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Yo soy mi hijo SERGIO ROJAS CARMONA

¡Yo soy mi hijo! © Sergio Rojas, 2016 [email protected] [email protected] Ilustrador. Julio Huertas Ilustrador. Marco Antonio M. M Este libro fue escrito y editado en la CDMX. Primera edición, mayo de 2016. Edición especial para Amazon.com Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia y la grabación, sin la previa autorización por escrito del autor

Para mis hijos.

Indicé Prologo Introducción YO SOY MI HIJO Cómo tener hijos altamente exitosos Ejercicio de claridad ¿Qué es La Programación Neurolingüística? Cómo activar el secreto para el éxito en tus hijos Cuestionario Cuestionario El origen del problema Apoyo para detectar el problema. ¿En dónde se origina el problema? Cuestionario Palabras inadecuadas con las que programamos a nuestros hijos Cambiando la programación Cuestionario Las etapas más importantes De nuestros hijos La Hipnopedia ¿Cómo poner en práctica la Hipnopedia? ¿Cómo funciona la Hipnopedia? Ejercicios Eliminando el “no” ACTIVANDO EL INCONSCIENTE Técnica METÁFORAS PARA EL ÉXITO Te amo La tormenta La hormiguita La ardillita El resplandor El olvido El extraño El amigo La tortuguita

Los gatitos El sabio Valiente El regalo La abuelita El fruto La voz El ratoncito El changuito La ranita Dulzura El rey El sastre La cangurita El león El águila Carta a Dios

Sergio rojas Carmona Nació el 24 de enero de 1968 En Nezahualcóyotl estado de México Ha desempeñado diversos cargos públicos actualmente es coach internacional de PNL

Prologo Este libro está escrito gracias a mis hijos, cada uno con temores y miedos que no podían superar. Fui un padre incapaz de mirar el verdadero potencial de mis hijos. ¡Yo soy mi hijo!, es mi fuerza de voluntad para salir de la zona de confort que había creado creyendo que lo correcto era esperar a que la vida resolviera mis problemas y que lo mejor que me había pasado era trabajar en el gobierno para asegurarme una jubilación mediocre, pero segura. Sin embargo, mi pensamiento dictó la necesidad de dar cambios a mi vida, y comenzó a ser realidad de una forma radical seis años después del nacimiento de mi tercer hijo. Mi hijo cursaba el primer año de primaria cuando mi esposa me notificó que nos llamaron de la escuela para decir que el niño tenía un ligero problema cerebral, debían hacer estudios para poder dictaminar qué grado de retraso tenía. Incrédulo, pasé horas observando el comportamiento de mi hijo, comencé a pensar en el culpable de su condición: su madre o yo por mi abuso en el consumo de alcohol, incluso culpé al doctor por no atender el parto a tiempo y permitir que el niño tomara líquido amniótico. Con la cabeza llena de incertidumbre, lo llevamos a terapia para niños de lento aprendizaje. Le hicieron estudios para dictaminar su grado de retrasó y el medicamento que tendría que tomar. En la escuela la presión era cada vez más fuerte, al grado de querer enviarlo a una escuela para niños especiales, con el argumento de no poseer las herramientas para poder atenderlo de la manera adecuada. Los pleitos con mi pareja se intensificaron cuando los doctores nos entregaron el dictamen. Fue un balde de agua fría, tenía un retraso de 2 o 3 años y un problema sin cura. Prometían que podía mejorar un poco, pero no se comprometían a nada. Los doctores nos dieron medicamentos, tantos como para comenzar una farmacia. Me vi en un profundo túnel negro, no aceptaba medicar a mi hijo. No era irresponsabilidad, simplemente es que yo veía tan normal a mi niño que sentía que era innecesario tomara medicamento, y mucho menos aceptaba que fuera de por vida. La decisión era bastante grande: ¿Medicar a mi hijo o no? Junto a mi pareja, decidimos medicarlo, pero a los pocos días notamos que el medicamento lo adormecía. Los doctores dijeron que era normal y que pasaría en unos días, pero fueron meses sin que se notaran mejorías. Fue entonces que decidí cortar con el medicamento. Previo acuerdo con mi pareja, buscamos alternativas: contarle cuentos que nosotros inventábamos todos los días, le decíamos lo mucho que lo amábamos. Lo reforzábamos jugando, llevándolo al parque, al trabajo, al cine, salíamos a comer. Los cambios en su vida comenzaron a dar frutos, al poco tiempo los maestros se sorprendieron con el cambio dado. No fue el mejor de su clase, pero si era notorio que hacíamos lo correcto en nuestro hijo. En esos días comencé con el estudio de la PNL, con el conocimiento adquirido reforcé la forma de tratar a mi hijo y desarrolle las herramientas que expongo en este libro. En la actualidad mi hijo es tan normal como cualquier niño de su edad

Introducción ¡Yo soy mi hijo!, es un libro en el que hallarás el secreto para comenzar a cambiar lo que no estás haciendo bien y sabrás cómo puedes mejorarlo. Comprobarás que las herramientas de la programación neurolingüística son eficaces, así como el manejo de la Hipnopedia y la eficacia del manejo de las metáforas. Tendrás la oportunidad de poder ver que tu hijo es la réplica de tus éxitos y fracasos, sus palabras son las mismas que pronuncias, sus metas se parecen a las tuyas y al igual que tú, muy pocas de sus metas están llegando a ser exitosas. Tienes en tus manos el secreto que esperabas para tomar acción y corregir el camino de tus hijos e hijas. Es la oportunidad de poder corregir los paradigmas que implantamos en ellos y cambiar la percepción de lo que pasa a su alrededor. Pondrás en práctica una técnica, que en lo personal utilicé en mi hijo y obtuve un gran resultado, y que te permitirá la oportunidad de poder tener una hija o hijo altamente exitoso. Es el secreto que les dará la oportunidad de tener un acercamiento y lazos irrompibles de confianza, respecto y amor.

YO SOY MI HIJO Lo primero que hice cuando mi mejor amigo vio la forma de expresarse de mi hijo y comentó: “Mira, es igualito a ti”, fue observar la forma de expresarse de mi hijo, lo escuché. Él hacia los mismos ademanes y movimientos que yo y sentí algo raro dentro de mí. Los días siguientes me tomé el tiempo para observar las conductas de mi hijo, necesité un par de días para mirar como mi hijo era mi misma imagen. La sensación de rareza se agudizó cuando pensé: “Yo seré igual a mi padre”. Cómo saberlo, mi padre tenía dos años de haber fallecido. Recordé como caminaba mi padre, su cara, su forma de alzar la ceja cuando se enojaba. Era el mismo gesto que yo hacía cuando mi tolerancia desaparecía. Recordé las palabras que me decía cuando quería corregir algo que a su parecer estaba mal. Reviví el ayer. Recuerdo el día que caí de la bicicleta, termine con la boca reventada y al escuchar mi llanto corrió hacia mí, pensé que me apoyaría a levantarme, esperé palabras de aliento y motivación, creí que su presencia seria para levantarme y curar las heridas. Pero no fue así, dijo una de sus clásicas frases, la que más usaba: “¡Ya deja de llorar, pareces mariquita! Los hombres no lloran, demuestra que eres hombre”. Yo he usado las mismas palabras con mi hijo, cuando llora, sin pensarlo le digo: “¡Aguántese, que para eso es hombre! Los hombres no lloran y menos frente a una mujer”. Lo hago de forma automática, sin meditar el daño emocional que género en mi hijo. Las frases que mi padre decía para enseñarme como demostrar la hombría ante los demás eran similares a las que usaba cuando le pedía dinero para comprar algo que me había gustado: “Como si lo merecieras, si quieres algo aprende que primero te lo tienes que ganar. A ver, dime ¿ya te lo ganaste?” Mi mente decía que sí pero mi miedo a contradecir a mi padre me hacía dudar y me resignaba a no tener lo que creía que podía ser mío. Lo veo y es algo similar a lo que le digo a mi hijo cuando el pide algo le digo “primero gánatelo si sacas buenas calificaciones te lo compro, tú decides así que ponte a estudiar”. Hoy que puse atención a las palabras que digo a mi hijo, son las mismas palabras que decía mi padre. ¿Qué es lo que estoy haciendo con mi hijo? Le estoy trasmitiendo los mismos miedos que tenía mi padre, ahora son míos y es la herencia que le dejo a mi hijo. Al igual mi hijo cuando escucha que sus primos piden algo dice: “Cómo se atreven a pedir si no se lo ganan ¿Verdad papá, que tienen que ganárselo primero? Esto me dio la oportunidad de ver como afectamos a nuestros hijos con las frases que les decimos a diario puse en la balanza mis logros que al momento tenía en la vida. E tenido éxito en algunas áreas de mi vida en otras todavía no me lo gano, por extraño que me parezca cuando tengo la oportunidad de crecer laboralmente las palabras de mi padre suenan en todo mí ser, algo en mi interior dice “primero gánatelo”. Es raro, mi boca decía que sí, pero mis acciones son de no merecer y lo que hacía era boicotearme para no crecer, era inconsciente y quería corregirlo, pero mis

acciones me llevaban por otro camino. No tuve la fortuna de tener una hija, pero recuerdo cuando mi papá se dirigía a una de mis hermanas con su frase preferida: “Apúrate con el quehacer que para eso son viejas, es para lo único que sirven” y sin decir nada se apuraban con los deberes y la comida. En estos días he observado a mi hermana, es casi como si fuera mi papá. Cuando ella trata de darles una educación diferente a sus hijas, pero sus palabras las dirigen hacia el mismo camino que ella tomó. Una de las frases preferidas de mi hermana es “deben de estudiar mucho si no estudian van a terminar siendo unas criadas, porque es para lo único que sirven”. Mire a mi madre para sentir como había discernido sus enseñanzas. La verdad que de sorprendido de que mi madre creció con la creencia de que el destino está escrito, si las cosas pasan es por algo y tenemos que respetar los designios de Dios, él sabe por qué pasan las cosas y nadie debe de ir en su contra. Lo más gracioso es que la frase recurrente de mi madre es “el dinero no es la felicidad, el dinero es malo y es preferible que seas pobre pero feliz”. Esas palabras estaban tatuadas en todo mi ser, y que de forma inconsciente le estoy programando a mi hijo. La pregunta que me hice fue sobre qué podría hacer para cambiar la programación que hasta el momento le estaba dando y cómo poder corregirlo. La repuesta era sencilla, el secreto estaba en la PNL. Esta tecnología es una gran herramienta que nos explica la forma más rápida de poder cambiar las redes neuronales con una facilidad que parece que estás haciendo magia. Esta herramienta en verdad es un secreto maravilloso, en ella encontré la solución para muchas preguntas que estaba haciéndome y por fin pude abrir los ojos para sentir que la vida desde el primer día en que vienes al mundo te da el regalo de merecer todo lo que te propongas. El secreto es saber cómo tomar decisiones para poder alcanzar tus metas, descubrir que sueños te han quitado con todas las frases que te dicen para corregir lo que al parecer de la persona que te lo dice está bien bajo el criterio de que a ella le ha funcionado. Sé que no lo dicen de una forma para fastidiarte la vida, sólo que ellos en su creencia piensan que les funcionó. Las frases y refranes son una forma interminable de repetir las conductas que nos impiden tener un desarrollo en todo su esplendor, pareciera que están diseñadas para frenar tu éxito en todos los ámbitos de la vida. Es momento de hacer un alto para reflexionar en cuál área de tu vida las palabras o frases que escuchaste son como un freno para no tener éxito, piensa las frases que le dices a tu hijo/hija en un afán de proporcionar pericia en la vida, pregúntate si sientes lo que les dices o lo pronuncias de una forma inconsciente. ¡Yo soy mi hijo! Trata de poner atención en las frases que escuchamos en la vida. Estas frases sirven para frenar o impulsar el éxito que tenemos. Y sé que después de haber leído este libro tendrás la capacidad de poner atención en las frases que dices y lo más importante: usar las que lo motiven a seguir luchando hasta conseguir sus metas. Es la oportunidad para decirle que es merecedor de sus sueños y metas

Cómo tener hijos altamente exitosos ¿Es simple? Sí ¿Funciona? Sí ¿Yo lo puedo hacer? Sí Con este libro aprenderás el secreto infalible para hacer a tus hijos altamente exitosos, con la garantía de más de 40 años de programación neurolingüística y un sin fin de personas exitosas en su vida. Mientras devoras estas páginas, comprenderás cómo la vida te dio una oportunidad única para poder encontrar la fórmula mágica y ser un verdadero creador. Sí, un creador de éxito. Te volverás un auténtico Miguel Ángel que tendrá en sus manos el poder de convertir a su hijo o hija en un verdadero triunfador. Sentirás en plenitud lo maravilloso de tener un hijo o una hija. Los cambios generados serán tan demoledores que podrás oír el cambio que generas al darle un pensamiento de éxito. Hija e hijo, son palabras enigmáticas y maravillosas, son un milagro de vida. Sin embargo, no a todas las parejas se les da. Si eres de las parejas bendecidas con la dicha de ver crecer, escuchar y sentir a su lado a un pequeño o pequeña: sé que te sientes feliz por tener la fortuna de ser madre o padre y que esto te da una vitalidad sorprendente, que esa energía te hace sentir que puedes vencer cualquier barrera que se imponga a la dicha de ver junto a ti a tu hijo o hija. Te llena una sensación de grandeza cuando llegan momentos importantes como el llevarlo por primera vez a la escuela. Te preguntas en cuál escuela lo inscribirás, en cuál le pondrán más atención, en donde recibirá una educación de excelencia. En ese constante ir y venir de escuela tras escuela, de pedir consejo a una y otra persona. ¿Te has preguntado qué pasaría si tuvieras el secreto de poder elegir si tu hijo o hija es exitoso o es una persona ordinaria? ¿Te atreverías a tomar la decisión de elegir en qué área de su vida tendría que ser exitoso? Tómate unos minutos y reflexiona.

Ejercicio de claridad Este ejercicio te ayudará a saber en qué área de la vida de tu hija o hijo estás dando más impulso, y te dará la capacidad de poder escuchar sus metas. Te dará la oportunidad de poder corregir las cosas y hacerlas mejor. A continuación, tendrás la oportunidad de hacer una retroflexión y poder ver con claridad tu forma para dirigir a tus hijos y cómo poder ayudarle a decidir en qué área de su vida tendrá que ser exitosos. Un ejercicio simple donde habrá dos columnas, te invito a que las resuelvas. Debes contestar cuatro como mínimo, no hay un máximo, es a tu consideración. Simplemente tomate el tiempo que creas necesario para poder contestar con la mayor honestidad posible, sin temor a que te sientas mal o dudar si estás haciendo lo correcto, simplemente cree que es lo mejor que puedes hacer por tu hijo.

Si te tomaste el tiempo necesario para llenar el cuestionario, te darás cuenta en qué área de la vida de tu hijo o hija tendrás la oportunidad de poder corregir y poder elegir en que área de su vida tendrán que ser exitosos. ¿Qué área de su vida elegiste para que sea exitoso: su persona, su pareja, su profesión, en el dinero, en la salud, en el amor, en la amistad? ¿Te gustaría que el éxito fuera una constante en su vida? Si verdaderamente pudieras tomar la decisión de darle la oportunidad de tener éxito ¿te atreverías a elegir en qué área de su vida tendría que ser exitoso? ¿Serías capaz de tomar una gran decisión o lo dejarías en manos del destino, dejándole la responsabilidad a él con la creencia de que al crecer tiene que aprender a tomar sus propias decisiones y que debe tener las capacidades para tomar su propio camino, o le impondrás seguir los pasos que tú te negaste a terminar presionándolo para que alcance el éxito que tú no? ¿Acaso lo presionarías para que termine tus propias metas y lo guiarías para que realice tus sueños? ¿Te has preguntado cuánto pagarías para que tu hijo fuera realmente exitoso y con las herramientas necesarias para no cometer los mismos errores que tú cometiste y superar tus aciertos? ¿Te gustaría que fuera único y exitoso en todas las áreas de su vida, para que triunfe y tenga la capacidad de poder concluir todas sus metas? Si estuviera a tu alcance: ¿cuánto estarías dispuesto a pagar? Si me preguntan, la verdad es que no hay precio para poseer el secreto de dotar con las herramientas necesarias a nuestros hijos, no se puede valuar la adquisición de capacidades para que sean unos triunfadores. Este libro te mostrará el secreto para trabajar con la Hipnopedia y las historias que llamaremos “Metáforas” y que son unas impresionantes herramientas y parte esencial de la programación neurolingüística. Las herramientas son muy fáciles de manejar, es tan sencillo que yo aprendí en pocos días y sin duda alguna tú aprenderás aún más fácil y en un menor tiempo. Cuando escuché que la programación neurolingüística era una gran herramienta, comencé mi búsqueda de información. Así descubrí la Escuela Superior de PNL y a su director y fundador, el Dr. Edmundo Velasco. Programación neurolingüística, eran palabras desconocidas para mí. Con preguntas y muchas dudas comencé el estudio de esta tecnología. En mis primeros pasos comencé a generar temores, tuve miedo. Entre más profundizaba en la tecnología, comprendía que el miedo era temor a reconocer la capacidad que tengo para poder cambiar los resultados que hasta ese momento tenía en mi vida, y lo importante que era salir de mi área de confort, desde entonces comencé a moverme para activar mis metas y sueños, es mi energía renovadora. Al reconocer la oportunidad que poseía, nació en mí una habilidad para visualizar soluciones en donde antes veía problemas. Destruí el miedo a

realizar cambios en mi vida, sentí que poseía la capacidad de ver más allá de lo que hasta en ese momento creía era la única verdad, logré sentirme capaz de poder transformar mi mentalidad negativa hacia una mentalidad positiva y por primera vez la puse en práctica. La programación neurolingüística es sin duda alguna, y sin temor a equivocarme, una tecnología de primer nivel.

¿Qué es La Programación Neurolingüística? Es la ciencia que estudia, ve, siente y explora el funcionamiento del espíritu humano, el cómo pensamos, hablamos, actuamos, escuchamos, nos expresamos, formamos nuestras metas y sueños, nuestros fines, proyectos e incluso nuestros miedos. Estudia cómo nos motivamos, nos superamos, logramos nuestras metas y cómo ligamos nuestras experiencias y les damos un sentido real. La PNL propone talentos específicos y las técnicas necesarias para crear cambios verdaderos y positivos con nuevas elecciones, ser más eficaces con los demás, cambiar las costumbres obsoletas, y los comportamientos autodestructivos, además da la capacidad de reflexionar de manera más clara acerca de lo que queremos, ayuda a visualizar los medios para llegar a nuestra meta. La PNL estudia la experiencia subjetiva, la relación entre el ser, el lenguaje, las emociones y los modelos de comportamiento. La PNL nos habla de tres conceptos básicos: cómo ver, cómo sentir y cómo escuchar. Esta maravillosa tecnología fue creada en 1972 en los Estados Unidos por John Grinder y Richard Bandler. A estos dos creadores se les debe dar un gran mérito, la historia tendrá que reconocerlos como dos grandes aportadores al pensamiento del ser humano. La PNL es la tecnología que permitirá activar los sueños de tus hijos. Hoy que en nuestro país está en discusión la reforma educativa, nos tendríamos que hacer la pregunta: ¿vale la pena una reforma educativa que no contempla principios básicos como el respeto al espíritu humano, el trabajo en equipo, la unión familiar, el amor al éxito? Valores que al parecer no tienen importancia, valores olvidados. Lo que propone la reforma educativa es crear autómatas, personas con la única capacidad de ser empleados de mediana envergadura. ¿En qué tipo de ciudadanos quieren convertirnos? ¿Es una simple coincidencia o es un plan bien formando por fuerzas desconocidas? ¿Es posible la intervención de intereses trasnacionales que nos ven como una nación que puede proveerlos de mano de obra barata o simplemente es el conjunto de malos gobiernos que nada más ven cómo hacer que sus fortunas crezcan para gozar de un bienestar personal? La programación neurolingüística es una tecnología que debería estar en todas las escuelas de nuestro país, se tiene que convertir en una materia obligada en la educación básica, media superior e incluso en la universitaria. Pero si no quitamos las barreras mentales a las que nos aferramos como si fuera la verdad absoluta o la única forma de vivir, seguiremos atorados en un contexto mediocre, creyendo que estamos en lo correcto. Estaremos inmersos en un pensamiento negativo, usando gran parte de nuestra energía en justificar lo que dejamos de hacer y generamos un estado de confort, estaremos inertes y sin atrevernos a tomar acción de nuestra vida por miedo a conocer nuestras capacidades. Es necesario comenzar a eliminar nuestras creencias limitantes y generar creencias que posibiliten. En este libro encontraras una manera de apoyar a tu hijo o hija en ese caminar que recién comienza. Para comprender como nuestras

acciones afectan el ser y el hacer de nuestros hijos, comencemos por mencionar las tres etapas de crecimiento que son fundamentales para el desarrollo humano y el cómo esas creencias nos afectan a nosotros mismos. La etapa de crecimiento de todas las niñas y niños juega un papel importante: la información recibida, esta información marcara el desempeño de su ser y el hacer que van desempeñando por la vida, si son conformistas o exitosos. Nosotros sin pensarlo robamos la capacidad de éxito que tienen. Todos nuestros hijos nacen siendo exitosos. No te aferres a una enseñanza que en muy poco te ha servido y que gracias a ella no tienes la capacidad de perseguir tus sueños y concluir tus metas. No permitas que tus hijos crezcan con miedos y temores, no permitas que dejen a un lado la capacidad de poder alcanzar sus sueños, que sean incapaces de concluir las metas que se propongan y que terminen por ser conformistas y con el pensamiento de que algo mágico pasará para resolverles la vida. No permitas que piensen que no vale la pena dar más de lo que creen que pueden dar. Por ese motivo usan gran parte de su tiempo y energía buscando justificar su inactividad con el tiempo se vuelven expertos en justificar cualquier cosa. Si le preguntas a un joven de 20 a 30 años qué trabajo quiere, dirá que uno donde paguen bien y se trabaje poco, otros dirán que son herederos de la empresa de su padre y esperarán la herencia para trabajar en el negocio familiar. Y solamente muy pocos dirían: “Pido que me pongan donde hay, que de lo demás yo me encargo”. Estas formas de pensamiento son las que atan a la búsqueda de soluciones rápidas que generan un bienestar falso; de ahí viene la sensación que los hace conformistas y los mantiene inertes e incapaces de forjarse un verdadero bienestar emocional, personal, profesional y familiar. Sus paradigmas los amarran a la incapacidad de poder explorar soluciones a sus problemas, esto es debido a la información que se les trasmitió. Esta información se trasmite desde las primeras semanas de gestación, en el nacimiento y cuando comenzaron a dar sus primeros pasos. Recordemos que los niños son esponjas y absorben toda la información que se les entregue. En etapas muy tempranas no son capaces de un razonamiento para poder decidir qué información es correcta y cuál no lo es. Es muy fácil cambiar este contexto cuando comprendes que los paradigmas que tienes te han mantenido encerrado en un mundo que te hace creer que no tienes capacidad para dar más y que lo correcto es lo aprendido en la escuela. Además, se refuerza, tomando consejo de las personas más cercanas sobre cómo corregir nuestras formas de pensamiento. Necesitas enfocarte en potenciar tus fortalezas y minimizar tus debilidades, en explorar el potencial de éxito que todos nuestros hijos tienen, un éxito que está impreso en su ADN.

Cómo activar el secreto para el éxito en tus hijos El secreto para activar el éxito en tus hijos es relativamente muy sencillo, es tan fácil que lo único necesario es una actitud de compromiso con tus hijos. Y más vale que lo hagas si quieres tener verdaderas y verdaderos triunfadores, y puedas sentirte aún más orgulloso u orgullosa del valor que le das a lo que más aprecias. Reconozco que en ocasiones puedas sentir frustración por no saber cómo iniciar una plática con tus hijos, no saber qué hacer con ellos, de repente sientes que el tiempo pasa demasiado rápido que te faltan horas para terminar lo que desempeñas y que no hay tiempo para poder ayudar a tus hijos como se merecen. Te desesperas con las actitudes que crees ellos toman al no ser considerados por ti. Recuerda que las capacidades y las reacciones que tienes dependen de la edad de tu hijo o hija. Sé que la frustración es un veneno que hace actuar sin razonamiento, esta falta de razonamiento momentáneo te convierte en un agresor y sin medir las consecuencias de tu actuar arremetes contra ellos por medio de ofensas, golpes, rechazo e incluso ignorándolos; para que ya pasado un rato, comiences a justificarte alegando que no ven que estás muy atareado, que tienes mucho trabajo, vienes llegando de un viaje de negocios o de una junta. Pides cinco minutos de descanso para poder ponerles atención como merecen. Te duele la cabeza. “En un rato los ayudo”, “Nada más termina la novela”, “Después de comer”, “Terminando el partido”, “Cuando acaben las noticias”, “Nada más termino de hablar con mi amiga por teléfono”, “En un momento termino de hacer cuentas y les pongo atención”, “Pongo en orden mis ideas y les dedico todo el tiempo que quieran”. Te dices una y otra vez: “Les quiero ayudar en las tareas, pero deben de ser responsables. Su único trabajo es la escuela, que cooperen el domingo y si tengo tiempo los llevo al parque o al cine”. Después de un mes o más, la fortuna los favorece y los llevas al cine o al parque motivado o motivada por la forma de tratarlos, intentas corregir tus errores para poder descargar tus culpas y no por convivir con tus hijos. En verdad te digo que te atrevas y mires y sientas lo que pasa a tu alrededor, cuando asistas a un parque, a un restaurante, de esos que tanto gustan, de comida rápida. Ve cómo algunos padres y madres, no disfrutan y padecen el llevar a sus hijos, esto es porque no lo sienten como parte del crecer y el hacer de la unidad familiar. Lo hacen motivados o motivadas, por limpiar parte del sentimiento de culpa. Un sentimiento producido por la falta de atención en el día a día, se genera un vacío en la vida familiar y se crea un desinterés por las actividades familiares. La falta de atención en un niño o niña, crea un gran vacío en el ser y el hacer. La vida de un hijo puede ser marcada por la falta de atención diaria de los padres.

Cuestionario Con el siguiente cuestionario podrás ver en qué área de la vida de tu hijo o hija, estás poniendo menos interés. Esto será una magnífica oportunidad para darte cuenta de que ¡Eres tu hijo! Considera este cuestionario como parte de un ejercicio para dar inicio al aprendizaje de la Hipnopedia.

1.- ¿Abrazas a tu hijo/hija cuando lo/la ves? Sí ( ) No ( ) 2.- ¿Besas a tu hijo/hija cuando lo/la ves? Sí ( ) No ( ) 3.- ¿Le dedicas más de 2 horas diarias a tu hijo/hija? Sí ( ) No ( ) 4.- ¿Comen en familia? Sí ( ) No ( ) 5.- ¿Apoyas a tu hijo/hija en sus tareas? Sí ( ) No ( ) 6.- ¿La/lo llevas a practicar algún deporte? Sí ( ) No ( ) 7.- ¿Sabes cuál es su comida favorita? Sí ( ) No ( ) 8.- ¿Apoyas a tu hijo/hija cuando lo necesita? Sí ( ) No ( ) 9.- ¿Te platica como le fue en la escuela? Sí ( ) No ( ) 10.- ¿Le lees una historia (metáfora) antes de dormir? Sí ( ) No ( )

Evaluación 10 o 9 (Sí) = excelente. 8 o 6 (Sí) = bien. 5 o 4 (Sí)= puedes mejorar. De 10 a 9 respuestas (Sí) Te felicito por la dedicación que le brindas a tu hijo o hija. Imagino lo feliz que es por saber que tiene unos padres con los que contará para impulsarlo a seguir todos sus sueños y llegar a las metas que se proponga en la vida.

De 8 a 6 respuestas (Sí) Sé que el secreto de ¡Yo soy mi hijo! y las herramientas que te dará este libro, te servirán para reforzar el estímulo que le das. Harás que su vínculo sea aún mayor. El beneficio que obtendrás es una comunicación con mayor fluidez, la comunicación no tendrá barreras. No dejes pasar la oportunidad de hacer de tu hijo un verdadero triunfador.

Si tuviste 5 o menos respuestas (Sí) No lo estás haciendo tan mal, te felicito por atreverte a terminar de leer ¡Yo soy mi hijo!, y te brindará algunas herramientas para mejorar lo que estás haciendo bien y que podrás hacerlo mejor al poner en práctica las herramientas. Si lo haces bien, comprobarás que es muy fácil que tengan un acercamiento. La comunicación comenzará a fluir de una manera muy sencilla y natural, tu hijo confiará en ti y disfrutará más tu presencia. Sabrá que la vida es más hermosa de lo que la veía, disfrutará su día a día y tú disfrutarás mucho más su compañía.

¿Puedo cambiar lo que estoy haciendo mal? ¿Puedo mejorar lo que hago bien? Si te vuelves a preguntar:

¿Es simple? Sí ¿Funciona? Sí ¿Yo lo puedo hacer? Sí

Te diré nuevamente que es lo más simple que existe para poder dar las herramientas necesarias a tu hijo o hija. Toma acción. Comienza por decirte a ti mismo:

¡ES FÁCIL! ¡YO PUEDO! ¡LO ESTOY HACIENDO! ¿Es simple? Claro que es muy simple siempre y cuando estés comprometido con el proceso de generar una activación del éxito en tu hija o hijo.

¿Funciona? Sí funciona, es una herramienta única a prueba de fallas cuando la implementas en todas las áreas de tu vida.

¿Lo puedo hacer yo? Por supuesto que lo puedes hacer. Es una tecnología, súper efectiva, que tiene más de 40 años en funcionamiento y ha logrado crear a grandes triunfadores alrededor del mundo.

Cuestionario Lee la pregunta y responde con tus propias palabras. Puedes responder con un simple “sí” o con un “no". 1.- ¿Vale la pena?

2.- ¿Es necesario?

3.- ¿Tengo el tiempo?

4.- ¿Puedo empezar hoy!?

5.- ¿Habrá cambios?

6.- ¿Mi hijo/hija será más feliz?

7.- ¿Confiara más en mí?

8.- ¿Mi hijo/hija será exitoso?

El origen del problema Para que puedas entender más nuestra tecnología, comencemos a hablar de la parte que da origen al problema en la mayoría de los casos. ¿Te has preguntado si hay un secreto o un patrón que explique cómo tener hijos triunfadores? ¿Qué origina que haya niños con dislexia, problemas de hiperactividad o aparente lento aprendizaje? ¿O sobre el origen de los famosos niños problema que no pueden estar un día sin conflictos en la escuela y que en la casa tienen una conducta inadecuada?

Apoyo para detectar el problema. En el siguiente cuestionario podrás descubrir el problema por el cual está pasando tu hijo/hija. Si lo haces adecuadamente podrás identificar la raíz del problema y estarás dispuesto de darle un tratamiento adecuado.

Cuestionario ¿Tu hijo/hija es callado? Sí ( ) No ( ) ¿Tu hijo/hija se molesta sin causa aparente? Sí ( ) No ( ) ¿Te llaman de la escuela por el mal comportamiento de tu hijo/hija? Sí ( ) No ( ) ¿Tu hijo/hija no aprende al ritmo de los demás niños y niñas de la escuela? Sí ( ) No ( ) ¿Tu hijo/hija sufre de dislexia o algún otro padecimiento considerado como un trastorno para su aprendizaje? Sí ( ) No ( ) Si tu hijo/hija tiene otro problema, descríbelo a continuación. ¿Cuántos (Sí) marcaste? ¿Cuántos (No) marcaste? No importa el número de (Sí) que obtuviste, ya que en este cuestionario no se trata de poner en tela de juicio lo que haces o dejas de hacer con tu hijo/hija. Se trata de detectar algún problema que no hayas notado. De esta forma podrás tener la visión de donde comenzar a trabajar. Podrás aplicar las herramientas que te damos con más precisión, tendrás la oportunidad de corregir algunas conductas con mayor rapidez. Sin duda alguna puedes cambiar las conductas de tu hijo/hija, con el tiempo te volverás todo un experto en detectar los cambios emocionales y se facilitará la comunicación. Confía en tu capacidad de poder corregir las actitudes negativas y de maximizar las

conductas positivas que ya tienen.

¿En dónde se origina el problema? Los grandes investigadores del tema coinciden que el problema puede originarse desde la gestación. Hay diferencias sobre en qué momento él bebé comienza a percibir información de emociones. Algunos dicen que desde la tercera semana de gestación, esto parece increíble, pero en la tercera semana de gestación se comienza a formar el embrión y lo primero que comienza a desarrollarse es el cerebro. Antes que en cualquier otra parte de su cuerpo, en el cerebro el bebé comienza a sentir todo a través de su mamá, dependiendo de lo que la mamá sintió, escuchó y vio durante el embarazo, cómo se desenvolvió y vivió la etapa de gestación es sin duda lo que marcará al niño en su forma de desarrollarse en las diferentes áreas de su vida. Esto lo marcará para tener conductas positivas o negativas. ¿Has pensado cómo fue tu embarazo? ¿Fue deseado? ¿Fue un embarazo forzado? ¿Fue el embarazo que soñaste y lo viviste intensamente? ¿Tu embarazo lo programaste y resulto al pie de la letra o lo padeciste una y otra vez? ¿Cuánto tiempo lo ocultaste? ¿Te recriminabas una y otra vez por lo que creías que estaba mal? Si el embarazo fue deseado, los padres lo disfrutan desde el primer día que se enteran, lo viven profundamente. Los puedes ver felices comentándole a todos los familiares y amigos, comienzan a hacer preparativos y desde el primer día se desviven en los cuidados del embarazo: el padre no se separa de la madre, están proyectándole amor todo el día a su futuro hijo, leen cuentos, ponen música y lo disfrutan en todo su esplendor. Si el embarazo es planeado los padres están más preocupados porque todo salga bien. Programan las visitas al doctor, las comidas, la forma en que le hablan, lo que le dicen; y aunque lo disfrutan no se permiten ser naturales, están más metidos saber en qué hospital dará a luz, en qué lugar comprarán la ropa. Se esmeran en lograr la perfección para su futuro hijo, no viven en plenitud y con naturalidad. No porque no tengan que planearlo, sino porque hay cosas que son muy naturales y por más que se planeen no suelen salir como queremos. La mamá padece el embarazo no deseado, es un hijo no esperado. Siempre se está quejando de su gordura, de no poder caminar, le estorba la panza y las estrías, siente que se pone fea, piensa: “¿Cómo cometí esta tontería? ¿Qué tal si nace mal o si no nace? ¿Va a heredar las orejas de coliflor de su abuela? Es un sin fin de quejas y temores que generan una constante frustración, sentimientos de miedo, angustia. En otra etapa tienen una actitud de aceptación o lo que es un cúmulo de sentimientos constantes y cambiantes. El embarazo forzado es lo que genera más frustración, en ocasiones lo que genera es

odio. Esto depende de cómo fue el embarazo. Si fue por retener a la pareja, por conseguir un beneficio o por un acto fuera de su control. Seguro fue un embarazo en el que la madre padece desde el primer momento, transmitiendo sentimientos negativos en el futuro hijo. Todo lo que la madre piensa en el proceso de la gestación lo transmite al futuro hijo o hija. Sería igual a decir que si la madre está triste, con miedo, con frustración, con rencores, su fruto aprenderá qué es la tristeza, el rencor, el odio y muchas otras cosas negativas, antes de nacer. Si la madre está feliz, tranquila, si es amada y piensa en abundancia y todos sus pensamientos son de bienestar el futuro hijo o hija, aprenderá todos los sentimientos de amor antes del nacimiento. Imagina todo lo que programamos en nuestros hijos antes de su nacimiento, súmale que en el momento del parto sufrimos lo que terapéuticamente se conoce como La primera muerte. Él o la bebé sufre porque lo alejan de donde se sentía cómodo, protegido y calientito, y de un momento a otro se fuerza a salir. Tiene que pasar por un túnel oscuro y dirigirse hacia la luz, llega a un mundo completamente desconocido, hostil, con ruidos, imágenes y sensaciones diferentes. Si pudieras recordar el momento de tu gestación, el momento mismo del parto: ¿Qué te gustaría cambiar? ¿Qué pensamientos cambiarías y qué te dirías sobre cómo te gustaría llegar a este mundo? Existen especialistas que han identificado más de 40 tipos de partos, se ha descubierto que dependiendo del tipo de parto se marca la forma de desenvolverse en la vida. No hay partos normales, todos los tipos de parto tienen un proceso doloroso. Todos tenemos un sufrimiento a la hora de nacer. Sin que esto signifique que sufriremos por siempre, la vida es muy sabia y nos da la oportunidad de curar esos momentos dolorosos. Imagina que nacimos con un programa de dolor, a esto súmale que en nuestra infancia nuestros padres nos programan con palabras que nos dejaron marcados de por vida y que son responsables de que no tengamos la capacidad de poder realizar nuestras metas o de no poder concluir los proyectos que nos proponemos. Hay personas que al día de hoy se siguen preguntando que tienen que cambiar para poder ser exitosos.

Cuestionario Este cuestionario es para que lo respondas junto con tu pareja. Traten de ser lo más honestos posible. Con este ejercicio conocerás los sentimientos que programaste a tu hijo en la gestación. Esto te dará la oportunidad de corregir la programación que sin querer le trasmitiste a tu hijo/hija. ¿Saben qué tipo de embarazo tuvieron? Sí ( ) No ( ) Describan su tipo de embarazo.

¿El embarazo fue programado?

¿Se embarazaron por amor?

¿Su embarazo fue por un descuido?

¿Fue para retener a tu pareja?

¿Dieron a luz a un varón y era lo que esperaban?

¿Dieron a luz a una niña y era lo que esperaban?

¿Nacieron gemelos y era lo que esperaban?

¿Tuvieron miedo?

¿Se frustraron?

¿Hubo felicidad? ¿Existió coraje? ¿Alguna vez tuvieron incertidumbre? Si creen que su embarazo no entra en algún de los antes mencionados: mencionen con sus propias palabras el tipo de embarazo y cómo afectó emocionalmente su estado.

Respuestas Si contestaste el cuestionario con la mayor honestidad posible, en este momento sabes qué tipo de embarazo tuviste y qué sentimientos programaste en tu hijo/hija. Al mismo tiempo, tienes la oportunidad de poder cambiar los sentimientos o reforzarlos según sea el caso de lo programado.

Palabras inadecuadas con las que programamos a nuestros hijos ¿Yo soy mi hijo? Te invita a recordar con qué palabras te programaron cuales fueron esas palabras que te dejaron marcado si pudieras regresar el tiempo cuales son las palabras que borrarías de tu mente y por cuales las cambiarias te has puesto a pensar con cuales palabras estas programando a tu hijo o hija. Pregúntate si te has detenido por algún momento para escuchar qué palabras les dices. Son adecuadas o no son adecuadas esas palabras cuando te molestas con que palabras los estas programando. ¿Cuáles son tus palabras?

¡Eres un/una menso/mensa! ¡Eres un tarado/tarada! ¡Eres un/una irresponsable! ¡Eres un Incumplido/incumplida! ¡Eres un flojo/floja! ¡Eres un/una idiota! ¡Eres un distraído/distraída! ¡Eres un burro/burra! ¡Eres un lento/lenta! ¡Eres malo/mala! ¡Eres muy torpe! ¡Eres igualito/igualita a tu padre/madre! ¡Bájate del sillón! ¡Tú no puedes hacerlo solo/sola! ¡Hazte a un lado, yo lo hago! ¡Tú no cargues, te vas a lastimar! ¡Tú no lo sabes hacer! ¡Eres un/una perdedor/perdedora! ¡Tienes manos de estómago!

¡El dinero es sucio, lávate las manos! ¡Primero gánatelo! ¡Estudia para que seas alguien en la vida! Si alguna de estas son las palabras que decimos cuando nos molestamos, si las usamos cuando queremos corregir a nuestro hijo/hija que no hizo bien alguna tarea. Continuar diciendo esas palabras es darle una programación para que toda su vida siga siendo: ¡Un burro/burra! ¡Un menso/mensa! ¡Un tarado/tarada! ¡Un irresponsable! ¡Un incumplido/incumplida! ¡Un flojo/floja! ¡Un/una idiota! ¡Un/una torpe! ¡Un lento/lenta! ¡Un descuidado/descuidada!

Cambiando la programación Es momento de cambiar la forma de comunicarnos con nuestros hijos, en lugar de continuar con las palabras que crean una mala programación, cambiémoslas por estas: ¡Deja de ser flojo/floja! ¡Deja de hacer tonterías! ¡Tienes que ser responsable! ¡Tienes que ser más comprometido/comprometida! ¡Tienes que ser más estudioso/estudiosa! ¡Aprende a escuchar a los demás! ¡Tienes que con fiar en ti! ¡Aprende a pedir lo que mereces! ¡Aprende a poner atención en tus tareas! ¡Eres capaz de hacer todo lo que te propongas! Al término de cada frase tienes que reforzar las palabras con un abraso y un beso para que tu hijo/hija perciban que en verdad sientes lo que dices. Recuerda que las frases son sólo un ejemplo, puedes y debes buscar más frases para reforzar la forma de programar a nuestros hijos/hijas de la mejor forma, dotándolos de las herramientas para garantizar que tengan éxito en todas las áreas de su vida

Cuestionario Responde el siguiente cuestionario para saber con qué tipo de palabras programas a tus hijos. 1.- ¿Son palabras que lo apoyarán a tener éxito en su vida o serán palabras que lo harán una persona con temores y miedos y que terminará conformándose con lo que la vida le quiera dar?

2.- ¿Regañas a tu hijo? Sí ( ) No ( ) 3.- ¿Te molestas cuando sientes que no hizo las cosas como le indicaste? Sí ( ) No ( ) 4.- ¿De las palabras negativas que leíste cuántas le dices? 1a5 ( ) 6a9( ) 5.- ¿Cuántos días a la semana te enojas con tu hijo/hija? 0a1( ) 2a4( ) 5a7( ) 6.- ¿Cuántas veces al mes te molestas con tu hijo/hija? 0 a 5 ( ) 6 a 10 ( ) 11 a 15 ( ) mas ( ) 7.- ¿Cuándo te enojas le dices palabras positivas? Sí ( ) No ( ) 8.- ¿Cuántas palabras positivas le dices a tu hijo/hija al día? 0a1( ) 2a4( ) 5a7( ) 9.- ¿Cómo crees que estas programando a tu hijo/hija? Positivamente ( ) Negativamente ( ) 10.- ¿Crees que tu hijo/hija tendrá éxito en todas las áreas de su vida? Sí ( ) No ( ) 11.- ¿Lo apoyarás para que sea exitoso/exitosa en todas las áreas de su vida? Sí ( ) No ( )

12.- ¿Le dirás sólo palabras que lo programen para que sea un exitoso/exitosa? Si ( ) no ( )

Las etapas más importantes De nuestros hijos Recuerda que una de las etapas más importante de la formación de nuestro hijo o hija es la primaria, que comprende de los 0 a los 7 años de edad. Es la etapa en la que poseen mayor facilidad para aprender palabras y sentimientos. Son esponjitas adsorbiendo todo, sea positivo o negativo; a esa edad tienen la capacidad de grabar lo que ven, lo que oyen, lo que sienten y es una oportunidad única para darles palabras que los hagan unos triunfadores o triunfadoras. En este momento deberías preguntarte: ¿Qué le estoy grabando a mi hijo/hija, cómo le hablo, lo/la estoy encaminando para que sea exitoso o todo lo contrario, lo/la estoy programo para que sea un ciudadano/ciudadana promedio, qué palabras tengo que dejar de mencionarle, por cuáles cambiarlas y cómo lo estoy afectando con la forma en la que me dirijo a él/ella? Todo esto muchas veces sucede en la etapa primaria, a eso súmale lo que pasa en la segunda etapa que es entre los 7 y 14 años y que es una etapa donde se acentúa aún más la baja autoestima si no hay un acompañamiento en los procesos de cambio emocional, físico y escolar. Es una etapa donde los niños/niñas comienzan a tener cambios físicos, comienzan a perder dientes, crecen y la ropa les comienza a quedar corta, les duelen los huesos y tienen dolores de cabeza, les da flojera, sufren de temperatura a consecuencia de los cambios físicos, comienzan con miedos. Es una etapa donde los niños/niñas quieren dormir con los papás por temor a dormir solos, piden a gritos el acompañamiento de su padre y madre, e inclusive algunos niños sufren de enuresis nocturna (la enuresis es la emisión involuntaria de orina durante el sueño, es más frecuente en los niños y niñas de 4 – 8 años y puede prolongarse hasta los 15 años en algunos casos), otros niños/niñas comienzan a padecer dificultades para respirar. Algunos niños/niñas desarrollan nictofobia (miedo irracional a la oscuridad), por eso algunos niños/niñas no duermen solos, tienen que dormir con la luz prendida, con la televisión, escuchando música, platicando con alguien. La edad de los que sufren de nictofobia es muy variable puede comenzar desde los 4 años hasta la adultez. Rudolf Steiner, uno de los grandes pensadores, nos explica de una manera maravillosa el proceso de crecimiento de un ser humano. Dice que ocurre entre los primeros 21 años de vida es decir que comienza de los 0 años hasta los 21 años, son los primeros 3 septenios fundamentales para el crecimiento y desarrollo humano. Como lo mencionamos anteriormente, hay que tener cuidado de cómo les hablamos a nuestro hijos e hijas. Si ya están en la primera, segunda o tercera etapa de crecimiento, tenemos que comenzar a corregir la forma de expresar nuestros sentimientos hacia

ellos/ellas. Para esto te compartiré una de las herramientas que se utilizan en la programación neurolingüística. A mi parecer es una de las mejores herramientas, te permitirá una forma más práctica y sencilla de acercarte a tus hijos y comenzar a trabajar en esas áreas que por falta de tiempo, o simplemente olvido, hemos descuidado. Con esta herramienta tendrás la oportunidad de poder corregir los pensamientos de tu hijo o hija.

La Hipnopedia ¿Qué es la Hipnopedia? Es la práctica de hablarle a nuestro hijo o hija cuando está dormido. Hace referencia al aprendizaje mnémico que se verifica durante el sueño con la ayuda de instrumentos que reproducen ciertos contenidos sin despertar a la persona. En otras palabras, es un aprendizaje subliminal y nocturno.

¿Cómo poner en práctica la Hipnopedia? Aproximadamente de 30 minutos a 2 horas después de que comienzan a dormir, es el momento indicado y se conoce como estado MOR. M = movimiento O = ocular R = rápido El término sueño de movimiento ocular rápido o sueño MOR (en inglés REM), describe la fase del sueño durante la que se presenta la mayor frecuencia e intensidad de las ensoñaciones. Durante este periodo de sueño o ensoñaciones, los ojos se mueven rápidamente y la actividad de las neuronas del cerebro se asemeja a la de cuando se está despierto. Se sabe qué durante el sueño, el cerebro emite ondas diferentes que nos hacen más sensibles a la recepción de los estímulos auditivos. Es el momento ideal para hacer la terapia de la Hipnopedia. Usa esta herramienta para poder hacer de tu hijo/hija un triunfador/triunfadora. Utiliza la herramienta hipnopédica para dotarlo/dotarla de recursos y capacidades para el triunfo y el éxito.

¿Cómo funciona la Hipnopedia? Sólo tienes que poner en práctica nuestra maravillosa herramienta durante 21 días. Debes hablarle a tu hijo o hija cuando esté en el estado MOR. Tienes que decirle palabras que expresen lo mucho que lo amas y el orgullo que te hace sentir. Dile las palabras que no te atreves a decirle frente a frente. Esta técnica te dará la oportunidad de expresar tus sentimientos sin temor de mostrar tus emociones, es la oportunidad de tener un acercamiento con tu hijo/hija como nunca lo imaginaste y comenzar a generar la mentalidad de ganadores o ganadoras. Le estás dando la oportunidad de tener éxito en todas las áreas de su vida, comenzaras a limpiar de su mente todas las palabras que sin querer hicieron que su pensamiento fuera de temor, de miedo, de insatisfacción y de mediocridad; palabras que lo mutilaron y dieron la incapacidad de seguir todos sus sueños y corregir esas pequeñas cosas que no hicimos tan bien al educarlo/educarla. Cuando comiences esta técnica puede ser extraño, incluso puedes sentir incomodidad por estarle hablando cuando duerme. Puedes tener temores, miedos y dudas; pero debes ver la oportunidad que tienes para trasmitirles los sentimientos hermosos que no dices cuando está cerca. Si tú eres de los pocos que sí le dicen a su hijo/hija todo el amor que sienten por ellos, reforzarás todo lo que ya siente. Recibirás el doble del amor que le das y es el mejor momento para maximizar todo ese amor. El secreto para que la técnica sea infalible es llevar al niño/niña a dormir, darle un beso y hacerle saber lo orgullosa/orgulloso que te hace sentir. Cuando estés aplicando la técnica y afloren los temores repite las palabras mágicas: ¿Es fácil? ¿Yo puedo? ¿Lo estoy haciendo? Con estas palabras, que realmente son mágicas, podrás vencer todas las dudas que surjan en el momento de comenzar a poner en práctica la Hipnopedia. No te pierdas momentos mágicos al lado de tu hijo o hija, lo vas a disfrutar; gózalo en plenitud, sal de tu zona de confort e incrementa el lazo amoroso y hazlo más fuerte. Vive en plenitud el amor, la confianza se reforzará y el vínculo generado será totalmente irrompible. Antes de comenzar a hacerlo, realiza un pequeño ejercicio para que se te facilite poner en práctica la técnica de la Hipnopedia. Un punto importante es cuidar la forma en que le hablas, tu voz debe ser tranquila, suave. Tienes que fijarte en la forma en la que está respirando para que tu voz esté al ritmo de su respiración.

Ejercicios Cierra tus ojos y mantenlos cerrados de 2 a 5 minutos. Con los ojos bien cerrados, trata de visualizarte con tu hijo/hija. Ve cómo son tus movimientos frente a él o a ella, visualiza su respiración e imagina cómo es tu voz, siente las palabras que le estás diciendo. Cuando hayas visualizado por completo el momento, abre tus ojos y pon en práctica la herramienta. A continuación, te doy una serie de frases que puedes decirle. Recuerda que sólo son ejemplos de lo que puedes decir. Puedes y debes crear tus propias frases, pero como regla agrega las palabras: te amo, estoy orgulloso de ti y evita decir frases como las siguientes: ¡No mojes la cama! ¡No eres grosero/grosera! ¡No eres malo/mala para las matemáticas! ¡No peleas con tus hermanos/hermanas! ¡No haces berrinches! ¡No eres lento/lenta! ¡No eres torpe!

Eliminando el “no” Evita usar el "no". Nuestro cerebro tiende a interpretar el no como una afirmación, lo que hace el cerebro es anular la palabra "no", de esta forma lo que le estarías diciendo a tu hijo o hija sería una verdadera afirmación y tendremos un efecto contrario a lo que se está buscando. En lugar de corregir la conducta, se reafirma la conducta negativa. En lugar de decirle que deje de hacerlo, lo que realmente estarías diciendo es: ¡Mojas la cama! ¡Eres grosero/grosera! ¡Eres malo/mala para las matemáticas! ¡Peleas con tus hermanos/hermanas! ¡Haces berrinches! ¡Eres lento/lenta! ¡Eres torpe!

Frases que sí puedes decir a tu hijo/hija en el estado M.O.R. Las palabras son sólo un ejemplo, las puedes modificar o tomar como base para crear las tuyas. ¡Eres estudioso/estudiosa, te amo y estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Eres cumplido/cumplida, te amo y estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Eres una persona honesta, te amo y estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Eres tranquilo/tranquila, te amo y estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Eres exitoso/exitosa, te amo y estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Eres un ser amoroso, te amo y estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Eres saludable, te amo y estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Eres deportista, te amo y estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Eres excelente, te amo estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Eres honrado/honrada, te amo y muy estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta hacer tu tarea, te amo y estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta realizar actividades culturales, te amo y estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta apoyar a tus hermanos y/o hermanas, te amo y estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta compartir en familia, te amo y estoy orgulloso/orgullosa de ti!

¡Te gusta jugar con tus hermanos y/o hermanas, te amo y estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta comer, en familia, te amo y estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gustan las verduras, te amo y estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta leer, te amo estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta dibujar, te amo estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta alimentarte sanamente, estoy muy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta ser innovador, te amo estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta participar en clase, te amo estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta platicar con tu papá, te amo estoy orgulloso de ti! ¡Te gustan las matemáticas, estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Te gusta convivir con tu mamá, estoy orgulloso/orgullosa de ti! ¡Tu cama siempre está seca, te amo estoy muy orgulloso/orgullosa de ti!

Estas son algunas de las frases que te doy como ejemplo, crea tus propias frases si así lo decides, lo más importante es ponerlas en práctica lo más rápido posible y sin postergarlo. Cuando comiences con la práctica te recuerdo que debe durar 21 días consecutivos, no sirve si lo haces 15 días y lo dejas de hacer por 20 días, tiene que haber continuidad. Si lo dejas de hacer por un día, no importa si lo retomas al siguiente. Si por causas de fuerza mayor o por trabajo no pudieras estar todos los días, te recomiendo grabar las palabras que le vas a decir; de esta forma el día que no puedas hacerlo personalmente, le pueden poner la grabación. Debes hacerlo individualmente, no funciona si lo quieres hacer colectivamente ya que cada niño y niña son diferentes, sus problemas no suelen ser los mismos. Tu trabajo consiste en visualizar escuchar y encontrar qué problema tiene cada uno, tómate el tiempo necesario para poder tener un acercamiento. Te garantizo que al termino de los ejercicios veras un cambio sorprendente. Esta técnica te da la oportunidad de tener un acercamiento real y tangible. Al término del ejercicio veras los cambios que se generan en él/ella, su conducta cambiará radicalmente: si antes era rebelde, comenzará a ser más tranquilo/tranquila; si era malo/mala para las matemáticas, comenzarás a ver crecer su interés en los números. Al exteriorizar los cambios sentirás que tienes otro hijo/hija, veras en realidad que comienza a tener una verdadera confianza, platicará contigo más, te comentará cosas que no te decía antes, escucharás como habla con seguridad, te pedirán compartas el tiempo con ellos. La felicidad es un hábito diario y serás testigo de cómo un poco de atención genera un cambio radical. No pierdas la

oportunidad de poder tener un hijo o hija altamente exitoso o exitosa, con sólo dedicarle tiempo de calidad. El éxito será una garantía de por vida, todo depende de si le dedicas el tiempo necesario, tiempo que dedicarás a crear circuitos neuronales con información de éxito.

ACTIVANDO EL INCONSCIENTE Con este ejercicio conseguirás cambios sorprendentes que te darán la oportunidad de ver el potencial que tiene tu hijo o hija. Conseguirá grandes cambios, tendrá la fortaleza para expresar todo su sentir y generar confianza en todas las labores que realice, dejará la timidez y explotará la grandeza de su voluntad que redefinirá su forma de ver el contexto en el que se desenvuelve. Su visión hacia las formas de aprendizaje, tendrá una mayor amplitud hacia la increíble gama de soluciones para superar las barreras mentales a las que se enfrenta todos los días, barreras mentales que le trasmiten las demás personas. Es un ejercicio muy simple, y le dará la herramienta para visualizar el camino que debe tomar, de esta forma superará cualquier problemática que se le presente. Escuchará el medio que necesita para retomar el sendero del éxito, la fuerza de su voz retumbará en todo su ser y en donde antes había silencio estará el poder de su voz, una voz que pensaba no existía y que lo hará volver con una mayor fuerza, la fuerza de un ser dispuesto a cambiar su contexto, su vida. Sonarán las campanas del nuevo comienzo, será capaz de comunicarse con un poder infinito que yacía silencioso y temeroso de que lo oyeran, aletargado por un temor a poder expresar que tenía la capacidad para poder trasformar su vida. El temor que ates le reprimía le dejará y lo único que a partir de ese momento retumbara en todo su ser será la maravillosa música del éxito, un éxito que sin duda alguna y sin miedos estará gritando para que todos puedan oírlo, será el grito de alegría de una persona sin temores y en todo su esplendor, capaz de poder comunicarse con su inconsciente y con la capacidad de que lo escuchen. Cuando retumbe el poder de su voz, en su interior no habrá poder capaz de acallar el grito que genera la libertad del pensamiento, el saberse libre genera una energía de éxito. Será un ser dispuesto a conseguir sus metas. ¿Cómo pararías una voz dispuesta a gritar cuáles son sus sueños; una voz dispuesta a comunicarse para destruir las barreras mentales que escucha en todos lados, barreras mentales que le habían dejado mudo e imposibilitado para escuchar, creyendo que la falta de comunicación era la única forma de poder conseguir sus metas? Con la Hipnopedia aprenderá un nuevo camino basado en la comunicación plena, en escuchar las soluciones donde antes encontraba silencio y por fin se superará. Oirá una voz de resultados, una voz de grandeza, una voz de soluciones, una voz de pasión, una voz de dedicación, una voz de compromiso, una voz de resultados, una voz de metas conseguidas: la voz del triunfo. Sentirá la necesidad de alcanzar sus metas, palpitará en un ritmo constante de apoderamiento. La energía emanará y le dará la capacidad de generar triunfos y las cosas que antes le daban miedo desaparecerán, no habrá poder que lo aleje del sendero del triunfo. Los instantes en que sentía duda desaparecerán, los sentimientos de angustia

se desvanecen como si fueran nubes de humo y la fortaleza colmará todo su ser. Llegará un torrente de energía para engrandecer su espíritu, su inconsciente estará en unión con todo su cuerpo, la fuerza de los dos será única y la decisión de alcanzar sus metas no podrá ser detenida. El éxito recorrerá todo su ser y no tendrá límites, una capacidad renovadora dará solución a los problemas que se presenten. Si había sentido miedo, ahora siente compromiso. Cuando existan barreras, en lugar de problemas sentirá soluciones y su confianza dará amor. Su interacción con los demás será sorprendente, las sensaciones serán de éxito total y con la capacidad de poder solucionar los conflictos personales con una sencillez sorprendente, porque su percepción de la vida será distinta podrá discernir con una gran habilidad entre las diferentes etapas de su vida. Este ejercicio es sencillo, pero es de un poder increíble. Ponlo en práctica por lo menos 21 días, de preferencia por las mañanas después de que estén bañados y desayunados. El tiempo que le dedicarás será de 3 a 5 minutos por sesión, lo puedes practicar por la tarde o la noche si lo prefieres.

Técnica 1.- Parado frente al espejo tu hijo/hija se mirará directamente a los ojos. Al estar mirándose saludará a su inconsciente: “Hola, buenos días mi inconsciente”. Dará las gracias por escucharlo: “Mi inconsciente, te agradezco por escucharme y ponerme atención”. 2.- Pronunciará con voz firme y fuerte su nombre, anteponiendo las palabras yo soy. Yo soy (su nombre) 3.- Sin dejar de mirarse directamente a los ojos pronunciará con voz firme las siguientes palabras. (Estas palabras son un ejemplo de las que puede decir. Puedes cambiarlas o tomar sólo algunas de las que te menciono. No hay límite pueden ser dos o diez, tú decides.) Yo soy feliz. Yo soy amoroso/amorosa. Yo soy exitoso/exitosa. Yo soy responsable. Yo soy creativo/creativa. Yo soy valiente. Yo soy emprendedor/emprendedora. Yo soy atento/atenta. Yo soy estudioso/estudiosa. Me gusta estudiar las tablas. Me gusta leer los libros de la escuela. Me gusta comer saludable. Me gusta respetar a papá. Me gusta respetar a mamá. Me gusta jugar con mis hermanos/hermanas. Me gusta poner atención en las clases. Me gusta comer en familia. Me gusta dibujar. Me gusta hacer deporte. Me gusta compartir mis juguetes con mi hermano/hermana. Me gusta estudiar inglés. Me gusta tener confianza con mi padre y madre. Me gusta abrazar a mi papá. Me gusta abrazar a mi mamá.

Me gusta escribir. Me gusta reír. 4.- Tiene que hacer un pacto con su inconsciente. “Inconsciente es un compromiso: a partir de hoy me esforzaré para poder cumplir las metas que nos propusimos”. “Prometo escucharte y poner atención en lo que me digas”. 5.- Por último, debe agradecer al inconsciente por haberlo escuchado. “Te agradezco, inconsciente, por haberme escuchado con tanta atención”. “Nos vemos mañana”. El ejercicio anterior le permitirá crear nuevos caminos neuronales que le ayudarán a conseguir el éxito. Si crees que este ejercicio te puede ayudar, no dudes en escuchar a tu inconsciente y ponlo en práctica. Tienes que darte la oportunidad de sentir el poder que tiene este sencillo ejercicio. Veras los cambios radicales en tu persona, te dirán que eres una persona diferente. ¡Disfrútalo!

METÁFORAS PARA EL ÉXITO Metáforas para el éxito y cómo ponerlas en práctica Las historias que llamaremos “Metáforas”, fueron creadas por el gran amor que tengo hacia mis hijos. Son una de las tantas formas de expresarles amor. Cada una de estas Metáforas expresa parte de mis sentimientos, anhelos, vivencias. Es mi forma de pedir que me perdonen por los malos aprendizajes que antes de conocer la Hipnopedia, les trasmití. Es una forma de generar limpieza en el alma, la mente y cuerpo. Sé que esto servirá de guía para otros padres, que sin afán de lastimar o agredir a sus hijos les están dando una enseñanza inadecuada, no hablo del conocimiento académico sino de todos los paradigmas que les trasmitimos, de los pensamientos que hacen que se sientan pequeños y sin valor, que no merecen una vida de éxito y que el destino está escrito y sin forma de cambiarlo. Pensamientos que los llevan a vivir en una zona de confort e incapaces de enfrentar con éxito los retos que en su caminar se encuentran, conformándose con lo que la vida les dé sin poder tener una meta definida. Perdidos en un mundo donde los valores personales no cuentan, y donde lo único que vale es llegar a la meta, llegues como llegues, aunque en el camino denigres o pases por encima de quien sea, esta creencia, por desgracia es una forma de crecer muy utilizada en todos los niveles de la sociedad. Es un paradigma, que sin querer les heredamos cuando al pedirles que sean comprometidos equivocamos las palabras diciéndoles que deben hacer lo que sea necesario para conseguir lo que es de ellos. El contexto en el que crecen es pasar por encima de los demás para poder obtener lo que creen único, una y otra vez les repetimos: “No permitas que te lo arrebaten porque es tuyo, haz lo imposible para conservarlo, demuestra que eres más capaz”. No sé si es lo correcto o no, nuestra sociedad le da una mayor importancia al trabajo individual que al trabajo en equipo. Hay que echar una mirada a las estrellas populares que tenemos, no resalta el trabajo en equipo sino que resalta el esfuerzo individual. No es más importante una que la otra, pero tendríamos que comenzar a cambiar nuestro contexto para resaltar el trabajo en equipo y darle más importancia sin demeritar el esfuerzo individual, porque uno no puede existir sin el otro y el mejor equipo se distingue por el esfuerzo sumado de todos los integrantes, el esfuerzo individual esta siempre apoyado por un gran equipo. Ten presente que tu éxito depende del gran equipo que tengas a tu lado. El éxito de nuestro hijo/hija, depende del equipo. Si el equipo está preparado no dudes que el éxito será una constante en su vida. Toma la mejor decisión, toma acción. Es el momento. ¡Atrévete y escucha! El éxito es tu decisión.

Te amo Sonó la campana que anunciaba el término de las clases. Sentí una inexplicable alegría que inundó mi corazón. Levanté mis libros y en ese momento mi mente viajo a un momento íntimo y en unos minutos sentí una indescifrable ansiedad por la divertida que me daría con mis amigos, me vi jugando y muy feliz. Sin pensar más, salí corriendo del salón, la maestra muy enérgica gritaba: “Salgan con cuidado, no se empujen, no se les olvide traer la tarea, a los que les toca exponer estudien”. Sin hacer caso de lo que la maestra dijo, salí presuroso como liebre, corrí hasta llegar al patio. La desesperación afloraba en todo mí ser, enigmático fue el momento cuando la alegría llenó mi corazón pensando que a la vista estarían mis amigos, confuso fue el momento al no ver a ni uno de ellos. Dudoso miré a todas partes sin poder verlos, caminé rumbo a la puerta de salida, un poco triste pensé que sería muy aburrido el regreso a la casa. Cuántos secretos sé quedarán sin contar. Mi corazón se alegró en la puerta de salida, encontré a mi amigo El gordo. Sin esperar más y lleno de felicidad dije: “Hora de regresar a casa, ¡qué padre!”. —Sí, contestó - estoy contento porque la maestra me regaló una paleta. —Mañana es sábado, la divertida que nos daremos Gordo. Claro descubriremos secretos y tesoros. Fermín. — ¡Córrele! no se vaya air como el otro día. —Corramos Gordo, si estamos de suerte nos invita las quesadillas, si no de perdida comemos gelatinas de las que vende. ¿Qué te parece? —Ya vas. Fuimos directo al mercado. Al entrar, a lo lejos observé si estaba el puesto, con alegría un poco emocionado le dije al Gordo: “Órale, sí está, que suerte”. El papá de Fermín, nos miró. —Hola muchachos, qué bueno que vinieron, así no cierro el changarro. ¿Tienen hambre o ya comieron? — ¿Sabe guardar secretos? — Sí. — Todavía no comemos. Volteó hacia el puesto de las quesadillas, mi carita se iluminó cuando escuche las

palabras mágicas que decía el papá de Fermín, decía: “Doña Mago, prepáreles unas quesadillas a estos niños, luego se las pago”. Volteó a vernos diciendo que tenía que salir que era un secreto nos encargó el puesto. —Don Fermín, nosotros le vendemos todas las gelatinas, dije sonriente. Dijo que volvería más tarde y nos recordó que ya conocíamos el precio de las gelatinas y que tomáramos una cada quien, y se fue silbando en busca de su secreto. Felices nos sentamos a comer mientras vendíamos las gelatinas. El tiempo pasó volando sin darnos cuenta casi eran las seis cuando regresó don Fermín. —Ya se pueden ir muchachos, gracias por cuidar el puesto. —Nos vemos don Fermín, dijimos y nos retiramos. Mientras caminábamos le dije al Gordo si le ayudaba a hacer la maqueta para que pasara de año. —Está bien, pero vamos al llano primero para poder descubrir todos los secretos y después de ir al llano a jugar comenzamos con la maqueta. —Nos vemos a las 7 de la mañana. Metros más adelante, llegamos a la casa del gordo sin prisa nos quedamos platicando y jugando muy quitados de la pena, cuando se escuchó un grito: “A ver a qué horas te metes, endiablado escuincle”. Vigilante su madre lo observaba. Tomé mis cosas despidiéndome de mi amigo. Triste, El gordo, se quedó en su casa mientras yo me fui a la mía. Eran las siete cuando llegué y vi a mi mamá, corrí para contarle que había estado en el mercado cuidando el puesto de Don Fermín. Pero mamá estaba furiosa, me recibió con una sonora cachetada. Tremendo golpe recibí, me hizo la cabeza explotar, por un momento parecía que el tiempo estaba detenido, un zumbido recorrió todo mi ser, no oía lo que mi mamá me decía, todo lo veía negro, las lágrimas corrían por mis mejillas mientras un hilo de sangre salía de mi nariz, sentí un empujón que me mando directo al lavadero, sin decir más me puso a lavar los trastes. Confuso, en el lavadero caían mis lágrimas y gotitas de sangre, cada plato que lavaba era una pregunta sin responder, hasta pensé que en verdad yo era la causa de todos los problemas. Me preguntaba si podía cambiar o si Dios me estaba castigando por no sacar buenas calificaciones. Yo pongo atención, es inexplicable pero por más que quiero aprenderme las cosas, mi mente nada más piensa en salir al recreo para jugar canicas y ganarles sus tortas a mis amigos. Pero estaré más atento a la clase para que la maestra le diga a mi mamá que soy aplicado. Al poco rato dejó de dolerme la mejilla. Mientras continuaba lavando los platos, mi mente se preguntó el por qué mi mamá era tan enérgica y me pega, acaso no me quiere o a lo mejor no quería que naciera. La verdad yo la amo, lo sé porque cuando estoy junto

a ella me veo como si estuviera en una fortaleza, me siento protegido, escucho una tranquilidad. Pero que secreto habrá para que me ame ¿Qué hago para ganarme su amor? Sin encontrar respuesta a mi pregunta, seguí con mi labor y por fin terminé de lavar los platos. Corrí a decirle que ya había terminado de lavar los platos, pensando que con eso se le pasaría el enojo. Volteó a verme con la mirada que presagiaba tormenta, sin decir palabra fue a revisarlos trastes. ¡Oh desdicha! ¡Un plato delator! estaba mal lavado, como loca tomo una cuchara grande y arremetió contra mí. Sentí que algo dentro de mi corazón se apagaba, escuché un zumbido y el dolor comenzó a desaparecer. Me dio como diez golpes, algo maravilloso paso en mí, los golpes ya no me dolieron una rara sensación se anidó en mi pecho. Esa sensación era como si algo se atorara y me impidiera tener dolor. Aunque quería llorar no podía, pero la sensación que sentía era como de un vacío. Ahí parado, recibiendo los golpes. Mi madre, desesperada por no ver que causaba llanto en mí, con gritos me mando a dormir diciendo: “No comes para que aprendas a respetarme, si vuelves a hacerlo te voy a medio matar a palos” Sin comer me dirigí al cuarto y pensé que eso lo hacía como una forma de disciplina, pero no me importaba mucho ya me había comido una quesadilla y una gelatina y podía aguantar. Me fui al petate que servía de cama para mí y mis cuatro hermanos, el sueño me venció. Esa noche tuve un sueño hermoso, soñé con mi mamá, vi que estábamos en un jardín caminando juntos y tomados de la mano, ella sonreía y parecía otra mujer, era feliz. Encontramos un gran árbol donde había un columpio, me subió y feliz me empujaba, yo reía a carcajadas. A un costado del columpio estaba mi papá jugando con mis hermanos, estaba riendo, cosa que creo nunca he visto en mi padre. Era algo maravilloso, mis hermanos corrían felices y todos tenían vestimentas blancas con tonos rosas. Yo seguía feliz en el columpio, cuando quise bajarme caí del columpio y mi

madre presurosa corrió a levantarme, pero cuando quiso abrazarme desperté. — ¡Qué mala suerte!, me dije. Feliz por el sueño que tuve, lo primero que pensé fue en saludar y abrazar a mi madre, corrí a su encuentro. — ¡Qué hermoso día, mamá! — ¿Qué tiene de hermoso chamaco inútil?, gritó con esa voz que infundía miedo. —Prepárate que tienes que largarte a trabajar con tu padre. La sensación que había tenido en el pecho, de repente regreso a mí. Pensativo y tratando de comprender qué le pasaba a mi madre, por qué era tan agresiva, si acaso no me amaba. ¿Qué era el amor? Recordé que tenía una cita con mi amigo El gordo, mi papá una vez me dijo que la palabra que da uno, se tiene que cumplir. Pensé: “Ayer le di mi palabra a mi amigo, ¿qué hago si no voy con mi papá otra vez me tocan golpes, pero si voy también, si voy con el gordo, un misterioso llano con grandes tesoros y un magnifico secreto nos espera para jugar?”. Tenía 8 años, mi mente viajó en un segundo al llano que estaba a unas cuantas calles y sin pensar más me puse unos zapatos viejos, que en realidad eran los únicos que tenía, y decidido emprendí el viaje hacia lo que sería sin duda alguna una de las aventuras más hermosas de mi vida. Sin pensarlo corrí a la casa de mi amigo, cuando estuve frente a unas rejitas de madera que servían de protección a un par de cuartos también de madera, la casa de mi amigo la custodiaba un enorme perro al que le decíamos: El como tú, le grité: “Sal canijo gordo”. Salió corriendo y detrás su mamá con un palo gritándole: “¿A dónde vas escuincle endiablado? Regresa, tienes que hacer tu tarea”. —Córrele carnalito, que mi mamá nos mata si nos agarra. Corrí al lado de mi amigo nos fuimos rumbo al llano metros adelante nos detuvimos para ver si la mamá del gordo ya no nos seguía nos paramos vimos que su mamá regresaba a su casa. —Qué bueno tu mamá se regresó. Comenzamos a platicar de los maestros que nos amenazaron con reprobarnos si no presentábamos una maqueta. —Mejor continuemos con nuestro camino recuerda que nos vamos a divertir, le dije. Se paró diciendo. —Ya lo pensé y mejor me regresó porque mi mamá me va a pegar y hoy llega mi padrastro y si llega tomado me irá peor.

—No le hagas, ¿con quién voy a jugar? —No lo sé, pero yo me regreso. A demás dicen que es peligroso estar en el llano, que hay muchos roba chicos y ya sabes que mi padrastro es bien enojón y yo le tengo mucho miedo. —Eres un miedoso esos son puros cuentos. Te confieso que ya no me duelen los golpes, nada más me da un dolor en el pecho y ese dolor no me deja llorar y eso está bien a si mi mamá se queda con el coraje y yo no derramo lágrimas. Pero como quieras mugre gordo, mejor ya lárgate yo sí voy a ir al llano porque tengo que encontrar el tesoro y voy a descubrir el secreto que me aguarda. Total, no me importan los golpes siempre me pegan. —Nos vemos. —Pero ni creas que voy a ser tu amigo, eres un traidor. Ya mejor ni me hables, miedoso. Por más que grité no hubo respuesta. Continúe mi caminar y metros adelante, confundido, miré hacia atrás. Las pocas casas que habían se alejaban de mí. Sentí un poco de miedo al verme solo, comencé a silbar para que salieran mis amigos, silbé más fuerte y más fuerte pero no había respuesta de ninguno de mis amigos. Tuve miedo y tristeza porque la soledad no me gustaba. Me puse a pensar por quién pasar a quién podría invitar para que me acompañara a la gran aventura. Podría pasar por El marcos, pero tenía que ir hasta el mercado y estaba un poco retirado. Mi cabeza daba vueltas por quién pasar. De repente, la imagen del muelas se posó en mi mente, por lo que dije: —Podría pasar por El muelas, total esta como a tres cuadras. Corrí para la casa del muelas, él podría compartir esta aventura conmigo. Sabía que él nunca decía que no. Pasados unos minutos llegue a su casa comencé a gritarle para que saliera, pero salió su papá. Se notaba que todavía estaba tomado. Tambaleándose, me miró. — ¿Qué carajos quieres? Con miedo le pregunté si estaba El muelas. Sin razón, comenzó a darme un sermón. —Mira escuincle, es mejor que te pongas a estudiar y no le quites el tiempo a mi hijo o voy a tener que ir con tu papá a decirle que eres una mala influencia para mi hijo. Eres un vago, ponte a trabajar haz algo de provecho. Con miedo y sin decirle nada, me retire pensando: “¿Mala influencia para su hijo? Si supiera que su hijo ya fuma y toma y yo no fumo ni tomo. El muelas reprobó casi todas las materias y yo pase todas, bueno con seis pero pasé. ¿Mala influencia? mejor que cuide al muelas, él si es una mala influencia”.

Sin más, seguí caminando, me fui silbando para ver quien salía, pero creo que era muy temprano. Antes de la esquina me detuve por un momento para ver si de casualidad salía alguien e invitarlo, pero para mí mala suerte pasó el tiempo y por más que volteaba de un lado para otro no veía a nadie. Totalmente decidido, me encaminé para dar rienda suelta a mi imaginación. No alcanzaba mi meta cuando al pasar por una casa un ladrido me hizo brincar, todavía no me recuperaba del susto cuando volteé para ver a quien le ladraban. Mi piel se puso chinita al ver que de una de las casas salió un enorme perro con la intención de darse un banquete con mis piernitas flacas. Sin pensar más, salí corriendo con todas mis fuerzas. Corrí como liebre, sentí que había pasado una eternidad. Con mi corazón latiendo a mil por hora, me di cuenta que el perro ya no me seguía. Miré hacia atrás para verificar que el perro en verdad no me siguiera. Sudado y tomando aire a bocanadas, me senté por unos minutos para poder tranquilizarme del susto que me acababa de llevar. Mis piernas temblaban sin parar. La fuerza en todo mi cuerpo se me había escapado, estaba blanco por el susto. Al estar sentado algo dentro de mí me decía que era mejor regresar a casa, que no valía la pena arriesgarse. Recordé lo que días atrás comentaron las vecinas, se decía que varios niños habían desaparecido. Tras reflexionarlo varios segundos, estuve a punto de hacerle caso a mi voz interior, dictaba el regreso a casa. —Me regreso, para qué me arriesgo, qué tal si en el camino me pierdo o sale otro canijo perro y ese si me muerde. Era mejor abortar la misión. Sin embargo, la necesidad de aventura y descubrir nuevas cosas era una constante en mí. Sin pensarlo más, mi mente dirigió mis pasos al tan anhelado llano. Mientras caminaba, volteaba en busca de algún amigo; de esa forma no me sentiría solo, además si regreso a casa mi mamá me pondrá una golpiza con el cable por no ir a trabajar con papá. Pensé: “Les daré otra oportunidad a mis amigos”. Di la vuelta para ir en su busca, comencé a caminar y siete pasos delante me detuve y senté en un gran troco. — ¿Pero qué estoy haciendo?, me dije mientras recordaba al enorme perro que había estado a punto de morderme. Sin pensarlo más, tomé la decisión de continuar con mi viaje al misterioso llano. Me levante convencido de que era mejor irme solo. Dirigí mis pasos a lo que sería una de las más grandes aventuras de mi vida. En el camino recordé que faltaban pocos días para festejar a las mamás. Comencé a imaginar qué le regalaría a la mía. ¿Cuánto costara un juego de vasos y una rosa? —Como diez pesos, me contesté. ¡Vaya que es toda una fortuna! Cómo conseguiría una cantidad de dinero que yo difícilmente tendría en mis manos,

estaba en mí cavilar cuando por el lugar paso una intrigante viejecita la cual traía unas latas amarradas y un montón de cartón en la espalda. Me saludó. — ¿Qué haces chamaco, por qué estás solo, que no sabes lo peligroso que es este llano? ¿Cómo te atreves a entrar en el sin la compañía de un adulto? Por aquí suceden muchas cosas, recuerda que si te pasa algo difícilmente alguien se da cuenta. Me quedé callado, pensé: “¿Por qué me regaña? Sin detenerse, la viejita volvió a preguntarme: — ¿A dónde vas? Con miedo le dije que estaba jugando, pero que me acordé que faltaban poco para el día de las madres y no sabía cómo conseguir dinero para comprar el regalo de mi mamá. La viejecita, sonriendo dijo: —Te voy a decir cómo puedes ganar dinero. Mi corazón, exaltado latió con emoción al escuchar las palabras. Miré que en una mano cargaba una bolsa la cual estaba llena con unos cuantos pedazos de vidrio, con la otra mano cargaba unos trozos de cartón. — ¿Para qué carga esa basura? —Lo que para unos es basura, para mí es dinero. — ¿Cómo? —Esta es la manera de hacer dinero, chamaco. Si de veras quieres comprar el regalo de tu mamá, haz lo que yo y ponte a juntar cartón y véndelo con don Tomás. Pero ten cuidado, es muy tranza. Su báscula no sirve, te roba y en lugar de kilos te paga medios. Pero te doy un consejo para que pese más el cartón, humedécelo de la parte de en medio, de esa forma te medio en parejas con lo mal que él pesa. Pero mejor te regresas a tu casa, ya te dije que es muy peligroso andar solo por estos lugares. Me quedé mirándola, con una sonrisa la viejita desconcertada por la forma en que la miraba, dijo: — ¿Qué tanto ves, escuincle? Con una gran sonrisa, —Gracias, le dije. Y sin hacerle caso, feliz corrí por ese llano en busca del preciado tesoro que me daría la oportunidad de poder ganarme el amor de mi madre, porque tendría suficiente dinero para poder comprarle un juego de vasos y una hermosa rosa roja. Imaginé el maravilloso momento en el que le estoy entregando sus regalos, de seguro dirá: “Te amo, es lo más hermoso que me han dado. Es una dicha a verte tenido, le doy gracias a Dios por darme un hijo tan maravilloso”. Me abrasará y me dará un beso, cosa que nunca hace, pero cuando le dé sus regalos sé que lo hará. Por

fin perdonará todas las torpezas y tonterías que hago. Con una extraña energía que invadió todo mi exaltado cuerpo, seguí pensando y caminando. La felicidad inundo mi alma cuando detrás de un montón de tierra vi un montón de botes viejos que estaban amontonados. Presuroso, los levante en esos instantes observe que en el misterioso llano habían muchos montones de tierra. Para mí era como si acabara de descubrir el mayor secreto, eran las puertas del paraíso, la tierra prometida para cualquier niño aventurero, un paisaje único y sin igual, un sueño hecho realidad. Comencé a subir y bajar esos montones de tierra, a cada paso un valioso pedazo de cartón el cual recolectaba asegurándolo para que no se fuera a desperdiciar. Los minutos pasaban, se convertían en horas y mi carga se hacía más pesada. ¿Pero qué importaba el peso de esa carga si con ella compraría la llave que abrirá la puerta donde celosamente se halla el secreto para conseguir el amor de mi madre? Seguro estaba que la carga valía la pena, por lo menos me pagara unos siete pesos. Sin importar que el sol Hera bastante fuerte y quemaba como plancha, mis brazos ardían, no importaba. Continúe mi camino y sin darle importancia a la intensa sed que tenía y la resequedad de mi boca, con los labios partidos por la falta de agua seguí paso a paso adentrándome más al misterioso llano que tenía más secretos que descubrir. Feliz, seguí mi camino y encontrando pedazos de cartón y fierro, por momentos paraba para poder dar rienda suelta a mi imaginación y poder verme como un enigmático vaquero de los que salían en la tele. Estaba en busca de los asaltantes que robaron la diligencia. Para mí el tiempo no era importante, así que no importaba cuánto había pasado, total qué tanto era un poco más de diversión. Seguí con mi búsqueda, no sé cuánto tiempo transcurrió cuando a lo lejos vi a unos niños que reían a carcajadas. Curioso por la felicidad de los niños, sin pensarlo corrí a ellos para disfrutar de su felicidad. Cuando llegué quedé sorprendido, era la visión más hermosa que hubiera visto: entre los montones de tierra un gran charco que se formó a causa de las constantes lluvias. Sentí que estaba en el mar. Además, me dije, yo conozco el mar, lo sé porque en los libros he visto cómo es. Sin pensarlo más, comencé a quitarme los pantalones para poder darme un buen chapuzón. Comencé a disfrutar el momento en compañía de los niños que reían sin parar, me detuve en donde estaba el agua me llegaba a la cintura. Escuché que los niños grandes decían que adentro el agua te tapaba por completo, que ahí si se podía nadar. Pensando en sorprenderlos, me fui a un montón de tierra para echarme un clavado. Estaba a punto de lanzarme cuando uno de los niños que estaban dentro del agua dijo: — ¡No te avientes de ese lado, está muy hondo! —No importa, sé nadar. Además, yo conozco el mar.

Me avente, era algo único sentir como el agua recorría todo mi cuerpo, era algo maravilloso sobre todo después de la larga caminata que había dado. Mi cuerpo, poco a poco, se fue hasta el fondo. Empecé a sentirme muy ligero, sin darle importancia a esa rara sensación, comencé a nadar por todo el charco. Era el rey del nado. Al voltear para ver a los otros chavos, todos salían corriendo. No me preocupé, total el charco era para mí solito. No sé cuántas horas pasaron hasta que me dispuse a salir de ese magnífico lugar para continuar con mi búsqueda de cartón y fierro viejo. Casi anochecía cuando salí del llano. Fui al lugar donde me comprarían todo lo que llevaba. Al llegar con don Tomás, por más que le decía me atendiera, no me escuchaba. Molesto por la actitud de ese señor, salí de su establecimiento. —Buscaré otro lugar para vender lo que conseguí. Caminé hacia mi casa, pensando que ya era muy noche y de seguro mi mamá estaría súper enojada. —Me va a dar con el cable. Apresuré mis pasos, pensando en la gran golpiza que me daría mi mamá. Corrí para llegar lo más pronto posible. Al estar cerca, recordé al perro que estuvo a punto de morderme. Temblé al ver al perro. Con temor me acerqué, pero en esta ocasión ni si quiera me ladró. —Qué suerte tengo, el canijo perro está dormido. Mejor para mí, esto es estar de suerte al entrar a la calle mire a mis amigos jugando. Feliz de verlos, comencé a platicar del gran charco que encontré, pero me ignoraron. Enojado les dije: —Bola de envidiosos, como ustedes no se divirtieron. Pero mejor mañana voy a regresar solo, y tu canijo gordo eres un traidor mejor ni me hables. Y por cierto, la maqueta la haces solo, no se te ocurra pedirme te ayude. Al entrar a casa pensé que me recibirían con una bola de golpes, pero en esta ocasión mi mamá no dijo nada, es inexplicable. Me fui a la recamara, me recosté en el petate y pensando que mi mamá estaba esperando a que mi papá llegara porque él sería quien me diera duro con el cinturón. Mis hermanos comenzaron a llegar, pero creo que estaban enojados conmigo porque me aplicaron la ley del hielo, no querían hablarme y por más que les hablaba me ignoraban. Sentí que había pasado mucho tiempo y me comencé a sentir solo y un poco confuso por la forma que me trataban. Me pare frente a mi mamá diciéndole: —Estoy dispuesto a que me pegues con tal de que me hables y que me perdones. No esperes a que mi papá llegue. Por favor diles a mis hermanos que me hablen. Mis palabras eran inútiles, mamá me ignoró. Parecía que yo no era su hijo, no la entendí pero en fin ya estoy acostumbrado a pasar desapercibido para ella. Pienso que nunca quiso que viniera al mundo, pero estoy aquí porque no me ama y yo la amo. No

me importa que me pegue, pero siento feo que me ignore. Pasado un rato, llegó mi padre con resignación me enfrente a él para implorar por que la golpiza fuera menos severa. Sucedió algo increíble, me ignoro y no quiso escucharme. — Ahora si la hice buena, está más molesto de lo que creía. Nunca los había visto así. — Ni que hubiera sido para tanto, si están enojados por que no fui contigo a trabajar, prometo que mañana voy. Si no quieren ni voltear a verme, ni modo. Me voy a dormir para que muy tempranito le dé la sorpresa a mi papá de que voy a trabajar con él, así se le pasará el enojo. No terminaba de acostarme, al voltear vi que todos platicaban, no entendí qué decían. Estuve a punto de ir para poder platicar con ellos, pero me detuve pensando que si no quieren hablarme para que iba. Mejor mañana temprano voy a trabajar con mi papá y por la tarde vendo las cosas que traje y le compro su regalo a mi mamá, sé que con eso se les pasara el enojo y me quitaran la ley del hielo. De repente todos se levantaron de la mesa y salieron de la casa, no sé cuánto tiempo pasó. El sueño me venció y muy temprano me levanté, pero la casa estaba sola. Pensé que estaban en la casa de mi madrina, fui a la mesa pero como siempre no había que desayunar. — Ni modo, siguen enojados y ni un bolillo me dejaron. Resignado, espere que el sol saliera para continuar con mi tarea de recolectar cartón para comprar el regalo de mi madre. Apenas se asomó el sol, salí corriendo al misterioso llano. En toda la calle había un gran alboroto y sin hacer caso fui al llano. Recordé el gran charco y pensé que un ratito iría a nadar. Antes de llegar al majestuoso charco, observé que estaba muy concurrido. Pensé: “Está muy lleno, mejor regreso al rato”. El sol se estaba ocultando y la noche comenzaba a llegar. Me fui a la casa en el camino me encontré una rosa, estaba muy hermosa. Era el regalo para mi mamá, la tomé y di gracias a Dios por la fortuna de encontrar esa flor. Corrí con ánimo para poder dársela a mi madre junto con un gran abrazo para pedirle perdón y jurarle que no lo volvería a hacer, le diré lo importante que es para mí su amor y que es lo único que necesito. Esta flor es la muestra del gran amor de tu hijo. Al llegar a la esquina, observé la gran cantidad de vecinos que estaban en el frente de la casa. Vi que mi madrina lloraba. Entre al cuarto y vi a mi madre llorar como nunca la había visto. Mis hermanos en un rincón de la casa, también lloraban. Mi padrino le decía a mi papá: —No te preocupes compadre, yo me encargo de todo. Escuché un grito que desgarró mi alma, mi madre gritaba. — ¿Por qué lo hiciste? Yo te amo. Sin pensarlo corrí a su lado, llorando y gritándole que yo también la amaba. Mamá,

siempre te amaré. No llores, te prometo que lavaré los trastes todos los días, estudiaré para ser el primero de mi clase, no haré cosas que te hagan enojar y no saldré de la casa sin tu permiso. Mis palabras no eran escuchadas. Varias vecinas la tomaron para tranquilizarla, me hice a un lado para que pudieran pasar las vecinas. En ese momento vi una caja blanca, rodeada por cuatro velas enormes, que se encontraba a mitad del cuarto. Mi papá, callado observaba esa caja blanca. Sorprendido, miré que por sus mejillas escurrían unas lágrimas. Mamá se le acercó y se abrazaron, nunca los había visto abrazarse. Me acerqué para abrazarlos y al estar cerca de ellos quedé sin aliento. El cuerpo que se encontraba dentro de la caja era el mío. No entendía cómo podía estar en dos lugares al mismo tiempo y porqué mis padres me decían lo mucho que me amaban. No recordaba cuándo fue la primera vez que me lo demostraron, no sabía exactamente que era esa palabra. Mamá gritaba. — ¡Despierta hijo, prometo no pegarte más, no te regañare, por favor perdóname! Mi madrina se acercó a mi madre. —Comadre, resígnate. Ya está descansando, está con Dios. Déjalo partir, ten resignación. Escuché que algunas personas murmuraban: “Murió de tristeza, no tenía amor y por eso prefirió morir. Morir, esa palabra caló todo mi ser. Por fin me di cuenta de porque no me escuchaban. La extraña sensación de ligereza volvió a mi cuerpo, la tristeza me invadió: ya no podría jugar con mis hermanos, reprobaría el año escolar por no entregar mi maqueta, no podré darle esta rosa a mi madre. Estoy muerto, no lo sé. Pero por fin había encontrado algo que parecía imposible: el amor de mi madre. Me acerqué. — No llores madre, toma esta hermosa rosa, es para ti. ¡Feliz día de las madres! Ella abrasaba mi cuerpo frio con todas sus fuerzas, pedía perdón. — Ojalá pudieras escuchar mamá, porque no necesitó perdonarte. Estoy tranquilo, por fin sé que amor es sentir el calor de tu cuerpo, escuchar el palpitar de tu corazón, es estar protegido entre tus brazos, es poder ver tu respirar en mi mejilla. Me fui recostando entre sus brazos, sentí el cálido calor de su cuerpo, escuché el palpitar de su corazón y una de sus lágrimas cayó en mi mejilla. Nuevamente me sentí ligero, mis ojos comenzaron a cerrarse, mi corazón dejó de latir. — Estas son mis últimas palabras para ti mamá:

Te amo

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La tormenta ¿Te conté que había un bello jardín? El más bello que alguien pudiera ver, en el habitaban dos hermosos árboles frutales. Los hermosos árboles ya tenían varios años de conocerse, aunque sus raíces todavía no crecían lo suficiente y no estaban tan profundas, los dos árboles tenían hermosos troncos que soportaban sus frondosas ramas llenas de hojas y hermosos frutos. El aire los mecía con cadencia, haciendo que lucieran sus hermosas ramas. Un día que el viento soplaba con gracia, comenzó a unir las ramas de estos dos hermosos árboles y desde ese momento decidieron unir sus ramas para crecer juntos toda la vida. Con los años vieron que bajo de ellos crecía una hermosa flor, preocupados por verla tan indefensa, unieron con fuerza sus ramas para protegerla ya que la flor estaba a orillas del rio, de esta forma la protegieron de las inclemencias del tiempo. La flor creció fuerte y hermosa. La pequeña flor al ver que el rio pasaba cerca de ella: comenzó a tener raíces fuertes y profundas para poder soportar la fuerza del rio sin tener temor a ser arrastrada por la corriente. Los árboles que veían a la flor muy indefensa, comenzaron a unir sus ramas con más fuerza para protegerla. Pero los árboles sólo unían sus ramas con más fuerza y cada día la aumentaban sin darse cuenta que con la fuerza de sus ramas se desprendían los frutos y caían lastimando a la bella flor. Al mirar cómo la lastimaban, quisieron separar sus ramas; pero se habían abrazado con tanta fuerza que era imposible separarse. Con tanto movimiento: caían ramas y frutos que seguían lastimando a la bella flor. En esos días comenzó una gran tormenta, los fuertes vientos comenzaron a destruir las ramas que unían a los árboles. Desesperados por proteger a la flor, aferraban con fuerza sus ramas. Poco a poco, desaparecieron los poderosos vientos y el agua que caía a torrentes abrió una zanja que los separó. Al pasar la tormenta, miraron que a la bella flor no le había pasado nada, estaba tan hermosa como siempre. Pero a ellos nada más les quedaba una rama. Al ver que los arboles no podían estar juntos, la flor se sintió abandonada, pensó que nadie la iba a proteger y que a partir de ese día estaría sola. Los árboles, preocupados platicaron con ella para que viera lo afortunada que era. La flor, sin comprender vio que ahora que no estaban juntos los frutos de los arboles ya no caían para lastimarla y se puso feliz por la oportunidad de poder estar y platicar a solas con ellos. Los árboles tristes y a la vez contentos, se turnan para seguir protegiendo a la bella flor.

La hormiguita El recuerdo llega a mi mente cuando a lo lejos observo el gran palacio con su inmenso jardín, en el que construyeron su casa una linda pareja de hormigas. Tenían la fortuna de proteger a sus hormiguitas, la responsabilidad era uno de sus hábitos. Se repartían las tareas de cada día, pero una pequeña hormiga era muy distraída y se olvidaba de cumplir con su responsabilidad. Siempre estaba inventando cuentos para justificarse y no realizar la tarea que le tocaba hacer, hacía que las cosas no estuvieran funcionando bien en su hogar. Un día que a la hormiguita le tocaba cerrar la llave del agua, no lo hizo y prefirió salir a jugar al patio. Como no cerró la llave del agua la casa se inundó; todas las cosas se mojaron, algunas se descompusieron y las tuvieron que tirar. Esa noche durmieron en el patio. Triste, la pequeña hormiguita comprendió lo importante de cumplir con su tarea antes que jugar. A partir de ese día, la hormiguita tomó la decisión de ser la más comprometida. Se convirtió en la más responsable de todas las hormiguitas y por siempre fue la primera en terminar su tarea.

La ardillita Recuerdo que en el bosque que visité hace ya algún tiempo, encontré un gran árbol de nueces. Con el transcurso de los años, creció grande y fuerte, con raíces profundas y sólidas. Tenía un gran tronco que daba hogar a una familia de ardillas, compuesta por papá, mamá, y ocho ardillitas. Todas las ardillitas eran muy trabajadoras y responsables. Un día papá y mamá ardilla, tuvieron que salir. A cada una de sus ardillitas, le dejaron una tarea que cumplir. A la más pequeña le tocó recolectar la comida del día, las otras ardillitas eran responsables del mantenimiento del árbol. Comenzaron con su labor. La ardillita pequeña salió presurosa a realizar su tarea, pero en el camino encontró una rama muy frondosa en la cual se quedó a jugar. Tan divertida estaba que no vio pasar el tiempo. Se cansó y quedó dormida, cuando despertó se le había olvidado recolectar la comida y regreso al tronco. Cuando llego su papá y mamá, todos sus hermanos se sentaron a comer. Mamá ardilla se dirigió al contenedor para sacar las nueces que la ardillita tenía que haber recolectado, pero no había ninguna nuez. Le preguntaron a la ardillita dónde estaban las nueces que había recolectado. Triste y asustada la ardillita le dijo que se le había olvidado a causa del juego y el cansancio. Pensando que lo castigarían comenzó a llorar, sus papás le veían con cariño. Sin regañarlo le dijeron que es importante ser comprometido y responsable con las tareas. La ardillita pensativa, y triste por su Comportamiento, prometió que a partir de ese día sería la más comprometida, responsable y terminaría todas sus tareas. Desde entonces, la ardillita fue más feliz y es la más trabajadora, comprometida y responsable de todas las ardillas.

El resplandor Hace muchos años en lo más profundo de la selva, podías ver las cosas más maravillosas que puedas imaginarte. Había un frondoso árbol que servía de refugio a una familia de koalas. Vivían felices, sin problemas eran muy queridos por los demás animales. Papá koala era muy caritativo, siempre dispuesto apoyar al más necesitado. A mamá koala le gustaba hacer reuniones para juntar comida, luego la repartía entre los animalitos enfermos. El hijo koala era estudioso, trabajador muy comprometido con su entorno. Todo era normal y muy feliz hasta que un día comenzaron a escuchar un gran alboroto, Papá koala decidió ir a investigar qué pasaba. Vio un gran resplandor, escuchó correr a todos los animales de la selva, sintió algo desconocido, como si le oprimieran el pecho. El resplandor comenzó a invadir todo, llegó hasta el frondoso árbol. El pequeño koala no salía, desesperado, corrió y subió al árbol; vio al pequeño koala tirado el extraño resplandor. Estaba por abrazarlo, lo tomó y alcanzó a lanzarlo por una rama y cayó en los brazos de mamá. El extraño resplandor término por envolver a papá koala, varios días estuvo el resplandor y así como vino desapareció. “¿Dónde está papá?”, preguntó llorando el hijo koala. Su mamá muy triste le explicó que el extraño resplandor quería llevárselo y papá koala tomó su lugar para que pudiera crecer y tener una vida como la que él tuvo. “Recuerda que papá siempre estará en tu corazón, te verá desde el cielo y estará muy feliz cuando formes tu propia familia. Recuerda, te dio la oportunidad de seguir siendo alguien muy importante en la selva. Por eso te pido que valores la muestra de profundo amor que papá te dio”. La tristeza del koala comenzó a desaparecer, en lo más profundo de su corazón se desató el mismo calor que sentía cuando estaba su papá. El hijo koala tuvo una paz que recorría todo su ser. Agradecido por la gran muestra de amor de papá koala: se prometió ser el koala más amoroso, responsable, trabajador y honesto de la selva. Fue muy feliz y comprometido con todos, hasta hoy en día sigue siendo el koala más feliz y amoroso que puedas conocer.

El olvido En un lejano lugar del medio oriente, hay un lugar mágico que te da todo lo que pidas, cuentan los Limones. Algunos viajeros que tienen la fortuna de regresar dicen que es mágico, otros que es maléfico porque su belleza te puede perder. Platicaban dos limones en la calle, al terminar la charla se despidieron dirigiéndose a sus hogares. Al llegar uno de los Limones le platicó a su esposa lo que le contaron. Sus limoncitos, atentos a la plática preguntaron qué es lo qué les pasa. —No sé hijo, pero tengo que ir a ese lugar para poder traer grandes tesoros que de seguro me están esperando. Uno de los limoncitos preguntó si no era una tarea muy peligrosa. —Muy peligroso, no hijo. Yo soy muy valiente y voy a superar todos los peligros y regresare con grandes tesoros para poder ser felices. —Papá, pero ya somos felices. Sin hacer caso al limoncito, decidido, el papá limón al amanecer salió en busca de tan afamado lugar. Tiempo después lo encontró y al ver la belleza de ese mágico lugar, perdió la memoria y olvidó quién era, olvidó a su familia, olvidó de dónde venía. Pasaron los años, la madre de los limoncitos preocupada por no recibir información de su esposo decidió ir buscarlo. Sus limoncitos llorando le decían: —No madre, no vayas a ese lugar que te vamos a perder. —No se preocupen, les dejo comida y dinero. Sin hacer caso al llanto de sus limoncitos, fue en busca de su limón. Unas semanas después, llegó al lugar maravilloso y quedó tan emocionada que perdió la memoria, olvidó lo que fue a buscar, olvidó quién era, olvido a sus hijos y cómo regresar a casa. Los limoncitos quedaron solos, tristes pensaron: ¿Qué haremos, quién nos cuidará?”. Pasaron noches tristes, pensando que nadie los amaba y que su destino era estar abandonados. Veían días de tristeza y soledad, a pesar de todo, los limoncitos comenzaron a salir adelante sin detenerse ante las barreras que la vida les ponía, eran muy tristes pero siempre estaban juntos. La vida pasaba lenta para los limoncitos. Una noche antes de irse a dormir, sentados en la puerta de su casa, alzaron la mirada. Pensativos observaron la luna, la luna tenía un brillo diferente como si fuera algo mágico. El brillo de la luna los iluminó, sintieron que dentro de sus apagados corazones comenzaban a brillar. Escucharon el latir por todo su cuerpo y como nunca, al ver ese brillo reflejado en sus caritas, los limoncitos vieron lo maravilloso que es estar juntos, que el amor siempre estuvo en ellos. A partir de ese momento fueron muy unidos y

felices.

El extraño Érase una vez un pueblo a orillas de una gran montaña. La montaña era la casa de una familia de mapaches comunes. Como cualquier familia, su existencia estaba basada en la rutina. Mamá mapache se dedicaba a las tareas del hogar, papá sólo pensaba en traer comida para sus mapaches, los hijos mapaches estaban en cargados de estudiar. Uno de los mapaches sentía odio y coraje. Siempre decía: “¿Por qué vine al mundo, qué cosa debo para que la vida me pague así? Prefiero estar muerto que seguir en este tormento”. Todos los días era lo mismo, nunca estaba contento con lo que tenía. Su estado de ánimo era muy explosivo, al grado de pelear con sus padres. Siempre se justificaba. —Yo soy muy bueno, lo que pasa es que me enojo porque no me comprenden. Si me entendieran, yo no sería enojón. Claro que con tantos corajes las enfermedades en este mapache estaban presentes. Un día arribó un extraño al pueblo, diciendo que tenía la cura para todos los males. Había un gran alboroto en el lugar. Mamá mapache, fue a investigar. Conoció al extraño, vio las maravillas que hacía pensó: “Esto puede apoyar a mi hijo”. Presurosa corrió a la casa. —Hijo, te tengo una sorpresa. Al pueblo llegó un extraño que te puede apoyar. El hijo mapache molesto y con furia dijo. —A mí nadie me puede ayudar, nací para sufrir. Molesto y sin dejar de hacer corajes, se retiró. No pasaron más de dos horas, cuando la curiosidad comenzó a invadirlo. Se preguntaba quién será ese extraño, si era un timador, un fraude. —Pero para eso yo soy mejor, se dijo. Sin esperar un segundo más fue a ver al extraño, pidió que lo dejaran pasar. Al ver de frente al extraño, contempló su mirada que era muy profunda, reflejaba una tranquilidad para el desconocida. Sintió cómo la mirada penetraba hasta lo más profundo de su corazón, vino una sensación desconocida que hacía que todo su ser se estremeciera. Quiso hablar pero la mirada del extraño reflejaba tranquilidad, era una paz que invadía su corazón la tranquilidad Hera tan profunda que el mapache. Sin poder decir ni una palabra, salió corriendo por primera vez. Comenzó a ver que el sol era maravilloso, que las personas eran respetuosas con él. Llegó a su casa, sin esperar más le dio un beso a su mama y le dijo lo mucho que la amaba. Algo mágico pasó, la tranquila mirada del extraño hizo que el mapache a partir de ese momento fuera el más tranquilo y amoroso de todos los mapaches.

El amigo ¿Te conté que había una familia de conejos, muy exitosos? La mamá, era la responsable de mantener la casa en orden, además de repartir las tareas a los conejitos: la conejita arreglaba la sala, el conejito arreglaba la cocina. Papá conejo era muy responsable, entre las cosas que más le gustaba hacer era salir a jugar con sus conejitos. Los conejitos crecieron. Un día la conejita le dijo a su papá que abriría un negocio. Papá conejo, muy contento le dijo: —Me parece bien, te voy apoyar. La conejita muy contenta puso su negocio. Un día entraron al negocio unos conejos malos, destrozaron el negocio lastimaron a los conejitos. Las cosas cambiaron en la familia, el papá conejo comenzó a sentir odio y coraje. Ya no era feliz, todos los días estaba pensando en cómo iba agolpear a los conejos malos. El tiempo siguió su curso, pero el odio se hizo más grande, volvió negro el corazón de papá conejo. Su corazón estaba a punto de detenerse. De pronto, llegó un conejo, era su amigo y le platicó de cómo podía curarse de ese mal que lo consumía. El papá conejo desesperado, —dijo, dime cómo me curo. —Es más fácil de lo que piensas. —Dime que hacer, gritó desesperado el papá conejo. —Lo único que tienes que hacer es atreverte a perdonar, dejar que el odio salga de tu corazón para que vuelva a entrar el amor. —No puedo, dijo papá conejo, si hubieras visto todo lo que me hicieron sentirías el mismo odio. El amigo lo vio. —No dudo que te hayan hecho cosas malas, pero si no sueltas ese odio te consumirá y te hará más daño. Perdonar o no perdonar es tu decisión, la voy a respetar. Pero antes de irme voltea mirar a tu familia, pregúntate si en verdad los amas. —Sí, amo con todo mí ser a mí familia, contestó papá conejo con lágrimas en los ojos. —Si es verdad que los amas, toma la decisión y perdona. Recuerda que el perdón te librará de esa carga tan pesada y te darás la oportunidad de sentir el amor en todo su esplendor para disfrutarlo con tu familia. —Me retiro amigo mío, sé que tienes la capacidad de tomar la mejor decisión es por ti y es para ti.

Papá conejo esa noche tomó la decisión de perdonar a los conejos malos. —Desde lo más profundo de mi corazón decido perdonar a los que me hicieron mal. Me perdono por sentir odio permitiendo que el odio viviera en mi corazón. Hoy decido entregarme al amor y comprensión de mi familia. Papá conejo sintió a su corazón latir diferente, la felicidad comenzó a inundarlo. Escuchó a su familia, hablaban de lo maravilloso que es perdonar. Su familia despedía un brillo diferente, corrió los abrazó y les dijo lo mucho que los ama. Papá conejo, libre de cargas fue muy feliz y al poco tiempo se curó y volvió a ser exitoso.

La tortuguita En un reino bajo el mar, vivía una tortuguita. Compartía su vida con mamá tortuga y papá tortugo. Eran como todas las familias de tortugas que habitaban el reino. Las cosas eran maravillosas: la tortuguita era muy feliz, tenía muchos juguetes, mamá siempre estaba a su lado, jugaba con papá tortugo en el jardín. La vida transcurría en completa paz, pero un día mamá contrajo una extraña enfermedad. La llevaron al hospital, los doctores la atendían, pero conforme pasaba el tiempo enfermaba más. La tortuguita, triste por no ver a su mamá, comenzó a ser solitaria y lloraba mucho. Ya no le gustaba salir a jugar con sus amigos. Una tarde les avisaron que mamá tortuga había partido al cielo de las tortugas. La tortuguita escuchó cómo se rompía su corazón. Al siguiente día llevaron a mamá tortuga a un lugar especial en donde descansaría por siempre. La tortuguita comenzó a tener pensamientos raros, siempre estaba sentada en un rincón de la casa, no hablaba y era muy distraída, y no le gustaba la luz. Papá tortugo estaba preocupado, no encontraba la forma de hacerla feliz. Papá comenzó el aseo de la recamara de mamá tortuga, removió los recuerdos. En el fondo de una caja encontró un álbum de fotografías; al verlas, una luz iluminó su alma. Fue corriendo con su hijo y le pidió que viera las fotos, que se permitiera volver a recordar las cosas maravillosas que vivió con su mamá. La tortuguita, miró foto tras foto hasta que sus ojos se detuvieron en una en la que estaba jugando con su madre. Un rayo de luz entraba por todo su cuerpo. Recordó que mamá tortuga era muy alegre, le gustaba que todos fueran felices. Entre más fotos veía su corazón se llenaba con más alegría. La tortuguita tomó la decisión de aceptar la partida de mamá tortuga, se comprometió a ser feliz, prendió la luz y corrió con papa tortuga para darle un gran abrazo, y juntos desde ese día son muy felices.

Los gatitos Había una vez dos gatitos, eran hermanos, uno apenas un poco menor. Los dos tenían mucho amor por parte de sus padres, eran felices. A los dos gatitos les gustaba salir a jugar, su lugar preferido era el parque. A veces los llevaban al cine. Un día su mamá les regalo dos bolas de estambre, una roja y una azul. La roja se la dio al gatito menor, la azul fue para el mayor. Mamá gata los dejó para que jugaran, pero paso algo desconocido para los gatitos. El mayor quería tener las dos bolas de estambre para él solito; el menor no quería la bola roja, quería la bola azul. Los dos gatitos comenzaron a pelear. La pelea duro poco tiempo, pero los gatitos comenzaron a verse diferente. Las peleas fueron más frecuentes y con más agresiones. El gatito mayor comenzó apegarle al menor. El gatito, triste soportaba los golpes de su hermano. Un día el gatito mayor le pegó tan fuerte, que hospitalizaron al menor. Sin saber lo que había hecho, el gatito mayor estaba espantado y muy preocupado se decía: —Ahora que haré, qué tal si queda mal mi hermanito. Pasaron los días, por fin el gatito salió del hospital. Corriendo, el gatito mayor, fue al encuentro de su hermanito. Al verlo sonrió y dijo: “No te preocupes hermano, ya estoy bien te perdono”. El gatito mayor supo que aprender de una equivocación es bueno. Tembloroso y con el corazón lleno de amor, dijo: —Quiero que sigamos jugando, que nuestro amor sea más más grande, y que nada nos vuelva a hacer pelear. —Sí hermano, seremos tan unidos que nada nos separará. Desde aquel día los gatitos se volvieron súper unidos, compartían todas las cosas y amaban mucho a sus papás.

El sabio En medio de un bosque estaba la aldea de los osos, la aldea tenía un oso campeón en gimnasia olímpica. Era el orgullo del pueblo. Las olimpiadas del lugar serían en un par de meses, por lo que el oso comenzó a entrenar más fuerte para garantizar que el seguiría siendo el campeón. Tenía muchos admiradores, el oso se sentía más grande de lo que era. Tenía una novia que iba a ver al otro pueblo, para poder llegar rápido usaba una hermosa bicicleta. Un día después de entrenar, salió a toda prisa para ir con su novia. Era tan fuerte la velocidad que llevaba que no notó que el camino estaba en reparación. Se volcó, lo tuvieron que llevar al hospital y cuando despertó con tristeza vio que le faltaban las dos piernas. El oso cayó en depresión, estaba triste y lloraba, no quería ver a nadie, no se arreglaba. Le regalaron una silla de ruedas para que se pudiera mover, pero se quedaba como vegetal. Su familia preocupada por ver que el oso no viera lo mucho que lo amaban, decidieron llevarlo con el oso anciano del pueblo, un oso muy sabio. Cuando llegaron le platicaron el caso al anciano, les dijo —Déjenlo conmigo, regresen cuando yo los llame. Así lo hicieron. El viejo le preguntó al oso campeón: — ¿Tienes hambre? —No, contestó. Cuando el hambre era insoportable para el oso campeón, se dirigió al anciano. — ¿Para qué me preguntas si tengo hambre, tú sabes que no he comido? —Yo no conozco tus necesidades, que no ves que tan sólo soy un anciano. —Yo sólo soy un lisiado, ya no sirvo para nada y tú eres un pobre anciano. ¿En qué me puedes ayudar si no puedes levantarte? Estás igual que yo. El anciano lo miró intensamente. El oso campeón sintió miedo por la forma en que el anciano lo miraba, era una mirada que lo paralizaba totalmente, una mirada tierna pero profunda. —Tienes razón, yo no te puedo ayudar, el único que te puede ayudar está en el cuarto que tienes frente a ti. El intrigado campeón, comenzó a mover la silla de ruedas lentamente. Para poder llegar al cuarto tenía que pasar por varios obstáculos, después de un largo camino llegó al tan ansiado cuarto donde estaría el oso que le ayudaría. Entró muy rápido, pero no había nada pensó: “Este viejo me mintió”. Al darse la vuelta para salir vio que en la puerta algo brillaba, se acercó para mirar lo que vio era el reflejo de un oso triste y sin fuerzas. A un lado del espejo estaba colocada una foto de cuando era un campeón.

Volvió a Escuchar lo que el oso sabio le había dicho: “Dentro de ese cuarto está el oso que puede ayudarte”. Se quedó pensativo, al darse cuenta que él era el único oso que podía ayudarlo, comenzó aceptar lo que le había pasado. Necesitaba amarse, debía esforzarse si quería volver a ser un campeón. Salió del cuarto convencido de volver a comenzar, fue con su familia les dio las gracias por amarlo y por el enorme apoyo. —Voy a volver a ser un triunfador, los amo. Para corresponder a su amor volveré a ser comprometido con mi vida, me esforzaré, daré mi vida y un poco más para ser un campeón nuevamente. Al poco tiempo el oso se convirtió en campeón, feliz el oso volvió a ser el orgullo de su pueblo.

Valiente Les voy a platicar lo que pasó en un lugar del polo norte, en una escuela de pingüinos. En la escuela en que estudiaba Pingüi, las cosas pasaban tranquilas. Como era costumbre, los pingüinitos iban a estudiar, en el recreo salían a jugar. Un día llegó un pingüinito a la escuela, todos se pusieron felices por tener un nuevo amiguito para jugar; pero este nuevo pingüinito comenzó apegarle a Pingüi, le quitaba su almuerzo y lo amenazaba. Pingüi comenzó a tener miedo de ir a la escuela, de jugar en el patio a la hora del recreo. El papá de Pingüi comenzó a darse cuenta que su pingüinito era temeroso y ya no quería ir a la escuela. Llego a mojar los pantalones. Su padre, preocupado preguntaba a su hijo qué le pasaba. Pingüi, no se atrevía a decir lo que el pingüinito nuevo le hacía, eran cosas malas, le tenía miedo. Pingüi, pensaba que si decía algo, el pingüinito malo le pegaría. Un día Pingüi demostró que era valiente, tomó la decisión de platicarle a su papá lo que el pingüinito nuevo le hacía. Al otro día fue su papa a hablar con el director de la escuela, por lo que mandaron atraer a la mamá del pingüinito nuevo. Cuando estaban hablando sobre el comportamiento del nuevo alumno, la mamá se puso a reír. —Así es mi hijo, no molesten. La mamá del pingüinito nuevo, salió de la escuela muy molesta. El papá de Pingüi, comenzó a platicar con el pingüinito para que cambiara su forma de ser con los pingüinitos de la escuela, pero el pingüinito nuevo no cambiaba porque su mamá le decía que tenía que demostrar que era el más fuerte de la escuela. El papa de Pingüi, continuo con su lucha para que ese pingüinito cambiara su forma de actuar, pero no había cambios. Fueron a casa del pingüinito, la mamá al verlos comenzó a gritar. Papá pingüino habló con el director de la escuela. El director, al día siguiente decidió expulsar de la escuela al pingüinito malo. Pingüi vio que era mejor confiar en su papá y contarle las cosas que le pasaban en la escuela. Al sentirse libre, muy emocionado y contento por ser valiente, volvió a la escuela y miró con gusto que podía estudiar sin presiones. Su corazón se llenó de alegría y muy contento corrió con sus amigos.

El regalo Había un gran castillo, en la lejana tierra de las fresas donde vivía una hermosa fresita que tenía todo lo que pudieras imaginar, cualquier cosa que pidiera se la compraban. En su habitación podías ver muchos juguetes, algunos nuevos. Pero a pesar de todo lo que poseía no era feliz. Miraba, por la ventana, cómo las fresitas del pueblo se divertían, escuchaba risas, sentía ganas de salir a jugar; pero no podía salir, su posición no selo permitía. La soledad era su única compañía, tenía muchos sirvientes, pero no compartían su tiempo con ella. Su padre siempre estaba de viaje y no tenía tiempo de verla. Casi nunca estaba en el castillo. Su madre, gracias a sus eventos de caridad no le daba tiempo de estar con la hermosa fresa. La tristeza comenzó a recorrer el corazón de la hermosa fresita, dejó de comer, su cuerpo poco a poco comenzó a marchitarse. Al principio su mamá pensó que la hermosa fresa quería que le comprara algún regalo. —Párate para que vayas a comprarte lo que quieres. Te dejo porque tengo un evento muy importante. Salió corriendo. Por la noche llegó papá fresa, le dio un beso y se retiró sin darse cuenta de lo que le pasaba. Con el tiempo la hermosa fresita enfermó de gravedad, los sirvientes la llevaron al hospital. Mamá y papá comenzaron a pelear, culpándose uno al otro no vieron que la hermosa fresita los escuchaba con mucho esfuerzo. Les dijo: —No griten. Voltearon a verla. — ¿Quieres algún regalo en especial? Callada y pensativa, la fresita dijo: —En realidad quisiera me regalaran una sola tarde para poder estar juntos los tres. Papá y mamá sintieron pena por que vieron que no le daban la atención que necesitaba. Sus corazones latían diferente. Comprendieron cuanto amaban a la fresita y la poca atención que le habían dado. Tomaron la decisión de salir los tres a jugar desde ese día salen juntos por las tardes al jardín para divertirse. La fresita feliz por estar con sus padres se recuperó a partir de ese momento es la fresita más alegre y sana que se puede conocer.

La abuelita Un tejado de una casa muy hermosa era hogar de una familia de canarios que se acababan de casar. Pensaban tener una familia grande. —Tres o cinco canarios, decía feliz la canaria. El canario la veía sonriendo. —Me doy cuenta que quieres una familia tan numerosa como la de tu mamá. —Claro, la familia grande es mejor. Los meses pasaron. —Corre que ya viene tu hijo. Presuroso el canario se dirigió al hospital. Salió una canaria enfermera. — ¡Felicidades es un hermoso canario! Emocionado, comenzó a regalar puros a todos. La vida era placentera, se les veía contentos sentían mucho amor escuchaban como les decían que eran una familia feliz. Luego de un par de años, los problemas en la pareja comenzaron a hacer estragos. Vinieron las peleas, por cualquier cosa se agredían. El pequeño canario los veía temeroso. Un día, papá canario le dijo a su canaria: —Voy a trabajar fuera, parto mañana. Te aviso cuando llegue. Y sin decir más, partió. El pequeño canario triste vio cómo se alejaba su papá, la mamá enojada comenzó a maltratar al pequeño canario que no sabía por qué su mamá le gritaba. La veía con miedo, sentía que era culpable de lo que pasaba. Por esos días llegó su abuelita. El pequeño canarito feliz corrió, la abrazó y se sintió protegido. Su mamá le grito. —A un lado, no molestes a tu abuela. —No, déjalo que este aquí conmigo. —Pues si tanto lo quieres quédate con él, porque yo no lo soporto. El pequeño canario la veía con el corazón destrozado, sentía un nudo en todo el pecho porque las palabras que escuchaba le rompían el alma. — ¿Qué hice abuelita? Mis papás no me quieren. La abuelita al ver cómo lloraba, sentía que el corazón se le rompía, el llanto del pequeño canario no era soportable.

—No te preocupes, te vas a ir conmigo. Salieron juntos, el pequeño canario con mucho amor vio a su abuelita sintiéndose protegido escuchando como su corazón palpitaba de emoción. Desde aquel día el pequeño canarito amado y protegido por su abuelita es muy feliz.

El fruto ¿Les conté que hace muchos años en un lugar del sur de México, a orillas de la playa, vivía un pelicano? Era muy amiguero, le gustaba platicar con todos. Era muy conocido en toda la playa, no había ave que no lo conociera. Su pasatiempo favorito eran las fiestas, no se perdía una sola. Comenzó la fiesta del pueblo, emocionado comentaba la mucho que se divertiría porque para él era la mejor época del año. —No me perderé ni un día de fiesta. En esos días llegaban aves de todo el mundo. En el primer día de fiesta conoció a un cuervo, le invito una rica agua de coco y se pusieron a platicar de las cosas bonitas del lugar. —Te voy a platicar de las cosas maravillosas que existen de donde yo vengo. — ¡Dime por favor qué maravillas conoces! —Son muchas pero te voy hablar de una maravilla que traigo y es la más importante. Es algo que al probarlo quedas maravillado por lo que sientes. Pruébalo, disfrutaras la fiesta al cien. Tendrás energía para que estés despierto toda la noche. — ¿Qué es esa cosa? —Es una fruta que sólo nace en mi tierra. ¡Vamos, pruébalo, te va a gustar, es único! El pelicano sin pensar en los problemas que podría tener, lo comió. Después de probarlo sintió como su corazón comenzó a latir más fuerte, sintió ganas de estar bailando. Pensó que era maravillosa esa fruta. Al día siguiente, cuando despertó no sabía lo que había pasado. Le dolía la cabeza, parecía que iba a estallar, su estómago estaba revuelto, escuchaba cómo le dolía el corazón y sentía ganas de llorar por el dolor que tenía. Busco al cuervo. —Oye, me duele la cabeza. El estómago y el corazón lo siento estallar. — No te preocupes, con que te dé otra fruta te curarás. — ¡Dámela! —Sí tengo, pero te va a costar. Desde ese día el pelicano se volvió adicto al fruto, pasaron los días y el pelicano

comenzó a tener la desesperación de consumir más. Cuando no consumía la fruta estaba desesperado, de malgenio. Se volvió triste y sucio, se quedaba tirado en la calle. Se quedó sin amigos su familia no lo quería ver, Todos lo veían con tristeza. Comenzó a robar para poder comprar el fruto. Nadie quería verlo, les daba miedo. De pronto, llegó una hermosa pelicana. Al ver al pobre pelicano tirado, se acercó y le regalo un vaso de agua para que refrescara su irritada garganta. Con voz baja el pelicano dijo: —Gracias, pero no te molestes, porque quiero morir. No puedo estar sin consumir la fruta. La hermosa pelicana le preguntó: —¿Estás dispuesto a dejar ese fruto? — ¿Se puede? —Claro, pero debes estar comprometido a cambiar. — ¿Qué tengo que hacer? —Sígueme, te voy a llevar a una clínica que está en mi pueblo. Al día siguiente, el pelicano con emoción y un con un gran compromiso, ingresó a la clínica. Pasaron las semanas sin que en el pueblo vieran al pelicano, se preguntaban qué le pasaría. El pelicano comprometido con su curación, dedico todo su esfuerzo y compromiso por la salud. Logró su rehabilitación, salió de la clínica totalmente rehabilitado y liberado de su mal. En la actualidad puedes encontrarlo muy contento y apoyando a otros pelicanos que caen en las garras de la maligna fruta. Volvió a ser el que siempre había sido un pelicano feliz y divertido.

La voz Había una vez un país maravilloso. En el centro del país existía la ciudad de los canarios. Habitaban con normalidad. Un canario conoció a una hermosa canaria, la feliz pareja decidió unir sus vidas. No pasado más de un par de meses, el canario le dijo a la canaria que era hora de hacer crecer la familia. Juntos, decidieron encargar un hermoso canario. Las cosas eran perfectas para la feliz pareja. Llegó el tiempo de ir al hospital. Feliz la pareja se puso en camino. Al llegar los recibió un doctor muy amable. —Adelante, yo la voy a operar. El canario se quedó en la sala de espera una hora. Salió el doctor para informarle que su canaria no había soportado la operación, pero que su hijo estaba sano y salvo. Se lo entregaron y salió del hospital. El canario no daba crédito a lo que le había pasado, triste miraba a su hijo. Sin darle importancia, desde ese día comenzó a beber para no recordar que su canaria ya no estaría con él. Todos los días tomaba, siempre llegaba mareado a casa, no le hacía caso a su hijo. Los años pasaron y el pajarito crecía sin la atención de su papá. Un día volvió más tomado que de costumbre y le comenzó a decir que por su culpa la hermosa canaria ya no estaba con ellos. A partir de ese día siempre le decía cosas malas a su hijo. Una noche que llego muy tomado, alzó la vista al cielo miro una estrella que brillaba más que las otras, vio la hermosa cara de su canaria reflejada en la estrella. Sintió tristeza, comenzó a llorar pidiéndole que selo llevara entre sollozos escucho la voz de su canaria. —No es tiempo de que volvamos a estar juntos. Tienes una misión que cumplir, mira el fruto de nuestro amor. Al escuchar esas palabras, sintió como una descarga eléctrica recorría todo su ser. Estremecido por recordar la poca atención y el casi nulo amor que le había de dicado a su pajarito, todo su ser se estremeció y de lo profundo del corazón surgió una chispa que logró encender de nuevo la llama del amor por su hijo. Comprendió lo importante que era darle amor. Decidido, corrió hasta la cama de su canarito, con cuidado lo abrazo. —Perdóname. Al decir esa palabra, sintió como algo dentro de su pecho que comenzaba a moverse dándole un gran beso. Su hijo sin saber qué pasaba. — ¿Qué te pasa papá, por qué me abrazas? Con la voz entrecortada, respondió.

—Porque te amo, perdóname a partir de hoy siempre estaremos juntos. El canarito lloró. —Te perdono papá, porque también te amo. A partir de ese gran día papá canario está todos los días en casa y juega con su hijo. Y por fin los dos fueron muy felices.

El ratoncito Érase una vez, en una tierra lejana con maravillosas montañas. En la montaña más hermosa que servía de casa a una singular pareja de ratones. La fortuna los premió con cuatro ratoncitos. Eran estudiosos y muy juguetones. La vida era estupenda, todos los días después de tomar clases los hermanos ratones jugaban por toda la montaña. El ratón más grande siempre decidía a qué jugar. Los demás ratoncitos contentos lo seguían. El ratoncito más pequeño era travieso, le gustaba hacerles bromas a sus hermanos; también era el más berrinchudo, siempre que no le salían las bromas se molestaba. Sus hermanos acostumbrados a las travesuras del ratoncito, reían felices. Los papas ratones les decían que tenían que jugar juntos, pero el ratoncito más pequeño comenzó a tener un comportamiento raro porque cada que no le salía una broma se molestaba y le daba coraje. Para desquitarse empezó a mojar la ropa de sus hermanos, los hermanos pensaron que era una de las bromas del ratoncito, pero el ratoncito cada vez era más berrinchudo y se volvió enojón. Mojaba la ropa de todos, también mojaba la cama. Los ratoncitos, preocupados por el extraño comportamiento del ratoncito, decidieron comentarles a sus papás lo que pasaba. Los papás ratones escucharon lo que los ratoncitos decían. Preocupados por el ratoncito decidieron platicar con él para saber qué le pasaba. Fueron a verlo, platicaron con el ratoncito y les dijo que se molestaba porque sus bromas no le salían como él pensaba y esa era la forma para que sus hermanos le hicieran caso. —Nos damos cuenta que eres un ratoncito inteligente. — ¿De veras creen que soy inteligente? —Sí, sabemos que eres muy inteligente. Por eso debes aprender a Comunicarte con tus hermanos. Confía en ellos y lo más importante confía en ti mismo, tienes la capacidad de hacer grandes cosas. Te amamos, siempre confiaremos en ti. El ratoncito se retiró pensativo. Por la noche surgieron ideas. Al día siguiente, el ratoncito fue con sus hermanos y les platico las ideas que tenía para que juntos las pusieran en práctica. Desde ese día el ratoncito sintió mucha confianza en sí mismo, dejó de mojar la cama y la ropa de sus hermanos, se volvió el más inteligente y es muy unido con todos.

El changuito Les voy a platicar lo que pasó hace mucho tiempo en una lejana comarca cerca de un hermoso país. No recuerdo el nombre del país, pero en esa comarca contrajeron matrimonio una hermosa changuita con un bello chango. Estaban muy enamorados tenían muchos planes para el futuro, no pasaban más de dos meses cuando la changuita comenzó asentirse mal. Fue a ver al doctor de la comarca. —Está esperando un hermoso changuito. La felicito. Corrió feliz para dar la noticia a su chango. Él se molestó. — ¿Por qué no te protegiste? Mira lo que has hecho. ¿No te das cuenta de que con esto arruinas mis planes? Te dije que tengo cosas por hacer, tienes que operarte. No quiero ese changuito. — ¡No! Pasaron los meses peleando. La changuita fue sola al hospital, el doctor la recibió feliz. Un par de horas más tarde, dio a luz a un hermoso changuito al. El doctor le dijo que tenía que quedarse para hacerle un chequeo al bebé porque había nacido un poco mal. Regresó a casa el chango, pensó: “espero no moleste con sus chillidos”. Parecía que el changuito sabía que no tenía que hacer ruido, siempre fue muy callado. El chango siempre estaba molesto peleaba por cualquier cosa. Con el paso de los años la changuita comenzó a regañar al changuito. —Es culpa tuya, si le hubiera hecho caso… pero no, tuve que traerte al mundo. Un día el chango salió de la casa y sin decir nada se alejó y jamás regresó. La changuita descargaba todo su enojo con el changuito, no entendía por qué no lo quería su mamá. Era muy solitario, no le gustaba salir a jugar y siempre estaba encerrado. En la escuela no aprendía, los maestros orangutanes le comentaron a su mamá que había algo extraño en su changuito, debía llevarlo a tratamiento. Era muy solitario y triste, siempre hablaba sólo. La changuita molesta, al llegar a casa, le pegó y dijo cosas muy feas. Al día siguiente, pensó en no regresar nunca, salió de la casa dispuesta a no volver. Sus pasos la llevaron al parque de la comarca. Al llegar vio un hermoso árbol, bajo la sombra del árbol una cómoda banca la invitaba a sentarse. Una vez sentada, comenzó a llorar pidiendo una solución porque dentro de su corazón sentía la imagen del changuito. Envuelta en un coraje se fue corriendo, se detuvo al ver un grupo de changuitas que jugaban con sus changuitos, se divertían de lo lindo. —Son felices, se dijo así misma, —podré ser feliz algún día. Estaba pensado cuando una changuita se le acercó.

— ¿Qué motiva tu llanto? —Veo que están contentas. —Sí, somos felices cuidando y jugando con nuestros hijos. —Pero sus changuitos son diferentes a los demás —Nuestros changuitos son especiales, por eso les dedicamos más atención. A cambio recibimos un amor sin límites. La changuita con un nudo en la garganta, sin poder decir nada, salió corriendo y pensando en lo que significaba su changuito para ella. Recorrió todo su ser la misma sensación que sintió cuando le anunciaron que estaba embarazada, comenzó a temblar de pies a cabeza y pensativa regresó a casa. Al ver a su changuito se sintió muy mal, por primera vez vio el daño que le hacía. Viéndolo a los ojos, lo abrazó y se quedaron dormidos. Al día siguiente fueron al parque para que jugara con los otros changuitos. Al verlo jugar, su corazón volvió a latir. Recordó que tenía la capacidad de amar. Todas las tardes, lleva al parque a su changuito para verlo feliz, Juntos los dos trabajaron con mucho amor para que el changuito se recuperara. Aún hoy en día puedes ver a la changuita muy comprometida con su hijo, jugando en el parque, muy felices.

La ranita Hace mucho tiempo en un estanque, donde habitaban unas hermosas ranas, había una ranita muy especial. Asistía a la escuela para ranitas, todos la querían, era muy amable y le gustaba tener muchos amigos, saludaba y platicaba con todos. Su padre estaba muy orgulloso. Mamá rana, por las mañanas la llevaba a la escuela. La ranita era muy inteligente. Un día llegó una nueva rana conserje a la escuela, la ranita fue a platicar ella. La rana conserje la invitó a pasar, así fue por varios días. Un día, la rana conserje comenzó a decirle que jugaran juegos que la ranita no conocía. La ranita no quería, pero la rana conserje la obligo, le dijo que tenía que estar diario con él y que si decía algo lastimaría a sus papás. Pasaron los días y la ranita comenzó a estar triste, mamá rana le pregunté qué tenía. La ranita no quería hablar, se quedaba callada y papá rana preguntó qué era lo que le daba miedo. No salía de su cuarto, la tarea nunca terminaba, vinieron las malas notas y comenzó a llorar para no entrar a la escuela. Pensaron que estaba enferma, la llevaron con la rana curandera, pero les dijo que no tenía nada. La ranita cada día era más temerosa, preocupado el papá rana comenzó a platicar con su ranita. —Ranita, tienes que confiar en nosotros. Debes decirnos qué tienes, por qué estás tan triste, qué sientes, si ves algo que no te gusta o alguien te dice cosas. ¿Qué necesitas para ser la ranita feliz que eras antes? La ranita se quedaba callada. Cuando llego el circo, decidieron llevarla para que se divirtiera. Había un espectáculo donde una ranita caminaba con los ojos cerrados por una cuerda que estaba en las alturas, la ranita al ver como una ranita pequeña no tenía miedo de caminar por lo alto y con los ojos vendados, se sintió libre. Una calma llegó a su corazón. Al regresar a su casa le dijo a papá rana que si podía ser tan valiente como la ranita del circo. —Claro que puedes ser igual o a un más valiente, siempre y cuando tú lo decidas y confíes en ti misma. Recuerda que siempre estaremos a tu lado para protegerte y apoyarte en todas las cosas. La ranita, feliz por saber que contaba con sus padres, decidió platicarlo que la rana conserje le hacía. Su papá la abrazo, dándole un bezo le dijo: “gracias por confiar en nosotros, te amamos”. Al otro día, cuando la ranita llego a la escuela al no ver a la rana conserje se sintió libre y feliz. Volvió a ser la ranita más inteligente de todas.

Dulzura Te voy a platicar lo que ocurrió en un país que visité no hace menos de 5 años. Conocí un hombre que era feliz. Tenía una esposa muy amorosa, dos hijas que eran su adoración, en especial la más pequeña. También tenía dos hijos, era una familia muy hermosa. Este hombre era el más feliz de la tierra. De pronto decidieron salir de viaje a una hermosa playa para poder relajarse de las tareas diarias. Después de cuatro días decidieron regresar a casa para poder continuar con sus tareas. La más pequeña de las niñas, no quería irse por que le había encantado la playa. Decidió meterse a nadar. Nadie se percató que la niña estaba en la playa. La pequeña no sabía nadar y se ahogó. Su padre, desesperado corría para todos lados tratando de reanimar a su pequeña. Fue un día muy triste para toda la familia, regresaron con el corazón destrozado. A partir de ese día el hombre comenzó a estar triste, dejo de ser feliz y su salud decayó. Los médicos detectaron en él, una rara enfermedad. Los doctores no podían explicar la enfermedad que poco a poco lo consumía. Su familia entristeció porque no sabían qué hacer para apoyarlo. Un día iba caminando sin rumbo, de pronto vislumbró a una mujer que daba de comer a unos niños de la calle. Intrigado se acercó; al verlo, la mujer le dijo que si le arrimaba la olla que había que dado junto, al pasársela el hombre le preguntó por qué le daba comida a los niños de la calle. —Me gusta ver la mirada dulce de los niños. El hombre sintió una rara emoción. Cuando llego a su casa platicó con su familia lo sucedido. Su esposa al verlo tan emocionado comentó que si le gustaría hacer la misma actividad. —Sí, contestó. Al día siguiente la familia se dirigió al lugar donde estaban alimentando a los niños. El hombre descubrió la mirada dulce de los niños y por primera vez después de ese día fatal, el hombre comenzó a ser feliz. Con el tiempo la enfermedad desapareció, volvió el hombre dulce, fuerte y amoroso.

El rey En una hermosa selva, el león era el gran rey que regía la vida de todos los animales. Era un rey que le gustaba tener en orden las cosas, siempre atento con los demás. Resolvía cualquier caso, no dejaba nada para otro día, era un amante de la perfección. Aunque era el rey, no tenía reina. Siempre que le mencionaban que era tiempo de casarse, respondía que eso no era para él, que el matrimonio era perder el tiempo y él se debía a sus súbditos, lo más importante es que su pueblo esté bien, que tal vez más adelante lo pensaría. Se decía así mismo que era muy joven para dar un paso tan importante, que no tenía experiencia para eso. Pensaba que era feliz así como estaba, no le faltaba nada. La realidad era diferente, el rey león no era feliz. Cuando estaba en sus aposentos, la tristeza lo invadía. Con los años el humor del rey había cambiado. Se volvió enojón, descuidado. No permitía que nadie lo cuestionara. Los consejeros reales, preocupados decidieron hacer una fiesta para alegrar al rey. Convocaron a todos los animales del reino para que fueran a la fiesta, querían una gran celebración. Los animales gustosos fueron. El rey molesto les dijo a sus consejeros: “Estoy un rato y me retiro, no me gustan las fiestas”. De malas, el rey salió para que los invitados lo vieran. Molesto, comenzó a observar a todos los invitados, dio la vuelta para marcharse. En eso estaba cuando al fondo del salón descubrió que había una hermosa leona, quedó sorprendido por su belleza. Sin pensarlo, fue directo a saludar a la leona. Pero cuando estaba por llegar junto a la hermosa leona, sintió miedo y pensó: “¿Qué hago? De seguro me rechazará, será mejor hablarle en otro momento” Dio la vuelta para retirarse, sintió que en su corazón pasaba algo, latía con más fuerza. Se dijo, —Tengo que ser fuerte y valeroso. Decidido, caminó para estar junto a la leona. Con cada paso que daba su corazón latía con más fuerza. Tembloroso pero decidido, se paró junto a la hermosa leona, la vio a los ojos, titubeo por un momento y cerrando los ojos por un minuto comenzó a recordar lo valiente que era en otras situaciones. Buscó en lo más profundo de su ser la decisión, seguridad y la valentía que necesitaba. La proyectó y cuando sintió que todo su cuerpo respondía a la valentía que encontró dentro de él, fue a saludarla. El rey volvió a sentirse feliz, en su corazón había una sensación desconocida para él. Bailaron toda la noche, el rey tuvo una noche inolvidable. El rey decidió visitarla todos los días, no pasaron más de 3 meses y el león Le pidió que se casaran, aceptó. Juntos fueron muy felices, los mejores reyes que la selva recuerda.

El sastre Les contaré que en un pueblito que se encuentra en las faldas del volcán, dos osos platicaban que existe una cueva que está dentro del volcán, donde habitan sastre que puede hacer prendas mágicas. Se dice que si vistes sus prendas, te pueden dar casi todo lo que desees. Uno de los osos, tomó la decisión de ir en busca del sastre para que le hiciera unas prendas y poder salir de pobre. Muy de madrugada salió rumbo a su destino. Feliz, comenzó a buscar la cueva, tardó varios días en encontrarla. Al entrar a la cueva vio a un viejo mapache que le invito a pasar, con temor caminó hacía el mapache. —Sé a qué ha venido, pero le advierto que todo tiene un precio. ¿Está dispuesto a pagar? El oso sin reflexionar acepto pagar. El sastre comenzó el trabajo. —Listo, tome sus prendas. Al llegar a su pueblo se las pone, con esto tendrá todo lo que desea. En el pueblo el oso se puso la vestimenta, los osos del pueblo al verlo le preguntaron qué clase de vestimenta usaba. —Es una prenda mágica. — ¿Qué tienes en el cuello? —es un adorno mágico, se llama corbata. Días después, comenzó a hablar diferente, a pensar de otra forma. Se convirtió en gobernador del pueblo, pero se volvió frío, sin sentimientos. Era exitoso, pero estaba solo. En día, el oso fue al pueblo de los ratones a dar un discurso, se dio cuenta que un viejo ratón lo miraba con mucha insistencia. — ¿Qué estás viendo? — Veo que usted es de los osos sin corazón. — ¿Por qué me dices eso? —Por lo que trae puesto en el cuello, impide que el corazón haga contacto con el pensamiento. De esa forma el corazón se muere, con el corazón muerto eres incapaz de tener buenos sentimientos. Las palabras del viejo ratón le quitaban una venda de los ojos. Sin pensarlo se quitó el adorno del cuello, al hacerlo comenzó a sentir como el corazón latía con fuerza. Sus

pensamientos cambiaron y lo liberaron. Su corazón se ponía en comunicación con su mente. A partir de ese día, las decisiones las toma con la mente y el corazón, volvió a ser el oso feliz y honesto que había sido.

La cangurita En un lugar de Australia existía una provincia donde una pareja de canguros construyó una linda casa. En la casa vivía la hermosa cangurita, era la más hermosa de todas sus hijas y por su hermosura todos la consentían. Verdaderamente era hermosa, todo el tiempo le decían lo hermosa que estaba. Los papás canguros se sentían felices de tenerla. Cuando platicaban se decían: “Es de todas las canguritas la más hermosa”. Su belleza era como una bendición, la consentida de papa y mama. Sin duda alguna esta cangurita era muy feliz, le daban todo lo que pidiera. Llego el momento de ir a la escuela, la cangurita estaba feliz por estar en ese lugar maravilloso. Su felicidad era evidente, era la más estudiosa, tenía el primer lugar en aprovechamiento y esto hacia que las canguritas comenzaran a envidiar su inteligencia y belleza. La cangurita no tenía amigas, las canguritas de la escuela le comenzaron a tener coraje. El sentimiento de envidia crecía cada día, el resentimiento de las otras canguritas era evidente. La molestia aumentaba más cada que veían que alguien le decía lo comprometida que era con el estudio y su persona. Era muy atenta con todas las otras canguritas, pero el odio de sus compañeritas era fuerte las celosas compañeras comenzaron a decirle cosas muy feas. Su estado de ánimo comenzó a desaparecer, esto causo un fuerte golpe a su estima, ya no era feliz. Empezó a ser muy triste, su sonrisa desapareció, los ojos que antes eran brillantes y relucientes se pusieron opacos, su forma de caminar cambio, adquirió un Comportamiento muy extraño. Un día encontró un morralito muy Lindo, el morralito tenia colores hermosos pero ese morralito tenía un hoyo, lo tomó entre sus manos y miró pensativa. Tomó una piedra para tapar el hoyo del morralito y continúo su camino. Lo hizo parte de ella, en el morralito cargaba las piedras con las que pretendía tapar el hoyo. Cada vez que salía rumbo a la escuela recogía una pequeña piedra, de esa forma cada que salía de la escuela también recogía una piedra. La carga de la cangurita crecía conforme la cantidad de piedras crecía. La cangurita se volvió muy enojona, sus pasos comenzaron a ser muy lentos. La carga del morralito se hizo más pesada. La amargura de la cangurita era grande, su mamá estaba preocupada y no se explicaba cómo la cangurita había cambiado de carácter y no tenía explicación para

el morralito que traía siempre con ella. Triste, la mamá veía cómo el morralito crecía de Tamaño, el peso para su cangurita era enorme. La cangurita no tenía fuerzas para seguir cargando el morralito. Un día hermoso, la cangurita salió como de costumbre hacia la escuela. El peso del morralito era demasiado lo que obligó a la cangurita a sentarse en una banca al lado de un frondoso árbol, estaba tan cansada de cargar el morralito que se quedó con los ojos cerrados. No vio que con su mano movió el morralito y una piedra salió por el hoyo que tenía. Cuando abrió los ojos para seguir su camino, sintió que el morralito pesaba menos. Al voltear para ver que sucedía, vio que una piedra había salido por el hoyo del morralito. Sintió menos carga y vio que podía moverse más rápido. Decidió comenzar a sacar las piedras del morralito, entre más piedras sacaba se sentía menos cansada. Su caminar comenzó a ser más rápido, su carácter cambió y sus ojos comenzaron a brillar. Las canguritas de la escuela comenzaron a ser sus amigas la cangurita, volvió a estar feliz y ser la más aplicada de la escuela. Cuando el morralito estuvo vacío, decidió tirarlo para no cargarlo nunca más. Se convirtió en la cangurita más feliz de toda la escuela.

El león En la profundidad de la selva la tristeza reinaba. Por todo el reino se podía observar como los animalitos estaban tristes porque su rey león no se preocupaba por resolver los problemas de la comunidad. Lo que no sabían, es que el rey león no quería alejarse de su cueva. El pobre rey tenía miedo de salir y de mostrar que él podía reinar con capacidad. Todo su mundo giraba alrededor de esa oscura cueva. El león de vez en cuando, se atrevía a salir para alimentarse, pero regresaba casi de forma inmediata. Así pasaba la vida del rey león. Comenzó a estar enfermo y se puso flaco. Era joven pero sus enfermedades lo hacían ver acabado. Los médicos reales, no se explicaban el porqué de los miedos del rey. Incapaces de hacer algo, tomaron la decisión de dejarlo solo. La tristeza llenó el corazón del rey león. Resignado a no dejar la cueva, se acostó para ver como lentamente el miedo y la resignación lo consumían. Un día por el camino, pasó una feliz jirafa. La curiosa jirafa, sin darse cuenta, paso frente a la cueva real. En la entrada de la cueva estaba una flor muy hermosa. La jirafa la vio y se agachó para olerla. Cuando la olía volteo a ver la entrada de la cueva, adentro había dos ojos. — ¿Quién eres? — ¿Acaso no me conoces? —No, yo no te conozco. ¿Acaso tendría que conocerte? —Claro, soy tu rey. — ¿Mi rey? pero si dicen que el rey es un cobarde, que no tiene valor. Temeroso, el rey asomo la cabeza y la jirafa lo vio tan débil que preguntó: — ¿En verdad tú eres el rey? Titubeante contestó—sí, yo soy. —Pero si estás muy mal. Mírame, yo soy una jirafa muy altiva y feliz tu deberías estar más feliz, eres el rey. —Sí, pero tengo miedo de salir. Cuando estoy afuera las piernas me tiemblan, la cabeza siento explotar, me falta el aire, comienzo a sentir que me hago chiquito. La jirafa sintió tristeza al ver la debilidad de su rey. Decidió apoyarlo, le propuso que lo apoyaría si él estaba dispuesto a salir de su cueva y ser el rey de la selva. El rey león se puso contento porque al fin alguien le decía que lo apoyaría. —Sal para que pueda verte y comiences a escuchar lo fuerte que eres. El león, temeroso dio un paso hacía la salida. La jirafa, feliz por ver el valor del

león, lo impulsó para que diera otro paso. — ¡Eso es! Ahora con cada paso que des, tienes que rugir: “Yo soy el rey”. Atrévete a sentir la fuerza de ser el rey. Ruge: “Yo soy el rey”. Si sientes temor, imagina que todo lo que hay afuera está hecho para que tú seas fuerte, escucha tu rugido, tú puedes pedir que cambien las cosas a tu voluntad, siente como todo está dispuesto a ceder para tu beneficio. Recuerda que tú eres el único rey, que tú puedes hacer realidad lo que te propongas. El rey comenzó a salir paso a paso, pero decidido. En cuanto estuvo afuera vio lo hermoso que era dejar atrás todos los temores, sintió que el miedo desaparecía de su vida, la valentía regresó a él. Afuera de su cueva, rugió con todas sus fuerzas: “Yo soy el rey”. Su rugido retumbó por todos los rincones de la selva, en ese momento tomo las riendas del reino. Comprometido con todos, decidió ser el rey que todos esperaban. La jirafa lo felicitó por atreverse a creer en el ser valiente y comprometerse con su vida. El rey, a partir de ese día gobernó con amor y valentía.

El águila Como olvidar esa magnífica montaña, las más alta de la comarca. Con un hermoso secreto guardado en lo más alto. En la montaña viva el águila real, no podía volar debido a que de pequeña se cayó del nido, el susto que se llevó. La dejo con miedos, temores e incapacitada mentalmente para poder volar. A partir de ese momento tuvo miedo a las alturas, las otras águilas se burlaban sin parar, le decían cosas feas. La pobre águila, no entendía por qué las burlas de sus amigos. A causa de las burlas, el miedo que le daba era cada día más grande, tan grande que se quedaba paralizada con el simple hecho de escuchar la palabra vuelo. Se pasaba los días soñando con surcar los cielos y convertirse en la primera águila que alcanzara la luna. Platicaba su sueño con todas las águilas, estas le decían: “Si no puedes volar cómo crees que puedes llegar a la luna. Si nosotras que sabemos volar no podríamos, menos tú que eres una soñadora ilusa y triste”. El águila pasaba sus días sin hacer nada, simplemente soñaba. Un día, todas las águilas se fueron a conocer otras montañas. El águila se quedó triste, era tal su tristeza que comenzó a caminar hasta que llegó a una cueva que no conocía. Al entrar vio una luz en lo profundo, escuchó una voz que decía: — ¿Qué ganas con tener miedo? Pasa, platiquemos un rato. — ¿Quién eres? —Tú me conoces, pasa. El águila entró a la cueva. —Platícame tus sueños, le dijo la voz de la cueva. —Mi sueño es poder volar para alcanzar la luna. — ¿Qué esperas para ir por tu sueño? — ¿Sabes que no puedo volar?, respondió molesta el águila. —El que tengas miedo a volar no significa que no puedas. — ¿Qué es lo que dices? —Yo tengo un secreto para que puedas hacer realidad tu sueño, podrás volar y llegar hasta la luna. — ¿Me darías el secreto? La luz haciendo una larga pausa contesto. —Sí, pero tienes que darme algo a cambio.

—Claro, ¿qué es lo que te tengo que dar a cambio? —Es una piedra mágica que está en lo más profundo de la cueva. Si tienes el valor de ir por ella, yo te doy el secreto para que tu sueño se cumpla. El águila pensó: “No creo que valga la pena arriesgarse. Cómo podría llegar a la luna si nunca he volado. La luz gritó. — ¡Qué esperas! Ponte en marcha. Fue tan fuerte el grito que el águila real sin pensarlo comenzó a caminar con pasos lentos pero firmes. Se adentró en la cueva, al ir caminando vio como una enorme águila le gritaba a un águila pequeña. Sintió miedo, quiso echar a correr pero el llanto de la pequeña águila era tan triste que tomó la decisión de defenderla. Se enfrentó al águila enorme. Cuando se acercó, vio como la enorme águila desaparecía. Por primera vez sintió una fuerza dentro de ella. La pequeña águila le agradeció por lo que había hecho. Con una voz suave, le dijo: —Por haber demostrado valor, te regalo esta pequeña pluma que estará por siempre en tu corazón. Te volverá valiente. Pero dime, ¿a dónde te diriges? —Estoy en busca de una piedra mágica para poder realizar mi sueño. La pequeña águila le deseo suerte. Siguió su camino, hasta que de repente vio como un águila se caía de su nido. Sin pensarlo corrió para poder ayudarla. El águila tenía un ala rota, triste lloraba por que no podía volar. El águila real la tomó con sus alas, la curo y logro subirla a su nido. La aguilita, agradecida le dijo: —Te regalo esta pluma, siempre llévala en tu pecho y te dará fuerza. ¿Qué buscas? —Una piedra mágica, si la encuentro me dirán el secreto de cómo poder volar hasta la luna. El águila, continúo su camino. Metros más adelante encontró la tan preciada piedra mágica. Sin esperar más, regresó a la entrada de la cueva. —Ten tu piedra mágica. Ahora dime cuál es el secreto para vencer el miedo a volar. —Lo único que tienes que hacer, es usar tus regalos. — ¿Cómo sabes de ellos? —Al adentrarte en lo profundo de la cueva encontraste lo que te hacía falta para poder volar, sé que por fin regreso a ti el valor y la fuerza. Es lo que necesitabas para

poder realizar tu sueño. Alza el vuelo y cuando sientas miedo de caer no mires hacia abajo, ten valor para volar con más fuerza. No te detengas hasta ver realizado tu sueño.

Carta a Dios Te agradezco por la fuerza de voluntad que me diste para ver la hermosa energía que palpitaba en mi corazón y la oportunidad de sentir que la vida es para dejar un legado de amor a mis hijos. Nunca te pagaré por permitirme escuchar, ver y sentir el poder que tengo de transformar las cosas que tengo al frente mío. Gracias por el don de la transformación y la capacidad de modificar el contexto en el que vivo. Por la capacidad de aceptarme como soy, por el perdón y el lograr ver lo que no hacía bien, por perdonarme y corregirlo. Muchas gracias por el amor y la capacidad de poder expresarlo con todos los seres que amo. Por darme el olvido y el poder despedir al rencor, la indiferencia, al conformismo, a la mediocridad y al odio. Es increíble me hayas dado la capacidad de enojarme, de enojarme cuando soy soberbio, de enfadarme por no dar tiempo de calidad a mis hijos, o al sobreprotegerlos y volverlos miedosos y dependientes, o cuando los miro hacer algo incorrecto y no los corrijo. No olvido tu grandeza y la oportunidad de compartirla con todos los padres que están deseosos de cambiar la vida de sus hijos. Te agradezco por ser mi padre y por amarme a pesar de mis errores. Gracias.

¡Yo soy mi hijo! De Sergio Rojas Carmona, Se terminó de editar el 9 de mayo de 2016. La edición estuvo al cuidado del autor.