Zacapa

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Zacapa Escrito por Leyendas de Guatemala Zacapa es uno de los departamentos que representa, a través de sus habitantes, una rica tradición oral. Sus leyendas, cuentos y especialmente el habla popular, identifican sin lugar a dudas, la particular idiosincrasia de la región, que se puede diferenciar muy claramente de aquella que se observa en el altiplano o en el sur del país. La forma franca y original con que las personas expresan sus ideas, constituye lo que muchos llaman popularmente el "hablado zacapaneco".

Una de las actividades que ha distinguido, por ejemplo, a las mujeres zacapanecas de las del resto del país, es la fabricación manual de puros y cigarros de tabaco.

Esta ha sido una costumbre que las hizo famosas en los años 30, y que ha perdido arraigo entre las generaciones más recientes.

El clima caliente de Zacapa, así como la elaboración de algunos artículos comestibles tales como queso, mantequilla, panela y quesadillas, entre otros, le han dado a esta región un perfil propio. Este carácter distinto al de los demás habitantes se manifiesta no sólo en aspectos folklóricos o geográficos, sino en un cierto orgullo y una manera muy típica de expresarlo a través de sus actividades artísticas, su productividad industrial y agrícola, y el modo con que ofrecen al visitante, a la orilla de la carretera, las frutas y verduras de la estación.

Zacapa, al igual que los departamentos del oriente de Guatemala, es también rica en tradiciones orales, transmitidas de generación en generación, desde tiempos cercanos a la conquista y colonización en el siglo XV. La característica específica de la cultura espiritual de este departamento y de todos sus municipios, es la literatura oral y tradicional. Es el departamento más rico en cuentos y leyendas populares, chistes, historias y anécdotas, así como en filosofía popular.

Destaca también la literatura en verso. Zacapa es uno de los pocos lugares en Guatemala en donde se desarrolla una amplia variedad de coplas, décimas "a lo divino" y "a lo humano", romances, romancillos y aforismos populares. Su tradición popular se deriva directamente de la oralidad española, en particular de Extremadura y Andalucía.

En cada uno de los municipios viven cuenteros, como en ningún otro rincón de Guatemala, que narran cuentos interminables y leyendas tradicionales de evidentes y precisas enseñanzas admonitorias.

La tradición oral de Zacapa es rica en cuentos populares de tipo maravilloso. Es decir, relatos orales de carácter estético sin localización en tiempo y espacio, que construyen un mundo literario y mágico que anida en la mente de cada cuentista, el cual caracteriza la tradición literaria de este pueblo.

Entre los cuentos populares destacan los cuentos maravillosos de don Francisco Orellana, de Gualán, sus personajes como castillos encantados, príncipes y "príncipas", hacen su aparición a cada momento; así como también árboles mágicos, mares tormentosos, pájaros de siete colores y caballos voladores.

Cuentos como "El pacto del diablo", "La princesa que cuidaba coches", "El pájaro de siete colores", "El arbol mágico del diablo", "Los trece príncipes", son cuentos que abundan en cada caserío de Zacapa.

Existen también personajes como Pedro Urdemales, propio de Zacapa, que se descubren en todos los rincones del departamento. Pedro Urdemales el "puro zacapaneco", con su ingenio y su orgullo recorre haciendas, fincas, caseríos y poblados, para ayudar a los pobres, "fregando a los ricos, a los curas y a los chafas".

Sus aventuras son muy comunes y su figura representa la personalidad del hombre zacapaneco, de raíz española; ingenioso, hablador, buen jinete y "bueno" con el machete o la "ispada".

Entre los cuentos de Pedro Urdemales (en Zacapa), o Ardinales como le llaman en Estanzuela o Animal como le dicen en la Unión o Tecomate en Huité, destacan: "Pedro con el pájaro de los siete colores", "con el caballo volador", "con el caballo que defecaba monedas de veinticinco centavos" o aparece en aventuras vestido de ángel, de sacristán o de cura de iglesia de las aldeas.

También de Zacapa, son los cuentos de bandidos maravillosos locales como Jacinto Aldana, quien camina en las aldeas del municipio de San Diego o Feliciano Tovar, que es dueño de aventuras en Río Hondo.

Entre la diversidad de tradiciones orales abundan los cuentos de animales, en particular los de Tío Conejo y Tío Coyote, que están presentes en la cuentística del departamento, en especial en Teculután y Usumatlán.

Los chistes o cuentos de gentes ingenuas y graciosas que mueven a la risa y al humor, también forman parte de esta tradición zacapaneca.

Destacan los del municipio de Huité, "los huitecos", que son personajes de cuentos jocosos y anécdotas que se convierten en pequeños cuentos, sobre todo de bobos e ingenuos.

Las leyendas, también forman parte de esta tradición oral, están las de espantos, aparecidos, y ánimas en pena: se dice que en todo el departamento de Zacapa aparece el Duende, el Sombrerón, la Llorona, pero en especial el Zisimite, que es un personaje también muy pequeño, que usa un gran sombrero y tiene los pies al revés.

El huiteco es el personaje característico de cualquier chiste que se narre en Guatemala.

El Zisimite se alimenta de ceniza, acompaña a los peones que salen temprano al campo, y a los panaderos que hornean pan en la madrugada. Sus huellas están hacia atrás para que la persona que lo siga se pierda, como le sucedió a Nicolás Rodas, panadero de Gualán.

En los encuentros de camino aparecen el Cadejo, y las ánimas benditas en los rincones en las veredas. En Huité es común oír hablar de la Llorona y la Siguanaba.

En Teculután está presente la bruja cocha y el padre sin cabeza, o los señores de los cerros de Usumatlán. Todo este tipo de leyendas y anécdotas en donde la magia del misterio está siempre a flor de aliento, son propias de su tradición oral.

En cuanto a literatura oral en verso, en Zacapa hay bombas y ensaladas que se cantan y recitan, algunas acompañadas de guitarra y otras sólo recitadas, como las coplas para enamorar.

Estanzuela es el lugar donde más abundan las décimas "a lo divino" y "a lo humano", dedicadas a la Virgen de Concepción y a la mujer amada.

Estanzuela es el lugar donde más abundan las décimas "a lo divino" y "a lo humano", dedicadas a la Virgen de Concepción y a la mujer amada.

Religión

La religión de Zacapa tiene una concepción popular del catolicismo sincrético heredado de los españoles; privan las creencias en santos milagrosos como San Antonio "del monte", que es patrón de las cosas perdidas y de las enamoradas, o San Judas Tadeo, patrono de los imposibles.

No existen cofradías, sino hermandades que tienen como objetivo el culto al santo patrón del pueblo; una de las más importantes es la de la Virgen de Concepción de Zacapa, su fiesta se celebra con un "rezado" el ocho de diciembre.

Fiestas muy antiguas se celebran en Zacapa, como por ejemplo, las fogatas del día de San Juan, para el 24 de junio de cada año, en las aldeas del municipio de San Diego, en Estanzuela y en Cabañas, que celebran encendiendo fuegos al amanecer, mientras los habitantes de las aldeas se bañan en los ríos "para botar la mala suerte".

En Zacapa se celebra, en la madrugada del primero de mayo, "el paso del verano al invierno", que es una antiquísima fiesta medieval de ascendencia greco-latina, para atraer la época de lluvias.

En la Unión y Río Hondo, las ceremonias de las carreras de pato están presentes el día del santo patrón y en las fiestas de San Isidro Labrador en el mes de mayo.

Todos los pueblos del municipio celebran, en cada cruce de camino, el "rezo de ánimas", el uno y dos de noviembre, especial para las ánimas del santo purgatorio que "vienen por el camino en busca de sus seres queridos desde el cielo".

Dentro de la religiosidad del departamento están las conmemoraciones de Semana Santa y las fiestas de Navidad, en la última aún se realizan los Rezados del Niño Dios y los robos del Niño. En el mes de diciembre, en algunas aldeas, también se cantan y rezan novenas tradicionales. El quince de enero de cada año, se realizan peregrinaciones al Santuario del Señor de Esquipulas en el departamento de Chiquimula.

El Progreso Escrito por Leyendas de Guatemala Se constituye como un enclave cultural mestizo, que guarda tradiciones orales bastante arraigadas a la cultura occidental, pero aún así está históricamente entrelazado, en algún sentido, con las costumbres de raíz indígena.

El Progreso es el departamento en donde buena parte de los viajeros realizan una parada de descanso, pues en las orillas de la carretera existen ventas de productos comestibles, que suelen darse en tierras propias o traídos del oriente del país, así como algunos servicios básicos.

En lo referente a sus cultivos, este departamento fue famoso por trabajar el achiote y actualmente es el mayor productor del loroco, por lo que surte de esta flor a casi todos los mercados del país.

En dicha región florecen los cuentos populares, que por lo general están a cargo de guías de la comunidad quienes, además de transmitir su sabiduría en otras ramas, dedican tiempo a enseñar a los niños y jóvenes sobre los misterios de la vida.

De El Progreso puede afirmarse que existen los mejores narradores de historias orales de Guatemala. Esa riqueza cultural se complementa con las famosas décimas, coplas, corridos y elevada producción de poesía popular, que suelen repetir en sus reuniones para no dejarlas en el olvido.

El departamento de El Progreso se ha caracterizado por acoger en su territorio a población de origen occidental de ascendencia española. En su circunscripción geográfica la presencia indígena es actualmente casi nula: priva el poblamiento mestizo y ladino, que se caracteriza, de manera muy general por hablar el idioma castellano como lengua materna, por vestir y calzar a la occidental y por tener toda una suerte de costumbres y tradiciones de procedencia española, pero aún así, están históricamente entrelazadas y sincretizadas en algún sentido con las de raíz indígena.

De tal manera que puede considerarse a este departamento, como un auténtico enclave cultural mestizo, que guarda tradiciones orales muy arraigadas en la cultura occidental.

El departamento de El Progreso es de reciente y controvertida formación, ya que hasta 1871 formaba parte de Chiquimula. A partir de entonces la parte comprendida desde Guastatoya (callejón de Guastatoya), hacia el nororiente, pasó a constituir parte de Zacapa; y de Guastatoya hacia el sur, es decir, los pueblos de Sansaria (Sansare), Sanarate y San Antonio La Paz, formaron parte de Guatemala. El departamento de El Progreso como tal fue creado en 1908 con la misma configuración actual.

Estas delimitaciones geográficas se debieron a la necesidad de definir el área de paso desde la Nueva Guatemala de la Asunción hacia Zacapa, Chiquimula y la costa atlántica por medio del Ferrocarril del Norte, cuyo ramal entre el Rancho y Puerto Barrios fue construido entre 1892 y 1900; y de 1904 a 1908 se concluyó el tramo El Rancho-Guatemala.

De tal manera que los viajeros que abordaban el tren en la estación central en la Nueva Guatemala de la Asunción, que se dirigían hacia el nororiente o muy en especial a Esquipulas, realizaban una parada de descanso obligada, ya fuera en la estación de Guastatoya, en la del Rancho o más adelante en la del Jícaro.

Es por ello que la cabecera departamental se le conoció también como Casa Guastatoya. En nuestros días la cabecera municipal recuperó su nombre de El Progreso-Guastatoya. La región es fundamentalmente ganadera y agrícola, en la que privan aún haciendas, fincas y rancherías de alguna extensión territorial.

Además de la vía del tren, la vida de la región está regida por el paso del río Motagua, que alimentó económicamente a los pobladores de la zona desde la época prehispánica. Asimismo, otro elemento determinante en la región es el eje económico de los municipios de Sanarate y San Agustín Acasaguastlán, en la medida que este último pueblo está ubicado en un cruce de caminos entre el nororiente y las verapaces, al norte del país. En tanto El Rancho ha tenido siempre una importancia capital desde el ámbito comercial, ya que ahí existió una estación ferroviaria con mucho movimiento mercantil conocida como "punta de rieles". En nuestros días sigue teniendo la misma relevancia, ya que la carretera al Atlántico pasa por ahí, y es el desvío natural hacia las verapaces.

Todo este desarrollo económico y social permitió que en su demarcación se asentaran y reprodujeran tradiciones orales de ascendencia española, aunque resemantizadas se encuentran en ellas atisbos de antiguas creencias mayanses de los pueblos que habitaron este suelo.

Como parte del oriente de Guatemala, una de las características de la tradición oral de la región de El Progreso, es la excelencia en la narración de las tradiciones orales y en donde se encuentran antiguas versiones, casi arquetípicas, de leyendas y cuentos populares, casi únicos en Guatemala.

En la región se cuentan particularmente cuentos maravillosos y de otros tipos, tales como de animales, de bobos e ingenuos y de bandidos mágicos. También se encuentran leyendas históricas, míticas y en especial animísticas de aparecidos y ánimas en pena.

El departamento de El Progreso es de los más ricos en Guatemala en cuanto a literatura oral en verso: Romances, romancillos, coplas, "décimas quebradas" y décimas sencillas, tanto a lo divino como a lo humano están presentes en todos los municipios.

En la zona florecen dos tipos de narradores orales: los llamados "ancianos contadores", que por su maravillosa y prodigiosa memoria constituyen archivos vivientes de literatura oral. Auténticos trovadores guatemaltecos. Asimismo, existen quienes también manejan todo el universo literario tradicional con tanta maestría como los primeros. Puede afirmarse que en El Progreso existen los mejores narradores de historias orales de Guatemala.

Estos extraordinarios personajes populares, verdaderos guías de la comunidad, transmiten su sabiduría en ocasiones socializantes como velorios, cabos de novena, reuniones familiares, bautizos, bodas y cumpleaños, así como los que narran en los parques, atrios de las iglesias y en las vetustas estaciones del antiguo tren del norte, ya sea en horas del caluroso ocaso o durante las silenciosas noches estrelladas. También narran sus antiguas historias en el seno familiar, en los corredores de las casas, alrededor del ancestral árbol de la casa de la finca o en la intimidad del hogar. El objetivo siempre es el mismo: "enseñar a los patojos a que aprendan la sabiduría de nosotros los viejos y sepan aprender a vivir como deben vivir los hombres fuertes de oriente".

Entre las formas literarias de mayor expresividad en El Progreso se encuentran los cuentos populares. Los "contadores de maravillas" de la región lo entienden como aquellas historias chulas que nadie cree pero a que todos entretienen.

De tal manera que en El Progreso-Guastatoya don Domingo Castillo, "contador de maravillas", de la aldea Casas Viejas, narra el cuento "El Canto de la Flor del Amate", muy difundido y vigente en todo el departamento. Asegura don Domingo Castillo que ese palo es encantado y nunca da flor, pero cuando le entra el encanto si florece. "El encanto sólo se abre la noche de la víspera del Día de San Juan y es necesario que haya luna llena. El hombre o la mujer deben llegar al pie del árbol a las doce de la noche para que les caiga el encanto". Y si al Encanto del Arbol le cae bien la gente, les deja caer una flor y con ello los vuelve "suertudos en el amor y con mucho dinero".

En San Antonio La Paz, los cuentos en los que la muerte es el protagonista principal, tienen mucha aceptación entre la población de la comarca. Así, don Francisco Barrientos narra el cuento de "La Parra de Uvas y la Muerte". Don Francisco afirma que había un anciano que tenía como toda fortuna doce centavos, con los que compró tres panes blancos, ya que se encontraba muy hambriento. Pronto apareció un niño quien le pidió un pan, el hombre se lo dio de buena gana. Luego, regaló su segundo pan a una vieja y el tercero a otro anciano. Viendo que se habían terminado sus panes, el señor se disponía a buscar raíces para comer, cuando se le apareció el anciano a quien le había obsequiado un pan. Este anciano le regaló el costal de los deseos. Con este costal el hombre pudo comerse un canasto de quezadillas y pescados fritos.

El niño, a quien él también había dado un pan, lo gratificó concediéndole una mágica parra de uvas que tenía la virtud de que aquél que se subiera en ella no podría bajarse.

Por último, la vieja le concedió vida eterna, o, bien, tener el privilegio de morirse en el momento deseado. Al tiempo, el diablo y San Pedro discutían porque el primero quería llevarse al anciano a los infiernos y el segundo deseaba que siguiera viviendo. Entonces el diablo bajó a la tierra a traer al anciano; en seguida éste ordenó al costal encerrarlo. Cuando el diablo estuvo encerrado, el anciano le dio tal apaleada que ya no le dieron ganas de regresar y se quedó en el infierno.

Luego, la muerte decidió llevarse al anciano; llegó a su casa, tocó a la puerta e informó que llegaba a traerle. El anciano entonces dejó pasar a la muerte y la invitó a comer uvas. Cuando la muerte se subió a la parra y después quizo bajar, ya no pudo y así el mundo pasó sin muertos durante algún tiempo. Al fin el anciano dejó bajar a la muerte y ésta se fue.

Pasaron los años y el anciano deseó morirse, entonces bajó al infierno y el diablo al reconocerlo no le dejó entrar. Entonces se fue al cielo con San Pedro, quien tampoco lo dejó pasar, pues había dejado a la muerte atrapada años antes. Entonces el anciano se dirigió al Padre Eterno quien si le dejó entrar a la gloria, ya que ese hombre le había dado pan en la tierra.

Entre los cuentos tradicionales más difundidos en El Progreso y que se recoge en toda la región en boca de sus "cuenteros de maravillas", está el denominado la "Traición de Juanita en Morazán", "Juanita la Enamorada" en Sansare o, bien , "Los Amores de Juanita" en El Jícaro.

Por su parte, en Sanarate a orillas del Río Grande o Motagua, don Santiago Orellana, narra en forma prodigiosa el cuento "Antonio de la Mar Azul" y que en Sansare recibe el nombre de "El Niño que Recibió al Mar". Narra don Santiago que en el paraje Los Tamarindos, había un señor pobre que se dedicó a la pesca en el Río Grande y a veces pescaba también el Río Los Plátanos.

Pescando en el Río Aguas Calientes agarró un pez grande de color tornasol como el oro. Cuando el señor agarró el pez, éste le dijo que lo soltara, pero el señor pensó que si lo dejaba ir perdería lo ganado. El pez le suplicó que lo soltara y que lo iba hacer feliz, con la condición que le entregara al hijo que esperaba su mujer cuando cumpliera seis años. El señor hizo el compromiso y soltó al animal.

Al señor le vino la riqueza, pero al pasar los años le llegó la tristeza y le contó a su esposa e hijo el compromiso que hizo con el pez. El niño le dijo a su papá que no se preocupara y que él cumpliría el compromiso. Al llegar el tiempo de la entrega, el niño se subió a una embarcación y fue a dar a un palacio en el mar, del cual sería dueño, así como de todito lo que había en él. Al entrar en una habitación, se encontró una pila en la que se metió y salió bañado de oro; luego entró a otra habitación y salió bañado de plata. Al entrar a una tercera encontró a un caballo encerrado.

El caballo le dijo que lo sacara a tierra, porque estaba cansado de estar allí. El niño al escuchar las súplicas del potro lo sacó a tierra. El animal agradecido le dijo que le daría su virtud y le ayudaría todos los días de su vida.

Al llegar a tierra, el caballo le dijo al niño que fuera donde el rey de ese lugar y le pidiera trabajo. Pero al ser consultado el rey, respondió que no había. El niño muy triste le contó al potro y éste le dijo que regresara y le dijese que podría hacerle un jardín mejor que el que tenía. Entonces el rey le dijo que estaba bien, pero que lo tenía que hacer de la noche a la mañana, porque de lo contrario se moriría.

El niño empezó a arreglar el jardín. Como a las dos de la mañana, el rey despertó por el olor que despedía el jardín que el niño le prometió. Muy contento el rey se dio cuenta que era mejor que el de antes.

El niño le contó al caballo lo que pasó y el animal le dijo que fuera al jardín, donde habían dos flores. Una morada y otra rosada. Que una la cortara y la otra la agachara. Al cumplir con esto, el niño volvió y el caballo le dijo que le ofreciera la florecita a la primera hija del rey. La princesa la despreció, luego el niño se la ofreció a la segunda, que también la despreció. Por último, se la ofreció a la tercera hija del rey, quien la aceptó. Cuando llegó el tiempo que las hijas del rey seleccionaran marido, llegaron altos hombres. La primera escogió a un doctor, la segunda a un bachiller y la tercera escogió al niño, porque se dió cuenta que tenía la mitad del cuerpo de oro y la otra de plata.

Las hermanas mayores y el padre se enojaron por la elección de su hermana pequeña, ya que el niño no era un hombre importante y le hicieron burla por haber escogido a un hombre trabajador. Al darse cuenta el rey de que el niño tenía el cuerpo de oro y plata, los casó y les dio una casa pequeña.

Al tiempo el rey enfermó. Los doctores dijeron a los yernos que para curarse debería de tomar leche de tigra negra, pero ésta no la encontraron. Entonces el niño se recordó que en su palacio del mar tenía tigres negros, y se fue con los otros yernos montados, cada uno en sus caballos. Pero el potro del niño era especial para andar en el agua, por lo que llegó primero.

En el palacio les dio, a propósito, cambiada por otra la leche de la tigra a los dos yernos del rey. Cuando regresaron con el rey y se tomó la leche, ésta no le hizo nada. Al llegar el niño le llevó la leche buena y se la dió al rey, con la que se curó.

El rey entonces le dijo al niño que se sentía mejor, que le dejaría todo su reino. A pesar que antes no lo quería por ser trabajador, ahora si lo estimaría por salvarle la vida. Y así termina este cuento. Me monto en un potro para que me cuenten otro más bonito.

En San Agustín Acasaguastlán son famosos los cuentos de Tío Conejo y Tío Coyote. En San Cristóbal Acasaguastlán, probablemente por la vocación comercial de la zona, abundan los cuentos de Pedro Urdemales y de bandidos maravillosos, entre los que sobresale "Juanito Oso", narrado por don Nicolás Deleón Vásquez, quien también cuenta de manera extraordinaria versiones del cuento "Juan Pescador".

Otras de las formas literarias propias de la región de El Progreso son las leyendas de diferentes clases que se narran en los poblados y caseríos del área. Así, en El Progreso-Guastatoya, se afirma que un cazador se perdió en la montaña Anshigua por mucho tiempo. Cuando por fin pudo salir, que fue a los años, contó que dentro del cerro había un pueblo y que el señor del cerro, que era el dueño de todo, tenía unas hijas muy lindas, que él se había enamorado de una de ellas, pero cuando se fueron "a hacer sus cositas" ella se convirtió en serpiente.

Entonces, de castigo el señor del cerro lo encadenó. El cazador se encomendó al Señor de Esquipulas, patrono de Guastatoya, hasta que después de tanto pedirle, logró salir "más carrereando que andando".

Entre las leyendas más interesantes de la comarca del Progreso están las de aparecidos, ánimas en pena y espantos como el Sisimite, el Duende, los Cadejos y el Lagarto, que se cuentan en Sansare, Sanarate y San Antonio La Paz.

En Morazán, por ejemplo, se dice que el Sisimite es un gigante y un enano a la vez de horrible aspecto, con pelos que le llegan al suelo y tiene los pies al revés. Hay Sisimites de ambos sexos y caminan dando saltos "como conejos". Los Sisimites hombres, raptan a las mujeres y los Sisimites mujeres "se meten con los hombres" en la oscuridad de la noche. La Siguanaba, por su parte, recibe el nombre de Matlaciwa Mitla en San Agustín y San Cristóbal Acasaguastlán, también en estos parajes el Duende es considerado como el señor de las colinas, los valles, los animales domésticos, especialmente el ganado. Se considera que existe duende hembra y duende macho, y que son marido y mujer. Su trabajo es cuidar de todos los animales de la comarca.

En El Jícaro y Sansare, los Cadejos tienen apariencia de perros y tigres y viven en colinas, barrancos y valles. El Lagarto es un animal muy grande que habita en las profundidades de ríos y arroyos. En Sanarate aseguran que es el espíritu de los remolinos del Río Grande o Motagua.

El Progreso es una zona riquísima en tradiciones orales diversas. Así, en Morazán, se encuentran antiguos romances, casi íntegros como sus versiones españolas medievales, como los "Romances del Conde Linos", los de "Una Tarde Torneo" y los de "La Mora Linda" en El Progreso-Guastatoya. "La Morelia" es un romance muy común en San Antonio La Paz y San Cristóbal Acasaguastlán. "La Condesita" se encuentra casi íntegro en largas versiones cantadas en Morazán, Sansare y San Agustín Acasaguastlán. También existen décimas entonadas, coplas, corridos, y una elevada producción de poesía popular con resonancias medievales, árabes y aún sefarditas.