Yuval Noah Harari

1 Reseña extemporánea Rosendo López González Docente Universidad Distrital Francisco José de Caldas rlopezg@udistrital.

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Reseña extemporánea Rosendo López González Docente Universidad Distrital Francisco José de Caldas [email protected]

Yuval Noah Harari De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Bogotá: Debate. Penguin Rondom House. 2017, 492 páginas. Hay un objetivo bien marcado en el libro: contar una efímera historia de la humanidad, muy parecida a Cien años de soledad, pero sin la saga de los Buendía. El libro está dividido en cuatro partes y un epílogo, a saber: La revolución cognitiva, La revolución agrícola, La unificación de la humanidad, la revolución científica. El epílogo, titulado El animal que se convirtió en dios, finaliza con una angustiante reflexión, de lo que podría ser el futuro de la humanidad: ¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren? En De animales a dioses se cuenta deliciosamente de qué manera tres revoluciones afectaron a los humanos; ellas son: la revolución cognitiva hace unos 70.000 años, la revolución agrícola hace unos 12.000 años y la revolución científica hace solo 500 años. Ahora bien, lo anterior -como en todo el relato- está respaldado por estudios arqueológicos y genetistas. Harari, afirma que dentro del período comprendido, hace unos 70.000 y unos 30.000 años, se efectuaron “la invención de barcas, lámparas de aceite, arcos y flechas y agujas”. Así mismo, asevera que “los primeros objetos que pueden calificarse de “arte y joyería”, también se ajustan a este periodo. De la misma manera, existen pruebas incontrovertibles de “religión, comercio y estratificación social “(p.33-38). Ese cúmulo de conocimientos, nuevos y primigenios, efectuados por el hombre “fueron producto de una revolución en sus capacidades cognitivas”. Bautizándolo, como revolución cognitiva sin precisar cuáles fueron sus causas. En consecuencia, el núcleo firme de la teoría más aceptada sobre la revolución cognitiva sostiene que este cambio significativo se debe a que “mutaciones genéticas accidentales cambiaron las conexiones internas del cerebro de los sapiens, lo que le permitió pensar de manera sin precedentes y comunicarse utilizando un tipo de lenguaje totalmente nuevo “(p.35). Así las cosas, el grueso de la revolución cognitiva radica, para Harari, en la capacidad del Homo sapiens “de

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hablar sobre ficciones”, señalando estas como la característica más singular. Añádase a lo anterior, que la ficción no solo ha permitido imaginar cosas, sino efectuarlas colectivamente. Se refiere, aquí, el profesor de historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, a la posibilidad de las civilizaciones antiguas de urdir mitos y mantenerse unidos alrededor de ellos. La esencia de la revolución agrícola, consistió en transformar la forma de alimentarse el homo sapiens (cazador-recolector): de recolector de planta silvestre y cazador de animales salvajes, homo sapiens pasó a dedicar casi todo su tiempo y esfuerzo a manipular la vida de unas pocas especies de animales y plantas. Afirma Harari: La transición a la agricultura se inició alrededor de 9500-8500 a.C. en el país montuoso del sudeste de Turquía, el Oeste de Irán y el Levante. Empezó lentamente, y en un área geográfica restringida. El trigo y las cabras se domesticaron aproximadamente hacia 9000 a.C.; los guisantes y las lentejas hacia 8000 a.C.; los olivos hacia 5000 a.C.; los caballos hacia 4000 a.C., y la vid en 3500 a.C (p.95).

Agréguese a lo anterior, algo sorprendente, ya que en otras partes del mundo también surgió la agricultura pero como fenómeno independiente. Así, en América Central se cultivaron el maíz y las habichuelas, los sudamericanos descubrieron como cultivar patatas y criar llamas; todo esto, desconociendo lo que se estaba haciendo en Oriente Próximo. Entonces, según Harari, ¿cuál es la esencia de la revolución agrícola? la multiplicación exponencial del Homo sapiens; la capacidad de mantener más gente en peores condiciones, asevera. O en otras palabras: multiplicar el número de copias del genoma de Homo sapiens. La revolución científica es la parte última del libro; Harari, comienza con una preciosa disertación denominada El descubrimiento de la ignorancia. El relato inicia, así: Imaginemos que un campesino español se hubiera quedado dormido el año 1000 d.C. y se hubiera despertado 500 años después debido al estrépito producido por los marineros de Colón cuando subían a bordo de la Niña, la Pinta y la Santa María. El mundo en que se habría despertado le hubiera parecido bastante familiar (p. 275)

De donde se colige que si el campesino español se despierta en el siglo XXI, las cosas son absolutamente diferentes. Comenzando con una cuestión de densidad poblacional, pues en el año 1500 había unos 500 millones de homo sapiens en todo el mundo. En la actualidad, hay 7000 millones. Yuval, marca como hito importante y trascendental en esta etapa el nacimiento de la ciencia moderna, como también la alianza indeclinable entre ciencia, política y la economía. Esto nos conduce a una diferencia importante entre la ciencia moderna y las demás tradiciones del conocimiento:  La disposición de admitir la ignorancia y el error en la construcción del conocimiento; así, el conocimiento es un constructo donde interviene la

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racionalidad del individuo, muy por el contrario a las tradiciones premodernas donde todo lo importante por saber acerca del mundo, ya era conocido. Los dioses los sabían todo y lo revelaban a los Homo sapiens a través de las escrituras o por las tradiciones orales.  Si bien es cierto que la ciencia moderna no tiene dogmas; sin embargo, nace un nuevo dogma que la arropa, cuyo núcleo común es la evidencia empírica. Aunada con las herramientas matemáticas.  La ciencia moderna no se conforma con limitarse a crear nuevas teorías, pues utiliza dichas teorías para adquirir pomposos poderes basados en el dominio de tecnologías innovadoras. El libro cierra con un final incierto para el Homo sapiens, y se plantea otros seres para reemplazarlos, sugiriendo individuos completamente inorgánicos a la manera del insinuado por Mary Shelley en 1818 en su libro Frankenstein. Así las cosas, la nueva especie serían los súper humanos con modificaciones genéticas en los laboratorios a través del diseño inteligente. El diseño inteligente no es producido por un Todopoderoso sino por un humano, es decir el hombre es el Ser Supremo, de allí el título del bello texto de Harari. A la larga, lo que se esboza en el último capítulo es una reflexión sobre la perpetuidad del ser humano. Esta reseña toca a su fin. En síntesis, De animales a dioses, trata de una mutación poco probable que consiste en transformar el Homo sapiens en Homo Deus. Recomiendo el libro. Es un hermoso relato, muy bien escrito, con mucha fluidez y sin ahorro de palabras.