cielo se hallaban los cuerpos celestes, las estrellas estaban suspendidas Me la comba i n vertida, o bien, eran como lentejuelas colocadas en el vientre de la vaca o de la diosa; la luna era considerada en forma semejante. Es curioso que en la mitología egipcia se concediera muy poca importancia a la luna o, por lo menos, podemos decir que se le concedía es-

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casa importancia, a juzgar por los. documentos que han llegado hasta nosotros. Hay indicios de que en la época primitiva existían, importantes centros de adoración lunar, pero esta adoración se dirigió a otros objetos en la época histórica. Así, el dios-luna T h o t h tenía más importancia como dios de la sabiduría y como juez divino, que por su actividad celeste. El disco lunar, de palidez cerúlea, considerado como uno de los dos ojos celestiales, se convirtió en parte integrante de la leyenda de Osiris; representaba la herida sufrida por Horus al combatir por su padre, herida que era curada cada mes por el dios luna. "Es concebible que esta idea haya sido tomada de algún mito primitivo, en el cual la luna hubiera tenido una importancia comparable a la del sol, el otro ojo del cielo. Ya en la época histórica la importancia que se atribuía a los dos astros no era comparable. ' Análogamente, las estrellas tenían importancia para el cómputo del tiempo y; dos o tres de las constelaciones mayores eran consideradas como deidades de cierto valor; pero sólo unas cuantas estrellas lograron despertar un interés permanente en los egipcios. Su importancia se vinculaba siempre con el triunfo sobre la muerte. E n el transparente aire de Egipto las estrellas brillan con esplendor: La mayor parte de ellas cruzan el firmamento con rapidez y desaparecen bajo el horizonte. Pero'unas cuantas describen una órbita más pequeña y se mantienen siempre encima del horizonte. Se trata de las estrellas circumpolares que se mueven alrededor de la Estrella del Norte, y a las que los egipcios designaban como "aquellas que no conocen la destrucción", o "aquellas que no conocen el descenso". Estas estrellas imperecederas eran tenidas como símbolo del muerto que vence a la muerte y alcanza la vida eterna. E n las primeras épocas esta porción norte del cielo constituía una parte importante del universo. Era evidente que en ella no existía la, muerte y, por lo tanto, allí debería encontrarse el lugar de la bienaventuranza eterna a la que aspiraban los egipcios: E n los 1

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textos ¡ funerarios primitivos —llamados por los modernos Textos de la Pirámide— la meta del difunto era la región de D a t en la parte norte del cielo,'i en donde se reuniría con las estrellas circumpolares "que no conocen la destrucción" y, de este modo, alcanzaría la vida perdurable. Ahí se hallaban sus Campos Elíseos, el "Campo de las Cañas" y el "Campo de las Ofrendas", en donde el muerto podía vivir como un akh, o espíritu "eficaz". Con el transcurso del tiempo, cuando la mitología del sol llegó a dominar todo el país,' la- región de D a t se trasladó de la porción norte del cielo al lugar ocupado por el mundo inferior. Todavía se mantenían con fervor los viejos textos que trataban de las diversas maneras en que el muerto era conducido a los cielos; pero la entrada a ellos se encontraba ahora al occidente y los dos Campos Elíseos quedaron colocados abajo de la tierra. Es claro que el cambio se conformaba a la consideración de que el sol muere en el poniente, sigue su curso espiritual bajo la tierra y renace gloriosamente por el oriente. Así, el muerto debía compartir esta promesa de la vida perenne trasladándose a la proximidad del sol para participar en su destino. Dentro del cuadro del universo Dat debe ocupar el espacio comprendido entre la tierra y el cielo opuesto, como dominio de los muertos inmortales. Se ha dicho ya bastante acerca de la importancia que se concedía al sol en este cuadro. Sin embargo, todavía debemos agregar algo sobre su fuerza motriz en su curso diario. Era muy común representarlo viajando en una nave y, por la simetría bilateral a que tan afectos eran los egipcios, tenía una nave para el día y otra para la noche. Varios dioses importantes formaban la tripulación de esas dos naves. E l viaje podía no ser completamente majestuoso y tranquilo: había una serpiente que acechaba a la nave durante toda la travesía, tal vez para tragarse al sol; y era necesario sostener una batalla para vencer a esta criatura. Se trata de una creencia común a muchos pueblos, según la cual

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los eclipses se deben a que una serpiente o un dragón se tragan al sol. Pero no era el eclipse real el único fenómeno- que entraba en esta concepción, cada noche se hacía una tentativa por engullirse al sol, tentativa a la que habían que^hacer frente y vencer en los dominios del mundo inferior. * --¡ • ¡; E l sol podía tener otra fuerza motriz. Parecía.jser una bola rodante, y los^ egipcios reconocían otra bola rodante en la pelota del estiércol que el escarabajo empuja sobre la arena. De este modo, el escarabajo se convirtió en símbolo del sol matutino; que tenía su correlato vespertino en la figura de un anciano de aspecto fatigado que se encaminaba hacia el poniente. Igualmente, el símbolo del halcón deslizándose aparentemente inmóvil a grandes alturas sugería que el disco solar podía tener también alas de halcón para seguir su curso sin esfuerzo. Como en lo anterior, estos conceptos eran complementarios y no opuestos. Las numerosas manifestaciones de su ser aumentaban la gloria del dios. Para llevar el concepto del sol más allá de lo físico, a partir de la noción de un disco ardiente que gira alrededor de la tierra cada veinticuatro horas, debemos referirnos ahora a otros aspectos del dios-sol, Ra. Como dios supremo era un rey divino y la leyenda afirmaba que había sido el primer rey de Egipto en los tiempos primitivos. Se le representaba, en consecuencia, como una deidad barbada que tiene un disco por corona. Como dios supremo, se prestaba a los cuatro dioses para engrandecerlos y darles primacía dentro de ciertos límites geográficos o funcionales. Así era, a la vez, Ra y Ra'-Atum, el dios creador, en Heliópolis. También era Ra-Iiarakhte, esto es, Ra-Horus-el-del-Horizonte, el dios juvenil del horizonte oriental. E n diversos lugares se convertía en Montu-Ra, el dios-halcón, en Sobek-Ra, el dios-cocodrilo, y en Khnum-Ra, el dios-morueco cabrío. Como dios imperial de Tcbas se convertía en Amón-Rá', Rey de los Dioses. Estas manifestaciones separadas, como ya lo indicamos, venían a engrande-

LA

1,1 no era simplemente nn disco solar, Poseía personalidad como dios. Con es!o, v«lvaiíos a encontrarnos con la distinción enlrc la consideración eientífica de un fenómeno como un " e l l o " impersonal y el antiguo concepto del fenómeno, como un " t ú " personal, que se señaló en la Introducción. Hemos dicho que la ciencia es capaz de comprender al " e l l o " como gobernado por leyes que hacen que su comportamiento sea relativamente previsible; en tanto que el " t ú " tiene el carácter imprevisible de lo individual, "como una presencia que sólo se conoce en tanto que ella misma se revela". E n estas condiciones, el carácter aparentemente extraño y variable del sol se convierte, simplemente, en la versátil y ubicua facultad que está al alcance de un individuo verdaderamente hábil. Lo sorprendente en esta personalidad multifacética da lugar, en último término, a esperar que sea capaz de enfrentarse a cualquier situación con una competencia particular.

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COSMOGONÍA

Ahora examinaremos algunos de los relatos egipcios sobre la creación. E l que tengamos que recurrir a varios, el que no sea posible que nos basemos en una sola de las explicaciones formuladas sobre los comienzos del mundo, tiene ya un significado. Los egipcios llegaron a aceptar diversos mitos sin descartar ninguno. Más adelante se podrá observar que es más fácil establecer un paralelo estrecho entre las narraciones babilonias y hebreas sobre el génesis, que relacionar los relatos egipcios con aquéllas. Dentro de la amplia semejanza que se tiene en el desarrollo general de las culturas en el Cercano Oriente, Egipto ocupa un lugar que se aparta un poco de la tendencia común. Ya hemos indicado antes que N u n , el abismo p r i mordial, era la región de donde había surgido la vida por primera vez. Desde luego, esto se aplicaba en particular al sol, que volvía a emerger diariamente desde las profundidades, y al N i l o , que está formado por" aguas

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N o obstante, debemos prestar atención a la explicación de que la vida surge de las aguas y de que el sitio de la creación se encontraba en una "colina p r i m i t i v a " . Ya hemos hecho referencia a la gruesa capa de agua que cubre a Egipto durante la inundación del N i l o y cómo, cuando empiezan a retirarse las aguas, dejan primero al descubierto algunas prominencias aisladas, cubiertas de lodo fértil. Estas isletas constituyen promesas de vida renovada en un nuevo año agrícola. A l asomar estas colinas de fango por encima del flujo de las aguas y endurecer bajo el calor del sol, es fácil imaginar que empieza a bullir en ellas la vida nueva. Los egipcios modernos creen que en este cieno existe un poder creador específico, sin que esta creencia sea: algo exclusivo de ellos. N o hace todavía tres siglos que, dentro de la controversia científica acerca de la generación espontánea, se discutía sobre la capacidad de la materia,' aparentemente inorgánica, para producir organismos vivos. U n inglés le escribía a su sabio oponente que, si dudaba que la vida produjera en la putrefacción del cieno o del fango, "fuera a Egipto, en donde podrá encontrar los campos bullendo de ratones engendrados por el lodo del N i l o , para calamidad de sus habitantes" N o es difícil creer, por lo tanto, que la vida animal se pueda producir en este fango tan espeso. Sobre el mito egipcio del origen de la vida en la colina primitiva, poseemos testimonios profusos y alusivosT E l punto fundamental es que el dios-creador apa1 8

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que provienen del subsuelo, Pero la expresión "que surgió de N u n " se empleaba también para olios muchos dioses individuales y para los dioses en conjunto. Es necesario que no tomemos al pie de la letra la idea mítica de este relato. Las profundidades o las aguas primordiales constituyen un concepto que no requiere una explicación teleológica; del mismo modo que no se necesita explicar la referencia que hace Tennyson de la vida como "aquello que brota del abismo sin límites".

18 Encyclopacdia

Britannica,

11»

cd.

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recio por primera vez en esta isla solitaria. Por lo menos, dos sistemas teológicos diferentes reclamaban la .primacía por la posesión de esa colina primitiva y^r"finalmente, cada uno de los templos que poseían un l u gar elevado destinado a su dios consideraban que ese lugar era el sitio de la creación. Las mismas pirámides • reproducían esta concepción de una colina que surge, como promesa de que el difunto sepultado dentro podría surgir de nuevo a la vida. Como dijimos en el capítulo I , lo esencial es el concepto de la colina de la creación, de tal manera que su ubicación en el espacio, ya fuera en Heliópolis o en Hermópolis, era cosa, que no interesaba mucho al egipcio. Veamos un pasaje del Libro de los Muertos, que afirma la primera aparición solitaria de Ra-Atum, el dios-creador. E l texto lleva las explicaciones necesarias. Soy A t u m , cuando estaba solo en N u n [las aguas primordiales]; soy R a en su [primera] aparición, cuando c o m e n z ó a regir lo que habla creado. ¿ Q u é significa esto? E s t e " R a cuando c o m e n z ó a regir lo que había creado" significa que R a surgió primero como rey, como uno que existia antes de que S h u [el dios-aire] .hubiera alzado [el ciclo sobre la tierra], cuando [Ra] se hallaba en la colina primitiva que se encuentra en H e r m ó p o l i s . 19

, Así, el texto destaca el hecho de_que_el dios era" autocreador y de que él mismo puso manos a la obra de hacer surgir "los dioses que le siguen". E l jeroglífico egipcio que representa la primitiva "colina de la aparición" significa también "aparecer en gloria". Su dibujo es un montículo redondeado de cuya parte superior brotan los rayos del sol ( í E ^ ) , representando así gráficamente el milagro de la primera apa-' rición del dios-creador. El texto citado fija el lugar de la creación en un montículo que se encuentra en la ciudad de Hermópolis, hogar de varios dioses que existían ya antes de la creación. Sin embargo, esta anomalía de la existencia anterior a la creación no debe preocuparnos mucho, ya io

U r k . V , 6 ¡= B D .

17.

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que los nombres de estos dioses nos hacen ver que representaban al caos informe, que existía antes de que el dios-creador hiciera surgir el orden a partir de lo desordenado. Debemos tener cuidado al emplear al término "caos", y a \ m e los dioses anteriores a la creación formaban nítidamente cuatro parejas, habiendo un dios y una diosa para cada una de las cualidades del caos. Aquí tenemos otro ejemplo de su amor por la simetría. Las cuatro parejas de dioses persistieron en la mitología, como los " O c h o " que existían antes de la creación. Ellos eran, N u n , las aguas primordiales y su consorte Naunet, que después vino a ser el cielo opuesto; H u h , la extensión ilimitada de lo informe primordial, y su consorte Hauhet; K u k , las "tinieblas" y su consorte Kauket; y Amún, esto es, Amón, " l o recóndit o " , que representaba la intangibilidad y la imperceptibilidad del caos, con su consorte Amaunet. Como puede verse, se trata de otra manera de expresar lo que dice el Libro del Génesis, cuando afirma que, antes de la creación, "la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo". H u h y Amún, lo ilimitado y lo imperceptible, guardan cierto paralelo con la expresión hebrea tohu wavohu, "desordenado y vacío"; en tanto que Kuk, las tinieblas, y N u n , el abismo, son enteramente semejantes a la expresión hebrea, hoshek al-penei tehom, "las tinieblas estaban sobre la haz del abismo". La semejanza es interesante, pero no demasiado tentadora; pues inmediatamente se advierte la divergencia entre la narración egipcia y la hebrea al llegar al episodio de la creación: en Egipto se destaca el auto-surgimiento del dios-creador, mientras que el dios-creador del Génesis existía ya junto con el caos. La necesidad de comenzar por algún concepto ha hecho que el hombre primitivo, en todas partes, trate de concebir lo informe como anterior a la creación de la forma. Esta concepción de lo informe presenta muchas coincidencias, en dondequiera que surge. Pero ya volveremos al Génesis más adelante.

I N U es posible que investiguemos las oirás emergencias de Ja colina primitiva en los diferentes centros del eulLo, o las implicaciones (pie esla concepción luvo en las creencias y en la iconografía egipcias. En ve/, ele esto vamos a pasar a un fenómeno mitológico más desarrollado, que adquiere importancia en los relatos sobre la creación. E n los tiempos primitivos el dios-sol tenia su propia familia de dioses que, a la vez, constituía el supremo consejo de los dioses. Este grupo, cjuc tenía su sede en el templo del sol en Heliópolis, formaba la Encada; "los Nueve", y comprendía a las cuatro parejas presididas por su común antecesor. Esta Eneada o " N u e v e " puede contrastarse con los " O c h o " , a los que ya nos referimos, porque los " O c h o " comprendían los elementos del desorden cósmico, mientras que los " N u e v e " sólo incluían los pasos progresivos hacia el establecimiento del orden cósmico: el aire y la humedad, la tierra y el cielo, y los seres terrestres. De este modo se establece con toda claridad que la creación señala la línea divisoria entre la confusión anterior y el orden presente. Pero esto no implica que el dios-creador venciera y aniquilara a los elementos del caos, para poner en su lugar los elementos del orden. Por lo contrario, es obvio que los dioses anteriores a la creación siguieron existiendo después —como N u n , las aguas del mundo inferior, y K u k , las tinieblas—; sólo que fueron colocados en sus sitios apropiados y no en el desorden universal e informe. E n este sentido, esta creación se asemeja a la creación del Génesis: la luz se separó de las tinieblas y las aguas que estaban debajo se apartaron de las aguas que estaban encima. E l dios-sol A t u m se creó a sí mismo, posado en la colina primitiva; "llegó a ser él mismo", según lo expresaban los egipcios. Su nombre^ A t u m , significa " t o d o " y, a la vez, "nada". Esto no resulta tan paradójico como parece, porque la palabra significa " l o que está acabado, completo y perfecto" y todos estos-términos tienen un aspecto positivo y otro negativo. " F i n " ,

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escrito en la última página de un libro, quiere decir "se lia terminado lodo, no queda nada por hacer". Igualmente, A t u m significa comprenderlo todo y, a la vez, estar vacío; al principio, más bien que al final, A t u m es el principio de todo. Es semejante a la tranquilidad llena de presagios que precede al huracán. Se conocen varias versiones sobre la creación. E n el- Libro de los Muertos (17) se dice que el dios-sol creó los nombres de la Eneada, como señor de ella. Esto se explica diciendo que nombró las partes de su cuerpo y "de este modo, surgieron los dioses que vienen después de él". Puede apreciarse su sabor primitivo y una cierta coherencia interna. Las partes del cuerpo adquieren existencia y carácter propios, hasta convertirse en deidades separadas. E l nombre imparte individualidad y poder; la acción misma de pronunciar un nombre nuevo es un acto de creación.. Así, tenemos la imagen del creador sobre su pequeña isla, inventando nombres para ocho partes de su cuerpo — o , más bien, para cuatro parejas de partes— y creando un nuevo dios al emitir cada nombre. Los textos de la Pirámide nos dan una versión d i ferente. En una inscripción que se dirige a A t u m , recordando el momento en que se encontraba sobre la colina primitiva, se dice: "Estornudaste y se formó Shu; escupiste y se formó T e f n u t . Y colocaste tus brazos alrededor de ellos, como los brazos de un ka, porque t u ka estaba en ellos" (1652-53). Esto hace de la creación-de los dos primeros dioses un acto de expectoración violenta. T a l vez debido a que Shu es el dios del aire y su consorte, T e f n u t , la diosa de la humedad. L o que requiere explicación es esa referencia a ka. Más adelante estudiaremos el ka como la otra personalidad de u m individuo. E l concepto de ka se relaciona con la noción delc?ííer ego y, a la vez, con la. del-ángel de la guarda, presto a impartir su protección. Por esto, A t u m colocó sus brazos, en forma protecto-, ra, alrededor de sus hijos, porque su ka estaba en ellos, como parte esencial de sí mismo.

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Otros textos, en forma más grosera, hacen de la creación de Shu y T e f n u t un acto de autofecundación de A t u m . Tratando, seguramente, de resolver el problema de la procreación por parte de un solo dios, sinuna diosa que le sirviera de pareja. De la pareja formada por Shu y T e f n u t , el aire y la humendad, nacieron la tierra y el cielo, el dios-tierra Geb y la diosa-cielo N u t . O bien, de acuerdo con otra concepción, el dios-aire Shu, haciendo un gran esfuerzo, separó con violencia la tierra del cielo. Entonces, Geb y N u t , la tierra y el cielo, a su vez, engendraron dos parejas de gemelos, el dios Osiris y su consorte Isis, y el dios Seth y su consorte Nephthys. Estos dioses representan los seres de este mundo, ya sean humanos, divinos o cósmicos. N o nos es posible detenernos a extraer el significado original exacto que tenían estos cuatro seres, ya que faltan datos ciertos. Sin embargo, su relación esquemática es la siguiente: 2 0

A t u m S h u



G e b O s i r i s



T e f n u t —

I s i s

N u t S e t h

T e x t o s de la Pirámide,

12-48.

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al hombre en su torno de alfarero, o bien, se designa al diós-soLcomo el "descubridor del h o m b r e " . Pero no se hace necesaria ninguna explicación particular sobre la creación del hombre por una razón de la cual nos ocuparemos en detalle;., después. Esta razón es que no había una delimitación estable y definitiva entre los dioses y el hombre. Una vez que se produjo la creación de los seres, éstos vinieron a hacerse dioses, semidioses, espíritus u hombres. U n o de los textos sobre la creación afirma, incidentalmente, que el hombre fue hecho a imagen de dios. E n este pasaje se destaca la bondad del dios-creador, al cuidar de sus criaturas humanas. "Bien cuidados se encuentran los hombres, el rebaño de dios. Él hizo el cielo y la tierra conforme a sus deseos y ahuyentó al monstruo de las aguas [en la creación]. Él formó el aliento [de] la vida [para] sus narices. Los hombres son sus imágenes, nacidos de su propio cuerpo. Se levanta en el cielo, conforme,a sus deseos [de los hombres]. Él hizo para ellos las plantas y los animales, las aves y los peces, para que se alimentaran. Él mató a sus enemigos y llegó [aun] a destruir a sus [propios] h i jos, cuando éstos tramaron una rebelión [contra é l ] . " E l pasaje es interesante e insólito, porque establece como propósito de la creación los intereses humanos; generalmente, el mito narra las fases de la creación sin señalar ningún propósito. E n cambio, este texto particular indica claramente un propósito moral. Es de advertirse, por ejemplo, la referencia a la destrucción de los hombres cuando éstos se rebelan contra el dios. Ya tendremos ocasión de volver a este paralelo remoto con el relato bíblico del Diluvio, en el capítulo siguiente. Por último, examinaremos en detalle otro documento relacionado con la creación. Se trata de una inscripción denominada la Teología Mcnfita, cuyo texto es tan extraño y tan diferente al material de que nos he21

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N e p h t h y s

D e este modo, en esta familia dominante de dioses, tenemos implícitamente un relato de la creación. A t u m , el vacío grávido, apartó el aire y la humedad. Tal como en la hipótesis de la nebulosa, el aire y la humedad se condensaron en la tierra y el cielo. Y de la tierra y el cielo provienen los seres que pueblan el universo. * N o nos ocuparemos ya de las otras versiones sobre la creación, como la de que el dios mismo era la "prominencia terrestre" en la" que ocurrió el milagro. Hay que destacar que no existe ninguna explicación acerca de la creación del hombre, a no ser de un modo alusivo. Así, se refiere que K l m u m , el dios-morueco cabrío, formó 2«

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'-'1 Bcatty I , p. 24. ¡.'2 M e r i k a r a , 130-34.

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mos ocupado antes que, a primera vista, parece que nos trasladamos a otro mundo. Sin embargo, un análisis más cuidadoso nos hace ver que se trata de una diferencia de grado y no de cualidad, ya que todos los elementos extraños que figuran en la Teología M e n f i t a se encuentran también en otros textos egipcios, sólo que en casos aislados; únicamente en este texto aparecen reunidos y forman un sistema filosófico comprensivo acerca de la naturaleza del universo. E l documento en cuestión es una estela rota que.se encuentra ahora en el Museo Británico, y que lleva el nombre de un faraón que gobernó Egipto hacia el año de 700 a. c . Sin embargo, este faraón afirma que él había copiado simplemente una inscripción de sus ancestros, lo que parece ser cierto a juzgar por el lenguaje y por la misma disposición material, muy primitiva, del texto. Nos hallamos ante un documento que se remonta a los comienzos de la historia egipcia, en la época en que las primeras dinastías trasladaron la capital a M e n tís, la ciudad del dios Ptah. Como centro del estado teocrático Menfis fue una advenediza, ya que anteriormente no tenía ninguna importancia nacional. Y ; para agravar su situación, Heliópolis, la capital religiosa tradicional de Egipto, hogar del dios-sol Ra y del dios creador R a - A t u m , se encontraba solamente a cuarenta kilómetros de Menfis. E n estas condiciones^ fue necesario justificar el traslado del centro del m u n d o . E l texto de que nos ocupamos forma parte, precisamente, del argumento teológico esgrimido acerca de la primacía del dios Ptoh v, por lo tanto, de su hogar en M e n f i s . 23

Los textos tratados hasta aquí han sido muy estrictos en cuanto a los términos físicos de la creación: representan al dios separando al cielo de la tierra o dando nacimiento al aire y la humedad. E n cambio, • este, otro texto es, hasta donde podía^ser posible entre los egipcios, una explicación filosófica de la creación: el ' pensamiento vino al corazón de un dios y la pronun1

23 K u r t S c t b c , spiclen.

DramatiscJie

T c x t e z u altagyptisdjen

Myster/en.

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dación de su mandato hizo que este pensamiento se transformara en realidad. Esta creación, valiéndose de la concepción del pensamiento y de la emisión de la palabra se apoya en la experiencia humana: la autoridad de un gobernante para crear por mandato, tínicamente el empleo de términos físicos, tales como "corazón" por pensamiento y "lengua" en vez de mandato, es lo que vincula el relato de la Teología M e n f i t a con los textos más terrenales a que antes nos hemos referido. E n este caso nos encontramos, como lo ha hecho notar Brcastcd, ante los antecedentes remotos de la doctrina del Logos, en el Nuevo Testamento: " E n el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios, v el Verbo era Dios." Antes de entrar en el texto mismo, ordenaremos los elementos ya conocidos que nos servirán para interpretar el texto. E n primer lugar, el texto de Menfis se basa, en parte, en los relatos sobre la creación a que ya nos referimos: A t u m surge de N u n , las aguas primordiales, y engendra su Eneada de dioses. E l texto de Menfis reconoce que se trataba de la concepción prevaleciente en Egipto y, en lugar de desecharla, trata de subsumirla en una filosofía más elevada obteniendo así una ventaja, al hacer ver que formaba parte de un sistema superior. Este sistema superior emplea el término invención para designar la concepción de una idea en la mente y el de producción para la creación de algo por medio de la palabra. Como es sabido, en Egipto el pensamiento y la palabra era atributos ancestrales del poder y se les personificaba como, deidades en la literatura primitiva. Generalmente, formaban una pareja de atributos del dios-sol: H u , . la "expresión autoritaria", la palabra tan eficaz que creaba, y Sia, la "percepción", la recepción conceptual de una situación, de un objeto o de una idea. H u y Sia eran atributos que la autoridad de gobernar traía consigo. E n los Textos de la Pirámide, el dios reinante abandona su templo y cede su ministerio al rey muerto, porque éste "ha capturado

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a H u , tiene el control de Sia" ( 3 0 0 ) . E n el texto de Menfis, ambos atributos del poder se conciben en términos materiales: el corazón es el órgano que concibeai pensamiento y la lengua es el que crea al pensamiento concebido como una realidad fenoménica. T o d o esto se debía a la actividad de Ptah, el dios de Menfis, que es en sí. mismo pensamiento y palabra en cada corazón y en cada lengua y, así, fue el primer principio creador que se mantiene hasta ahora. • E l pasaje que nos interesa particularmente en el texto, comienza por equiparar a Ptah con N u n , las aguas primordiales, de las que provino A t u m , aceptado comúnmente como el dios-creador. D e esta manera, Ptah se convierte en antecedente del dios-sol y esta prioridad se mantiene en referencias ocasionales, en otros textos. Sólo que nuestro texto no se conforma con sostener la prioridad en forma implícita, sino que establece el mecanismo por medio del cual Ptah produjo a A t u m . "Ptah, el Gran Ünico; él es el corazón y la lengua de la Eneada de dioses. . . él fue quien engendró a los dioses... Ellos nacieron en el corazón y [algunos] nacieron en la lengua, en la forma de A t u m . " Aquí tenemos la invención y la producción de A t u m . D e la nada, surgió a la existencia la idea de A t u m , de un dioscreador. Esta idea "se formó en el corazón" del m u n do divino, cuyo corazón o mente era el propio Ptah; entonces, esta idea "se formó en la lengua" del m u n d o divino, cuya lengua o palabra era también el mismo Ptah. Los egipcios hacían uso de un lenguaje gráfico, físico, y decían, de modo elíptico: "se formó en-la-forma-deAtum, en el corazón, y se formó en la lengua", pero su significado no entraña problema alguno. Lo que se señala en estos términos es la concepción y el parto. Pero, el poder creador de Ptah no se detuvo en la producción del dios-creador tradicional. "Grande y poderoso es Ptah, quien ha impartido [poder a todos los dioses], lo mismo que a sus espíritus, por medio de [la

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actividad_ de] este corazón y de [la actividad de] esta lengua." Tampoco se detuvo el principio creador con los dioses. "Sucede que el corazón y la lengua gobiernan [todo] miembro [del cuerpo], mostrando que él [Ptah] se encuentra en todos los cuerpos [en la forma del corazón] y en todas las bocas [en forma de la lengua], de todos los dioses, de todos los hombres, de [todos] los animales, de todas las cosas que se arrastran, y de [todo] lo que vive; porque [como corazón] el pensamiento y [como lengua] el mandato [de Ptah] se manifiesta en todas las cosas." Es decir, en otras palabras, no se trata de un solo milagro de concepción y articulación del pensamiento, sino que los mismos principios de creación, que tuvieron validez para engendrar a A t u m en las aguas primordiales, siguen siendo válidos y operantes. Por dondequiera que existe pensamiento y mandato se encuentra Ptah creándolos. E l texto, además, establece una distinción denigrante entre la creación tradicional, según la cual A t u m produjo a Shu y a T e f n u t , y la otra versión, en donde Ptah nombró a Shu y a T e f n u t y, de este modo, los produjo. Los dientes y los labios de Ptah son los órganos en que se articula la palabra productora. Como ya hemos dicho, en una de las versiones del relato de A t u m , Shu y T e f n u t son productos de la autofecundación del dios-creador. De este modo, los dientes y los labios, en el caso de Ptah, son presentados como contrapartida del semen y las manos de A t u m . Ateniéndonos a los prejuicios modernos, esto hace de la creación, de Ptah una actividad más noble; pero no es seguro que se tratara de disminuir la importancia del relato más material. T a l vez, se expresara sencillamente la correspondencia entre uno y otro m i t o al decir: "Pues bien, la Eneada de A t u m fu© engendrada de su simiente y por sus dedos; pero la Encada [de Ptah] son los dientes y los labios en esta boca que pronuncio el nombre de todas las cosas y [así] engendró a Shu y a Tefn u t . " La hemos visto cómo el pronunciar un nombre es, por sí mismo, un acto de creación.

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E l texto especifica después, con todo detalle, los productos de la actividad del corazón conceptivo y de la lengua creadora sin agregar nada esencialmente nuevo. Explica la relación mecanicista que liga a los sentidos con el corazón y la lengua, diciendo que la función de ver en los ojos, de oír en los oídos y de oler en la nariz existen a f i n de que el corazón se encuentre informado. C o n apoyo en esta información sensible el corazón formula " t o d o lo que está integrado", esto es, todo concepto establecido, y entonces "es la lengua la que expresa lo que el corazón piensa". E n seguida, el texto resume el dominio de este poder creador de Ptah como corazón y como lengua. Por él nacieron los dioses, se engendró todo el orden divino, se formaron las cosas destinadas a servir de sustento a la humanidad, los alimentos y las provisiones, se estableció la distinción entre lo justo y lo injusto, se inventaron las artes, los oficios y todas las actividades humanas; de este modo, Ptah estableció las provincias y las ciudades y colocó a los diversos dioses locales en los l u gares de su gobierno. Finalmente: "Así se ha descubierto y entendido que su poder [de Ptah] es mayor que [el de los otros] dioses. Y , entonces, descansó Ptah después de haber hecho todas las cosas, así como el orden d i v i n o . " Reconocemos que la palabra "descansó" introduce un paralelo con el relato del Génesis acerca de que Dios reposó el día séptimo. Puede defenderse esta traducción, pero, probablemente, es más acertada la siguiente: " Y , entonces, Ptah se encontró satisfecho, . después de haber hecho todas las cosas." Se advierte claramente en este texto que se trata, de un alegato especial, encaminado a exaltar una teología que pretendía ser nacional y universal, en oposición al antiguo pensamiento tradicional. Esto se pone \ de manifiesto en el pasaje que acabamos de citar, que puede interpretarse de este modo: Por estas razones, todos los hombres que piensan rectamente han llegado a la conclusión de que Ptah es el más poderoso de los dioses. N o cabe duda que este texto tiene un propó-

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sito particular; pero este hecho no debe inquietamos. Como hemos dicho, la Teología M c n f i t a no aspira a dominar y a aniquilar la teología de Ileliópolis, sino a conquistarla y a asimilarla. Y, por lo demás, nuestro interés principal radica en examinar la posibilidad de que dicho texto contenga el desarrollo de un pensamiento especulativo, sin que nos importe mucho la controversia entre dos santuarios poderosos. T a l vez sería mejor decir que nuestra interpretación de la expresión "la palabra del dios" por " e l orden d i v i n o " constituye una paráfrasis libre. Pero esperamos justificarla. " L a palabra del dios" puede significar y significa "incumbencia de los dioses" o sea, lo que podemos llamar "intereses divinos". Pero, en cambio, la expresión "el orden d i v i n o " implica que los dioses tenían un sistema al cual se deberían ajusfar todos los elementos creados, desde el momento mismo en que fueran creados. E n el contexto se enumeran los elementos creados: dioses, riquezas, alimentos, provisiones, ciudades, provincias, etc. Todos éstos se resumen en el término "todas las cosas" inmediatamente después del cual tenemos " y , asimismo, la palabra del dios". ¿Puede significar esto otra cosa que el orden establecido? Podemos encontrar este mismo sentido en otros textos egipcios. Por ejemplo, en una afirmación de que el hombre justo no es destruido por la muerte, sino que posee una especie de inmortalidad debido a que su recuerdo memorable queda garantizado con estas palabras: "Ésta es la manera de considerar la palabra de dios"; que puede interpretarse libremente como: " É s t e es el principio del orden d i v i n o . " Debido a que los egipcios tomaban a la palabra en su sentido físico y concreto y a que el sacerdote era.el intérprete de lo divino, esta "palabra de dios" resultó ser un conjunto de textos, los escritos sagrados, en los cuales se encontraba el sentido establecido por los dioses. A l muerto noble se le prometían "todas las cosas ;

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24 C a m p e s i n o ,

Bl,

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buenas y puras, conforme a este texto de la palabra de dios, escrito por T h o t h [el dios de la sabiduría]". En otro pasaje, un escriba increpa a otro por su impío engreimiento: " M e quedo atónito cuando dices: ¡Como escriba, soy más profundo que el cielo, la tierra o el mundo inferior!. . . La mansión de los libros está oculta y es invisible; la reunión de sus dioses es secreta y remota. . . Así, te respondo: ¡Guárdate, no sea que tus dedos se acerquen a la palabra de dios!" L o que los dioses han dicho es, por sí mismo, regulador y dominante; con ello se ha establecido un orden, dentro del cual se mueven el hombre y los otros elementos del universo. Puede advertirse que la expresión "palabra de dios", en estos textos, no es algo tan simple como "escrito d i v i n o " o jeroglífico. Es la palabra, incumbencia o asunto de los dioses que se aplica a los elementos que ellos han creado. N o solamente crearon los elementos materiales, sino que también crearon para ellos una "palabra", aplicable a ellos, por la cual eran colocados en los sitios que les correspondían dentro del esquema d i vino de las cosas. La creación no era, simplemente, la producción irresponsable de piezas mezcladas en forma desigual que hubieran sido despedidas de una enorme e impersonal rueda de la fortuna. Por lo contrario, la creación había sido acompañada y dominada por una palabra que expresaba una especie de orden divino a f i n de comprender los elementos creados. E n síntesis, podemos decir que los egipcios tenían conciencia de sí mismos y de su universo; y habían formulado un cosmos de acuerdo con sus propias observaciones y experiencias. A l igual que el V a l l e del N i l o , este cosmos tenían un espacio limitado y una periodicidad tranquilizadora; su estructura y su mecanismo hacían posible la reiteración de la vida por el renacimiento de los elementos que podían darla. También los relatos de la creación entre los egipcios antiguos se 25

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25 C a i r o - 2 8 0 8 5 ; L a c a u , Sarc. anr., p. 20 A n a s t . I , 11, 4-7.

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conformaban a su propia experiencia, aunque no dejan de guardar semejanza, en general, con otros relatos sobre la creación. Su mayor interés consiste en su primitivo intento de vincular la creación con los procesos del pensamiento y del lenguaje y no con una simple actividad física. Pero aun ésta filosofía "elevada" se expresa siempre en términos gráficos, tomados de la experiencia.