Yo nunca hago trampas.pdf

Apuntes: “Yo nunca hago trampas” 1. “Yo nunca hago trampas”: Notas: Hasta donde yo sé, esta combinación de barajas Radi

Views 144 Downloads 4 File size 523KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Apuntes: “Yo nunca hago trampas” 1.

“Yo nunca hago trampas”: Notas: Hasta donde yo sé, esta combinación de barajas Radio y Biselada es mía. Al menos no la he visto descrita en ninguna otra parte. El manejo de ambas barajas es el habitual y no pretendo atribuírmelo. Donde radica la novedad es en la presentación y en la forma de ir sumando efectos para dejar al público cada vez más pasmado hasta llegar al clímax final. Al terminar, cuando parezca que todo ha acabado, rematemos la faena con un golpe de efecto adicional. Vamos, lo que Henry James denominaba “otra vuelta de tuerca”… La idea de incluir la revelación de la carta en la misma moneda que se usa para apostar la aprendí de mi maestro Alfonso Quinto. Ignoro si es suya o si la sacó de alguna otra parte. Se trata de una rutina demoledora, que requiere muy poca habilidad manual y que resulta muy divertida para el público profano. Está adornada con multitud de pequeños detalles en orden creciente de intensidad y creo que desmiente la concepción moderna (errónea, en mi modesta opinión) de que usar barajas trucadas “no es profesional”.

Preparación: Una baraja Radio roja y una baraja biselada azul. La carta que aparece repetida en la Radio, y que será la que forcemos, debe estar también situada a contra-bisel en la azul. Guardaremos también una moneda en el bolsillo en cuya cara estará escrita con rotulador indeleble la carta de la baraja Radio que vamos a forzar.

Marcha del juego: 1ª fase: Extraemos del bolsillo las dos barajas, las extendemos de dorso sobre la mesa, una sobre la otra, para que se vea que todos los dorsos de una son azules y los de la otra, rojos. Explicamos que haremos el juego con una baraja de cada color para que no haya la posibilidad de pasar cartas de un mazo a otro. Recogemos ambos montones y los enseñamos también de cara, 1 teniendo en cuenta las precauciones de manejo de la baraja Radio . 2

Mediante la elección del mago , damos al espectador a escoger una de las dos barajas. Independientemente de la que elija 3 (aunque la mayoría de las veces será la roja ), usaremos primero la baraja roja (Radio). Damos la baraja azul (biselada) a otro 4 espectador para que la vaya mezclando como crea conveniente y forzamos la carta repetida de la baraja Radio (por ejemplo, el 6 de picas). Cuadramos la baraja y pedimos al espectador que recuerde su carta y la ponga en la mesa, a un lado.

1

Aunque no es imprescindible, es buena idea usar una baraja Mirage, que es una variante de la Radio la cual, además del trucaje propio de ésta, tiene sus cartas tratadas con antiderrapante. De esta forma se pueden hacer con ella extensiones y abanicos de cara sin revelar la trampa. También permite realizar un forzaje en abanico que queda muy limpio, natural y que resulta parecido al forzaje clásico, cosa impensable con una baraja Radio corriente. 2

La elección del mago, por si no os acordáis, consiste en dar a elegir al espectador entre dos o más objetos y condicionar lo que haremos a continuación al resultado obtenido sin haberlo anticipado antes. Es decir: si el espectador escoge la baraja roja (Radio), le diremos que vamos a elegir una carta de ésa baraja, “la que él, libremente, ha señalado”. Si escoge la azul, le preguntaremos si está seguro de su elección y diremos “…de acuerdo, pues retiramos esta baraja a un lado.” para, acto seguido y sin ningún rubor, forzarle la carta que queramos de la baraja roja. Se trata de una falacia lógica (dar a escoger sin explicar qué va a ocurrir una vez tomada la decisión) que, presentada con naturalidad y sin ponerse nervioso, cuela siempre. 3 Se debe a que, ante el contraste entre un color caliente y uno frío, tendemos a preferir el caliente. De todas formas podemos reforzar esta elección orientando nuestro cuerpo y nuestra mirada ligeramente hacia la baraja roja. Con un poco de práctica descubriréis asombrados que la gran mayoría de las veces el espectador escoge la baraja roja. Esto, de todas formas, depende de la personalidad que se detecte en el espectador, así que hay un nivel importante de empatía por parte del mago que también entra en juego. 4

Para evitar que el espectador accidentalmente gire algunas cartas, destruyendo así la preparación, conviene hacerle antes un par de demostraciones de la mezcla en manos (overhand shuffle) o de la americana, si se le ve con la suficiente habilidad para realizarla él. De ese modo, y sin haberle dado ninguna orden directa, conseguiremos que nos imite. Además, quedará convencido de que lo hace libremente y por decisión propia.

1

Anunciamos que vamos a encontrar la misma carta que él ha elegido de la baraja roja dentro de la baraja azul. Además, lo haremos sin mirar, sólo con el sentido del tacto. Tras un par de fintas para generar tensión, cogemos cualquier carta de la baraja azul y la dejamos, cara abajo, en la mesa junto a la carta roja elegida por el espectador. Anunciamos que ya sabemos qué carta es, y que estamos dispuestos a apostar TODA nuestra fortuna… (en este momento sacamos la moneda con la carta pintada y la depositamos, con la cara trucada hacia abajo, encima de la carta azul que hemos extraído) … a que, textualmente, “su carta está bajo la moneda”. Giramos ambas cartas. Aparentamos no darnos cuenta de que ha fallado el truco. Cuando los espectadores griten que hemos fallado, asumimos el error y anunciamos que el espectador gana la apuesta y se puede llevar nuestra moneda (podemos farfullar que, gracias a él, esta noche dormiremos en la calle…) 2ª fase: Cuando el espectador esté a punto de llevarse la moneda al bolsillo gritamos “Alto”. Y explicamos que, en realidad, nuestras palabras textuales fueron “Apuesto a que tu carta está bajo la moneda”. Damos la vuelta a la moneda, revelando que tiene escrita en la cara la carta elegida por el espectador. ¡Zas! La primera en la frente… Dejemos ahora una pausa para que nuestros espectadores se sorprendan y comenten el efecto. Devolvemos cada carta a su baraja correspondiente. Añadimos: “Que quede claro que has cogido al principio la carta que has querido, porque yo nunca 5 hago trampas” . Seguimos: “Tú podrías haber escogido cualquier carta de mi baraja…” Mostramos las cartas de la baraja roja (Radio) como diferentes. Forzamos otra vez. “…por ejemplo, podrías haber cogido ésta.” Enseñamos la carta elegida que, obviamente, es de nuevo la misma. La devolvemos a la baraja. Repetimos el proceso un par de veces más. Aclaramos que el espectador coge la carta que desea, “porque yo nunca hago trampas”. Introducimos una variante: mostramos la baraja con todas sus cartas diferentes y forzamos de nuevo pero, esta vez, justo al ir a dar la carta al espectador para que la coja, nos lo pensamos mejor y, mediante un double-lift, mostramos que ya no es el seis de picas. Ahora sí, entregamos la carta al espectador sólo para que la enseñe… “Para que veas que yo nunca hago trampas.” Ahora viene el mazazo final. Nos mostramos pensativos: “…aunque, bien pensado, yo podría hacer trampas, colocar este seis de picas aquí…” Devolvemos el último seis de picas forzado a la posición bottom de la baraja, damos un pase mágico y mostramos la baraja, esta vez con todas sus cartas iguales. Y ahora rematamos el running-gag: “¡Porque yo nunca, nunca, nunca…!” y dejamos que los espectadores acaben con un sonoro: “¡…hago trampas!”. 3ª fase: Fin del juego. Devolvemos la baraja roja a su estuche y nos la guardamos. Cuando vamos a recoger la azul (biselada) y todos creen que el juego ya ha acabado añadimos la última vuelta de tuerca: Mediante mezcla hindú o tras varios cortes extirpamos el seis de picas que habíamos colocado a contra-bisel. Lo mostramos dando un golpe triunfal en la mesa mientras decimos: “Pero, ¿quién necesita hacer trampas siendo un mago tan guapo y tan listo como yo…?” Que parece que no tenemos abuela…

5

Esta última frase es un running-gag que repetiremos varias veces en adelante. El objetivo es, mediante las repeticiones constantes, ir condicionando una respuesta en la mente del espectador. Llegado el momento tan sólo necesitaremos pronunciar la primera parte de la frase para que todos los espectadores la completen a coro. Nos permite ir creando un nexo de complicidad con el público (el equivalente a los estribillos en música) y, en términos de presentación, apoya verbalmente al efecto mágico. Repetir la frase “…yo nunca hago trampas” va enseñando a los espectadores las reglas del juego que les estamos proponiendo. Una vez aprendidas, ellos mismos contribuirán a construir el clímax final del juego. Les habremos convertido pues, de meros espectadores, en co-protagonistas del truco.

2